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Begoña G. Huerta
Estructura
__ e
economlca
internacional
Ciendas Sodales
Alianza Editorial
--
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o su transfonnación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través
de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.
Indice general
Primera parte
Economia internacional, sistemas económicos y niveles de
desarrollo
1. El proceso de formación de la economía mundial............................... 27
1.1 Los albores del comercio internacionaL............................................... 27
1.2 La formación de los imperios coloniales.............................................. 28
1.3 La hegemonía británica y la era del librecambio ................................... 31
1.4 La erosión del librecambio y la génesis del bilateralismo............... ........ 33
1.5 La estructura y la institucionalización de la economía internacional....... 36
1.6 El nacimiento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) .......... 37
1.7 Las comisiones económicas de la ONU ............................................... 39
1.8 Los grandes problemas de la actual estructura económica internacional.. 40
1.9 Sistemas económicos......................................................................... 40
1.9.1 El capitalismo.......................................................................... 42
1.9.2 El socialismo ........................................................................... 43
1.10 Niveles de desarrollo.......................... ..... ...... .................................... 45
1.11 Áreas de gravitación en la economía mundiaL.......... ..... ....................... 47
Estructura económica internacional
1.12 Globalismo....................................................................................... 49
1.13 Cuestiones puntuales de la organización internacional .......................... 51
SegunCla parte
Cooperación económica internaoonal: FMI, BIRF, GATT,
UNCTAD
Tercera parte
Integración económica
12. Integración económica en las Américas (111). El área del Caribe ........ 331
12.1 Introducción y zonificación del área.................................................... 331
12.2 La estructura organizativa de CARIFTA.............................................. 335
12.3 Objetivos y organización ................................................................... 335
p
Índice general
Cuarta parte
Grandes temas actuales de la estructura económica
internacional
15. Empresas Multinacionales ..... ..................................... .......................... 377
15.1 Antecedentes.. . ......... .. ... . ....... . ... . ...................... ........ ... . ....... . ... . ...... .. 377
15.2 Características básicas de las EMNs.................................................... 378
15.3 Las empresas multinacionales y la Trilateral ...................... ....... .... ....... 380
15.4 Clases de EMNs. Previsiones sobre su futuro....................................... 382
15.5 El control de las EMNs...................................................................... 382
15.6 El código de conducta de la OCDE para las empresas multinacio-
nales................................................................................................ 383
15.7 Las 1.000 mayores de 1998................................................................ 383
15.8 Organizaciones económicas transnacionales . ..... .................................. 387
•
Estructura económica internacional
16. Población y alimentación mundial. .............. ........... ............. ............. .... 391
16.1 Un modelo de población .................................................................... 391
16.2 La evolución demográfica desde el siglo XVIII...................................... 393
16.3 La explosión demográfica y el futuro de la población mundial............... 397
16.4 Alimentación y población ..... ......... ............. ............. .............. ............ 399
16.4.1 Superficie agrícola.................................................................. 402
] 6.4.2 La revolución verde y la agrogenética...... ........ ......................... 402
16.4.3 Nuevas fuentes de alimentos.................................................... 404
16.4.4 La Conferencia de la Alimentación .......... ........ ............... ......... 405
16.5 Control de la natalidad................ ....................................................... 406
16.6 ¿Crecimiento cero de la población? ..................................................... 408
16.7 Las conferencias demográficas de Bucarest y México (1974-1984) ........ 409
16.8 Una estrategia demográfica ................................................................ 410
16.9 La Conferencia de El Cairo 1994 ..................................................... oo. 414
16.10 Otras megaconferencias: Cwnbres Social (Copenhague) y de la Mujer
(Pekín)............................................................................................. 414
Quinta parte
Las grandes potencias económicas
-n-
•
Estructura económica internacional
Ramón Tamames
e
La raíz de esa duda, el origen de esa llama y la base de la razón que bus-
camos pueden estar, en su mayor medida, en la certidumbre de hallarnos in-
mersos en una época en la que ya se vislumbra como próximo, lo que tal
vez ha de ser el definitivo despertar de la Humanidad, el final de su larga
Prehistoria de luchas y contiendas. Un primer indicio de ello: el sistemático
recurso a argumentos con base en las tinieblas del pasado, y las viejas in-
tenciones oscurantistas que todavía perviven, ya no son admitidos en acti-
tud pasiva o impasible. Incluso en los lugares más remotos, donde en apa-
riencia aún rigen en su plenitud las viejas ideas, está germinando la
simiente de la rebeldía contra el atraso que atenaza a la sociedad con base
en el privilegio, la hegemonía y la represión.
Claro que la empresa en que hoy se debate el mundo, para la conquista
de las definitivas libertad y solidaridad del hombre con sus hermanos, no es
tarea fácil. Todo alumbramiento supone un esfuerzo, y éste, la máxima es-
peranza, no será una excepción. Pero la meta está clara, y el enemigo co-
mún, por doquier, se halla identificado o en trance de serlo~ y aSÍ, el impe-
rialismo, el dominio colonial, las aspiraciones de control y la pretensión de
detentar una absoluta superioridad no tienen otro remedio que disfrazarse
con ropajes más sutiles. Esa pérdida del orgullo de antaño, del que tan fre-
cuentemente se hacía gala al recurrir al uso de la fuerza y al oprimir al más
débil-por el mero hecho de serlo y para que no llegase a contar con sufi-
ciente fuerza propia-, es una señal bien indiciaria de que la «moral» de los
viejos baluartes está muy degradada. El reducto es, sin duda, mucho menos
fuerte de 10 que desde fuera pensamos casi siempre.
-n-
«fácilmente controlables», pero que, aparte de su propia brutalidad y esteri-
lidad, en un momento dado podrían desatar la inmensa capacidad termonu-
clear ya almacenada y que no deja de ir en aumento.
Por otra parte, es la carrera armamentista uno de los factores que más
claramente están frenando el desarrollo económico mundial. Dos de las
cuatro grandes potencias que estudiamos en este libro -EE.UU. y la
URSS-, «invierten» todos los años alrededor de un 10 por 100 de su PNB
en «defensa», mientras al mismo tiempo rehuyen el compromiso de dedicar
el 1 por 100 de ese mismo PNB a la formación del proyectado Fondo de so-
lidaridad internacional en pro de los sub_desarrollados. Por tanto, serían mu-
chos los argumentos esgrimibles para detener la carrera. Sobre todo, si a
ello agregamos el hecho de que la multiplicidad de conflictos y tensiones
locales mantienen y detraen igualmente sumas importantes -yen el fondo
proporcionalmente mayores- de la magra formación bruta de capital de
gran parte del Tercer Mundo. ¿De qué soluciones puede entonces hablarse
a plazo medio si por doquier una gran dosis de la acumulación se dirige a
crear un material ingente de destrucción y de muerte?
Sería ingenuo, por supuesto, pensar que con una serie de llamamientos
concatenados en favor de la paz se logrará algo. Pues la clave de la cuestión
estriba en que ~si bien cada vez más discutidas desde dentro y desde fue-
ra- las aspiraciones hegemónicas, las apetencias de poder nacional, etc.,
se mantienen vivas, incluso entre países que están dentro de un mismo sis-
tema. Sólo la amenaza del tan citado «holocausto» podrá sentar las bases
de una nueva etapa en esta cuestión, abriendo así la vía hacia un desarrollo
económico y social que contribuya a dar a luz una nueva estructura econó-
mica internacional.
Por otra parte, era obligado, al comienzo de estas páginas sobre Estruc-
tura Económica Internacional, fijar nuestra vista en tajes aspectos básicos
del escenario en que inevitablemente hemos de movernos. Efectivamente,
los problemas económicos que vamos a analizar, y más concretamente las
relaciones de producción y de cambio a nivel internacional, están inexcusa-
blemente imbricados con los temas tan rápidamente aludidos en estas líneas
preJiminares. El comercio internacional, la cooperación y la integración
económicas ¿podrán seguir desarrollándose en la medida necesaria y adap-
tándose a las nuevas necesidades sin una reestructuración del propio esce-
nario general? Esta interrogación está explícitamente planteada en numero-
sos pasajes de la obra, y latente a lo largo de casi toda ella. Sin ese
trasfondo de duda permanente, el propio libro me habría parecido un inútil
ejercicio de pretendida erudición, o incluso de malévolo propósito de «con-
taminación economicista».
Economía internacionaL,
sistemas económicos
y niveLes de desarroLLo
1. El proceso de formaaón
de la economía mundial
Sin embargo, desde sus comienzos, siempre hubo un enlace claro entre am-
bas termin~les europeas de comercio. Durante mucho tiempo, en esa cone-
xión, el predominio de la plaza flamenca de Brujas (hoy en Bélgica) fue ro-
tundo, por lo menos entre 1300 y 1450. Desde Brujas partían las líneas que
enlazaban con las ferias comerciales de Castilla hacia el Sur y con las ciu-
dades hanseáticas del litoral de Alemania y de Escandinavia hacia el
Norte 2,
Este comercio medieval de alcance europeo, o a lo más euroasiático por
la vía mediterránea, alcanzó un alto grado de florecimiento a finales del si-
glo XIV, pero se vio muy afectado por la presión de los turcos desde Orien-
te, y en no menor medida por las guerras europeas del siglo xv.
2 Para el interesado por esta época es muy recomendable la obra de F. Ganshof «Le
Moyen Age», tomo 1 de la Histoire des relations internationales (dirigida por Pierre Re-
nouvin), Hachette, París, 1953.
3 Georges Lefranc, Histoire du Commerce Mondial, PUF, París, 1965, págs. 49 y ss.
s Leon van der Essen, Contribution a 1~histoire du port d 'Anvers vers 1'Espagne et le
Portugal ti l'époque de Charles ~ 1533-1554, Bruselas, 1920, citado por 1. Vicens Vi-
ves en la Historia Económica de España, reíde, Barcelona, 1960., pág. 682.
6 P. Chaunu, Séville el 1'Atlantique, Sevpen~ París, 1969.
7 R. Carande., Carlos Vy sus banqueros, SEP, Madrid, 1943 (tomo 1) y 1949 (tomo JI).
~
Economla lntern:;:¡{ túltaL sistemas económicos y niveles de desarroLLo
8 Eric RolJ, Historia de las doctrinas económicas, versión española, FCE, México,
1958, págs. 77 y 78.
tcononn,j lnternóclonaC sistemas econólnicos y niveles de desarrollo
9 Artícu10 8.° de la «Carta del Atlántico». La Carta fue ratificada elIde enero de 1942
por la Declaración Conjunta de las Naciones Unidas, suscrita por 22 países, incluida la
URSS, ya en guerra con Alemania desde junio de 1941. Sobre todo el proceso de gene-
ración de la actual estructura jurídica de los organismos internacionales, es de gran inte-
rés el Tratado General de la Organización Internacional, de Modesto Seara Vázquez,
FCE, México, 1974.
- El p!'(;ceso (lE- rourtación de la economla InundiaL
.,.,..
26 de junio de 1945, y en ella fue aprobada, por unanimidad de las 50 na-
ciones asistentes, la Carta de las Naciones Unidas. La Carta entró en vigor
Economla internacional, sistemas económicos y niveles de desarroLLo
I
1. El proceso de formación de la economla mundial
este libro~ en el sentido de que ambos temas los trataremos aquí de modo
muy somero. Para una visión más amplia y profunda, remito a los lectores
a mi obra Fundamentos de Estructura Económica, donde se le dedica un
mayor espaCIO.
En el análisis de la economía de un país concreto se plantea siempre la
necesidad de identificar claramente su marco institucional y la influencia
del mismo sobre su estructura económica. En otras palabras, se trata de in-
vestigar cuál es el sistema económico en que se encuentra inserta la econo-
mía nacional en cuestión.
Este planteamiento, además de a una premisa de rigor analítico, corres-
ponde a una exigencia que parte de la propia realidad, pues una simple mi-
rada a nuestro alrededor nos revela inmediatamente que los hombres adop-
tan distintas formas de organización social para el desempeño de su
actividad económica. Con una simplificación inicial deliberada, podríamos
decir que esas distintas fonnas de organización son lo que denominamos
sistemas económicos.
Como base de partida para alnpliar ese concepto podemos tomar el plan-
teamiento que Samuelson hace de la cuestión, desde el punto y hora en que
toda economía nacional debe resolver tres problemas económicos fundamen-
tales: QUÉ clases y cantidades se producirán de todos los posibles bienes y
servicios; CÓMO son empleados los recursos económicos en producir tales
bienes, y PARA QUIÉN se producen. Las sociedades afrontan esos problemas
de diferentes maneras: por la costulnbre, mediante la autoridad, y a través del
sistema de precios 11.
1.9.1 Capitalismo
y ork, pág. 17. La bibliografia sobre sistemas económicos es muy extensa. En el libro de
Gregory Grossman, (Economic Systems, Prentice Hall Ine., Englewood Cliffs, New Jer-
sey, 1967, págs. 116 y 117), puede verse una excelente lista de lecturas seleccionadas.
1. El proceso de formación de La economia mundial
1.9.2 Socialismo
14 Paul M. Sweezy, Teoría del desarrollo capitalista, versión española, 2.a edición,
FCE, México, 1958, cap. XVIII, págs. 360 a 380.
15 Pierre Massé~ «La inversión productiva»~ conferencia pronunciada en la Universidad
teóricamente no puede ser logrado sino con una mayor o menor sustitución
de la propiedad privada por la colectiva en los medios de producción.
En ese sentido discurren casi todas las definiciones de socialismo al uso,
que según su carácter, entran en más o menos detalles. ASÍ, por ejemplo,
Loucks afirma que el término socialismo en la forma que él lo emplea hace
referencia «al movimiento que aspira a conferir a la sociedad como un todo
--en vez de a los individuos- la propiedad y la administración de todos los
bienes ya sean creados por el hombre o por la naturaleza, con el propósito
de que los incrementos resultantes de la renta nacional sean distribuidos de
forma más equitativa; sin por ello destruir la motivación económica del indi-
viduo, su libertad de empleo o su elección de consumo» 16.
Por su parte, el Partido Comunista de la Unión Soviética, en una decla-
ración de 1961, consideraba que el comunismo era «un sistema social sin
clases, en el cual los bienes de producción son únicamente propiedad na-
cional, en donde existe una igualqad social total de todos los miembros de
la sociedad, en donde al lado del desarrollo general del pueblo crecerán
también las fuerzas de producción sobre la base de un desarrollo c'onstante
de la ciencia y de la técnica, en donde todas las fuentes de riqueza pública
correrán con toda plenitud, y en donde será realizado el gran principio: de
cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades».
El proceso de construcción del socialismo lo exponemos seguidamente, si
bien a costa de una forzosa esquematización de sus diferentes pasos. En los es-
pacios sobre la URSS y su hundimiento (cap. 21) y sobre China (cap. 23) ten-
dremos ocasión de entrar en una serie de detalles 17.
Veamos ahora cuáles son las operaciones de necesaria realización en el
período transitorio para liquidar el antiguo sistema capitalista y edificar el
nuevo 18, Primeramente, el gobierno socialista tiene que realizar una serie
de reformas para transformar la estructura socioeconómica. En esta pers-
pectiva, la reforma agraria es decisiva para suprimir los vestigios del feuda-
lismo que aún tuvieran su asiento en este sector de la producción, y para re-
distribuir la riqueza y la renta entre la población campesina, que en 10
sucesivo serán un sólido apoyo de las transformaciones necesarias. Al pro-
pio tiempo es preciso «expropiar la gran propiedad capitalista: Jos bancos,
las industrias más importantes y los medios de transporte».
La segunda fase es el ajuste entre el nuevo sector socialista y las peque-
ñas y medianas empresas no nacionalizadas. Con ello, el Estado se asegura
el control del sector capitalista residual.
-rr
, r ~rl (:!{ onomia rnundiat
19 Wlodzimierz Brus y Kazimierz Laski, From Alarx lo the Market: Socialism in search
of an Economic System. Oxford University Press, Nueva York, 1991~ Carlos Taibo,
Unión Soviética. La quiebra de un modelo, Catarata, Madrid, 1991.
Economía internacional, sistemas económicos y niveles de desarrollo
En los PMD la renta per capita no rebasa los 5.000 dólares por año,
frente a niveles que van hasta 40.000 dólares en los Países Industriales (PI).
Pero ]0 que es igualmente importante, la distribución regional y personal de
la renta es mucho más desequilibrada en los PMD que en los PI. Un peque-
ño grupo de privilegiados (normalmente no más del 5 ó 10 por 100 de la
población total) absorben más del 50 por 100 de la renta nacional.
La fuerte concentración de la riqueza y de la renta, junto con otras ca-
racterísticas que ya vimos para la población, hacen coincidir normalmente
subdesarrollo con dictaduras políticas (o «farsas democráticas» más o me-
nos cínicas), y con la explotación económica sistemática y la satelización
política por parte de las grandes potencias.
Pero la dependencia y la vulnerabilidad económicas son las característi-
cas que desde el enfoque de este libro -Estructura Económica Internacio-
nal- más c)aramente reve]an la situación de los PMD. Como ya indica-
mos, la debilidad de su estructura económica convierte a los PMD en
1. El proceso de formación de la economia mundial
."..
tado, son cada vez más frecuentes las observaciones sobre el desplazamien-
to del área que más pesa en el conjunto de la actividad económica del pla-
neta.
Tradicionalmente, los países que asumían ese papel, se situaban a orillas
del Atlántico Norte. Como hemos visto a principios de este mismo capítu-
lo, desde el siglo XIX, Europa Occidental protagonizó el naciente mercado
mundial~ que consolidó para más de cuatro siglos con el descubrimiento,
colonización y repoblación del Nuevo Mundo. De esta forma, Europa Occi-
dental y América del Norte convirtieron al Océano Atlántico en un amplio
espacio de alta densidad en sus orillas, y con comunicaciones de todo tipo
entre ambas. No es extraño, pues, que las dos guerras mundiales tuvieran,
en el siglo XX, su principal centro de operaciones en esta parte marítima y
terrestre del mundo. Y algo parecido puede decirse de la posguerra, con la
creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), cuyo
prolegómeno fue el Plan Marshall que con cierto detalle estudiamos en el
capítulo 2. Y, de hecho, así se mantuvieron las cosas desde la fecha de la
creación de la Alianza Atlántica hasta el comienzo de la crisis de 1973, que
también analizaremos in extenso en este libro (véase más adelante el capí-
tulo 18).
Pero lo que parecía una cristalización atlántica del mundo, empezó a
cambiar precisamente con la crisis de los años 70 y 80, con lo que parece
será un desplazamiento cada vez más pronunciado del área de gravedad de
la economía mundial, desde las dos riberas del Atlántico a la Orilla Asiática
del Pacífico 20. A ello contribuye la progresiva traslación del centro de gra-
vedad de la economía norteamericana hacia los estados del Oeste, por el
peso creciente de California, Oregón, Washington y Alaska. Por otro lado,
Japón resistió la crisis energética mucho mejor que los demás grandes países
industriales -también esto lo veremos en detalle en el capítulo 22-, siguió
creciendo, y con sus inversiones exteriores impulsó la expansión de otros
países asiáticos, como Corea del Sur, Hong-Kong, Taiwan, y Singapur -los
cuatro dragones- contribuyendo al fortalecimiento de las naciones de la
ASEAN (Tailandia, Malasia, Singapur, Indonesia, Brunei, Filipinas, Viet-
nam, Birmania y Laos; véase e] capítulo 14), que con 470 millones de habi-
tantes, a mediados de 1998, son un conjunto económicamente de gran futu-
ro. También efecto de Japón ha sido que Australia y Nueva Zelanda sean
hoy naciones del Sur de Asia.
Asimismo, contribuyen al fenómeno a que nos estamos refiriendo las
expectativas para Rusia del desarrollo de Siberia Oriental; y la espectacular
expansión que está registrando China, con la refonna del sistema maoísta
20 Sobre el tema, Pablo Bustelo, «La Orilla Asiática del Pacífico: retos y problemas».
en el curso «Entre bloques y globalidad», dirigido por R. Tamames en la UCM, El Es-
corial, 10 de agosto de 1993 (fotocopiado).
-zr
por Den Xiaoping primero y Jian Zeming después, favorables a una econo-
mía más mixta y flexible. A las circunstancias señaladas, se agregan las
fuertes tasas de desarrollo demográfico de otros países de la orilla america-
na del Pacífico; como sucede con México, todo el istmo centroamericano y
los ribereños de Sudamérica 21 •
1.12 Globalismo 22
Para ir tern1inando este primer capítulo introductorio del libro, y después de
haber examinado el nacimiento del comercio mundial y los orígenes de la
organización de las Naciones Unidas, así como algunas otras cuestiones re-
lativas a las futuras áreas de gravitación de la economía mundial, me pareció
que sería interesante -ya en la edición 18.a , ] 995-, introducir esta nueva
sección sobre gloha lism o : un concepto al que haremos numerosas referen-
cias a lo largo de esta obra, como síntesis de la tendencia que está condu-
ciendo a una interpenetración cada vez mayor de las naciones, y de sus pro-
pias instituciones y entidades.
Ciertamente, hay una economía mundial desde el siglo XVII, que luego
iría fortaleciéndose hasta estructurarse en toda una serie de mallas organiza-
tivas a partir de la Segunda Guerra Mundial. Pero el globalismo es algo más
que la mundialización. Constituye un verdadero salto cualitativo, en el senti-
do de que desborda la n1era expansión del comercio internacional, y de las
fases de cooperación (disminución de barreras), e integración (supresión de
las misnlas). Sucede~ sencillamente, que, sin destacarlo lo suficiente, el co-
mercio se hace ya virtualmente sin fronteras, en el espacio planetario, sin
solución de continuidad.
ASÍ, resulta que por muy importantes que sean las grandes agrupaciones
regiona1es del tipo del NAFTA o de la Unión Europea, del Mercosur, o de
la APEe, en el futuro, la mayor parte del intercambio se produce en el mar-
co del globalismo, por encima de los bloques regionales. Dicho de otra for-
ma, si e] comercio interno, dentro de cada uno de los tres husos económicos
(continente americano, hemisferio euroafricano, y Orilla Asiática del PacÍ-
21 Sobre el área del Pacífico, dos libros de interés: Frank Gibney, The Pacific Century,
Scribner's, New York, 1992; y Paul Theroux, The Happy Isles ofOceania, Hamish Ha-
milton, Londres, ] 992. Para un punto de vista pro EE.UU., George Hicks, «So much the
Pacific Ccntury - It will be America, as Usual», IHT, 29 de julio de 1992, pág. 4. Puede
verse el capítulo) 3 de este mismo libro.
n A la global ización, y a todo el proceso que conduce a ella, me referí con extensión en
1
i mis libros Un Nuevo Orden Mundial, Espasa-Calpe, Madrid, 1991, 3. a edición; y La Es-
t paiia Alternativa, Espasa-Calpe, Madrid, 1994, 7. a edición. Para una certera visión de
ese globalisrno y sus consecuencias, Alan Greenspan, «La economía globalizada, los
desafios de los noventa», El Mundo. 2-V -1995, pág. 62.
Economia internacionaL sistemas económicos y niveles de desarrollo
24.IV.98. l
-so f
1
1. El proceso de formación de La economía mundial
1) Cuotas de la ONU.
2) Consejo de Seguridad.
25 Para algunas referencias a este problema, la entrevista de Jim Lehrer, a Kofi Annan,
publicada en versión española por Tribuna, 6.1.97. También es significativo que en julio
del 98 la ONU nombrara como uno de sus embajadores al actor Michael Douglas, quien
en unas primeras declaraciones manifestó el firme propósito de convencer a su país para
que se ponga al corriente en el pago de cuotas. Sobre los problemas económicos de las
Naciones Unidas, Michael Littlejohns, «Zero cash announcement sends chill through
headquarters with fears of cuts in programmes and jobs. UN mns out of money as crisis
worsens», Financial Times. l.V.96, y Edward Mortimer, «Tight hand on the purse», Fi-
nancia/ Times, 8.V.96.
niveles de desarrollo
les, dos podrían ser Alemania y Japón, y el resto del Tercer Mundo; con la
particularidad de que ninguno de esos nuevos componentes tendría derecho
de veto 26.
Sin embargo, como para modificar la Carta son precisos dos tercios de
votos en la Asamblea General, y ésta se halla dominada por las naciones
menos desarrolladas, no será fácil salir del impasse: las naciones en desa-
rrollo, se resisten a aceptar otros dos países avanzados en la instancia más
importante de la organización. Aparte, y no la menor, está la dificultad de
cuáles serían los tres Estados permanentes del tercer mundo.
En definitiva puede verse que las Naciones Unidas cumplen un gran pa-
pel en la comunidad internacional y, por ello mismo sus funciones deben
neration. Can he pus through the revolution the organisation needs?, The Economist,
8.VIlL98.
28 Al respecto pueden verse mis libros Ecología y desarrollo sostenible, Alianza Edito-
rial, 8a ed., Madrid, 1995; y La Reconquista del Paraíso, Temas de hoy, 2a ed., Madrid,
1993.
~
ser objeto de renovación continua. A la postre, de lo que se trata es de aten-
der Jas necesidades de una sociedad global cada vez más compleja, y así
garantizar la paz con crecientes niveles de calidad de vida. Lo cual exige, a
su vez, una organización eficaz (hacer las cosas) y eficiente (hacerlas
bien) :2<:),
~9 Enrie Juliana y Xavier Mas de Xaxás, «Euforia en la ONU por la creación del TPI,
que deberá superar la hostilidad de Washington», La Vanguardia, 19.VII.98. Su fiscal
podrá abrir investigaciones motu proprio. o por denuncia de víctimas, familiares o Esta-
dos. Los crinlinaJes condenados podrán ser castigados a penas de prisión no mayores de
30 años~ si bien, excepcionalmente, cabrá aplicarse la cadena perpetua para crímenes es-
pecialmente grares (la condena de muerte fue excluida a propuesta de la Delegación del
Vaticano). El Tribunal estará facultado para imponer sanciones económicas y confiscar
bienes que directa o indirectamente provengan de quienes sean declarados criminales.
Segunda parte
2. Los origenes de la
. .... .....
cooperaclon economlca
internacional
I Paul Sweezy, Teoría del desarrollo capitalista, oh. cit., pág. 315.
Cooperación económica internacional
Son muchos los historiadores que piensan que el mayor avance político
norteamericano desde que en 1823 se proclamara la Doctrina Monroe
(<<América para los americanos»), se produjo en 1947, con el Plan Mars-
hall. En ~uatro años, esa vasta operación política y económica contribuyó a
cambiar radicalmente la faz de Europa Occidental, consolidando de manera
espectacular la posición de EE.UU. como primera potencia mundial; al
tiempo que se sentaban las bases de un sistema de cooperación económica
que sería a su vez origen de nuevos proyectos de integración.
Como nos recuerda Joseph Marion Jones 4,! la prodigiosa aventura del
Plan Marshal1 empezó el 21 de febrero de 1947~ y creo que no sería ocioso
precisar las causas de su progresiva configuración. Ese día, a última hora
de la tarde, en Washington, en la Secretaría de Estado, se recibió una llama-
da telefónica de la Embajada británica, solicitando una urgente entrevista
con George Marshall, jefe de la diplomacia norteamericana. En ese mo-
mento, el General Marshall acababa de salir para su casa, tras una larga jor-
nada de trabajo. Estaba cansado, a pesar del vigor que mantenía a sus se-
senta y siete años. Pero apenas había transcurrido un mes de su vuelta de
China, y aún menos desde su nombramiento para el más alto puesto de la
política exterior de su pais. Además, su misión estaba revelándose especial-
mente dificil; había en el ambiente toda clase de tensiones, cada vez más
graves, especialmente entre los anglosajones y la URSS. y todo ello, en el
contexto de la impresión generalizada de que Truman carecía de la capacidad
necesaria para responder a los grandes retos que a un Presidente de EE. VV.
suscitaba una posguerra casi tan dura y tensa como ]a guerra misma.
La prisas de Londres no eran injustificadas. Se quería anunciar la firme
decisión, recién tomada por el Gobierno laborista de CIement Atlee, de sus-
pender la ayuda mi litar a Grecia y Turquía. En el verano de 1946, ocho me-
ses antes, los británicos se habían comprometido a reforzar la línea de re-
sistencia formada por Grecia y Turquía (e Irán) frente a las presiones
soviéticas. Ahora, Londres daba marcha atrás. La causa de ello eran las gra-
ves dificultades económicas por las que atravesaba la propia Gran Bretaña,
y el sombrío panorama que cara a los meses subsiguientes se cernía sobre
todos los británicos.
En rea]ida~ lo que estaba en trance de producirse era el reajuste inevita-
ble de los intereses de las dos grandes potencias emergentes de la segunda
guerra mundial. Por un lado, los Estados Unidos de América, no sin reti-
~ Joseph Marion Jones, The FUteen ~Veeks. An Inside Account of the Genesis of the
Marshall Plan, Viking Press, Nueva York, 1956. Puede verse, para un extracto, Ramón
Tamames, Formación y desarrollo del Mercado Común Europeo, Iber Amer, Madrid,
] 965, págs. 45 aSO.
2. los origenes de I.a cooperaClón 8( onórnica internacional
~
Cooperación económica internacional
aH*," rrxu.w
Pero fue sólo en el último trimestre de 1949 cuando la ECA centró sus
preocupaciones en la cooperación. El 31 de octubre de ese año, Paul Hoff-
man, jefe de la ECA, se expresó en términos muy claros ante el Consejo de
la OECE: «Dos tareas tienen que afrontar Europa y la ECA durante la se-
gunda mitad del Plan Marshall -dijo-. Europa tendría que equilibrar sus
necesidades y recursos en dólares, lo_que implica un aumento de las expor-
taciones, así como el control de la inflación. Pero el cumplimiento de esta
tarea no será significativo a menos que se logre una economía en expansión
en Europa Occidental, mediante la integración económica. En sustancia, la
integración sería la formación de un único y gran mercado, dentro del cual
desaparecerían las restricciones cuantitativas a la circulación de mercancías
y las barreras monetarias a los pagos; y eventualmente, los aranceles podrí-
an ser suprimidos para siempre».
La propuesta Hoffman tuvo un gran impacto. Trazó claramente el ca-
mino a seguir, dejando en un segundo plano el complejo problema de la
Unión Aduanera. Los norteamericanos, que podían enjuiciar la situación
de Europa más fríamente que los propios europeos, se dieron perfecta-
mente cuenta de que cualquier clase de ayuda no sería suficientemente
eficaz, si desde el mosaico de pequeños mercados separados del Viejo
Continente no se evolucionaba hacia una mayor libertad de tráfico entre
sus múltiples componentes. El solo anuncio del Plan Marshall ya había
puesto en marcha el primer convenio intraeuropeo de pagos. Ulteriormen-
te, la creación de la OECE permitió realizaciones tan importantes como
la Unión Europea de Pagos y la liberación del tráfico de mercancías y de
invisibles. A la postre, el Plan Marshall sería también lo que permitió que
funcionaran el Fondo Monetario Internacional y el Acuerdo General so-
bre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). Sin los dólares que libró
la ayuda, no habría habido liquidez para activar el comercio mundial y
para hacer posible el juego de los dispositivos de] FMI. Y sin esa expan-
sión comerciaJ, en el GATT apenas se habrían superado las primeras ne-
gociaciones arancelarias. Y en cuanto al BIRF, al resolver el Plan lo esen-
cial de los problemas de los países de Europa Occidental, permitió que
prestase su máxima atención a los PMD.
-n-
~
1
tooppranon economica internacional
f
~
por fin, ]as tendencias que en la UNCTAD se apuntaron desde 1964 en
pro de acciones más firmes para interrelacionar estrechamente el comer- I
cio internacional con el desarrollo económico (capítulo 6) 5.
I
2.8 El G-7, como directorio económico mundial I
1975 fue un año dramático para los países industriales del Norte. EE.UU.,
por primera vez en su historia, era una nación derrotada; el pequeño Viet-
nam había conseguido, casi literalmente, «echar al mar» a los ejércitos del
I
~
~
6 Sobre la cumbre de Nápoles, George 1. Church, «We interrupt this Summit fol. .. »,
Time, 18-VIl-1995, págs. 24 y 25.
conclave napolitano, hay que señalar el compromiso de ayudar a
Ucrania para la consolidación de su independencia; y las promesas
hechas de nuevo a Yeltsin, a quien la heptarquía recibió en la última
jornada de sus sesiones.
21) Halifax, Canadá (1995). Del 15 al 17 de julio, y en la línea de las
previsiones hechas en Nápoles, se constató la profundidad del pro-
ceso de globalización comercial y financiera, y se enalteció el sis-
tema de libre mercado, triunfante hasta en China, e incluso en
Vietnam 7. Se acordó promover en el FMI un nuevo mecanismo de
apoyo financiero a los países en situación de grave emergencia.
22) Lyon, Francia (1996). Los días 27 y 28 de junio, los componentes
del G- 7 analizaron la necesidad de liberalizar los servicios de tele-
comunicaciones (cuestión luego tratada en la OMC), y el posible
ingreso de Rusia en el Grupo para convertirlo en G-8. Además, se
proclamó la necesidad de «poner la mundialización de la economía
al servicio del hombre y del empleo», eludiéndose, en cambio, el
debate de la cláusula social (dumping de los países con salarios
bajos y reglamentaciones laborales permisivas). Se apoyó la mino-
ración de deuda de 41 PMDs propuesta por el FMI y el BM (Ini-
ciativa HIPC, véase 4.6.), y de hecho, sin citarla expresamente, se
condenó la Ley Helms Burton de EE.UU. -sanciones a Cuba-,
por estimarla contraria a las reglas de la OMC. Además, se hizo
una favorable referencia a las iniciativas del FMI sobre sistema de
alerta rápida para prevenir crisis financieras, y se sentaron las ba-
ses de una lucha más efectiva a escala mundial contra el terrorismo
y e] crimen organizado.
23) Denver, Colorado, EE. Uu. (1997). Esta reunión, celebrada del 20
al 22 de junio, fue la primera oficialmente denominada G-8, por la
participación de Rusia (todavía no plena en cuestiones económi-
cas). La cumbre recibió críticas por la posible transformación del
Grupo en «un foro de demasiadas cuestiones internacionales a la
vez, de meros retratos de .familia, y donde la substancia brilla por
su ausencia en los temas económicos», Entre los asuntos tratados,
destacaron: el excesivo paro en Europa, para contener el cual se in-
sistió en 1a necesidad de disminuir los déficit públicos y reordenar
el sistema de pensiones; la indispensable reducción del déficit co-
mercial de EE.UU. con Japón; e] respaldo a Rusia en su proceso de
7 Para la Cumbre de Halifax, «The G-7 Summit: Results», infonne de FYI. 20-VI-1995,
-n-
\.}fig2nes de cooperacion economka lnternaclonal
Sin embargo, todo lo anterior no nos puede impedir la critica de este di-
rectorio mundial que es el G-7, una superestructura que nació en 1975, y
que más o menos tarde habrá de ceder sus funciones a un Consejo Econó-
mico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC) revigorizado; órgano al
que precisamente están suplantando los Siete Grandes del Norte, con un
virtual derecho de veto au~oarrogado; que viene a ser el equivalente al que
en el Consejo de Seguridad comparten Francia, el Reino Unido y Estados
Unidos con China y Rusia.
La solución no puede ser, simplemente, incorporar ahora al núcleo del
G-7 a Rusia como ya se hizo; y mañana a China, y pasado a algunos países
también altamente representativos de la vasta humanidad. Ese método sería
desconocer la perentoria necesidad, de la que todo el mundo habla, de re-
forzar las Naciones Unidas. Por el contrario, un ECOSOC revigorizado,
con representaciones y sistemas de votación ponderados, no sólo sería mu-
cho más integrador de la problemática económica mundial que el G-7, sino
que además tendría la capacidad para relanzar toda la constelación de agen-
cias especializadas de las Naciones Unidas que hoy viven en medio de abe-
rraciones y penurias 8.
8 Sobre las reuniones del G-7, Montserrat Millet Soler, «Las cumbres económicas y las
I Para un estudio del sistema del Patrón Oro, puede verse la obra ya clásica de P. T.
Ellsworth Comercio internacional, versión española~ FCE, México, 1955 (la primera
Con el abandono sistemático del Patrón Oro clásico durante el periodo
de entreguerras, la situación de fluidez en los pagos internacionales cambió
radicalmente. Casi todas las monedas --excepto el dólar, y aun así con una
serie de limitaciones- dejaron de ser convertibles en oro, y el comercio
internacional pasó a realizarse en buena parte a través del sistema de clea-
rings, al que ya nos referimos en el capítulo 1, al ocuparnos del bilatera-
lismo.
La rigidez de este sistema de pagos comportó una fuerte contracción del
comercio internacional, así como el uso sistemático de la devaluación (el
cambio a la baja de la paridad teórica de cada moneda con respecto al oro o
al dólar) como arma de uso doble: para aumentar el grado de competitivi-
dad en ]as exportaciones y para obstruir las importaciones.
Esa situación provocó un verdadero marasmo en las relaciones económi-
cas internacionales entre 1929 y 1939, el período tan reiteradamente citado
de la «Gran Depresión». De ella no podía salirse sino a través de dos vías:
]a vuelta a la convertibilidad oro de las monedas (restauración del Patrón
Oro) o el establecimiento de algún tipo de disciplina monetaria internacio-
nal.
El primer camino no presentaba viabi1idad a largo plazo, ya que de ensa-
yarlo un país concreto por sí sólo, como de hecho lo intentó el Reino Uni-
do, manteniéndose los demás al margen de la convertibilidad, el resultado
sería (por las operaciones de conversión que hiciesen estos últimos) la li-
quidación de las reservas de metal alnarillo del país con Patrón Oro.
El segundo canlino, concebido como la instrumentación de una cierta
disciplina monetaria internacional, empezó a plantearse, tímidamente, en
1936. Ese prinler atisbo de reglamentación monetaria internacional fue el
l1amado «Acuerdo Tripartito sobre tipos de cambio», concluido el 25 de
septiembre de aquel año por Estados Unidos, Reino Unido y Francia, justa-
mente tras la devaluación de] franco francés 2. Con el Acuerdo Tripartito, al
que más tarde se unieron Bélgica, Holanda y Suiza, se acordó mantener ti-
pos de cambio fijos entre las monedas de los países adherentes al Acuerdo
así como no recurrir a la devaluación como arma competitiva. Se establecía
de esta forma un primer registro internacional de las paridades, precedente
al sistema que más adelante había de adoptar el Fondo Monetario Interna-
cionaL
edición inglesa data de 1938)~ págs. 155-211. Para el período subsiguiente al abandono
del Patrón, J. B. Condliffe La reconstrucción del comercio mundial, versión españo1a,
Sudamericana, Buenos Aires, 1942.
2 L. B. Yeager, International Monetary Relations, 1966, págs. 317 y sigs.
3. Et sistema monetario internacional! el FMI
aunque la economía yugoslava se distancia cada vez más de las tendencias apreciables
en los países europeos del Este.
5 Sobre los problemas monetarios europeos de esa época, obras básicas siguen siendo
El caos monetario, de Robert Triffin (versión española), FCE, México, 1961 y Fred L.
Block, Los orígenes del desorden económico internacional, versión española, FCE, Mé-
xico, 1980.
(ooperaóon económica internacional
~
3. El sisterna monetario internacional: el FMI
-sr-
a niveles más reducidos, 'y concretamente al nivel del 10 por 100 de las re-
servas de oro y dólares del país en cuestión.
El resto de la cuota se depositaba en moneda nacional en una cuenta
(<<cuenta número 1») abierta en el Banco Central del país miembro. En esa
cuenta se registraban todas las operaciones relacionadas con el FMI.
La cuota así fijada sería de base para medir el poder de voto (250 puntos
para cada socio, más un voto por cada 100.000 DEGs de cuota), así como
para determinar el máximo volumen de recursos del Fondo del que podían
disponer los países miembros para resolver sus problemas de balanza de
pagos.
Cualquier país socio del FMI podía obtener recursos --contra entrega
siempre de un valor equivalente de su propia moneda- hasta por un 125
por 100 de su cuota. Esto en el supuesto de que el país beneficiario hubiese
entregado previamente el 25 por 100 de su cuota en oro, ya que el FMI no
podía tener nunca en moneda nacional de un país miembro una cifra supe-
rior al 200 por 100 de su cuota. De forma que, por ejemplo, si un país tenía
una cuota de 250 millones de dólares (con un depósito en oro de 62,5 mi-
llones de dólares), el máximo de recursos de que en principio podía dispo-
ner sería de 312,5 millones.
En el momento de ejercitar el derecho a obtener estos recursos --que es-
taban sometidos a una serie de condiciones de tiempo, comisiones, etc., en
cuyos detalles no vamos a entrar aquí- el país en cuestión tenía que com-
prometerse a recomprar el monto de su moneda nacional en un plazo pre-
convenido.
7 También para los problemas monetarios de esa época es preciso recurrir a R. Triffin,
y concretamente a su obra El oro y la crisis del dólar (versión española, FCE, México,
1962).
3. El sistema monetario internacional: el FMI
oro, aumentando con ello el valor nominal de su reserva oro, para afianzar
de esta manera la convertibilidad del dólar. De otro lado, EE.UU. podía ten-
der a recrecer su reserva de oro, sin incrementar su precio, eliminando el
déficit de su balanza de pagos.
La última solución no resultaba posible sin restringir de forma drástica
las inversiones exteriores norteamericanas y sin variar el signo belicista de
la política exterior de EE.UU. como gran gendarme internacional del capi-
talismo. La primera alternativa resultaba igualmente dificil, debido a la
compleja estructura de la economía norteamericana, necesitada de amplias
importaciones, y al propio tiempo ligada a las exportaciones de capital que
conlleva toda política imperialista de penetración económica en el exterior.
En síntesis, ambas alternativas eran igualmente poco deseables para el
poderío norteamericano. La salida, pues, apenas ofreció dudas para
EE. UU.: reforzar el FMI para inyectar en él un componente adicional (De-
rechos Especiales de Giro) que en lo sucesivo permitiese proseguir el fun-
cionamiento del sistema monetario internacional basado en el Patrón Dólar
de cambios-oro. Un patrón, por lo demás, más teórico que real, debido a los
compromisos adquiridos por parte de buen número de los Bancos Centrales
occidentales de no reclamar a EE.UU. la conversión de sus reservas de dó-
lares en oro.
Llegamos así a una doble conclusión: desde un principio, el Sistema
Monetario Internacional estuvo gobernado por los intereses expansivos de
EE.UU.; por otra parte~ el capitalismo norteamericano fue capaz de separar-
se de los esquemas tradicionales del Patrón Oro, e ir transformando paulati-
namente el sistema monetario internacional en un Patrón fiduciario interna-
cional con base en el dólar.
Con el instrumento de los Derechos Especiales de Giro --que pasamos
a estudiar- se entró en una nueva fase, la de un Patrón monetario interna-
cional dirigido. Dirigido también por EE.UU.
8Jacques Rueff todavía en 1969 mantenía su vieja tesis. Véase por ejemplo, su artículo
«Todavía otro expediente: los DEG)}, en ICE, n.O 434, octubre 1969, págs. 185 y sigs.
looperat lón t!(onom Ila internacional
II SU versión definitiva puede verse en «The Stamp Plan 1964 Version», en World Mo-
Los DEG son simples partidas contables de una cuenta especial llevada
por el FMI, que se asigna a cada país afiliado en proporción a su cuota del
Fondo 16. Aunque los DEG figuran en las cifras oficiales de reservas de los
diversos países, no pueden ser utilizados en la compra de bienes y servi-
cios, y su utilidad estriba en que mediante ellos, los países con situación de
escasa liquidez pueden conseguir divisas utilizables transfiriéndolos a otros
países miembros del FMI.
Los DEG sólo pueden utilizarse por los socios del Fondo en situación de
déficit de balanza de pagos y que estén perdiendo reservas. Comunicada la
aspiración de utilizarlos, el Director General del FMI designa un país en
ese momento excedentario para que entre en el trueque de DEG por divisas
convertibles en favor del país en déficit.
Las ventajas de los DEG sobre los recursos ordinariamente obtenibles
de] FMI consisten en su generalidad, ya que cualquier país en dificultades
puede beneficiarse de su libramiento. Ventajas adicionales son su semiauto-
matismo, y su no vencimiento a plazo fijo. Claro es que el país usuario de
los DEG ha de adquirir el compromiso de que en un momento ulterior,
cuando su situación de balanza haya cambiado de signo, aceptará DEG de
otros países en situación de balanza de pagos por entonces adversa.
La importancia de los DEG estriba en que crean una nueva línea de li-
quidez internacional, distinta del oro y de las monedas de reserva, y basada
en los excedentes de divisas de los países miembros, que de esta forma, sin
perder su vo]umen contable de reservas, las ceden en parte para paliar la si-
tuación de los países que se encuentran en déficit 17. Siendo el DEG un va-
.,.,..
Fritz Machlup «<La ambigua desmonetización del oro»), ambos publicados en versión
española en ICE, número 434, octubre 1969, págs. 93-103 y 107-1] 1, respectivamente .
Cooperación económica internacional
lor concreto, hasta 1974 se equiparó al dólar y con la crisis de éste en 1974
se pasó a un valor cesta (véase 3.12).
18 Aunque sólo tuviese efectos psicológicos, conviene subrayar que Francia era por en-
tonces prácticamente el único país que tenía todas sus reservas oro en su territorio na-
cional. La mayoría de los demás las conservaban en los sótanos bajo la custodia del
Banco de la Reserva Federal de Nueva York.
peranon t~rOnomiul internacional
MERCANCÍAS
Miles de Miles de
~
mili. de mino de
%
Exportación dólares %
Importación dólares
SERVICIOS
Miles de Miles de
mili. de mill de
Exportación dólares %
Importación dólares %
19 Sobre este tema de la sobrevaluación del dólar, Paul Samuelson daba en 1974 su opi-
El acuerdo sobre un doble precio para el oro significó que las reservas
de metal en poder de los Bancos Centrales quedarían prácticamente conge-
ladas. Más aún, la decisión del mercado doble equivalía a la no convertibi-
lidad del dólar erga omnes, pues resultaba absurdo pensar que EE.UU. ven-
dería oro a 35 dólares a los Bancos Centrales, cuando en el mercado libre
se situaba a cotas muy superiores.
Por otra parte, y para facilitar el funcionamiento del mercado libre, se
llegó a un acuerdo entre EE.UU. y la República de Sudáfrica, según el cual
esta última podría vender oro en el mercado libre cuando el precio fuera
mayor de 35. Este acuerdo era completamente lógico, pues como primer
proveedor mundial de «oro nuevo» Sudáfrica había tenido hasta entonces el
compromiso con EE.UU. de no vender oro más que a 35 dólares la onza y
de hacerlo con carácter prioritario a las autoridades monetarias norteameri-
canas. Así pues, al levantarse el compromiso, la producción sudafricana
pasó al mercado Jibre, y las reservas metálicas de los Bancos Centrales del
mundo dejaron de crecer.
Como ya vimos en 3.5., para evitar la revaluación del oro, que equivalía
a la devaluación del dólar y por lo tanto a una disminución del prestigio in-
ternacional de EE.UU., en mayo de 1968 entró en vigor el nuevo mecanis-
mo de los DEO que se suponía «había de permitir» una nueva liquidez se-
miautomática controlada por el FMI -yen definitiva por EE.UU.- sin
recurso al oro o a las monedas tradicionales de reserva ($ y f). Pero los
DEG se revelaron pronto como insuficientes, ya que las primeras emisiones
fueron cortas para afrontar las necesidades de liquidez monetaria interna-
cional. Pero, sobre todo, 10 que agravó la situación fue el aumento del défi-
cit de la balanza de pagos norteamericana (del que después nos ocupare-
mos), que inyectó en el SMI grandes masas de dólares, que hacían cada vez
mayor la especulación en tomo a esta moneda. Es bien explicable que el 15
de agosto de 1971 el Presidente Nixon decidiera suspender formalmente la
convertibilidad de] dólar en oro.
De este modo empezó a aceptarse la realidad de los hechos, al acabar
con la ficción que se prolongaba desde finales de la década de 1960. La
presión especulativa sobre el dólar se había hecho irresistible. Durante Jos
siete primeros meses de 1971, los Bancos Centrales de Japón y de Europa
Occidental --excepto Francia- habían realizado grandes compras de la
moneda norteamericana para sostener su credibilidad y en fin de cuentas
apoyar su paridad oro de 35.
Seguir en esa política era inútil frente a la avalancha de dólares que las
empresas multinacionales y los países árabes presentaban para su cambio
en DM o yenes. Aparte de que el Deutsche Bundesbank y el Banco de Ja-
pón se cargaban de dólares, la presión del dólar no cesaba, por la persisten-
cia de rumores sobre una inevitable devaluación del mismo y de revaluacio-
nes del DM y del Yen.
Cooperadón econólnica internacional
20 Los datos de l cuadro proceden del artículo de Max Ikle «La erise du systeme moné-
taire», de] Bul/etin de rUníon de Banque Suisse, Zurích, septiembre de 1971.
Cuadro 3. Evolución de las reservas de oro y deudas líquidas de
Estados Unidos frente al extranjero (miles de millones
de dólares)
~·~~~"~_A;ibl,it"<6\""kHI"~4;Ql&'II. "'''4Ii!1.1'' "..,...'t ....... ~~.1ltN~t~~'IÍ~ .... ~u...,.;h.~~.r'«~<~»" ... M~
Deudas Deudas
frente frente Total
Reservas al sector al sector deudas
Años de oro oficial privado líquidas
FUENTE: «El sistema monetario internacional», ob, cit., nota 19, pág. 71.
Total devaluación en
febrero 1973 respecto
a diCiembre de 1970 17,10
Así pues, a partir del 14 de noviembre de 1973, las paridades oro fijadas
en e] FMI se convirtieron en puramente simbólicas, e incluso ficticias. De
ahí que se hiciera sentir con premura la necesidad de encontrar una nueva
unidad de transacción a efectos internacionales de valor más estable que el
oro o el dólar.
El primer precedente de ello hay que verlo en la solución ideada por una
importante firma financiera británica 23, que en noviembre de 1973 estable-
ció -para sus emisiones y empréstitos en el área de la CEE- lo que se
llamó la European Composite Unít, abreviadamente EURCO. Se formó el
EURCO a base de una cesta de las nueve monedas de la CEE, lo cual supo-
nía una unidad de cuenta menos vulnerable a las oscilaciones del oro o de
una sola moneda de reserva como el dólar; el valor final del EURCO que-
daba sometido a la variación conjunta resultante de las fluctuaciones al alza
y a la baja de las distintas monedas integrantes en la «cesta» 24.
Éste fue el primer precedente de una unidad de cuenta a base de una ces-
ta ponderada de monedas nacionales que fue oficial e internacionalmente
establecido en junio de 1974 por el FMI para fijar el valor del DEG, según
veremos más adelante. Pero antes hemos de examinar por qué cauces discu-
rrieron los intentos de encontrar soluciones de carácter global a la crisis
monetaria internacional que se desató en el segundo semestre de 1971.
25 IMF Surveys, octubre 1972, págs. 1 y 73. El nombre completo del grupo fue «Comité
de la Junta de Gobernadores para la Reforma del Sistema Monetario Internacional y
Cuestiones Afines».
26 Los representantes eran del Reino Unido, India, Brasil, Marruecos, Suecia, Francia,
Etiopía, Argentina, Italia, México, Holanda, Zaire, República Federal de Alemania, Es-
tados Unidos, Australia, Canadá, Japón, Bélgica, Indonesia e Irak.
27 El británico Jeremy Morse, director ejecutivo del Banco de Inglaterra, fue encargado
de presidir el grupo de los suplentes, es decir, de los 38 miembros que eran quienes real-
mente habrían de llevar a cabo el trabajo por su carácter de expertos. Dentro de este gru-
po figuraban Rinaldo Os sola, del Banco de ItaHa, y Otmar Emminger, deJ Banco Federal
de Alemania; ambos representaron un importante papel a lo largo de las sesiones del
grupo, junto con Paul A. Volcker (subsecretario del Tesoro de los EE.UU.) y Kafka, del
Banco Central de Brasil; Vicepresidentes del grupo eran Kafka y Solomon, este último
de la Reserva FederaJ de Jos EE.UU.
un cierto eufemismo podemos agrupar en «puntos de acuerdo» y «puntos
de desacuerdo» 28,
29 Informe anual del FMI, versión española, ICE semanal~ n.O 1.435, 3 de octubre de
1974, pági-nas 2.703.
30 Nos referimos a la de enero de 1974, en virtud de la cual el propio Comité subrayó la
TOTAL
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100,0
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100,0
"'_IIIiI.'l~~g 111
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G ilU11 nfi(! ......~l e ~~~~. Ii n y~~'WW ... '1.>;~~
FUENTE: FMI.
-ni4
stem~ monptario in
- El «Comité de Desarrollo» mixto del FMI y del BIRF, con dos tareas
a su cargo: a) prestar atención a los problemas de los países con me-
nores ingresos y más afectados por el impacto de la elevación de los
precios de] petróleo, y b) estudiar las necesidades a largo plazo de
los PMD 32.
El «Comité Interino de la Junta de Gobernadores del Sistema Mone-
tario Internacional» -el lnterim Commitee- que pasó a actuar
como continuador del «Comité de los Veinte» en la elaboración de
los planes de reforma del Fondo, trabajos que en un ambiente de in-
certidumbre se prolongaron a lo largo del último trimestre de 1974 Y
los ocho primeros meses de 1975.
enmienda de ] 976 puede verse en versión española en el libro de Joaquín Muns, Orga-
nismos económicos internacionales. Documentos constitutivos, CECA, Madrid, 1977,
págs. 33 a 108.
\ ';telr¡? monetado irnernalÍonal: el FMI
~
ros. Para impedir una posible crisis, fueron produciéndose los tres acuerdos
de apoyo al dólar que rápidamente reseñamos:
108
Cuadro 5. Cuotas de los miembros del FMI aI30.VI.98 1
Cuota Votos
Miembros Millones DEGs(l) (% total)
cuanto a los recursos utilizados por el FMI para sus operaciones~ proceden
de las cuotas de los Estados miembros, de las disponibilidades de DEGs,
así como de Jos recursos obtenidos por el AGP ya comentado en 3.3.2. y
los conseguibles con los nuevos acuerdos de obtención de préstamos
(NAP), complementarios del AGP. En el cuadro 6 figuran los NAP acorda-
dos, y el cuadro 7 el resumen de los recursos utilizados por el FMI.
No hará falta insistir mucho en que los recursos mencionados resultan
insuficientes, habida cuenta de las grandes operaciones en que el FMI se
vio forzado a intervenir con ocasión de las crisis monetarias de 1997 y 98:
Cuadro 6. Nuevos acuerdos para la obtención de préstamos· (NAP)
T
t
1
Millones I¡
Participantes DEGs
f
Arabia Saudita 1.780 t
t
Australia 810 f
Austria 412
AMHK' 340
Banco de Suecia 859
Bundesbank 3.557
Banco Na1. Suizo 1.557
Bélgica 967
Canadá 1.396
Corea 340
Dinamarca 37J
España 672
EE.UU 6.712
Finlandia 340
Francia 2.577
Italia 1.772
Japón 3.557
Kuwaít 345
Luxemburgo 340
Malasia 340
Noruega 383
Países Bajos 1.316
Singapur 340
Reino Unido 2.577
Tailandia 340
TOTAL 34.000
________________ _____
Autoridad Monetaria de Hong
~ .__ __._____
Kong. )_.~_~ ~~~"~_.~_7____ ..
~~_._b_._rw_~~_.¡_., ___. _____
FUENTE: FMI, Informe anual, 1997. En 1998 se ampliaron los NAP para afrontar la crisis financiera
global.
36 «Funding the Fund», Financial Times, 27.XI.98; Nancy Dunne, «IMF, funds at 10-
west levelin 15 years», Financia! Times, 24.VII.98; «Treasure Depute Secretary Law-
rence Summers on Intemational Monetary Fund Funding», FYI, 8.VIII.1998.
Para retirar recursos en el primer tramo de crédito, los países miembros
deben demostrar que están realizando un esfuerzo razonable a fin de resol-
ver sus problemas de balanza de pagos.
Los tres tramos restantes, normalmente están relacionadas con acuerdos
sobre DEOs, que abarcan, por lo general, un periodo de uno a dos años, y
que exigen )a adopción de medidas macroeconómicas -fiscales, moneta-
rias y cambiarias- encaminadas a superar las dificultades de balanza de
pagos del país que se endeuda con el FMI.
Durante el período de vigencia del acuerdo se evalúa la aplicación de las
medidas (topes presupuestarios, de crédito y de deuda externa, y metas con
respecto a reservas). La transferencia de los recursos al país se hace por cuo-
tas trimestrales. Los reembolsos (con Ja recompra por el país acreditativo de
su propia moneda) se efectúan en un plazo comprendido entre 3 1/4 Y 5 años.
Por esta vía se suministran recursos a los países miembros a fin de suplir
insuficiencias de ingresos a causa de menores exportaciones de las previs-
tas en mercancías y servicios; y también por un tema muy concreto: para
compensar el exceso temporal del coste por importación de cereales, atri-
buible a circunstancias ajenas al país acreditado.
En cuanto a las contingencias, se trata de ayudar al impulso de ciertas
reformas, ante la posibles aparición de perturbaciones externas: disminu-
ción de precios de exportación, aumento de precios de importación, y fluc-
tuaciones de los tipos de interés.
En los dos casos de SFCC, los reembolsos se efectúan en un plazo de 3
]/4 a 5 años.
-r12
o lnternadonat: el fMI
Cuadro 8.
~~~_._,_~_n ___
Operaciones del FMI (millones
___________
a_.~_'_.I_' __•____ de DEGs) F_;~ ~ í_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
3.14.5 PPME
En síntesis., para lo que aquí nos interesa, debe subrayarse que el surplus de
petrodólares obtenido por los países de la OPEP desde 1973 por el alza de
los precios del crudo, se metabolizó a través de la gran banca internacional
hacia las naciones nlenos desarrolladas. A su vez, éstas, al realizar inversio-
nes poco adecuadas, sin retorno suficiente para reembolsar lo tomado a
crédito, acabaron entrando en una serie de moratorias en el repago de la
deuda, situación de ]a cual el FMI se ocupó en su Asamblea anual de Seúl
de octubre de 1985, que tuvo como eje principal el tema de la deuda. Según
el FMI la solución se centraba en tres puntos esenciales: crecimiento sólido
en los países industriales y lucha contra el proteccionismo~ para hacer posi-
ble la recuperación del comercio mundial; continuidad en la política de
ajustes en los países en desarrol1o~ y mayor nivel de flujos financieros hacia
los PMD.
En la reunión~ el secretario del Tesoro de Estados Unidos, 1. Baker, lan-
zó un plan destinado a que se concedieran por la banca privada 20.000 mi-
Hones de dólares en préstamos durante los años 1986-88, y para que el
Banco Mundial doblara los suyos; a cambio de que los países endeudados
adoptasen políticas de saneado crecimiento.
Sin embargo, la respuesta al «Plan Baken> por parte de la banca interna-
cional fue más bien cauta; aSÍ, un centenar de representantes de grandes
bancos reunidos en Washington, eJ 28 de octubre de 1985, lo calificaron de
constructivo~ aunque condicionaron su apoyo a que los Gobiernos dieran
seguridades de que compartirían los riesgos de cualquier nuevo préstamo a
esos países. En las secciones 4 a 6 del capítulo 4, volveremos sobre ese
tema.
Desde el punto de vista institucional, el hecho más notable del FMI en los
años 90 fue la ampliación del número de sus miembros, hasta lograrse la
afiliación casi universal, con 181 países representados. El grupo más nume-
roso entre los nuevos miembros lo constituyeron las 15 repúblicas resultan-
tes de la descomposición de la Unión Soviética.
No menos significativa fue la incorporación de Suiza, tras un referén-
dum ad hoc celebrado en mayo de 1992.
1
¡
Dado que la mayor parte de los recursos financieros con los que cuenta
el FMI para llevar a cabo su actividad proceden de las cuotas de los países
miembros, en ] 990 se iniciaron los trámites para incrementar tales cuotas;
en novielnbre de 1992, se aprobó la ya mencionada IX Revisión General,
que supone un incremento de un 50 por 100 en los recursos disponibles (re-
cuérdese cuadro 5).
37 En este pasaje, seguimos muy de cerca el artículo de Fernando Delgado, «El papel
del FMI en 1992», Anuario El Mundo~ 1993, págs. 238 y 239.
, el FMI
Para una mayor clarificación de la dinámica y las tensiones dentro del SMI
y en torno al FMI, recapitulamos 10 referente a los Comités y Grupos que
tienen una mayor o menor actividad colectiva en la escena monetaria mun-
dial.
Se creó durante la reunión que «Los Setenta y Siete» (los PMD) de la pri-
mera UNCTAD de 1964 (véase el capítulo 6, apartado 6.3) celebraron en
Lima en 1972; para así representar, con un colectivo menos numeroso los
intereses de los países en desarrollo en las negociaciones monetarias inter-
nacionales en el marco de) FMI.
El Grupo de los Veinticuatro (no se confunda con el otro G-24, que for-
man los países más ricos del Norte industrial, de la OCDE), lo constituyen
ocho Estados miembros de África, ocho de Asia (que a todos los efectos in-
c)uye a Yugoslavia), y ocho de América Latina.
El Grupo de los Cinco 10 forman los Estados miembros del Fondo cuyas
monedas son parte fundamental del DEG: Francia, República FederaL de
Alemania, Japón, Reino Unido y Estados Unidos. Se trata, pues, de las cin-
co mayores potencias económicas de la OCDE, y constituyen por consi-
guiente, eJ club más selecto de los superdesarrollados.
3R Sobre los derivados en general, The Economist, «The mug and its adventures» (27-
IlI-] 995, pág. 78). Sobre Soros, L. Malkin, «Secret of George Soro's Success is No Se-
cret», IHT, 19-VIl-1995, pág. 2.
cuyo joven ejecutivo, Nicholas Leeson, creó las condiciones de una gran
expansión, que un día se vio brutalmente interrumpida por la caída de los
mercados de futuros de Japón; a consecuencia del gran terremoto de Kobe,
que dificilmente pudo prever 39.
Todos los fenómenos comentados sobre flujos espectaculares de dinero
electrónico, son los que puso de relieve loel Kurtzman en su libro La muer-
te del dinero, donde señaló cómo la desregulación financiera y la tecnolo-
gía de las computadoras, hicieron posible que las transacciones en los mer-
cados superasen los 200 billones de dólares al año a la altura de 1992
(billones continentales y no anglosajones). Esto es, más de 10 veces el PIB
anual conjunto de los países industrializados. Esas cifras de Kurtzman, ya
se han quedado cortas.
goh, «Asia Metdown, The End ofthe Miracle?», Capstone~ Oxford, 1998.
44 Philip Stephens , <<A European Script» , Financial Times, 19.VI.98.
para que cada autoridad ande por su lado. Era necesario, como tantas veces
se ha dicho, un Segundo Bretton Woods, para proporcionar mayor estabili-
dad. En el capítulo 18 pueden verse los siguientes episodios de la crisis de
1998, y en el capítulo 2.8. ya se han expuesto las ú1timas decisiones en el
marco del G-7 en pro de una nueva arquitectura financiera internacional.
Lo cual no quiere decir que las dos agencias especializadas de las Na-
ciones Unidas no necesiten muchas y muy profundas reformas.
45 Entre otros estudios sobre el tema, Roberto Zhaler «La Unión Monetaria Europea y
la creación del euro: relevancia e impacto en América Latina», en Integración & Co-
mercio (1997), y Julimar da Silva, Curso de Doctorado de la UAM de 1998 sobre la
Unión Monetaria Europea y el Tratado de Amsterdam.
1 ':1 ¡ l nat: el Ft4J
I
Cooperaciun é(OnOm
NOTAS: DM= marco alemán; S$ = dólar de Singapur; A$= dólar autraliano; SAR = Rand de Su-
dáfrica; Lit = lira italiana
1 El país utiliza como de curso legal la moneda a la que está vinculado su tipo de cambio.
FUENTE: FMI, Infonne Anual, 1997.
4. Financiación del
desarrollo: el BIRF y los
demás mecanismos
internacionales
~
C.ooperd f HJn t~(onórnica internacional
Ya vimos que los préstamos a realizar por el Banco habían de tener dos
finalidades básicas: reconstrucción de los países afectados por la segunda
guerra mundial, y ayuda al desarrollo -fomento- de los países subdesa-
rrollados. El primero de esos dos objetivos comportó una serie de présta-
mos en los primeros años de vida del Banco (1945-1947) a países como
Francia, Dinamarca, Holanda y Luxemburgo. Estos préstamos representa-
ron en total 497 millones de dólares. Sin embargo, rápidamente se apreció
que, por ]a escasez de recursos, el BIRF no podría atender a las ingentes
necesidades de capital que exigía la reconstrucción de las economías devas-
tadas por la segunda guerra mundial. De hecho, la misión del Banco de
ayuda a la reconstrucción quedó superada con la Ayuda Marshall, a la que
ya nos hemos referido in extenso en el capítulo 2.
Los créditos del Banco Mundial (BM) son normalmente a largo plazo,
hasta veinte años. Los proyectos financieros pueden ser energéticos, de
transporte, telecomunicaciones, industrias de base, desarrollo industrial,
mejora agraria, urbanismo, etc. Los tipos de interés, que en principio eran
muy bajos (4,5 y 5 por 100), han ido elevándose a medida que las circuns-
tancias del mercado internacional de capitales lo han ido haciendo inevita-
ble.
Los recursos utilizados por el BIRF provienen de los desembolsos por
suscripciones de capital de sus miembros, de Jos empréstitos que emite en
los mercados financieros, del reembolso recibido por los préstamos conce-
didos, y de sus ganancias o beneficios. Su principal fuente de ingresos lo
constituyen sus empréstitos (90 por 100) 3.
El BIRF practica políticas financieras prudentes, que se traducen en un
nivel de endeudamiento reducido en relación con su capital. De manera que
en ningún momento el importe de sus préstamos pueda exceder el total del
N° País
N° pro-
yectos
Millones
US$ 0/0 I
I México 155 26.332,5 6,97
2 Turquía 126 12.798,4 3,39
3 Pakistán 183 10.749,7 2,85
4 Nigeria 98 7.151,1 1,89
5 Yugoslavia 90 6.114,7 1,62
6 Tailandia 114 5.635,8 1,49
7 Rumania 45 4.100,3 1,09
8 Polonia 23 4.053,5 1,07
9 Péru. 73 3.974,1 1,05
]0 Túnez 104 3.840,8 1,02
11 Venezuela 33 3.171,7 0,84
12 Tanzania 102 3.138,1 0,83
13 Zambia 65 2.281,4 0,60
14 Sri Lanka 77 2.267,8 0.60
15 Uganda 60 2.249,3 0,60
16 Sudán 56 1.5] 8,9 0,40
17 Mozambique 28 ] .500,0 0,40
]8 Zimbabwe 31 1.496,6 0,40
19 Zaire 66 1.481,5 0,39
20 Senegal 80 1.477,9 0,39
21 Nepal 64 1.394,1 0,37
22 Uruguay 40 1.372,2 0,36
23 Portugal 32 1.338,8 0,35
24 Víet Nam 12 1.301,7 0,34
25 Yemen ]03 1.254,7 0,33
26 Ucrania 7 1.015,8 0,27
~
Cooperación f:'lcnórnlcd internacional
4.2 Los organ;smos conexos del B:lRF: :lDE, CFI, AIF y OMGI
4 Además, dentro del BIRF funciona un «Servicio Especial de Asistencia para el África
del Sur del Sahara» (Servicio Africano) y el Centro Internacional de Arreglo de Dife-
rencias Relativas a Inversiones (CIADI). Sobre el grupo del BIRF, Ana Robles Gonzá-
lez, «El Banco Mundial en 1992», en BICE, 29 de marzo de 1993, págs. 1530-1537.
1i{~'idrrollo: el BIRf y tos dEmas mecanlsmos internacionales
.
sentido, elIDE ha desarrollado una labor considerable, y son muchos los
expertos en desarrollo del Tercer Mundo regresados del Instituto.
ElIDE produce materiales didácticos (en inglés, francés y español), cu-
yos temas abarcan desde la planificación macroeconómica, la fijación de
precios y las políticas de desarrollo hasta el diseño, la evaluación, y la eje-
cución de los proyectos de inversión y la evaluación de los efectos de los
mismos. La mayoría de los cursos relativos a proyectos están en la actuali-
dad organizados de manera sectorial. Desde mediados del decenio de 1970,
el Instituto ha ampliado considerablemente sus actividades de captación en
los países en desarrollo, en colaboración con instituciones regionales y na-
cionales se1eccionadas.
Así como el BIRF y la CFI exigen que los proyectos objeto de financia-
ción sean rentables, la Asociación Internacional de Fomento (AIF) tiene fa-
cultad para facilitar recursos «en condiciones más flexibles y menos gravo-
~
Cooperación económica internacional
sas que las usuales, a fin de contribuir a impulsar los objetivos de expan-
sión económica deJ BIRF y a secundar sus actividades)}.
La AIF fue creada en 1960, a instancia del BIRF, por presión de los países
en desarrollo. Pueden ser miembros los países participantes en el Banco; su
sede también está en Washington, D.C., pero no dispone de esquema funcio-
narial propio, por lo cual, viene a ser una línea especial de crédito del BIRF.
La asistencia de la AIF se concentra en los países muy pobres, particu-
larmente en los qué en 1981 tenían un producto nacional bruto per cápita
inferior a 681 dólares al año (en dólares de 1979). Hay más de 70 países
que pueden recibir fondos de la AIF según ese criterio.
Todos los países miembros del Banco Mundial pueden serlo de la AIF.
Los fondos que facilita la Asociación, denominados créditos, para distin-
guirlos de los préstamos del Banco, provienen en su mayor parte de las sus-
cripciones y las reposiciones generales de recursos que realizan sus países
miembros más industrializados y desarrollados, de aportaciones especiales
de sus miembros más ricos, y de transferencias de parte de los ingresos ne-
tos del Banco Mundial. Las condiciones de los créditos de la AIF, que se
conceden solamente a gobiernos, comprenden periodos de gracia de diez
años, plazos de vencimiento de cincuenta años y ningún cargo por intere-
ses, si bien se cobra un cargo por servicios de 0,75 por 100 anual sobre la
parte desembolsada de cada crédito. La actividad financiera viva de la AIF
puede verse -junto con la del Banco- en el cuadro l.
Aunque el papel de la AIF es interesante, habida cuenta del carácter no
reproductivo de las inversiones que financia, la verdad es que tiene escasa
incidencia en el desarrollo económico de los PMD. Por otra parte, como en
el caso del BIRF y la eFI, el peso de EE.UU. en la AIF (no se confunda
con la Agency for International Development, AID, del Gobierno nortea-
mericano) le da un predominio casi absoluto en sus decisiones de inversión,
lo que tiene las ya vistas secue]as de presión económica y política.
Por último, como cuarta entidad autónoma del Grupo del BIRF, hemos
de referimos al Organismo Mundial de Garantía de Inversiones, concebido
en 1986 y oficialmente constituido en junio de 1988. Se trata de una insti-
tución de fomento que aspira a potenciar el flujo de inversiones a escala in-
ternacional, especialmente de los países industriales del Norte a los menos
desarrollados del Sur, garantizando a los inversionistas frente a los riesgos
políticos y otros no comerciales (su sigla en inglés es MIGA).
finalidad la ayuda a los PMD. Si hubiera que buscar algún común denomi-
nador a todos e1los, habría que verlo en las Naciones Unidas y sus diferen-
tes derivaciones. Pero igualmente hemos de hacer algunas referencias a
otras entidades -al margen de la ONU-, como los bancos regionales de
desarrollo, la Corporación Andina de Fomento, las instituciones de la CEE,
el CAD, etc.
B)
(Ji :,Jp0rnicd lnternaClonal
Los integran los países de una misma área geográfica, si bien en algunos
casos existen asociados de otras zonas, generalmente países industriales.
Sus recursos, aparte del capital que procede de los Estados socios, se obtie-
ne a base de la emisión de bonos que se co]ocan en los mercados intema-
ciona]es. Los países de la OPEP han tomado muchas de esas emisiones.
Los Bancos de Desarrollo son cuatro: El Banco Interamericano de Desa-
rrollo (BID); el Banco Asiático de Desarrollo (BAsO); el Banco Africano
de Desarro]]o (BAID), y el Fondo Arabe para el Desarrollo Económico y
Social (FADES); e) BID nació en 1961, el BAID en 1964, el BAsD en 1967
y el FADES en 1968. Actúan concediendo préstamos a los tipos de interés
de mercado. Sin embargo, los préstamos que otorgan a los PMD de cada
zona gozan de una serie de ventajas en cuanto al plazo y tipo de interés.
De entre los Bancos de Desarrollo, han adquirido especial relevancia el
BID y el BAID. El BID, en su nueva etapa abierta en abril de 1988 con el
nombramiento de Enrique V. Iglesias como Presidente, se propuso contribuir
de modo más consistente a la modernización de América Latina; en el BID
tales propósitos tropiezan con la aspiración de EE.UU. de contar con un
virtual derecho del veto sobre los préstamos 7. En el caso de BAID, sus fun-
5 Jackson Capacidad del sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo, 2 vols.,
t
nando Mier Durante, «El Grupo del BID», B/CE, 29 de marzo de 1993, págs. 838-843.
~~·...,4.;~_w._ _ _ _ _ _ _ _ _'j_LOS BIRF
_ctenld'::-
___ metd
___ s,mos
_ _ _ _ _ __ internacionales
8 Para detalles sobre el BAtD, Ana Bravo García, «Grupo del BAtD»; Maria Teresa
Calvete AlguaciL «La financiación directa de] BAfD,) , Ambos artículos, en HICE, 29 de
marzo de 1993, páginas. 844-849.
9 Fernando Salazar Palma, «El FEO. Posibilidades de exportación», BICE, 29 de marzo
1I Sobre el BERD en su primera fase, Robert Preston, «EBRD role in eastem Europe cri-
ticiscd», FT. 18 de junio de 1993 (también, del mismo autor, FT, 26 de junio de 1993).
Para una crítica de Attali, Mark Milner y Ruth Kelly (The Guardian), «El eurobanquero
que cayó a tierra», El Mundo, 19 de julio de 1993. Sobre los cambios ulteriores, Kevin
Done, «West tinds a fonnula to boost EBRD», Financial Times, ] 8 de marzo de 1996.
;'
'"t ~arroUn: ei E!IRF y los demás mecanismos internacionales
Notas: CAD= Comité de Ayuda al desarrollo de la OCDE; AOD = Ayuda Oficial al Desarrollo.
FUENTE: OCDE.
looperanon economica Internacional
-rrr
tet nadonaies
16 Sobre los desarroJ]os del tema de la deuda externa, véase el trabajo de Félix Vare1a
Parache, «El probJema de la deuda: evolución y perspectivas», en Organización Econó-
mica Internacional (Coord. Manuel Varela Parache), Pirámide, Madrid, 1991, págs.
223-259, con abundante bibliografia. Como también son ilustrativos los artículos de The
Economist «The Deft crisis RIP», y «The disaster that didn 't happen», en el número del
12 de septiembre de 1992, págs. 13 y 14 Y 17 a 21, respectivamente; en los dos trabajos
se minimiza el problema actual, pero se previene sobre posibles repeticiones futuras.
17 Leopoldo Ceballos López, «Diccionario de Organizaciones Económicas Internacio-
18J. F. Martínez García, «Los ténninos de Nápoles», B/CE, n.O 2451, 23-TV -1995, págs.
17 y sigs.
19 Al respecto se puede ver Juan José Zaballa, «Subdesarrollo, deuda y financiación ex-
terior: una nueva realidad», BrCE, 17.XI.96.
20 The Wor1d Bank, «The heavily indebted poor countries (HIPC) debt initiative»,
DEUDA VIVA:
1 Son los pagos efectuados por intereses deuda y amortización. En las proyecciones para 1998 está
incorporado el efecto de las partidas de financiamiento excepciona1.
FeENTE: FMt Perspectivas, 1997.
formativas (1993-94).
~
~""~~",r~~~;_""" ___"___ ~ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ I
j
¿serán los beneficios mayores que los costes? ¿existen otras opciones para
alcanzar el mismo objetivo? En definitiva, todo proyecto debe superar un
examen de prioridades.
En e] otro extremo del proceso, un departamento independiente, en el
propio Banco Mundial, el de Evaluación de Operaciones (DEO), se respon-
sabiliza de apreciar los resultados finales. Para garantizar su imparcialidad,
el DEO informa directamente al Directorio Ejecutivo del BM y, en simultá-
neo, al Presidente del Banco. En la evaluación, se comparan los costes, be-
neficios, calendario y eficacia originariamente esperados, con los resulta-
dos finales; y se sugiere la forma de mejorar las actuaciones de cara al
futuro. Los resultados de cada evaluación son accesibles al público.
24 Sobre la cancelación del apoyo del BIRF a la presa Arun-3 en Nepal, por su exceso
de coste y su impacto ambiental, Paul Lewis, «World Bank Ends Hayday of the Big
Project Loan», en IHT. 17-VIII-1995, pág. L El presidente del BM, James D. Wolfen-
sohn confinnó con esa decisión la nueva política de la entidad.
de inquietud mundial: calentamiento global, aguas internacionales, diver-
sidad biológica, y deterioro de la capa de ozono 25.
25 Para otros aspectos del BIRF, «The World Bank, its First Half-Century», Brookings
Institution. 1997. Véase también el comentario de The Economist:. «The World's Bank
hidden history», 4.IV.1998.
4 ~_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __
'W'!'~~~NM>"'~.~_:l'_"_.'Vf,
Acabar con las medidas nacionales que todavía discriminan entre in-
versores extranjeros.
26 The Economist «The sinking of the MAl», The Economist, 14.III.98. Además: Guy
de Jonquieres, «Axe over hopes for MAl accord», Financial Times, 25.IIl.1998; y Car-
los Sánchez, en El Mundo, 25.VI.1998.
pobres de la Tierra ]a expansión demográfica continúa superando el ritmo
del crecimiento económico.
Todo ello genera un grave problema de desequilibrios y marginaciones
macro y micro: hay países en que todavía ellO por 100 de la población más
pobre recibe menos del 1 por 100 de los ingresos totales; mientras que el
10 por 100 de arriba -la élite-, disfruta de más del 50 por 100 del PIB.
Además, en la mitad del planeta, las niñas tienen menos posibilidades que
los niños a la hora de ir a la escuela; y la malnutrición infantil se combina
con toda clase de carencias de los sistemas de asistencia sanitaria, lo cual
genera trastornos de salud persistentes de por vida; y la discriminación de
las minorías étnicas continúa siendo la más triste actualidad en los países
dominados por ciertas mayorías.
Por otro lado, se ha hecho más que evidente que en las turbulencias fi-
nancieras --como las asiáticas que se iniciaron en 1997-, son los pobres
quienes más sufren: soportan las peores consecuencias al restringirse las in-
versiones y el acceso al crédito, al despedirse trabajadores, o cuando se re-
ducen presupuestos y servicios para enjugar los déficit.
Desde la perspectiva expuesta, la situación de los PMD ha sido califica-
da por el Presidente del Banco Mundial, James D. Wolfensohn, «como una
bomba de relojería, que puede explotar en las manos de nuestros hijos si
antes no hacemos nada. En treinta años, las desigualdades serán todavía
mayores: el número de pobres excederá los 5.000 millones de personas, y
se multiplicarán los conflictos armados de ámbito loca1; algo nada desdeña-
ble a poco que se recuerde un hecho casi increíble: en 1996 hubo 26 gue-
rras entre Estados, que elevaron el número de los refugiados a 23 millones.
En resumen, sin equidad no puede haber estabiJídad mundial, y de no poner
remedio, estaremos condenados a vivir disgregados, armados y aterrados».
Ante toda esa dramática situación, el Banco Mundial ha diseñado una
nueva estrategia, fundada en el pilar conceptual de que el desarrollo no
cabe impulsarlo únicamente por decisiones de los países y organizaciones
donantes, como se hacía antes, sino que ha de promoverse y realizarse por
las autoridades y la población de los países de destino, ya que los esfuer~os
que se requieren necesitan de una fuerte voluntad imposible de imponer
desde fuera.
A fin de perfeccionar esas nuevas líneas de acción, el Banco Mundial
emprendió un proceso interno de transformaciones, definido como Pacto
Estratégico, traducido gradualmente en una serie de medidas de descentrali-
zación y de mejora de la gestión. Dentro de esas renovadas actuaciones, re-
sulta decisiva la política anticorrupción; en la idea de que si un gobierno no
está dispuesto a adoptar las medidas necesarias, el Grupo de Banco Mundial
no tendrá otra alternativa que reducir su ayuda. Por otro lado, es necesario
incorporar las cuestiones sociales básicas a la asistencia, orientándolas hacia
la mejora de la situación de las etnias minoritarias, y de las unidades fami-
liares a cargo de mujeres, así como de los grupos sociales marginados.
No menos importante es la decisión de revisar la metodología de los
proyectos dirigidos al mundo rural --en el cual todavía habitan más del 70
por 100 de los pobres del planeta-, aumentando la financiación para pro-
gramas innovadores. Y en cuanto al sector urbano, los esfuerzos han de
orientarse al tratamiento de los problemas ambientales, que hoy limitan de
manera dramática la calidad de vida de las personas (básicamente abasteci-
mientos de agua potable y saneamiento).
En definitiva, las nuevas pautas del BM están cambiando su perfil, de un
simple banco, muy burocratizado, a un sistema que aspira a incentivar las
capacidades endógenas de los países en desarrollo. «Lo que queremos con-
seguir es una mayor eficacia del Banco en un mundo que vemos en conti-
nuo proceso de cambio -dijo en 1998 el Presidente de la entidad-. De-
seamos obtener mejoras significativas en la eficacia, aumentar el número
de proyectos satisfactorios, e introducir nuevos productos adaptados a las
necesidades de nuestros clientes», En el cuadro 3 se resume la actividad del
Banco,! por grandes regiones, en t 990 y t 998, Y en él se nos muestra que la
gran virtualidad del BM es desencadenar proyectos gracias a su contribu-
ción parcial a los mismos.
Señalemos, por último, el nuevo informe del Banco, World Development
Indicators (Indicadores del desarrollo mundial), que está basado en los co-
nocimientos especializados de docenas de organizaciones internacionales
como el FMI / OMe, FAO, OMS, etc., junto a estadísticas nacionales relati-
vas a más de 200 países. El objetivo de la publicación es ofrecer la imagen
más completa sobre la situación del mundo, con más de 75 cuadros que van
desde los impuestos a las balanzas por cuenta corriente, o de la malnutri-
ción a la congestión del tráfico 27.
27 Robert Chote, «The World Bank has undergone revolutions before. Can this one re-
alIy deliver? Financial Times, 19.1X.97.
'!
5. Comercio de bienes y
servicios: GATT/OMC
1 A este respecto es de gran interés el trabajo de Bela Balassa, cuya versión española
fue publicada en ICE, n.O 404, de abril de 1967. En el mismo número de ICE hay una
excelente contribución de F. Pino a la mediación del grado de proteccionismo del aran-
cel español entre 1961 y 1965.
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ductos industriales. Por el contrario, lo más usual es que los países menos
desarrollados cuenten con derechos altamente protectores, única fonna, por
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!
lo general, de fomentar dentro de sus mercados el proceso de industrializa-
ción a base de sustituir importaciones 2. Por otra parte, en los PMD el aran-
cel viene siendo uno de los mecanismos más importantes de obtención de
ingresos para el Erario público.
Pero el arancel de aduanas --ello no debe nunca olvidarse al establecer
comparaciones internacionales- no es la única forma de poner barreras a
las importaciones. Existen también las restricciones cuantitativas (contin-
gentes bilaterales, cupos globales, licencia previa, etcétera.), a las que ya
hemos aludido en el capítulo 1, al referirnos al bilateralismo. Tales restric-
ciones constituyen un obstáculo por 10 general más importante que los sim-
ples derechos a la importación.
2 Pueden verse sobre este extremo algunas aportaciones personales en mis obras Aspec-
tos económicos de la vinculación de Panamá al Mercado Común Centroamericano (Pa-
namá, 1966), La República Dominicana y la integración de América Latina (Buenos Ai-
res, 1968) y O Brasil e a integra9ao de América Latina (Buenos Aires, 1969).
3 Sobre la instauración y desarrollo de esas preferencias imperiales son muy apreciables
dos obras; una de Political and Economic Planning (Commonwealth Preference in the
UK, Londres, 1960) y otra de la Economist Intelligence Unit (The Commonwealth and
Europe, Londres, 1960).
p
------_.._~---------_._.----------~
6 AGAAC, Instrumentos básicos y documentos diversos. Volumen 111. Texto del Acuer-
do General, Ginebra, noviembre de 1948. El Acuerdo General se completó después
(1964) con la inserción de su «Parte IV», a la que nos referimos más adelante.
más típicos de esta clase de excepciones fue la autorización obteni-
da por EE.UU. para suprimir las barreras arancelarias a la importa-
ción de piezas de vehículos de procedencia canadiense, en base a
las fuertes relaciones técnicas y financieras entre las industrias au-
tomovilísticas de ambos países. También deberá ser objeto de un
waiver el caso de los Acuerdos preferenciales bilaterales de la CEE
con países del Área Mediterránea, ya que en principio van en contra
del tratamiento de nación más favorecida.
cesión de España al GA TT», en ICE, número 361, septiembre de 1963, págs. 29 y sigs.
El referido número de ICE está enteramente dedicado al GATT.
Cooperacion etonomVJ internacional
9 Eduardo Moya, «Hacia la sexta conferencia del GATT), en ICE, n.O 361, septiembre
,~
~ty"k~~t.j".~·,)OOI>" ,.OJ ..... k'x ...'~ .. 't.,;(,..:< . . . . . ~~'\.:»~':·jf,.A'"?>r~ .. '~i'\I:.<;#).~·~~\>~.~'lf!i~~,~&>,a.4>~~y.M(~~~~w..~t"~IIi84;.~~~~'t.~~~
Valoración Número
Número (miles de millones de concesiones
Ronda Fecha de países de dólares) tarifarías
FL'ESTE:
~...u""'''A',>(.t-a.J'''''«'· • .I'I&~.,¿'·~,,·~~'$f<t6-~~~'}'.lC~'''~~V)lot..~~4fi4;;!>9~ '~.ll
nes- del Acuerdo General, éste contiene toda una amplia normativa sobre
no discriminación en base a atributos internos (artículo 111), derechos espe-
ciales que pueden imponerse para contrarrestar Jos efectos del dumping o
de las subvenciones (VI), reglas sobre libertad de tránsito (V), procedi-
miento para el aforo aduanero (VII), eliminación de restricciones cuantitati-
vas (XI), empresas estatales (XVII), etc. Todos estos preceptos constituyen
la Parte 11 del Acuerdo General, cuya vigencia hasta el presente ha sido
muy limitada.
Finalmente, la Parte IV del Acuerdo General~ aprobada el 8 de febrero
de 1965, se refiere a Comercio y Desarrollo, y en ella se plantea la posibili-
dad de ofrecer concesiones y ventajas comparativamente más favorables
para los países subdesarrollados. En lo sustancial, la Parte IV preconiza la
no elevación de aranceles para los productos tradicionales de los PMD y la
supresión de los impuestos interiores que dificultan la expansión de su de-
manda. Asimismo, permite la negociación de preferencias entre PMD que
no han de hacerse extensivas a los países industriales. Tal precepto ha sido
aprovechado ya por Egipto, Yugoslavia y la India, que en 1968 firmaron un
Acuerdo de este tipo.
En realidad, la Parte IV no fue sino una reacción tardía ante las numero-
sas críticas que el Acuerdo General y su aplicación venían recibiendo del
Tercer Mundo. Esas críticas arreciaron con la proximidad de ]a celebración
de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo
(CNUCD/UNCTAD), cuyo comienzo estaba fijado para marzo de 1964
(véanse los apartados 6.1-6.5 del capítulo 6).
Ante esta situación, al ganar la independencia a comienzos de la década
de 1960 un gran número de PMD, y al hacerse cada vez más ostensible la
falta de equidad, el GATT fue presionado por los países subdesarrollados
en busca de una solución. Esto fue, en última instancia, lo que promovió la
génesis de ]a UNCTAD, de la que nos ocuparemos en el siguiente capítu-
]0 10, donde tendremos ocasión de comprobar (6.3) que los países menos de-
sarrollados establecieron en abril de 1988 un incipiente Sistema Global de
Preferencias Comerciales (SGPC) al objeto de favorecer el intercambio
Sur-Sur.
10 Especialmente agudas son las críticas hechas al GATT en el trabajo de Stefan B. Lin-
der (La importancia del GATT para los países subdesarrollados, Naciones Unidas,
UNCTAD, Ginebra, 1964) y las contenidas. en el informe de la Secretaría de la UNC-
T AD titulado Los países en desarrollo en el'GATT (Ginebra, 1964).
~
5.6 La VII Conferencia del GATI (Ronda Tokio)
Tras largos preparativos, la VII Conferencia del GATT se inauguró oficial-
mente en Tokio en septiembre de 1973. Se daba comienzo así a la tan espe-
rada «Ronda. N ixon», denominación inicial, más tarde abandonada tras la
dimisión del presidente Nixon por causa del escándalo Watergate, y susti-
tuida por la «Ronda Tokio».
La VII Conferencia se abrío con un total de 99 países; de ellos 94 de
economía de mercado y cinco socialistas: Hungría, Polonia, Rumania, Che-
coslovaquia y Yugoslavia. Por tanto, las dos únicas naciones de alguna im-
portancia que quedaban al margen del GATT eran la URSS y China, si bien
ambas potencias disfrutaban de buena parte de sus ventajas a base de
acuerdos bilaterales suscritos con los adheridos al GATT con concesión re-
cíproca del tratamiento de la nación más favorecida 11.
Con la «Declaración de Tokio» (24.X.73), los países del GATT se pro-
nunciaron en favor de unas negociaciones amplias y en profundidad, a fin
de lograr no sólo fuertes reducciones arancelarias, sino también la elimina-
ción de las demás barreras obstructivas del comercio: restricciones cuanti-
tativas, reglas especiales para los productos agrícolas, etc.
En relación con estas barreras, en 1975 un grupo de trabajo del GATT
ya había llevado a cabo un largo inventario comprensivo de 800 clases dife-
rentes de obstrucciones al intercambio, que se clasificaban en cinco gran-
des categorías:
í
Dentro de las negociaciones cabe distinguir varios capítulos: marco jurí-
dico, modificaciones arancelarias, medidas no arancelarias, problemas es-
pecíficos de la agricultura, y otras cuestiones. Trataremos de resumir 10 que
cada una de estas facetas representa 12.
Todos los
productos Materias Semi-
Área o países industriales primas manufacturas Manufacturas
(Boletín Oficial de las Cortes Generales, Congreso de los Diputados, 29 de julio de 1980).
~
GATI,/OM(
IV. Agricultura
~
(ooperaflon económica internadonal
gó a una serie de acuerdos especiales, entre Jos cuales destacaron los refe-
rentes a carne de bovino y productos lácteos.
La finalidad del Acuerdo de Carne de Bovino era fomentar la expansión,
la liberalización y la estabilidad del comercio internacional de carne y ani-
males vivos, así como incrementar la cooperación internacional en este sec-
tor.
En cuanto al Acuerdo Internacional de Productos Lácteos, sus objetivos
eran ampliar y liberalizar el comercio mundial de estos productos, para lo-
grar una mayor estabilidad y evitar los excedentes y las situaciones de esca-
las, fluctuaciones indebidas de precios y la aparición de perturbaciones gra-
ves en el comercio internacional.
Los productos tropicales también fueron objeto de negociaciones dentro
de la Ronda de Tokio. Cuarenta y seis naciones en desarrollo presentaron a
] 1 países industriales toda una serie de solicitudes de concesiones, tanto
arancelarias como no arancelarias. Estas peticiones no sólo abarcaban pro-
ductos tropicales (café, cacao, té, especias, etc.), sino también una gran di-
versidad de otros productos: agropecuarios, materias primas, semimanufac-
turas y manufacturas. De los 4.400 artículos que fueron objeto de
negociación, se otorgaron concesiones respecto de unos 2.930.
Todo 10 reseñado en los apartados 111 y IV quedó suprimido o reformado
con Jos acuerdos consiguientes a la Ronda Uruguay, dentro de la OMC,
como veremos en 5.8.
14 Francesc Granell, «La apertura de la octava ronda del GATT», en El País, ] 3 de sep-
tiembre de 1986.
15 «La Ronda Uruguay: primeros pasos», en el Boletín Semanal de Información Comer-
17 Sobre estas cuestiones y otras conexas es de gran interés el libro de José María Vida)
Villa, Hacia una economía mundial: Norte/Sur, frente afrente, Plaza y Janés/Cambio 16,
Barcelona, 1990.
18 Inmaculada del Castillo Labrat, «El acuerdo de la Ronda Uruguay», Anuario El Mun-
do, 1994. págs. 300 y 30 l. También, Miguel Ángel Díaz Mier y Antonio María Á vila,
«La OMe, un año después), en Boletin Económico de ICE, n.o 2463, 10-VII-I995,
págs. 29 y sigs.
19 El trabajo de Phillip Evans y James Walsh, «The EIU guide to the new GA TT» (EIU,
Londres, abrí I 1994). es sin duda, un excelente resumen de Jos logros de la Ronda Uru-
guay y de) lanzamiento de la OMC.
Cuadro 1. Contenido del Acta de Marrakech (1994)
FUENTE: GA TT/OMe.
Cuadro 2. Tarifas de los países desarrollados
Antes
de la Ronda O/o Reducción
Productos Uruguay Oferta Reducción absoluta
¡.:t;ENTE: «Thc EHJ Guide to GATT», The Economist, 1995, pág. 73.
~
_____________-...____ki._. . . . O __
• _ _,_:l!~~~~~1.'iS • . .1111 .... 1. . . . . . . . . h
-r76
cativamente Rusia y China, que todavía han de introducir considerab~e~ r::
formas en sus sistemas económicos.
Por otro lado, es evidente que se ha perdido el temor a que el cansancio
de la Ronda Uruguay pudiera inducir un período de inactividad, pues a lo
largo de 1997/98, los objetivos sectoriales acordados en Singapur se convir-
tieron en acuerdos efectivos para la liberalización de esferas tan importan-
tes como telecomunicaciones, servicios financieros, y tecnologías de la in-
formación. El haber llevado a buen puerto esos tres megaconvenios es
importante por las razones que se expresan:
25 «Fifty years on», The Economist, 16. V.] 998, pág. 19 Y siguientes.
26 Entrevista de Carlos Salas a Renato Ruggiero en El Mundo, 31.V.97.
6. Comercio y desarroLLo: La
UNCTAD y Las reLaciones
Norte/Sur. EL Nuevo Orden
Económico InternacionaL
(NOEI)
I
te es una misma cuestión. Para instrumentar el nuevo organismo proyecta-
do, se pidió que el secretario general de la ONU iniciara las consultas perti-
nentes «a fin de celebrar una Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Comercio y Desarrollo».
Esta solicitud siguió el oportuno proceso, a pesar de que la idea de una
Organización Internacional de Comercio (recuérdese lo visto en 5.2) no era
muy atractiva para los países industriales, que ya contaban con el GATT
como foro internacional de comercio. Sin embargo, una negativa rotunda al
proyecto de conferencia habría producido una irritación profunda y general
entre los PMD. Fue así como, el 3 de agosto de 1962, el Consejo Económi-
co y Social de las Naciones Unidas convocó la «Conferencia de las Nacio-
nes Unidas sobre Comercio y Desarrollo» (CNUCD) 1, más conocida por
sus siglas inglesas de UNCTAD (United Nations Conference on Trade and
Development).
La Comisión Preparatoria celebró tres períodos de sesiones entre di-
ciembre de 1962 y principios de 1964, y, finalmente, la Conferencia dio
comienzo, en Ginebra, el 23 de marzo de 1964, en la sede europea de las
Naciones Unidas, en el imponente palacio neoclásico construido en los
años 30 por la Sociedad de Naciones. La apertura de la sesión inaugural se
hizo en medio de la expectación mundial, en un ambiente mezcla de so-
lemnidad y esperanza, y también de colorido por los trajes nacionales de
muchos representantes de países asiáticos y africanos. El autor de estas lí-
neas, que asistía como miembro de la Delegación de España, recuerda la
emoción del ambiente cuando sucesivamente tomaron la palabra el secre-
tario general de Naciones Unidas -u. Thant-, el presidente elegido para
]a Conferencia -el señor Rasuni, ministro de Economía de la República
Árabe Unida- y el secretario general de la UNCTAD, el señor Raúl Pre-
bisch, famoso economista argentino, antiguo director de la CEPAL y tenaz
líder de las aspiraciones de todos los pueblos económicamente subdesarro-
llados.
I Por la Resolución ECOSOC 917 (XXXIV), confinnada en diciembre del mismo año
uno de ellos 2. Así pues, de 6.2 a 6.5 analizamos las cuestiones tratadas en la
I y II UNCTAD, esta última en Nueva Delhi, 1968. Más adelante, a partir
del 6.6, estudiaremos temas tratados en las sucesivas reuniones plenarias de
la UNCTAD, desde la tercera (Chile) a la novena (Mitrand, Sudáfrica).
2 Entre la abundante bibliografía sobre la UNCT AD publicada en español hay que citar,
por lo menos, a Raúl Prebisch (Nueva Política Comercial para el Desarrollo, FCE, Mé-
xico, 1964) Y el extenso artículo de José Manuel Revuelta, «La UNCT AD en el escena-
rio económico internacional», en ICE, agosto-septiembre 1985, págs. 125 a 153. Asimis-
mo y especialmente para las relaciones centro-periferia, José Maria Vidal Villa y Javier
Martínez Peinado, «Estructura económica y sistema capitalista», Pirámide, Madrid, 1987.
nes~ frutas, etcétera), o tasas fiscales elevadas para otros (té, café, cacao), o
desarrollo sistemático de los productos sintéticos (caucho sintético contra
el natural, fibras químicas frente a las naturales, plásticos frente a la made-
ra, edulcorantes artificiales frente al azúcar, etc.), o incluso necesidades de-
crecientes de insumo de un producto básico por unidad de producto, o fuer-
tes elasticidades de sustitución con el paso de un producto básico con altos
precios a otro más barato (del cobre al aluminio, por ejemplo). Por otra par-
te, en el caso de los minerales y metales, es muy fuerte la penetración de
las empresas de los grandes países industriales en los PMD, manteniéndose
de hecho un auténtico sistema extractivo que favorece sobre todo a las in-
dustrias transformadoras de las grandes concentraciones industriales 3.
3 Sobre esta cuestión ya son clásicas las tesis de H. W. Singer sobre la «fonna tradicio-
nal de las inversiones extranjeras», expuestas en su trabajo «The distribution of gains
between investing and borrowing countrÍes», en American Economic Revie\1/ (Papers
and Proceedings), Inayo de 1950.
4 Periódicamente, la UNCT AD publica infonnes sobre estos prob1emas. El más reciente
es el Estudio sobre los productos há:,ácos. 1981, Naciones Unidas, Nueva York, 1981.
(ooperáCtnr,
Estaño 3 10
Trigo (o cereales) 2 8
Azúcar 7
Café 4
Cacao 3
Aceite de oliva 2 3
Té 2 1 3
Caucho 2
Yute y productos del yute 2
Maderas tropicales 1
Carne de bovino 1
Productos lácteos 1
Abacá, sisal y henequén 2
________
TOTAL ~_~~,_~~~~w_~" . _____________
8 4 9 11 11 47
1 El convenio del estaño de 1954 ha sido clasificado aquí porque estuvo en vigor durante el perío-
do de 1955-1964.
2 Negociados o renegociados bajo los auspicios de la UNCTAD. El convenio de trigo de ] 971 ne-
gociado bajo los auspicios de la UNCTAD está todavía en vigor.
3 Acuerdo oficioso relativo al yute, el kenaf y las fibras afines.
4 Acuerdos oficiosos relativos al abacá, el sisal y el henequén.
FUENTE: «El papel de los Convenios o acuerdos internacionales de productos básicos en el logro de
los objetivos del PIBB» (TD(B/C.l/270), pág. 3. UNCTAD (1985). J. M. Revuelta, «La UNC-
T AD ... », oh. cit. en nota 2 de este capítulo, pág. 131.
¡
Los problemas del insuficiente ahorro e inversión de los PMD se han
abordado en cierta medida a través de los créditos del FMI, CFI, IDA y,
también vía las ayudas bilaterales, generalmente «vinculadas» o «ligadas»;
temas todos ellos que ya fueron objeto de análisis en el capítulo 4. Pero en
todos estos casos, los niveles de ayuda han dependido de la coyuntura eco-
nómica general en los PI y de sus intereses concretos. No es extraño, si se
recuerda el peso decisivo de los PI en los organismos financieros más arriba
citados, y la estructura de dominio subyacente en las relaciones bilaterales
entre PI y PMD.
Por ello, tanto en la Primera como en la Segunda UNCTAD, y en los tra-
bajos intermedios ulteriores, uno de los temas que más atrajeron el interés
de los PMD fue el de la financiación internacional, que ocupó las delibera-
ciones de la III Comisión de la Conferencia, en la que se avanzó en la ela-
boración de una tipología y una doctrina de la ayuda financiera. En este
sentido, hoy puede hacerse referencia a dos clases de financiación diferen-
tes, según los objetivos que se persigan: financiación complementaria (o
suplementaria, como también se dice en ocasiones) y financiación compen-
satoria.
La primera, la financiación complementaria, es aquella que los PMD
podrían utilizar para cubrir las diferencias entre los ingresos previstos y los
ingresos efectivos necesarios para cumplir los objetivos de un Plan de De-
sarrollo nacional. Serían, por consiguiente, recursos a utilizar para cubrir
los defectos de las estructuras fiscales y de ahorro interno de los PMD.
La segunda, la financiación compensatoria, tendería a «contrabalancear»
los efectos de las fluctuaciones de los precios internacionales, de manera
que cubriría la diferencia entre los ingresos externos previstos y efectivos,
diferencias imputables, por tanto, al mercado. A esta segunda clase de fi-
nanciación ya hemos hecho referencia en 3.14, al ocuparnos de las funcio-
nes del FMI para resolver problemas transitorios de dificultades de balan-
zas de pagos derivadas de las fuertes fluctuaciones en los precios
internacionales.
La UNCTAD ha llevado a cabo una labor de seguimiento y control del
cumplimiento de las resoluciones adoptadas con respecto a la asistencia
oficial al desarrollo (AOD) en el marco de la ONU. En los primeros años, y
de acuerdo con una resolución de la Asamblea General de la ONU, el obje-
tivo era transferir recursos de tos PI a los PMD en una cantidad que viniese
a representar el 1 por 100 del PNB. Posteriormente se estableció un nuevo
objetivo, el 0,7 por 100 PNB, pero en forma de AOD. Se creó un Grupo de
Expertos Gubernamentales encargado de examinar los conceptos y objeti-
nada a su vez por el reducido nivel de renta per capita y la desequilibrada distribución
de ésta. El análisis de Ragnar Nurkse (Problems oI Capital Formation in Underdevelo-
ped Countries, Oxford University Press, Londres, 1953) sigue siendo plenamente ac-
tual.
pi
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m 'Ja.¡..-.:svG\ó,4~ .. ...t~;.i~""""a_ _ _ __
8 Sobre la Tercera UNCT AD recomendamos tres artículos de autores españoles: los dos
que publicó Eduardo Moya en Información Comercial Española (<<Hacia la III UNC-
TAD», febrero de 1972; «Una Conferencia en vías de desarrollo», septiembre de 1972)
y el de Francisco Granell Trías, «UNCTAD-III, balance de cinco semanas de traba-
jo», en Fomento del Trabajo Nacional, número 1.822, junio de 1972.
9 Naciones Unidas, Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.
1
l~OOper1( i~; P(:)f¡oHllca internacional
14Para un amplío tratamiento de la Sexta UNCT AD, el artículo de José Manuel Re-
vuelta en Información Comercial Española, diciembre de 1987.
13,5 por 100 de la demografia global, pero absorbe el 72 por 100 de la
renta mundial, en tanto que el 86,5 por 100 restante de los terrícolas han
de conformarse con un magro 28 por 100 del PMB. Hay, pues, entre las
dos grandes formaciones, una distancia de PNB per capita de 5,33 veces la
media mundia,1 en e] Norte, o 0,32 en el Sur; o, si se prefiere, una relación
de casi 17 veces entre lo que un rico percibe respecto a lo que le llega a un
pobre.
Lejos quedaron los discursos de Prebisch o de Che Guevara en Ginebra
en 1964, cuando se ponía el énfasis en la brecha del desarrollo. Ahora pre-
va1ecen Jos tecnicismos, para hacer más flexibles Jos sistemas económicos
de los PMD, a fin de lograr su plena inserción en el nuevo concierto mono-
sistema, sustituyéndose así la reivindicación política dura y pura, de pobres
contra ricos de antaño, por una negociación técnica prolija y continua.
197
(ooper3dón económica internacional
les (ONGs), y a las grandes empresas, en busca de mayor eficiencia del sis-
tema en su conjunto.
En esa línea de mejora, se procedió a la simplificación administrativa,
con el paso de 18 órganos permanentes anteriores a sólo cuatro: Junta de
Comercio y Desarrollo --con una reunión regular y tres ejecutivas al año--
y tres Comisiones permanentes: Comercio de Mercancías y Servicios y
Productos Básicos; Inversión, Tecnología y Asuntos Financieros conexos; y
Promoción de Empresas y Desarrollo.
No obstante esa auténtica revolución institucional, en la UNCTAD, los
grandes temas siguen siendo los habituales, si bien con nuevas orientacio-
nes, en función de las pautas que han ido surgiendo en las megaconferen-
cias en materia de seguridad alimentaria, población, medio ambiente, deu-
da externa, democracia, derechos humanos, dinamismo de las inversiones
privadas, etc.
Ahora, en la UNCTAD, ya no se dedica mucho tiempo al debate del Sis-
tema de Preferencias Generalizadas para abrir los mercados de los países
ricos a las exportaciones industriales de los pobres. Lo que ahora se busca,
sobre todo, es una mayor competitividad de los PMD de cara a su mejor in-
serción en la economía mundial.
Tampoco se trata con la simplicidad de tiempos pasados la cuestión de la
deuda externa de las naciones más endeudadas, tras el relativo alivio logra-
do según vimos en 4.6.; o gracias al mejor uso del Servicio Reforzado de
Ajuste Estructural que gestiona el Fondo Monetario Internacional (recuér-
dese lo visto en el 3.14.).
Igualmente, quedó atrás la demagogia respecto a la peligrosidad de las
multinacionales, o en relación al pretendido dominio tecnológico de los pa-
íses ricos. En cambio, sí que se hace un análisis posibilista de lo mucho que
para el desarrollo significan las 40.000 transnacionales existentes; median-
te la creación de puestos de trabajo, aportación tecnológica, o mejor posi-
cionamiento externo de un determinado país (temas de los que nos ocupa-
remos en el capítulo 15).
A la altura del cambio de siglo, podría decirse que en la UNCTAD, se
cree en los beneficios de la globalización, de la economía de mercado y de
la privatizaciones; de forma que el propio concepto de desarrollo ha cam-
biado desde los años sesenta, cuando prevalecían las tesis del Centrol Peri-
.feria y del desarrollo del subdesarrollo.
Algunos grandes debates de hoy --como pone de relieve Rubens Ricu-
pero-- se dan en áreas en las que ni siquiera se pensaba hace treinta años:
degradación del medio ambiente, ajuste estructural en pro de la competiti-
vidad, democracia y libertades, dimensiones comparativas de la iniciativa
privada y de sector público, políticas económicas orientadas hacia el exte-
rior, dotación de recursos humanos, capacidad institucional para el manejo
de los propios problemas nacionales, mejor gestión técnica de la deuda ex-
terna, etc.
6. Comercio y desarrollo
En cierto modo, el NOEI, uno de los temas con más amplia literatura en
la historia de las relaciones internacionales, recuerda a la serpiente de vera-
no del Loch Ness en Escocia, que, según dicen, surge, desaparece, retoma,
y se vuelve a marchar, pero que sólo se menciona en los medios de comuni-
cación en los días apacibles del estío~ cuando no hay otro tema más soco-
rrido. En este sentido, el NOEI tiene ya una larga historia desde 1974: la
Conferencia de Cooperación Económica Internacional de París, de mayo de
1977, los trabajos de la UNCTAD con sus conferencias de Nairobi de 1976
y de Manila de 1979 (recuérdese lo visto en 6.7 y 6.8), la terminación de la
Ronda Kennedy en abril de 1979 en el GATT (ídem de ídem, capítulo 4) y,
ya en 1981, la Conferencia sobre Recursos Naturales, celebrada en Nairobi
en agosto, y la de septiembre, en París, sobre los Países Menos Avanzados,
a los que nos referimos después.
Pero, en realidad, la conferencia «más cumbre» sobre el NOEI tuvo lu-
gar en Cancún, México, los días 22 y 23 de octubre de 1981, con la presen-
cia de jefes de Estado y de Gobierno. Sin embargo, en su comunicado fi-
nal, las 22 naciones allí representadas no dieron mucha luz a la esperanza.
Se mantuvieron los recelos norteamericanos sobre la creación de una filial
energética del Banco Mundial que, con un fondo especial de 50.000 millo-
nes de dólares, habría ayudado a paliar los «choques petroleros» contra las
atonnentadas balanzas de pagos de los países más pobres. Y la verdad es
(orn~rrio
que tampoco hubo gran entusiasmo por parte de EE.UU. sobre unas posi-
bles negociaciones globales. Por el contrario, se puso en la palestra -así lo
vimos en el capítulo 5- la propuesta de una Ronda Reagan (luego Ron-
da Uruguay) en e] GATT, para reforzar el liberalismo mundial.
Por supuesto -siempre se hace, pues es de buen tono-, la Conferencia
de Cancún tomó nota de que una gran parte de la humanidad sigue pade-
ciendo hambre, y constató que los programas de alimentación mundial ape-
nas son otra cosa que paliativos en la ardiente espera de un desarrollo que
no se sabe cuándo llegará ni qué podrá remediar. En el fondo, sobre Can-
cún, como en las anteriores reuniones preparatorias del NOEI, pesó no
poco el I'?fornle Brandt (1980), que no planteó la verdadera cuestión; esto
es, qué desarrollo se quiere para el mundo 16, El antiguo canciller alemán y
premio Nobe} de la Paz, y todos sus expertos, no salieron de la inercia
mental de la cantidad. Siguieron empecinados en que todo es una cuestión
de transferir más recursos de los países industriales a los PMD, para que és-
tos adopten progresivamente ]as tecnologías más avanzadas (sustitutivas de
trabajo por capital). En esos términos, olvidando la calidad, en el Informe
Brandt y en Cancún lo que se hizo fue defender el viejo orden económico
burgués anglosajón nacido en Bretton Woods al final de la segunda guerra
mundial, para simplemente calificarlo como reajustado, no renovado, y tri- '
lateral; es decir, para el mejor fin de las multinacionales norteamericanas,
Japonesas y europeas.
Mientras no se perciba -ni se determine, lo cual es doblemente decisi-
vo- que el desarrollo a nivel mundial requiere cambios importantes en la
propia idea de qué es desarrollo, seguramente todo seguirá por el camino de
las inercias, desde el Norte y desde el Este hacia el Sur.
17 Algunas de las consideraciones hechas aquí proceden de mi artículo ¿Qué nuevo or-
den económico internacional?, en el Anuario EL PAIS, 1982, pág. 19. Son de interés las
apreciaciones sobre el tema de} NOEI que Juan Velarde Fuertes hizo en su artículo
«Norte-Sur: ¿un diálogo imposible?», en ABe, 9 de junio de 1988.
18 G. Viratelle, en Le Monde, 2 de septiembre de 1981.
6.
donantes, cifra muy alejada del 1 por 100 que desde hace años se venía
considerando como óptima y que luego fue rebajada al 0,7 por 100. Ante
una situación así, la Quinta UNCTAD, la de Manila, a la que ya nos hemos
referido antes, exigió la puesta en vigor de un «programa de acción inme-
diata» en favor de los PMA para el período 1979-1981, así como -sin duda
en previsión de su fracaso-- un «nuevo programa sustancial de acción»
(NPSA) para la década de los 80. En base a ello, la Asamblea General de la
ONU decidió, a finales de 1979, la convocatoria de un conferencia en París,
encargada «de poner a punto, adoptar y apoyaD) ese programa para los PMA 19.
Integración económica
7• EL proceso de integración
.
economlca "'"
i
~
meramente transitorio. A poco que cualquiera de los Estados miembros
I
desee expandir sus actividades más allá de sus lindes tradicionales, tro-
pieza con el obstáculo derivable del nivel de los derechos del arancel de
un copartícipe de ]a zona. Al iniciar o ampliar su industria1ización cual-
quiera de los Estados miembros de la zona, se hace necesario, pues~ ir al
establecimiento de una Tarifa Exterior Común o a la elevación de una
cierta barrera frente a determinados copartícipes, lo cual equivale a la
transformación de la zona de libre comercio.
Lo cierto es que hoy en día las únicas zonas de libre comercio en sentido
estricto son la EFTA (European Free Trade Association o Asociación Euro-
pea de Libre Comercio), )a Zona Australia-Nueva Zelanda y la zona de
América de] Norte (NAFTA). Como en los capítulos 8 y 10 hemos de estu-
diar en detalle la EFTA y la NAFTA, no entraremos por el momento en más
detalles sobre esta forma de integración.
I Para un estudio más detenido de las ventajas teóricas de la integración puede verse mi
obra Formación}' desarrollo del Mercado Común Europeo, Iber-Amer, Madrid, 1965,
pág. 24 Y sigs., con abundante bibliografia, a la cual me remito.
2 A los efectos semánticos, cuando empleamos la palabra crecimiento significamos que
I
- La integración per se no resuelve nada. Lo primero son las transfor-
maciones de carácter nacional y el aprovechamiento al máximo de las ven-
tajas del comercio internacional.
Antes de entrar en el análisis de las posibles ventajas de la integración,
convendrá subrayar que ésta es, ante todo, una técnica cargada, eso sí, de
intenciones políticas, que la realzan por encima de otras técnicas económi-
cas puramente instrumentales. Pero está claro que la integración no puede
considerarse como una panacea, como el camino de superación de todos
los males de las economías. Para alcanzar la meta del desarrollo integral, la
integración económica debe ser completada con toda una serie de medidas
de transformación.
3 A este respecto pueden verse las consideraciones que hago en mi estudio Aspectos
económicos de la vinculación de Panamá al Mercado Común Centroamericano, Minis-
terio de Relaciones Exteriores, Panamá, junio 1966~ págs. 122 y sigs.
los mayores riesgos que implica, generalmente obliga de modo más acusa-
do al mejoramiento de la propia política económica, así como a la realiza-
ción de transformaciones importantes de la estructura económica nacional.
y la UE. Como también está claro que esa Europa de hoy asombraría, por
su grado de integración.
W. Diebold escribió el primero y uno de los mejores estudios sobre e] tema The Schu-
.2
En ese sentido, fueron los países ya en curso de integración, los tres del
Benelux, los que en 1955 plantearon en la CECA -a «los Seis»-- la idea
de crear un Mercado Común. El memorándum que a este respecto presenta-
ron, conservaba aún importantes vestigios de la tendencia a la integración
sectaria], pues contenía una descripción muy minuciosa de las metas a al-
canzar en el campo de los transportes, energía convencional y energía ató-
mica. No obstante, en él ya había claras manifestaciones de cuáles habían
de ser las bases para caminar hacia la integración global.
Sin pérdida de tiempo, los ministros de Asuntos Exteriores de «los Seis»
se reunieron en Mesina en el mes de junio de 1955, en una conferencia ad
hoc. Y al final de ella, mostraron su acuerdo sobre la propuesta del Bene-
luxo Se decidió que una comisión de expertos -que presidió Paul Henri
Spaak, ministro belga de Asuntos Exteriores- estudiase los problemas
concretos y elaborase un informe en el plazo más breve posible. Spaak im-
primió una gran celeridad a los trabajos y, finalmente, los Tratados consti-
tutivos de la CEE y del Euratom se firmaron en Roma el 25 de marzo de
1957. La ratificación por los seis países se llevó a cabo en los meses suce-
sivos y entraron en vigor elIde enero de 1958. De este modo quedaron
oficialmente constituidas la Comunidad Económica Europea (CEE) y la
Comunidad Europea de 1a Energía Atómica (Euratom).
~~
j1iP
Está claro que los seis Estados miembros originarios de la CEE adqui-
rieron desde un principio ciertos compromisos, renunciando con ello a su
soberanía en una larga serie de puntos concretos: cuestiones arancelarias,
restricciones cuantitativas, etc. No obstante, este tipo de limitación de la so-
beranía puede encontrarse en otros muchos Tratados internacionales; por
ejemplo, en el propio Convenio de 1948 de constitución de la OECE, don-
de se preveían ciertas reglas de liberalización del comercio.
Por otra parte, también está claro que el hecho de que el Tratado de
Roma fuese concluido sin un período indeterminado, y el que Francia re-
nunciara a su inicial deseo de introducir en él la posibi1idad de la secesión
unilateral, tampoco son elementos que le den un carácter supranacionaL No
son raros los acuerdos internacionales donde faltan esas dos cláusulas 3.
Realmente, el origen del carácter supranacional del Tratado está en el
procedimiento por medio del cual se generan las decisiones comunitarias.
La regla de la unanimidad, seguida en determinados organismos interguber-
namentales -entre ellos la antigua OECE-, no restaba absolutamente
ninguna soberanía a sus miembros, pues, en último extremo, cada uno con-
servaba pleno derecho a disponer sobre su propia conducta.
De hecho, el carácter supranacional sólo comienza a existir cuando en
un Tratado se acuerda que serán aceptadas y cumplidas por todos los países
signatarios todas las decisiones que se adopten por medio de una cierta ma-
yoría (simple o cualificada) en el seno de unas instituciones concretas 4. Ese
procedimiento de adopción de decisiones supranacionales está perfecta-
mente configurado en las Comunidades Europeas y en su Consejo de Mi-
nistros, los votos tienen un determinado peso para cada país. Cuando se re-
curre al voto, la mayoría cualificada se obtiene con 54 votos sobre 76,
Alemania, Italia, Francia y Reino Unido disponen de 10 votos cada uno;
España, de 8; Bélgica, Grecia, Holanda y Portugal, de 5; Dinamarca e Ir-
landa de 3; y Luxemburgo de 2.
Sin embargo, el sistema de votación supranacional por mayoría cualifi-
cada no ha funcionado en la práctica. En 1964, Francia al intentar imponer
sus puntos de vista sobre la política agraria presionó a fondo a sus otros so-
cios. La Francia de De Gaulle incluso se alejó transitoriamente de las reu-
niones comunitarias (la política de la silla vacía). Y cuando los franceses
volvieron a las instituciones, fue con la condición de la regla de la unani-
midad, esto es, que para todos los asuntos importantes cualquier país tiene
el derecho de veto, no pudiendo recurrirse, por consiguiente, a la regla de la
Market. Progress and Controversy (obra editada por Lawrence B. Krause). Londres,
] 964~ pág. 53.
lntegri,~(ión económica
5 Para más detalles de la formación del mercado agrícola común, puede verse mi libro
El Mercado Común Europeo. Una perspectiva española y latinoamericana, Alianza
Editorial, Madrid, 1982, págs. 83 a 130, con abundante bibliografia.
Integración económica
8.5.2 La PAC I
8.5.3 La PAC 1I
8.5.4 La PAC-III
po, sólo quedaban bajo control los movimientos de capital a corto plazo,
cuya plena liberalización -para 1990- se acordó el 16 de junio de 1988,
si bien con excepciones para Grecia, Portugal y España (que se incorporó
elIde febrero de 1992).
Finalmente, en la integración de los transportes, la CEE contaba ya con
el útil precedente de la CECA, que se había ocupado a fondo de este pro-
blema en el sector concreto carbón-siderurgia; y al igual que en el caso de
los servicios, la integración de los transportes a escala comunitaria se inició
conforme a las previsiones de un programa (<<Memorándum Schauss»,
1961) que contenía una serie de «reglas», «condiciones», y «otras disposi-
ciones útiles». Luego vendrían las previsiones del Mercado Interior Unico
(MIU).
En lo relativo a libre circulación de factores, no hubo tampoco grandes
problemas, y los obstáculos fueron disolviéndose gradualmente. A lo cual
contribuyó en gran medida el Acta Única Europea con sus efectos liberali-
zadores que se tradujeron en un verdadero mercado interior único.
Pero con todo, lo más significativo se dio en 1990, cuando en el marco
de la primera fase de la Unión Monetaria se decidió la libre circulación de
capitales, siguiendo un proceso escalonado, entre ese año y 1992. Por lo de-
más, tal medida fue la que generó las grandes turbulencias en los mercados
de cambios, con toda una serie de devaluaciones en el SME -ya 10 vere-
mos en 8.8.-, lo cual puso todavía más de relieve la necesidad del naci-
miento de la moneda común.
El cuadro 1 da una idea de las principales magnitudes macroeconómicas
de la Unión Europea.
-n:o
8. lnte~j!d(¡cn en Europa(l). D~ (EE d ia UnloH tUTO t ) , La EFTA
Cuadro 1. (Continuación)
NOT A: para los países números 16 a 22, los datos de la primera columna numérica son de pobla-
ción activa.
I mMllllR!ll~·~,r· • ..,.... .
~
cia, se celebraron en junio de 1984. Las terceras fueron en junio de 1989,
para 518 diputados, incluyendo ya a España (60 dip.) Y Portugal (24 dip.).
Tras la ampliación de la UE elIde enero de 1995 -Austria, Suecia, y
Finlandia-, la representación en el Parlamento quedó como se indica en el
cuadro 2; en el cual figuran, además, los otros modos de presencia de cada
país en los órganos de gobierno de la VE.
TSJ
Estados Parlamento Votos Miembros Abogados CES Comité
Consejo comisión (1) (2) Regiones
Alemania 99 10 2 1 24 24
Francia 87 10 2 24 24
Italia 87 10 2 1 24 24
Reino Unido 87 10 2 24 24
España 64 8 2 1 21 21
Holanda 31 5 12 12
Bélgica 25 5 1 12 12
Grecia 25 5 1 12 12
Portugal 25 5 12 12
Suecia 22 4 1 5 12 12
Austria 21 4 1 12 12
Dinamarca 16 3 9 9
Finlandia 16 3 9 9
Irlanda 15 3 9 9
Luxemburgo 6 2 6 6
-v:2
estaba implícita en la Unión Europea de Pagos (1948), en e] Acuerdo Mo-
netario Europeo (1956) Y en numerosas propuestas.
La estabilidad monetaria de todo un decenio, entre 1958 y 1967 (recuér-
dese lo visto en el capítulo 3 sobre el FMI), casi hizo olvidar el propósito
de la UM. Pero tras la crisis que siguió a los cambios flotantes desde 1972,
se pensó en un sistema que devolviese la estabilidad a las monedas de la
Comunidad. Éste es el origen de la famosa «serpiente monetaria europea»,
con la que se aspiraba -mediante intervenciones concertadas en el merca-
do por parte de los Bancos Centrales de «los Nueve»- a mantener una
cierta relación de paridad flexible. Los tipos de cambio de los integrantes
de este sistema podían fluctuar en una banda de 4,50 puntos, 2,25 por arri-
ba y 2,25 por abajo. La vida de la «serpiente» fue corta por las salidas de
Inglaterra, Italia y Francia (dos veces) que dejaron el sistema reducido a
cinco países (Alemania, Holanda, Bélgica, Dinamarca, Luxemburgo), que
con la ausencia de los otros países pasaron a una «superserpiente», con una
banda de fluctuación de tan sólo el 2,5 por 100 (1,25 por encima y 1,25 por
debajo).
Los tipos flexibles que siguieron a la parcial rotura de la «serpiente»,
crearon incertidumbres en los mercados comunitarios, haciendo más costo-
sas las transacciones. Parecía, pues, deseable, crear un nuevo sistema euro-
peo. Esto es lo que se logró en 1979 con la creación de] ECU, Escudo Euro-
peo según la versión francesa, o European Currency Unit, según la inglesa.
El ECU pasó a ser la unidad de cuenta --en la que ya se fonnularon los
presupuestos y los demás cálculos comunitarios- derivada de una cesta de
monedas de todos los signos monetarios de los países de la Unión.
La estructura del SME era relativamente simple. En él, las diversas mo-
nedas de los países miembros quedaban relacionadas mediante unas parida-
des de cada moneda con las demás, con eJ compromiso de mantener los ti-
pos de cambio dentro de una banda de un 2,25 por 100; aunque se hicieron
excepciones para algunos países -Italia, España, Reino Unido, y Portu-
gal-, con márgenes del 6 por 100. Después, las turbulencias monetarias
internacionales 1992-93, condujeron, elIde agosto de 1993, a ampliar la
banda de fluctuación -ya 10 veremos en 8.12 con algún detalle- al 15 por
100.
La experiencia del ECU desde su introducción en 1979 fue aceptable-
mente buena, cotizándose diariamente en todos 10s mercados comunitarios,
e incluso en EE.UU. y Japón; y con emisiones y préstamos en ECUs, que
por ser una val uta cesta tiene menos fluctuaciones que el dólar; por el he-
cho de que de sus monedas integrantes unas pueden tender a la apreciación
y otras a la depreciación, compensándose entre sí.
N aturalmente, con la entrada de una moneda en el SME, se ingresaba en
una disciplina comunitaria con restricciones severas a la utilización del tipo
de cambio como arma comercial o del mercado financiero. Y con e1 propó-
sito de mantener la estabi1idad dentro del mecanismo de cambios (Me) a
~
Integraooll eco n o n11 ca
que nos hemos referido, funcionaban en el SME toda una serie de dispositi-
vos de ayuda entre Bancos Centrales, que recíprocamente se conceden cré-
ditos: a fin de resistir dificultades más o menos pasajeras por la presión de
que son objeto las monedas más débiles en los mercados. Si bien, a la pos-
tre, cuando el acoso de los grandes operadores (los George Soros y Cía.) se
hacía irresistible, había de recurrirse a devaluar. Claro que también era po-
sible abandonar e] MC del SME, como en 1992 decidieron el Reino Unido
e Italia. Todo ello debía realizarse con la previa autorización, o al menos el
conocimiento argumentado, del Comité Monetario de la UE. Este Comité
se creó por el Tratado de Roma en 1957, Y luego se modificó en Maastricht
en 1993. Su objetivo, de confonnidad con el artículo 109 del TUE, consiste
en coordinar las políticas monetarias. Del Comité, fonnan parte dos miem-
bros de la Comisión, y dos más por cada Estado miembro.
En 1987, con ocasión de la crisis bursátil del 19 de octubre (el/unes ne-
gro) empezó a apreciarse cada vez más la vulnerabilidad de la CEE respec-
to a las fluctuaciones del dólar y de los mercados monetarios de EE.UU 7;
10 cual, inevitablemente aceleró los trabajos para la Unión Monetaria, un
tema que constituye, sin duda, el núcleo del Tratado de Maastricht de 10 de
diciembre de 1991, y al cual nos referimos con alguna extensión en 8.11.
La gran polémica sobre el SME, tras la libre circulación de capitales de-
cretada en 1990, se desató con las turbulencias monetarias del verano de
1992. Por la presión de los operadores mundiales (los poderosos brokers de
los mercados cambiarios., y entre ellos destacadamente George Soros), las
monedas más débiles fueron objeto del más duro acoso, que a la postre, los
Bancos centrales no pudieron resistir. Antes de ver fundidas por entero sus
reservas internacionales, para defenderse, las cotizaciones dentro de las
bandas de fluctuación del SME se salieron del mecanismo de cambios (la
esterlina y la lira); y hubo sucesivas devaluaciones de la peseta, el escudo y
la libra irlandesa.
Tras muchos titubeos, y en medio de toda clase de dudas sobre el futuro
del SME y de la propia UM, el domingo 1 de agosto -siguiendo en esto el
consejo de The Economist (31.VII.93)--, la Comunidad se decidió a am-
pliar la banda de fluctuación del 2,25 por 100 al 15 por 100. Con ello se
salvó el SME, apostando ya de forma decidida por la UM.
-m:
~~. ¡liteg!(Hlon en Europa(í). De la CEE a la Unto;, f:ufopea (Uf), La EFTA
8.10.1 El AUE
Por lo demás, una parte muy notable del Tratado de Maastricht se refirió
a las nuevas funciones de la Unión Europea (VE) en materias como la Polí-
tica Exterior y de Seguridad Común (PESC), la de Justicia e Internacional
(JaI) y la cooperación reforzada; materias, todas ellas, donde todavía hay
muchos elementos intergubernamentales y en las que el Consejo Europeo
tiene funciones especialmente significativas.
~
se creó el Comité de las Regiones, que no sería una nueva Cámara parla-
mentaria a modo de Senado, como algunos habrían querido; pero que sí ten-
dría amplias funciones consultivas. En lo relativo a la Comisión, se autorizó
la constitución de un Comité de Estudios Económicos. Se sentaron además
las bases de la Unión Monetaria, a las que nos referimos en 8.12.
Conforme a una propuesta hecha por España durante su presidencia del pri-
mer semestre de 1989, en Maastricht nació la ciudadanía de la Unión, para
todos los nacionales de cualquier Estado miembro. Lo cual comporta el de-
recho de sufragio activo y pasivo en las elecciones municipales, con una
previsión análoga respecto del Parlamento Europeo. La ciudadanía europea
permite, además, el derecho de petición ante el Parlamento, así como el de
dirigirse al Defensor del Pueblo.
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _~_ _ _ _ ~~_,~_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __
n.___
Etapa B (tres años como máximo desde el final de la etapa A" 1999 a 2002):
De los once primeros socios de la UM, unos van a estar en mejores con-
diciones que otros en el momento de partida, o por 10 menos así lo hace
creer la comparación de los niveles de precios intracomunitarios (no con-
fundir con los ritmos. que miden los IPCs). En una información del Baye-
rische Landesbank de 1998, se marcan esas diferencias bien expresivas: dos
países muy caros (Finlandia y Austria, al 140 por 100 del promedio); cua-
tro más o menos en la media: Francia, Bélgica, Portugal y Alemania (si-
tuándose esta última como referencia = 100); cuatro más baratos (Holanda,
Luxemburgo, Irlanda e Italia); y uno muy económico, España, en una cota
casi un 12 por 100 inferior a la de Alemania. Ese gradiente se debe a mu-
chos factores: costes, impuestos, rentas de los consumidores, y evolución
de los tipos de cambio (incluidas las cuatro devaluaciones 1992/95).
Por otra parte, cabe presumir que los países que no han querido o podido
estar desde el principio en la UM, verán como el euro se les cuela por la
puerta de atrás. Esa es la advertencia de numerosos observadores, sobre
todo para la libra esterlina y la corona sueca; desde el punto y hora en que
las grandes empresas no dudarán en pasarse a la nueva moneda común,
para sus transacciones exteriores, tanto comerciales como financieras.
Señalemos, asimismo, que con la entrada en vigor del euro, se hará más
fuerte la tendencia a una mayor armonización fiscal en el ámbito de la lTE.
En ese sentido, en diciembre del 97 ya hubo una importante reunión comu-
nitaria, impulsada por el Comisario de Finanzas de la UE, Mario Monti, so-
bre el llamado Código de conducta fiscal; a fin de evitar carreras intraco-
munitarias de ventajas para atraer inversiones foráneas. Y el 9 de marzo del
m--I
Integración económica
9 Para más detalles y precisión sobre el tema, puede verse mi libro «Unión Monetaria y
euro: la recta final», Espasa Ca/pe, 2a edición, 1998.
8. Integración en Europa(I). De la ( LJ E). La EfT A
10 Después entraron en la EFTA Finlandia (desde marzo de 1961, con un status de aso-
ciado por su compromiso con la URSS de neutralidad política, pero de hecho como
miembro con todos los derechos y obligaciones) e Islandia (como miembro de pleno de-
recho, desde 1969).
Integración económica
Tras el fracaso de las negociaciones entre «los Once» y «los Seis», se-
gún hemos examinado en 8.13., el primer camino parecía impracticable,
por 10 menos en un futuro razonable. Para iniciar el tercero no existían, a
pesar de la creciente dependencia de la Gran Bretaña respecto de los Esta-
dos Unidos, las mínimas bases exigibles. La cuarta vía era manifiestamente
minimalista y además siempre era posible recurrir a ella como último re-
curso. Quedaba, pues, el camino número 2, el que en definitiva eligió la
Gran Bretaña en buena medida con la anuencia de sus consocios de la
EFTA. Así las cosas, el 31 de julio de 1961, tras una serie de consultas con
los países de la Commonwealth, el Premier británico Mr. Macmillan decla-
ró en los Comunes que Gran Bretaña estaba dispuesta a negociar su entrada
en]a CEE.
Las negociaciones CEE-Reino Unido resultaron dificiles desde un prin-
cipio, por dos cuestiones: Commonwealth y agricultura británica. A pesar
de todo, los avances realizados ootre octubre de 1961 y enero de 1963 fue-
ron notables, hasta el punto de que llegó a pensarse que las mayores difi-
cultades ya habían sido vencidas. Sin embargo, el veto de Francia, directa-
mente decidido por el General De Gaulle, hizo que el 28 de enero de 1963
se produjera la ruptura entre el Reino Unido y «los Seis».
De Gaulle dio a entender que la Gran Bretaña no estaba madura para en-
trar en la Comunidad. En el fondo, De Gaulle y quienes le apoyaron -que
8. Integración en Europa(I). De La CEE a La Unión luropea (UE). la EFTA
-
no eran tan pocos como un observador superficial podría haber afirmado
por aquellos días- 10 que pensaban era que la CEE aún no estaba suficien-
temente consolidada para admitir en su seno a Gran Bretaña, como «caba-
llo de Troya de los EE.UU.», que podría hacer evolucionar el Mercado Co-
mún hacia una zona atlántica de libre comercio dominada por Jos
norteamericanos.
13 Sobre la ev01ución de la EFTA Y sus relaciones con la CE, puede verse Eduardo
Cuenca García, «La aportación de la EFTA a la CEE», en Organización Económica In-
ternacional (eoord. Manuel Varela Parache), Pirámide, Madrid, 1991, págs, 405-430.
14 Tim Burt, «Efta, Canada to start talks on trade accord», Financial Times, 4,VI.1998.
15 Martin Wolf, «Way out of the wasteland. Poland rather than China or Chile repre-
sents the best model for Russia to follow in its progress from a planned economy to a
market-oriented society», Financial Times, 2.VII.96. Anthony Robinson y Matej Vipot-
nik, «Baltic states discuss new links», Financial Times, 21.1.97.
8. rntegr aci ón en Europa (1) .. De la CEE a la Unión Europea (U E). La EFTA
Por último, España, que desde 1970 tenía un convenio preferencial con
la CEE --el Acuerdo Ullastres, que tanto contribuyó a impulsar las expor-
taciones industriales a las Comunidades, y que en 1979 se extendió a la
~
Integración económica
16 Ramón Tamames, «La Unión Europea», Alianza Editorial, 4. a edición, Madrid, 1999.
8. Integradon en Europa(I). De la CEE a la Unión Europea (UE). La EFTA
17 Para más detalles de estas cuestiones, como de todas las demás sobre la integración
europea y temas conexos puede verse mi libro La Unión Europea, Alianza Editorial, 4a
edición, Madrid, 1999.
18 Mark Tumer, «EU's big idea for a new Lomé struggles to get offthe ground», Finan-
I
1
la comunidad internacional al rehuir el referéndum en el Sahara Occidental.
Adicionalmente, la antigua Yugoslavia y Libia ni siquiera fueron invita-
f das a Barcelona, a pesar de que nadie discutía su mediterraneidad. Sin em-
! bargo, se estimó que por sus muchos conflictos internos, las nuevas repú-
1 blicas balcánicas hubieran desvirtuado el objetivo del encuentro. Y en
cuanto a Libia, fue vetada por Gran Bretaña y Francia, por la negativa de
I
Gadafi a entregar a los sospechosos de los atentados contra aviones occi-
1 dentales en los años ochenta.
I El ministro español de Asuntos Exteriores, Javier Solana, describió la
reunión de ministros de Exteriores de los Quince de la Unión Europea y de
los doce países mediterráneos como «una cita histórica», y como «un nue-
vo capítulo en las relaciones entre la UE y el Mediterráneo sur». El rey
Juan Carlos inauguró la reunión y el presidente del Gobierno Felipe Gonzá-
lez clausuró las sesiones.
La cita constituyó el proyecto más ambicioso de la segunda presidencia
española de la VE, que se concluyó con la firma de dos documentos: una
Declaración y un Plan de acción.
En la Declaración, los 27 países finnantes se comprometieron a promover
la democracia en la zona Euromed, a respetar los derechos humanos y las
fronteras, a combatir el crimen organizado y el tráfico de drogas l9 • Propósi-
tos, como puede apreciarse difíciles de lograr; por lo menos en breve plazo.
En el Plan de Acción se cifró la ayuda comunitaria en 5.500 millones de
ecus/euros entre 1995 y el 2000, y se sentaron las bases para ir a la franqui-
cia de derechos aduaneros a efectos de la entrada de los productos del Sur
de] Mediterráneo en la Unión Europea, con la perspectiva última de una
zona de Jibre comercio para el 2010.
na», Tribuna, 4.XII.1995; «The mudd1e in the Euro-Med», The Economist, 24.1I.1996.
da, al Centro y Este de Europa (PECOs) y al Mediterráneo: Estonia, Polo-
nia, Chequia, Hungría, Eslovaquia y Chipre. Con estos Estados se abrieron
negociaciones en 1998, de conformidad con la Agenda 2000, y podrían es-
tar dentro de la UE hacia el 2005, para ser miembros de pleno derecho, des-
pués del correspondiente periodo transitorio, hacia el 2010.
En cambio, los Estados de la EFTA residual (Islandia, Noruega, Suiza y
Liechtenstein, según vimos en 8.15), lo más seguro es que no hayan ingre-
sado en la UE para el 2010, pues los cuatro reúnen características especia-
les, que les inducen a permanecer en su situación actual: virtual integración
a todos los efectos vía sus respectivas zonas de libre comercio con la UE.
Pero sin por ello tener que pechar con la burocracia de las instituciones, ni
asumir los requisitos de la libre circulación de personas, evitando así el
cambio de su status quo étnico.
La segunda gran ampliación del siglo XXI, habrá de esperar más. Será
una hornada de entre cinco y diez países, tras los respectivos procesos de
negociación y adaptación: Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria, Albania, Leto-
nía, Lituania, y varias de las antiguas repúblicas de Yugoslavia.
La Federación de Rusia, por el contrario, lo más seguro es que nunca in-
grese en la UE. Su espacio geográfico es demasiado grande para ser un
mero Estado miembro. Y además, los dirigentes del Kremlin aspiran a reto-
mar el papel de potencia mundial (¡ cuánto les falta¡). No obstante, la Unión
podría establecer un trato comercial y económico de gran alcance no sólo
con Moscú, sino también con otras piezas de lo que anteriormente fue
Unión Soviética: las tres repúblicas caucásicas (Georgia, Armenia y Azer-
beijan) y las cinco centroasiáticas (Kasakstan, Kuirguistan, Usbekistan, Ta-
yikistan, y Turkmenistán).
Por lo demás, el alto nivel de interpenetración de los mercados será una
realidad pocos años después de doblar el siglo. A los ciudadanos de la UE
les resultará dificil distinguir entre productos o servicios nacionales y del
resto de la Unión, pues el mercado único habrá pasado a ser un continuo,
de circulación absolutamente fluida. Lo cual, prácticamente, también se
aplicará a productos y servicios de otras procedencias, en especial de la
Asociación de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que seguramente
abarcará, desde el 2015, todo el Hemisferio Occidental, incluyendo 10 que
hoy son el TLC -EE.UU., Canadá y México-- y el Mercosur (práctica-
mente toda Sudamérica). Esas facilidades de circulación se harán realidad a
partir de las negociaciones ya en curso para construir la Zona de Libre Co-
mercio entra la UE y Mercosur; y vía la llamada TAFTA, Transatlantic
Free Trade Area entre la América del Norte y la Comunidad, según vere-
mos en los capítulos 10, 11 Y 12.
Señalemos, además, el creciente interés de la lTE por el Sudeste de Asia
y la oril1a asiática del Pacífico. Como 10 demuestra la configuración formal
de la conexión ASEM (Asia-Europe Meeting), cuya primera reunión se ce-
lebró en Bangkok, en febrero de 1996. La parte europea la lideró el Canci-
8. lntegracíón en Eüropa(I), ut, la CEE:a la Unión Europea (UE). La EFTA
1Ier Kohl 20, en tanto que la reunión ulterior se celebró en Londres en la pri-
mavera de 1998. La aspiración de esta clase de encuentros periódicos con-
siste en que haya un vínculo permanente de discusión y proyectos entre la
UE y la parte asiática de la APEC, para de alguna manera contrarrestar la
gran influencia de EE.UU. en la zona.
20 Juan Girón Roger, «La UE reclama su parte del pastel asiático», Dinero, 26.II.1996.
~
Integración económica
9.1 Introducdón
Como hemos visto en 2.7, en Europa Occidental, EE.UU., a través del Plan
Marshall, consiguió poner en marcha un programa de recuperación econó-
mica --del que nació en 1948 la OECE, OeDE desde 1960-, como paso
previo para e1 año siguiente constituir la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTANINATO).
Frente a esa acción de EE.UU respecto de sus aliados de Europa occi-
dental, la URSS reaccionó con sendos organismos para el Este, que inicial-
mente parecían buscar fines análogos a los del Oeste. El primero de ellos,
el Consejo de Asistencia Mutua Económica (CAME, más conocido por
COMECON), creado en enero de 1949; y el segundo, la Organización del
Pacto de Varsovia, que con fines militares se fundó fonnalmente en mayo
de 1955, aunque de jacto la interpenetración militar de los países del área
comunista databa de mucho antes.
En el COMECON, los socios fundadores de pleno derecho fueron la
URSS, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria. Poco des-
pués de crearse, entró Albania, pero dejó de ser país miembro en 1968,
como una secuela más de la discordia chino-soviética. Por el contrario,
Mongolia, que inicialmente fue simple observador, pasó a ser miembro de
pleno derecho en 1962. Y Cuba hizo lo propio en 1973. Más o menos fre-
cuentemente figuraron como países observadores en el COMECON Yugos-
lavia, Corea del Norte y Vietnam.
Es fácil apreciar, ya de entrada, que el COMECON se vio muy afecta-
do por las desavenencias entre los países socialistas, que una vez plante-
adas, alcanzaron una dureza mayor que las del bloque occidental. Esa
ausencia de espíritu verdaderamente internacionalista, y las circunstan-
cias específicas que iremos examinando, explican los pobres resultados
de] COMECON, no comparables, en ningún momento, a los de la
OECE/OCDE o a los alcanzados por la CEE y por la EFTA.
Si bien el CAME nació oficialmente en 1949. sus estatutos no se redacta-
ron hasta diciembre de 1959, para entrar en vigor en 1960. Luego se revisaron
sustancialmente en dos ocasiones; la primera en 1962, y la segunda en 1974, a
fin de incorporar, respectivamente, los «Principios fundamentales de la divi-
sión internacional socialista del trabajo», y el «Programa completo de profun-
dización y perfeccionamiento de la cooperación y el desarrollo de la integra-
ción económica socialista». Fue así como el objetivo inicial, sólo de
cooperación, del CAME, a partir de 1974 se completó con el objetivo de la in-
tegración.
I Checoslovaquia fue precisamente el único del Este que en 1948 había aceptado la
Ayuda Marshall. Esta aceptación contribuyó a las tensiones que originaron el golpe de
Estado que llevó al partido comunista al control del poder (vid. capítulo 2).
2 M. Djilas, «Conversaciones con Stalin», versión española, Seix-Barral, Barcelona,
1961.
9. Integración económica en Europa {1I). El fracaso del (O~4ECON ...
J Son interesantes sobre el COMECON los libros de dos autores «occidentales» -Fre-
derick L. Pryor (<<The Communist Foreign Trade System». «The other common mar-
ket», 1963) Y Michael Kaser (<<Corneeon: Jntegration Problems of the Planned Eco-
nomies», 1965)-, así como el trabajo de] soviético, N. Siluyanov (<<A New Stage in the
Development of Internacional Socialist Division of Labouf)}, en Problems of
Economics, Nueva York, mayo 1959). Puede consuJtarse, además, la monografía «El
Corneeon)}., del Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid, 1978. Para la fase final, Víc-
tor A. Dumiev «Las últimas experiencias de colaboración en el CAME}), en el Boletín
Semanal de Información Comercial Española, ) 1 de marzo de 1991, págs. 786 y sigs.
taran con bastante contundencia: si como consecuencia de una dotación ini-
cial y concreta de factores no tenían ventajas comparativas en la produc-
ción de determinados productos, ello era consecuencia de accidentes histó-
ricos que no habían de perpetuarse. Se opusieron, por tanto, a que se
impidiese su propio proceso de industrialización/diversificación por la
mera definición de un concepto de la división internacional socialista del
trabajo.
También se hizo presente el problema de la calidad de los productos, ya
que por la virtual inexistencia de competencia, se llevaban a cabo intercam-
bios obligados de productos de «buena calidad» por productos de «baja ca-
lidad». Situación que perjudicaba a los países con mayor y mejor índice de
productividad y que en la práctica suponía una transferencia de los países
más a los menos productivos.
Por lo demás, los intentos realizados para desarrollar una metodología
común, para seleccionar la localización de los centros productivos más ade-
cuados económicamente en cada especialización, fracasaron por problemas
del cálculo de costes y precios. Todo ello fue derivando a que la política de
especialización se redujese a aquellos productos que no se fabricaban den-
tro del CAME, o en los que había déficit de oferta.
Asimismo, se consideró la posibilidad de un sistema multilateral de pa-
gos más flexible. En este punto, apenas se había avanzado. Los pagos se-
guían liquidándose por medio de clearings bilaterales, en los que a toda
costa se buscaba el equilibrio. Cierto que a partir de 1957 empezó a funcio-
nar una especie de clearing multilateral, con una moneda de cuenta, el ru-
blo convertible; pero tan sólo para las transacciones no incluidas en los
acuerdos comerciales bilaterales, lo cual reducía su papel a un carácter casi
simbólico.
Precisamente para dinamizar los pagos, con el propósito de hacer más
efectivo el funcionamiento de clearing multilateral, en 1963 se creo el «Ban-
co Internacional de Cooperación Económica» (BICE). Pero ni así mejoró la
situación, porque ya desde mucho antes había problemas para el comercio
entre Jos países miembros del Consejo, a causa de los llamados «precios
mundiales CAME», que no se parecían en nada a los operativos reales fuera
de la zona, ya que una vez fijados oficialmente, permanecían inalterables por
años, sin tener en cuenta las variaciones internaciones. La existencia de tan
extraños «precios mundiales fijos», operó en detrimento del desarrollo tecno-
lógico, ya que al margen de cualquier innovación en los procesos producti-
vos, permanecían invariables.
La situación descrita sólo empezó a modificarse con el proceso infla-
cionista, que se aceleró a partir de la crisis energética desencadenada en
1973. Así, los precios internacionales CAME, que hasta 1975 se fijaban
para plazos de cinco años, pasaron a tener vigencia anual. A pesar de todo,
subsistieron problemas colaterales, derivados del hecho de que en las ne-
gociaciones de revisión de precios, cada país buscaba incrementar los de
9. Integración e(l~~n0n11(;i en so del COMECON .••
I
i
su emp]eo por el país con saldo positivo era necesario el refrendo del país
vendedor que hubiese de aceptarlos.
En 1970 se intentó otra vez proporcionar un cierto empuje al CAME,
J dándole un toque supranacional. Concretamente, ellO de julio de ese año,
se acordó en Moscú la formación del llamado «Banco Internacional de In-
I
1
versiones» (BIl)~ para impulsar la cooperación industrial, en el marco de ]a
aspiración soviética de coordinar la elaboración y ejecución de los planes
quinquenaJes de Jos países miembros. Pero tampoco hubo grandes avances
por esa senda. Los choques petroleros (1973-74 Y 1979-80), arruinaron ]a
I
i
idea.
Después, los intentos de revigorizar el CA ME a )0 largo de los años 80,
tropezaron ya con ]a atmósfera de definitivo cambio global, que gradual-
I mente iba extendiéndose por toda la Europa del Este, URSS incluida. El
nacimiento de Solidaridad en Polonia, en 1980, supuso una crítica frontal,
y contundente, al sistema soviético, a] Pacto de Varsovia, y a los mecanis-
mos del CAME. y por mucho que se intentó frenar el experimento polaco,
lo que se puso en marcha en los astilleros de Dangsk, ya no pararía. Entre
Walesa y Jaruzelski, el primero exigiendo los cambios, y el segundo modu-
lándolos para evitar una brutal reacción de la URSS, contribuyeron a que la
semiHa de la disidencia soviética -como veremos en el capítulo 21, la ini-
ciada por Sajarov y sus colegas en 1970 en la célebre carta de los tres-
fructificara en lo que Gorbachov acuñó definitivamente como perestroika y
g/asnost.
En el fondo, la clave de las disfunciones del CAME siempre estuvo en
dos circunstancias: la falta de un verdadero sistema de precios de mercado
-tema al que ya hemos aludido reiteradamente-, y la hegemonía de la
URSS, un país veinte veces mayor que el resto del área, y con población
casi trip1e. La influencia soviética en el COMECON, además de por su po-
der militar y político, provenía de su posición como principal suministrador
de energía y materias primas, y de comprador masivo de las producciones
industriales.
Del lado del suministro, el influjo soviético creció como consecuencia
de la crisis energética. La mayor dependencia de los hidrocarburos de la
URSS, corroboró el Plan Coordinado de Medidas de Integración Multilate-
ral de 1976 a 1980, que incluyó inversiones físicas y financieras de los paí-
ses del Este europeo para explotar con mayor intensidad la energía y pro-
ductos básicos soviéticos.
y efectivamente, la crisis energética~ al hacer más caras y más inciertas las
fuentes de aprovisionamiento, aumentó la viabilidad de los proyectos soviéti-
cos. Como indicó A. Semenov «el crecimiento del consumo, la necesidad de
disponibilidades crecientes de capital para la extracción de petróleo y gas na-
tural, el aumento de los precios en el mercado mundial, necesitaban el plante-
amiento de una estrategia científicamente basada para el desarrollo del com-
plejo energético y de combustible en los países del CAME».
En último ténnino, los efectos de la crisis energética, combinados con la
recesión occidental y el aumento del endeudamiento, crearon incentivos para
que Jos países del COME CON buscaran nuevas fonnas de integración. Lógi-
camente, sus economías se dirigieron a la URSS como principal proveedor de
materias primas y como mercado casi único para sus productos. ASÍ, en la
cumbre anual de) CAME de noviembre de 1986, en Bucarest, se planteó -
otra vez-la necesidad de flexibilizar la maquinaria burocrática de la organi-
zación, mediante enlaces directos entre las empresas de sus países, esto es,
sin necesidad de pasar por la burocracia de los ministerios. A 10 largo de
1987 surgieron muchos de estos acuerdos. Pero su verdadera viabilidad
-aparte del voluntarismo político de demostrar que «algo estaba cambian-
do»- era más que dudosa, en tanto no funcionara una moneda convertible
para agilizar los pagos; casi, como podría decirse, «lo de siempre»,
Finalmente, constatemos que en el marco de la nueva situacÍón generada
por la perestroika, el 25 de junio de 1988 se suscribió, en Luxemburgo, por
9. tegradón económica en Europa { del COMECON.n
5 Así se pone de relieve por Josef M. van Brabant y otros, en el número monográfico
«La privatización en el Este». en Cuadernos del Este, n.O 7, 1992.
~¡¡tP,-l¡'d(lÓn ilconümlc(J
6 Manuel Azcárate~ «Transiciones insólitas») Cuadernos del Este, n." 2, 1991 ~ págs. 9 y
SlgS.
7 László Csaba, «Auge y caída del COMECON», Cuadernos del Este, n.O 2, 1991 ~ págs.
63 y sigs.
lntegr;}cíon econornlra
-
un cierto plazo 8. La excepción en cuanto a celeridad fue la de Alemania
Oriental, literalmente absorbida por la Occidental en menos de una década;
merced a una inmediata y contundente unificación monetaria, y a un pro-
grama implacable de privatizaciones. Ello fue posible por el coraje del Can-
ciller Kohl. Y también, evidentemente, por el gran poderío de una RFA de
63 millones de habitantes y con un nivel de renta muy elevado, frente a los
17 mil10nes en la RDA, en cotas de desarrollo muy inferiores.
Por su parte, la República Checa, Hungría, Polonia y Eslovaquia, entra-
ron, en apenas un lustro (1991-95), en una transición normalizada; merced
al juego de rápidas privatizaciones combinadas con una considerable inver-
sión extranjera 9.
En cuanto a los tres países Bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), se han
organizado para el cambio; con la implantación de sus propias monedas,
abandonando así la confusa y desquiciada área del rublo.
Rumania y Bulgaria van peor. Entre otras causas, porque en ambos paí-
ses las dictaduras, de Ceaucescu y Zhivkov, respectivamente, persistieron
en toda su dureza hasta su mismo final; sin una transición comparable a las
experiencias liberalizantes de Hungría, la preparación Walesa/Jaruzelski en
Polonia, y la Revolución de Terciopelo de Checoslovaquia.
Finalmente, Albania se encuentra sumida en una honda pobreza, en la
que en un primer momento hubo episodios de emigración masiva a Italia,
que por su patetismo hicieron estremecerse a toda Europa. Los programas
de ayuda habrán de fructificar antes de cualquier proyecto integratorio.
Lo que en cualquier caso parece claro, es que los ex socios del CO-
MECON irán incorporándose, de uno u otro modo, al área de la UE
como ya vimos en 8.21).
Lo que está por ver -yen el capítulo 21 haremos algunas reflexio-
nes al respecto- es la dificultad de que la ex URSS, ahora etérea CEI,
mantenga algún tipo de integración económica. Algunas de sus antiguas
piezas (los tres bálticos y Moldava), ya optaron por la escisión total. Y
más concretamente, Estonia, Letonía y Lituania ya han entrado en una
integración báltica, para más adelante integrarse en la VE.
Por último, una breve pero obligada referencia a la guerra civil en la
antigua Yugoslavia. A la que contribuyeron activamente algunos países de
la CE (y especialmente la RFA), con la insistencia de un rápido reconoci-
miento de la independencia de las seis repúblicas. Se precipitó así un pro-
ceso de confrontación bélica, y de «limpieza étnica», con miles de muer-
tos y miserias sin fin. La CE debería haber intentado, por todos los medios
-y los tenÍa- hacer posible la continuidad de un conjunto yugoslavo.
2 La crisis del peso mexicano, tiene una buena explicación en el extenso trabajo de Mi-
chael Hish y Tim Padget, «Humble Pie», Newsweek, 16-1-1995. En cuanto a la ayuda de
EE.UU. John Greenwald, «Don't Panic: Here Comes Bailout Bil1», TIME, 13-11-1995,
pág. 24 Y sigs. Para la reacción desde Argentina, David Pilling, «Argentina combats
Mexican wave», Financial Times, 9-1-1995, pág. 17; asimismo, Domingo Cavallo,
«Tra!f' el impacto de la crisis mexicana, la prioridad es el empleo», El Mundo, 20-VI-
1995,pá~. 72.
t dfiOn i:'conornH..J en las
10.2.5 La ALCA/FTAA
Entrando ahora en los efectos más positivos del TLC, debemos referirnos a
la Conferencia de Miami, celebrada del 8 al 11 de diciembre de 1994, en la
que Bill Clinton logró reunir a representantes de 34 naciones del continente
americano (todas menos Cuba). La idea de la convocatoria estaba en la lí-
nea de la Iniciativa por las Américas emprendida por George Bush 3.
A efectos de materializar sus propósitos, los presidentes firmaron el
Pacto para el Desarrollo y la Prosperidad, anunciando la creación de una
zona de Jibre comercio hemisférica para el año 2005. El acuerdo se forma-
lizó en dos textos: Declaración de Principios, y Plan de Acción.
Conforme a esos documentos, los líderes reunidos, decidieron «iniciar de
inmediato el establecimiento del Área de Libre Comercio de las Américas
(ALCA; o FTAA según la sigla en inglés), dentro de la cual se eliminarían
progresivamente las barreras al comercio y la inversión. El acuerdo apunta a
construir el mayor mercado del mundo, de 850 millones de habitantes, que
supondría un movimiento de comercio y servicios calculados en 13 billones
de dó1ares para e) 2005; de mantenerse las tendencias de 1994.
3 George Graham y Stephen Fidier, «AH-Americas free Trade Zone by 2005», en Fi-
nancial Times, 9-XII -1994. También Al Gore, «La cumbre de Miami en la economía de
las Américas», Negocios, 7-XII-1994, pág. 3.
Integración económica
4 G. Graham y S. Fidier~ «Chile invited to take part in NAFTA», Financial Times, 12·
XIl-1995.
5 El Comercio, Lima, 20.IV.98. Sobre las relaciones Mercosur / ALCA, Pedro da Motta
Veiga, «El MERCOSUR y el proceso de construcción de ALCA)}, en Integración &
Comercio, septiembre - diciembre 1997 .
.
jO. in tegración económica en las Américas (1). FTA, TLC, ALCA, MeCA
Cuadro 1.
l. Principales magnitudes del MCCA (1995)
Total de países del MCC (1) 1.273.972 1.229.415 1.506.935 1.456.433 1.560.576 1.586.262
Total del/al Mundo (2) 10.223.602 5.509.089 12.086.827 6.864.005 12.304.224 7.785.639
Relación porcentual (1) / (2) 12,5 22.3 12,5 21,2 12,7 20,4
II La ODECA fue creada en 1950, yen 1991 fue sustituida por la SICA. Sobre este y
otros aspectos de la cooperación e integración política, puede verse la obra de Félix Fer-
nández Shaw La integración de Centroamérica, Ediciones de Cultura Hispánica, Ma-
drid, 1965.
10. [t1tegratión económica en las Américas(I). FTA, TLC¡ ALCA r MCCA
nómica.
Integración económica
14 En toda Iberoamérica circulaba en los años 60 esta frase: «Existen tres diferentes cla-
ses de planificación económica: la coercitiva, que se practica en la URSS, la indicativa,
que se aplica en Francia; la decorativa, que es la seguida en América Latina.» Se quiere
expresar con esto que el paso a la verdadera planificación no se ha dado en prácticamente
ningún país. Las más de las veces los planes de desarrollo quedan convertidos en simples
catálogos de lo que en el mejor de los casos podrían llamarse «buenas intenciones».
" 10. Integración económica en las Américas(I). FTA r TlC, ALeA, MCCA
Los hasta aquí señalados son los elementos básicos de construcción del
Mercado Común Centroamericano. Es evidente que en la evolución del co-
mercio intracomunitario antes de la crisis de 1969 se alcanzaron cifras es-
pectaculares --claro que a escala de Centroamérica-, pasando el comercio
intracomunitario de 32 millones de dólares en 1960 a más de 200 millones
en 1968 (y del 7,5 por 100 a más del 20 por 100 respecto del comercio to-
tal). Pero no es menos evidente que en los campos colindantes con el estric-
tamente comercial, el programa de integración tropezó con las graves difi-
cultades ya aludidas (persistencia de fronteras fiscales, inexistencia de un
programa de industrialización, falta de política común sobre inversiones ex-
tranjeras, planificación todavía compartimentada por países, etc.).
Sin embargo, la mayor dificultad del proceso de integración viene dada
por la propia estrechez del Mercado Común en curso de creación, que no
constituye un atractivo suficiente para inducir un gran desarrollo industrial
a largo plazo. De ahí el interés que al comienzo de los años 70 el MCCA
prestó al futuro de sus relaciones con los países limítrofes (Panamá y, so-
bre todo, México).
La guerra entre El Salvador y Honduras de 1969, situó al borde del abis-
mo al MCCA. Un conflicto que se provocó por el escaso avance integrato-
río, por no haber llegado a regular -liberalizándolo-- el derecho a la mo-
vilidad de personas y al establecimiento. Sin esa regulación comunitaria,
las migraciones salvadoreñas a Honduras (por la diferencia en las tensiones
demográficas) originaron toda una serie de incidentes y, en definitiva, el
enfrentamiento de los dos ejércitos.
Después, la organización del MCCA cayó en abierta descomposición.
Honduras dejó de aplicar el arancel aduanero común, y Costa Rica no tardó
en hacer lo propio a fin de conseguir mayores ingresos fiscales. En otras
áreas de intereses comunes, como la armonización fiscal, las relaciones
globales con México y Venezuela, la cooperación agropecuaria, y los in-
centivos uniformes, se entró en una fase de estancamiento e incluso de re-
gresión. A todos estos problemas se agregaron los provenientes de sucesos
metereológicos y telúricos: el terremoto de 1972 en Nicaragua que devastó
Managua, el huracán «Fifi» que asoló Honduras en 1974, y nuevamente un
movimiento sísmico de gran envergadura que en 1976 destruyó -según se
estimó- el 15 por 100 del capital fijo de Guatemala.
En otras palabras, en los países del MCCA, tal vez con la única excep-
ción de Costa Rica, se estaba muy lejos de una mínima estabilidad política.
y lo cierto es que sin ella, todo el proceso de integración se ve sometido a
mil y un avatares. ASÍ, lo que en 1966 se saludaba como un sano y enco-
miable proceso de integración económica, hacia una verdadera unión, se
transformó en una simple y degradada área de preferencias, de la que pre-
tendió salirse con el proyecto CESCA aquí reseñado, cuyas dificultades de
realización se destacaban por el Secretario General de la SIECA en el oto-
ño de 1979, cuando con ocasión de celebrarse e118 aniversario de la orga-
nización se ponían de relieve las grandes deficiencias de funcionamiento
del MCCA por las siguientes razones:
15 Sobre la integración económica centroamericana son de interés las Lecturas que con
ese mismo título editó Eduardo Lizano en el FCE, México, 1975, con aportaciones de
la CEP AL, Carlos M. Castillo, Jorge Sol Castellanos, Alberto Fuentes Mohr, N. L.
Wilmore, Salvatore Schiavo-Campo, Peter Robson, Miguel S. Wionczeck, Gert Rosent-
ha}, Jorge González del Valle, Guatama Fonseca, SIECA y Francisco Villagrán Kramer.
16 Héctor Dada Hirenzi, «Evaluación de la integración centroamericana», en Integra-
terlocutor global para Europa», BICE, 2 de septiembre de 1991, pág. 2720. Sobre los úl-
timos desarrollos del MCCA dentro de una retrospectiva general, el artículo de Guiller-
mo Noriega Morales, «Breve historia del MCCA», en Integración Latinoamericana,
n.O 179, junio 1992, págs. 3-2l.
19 Integración Latinoamericana, n.o 193, septiembre 1993, págs. 58 y 59.
23 James Wilson, «Central America grasps the nettle of integration», Financial Times,
20.VIII.98.
4
24 The Economist, «Central America opens for business», 21. VI. 1997 . También Eduar-
do Alonso y Ronney Zamora, «Centroamérica: análisis de la situación actual y alternati-
va de la política arancelaria», en Integración & Comercio, enero-abril, 1996.
r 11. Integradón económica
en Las Américas (11).
j
1
ALALC, ALADI, CAN, G-3,
ii MERCOSUR, ALCSA
~
1
1
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_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ __ _
duda alguna, el factor que presionó de fonna decisiva en favor del proyecto
de integración. Había que resolver los problemas planteados por el mante-
nimiento o la ampliación de una serie de preferencias bilaterales en cadena
otorgadas tiempo atrás entre diversos países sudamericanos (Brasil-Argen-
tina, Chile-Argentina, Chile-Perú, etc.). Los artículos 1 y 11 del Acuerdo
General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que instituciona-
lizan a nivel multilateral la cláusula de nación más favorecida -recuérdese
lo visto en 5.4-, dejaban como única puerta abierta para el progreso de ta-
les preferencias la construcción de una zona de libre comercio. Estando
Brasil, Chile, Perú y Uruguay dentro del GATT, y teniendo intención Ar-
gentina de adherirse al Acuerdo General, se hizo la oportuna consulta a las
Partes Contratantes en Ginebra, que no ofrecieron facilidades para crear al
sur del Hemisferio Occidental una nueva área de preferencias como excep-
ción a la cláusula de nación más favorecida, considerada como la esencia
misma del GATT. La única solución, se vino a decir, consistiría en que los
países consultantes se acogiesen al artículo XXIV del Acuerdo General,
que pennite la creación de zonas de libre comercio (o de uniones aduane-
ras) cuyas ventajas arancelarias internas no es preciso extender a las restan-
tes partes contratantes del GATT.
Paralelamente a la gestación del anterior problema, en la CEPAL se ha-
bían realizado ya los primeros estudios sobre integración económica a esca-
]a continental a que nos hemos referido en la sección 10.1. En el contexto
de las cuestiones suscitadas por el GATT y de las que previsiblemente ha-
brían de derivarse del nacimiento de la CEE, esos estudios de la CEPAL ad-
quirieron una nueva dimensión, como proyectos no sólo deseables, sino
incluso necesarios a corto plazo.
Los tres elementos señalados (GATT, CEE, CEPAL) forzaron la única
salida posible: la creación de una zona de libre comercio entre los países
del Cono Sur de Sudamérica (Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chi-
le). Estos países, al abrir sus negociaciones con tal propósito, invitaron a
participar en ellas al resto de Sudamérica, y en un momento inmediatamen-
te ulterior (durante la visita del presidente López Mateos al presidente
Frondizi), la invitación se amplió a México, situada al margen del anterior
cuadro preferencial sudamericano, pero que no ocultó sus intereses por las
conversaciones sobre el proyecto de la futura zona de libre comercio.
En definitiva, y tras una negociación relativamente breve, nació la Asocia-
ción Latinoamericana del Libre Comercio (ALALC), cuya carta fundacional
es el Tratado de Montevideo, suscrito en esa ciudad en diciembre de 1960.
El Tratado de Montevideo aspiraba simplemente al establecimiento de
una zona de libre comercio a través de distintos mecanismos que a conti-
nuación reseñamos 1, Y que en algunos casos fueron debidamente completa-
Las Listas Nacionales suponían ventajas concedidas por cada uno de los
Estados miembros de la ALALC a los restantes. Pero en caso de dificultad,
y con ocasión de cualquiera de las negociaciones o rondas arancelarias
anuales que se celebraban en la Asociación (en el último trimestre de cada
año natural), las concesiones podían ser retiradas, sin más que compensar
la ventaja así retirada con una nueva de efecto equivalente. Para superar
este problema de posible «velo de Penélope», de tejer y destejer de conce-
siones, los autores del Tratado de Montevideo concibieron la idea del esta-
blecimiento de una Lista Común, que se perfeccionaría en 1972.
Todo producto incluido en la Lista Común se suponía que había de que-
dar exento -para siempre y sin posibilidades de ulterior retirada- de
cualquier tipo de barreras arancelarias y contingentarias.
Al igual que lo sucedido con las Listas Nacionales, una vez agotadas las
inserciones «fáciles» en la Lista Común, las dificultades del mecanismo se
hicieron plenamente patentes. Ni siquiera pudo llegarse a un acuerdo sobre
el «segundo tramo» en 1967 Y el método se abandonó.
blicaba, de tiempo en tiempo~ un volumen que contenía las listas de ventajas no extensi-
vas a favor de los países de menor desarrollo relativo.
4
págs. 37 a 39. Esta misma idea fue discutida en el Seminario Latinoamericano de Pro-
moción de Exportaciones realizado en Caracas en julio de 1976, como consecuencia de
una presentación de Elvio Baldinelli. Sobre los problemas de la ALALC. Jaime Requei-
jo, La ALALe, historia de una crisis, en ICE, junio 1978, págs. 224 y sgs.
lotegr adón ~(oqomita
Exportaciones Importaciones
•
(e)
Trienios Intra-ALADI Intra-ALADI
(A) (D)
(~ x 100)
(medias) (B) (E)
y años ALADI Totales
(: x 100) ALADI Totales
Lo que hemos visto hasta aquí, da clara idea de la laxitud de los compromi-
sos, y de la falta de consolidación de los mismos, en el marco de ALADI.
No es extraño, pues, que desde la antigua idea de ZLC, se evolucionara en
la práctica a un área de preferencias harto confusa, y ya definitivamente
fuera de control. Entre la falta de precisión de los cientos de resoluciones,
sus cambios continuos, el proteccionismo residual, y la corrupción genera-
lizada en puertos y aeropuertos, ALAD1 fue diluyéndose en un proyecto un
tanto etéreo. El Pacto Andino, primero, el Merco sur, después, el TLC, el
Grupo de los Tres y el proyectó ALeA, por último, han acabado por con-
vertirlo, con el debido respeto, en una entelequia.
Pero a pesar de todas esas muestras de declive, lo cierto es que en julio
de 1994, y a propuesta de Venezuela, los gobiernos de la región previeron
la posibilidad de reconvertir la Asociación en una zona de libre comercio,
integrada por diez países sudamericanos y México. El Sr. Rodrigo Arcaya,
encargado mexicano de las relaciones de su país con ALADI, reveló, en de-
claraciones fonnuladas a fines de agosto de 1994, que el plan consistía en
transformar ALADI en un «Grupo de los Once», que podría llegar al pleno
libre intercambio en un plazo no mayor de doce años 17. Sin embargo, con
el avance del TLC al norte y del Mercosur en la parte meridional del conti-
nente -y la propuesta brasileña de la ALCSA, o Área de Libre Comercio
Sudamericana, excluyente de México-, la idea in extremis de salvar a la
ALADI, perdió su ya escasa verosimilitud.
11.5 El Mercosur
Por las dificultades de la ALAD1 que hemos estudiado, Argentina y Brasil
se propusieron concluir acuerdos concretos para acelerar su integración
como grandes países contiguos y en principio complementarios 18.
La Declaración de Iguazú de 10 de noviembre de 1985 fue el inicio de
ese proceso. Y en diciembre de 1986, se suscribieron en Buenos Aires y
Brasilia, por los presidentes Alfonsín y Sarney dos actas básicas con un to-
tal de 17 protocolos; además de una declaración conjunta sobre política nu-
clear.
Las actas de 1986, junto con sus documentos complementarios, sirvie-
ron de experiencia para avanzar en la cooperación económica. Pero demos-
traron al propio tiempo la necesidad de un acuerdo integral--que se suscri-
bió el 23 de agosto de 1989, por los presidentes Sarney y Menem-, el
Tratado de integración Cooperación y Desarrollo entre la República Ar-
gentina y la República Federativa de Brasil. Con ese acuerdo, lo que se
perseguía era que los territorios de los dos países integraran un espacio
económico común; sobre la base de los principios de gradualidad, flexibili-
dad, equilibrio y simetría, a fin de permitir la adaptación progresiva a las
nuevas condiciones de competencia. En el pacto, se preveía la remoción de
todos los obstáculos tarifarios y no tarifarios al comercio de bienes y servi-
cios, en un plazo máximo de diez años.
Apenas había arrancado todavía la vigencia del Tratado Argentina/Bra-
sil, cuando Uruguay casi desde un principio, y Paraguay poco después, ex-
22 José María Aragao, «El Arancel Externo Común del Mercosur: reflexiones a partir
4.lL 1997.
25 «La XIV cumbre de Mercosur pone eJ acento en Jos temas políticos más que en los
Señalemos, por último -ya hemos aludido a ello antes-, que en marzo de
1994, el gobierno brasileño remitió a sus socios un documento oficioso,
con un extenso proyecto relativo a la creación de un Area de Libre Comer-
cio Sudamericana (ALCSA).
El objetivo de ALCSA seria liberalizar el comercio entre los países de la
región en un plazo máximo de diez años, 1995-2005, globalizando proyec-
tos hasta ahora separados y contradictorios como ALAD 1, Pacto Andino,
Grupo de los Tres, y el propio Mercosur.
Los propósitos de ALCSA, se traducirían, fundamentalmente, en progra-
mas de desarme arancelario lineal, automático y progresivo, abarcando a lo
esencial del intercambio. De ese modo, ALCSA contribuiría al fortaleci-
miento de la capacidad negociadora de los países del área, para así enfren-
tarse a una integración a escala hemisférica; como la que en marzo del 94,
ya se sabía, iba a proponer el Presidente Clinton en Miami en la Conferen-
cia de diciembre de ese mismo año y que ya hemos examinado en 10.2.
(ALCA).
«La agenda económica del Mercosur: desaflos a corto y mediano plazo», en Inte~ación
& Comercio, enero-abril, 1996; Marcelo de Paiva Ahreu, «Integración financiera en los
países del Mercosur», en Integración & Comercio, enero-abril, 1996; Raúl Hinojosa-Oje-
da, Jeffrey D. Lewis y Shennan Robinson, «¿Simón Bolívar vuelve a cabalgar? Hacia una
integración entre el TLCAN, el Mercosur y la Región Andina», en Integración & Comer-
cio, enero-abril, 1996; Jorge Grandi y Lincoln Bizzózero, «Hacia una sociedad civil del
Mercosur. Viejos y nuevos actores en el tejido subregionab>, en Integración & Comercio,
enero-abril, 1996; Alejandra Mizala y Pilar Romaguera, «Aspectos laborales de la integra-
ción económica: Mercosur y Chile», en Integración & Comercio, enero-abril, 1996.
•
11. Integración económica en Las Américas (11) •..
Sin embargo, como resaltaba Francisco Granell tras los diez primeros
años del Grupo, éste era uno de los pocos esquemas de integración econó-
mica regional entre países en vías de desarrollo que mostraban dinamismo;
aunque el reiterado incumplimiento de los plazos que se habían previsto en
el acuerdo de Cartagena recordaba los tropiezos de la ALALC y del Merca-
do Común Centroamericano.
El mencionado incumplimiento se procuraba enmascarar a través de de-
cisiones y protocolos -fundamentalmente los de Lima (octubre de 1976) y
Arequipa (abril de 1978}- que dieron validez legal al incumplimiento de
plazos previamente acordados, pero que de hecho suponían un elevado gra-
do de incertidumbre para todo el proceso.
Las cumbres de dignatarios andinos de septiembre de 1977 (Washing-
ton), agosto de 1978 (Bogotá) y Cartagena de Indias (mayo de 1979) plan-
tearon el deseo político inequívoco de hacer avanzar el proceso de integra-
ción suprarregional andina. La creación del Fondo de Reservas y del
Tribunal de Justicia, estuvieron en esa línea de vigorizar institucionalmente
la cooperación entre los países del Grupo.
Por otra parte, señalemos que el Grupo Andino y la Comunidad Econó-
mica Europea suscribieron, el 16 de diciembre de 1983, en Cartagena, un
acuerdo de cooperación, «de nueva y significativa etapa en el fortalecí-
miento de las relaciones bilaterales». En el ámbito económico, la CEE pasó
a prestar asistencia para el desarrollo de los sectores agrícola, rural, agroin-
dustrial y energético; y en la búsqueda de nuevas fuentes de abastecimien-
to, nuevos mercados, ciencia y tecnología. Además de constituirse una co-
misión mixta, para garantizar ejecución de los acuerdos, fue suscrito un
protocolo adicional de asesoría técnica y financiera por parte de la CEE
para el desarrollo del carbón y del acero.
Con todo, puede decirse que la crisis profunda del Grupo Andino -aun-
que no en ténninos de tan intenso deterioro como en la ALALC- quedó
formalmente abierta con la Declaración «Para nosotros la patria es Améri-
ca», emanada de la reunión mantenida en Caracas en 1983, y a partir de la
cual la Junta elaboró un Protocolo Modificatorio.
En el protocolo se mantuvieron fechas para los distintos objetivos, pero
con aplazamientos importantes. Un ejemplo bastará: para los tres países
mayores, la adopción del arancel externo común se pospuso en siete años
(de 1988 a 1995).
En un intento de relanzar el proyecto andino, a los veinte años de su
puesta en marcha, en mayo de 1989, los presidentes de los cinco Estados
miembros, suscribieron el denominado Manifiesto de Cartagena, conforme
al cual se comprometieron a negociar en bloque frente a los países desarro-
llados; así como a plantear de forma conjunta sus reivindicaciones en el
tema de la deuda externa. En esta reunión se puso de relieve que el tráfico
11. Integración económica en las Américas (11) .•.
incluso mayor que el de la propia CE, antes del mercado interior único de
1993 3°.
Señalemos, además, más que nada como un síntoma alentador, la rein-
corporación de Chile -que en 1977 dejó de ser miembro del Tratado de
Cartagena-, a la Corporación Andina de Fomento, para la promoción de
toda clase de negocios andino-chilenos. El hecho se produjo el 18 de agos-
to de 1992 31. Y sobre todo, destaquemos las buenas expectativas, dentro
del área andina, de no pocos esfuerzos de liberalización del comercio, espe-
cialmente de Colombia con Venezuela, y de ambos países con México (el
grupo de los tres).
En la idea de reimpulsar los propósitos originarios, el 31 de enero de
1993 el Grupo Andino completó la construcción de la zona de libre comer-
cio, conformada por cuatro de sus cinco países miembros: Venezuela, Co-
lombia, Ecuador y Bolivia. Perú, por sus graves dificultades económicas
(primera parte de las reformas Fujimori), se marginó temporalmente del
compromiso, si bien continuó manteniendo convenios en relación con los
países de la zona (para reincorporarse a ella en 1995) 32.
Alentada por los resultados de la ZLC, la Junta del Acuerdo de Cartage-
na (JUNAC), al celebrar el 24 aniversario del Tratado, hizo público un do-
cumento con cinco puntos, en el que se planteaba alcanzar un mercado úni-
co de bienes, capitales, servicios, y personas. El Diseño Estratégico del
Grupo Andino -así se denominó la proposición-, difundido en Lima el
26 de junio de 1993, preconizó una serie de temas: reestructuración de los
sectores productivos, desarrollo empresarial, modernización, innovación
tecnológica, recalificación laboral, fortalecimiento de la libre competencia,
y más intensa inserción en la economía mundial 33.
Desde el 4 de marzo de 1993, el Grupo Andino pasó a contar con su
propio arancel externo común (AEC), instrumento esencial de cara a la
unión aduanera. El AEC, cubre el 95 por 100 del total de las subpartidas
que conforman el previo universo arancelario separado de los Estados
miembros 34.
El AEC no corresponde a un modelo económico, proteccionista, sino de
apertura selectiva. El nivel más alto se sitúa en el 20 por 100 ad valorem,
análogo al del Mercosur, México, y al del bloque centroamericano.
La Comisión Ministerial del Grupo Andino aprobó la puesta en vigencia
del AEC a partir del }O de enero de 1995 35 •
A lo largo de las diferentes reuniones, se han ido gestando toda una serie
de actividades, algunas de las cuales han adquirido continuidad en forma de
programas permanentes. Además de las reuniones de los Ministros de Edu-
36 «Mercosur y Comunidad Andina intentan avanzar hacia un área de libre cambio. Los
nueve países de los dos bloques comerciales inician el debate sobre preferencias arance-
larias», Negocios, l.VII.98. También, Sydney Weintraub, «Evaluación del TLCAN»,
Integración & Comercio, mayo-agosto, 1997.
Integración económica
cación, que tienen una importancia especial, debemos mencionar las si-
guientes áreas de colaboración:
ciona por completo el futuro desarrollo económico del área, en la que figu-
ran las siguientes unidades territoriales:
2 Sobre la difícil situación en Cuba tras el hundimiento del bloque soviético, pue-
den verse, entre otros trabajos, discutibles en no pocos aspectos: Eduardo Oppen-
heimer, «Castro, hora final» (Javier Vergara, Madrid, 1993); y Claes Brudenius y
otros, «Cuba en la encrucijada», Cuadernos del Este, n.O 6, 1992. En la Tercera
Cumbre Iberoamericana, de Salvador de Bahía Uulio 1993), se condenó el embar-
go de EE.UU. a Cuba; al tiempo que se enfatizó la necesidad de medidas por el
régimen de Fidel Castro para una transición pacífica a la democracia en la isla.
Desde 1992 Haití y la República Dominicana son países ACP asociados a la UE
por la Convención de Lomé IV.
12. Integración económica en Las Américas (111). EL área del Caribe
A. CARICOM:
Bahamas 13.935 276 3.297 11.940
Barbados 431 266 1.745 6.560
Belice 22.965 216 568 2.630
Granada 344 91 271 2.980
Guyana 91.000 145 1.400 10.000
Dominicana 751 73 218 2.990
Jamaica 10.991 2.522 3.803 1.510
Montserrat 1 102 16 67 4.187
Antigua y Barbuda 440 65 420 6.970
Anguila l 91 9 11 1.222
San Vicente 388 111 253 2.280
Santa Lucía 616 158 532 3.370
Trinidad y Tobago 5.130 1.287 4.851 3.770
1 Estimaciones.
FUENTE: Naciones Unidas.
3Claro es que las salidas por este concepto (viajes a Estados Unidos de residentes en
Puerto Rico) son casi tan importantes como las entradas o incluso mayores.
Integración económica
4 Buena parte de esta sección se preparó con los documentos obtenidos durante mi visi-
ta a]a sede de la CARIFTA (Georgetown, Guyana) en 1973.
Conferencia de Jefes de Gobierno de febrero de 1968, y que sirvió
de órgano administrativo permanente tanto a ésta como al Consejo
de Ministros (con sede en Georgetown, capital de Guyana).
d) El Consejo Regional de Navegación y la «West lndies Shipping
Corporation» (WISCO) como instrumento empresarial del propio
Consejo, armadora de varios buques «federales», es decir, pertene-
cientes al conjunto de los países.
e) El «Caribbean Development Bank» (CARIBANK), con sede en Jamaica.
j) La «Regional Development Agency» (RDA). Esta entidad fue crea-
da para la distribución de la ayuda económica que Canadá, EE.UU.
y Reino Unido concedieron a los ocho países no independientes que
formaban la «West lndies States Association» (WISA), y que eran
los mismos que constituyeron el «Mercado Común del Caribe
Oriental» (ECCM, en inglés), al que nos referiremos luego. La
WISA y la RDA, luego fusionadas y con sede en Barbados~ sirve de
foro y núcleo para las relaciones entre estos ocho pequeños países
con el resto del Caribe y del mundo.
g) La Oficina en el Caribe de la CEPAL, que tiene su sede en Puerto
España, Trinidad.
h) El «Statistical Co-ordinating Advisory Commitee» (SCOAC), crea-
do en 1969 con la finalidad que indica su propio nombre.
-nr
a
12.6.1 El CARICOM
5 Jean-Marie Burgand~ «Le Caricom», en Morí, 508/82, resumido en ICE, Semanal, n.O
1845, 12 de agosto de 1982, pág. 2902. Lawrence E. Mann, «Una evaluación de la Co-
munidad del Caribe», en Integración Latinoamericana, n.O 92, julio de 1984.
() Lawrence E. Mann, «La iniciativa de la Cuenca del Caribe», en Integración Lati-
noamericana, n.O 82, agosto 1983.
+
12, Integración económica en las I\rnéricas (nI). El área del Caribe
En línea con los progresos comentados, y como sucede en los otros pro-
yectos integratorios de las Américas, en el CARICOM también se planteó
acelerar la integración. A t.al efecto, los presidentes de sus países miembros
se reunieron del 30 de julio al 2 de agosto de 1990, en Kingston, Jamaica,
para tomar en consideración el avance hacia un mercado común efectivo.
El resultado más significativo de esa cumbre fue la decisión de estable-
cer una tarifa exterior común, a complementar con la redefinición de las
normas sobre origen de los artículos comercializados en 1a Comunidad; con
un aumento gradual del tratamiento preferencial en el marco de CARI-
COM, coincidiendo con la remoción, hacia mediados de 1991, de todas las
barreras existentes al comercio interno.
Con el mismo sentido integrador, en enero de 1991 se inauguró la bolsa
de valores regional, con listas cruzadas de las empresas cotizadas en los
mercados bursátiles ya existentes (Jamaica, Trinidad y Tobago y Barbados) 7.
En la XIII Reunión Cumbre de los países del CARICOM que se l1evó a
cabo en Puerto España (Trinidad) del 29 de junio al 1 de julio, se avanzó en
la definición de los acuerdos arancelarios para la creación del mercado co-
mún en 1994.
Una moneda común y la profundización de acuerdos en materia de salucL
educación, ciencia y tecnología, son otros temas considerados. La meta del
Mercado Único implica tanto el libre movimiento de bienes y servicios,
como una estructuración eficiente del Arancel Exterior Común (AEC).
También supone el1ibre movimiento del capital y trabajo; así como la armo-
nización de diversas políticas: monetarias, fiscales y económicas de apoyo 8.
que también supuso duplicar la población del mercado que abarcará 13 mi-
llones de personas.
El proceso de integración recibió un nuevo impulso cuando el 5 de julio
de 1998 se decidió la firma de un tratado con la República Dominicana
para la libre circulación de bienes, servicios y capitales 9.
Como complemento de lo expuesto, podemos hacer un resumen de otras
cuestiones relativas al CARICOM:
12.6.3 La AECA
4 Como enviado especial de la Cadena COPE de radio, tuve ocasión de asistir a esas
elecciones generales, «una de las más altas ocasiones que vieron los siglos», que habría
dicho el gran Don Miguel de Cervantes.
5 Sobre el tema, el «Financial Times Survey: Investing in South Africa», 2· V -1995.
etc.- y también sobre sus esperanzas, tres artículos de interés: Roger Matthews, «Sha-
dow over Mandela' s smile. High unemployment and crime are among the many cha-
llenges stil1 facing post-apartheid South Africa», Financial Times, 3.1I1.96; Roger Matt-
hews, «After the miracle, the impossible»>, Financial Times, 28.1Il.1996; y Victor
Mallet, «Case for an African renaissance. Can there be real hope for the continent' s fu-
ture, given the tum1oil?», Financial Times, 5.IV.98. En cuanto a los proyectos en curso
en la SADC y sus perspectivas razonablemente optimistas, puede verse «An African
success story», The Economist, 14.V1.97.
Integración económica
7 Mark Huband, «Egypt turns its face to the south in an effort to exploit region's
growth potential», Financial Times, 19.VIII.1998.
13. Cooperación e integración en África
.,.
13.4 Integración en Africa Occidental: la CEAO y la ECOWAS
o CEDEAO 8
La colonización francesa en el continente negro se desarrolló en dos am-
plias zonas, que recibieron los nombres de África Occidental Francesa
(AOF) y África Ecuatorial Francesa (AEF). Ambas áreas, formadas por
diversos territorios~ funcionaron como uniones aduaneras.
Al acceder a la independencia tales territorios, a partir de 1958, su con-
figuración económica experimentó cambios considerables. Los países de la
antigua AOF mantuvieron una serie de instituciones de cooperación, de las
cuales la más importante es la «Unión Económica y Monetaria del Oeste
Africano» (UEMOA), de la que forman parte Senegal, Burkina Faso (antes
Alto Volta), Benin (antes Dahomey), Costa de Marfil, Togo y Níger.
La Unión tiene una moneda común, el franco CFA ~<de la Comunidad
Financiera Africana)}--, que circula por todo el área. La emite el Banco
Central de los Estados de África Occidental (BCEAO) y se beneficia -y
otro tanto les sucede a los países de la antigua AEF, según veremos des-
pués- de un tipo de cambio fijo y de la convertibilidad plena con el franco
francés, lo cual facilita el intercambio y las inversiones en el área. La perte-
nencia de la CFA al área del franco permite a los países de la UMOA obte-
ner asistencia de París, a través del «Fondo de Ayuda para los Estados de
África y MadagascaD) (FAC).
Una parte de los países de la UMOA constituyeron en 1974 la Comunidad
Económica de Africa Occidental (CEAO), con vistas a la creación de un ver-
dadero mercado común formado por Alto Volta, Costa de Marfil, Níger, Se-
negal, Mali y Mauritania (Tratado de Bamaco del 3-VI-1972, que entró en
vigor el 1-1-1974). Y más adelante, superando anteriores recelos lingüísticos
y de áreas monetarias -y a la vista del relativo éxito de la CEAO-, el 30
de junio de 1975 se concluyó en Lagos (Nigeria) un acuerdo mucho más
amplio, para poner en marcha la denominada ECOWAS, <> Economic Com-
munity of West African Sta tes, o CEDAO. De ella son socios los miembros de
la CEAO, más otros ocho países del África Occidental: Gambia, Ghana, Gui-
nea-Conakry, Guinea-Bissau, Liberia, Nigeria, Sierra Leona y Togo.
8 Gran parte de la información de base para este apartado y los dos siguientes procede
. ;
I
Las instituciones de la CEA son: Asamblea de Jefes de Estado y de Go-
bierno, Consejo de Ministros, Parlamento Panafricano, Comisión Económi-
Integración económica
ca y Social, Tribunal de Justicia, Secretaría General y Comités especializa-
dos.
10 Tres artículos significativos sobre la realidad africana: Jimrny Carter, «There is Hope
of Africa», Time, 5 de octubre de 1992; Stanley Meisler, «Africa At the Botton and Still
Sinking», IHT, 20 de octubre de 1992; Steve H. Hanke, «El capitalismo, la única espe-
ranza para Sudáfrica», en Gaceta de los Negocios, 30 de octubre de 1992.
Integración económica
Sin ningún mesianismo, los vientos de cambios para África pueden venir
del Sur. A raíz del gobierno multirracial de mayoría negra, Sudáfrica podrá
potenciar su papel como país que dispone de unas infraestructuras, unas ca-
pacidades tecnológicas y unas posibilidades financieras que pueden consi-
derarse como las más importantes de toda África. Sin perjuicio de otros po-
los de impulso del desarrollo, como ciertas áreas del Magreb, Egipto o
Nigeria, el Sur sería el área de irradiación para incorporar a la economía y
a la sociedad africanas, sin agobiantes occidentalizaciones consumistas, a]
progreso del siglo XXI.
14. Asia/Pacifico:
cooperación e integración
~
Integración económica
reserva del mundo de petróleo y gas, todo parece estar en función de gue-
rras de religión, enfrentamientos culturales, e intentos de mantener regíme-
nes muy lejos de cualquier viso de democracia. Inevitablemente, con ese
panorama, resulta dificil cualquier proyecto de cooperación regional, salvo
en la Península Arabiga, donde funciona el Consejo de Cooperación del
Golfo, desde 1982, cuando en plena conflagración Irak I Irán, se constituyó
por los países del área que no intervenían directamente en el conflicto (aun-
que prestaban su ayuda a Irak): Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Arabes
Unidos, Omán y Qatar.
E incluso en el entorno de Israel hay proyectos de integración, desde
luego, altamente problemáticos. En ese sentido, la reunión de Ministros de
Asuntos Exteriores celebrada en El Cairo el 8 de febrero de 1995 (Egipto,
Jordania, Israel, y la Autonomía Palestina) resultó sorprendente en su pro-
pósito de establecer una Zona de Libre Comercio entre los cuatro países, en
]a idea de que luego se incorporarían Siria y El Líbano, formándose de ese
modo la denominada Middle East and North Africa Region (MENA). Sin
embargo, la representación palestina bloqueó el proyecto, al poner de relie-
ve la flagrante contradicción de que Israel hable de integración, y que al
mismo tiempo mantenga toda clase de obstáculos a la libre circulación den-
tro del territorio palestino.
La reunión cairota tenía algo que ver con las iniciativas anteriores de
Casablanca en 1994, y de Anman, en 1995, cuando tras la Conferencia de
Paz en Madrid todo parecía que iba a ser posible. Pero, ciertamente, en los
últimos años, la actitud del Presidente del Gobierno de Tel Aviv, Netan-
yahu, contraria a la idea de «territorios por la paz», ha venido obstaculizan-
do los intentos en ese sentido 1•
Asia Meridional todavía está muy influenciada por su pasado colonial y los
conflictos que se derivaron, desde 1947, a consecuencia de la partición del
gran florón de la Corona de la Reina Victoria. Las naciones emergentes
fueron India y Pakistán. Pocos meses antes Birmania había ganado la inde-
1 Julian Ozanne, «Separation~ mars Middle East integration», Financial Times, 9.11.95
14. Asia/Pacifico: cooperación e integración
pendencia, y un año más tarde lo haría Ceilán (hoy Sri Lanka); y pasado un
tiempo se emanciparía el archipiélago de las Maldivas (1965).
En otras secuencias, se produjo la secesión del Pakistán Oriental, de la
que surgiría Bangladesh en el delta del Ganges (1972); sin olvidar Jos parti-
cularismos de los principados del Himalaya: Nepal, Bután y Sikkim, bajo
protección británica durante más de un siglo, y de los cuales los dos prime-
ros son hoy naciones soberanas (bajo fuerte influencia india), en tanto que
el tercero lo fagocitó la propia Unión India (1975); como previamente ha-
bía sucedido con los reinos de Hyderabd (1948) y Mysore (1956); y con
Goa y los demás enclaves portugueses (1961), recuerdo que eran de las
descubiertas de Vasco de Gama.
«No hay muchos motivos para la celebración», fue el casi unánime co-
mentario en 1997 sobre el primer medio siglo de vida independiente de la
India, por ser mayores las frustraciones que las venturas 2. Jawarlahal Neh-
fU, primer mandatario de la nueva India, anunció en 1947 una gran lucha
contra la ignorancia, las desigualdades, la enfermedad, la intolerancia reli-
giosa y el sistema de castas. Males, todos ellos, que en mayor o menor me-
dida existen aún hoy en el subcontinente, y que incluso se han agravado por
las discordias en la inmensidad demográfica que va del árido Beluchistán
en el Oeste, a los húmedos valles de Birmania al Este; y desde los hielos
del Everest a Kandy, en el cálido ecuador ceilandés.
Una sucesión de conflictos, odios raciales, religiosos, y toda suerte de
animosidades, separan a los países del gran escenario: India y Pakistán no
encuentran la solución a sus enfrentamientos por Cachemira y al Sur, en Sri
Lanka, prosigue el sangriento separatismo tamil; sin olvidar las luchas en-
tre minorías (sijs, etc.), ni la férrea dictadura militar de Birmania.
cer Mundo, corroído por sus propias miserias y con sólo algunos enclaves
geográficos y tecnológicos en evidente progreso.
Por comparación con la espectacularidad del crecimiento chino --el PIB
real se multiplicó por cuatro entre 1949 y 1997-, para afrontar su gran
modernización, India carece hoy de un motor capaz y efectivo. El viejo
Partido del Congreso del Mahatma Gandhi y de la familia Nehru -Jawar-
lahal, Indira y Rajiv-, se encuentra en sus horas bajas, y la frágil coalición
gobernante, aparte de a las cuestiones económicas ha de enfrentarse a mu-
chas otras dificultades, incluyendo la propia viabilidad del conglomerado
indio como nación. Lo cual no va a hacemos desconocer la existencia de un
impresionante aparato burocrático y militar centralizador (herencia en gran
medida del Raj británico), ni de una burguesía considerable, que aspira a
recrecer el mercado nacional forzando algunas medidas de liberalización
económica. Sin dejar tampoco en el olvido a los miles de economistas y
ejecutivos definitivamente orientados a la economía monetarista neoliberal.
Tras el asesinato de Rajiv Nehru en 1991, pareció que la liberación eco-
nómica acabaría por llegar. Sin embargo, las buenas perspectivas que supuso
el gobierno de Rao (no exento de las habituales corrupciones) se vieron tras-
tocadas con la llegada al poder, en marzo del 98, del Partido político Barati-
ya Janata (BJP), que formó gobierno encabezando una coalición de 17 parti-
dos, con una política nacionalesta I hinduísta a ultranza, que se planteó no
sólo acentuar el enfrentamiento con Pakistán (para ello se hicieron las pri-
meras pruebas nucleares oficialmente declaradas, que a su vez ocasionaron
las del propio vecino), sino también de vuelta al proteccionismo 3.
Las señaladas actitudes van a dificultar las inversiones extranjeras, por
mucho que India esté resistiendo bien (por la inmensidad de su mercado to-
davía muy cerrado) ]a crisis asiática 4. Todo lo cual no quiere decir que en
la India no haya áreas y sectores de gran prosperidad, como el estado de
Punjab y el área de Bombay; y el caso sectorial del software, favorecido por
la difusión del inglés y los bajos salarios 5. Por lo demás, la comunidad in-
ternacional vio con preocupación el cese de Montek Singh Ahluwalia como
Secretario de Finanzas en agosto de 1998, después de haber conducido du-
rante siete años -a pesar de los cambios de gobierno-- las refomas econó-
micas 6.
7 Mark Nicholson, «South Asian states plan free-trade zone», en Financia] Times,
3.V.1993, pág. 5.
Integración económica
Dentro del Asia meridional, y como un caso muy especial está la Repú-
blica de Maldivas integrada por 1.192 pequeñas islas, de las cuales sola-
mente 200 están habitadas; además de otras 72 que se dedican al turismo
internacional, y que a todos los efectos llevan una vida separada de la po-
blación local de unos 200.000 habitantes.
El problema de las Maldivas es el calentamiento global -al cual vamos
a referirnos con alguna extensión en el capítulo 17-, estando ya amenaza-
das más o menos gravemente el 50 por 100 de sus islas habitadas, desde el
punto y hora en que la altitud media sobre el mar es de un metro.
Tres de las islas ya hubieron de ser abandonadas, y su población transfe-
rida. No es extraño, pues, que los representantes del país se presenten en
los foros ecológicos del mundo para denunciar su situación, clamando por
que se ponga fin a la emisión de gases de invernadero; de otro modo, al rit-
mo actual, el país desaparecería en el mar para el 2050. Lo cual no parece
ser ningún problema desincentivador del turismo -250.000 visitantes en
1997, más que la población local-, pues se calcula que por el volumen de
afluencia, debido a la belleza de las islas y sus playas, y al morbo de su po-
sible desaparición, una instalación hotelera puede amortizarse en cinco
años 8.
R Harry Maurer, «Tourists flock to a sinking paradise ... », Business Week, 18.IX.1995.
9 Nora B. López, «ASEAN, de la integración económica a la integración política», en
XXI, Madrid, 1990. Del mismo autor, «Pautas comparadas de industrialización: los NPI
de Asia y de América Latina», en el Boletín Semanal de Información Comercial Espa-
ñola, 21 de enero de 1991, págs. 129 y sigs.
14. Asia/Pacifico: cooperación e integración
11 Ted Bardcke, «Boing plan for merger approved», Financial Times, 24.VII.97. «Lea-
Camboya y Laos 12. El líder natural de la EAEG sería Japón, pero su aco-
gida a la propuesta del Premier de Malasia fue sumamente cautelosa, con
toda seguridad para no crear suspicacias en sus principales mercados
(EE.UU. y la CE).
La respuesta de EE.UU. a la propuesta de la EAEG fue indudablemente
inteligente: el país asiático de mayor peso, Japón, y la propia ASEAN ya
están en el proyecto APEC -al que nos referimos en la sección siguien-
te-; por ello mismo, la EAEG debilitaría la idea APEC, aumentando inne-
cesariamente las tensiones EE.UU.-Japón. En cualquier caso, la decisión de
la ASEAN, adoptada en la primavera de 1992, de iniciar el proceso hacia
una zona de libre comercio de todos sus Estados miembros (Asean Free
Trade Area, o AFTA) 13, significa un nuevo e importante impulso para la
propia ASEAN. Esos propósitos tampoco emocionan a EE.UU., como pudo
comprobarse en la reunión de la APEC en Singapur, en julio de 1993; y
precisamente para reforzar APEC versus ASEAN y posibles derivados,
EE. UU. auspició una nueva reunión organizativa (Seatde, noviembre,
1993) 14.
Y serían los rápidos avances del APEC los que con el acento en el glo-
balismo versus regionalismo, en la gran extensión Asia / Pacífico acabarían
con la idea de la EAEG. Esa dialéctica globalizadora recibió un fuerte im-
pulso con la crisis asiática, durante la cual, como vimos en 3.14.3., el FMI
y EE.UU. se volcaron en ayudar a los países más afectados de la región.
Con la recién mentada crisis asiática, las expectativas de los países de la
ASEAN se deterioraron considerablemente, y n~ es extraño que cambiara
el previo turno coral de alabanzas sobre el modelo asiático de crecimiento,
sus grandes valores, etc. 15. Deslucido el panorama, empezaron los repro-
ches contra los mismos dirigentes políticos a quienes se había atribuido el
boom, especialmente la despótica y saprofitica familia Suharto.
Pero todo ello no significa que la crisis asiática vaya a ser eterna, ni que
los países de la ASEAN vayan a entrar en una decadencia irreversible. Con
toda seguridad, una vez pasados por la purga de la modestia, la regenera-
ción política, y la reestructuración económica, volverán a tener un papel re-
levante en el concierto económico internacional 16.
12 Richard Homik, «Member-Only Fears», Time, 25 de febrero de 1991, pág. 57. Tam-
bién The Economist, 9 de marzo de 1991, pág. 62.
13 Sobre los problemas y fases de creación de la AFTA, a lo largo de quince años, «Ase-
an free trade zone spulters into action»), en Financial Times, 26 de enero de 1993, pág. 3.
14 The Economist, 31-VII-1993, pág. 22.
15 Algunos artículos son bien ilustrativos de esa actitud de admiración: «Can Malaysia
take that next big step?», The Economist, 19.II.96; «Petronas takes in global panorama»,
Financial Times, 25.X.96; «Asean success lures westem», Financial Times, 26.VII.96;
«Philippines set for liger growth rate)), Financial Times, 2.IX.98.
16 «The Suharto», Business Week, 19.VIII.96.
14 .. Asia/Pacifico: cooperación e integración
14.5 La APEC
En la configuración del nuevo mapa de relaciones económicas internacio-
nales, el fuerte crecimiento de las relaciones económicas entre la orilla
asiática del Pacífico y el frente de las Américas al mismo Océano, impul-
sadas inicialmente por EE.UU. y Japón, y difundidas después a todo el
amplio espacio marítimo, era lógico que se alcanzará algún tipo de formali-
zación, precisamente a través de la APEe (Asia/Pacífic Economic Coope-
ration o Cooperación Económica de Asia y el Pacífico).
El acta de nacimiento de la entidad que nos ocupa, se suscribió en la
reunión celebrada en Camberra en noviembre de 1989, Y a ella asistieron
17 Para algunos detalles de interés sobre los «dragones», The Economist, 19.XII.1992,
pág. 73, «Attractive Dragons». También, Pablo Bustelo, «Tailandia, ¿el quinto dra-
gón?», R/CE. 18.//1.1993, págs. 875-892.
Integracion eCOnOmlCd
19 «La cumbre de la APEe apuesta por una mayor liberalización para combatir la crisis
asiática», ABe, 24.XL 97.
20 C.A.L., «Asia-Pacífico da un paso adelante en la liberalización comercial»,
Negocios, 24.X1.97
p
22 Tony Walker, «Five nations in pact to develop NE Asian region», Financial Times,
31.V.1995.
Cuarta parte
15.1 Antecedentes
te plaza financiera que es hoy, «German Roots», un interesante artículo sobre la exposi-
~
Los grandes ternas actuales de la estructura económica internacionaL
ción que en el Museo Judio de esa ciudad se celebró en relación con los grandes banque-
ros (The Economist, 19.XI.1994). Acerca del nuevo rostro de las multinacionales, y el
impulso reciente para grandes fusiones y adquisiciones, el suplemento especial de The
Economist «Big is back. A Survey on Multinationals», 24.VI.1994.
4 Christopher Tugendhat, The Multinationals, Pelican Books, Londres, pág. 33.
15. Empresas multinacionales
6 Pueden verse a este respecto los siguientes trabajos: David Marcus, especialmente su
tesis doctoral «The trilateral Commission»), mimeografiado, Camberra, 1979; M. Cas-
tells, La teoría marxista de la crisis económica, Siglo XXI, Madrid, 1978; E. Ruiz Gar-
cía, La Era de Carter, Alianza Editorial, Madrid, 1978.
15 . Empresas multinacionales
No es demagogia tomar buena nota del gran poder de las EMNs. Por
ello mismo se hace necesario estudiar sus características y saber si real-
mente pueden ser controladas. Dos temas que abordamos en las siguientes
secciones de este capítulo.
7 Entre los miembros «intelectuales» de la trilateral cabe citar a los economistas Ac-
kley, Arthur Burns, a los diplomáticos Kissinger, Bal) y Reischauer; y a Jos miembros
del equipo Carter --en el que en ] 979 había 17 «trilateralistas»-- Walter Mondale, Cy-
rus Vance y Zbigniew Brzeizinski. En 1986, en línea con la 12. 0 cumbre de los Siete, la
Trilateral en su reunión de Madrid, en mayo, se pronunció por una coordinación siste-
mática de la economía de los grandes (El País, 19 de mayo de 1986).
Los grandes temas actuales de la estructura económica internacional
nando EMN deben ser denominadas «Empresas transnacionales», según algunos autores,
ya que más que empresas de dos o más naciones, son empresas de una sola nación, pero
que tiene actividades más allá de sus fronteras. En el capítulo 11, al ocupamos de la doc-
trina del Mercado Subregional Andino, ya tuvimos ocasión de comentar la cuestión.
10 Naciones Unidas, Informe sobre las Empresas Multinacionales, Nueva York, 1973.
15 .. Empresas multinacionales
12John A. Byrne, «Jack. A c10se up look at how America's number one manager mns
GE», Business Week, 8. VI. 1998.
,
Cuadro 1. Multinacionales ubícuas: las veinte primeras del mundo
:l
20 17 Johnson & Johnson EE.UU. 14,032 7,5 27 3,419 499.083 QJ
n....,.
o
I~
NOTAS: Cifras en pesetas al cambio de 151,1 vigente al 28. VIL98. B = billones; M = millones.
--
FUENTE: Business Week, 13.VII.98.
Los grandes temas actuales de la estructura económica internacional
3) La Shell, multinacional angloholandesa ha desbancado en el tercer
puesto a Exxon ahora en el sexto y que con anterioridad figuraba en
los primerísimos puestos de la clasificación general. Es, en gran
parte, el resultado del boom petrolero del Mar del Norte, que con
otras circunstancias tiene sumida a la mayoría de los países de la
OPEP en graves dificultades, a causa de la caída de precios por el
crecimiento de la oferta.
13 Business Week, 13.VII.98. «Assistant attomey general Joel Klein on Merger, antitrust
policy», FYI, 19.VL98; «Global business», Financial Times; Bill Javetski et alia, «The
age of mergers. There's no escaping globalization now)), Business Week, 15.IV.1996;
Gary McWilliams et aUa, «SBC-Pactel: a credible Hulk? After deregulation, scale ma-
kes all the difference», Business Week, 15JV.1996 The Economist. «Meet a global fac-
tory», a survey of manufacturing, 20. VI. 1998.
14 Financial Times Review, «Mergers and Acquisitions, 26.VI.98.
Valor
Adquirida Adquiriente Mili. dólares
Valor
Adquirida Adquiriente Mili. dólares
NOTA: Para este capítulo, además de la bibliografía citada en cada caso, se han teni-
do en cuenta, los siguientes trabajos: Peter F. Drucker, Innovation and Entrepreneurs-
hipo Practice and PrincipIes, Perennial Library, Nueva York, 1986; Michael E. Porter,
La ventaja competitiva de las naciones (versión española), Plaza y Janes, Barcelona,
1991; Peter F. Drucker, Mi vida y mi tiempo (versión española), Ciencias de la Direc-
ción, Madrid, 1992; Philip Glouchevitch, Juggernaut. The German Way of Business:
Why It Is Transforming Europe and the World, Simon & Schuster, Nueva York, 1992;
Clara Eugenia Núñez y Gabriel Tortella (eds.), La maldición divina. Ignorancia y atra-
so económico en perspectiva histórica, (versión española), Alianza Editorial, Madrid,
1993; Henry Wendt, Global Embrace. Corporate Challenges in a Transnational World,
Haper Business, Nueva York, 1993.
Población y
16.
alimentación mundial
mo sentido otros autores, entre ellos Amos H. Hawley, Ecología Humana, Tecnos, Ma-
drid, 1966, pág. 90.
2 CarIo M. Cipolla, The Economic History ofWorld Population, Pelican, s.a edición, re-
FUENTES: Carla M. Cipolla, op. dt.. pág. 101, hasta 1950. Para 1995 INEO. Fondo de Población,
ONU, para 2025 (proyecc.).
>
1 b. Pobtaflón y aUmentación nlundial
~-_.~~--,_.----_.~~_.~-~-----------------------------------------
ríodos más o menos largos las tasas de mortalidad se elevasen a niveles de
150-300 o incluso 500 por 1.000 3 .
El análisis de Cipolla de la historia demográfica de la Tierra sugiere que
en el futuro las tasas anuales de natalidad y mortalidad encontrarán un nue-
vo «equilibrio», después de haber seguido ambas una tendencia de clara
evolución descendente. Este proceso temporal podría resumirse en pocas lÍ-
neas~ primero cae la tasa de mortalidad, después empieza a suceder lo pro-
pio con la de natalidad. El problema radica, pues, en si antes de llegar a ese
nuevo «equiJibrio» demográfico de la era neotécnica no se quebrará el pro-
pio equilibrio ecológico de la Tierra, a causa de la superpoblación en el
Planeta o en muchas de sus áreas. Se trata de un peligro totalmente nuevo,
desde el momento en que la potencia de los medios humanos de deterioro
es casi inconmensurable, con el agravante adicional de que esa circunstan-
cia se da sincrónicamente en casi toda la superficie del globo.
LC
-:
Q.I
Población Tasa media Tasa de Tasa de Esperanza Mortalidad Población Tasa media de Tasa de :;
o..
en millones anual de nRtandad, mortalidad, de vida infantil, urbana crecimiento fecundidad rt>
V'l
Grandes áreas crecimiento por 1.000 por 1.000 (años) por 1.000 (% Total) pob.urbana (bijos por rl
(1)
EUROPA
3.112,7
498,4
4.912,5
515,2
1,8
0,2
27
13
8
11
65
75
64
11
34
73
4,2
0,7
3,3
1,7
I~.3
,...
(1)
1850 los cuarenta, en 1900 los cincuenta, en 1940 los sesenta 4, y en 1980
se superaron por fin los setenta. En los PMD, la EVN está todavía entre 50
y 65 años, pero el recorrido a los 70 años no llevará dos siglos; alcanzarán
cotas elevadas en poco tiempo. Lo cual acelera aún más la explosión demo-
gráfica. Por 10 demás, en las PI la tendencia es muy marcada al envejeci-
miento de la población 5.
Por otra parte, desde el arranque de la revolución industrial, está produ-
ciéndose una creciente concentración humana en las ciudades, en todo un
proceso que no presenta indicios de detenerse. En 1960, el 62,2 por 100 de
la población mundial (casi dos seres humanos de cada tres) aún vivía en zo-
nas rurales; y sólo un 20 por 100 lo hacía en núcleos de más de 100.000 ha-
bitantes. En 1990, se estimaba que ya sólo el 40 por 100 vive en el campo,
y que más de] 50 por 100 ]0 hace en ciudades mayores de 100.000 habitan-
tes. Urbes millonarias, casi siempre, rodeadas de sus propios cinturones de
pobreza, inseguras, acosadas por todos los problemas de una sociedad frag-
mentada e insolidaria.
Como síntesis bien expresiva del fenómeno de hiperurbanización que
comentamos, el cuadro 3 nos muestra la evolución, desde 1960, con la pre-
visión para el 2000 de algunas aglomeraciones significativas. De todas
ellas, México es el caso paradigmático de gran conurbación de un PMD
que crece de forma más que espectacular; a base de incorporar a masas ex-
pulsadas del medio rural, que en un medio urbano mísero se transforman
en una nueva clase de marginados, el lumpen urbano, con gran proporción
de desempleados, viviendo de la mendicidad, del crimen, etc., en medio de
la aparente inhibición general 6.
4 Alfred Sauvy~ Croissance Zero?, Calmann-Levy, París, pág. 133 (versión española de
Dopesa, Barcelona, 1973).
5 Sobre el tema del envejecimiento de la población pueden verse algunos artículos de
interés: «Rusia. Free at last, to die», The Economist, 21.IX.96 (con datos dramáticos de
la disminución de la esperanza de vida al nacer después de la disolución de la URSS);
«Growing old extravagantly. Early retirement is aggravating the pensions problem al-
most as fast as demography. But raising the retirement age is not a sufficient cure», The
Economist, 20.VI.98; Richard Posner, «Don~t laugh. Aging and old age», The Univer-
sity of Chicago Press, 1996, The Economist, 20.lV.96; Clive Cookson, «Scientists iden-
tify gene linked to ageing process», Financial Times, 12.IV.96.
6 Sobre el tema del crecimiento de las ciudades, merecen ser citados: Carlos Novo,
1. Nueva York- 14,2 Nueva York- 16,3 Tokio- 17,3 Tokio- 19,7 Tokio- 23,5 México 31,6 ~
(j)
c..
4. Rin-Ruhr 8,7 Shanghai 10,0 Shanghai 10,9 Sao Paulo 12,5 Sao Paulo 18,7 Nueva York- 22,2 ('1)
~
Los grandes temas actuales de la estructura económica internacional
7 Sobre las enfennedades que podrían incidir en la evolución demográfica: Laurie Ga-
rret, The coming plague. Newly emerging diseases in a world out of balance, Farrer
Strauss Gioux, Nueva York, 1994; y Richard Preston, The hot zone. A terrifYing true
story, Random House, Nueva York, 1994. Sobre las insuficiencias de la OMS ante la re-
vivencia de viejas enfennedades y la aparición de obras nuevas, Po Drietnich y V. Er-
makow, «How the world Health Organization Has Let the World Down», IHT,
21.VIII.1995, pág 6. Sobre el sida, «The profits and 10sses of AIDS. To end the AIDS
epidemic requires not merely effective drugs, but an effective vaccine. Where is the in-
centive to make one?», Finanacial Times, 13.VIl.96; Michela Wrong, «Uganda's open-
ness in tackling Aids has led to sharp falls in infection rates», Financial Times,
31.XII.96/1.I.97; John Carey, «Is the aids news as good as it looks? Immune systems
may never fully recover», Business Week, 19. V .97; David Pilling, «Tamed in the rich
west by expensive miracle drugs, Aids is exploding in the poor world», Financial
Times, 1.VII.98.
Los grandes ternas actuales de La estructura económica internacional
(Alianza Editorial, Madrid, 4. a ed., Madrid, 1982) he examinado estos argumentos con
algún detenimiento.
-roo
16. Población y alimentadón mundial
río está en función de las tendencias de la población 11. Este modo de pen-
sar es optimista, pues como colofón de él resultaría que el crecimiento de la
población determina en cada momento las formas de producción que resul-
tan más aptas para obtener los alimentos demandados. Un razonamiento
que es cierto hasta un punto determinado y en un contexto concreto, pero
que deja de serlo en situaciones de explosión demográfica, en áreas o paí-
ses superpoblados como pueden ser India, Pakistán, el Valle del Nilo, la
Isla de Java, y en el futuro tal vez Filipinas, e incluso Indochina.
Según la FAO la situación alimentaria mundial en 1973 fue la más dificil
que se había conocido desde los años de las devastaciones ocasionadas por
la segunda guerra mundial; especialmente en la zona africana de Sahel, In-
dia, Pakistán, Bangla-Desh, etc. Y si la lJRS S y China escaparon a la esca-
sez, o incluso al racionamiento, fue porque pudieron recurrir al mercado
mundial, realizando grandes compras de cereales a EE.UU. y Canadá.
Pero no todos los males deben achacarse a la insuficiencia de la produc-
ción o a las malas cosechas por causas meteorológicas. El hambre es tan
antigua como la humanidad. Más bien habría que ver una de las raíces del
problema en la defectuosa distribución de la riqueza. Incluso en tiempos re-
cientes, en los países más ricos del sistema capitalista, se dieron años de
hambre. Arthur Koestler en sus Memorias nos relata cómo «en 1932 había
siete millones de desocupados en Alemania, lo que quiere decir que uno de
cada tres obreros vivía de limosna. En Austria, Hungría y los países circun-
dantes la situación era similar o peor. La carne, el café, la fruta se había
convertido en lujos fuera del alcance de vastas zonas de la población; hasta
el pan se medía en la mesa en delgadas tajadas; sin embargo, los diarios ha-
blaban lacónicamente de miles de toneladas de café arrojadas al mar, de tri-
go quemado, cerdos y naranjas rociados con keroseno para facilitar las con-
diciones del mercado» 12.
Sin embargo, la crítica de la forma de producción y de la distribución de
la riqueza, tampoco debe llevar a la conclusión de que eliminada la explota-
ción del hombre por el hombre, y abierto el camino de la igualdad, la hu-
manidad podría crecer de manera indefinida. Existen unos límites técnicos,
independientemente del sistema económico.
Pasamos ahora a ocupamos de cómo podría resolverse el problema de la
posible escasez de alimentos. En este sentido, nos parece que los principa-
les aspectos a examinar son los tres siguientes: superficie de tierras utiliza-
bles; revolución verde; y desarrollo de nuevas fuentes de alimentos como
posibles sustitutos de los convencionales.
Sin embargo, con ser de interés todo 10 anterior, es evidente también que
en las décadas de los 80 y 90, las tendencias fundamentales, y más amena-
zadoras, en la economía del Tercer Mundo, y sobre todo de las zonas tropi-
cales, han sido la deforestación incontrolada, la roturación más o menos
anárquica, y la expansión de los llamados «cultivos de plantación»; es de-
cir, de aquellos prioritariamente enfocados para la exportación al primer
mundo: fibras textiles, semillas oleaginosas, frutas tropicales, café, te, ca-
cao, etc.
La mucho menor atención que se presta a los cultivos alimentarios loca-
les, contribuye a aumentar la dependencia de los países menos desarrolla-
dos respecto a los suministros de las naciones industriales, que tienen gran-
des excedentes agrícolas, especialmente de cereales y lácteos. De este
modo, el binomio pan-leche (que hasta hace bien poco prevalecía frente a
los tubérculos y leguminosas) se convierte en el primer paso de toda una
serie de nuevas formas de dominación alimentaria, con grandes posibilida-
des para las multinaciones del ramo: con lo cual se crean situaciones difici-
les para las producciones tradicionales más económicas y adaptadas, y que
serían muy mejorables.
A corto plazo, los gobiernos de los países con dificultades para alimen-
tar a sus poblaciones crecientes en un medio ambiente cada vez más dete-
riorado, aspiran a beneficiarse de las grandes importaciones de excedentes
13Nyle C. Brady, «Una nueva revolución verde», en Perspectivas Económicas, n.O 53,
1986/1, págs. 27 y sgs.
íntprnacional
del Norte a bajo precio; pero a medio y largo plazo, ello significa un desin-
centivo brutal para el propio desarrollo agrario, así como una traumática
«occidentalización» alimentaria que empieza con el binomio pan-leche y
termina en las hamburgueserías 14,
Con lo cual llegamos al verdadero fondo de la cuestión: el hambre en el
mundo puede ser detenida, y el contraste entre las preocupaciones por la
obesidad/dietas bajas en calorías en el Norte, y por la desnutriciónlmalnu-
trición en el Sur, cabe ir amortiguándolo. Pero no simplemente exportando
cada vez más excedentes del Norte al Sur que arruinen a los agricultores
locales, sino creando, con ayuda solidaria internacional, estímulos para la
propia producción de los alimentos más adecuados; como ha dicho G. Ed-
ward Schuch --del Banco Mundial- se trata, en gran medida, de potenciar
e] propio capital humano 15 para entender mejor e] medio, asociar agricultu-
ra tradicional y nuevas tecnologías -la agricultura de callejón, asociando
cultivos arboreos y de plantas anuales- buscando un sistema autososteni-
do, que combine abono orgánico y fertilizantes artificiales, y que frente al
productivismo de las EMN se preocupe más de la conservación de recursos
y de] medio ambiente en general. Esa es la función que en sus experimenta-
ciones se ha asignado el «Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola
Internacional» (CGIAR) del Banco Mundial 16.
D.C.,1986.
~
• 16. Pobladon y ahnlentarión mundial
dentes del petróleo, gas metano, papel, etc.) en igual peso de células o en
200 gramos de proteína pura. El completo éxito de tales ensayos sería im-
portante para el futuro alimentario de la población mundial. Sin embargo,
aún parece quedar mucho camino para pasar de las experiencias de labora-
torio a la aplicación en gran escala.
Para el período «transitorio», en espera de que puedan llegar los alimen-
tos químicos, "los Océanos se presentan todavía como una reserva mal ex-
plotada. La fuente básica vegetal de los Océanos es el fitoplancton, fonna-
do por algas y diatomeas microscópicas que realizan la fotosíntesis
aprovechando la luz solar y las sales y elementos del suelo marino y en sus-
pensión en el agua. De este modo, fabrican sustancia orgánica que sirve a
su vez de alimento para otros seres superiores en la cadena de la vida. Ade-
más, las algas generan sustancias orgánicas que diluidas en el agua propor-
cionan alimento a las bacterias, las cuales purifican las aguas y se convier-
ten en alimento del zooplancton (larvas de peces, pequeños crustáceos,
etc.). Este, a su vez, es el alimento de otras especies. Pero lo cierto es que
en los pasos sucesivos en la escala de la vida marítima, el rendimiento en
calorías no sobrepasa ellO por 100 de un escalón a otro. ASÍ, resulta que se
necesitan 5.000 calorías de fitoplancton para obtener el equivalente a 100
calorías en arenques, lOen caballa y tal vez 1,5 en atún.
Otra fuente futura de alimentos en la que los éxitos alcanzados por los
investigadores permiten basar grandes esperanzas, consiste en la síntesis
proteínica por métodos artificiales. Hoy en día, en Estados Unidos, el con-
sumo de proteínas semisintéticas a partir de detenninados productos vege-
tales está cobrando cada vez mayor importancia; se utilizan como materias
primas diversos productos: semilla de algodón, girasol, cacahuete, etcétera.
Con todo, estas proteínas industriales se encuentran todavía en período ex-
perimental.
17 Pedro Corral, «La cumbre de Roma termina con ]a promesa», ABe, 18.XI.96.
18 Carlos Berzosa, «Un orden más equitativo», El Mundo, 28.XIl.96. Para otros puntos
de vista sobre el mismo tema: Alison Maitland, «The wheat from the chaff. Sifts the
scientific and statistical arguments over whether the world will be able to feed itself in
the next century», Financial Times, 17. X.96; «Feeding the world. People are hungry
because they are poor, not because the earth is running out of food», The Economist,
16.XJ.96.
19 Sobre este concepto y diversidad de asuntos conexos, puede verse mi libro Ecología
;ínt~ntauon mundial
20Marc Ulmann, «Les Chinoises prennent la pilule», L'Express, n.O 110,7-13 agosto
1972, págs. 25. M. Ferrer Regales, La explosión demográfica, n.O 15 de la colección
Grandes Temas, Salvat, pág. 109.
df1 ~~ estructura ¡nternacionai
2\ Paul R. Ehrlich, The Population Bomb, Pan, Londres, 19.71, pág. 10.
22 Paul R. Ehrlich, ob. dt., pág. 10.
16. PoblaClon y alÍlnentadón mundial
Claro es que el informe del MIT fue objeto de numerosas críticas, entre
las que destacó la del equilibrio de investigadores de la Universidad de Sus-
sexo Asimismo originó libros como el de Alfred Sauvy (Croissance Zéro?),
donde seguía latiendo el temor por el envejecimiento de la población fran-
cesa; sin duda por el recuerdo de la débil natalidad del período de entregue-
rras 1918-1939 a la cual se atribuyó la debacle frente a Hitler en 1940 24 .
25 Jonathan Lieberson, «The Debate on population», The New York Review 01 Books,
1986.
26 Manuel Ferrer Regales. «La población como problema», Universidad de Navarra,
Pamplona, 1986.
17 Según la cual el desarrollo económico se encarga de resolver los problemas de la po-
págs. 19 y sigs.), con interesantes apreciaciones sobre la que aquí denominamos la pri-
mera Ley de Malthus. Nada, sin embargo sobre la más vigente segunda ley. También el
artículo de Juan Díaz Nicolás. «Después de El Cairo», en el Anuario El Mundo 1995.
16. Población y abnlentadón mundial
..
bre Desarrollo Social de Copenhague, de marzo de 1995; sin olvidar la
Conferencia de la Mujer, Pekín, octubre de 1995.
En esas reuniones, en apariencia más antropológicas y sociológicas que
no económicas, lo que se ha ido buscando son nuevos métodos de partici-
pación de los sectores oprimidos y marginados de la sociedad en el desa-
rrollo. Lo cual acaba siendo una cuestión económica fundamental, de su-
. .
pervlvencla.
Los derechos humanos constituyen, desde luego, una parte fundamental
de la vida. Hasta el punto de que el Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD), construye anualmente un in dice de desarrollo hu-
mano (IDH), en el que se computan no sólo los factores económicos, sino
también de educación, cultura, sanidad, libertades políticas, etc 31.
En cuanto al desarrollo social, lo que en Copenhague 95 se buscó~ fue la
lucha contra la pobreza, posibilitar el acceso a los recursos productivos
para romper el círculo vicioso de la indigencia, en pro de la ayuda a los me-
nos desarrollados, con base en los dividendos de la paz (menores gastos
militares por la distensión Este/Oeste). Tras muchos debates, se acordó un
Programa de Acción no Vinculante; dentro del cual se aceptó la idea de que
los países menos desarrollados, con la ayuda de los más, dediquen como
mínimo un 20 por 100 de su presupuesto nacional a servicios sociales bási-
cos; 7 puntos por encima de la media actual 32 •
En lo relativo a la Cumbre de la Mujer --contra su marginación, por su
igualdad con el hombre, a favor de su presencia plena en la sociedad-, la
información en la prensa diaria en octubre de 1995 sobre el encuentro de
Pekín, fue exhaustiva; cubriendo tanto los preparativos como los numerosos
incidentes que se produjeron durante su celebración en la capital de China,
con más de 25.000 delegadas. En cualquier caso, no cabe duda de que la
Conferencia marcó un verdadero hito 33. Entre otras cosas, porque el Vatica-
no, por primera vez, envió una delegación presidida por una mujer.
3\ Vease PNUD, «Desarrollo Humano: Informe 1992», Tercer Mundo Editores, Santa
Fe de Bogotá, 1992.
32 Sobre la Cumbre de Copenhague, puede verse Negocios, 6.111.1995 y Financial Ti-
mes, de los días 6 a 13 de marzo. También, «La cumbre social crea un marco global de
actuación», en One Country, enero/marzo 1995, pág 1 Y 4.
33 Taciana Fisac «Mujeres en China», Madrid, 1995.
17. Cuestiones energéticas
-m
17 .. Cuestiones energéticas
TOTAL MUNDIAL 66,3 66,7 66,8 67,0 68,4 69,4 71,6 73,8
(1) Angola, Bahrein, Brunei, Camerún, Colombia, Congo, China, Egipto, Malasia, México, Omán,
Papúa Nueva Guinea, Perú, Siria, Trinidad y Tobago, Túnez, Vietnam y Yemen.
(2) Las cifras de 1997 son estimaciones.
(3) Australia, Japón y Nueva Zelanda.
FUENTE: Anuario El Mundo 1998 (AlE Y ONU).
Los grandes temas actuales de la estructura econornh. t.: i
Después de las alzas de precios de 1973 y 1974 (con algunos leves incre-
mentos adicionales ulteriores), hubo estabilidad hasta 1978 (véase el cua-
dro 2). Sin embargo, en diciembre de 1978 (ya en marcha la crisis iraní que
acabaría con el Sha), los países de la OPEP decidieron, en su reunión de
Abu Dhabi, incrementar los precios de forma escalonada a lo largo de
1979, en cuatro etapas: elIde enero en un 5 por 100, 1 de abril un 3,8 por
100, 1 de julio un 2,30 por 100, Y 1 de octubre un 2,7 por 100. Pero la ver-
dad es que los sucesos revolucionarios de Irán en 1978-1979 aceleraron esa
planificación: en abril de 1979 se marcó un precio mínimo de 14,54 dóla-
res/barril, pero los productores quedaron en libertad para fijarlo a niveles
superiores en función de esa relación oferta/demanda. Así las cosas, las co-
tizaciones spot (al contado en el mercado libre de Rotterdam), se situaron
en 18 dólares/barril en mayo de 1979. Y finalmente, y tras diversas reduc-
ciones de producción, el precio oficial de la OPEP se situó, elIde noviem-
bre de 1981, en 34 dólares, el máximo hasta entonces alcanzado.
Los efectos de este segundo choque petrolero en las economías de los
grandes países consumidores fueron sencillamente demoledores. Cuando
parecía que ya se habían recuperado de las consecuencias del primer impac-
to alcista, la nueva y brutal subida de precios repercutió dramáticamente en
la disminución de las demandas internas (con el agravamiento de los secto-
res en crisis: automóvil, siderurgia, construcción, textil, electrodomésticos,
construcción naval, etc.). En el Tercer Mundo, el segundo choque significó
endeudamiento, nuevas penurias e incluso convulsiones sociales y políticas.
Por su parte, los países de la OPEP y las demás naciones petroleras, al
verse con ingentes ingresos, muy superiores a lo que percibían antes, reaccio-
naron en un doble dirección: acelerar su crecimiento económico en medio de
no pocas improvisaciones, y rearmarse. Esto último fue especialmente cierto
en el caso de los países del Golfo Pérsico.
Gran parte de los recursos financieros (petrodólares) acumulados por
Irán e Irak fueron utilizados en la guerra. Irak recibió asistencia financiera
I
i 17. Cuestiones energéticas
La AlE apenas tuvo virtualidad durante los años 1974-1978. Los países
de la OPEP (recuérdese el cuadro 1) siguieron subiendo sus precios, sin
que de nada sirvieran los proyectos de control de consumo de la AlE. No
~
Los grandes temas actuales de la estructtn:il t::(Unómler)
.
lntJ:'(nadon~t
hubo una postura conjunta por parte de los países compradores. Cada uno
intentó llegar a sus propios acuerdos con Jos productores de la OPEP.
Pero como todo tiene un límite, ante el agravamiento súbito de la si-
tuación' en la reunión de la AlE del 10 de diciembre de 1979, sus 20 paí-
ses miembros acordaron que a lo largo de 1980 sus compras quedarían
virtualmente estancadas: en 1.205 millones de toneladas, con la previsión
de que en 1985 no deberían superar los 1.290 millones. Esas decisiones,
junto con el aumento de la producción propia (Alaska y Mar del Norte,
sobre todo), tendrían una notable incidencia, a la baja, en los precios.
~
~~~~~._~_H_._n~ ___________________________________ _
17. Cuestiones energéticas
1990, en 22 dólares. Nadie pareció pensar que había una gran crisis en
ciernes, a solo unos días vista.
-m
17 . Cuestiones energéticas
OPEP:
Arabia Saudí 8,76 8,66 0,300
Irán 3,94 3,62 0,140
Kuwait 2,19 2,21 0,125
Emiratos 2,36 2,450 0,125
Venezuela 2,58 3,360 0,200
Argelia 0,908 0,880 0,50
Indonesia 1,45 1,37 0,70
Irak 1,31 1,75 No reduce
Qatar 0~43 0,68 0,030
Nigeria 2,04 2,26 0,125
Libia 1,52 1,4 0,080
OTROS NO OPEP2:
México 3,22 0,100
Omán 0,860 0,030
Noruega 3,14 0,100
Egipto 0,850 0,030
Yemen 0,350 0,01
1 El 30.lIt 98.
2 Fonnan parte del Pacto de Riad.
FUENTE: Negocios, l.IV.98.
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_ ....... 17. Cuestiones energéticas
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2 Sobre las grandes posibilidades que actualmente están ofreciendo los avances en la
tecnología para la utilización de la energía solar: Lawrie Delroy, «Solar's warm glow»,
Financial Times, 12.VL96; Caspar Henderson, «The solar revivah>, Financial Times,
3.VII.96: y «The battle for world power. Coal, gas and oil will not be the three kings of
the energy world for evef), The Economist, 7.X.95. En cuanto a la célula de combusti-
ble, Cive Cookson, «Energetic perfonner», Financial Times, 2.VIII.96.
Los grandes temas actuales de la estructura económica internacional
-no
17. Cuestiones energéticas
~
Los grandes temas actuates de La estructura económica internacional
se puso de relieve que el clima nos ofrece multitud de aspectos, sin que
,
hasta ahora haya resultado posible construir modelos explicativos a largo
plazo. Porque Gaia (el nombre griego de la diosa Gea de los romanos, la
divinidad Tierra convertida por Lovelock en síntesis de la autorregulación
del planeta), no desvela sus secretos; y mucho menos sus proyectos.
De 10 que no hay duda es de que algo malo está pasando con el clima
por la acción del hombre. Entre 1800 y 1994, el CO 2 en el aire aumentó en
un 3 por 100, creándose así las condiciones del efecto invernadero y del ca-
lentamiento global. De tal manera que en los últimos años, con el repliegue
de los glaciares y la fusión de los hielos de la Antártida y Groenlandia, el
nivel de Jos mares se ha elevado entre 10 Y 25 centímetros. Una evolución
que podría acelerarse, pues las actuales reservas de combustible fósil aún
pennitirían triplicar el stock de CO 2 en la atmósfera.
En la mencionada Conferencia de Kioto no hubo un acuerdo satisfacto-
rio entre las grandes potencias para disminuir el nivel de las emisiones de
gases de invernadero, y sobre todo de CO2 y metano. La UE, que está te-
niendo grandes éxitos en la reducción de esos efluentes y otros -y muy en
especial de los FCCs que deterioran la capa de ozono--, propuso que el vo-
lumen de tajes efluentes para el 2000 se estabilizara al nivel de 1990. Pero
EE.UU. -que, con el 4,5 por 100 de la población mundial genera el 22 por
100 del CO 2- se resistió a límites importantes a corto plazo; y planteó un
objetivo en el que pocos creen, para situar el nivel deseable un 15 por 100
por debajo del de 1990, distanciándolo en el tiempo al año 2010; Y además,
descontando las deducciones a realizar por el concepto de sumideros (nue-
vas plantaciones arbóreas), e incluyendo la posibilidad de un mercado mun-
dial de derechos de contaminación, para comprar títulos de esa clase a los
países que tienen excedente para todavía seguir contaminando más.
A todas luces, el esfuerzo colectivo -que pretende extenderse a los paí-
ses emergentes, porque de otro modo China en tres lustros estará conta-
minando tanto como EE.UU.-, va a exigir decisiones muy serias en mate-
ria de nuevas tecnologías. Porque en definitiva se trata de conseguir mayor
eficiencia en la industria, el parque automovilístico y el consumo domésti-
co, traduciendo las mejoras posibles en esa triple dimensión en verdadero
ahorro energético, y sobre todo de energía fósil, dando más fuerza -ya vi-
mos el por qué y el cómo en 17.8- a las energías alternativas.
Nota bibliográfica
Algunas obras utilizadas en este capítulo:
-m
p
17. Cuestiones energéticas
18.1 Introducdón
Desde 1970, multitud de economistas venían preguntándose sobre la posi-
bilidad de que en un inmediato futuro pudiera producirse una crisis como la
que azotó al mundo a partir del llamado «jueves negro}) del 24 de octubre
de 1929. Esa fecha se considera que marcó el comienzo de lo que después
se denominó la Gran Depresión, que en realidad no terminó por una mejo-
ría definitiva de la situación económica a nivel general; por el contrario,
suele aceptarse que su fin se produjo, simbólicamente, elIde septiembre
de 1939, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
En ese contexto de preocupaciones puede decirse, y así anticipam.os par-
te de lo que podría ser una tesis poco optimista sobre el futuro, que el <<jue-
ves negro}) de nuestra época ya se ha producido. Concretamente, podría to-
marse como tal hito cronológico el 16 de octubre de 1973, cuando el precio
del petróleo, como consecuencia de la represalia árabe por la ayuda nortea-
mericana a Israel (en la Guerra del Ramadán o del Yon Kippur), aumentó
con carácter general de 3,5 a 5,5 dólares/barril. Después, elIde enero de
1974, se elevó aún más, a la cota de los 11 dólareslbarril.
Empezaremos nuestro propio análisis de 10 que hoy sucede y de qué po-
dría ocurrir en el futuro destacando la dificultad de hacer previsiones. Y,
asimismo, pondremos de relieve cómo tampoco es fácil apreciar en cada
momento la circunstancia exacta en que nos encontramos de cara al porve-
nir. Las dos citas siguientes son buena muestra de ello.
i: d j u, oFDmic~ 1nternacionaL
1 Citado por John Kenneth Galbraith en The Great Crash, Penguin Books, Londres,
1970, pág. 30. La primera edición del libro de Galbraith apareció en 1955.
2 Arthur Koestler, El Camino hacia Marx, versión española, Alianza Editorial, Madrid,
1974, págs. 66 y 67. En realidad, Koestler incurre en una confusión, pues aunque el
crack bursátil se produjo el 24 de octubre, era Jueves y no Viernes. Por tanto, deberían
haber dicho el Jueves Negro (Black Thursday).
T 18. Fluctuaciones económicas: 1929, 1973, 1989/93, 1998
3 En cierto modo, puede verse aquí un paralelismo con el boom inmobiliario de las costas
españolas, empezado en los años sesenta y que con la crisis del turismo en 1973, y sobre
todo en 1974, empezó a ceder en fuerza, ocasionando no pocas quiebras y suspensión de
pagos entre urbanizadoras, hoteleros y fondos de inversión inmobiliaria.
Los grandes tenias actuales de la estructura económica internacional
Ó Empezaba así la reforma del capitalismo en EE.UU., que proseguiría con la «National
Industrial Recovery ACÍ», el «Public Works Program» y otras tantas medidas del «New
Deah>, actuaciones, todas ellas, a las que nos referimos en el capítulo 20.
18. Fluctuaciones económicas: 1929, 1973,1989/93. 1998
9 Sobre Las Raíces Internacionales de la Crisis es interesante el artículo del mismo tí-
tulo de Jaime Requeijo, publicado en Papeles de Economía, n.O 1, págs. 68 a 75.
los grandes temas actuales de La estructura económica internacional
dólar. Confianza que se hacía cada vez más débil, a medida que las reser-
vas oro de EE.UU. disminuían, con lo cual el pacto de no convertibilidad
fue transformándose gradualmente en una imposición norteamericana cada
vez más ostensible. •
La situación, con el paso de los años 60, se agravó a consecuencia del
incremento de los gastos militares norteamericanos por la guerra del Viet-
nam, que crecieron de modo espectacular desde 1968. El aumento de las
actuaciones bélicas se simultaneó con el programa social que el presidente
Johnson puso en marcha para crear la «Great Society». La coincidencia de
ambas políticas -la social sin renunciar a la militar, y viceversa- se tra-
dujo en un fuerte déficit fiscal. Ello, unido a la continuidad de las inversio-
nes de las empresas multinacionales norteamericanas en Europa y en otras
áreas, comportó un fortísimo déficit de balanza de pagos en los EE.UU. El
resultado final fue un flujo de dólares en cantidades ingentes al resto del
mundo, que se transformaron en los célebres eurodólares.
El alto grado de liquidez que se generó entre los años 1968 y 1973 tuvo,
a su vez, como resultado un importante aumento en la actividad económica
general de los países industriales, cada vez más interpenetrados y sincroni-
zados en sus ciclos económicos. El efecto no fue otro que un gran «tirón»
en la demanda de materias primas, cuyos precios aumentaron en más de un
100 por 100 en el curso de los años 1972 y 1973. También por entonces, y
~ a través de los acuerdos de Trípoli, Teherán, etcétera (recuérdese lo visto en
el capítulo 17), los países petroleros iniciaron sus primeras escaramuzas
desde la O PEp, para discutir a las grandes compañías y a los países consu-
midores de petróleo los precios de los crudos, que ciertamente se habían
mantenido con una estabilidad asombrosa a lo largo de los años 60. En esos
tres años, 1970-1973, el promedio del precio mundial por barril pasó de 2 a
3,5 dólares, es decir, un alza del 75 por 100.
Así las cosas, y a la vista del recalentamiento de la economía mundial
-por el auge cíclico sincronizado de los países industriales-, en la Asam-
blea del FMI en Nairobi (septiembre de 1973) la Comunidad Económica
Europea, de una parte, EE.UU. de otra, yen general todos los países miem-
bros de la OCDE, llegaron a la conclusión de que era necesario acordar una
serie de medidas para desacelerar la economía y frenar la fase ascendente
del ciclo, a fin de lograr un nuevo equilibrio, una cierta estabilidad.
Sin embargo, la crisis energética desencadenada en octubre de 1973, po. .
cas semanas después de la Asamblea del FMI, vino a romper los propósitos
fijados en Nairobi. Se planteó una situación totalmente nueva, en la que ya
se vislumbró, por primera vez, la posibilidad de que las reservas internacio-
nales de los países industriales pudieran resultar insuficientes para afrontar
los desembolsos de divisas necesarias para pagar el petróleo. En otras pala-
bras, se adivinó el pe] ¡gro de recesión y bancarrota de no pocos países in-
dustriales como consecuencia de la multiplicación casi por cuatro de los
precios de los crudos.
¡ 18. Fluctuaciones económicas: 1929/ 1973,1989/93, 1998
se comprobó que ya no servían las medidas de stop and go, típicas del keyne-
sianismo, de alentar la inversión en los momentos de declive y de frenarla
cuando la economía se recalienta de manera excesiva generando brotes in-
flacionistas. Se apreció la necesidad de introducir reajustes a largo plazo;
en pocas palabras, lo que hoy se conoce con el nombre de reconversión in-
dustrial.
18.5.1 EstanfLadón
La diferencia con los años treinta se hizo espectacular. Por entonces, sin
apenas organismos internacionales de cooperación, cada país introdujo
unilateralmente los mecanismos proteccionistas que hoy se estudian en los
manuales: los altos aranceles, las restricciones cuantitativas físicas (con-
tingentes, cupos, etc.), el control de cambios, etc. Con los mercados cauti-
vos así formados, y con el proceso de cartelización que se produjo para el
subsiguiente reparto de los mercados internos, acabó por anularse la com-
petencia, desincentivándose la innovación tecnológica de hecho, se llegó a
una situación en la que algunos se atrevieron a anunciar que había termi-
nado la era de las invenciones para siempre. Con una ingenuidad que hoy
nos parece fantástica, se llegó a decir que ya estaba todo inventado: el telé-
grafo, el ferrocarril, el automóvil, el aeroplano --como entonces se de-
cía-, el teléfono y la radio (o telefonía sin hilos).
En la segunda depresión mundial del siglo -años 70 y 80- la situa-
ción resultó completamente distinta. El armamentismo y la competencia
en un mercado internacional cada vez más dificil hicieron que el desarro-
llo tecnológico, y sobre todo la microelectrónica, llegase a todos los secto-
res del sistema productivo de bienes y servicios. Se sustituyeron brazos
por máquinas, y cerebros por computadoras. La síntesis: los robots, los
«obreros de cuello de acero» (por contraste con los anteriores de «cuello
azul» en las fábricas o de «cuello blanco» en las oficinas), que duermen en
las factorías, que no tienen sindicatos, que no hacen huelgas, y que traba-
jan de forma automática. ASÍ, dejó de funcionar una de las principales pro-
posiciones keynesianas: la inversión ya no genera empleo siempre, sino
que la informática y el desarrollo automatizador en las fábricas lo que ha-
cen es destruirlo, al menos en un primer movimiento en los países menos
innovadores.
Las consecuencias de la revolución microelectrónica son espectaculares.
El salto tecnológico tiende a reducir el volumen de trabajo utilizado, en
cantidad y calidad. Muchos piensan ya que es necesario repartir el trabajo
existente, sin confiar en que la propia dinámica del sistema económico se
encargue del reajuste. La reivindicación de la jornada de treinta y cinco horas
semanales se genera] iza.
deben a los amortiguadores, que a nuestro juicio pueden ser de tres clases:
keynesianos, economía encubierta y estructura familiar.
Los amortiguadores keynesianos consisten en mecanismos que contribu-
yen a mantener la economía en un cierto nivel de actividad, a base de ma-
yor inversión pública, financiada con déficit, para sostener la demanda glo-
bal; fomentando, además, la inversión privada con toda clase de estímulos
fiscales y financieros; aceptando la plena implantación de los sindicatos y
la negociación colectiva, en contraste con las tablas salariales y el encua-
dramiento forzoso de los trabajadores a que condujo el intervencionismo
autoritario de los nazis y del fascismo en la Europa continental de los años
treinta. En definitiva, y aunque a muchos no les guste, hoy nos encontra-
mos con un verdadero Estado keynesiano, en el que la demanda global, a
pesar de la crisis, no pudo hundirse a los niveles de los años treinta.
Luego están los otros amortiguadores, no previstos por Keynes, catalo-
gables como «economía sumergida» o «economía encubierta». Cabe siste-
matizar los diversos elementos de la economía oculta como sigue:
Claro que debe hacerse una distinción entre las diversas actividades
consideradas como integrantes de la economía sumergida: las seis primeras
generan renta, mientras que el resto cumplen una función re distributiva. Por
ello, el papel de amortiguador de la crisis que aquí se atribuye a la econo-
mía sumergida corresponde básicamente a las seis primeras rúbricas.
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modo. Es el caso de Israel. Al margen de las, a nuestro juicio, correctas crÍ-
ticas que se hacen al Estado de Israel, por no cumplir las recomendaciones I
Queda, por úJtimo, una cuarta nota diferenciadora. Se trata de] tema de los
límites al crecimiento. En este caso, finalmente empieza a aceptarse el
axioma (es decir, la proposición que por su evidencia no necesita demostra-
ción) de que el crecimiento infinito es imposible con recursos finitos. Nos
hal1amos ante una situación en la que se ha invertido la más antigua rela-
ción del hombre con la Naturaleza. De ser un animal amenazado por las
fuerzas telúricas de los elementos, se ha convertido en un animal que ame-
naza a los grandes ecosistemas. Ello obliga a buscar una nueva fundamen-
tación, más ecológica, de las ciencias sociales. A este tema me he referido
extensamente en otro lugar ]2.
13 Entre la abundante bibliografia sobre el tema me pennito citar dos libros míos: Un
nuevo orden mundial, Espasa-Calpe, 3. a ed., Madrid, 1992; y La reconquista del paraí-
so. Más allá de la utopía. Temas de Hoy, 2.a ed, Madrid, 1993.
Los grandes temas actuales de la estructura económica internacional
~
18. Fluctuaciones económicas: 1929, 1973, 1989/93, 1998
Con la crisis del Golfo desencadenada en agosto de 1990, los más dramati-
zadores se preguntaron si llegaría a generarse una recesión mundial, al de-
teriorarse todo por un pánico generalizado en las bolsas. Pero en este extre-
mo también se aprendió bastante. Aparte de lo que hemos visto en 17.7 al
referirnos a la energía, como acabamos de comprobar en esta misma sec-
ción, el crac bursátil de 19 de octubre de 1987 ---«el lunes negro»-- resultó
traumatizante, pero también fue una experiencia de útil aprendizaje. Así,
las bolsas de valores tiene hoy -a pesar de los big bangs de la informatiza-
ción- sus redes de seguridad. En EE. UD., el Fed está atento para evitar co-
lapsos; y en los países europeos y en Japón, vía bancarización bursátil y
con el respaldo de los bancos centrales, sucede casi otro tanto. Sin olvidar
que e12 de agosto -al estallar la crisis del Golfo--Ios mercados de accio-
nes estaban supervalorados, siendo por 10 tanto inevitable un reajuste a la
baja.
zadas o en curso, de gran interés el capítulo 3 de] trabajo del profesor José B. Terceiro
«Estudio sobre el mercado de valores», ESINEC, Madrid, 1988. .
Los grandes tenlas actuales de la estructura
--=
18. FLuctuaciones económicas: 1929, 1973, 1989/93, 1998
no del Sr. Obuchi deshoj aba la margarita respecto de las grandes reformas
en pro de un nuevo modelo de crecimiento, menos jerarquizado y más fle-
xible, para tener en cuenta la economía global en términos de apertura exte-
nora
La cuestión japonesa se relaciona con la china, con Pekín en ardua lucha
durante todo el 98 por no devaluar el renminbi y el dólar de Hong Kong; en
medio de un atemorizado silencio porque si tal devaluación se produjera
-llegó a decirse-, arrastraría a las demás monedas asiáticas a una nueva
crisis cambiaria, y de la recesión se estaría pasando a la depresión (para
más detalles, el capítulo 23).
Un elemento adicional en el escenario en la última parte del verano del
98, fue la desconfianza psicológica de muchos inversores y operadores,
provocada en parte por el efecto Lewinsky y sus secuelas en términos ma-
cropolíticos, de las intervenciones de Clinton en Sudán y Afganistán. De
ese modo, se crearon nuevas dificultades para que los grandes centros fi-
nancieros pudieran serenarse. Y no es menos indispensable registrar aquí el
impacto de los avisos de Alan Greenspan, el presidente del Sistema de la
Reserva Federal de los EE.UU., contrario a euforias excesivas en los mer-
cados.
En tales circunstancias, al acentuarse las preferencias de los inversores y
operadores por tomar posiciones de liquidez, las Bolsas no pudieron por
menos de caer; a pesar de que muchos de los grandes inversores y operado-
res tenían capacidad para cubrirse (hedging) en los mercados de opciones y
futuros, también especialmente activos en la segunda parte del largo y calu-
roso estío del 98.
y volvemos a lo que decíamos al principio: todas estas convulsiones
¿anunciaban la proximidad del big one? ¿O eran simplemente temblores
que en nada anticipaban una catástrofe generalizada? Para responder, podrí-
amos recurrir a un símil de la fisica cuántica, cuando, se nos dice que la rea-
lidad también depende del observador. Y en el caso de la burbuja financie-
ra, los problemas no pueden sino depender de los agentes económicos:
market makers, bancos centrales, entidades financieras, gobiernos, e insti-
tuciones internacionales.
Nadie dudó de que algún tipo de correctivo era necesario cuando la céle-
bre burbuja estaba inflándose desde hacía años. Como tampoco pudo po-
nerse en tela de juicio que el propio viernes 21 de agosto hubiera ya una
fuerte inyección de liquidez a favor de los market makers de la Bolsa de
Nueva York, que cerró con una caída de sólo el 1 por 100. Eso significaba
el recuerdo de la lección de 1987, del lunes negro del 19 de octubre, cuan-
do la rápida entrada en acción del Sistema de la Reserva Federal permitió
contener lo que de otro modo podría haber sido un colapso bursátil de con-
secuencias más que graves.
Hay, por tanto, unas mallas de seguridad, la primera de las cuales radica
en los bancos centrales; pero también está la de los fondos de inversión de
Los grandes temas actuales de la estructura económica internacional
~
plante el euro---, bajó los tipos de interés; y otro tanto hicieron los Bancos
Centrales europeos. De ese modo se frenaron los premonitorios síntomas
de enfriamiento de la economía mundial, aliviándose al tiempo la presión
sobre las monedas más flaqueantes.
El siguiente paso fue la Asamblea Anual del Fondo Monetario Interna-
cional (FMI) y del Banco Mundial, celebrada en Washington D.C. a últi-
mos de septiembre del 98" con toda una serie de derivaciones en los prime-
ros días de octubre. El mensaje de Michel Camdessus, Director Gerente del
FMI, fue bien claro: los recursos de la institución estaban prácticamente ex-
haustos, y para prevenir una crisis de liquidez en los países con dificultades
más serias, era necesario que los socios del Fondo hicieran honor a sus
compromisos de ampliación de cuota y de nueva emisión de Derechos Es-
peciales de Giro (DEGs). Ambos exhortos tuvieron efecto, y a mediados de
octubre, EE.UU. se comprometió al desembolso inmediato de 18.000 mi-
llones de dólares. y otro tanto hicieron algunos países más, entre ellos Es-
paña, que por medio de un Real Decreto Ley puso a disposición del FMI
2.670 millones de dó1ares con carácter inmediato; con la previsión de un
aporte adicional, bajo la coordinación del Fondo, por un monto de 3.000
millones de dólares; que en su mayor parte serán destinados a suministrar
liquidez a los países iberoamericanos.
Además de bajar los tipos de interés los bancos centrales, y de realimen-
tarse al FMI para proporcionar liquidez, a la mejora de la situación general
contribuyeron otros factores que rápidamente reseñamos: el compromiso de
las autoridades japonesas de hacer la reordenación bancaria tantas veces so-
licitada, a fin de sanear una situación de créditos dudosos insostenible; la
firmeza de China continental y Hong Kong en no devaluar, que evitó nue-
vas depreciaciones monetarias en toda la orilla asiática del Pacífico; y las
reformas en Iberoamérica, empezando por Brasil, donde el reelegido Presi-
dente Cardoso introdujo un severo plan de austeridad concertado con el
FMI.
En fin de cuentas, las mallas de seguridad ya comentadas funcionaron
razonablemente. Sin embargo, que nadie eche las campanas al vuelo, por-
que el enfriamiento económico se extendió por todo el mundo con conse-
cuencias dificiles de prever en el medio plazo.
i!
t
Quinta parte
t
19. Las grandes potencias
f económicas. Caracteristi cas
diferenciales
(1) Estimación.
I Sobre la actitud cada vez más crítica contra los inmigrantes, puede verse e] libro de
Roy Beck, «The case against immigration», Norton, New York, 1996; y el artículo «So,
does America want them or not?», The Economist, 19. VII .1997. A 10 cual habría que
agregar la lucha contra la lengua española con los sucesivos referendos que van cele-
brándose en gran número de estudios con base en el criterio del english only.
Las tendencias segregacionístas e integracíonistas en pugna se mantie-
nen muy vivas. Y lo que es aún más importante, hay planteamientos por
parte de los propios grupos minoritarios, que de ser espectadores pasivos o
candidatos a la integración, han pasado a posturas más radicales y reivindi-
cativas de su propia personalidad frente al que «desde siempre» se conside-
ró como el núcleo poblacional del país en términos de élite: los WASP
(<<White Anglo-Saxon Protestants», o «Blancos Anglosajones Protestan-
tes» ).
Si a estos problemas raciales se agregan los fuertes desequilibrios perso-
nales y regionales de renta, podemos explicamos por qué en EE.UU. está
. en crisis de confianza la exaltación tradicional del pretendido sueño de un
país homogéneo y estable en social que, en los años 60 y 70, se vio dramá-
ticamente sacudido por la violencia, e] manejo de la información masiva y
el complejo industrial-militar originado por la guerra de Vietnam.
De forma en principio anecdótica, pero que obliga a reflexionar, podría
sintetizarse la situación social y psicológica de EE. vv. desde 1963 en va-
rias personas. 1. F. Kennedy, asesinado en 1963 en circunstancias más que
oscuras. El expresidente Johnson, que en 1970, por un temor inconfesable,
no se atrevió a hacer las revelaciones que había prometido sobre el complot
para aquel asesinato. Un candidato a la Presidencia como Robert Kennedy,
asesinado en 1968, seguramente como una consecuencia indirecta más de
la intervención norteamericana en Oriente Medio en apoyo de Israel. Dos
líderes del movimiento negro como era Malcolm X y Martín Lutero King,
también asesinados en un contexto no aclarado, pero, sin duda, por su lide-
razgo de sendos movimientos en pro de los derechos para los negros 2. Y un
presidente como Nixon, que violó fronteras, compromisos internacionales
y extendió la guerra en el Sudeste Asiático, y que después --en su fase pa-
cifista- cayó a causa del escándalo «Watergate». Y tras esos episodios, el
atentado contra Reagan y otros sucesos aún más recientes.
2 Sobre el tema racial en los EE.UU., y aparte de la obligada cita del clásico de G. Myr-
dal de 1945 (An American Dilemma), puede verse el artículo «The other America.
Blacks and whites may proclaim their differences, but their interests are the same-and
need solving together», The Economist, 21.X.1995; y muy especialmente el libro de Ta-
mar Jacoby, «Someone else's house. America's unifinished struggle for integration»,
Free Press, Glencol, 1998.
-rn
20. Estados Unido~ de América
Pero la verdad es que resulta dificil entender los EE.UU. de hoy sin apre-
ciar lo que fue la refonna de Roosevelt durante los años de la Gran Depre-
sión, la fase más crítica para el capitalismo norteamericano. Con el New
Deal, desde 1933 Roosevelt supo dar respuesta a los grandes problemas de
entonces, convirtiendo a Estados Unidos en un país moderno, al tiempo que
sentó las bases de su ulterior poderío.
El efecto Roosevelt, sin embargo, fue más allá de lo que podía derivarse
de una gran personalidad. Roosevelt fue el gran portavoz y ejecutor de una
política de raíces institucionalistas, estrechamente ligada al pensamiento
político de Veblen, y que tuvo en el trust de los cerebros (formado por Cor-
del Hull, Henry Wallace, Morgenthau, etc.) un equipo de capacidades poco
comunes. Sus ideas las resumía y popularizaba el propio presidente, con el
empleo, inteligente y tenaz de cara al pueblo, del entonces más moderno
medio de difusión -la radio- que le permitía llegar hasta los últimos rin-
cones del país con sus hoy casi legendarias «charlas desde el hogan>.
Las grandes potencias económicas
estima que los cien primeros grupos industriales del país ----o «conglomera-
dos»-- generan el 50 por 100 del PNB. Esta alta concentración empresarial
y técnica, unida a un fuerte desarrollo de la tecnología (el 4 por 100 del
PNB se dedica a investigación), ha convertido a EE.UU. en el protagonista
de la economía mundial, por sus penetraciones directas o a través de filiales
en casi todos los países del mundo. A ello contribuyó grandemente, des-
pués de la SGM, la configuración del sistema monetario internacional (véa-
se el capítulo 3 de este libro), que se convirtió, de hecho, en un «patrón-dó-
lar», lo que permitió la expansión de las inversiones yanquis por doquier.
Esa penetración del capitalismo norteamericano se ha hecho siempre
bajo la presión del Gobierno de Washington (recuérdense las referencias
que a este respecto hicimos al reflexionar sobre el Plan Marshall, en el ca-
pítulo 2), ya sea a título de «cooperación», de intervenciones militares o de
ejercicio de toda clase de influencias, presiones o amenazas.
Ese expansionismo, se basa en una estructura económica que vamos a
estudiar con algún detalle. Lo cual no significa que vayamos a adentramos
en un análisis de los principales sectores de la economía norteamericana
(industrias del automóvil, petrolera, química, electrónica, etc.), o en una
pormenorización de sus grandes avances en tecnología. Informaciones de
este tipo pueden encontrarse en cualquier manual. En realidad, 10 importan-
te es apreciar la verdadera estructura económica de EE.UU., dónde están
sus centros de elaboración de decisiones, y cuál es su tendencia a largo pla-
zo. Para unas reflexiones sobre todos esos temas podemos tomar como base
de partida las tesis contenidas en el libro El Nuevo Estado Industrial del
profesor 10hn Kenneth Galbraith.
Si en Capitalismo Americano 3 el profesor de Harvard analizaba el sistema
económico de su país en torno a la concentración de poder en el mercado y a
la aparición de un «poder compensador», formado por sindicatos obreros,
grandes almacenes y cooperativas 4, en La Sociedad Opulenta Galbraith mos-
tró su aversión a un sistema económico que lleva a la alienación social; a la
situación casi patética de una sociedad privadamente opulenta, muy rica de
muros adentro de sus células familiares, que parecen tener su finalidad últi-
ma en el consumo y en el acaparamiento de toda clase de objetos 5.
3 American Capitalismo Existe versión española de Carlos Grau Petit, con una introduc-
ción de Fabián Estapé, Ariel, Barcelona, 1960. Sobre este mismo problema puede verse,
también de J. K. Galbraith, «Economía contra calidad de vida. Una opinión americana»,
versión española, en Información Comercial Española, número 393, mayo de 1966,
pág. 119, seguida de un comentario crítico de León H. Keyserling (págs. 121 a 125).
4 Puede verse una crítica del concepto del poder compensador en mi libro La lucha con-
tra los monopolios, Editorial Tecnos, segunda edición, Madrid, 1966, págs. 122 a 125.
5 Sobre el tema de pobres y ricos en EE.UU. en tiempos más recientes, algunos comen-
tarios sobre lo que no es precisamente una novela rosa: «Thoose poor rich», The Econo-
mist, 20.1.1996; George J. Church, «Are The Living Beeter?», Time, 5.11.1996; Robert
Las grande:, potencias econó,nicas
Kuttner, «Soaring Stocks: are only the rich getting richer?», Business Week,
22.IV.1996; Gene Koretz, «Where Wealth Surged in the 90s», Business Week,
25.VIIL 1997.
6 The New Industrial State, Houghton Mifflin, Boston, 1967; en lo sucesivo NEI, de la
12 NEI, pág. 428. Posterionnente al NEJ, en el libro que publicó en 1973 con el título
Economic and the Pub/ic Purpose, Houghton Mifflin, Boston; hay versión española con
el título La economía y e/ interés público (EIP). Galbraith se refirió in extenso a la pe·
queña y mediana empresa. Pueden verse sobre la relación con el NEI y el EIP los jugo-
sos comentarios que el propio Galbraith hizo en sus Memorias (versión española, Gri-
jalbo, Barcelona, 1982), págs. 589 y sgs.
Las grandes potencias ec.onómü. as
13 Publicada por primera vez en 1942 en Inglaterra, esta obra del antiguo trotskista
Burnham ha sido objeto de sucesivas ediciones (entre ellas la de Penguin Books, Lon-
dres, 1962). Puede verse una incisiva crítica de esta obra entre los trabajos incluidos en
The Present 01 History, de Paul Sweezy (The Monthly Review Press, Nueva York,
1961 ).
14 NEl, pág. 91.
20. Estados Unidos de: AmerlC(i
15 Sobre la Ley Helms-Burton, para un punto de vista oficial de EE.UU., puede verse la
«Ley de comercio de EE.UU. en relación con la política exterior», Publicación Electró-
nica, 30JX.1997.
20. Estados Unidos de América
temporal y a tiempo parciaL Lo que sucede ahora (1999), algo mucho más
preocupante para las clases medias, es apreciar cómo se deslucen sus es-
fuerzos por conseguir una educación de alto nivel; para que luego los títu-
los trabajosamente obtenidos en los Colleges, no sirvan a fin de encontrar
empleos en correspondencia con lo esperado. A lo cual se añade el escar-
nio de que los egresados de los institutos (high schools), obtienen mejores
retribuciones que los propios universitarios. Y todo ello, en un marco en el
que se evidencia ad nauseam la riqueza de las minorías que ocupan los
puestos claves en las cúpulas financieras y de otros sectores especulativos.
En otras palabras, el dualismo se agudiza, y las clases medias --que son
mayoria- ven como adelgazan sus ingresos 17.
La situación de deterioro social se acrecienta con las ya aludidas tasas
de criminalidad, la presencia avergonzante de los sintecho (homeless), y la
alteración de los valores tradicionales del American way of lije. Lo cual,
conduce a comparaciones de gran número de norteamericanos con el bie-
nestar de los años 50, 60, y principios de los 70; por mucho que pueda ha-
ber habido una recuperación coyuntural de importancia como la que se in-
ció en 1992, y que el volumen de paro se sitúe por debajo de la cota de la
tasa de natural desempleo., del 5,5 por 100 de la población activa.
Además de 10 ya comentado, y en lo esencial su preocupación obsesiva
de que el Gobierno federal se ha hecho desmesurado, los conservadores
imputan a las tendencias de globalismo y de libre comercio la responsabili-
dad de lo que pasa 18; así como a las grandes facilidades para la inmigra-
ción. Todo ello, se dice, está transfiriendo al exterior, y a los recién llega-
dos, parte muy considerable de ingresos que de otra manera se habrían
canalizado a los ciudadanos estadounidenses.
Pero a pesar de esa estructura sociológica en crisis, la falta de seguridad
psicológica de mucha gente, y el sentimiento aislacionista, EE.UU. conti-
núa ostentando el primer lugar del ranking de las grandes potencias. De he-
cho, desde la desaparición de la URSS, sólo cabe hablar ya de una superpo-
tencia, que tiene su sede en Washington, D.C. y como veremos
seguidamente, con un largo período de crecimiento.
17 Muy interesante al respecto fue la conferencia del Prof. Richard Rothstein en la Es-
cuela de Verano de Economía y Finanzas de la UCM, en El Escorial, el 18 de agosto de
1995. Puede verse, además, John Holusha, «(Postgraduate Work on the Factory Floor»,
IHT, 19.VIII.1995, págs. 1 y 6.
18 Sobre esa preocupación por los efectos demoledores del libre comercio en la econo-
mía norteamericana, Douglas Harbrecht, «GATT: Tales from the Dark Side», TIME,
19.XIl.l994, pág. 3. Para un punto de vista global de lo conseguido en la Ronda Uru-
guay -felicitandose de que el comercio mundial vaya muy por encima de la evolución
de la actividad productiva- The Economist, artículo editorial, «Batde lines»,
24.XII.1994, págs. 13 y 14. Sobre la nueva OMe, Robert Kuttner, «You could drive a
Lexus through the holes ofthe WTO», Business Week, 12.VI.1995.
20. Estados Unidos de América
tica; con toda la sinergia negativa de secuelas que ese triple movimiento
podría comportar.
Sin embargo, la postura de Greenspan no podía ser eterna, aparte de las
presiones para que sin más dudarlo adoptara medidas destinadas a contener
la presunta inflación latente 19. En ese sentido, Paul Krugman, en un artícu-
lo muy comentado 20, vino a decir que el Fed ya había demorado por dema-
siado tiempo la subida del tipo de interés. Y atacó ese retraso con dos razo-
nes muy caras a la sabiduría convencional: «el desempleo se ha situado por
debajo de su nivel sostenible, el crecimiento de la producción está agotando
la capacidad ociosa del sistema, y además está la cuestión de la burbuja fi-
nanciera, del enriquecimiento por las alzas de los mercados, un factor que
generalmente no se tiene en cuenta en los análisis ordinarios».
Frente a las tesis krugmanitas de una intervención preventiva --en tér-
minos de estrategia militar- se opuso Samuel Brittan 21, recurriendo para
ello a su gran bagaje de cultura económica y recordando el discurso que
pronunciara Friedrich Hayek al recibir el Premio N obel de Economía, cua-
sititulado «las pretensiones del poder», intervención en la que advirtió so-
bre el hecho de que los ritmos económicos no son constantes universales,
válidas en todos los casos, sino que deben ser considerados caso por caso.
Por lo cual, ésa fue al menos la inferencia lógica de Brittan, los datos dis-
ponibles sobre desempleo en EE.UU. no ofrecen base suficientemente fir-
me como para frenar de manera deliberada el crecimiento económico en
EE.UU.
El agudo columnista del Financial Times insistió, en definitiva, en que a
pesar de la caída del desempleo, todavía no había indicios de repunte infla-
cionista. Argumento al cual añadió el dato favorable de un entorno interna-
cional con claras tendencias deflacionistas. En este último aspecto, podría-
mos recordar que el Goldman Sachs Commodity Index, se situó a principios
de junio del 98 en la tesitura de que 22 de los 27 productos básicos de la
cesta presentaban contracciones de precios; con una caída del 30 por 100
en el índice global desde que en octubre de 1997 comenzara la crisis asiáti-
ca, y con clara tendencia a seguir hacía abajo.
Frente a los partidarios, como Krugman y sus discípulos, de introducir
sin más dilación los ajustes para frenar el recalentamiento de la economía,
los nuevos creyentes en la New Age manifestaban todavía en julio de 1998,
que podía haberse entrado en una auténtica Nueva Era, en la cual los argu-
mentos del pasado --como aquel de: ojo con la excesiva caída de la tasa
j
21. Nacimiento, podeño y
desmoronamiento de la URSS.
La nueva Rusia
1 Sobre al evolución reciente de la URSS puede verse mí libro «Un nuevo orden mun-
dial», Espasa-Calpe\ Madrid, 3. a edición, Madrid, 1991.
Las grandes potencias económicas
2El libro de diversos autores, editado por A. E. Adams, Imperial Russia after 186J, Heath,
Boston, 1965, es de interés para el período 1861-1917.
21~ Nacimiento, poderlo y desmoronamiento de la URSS. la nueva Rusia
3 Para una historia breve sobre ]a URSS, puede verse la obra de Jean Bruhat Histoire de
1'URSS, PUF, París, ] 958, con abundante bibliografia. Desde el punto de vista económi-
co, el autor occidental que hizo una contribución global de mayor interés en los años 60
fue Alee Nove, An Economic History ofthe URSS, Penguin, Londres, 1969.
4 Una de las pocas contribuciones españolas en relación con el período del comunismo
6 Estas estimaciones, así como las análogas para los subsiguientes planes quinquenales,
proceden de la obra de A. Nove, citada en la nota 3.
7 Entre la extensa bibliografia al respecto, hay que citar por lo menos la obra de Ale-
8 La obra de Issac Deutscher Stalin (Penguin, Londres, 1966) es quizá la más pondera-
da sobre el gran revolucionario y autócrata. El papel de Stalin en la SGM es una de las
partes de mayor interés de este -como todos los suyos- gran libro de Deutscher.
~
21. Nacimiento, poderío y desmoronamiento de la URSS. La nueva Rusia
dente, pero que el gran esfuerzo de nuevo estuvo a cargo del pueblo soviéti-
co, privado de medios de consumo elementales y trabajando las jornadas más
largas, parece también indiscutible.
El desarrollo económico siguió produciéndose a un ritmo similar duran-
te el Quinto Plan Quinquenal (1950-1954), que coincidió casi con los últi-
mos años de Stalin (muerto en marzo de 1953). De hecho ya estaba plante-
ándose lo que no tardó en llamarse «el reto soviético», que en base a un
rápido crecimiento pretendía alcanzar a EE.UU. en producción y en poten-
cial bélico 9,
a) Política agraria:
9 Robert W. Campbell, Soviet Economic Power. lts Organization. Growth and Challen-
ge, Houghton Mifflin Company~ Cambridge, Mass., 1960. En este libro había plena
conciencia de lo que ese reto (Cha/lenge) representaba. Sobre la era Jruschov, son de in-
terés sus memorias, Remembers, versión inglesa, Bantam, Nueva York, 1971.
10 Como trabajo de síntesis sobre el tema, puede verse Frank A. Durgin, «The Virgin
Lands Program, 1954-1960», en Soviet Studies, vol. 13, núm, 3, enero 1962, págs. 255-
280. Con otro carácter, la narración autobiográfica de Leónidas Breznev, Tierras Vírge-
nes, versión española, Editorial Progreso, Moscú, 1978.
las grandes potencias económicas
c) Política exterior:
11 En lengua española hay tres recopilaciones de esta discusión: una primera de ICE
(diciembre de 1964), otra publicada por Ariel (Libennan, Plan y beneficio en la econo-
mía soviética, Barcelona, 1968), y otra más amplia editada por Oikos-Tau (Planifica-
ción del socialismo, Barcelona, 1967).
Las grandes potencias económicas
Años después, en los primeros 80, las cosas no hicieron sino confirmar
esa previsión, y los problemas de ayer desembocaron en los típicos del so-
cialismo realmente existente 13: el estancamiento que se deriva de una plani-
ficación burocratizada e hipercentralista, que acaba ahogando cualquier ini-
ciativa creadora, salvo en sectores muy concretos y especiales; explosiones
de precios, que pusieron fin a la generalizada creencia de que los científi-
cos encuentran toda clase de cortapisas; y finalmente, pérdida de cualquier
noción de impulso revolucionario, quedando los viejos sueños a lo John
Reed (los diez dias que estremecieron al mundo) en la triste realidad de una
sociedad militarizada y gerontobucratizada, en la cual la vida cotidiana es
escenario de carencias casi increíbles frente a las apariencias de un larvado
consum1smo.
lismo realmente existente, versión española, Materiales, Barcelona, 1979. También so-
bre esas previsiones en la realidad del régimen soviético, Michael Volensky, La Nomen-
klatura, con un prefacio de Jean Ellenstein, Belfond, París, 1980.
~
21. Nacimiento, poderío y desmoronamiento de la URSS. La nueva Rusia
I
j
tos, de altas proporciones de los beneficios propios; incluso se ha previsto que
las explotaciones ineficientes puedan ir a la quiebra.
Por otra parte, en mayo de 1987 entró en vigor la ley que permite el desa-
rrollo de los emprendimientos de carácter artesano y cooperativo, lo cual su-
pondría -se dijo-- satisfacer muchas facetas del consumo cotidiano (restau-
rantes, servicios de enseñanza, taxis, toda clase de reparaciones, etc.). Fue, en
realidad, la primera puerta que se abrió a la empresa privada.
En el sector agrario, se introdujeron también innovaciones de interés.
Los koljoses y sovjoses pasaron a poder vender hasta el 30 por 100 de su
producción en el mercado libre; directamente a los consumidores, resol-
viendo así en gran parte los previos cuellos de botella de numerosos abaste-
cimientos. Y, éstos sólo fueron los primeros pasos para las grandes trans-
formaciones a realizar en la agricultura, que afectaron también al uso de la
tierra.
Las relaciones económicas con el exterior experimentaron asimismo
~ansformaciones sustanciales. Desde 1987, empresas y centros de investi-
gación tienen la opción de contar con sus propias organizaciones de comer-
cio exterior, pudiendo tratar con los mercados extranjeros, sin tener que dar
el rodeo por el canal burocrático.
Por otra parte, desde elIde enero de 1987 se dio la posibilidad de for-
mar empresas mixtas de capital extranjero 14.
bachov (publicada en español por Ediciones B), cabe citar por su interés los libros de
Abel Aganbegyan (<<The Economic Challenge of Perestroika», Century Utchinson, Lon-
dres, 1988). Hay versión española en Grijalbo, Barcelona, 1990, con prólogo de Ramón
,
Tamames.
t
J
21.9 La dificil transformación
¿Qué medidas? La idea de Gorbachov fue, escoger una vía distinta del
pasado aberrante del socialismo real, y diferente del hipotético cambio a un
capitalismo puro y duro. Ni Ligachov, ni Soktalin, podía decirse. Para su-
brayar que había pasado el tiempo de dar marcha atrás en la historia hacia
el conservadurismo monolítico del sistema anterior -en la línea con 10 su-
gerido por Ligachov-, como tampoco parecía factible ir al programa de
cambios radicales de la propuesta «quinientos días» de Sokta1Ín. Gorba-
chov nunca dijo que fuera a abandonar el sistema comunista según su con-
cepción (respeto a los derechos humanos, e impulso de una sociedad con
igualdad de oportunidades), lo cual implicaba el mantenimiento de un fuer-
1 te sector púb1ico y de una planificación muy considerable.
I
t
Para avanzar hacia esa alternativa, Gorbachov se apoyó en el Partido Co-
munista y en el Ejército. No tenía otros soportes. Lo cual no significaba
monopartidismo, pues ya había muchas otras formaciones políticas en la
URSS aparte del PCUS. Como tampoco el Ejército era una fuerza panto-
crática, desde el punto y hora en que se discutía abiertamente su modelo fu-
turo y su papel en las responsabilidades constitucionales.
En el verano de 1990, el Grupo de los Siete (G-7) -que integran los
países industriales más poderosos del mundo «occidental», según vimos
en el capítulo 2, de este mismo libro-, en su reunión de Houston, Texas,
a trancas y barrancas, por las dudas todavía de EE.UU., decidió que la
posible ayuda a la perestroika debería supeditarse no sólo a la prosecu-
ción de las reformas de democratización política, sino también a toda
una serie de ajustes económicos. En ese contexto, el G-7 encomendó la
preparación de un informe ad hoc a cuatro instituciones (Fondo Moneta-
rio Internacional, Banco Mundial, OCDE, y Banco Europeo de Recons-
trucción y Desarrollo), que trabajaron rápidamente~ y que en diciembre
de 1990 presentaron el resultado de sus pesquisas, recomendando de for-
ma muy convincente la asistencia a la reestructuración soviética. Los
problemas de la falta de autonomía de las empresas públicas, las dificul-
tades del sistema financiero, los cuellos de botella burocráticos para el
comercio exterior, la necesidad de un rublo convertible, el derroche de
recursos en todos los procesos productivos y en la gestión de stocks, etc.,
fueron, todas ellas, cuestiones minuciosamente analizadas en el docu-
mento.
Pero es verdad también, que a pesar del Informe Houston, se evidenció
una cierta hibernación en los propósitos de apoyar a la perestroika en su
más duro trance. Los problemas de los Países Bálticos y del Cáucaso fue-
ron sirviendo de excusa para retrasar el compromiso de la ayuda. De modo
que a quien pilotaba la reforma política y económica del mayor país del
planeta, no se le juzgó por 10 ya conseguido en términos de libertades, de
gobiernos libres y representativos en quince repúblicas.
Las grandes potencias económicas
ses del Este de Europa al sistema mixto de economía, tras la disolución del
COMECON, hemos hecho una serie de referencias, que también son aplica-
bles, considerablemente aumentadas, a la antigua área de la URSS 17.
La reforma agraria pudo ponerse en marcha a poco del golpe militar. Por
un histórico decreto, firmado el 27 de octubre del 93, quedó pennitida la
compra y venta de la tierra en régimen de propiedad privada, sin limitacio-
nes. Aparentemente el final de los koljoses y de los sovjoses que se habían
instaurado por Stalin en los años treinta, después de la célebre liquidación
de los kulaks, pero en realidad las cosas casi siguieron igual, con cooperati-
vas. En lo que no logró avanzar Yeltsin, fue en consolidar ]a CEI 20.
Así las cosas, y desmantelado, incluso fisicamente, el anterior Soviet
Supremo, nada impidió ya la celebración de elecciones legislativas, que se
produjeron el 12 de diciembre de 1993: las primeras multipartidistas des-
1~ Francisco Herranz, «Un año sangriento en Rusia», Anuario E! Mundo 1994, Madrid,
] 994, págs. 154 y 155.
JQ John Lloyd, «Convulsions ofthe body politic», Financia! Times, 24.XII.1994.
20 Sobre el escaso avance de la CEI, John Thornhill, «Mutual suspicion hit CIS integra-
tion hopes», Financia! Times, 13.11.1995, pág 2; Y por el mismo autor, «Russia's day of
reckoning», FT, 18.1.1995, pág. 13. También The Economist, suplemento especial, «A
Survey of Russian emerging market», 8.1V.1995. Igualmente, el número monográfico
encabezado por José Manuel Sainz Alvarez «Las economías en transición de la ex
Unión Soviética» RICE, I.V.1995.
21. Nacirni~ntoi poderio y desmoron¿.nniento d~~ URS5, Ld nueva Rusia
En una anterior edición de este libro, la 17a , del verano de 1993, antes de
los episodios que hemos relatado, se planteaban diversas opciones posibles
para Rusia.
Cuando todavía existía la URSS, Yavlinski, uno de los enésimos aseso-
res económicos de Gorbachov, planteó, con bastante claridad, las claves de
la reforma: mantenimiento del gran mercado soviético, una sola moneda
homologada por el FMI y con convertibilidad, y progresiva privatización de
las industrias y demás actividades no básicas.
Hoy, ese primer proyecto GorbachovlYavlinski, resu)ta virtualmente im-
posible. El gran mercado se disgregó. Surgieron fronteras no sólo entre los
componentes de la endeble CEI, sino que además dentro de la propia Rusia
«cada uno hace de su capa un sayo». Se formaron barreras comerciales en-
tre las propias repúblicas de la Federación, entre las regiones; e incluso
ciertas fábricas importantes deciden sobre qué hacer con su producción. El
caos es notable, aunque siempre haya optimistas que anuncian una revolu-
ción subyacente hacia la economía de mercado.
La segunda solución pensable, la que propusieron los partidarios de la
vía rápida al capitalismo, los quinientos días, ha quedado absolutamente
desbordada. Las propuestas del harvardiano Jeff Sachs, se revelaron como
un sueño irrealizable. Los empresarios weberianos o schumpeterianos, no
existían en Rusia.
Por 10 demás, la vía china también quedó descartada. El experimento di-
rigido desde Pekín es absolutamente sui generis -lo veremos en el capítulo
23-, puesto que se apoya en el espíritu de empresa de los chinos de ultra-
mar, en la creación de nuevas bases de economía capitalista, y en una regu-
lación autoritaria (no olvidar las represiones de Tiannamen). Son los chinos
quienes están aprendiendo de los rusos ... lo que no deben hacer.
y si bien es cierto que a Yeltsin se le invitó ---como vimos en el capítulo
2- a las reuniones de] G-7, aunque sea a los postres, o al café, y por mu-
cho que e] papel de Rusia se tenga en cuenta en algunos foros militares,
como el avispero de la ex Yugoslavia, la verdad es que el declive de Rusia,
desde el poder de la anterior URSS, ha resultado histórico.
Desde el punto de vista de sus niveles actuales de desarrollo, Rusia,
igual que ha sucedido, incluso en mayor medida al resto de las Repúblicas
que componían la Unión Soviética, se ha convertido --como afirma Carlos
-
las grandes potencias económicas
21John Thornhill, «Russia spent $4.8bn IMF fund in failed rouble defence», Financial
Times, 20.VIII.1998.
21. Nacimiento, poderío y desmoronamiento de la URSS. la nueva Rusia
22 Simon Davies y John Thornhill, «Soros urges pegged rouble. Financer says Russia' s
markets are in terminal crisis», Financial Times, 13.VIII.1998.
Las g¡ande~ poteHr1aS econorn1'3s
•
El sistema productivo fue infiltrándose de mafias de muy distinta natu-
raleza, y a los anteriores síntomas de corrupción del propio régimen sovié-
tico (recuérdese entre otros el impresionante testimonio de la novela Parque
Gorki, de Martín Cruz Smith) se agregó una corrupción generalizada, que
indujo a la mayoría de la población al desánimo, entre la amoralidad y las
desmoralizaciones.
Desde luego, en la caída de la renta, verdaderamente drástica, que se ha ex-
perimentado en Rusia (en 1998 el PIB podría no ser mayor del 60% de lo que
era en 1991) han desempeñado un papel importante algunos factores coyuntu-
rales y otros claramente de naturaleza estructural. Entre los primeros, está la
baja de los precios del petróleo y del gas, que han tenido un efecto fulminante,
a poco que se comparen los 34 dólares por barril de 1981, con los 24 de hace
solamente un año, y los 11,5 dólares por barril de mediados de 1998.
Pero más influencia que ese factor de coyuntura, lo tuvo el hecho estruc-
tural del desmantelamiento de la industria, que según algunos cálculos esta-
ba controlada por la estructura militar en un 80%. Al perder importancia el
sector Defensa, y al degradarse el Ejército hasta límites casi increíbles (mu-
chos soldados para poder comer se emplean en la recogida de las cosechas
o en la construcción), gran número de actividades industriales fueron des-
mantelándose.
Debe subrayarse también que una clave en el equilibrio ruso es la ma-
crocefalia de la aglomeración urbana de Moscú. Con unos 15 millones de
habitantes, en torno al 10% de la población del país, en este círculo interno
se concentra el 50% de la renta generada, más del 70% de la inversión.
Todo 10 cual, se traduce, según la estimación oficial, en que mientras la ga-
nancia media mensual del trabajador en todo el país es del equivalente a
125 dólares, en Moscú puede llegar al doble (1998). En el territorio extra-
moscovita, incluido San Petersburgo, prevalece la escasez y la pobreza, en
una nueva fonna de subdesarrollo. La consecuencia de esa macrocefalia es
nefasta: los grandes recursos naturales del país permanecen en una subutili-
zación asombrosa 23.
En las circunstancias expuestas, muchos se preguntan sobre el milagro
de cómo viven los rusos. Una de las respuestas radica en el sistema de au-
tocan sumo de alimentos. Aparte de 10 que sucede en las zonas rurales, en
las urbanas, una elevada proporción de las poblaciones tienen pequeños
huertos junto a sus dachas; en ellos, durante la primavera tardía, el verano,
y parte del otoño, producen lo necesario para subsistir.
Pero no todo es estricta economía. Y uno de los aspectos más graves del
declive del nivel de vida se expresa por la fuerte y rápida caída de la espe-
23Sobre estas y otras cuestiones de la URSS, pueden verse los tres artículos que publi-
qué en el diario El Mundo los días 28 a 30 de agosto de 1998 durante mi estancia en
Moscú como enviado especial del citado periódico.
21. Nacimiento, p,)(leri
Nota bibliográfica
Además de la bibliografía citada en cada caso, para la actualización del capítulo so-
bre Rusia de la 193 edición, se ha tenido en cuenta la nueva bibliografia que men-
cionamos:
50
las grandes potencias económicas
I La admiración de Francisco Javier por los nipones fue siempre manifiesta. «Me pare-
ce --decía en una de las cartas dirigidas a sus superiores- que nunca encontraremos
entre los gentiles una raza que iguale a la japonesa» (Encyclopaedia Britannica, vol. 12,
<dapan», pág. 899).
2 J. J. Wheeler, J. Trenton, R. S. Thoman, Regional Geography of the World, Holt, Ri-
siglos, fue el único contacto con el exterior. Para consolidar el cierre co-
mercial se prohibió la construcción de buques de gran porte, y se castigó
con la pena de muerte la salida del país.
El cierre al exterior, llevado a cabo durante el clan Tokugawa, muy po-
deroso desde 1600, y que dominaba la política feudal japonesa (y habría de
dominarla hasta 1965), persistió de hecho hasta 1853. En el curso de ese
año, histórico para el Japón, una flota norteamericana, al mando del como-
doro Matthew Perry obligó a la finna de un primer tratado comercial con
EE. UD., que ya tenía en marcha su política expansionista en el Pacífico ini-
ciada con la extensión de su frontera a ese Océano a partir de la guerra con
México, 1848, y, sobre todo, desde la adquisición de derechos de comercio
en las Islas Hawai en 1849, que progresivamente se habrían de transfonnar
en la anexión política de ese pequeño archipiélago en el corazón del Pacífi-
co (que quedó formalizada en 1898).
La apertura del comercio por parte del Japón a EE.UU. -y a las gran-
des potencias europeas casi inmediatamente- planteó en Japón una serie
de crisis internas. Estas crisis culminaron en 1868, con la ruptura formal
del sistema feudal de clanes que tenía como protagonistas a los daimios
(señores -locales) y samurais (guerreros), sobre los cuales dominaba el Sho-
gum, figura político-religiosa transmitida durante siglos en personas del
clan Tokugawa; el Shogunl había llegado a oscurecer casi por completo la
figura del emperador.
nehart and W inston, Nueva York, 1969, pág. 491. Para una sucinta pero incisiva historia
de Japón vista desde Occidente, Edwin O. Reischauer, Japan, the Story 01 a Nation,
Tuttle, Tokio, 4. a impresión, 1974.
3 Para el interesado por ]as transfonnaciones subsiguientes pueden recomendarse las
4 Robert Guillain, El Japón, tercer grande, versión española, Ediciones Martínez Roca,
Barcelona: 1970, págs. 143 y 144.
5 H. Kahn, The Japanese Superstate, Penguin. Londres, 1973. Véase después la sección
22.7 para las estimaciones de PIB 1987 de EE.UU. y Japón tras la apreciacjón del yen.
Las grandes potencias económicas
6 Maurice Moreau, L 'Economie du Japon, PUF, Paris, 1966, pág. 107. Para su análisis
demográfico, Moreau utiliza como fuentes los libros de A. Okasaki (Histoire du Japon,
¡'économie et la population, París, 1958) y de 1. L. Riallin (Economie et population au
Japon, París, 1962 .. n.O del 14 de marzo de 1963). Del mayor interés es el artículo de Ire-
ne B. Taenber <dapan's population: miracle, model or case study» , en Foreign AjJairs,
vol. 40, n.O 4, julio 1962, págs. 595-604.
22 Japón
7 N. Wilcox, «Where are the Japanese Wages», en The Far Eastern Economic Review~
n.o del 14 de marzo de 1963. Para datos actualizados pueden verse Jos indicadores de la
OCDE.
las grandes potencias económicas
8 Esta denominación se basa en un juego de palabras, ya que en inglés «el sol naciente»
se traduce por «rising SUD» o sol que se eleva, que crece. Basta, pues, con sustituir sol
por PNB (en inglés, GNP, Gross National Product).
las grandes potencias económicas
el establecimiento de cuotas y contingentes tal vez más elevados de carác-
ter no contractual o «voluntario».
En el GATT, Japón se ha visto forzado a disminuir su protección y des-
mantelar gran parte de sus restricciones cuantitativas. El hecho de que la
VII Conferencia del GATT (recuérdese lo visto en el capítulo 5) se abriese
en septiembre de 1973 en Tokio, fue bien significativo de las presiones
que EE.UU. y la CEE ejercieron para que el mercado nipón estuviera en el
futuro mucho más abierto a la penetración exterior, incluso desde el punto
de vista de la inversión de capitales 9. En este sentido, las presiones hechas
por la Administración Reagan en 1982 alcanzaron niveles de intensidad
hasta entonces desconocidos, para atenuar la crisis industrial norteameri-
cana.
~
Las grandes potencias económicas
En la segunda mitad de los años 80, Japón entró en la recta definitiva de las
responsabilidades de ser una verdadera prepotencia económica. Entre enero
de 1985 y enero de 1988, en sólo tres años, el tipo de cambio de moneda
pasó de 240 a 126 Y = dólar; 10 que representó una apreciación $/V del 90,4
por. 100; o si se prefiere decirlo de otra forma, una depreciación del $/V del
47,5 por 100. En cualquier caso, se acusó el impacto de la endaka, del yen
fuerte.
Ello se tradujo, primero de todo -a cortísimo plazo-- en la ilusión mo-
netaria de una formidable elevación de la renta per capita nipona., que en
1992 se situó en 29.485 dólares, frente a los 23.180 de EE.UU.
Pero lógicamente, el mayor efecto para Japón de esa apreciación de su
moneda, condujo a un formidable esfuerzo de reajuste. Lo que en otras cir-
cunstancias habría sido un colapso de exportaciones, primero, y de la de-
manda interna después, Japón 10 superó recurriendo a varios mecanismos.
Primero de todo, se intentó reducir los costes para forzar a la baja los
precios en yenes, y tratando de elevarlos 10 menos posible en términos de
dólares, recurriendo a nuevas tecnologías y más robotización.
En segundo lugar, Japón se ha propuesto subir más peldaños en la escala
tecnológica, para concentrarse en las producciones más avanzadas de la
electrónica, la telemática, la defensa, etc., al tiempo que no puede olvidar la
necesidad de forzar aún más las posibilidades de diseño.
Tercero, hay un decidido propósito de aumentar las inversiones en el ex-
terior, de fonna que la posible caída del excedente de exportaciones de bie-
nes se compense, con creces, con los beneficios de tales inversiones.
-sra
22. Japón
ción de las leyes del cereal (Leyes de Peel o Anti-Corn Laws), que liberali-
zaron la importación de los alimentos básicos, a fin de posibilitar niveles
más bajos de salarios.
Otra reforma pendiente del sistema japonés es el de la lucha contra la
corrupción. La caída del Premier Takeshita por sus implicaciones en el es-
cándalo Recruit, y los apuros ulteriores de su sucesor Uno por corrupciones
con geishas --que también le llevaron a dimitir-, así lo pusieron de relie-
ve en 1988y 1989.
El nombramiento de un nuevo Premier, a finales de 1989, en la figura
de Toshiki Kaifu, pareció marcar un cierto punto de inflexión, al situarse a
la cabeza del gobierno japonés a una persona joven, hasta entonces poco
conociaa, y que sin duda mejoró la imagen del país en el exterior. Pero la
Guerra del Golfo, entre agosto de 1990 y febrero de 1991, Y sus numerosas
secuelas, volvieron a plantear, en toda su crudeza, la posición japonesa en
el escenario internacional. Todos admitían, muchos deseaban, y no pocos
temían, que Tokio asumiera papeles más relevantes en materia de ayuda al
desarrollo, asistencia militar, y presencia diplomática, etc. Japón, estaba to-
davía bajo el síndrome de «país vencido» en la Segunda Guerra Mundial,
incluso sin tratado de paz con la URSS, a causa de la cuestión de las Kuri-
les, cuya reivindicación los rusos se resistieron a aceptar de inmediato.
Ante la crisis casi total del Partido Liberal Demócrata (PLD), se convo-
caron elecciones generales, con el resultado de que el 18 de julio de 1993, por
primera vez, el partido que gobernaba desde 1947, fue derrotado. La coali-
ción triunfante, de siete formaciones políticas, consiguió llevar al puesto de
Primer Ministro al disidente del propio PLD, Morihiro Hosokawa, que pre-
sentó un programa de grandes aires reformistas 11.
La fuerte oposición liberal, ya desde principios de 1994, dificultó las
medidas de cambio de Hosokawa, y en el mes de abril su cerco cada vez
más cerrado, terminó con «Mister Limpio», al ser salpicado, él también,
por un escándalo financiero.
Las divisiones y subdivisiones en el seno de las propias filas de los libe-
rales disidentes de la heptacoalición, pero fundamentalmente la retirada del
apoyo de los socialistas, impidieron que el sucesor de Hosokawa, Tsutomu
Hata, durara más de 62 días en su cargo. El principal enterrador de Hata,
Tomiichi Murayama, líder de los socialistas, ocuparía su puesto en junio
del 94; convirtiéndose en el primer ministro no conservador de Japón de los
últimos 47 años. Murayama tomó posesión a tiempo para acudir a la reu-
nión del G-7 en Nápo]es, como vimos en el capítulo 2.
El nuevo Premier hubo de enfrentarse a la crisis de la fuerte subida del
yen --que llegó a situarlo en el entorno de 80 por dólar-, a las dificulta-
des crecientes de las empresas en el frente exportador, a la penosa situación
1
22. Japón
que alargará y deteriorará la situación, Washington no ocultó el fuerte con-
traste de la realidad nipona con la de China, esta última mucho más diná-
mIca.
Los acontecimientos subsiguientes de la crisis financiera global precipi-
taron la puesta en minoría en el Parlamento del gobierno del Partido Libe-
ral Demócrata presidido por Ryutaro Hashimoto, que fue sustituido por su
correligionario Keizo Obuchi. Éste, en pocas semanas fue capaz de poner
en marcha la reforma del sistema financiero, lo cual no tardó en reflejarse
en una reapreciación considerable del yen, que fue saludada con alivio en el
contexto de la crisis financiera global (recuérdese lo visto en el capítulo
18.9.), al reducirse la presión sobre el renminbi chino y las demás monedas
asiáticas.
Nota bibliográfica
Además de la bibliografia citada en cada caso, para la actualización de] capítulo so-
bre Japón de esta 19a edición, se han tenido en cuenta la nueva bibliografía que
menCIonamos:
Influence in the World», en la obra colectiva The Legacy of China, Oxford University
Press, Londres, 1964.
2 Para una visión histórica de China puede verse W. Eberhard, A History of China,
-s24
23. República Popular China
3 Las biografias sobre Mao son ya muy numerosas. No falta entre ellas la habitual de R.
Payne (autor de otras sobre Marx, Lenin, etc.): Portrait 01 a Revolutionary: Mao Tse
Tung, Abelard-Schumann, Nueva York, 1961. Para la vida y la obra doctrinal de Mao
~
Las grandes potencias económicas
hasta 1949 contamos en lengua española con el libro de lerome Chen (Mao y la Revolu-
ción china, Oikos-Tau, Barcelona, 1967). También es de interés la obra de L. M. Chas-
sin, La conquista de China por Mao Tse Tung (Alianza Editorial, Madrid, 1966).
-su
23. República Popular China
4 Un buen resumen sobre «La larga marcha» puede verse en el interesante y apasionado
libro de Claude Roy Clefs pour la Chine, Laffont, París, 1953.
~a~ grandes potencias €'conomlr3s
pular y su economía, versión española, FCE, México, 1961, así como el libro de A. D.
Bamett China on the eve ofCommunist Takeover, Thames & Hudson, Londres, 1963.
-s28
I
i
1 23. República Popu (hina
~
____ N~~~_m_ _ _ _ _F
__ 7_ _ _ _~_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _
El viejo propósito de Sun Yat Sen, expresado en uno de sus slogans preferi-
dos, «la tierra para los campesinos», no pudo ser llevado a la práctica en
vida del fundador del Kuomintang, y ni siquiera se aspiró a materializarlo
por sus corrompidos sucesores. Fueron los comunistas, según ya vimos,
quienes pusieron en marcha la experiencia de la reforma agraria durante los
años treinta en las «zonas liberadas», incluso coincidiendo con la guerra ci-
vil. La reforma era la meta final de la inmensa mayoría del campesinado
chino que para Mao Tse Tung representaba el 70 por 100 en la ponderación
de los factores decisivos para realizar la Revolución.
Una vez conquistado el poder por el PCC, la reforma agraria se genera-
lizó a todo el país, y a fines de 1953 estaba prácticamente ultimada. El me-
canismo básico consistió en la confiscación de todas o parte de sus tierras a
los propietarios ricos y medios, para su redistribución entre los campesinos
pobres y los obreros agrícolas asalariados. La reforma, que se hizo a título
individual, significó la difusión máxima de la propiedad privada y la supre-
sión definitiva de la clase terrateniente parásita, de los arrendamientos one-
rosos, de los salarios miserables y del crédito usurario. En definitiva, la re-
forma supuso la adhesión de la inmensa mayoría del pueblo chino -120
millones de títulos de propiedad y unos 500 millones de beneficiarios- a
la causa de la revolución. Los políticos chinos, por primera vez en el siglo
xx" no faltaban a sus promesas, hechas no en unas elecciones, sino a 10 lar-
go de una dura guerra revolucionaria.
La reforma tuvo, pues, un tinte marcadamente individualista. No obstan-
te, junto con 1a entrega de los títulos de propiedad, se fomentaron una serie
de fórmulas de cultivo en común, como los «equipos de ayuda mutua» y las
cooperativas de formación voluntaria. De hecho, no se hacía sino reforzar
entre los campesinos libres algo enteramente lógico en zonas de minifun-
dio. Formadas con 20 a 50 socios cada una, estas cooperativas voluntarias
ya ascendían a fines de 1956 a un total de dos millones, que agrupaban al
90 por 100 de las exp1otaciones agrícolas.
La cooperativización (en cuyos resultados participaban los socios según la
cuota de capital-tierra aportada) constituyó una gran mejora. Permitió un au-
mento considerable de la producción y de los rendimientos por trabajador, que
habían caído inmediatamente después de la reforma agraria, debido al fraccio-
namiento de la superficie rural en explotaciones de muy reducida dimensión.
Sin embargo, desde el punto de vista de la construcción del socialismo y
del comunismo, las cooperativas tenían un inconveniente para los dirigen-
7 Sobre los aspectos agrarios de la Revolución china son indispensables las obras de
Charles Bourrier (La Collectivisation de 1'A gricu lture URSS, Chine Démocraties Popu-
J
laires, FNSP, París, 1958) y de René Dumont (Révolution dans la campagne chinoise,
Seuil, París, 1957).
tes chinos: perpetuaban la noción de propiedad privada de la tierra. A ello
1
se unía la aspiración de conseguir mayores economías de escala, merced a
explotaciones de mayor extensión y plenamente integradas. Con esos dos
propósitos, desde fines de 1956 y durante todo 1957, se pasó del estadio de
las «cooperativas elementales de producción», o cooperativas voluntarias
de que antes nos hemos ocupado, a las «cooperativas de producción avan-
zada», que comprendían cada una de 100 a 200 de las antiguas explotacio-
nes familiares. De este modo, a comienzos de 1958 los 120 millones de ex-
plotaciones familiares se habían concentrado en sólo 700.000 cooperativas
avanzadas. El paso fue simplemente técnico, de agregación para llegar a
grandes explotaciones. Seguía habiendo propiedad privada, aunque fuera
dentro de un marco cooperativo.
Aparte de las comunas que, como hemos visto, son de origen cooperati-
-vo, también existen en China explotaciones estatales, cuyo objetivo es el
cultivo extensivo en las regiones fronterizas de Sinkiang, Mongolia Interior
y del Nordeste (antigua Manchuria), aunque también se han creado en otras
áreas del resto del país.
Los efectivos humanos de estas explotaciones promovidas por el Estado
fueron inicialmente gran número de veteranos del ELp, así como muchos de
los chinos regresados del extranjero tras el triunfo de la Revolución. Hacia
1960, últimos datos disponibles en Occidente, estos «sovjoses» chinos (2.490
en total) representaban una superficie aproximada de 3,2 millones de Ha, em-
pleaban 2,8 millones de obreros y unos 10.000 tractores, centrándose funda-
mentalmente en la producción de cereales y carne para el abastecimiento de
los grandes centros urbanos 8 •
a) La Recuperación (1949-1952)
J) Y. L. Wu, The Steel lndustry in Communist China, Hoover Institute, Stanford, 1965.
r
Con el primer año del GSA se puso término a un decenio de intenso creci-
miento económico en China , que fue seguido de las convulsiones de los años
1959-1960. En la segunda mitad de 1960 se adoptó una línea más flexible en
la política económica: se redujeron las ambiciosas metas de crecimiento que
se había demostrado eran excesivas, y se limitó el alto grado de autarquía re-
gional que se había generado cOllla fuerte dispersión de pequeñas instalacio-
nes industriales, muchas de ellas claramente antieconómicas. Así, se volvió
de nuevo a los proyectos de gran dimensión de ámbito nacional y sobre la
base de una coordinación interregional 14 •
14 Maurice Niveau~ Histoíre des faits économiques contemporains, PUF, 2. a ed., París,
1969, pág. 539. De gran interés también para esta fase es el libro de Edgar Snow La
Chine en Marche, versión francesa, Stock, París, 1963.
15 Recogida en el número de The New Republic del 27 de febrero de 1965
;
23. R
16 Transcrito del apéndice documental del libro de A. Doak Barnett China de~pués de
Mao, versión española, Paidós, Buenos Aires, 1967, pág. 239. El libro de A. D. Bamett
es de interés (tanto por su propio contenido como por los anexos documentales) para el
estudio de la Revolución cultural.
17 Ibídem.
ción; desvía la dictadura del proletariado hacia el revisionismo, que se ve fa-
1
vorecido por una degeneración de la dirección del Partido y del Estado. Esa
situación ya se ha producido en Yugoslavia; está en trance de repetirse en la
U nión Soviética.» Eran palabras a su gran amigo Edgar Snow.
El 25 de octubre de 1971 fue admitida como miembro de las Naciones
Unidas, en el lugar antes ocupado por China Nacionalista. Así, China Popular
se consagró mundialmente como una gran potencia, con su puesto en el Con-
sejo de Seguridad junto a los otros cuatro «grandes» (Estados Unidos, URSS,
Reino Unido y Francia).
A partir de entonces -yen relaciones cada vez más normalizadas con
EE.UU. tras el viaje de Nixon a Pekín en 1972- China empezó a participar
en todas las grandes reuniones internacionales: la 111, IV y V UNCTAD en
Santiago de Chile, Nairobi y Manila, respectivamente; la Conferencia sobre
el Medio Humano, en Estocolmo (1972); la Conferencia sobre Derecho del
Mar de Caracas; la de Alimentación de Roma, y la de Población de Bucarest
(19]4), etc. En definitiva, la entrada de China en la ONU contribuyó a dismi-
nuir la tensión mundial 18 •
nese Revolution», Hanish Hamílton, Londres, 1987; y las publicaciones de Beijing In-
forma; y sobre todo mis propias apreciaciones, consecuencia del viaje que realicé a Chi·
na en el verano de 1987.
23~ Repü
21 Una aportación de gran interés al estudio de la China de principios de los 90, es elli-
bro de Enrique Fanjul -residente en Beijing durante cinco años, como jefe de la sec-
1
!
22Sobre la crisis de crecimiento de China en 1993: «China at boiling point», The Eco-
nomist, lO.VII.l993; Lynne O'Donnell, «Central bank action boosts Chinese yuan» (FI:
19.VII.1993), y «Beijing sure ofcooling economy» (FI: 20.VII.l993).
Las grandes potencias económicas
Los 80 millones de la población flotante actualmente al margen de los
controles del gobierno y del partido, son el origen no sólo de fuerte cri-
minalidad, de corrupción ubicua, y de narcotráfico en alza; además, es-
tán demoliendo la política de «un solo hijo por matrimonio». Sin entrar
ahora en los aspectos criticables de esa antigua consigna, la natalidad
podría experimentar un alza impresionante.
Por añadidura, la expansión industrial de China va a generar impactos
ambientales eventualmente dramáticos. No es sólo la regulación del Van
Tse Kiang con la célebre presa de «las tres gargantas». También se trata
de las 200 centrales termoeléctricas con carbones de alto contenido sul-
furoso, del desarrollo de la siderurgia, de la industria química, de las
grandes infraestructuras premonitorias de un gigantesco parque automo-
vilístico, etc.
En definitiva, la aceleración del cambio en China, está generando ten-
siones internas muy fuertes, y puede alcanzar notables incidencias exter-
nas. Por ello mismo, en esta era de distensión en que se dice que vivi-
mos, seguir mirando al país más poblado del planeta como un caso
insólito que debe continuar en su sola y propia dinámica, constituye una
idea descabellada. Una atención recrecida hacia China, debe significar,
también, la invitación a su mayor presencia en las decisiones importantes
del escenario mundial.
Precisamente ello es necesario no para apaciguar, sino para evitar el in-
cremento del espíritu agresivo de China, que exige al máximo en Hong
Kong, amenaza a Taiwan, desprecia los derechos humanos, y mantiene se-
micerrado su mercado interno 23.
En el fondo, la cuestión es sencilla: por un lado, China se percata de su
poderío económico creciente, y se prepara a jugar sus bazas como superpo-
tencia; al mismo tiempo, tiene pendiente la sucesión de Den Xiaoping
(<<Den está muerto hace tiempo, pero nadie se atreve a decírselo», fue el
chiste del verano del 95 en Pekín), y sobre todo, está en saber cuál será el
momento de proclamar el cambio de sistema en el proceso del crecimiento
acelerado, del comunismo al capitalismo.
Esos problemas, y la propia importancia de China, merecen un respe-
to, y ayuda para encontrar cauce a su nueva identidad 24. Pero ello no debe
ser base para permitir situaciones límite de una nueva guerra fría en todo
el área de la OAP, con las graves consecuencias que tendría para un es-
23 Sobre las apetencias de aguas exclusivas por Pekin en todo el Mar de la China Meri-
dional~ Tony Walker, «The waters beyond rnischiefreef}), Financial Times, 15.111.1995,
pág. 13. También Manuela Saragosa, «Beijings South China ambitions rattle Indone-
sia», FT, 26.V.1995, pág. 5.
24 Nicholas D. Kristof y Shery WuDunn, «China Wakes. The Struggle for the soul of a
Rising Power»~ Times, Nueva York, 1995. En este libro, se plantea una cuestión impor-
tante: cuál es la búsqueda de la identidad de una nueva gran potencia.
r
2S Sobre las relaciones chino-rusas, mejorando, Matthew Kaminski, «China and Russia
La visita de Clinton al país más poblado del planeta en junio de 1998 causó
sensación en toda Asia; y no sólo por los aspectos folclóricos o pintorescos
(danzarinas y terracotas en Xian, debate libre ante los medios, misa matuti-
na, etc.), sino muy especialmente por el gran calado de la operación nortea-
mericana, que algunos intuyeron como la conquista económica de China.
En ese sentido, si como vimos en el capítulo 22 el Fed estuvo sosteniendo
el yen en mayo/junio del 98, fue en gran medida para ayudar a Pekín y evi-
tar así la devaluación del renminbi y del dólar de Hong Kong; al objeto de
impedir una nueva tormenta monetaria que asolaría a toda la orilla asiática
del Pacífico.
Esos esfuerzos no fueron baldíos, pues a pesar de muchas dificultades
de toda clase -y no la menor las terroríficas inundaciones de agosto y sep-
tiembre de) 98 en el Norte y Centro de la China continental- se mantuvie-
ron las paridades del renminbi y del dólar de Hong Kong con el de EE.UU.;
una contribución inestimable al no agravamiento de la crisis financiera glo-
bal.
Por otro lado, los ecoguerrilleros de Clinton, como son los Greenspan de
]a Reserva Federal, y Rubin y Summers del Tesoro, gestionaron el apoyo
incondicional a las medidas de reforma puestas en marcha por Zu Rongi, el
flamante jefe de Gobierno, antes ministro de Economía. Reformas que van
23. República Popular China
1980 1994
Agricultura 30 21
Industria 49 47
Servicios 21 32
a abarcar gran parte del escenario: empresas estatales, prestaciones por de-
sempleo y seguridad social a escala de toda la República Popular, reorgani-
zación del Banco Central siguiendo el modelo de la Reserva Federal, etcé-
tera.
De tales proyectos, lo más novedoso fue el cambio de cadencia, a un rit-
mo más lento y de fonna gradual, porque recurrir al big bang, en tiempos
de crecimiento ralentizado, podría ser origen de graves traumas en la socie-
(
1
Las grandes potencias económicas
Nota bibliográfica
Además de la bibliografia citada en cada caso, para la actualización del capítulo so-
bre China en esta 19a edición, se han tenido en cuenta la nueva bibliografia que
menCIonamos:
Alberto Ballarln Marcial, «China: otra perestroika», Ed. San Martín, Madrid, 1991.
Luis González Seara, «China: cien flores que esperan», Tecnos, Madrid, 1991.
Enrique Fanjul, «Revolución en la revolución. China, del maoismo a la era de la re-
forma», Alianza Editorial, Madrid, 1994.
Alicia Tamames, «La influencia del confucianismo en el desarrollo económico del
sudeste asiático y de Extremo Oriente. El caso específico de China: comunismo
versus confucianismo», edición limitada, 1995.
Martin Wolf, «A country divided by growth. Market reforms could threaten China 's
-sso
23 . República Popular China
-ss:
Índice de siglas
,
Estructura económica internacional
-ssr
Índice de siglas
KMT: Knomintang.
Indice de nombres
~
\1
j
1
1
ACKLEY, G., 381 BARRO, R., 496
Acheson, D., 64, 65 Baker, J., 11 S, 454
Adams, A.E., 488 Baker (Plan), 115, 144, 146
Aganbegyan, A., 497 Balassa, B., 155
Akamatsu, P., 510 Baldinelli, E., 311
Alfonsín, R., 318 Ball, G., 381
Aliguieri, D., 17 BaIlarín, A., 550
Allende, N., 379 Baran, P., 477
Alonso, E., 303 Bardcke, T., 367
Amalrik, A., 498 Bamathan, J., 551
Amin, 346 Barnett, A.D., 528
Anda~ C., 199 Barón, A., 149
Andic, E, 332 Barro, R., 384,484
Andropov, Y., 497 Batra, Mr., 455
Annan, K., 51, 52 Beasley, W.G., 521
Aparicio, 5, 16 Beck, R., 471
Aragao, J.M., 23, 314, 315, 320 Becker, G., 383, 551
Arias, O., 299 Bekinschtein, lA., 373
Arcaya, R, 318 Behrens, vv.vv.,409
Atlee, C., 60 Benedicto Xv, 38
Attalí, J., 140 Berlusconi, S., 73
Ávila, A.M., 171 Bernstein, E., 86, 87
Aymar, R., 428, 432 Bertaina, N., 315
Ayres, R.U., 400 Berthoin, G., 380
Azcárate, M., 281 Berzosa, C., 70, 406
Estructura económica internacional
Bettelheim, 495 Byrnes, 1., 66, 384
Bhutto, B., 365
Bizzózero, L., 322 CAIRNCROSS, A., 131
Black(Plan),134 Calderón, A., 302
Black, E.R., 134 Calvete, M.T., 139
Blair, T., 75, 269 Camino, C., 301
Block, EL., 79 Camdessus, M., 461
Bodard, L., 540 Campbell, R.W., 493
Bogert, C., 507 Cantó, P., 23
Bogomolov, O., 277 Carande, R., 29
Boigny, H., 354 Carey, J., 399
Bolívar, S., 322 Cardoso, EH., 469
Bonaparte, N., 431 Carlos V, 29
Bonet, A., 170 Carnegie, 476
Bonet, P., 501 Carter, J., 355, 361, 380, 381, 453, 454
Bonnet, H., 138 Carver, T.N., 477
BorJaug, H., 402, 408 Castells, M., 380
Borrus, A.; 291 Castillo, C.M., 299
Boserup, E., 400, 401 Castillo, 1. del., 171
Bourrier, Ch., 531 Castro, E, 332
Bouzas, R., 322 Cavallo, D., 127, 288
Brabant, J., 279 Ceaucescu, N., 282
Brad~N., 144, 145,403 Ceballos, L., 146, 175
Brady, R., 507 Ceerzon, G., 161
Brady (Plan), 144, 145, 146,286 Centeno, R., 432, 433
Brandt (Informe), 201 Cervantes, M. de, 347
Bravo, A., 139 Chang Kai Chek, 526, 527, 528, 530, 539
Breznev, L., 361 Chapman, G., 23
Bridges, B., 547 Chardin, T. de, 207
Brittan, L, 176, 291 Chassin, L.M., 526
Brittan, S., 484 Chaunu, P., 29
Brow, W.A., 158 Chen, J., 526
Brown, G., 75 Chen Tu Siu, 526
Brudenius, C., 332 Chernenko, 497
Bruhat, J., 489 Chermomirdin, 458, 501, 505
Brulé, J.P., 540 Chevalier, J.M., 32, 433
Brull, S., 520 Chirac, J., 352
Brundt1and (Informe), 150,453 Chote, R., 154
Brus, W., 45 Chu En Lai, 363, 526, 538
Brzeizinski, Z., 380, 381 Chu Té, 526
Bujarin, N.I., 488 Church, G., 73, 475
Bulganin, N., 493 Churchill, W.C., 36, 37,62,63
Burgand, J.M., 338 Chva-Eoan, H.G., 122
Burnham, 1., 478 Cipolla, C.M., 391, 392, 393
Burns, A., 381 Clausewitz, 480
Burt, T., 262 Clifford, M.L., 551
Bush, G., 286, 287, 289, 361,479 Clinton, B., 73, 124, 287, 289, 291,
Bu~elo,P.,48,366,369 322,459,481,504,550
.
Índice de nombres
Clinton, H.R., 481 Doak Bamett, A., 539
Cobden, R., 32 Done, K., 140
Cockfield, 248 Douglas, M., 51
Colbert, lB. de, 31 Drietnich, P., 399
Collor de Melo, E, 319 Drucker, P.E, 70, 389
Colosio, L.D., 288 Dubos, R., 398
Cornmoner, B., 201 Dumont, R., 201, 531
Condliffe, lB., 78 Dunkel, A., 169
Condorcet, Marqués de, 400 Dunne, N., 111, 124
Confucio, 523 Du Pont de Nemours, 476
Cookson, C., 395, 429 Durgin, EA., 493
Coolidge, C., 436, 438 Durniev, V.A., 273
Corra], P., 406 Dwyer, P., 291
Correa, 181
Cotton, R., 433 EBERHARD, W, 523
Crock, S., 551 Ehrlich, P.R., 201, 408
Cromwell, O., 31 Einhom, B., 551
Cruz Smith, M., 506 Eleta, E, 23
Csaba, L., 281 Ellenstein, J., 496
Cuenca, E., 262, 349 El1sworth, P. T., 77, 441, 442
Cuervo, S., 23 Emminger, O., 100
Cullen, R.B., 404 Engardio, P., 551
Cuscó, P.P., 23 Engels, E, 33
Ermakour, V, 399
DADA, H., 299 Essen, L., van, 29
Da Silva, 1, 126 Estapé, E, 475
Davies, S., 505 Evans, P., 171
Dawkins, W., 520
De Gaulle, Ch., 85, 89, 227, 260, 261 FAISON, S., 547
Deleyne, 1., 540 Fanjul, E., 543, 550
Delgado, E, 116 Famesio, A. de, 250
Dell, S., 343 Felipe 11, 29, 30
Delors, 1., 248 Fernández Norniella, J.M., 175
Delors (Libro Blanco), 251 Femández Shaw, E, 294
Delors (Plan), 248 Ferrer Regales, M., 407, 410
Delroy, L., 429 Fidier, S., 289, 290
Den XiaoPing, 14, 49, 363, 530, 540, Fidler, S., 321
541,543,546,547 Fineman, H., 480
Deutscher, I., 492 Fingleton, E., 520
Díaz, NJ., 414 Fiodorov, B., 308
Díaz Mier, M.A., 171 Fisac, T., 415
Díaz Nicolás, 1.,414 Fischler, E, 236
Diebold, W., 224 Fisher, A., 517
Dillon, D., 161 Florentín, M., 507
Dillon (Ronda), 161, 162, 229 Fonseca, G., 299
Dimitrov, G., 272 Ford, H., 476
Diouf, 1., 405 Forrester, 1, 201
Djilas, M., 272 Frade, C., 149
Estructura económica internacionaL
Franco, l., 319 Graham, G., 289, 290
Francisco Javier (Santo), 509 Grandi, J., 322
Frank, l., 161 Granell, E, 170, 191, 203, 326, 387
Freeland, C., 508 Gray, J., 50
Fresnillo, 1M., 131, 139 Grau, C., 475
Friedman, M., 442, 476 Green, R.H., 343
Friedman, R., 437, 442 Greenspan, A., 49, 124, 459, 483, 484,
Frondizi, A., 306 485,548
Forrester, 201 Greenwald, J., 288
Fuentes Mohr, A., 23, 299 Grenon, M., 433
Fugger (Fúcar), 29 Gingrich, N., 481
Fujimori, 328 Girón, J., 269
Grossman, G., 42
GADAFI, 267, 417 Grubel, R.C., 86
Gaidar, N., 501 Grunwald, H., 479,480
Galbraith, J.K., 436, 437, 455, 475, Gudiño, P., 287
476,477,478,540 Guerra Borges, A., 301
Gafo, J.I., 433 Guerrero, 181
Galuszka, P., 507 Guevara, E. (Che), 197
Gama, V. de, 363 Gughes, T.H., 528
Gandhi, M, 364 Guha, K., 364
Ganshof, E, 28 Guillain, R., 511
García, A., 143 Gutiérrez, E., 332
García Camacho, M.D., 16 Gutiérrez, EP., 299
García Díez, lA., 489
Garciamartín, C. 501 HALLSTEIN, w., 227
Garret, L., 399 Ramilton, EJ., 28
Garvy, G., 446 Hamilton, H., 49, 540
Gates, B., 384 Hanke, H., 355
Gaugoh, L., 124 Harbrecht, D., 482
Gaviria, O., 290 Harris, M., 380
Gerbert, P., 58 Hashimoto, R., 521
Ghai, D., 343 Hata, T., 519
Ghosh, B., 74 Havel, v., 278
Gibney, E, 49 Hawley, A., 391
Gill, H., 339, 366 Harding, J., 551
Gingrich, N., 481 Hazlewood, A., 343
Glasgall, W, 551 Heath, E., 261
Glouchevitch, P., 389 Heilbroner, 201
Godwin, W., 400 Helder Cámara, D., 23
González, lC., 175 Helperin, M., 314
González del Val1e, 1, 299 Henao, S., 23
González Huerta, B., 16 Henderson, C., 429
González Márquez, E, 267, 291 Hennitt, B., 404
González Seara, L., 550 Herranz, E, 502
Gorbachov, M., 72, 73, 276, 428, 497, Herrera, F., 23, 292, 311
498,499,500,502,503,505 Hicks, G., 49
Gore, A., 124, 289 Hill, P., 433
-sir
r
Índice de nombres
I
Estructura económica internacional
1
Layanl, R., 507 Mai tland, A., 406
Leeson, N., 121 Malcom X., 472
Lefranc, G., 28 Malenkov, 493
Lenin, v.1., 65, 490, 502, 525 Malkin, L., 121
Lerner, 275 Mallet, v., 347
Leutwiler, E, 169 Malthus, R.T., 398,399,400
Leutwiler (Informe), 170 Manduí (dinastía), 524
Lewinsky (efecto), 459 Mandela, N., 347,469
Lewis, A., 442 Mann, L.E., 338
Lewis, ID., 322 Mansholt, S., 382
Lewis, P., 150 Mansholt (Primer Plan), 232, 233, 237
I..?Huillier, lA., 131 Mansholt (Segundo Plan), 233
Li Peng, 545 Mao Tse Tung, 525, 526, 527, 529, 531,
Liberman, 495 532,535,539,541,545,550
Lieberson, 1, 410 Mao Zedong, 363, 547
Ligachov, 499 Maravall, 29
Li Fu Chun, 534, 535 Marcus, D., 380
LiJienthal, D., 474 Marshall, G., 60, 64, 65, 66, 527
Lin Piao, 526,538 Marshall (Plan), 48, 60, 61, 63, 65-69,
Linder, S.B., 164 143,158,257,442,443,475
Lindorff, D., 551 Marx, K., 217, 401, 436, 525
Lipman, W., 63 Martínez García, J.K., 147
Littlejohurs, M., 51 Martínez Peinado, 1, 182
Liu Shao Ki, 538, 539 Mas, X., 53
Lizano, E., 299 Masfield, E., 170
Lloyd, 1, 507 Massé, P., 43
Lobo, E, 199 Massell, B.E, 343
Lockwood, W., 510 Massieu, R., 288
López, N.B., 366 Mathew, R., 347
López, R.S., 27 Matlock, lE, 507
López de1 Carri1, N., 23 Mattei, E., 420
López Fernández, M., 16 Matthoefer, 382
López Mateos, A., 306 Matthews, R., 347
Loucks, W., 42, 44 Maudling (Comité), 257
Lougheed, A.L., 442 Maurer, H., 366
Lovelock, 432 Ma Yin Chu, 535
Luard, D.E.T., 528 Mayobre, lA., 292
Luce, H., 479 McNamara, R., 105
Luengo, F., 501 McWilliams, G., 387
Luisinchi, 143 Meadows, D.H., 201,409
Lynn Pan, 540 Meadows, D.L., 201,409
Meadows (Informe), 409
MACHLUp, E, 87 Medvede~R.A.,496,498
Macmillan, H., 260 Meiji (Emperador), 510
Magariños, S., 23 Meisler, S., 355
Magro, A., 158 Mencio, 523
Mahatir, M., 367 Menem, C., 126, 127, 318, 319
Mairal, N., 373 Merino Ramos, N., 16
Índice de nombres