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Ramón Tamames

Begoña G. Huerta

Estructura
__ e
economlca
internacional

Ciendas Sodales
Alianza Editorial
--

La presente edidón, dedmonovena, de


EstructurQ econ6mica internQoonal, ha
supuesto un gran esfuerzo no sólo para
actualizar datos y problemas, sino también
para impregnar el libro de lo que son las
corrientes globaLizadoras de toda cLase de
transacdones a escala mundial.
Virtualmente no ha quedado ni un solo
capitulo sin modificadones sustandales.
La parte relativa a integradón económica
ha sido objeto de notables innovadones. Y
como es lógico, se han enriqueddo las
otras áreas de la obra, relativas a
perturbadones dclicas, multinadonales,
energia, cuestiones demográficas, y
grandes potendas.

Desde 1970 es autor de este libro Ramón


Tamames, catedrático de Estructura "
Económica de la Universidad Autónoma de
Madrid y catedrático Jean Monnet de! la
UE. Para la presente edidón ha contado
con la valiosa ayuda de Begoña González
Huerta, diplomada en Reladones
Internadonales.
3491024
ISBN 84-206-8187-3
El libro universitari~
Alianza Editorial----~
Primera edición: 1970
Undécima edición: 1987
Duodécima edición: 1988
Decimotercera edición: 1989
Decimocuarta edición: 1990
Decimoquinta edición: 1991
Decimosexta edición: 1992
Decimoséptima edición: 1993P
Decimoctava edición (primera edición en Alianza Universidad Textos): 1995
Decimonovena edición (primera edición en "Manuales"): 1999

Otros libros de Ramón Tamames en Alianza Editorial:

LB 90 Introducción a la Economía Española (23. a edición)


LB 785 Introducción a la Constitución Española (8. a edición)
AU 51 La República. La Era de Franco (12. a edición)
AU 137 Fundamentos de Estructura Económica Ol.a edición)
AU 198 Ecología y desarrollo (7. a edición)
AUT 100 Estructura Económica de España (23. a edición)
AUT 116 La Unión Europea (4.(\ edición)
Diccionario de Economía y Finanzas (4. a edición)

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de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.

íJ Begoña González Huerta


© Alianza Editorial, S. A.; Madrid, 1970, 1972, 1974, 1975, 1978, 1980, 1982, 1984, 1985, 1986,
1987,1988,1989,1990,1991,1992,1993,1995,1999
Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madrid; teléf. 91 393 88 88
ISBN: 84-206-8187-3
Depósito legal: M. 4.158-1999
Fotocomposición EFCA, s. A.
Impresión: COIMOF,S.A.
CI Acero, 1. Polígono Industrial «Finanzauto»
28500 Arganda del Rey (Madrid)
Printed in Spain
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Indice general

Nota preliminar de] autor a la decimonovena edición (1999)........................... 15

Nota preliminar a la primera edición (1970) .................................................... 17

Primera parte
Economia internacional, sistemas económicos y niveles de
desarrollo
1. El proceso de formación de la economía mundial............................... 27
1.1 Los albores del comercio internacionaL............................................... 27
1.2 La formación de los imperios coloniales.............................................. 28
1.3 La hegemonía británica y la era del librecambio ................................... 31
1.4 La erosión del librecambio y la génesis del bilateralismo............... ........ 33
1.5 La estructura y la institucionalización de la economía internacional....... 36
1.6 El nacimiento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) .......... 37
1.7 Las comisiones económicas de la ONU ............................................... 39
1.8 Los grandes problemas de la actual estructura económica internacional.. 40
1.9 Sistemas económicos......................................................................... 40
1.9.1 El capitalismo.......................................................................... 42
1.9.2 El socialismo ........................................................................... 43
1.10 Niveles de desarrollo.......................... ..... ...... .................................... 45
1.11 Áreas de gravitación en la economía mundiaL.......... ..... ....................... 47
Estructura económica internacional
1.12 Globalismo....................................................................................... 49
1.13 Cuestiones puntuales de la organización internacional .......................... 51

SegunCla parte
Cooperación económica internaoonal: FMI, BIRF, GATT,
UNCTAD

2. Los orígenes de la cooperación económica internacionaL................. 57


2.1 Las fonnas de relación económica entre las naciones ............................ 57
2.2 Una tensa postguerra ......................................................................... 60
2.3 La doctrina Truman.................................................................. ......... 62
2.4 La génesis del Plan Marshall .............................................................. 63
2.5 Del Plan Marshall a la Alianza Atlántica y al Pacto de Varsovia ............ 65
2.6 El funcionamiento económico del Plan Marshall.................................. 66
2.7 Las consecuencias del plan para la cooperación europea ....................... 68
2.8 El G-7, como directorio económico mundiaL........ ..... ... .......... ......... .... 70

3. El sistema monetario internacional: el FMI........................................ 77


3.1 Del fin del Patrón Oro a la creación del Fondo Monetario Internacional... 77
3.2 Las nonnas básicas del FMI antes de la 1 Refonna............ .................... 80
3.3 La actividad financiera del FMI hasta 1969.......................................... 82
3.3.1 El FMI como fuente de recursos ordinarios y de créditos «stand
by» ......................................................................................... 82
3.3.2 Fuentes adicionales de recursos: créditos swap y Club de los Diez... 84
3.4 El sistema monetario internacional dirigido: el Patrón Dólar.................. 84
3.5 La refonna del FMI. Los Derechos Especiales de Giro (DEG) ............... 85
3.6 Un escenario cambiante ..................................................................... 88
3.7 El oro en la crisis monetaria internacional............................................ 89
3.8 El déficit de la balanza de pagos de EE.UU .............................................. 96
3.9 Las devaluaciones del dólar de 1971 a 1973......................................... 98
3.10 La preparación de la reforma del sistema monetario internacional: el
Comité de los Veinte (1972-1974) y la Asamblea del FMI en Nairobi
(septiembre de 1973) ........................................................................ 100
3.11 Las recomendaciones del Comité de los Veinte .................................... 103
3.12 Las Asambleas del FMI de 1974 y 1975: nuevos Comités, aumento
de cuotas y desmonetización del oro, y las Reglas de Jamaica de 1976.. 105
3.13 Las fluctuaciones del dólar (1976-1990) .............................................. 107
3.14 Cuotas y fonnas de financiación del FMI............................................. 108
3.14.1. Servicios ordinarios....................................................................... 111
3.14.2. Servicios especiales....................................................................... 112
3.14.3. Asistencia de emergencia .................................................... ,......... 113
3.14.4. Servicios para los países de bajo ingreso ................... ,.................. 113
3.14,5. PPME............................................................................................ 114
3.15 El FMI en los años 80 Y 90................................................................. 115
3.15.1. Deuda externa ...................... ", .......................... "."....................... 115
3.15.2. Nuevos socios ......................................................... ,..................... 115
3.16 Sobre el futuro del FMI ..................................................................... 116
Índice general
3.1 7 Comités y Grupos dentro del FMI....................................................... 117
3.17.1 Comité Interino ...................................................................... 117
3.17.2 Comité de Desarrollo.... .......................................................... 118
3.17.3 Grupo de los Diez................................................................... 118
3.17.4 Grupo de los Veinticuatro ....................................................... 118
3.17.5 Grupo de los Cinco................................................................. 118
3.17.6 Grupo de los Siete ........ 1......................................................... 119
3.18 El Banco de Pagos Internacionales...................................................... 119
3.19 La compleja envolvente financiera mundial......................................... 120
3.20 La crisis asiática................................................................................ 120
3.21 Globalización y cuestiones monetarias ................................................ 125
3.22 Moneda mundial y agencias monetarias............................................... 126

4. Financiación del desarrollo: el BIRF y los demás mecanismos in-


ternacionales ..... ..... ............. ......... ................ ..... .................. ......... ........... 129
4.1 El Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) ............... 129
4.2 Los organismos conexos del BIRF: lOE, CFI, AIF y OMGI .................. 134
4.3 Otros organismos y entidades internacionales de asistencia financiera y
técnica al desarrollo........................................................................... 136
4.4 El endeudamiento del Tercer Mundo................................................... 142
4.5 El Plan Brady ...................................................... ............................. 144
4.6 Club de París y nuevas iniciativas en la deuda externa.......................... 146
4.7 Otras cuestiones sobre el BIRF: proyectos y medio ambiente................. 149
4.8 El acuerdo multilateral sobre inversiones (AMI)................................... 151
4.9 El futuro del BIRF ............................................................................ 152

s. Comercio de bienes y servicios: GATT/OMC ..................................... 155


5.1 Protección y arancel de aduanas.......................................................... 155
5.2 Los antecedentes inmediatos del GATT............................................... 157
5.3 La redacción del Acuerdo General...................................................... 159
5.4 El funcionamiento del GATT. La cláusula de nación más favorecida y las
negociaciones arancelarias.................................................................. 160
5.5 Los países menos desarroJIados (PMD) en el GATT ............................. 164
5.6 La VII Conferencia del GATT (Ronda Tokio)...................................... 165
5.7 El GATT en los años 80 y 90. La Ronda Uruguay................................ 168
5.8 El acuerdo de Marrakech y la Organización Mundial de Comercio......... 171
5.9 La OMC en acción ............................................................................ 175

6. Comercio y desarrollo: la UNCTAD y las relaciones Norte/Sur. El


Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) ................................... 179
6.1 La Conferencia Mundial............................................................ ........ 179
6.2 Los productos básicos en la UN eT AD. El Fondo Común de Materias
Primas ............................................................................................. 182
6.3 Comercio de manufacturas; el sistema de las preferencias generaliza-
das (SPG) del grupo de los 77 ......... ... ............................................... 185
6.4 Transacciones invisibles y nueva financiación para los países menos de-
sarrollados........................................................................................ 187
6.5 Transporte marítimo y fletes en el comercio internacional ..................... ~
...
Estructura económica internacional
6.6 Tercera UNCTAD (Santiago de Chile, 1972) ....................................... 191
6.7 Cuarta UNCT AD (Nairobi, 1976) ....................................................... 192
6.8 Quinta UNCTAD (Manila, 1979)........................................................ 194
6.9 Sexta UNCT AD (Belgrado, 1983) ...................................................... 194
6.10 Séptima UNCTAD (Ginebra, 1987) .................................................... 195
6.11 Octava UNCTAD (Cartagena de Indias, 1992)................................... 196
6.12 Novena UNCTAD (Mitrand, 1996) ................................................... 197
6.13 Las relaciones Norte-Sur. NOEI ......................................................... 199
6.14 Los países menos avanzados (PMA) ................................................... 202

Tercera parte
Integración económica

7. El proceso de integración económica................................................... 207


7.1 El significado y las fonnas de la integración económica........................ 207
7.1.1 Preferencias aduaneras.............................................................. 209
7.1.2 Zonas de libre comercio............................................................ 211
7.1.3 Uniones aduaneras ................................................................... 212
7.2 Ventajas generales de la integración económica................................... 213
7.2.1 Economías' de escala....... ............... .... ................................ ....... 214
7.2.2 Intensificación de la competencia .............................................. 215
7.2.3 Atenuación de los problemas de pagos internacionales................. 215
7.2.4 Posibilidad de desarrollar nuevas actividades dificiles de empren-
der aisladamente...................................................................... 215
7.2.5 Aumento del poder de negociación ............................................ 216
7.2.6 La fonnulación más coherente de la política económica nacional... 216
7.2.7 La integración económica y las transfonnaciones estructurales..... 21 7
7.2.8 La aceleración del ritmo de desarrollo y el logro de un alto nivel
de empleo................................................................................ 218
7.3 La difusión del proceso de integración ................................................ 219
7.4 Cooperación más integración: el escenario global................................. 219

8. Integración en Europa (1). De la CEE a la Unión Europea (VE). La


EFTA ....................................................................................................... 223
8.1 La génesis del Mercado Común Europeo........................................ ..... 223
8.2 La lógica del Tratado de Roma ........................................................... 225
8.3 El principio de supranacionalidad en la CEE ........................................ 226
8.4 La unión aduanera ............................................................................ 228
8.5 La fonnación del Mercado Común Agrícola y ]a PAC 1 a III ................. 231
8.5.1 Primeros pasos......................................................................... 231
8.5.2 LaPACI................................................................................. 232
8.5.3 La PAC 11................................................................................ 233
8.5.4 La PAC JII .............................................................................. 235
8.6 La libre circulación de factores........................................................... 237
8.7 La idea evolutiva del Parlamento Europeo...... ....................... .............. 239
8.8 El Sistema Monetario Europeo .......................................... .... ............. 242
8.9 Las Instituciones de la Unión ............................................................. 244
Índice general

8.10 El Acta Única Europea (AVE) y el ajuste de la Comunidad (1982-1987) 247


8.10.1 El AUE ................................................................................. 247
8.10.2 El Mercado Interior Único (MIU) ............................................ 248
8.10.3 La nueva política presupuestaria .............................................. 249
8.10.4 La refonna de los Fondos Estructurales.................................... 249
8.11 El Tratado de Maastricht.................................................................... 250
8.11.1 Ratificación del Tratado.......................................................... 251
8.1 ).2 Grandes objetivos y nuevas instituciones.................................. 251
8.1 1.3 Ciudadanía de la Unión........................................................... 252
8.11.4 Políticas de la Unión............................................................... 252
8.11.5 Defensa y Seguridad... ... ................................................... ...... 252
8.12 Previsiones sobre la Unión Monetaria (UM) ........................................ 253
8.13 El funcionamiento de la EFTA................ ....... .................................... 256
8.13.1 El desanne intrazonal ............... .............................................. 258
8.13.2 Otros aspectos de la EFTA....................................................... 259
8.14 Las negociaciones de la CEE con el Reino Unido, Irlanda y Dinamar-
ca y el acceso de los tres nuevos Estados miembros ............................ 260
8.15 Las relaciones entre la CEE ampliada y los países de la EFTA residual.. 262
8.16 La ampliación de las Comunidades hacia eJ Sur: Grecia, España y Por-
tugal ,............................................................................................... 263
8.17 La fonnación del Espacio Económico Europeo .................................... 264
8.18 La cuarta ampliación (1995)... ............................................................ 265
8.19 Los convenios de Lomé y los ACP...... ................................................ 265
8.20 Las relaciones mediterráneas de la VE: el Euromed ........................ ...... 266
8.21 Nuevas ampliaciones y comercio más fluido ....................... ........... ...... 267
8.22 La CIG'96 y el Tratado de Amsterdam................................................ 269

9. Integración económica en Europa (11). El fracaso del COMECON y el


futuro de Europa Central y Oriental ...................................................... 271
9.1 Introducción..................................................................................... 271
9.2 La evolución del COMECON............................................................. 272
9.3 Los insolubles problemas del COMECON ........................................... 275
9.4 La agonía final del COMECON y el futuro de la Europa del Central y
Orienta] ................................................... ......................................... 277
9.5 Una reflexión final ........................................................................... 279

10. Integración económica en las Américas (1): FTA, TLC, ALCA,


MCCA ..................................................................................................... 283
10.1 El Acuerdo de Libre Comercio CanadáJEE.UU ........................................ 283
10.2 La Iniciativa por las Américas y las negociaciones: el TLC y la Confe-
rencia de Miami ................................................................................ 286
10.2.1 El proyecto TLC .................................................................... 286
10.2.2 Los contenidos del TLC .......................................................... 287
10.2.3 El efecto tequila. ............................................. ........................ 288
10.2.4 La experiencia mexicana del TLC....................... ...................... 288
10.2.5 La ALCAlFTAA .................................. ...... ............................ 289
10.2.6 ¿Es posible la TAFTA? ........................................................... 290

Estructura económica internacional
10.3 El Mercado Común Centroamericano (MeCA) ............ ........................ 291
10.3.1 Construcción de la Tarifa Exterior Común ................ ................ 294
10.3.2 Desanne arancelario y contingentario....................................... 295
10.3.3 Política comercial común ........................................................ 295
10.3.4 Regímenes de industrias centroamericanas de integración y de
incentivos fiscales uniformes................................................... 296
10.3.5 Balance del Mercado Común Centroamericano ......................... 297
10.3.6 El MCCA y su futuro.............................................................. 299

11. Integración económica en las Américas (11). ALALC, ALADI,


CAN, G-3, MERCOSUR, ALCSA........................................................ 305
11.1 Los antecedentes de la ALALC ....... ................................................... 305
11.2 El funcionamiento de la ALALC .... , ............................... ,................... 308
11.2.1 Listas nacionales ......................... .... ............. ... ........ .... ........... 308
11.2.2 Lista común........................................................................... 309
11.2.3 Supresión de restricciones cuantitativas y acuerdos de comple-
mentación.............................................................................. 309
11.2.4 Tratamiento más favorable a los países de menor desarrollo rela-
tivo ....................................................................................... 310
11.2.5 Problemas monetarios.............................................. ............... 310
11.3 Un balance general de la ALALC ........... .................................. .......... 311
11.4 Crisis y replanteamiento de la ALALC. La Asociación Latinoameri-
cana de Integración (ALADI)............................................................ 312
11.4.1 Generalidades de la ALADI .......... ........ .................................. 312
11.4.2 Organización institucional....................................................... 314
11.4.3 La experiencia <:ie la ALADI.................................................... 314
11.4.4 El TLC y]a ALADI................................................................ 315
1] .4.5 E] Grupo de los Tres (G-3) ...................................................... 317
11.4.6 El futuro de la ALADI ............................................................ 317
11.5 El Mercosur...................... ................................................................ 318
11.5.1 El Mercosur en acción ............................................................ 319
11.5.2 Expansión y problemas del Mercosur ....................................... 320
11.5.3 Del Mercosur a ALCSA .......................................................... 322
11.6 La Comunidad Andina (CAN)............................................................ 322
11.6.1 Órganos del Acuerdo ..... ......................................................... 323
11.6.2 Annonización de las políticas económicas y coordinación de
los planes de desarrollo .......................................................... 324
11.6.3 Programación industrial .......................................................... 324
11.6.4 Programa de liberación ........................................................... 324
11.6.5 Otros aspectos........................................................................ 325
11.6.6 El Pacto Andino en funcionamiento ......................................... 325
1] .6.7 El futuro de la CAN................................................................ 327
11.7 La Organización de Estados Iberoamericanos (DEI) ............................. 329

12. Integración económica en las Américas (111). El área del Caribe ........ 331
12.1 Introducción y zonificación del área.................................................... 331
12.2 La estructura organizativa de CARIFTA.............................................. 335
12.3 Objetivos y organización ................................................................... 335
p
Índice general

12.4 Liberación comercial......................................................................... 336


12.5 Política industrial.............................................................................. 336
12.6 Integración en el Caribe ..................................................................... 337
12.6.1 El CARICOM ........................................................................ 337
12.6.2 Nuevos socios y proyectos ...................................................... 339
12.6.3 La AECA .............................................................................. 340

13. Cooperación e integración en África ......... .................. ...... ................... 343


13.1 Una casuística creciente..................................................................... 343
13.2 La Comunidad Económica de África Oriental (CEAOR)....................... 343
13.3 La cooperación en África Oriental y Austral: SADCC, SADC, PTA y
COMESA......................................................................................... 346
13.4 Integración en África Occidental: la CEAO y la ECOWAS o CEDEAO ........ 349
13.5 La Comunidad Económica de África Central (CEEAC) ........................ 350
13.6 La CFA, agencia monetaria basada en el euro ...................................... 352
13.7 La Comunidad Económica Africana (CEA) ......................................... 352
13.8 Otras organizaciones africanas de cooperación e integración .................. 354
13.9 Algunas consideraciones africanas globales ......................................... 355

14. · I PaCl'fileo: cooperaClon


A Sla · , e Jn
· t · ' .......................................... .
egraclon 359
14.1 El gran espacio Asia I Pacífico ......................................................... .. 359
14.2 Próximo y Medio Oriente .................................................................. . 361
14.3 Asia Meridional ............................................................................... . 362
14.3.1 El fraccionamiento de un Imperio .......................................... .. 362
14.3.2 Demografia ga10pante y problemas ancestrales ........................ .. 363
14.3.3 Cooperación, integración y efecto invernadero ......................... . 365
14.4 ASEAN, NICs y dragones ................................................................. . 366
14.5 La APEC ......................................................................................... . 369
14.6 Australia, Nueva Zelanda y el Pacífico ............................................... . 372
14.6.1 ANZCERTA ......................................................................... . 372
14.6.2 SPARTECA ......................................................................... . 373
14.7 El Área del Río Turnen ..................................................................... . 373

Cuarta parte
Grandes temas actuales de la estructura económica
internacional
15. Empresas Multinacionales ..... ..................................... .......................... 377
15.1 Antecedentes.. . ......... .. ... . ....... . ... . ...................... ........ ... . ....... . ... . ...... .. 377
15.2 Características básicas de las EMNs.................................................... 378
15.3 Las empresas multinacionales y la Trilateral ...................... ....... .... ....... 380
15.4 Clases de EMNs. Previsiones sobre su futuro....................................... 382
15.5 El control de las EMNs...................................................................... 382
15.6 El código de conducta de la OCDE para las empresas multinacio-
nales................................................................................................ 383
15.7 Las 1.000 mayores de 1998................................................................ 383
15.8 Organizaciones económicas transnacionales . ..... .................................. 387

Estructura económica internacional
16. Población y alimentación mundial. .............. ........... ............. ............. .... 391
16.1 Un modelo de población .................................................................... 391
16.2 La evolución demográfica desde el siglo XVIII...................................... 393
16.3 La explosión demográfica y el futuro de la población mundial............... 397
16.4 Alimentación y población ..... ......... ............. ............. .............. ............ 399
16.4.1 Superficie agrícola.................................................................. 402
] 6.4.2 La revolución verde y la agrogenética...... ........ ......................... 402
16.4.3 Nuevas fuentes de alimentos.................................................... 404
16.4.4 La Conferencia de la Alimentación .......... ........ ............... ......... 405
16.5 Control de la natalidad................ ....................................................... 406
16.6 ¿Crecimiento cero de la población? ..................................................... 408
16.7 Las conferencias demográficas de Bucarest y México (1974-1984) ........ 409
16.8 Una estrategia demográfica ................................................................ 410
16.9 La Conferencia de El Cairo 1994 ..................................................... oo. 414
16.10 Otras megaconferencias: Cwnbres Social (Copenhague) y de la Mujer
(Pekín)............................................................................................. 414

17. Cuestiones energéticas.. ................................................................ ... ...... 417


17.1 La crisis energética de 1973. Los orígenes del problema ....................... 417
17.2 El reparto de la producción y el conswno ........... ......... ......... ............... 418
17.3 Las multinacionales. Breve historia de las Siete Hermanas... .................... 420
17.4 El segundo choque petrolero .............................................................. 422
17.5 La respuesta a la OPEP: la Agencia Internacional de la Energía (AlE) ..... 423
17.6 El declive de la OPEP .................... oo.................................. ................ 424
17.7 La crisis del Golfo 1990. Similitudes y diferencias con 73/74 y 79/80.... 425
17.8 Las energías alternativas .................................................................... 428
17.9 Cambio climático y Gaia.................................................. ..... ............. 431

18. Fluctuaciones económicas: 1929, 1973, 1989/93, 1998........................ 435


18.1 Introducción ............... ....... ................ ......... .............. ........ ................ 435
18.2 La crisis de 1929 ............................................................................... 437
18.3 El mecanismo de la crisis de 1973....................................................... 443
18.4 Las tres fases de la crisis .................................................................... 445
18.5 La naturaleza de la crisis .......................... .......... ................ ........ ........ 448
18.5.1 Estanflación.. ................ ........ ................................................. 448
18.5.2 Los amortiguadores ................................................................ 449
18.5.3 El Tercer Mundo .................................................................... 451
18.5.4 Límites al crecimiento ............................................................ 452
18.6 Recuperación e incertidumbre............................. ..... ...... .... ................ 453
18.7 La Guerra del Golfo .......................................................................... 455
18.8 La dificil recuperación de los años 90.................................................. 456
18.9 La crisis del 98 ................................................................................. 457

Quinta parte
Las grandes potencias económicas

19. Las grandes potencias económicas. Características diferenciales ..... 465


19.1 Los protagonistas mundiales ................. ................... ............... ........... 465
>
Índice general

19.2 Las superpotencias ............................................................................ 467


19.3 La lista de espera .............................................................................. 468

20. Estados U nidos de América .................................................................. 471


20.1 Datos básicos. El «Melting Pot» y el «American Way ofLife» .............. 471
20.2 Las raíces del crecimiento económico de EE.UU .......... ............................ 472
20.3 El Nuevo Estado Industrial (NEI) ....................................................... 474
20.4 EE.UU. en los años 90 ....................................................................... 479
20.5 Impotencias y ambiciones de Clinton .................................................. 481
20.6 La larga onda de crecimiento.............................................................. 483

21. Nacimiento, poderío y desmoronamiento de la URSS. La nueva


Rusia ....................................................................................................... 487
21.1 El nacimiento del primer Estado socialista.. ...... ... ........ ..... ................... 487
21.2 El Comunismo de Guerra y la NEP ..................................................... 489
21.3 La planificación: los primeros planes quinquenales y la colectivización
de la agricultura..................... ........................................................... 490
21.4 La guerra 1941-1945 ......................................................................... 491
21.5 La reconstrucción. Cuarto y Quinto Plan QuinquenaL... ........................ 492
21.6 La era de Jruschov ............................................................ oo.............. 493
21.7 Un socialismo anquilosado........................................................... ...... 495
21.8 La URSS en los años 80: perestroika y glasnost ................................... 497
21.9 La dificil transformación.................................................................... 498
21.10 El desmoronamiento de la URSS ....................................... oo............... 500
21.11 La primera transición......................................................................... 501
21.12 La gran crisis financiera del 98......................... ................... ............... 504

22. Japón........................................................... ............................................ 509


22.1 El despertar de un nuevo Japón........................................................... 509
22.2 Una población «diferente)) ................................................................. 512
22.3 Una tasa de inversión «singular» ........................................................ 513
22.4 La asimilación tecnológica ...................................................... oc.. ••• •••• 514
22.5 La imbricación Estado-industria.... ......................... ......................... ... 515
22.6 ¿Desarrollo indefinido? ...................................................................... 516
22.7 Japón hacia el siglo XXI......................................... ........ ..................... 518
22.8 Japón en la crisis asiática ................................................................... 520

23. República Popular China ...................................................................... 523


23.1 De gran Imperio a país semicolonial ................................................... 523
23.2 La larga guerra civil............ ............................. ................................. 525
23.3 La condición humana en la estructura económica anterior a la Revolu-
ción ................................................................................................. 528
23.4 El triunfo comunista y la política de aislamiento de China..................... 529
23.5 Las grandes transformaciones de la Revolución.................................... 530
23.5.1 La reforma agraria .................................................................. 531
23.5.2 La industrialización y el «Gran Salto Adelante» (GSA) .............. 533
23.6 El significado de la «Revolución Culturab) .......................................... 538
23.7 La política de modernizaciones y la teoría de los dos sistemas ............... 540
Estructura económica internacional
23.8 China y su futuro .............................................................................. 544
23.9 China después de Den Xiaoping ......................................................... 547
23.10. Las relaciones EE.UU./China ........................................................ 548

Índice de siglas... ............................................................................................... 553

Índice de nombres................ .............................................. ................. ..... ......... 561


p

Nota preliminar del autor a la


19. a edidón (1999)

Agotada la anterior edición de este libro, en esta decimonovena he introdu-


cido una serie de ampliaciones y actualizaciones que rápidamente paso a
resumIr.
Dentro del área de cooperación, se han revisado todos los capítulos, y
muy especialmente los referentes al FMI, BIRF, UNCTAD y OMC, para in-
cluir los muchos cambios habidos desde 1995.
En cuanto a los procesos de integración, que son altamente dinámicos,
se han puesto al día. De hecho, se ha reconstruido la parte final, dedicada a
la Comunidad Europea, desarrollándose con amplitud 10 concerniente a tres
cuestiones: ampl~ación desde 1998, etapas finales de la Unión Monetaria, y
preparación y Tratado de Amsterdam.
En 10 concerniente a integración de las Américas, se ha hecho.un amplio
reajuste de textos, con su aspecto más novedoso en el espacio que se dedica
al Tratado de Libre Comercio (TLC) CanadáJEE. UU./México, al igual que
las previsiones sobre la integración hemisférica global; en medio de una
profusa superposición de proyectos: ALADI, Comunidad Andina, Merco-
sur, Área de Libre Comercio Sudamericana (ALCSA), Mercado Común
Centroamericano, Grupo de los Tres, Caricom, Asociación de Estados del
Caribe, etc.; con toda suerte de conexiones bilaterales, en lo que es un con-
tinuo tejer y destejer ya camino de la ALCA para todo el continente.
También en el marco de las cuestiones de integración, se dedica mayor
atención a los acuerdos y proyectos en el área africana que en esta edición
tiene un capítulo ad hoc. Y 10 mismo ha sucedido con el pujante escenario

-n-

Estructura económica internacional

de Asia y el Pacífico, dentro del cual va ganando fuerza el vasto movimien-


to integratorio de la ASEAN, ya en línea de incorporar no sólo a Vietnam,
sino también al resto de Indochina (Camboya y Laos), además de Myanmar
(Birmania), y mirando al ensanchamiento hacia el sur en un engarce muy
promisorio con Australia y Nueva Zelanda.
Se ha dedicado igualmente renovada atención a ver cómo progresan los
esquemas de cooperación a escala de todo el gran Océano de Balboa, con
la APEC; en que parece el definitivo desplazamiento del centro de gravita-
ción económico mundial a la Orilla Asiática del Pacífico, por mucho que
en Europa no nos queramos enterar.
Se examinan, además, las tendencias actuales en materia de población, y
las últimas novedades sobre multinacionales, asuntos energéticos, y ciclos.
En la última parte del volumen, sobre grandes potencias, he puesto al
día los capítulos de Japón, y China. Y se han actualizado, dándole más ex-
tensión, el concerniente a EE.UU., para apreciar el estado,. de la economía
norteamericana; análogamente se ha hecho con la ex URSS, a fin de anali-
zar las derivaciones económicas conducentes a la grave crisis del 98.
En la preparación de esta nueva salida de mi libro, me han ayudado,
como siempre, mis secretarias María Dolores García Camacho y Nuria Me-
rino, durante los meses del tórrido verano del 98; y Mónica López, Silvia
Aparicio Obregón y Antonio Rueda, me prestaron su colaboración en algu-
nos trabajos de preparación de estadísticas. A todos ellos, mi reconocimien-
to. Especial agradecimiento debo a Begoña González Huerta, que ha super-
visado toda la edición y que de hecho ha llegado a convertirse en coautora,
por lo cual aparece en la portada alIado de mi nombre.
Por último, para terminar esta nota preliminar, debo expresar mi agrade-
cimiento a los muchos profesores y estudiantes que utilizan estas páginas; y
no sólo por el honor que me hacen, sino también por las muchas observa-
ciones que van remitiéndome, que contribuyen al propósito de mantener en
la mejor forma posible «Estructura Económica Internacional», ya de cara al
último año del siglo, en el umbral del nuevo milenio, que, como quien dice,
ya está ahí.

Universidad Autónoma de Madrid,


1 de febrero de 1999

Ramón Tamames
e

Nota preliminar a la primera


edición (1970)

Al escribir Estructura Económica Internacional, el autor ha querido incor-


porar al acervo de la letra impresa buena parte de las experiencias que tuvo
ocasión de adquirir durante algo más de diez años de vida profesional como
economista consultor en Iberoamérica y como funcionario público en su
propio país yen misiones en el extranjero.
Alguna vez me atreví a exponer el punto de vista de que al terminar la
formación en la Universidad, paulatinamente, llevados por la vocación, va-
mos perdiendo nuestra original libertad de elección para, de forma cada vez
más acentuada, ir centrando nuestra atención en un quehacer propio que
sólo lo imponderable podría forzarnos a abandonar. Esto que escribía, hace
ya tiempo, se ha convertido en una realidad, y es ese propio quehacer el que
sigue ofreciendo amplias posibilidades, nuevas vías de penetración. Afortu-
nadamente, para algunos por lo menos, el trabajo no es tan sedentario como
para convertirnos en elementos perfectamente estáticos y cabalmente segu-
ros de estar en una cierta posesión de la verdad.
En gran manera, es una alegría el llegar a 10 que Dante llamaba «la mi-
tad del camino de nuestra vida» y constatar que efectivamente sigue ha-
biendo caminos, a primera vista oscuros, por los que adentrarse. Y también
resulta alentador comprobar que en lo profundo del cerebro sigue ardiendo
la llama de la inseguridad, de la duda y de la búsqueda, no ya de una razón
absoluta, que tal vez no exista, pero sí de la razón nuestra y de hoy, la única
que puede propiciamos la conciencia de que vivimos y que no simplemente
vegetamos.
f:.~huctUI~·! euJ{iornica intetnacional

La raíz de esa duda, el origen de esa llama y la base de la razón que bus-
camos pueden estar, en su mayor medida, en la certidumbre de hallarnos in-
mersos en una época en la que ya se vislumbra como próximo, lo que tal
vez ha de ser el definitivo despertar de la Humanidad, el final de su larga
Prehistoria de luchas y contiendas. Un primer indicio de ello: el sistemático
recurso a argumentos con base en las tinieblas del pasado, y las viejas in-
tenciones oscurantistas que todavía perviven, ya no son admitidos en acti-
tud pasiva o impasible. Incluso en los lugares más remotos, donde en apa-
riencia aún rigen en su plenitud las viejas ideas, está germinando la
simiente de la rebeldía contra el atraso que atenaza a la sociedad con base
en el privilegio, la hegemonía y la represión.
Claro que la empresa en que hoy se debate el mundo, para la conquista
de las definitivas libertad y solidaridad del hombre con sus hermanos, no es
tarea fácil. Todo alumbramiento supone un esfuerzo, y éste, la máxima es-
peranza, no será una excepción. Pero la meta está clara, y el enemigo co-
mún, por doquier, se halla identificado o en trance de serlo~ y aSÍ, el impe-
rialismo, el dominio colonial, las aspiraciones de control y la pretensión de
detentar una absoluta superioridad no tienen otro remedio que disfrazarse
con ropajes más sutiles. Esa pérdida del orgullo de antaño, del que tan fre-
cuentemente se hacía gala al recurrir al uso de la fuerza y al oprimir al más
débil-por el mero hecho de serlo y para que no llegase a contar con sufi-
ciente fuerza propia-, es una señal bien indiciaria de que la «moral» de los
viejos baluartes está muy degradada. El reducto es, sin duda, mucho menos
fuerte de 10 que desde fuera pensamos casi siempre.

Podrá decirse que todo lo anterior no pasa de ser un simple ejercicio de


autosatisfacción para «ver» el futuro en la forma en que uno mismo lo de-
sea o pretende desearlo. Y hasta cierto grado, ello es verdad. Pero tampoco
debe dejarse caer en el olvido que la visión y la conciencia de la inevitabili-
dad del cambio va haciéndose cada vez más general; de modo que si en el
pasado esa esperanza aún podía llamarse utopía, hoy se presenta como algo
muy verosímil. Incluso existen bases objetivas para fundamentar lo que ya
difícilmente cabría calificar de mera intuición, y todas ellas tienen como
base común un hecho bien ostensible: el hombre, en su desarrollo social, se
ha acercado a sus propios límites, a unas barreras que no podrá sobrepasar
en la misma secuencia incambiada de lo que fue su comportamiento hasta
ahora. La aceleración tecnológica podrá alejar temporalmente esas barre-
ras, pero los límites, inexorablemente, acabarán por hacerse efectivos. En
tres casos, diferentes, esto parece claro.
El progreso de las ciencias médicas y de la sanidad establecen una pri-
mera limitación, y resulta tan puramente obvia, que al margen de su posible
discusión va quedando más y más menguado. La Humanidad no podrá se-
guir creciendo como lo ha hecho en los últimos tres decenios. Y no simple-
mente porque en una o dos generaciones no vaya a haber recursos para to-
Nota preliminar del autor a la 1. iJ edición

dos. A un plazo, digamos de cincuenta años, el problema de los medios


para sobrevivir podrá seguir resolviéndose, por lo menos al mediocre nivel
de sobrevivencia que hoy padece la mayoría de los humanos. A más largo
plazo, ni siquiera eso resultará posible. Así pues, el control de la natalidad,
más o menos tarde, tendrá que generalizarse. Y es que, además, ese control
se presenta ya actualmente como la única forma posible --en una sociedad
donde los medios de información de masas hacen los contrastes más duros
y menos soportables de resolver los problemas que atenazan a la mayoría
de los hombres: vivienda, educación, cultura, libertad ... En una sociedad
humana de vidas mediocres, de trabajo envilecido, de sordidez social, ¿serí-
an alcanzables tan elementales objetivos? La respuesta no puede ser más
que negativa.
De hecho, tal es el trasfondo de buena parte del subdesarrollo económi-
co; y en tanto que los pueblos que pretenden desenraizarse de su atraso no
tomen conciencia de ello, lo mejor de sus propios sacrificios tendrá frutos
muy poco alentadores. La planificación, la ayuda financiera compensatoria
o complementaria, la asistencia técnica y los demás aspectos de la coopera-
ción económica internacional --que estudiamos pormenorizadamente en
este libro-- seguirán siendo meros paliativos al problema, o a ]0 sumo, un
óbolo asistencial, que incluso será preciso «agradecer» de muchas y confu-
sas maneras.
Podrá pensarse que con estos argumentos estamos alineándonos con tur-
bios propósitos imperialistas de que el Tercer Mundo crezca menos rápida-
mente; o que establecemos una conexión igualmente oscura con un proble-
ma secundario en relación con la verdadera clave, hoy~ de los países
subdesarrollados: su lucha para salir del subdesarrollo, una lucha dirigida
ante todo contra el imperialismo.
Ni una ni otra cosa podrán argüirse con una base consistente. ¿Qué no
pueden preferir los elementos más «tradicionales» del mundo desarrollado,
sino un «Tercer Mundo» numeroso, prolífico, que con su amplio ejército de
reserva y sus problemas sin fin trabaje para ellos barato, en la gama de pro-
ductos con menor valor añadido; y que además les compre los productos
más «sofisticados» de la industria a altos precios? ¿No es ésta la situación
actual y no es la que tiende a acentuarse? La vieja máxima tantas veces ci-
tada -para justificar una prole abundante-, «cada hijo viene al mundo
con un pan bajo el brazo», sólo es verdad ahora para el capitalista con rela-
ción a las masas trabajadoras, y para los países industriales respecto a los
del Tercer Mundo. Todo lo anterior podremos comprobarlo al ocupamos en
diversos capítulos de este libro de temas como las fluctuaciones de los pre-
cios de los productos básicos, y de las condiciones de los créditos «liga-
dos» que los países industriales conceden a los menos desarrollados con al-
tos beneficios, y pasando, además, por filántropos.
Por otra parte, no parece que haya de ser fácil -o incluso simplemente
posible- ganar la dura lucha para el desarrollo basándose en una extraña
-,.-
Estructura económica internacional
estrategia del número y no de la calidad y la precisión. ¿No se encubren en
cierto modo los verdaderos problemas de los pueblos en subdesarrollo
cuando se velan las consecuencias del ingente efectivo de sus masas cre-
cientes, de tal forma que su organización y culturalización se hacen tam-
bién crecientemente dificiles? ¿No se está posponiendo la solución de sus
problemas y el aplazamiento de una fraternidad en la libertad cuando se
menosprecia la antinomia --en buena parte real- de número y calidad, de
proliferación y de calidad de vida material y espiritual?
Éste es, sin duda, uno de los problemas fundamentales del desarrollo
hoy, muchos de cuyos aspectos económicos estudiamos en estas páginas,
pero que sin aclaraciones previas como las que hemos hecho quedarían ine-
vitablemente faltos de gran parte de su verdadero sentido.

Profundizando también puede asegurarse que la propia forma del creci-


miento, determinada por el modo de producción, habrá de modificarse ne-
cesariamente. Los problemas de la contaminación del medio y del progresi-
vo deterioro de los equilibrios naturales ha saltado a la luz pública y, sobre
todo, ya están siendo objeto de una rigurosa cuantificación, que precisa-
mente empieza a darnos la medida de su extrema gravedad. ¿Podemos per-
manecer impasibles cuando se discute sobre la progresiva consunción de la
atmósfera, o incluso sobre la amenaza verosímil de su misma cobertura por
una sombra de vapor de agua que podría -literalmente- helar la Tierra?
¿Nos quedaremos inmutables ante la degradación de los recursos hidráuli-
cos, la exterminación de las masas vegetales regeneradoras de la atmósfera,
y el envenenamiento de los eufémicamente llamados «mares libres»? Esas
áreas de la Naturaleza son, todas ellas, escenarios de un derroche a escala
universal que está corroyendo la base misma de nuestra vida en el planeta.
La estructura del crecimiento, la organización de la producción social no
podrán seguir siendo, por tanto, anárquicas como hasta ahora.
A causa de la civilización moderna, tan poco civilizada en este como en
otros aspectos, se ha llegado a una situación de grave riesgo, ante la cual el
triunfo de la razón tiene que servir de alerta si se quiere evitar que el extre-
mo de peligro efectivamente se alcance. No son, pues, simples visionarios
los que han alzado su voz para hablar de la «mundialización de los recur..
sos», una primera aproximación a una doctrina antinacionalista y universal
que pronto reclamará «la Tierra para sus habitantes».
Como en el caso anterior, también podrá decirse que esta preocupación
«macroecológica» forma parte de una fácil literatura de evasión al uso, des-
tinada a eludir la discusión a fondo de problemas más urgentes. Nuevamen-
te aquí nos vemos acechados por la maleza de palabras y razonamientos;
para desbrozarla y abrimos un camino a través de ella, habrá de recordarse
que ecología y formas de producción tienen relaciones funcionales que sólo
actualmente están poniéndose en claro, y que, por tanto, mientras las for-
mas de producción -y fundamentalmente la capitalista- no evolucionan
:pt

Nota preUmínar del autor a . edición

hacia características más progresivas, todo lo que se diga sobre ecología,


deterioro del medio urbanismo, etc., no pasará de ser, efectivamente, pura
ciencia-ficción. Peor aún, todo podría quedarse en una sibilina actitud de
oscurecimiento de la realidad, contaminándola -valga la paradoja- con
una auténtica niebla de inconsistencias.
Por ello, si suscitamos la cuestión es porque se halla, en fin de cuentas,
íntimamente imbricada con el tema clave de los sistemas económicos. ¿Será
posible una política ecológica a escala mundial en el caso de que prosiga el
antagonismo de sistemas y la psicosis de crecimiento a costa de todo, de
hombres y de medio y de medio-humano? La atención que se preste a estos
problemas será uno de los factores que decisivamente habrán de influir en la
caracterización de cuál de los sistemas ha de considerarse como el más hu-
mano y el más solidario con los intereses de todos los hombres; pues nos en-
contramos ante un elemento determinante de la forma de vida cotidiana, y
es ésta la que -salvo en etapas transitorias- constituye uno de los indica-
dores efectivos para juzgar un sistema. Y a la inversa, es una exigencia del
capitalismo -y del propio socialismo-- la transformación profunda de esos
nuevos problemas de naturaleza indudablemente social.
Por otra parte, la demografia y la ecología habrán de ir imponiendo una
redistribución del propio crecimiento industrial a escala mundial, ante la
irracionalidad de llevarlo a cabo de forma polarizada en megalópolis ingo-
bernables en los países industriales. En el futuro eso no será posible sobre
la base únicamente de lo que van convirtiéndose en falacias sobre econo-
mías de aglomeración y economías subdesarrolladas, donde la fuerza del
trabajo que expulsa un campo superpoblado se hacina en ciudades cada vez
más parasitarias.
En resumen, tampoco el tema de la conservación y la restauración del
medio es un simple intento de evasión si se plantea conectándolo estrecha-
mente con la lógica de los sistemas económicos y la necesaria reestructura-
ción del desarrollo a escala mundial, dos temas estos últimos que son am-
pliamente tratados en el presente libro.

Pasamos ahora a la tercera de las grandes cuestiones que esbozan el es-


cenario en que se produce y reproduce la estructura económica internacio-
nal. Me refiero a la forma de dirimir los conflictos y tensiones internacio-
nales, que en el porvenir tampoco podrán seguirse «resolviendo» como
hasta ahora, por medio de la guerra. En este caso, como en los otros dos ya
señalados, la propia tecnología ha creado -medible esta vez no en térmi-
nos de 'explosión demográfica o en contenido en CO 2 sino en megatones-
un poder de destrucción que en el supuesto de desencadenarse produciría el
fin de la vida y haria de nuestro habitat de ahora el «planeta silencioso}> a
que algunos ya se han referido.
y para que tal evento quede eliminado no bastará con seguir recurriendo
--como ya se ha hecho perfectamente usual- a las guerras localizadas,

-n-
«fácilmente controlables», pero que, aparte de su propia brutalidad y esteri-
lidad, en un momento dado podrían desatar la inmensa capacidad termonu-
clear ya almacenada y que no deja de ir en aumento.
Por otra parte, es la carrera armamentista uno de los factores que más
claramente están frenando el desarrollo económico mundial. Dos de las
cuatro grandes potencias que estudiamos en este libro -EE.UU. y la
URSS-, «invierten» todos los años alrededor de un 10 por 100 de su PNB
en «defensa», mientras al mismo tiempo rehuyen el compromiso de dedicar
el 1 por 100 de ese mismo PNB a la formación del proyectado Fondo de so-
lidaridad internacional en pro de los sub_desarrollados. Por tanto, serían mu-
chos los argumentos esgrimibles para detener la carrera. Sobre todo, si a
ello agregamos el hecho de que la multiplicidad de conflictos y tensiones
locales mantienen y detraen igualmente sumas importantes -yen el fondo
proporcionalmente mayores- de la magra formación bruta de capital de
gran parte del Tercer Mundo. ¿De qué soluciones puede entonces hablarse
a plazo medio si por doquier una gran dosis de la acumulación se dirige a
crear un material ingente de destrucción y de muerte?
Sería ingenuo, por supuesto, pensar que con una serie de llamamientos
concatenados en favor de la paz se logrará algo. Pues la clave de la cuestión
estriba en que ~si bien cada vez más discutidas desde dentro y desde fue-
ra- las aspiraciones hegemónicas, las apetencias de poder nacional, etc.,
se mantienen vivas, incluso entre países que están dentro de un mismo sis-
tema. Sólo la amenaza del tan citado «holocausto» podrá sentar las bases
de una nueva etapa en esta cuestión, abriendo así la vía hacia un desarrollo
económico y social que contribuya a dar a luz una nueva estructura econó-
mica internacional.

Expansión demográfica sin freno, amenaza creciente de deterioro del


medio y ruptura de los equilibrios naturales y peligro atómico permanente,
son tres razones para pensar que el Gobierno Mundial no puede estar aje-
no ... , a menos que deje de haber motivo para que, a falta de nada que go-
bernar~ se haga innecesario ese Gobierno Mundial.
Ciertamente podrá aseverarse que todas las reflexiones hechas hasta
aquí caen prácticamente en el campo del lugar común. Quizá hubiese sido
más «técnico», más «erudito» o más «científico» dedicar esta nota prelimi-
nar a ~emas menos sombríos y también menos generalizados en boca de los
que generalmente se ]laman agoreros, contestatarios y visionarios, pero que
a la postre no son otra cosa que los portadores de los heraldos de una -la
primera- Revolución Mundial. Aunque esto parezca a muchos algo real-
mente utópico, el autor no se arredra a que vuelvan a decir1e que es un iluso
o un pesimista -los adjetivos preferidos de quienes se sienten seguros y
triunfales- y poder insistir en todos los mencionados puntos de reflexión
y que, a no tardar, serán la clave de una verdadera acción a escala interna-
cional.
Nota preliminar del auto!" a la 1.;) edición

Por otra parte, era obligado, al comienzo de estas páginas sobre Estruc-
tura Económica Internacional, fijar nuestra vista en tajes aspectos básicos
del escenario en que inevitablemente hemos de movernos. Efectivamente,
los problemas económicos que vamos a analizar, y más concretamente las
relaciones de producción y de cambio a nivel internacional, están inexcusa-
blemente imbricados con los temas tan rápidamente aludidos en estas líneas
preJiminares. El comercio internacional, la cooperación y la integración
económicas ¿podrán seguir desarrollándose en la medida necesaria y adap-
tándose a las nuevas necesidades sin una reestructuración del propio esce-
nario general? Esta interrogación está explícitamente planteada en numero-
sos pasajes de la obra, y latente a lo largo de casi toda ella. Sin ese
trasfondo de duda permanente, el propio libro me habría parecido un inútil
ejercicio de pretendida erudición, o incluso de malévolo propósito de «con-
taminación economicista».

Para terminar, quiero expresar mi agradecimiento a quienes de uno y


otro modo, con trabajos previos, con infonnación facilitada personalmente,
o con indicaciones de detalle, me ayudaron en la elaboración de este traba-
jo. Sus páginas quiero dedicarlas a los amigos y compañeros de España y
América que, de fonna directa o indirecta, contribuyeron a las experiencias
vividas por el autor y a la génesis del propio libro que ahora ve la luz. He
de citar, por lo menos, puesto que es una obligación de personal gratitud, a
Aniceto Moreno, Pablo Cantó y José Vidal Beneyto, en España; Modesto
Seara V ázquez y Faustino Lastra, en México; José Jerez y Alberto Fuentes
Mohr, en Centroamérica; Pedro Pablo Cuscó y Grafila Soto, en Cuba; Se-
bastián Ravelo, en la República Dominicana; Silvio Henao, de Colombia;
Salazar Cuervo, de Venezuela; Fernando Eleta, Guillermo Chapman y Ra-
món H. Jurado., de Panamá; José Maria Aragao y Dom Helder Cámara, de
Brasil; Claudio Veliz, Gustavo Lagos y Felipe Herrera, de Chile; Antonio
Moncloa y Alberto Prugue, de Perú; Santiago Magariños, de Uruguay, y
Felipe Tami y Nelson López del Carril, de Argentina. Espero que la lectura
de estas páginas les recuerde pasadas pláticas --con puntos de vista dife-
rentes en muchos casos- y que nos sirva de enlace para nuevos encuentros
en las Américas, que hoy, al nivel de noviembre de 1970, adquieren, en su
denominación de «Nuevo Mundo», renovadas y esperanzadoras resonan-
Clas.

Málaga (Universidad de Granada), 3 de noviembre de 1970


Primera parte

Economía internacionaL,
sistemas económicos
y niveLes de desarroLLo
1. El proceso de formaaón
de la economía mundial

1.1 Los albores del comerdo internacional


No pretendemos en forma alguna hacer la historia de las relaciones econó-
micas internacionales o del comercio mundial hasta nuestro siglo en sólo
unas páginas. Pero sí puede ser interesante contar con una visión del largo
proceso que desde la economía medieval condujo paulatinamente a la for-
mación de lo que desde mediados del siglo XVII ya podemos llamar merca-
do mundial; si bien, con muchas restricciones semánticas por comparación
a lo que hoy conocemos con la misma expresión.
Los primeros antecedentes premoderno s del comercio internacional
pueden fijarse (desde una óptica occidental) en el intercambio mediterrá-
neo de la baja Edad Media, en el que Génova, Venecia y Pisa ocuparon
puestos relevantes a raíz de las últimas Cruzadas (siglo XIII), que activaron
en alto grado el tráfico en el Mediterráneo l. Esas Repúblicas italianas ser-
vían de puntos de enlace con Oriente, sobre todo para el comercio de pro-
ducción de lujo (sedas, especias, plata, oro, porcelanas).
Por el contrario, el tráfico generado también desde el siglo XIII en Flan-
des se centró, desde un principio, en productos de mucho más amplio con-
sumo, prácticamente indispensables, como lana en bruto, paños y tintes.

1 Robert S. López, «Les influences orientales et l' éveil économique de 1'Occident», en

Cahiers d'Hisfoire Mondiale, París, I~ 1974.


t( OnOHllcoS y niveles de desarrollo

Sin embargo, desde sus comienzos, siempre hubo un enlace claro entre am-
bas termin~les europeas de comercio. Durante mucho tiempo, en esa cone-
xión, el predominio de la plaza flamenca de Brujas (hoy en Bélgica) fue ro-
tundo, por lo menos entre 1300 y 1450. Desde Brujas partían las líneas que
enlazaban con las ferias comerciales de Castilla hacia el Sur y con las ciu-
dades hanseáticas del litoral de Alemania y de Escandinavia hacia el
Norte 2,
Este comercio medieval de alcance europeo, o a lo más euroasiático por
la vía mediterránea, alcanzó un alto grado de florecimiento a finales del si-
glo XIV, pero se vio muy afectado por la presión de los turcos desde Orien-
te, y en no menor medida por las guerras europeas del siglo xv.

1.2 La formadón de los imperios coloniales


El gran salto hacia un futuro comercio mundial se habría de producir a fi-
nales del siglo xv con el avance de los pueblos ibéricos en la ruta de las In-
dias (Portugal) y de América (primeramente España). Con las exploracio-
nes y primeras factorías y zonas de colonización de ambos países ibéricos,
se inició una fuerte recuperación no sólo del comercio intraeuropeo, sino
que al propio tiempo nació el verdadero comercio mundial 3.
A mediados del siglo XVI se extendió la penetración comercial europea
hasta ambas costas del Pacífico; los navíos españoles hacían la ruta del
Perú a Europa vía Portobelo (Panamá), y los portugueses llegaban hasta las
Molucas (actualmente Indonesia), haciendo entrar en la corriente interna-
cional no sólo nuevas mercancías (las especias traídas en abundancia por
los portugueses), sino sobre todo un elemento reactivador de la circulación
económica: los metales preciosos, procedentes de la América española, que
causaron lo que los historiadores de la Economía - y entre ellos, funda-
mentalmente, E. 1. Hamilton- llamaron justamente «la revolución de los
precios» 4.
Sin embargo, aun con el control de extensos territorios (España) o facto-
rías ultramarinas (Portugal), las dos naciones ibéricas no supieron o no pu-
dieron convertirse en verdaderas metrópolis comerciales e industriales. La
Corona portuguesa negociaba fundamentalmente a través de su «PactoD> de
Amberes, verdadero emporio comercial de Europa., desde donde se distri-

2 Para el interesado por esta época es muy recomendable la obra de F. Ganshof «Le
Moyen Age», tomo 1 de la Histoire des relations internationales (dirigida por Pierre Re-
nouvin), Hachette, París, 1953.
3 Georges Lefranc, Histoire du Commerce Mondial, PUF, París, 1965, págs. 49 y ss.

4 E. J. Hamilton, American treasure and the Price Revolution in Spain (1501-1650).

Cambridge, Mass., 1943.


1. Et proceso de formación de la economia mundial

buía la mayor parte de las plusvalías comerciales, reforzándose así la vieja


burguesía flamenca 5.
Por su parte, la Corona española, no obstante los intentos de crear un
centro comercial de primer rango en Sevilla -estudiada por el historiador
francés Chaunu 6_, apenas pudo retener el flujo de metales preciosos al
resto de Europa, fundamentalmente a Flandes e Italia, llegando sus efectos
a Alemania a partir de la entronización de los Habsburgo en España. Sur-
gió así en Alemania una primera generación de grandes banqueros, como
los We1ser, los Hochstetter y los Fugger (conocidos en España como los
Fúcares), bien estudiados en la obra de Carande 7. Las guerras de religión
que se desatan con los intentos de Carlos V de frenar la expansión del Lu-
teranismo y el poder de los reyes y príncipes del Sacro Imperio, fueron la
causa -junto con la desgraciada política económica seguida en España-
de este casi puro tránsito del oro americano por el suelo españoL En defi-
nitiva, el extenninio de las Comunidades de Castilla por Carlos V fue el to-
que decisivo para impedir el progreso de la burguesía castellana; no en
vano calificó Maravall el movimiento de las Comunidades como la prime-
ra revolución moderna en Europa.
El segundo paso que había de frustrar la aspiración de convertir España
en el centro del comercio mundial no tardó en darse. Se inició con la prohi-
bición de Felipe Ir a los «rebeldes» holandeses, auto independizados en
Flandes, de comerciar en Amberes y Lisboa (entonces bajo dominio espa-
ñol en ambos casos). La prohibición puso en marcha a una nueva potencia
comercial, Holanda, que entró a saco en los establecimientos portugueses
en Oriente. Y el capitalismo holandés, organizado por primera vez en la His-
toria en forma de verdaderas compañías (la más famosa de ellas la «Com-
pañía de las Indias Orientales», creada en 1602), fue el punto de arranque
no sólo de un activo comercio, sino también de la creación de industrias
transformadoras en los Países Bajos, que por entonces traían en jaque casi
simultáneamente a España y a Inglaterra.
De esta forma, el primer centro del comercio mundial pasó de Amberes a
Amsterdam. Fue en esta ciudad holandesa donde en 1609 se creó el primer
gran banco comercial de la Historia (el «Banco de Arnsterdam»), y en don-
de ya desde 1561 funcionaba la primera Bolsa de Valores. Amsterdam se
convierte de esta forma en una metrópoli comercial de ámbito mundial, en
la que desempeñaban un importante papel los judíos sefarditas, los expulsa..
dos de España y Portugal.

s Leon van der Essen, Contribution a 1~histoire du port d 'Anvers vers 1'Espagne et le
Portugal ti l'époque de Charles ~ 1533-1554, Bruselas, 1920, citado por 1. Vicens Vi-
ves en la Historia Económica de España, reíde, Barcelona, 1960., pág. 682.
6 P. Chaunu, Séville el 1'Atlantique, Sevpen~ París, 1969.

7 R. Carande., Carlos Vy sus banqueros, SEP, Madrid, 1943 (tomo 1) y 1949 (tomo JI).

~
Economla lntern:;:¡{ túltaL sistemas económicos y niveles de desarroLLo

La entrada de Francia en el comercio internacional fue mucho más tar-


día y menos fructuosa. Los franceses fundaron sus primeros establecimien-
tos americanos en Canadá, y más concretamente en Quebec. Pero esas co-
lonias no dieron el fruto apetecido, y algo parecido sucedió con las
factorías francesas en la India, que quedaron muy a la zaga de las que Ho-
landa había montado más hacia el Este, en las Indias Orientales (actual In-
donesia) e incluso en Japón. .
Las guerras entre Francia y Holanda y entre Francia y España, y el golpe
de muerte que para las pretensiones de Felipe 11 representó la derrota de la
Armada Invencible, fuerqn las grandes acciones históricas que habrían de
facilitar la aparición de una nueva y más definitiva potencia comercial: In-
glaterra.
Los corsarios ingleses buscaron nuevos horizontes en las zonas de
América que España no había llegado a ocupar. En 1585., Walter Raleigh
fundó la primera de las que habían de ser trece colonias (Virginia). Y
con la posesión de varias de las Antillas menores, los ingleses no tarda-
ron en asegurarse las bases territoriales de lo que en el futuro habría de
ser un «fecundo» comercio triangular: envío desde Inglaterra al golfo de
Guinea de géneros diversos y quincalla para la adquisición de esclavos;
esclavos que se «exportaban» a las nuevas plantaciones del Caribe y de
las trece colonias; desde allí se embarcaba algodón, azúcar y tabaco ha-
cia Europa.
En 1651 los avances de Inglaterra -que hacía presa en los galeones
españoles y en no pocas de las florecientes ciudades españolas del Cari-
be y del Pacífico- se consolidaron con la «Navigation Act», de Crom-
well, que reservó el tráfico de productos ingleses a la flota de Inglaterra.
Una medi'da que junto con la creación de las compañías comerciales de-
sarrolló el poderío marítimo de Inglaterra y su comercio internacional.
Avances que a su vez se vieron acelerados con e] Tratado de Methuen de
1703, que de hecho convirtió a Portugal y a su extenso imperio colonial
en un territorio estrechamente vinculado a la económÍa británica; tanto a
cambio de las preferencias concedidas a los vinos portugueses, como por
las garantías que prestó Londres para preservar la integridad de los terri-
torios de la Corona de los Braganza de las apetencias de España o de
otros países (Holanda y Francia).
Frente a España, también supo Inglaterra arrancar concesiones impor-
tantes. Desde el Tratado de Utrecht (1 714), la presencia inglesa en las
Ferias de Portobelo -punto de paso de las mercancías del Perú a Euro-
pa- ya fue permanente. E1 comercio y el contrabando británico se con-
virtieron en un hecho institucionalizado en todo el Imperio español en
América.
1. El proceso de formación de la economía mundial

1.3 La hegemonia británica y La era del Librecambio


La marina británica prácticamente adquirió la hegemonía en todos los ma-
res del mundo. Las guerras europeas del siglo XVIII le sirvieron para ocupar
posiciones en todas las costas, lo que le permitió ir creando gradualmente
el más importante imperio colonial y comercial de la Historia.
En ese proceso, las guerras napoleónicas constituyeron la fase última para
construir ~a economía internacional en la que Inglaterra impuso su dominio
defmitivo por doquier. La revolución industrial, gestada en la Gran Bretaña,
junto con el dominio de los mares, hicieron de este país el árbitro político y
económico mundial. La pérdida de las trece colonias -los primeros EE.UU.
de América- se vio más que compensada con la penetración en la India y en
Canadá a costa de Francia, y con la ocupación de extensos territorios vírgenes,
como Australia, o muy escasamente poblados, como Africa Oriental y del Sur.
Se abrió así toda una época en que por los auspicios de Inglaterra se
pasó gradualmente del mercantilismo a lo que se dio en llamar la Era del
Librecambismo, en la que se crearon las condiciones de una verdadera eco-
nomía internacional.
El librecambio nació en el siglo XIX, como una reacción frente a las tra-
bas comerciales introducidas durante el largo período mercantilista. Duran-
te ese período (siglos XVII y XVIII) se pusieron en Europa los primeros ci-
mientos de la actividad industrial. Y para protegerlos fueron muchos Jos
países que establecieron altos derechos a la importación de manufacturas,
listas de prohibición o contingentación de importaciones, obstáculos a la
exportación de materias primas (al objeto de fomentar su transformación en
las manufacturas nacionales), subsidios a las industrias nuevas, reserva del
tráfico naval al pabellón nacional, monopolios para la explotación del co-
mercio con las colonias, etc.
Como puso de relieve Eric Ron 8, la política del mercantilismo sirvió
para abolir las restricciones medievales (monopolios señoriales, adscripción
a la gleba, etc.) y para crear Estados nacionales poderosos, mucho más
fuertes económica y militarmente que España o PortugaL Así se forj aron la
Inglaterra de Cromwell, la Francia de Colbert, la Holanda de los Orange.
Los Estados mercantilistas se convirtieron, a su vez, en centros de poder
para fomentar el comercio. Con ello, el capitalismo incipiente -sobre todo
comercial- fue transformándose en capitalismo de manufactura. A esta
fase de desarrollo se llegó en Inglaterra antes que en ningún otro país. Y
por ello fue precisamente en Inglaterra donde ese incipiente capitalismo in-
dustrial suprimió desde finales del siglo XVIII las trabas que las reglamenta-
ciones industriales y comerciales del mercantilismo representaban para la

8 Eric RolJ, Historia de las doctrinas económicas, versión española, FCE, México,
1958, págs. 77 y 78.
tcononn,j lnternóclonaC sistemas econólnicos y niveles de desarrollo

expansión de los mercados de la nueva industria: Se abrió así con la revolu-


ción industrial, una nueva fase de la historia de las relaciones económicas
entre los países: la era del librecambismo, telón de fondo más o menos
efectivo en todos los libros anglosajones de economía, desde David Ricar-
do hasta John Maynard Keynes.

El librecambismo puede definirse como aquel1a situación de las relacio-


nes econó,micas en que era posible el comercio internacional sin trabas co-
merciales ni barreras arancelarias verdaderamente importantes, y en la
cual tampoco existían obstáculos serios para Jos movimientos de los facto-
res de producción (capitales y trabajadores). Impulsadas desde Inglaterra
(<<Anti-Corn League», de Richard Cobden, 1838; «Peel Act», de 1841), las
corrientes librecambistas se extendieron paulatinamente por toda Europa,
lo cual de hecho quería decir por el mundo entero. Por entonces, África y
Asia eran casi en su totalidad dominios coloniales o países semicoloniales
dependientes de Europa, y en el continente americano sólo los EE.UU. con-
taban con una incipiente industria.
Hacia las décadas 1860-80, el librecambismo alcanzó su máxima expan-
sión. El tratado franco-británico Cobden-Chevalier de 1860 y todos los sub-
siguientes que condujeron a fuertes reducciones arancelarias (automática-
mente extensibles al resto del mundo a través de la cláusula de nación más
favorecida), significaron el triunfo «general» del librecambio, basado en
pocos pero muy claros principios:

- La división internacional del trabajo, que tendía a favorecer a Ingla-


terra como primera potencia industrial.
El patrón oro, que pennitía una fluidez en los mecanismos de pagos
internacionales y en los movimientos de capital, que favorecían
igualmente la expansión financiera británica desde su centro neurál-
gico de la CUy.
- El comercio con pocas trabas (aranceles bajos, supresión de restric-
ciones a la importación y de listas de géneros prohibidos), permitía
la exportación masiva de las manufacturas inglesas. Se creó así, de
manera sistemática, una favorable relación real de intercambio, que
hizo posible una fuerte plusvalía en favor del capitalismo británico,
que supo explotar a su propio proletariado interno y al de sus exten-
sos territorios coloniales.
- La libertad de migraciones, que facilitó los movimientos de po-
blación más importantes conocidos en la Historia, hacia las nue-
vas repúblicas americanas, y sobre todo hacia EE. VV. Y Argenti-
na.
La libertad de los mares, que, naturalmente, fue aprovechada en pri-
mer ténnino por la Gran Bretaña, cuyo pabellón ondeaba en todas
las aguas y en todos los puertos.
~ p¡ ¡){esQ de torm,lción de ia economia mundial
"'~~',(~-,------------------
- La reserva de los mercados coloniales para las potencias metropoli-
tanas, que también favoreció primordialmente al Reino Unido, que
ya disfrutaba del mayor imperio colonial.

La aplicación de todos esos principios originó algo parecido a una inte-


gración econótnica internacional, pero construida sobre pilares muy poco
firmes (fundamentalmente por las grandes diferencias de desarrollo y de
renta existentes entre los países) y por el ejercicio del poder colonial de las
potencias industriales europeas sobre los pueblos más atrasados. De hecho,
y como subrayaba Engels en 1885, la «teoría del librecambio se habia esta-
blecido sobre la hipótesis de que Inglaterra debería ser el único gran centro
industrial en un mundo agrícola». Los hechos desmentirían por completo
esta hipótesis.

1.4 La erosión del librecambio y la génesis del


bilateralismo
Efectivamente, la situación del librecambio en favor fundamentalmente de
Inglaterra, no podía ser eterna. A partir del final de la década de 1870, la
situación casi plenamente librecambista empezó a transfonnarse. Por do-
quier se abrió una larga polémica librecambio-proteccionismo, incluso en
el Reino Unido~ donde hubo ya movimientos importantes para sustituir el
f;-ee trade (comercio libre) por el.fair trade (comercio leal), sobre una base
de reciprocidad y pensando cada vez más en un sistema de preferencias im-
periales. Varios países europeos fueron adoptando políticas arancelarias
más proteccionistas (Alemania, 1879; Francia, 1880), a fin de poder desa-
rrollar sus propias industrias frente a la competencia británica.
Por otra parte, fue en esta época cuando se procedió al reparto de los úl-
timos espacios «vacíos», sin soberanía internacionalmente reconocida; éste
fue el significado de) Congreso de Berlín de 1886, que ultimó la distribu-
ción de África entre las potencias europeas, y que marcó el punto de arran-
que de nuevas tensiones. Como ya no había nada que distribuir «amistosa-
mente», las nuevas ampliaciones de Jos mercados coloniales reservados, o
de las áreas de influencia, se habrían de hacer a través de la guerra. Ésta es,
en última instancia, la explicación del fin de la «Pax Britannica», a la que
puso término la guerra europea de 1914-1918 (primera guerra mundial).
A partir de 1918 la era del librecambio dejó paso a una situación nueva
en la que ya podemos apreciar los verdaderos comienzos de la economía
internacional de nuestro tiempo. Una economía mundial en la que surgió un
nuevo sistema económico antagónico del capitalismo -el socialismo--, y
en la que los países coloniales empezaron a plantearse, todavía de forma
muy tímida, los problemas de los grandes desequilibrios entre niveles de
desarrollo.
Economía internacional, sistemas económicos y niveles de desarrollo

El abandono del patrón oro, la elevación de los aranceles y el estableci-


miento de restricciones en el intercambio de mercancías, de personas y de
capitales fueron, todos ellos, fenómenos de un período de entreguerras
(1918-1939) problemático para Inglaterra y Alemania, en casi toda su dura-
ción, y extremadamente grave para todo el mundo desde el comienzo de la
Gran Depresión (1929) hasta fines de 1939. Con la Gran Depresión -a la
que nos referimos con cierta extensión en el capítulo 18- el librecambio
quedaría progresivamente sustituido por el bilateralismo como forma pre-
dominante de relación económica entre las naciones.

Hoy puede decirse que ningún país practica el librecambio en su acep-


ción verdadera (ausencia de barreras significativas para el comercio exte-
rior). Sólo en determinadas áreas geográficas muy reducidas y sin sobera-
nía propia como son las denominadas zonas francas y territorios similares,
se encuentran facilidades comerciales del tipo de las del librecambio, esta-
blecidas precisamente para promover un comercio exterior más amplio, so-
bre la base de regímenes arancelarios y comerciales verdaderamente excep-
cionales. Cierto que también hay países como Suecia, Noruega o Suiza con
escasas trabas comerciales; pero incluso en países como ésos, las actitudes
librecambistas se manifiestan casi exclusivamente para los productos in-
dustriales, encontrándonos en el caso de los agrícolas con fuertes dosis de
proteccionismo.
El restablecimiento de algo parecido al librecambio a escala verdadera-
mente internacional hoy no es posible más que sobre la base de una efectiva
integración económica. Sin embargo, para llegar a esa fase de las relaciones
económicas internacionales, que estudiamos en la parte tercera de este libro,
históricamente hubo que superar la dura fase del bilateralismo, que en el
caso de muchos países no puede considerarse actualmente terminada, según
comprobaremos más adelante.
Como consecuencia de la Gran Depresión, y concretamente a partir de
1931, Francia reintrodujo sistemáticamente una serie de restricciones, y su
ejemplo fue ampliamente seguido. Se inició así una implantación generali-
zada del bilateralismo, cuyo primer instrumento serían precisamente las
restricciones cuantitativas (o contingentes) que se utilizaron primero como
medida de represalia económica, y casi inmediatamente después como ins-
trumento de protección más radical que los aranceles.
La fonna más corriente de contingentación fue la bilateral, materializa-
da en listas de mercancías anexas a los tratados comerciales, donde se fija-
ba un tope de valor a la importación autorizada de cada mercancía desde
cada país concreto. Los contingentes globales, mucho más flexibles, puesto
que se abrían por un país frente a todos los demás, rápidamente cedieron en
importancia. El circuito administrativo se cerró con el requisito de la previa
licencia de importación, que imprimió a todo el comercio internacional una
acusada rigidez.
f
1. EL proceso de formación de la economla mundial

Otro de los instrumentos del bilateralismo fue el régimen conocido por


el nombre de comercio de Estado, con éste como único titular de la impor-
tación, realizada por sí mismo o por adjudicación a particulares; el primero
es el caso de los países socialistas, que cuentan con empresas estatales es-
pecializadas para el comercio exterior; el segundo, es el circuito normal
para las restricciones residuales de comercio de Estado en los países de
economía de mercado.
El control de cambios, el tercero de los mecanismos utilizados en el bi-
lateralismo, puede adoptar diversas formas, desde la mera intervención de
sostén en los mercados de divisas a través de fondos de estabilización de
cambios, hasta el racionamiento de divisas por una oficina gubernamental,
a la que forzosamente se entregan todas las divisas obtenidas por cobros al
exterior. Este último fue el sistema que se consagró en Europa a partir de
1933, surgiendo así los acuerdos de clearing o de compensación entre los
diferentes países con control de cambios.
En cada acuerdo de clearing, y por conexión directa con las listas de cu-
pos o contingentes del correspondiente tratado comercial, se determinan las
cantidades máximas a importar y a exportar por parte de cada uno de los
países, generalmente por una cifra igual, a fin de evitar, en la medida de lo
posible, los pagos en oro o en divisas convertibles por razón del comercio
mutuo. Los acuerdos de clearing o compensación significan, por tanto, que
los saldos acreedores que al final de un ejercicio pueda tener un país con-
creto no pueden emplearse para la adquisición de productos fuera de ese
país. Es el problema fundamental del bilateralismo --o de la falta de un sis-
tema multilateral- que imprime una fuerte rigidez a las relaciones comer-
ciales.
Una consideración final cabe hacer aquí sobre el tema de las relaciones
económicas bilaterales. El hecho de que nuestro tiempo sea una época de
cooperación e integración económica no quiere decir que el bilateralismo
haya pasado a la historia. Con los países cuya moneda carece de convertibi-
lidad exterior o cuyo comercio exterior es monopolio del Estado, los países
de economía de mercado y de moneda convertible practican normalmente
el comercio bilateral, a fin de evitar la acumulación de reservas excesivas
de divisas no convertibles; y al objeto de contrarrestar los inconvenientes
derivados del monopolio del Estado en el comercio internacional.
El bilateralismo rigió entre 1945 y 1990 las relaciones económicas Este-
Oeste hasta la caída del muro de Berlín.
En el área de la agricultura, el bilateralismo, ciertamente atenuado, es
prácticamente general, tanto en el caso de los países desarrollados como
entre los subdesarrollados. Ello se debe a que las fuertes diferencias de cos-
tes, salarios y precios en este sector fuerzan por doquier a una política de
cierre o semicierre de fronteras, que reserva a favor de los agricultores de
cada país sus respectivos mercados nacionales.
, ,

1.5 La estructura y La institudonalización de La economia


internadonaL
Hemos afirmado antes que la economía internacional, tal como hoy la co-
nocemos, tuvo su génesis en el desenlace de la primera guerra mundial.
Por supuesto, nadie puede pretender que antes del gran conflicto bélico
no hubiese una economía internacionaL De hecho -y según hemos com-
probado-, desde hace siglos existe un comercio a escala mundial. En
este sentido, )as relaciones económicas entre las diferentes naciones y te-
rritorios han tenido una determinada evolución que -si éste fuese un li-
bro de historia económica- podríamos estudiar, subdividiendo e1 desa-
rrollo cronológico de) comercio y de las demás transacciones en una serie
de fases sucesivas.
Pero lo cierto es que nos proponemos algo muy diferente: ofrecer un pa-
norama y una interpretación de la estructura económica internacional de
nuestros días, concibiéndola como e1 conjunto de relaciones económicas
entre las naciones. Esas relaciones adquieren en cada caso unas configura-
ciones concretas, que se traducen en el plano de la organización en unas
ciertas instituciones de alcance más o menos general. Y es ese conjunto de
relaciones ---en cuanto estructura de intercambios y como instituciones de
ellas derivadas~ lo que compone la estructura económica internacional de
nuestro tiempo. Tal conjunto, claro que con cambios considerables, es el
que tuvo su origen a partir de la primera guerra mundial, y fue durante 1a
segunda, de 1939 a 1945, cuando las naciones aliadas contra las potencias
del Pacto Tripartito (Alemania, Italia y Japón) empezaron a forjar una vi-
sión de 10 que podrían ser las nuevas relaciones económicas internaciona-
les~ que entrarían en efectivo funcionamiento al fina] de la contienda.

La idea de que sería preciso preparar unas instituciones económicas in-


ternacionales para la paz, tuvo su primer planteamiento formal en 1941, Y
concretamente el 14 de agosto de aquel año~ cuando Roosevelt (siendo Pre-
sidente de los EE.UU., que por entonces aún no habían entrado en guerra)
suscribió con el Premier británico, Churchill, la llamada «Carta del Atlánti-
co», dirigida a la salvaguarda de ]as Democracias y tendente al «estableci-
miento de un sistema de seguridad amplio y permanente» 9.
Previendo que uno de los primeros problemas que se plantearían con la
paz sería el de la alimentación de las naciones arruinadas por la guerra, en

9 Artícu10 8.° de la «Carta del Atlántico». La Carta fue ratificada elIde enero de 1942

por la Declaración Conjunta de las Naciones Unidas, suscrita por 22 países, incluida la
URSS, ya en guerra con Alemania desde junio de 1941. Sobre todo el proceso de gene-
ración de la actual estructura jurídica de los organismos internacionales, es de gran inte-
rés el Tratado General de la Organización Internacional, de Modesto Seara Vázquez,
FCE, México, 1974.
- El p!'(;ceso (lE- rourtación de la economla InundiaL

mayo de 1943 se reunió en Hot Springs (Virginia, EE.UU.) lo que habría de


ser el embrión de ]a primera agencia de las Naciones Unidas: la FAO, Orga-
nización de la Alimentación y la Agricultura.
Poco después, en octubre del mismo año 1943, reunidos en Moscú los
representantes de China, EE.UU., Reino Unido y la URSS, se ratificaban
en su deseo de crear, «a la mayor brevedad posible, una organización gene-
ral internacionah>. En este contexto, fueron esbozándose los futuros orga-
nismos económicos internacionales. Fue así como entre el 1 y el 22 de julio
de 1944 se celebró en Bretton Woods (New Hampshire, EE.UU.) una con-
ferencia internacional monetaria y financiera, en la que se aprobó la crea-
ción de dos de las más importantes futuras agencias especializadas en las
Naciones Unidas: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco In-
ternacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF). El objetivo de ambos or-
ganismos -que estudiamos con detalle en los capítulos 3 y 4 del presente
libro, respectivamente- era bien claro: reconstruir el sistema internacional
de intercambios y pagos, y facilitar recursos crediticios para atender a la re-
construcción. La URSS no finnó los convenios constitutivos del FMI y del
BIRF~ ello puso de relieve --en las postrimerías de la guerra- que una de
las principales constantes de la posguerra sería precisamente la diferencia
entre los dos grandes sistemas económicos y políticos (capitalismo y socia-
lismo), que transitoriamente se habían aliado durante la contienda para
combatir a los regímenes fascistas de Europa y Asia.

1.6 El nacimiento de la Organización de las Naciones


Unidas (ONU)
A pesar de las nacientes diferencias intersistema, que después se converti-
rían en serias fricciones, el proyecto -básicamente norteamericano-
de una organización internacional para el período de paz que se avecinaba
-las «Naciones Unidas»~ siguió avanzando.
Del 21 al 28 de agosto de 1944, y pocos meses después, del 29 de sep-
tiembre al 7 de octubre, las potencias aliadas reunidas en una mansión de
Washington (D.C.), conocida con el nombre -hoy ya histórico- de
«Dumbarton üaks», elaboraron las bases de la nueva organización mun-
dial. Más adelante, en Yalta, F. D. Roosevelt, 1. Stalin y W. C. Churchill
anunciaban, el 11 de febrero de 1945: «Hemos convenido que debe convo-
carse una Conferencia de las Naciones Unidas para que se reúna en San
Francisco, Estados Unidos, el 25 de abril de 1945, con el fin de redactar la
carta de dicha organización sobre la base de las conversaciones oficiosas
de Dumbarton Oaks.»
La Conferencia se celebró, efectivamente, durante los días 25 de abril al

.,.,..
26 de junio de 1945, y en ella fue aprobada, por unanimidad de las 50 na-
ciones asistentes, la Carta de las Naciones Unidas. La Carta entró en vigor
Economla internacional, sistemas económicos y niveles de desarroLLo

el siguiente 24 de octubre, al ser depositadas las ratificaciones de los «Cin-


co Grandes» (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y la URSS)
que se reservaron el derecho de veto en el Consejo de Seguridad.
De esta forma nació la Organización de las Naciones Unidas (ONU),
que en lo sucesivo habría de ser el foro básico de buen número de nego-
ciaciones internacionales de gran alcance en el campo económico, según
podremos corroborar a lo largo del presente libro.
Podrá pensarse que desde su creación formal en 1945, las Naciones Uni-
das no han tenido un peso decisivo en la Economía Internacional que hoy
vivimos. Naturalmente, todo es relativo; el hecho de que haya una institu-
ción internacional de esta clase con propósitos tan ambiciosos, no significa
que todas las relaciones económicas estén reguladas por ella y bajo su con-
trol directo. Pero si esto ciertamente no sucede, compárese la vida que han
seguido las Naciones Unidas y los organismos de ellas derivados de forma
directa o indirecta -como la FAO, el FMI, el BIRF, la UNCTAD y hasta el
propio GATT- con lo sucedido en el caso de la Sociedad de las Naciones
(SDN). A tales efectos no será una pérdida de tiempo hacer una breve sem-
blanza retrospectiva de la SDN.

En su vida oficial, entre 1920 y 1946, aquel primer antecedente de una


organización universal de países apenas pudo abordar una serie de cuestio-
nes económicas. Los primeros orígenes de la Sociedad de las Naciones
(SDN) hay que verlos en el mensaje de Benedicto Xv, del 1 de agosto de
1917, Y sobre todo en el número 14 de los célebres «14 puntos» del mensa-
je del Presidente Wilson al Congreso de los Estados Unidos el 8 de enero
de 1918. Textualmente, Wilson llegó a proponer la «constitución de una
Sociedad General de Naciones con garantías mutuas de independencia polí-
tica y de integridad territorial para todos los Estados, grandes y pequeños»,
Sin embargo, tras su nacimiento en 1920, la SDN no pasó de ser poco
más que un foro de las «naciones civilizadas», en la práctica casi solamente
de Europa pues EE.UU. no llegó a entrar. No es extraño, pues, que en la
SDN se discutieran fundamentalmente los problemas políticos europeos -
allí nació un primer frustrado intento de Unión Aduanera Europea-, en
tanto que los problemas reales de las crisis económicas, del colonialismo y
de la reconstrucción de un equilibrio económico internacional fueron cues-
tiones casi olvidadas, ignoradas o soterradas. Aparte de convocar algunas
conferencias internacionales, poco más fue lo que hizo la SDN en el terre-
no económico. De hecho, la mayor parte de su vida efectiva se desarrolló
con el trasfondo del marasmo económico de la Gran Depresión, ante la cual
la Liga, al igual que frente a la amenaza de los fascismos, resultó impotente
por completo. La segunda guerra mundial, que dio su muerte definitiva a la
SDN, fue la mejor prueba de su fracaso en todos los campos. En 1946, al
disolverse oficialmente la Sociedad de las Naciones, su patrimonio fue ab-
sorbido por la ONU. i
il

I
1. El proceso de formación de la economla mundial

1.7 Las comisiones económicas de la ONU


Son entidades promovidas por la ONU para el análisis de los problemas eco-
nómicos y sociales a escala regional, a fin de mejorar los niveles de vida y
estrechar los lazos económicos de los países de sus ámbitos respectivos. Las
Comisiones sirven de foro de discusión y para intercambio de estudios con
vistas a los diversos programas de asistencia económica y técnica.
La experiencia de funcionamiento de las Comisiones es muy diversa. La
Comisión Econ6mica para Europa (CEPE, creada en 1947 y con sede en
Ginebra) ha desempeñado un papel importante en las relaciones económi-
cas Este-Oeste, y ha desarrollado una gran labor en cuestiones de normali-
zación de comercio exterior, transporte y comunicaciones. Con la democra-
tización del Centro y del Este europeos -un tema del que tendremos
ocasión de ocuparnos en el capítulo 9, al estudiar el COMECON-, la
CEPE parece estar en vías de fuerte revigorización.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPALC,
nacida en 1947, con sede en Santiago de Chile y subsede en México, ha
sido y es el más importante centro latinoamericano de intercambio de in-
formación y consultas económicas. La CEPAL contribuyó activamente a
los estudios preparatorios de la creación del MCCA, ALALC, CARIFTA,
CARICOM, ALADI, etcétera, a los que nos referiremos en los capítulos
10 y lI.
La Comisión Económica y Social para Asia y el Pacifico (CESPAP,
Bangkok, 1974) es la continuadora de la anterior Comisión Económica
para Asia y el Lejano Oriente (CEALO, hasta 1974). Su composición abar-
ca desde Irán y Afganistán hasta Japón y Nueva Zelanda. Dispone de cen-
tros subsidiarios en Irán, India y Filipinas. Los conflictos de la zona han
hecho su trabajo poco fructífero hasta el momento.
La Comisión Económica y Social para Asia Occidental (CEAO, creada
en 1973, y con sede en Beirut) ha sido y es la menos activa de las comisio-
nes regionales de la ONU. Hasta ahora, a los conflictos permanentes de la
zona se unen los intentos frustrados de que en ella participe Israel.
La Comisión Económica para Africa (CESPAO, Addis-Abeba, 1958) ha
adoptado un enfoque subregional -Norte, Este, Central y Oeste-, pero
manteniendo siempre el objetivo de la integración continental; cuestión que
se trata con relativa amplitud en el capítulo 13. Desde 1973, la República de
Sudáfrica no participó en las sesiones de la CEPA, pero, tras las elecciones
de abril de 1994 -final del apartheid- se incorporó a dicho organismo.
El órgano coordinador de las Comisiones Regionales de las Naciones
Unidas es el Consejo Económico y Social (ECOSOC) 10.

10 Sobre las cuestiones regionales de la ONU, vid. la tesis doctoral de J. M. Revuel-


ta, leída en la Universidad Autónoma de Madrid, 1979. Puede verse también «United
1.8 Los grandes problemas de la actual estructura
económica internacional
Volviendo a ]a situación actual, está claro que en la etapa que nos ha tocado
vivir de la economía internacional, son varios los temas que exigen un aná-
lisis individualizado. Si queremos comprender el funcionamiento de los
mecanismos económicos, es preciso conocer sus bases estructurales, empe-
zando por los sistemas económicos y 1as características más importantes de
cada uno de ellos,! tema al que dedicamos la sección 1.9. de este capítulo.
Otra cuestión básica viene dada por las diferencias en cuanto a los niveles
de desarrollo, enormemente acusadas en ambos sistemas; este punto es ob-
jeto de análisis en 1a sección 1.10.
Una vez tratados muy someramente esos dos temas tan claramente estruc-
turales, estaremos en condiciones de adentramos en el estudio de las fonnas
de relación económica entre las naciones. En nuestra opinión --con un crite-
rio tal vez un tanto fonnalista- tales relaciones pueden clasificarse en tres
grandes categorías: bilateralismo, cooperación e integración. Al estudio de
las dos últimas, que son con mucho las más importantes en el mundo de hoy,
corresponden, respectivamente, las partes II (caps. 2-6) y lIT (capítulos 7-14)
del presente libro.
Más adelante, en la parte IV (caps. 15 a 18), nos ocupamos de una serie
de cuestiones que en su conjunto constituyen los que podríamos llamar
grandes temas de la actual estructura económica internacional: empresas
multinacionales, población y alimentación, energía, así como el análisis de
las crisis económicas desencadenadas desde 1973. En el tratamiento de
esos cuatro temas, tendremos ocasión de apreciar hasta qué punto se en-
cuentran ya interpenetradas las grandes cuestiones que afectan al p1aneta
en que VIVImos.
Por último, una obra como ésta quedaría incompleta si no pasáramos re-
vista, aunque sea de forma sucinta, a los países que con su desarrollo contri-
buyen de manera especialmente importante a las pautas de las relaciones eco-
nómicas internacionales. Ésta es la razón de que la parte V la dediquemos al
estudio del crecimiento y los problemas económicos de otras tantas grandes
potencias económicas: EE.UU., Rusia~ Japón y China (caps. 20 a 23).

1.9 Sistemas económicos


Ante todo, para esta sección, y para la siguiente sobre niveles de desarrollo,
debemos recordar la mención que hacemos en nuestra Nota Preliminar a

Nation's Handbook 1990», Ministerio de Relaciones Exteriores de Nueva Zelanda,


Wellington, 1990, especialmente págs. 64 a 67.
· ¡)¡. /1t.~ La ~cononl1a mundial

este libro~ en el sentido de que ambos temas los trataremos aquí de modo
muy somero. Para una visión más amplia y profunda, remito a los lectores
a mi obra Fundamentos de Estructura Económica, donde se le dedica un
mayor espaCIO.
En el análisis de la economía de un país concreto se plantea siempre la
necesidad de identificar claramente su marco institucional y la influencia
del mismo sobre su estructura económica. En otras palabras, se trata de in-
vestigar cuál es el sistema económico en que se encuentra inserta la econo-
mía nacional en cuestión.
Este planteamiento, además de a una premisa de rigor analítico, corres-
ponde a una exigencia que parte de la propia realidad, pues una simple mi-
rada a nuestro alrededor nos revela inmediatamente que los hombres adop-
tan distintas formas de organización social para el desempeño de su
actividad económica. Con una simplificación inicial deliberada, podríamos
decir que esas distintas fonnas de organización son lo que denominamos
sistemas económicos.
Como base de partida para alnpliar ese concepto podemos tomar el plan-
teamiento que Samuelson hace de la cuestión, desde el punto y hora en que
toda economía nacional debe resolver tres problemas económicos fundamen-
tales: QUÉ clases y cantidades se producirán de todos los posibles bienes y
servicios; CÓMO son empleados los recursos económicos en producir tales
bienes, y PARA QUIÉN se producen. Las sociedades afrontan esos problemas
de diferentes maneras: por la costulnbre, mediante la autoridad, y a través del
sistema de precios 11.

En efecto~ en determinadas sociedades atrasadas., puede suceder que los


interrogantes qué, cómo y para quién se respondan simplemente siguiendo la
costumbre heredada de padres a hijos. Por ejemplo, se producen detenninados
bienes (cereales, leguminosas, carne, lana, etc.), por medios que no experi-
mentan apenas cambios de una época a otra, es decir, mediante prácticas más
o menos rutinarias. Los bienes se reparten confonne a reglas basadas en la te-
nencia de la tierra, y se redistribuyen en base al trueque. Así se hizo siempre
yasí se sigue operando; simplemente porque es la costumbre. Éste es el siste-
ma de organización de los países más atrasados, o de las bolsas de subdesarro-
llo de los cinco continentes en las que todavía hay sociedades tradicionales.
Puede suceder también que las tres preguntas se contesten por una auto-
ridad., que decida en un plan de carácter general qué se ha de producir,
cómo se ha de obrar y para quién. En este caso nos encontramos ante un
sistema de planificación, que en su más alto grado de centralismo se en-
cuentra en determinadas clases de socialismo.

11Samuelson trata este tema con gran brillantez en su Economics. An lntroductory


Ana(vsis, McGraw Hill, Nueva York. 1964. págs. 33 y 34.
Economia internacionat sistemas económicos y niveles de desarrollo
Finalmente, cuando las principales decisiones económicas se adoptan en
el mercado, donde los demandantes al comprar ejercen teóricamente un de-
recho de voto, nos hallaremos ante el sistema de economía de mercado,
también denominado economía capitalista o economía de libre empresa.
La clasificación de Samuelson de los sistemas económicos es enorme-
mente sugestiva por su claridad, pero precisamente por su simplicidad
-base de esa claridad- tiene serias limitaciones. En realidad, no existen
formas puras de sistemas económicos. De hecho, se combinan la autoridad
y el mercado, originándose de esa manera los llamados sistemas mixtos.
Esto lo reconoce el propio Samuelson, quien califica el sistema norteameri-
cano como mixto; pero sin poner mayor énfasis en lo referente a los siste-
mas económicos socialistas, en los que también hay una cierta mixtura, por
el empleo que en algunos de ellos se hace del mercado.
Por tanto, la clasificación de los sistemas que resulta de fijamos dónde
se adoptan y cómo se transmiten las decisiones tiene claras insuficiencias.
Hay que recurrir a otros criterios de clasificación, en vez de hablar simple-
mente de socialismo y capitalismo, distinguiendo dentro de cada uno de
esos dos sistemas básicos diferenciaciones importantes por lo que se refiere
a la forma de adoptar las decisiones 12.

1.9.1 Capitalismo

El capitalismo, dice Loucks, es un «sistema de organización económica ca-


racterizado por la propiedad privada y por el uso para el beneficio privado
del capital creado por el hombre y del capital de origen natural (tierra,
etc.)>> 13.
Hoy consideramos que el prototipo o modelo clásico del capitalismo fue
el liberal de la segunda mitad del siglo XIX, apoyado jurídicamente en la
propiedad privada tal como ésta se configuraba en los países continentales
de Europa (en el Código de Napoleón y en los demás códigos civiles por él
influidos). Con un ejército de reserva de trabajadores que permitían una de-
senfrenada explotación que desarrolló en alto grado la lucha de clases, y
con una división del trabajo cada vez más avanzada.
Fueron precisamente la primera guerra mundial (1914-1918) Y la de-
presión económica iniciada en 1929 las que originaron cambios importan-

12 En la obra del profesor J. L. Sampedro, Las fuerzas económicas de nuestro tiempo,


Editorial Guadarrama, Madrid, 1967, figura un pasaje altamente sugestivo sobre «los
sistemas económicos actuales» (págs. 112 a 116).
13 William N. Loucks~ Comparative Economic System, 6. edición, Harper, Nueva
a

y ork, pág. 17. La bibliografia sobre sistemas económicos es muy extensa. En el libro de
Gregory Grossman, (Economic Systems, Prentice Hall Ine., Englewood Cliffs, New Jer-
sey, 1967, págs. 116 y 117), puede verse una excelente lista de lecturas seleccionadas.
1. El proceso de formación de La economia mundial

tes en el sistema capitalista, que en el momento actual es diferente en mu-


chos aspectos del capitalismo liberal predominante en el siglo XIX. Históri-
camente, la Gran Depresión hizo surgir fonnas de capitalismo totalitario,
en las que desaparecieron las libertades formales, y en las cuales la inter-
vención del Estado -en colusión con los grandes intereses económicos-
aumentó de forma extraordinaria 14. Sin embargo, en los países donde el
capitalismo liberal había alcanzado su máximo esplendor, la salida de la
crisis marcó el comienzo de reformas económicas de importancia (política
anticíclica inicialmente), que sólo en la posguerra de 1945 se configuraron
como un empeño decidido de impulso del desarrollo económico. Esta po-
lítica de expansión en los países capitalistas adoptó tres formas diferen-
tes 15: incitaciones indirectas (caso de los EE.UU. con sus políticas mone-
taria y fiscal y con su Consejo de Asesores Económicos del Presidente),
nacionalizaciones motrices (caso del Reino Unido durante la etapa laboris-
ta 1945-1951) Y planificación indicativa (caso de Francia a partir del Plan
Monnet 1947-1950).
Cierto que desde mediados de la década de los setenta se produjo el fe-
nómeno contrario de la tendencia al monetarismo y la desregulación, cul-
minando todo ello en la Reaganomía, según veremos en el capítulo 17, al
ocupamos de las fluctuaciones económicas.
Claro es que hablar de capitalismo en abstracto, o tomando como mode-
lo el caso de EE.UU. (cap. 20 de este libro) o el de Japón (cap. 22), no tie-
ne mucho sentido para la genera1idad de los países que están dentro de lo
que normalmente se denomina «mundo capitalista» o «mundo occidenta}».
Hay un problema de relación entre sistemas económicos y grado de desa-
rrollo. Precisamente por ello, en la siguiente sección 1.10 nos ocupamos
del tema de los niveles de desarrollo y fundamentalmente de la economía
de los países menos desarrollados, que son, por así decirlo, los socios mar-
ginales del mundo capitalista.

1.9.2 Socialismo

Es muy dificil definir lo que es socialismo sin acotar antes el propósito


concreto de la definición. Se ha dicho que como visión de conjunto el so-
cialismo es una corriente de pensamiento con multitud de expresiones. To-
das las cuajes coinciden en el afán de igualitarismo entre los hombres, que

14 Paul M. Sweezy, Teoría del desarrollo capitalista, versión española, 2.a edición,
FCE, México, 1958, cap. XVIII, págs. 360 a 380.
15 Pierre Massé~ «La inversión productiva»~ conferencia pronunciada en la Universidad

de Madrid y recogida en «Problemas actuales del desarrollo económico», Documenta-


ción económica, número 23, págs. 117 y ss., Madrid, 1961.
ECOnOlTIla internacional, ~ls,tE'maS lOIH)fnH.(t'~
l.

teóricamente no puede ser logrado sino con una mayor o menor sustitución
de la propiedad privada por la colectiva en los medios de producción.
En ese sentido discurren casi todas las definiciones de socialismo al uso,
que según su carácter, entran en más o menos detalles. ASÍ, por ejemplo,
Loucks afirma que el término socialismo en la forma que él lo emplea hace
referencia «al movimiento que aspira a conferir a la sociedad como un todo
--en vez de a los individuos- la propiedad y la administración de todos los
bienes ya sean creados por el hombre o por la naturaleza, con el propósito
de que los incrementos resultantes de la renta nacional sean distribuidos de
forma más equitativa; sin por ello destruir la motivación económica del indi-
viduo, su libertad de empleo o su elección de consumo» 16.
Por su parte, el Partido Comunista de la Unión Soviética, en una decla-
ración de 1961, consideraba que el comunismo era «un sistema social sin
clases, en el cual los bienes de producción son únicamente propiedad na-
cional, en donde existe una igualqad social total de todos los miembros de
la sociedad, en donde al lado del desarrollo general del pueblo crecerán
también las fuerzas de producción sobre la base de un desarrollo c'onstante
de la ciencia y de la técnica, en donde todas las fuentes de riqueza pública
correrán con toda plenitud, y en donde será realizado el gran principio: de
cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades».
El proceso de construcción del socialismo lo exponemos seguidamente, si
bien a costa de una forzosa esquematización de sus diferentes pasos. En los es-
pacios sobre la URSS y su hundimiento (cap. 21) y sobre China (cap. 23) ten-
dremos ocasión de entrar en una serie de detalles 17.
Veamos ahora cuáles son las operaciones de necesaria realización en el
período transitorio para liquidar el antiguo sistema capitalista y edificar el
nuevo 18, Primeramente, el gobierno socialista tiene que realizar una serie
de reformas para transformar la estructura socioeconómica. En esta pers-
pectiva, la reforma agraria es decisiva para suprimir los vestigios del feuda-
lismo que aún tuvieran su asiento en este sector de la producción, y para re-
distribuir la riqueza y la renta entre la población campesina, que en 10
sucesivo serán un sólido apoyo de las transformaciones necesarias. Al pro-
pio tiempo es preciso «expropiar la gran propiedad capitalista: Jos bancos,
las industrias más importantes y los medios de transporte».
La segunda fase es el ajuste entre el nuevo sector socialista y las peque-
ñas y medianas empresas no nacionalizadas. Con ello, el Estado se asegura
el control del sector capitalista residual.

16 W. N. Loucks, Comparative Economic Systems, ob. cit., página 180.


17 Oskar Lange, «Economía Política del Socialismo», de) libro colectivo Problemas de
economía política del Socialismo, editado por el propio Lange, versión española, FCE,
México, 1965, pág. 7.
18 Oskar Lange, Ibídem, págs. 43 y 44.

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Un tercer paso lo constituye la integración de la producción agrícola y


artesana en la economía socialista.
Evidentemente, el lnodelo de Oskar Lange experimentó grandes trans-
formaciones a través del socialislno realmente existente y sus aberraciones
-al que nos referimos en el capítulo 21 al ocuparnos de la antigua
URSS- y en la propia experiencia china hasta la revolución cultural. Des-
pués, los cambios, según podremos apreciar en los capítulos 21 (Desmoro-
namiento de la URSS) y 23 (China), aún fueron más importantes con la
Perestroika y las «cuatro modernizaciones», respectivamente, en un proce-
so de transformación radical de los anteriores esquemas ideológicos y de
organización 19.

1.10 Niveles de desarrollo

La existencia de diferentes niveles de desarrolJo es una evidencia que en-


cuentra su traducción más clara en el acervo de datos estadísticos que hoy
recopilan a escala mundial las Naciones Unidas.
Debemos entrar ahora en la identificación de las raíces del atraso que
hacen persistir en el mundo de hoy amplias áreas subdesarrolladas que con-
tienen por lo menos la mitad de la población mundial.
Un país subdesarrollado, menos desarrollado, en vías de desarrollo o,
simplemente, atrasado -que todos éstos son los términos que generalmen-
te se aplican con una pretensión de sinonimia-, se caracteriza por una se-
rie de rasgos que en una visión de síntesis podemos agrupar en diversos
epígrafes: población, estructura económica, distribución de la renta y es-
tructura social, y dependencia y vulnerabilidad económicas.

Generalmente, los países menos desarro11ados (a los que en lo sucesivo


nos referiremos con las iniciales PMD) tienen una población que crece rá-
pidamente, con ritmos que oscilan entre el 2 y el 3,5 por 100 anual acumu-
lativo. Este fuerte crecimiento se debe a la persistencia de elevadas tasas de
natalidad, que varían entre el 25 y el 45 por 1.000. En tanto que la mortali-
dad se ha visto reducida a niveles del 10 al 20 por 1.000, por la casi total
erradicación de las epidemias y por la mejora relativa de otros aspectos de
la sanidad pública, sobre todo en lo relativo a mortalidad infantil. Como ve-
remos en detalle en el capítulo 16, esta característica de la mayoría de los
PMD, que generahnente se conoce con expresiones como «la ruptura del
equilibrio demográfico antiguo» o «la explosión demográfica», tiene gran

19 Wlodzimierz Brus y Kazimierz Laski, From Alarx lo the Market: Socialism in search
of an Economic System. Oxford University Press, Nueva York, 1991~ Carlos Taibo,
Unión Soviética. La quiebra de un modelo, Catarata, Madrid, 1991.
Economía internacional, sistemas económicos y niveles de desarrollo

trascendencia para el desarrollo, ya que buena parte del crecimiento econó-


mico lo absorbe la propia expansión demográfica.
Población y estructura económica son aspectos interrelacionados de una
misma realidad. La situación apreciada para la población tiene su origen en
la estructura económica y viceversa. Generalmente, la economía de los
PMD se basa en el predominio de una agricultura de patrones tradicionales.
Lo más frecuente es una fuerte concentración de la propiedad de la tierra,
siendo «normal» que del 1 al 2 por 100 de los propietarios controlen más
del 50 por 100 de la superficie productiva. También son usuales los vesti-
gios de feudalismo y las técnicas de cultivo primitivas, con bajos rendi-
mientos.
El atraso agrícola resulta particularmente grave si se tiene en cuenta que
la agricu1tura forma, junto con los recursos mineros, el núcleo del engarce
activo más frecuente de los PMD con el comercio mundial; las consecuen-
cias para sus ingresos por exportación --que analizaremos en el capítulo 6
al estudiar la UNCTAD-llegan a ser dramáticas, por las fluctuaciones en
oferta y demanda y, en consecuencia, en los precios.
El panorama de debilidad estructural en el sector agrario se ve «comple-
tado» con un grado de industrialización generalmente bajo, y con un sector
comercia] hipertrofiado, atomizado, con gran número de intermediarios y
amplios márgenes de ganancia.
Todas las aludidas deficiencias de la estructura económica, se ven acen-
tuadas por la falta de una verdadera integración econ~mica interna. Parte
del mercado interior de los PMD permanece prácticamente al margen del
circuito monetario (predominio de la economía rural de autoconsumo). Y
regiones enteras se sitúan a niveles de desarrollo muy inferior a los prome-
dios nacionales, ya de por sí bien precarios. Esto es lo que configura a la
mayoría de los PMD como sociedades «duales».

En los PMD la renta per capita no rebasa los 5.000 dólares por año,
frente a niveles que van hasta 40.000 dólares en los Países Industriales (PI).
Pero ]0 que es igualmente importante, la distribución regional y personal de
la renta es mucho más desequilibrada en los PMD que en los PI. Un peque-
ño grupo de privilegiados (normalmente no más del 5 ó 10 por 100 de la
población total) absorben más del 50 por 100 de la renta nacional.
La fuerte concentración de la riqueza y de la renta, junto con otras ca-
racterísticas que ya vimos para la población, hacen coincidir normalmente
subdesarrollo con dictaduras políticas (o «farsas democráticas» más o me-
nos cínicas), y con la explotación económica sistemática y la satelización
política por parte de las grandes potencias.
Pero la dependencia y la vulnerabilidad económicas son las característi-
cas que desde el enfoque de este libro -Estructura Económica Internacio-
nal- más c)aramente reve]an la situación de los PMD. Como ya indica-
mos, la debilidad de su estructura económica convierte a los PMD en
1. El proceso de formación de la economia mundial

exportadores de productos básicos agrícolas y minerales. Su oferta se con-


centra en poco más de una docena de productos (oligoexportaciones): pe-
tróleo, cobre, estaño, bauxita, algodón, yute, plátano, cereales, carne, café,
té, cacao, etc. Son productos que -por razones que veremos con detalle
en el capítulo 6- se ven sometidos a fuertes fluctuaciones en los merca-
dos mundiales.
Esas fluctuaciones determinan variaciones muy importantes en los in-
gresos en divisas de los PMD, con efectos diversos sobre sus balanzas de
pagos y su desarrollo, todo ello, unido a políticas económicas que de hecho
estimulan la inflación, es el origen de la inestabilidad del cambio exterior
de las monedas de los PMD. De ahí, los planteamientos enfocados hacia
una financiación compensatoria o complementaria que los PMD han recla-
mado insistentemente en la UNCTAD, como oportunamente podremos ver
en 6.4.

Para completar algo más esta breve identificación de los problemas de


los PMD, hemos de referimos a lo que cada día se convierte en el hecho di-
ferenciador más significativo entre los PMD y los PI: la dependencia tec-
nológica de los primeros frente a los segundos. En las condiciones econó-
micas y sociales de los PMD, el desarrollo de la investigación es
prácticamente nulo; o por lo menos muy poco efectivo. Y de ahí que en ]0
relativo a progreso tecnológico se vean enteramente a resultas del exterior.
Los «royalties» a pagar por el atraso tecnológico, junto con los dividendos
detraídos por los inversionistas extranjeros, suponen en muchos casos can-
tidades superiores a las nuevas inversiones de los PI en los PMD.
Por último, es evidente que los dos choques petroleros (1973/74 Y
1979/80), que veremos con detenimiento en el capítulo 17, determinaron
cambios importantes en los niveles de renta y en otros aspectos de un cierto
número de PMD, concretamente en los que disponían de recursos petrole-
ros en abundancia (los de la OPEP). No obstante, ese enriquecimiento súbi-
to no significa su rápida salida del subdesarrollo, en el que hay todo un
complejo contexto de frenos y problemas. Por otra parte, la dependencia
absoluta de sus expectativas respecto a un solo producto, el petróleo, hace
que el futuro de los países de la OPEP no sea absolutamente seguro, por las
razones que también examinaremos con detalle en el capítulo 17.

1.11 Áreas de gravitadón en la economia mundial


Dentro de las tendencias de evolución de la economía internacional, y en
cierto modo por encima de los problemas ya analizados en este capítulo so-
bre sistemas económicos y niveles de desarrollo, no es dificil apreciar un
cambio considerable en el panorama mundial. Y más concretamente, en lo
que podríamos llamar gravitación económica general. En el sentido apun-

."..
tado, son cada vez más frecuentes las observaciones sobre el desplazamien-
to del área que más pesa en el conjunto de la actividad económica del pla-
neta.
Tradicionalmente, los países que asumían ese papel, se situaban a orillas
del Atlántico Norte. Como hemos visto a principios de este mismo capítu-
lo, desde el siglo XIX, Europa Occidental protagonizó el naciente mercado
mundial~ que consolidó para más de cuatro siglos con el descubrimiento,
colonización y repoblación del Nuevo Mundo. De esta forma, Europa Occi-
dental y América del Norte convirtieron al Océano Atlántico en un amplio
espacio de alta densidad en sus orillas, y con comunicaciones de todo tipo
entre ambas. No es extraño, pues, que las dos guerras mundiales tuvieran,
en el siglo XX, su principal centro de operaciones en esta parte marítima y
terrestre del mundo. Y algo parecido puede decirse de la posguerra, con la
creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), cuyo
prolegómeno fue el Plan Marshall que con cierto detalle estudiamos en el
capítulo 2. Y, de hecho, así se mantuvieron las cosas desde la fecha de la
creación de la Alianza Atlántica hasta el comienzo de la crisis de 1973, que
también analizaremos in extenso en este libro (véase más adelante el capí-
tulo 18).
Pero lo que parecía una cristalización atlántica del mundo, empezó a
cambiar precisamente con la crisis de los años 70 y 80, con lo que parece
será un desplazamiento cada vez más pronunciado del área de gravedad de
la economía mundial, desde las dos riberas del Atlántico a la Orilla Asiática
del Pacífico 20. A ello contribuye la progresiva traslación del centro de gra-
vedad de la economía norteamericana hacia los estados del Oeste, por el
peso creciente de California, Oregón, Washington y Alaska. Por otro lado,
Japón resistió la crisis energética mucho mejor que los demás grandes países
industriales -también esto lo veremos en detalle en el capítulo 22-, siguió
creciendo, y con sus inversiones exteriores impulsó la expansión de otros
países asiáticos, como Corea del Sur, Hong-Kong, Taiwan, y Singapur -los
cuatro dragones- contribuyendo al fortalecimiento de las naciones de la
ASEAN (Tailandia, Malasia, Singapur, Indonesia, Brunei, Filipinas, Viet-
nam, Birmania y Laos; véase e] capítulo 14), que con 470 millones de habi-
tantes, a mediados de 1998, son un conjunto económicamente de gran futu-
ro. También efecto de Japón ha sido que Australia y Nueva Zelanda sean
hoy naciones del Sur de Asia.
Asimismo, contribuyen al fenómeno a que nos estamos refiriendo las
expectativas para Rusia del desarrollo de Siberia Oriental; y la espectacular
expansión que está registrando China, con la refonna del sistema maoísta

20 Sobre el tema, Pablo Bustelo, «La Orilla Asiática del Pacífico: retos y problemas».
en el curso «Entre bloques y globalidad», dirigido por R. Tamames en la UCM, El Es-
corial, 10 de agosto de 1993 (fotocopiado).

-zr
por Den Xiaoping primero y Jian Zeming después, favorables a una econo-
mía más mixta y flexible. A las circunstancias señaladas, se agregan las
fuertes tasas de desarrollo demográfico de otros países de la orilla america-
na del Pacífico; como sucede con México, todo el istmo centroamericano y
los ribereños de Sudamérica 21 •

1.12 Globalismo 22
Para ir tern1inando este primer capítulo introductorio del libro, y después de
haber examinado el nacimiento del comercio mundial y los orígenes de la
organización de las Naciones Unidas, así como algunas otras cuestiones re-
lativas a las futuras áreas de gravitación de la economía mundial, me pareció
que sería interesante -ya en la edición 18.a , ] 995-, introducir esta nueva
sección sobre gloha lism o : un concepto al que haremos numerosas referen-
cias a lo largo de esta obra, como síntesis de la tendencia que está condu-
ciendo a una interpenetración cada vez mayor de las naciones, y de sus pro-
pias instituciones y entidades.
Ciertamente, hay una economía mundial desde el siglo XVII, que luego
iría fortaleciéndose hasta estructurarse en toda una serie de mallas organiza-
tivas a partir de la Segunda Guerra Mundial. Pero el globalismo es algo más
que la mundialización. Constituye un verdadero salto cualitativo, en el senti-
do de que desborda la n1era expansión del comercio internacional, y de las
fases de cooperación (disminución de barreras), e integración (supresión de
las misnlas). Sucede~ sencillamente, que, sin destacarlo lo suficiente, el co-
mercio se hace ya virtualmente sin fronteras, en el espacio planetario, sin
solución de continuidad.
ASÍ, resulta que por muy importantes que sean las grandes agrupaciones
regiona1es del tipo del NAFTA o de la Unión Europea, del Mercosur, o de
la APEe, en el futuro, la mayor parte del intercambio se produce en el mar-
co del globalismo, por encima de los bloques regionales. Dicho de otra for-
ma, si e] comercio interno, dentro de cada uno de los tres husos económicos
(continente americano, hemisferio euroafricano, y Orilla Asiática del PacÍ-

21 Sobre el área del Pacífico, dos libros de interés: Frank Gibney, The Pacific Century,
Scribner's, New York, 1992; y Paul Theroux, The Happy Isles ofOceania, Hamish Ha-
milton, Londres, ] 992. Para un punto de vista pro EE.UU., George Hicks, «So much the
Pacific Ccntury - It will be America, as Usual», IHT, 29 de julio de 1992, pág. 4. Puede
verse el capítulo) 3 de este mismo libro.
n A la global ización, y a todo el proceso que conduce a ella, me referí con extensión en
1
i mis libros Un Nuevo Orden Mundial, Espasa-Calpe, Madrid, 1991, 3. a edición; y La Es-
t paiia Alternativa, Espasa-Calpe, Madrid, 1994, 7. a edición. Para una certera visión de
ese globalisrno y sus consecuencias, Alan Greenspan, «La economía globalizada, los
desafios de los noventa», El Mundo. 2-V -1995, pág. 62.
Economia internacionaL sistemas económicos y niveles de desarrollo

fico), supone en su conjunto el 50 por 100 del intercambio mundial, el res-


tante 50 se produce indiscriminadamente entre todos los países del globo;
al amparo, diríamos, de la OMC, el FMI, la UNCTAD, etc., como organiza-
ciones globales.
Pero las características del actual globalismo van mas allá también, de
las referencias recién hechas. Esas novedades, podríamos resumirlas de la
manera siguiente:

1) Las transacciones económicas se formalizan en tiempo real, sin de-


mora, como consecuencia de los espectaculares avances de las tele-
comunicaciones, y de la combinación de informática y sistemas de
telecomunicación, que dan lugar a la telemática. La secuencia es
bien clara: telex, fax, correo electrónico, internet.
2) Los mercados bursátiles se convierten en permanentes. Los opera-
dores del tipo de dealers y brokers, funcionan las veinticuatro horas
del día; desde la apertura, por así decirlo del mercado de Sydney,
hasta el cierre del de San Francisco veinte horas después, a lo largo
de los husos horarios que van sucediéndose ininterrumpidamente.
3) La globalización se adentra en los mercados monetarios, y sobre
todo de derivados (opciones y futuros), de la forma a que nos referi-
mos con algún detenimiento al final del capítulo 3.
4) El mundo entero habla el mismo idioma. No es el esperanto, imagi-
nado en el siglo XIX por el doctor Zamenof para romper las barreras
entre las lenguas que componían entonces la Babel universal; ni
tampoco el Volapük. Se trata, simplemente, del inglés.

El globalismo constituye, por consiguiente, el rasgo fundamental de la


economía mundial acentuable aún más con el cambio de milenio, hasta el
punto de haberse levantado voces suscitando la idea de que el globalismo
está generando serios problemas en los equilibrios de los países menos pre-
parados para el libre comercio 23; o incluso en lo concerniente a la situación
de seguridad internacional, como ha subrayado el Instituto de Estudios Es-
tratégicos refiriéndose a la proliferación del comercio de armas 24. En cual-
quier caso, lo que parece claro es que un sistema más global, necesita tam-
bién de instituciones verdaderamente globales. De aquí la importancia de
una mejor organización de la ONU, tema al que pasamos a referirnos.

23 Max Wilkinson, «A free market conspiracy theory», comentando el libro de John


Gray, «False Dawn - The Delusions of Global Capitalism», en Financial Times,
28/29.III.1998.
¡
24 Alexander NicoJ], «GJobalisation makes the world les s safe», Financial Times, r
í

24.IV.98. l
-so f

1
1. El proceso de formación de La economía mundial

1.13 Cuestiones puntuales de la organización internacional


Cabe reseñar algunos puntos importantes de la estructura internacional a
largo plazo, sin perjuicio de las muchas anotaciones que haremos a lo largo
del libro.

1) Cuotas de la ONU.

No todos los Estados miembros de las Naciones Unidas están al corriente


en el pago de sus obligaciones, de modo que los medios resultan insufi-
cientes para atender muchas de las actividades más perentorias. Así se puso
de manifiesto en la reunión a la que asistieron 160 jefes de Estado y de Go-
bierno p~ra conmemorar el cincuentenario de la Carta de San Francisco
(Nueva York, 23 de octubre de 1995, sede de la ONU).
EE.UU. es el caso más grave de los morosos. Paradójicamente, el primer
país del mundo por su riqueza, es el que tiene las mayores deudas pendien-
tes; en proporción inversa, se dice, a la importancia limitada que desde sus
posiciones hegemónicas pretende asignar a la máxima entidad política pla-
netaria. El Secretario General de la ONU Kofi Annan -ghanés, elegido en
1996- podría propiciar un cambio en esa actitud de Washington D.C.25.

2) Consejo de Seguridad.

Uno de los mayores problemas de las Naciones Unidas radica en la com-


posición de su máximo organismo decisorio, que está integrado por cinco
Estados miembros permanentes junto a otros diez que se turnan. Los cinco
grandes son las potencias triunfantes de la Segunda Guerra Mundial: Chi-
na, EE. UD., Francia, Reino Unido y Rusia (por la antigua URSS), y tienen
derecho de veto para cualquier tema en discusión.
Frente a esas circunstancias, a todas luces muy poco democráticas, los
intentos habidos hasta ahora para reformar la Carta, han sido vanos, debido
a la renuencia de los cinco grandes a ceder en sus posiciones de poder. La
última propuesta de modificación la hizo EE.UU. en 1997, al suscitar la
ampliación de 15 a 20 miembros, de ellos cinco permanentes y de los cua-

25 Para algunas referencias a este problema, la entrevista de Jim Lehrer, a Kofi Annan,
publicada en versión española por Tribuna, 6.1.97. También es significativo que en julio
del 98 la ONU nombrara como uno de sus embajadores al actor Michael Douglas, quien
en unas primeras declaraciones manifestó el firme propósito de convencer a su país para
que se ponga al corriente en el pago de cuotas. Sobre los problemas económicos de las
Naciones Unidas, Michael Littlejohns, «Zero cash announcement sends chill through
headquarters with fears of cuts in programmes and jobs. UN mns out of money as crisis
worsens», Financial Times. l.V.96, y Edward Mortimer, «Tight hand on the purse», Fi-
nancia/ Times, 8.V.96.
niveles de desarrollo

les, dos podrían ser Alemania y Japón, y el resto del Tercer Mundo; con la
particularidad de que ninguno de esos nuevos componentes tendría derecho
de veto 26.
Sin embargo, como para modificar la Carta son precisos dos tercios de
votos en la Asamblea General, y ésta se halla dominada por las naciones
menos desarrolladas, no será fácil salir del impasse: las naciones en desa-
rrollo, se resisten a aceptar otros dos países avanzados en la instancia más
importante de la organización. Aparte, y no la menor, está la dificultad de
cuáles serían los tres Estados permanentes del tercer mundo.

3) La necesaria reorganización, mejorando los procedimientos, hoy


altamente burocratizados, con derroche e incluso no pocas corrupciones y
canonjías. Una cuestión que Kofi Annan parece dispuesto a afrontar 27 •
4) Nuevas parcelas de actividad. Las Naciones Unidas tienen que en-
trar continuamente en campos novedosos, en correspondencia a las necesi-
dades que van surgiendo por proceso de globalización. Tal desarrollo se
manifestó en sucesivas megaconjerencias. De las más recientes, destaque-
mos las siguientes:
• La Conferencia Cumbre de la Tierra, también conocida como UN-
CED-2 (por United Nations Conference on Environment & Deve-
lopn1ent), que se celebró en Río de Janeiro en junio del 92, sobre
temas ambientales, y de la cual nos ocuparemos brevemente en el
capítulo 16.
• La reunión especial de Roma, de julio de 1998, de la que nació el Tri- ,
bunal Penal Internacional (TPI), la máxima autoridad mundial para
¡
¡

juzgar genocidios, crímenes de guerra y agresiones. El TPI tendrá su


sede en La Haya (Holanda) y lo integrarán 18 magistrados de distinta
nacionalidad y tradición jurídica 28.
A otras megaconferencias como la de Desarrollo Social, reunida en Co- !
penhague en marzo del 95, y la Cumbre de Pekín, de septiembre de 1995 J
t
sobre derechos de la mujer, nos referimos en la sección 16.10. f

En definitiva puede verse que las Naciones Unidas cumplen un gran pa-
pel en la comunidad internacional y, por ello mismo sus funciones deben

26 Esta es la propuesta que Bill Richardson -entonces Embajador de EE.UU. en la or-


ganización- hizo en 1997. Puede verse al respecto Edward Mortimer, «Security in
numbers», Financial Times, 27.VIlI.97.
27 «Pope Koti' s unruly t1ock. The most respecte leader of the United Nations for a ge-

neration. Can he pus through the revolution the organisation needs?, The Economist,
8.VIlL98.
28 Al respecto pueden verse mis libros Ecología y desarrollo sostenible, Alianza Edito-

rial, 8a ed., Madrid, 1995; y La Reconquista del Paraíso, Temas de hoy, 2a ed., Madrid,
1993.

~
ser objeto de renovación continua. A la postre, de lo que se trata es de aten-
der Jas necesidades de una sociedad global cada vez más compleja, y así
garantizar la paz con crecientes niveles de calidad de vida. Lo cual exige, a
su vez, una organización eficaz (hacer las cosas) y eficiente (hacerlas
bien) :2<:),

~9 Enrie Juliana y Xavier Mas de Xaxás, «Euforia en la ONU por la creación del TPI,
que deberá superar la hostilidad de Washington», La Vanguardia, 19.VII.98. Su fiscal
podrá abrir investigaciones motu proprio. o por denuncia de víctimas, familiares o Esta-
dos. Los crinlinaJes condenados podrán ser castigados a penas de prisión no mayores de
30 años~ si bien, excepcionalmente, cabrá aplicarse la cadena perpetua para crímenes es-
pecialmente grares (la condena de muerte fue excluida a propuesta de la Delegación del
Vaticano). El Tribunal estará facultado para imponer sanciones económicas y confiscar
bienes que directa o indirectamente provengan de quienes sean declarados criminales.
Segunda parte

Cooperación económica internacional


p

2. Los origenes de la
. .... .....
cooperaclon economlca
internacional

2.1 Las formas de reladón económica entre las nadones


Como ya hemos tenido ocasión de comprobar con cierta extensión en el ca-
pítulo 1, en el mundo real coexiste un gran número de naciones con distintos
sistemas económicos y con muy diferentes grados de desarrollo: incluso
dentro de cada sistema concreto. Hay naciones socialistas y capitalistas,
cada una de las cuales puede tener un alto o un bajo nivel de desarrollo, me-
dido éste por la renta per capita. Pero esas diferenciaciones no son un obstá-
culo para el desarrollo de los intercambios. De hecho, las relaciones econó-
micas entre las naciones son de todo punto imprescindibles. «Así como los
individuos en la sociedad son económicamente necesarios los unos a los
otros y forman una economía completa, las naciones del mundo son necesa-
rias las unas a las otras y constituyen una economía mundial' .»
Si hubiéramos de hacer una sinopsis de las distintas formas instituciona-
les de relación económica entre las naciones, podríamos decir que los ex-
tremos de la gama se situarían entre la carencia total de relación, economía
cerrada, y la función de Estados. En el primer caso no existiría ninguna re-
lación con el exterior; en el segundo, las relaciones internacionales dejarían
de existir en el estricto sentido de la expresión, para convertirse en simples
relaciones interregionales.

I Paul Sweezy, Teoría del desarrollo capitalista, oh. cit., pág. 315.
Cooperación económica internacional

De hecho, en el tiempo en que vivimos, en los albores del siglo XXI, ya


no hay casos de economías cerradas. Es cierto que aún perviven en muchas
regiones del mundo bolsas de subdesarrollo, con economía todavía de true-
que. Pero son cada vez más reducidas, y su actual importancia relativa en
términos de renta, que no de población, es mínima.
Las economías cerradas nunca han sido normales en la historia moder-
na; siempre tuvieron razones de ser muy concretas, de raíz religiosa o po-
lítica. El ejemplo histórico más próximo es el del Japón anterior a 1853;
precisamente el año en que la amenaza de los cañones de la flota norteame-
ricana impuso a las autoridades niponas la firma de un tratado comercial
con Estados Unidos, lo que marcó el comienzo de la apertura de la econo-
mía japonesa al exterior (según tendremos ocasión de comprobar en el ca-
pítulo 22 de este libro).

Hoy, con la existencia de una Organización de las Naciones Unidas, de


ámbito universal, el fenómeno de la expansión de las relaciones económicas
internacionales se configura como irreversible. Baste recordar aquí que en-
tre 1954 y 1996 el comercio internacional, medido por el volumen de expor-
taciones pasó de 77.100 a 5.270.000 millones de dólares, lo que equivale a
haberse multiplicado por 68 en términos nominales, y casi por 16 en térmi-
nos reales 2.
Ésta es una de las grandes conquistas de la ONU: el que los hombres de
todo el mundo se hayan habituado a pensar en las Naciones Unidas como
algo que no puede desaparecer y que, a pesar de sus indudables insuficien-
cias, representa la institucionalización a escala universal de las relaciones
de unos países con otros. Como afirma un autor francés, ha surgido un es-
tado de espíritu universalista. Hoy «todos los grupos étnicos, todas las for-
mas de cultura se juzgan como dignos de participar en la vida mundiah>. La
comunidad internacional, en contra de lo que sucedía en el siglo XIX, ya
no está compuesta exclusivamente de «Estados civilizados», aunque evi-
dentemente las diferencias de desarrollo sean abismales 3.
Interesa subrayar el hecho de que, si bien las relaciones económicas inter-
nacionales son casi universalmente aceptadas, ello no significa que todas se
desenvuelvan conforme a un modelo institucional único. Las posibilidades
son muy diversas. En un intento de esquematizarlas, las formas básicas de re-
lación económica entre las naciones podriamos agruparlas en cuatro: libre-
cambio, bilateralismo, cooperación e integración. Cuatro formas de relación
que en buena medida coexisten entre sí. Al librecambio y al bilateralismo ya

2 Datos del Fondo Monetario Internacional (<<Internacional Financia] Statistics»). Los


datos de comercio para 1996 puede verse en el cuadro 1, que figura en el sigu~nte capí-
tulo 3.
a
3 Pi erre Gerbert~ Les organisations internationales, PUF, 3. edición, París, 1963, pág. 30.
2. los origenes de la cooperación económica internacional

nos hemos referido en el capítulo 1. Nos centraremos ahora, a partir de este


capítulo, en los cauces de la cooperación, ya que a la integración dedicare-
mos un amplio espacio a partir del capítulo 7.
Coincidiendo con el comienzo del bilateralismo económico (recuérdese 10
ya visto en 1.4) surgieron los primeros intentos de resolver o paliar sus des-
ventajas por medio de la cooperación económica internacional. No es una ca-
sualidad que fuera entre 1928 y el comienzo de la segunda guerra mundial
cUando se redactaron los primeros acuerdos internacionales para regular el
comercio de ciertos productos básicos: Acuerdo Internacional del estaño en
1931, del trigo en 1933, del caucho en 1934, del azúcar en 1937, etc. La Gran
Depresión origen del bilateralismo, y que forzó en mayor o menor grado las
producciones autárquicas, deprimió el comercio mundial, haciendo caer en
vertical los precios de la mayoría de las materias primas. Para detener ese co-
lapso y prevenir fluctuaciones futuras, se llegó a la conclusión de los citados
acuerdos, primeros ejemplos de cooperación económica intergubernamental
a escala multinacional. Más tarde, durante la segunda guerra mundial, au-
mentaron los esfuerzos para alcanzar una mayor cooperación de cara a la paz.
y conseguida ésta, las Naciones Unidas -avanzando en un campo de rea-
lidades prácticas casi plenamente ignorado por la SDN, según pudimos ver
en 1.6- crearon un conjunto de órganos de estudio y de agencias
especializadas que institucionalizaron muchos aspectos de la cooperación in-
ternacional. Incluso puede decirse que se intentó constituir un instrumento
mundial de cooperación económica. No otro era el sentido de «La Carta de
La Habana» (1948), cuyos propósitos de crear una Organización Internacional
de Comercio se vieron frustrados por la aparición de tensiones Este-Oeste, na-
ciendo así el GATT (1947) que en 1994 se transformaría en Organización
Mundial de Comercio (OMC).
La diferencia sustancial entre cooperación e integración está clara. Por
medio de la primera se trata de reducir las barreras, para dar a las transaccio-
nes económicas una mayor flexibilidad; con la segunda se persigue la supre-
sión absoluta de tales barreras, para crear un mercado único, sin solución de
continuidad, sin trabas fronterizas. Por ello, mientras que la cooperación es
posible entre países que tienen distintos sistemas monetarios, fiscales, de se-
guridad social y hasta con una visión completamente distinta de la organiza-
ción de la empresa, la integración plena sólo es factible cuando se ha llegado
a una armonización muy profunda del marco institucional de la economía.
Pero antes de entrar en el detalle de cómo ha ido evolucionando la coo-
peración, a la que siguió todo un amplio movimiento de integración --que
especialmente ha cambiado la faz de Europa Occidental- debemos estu-
diar cómo, a partir de las tensiones de la postguerra, desde 1945, se abrió el
proceso que condujo a la situación actual, cuando ya en el siglo XXI vivi-
mos en una economía mundial planetaria sumamente interpenetrada.
2.2 Una tensa postguerra

Son muchos los historiadores que piensan que el mayor avance político
norteamericano desde que en 1823 se proclamara la Doctrina Monroe
(<<América para los americanos»), se produjo en 1947, con el Plan Mars-
hall. En ~uatro años, esa vasta operación política y económica contribuyó a
cambiar radicalmente la faz de Europa Occidental, consolidando de manera
espectacular la posición de EE.UU. como primera potencia mundial; al
tiempo que se sentaban las bases de un sistema de cooperación económica
que sería a su vez origen de nuevos proyectos de integración.
Como nos recuerda Joseph Marion Jones 4,! la prodigiosa aventura del
Plan Marshal1 empezó el 21 de febrero de 1947~ y creo que no sería ocioso
precisar las causas de su progresiva configuración. Ese día, a última hora
de la tarde, en Washington, en la Secretaría de Estado, se recibió una llama-
da telefónica de la Embajada británica, solicitando una urgente entrevista
con George Marshall, jefe de la diplomacia norteamericana. En ese mo-
mento, el General Marshall acababa de salir para su casa, tras una larga jor-
nada de trabajo. Estaba cansado, a pesar del vigor que mantenía a sus se-
senta y siete años. Pero apenas había transcurrido un mes de su vuelta de
China, y aún menos desde su nombramiento para el más alto puesto de la
política exterior de su pais. Además, su misión estaba revelándose especial-
mente dificil; había en el ambiente toda clase de tensiones, cada vez más
graves, especialmente entre los anglosajones y la URSS. y todo ello, en el
contexto de la impresión generalizada de que Truman carecía de la capacidad
necesaria para responder a los grandes retos que a un Presidente de EE. VV.
suscitaba una posguerra casi tan dura y tensa como ]a guerra misma.
La prisas de Londres no eran injustificadas. Se quería anunciar la firme
decisión, recién tomada por el Gobierno laborista de CIement Atlee, de sus-
pender la ayuda mi litar a Grecia y Turquía. En el verano de 1946, ocho me-
ses antes, los británicos se habían comprometido a reforzar la línea de re-
sistencia formada por Grecia y Turquía (e Irán) frente a las presiones
soviéticas. Ahora, Londres daba marcha atrás. La causa de ello eran las gra-
ves dificultades económicas por las que atravesaba la propia Gran Bretaña,
y el sombrío panorama que cara a los meses subsiguientes se cernía sobre
todos los británicos.
En rea]ida~ lo que estaba en trance de producirse era el reajuste inevita-
ble de los intereses de las dos grandes potencias emergentes de la segunda
guerra mundial. Por un lado, los Estados Unidos de América, no sin reti-

~ Joseph Marion Jones, The FUteen ~Veeks. An Inside Account of the Genesis of the
Marshall Plan, Viking Press, Nueva York, 1956. Puede verse, para un extracto, Ramón
Tamames, Formación y desarrollo del Mercado Común Europeo, Iber Amer, Madrid,
] 965, págs. 45 aSO.
2. los origenes de I.a cooperaClón 8( onórnica internacional

cencias, estaban recogiendo el relevo de Inglaterra en el papel de superpo-


tencia garante del hasta entonces indiscutido predominio anglosajón. El
Reino Unido carecía ya de fuerza económica y militar necesaria para afron-
tar por más tiempo los inmensos gastos de todo un rosario de bases en el
Mediterráneo (Gibraltar, Malta, Libia y Chipre), de un sistema militar pro-
tector de la línea de comunicaciones Suez-mar Rojo-Aden-India, y de posi-
ciones militares en el golfo Pérsico que implicaban el despliegue de toda
una flota de guerra en el océano Indico, con prolongaciones de ese poderío
militar hasta el Lejano Oriente, Singapur, Hong-Kong y el Pacífico.

Toda esa amplia presencia británica, inteligente y tenazmente construida


a lo largo de los siglos XVIII y XIX, empezaba a resquebrajarse; tanto por las
reivindicaciones nacionalistas como por las implicaciones económicas. Bir-
manía era ya independiente desde 1946. India, Pakistán y Ceilán alcanza-
rían su emancipación en 1948. En la península malaya había guerrillas. Y en
el Oriente Medio el nacionalismo árabe se desperezaba con el nacimiento
del Estado de Israel, que como foco de tensión ya no dejaría de generar
conflictos hasta hoy mismo.
y mientras todo eso sucedía en la estructura del otrora omnipotente Im-
perio Británico, EE.UU. se mantenía en una actitud más bien expectante,
con importantes fuerzas políticas internas proclives al desarme, incluso fa-
vorables al aislacionismo; una tesis que, en realidad, iba haciéndose dificil
de sostener en un mundo cada vez más revuelto. El cambio en esa actitud
se produciría casi de manera súbita como una de las grandes mutaciones
geopolíticas de nuestro tiempo. Con la Doctrina Truman y el Plan Mars-
hall, nada volvería a ser iguaL Definitivamente, EE.UU. se decidió a asu-
mir las funciones imperiales que había venido eludiendo desde 1918 tras la
primera guerra mundial, y que todavía en 1945 la inmensa mayoría del pue-
blo norteamericano rechazaba por lo que podrían representar en términos
de guerras, conflictos y sufrimientos.
Claro que frente al protagonismo imperial norteamericano, se erguían el
poderío y las ambiciones de la URSS, cuyo objetivo era lograr a toda costa
la hegemonía en todo el Viejo Continente. De haber seguido viviendo Roo-
sevelt hasta el final de su mandato en 1948, tal vez las cosas hubieran evo-
lucionado de distinta forma. Las relaciones soviético-norteamericanas qui-
zá se hubiesen mantenido más templadas por la buena relación de los dos
prohombres, uno un líder democrático, el otro un autócrata tenaz. Pero la
muerte inesperada de Roosevelt pocas semanas después de Yalta, y la subi-
da a la presidencia del hasta entonces oscuro Vicepresidente Truman, segu-
ramente suscitó en Stalin la definitiva convicción de que la posguerra po-
dría ser para la expansión soviética aún más ventajosa en resultados que la
misma dura y cruenta guerra contra Alemania. El nuevo designio imperial
de EE.UU. no iba a ser precisamente fácil.
Cooperación económica internaciollal

2.3 La doctrina Truman


A la decisión británica de suspender el apoyo a Grecia y Turquía, EE.UU.
respondió con la comprensión propia ante algo que inevitablemente había
de asumirse. La situación para las posiciones anglosajonas era grave. En
Grecia, las guerrillas pro-comunistas presionaban en todo el norte del país
contra el Gobierno de Atenas, que se encontraba al límite de sus posibilida-
des, en circunstancias económicas de auténtico desastre, con una penuria
dramática de alimentos que mantenía el hambre a niveles aún similares a
los calamitosos días de 1944, cuando la retirada alemana con sus prácticas
de tierra calcinada.
En Turquía, a corto plazo, la situación no era tan seria. Pero la tormenta
comenzaba a fraguarse. Desde 1945, la URSS reclamaba la reincorporación
a su territorio de tres distritos fronterizos que habían sido rusos entre 1878
y 1920 (Dars, Ardahan y Artvin), planteando además al Gobierno de Anka-
ra la necesidad de un control «conjunto» turco-soviético de los estrechos
del Bósforo y de los Dardanelos.
En definitiva, la posibilidad del paso de Grecia y Turquía de la esfera de
influencia anglosajona a la soviética era algo que estremecía por igual a
británicos y norteamericanos. Sobre todo, teniendo en cuenta que meses
antes, en 1946, ya se habían producido graves incidentes en Irán, donde la
URSS había venido retrasando la salida de sus tropas de ocupación (que
j unto con las inglesas habían asegurado una política de Teheran no pronazi
durante la guerra mundial). En vez de desocupar el Norte iraní en la fecha
prevista (2 de marzo de 1946), los soviéticos fueron demorando su salida
hasta el mes de noviembre en un intento, frustrado a la postre, de lograr su
acceso al océano Índico. La decisión final de replegarse al Cáucaso no fue
una decisión fácil para Stalin, sino el resultado de las duras advertencias de
EE. UU., que todavía hasta 1949 detentaría una supremacía militar indiscu-
tible con el monopolio del arma atómica. Ése fue el primer episodio de la
larga guerra fría que empezada aSÍ, en 1946, sólo daría fin después de
1953, tras la muerte de Stalin.
Pero los problemas no se limitaban a esa especie de falla sísmico-política
al sur de los acuerdos de Yalta, de la Conferencia celebrada en febrero de
1945 en el célebre balneario de Crimea, en el mar Negro, en la que Roose-
velt, Churchill y Stalin pactaron el reparto de las esferas del poder anglosa-
jón y soviético. En realidad, el panorama era mucho más complejo. En 1947,
por la inmensa China avanzaban, sin contención posible, los ejércitos de
Mao. En el Sudeste asiático los vietnamitas, encabezados por Ho Chi Min,
estaban dispuestos a terminar con los intereses coloniales de Francia. En la
península malaya, los guerrilleros ponían en un brete el Imperio Británico.

En la propia Europa Occidental, los avances electorales de la izquierda y


la presencia de ministros comunistas en los gobiernos de Italia y de Fran-
2. Los orígenes de la cooperación económica internacional

cia, suponían una discrepancia fundamental con el planteamiento de un


«mundo occidental» indiscriminadamente dominado por los anglosajones.
Por otra parte, los stocks de alimentos, casi desaparecidos durante la gue-
rra, apenas habían podido recomponerse a lo largo de los calamitosos años
1945 y 1946, por toda una secuencia de sequías y de inundaciones, y de in-
viemo\ -sobre todo el de 1947- de una dureza dificil de recordar. En la
propia Inglaterra, en el primer trimestre de 1947, llegó a suspenderse du-
rante varios días el suministro de energía eléctrica debido a la insuficiencia
de carbón. En definitiva, parecía como si toda Europa Occidental fuera a
entrar en un colapso inevitable, con una Alemania que aún no había empe-
zado a recuperarse de su derrota (y con un Japón, en el otro extremo, que
era una sombra de miseria, de hambre y de toda suerte de dificultades).
La respuesta de EE.UU. a la petición británica de sustitución en la asis-
tencia a Grecia y Turquía no se hizo esperar. El 12 de marzo de 1947, dieci-
nueve días después de haber llegado la solicitud de Londres, el sucesor de
Roosevelt en la Casa Blanca se dirigió solemnemente a una sesión conjunta
del Congreso (Cámara de Representantes y Senado), anunciando la nueva
política exterior de EE.UU.: «apoyar a los pueblos libres que están resis-
tiendo el intento de ser sometidos por minorías armadas o por presiones ex-
teriores». Si Walter Lipman inventó la expresión de la guerra fría y Chur-
chillla del telón de acero, Truman se apuntaba la figura retórica del mundo
libre que en las áreas subdesarrolladas y controladas por dictaduras milita-
res sigue siendo por mucho tiempo una expresión que sólo cabía utilizar
con no poco sarcasmo.
En su discurso, Truman pidió a los representantes y senadores de
EE. UU. autorización para conceder 400 millones de dólares en ayuda a
Grecia y Turquía. E igualmente recabó el permiso de enviar efectivos civi-
les y militares a esos dos países, y de recibir en EE.UU. a personal griego y
turco para su adiestramiento. Los congresistas no regatearon su aplauso al
Presidente. El calor con que se recibió su mensaje fue significativo de la
decisión unánime de establecer las primeras bases del nuevo imperio norte-
americano en Europa, y de extenderlo al mundo entero.

2.4 La génesis del Plan Marshall


La decisión de Truman del 12 de marzo de 1946 --que el Congreso instru-
mentó del modo más diligente- tenía un objetivo político directo: mostrar
la firme actitud de Washington a Moscú en el mismo momento en que en la
capital soviética estaba reunida la Conferencia de ministros de Asuntos Ex-
teriores de todos los países aliados en la segunda guerra mundial. Iniciada
dos días antes, ellO de marzo, la Conferencia de Moscú no finalizaría has-
ta el 24 de abril y a lo largo de ella fue poniéndose de relieve que entre los
intereses de la URSS no figuraba como prioritario el de propiciar una rápi-
da reconstrucción de Europa Occidental; y mucho menos de Alemania.
Frente a esta actitud Marshall empezó a considerar la posibilidad de exten-
der la Doctrina Truman a toda Europa Occidental. En efecto, la larga dura-
ción de la Conferencia Je permitió numerosos contactos con sus colegas. Y
a su vuelta a Washington, a fines de abril, destacó significativamente que
uno de los temas más frecuentes en sus conversaciones en la capital soviéti-
ca había sido 1a escasez de alimentos, la penuria del combustible, y la falta
de materias primas para reanimar la producción de Europa Occidental. En
definitiva, Marshall volvió convencido de Moscú de que si EE.UU. no ayu-
daba, ineluctablemente toda Europa quedaría dentro de la esfera de intere-
ses de. ]a URSS.
Lo que después sería la propuesta de MarshalJ en la Universidad de Har-
vard empezaba a perfilarse. Comenzó a abonarse el terreno para la futura
siembra. No de otra manera debe interpretarse la posibilidad de que con
ocasión de la propia Conferencia de Moscú se tomara la decisión de reajus-
tar los Gobiernos- tripartitos de Francia e Italia. El 4 de mayo de 1947, salí-
an los comunistas del gabinete francés; y el día 13 lo hacían del Gobierno
de Roma.
Pero el terre.no también había de ser abonado en la propia Norteamérica.
Éste fue el sentido del discurso del subsecretario de Marshall, Dean Ache-
son, ante una institución de granjeros del sur de los EE. UU. conocida con el
nombre de «Consejo del Delta», por referencia al delta del Mississippi, una
de las regiones agrícolas mas prósperas de la Unión. Allí, en la pequeña lo-
calidad de Cleveland y en el ambiente caluroso de una fiesta rural, el 8 de
mayo de 1947, Acheson se dirigió a una multitud de productores de algo-
dón, de cereales y de carne. En sus palabras, puso de relieve que en 1947,
EE. UU. exportaría por valor de 16.000 mi Ilones de dóJares, importando
sólo por un monto de 8.000 millones. La diferencia, el déficit de] resto del
mundo de cara a EE. UU., implicaría para muchos países un sinfin de penu-
rias, de dificultades y frustraciones. Acheson dejó bien claro que EE. UU.,
para garantizar el futuro aumento de sus propias exportaciones, había de
utilizar todos los medios a su alcance. La respuesta de empresarios y sindi-
catos fue positiva.
Las palabras de Acheson no eran fruto de ninguna improvisación. La
parte de] subsecretario de Estado en los preparativos de ]0 que después se
llamaría el Plan Marshall, dificilmente cabe exagerarla. Cuando aún esta-
ban en discusión los términos de la Doctrina Truman para Grecia y Tur-
quía, Acheson había tomado la iniciativa, el 11 de marzo de 1947, de cons-
tituir un Comité tripartito -de los Departamentos de Estado~ de Guerra y
de la Marina- para que en el período de tres semanas se preparase un in-
forme prel iminar sobre qué países en Europa necesitarían con urgencia la
ayuda de EE.UU. en términos económicos, financieros, de asistencia técni-
ca- y de envío de equipo militar. Los resultados de esos estudios, conocidos·
ya a .principios de mayo en forma de avance, sirvieron de fundamentación
~" los origenes de la (OOperaC1on económitd internadonal
.
para lo que Acheson dijo en Cleveland. Y, en definitiva, para la propia pre-
paración del Plan Marshall. La conclusión era bien sencilla. Para salir de
sus dificultades, Europa necesitaba una transfusión norteamericana de no
menos de 5.000 millones de dólares anuales durante varios años
consecutivos.

La propuesta del Plan Marshall se produjo en un luminoso domingo, el 5


de junio de 1947, en la histórica Universidad de Harvard. El Secretario de Es-
tado norteamericano George Marshall, especialmente invitado para su inves-
tidura como Doctor honoris causa, pronIDlció allí el más memorable discurso
de su vida. En él defendió la necesidad de ayudar a Europa, todavía traumati-
zada por los efectos de la guerra, con su tejido económico destrozado, sin re-
cursos ma~eriales y sin medios financieros. Y lo que era aún más grave, dijo,
«sin confianza entre sus gentes respecto al futuro».
Marshall se refirió minuciosamente --con no poco de fisiócrata- al de-
terioro de las relaciones campo-ciudad en Europa, destacando las dificulta-
des que de ello se derivaban para el abastecimiento. Asimismo subrayó la
carencia de lo más elemental para la industria, y aseguró que en estas con-
diciones la recuperación europea sería larga y llena de riesgos. Había, pues,
que ayudar. Y si bien manifestó que no habría ningún condicionamiento
ideológico para ello, entre líneas atacó con dureza las pretensiones de pode-
río de la URSS. En definitiva, el Secretario de Estado expuso con toda cla-
ridad que era preciso un Plan Europeo de Recuperación, que debía ser es-
bozado por los propios países del Viejo Continente, y al cual EE.UU. daría,
sin dudarlo, todo su apoyo.

2.5 Del Plan Marshall a la Alianza Atlántica y al Pacto de


Varsovia
No es inexacto que el proyecto del Plan Marshall generó la máxima viru-
lencia en las relaciones Este-Oeste. Sin embargo, como hemos visto con
anterioridad, ya se apreciaban graves dificultades en el trato entre los anti-
guos aliados de guerra. Y más que Grecia y Turquía, el quid de la tensión
radicaba en que EE.UU. y el Reino Unido asignaban gran importancia a
que Alemania se mantuviera en el área capitalista, sin ninguna posibilidad
de que la URSS pudiera convertirla en un inmenso taller para sus designios
de poderío mundial. En el fondo, Stalin seguía en la misma idea de Lenin
de que sólo una adhesión (o una incorporación forzosa) de Alemania a la
causa del socialismo permitiría la revolución mundial.
Pero los proyectos anglosajones eran muy distintos. El rechazo de Roo-
sevelt del Plan Morgenthau (que pretendía convertir Alemania en un país
rural) y la recort:lendación de Churchill a los generales británicos --desve-
lada sólo a la opInión pública en 1954- de que conservarán los stocks de
Cooperación pconórnlC;;:¡ internacional

armamento alemán en previsión de una posible confrontación con la URSS,


fueron dos muestras de que la guerra fría estaba latente desde antes del
Plan Marshall; incluso desde antes de terminar la guerra. Yesos primeros
indicios no tardaron en confirmarse en el muy distinto giro que tomaron los
acontecimientos en las dos Alemanias. En la Occidental, los desmantela-
mientos industriales se frenaron bien pronto; y rápidamente se convocaron
elecciones para dar a los Lander y a los municipios instituciones represen-
tativas. También con notable celeridad se crearon las condiciones para la
unión económica de las zonas americana y británica (la Bizona), y poco
después de la francesa (originándose de este modo la Trizona). En esa línea
de actuación, no es extraño que el Secretario de Estado norteamericano
-predecesor de Marshall- James Byrnes, anunciara el 6 de septiembre
de 1946 la aspiración norteamericana de consolidar la unión económica de
toda Alemania.
Al año siguiente, en 1947, en la ya citada Conferencia de Moscú se con-
firmó con toda nitidez la divergencia de puntos de vista sobre las dos Ale-
manías. En esas circunstancias, nadie se sorprendió de que poco después
los soviéticos vieran en el Plan Marshall un instrumento de penetración del
capitalismo norteamericano. Y desde un principio, no vacilaron en recha-
zarlo abiertamente «cerrando filas» en toda Europa Oriental y entre todos
los partidos comunistas del mundo.
Los soviéticos, para contar con un dispositivo económico que abarcase a
su área de influencia y que por lo menos en apariencia permitiera una simili-
tud de la OECE --que ya funcionaba en París para la cooperación EE.UU-
Europa Occidental-, se dedicaron a promover e] Consejo de Ayuda Mutua
Económica (CAME), más conocido con el nombre de COMECON -véase
el capítulo 9 de este libro-- que desde 1949 y hasta 1989 garantizó el predo-
minio del Kretnlin frente a cualquier veleidad prooccidental en el Este.

2.6 El fundonamiento económico del Plan Marshall


En 1945, el más rígido bilateralismo imperaba en las relaciones económi-
cas entre los países del viejo continente que, depauperados y endeudados
por la guerra, se debatían entre la escasez de recursos y las inmensas nece-
sidades originadas por la reconstrucción. 1946 y 1947 fueron años de tran-
sición entre el cese de las hostilidades y el comienzo de un vasto movi-
miento de cooperación internacional. Fueron años difíciles para la
economía europea.
Entre 1945 y 1947 -los que Robert Triffin llamó los «años del bilatera-
lismo triunfante»-- se firmaron más de doscientos acuerdos bilaterales de
pagos o de clearing en Europa. Los acuerdos bilaterales diseñados en la
forma que ya hemos visto en 1.4., llegaron a cubrir una parte muy impor-
tante del comercio intraeuropeo y mundial. La OECE estimó que en 1948
:.l dt la rÚopcianón t(OnOmlCa internacional

los pagos realizados a través de convenios bilaterales cubrían el 61 por 100
del valor total del comercio exterior de Europa Occidental; los acuerdos de
pago en libras esterlinas, entre los miembros del área de la Libra, cubrían
un 14 por 100; sólo el restante 25 por 100 era reflejo del comercio pagado
en dólares de EE.UU. o en monedas automáticamente convertibles.
En las circunstancias señaladas, Europa Occidental sólo podía encontrar
dos salidas: o la ayuda de EE.UU., único país en condiciones de conceder-
la; o la planificación socialista, que al coste de una fuerte reducción tempo-
ral en el consumo permitiese incrementar la tasa de inversión. La primera
de esas opciones fue la adoptada por Europa Occidental, la segunda la si-
guieron los países del Este, desde el punto y hora en que la URSS decidió
que EE.UU. no interfiriera su esfera de influencia con la ayuda Marshall .
.La asistencia a Europa le interesaba a EE. UU. por dos razones esencia-
les. En primer lugar, porque ante la amenaza de una recesión de su propia
economía, parecía de todo punto necesario mantener dentro de ella un nivel
de actividad lo más elevado posible.
La segunda razón de EE.UU. no era menos evidente; ni menos importan-
te. En parte, ya nos hemos referido a ella: los avances electorales socialco-
munistas en Francia e Italia y el propio proceso de nacionalización laborista
en el Reino Unido, hacían meditar sobre la viabilidad de la cada vez más di-
ficil pervivencia del sistema capitalista.

Tras el discurso del 5 de junio de 1947 en Harvard, la reacción del otro


lado del Océano fue inmediata. El 27 de junio, los ministros de Asuntos
Exteriores de la URSS, Francia y el Reino Unido tuvieron un intercambio
de puntos de vista, quedando clara la decisión soviética (que actuaba como
«portavoz» de los demás países del Este) de rechazar la ayuda norteameri-
cana. Tras esa negativa de Moscú, el Reino Unido y Francia convocaron a
los países de Europa Occidental (salvo España) a una conferencia en París,
que se inició el 12 de julio y en la cual se constituyó un Comité Europeo de
Cooperación Económica, embrión de la futura OECE.
El Comité trabajó durante todo el verano de 1947 para redactar un infor-
me exponiendo y justificando las necesidades europeas de importación de
la zona del dólar. Terminado el estudio -Inforlne de Paris- ]a Conferen-
cia se reunió nuevamente para examinarlo. Una vez aprobado, se remitió
el 22 de septiembre de 1947- a las autoridades norteamericanas.
El Congreso de los EE. UU trabajó rápido, y el 3 de abril de 1948, el
Presidente Truman firmaba la Ley de Asistencia al Extranjero (Foreign As-
sistance Act) de apoyo al Programa de Recuperación Europea. Así se inició
oficialmente el Plan Marshall (también de manera oficial terminaría el 30
de septiembre de 1951, el mismo día en que se decretó la disolución de la
Administración de Cooperación Económica, ECA, agencia federal de los
EE. UU. creada por la «Foreign Assistance ACÍ» para organizar la ayuda). El
16 de abril de 1948, se firmó en París el convenio constitutivo de la «Orga-

~
Cooperación económica internacional
aH*," rrxu.w

nización Europea de Cooperación Económica», OECE, de la que sólo que-


daron excluidas España y Finlandia. Nació de ese modo la agencia europea
del Plan Marshall, que además sería foro de las nuevas iniciativas de coope-
ración a las que nos referiremos después.
En la aplicación y en las consecuencias del Plan Marshall, debemos dis-
tinguir dos aspectos diferentes. El primero, la ayuda económica en sí, y el
segundo, las consecuencias en la cooperación intraeuropea. A las escuelas
militares de pactos y guerra fria, ya nos hemos referido.
El circuito del Plan, se resume a continuación.

l. Las empresas y entidades europeas interesadas solicitaban la con-


signación de dólares para sus respectivos proyectos con implicación
de importaciones.
2. Los proyectos eran examinados por las autoridades europeas y por la
ECA. Para cada proyecto concreto que le parecía conveniente, la ECA
daba su autorización y las autoridades europeas lo subautorizaban.
3. Una vez subautorizado el proyecto, la ECA pagaba en dólares al ex-
portador --casi siempre norteamericano--, y el titular de la subau-
torización depositaba el contravalor en su moneda nacional en el
Banco Central de su país. Éste, cuando la ECA se 10 requería, hacía
la correspondiente transferencia a la cuenta especial de contraparti-
da de la ECA.
4. La contrapartida en moneda nacional así generada se distribuía en
porcentajes variables y para fines diversos. De un lOa un 15 por
100 se aplicaba a los gastos de las misiones norteamericanas en Eu-
ropa. El resto se entregaba como donación al gobierno en cuestión,
para la realización de obras públicas, mej ora de ferrocarriles y ca-
rreteras, enseñanza técnica, y otras actividades sobre las que la ECA
hubiese dado su visto bueno. Entre 1946 a 1961 el Plan Marshall y
algunos mecanismos complementarios, facilitaron fondos por
30.000 millones de dólares; el 64 por 100 como donaciones y el res-
to como préstamos.

2.7 Las consecuendas del plan para la cooperación


europea
Una de las facetas más importantes del Plan fue la de su incidencia en la
cooperación intraeuropea. En este sentido, el convenio constitutivo de la
OECE era algo más que un acuerdo para distribuir la ayuda Marshall. Y
aunque las actividades de la OECE durante sus primeros dieciocho meses
de vida se polarizaron en esa función, ya durante la primera fase no falta-
ron declaraciones gubernamentales y presiones de EE. UU. en favor de una
auténtica cooperación económica intraeuropea.
>
2. lo<:. orígenes de la coope ca "frllernacional

Pero fue sólo en el último trimestre de 1949 cuando la ECA centró sus
preocupaciones en la cooperación. El 31 de octubre de ese año, Paul Hoff-
man, jefe de la ECA, se expresó en términos muy claros ante el Consejo de
la OECE: «Dos tareas tienen que afrontar Europa y la ECA durante la se-
gunda mitad del Plan Marshall -dijo-. Europa tendría que equilibrar sus
necesidades y recursos en dólares, lo_que implica un aumento de las expor-
taciones, así como el control de la inflación. Pero el cumplimiento de esta
tarea no será significativo a menos que se logre una economía en expansión
en Europa Occidental, mediante la integración económica. En sustancia, la
integración sería la formación de un único y gran mercado, dentro del cual
desaparecerían las restricciones cuantitativas a la circulación de mercancías
y las barreras monetarias a los pagos; y eventualmente, los aranceles podrí-
an ser suprimidos para siempre».
La propuesta Hoffman tuvo un gran impacto. Trazó claramente el ca-
mino a seguir, dejando en un segundo plano el complejo problema de la
Unión Aduanera. Los norteamericanos, que podían enjuiciar la situación
de Europa más fríamente que los propios europeos, se dieron perfecta-
mente cuenta de que cualquier clase de ayuda no sería suficientemente
eficaz, si desde el mosaico de pequeños mercados separados del Viejo
Continente no se evolucionaba hacia una mayor libertad de tráfico entre
sus múltiples componentes. El solo anuncio del Plan Marshall ya había
puesto en marcha el primer convenio intraeuropeo de pagos. Ulteriormen-
te, la creación de la OECE permitió realizaciones tan importantes como
la Unión Europea de Pagos y la liberación del tráfico de mercancías y de
invisibles. A la postre, el Plan Marshall sería también lo que permitió que
funcionaran el Fondo Monetario Internacional y el Acuerdo General so-
bre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). Sin los dólares que libró
la ayuda, no habría habido liquidez para activar el comercio mundial y
para hacer posible el juego de los dispositivos de] FMI. Y sin esa expan-
sión comerciaJ, en el GATT apenas se habrían superado las primeras ne-
gociaciones arancelarias. Y en cuanto al BIRF, al resolver el Plan lo esen-
cial de los problemas de los países de Europa Occidental, permitió que
prestase su máxima atención a los PMD.

Por]o demás, la ayuda Marshall tuvo consecuencias muy importantes en


la ulterior conformación económica de Europa. Así lo reconoció Jean Mon-
net, el llamado «Padre de Europa» por haber sido el máximo inspirador de
la política de integración. En 1963, Monnet manifestaba que «desde el Plan
Marshall. .. el apoyo americano para la unión de Europa jamás disminuyó ...
siendo el más grande valor en la acción que condujo al punto a que hemos
llegado en la unificación de Europa». Con esto no se quiere decir que sin el
Plan Marshall no habría habido primero cooperación y después integración
económica (la CECA, la CEE, y el Euratom). Lo que significa es, simple-
mente, que de hecho el verdadero comienzo de la cooperación europea fue

-n-
~
1
tooppranon economica internacional

resultado de las condiciones impuestas por EE.UU. en el momento de con-


ceder su ayuda.
En los siguientes capítulos analizamos los diferentes aspectos y pro-
blemas de la cooperación a escala internacional cuyo origen hemos visto
en este capítulo. Examinaremos sucesivamente el funcionamiento del sis- 1
tema monetario internacional (capítulo 3), los mecanismos internaciona-
les de financiación del desarrollo económico (capítulo 4), el sistema del
GATT y de la ulterior Organización Mundial de Comercio (capítulo 5). y'!
I
l

f
~
por fin, ]as tendencias que en la UNCTAD se apuntaron desde 1964 en
pro de acciones más firmes para interrelacionar estrechamente el comer- I
cio internacional con el desarrollo económico (capítulo 6) 5.
I
2.8 El G-7, como directorio económico mundial I
1975 fue un año dramático para los países industriales del Norte. EE.UU.,
por primera vez en su historia, era una nación derrotada; el pequeño Viet-
nam había conseguido, casi literalmente, «echar al mar» a los ejércitos del
I
~
~

país más poderoso del mundo. Y también en 1975 se apreció, en su máxi-


ma dureza todo 10 que estaba significando el primer choque petrolero (del
que nos ocupamos ampliamente en el capítulo 17), y de la consiguiente ne-
cesidad de coordinar las políticas económicas de forma más operativa que
en el marco de una OCDE excesivamente multitudinaria.
Así las cosas, 1975 fue también el año en que, como reacción a los even-
tos antes rememorados, nacieron dos instituciones económicas de impor- 1
tancia; con ellas, se pretendía restañar las heridas del resquebrajado orden 1
económico de Bretton Woods de 1944, simbolizadas por la inconvertibili-
dad oro del dólar (1971) y por la doble devaluación (1971-1973) del billete
verde., que llevaron a los cambios flotantes a que haremos alusión en el ca-
¡
f
pítulo 3, al ocuparnos del Fondo Monetario Internacional.
La primera de las dos nuevas instituciones aludidas, fue la TriZateral,
como entidad privada de las grandes multinacionales de EE.UU., Japón y
Europa Occidental, a la cual nos referiremos, in extenso en el capítulo 15.
La segunda, que va a ocupar nuestra inmediata atención, es el Grupo de los
Siete, el célebre G-7, que con el tiempo se ha convertido en un auténtico di-
rectorio económico mundial.
En efecto, el célebre G-7, es una plataforma de gran poder económico.
Actúa de modo muy infonnal, sobre todo de cara a la opinión pública, a

5 Para algunas apreciaciones sobre la evolución de las relaciones económicas interna-


cionales en los años 80, desde ángulos muy distintos: Peter F. Drucker, «Cambios
dramáticos en la economía mundial», en Foreígn Affairs, primavera de 1987; Carlos
Berzosa Alonso Martínez, «Las tendencias de la economía mundiah), en Boletín de La
institución Libre de Enseñanza, marzo de 1987.
cooperan

través de las conferencias o cumbres de los «Siete Grandes» (EE.UU., Ca-


nadá, Alemania, Reino Unido, Italia y Japón, además del Presidente de la
Comisión Europea). Al finalizar la primavera o empezar el verano, los jefes
de Estado y de Gobierno de esos países se reúnen, rotativamente, y en un
lugar de alguno de los Estados socios, para discutir infonnalmente las cues-
tiones globales que les preocupan.

Veremos a continuación una síntesis de las reuniones realizadas, con el


lugar de encuentro, el año, y los principales temas tratados; que vistos en su
secuencia configuran lo que han sido los principales avatares económicos
mundiales de casi dos decenios.

1) Rambouillet, Francia (1975). Apreciación esperanzada de la evolu-


ción, en vías de amortiguarse, de la crisis desencadenada por el
primer choque petrolero de 1973-1974.
2) Puerto Rico (1976). Se constató la fuerte recuperación de los ne-
gocios en EE.UU. (7 por 100 de crecimiento del PIB), 10 cual le
convirtió en la verdadera locomotora de la economía mundial.
3) Londres (1977). Políticas de ahorro de hidrocarburos y de lucha
contra la inflación. La Agencia Internacional de la Energía se con-
vertiría en un eficaz cartel anti-OPEP.
4) Bonn (1978). Se constató la continuidad de la recuperación lTIUn-
dial, en buena medida por una estabilización de los precios energé-
ticos.
5) Tokio (1979). Aires de optimismo, que en el viejo continente se
manifestaron en la puesta en marcha del Sistema Monetario Euro-
peo (SME), con bandas de fluctuación preestablecidas, con la mo-
neda cesta del ECU, y con todo un sistema de ayudas entre bancos
centrales para mantener la proximidad de los tipos de cambio.
6) Venecia (1980). Retorna la atmósfera de pesimismo a envolver al
G-7, como consecuencia del segundo choque petrolero, derivado de
los sucesos de Irán (destronamiento del Sha, y régimen integrista de
Jomeini). El alza de los precios del crudo hasta 34 dólares el barril,
precipitó al mundo a una recesión aún mayor que la de 1974.
7) Ottawa (1981). Continuó el pesimismo de Venecia, sin que el G-7
acabara de encontrar una salida colectiva a la coyuntura recesiva.
8) Versalles (1982). Primeras preocupaciones serias por las alzas del
dólar y los elevados tipos de interés. La locomotora norteameri-
cana, que empezó a funcionar por segunda vez en menos de diez
años, se vio alimentada por los proyectos del rearmamentismo re-
aganita. Como aspecto más negativo de la economía mundial, se
vislumbraron la posible generalización del síndrome mexicano
--,,-
Cooperación econónlica internacional

(moratoria en el pago de la deuda externa), primer síntoma de los


fuertes desequilibrios financieros del Tercer Mundo.
9) Williamsburg, EE.UU. (1983). Se constató el inicio de la recupera-
ción en el Norte industrial, al tiempo que se agudizó la inquietud
por la crisis financiera de los países menos desarrollados; de pro-
porciones tan amplias, que harían de los años 80 la década perdida
para su desarrollo.
10) Londres (1984). Apreciación del ya intenso proceso de
recuperación económica, especialmente en EE.UU., con no poca
preocupación por los altos tipos de interés, y por la intensa absor-
ción de capitales por parte de EE.UU., debido a la fuerte aprecia-
ción del dólar.
11) Bonn (1985). En la senda de la recuperación internacional, se abrió
la posibilidad de una nueva ronda de negociaciones comerciales en
el GATT, alentada por los intentos de EE.UU. de recibir el apoyo
de los otros seis grandes a su Iniciativa de Defensa Estratégica
(Guerra de las Galaxias). Fue el año culminante del despliegue de
los euromisiles, y del peligro de confrontación Este/Oeste.
12) Tokio (1986). Constatación, tras el Acuerdo del Plaza, de sep-
tiembre de 1985, de la necesidad de sostener la cotización del
dólar, debilitado por los excesos de la Reganomics. Incluso llegó
a formularse el propósito de establecer en el Fondo Monetario
Internacional algún sistema de tipos de cambio controlado.
13) Venecia (1987). Continuó la inestabilidad del dólar, evidenciada
pocos meses antes, en febrero, con el Acuerdo de El Louvre, de
sostener el cambio del billete verde con una intervención concerta-
da de bancos centrales. Y se evidenció la renuencia de Japón y de
la RFA a asumir el papel de locomotoras de crecimiento de la
OCDE, en sustitución de EE.UU., por el temor a la inflación. Me-
joría de la antes tensa situación internacional, por los importantes
contactos Gorbachov/Reagan, a partir de la cumbre de Reikiavik
del otoño de 1986.
14) Toronto (1988). Ambiente de distensión en la cumbre, que se tradu-
jo en el apoyo a la perestroika de Gorbachov. Condonación de la
deuda externa africana (solamente 5.500 millones de dólares), y
complacencia ante la política de depreciación contenida del dólar,
para facilitar el ajuste del déficit comercial estadounidense; así
como por la aparente levedad del traumatismo ocasionado por el lu-
nes negro bursátil del 19 de octubre de 1987 (véase el capítulo 18).
15) Paris (1989). Coincidiendo con el Segundo Centenario de la Revo-
lución Francesa, el G-7 aprobó 56 conclusiones, entre las cuales
? Los ongenes de la cooperación económica internacional

destacó la firmeza frente a la inflación, premonitoria de las ulterio-


res políticas de enfriamiento (soft la nding) . El ciclo ascendente,
presenta ya signos muy claros de estar agotándose.
16) Houston, Texas, EE.UU. (1990). En un ambiente de esperanzador
sosiego internacional -nada presagia la tormenta del Golfo de sólo
tres semanas después-, los Siete confirmaron sus políticas contra la
inflación y en pro de mayor cooperación monetaria para mantener el
equilibrio dólar/yen.
17) Londres (1991). Pasada ]a operación Tormenta del Desierto, esta
reunión del G-7 se presentó como plena consolidación de su pa-
pel de directorio económico mundial. El encuentro fue activa-
mente preparada por el equipo de trabajo permanente del Grupo
-los denominados sherpas-, y los acuerdos se presentaron en
forma de decálogo sobre Naciones Unidas, Irak, Israel, Líbano,
Yugoslavia, Europa Oriental, Báltico, URSS, Sudáfrica, y terro-
rismo. Lo más destacado fue la presencia de Gorbachov en la
cumbre, y el apoyo decidido a la perestroika, un proyecto luego
traumatizado por el giro que en la URSS tomaron los aconteci-
mientas tras el golpe frustrado de agosto de 1991, que finalmente
llevaría a la disolución de la URSS.
18) Munich (1992). Los siete apoyaron levemente los resultados de la
Cumbre de la Tierra en Río, e hicieron su acostumbrado canto a la
economía de mercado y a la estabilidad monetaria; mientras que
apenas ofreció ayuda al nuevo representante ruso, Yeltsin, que no
fue acogido con las deferencias antes prestadas a Gorbachov.
19) Tokio (1993). Para «avanzar resultados alentadores», el Grupo
anunció el acuerdo ---dentro del marco de la Ronda Uruguay del
GATT- de reducir aranceles en ocho sectores industriales y de
eliminarlos en diez; a fin de impulsar el comercio mundiaL Sin
embargo todo quedó condicionado a un ulterior consenso general
en el GATT, «para antes d.el 31 de diciembre de 1993», y con un
plazo de aplicación de diez años.
20) Nápoles (1994). Esta cumbre, del 9 y 10 de julio sirvió de encuen-
tro de Bill Clinton con Berlusconi como jefe de Gobierno de Italia,
y con el recién nombrado primer ministro de Japón, Murayama.
Aprobada pocos meses antes la ya citada Ronda Uruguay, el am-
biente en el G-7 se vio muy reconfortado por los parabienes sobre
el magno acuerdo comercial, coincidiendo con el arranque del pro-
ceso de recuperación de la economía mundial 6. Entre los puntos del

6 Sobre la cumbre de Nápoles, George 1. Church, «We interrupt this Summit fol. .. »,
Time, 18-VIl-1995, págs. 24 y 25.
conclave napolitano, hay que señalar el compromiso de ayudar a
Ucrania para la consolidación de su independencia; y las promesas
hechas de nuevo a Yeltsin, a quien la heptarquía recibió en la última
jornada de sus sesiones.
21) Halifax, Canadá (1995). Del 15 al 17 de julio, y en la línea de las
previsiones hechas en Nápoles, se constató la profundidad del pro-
ceso de globalización comercial y financiera, y se enalteció el sis-
tema de libre mercado, triunfante hasta en China, e incluso en
Vietnam 7. Se acordó promover en el FMI un nuevo mecanismo de
apoyo financiero a los países en situación de grave emergencia.
22) Lyon, Francia (1996). Los días 27 y 28 de junio, los componentes
del G- 7 analizaron la necesidad de liberalizar los servicios de tele-
comunicaciones (cuestión luego tratada en la OMC), y el posible
ingreso de Rusia en el Grupo para convertirlo en G-8. Además, se
proclamó la necesidad de «poner la mundialización de la economía
al servicio del hombre y del empleo», eludiéndose, en cambio, el
debate de la cláusula social (dumping de los países con salarios
bajos y reglamentaciones laborales permisivas). Se apoyó la mino-
ración de deuda de 41 PMDs propuesta por el FMI y el BM (Ini-
ciativa HIPC, véase 4.6.), y de hecho, sin citarla expresamente, se
condenó la Ley Helms Burton de EE.UU. -sanciones a Cuba-,
por estimarla contraria a las reglas de la OMC. Además, se hizo
una favorable referencia a las iniciativas del FMI sobre sistema de
alerta rápida para prevenir crisis financieras, y se sentaron las ba-
ses de una lucha más efectiva a escala mundial contra el terrorismo
y e] crimen organizado.
23) Denver, Colorado, EE. Uu. (1997). Esta reunión, celebrada del 20
al 22 de junio, fue la primera oficialmente denominada G-8, por la
participación de Rusia (todavía no plena en cuestiones económi-
cas). La cumbre recibió críticas por la posible transformación del
Grupo en «un foro de demasiadas cuestiones internacionales a la
vez, de meros retratos de .familia, y donde la substancia brilla por
su ausencia en los temas económicos», Entre los asuntos tratados,
destacaron: el excesivo paro en Europa, para contener el cual se in-
sistió en 1a necesidad de disminuir los déficit públicos y reordenar
el sistema de pensiones; la indispensable reducción del déficit co-
mercial de EE.UU. con Japón; e] respaldo a Rusia en su proceso de

7 Para la Cumbre de Halifax, «The G-7 Summit: Results», infonne de FYI. 20-VI-1995,

30 págs. En la cumbre no se previó ningun cambio sustancial en la estrctura de las Na-


ciones Unidas con ocasión de su 50 aniversario; al respecto, pueden verse las acerbas
criticas de Bimal Ghosh, «To Refonn the World System, Stay Aboard and Pay», IHT,
28-VII-1995. pág. 6.

-n-
\.}fig2nes de cooperacion economka lnternaclonal

transición a la economía de mercado; y un Plan de ayuda especial


a los países subsaharianos --que examinaremos en el capítulo 4-.
Además, hubo amplia referencia a la crisis asiática ya en curso, en
la idea de ir a una mayor cooperación monetaria para aliviar sus
consecuencIas.
24) Birmingham. Inglaterra (1998). Celebrada entre el 15 y el 17 de
mayo, esta fue la cuarta reunión del G-7 en el Reino Unido (la pri-
mera, 21 años antes, en Londres, 1977) y la primera presidida, tras
el largo período thatcherista, por un premier laborista~ Tony Blair.
El encuentro se vio precedido por el de los Ministros de Economía
y Finanzas de los países del Grupo, que fijaron diez puntos de coo-
peración a fin de regular mejor los mercados financieros, y evitar
o prever así las posibles crisis. Resurgieron los temas de Denver:
reformas necesarias en Japón al objeto de frenar la caída del yen,
medidas para afrontar las demás turbulencias asiáticas, condona-
ción de deuda a los países menos desarrollados, apoyo al FMI en
momentos de máxima tensión de sus recursos, y correctivos técni-
cos para afrontar el efecto 2000 de los ordenadores informáticos.

Dejando aparte ahora la sistemática de reseñar las cumbres anuales del


G-7, debemos hacer referencia a sus actividades últimas como consecuen-
cia de la crisis financiera global que se inició en el verano del 97, en el
Sudeste asiático, con una serie de ulteriores episodios, que se describen en
el capítulo 18.9. Ante las circunstancias críticas de la economía mundial,
el G-7, en una serie de sucesivas reuniones a niveles ministeÍ'ial y de ex-
pertos, abordó el estudio de una nueva arquitectura financiera internacio-
nal.
Esos trabajos de readaptación, se aceleraron a medida que fue agudizán-
dose la crisis, y sobre todo tras la devaluación del rublo y la suspensión del
pago de la deuda rusa en agosto de 1998, que tuvo tan fuertes repercusio-
nes en los mercados financieros. Los mencionados encuentros culminaron
en el del Grupo el 30 de octubre del 98 en Londres.
En esa reunión, bajo la presidencia del Canciller del Exchequer, Gordon
Brown, se establecieron las bases -confirmando decisiones puntuales ante-
riores-, para aumentar la disponibilidad de recursos del FMI, a través de
la aportación de las cuotas pendientes, de la emisión de DEGs, y de nuevos
acuerdos de préstamo, todo lo cual se estudia en el capítulo 3. La cifra total
obtenida por esos medios alcanzó los 90.000 millones de dólares, a los cua-
les podrán agregarse aportaciones complementarias de los países económi-
camente más poderosos. Con ese primer paso de una política más atrevida,
fue posible atender las necesidades más perentorias, y evitar el contagio de
países clave en la estructura financiera internacional. Brasil se convirtió así
en el primer caso de esta clase de ayuda masiva.
[ooperacion t~(opómica internacional

Sin embargo, todo lo anterior no nos puede impedir la critica de este di-
rectorio mundial que es el G-7, una superestructura que nació en 1975, y
que más o menos tarde habrá de ceder sus funciones a un Consejo Econó-
mico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC) revigorizado; órgano al
que precisamente están suplantando los Siete Grandes del Norte, con un
virtual derecho de veto au~oarrogado; que viene a ser el equivalente al que
en el Consejo de Seguridad comparten Francia, el Reino Unido y Estados
Unidos con China y Rusia.
La solución no puede ser, simplemente, incorporar ahora al núcleo del
G-7 a Rusia como ya se hizo; y mañana a China, y pasado a algunos países
también altamente representativos de la vasta humanidad. Ese método sería
desconocer la perentoria necesidad, de la que todo el mundo habla, de re-
forzar las Naciones Unidas. Por el contrario, un ECOSOC revigorizado,
con representaciones y sistemas de votación ponderados, no sólo sería mu-
cho más integrador de la problemática económica mundial que el G-7, sino
que además tendría la capacidad para relanzar toda la constelación de agen-
cias especializadas de las Naciones Unidas que hoy viven en medio de abe-
rraciones y penurias 8.

8 Sobre las reuniones del G-7, Montserrat Millet Soler, «Las cumbres económicas y las

relaciones económicas internacionales», en Organización Económica Internacional


(Coord. Manuel Vare la Parache), Pirámide, Madrid, 199], págs. 155 a 188.
3. El sistema monetario
internacional: el FMI

3.1 Del fin -del Patrón Oro a la creación del Fondo


Monetario Internacional
Las relaciones económicas internacionales, ya sea comercio de bienes, inter-
cambio de servicios, transferencias por los diversos conceptos (remesas de
emigrantes, donaciones, etc.) o movimientos de capital, exigen la materiali-
zación de unos pagos en oro, en una moneda aceptada por ambas partes o en
efectos (cheques, letras de cambio, pagarés, etc.), también materializables en
una moneda aceptable, que generalmente reciben el nombre de divisas.
En la «Era del librecambio», al encontrarse los principales países dentro
del régimen de Patrón Oro (sus monedas eran convertibles en oro a un tipo
de cambio fijo), los pagos internacionales no ofrecían, desde el punto de
vista técnico, mayores dificultades. Las transacciones de todo tipo se liqui-
daban en cualquiera de las monedas convertibles en oro. En el caso de los
países no insertos en el sistema del Patrón Oro, la realización de los pagos
internacionales se hacía en divisas convertibles (generalmente dólares o li-
bras esterlinas), adquiridas en los mercados locales o internacionales a
cambio de la propia moneda nacional al tipo, fluctuante, al que se cotizaba
en cada momento l.

I Para un estudio del sistema del Patrón Oro, puede verse la obra ya clásica de P. T.
Ellsworth Comercio internacional, versión española~ FCE, México, 1955 (la primera
Con el abandono sistemático del Patrón Oro clásico durante el periodo
de entreguerras, la situación de fluidez en los pagos internacionales cambió
radicalmente. Casi todas las monedas --excepto el dólar, y aun así con una
serie de limitaciones- dejaron de ser convertibles en oro, y el comercio
internacional pasó a realizarse en buena parte a través del sistema de clea-
rings, al que ya nos referimos en el capítulo 1, al ocuparnos del bilatera-
lismo.
La rigidez de este sistema de pagos comportó una fuerte contracción del
comercio internacional, así como el uso sistemático de la devaluación (el
cambio a la baja de la paridad teórica de cada moneda con respecto al oro o
al dólar) como arma de uso doble: para aumentar el grado de competitivi-
dad en ]as exportaciones y para obstruir las importaciones.
Esa situación provocó un verdadero marasmo en las relaciones económi-
cas internacionales entre 1929 y 1939, el período tan reiteradamente citado
de la «Gran Depresión». De ella no podía salirse sino a través de dos vías:
]a vuelta a la convertibilidad oro de las monedas (restauración del Patrón
Oro) o el establecimiento de algún tipo de disciplina monetaria internacio-
nal.
El primer camino no presentaba viabi1idad a largo plazo, ya que de ensa-
yarlo un país concreto por sí sólo, como de hecho lo intentó el Reino Uni-
do, manteniéndose los demás al margen de la convertibilidad, el resultado
sería (por las operaciones de conversión que hiciesen estos últimos) la li-
quidación de las reservas de metal alnarillo del país con Patrón Oro.
El segundo canlino, concebido como la instrumentación de una cierta
disciplina monetaria internacional, empezó a plantearse, tímidamente, en
1936. Ese prinler atisbo de reglamentación monetaria internacional fue el
l1amado «Acuerdo Tripartito sobre tipos de cambio», concluido el 25 de
septiembre de aquel año por Estados Unidos, Reino Unido y Francia, justa-
mente tras la devaluación de] franco francés 2. Con el Acuerdo Tripartito, al
que más tarde se unieron Bélgica, Holanda y Suiza, se acordó mantener ti-
pos de cambio fijos entre las monedas de los países adherentes al Acuerdo
así como no recurrir a la devaluación como arma competitiva. Se establecía
de esta forma un primer registro internacional de las paridades, precedente
al sistema que más adelante había de adoptar el Fondo Monetario Interna-
cionaL

Los intentos de extender el Acuerdo Tripartito no tuvieron éxito; ello no


resultaba extraño en una época de tensiones internacionales como fue la
que trasncurrió entre 1936 y 1939, Y que elIde septiembre se transforma-

edición inglesa data de 1938)~ págs. 155-211. Para el período subsiguiente al abandono
del Patrón, J. B. Condliffe La reconstrucción del comercio mundial, versión españo1a,
Sudamericana, Buenos Aires, 1942.
2 L. B. Yeager, International Monetary Relations, 1966, págs. 317 y sigs.
3. Et sistema monetario internacional! el FMI

ba en una contienda bélica generalizada. Fue precisamente a lo largo de


ésta, y sobre la base del núcleo anglosajón y de sus aliados, como empezó a
prepararse algún tipo de cooperación monetaria internacional para la pos-
guerra.
Estas conversaciones durante la segunda guerra mundial sobre la cues-
tión monetaria fueron largas y prolijas 3, si bien en julio de 1944, tras el
enfrentamiento de las tesis de Keynes, y White (EE.UU.), se llegaba en
Bretton Woods a un acuerdo para la creación del Fondo Monetario Inter-
nacional (FMI), que más tarde fue incluido en el sistema de las Naciones
Unidas.
Desde entonces, el FMI, por su capacidad de adaptación a las circuns-
tancias cambiantes, ha venido siendo el centro institucionalizado del siste-
ma monetario internacional del mundo capitalista.
y decimos del mundo capitalista porque, aunque la URSS participó en
la Conferencia de Bretton Woods, no llegó a formar parte del FMI. Otros
países de aquélla, comunistas, como Polonia y Checoslovaquia, sí llegaron
a ser miembros, aunque salieron de él ulteriormente. Polonia se retiró en
1950, y Checoslovaquia fue expulsada en 1954. Cuba lo abandonó en 1964
y la China Popular no llegó a ingresar en él. Así, pues, prácticamente todo
el mundo socialista se encontró al margen del sistema del FMI hasta 1990 4 •
Sus mecanismos de pagos con el mundo capitalista se basaban en sistemas
de clearings bilaterales -los mismos que tan activamente funcionaron en
Europa occidental entre 1945 y 1947 5_ o simplemente en el empleo de
oro o de divisas convertibles para la liquidación de operaciones al margen
de ellos.
El FMI es un organismo especializado de las Naciones Unidas que de-
sempeña tres clases de funciones interrelacionadas: establece las normas
del sistema monetario internacional, presta asistencia financiera en deter-
minados casos a los países miembros, y actúa como órgano consu1tivo con
los Gobiernos.

3 Pueden verse excelentes resúmenes de estas conversaciones en el libro de M. Varela


El Fondo Monetario Internacional (Guadiana de Publicaciones, Madrid, 1968, págs. 23
y sigs.), así como en el capítulo II de la obra de J. Sardá La crisis monetaria internacio-
nal (Ariel, Barcelona, 1968).
4 Realmente Ja primera excepción fue la de Yugoslavia, que sí es miembro de] FMI,

aunque la economía yugoslava se distancia cada vez más de las tendencias apreciables
en los países europeos del Este.
5 Sobre los problemas monetarios europeos de esa época, obras básicas siguen siendo

El caos monetario, de Robert Triffin (versión española), FCE, México, 1961 y Fred L.
Block, Los orígenes del desorden económico internacional, versión española, FCE, Mé-
xico, 1980.
(ooperaóon económica internacional

3.2 Las normas básicas del FMI antes de la 1 Reforma 6

El sistema monetario internacional, tal como se configuró en el Convenio


constitutivo del FMI, y en sus modificaciones, textos complementarios y
relaciones diversas con otras unidades, consistía teóricamente en un patrón
de cambios-oro. Este sistema de base fue flexibilizándose por una serie de
mecanismos que le permitían ampliar la liquidez internacional. En otras pa-
labras, el volumen de los medios de pago internacionalmente aceptables
para financiar las diversas transacciones fue evolucionando, en la medida
en que crecían las necesidades de la economía internacional, al margen,
pues, de las aportaciones de oro nuevo al sistema.
Las bases del sistema de cambios-oro venían reguladas por normas es-
pecíficas sobre paridad de las monedas~ reglas respecto a su modificación
(devaluaciones o revaluaciones) y especificaciones en lo relativo a las res-
tricciones comerciales y controles monetarios. A continuación nos referi-
mos a cada uno de estos aspectos.

a) La fijación de la paridad de cada moneda nacional con el oro y el


dólar. Cada país miembro del FMI venía obligado -salvo en cir-
cunstancias excepcionales- a declarar el valor de cambio de su
moneda en ténninos de gramos de oro fino (es decir, puro al 100
por 100) y asimismo en relación con el dólar, cuya paridad era de
35 dólares por una onza de oro fino (equivalente a 31, 1O gramos).
El establecimiento de la paridad, que implicaba la aspiración de
mantener un cambio prácticamente fijo, comportaba además la obli-
gación de adoptar y aplicar las medidas para sostenerlo efectiva-
mente, de forma que el cambio real no se apartase, en más o en me-
nos, de] 1 por 100 de la paridad declarada.

b) El cambio de paridad, por devaluación o revaluación, debía ajustar-


se a determinados requisitos, siempre previa consulta con el FMI.
Hasta un 10 por 100 de modificación, el cambio de paridad podrá
hacerse sin que el FMI realizase objeciones. Pero en caso de que la
variación fuese superior a ese porcentaje, el país en cuestión debía

ó Las nonnas iniciales del FMI se modificaron sustancialmente en dos ocasiones. La


primera en 1968 para introducir los Derechos Especiales de Giro que explicamos en la
sección 3.5. La segunda en 1978 para legalizar la flotación de las monedas y para des-
monetizar el sistema monetario internacional (sección 3.13). A lo largo de las secciones
3.2. y 3.3. veremos las nonnas fundacionales del FMI; en las 3.4. a 3.9. las transfonna-
ciones habidas entre 1967 y 1971, Y en las 3.10 a 3.12., los estudios preparatorios-en
el contexto de la crisis monetaria y genera)- que entre 1972 y 1976 condujeron a una
revisión profunda del texto constitutivo de) FMI (3.12.). Las secciones 3.14. y 3.19. se
refieren a] funcionamiento actual de] FMI y a su previsible futuro, respectivamente.

~
3. El sisterna monetario internacional: el FMI

comunicarlo al FMI, demostrando que no se encontraba en dificul-


tades simplemente transitorias, sino que se enfrentaba con la necesi-
dad de corregir un «desequilibrio fundamental» de su balanza de
pagos.
Para desequilibrios menores o transitorios, el FMI contaba con los
medios para que sus países miembros defendiesen la paridad de su
moneda. Estos medios eran los préstamos del Fondo, que se com-
pletaban con otros mecanismos a los que después nos referimos. De
hecho, cualquier país miembro podía recurrir al FMI en el caso de
desequilibrios transitorios, quedando la modificación de la paridad
como «expediente último» ante un «desequilibrio fundamental».

c) El artículo VIII del Convenio constitutivo del FMI (yen esto se


mantiene hoy la misma técnica) en congruencia con sus aspiracio-
nes de facilitar la expansión del comercio internacional, establece
que, en principio, los Estados miembros deben garantizar el comer-
cio multilateral libre, sin restricciones de ninguna clase, así como la
convertibilidad exterior de sus monedas. Si el primero de esos pre-
ceptos va directamente contra el bilateralismo, el segundo facilita el
multílateralismo, al permitir la conversión de los saldos de la mone-
da de un país A en poder de un país B en otra moneda libremente
convertible. En última instancia, la convertibilidad, auñque ello no
consta de forma explícita en el Convenio, se refiere de hecho a la li-
bre conversión con el dólar, única divisa que por lo menos en teoría
podía cambiarse de manera automática por oro (hasta 1971, Y que
hoy sigue siendo la principal moneda de reserva a la expectativa del
euro). Este precepto era la base misma del patrón de cambio-oro.
Con la situación económica imperante en el momento de constituir-
se el FMI, de hecho para gran número de países en todo un largo
período de dificultades estructurales, no podía exigirse el cumpli-
miento inmediato de las normas del artículo VIII. De ahí que en el
momento de suscribirse o adherirse al Convenio del FMI, pudiera
ser invocado el artículo XlV, para acogerse al llamado régimen del
«período transitorio», para no cumplir los compromisos del artícu-
lo VIII, con base en la existencia de desequilibrio de balanza de pa-
gos.
La invocación del artículo XIV por un país concreto comporta la
necesidad de adoptar progresivamente las medidas necesarias para
pasar al régimen definitivo del artículo VIII. Ello obliga a recibir
(en la práctica todos los años) a las misiones de consulta del FMI,
que tienen por cometido el examen de la política económica que
esté practicando el país en cuestión.
toop~rdLion económica internacional

3.3 La actividad financiera del FMI hasta 1-969

Como ya hemos indicado de pasada, para mantener el sistema monetario


internacional en funcionamiento, es preciso contar con medios suficientes
que permitan resolver los diferentes tipos de problemas. Hasta 1969 funcio-
naron las reglas fundacionales de Bretton Woods, es decir, se intentó amor-
tiguar los desequilibrios transitorios de balanza de pagos de los países
miembros, contribuyendo a la cobertura de su déficit, para evitar el descen-
so del nivel de sus reservas de divisas por debajo de un punto de peligro
que pudiera obligar a la devaluación. En un plano no individual, sino glo-
bal, el FMI garantizaba una situación adecuada de liquidez internacional;
en otras pa1abras, el volumen de medios internacionales de pagos debía ex-
pandirse en la medida en que lo exigían la necesidades de crecimiento del
comercio internacional, al igual que en el plano nacional la circulación fi-
duciaria debe crecer a un ritmo adecuado para asegurar un nivel satisfacto-
rio de actividad económica.
Para atacar los dos referidos problemas, el FMI trabajaba en un doble
frente: facilitando recursos a los países miembros que los requerían y preo-
cupándose por la fonnulación de métodos con los cuales mantener un nivel
correcto de liquidez. A continuación entramos en cada uno de ambos te-
mas.

3.3.1 El FMI como fuente de recursos ordinarios y de créditos


«stand by»

La propia expresión Fondo significa precisamente la constitución de un


acervo común de recursos para la cooperación entre los distintos suscripto-
res del mismo. En el FMI cada país participa con una detenninada cuota,
fijada en función de una serie de magnitudes como son su Renta Nacional,
las reservas de divisas que posee y el volumen de sus importaciones y ex-
portaciones. Nonnalmente, en el momento de ingresar, queda señalada la
cuota del nuevo socio. En 1997 con 181 países miembros, las cuotas ascen-
dían en total a 145.318,8 millones de DEGs, con el detalle que veremos
más adelante.
En esta sección estudiamos cómo funcionó el sistema de cuotas y de
créditos del FMI hasta 1971 de Jacto y de iure, y entre 1971 y 1978 sólo de
iure. El sistema actual de cuotas, y la forma vigente de financiación a los
países miembros pueden verse en la sección 3.14.
Formalmente hasta 1978, pero de hecho sólo hasta 1971, de su cuota,
cada país depositaba una cantidad en oro en uno de los cuatro Bancos de-
positantes del Fondo: el Banco de la Reserva Federal de Nueva York, el
Banco de Inglaterra, el Banco de Francia y el Banco de la India. La cuota-
oro equivalía al 25 por 100 de la cuota total; este «tramo-oro» podía quedar

-sr-
a niveles más reducidos, 'y concretamente al nivel del 10 por 100 de las re-
servas de oro y dólares del país en cuestión.
El resto de la cuota se depositaba en moneda nacional en una cuenta
(<<cuenta número 1») abierta en el Banco Central del país miembro. En esa
cuenta se registraban todas las operaciones relacionadas con el FMI.
La cuota así fijada sería de base para medir el poder de voto (250 puntos
para cada socio, más un voto por cada 100.000 DEGs de cuota), así como
para determinar el máximo volumen de recursos del Fondo del que podían
disponer los países miembros para resolver sus problemas de balanza de
pagos.
Cualquier país socio del FMI podía obtener recursos --contra entrega
siempre de un valor equivalente de su propia moneda- hasta por un 125
por 100 de su cuota. Esto en el supuesto de que el país beneficiario hubiese
entregado previamente el 25 por 100 de su cuota en oro, ya que el FMI no
podía tener nunca en moneda nacional de un país miembro una cifra supe-
rior al 200 por 100 de su cuota. De forma que, por ejemplo, si un país tenía
una cuota de 250 millones de dólares (con un depósito en oro de 62,5 mi-
llones de dólares), el máximo de recursos de que en principio podía dispo-
ner sería de 312,5 millones.
En el momento de ejercitar el derecho a obtener estos recursos --que es-
taban sometidos a una serie de condiciones de tiempo, comisiones, etc., en
cuyos detalles no vamos a entrar aquí- el país en cuestión tenía que com-
prometerse a recomprar el monto de su moneda nacional en un plazo pre-
convenido.

Las posibilidades ordinarias de obtención de recursos del FMI que figu-


raban en su Convenio constitutivo se reforzaron ulteriormente con los lla-
mados «créditos contingente» o «créditos stand-by». Conforme a este siste-
ma, podían ser sobrepasados los topes antes mencionados con base en el
sistema de cuota. Con la antelación suficiente, y a través de las oportunas
conversaciones, un país miembro que previese dificultades futuras de su
balanza de pagos podía obtener del FMI la garantía de poder girar, siempre
entregando a cambio el contravalor en moneda nacional, por una determi-
nada cantidad de divisas que previsiblemente fuese a necesitar.
En el Acuerdo que oportunamente se formalizaba, quedaba fijada la
cantidad de crédito, los intereses, crecientes en función del monto obtenido,
y el plazo de recompra de la propia moneda, que podía llegar hasta los cin-
co años. Por tanto, los créditos stand-by eran un mecanismo que normal-
mente se utilizaba para dificultades no simplemente transitorias, sino más
bien a plazo medio, como mínimo.
Este mismo caso era el de los llamados créditos swap y de los créditos
obtenidos dentro del «Club de los Diez», que funcionaba en estrecha rela-
ción con el Fondo y que pasamos a analizar.
Cooperación económica interna(~Onal

3.3.2 Fuentes adicionales de recursos: créditos «swap»


y Club de los Diez

Los acuerdos bilaterales de crédito o créditos swap consisten simplemente en


la compra o venta de divisas al contado contra la venta o compra de esas mis-
mas divisas a un plazo fijo. Son operaciones que se practican exclusivamente
entre Bancos Centrales. Concertados por primera vez en 1962, alcanzaron
extraordinaria difusión, como línea de liquidez complementaria del FMI.
Por otra parte, en octubre de 1962 entró en vigor el Acuerdo General de
Préstamos (General Agreement to Borrow, o simplemente GAB), conforme
al cual los Bancos Centrales del llamado «Grupo de los Diez» (Estados
Unidos, Reino Unido, R. F. de Alemania, Francia, Italia, Japón, Holanda,
Canadá, Bélgica y Suecia; Suiza se incorporó en 1963) acordaron otorgar,
para los casos de emergencia, hasta 6.000 millones de dólares de crédito al
FMI, en sus respectivas monedas nacionales, para préstamos financieros a
los cuales el «Grupo de los Diez» debía conceder previamente su visto bue-
no. Esta clase de créditos se utilizó por primera vez en 1964, para ayudar a
la libra esterlina.

3.4 El sistema monetario internacional dirigido:


el Patrón Dólar
Las líneas de liquidez mencionadas en el apartado 3.3.2., vinieron a dotar
al sistema de consistencia suficiente para resistir los embates de la crítica y
la desconfianza, que desde 1960 se acentuó por el crecimiento del peso del
dólar dentro del Patrón de cambios-oro 7. Efectivamente, la situación había
llegado a ser muy seria. Concretamente, entre 1949 y 1968, los dólares-bi-
llete, en el exterior de EE.UU., pasaron de 6.400 a 35.700 millones, y du-
rante el mismo lapso las reservas oro en poder de EE.UU. se contrajeron de
24.600 a lO.400 millones de dólares.
Esa expansión fiduciaria del dólar se vio consolidada por medio de una
serie de acuerdos bilaterales de Estados Unidos con varios Bancos Centra-
les, en virtud de los cuales estos últimos renunciaron a reclamar la conver-
tibilidad de sus reservas de dólares. Esas medidas fueron las que en buena
medida permitieron la fuerte penetración norteamericana en todo el mundo
capitalista a lo largo de los años 60 y 70.
Ante una situación como la expuesta, de creciente desconfianza frente al
dólar y de persistentes presiones en pro de su desvalorización, las alternati-
vas del Gobierno de Washington eran dos. Por un lado, elevar el precio del

7 También para los problemas monetarios de esa época es preciso recurrir a R. Triffin,
y concretamente a su obra El oro y la crisis del dólar (versión española, FCE, México,
1962).
3. El sistema monetario internacional: el FMI

oro, aumentando con ello el valor nominal de su reserva oro, para afianzar
de esta manera la convertibilidad del dólar. De otro lado, EE.UU. podía ten-
der a recrecer su reserva de oro, sin incrementar su precio, eliminando el
déficit de su balanza de pagos.
La última solución no resultaba posible sin restringir de forma drástica
las inversiones exteriores norteamericanas y sin variar el signo belicista de
la política exterior de EE.UU. como gran gendarme internacional del capi-
talismo. La primera alternativa resultaba igualmente dificil, debido a la
compleja estructura de la economía norteamericana, necesitada de amplias
importaciones, y al propio tiempo ligada a las exportaciones de capital que
conlleva toda política imperialista de penetración económica en el exterior.
En síntesis, ambas alternativas eran igualmente poco deseables para el
poderío norteamericano. La salida, pues, apenas ofreció dudas para
EE. UU.: reforzar el FMI para inyectar en él un componente adicional (De-
rechos Especiales de Giro) que en lo sucesivo permitiese proseguir el fun-
cionamiento del sistema monetario internacional basado en el Patrón Dólar
de cambios-oro. Un patrón, por lo demás, más teórico que real, debido a los
compromisos adquiridos por parte de buen número de los Bancos Centrales
occidentales de no reclamar a EE.UU. la conversión de sus reservas de dó-
lares en oro.
Llegamos así a una doble conclusión: desde un principio, el Sistema
Monetario Internacional estuvo gobernado por los intereses expansivos de
EE.UU.; por otra parte~ el capitalismo norteamericano fue capaz de separar-
se de los esquemas tradicionales del Patrón Oro, e ir transformando paulati-
namente el sistema monetario internacional en un Patrón fiduciario interna-
cional con base en el dólar.
Con el instrumento de los Derechos Especiales de Giro --que pasamos
a estudiar- se entró en una nueva fase, la de un Patrón monetario interna-
cional dirigido. Dirigido también por EE.UU.

3.5 La reforma del FMI. Los Derechos Especiales


de Giro (DEGs)

La necesidad de plantear una revisión del Sistema Monetario Internacional


data de los últimos años de la década de 1950, tanto por los problemas ob-
jetivos ya analizados de recelo frente al dólar, como por las presiones fran-
cesas (tesis Rueft) de volver al Patrón Oro según los puntos de vista oficial-
mente expuestos en varias ocasiones por el General De Gaulle a partir de
1958 8 •

8Jacques Rueff todavía en 1969 mantenía su vieja tesis. Véase por ejemplo, su artículo
«Todavía otro expediente: los DEG)}, en ICE, n.O 434, octubre 1969, págs. 185 y sigs.
looperat lón t!(onom Ila internacional

El punto de arranque de los DEGs podría fijarse cronológicamente en


las propuestas hechas por el Presidente Kennedy en 1961, sobre aumento
de la liquidez a través de algún mecanismo nuevo, distinto de la producción
de oro y de las monedas de reserva.
Se abrió de este modo un período de presentación de gran número de
proyectos de reforma del sistema monetario internacional, dentro de los
cuales podemos distinguir claramente entre los de carácter supranacional y
los que aspiran simplemente a un más intenso grado en la cooperación
mantenida hasta ahora 9.
Entre los proyectos del primer grupo destacaron el de Robert Triffin y el
de Maxwell Stamp.
El proyecto de Triffin, siguiendo las proposiciones ya hechas por Key-
nes en 1944, planteaba la transformación del FMI en un auténtico Banco
Central Supranacional, en el que se centralizasen las reservas de todos los
países; y que tuviese capacidad para crear dinero 10. Propuesta muy ambi-
ciosa, que a pesar de su gran interés teórico (y práctico a largo plazo), no
fue tenida en cuenta. Otro tanto sucedió con la segunda propuesta de carác-
ter supranacional, la de Mawxell Stamp 11, según la cual el FMI debía pasar
a conceder créditos a los PMD, en base a certificados oro a colocar entre
los países miembros de] Fondo con monedas más estables.
Las demás propuestas no tenían carácter «supranacional», y en mayor o me-
nor grado contribuyeron a la solución final de los DEGs, así ocurrió, por ejem-
plo, con la propuesta de X. Zolotas, Gobernador del Banco de Grecia~ sobre la
existencia de una multiplicidad de monedas de reserva (aparte de las tradicio-
Qales, la libra esterlina y, sobre todo, el dólar) que tuviesen una «supergarantía»
de valor constante en ténninos de oro 12. En esa misma dirección, aunque con
diversos matices en los planteamientos, se presentaron las propuestas de R. V.
Roosa, ex subsecretario del Tesoro de EE.UU. 13 Y la de S. Posthuma, dirigida
fundamentalmente a los Bancos Centrales de los países de la CEE 14.
Otra propuesta de interés fue la formulada por E. Bernstein que lanzó la
idea de una URe, «unidad de reserva compuesta», que estaría apoyada en

{} Puede verse un análisis sintético de las diversas propuestas en el capítulo VI de la


obra del profesor Sardá ya citada en la nota 3.
\O Segunda parte del libro de R. Triffin ya citado en la nota 7.

II SU versión definitiva puede verse en «The Stamp Plan 1964 Version», en World Mo-

netary Reform-Plans and Issues, lecturas compiladas por H. C. Grubel y publicadas


por la Universidad de Stanford (California) en 1963. A esta compilación de textos nos
referimos en lo sucesivo como WMR.
12 Xenophon Zolotas, «Towards a reinforced Gold Exchange Standard», en WMR (cit.

en nota número 11).


13 Robert V. Roosa, «Assuring the Free World's Liquidity», en WMR (cit. notanÚInero 11).

14 S. Posthuma, -«The International Monetary System», en la revista de la Banca Nazio-

nale del Lavoro (Roma), número de septiembre de 1963.


3. tt sten}d Inonet;irlO internacionaL: el FMI

las tenencias de oro de los países industriales, y que progresivamente iría


sustituyendo a las tradicionales monedas de reserva 15.
Finalmente el «Grupo de los Diez», con carácter informal, designó al
economista Oss01a, del Banco de Italia, como presidente de un grupo de
expertos al que se encargó preparar un informe de base para los trabajos ul-
teriores del FMI. Con ese dictamen en su poder, y después de muchas dis-
cusiones, el Fondo presentó un proyecto a los países miembros, con ocasión
de la Asamblea Anual de 1967, celebrada en Río de Janeiro en el mes de
septiembre. En esa ocasión quedó autorizado, en principio, el nuevo siste-
ma de los DEG. Perfeccionado en algunos de sus detalles, se aprobó por la
Junta de Gobernadores del FMI en su reunión del 31 de mayo de 1968.

Los DEG son simples partidas contables de una cuenta especial llevada
por el FMI, que se asigna a cada país afiliado en proporción a su cuota del
Fondo 16. Aunque los DEG figuran en las cifras oficiales de reservas de los
diversos países, no pueden ser utilizados en la compra de bienes y servi-
cios, y su utilidad estriba en que mediante ellos, los países con situación de
escasa liquidez pueden conseguir divisas utilizables transfiriéndolos a otros
países miembros del FMI.
Los DEG sólo pueden utilizarse por los socios del Fondo en situación de
déficit de balanza de pagos y que estén perdiendo reservas. Comunicada la
aspiración de utilizarlos, el Director General del FMI designa un país en
ese momento excedentario para que entre en el trueque de DEG por divisas
convertibles en favor del país en déficit.
Las ventajas de los DEG sobre los recursos ordinariamente obtenibles
de] FMI consisten en su generalidad, ya que cualquier país en dificultades
puede beneficiarse de su libramiento. Ventajas adicionales son su semiauto-
matismo, y su no vencimiento a plazo fijo. Claro es que el país usuario de
los DEG ha de adquirir el compromiso de que en un momento ulterior,
cuando su situación de balanza haya cambiado de signo, aceptará DEG de
otros países en situación de balanza de pagos por entonces adversa.
La importancia de los DEG estriba en que crean una nueva línea de li-
quidez internacional, distinta del oro y de las monedas de reserva, y basada
en los excedentes de divisas de los países miembros, que de esta forma, sin
perder su vo]umen contable de reservas, las ceden en parte para paliar la si-
tuación de los países que se encuentran en déficit 17. Siendo el DEG un va-

15 Edward Bernstein, «Proposed reforms in the International Monetary System», en


WMR (cit. en nota número 11).
16 Samuel Schweitzer, «Cómo funcionan los DEG», en ICE, número 434, octubre 1969,

páginas 173 y sigs.


17 Alexander Larnfalussi (<<El papel monetario del oro en los diez próximos años») y

.,.,..
Fritz Machlup «<La ambigua desmonetización del oro»), ambos publicados en versión
española en ICE, número 434, octubre 1969, págs. 93-103 y 107-1] 1, respectivamente .
Cooperación económica internacional

lor concreto, hasta 1974 se equiparó al dólar y con la crisis de éste en 1974
se pasó a un valor cesta (véase 3.12).

3.6 Un escenario cambiante


En definitiva, desde 1944 la cooperación monetaria internacional centrada
en el FMI fue el reflejo de la situación dominante de los EE. UD. No obs-
tante, también es cierto que el Fondo y los órganos y entidades conexos
fueron capaces de hacer frente a las situaciones que de forma sucesiva se
presentaron en la financiación del comercio y de las demás transacciones
internacionales. El nivel de la liquidez internacional, desde el punto de vis-
ta técnico monetario, sólo en contadas ocasiones representó un freno a la
expansión del comercio. La propia evolución del volumen del intercambio
confirma claramente la anterior proposición. Entre 1960 y 1969, el comer-
cio mundial casi se multiplicó por 2,5 y entre 1969 y 1978 casi se quintu-
plicó, aunque en ambos períodos, y sobre todo en el segundo, la inflación
mundial contribuyó en muy alto grado a tan espectacular evolución.
Claro es que este impresionante crecimiento de] intercambio no fue homo-
géneo. Los países desarrollados, y en especial Japón, se beneficiaron de rit-
mos de expansión mucho más favorables que los del Tercer Mundo. Pero esa
evolución diferencial, ¿hasta qué punto puede ser atribuida a la política segui-
da desde el FMI? En realidad, todo está relacionado, pero lo cierto es que los
factores de atraso de Jos paises menos desarrollados tienen un peso mayor
que el imputable a los factores monetarios. Y también es evidente que esos
países difícilmente podrán salir de su situación de subdesarrollo sólo con un
mecanismo de asistencia monetaria internacional como el FMI, cuyo conser-
vadurismo frente a los problemas estructurales es por demás manifiesto.
La ayuda, necesariamente tiene que ser de otro tipo, la provisión de re-
cursos de capital a largo plazo que permita atacar problemas como la crea-
ción de infraestructuras y de servicios públicos, el desarrollo industrial, el
progreso en la agricultura, la realización de programas masivos de vivien-
das, etc. En los capítulos 4 y 5 nos adentramos de lleno en los problemas
que se presentan en esa ayuda al desarrollo, funciones que dentro del siste-
ma de las Naciones Unidas no caen dentro del FMI, sino que corresponden
al BIRF y a sus agencias subsidiarias, y sobre todo a la UNCTAD.
Sin embargo, antes de tratar los problemas de la ayuda económica inter-
nacional en sentido estricto, debemos ocupamos de lo mucho que sucedió
en el sistema monetario internacional desde 1970. Para ello nos ocuparemos
sucesivamente del oro en la crisis monetaria internacional (sección 3.7.), del
déficit de la Balanza de Pagos de EE.UU. (3.8.), de las dos devaluaciones
del Dólar de 1971 y 1973 (3.9.), de la preparación de la reforma del sistema
monetario internacional (3.10.), de las recomendaciones del Comité de los
Veinte (3.11.), y de las Asambleas del FMI de 1974 y 1975 Y de las Reglas
de Jamaica de 1976 (3.12.), para finalizar con las fluctuaciones del dólar en-
3. El sistema monetano internacional: el FMI

tre 1976 Y 1988 (3.13.). A partir de la sección 3.14. empieza ya el análisis


de la estructura y de] funcionamiento actuales del FMI, con el examen de ]a
forma concreta de financiación del FMI a sus países miembros (3.14.), el
FMJ en los años 80 y 90 con una reseña de sus principales problemas (3.15.)
y, por último, algunas consideraciones acerca del futuro del FMJ (3.16.).
Para entrar en esos detalles, conviene contar con una visión genérica del co-
mercio mundial y de los tipos de cambio (véanse 1 y JI del cuadro 1).

3.7 El oro en la crisis monetaria internacional


Por primera vez, el 18 de octubre de 1960, en la Bolsa de Londres, el oro se
situó por encima de la paridad de 35 dólares la onza, llegando hasta un ni-
vel de 40. Lo cual se debía en parte a que fue por entonces cuando las re-
servas de Fuerte Knox se hicieron menores que las responsabilidades exte-
riores de EE.UU., respecto de su garantía de convertibilidad. En realidad, se
trató de la primera señal de alerta seria y efectiva de que el sistema de Bret-
ton Woods había sido objeto de graves abusos por parte de EE.UU.
Esa circunstancia de que en el mercado libre el oro, para usos industrial
y atesoramiento, superase la paridad del dólar en el FMI, hizo que EE.UU.
y los países más interesados en una estabilidad monetaria llegaran rápida-
mente a un acuerdo --dentro del mismo mes de octubre de 1960- que se
denominó «Pool de Oro», concluido por el Sistema de la Reserva Federal y
los Bancos Centrales más importantes de Europa; con aportaciones del 50
por 100 por EE.UU. y del 9 por 100 de Francia, por ser ambos socios los
que tenían mayores reservas de metal. El propósito del Pool consistía en
vender oro en el mercado libre cuando los precios superasen los 35 dólares
la onza, y comprarlo cuando los precios cayeran por debajo de esa cotiza-
ción; como es lógico, con la tendencia alcista que presentaba el mercado,
esto último no sucedió prácticamente nunca.
No obstante su compromiso en el Pool del Oro, durante varios años
Francia siguió cambiando sus dólares por oro, lo cual equivalía, con base
en la tesis de Jacques Rueff, a apostar por la futura elevación del precio del
metal. Tal actitud era evidentemente contraria a los propios intereses del
Pool, por lo cual la Francia de De Gaulle --cada vez más antagónica de
EE.UU. en política internacional, por la actitud yanqui frente a China y por
su intervención en Vietnam- acabó por abandonar el Pool en junio de
1967. Su participación la asumió EE.UU. Por entonces las reservas de me-
tal en los sótanos del Banco de Francia 18 ya superaban el equivalente a

18 Aunque sólo tuviese efectos psicológicos, conviene subrayar que Francia era por en-
tonces prácticamente el único país que tenía todas sus reservas oro en su territorio na-
cional. La mayoría de los demás las conservaban en los sótanos bajo la custodia del
Banco de la Reserva Federal de Nueva York.
peranon t~rOnomiul internacional

Cuadro 1 (1). Comercio mundial de mercancías y servicios (en 1996)


_."'h"JIht:;t1'~

MERCANCÍAS

Miles de Miles de
~
mili. de mino de
%
Exportación dólares %
Importación dólares

1 Estados Unidos 624,5 11,85 1 Estados Unidos 817,8 15,09


2 Alemania 521,2 9,89 2 Alemania 456,3 8,42
3 Japón 410,9 7,80 3 Japón 349,2 6,44
4 Francia 290,5 5,51 4 Reino Unido 278,5 5,14
5 Reino Unido 262,0 4,97 5 Francia 275,6 5,08
6 Italia 250,8 4,76 6 Italia 207,0 3,82
7 Canadá 201,6 3,83 7 Hong Kong 201,3 3,71
8 Holanda 197,5 3)5 8 Holanda. 180,7 3,33
9 Hong Kong 180,9 3,43 9 Canadá 175,2 3,23
10 Bélgica-Luxem. 169,4 3,21 10 Bélgica-Luxem. 157,2 2,90
11 China 151,1 2,87 11 Corea del Sur 150,2 2,77
12 Corea del Sur 129,8 2,46 12 China. 138,8 2,56
13 Singapur 125,0 2,37 13 Singapur 131,3 2,42
14 Taiwan 115,9 2,20 14 ESPAÑA 121,9 2,25
15 ESPAÑA 102,1 1,94 15 Taiwan 101,4 1,87
16 México I 96,0 1,82 16 México l 90,2 1,66
17 Suecia 84,5 1,60 17 Suiza 79,3 1,46
18 Suiza 80,8 153 18 Malasia 78,6 1,45
19 Malasia 78,4 1,49 19 Tailandia 73,5 1,36
20 Rusia 2 68,7 1,30 20 Austria 66,7 1,23
21 Australia 60,5 1,15 21 Suecia 66,6 1,23
22 Arabia SaudP 59,0 1,12 22 Australia 65,4 1,21
23 Austria 57,1 1,08 23 Brasil 56,9 1,05
24 Tailandia 55,7 1,06 24 Dinamarca 45,2 0,83
25 Dinamarca 50,7 0,96 25 Indonesia 42,9 0,79

Total de 25 paí ses 424,6 83,96 Total de 25 países 4.417,1 81,50


TOTAL MUNDIAL4 5.270,0 100,00 TOTAL MUNDIAL4. 5.420,0 100,00

1 Incluye las exportaciones de las zonas de elaboración bajo control aduanero.


2 Excluye el comercio con los Estados bálticos y los de la CE!.
3 Estimaciones.
4 Incluye una cantidad considerable de reexportaciones o de importaciones destinadas a la reex-
portación.
FUENTE: Anuario El País 1998 (FMI~ OMC, etc.)
3. El sistema nlonetario lnternacional~ el FMl

SERVICIOS

Miles de Miles de
mili. de mill de
Exportación dólares %
Importación dólares %

1 Estados Unidos 202,0 16,03 Estados Unidos 153,3 10,70


2 Francia. 87,2 6,92 2 Alemania l32,3 10,46
3 Alemania 82,2 6,52 3 Japón 128,7 10,17
4 Reino Unido 74,9 5,94 4 Francia 70,4 5,57
5 Italia 69,1 5,48 5 Italia 66,9 5,29
6 Japón 66,4 5,27 6 Reino Unido 61,9 4,89
7 Holanda 48,1 3,82 7 Holanda 44,6 3,53
8 ESPAÑA 44,0 3,49 8 Bélgica-Luxem. 33,2 2,62
9 Hong Kong 38,9 3,09 9 Corea del Sur! 31,7 2,51
10 Austria 35,1 2,79 10 Canadá 31,5 2,49
11 Bélgica-Luxem. 34,6 2,75 11 Austria 30,5 2,41
12 Singapur 1 29A 2,33 12 China! 26,3 2,08
13 Suiza' 27,1 2,15 13 Taiwan 24,5 1,94
14 Corea del Sur l 25,3 2,01 14 ESPAÑA 23,9 1,89
15 Canadá 23,1 1,83 15 Hong Kong 22,3 1,76
16 China 20,5 1,63 16 Tailandia 1 20,9 1,65
17 Australia 18,1 1,44 17 Suecia 18,8 1,49
18 Tailandia 1 17,3 1,37 18 Singapur l 18,6 1,47
19 Suecia 17,0 1,35 19 Australia 18,1 1,43
20 Taiwan 16,5 1,31 20 Rusia 17,2 1,36
21 Dinamarca 15,5 1,23 21 Malasia' 16,9 1,34
22 Noruega I 15,2 1,21 22 Noruega l 16,5 1,30
23 Turquía l 15,0 1,19 23 Suiza l 15,8 1,25
24 Malasía 1 14,1 1,12 24 Brasil' 15,2 1,20
25 Rusia 10,6 0,84 25 Dinamarca 14,7 1,16

Total de 25 países 1.047,8 83,16 Total de 25 países 1.036) 81,95


TOTAL MUNDIAL 1.260,0 100,00 TOTAL MUNDIAL 1.265,0 100,00
Cooperaclon econórnlca internacional

Cuadro 1 (11). Tipo de cambio medio anual frente al dólar de las


monedas nacionales que se indican, DEG y ECU
....
Dólar Franco Libra Libra
Años Peseta canad. francés esterl. irland.

1975 57,41 4,28


1980 71,70 4,23
1985 170,00 1,37 8,98 0,77 0,94
1990 102,02 1,17 5,45 0,56 0,60
1991 ] 04,10 1,15 5,65 0~57 0,62
1992 102,12 1,21 5,28 0,57 0,59
1993 127,35 1,29 5,67 0,67 0,68
1994 133,94 1,37 5,55 0,65 0,67
1995 124,73 L.37 4,99 0,63 0,62
1996 126,60 1,36 5,11 0,64 0,62
1997 146,41 1,38 5,84 0,61 0,66
......
Corona Corona Marco Chelín Escudo
Años danesa noruega finlandés austriaco portugués
......
p

1975 5,73 5,22 3,67 17,40 18,72


1980 5,64 4,94 3,72 12,93 50,04
1985 10,59 8,59 6,19 20,67 171,82
1990 6,19 6,26 3,83 11,38 142,69
1991 6,41 6,50 4,05 11,70 144,69
1992 6,03 6,20 4,47 10,97 134,73
1993 6,49 7,10 5,72 11,64 160,84
1994 6,36 7,06 5,23 11,42 166,02
1995 5,60 6,34 4,37 ] 0,08 150,02
1996 5,80 6,46 4,59 10,58 154,18
1997 6,60 7,08 5,19 12,20 175,27
FUENTE: Anuario El País. 1995 (FMI).
3. El sistenlJ monetario internacional: el FMI

Franco Franco Marco Lira Florín Corona


suizo belga alemán italiana holandés sueca

2,58 36,76 2,46 653,00 2,53 4,15


1,68 29,23 1,82 856,00 1,99 4,23
2,45 59,33 2,94 1.907,00 3,32 8,60
1,39 33,44 1,62 1.]98,76 1,82 5,92
1,44 34,22 1,66 1.242,34 1,87 6,06
1,40 32,10 1,56 1228,99 1,76 5,80
1,48 34,56 1.,65 1571,14 ] ,86 7,79
1,37 33,44 1,62 1612,42 1,82 7,72
1,18 29,50 1,43 1628,30 1,60 7,14
1,23 30,94 1,50 1542,80 1,68 6,70
1,45 35,77 1,73 1702,91 1,95 7,64

Yen Dólar Dracma Dólar


japonés austriaco griego neozelandés DEG Ecu

296,49 0)6 32,05


225,98 0,88 42~62
238,40 1,43 138,33 1,31
144,80 1,28 158,22 1,68 0,74 0,78
134,58 1,28 182,50 1,73 0,73 0,81
126,63 1,36 190,34 1,86 0,71 0,77
111,07 1,47 229,30 1,85 0)2 0,85
102,21 1,37 242,52 1,69 0,70 0,84
94,07 1,34 231,70 ] ,52 0,65 0,77
108,71 1,28 240,59 1,45 0,69 0,80
120,93 1,35 273,02 1,51 0,73 0,89
______ I~(~'~_-----------------------

5.000 millones de dólares, lo que representaba nada menos que el 46 por


100 de las tenencias norteamericanas en el Fort Knox.

La situación a principios de 1968 podría haber permitido devaluar el dó-


lar, o lo que es lo mismo, revaluar el oro, y así lo preconizaban una serie de
expertos monetarios internacionales, entre ellos fundamentalmente Rueff.
Tales argumentos se basaban no sólo en una «filosofia de Patrón Oro», sino
también en el hecho evidente de la fuerte sobrevaluación del dólar respecto
de otras monedas, por comparación con sus respectivos poderes adquisiti-
vos internos ]9,
Sin embargo, tras la retirada francesa del Pool, no se fue a la revaluación
del oro, sino que el 17 de marzo de 1968 se decidió la supresión del Pool y
el establecimiento de un doble mercado internacional para el oro. En éste
habría un precio oficial de 35 dólares la onza, que sería el mantenido para
las transacciones entre bancos centra]es. El resto del mercado quedó com-
pletamente libre, y ello permitió que desde entonces los precios del oro se
disparasen al alza sin controles de ningún tipo.
La especulación se desató ante las expectativas de una futura nueva pari-
dad del dólar, y en consecuencia, la inestabilidad se acentuó. De iure, el
FMI había abandonado el Patrón de Cambios-Oro que de jacto estaba en
desuso desde n:tediados de los años 50. Ahora ya se trataba de un verdadero
Patrón Dólar.
Desde el 17 de marzo de 1968, al crearse el doble mercado, el precio li-
bre del oro se disparó. Descendió después casi hasta el nivel de 35 dóla-
res/onza a principios de 1970, coincidiendo con la recesión de ese año;
pero más tarde, desde mediados de 1971, los precios subieron en vertical,
como consecuencia de la declaración de no convertibilidad del dólar. En
1974 llegaría a 190 dólares la onza, y en enero de 1980 superó los 850 dó-
lares en el mercado de Londres, para luego caer de nuevo.

19 Sobre este tema de la sobrevaluación del dólar, Paul Samuelson daba en 1974 su opi-

nión respondiendo a la siguiente pregunta: «¿Es la crisis (monetaria) reflejo de la pérdi-


da de poder económico de los Estados Unidos?» Su contestación: «Creo que el dólar
americano se sobrevaloró por diversas razones entre 1959 y 1971. La razón principal de
esa sobrevaloración fue que el tipo de cambio se estableció en 1949, cuando Alemania,
Japón y los países aliados de Europa occidental no se habían recobrado aún de la guerra.
Si el tipo de cambio de paridad era correcto en 1949, no podía serlo veinte años des-
pués, tras el milagro japonés, alemán y, en general, de Europa occidental. Para mí, la
crisis de 1971 se veía desde hace mucho tiempo, y de hecho la considero positiva. Es
mejor una enfermedad grave y pasajera que una 1arga dolencia. Creo que la devaluación
del dólar, ocurrida en 1971 y repetida en ] 973, fue algo positivo para los Estados Uni-
dos y también para los países con excedentes, porque obligó a nuestros productos a
competir en el comercio internacional.» Contestación a la entrevista realizada por M. a
José Ragué Arias para el libro El sistema monetario internacional de la colección
«Grandes Temas» (n.o 20) de Salvat, Barcelona, 1974, pág. 9.
3. EL sistema monetario internacional: el FMI

El acuerdo sobre un doble precio para el oro significó que las reservas
de metal en poder de los Bancos Centrales quedarían prácticamente conge-
ladas. Más aún, la decisión del mercado doble equivalía a la no convertibi-
lidad del dólar erga omnes, pues resultaba absurdo pensar que EE.UU. ven-
dería oro a 35 dólares a los Bancos Centrales, cuando en el mercado libre
se situaba a cotas muy superiores.
Por otra parte, y para facilitar el funcionamiento del mercado libre, se
llegó a un acuerdo entre EE.UU. y la República de Sudáfrica, según el cual
esta última podría vender oro en el mercado libre cuando el precio fuera
mayor de 35. Este acuerdo era completamente lógico, pues como primer
proveedor mundial de «oro nuevo» Sudáfrica había tenido hasta entonces el
compromiso con EE.UU. de no vender oro más que a 35 dólares la onza y
de hacerlo con carácter prioritario a las autoridades monetarias norteameri-
canas. Así pues, al levantarse el compromiso, la producción sudafricana
pasó al mercado Jibre, y las reservas metálicas de los Bancos Centrales del
mundo dejaron de crecer.

Como ya vimos en 3.5., para evitar la revaluación del oro, que equivalía
a la devaluación del dólar y por lo tanto a una disminución del prestigio in-
ternacional de EE.UU., en mayo de 1968 entró en vigor el nuevo mecanis-
mo de los DEO que se suponía «había de permitir» una nueva liquidez se-
miautomática controlada por el FMI -yen definitiva por EE.UU.- sin
recurso al oro o a las monedas tradicionales de reserva ($ y f). Pero los
DEG se revelaron pronto como insuficientes, ya que las primeras emisiones
fueron cortas para afrontar las necesidades de liquidez monetaria interna-
cional. Pero, sobre todo, 10 que agravó la situación fue el aumento del défi-
cit de la balanza de pagos norteamericana (del que después nos ocupare-
mos), que inyectó en el SMI grandes masas de dólares, que hacían cada vez
mayor la especulación en tomo a esta moneda. Es bien explicable que el 15
de agosto de 1971 el Presidente Nixon decidiera suspender formalmente la
convertibilidad de] dólar en oro.
De este modo empezó a aceptarse la realidad de los hechos, al acabar
con la ficción que se prolongaba desde finales de la década de 1960. La
presión especulativa sobre el dólar se había hecho irresistible. Durante Jos
siete primeros meses de 1971, los Bancos Centrales de Japón y de Europa
Occidental --excepto Francia- habían realizado grandes compras de la
moneda norteamericana para sostener su credibilidad y en fin de cuentas
apoyar su paridad oro de 35.
Seguir en esa política era inútil frente a la avalancha de dólares que las
empresas multinacionales y los países árabes presentaban para su cambio
en DM o yenes. Aparte de que el Deutsche Bundesbank y el Banco de Ja-
pón se cargaban de dólares, la presión del dólar no cesaba, por la persisten-
cia de rumores sobre una inevitable devaluación del mismo y de revaluacio-
nes del DM y del Yen.
Cooperadón econólnica internacional

Pero en realidad, la inconvertibilidad del dólar por sí sola no resolvía


nada. Significaba, por el contrario, una mayor dificultad en la cooperación
de los Bancos Centrales europeos y de Japón, que ahora en ningún caso po-
drían convertir sus ingentes stocks de dólares.

3.8 El défidt de la balanza de pagos de EE.UU.


Abramos ahora un breve inciso en el hilo de los acontecimientos para
subrayar que si bien el signo más claro de la crisis monetaria de 1971
fue la declaración de no convertibilidad del dólar, ésta tenía sus causas
en la ya subrayada expansión del déficit de la balanza de pagos de los
EE.UU.
Entre 1951 Y 1971, la balanza se liquidó siempre con déficit, excepto en
1957 y 1968; con una media anual de 2.700 millones de dólares entre 1961
y 1970.
Tan ingentes salidas netas eran imputables a la inversión de capitales por
parte de las grandes empresas multinacionales de EE.UU., y más que nada
a los gastos militares ocasionados por la guerra de Vietnam, que Norteamé-
rica abonaba en dólares en el exterior, directamente o por sus importacio-
nes para el esfuerzo bélico. En el cuadro número 2 se resumen, año a año,
los gastos militares exteriores y el déficit total de la balanza de pagos. La
correlación entre ambas magnitudes es más que evidente 20,
Como resultado final de esta evolución de la balanza de pagos de
EE.UU., en 1971 había unos 62.100 millones de dólares fuera del país, la

Cuadro 2. Gastos militares exteriores de EE.UU. y déficit de su


balanza de pagos

Gastos Déficit Gastos Déficit


Años militares (-) Años militares (-)

1961 1.998 -2.371 1966 3.764 -1.357


1962 3.105 -2.204 1967 4.378 -3.544
1963 2.961 -2.670 1968 4.530 +168
--
1964 2.880 -2.800 1969 4.813 -7.012
1965 2.952 -1.335 1970 4.837 -3.848

ror ALES acumulados 37.218 -26.973


FUENTE: «El sistema monetario internacional», oh. cit., nota 19, pág. 70.

20 Los datos de l cuadro proceden del artículo de Max Ikle «La erise du systeme moné-
taire», de] Bul/etin de rUníon de Banque Suisse, Zurích, septiembre de 1971.
Cuadro 3. Evolución de las reservas de oro y deudas líquidas de
Estados Unidos frente al extranjero (miles de millones
de dólares)
~·~~~"~_A;ibl,it"<6\""kHI"~4;Ql&'II. "'''4Ii!1.1'' "..,...'t ....... ~~.1ltN~t~~'IÍ~ .... ~u...,.;h.~~.r'«~<~»" ... M~

Deudas Deudas
frente frente Total
Reservas al sector al sector deudas
Años de oro oficial privado líquidas

1959 19,5 10, 1 7,6 17,7


1960 17,8 1 ) ,1 7,6 18,7
]961 16,9 11,8 8,4 20,2
1962 16,1 12,7 8,4 21,1
1963 15,6 14,4 9,2 23,6
1964 l5,5 15,4 11,1 26,5
1965 13,8 15,4 11,5 26,9
1966 13,2 13,7 14,2 27,9
1967 12,1 15,6 ] 5,8 31,4
1968 10,9 12,5 19,4 31,9
1969 11,9 12,0 28,2 40,2
1970 11 ,1 20,1 21,8 41,9
1971 10,2 47,7 14,4 62,1
"',)'1'<"""',-1#'. ,~.__""""". h";.,"'", e lit':' ?'P' ..' HW'><.\·t~M)<'·" .._.'fII!I"\lI:lIiIi .. ~tM-f'*E'~)n:_·~~'bil!fllli',"'lI:t"" a .. ~'l4J<~¡t+~~~"""::.r"~ ... ¡<,~1~,<_
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FUENTE: «El sistema monetario internacional», ob, cit., nota 19, pág. 71.

mayor parte circulando en forma de Eurodólares y Eurobonos (véase cua-


dro núm. 3) frente a sólo unas reservas de 10.500 millones de dólares en
oro en el Fuerte Knox. No es extraño, por tanto, que creciesen los rumores
sobre la futura devaluación del dólar, especialmente después de la declara-
ción de su no convertibilidad en agosto de 197], que se acompañó de un
paquete de medidas económicas de defensa del dólar, lo que ponía más de
relieve su crítica situación: fijación de una sobretasa para las importaciones
en EE. UV. de un 10 por 100 de aumento de Jos derechos arancelarios, con-
gelación de precios y salarios por tres meses, y petición norteamericana al
FMI de aceJerar los trabajos para la reforma del sistema monetario interna-
cional. Sin embargo, todas estas medidas resultaron insuficientes por la in-
tensa presión sobre el dólar a que antes hemos aludido. La decisión final,
que estaba latente desde varios meses antes, se adoptó finalmente en di-
ciembre de 1971.
3.9 Las devaluaciones del dólar de 1971 a 1973
Coincidiendo con la reunión del «Grupo de los Diez» en Washington, el 18
de diciembre de 1971 se decidió fijar la nueva paridad del dólar en 38 dóla-
res la onza lo que equivalía a la devaluación de un 7,89 por 100. Casi si-
multáneamente, se produjo una realineación general monetaria con revalua-
ciones en el caso del DM, del yen y del florín holandés.
No obstante, la decisión no resultó suficiente, pues a lo largo de 1972
prosiguieron la especulación contra el dólar y el déficit de la balanza de pa-
gos de los EE.UU. Se hizo necesario un nuevo ajuste que se produjo en fe-
brero de 1973, con una segunda devaluación que en este caso fue de un
11,10 por 100, al pasar la paridad de 38 a 42,22 dólares la onza 21,
Consecuencia de ello fue la flotación de algunas monedas que por ese
procedimiento, antes de fijar una nueva paridad del oro, aspiraban a encon-
trar su nivel más idóneo en función de las fuerzas del mercado. Y como el
mercado estaba absolutamente distorsionado por las ingentes masas de Eu-
rodólares, el resultado no fue sorprendente: aunque los más optimistas pen-
saban que se trataría de flotaciones de breve duración, lo cierto es que se
prolongaron indefinidamente, generalizándose a gran número de países.
En última instancia, la flotación vino a significar el virtual abandono de
otra regla básica del FMI: la estabilidad de los cambios. Y ello, a pesar de
que coincidiendo con la primera devaluación del dólar, los directores del FMI
acordaron, en diciembre de 1971, ampliar las bandas de fluctuación de las
monedas respecto de su tipo de cambio central, pasando de 1 por 100 en más
o menos (Convenio del Fondo)., al 2,25 por 100 por encima o por debajo.
Con la medida indicada se pensó que podría resolverse en parte el pro-
blema de muchos países que por el estrecho margen de fluctuación del 1
por 100 se veían continuamente acosados por el riesgo de devaluación o re-
val uación y en la necesidad de intervenir en los mercados monetarios inter-
nacionales para sostener un cambio tan «excesivamente rígido» de sus va-

21En resumen, la devaluación «smithsoniana» de diciembre de 1971 (así conocida por-


que se discutió en la «Smithsonian Institution» de Washington, donde se reunía la
Asamblea del FMI) y la de febrero de 1973, representan lo siguiente:

Paridad Onzas de Porcentaíe de


Fechas $ onza oro/dólar' del'G/uación

Dicíembre t 970 35,00 0,0285714


Diciembre 1971 38,00 0,0263157 7,89 *
Febrero 1973 42,22 0,0236854 11,10 *

Total devaluación en
febrero 1973 respecto
a diCiembre de 1970 17,10

• Sobre pandad antenOf.


_ _ _ _........ ~~,1t:t_illIi
_ ..... 3. El sistema 'TIOnetado
_ . _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ JI
.... _ \t:
_:_ _ _ _ __

lutas. Con la holgura de 2,5 puntos más en la fluctuación -se afirmaba-,


las necesidades de intervención serían menores.
Sin embargo, todas las medidas internacionales que hemos comentado
no representaron una solución definitiva. La verdad es que los abusos de
EE.UU. respecto de los pactos de Bretton Woods habían sido demasiado
graves como para resolverlos con unos simples reajustes. El precio del oro
en el mercado libre, por primera vez en la historia, llegó a 134 dólares la
onza troy en los primeros meses de 1973. Esto significaba una amenaza se-
ria para el doble mercado del oro, establecido en 1968. La diferencia entre
precios oficiales FMI y de mercado libre era demasiado grande para mante-
ner la ficción. Y por ello, el 14 de noviembre de 1973 se adoptó la decisión
final de permitir a los Bancos Centrales liquidar sus reservas metálicas al
precio libre~ sin ninguna cortapisa. De hecho, con esta medida se daba un
paso importante en la desmonetización del oro, en su abandono como pa-
trón monetario 22.

Así pues, a partir del 14 de noviembre de 1973, las paridades oro fijadas
en e] FMI se convirtieron en puramente simbólicas, e incluso ficticias. De
ahí que se hiciera sentir con premura la necesidad de encontrar una nueva
unidad de transacción a efectos internacionales de valor más estable que el
oro o el dólar.
El primer precedente de ello hay que verlo en la solución ideada por una
importante firma financiera británica 23, que en noviembre de 1973 estable-
ció -para sus emisiones y empréstitos en el área de la CEE- lo que se
llamó la European Composite Unít, abreviadamente EURCO. Se formó el
EURCO a base de una cesta de las nueve monedas de la CEE, lo cual supo-
nía una unidad de cuenta menos vulnerable a las oscilaciones del oro o de
una sola moneda de reserva como el dólar; el valor final del EURCO que-
daba sometido a la variación conjunta resultante de las fluctuaciones al alza
y a la baja de las distintas monedas integrantes en la «cesta» 24.
Éste fue el primer precedente de una unidad de cuenta a base de una ces-
ta ponderada de monedas nacionales que fue oficial e internacionalmente
establecido en junio de 1974 por el FMI para fijar el valor del DEG, según
veremos más adelante. Pero antes hemos de examinar por qué cauces discu-
rrieron los intentos de encontrar soluciones de carácter global a la crisis
monetaria internacional que se desató en el segundo semestre de 1971.

22 Relativamente, claro está. De hecho, el oro sigue sirviendo de referencia de mercado


de la cotización del dólar.
23 Nos referimos a N. M. Rothschild and Sonso

24 Al referirse a )a creación del EURCO, Información Comercial Española decía 10 si-

guiente a modo de explicación sintética de su funcionamiento: «Existe, como es natural,


un EURCO distinto cada día hábil del mercado de cambios, que refleja las variaciones
registradas por la cotización de cada divisa integrante.»
3.10 La preparación de la reforma del sistema monetario
internacional: el Comité de los Veinte (1972-1974)
y La Asamblea del FMI en Nairobi
(septiembre de 1973)
Según vimos en la sección 3.9., coincidiendo con la devaluación del dólar
en 1971, EE. UU. solicitó en la Asamblea del FMI que se acelerasen los tra-
bajos de refonna del sistema monetario internacional (SMI). En esta línea
de acción, en la siguiente Asamblea del Fondo, en septiembre de 1972, se
decidió la creación de] llamado «Comité de los Veinte», al objeto de estu-
diar efectivamente cuáles podrían ser las bases de un nuevo convenio del
FMI25.
El Comité tuvo su primera reunión coincidiendo con la propia Asamblea
(28 de septiembre de 1972) y quedó presidido por AJí Wardhana, Ministro
de Hacienda de Indonesia. Constaba de 20 representantes (representatives)
de tantos otros países o grupos de países miembros del Fondo. Cada repre-
sentante designó a su vez dos asociados (associates) y nombró dos suplen-
tes (deputies) 26.
Las funciones del grupo quedaron razonablemente bien definidas: había
que aconsejar e informar a la Junta de Gobernadores del FMI en todo lo re-
lativo a la reforma del SMI, y en relación con Ja modificación del convenio
constitutivo de la organización que databa de 1944 27 •
Las reuniones de los suplentes que se constituyeron como verdadero
equipo de trabajo se celebraron cada dos meses entre septiembre de 1972 y
septiembre de 1973, con vistas a que en la siguiente Asamblea del FMI es-
tuviesen elaboradas las bases de la reestructuración del SMI.
El examen de las propuestas del Comité de los Veinte se hizo efectiva-
mente en la reunión del FMI en Nairobi, que se celebró en septiembre de
1973. En la capital de Kenia se l1egó a una serie de conclusiones que no sin

25 IMF Surveys, octubre 1972, págs. 1 y 73. El nombre completo del grupo fue «Comité
de la Junta de Gobernadores para la Reforma del Sistema Monetario Internacional y
Cuestiones Afines».
26 Los representantes eran del Reino Unido, India, Brasil, Marruecos, Suecia, Francia,

Etiopía, Argentina, Italia, México, Holanda, Zaire, República Federal de Alemania, Es-
tados Unidos, Australia, Canadá, Japón, Bélgica, Indonesia e Irak.
27 El británico Jeremy Morse, director ejecutivo del Banco de Inglaterra, fue encargado

de presidir el grupo de los suplentes, es decir, de los 38 miembros que eran quienes real-
mente habrían de llevar a cabo el trabajo por su carácter de expertos. Dentro de este gru-
po figuraban Rinaldo Os sola, del Banco de ItaHa, y Otmar Emminger, deJ Banco Federal
de Alemania; ambos representaron un importante papel a lo largo de las sesiones del
grupo, junto con Paul A. Volcker (subsecretario del Tesoro de los EE.UU.) y Kafka, del
Banco Central de Brasil; Vicepresidentes del grupo eran Kafka y Solomon, este último
de la Reserva FederaJ de Jos EE.UU.
un cierto eufemismo podemos agrupar en «puntos de acuerdo» y «puntos
de desacuerdo» 28,

El primero de esos puntos de acuerdo, adoptado por unanimidad, consis-


tió en una voluntad de llegar a un sistema monetario internacional caracte-
rizado por tipos de cambio fijos pero ajustables. Con ello se planteaba de
cara al futuro la necesidad de evitar, como sucedió en el pasado, que un
país hubiese de adquirir o perder demasiados activos de reserva por el he-
cho de mantener paridades excesivamente rígidas y en consecuencia poco
realistas. Con un sistema de tipos de cambio fijos ajustab1es, como el pro-
pugnado, las modificaciones de paridad (en términos más estrictos, diría-
mos, del cambio central) serían utilizadas por lo normal como mecanismo
corrector de los déficit o superávit importantes de la balanza de pagos; en
tanto que para los desequilibrios transitorios bastaría con la ensanchada
banda de fluctuación. Para las modificaciones de paridad se pensó en que
habrían de establecerse una serie de criterios objetivos a fin de señalar la
necesidad de revisión, en uno u otro sentido, del modo más automático po-
sible.
También entre los puntos de unanimidad figuró el de convertir los DEO
en la base del SMI, con una disminución progresiva de la función del oro y
de las monedas de reserva, en línea con los antecedentes que ya hemos exa-
minado antes sobre ambas cuestiones. Recordemos que este propósito se
enunciaba en septiembre de 1973 y que el mercado doble del oro no se su-
primiría hasta noviembre.
Igualmente, se llegó al consenso en Nairobi en cuanto a la conveniencia
de atribuir al FMI mayores competencias y facu1tades. Decisión completa-
mente lógica, pues sin una autoridad central fortalecida sería dificil resta-
blecer la disciplina monetaria, por lo menos al nivel de lo conseguido por e]
viejo FMI controlado por EE.UU.; contubernio éste que estaba sumido aho-
ra en la más profunda crisis por la carrera de infortunios del dólar, agrava-
dos por el escándalo «Watergate».
Los puntos de desacuerdo resultaron numerosos. El primero de ellos fue
el relativo a los criterios objetivos conforme a los cuales modificar las pari-
dades. En este punto, EE.UU. estimó que el fundamental debería ser la po-
sición de reservas, significando que el país cuyas reservas aumentasen de
manera rápida debería revaluar automáticamente su moneda; en tanto que
aquél en proceso de contracción importante devaluar. Sin embargo, los so-

28 El detalle de estos acuerdos y desacuerdos puede verse en el Bulletin de Conjoncture


de la Banque de Bruxelles, octubre ] 973, págs. 9 y sigs. La versión comp1eta y oficial
de la situación y de las perspectivas tras la reunión de Nairobi es la del señor H. Johan-
nes Witteveen, director gerente del FMI ante el ECOSOC, el 16 de octubre de 1973
(puede verse Información Comercial Española, boletín semanal n.O 1.387, págs. 2.939 a
2.94l).
__ ..
._I.r.,"'P>:~·"!.· ·>oQ.~~<~~ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _..
"!,m,,""<t,.,.....~~o!~~~~

cios de la CEE, encabezados en este tema por Francia, excluyeron cual-


r
quier clase de automatismo, considerando que además de la situación de la
balanza de pagos y de las reservas monetarias debería tenerse en cuenta la
situación económica general del país. Igualmente, preconizaron la necesi-
dad de realizar consultas en el marco del FMI antes de cualquier modifica-
ción de la paridad.
La vuelta a la convertibilidad fue otro problema delicado, por afectar es-
pecialmente al dólar. Para EE.UU. tal decisión habría de depender de la
existencia de excedentes importantes en la balanza de pagos. Los países de
]a CEE insistieron por su parte en la posibilidad de convertir su stock de
dólares en otros activos de reserva distintos del oro, entre ellos los Dere-
chos Especiales de Giro.
Al igual que se aspiraba a suprimir el dólar como moneda de reserva
(decisión formal aceptada ex ante por EE.UU., pero sin ningún propósito de
instrumentarla efectivamente) se propuso, por mayoría, limitar de manera
gradual la función del oro en el SMI hasta retirarle toda utilización a efec-
tos monetarios. Como era de esperar, Francia y Sudáfrica presentaron obje-
ciones, por entender que el oro aún podría desempeñar un papel importan-
te. Y de ahí surgió el problema de aclarar cuál podría ser en el futuro tal
función, así como la relación entre el oro y los DEG.
No hubo acuerdo tampoco sobre la creación de DEG y la ayuda interna-
cional a] desarrollo. Los países menos desarrollados estimaron que la refor-
ma debería significar un aumento de la ayuda, en forma de emisiones com-
plementarias de DEG. Pero algunos países ricos, EE.UU. entre ellos, no se
alinearon con esta sugerencia, por temer que su aplicación pudiese signifi-
car una rápida depreciación de los DEG.
Por último, quedó sobre el tapete sin decidirse la cuestión --crucial en
tantos aspectos- de. qué habrían de ser realmente los DEG en el futuro:
unidad de cuenta, moneda de reserva, medio de pago, o las tres cosas a la
vez.
En resumen. puede afirmarse que los acuerdos logrados en la reunión en
Nairobi del Fondo Monetario resultaron insuficientes para pasar a la fase
de reelaboración de su convenio constitutivo. La decisión final consistió en
crear dentro del Comité de los Veinte cuatro grupos de trabajo (ajuste de
balanza de pagos, convertibilidad, liquidez internacional, y ayuda al desa-
rrollo), a fin de que estudiasen los puntos de desacuerdo. Con todo, los re-
sultados de Nairobi daban pie para pensar en que había un camino dificil
-pero camino al fin- para llegar a la Reforma. Sin embargo, la crisis
energética que se desencadenó el 16 de octubre de 1973 -a ella nos referi-
mos, extensamente, en el capítulo 17- supuso un nuevo contexto en el
cual la reforma del SMI se haría incomparablemente más dificil.
j , si :J t e in a mI) ne t a d o i nt e í na ( ¡(} na i: e t f MI

3.11 Las recomendaciones del Comité de los Veinte


Casi diríamos que inasequible al desaliento, el Comité de los Veinte, con
sus cuatro nuevos subgrupos de trabajo, siguió laborando tras la reunión
de Nairobi. De este modo, a mediados de junio de 1974 presentó su infor-
me final, en el cual, además de una orientación general sobre el futuro
SMI, propuso una serie de medidas inmediatas 29, insistiendo sobre todo en
una anterior declaración 30 sobre «medidas de comercio», la cual se invitó a
Jos países miembros del Fondo a suscribir, al objeto de contener las tenden-
cias unilaterales restrictivas que estaban generando la crisis energética y sus
secuelas.
Las recomendaciones del Comité de los Veinte (embrión del ulterior
«bosquejo» de reforma a que después hemos de referirnos) es posible resu-
mirlas como sigue:

a) La creación de un fondo «petrolero» por valor de 3.000 millones de


dólares, con base en los aportes de ocho productores de petróleo:
Abu Dhabi, Canadá, Irán, Kuwait, Libia, Omán, Arabia Saudí y Ve-
nezue]a. Podrían recibir préstamos de este Fondo aquellos países
que más hubiesen sufrido en sus balanzas de pagos el fuerte alza del
precio del petróleo. La duración de los préstamos sería de siete años
y el tipo de interés del 7 por 100. Este fondo (llamado Fondo de
Transferencia) fue efectivamente creado pocos meses después.
b) Una nueva valoración de los Derechos Especiales de Giro (DEG),
basada en una «cesta» de 16 monedas y no en el valor oficial de)
oro. (En el cuadro número 4 puede verse la composición de esa ces-
ta que estuvo vigente hasta enero de 1981, cuando se simplificó a
las cinco monedas que también figuran en el cuadro con sus valora-
ciones desde 1981 a 1995 y desde 1996).
c) Creación de un «Fondo dentro del FMh> dedicado a los países más
pobres. De esta idea surgiría, en septiembre de 1974, el «Comité de
Desarrollo» del que nos ocuparemos más adelante.
d) Establecimiento de un código sobre la flotación dirigida de los tipos
de cambio, con reglas de conducta precisas y detalladas.
e) Invocación a los países miembros del FMI para no caer en prácticas
de discriminación comercial y de proteccionismo, y así evitar graves
consecuencias que afectarían al conjunto del comercio internacional.
f) Creación de un nuevo Comité -el que luego se llamaría Interim
Comn1itee-, a fin de sustituir el de los Veinte, y que tendría como

29 Informe anual del FMI, versión española, ICE semanal~ n.O 1.435, 3 de octubre de
1974, pági-nas 2.703.
30 Nos referimos a la de enero de 1974, en virtud de la cual el propio Comité subrayó la

necesidad de evitar la escalada en las restricciones al comercio y los pagos.


Cuadro 4. Valoración deJ Derecho Especial de Giro 1974, 1981 Y
vigente (desde 1.1.1996)

Ponderaciones Unidades de moneda


porcentuales en un DEG

Divisa 1974 1981 1.1.96 1974 1981 1.1.96

Dólar USA 33,0 39 0,40 0,540 0,582


Marco alemán 12,5 21 0,38 0,460 0,446
Libra esterlina 9,0 1] 0,045 0,071 0,105
Franco francés 7,5 11 0,44 0,740 0,813
Yen japonés 7,5 18 26 34,000 27,200
Dólar canadiense 6,0 0,071
Lira italiana 6,0 47
Florín holandés 4,5 0,14
Franco belga 3,5 1,6
Corona Sueca 2,5 0,13
Dólar australiano 1,5 OJ2
Peseta 1,5 1,1
Corona noruega 1,5 0,099
Corona danesa 1,5 0,11
Chelín austriaco 1,0 0,22
Rand sudafricano 1,0 0,0082

TOTAL
~ ........ ... _..
~ ~
100,0
__
100,0
"'_IIIiI.'l~~g 111
100,0
G ilU11 nfi(! ......~l e ~~~~. Ii n y~~'WW ... '1.>;~~

FUENTE: FMI.

objetivo proseguir los trabajos conducentes a la reforma del sistema


monetario internacional; propósito que se llevó a cabo en septiem-
bre de 1974.
g) Puesta en marcha de un órgano conjunto del FMI y del BIRF, encar-
gado de transferir recursos a los PMD no productores de petróleo
más afectados por las crisis. Este Comité llegó a dotarse formal-
mente con un fondo de 25.000 millones de dólares, pero en la prác-
tica tales consignaciones (<<Fondo Kissinger») no fueron desembol-
sadas 3).

31 José Luis Mora, en ABe, n.O (?)~ del 19 de septiembre de 1974.

-ni4
stem~ monptario in

3.12 Las Asambleas del FMI de 1974 y 1975: nuevos


Comités, aumento de cuotas, desmonetización
del oro, y Reglas de Jamaica de 1976

Así las cosas, en la Asamblea del FMI celebrada en Washington del 30 de


septiembre al 3 de octubre de 1974, se entró en un análisis del «bosquejo»
preparado por el Grupo de los Veinte, que andando el tiempo se traduciría
en las «reglas de Jamaica». Pero en realidad, la atención de los países con-
currentes a la Asamblea se centró en el reciclaje de los Petrodólares acumu-
lados por los países de la OPEp, un tema al que también hemos de aludir en
el capítulo 17 por su trascendencia en la evolución de la crisis económica
general. Para estudiar tales cuestiones, la Asamblea decidió constituir los
dos nuevos Comités antes mencionados:

- El «Comité de Desarrollo» mixto del FMI y del BIRF, con dos tareas
a su cargo: a) prestar atención a los problemas de los países con me-
nores ingresos y más afectados por el impacto de la elevación de los
precios de] petróleo, y b) estudiar las necesidades a largo plazo de
los PMD 32.
El «Comité Interino de la Junta de Gobernadores del Sistema Mone-
tario Internacional» -el lnterim Commitee- que pasó a actuar
como continuador del «Comité de los Veinte» en la elaboración de
los planes de reforma del Fondo, trabajos que en un ambiente de in-
certidumbre se prolongaron a lo largo del último trimestre de 1974 Y
los ocho primeros meses de 1975.

En la reunión del FMI, también en Washington en septiembre de 1975~


tampoco se alcanzaron soluciones definitivas. Quedó claro que la dificil re-
forma del sistema monetario internacional no podría ser realizada «de una
vez por todas», sino lentamente. Y configurándola en tomo al núcleo de
dos ideas: la desmonetización del oro, y el consiguiente fortalecimiento del
DEO. En concreto, los principales acuerdos alcanzados fueron tres:

1. Aumento de las cuotas en un 32,5 por 100 como promedio, pasando


de 29.200 a 39.000 millones de DEG 33. Se introdujeron modifica-
ciones en los porcentajes de los diferentes socios, para atender a la

32 Al impacto de la crisis energética en los PMD se refirió en la Asamblea del BIRF su


presidente, Robert McNamara en ténninos dramáticos, afinnando que «los cambios re-
gistrados en los últimos doce meses (sept. 73-sept. 74) sólo son comparables a las con-
secuencias de una gran guerra». Para afrontar la nueva situación, McNamara propuso un
plan de emergencia del BIRF para invertir en cinco años 36.000 millones de dólares en
los PMD.
)3 La decisión final del aumento de cuotas se adoptó en enero de 1976.
nueva real ¡dad de las grandes reservas acumuladas. Los aumentos
fueron importantes para las cuotas de los países de la OPEP, en tan-
to que la participación relativa de EE.UU. disminuyó en un 20 por
100 del total. No obstante, como la proporción de votos necesarios
para cambiar las reglas del FMI se elevó al 85 por 100, Washington
siguió conservando de hecho la facultad de veto para las decisiones
importantes.
2. Abolición del precio oficial del oro, suprimiéndose definitivamente
cualquier intervención del mercado por parte de los Bancos Centra-
les. La cotización se dejó a merced de las «libres» fuerzas de la ofer-
ta y la demanda, lo que para algunos significó un reforzamiento del
oro como patrón efectivo, si bien en general tal decisión se entendió
como el primer paso serio para la desmonetización del sistema.
3. Reajuste en las reservas oro «propiedad» del FMI (918 millones de
onzas)~ con tres medidas simultáneas: devolución de 1/6 a los países
que aportaron metal al formaJizar su cuota; venta de otra sexta parte
en el mercado libre para formar con su contravalor el «Fondo Fidu-
ciario» de ayuda a los países menos desarrollados; y conservación
del resto (2/3) como garantía de las operaciones del Fondo y para
los fines que en lo sucesivo habrían de irse fijando.

Los acuerdos de Washington de septiembre de 1975, pusieron las bases


para la segunda reforma del Convenio del FMI (recordemos que la primera
se había producido en 1968 y que se tradujo en la aprobación del sistema
de los DEG).
Sobre la necesidad de una nueva revisión de las reglas de Bretlon Wo-
ods, había trabajado ampliamente el «Comité de los Veinte» que en 1974
llegó a plasmar su consenso en el Bosquejo antes mencionado, que desde el
momento de hacerse público fue objeto de viva controversia 34. El Bosquejo
se sometió a discusión en la Conferencia especial celebrada en Jamaica en
enero de 1976, de donde surgió el nuevo texto del convenio, que se aprobó
mediante voto por correo de los gobernadores del Fondo el 30 de abril de
) 976. Ratificado el Convenio, entró en vigor elIde abril de 1978 35 •
Las «reglas de Jamaica» significaron la legalización del reajuste de las
reservas oro propiedad del FMI y de la flotación de las monedas, el recono-

34 A. Wardhana (presidente), First outline of reform reported to Governors, IMF, Was-


hington, D. C. 1973. Existe versión española de M. y F. Varela Parache como apéndice a
su libro El Sistema Monetario Internacional. Presente y futuro, Editorial Planeta, Bar-
celona, 1974, págs. 213 y sigs.
35 El texto compJeto del convenio constitutivo del FMI tal como quedó tras su segunda

enmienda de ] 976 puede verse en versión española en el libro de Joaquín Muns, Orga-
nismos económicos internacionales. Documentos constitutivos, CECA, Madrid, 1977,
págs. 33 a 108.
\ ';telr¡? monetado irnernalÍonal: el FMI

cimiento de la posibilidad de que cada país miembro pudiese decidir su


propio régimen cambiarío, y la previsión de que el Fondo, por mayoría de
un 85 por 100 de votos, pudiese establecer regímenes cambiarios generales,
de forma que EE.UU. seguiría contando con su virtual derecho de veto al
disponer de un 18 por 100 del poder de voto.
Como es lógico, la desmonetización del oro y la consiguiente supresión
del sistema de paridades, obligó a una formulación renovada sobre cómo
hacer efectivas las cuotas. Para los nueve socios, en vez del sistema de cuo-
ta-oro por un 25 por 100 (recuérdese lo visto en 3.3.1.), se determinó que la
cuota ha de pagarse en un 25 por 100 en monedas de otros países, confor-
me a lo que especifique el FMI; en tanto que el 75 por 100 restante puede
desembolsarse en la propia moneda del país miembro. En cuanto a los au-
mentos de cuota, el 25 por 100 ha de reembolsarse en DEG, y el resto en la
moneda propia.
A partir de las reglas de Jamaica, los créditos del FMI se conceden en
DEG o en la moneda de uno o más países miembros, siempre a cambio de
una cantidad equivalente de la moneda del socio que contrae la deuda.

3.13 Las fluctuaciones del dólar (1976-1990)


Nueve meses después de Jamaica, en la XXXII Asamblea del FMI celebra-
da en Washington en septiembre de 1976, se apreció que las nuevas reglas
flexibles seguían siendo las únicas aplicables. Incluso el sistema de flota-
ción conjunta adoptado transitoriamente por algunos países de la CEE -la
«serpiente en el túnel» a que me refiero en el capítulo 8- fracasó en buena
medida por la continua especulación en torno a las monedas duras (DM,
yen~ florín, FS, etc.) y en contra del dólar. Por lo demás, la política econó-
mica norteamericana no favoreció la vuelta a la estabilidad en los tipos de
cambio y, desde luego, contribuyó negativamente a la cotización del dólar
en términos de DM, yen o FS hasta 1981. Ese año, con la política económi-
ca de Reagan (Reaganomics) de impulso a la economía estadounidense, au-
mentando los gastos de defensa, fue el origen de altos tipos de interés para
atraer capitales, lo cual -unido a una fuerte caída de la tasa de inflación y
a una progresiva recuperación de la economía norteamericana- supuso
una fuerte sobrevaluación del dólar respecto del DM y el Yen durante el
cuatrienio 1982-1985. El dólar, con esa firmeza se consolidó como patrón
monetario internacional, y las preocupaciones por la reforma del SMI se
vieron relegadas.
Sin embargo, como no hay nada eterno, desde 1985 el dólar -ante las
incertidumbres originadas por los crecientes déficit comercial y fiscal de
EE.UU.- comenzó un descenso considerable, que pronto amenazó con po-
sibles nuevos problemas: caída de la exportación de Jos países suministra-
dores de EE.UU. y graves consecuencias colaterales en los flujos financie-

~
ros. Para impedir una posible crisis, fueron produciéndose los tres acuerdos
de apoyo al dólar que rápidamente reseñamos:

1) Acuerdo de El Plaza, por el nombre del hotel neoyorquino en que se


reunieron representantes del Grupo de los Cinco -EE.UU., Japón,
Reino Unido, Francia y Alemania Federal- el 22 de septiembre de
1985, para frenar el alza del dólár, gracias a una actuación coordina-
da de los Bancos Centrales de «Los Cinco».
2) Acuerdo de El Louvre, por el nombre del palacio parisino en que se
reunieron representantes de <{Los Siete» (los Cinco más Italia y Ca-
nadá) el 22 de febrero de 1987, ante las caídas del dólar, a la inversa
de los del encuentro de El Plaza.
3) El Acuerdo «secreto» de los Bancos Centrales de los «Los siete»,
logrados en diciembre de 1987, para impedir un verdadero colapso
del dólar tras el lunes negro del 19 de octubre, cuando el índice
Dow Jones de cotizaciones de la Bolsa de Nueva York cayó 502
puntos en una sola sesión, arrastrando tras de sí al dólar.

Los tres casos reseñados fueron tantas intervenciones concertadas. Des-


pués de 1987 ha habido otras, en las que no vamos a entrar aquí, por tratar-
se de fenómenos frecuentes que se derivan del sistema de cambios flotantes
introducidos en 1973; y no sólo con episodios del dólar, sino también de
otras monedas como el yen y ciertas divisas europeas. Estas últimas, sufrie-
ron una serie de turbulencias de 1992 a 1995 a las que haremos referencia
en el capítulo 8 al ocuparnos del Sistema Monetario Europeo.
Todo lo comentado, y las tendencias recientes que marcan el nacimiento
del euro y su relación con el dólar, hacen pensar que Jos tiempos van estan-
do maduros para hablar de la necesidad de un nuevo SMI y de una nueva
moneda mundial, tema al que volveremos en 3.18.

3.14 Cuotas y formas de financiación del FMI

En la asamblea del FMI se plantea de tiempo en tiempo la posibilidad de


cambiar las cuotas de los países miembros, y en definitiva su poder de voto
(recuérdese 10 visto en 3.3.1.). Esas modificaciones son objeto de larga dis-
cusión. En el Cuadro número 5 figura el detalle de la cuota y de su porcen-
taje sobre el total en la actualidad de los 20 primeros Estados miembros por
orden de mayor a menor.
Por el cuadro es fácil apreciar que EE.UU. mantiene su poder de veto, al
disponer de una cuota superior al 15 por 100. Como también es evidente
que las cuotas del Reino Unido, Canadá, India~ Holanda y Bélgica, son
muy superiores a lo que correspondería por sus respectivos PNB, con base
en indudables inercias históricas como miembros fundadores del FML En

108
Cuadro 5. Cuotas de los miembros del FMI aI30.VI.98 1

Cuota Votos
Miembros Millones DEGs(l) (% total)

EE.UU. 26.526,80 17,66


Alemania 8.241,50 5,5
Japón 8.241,50 5,5
Reino Unido 7.414,60 4,95
Francia 7.414,60 4,95
Arabía Saudí 5.130,60 3,43
Italia 4.590,70 3,07
Canadá 4320JO 2,89
Rusia 4.313,10 2,89
Holanda 3.444,20 2,31
China 3385,20 2,27
Bélgica 3.102,30 2,08
India 3.055,50 2,05
Suiza 2.470,40 1,66
Australia 2333,20 1,57
Brasil 2.170,80 1,46
Venezuela 1.951.30 1,32
España 1.935,40 1,3
México 1.753.30 1,18
Suecia 1.614,00 1,09
Argentina 1.537,10 1,04
Indonesia 1.497,60 1,0 1
Resto del mundo 38.874,80 27,01

TOTAL 145.318,80 100,00

1 Un DEG equivalía el 8.VIII.98 a 1.3309 dólares.

FUENTE: FMI./n.forme anual. 1997.

cuanto a los recursos utilizados por el FMI para sus operaciones~ proceden
de las cuotas de los Estados miembros, de las disponibilidades de DEGs,
así como de Jos recursos obtenidos por el AGP ya comentado en 3.3.2. y
los conseguibles con los nuevos acuerdos de obtención de préstamos
(NAP), complementarios del AGP. En el cuadro 6 figuran los NAP acorda-
dos, y el cuadro 7 el resumen de los recursos utilizados por el FMI.
No hará falta insistir mucho en que los recursos mencionados resultan
insuficientes, habida cuenta de las grandes operaciones en que el FMI se
vio forzado a intervenir con ocasión de las crisis monetarias de 1997 y 98:
Cuadro 6. Nuevos acuerdos para la obtención de préstamos· (NAP)
T
t
1

Millones I¡
Participantes DEGs
f
Arabia Saudita 1.780 t
t

Australia 810 f
Austria 412
AMHK' 340
Banco de Suecia 859
Bundesbank 3.557
Banco Na1. Suizo 1.557
Bélgica 967
Canadá 1.396
Corea 340
Dinamarca 37J
España 672
EE.UU 6.712
Finlandia 340
Francia 2.577
Italia 1.772
Japón 3.557
Kuwaít 345
Luxemburgo 340
Malasia 340
Noruega 383
Países Bajos 1.316
Singapur 340
Reino Unido 2.577
Tailandia 340

TOTAL 34.000

________________ _____
Autoridad Monetaria de Hong
~ .__ __._____
Kong. )_.~_~ ~~~"~_.~_7____ ..
~~_._b_._rw_~~_.¡_., ___. _____
FUENTE: FMI, Informe anual, 1997. En 1998 se ampliaron los NAP para afrontar la crisis financiera
global.

México, Tailandia, Corea del Sur, Indonesia, Filipinas, Rusia, principal-


mente. Lo cual está haciendo pensar cada vez más, en que las aportaciones
del Fondo deben ser más bien pequeñas y más que nada para avalar a los
Estados con problemas, de modo que estos busquen su financiación com-
plementaria en otras fuentes, sobre todo de carácter privado, para lo eua],
evidentemente tienen que realizar las reformas necesarias a fin de tener
credibilidad.
j < :.¡ tema fnoneiario Hiter n lonal: el ffVlI

Cuadro 7. Recursos utilizados por el FMI (millones de DEGs)

30 de abril 30 de abril 30 de abril Variación


Conceptos de 1998 de 1997 de 1996 neta

Cuota de los países miembros 145.319 145.319 145.319 2


Crédito del FMI con cargo a la
CRG (saldo) 49.701 34.539 36.268 -5.162
Tramo de reserva de los países
miembros
En la eRO (saldo) 50.324 -36.103 -37.352 14.221
Otras cuentas por cobrar 56 -56 -56
Sal do admini strati vo en monedas -2 -1 2 -1

TOT AL MONEDAS Y TÍTU-


LOS-VALORES 144.638 143.698 144.181

CRG: Cuenta de recursos generales.


~,<. . . (\QIfi,¡Jf'·~,~""·",,,,4·'>.'J.W.iR<,...I'~~~~"""'~.~ I$:t ..... ~_t.IIl I ,JZZ" •
FL:E~n:: FMI, Informe anual, 1997.

En definitiva, el Fondo debe tener el carácter de órgano de aná1isis, de


avalista inicia], y de supervisor; pero no de acreditación global, pues enton-
ces sus necesidades de financiación serían virtualmente infinitas, y los Es-
tados en crisis tendrían demasiadas facilidades, y no aplicarían las refonnas
con suficiente rigor 36.
Con los recursos estudiados, el FMI proporciona asistencia financiera a
sus países miembros a través de distintos servicios. El volumen y la condi-
cionalidad del respaldo financiero varían según el carácter de los problemas
macroeconómicos y estructurales a resolver, así como de la política del
FMI para atender la necesidad de que se trate.

3.14.1 Servicios ordinarios


1. Política relativa a los tramos de crédito.

En virtud de sus servicios ordinarios, el FMI facilita crédito (respaldado


como garantía con la compra de moneda del acreditado) a los países miem-
bros en cuatro tramos o segmentos equivalentes cada uno al 25 por 100 de
la cuota.

36 «Funding the Fund», Financial Times, 27.XI.98; Nancy Dunne, «IMF, funds at 10-
west levelin 15 years», Financia! Times, 24.VII.98; «Treasure Depute Secretary Law-
rence Summers on Intemational Monetary Fund Funding», FYI, 8.VIII.1998.
Para retirar recursos en el primer tramo de crédito, los países miembros
deben demostrar que están realizando un esfuerzo razonable a fin de resol-
ver sus problemas de balanza de pagos.
Los tres tramos restantes, normalmente están relacionadas con acuerdos
sobre DEOs, que abarcan, por lo general, un periodo de uno a dos años, y
que exigen )a adopción de medidas macroeconómicas -fiscales, moneta-
rias y cambiarias- encaminadas a superar las dificultades de balanza de
pagos del país que se endeuda con el FMI.
Durante el período de vigencia del acuerdo se evalúa la aplicación de las
medidas (topes presupuestarios, de crédito y de deuda externa, y metas con
respecto a reservas). La transferencia de los recursos al país se hace por cuo-
tas trimestrales. Los reembolsos (con Ja recompra por el país acreditativo de
su propia moneda) se efectúan en un plazo comprendido entre 3 1/4 Y 5 años.

2. Servicio amp1iado del Fondo (SAF).

Además de lo visto en el anterior apartado 1, el FMI suministra crédito


por periodos más prolongados, mediante acuerdos en el marco del servicio
ampliado del Fondo; en virtud del cual se respaldan programas a mediano
plazo que normalmente abarcan tres años (o hasta cuatro en circunstancias
excepcionales), y cuyo objetivo es superar dificultades de balanza de pagos
atribuibles a problemas estructurales.
Por lo general, en el programa se indican los objetivos para el trienio, así
como las medidas específicas del primer año; los años posteriores, se está a
las evaluaciones periódicas. Los reembolsos se efectúan en un plazo entre 4
1/4 Y 10 años.

3.14.2 Servicios espedales

3. Servicio de financiamiento compensatorio y para contingencias


(SFCC)

Por esta vía se suministran recursos a los países miembros a fin de suplir
insuficiencias de ingresos a causa de menores exportaciones de las previs-
tas en mercancías y servicios; y también por un tema muy concreto: para
compensar el exceso temporal del coste por importación de cereales, atri-
buible a circunstancias ajenas al país acreditado.
En cuanto a las contingencias, se trata de ayudar al impulso de ciertas
reformas, ante la posibles aparición de perturbaciones externas: disminu-
ción de precios de exportación, aumento de precios de importación, y fluc-
tuaciones de los tipos de interés.
En los dos casos de SFCC, los reembolsos se efectúan en un plazo de 3
]/4 a 5 años.

-r12
o lnternadonat: el fMI

4. Servicio de financiamiento de existencias reguladoras.

, En el marco de este servicio, el FMI suministrá recursos para contribuir


a financiar las aportaciones de los países miembros a la formación de
stocks o existencias de regulación. Los reembolsos se efectúan en un plazo
de 3 1/4 a 5 años.

3.14.3 Asistencia de emergencia

5. Además de la asistencia para financiar la balanza de pagos en el


marco de los servicios ordinarios y especiales, el FMI presta la denomi-
nada asistencia de emergencia en forma de préstamos para ayudar a los
países miembros a superar problemas de balanza de pagos resultantes de
catástrofes naturales, repentinas e imprevisibles, o de situaciones de con-
flicto.

Para estos créditos no se establecen criterios de ejecución, ni suele esca-


Ionarse los desembolsos. En cuanto a los reembolsos, deben efectuarse en
un plazo comprendido entre 3 1/4 Y 5 años.

3.14.4 Servicios para los paises de bajo ingreso

6. Servicio de ajuste estructural (SAE).

En el marco de estos servicios, el FMI suministra recursos con ciertos


requisitos (condiciones concesionarias), para respaldar ajustes macroeco-
nómicos y reformas estructurales a mediano plazo, a favor de países de
bajo ingreso que se enfrentan a problemas persistentes de balanza de pagos.
Con la asistencia adecuada de funcionarios del FMI y del Banco Mun-
dial, el país demandante de este tipo de créditos elabora y actualiza un plan
de política económica a medio plazo (PPEMP), generalmente de una dura-
ción de tres años, que se reseña en un documento conteniendo parámetros
de política económica.
En el marco de ese plan, se formulan en detalle los programas anuales
que reciben el respaldo del FMI a través de los correspondientes giros
acordados. Estos programas incluyen indicadores de referencia trimestrales
a fin de evaluar los resultados. Los reembolsos se efectúan en un plazo
comprendido entre 5 1/2 Y 10 años.
1
í
¡
I
.... ~!I!.............,.~~""' •• ~~~-------------------

7 Acuerdos en el marco del servicio reforzado de ajuste estructural


(SRAE).

Difieren de los acuerdos en el marco del SAE en cuanto al alcance y ri-


gor de las medidas estructurales, y en 10 que respecta a los niveles de acce-
so, los procedimientos de supervisión y las fuentes de financiamiento. En
cierto modo son créditos complementarios para ultimar el cumplimiento
de] PPEMP. Los plazos de reembolso son los mismos que para el SAE
En el cuadro 8 puede verse la situación de créditos del FMI conforme a
las diferentes moda1idades estudiadas.

Cuadro 8.
~~~_._,_~_n ___
Operaciones del FMI (millones
___________
a_.~_'_.I_' __•____ de DEGs) F_;~ ~ í_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _

Disposición Reembolso 30 de abril 30 de abril


Clase de servicios de fondos de 1997 de 1998

1. Ordinario 9.027 1.104 ] 6.537 24.460


2. Ampliado de] Fondo (SAE) 2.824 948 9.463 11.339
3. Financiamiento compensatorio y
contingencias (SFCC) 650 1.335 685
4. Financiamiento suplementario 15 174 159
5. Para la transformación sistémica
(SAE y SER) 115 3.984 3.869
6. Política de mayor acceso 957 3.046 2.089

TOTAL 11.851 3.789 34.539 42.601


l." ,"<"iIw·.;¡••o",Aw"_:N1ttf~·~"" I!II ó\tlr 4' ".;¡,l"~~""t<h~'l)O'U.~'l8IId 1

FL'EN n::: FMI, Informe Anual, 1997.

3.14.5 PPME

El Director Gerente del FMI y el Presidente del Banco Mundial presenta-


ron en septiembre de 1996 un informe conjunto sobre un Programa de Ac-
ción para resolver los problemas de la deuda de los países pobres muy en-
deudados (PPME).
Dicho programa tiene por objeto hacer frente a las dificultades de los
PPME, a los cuales a pesar de aplicar políticas acertadas, les resultan insu-
ficientes los mecanismos tradicionales de alivio de la deuda para situar su
endeudamiento externo en niveles viables en el mediano plazo. En septiem-
bre de 1996, el Comité Provisional aprobó el referido Programa de Acción,
al que nos referimos con algún detalle en el capítulo 4.
:; : ¡ ' <" :. < "i: <~ .< • , ¡ ¡ : J {: t f M!

3.15 El FMI en los años 80 y 90

De los problemas principales que el FMI fue abordando en los años 80 y


90, cabe recordar tres: deuda de los países menos desarrollados, nuevos so-
cios, y crisis asiática~ que iremos examinando en apartados sucesivos.

3.15.1 Deuda externa

En síntesis., para lo que aquí nos interesa, debe subrayarse que el surplus de
petrodólares obtenido por los países de la OPEP desde 1973 por el alza de
los precios del crudo, se metabolizó a través de la gran banca internacional
hacia las naciones nlenos desarrolladas. A su vez, éstas, al realizar inversio-
nes poco adecuadas, sin retorno suficiente para reembolsar lo tomado a
crédito, acabaron entrando en una serie de moratorias en el repago de la
deuda, situación de ]a cual el FMI se ocupó en su Asamblea anual de Seúl
de octubre de 1985, que tuvo como eje principal el tema de la deuda. Según
el FMI la solución se centraba en tres puntos esenciales: crecimiento sólido
en los países industriales y lucha contra el proteccionismo~ para hacer posi-
ble la recuperación del comercio mundial; continuidad en la política de
ajustes en los países en desarrol1o~ y mayor nivel de flujos financieros hacia
los PMD.
En la reunión~ el secretario del Tesoro de Estados Unidos, 1. Baker, lan-
zó un plan destinado a que se concedieran por la banca privada 20.000 mi-
Hones de dólares en préstamos durante los años 1986-88, y para que el
Banco Mundial doblara los suyos; a cambio de que los países endeudados
adoptasen políticas de saneado crecimiento.
Sin embargo, la respuesta al «Plan Baken> por parte de la banca interna-
cional fue más bien cauta; aSÍ, un centenar de representantes de grandes
bancos reunidos en Washington, eJ 28 de octubre de 1985, lo calificaron de
constructivo~ aunque condicionaron su apoyo a que los Gobiernos dieran
seguridades de que compartirían los riesgos de cualquier nuevo préstamo a
esos países. En las secciones 4 a 6 del capítulo 4, volveremos sobre ese
tema.

3.15.2 Nuevos socios

Desde el punto de vista institucional, el hecho más notable del FMI en los
años 90 fue la ampliación del número de sus miembros, hasta lograrse la
afiliación casi universal, con 181 países representados. El grupo más nume-
roso entre los nuevos miembros lo constituyeron las 15 repúblicas resultan-
tes de la descomposición de la Unión Soviética.
No menos significativa fue la incorporación de Suiza, tras un referén-
dum ad hoc celebrado en mayo de 1992.
1
¡

Tan notable incremento en la afiliación, hizo necesaria una modificación


de las cuotas asignadas a cada país, con arreglo a las cuales se determina el
poder de voto de cada miembro, y su acceso a las distintas líneas financie-
ras. El cuadro 5 presenta los 20 países con mayores cuotas antes y después
de la IX revisión general todavía vigente 37.
La universalización de la representación del Fondo, y la entrada de dos
economías significativas como la rusa y la suiza, forzaron también una am-
pliación del Directorio Ejecutivo, que pasó de 22 a 24 miembros, doblándo-
se de esa forma el número de directores ejecutivos establecido originaria-
lnente en los acuerdos de Bretton Woods. Las dos nuevas «sillas»
correspondieron a Rusia y Suiza.

Dado que la mayor parte de los recursos financieros con los que cuenta
el FMI para llevar a cabo su actividad proceden de las cuotas de los países
miembros, en ] 990 se iniciaron los trámites para incrementar tales cuotas;
en novielnbre de 1992, se aprobó la ya mencionada IX Revisión General,
que supone un incremento de un 50 por 100 en los recursos disponibles (re-
cuérdese cuadro 5).

3.16 Sobre el futuro del FMI


La historia es bien ilustrativa. El Fondo Monetario Internacional fue desde
1944 hasta 1971 el centro del sistema monetario mundial, y aun después de
perdida la vigencia de sus términos convencionales como resultado de la
grave crisis internacional, continuó funcionando como centro negociador
de los países occidentales. En este sentido, el FMI es quizá la muestra más
nítida de cómo un organismo compuesto por multitud de naciones puede
servir fundamentalmente a los intereses hegemónicos de una de ellas
(EE.UU.). ASÍ, mientras el gobierno de Washington tuvo bajo control stocks
suficientes de metal amarillo, e1 FMI se basó en el llamado patrón de cam-
bios oro, en el dólar plenamente convertible. Pero en el momento en que el
oro comenzó a escasear en Fort Knox, y cuando, por consiguiente, la con-
vertibilidad empezó a ofrecer dudas a plazo medio, se pasó de hecho a un
patrón fiduciario, a la admisibilidad del dólar sólo sobre la base de la con-
fianza (jiducia es precisamente el término latino para expresar esa confian-
za). Se creía, o simplemente se aparentaba creer, que la convertibilidad se
haría efectiva nuevamente tan pronto como se superasen las dificultades de
la balanza de pagos norteamericana. Lo que desde luego estaba mucho me-

37 En este pasaje, seguimos muy de cerca el artículo de Fernando Delgado, «El papel
del FMI en 1992», Anuario El Mundo~ 1993, págs. 238 y 239.
, el FMI

nos claro es que EE.UU. tuviera la intención de desarrollar la política ade-


cuada para hacer realidad tales objetivos.
y a la postre, se llegó a la situación de hecho de la aceptabilidad del dó-
lar, en la doble función de su poder de compra de productos norteamerica-
nos o de su utilización como moneda internacional. Lo que equivalió a su
reconocimiento como billete de banco de validez universal, y a la conver-
sión del Sistema de la Reserva Federal de los EE.UU. en el banco central
de todo el mundo.
En ese contexto, el FMI dejó de ser el regulador del sistema monetario
internacional. (¿Hay algo menos regulado que los cambios flotantes que se
generalizaron en 1974 y que poco después se oficializaron de hecho con las
Reglas de Jamaica de 1976?)
En lo sucesivo, el FMI pasó a ser, fundamentalmente -en parte ya lo
puntua1izábamos en 2.8.-, un tribunal universal sobre ortodoxias moneta-
rias de sus países miembros. Y de hecho, las medidas para modular de al-
guna manera el tipo de cambio dólar/yen y dólar/DM --como los más re-
presentativos del mercado mundial-, se convirtieron en tareas adscritas al
G-7, o al G-5 (EE.UU., Reino Unido, RFA, Francia y Japón), o incluso al
que algunas veces se denomina G-3 (simplemente, EE.UU., RFA, y Japón).
Los acuerdos de «El Plaza» (1985), y de «El Louvre» (1986), mencionados
ya en 2.8 y en 3.13, fueron las primeras muestras de ello.

3.17 Comités y Grupos dentro del FMI

Para una mayor clarificación de la dinámica y las tensiones dentro del SMI
y en torno al FMI, recapitulamos 10 referente a los Comités y Grupos que
tienen una mayor o menor actividad colectiva en la escena monetaria mun-
dial.

3.17.1 Comité Interino


Su nombre oficial es «Comité Interino de la Junta de Gobernadores sobre
el Sistema Monetario Internacional». Como vimos en 3.10, se creó en octu-
bre de 1974, para asesorar a la Junta de Gobernadores del Fondo en la su-
pervisión del Sistema Monetario Internacional, así como para determinar la
estrategia ante las perturbaciones que pudieran amenazar al sistema; en rea-
lidad fue la institucionalización del Comité de los Veinte (recuérdense 3.9
a 3.1 1) que había diseñado las primeras medidas de reforma tras las crisis
de 1971-1973.
Tanto el Comité Interino como el que pasamos a ver --el de Desarro-
lIo-- son órganos oficiales del FMI, a diferencia de los Grupos que consi-
deramos después.
T
3.17.2 Comité de Desarrollo

El «Comité Ministerial Conjunto de la Junta de Gobernadores del Banco y


del Fondo sobre Transferencia de Recursos Reales a los Países en Desarro-
llo» --o simp1ificadamente Comité de Desarrollo-- se creó en octubre' de
1974, simultáneamente con el Comité Interino.
El Comité asesora e informa a la Junta de Gobernadores del Banco y del
Fondo en todo 10 relacionado con la transferencia de recursos a los países
en desarrollo.

3.17.3 Grupo de los Diez

E1 Grupo de los Diez se creó en 1962, al ponerse en marcha el Acuerdo


General de Préstamos (General Arrangement to Borrow, o GAB), del que
nos hemos ocupado en 3.3.2, y según el cual los Gobiernos de ocho países
miembros del FMI (Bélgica, Canadá, Francia, Italia, Japón, Países Bajos,
Reino Unido y Estados Unidos) y los Bancos Centrales de otros dos (Repú-
blica Federal de Alemania y Suecia) asignaron recursos al FMI para la con-
cesión de créditos a otros socios en determinadas circunstancias.
Suiza, que no es socio del Fondo fonna también parte del Grupo de los
Diez (que, por consiguiente, son once). En 1987, España intentó, sin éxito,
incorporarse a este Grupo, que se ha convertido en un foro de deliberación
económica y monetaria de gran alcance.

3.17.4 Grupo de los Veinticuatro

Se creó durante la reunión que «Los Setenta y Siete» (los PMD) de la pri-
mera UNCTAD de 1964 (véase el capítulo 6, apartado 6.3) celebraron en
Lima en 1972; para así representar, con un colectivo menos numeroso los
intereses de los países en desarrollo en las negociaciones monetarias inter-
nacionales en el marco de) FMI.
El Grupo de los Veinticuatro (no se confunda con el otro G-24, que for-
man los países más ricos del Norte industrial, de la OCDE), lo constituyen
ocho Estados miembros de África, ocho de Asia (que a todos los efectos in-
c)uye a Yugoslavia), y ocho de América Latina.

3.17.5 Gru po de los C;nco

El Grupo de los Cinco 10 forman los Estados miembros del Fondo cuyas
monedas son parte fundamental del DEG: Francia, República FederaL de
Alemania, Japón, Reino Unido y Estados Unidos. Se trata, pues, de las cin-
co mayores potencias económicas de la OCDE, y constituyen por consi-
guiente, eJ club más selecto de los superdesarrollados.

3.17.6 Grupo de los Siete

Lo forman los principales países industrializados cuyos jefes de Estado o


de Gobierno se reúnen anualmente en las cumbres económicas a las que
nos hemos referido en el apartado 2.8 del capítulo 2, y que hasta 1998 han
totalizado 24 encuentros cumbre, y muchos más ministeriales.

3.18 El Banco de Pagos Internacionales


Incluimos dentro de este capitulo sobre el FMI una referencia, aunque sea
breve, al Banco de Pagos Internacionales (BPI, Bank for lnternational Set-
tlements. o BIS), institución creada en 1930 (sus socios fundadores fueron
Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), con la finalidad
de establecer la ]iquidación de las reparaciones de la vencida Alemania con
los aliados vencedores, tras la Primera Guerra Mundial; conforme a lo esti-
pulado en el Plan Young. No obstante, ya desde el principio se acordó que
el Banco también funcionaría para coordinar las políticas monetarias de sus
seis socios constituyentes, lo cual sirvió de pauta para la pervivencia de la
entidad más allá de la razón principal de su creación. El BPI tiene su sede
en Basilea y se rige por una convención intergubernamental, dentro de la
cual Suiza le confiere un fuero especiaL
Desde 1948 a 1955, el BPI fue agente de la Unión Europea de Pagos, y
después de 1955 asumió la misma función respecto del Acuerdo Monetario
Europeo. Todo lo cual resituó a la institución en la escena internacional con
un papel relevante. Más tarde, al avanzarse en la integración europea, el
BPI se convirtió en Secretaría del Comité de Gobernadores de los Bancos
Centrales de ]a CEE, siendo asimismo depositario del Fondo Europeo de
Cooperación Monetaria; y oficina ejecutiva del propio Sistema Monetario
Europeo desde que empezó a funcionar en 1979.
Además de todas esas funciones, el BPI es agente de la OCDE, y actúa
como coordinador de los empréstitos emitidos por la CECA, siendo~ por
otro lado, lugar habitual de encuentro del Club de los Diez, que como he-
mos visto en 3.3.2, en este mismo capítulo, constituye el dispositivo del
General Agreement fo Borrow, GAB, o segunda línea de recursos disponi-
bles por e] FMI para la concesión de créditos. Como Secretaría del G-l O, el
BPI se ocupa del análisis y de la búsqueda de soluciones a problemas fi-
nancieros internacionales concretos, para lo cual realiza estudios y elabora
propuestas de carácter muy diverso.
Los accionistas del BPI son los bancos centrales de los Estados de la UE
y otros del resto del mundo, la mayoría de los países con una cierta estabili-
dad económica. Facilita a sus socios la gestión de créditos, anticipos con
garantía y operaciones de dobles (swap); igualmente compra y vende oro, y
toda clase de monedas, por cuenta de sus partícipes.
En el curso de las fluctuaciones económicas más recientes, y sobre todo
a partir de 1960, el BPI ha ido adquiriendo una significación creciente
como verdadero Banco de bancos centrales. Y de hecho, en su sede, los
Gobernadores de los institutos emisores de los principales países del mun-
do, se reúnen para intercambiar toda clase de informaciones, analizar pro-
blemas, e incluso entrar en concertación de políticas monetarias.
Especial importancia tiene de cara a la estabilidad financiera global, el
conjunto de normas que han ido emanando del BPI, respecto de la regula-
ción de las instituciones financieras., y de la subsiguiente supervisión, para
garantizar su eficiencia; y sobre todo, su solvencia y responsabilidad en la
administración de los recursos propios y ajenos. Es muy posible que como
consecuencia de la crisis financiera global de 1998, el BPI participe activa-
mente en el diseño de la nueva arquitectura financiera internacional, en su
faceta de regulación y supervisión, de cara a dar mayor respetabilidad y se-
guridad a los sistemas bancarios de los países emergentes; precisamente,
los más afectados por la crisis, según se verá en el capítulo 18.

3.19 La compleja envolvente financiera mundial


Naturalmente, sería un, olvido inexcusable, en un libro como éste, en la par-
te más relacionada con los movimientos financieros internacionales, no ha-
cer una referencia, siquiera sea breve, a lo que en el epígrafe llamamos en-
volventefinanciera mundial.
Resultaría poco riguroso pensar que con organismos como el Fondo Mo-
netario Internacional y el Banco Mundial, ya está perfectamente regulado
todo: 10 relativo a flujos monetarios y financieros por un lado, y lo concer-
niente a créditos y prestamos por el otro. La realidad es bien distinta.
Desde 1973 --como ya vimos en este mismo capítulo, al referirnos al paso
del patrón cambios oro al todavía vigente patrón dólar-, la inconvertibilidad
dólar/oro y después las dos devaluaciones del billete verde, condujeron a una
gran fluidez en los mercados; no sólamente para los tipos de cambio, ya flo-
tantes, sino también a efectos de los flujos financieros de todas clases.
La tendencia apuntada, se fortaleció y expandió con la crisis energética;
que empezó a manifestarse en toda su dureza en 1973 (como cumplidamen-
te veremos en detalle en el capítulo 16 de este mismo libro). Fue así como
se crearon las grandes acumuJaciones de dólares en los países petroleros, y
fundamentalmente en el área de la OPEP de los llamados petrodólares. E
incapaces de invertir tan ingentes cantidades de capital, los países produc-
· él FMI

tores de crudos situaron sus reservas en la banca internacional; que rápida-


mente las recicló en forma de créditos, fundamentalmente a países menos
desarrollados, con la consecuencia que también se examinará en este libro,
en el capítulo 4, al analizar la cuestión de la desbordada deuda externa.
Pero lo que aquí queremos poner de relieve, más que los fenómenos
apuntados anteriormente, es la circunstancia de que esos voluminosos re-
cursos financieros, tuvieron gran repercusión en la mana financiera inter-
nacional. Concretamente, los mercados bursátiles se reactivaron de manera
formidable. A ]0 cual ayudó la libre circulación de capitales y de las demás
operaciones de pagos, que fue generalizándose en el mundo; en la inten-
ción, por parte de casi todos los paises, de atraer las mayores cantidades po-
sibles de los fondos ociosos disponibles por causa de las crisis energéticas.
A lo cual se unió la gran diversificación que se experimentó en la gama de
activos en los mercados bursátiles, que florecieron de manera inusitada;
rompiendo la calma tradicional de las meras emisiones de acciones y obli-
gaciones, creándose cualquier clase de instrumentos de financiación (wa-
rrants, pagarés, junk bonds o bonos basura, etc).
En segundo término, el hecho de que ya no hubiera una organización del
Sistema Monetario Internacional con tipos de cambio fijos entre las princi-
pales monedas, permitió una auténtica eclosión de la operativa cambiaria;
las instituciones financieras más agresivas pasaron a encontrar en ella un
fértil mercado de ganancias, a base de jugar con las expectativas de futuras
diferencias en los tipos de cambio de las diversas monedas. Esos mercados
se organizaron conforme a nuevas tecno1ogías informáticas, con operadores
funcionando prácticamente las veinticuatro horas del día de manera ubicua.
El paradigma de tal actividad llegó a serlo el financiero norteamericano de
origen húngaro George Soros, con su fondo de inversiones, Quantum que
obtuvo beneficios formidables, especialmente desde 1992, con el acoso a
las monedas más débiles en brete de devaluación 38,
Por último, por si no fuera poco el ya comentado desarrollo de los mer-
cados bursátiles y cambiaríos, puede decirse que el factor de impulso más
notable de la nueva envolvente financiera del mundo, se concentró en los
derivados; es decir las transaciones de opciones y futuros sobre cualquier
clase de valores subyacentes, ya sean emisiones públicas, commodities, va-
lores bursátiles, Índices de bo1sa, etc.
Los mercados de derivados, son de crecimiento teóricamente infinito,
con cualquier clase de nuevos productos cada día, y también con induda-
bles riesgos. Lo cual se puso de manifiesto en 1995, con la crisis de uno de
los bancos británicos más antiguos, concretamente el Barings Brothers,

3R Sobre los derivados en general, The Economist, «The mug and its adventures» (27-
IlI-] 995, pág. 78). Sobre Soros, L. Malkin, «Secret of George Soro's Success is No Se-
cret», IHT, 19-VIl-1995, pág. 2.
cuyo joven ejecutivo, Nicholas Leeson, creó las condiciones de una gran
expansión, que un día se vio brutalmente interrumpida por la caída de los
mercados de futuros de Japón; a consecuencia del gran terremoto de Kobe,
que dificilmente pudo prever 39.
Todos los fenómenos comentados sobre flujos espectaculares de dinero
electrónico, son los que puso de relieve loel Kurtzman en su libro La muer-
te del dinero, donde señaló cómo la desregulación financiera y la tecnolo-
gía de las computadoras, hicieron posible que las transacciones en los mer-
cados superasen los 200 billones de dólares al año a la altura de 1992
(billones continentales y no anglosajones). Esto es, más de 10 veces el PIB
anual conjunto de los países industrializados. Esas cifras de Kurtzman, ya
se han quedado cortas.

Así las cosas, se han levantado voces pidiendo la regulación de produc-


tos y mercados; lo cual parece de todo punto imposible -ni el FMI ha ba-
rajado esa hipótesis-, pues esos controles supondrían una fuerte contrac-
ción de la actividad financiera internacional; lo cual seguramente 'llevaría a
un auténtico colapso global. Además de que sería necesaria una burocracia
ingente, que nadie parece estar dispuesto a pagar a estas alturas, tras haber-
se probado las mieles de la desregulación 40.

3.20 La crisis asiática


Cuando en el verano del 97 se apreciaron los primeros síntomas de la deno-
minada crisis asiática, la actitud más general fue rechazar cualquier posibi-
lidad de contagio a la economía de los países occidentales. Después, las co-
sas tomaron otro cariz, estimándose que el ahondamiento de la inflexión
económica podría traducirse en efectos muy negativos para gran parte del
mundo.
Las desventuras empezaron con las depreciaciones, las turbulencias
cambiarias de las monedas: primero el bath tailandés, luego la rupia de In-
donesia, y más tarde el ringgit de Malasia, seguidamente el peso filipino, y
el won de Corea del Sur. El origen de tales colapsos hay que verlo en el
cansancio del crecimiento económico y más concretamente en los aumen-
tos de salarios en todo el área, en paralelo a una mejora mucho menor de lo
esperado en productividad en contraste con la fuerte competitividad de
China. Y tras los primeros episodios de dificultades de exportación y caída
de los cambios, la propia crisis alimentó el proceso: la incidencia en los ba-

39 Sobre las aventuras y desventuras de Leeson en el Barings~ H. G. Chva-Eoan,


«Going for Broke», Time, 13-111-1995, pág. 12.
40 Richard Lapper, «Regulators aim to gird the globe», en Financial Times, lO-VIIl-

1995, pág. 12.


3. El sistema Olú ¡lt:"L; i

lances de las empresas fue dramático, por e] fuerte endeudamiento de las


empresas en dólares~ casi siempre sin ninguna clase de asesoramiento.
La segunda fase de la crisis, la bancaria, no tardó en ponerse en mar-
cha: las entidades con la morosidad al alza, entraron en quiebra técnica, y
hubieron de cerrar, o de solicitar la ayuda de los organismos financieros. A
su vez, tales circunstancias llevaron a la tercera fase: la contracción de la
demanda interna originada por el enc~recimiento de los precios de las ma-
terias primas de importación, junto con las dificultades de obtener nuevos
créditos, generaron el rebrote de la inflación, y las protestas por la carestía
de la vida se hicieron presentes. Y se vieron seguidas por amplios tumultos
con un máximo de virulencia en Indonesia; donde a las circunstancias co-
mentadas se unía e] malestar preexistente por el despótico dominio de
Suharto desde 34 años atrás.
Por otra parte, del borde chino-japonés de la complicada trama asiática
tampoco llegaron noticias muy halagüeñas. El Celeste Imperio fue Jibrán-
dose de la devaluación de] renminbi, preservándose también de ese modo el
encaje del dólar de Hong Kong con el de EE.UU. Pero siempre en medio de
toda clase de dudas sobre por cuánto tiempo podría mantenerse esa línea de
resistencia, en caso de no decidirse Pekín a realizar las grandes reformas
necesarias en la banca pública y en las empresas estatales, que se revelaron
más dificiles de ]0 previsto por la evidente ralentización del crecimiento
económico y el despunte del paro.
En el caso de Japón, la crisis financiera, latente desde años atrás, se acen-
tuó con la especulación bancaria en bolsa e inmuebles. Así, al caer las coti-
zaciones bursátiles y los precios del suelo las entidades financieras vieron
deteriorarse sus posiciones. Lo cual, a su vez, podría ocasionar muchos dis-
gustos en caso de liquidar los nipones una parte importante de sus carteras
en la Bolsa de Nueva York y en deuda federal de EE.UU. Por otro lado, se
hizo patente la inundación de productos japoneses a consecuencia de un yen
desbordado de la intensa depreciación (de 90 yenes por dólar en 1992 a casi
150 en 1998). Así pues, la situación global devino preocupante en el vasto
espacio económico de los países de la ASEAN, China, Corea del Sur y Ja-
pón, que en su conjunto suponen el35 por 100 de la población mundial.
En la Asamblea del FMI y Banco Mundial en Hong Kong, de septiem-
bre de 1997, Japón propuso crear un Fondo Monetario de los Países Asiáti-
cos, con una capacidad de financiación de 100.000 millones de dólares y
virtualmente en régimen de independencia del Fondo originario de 1944.
Sin embargo, la propuesta fue muy mal acogida por la Asamblea, por en-
tender que esa segmentación era inadecuada en tiempos de gIobalismo.
Además, se agregó, en caso de no ser tan estricta la disciplina del nuevo or-
ganismo como la del FMI, los países asiáticos relajarían el rigor de sus po-
líticas económicas 41 en grave demérito de los propósitos de estabilidad.

41 «An Asían IPM?, The Economist, 27 .IX. 97


En tales circunstancias, el FMI no regateó esfuerzos para ayudar a los
países en crisis, habiéndose llegado a un monto de nuevos créditos para el
área de 120.000 millones de dólares (agosto de 1998), 10 cual dejó las
capacidades financieras del Fondo casi exhaustas (incluidos los recursos
del G-l O) 42, Siendo por ello necesario la ampliación de financiación extra
-cuota, para 10 cual resulta indispensable que EE.UU. dé su visto bueno a
nuevas facilidades con el desembolso completo de su cuota en el FMI y de
otras sumas a través del G-l O Y de los NAP; a lo cual se opone, en el Con-
greso de EE.UU., el Partido Republicano.
Aparte, como era inevitable surgió toda una polémica sobre si el FMI
actúa correctamente en la crisis, pues con su apoyo a los sistemas financie-
ros de los países más afectados, podría estar generando, mediante las políti-
cas de más rigor a la hora de dar créditos, una contracción mayor en las po-
sibilidades de financiación de las empresas 43.
Por lo demás, el FMI carecía de medios suficientes y de la agilidad ne-
cesaria para intervenir en todos los escenarios de la crisis. En tales circuns-
tancias, no es extraño que las decisiones más urgentes provinieran de
EE. UU, a los que ya nadie se atreve a denominar gendarme internacional o
señor de los destinos económicos 44. Después de la caída del muro de Berlín
(1989), todo el universo mundo confia en que cualquier problema sólo po-
drá resolverse desde Washington D.C. En tales trances, Mr. Clinton despa-
cha a sus ecoguerreros (eco por economía, no por ecología, que de eso ya
se ocupa Al Gore): los Greenspan, Rubin y Surnrners, como mensajeros,
casi apagafuegos de los desordenes financieros en curso.
En el contexto que hemos ido viendo, debe recordarse que en junio de
1998 el gobernador del Banco Central de China hizo un llamamiento a las
autoridades japonesas a fin de que se esforzaran por estabilizar el yen, ante
la posibilidad de que el renminbi tuviera que ser devaluado después de tan-
tas promesas de que no sucedería tal cosa.
Frente a esa situación, EE. UU. intervino durante algunos días, en julio de
1998, para sostener el yen. Pero al formarse a finales de ese mes el nuevo
gobierno nipón, con el Sr. Obuchi a la cabeza, éste decidió dejar al yen en
caída libre, creándose de ese modo una situación de máximo peligro en me-
dio de la crisis de mediados de agosto de 1998 (devaluación rusa, rumores
de lo mismo en Venezuela e India, grandes quebrantos en las bolsas, etc.).
En conclusión, los trances económicos de la crisis asiática, y la prosperi-
dad de EE.UU. y de la UE, se hallan demasiado próximos entre sí como

42 «Treasury Deputy Secretary Lawrence Summers on International Monetary Fund


Funding» FYI, 8.VllI.98; Nancy Dunne, «IMF funds at lowest levelin 15 years», Finan-
cia/ Times, 24.VII.98.
43 Pueden verse las crisis al respecto en numerosas publicaciones. entre ellas, Leo Gau-

goh, «Asia Metdown, The End ofthe Miracle?», Capstone~ Oxford, 1998.
44 Philip Stephens , <<A European Script» , Financial Times, 19.VI.98.
para que cada autoridad ande por su lado. Era necesario, como tantas veces
se ha dicho, un Segundo Bretton Woods, para proporcionar mayor estabili-
dad. En el capítulo 18 pueden verse los siguientes episodios de la crisis de
1998, y en el capítulo 2.8. ya se han expuesto las ú1timas decisiones en el
marco del G-7 en pro de una nueva arquitectura financiera internacional.

3.21 Globalización y cuestiones monetarias


En definitiva, la globalización -a la que tantas referencias venimos ha-
ciendo a lo largo de este libro--, tiene en el mundo financiero su máximo
exponente, por la gran cantidad de instituciones públicas, y sobre todo pri-
vadas, que actúan en el mercado, con recursos dinerarios casi increíbles por
su magnitud que se vehiculizan por doquier con la intermediación.
y si hubiera que preguntarse por qué hay tales sumas en el mercado, la
respuesta no parece dificil: nunca en la historia deltnundo había habido un
período de paz tan prolongado como el que se inició en 1945, tras la Se-
gunda Guerra Mundial; y sobre todo desde 1975, ya pasada mucho antes la
Guerra de Corea (1950/53) y recién finalizado el conflicto de Vietnam.
Aunque hoy se den lnuchas guerras de baja intensidad --como cínica-
mente se les denomina, a pesar de su gran mortandad-, no es menos cierto
que todos los países ricos se libran de esa plaga, y que por ello mismo están
en condiciones de beneficiarse de una acumulación pacífica virtualmente
sin limites: no hay más destrucción de vidas y de activos materiales, las dos
secuelas de la conflictividad bélica.
En tales circunstancias, los flujos de capital entre las distintas partes del
planeta han crecido de manera extraordinaria, hasta el punto de que las insti-
tuciones de Bretton Woods se han convertido en pequeños prestamistas por
comparación con el movimiento global de fondos (sólo en 1997, unos
400.000 millones de dólares de inversión extranjera directa). Ante esa situa-
ción, se han levantado voces para preguntar el por qué mantener tales insti-
tuciones en vida~ cuando ya cuentan bien poco en términos cuantitativos.
Con base en toda una serie de principios de la teoría económica neoclá-
sica, los detractores de las dos entidades de Bretton Woods vienen a decir
que su alcance directo es reducido y su efecto negativo; pues en vez de fa-
cilitar un ajuste rápido y eficaz, dan su apoyo a situaciones insostenibles,
que de otra manera se disolverían por las fuerzas de mercado a través de
quiebras que, en medio de no pocos traumas, darían el impu1so definitivo
para sanear.
Pero las mencionadas no son razones suficientes para desmantelar el
FMI ni tampoco el BIRF. Aparte de que por ese camino llegaríamos a hacer
otro tanto con Jos gobiernos nacionales (10 cual algunos ya se atreven a de-
cir), el FMI y el BIRF deben seguir existiendo como parte del tejido institu-
cional de las Naciones Unidas, porque:
:1 (:. " 1 ' '1 >

- cotltribuyen a un mejor conocimiento de la realidacL merced a sus es-


tadísticas, análisis y estudios,
configuran un sistema de ayuda oficial recíproca en tiempos de cri-
sis, que sirve de base para nuevos flujos privados que no se moverían
sin el aval de lo que públicamente están haciendo las entidades inter-
nacionales~
formulan recomendaciones de política económica para el manejo de
situaciones difíciles, configurando así una intervención de fuera;
que hace más fácil el imponer, dentro, medidas que de otro modo se-
rían dificiles de instrumentar,
asumen, en los últimos tiempos, una guerra muy estimable contra la
corrupción y el crony capitalisln,
- están orientándose a favor al desarrollo sostenible, con mayor con-
ciencia ecológica.

Lo cual no quiere decir que las dos agencias especializadas de las Na-
ciones Unidas no necesiten muchas y muy profundas reformas.

3.22 Moneda mundial y agencias monetarias

La única forma de disnlinuir y a la postre acabar con las turbulencias mo-


netarias, es la creación de áreas de moneda común mucho más anlplias. Ese
es el propósito, precisamente, de la Unión Monetaria Europea, que estudia-
remos con detenimiento en el capítulo 8. Y como propuso The Economist
en 1987, parece inevitable a largo plazo un acuerdo de estabilización entre
las grandes monedas mundiales --desde 1999 dólar, euro, y yen-; que al
final incluso l1eve a la aparición de una moneda común. Para ese futurible,
The Economist acuñó el nombre de Phenix, fijando el año 2017 como hori-
zonte para su posible instauración.
La Unión Monetaria Europea, ya con el euro desde elIde enero del 99,
está contribuyendo a las tendencias indicadas, al despertar la idea, en otras
áreas económicas, de crear las condiciones para nuevas monedas comunes.
Tal es el caso señaladamente de Mercosur, al cual el Presidente Menem de
Argentina propuso, en 1997, una moneda común, para así poner fin a los
problemas de cambio dentro de lo que es una unión económica en progre-
so 45. La iniciativa está siendo objeto de interesantes estudios; y otro tanto

45 Entre otros estudios sobre el tema, Roberto Zhaler «La Unión Monetaria Europea y
la creación del euro: relevancia e impacto en América Latina», en Integración & Co-
mercio (1997), y Julimar da Silva, Curso de Doctorado de la UAM de 1998 sobre la
Unión Monetaria Europea y el Tratado de Amsterdam.
1 ':1 ¡ l nat: el Ft4J

puede decirse de la rumoreada incorporación de México y Canadá, dentro


del TLC (véase luego el capítulo 11) al dólar de EE.UU.
En la hipótesis de que el proyecto fuera adelante, seguramente 10 haría a
través de una Junta Monetaria con el dólar como referente --como ya suce-
de en Argentina - , o con una moneda cesta del dólar y del euro.
Precisamente por las razones vistas, debemos hacer una breve reseña de
esta fonna de organización monetaria, bastante desarrollada en el mundo y
que en la América hispanohablante ganó notoriedad con el Plan de Conver-
tibilidad de Argentina (1992), que estableció una nueva relación del peso
con el dólar, a base de un tipo de cambio fijo del peso con el billete verde
(1 xl), con un sistema de encaje automático entre ambos signos moneta-
nos.
Esa decisión y toda la política subsiguiente fue la base de la estabilidad
monetaria, cierto que con un número de desempleados relativamente alto, y
un nivel de rentas muy bajas para algunos sectores de la población. A pesar
de lo cual, nadie quiere la vuelta a las hiperinflaciones del pasado, ni a sus
dolarizaciones anárquicas. Aquella época de dinero fácil, de la plata dulce
como dice un famoso tango, se acabó para no volver.
De hecho, lo que Argentina hizo con la política aplicada por el tandem
Menem / Cavallo para salir de la pesadilla inflacionista, constituyó una ver-
dadera adhesión unilateral a la Unión Monetaria de EE.UU.; manteniéndose
desde entonces, las dos monedas en circulación conjunta y en total conver-
tibilidad. Y en el caso extremo -por reducción al absurdo- de que la falta
de credibilidad del peso originase su cambio masivo por dólares, podría l1e-
garse al uso exclusivo del billete verde, en una fase de Unión Monetaria
que significaría un paso más; en el que se encuentra, por ejemplo, Panamá,
que virtualmente no tiene moneda propia ya que el Balboa es de hecho
simbólico, y todo lo más sirve para unidad de cuenta a efectos internos.
En el cuadro 9, figuran las agencias monetarias actualmente existentes
en el mundo con base en el dólar, el franco francés, el DM y otras mone-
das. Como puede verse, es un número de 'países considerable, muchos de
los cuales tienen estrechos vínculos con sus antiguas metrópoJis. Sin incluir
todavía el caso de Rusia y otras naciones para los cuales se ha preconizado
la aplicación de esta idea.

I
Cooperaciun é(OnOm

Cuadro 9. Agencias monetarias según el tipo de cambio vinculado a

Dólar de EE.UU. Franco francés Otras

Angola Benin Bután (rupia india)


Antigua y Barbuda Burkina Faso Bosnia - Herzegovina (DM)
Argentina Camerún Brunei (S$)
Bahamas ' Chad Estonia (DM)
Barbados C o more s Kiribati I (A$)
Belice Costa de Marfil Lesotho (SAR)
Yibuti Guinea-Bissau Namibia (SAR)
Dominica Guinea Ecuatorial San Marino I (Lit)
Granada Gabón Swazilandia (SAR)
Islas Marshall ' Malí
Lituania I Níger
Micronesia Rep. Centroafricana
Omán Rep. Del Congo
Panamá I Senegal
Saint Kitts y Nevis Togo
Santa Lucía
San Vicente

NOTAS: DM= marco alemán; S$ = dólar de Singapur; A$= dólar autraliano; SAR = Rand de Su-
dáfrica; Lit = lira italiana
1 El país utiliza como de curso legal la moneda a la que está vinculado su tipo de cambio.
FUENTE: FMI, Infonne Anual, 1997.
4. Financiación del
desarrollo: el BIRF y los
demás mecanismos
internacionales

4.1 El Banco Internadonal de Reconstrucción y Fomento


(BIRF)
El desarrollo económico es el resultado de una serie de fuerzas interrelacio-
nadas, entre las cuales el capital es uno de los elementos básicos. Un ele-
mento del que, por sus características estructurales, los PMD en general
son agudamente deficitarios. De ahí, el interés por el estudio de los meca-
nismos -y fundamentalmente el BIRF- de ayuda económica internacio-
nal en lo relativo a financiación; estudio que más adelante, en el capítulo 6,
habremos de ampliar con los nuevos planteamientos hechos en la UNC-
TAD sobre financiación complementaria y financiación compensatoria.
Como ya hemos visto en 3.1., en Bretton Woods (1944) se estudiaron las
circunstancias previsibles y los grandes mecanismos económicos institucio-
nales deseables para la posguerra. De aquella reunión surgieron el FMI y el
BIRF.
El Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRD/BIRF), ge-
neralmente conocido con el nombre de Banco Mundial, se creó por el Con-
venio de 22 de julio de 1944, con el propósito de «ayuda a la reconstruc-
ción y fomento de los territorios de los países miembros, facilitando la
inversión de capital» l.

IArtículo primero, 1, del Convenio Constitutivo. Su texto puede verse en M. Vareta,


Organización Económica Internacional, Ariel, Barcelona, 1965, págs. 232-252, donde

~
C.ooperd f HJn t~(onórnica internacional

Para desplegar estos propósitos nació el BIRF con un capital autorizado


de 10.000 millones de dólares, que se había elevado a 21.000 millones en
1960, y a 22.000 en 1970. El 30 de junio de 1993 su capital era de 184.147
millones de dólares, suscrito por 160 Estados socios.
En el Convenio fundacional, el capital suscrito por cada miembro debía
desembolsarse en un 2 por 100 en oro o en dólares, y el resto hasta un 20
por 100 en moneda del propio país. El restante 80 por 100 quedaba como
fondo de garantía para respaldar los bonos emitidos por el Banco en los
Mercados de capitales, emisiones que son su principal fuente de recursos.
Desde 1959, con la ampliación de capital de 10.000 a 21.000, los dos ante-
riores porcentajes del 2 y del 18 se redujeron a la mitad. La lTRSS, al igual
que casi todos los demás países del Este de Europa (excepto Rumania), y
análogamente a lo sucedido con el FMI, no llegó a convertirse en socio del
Banco.
El capital del Banco fue asignado en 1944 a los países miembros en de-
terminadas proporciones. Inicialmente, el 37 por 100 a EE. UU., 13 por 100
al Reino Unido, 12 por 100 a la URSS, 6 por 100 a China, 4,5 por 100 a
Francia y 4 por 100 a la India. Las suscripciones de capital guardan rela-
ción con las cuotas de los miembros del Fondo Monetario Internacional que
refleja la posición económica relativa de los distintos países (recuérdese el
cuadro 5 del capítulo 3).
La sede del Banco está en Washington, D.C., desde donde es dirigido
por una Junta de Gobernadores (uno por cada país miembro), un Consejo
de Directores Ejecutivos (diecinueve) y un Presidente. Es decir, una organi-
zación análoga a la del FMI, siendo también parecida la forma de votación:
cada país posee 250 votos, más un voto por cada acción de 100.000 DEG.

Ya vimos que los préstamos a realizar por el Banco habían de tener dos
finalidades básicas: reconstrucción de los países afectados por la segunda
guerra mundial, y ayuda al desarrollo -fomento- de los países subdesa-
rrollados. El primero de esos dos objetivos comportó una serie de présta-
mos en los primeros años de vida del Banco (1945-1947) a países como
Francia, Dinamarca, Holanda y Luxemburgo. Estos préstamos representa-
ron en total 497 millones de dólares. Sin embargo, rápidamente se apreció
que, por ]a escasez de recursos, el BIRF no podría atender a las ingentes
necesidades de capital que exigía la reconstrucción de las economías devas-
tadas por la segunda guerra mundial. De hecho, la misión del Banco de
ayuda a la reconstrucción quedó superada con la Ayuda Marshall, a la que
ya nos hemos referido in extenso en el capítulo 2.

igualmente figuran los convenios constitutivos de la eFI (págs. 252-266) y de la AID


(págs. 267-282).
oUo: el 81Rf y tos demas me(an~smos internacionales

A partir de 1948, el Banco se centró en operaciones de préstamos a los


países subdesarrollados, que se otorgan en base a proyectos específicos que
por sus especiales características (monto muy elevado, necesidad de bajos
tipos de interés, vencimientos muy largos) no puedan obtener financiación
convencional. Por supuesto, se ha de contar siempre con garantías suficien-
tes por parte del país miembro prestatario, y en caso de no ser el propio go-
bierno el prestatario directo, la concesión del crédito debe ir precedida
siempre a la plena garantía gubernamental 2 • En el cuadro 1 se sintetizan
conjuntamente la actividad del Banco y de la Asociación Internacional de
Fomento (AIF).
La necesidad de estudiar los proyectos, para evaluar adecuadamente su
rentabilidad, ha hecho del BIRF un organismo no sólo de financiación, sino
también de asistencia económica. Normalmente, una vez planteada una
operación, el Banco envía al país en cuestión una Misión de Estudio para
realizar todas las investigaciones necesarias. Pero además de esos trabajos
de evaluación, el Banco también lleva a cabo análisis sobre el desarrollo
global de los países miembros que se lo soliciten. Desde 1949, en que se
hizo un análisis completo para la economía de Colombia, el Banco Mundial
ha realizado numerosos estudios de este tipo, que en general son de no
poco interés. Entre ellos, los hay prácticamente para todos los PMD.

Los créditos del Banco Mundial (BM) son normalmente a largo plazo,
hasta veinte años. Los proyectos financieros pueden ser energéticos, de
transporte, telecomunicaciones, industrias de base, desarrollo industrial,
mejora agraria, urbanismo, etc. Los tipos de interés, que en principio eran
muy bajos (4,5 y 5 por 100), han ido elevándose a medida que las circuns-
tancias del mercado internacional de capitales lo han ido haciendo inevita-
ble.
Los recursos utilizados por el BIRF provienen de los desembolsos por
suscripciones de capital de sus miembros, de Jos empréstitos que emite en
los mercados financieros, del reembolso recibido por los préstamos conce-
didos, y de sus ganancias o beneficios. Su principal fuente de ingresos lo
constituyen sus empréstitos (90 por 100) 3.
El BIRF practica políticas financieras prudentes, que se traducen en un
nivel de endeudamiento reducido en relación con su capital. De manera que
en ningún momento el importe de sus préstamos pueda exceder el total del

2 Además de la obra de Jacques A. L 'Huillier La Coopération Economique lnternatio-


na/e, Medicis, París, 1957 (y sus diversos suplementos), sobre el BIRF es de interés e1
trabajo de Alee Cairncross The IBRD (Princeton University Press. Princeton, N. Jersey
1959), así como la publicación del propio Banco The World Bank. Policies and Opera-
fions, Washington, D. C.~ 1957.
3 Éste y los párrafos siguientes proceden del artÍCulo de José Manuel Fresnillo «Banco

Mundial», en BICE, 29 de marzo de 1993, págs. 835 a 838.


.,..

Cooperación económica internacional

Cuadro 1. Créditos acumulados BIRF I AIF (30.VI.1996)



Il~.~ $1_ n ¡

N° País
N° pro-
yectos
Millones
US$ 0/0 I
I México 155 26.332,5 6,97
2 Turquía 126 12.798,4 3,39
3 Pakistán 183 10.749,7 2,85
4 Nigeria 98 7.151,1 1,89
5 Yugoslavia 90 6.114,7 1,62
6 Tailandia 114 5.635,8 1,49
7 Rumania 45 4.100,3 1,09
8 Polonia 23 4.053,5 1,07
9 Péru. 73 3.974,1 1,05
]0 Túnez 104 3.840,8 1,02
11 Venezuela 33 3.171,7 0,84
12 Tanzania 102 3.138,1 0,83
13 Zambia 65 2.281,4 0,60
14 Sri Lanka 77 2.267,8 0.60
15 Uganda 60 2.249,3 0,60
16 Sudán 56 1.5] 8,9 0,40
17 Mozambique 28 ] .500,0 0,40
]8 Zimbabwe 31 1.496,6 0,40
19 Zaire 66 1.481,5 0,39
20 Senegal 80 1.477,9 0,39
21 Nepal 64 1.394,1 0,37
22 Uruguay 40 1.372,2 0,36
23 Portugal 32 1.338,8 0,35
24 Víet Nam 12 1.301,7 0,34
25 Yemen ]03 1.254,7 0,33
26 Ucrania 7 1.015,8 0,27

Total 26 primeros 113.011,4 29,92


Otros 42 Países 264.669,4 70,08
TOTAL 68 PAÍSES 377.680,8 100,00
.....·v .... J • r 'In'W

FUENTE: Banco Mundial, Informe Anual, 1996.

capital desembolsado y de garantía, y de las reservas y sus rendimientos.


Asimismo el Banco presta a un tipo de interés variable, que viene determi-
nado por el coste de los créditos que capta. Los préstamos los realiza sólo en
la moneda en que capta sus recursos, manteniendo una estrecha relación en-
tre ]as monedas que conforman su fondo de reservas y las de sus préstamos.
Los préstamos pueden ser:' a) específicos; b) sectoriales; c) préstamos a
través de instituciones financiera~; d) asistencia técnica, o e) asistencia para
emergencias.
El tipo de interés de los préstamos BIRF es variable, y se fija semestral-
mente medio punto por encima del coste de obtención de los recursos en
los mercados internacionales. El plazo de amortización oscila entre doce y
quince años, incluyendo un período de gracia de entre tres y cinco años.
Los préstamos se hacen tan sólo a gobiernos, o a instituciones que pue-
dan obtener garantías gubernamentales.
El BIRF no suele financiar el total del coste del proyecto; tan sólo la
parte que debe adquirirse en divisas, lo que supone de media alrededor de]
40 por 100 del monto global. El resto de la financiación es obtenido de los
países prestatarios y de otros organismos multilaterales, y de bancos comer-
ciales que suelen cofinanciar proyectos con el BM. No obstante, existen al-
gunas excepciones a esta regla general. Asimismo ha de mencionarse que
la cofinanciación puede ser conjunta (el proyecto es cofinanciado global-
mente) o en paralelo (cada organismo financia un paquete del proyecto con
sus propias reglas de licitación).
Los sectores a los que va dirigida la financiación del Banco son muy va-
riados, desde la agricultura tradicional hasta los grandes proyectos de infra-
estructura como son la construcción de puertos, carreteras, sistemas de
aducción de aguas, centrales eléctricas, etc., si bien es cierto que el Banco
financia, con carácter creciente, proyectos en el sector de la educación, sa-
nidad, desarrollo urbano y rural, población, industria y telecomunicaciones.
Por regiones, la mayor parte de ]a financiación ha ido, en el último ejer-
cicio, a Asia (33 por 100), Europa e Iberoamérica (23 por 100) Y África (15
por 100).
Aunque la responsabilidad de la selección de las empresas contratistas
es del prestatario, éste debe someterse a una serie de reglas fijadas a la hora
de la negociación y firma del préstamo. En la mayoría de los casos se acu-
de a la licitación competitiva internacional, ya que esta fórmula permite
conseguir mejor los objetivos fijados por el Banco.

Un aspecto de la política del Banco Mundial, que ha sido objeto de críti-


ca muy generalizada -al igual que respecto al FMI- es el de su intima
conexión con los intereses concretos de la política exterior de EE.UU. En
función del ya analizado sistema de voto ponderado, por estar su sede en
Washington, y por el «hecho tradicional» de que su presidente es siempre
norteamericano, esa crítica al BIRF tiene una elevada dosis de realidad. De
hecho, el Banco Mundial ha servido en muchas ocasiones de instrumento
de presión de los EE.UU. El caso más ostensible fue la negativa que en los
años 50 se dio a Egipto en su petición de medios para financiar la construc-
ción de la presa de Assuan. Esa decisión del Banco se atribuyó a la actitud
de Nasser de no alineación con la política preconizada por EE.UU. para el

~
Cooperación f:'lcnórnlcd internacional

Oriente Medio. La consecuencia fue la solicitud de El Cairo a la URSS


para obtener asistencia financiera y técnica; su aceptación marcó el co-
mienzo de la hasta entonces más importante operación soviética de ayuda a
un país subdesarrollado.
Una crítica más de la que es objeto el BIRF, radica en el limitado volu-
men de sus recursos. Con un capital de garantía a todas luces insuficiente,
el BIRF no ha podido desplegar una actividad decisiva en pro del desarrollo
económico de los PMD. Esta limitación puede explicarse en buena parte
por las aspiraciones de expansión comercial de los países industriales, que
prefieren mantener sus propios cauces bilaterales, que se traducen en la
concesión de créditos «ligados» o «vinculados»; es decir, préstamos que
comportan la obligación al 100 por 100, o en una proporción considerable,
de comprar los suministros en el propio país prestamista. Con este tipo de
prácticas no sólo se favorecen las exportaciones de los países industriales,
sino que además se refuerzan los mecanismos para mantener la dependen-
cia económica y, en definitiva, la satelización política de los PMD.
Será de interés destacar, por último, en esta panorámica general del
BIRF,' que el Banco se ha propuesto seguir las recomendaciones de la lla-
mada Comisión Brundltand, e integrar los temas del medio ambiente en sus
organizaciones. A tal efecto, ha creado un Departamento de Ambiente, a
fin de editar Documentos ad hoc para cada país prestatario. En la sección
4.7 figuran algunos detalles al respecto.

4.2 Los organ;smos conexos del B:lRF: :lDE, CFI, AIF y OMGI

Por la limitación originaria de sus facultades, y por el propio desarrollo ló-


gico de sus funciones, en tomo al BIRF se han gestado otras cuatro organi-
zaciones internacionales: el Instituto de Desarrollo Económico (IDEJEDI),
la Corporación Financiera Internacional (CFI/IFC), la Asociación Interna-
cional de Fomento (AIF/1 DA) , Y el Organismo Multilateral de Garantía de
Inversiones (OMGI/MIGA) 4,
ElIDE fue creado por el BIRF en 1955, como centro de formación y
perfeccionamiento de funcionarios públicos de los Estados miembros del
Banco. Tiene su sede en Washington, D.C., y anualmente organiza un Se-
minario de seis meses de duración sobre problemas de formulación y ejecu-
ción de políticas de desarrollo, con estudios intensivos en los que se apro-
vechan las experiencias recogidas por las Misiones del Banco. En este

4 Además, dentro del BIRF funciona un «Servicio Especial de Asistencia para el África

del Sur del Sahara» (Servicio Africano) y el Centro Internacional de Arreglo de Dife-
rencias Relativas a Inversiones (CIADI). Sobre el grupo del BIRF, Ana Robles Gonzá-
lez, «El Banco Mundial en 1992», en BICE, 29 de marzo de 1993, págs. 1530-1537.
1i{~'idrrollo: el BIRf y tos dEmas mecanlsmos internacionales
.
sentido, elIDE ha desarrollado una labor considerable, y son muchos los
expertos en desarrollo del Tercer Mundo regresados del Instituto.
ElIDE produce materiales didácticos (en inglés, francés y español), cu-
yos temas abarcan desde la planificación macroeconómica, la fijación de
precios y las políticas de desarrollo hasta el diseño, la evaluación, y la eje-
cución de los proyectos de inversión y la evaluación de los efectos de los
mismos. La mayoría de los cursos relativos a proyectos están en la actuali-
dad organizados de manera sectorial. Desde mediados del decenio de 1970,
el Instituto ha ampliado considerablemente sus actividades de captación en
los países en desarrollo, en colaboración con instituciones regionales y na-
cionales se1eccionadas.

La CFI, Corporación Financiera Internacional, tiene su origen en una


propuesta hecha por el Presidente de EE.UU., Harry S. Truman, en 1950,
para facilitar ayuda a los países subdesarrollados. En su propuesta, Truman
planteaba la conveniencia de que además de canalizarse créditos a los go-
biernos o a las entidades avaladas por éstos, como ya venía haciéndose en
el caso del BIRF, también se concediese asistencia financiera directa a pro-
yectos de carácter privado.
La propuesta de Truman pasó por diversas incidencias, hasta que en
1954, el entonces Presidente del BIRF, Eugene R. Black, planteó una serie
de propuestas concretas, a las que se dio el nombre de «Plan Black», el cual
se tradujo el 20 de julio de 1956 en la creación de la eFI por los mismos
países que ya eran miembros del Banco.
La CFI está facultada para invertir en empresas privadas de países sub-
desarrollados. La inversión se materializa a través de la compra por la CFI
de obligaciones emitidas por las empresas acreditadas. Tales obligaciones
pueden ser ulteriormente vendidas por la Cooperación, momento a partir
del cual adquieren el carácter de convertibles en acciones.
Además de proporcionar fondos y de ayudar a obtener capital en présta-
mos y para capital social, la Corporación realiza esfuerzos para infundir
confianza a los inversionistas y promover las oportunidades de inversión en
el mundo en desarrollo. Usa sus propios recursos para ayudar a los inver-
sionistas a reunir el financiamiento, la tecnología y la administración que
se necesitan para establecer empresas productivas.
Para disminuir los costes administrativos de la actividad financiera de la
CFI, se exige un mínimo de 500.000 dólares de inversión, del que la CFI ha
de aportar, por lo menos, 100.000 dólares. Al 30 de junio de 1985, la CFI
tenía una cartera de inversiones de 1.985 millones de dólares, lo que da
idea de su actividad más bien modesta.

Así como el BIRF y la CFI exigen que los proyectos objeto de financia-
ción sean rentables, la Asociación Internacional de Fomento (AIF) tiene fa-
cultad para facilitar recursos «en condiciones más flexibles y menos gravo-

~
Cooperación económica internacional

sas que las usuales, a fin de contribuir a impulsar los objetivos de expan-
sión económica deJ BIRF y a secundar sus actividades)}.
La AIF fue creada en 1960, a instancia del BIRF, por presión de los países
en desarrollo. Pueden ser miembros los países participantes en el Banco; su
sede también está en Washington, D.C., pero no dispone de esquema funcio-
narial propio, por lo cual, viene a ser una línea especial de crédito del BIRF.
La asistencia de la AIF se concentra en los países muy pobres, particu-
larmente en los qué en 1981 tenían un producto nacional bruto per cápita
inferior a 681 dólares al año (en dólares de 1979). Hay más de 70 países
que pueden recibir fondos de la AIF según ese criterio.
Todos los países miembros del Banco Mundial pueden serlo de la AIF.
Los fondos que facilita la Asociación, denominados créditos, para distin-
guirlos de los préstamos del Banco, provienen en su mayor parte de las sus-
cripciones y las reposiciones generales de recursos que realizan sus países
miembros más industrializados y desarrollados, de aportaciones especiales
de sus miembros más ricos, y de transferencias de parte de los ingresos ne-
tos del Banco Mundial. Las condiciones de los créditos de la AIF, que se
conceden solamente a gobiernos, comprenden periodos de gracia de diez
años, plazos de vencimiento de cincuenta años y ningún cargo por intere-
ses, si bien se cobra un cargo por servicios de 0,75 por 100 anual sobre la
parte desembolsada de cada crédito. La actividad financiera viva de la AIF
puede verse -junto con la del Banco- en el cuadro l.
Aunque el papel de la AIF es interesante, habida cuenta del carácter no
reproductivo de las inversiones que financia, la verdad es que tiene escasa
incidencia en el desarrollo económico de los PMD. Por otra parte, como en
el caso del BIRF y la eFI, el peso de EE.UU. en la AIF (no se confunda
con la Agency for International Development, AID, del Gobierno nortea-
mericano) le da un predominio casi absoluto en sus decisiones de inversión,
lo que tiene las ya vistas secue]as de presión económica y política.

Por último, como cuarta entidad autónoma del Grupo del BIRF, hemos
de referimos al Organismo Mundial de Garantía de Inversiones, concebido
en 1986 y oficialmente constituido en junio de 1988. Se trata de una insti-
tución de fomento que aspira a potenciar el flujo de inversiones a escala in-
ternacional, especialmente de los países industriales del Norte a los menos
desarrollados del Sur, garantizando a los inversionistas frente a los riesgos
políticos y otros no comerciales (su sigla en inglés es MIGA).

4.3 Otros organismos y entidades internaoonales de


asistencia finandera y técnica al desarrollo
Además del grupo de instituciones del Banco Mundial, existen otros orga-
nismos internacionales que de forma más o menos específica tienen como
4. i- IfL-1

finalidad la ayuda a los PMD. Si hubiera que buscar algún común denomi-
nador a todos e1los, habría que verlo en las Naciones Unidas y sus diferen-
tes derivaciones. Pero igualmente hemos de hacer algunas referencias a
otras entidades -al margen de la ONU-, como los bancos regionales de
desarrollo, la Corporación Andina de Fomento, las instituciones de la CEE,
el CAD, etc.

A) Naciones Unidas (Decenios de Desarrollo)

A comienzos de la década de 1960 se dieron los primeros pasos en favor de


una acción mundial e integrada en pro del desarrollo. En diciembre de
1961, la Asamblea General declaró los años 1961-1970 como Primer De-
cenio del Desarrollo, fijándose como meta global un crecimiento acumu-
lativo anual del 5 por 100 del PNB (en diez años un 63 por 100). Como ve-
remos en el capítulo 6, en gran medida la creación de la UNCTAD y la
celebración de sus dos primeras reuniones plenarias de Ginebra (1964) Y de
Nueva Delhi (1968) fueron la instrumentación del primer decenio. Y aun-
que los objetivos fijados no se cumplieron cabalmente, lo cierto es que
concienció sobre el profundo abismo entre países ricos y pobres.
El 24 de octubre de 1970, la Asamblea General de las Naciones Unidas
proclamó el Segundo Decenio del Desarrollo (1971-1980), con un plan de
acción en el que ya se mostraba un mejor conocimiento de la realidad y de
los problemas. El plan para el segundo decenio englobó una diversidad de
objetivos respecto al crecimiento económico, subrayando al mismo tiempo
la necesidad de eliminar los obstáculos al progreso social, representados
por el paro, la enfermedad, las desigualdades de ingresos, los escasos me-
dios de enseñanza, las penurias de vivienda, etc. Para cubrir estos objetivos,
se estimó que los países desarrollados habrían de aportar al desarrollo de
los menos avanzados un 0,7 por 100 de su PNB. Tema sobre el que volvere-
mos en el capítulo 6 al ocuparnos de la UNCTAD y de las re)aciones Nor-
te/Sur.
Después de la experiencia de la primera y segunda décadas para el desa-
rrollo, el enfoque para el tercer decenio (1981-1990), se hizo de distinta
forma, pues no en vano había podido comprobarse la complejidad del tema,
que además se vio aún más dificultado por la persistente crisis económica
que se desencadenó en 1973. En realidad, para la tercera década las aspira-
ciones de los países pobres en las Naciones Unidas se polarizaron en la
idea del Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI), al que también
nos referimos extensamente en el capítulo 6. Basta destacar aquí que el ob-
jetivo final del NOEI consiste en una «ronda global de negociaciones»
cuya celebración ha sido encomendada a un Comité sobre todo (Committee
of the Whole), en el que están representados los intereses de las distintas
áreas y tendencias de las Naciones Unidas.
(ooperaoon

B)
(Ji :,Jp0rnicd lnternaClonal

Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)


T
El PNUD es el cauce más importante de cooperación multilateral de carác-
ter técnico en la fase de la preinversión. Hasta ahora, el Programa ha traba-
jado en 150 países y territorios menos desarrollados, prácticamente en to-
dos los sectores económicos y sociales, pero especialmente en las áreas
agrícola y pecuaria, silvicultura, minería, energía, transporte, comunicacio-
nes, vivienda, turismo, salud, educación, desarrollo comunitario, medio am-
biente y planificación 5.
El PNUD se financia con contribuciones voluntarias de los miembros de
las Naciones Unidas y de sus agencias especializadas.

C) Bancos e instituciones regionales y subregionales de desarrollo 6

Los integran los países de una misma área geográfica, si bien en algunos
casos existen asociados de otras zonas, generalmente países industriales.
Sus recursos, aparte del capital que procede de los Estados socios, se obtie-
ne a base de la emisión de bonos que se co]ocan en los mercados intema-
ciona]es. Los países de la OPEP han tomado muchas de esas emisiones.
Los Bancos de Desarrollo son cuatro: El Banco Interamericano de Desa-
rrollo (BID); el Banco Asiático de Desarrollo (BAsO); el Banco Africano
de Desarro]]o (BAID), y el Fondo Arabe para el Desarrollo Económico y
Social (FADES); e) BID nació en 1961, el BAID en 1964, el BAsD en 1967
y el FADES en 1968. Actúan concediendo préstamos a los tipos de interés
de mercado. Sin embargo, los préstamos que otorgan a los PMD de cada
zona gozan de una serie de ventajas en cuanto al plazo y tipo de interés.
De entre los Bancos de Desarrollo, han adquirido especial relevancia el
BID y el BAID. El BID, en su nueva etapa abierta en abril de 1988 con el
nombramiento de Enrique V. Iglesias como Presidente, se propuso contribuir
de modo más consistente a la modernización de América Latina; en el BID
tales propósitos tropiezan con la aspiración de EE.UU. de contar con un
virtual derecho del veto sobre los préstamos 7. En el caso de BAID, sus fun-

5 Jackson Capacidad del sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo, 2 vols.,
t

Naciones Unidas, Ginebra, 1969.


6 Henri Bonnet, Les institutions financíeres internationales, PUF, París, 1970, págs. 43-

47~ UNCTAD, Las instituciones multilaterales de financiación del desarrollo, Nueva


York, 1985. Y sobre todo, el número de B/CE, de 29 de marzo de 1993, que lleva el tí-
tulo general «Un gran mercado: la financiación multilateral». Además de los sistemas
de apoyo que veremos luego, en B/CE hay interesantes referencias a los Fondos Medite-
rráneos, los Fondos de países en desarrollo de Iberoamérica y Asia, Ayuda Alimentaria
de la CE, y Programas PHARE y otros para los países del antiguo COMECON.
7 Declaración de E. V. Iglesias a El País, 18 de abril de 1988. Puede verse, además, Fer-

nando Mier Durante, «El Grupo del BID», B/CE, 29 de marzo de 1993, págs. 838-843.
~~·...,4.;~_w._ _ _ _ _ _ _ _ _'j_LOS BIRF
_ctenld'::-
___ metd
___ s,mos
_ _ _ _ _ __ internacionales

ciones se han reforzado sustancialmente con el Programa Especial de las


Naciones Unidas para los Países del África Sub sahariana 8.
Hay que anotar, además~ las instituciones multilaterales de financiación
del desarrollo a nivel subregional, como son el Banco Centroamericano de
Integración Económica, la Corporación Andina de Fomento, el Banco de
Desarrollo del Caribe, el Banco Africano Occidental de Desarrollo, el Ban-
co de Desarrollo de los Estados de África Central, el Fondo de Coopera-
ción de la CEDAO (Comunidad Económica de los Estados de África Occi-
dental) y el Banco Árabe para el Desarrollo Económico de África.
Hay que mencionar así mismo el Fondo Europeo de Desarrollo (FED) 9
Y el Banco Europeo de Inversiones (BEI). El FED es el principal instru-
mento de cooperación financiera y técnica entre la Comunidad Económica
Europea y los países y territorios asociados a la misma. Sus donativos y
préstamos en condiciones especiales son completados con préstamos acor-
dados por la BEI. En ambos casos, se trata de ayudas y créditos a las anti-
guas colonias, a fin de facilitar el desarrollo de infraestructuras técnicas,
sanitarias, educativas, etc. Sin embargo, el monto por ambos conceptos
apenas supera ]0 simbólico por comparación con las ingentes necesidades
de los países receptores que son los ACP (África, Caribe y Pacífico) de los
que nos ocupamos con algún detalle más en el capítulo 8.
El Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD), se creó
en abril de 1991 como respuesta a las necesidades de financiación
de los países de Centro y Este de Europa a raíz de su proceso democratizador 1o•
El capital, suscrito por 39 países, la Comunidad Económica Europea y el
Banco Europeo de Inversiones, asciende a 10.000 millones de ECUs.
Los objetivos generales del BERD -que tiene su sede en Londres-
son el asesoramiento, concesión de préstamos, participaciones de capital y
garantías, a aquellas empresas u organismos que lo soliciten y cuyo fin sea:
1) incentivar la transición hacia la democracia y la economía de libre mer-
cado, y 2) promover la iniciativa privada y empresarial en los países de Eu-
ropa Central y del Este.
En concreto, puede decirse que el BERD es una combinación de banco
de negocios y banco de desarrollo. Así, por lo menos el 60 por 100 de su
financiación debe dirigirse tanto a empresas del sector privado como a las

8 Para detalles sobre el BAtD, Ana Bravo García, «Grupo del BAtD»; Maria Teresa
Calvete AlguaciL «La financiación directa de] BAfD,) , Ambos artículos, en HICE, 29 de
marzo de 1993, páginas. 844-849.
9 Fernando Salazar Palma, «El FEO. Posibilidades de exportación», BICE, 29 de marzo

de 1993. págs. 852-860.


\O En este pasaje seguimos casi literalmente el texto del artículo de José Manuel Fresni-

llo, «Banco Europeo para la Reconstrucción y Desarrollo», en HICE, 29 de marzo de


1993, págs. 896 y 897.
que estén llevando a cabo un programa de privatización. El resto puede ir
dirigido a proyectos en el sector público, de infraestructuras, etc.
Otro de los objetivos del Banco es promover el desarrollo sostenible, respe-
tando el medio ambiente, de las economías de los países antes mencionados.
El Banco sólo concede financiación de acuerdo con criterios comercia-
les y de solidez bancaria y de inversión.
Los recursos del Banco provienen del capital desembolsado o por de-
sembolsar, que asciende a 20.000 millones de ECUs, y de 10 obtenido en
los tnercados financieros. El tipo de financiación que el Banco puede ofre-
cer es bastante amplio, pero siempre siguiendo criterios de mercado, más
que concesiona]es o de subvención. '
Con carácter general puede decirse que el BERD aplica las reglas del
Acuerdo del GATT sobre procurement público~ es decir, a las licitaciones
para e] suministro de bienes, obras o servicios de proyectos financiados por
el Banco.
La experiencia inicial del BERD no ha sido especialmente brillante por
su burocracia, sus dispendios en instalación y decoración, y por el increíble
comportamiento manirroto y saprofitico de su primer Director, Jacques At-
tali, antiguo asesor del Presidente Mitterrand. Ante las críticas que se le
formularon, Attali dimitió en junio de 1993 11 Y Jacques Larosü~re, antiguo
Director Gerente del FMI fue elegido nuevo director de] BERD, quien supo
reestructurar y dinamizar la institución.

D) Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE. Ayudas de los


países petroleros (OPEP y OPAEP)
El CAD se creó el 14 de diciembre de 1960 en el marco de la OCDE. Son
miembros de este Comité la República Federal de Alemania, Australia, Aus-
tria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Holanda, Italia,
Japón~ Noruega, Nueva Zelanda, Suecia, Suiza, Reino Unido, Irlanda, Espa-
ña (desde 1992)" y la CE. Los lniembros del Comité exalninan y coordinan,
de forma periódica, los programas de ayuda a los países en desarrollo a nive1
bilateral o multilateral. Lo cual no significa que e1 CAD sea un organismo.
Más bien, se trata de un centro de coordinación dentro de la OCDE.
Por otro lado, ante la presión de los países pobres, y sobre todo desde su
súbito enriquecimiento por el alza de los precios de los crudos, los países
de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), y dentro de
e llos los árabes (Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo,

1I Sobre el BERD en su primera fase, Robert Preston, «EBRD role in eastem Europe cri-
ticiscd», FT. 18 de junio de 1993 (también, del mismo autor, FT, 26 de junio de 1993).
Para una crítica de Attali, Mark Milner y Ruth Kelly (The Guardian), «El eurobanquero
que cayó a tierra», El Mundo, 19 de julio de 1993. Sobre los cambios ulteriores, Kevin
Done, «West tinds a fonnula to boost EBRD», Financial Times, ] 8 de marzo de 1996.
;'
'"t ~arroUn: ei E!IRF y los demás mecanismos internacionales

OPAEP), vienen concediendo ayudas similares a las que en el caso del


CAD se denomina Asistencia Oficial a] Desarrollo (AOD).
Sobre el tema de la AOD, recordemos que en la Conferencia de las Na-
ciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo en Nueva Delhi (11 UNCTAD,
1968) se recomendó que los países ricos transfiriesen a los pobres el 0,7
por 100 de su PNB. En la VI UNCTAD, Belgrado 1983, se reiteró esa reco-
mendación, que hasta ahora sólo cumplen unos pocos países. En el cua-
dro 2 pueden apreciarse algunas cifras seleccionadas sobre AOD.

Cuadro 2. Contribuciones de AOD de los países miembros del CAD

AOD (desembolsos netos)


1996
Países
Millones % del
dólares PNB

Alemania 7.601 0,33


Australia 1.074 0,28
Austria 557 0,24
Bélgica 913 0,34
Canadá 1.795 0,32
Dinamarca 1.772 1,04
España 1.251 0,22
EE.UU. 9.377 0,12
Finlandia 408 0,34
Francia 7.451 0,48
Irlanda 179 0,31
Italia 2.416 0,20
Japón 9.439 0,20
Luxemburgo 82 0,44
Noruega 1.311 0,85
N. Zelanda 122 0,21
Países Bajos 3.246 0~81
Portugal 218 0,21
Reino Unido 3.199 0,27
Suecia 1.999 0,84
Suiza 1.026 0,34

TOTAL CAD 55.438 0,25


Esfuerzo medio por país 0,40

Notas: CAD= Comité de Ayuda al desarrollo de la OCDE; AOD = Ayuda Oficial al Desarrollo.
FUENTE: OCDE.
looperanon economica Internacional

G) Otras clases de ayudas y créditos

Es importante subrayar que no obstante los intentos de canalizar la ayuda a


los PMD de forma cada vez más neutral, a través de los organismos inter-
nacionales, lo cierto es que la asistencia bilateral sigue siendo, con mucho,
la más importante. Ello se debe a la pervivencia de connotaciones clara-
mente pro domo sua, incluso cuando como sucede con frecuencia la ayuda
asume la apariencia de filantropía. En el caso de EE.UU. la mayor parte de
su ayuda se canaliza por las diversas agencias y mecanismos federales con
mecanismos que tienen su réplica en los restantes países industrializados.

- La AID, o Agency lor International Development, un organismo del


Gobierno de los EE.UU. que en forma de préstamos o donaciones fi-
nancia toda clase de proyectos en PMD.
- La PL 480 o Ley Pública 480, sistema para la venta de excedentes
agrícolas norteamericanos, a precios bajos y con fórmulas de pago
en moneda nacional y vencimientos aplazados.
- Los créditos del Export-Import Bank (Eximbank), otorgados por esta
agencia federal de EE.UU. con destino a fomentar las exportaciones
norteamericanas, fundamentalmente de bienes de equipo.

4.4 El endeudamiento del Tercer Mundo

La crisis financiera a cuyos orígenes nos referimos en 18.4. generó el pro-


blema de la deuda externa de los PMD, que al nivel de finales de 1985, en
opinión casi unánime en ]os medios internacionales, constituía no sólo el
primero de los problemas, sino que además bloqueaba casi todas las posibi-
lidades de solución de la mayoría de los frentes de la política económica
(recuérdese lo visto en 3.15.1). A fines de 1987, la deuda exterior de los
PMD se cifraba en más de un bi11ón de dólares, con diez máximos endeu-
dados, por este orden: Brasil, México, Venezuela, Argentina, Corea del Sur,
Filipinas, Indonesia, Nigeria, Chile y Yugoslavia; con especial virulencia,
pues, en toda Iberoamérica. ASÍ, en el «Grupo de Cartagena», los 10 países
latinoamericanos que estudian en común los problemas de su deuda exte-
rior (México, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil, Argen-
tina, Uruguay y República Dominicana) estimaron que «el total de la deuda
exterior latinoamericana representa aproximadamente la mitad de su PIB
global, en tanto que los pagos por su servicio representarían el doble del
valor de las exportaciones; sólo los intereses pagados en 1988 supusieron el
28 por 100 del valor total de lo exportado, una proporción bien estremece-
dora)}.
En el grave problema de la deuda externa, una gran parte de la responsa-
bilidad corresponde, sin duda., a los propios países deudores. Muchos de
el BIRF Y los demás mecanismos 'Ínter nacionales

ellos se lanzaron a programas de desarrollo irracionales e inflacionistas, de


los que en su mayor medida se beneficiaron determinadas capas sociales.
Por su parte, los acreedores dieron sus préstamos sin suficiente garantía de
contribuir a un desarrollo verdaderamente reproductivo.

En el VII Congreso Mundial de Economistas (CME), celebrado en Ma-


drid, en septiembre de 1983, tuve ocasión de exponer -junto con mis cole-
gas J. M. Revuelta y S. Ruesga- algunas ideas sobre las fórmulas para ata-
car el problema de tan ingente endeudamiento. Después de rememorar
cómo se cancelaron los créditos norteamericanos de la Ley de Préstamos y
Arriendos, y cómo se procedió con puras donaciones a lo largo del Plan
Marshall, en el VII CME sostuvimos la idea de que si en momentos de
emergencia un solo país, EE.UU., había hecho tan importante contribución
para luchar por la democracia y facilitar la reconstrucción, era lógico que
ahora el conjunto de los países ricos asumieran la carga de facilitar el desa-
rrollo democrático de1 mundo -amenazado por toda clase de tiranías en
los PMD- y hacer posib1es unas nuevas relaciones Norte-Sur para el desa-
rrollo económico de la parte más empobrecida del planeta. Ello exigiría,
como es lógico, una gigantesca operación internacional, de ayuda económi-
ca según nuevos patrones. En los resultados de Seú1 (recuérdese 10 visto en
el Cap. 3, sección 3.15) ni lejanamente se vislumbraron tales posibilida-
des 12.
En 1990 la deuda externa era especialmente fuerte entre los países latino-
americanos. Eran y son los más endeudados, pero también saben que ya hoy
no es posible que las cañoneras lleguen a sus puertos para cobrar a los «in-
solventes». Los tiempos han cambiado, yen la cuestión de deuda no hay res-
ponsables supernetos. El tiempo y la razón acabarán siendo la solución a
este tema, que ya no es un problema ni de compromisos económicos priva-
dos, ni siquiera de finanzas internacionales, sino en su mayor medida funda-
mentalmente político. Así empezó a comprenderse, aunque fuera muy tími-
damente, en la XIV cumbre de los «Siete Grandes» en Taranta (junio de
1988), cuando se condonó la deuda de los países africanos más pobres (unos

12 Sobre el tema de la deuda externa, la bibliografia se ha hecho muy abundante; como

exponentes de la misma, pueden verse: Eduardo Wiesner, «La deuda latinoamericana:


lecciones y temas pendientes», en The American Economic Review, vol. 75, n.O 2, mayo
1985 (véase traducción española en Boletín Semanal de ICE, n.O 2018, 13-19 de enero
de 1986) y Grupo de los 24, «Un nuevo enfoque de la deuda externa», informe hecho
público en Washington el 9 de abril de 1986 (véase trad. esp. en Bol. Sem. ICE, n.O
2037, 26 de mayo de 1986). Destaquemos aquí también que los países latinoamericanos
del Grupo de Cartagena han seguido políticas muy distintas respecto de la deuda: desde
las más conservadoras de Argentina y México, hasta las más radicales de Alan García y
Lusinchi, de Perú y Venezuela, respectivamente.
5.000 millones de dólares). Pero en la XV cumbre Gulio de 1989) se relegó
el tema de la deuda externa para su resolución (siguiendo las líneas del Plan
Brady, una continuación ligeramente más avanzada del Plan Baker, ya co-
mentado en el apartado 3.15 del capítulo 3) a la banca privada internacional.

4.5 El Plan Brady


Fue ellO de marzo de 1989 cuando el Secretario del Tesoro de los EE.UU.,
Nicholas Brady, presentó formalmente una nueva propuesta, más avanzada
que el Plan Baker, sobre la posibilidad de reducir la deuda externa. Sus
principa1es proposiciones consistieron en 13:

1. Suspender, por parte de los bancos acreedores, y por un lapso de


tres años, las cláusulas sobre tratamiento igualitario a todos los deu-
dores, a fin de poder operar con cada uno de ellos conforme a con-
venios expresamente adaptados.
2. Solicitar a los gobiernos deudores fórmulas contables, impositivas,
de garantía, así como recursos especiales y mecanismos financieros
adecuados, para de ese modo alentar a los bancos acreedores a par-
ticipar en los programas de reducción de deuda.
3. Plantear, para todo el complejo proceso de reducción de la deuda
externa, el apoyo del Banco Mundial, con nuevos préstamos a los
países deudores a fin de permitir su recuperación.
4. Autorizar al FMI para financiar, en condiciones especiales, progra-
mas de ajuste, aun en el supuesto de que el país deudor no hubiese
alcanzado previamente un acuerdo con la banca acreedora.

En definitiva, con la formulación del Plan Brady, lo que se pretendió fue


reducir la deuda global del conjunto de los países endeudados. Se calculó
que esa reducción podría llegar al 20 por 100 de la deuda viva.

Sobre la base de la propuesta Brady, en julio de 1989 comenzaron las


negociaciones -previas fuertes presiones del gobierno norteamericano so-
bre la banca comercial- con México y Filipinas. México fue el primer
país con el que logró materializar un acuerdo, que abarcó a 48.500 millones
de dólares de deuda 14.

13 Un detalle completo de la propuesta de Nicholas Brady puede verse en BICE, 4 de


septiembre de 1989, páginas 3421 a 3429. Asimismo, es de interés el artículo «México:
acuerdo de reducción de deuda externa», de Naum Minsburg, en BICE, 23 de abril de
1990, págs. 1665 y sigs.
14 Amadeo Reynes Pascual, «Plan Brady para México: valoración y perspectivas»,

R/CE, II de junio de 1990, 2354 Y sigs.

-rrr
tet nadonaies

En cuanto a la cifra referida, el plan se articuló en tres opciones diferen-


tes a elección de los acreedores: reducción del principal de la deuda, reduc-
ción de Jos intereses, nueva financiación.
Los bancos acreedores que optaron por la primera posibilidad, intercam-
biaron sus préstamos vivos por bonos especiales del Estado mexicano, con
un 35 por 100 de descuento sobre su valor nominal. Los bonos se emitieron
a treinta años, y con un tipo de interés de mercado ajustable periódicamen-
te, 13/16 por encima del LIBOR 15.
La segunda alternativa se instrumentó por el intercambio --en este caso
a la par, es decir~ sin descuento sobre el valor nominal- de la deuda por
bonos mexicanos, también a treinta años; pero con un tipo fijo de interés
(bastante inferior al preexistente) del 6,25 por 100.
La última de las opciones, no necesariamente alternativa --es decir pu-
dieron mezclarse las tres posibilidades por cada banco acreedor para fraccio-
• nes distintas de sus créditos- consistió en la concesión de nuevos présta-
mos (prorrogando de hecho deuda anterior) hasta por una suma equivalente
al 25 por 100 del capital en riesgo con México, durante cuatro años, y con

I

tipos de interés iguales a los prevalecientes en los anteriores créditos .


En línea con las previsiones de Brady, en el marco de la aplicación del
Plan, el Gobierno mexicano asumió la obligación de proporcionar un res-
paldo de 7.000 millones de dólares como garantía de sus compromisos fi-
nancieros; concretamente, por el equivalente al pago de dieciocho meses de
principal y de intereses. Es en este punto del Plan en el que entraron en fun-
cionamiento las facilidades del BIRF y del FMI. Concretamente, de los
7.000 millones citados, México obtuvo una cifra próxima a los 5.700 millo-
nes de préstamos; de ellos 2.000 del Banco Mundial, 1.700 millones de] .
FMI, Y del Japanese Eximbank 2.000. El resto, 1.300 millones, los aportó
el propio Estado mexicano si bien, como veremos luego, hubo de recurrir
para ello a tomar un crédito puente.
Los 7.000 millones de dólares de garantía, a fin de no mantenerlos esté-
riles, y para afianzar todavía más la operación, se destinaron a la compra de
bonos del Tesoro de EE.UU., el cual procedió a una emisión especial «cu-
pón cero», por un período de treinta años y con un tipo de interés del 7,925
por 100.
Los resultados de la aplicación del Plan Brady a México no fueron todo
lo positivos y esperanzadores que inicialmente se había supuesto. Las esti-
maciones originales presumían que las tres opciones antes enumeradas, y
por el orden expuesto, se materializarían en el 20, 60 Y 20 por 100. Pero el
porcentaje de deuda acogido a la primera opción --canje con reducción del
principal en un 35 por 100- se situó en sólo e141 por 100; y en un 49 por

15Libor = London Interbanking Offered Rate, o tipo intercambiario del mercado de


Londres.
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100 la segunda opción de menor tipo de intereses; en cuanto a la cifra total


de nuevos préstamos, tercera opción, sólo se llegó al 9 por 100 de la deuda
viva, lo cual obligó a México a gestionar la concesión del ya aludido crédi-
to-puente.
El método del Plan Brady, experimentado primero con México, como
acabamos de ver, se aplicó después a otros países, y señaladamente a Ar-
gentina y Brasil 16 •

4.6 Club de Paris y nuevas iniciativas en la deuda externa


En las renegociaciones de la deuda externa, tiene una gran importancia este
Club, que no es un organismo internacional formalmente constituido, pero
que sí actúa de manera regular desde mediados de los años 50, como foro
de encuentro de acreedores públicos, y delegaciones también de ese carác-
ter, de los países deudores; a fin de renegociar la deuda a medio y largo
plazo (más de un año) derivada de préstamos concedidos o garantizados
por Gobiernos o por agencias oficiales 17.
La renegociación en el Club de París de una determinada deuda oficial
se produce cuando existe peligro inminente de impago por parte del deu-
dor, debido a su incapacidad para hacer frente al servicio de su deuda; y
siempre que de manera previa se haya acordado un programa de ajuste con
el FMI. La renegociación se subordina a la obligación, por parte del país
deudor, de obtener de los acreedores que no participen en las negociaciones
del Club de París, condiciones equivalentes a las alcanzadas en el foro en
cuestión.
Las conferencias y arreglos internacionales a que nos hemos referido an-
tes, al comentar los Planes Baker y Brady, influyen, naturalmente, en los
términos de la negociación en el Club, si bien la entidad tiene su propia di-
námica.
Puede afirmarse que desde 1988 el Club se ha agilizado, al adoptar lo
que se ha dado en llamar los tratamientos menú, que incluyen una cancela-
ción parcial de Ja deuda reprogramada, nuevas concesiones en los tipos de
interés aplicados, y el alargamiento de los periodos de gracia y amortiza-

16 Sobre los desarroJ]os del tema de la deuda externa, véase el trabajo de Félix Vare1a
Parache, «El probJema de la deuda: evolución y perspectivas», en Organización Econó-
mica Internacional (Coord. Manuel Varela Parache), Pirámide, Madrid, 1991, págs.
223-259, con abundante bibliografia. Como también son ilustrativos los artículos de The
Economist «The Deft crisis RIP», y «The disaster that didn 't happen», en el número del
12 de septiembre de 1992, págs. 13 y 14 Y 17 a 21, respectivamente; en los dos trabajos
se minimiza el problema actual, pero se previene sobre posibles repeticiones futuras.
17 Leopoldo Ceballos López, «Diccionario de Organizaciones Económicas Internacio-

nales». ICEX, 2. a edición, Madrid, 1995.


ción. El primero de esos menús fue el Tratamiento Toronto, por haberse im-
pulsado a raíz de la reunión del Club en la capital canadiense.
A la fórmula de Toronto, siguió, en diciembre de 1991 ~ una nueva, el
Tratamiento Trinidad, que permitió cancelaciones de un 50 por 100 de la
deuda; con la posibilidad de incluir una cláusula de buena voluntad, según
la cual los países se comprometen a estudiar la reestructuración del stock
de deuda al finalizar el acuerdo, normalmente tras un período de tres o cua-
tro años.
El ulterior Tratamiento de Nápoles, tiene por objetivo reducir, hasta su
extinción, la deuda de los países más pobres: de renta per cápita inferior a
350 dólares, relación deuda/exportaciones mayor de 350 por 100, Y estruc-
tura con más del 85 por 100 de comercial y menos del 15 por 100 de ayuda
oficial al desarrollo. El Tratamiento de Nápoles, se ofrece a esos países, te-
niendo en cuenta que e] esfuerzo a realizar por las entidades públicas finan-
ciadoras no es tan grande; ya que la deuda total de los parias de la Tierra
apenas llega a lo que supuso la reestructuración de los débitos de Polonia
en su última negociación con el Club 18.
En paralelo al Club de París, está el Club de Londres, que se ocupa de
aplicar el trabajo realizado en la capital francesa sobre deudas con el FMI,
Banco Mundial y otras entidades oficiales, a los débitos frente a la banca
privada y otras entidades no públicas. Sistemáticamente a la negociación en
París siguen las de adaptación de Londres 19. En el cuadro 3 puede verse e]
detalle de la deuda externa entre 1990 y 1998, con el desglose por grandes
áreas.

En cuanto a los últimos proyectos sobre el tema de la deuda externa,


debe mencionarse que en la Asamblea anual del FMI / BM del 29 y 30 de
septiembre de 1996, se aprobó la nueva «Iniciativa Multilateral sobre la
deuda de los países más endeudados», (HIPe, por su sigla inglesa de hea-
vi/y indebted poor countries), según ]a cual se ofreció condonar los débitos
de los 41 Estados más pobres y con mayor endeudamiento, a fin de ayudar-
les a salir del caos económico y elevar el nivel de vida de sus habitantes 2o •
Treinta y tres de esos 41 países se encuentran en Africa, en la región subsa-
hariana; tres son de Iberoamérica (Bolivia., Honduras y Nicaragua) y el res-
to, asiáticos.
De acuerdo con las previsiones del Banco Mundial, la mayoría de esos
Estados no podrían poner su economía en orden sin una drástica reducción

18J. F. Martínez García, «Los ténninos de Nápoles», B/CE, n.O 2451, 23-TV -1995, págs.
17 y sigs.
19 Al respecto se puede ver Juan José Zaballa, «Subdesarrollo, deuda y financiación ex-
terior: una nueva realidad», BrCE, 17.XI.96.
20 The Wor1d Bank, «The heavily indebted poor countries (HIPC) debt initiative»,

World Bank / Annual Backgrounder, Washington D.C., octubre, 1996.


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Cuadro 3. Resumen de la deuda externa y del servicio de la deuda


(millones de DEGs)

Conceptos y áreas 1990 1995 1996 1997 1998

DEUDA VIVA:

Países en desarrollo 1.227,90 1.732,20 1. 783,30 1.853,40 1949,2


África 236.8 282,9 286~8 285,7 288,9
América 437,2 630,1 658,4 688,2 721,6
Asia. 332,6 545 563,7 598,3 648
Oriente medio y Europa 221,3 274,2 274,3 281,2 290,6

Países en transición 202,6 260,4 271,8 280,7 299,5


Europa central y oriental 130,9 137,2 149,1 159,2
Rusia 120,4 124,1 118,6 123,7
Región transcaucásica y
Asia central 9,1 10,5 13 16,6

PAGOS DEL SERVICIO


DE LA DEUDA!

Países en desarrollo ]37 234,2 257,8 245,6 246,1


Africa 30,2 25~8 30,1 34,5 36,4
Anlérica 51,9 107,4 120,9 105,1 100,3
Asia 36,2 69,] 77,8 79,3 81,2
Oriente medio y Europa 18,7 31,9 29,1 26,6 28,2

Países en transición 36,4 25,8 30,5 30,3 35,2


Europa central y oriental 18,4 19,7 19,8 22,7
Rusia 6 9,8 9,1 1 J,4
Región transcaucásica y
Asia central 1,4 1,4 1,4

1 Son los pagos efectuados por intereses deuda y amortización. En las proyecciones para 1998 está
incorporado el efecto de las partidas de financiamiento excepciona1.
FeENTE: FMt Perspectivas, 1997.

de deuda. Para lo cual se solicitó al G-7 -recuérdese lo visto en 2.8., Cum-


bre de Lyon- la luz verde que el Fondo y el Banco necesitaban para lanzar
fonnalmente su proyecto.
La iniciativa original preveía una reducción del 90 por 100 de un total de
97.000 millones de dólares. Pero los países del Club de París se negaron a
ir tan lejos, y el acuerdo quedó en el 80 por 100, De la cifra antes citada,
los países pobres debían en ese momento 21.400 millones al Banco Mun-
dial, FMI y bancos regionales, correspondiendo el resto a convenios bilate-
rales de carácter privado.
Claro es que tal minoración está sometida a condiciones de modo que
los beneficiarios del plan deberán cumplir una serie de requisitos: aplicar
durante dos años un programa económico de ajuste aprobado por el FMI y
el Banco Mundial; al cabo de los cuales las autoridades del Fondo han de
examinar su grado de cumplimiento, a fin de decidir sobre si se sigue o no
adelante con el alivio de la deuda21 •
Como era de esperar, la HIPC no funcionó a satisfacción, pues la mayo-
ría de los países incluidos en ella no pudieron cumplir con los requisitos es-
tablecidos. Así las cosas, en la cumbre del G-7 en Birmingham, mayo de
1998, al ponerse de relieve la difícil situación de los PMD por varias
ONGs, la respuesta de los más desarrollados fue un manifiesto a la defensi-
va: «Cuando un país muestre su auténtica voluntad de aplicar políticas re-
ductoras para una pobreza a economía sólida, nosotros contribuiremos con
los fondos necesarios para disminuir la carga de deuda a un nivel sosteni-
ble. Sólo así estaremos seguros de que los recursos liberados se dedicarán a
fines productivos».
Además en Birmingham se recordó que los países ricos reunidos en el
Club de París, han perdonado en los años 95 /98 deudas por valor de 8.000
millones de dólares, de los cuales más de 5.000 correspondieron a África.
También se destacó que hasta ahora, seis países se han calificado para la
iniciativa HIPC, lo que supone otros 5.700 millones de dólares 22.

4.7 Otras cuestiones sobre eL BIRF: proyectos y medio


ambiente

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cación, preparación, valoración, presentación al Directorio, ejecución, y


evaluación final ex post. Algunas ideas iniciales de inversión, nunca llegan
a superar la primera fase, ya que pueden ser modificadas durante las suce-
sivas etapas, para acabar resultando muy diferentes de los diseños origina-
Jes. El Banco suele aprobar unos 200 proyectos cada año 23.
La tarea de identificar y proponer, recae principalmente en los gobier-
nos prestatarios, que se hacen preguntas del tipo de: ¿quién se beneficiará?

21 Ana Barón, «Los ricos se acuerdan de los pobres», El Mundo, 30.IX.96.


22 Cristina Frade, «El 0-8 liga la cancelación de la deuda de los países pobres a progra-
mas de ajuste», El Mundo, 17.V.98.
23 Algunas de estas informaciones sobre el BIRF, proceden de sus muy útiles notas in-

formativas (1993-94).
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¿serán los beneficios mayores que los costes? ¿existen otras opciones para
alcanzar el mismo objetivo? En definitiva, todo proyecto debe superar un
examen de prioridades.
En e] otro extremo del proceso, un departamento independiente, en el
propio Banco Mundial, el de Evaluación de Operaciones (DEO), se respon-
sabiliza de apreciar los resultados finales. Para garantizar su imparcialidad,
el DEO informa directamente al Directorio Ejecutivo del BM y, en simultá-
neo, al Presidente del Banco. En la evaluación, se comparan los costes, be-
neficios, calendario y eficacia originariamente esperados, con los resulta-
dos finales; y se sugiere la forma de mejorar las actuaciones de cara al
futuro. Los resultados de cada evaluación son accesibles al público.

Debemos destacar, asimismo, que desde 1987, por el Informe Brund-


tland en el que se formularon la idea y el método del desarrollo sostenible,
el Banco Mundial empezó a integrar en su actividad las preocupaciones del
entorno a fin de contrarrestar las crecientes críticas recibidas sobre las con-
secuencias negativas de no pocas inversiones cofinanciadas por la institu-
ción: carretera de Rondonia en Brasil, desarrollo ganadero en Botswana,
nuevos asentamientos humanos de Indonesia. El proyecto de la presa de
Narmada en la India, muy duramente puesto en duda, al final fue cancelado
por el Banco. Añadamos que el BIRF no contribuirá a la financiación de la
discutida presa de las tres gargantas, para la creación de un hiperembalse
en el Van Tse Kiang, China 24,
Como una de sus contribuciones a la «Cumbre de la Tierra», de Río de
Janeiro, 1992, el Banco Mundial dedicó su acostumbrado Informe anual
ese año al tema desarrollo y medio ambiente. Su principal conclusión fue la
necesidad de integrar las consideraciones ecológicas en su actividad. Con
ese mismo objetivo, e] BIRF ya había promovido, en 1990, el Fondo para
el Medio Ambiente Mundial (FMAM), según la idea lanzada por Francia en
el otoño de 1989; a modo de proyecto tri anual , de ayuda a los países en de-
sarrollo, para hacerse cargo de su aportación a los programas conservacio-
nistas de alcance universal.
Con el propósito de no generar más burocracia, el FMAM lo aplican tres
organismos preexistentes: Programa de las Naciones Unidas para el Desa-
rrollo (PNUD), Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
(PNUMA), y el propio Banco Mundial.
El FMAM, que no financia actuaciones dirigidas únicamente a solucio-
nar problemas nacionales, centra sus objetivos en las cuatro principales áreas

24 Sobre la cancelación del apoyo del BIRF a la presa Arun-3 en Nepal, por su exceso
de coste y su impacto ambiental, Paul Lewis, «World Bank Ends Hayday of the Big
Project Loan», en IHT. 17-VIII-1995, pág. L El presidente del BM, James D. Wolfen-
sohn confinnó con esa decisión la nueva política de la entidad.
de inquietud mundial: calentamiento global, aguas internacionales, diver-
sidad biológica, y deterioro de la capa de ozono 25.

4.8 El acuerdo multilateral sobre inversiones (AMI)


En el mundo globalizado en que vivimos, cada vez tienen más importancia
los grandes movimientos financieros. En ese sentido, debe hacerse una re-
ferencia a las negociaciones para el AMI (MAl en inglés), que se iniciaron
por los socios de la OCDE en mayo de 1995, con el propósito de concluir-
las para mayo del 97. Lo cual, por las causas que veremos, resultó imposi-
ble.
La razón que tales negociaciones tengan por marco la OCDE, radica en
que sus Estados miembros generan la mayor parte de las inversiones ex-
tranjeras directas (IED I DFI): el 85 por 100 de las salidas y el 65 por 100
de las entradas, de un orden de magnitud de 400.000 mi] Iones de dólares en
1997, flujo que está creciendo a mucho mayor ritmo que el comercio de
mercancías o de servicios.
Además, había otro motivo de peso: desde hace 1argo tiempo, los socios
de la OCDE son de la idea de que las IED comportan grandes ventajas, por
lo cual han promovido un alto nivel de liberalización entre ellos. Los miem-
bros de la organización disponen asimismo de la experiencia de años de
análisis y debate de las cuestiones que están negociándose en el AMI; de
modo que los resultados se unirán a los dispositivos previos en uso, que
tanto han ayudado a promover los movimientos de capital; incluida, natu-
ralmente, la Declaración sobre Inversiones Internacionales y Empresas
Multinacionales.
En definitiva, el propósito del AMI es proveer un mismo campo de jue-
go a los inversores internacionales, con reglas dirigidas a eliminar las dis-
torsiones todavía en vigor; de modo que se facilite una asignación más efi-
ciente de recursos a escala internacional. En ese contexto, con el AMI se
pretende:
- Introducir una disciplina reforzada sobre movimientos de personas
especializadas en temas financieros.
Prevenir el funcionamiento de monopolios y activar las medidas de
privatización.
- Actualizar y modernizar los instrumentos destinados a la protección
de las inversiones.
Mejorar los procedimientos para la solución de conflictos por medio
de] arbitraje internacionaL

25 Para otros aspectos del BIRF, «The World Bank, its First Half-Century», Brookings
Institution. 1997. Véase también el comentario de The Economist:. «The World's Bank
hidden history», 4.IV.1998.
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Acabar con las medidas nacionales que todavía discriminan entre in-
versores extranjeros.

Sin embargo, a pesar de tan buenas intenciones, el AMI, a la altura de


octubre de 1998, todavía no se había suscrito; debido al rechazo que los
países en desarrollo mostraron desde el principio. A nadie en el tercer mun-
do le gustó que ]a negociación se hiciera en la OCDE, por entender que es
un club de ricos de países del Atlántico Norte, con sólo siete nuevos socios,
de ellos tres centroeuropeos (Polonia, Chequia y Hungría), y solo cuatro
del resto del mundo (México, Argentina, Chile y Hong Kong). El clamor
general es que la negociación debería hacerse en la OMe 26, o por lo menos
darse a ésta un papel mayor en la redacción final; que precisamente se hizo
en octubre de 1998, en contra de la OCDE y las multinacionales.

4.8 El futuro del BIRF


Según el informe anual del BIR:r~ 1997 fue un gran año para el desarrollo
de los países del Tercer Mundo: la productividad creció a una media del 5 /
6 por 100 (el ritmo más alto en veinte años), y la inversión extranjera direc-
ta superó los 100.000 millones de dólares (una cifra jamás alcanzada). Adi-
cionalmente, en la década 1988/1997 el número de personas viviendo en
economía de mercado pasó de 1.000 a 5.000 millones.
, En esa línea de avance, en la mayor parte de los PMD el PIB se ha du-
plicado en los últimos diez años, y las perspectivas permiten augurar que
tan fuerte crecimiento podrá mantenerse. Por otro lado, está en auge la li-
bertad, en un área antes sometida a dictaduras y gobiernos autoritarios; con
algunos procesos políticos de democratización realmente ejemplificadores
como Sudáfrica, Uganda, etc.
Los reseñados son, desde luego, rasgos muy positivos de la situación
(1998). Pero los aspectos negativos, continúan siendo graves: desigualdad
creciente entre zonas rurales y urbanas en Asia Oriental; bajo nivel de vida,
insostenible, de ancianos y desempleados, e incluso de grandes colectivos
obreros en los Estados de la antigua URSS; distribución de propiedad de la
tierra muy desequilibrada en Iberoamérica; delincuencia y violencia asocia-
das a la droga, resistentes a los intentos convencionales realizados hasta
ahora para erradicarla; fuerte desigualdad en el acceso a la educación y la
salud; divergencias crecientes en los niveles de ingresos de las personas; y
por último, pero no lo menos importante, en buen número de los países más

26 The Economist «The sinking of the MAl», The Economist, 14.III.98. Además: Guy
de Jonquieres, «Axe over hopes for MAl accord», Financial Times, 25.IIl.1998; y Car-
los Sánchez, en El Mundo, 25.VI.1998.
pobres de la Tierra ]a expansión demográfica continúa superando el ritmo
del crecimiento económico.
Todo ello genera un grave problema de desequilibrios y marginaciones
macro y micro: hay países en que todavía ellO por 100 de la población más
pobre recibe menos del 1 por 100 de los ingresos totales; mientras que el
10 por 100 de arriba -la élite-, disfruta de más del 50 por 100 del PIB.
Además, en la mitad del planeta, las niñas tienen menos posibilidades que
los niños a la hora de ir a la escuela; y la malnutrición infantil se combina
con toda clase de carencias de los sistemas de asistencia sanitaria, lo cual
genera trastornos de salud persistentes de por vida; y la discriminación de
las minorías étnicas continúa siendo la más triste actualidad en los países
dominados por ciertas mayorías.
Por otro lado, se ha hecho más que evidente que en las turbulencias fi-
nancieras --como las asiáticas que se iniciaron en 1997-, son los pobres
quienes más sufren: soportan las peores consecuencias al restringirse las in-
versiones y el acceso al crédito, al despedirse trabajadores, o cuando se re-
ducen presupuestos y servicios para enjugar los déficit.
Desde la perspectiva expuesta, la situación de los PMD ha sido califica-
da por el Presidente del Banco Mundial, James D. Wolfensohn, «como una
bomba de relojería, que puede explotar en las manos de nuestros hijos si
antes no hacemos nada. En treinta años, las desigualdades serán todavía
mayores: el número de pobres excederá los 5.000 millones de personas, y
se multiplicarán los conflictos armados de ámbito loca1; algo nada desdeña-
ble a poco que se recuerde un hecho casi increíble: en 1996 hubo 26 gue-
rras entre Estados, que elevaron el número de los refugiados a 23 millones.
En resumen, sin equidad no puede haber estabiJídad mundial, y de no poner
remedio, estaremos condenados a vivir disgregados, armados y aterrados».
Ante toda esa dramática situación, el Banco Mundial ha diseñado una
nueva estrategia, fundada en el pilar conceptual de que el desarrollo no
cabe impulsarlo únicamente por decisiones de los países y organizaciones
donantes, como se hacía antes, sino que ha de promoverse y realizarse por
las autoridades y la población de los países de destino, ya que los esfuer~os
que se requieren necesitan de una fuerte voluntad imposible de imponer
desde fuera.
A fin de perfeccionar esas nuevas líneas de acción, el Banco Mundial
emprendió un proceso interno de transformaciones, definido como Pacto
Estratégico, traducido gradualmente en una serie de medidas de descentrali-
zación y de mejora de la gestión. Dentro de esas renovadas actuaciones, re-
sulta decisiva la política anticorrupción; en la idea de que si un gobierno no
está dispuesto a adoptar las medidas necesarias, el Grupo de Banco Mundial
no tendrá otra alternativa que reducir su ayuda. Por otro lado, es necesario
incorporar las cuestiones sociales básicas a la asistencia, orientándolas hacia
la mejora de la situación de las etnias minoritarias, y de las unidades fami-
liares a cargo de mujeres, así como de los grupos sociales marginados.
No menos importante es la decisión de revisar la metodología de los
proyectos dirigidos al mundo rural --en el cual todavía habitan más del 70
por 100 de los pobres del planeta-, aumentando la financiación para pro-
gramas innovadores. Y en cuanto al sector urbano, los esfuerzos han de
orientarse al tratamiento de los problemas ambientales, que hoy limitan de
manera dramática la calidad de vida de las personas (básicamente abasteci-
mientos de agua potable y saneamiento).
En definitiva, las nuevas pautas del BM están cambiando su perfil, de un
simple banco, muy burocratizado, a un sistema que aspira a incentivar las
capacidades endógenas de los países en desarrollo. «Lo que queremos con-
seguir es una mayor eficacia del Banco en un mundo que vemos en conti-
nuo proceso de cambio -dijo en 1998 el Presidente de la entidad-. De-
seamos obtener mejoras significativas en la eficacia, aumentar el número
de proyectos satisfactorios, e introducir nuevos productos adaptados a las
necesidades de nuestros clientes», En el cuadro 3 se resume la actividad del
Banco,! por grandes regiones, en t 990 y t 998, Y en él se nos muestra que la
gran virtualidad del BM es desencadenar proyectos gracias a su contribu-
ción parcial a los mismos.
Señalemos, por último, el nuevo informe del Banco, World Development
Indicators (Indicadores del desarrollo mundial), que está basado en los co-
nocimientos especializados de docenas de organizaciones internacionales
como el FMI / OMe, FAO, OMS, etc., junto a estadísticas nacionales relati-
vas a más de 200 países. El objetivo de la publicación es ofrecer la imagen
más completa sobre la situación del mundo, con más de 75 cuadros que van
desde los impuestos a las balanzas por cuenta corriente, o de la malnutri-
ción a la congestión del tráfico 27.

27 Robert Chote, «The World Bank has undergone revolutions before. Can this one re-
alIy deliver? Financial Times, 19.1X.97.
'!
5. Comercio de bienes y
servicios: GATT/OMC

5.1 Protección y arancel de aduanas

En la generalidad de los países capitalistas, el arancel de aduanas es la prin-


cipal de las instituciones del comercio exterior. En él figuran los tipos im-
positivos (normalmente en tanto por ciento ad valorem, o sobre el valor de
las mercancías; o en términos específicos de un monto por unidad de peso
o medida) que gravan los productos extranjeros en el momento de su entra-
da en el mercado nacional a través de las aduanas. Según el nivel del im-
puesto, que es diferente para los distintos productos incluidos en la tarifa
arancelaria, se facilita (derecho bajo) o dificulta (derecho alto) la entrada
de productos del exterior. En otras palabras, el arancel puede ser de tenden-
cia librecambista, porque favorece el libre comercio, o proteccionista, por-
que tiende a reservar el mercado nacional para los productos domésticos.
La medición del grado de proteccionismo de un arancel de aduanas es
hoy perfectamente posible y útil para comparaciones internacionales, ya
que nos permite determinar el grado de competitividad de una economía
nacional l. En general, los países industriales más desarrollados suelen te-
ner derechos arancelarios relativamente bajos, por lo menos para los pro-

1 A este respecto es de gran interés el trabajo de Bela Balassa, cuya versión española
fue publicada en ICE, n.O 404, de abril de 1967. En el mismo número de ICE hay una
excelente contribución de F. Pino a la mediación del grado de proteccionismo del aran-
cel español entre 1961 y 1965.
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ductos industriales. Por el contrario, lo más usual es que los países menos
desarrollados cuenten con derechos altamente protectores, única fonna, por
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lo general, de fomentar dentro de sus mercados el proceso de industrializa-
ción a base de sustituir importaciones 2. Por otra parte, en los PMD el aran-
cel viene siendo uno de los mecanismos más importantes de obtención de
ingresos para el Erario público.
Pero el arancel de aduanas --ello no debe nunca olvidarse al establecer
comparaciones internacionales- no es la única forma de poner barreras a
las importaciones. Existen también las restricciones cuantitativas (contin-
gentes bilaterales, cupos globales, licencia previa, etcétera.), a las que ya
hemos aludido en el capítulo 1, al referirnos al bilateralismo. Tales restric-
ciones constituyen un obstáculo por 10 general más importante que los sim-
ples derechos a la importación.

Durante todo el periodo que hemos llamado la «Era del Librecambio»,


los aranceles de aduanas fueron el elemento básico de protección de los sis-
temas productivos nacionales, por lo general a niveles relativamente bajos
en sus tarifas.
Esta situación de aranceles más o menos bajos y estables en el tiempo,
se vio modificada durante el periodo de entreguerras (1918-1939), sobre
todo desde el comienzo de la Gran Depresión (1929). Al propio tiempo, la
incidencia de los aranceles se vio reforzada con las restricciones cuantitati-
vas y controles de pagos al exterior.
Centrándonos ahora en el tema de los aranceles, conviene recordar que
el punto de inflexión hacia un mayor proteccionismo puede fijarse en 1930,
año en que se publicó en EE. UU. la llamada «Tarifa Smoot-Hawley», que
elevó los derechos de importación de EE. UV. Por otro lado, la que por en-
tonces era todavía primera potencia comercial del mundo --el Reino Uni-
do--, ante la actitud de EE.UU. y los demás principales países, reaccionó
con la convocatoria de la Conferencia de Ottawa de 1932, en la cual se
acordó un sistema de «preferencias imperiales», basadas en un axioma bien
simple y expresivo: «primero los productores nacionales, en segundo térmi-
no los del Imperio Británico (dominios y colonias) y Jos últimos los extran-
jeros» 3. Este sistema de preferencias quedó fijado inicialmente por un pe-
ríodo de cinco años (1932-1938), pero, tras el fracaso de la Conferencia

2 Pueden verse sobre este extremo algunas aportaciones personales en mis obras Aspec-
tos económicos de la vinculación de Panamá al Mercado Común Centroamericano (Pa-
namá, 1966), La República Dominicana y la integración de América Latina (Buenos Ai-
res, 1968) y O Brasil e a integra9ao de América Latina (Buenos Aires, 1969).
3 Sobre la instauración y desarrollo de esas preferencias imperiales son muy apreciables

dos obras; una de Political and Economic Planning (Commonwealth Preference in the
UK, Londres, 1960) y otra de la Economist Intelligence Unit (The Commonwealth and
Europe, Londres, 1960).
p

------_.._~---------_._.----------~

Económica Mundial celebrada en Londres en 1933, los Acuerdos pactados


en Ottawa se prorrogaron sine die y finalmente quedaron registrados en el
GATT en el momento de firmarse e] Acuerdo General (1947). A ellos ten-
dremos ocasión de referimos de nuevo, más extensamente, en 7.1.1.
El período subsiguiente a 1933 fue de progresivo endurecimiento en las
barreras arancelarias y en las demás trabas al comercio mundial. No obs-
tante, empezaron a atisbarse algunas tentativas dirigidas hacia la reducción
del proteccionismo. En este sentido, la Ley norteamericana de Acuerdos
comerciales recíprocos de 1934 (<<D.S. Reciproca] Trade Agreements ACÍ»)
autorizó al Gobierno norteamericano a rebajar los aranceles en el curso de
negociaciones bilaterales con otros países, a cambio de recibir ventajas de
valor equivalente. Sin embargo, la generalización a que se había llegado en
el uso de la cláusula de nación más favorecida impidió cualquier progreso
en esta dirección, pues la multilateralización de las concesiones equivalía
de Jacto a «trabajar gratis» para los demás.
Sin embargo, es interesante destacar que la «Reciprocal Trade Agree-
ments Acb) de los EE.oU. constituyó el precedente inmediato del mecanis-
mo que más tarde habría de servir de base al GATT. Encontramos aquí un
paralelismo interesante entre el «Acuerdo Tripartito de tipos de cambio» de
1935 y e] FMI, de un lado, y la «Reciprocal Trade Agreements Act» de
1934 y el GATT. En ambos casos el estallido de la segunda guerra mundial
habría de interrumpir la elaboración de los proyectos. Pero con la proximi-
dad o la consecución de ]a paz habrían de reanudarse, esta vez a un nivel
más alto de pretensiones. ASÍ, tras no pocos titubeos, en 1947 habría de na-
cer el GATT, al cual pasamos a analizar relativamente in extenso.

5.2 Los antecedentes inmediatos del GATT

En el programa que las Naciones Unidas se trazaron a partir de su funda-


ción en 1945 (recuérdese lo visto en 1.6), una de las ideas más importantes
era la de promover una organización en el campo de las relaciones comer-
ciales. Así como se habían creado el FMI y el BIRF, se pensaba que sería
igualmente necesario promover una agencia especializada para el comercio
mundial.
La propuesta formal emanó de los EE.UU. en diciembre de 1945, y se
tradujo primeramente en una resolución del Consejo Económico y Social
(ECOSOC) de las Naciones Unidas, del 18 de febrero de 1946. En tal fe-
cha se convocó la «Conferencia Internacional sobre Comercio y Empleo),
que había de celebrarse efectivamente en La Habana .del 21 de noviembre
de 1947 hasta el 24 de marzo de 1948. En esa larga reunión se elaboró un
texto muy amplio de aspiraciones y medios, un verdadero código del co-
mercio internacional, que pasó a conocerse con el título de «Carta de La
Habana).
Lo esencial de la Carta eran sus puntos 4, 6 Y 7, referentes a política co-
mercial, Acuerdos internacionales y establecimiento de una Organización
internacional (OIC en español y OIT en inglés) que habría de funcionar
como agencia especializada de la ONU para regular los intercambios a es-
cala mundial 4.
La «Carta de La Habana»~ sobre la que se habían fundamentado muchas
esperanzas, no llegó a entrar en vigor. Estaba previsto que esto sucediese
sesenta días después de que por lo menos veinte países la hubieran ratifica-
do. De hecho, sólo dos naciones (Australia y Liberia> llegaron a depositar
sus ratificaciones. EE.UU., que como se ha indicado, había sido el promo-
tor principal de la idea, no lo hizo, debido a una serie de razones, entre las
cuales tal vez la más importante era el recelo de que un organismo interna-
cional como la Ole pudiese impedir su plena libertad de decisiones en ma-
teria de comercio.
También contribuyó a la actitud negativa de Norteamérica el que en
1948., cuando la Carta quedó ultimada, ya se había roto la annonÍa entre los
antiguos aliados de la segunda guerra mundial. La «Guerra Fría» indujo a
EE. UU. a orientar su política comercial preferentemente en relación con
sus aliados occidentales, entonces ya sometidos a sus designios. No olvide-
mos que fue en 1948 cuando se puso en marcha el «Plan Marshall», que
habría de levantar a las economías europeas de su grave postración. Ade-
más, un foro mundial con la presencia de los países comunistas podía ser
una traba para la política de expansión de los intereses norteamericanos en
el mundo capitalista.
A esta situación general se unía la circunstancia de que el presidente
Truman (demócrata) se encontraba ante un Congreso de predominio repu-
blicano que no parecía estar dispuesto a ratificar la Carta de La Habana.
Por otra parte, Truman contaba con un instrumento del que hacer uso sin
necesidad del consenso del Congreso. Se trataba de la vieja ley de Acuer-
dos comerciales recíprocos de 1934 (<<Reciprocal Trade Agreements Act»)~
ya mencionada antes,! que habia sido renovada en 1945 por un periodo de
tres años más. Esta ]ey autorizaba al presidente a reducir los derechos aran-
celarios hasta en un 50 por 100, a condición de conseguir de otros países
ventajas de valor equivalente 5.

4 Para un estudio -con la óptica norteamericana- de la Carta de La Habana es intere-


sante el trabajo de W. A. Brow, Jr., The United States and the restoratríon 01 World
Trade. An Anazvsis and appraisal oI the iTO Charter and the GATT, The Brookings
Institution, Washington, 1950.
-" Sobre los antecedentes del GATT, Alejandro Magro, Comercio internacional: el
GATT, Guadiana de Publicaciones, Madrid, 1969. Puede verse también la obra de Ma-
nuel Varela Parache Organización económica internacional, Ariel, Barcelona, 1965,
págs. 24-33.
5.3 . La redacdón del Acuerdo General
Haciendo uso de esta facultad, el Gobierno de los EE.UU., en la reunión
preparatoria de la Conferencia de La Habana, propuso que . conforme al ar-
tículo 17 del proyecto de la Carta, se iniciasen de inmediato negociaciones
arancelarias con vistas a la reducción de las fuertes barreras por entonces
existentes. Un total de 23 países, todos ellos de economía de mercado -in-
cluso Checoslovaquia lo era todavía-, aceptaron la propuesta, y con base
en el proyecto de la Carta se firmó el 30 de octubre de 1947, es decir, antes
de la Conferencia de Empleo y Comercio, el Acuerdo General sobre Aran-
celes de Aduanas y Comercio (AGAAC), más conocido por sus siglas in-
glesas GATT (General Agreement on TaritTs and Trade). Inmediatamente
después, se celebró la primera Conferencia Arancelaria, en Ginebra, y en
enero de 1948 entró en vigor el Acuerdo, produciéndose ya en ese año las
primeras reducciones de los aranceles de las Partes Contratantes del GATT.
Así pues, la entrada en vigor del GATT, que era la sección más intere-
sante para EE.UU. de la Carta de La Habana, dio el golpe de muerte al pro-
yecto de creación de la OIC como agencia especializada de las Naciones
Unidas para la regulación del comercio mundial. Ese cometido habría de
desempeñarlo el GATT, con menores facultades que las previstas para la
OIC, y ciñéndose a los países capitalistas.
Así pues, el GATT, a diferencia del FMI y BIRF, no es un organismo de
las Naciones Unidas, sino un acuerdo intergubernamental, un acuerdo mul-
tilateral que regula las relaciones comerciales entre sus signatarios, entre
las partes contratantes del mismo. La sede del Acuerdo está en Ginebra.
El elemento institucional básico del GATT es la Asamblea de las Partes
Contratantes, órgano decisorio máximo en el que se adoptan las resolucio-
nes, siempre' que estén de acuerdo por lo menos los dos tercios de los paí-
ses signatarios del Acuerdo. La Asamblea de las Partes Contratantes se reú-
ne dos veces por año -en la primavera y en el otoño del hemisferio
Norte-, y entre tales sesiones, y coincidiendo con eUas, se reúne cuatro
veces al año el Consejo de Representantes (generalmente los ministros de
Comercio de los países del Acuerdo), que igualmente cuenta con poderes
resolutorios, si bien siempre a resultas de la decisión final de las Partes
Contratantes.
El GATT cuenta además con una Secretaría (Widnam White, inglés, fue
el secretario del Acuerdo desde 1948 hasta 1968), y para los problem"as bá-
sicos existen varios Comités. El Comité de Negociaciones Comerciales es,
con mucho, el más importante de todos ellos, si bien existen otros: el Co-
mité de Restricciones Cuantitativas por razones de balanza de pagos (que
tiene relación como ya vimos en 3 .2~ con el artículo XIV del Convenio del
FMI); el Comité de Agricultura, que estudia los problemas particulares que
obstaculizan el desarrollo de los intercambios agrícolas sobre los que pesa
fuertemente el proteccionismo practicado por los países industriales desa-
_______________________________
Coopera .. _________
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_

rrollados; el Comité de Productos Industriales, que estudia las restricciones


residuales a su intercambio; y, finalmente, el Comité de Comercio y Desa-
rrollo, creado en 1964, tras la adición al Acuerdo General de la llamada
«Parte IV», de la que después nos ocuparemos.
Además, en el marco del Acuerdo se constituyen, esporádicamente, gru-
pos de trabajo para el análisis de los problemas concretos. ASÍ, por ejem-
plo, han funcionado grupos de trabajo (<<working parties») para estudiar la
política agrícola de la CEE, para analizar el problema de la sobretasa que el
Reino Unido introdujo a sus importaciones en 1964, para comprobar la co-
herencia de la ALALC con el artículo XXIV del GATT, etc.
Interesa destacar que los grupos de trabajo, a diferencia de los Comités,
tienen una vida temporalmente limitada; una vez concluido el estudio del
caso concreto que le fue asignado, y una vez informadas las Partes Contra-
tantes de sus conclusiones -sobre las que han de pronunciarse-, los gru-
pos de trabajo quedan disueltos.

5.4 El funcionamiento del GATT. La cláusula de nación más


favorecida y las negociaciones arancelarias
Pasamos' ahora a ocuparnos del contenido básico y del funcionamiento
efectivo del GATT6.
El GATT es, ante todo, un acuerdo para la institucionalización entre sus
Partes Contratantes de la cláusula de nación más favorecida (artículo 1).
Cada uno de los signatarios del acuerdo se compromete, por tanto, a conce-
der a los demás signatarios un trato igual, sin discriminaciones, en sus rela-
ciones comerciales. Las únicas excepciones a este principio son tres:

a) Los sistemas de preferencias congelados en 1947 en el momento de


suscribirse el acuerdo. Los entonces existentes eran los correspon-
dientes a la Commonwealth, Unión Francesa, EE.UU., Filipinas y
otros territorios, como sur de Sudamérica y países relacionados con
la vieja unión aduanera sirio-libanesa. A todas estas preferencias
hemos de referirnos con algún detenimiento en 7.1.1, por lo cual no
insistiremos más en este pasaje.
b) Las zonas de libre comercio y uniones aduaneras, que también ana-
lizaremos en 7.l.2 y 7.1.3.
e) Aquellas excepciones (waivers) que son taxativamente aprobadas
por los dos tercios de las Partes Contratantes. Uno de los ejemplos

6 AGAAC, Instrumentos básicos y documentos diversos. Volumen 111. Texto del Acuer-
do General, Ginebra, noviembre de 1948. El Acuerdo General se completó después
(1964) con la inserción de su «Parte IV», a la que nos referimos más adelante.
más típicos de esta clase de excepciones fue la autorización obteni-
da por EE.UU. para suprimir las barreras arancelarias a la importa-
ción de piezas de vehículos de procedencia canadiense, en base a
las fuertes relaciones técnicas y financieras entre las industrias au-
tomovilísticas de ambos países. También deberá ser objeto de un
waiver el caso de los Acuerdos preferenciales bilaterales de la CEE
con países del Área Mediterránea, ya que en principio van en contra
del tratamiento de nación más favorecida.

Una vez definido el criterio general y las excepciones del acuerdo en


cuanto al principio del trato de nación más favorecida, podemos pasar al
examen de las conferencias arancelarias, que constituyen el mecanismo bá-
sico del funcionamiento del GATT 7.

Las conferencias arancelarias hasta ahora celebradas en la vida del


GATT han sido ocho. La primera reunión fue en 1947, Y la última concluyó
en 1994. Se celebran, pues, prácticamente, cada tres años, aunque ésta no
es una regla preceptiva. La primera, que tuvo lugar en Ginebra, coincidió,
tal como ya se indicó, con la redacción del propio Acuerdo General. Des-
pués vendrían la segunda Conferencia (Ginebra, 1949)), la tercera (Tor-
quay, Inglaterra, 1951), la cuarta (Ginebra, 1956) y la quinta (Ginebra,
1960-1962). Esta última, que recibió el título oficioso de «Ronda Dillon»
(por el nombre del entonces secretario norteamericano del Tesoro, Douglas
Dillon), significó el primer intento serio de cambio en el procedimiento de
negociaciones. Luego se sucederían las Rondas Kennedy (1962-67), Tokio
(1973-79), y Uruguay (1986-94).
Hasta la Ronda Dillón, el procedimiento había sido el siguiente 8: inicia-
da la Conferencia, cada parte contratante presentaba a las restantes (no ne-
cesariamente la totalidad de ellas) una serie de peticiones. Éstas se formu-
laban en una lista de solicitudes (resquests) para las cuales se querían
obtener consolidaciones arancelarias (bindings). Concretamente, las peti-
ciones podían hacerse para aquellas partidas en las que el país peticionario
era proveedor principal (main supplier), es decir, exportador importante al
país solicitado.
Para cada partida, la petición podía ser de tres clases: reducción, conso-
lidación al nivel actual o establecimiento de un techo de máximo nivel de

7 A este respecto pueden citarse la obra de Gerard Ceerzon (Multilateral Commercial


Diplomacy. the GATT, Michael Joseph, Londres, 1965) y la de Isaiah Frank (The Euro-
pean Common Market, Stevens, Londres~ 1960), que a pesar de su título contiene uno
de los análisis más lúcidos de la mecánica del GA TT.
8 Para un mayor detalle sobre la mecánica negociadora puede verse mi artículo «La ac-

cesión de España al GA TT», en ICE, número 361, septiembre de 1963, págs. 29 y sigs.
El referido número de ICE está enteramente dedicado al GATT.
Cooperacion etonomVJ internacional

derechos (ceiling o planfond). En el primer caso (reducción), la ventaja está


suficientemente clara como para requerir mayor aclaración; en los otros ca-
sos se trataba de consolidar un derecho bajo~ o impedir que un derecho bajo
pasara en el futuro más allá de un nivel aceptable.
En cualquiera de los tres casos, la respuesta del país solicitado podía ser
la aceptación o la negativa. En caso de ser aceptada, el país solicitante ha-
bía de dar una ventaja de valor equivalente al país otorgante.
Aceptada la solicitud, el derecho quedaba consolidado, atado (binding),
de manera que ya no podía retirarse en el futuro sin ofrecer a cambio una
nueva ventaja también de valor equivalente.
El mecanismo que hemos descrito para un solo producto entre dos paí-
ses, generalizado para N países con n productos en cada relación bilateral,
da como resultado final un total de N X n concesiones. Esas concesiones se
formalizaban en listas, una para cada país, en la que se incluía la totalidad
de las concesiones hechas al resto de los signatarios del GATT. En el mo-
mento de entrar en la Lista Nacional del País X, las concesiones quedaban
automáticamente multilateral izadas, es decir, se aplicaban a todas las partes
contratantes, sin ninguna clase de excepción.

El procedimiento hasta aquí descrito de negociaciones bilaterales pro-


ducto por producto para su ulterior multilateralización resultaba demasiado
enojoso, dificil, y una vez agotadas las posibilidades iniciales de productos
«menos sensibles» (con menores problemas de resistir una competencia ex-
terior acrecentada) se hacía cada vez más dificil avanzar de manera general.
Por ello, con ocasión de la V Conferencia Arancelaria de 1960-1962
-Ronda Dillon- se ensayó un nuevo sistema de negociaciones, basado en
la reducción lineal general del 20 por 100 en los derechos arancelarios de
los productos industriales, al menos por parte de los países industrializados.
Sin embargo, las excepciones a esta regla fueron tan numerosas que, de he-
cho, a la postre, se cayó nuevamente en el procedimiento de negociación bi-
lateral y producto por producto. Interesa subrayar que en la V Conferencia
ya hubo dos protagonistas manifiestos en la negociación: la CEE y EE.UU.,
primera y segunda potencias comerciales del mundo, respectivamente.
Una nueva posibilidad de negociación se presentó a partir del 10 de no-
viembre de 1962, fecha en que el Congreso de los EE.UU. aprobó la llama-
da «Ley de Expansión Comercial» (<<Trade Expansion Acb>, una nueva ver-
sión de la «Reciprocal Trade Agreements Act» de 1934 y 1945, que
~utorizaba al Presidente norteamericano, hasta el 30 de junio de 1967, a re-
bajar el arancel de la Unión en un 50 por 100 a lo largo de cinco años. La
reducción podía llegar a la supresión total de derechos cuando, en conjunto,
la CEE y EE. UD. controlasen el 80 por 100 del comercio internacional 9.

9 Eduardo Moya, «Hacia la sexta conferencia del GATT), en ICE, n.O 361, septiembre

de 1963, páginas. 77-90.


Además, podía ofrecerse el mismo tipo de reducción (10 por 100) para los
productos tropicales sin producción en EE.UU., siempre que, por su parte,
la CEE se aviniese a otorgar un trato análogo y no discriminatorio. Con esta
úhima posibil ¡dad se abrían, de hecho, las hostilidades norteamericanas
frente al trato preferencial discriminatorio de la CEE en favor de sus aso-
ciados africanos.
En resumidas cuentas, el planteamiento de la «Trade Expansion Act»
(TEA), antecedente inmediato de la «Ronda Kennedy», significaba una
ofensiva en toda regla a la CEE, que ya al nivel de 1962 empezaba a confi-
gurarse como la primera potencia comercial del mundo.
Las negociaciones de ]a VI Conferencia Arancelaria se iniciaron formal-
mente en mayo de 1964 y terminaron el mismo día en que vencía el plazo
otorgado por el Congreso estadounidense a su presidente (30-VI-1967). La
«Ronda Kennedy» fue una negociación laboriosa, donde en líneas genera-
les se llegó a una reducción del 30 por 100 en las Aranceles de EE. VV. Y
de la CEE para los productos industriales. Aunque no se alcanzaron las me-
tas inicialmente fijadas para los productos industriales, y aunque los resul-
tados fueron casi nulos en 10 concerniente a productos agrícolas, lo cierto
es que la «Ronda Kennedy» ha sido, con mucho, la más importante de las
conferencias arancelarias del GATT. Ello puede apreciarse a la vista de la
siguiente serie de cifras de comercio (importaciones, con base generalmen-
te un año antes de iniciarse ]a negociación) afectadas por las partidas nego-
ciadas en cada una de las ocho Conferencias que hasta ahora se han cele-
brado.

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~ty"k~~t.j".~·,)OOI>" ,.OJ ..... k'x ...'~ .. 't.,;(,..:< . . . . . ~~'\.:»~':·jf,.A'"?>r~ .. '~i'\I:.<;#).~·~~\>~.~'lf!i~~,~&>,a.4>~~y.M(~~~~w..~t"~IIi84;.~~~~'t.~~~

Valoración Número
Número (miles de millones de concesiones
Ronda Fecha de países de dólares) tarifarías

1. Ginebra 1947 23 10,0 45.000


n. Annecy 1949 33 n.d. 5.000
nI. Torquay 1951 34 n.d. 8.700
IV. Ginebra 1956 22 2,5 n.d.
V. Dillon 1960-62 45 4,9 4.400
VI. Kennedy 1962-67 48 40,0 n.d.
VII. Tokio 1973-79 99 300,0 n.d.
VIII. Uruguay 1986-94 1] 8 n.d. n.d.
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«The EIU Guide to GATT", The Economist. 1995, pág. 10.


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luoperacion economlcJ internaoonal

5.5 Los paises menos desarrollados (PMD) en el GATT


r
!

Además del tema estrictamente arancelario que se incluye en las Partes I y It


¡
II --cláusula de nación más favorecida, listas de concesiones y excepcio- ¡

nes- del Acuerdo General, éste contiene toda una amplia normativa sobre
no discriminación en base a atributos internos (artículo 111), derechos espe-
ciales que pueden imponerse para contrarrestar Jos efectos del dumping o
de las subvenciones (VI), reglas sobre libertad de tránsito (V), procedi-
miento para el aforo aduanero (VII), eliminación de restricciones cuantitati-
vas (XI), empresas estatales (XVII), etc. Todos estos preceptos constituyen
la Parte 11 del Acuerdo General, cuya vigencia hasta el presente ha sido
muy limitada.
Finalmente, la Parte IV del Acuerdo General~ aprobada el 8 de febrero
de 1965, se refiere a Comercio y Desarrollo, y en ella se plantea la posibili-
dad de ofrecer concesiones y ventajas comparativamente más favorables
para los países subdesarrollados. En lo sustancial, la Parte IV preconiza la
no elevación de aranceles para los productos tradicionales de los PMD y la
supresión de los impuestos interiores que dificultan la expansión de su de-
manda. Asimismo, permite la negociación de preferencias entre PMD que
no han de hacerse extensivas a los países industriales. Tal precepto ha sido
aprovechado ya por Egipto, Yugoslavia y la India, que en 1968 firmaron un
Acuerdo de este tipo.
En realidad, la Parte IV no fue sino una reacción tardía ante las numero-
sas críticas que el Acuerdo General y su aplicación venían recibiendo del
Tercer Mundo. Esas críticas arreciaron con la proximidad de ]a celebración
de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo
(CNUCD/UNCTAD), cuyo comienzo estaba fijado para marzo de 1964
(véanse los apartados 6.1-6.5 del capítulo 6).
Ante esta situación, al ganar la independencia a comienzos de la década
de 1960 un gran número de PMD, y al hacerse cada vez más ostensible la
falta de equidad, el GATT fue presionado por los países subdesarrollados
en busca de una solución. Esto fue, en última instancia, lo que promovió la
génesis de ]a UNCTAD, de la que nos ocuparemos en el siguiente capítu-
]0 10, donde tendremos ocasión de comprobar (6.3) que los países menos de-
sarrollados establecieron en abril de 1988 un incipiente Sistema Global de
Preferencias Comerciales (SGPC) al objeto de favorecer el intercambio
Sur-Sur.

10 Especialmente agudas son las críticas hechas al GATT en el trabajo de Stefan B. Lin-
der (La importancia del GATT para los países subdesarrollados, Naciones Unidas,
UNCTAD, Ginebra, 1964) y las contenidas. en el informe de la Secretaría de la UNC-
T AD titulado Los países en desarrollo en el'GATT (Ginebra, 1964).

~
5.6 La VII Conferencia del GATI (Ronda Tokio)
Tras largos preparativos, la VII Conferencia del GATT se inauguró oficial-
mente en Tokio en septiembre de 1973. Se daba comienzo así a la tan espe-
rada «Ronda. N ixon», denominación inicial, más tarde abandonada tras la
dimisión del presidente Nixon por causa del escándalo Watergate, y susti-
tuida por la «Ronda Tokio».
La VII Conferencia se abrío con un total de 99 países; de ellos 94 de
economía de mercado y cinco socialistas: Hungría, Polonia, Rumania, Che-
coslovaquia y Yugoslavia. Por tanto, las dos únicas naciones de alguna im-
portancia que quedaban al margen del GATT eran la URSS y China, si bien
ambas potencias disfrutaban de buena parte de sus ventajas a base de
acuerdos bilaterales suscritos con los adheridos al GATT con concesión re-
cíproca del tratamiento de la nación más favorecida 11.
Con la «Declaración de Tokio» (24.X.73), los países del GATT se pro-
nunciaron en favor de unas negociaciones amplias y en profundidad, a fin
de lograr no sólo fuertes reducciones arancelarias, sino también la elimina-
ción de las demás barreras obstructivas del comercio: restricciones cuanti-
tativas, reglas especiales para los productos agrícolas, etc.
En relación con estas barreras, en 1975 un grupo de trabajo del GATT
ya había llevado a cabo un largo inventario comprensivo de 800 clases dife-
rentes de obstrucciones al intercambio, que se clasificaban en cinco gran-
des categorías:

a) Medidas derivadas de la participación de los poderes públicos en el


comercio exterior (subsidios, empresas públicas, comercio de Esta-
do, etc.).
b) Formalidades aduaneras, y en especial las causantes de una excesiva
complejidad en los documentos exigidos en 10 relativo a normas de
valoración, etc.
c) N ormas impuestas a los productos de importación, muchas veces
discriminatorias por comparación con los productos análogos nacio-
nales en lo referente a higiene, envases y embalajes, etc.
d) Barreras del tipo de restricciones cuantitativas, sistemas de licencias
de importación y exportación, acuerdos comerciales bilaterales, etc.
e) Por último, normas relativas a niveles de precios; exacciones varia-
bles percibidas en frontera, etc.

Entre los grandes temas de la vn Conferencia enunciados en la «Decla-


ración de Tokio» también figuró el de la extensión del sistema de preferen-
cias generalizadas (SPG), cuestión a la que hemos de referirnos extensa-

11 Daniel Jouanneau, Le GATT, PUF, París, 1980, págs. 3 y sigs.


{ooperi1cion
_ _ _ _ _ econórnira
_____ internacional
_ _ _ _ _ _ _ _ _..._..........
4. __ .i"'''''~~
1&_.J_ _

mente en el siguiente capítulo 6, al ocuparnos de la UNCTAD en relación


con el trato de favor a los PMD en el comercio de manufacturas.
n,." ... W!'UtMUiQ,!W."",1d

í
Dentro de las negociaciones cabe distinguir varios capítulos: marco jurí-
dico, modificaciones arancelarias, medidas no arancelarias, problemas es-
pecíficos de la agricultura, y otras cuestiones. Trataremos de resumir 10 que
cada una de estas facetas representa 12.

1. Marco jurídico del comercio mundial

Las negociaciones brindaron la oportunidad de revisar y perfeccionar el


. funcionamiento de algunas de las disposiciones fundamentales del Acuerdo
General y sobre todo la cláusula de habilitación que autoriza a dar un trato
preferencial y más favorable a los países en desarrollo, incluyendo:

l. Las concesiones arancelarias a través del Sistema Generalizado de


Preferencias (SGP).
2. Los acuerdos multilaterales sobre medidas no arancelarias.
3. La aceptación, sin reciprocidad, de los acuerdos entre países en de-
sarrollo destinados a reducir o eliminar aranceles y medidas no
arancelarias.
4. Las concesiones especiales a los países menos adelantados (lo que
se llama «el cuarto mundo», es decir, la veintena de naciones más
atrasadas del planeta).

11. Modificaciones arancelarias

Como resultado de las concesiones arancelarias negociadas en la Ronda de


Tokio, el nivel del conjunto de los aranceles aplicables a los productos in-
dustriales se redujo de manera considerable entre los principales países in-
dustriales del mundo occidental. Una estimación hecha por el propio GATT
previó cuál sería la situación final arancelaria para 1987 (en % ad valorem):

Todos los
productos Materias Semi-
Área o países industriales primas manufacturas Manufacturas

EE.UU. 4,4 0,2 3,0 5,7


Japón 2,8 0,5 4,6 6,0
CEE 4,7 0,2 4,2 6,9

Los resultados de la Ronda de Tokio constituyen un extenso documento de acuerdos


12

(Boletín Oficial de las Cortes Generales, Congreso de los Diputados, 29 de julio de 1980).

~
GATI,/OM(

111. Medidas no arancelarias

Con ser notables las concesiones arancelarias, lo fundamental de la Ronda


de Tokio ,fueron los códigos y acuerdos sobre un sinnúmero de medidas no
arancelarias. Esos acuerdos (todos los cuales pasaron a contar con comités
de vigilancia y negociación) son los cinco que a continuación reseñamos:

a) Valoración en aduana. Con el Código de Valoración en Aduana se


aspiró a establecer un sistema equitativo, uniforme y neutral para la
valoración en aduana de las mercancías. En él se definen cinco mé-
todos de valoración, clasificados por orden jerárquico, que deben
ser aplicados por los funcionarios de aduanas de los países signata-
rios. El primer método, que es el fundamental, consiste en basar el
valor en aduana en el valor de transacción, expresado éste por el
precio de la factura, es decir, el precio real de las mercancías que se
importan.
b) El Acuerdo sobre compras del sector público estipuló reglas detalla-
das sobre la fonna en que el sector público debe convocar las licita-
ciones y adjudicar los contratos de compra; para lograr una mayor
transparencia de las leyes, reglamentos, procedimientos y prácticas
relativos a las compras públicas.
c) El Acuerdo sobre procedimientos para el trámite de licencias de im-
portación tenía por objeto que estos mecanismos no actuasen como
restricciones a la importación. Confonne al acuerdo, los gobiernos
se comprometieron a simplificar sus trámites y a administrarlos de
manera neutral y equitativa.
d) El Código sobre subvenciones y derechos compensatorios detalJó
las disposiciones que ya figuraban en el Acuerdo General (arts. VI,
XVI Y XXIII), a fin de que el empleo de subvenciones por parte de
cualquier signatario no perjudique los intereses comerciales de otro,
y para que las medidas compensatorias no dificulten injustificada-
mente el comercio internacionaL
e) Con el Acuerdo sobre obstáculos técnicos al comercio (conocido tam-
bién con el nombre de Código de Normalización) se pretendió velar
por que los reglamentos técnicos o nonnas (ya sea por razones de se-
guridaCL sanidaCL protección de los consumidores o del medio ambien-
te, o por otros fines) no creasen obstáculos innecesarios al comercio.

IV. Agricultura

En principio, los acuerdos sobre concesiones arancelarias y no arancelarias


concertadas en la Ronda de Tokio se aplicaron indistintamente al comercio
agropecuario e industrial. Sin embargo, para los productos agrícolas se lle-

~
(ooperaflon económica internadonal

gó a una serie de acuerdos especiales, entre Jos cuales destacaron los refe-
rentes a carne de bovino y productos lácteos.
La finalidad del Acuerdo de Carne de Bovino era fomentar la expansión,
la liberalización y la estabilidad del comercio internacional de carne y ani-
males vivos, así como incrementar la cooperación internacional en este sec-
tor.
En cuanto al Acuerdo Internacional de Productos Lácteos, sus objetivos
eran ampliar y liberalizar el comercio mundial de estos productos, para lo-
grar una mayor estabilidad y evitar los excedentes y las situaciones de esca-
las, fluctuaciones indebidas de precios y la aparición de perturbaciones gra-
ves en el comercio internacional.
Los productos tropicales también fueron objeto de negociaciones dentro
de la Ronda de Tokio. Cuarenta y seis naciones en desarrollo presentaron a
] 1 países industriales toda una serie de solicitudes de concesiones, tanto
arancelarias como no arancelarias. Estas peticiones no sólo abarcaban pro-
ductos tropicales (café, cacao, té, especias, etc.), sino también una gran di-
versidad de otros productos: agropecuarios, materias primas, semimanufac-
turas y manufacturas. De los 4.400 artículos que fueron objeto de
negociación, se otorgaron concesiones respecto de unos 2.930.
Todo 10 reseñado en los apartados 111 y IV quedó suprimido o reformado
con Jos acuerdos consiguientes a la Ronda Uruguay, dentro de la OMC,
como veremos en 5.8.

5.7 EL GATT en Los años 80 y 90. La Ronda Uruguay

Ya durante el año 1980 se establecieron varios Comités o Consejos perma-


nentes encargados de vigilar y supervisar el funcionamiento de cada uno de
los acuerdos resultantes de la Ronda Tokio, y a comienzos de 1981 se crea-
ron otros dos: e] de supervisión de los códigos sobre valoración en aduanas
y el de fiscalización de los compromisos sobre compras del sector público.
También en ] 980 se consolidó el Grupo Consultivo de los Dieciocho
como órgano permanente del GATT. Compuesto por funcionarios de alto
nivel, que intervienen en la formulación de la política comercial de sus res-
pectivos países, y creado en 1975 con carácter provisional para ayudar a los
países del GATT a ejecutar con más eficacia algunas de sus tareas primor-
diales, tras demostrarse su utilidad durante los años siguientes, en noviem-
bre de 1979 se acordó formalizar el Grupo como órgano permanente.
Asimismo, debemos señalar como un hecho significativo que en el mes
de julio de 1986 se firmó el Cuarto Acuerdo Multifibra (AMF4). Análoga-
mente a 10s precedentes, abarcó a la casi totalidad de los productos textiles
(algodón, lana, sintéticos y confección). El Acuerdo ofreció el marco jurí-
dico apropiado para los arreglos bilaterales que los países industrializados
negociaran con los PMD.
· r~)mer(io de bienes y servicios: GATl fOMC

Al principio de los años 80 fueron sentándose las premisas para intentar


llevar a cabo una nueva ronda comercial multilateral, en la que tratar de re-
solver los principales problemas del comercio mundial. Las aspiraciones
quedaron plasmadas en el informe realizado por el grupo de siete persona-
lidades independientes encabezado por el suizo Fritz Leutwiler (antiguo
presidente del Banco Internacional de Pagos de Basilea). El informe se en-
tregó al entonces Director General del GATT, Arthur Dunkel, el 27 de mar-
zo de 1985. Tales medidas cabe resumirlas en 15 puntos 13:

1. En todos los países la elaboración de la política comercial debe ha-


cerse a la luz del día.
2. El comercio de productos agropecuarios debe basarse en reglas
más claras y justas, sin tratos especiales para determinados países
o productos.
3. Deben ponerse en conformidad con las normas del Acuerdo Gene-
rallas limitaciones voluntarias de exportaciones y las restricciones
discriminatorias a la importación incompatibles con el Acuerdo
General.
4. El comercio de textiles y confecciones debe regirse íntegramente
por las normas ordinarias del Acuerdo General.
5. No deben concederse subvenciones sin un examen completo y de-
tallado.
6. En aras de un comercio más abierto y equitativo, deben mejorarse
y aplicarse con firmeza los «códigos» del GATT sobre distorsiones
causadas por medidas no arancelarias.
7. Las reglas que permiten la formación de uniones aduaneras y zo-
nas de libre comercio deben especificarse con mayor precisión y
ngor.
8. Deben supervisarse las políticas y medidas adoptadas por los paí-
ses~ y la Secretaría del GATT debe reunir y publicar información
sobre ella.
9. Las medidas de «salvaguardia» para proteger industrias sólo deben
concederse con arreglo a normas de no discriminación, con
duración limitada, asistencia al reajuste y vigilancia permanente.
10. A Jos países en desarrollo hay que permitirles que aprovechen su
potencial competitivo, integrándolos plenamente en los sistemas
comerciales, con todos los derechos y responsabilidades que ello
entraña.
11. Los gobiernos deben estar dispuestos a examinar la forma de in-
crementar el comercio de servicios y estudiar reglas multilaterales
para este sector.

13 GATT, «Políticas comerciales para un futuro mejor. Propuestas de Acción» (Infonne


del Grupo presidido por F. Leutwi1er), Ginebra, 1985.
12. Debe potenciarse el procedimiento de solución de diferencias del
í
l
!

GATT, o con expertos no gubernamentales encargados de exami-


nar los litigios.
13. Debe celebrarse una nueva ronda de negociaciones en el GATT,
con el objetivo primordial de fortalecer el sistema multilateral de
comercio y para lograr una mayor apertura de los mercados mun-
diales.
14. Debe establecerse en el GATT un órgano permanente, a nivel mi-
nisterial, para que los problemas de política comercial internacio-
nal sean objeto de atención constante y para fomentar la pronta ne-
gociación de soluciones.
) 5. El buen funcionamiento e incluso la supervivencia del sistema de
comercio y la estabilidad del sistema financiero dependen de que
se dé una solución satisfactoria al problema mundial de la deuda.
Anterionnente al Informe Leutwiler, en las cumbres económicas de Wi-
l1iamsburg (mayo de 1983), Londres (junio de 1984) y Bonn (mayo de
1985), los siete grandes se pronunciaron a favor de una nueva ronda en el
GATT, y lo mismo sucedió más tarde en el Consejo Ministerial de la
OCDE de abril de 1985. También en el Consejo Económico de las Nacio-
nes Unidas se produjeron manifestaciones en ese mismo sentido y, a nivel
técnico, el Grupo Consultivo de los Dieciocho del GATT empezó a perfilar
el calendario y el temario de la próxima ronda comercial multilateral 14,
VIII de su historia, cuyo inicio se produjo oficialmente el 15 de septiembre
de 1986, con la «Declaración de Punta del Este», razón por la cual pasó a
conocerse como Ronda Uruguay 15.
Las características básicas de la VIII Conferencia 16 quedaron fijadas en
un temario omnicomprensivo de las cuestiones de orden comercial: arance-
les, medidas no arancelarias, productos obtenidos de la explotación de re-

14 Francesc Granell, «La apertura de la octava ronda del GATT», en El País, ] 3 de sep-
tiembre de 1986.
15 «La Ronda Uruguay: primeros pasos», en el Boletín Semanal de Información Comer-

cial Española, 30 de marzo de 1987. Alfredo Bonet Baiget se ha ocupado ampliamente


de la Ronda Uruguay, con sus artículos en BICE, entre e1los «Una primera valoración
del G-7 sobre la negociación de acceso a los mercados de la Ronda Uruguay»~ BICE.
26- VIl-1993.
16 Para un repaso a fondo de la situación de las negociaciones de la Ronda Uruguay en

e1 otoño de 1990, el suplemento especial de The Economist «A Survey of World Trade.


Nothing to lose but its chains», incluido en el número del 22 de septiembre de 1990.
También, Sahra A. Veale, James M. Spiegelman e Illka Ronkainen, «Comercio de ser-
vicios: la posición de EUA», en Perspectivas Económicas, 1-1988, págs. 53 y sigs.; y
Edwin Masfield, <{Propiedad intelectual, tecnología y crecimiento económico», en Pers-
pectivas Económicas, 3-1988, págs. 12 y sigs. Asimismo, los números del Financia! Ti-
mes de 11 de junio y 8 de julio de 1993 sobre los preparativos y resultados de la Cum-
hre de Tokio (recuérdese 10 ya visto en 2.8).
_ _ " ' "",1.-","tY.\ __ "",J;'<1.
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merdo de bienes y ~€!
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _,...... _2' s; GArr¡OMC
'1_.'-2"_'_ _ __

cursos naturales, textiles y confección, agricultura, alimentos tropicales, re-


visión de ciertos artículos del Acuerdo General, cumplimentación de los
compromisos de la Ronda de Tokio, salvaguardias, subvenciones y medidas
compensatorias, derechos de propiedad intelectual relacionados con el co-
mercio, trato a las mercancías falsificadas, comercio de servicios financie-
ros, medidas en materia de inversiones relacionadas con el comercio, solu-
ción de diferencias y funcionamiento de] sistema del GATT 17.

5.8 El Acuerdo de Marrakech y la Organización Mundial de


Comerdo

El 15 de diciembre de 1993, tras siete años de duras y complejas negociacio-


nes, se puso termino a la Ronda Uruguay. El Acta Final se suscribió por 117
países el 17 de abril de 1994, en Marrakech 18, En el cuadro 1 figura un es-
quema de su contenido, cuyos principales temas pasamos a examinar 19.

A) Rebajas arancelarias.-La cifra media de reducción arancelaria


por parte de los países desarrollados, se fijó en un 38 por 100 para
los productos industriales; y en el 36 para los agrarios. La rebaja de
los primeros, a realizar en un período de cinco años; y en seis los
segundos (véase cuadro 2).

B) Sector agrario.-En estos temas, el acuerdo se alcanzó primera-


mente, de forma bilateral entre EE.UU y la Unión Europea. Al fi-
nal, se cubren los puntos siguientes:

arancelización de las previas barreras no arancelarias (precios


mínimos, calendarios, etc.).
garantía de acceso a los mercados de productos anteriormente
bilateralizados, a base de contingentes con derechos reducidos,
que irían incrementándose.
reducción de las ayudas a la exportación en un 21 por 100.

17 Sobre estas cuestiones y otras conexas es de gran interés el libro de José María Vida)

Villa, Hacia una economía mundial: Norte/Sur, frente afrente, Plaza y Janés/Cambio 16,
Barcelona, 1990.
18 Inmaculada del Castillo Labrat, «El acuerdo de la Ronda Uruguay», Anuario El Mun-

do, 1994. págs. 300 y 30 l. También, Miguel Ángel Díaz Mier y Antonio María Á vila,
«La OMe, un año después), en Boletin Económico de ICE, n.o 2463, 10-VII-I995,
págs. 29 y sigs.
19 El trabajo de Phillip Evans y James Walsh, «The EIU guide to the new GA TT» (EIU,

Londres, abrí I 1994). es sin duda, un excelente resumen de Jos logros de la Ronda Uru-
guay y de) lanzamiento de la OMC.
Cuadro 1. Contenido del Acta de Marrakech (1994)

1. ACUERDO DE MARRAKECH POR EL QUE SE ESTABLECE LA OMC.


A) Acuerdos multilaterales
i) Comercio de mercancías (GATT 1994, véase 3).
ii) Comercio de servicios GA TS.
¡ii) Aspectos de los derechos de propiedad intelectual (TRIPS).
B} Entendimientos relativos a las normas y procedimientos para la solución de diferencias.
C) Mecanismo de examen de políticas comerciales.
D) Acuerdos plurilaterales
i) Comercio de aeronaves civiles.
ii) Compras del sector público.
¡ji) Productos lácteos.
iv) Carne de bovino.

2. ENTENDIMIENTOS Y DECLARACIONES MÁS SOBRESALIENTES.


A) Adoptadas el 15 de diciembre de 1993 (Ginebra).
i) Medidas en favor de países menos adelantados.
ii) Procedimientos de notificación.
iii) Relaciones con el FMI.
B) Adoptadas el 14 de abril de 1994 (Marrakech).
i) Comercio y medio ambiente.
ii) Consecuencias financieras y organizativas del Acuerdo que establece la OMe.

3. DESARROLLO DEL GATT 1994.


A) GATT 1947, más instrumentos legales vigentes hasta la entrada de la OMC: Ronda To-
kio y Ronda Uruguay.
B} Entendimientos relatívos a diversos artículos del GATT.
e) Protocolos de la negociación 1995
i) Concesiones arancelarias (listas anexas).
ii) Concesiones no arancelarias (listas anexas).
D) Otros Acuerdos
í) Sectoriales
a} Agricultura.
b) Textiles y confección.
ii) Medidas de defensa comercial
c) Salvaguardia.
d) Anículo VI del GATT (antidumping).
e) Subvenciones y medidas compensatorias.
¡ii) Antiguos Códigos GA TT
t) Obstáculos técnicos al comercio.
g) Procedimientos de licencias.
h) Artículo VII del GATT (valor en aduana).
iv) Acuerdos sobre nuevas materias
í) Aplicación de medidas sanitarias.
j) Normas de origen.
k} Inspección previa a la expedición.
1) Inversiones relacionadas con el comercio.

FUENTE: GA TT/OMe.
Cuadro 2. Tarifas de los países desarrollados

Antes
de la Ronda O/o Reducción
Productos Uruguay Oferta Reducción absoluta

Todos los productos industriales 6,4 4,0 38 2,4


Textiles y confección 15,0 12,4 20 2,6
Metales 3,7 1,4 62 2,3
Minerales y piedras preciosas 2,6 1,1 58 1,5
Maquinaria eJéctrica 6,6 3,6 45 3,0
Piel, caucho, y calzado 8,9 7,1 20 1,8
Madera, muebles, pasta, y papel 3,5 1,5 57 2,0
Otras manufacturas 5,4 2,7 50 2,7
Productos pesqueros 6,1 4,8 21 1,3
Maquinaria no eléctrica 4,8 2,3 52 2,5
Productos químicos y fotográficos 6,7 3,8 43 2,9
Equipo de transporte 7,4 5,8 22 1,6
Productos de los PMD 7,6 5,0 34 2,6
Productos industriales del Trópico 4,2 5,3 45 1,9
Productos de recursos naturales 3,2 2,1 34 1,]
~~~'>I"~~~~~,,';:"""'-.$>_.""~_"'~>.~""'~"'i>..<ó~~,~..,..-v, 1

¡.:t;ENTE: «Thc EHJ Guide to GATT», The Economist, 1995, pág. 73.

Todas las medidas expuestas, se desarrollarán a 10 largo de un período


transitorio de nueve años, aunque se mantendrán importantes excepciones:
políticas destinadas a la ayuda alimentaria interna, pagos directos a los pro-
ductores, programas de garantía de ingresos, y ayuda a países en desarrollo
vía donación o por venta en condiciones especialmente favorables.
A pesar de esos acuerdos relativamente satisfactorios en las cuestiones
agrícolas, los catorce países exportadores de productos agropecuarios no
subsidiados, decidieron mantener su organización, el Grupo de Cairns,
para continuar propiciando una liberación aún mayor del comercio mun-
dial. El Grupo lo integran: Hungría, Canadá, Colombia, Brasil, Uruguay,
Argentina, Chile Tailandia, Malasia, Indonesia, Filipinas, Islas Fidji, Aus-
tralia y Nueva Zelanda. Australia seguirá asumiendo la presidencia y la se-
cretaría técnica del grupo.

C) Cuestiones institucionales.-Se mejora el sistema de solución de


diferencias. Cualquier país que se sienta perjudicado por las accio-
nes comerciales de otro, por entender que son contrarias a las reglas
del GATT, puede llevarlo a juicio en la OMe; ante un panel ad hoc,

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con apelación al Tribunal de la organización. Las decisiones, rápi-


das, han de aplicarse de fonna automática 20.

D) Reglas y disciplinas.-Se mejoraron considerablemente las reglas


del Acuerdo General, dándose una definición precisa del concepto
de subvención. También se aclararon las nonnas antidumping. Asi-
mismo, quedó totalmente prohibida la utilización de acuerdos nu-
méricos de zona gris, como las restricciones voluntarias a la expor-
tación (managed trade), y la ordenación de mercados.

E) Nuevos sectores de regulación internacional.-En la Conferencia


de Marrakech se acordó crear la Organización Mundial de Comer-
cio (OMe), como sucesora del GATT, formada por todos los países
signatarios de la Ronda Uruguay. La función de la OMe consiste
en administrar el Acuerdo General revisado, incluyendo los códigos
de liberalización resultantes de la Ronda Tokio y de la Uruguay; así
como los convenios sobre Aspectos Comerciales de los Derechos de
Propiedad Intelectual (Trade Related Intellectual Property Rights,
o TRIPS) , acerca de los Aspectos Comerciales de las Medidas en
Materia de Inversión (Trade Related lnvestment Measures. o
TRIMS), y todo lo relativo al sector servicios (General Agreement
on Trade in Services, o GATS).

Las multinacionales norteamericanas, presionaron a su gobierno para


que incluyera el TRIPS, por Jas fuertes pérdidas que les infligen las falsifi-
caciones (piratería de marcas, grabaciones, programas informáticos, pro-
ductos de alta tecnología).
Los TRIMS también fueron incluidos a petición de las grandes corpora-
ciones de EE. UU. y de la Unión Europea, deseosas de proseguir la mundia-
lización.
Por último, el acuerdo GATS, sobre comercio de servicios (banca, segu-
ros, auditores, etc.), también fue negociado a petición del gobierno de Was-
hington, presionado por sus multinacionales.

F) Textiles y con.(ección.-Se llegó a un acuerdo para liberalizar el


sector paulatinamente, a lo largo de diez años. Según comprobamos
en otra sección de este mismo capítulo, el intercambio de textiles se
vio exceptuado de las reglas de] GATT por el Acuerdo Multifibras
(AMF); en el cual se admitió la utilización de contingentes para
proteger los intereses de los países más desarrollados. Tras la Ron-
da Uruguay, la reducción arancelaria final en textiles, será de una
media de) 50 por 100. Lo cual beneficiará considerablemente a los

20 Sobre las funciones y actividades de la OMe, la entrevista a su Director General, Re-


nato Ruggiero, en Financia! Times, 1-V -1995, pág. 15.
grandes exportadores asiáticos (China, Hong-Kong, Corea del Sur,
Taiwan y Tailandia), que en 1992 ya abastecieron un 32,5 por 100
del mercado mundial 21.

La OMe, a la que ya nos hemos referido en el anterior apartado E), es el


organismo, dentro del marco de Naciones Unidas, sustitutivo del GATT en
todas sus funciones; asumiendo, al propio tiempo, las nuevas competencias
establecidas en el Acta de Marrakech 22.
Dos de las cuestiones mas dificiles para el buen funcionamiento de la
OMC, radican en el problemático ingreso de Rusia (y el resto de la CEI), y
de China, que han de adaptar a las reglas de Marrakech sus estructuras de
comercio exterior. Aparte de ello, están los temas de las cláusulas social y
ecológica para presionar a los países industriales emergentes (NICs, OAp,
etc.) a asumir la legislación social preconizada por la OIT, y las prescrip-
ciones de conservación de la naturaleza que ya plantean el PNUMA, el
CDS, el BIRF, etc. 23

5.9 La OMC en acción

Durante los días 9 a 13 de diciembre de 1996, tuvo lugar en Singapur la


primera Conferencia Ministerial de la OMC, que permitió comprobar la
eficacia de la nueva entidad, en la que definitivamente se apoya el sistema
global del comercio 24. En el desarrollo del encuentro, se estudiaron tres
cuestiones fundamentales:

- Evaluación de la puesta en práctica de los acuerdos de la Ronda


Uruguay de 1994, que se calificó de razonable en cuanto al curso de
su aplicación.
Elaboración de una agenda de trabajo para los años 1997 y 1998,
que se plasmó en una Declaración final que luego examinaremos.
Impulso a las negociaciones en marcha y, específicamente dos te-
mas: acuerdo sobre tecnologías de la información (Information
Technology Agreement, o ITA), para la liberalización de aproximada-

21 Sobre el tema de los beneficios de la gran negociación de siete años, es de interés el


artículo de la SGT del Ministerio de Comercio «¿Quién gana en la Ronda Uruguay?»;
RICE n.O 2435, 4 de diciembre de 1994, pág. 3151 y sigs.
22 Leopoldo Ceballos, Diccionario de Organizaciones Economicas Internacionales»,
ICEX, Madrid, 1995, pág. 95.
23 J. C. Gonzalez, «La UE apoya un ingreso rápido de China en la OMC», Negocios, 6-

VIl-1995, pág. 34.


24 José Manuel Femández-Nomíella, «Balance y conclusiones de la Conferencia Minis-
teria) de la OMe en Síngapuf», RICE, 9.XII.96.
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mente el 90 por 100 del volumen de comercio mundial de productos


de electrónica e informática de oficina, sus piezas, partes y compo-
nentes, así como software; y acuerdo sobre telecomunicaciones.

En relación con la agenda de trabajo para los próximos años, en la De-


claración final se hicieron una serie de precisiones cuyos aspectos esencia-
les fueron los siguientes:
A. Sector textil. Los países exportadores solicitaron la aceleración del
proceso liberalizador enunciado en la Ronda Uruguay. La decisión
en Singapur consistió en confirmar que el acuerdo de Marrakech se
cumplirá en sus estrictos términos, sin antelaciones posibles.
B. Agricultura. El Grupo de Cairns, encabezado por Argentina y Aus-
tralia, también promovieron un movimiento para adelantar 1as nego-
ciaciones agrícolas acordadas en ]a Ronda Uruguay para elIde 1
enero del año 2000. Sin embargo, la firme oposición de los países
importadores impidió que prosperara el intento: análogamente al
textil, se mantendrá el calendario de Marrakech.
C. Nuevos temas. Se consiguió el consenso para crear varios grupos de
trabajo destinados al análisis de los temas siguientes:

Comercio e inversión, teniendo en cuenta los estudios hechos


en la UNCTAD y en otras organizaciones internacionales; y
considerando las conexiones con el desarrollo social.
Comercio y competencia, a fin de explicitar las prácticas res-
trictivas que obstaculizan los flujos comerciales.
Comercio y dumping social. Fue el asunto a todas luces más
político y controvertido, para el cual se encontró una fórmula
de equilibrio, consistente en mencionarlo en la Declaración mi-
ni steriaJ, pero sin encomendar más acción de la ya en curso a
través de los trabajos conjuntos de la OMC y la OrTo
Comercio y contratos públicos. Se acordó intensificarlos a fin
de procurar la máxima transparencia en la libertad de acceso a
las contrataciones y licitaciones de entidades públicas.
Comercio y aduanas. Se decidió facilitar el comercio interna-
cional con la mejora de los trámites aduaneros.

Durante la Conferencia Ministerial de la OMC en Singapur, la Unión Euro-


pea actuó en bloque, dando muestras de poseer mecanismos eficaces de coordi-
nación interna. Lo cual se vio favorecido por la propia celebración en la Capital
de los Estrechos de un Consejo de Ministros de la Unión, que siguió el día a día
de las negociaciones; homogeneizándose de ese modo la posición de la Unión
Europea que estuvo coordinada por el Miembro de la Comisión Leon Brittan.
Desde diciembre del 96, la OMC ha tenido tanto éxito, que en mayo del
98 había treinta países intentando acceder a la organización; y muy signifi-

-r76
cativamente Rusia y China, que todavía han de introducir considerab~e~ r::
formas en sus sistemas económicos.
Por otro lado, es evidente que se ha perdido el temor a que el cansancio
de la Ronda Uruguay pudiera inducir un período de inactividad, pues a lo
largo de 1997/98, los objetivos sectoriales acordados en Singapur se convir-
tieron en acuerdos efectivos para la liberalización de esferas tan importan-
tes como telecomunicaciones, servicios financieros, y tecnologías de la in-
formación. El haber llevado a buen puerto esos tres megaconvenios es
importante por las razones que se expresan:

- su cobertura comercial puede llegar a ser mayor que todo 10 conse-


guido directamente en la Ronda Uruguay, lo que da idea de la di-
mensión que está adquiriendo el comercio de servicios;
se amplían las áreas sometidas al sistema de solución de desavenen-
cias de la OMe, dándose a ésta una mayor autoridad en la escena in-
ternacional;
y finalmente, al haber quedado resuelto lo principal de la agenda de
la OMC, se abre la senda para una nueva ronda de negociaciones
después del 2000, que seguramente llevará el nombre de Singapur o
de Ronda del Milenio 25.

En fin de cuentas, como manifestó en 1997 en una visita a Madrid Re-


nato Ruggiero, Director de la OMe, «no hay alternativa a la globalización,
salvo la guerra». Y seguidamente agregó: «tenemos dos posibles escena-
rios: uno consiste en un mundo dividido en tres o cuatro grupos interconti-
nentales y cuyas relaciones se verían regidas por el poder dentro de un es-
cenario peligroso por sus tensiones. La otra posibilidad estriba en crear un
sistema universal con capacidad de hacer cumplir los compromisos. En eso
es en lo que está trabajando la OMC, con ambición, para disminuir la incer-
tidumbre y la inseguridad de nuestro mundo».
y cuando le preguntaron a Ruggiero si no hay algo de demagogia en los
países ricos con previsiones tan favorables, desde el punto y hora en que
son ellos los que tienen la tecnología, respondió: «quien piensa aSÍ, está out
de la realidad. Una de las claves del futuro es disponer de las nuevas tecno-
logías, las redes de telecomunicación, etc., y no necesariamente poder fa-
bricarlas por si mismos. Y si los países en vías de desarrollo las ponen en
uso sin más dilaciones, serán competitivos en el siglo XXI. Ya no hay oposi-
ción entre el Norte y el Sur» 26. Palabras un tanto hiperoptimistas para algu-
nos, pero que parecen precursoras de los cambios que están produciéndose
en la economía mundial, a los que la OMC parece estar dispuesta a contri-
buir de manera especialmente activa.

25 «Fifty years on», The Economist, 16. V.] 998, pág. 19 Y siguientes.
26 Entrevista de Carlos Salas a Renato Ruggiero en El Mundo, 31.V.97.
6. Comercio y desarroLLo: La
UNCTAD y Las reLaciones
Norte/Sur. EL Nuevo Orden
Económico InternacionaL
(NOEI)

6.1 La Conferencia Mundial

Por primera vez~ a comienzos de la década de 1960, se iniciaron los pasos


para lo que con el tiempo podrá ser una acción mundial integrada en pro
del desarrol1o. Como ya vimos de pasada en el capítulo 4, en 1961 se plan-
teó en el Consejo Económico y Social (ECOSOC) de las Naciones Unidas
la posibilidad de declarar los años 1961-1970 como Decenio del Desarro-
llo. La idea era concretar un ritmo de crecimiento adecuado para la econo-
mía mundial y, sobre todo, para los países subdesarrollados. En tomo a esta
cuestión se celebraron una serie de reuniones preparatorias~ y al final de
~'

ellas, en la sesión del 19-XII-1961, la Asamblea General de la ONU, en su


tf
1-
resolución 1.1 70, fijó como meta global un crecimiento del 5 por 100 del
I PN B, que en diez años habría de suponer una expansión del 63 por 100. Al
propio tiempo se proponían las grandes líneas de acción para que los PMD
pudiesen alcanzar el ritmo de progreso indicado.
Como ya hemos visto en el capítulo 3, las posibilidades de crecimiento
en los PMD están determinadas en buena parte por su engarce con la eco-
nomía mundial y, más concretamente, con la demanda de los grandes paí-
ses industriales. En otras palabras, los problemas del desarrollo se hallan
íntimamente ligados a los del comercio internacional. No es extraño, pues,
que en la Resolución de las Naciones Unidas sobre la Primera Década del
Desarrollo se pusiera de relieve la necesidad de una organización interna-
cional que examinase en conjunto las dos vertientes de 10 que prácticamen-

I
te es una misma cuestión. Para instrumentar el nuevo organismo proyecta-
do, se pidió que el secretario general de la ONU iniciara las consultas perti-
nentes «a fin de celebrar una Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Comercio y Desarrollo».
Esta solicitud siguió el oportuno proceso, a pesar de que la idea de una
Organización Internacional de Comercio (recuérdese lo visto en 5.2) no era
muy atractiva para los países industriales, que ya contaban con el GATT
como foro internacional de comercio. Sin embargo, una negativa rotunda al
proyecto de conferencia habría producido una irritación profunda y general
entre los PMD. Fue así como, el 3 de agosto de 1962, el Consejo Económi-
co y Social de las Naciones Unidas convocó la «Conferencia de las Nacio-
nes Unidas sobre Comercio y Desarrollo» (CNUCD) 1, más conocida por
sus siglas inglesas de UNCTAD (United Nations Conference on Trade and
Development).
La Comisión Preparatoria celebró tres períodos de sesiones entre di-
ciembre de 1962 y principios de 1964, y, finalmente, la Conferencia dio
comienzo, en Ginebra, el 23 de marzo de 1964, en la sede europea de las
Naciones Unidas, en el imponente palacio neoclásico construido en los
años 30 por la Sociedad de Naciones. La apertura de la sesión inaugural se
hizo en medio de la expectación mundial, en un ambiente mezcla de so-
lemnidad y esperanza, y también de colorido por los trajes nacionales de
muchos representantes de países asiáticos y africanos. El autor de estas lí-
neas, que asistía como miembro de la Delegación de España, recuerda la
emoción del ambiente cuando sucesivamente tomaron la palabra el secre-
tario general de Naciones Unidas -u. Thant-, el presidente elegido para
]a Conferencia -el señor Rasuni, ministro de Economía de la República
Árabe Unida- y el secretario general de la UNCTAD, el señor Raúl Pre-
bisch, famoso economista argentino, antiguo director de la CEPAL y tenaz
líder de las aspiraciones de todos los pueblos económicamente subdesarro-
llados.

A la Conferencia de Ginebra, generalmente designada como «Primera


UNCTAD», asistieron Delegaciones de 120 países, prácticamente todos los
miembros de las Naciones Unidas, e incluso algunos no miembros (como
Suiza, R. F. de Alemania, Vaticano, Mónaco, Liechtenstein, etc.). La ausen-
cia más importante fue la de China Popular; no obstante los reiterados es-
fuerzos del bloque socialista y de un buen número de afroasiáticos, la can-
didatura de China no llegó a ser admitida, por la tenaz, reaccionaria y
miope postura de Estados Unidos y sus más adictos corifeos. Sólo en 1972
estuvo presente la China Popular en la UNCTAD (III) por primera vez, tras su
ingreso en las Naciones Unidas en 1971.

I Por la Resolución ECOSOC 917 (XXXIV), confinnada en diciembre del mismo año

por la Resolución de Ja Asamblea de la ONU, n,O 1.785 (XVII).


Las sesiones de trabajo de la Conferencia, iniciadas el 23 de marzo, se
desarrollaron durante casi tres meses, hasta el 16 de junio, fecha en que fue
suscrita el Acta Final.
En el Acta Final se resumieron, en una especie de carta programática, los
principales problemas del desarrollo en su relación con el comercio interna-
cional. Asimismo, quedaron sentadas las bases institucionales, que ulterior-
mente fueron perfeccionándose a través de las distintas reuniones de la «Jun-
ta de Comercio y Desarrollo». La UNCTAD, a estos efectos, se estructuró
según un esquema funcional integrada por:

a) La Conferencia, que hasta ahora se ha reunido en nueve ocasio-


nes, decide por mayoría de dos tercios de los votos. Cada país
asistente cuenta con un voto. Los países se agregaban hasta 1992
en cuatro grupos según tres criterios: geográfico, sistema econó-
mico y nivel de desarrollo. Los del grupo A eran los países en de-
sarrol1o. El grupo B lo integraban las naciones de la OCDE. El C,
los países latinoamericanos. Y el D, los de ex economía centrali-
zada. A su vez, los grupos A +C componían el «grupo de los 77»,
los que en general se autoconsideran tercermundistas.
b) La Junta de Comercio es el órgano permanente de la Conferencia.
Inicialmente la integraban 55 miembros, pasó a 68 en 1972 y desde
1976 la componen todos los países miembros de la Conferencia que
lo deseen. La Junta se reúne habitualmente una vez al año, y, a nivel
ministerial, cada dos años.
c) La Secretaria Permanente de la Conferencia, dirigida por un Secre-
tario General, que entre 1964 y 1969 fue el argentino Raúl Prebísch
(quien dimitió en enero de ese año, pasando a ser sustituido por el
venezolano señor Guerrero, posteriormente, por el señor Correa, y
acualmente por Rubens Ri cup ero ). El Secretario Permanente es uno
de los altos ejecutivos de las Naciones Unidas, y su actividad se de-
sarrolla en estrecha relación con el ECOSOC y con las Comisiones
Económicas regionales de la ONU (CEPE, CEPAL, CEPA y CEA-
LO).
d) Las Comisiones de la Conferencia fueron creadas formalmente en
1965, pero de hecho ya funcionaron durante la Primera UNCTAD.
Hasta la Tercera UNCTAD fueron las cuatro siguientes: 1. Produc-
tos Básicos; 11. Comercio de Manufacturas; 111. Transacciones Invi-
sibles y Financiación, y IV. Transporte Marítimo.

Como sería muy farragoso analizar separadamente los puntos discutidos


en las dos primeras sesiones plenarias de la Conferencia, así como las cues-
tiones atendidas en los períodos de sesiones de la Junta y en las reuniones de
las comisiones, agruparemos los diversos temas tratados por grandes catego-
rías, con ]0 cual el lector podrá apreciar mejor el estado de avance en cada
LoopeídU ¿",:ononnca lnternacional

uno de ellos 2. Así pues, de 6.2 a 6.5 analizamos las cuestiones tratadas en la
I y II UNCTAD, esta última en Nueva Delhi, 1968. Más adelante, a partir
del 6.6, estudiaremos temas tratados en las sucesivas reuniones plenarias de
la UNCTAD, desde la tercera (Chile) a la novena (Mitrand, Sudáfrica).

6.2 Los productos básicos en La UNCTAD. EL Fondo Común


de Materias Primas

Como ya vimos en 1.9, los países subdesarrollados figuran tradicionalmen-


te en el comercio internacional como proveedores de productos básicos, ge-
neralmente con muy escaso grado de elaboración o valor añadido, y que
obtienen con mano de obra a muy bajos niveles de retribución.
En todos estos productos, a pesar de las grandes diferencias que median
entre ellos, se presentan características comunes, como son la ya aludida
escasez de valor añadido y, sobre todo, la falta de un control y una regulari-
dad en la producción, lo cual provoca importantes fluctuaciones en los pre-
cios. Más concretamente, la tendencia al aumento desordenado de las pro-
ducciones conduce -salvo en coyunturas a veces largas como son los
períodos bélicos- a' un deterioro secular en los precios y, en definitiva, a
un empeoramiento en la relación real de intercambio para los países subde-
sarrollados. Ello hace que los países subdesarrollados no estén en disposi-
ción de obtener de sus exportaciones medios internacionales de pago sufi-
cientes como para hacer frente a las cuantiosas necesidades de importación
que precisan para acelerar su desarrollo.
La situación anteriormente descrita es, en primer término, el resultado
de fuertes diferencias en la estructura económica entre países desarrollados
y los PMO. Los primeros, por su producción industrial, su tecnología y su
penetración financiera y política, están en condiciones de imponer su domi-
nio como demandantes, frente a una oferta de los PMD, que desborda gene-
ralmente la demanda.
Además, los productos básicos tienen en general una elasticidad-renta
muy baja; es decir, su consumo no aumenta en la misma proporción que la
renta, lo cual origina una saturación creciente.
También sucede que en los países desarrollados existe un fuerte protec-
cionismo para los productos agrícolas de los PMD (azúcar, cereales, car-

2 Entre la abundante bibliografía sobre la UNCT AD publicada en español hay que citar,
por lo menos, a Raúl Prebisch (Nueva Política Comercial para el Desarrollo, FCE, Mé-
xico, 1964) Y el extenso artículo de José Manuel Revuelta, «La UNCT AD en el escena-
rio económico internacional», en ICE, agosto-septiembre 1985, págs. 125 a 153. Asimis-
mo y especialmente para las relaciones centro-periferia, José Maria Vidal Villa y Javier
Martínez Peinado, «Estructura económica y sistema capitalista», Pirámide, Madrid, 1987.
nes~ frutas, etcétera), o tasas fiscales elevadas para otros (té, café, cacao), o
desarrollo sistemático de los productos sintéticos (caucho sintético contra
el natural, fibras químicas frente a las naturales, plásticos frente a la made-
ra, edulcorantes artificiales frente al azúcar, etc.), o incluso necesidades de-
crecientes de insumo de un producto básico por unidad de producto, o fuer-
tes elasticidades de sustitución con el paso de un producto básico con altos
precios a otro más barato (del cobre al aluminio, por ejemplo). Por otra par-
te, en el caso de los minerales y metales, es muy fuerte la penetración de
las empresas de los grandes países industriales en los PMD, manteniéndose
de hecho un auténtico sistema extractivo que favorece sobre todo a las in-
dustrias transformadoras de las grandes concentraciones industriales 3.

Frente a esta situación, en los trabajos de la UNCTAD se ha venido a re-


forzar la previa aspiración de lograr acuerdos internacionales sobre produc-
tos básicos que permitan estabilizar sus precios y que, por tanto, garanticen
a los países subdesarrollados una cierta fluidez en sus ingresos externos.
Sin embargo, los problemas que obstaculizan la puesta en marcha de
acuerdos realmente operativos en este campo son muchos y complejos 4.
La única forma de mantener los precios sería la fijación de cuotas de ex-
portación, para disminuir la presión de la oferta sobre la demanda. Pero el
establecimiento de cuotas tropieza en primer término con la pretensión de
muchos PMD de aumentar sus producciones nacionales, lo cual va contra
la lógica de un verdadero autocontrol de la oferta. Por otra parte, a nadie se
le oculta el recelo de Jos desarro]Jados de que las cuotas conduzcan a la lar-
ga a precios demasiado altos.
Además, en el caso de los productos agrícolas, las variaciones climáticas
y meteorológicas provocan fuertes diferencias de un año para otro en los
volúmenes de producción, 10 que contribuye decisivamente a las fluctuacio-
nes de precios antes aludidas. Para resolver este problema no hay otro ca-
mino que la formación de importantes stoc/u.,' reguladores de carácter intera-
nual. Pero ello se traduce, a su vez, en ]a necesidad de contar con
importantes medios financieros. Tales recursos, en una tendencia secular de
deterioro de los precios, son difíciles de obtener de parte de las entidades
financieras privadas e, incluso, de los organismos económicos internacio-
nales. Tan sólo las Tesorerías de los países desarrollados podrían actuar
como auténticos financiadores de Jos stocks de regulación (buffer stocks),
pero 10 cierto es que los países industriales son los primeros interesados en

3 Sobre esta cuestión ya son clásicas las tesis de H. W. Singer sobre la «fonna tradicio-
nal de las inversiones extranjeras», expuestas en su trabajo «The distribution of gains
between investing and borrowing countrÍes», en American Economic Revie\1/ (Papers
and Proceedings), Inayo de 1950.
4 Periódicamente, la UNCT AD publica infonnes sobre estos prob1emas. El más reciente

es el Estudio sobre los productos há:,ácos. 1981, Naciones Unidas, Nueva York, 1981.
(ooperáCtnr,

no estabilizar los precios a un alto nivel. Prefieren, en definitiva, que, con


una apariencia de medidas y acciones internacionales, persistan las condi-
ciones de envilecimiento de precios de los productos básicos 5.
Ante tal cúmulo de problemas, ya desde la Primera UNCTAD se analizó
la posibilidad de un Acuerdo General sobre Productos, y después de tres
'conferencias ad hoc en junio de 1980 se llegó a un acuerdo para la creación
de un Fondo Común de Materias Primas. Los acuerdos negociados se indi-
can en el cuadro 1.

Cuadro 1. Número de convenios y acuerdos internacionales de


______
productos básicos "Ii1'Iftt:w,_;¡._·
.'·A·~. . . ~~.~~
concertados
vr...... n_-'_
. __t _ _ _ _ _ _ _ _ _- - . ._ _ _ __

Antes JI Guerra 1945/ 1955/ 1965/ 1975/


Producto básico de 1939 Mundial 1954 1964 1974 1984 Total

Estaño 3 10
Trigo (o cereales) 2 8
Azúcar 7
Café 4
Cacao 3
Aceite de oliva 2 3
Té 2 1 3
Caucho 2
Yute y productos del yute 2
Maderas tropicales 1
Carne de bovino 1
Productos lácteos 1
Abacá, sisal y henequén 2

________
TOTAL ~_~~,_~~~~w_~" . _____________
8 4 9 11 11 47

1 El convenio del estaño de 1954 ha sido clasificado aquí porque estuvo en vigor durante el perío-
do de 1955-1964.
2 Negociados o renegociados bajo los auspicios de la UNCTAD. El convenio de trigo de ] 971 ne-
gociado bajo los auspicios de la UNCTAD está todavía en vigor.
3 Acuerdo oficioso relativo al yute, el kenaf y las fibras afines.
4 Acuerdos oficiosos relativos al abacá, el sisal y el henequén.
FUENTE: «El papel de los Convenios o acuerdos internacionales de productos básicos en el logro de
los objetivos del PIBB» (TD(B/C.l/270), pág. 3. UNCTAD (1985). J. M. Revuelta, «La UNC-
T AD ... », oh. cit. en nota 2 de este capítulo, pág. 131.

5 Actualmente, la UNCT AD clasifica los productos básicos (PB) en tres categorías: A)


PB que causan preocupación inmediata: azúcar, cacao, café, caucho, fibras duras; B) PB
que requieren una atención sostenida: aceites vegetales y semillas oleaginosas, arroz, té,
tabaco~ algodón, minerales de hierro, cobre, plomo y cinc; C) Otros productos no agrí-
colas: petróleo. bauxita y aluminio, estaño y tungsteno.
y desarrollo

En sus objetivos, el Fondo Común se considera como una institución de


nuevo tipo financieramente viable y que actúa como catalizador para la fir-
ma de acuerdos internacionales de productos (AIP).
El Fondo Común consta de dos «ventanillas» o líneas de financiación.
La primera ventanilla se ocupa de la financiación de stocks reguladores de
carácter internacional (habiéndose aceptado finalmente la financiación de
stocks nacionales, siempre que estén internacionalmente coordinados).
Stocks, todos ellos, que se encuadren en los AIP firmados por países pro-
ductores y consumidores que representen la mayor parte del comercio in-
ternacional del producto básico en cuestión.
La segunda «ventani 11 a» del Fondo Común, de financiación blanda, se
ocupa de las medidas distintas de la formación de stocks reguladores. Este
punto reviste especial importancia para todos aquellos países en desarrollo
que son grandes exportadores de materias primas no almacenables, debido
a su carácter perecedero (plátanos, por ejemplo) o debido a su alto coste de
almacenamiento en relación a su valor, o por su falta de homogeneización
en cuanto a calidad se refiere.
En cuanto a la estructura organizativa del Fondo Común, éste consta de
un Comité de Gobernadores, un Directorio Ejecutivo, un director-gerente y
los demás funcionarios y personal necesarios para el desempeño de sus
funciones. Por otra parte, el Comité de Gobernadores dispondrá de un Co-
mité Consultivo, para facilitar el funcionamiento de la segunda ventanilla.

6.3 Comercio de manufacturas: el sistema de las


preferendas generalizadas (SPG) del Grupo de los 77
E1 problema de los países subdesarrollados en este punto, radica en su fuerte
carencia de tecnología (casi por completo dependientes de las grandes po-
tencias industriales), en sus bajos niveles de productividad y en su calidad
muchas veces deficiente. Por tanto, en función de su escaso grado de desa-
rrollo y de diversificación industrial -que en países como Brasil, India,
México, Argentina, etcétera, no es tan escaso-, las posibilidades de ex-
pansión de las exportaciones son limitadas. Esas posibilidades se ven aún
más reducidas por la creciente competencia de las naciones industriales en-
tre sÍ.
Ante una situación como ésta, ya en la Primera UNCTAD se apreció la
necesidad de que para forzar las exportaciones de manufacturas de los
PMD, los desarrollados deberían concederles un trato arancelario de favor.
De este modo quedó planteado el tema de las preferencias de los países in-
dustriales (PI) en favor de los PMD.
El proyecto siguió diversos avatares, hasta que en la Segunda UNCTAD
se llegó a un acuerdo de principio, con vistas a un Sistema de Preferencias
Generalizadas (SPG).
En síntesis, con el SPG lo que se persigue es conceder a los PMD el ac-
ceso, en franquicia o con derechos arancelarios reducidos, a los mercados
de manufacturas de los PI. Tales preferencias se otorgarían «gratuitamente»
en una sola vía; es decir, sin reciprocidad, a diferencia de las preferencias
bilaterales, de las que nos ocuparemos en 7.1.1. Ello significaría, por consi-
guiente, la supresión de las actuales preferencias inversas de los PMD a fa-
vor de los PI.

Los problemas que se presentaban para un SPG, y que se discutieron


ampliamente en la UNCTAD, fueron fundamentalmente los que pasamos a
exponer:

a) Plazo de duración. En este punto pronto se llegó a un acuerdo. En


principio, las preferencias podrían concederse por un período de
diez años, prorrogable por un lapso análogo.
b) El sistelna de pr~rerencias. Así como EE.UU., los países de la
EFTA y Japón se mostraron partidarios de un sistema de reducción
lineal (acompañado de una cláusula de salvaguardia para evitar las
distorsiones de mercado), la CEE preconizó un método diferente,
basado en la apertura de contingentes arancelarios libres de dere-
chos para los PMD. Con este segundo sistema podría limitarse y
controlarse cuantitativamente la entrada de los productos favoreci-
dos por el régimen de preferencias, y el uso de cláusulas de salva-
guardia sería casi innecesario.
c) Supresión de las pre.lerencias inversas. La CEE se opuso a que el
SPG implicase la inmediata supresión de las preferencias inversas
que disfrutaba en el mercado de sus asociados de Africa (EAMA).
Por su parte, EE.UU. y los países de la EFTA anunciaron que no
concederían preferencias a aquellos PMD que tuviesen en vigor
preferencias inversas a favor de PI.
d) Países ben~riciarios. ¿Qué países podrían beneficiarse de un
SPG? En principio, todos los subdesarrolJados; pero ¿cuáJes
eran subdesarrol lados y cuáles no? Había varios posibles crite-
rios para decidir tan espinosa cuestión:

Un criterio objetivo, basado en unos determinados indicadores


de desarrollo seleccionados por la ONU.
El criterio subjetivo por parte de los desarrollados según el cual
éstos podrían considerar libremente si un país A, B, C ... , N era
o no subdesarrollado a los efectos del otorgamiento de sus pre-
ferencias.
El criterio de la autocalificación sería el método más generoso:
un país es subdesarrollado cuando se autocalifica como tal.
Una vez alcanzado el acuerdo en el seno de la UNCTAD, los trámites
para su aprobación legislativa en el seno del GATT fueron más rápidos.
Todo estaba discutido y aceptado. Así, por decisión de las partes contratan-
tes del GATT de 25 de junio de 1971 se acordó eximir a las Partes Contra-
tantes desarrolladas del cumplimiento de las disposiciones del artículo 1.°
del Convenio, por un plazo de diez años, para que pudieran conceder un
trato arancelario preferencial a los países y territorios en desarrollo. La
UNCTAD, sin embargo, mantiene un pape) protagonista, pues, es en el
seno de su Comisión Especial de Preferencias donde se lleva a cabo la eva-
luación prácticamente anual del SPG.

A lo largo del funcionamiento del SPG, éste ha demostrado ser, a pesar


de sus limitaciones, un instrumento viable de política comercial para el es-
tablecimiento de relaciones comerciales y económicas más equitativas entre
los PI y los PMO. El SPG consistió inicialmente en un conjunto de 16 es-
quemas de preferencias independientes 6, pero en los que existen caracterís-
ticas generales comunes: a) países donantes de preferencias; b) países bene-
ficiarios; c) productos incluidos en los esquemas; d) cuantía de las
reducciones arancelarias; e) normas de origen; f) países en desarrollo me-
nos adelantados; g) preferencias especiales. En 1980, los países otorgantes
de preferencias aceptaron que el SPG continuase en vigor después de cum-
plirse el plazo inicial previsto de diez años. Todos los países han renovado
sus esquemas por otro período igual.
Desde el punto de vista de los países beneficiarios, la utilización del
SPG ha sido diversa. En general, las ventajas comerciales globales que
ofrece el SPG están determinadas de antemano por los productos que inclu-
ye. Como el SPG cubre principalmente productos industriales y sólo algu-
nos agrícolas, los países con una base industrial más amplia y exportacio-
nes industriales diversificadas han tenido más posibilidades de
aprovecharse del sistema que los países menos desarrollados, que se en-
cuentran en una clara dependencia de exportaciones de productos agrícolas
y materias primas industriales.

6.4 Transacciones invisibles y nueva finandadón para los


paises menos desarrollados
Como ya vimos en el capítulo 1 y como insistimos en el 4, uno de los pri-
meros problemas de los PDM, por no decir el más importante, estriba en su
insuficiente formación de capital que, por 10 general, no llega al 15 por 100
del PNB, impidiendo, por tanto, un crecimiento como el de los PI 7.

6 J. M. Revuelta, «La UNCTAD ... », ob. cit. en la nota 2.


7 Insuficiente fonnación de capital que se debe a la baja propensión al ahorro, detenni-

¡
Los problemas del insuficiente ahorro e inversión de los PMD se han
abordado en cierta medida a través de los créditos del FMI, CFI, IDA y,
también vía las ayudas bilaterales, generalmente «vinculadas» o «ligadas»;
temas todos ellos que ya fueron objeto de análisis en el capítulo 4. Pero en
todos estos casos, los niveles de ayuda han dependido de la coyuntura eco-
nómica general en los PI y de sus intereses concretos. No es extraño, si se
recuerda el peso decisivo de los PI en los organismos financieros más arriba
citados, y la estructura de dominio subyacente en las relaciones bilaterales
entre PI y PMD.
Por ello, tanto en la Primera como en la Segunda UNCTAD, y en los tra-
bajos intermedios ulteriores, uno de los temas que más atrajeron el interés
de los PMD fue el de la financiación internacional, que ocupó las delibera-
ciones de la III Comisión de la Conferencia, en la que se avanzó en la ela-
boración de una tipología y una doctrina de la ayuda financiera. En este
sentido, hoy puede hacerse referencia a dos clases de financiación diferen-
tes, según los objetivos que se persigan: financiación complementaria (o
suplementaria, como también se dice en ocasiones) y financiación compen-
satoria.
La primera, la financiación complementaria, es aquella que los PMD
podrían utilizar para cubrir las diferencias entre los ingresos previstos y los
ingresos efectivos necesarios para cumplir los objetivos de un Plan de De-
sarrollo nacional. Serían, por consiguiente, recursos a utilizar para cubrir
los defectos de las estructuras fiscales y de ahorro interno de los PMD.
La segunda, la financiación compensatoria, tendería a «contrabalancear»
los efectos de las fluctuaciones de los precios internacionales, de manera
que cubriría la diferencia entre los ingresos externos previstos y efectivos,
diferencias imputables, por tanto, al mercado. A esta segunda clase de fi-
nanciación ya hemos hecho referencia en 3.14, al ocuparnos de las funcio-
nes del FMI para resolver problemas transitorios de dificultades de balan-
zas de pagos derivadas de las fuertes fluctuaciones en los precios
internacionales.
La UNCTAD ha llevado a cabo una labor de seguimiento y control del
cumplimiento de las resoluciones adoptadas con respecto a la asistencia
oficial al desarrollo (AOD) en el marco de la ONU. En los primeros años, y
de acuerdo con una resolución de la Asamblea General de la ONU, el obje-
tivo era transferir recursos de tos PI a los PMD en una cantidad que viniese
a representar el 1 por 100 del PNB. Posteriormente se estableció un nuevo
objetivo, el 0,7 por 100 PNB, pero en forma de AOD. Se creó un Grupo de
Expertos Gubernamentales encargado de examinar los conceptos y objeti-

nada a su vez por el reducido nivel de renta per capita y la desequilibrada distribución
de ésta. El análisis de Ragnar Nurkse (Problems oI Capital Formation in Underdevelo-
ped Countries, Oxford University Press, Londres, 1953) sigue siendo plenamente ac-
tual.
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vos de la asistencia y las corrientes de recursos. El mismo se reunió en


1973, 1974 Y 1977. Estudió las definiciones de) Comité de Ayuda al Desa-
rrollo (CAD) de la OCDE, proponiendo que el componente de concesiona-
Jidad en dichas transferencias fuera superior al 50 por 100. Esta recomen-
dación no fue aceptada, persistiendo el principio del CAD de que dicha
asistencia lleve una concesionalidad de por lo menos el 25 por 100.
Durante la Quinta UNCTAD (1979) se aprobó una resolución, la 129
(V), en la que se pedía a 1a Secretaría de 1a UNCTAD evaluar periódica-
mente el grado de cumplimiento por los países donantes del objetivo gene-
ral del 0,7 por 100 del PNB en forma de AOD. Desde entonces, la UNC-
TAD ha estudiado y recomendado diversas medidas para incrementar esa
asistencia; y a] mismo tiempo, para hacerla más segura y permanente, me-
jorando su calidad. Un punto con respecto a la AOD en el que la UNCTAD
no ha entrado en el análisis de su eficacia y rentabilidad en su uso por parte
de los países receptores. Punto éste que muchos países donantes consideran
muy importante.
Precisamente, el tema de la afectación de Ja asistencia financiera a pro-
yectos concretos guarda estrecha relación con la «ayuda ligada». En lo su-
cesivo, los PMD de la UNCTAD aspiran a que las transferencias de los PI
no vayan afectadas a este o aquel proyecto concreto, sino a un conjunto de
realizaciones, incluidas o no dentro de un Plan de Desarrollo. Sin embargo,
es muy fuerte la resistencia de Jos PI a cambiar los patrones tradicionales
de las transferencias financieras.

6.5 Transporte marítimo y fletes en el comerdo


Los problemas de los PMD no se constriñen, naturalmente, a la balanza
comercial (productos básicos y manufacturas) y a la balanza de capitales
(financiamiento), sino que afecta además a la balanza de servicios, y den-
tro de ésta se han destacado de manera muy especial los problemas del
transporte marítimo y los fletes. Hasta el punto de que la IV Comisión
de la 11 UN CTAD estuvo dedicada a estos temas, en el contexto de las re-
laciones comerciales.
EJ problema es de interés para los PMD por tres razones fundamentales:

a) Los PMD son, en general, periféricos en la terminología de Pre-


bisch; es decir, se encuentran en la periferia de los PI, en general al
sur del paralelo 30° de latitud Norte, y casi siempre muy distantes
de los grandes mercados internacionales que forman Europa occi-
dental, EE.UU. y Japón. Por tanto, el peso del transporte en el pre-
cío final es muy fuerte. Efectivamente, se trata de largas distancias;
por ejemplo, Río de la Plata-Europa o EE.UU.; India-Europa; o
Sudeste Asiático-EE.UU., Europa o Japón.
.. (' l ~ f J ',! .

b) Como ya hemos visto, la principal fuente de recursos externos de


los PMD son los productos básicos, que, generalmente, tienen esca-
so valor por unidad de peso (en contra de 10 que sucede con las ma-
nufacturas y los bienes de equipo), por lo cual, unido a las largas
distancias, la incidencia del transporte en el precio final de los pro-
ductos exportados por los PMD llega en muchos casos al 20 por
100 del valor CIF del producto.
c) La tercera razón es la más ostensible, y la que origina más reivin-
dicaciones a corto plazo entre los PMD. Sucede, simplemente, que
los PI a través de sus flotas propias o de sus barcos abanderados
bajo pabellón de conveniencia (de Liberia o Panamá) absorben
prácticamente el 100 por 100 del transporte mundiaL Ello es posi-
ble merced al sistema de libre competencia para los transportes de
carga que, sin embargo, se ve atemperada para los propios países
industriales por los mecanismos de las Conferencias navieras o
fletes.

Lo realizado en la UNCTAD sobre transporte marítimo, se concreta en


los siguientes convenios, que rápidamente reseñamos.

1) Convención de las Naciones Unidas sobre un Código de Conducta


de las Conjerencias Marítilnas. Concluida en 1974, entró finalmen-
te en vigor en 1985. Significa que gradualmente las Conferencias
irán perdiendo su total autonomía, para tener que asumir el Código,
que comporta una mayor presencia de los PMD.
2) Reglas de Hanlburgo. Concluidas en 1978, no permitirán a los ar-
madores declararse exentos de responsabilidad frente a los cargado-
res.
3) Convenio sobre transporte multimodal, concluido en 1980, destina-
do a conseguir que con un solo documento una misma carga pueda
ser objeto de transporte en distintos modos (barco, ferrocarril, ca-
rretera, aire). Pensado fundamentalmente para agilizar los sistemas
de contenerización, cada vez más frecuentes, el Convenio aún no ha
entrado en vigor.

Por últitno, señalemos que la Conferencia de las Naciones Unidas so-


bre las condiciones de matriculación de buques, reunida en 1982 y 1983,
estudió los problemas del dominio casi total que las flotas con pabellón de
conveniencia ejercen sobre las cargas a granel y los hidrocarburos líqui-
dos.
6. Comercio y desarrollo

6.6 Tercera UNCTAD (Santiago de Ch;le, 1972) 8

Así como la Primera y la Segunda UNCTAD las hemos analizado conjun-


tamente y con un criterio sectorial, las Conferencias 111 a IX serán objeto
de nuestra atención por separado. De hecho, los problemas sectoriales si-
guieron siendo los mismos que en la Primera y la Segunda UNCTAD, pero
en cierto modo cambió la atmósfera, pues en vez de proseguirse en una
búsqueda global de soluciones, como podremos apreciar a continuación,
los PMD se lanzaron a sus reivindicaciones sin buscar el consenso de los
PI, que por su parte no estaban en manera alguna predispuestos a él. Así,
el teórico propósito de entendimiento se transformó en un verdadero diálogo de
sordos.

La Tercera UNCTAD se celebró en Santiago de Chile del 13 de abril al


21 de mayo de 1972. Se aprobaron las resoluciones 9 que seguidamente sin-
tetizamos:

l.a El papel del movimiento cooperativista en el comercio y el desarro-


llo. Se recomendó que los gobiernos de los Estados miembros de la
UNCTAD facilitasen el fomento de las cooperativas y contribuye-
sen a la financiación de la infraestructura que les fuera necesaria.
a
2. Efectos económicos del cierre del Canal de Suez. Se apoyó firme-
mente la resolución 242 (1967) del Consejo de Seguridad para una
rápida reapertura del Canal de Suez.
3. Seguros y reaseguros. Se recomendó que para alcanzar los objetivos
8

de los PMD en la materia se adoptasen una serie de medidas en los


siguientes sectores: coste y condiciones de los servicios de seguros
y reaseguros; legislación; inversión de las reservas técnicas; sistema
internacional unificado de estadística; contratación por los inversio-
nistas efectuada fuera del país; cooperación regional y subregional;
asistencia técnica.
4. a Difusión de información y movilización de la opinión sobre los pro-
blemas del comercio y del desarrollo. Se recomendó a la Asamblea
General de las Naciones Unidas la proclamación de una (~omada
mundial de información sobre desarrollo», con un programa ade-
cuado de actividades.

8 Sobre la Tercera UNCT AD recomendamos tres artículos de autores españoles: los dos
que publicó Eduardo Moya en Información Comercial Española (<<Hacia la III UNC-
TAD», febrero de 1972; «Una Conferencia en vías de desarrollo», septiembre de 1972)
y el de Francisco Granell Trías, «UNCTAD-III, balance de cinco semanas de traba-
jo», en Fomento del Trabajo Nacional, número 1.822, junio de 1972.
9 Naciones Unidas, Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

Tercer período de sesiones, Santiago de Chile, vo]umen 1, páginas. 55 y sigs.


Cooperadon eronómlCd n1ttarndoonal

5.a Aspectos comerciales y económicos del desarme. Se pidió a los países


miembros de la Conferencia que considerasen la posibilidad de utilizar
una porción de los recursos liberados por las medidas de desarme en la
financiación de programas económicos y sociales en los PMD lO.
a
6. Carta de deberes y derechos económicos de los Estados. Se consti-
tuyó un grupo de trabajo, con representantes de 31 Estados miem-
bros, para la elaboración de un proyecto de Carta que efectivamente
se aprobó dos años después, el 12 de diciembre de 1974 ti.

En síntesis, la Tercera UNCTAD no significó una contribución inmedia-


ta a la solución de los problemas de los PMD. Celebrada en un ambiente de
profunda crisis por los problemas del sistema monetario internacional, la
Conferencia fue una ocasión más para que los PMD planteasen sus reivin-
dicaciones y para que los PI, no sin un cierto cinismo en algunos casos, las
anotasen cuidadosamente en sus registros. Pero 10 cierto es que las resolu-
ciones reales a corto plazo que deberían haberse presentado a los PMD bri-
llaron por su ausencia. No es extraño, pues, que una parte importante de los
PMD -los de la OPEP- aprovecharan a fondo la ocasión que se les pre-
sentó en 1973 para proceder unilateralmente. Si en Santiago de Chile los
países industriales hubiesen hecho concesiones, la gran crisis de 1973 tal
vez hubiera podido evitarse.

6.7 Cuarta UNCTAD (Nairobi, 1976)

La IV sesión plenaria de 1a Conferencia de las Naciones Unidas sobre Co-


mercio y Desarrol1o se celebró en Nairobi (Kenia) del 5 al 31 de mayo de
1976. Análogamente a lo sucedido con la Primera y la Segunda UNCTAD
-que fueron precedidas de la «Carta de Argel» y de la «Declaración de
Lima», respectivamente-, con anterioridad a la IV Conferencia plenaria
los PMD establecieron su propia plataforma de aspiraciones. Concretamen-
te, «el Grupo de los 77», reunido en la capital de Filipinas entre el 26 de
enero y 7 de febrero de 1976, elaboró la llamada «Declaración y Programa
de Acción de Manila» 12, que de hecho se convirtió en el documento base
para toda la IV Conferencia~ como síntesis de las demandas de los PMD.

10 Que tuvieron su primer fruto en el tratado SAL T 1. El SAL T II no llegó a ratificarse

por el Senado de EE.UU.


,) Como parte de las conversaciones sobre el Nuevo Orden Económico Internacional
(NOEI) a las que nos referimos en la sección 6.13.
12 Puede verse en las «Actas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio
y Desarrollo. Cuarto período de sesiones», TD/218 (vol. 1), en lo sucesivo Actas Cuarta
UNCTAD, Nueva York, 1977, págs. 133-139.
Los temas incluidos en la agenda de la Cuarta UNCTAD fueron muy si-
milares a los de reuniones anteriores, aunque en esta ocasión se apreció una
actitud más integradora en el intento de superar la crisis desatada en 1973.
De las muchas cuestiones analizadas a lo largo de la IV Conferencia,
nos centraremos en las cinco que nos parecen más importantes: productos
básicos, manufacturas y semimanufacturas, empresas transnacionales,
transferencia de tecnología y ayuda del 0,7 por 100 del PNB de los países
industriales a los PMD 13.
En lo relativo al primer punto, la IV Conferencia aprobó (resolución
93-IV) un «Programa integrado para los productos básicos», así como la
creación de un «Fondo Común» destinado a financiar stocks internaciona-
les.
En lo relativo a manufacturas y seminlanufacturas, la Secretaría de la
UNCTAD había elaborado un extenso informe con vistas a la IV Conferen-
cia, que junto con otras aportaciones permitió llegar a un acuerdo (resolu-
ción 96-IV) para reforzar y prorrogar hasta 1980 el sistema de preferencias
generalizadas (SPG), del que ya nos hemos ocupado detenidamente en la
sección 6.3 de este mismo capítulo.
En 10 concerniente a empresas transnacionales -expresión cada vez
más consagrada frente a la que predominó inicialmente de empresas multi-
nacionales-, la resolución 97-IV se situó más o menos en la línea plantea-
da en ]a Declaración de Manila, que concretamente recomendó la reorienta-
ción de las empresas transnacionales a operaciones de fabricación más
completas en los PMD y a una mayor elaboración en esos países de las ma-
terias primas destinadas a los mercados nacionales y extranjeros.
En 10 que respecta a los aspectos tecnológicos, 1a resolución 87 de la
Cuarta UNCTAD recogió, en parte, las aspiraciones de los PMD sobre ela-
boración de un código de transferencia de tecnología destinado a faci1itar y
aumentar la corriente tecnológica internacional en todas sus formas, elimi-
nar las prácticas restrictivas que afectan a las transacciones y reforzar la ca-
pacidad tecnológica nacional de todos los países.
Por último, la IV Conferencia se pronunció sobre el objetivo del 0,7 por
100 del PNB como asistencia al desarrollo, sin que fuera posible llegar al
propósito inscrito en )a Declaración de Manila, según la cual «todos los pa-
Íses desarrollados deberían aumentar de manera efectiva su asistencia al de-
sarrollo a fin de alcanzar lo más pronto posible, y a lo más tarde para 1980,
el objetivo de] 0,7 por 100 de1 PNB».

lJ También se abordaron en la Cuarta UNCTAD los «tradicionales» temas de los pro-

blemas monetarios internacionales (que ya hemos examinado en el capitulo 3 de este


mismo libro) y de las negociaciones comerciales multilaterales (ídem, capítulo 5); asi-
mismo, se analizaron otros aspectos no menos tradicionales como los problemas de los
PMD insulares y sin litoral, las marinas mercantes, la futura configuración de la UNC-
TAO, etc.

1
l~OOper1( i~; P(:)f¡oHllca internacional

6.8 Quinta UNCTAD (Manila, 1979)

Celebrada la Cuarta UNCTAD en Nairobi en 1976, la Quinta no debería


haberse reunido hasta 1980. Pero ante la previsión de que a mediados de
ese año estaba convocado un período extraordinario de sesiones de las Na-
ciones Unidas sobre el Nuevo Orden Económico Internacional, la Quinta
UNCTAD se adelantó a la primavera de 1979, del 7 de mayo al 1 de junio,
en Manila.
Sus resultados fueron considerados casi unánimemente como de comple-
to fracaso. Información Comercial Española en un. interesante editorial (del
14 de junio de 1979) ponía de relieve algunos rasgos de la Conferencia:

A) Falta de existencia de un tema central. La UNCTAD 1 fue constitu-


tiva; la II, la del Sistema Generalizado de Preferencias; la 111 inició
la elaboración de la Carta de Derechos y Deberes Económicos de
los Estados, y la IV propuso el Programa Integrado de Productos
Básicos. En la V Conferencia se abordaron todos los temas, pero
ninguno en profundidad (interdependencia, panorama económico
mundial, crisis energética ... ).
B) Una Secretaria con mayores competencias y recursos. Sin embar-
go, esta propuesta, apoyada por los 77, encontró la oposición de los
países capitaJístas desarrollados y de los socialistas.
C) Menor solidez de los bloques. Prosiguió la tradicional división de
los países desarrollados en progresistas y conservadores, al tiempo
que en el Grupo de los 77 se formó un grupo de moderados (fun-
damentalmente latinoamericanos), frente a otros más radicales.
D) Mayor politización. Se produjo, inevitablemente, una vasta con-
frontación entre el mundo subdesarrollado y los países ricos.

6.9 Sexta UNCTAD (Belgrado, 1983)

En junio de 1983 se celebró en Belgrado la VI Conferencia de las Naciones


Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Tendría que haberse reunido en Li-
brevi11e (Gabón), pero las dificultades materiales y financieras por las que
atravesaba este país le hicieron renunciar a ser la sede. Veremos a continua-
ción los principales resultados de esta UNCTAD.
En el campo de los productos básicos se aprobó una resolución sobre el
Fondo Común, instando a firmar y ratificar el convenio para que pudiera
empezar a funcionar cuanto antes. Durante la Conferencia, 16 Estados lo
finnaron y cinco lo ratificaron. Al término de la Conferencia lo habían fir-
mado 108, Y 54 lo habían ratificado. Sin embargo, el acuerdo sólo entraría
en vigor al ratificarlo 90 Estados representativos al menos de dos tercios
del capital del Fondo.
6. Comercio y desarrollo

En los debates sobre comercio, los temas de proteccionismo, ajuste es-


tructural y sistema comercial internacional fueron los más estudiados. La
Conferencia rechazó el proteccionismo, reconociendo que daña al comercio
y al desarrollo, en particular a los PMD. En cuanto al Sistema de Preferen-
cias Generalizadas, se preconizó que los países desarrollados introdujeran
mejoras sustantivas en sus esquemas, prestando especial atención a los pro-
ductos no suficientemente contemplados.
Respecto a la deuda exterior, la Conferencia invitó a los países desarro-
llados a estudiar las medidas de efecto inmediato para aliviar el servicio de
la deuda de los países en desarrollo (buenas intenciones, meramente). Y so-
bre los temas monetarios se hicieron las observaciones habituales al FMI:
distribución del DEG, recursos crediticios, acceso a los mismos, etcétera. En
la resolución sobre ayuda oficial al desarrollo (AOD), se pidió que los países
desarrollados reafirmasen los compromisos que contrajeron en la Estrategia
Internacional del Desarrollo respecto al objetivo del 0,7 por 100 del PNB
para 1985 y, en todo caso, durante la segunda mitad del decenio. A los paí-
ses desarrollados que aún no habían alcanzado ese objetivo se les pidió que
redoblasen sus esfuerzos. La Conferencia también se pronunció sobre la for-
ma de mejorar la calidad y la utilización de la AOD, punto este último de
gran interés y preocupación para los países del grupo B (los industriales de
economía de mercado). Sobre el tema de la AOD, recuérdese lo ya visto en
el capítulo 4 de este mismo libro.
En el tema del Servicio Internacional de Garantía del Crédito a la Ex-
portación, la Conferencia -al no poderse concluir el debate- delegó en la
Junta de Comercio y Desarrollo, para finalizar el examen sobre la posible
necesidad de un mecanismo internacional de refinanciación de los créditos
a la exportación concedidos por los PMD.
Respecto a los paises menos adelantados (PMA), la Conferencia los
consoJidó de hecho como grupo homogéneo dentro del marco de los PMD.
Se aprobó la aplicación del nuevo Programa Sustancial de Acción para el
decenio de 1980, y, además, en la casi totalidad de las restantes resolucio-
nes de la Sexta UNCTAD, se les mencionó específicamente a efectos de
ventajas adicionales.

6.10 Séptima UNCTAD (Ginebra, 1987)

Se celebró en la sede europea de la ONU, del 9 de julio al 3 de agosto de


1987, Y sus principales logros, como de costumbre, se recogieron en el
Acta Final, conocida en este caso como «Declaración de Ginebra}>, com-
prensiva de tres bloques de cuestiones.
En el primer bloque se caracterizaron los rasgos de la economía mundial
en los años 80: profundos cambios estructurales y lentitud del crecimiento.
Las causas de ello: fuerte deuda externa, altos tipos de interés, fluctuacio-
i)f10q¡Ü.d ¡nternaClOr.él

nes de los tipos de cambio, neoproteccionismo y caída de los precios de los


productos básicos.
En el segundo bloque, referente a los «recursos para el desarrollo», se
subrayó su escasez en relación con las necesidades de los PMD, acentuada
por la fuga de capitales, la pesada carga de la deuda externa, las limitacio-
nes de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) y las penurias del Banco
Mundial.
En el tercer bloque, titulado «Orientaciones para el futuro)), se resumie-
ron las recomendaciones de la Conferencia, con un llamamiento al desarro-
llo, la cooperación y a la expansión del comercio internacional.
Quizá uno de los hechos más llamativos de la Séptima UNCTAD fue la frrma
por la URSS del Convenio sobre el Fondo Común de Productos Básicos, cam-
biando así radicalmente su anterior postura aislacionista.
En definitiva, la Séptima UNCTAD no aportó mayores novedades 14, Y
lo cierto es que en el trienio 1988/1990 la actividad de este organismo se
mantuvo a niveles más bien bajos, a lo cual también contribuyó el desarro-
llo de las negociaciones de la Ronda Uruguay en el GATT (a la que inicial-
mente se puso como tope el 31 de diciembre de 1990 sin que en el verano del 93
se hubiera llegado todavía a un acuerdo final), a la que nos hemos referido en el
apartado 5.7 del capítulo 5.

6.11 Octava UNCTAD (Cartagena de Indias, 1992)


Casi inadvertida, sin apenas comentarios en los círculos económicos, trans-
currió la Octava Conferencia plenaria de la UNCTAD, que se celebró en
Cartagena de Indias, Colombia, del 8 al 25 de febrero de 1992.
Los cambios políticos simbolizados en la caída del «muro de Berlín» en
1989 hicieron que en esa octava sesión plenaria de la UNCTAD los enfrenta-
mientos entre las delegaciones del Norte, del Sur y del Este no alcanzaran la
virulencia de otros tiempos, de cuando el escenario global estaba más nítida-
mente dividido entre países desarrollados (los 24 de la OCDE), Tercer Mun-
do (los originarios del Grupo de los 77 de 1964, Juego recrecidos) y el Segun-
do Mundo de los miembros del ahora desaparecido COMECON.
Las cosas en 1992 se presentaron más fluidas, y el cuadro general me-
nos rotundo, más impresionista. Por lo demás, el poderío del Norte, sin el
contrapeso político del anterior bloque del COMECON, es absorbente;
manda más que nunca. Números cantan: las relaciones entre el porcentaje
de la población del planeta y el producto bruto mundial (PMB) de los tres
poderes del Norte son bien expresivas: CEE, 6,4/32; EE.UU., 4,8/25,5; Ja-
pón, 2,3/14,6. En otras palabras, la TrUateral del Norte representa só]o e]

14Para un amplío tratamiento de la Sexta UNCT AD, el artículo de José Manuel Re-
vuelta en Información Comercial Española, diciembre de 1987.
13,5 por 100 de la demografia global, pero absorbe el 72 por 100 de la
renta mundial, en tanto que el 86,5 por 100 restante de los terrícolas han
de conformarse con un magro 28 por 100 del PMB. Hay, pues, entre las
dos grandes formaciones, una distancia de PNB per capita de 5,33 veces la
media mundia,1 en e] Norte, o 0,32 en el Sur; o, si se prefiere, una relación
de casi 17 veces entre lo que un rico percibe respecto a lo que le llega a un
pobre.
Lejos quedaron los discursos de Prebisch o de Che Guevara en Ginebra
en 1964, cuando se ponía el énfasis en la brecha del desarrollo. Ahora pre-
va1ecen Jos tecnicismos, para hacer más flexibles Jos sistemas económicos
de los PMD, a fin de lograr su plena inserción en el nuevo concierto mono-
sistema, sustituyéndose así la reivindicación política dura y pura, de pobres
contra ricos de antaño, por una negociación técnica prolija y continua.

6.12 Novena UNCTAD (Mitrand, 1996)

Con escaso eco en la prensa internacional, la novena UNCTAD se celebró


en Mitrand, Johanesburgo, Sudáfrica, del 17 de abril al 11 de mayo de
1996. En paralelo a las sesiones oficiales, tuvieron lugar otros encuentros:
el simposio sobre la Eficacia del Comercio Internacional, y el Forum de
organizaciones no gubernamentales; sin olvidar una manifestación convo-
cada a favor de la inversión internacional privada en África.
La conferencia de Mitrand representó un notable impulso para detener y
reconvertir ]a marginación de los países menos desarrollados. Concreta-
mente, la organización se comprometió a prestarles su ayuda a fin de pre-
pararlos de cara a las negociaciones en la OMC; al tiempo, promovió un
sistema de a]erta rápida a fin de prevenir los efectos desestabilizadores de
los flujos financieros y de las migraciones, contribuyendo asimismo a la
preparación de una infraestructura más idónea para las inversiones directas
extranjeras, DFI (recuérdese 10 visto sobre la AMI en 4.8.).
Además, los países en desarrollo tomaron conciencia definitivamente de
que )0 mejor es adaptarse a las nuevas circunstancias, y utilizar los meca-
nismos de defensa y arbitraje de la organización internacionaL En la 18a
edición de este libro (1995) ya se preveía ese cambio de tendencias.
Las nuevas pautas, cabe atribuirlas en gran medida a que la OMe se ha
hecho realmente operativa tras la Ronda Uruguay (ya 10 vimos en 5.7.),
aparte de que en una serie de encuentros internacionales convocados a] más
alto nivel por la Asamblea General de las Naciones Unidas, han ido abrién-
dose nuevas parcelas de cooperación.
A la vista de todo lo anterior, en Mitrand se tomó conciencia de que la
maquinaria de la UNCTAD había de simplificarse, buscando más coordina-
ción con otras agencias especializadas de las Naciones Unidas. A ]0 cual se
unió la idea de dar más beligerancia a las organizaciones no gubernamenta-

197
(ooper3dón económica internacional

les (ONGs), y a las grandes empresas, en busca de mayor eficiencia del sis-
tema en su conjunto.
En esa línea de mejora, se procedió a la simplificación administrativa,
con el paso de 18 órganos permanentes anteriores a sólo cuatro: Junta de
Comercio y Desarrollo --con una reunión regular y tres ejecutivas al año--
y tres Comisiones permanentes: Comercio de Mercancías y Servicios y
Productos Básicos; Inversión, Tecnología y Asuntos Financieros conexos; y
Promoción de Empresas y Desarrollo.
No obstante esa auténtica revolución institucional, en la UNCTAD, los
grandes temas siguen siendo los habituales, si bien con nuevas orientacio-
nes, en función de las pautas que han ido surgiendo en las megaconferen-
cias en materia de seguridad alimentaria, población, medio ambiente, deu-
da externa, democracia, derechos humanos, dinamismo de las inversiones
privadas, etc.
Ahora, en la UNCTAD, ya no se dedica mucho tiempo al debate del Sis-
tema de Preferencias Generalizadas para abrir los mercados de los países
ricos a las exportaciones industriales de los pobres. Lo que ahora se busca,
sobre todo, es una mayor competitividad de los PMD de cara a su mejor in-
serción en la economía mundial.
Tampoco se trata con la simplicidad de tiempos pasados la cuestión de la
deuda externa de las naciones más endeudadas, tras el relativo alivio logra-
do según vimos en 4.6.; o gracias al mejor uso del Servicio Reforzado de
Ajuste Estructural que gestiona el Fondo Monetario Internacional (recuér-
dese lo visto en el 3.14.).
Igualmente, quedó atrás la demagogia respecto a la peligrosidad de las
multinacionales, o en relación al pretendido dominio tecnológico de los pa-
íses ricos. En cambio, sí que se hace un análisis posibilista de lo mucho que
para el desarrollo significan las 40.000 transnacionales existentes; median-
te la creación de puestos de trabajo, aportación tecnológica, o mejor posi-
cionamiento externo de un determinado país (temas de los que nos ocupa-
remos en el capítulo 15).
A la altura del cambio de siglo, podría decirse que en la UNCTAD, se
cree en los beneficios de la globalización, de la economía de mercado y de
la privatizaciones; de forma que el propio concepto de desarrollo ha cam-
biado desde los años sesenta, cuando prevalecían las tesis del Centrol Peri-
.feria y del desarrollo del subdesarrollo.
Algunos grandes debates de hoy --como pone de relieve Rubens Ricu-
pero-- se dan en áreas en las que ni siquiera se pensaba hace treinta años:
degradación del medio ambiente, ajuste estructural en pro de la competiti-
vidad, democracia y libertades, dimensiones comparativas de la iniciativa
privada y de sector público, políticas económicas orientadas hacia el exte-
rior, dotación de recursos humanos, capacidad institucional para el manejo
de los propios problemas nacionales, mejor gestión técnica de la deuda ex-
terna, etc.
6. Comercio y desarrollo

La Décima UNCTAD se celebrará en Tailandia, si bien la fecha está


pendiente, no solo por la crisis asiática, sino también por las discusiones
sobre adaptación de la cuatrianualidad de la UNCTAD al nuevo sistema
presupuestario de las Naciones Unidas.

6.13 Las relaciones Norte-Sur. NOEI15


Como hemos podido comprobar a lo largo de este capítulo, los problemas
del subdesarrollo no pueden revolverse con los métodos convencionales se-
guidos hasta finales de los años 70. Sobre todo teniendo en cuenta el impac-
to de los sucesivos choques petroleros en los países más pobres. Por ello, en
base a las previsiones del ECOSOC -recuérdese lo visto en el capítulo 4--,
desde 1974 se puso en marcha la idea de diseñar un Nuevo Orden Económi-
co Internacional (NOEI) y, más tarde, incluso hubo que pensar en una cuarta
categoría de países, más allá del Tercer Mundo, que reciben el dramático
nombre de Cuarto Mundo o, el comparativamente más eufórico, de Países
Menos Avanzados (PMA). De esas dos cuestiones, NOEI y PMA, íntima-
mente relacionadas entre sÍ, nos ocupamos en esta sección y en la siguiente.
En su Resolución de junio de 1974, la Asamblea General de las Nacio-
nes Unidas presentó cuatro perspectivas principales del NOEI:

l. Necesidad de apoyar el esfuerzo de desarrollo de los países pobres


en todas las áreas, cambiando para ello las reglas vigentes, en es-
pecia] 10 referente al régimen de comercio y al sistema monetario
internacional, por entender que ambos discriminan contra los
PMD.
2. Conveniencia de aumentar la participación de los PMD en la pro-
ducción mundial, tanto industrial como agrícola, propiciando la ex-
pansión de sus actividades comerciales, de transporte y de comuni-
cación.
3. Posibilidad de modificar los patrones convencionales de evolución
del comercio y de los flujos de tecnología, desde su orientación he-
gemónica Norte/Sur a otra de intercambio más equitativo.
4. Exigencia a los Estados de que se comporten decentemente unos

15 La bibliografia sobre las relaciones Norte-Sur es muy abundante. Un excelente resu-


men de la misma puede verse en ellíbro de Cauthemoc Anda Gutiérrez, Diálogo Norte-
Sur, Instituto Politécnico Nacional, México, D. F., 1981, pág. 381 y sigs. También de
interés~ Jaime Requeijo, «El Nuevo Orden Económico Internacional: Problemas y pers-
pectivas». en Revista Española de Economía, vol. 2, 1979, págs. 51 a 76. Debe verse,
asimismo, el trabajo de Félix Lobo «Nuevo Orden Económico Internacional y estrategia
de las necesidades básicas», publicado en El Trimestre Económico, 1983.
COOpe¡ .lC Ión p':ononlica internaclondl

con otros, según lo establecido en las normas de conducta que figu-


ran en la «Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Esta-
dos» de 1974.

Al comentar estos cuatro puntos de la Convocatoria del NOEI, el enton-


ces Secretario General de las Naciones Unidas, Kurt Waldhein, hizo algunas
observaciones bien incisivas. «Muchas naciones nuevas ya ganaron su inde-
pendencia poJítica -afirmó--, pero aún se encuentran sometidas a la de-
pendencia económica. Durante bastante tiempo se pensó que las soluciones
a este problema eran la ayuda económica y la asistencia técnica. Pero se ha
ido haciendo cada vez más evidente que es necesario un NOEI si se aspira a
transformar las relaciones entre las naciones ricas y pobres a base de lograr
una. asociación que resulte mutuamente beneficiosa. De otro modo, la bre-
cha existente entre ambos grupos de países representará una amenaza poten-
cial a la paz internacionaL .. Por lo demás, muchos países desarrollados tam-
bién se encuentran con serias dificultades económicas. El sistema
internacional de relaciones económicas y comerciales que se diseñó hace
treinta años (en 1944) es actualmente de lo más inadecuado en relación con
las necesidades de la comunidad mundial considerada como un todo. La im-
putación que se hace al viejo orden consiste en que funcionó en favor de los
ricos y contra los pobres; en el momento presente (1974) ni siquiera pue-
de afirmarse ya que funcione bien para los ricos.»

En cierto modo, el NOEI, uno de los temas con más amplia literatura en
la historia de las relaciones internacionales, recuerda a la serpiente de vera-
no del Loch Ness en Escocia, que, según dicen, surge, desaparece, retoma,
y se vuelve a marchar, pero que sólo se menciona en los medios de comuni-
cación en los días apacibles del estío~ cuando no hay otro tema más soco-
rrido. En este sentido, el NOEI tiene ya una larga historia desde 1974: la
Conferencia de Cooperación Económica Internacional de París, de mayo de
1977, los trabajos de la UNCTAD con sus conferencias de Nairobi de 1976
y de Manila de 1979 (recuérdese lo visto en 6.7 y 6.8), la terminación de la
Ronda Kennedy en abril de 1979 en el GATT (ídem de ídem, capítulo 4) y,
ya en 1981, la Conferencia sobre Recursos Naturales, celebrada en Nairobi
en agosto, y la de septiembre, en París, sobre los Países Menos Avanzados,
a los que nos referimos después.
Pero, en realidad, la conferencia «más cumbre» sobre el NOEI tuvo lu-
gar en Cancún, México, los días 22 y 23 de octubre de 1981, con la presen-
cia de jefes de Estado y de Gobierno. Sin embargo, en su comunicado fi-
nal, las 22 naciones allí representadas no dieron mucha luz a la esperanza.
Se mantuvieron los recelos norteamericanos sobre la creación de una filial
energética del Banco Mundial que, con un fondo especial de 50.000 millo-
nes de dólares, habría ayudado a paliar los «choques petroleros» contra las
atonnentadas balanzas de pagos de los países más pobres. Y la verdad es
(orn~rrio

que tampoco hubo gran entusiasmo por parte de EE.UU. sobre unas posi-
bles negociaciones globales. Por el contrario, se puso en la palestra -así lo
vimos en el capítulo 5- la propuesta de una Ronda Reagan (luego Ron-
da Uruguay) en e] GATT, para reforzar el liberalismo mundial.
Por supuesto -siempre se hace, pues es de buen tono-, la Conferencia
de Cancún tomó nota de que una gran parte de la humanidad sigue pade-
ciendo hambre, y constató que los programas de alimentación mundial ape-
nas son otra cosa que paliativos en la ardiente espera de un desarrollo que
no se sabe cuándo llegará ni qué podrá remediar. En el fondo, sobre Can-
cún, como en las anteriores reuniones preparatorias del NOEI, pesó no
poco el I'?fornle Brandt (1980), que no planteó la verdadera cuestión; esto
es, qué desarrollo se quiere para el mundo 16, El antiguo canciller alemán y
premio Nobe} de la Paz, y todos sus expertos, no salieron de la inercia
mental de la cantidad. Siguieron empecinados en que todo es una cuestión
de transferir más recursos de los países industriales a los PMD, para que és-
tos adopten progresivamente ]as tecnologías más avanzadas (sustitutivas de
trabajo por capital). En esos términos, olvidando la calidad, en el Informe
Brandt y en Cancún lo que se hizo fue defender el viejo orden económico
burgués anglosajón nacido en Bretton Woods al final de la segunda guerra
mundial, para simplemente calificarlo como reajustado, no renovado, y tri- '
lateral; es decir, para el mejor fin de las multinacionales norteamericanas,
Japonesas y europeas.
Mientras no se perciba -ni se determine, lo cual es doblemente decisi-
vo- que el desarrollo a nivel mundial requiere cambios importantes en la
propia idea de qué es desarrollo, seguramente todo seguirá por el camino de
las inercias, desde el Norte y desde el Este hacia el Sur.

En Cancún, en 1981, no hubo ninguna resonancia de los Ehrlich ni de la


inquietante bomba de población por ellos anunciada; ni de los Forrester, los
Meadows y los Barry Commoner, con sus predicciones sobre los recursos
finitos del planeta y el círculo que se cierra; ni de Heilbroner ni de René
Dumont en cuanto a sus imaginativas propuestas de una utopía razonable.
Como tampoco estuvo allí el refrescante pensamiento de E. F. Schumacher,
su proyecto de una tecnología intermedia para transformar la producción
masiva (de los modos de producción del capitalismo y del socialismo real)
en auténtico trabajo de masas; o de cambiar la ayuda convencional --es de-
cir, la explotación vestida de filantropía- por métodos solidarios para que
en buena medida sean los pobres los que se ayuden a sí mismos; o de susti-
tuir el concepto del crecimiento como obsesión y del trabajo como castigo,

16lnforme de la Comisión Brand!, versión española, Editorial Imagen, México, D. F.,


1981. Es cierto que el 111 Volumen de la Comisión Brandt (<<Global Challenge», Pan
Book~ Londres, 1985) presenta posturas mucho más avanzadas.
CJoperaClon etúllÓnl1ca internacional

por la búsqueda del camino medio de lo pequeño es hermoso (el small is


beaut{(ul) que haría posible el gozo del trabajo y la felicidad del ocio 17,
Con la distensión Este-Oeste a partir del espíritu de Reikiavik y del tratado
sobre los misiles de diciembre de 1987, parecio como si el Norte-Sur empezara
a sonar de nuevo. Pero en este sentido, la 15. a Cumbre de los Siete de julio de
1989 (recuérdese lo visto en 2.8) fue decepcionante, al rechazarse la idea de
convocar una nueva conferencia Norte-Sur.

6.14 Los paises menos avanzados (PMA)

Los países menos adelantados (PMA) se han definido en función de cri-


terios como PIB per capita inferior a 200 dólares, predominio rural en
economías de supervivencia, bajo nivel de industrialización, insuficien-
cias educativas, alimenticias y sanitarias. Por otra parte, la situación po-
lítica en los PMA es generalmente frágil, y sus sistemas de gestión con
frecuencia diferentes e incluso opuestos entre sí. Presentan grandes dis-
paridades económicas, sociales y territoriales, pues entre ellos los hay de
gran tamaño al lado de minúsculos Estados insulares. Pero todos tienen
una característica común: una extrema pobreza que pone de relieve su
vulnerabilidad e hipoteca su desarro110. Su ritmo actual de crecimiento
económico (o más bien de estancamiento para algunos) es tal que no pa-
recen tener muchas oportunidades de «despegar» y alcanzar el pelotón
de los países en desarrollo en el transcurso de los próximos decenios 18.
De cara a los PMA, el resultado de la Conferencia de Cooperación Eco-
nómica Internacional de París (concluida en junio de 1977) fue altamente
insatisfactorio; lo mismo que la quinta sesión de la UNCTAD celebrada en
Manila; y lo propio puede decirse de la Conferencia de la UNCTAD sobre
el desarrollo industrial llevado a cabo en Nueva Delhi en febrero de 1980, y
la Sesión Extraordinaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas
que para tratar del Tercer Decenio de las Naciones Unidas sobre el Desa-
rrollo se celebró en Nueva York en septiembre de 1980.
Las cifras de los recursos puestos a disposición de los PMD dadas a co-
nocer por el Comité de Ayuda al Desarrollo de la OeDE (pueden verse en
el capítulo 4) corroboran la escasa sensibilidad que el desamparo en que se
encuentran los países suscita entre el electorado y los gobiernos de los paí-
ses ricos. Esa ayuda pública financiera hacia los PMD sólo alcanzó en 1980
a 26.700 millones de dólares, el 0,37 por 100 del PNB de los países ricos

17 Algunas de las consideraciones hechas aquí proceden de mi artículo ¿Qué nuevo or-

den económico internacional?, en el Anuario EL PAIS, 1982, pág. 19. Son de interés las
apreciaciones sobre el tema de} NOEI que Juan Velarde Fuertes hizo en su artículo
«Norte-Sur: ¿un diálogo imposible?», en ABe, 9 de junio de 1988.
18 G. Viratelle, en Le Monde, 2 de septiembre de 1981.
6.

donantes, cifra muy alejada del 1 por 100 que desde hace años se venía
considerando como óptima y que luego fue rebajada al 0,7 por 100. Ante
una situación así, la Quinta UNCTAD, la de Manila, a la que ya nos hemos
referido antes, exigió la puesta en vigor de un «programa de acción inme-
diata» en favor de los PMA para el período 1979-1981, así como -sin duda
en previsión de su fracaso-- un «nuevo programa sustancial de acción»
(NPSA) para la década de los 80. En base a ello, la Asamblea General de la
ONU decidió, a finales de 1979, la convocatoria de un conferencia en París,
encargada «de poner a punto, adoptar y apoyaD) ese programa para los PMA 19.

De la Conferencia de París de 1981 surgió el Nuevo Programa Sustan-


cial de Acción para el Desarrollo de 1980 (NPSA), que puede considerarse,
por sus características, como una estrategia internacional de desarrollo es-
pecífica para los PMA, enmarcada en el contexto del Tercer Decenio de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (1984-1990). El NPSA consta de tres
apartados: 1) Situación general y medidas nacionales; 11) Medidas inter-
nacionales de apoyo, y 111) Disposiciones para la ejecución, las actividades
complementarias y la vigilancia de los progresos del programa. En el plano
nacional la iniciativa en el desarrollo del PNSA es responsabilidad de los
propios PMA. En el plano internacional, la UNCTAD desempeña el papel
central en la elaboración de las disposiciones para la ejecución, coordina-
ción y supervisión del NPSA.
Los PMA desde finales de la década de los 70 adquirieron un status pro-
pio dentro del grupo de los PMD. Desde entonces prácticamente todas las
resoluciones y recomendaciones que se aprueban, no sólo en el seno de la
UNCTAD, sino de multitud de organizaciones de cooperación económica
multilateral, conceden a los PMA un tratamiento diferenciador más favora-
ble. Su peso económico en el contexto internacional es muy pequeño, por
lo que su incidencia en la economía mundial es prácticamente nula.
El objetivo de que el 0,5 por 100 de la asistencia oficial al desarrollo
(AOD) de los países vaya a los PMA es una de las metas más significativas
del NPSA, teniendo en cuenta que para la mayoría de estos países su princi-
pa1 y casi única fuente de financiación es en forma de AOD. De acuerdo
con lo previsto en septiembre de 1985, se llevó a cabo en el seno de la
UNCTAD un examen de la aplicación del NPSA, y en 1986 se aprobó en
las Naciones Unidas un programa especial de ayuda a África, aunque con
una cifra mucho menor de la prevista y con toda clase de incertidumbres
sobre la forma de su instrumentación y sus plazos de realización.
Posteriormente, según anunciábamos al final de la reseña de la Séptima
UNCTAD, en ese foro y en 1987 en relación con los PMA, se distinguió en-

19 Le Monde, 2 de septiembre de 1981. Puede verse también F. Granell, La Conferencia


de las Naciones Unidas sobre los PMA, en La Vanguardia, 18 de septiembre de 1981.
tre los esfuerzos nacionales de los propios PMA y los de carácter interna-
cional: asistencia técnica y financiera, deuda, países sin litoral, productos
básicos y evaluación g10bal del NPSA. De este último se previó su revisión a
fondo en la Conferencia ad hoc que se celebró en París en 1990, y en la que
posiblemente se aprobará el que ya se conoce comúnmente como NPSA II.
Por lo demás~ recordemos aquí que en la XIV Cumbre de los Siete en Ta-
ranta, junio de 1988, se acordó condonar la deuda del África Subsahariana
(unos 5.000 tnillones de dólares), en la que están muchos de los PMA.

La crisis del Golfo desatada en agosto de 1990, y a la que hacemos am-


plias referencias en los capítulos 17 y 18 de este mismo libro, pusieron nue-
vamente en el más grave aprieto a los paises en desarrollo no petroleros
y, Jnuy especialmente, a los PMA. En las asambleas generales que en sep-
tiembre de 1990 celebraron el FMI y el BIRF se estudió la posibilidad
-luego sin ningún fruto-- de volver a crear las oi! facilities de los años 70,
para establecer ayudas especiales a los países menos desarrollados, a fin de
permitirles hacer frente a sus muy incrementadas facturas petroleras.
Posteriormente, con los cambios que fueron introduciéndose vía globali-
zación de la economia mundial, las referencias al diálogo Norte / Sur se hi-
cieron cada vez menos frecuentes. De hecho, al desaparecer la tensión Este
/ Oeste, y sin un motor como lo era la URSS de reivindicaciones a favor de
los subdesarrollados, los PMD acabaron entrando en la dinámica de mejo-
rar gradualmente dispositivos y funcionamientos, con tendencias cada vez
más evidentes a convertirse en verdaderas economías de mercado con ma-
yor flexibilidad. Lo visto en 6.12. es bien expresivo al respecto.
Tercera parte

Integración económica
7• EL proceso de integración
.
economlca "'"

7.1 El significado y las formas de la integración económica


La que en el capítulo 2 llamábamos la cuarta forma de relación económica
internacional, la integración, es el objeto de análisis de toda la tercera parte
del presente libro, que comprende los capítulo 7 a 14. A primera vista po-
dría pensarse que el autor, tal vez sesgado por uno de sus intereses vocacio-
nales más acentuados, ha otorgado un peso excesivo dentro del conjunto de
la Estructura Económica Internacional al tema de la integración, que, en
efecto, ocupa un amplio número de capítulos, casi todos ellos, además, de
una extensión muy considerable.
Sin embargo, en mi opinión, una observación como la anterior no sería
correcta. El hecho de que dediquemos tal espacio a los problemas de inte-
gración y a sus diversas manifestaciones radica en su incontrovertible cre-
ciente importancia en el mundo en que vivimos.
Sin necesidad de recurrir a las tesis de Teilhard de Chardin, es evidente
que la sociedad humana camina hacia una integración planetaria. El propio
desarrollo histórico de la Humanidad es un continuo proceso de integración
en todas sus manifestaciones; proceso, cierto es, que se ha visto acelerado
en nuestra generación a impulsos de la tecnología. Descendiendo ahora al
terreno económico, la importancia del tema de la integración quedará sufi-
cientemente sustentada, simplemente con la siguiente proposición, contras-
table además en los siguientes capítulos: salvo EE.UU., la URSS, China y
Japón, prácticamente todos los demás países del mundo se encuentran den-
tro de algún sistema de integración económica, al margen de cuál sea el
grado de perfeccionanliento del mismo.
Desde el punto de vista económico, la integración es un proceso. A través
de él, dos o más mercados nacionales previamente separados y de dimensio-
nes unitarias estimadas poco adecuadas se unen para fonnar un solo mercado
(lnercado común) de una dimensión más idónea.
Para alcanzar ese propósito" es preciso realizar una serie de actuaciones
de acoplamiento de las estructuras nacionales, a fin de llegar con el mínimo
coste social al ámbito que se pretende integrar. Ello exige normalmente un
periodo transitorio más o menos largo, a fin de evitar planteamientos dema-
siado bruscos o drásticos. Ese período transitorio es eJ propio período de
integración~ a Jo largo del cual, por lo menos a partir de un cierto estadio,
se hace prácticamente indispensable la transferencia de una parte de las so-
beranías nacionales a unas instituciones comunes que adquieren con ello un
carácter supranacionaL En otras palabras, para lograr una verdadera inte- •
I
gración económica es necesaria una base de política supranacional. Y a su
vez, el progreso en la integración económica impone una coordinación po-
lítica más estrecha, que a la postre no puede por menos de desembocar en
una unión poBtica.
De ahí el error de muchos economistas al pensar que pueden existir pro-
cesos de pura integración económica sin itnplicaciones políticas, y también
el error de algunos poJíticos que exigen la unión política a priori, O prema-
turamente~ sin percatarse que en buena parte esta unión se va forjando día a
día, cada vez que es preciso tomar decisiones comunes sobre cuestiones
económicas importantes. Éste fue precisamente el fallo de los intentos eu-
ropeos de unión política del período de entreguerras 1918-1939.

El proceso de integración puede revestir diferentes formas, presentando,


según los casos, ventajas e inconvenientes.
Las posibles formas de integración económica podríamos enumerarlas
así: sistema de preferencias aduaneras~ zonas de libre comercio, uniones
aduaneras y uniones económicas. Éste no es sino un intento de exponer de
forma realista lo que en realidad no son sino distintas gradaciones del pro-
ceso de integración. Claro es que podríamos referirnos a otras formas de
integración, partiendo de criterios. Por ejemplo, podría basarse de integra-
ciones con órganos supranacionales o sin ellos, y de integración global o
sectorial, etc.
Como es evidente, nuestra clasificación básica de las formas de integra-
ción está hecha sobre la base de papel y función de arancel de aduanas y
del régimen de comercio, por ser éste precisamente el mecanismo de defen-
sa más importante de las economías de mercado. Así pues, en principio,
nuestra clasificación no cubre más que el área de la economía capitalista de
libre empresa. Respecto de los países ex-socialistas, la integración econó-
mica se manifestó en problemas muy distintos, a los que dedicaremos algún
:~
: '; ,n

espacio al tratar concretamente del COMECON -única experiencia, ya di-


suelta en 1991, en este campo-- en el capítulo 9.

7.1.1 Preferencias aduaneras

El sistema de preferencias aduaneras es una forma de «integración» muy


pecuJiar, basada en el hecho de que un conjunto de territorios aduaneros se
concedan entre sí una serie de ventajas aduaneras, no extensibles a terceros,
debido a la suspensión internacionalmente aceptada de la cláusula de na-
ción más favorecida.
Según ya vimos en 5.3, al suscribirse en 1947 el Acuerdo General sobre
Aranceles Aduaneros y Comercio, el artículo 1.1 institucionalizó entre sus
Partes Contratantes la cláusula. de nación más favorecida. Pero al propio
t tiempo determinó (1.2) que ese principio «no implicaría la supresión de las
preferencias» entonces existentes, que figuran en los anexos A a F del
Acuerdo, y que, por tanto, siguen vigentes. Esas áreas preferenciales son
las siguientes:

A) El área pre.ferencial de la Commonwealth Británica. Fonnalmente


creada en la Conferencia de Ottawa de 1932 (recuérdese lo visto a
este respecto en 5. 1), se configuró por una serie de preferencias bi-
1aterales entre el Reino Unido, los Dominios (Canadá, Australia,
Nueva Zelanda), la India y los demás territorios que antiguamente
estaban dentro del Imperio Británico.
Estas preferencias existieron, pues, fundamentalmente., entre el Rei-
no Unido y los demás miembros de la Commonwealth, según gra-
dos que se diferencian en cada caso.
La Commonwealth, como área preferencial, tuvo una gran impor-
tancia en las décadas 1930-1950, pero con las transformaciones
del comercio mundial (intercambio cada vez mayor Reino Unido-
EFTA, Reino Unido-CEE, Canadá-EE.UU., Australia-Japón, etc.)
fueron perdiendo buena parte de su anterior trascendencia. Prueba
de ello es que si en 1948, al crearse la OECE, el Reino Unido se
opuso a la formación de una gran Unión Aduanera Europea, ello
se debió a que sus relaciones -todavía muy significativas- con
la Commonwea1th podrían haberse visto afectadas seriamente.
Otro tanto sucedió al plantearse, en 1955, la constitución de la
CEE. Sin embargo, en 1961, el Reino Unido ya solicitó formal-
mente pasar a ser miembro de pleno derecho de la CEE., solicitan-
do tan sólo un período transitorio para liquidar paulatinamente sus
relaciones preferenciales con el resto de la Commonwealth, den-
tro de la cual el sistema de las antiguas preferencias imperiales
dejó de existir con la plena incorporación británica a la CEE.
-~~~-._.~>"'-,--~-----------------------------------------
Por otra parte, los otros miembros del área preferencial buscaron
sus propios caminos. Canadá, Australia y Nueva Zelanda están cada
vez más interesados en sus relaciones económicas con EE.VV. Y Ja-
pón. y los países subdesarrollados de la Commonwealth vuelven
sus ojos fundamentalmente a la UNCTAD, donde el tema más im-
portante es el del posible Tratado General de Sistemas de Preferen-
cias Generalizadas. O bien se ocupan de desarrollar procesos de in-
tegración económica propios, como el de África Oriental, Caribe,
Sudeste asiático, etcétera, que examinaremos brevemente en capítu-
los sucesivos.
B) Territorios de la Unión Francesa. Al terminar la segunda guerra
mundial, Francia transformó jurídicamente su Imperio colonial en
la llamada Unión Francesa, en la que englobó el AOF y el AEF, así
como sus otras posesiones (Madagascar, etc.) y departamentos ul-
tramarinos. Entre todos estos territorios había una red de preferen-
cias comerciales de doble vía, que fueron registradas y admitidas en
el GATT. Sin embargo, este área preferencial experimentó nuevas
transformaciones a partir de 1957, con motivo de la creación de la
CEE, de la cual las antiguas posesiones francesas pasaron a ser paí-
ses asociados (los EAMA) con el carácter de elementos de una
Zona de Libre Comercio CEE-EAMA, que se consagró oficialmen-
te en la Convención de Yaundé de 1963.
Así pues, la vieja zona de preferencias de Francia se convirtió pri-
mero en una Zona de Libre Comercio, en la que de una parte esta-
ban la CEE como conjunto y de la otra 18 países (independientes
políticamente) de África y Madagascar. Más adelante, las Conven-
ciones de Lomé entre la CEE y los países de África, el Caribe y el
Pacífico (ACP) transformaron esa relación en un caso particular de
asociación.
C) Benelux y sus posesiones. Bélgica y Holanda consiguieron en rela-
ción con sus antiguas colonias un trato análogo en el GATT al ya
expresado para la Unión Francesa. Hoy el Zaire (Congo ex belga),
Ruanda, Burundi, Surinam y las Antillas Holandesas son países
ACP.
D) Pre.ferencias de los EE. UU con Filipinas y otros territorios depen-
dientes de EE. UU Estas preferencias, en el caso de Filipinas, cesa-
ron en 1975. Puerto Rico y las Islas Vírgenes están dentro del terri-
torio aduanero de EE. UU.
E) Pre.ferencias latinoamericanas. Los viejos Tratados preferenciales
de Chile con Argentina, Bolivia y Perú, reconocidos en el GATT,
también en 1947, perdieron toda relevancia al subsumirse dentro del
proyecto de la ALALC (véase capítulo 11).
F) Finalmente, en el momento de suscribir el Acuerdo General se re-
conoció, asimismo, el sistema de preferencias entre la Unión Adua-
: 11 tegra( ión

nera Sirio-libanesa (hoy disuelta) y Palestina y Transjordania. Este


sistema preferencial perdió toda su vigencia por razones políticas
bien conocidas.

Como vemos, las áreas preferenciales históricas han venido cediendo en


importancia o transformándose en entidades de mayor consistencia. Por
otro lado, los vestigios preferenciales que hoy subsisten están seriamente
amenazados por el sistema de preferencias generalizadas ya estudiado
en 6.3.
Claro es que, en el sentido inverso, puede suceder que una formación apa-
rentemente más ambiciosa, como puede ser una zona de libre comercio, en
caso de tropezar con obstáculos serios para su perfeccionamiento, puede
transformarse de hecho en una verdadera área preferencial. Éste es el caso
precisamente en el que en la actualidad se encontró la ALALC, según tendre-
mos ocasión de comprobar en el capítulo 11, con su evolución a ALADI.
Por otra parte, por razones muy concretas, y por períodos en principio
transitorios, puede suceder que se intente negociar Acuerdos preferenciales.
Este supuesto se dio en el caso de las relaciones de la CEE con Israel y con
España. Y aunque fuese para largo tiempo, sólo con carácter transitorio
hasta llegar a una verdadera asociación o adhesión.

7.1.2 Zonas de Libre comercio

Las zonas de libre comercio pueden considerarse como un término medio


entre las preferencias y la unión aduanera. Si los sistemas preferenciales de
doble vía pertenecen ya casi al pasado y se encuentran congelados en el
GATT, las zonas de libre comercio son, evidentemente, formaciones poco
estables, que se crean con carácter transitorio y que por la fuerza de los he-
chos tienden a convertirse en uniones aduaneras o a desaparecer.
Una zona de libre comercio es una área formada por dos o más países
que de forma inmediata o paulatina suprimen las trabas aduaneras y comer-
ciales entre sÍ, pero manteniendo cada uno frente a terceros su propio aran-
cel de aduanas y su peculiar régimen de comercio. Su constitución está re-
gulada en el artículo XXIV del GATT, donde se establecen las condiciones
básicas para ellas: que se liberen las trabas para lo sustancial del comercio
¡ entre los países miembros (para diferenciarlas claramente de las áreas pre-
, ferenciales) y que esa liberación, conforme a un plan, se haga en un plazo
de tiempo «razonable», es decir, no demasiado largo.

¡ La experiencia nos demuestra que la formación de zonas de libre co-


mercio sólo es posible entre países que se encuentren en un grado de de-
sarrol1o más o menos alto y homogéneo. Entre los países menos desarro-
llados~ este tipo de integración no puede tener sino un carácter

i
~
meramente transitorio. A poco que cualquiera de los Estados miembros

I
desee expandir sus actividades más allá de sus lindes tradicionales, tro-
pieza con el obstáculo derivable del nivel de los derechos del arancel de
un copartícipe de ]a zona. Al iniciar o ampliar su industria1ización cual-
quiera de los Estados miembros de la zona, se hace necesario, pues~ ir al
establecimiento de una Tarifa Exterior Común o a la elevación de una
cierta barrera frente a determinados copartícipes, lo cual equivale a la
transformación de la zona de libre comercio.
Lo cierto es que hoy en día las únicas zonas de libre comercio en sentido
estricto son la EFTA (European Free Trade Association o Asociación Euro-
pea de Libre Comercio), )a Zona Australia-Nueva Zelanda y la zona de
América de] Norte (NAFTA). Como en los capítulos 8 y 10 hemos de estu-
diar en detalle la EFTA y la NAFTA, no entraremos por el momento en más
detalles sobre esta forma de integración.

7.1.3 Uniones aduaneras

Las uniones aduaneras son la máxima expresión de integración de dos o


más economías nacionales previamente separadas. Una unión aduanera su-
pone, en primer lugar, la supresión inmediata o gradual de las barreras
arancelarias y comerciales a la circulación de mercancías entre los Estados
que constituyen la unión. Este primer aspecto -en el que coinciden con las
zonas de libre comerclo- es lo que en el lenguaje económico coloquial se
conoce con la expresión «desarme arancelario y comercial». Pero la unión
aduanera significa, además, la construcción de un arancel aduanero común
frente a terceros países. Este último elemento -que también se denomina
Tarifa Exterior Común o, simplemente, TEC- es lo que diferencia clara-
mente a las uniones aduaneras de las zonas de libre comercio, donde frente
al exterior subsisten los distintos aranceles nacionales de los Estados miem-
bros.
En el artículo XXIV del GATT se establece que la formación de la TEC
no podrá tener derechos más elevados, como promedio, que los existentes
en los previos aranceles de los países miembros de la unión aduanera.
Igualmente, el desarme arancelario ha de afectar a lo sustancial del comer-
cio, y debe realizarse -al igual que la construcción de la TEC- conforme
a un plan y en un plazo «razonable».
La unión aduanera sin más es dificil que pueda darse en la realidad;
históricamente cabe afirmar que no se ha dado nunca. Y ello es lógico,
pues, establecida la libertad de comercio sin barreras arancelarias ni res-
tricciones cuantitativas dentro de la unión, es inevitable la aparición de
una larga serie de prob1emas derivados de la existencia de diferentes sis-
temas monetarios, fiscales, de transporte, etcétera, de los diversos Esta-
dos partícipes. Por esta razón, paralelamente a la creación de una unión
aduanera, se hace necesario armonizar todos los elementos antes referi-
dos, que en su conjunto componen el marco institucional de la economía.
En otras palabras, la unión aduanera, cuando se consolida efectivamente,
desemboca por necesidad en la unión económica. Ésta ha sido la expe-
riencia de las uniones aduaneras europeas del pasado siglo; Unión Adua-
nera Alemana y Unión Aduanera HaJiana, sobre todo. Y ésta es también
la experiencia de las uniones económicas de nuestro siglo -UEBL, Be-
nelux y CE/UE- que fueron planteadas globalmente, y desde un princi-
pío, como verdaderas uniones económicas, en las cuales el establecimien-
to de la unión aduanera aparecía como uno de los elementos de la Unión,
desde luego con un carácter básico, pero no como el objetivo de más difí-
cil consecución.
Como en el capítulo 8 hemos de dedicar un amplío espacio al estudio de
]a CEIUE, no insistiremos más por el momento en los mecanismos de for-
mación de la unión aduanera, que podremos ver entonces con todo detalle.

7.2 Ventajas generales de La integradón económica


Los argumentos empleados por los teóricos en apoyo de la integración eco-
nómica forman hoy un amplio repertorio de razonamientos. De ellos pode-
mos seleccionar los siguientes 1: las economías derivadas de la producción
en gran escala (o, abreviando, economías de escala); la intensificación de la
competencia dentro del nuevo mercado ampliado; la atenuación de los pro-
blemas de balanza de pagos por el ahorro de divisas convertibles; la posibi-
lidad de desarrollar actividades difíciles de abordar por parte de determina-
dos países individualmente, debido a la insuficiencia de sus mercados
respectivos; el aumento del poder de negociación frente a países terceros o
frente a otras agrupaciones regionales; una formulación más coherente de
la política económica, así como la ineludible necesidad a plazo medio o lar-
go de introducir reformas estructurales que en el contexto de un statu quo
nacional podrían aplazarse sine die, y, por último, la posibilidad de conse-
guir sobre la base de un rápido proceso de integración una acelaración del
desarrolJo económico (no simplemente del crecimiento) 2.
En las páginas que siguen trataremos de desarrollar los anteriores argu-
mentos. Creo que ésta será la forma más correcta de responder a las dos si-
guientes proposiciones:
¿Integración, para qué?

I Para un estudio más detenido de las ventajas teóricas de la integración puede verse mi
obra Formación}' desarrollo del Mercado Común Europeo, Iber-Amer, Madrid, 1965,
pág. 24 Y sigs., con abundante bibliografia, a la cual me remito.
2 A los efectos semánticos, cuando empleamos la palabra crecimiento significamos que

el PNB está aumentando, independientemente de que falten transfonnaciones estructu-


rales y de que los desequilibrios vayan en aumento dentro de ese crecimiento.

I
- La integración per se no resuelve nada. Lo primero son las transfor-
maciones de carácter nacional y el aprovechamiento al máximo de las ven-
tajas del comercio internacional.
Antes de entrar en el análisis de las posibles ventajas de la integración,
convendrá subrayar que ésta es, ante todo, una técnica cargada, eso sí, de
intenciones políticas, que la realzan por encima de otras técnicas económi-
cas puramente instrumentales. Pero está claro que la integración no puede
considerarse como una panacea, como el camino de superación de todos
los males de las economías. Para alcanzar la meta del desarrollo integral, la
integración económica debe ser completada con toda una serie de medidas
de transformación.

7 •2.1 Economias de escala

Las economías de escala son el resultado de una mayor eficiencia, basada


en una dimensión adecuada de la planta, que permite costes medios unita-
rios mínimos y que posibilita la competencia en el mercado internacional.
Las economías de escala sólo son posibles cuando la producción se lleva a
cabo masivamente, esto es, en plantas de gran dimensión y en grandes se-
ries, y todo ello apoyado en un fuerte avance tecnológico. Para que las eco-
nomías de escala se den en la realidad son necesarias, pues, grandes empre-
sas, que únicamente pueden surgir con vistas a mercados muy amplios
(nacionales o internacionales) o como consecuencia de la concentración de
empresas preexistentes dentro de un área en proceso de integración.
Podrá decirse (contra-argumento) que las economías de escala en las
áreas de integración sólo están en condiciones de aprovecharlas, por lo me-
nos en su fase inicial, las grandes empresas transnacionales.
En e1 caso de la CE, por ejemplo, muchas de estas empresas, casi siem-
pre norteamericanas o japonesas, cuentan con plantas industriales en los
distintos países; coordinando plantas, aprovechan de modo más racional el
mercado integrado. Esta favorable situación del capital extranjero, que cier-
tamente se presenta en la práctica, no puede tomarse, sin embargo, como
argumento para concluir que la integración sólo favorece a las grandes cor-
poraciones multinacionales. Más bien habría de afirmarse que ello está su-
cediendo. Mientras no exista una unión monetaria, un mismo derecho de
sociedades anónimas, un mercado de valores integrado (con plena movili-
dad de capitales) y un estatuto supranacional sobre las inversiones extranje-
ras, el área en curso de integración no podrá contrarrestar de manera racio-
nal el aprovechamiento por terceros del efecto «economías de escala». Así
pues, el "posible defecto arriba imputado no puede ser atribuido a los avan-
ces de la integración, sino precisamente a todo 10 contrario, a la insuficien-
te integración.
7.2.2 Intensificación de la competenc;a

La ampliación del mercado resultante de la integración puede conducir a


una cierta intensificación de la competencia. En un mercado nacional estre-
cho, determinadas producciones para ser rentables han de ser realizadas por
una sola firma; por el contrario, en un vasto mercado común pueden ser va-
rias las empresas que trabajen con una dimensión próxima a la óptima, com-
pitiendo entre sí, y con una serie de favorabJes efectos para el consumidor:
precios más bajos, mejor calida~ aceleración del proceso tecnológico, etc.
Es cierto (contra-argumento) que la eventual intensificación de la com-
petencia subsiguiente a la creación de un área de integración puede ir suce-
dida a su vez de un estadio de cartelización al amparo de una alta tarifa ex-
terna común. Pero esa cartelización puede ser combatida si ello se juzga
necesario, recurriendo a disposiciones de defensa de la competencia a apli-
car por tribunales de justicia de carácter supranacionaL

7.2.3 Atenuaaón de los problemas de pagos internaaonales

En general, los problemas de balanza de pagos comienzan a considerarse


graves cuando conducen a la contracción de las reservas de divisas conver-
tibles. Por ello, todo lo que suponga un mejor aprovechamiento de esas di-
visas (merced al empleo de mecanismos de compensación de pagos) puede
ser de gran utilidad en el esfuerzo por mantener un nivel de reservas ade-
cuado y, sobre todo, para agilizar el comercio interzonal, lo cual constituye
un pre-requisito para acelerar la integración. Así lo comprendieron los dos
proyectos de integración económica de América Latina, tanto el MCCA,
con ]a Cámara de Compensación Centroamericana, como la ALALC, que
también creó su propio sistema de compensación, según podremos ver en
los capitulos 10 Y 11, respectivamente.

7.2.4 Posibilidad de desarroLLar nuevas actividades difidles


de emprender aisladamente

La cooperación y la integración económica ofrecen numerosos ejemplos de


que existe la posibilidad de desarrollar nuevas actividades en el campo tec-
nológico e industrial, impensables a escala nacional. Las grandes obras hi-
droeléctricas, las nuevas industrias (electrónica, informática, saté1ites, etc.),
el desarrollo de la petroquímica hasta sus últimas ramificaciones, la energía
atómica de fusión son, todas ellas, empresas que normalmente los países
más pequeños no pueden desarrollar por sí mismos de forma individual.
Pero en las que sí pueden participar efectivamente, en mayor o menor me-
dida, si se agrupan por regiones.
7.2.5 Aumento del poder de negodadón

En un intento de medir el poder de negociación de un país, haciendo abs-


tracción de su fuerza militar, pueden tomarse algunos índices fonnados a
base del PNB, el volumen de comercio o la capacidad de financiación exte-
rior. Normalmente, un país tiene mayor poder de negociación en sus rela-
ciones económicas internacionales cuando mayores son las tres magnitudes
citadas.
En ese sentido, el poder de negociación crece más que proporcionalmen-
te por medio de la integración. Por lo pronto, la unión de esfuerzos --o la
adhesión de esfuerzos en marcha- es algo que de por sí ya inspira un mo-
vimiento de interés, de adtniración 3.
Por otra parte, en los organismos y conferencias internacionales, que
hoy se celebran tan frecuentemente, un grupo de países en curso de integra-
ción --cada país con un voto--, con una actitud común pensada y resuelta
frente a los problemas debatidos, tiene, sin duda, una fuerza mayor que la
de un país cualquiera cuya potencia económica sea equivalente a la que
suma en conjunto el grupo de países en curso de integración.
Por otra parte, a la inversión extranjera, al contar con nuevos alicientes
(el acceso a un mercado mucho mayor), se le podrían imponer detennina-
das condiciones mínimas (dimensión de la planta, valor añadido, compro-
misos de exportación, etc.), prácticamente inaceptables en las condiciones
poco atractivas de estrecho mercado interno y de aislamiento del país de
cualquier clase de bloqueo económico.

7.2.6 La formulación más coherente de la política


económica nacional

Éste es un elemento que con frecuencia se olvida al estimar las ventajas de


la integración económica, siendo, no obstante, uno de los que tienen mayor
relevancia a corto o medio plazo.
Un país, mientras se desenvuelve al margen de toda clase de coopera-
ción e integración, puede llevar a cabo la política que mejor le parezca, en
tanto que sea compatible con sus aspiraciones unilaterales. La participación
en determinados organismos internacionales o la adhesión de una cierta
disciplina monetaria, arancelaria, comercial, etc. En un paso adelante más,
la integración económica, por los mayores compromisos que entraña y por

3 A este respecto pueden verse las consideraciones que hago en mi estudio Aspectos
económicos de la vinculación de Panamá al Mercado Común Centroamericano, Minis-
terio de Relaciones Exteriores, Panamá, junio 1966~ págs. 122 y sigs.
los mayores riesgos que implica, generalmente obliga de modo más acusa-
do al mejoramiento de la propia política económica, así como a la realiza-
ción de transformaciones importantes de la estructura económica nacional.

7.2.7 La integración económica y las transformaciones


estructurales

Respecto de la incidencia de la integración sobre las transformaciones es-


tructurales, las perspectivas, ciertamente, no están tan claras como en el
caso de la influencia sobre la política económica nacional. ¿Determina el
proceso de integración una aceleración de las reformas agrarias, del cambio
de las estructuras tributarias, de la redistribución del Ingreso Nacional?
¿Contribuye la integración externa a hacer más viable la integración inter-
na, tan necesaria, por ejemplo, en muchas Repúblicas de las Américas?
Ya hemos expuesto más arriba nuestro punto de vista -por lo demás
muy generalizado- de que la integración (externa) no puede considerarse
como una panacea; no puede pensarse que per se la integración vaya a su-
poner la demolición de los atavismos estructurales de las economías en in-
tegración. Pero no cabe duda -valga la frase- de que contribuye a hacer
esos atavismos todavía más atávicos.
La integración supone una mayor movilidad de políticos, economistas,
intelectuales y 1íderes sindicales.
El mantenimiento de masas importantes de población marginadas del
circuito monetario social y cultural se hace cada vez más dificil, al acen-
tuarse el contraste entre países más y menos evolucionados.
Los grandes cambios tienden a producirse precisamente cuando las dife-
rencias se hacen más visibles y, por ello, más insoportables, cuando el pue-
blo y sus dirigentes verdaderos toman conciencia de ellas.
No existe, pues, contradicción entre integración interna e integración ex-
terna. Carece de sentido atribuir a los grupos industriales y urbanos e] lide-
razgo de la integración (evidentemente, son los primeros en apoyarla) para
sobre esa base atacar los proyectos en curso, infravalorando las posibilida-
des que ofrecen para la integración interna. En esto, los partidos políticos
de izquierda han sido en general bastante miopes, aunque no cabe duda de
que en Europa han cambiado su actitud inicial. Tal vez no estaría mal re-
cordar aquí la frase de Marx sobre el primer proyecto de integración (La
Unión Aduanera Alemana): la Zollverein es como una locomotora, imposi-
ble de determinar, que lo arrolla todo. (La cita no es textual).
La promoción de transformaciones estructurales es algo que a la larga
habrán de apoyar los grupos integracionistas. La integración se hace funda-
mentalmente para posibilitar una industrialización competitiva. A su vez, la
industrialización no es posible sin un sector agrario que garantice el abaste-
cimiento de alimentos a bajo coste. Y esto último sólo es factible con una
política agraria (tal vez alejada de los patrones clásicos y más o menos
«nostálgicos» de lo que se entiende por reforma agraria) que canalice hacia
el campo los recursos necesarios para introducir en él la necesaria revolu-
ción tecnológica y la reestructuración de las explotaciones.
Otro tanto se puede decir que habrá de suceder en las demás áreas de la
transfonnación estructural-fiscalidad, crédito, educación, Administración
Pública, etc.-, que habrán de verse conmovidas en un futuro no lejano, y
no sólo por el crecimiento demográfico y la industrialización, sino también
por la competencia creciente en el área integrada y por la propia dinámica
de la integración. En el curso de ella, los Estados miembros menos desarro-
llados habrán de actuar de forma que gradualmente se reduzcan las distan-
cias que los separan de los países más avanzados.
En otras palabras, en un área en curso de integración tiende a imponerse
el patrón más evolucionado de los vigentes en cada materia: el sistema fis-
cal más progresivo, el educacional más completo, el de seguridad social
más avanzado. De hecho, esto es enteramente lógico, pues nadie se une
para retroceder, sino para avanzar.

7.2.8 La aceleración del ritmo de desarrollo y el logro


de un alto nivel de empleo

La mejor prueba de la eficacia de la integración -se puede afirmar, incu-


rriendo tal vez en el clásico tópico del crecimiento- estriba en si acelera o
no el desarrollo económico y en si contribuye o no a mantener altos niveles
de empleo. Sobre este punto, la discusión podría ser inacabable.
Así ha sucedido entre los críticos de la integración económica europea
que durante los años 60 sustentaron dos tesis abiertamente contrapuestas 4:
«La integración económica en Europa (CEE) --decían unos- ha sido po-
sible gracias a que su comienzo coincidió con una excelente fase de la co-
yuntura.» La tesis contraria: «La integración económica ha contribuido a
ace1erar el desarrollo de la economía europea.»
Las pruebas que pueden aducirse en defensa de cada una de esas dos te-
sis tiene fuerza considerable; pero, en fin de cuentas, es evidente que la Eu-
ropa de los años 60, y de hoy, no habría sido ni sería la misma sin la EFTA

-1La polémica sobre la relación causa-efecto en el crecimiento europeo a partir de 1957


se suscitó en 196] por un artículo del economista belga Alexander Lamfalussy titulado
«Europe's Growth is due to Common Market?», aparecido en la Lloyds Bank Review,
octubre 1961. Con la crisis que se desencadenó en 1973, nadie ha sostenido el fracaso de
la CEE por no haberla compensado; y a pesar de las no pocas frustraciones, cabe afinnar
que existe un consenso implícito de que, sin las Comunidades Europeas, los efectos de la
recesión habrían sido aún peores.
____________________U I 1 _......_ _ _ · El proo?'s(J de
= """Wtw·~~~~

y la UE. Como también está claro que esa Europa de hoy asombraría, por
su grado de integración.

7.3 La difusión del proceso de integración


Todas las ventajas esquematizadas en este capítulo -y otras de naturaleza
económica y extraeconómica en que por razones de espacio no nos adentra-
mos- han operado, y operan, en pro de la difusión de los procesos integra-
torios, que hoy revisten la máxima importancia. Así podremos comprobarlo
en los siguientes capítulos 8 a 14, en los que estudiaremos las siguientes
experiencias de integración que aquí agrupamos por grandes áreas geográ-
ficas.Para cualquier duda sobre esos acrósticos, puede verse el anexo sobre
siglas, al final de este libro.

1) Europa: UE, EFTA, EEE, CEE/ Mediterráneo, Lomé IV (ACPs).


2) América del Norte: Zona de Libre Comercio EE.UU./CanadálMéxi-
co, TLC.
3) América Latina en su conjunto: ALALC, ALADI, ALeA.
4) América Central y el Caribe: MCCA, CARICOM, Proyecto ZLC
VenezuelaJMCCA, AECA.
5) América del Sur: Pacto Andino, Mercosur.
6) África: CEAOR, SAARC, PTA, CEAO, ECOWAS/CEDAO, CEE-
AC, CEPGL, Entente, MRU, Unión del Magreb Árabe, SACU.
7) Asia: Consejo de Cooperación del Golfo, ANA M , ASEAN, ANZ-
CERTA, SPARTECA, APEC.

En resumen, están en marcha una treintena de procesos de integración,


sobre la trama de cooperación a escala mundial basada en el FMI, la OMC,
la UNCTAD, etc. Y el gran número de casos de integración en curso, ade-
más de mostramos una tendencia general en el ámbito planetario, nos per-
mite también identificar tres núcleos principales: la Unión Europea, con to-
dos sus espacios concéntricos de EEE, Política Mediterránea, ACPs;
EE.UU., por su acuerdo con Canadá y México (NAFTAlLTC) y desarrolla-
ble después vía Iniciativa por las Américas; y Japón, liderando los proyec-
tos análogos (ASEAN, SAARC, etcétera.).

7.4 Cooperación más integración: el escenario global


Las sucesivas oleadas liberalizadoras en la economía mundial
OECE/OCDE, GATT, que ya hemos visto, y las consecuencias de la inte-
gración (CEE, EFTA, NAFTA, ASEAN, etc.) que vamos a ver en los capí-
tulos sucesivos, fueron abriendo e intercomunicando los mercados naciona-
les; hasta el día de hoy en que nos encontramos en medio de la competen-
cia internacional más implacable.
En el caso de Europa, no se trata sólo de los quince países de la UE,
porque a través de una serie de arreglos internacionales, la Unión Europea
fue facilitando las importaciones masivas de prácticamente todo el mundo.
Los nuevos acuerdos de asociación han abierto las fronteras de la UE a
los países del Este (Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Ruma-
nia, y Bulgaria). Los convenios de cooperación con el Magreb y el Masch-
rek suponen, virtualmente, la franquicia para las manufacturas y los pro-
ductos agrarios de las riberas Sur y Oriental del Mediterráneo. El sistema
de preferencias generalizadas para los países menos avanzados, y los tratos
a favor a los socios comunitarios de África, Caribe y Pacífico (las antiguas
colonias, los ACP), son la gran ventana al Tercer Mundo. Y todo ello, sin
olvidar lo muy reducido de la tarifa exterior común (el 3 por IDO ad valo-
rem) frente a terceros países, que deja sentir con rigor extremado la compe-
tencia japonesa y de toda la orilla asiática del Pacífico; con su masiva pro-
ducción barata y de creciente calidad.
Más concretamente, en el Sudeste asiático fue produciéndose una verda-
dera revolución económica: los NICs (newly industrialized countries) de la
ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste de Asia: Indonesia, Tailandia,
Filipinas, Malasia, Brunei, Singapur, y Vietnam), que tras la experiencia de
Jos cuatro dragones asiáticos (Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y Singa-
pur), entraron en la Jiza internacional con una fuerza singular. Y, según apre-
ciaremos en el capítulo 23, la gran China está completamente incorporada.
En definitiva, nos encontramos en un escenario global de despiadada
competencia. En otras palabras, en toda Europa y en EE.UU., se está abso-
lutamente desprotegido frente al exterior en cuanto a la entrada de manu-
facturas de casi todas clases, a precios irresistibles.
Desde el siglo XIX, existe -ya lo vimos también en el capítulo 1- un
ámbito comercial a escala de todo el mundo para diversidad de productos.
Todo eso se ha potenciado, en gran medida por los sistemas de coopera-
ción e integración a escala mundial ----o simplemente por la generalizada li-
beralización' vía GATT/OMC o decisiones unilaterales-, que ha generado
una auténtica aldea global de lo económico; de tal manera que el tan traído
y 11evado mundo sin fronteras es una realidad pura, dura, y cotidiana.
El mercado mundial está siendo especialmente aprovechado por nuevos
protagonistas (los ya a1udidos NICs, China~ etc.), desde el punto y hora
en que la rápida circulación de las tecnologías. Y de ahí la ruptura de dos
grandes teorías aún en vigor a mediados del siglo xx: los costes comparati-
vos como explicación de la especialización económica y de la división del
trabajo a escala mundial; y las etapas del crecimiento como inevitable sen-
da a seguir por cualquier comunidad en su progreso.
En los últimos tiempos~ ambas teorías se han derrumbado estrepitosa-
mente. Hoy la especialización es muy dificil; casi todos los países tienden a
F

producir de casi todo, siempre que tengan la fuerza de trabajo adecuada al


precio conveniente. La energía, los inputs materiales y los recursos de fi-
nanciación, se dan por añadidura; en tanto que el marketing y la distribu-
ción los proporciona la ubicua organización multinacional. Y un país, pue-
de subir los escalones del crecimiento, no en dos siglos, sino en poco más
de una generación.
En la primera reunión ministerial de la OMC (Singapur, diciembre de
1996, recuérdese lo visto en 5.9), se planteó, de nuevo, la posible contradic-
ción entre globalidad y bloques regionales a la hora de buscar cómo expan-
dir al máximo el comercio internacional. Y al final se llegó a un punto de
vista, no unánime: no se está ante ningún dilema, pues la experiencia histó-
rica demuestra que los empeños integratorios nunca generan verdaderos re-
ductos autárquicos.
Precisamente con referencia al proyecto más avanzado, y que ha servido
de pauta para todos los demás, la UE, ¿quién se atrevería hoya denunciar,
lo cual en la década de 1980 era harto frecuente, la pretendida Fortaleza
Europea, como baluarte de proteccionismo integra1? La realidad es muy
distinta: en 1999, la protección media del TARIe, el Arancel Aduanero Co-
mún de la Unión, es menor del 2% ad valorem. Es como vivir, salvo para
los productos agrícolas, en un mundo sin fronteras.
Por tanto -y los casos tipo Mercosur, TLC, etc. también lo demues-
tran-, las integraciones regionales han permitido avances muy notables en
la apertura al exterior. Como igualmente es cierto que ]a interpenetración
de países contiguos es muy útil para gran número de manifestaciones más
fáciles de desarrollar por ellos que no entre los geográficamente separados.
Así cabe comprobarlo en materias tan significativas como infraestructuras
de transporte, telecomunicaciones, programas de 1+D, etc. En todos esos
casos, la integración penniten la máxima fluidez, como si se tratara de un
solo país 5.
Pasamos ahora, en los capítulos 8 a 14 a examinar, con bastante detalle,
creo, los diferentes casos de integración económica.

5 En el sentido contrario, Martin Wolf~ «An unhelathy trade-off», 29.X.1996.


8. Integración en Europa (1).
De La CEE a La Unión
Europea (UE). La EFTA

8.1 La génesis del Mercado Común Europeo


Como ya vimos en el capítulo 2, el Plan Marshall, con la puesta en marcha
de la Organización Europea de Cooperación Económica, OECE, marcó el
comienzo de toda una importante fase de cooperación en Europa Occiden-
tal. Los códigos de liberalización de mercancías y de invisibles, la Unión
Europea de Pagos, y la propia creación de una Nomenclatura Arancelaria
de Bruselas (NAB) única para todos los países europeos de la OECE, supu-
sieron pasos importantes que habían de facilitar la etapa ulterior de la inte-
gración l.
En el convenio de París de 1948 de creación de la OECE también se pre-
vió la posibilidad de formar una Unión Aduanera. Pero a pesar de diversos
intentos -y como veremos con un cierto detalle en 8.13.- la oposición
británica acabó por hacer impracticable ese propósito. Aunque a ello tam-
bién contribuyeron otras dos notables circunstancias: la escasa homogenei-
dad económica entre muchos de los 17 países europeos de la OECE, y el
funcionamiento del GATT desde 1974, que ya ofrecía una senda más mo-
desta pero muy realista para reducir derechos arancelarios a fin de facilitar
el comercio. En cualquier caso, la reducción de aranceles más allá había de

1 La parte de este capítulo referente a la génesis y fonnación de la CEE es en buena me-


dida, una síntesis de mi obra Formación y desarrollo del Mercado Común Europeo,
Iber-Amer, Madrid, 1964.
plaritearse mediante la creación de una unión aduanera, único caso excep-
tuado dentro del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio en su artí-
culo XXIV Esto fue lo que, al margen del Reino Unido, se intentó en varias
ocasiones con mayor o menor éxito. AlIado de los dos proyectos que resul-
taron viables -el Benelux, y sólo con carácter sectorial la Comunidad Eu-
ropea de] Carbón y del Acero (CECA}- también hubo frustraciones, como
fueron la Unión Aduanera Franco-Italiana y el FINEBEL, proyecto que se
esbozaba fundamentalmente como un área monetaria fonnada por Francia,
Italia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo. Veamos el caso de la CECA como
experiencia más importante anterior a la CEE.

El llamado Plan Schuman 2, que dio origen a la CECA en 1952, no se


concibió como un fin en sí mismo. Schuman, Monnet y otros estadistas eu-
ropeos, al crear la CECA, intentaron, sobre todo, trazar un camino pragmá-
tico por el cual ir hacia una meta importante, a lo largo de una época nada
fácil, y cuando la mentalidad europea aún no estaba preparada para aceptar
propósitos más ambiciosos. Este carácter de transición de la CECA se re-
flejó en su configuración meramente sectorial.
Las integraciones sectoriales tienen un obstáculo fundamental, consis-
tente en que si los poderes de la comunidad se limitan al sector integrado,
los Estados miembros retienen no sólo sus facultades sobre los restantes
sectores económicos, sino también sus poderes en terrenos tan importantes
como el monetario y el fiscal. Con el manejo de los impuestos o con la ma-
nipulación de la oferta monetaria, o del tipo de cambio, es perfectamente
posible influir sobre los precios, por lo menos con igual intensidad que con
las medidas directas de intervención estatal de carácter unilateral en un sec-
tor.
Por e)]o parece claro que si los países europeos hubieran seguido traba-
jando por su integración económica a través de procedimientos sectoriales
del tipo de la CECA o del proyectado «Pool Verde», los avances habrían
sido mucho más lentos que los logrados con el enfoque global al final
adoptado.
Pero independientemente de los problemas subjetivos existentes en el
camino de la integración sectorial, los acontecimientos políticos, presiona-
ban en favor de soluciones rápidas: la Guerra de Corea -iniciada en junio
de 1950 y terminada en 1953-, el fracaso -en 1954- del proyecto de
Comunidad Europea de Defensa (CEO) y la crisis de Suez y de Hungría en
1956, constituyeron serios toques de alarma que repercutieron como alda-
bonazos en la puerta de la unidad de los países del Occidente de Europa. La
fonnación de una unión económica aparecía ya como la única base para
mantener ----o por 10 menos aspirar a ello- un papel de importancia .

W. Diebold escribió el primero y uno de los mejores estudios sobre e] tema The Schu-
.2

man Plan, Nueva York, 1952.


;: l. Ld E

En ese sentido, fueron los países ya en curso de integración, los tres del
Benelux, los que en 1955 plantearon en la CECA -a «los Seis»-- la idea
de crear un Mercado Común. El memorándum que a este respecto presenta-
ron, conservaba aún importantes vestigios de la tendencia a la integración
sectaria], pues contenía una descripción muy minuciosa de las metas a al-
canzar en el campo de los transportes, energía convencional y energía ató-
mica. No obstante, en él ya había claras manifestaciones de cuáles habían
de ser las bases para caminar hacia la integración global.
Sin pérdida de tiempo, los ministros de Asuntos Exteriores de «los Seis»
se reunieron en Mesina en el mes de junio de 1955, en una conferencia ad
hoc. Y al final de ella, mostraron su acuerdo sobre la propuesta del Bene-
luxo Se decidió que una comisión de expertos -que presidió Paul Henri
Spaak, ministro belga de Asuntos Exteriores- estudiase los problemas
concretos y elaborase un informe en el plazo más breve posible. Spaak im-
primió una gran celeridad a los trabajos y, finalmente, los Tratados consti-
tutivos de la CEE y del Euratom se firmaron en Roma el 25 de marzo de
1957. La ratificación por los seis países se llevó a cabo en los meses suce-
sivos y entraron en vigor elIde enero de 1958. De este modo quedaron
oficialmente constituidas la Comunidad Económica Europea (CEE) y la
Comunidad Europea de 1a Energía Atómica (Euratom).

8.2 La lógica del Tratado de Roma

El objetivo básico del Tratado era la creación de un ente supranacional con


personalidad propia, la CEE, con la misión fundamental de formar un mer-
cado común, manifestación visible de una verdadera unión económica. Para
cubrir este objetivo, la Comunidad había de proceder a una larga serie de ac-
tuaciones concretas: supresión de toda clase de barreras intracomunitarias y
establecimiento de un Arancel Exterior para la formación de un mercado co-
mún a lo largo de un período transitorio de doce años (1958-1970) dividido
en tres etapas: defensa de la competencia intracomunitaria; adopción de una
política comercial común frente a terceros, políticas comunes en los sectores
de la agricultura y los transportes; coordinación de las políticas económicas
y prevención de los desequilibrios de las balanzas de pagos; acercamiento de
las legis1aciones nacionales en la medida necesaria para hacer posible el fun-
cionamiento del Mercado Común; asociación de los países de ultramar; cre-
ación de un Fondo Social para mejorar las posibilidades de empleo de los
trabajadores y elevar su nive1 de vida; y, por último, constitución de un Ban-
co Europeo de Inversiones, para facilitar la expansión de la Comunidad. La
realización de todas estas tareas de la Comunidad se confió a cuatro institu-
ciones -Parlamento Europeo, Consejo de Ministros, Comisión y Tribuna]
de Justicia-. que se constituyeron en verdaderos guardianes del Tratado
para la garantía de su efectivo desarrollo y cumplimiento.
Integración económica

Se previeron asimismo los mecanismos para pasar de una a otra etapa


del período transitorio, mediante una serie de calendarios específicos para
la formación de la Unión Aduanera (desarme arancelario y aproximación a
la Tarifa Exterior Común) y para la supresión de los contingentes. Para
otros aspectos de la formación del Mercado Común fuéronse establecien-
do ulteriormente diversos calendarios, con el propósito de amortiguar los
efectos derivables de la aplica.ción del Tratado. Lo mismo se pretendió con
las cláusulas de salvaguarda. En otras palabras, independientemente de
ciertas medidas de escalonamiento temporal previstas para cuestiones par-
ticulares, en caso de dificultades graves susceptibles de persistir en un sec-
tor de la actividad económica, o en una determinada región, cualquier Es-
tado miembro podía pedir a la Comisión que le fuese autorizada la
adopción de medidas excepcionales a fin de restablecer el equilibrio de la
situación y adaptar la región o el sector interesados a la economía del Mer-
cado Común.
En esa perspectiva, el Tratado ~e Roma constituyó la segunda pieza del
Derecho originario o primario de la CE, que actualmente integran los si-
guientes acuerdos:

- El Tratado de París, de 18 de abril de 1951, por el que se constituyó


la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA).
El Tratado de Roma, de 25 de marzo de 1957, por el que se creó la
Comunidad Económica Europea (CEE).
- El Tratado de Roma, de 25 de marzo de 1957, del cual nació la Co-
munidad Europea de la Energía Atómica (CEEA o Euratom).
- El Convenio relativo a ciertas instituciones comunes de la CECA, la
CE, y el Euratom (Roma, 25 de marzo de 1957).
- El Tratado por el que se instituyeron el Consejo y la Comisión úni-
cos de las Comunidades, también llamado «Tratado de fusión de los
ejecutivos» (Bruselas, 22 de julio de 1975).
Acta Única Europea, que entró en vigor elIde julio de 1987.
Tratado de la Unión Europea (de Maastricht), de 7 de febrero de
1992, al que hacemos una extensa referencia en 8.11.
- Tratado de Amsterdam de 2 de octubre de 1997, al que nos referi-
mos en 8.22.
- Tratados de adhesión de nuevos Estados miembros (ampliaciones).

8.3 . El principio de supranacionalidad en la CEE


Ya hemos indicado antes que el Tratado de Roma contiene un mecanismo
de creación de decisiones verdaderamente supranacional. ¿En dónde reside
ese carácter supranacional? La respuesta no es tan fácil como podría pen-
sarse a primera vista.

~~
j1iP

Unión Europea (UE) .. La EfTA

Está claro que los seis Estados miembros originarios de la CEE adqui-
rieron desde un principio ciertos compromisos, renunciando con ello a su
soberanía en una larga serie de puntos concretos: cuestiones arancelarias,
restricciones cuantitativas, etc. No obstante, este tipo de limitación de la so-
beranía puede encontrarse en otros muchos Tratados internacionales; por
ejemplo, en el propio Convenio de 1948 de constitución de la OECE, don-
de se preveían ciertas reglas de liberalización del comercio.
Por otra parte, también está claro que el hecho de que el Tratado de
Roma fuese concluido sin un período indeterminado, y el que Francia re-
nunciara a su inicial deseo de introducir en él la posibi1idad de la secesión
unilateral, tampoco son elementos que le den un carácter supranacionaL No
son raros los acuerdos internacionales donde faltan esas dos cláusulas 3.
Realmente, el origen del carácter supranacional del Tratado está en el
procedimiento por medio del cual se generan las decisiones comunitarias.
La regla de la unanimidad, seguida en determinados organismos interguber-
namentales -entre ellos la antigua OECE-, no restaba absolutamente
ninguna soberanía a sus miembros, pues, en último extremo, cada uno con-
servaba pleno derecho a disponer sobre su propia conducta.
De hecho, el carácter supranacional sólo comienza a existir cuando en
un Tratado se acuerda que serán aceptadas y cumplidas por todos los países
signatarios todas las decisiones que se adopten por medio de una cierta ma-
yoría (simple o cualificada) en el seno de unas instituciones concretas 4. Ese
procedimiento de adopción de decisiones supranacionales está perfecta-
mente configurado en las Comunidades Europeas y en su Consejo de Mi-
nistros, los votos tienen un determinado peso para cada país. Cuando se re-
curre al voto, la mayoría cualificada se obtiene con 54 votos sobre 76,
Alemania, Italia, Francia y Reino Unido disponen de 10 votos cada uno;
España, de 8; Bélgica, Grecia, Holanda y Portugal, de 5; Dinamarca e Ir-
landa de 3; y Luxemburgo de 2.
Sin embargo, el sistema de votación supranacional por mayoría cualifi-
cada no ha funcionado en la práctica. En 1964, Francia al intentar imponer
sus puntos de vista sobre la política agraria presionó a fondo a sus otros so-
cios. La Francia de De Gaulle incluso se alejó transitoriamente de las reu-
niones comunitarias (la política de la silla vacía). Y cuando los franceses
volvieron a las instituciones, fue con la condición de la regla de la unani-
midad, esto es, que para todos los asuntos importantes cualquier país tiene
el derecho de veto, no pudiendo recurrirse, por consiguiente, a la regla de la

3 Raul Reuter, «Aspects de la Communauté Economique Européenne (III»), en Revue


du Marché Commun, n.O 6, junio 1958, pág. 316.
4 Walter Hallstein, «NATO and the European Economic Community», en The Common

Market. Progress and Controversy (obra editada por Lawrence B. Krause). Londres,
] 964~ pág. 53.
lntegri,~(ión económica

mayoría cualificada. En 1985, en las cumbres de Milán y Luxemburgo se


intentó empezar a erosionar, todavía sin éxito definitivo, el sistema de veto.

8.4 La unión aduanera

En realidad, sólo puede hablarse de mercado común cuando las mercancías


producidas o nacionalizadas en un cierto conjunto de países circulan con
plena libertad a través de sus fronteras, o al menos tan libremente como
pueden hacerlo dentro de cada uno de los países que forman el .conjunto.
La 1ibre circulación supone, pues, una movilidad de bienes casi perfecta,
por la inexistencia de barreras de carácter internacional. En definitiva, su-
pone la creación de una unión aduanera y el pleno desarme contingentario
entre los Estados miembros. La unión aduanera se realiza mediante la su-
presión de las barreras arancelarias intracomunitarias (desarme arancelario)
y por medio del establecimiento de un Arancel Aduanero Común.
Para el desarme arancelario, los negociadores del Tratado de Roma fija-
ron un período mínimo de doce años (extensible a quince), dividido en tres
etapas de cuatro años cada una (1958-1970).
En la primera etapa se rebajaría un 30 por 100 de los derechos de adua-
na, otro 30 por 100 en la segunda y el resto en la tercera. Dentro de cada
una de las dos primeras etapas, las rebajas arancelarias habrían de hacerse
fraccionándolas en tres partes del 10 por 100 cada una.
Los referidos porcentajes, se previó en un principio en el Tratado, que
habrían de medirse sobre lo que podríamos llamar «recaudación aduanera
teórica en el año-base 1956»; esta recaudación vendría determinada para
cada Estado miembro por el valor total obtenible de la suma de los n pro-
ductos aritméticos resultantes de multiplicar -partida por partida- la ci-
fra de importación procedente de los restantes Estados miembros (en el
año-base 1956) por sus correspondientes derechos-base nacionales (los vi-
gentes en 1 de enero de 1957). Este complicado sistema -análogo al adop-
tado en 1960 en el Tratado de Montevideo, según veremos en 11.2- había
de permitir, en principio, el que cada Estado miembro seleccionase sus re-
ducciones arancelarias, a fin de hacerlas más fuertes en los productos me-
nos sensibles a la competencia extranjera, y de esta forma amortiguar en
principio las rebajas en los sectores menos competitivos. Siempre, natural-
mente, que de esa actuación selectiva resultase una reducción en la recau-
dación teórica de 1956, que cubriese los porcentajes más arriba indicados.
Las dificultades prácticas y políticas que cabía esperar como consecuencia
de las presiones de los empresarios sobre sus administraciones nacionales
hicieron que en la realidad se aplicase el sistema mucho más simple de las
rebajas Jineales. Esto es, aplicando el mismo porcentaje de reducción sobre
el derecho-base de todas y cada una de .las partidas de cada uno de los aran-
celes nacionales.
Por otra parte, el sistema de reducciones arancelarias lineales intracomu-
nitarias se vio muy flexibilizado con la «cláusula de aceleración» incluida
en el T~atado'l conforme a la cual los Estados miembros se declararon dis-
puestos a reducir sus derechos de aduanas a un ritmo más rápido que el ya
descrito, siempre que su situación económica general y la situación del sec-
tor interesado 10 permitiesen. De esta cláusula se hizo uso en tres ocasio-
nes. La primera de ellas, elIde enero de 1961; la segunda, elIde julio de
1962, y la tercera, en igual fecha de 1963. De esta forma, elIde julio de
1968 se llegaba al total desarme arancelario intracomunitario, con diecio-
cho meses de antelación sobre la fecha prevista en el Tratado de Roma. Es-
tos progresos del desarme tuvieron un desarrollo paralelo en la construc-
ción del Arancel Aduanero Común o Tarifa Exterior Común (TEC), como
es más conocida.
Aunque en el momento de ser firmado el Tratado de Roma el Arancel
Aduanero Común estaba aún sin confeccionar, sin embargo~ las bases del
método y el procedimiento para construirlo, así como sus principales ex-
cepciones, quedaron plenamente fijadas en el texto del Tratado.
El nivel de los derechos del Arancel Común motivó el establecimiento
dentro del Tratado de Roma de una regla general de confección y de varias
excepciones importantes. La regla general fue bien sencilla: los derechos
de la TEC habían de situarse al nivel de la media aritmética de los derechos
aplicados en los cuatro territorios aduaneros de la Comunidad elIde enero
de 1957 (Benclux, Francia, Italia y R. F. Alemania), sin n1ás que algunas
excepciones, las más importantes para el sector agrario (Lista G, anexa al
Tratado).
Asimismo, dentro del Tratado de Roma, se previó la gradual aproxima-
ción de los aranceles de los cuatro territorios aduaneros a la Tarifa Exterior
Común, siguiendo varias reglas. Para cada posición arancelaria la diferen-
cia --en más o en menos- entre el derecho vigente en cada arancel nacio-
nal en 1 de enero de 1957 y el establecido en el TEC se había de reducir en
un 30 por 100 al final de la primera etapa, en otro 30 por 100 al ténnino de
la segunda, debiendo quedar plenamente alineado con el Arancel Aduanero
Común lo más tarde al final del período transitorio (1970). En virtud de la
«aceleración», la última aproximación se llevó a cabo, efectivamente el 1
de julio de 1968, al igual que el perfeccionamiento del desarme intracomu-
nitario a que nos hemos referido más arriba.
La TEC de la CEE fue puesta a prueba en negociaciones internacionales
por primera vez en 1962 en la llamada Ronda Dillon, celebrada en el
GATT. Como consecuencia de esta (la V) Conferencia Arancelaria del
GATT, la TEC quedó con una protección media (aritmética) del 11,7 por
100 ad valorem, por debajo del 17,8 por 100 de la tarifa de EE.UU. y del
18,4 por 100 del Reino Unido. El resumen de la situación en 1987 después
de la Ronda de Tokio para los distintos grupos de productos, puede verse
en el capítulo 5 de este libro.
Integración económica

La Unión Aduanera prevista en el Tratado de Roma para sus seis Esta-


dos signatarios, se amplió posteriormente. Primero con la adhesión del Rei-
no Unido, Irlanda y Dinamarca, a lo largo de un proceso transitorio (1-IV-
1973 - 1-1-1977) que se detalla en 8.14. Después, con la segunda
ampliación, la de Grecia, llevada a cabo entre el 1-1-1981 y el 1-1-1986; y
la tercera ampliación, la de España y Portugal, con un periodo transitorio
desde el 1-1-1986 hasta el 1-1-1993; al tiempo que se creaba el mercado in-
terior único. En 1995 ingresaron Grecia, Finlandia y Austria.

El dispositivo del Tratado de Roma para la supresión de las restricciones


cuantitativas intracomunitarias era análogo al ya estudiado para el desarme
arancelario. Pero no obstante esta analogía inicial, las bases de partida eran
muy distintas. Así como en 1957 en el terreno de las reducciones arancela-
rias, aparte de los avances en el GATT, había mucho por hacer, en lo refe-
rente a contingentes a escala europeo-occidental al desarme ya era casi
completo merced a la OECE.
En principio, todos los contingentes intracomunitarios y medidas de
efecto equivalente (obstruccionismo administrativo, calendarios fronteri-
zos, etc.) habían de desaparecer antes de finalizar el período de transición
(1970). Para proceder a esa supresión, un año después de entrar en vigor el
Tratado habían de globalizarse los cupos bilaterales aún existentes entre los
Estados miembros. Ulteriormente, el volumen total de los cupos globales
había de elevarse año a año en un 20 por 100, con la posibilidad de selec-
cionar las partidas a incluir en los aumentos, en función de la sensibilidad
de las mercancías afectadas, a condición de cumplir un mínimo obligatorio
en cada uno de los cupos globales de un 10 por 100 anual. Al final de los
diez años de funcionamiento del Tratado, todos los contingentes globales
debían suponer como mínimo un 20 por 100 de la producción nacional, in-
dependientemente de que se hubiesen prorrogado o no las etapas del perio-
do transitorio. Al final del período transitorio, las restricciones quedarían
suprimidas por completo.
Sin embargo, un tratamiento tan detallado del tema de los contingentes se
vio simplificado, tal como sucedió con el desarme arancelario. La excelente
situación económica que en Europa siguió a la política francesa de sanea-
miento financiero, a la declaración de convertibilidad y a la entrada en vigor
del Tratado de Roma (diciembre 1958-enero 1959), pronto hizo pensar en
todo el ámbito de la Comunidad que los plazos previstos en el Tratado para
el desarme contingentario eran demasiado pesimistas y que, en consecuen-
cia, se podía ir, sin mayores problemas, a una aceleración. En este contexto,
en su sesión del 12 de mayo de 1960, el Consejo de Ministros de la CEE
adoptó dos decisiones. La primera, suprimir el 31 de diciembre de 1961 to-
das las restricciones cuantitativas intracomunitarias para los productos in-
dustriales; la segunda, conectar la cuestión de los contingentes de productos
agrícolas con la redacción de los oportunos reglamentos agrícolas.
dtion en Europa(I)" De la CEE ti la Uni6n Europea (UE). la EFTA

Así pues, la decisión de acelerar tomada el 12 de mayo de 1960 supuso


la casi plena resolución de los problemas de los contingentes industriales
dentro del área CEE, a partir del 1 de enero de 1962; y el problema de la
contingentación agrícola se transfirió a la elaboración de una política co-
mún, que estudiaremos en la siguiente sección 8.5.
En los temas de las restricciones cuantitativas en las tres ampliaciones
sucesivas de las Comunidades Europeas, se procedió a plantear el desarme
contingentarío a lo largo de los respectivos periodos transitorios; que en los
casos de España y Portugal terminaron elide enero de 1993.
Asimismo, destaquemos que la Unión Aduanera se perfeccionó definiti-
vamente en 1993, con el mercado interior único (véase después 8.10.2).

8.5 La formadón del Mercado Común Agricola


y la PAC 1 a 111
Con carácter general, en el Tratado de Roma, los productos agrícolas que-
daron sometidos al régimen relativamente simple de los productos indus-
triales, pero con tan extenso número de excepciones que, de hecho, éstas
constituyen la regla. En el momento de negociarse el Tratado de Roma, los
productos industriales en los países de la CEE no contaban con otra protec-
ción que la derivada de los derechos aduaneros y los contingentes. Por el
contrario, para los productos agrícolas, además de los derechos y los con-
tingentes, existían otras muchas restricciones y sobre todo el comercio de
Estado, los calendarios fronterizos, los sistemas de precios mínimos, o sim-
plemente el requisito de previa licencia de importación, constituyendo todo
ello una reglamentación de alto proteccionismo.

8.5.1 Primeros pasos

La enorme complejidad de los mecanismos de la política de cada uno de


«los Seis», sus implicaciones de orden interior y la celeridad impresa a las
negociaciones de las que nació la CEE, impidieron que las normas particu-
lares sobre el Mercado Común agrícola quedaran desarrolladas en detalle
en el Tratado de Roma. Sólo hubo tiempo para formular unos fines de carác-
ter programático: acrecentar la productividad, hacer posible un nivel de vida
equitativo para la población rural, estabilizar los mercados, garantizar los
aprovisionamientos y asegurar precios razonables para los consumidores 5.

5 Para más detalles de la formación del mercado agrícola común, puede verse mi libro
El Mercado Común Europeo. Una perspectiva española y latinoamericana, Alianza
Editorial, Madrid, 1982, págs. 83 a 130, con abundante bibliografia.
Integración económica

El procedimiento para desarrollar la política común también quedó fija-


da en el Tratado de Roma, conforme al cual se celebró la Conferencia de
Stressa en 1958, de la que surgió el denominado primer Plan Mansholt,
verdadera base de toda la ulterior política agrícola comunitaria, cuyas pri-
meras disposiciones vieron la luz en 1962: reglas de competencia, regla-
mento financiero, decisión sobre precios mínimos y premios reglamenta-
rios sobre productos concretos.
La política en vigor de las disposiciones antes citadas había de ir segui-
da de la efectiva consolidación de la política común, merced a la adopción
de una serie de acuerdos:

Libre circulación de productos agrícolas entre los países de la CEE,


en condiciones análogas a las de un mercado nacional.
- Institución de una preferencia comunitaria en frontera en favor de
los agricultores comunitarios, lo cual les garantiza el pago efectivo
de unos «precios europeos», superiores a los del mercado mundial.
Para ello, el funcionamiento clásico del Arancel de Aduanas se susti-
tuye por el gravamen sobre los productos extracomunitarios importa-
dos de unas exacciones (prélevements) que cubren la diferencia entre
el precio de entrada (próximo al precio indicativo del mercado inter-
no) y el precio internacional.
- Dentro de la CEE funcionan organismos que garantizan la compra, a
los precios de intervención (algo menores que los indicativos), de la
producción comunitaria que se les ofrezca.
- Los excedentes producidos en la CEE tienen garantizada su exporta-
ción a base de primas o subvenciones que cubren las diferencias de
precios entre los mercados comunitario y mundial (restituciones).
Del coste de estas intervenciones se hace cargo el Fondo Europeo de
Orientación y Garantía Agrícolas (FEOGA).

8.5.2 La PAC I

Sucesivamente, fueron formándose, una a una, las organizaciones comunes


de mercado (OCMs) de los siguientes productos:

- Aceite de oliva, desde lO-IX-1966.


- Frutas y hortalizas (calidades «extra» y «primera») desde el 1-I-
1967.
- Cereales, desde el 1-VIII -196 7.
- Carne de cerdo, desde ell-VII-1967.
- Huevos y carne de aves, desde ell-VII-1967.
- Arroz, desde ell-IX-1967.
- Frutas y hortalizas, calidad «segunda», desde el 1-VII-1968.
8. Integración en Europa(I). De la CEE a la Unión Europea (UE). La EFTA

- Leche y productos lácteos, desde el 29-VII-1968.


- Carne de vacuno, desde el 29-VII-1968.
- Azúcar, desde el 1-VII -1968.
- Tabaco, desde el 1-VII-1970.
- Vinos, desde el 1-VII-1970.
- Semillas oleaginosas, desde el 1-1-1971.

Visto en retrospectiva, la evolución de la política agrícola común (PAC),


podría sintetizarse en los siguientes momentos sucesivos:

- 1957. Tratado de Roma, en cuyo artículo 39 se establecen las bases


de la futura PAC, pero sin entrar, todavía, en sus complejidades de
organización.
1960. Conferencia de Stressa, de la que emana el «Primer Plan
Mansholt», con los reglamentos agrícolas para el período de transi-
ción, que originan las organizaciones de mercado, con los reglamen-
tos agrícolas y el Fondo Europeo de Orientación y Garantía (FEO-
GA), para sostener los precios comunitarios (garantía), y fomentar la
mejora de las explotaciones (orientación).
- 1962-1967. Los precios altamente remuneradores de la PAC, contri-
buyen a una fortísima elevación de los rendimientos y de las produc-
ciones, con la aparición de grandes excedentes.
- 1968. «Segundo Plan Mansholt», proyectado para modernizar la
agricultura europea, haciéndola competitiva con el exterior, a fin de
reducir los gastos presupuestarios por sostenimiento de precios y
restituciones a la exportación. Sin embargo, tales propuestas no sa-
len adelante, y el problema de los excedentes no deja de agudizarse.

8.5.3 La PAC 1I

La reforma de la PAC se planteó a lo largo de 1991 y 1992, Y se aprobó en


mayo de este último año, como una reconversión de todo el sector rural co-
munitario. En ese trance, se evocaron con frecuencia las Leyes de Peel o le-
yes anticereal, que en 1846 abrieron el mercado británico a la importación
del trigo y de los granos forrajeros de las Américas, materializándose así
una política de alimentos baratos que permitiría a Inglaterra mantenerse al
frente de la Revolución Industrial. En esa misma línea de discurso teórico,
y pensando en la fuerte competencia de la Orilla Asiática del Pacífico, mu-
chos argumentaron que no tenía sentido seguir protegiendo al seis o siete
por ciento de la población activa europea (los agricultores), y perjudicar a
más del 90 por 100 de los consumidores.
Al final, la PAC 11 fue sustanciándose en una serie de transformacio-
nes:
1I1teglaLion €'conomlCa

- 1984. Limitación del gasto presupuestario agrícola, estableciéndose


el tope de su crecimiento en un 74 por 100 del aumento global del
presupuesto comunitario. Aparición, de las cuotas de producción
para frenar los excedentes, especialmente en azúcar y lácteos.
- 1988. Intentos de estabilizar la producción agrícola, con los meca-
nismos de las tasas de corresponsabilida~ reducción de los precios
de intervención, mayor exigencia en los estándares de los productos
para su entrega a los organismos de compra, y surgimientos de otros
métodos drásticos de atención a estos problemas: programas de re-
ducción de oferta con el fomento del arranque de plantaciones de vi-
ñedo, manzanos, y cítricos; programa de choque de eliminación de
excedentes; congelación de los precios nominales en la generalidad
de los productos, con caída efectiva de los precios reales; sistemas
de alerta para la detección inmediata de nuevos fenómenos de sobre-
producción; programa de abandono de tierras «set aside».

En realidad, la PAC-II culminó en una serie de principios que la CE esta-


bleció en 1992 de cara a la terminación de la Ronda Uruguay, en la idea de
que la reforma debería ir configurando una agricultura extensificada, mu-
cho más competitiva, con mayores explotaciones, e inevitablemente con ex-
pulsión de mano de obra. Esto último no sería tan dramático teniendo en
cuenta la decreciente vocación por el trabajo agrícola, y la envejecida pirá-
mide de población activa rural del tiempo presente. En el otro extremo pa-
rece inevitabJe una agricultura de alto interés ecológico, de pequeñas ex-
plotaciones, la mayoría en áreas montañosas; al objeto de frenar el
abandono de la población con ayudas considerables en términos de transfe-
recias de renta. Por último, podría fomentarse la agricultura a tiempo par-
cial.
Por lo demás, desde EE.UU., y el Grupo de Cairns ~los países que di-
cen no subvencionar sus exportaciones agrarias: Canadá, Argentina, Brasil,
Australia, Nueva Zelanda, Tailandia, etc.- se ejercieron las más fuertes
presiones, en el GATT, sobre la CE; a fin de que ésta disminuyera su apoyo
global a la agricultura, al objeto de pennitir un mayor acceso a los merca-
dos europeos de los productos agrícolas del mencionado Grupo. Pero con
todo, la máxima presión para la reforma de la PAC al final de la Ronda
Uruguay, provino de EE.UU., en una especie de duelo de titanes, una gue-
rra de los métodos. Por un lado, EE.UU. con un sistema de proteccionismo
agrícola de precios muy bajos, compensatorio de los agricultores por la vía
de la transferencia de rentas. En tanto que en la Comunidad Europea la tó-
nica tradicional se basó desde el principio en precios de mercado mucho
más altos, y sistemas de organización de los mercados con financiación de
stocks, retirada de producciones, etc.
, En 1993, el forcejeo final se concretó en los acuerdos de Blair House
(por el nombre de la mansión en que se concluyeron). La Comunidad acep-
8. Integradon en Europa(I). De la CEE a la Unión Europea (Uf)" La EFTA

tó restringir la extensión máxima de las protoginosas (soja y otros cultivos


para proteínas y aceites vegetales) y disminuir los subsidios de superficie
en un 30 por 100.

8.5.4 La PAC-III

Pero como era de esperar, en la Ronda de Uruguay no quedaron resueltas


todas las cuestiones y se previó una nueva oleada de temas -ajustes en ce-
reales, carne de vacuno y leche- para la siguiente ronda negociadora, ya
dentro de la OMC.
En esa línea de nuevos cambios, hacia la PAC-111, la Comisión Europea
encomendó la realización de un estudio, que fue publicado en 1995 con el
título «El futuro del mundo rura}}>. En ese documento, se fijaron las gran-
des tendencias de futuro, y las correspondientes acciones comunitarias so-
bre: 1) mayor cohesión económica y social en la Comunidad ampliada, que
será de mayor diversidad regional; 2) ajuste a la realidad de los mercados
internacionales; 3) protección del medio ambiente y conservación del patri-
monio natural.
Empezando por el tercero de los puntos, debemos dejar constancia que
en el V Programa Medioambiental comunitario, para los años 1993/2002~
se introdujeron los elementos de una nueva estrategia de desarrollo sosteni-
ble. en la cual los agricultores aparecen como guardianes de la naturaleza,
que han de tener en cuenta los impactos de sus prácticas culturales.
La segunda cuestión: el inevitable ajuste a los mercados internacionales,
en la Agenda 2000 (presentada el 15 de julio de 1997). Se introdujeron ele-
mentos para lapuesta en marcha de toda una serie de correctivos; destina-
dos a dar paso a la PAC-III, en cuyo marco ya han sido objeto de reforma
los sectores de cereales, carne de vacuno y lácteos; precisamente donde
más están presionando EE.UU. y el Grupo de Caims.
Aparte de ello, se acometieron reformas en las organizaciones comunes
de mercado (OCMs) del plátano -con gran presión de EE.UU. e Iberoa-
mérica mediante la OMC-; y se concluyó también el reajuste de las
OCMs del aceite de oliva (con una cierta elevación de los subsidios a la
producción) y del vino; todo ello después de una larga polémica entre la
Europa del Norte y la meridional.
Pero con ser importantes las negociaciones previstas en Marrakech -y
que realizarán en la Ronda SingapuJ; o del Milenio--, preocupa el hecho
de que las exportaciones agrícolas europeas vayan a verse tan condiciona-
das por los acuerdos realizados y previstos en el marco de la OMe. A ese
respecto, la Comisión ya anunció en 1995 que el futuro estará marcado
«por un fuerte crecimiento de la población mundial, acompañado de una
expansión notable de rentas, en especial de los países asiáticos, con grandes
expectativas de aumento en la demanda de productos alimenticios».
____L~lMIl1I\J'·~~_~...
_ ._
. _ _ _..
_ . ,••
_.,......
__ - _ . _ ,_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

De cara a esas previsiones, la exportación de cereales, carne y lácteos de


los países de América del Norte y el Pacífico, está llamada a conocer una
fuerte expansión a medio plazo; en tanto que la comunitaria permanecerá
estable, o incluso disminuirá; por los acuerdos suscritos en la OMC, que en
manera alguna habrían de considerarse eternos, y que según muchos debe-
rían renegociarse.
Otro problema crucial previsto en la Agenda 2000 para promover la revi-
sión de la PAC, radica en la adhesión de los países europeos centrales y
orientales (los célebres PECOs), cuya importancia y potenciales agrarios
son muy notables. Lógicamente, a su entrada en la VE van a encontrarse
con un sistema de protección agraria mucho más laxo que el actual.
Relacionado con el tema PECOs, queda la primera de las cuestiones
planteadas en el documento 1995 de la Comisión: la cohesión económica y
social en una Comunidad ampliada~ de gran diversidad regional. Para el
escenario aludido, se preparó la Declaración de Cork, redactada por los ex-
pertos que convocó el Comisario de Agricultura Franz Fischler a la men-
cionada localidad irlandesa durante los días 7 a 9 de noviembre de 1996, y
cuyas conclusiones podemos resumir así:

- desarrollo sostenible. para hacer efectiva la asociación hombre/ na-


turaleza en el espacio agrario;
- preservación y mejora de la calidad de vida, en busca de un equili-
brio adecuado, de modo que las zonas rurales reciban inversiones su-
ficientes en infraestructuras de todas clases;
- diversificación, para crear empleo alternativo a la agricultura en las
zonas rurales (industrial, de servicios, teletrabajo, etc.), tomando en
cuenta la importancia de las pequeñas ciudades susceptibles de consti-
tuirse en nudos de una red de núcleos agrarios mucho más pequeños;
- subsidiariedad, a fin de lograr que el desarrollo del mundo rural se
realice de forma descentralizada, con la debida influencia local a la
hora de tomar las decisiones;
sin1pNficación de la normativa agraria, que ha alcanzado niveles de
complejidad verdaderamente desorbitados;
evaluación e investigación de los resultados de los programas, para
garantizar el buen uso del dinero público en su diseño y realización.

A la vista de todo lo anterior, podemos concluir que la agricultura conti-


nuará siendo un sector estratégico dentro de la VE, por varias razones: es la
base de la más poderosa de las industrias, la agroalimentaria; evita la vul-
nerabilidad propia de los países con bajo nivel de autoabastecimiento, ya
que de irse a una liberalización plena, los precios internacionales rápida-
mente se elevarían, con fuerte incidencia del arma alimentaria. Además,
está la constatación de que de los agricultores depende el estado del medio
ambiente de la mayor parte del territorio.
8. Integración en Europa (1). De la CEE a la Unión Europea (UE) . la EFTA

Esas y otras circunstancias, no cabe duda de que van a contribuir a man-


tener el sistema de la PAC. Cierto que con cambios notables, debidos a las
ya mencionadas presiones de EE.UU. y del Grupo de Cairns contra las sub-
venciones en el comercio de productos agrarios. En definitiva, acabará pre-
valeciendo el método de transferencias directas de renta a los explotadores
agrícolas, con la contracción o incluso supresión de los subsidios de super-
ficie, etc.
y por otro lado, en el FEOGA habrá de tener mayor importancia la face-
ta de la O mayúscula de orientación, respecto a la G de la garantía. Para
impulsar el cambio de la estructura de las explotaciones agrícolas y así ha-
cerlas de modo que sean más eficientes.
Sólo de ese modo la agricultura europea podrá sostenerse sobre sus pro-
pios pies, haciéndose más competitiva a escala mundial. Es, en cierto
modo, como recuperar el espíritu del Plan Mansholt de 1968, en una econo-
mía ya global, con el horizonte de un comercio mucho más libre de los pro-
ductos agrícolas de todas clases.

8.6 La Libre circulación de factores

Ya antes hemos subrayado en varias ocasiones que el efectivo funciona-


miento de un mercado común exige la libre circulación no sólo de las mer-
cancías, sino también de los factores de producción. Hasta aquí hemos es-
tudiado la unión aduanera, la supresión de restricciones cuantitativas y la
política agrícola común, y hemos visto, en consecuencia, cómo se regula la
libre circulación de mercancías, tanto industriales como agrícolas. Haremos
ahora una breve referencia a la libre circulación de los factores de produc-
ción, es decir~ del trabajo y del capital.
En el Tratado de Roma, estos dos factores adoptan las siguientes deno-
minaciones técnicas: 1) Trabajadores; 2) Derecho de establecimiento; 3)
Servicios; 4) Capitales. De esas cuatro categorías, la primera (trabajado-
res) representa el trabajo manual o equiparado a él, esto es, trabajo en su
forma más pura e inequívoca y sin acompañamiento del capital. La cuarta
categoría de la enumeración (capitales) es capital puro; en el Tratado de
Roma se entiende en su aspecto exclusivamente financiero, o sea, conver-
tido en dinero efectivo, pues las transferencias de capital no monetario
(por ejemplo: los elementos de una planta industrial completa financiados
con una inversión directa) se conceptúan como simples intercambios de
mercancías, aunque después esas mercancía originen unos intereses que
hayan de transferirse al país de origen. Sin embargo, son mucho menos ní-
tidas la segunda y tercera categorías. Tanto el ejercicio del derecho de es-
tablecimiento como la prestación de servicios pueden conceptuarse como
trabajo manual, técnico o de investigación, o como combinación de trabajo
y capital.
Integración económica

El que dediquemos a la libre circulación de los factores de producción


un espacio a primera vista breve no debe causar extrañeza. Se debe sobre
todo a que Ja libre circulación de personas, servicios y capitales dentro de
la CEE y la coordinación de la política de transportes de «los Seis» no ha
significado ningún problema de verdadera gravedad a la Comunidad. En
buena parte porque en estos cuatro aspectos la política de los países de la
CEE ya estaba muy homogeneizada en el momento de entrar en vigor el
Tratado de Roma, gracias a los esfuerzos previamente realizados en el mar-
co de la OECE e incluso en la Comisión Económica para Europa de las Na-
ciones Unidas.
Lo que, por ejemplo, en otras zonas de integración --como la ALALC o
el MCCA- habría representado graves dificultades, por lo cual no se llegó
nunca a la libre circulación de trabajadores, no planteó problemas serios en la
CEE, pues al iniciarse la construcción del Mercado Común ya existía un mo-
vimiento muy fluido de mano de obra de Italia hacia los otros cinco países
comunitarios, deficitarios en fuerza de trabajo desde mucho tiempo atrás.
La equiparación de todos los trabajadores ciudadanos de los seis Estados
miembros -incluso en el aspecto de la seguridad social de los trabajadores
migrantes- fue un hecho desde julio de 1968, en que se suprimieron las
últimas restricciones subsistentes. Por otra parte, la transparencia del gran
mercado común laboral, que recibió aportes extracomunitarios de mucha
importancia hasta el comienzo de ]a crisis en 1973, se vio facilitada gracias
al funcionamiento de la «Oficina europea de coordinación de las compen-
saciones de ofertas y demandas de trabajo». Respecto de los trabajadores
extracomunitarios hoy --cuya situación es en muchos aspectos dificil-, la
UE aún no ha adoptado una política común.
El programa de liberalización del derecho de establecimiento y de los
servicios se fundamenta en un pasaje del Tratado de Rama, donde «se pro-
híbe toda discriminación cuya causa esté en la nacionalidad», Confonne a
este principio, en octubre de ] 961 se publicó el «Programa general de esta-
blecimiento» que obligó a los Estados miembros y a las instituciones de la
CEE. Este programa constituyó un cuadro, a partir del cual emanaron suce-
sivamente las directivas específicas para su efectivo cumplimiento. La eje-
cución del programa se realizó normalmente, sin dificultades apreciables,
salvo en el terreno de las profesiones liberales, donde se tropezó con algu-
nos obstáculos. Para resolverlos se fonnaron «Comités de Enlaces» entre
las diversas organizaciones profesionales y la CEE 6.
En lo referente a la circulación de capitales, «los Seis» ya habían libe-
ralizado en el marco de la OECE una parte importante de esos movimien-
tos. ASÍ, al comenzar a sistematizarse la política comunitaria en este cam-

6 Marcel Laboire, «La libertad de establecimiento en el Mercado Común», en Comuni-


dad Europea~ n.O 47, mayo] 969, págs. 11 y 12.
8. Integración en Europa (1). De la CEE a la Unión Europea (U E). La EFTA

po, sólo quedaban bajo control los movimientos de capital a corto plazo,
cuya plena liberalización -para 1990- se acordó el 16 de junio de 1988,
si bien con excepciones para Grecia, Portugal y España (que se incorporó
elIde febrero de 1992).
Finalmente, en la integración de los transportes, la CEE contaba ya con
el útil precedente de la CECA, que se había ocupado a fondo de este pro-
blema en el sector concreto carbón-siderurgia; y al igual que en el caso de
los servicios, la integración de los transportes a escala comunitaria se inició
conforme a las previsiones de un programa (<<Memorándum Schauss»,
1961) que contenía una serie de «reglas», «condiciones», y «otras disposi-
ciones útiles». Luego vendrían las previsiones del Mercado Interior Unico
(MIU).
En lo relativo a libre circulación de factores, no hubo tampoco grandes
problemas, y los obstáculos fueron disolviéndose gradualmente. A lo cual
contribuyó en gran medida el Acta Única Europea con sus efectos liberali-
zadores que se tradujeron en un verdadero mercado interior único.
Pero con todo, lo más significativo se dio en 1990, cuando en el marco
de la primera fase de la Unión Monetaria se decidió la libre circulación de
capitales, siguiendo un proceso escalonado, entre ese año y 1992. Por lo de-
más, tal medida fue la que generó las grandes turbulencias en los mercados
de cambios, con toda una serie de devaluaciones en el SME -ya 10 vere-
mos en 8.8.-, lo cual puso todavía más de relieve la necesidad del naci-
miento de la moneda común.
El cuadro 1 da una idea de las principales magnitudes macroeconómicas
de la Unión Europea.

8.7 La idea evolutiva del Parlamento Europeo


La realización de la mayor parte del programa contenido en el Tratado de
Roma fue posible en virtud del buen funcionamiento de las instituciones
comunitarias muy criticadas por su creciente burocratización, pero que han
sabido mostrar una eficiencia comparable a los niveles nacionales. Sobre
todo si se considera que las actuaciones comunitarias se ven dificultadas
por las dilaciones continuas que plantean las administraciones estatales de
los países miembros.
Para ir asumiendo su nueva conciencia, ha tenido gran importancia la
evolución de] Parlamento Europeo. Ya desde 1957, el artículo 183.3. del
Tratado de Roma previó la elección del Parlamento por sufragio universal
de los ciudadanos comunitarios. A tales efectos, en 1971 se encomendó su
estudio a un grupo de expertos, presidido por el profesor Georges Vede!.
Resultado de estos trabajos fue el «Informe Vedel», en el que se plantearon
propuestas concretas para:
elegir el Parlamento;
reforzar sus competencias;
transformar la Comisión de las Comunidades en un auténtico gobier-
no comunitario;
reducir las competencias de los Gobiernos nacionales.

Posterionnente, hubo arduas negociaciones para la fijación y el reparto


del número definitivo de escaños del Parlamento europeo, llegándose a un

-n:o
8. lnte~j!d(¡cn en Europa(l). D~ (EE d ia UnloH tUTO t ) , La EFTA

Cuadro 1. (Continuación)

11. DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACiÓN OCUPADA (1995)

Agricultura Industria Servicios


Total
Países Miles Miles Ole Miles %
Miles %

I Alemania 35.894 1.134 3,2 12.883 35,9 21.765 60,6


2. Bélgica 3.724 102 2,7 1.072 28,8 2.620 70,4
3. Dinamarca 2.508 114 4,5 703 28,0 1.779 70,9
4. España 11.760 1.152 9,8 3.630 30,9 7.279 61,9
5. Francia 21.781 l.080 5,0 5.946 27,3 15.019 69,0
6. Grecia 3.790 780 20,6 887 23,4 2.154 56,8
7. Holanda 6.631 243 3,7 1.052 15,9 4.849 73,1
8. Irlanda 1.168 148 12,7 335 28,7 696 59,6
9. Italia. 20.152 1.489 7,4 6.406 31,8 12.049 59,8
10. Luxemburgo 162 6 3,7 41 25,3 114 70,4
11. Portugal 4.372 507 11,6 1.421 32,5 2.488 56,9
12. Reino Unido 25.044 533 2,1 7.079 28,3 18.203 72,7

EUROPA 12 136.986 7.236 5,3 41.921 30,6 88.857 64,9

13. Austria 3.737 269 7,2 1.241 33,2 2.227 59,6


14. Finlandia 2.015 158 7,8 574 28,5 1.329 66,0
15. Suecia 3.926 124 3,2 1.032 26,3 2.829 72,1

EUROPA 15 146.664 7.787 5,3 44.768 30,5 95.242 64,9

16. Noruega 2.000 5,3 23,4 71,3


17. Suiza 4.000 4,0 28,8 67,3
18. Islandia 4.000 9,4 26,1 65,2
19. Turquía 28.000 44,8 22,2 33,0
20. EE.UU. 133.000 2,9 24,0 73,1
21. Canadá 15.000 4,1 22,6 73,3
22. Japón 66.000 5,8 34,0 60,2

NOT A: para los países números 16 a 22, los datos de la primera columna numérica son de pobla-
ción activa.
I mMllllR!ll~·~,r· • ..,.... .

FUENTE: EUROST AT.

acuerdo final enjulio de 1975. Conforme a ese consenso, el Parlamento eu-


ropeo se formaría por 410 diputados, de los cuales cada uno de los «cuatro
grandes» -Alemania (RF), Reino Unido, Italia y Francia- tendrá 81 di-
putados; Holanda, 25; Bélgica, 24; Dinamarca, 16; Irlanda, 5; y Luxembur-
go,6.
En los dos primeros domingos de junio de 1979 se celebraron las prime-
ras elecciones al Parlamento Europeo en todos los países de las Comunida-
des. Las segundas elecciones~ para 434 diputados al incluirse los 24 de Gre-

~
cia, se celebraron en junio de 1984. Las terceras fueron en junio de 1989,
para 518 diputados, incluyendo ya a España (60 dip.) Y Portugal (24 dip.).
Tras la ampliación de la UE elIde enero de 1995 -Austria, Suecia, y
Finlandia-, la representación en el Parlamento quedó como se indica en el
cuadro 2; en el cual figuran, además, los otros modos de presencia de cada
país en los órganos de gobierno de la VE.

Cuadro 2. Participación de los Estados en los órganos de la UE

TSJ
Estados Parlamento Votos Miembros Abogados CES Comité
Consejo comisión (1) (2) Regiones

Alemania 99 10 2 1 24 24
Francia 87 10 2 24 24
Italia 87 10 2 1 24 24
Reino Unido 87 10 2 24 24
España 64 8 2 1 21 21
Holanda 31 5 12 12
Bélgica 25 5 1 12 12
Grecia 25 5 1 12 12
Portugal 25 5 12 12
Suecia 22 4 1 5 12 12
Austria 21 4 1 12 12
Dinamarca 16 3 9 9
Finlandia 16 3 9 9
Irlanda 15 3 9 9
Luxemburgo 6 2 6 6

TOTAL 626 87 20 10 222 222


(1) Hay quince jueces, uno por país; y cinco fiscales o abogados permanentes (uno por cada uno de
los grandes países), además de otros cinco en cuyos puestos se turnan rotativamente los otros diez
Estados miembros.·
(2) Consejo Económico y Social.

FUE~TF.: Comisión VE.

8.8 El Sistema Monetario Europeo

El 13 de marzo de 1979 entró en vigor oficialmente el nuevo «Sistema Mo-


netario Europeo», SME, considerado generalmente como un primer paso
efectivo hacia la fonnación de la Unión Monetaria (UM). Como es sabido,
la idea de crear una UM es incluso anterior a que se constituyese la CEE, y

-v:2
estaba implícita en la Unión Europea de Pagos (1948), en e] Acuerdo Mo-
netario Europeo (1956) Y en numerosas propuestas.
La estabilidad monetaria de todo un decenio, entre 1958 y 1967 (recuér-
dese lo visto en el capítulo 3 sobre el FMI), casi hizo olvidar el propósito
de la UM. Pero tras la crisis que siguió a los cambios flotantes desde 1972,
se pensó en un sistema que devolviese la estabilidad a las monedas de la
Comunidad. Éste es el origen de la famosa «serpiente monetaria europea»,
con la que se aspiraba -mediante intervenciones concertadas en el merca-
do por parte de los Bancos Centrales de «los Nueve»- a mantener una
cierta relación de paridad flexible. Los tipos de cambio de los integrantes
de este sistema podían fluctuar en una banda de 4,50 puntos, 2,25 por arri-
ba y 2,25 por abajo. La vida de la «serpiente» fue corta por las salidas de
Inglaterra, Italia y Francia (dos veces) que dejaron el sistema reducido a
cinco países (Alemania, Holanda, Bélgica, Dinamarca, Luxemburgo), que
con la ausencia de los otros países pasaron a una «superserpiente», con una
banda de fluctuación de tan sólo el 2,5 por 100 (1,25 por encima y 1,25 por
debajo).
Los tipos flexibles que siguieron a la parcial rotura de la «serpiente»,
crearon incertidumbres en los mercados comunitarios, haciendo más costo-
sas las transacciones. Parecía, pues, deseable, crear un nuevo sistema euro-
peo. Esto es lo que se logró en 1979 con la creación de] ECU, Escudo Euro-
peo según la versión francesa, o European Currency Unit, según la inglesa.
El ECU pasó a ser la unidad de cuenta --en la que ya se fonnularon los
presupuestos y los demás cálculos comunitarios- derivada de una cesta de
monedas de todos los signos monetarios de los países de la Unión.
La estructura del SME era relativamente simple. En él, las diversas mo-
nedas de los países miembros quedaban relacionadas mediante unas parida-
des de cada moneda con las demás, con eJ compromiso de mantener los ti-
pos de cambio dentro de una banda de un 2,25 por 100; aunque se hicieron
excepciones para algunos países -Italia, España, Reino Unido, y Portu-
gal-, con márgenes del 6 por 100. Después, las turbulencias monetarias
internacionales 1992-93, condujeron, elIde agosto de 1993, a ampliar la
banda de fluctuación -ya 10 veremos en 8.12 con algún detalle- al 15 por
100.
La experiencia del ECU desde su introducción en 1979 fue aceptable-
mente buena, cotizándose diariamente en todos 10s mercados comunitarios,
e incluso en EE.UU. y Japón; y con emisiones y préstamos en ECUs, que
por ser una val uta cesta tiene menos fluctuaciones que el dólar; por el he-
cho de que de sus monedas integrantes unas pueden tender a la apreciación
y otras a la depreciación, compensándose entre sí.
N aturalmente, con la entrada de una moneda en el SME, se ingresaba en
una disciplina comunitaria con restricciones severas a la utilización del tipo
de cambio como arma comercial o del mercado financiero. Y con e1 propó-
sito de mantener la estabi1idad dentro del mecanismo de cambios (Me) a

~
Integraooll eco n o n11 ca

que nos hemos referido, funcionaban en el SME toda una serie de dispositi-
vos de ayuda entre Bancos Centrales, que recíprocamente se conceden cré-
ditos: a fin de resistir dificultades más o menos pasajeras por la presión de
que son objeto las monedas más débiles en los mercados. Si bien, a la pos-
tre, cuando el acoso de los grandes operadores (los George Soros y Cía.) se
hacía irresistible, había de recurrirse a devaluar. Claro que también era po-
sible abandonar e] MC del SME, como en 1992 decidieron el Reino Unido
e Italia. Todo ello debía realizarse con la previa autorización, o al menos el
conocimiento argumentado, del Comité Monetario de la UE. Este Comité
se creó por el Tratado de Roma en 1957, Y luego se modificó en Maastricht
en 1993. Su objetivo, de confonnidad con el artículo 109 del TUE, consiste
en coordinar las políticas monetarias. Del Comité, fonnan parte dos miem-
bros de la Comisión, y dos más por cada Estado miembro.
En 1987, con ocasión de la crisis bursátil del 19 de octubre (el/unes ne-
gro) empezó a apreciarse cada vez más la vulnerabilidad de la CEE respec-
to a las fluctuaciones del dólar y de los mercados monetarios de EE.UU 7;
10 cual, inevitablemente aceleró los trabajos para la Unión Monetaria, un
tema que constituye, sin duda, el núcleo del Tratado de Maastricht de 10 de
diciembre de 1991, y al cual nos referimos con alguna extensión en 8.11.
La gran polémica sobre el SME, tras la libre circulación de capitales de-
cretada en 1990, se desató con las turbulencias monetarias del verano de
1992. Por la presión de los operadores mundiales (los poderosos brokers de
los mercados cambiarios., y entre ellos destacadamente George Soros), las
monedas más débiles fueron objeto del más duro acoso, que a la postre, los
Bancos centrales no pudieron resistir. Antes de ver fundidas por entero sus
reservas internacionales, para defenderse, las cotizaciones dentro de las
bandas de fluctuación del SME se salieron del mecanismo de cambios (la
esterlina y la lira); y hubo sucesivas devaluaciones de la peseta, el escudo y
la libra irlandesa.
Tras muchos titubeos, y en medio de toda clase de dudas sobre el futuro
del SME y de la propia UM, el domingo 1 de agosto -siguiendo en esto el
consejo de The Economist (31.VII.93)--, la Comunidad se decidió a am-
pliar la banda de fluctuación del 2,25 por 100 al 15 por 100. Con ello se
salvó el SME, apostando ya de forma decidida por la UM.

8.9 Las Instituciones de la Unión


Tras la fusión de las tres Comunidades europeas (CECA, CEE y EURA-
TOM), se redefinieron los cometidos y la composición de sus cinco institu-
ciones: Parlamento, Consejo Europeo, Consejo de Ministros, Comisión, y
Tribunal de Justicia. Como veremos después, al ocuparnos del Tratado de

7 Ramón Tamames, <{Una moneda comunitaria europea», en Anuario El Pais, 1988.

-m:
~~. ¡liteg!(Hlon en Europa(í). De la CEE a la Unto;, f:ufopea (Uf), La EFTA

Maastricht, en esa nueva pieza de Derecho primario de la Comunidad, se


introdujeron no pocas novedades institucionales. El Tribunal de Cuentas
pasó a ser una de las cinco grandes entidades. Pero sobre todo, se crearon el
SBEC y el BCE, el Parlamento adquirió poderes colegislativos con el Con-
sejo, nació el Defensor del Pueblo y surgió un Comité de las Regiones.
Ésas, y otras cuestiones, las veremos con algún detalle en 8.11.

El Parlamento Europeo consta de 626 escaños, y su composición puede


verse en el cuadro 2. El Parlamento a partir de su inicial función de órgano
deliberante, es colegislativo, según veremos, desde Maastricht.

El Consejo Europeo, que no aparecía entre las instituciones previstas en


el Tratado de Roma, fue convocado por primera vez en 1975. Supone la
institucionalización de las reuniones cumbres de los «jefes de Estado y de
Gobierno de las Comunidades». Sus reuniones se celebran dos veces al año
(en las capitales de los países que presiden) y en ellas suelen adoptarse las
decisiones de máxima trascendencia.

El Consejo de Ministros es, según el Tratado de Roma, el órgano legisla-


tivo y ejecutivo de la CEE. Y así seguirá sucediendo en tanto que el Parla-
mento no tenga mayores poderes. Se reúne con una cadencia mensual, y
cada Estado miembro se hace representar por su Ministro de Asuntos Exte-
riores. Los temas del Consejo de Ministros los prepara el COREPER, esto
es, el Comité de los Representantes Permanente de los Estados miembros,
que celebra encuentros semanales.
Es en el Consejo donde se toman las grandes decisiones. Para lo cual,
los 15 Estados miembros disponen, cada uno, de cierto número de votos.
Antes de la ampliación a 15, hecha en 1995, para la mayoría cualificada se
precisaban 54 sobre 76 votos. Desde elIde enero de ese mismo año, sobre
un total de 87, son necesarios 62. En consecuencia, para contar con la lla-
mada minoría de bloqueo, se requieren 26 votos (23 antes de 1995). Si
bien, según el llamado Compromiso de Ioannina -logrado por España y el
Reino Unido tras largo forcejeo en 1993, durante la presidencia griega-
con un número de votos entre 23 y 25, puede abrirse un periodo de nego-
ciaciones, por un plazo razonable, para encontrar solución satisfactoria a
las partes enfrentadas.

La Comisión es el órgano supranacional de las Comunidades. Está com-


puesta por 20 miembros, elegidos de común acuerdo por los 15 gobiernos;
dos entre ciudadanos de Alemania, Reino Unido, Italia, Francia, y España;
y uno más por cada uno de los otros diez Estados restantes. De la Comisión
depende toda la burocracia europea, que se organiza en 23 direcciones ge-
nerales (DG 1 a DG XXIII). A la Comisión están adscritos una serie de or-
ganismos comunitarios cuya función resumimos rápidamente:
- Fondo Social Europeo, que atiende los problemas de reconversión de
trabajadores, fonnación profesional, etc.
Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola (FEOGA). Ya
hemos aludido a él en la sección 8.5., y por tanto no vamos a insistir
aquí en sus objetivos y funcionamiento.
- Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER). Creado por deci-
sión del Consejo Europeo de 18 de marzo de 1975, su misión es con-
tribuir a corregir los desequilibrios regionales que tengan su causa
en un excesivo dominio agrícola, en mutaciones industriales, o en un
subempleo estructural.
- Fondo Europeo de Desarrollo (FED). Más que de Fondo Europeo de
Desarrollo, sería necesario hablar de los distintos fondos financieros
comunitarios que fueron formándose en función de la política comu-
nitaria de ayuda al desarrollo. Concretamente, con motivo de la en-
trada en vigor de las dos convenciones de Yaundé y del programa de
ayuda a los países y territorios de ultramar (PTOM), se constituyeron
tres fondos de ayuda. Pero fue con la entrada en vigor de la Conven-
ción de Lomé en 1975 cuando el FED empezó a adquirir mayor enti-
dad, a,! extender el ámbito de su competencia a un número mucho
mayor de actividades.
Banco Europeo de Inversiones. Su objetivo estriba en financiar los
proyectos de modernización de las regiones menos desarrolladas, la
reconversión de aquellas empresas en que se rebasen las posibilida-
des financieras de un solo país, los proyectos de interés común para
varios Estados comunitarios. Los préstamos, en principio limitados
al área CEE, se han ido extendiendo paulatinamente a otros países
(signatarios de la Convención de Lomé, Turquía, Yugoslavia, etc.).
- El Fondo de Cohesión. Se decidió crearlo en el Consejo Europeo de
Edimburgo, diciembre de 1992, y se institucionalizó en el artículo
130 D del TUE. Su objetivo es atender necesidades en materia de
equipamientos públicos y de medio ambiente. Durante el período
1993-99, los beneficiarios del Fondo son los Estados miembros con
renta per cápita menor del 90 por 100 del promedio (España, Grecia,
Irlanda y Portugal); siempre que dispongan de un programa de con-
vergencia de los previstos en el artículo 104 del propio TUE (para
combatir la inflación y el déficit público, y lograr la estabilidad mo-
netaria). Para ningún proyecto pueden recibirse ayudas del Fondo de
Cohesión y simultáneamente de los Fondos Estructurales (FSE, FE-
DER, FEOGA). La tasa de aportación puede alcanzar hasta el 85 por
100 del coste de los proyectos.
- El Fondo Europeo de Inversión (FEI). Fue también en el Consejo
Europeo de Edimburgo, diciembre de 1992, donde se encomendó su
establecimiento al Ecofin y al BEI, como organismo autónomo den-
tro del propio Banco. La actividad del FEI se polariza en garantías y
> ~ >,',
~... ,,; . ...' f':" ::..

financiación directa a los planes de infraestructura destinados a me-


jorar las interconexiones comunitarias (redes transeuropeas), así
como a programas de ayuda a las PYMEs.
- El Tribunal de Justicia, con sede en Luxemburgo, tiene el carácter
de supremo órgano jurisdiccional para los Tratados de Roma (CEE Y
EURATOM) y París (CECA). Está integrado por quince jueces (uno
por cada Estado miembro) y diez fiscales o abogados generales; de
los cuales, cinco corresponden con carácter permanente a los cinco
mayores países (Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España), y
los otros cinco a los restantes Estados, según un tumo rotatorio pre-
establecido.
El Comité Económico y Social (CES). Es un órgano consultivo de
las Comunidades. Funciona como cauce de representación de las di-
ferentes categorías de la vida económica y social (organizaciones
empresariales, sindicatos, profesiones liberales, etc.). Consta de 222
consejeros, con la distribución que figura en el cuadro 2.

Como veremos después en la sección 8.22., con ocasión de negociarse el


Tratado de Amsterdam, se intentó hacer una serie de reformas en las institu-
ciones comunitarias. Sin embargo, no pudieron llevarse a buen puerto en lo
referente al Consejo de Ministros y a la Comisión, aunque sí se reforzó como
podremos comprobar, en la citada sección, el Parlamento Europeo; al tiempo
que se creó, además, la figura del alto representante europeo para la PESCo

8.10 El Acta Única Europea (AUE) y el ajuste de la


Comunidad (1982-1993)
En marzo de 1982, cinco lustros después de ]a firma del Tratado de Roma,
las Comunidades Europeas se encontraban en estado de indudable incerti-
dumbre y de critica generalizada 8.
Las agoreras apreciaciones sobre el futuro comunitario, se apoyaban en
la tesis de que el proyecto comportaba excesivas ortopedias burocráticas;
con nula autonomía nacional de cara a los no menos excesivos criterios su-
pranacionales. Pero en realidad, la inmensa mayoría de los problemas pare-
cían proceder más bien del insuficiente avance del proceso de integración.

8.10.1 El AUE

El esfuerzo para superar tal estado de cosas, se inició en el Parlamento Eu-


ropeo por el «Grupo Cocodrilo», presidido por el eurodiputado Alterio Spi-

8 Ramón Tamames, «Protestan~ pero no se van», El País, 11 de abril de 1982.


Integración erononllcd

nelli, que en 1984 ultimó un borrador de tratado para la «Unión Europea»,


destinado a: fusionar definitivamente las tres Comunidades en una, reforzar
el Parlamento con poderes legislativos de alcance federal, y transfonnar la
Comisión en verdadero poder ejecutivo. Este esbozo de Unión Europea se
aprobó simbólicamente por el Parlamento, lo cual contribuyó a ir creando
un ambiente de horizontes más promisorios.
Al año siguiente, 1985, el nuevo presidente de la Comisión, Jacques De-
lors, presentó un conjunto de propuestas para fortalecer las instituciones, y
pasar a un auténtico mercado común sin barreras. A su vez, este Plan De-
lors se detalló, en pocos meses, en el Libro Blanco de la Comisión, un in-
ventario de 300 medidas legislativas para llegar, en 1992, al mercado inte-
rior único; tarea que en gran parte se debió al imaginativo comisario Lord
Cockfield.
Resultado de las actuaciones citadas fue la convergencia, en una sola
acta (y de ahí lo de única), que finalmente se aprobó por el Consejo Euro-
peo, para su posterior ratificación por los parlamentos nacionales.
El Acta Única Europea así nacida, entró en vigor elIde julio de 1987,
comportando una serie de modificaciones concretas del Tratado de Roma:
a) reforzamiento del mecanismo de adopción de acuerdos por mayoría en el
Consejo; b) supresión de todas las barreras para el 31 de diciembre de
1992; c) avance hacía la unión monetaria; d) políticas comunes de investi-
gación y desarrollo tecnológico, medio ambiente, y asuntos sociales; e) ba-
ses de cooperación política, con reuniones trimestrales de los ministros de
asuntos exteriores y un miembro de la Comisión.
En definitiva, con el Acta Única se logró dar un paso importante. Y so-
bre todo, se diseño el mercado interior único para 1993.

8.10.2 El Mercado Interior Único (MIU)

El proyecto de MIU se detalló en el Libro Blanco en un frente de tres ac-


ciones dirigidas a eliminar otras tantas clases de fronteras: fisicas, técnicas,
y fiscales.
Las .fronteras jisicas -aduanas, controles de inmigración, pasaportes,
registro ocasional de equipajes personales-, eran todavía en 1983 la más
clara manifestación de las deficiencias de la integración europea.
Al respecto, el Libro Blanco no se propuso simplemente simplificar pro-
cedimientos, sino que se planteó la completa eliminación de los controles
fronterizos, recurriendo a otros medios de fiscalización; como la mejora de
la vigilancia en las fronteras de la CE frente a terceros, las inspecciones
puntuales dentro de los propios Estados miembros, y el incremento de la
cooperación entre las autoridades naciona]es.
Por su parte, la eliminación de las fronteras técnicas abarca a una multi-
plicidad de temas: homologación o nonnalización de prescripciones técni-
p

8. Integración en Europa(I). De la CEE a la Unión Europea (UE), la EFTA

cas, adjudicación de contratos públicos en un mercado abierto a todos, libre


movimiento de trabajadores y profesionales, comercio de servicios y flujo
de capitales sin trabas, cooperación industrial, y armonización del derecho
comunitario.
Por último, la eliminación de las fronteras fiscales implica la armoniza-
ción del IVA -prevista para 1996 y con un sistema transitorio desde 1993
hasta entonces- y de los impuestos especiales.

8.10.3 La nueva politica presupuestaria

Es éste uno de los grandes ajustes de la CE de cara al MIU en 1993. Recor-


demos a tales efectos, que los recursos propios tradicionales del presupues-
to de la CE se originaron a raíz del establecimiento de la Unión Aduanera y
de la Política Agrícola Común (PAC). Luego, se incorporó el porcentaje so-
bre la base del IVA. Con base en todo ello, la Decisión de reforma del 24
de junio de 1988, supuso novedades importantes en lo relativo a límites y
composición del presupuesto.
El límite global a los recursos utilizables por la CE, se estableció en for-
ma de porcentaje del PNB para toda la Comunidad, concretamente, un má-
ximo del 1,27 por 100.
En cuanto a su composición, los recursos comunitarios son los siguientes:

- Recursos propios tradicionales: derechos de aduana, exacciones re-


guladoras agrícolas, y cotizaciones sobre el azúcar. Además, desde
1987 se incorporaron los derechos de aduana sobre los productos
CECA, que hasta ese año quedaban a favor de los propios Estados
miembros.
- El denominado tercer recurso, basado en e] IVA, 10 integran dos tra-
mos: el primero, se calcula aplicando un tipo, uniforme a todos los
Estados miembros, sobre la base de sus ingresos previsibles por IVA,
que se han nivelado para todos los Estados miembros al 55 por 100
de su respectivo PNB; el segundo tramo, lo constituye la aportación
de cada Estado miembro por el concepto de compensación al Reino
Unido (cheque británico, o diferencia entre lo que paga y recibe el
Reino Unido a y de la CE).
El cuarto recurso tiene carácter complementario, y su base es el
PNB. Completa Jos otros recursos.

8.10.4 La reforma de los Fondos Estructurales

Dentro de la reforma presupuestaria, y de cara a compensar los posibles


efectos negativos del MIU en los países de menor desarrollo de la C
1988 se acordó también la reforma de los Fondos Estructurales (Fondo So-
cial Europeo, FSE; Fondo de Desarrollo Regional, FEDER; y Fondo Euro-
peo de Orientación y Garantía Agrícola; FEOGA) y del Banco Europeo de
Inversiones (BEl). Para ello se acordó duplicar los recursos destinados a los
Fondos entre 1989 y 1993, a fin de cubrir cinco objetivos prioritarios:

Objetivo nLÍnlero 1. Fomentar el desarrollo y el ajuste estructural de


las regiones menos desarrolladas. En este objetivo participan el FE-
DER, el FSE y el Feoga-Orientación.
Objetivo núnlero 2. Reconvertir las regiones fronterizas, o las regio-
nes o partes de regiones más gravemente afectados por el declive in-
dustriaL El FEDER Y el FSE son los encargados de este objetivo.
Objetivo número 3. Combatir el paro de larga duración mediante la
acción del FSE.
Objetivo número 4. Facilitar la inserción profesional de los jóvenes,
a través de la actuación de] FSE.
Objetivo número 5. En la perspectiva de la reforma de la política
agraria común, los objetivos se concretan en ajustar las estructuras
productivas y de comercialización agrarias (5-a, Feoga-Orientación),
y en contribuir al desarrollo de las zonas rurales (5-b, Feoga-Orien-
tación, FSE, y FEDER).
Objetivo número 6. Adaptación económica de las regiones menos
pobladas (todos los fondos).

En Maastricht se incorporó un sexto obj etivo para las zonas pesqueras.

8.11 El Tratado de Maastricht


EllO de diciembre de 1991, en la ciudad holandesa de Maastricht, a la que
se refirió Lope de Vega en su «Asalto a Mastrique» -la obra dramática en
que ensalzó las virtudes de los Tercios Españoles de Flandes, que bajo el
mando de Alejandro Farnesio conquistaron la ciudad-, se ultimó el «Tra-
tado de la Unión Europea», que fue suscrito el 7 de febrero de 1992. Sin
duda, el convenio más comentado por tirios y troyanos en los últimos tiem-
pos.
El acuerdo, refrendado por los parlamentos nacionales con notables difi-
cultades, engrosa el derecho originario de la Comunidad -10 vimos en
8.2- con10 continuación de] Tratado de Roma de 1957, Y de su primera re-
forma de gran envergadura, el «Acta Única Europea» de 1986. Esos dos
nuevos acuerdos-marco comunitarios, fueron textos a consolidar, en parte
en el supertralado fundacional de Roma, que en lo sucesivo se conoce
como de la CE o, abreviadamente, TCE. Pero al propio tiempo, el Tratado
de Maastricht fue un salto cualitativo, al crearse la Unión Monetaria (UM).
8. Integración en Europa(I). De la a la Unión Europea U

Por lo demás, una parte muy notable del Tratado de Maastricht se refirió
a las nuevas funciones de la Unión Europea (VE) en materias como la Polí-
tica Exterior y de Seguridad Común (PESC), la de Justicia e Internacional
(JaI) y la cooperación reforzada; materias, todas ellas, donde todavía hay
muchos elementos intergubernamentales y en las que el Consejo Europeo
tiene funciones especialmente significativas.

8.11.1 Ratificación deL Tratado

El controvertido Tratado de Maastricht, tuvo serios problemas para verse


ratificado. Primero fue el referéndum danés del 2 de junio de 1992, que re-
sultó negativo por unas décimas. En cuanto a la consulta francesa, de 20 de
septiembre, también del 92, sí resultó positiva; aunque fuera por un breve
margen de dos puntos. Ambas convocatorias electorales, reflejaron el pro-
fundo descontento de las poblaciones europeas; más que por lo suscrito en
Maastricht, por la grave recesión económica, y especialmente por el au-
mento del desemp leo y las crisis industrial y agraria.
Ciertamente, hubo que negociar mucho para re enderezar la situación.
Sobre todo teniendo en cuenta que las turbulencias monetarias que empeza-
ron en septiembre de 1992 -salida del mecanismo de cambios del SME de
la libra esterlina y de la lira, tres devoluciones sucesivas de la peseta, etc.-
no ayudaron.
Con todo, el segundo referéndum danés, de 18 de mayo de 1993, tras las
concesiones hechas -opting out para la Unión Monetaria, no compromiso
en materias de ciudadanía europea, seguridad, etc.- se tradujeron en un
voto mayoritario para el sí. De ese modo, la cumbre europea de Copenha-
gue, de los días 21-22 de junio de 1993, se celebró en un ambiente más dis-
tendido; abordándose problemas como las medidas para la recuperación
económica, y las bases de un Libro Blanco Delors para el medio y largo
plazo comunitario.

8.11.2 Grandes objetivos y nuevas instituciones

Maastricht aportó elementos para la nueva etapa del proceso creativo de


«una Unión más estrecha entre los pueblos de Europa», con los objetivos
de progreso técnico y social, una identidad propia en el ámbito internacio-
nal, la ciudadanía de la Unión, y el desarrollo de una más armoniosa coo-
peración en los ámbitos de la justicia y del resto del acervo comunitario.
Entre las grandes instituciones se incluyeron por primera vez el Tribunal
de Cuentas; al que se asignan nuevas funciones, entre ellas la elaboración de
un informe anual. Por otro lado, surgió la figura del Defensor del Pue

~
se creó el Comité de las Regiones, que no sería una nueva Cámara parla-
mentaria a modo de Senado, como algunos habrían querido; pero que sí ten-
dría amplias funciones consultivas. En lo relativo a la Comisión, se autorizó
la constitución de un Comité de Estudios Económicos. Se sentaron además
las bases de la Unión Monetaria, a las que nos referimos en 8.12.

8.11.3 Ciudadania de la Un;ón

Conforme a una propuesta hecha por España durante su presidencia del pri-
mer semestre de 1989, en Maastricht nació la ciudadanía de la Unión, para
todos los nacionales de cualquier Estado miembro. Lo cual comporta el de-
recho de sufragio activo y pasivo en las elecciones municipales, con una
previsión análoga respecto del Parlamento Europeo. La ciudadanía europea
permite, además, el derecho de petición ante el Parlamento, así como el de
dirigirse al Defensor del Pueblo.

8.11.4 Políticas de la Un;ón

En Maastricht hay toda una serie de modificaciones al Tratado de Roma,


referentes a la libre circulación de mercancías, capitales, pagos, transportes,
fiscalidad, política económica en general, etc., a fin de actualizar los fines
de la antigua Comunidad; ahora ya Unión. Y sobre todo, se avanza en la
política monetaria común, sentándose las bases de la Unión Monetaria.
Se pone también mucho énfasis en temas relativamente novedosos,
como son los de la juventud y su educación, la cultura y la salud pública, la
protección de los consumidores, las futuras redes transeuropeas para dina-
mizar el transporte, y la cohesión económica y social (de la que después
haremos un tratamiento aparte); sin olvidar nuevas previsiones sobre medio
ambiente y cooperación al desarrollo.
Merece también mención especial el nuevo procedimiento colegislativo,
con el refuerzo de las capacidades del Parlamento en relación con el Conse-
jo; creándose un Comité de Conciliación de carácter paritario de ambas ins-
tituciones, a fin de resolver posibles conflictos. En esa misma línea, se au-
toriza al Parlamento para que establezca comisiones de investigación de los
asuntos en que entienda es necesario profundizar.

8. 11.5 Defensa y Seguridad

Las disposiciones relativas a la Política Exterior y de Seguridad Común


(PESC), marcan los objetivos de una cooperación sistemática, y de prepara-
p

_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _~_ _ _ _ ~~_,~_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __
n.___

ción de acciones comunes. En esa línea de mayor coordinación se pide a la


UEO que «forme parte integrante de la Unión Europea»; al tiempo que se
plantea el respeto a las obligaciones para determinados Estados miembros
con la OTAN; todo ello, sin perjuicio que en la trayectoria de cooperación,
algunos Estados miembros puedan adoptar decisiones conjuntas (como el
caso del Cuerpo de Ejército inicialmente Franco-alemán y luego ampliado
al incorporarse Bélgica, España y Portugal).

8.12 Previsiones sobre la Unión Monetaria (UM)

En Maastricht se fijaron una serie de precisiones, en varios protocolos del


Tratado, previéndose tres fases de realización de la UM. La primera, ya
cump1imentada en 1990 con la libre circulación de capitales, y la segunda a
empezar el primero de enero de 1994~ con la puesta en marcha de progra-
mas plurianuales de convergencia, y la constitución del denominado Insti-
tuto Monetario Europeo (IME); para sustituir al anterior Fondo Europeo de
Cooperación Monetaria (FECOM), y servir de antecedente al SEBC y al
propio BCE.
Para la creación efectiva de la UM se fijaron las llamadas condiciones de
convergencia, establecidas en los protocolos del Tratado de Maastricht, y que
obligan a los Estados miembros que quieran ingresar en la UM a lo siguiente:

- déficit público anual no superior al 3 por 100 del PNB;


- deuda pública acumulada no mayor al 60 por 100 del PNB;
- tasa de inflación que no esté por encima de 1,5 puntos de los tres pa-
íses comunitarios con menor presión inflacionista;
- obligación de haber permanecido en la banda estrecha del SME (con
un margen máximo de 2,25 por 100), sin haber procedido en ese
mismo período a ninguna devaluación;
- tipos de interés a medio y largo plazo (medibles por los bonos emiti-
dos por los Estados miembros), no superiores en dos puntos a los co-
rrespondientes a los tres países que los tengan más bajos.

Con base en los cinco criterios expresados, se puso en marcha la política


de convergencia, que desde 1992 (incluso antes de entrar en vigor el Trata-
do de Maastricht) fue haciendo del espacio de la futura Unión Monetaria un
área monetaria (más) óptima (AMO), en el sentido de Robert Mundell,
para que fuera posible la moneda común con los mínimos costes sociales.
Esa AMO se culminaría con la creación de las instituciones centrales de la
Unión: Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC), y Banco Central
Europeo (BCE).
Según el Libro Verde de la Comisión, de junio de 1995, luego confirma-
do en el Calendario de Matlrid de diciembre del mismo año, la UM se per-
feccionarÍa así con las tres etapas (A, B, Y C), que se sucederían hasta prin-
cipios del siglo XXI:

Etapa A (duración de un año como máximo, a partir del 1 de enero de


1998):

Se hace pública la lista de los Estados definitivamente participantes


en la UM.
Hecha ]a lista de partícipes, se constituye el SBCE y el BCE. En ese
momento, desaparece el IME, al asumir el BCE todas las funciones
rectoras de la UM. Los Bancos Centrales de los Estados miembros
continúan funcionando.
Se fabrican los billetes y las monedas, en euros.
- Se fijan todos los detalles del marco legal de la UM.
En cada país una estructura nacional hace el seguimiento de la apro-
ximación a la UM.
La comunidad bancaria y financiera se ocupa de los términos con-
cretos de la transición, para que todo funcione de manera fluida.

Etapa B (tres años como máximo desde el final de la etapa A" 1999 a 2002):

Se fijan los tipos de conversión irrevocable de las monedas de los


socios de la UM en términos de euros, todas las contabilidades ha-
brán de llevarse simultáneamente en euros y moneda nacional.
El BCE se ocupa ya de modo regular y sistemático de toda la políti-
ca monetaria y cambiaria referente a la euros.
En los mercados monetarios y de capitales, y en el interbancario, to-
das Jas operaciones pasan a cifrarse en euros (sin abandonar aún la
anotación simultánea en moneda nacional).
Se desarrolla el operativo para prever el cambio de los sistemas in-
formáticos de las monedas nacionales a euros.
Se adaptan los antiguos -y se preparan los nuevos- cajeros auto-
máticos, así como las diversas máquinas (estacionamientos, autopis-
tas, venta al público, etc), a fin de que entren en funcionamiento
efectivo en la etapa C, al canjearse el dinero nacional por euros.

Etapa e (desde el final de la etapa B, 1.° de enero a 30 de junio del 2002)

Se ponen en circulación los billetes y las piezas metálicas en euros.


- Todos los operadores públicos y privados, completan el cambio de la
moneda nacional al euro.
- En fecha predeterminada (30-VI-2002), se da por finalizada la ope-
ración de retirada de los billetes y piezas metálicas de las monedas
nacionales.
8. Integración en E.uropa{I). De La CEE a Unión turopea (Ut). La EfTA

La UM había de funcionar desde la plena circulación del euro, bajo la


vigilancia del SEBC y de BCE; y con la supervisión, en cada país, del res-
pectivo Banco Central nacional.
La definitiva puesta en marcha de la Unión Monetaria se produjo en las
reuniones -no exentas de gran emoción y fuertes tensiones- del Parlamento
Europeo y del Consejo a nivel de Jefes de Estado y de Gobierno, los días 1 y 2
de mayo de 1998, en Bruselas, cuando se tomaron los siguientes acuerdos:

a) Lista de países miembros: 11 Estados miembros, los Quince. excep-


to Reino Unido, Dinamarca, Suecia y Grecia. Los dos primeros no
entraron por sus cláusulas opting out, Suecia porque no se conside-
ró preparada, y Grecia por no cumplir los criterios de Maastricht.
b) Tipos de cambio fijos entre las 11 monedas nacionales de los socios
de la UM, preanunciándose de ese modo la conversión irrevocable al
euro para elIde enero de 1999 (a 1,96 DM por euro, y 166,386 pts
por euro).
c) Canje de moneda. Se confirmó que las viejas monedas se cambiarí-
an por los nuevos billetes y piezas metálicas en euros -ya definiti-
vamente diseñados-, entre ello de enero y el 30 de junio del 2002.

De los once primeros socios de la UM, unos van a estar en mejores con-
diciones que otros en el momento de partida, o por 10 menos así lo hace
creer la comparación de los niveles de precios intracomunitarios (no con-
fundir con los ritmos. que miden los IPCs). En una información del Baye-
rische Landesbank de 1998, se marcan esas diferencias bien expresivas: dos
países muy caros (Finlandia y Austria, al 140 por 100 del promedio); cua-
tro más o menos en la media: Francia, Bélgica, Portugal y Alemania (si-
tuándose esta última como referencia = 100); cuatro más baratos (Holanda,
Luxemburgo, Irlanda e Italia); y uno muy económico, España, en una cota
casi un 12 por 100 inferior a la de Alemania. Ese gradiente se debe a mu-
chos factores: costes, impuestos, rentas de los consumidores, y evolución
de los tipos de cambio (incluidas las cuatro devaluaciones 1992/95).
Por otra parte, cabe presumir que los países que no han querido o podido
estar desde el principio en la UM, verán como el euro se les cuela por la
puerta de atrás. Esa es la advertencia de numerosos observadores, sobre
todo para la libra esterlina y la corona sueca; desde el punto y hora en que
las grandes empresas no dudarán en pasarse a la nueva moneda común,
para sus transacciones exteriores, tanto comerciales como financieras.
Señalemos, asimismo, que con la entrada en vigor del euro, se hará más
fuerte la tendencia a una mayor armonización fiscal en el ámbito de la lTE.
En ese sentido, en diciembre del 97 ya hubo una importante reunión comu-
nitaria, impulsada por el Comisario de Finanzas de la UE, Mario Monti, so-
bre el llamado Código de conducta fiscal; a fin de evitar carreras intraco-
munitarias de ventajas para atraer inversiones foráneas. Y el 9 de marzo del

m--I
Integración económica

98, el Ecofin adoptó la decisión de crear un comité especial «para el estu-


dio de una mayor armonización», con la circunstancia bien favorable de
que países tan semiparadisiacos en cuestiones de Hacienda para no resi-
dentes como Irlanda, Bélgica, Holanda y Luxemburgo, aceptaron de buen
grado esos objetivos.
En definitiva, a medio y largo plazo puede afirmarse, sin miedo a errar,
que la UM será una revolución mental, política y económica. Primero de
todo, porque al pasar de monedas diferentes a una común, se suprimen cos-
tes de transacción, comisiones de cambio; con lo que ello supondrá de au-
mento de los intercambios intracomunitarios, y de protección natural frente
a las áreas del dólar, del yen, etc.
Por otro lado, el euro va a impulsar toda una serie de reformas en la lí-
nea de ganar competitividad vía ajustes del mercado laboral, recorte de ex-
crecencias del Estado de bienestar, mejora de la gestión de la Administra-
ción Pública (plétora de funcionarios), régimen de pensiones, etc.
El impulso del euro se apreciará en todo el proceso integratorio: con una
sola moneda para 11 países, habrán de llevarse a cabo los proyectos relacio-
nados con la política exterior y de seguridad común (PESC), así como los
asuntos relativos a la justicia y al interior (JaI por su sigla inglesa). Sin ol-
vidar la reforma de las instituciones, y el funcionamiento de un SME-bis
para los países que vayan negociando con la UE su futura adhesión, como
fase preparatoria de su ulterior incorporación a la UM.
Por último, la Unión Monetaria va a ser una verdadera Declaración de
Independencia del billete verde; en analogía a 10 que en EE.UU. sucedió a
partir de su inependencia en 1776, al establecerse la senda hacia un dólar
único, que se consagró en la Coinage Act de 1792, de Hamilton, de acuña-
ción del dólar con unas mismas reglas en todo el espacio federal, con arre-
glo al patrón del Spanish milled dollar.
Por lo demás, el euro va a ser de gran aceptabilidad internacional y clara-
mente competitivo con el dólar de EE.UU.: al convertirse en moneda reserva,
refugio y también para la cotización de productos básicos (commodities) 9.

8.13 El funaonamiento de la EFTA

Ya vimos anteriormente que en el que podríamos llamar a los efectos de


este libro primer «Tratado de París» (1948), por el cual se constituyó la
OECE, se previó, y !Jlás concretamente en su artículo 5.°, la posibilidad de
crear una Unión Aduanera a escala de toda la organización (los 17 países
de Europa Occidental beneficiarios del Plan Marshall).

9 Para más detalles y precisión sobre el tema, puede verse mi libro «Unión Monetaria y
euro: la recta final», Espasa Ca/pe, 2a edición, 1998.
8. Integración en Europa(I). De la ( LJ E). La EfT A

Las negociaciones sobre este proyecto, se iniciaron poco después de cre-


arse la OECE. Sin embargo, rápidamente se apreció que sería muy dificil
l1egar a la formación de una Unión Aduanera tan amplia, no sólo por la
complejidad de negociar entre diecisiete países, sino, fundamentalmente
por la oposición del Reino Unido a abandonar sus compromisos con la
Commonwealth.
De hecho, al fracasar las negociaciones -dentro del llamado Comité
Maudling- a gran escala, Europa Occidental quedó separada en dos gru-
pos, el de «los Seis» y el de los 11 restantes países de la OECE.
y como consecuencia de la ruptura (suspensión sine die se la llamó ofi-
cialmente por entonces) de las negociaciones entre <dos Once», habría de
surgir la «Asociación Europea de Libre Comercio», más conocida por su
sigla inglesa (EFTA, de «European Free Trade Association»).
Ya antes, en las prolongadas negociaciones en el Comité Maudling, el
Reino Unido, los tres escandinavos, Suiza, Austria y Portugal --es decir,
los que a partir de entonces iban a llamarse «los Siete»-, mantuvieron una
estrecha vinculación dentro del heterogéneo grupo de <<1os Once».
Así pues, no produjo ninguna sorpresa el hecho de que pocos días des-
pués de la ruptura de negociaciones en la OECE, en una reunión celebrada
en el barrio londinense de Westminster por las Federaciones de Industrias
Británica y Sueca se hiciese la petición oficiosa para la fonnación de una
Zona de Libre Comercio de «los Siete» (<<Declaración de Westminster»).
La propuesta de las Federaciones de industriales, que se «inspiraba» en
los deseos de sus Gobiernos, no pudo por menos de ser bien acogida Y*J en
consecuencia, en junio de 1959 se creó un grupo de expertos gubernamen-
tales de los siete países. Las negociaciones, tratándose de una zona de libre
comercio muy flexible, avanzaron rápidamente y, en sólo dos días, la reu-
nión de ministros de los siete países, celebrada en Estocolmo -21 y 22 de
julio de 1959-, daba el visto bueno al proyecto de Tratado, cuyos detalles
finales quedaron ultimados en otra reunión, los días 19 y 20 de noviembre
del mismo año, celebrada también en la capital sueca; lo cua] recibió el
nombre de «Convenio de Estocolmo», el que generalmente se conoce como
texto constitutivo de la EFTA.
Finalmente, entre los días 29 de diciembre de 1959 y 4 de enero de 1960,
el Tratado fue suscrito, de modo itinerante, en las siete capitales, y con la rá-
pida ratificación del mismo, entraba en vigor en 15 de abril de 1960 10.
Tras la negativa de Francia a pennitir que su sede se fijase en París, la
Asociación se estableció en Ginebra, en un sencillo edificio, por cuya sim-

10 Después entraron en la EFTA Finlandia (desde marzo de 1961, con un status de aso-
ciado por su compromiso con la URSS de neutralidad política, pero de hecho como
miembro con todos los derechos y obligaciones) e Islandia (como miembro de pleno de-
recho, desde 1969).
Integración económica

plicidad y por el escaso número de funcionarios que en él trabajan (no más


de un centenar), el contraste es muy fuerte con la grandiosidad y los miles
de eurócratas de la de Bruselas.
La comparación entre el Convenio de Estocolmo y el Tratado de Roma
es de lo más ilustrativo, pudiendo apreciarse claramente que el grado de in-
tegración a que se aspira en la EFTA es mucho menor. Si en el Tratado de
Roma había 250 artículos, muchos de ellos de gran extensión, en el Conve-
nio de Estocolmo sólo son 44.
Por otra parte, en el Tratado de Roma había 45 artículos sobre política
económica y financiera (arts. 85 a 130), en tanto que el Convenio dedica a
estas cuestiones un solo artículo (el 14). En definitiva, mientras la EFTA no
pasó de ser una alianza comercial, la CEE era el embrión de una verdadera
unión económica. Confluentes, ambas, desde 1993, en el Espacio Económi-
co Europeo, según veremos en 8.17.
Para estudiar el funcionamiento de la EFTA, en los apartados siguientes
nos ocuparemos, sucesivamente, del desarme arancelario intrazonal, de las
previsiones especiales sobre la agricultura, y de los demás aspectos del co-
mercio y de las relaciones exteriores de la Asociación.

8.13.1 El desarme intrazonaL

En el Convenio de Estocolmo se preveía el desarme arancelario entre los


miembros de la Asociación, en un plazo de diez años 11, empezando por un
20 por 100 de reducción elIde julio de 1960, y a una cadencia del 10 por
100 elIde enero de los años 1962, 1963, 1965, 1966, 1967, 1968, 1969 Y
1970. Estas reducciones habrían de hacerse de forma lineal para todas las
posiciones arancelarias de la NAB, a excepción de las comprendidas en el
Anexo D del Convenio, incluyendo una larga lista de productos agrícolas
marginados en la zona de libre comercio.
En virtud de las aceleraciones introducidas a partir de 1961, por el Con-
sejo de la Asociación, órgano supremo de la EFTA, el programa de desar-
me quedó efectivamente cumplido en 1960 12 •

11 Excepto en el caso de Portugal, al que por su menor desarrollo se le garantizó un ca-


lendario especial: hasta el 20 por 100 en ] julio 1960; 30 por 100 en 1 enero 1965; 40
por 100 en 1 enero 1967; 50 por 100 en 1 enero 1970. Con la posibilidad de detallar a
partir de 1970 el futuro ritmo de reducciones, pudiendo alejarse éstas hasta 1980, estan-
do previsto este caso particular para una serie de productos incluidos ya desde un princi-
pio en el Anexo 6 al Convenio.
12 Convention instatuant 1'AELC, AELC, Ginebra~ diciembre 1963, pág. 9; y AELC,

Huitieme Rapport Annuel de 1'AELC, Ginebra, septiembre 1968, pág. 26.


8. lntegradón en Europa(I)~ De la CEE a la Unión Europea (UE). la EFTA

ASÍ, pues, la EFTA procedió a la fonnación de la zona de libre comercio


con mayor celeridad que la CEE a su unión aduanera. El proceso de supre-
sión de los contingentes y demás restricciones cuantitativas al comercio ex-
terior siguió un ritmo análogo, y en 1967 estaban prácticamente eliminadas,
salvo excepciones sólo notables en el caso de Portugal y mucho menos im-
portantes en el de Noruega.
Como ya hemos indicado, las reducciones arancelarias intra-EFTA no se
aplicaron en principio a la mayoría de los productos agrícolas, o más con-
cretamente a los incluidos en el Anexo D al Convenio (artículo 21). Sin
embargo, en virtud del artículo 23 del Convenio, los países de la EFTA
quedaron autorizados a negociar entre sí «Acuerdos agrícolas» en los que
se dieron facilidades especiales en cuanto a régimen de comercio y arance-
les, que deben extenderse a todos los países miembros. En otras palabras,
las reducciones favorecen a toda la zona, sin discriminación.

8.13.2 Otros aspectos de La EfTA

La EFTA también realizó una serie de avances, aparentemente modestos,


aunque significativos, en materias no estrictamente arancelarias o comer-
ciales, pero relacionadas con el comercio dentro de la zona:

- N o discriminación fiscal entre productos nacionales y de fuera del


Área.
- Prohibición de las subvenciones a la exportación.
- Prohibición de impuestos a la exportación.
- Prohibición de las prácticas comerciales restrictivas (cárteles de ex-
portación, de precios, de reparto de mercancías, etc.).
- Prohibición de las prácticas de dumping.
- Consultas entre los países miembros sobre dificultades de balanza de
pagos, prohibiéndose las restricciones cuantitativas.
- Facilidades al derecho de establecimiento.
- Eliminación de los casos de doble imposición.
- Reconocimiento mutuo de patentes, etc.

La formación de la zona de libre comercio y los demás esfuerzos com-


plementarios se logró en la EFTA con la existencia de muy poco aparato
institucional. Tan sólo el Consejo de la Asociación, el Consejo de Ministros
y una serie de grupos de trabajo muy flexibles para estudiar los problemas
concretos. Aparte de ello, anualmente se celebra una reunión de parlamen-
tarios de la EFTA para deliberar sobre la marcha de la Asociación.
En 8.14,8.15 Y 8.16 puede seguirse la evolución de la EFTA en su rela-
ción con la CE.
Integración economica

8.14 Las negodadones de la CEE con el Reino Unido,


Irlanda y Dinamarca y el acceso de los tres nuevos
Estados miembros
Con la creación de la EFTA en 1960, las posibilidades de acuerdo entre
«los Seis» y «los Siete» podrían haberse materializado de una de las cuatro
formas siguientes:

l. La constitución de un mercado europeo único, sobre la base de una


zona de libre comercio (asociación de la CEE con «los Siete»), o
mediante la entrada de la Comunidad como un solo miembro en la
EFTA (propuesta suiza). El resultado, en ambos casos, habría sido
el mismo: una zona de libre comercio europea ampliada.
2. La entrada del Reino Unido en el Mercado Común, seguida del ac-
ceso de los demás miembros de la EFTA. Esto habría significado la
ampliación de la CEE.
3. La creación de una zona de libre comercio atlántica, prácticamente
sin barreras comerciales, utilizando para ello como institución base
laOCDE.
4. El camino global a través del GATT, mediante un conjunto de reba-
jas aduaneras y facilidades comerciales, que habrían de permitir un
gran incremento en el comercio intraeuropeo.

Tras el fracaso de las negociaciones entre «los Once» y «los Seis», se-
gún hemos examinado en 8.13., el primer camino parecía impracticable,
por 10 menos en un futuro razonable. Para iniciar el tercero no existían, a
pesar de la creciente dependencia de la Gran Bretaña respecto de los Esta-
dos Unidos, las mínimas bases exigibles. La cuarta vía era manifiestamente
minimalista y además siempre era posible recurrir a ella como último re-
curso. Quedaba, pues, el camino número 2, el que en definitiva eligió la
Gran Bretaña en buena medida con la anuencia de sus consocios de la
EFTA. Así las cosas, el 31 de julio de 1961, tras una serie de consultas con
los países de la Commonwealth, el Premier británico Mr. Macmillan decla-
ró en los Comunes que Gran Bretaña estaba dispuesta a negociar su entrada
en]a CEE.
Las negociaciones CEE-Reino Unido resultaron dificiles desde un prin-
cipio, por dos cuestiones: Commonwealth y agricultura británica. A pesar
de todo, los avances realizados ootre octubre de 1961 y enero de 1963 fue-
ron notables, hasta el punto de que llegó a pensarse que las mayores difi-
cultades ya habían sido vencidas. Sin embargo, el veto de Francia, directa-
mente decidido por el General De Gaulle, hizo que el 28 de enero de 1963
se produjera la ruptura entre el Reino Unido y «los Seis».
De Gaulle dio a entender que la Gran Bretaña no estaba madura para en-
trar en la Comunidad. En el fondo, De Gaulle y quienes le apoyaron -que
8. Integración en Europa(I). De La CEE a La Unión luropea (UE). la EFTA
-
no eran tan pocos como un observador superficial podría haber afirmado
por aquellos días- 10 que pensaban era que la CEE aún no estaba suficien-
temente consolidada para admitir en su seno a Gran Bretaña, como «caba-
llo de Troya de los EE.UU.», que podría hacer evolucionar el Mercado Co-
mún hacia una zona atlántica de libre comercio dominada por Jos
norteamericanos.

Ciertamente, la atmósfera para comenzar de nuevo las negociaciones


tardó mucho en recomponerse, y los planteamientos del gobierno laborista
de Mr. Wilson en 1967 y 1968 se vieron frustrados otra vez por la actitud
de De Gaulle. A la postre, puede afirmarse que sólo con la dimensión de
éste en 1969, empezó a vislumbrarse seriamente la posibilidad de un acuer-
do con el Reino Unido, al cual le «dio luz verde» el presidente Pompidou
con ocasión de la Conferencia cumbre de La Haya de diciembre de 1969.
Las negociaciones se reanudaron en 1970, siendo entonces primer mi-
nistro del Reino Unido Edward Heath, que había sido el «negociador prin-
cipal» británico entre 1961 y 1963.
En la nueva ronda de negociaciones participaron también, aunque siem-
pre bilateralmente con la CEE, otros tres países candidatos a la admisión en
las Comunidades: Noruega, Dinamarca e Irlanda. Y simultáneamente fue
progresándose en el esbozo de los acuerdos que en el futuro vincularían a
la CEE con los países de la EFTA no candidatos a la admisión: Suecia, Fin-
landia, Islandia, Austria, Suiza y Portugal.
Todo el proceso de negociación culminó el 22 de enero de 1972 con la
finna de los acuerdos de admisión de los países candidatos. El Consej o de
la CEE adoptó en esa misma fecha su decisión final, fijando una serie de
condiciones debidamente especificadas para hacer efectivo el ingreso de
los nuevos Estados miembros (NEM en lo sucesivo) en la Comunidad, que
sólo fueron tres a la postre, ya que el referéndum ad hoc en Noruega resul-
tó negativo.
La integración «CEE a Seis»/NEM constó de dos operaciones Íntima-
mente inbricadas: desarme arancelario entre los Seis y los tres NEM, y
acercamiento progresivo de los aranceles de los tres NEM a la TEC. Ese
proceso se realizó sin problemas.
En cuanto al tema agrario, era completamente lógico que hubiese gran
número de disposiciones de adaptación. Pero 10 importante a señalar fue el
principio general, consistente en la aceptación por los nuevos miembros de
la política agraria comunitaria, para, en consecuencia, adaptarse gradual-
mente a esa política.
Integración económica

8.15 Las reladones entre la CEE ampliada y los paises de


la EFTA residual
La admisión de tres nuevos Estados miembros de la EFTA en la CEE puso
de manifiesto la necesidad de un arreglo especial entre la CEE ampliada y
los países de la EFTA residual, por entonces, Noruega, Suecia, Finlandia,
Islandia, Austria, Suiza y Liechtenstein. De otro modo, podría haberse pro-
ducido el despropósito de que la ampliación de la CEE hubiese tenido
como consecuencia la resurrección de toda clase de barreras comerciales
entre antiguos socios comerciales en la EFTA 13.
La solución adoptada -acuerdos del 22 de julio de 1972- no ofreció
muchas complicaciones: se puso en marcha un mecanismo de zonas de li-
bre comercio de la CEE con cada uno de los países de la EFTA a lo largo
de un periodo transitorio. En cuanto a las relaciones entre los nuevos Esta-
dos miembros y la EFTA residual, se mantuvo la situación anterior; en
otras palabras, el comercio siguió siendo libre.
Con los acuerdos de julio de 1972 se tendió un conjunto de puentes en-
tre las dos grandes organizaciones europeas, creando una vasta zona para el
comercio de productos industriales. Con el tiempo, ya en 1992, esa tenden-
, cía de interconexión CE/EFTA se consagraría con la creación del Espacio
Económico Europeo, del que nos ocupamos en 8.17.
Por lo demás, para terminar con nuestras referencias a la EFTA, será in-
teresante subrayar que la Asociación sigue funcionando internacionalmente
de manera activa. Así 10 demuestra el hecho de que dentro de su continua
negociación de tratados, el 3 de junio de 1998, en su reunión ministerial en
Reikiavik, Islandia, se acordó abrir conversaciones para establecer un
acuerdo de libre comercio con Canadá; a fin de estar en ese país con el
mismo status de que disfrutan las empresas de EE.UU. vía el TLC, y para
lograr 10 mismo dentro de EE.UU. y México 14.
Por otro lado, señalemos que en 1992, en Copenhague, se constituyó el
Consejo de los Países del Mar Báltico, integrado por Islandia, Noruega, Di-
namarca, Suecia, Finlandia, los tres Estados bálticos, Rusia, Polonia, y Ale-
mania. Dicha entidad está intensificando la cooperación, especialmente en
materia de transporte, cuestiones ecológicas, etc. 15 •

13 Sobre la ev01ución de la EFTA Y sus relaciones con la CE, puede verse Eduardo
Cuenca García, «La aportación de la EFTA a la CEE», en Organización Económica In-
ternacional (eoord. Manuel Varela Parache), Pirámide, Madrid, 1991, págs, 405-430.
14 Tim Burt, «Efta, Canada to start talks on trade accord», Financial Times, 4,VI.1998.

15 Martin Wolf, «Way out of the wasteland. Poland rather than China or Chile repre-

sents the best model for Russia to follow in its progress from a planned economy to a
market-oriented society», Financial Times, 2.VII.96. Anthony Robinson y Matej Vipot-
nik, «Baltic states discuss new links», Financial Times, 21.1.97.
8. rntegr aci ón en Europa (1) .. De la CEE a la Unión Europea (U E). La EFTA

8.16 La ampliación de las Comunidades hada el Sur:


Greda, España y Portugal
ElIde enero de 1981 se produjo el ingreso de la República Helénica en las
Comunidades Europeas. A partir de esa fecha, Grecia participa directamen-
te en la adopción de todas las decisiones europeas.
Así culminó el proyecto iniciado el 12 de junio de 1975, fecha en la que
el gobierno de Atenas solicitó oficialmente la adhesión a la Comunidad.
Pero en realidad, el proceso de acercamiento de Grecia a las Comunidades
era muy anterior. El 9 de julio de 1961, cuando se firmó el primer acuerdo
de asociación de Grecia a la Comunidad Europea, ya se preveía en él la ad-
hesión a las Comunidades.
La unión aduanera entre Grecia y los demás países de la Comunidad se
construyó a 10 largo de cinco años, de tal forma que elIde enero de 1986
desaparecieron por completo los derechos arancelarios y las restricciones
cuantitativas, y en esa misma fecha el arancel griego quedó enteramente
sustituido por la TEC.

En cuanto a Portugal. su primer acuerdo comercial con la CEE se firmó


el 22 de julio de 1972, y entró en vigor elIde enero de 1973. Se trataba, en
el marco de las relaciones CEE/EFTA (recuérdese lo visto en la sección 15
de este mismo capítulo)~ de una zona de libre comercio, más amplia en su
contenido que el acuerdo CEE/España de 1970, pero de un alcance menor
que el de Grecia de 1962. En el caso CEElPortugal, el desarme tarifario se
limitó a los productos de los capítulos 25 y 99 de la Nomenclatura de Bru-
selas, y sólo alcanzaba a algunos productos agrícolas enumerados en los
protocolos 2 y 8 (concentrados de tomate, vinos, conservas de frutas y le-
gumbres; conservas de sardinas).
Tras la revolución de abril de 1974 -superadas las dificultades políticas
previas por falta de democracia-, Portugal manifestó su intención de in-
corporarse a las Comunidades, aunque oficialmente demoró su petición
hasta el 28 de marzo de 1977. La solicitud fue transmitida por el Consejo
de Ministros a la Comisión, la cual dio su dictamen favorable al ingreso (19
de mayo de 1978).
Portugal esperaba una conclusión rápida de sus negociaciones de adhe-
sión, basándose en la apreciación comunitaria de que ésta no tendría sino
una débil incidencia económica para la CEE, a diferencia del caso español.
Sin embargo, el proceso fue más complejo; inevitablemente se conectó con
el español, y Portugal, al igual que España firmó el Tratado de Adhesión el
12 de junio de 1985 y entró en las Comunidades elIde enero de 1986.

Por último, España, que desde 1970 tenía un convenio preferencial con
la CEE --el Acuerdo Ullastres, que tanto contribuyó a impulsar las expor-
taciones industriales a las Comunidades, y que en 1979 se extendió a la

~
Integración económica

EFTA-, ingresó también en las Comunidades elide enero de 1986. El


período transitorio se fijó en siete años, con gran número de particularida-
des, que he estudiado con cierto detenimiento en otro libro, al cual desde
aquí me remito 16.

8.17 La formaaón del Espado Económico Europeo

En el apartado 8.13 de este mismo capítulo, nos referimos a las negociacio-


nes entre la CE y los países de la EFTA, que en 1973 desembocaron en los
acuerdos de asociación que allí mismo comentamos.
Lógicamente, no hay nada estático, y el enorme progreso realizado por
la Comunidad en su senda de integración, no pudo por menos de plantear
entre los países de la Asociación Europea de Libre Comercio la idea de que
era necesario ir a una mayor imbricación con la CE.
Tras una serie de tanteos, el Presidente de la Comisión, Jacques Delors,
planteó en enero de 1989, la posibilidad de crear un espacio económico eu-
ropeo (EEE), para avanzar en la integración de ambas entidades. Esta pro-
puesta hizo verosímil la posibilidad de llegar a la más estrecha relación
económica entre «los Doce» y «los Siete» (Finlandia, Suecia, Noruega, Is-
landia, Austria, Suiza y Liechtenstein); prácticamente de total integración,
por la supresión de las barreras al intercambio, no sólo de mercancías, sino
también de servicios financieros, y con sólo algunas excepciones relativas a
la agricultura. Claro es que sin abrir fronteras a efectos de libre circulación
de personas, y manteniéndose la EFTA frente a los países extra-CE como
antes.
El acuerdo -Tratado de Oporto-- se firmó en 1992, para entrar en vi-
gor elIde enero de 1993. Lo cual no resultó técnicamente posible por el
referéndum negativo de Suiza; de modo que las relaciones CE/Confedera-
ción Helvética siguen en el puro marco CEIEFTA. El Tratado entró en vi-
gor, finalmente, en julio de 1993.
La virtualidad del Tratado de Oporto, pronto se vio muy reducida. No
sólo por la comentada defección de Suiza, sino asimismo por la adhesión a
la VE, elIde enero de 1995, de tres países hasta entonces pertenecientes a
la EFTA: Austria, Finlandia y Suecia. De modo que ahora el EEE cuenta
con sólo tres asociados extracomunítarios: Islandia, Noruega y Lichtens-
tein. En tanto que la EFTA se mantiene entre esos tres socios del EEE, y
una Suiza, renuente --en su liberalismo económico-- a cualquier vincula-
ción excesiva con la VE; a la cual, por lo demás, ha puesto condiciones
muy severas para todo el tráfico pesado, al objeto de defender su medio
ambiente.

16 Ramón Tamames, «La Unión Europea», Alianza Editorial, 4. a edición, Madrid, 1999.
8. Integradon en Europa(I). De la CEE a la Unión Europea (UE). La EFTA

8.18 La cuarta ampliadón (1995)


En materia de ampliación de la Comunidad, a partir de 1987 se creó ya una
auténtica «lista de espera». Dentro de la nueva onda de peticiones integra-
torias, en un auténtico ambiente de euroeuforia, el primer país en solicitar
su ingreso fue Turquía, precisamente en 1987. La contestación que recibió
equivalió prácticamente ~omo subrayó The Economist- a un «vuelvan
Vds. dentro de diez años», Incluso en 1998 aún se mantenía la más contun-
dente oposición de Grecia, por la presencia de fuerzas militares turcas en
Chipre. La crisis del Golfo de 1990, y el «buen comportamiento» de Tur-
quía en e] embargo a Irak y en los planteamientos militares en la zona, em-
pezaron a cambiar las cosas, hasta llegarse, en 1995, al establecimiento de
una Vnión Aduanera VE/Turquía. Sin embargo, es evidente que la adhesión
de Ankara no será facil. Y no sólo por el ya aludido conflicto chipriota, y la
penuria de los derechos humanos de la minoría kurda en Anatolia oriental;
también por el temor -no confesado pero ubicuo-- a la posible emigra-
ción masiva de turcos al Oeste, en caso de ponerse en marcha la libre circu-
lación de personas en el marco de la adhesión otomana a la VE.
Por otra parte, Austria echó su instancia en la primavera de 1989, solici-
tando adherirse.
Después, entre 1991 y 1992, a la solicitud de Austria se sumaron Norue-
ga y otros Estados de la EFTA. Suecia, Suiza, y Finlandia; en otras pala-
bras . los cuatro neutrales europeos, en el nuevo clima de distensión, se pro-
nunciaron definitivamente por la UE. Si bien es cierto que el no de
Dinamarca a Maastricht en el referéndum de junio de 1992, planteó no po-
cas incertidumbres. Por lo demás, Suiza, también en referéndum~ además de
rechazar el Tratado EEE, dio el no a una posible adhesión a la VE (1992). Y
posteriormente'! tras la oportuna negociación, y con el rechazo de Noruega
en referéndum, elIde enero de 1995, sólo se incorporaron finalmente a la
VE Suecia, Finlandia, y Austria. Se pasó así de los Doce a los Quince.
Esta cuarta ampliación (recapitulando: l.a en 1972 para Reino Unido,
Dinamarca, e Irlanda; 2. a Grecia, 1981; 3.a los dos países ibéricos, 1986)
significó un avance no desdeñable. Y no tanto por el peso económico de los
tres nuevos Estados miembros, como por el hecho de que la Unión Europea
-siguiendo así el compromiso que había adquirido en el Tratado de Maas-
tricht- demostró su voluntad inequívoca de abrirse más; esta vez hacia el
Norte y redondeando el espacio alpino.

8.19 Los Convenios de Lomé y los ACP


Desde el propio Tratado de Roma de 1957, los padres fundadores de la in-
tegración europea ya decidieron que había de darse un status especial a las
colonias de Jos Estados miembros de la CEE y a sus provincias o departa-
Integración económica

mentos ultramarinos. Luego, con la independencia de la mayoría de esos te-


rritorios, se les ofreció el tratamiento de Estados Africanos y Melgache
Asociados (EAMA). Más tarde, ese régimen fue completándose a través de
los sucesivos Convenios de Lomé, que hoy cubren la relación de la VE con
un total de 71 países de África, Caribe y Pacífico (y de ahí su nombre de
ACPs).
La última edición del Convenio de Lomé (V) data de 1991, Y es el texto
rector de relaciones entre la VE y los ACPs, hasta finales de 1999, momen-
to de su extinción. Para entonces será necesario contar con una nueva for-
ma de relación, más adecuada a los cambios del marco global. Se trata de
sustituir las medidas de apoyo (Fondo Europeo de Desarrollo, protección de
precios de productos agrícolas y mineros, inversiones del BEI, etc.) por un
sistema de zonas de libre comercio, con una serie de elementos concretos
de ayuda al desarrollo 17.
A principios de 1998, se inició la negociación para renovar el Lomé V, y
teniendo en cuenta las grandes diferencias que existen entre los distintos
grupos de ACPs, la VE expresó su propósito de sustituir la Convención por
acuerdos concretos de alcance regional; que bien podrian ser uno para la
zona del Caribe, otro para el Pacífico, y varios más para el extenso conti-
nente africano. En el caso de África la idea es contribuir a aglutinar cuatro
o cinco zonas de libre comercio, aprovechando las agrupaciones regionales
ya en funcionamiento y que veremos en el capítulo 13. Las negociaciones
VEI ACPs está previsto que sean intensas a lo largo de 1999, para lo cual la
parte ACP está organizándose activamente 18.

8.20 Las relaciones mediterráneas de la UE: el Euromed

Siguiendo una larga tradición de la CEE sobre política mediterránea -ini-


ciada en 1972-, en noviembre de 1995 se celebró en Barcelona el primer
gran encuentro Euromed entre el Norte y el Sur del viejo mar. Inicialmente,
el ambiente no era muy propicio: los intercambios entre la VE y los países
del resto del Mediterráneo disminuyeron un 13 por 100 en los años ochen-
ta, y la tasa de endeudamiento del Sur con el Norte no había cesado de cre-
cer.
Por otro lado, señalemos que los países del Magreb más Egipto y Tur-
quía, recibieron, entre 1987 y 1992, el equivalente a unos 60.000 millones
de dólares en inversiones extranjeras, menos de 10 que entró en un sólo país

17 Para más detalles de estas cuestiones, como de todas las demás sobre la integración

europea y temas conexos puede verse mi libro La Unión Europea, Alianza Editorial, 4a
edición, Madrid, 1999.
18 Mark Tumer, «EU's big idea for a new Lomé struggles to get offthe ground», Finan-

cia/ Times, 20.VIII.1998.


I
I
¡:~, 1 id Ion tn turopa(l). De la CEE a la Unión Europea (UE). La EFTA

como Tailandia. Además, con 203 millones de habitantes en el área, uno de


cada tres se hallaba en paro en 1990; con una tasa de crecimiento de la po-
1 blación superior al 2 por 100, un factor a todas luces multiplicador de frus-
f traciones y conflictos.
! La situación política tampoco era favorable: Argelia vivía en guerra civil
!¡ desde 1990, Israel no acababa de ponerse de acuerdo con sus vecinos,
Egipto se enfrentaba a los hermanos musulmanes (el movimiento islámico
más influyente del país), y Siria y Líbano seguían en estado de guerra con
Israel; en tanto que el rey Hassan 11 de Marruecos continuaba desafiando a

I
1
la comunidad internacional al rehuir el referéndum en el Sahara Occidental.
Adicionalmente, la antigua Yugoslavia y Libia ni siquiera fueron invita-
f das a Barcelona, a pesar de que nadie discutía su mediterraneidad. Sin em-
! bargo, se estimó que por sus muchos conflictos internos, las nuevas repú-
1 blicas balcánicas hubieran desvirtuado el objetivo del encuentro. Y en
cuanto a Libia, fue vetada por Gran Bretaña y Francia, por la negativa de
I
Gadafi a entregar a los sospechosos de los atentados contra aviones occi-
1 dentales en los años ochenta.
I El ministro español de Asuntos Exteriores, Javier Solana, describió la
reunión de ministros de Exteriores de los Quince de la Unión Europea y de
los doce países mediterráneos como «una cita histórica», y como «un nue-
vo capítulo en las relaciones entre la UE y el Mediterráneo sur». El rey
Juan Carlos inauguró la reunión y el presidente del Gobierno Felipe Gonzá-
lez clausuró las sesiones.
La cita constituyó el proyecto más ambicioso de la segunda presidencia
española de la VE, que se concluyó con la firma de dos documentos: una
Declaración y un Plan de acción.
En la Declaración, los 27 países finnantes se comprometieron a promover
la democracia en la zona Euromed, a respetar los derechos humanos y las
fronteras, a combatir el crimen organizado y el tráfico de drogas l9 • Propósi-
tos, como puede apreciarse difíciles de lograr; por lo menos en breve plazo.
En el Plan de Acción se cifró la ayuda comunitaria en 5.500 millones de
ecus/euros entre 1995 y el 2000, y se sentaron las bases para ir a la franqui-
cia de derechos aduaneros a efectos de la entrada de los productos del Sur
de] Mediterráneo en la Unión Europea, con la perspectiva última de una
zona de Jibre comercio para el 2010.

8.21 Nuevas ampliaciones y comercio más fluido


Previsiblemente, en el año 2010, la VE contará con más de 20 Estados
miembros, tras haberse consolidado la primera gran ampliación, ya decidi-

19 Felipe Sahagún, «Europa redescurbre el Mediterráneo en la Conferencia de Barcelo-

na», Tribuna, 4.XII.1995; «The mudd1e in the Euro-Med», The Economist, 24.1I.1996.
da, al Centro y Este de Europa (PECOs) y al Mediterráneo: Estonia, Polo-
nia, Chequia, Hungría, Eslovaquia y Chipre. Con estos Estados se abrieron
negociaciones en 1998, de conformidad con la Agenda 2000, y podrían es-
tar dentro de la UE hacia el 2005, para ser miembros de pleno derecho, des-
pués del correspondiente periodo transitorio, hacia el 2010.
En cambio, los Estados de la EFTA residual (Islandia, Noruega, Suiza y
Liechtenstein, según vimos en 8.15), lo más seguro es que no hayan ingre-
sado en la UE para el 2010, pues los cuatro reúnen características especia-
les, que les inducen a permanecer en su situación actual: virtual integración
a todos los efectos vía sus respectivas zonas de libre comercio con la UE.
Pero sin por ello tener que pechar con la burocracia de las instituciones, ni
asumir los requisitos de la libre circulación de personas, evitando así el
cambio de su status quo étnico.
La segunda gran ampliación del siglo XXI, habrá de esperar más. Será
una hornada de entre cinco y diez países, tras los respectivos procesos de
negociación y adaptación: Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria, Albania, Leto-
nía, Lituania, y varias de las antiguas repúblicas de Yugoslavia.
La Federación de Rusia, por el contrario, lo más seguro es que nunca in-
grese en la UE. Su espacio geográfico es demasiado grande para ser un
mero Estado miembro. Y además, los dirigentes del Kremlin aspiran a reto-
mar el papel de potencia mundial (¡ cuánto les falta¡). No obstante, la Unión
podría establecer un trato comercial y económico de gran alcance no sólo
con Moscú, sino también con otras piezas de lo que anteriormente fue
Unión Soviética: las tres repúblicas caucásicas (Georgia, Armenia y Azer-
beijan) y las cinco centroasiáticas (Kasakstan, Kuirguistan, Usbekistan, Ta-
yikistan, y Turkmenistán).
Por lo demás, el alto nivel de interpenetración de los mercados será una
realidad pocos años después de doblar el siglo. A los ciudadanos de la UE
les resultará dificil distinguir entre productos o servicios nacionales y del
resto de la Unión, pues el mercado único habrá pasado a ser un continuo,
de circulación absolutamente fluida. Lo cual, prácticamente, también se
aplicará a productos y servicios de otras procedencias, en especial de la
Asociación de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que seguramente
abarcará, desde el 2015, todo el Hemisferio Occidental, incluyendo 10 que
hoy son el TLC -EE.UU., Canadá y México-- y el Mercosur (práctica-
mente toda Sudamérica). Esas facilidades de circulación se harán realidad a
partir de las negociaciones ya en curso para construir la Zona de Libre Co-
mercio entra la UE y Mercosur; y vía la llamada TAFTA, Transatlantic
Free Trade Area entre la América del Norte y la Comunidad, según vere-
mos en los capítulos 10, 11 Y 12.
Señalemos, además, el creciente interés de la lTE por el Sudeste de Asia
y la oril1a asiática del Pacífico. Como 10 demuestra la configuración formal
de la conexión ASEM (Asia-Europe Meeting), cuya primera reunión se ce-
lebró en Bangkok, en febrero de 1996. La parte europea la lideró el Canci-
8. lntegracíón en Eüropa(I), ut, la CEE:a la Unión Europea (UE). La EFTA

1Ier Kohl 20, en tanto que la reunión ulterior se celebró en Londres en la pri-
mavera de 1998. La aspiración de esta clase de encuentros periódicos con-
siste en que haya un vínculo permanente de discusión y proyectos entre la
UE y la parte asiática de la APEC, para de alguna manera contrarrestar la
gran influencia de EE.UU. en la zona.

8.22 La CIG'96 y el Tratado de Amsterdam


Para terminar con este largo capítulo sobre la CE/UE, hemos de estudiar su
último gran texto de Derecho originario, que es el Tratado de Amsterdam.
En la reunión del Consejo Europeo de Corro, junio de 1994, y con base
en 10 previsto en Maastricht -revisar el Tratado de la Unión, TVE, a los
tres años de su vigencia-, se decidió preparar la correspondiente conferen-
cia intergubemamental. A tales efectos, se formó un equipo de trabajo pre-
sidido por el Secretario de Estado de España para la VE, y de ahí el nombre
de Grupo Westendorp. En esa task force, se integraron los representantes de
los ministerios de asuntos exteriores de los Estados miembros y el propio
presidente de la Comisión Europea.
El Grupo laboró durante todo 1995, en medio de no pocas incertidum-
bres, y no la menor la ocasionada por el suspense de las elecciones genera-
les del Reino Unido previstas para mayo del 96, que finalmente dieron el
triunfo a los laboristas con Tony Blair a la cabeza.
El Informe Westendorp se presentó al Consejo Europeo de Madrid del
15 y 16 de diciembre de 1995, y en él se definieron los objetivos comunita-
rios hasta fina] de siglo: llevar a buen término la adaptación del TlTE por
medio de una Conferencia Intergubernamental a celebrar en 1996
(CIG'96); realizar el paso a la moneda única según el calendario previsto,
poniendo el euro en circulación para el 2002; ampliar la VE a los Estados
de Europa Central y Oriental (PECOs) y meridional (Chipre); fijar las nue-
vas perspectivas financieras vigentes a partir del 31 de diciembre de 1999;
contribuir al establecimiento de una nueva arquitectura europea, en térmi-
nos de política exterior y de seguridad común (PESC), así como acordar
nuevas normas comunitarias sobre Justicia e Interior (Europo! incluido).
La CIG'96, empezó sus labores el 29 de marzo de 1996 en Turín, para
luego mantener las necesarias reuniones una vez al mes. El Parlamento
quedó estrechamente asociado a sus trabajos, y otro tanto sucedió con los
representantes de los PECOs y de Malta y Chipre. Se informó también a
los socios no UE del Espacio Económico Europeo (Islandia, Noruega y
Liechtenstein) y a Suiza.
Después de más de 17 meses de discusiones dentro de la Cl G y en el
Consejo de Ministros, el Tratado de Amsterdam se firmó en la ciudad ho-

20 Juan Girón Roger, «La UE reclama su parte del pastel asiático», Dinero, 26.II.1996.

~
Integración económica

landesa del mismo nombre el 2 de octubre de 1997, con la previsión de su


entrada en vigor para elIde enero del 99. En una apretada síntesis cabría
decir que el Tratado de Amsterdam abarca seis grandes secciones:

- Libertades, seguridad y justicia, con temas como circulación de per-


sonas (comunitarización de Schegen), derecho de asilo y migracio-
nes.
- La Unión Europea y los ciudadanos, incluyendo nuevos preceptos
sobre medio ambiente, salud pública, protección de los consumido-
res, empleo, y dimensión social.
- Política Exterior y de Seguridad Común (PESC), comprensiva de in-
novaciones de interés en cuanto a presencia exterior de la UE a tra-
vés de un Alto Representante, célula de análisis en materia de políti-
ca internacional, y algunos otros pasos hacia el objetivo de la
defensa común.
- Reforma de las instituciones, que se tradujo en el reforzamiento del
Parlamento Europeo y del Tribunal de Justicia. Si bien en lo concer-
niente a] Consejo de Ministros y a la Comisión habrá de esperarse al
nuevo poder de voto de los Estados miembros, y el número de comi-
sarios. Dos objetivos que sólo se alcanzarán en una próxiina confe-
rencia intergubernamental a celebrar antes de la entrada en la VE del
Estado miembro n° 21.
- Cooperación reforzada y flexibilizada, para no frenar el avance de
los países que estén a favor de una integración más rápida, poten-
ciándose de tal modo la Europa a la carta.
- y por último, un conjunto de normas para la simplificación de la es-
tructura de los Tratados.
9. Integrac;ón económ;ca en
Europa (11). EL fracaso deL
COMECON y ~L futuro de Los
paises de Europa CentraL
y OrientaL

9.1 Introducdón
Como hemos visto en 2.7, en Europa Occidental, EE.UU., a través del Plan
Marshall, consiguió poner en marcha un programa de recuperación econó-
mica --del que nació en 1948 la OECE, OeDE desde 1960-, como paso
previo para e1 año siguiente constituir la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTANINATO).
Frente a esa acción de EE.UU respecto de sus aliados de Europa occi-
dental, la URSS reaccionó con sendos organismos para el Este, que inicial-
mente parecían buscar fines análogos a los del Oeste. El primero de ellos,
el Consejo de Asistencia Mutua Económica (CAME, más conocido por
COMECON), creado en enero de 1949; y el segundo, la Organización del
Pacto de Varsovia, que con fines militares se fundó fonnalmente en mayo
de 1955, aunque de jacto la interpenetración militar de los países del área
comunista databa de mucho antes.
En el COMECON, los socios fundadores de pleno derecho fueron la
URSS, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria. Poco des-
pués de crearse, entró Albania, pero dejó de ser país miembro en 1968,
como una secuela más de la discordia chino-soviética. Por el contrario,
Mongolia, que inicialmente fue simple observador, pasó a ser miembro de
pleno derecho en 1962. Y Cuba hizo lo propio en 1973. Más o menos fre-
cuentemente figuraron como países observadores en el COMECON Yugos-
lavia, Corea del Norte y Vietnam.
Es fácil apreciar, ya de entrada, que el COMECON se vio muy afecta-
do por las desavenencias entre los países socialistas, que una vez plante-
adas, alcanzaron una dureza mayor que las del bloque occidental. Esa
ausencia de espíritu verdaderamente internacionalista, y las circunstan-
cias específicas que iremos examinando, explican los pobres resultados
de] COMECON, no comparables, en ningún momento, a los de la
OECE/OCDE o a los alcanzados por la CEE y por la EFTA.
Si bien el CAME nació oficialmente en 1949. sus estatutos no se redacta-
ron hasta diciembre de 1959, para entrar en vigor en 1960. Luego se revisaron
sustancialmente en dos ocasiones; la primera en 1962, y la segunda en 1974, a
fin de incorporar, respectivamente, los «Principios fundamentales de la divi-
sión internacional socialista del trabajo», y el «Programa completo de profun-
dización y perfeccionamiento de la cooperación y el desarrollo de la integra-
ción económica socialista». Fue así como el objetivo inicial, sólo de
cooperación, del CAME, a partir de 1974 se completó con el objetivo de la in-
tegración.

9.2 La evoludón del COMECON

La situación de partida en Europa oriental era, desde luego, muy distinta de


la de Europa occidental. En el Este, salvo Checoslovaquia 1 y la zona sovié-
tica de Alemania, todos eran, en 1945, al terminar la Segunda Guerra Mun-
dial, típicos países subdesarrollados. Y a partir de 1945, también todos los
futuros miembros del COMECON elaboraron planes nacionales para la re-
construcción y, sobre todo, para la industrialización; basados en el clásico
esquema de la sustitución de importaciones y de la acumulación socialista, a
base de restringir el consumo por medio de los impuestos de ventas, espe-
cialmente en el sector de la agricultura.
Esa fase industrializadora, con fuerte énfasis en la industria pesada y la
fabricación de bienes de equipo, se llevó a cabo sin ninguna coordinación;
sin la perspectiva de una unión económica socialista. En cierto modo, por-
que la Unión Soviética nunca renunció a mantener una situación hegemóni-
ca y de control. Actitud que se hizo bien ostensible cuando en 1948 se tras-
ladaron a Moscú los dirigentes Dimitrov y Djilas, como representantes de
Bulgaria y Yugoslavia, respectivamente, a fin de obtener de Stalin el permi-
so para la formación de una Unión Aduanera entre ambos países. La nega-
tiva no por pintoresca dej ó de ser menos rotunda 2.

I Checoslovaquia fue precisamente el único del Este que en 1948 había aceptado la
Ayuda Marshall. Esta aceptación contribuyó a las tensiones que originaron el golpe de
Estado que llevó al partido comunista al control del poder (vid. capítulo 2).
2 M. Djilas, «Conversaciones con Stalin», versión española, Seix-Barral, Barcelona,

1961.
9. Integración económica en Europa {1I). El fracaso del (O~4ECON ...

En vida de Stalin, el COMECON apenas experimentó progresos. Entre


1949, fecha de su creación, y 1953, año de ]a muerte del gran revoluciona-
rio y también gran autócrata, el Consejo se limitó sólo a registrar los
acuerdos bilaterales concluidos entre los países miembros, así como los
créditos que recíprocamente se otorgaban dentro del marco de bilateralis-
mo. Como es natural, con unas relaciones bilaterales tan rígidas, el proce-
so de desarrollo de los países del COMECON fue crecientemente autár-
quico, con un gran derroche, tanto en lo relativo a inversiones como en la
aplicación de tecnología 3.
A partir de 1954, el COMECON -con sede en Moscú- adquirió una
mayor vitalidad, al entrar en la vía de los llamados acuerdos de especializa-
ción. Según Jos convenios que se fueron firmando -laboriosa y penosa-
mente preparados por ingenieros y técnicos-, cada país de) Consejo habría
de dedicarse a la construcción de determinados tipos de máquinas y de di-
versas ramas industriales. Así, se establecieron acuerdos sobre máquinas-he-
rramientas, para la siderurgia, para el equipo destinado a ]a minería, etc.
Con esas medidas conjuntas, 10 que se trataba era de evitar el desarrollo pa-
ralelo e independiente de los diversos países, y aprovechar las economías de
escala. Pero los resultados, tampoco dieron pie a mayor optimismo. La nece-
sidad de pasar a una nueva fase más cooperativa, se hizo evidente.
Esa nueva fase de mayor coordinación parecía pronta a abrirse en 1962,
por cuanto en el Congreso de los Partidos Comunistas de ese año, se estable-
cieron los ya antes aludidos «principios básicos para la división internacional
del trabajo» entre los planes nacionales, al objeto de frenar las tendencias au-
tárquicas siempre latentes dentro del campo socialista. Concretamente, Jrus-
chov llegó a proponer la creación de un órgano de planificación con poderes
supranacionales. Pero las implicaciones políticas, lo hicieron inviable. En el
fondo, la mayoría de los países del CAME buscaban una mayor flexibilidad
económica, y Jruschov, que podría haber impu1sado el proyecto, ya había pa-
sado del cénít de su poder.
Ante la negativa a nuevas aperturas, se intentó reforzar el pape1 de los
acuerdos de especialización, que como hemos visto existían desde 1954.
Pero la oposición, volvió a plantearse con rotundidad, esta vez de la parte
de los países menos desarrollados (especialmente Rumania), que argumen-

J Son interesantes sobre el COMECON los libros de dos autores «occidentales» -Fre-
derick L. Pryor (<<The Communist Foreign Trade System». «The other common mar-
ket», 1963) Y Michael Kaser (<<Corneeon: Jntegration Problems of the Planned Eco-
nomies», 1965)-, así como el trabajo de] soviético, N. Siluyanov (<<A New Stage in the
Development of Internacional Socialist Division of Labouf)}, en Problems of
Economics, Nueva York, mayo 1959). Puede consuJtarse, además, la monografía «El
Corneeon)}., del Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid, 1978. Para la fase final, Víc-
tor A. Dumiev «Las últimas experiencias de colaboración en el CAME}), en el Boletín
Semanal de Información Comercial Española, ) 1 de marzo de 1991, págs. 786 y sigs.
taran con bastante contundencia: si como consecuencia de una dotación ini-
cial y concreta de factores no tenían ventajas comparativas en la produc-
ción de determinados productos, ello era consecuencia de accidentes histó-
ricos que no habían de perpetuarse. Se opusieron, por tanto, a que se
impidiese su propio proceso de industrialización/diversificación por la
mera definición de un concepto de la división internacional socialista del
trabajo.
También se hizo presente el problema de la calidad de los productos, ya
que por la virtual inexistencia de competencia, se llevaban a cabo intercam-
bios obligados de productos de «buena calidad» por productos de «baja ca-
lidad». Situación que perjudicaba a los países con mayor y mejor índice de
productividad y que en la práctica suponía una transferencia de los países
más a los menos productivos.
Por lo demás, los intentos realizados para desarrollar una metodología
común, para seleccionar la localización de los centros productivos más ade-
cuados económicamente en cada especialización, fracasaron por problemas
del cálculo de costes y precios. Todo ello fue derivando a que la política de
especialización se redujese a aquellos productos que no se fabricaban den-
tro del CAME, o en los que había déficit de oferta.
Asimismo, se consideró la posibilidad de un sistema multilateral de pa-
gos más flexible. En este punto, apenas se había avanzado. Los pagos se-
guían liquidándose por medio de clearings bilaterales, en los que a toda
costa se buscaba el equilibrio. Cierto que a partir de 1957 empezó a funcio-
nar una especie de clearing multilateral, con una moneda de cuenta, el ru-
blo convertible; pero tan sólo para las transacciones no incluidas en los
acuerdos comerciales bilaterales, lo cual reducía su papel a un carácter casi
simbólico.
Precisamente para dinamizar los pagos, con el propósito de hacer más
efectivo el funcionamiento de clearing multilateral, en 1963 se creo el «Ban-
co Internacional de Cooperación Económica» (BICE). Pero ni así mejoró la
situación, porque ya desde mucho antes había problemas para el comercio
entre Jos países miembros del Consejo, a causa de los llamados «precios
mundiales CAME», que no se parecían en nada a los operativos reales fuera
de la zona, ya que una vez fijados oficialmente, permanecían inalterables por
años, sin tener en cuenta las variaciones internaciones. La existencia de tan
extraños «precios mundiales fijos», operó en detrimento del desarrollo tecno-
lógico, ya que al margen de cualquier innovación en los procesos producti-
vos, permanecían invariables.
La situación descrita sólo empezó a modificarse con el proceso infla-
cionista, que se aceleró a partir de la crisis energética desencadenada en
1973. Así, los precios internacionales CAME, que hasta 1975 se fijaban
para plazos de cinco años, pasaron a tener vigencia anual. A pesar de todo,
subsistieron problemas colaterales, derivados del hecho de que en las ne-
gociaciones de revisión de precios, cada país buscaba incrementar los de
9. Integración e(l~~n0n11(;i en so del COMECON .••

los productos que exportaba, tratando al propio tiempo de que se estabili-


zasen Jos de sus propias importaciones 4.

9.3 Los insolubles problemas del COMECON


El mercado no tiene por qué ser incompatible con un sistema económico
socialista, y así lo argumentaron Lerner y Lange. Pero sí que exige un cier-
to grado de autonomía por parte de las empresas, que la planificación cen-
tralista de cuño soviético no concedió (sobre este aspecto tendremos oca-
sión de volver, con más detalle, en el capítulo 21 ~ al estudiar e] caso de la
URSS).
Por añadidura, no se trataba simplemente del problema de la autonomía
de las empresas en el mercado nacional, sino también de la fijación de un
marco institucional de comercio intrasocialista. Y ahí radicaron las mayores
dificultades, pues las importaciones y exportaciones dependían casi exclu-
sivamente de órganos del monopolio estatal del comercio exterior, y no de
las empresas productoras. Faltaba la fluidez en las relaciones directas; en
otras palabras, un mercado común socialista. Algo que resultaba imposible
sin mayor agilidad en los pagos, que como ya vimos se realizaban muy tos-
camente. Habría sido necesaria una unión monetaria, la libre convertibili-
dad exterior, o por 10 menos una Unión de Pagos. Y siempre se quedó lejos
de cualquiera de esas opciones, pues el1neCanisrTIo de los rublos transferi-
bles -vía BICE- nunca llegó a contar con suficiente agilidad, ya que para

I
i
su emp]eo por el país con saldo positivo era necesario el refrendo del país
vendedor que hubiese de aceptarlos.
En 1970 se intentó otra vez proporcionar un cierto empuje al CAME,
J dándole un toque supranacional. Concretamente, ellO de julio de ese año,
se acordó en Moscú la formación del llamado «Banco Internacional de In-

I
1
versiones» (BIl)~ para impulsar la cooperación industrial, en el marco de ]a
aspiración soviética de coordinar la elaboración y ejecución de los planes
quinquenaJes de Jos países miembros. Pero tampoco hubo grandes avances
por esa senda. Los choques petroleros (1973-74 Y 1979-80), arruinaron ]a
I
i
idea.
Después, los intentos de revigorizar el CA ME a )0 largo de los años 80,
tropezaron ya con ]a atmósfera de definitivo cambio global, que gradual-

I mente iba extendiéndose por toda la Europa del Este, URSS incluida. El
nacimiento de Solidaridad en Polonia, en 1980, supuso una crítica frontal,
y contundente, al sistema soviético, a] Pacto de Varsovia, y a los mecanis-

4 José M. Revuelta, «Cooperación e Integración entre países de economía planificada:


el CAME»~ en el Boletín Semanal de Información Comercial Española, julio de 1982.
Desde 1990, es de gran interés para seguir la evolución de toda el área, ]a nueva revista
Cuadernos del Este, que publica el Centro de Estudios de Países del Este de la UAM.
JntegradÚi) ~.)(onoml(a

mos del CAME. y por mucho que se intentó frenar el experimento polaco,
lo que se puso en marcha en los astilleros de Dangsk, ya no pararía. Entre
Walesa y Jaruzelski, el primero exigiendo los cambios, y el segundo modu-
lándolos para evitar una brutal reacción de la URSS, contribuyeron a que la
semiHa de la disidencia soviética -como veremos en el capítulo 21, la ini-
ciada por Sajarov y sus colegas en 1970 en la célebre carta de los tres-
fructificara en lo que Gorbachov acuñó definitivamente como perestroika y
g/asnost.
En el fondo, la clave de las disfunciones del CAME siempre estuvo en
dos circunstancias: la falta de un verdadero sistema de precios de mercado
-tema al que ya hemos aludido reiteradamente-, y la hegemonía de la
URSS, un país veinte veces mayor que el resto del área, y con población
casi trip1e. La influencia soviética en el COMECON, además de por su po-
der militar y político, provenía de su posición como principal suministrador
de energía y materias primas, y de comprador masivo de las producciones
industriales.
Del lado del suministro, el influjo soviético creció como consecuencia
de la crisis energética. La mayor dependencia de los hidrocarburos de la
URSS, corroboró el Plan Coordinado de Medidas de Integración Multilate-
ral de 1976 a 1980, que incluyó inversiones físicas y financieras de los paí-
ses del Este europeo para explotar con mayor intensidad la energía y pro-
ductos básicos soviéticos.
y efectivamente, la crisis energética~ al hacer más caras y más inciertas las
fuentes de aprovisionamiento, aumentó la viabilidad de los proyectos soviéti-
cos. Como indicó A. Semenov «el crecimiento del consumo, la necesidad de
disponibilidades crecientes de capital para la extracción de petróleo y gas na-
tural, el aumento de los precios en el mercado mundial, necesitaban el plante-
amiento de una estrategia científicamente basada para el desarrollo del com-
plejo energético y de combustible en los países del CAME».
En último ténnino, los efectos de la crisis energética, combinados con la
recesión occidental y el aumento del endeudamiento, crearon incentivos para
que Jos países del COME CON buscaran nuevas fonnas de integración. Lógi-
camente, sus economías se dirigieron a la URSS como principal proveedor de
materias primas y como mercado casi único para sus productos. ASÍ, en la
cumbre anual de) CAME de noviembre de 1986, en Bucarest, se planteó -
otra vez-la necesidad de flexibilizar la maquinaria burocrática de la organi-
zación, mediante enlaces directos entre las empresas de sus países, esto es,
sin necesidad de pasar por la burocracia de los ministerios. A 10 largo de
1987 surgieron muchos de estos acuerdos. Pero su verdadera viabilidad
-aparte del voluntarismo político de demostrar que «algo estaba cambian-
do»- era más que dudosa, en tanto no funcionara una moneda convertible
para agilizar los pagos; casi, como podría decirse, «lo de siempre»,
Finalmente, constatemos que en el marco de la nueva situacÍón generada
por la perestroika, el 25 de junio de 1988 se suscribió, en Luxemburgo, por
9. tegradón económica en Europa { del COMECON.n

el CAME y la Comunidad Europea, una declaración conjunta, confirman-


do el deseo de profundizar en la cooperación por medio de relaciones ofi-
ciales. Como consecuencia de la declaración, en 1988 se firmó un impor-
tante acuerdo de cooperación económica entre la CE y Hungría. Y se abrió
la negociación de un acuerdo de gran envergadura CE/LTRSS. Pero a pesar
de ello, la perestroika incidió en el ambiente, haciendo cada vez más vero-
símil la tesis de la «casa común europea». La caída del «muro de Berlín»
en noviembre de 1989 hizo el resto. El COMECON estaba condenado.

9.4 La agonía final del COMECON y el futuro de la Europa


Central y Oriental

Los acontecimientos se aceleraron con la 45. a sesión del Consejo del


COMECON, celebrada en Sofia en enero de 1990, cuando las críticas a los
40 años de la organización se hicieron ya virulentas: despilfarro energéti-
co, sobredimensionamiento de la industria pesada, subordinación a los inte-
reses soviéticos, etc. Además, hubo unanimidad en reconocer la necesidad
de emprender reformas radicales, encaminadas a convertir el CAME en un
mercado de oferta y demanda, con precios acordes a los internacionales, y
con transacciones en divisas convertibles.
Las propuestas de reforma fueron diversas, en función de los intereses
de cada país. Los soviéticos se orientaron hacia el comercio en divisas fuer-
tes y a precios del mercado mundial, negociando con cada país según su di-
ferente situación. En cambio, Polonia rechazó la idea de pagar en divisas
las importaciones de energía y materias primas de la URSS, y propuso ase-
gurar los mecanismos más adecuados de compensación. Por su parte, Che-
coslovaquia sugirió un período de transición de cinco años, hasta l1egar al
pago en divisas convertibles.
Para la modificación de los estatutos y la elaboración del calendario de
reformas, se creó una comisión a nivel gubernamentaJ que debería haber
presentado su propuesta en junio de 1990, cosa que no hizo. A ese retraso
inicial, se agregó la crisis del Golfo, que distorsionó cualquier prospectiva,
especialmente en el área energética.
Respecto al futuro del COMECON, se produjeron diversos posiciona-
mientos. Una primera corriente de opinión preconizó la necesidad de rom-
per, de forma inmediata, el aparato burocrático en su conjunto, aprovechan-
do el sentimiento de rechazo al anterior sistema desde la legitimidad de los
gobiernos salidos de las elecciones en todo el Este entre 1989 y 1990. Se-
gún esa corrientes radical, «no se puede saltar un precipicio en dos veces»
(expresión que utilizó el economista soviético Oleg Bogomolov). Tesis que
puede asimilarse en buena medida a las que inspiraron en Polonia el duro
plan de estabilización introducido a comienzos de 1990 (el big bang), bajo
los auspicios del FM].
~~~~~~_G~~ ____________ ____________________________________
~

Otra corriente se mostró partidaria de un cierto gradualismo en la refor-


ma, a fin de amortiguar sus costes sociales. Es la que se denominó aproxi-
mación evolucionista, que abogó por el retroceso progresivo del Estado,
combinándolo con la introducción, paulatina, de las instituciones de la eco-
nomía de mercado. Las dificultades, sin embargo, fueron tan dramáticas,
que finalmente, el 27 de junio de 1991, se firmó el acuerdo de disolución
de] COME CON.
Claro es que los países del Este y Centro de Europa no se encuentran so-
los. Los organismos internacionales pasaron a respaldar los cambios con di-
versos planes de ayuda. Así, el Banco Mundial otorgó, en 1989, créditos por
un valor superior a 10s.5.000 millones. Y el Banco Europeo de Inversiones de
la CE ofreció recursos para la financiación a largo plazo.
Pero el proyecto más ambicioso ]0 constituye la creación -a iniciativa
francesa- del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, BERD
constituido en 1990, operativo desde abril de 1991, y con sede en Londres.
A él nos hemos referido ya en el capítulo 4.
Esa corriente de ayuda a los países del Centro y del Este de Europa, des-
pertó temores en ciertas áreas de la propia CE --que puso en marcha su
programa PHARE de ayuda inmediata- por el posible desvío de recursos.
y en los PMD, la preocupación fue aún mayor. Pero en realidad, tales temo-
res se vieron muy amortiguados -y las dificultades de los países del Este
incrementadas- por el conflicto del Golfo que virtualmente paralizó las
ayudas.
Ante la desaparición del CAME, que se consumó -lo mismo que el
Pacto de Varsovia-, el 28 de junio de 1991, la alternativa para sus ex
miembros no fue otra que diversificar las exportaciones, poniendo mayor
énfasis en la relación con Occidente; y buscar nuevas formas de agilizar y
fomentar el intercambio comercial entre los antiguos socios del COME-
CON.
En relación con esa segunda cuestión, los países más avanzados del an-
tiguo COMECON se mostraron propicios a la formación de un Area de Li-
bre Comercio. Una idea inteligente, pues permitiría no sólo mantener co-
rrientes de intercambio, sino que además posibilitaría contar con una
amplia organización interlocutora de la CE. Y no tanto para negociar una
rápida adhesión, sino más bien para constituir una pieza que pudiera, en
un plazo razonable, formar parte del Espacio Económico Europeo
(CEE+EFTA) al que ya nos hemos referido en el capítulo anterior.
En 1992, se consiguió un primer acuerdo de este tipo entre Polonia,
Checoslovaquia y Hungría, siguiendo el esquema de una zona de libre co-
mercio. En cualquier caso, se trata de un proyecto mucho más limitado que
el de crear una EFTA del Este, finalidad que fue tratada, sin éxito, en la
reunión pro Confederación Europea celebrada en Praga del 12 a 14 de ju-
nio de 1991 por iniciativa .de los presidentes Mitterrand y Havel.
COfv1EtON •.•

9.5 Una reflexión final


Durante mucho tiempo se pensó que los dos sistemas económicos, capitalis-
mo y socialismo, seguirían siempre en una confrontación, en la que, aparte
de las crispaciones políticas y de los momentos de graves crisis militares,
habría una carrera permanente por la hegemonía del uno sobre el otro. En
anteriores ediciones de este libro nos referíamos a ese problema, y planteá-
bamos la posibilidad de una convergencia entre los dos modelos. Pero no
tendría mucho sentido, desde luego, sostener que esa convergencia se produ-
jo finalmente. Lo que hubo, en realida<L fue un desmantelamiento, más bien
rápido, del régimen anterior de economía centralizada; para sustituirlo, de
manera más o menos desordenada, por un sistema de economía mixta.
Por lo demás, segunda cuestión previa, tampoco podemos considerar
que lo prevaleciente en lo que, por lo general, llamamos «mundo occiden-
tal» sea una economía de mercado pura y dura. Es bien sabido que la media
del gasto público en los países de la OCDE se sitúa en torno al 45% del
PIB, con un «suelo» en el caso de Japón en torno a] 250/0, y un «techo»., el
caso de Francia, algo por encima de] 60%. Estos altos porcentajes de inci-
dencia pública en la economía, son el resultado de un entorno cada vez más
complejo, que corrige, encauza, y modifica profundamente el mercado; en
forma de instituciones de redistribución de renta -la Seguridad Socia], la
educación., otras transferencias personales-, de protección especial de
ciertos sectores~ como la agricultura, o las industrias deprimidas, o de parti-
cipación incluso de las administraciones públicas en el sistema productivo.
y toda esa fuerte manifestación del sector público, se resiste muy
duramente a cualquier erosión. Así sucedió en los años 80 con los plan-
teamientos neoliberales del Presidente Reagan en EE.UU., que lejos de
disminuir el gasto público, incluso 10 aumentaron, con una financiación
del déficit vía deuda. Y en el todavía más ferviente deseo neoliberal de la
Sra. Thatcher, los éxitos no fueron mayores.
Por consiguiente, el paso de una economía centralizada a otra mixta
de mercado, tras tantos años de planificación rígida, con unos condicio-
namientos muy restrictivos para el comercio exterior, etc., -característi-
cas que se dieron, todas e] las, en los países hasta 1991 miembros del
COMECON- será una larguísima transición 5. El cuadro 1 ilustra sobre
algunos datos e indicadores.

Es cierto que la historia se acelera. Pero no estará de más recordar


que las transformaciones políticas muy rápidas en Francia, o en el resto
de Europa, entre los siglos XXVIII y principios del XIX. verdaderamente
revolucionarias, se habían prefigurado ya en toda una serie de movi-

5 Así se pone de relieve por Josef M. van Brabant y otros, en el número monográfico
«La privatización en el Este». en Cuadernos del Este, n.O 7, 1992.
~¡¡tP,-l¡'d(lÓn ilconümlc(J

Cuadro 1. Magnitudes básicas de los países del Este de Europa en


1996
FT. _n" ...,

Superf. Poblac. PIB PIB pie Import. Export.


Países Km 1 mili. MmUS$ US$ mMUS$ mMUS$

Polonia 321.677 38,60 107,82 2.790 36,92 33,16


Hungría 93.030 10,22 42,12 4.l20 21,52 17,93
República Checa 78.664 10,33 39,99 3.870 31,34 29,39
Eslovaquia 49.035 5,36 15,84 2.950 10,62 11,18
Rumanía 237.500 22,69 33,48 1.480 10,79 9,09
Bulgaria 110.910 8,40 11,22 1.330 6,47 6,68

Total asociados UE 881.816 95,60 250,47 2.619 117,66 107,43

Estonia 45.100 1,48 4,25 2.860 3,11 2,8


Letonia 64.100 2,51 5,7 2.270 2,24 2,15
Lituanía 65.200 3,71 7,07 1.900 3,96 3,24

Total Bálticos 174.400 7,7 17,02 2.210 9,31 8,19

Eslovenia 20.296 1,99 16,32 8.200 10,81 10,73


Croacia 56.538 4,77 15,5 3.250 9,73 7,37
Bosnia 51.233 4,5 3,15 3.150
Yugos lavia (Serbia I
Montenegro) 87.968 10,51 9,94 920
Macedonia 25.713 2,11 1,81 860 2,18 1,32

Total ex Yugoslavia 241.748 23,88 46,72 1.956 2,18 1,32

Rusia 17.075.400 148,19 331,94 2.240 85,80 95,1


Bielorrusía 207.600 10,33 21,35 2.070 3,2 2,77
Ucrania 603.700 51,50 84,08 1.630 44,90 38,06
Azerbaijan 86.600 7,51 3,6 480 1,27
Armenia 29.800 3,76 2,75 730 0,74 0,3

CEI-Europa 18.003.100 221,29 443,72 2.005 135,91 136,23

Albania 28.750 3,26 2,19 670 0,86 0,37


Moldavia 33.700 4,34 3,99 920 0,99 0,86
Georgia 69.700 5,40 2,35 440

Total otros 132.150 13,00 8,53 656 1,85 1,23

GRAN TOTAL 19.433.214 361,47 766,46 2.120 266,91 254,4


FUE;\JTE: Naciones Unidas.
9. Integración económica en Europa (tI). El fracaso del COMf.CON ....

mientos de la Ilustración y del Enciclopedismo. El sistema político ab-


solutista estaba quedándose hueco por el ascenso de nuevas ideas de
cambio. Pero una vez conseguido éste, durante mucho tiempo se mantu-
vieron instituciones y mecanismos de funcionamiento del anterior siste-
ma estamental.
Análogamente, insistimos que con toda la aceleración histórica que se
quiera, las dictaduras del comunismo aberrante del Centro y del Este de
Europa, fueron dando paso, en un proceso revolucionario muy rápido, a la
democratización política. Como ha puesto de relieve Manuel Azcárate 6,
la transición a la democracia de los países del Este quebró todas las ante-
riores prédicas atlantistas sobre un «peligro comunista» creciente, y se-
gún la previsión kissingeriana de las «fichas de dominó». Y es que, ni si-
quiera los servicios de inteligencia de las potencias de la OTAN supieron
apreciar la importancia de las controversias internas en los partidos co-
munistas, del Oeste y del Este, empezando por Hungría; o las concepcio-
nes reformistas en Polonia, a partir de 1956, casi tres lustros antes del na-
cimiento oficial de «Solidaridad»,
De forma parecida, en 1990/91 se planteó la eventualidad de una rápida
incorporación de todos los países del Centro y del Este de Europa a la eco-
nomía occidental. Pero como puso de relieve László Csaba 7, no es lo mis-
mo constatar el resquebrajamiento del sistema anterior, que darlo por
transformado.
Evidentemente, el sistema de flujos comerciales en el Este -ya lo he-
mos corroborado antes en este mismo capítulo-, se vio profundamente
traumatizado, empezando por la posición de Moscú de plantear que sus
suministros energéticos habían de pagarse en moneda convertible y a los
precios internacionales, Como también hemos aludido con anterioridad,
a la posibilidad del nacimiento de lo que cabría 11amar una «EFTA del
Este», como forma de incorporación futura de tos países más evolucio-
nados del antiguo COMECON a1 Espacio Económico Europeo.
La integración occidental europea se inició en los años 50~ y avanzó
de manera muy rápida, coincidiendo con una etapa de vertiginoso as-
censo de la coyuntura internacional. Y aden1ás, esa integración se hacía
entre países que suponían un porcentaje muy importante del comercio
mundial, con tráficos entre ellos muy considerables ya, por los niveles
de cooperación económica instrumentados desde 1948.
En definitiva, la transición está siendo y será larga. Pero tampoco su du-
ración resultará indefinida, porque cualquier cambio ha de completarse en

6 Manuel Azcárate~ «Transiciones insólitas») Cuadernos del Este, n." 2, 1991 ~ págs. 9 y
SlgS.
7 László Csaba, «Auge y caída del COMECON», Cuadernos del Este, n.O 2, 1991 ~ págs.
63 y sigs.
lntegr;}cíon econornlra
-
un cierto plazo 8. La excepción en cuanto a celeridad fue la de Alemania
Oriental, literalmente absorbida por la Occidental en menos de una década;
merced a una inmediata y contundente unificación monetaria, y a un pro-
grama implacable de privatizaciones. Ello fue posible por el coraje del Can-
ciller Kohl. Y también, evidentemente, por el gran poderío de una RFA de
63 millones de habitantes y con un nivel de renta muy elevado, frente a los
17 mil10nes en la RDA, en cotas de desarrollo muy inferiores.
Por su parte, la República Checa, Hungría, Polonia y Eslovaquia, entra-
ron, en apenas un lustro (1991-95), en una transición normalizada; merced
al juego de rápidas privatizaciones combinadas con una considerable inver-
sión extranjera 9.
En cuanto a los tres países Bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), se han
organizado para el cambio; con la implantación de sus propias monedas,
abandonando así la confusa y desquiciada área del rublo.
Rumania y Bulgaria van peor. Entre otras causas, porque en ambos paí-
ses las dictaduras, de Ceaucescu y Zhivkov, respectivamente, persistieron
en toda su dureza hasta su mismo final; sin una transición comparable a las
experiencias liberalizantes de Hungría, la preparación Walesa/Jaruzelski en
Polonia, y la Revolución de Terciopelo de Checoslovaquia.
Finalmente, Albania se encuentra sumida en una honda pobreza, en la
que en un primer momento hubo episodios de emigración masiva a Italia,
que por su patetismo hicieron estremecerse a toda Europa. Los programas
de ayuda habrán de fructificar antes de cualquier proyecto integratorio.
Lo que en cualquier caso parece claro, es que los ex socios del CO-
MECON irán incorporándose, de uno u otro modo, al área de la UE
como ya vimos en 8.21).
Lo que está por ver -yen el capítulo 21 haremos algunas reflexio-
nes al respecto- es la dificultad de que la ex URSS, ahora etérea CEI,
mantenga algún tipo de integración económica. Algunas de sus antiguas
piezas (los tres bálticos y Moldava), ya optaron por la escisión total. Y
más concretamente, Estonia, Letonía y Lituania ya han entrado en una
integración báltica, para más adelante integrarse en la VE.
Por último, una breve pero obligada referencia a la guerra civil en la
antigua Yugoslavia. A la que contribuyeron activamente algunos países de
la CE (y especialmente la RFA), con la insistencia de un rápido reconoci-
miento de la independencia de las seis repúblicas. Se precipitó así un pro-
ceso de confrontación bélica, y de «limpieza étnica», con miles de muer-
tos y miserias sin fin. La CE debería haber intentado, por todos los medios
-y los tenÍa- hacer posible la continuidad de un conjunto yugoslavo.

R CEP/ONU, «Un crecimiento modesto para las economías en transición», en RICE,


n. o 2443, 13-II-1995, págs. 3891 y sigs.
9 Sobre algunas cuestiones relativas a este tema, Branko Horvat y otros, «Yugoslavia

rota». número monográfico de Cuadernos del Este. n.O 5, 1992.


10. Integración económica
en las Américas (1). FTA, TLC,
ALCA, MCCA

10.1 El Acuerdo de Libre Comerdo Canadá/EE.UU.

En los capítulos 10, 11 Y 12, estudiamos el proceso de integración en las


Américas. Concretamente, en este capítulo 10 nos ocupamos, en la línea
geográfica de Norte a Sur, de la gran zona de libre comercio en formación
en América del Norte, el TLC, y del MCCA. En el siguiente capítulo 11 es-
tudiamos la formación y el desarrollo de los distintos proyectos de integra-
ción iberoamericana: ALAC, ALADI, Mercosur y Comunidad Andina
(CAN). Por último, en el capítulo 12 examinaremos el proceso seguido por
la integración en el Caribe.

La importancia del acuerdo de libre comercio entre los Estados Unidos


y Canadá (Free Trade Agreement, FTA) que vamos a reseñar, radica en el
alto grado de integración de ambas economías, y en concreto, en su fuerte
volumen de intercambio. Las exportaciones de EE.UU. a Canadá alcanza-
ron en 1986 54.000 millones de dólares (el 22% de su total). Y por su par-
te, las exportaciones de Canadá a EE.UU. llegaron a los 70.000 millones de
dólares (el 750/0). La balanza comercial era, pues, deficitaria para EE.UU.
y el comercio agrícola sólo representaba el 3 por 100 del total de intercam-
bio.
El 2 de enero de 1988 fue firmado por el Primer Ministro Brian Mulro-
ney de Canadá y el presidente Ronald Reagan de EE.UU. el acuerdo co-
mercial entre sus dos países que, una vez aprobado por el Congreso esta-
dounidense y el Parlamento de Ottawa, entró en vigor elide enero de
1989. Entramos ahora a reseñar lo esencial de los capítulos del acuerdo con
algún detalle, por el hecho de que después esas reglas pasaron a recogerse
en el TLC Canadá/EE.UU./México:

a) Comercio de productos agricolas. Los derechos arancelarios para la


agricultura se suprimen en un plazo de diez años, pero permitiéndo-
se a Canadá el mantenimiento de cierta protección para las frutas
frescas y hortal izas, por un período de veinte años.
b) Industria del automóvil. Ambos Gobiernos acordaron mantener y
completar el acuerdo de 1965 (Auto Pact) entre Canadá y EE.UU.,
que ya establecía un trato arancelario preferencial recíproco, así
como medidas favorables para el establecimiento de industrias a
am bos lados de la frontera común.
c) Industrias culturales. El Gobierno canadiense, por exigencia de su
propia identidad cultural, seguirá apoyando las actividades relacio-
nadas con la cultura (cine, video, música y grabación de sonido, pu-
blicaciones, televisión por cable, y radio). EE.UU. aceptó excluir
del acuerdo tales áreas.
d) Derechos arancelarios y reglas de origen. Éste es el objetivo princi-
pal del acuerdo: eliminar las barreras arancelarias y no arancelarias
al comercio en general; si bien los Estados mantienen su respectivo
arancel frente a terceros países. El calendario del desarme arancela-
rio entre EE. UU./Canadá es diferente según cuatro categorías de pro-
ductos:

Productos que ya estaban libres en 1988, y para los cuales se


consolidó ese tratamiento.
Los que se dejaron en derecho cero en enero de 1989 (cuero,
pieles, whisky, piensos, ferroaleaciones, material informático,
etcétera).
Productos cuyos aranceles se reducen por tramos iguaJes a 10
largo de cinco años a partir de enero de 1989 (papel, libros, ex-
plosivos, muebles, etc.).
Aquellos cuyo arancel se reduce por tramos iguales en diez
años, también desde enero de 1989 (productos agrícolas, texti-
1es, calzado, acero, etc.).

e) Energia. Se eliminan las restricciones para todos los productos


energéticos, con e] más alto grado de liberalización de los intercam-
bios, permitiendo la presencia de ambos países en las recíprocas
fuentes de energía (petróleo, gas, carbón, electricidad, uranio).
f) Servicios financieros. Se liberalizan estos servicios, suprimiéndose
]as restricciones a la libre implantación de bancos de EE.UU. en Ca-
10. Integración económica en las Amerl(a5(I)~ flA, ALCA; MeCA

nadá. Asimismo, se permite a las empresas de seguros estadouni-


denses implantarse, y cotizar en las bolsas de Canadá.
g) Inversión. A las empresas se les concede tratamiento nacional; con
ciertas limitaciones en los servicios financieros, transporte, y mer-
cados públicos.
h) Medidas de emergencia. Salvaguardias. En el período transitorio
del acuerdo, en caso de daño grave para un sector, causado por el
desanne arancelario, podrá paralizarse el descenso del gravamen, o
incluso aumentarlo por un máximo de tres años; en cuyo caso, la
otra parte será compensada. Después del período transitorio, podrá
realizarse ]0 propio, pero siempre previo mutuo acuerdo.
i) Servicios. Por primera vez se incluyó en un acuerdo de libre comer-
cio un buen número de sectores de servicios con tratamiento de na-
cionales para Jos ciudadanos del otro país. Lo mismo se hizo con el
derecho de establecimiento, y para las ventas a través de la frontera
de un amplio conjunto de servicios.
Se facilitan también los intercambios en lo relativo a proceso de da-
tos, turismo~ minería, construcción, gestión de explotaciones, máqui-
nas vendedoras, y un amplio etc. Quedan exentos del acuerdo los ser-
vicios técnicos de telecomunicaciones.
j) Estándares técnicos. Ambos Gobiernos se comprometen a trabajar
sobre el Código GATT de estándares, para tratar de hacer compati-
bles los de ambos países; incluyendo los de competencia provincial,
estadual o privada.
k) Vinos y licores. Se concede tratamiento nacional a los productos
recíprocos del sector; con excepción de la cerveza. Por tanto, se
suprimen las restricciones que existían -por parte de los mono-
polios provinciales canadienses- para la exportación de vinos y
alcoholes de EE.UU. a Canadá desde elIde enero de 1989. Las
medidas discriminatorias de precios para los vinos deben desapa-
recer en siete años; eliminándose el 50 por 100 en los dos prime-
ros años.
1) Procedimientos de arbitraje y contenciosos. Se establecen dos me-
canismos para el arreglo de las controversias. El primero, para los
casos de subvenciones y de «dumping». Cada país mantiene su le-
gislación nacional, pero funciona un tribunal de arbitraje conjunto,
elegido de listas de expertos imparciales de ambos países.
El segundo mecanIsmo se refiere al funcionamiento del acuerdo,
para lo cual hay otro tribunal de arbitraje, integrado por expertos
neutrales de la materia concreta que sea objeto de debate. A peti-
ción de uno de los Gobiernos se constituye en cada caso un panel
bilateral vinculante, sustituyéndose así la vía judicial.
También se constituyó un grupo de trabajo para configurar un con-
junto de reglas comunes sobre «dumping» y subvenciones.
__________ ._~~_*~I
• __ ~___
._.~_______._._ _ ~_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _.....
d___

m) Instituciones. El acuerdo crea una Comisión bilateral a nivel minis-


terial para snpervisar la implementación y la administración del
mIsmo.

En definitiva, el Acuerdo Canadá! EE.UU., aunque no diga que vaya a


formarse un mercado común, lo cierto es que claramente persigue ese obje-
tivo, yendo mucho más allá de una mera zona de librecambio.

10.2 La Iniciativa por las Américas y las negociadones:


el TLC y la Conferencia de Miami
En línea con la experiencia de la Zona de Libre Comercio con Canadá con-
seguida por su predecesor Reagan, el presidente George Bush anunció, en
septiembre de 1990, un nuevo programa de ayuda económica a América
Latina y al Caribe; en buena medida como compensación por el fracaso del
«Plan Brady», al que nos hemos referido en el capítulo 4 de este mismo
libro.
La «Iniciativa por las Américas», como se denominó la idea, se basaba
en tres pilares: reducción de deuda, inversión y libre comercio.
En el primer punto -deuda- se planteó la disminución del débito ofi-
cial contraído por los países del Sur con la Administración de EE.UU.,
más concretamente, la eliminación de una «parte sustancial» de los 7.000
millones de dólares emitidos en condiciones mejores que las del mercado;
y una parte de los 5.000 millones de préstamos otorgados a precios de
mercado (para así facilitar las operaciones «swap» de intercambio de deu-
da por inversión).
Bush propuso también la constitución de un nuevo fondo de 300 millo-
nes de dólares anuales, de los que Estados Unidos aportaría 100 millones, a
administrar por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para garanti-
zar nuevos préstamos en la renegociación de deuda con la banca privada.
El presidente Bush entendía que el objetivo final sería un sistema de li-
bre comercio que uniera toda América: Norte, Central y Sur. Objetivo que,
según a1tos cargos de 1a Administración de EE.UU., no se alcanzaría en
menos de una década.

10.2.1 El proyecto TLC

Dentro de ese proyecto, tuvo prioridad absoluta -hasta el punto de que


constituyó su mismo arranque- el acuerdo de libre comercio con México,
a base de extender al Sur la Free Trade Area (FTA) EE.UU.-Canadá.
Canadá adoptó una postura favorable a las relaciones triangulares, para
la formación de la North America Free Trade .Area, o NAFTA (no confun-
10. Integración económlca en Las Americas(I). fiA, TLl. Al( ¡\1
----------------------------------------------------.----~,
dir con la sigla análoga para Nueva Zelanda!Australia, que veremos en el
capítulo 14). Se originaría así el bloque comercial con 360 millones de con-
sumidores y un PIB global de 6 billones de dólares.
La idea de avanzar hacia algo de tanta envergadura como la NAFTA, to-
davía habría sonado a extraña propuesta, por no decir imposible, a la altura
de 1988; debido a la histórica inercia mexicana al más fuerte intervencionis-
mo estatal, en paralelo a su proteccionismo a ultranza. Sin embargo, la libe-
ralización económica, tanto interna como externa, promovida por el Presi-
dente Salinas de Gortari desde 1989, permitió que en 1991 los mexicanos
aceptaran la propuesta de George Bush de llegar a un acuerdo.

10.2.2 Los contenidos del TLe

ElIde enero de 1994 entró en vigor el TLC, tras un acalorado debate en


EE.UU.; y después de la inclusión, a instancias del Presidente Bill Clinton
(el tratado lo negoció su predecesor George Bush) de dos protocolos relati-
vos a política ecológica y condiciones laborales. Con ello se pretendió aca-
llar las últimas reservas proteccionistas -recubiertas de conservacionismo
y de inquietud por la inmigración- en el Congreso estadounidense.
El minucioso TLC, 10 integran ocho partes y veintidós capítulos 1, a lo
largo de los cuales, los tres Estados signatarios, concretan su voluntad de
profundizar las relaciones en los más diversos aspectos: mercados más ex-
tensos y seguros para bienes y servicios, derechos de propiedad intelectual,
condiciones adecuadas a fin de liberalizar la inversion; y los dos protocolos
ya mencionados: conservación del medio ambiente, y derechos de los tra-
bajadores.
Veremos algunos puntos concretos:

a) Calendarización del levantamiento de obstáculos cuantitativos hasta


la plena libertad de circulación de autocares y camiones.
b) Libre tránsito de los hombres y mujeres de negocios por los tres pa-
íses, pero sin plantearse en ningún momento la supresión de trabas
al movimiento de trabajadores.
c) Armonización del espinoso tema del reconocimiento mutuo de los
títulos profesionales.
d) Derecho de establecerse cualquier clase de instituciones financieras
según la modalidad jurídica elegida por los inversionistas; con un
mecanismo de solución de controversias en la materia.
e) Reserva por parte de México -por así estar previsto constitucional-
mente- de las actividades relativas a la prospección, refino, co-

1 Patricia Gudiño, «América del Norte: su proceso de integración y el Istmo Centroa-

mericano)), Integración Latinoamericana, n.o ]98/99, marzo-abril 1994, pág. 15.


Integración economü a

mercio exterior, transporte y distribución de hidrocarburos, produc-


tos químicos de base, y minerales radiactivos; al igual que todo lo
referente a electricidad.

La Comisión del Tratado, su órgano de control, tiene la sede en Was-


hington, DC. Está compuesta por un Consejo Ministerial, un Secretariado
Internacional de Coordinación, y tres oficinas administrativas nacionales.
En coherencia con su carácter de zona de libre comercio, los tres países
firmantes del TLC mantienen sus respectivos aranceles de aduanas frente al
resto del mundo.

10.2.3 El efecto tequila 2

El TLC, fue -y sigue siendo- muy controvertido en México, especial-


mente después de las turbulencias de 1994, durante los últimos meses del
mandato de Salinas de Gortari. La relación de episodios resultó harto preo-
cupante: sublevación zapatista en el estado de Chiapas, el menos desarro-
llado de la República; muerte en atentado de Luis Donaldo Colosio, candi-
dato a la presidencia como sucesor de Salinas; y asesinato de otro alto
dirigente político, Ruiz Massieu, según todas las apariencias por encargo de
los narcointegristas.
A todo ello, siguió la gravísima crisis financiera en los primeros meses
del mandato del nuevo Presidente, Ernesto Zedilla, por la fuerte devalua-
ción del peso; que comportó serios trastornos en términos de aumento del
paro, caída del nivel de vida, y crispación social.
La crisis llegó a conmover no sólo los mercados financieros de México, sino
que por unas semanas contagió (efecto tequila) al resto de Iberoamérica, y so-
bre todo a Argentina y Brasil. E incluso impactó psicológicamente a EE.UU. y
su moneda, el dólar, que se vio presionado a una baja aún mayor frente al DM
yal yen; de la que sólo empezó a recuperarse en el verano de 1995.

10.2.4 La experienda mexicana del TLC

Actualmente (1999), para México, el TLC se traduce en un volumen co-


mercial de 150.000 millones de dó1ares en dob1e vía, habiéndose concentra-

2 La crisis del peso mexicano, tiene una buena explicación en el extenso trabajo de Mi-
chael Hish y Tim Padget, «Humble Pie», Newsweek, 16-1-1995. En cuanto a la ayuda de
EE.UU. John Greenwald, «Don't Panic: Here Comes Bailout Bil1», TIME, 13-11-1995,
pág. 24 Y sigs. Para la reacción desde Argentina, David Pilling, «Argentina combats
Mexican wave», Financial Times, 9-1-1995, pág. 17; asimismo, Domingo Cavallo,
«Tra!f' el impacto de la crisis mexicana, la prioridad es el empleo», El Mundo, 20-VI-
1995,pá~. 72.
t dfiOn i:'conornH..J en las

do los incrementos de intercambios totales, con EE.UU. y Canadá hasta al-


canzar un peligroso 80 por 100. Circunstancia que ha propiciado un acuer-
do de Zona de Libre Comercio con la UE, en la idea de lograr una mayor
diversificación en las relaciones internacionales.
Aparte del comercio, ]0 cierto es que en el repertorio de cuestiones
EE. UU / México hay algunos temas litigiosos. Entre ellos, el narcotráfico,
al estimarse que el 80 por 100 de la droga que entra en la Unión Norteame-
ricana proviene del Sur de Río Grande. Lo cual comporta una fuerte inge-
rencia de Washington D.C. en los asuntos aztecas, por mucho que el verda-
dero problema radique en que los estadounidenses tienen el más alto
consumo de narcóticos del mundo. Con la particularidad adicional de que
si los mexicanos eran antes los primeros productores de marihuana, ya no
lo son desde que ese puesto lo ocupa la California del Norte.
Otro tema crucial, por su carácter humano y sus perspectivas de futuro,
radica en las migraciones y, fundamentalmente, en el trato que EE.UU. da a
los inmigrantes, ante las previsiones de que si hoy el 11,4 por 100 de su po-
blación es de origen hispano (y sobre todo méxicano), de seguir las tenden-
cias actuales, en el 2050 se llegaría al 24,5; convirtiéndose así en la minoría
étnica y lingüística más importante de) país de las barras y estrellas.

10.2.5 La ALCA/FTAA

Entrando ahora en los efectos más positivos del TLC, debemos referirnos a
la Conferencia de Miami, celebrada del 8 al 11 de diciembre de 1994, en la
que Bill Clinton logró reunir a representantes de 34 naciones del continente
americano (todas menos Cuba). La idea de la convocatoria estaba en la lí-
nea de la Iniciativa por las Américas emprendida por George Bush 3.
A efectos de materializar sus propósitos, los presidentes firmaron el
Pacto para el Desarrollo y la Prosperidad, anunciando la creación de una
zona de Jibre comercio hemisférica para el año 2005. El acuerdo se forma-
lizó en dos textos: Declaración de Principios, y Plan de Acción.
Conforme a esos documentos, los líderes reunidos, decidieron «iniciar de
inmediato el establecimiento del Área de Libre Comercio de las Américas
(ALCA; o FTAA según la sigla en inglés), dentro de la cual se eliminarían
progresivamente las barreras al comercio y la inversión. El acuerdo apunta a
construir el mayor mercado del mundo, de 850 millones de habitantes, que
supondría un movimiento de comercio y servicios calculados en 13 billones
de dó1ares para e) 2005; de mantenerse las tendencias de 1994.

3 George Graham y Stephen Fidier, «AH-Americas free Trade Zone by 2005», en Fi-
nancial Times, 9-XII -1994. También Al Gore, «La cumbre de Miami en la economía de
las Américas», Negocios, 7-XII-1994, pág. 3.
Integración económica

El calendario de ALCA comenzó a desarrollarse en enero de 1995, con


una reunión preparatoria de ministros de Comercio de los países interesados.
En esa cita, se definió el cronograma de acciones, y empezó a considerarse
cuál podría ser la vía más adecuada para liberalizar el intercambio: si la pro-
gresiva ampliación del TLC, o si la convergencia de los distintos esquemas
parciales de integración ya existentes al Norte, Centro y Sur.
Otra cuestión de interés en la propia conferencia de Miami, en la óptica
de la integración global del continente, fue la invitación fonnulada a Chile
para su participación en el TLC 4. Las conversaciones para ello, se iniciaron
en la primavera de 1995, y en 1997, en la Declaración de Belo Horizonte
del Mercosur -al principio Brasil se mostró contrario al proyecto, sobre
todo por las prisas de EE.UU.-, se estableció que la segunda cumbre de
los treinta y cuatro países americanos se celebraría en Santiago de Chile en
abril de 1998; como así se hizo. En esa reunión (todavía sin permitir la
asistencia de Cuba) se tomaron acuerdos sobre educación, democracia, po-
breza, y se esquematizó el proyecto ALCA 5:

- Negociaciones para establecer una Zona de Libre Comercio en el


2005.
- Promoción de mercados financieros más saludables y estables al ob-
jeto de evitar crisis de gravedad.
- Protección del medio ambiente, con iniciativas sobre el cambio cli-
mático y el desarrollo de las energías limpias.
- Impulso de la integración a través de acciones conjuntas en materia
de transportes y telecomunicaciones.
Desarrollo de Internet y de otras nuevas tecnologías.

La decisión institucional de mayor porte de la Conferencia de Santiago


de Chile, fue asignar todo el ulterior proceso negociador de ALCA a la Or-
ganización de Estados Americanos (OEA), cuyo presidente, Osear Gaviria
-ex-presidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz-, aceptó de buen
grado el mandato.

10.2.6 ¿Es pos;ble la TAFTA?

Destaquemos, por último una consecuencia más de la conferencia de Mia-


mi: la hipótesis de un Área de Libre Comercio Transatlantica, más cono-
cida por su posible sigla en inglés de TAFTA (Transatlantic Free Trade

4 G. Graham y S. Fidier~ «Chile invited to take part in NAFTA», Financial Times, 12·
XIl-1995.
5 El Comercio, Lima, 20.IV.98. Sobre las relaciones Mercosur / ALCA, Pedro da Motta
Veiga, «El MERCOSUR y el proceso de construcción de ALCA)}, en Integración &
Comercio, septiembre - diciembre 1997 .
.
jO. in tegración económica en las Américas (1). FTA, TLC, ALCA, MeCA

Association). Inicialmente fue propuesta por el super-activo comisario de la


UE Leon Brittan, quien se ocupó de dejar en claro -por las renuencias
francesas- que los productos agrícolas no se incluirían en el esquema 6.
Jacques Santer, Presidente de la Comisión, apoyó la idea en un primer
estudio, e incluso llego a decirse que el tema se trataría en la Cumbre de
Madrid de diciembre de 1995. Como así se hizo, con la New Transatlantic
Agenda (NTA) , que se materializó en la firma de Felipe González -por
entonces máximo representante de la UE, durante la segunda presidencia
española- y Bill Clinton. En el acuerdo suscrito, el futuro de las relacio-
nes se centró en cuatro puntos principales:

- Promoción de la paz, la estabilidad, la democracia y el desarrollo


económico y social.
- Respuesta a los retos de la globalización.
- Expansión del comercio mundial y relaciones económicas más estre-
chas para construir un New Transatlantic Marketplace (NTM) a
modo de zona de libre comercio.
- Establecimiento de puentes a través del Atlántico vía el Transatlan-
tic Business Dialogue (TABD) 7.

La propuesta de la TAFTA cuantitativamente, es de gran trascendencia,


si se recuerda que el destino del 17,6 por 100 de exportaciones 1994 de la
UE es a EE.UU, y que éstos dirigen el 25 por 100 de su exportación a la
UE; con un intercambio total de 160.000 millones de Ecus. El Reino Unido
y Alemania ya han manifestado su punto de vista favorable al proyecto.
Pero en EE.UU -como veremos en el capítulo 20-, se nota un cierto can-
sancio por tanto libre comercio. Así pues, la TAFTA habrá de esperar 8.

10.3 El Mercado Común Centroamericano (MCCA)

Este área de integración tiene una dimensión relativamente reducida, pues


aunque abarca un total de cinco países (Guatemala, El Salvador, Honduras,
Nicaragua y Costa Rica), su superficie es de 423.818 K.m2, su Producto
Bruto Global en 1995 se situaba en 46.450 millones de dólares, y su pobla-
ción es de unos 32,5 millones de habitantes. En otras palabras, el MCCA en
su conjunto (véase cuadro 1) es inferior a Colombia o Venezuela, y de di-
mensión económica, como atormentado conjunto.

6 C. Segovia, «La Comisión de la UE propone un tratado de L.C. con EE.UD», El Mun-


do,1-V-1995.
7 FYI, 14.VI.1996.
8 Paula Dwyer y Anny Borrus, «Remember NAFTA? Wel1~ here comes TAFTA», Bu-
siness Week. 8-V-1995.
Integración económica

Cuadro 1.
l. Principales magnitudes del MCCA (1995)

PIB Comercio Exterior

MíDones Miles de millones Percápita (miles M de dólares)


Países Km 2 de habitantes (dólares) (dólares) Exportación Importación

Guatemala 108.889 10,60 14,49 1.367 2,16 3,29


El Salvador 21.041 5,60 9,47 1.691 1,00 2,85
Honduras 112.088 5,90 3,94 667 1,06 1,22
Nicaragua 130.700 4,40 1,91 434 0,52 0,96
Costa Rica 51.100 3,40 9,23 2.716 2,61 3,25

Total C.A. 423.818 29,90 39,04 1.306 7,35 1l,58


Panamá 75.517 2,60 7,41 2.851 0,63 2,51

Total América Central 499.335 32,50 46,45 1.429 7,97 14,09

11. Comercio intra-centroamerlcano en miles de dólares

1994 1995 1996

Países Import. Export. Import. Export. Import. Export.

Guatemala 506.652 295360 610.603 365.705 625.820 367.811


El Salvador 323.599 353.770 353.924 404.210 357.069 428.405
Honduras 124.632 199.200 153.038 269.310 171.771 327.369
Nicaragua 85.165 176.630 73.178 213.634 93.024 243.163
Costa Rica 253.924 204.185 316.192 203.574 312.892 219.514

Total de países del MCC (1) 1.273.972 1.229.415 1.506.935 1.456.433 1.560.576 1.586.262
Total del/al Mundo (2) 10.223.602 5.509.089 12.086.827 6.864.005 12.304.224 7.785.639
Relación porcentual (1) / (2) 12,5 22.3 12,5 21,2 12,7 20,4

(*) El peso centroamericano equivale al dólar de EE.UU.


FUENTE: Naciones Unidas e INTAL (BID).

Sin embargo, por su planteamiento y por su desarrollo, el MCCA fue


durante bastante tiempo el proceso de integración más adelantado en el
continente americano, y reiteradamente se le tomaba como modelo de lo
que podría ser el acercamiento entre las economías nacionales del resto de
los países iberoamericanos 9 •

• 9Ello es evidente en la obra Proposiciones a los Presidentes latinoamericanos. pre-


sentada por R. Prebisch, F. Herrera, J. A, Mayobre y C. Sanz de Santamaría, incluida
en la obra Hacia la integración acelerada de América Latina, Fondo de Cultura Econó-
mica~ México, 1965.
Al( A 1'-1(( A

Es cierto que el proyecto centroamericano tuvo particularidades muy es-


peciales, hasta el punto de que con frecuencia se le calificó de reunión de
los miembros separados de una nación desunida. Hasta 1821, los cinco ac-
tuales territorios centroamericanos constituyeron una unidad política y eco-
nómica dentro de la Capitanía General de Guatemala, una parte más del
sistema del Imperio español en América. Desde luego que por entonces, y
tal como sucedía en otras zonas del mundo, las dificultades de transporte
hacían que el comercio dentro del área centroamericana fuese relativamente
escaso. De hecho, cada una de las provincias componentes de la Capitanía
General contaba con los recursos propios para el abastecimiento de las nece-
sidades más importantes de sus poblaciones. No obstante, hay que señalar
que en los últimos tiempos de la Capitanía General, el comercio dentro de la
zona era una amplia realidad, como 10 demuestra el hecho de que el puerto
principal por el que salían los productos de las provincias de Guatemala y
Chiapas era el de Acajutla, situado en territorio actualmente salvadoreño.
Con la proclamación de la independencia de México en 1821, el movi-
miento independentista se extendió a toda América Central, que tras un
corto lapso de incertidumbre se unió globalmente al Imperio mexicano.
Poco después, en 1823, a la caída de lturbide, las cinco provincias del Ist-
mo adquirieron de nuevo su independencia 10, pero manteniéndose unidas
entre sí en la Federación conocida con el nombre de «Provincias Unidas del
Centro de América», que contaban con una serie de instituciones económi-
cas comunes, entre ellas, un sistema monetario único, basado en el peso
centroamericano.
Entre 1823 y 1838, la vida de las Provincias del Centro de América dis-
currió llena de inquietudes. El haber obtenido su independencia -primero
de España y más tarde de México- sin guerra o sin luchas de gran enver-
gadura, tuvo, desde el punto de vista político, una incidencia que, en cierto
modo, puede calificarse de desfavorable. No llegó a forjarse un verdadero
nacionalismo centroamericano, como lo demostró el hecho de que muy
pronto las tendencias separatistas de las distintas provincias se hicieron
más fuertes que los esfuerzos en pro del mantenimiento de la unión. La ac-
cidentada crónica histórica de la República Centroamericana terminó trá-
gicamente en 1842 con la muerte del general hondureño Morazán, último
paladín de la Federación, ejecutado en San José tras la derrota de su ejérci-
to por los separatistas costarricenses.
De hecho, la Federación quedó disuelta en 1838, y desde entonces hasta
1950 se produjeron no menos de un centenar de intentos de vuelta a la
unión, todos ellos frustrados. Esos intentos se hicieron a través de tres vías
diferentes: la guerra, la política y el proyecto de unión administrativa. En

JOLa provincia de Chiapas, al separarse Centroamérica del Imperio mexicano en 1823,


quedó anexionada a México.
Integración económica

ninguno de esos tres casos se contó con intereses económicos en favor de la


unión, lo cual explica su fracaso reiterado. El atraso en las comunicaciones,
los antagonismos de intereses entre las oligarquías locales, la presión del
capitalismo norteamericano a través de las grandes compañías del café y,
sobre todo, del banano, fueron también factores negativos en ese sentido.
La creación del Comité de Cooperación Económica del Istmo Centroa-
mericano, subsidiario de la CEPAL, marcó desde 1951, el comienzo de
una nueva vía de entendimiento, esta vez la económica, que encontró su
vertiente política en la fundación de la Organización de Estados Centroa-
mericanos (ODECA) 11, A partir de ese momento, el proceso de acerca-
miento económico de las cinco repúblicas centroamericanas fue avanzan-
do con una serie de hitos históricos: tratados bilaterales de comercio y
preferencias recíprocas entre 1948 y 1955, Tratado Triangular El Salva-
dor-Guatemala-Honduras de 1955, Tratado Multilateral de Libre Comer-
cio de 1958, Convenio de Industrias Centroamericanas de Integración
(1958), Tratado Tripartito de Integración de Guatemala-El Salvador-Hon-
duras (1959). Y, finalmente, el Tratado General de Integración Económi-
ca de 1960 (Tratado de Managua), al que se encuentran incorporados los
cinco países del Istmo.
La construcción del Mercado Común Centroamericano se desarrolló con-
forme a las líneas maestras del Tratado de Managua, origen de los mecanis-
mos económicos comunitarios que detallamos a continuación. La vigilancia y
la preparación de los estudios conducentes al desarrollo del Tratado se confió
a la Secretaria de Integración Centroamericana (SIECA), que tiene su sede en
Guatemala.
Recordemos que en el cuadro 1 figura alguna información básica sobre
los países de América Central, así como el intercambio-intra-MCCA.

10.3.1 Construcción de la Tarifa Exterior Común

En la alternativa de crear una zona de libre comercio o un mercado común,


los autores del Tratado de Managua escogieron esta segunda vía, como su-
peración precisamente de los anteriores acuerdos multilaterales de libre co-
mercio. Para ello, elaboraron su propio Arancel Aduanero Común, basado
en la Nomenclatura Arancelaria Uniforme Centroamericana (NAUCA). El
arance] así construido se puso en aplicación a lo largo de los años 1961 a
1966, en un proceso programado de equiparación de gravámenes frente al

II La ODECA fue creada en 1950, yen 1991 fue sustituida por la SICA. Sobre este y

otros aspectos de la cooperación e integración política, puede verse la obra de Félix Fer-
nández Shaw La integración de Centroamérica, Ediciones de Cultura Hispánica, Ma-
drid, 1965.
10. [t1tegratión económica en las Américas(I). FTA, TLC¡ ALCA r MCCA

exterior que se hizo efectivo en casi la totalidad de las posiciones del


Arancel.

10.3.2 Desarme arancelario y contingentario


Simultáneamente con la construcción del arancel aduanero común, los paí-
ses centroamericanos pusieron en marcha un dispositivo de liberación del
comercio intracomunitario, consistente en la desgravación arancelaria pro-
gresiva y en la supresión paulatina de las restricciones cuantitativas. Salvo
en algunos casos (entre los cuales los automóviles son la partida más im-
portante), el programa de desgravación y descontingentación se cumplió de
modo efectivo, de forma que la circulación de bienes entre los países
miembros quedó en su inmensa mayor parte libre de trabas arancelarias y
comerciales.

10.3.3 Pol1tica comercial común


Los países centroamericanos, para agilizar el comercio intracomunitario
constituyeron en 1962 la Cámara Centroamericana de Compensación 12, a
través de la cual se multilateralizó la liquidación de las operaciones comer-
ciales dentro del MCCA. La Cámara llegó a realizar normalmente la liqui-
dación de más del 80 por 100 del comercio intracomunitario, 10 cual da una
idea de su efectiva utilidad. Sin embargo, las dificultades repetidamente
aludidas deterioraron el sistema.
En 1964 se dio un paso más en la política monetaria común, al establecer-
se el Consejo Monetario Centroamericano (actualmente con sede en San José
de Costa Rica), con la meta final de la unión monetaria de los cinco países,
tomando como moneda común el Peso Centroamericano, que es empleado
como unidad de cuenta en las operaciones de la Cámara de Compensación.
Para contribuir a la financiación de los proyectos de todo tipo relaciona-
dos con el proceso de integración en 1960 se fundó por los cinco países
miembros -con el apoyo financiero de EE.UU.- el Banco Centroameri-
cano de Integración Económica. Esta institución financiera regional capta
recursos externos para su canalización a Jos proyectos industriales de inte-
rés multinacional. El Banco, cuya sede radica en Tegucigalpa, edita un in-
forme anual muy detallado sobre el desarrollo de sus actividades 13.

12 Sobre el funcionamiento inicial de la Cámara, cuyo agente es el Banco Central de


Honduras, puede verse Tres años de compensación multilateral centroamericana, Te-
gucigalpa, 1964, así como los informes anuales, cuya edición está igualmente a cargo
del Banco Central de Honduras.
13 Pueden verse las Memorias anuales del Banco Centroamericano de Integración Eco-

nómica.
Integración económica

10.3.4 Regímenes de ;ndustrias centroamericanas de integración


y de ;ncennvos fiscales un;formes
El régimen de industrias centroamericanas de integra~ión fue establecido
por el convenio del mismo nombre, suscrito en 1958 por los cinco países
miembros del MCCA. Su propósito consiste en repartir de forma equilibra-
da dentro del área de integración las nuevas industrias que pretendan bene-
ficiarse de los privilegios regionales~ entre ellos, las exenciones fiscales, el
libre comercio, y la equiparación de gravámenes frente a terceros. Aunque
se pusieron en marcha dos proyectos industriales de este tipo (una fábrica
de neumáticos y otra de insecticidas), lo cierto es que el progreso acelerado
del desarme aduanero y contingentario automático a partir de 1961, convir-
tió al Acuerdo sobre Industrias Centroamericanas de Integración en un ins-
trumento cuya aplicación resultó cada vez más dificil. Aparte de las tensio-
.nes nacionalistas que inevitablemente surgieron en el momento de discutir
la distribución zonal de las nuevas industrias, al decidirse en 1960 el mon-
taje de un proceso globa1 de integración, dejó de tener sentido el proyecto
de creación -y de yuxtaposición- de pequeños mercados sectoriales. La
complejidad del proceso burocrático para la declaración de «industria cen-
troamericana de integración» también contribuyó a la escasa aplicación de
lo que podría haber sido un instrumento de política industrial común.
Por otra parte, los cinco países centroamericanos realizaron una verda-
dera competición en 10 relativo a incentivos fiscales para atraer inversiones
extranjeras. Precisamente para terminar con esta carrera sin sentido, en
1958, es decir, también antes de crearse el MCCA, se firmó el «Convenio
sobre Incentivos Fiscales Uniformes». Las tensiones nacionalistas, provo-
cadas por las diferencias en cuanto a grado de desarrollo, hicieron imposi-
ble la aplicación efectiva del Convenio.
En definitiva, 10 que se aprecia en el MCCA, en todo lo relativo a política
industrial común, es la falta de una autoridad supranacional que decida por
mayoría y no por unanimidad los problemas de regionalización de las deci-
siones. Y en último término, la situación es la misma para la política de pla-
nificación. Si bien los cinco países del Mercado Común Centroamericano
tienen una Misión de Planificación Conjunta, subsidiaria de la Secretaría de
Integración Económica (SIECA), lo cierto es que la labor de encaje de los
proyectos nacionales dentro de un marco de planificación en común no pasa-
ron de ser una simple aspiración 14.

14 En toda Iberoamérica circulaba en los años 60 esta frase: «Existen tres diferentes cla-
ses de planificación económica: la coercitiva, que se practica en la URSS, la indicativa,
que se aplica en Francia; la decorativa, que es la seguida en América Latina.» Se quiere
expresar con esto que el paso a la verdadera planificación no se ha dado en prácticamente
ningún país. Las más de las veces los planes de desarrollo quedan convertidos en simples
catálogos de lo que en el mejor de los casos podrían llamarse «buenas intenciones».
" 10. Integración económica en las Américas(I). FTA r TlC, ALeA, MCCA

10.3.5 Balance del Mercado Común Centroamericano

Los hasta aquí señalados son los elementos básicos de construcción del
Mercado Común Centroamericano. Es evidente que en la evolución del co-
mercio intracomunitario antes de la crisis de 1969 se alcanzaron cifras es-
pectaculares --claro que a escala de Centroamérica-, pasando el comercio
intracomunitario de 32 millones de dólares en 1960 a más de 200 millones
en 1968 (y del 7,5 por 100 a más del 20 por 100 respecto del comercio to-
tal). Pero no es menos evidente que en los campos colindantes con el estric-
tamente comercial, el programa de integración tropezó con las graves difi-
cultades ya aludidas (persistencia de fronteras fiscales, inexistencia de un
programa de industrialización, falta de política común sobre inversiones ex-
tranjeras, planificación todavía compartimentada por países, etc.).
Sin embargo, la mayor dificultad del proceso de integración viene dada
por la propia estrechez del Mercado Común en curso de creación, que no
constituye un atractivo suficiente para inducir un gran desarrollo industrial
a largo plazo. De ahí el interés que al comienzo de los años 70 el MCCA
prestó al futuro de sus relaciones con los países limítrofes (Panamá y, so-
bre todo, México).
La guerra entre El Salvador y Honduras de 1969, situó al borde del abis-
mo al MCCA. Un conflicto que se provocó por el escaso avance integrato-
río, por no haber llegado a regular -liberalizándolo-- el derecho a la mo-
vilidad de personas y al establecimiento. Sin esa regulación comunitaria,
las migraciones salvadoreñas a Honduras (por la diferencia en las tensiones
demográficas) originaron toda una serie de incidentes y, en definitiva, el
enfrentamiento de los dos ejércitos.
Después, la organización del MCCA cayó en abierta descomposición.
Honduras dejó de aplicar el arancel aduanero común, y Costa Rica no tardó
en hacer lo propio a fin de conseguir mayores ingresos fiscales. En otras
áreas de intereses comunes, como la armonización fiscal, las relaciones
globales con México y Venezuela, la cooperación agropecuaria, y los in-
centivos uniformes, se entró en una fase de estancamiento e incluso de re-
gresión. A todos estos problemas se agregaron los provenientes de sucesos
metereológicos y telúricos: el terremoto de 1972 en Nicaragua que devastó
Managua, el huracán «Fifi» que asoló Honduras en 1974, y nuevamente un
movimiento sísmico de gran envergadura que en 1976 destruyó -según se
estimó- el 15 por 100 del capital fijo de Guatemala.

En un esfuerzo por superar los problemas propios del MCCA, en 1972


se constituyó el llamado Comité de Alto Nivel (CAN) a base de represen-
tantes personales de los presidentes de los Estados miembros. El CAN, con
el apoyo técnico de estudios elaborados por la SIECA, fue preconizando las
nuevas orientaciones que dentro del MCCA deberían seguirse en materias
como incentivos fiscales, desarrollo industrial, y política científica y de
Integradon eCOnOnllC3

propiedad industrial. Pero este progreso de las conversaciones del CAN no


podía solucionar nada si previamente no se resolvía el contencioso entre
Honduras y El Salvador. Lo cual sólo empezó a suceder el 7 de octubre de
1976, con la firma del llamado «convenio de mediación», que ya permitió
empezar a considerar la propuesta del CAN de ir a un tratado de creación
de la «Comunidad Económica y Social Centroamericana» (CESCA).
El proyecto CESCA aspiraba a organizar la Comunidad como perfeccio-
namiento del Mercado Común, estableciendo políticas uniformes en los
campos social, agrícola, industrial, monetario, de tratamiento al capital ex-
tranjero, de ciencia y tecnología, de integración física, etc. En materia de po-
lítica económica externa, trataba de fortalecer la capacidad negociadora de
Centroamérica en la comunidad internacional, utilizando para ello los aran-
celes de importación o de exportación, como medidas de promoción comer-
cial; entre ellas, la creación de un Instituto Centroamericano de Comercio
Exterior como entidad especializada en promoción del comercio.
En síntesis, el problema del MCCA visto a nivel de 1976, consistía en
cómo pasar de una situación de proceso integratorio deteriorado, a un nuevo
impulso que pudiera llevar a la creación de la CESCA. y aunque en los paí-
ses miembros hubo un cierto crecimiento, 10 cierto es que el problema siguió
radicando en algunos de los fenómenos ya mencionados antes: intereses de la
oligarquía, represión de las clases trabajadoras, dependencia del exterior. La
crisis de Nicaragua en 1977-1979, para desprenderse definitivamente de la
férula de la familia Somoza, fue una buena muestra de ello. Y luego vino la
guerra civil en El Salvador, así como los movimientos de guerrillas en Guate-
mala. Una sucesión de inestabilidades que hicieron del MCCA un organismo
a veces un tanto inexistente en la realidad y en verdad poco operante.

En otras palabras, en los países del MCCA, tal vez con la única excep-
ción de Costa Rica, se estaba muy lejos de una mínima estabilidad política.
y lo cierto es que sin ella, todo el proceso de integración se ve sometido a
mil y un avatares. ASÍ, lo que en 1966 se saludaba como un sano y enco-
miable proceso de integración económica, hacia una verdadera unión, se
transformó en una simple y degradada área de preferencias, de la que pre-
tendió salirse con el proyecto CESCA aquí reseñado, cuyas dificultades de
realización se destacaban por el Secretario General de la SIECA en el oto-
ño de 1979, cuando con ocasión de celebrarse e118 aniversario de la orga-
nización se ponían de relieve las grandes deficiencias de funcionamiento
del MCCA por las siguientes razones:

l. La sobrevivencia de disposiciones unilaterales sobre co~troles de


precios y de regulaciones cuantitativas para la exportación e impor-
tación de algunos productos.
2. Interpretaciones nacionales que van contra el espíritu y la letra de
los convenios, protocolos y acuerdos regionales.
I
1
¡ 10. Integración económica en las Américas(I). FTA r TLC, ALCA MCCA t

3. Controles fronterizos y obstáculos a los transportes, aduciendo ra-


zones no siempre justificables.
4. Subsistencia del problema de los llamados «rubros sensitivos», de
obstáculos por el origen de las mercancías, problemas relacionados
con la competencia, impuestos internos al consumo, prácticas de
comercio desleal, etc. 15.

Pero desde 1979 todo se deterioró aún más en Centroamérica. La guerra


civil en El Salvador continuó agravándose a partir del asesinato de Monse-
ñor Osear Amulfo Romero el 24 de marzo de 1980 a manos de la reacción;
en Nicaragua, el intervencionismo de EE.UU. (incluso minando la CIA el
acceso a sus puertos) mantuvo el respaldo de la contrarrevolución contra
los sandinistas, alimentada por fondos votados en el Congreso de EE.UU.,
con toda clase de ataques y sabotajes desde Honduras, e incluso desde la
antes neutral Costa Rica. Y en Guatemala, prosiguió la situación de opre-
sión militar, con el desprecio más absoluto de los derechos humanos y polí-
ticos, hasta las elecciones de finales de 1985.
En ese contexto de violencia e interferencias imperialistas, la integra-
ción económica quedó casi totalmente resquebrajada 16, y la situación eco-
nómica se vio agravada por la inflación, el endeudamiento externo, la fuga
de capitales, etcétera. 17. Realmente, los problemas centroamericanos, te-
niendo una base estructural económica, necesitaban de una solución políti-
ca; «siendo el "Grupo de Contadora" una contribución insuficiente», decí-
amos en la 11. a edición (1987) de este libro. Después, surgió la nueva
iniciativa de paz, promovida por el Presidente Osear Arias de Costa Rica
-a quien en 1987 se le otorgó el Premio Nobel de la Paz- y que desem-
bocó en la plataforma de «Esquipulas 2» (por la localidad guatemalteca en
que se llegó al acuerdo).

10.3.6 El MCCA y su futuro

El 22 de enero de 1988, los vicepresidentes centroamericanos se reunieron


en la sede de la SIECA, en Guatemala, y aprobaron el Plan de Acción In-

15 Sobre la integración económica centroamericana son de interés las Lecturas que con

ese mismo título editó Eduardo Lizano en el FCE, México, 1975, con aportaciones de
la CEP AL, Carlos M. Castillo, Jorge Sol Castellanos, Alberto Fuentes Mohr, N. L.
Wilmore, Salvatore Schiavo-Campo, Peter Robson, Miguel S. Wionczeck, Gert Rosent-
ha}, Jorge González del Valle, Guatama Fonseca, SIECA y Francisco Villagrán Kramer.
16 Héctor Dada Hirenzi, «Evaluación de la integración centroamericana», en Integra-

ción Latino-americana (INT AL), D. o 86, diciembre 1983.


17 Francisco de Paula Gutiérrez, «América Central 1978-1984: una región en crisis», en

Integración Lationamericana, n.O 101, marzo de 1985.


mediata preparado por el Foro de Ministros Responsables de la Integración
Económica y el Desarrollo Regional.
Entre las acciones de emergencia previstas en el Plan~ figuraron las si-
guientes: 1) asistencia a refugiados y desplazados; 2) ayuda alimentaria;
3) Fondo de Emergencia para la Reactivación Económica de Centroamé-
rica~ 4) seguridad energética; y 5) deuda externa.
El Plan contó con el apoyo de la ONU, vía el Programa Especial de Ayu-
da a América Central.
Sin embargo, el impulso de los últimos tiempos que parece más serio, has-
ta ahora, hubo de esperar a 1990. Y aunque en América Central los buenos
propósitos no signifiquen necesariamente ulteriores avances, lo cierto es que
la reunión de Presidentes centroamericanos y de Panamá de junio de 1990, en
Antigua, Guatemala, permitió la aprobación de un nuevo propósito de reac-
tivación: el Plan de Acción Económico de Centroamérica (PAECA). En ese
documento, quedó planteada la necesidad de configurar un marco jurídico,
más operativo para el MCCA. Además, se reiteró la idea de hacer realidad el
Sistema Regional de Pagos, y de aplicar efectivamente el Programa de Des-
mantelamiento de los Obstáculos al Comercio Intracentroamericano. Cuestio-
nes, ambas, incluidas en el inventario de operaciones que la Comunidad Europea
se mostró favorable a apoyar en virtud del Convenio Financiero suscrito con el
MCCA. En ulterior desarrollo del PAECA, en 1991, se aprobó la eliminación de
los tratados bilaterales, para dar paso al mercado común regional (¿sucederá esta
vez?).
Lo cierto es que, a mediados de 1991, los augurios ya eran más opti-
mistas, pues a la revigorización del MCCA tras tan largo período de letar-
go, estaban contribuyendo, desde 1990, por lo menos tres circunstancias.
La primera, el ya aludido apoyo desde la Comunidad Europea, institucio-
nalizado desde 1984 en las llamadas Conferencias de San José (Costa
Rica).
En segundo término, vino el acuerdo de principio alcanzado en enero de
1991 entre los cinco presidentes centroamericanos y el Presidente Salinas
de Gortari, para estudiar la creación de una Zona de Libre Comercio Méxi-
co/Centroamérica, que podría extenderse, más adelante, a Venezuela y Co-
lombia; cuestión de la que ya nos hemos ocupado en el apartado 10.2.2. de
este mismo capítulo.
La tercera circunstancia favorable al MCCA, fue el reforzamiento de su
pacto petrolero con México y Venezuela, finnado en 1981, y conforme al
cual ambos países cedían como crédito el 20 por 100 del importe de las
compras petroleras centroamericanas a los bancos centrales de los cinco
Estados del MCCA.

Señalemos, adicionalmente, que en 1987 se estudió la posibilidad de


crear un Parlamento Centroamericano para impulsar la integración. Sin
embargo, la oposición de Costa Rica retrasó el proyecto, hasta que en 1989
10. Integración económica en Las Atnéricas(I). FTA, TlC, ALeA, MCCA

se planteó la misma intención sin los costarricenses, entrando en vigor el


tratado elIde mayo de 1990 18.
Por último, destaquemos el anuncio hecho el 20 de agosto de 1992, so-
bre la formación de una zona libre de comercio entre México y los cinco
países centroamericanos, a negociar bilateralmente. Lo cual, en el largo
plazo, significaría la incorporación de Centroamérica a la NAFTA, y la
subsunción del MCCA en ella.

El Sistema de la Integración Centroamericana, SICA, nació con el de-


nominado Protocolo de Tegucigalpa, de 13 de diciembre de 1991, para sus-
tituir a la Organización de los Estados Centroamericanos, ODECA 19. El
objetivo fundamental de la organización consiste en coordinar diversos es-
fuerzos de integración de América Central como región -se dice- de
paz, libertad, democracia, y desarrollo.
La supervisión del SICA abarca a una veintena de organismos, entre los
cuales se hallan la SIECA, el Parlamento Centroamericano, y la Corte Cen-
troamericana de Justicia. En el SICA participa el sector privado a través de
un comité consultivo.
Pero como afirma Alfredo Guerra-Borges 20 «si el SICA se evalúa desde
el punto de vista de los propósitos que se le asignan, y de las condiciones
existentes en Centroamérica para lograrlos, es forzoso admitir que el Proto-
colo de Tegucigalpa define un proyecto grandilocuente e inviable».
Una buena parte del Protocolo -sigue el alegato-- no podrá materiali-
zarse: «permanecerá como una hermosa caligrafia que en la práctica será
letra muerta. En Centroamérica lo posible dista mucho de lo deseable. Sólo
una intervención resuelta de la sociedad civil, en particular de los grupos
de presión cuyos intereses están directamente involucrados con el proceso,
haría posible corregir los errores que se vienen cometiendo, y establecer en
Centro américa el realismo y la modestia. Los sectores académicos están
llamados también a fijar una posición clara, fundamentada y enérgica, fren-
te al desmedido afán de producir instrumentos que pretenden comprometer
a la sociedad, sin ni siquiera haberla consultado».
A finales de octubre de 1993, en su XIV Reunión Cumbre, los Presiden-
tes centroamericanos aprobaron el Protocolo de Guatemala, con la acos-

18 Carlos Camino, «La interacción regional en América Latina y la búsqueda de un in-

terlocutor global para Europa», BICE, 2 de septiembre de 1991, pág. 2720. Sobre los úl-
timos desarrollos del MCCA dentro de una retrospectiva general, el artículo de Guiller-
mo Noriega Morales, «Breve historia del MCCA», en Integración Latinoamericana,
n.O 179, junio 1992, págs. 3-2l.
19 Integración Latinoamericana, n.o 193, septiembre 1993, págs. 58 y 59.

20 Alfredo Guerra-Borges, «La reestructuración del Mercado Común Centroamericano:


notas para una evaluación crítica», en Integración Latinoamericana, n.o 195, noviembre
1993, pág. 9.
Integración económica

tumbrada reafirmación de voluntad de impulsar de forma decidida el pro-


ceso de integración 21,
Al relanzamiento del MCCA, está contribuyendo el proceso de pacifica-
ción, que se ultimó en Guatemala en mayo de 1997, al ponerse fin a los en-
frentamientos entre el Ejército y las guerrillas. Lo cual propició el mayor
acercamiento de Panamá al resto de la América Central con vistas a la fir-
ma de un acuerdo de Zona de Libre Comercio; y otro tanto puede decirse
de la República Dominicana y, en menor grado, de Belice.
Así las cosas, los Presidentes de las Repúblicas centroamericanas desig-
naron en septiembre de 1997 un Grupo de Alto Nivel para la preparación de
las bases, condiciones, etapas y plazos dirigidos a constituir la Unión Cen-
troamericana. de plena integración política, económica, social y cultural.
Tal propósito se expresó en la Declaración de Nicaragua, basada en un
bosquejo del Presidente salvadoreño Armando Calderón, que fue respalda-
do por su colega hondureño Roberto Reina.
El objetivo de la proyectada unión se cifró en lograr «la Patria Grande,
democrática, equitativa, próspera, tolerante, competitiva y solidaria, cuyo
desarrollo supone la expresión de una voluntad política permanente». El
Canciller de Costa Rica, Fernando Naranjo, aclaró a la prensa que el mode-
lo a seguir sería el de la Unión Europea 22.
En línea con esos propósitos, todas las dependencias del Sistema de In-
tegración de Centroamerica (SICA), se ha centralizado en el centro de la
ciudad de San Salvador, en nuevas instalaciones de gran prestancia, facili-
tadas por la República de El Salvador, lo cual se ha interpretado como todo
un síntoma de la firme disposición para mejorar el seguimiento de la Unión
Centroamericana, que abarca (con Panamá) a 33 millones de personas y un
PIB global equivalente a 53.000 millones de dólares (1998).
Por lo demás, el proceso integratorio del área, podría reforzarse merced
al acuerdo de libre comercio que pronto podrían firmar con México el
triángulo de MCCA -Guatemala, El Salvador y Honduras, cuyo comercio
intrazonal ha aumentado de 600 a 1.800 millones de dólares sólo entre
1996 y ] 997-, Al tiempo, están haciendo lo propio Nicaragua y Costa
Rica, cada uno por su lado. De modo que de confirmarse tales expectativas,
habría un espacio comercial continuo entre Río Grande del sur y Colombia,
en disposición de insertarse en el proceso global de la ALCA 23.
Pero quizá lo más promisorio en la nueva realidad centroamericana, es el
cambio que está experimentándose en el clima microeconómico, por la li-
beralización de mercados, las privatizaciones, y los apoyos a la exporta-
ción. Lo cual se debe en gran parte a la influencia del equipo de Michael

21 Integración Latinoamericana, n.o 196, diciembre 1993, pág. 1.


22 Carta Mensual INTAL, número 14, septiembre 1997.

23 James Wilson, «Central America grasps the nettle of integration», Financial Times,

20.VIII.98.
4

10. Integración económica en las Américas(I). FTA, TLC, ALCA, MCCA

Porter, de la Universidad de Harvard, y de una escuela de negocios local, el


INCAE~ que actúa de hecho como secretaría de reformas.
Por otra parte, el sistema sweat shops -trabajo a domicilio-- se ha ex-
tendido por toda la zona, y especialmente en Honduras, con un crecimiento
espectacular de la industria de la confección; en buena medida por las in-
versiones de los coreanos, que encuentran en el área trabaj o barato, así
como el aliciente de exportar al gran mercado de EE.UU. con las facilida-
des de la «Iniciativa de la Cuenca del Caribe» comentada en este mismo ca-
pítulo 24.
Por lo demás, y aparte de las relaciones especiales de América Central
con México y EE.UU., los seis países del istmo están apoyando el proyecto
ALCA -al que nos referimos ya en 10.2.5.-, en el que definitivamente
quedarían subsumidos todos los mecanismos de integración que actualmen-
te funcionan, mejor o peor, en el continente americano.
En cuanto a las relaciones entre el MCCA y la UE, además de la impor-
tancia del mecanismo de San José, ya comentado, está el sistema de prefe-
rencias generalizadas y la asistencia del BEI y de otras instituciones euro-
peas.

24 The Economist, «Central America opens for business», 21. VI. 1997 . También Eduar-
do Alonso y Ronney Zamora, «Centroamérica: análisis de la situación actual y alternati-
va de la política arancelaria», en Integración & Comercio, enero-abril, 1996.
r 11. Integradón económica
en Las Américas (11).
j
1
ALALC, ALADI, CAN, G-3,
ii MERCOSUR, ALCSA
~

1
1

11.1 Los antecedentes de la ALALC

Aparte de las dificultades estructurales a que hemos aludido en el aparta-


do 1 del anterior capítulo (estrechos mercados nacionales, inflación estruc-
tural crónica, aligo-exportaciones, concentración excesiva del comercio
con determinados países, etc.), al final de la década de 1950 se presentaron
dos nuevos tipos de problemas en las relaciones económicas entre los paí-
ses de Iberoamérica.
El primero de ellos fue la creación, en marzo de 1957, de la Comunidad
Económica Europea. En el Tratado de Roma quedó bien claro e] propósito
del Mercado Común Europeo de desarrollar una política marcadamente
proteccionista para los productos agrícolas. Y no sólo para los productos de
la zona templada, que se obtienen en los propios países miembros de la
CEE; también en favor de los productos tropicales provenientes de las anti-
guas colonias africanas, que habían de quedar vinculadas al mecanismo co-
munitario a través de un sistema de asociación. Un planteamiento de esta
clase suponía, por tanto, una grave amenaza de obstrucción para el futuro
de las exportaciones a Europa de casi todos los productos primarios de ori-
gen sudamericano. Ante una situación como la reseñada, la reacción de los
países sudamericanos fue lógica: unir sus fuerzas para hacer frente a las
consecuencias económicas de la nueva agrupación europea.
Por otra parte, también hacia 1957 se planteó el tema de la renovación y
ampliación de los acuerdos preferenciales intrasudamericanos. Éste fue, sin

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duda alguna, el factor que presionó de fonna decisiva en favor del proyecto
de integración. Había que resolver los problemas planteados por el mante-
nimiento o la ampliación de una serie de preferencias bilaterales en cadena
otorgadas tiempo atrás entre diversos países sudamericanos (Brasil-Argen-
tina, Chile-Argentina, Chile-Perú, etc.). Los artículos 1 y 11 del Acuerdo
General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que instituciona-
lizan a nivel multilateral la cláusula de nación más favorecida -recuérdese
lo visto en 5.4-, dejaban como única puerta abierta para el progreso de ta-
les preferencias la construcción de una zona de libre comercio. Estando
Brasil, Chile, Perú y Uruguay dentro del GATT, y teniendo intención Ar-
gentina de adherirse al Acuerdo General, se hizo la oportuna consulta a las
Partes Contratantes en Ginebra, que no ofrecieron facilidades para crear al
sur del Hemisferio Occidental una nueva área de preferencias como excep-
ción a la cláusula de nación más favorecida, considerada como la esencia
misma del GATT. La única solución, se vino a decir, consistiría en que los
países consultantes se acogiesen al artículo XXIV del Acuerdo General,
que pennite la creación de zonas de libre comercio (o de uniones aduane-
ras) cuyas ventajas arancelarias internas no es preciso extender a las restan-
tes partes contratantes del GATT.
Paralelamente a la gestación del anterior problema, en la CEPAL se ha-
bían realizado ya los primeros estudios sobre integración económica a esca-
]a continental a que nos hemos referido en la sección 10.1. En el contexto
de las cuestiones suscitadas por el GATT y de las que previsiblemente ha-
brían de derivarse del nacimiento de la CEE, esos estudios de la CEPAL ad-
quirieron una nueva dimensión, como proyectos no sólo deseables, sino
incluso necesarios a corto plazo.
Los tres elementos señalados (GATT, CEE, CEPAL) forzaron la única
salida posible: la creación de una zona de libre comercio entre los países
del Cono Sur de Sudamérica (Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chi-
le). Estos países, al abrir sus negociaciones con tal propósito, invitaron a
participar en ellas al resto de Sudamérica, y en un momento inmediatamen-
te ulterior (durante la visita del presidente López Mateos al presidente
Frondizi), la invitación se amplió a México, situada al margen del anterior
cuadro preferencial sudamericano, pero que no ocultó sus intereses por las
conversaciones sobre el proyecto de la futura zona de libre comercio.
En definitiva, y tras una negociación relativamente breve, nació la Asocia-
ción Latinoamericana del Libre Comercio (ALALC), cuya carta fundacional
es el Tratado de Montevideo, suscrito en esa ciudad en diciembre de 1960.
El Tratado de Montevideo aspiraba simplemente al establecimiento de
una zona de libre comercio a través de distintos mecanismos que a conti-
nuación reseñamos 1, Y que en algunos casos fueron debidamente completa-

I La descripción que en los siguientes apartados se hace de los mecanismos de integra-


ción de la ALALC hasta mediados de la década de 1960, es una síntesis del contenido
p

11. Integración económü d en las Americas (11) ....

dos por medio de Resoluciones preparadas en la Secretaría ejecutiva de la


ALALC, con sede en Montevideo. En el cuadro número 1 figuran algunos
datos macroeconómicos sobre los socios de la ALALC, hoy ALADI.
El cuadro 1 da una idea de las principales macromagnitudes de los paí-
ses iberoamericanos.

Cuadro l. Datos macroeconómicos de Iberoamérica (1995)


t ",,~~.;'\**,~

Superficie Población PIB miles PIB pIe


Países miles Km l millones mili. Dólares dólares

Colombia 1.139 36,8 70,3 ) .910


Perú 1.285 23,8 55,0 2.310
Venezuela 912 21,7 65,4 3.013
Ecuador 283 11,5 16,0 1.390
Bolivia 1.098 7,4 5,9 800

A. TOTAL CANl 4.717 101,2 212,6 12.100

Brasil 8.511 159,2 579,8 3.640


Chile 756 14,2 59,0 4.160
México 1.972 91,8 304,6 3.320
Argentina 2.766 34,7 278,4 8.030
Paraguay 406 4,8 8,2 1.690
Uruguay 176 3,2 16,5 5.170

B. Otros ALADl 14.587 307,9 1.246,6 4.048,7

C. rOTAL ALADI (A + B) 19.304 409,1 1.459,2 3.566,8

Cuba 110 11,0 7,1 650


Rep. Dominicana 48 7,8 11,4 1.460
Centroamérica 421 29,9 37,4 1.251
Panamá 77 2,6 7,2 2.750

D. Otros Iberoamérica 656 51,3 63,1 1.230

E. TOTAL Iberoamérica (C+D) 19.960 460,4 1.522,3 3.306

1 CAN = Comunidad Andina.


....IiIfI~ .....
FUENTE: Anuario El Mundo /998 y elaboración propia.

del capítulo VIII de mí obra Alternativas de la República Dominicana frente a la inte-


gración de América Latina, BID-INT AL, Buenos Aires, 1967, págs. 255 a 322. Para
el desarrollo ulterior se han tenido en cuenta otras publicaciones que se citan en cada
caso.
11.2 El funcionamiento de la ALALC
A continuación, nos adentramos en el estudio de los diversos mecanismos
, de construcción de la ALALC: listas nacionales, lista común, supresión
de restricciones cuantitativas y acuerdos de complementación, tratamiento
más favorable a los países de menos desarrollo relativo, y problemas y me-
canismos monetarios. Pero previamente aclaremos que, como podremos
ver in extenso en la sección 11.4., desde 1980 la ALALC fue sustituida
por la ALAD 1 Y de hecho ésta perdió su importancia al nacer el Mercosur.

11.2.1 Listas nadonales

La libre circulación de mercancías entre los países miembros de la zona no


se instrumentó de modo automático como en el MCCA, sino conforme a
un sistema de negociaciones anuales, según el cual los Estados miembros
estaban obligados a concederse rebajas arancelarias selectivas que iban am-
pliándose a ]0 largo del período transitorio, para el cual se fijó en principio
una duración de doce años (1960-1972). Las concesiones, que cada país
otorgaba al resto de la zona, se incluyeron dentro de su Lista Nacional, que
en principio, y conforme al Tratado, debía ser cada vez más amplia y com-
prender concesiones de mayor intensidad, con una preferencia para los pro-
ductos ALALC gradualmente mayor en relación con terceros países.
La negociación de las Listas Nacionales fue muy fácil en los dos prime-
ros años de aplicación del Tratado de Montevideo, pues apenas se hizo otra
cosa que introducir en el nuevo sistema multilateral, las preferencias arance-
larias que ya se tenían otorgadas entre sí una serie de países miembros en los
previos acuerdos bilaterales a que nos hemos referido más arriba. Agotadas
esas concesiones «fáciles» o «indolosas», empezaron a plantearse arduos
problemas de ampliación de las Listas Nacionales. No tardó en generalizarse
el convencimiento de que el compromiso de la rebaja impuesto por el Trata-
do no estaba siendo cumplido 2 y de hecho el sistema se agotó antes de ser
utilizado hasta su perfección.

En definitiva, se pospusieron los objetivos de creación de la Zona de Li-


bre Comercio, dilación grave, ya que el final del período transitorio que se
había fijado para el 31 de diciembre de 1972 se llevó al 31 de diciembre de
1980. Por tanto, después de alcanzarse los nuevos objetivos de las Listas

2 Puede verse la «Lista consolidada de concesiones» que, de tiempo en tiempo~ editaba la


ALALC, yen doble aparecían codificadas las listas nacionales, de forma que para cada par-
tida de NABALALC (que es una nomenclatura basada en la uniforme de Bruselas, NAB)
figuraban las concesiones hechas por cada uno de los Estados miembros de la ALALC al
resto de la zona indiscriminadamente.
11. Integ radól1 e¡~o nü:n ¡C~ E'n tas Arnéo{ as (1I) ...
-
Nacionales (el 78,5 de reducción para 1974), aún quedarían seis años más
en el camino de supresión de las barreras arancelarias para lo sustancial del
comercio. Todo ello fue un indicio del poder de las tendencias proteccionis-
tas -frente al proyecto de zona de libre comercio-- en los países de la
ALALC.

11.2.2 Lista común

Las Listas Nacionales suponían ventajas concedidas por cada uno de los
Estados miembros de la ALALC a los restantes. Pero en caso de dificultad,
y con ocasión de cualquiera de las negociaciones o rondas arancelarias
anuales que se celebraban en la Asociación (en el último trimestre de cada
año natural), las concesiones podían ser retiradas, sin más que compensar
la ventaja así retirada con una nueva de efecto equivalente. Para superar
este problema de posible «velo de Penélope», de tejer y destejer de conce-
siones, los autores del Tratado de Montevideo concibieron la idea del esta-
blecimiento de una Lista Común, que se perfeccionaría en 1972.
Todo producto incluido en la Lista Común se suponía que había de que-
dar exento -para siempre y sin posibilidades de ulterior retirada- de
cualquier tipo de barreras arancelarias y contingentarias.
Al igual que lo sucedido con las Listas Nacionales, una vez agotadas las
inserciones «fáciles» en la Lista Común, las dificultades del mecanismo se
hicieron plenamente patentes. Ni siquiera pudo llegarse a un acuerdo sobre
el «segundo tramo» en 1967 Y el método se abandonó.

11.2.3 Supresión de restricciones cuantitativas y acuerdos


de compLementación

La libre circulación de mercancías que para el tratamiento arancelario supo-


nían las Listas Nacionales y -para el futuro--Ia Lista Común, se perseguía
asimismo por medio de otros dos mecanismos: la supresión de restricciones
cuantitativas y los acuerdos de complementación.
Aunque en el Tratado nada se decía sobre ello, pronto se advirtió en la
ALALC que las concesiones arancelarias recíprocas podrían quedar anula-
das o amortiguadas en alto grado en caso de persistir las restricciones cuan-
titativas aplicadas por algunos de los países de la zona (fundamentalmente,
Colombia, México y Venezuela). Ésta fue la razón de que en su Resolución
número 65 la Asociación decidiera establecer un procedimiento de consul-
tas, para la supresión paulatina de las restricciones cuantitativas que afecta-
sen a los productos incluidos en las Listas Nacionales.
Por otra parte, para acelerar el proceso de integración dentro de un marco
tan somero como el del Tratado de Montevideo, se ideó el mecanismo de los
acuerdos de complementación industrial. En pocas palabras, ese sistema per-
mitía que dos o más países miembros de la Asociación se otorgasen concesio-
nes recíprocas (al margen de las Listas Nacionales) para facilitar el estableci-
miento de industrias concretas, que de este modo podían contar desde un
principio con un mercado más amplio que los estrictamente nacionales. Los
acuerdos de complementación suscritos hasta 1980 no fueron de gran enti-
dad 3. Ello demostró, análogamente a lo ocurrido en Centroamérica con las in-
dustrias de integración, que es muy dificil crear pequeños mercados comunes
sectoriales dentro de un área en proceso de integración global.

11.2.4 Tratamiento más favorable a los paises de menor


desarrollo relat;vo

Al redactarse el Tratado de Montevideo se tuvieron en cuenta las fuertes di-


ferencias existentes en cuanto a grado de desarrollo en el área latinoameri-
cana. Ésta fue la razón de que se creara la categoría de «países de menor
desarrollo relativo».
Aunque no había una definición expresa, se consideraron como tales los
países que no solamente tenían un nivel muy bajo de renta per capita, sino
que además contaban con un sector industrial muy limitado. Inicialmente
se calificó como países de menor desarrollo relativo a Ecuador y Paraguay,
categoría en la que más tarde ingresaron Bolivia y Uruguay 4.

11.2.5 Problemas monetarios

En el Tratado de Montevideo no existían referencias sobre los aspectos mo-


netarios de integración. Ello era bastante comprensible en un área como
Iberoamérica, en donde la experiencia de inestabilidad monetaria (devalua-
ciones, controJes de cambio, etc.) fue realmente muy negativa desde finales
de la Segunda Guerra Mundial.
Sobre unas bases monetarias nacionales tan precarias, diftcilmente po-
dría haberse intentado el montaje de una organización monetaria multina-
cional.
No obstante, en 1965 los países miembros de la ALALC crearon un Co-
mité Consultivo de Problemas Monetarios, e iniciaron la práctica de reunio-
nes anuales de sus Bancos Centrales. Precisamente de estos encuentros

3 Pueden verse la relación y el detalle completos en el mismo volumen en que la

ALALC publicaba la «Lista consolidada de concesiones».


4 Como anexo a la «Lista consolidada de concesiones», la Secretaria de la ALALC pu-

blicaba, de tiempo en tiempo~ un volumen que contenía las listas de ventajas no extensi-
vas a favor de los países de menor desarrollo relativo.
4

11. lntegidción econórnica en las Américas (11) ...

surgió el «Acuerdo de Compensación entre Bancos Centrales Latinoameri-


canos)} 5.
Tras ese acuerdo, la novedad ulterior más importante fue la creación, en
1976, de la «aceptación bancaria latinoamericana» (ABLAS), una especie
de letra de cambio de formato uniforme para todos los países de la
ALALC6.
Ninguno de esos dispositivos llegó a tener virtualidad por los procesos
inflacionistas y la prevalencia del dólar de EE.UU.

11.3 Un balance general de la ALALC


En el momento de enjuiciar globalmente el desarrollo de la ALALC, es
preciso no perder de vista ]a situación de aislamiento económico recíproco
en que se encontraban sus países miembros en el momento de firmarse el
Tratado de Montevideo. En fuerte contraste con Europa, ni siquiera se ha-
bía producido una fase de cooperación previa al proceso de integración.
En cierto modo, los países iberoamericanos se lanzaron a la experiencia
integradora «quemando etapas»; pero lo hicieron con procedimientos enor-
memente complejos, cuyas posibilidades operativas se vieron pronto colma-
das por toda clase de problemas; por la falta de voluntad política, la presión
proteccionista de los empresarios, o por la ausencia de un país que actuara
de locomotora. Esto es lo que suscÍtó el replanteamiento de la ALALC, al
que ya hemos aludido y del que nos ocupamos con algún detalle en la si-
guiente sección de este mismo capítulo.
De hecho, del proyecto de una zona de libre comercio se pasó a un con-
junto de meras preferencias arancelarias, que no permitían aprovechar sino
un margen escaso de las amplias posibilidades que habría ofrecido una ver-
dadera integración. Como señaló Felipe Herrera, «no debemos caer en el
error de creer que hacemos integración cuando nos limitamos a crear facili-
dades comerciales recíprocas. Evidementemente significan un paso adelan-
te. Pero si sólo damos ese paso, no afrontaremos el problema de la integra-
ción en toda su extensión y profundidad» 7.

5 Su texto, así como el de las resoluciones emanadas de la ALALC, puede verse en la


revista Síntesis, que mensualmente publicó la Secretaría Ejecutiva de la Asociación.
6 Daniel Mesa Bernal, «Situación actual y perspectivas de la ALALC», en Sintesis, año

XI, n.O 118, Montevideo, junio-agosto de 1976.


7 INTAL, El proceso de integración en América Latina en 1975, Buenos Aires, 1976,

págs. 37 a 39. Esta misma idea fue discutida en el Seminario Latinoamericano de Pro-
moción de Exportaciones realizado en Caracas en julio de 1976, como consecuencia de
una presentación de Elvio Baldinelli. Sobre los problemas de la ALALC. Jaime Requei-
jo, La ALALe, historia de una crisis, en ICE, junio 1978, págs. 224 y sgs.
lotegr adón ~(oqomita

11.4 Crisis y replanteamiento de la ALALC. La Asociación


Latinoamericana de Integradón (ALADI)
El problema de la integración es que se trata de un proceso de gran comple-
jidad, en el que pesan muchos intereses contrarios. No es extraño, pues, que
se den crisis de mayor o menor gravedad. De hecho, esa «crisis de integra-
ción» se planteó en varias ocasiones, pero con muy especial gravedad en
1967 cuando surgieron las dificultades para avanzar en las negociaciones
de las Listas Nacionales y de la Lista Común. Para superar tales dificulta-
des se concibieron, en 1969, una serie de medidas dentro del Protocolo de
Caracas.
. Pero la verdad es que a lo largo de los años siguientes, en contra de lo
previsto en dicho Protocolo, la ALALC entró en una fase de hibernación.
Como contrapeso, a efectos que podríamos llamar «ópticos», se concertó un
Plan de Acción 1970-1980, para cuya primera etapa (1970-1973) se planteó
el estudio del «perfeccionamiento de la Zona de Libre Comercio y la posibi-
lidad de establecer un mercado común latinoamericano», La citada Resolu-
ción indicaba que en el primer semestre de 1970 el Comité Ejecutivo Perma-
nente de la ALALC marcaría un orden de prioridades para estos estudios.
Sin embargo, tales decisiones apenas tuvieron virtualidad. En la prácti-
ca, ]a actividad negociadora desarrollada por las Partes Contratantes de
ALALC mantuvo el disminuido ritmo de actividad y la ALALC entró en
una situación de estancamiento en la que los países no tradujeron en accio-
nes concretas su potencial de comercio recíproco, y persistieron las dificul-
tades: inoperancia de las negociaciones producto por producto, infructuosas
reuniones colectivas, la prioridad acordada a los asuntos del Grupo Andino
por sus miembros con respecto a las cuestiones que concernían globalmente
a la ALALC, etc.
Incluso llegó a plantearse formalmente el paso del esquema de una zona
de libre comercio a una simple área de preferencias. Tal fórmula se expuso
en un informe del INTAL a través de la idea del «margen de preferencia».
Así las cosas, el 27 de junio de 1980 se dio vía libre, en la XIX Confe-
rencia Extraordinaria de Ministros celebrada en Acapulco, a la creación de
la Asociación Latinoamericana de Integración (ALAD1), para sustituir a la
ALALC, por la imposibilidad de respetar los compromisos que los 11 paí-
ses miembros se habían marcado en la propia ALALC 8.

11.4.1 GeneraUdades de La ALADI

El nuevo Tratado de Montevideo, suscrito por la totalidad de los países que


integraban la ALALC en la ciudad de Montevideo el 12 de agosto de 1980,

8 ALALC, La Asociación Latinoamericana de Integración, Montevideo, 1980.


11. Integración econónl1ca en las Arnéricas (11) ...

estableció un nuevo ordenamiento jurídico operativo para el proceso de in-


tegración, instituyendo para ello ALADI.
La sustitución de la ALALC por la ALADI supuso el inicio de una nue-
va etapa en el proceso de integración que comenzó en 1960. Los objetivos
fundamentales de ambos Tratados coincidían en la idea de la integración
como medio para promover el desarrollo económico, social, armónico y
equilibrado de la región. Y en el plano instrumental, se mantuvo como
meta a largo plazo el establecimiento del mercado común latinoamericano.
No obstante dicha continuidad, el Tratado de Montevideo de 1980 introdu-
jo profundos cambios. Primeramente, el programa de liberación comercial
multilateral de la zona de libre comercio, fue sustituido por un área de prefe-
rencias económicas, integrada por un conjunto de mecanismos que compren-
de una preferencia arancelaria zonal, y acuerdos de alcance regional, y de al-
cance parcial. En segundo término, el carácter básicamente comercial del
Tratado de Montevideo quedó reemplazado por la coexistencia de varias fun-
ciones básicas de la nueva Asociación: promoción y regulación del comercio
recíproco, complementación económica, y desarro110 de las acciones de coo-
peración económica que coadyuven a la ampliación de los mercados.
En tercer Jugar, sí bien el Tratado de Montevideo de 1960 reconocía un
estatuto especial para los países de menor desarrollo económico relativo, el
nuevo esquema incorporó, como uno de los ejes fundamentales de acción de
la ALADI, un sistema integral de apoyo en su favor y reconoció expresa-
mente una categoría de países de desarrollo intermedio, a fin de determinar
tratamientos diferenciales.
En definitiva, la nueva etapa se caracterizó por asimilar, en un esquema
pragmático, la heterogeneidad de la región, canalizando institucionalmente
la vocación integracionista de sus países miembros dentro de un cauce fle-
xib1e, sin compromisos cuantitativos preestablecidos; con elementos para
que el esquema pudiera evolucionar hacia etapas superiores de integración
económica y alcanzar, en su último término, el objeto del mercado común
latinoamericano.
a) La preferencia arancelaria regional (PAR)

Este mecanismo multilateral se diseñó en el Montevideo-80 de manera


muy laxa. Literalmente, se dijo:
- Abarcará, en lo posible, la totalidad del universo arancelario.
- No implicará consolidación de gravámenes.
- Se establecerán para su determinación fórmulas que permitan con-
templar equitativamente la situación derivada de diferencias en los
niveles arancelarios de los países miembros.
- Tendrá inicia1mente un carácter mínimo y su intensidad podrá ser
profundizada a través de negociaciones multilaterales.
- Podrá ser distinta según el sector económico de que se trate.
- Se tendrá en cuenta al determinar su magnitud, la situación de secto-
res sensibles de la economía de los países miembros, para los que se
podrán prever modalidades y condiciones especiales de aplicación.
- Podrán establecerse listas de excepciones cuya extensión será mayor
para los países de menor desarrollo económico relativo, menos am-
plia para los de desarrollo intermedio, y menor que las anteriores
para los demás miembros.
Se eliminarán en forma prográmada las restricciones no arancelarias
de cualquier naturaleza.
b) Los acuerdos de alcance regional

Podían cubrir áreas muy diferentes: comercial, de complementación eco-


nómica, agropecuaria, promoción del comercio, cooperación científica y
tecnológica, promoción del turismo, preservación del medio ambiente, etc.
Dada la amplitud de objetos de estos mecanismos, fueron materia de
acuerdos de alcance regional instrumentos tales como el Acuerdo Multilate-
ral de Apoyo para Atenuar Deficiencias Transitorias de Liquidez (Acuerdo
de Santo Domingo) y el Acuerdo de México, que creó el Sistema de Pagos y
Créditos. Pero ninguno de esos pactos llegó a tener verdadero alcance.

e) Los acuerdos de alcance parcial

En ellos podían participar algunos de los países miembros y la extensión


de beneficios no se hacía de modo automático al resto de la ALADI como
ocurrió hasta 1980 por aplicación de la «cláusula de la nación más favore-
cida». Otra muestra del desmantelamiento de la idea regional.

11.4.2 Organización institucional

La organización institucional prevista para la ALADI presenta diferencias


sustanciales con la que existía en la ALALC. Se compone de tres órganos
políticos: el Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores, la Conferen-
cia de Evaluación y Convergencia, y el Comité de Representantes; más un
órgano técnico: la Secretaría General.

11.4.3 La experiencia de la ALADI


Aparte de otros trabajos muy meritorios 9, no cabe duda de que fue José Ma-
ría Aragao, economista brasileño y ex director de INTAL, quien más aguda-

9Como el de Marcelo Helperín: «Establecimiento del régimen de la preferencia en la


ALADI», en Integración Latinoamericana, n.O 104, agosto de 1985.
r
I 11 . Integración económica en las Américas (U) ...

mente hizo un primer balance de la ALADI 10, al poner de relieve el propósi-


to del Tratado de 1980, de conciliar dos objetivos: i) preservar la libertad de
acción de los países que desearon avanzar más rápidamente en acuerdos de
integración; ií) evitar la disgregación de la ALALC, para lo cual se instituyó
la preferencia arancelaria regional (PAR), se previó la concertación de
acuerdos de alcance regional, y se mantuvo un aparato institucional perma-
nente de los once países participantes.
Pero la triste realidad es que la PAR acordada entre los Estados miem-
bros no llegó a tener verdadera relevancia. Así lo puso de relieve Jorge Luís
Ordóñez, al asumir el 20 de marzo de 1990 el cargo de Secretario General
de ALADI. Ordóñez subrayó que con su renuencia a abrirse al exterior, in-
cluso en la forma muy amortiguada de las previsiones integratorias del
área, algunos de sus países incluso habían involucionado a los niveles de
desarrollo de 1960 11. Y el informe sobre la ejecutoria de ALADI, no fue
menos explícito, al detallar las numerosas frustraciones de la Asociación 12.
En cualquier caso, el análisis de la evolución de la ALALC y de la
ALA DI indica que los países de la región atribuyen mayor importancia al
proceso de acercamiento de sus economías cuando se enfrentan a dificulta-
des muy graves en su sector externo 13. Pero superadas o paliadas esas difi-
cultades, vuelven a concentrar la atención en sus transacciones con el resto
del mundo, relegando a un nivel relativamente marginal los esfuerzos para
eliminar las restricciones al comercio recíproco; sin ver en su supresión
ningún factor importante para los respectivos procesos de desarrollo.
Por 10 demás, el problema de ALADI sigue siendo el mismo que tuvo
ALALC, y que se refleja en el escaso porcentaje que representa el comer-
cio intrazonal (véase cuadro 2).

11.4.4 El TLC y la ALADI

E1 TLC, estudiado en el capítulo anterior, significó, inevitablemente, un


factor de pérdida de fuerza de ALADI. Por la sencilla razón de que confor-
me al TLC, México irá recibiendo de, y otorgando reducciones arancelarias
a Estados Unidos y Canadá; 10 cual lógicamente culminará en la zona de li-
bre comercio auspiciada.

10 J. M. Aragao, «ALADI: perspectiva a partir de la experiencia de la ALALC y de la

situación actual de la economía internacional»; en Integración Latinoamericana, n.O 86,


diciembre 1983. Véase también Carlos V. Kesman, «¿Hacia dónde va la ALADI?», en
Novedades Económicas (Córdoba, RA), enero 1986.
11 El discurso puede verse en Integración Latinoamericana, junio de 1990, págs. 55 y 56.

12 N. Bertaina, R. Jordán y J. Quijandría, «Informe de Gestión de ALADI», Integración


Latinoamericana, junio de 1990, págs. 57 a 64.
13 Integración Latinoamericana, octubre 1992, pág. 53.
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~1 ~~~ . . . . .

Cuadro 2. Comercio intrazonal en la ALADI (millones de dólares).


"'~~IIiI~L,...

Exportaciones Importaciones

(e)
Trienios Intra-ALADI Intra-ALADI
(A) (D)
(~ x 100)
(medias) (B) (E)
y años ALADI Totales
(: x 100) ALADI Totales

1955 674 6.589 10,2 740 5.956 12,2


1960 568 7.530 7,7 656 6.794 9,7
1965 840 9.388 8,9 986 7.605 13,0
1~70 1.278 12.619 10,1 1.354 12.056 11,2
1975 4.009 30.006 13,4 4.006 37.626 10,6
1980 11.003 79.559 13,8 10.354 84.464 12,3
1985 7.063 83.278 8,5 7.280 48.961 14,9
1986 7.593 72.248 10,5 7.767 56.280 13,8
1987 8.729 80.769 10,8 8.571 60.745 13,8
]988 9.637 91.669 10,5 9.897 67.270 14,1
1989 10.210 100.498 10,2 nd nd nd
1979-82 10.160 76.546 13,0 10.451 77.911 13,0
1983-86 7.507 81.275 9,0 7.865 50.972 15,0
1987-90 10.434 97.002 11,0 10.485 70.614 15,0
1991 15.047 110.984 14,0 15.620 100.995 15,0
1992 19.420 115.665 17,0 20.125 124.992 16,0
1993 23.522 122.527 19,0 22.741 135.237 17,0
]994 27.829 169.977 16,4 27.754 183.768 15,1
1995 34.321 204.885 16,7 34.650 201.103 17,2
1996 37.859 231.338 16,4 38.388 225.005 17,1
1997 44.065 257.750 17,1 45.203 271.469 16,6
FUENTE: INTAL.

La incompatibilidad que surgió de la pertenencia simultánea de México


a ALADI y al TLC, fue objeto de especial de análisis en un protocolo inter-
pretativo del artículo 44 del Tratado de Montevideo de 1980; según el cual
«las ventajas, favores, franquicias, inmunidades y privilegios que los países
miembros apliquen a productos originarios de o destinados a cualquier otro
país miembro o no miembro ... serán inmediata e incondicionalmente exten-
didos a los restantes países miembros». La aplicación estricta de tal dispo-
sición, exigía que México extendiera al resto de ALADI sus ventajas recÍ-
procas con Estados Unidos y Canadá. Lo cual, como es obvio, resultaba de
todo punto imposible 14.

14 Integración Latinoamericana, n.o 202, julio 1994, pág. 1.


.
11. Integración etonÓ t nic3 en las Afnericas (JI) ...

Lo que se hizo, pues, vía el protocolo interpretativo, fue abrir la posibi-


lidad de entablar negociaciones entre México y los demás países de la
ALAD 1, a fin de aclarar la situación; y también con miras -10 que parece
más inteligible- a, eventualmente, desarrollar gestiones que podrían con-
ducir a la propia incorporación (de los países invocantes del protocolo) al
TLC; o para llegar a acuerdos especiales con México y, eventualmente, los
otros firmantes del Tratado. Con la idea de la integración continental de
ALCA (recuérdese lo visto en 10.3.) esas previsiones perdieron todo
interés IS.

11.4.5 EL Grupo de Los Tres (G-3)

Otro factor de pérdida de fuerza propia de ALADI es el llamado Grupo de


los Tres. Concretamente, México, Colombia y Venezuela, ante el burocra-
tismo e ineficiencia de ALADI, y con la experiencia del TLC a la vista,
acordaron llegar a un acuerdo de libre comercio, que tras las correspon-
dientes negociaciones, firmaron con ocasión de la IV Cumbre Iberoameri-
cana en Cartagena de Indias, el 15 de junio de 1994 16, El acuerdo entró en
vigor ello de enero de 1995.
El convenio previó la reducción gradual de aranceles y otras barreras co-
merciales entre las naciones firmantes -lo cual se consiguió en buena me-
dida de forma inmediata- así como todo un mecanismo para la solución
de diferencias.
La respuesta en aumento del comercio entre los paises signatarios del
Grupo de los Tres, ha sido verdaderamente espectacular.

11.4.6 EL futuro de la ALADI

Lo que hemos visto hasta aquí, da clara idea de la laxitud de los compromi-
sos, y de la falta de consolidación de los mismos, en el marco de ALADI.
No es extraño, pues, que desde la antigua idea de ZLC, se evolucionara en
la práctica a un área de preferencias harto confusa, y ya definitivamente
fuera de control. Entre la falta de precisión de los cientos de resoluciones,
sus cambios continuos, el proteccionismo residual, y la corrupción genera-
lizada en puertos y aeropuertos, ALAD1 fue diluyéndose en un proyecto un
tanto etéreo. El Pacto Andino, primero, el Merco sur, después, el TLC, el

15 Waldennar Hummer y Dietmar Prager, «La cláusula de la nación más favorecida en


ALADI y los recientes procesos de integración con países fuera de América Latina.
Análisis particular de la pertenencia simultánea de México a ALADJ y al TLCAN», In-
tegración & Comercio, septiembre-diciembre 1997.
16 Integración Latinoamericana, n.o 202, julio 1994, pág. 45.
Integración economica

Grupo de los Tres y el proyectó ALeA, por último, han acabado por con-
vertirlo, con el debido respeto, en una entelequia.
Pero a pesar de todas esas muestras de declive, lo cierto es que en julio
de 1994, y a propuesta de Venezuela, los gobiernos de la región previeron
la posibilidad de reconvertir la Asociación en una zona de libre comercio,
integrada por diez países sudamericanos y México. El Sr. Rodrigo Arcaya,
encargado mexicano de las relaciones de su país con ALADI, reveló, en de-
claraciones fonnuladas a fines de agosto de 1994, que el plan consistía en
transformar ALADI en un «Grupo de los Once», que podría llegar al pleno
libre intercambio en un plazo no mayor de doce años 17. Sin embargo, con
el avance del TLC al norte y del Mercosur en la parte meridional del conti-
nente -y la propuesta brasileña de la ALCSA, o Área de Libre Comercio
Sudamericana, excluyente de México-, la idea in extremis de salvar a la
ALADI, perdió su ya escasa verosimilitud.

11.5 El Mercosur
Por las dificultades de la ALAD1 que hemos estudiado, Argentina y Brasil
se propusieron concluir acuerdos concretos para acelerar su integración
como grandes países contiguos y en principio complementarios 18.
La Declaración de Iguazú de 10 de noviembre de 1985 fue el inicio de
ese proceso. Y en diciembre de 1986, se suscribieron en Buenos Aires y
Brasilia, por los presidentes Alfonsín y Sarney dos actas básicas con un to-
tal de 17 protocolos; además de una declaración conjunta sobre política nu-
clear.
Las actas de 1986, junto con sus documentos complementarios, sirvie-
ron de experiencia para avanzar en la cooperación económica. Pero demos-
traron al propio tiempo la necesidad de un acuerdo integral--que se suscri-
bió el 23 de agosto de 1989, por los presidentes Sarney y Menem-, el
Tratado de integración Cooperación y Desarrollo entre la República Ar-
gentina y la República Federativa de Brasil. Con ese acuerdo, lo que se
perseguía era que los territorios de los dos países integraran un espacio
económico común; sobre la base de los principios de gradualidad, flexibili-
dad, equilibrio y simetría, a fin de permitir la adaptación progresiva a las
nuevas condiciones de competencia. En el pacto, se preveía la remoción de
todos los obstáculos tarifarios y no tarifarios al comercio de bienes y servi-
cios, en un plazo máximo de diez años.
Apenas había arrancado todavía la vigencia del Tratado Argentina/Bra-
sil, cuando Uruguay casi desde un principio, y Paraguay poco después, ex-

17 Integración Latinoamericana, n.o 205, noviembre 1994, pág. 32.


18 Sobre los antecedentes de las relaciones entre ambos países, Helio Jaguaribe, «La In-

tegración Argentina-Brasih>, en Integración Latinoamericana, noviembre 1987.


4
11. Integración económica en las Américas (II) ...

presaron su aspiración de participar en el proyecto. Lo cual se aprovechó


para reorientar la integración inicialmente prevista por Brasil y Argentina
hacia un sistema más automático, siguiendo, en principio, el esquema ya
clásico de la Comunidad Europea.
La ampliación de la idea a cuatro, culminó, tras no tan largas negocia-
ciones, el 26 de marzo de 1991, en un solemne acto celebrado en la sede
del Banco Central del Paraguay, en Asunción, en el que quedó constituido
el Mercado Común del Sur (Mercosur), por el instrumento diplomático que
precisamente lleva el nombre de Tratado de Asunción.

11.5.1 El Mercosur en acción

El referido Tratado estableció cuatro instrumentos para alcanzar el futuro


mercado común de 190 millones de consumidores (su población conjunta
en 1991): el desarme arancelario y la liberalización comercial progresiva,
para llegar el 31 de diciembre de 1994 al arancel cero entre las partes y a la
total libre circulación de bienes y servicios; un arancel externo común fren-
te a terceros países; la adopción de acuerdos sectoriales para obtener un
mejor rendimiento de los factores de producción y una mayor competitivi-
dad en el exterior; y la coordinación de las políticas económicas.
Al proceso -se establece en el Tratado- podrán incorporarse otras na-
ciones, siempre que cumplan los requisitos y plazos previstos. De hecho así
ha sucedido virtualmente con Chile y Bolivia.
El 14 de octubre de 1992, tras la grave crisis constitucional de Brasil
--que condujo a la deposición, por corrupciones varias, del presidente Fer-
nando Collor de Melo- ltamar Franco (presidente en funciones) se reu-
nió en Brasilia con sus colegas Carlos Menem y Luis Lacalle, de Argenti-
na y Uruguay, respectivamente, para confirmar los propósito del Mercosur
de llegar a la plena integración en 1995 19.
En el Comunicado Conjunto de Ouro Preto de diciembre de 1994, los
Presidentes del Mercosur constataron la expansión de los intercambios 20, Y
formalizaron la aprobación del arancel externo común (AEC) 21. Asimismo,
se definió la estructura institucional del área de integración, con los si-
guientes órganos:

1. Consejo del Mercado Común.


11. Grupo del Mercado Común.

19 Integración Latinoamericana, octubre 1992, pág. 55.


20 Sobre la expansión comercial intra-Mercosur, el artículo de David Pilling, «The Gatt-
plus principIe», Financial Times, 2-1-1995, pág. 13.
21 «Ouro Preto, Brasil, 17 de diciembre de 1994», en Integración Latinoamericana, n.o

206, diciembre de 1994, pág. 65.


integración t!< uiJOflllCa

111. Comisión de Comercio.


IV Comisión Parlamentaria conjunta.
V Foro Consultivo Económico-Social.
VI. Secretaría Administrativa.

El AEe, de tarifas muy inferiores a las tradicionalmente proteccionistas


de los países del Mercosur, constituirá, juntamente con la coordinación de
las políticas cambiarias, el núcleo central de la política de la organización;
ya reconocida internacionalmente como bloque de comercio a escala mun-
dial, y con posibilidades de aumentar su poder de negociación 22.

11.5.2 Expansión y problemas del Mercosur

El Mercosur constituye un mercado de 200 millones de habitantes --el 44


por 100 de la población de Iberoamérica- con un producto per cápita de
aproximadamente 4.000 dólares y un PIB conjunto de sus cuatro países de
unos 800.000 millones de dólares, equivalentes al 54 por 100 del total de
América Latina.
El comercio recíproco entre sus miembros aumentó de 4.100 millones
de dólares en 1990 a 11.800 en 1994, y continúa al alza a un promedio
anual del 27 por 100, cuando con el resto del mundo la expansión fue sólo
del 7 ~5 por 100. Una quinta parte del comercio exterior de los cuatro países
del Mercosur se dirige a los otros tres miembros, comparado con el 9 por
100 de 1990.
Ese crecimiento del intercambio en la subregión se ha producido a pesar
de los problemas de transporte, de las deficiencias de infraestructura y las
demoras en los trámites fronterizos; lo cual se pone de relieve al constatar
que el 60 por 100 del intercambio comercial en el Mercosur se transporta
por camión entre Sao Paulo y Buenos Aires, siendo en torno a un millar los
vehículos pesados que diariamente cruzan la frontera argentinobrasileña.
Así las cosas, se calcula que el flete entre Brasil y Argentina es un 40 por
100 superior al que corresponde a distancias similares en el territorio de
cualquiera de los dos países.
El transporte aéreo supone alrededor del 25 por 100 del comercio, pero
los aeropuertos son insuficientes para el flujo de mercancías, para 10 cual
hay un programa de privatización aeroportuaria a fin de lograr mayor flexi-
bilidad. Y otro tanto sucede con el marítimo, el de más bajo coste de fletes,
pero que tropieza con la ineficiencia de los puertos. A fin de solucionar ta-

22 José María Aragao, «El Arancel Externo Común del Mercosur: reflexiones a partir

de aspectos parciales de la realidad brasileña», en Integración Latinoamericana, n.o


187/88, marzo 1993~ pág. 3 Y sigs.
les problemas, se avanza en la preparación de un proyecto que mejore y
amplíe las relaciones portuarias de Argentina y Brasil 23 •
En cualquier caso, y a pesar de su nombre, al Mercosur le queda todavía
un largo camino para ser un verdadero mercado común, pues aunque la ma-
yor parte del comercio ya se hace libre de aranceles, el 100 por 100 de fran-
quicia no se alcanzará hasta el 2000 para cuando deberán haberse conclui-
do los problemáticos acuerdos sobre automóviles y azúcar.
También funciona ya el arancel externo común (AEC) para la mayoría
de los productos. Pero la unión plena no se conseguirá hasta el 2006, cuan-
do Paraguay y Uruguay, cinco años después de la fecha establecida para
Brasil y Argentina, adopten la tarifa común para todos los productos; que
va del cero al 20 por 100 de protección ad valorem.
Por otra parte, Mercosur se ha ensanchado. Chile accedió a la organiza-
ción en octubre de 1996, como miembro asociado, y funcionará en régimen
de zona de libre comercio sin necesidad, pues, de adoptar el AEC. Bolivia,
miembro de la CAN, negoció una asociación similar.
La integración ha llegado ya al nivel en que se hace necesaria una coor-
dinación de las políticas, empezando por un código de competencia unifi-
cado, una normativa anti-dumping común, etc. La armonización de los im-
puestos es otro problema que se deja sentir, como igualmente, el mercado
común requerirá una mayor institucionalización, sin olvidar los tipos de
cambio y otras políticas económicas, incluida la posibilidad de una Unión
Monetaria 24.
Con ocasión de la XIV cumbre de los presidentes de los países del Mer-
cosur y de Chile y Bolivia (24 de julio de 1998), se firmaron los documen-
tos de ratificación de un compromiso democrático, declarando además el
Cono Sur zona de paz y libre de armas de destrucción masiva.
En esa reunión, celebrada en la ciudad argentina de Ushuaia, la más aus-
tral del mundo, esos documentos de más acento político que económico
dieron a Mercosur un nuevo aire. Lo cual se realzó con la presencia dellí-
der sudafricano, Nelson Mandela, que permitió la apertura formal del diá-
logo político y económico entre Mercosur, Chile y Bolivia, y la Comunidad
para el Desarrollo de África del Sur -SADC, que estudiaremos en la sec-
ción 13.3.- integrada por doce países del Meridión africano, y que está
presidida por el estadista sudafricano 25.
Esa proyectada expansión del Mercosur hacia Sudáfrica fue lógica conti-
nuación del acuerdo planteado con la UE, vía el acuerdo de Madrid de 15

23 Enrique V. Iglesias, «BID estudia la integración», Gazeta mercantil, Red de América


Latina, 15.XIl.95.
24 Stephen Fidler, «Trade pact sets the pace for integration», Financial Times,

4.lL 1997.
25 «La XIV cumbre de Mercosur pone eJ acento en Jos temas políticos más que en los

económicos», La Vanguardia, 25.VIl.98.


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mercial con Europa. Mercosur se adelantó así a Estados Unidos en la idea


de crear una gran zona de libre comercio transatlántica 26.
Ya en 1998, el acuerdo LTE/Mercosur comenzó a ser estudiado en toda
amplitud y en julio de ese año, la Comisión solicitó al Consejo los términos
de referencia para abrir las correspondientes negociaciones 27.

11.5.3 Del Mercosur a ALCSA

Señalemos, por último -ya hemos aludido a ello antes-, que en marzo de
1994, el gobierno brasileño remitió a sus socios un documento oficioso,
con un extenso proyecto relativo a la creación de un Area de Libre Comer-
cio Sudamericana (ALCSA).
El objetivo de ALCSA seria liberalizar el comercio entre los países de la
región en un plazo máximo de diez años, 1995-2005, globalizando proyec-
tos hasta ahora separados y contradictorios como ALAD 1, Pacto Andino,
Grupo de los Tres, y el propio Mercosur.
Los propósitos de ALCSA, se traducirían, fundamentalmente, en progra-
mas de desarme arancelario lineal, automático y progresivo, abarcando a lo
esencial del intercambio. De ese modo, ALCSA contribuiría al fortaleci-
miento de la capacidad negociadora de los países del área, para así enfren-
tarse a una integración a escala hemisférica; como la que en marzo del 94,
ya se sabía, iba a proponer el Presidente Clinton en Miami en la Conferen-
cia de diciembre de ese mismo año y que ya hemos examinado en 10.2.
(ALCA).

11.6 La Comunidad Andina (CAN)


El 16 de agosto de 1966, aprovechando su encuentro (con ocasión de pose-
sionarse de su cargo el presidente Lleras Restrepo de Colombia), los presi-

26 «Histórico acuerdo hoy de Mercosur y Europa», Ambito Financiero, Buenos Aires,


15.XII.95.
27 Sobre el Mercosur, pueden verse también los siguientes artículos : Roberto Bouzas,

«La agenda económica del Mercosur: desaflos a corto y mediano plazo», en Inte~ación
& Comercio, enero-abril, 1996; Marcelo de Paiva Ahreu, «Integración financiera en los
países del Mercosur», en Integración & Comercio, enero-abril, 1996; Raúl Hinojosa-Oje-
da, Jeffrey D. Lewis y Shennan Robinson, «¿Simón Bolívar vuelve a cabalgar? Hacia una
integración entre el TLCAN, el Mercosur y la Región Andina», en Integración & Comer-
cio, enero-abril, 1996; Jorge Grandi y Lincoln Bizzózero, «Hacia una sociedad civil del
Mercosur. Viejos y nuevos actores en el tejido subregionab>, en Integración & Comercio,
enero-abril, 1996; Alejandra Mizala y Pilar Romaguera, «Aspectos laborales de la integra-
ción económica: Mercosur y Chile», en Integración & Comercio, enero-abril, 1996.

11. Integración económica en Las Américas (11) •..

dentes de Chile, Colombia y Venezuela, y los delegados personales de los


presidentes de Ecuador y Perú firmaron la llamada «Declaración de Bogo-
tá», en la cual los cinco países andinos plantearon claramente su propósito
de crear, en el marco de la ALALC, un mercado subregional para integrarse
más rápidamente que en el resto de la Asociación.
La última de las conferencias preparatorias se celebraron durante los
días 5 a 25 de mayo de 1969 en Cartagena de Indias (Colombia), y el Trata-
do se firmó el 26 de mayo por los representantes gubernamentales de Co-
lombia, Chile, Bolivia, Ecuador y Perú. Al Gobierno de Venezuela, que no
se decidió a suscribir el acuerdo en ese momento, se le concedió de plazo
hasta el 31 de diciembre de 1970. Ulteriormente, este plazo siguió prorro-
gándose. Concretamente, por la Decisión número 13 de la Comisión del
Tratado de Cartagena (13-17 de julio de 1970) se estableció un procedi-
•1 miento para la «participación de Venezuela en las reuniones relacionadas
con el proceso de integración subregionab> hasta que se hiciese efectivo su
ingreso, lo cual sucedió en virtud del Acta Final del 13 de febrero de
1973. El Tratado tiene como objetivos promover el desarrollo equilibrado
y armónico de los países miembros, y acelerar su crecimiento mediante la
integración económica.
Seguidamente, hacemos un análisis del Tratado de Cartagena, siguiendo
su texto fundacional, completado con la instrumentación que después vino
realizándose.

11.6.1 Órganos del Acuerdo (arts. 5 a 24)

Son órganos del Acuerdo la Comisión y la Junta, el Comité Consultivo, y el


Comité Asesor Económico y Social. La Corporación Andina de Fomento
es una entidad autónoma, aunque conexa al Acuerdo.
La Comisión es el órgano máximo del Acuerdo y está constituida por un
representante plenipotenciario de cada uno de los Gobiernos de los Países
Miembros, con un representante titular y un alterno.
La Junta es el órgano técnico y como tal se halla integrada por tres
miembros y actúa únicamente en función de los intereses de la subregión
en su conjunto. El Comité Consultivo es el órgano a través del cual los paí-
ses miembros mantienen estrecha vinculación con la Junta. Está integrado
por representantes de todos los países miembros, que pueden asistir a las
reuniones acompañados de sus asesores.
Por último, el Comité Asesor Económico y Social integrado por represen-
tantes de los empresarios y de los trabajadores de los países miembros.
Integración económica

11.6.2 Armonización de las politicas económicas y coordinación


de los planes de desarrollo (arts. 2S a 31)
Los países miembros, según el Acuerdo, despliegan una estrategia común,
con las siguientes metas principales:

a) Acelerar el desarrollo económico en condiciones de equidad.


b) Incrementar la ocupación.
c) Mejorar la posición de los países miembros y de la subregión en su
conjunto desde el punto de vista del comercio exterior y de balanza
de pagos.
d) Superar los problemas de infraestructura que actualmente frenan el
desarrollo económico.
e) Reducir las diferencias de desarrollo existentes entre los países
miembros.
j) Lograr un mejor aprovechamiento del progreso científico tecnológi-
co' y fomentar la investigación en los dos campos.

Los seis principios señalados han venido materializándose en cuatro


direcciones: régimen de capitales extranjeros, empresas multinacionales,
armonización del fomento industrial, y coordinación de los planes nacio-
nales de desarrollo. Sin embargo, los avances han sido escasos y cam-
biantes.

11.6.3 Programación industrial (arts. 32 a 40)

Los países miembros se comprometieron a emprender un proceso de desa-


rrollo industrial de la subregión mediante la programación conjunta. Para
los efectos indicados, la Comisión, a propuesta de la Junta, pasó a aprobar
los programas sectoriales de desarrollo industrial, a ejecutar conjuntamen-
te por los países miembros.

Para las industrias de la subregión cuyos productos no se incluyan en pro-


gramas sectoriales de desarrollo industrial, la Comisión, a propuesta de la
Junta, decidió promover Programas de racionalización de la producción.
En la referida programación se ha avanzado muy poco.

11.6.4 Programa de liberación (arts. 41 a 60)

El programa de liberación tenía como objetivo eliminar los gravámenes y


las restricciones de todo orden que gravitaban sobre la importación de pro-
ductos originarios del territorio de cualquier país miembro.-
11, Integración econónrlca en Las Américas (II) ...

El programa era universal; se pensó como automático e irreversible y


debía conducir a la liberación total antes del 31 de diciembre de 1980. El
objetivo no se cumplió.

11.6.5 Otros aspectos

Los países miembros se comprometieron a poner en vigor un Arancel Exter-


no Común a más tardar el 31 de diciembre de 1980 (arts. 61 a 68). Por otra
parte, mediante la Decisión número 51 (13 a 18 de febrero de 1972), la Co-
misión aprobó la nomenclatura arancelaria común de los países miembros
del Acuerdo de Cartagena, denominada Nabandina, una derivación de la
Nomenclatura Arancelaria de Bruselas (NAB).
La Corporación Andina de Fomento (CAF), creada en 1968, es una em-
presa multinacional de carácter predominantemente público, destinada a
prestar apoyo técnico y financiero a proyectos concretos relacionados con
el mercado subregional. En su capital (fundacionalmente se fijó en 100
millones de dólares) pueden participar no sólo los gobiernos de la subre-
gión, sino además entidades públicas y otras personas jurídicas o flsicas.

11.6.6 El Pacto Andino en funcionamiento

En Jos primeros años de funcionamiento del Pacto Andino, los mecanismos


previstos marcharon de modo bastante satisfactorio, como es lo habitual en
los comienzos de cualquier proceso integratorio.
Sin embargo, en 1975 se pusieron de relieve los primeros problemas
graves a causa de las diferencias de políticas económicas entre los países de
la subregión. Ello se reflejó en una falta de acuerdo en cuanto a la forma de
concebir la integración. Lo cual frenó el proceso ya retrasado de por sí res-
pecto de las previsiones del Acuerdo de Cartagena.
Las diferencias mencionadas se agudizaron con la separación del Chile
de Pinochet del Pacto a fines de octubre de 1976, lo que supuso una dismi-
nución del mercado subregional de alrededor de un 17 por 100 en términos
del producto bruto conjunto, y de un 25,4 por 100 en 10 referente a impor-
taciones intrarregionales en 1976. Pero la retirada chilena tuvo su influen-
cia más desfavorable en términos cualitativos, en lo concerniente a los pro-
gramas industriales, por todo )0 que supuso de reasignación de plantas y su
adecuación a un mercado más reducido. En suma, a pesar de la relativa
prosperidad de Venezuela y Ecuador (dos países petroleros), la crisis eco-
nómica general y los permanentes problemas políticos del área (guerrillas
en Colombia, confrontaciones bélicas entre Pení y Ecuador, inestabilidad
crónica de Bolivia) pusieron al Pacto Andino en una situación entre convul-
siva y paralizante.
Integración económica

Sin embargo, como resaltaba Francisco Granell tras los diez primeros
años del Grupo, éste era uno de los pocos esquemas de integración econó-
mica regional entre países en vías de desarrollo que mostraban dinamismo;
aunque el reiterado incumplimiento de los plazos que se habían previsto en
el acuerdo de Cartagena recordaba los tropiezos de la ALALC y del Merca-
do Común Centroamericano.
El mencionado incumplimiento se procuraba enmascarar a través de de-
cisiones y protocolos -fundamentalmente los de Lima (octubre de 1976) y
Arequipa (abril de 1978}- que dieron validez legal al incumplimiento de
plazos previamente acordados, pero que de hecho suponían un elevado gra-
do de incertidumbre para todo el proceso.
Las cumbres de dignatarios andinos de septiembre de 1977 (Washing-
ton), agosto de 1978 (Bogotá) y Cartagena de Indias (mayo de 1979) plan-
tearon el deseo político inequívoco de hacer avanzar el proceso de integra-
ción suprarregional andina. La creación del Fondo de Reservas y del
Tribunal de Justicia, estuvieron en esa línea de vigorizar institucionalmente
la cooperación entre los países del Grupo.
Por otra parte, señalemos que el Grupo Andino y la Comunidad Econó-
mica Europea suscribieron, el 16 de diciembre de 1983, en Cartagena, un
acuerdo de cooperación, «de nueva y significativa etapa en el fortalecí-
miento de las relaciones bilaterales». En el ámbito económico, la CEE pasó
a prestar asistencia para el desarrollo de los sectores agrícola, rural, agroin-
dustrial y energético; y en la búsqueda de nuevas fuentes de abastecimien-
to, nuevos mercados, ciencia y tecnología. Además de constituirse una co-
misión mixta, para garantizar ejecución de los acuerdos, fue suscrito un
protocolo adicional de asesoría técnica y financiera por parte de la CEE
para el desarrollo del carbón y del acero.

Con todo, puede decirse que la crisis profunda del Grupo Andino -aun-
que no en ténninos de tan intenso deterioro como en la ALALC- quedó
formalmente abierta con la Declaración «Para nosotros la patria es Améri-
ca», emanada de la reunión mantenida en Caracas en 1983, y a partir de la
cual la Junta elaboró un Protocolo Modificatorio.
En el protocolo se mantuvieron fechas para los distintos objetivos, pero
con aplazamientos importantes. Un ejemplo bastará: para los tres países
mayores, la adopción del arancel externo común se pospuso en siete años
(de 1988 a 1995).
En un intento de relanzar el proyecto andino, a los veinte años de su
puesta en marcha, en mayo de 1989, los presidentes de los cinco Estados
miembros, suscribieron el denominado Manifiesto de Cartagena, conforme
al cual se comprometieron a negociar en bloque frente a los países desarro-
llados; así como a plantear de forma conjunta sus reivindicaciones en el
tema de la deuda externa. En esta reunión se puso de relieve que el tráfico
11. Integración económica en las Américas (11) .•.

comercial intrazonal sólo representaba el 4 por 100 del comercio exterior


total de los cinco países.

11.6.7 El futuro de la CAN

El compromiso de la definitiva creación -¿por cuántas veces más?- de


un mercado único para la subregión andina, fue el objeto de la reunión de
presidentes de los países del Acuerdo de Cartagena celebrada en diciembre
de 1989 en las Islas Galápagos (Ecuador). En la Declaración de Galápa-
gos, se expresó la decisión de adoptar acciones para facilitar un clima más
favorable a la integración:

- Planes nacionales de desarrollo, incorporando en ellos la integración


como un elemento estratégico.
- Fortalecimiento del sistema andino de integración, revisando los or-
ganismos e instituciones con Jos cambios necesarios.
- Creación del Fondo Andino de Desarrollo Rural por la Corporación
Andina de Fomento (CAF).
- Nueva reunión con los cancilleres de la CEE.

En lo que respecta al mercado único, se fijó la nueva fecha objetivo -


otra más- de 1995, con la obligatoriedad de un nuevo arancel externo co-
mún para entonces. Para ese año tendría que haberse reducido en un 80
por 100 el número de productos industriales de intercambio prohibido, que
en 1989 eran más de 800. Para 1991, deberían abolirse las restantes res-
tricciones; y un año después habría de definirse el arancel externo mínimo
común, para comenzar a aplicarlo gradualmente.
Al asumir la presidencia de la Comisión del Acuerdo de Cartagena, en
Lima, e] 15 de febrero de 1991, el boliviano Carlos Zennier insistió en los
objetivos marcados en la Declaración de Galápagos 28. Posteriormente, el
23 de mayo de 1990, el Acta de Machu Picchu, suscrita por los presidentes
andinos en el histórico baluarte incaico, además de contener no pocos ele-
mentos de optimismo, planteó toda una serie de directrices presidenciales
de apoyo a la integración en materia de energía, I + D, relaciones con el res-
to de ALADI y el Caribe, proyección del Pacto Andino hacia la Cuenca del
Pacífico, telecomunicación y TY, etc. 29.
El acuerdo de cielos abiertos logrado para el espacio aéreo andino, po-
drá permitir la libre circulación para la aviación comercial entre los cinco
países miembros del Pacto. Con un grado de liberalización -si todo se ins-
trumenta según lo acordado-- superior al de las relaciones CE-EE. UU.; e

28 Integración Latinoamericana, mayo de 1990, pág. 55.


29 Integración Latinoamericana, julio de 1990, págs. 65 y 66.
Integración económica

incluso mayor que el de la propia CE, antes del mercado interior único de
1993 3°.
Señalemos, además, más que nada como un síntoma alentador, la rein-
corporación de Chile -que en 1977 dejó de ser miembro del Tratado de
Cartagena-, a la Corporación Andina de Fomento, para la promoción de
toda clase de negocios andino-chilenos. El hecho se produjo el 18 de agos-
to de 1992 31. Y sobre todo, destaquemos las buenas expectativas, dentro
del área andina, de no pocos esfuerzos de liberalización del comercio, espe-
cialmente de Colombia con Venezuela, y de ambos países con México (el
grupo de los tres).
En la idea de reimpulsar los propósitos originarios, el 31 de enero de
1993 el Grupo Andino completó la construcción de la zona de libre comer-
cio, conformada por cuatro de sus cinco países miembros: Venezuela, Co-
lombia, Ecuador y Bolivia. Perú, por sus graves dificultades económicas
(primera parte de las reformas Fujimori), se marginó temporalmente del
compromiso, si bien continuó manteniendo convenios en relación con los
países de la zona (para reincorporarse a ella en 1995) 32.
Alentada por los resultados de la ZLC, la Junta del Acuerdo de Cartage-
na (JUNAC), al celebrar el 24 aniversario del Tratado, hizo público un do-
cumento con cinco puntos, en el que se planteaba alcanzar un mercado úni-
co de bienes, capitales, servicios, y personas. El Diseño Estratégico del
Grupo Andino -así se denominó la proposición-, difundido en Lima el
26 de junio de 1993, preconizó una serie de temas: reestructuración de los
sectores productivos, desarrollo empresarial, modernización, innovación
tecnológica, recalificación laboral, fortalecimiento de la libre competencia,
y más intensa inserción en la economía mundial 33.
Desde el 4 de marzo de 1993, el Grupo Andino pasó a contar con su
propio arancel externo común (AEC), instrumento esencial de cara a la
unión aduanera. El AEC, cubre el 95 por 100 del total de las subpartidas
que conforman el previo universo arancelario separado de los Estados
miembros 34.
El AEC no corresponde a un modelo económico, proteccionista, sino de
apertura selectiva. El nivel más alto se sitúa en el 20 por 100 ad valorem,
análogo al del Mercosur, México, y al del bloque centroamericano.
La Comisión Ministerial del Grupo Andino aprobó la puesta en vigencia
del AEC a partir del }O de enero de 1995 35 •

30 The Economist, 13 de abril de 199], pág. 68.


31 Integración Latinoamericana, octubre de 1992, pág. 54.

32 Carlos Palacios Maldonado, «Confusión en el Grupo Andino), Integración Lati-


noamericana, n.o J94, octubre 1993, págs. 23 y 24.
33 Integración Latinoamericana, n.o 192, agosto 1993, pág. 81.

34 Integración Latinoamericana, n.o 194, octubre 1993, pág. 37.

35 Integración Latinoamericana, nO: 202, julio 1994, pág. 43.


11. Integración económica en las Américas (11) ...

Una ventaja de la CAN es que va a llegar a tiempo a las negociaciones


ALCA, sin necesidad de transformaciones traumáticas como las que se ex-
perimentaron con ALALC y ALADI. Sin embargo, sí que será necesario
pasar por una negociación previa con Mercosur, que efectivamente dio co-
mienzo en Montevideo el 30 de junio de 1998, para definir los niveles de
preferencias arancelarias bilaterales, y avanzar de este modo hacia la crea-
ción de un área de libre cambio en Sudamérica (ALCSA), seguramente
como plataforma común de negociación de la ALCA.
El principal contencioso entre Mercosur y la Comunidad Andina lo
constituye el capítulo agrícola, lo cual se debe a disensiones internas de la
propia CAN, pues sus representantes acudieron a la cita de Montevideo con
abiertas discrepancias sobre las listas de productos del campo. No en vano,
los cinco socios andinos presentan modelos productivos muy distintos, que,
además, se sitúan en desventaja frente a la mayor eficiencia agrícola de los
socios del Mercosur 36.

11. 7 La Organizadón de Estados Iberoamericanos (OEI)

Las Cumbres Iberoamericanas de Jefes de Estado y Presidentes de Gobier-


no agrupan a todos los países de Europa y América del tronco común ibéri-
co, hispano y lusoparlantes. En estas reuniones, que empezaron a celebrar-
se en 1991 -en la preparación del V Centenario del descubrimiento de
América-, se tocan temas muy diversos. Las reuniones habidas desde en-
tonces, fueron las· siguientes:

1. Guadalajara, México, 18 y 19 de julio de 1991.


11. Madrid, España, 23 y 24 de julio de 1992.
111. Salvador de Bahía, Brasil, 15 y 16 de julio de 1993.
IV. Cartagena de Indias, Colombia, 14 y 15 de junio de 1994.
V. San Carlos de Bariloche, Argentina, 16 y 17 de octubre de 1995.
VI. Santiago de Chile y Viña del Mar, 13 y 14 de noviembre de 1996.
VII. Isla Margarita, Venezuela, 8 y 9 de noviembre de 1997.
VIII. Oporto, Portugal, 17 y 18 de octubre de 1998.

A lo largo de las diferentes reuniones, se han ido gestando toda una serie
de actividades, algunas de las cuales han adquirido continuidad en forma de
programas permanentes. Además de las reuniones de los Ministros de Edu-

36 «Mercosur y Comunidad Andina intentan avanzar hacia un área de libre cambio. Los
nueve países de los dos bloques comerciales inician el debate sobre preferencias arance-
larias», Negocios, l.VII.98. También, Sydney Weintraub, «Evaluación del TLCAN»,
Integración & Comercio, mayo-agosto, 1997.
Integración económica

cación, que tienen una importancia especial, debemos mencionar las si-
guientes áreas de colaboración:

- Televisión Educativa Iberoamericana (TEI).


- Programa de Cooperación en el Desarrollo de Programas de Docto-
rado y en la Dirección de Tesis Doctorales (MUTIS).
- Alfabetización y Educación Básica de Adultos (PAEBA).
- Programa de Cooperación Científica y Tecnológica (CYTED).
- Programa Centro de Desarrollo Estratégico Urbano (CIDEU).
- Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de la América La-
tina y del Caribe (Fondo Indígena).
- Programa de Cooperación para el Desarrollo de Sistemas Nacionales
de Evaluación de la Calidad Educativa.
- Programa de Cooperación en el Área de Formación Profesional
(IBERFOP).
- Programa de Modernización de las Administraciones de Educación
(IBERMADE).
Programa de construcción de un espacio audiovisual iberoamericano
(IBERMEDIA).
- Red de Archivos Diplomáticos Iberoamericanos (RADI).
- Sistemas de Archivos Iberoamericanos (SAl).
- Programa de apoyo a la pequeña y mediana empresa (IBERPYME).
- Iniciativa dirigida al fomento de la capacidad competitiva de las in-
dustrias de información y de contenidos (CONVIA).

En la reunión de Oporto de 1998 se acordó crear -antes había sido difi-


cil por la renuencia de algunos países a formalizar la OEI- una Secretaría
de Cooperación, cuya estructura y modalidades de funcionamiento será
presentada a la IX Cumbre, a realizar en la ciudad de La Habana, Cuba, en
1999.
p

12. Integración económica


en las Américas (111).
El área del Caribe

12.1 Introducdón y zoniftcadón del área 1


La zona de1 Caribe, geográficamente muy amplia, está formada política-
mente por un gran número de países con toda clase de regímenes políticos.
Desde naciones soberanas a colonias, pasando por Estados miembros de la
Commonwealth, departamentos franceses y un Estado Libre Asociado, el
más raro régimen este último de la actual tipología política. Él área aparece
ante el observador como un verdadero mosaico de pequeñas unidades polí-
ticas y de mercados locales muy reducidos, pero más o menos ligados a sis-
temas económicos de fuera del Caribe.
La raíz básica de esta situación es fundamentalmente histórica. En un
momento dado, cronológicamente dilatado, casi toda el área se encontró so-
metida a una misma soberanía, la de España. Pero ello tiene hoy un interés
meramente histórico, pues a través de una serie de mutaciones políticas que
tuvieron su salida final en los sucesivos movimientos de independencia,
fueron surgiendo países étnicamente muy diversos, con lenguas y culturas
distintas, y con instituciones económicas diferentes. Esta diversidad condi-

) En buena medida, la e]aboración de este capítulo tiene su base en mi informe Aspec-


tos económicos de la vinculación de Panamá al MeCA, Ministerio de Relaciones Exte-
riores~ Panamá, 1966, así como en el capítulo XII (págs. 194 a 207) del libro El proceso
de integración de América Latina, 1968-1971 (publicado por el INTAL, en 1972).
1ntegrac ~{}n ;:'lOnOn:H J
r • p atel

ciona por completo el futuro desarrollo económico del área, en la que figu-
ran las siguientes unidades territoriales:

l. Países independientes y no asociados a ningún bloque económico


en la misma zona: Cuba, Haití y República Dominicana. Cuba fue
Estado miembro del COMECON durante 1973-1991 2.
2. Países independientes que forman parte de la Commonwealth: Ja-
maica, Trinidad y Tobago, Guyana y Barbados, miembros del
CARICOM, según veremos después.
3. Islas que formaban parte de la extinguida Federación de las Indias
Occidentales y que actualmente tienen régimen individualizado de
autogobierno, bajo responsabilidad internacional del Reino Unido
(generalmente conocidas con el nombre de The Little Eight o The
Little Seven cuando se excluye a las islas Vírgenes). Sus nombres se es-
pecifican en el cuadro número 1.
4. Puerto Rico, país hispanohablante, y que políticamente constituye
parte de EE.UU. como «Estado Libre Asociado».

El principal problema en cualquier proyecto de integración económica


de tan extenso número de países corno coexisten en el área del Caribe, resi-
de en la estructura de su intercambio comercial. Como pusieron de relieve
los economistas Fuat Andic y Elías Gutiérrez en un trabajo sobre el tema,
la estructura del comercio de las economías del Caribe no ha experimenta-
do cambios sustanciales a lo largo de las últimas décadas. Tradicionalmen-
te, el área ha exportado, y sigue exportando hoy, productos petrolíferos,
azúcar y sus derivados, bauxita, alúmina y una gama no muy variada de
frutas frescas y en conserva. Con el contravalor de sus exportaciones, los
países caribeños compran alimentos y productos manufacturados.
Lo cierto es que Puerto Rico es el único país del Caribe donde se ha pro-
ducido una profunda diversificación de la producción y de las exportacio-
nes en los últimos veinte años; todavía en 1953 el azúcar y sus derivados
supusieron un 53 por 100 del total exportado, pero en 1962 la proporción
había caído al 15,5 por 100, Y ulteriormente por debajo del 10 por 100. Por
otra parte, en la balanza de pagos de Puerto Rico el turismo ha pasado a ser

2 Sobre la difícil situación en Cuba tras el hundimiento del bloque soviético, pue-
den verse, entre otros trabajos, discutibles en no pocos aspectos: Eduardo Oppen-
heimer, «Castro, hora final» (Javier Vergara, Madrid, 1993); y Claes Brudenius y
otros, «Cuba en la encrucijada», Cuadernos del Este, n.O 6, 1992. En la Tercera
Cumbre Iberoamericana, de Salvador de Bahía Uulio 1993), se condenó el embar-
go de EE.UU. a Cuba; al tiempo que se enfatizó la necesidad de medidas por el
régimen de Fidel Castro para una transición pacífica a la democracia en la isla.
Desde 1992 Haití y la República Dominicana son países ACP asociados a la UE
por la Convención de Lomé IV.
12. Integración económica en Las Américas (111). EL área del Caribe

Cuadro 1. Países miembros de) CARICOM y otros del Caribe, 1995

Extensión Población PNB mili. PNB plc


Países km1 miles dólares dólares

A. CARICOM:
Bahamas 13.935 276 3.297 11.940
Barbados 431 266 1.745 6.560
Belice 22.965 216 568 2.630
Granada 344 91 271 2.980
Guyana 91.000 145 1.400 10.000
Dominicana 751 73 218 2.990
Jamaica 10.991 2.522 3.803 1.510
Montserrat 1 102 16 67 4.187
Antigua y Barbuda 440 65 420 6.970
Anguila l 91 9 11 1.222
San Vicente 388 111 253 2.280
Santa Lucía 616 158 532 3.370
Trinidad y Tobago 5.130 1.287 4.851 3.770

TOTAL A 147.184 5.235 17.436 3.330

B. OTROS DEL CARIBE:


Cuba 110.861 11.011 7.150 650
Rep. Dominicana 48.734 7.822 11.390 1.460
Haití 27.750 7.168 1.777 250
Puerto Rico 8.897 3.717 28.340 7.660
Antillas Holandesas 961 200 2.000 10.000
Surin am 163.265 410 360 880

TOTALB 360.468 30.328 51.017 1.682

C. TOTAL CARIBE (A+B) 507.652 35.563 68.453 1.924

1 Estimaciones.
FUENTE: Naciones Unidas.

una de las partidas básicas 3. Por su parte, Cuba ha transformado profunda-


mente su estructura interna, pero sin grandes cambios en las pautas de su
comercio exterior.

3Claro es que las salidas por este concepto (viajes a Estados Unidos de residentes en
Puerto Rico) son casi tan importantes como las entradas o incluso mayores.
Integración económica

Con la estructura de producción y de exportaciones que hemos visto, no


es extraño que el comercio intrarregional en el Caribe no fuera muy inten-
so. Se puede decir que, con excepción de Guyana y las Antillas Menores,
las exportaciones o importaciones a o del resto del Caribe nunca represen-
taban más del 10 por 100 de su respectivo comercio exterior, y en c,onjunto
el comercio intrarregional no suponía más del 5 por 100 del total. Esto que-
daba muy gráficamente expuesto en la matriz importaciones-exportaciones;
la mayoría de las casillas aparecían en blanco, como verdaderas «cajas va-
cías».
La forma de contribuir a resolver esta situación de escaso intercambio se
vio -desde 1945- en la cooperación y la integración. Pero realmente, los
problemas de establecer acuerdos de este tipo se revelaron bastante arduos.
El antecedente más inmediato en el proceso de integración económica
de los países de] Caribe fue el establecimiento de la Federación de las
Indias Occidentales, en 1958, constituida por los países de la Comunidad
Británica en el Caribe (Jamaica, Trinidad y Tobago, Guyana, Barbados y
Antigua) y las islas británicas de Barlovento y Sotavento (St. Kitts-Nevis-
Anguilla, Dominica, Granada, Montserrat, Santa Lucía y San Vicente).
Esta Federación, patrocinada por el Reino Unido, duró sólo cuatro años,
hasta que Trinidad y Tobago y Jamaica -tras su independencia- decidie-
ron retirarse, por considerar que su participación no les resultaba favorable
y que los objetivos de la Federación eran limitados.
Con el propósito tie hallar un nuevo mecanismo de cooperación regional
que reemplazara a la antigua Federación, los países del Caribe celebraron
diversas reuniones de alto nivel que culminaron con la finna de un conve-
nio que dio origen a la Asociación de Libre Comercio del Caribe --o CA-
RIFTA, utilizando la sigla de su denominación en inglés (Caribbean Free
Trade Association)- en diciembre de 1965. El Convenio fue suscrito por
los jefes de Estado de Barbados, Guyana y Antigua, en Dickenson Bay
(Antigua), y en él se proponía la creación, primero, de una unión aduanera
y, a más largo plazo, de una comunidad económica. Este acuerdo, limitado
a sólo tres países, no fue inmediatamente instrumentado, y a lo largo de
1966 y 1967 fue ganando fuerza la idea de que todos los países de la región
debían participar en el proceso de integración.
En octubre de 1967, una conferencia de los jefes de Estado de los países
miembros de la Comunidad británica del Caribe reunidos en Barbados, re-
solvió fijar elIde mayo de 1968 para el establecimiento de una Asociación
de Libre Comercio del Caribe ampliada. Para ello se estimó conveniente la
elaboración de un nuevo convenio, que pudiera servir de base para la incor-
poración de todos los territorios de la Comunidad británica del Caribe.
pe

12. Integración económica en las Américas (111) .. EL área del Caribe

12.2 La estructura organizativa de CARIFTA 4


El 30 de abril de 1968, los mandatarios de Guyana, Barbados, Antigua y
Trinidad y Tobago suscribieron el Tratado de CARIFTA en S1. Johns, capital
de Antigua, dando así comienzo al proceso de integración. Las islas británi-
cas de Barlovento y Sotavento --con excepción de Montserrat- se adhirie-
ron elIde julio de 1969; Jamaica y Montserrat, al mes siguiente; y elIde
mayo de 1971 se adhirió Honduras Británicas (Belice, independiente, con la
protesta de Guatemala, desde 1981) con lo cual, pasó a agrupar a todos los
países y territorios de la Comunidad Británica en el Caribe, a excepción de
Bahamas (que en 1973, tras su independencia se incorporó al CARICOM, la
entidad subsiguiente a CARIFTA).
En el cuadro 1 figura el detalle de los países miembros de la Asociación,
por él puede comprobarse su muy escasa importancia cuantitativa. Por tanto,
si le dedicamos una cierta atención, es simplemente porque constituye una
experiencia integratoria de interés, por su flexibilidad, y por lo distanciado de
sus países miembros en un área básicamente marítima. Aunque en 1973 la
CARIFTA se transformó oficialmente en el ya mencio~ado Mercado Común
del Caribe (CARICOM), lo cierto es que la base de la nueva entidad no fue
otra que CARIFTA.
El Tratado de S1. Johns consta de 39 artículos, seis anexos y tres proto-
colos. Analizamos a continuación sus aspectos más destacados; obj etivos y
organización, liberación comercial, cuestiones fiscales, política industrial,
y protocolo de comercialización de productos agrícolas.

12.3 Objetivos y organización


El Tratado persigue las finalidades propias de una zona de libre comercio,
si bien tiene en cuenta desde un principio las circunstancias del desigual
desarrol1o relativo de los países miembros del acuerdo. Concretamente, sus
objetivos son los siguientes:
A lo largo de los años de funcionamiento de CARlFTA, los fines origi-
nales comparativamente modestos de la Asociación fueron reforzándose
con propósitos de mayor alcance, a través de una serie de instituciones:

a) Conferencia de los Jefes de Gobierno, como órgano supremo a nivel


regional.
b) Consejo de Ministros, como órgano central de la Asociación.
e) El Secretariado Regional de la Commonwealth para el Caribe (The
Commonwealth Caribbean Regional Secretariat), creado por la

4 Buena parte de esta sección se preparó con los documentos obtenidos durante mi visi-
ta a]a sede de la CARIFTA (Georgetown, Guyana) en 1973.
Conferencia de Jefes de Gobierno de febrero de 1968, y que sirvió
de órgano administrativo permanente tanto a ésta como al Consejo
de Ministros (con sede en Georgetown, capital de Guyana).
d) El Consejo Regional de Navegación y la «West lndies Shipping
Corporation» (WISCO) como instrumento empresarial del propio
Consejo, armadora de varios buques «federales», es decir, pertene-
cientes al conjunto de los países.
e) El «Caribbean Development Bank» (CARIBANK), con sede en Jamaica.
j) La «Regional Development Agency» (RDA). Esta entidad fue crea-
da para la distribución de la ayuda económica que Canadá, EE.UU.
y Reino Unido concedieron a los ocho países no independientes que
formaban la «West lndies States Association» (WISA), y que eran
los mismos que constituyeron el «Mercado Común del Caribe
Oriental» (ECCM, en inglés), al que nos referiremos luego. La
WISA y la RDA, luego fusionadas y con sede en Barbados~ sirve de
foro y núcleo para las relaciones entre estos ocho pequeños países
con el resto del Caribe y del mundo.
g) La Oficina en el Caribe de la CEPAL, que tiene su sede en Puerto
España, Trinidad.
h) El «Statistical Co-ordinating Advisory Commitee» (SCOAC), crea-
do en 1969 con la finalidad que indica su propio nombre.

12.4 Liberación comerdal


A partir de la fecha de entrada en vigor del Convenio de St. Johns .0 de

mayo de 1968- quedaron abolidos de forma inmediata to~os los derechos


aduaneros existentes entre los países miembros, con excepción de aquellos
incluidos en la denominada «lista reservada» por su carácter de «más sensi-
bles», con calendarios para su eliminación gradual y con algunas particula-
ridades para los territorios menos desarrollados.
En cumplimiento del objetivo de liberación del comercio, el Convenio
prohibió asimismo que se mantuviesen barreras no arancelarias entre los paí-
ses signatarios.

12.5 PoLitica industriaL


En materia de política industrial, además de los informes encargados a la
CEPAL y a la ONUDI a solicitud de los gobiernos de la zona, se encomen-
dó a un grupo de trabajo que estudiase la localización de industrias y que
formulase proposiciones concretas.
Los estudios de la ONUDI fueron efectivamente realizados, pero con un
carácter tan general que tuvieron nulas consecuencias. Nos referimos al

-nr
a

12. [ntegración económica en las Américas (III). EL área del Caribe

«Final Report of the Industrial Development mission to CARlFTA Coun-


tries» presentado por la ONUDI en julio de 1969 y en el que se recomenda-
ron diversos proyectos de industrias textil, alimentaria, pasta de papel, quí-
mica y petroquímica.
En 1970 se creó el «Caribbean Development Banlo>, que pronto se reveló
insuficiente. Por ello, el Consejo de Ministros de CARlFTA, en su reunión de
Dominica, en julio de 1972, estableció un «Task Force» sobre localización de
industrias en los países menos desarrollados, en un intento de encontrar ver-
daderas soluciones al problema. Ulterionnente, con ocasión de la séptima
conferencia de Jefes de Gobierno (Trinidad y Tobago, 9-14 octubre de 1972),
de acuerdo con la CEPAL y la ONUDI, se decidió la creación de una compa-
ñía multinacional de inversiones para financiar la inversión industrial en los
territorios menos desarrollados.
También en la ya citada séptima Conferencia de Jefes de Gobierno se
acordó el montaje de un sistema de crédito y seguro de crédito a la exporta-
ción a instrumentar con base en el CARIBANK. Asimismo, se proyectó re-
forzar la asistencia técnica, tanto pública como privada, de los países más
desarrollados a los PMD de CARlFTA.

12.6 Integración en el Caribe


Con ocasión de la séptima Conferencia de Jefes de Gobierno de la Com-
monwea1th en el Caribe, celebrada en octubre de 1972 en Puerto España
(Trinidad), se acordó la transformación de CARlFTA. Se puso así en mar-
cha la creación del Mercado Común del Caribe (Caribbean Common Mar-
ket, y por contracción CARICOM) que además de incluir a todos Jos anti-
guos miembros de CARIFTA comprende también el amplio archipiélago de
las Bahamas, que se erigió en Estado independiente ellO de julio de 1973.

12.6.1 El CARICOM

De la Conferencia de Puerto España preparatoria de la formación del


CARICOM (conforme al que se conoce con el nombre de Tratado de Cha-
guaramas), los acuerdos más importantes, podemos resumirlos como sigue:

a) Establecimiento de un sistema de crédito y seguro de crédito a la


exportación.
b) Creación de la compañía multinacional de inversiones.
e) Preparación de un plan «amplio y a largo plazo», al objeto de iden-
tificar los recursos regionales para hacer proyecciones de demanda
de productos agrícolas, mineros, industriales y de servicios turísti-
cos.
integracion económica

d) Consolidación y transformación de CARIFTA en un mercado co-


mún con el establecimiento de un arancel aduanero común (que en-
tró en vigor para sus países más desarrollados en agosto de 1973).
e) Realización de un estudio para considerar la adhesión al CARI-
COM de todas las islas del Caribe, así como de Surinam, que se in-
dependizó de Holanda en noviembre de 1975.
j) Fijación de una estrategia común de los países del CARICOM, res-
pecto del futuro de sus relaciones con la CEE ampliada. Esta nego-
ciación se llevó efectivamente a la práctica con el resultado a que ya
me he referido en el capítulo 8 al estudiar la Convención de Lomé
suscrita por las Comunidades Europeas con un total de 46 países de
África, el Caribe y el Pacífico (Países ACP).
g) Negociación de un convenio a escala del CARICOM para evitar la
doble imposición.
h) Coordinación de las posturas de los países del CARICOM en los fo-
ros internacionales.

El CARICOM viene funcionando desde 1973 de forma relativamente


satisfactoria, sin barreras al intercambio entre sus países miembros, si bien
es cierto que las largas distancias y la estrechez de los mercados dificulta el
progreso del comercio 5.
Del 4 al 8 de julio de 1988 se llevó a cabo en Deep Bay, Antigua y Bar-
buda, la IX Reunión de la Conferencia de Jefes de Gobierno del CARI-
COM, analizó la marcha de la Comunidad, y destacó su satisfacción por
los signos de crecimiento de la economía regional. Sin embargo, frente a la
situación de pobreza y subdesarrollo de los países menores, el CARICOM
no era una solución global. Como tampoco lo era la política de concesión de
preferencias generalizadas de EE.UU. y de la CEE (de cara a los países
ACP). Por ello, en mayo de 1982, el Presidente Reagan lanzó la iniciativa 6
para los países del Caribe, con un llamamiento a las multinacionales para in-
vertir en el área. Un lustro después, en 1987, se presentó en el Congreso de
Estados Unidos una nueva legislación (HR 310 1) para ampliar los benefi-
cios de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe. El proyecto de Ley propuesto,
la «Ley de Recuperación Económica de la Cuenca del Caribe de 1987», pro-
rrogó 1a validez de la Iniciativa por otros doce años, ampliando la gama de
productos en régimen de franquicia aduanera, restableciendo los contingen-
tes sobre el azúcar, y adoptando medidas especiales para las islas más pe-
queñas y menos desarrolladas del Caribe OrientaL

5 Jean-Marie Burgand~ «Le Caricom», en Morí, 508/82, resumido en ICE, Semanal, n.O
1845, 12 de agosto de 1982, pág. 2902. Lawrence E. Mann, «Una evaluación de la Co-
munidad del Caribe», en Integración Latinoamericana, n.O 92, julio de 1984.
() Lawrence E. Mann, «La iniciativa de la Cuenca del Caribe», en Integración Lati-
noamericana, n.O 82, agosto 1983.
+
12, Integración económica en las I\rnéricas (nI). El área del Caribe

En línea con los progresos comentados, y como sucede en los otros pro-
yectos integratorios de las Américas, en el CARICOM también se planteó
acelerar la integración. A t.al efecto, los presidentes de sus países miembros
se reunieron del 30 de julio al 2 de agosto de 1990, en Kingston, Jamaica,
para tomar en consideración el avance hacia un mercado común efectivo.
El resultado más significativo de esa cumbre fue la decisión de estable-
cer una tarifa exterior común, a complementar con la redefinición de las
normas sobre origen de los artículos comercializados en 1a Comunidad; con
un aumento gradual del tratamiento preferencial en el marco de CARI-
COM, coincidiendo con la remoción, hacia mediados de 1991, de todas las
barreras existentes al comercio interno.
Con el mismo sentido integrador, en enero de 1991 se inauguró la bolsa
de valores regional, con listas cruzadas de las empresas cotizadas en los
mercados bursátiles ya existentes (Jamaica, Trinidad y Tobago y Barbados) 7.
En la XIII Reunión Cumbre de los países del CARICOM que se l1evó a
cabo en Puerto España (Trinidad) del 29 de junio al 1 de julio, se avanzó en
la definición de los acuerdos arancelarios para la creación del mercado co-
mún en 1994.
Una moneda común y la profundización de acuerdos en materia de salucL
educación, ciencia y tecnología, son otros temas considerados. La meta del
Mercado Único implica tanto el libre movimiento de bienes y servicios,
como una estructuración eficiente del Arancel Exterior Común (AEC).
También supone el1ibre movimiento del capital y trabajo; así como la armo-
nización de diversas políticas: monetarias, fiscales y económicas de apoyo 8.

12.6.2 Nuevos socios y proyectos


.
En enero de 1993, entró en vigor un acuerdo de libre comercio entre Vene-
zue1a y los países de CARICOM; con la reducción unilateral venezolana de
sus aranceles, a fin de mejorar el acceso de los productos de la cuenca cari-
beña, tras un período transitorio de cinco años.
Por otro lado, el 3 de julio de 1997, Haití se convirtió en nuevo Estado
miembro de la Comunidad del Caribe, previéndose que su ingreso en el
Mercado Común se realizará en sucesivas etapas. Funcionarios haitianos y
del Secretariado de CARICOM establecerán cómo participará el nuevo
miembro en la Tarifa Externa Común, y cuando se removerán las restriccio-
nes cuantitativas y otras barreras internas al comercio.
La admisión de Haití no significó solamente una expansión de la Comu-
nidad hacia el único país independiente del Caribe de habla francesa, sino

7 Integración Latinoamericana, septiembre de 1990, pág. 60.


s Henry S. Gil!, «CARICOM: Origen, objetivos y perspectivas de integración en el Ca-
ribe», en Integración Latinoamericana, n.o 191, julio 1993, página 37 y sigs.
1ntegración economlc3

que también supuso duplicar la población del mercado que abarcará 13 mi-
llones de personas.
El proceso de integración recibió un nuevo impulso cuando el 5 de julio
de 1998 se decidió la firma de un tratado con la República Dominicana
para la libre circulación de bienes, servicios y capitales 9.
Como complemento de lo expuesto, podemos hacer un resumen de otras
cuestiones relativas al CARICOM:

- El Cariforum reúne a los miembros del CARICOM más Haití y la


República Dominicana, agrupando así los intereses de la zona en re-
lación con el trato especial que la VE otorga a los ACP; conforme a
la Convención Lomé IV que deberá ser renovada el año 2000 (según
vimos en 8.19).
- El Grupo de Trabajo Conjunto del Caribe y EE.UU. (GTC) se ocupa
de las relaciones especiales entre Washington, D.C. y el área caribe-
ña.
El Presidente del Banco de Desarrollo del Caribe (Caribbean Deve-
lopment Bank / CDB) y una representación del Banco Interamerica-
no de Desarrollo (BID) anunciaron en Barbados, elide noviembre
de 1996, la firma de un acuerdo para financiar un programa de desa-
rrollo de mercados de capitales en la subregión.
El CARICOM se ocupa además de los estudios relativos a la incor-
poración al proyecto ALeA de integración de todo el continente
americano para el 2005.

12.6.3 La AECA

Los Jefes de Estado y de Gobierno de 25 Estados independientes del Cari-


be suscribieron, el 24 de julio de 1994 en Cartagena de Indias, el convenio
constitutivo de la Asociación de Estados del Caribe (AECA), al que se ad-
hirieron de inmediato doce países del área: Antigua y Barbuda, Barbados,
Belice, Colombia, Costa Rica, Cuba, Dominica, El Salvador, Estados Uni-
dos Mexicanos, Granada, Guatemala, Guyana, y Haití 10.
La Asociación, cuyo potencial resulta incierto, se concibe como un orga-
nismo de consulta, concertación y cooperación. Sus propósitos consisten en
identificar y promover la instrumentación de políticas y programas orienta-
dos a:
a) impulsar las capacidades del escenario del Caribe, para lograr un
desarrollo sostenido en lo cultural, económico, social, científico y
tecnológico;

9 «El Caricom refuerza su proceso de integración», Negocios, 3,5.VII.98.


10 Integración Latinoamericana, n.o 202~ julio 1994, pág. 44.
+
12. Integración económica en Las Américas (IJI). El área del Caribe

b) forzar ese potencial por medio de la interacción de los Estados


miembros, y en relación con terceros;
e) Promover un espacio económico ampliado para el comercio y la in-
versión, con oportunidades de cooperación y concertación; y que
permita incrementar los beneficios que a los pueblos del Caribe
brindan los recursos y activos de la región 11;
d) establecer, consolidar y ampliar, según el caso, las estructuras insti-
tucionales y los acuerdos de cooperación.

11 Integración Latinoamericana, n.o 203, agosto-septiembre 1994, pág. 72.


..
13. Cooperación
.,. e
integración en Africa

13.1 Una casuística credente


Además de los diversos proyectos que hemos estudiado en los capítulos 8 y
9 (Europa) y lOa 12 (las Américas), actualmente hay en marcha en África
una serie de procesos de integración, en general poco conocidos, de los
cuales sólo vamos a destacar los principales.

13.2 La Comunidad Económica de África Oriental (CEAOR)


Éste fue el ejemplo de integración económica más antiguo y avanzado de
toda África 1. La CEAOR estuvo formada por tres países: Kenia, Uganda y

I La bibliografía sobre el tema fue relativamente abundante. Citaremos, sin intención


exhaustiva, los siguientes autores y obras: S. Dell, East Africa: Report ofthe Economic
and Fiscal Commission, Londres; D. Ghai, Territorial distribution of the benefits and
costs ofthe Eas/ African Common market, Nairobi, 1965; R. H. Green y K. G. V. Kris-
ha, Economic Coopera/ion in Africa, Nairobi-Londres, 1967; As. Haz)ewood, «The
East African eommon Market: Importance and Effects», Bulletin of the Oxford Institu-
te of Economics and Sta tiste (BOlES), vo1. 28, n.O 1, febrero 1966; B. F. Massell, East
African Economic Uníon: an evaluation and some implications for Policy, The Rand
Corporation, Londres, 1963; W. T. Newlyn, «Gain and Losses in the East African
Common Markeb) . York-hire Bulletin of Economic and Social Research, vol. 17, n.O 2,
Integración econólT11ca

Tanzania. En el cuadro 1 puede verse el detalle por países de superficie, po-


blación y PIB.

Cuadro 1. Detalle de la antigua CEAOR, por países, en 1995

Superficie Población PIB PIB p.c.


Países (km2) (millones (millones (dólares)
habitantes) dólares)

Tanzania 945.087 30 3.602 120


Kenia 582.644 27 9.095 337
Uganda 136.036 19 5.655 298

TOTALES 1.763.767 76 18.352 241


f{;ENTe: Naciones Unidas.

El proceso de integración de los tres países del Este africano no presentó


dificultades hasta fines de la década de 1950, entre otras razones porque
los tres eran posesiones del Reino Unido (Kenia, una colonia; Uganda, un
protectorado, y Tanzania, un mandato de la SON, conferido en 1920 y pro-
rrogado en 1945 por las Naciones Unidas para la administración de esta an-
tigua colonia alemana).
Desde 1922 los servicios aduaneros de los países eran comunes, sin ba-
rreras fronterizas entre ellos, y en 1920 ya funcionaba una unión monetaria
con el chelín de África Oriental como moneda común y con el «East Afri ..
can Currency Board» como autoridad monetaria central. También antes de
la independencia ya funcionaban en común toda una serie de servicios:
transporte aéreo, ferrocarriles, administración de puertos, correos, teleco-
municaciones, universidad, aduana y administración de impuestos indirec-
tos, asamblea legislativa central, etc.
Todo fue relativamente bien en el mercado común de [acto del África
Oriental hasta que, hacia 1960, y después de forma más intensa a partir de
la independencia, los desequilibrios comerciales y de inversión en favor de
Kenia se hicieron patentes. A pesar del informe contrario a ello de la llama-
da «Comisión Raisman» 2 ~ U ganda y Tanzania pusieron obstáculos al co-

noviembre 1965; J. S. Nye, Pan-Afrícanism and East Afrícan Integration, Harvard


University Press, Cambridge, Mass., 1965; R. N. Wood, «The East African Cornmon
Market: a Reassessment», BOlES, vol. 28, n.O 3, noviembre 1960.
2 Comisión creada en 1960 y que en 1961 presentó su infonne sobre los referidos dese-
quilibrios (East African, Report of the Economic and Fiscal Commission, HMSO, Lon-
dres, 1961).

13. Cooperación e integración en África
)
mercio intracomunitario, en forma de contingentes de importanción para
las mercancías procedentes de Kenia.
Para intentar resolver estos problemas con un enfoque conjunto y no sim-
plemente con medidas unilaterales, que a la postre ponían en grave peligro
el mercado común, en abril de 1964 se celebró en Kampala (Uganda) una
reunión ministerial de los tres países, que se completó con una entrevista de
los tres jefes de Estado en enero de 1965 en Mbale, también en Uganda.
Los acuerdos de Kampala-Mbale, «tendentes a corregir los desequilibrios
comerciales en África Orienta!», tenían como objetivo fundamental conseguir
un reparto más equitativo de las inversiones industriales. Para ello se estable-
cía que el aumento de capacidad en cuanto a industrias existentes se reserva-
ría exclusivamente en favor de Kenia y Tanzania, y que las inversiones en in-
dustrias nuevas serían en lo sucesivo equitativamente distribuidas entre los
tres países.
Sin embargo, por la complejidad de los mecanismos, los acuerdos no lle-
garon a ser ratificados por Kenia, y en el primer semestre de 1965 la unión
económica siguió degradándose. Incluso llegó a anunciarse la ruptura de la
unión monetaria. Para evitar el desplome final de la Unión, los jefes de Esta-
do de los tres países (Kenyatta, por Kenia; Nyerere, por Tanzania, y Obote,
por Uganda) se reunieron en septiembre de 1965, y bajo la autoridad del
profesor Kjelk Phillip crearon la «Comisión de África Oriental», formada
por tres ministros de cada país. La Comisión presentó su primer informe en
mayo de 1966, proponiendo la creación formal de la «Comunidad Económi-
ca de África Oriental». Elaborado sobre las bases de ese informe, el 6 de
junio de 1967 se firmó en Kampala el «Tratado de Cooperación de África
Oriental», que entró en vigor elIde diciembre de 1967. Así nació formal-
mente la CEAOR.

La CEAOR tuvo su sede en Arusha (Tanzania), estando formada por tres


ministros residentes, representantes de los respectivos países miembros par..
ticipantes, junto con ministros nacionales, en los cinco consejos de la Co-
munidad: Mercado Común, Comunicaciones, Consejo Económico Consul-
tivo de Planificación, Consejo Financiero, y Consejo de Investigación y de
Asuntos Sociales.
La CEAOR contaba, además, con un banco de desarrollo, el «East Afri-
can Development Bank», con sede en Kampala. Su misión consistía en fi-
nanciar proyectos de desarrollo industria1. En definitiva, la creación de la
CEAOR supuso la consolidación de todo el previo proceso de integración,
con la garantía dellíbre comercio intracomunitario.
La novedad ulterior más importante fue la llamada «tasa de transferen-
cia», destinada a corregir, de la manera más automática posible, los dese-
quilibrios comerciales. Cuando uno de los tres países tenía una situación
deficitaria en su comercio frente a los otros dos, podía imponer esa tasa de
transferencia.
1nteo i{lÓ í) n (;( ~)nófni('a

El sistema de las «tasas de transferencia» supuso una innovación interesante


para amortiguar las dificultades transitorias en el proceso de integración. En
esa misma línea, hay que señalar el hecho de que en 1967 los países de la CE-
AOR firmaron un acuerdo comercial con la CEE (Tratado de Arusha), y en
1975 (febrero), al igual que otros 42 países, los tres socios de la CEAOR sus-
cribieron la Convención de Lomé con la CEE (recuérdese lo visto en el capítu-
lo 8 para los países ACP).
Sin embargo, no todo fueron venturas, y la CEAOR no llegó a consoli-
darse. Después de que en 1971 el general Amín derrocase al presidente
Milton Obote de Uganda, para asumir el poder dictatorial, las pésimas rela-
ciones con Tanzania hicieron peligrar seriamente la CEAOR, hasta el punto
de que los movimientos de bienes, personas y capitales entre los tres países
quedaron de nuevo bajo control nacional. A pesar de todo, la CEAOR se
mantuvo aunque con retrocesos más que con avances. La caída de Amín en
abril de 1979 abrió mejores expectativas para la Comunidad, pero la persis-
tente inestabilidad, y los otros proyectos integratorios, llevaron a la definiti-
va extinción de la CEAOR en 1977, en un acto en el que los firmantes rom-
pieron en sollozos.
Después, la cooperación volvió a renacer en 1996, esta vez instituciona-
lizada más informalmente a través de la Comisión para la Cooperación de
Africa Oriental (CCAO/CEAC), que se ocupa de temas muy concretos: co-
nexiones ferroviarias, armonización de leyes de tráfico, medio ambiente en
el Lago Victoria, armonización de algunas fiscalidades, desarrollo de infra-
estructuras, sobre todo de telecomunicaciones y energía.
De hecho, en los tres países siempre permaneció la sensación única de
haber pertenecido a un mismo sistema federal, y fue con la memoria histó-
rica de esa circunstancia como está recuperándose la cooperación camino
de la integración, ahora en el marco africano global mucho más propicio de
COMESA3.

13.3 La cooperación en África Oriental y Austral: SADCC,


SADC, PTA y COMESA

En 1979 se abrieron negociaciones para crear un área de comercio libre en-


tre países que en gran medida estaban bajo la influencia económica de la
República Sudafricana, a la que se oponían por su política de apartheid,
esto es, de dominio de la minoría blanca desde el gobierno en Pretoria.
Esa unión contra el apartheid permitió que en julio de 1979, tras nego-

3 Entrevista de Michela Wrong al Embajador Francis Muthaura, director del Secretaria-


do de la Comisión para la Cooperación de África Oriental, en Financial Times,
5.XI.1996. Sobre el nacimiento de la CEAC, también Michela Wrong, «East Africa
tries to rediscover co-operation», Financial Times, 27.11.1996.
13. Cooperación e integración en África

ciarse en Arusha, la antigua sede de la CEAOR, se creara una nueva enti-


dad de cooperación: la Conferencia para la Coordinación del Desarrollo
del Sur de Africa (South Africa Development Coordination Conference, o
SADCe), que un año más tarde se formalizó en la Conferencia de Lusaka
(la capital de Zambia, y de ahí el nombre de Grupo de Lusaka con el que
también se conoce a la SADCe).
En la formación de la SADCe, que integraron nueve países (Tanzania,
Zambia, Zimbabue, Malawi, Angola, Mozambique, Botswana, Lesoto y
Swazilandia), pesó grandemente la cuestión de las relaciones ferroviarias y
portuarias dentro de la zona, a fin de evitar la utilización de la red de la Re-
pública de Sudáfrica. Asimismo, la SADeC se planteó coordinar proyectos
energéticos, de autoabastecimiento agroalimentario, de industrialización,
como igualmente aspira a agilizar la libre circulación de personas, bienes y
capitales.
El nombre oficial de la organización, desde 1994, es el de Southern
African Development Community (SADC), tras haberse incorporado a ella
Namibia y la República de Sudáfrica. Con el final del apartheid en Sudá-
frica tras las elecciones generales y multirraciales de abril de 1994 4 Y des-
pués la pacificación de Mozambique, y camino de ello en Angola con no
pocas incertidumbres, las posibilidades de la SADC parecieron mejorar;
sobre todo por el apoyo del efecto Mandela 5.
Destaquemos además que el Consejo de Ministros de la Unión Europea,
en su reunión del 19 de junio de 1995, autorizó a la Comisión a abrir nego-
ciaciones respecto a dos acuerdos que serán fundamentales para la consoli-
dación de Programa de Reconstrucción y Desarrollo de Sudáfrica. Se trata
de la adhesión del país africano a la Convención de Lomé, y de un tratado
comercial bilateral 6.

4 Como enviado especial de la Cadena COPE de radio, tuve ocasión de asistir a esas
elecciones generales, «una de las más altas ocasiones que vieron los siglos», que habría
dicho el gran Don Miguel de Cervantes.
5 Sobre el tema, el «Financial Times Survey: Investing in South Africa», 2· V -1995.

También, The Economist (12-XI-1994 pág. 16 Y sigs), «Southern Africa's opportunity».


Asimismo, R. Mathew y M. Suzman, «Mandela promises crackdown on crime», en Fi-
nancia/ Times, 19-I~ 1995, pág. 3; de los mismos autores (FT, 18-IlI-1995, pág. 8),
«Hard life after apartheid».
6 Sobre los problemas de Sudáfrica -desempleo, crimen, emigración de blancos,

etc.- y también sobre sus esperanzas, tres artículos de interés: Roger Matthews, «Sha-
dow over Mandela' s smile. High unemployment and crime are among the many cha-
llenges stil1 facing post-apartheid South Africa», Financial Times, 3.1I1.96; Roger Matt-
hews, «After the miracle, the impossible»>, Financial Times, 28.1Il.1996; y Victor
Mallet, «Case for an African renaissance. Can there be real hope for the continent' s fu-
ture, given the tum1oil?», Financial Times, 5.IV.98. En cuanto a los proyectos en curso
en la SADC y sus perspectivas razonablemente optimistas, puede verse «An African
success story», The Economist, 14.V1.97.
Integración económica

De hecho, Mandela --en ocasiones acompañado de Mugabe, Presidente


de Zimbabue, para no dar la impresión de ningun neoimperialismo de Pre-
toria-, se convirtió en el árbitro de toda la ancha region de África Austral,
al sur del Zaire; y podría impulsar la transformación de la SADC en una
verdadera ZLC.
Posteriormente a la creación de la SADC, en 1981 -pero ya en curso de
negociación desde 1978- surgió una nueva organización para la coopera-
ción e integración comercial. Abarcaba toda la zona de la SADC y al resto
de la orilla africana del Índico. Se trataba de un agregado de 21 países que
sucesivamente fueron adhiriéndose al convenio fundacional de la Preferen-
tial Trade Area (Área Comercial Preferencial), PTA, que cubría el África
Oriental y Austral: Kenia, Uganda y Tanzania (antigua CEAOR); Yibuti,
Etiopía y Somalia, en el «Cuerno de África»; Ruanda y Burundi, que tam-
bién integran, con Zaire, la Comunidad Económica de Países de los Gran-
des Lagos (CEPGL), como después veremos; las ex posesiones portuguesas
de Angola y Mozambique; las ex posesiones británicas de Zambia, Malawi
y Zimbabue; los Estados insulares del Índico (Seychelles, Comores, Mauri-
cio y Madagascar), y tres países de la Unión Aduanera de África del Sur:
Lesoto, Swazilandia y Botswana.
La PTA llevó a cabo, elide julio de 1984, su primera reducción arance-
laria intrazona, con la previsión de proceder a la segunda en octubre de
1988 -luego retrasada-, y llegar a la total supresión de "barreras comer-
ciales a lo largo de un periodo de lOa 15 años.
En 1995, tras el final de la política de apartheid en Sudáfrica, y con la
incorporación de Sudáfrica y otros países, la PTA se transformó en el Com-
mon Market of East Africa, COMESA, integrado por veintiún Estados
miembros, con una población global de 288 millones de habitantes, y un
comercio intrazonal de 2.500 millones de dólares; que proyectado al 2000,
cuando las barreras arancelarias hayan sido suprimidas, podría alcanzar los
4.000 millones. En 1998, Egipto anunció su propósito de acceder a COME-
SA 7. Dentro del sistema se inscribe, como ya vimos en 13.2, la Coopera-
ción de Africa Oriental (CEAC).
Aunque muy lejos de haberse perfeccionado, puede decirse que junto
con las organizaciones económicas de África Occidental, Central y Austral
(que vamos a estudiar en las próximas secciones), COMESA constituirá un
elemento de vertebración de las regiones económicas, yendo así a un verda-
dero mercado común como el proyectado por la Comunidad Económica
Africana (véase 13.7.) para la globalidad del continente negro. En ese senti-
do, va a ser determinante la presión de la UE sobre los ACPs en general,
como ya pudimos ver en 8.19.

7 Mark Huband, «Egypt turns its face to the south in an effort to exploit region's
growth potential», Financial Times, 19.VIII.1998.
13. Cooperación e integración en África
.,.
13.4 Integración en Africa Occidental: la CEAO y la ECOWAS
o CEDEAO 8
La colonización francesa en el continente negro se desarrolló en dos am-
plias zonas, que recibieron los nombres de África Occidental Francesa
(AOF) y África Ecuatorial Francesa (AEF). Ambas áreas, formadas por
diversos territorios~ funcionaron como uniones aduaneras.
Al acceder a la independencia tales territorios, a partir de 1958, su con-
figuración económica experimentó cambios considerables. Los países de la
antigua AOF mantuvieron una serie de instituciones de cooperación, de las
cuales la más importante es la «Unión Económica y Monetaria del Oeste
Africano» (UEMOA), de la que forman parte Senegal, Burkina Faso (antes
Alto Volta), Benin (antes Dahomey), Costa de Marfil, Togo y Níger.
La Unión tiene una moneda común, el franco CFA ~<de la Comunidad
Financiera Africana)}--, que circula por todo el área. La emite el Banco
Central de los Estados de África Occidental (BCEAO) y se beneficia -y
otro tanto les sucede a los países de la antigua AEF, según veremos des-
pués- de un tipo de cambio fijo y de la convertibilidad plena con el franco
francés, lo cual facilita el intercambio y las inversiones en el área. La perte-
nencia de la CFA al área del franco permite a los países de la UMOA obte-
ner asistencia de París, a través del «Fondo de Ayuda para los Estados de
África y MadagascaD) (FAC).
Una parte de los países de la UMOA constituyeron en 1974 la Comunidad
Económica de Africa Occidental (CEAO), con vistas a la creación de un ver-
dadero mercado común formado por Alto Volta, Costa de Marfil, Níger, Se-
negal, Mali y Mauritania (Tratado de Bamaco del 3-VI-1972, que entró en
vigor el 1-1-1974). Y más adelante, superando anteriores recelos lingüísticos
y de áreas monetarias -y a la vista del relativo éxito de la CEAO-, el 30
de junio de 1975 se concluyó en Lagos (Nigeria) un acuerdo mucho más
amplio, para poner en marcha la denominada ECOWAS, <> Economic Com-
munity of West African Sta tes, o CEDAO. De ella son socios los miembros de
la CEAO, más otros ocho países del África Occidental: Gambia, Ghana, Gui-
nea-Conakry, Guinea-Bissau, Liberia, Nigeria, Sierra Leona y Togo.

La ECOWAS persigue, entre sus objetivos, la cooperación en diversidad


de áreas: agricultura, industria y energía, transporte, comercio, sistemas de
telecomunicaciones, recursos naturales, asuntos monetarios y financieros y
aspectos culturales y sociales.
Atendiendo a los indicadores, existen notables diferencias dentro de]
bloque. Nigeria, con el 55 por 100 de la población y el 60 por 100 del PIB,

8 Gran parte de la información de base para este apartado y los dos siguientes procede

del estudio de Eduardo Cuenca «La cooperación económica en el África Subsahariana»,


Información Comercial Española, febrero, 1990, págs. 137 y ss.
(.
IntegfdC40f1 economka

se erigió durante un tiempo como líder y pacificador de la zona. Sin embar-


go, en abril de 1984, debido a sus propios problemas internos y a las eleva-
das tasas de inmigración procedentes de los países vecinos, decretó el cie-
rre de sus fronteras y la posterior expulsión de cientos de miles de
ciudadanos de otros países de la ECOWAS. Las tensiones generales como
consecuencia de este hecho estuvieron a punto de romper el clima de coo-
peración.
El volumen de comercio entre los miembros de la ECOWAS es poco
significativo, concentrado básicamente en el petróleo nigeriano, los pro-
ductos alimenticios y los textiles. Por zonas, los países francófonos mantie-
nen relaciones comerciales más estrechas que los de habla inglesa. Costa de
Marfil y Senegal, son los más dinámicos en el área. Las razones que expli-
can unos índices tan bajos de comercio intra-ECOWAS son el escaso nivel
de complementariedad de las economías, las deficiencias en los transpor-
tes, la penuria de las comunicaciones y los sistemas de pagos (a pesar de la
creación de la West African Clearing House).

. ;

13.5. La Comunidad Económica de Africa Central (CEEAC)


Análogamente a lo que sucede en los países de la antigua África Occidental
Francesa (AOF), cuyo caso hemos visto en 13.4, los componentes de la ex
África Ecuatorial Francesa (AEF) cuentan con su propio franco eFA como
moneda común que circula entre ellos sin trabas. Su organismo de reserva
es el Banco de los Estados de Africa Central (BEAC). A diferencia de la ex
AOF, la ex AEF todavía no cuenta con un acuerdo monetario pleno como la
UMOA, pero virtualmente funciona como tal a través de la Comunidad
Económica y Monetaria de África Central (CEMAC). En el caso de la ex-
AEF, franco CFA significa «de la Cooperación Financiera de África Cen-
tral»,
En 1959 se creó la Unión Aduanera Ecuatorial (UD E), para mantener los
mecanismos básicos de la Unión Aduanera de la AEF. La UDE, integrada
originariamente por Congo-Brazzaville, Gabón, la República Centroafricana
y Chad, se vio ampliada a partir de 1961 por el ingreso de la República Fe-
deral del Camerún.
Más tarde, y tras una serie de proyectos industriales conjuntos, los cinco
países decidieron dar un paso más para formar la Unión Aduanera y Econó-
mica de Africa Central (UDEAC), cuyo tratado constitutivo se firmó elIde
enero de 1966. La base de la UDEAC es, por tanto, la anterior unión adua-
nera completada con una serie de mecanismos de política industrial.
La UDEAC cuenta con una Tarifa Exterior Común (TEC) y con libertad
de comercio para todos los productos dentro de la Unión. Los impuestos in-
directos difieren entre los cinco países de la Unión, sin que hasta el presente
se haya decidido una uniformidad fiscal, salvo para los productos sometidos

13. Cooperación e integración en África

al llamado «impuesto único». Para ellos rige en la unión un régimen espe-


cial, consistente en que el Comité Director de la Unión Aduanera fija en la
TEC, para los productos fabricados por empresas cuya actividad se extiende
al conjunto de la Unión, un impuesto de importación que se aplica de inme-
diato por todos los Estados miembros. Al propio tiempo, se acuerda la libre
circulación de tales productos, y al objeto de facilitarla se establece un im-
puesto indirecto uniforme en todo el área (taxe unique). Los productos que
hasta ahora se han beneficiado de este régimen son los típicos bienes de
consumo por los que empieza el proceso de industrialización: cerveza, azú-
car, jabón, artículos de aluminio, algunos tipos de confecciones y calzados,
bicicletas, radiorreceptores, etc.

La UDEAC se transformó y amplió en 1983. Concretamente por el Tratado


de Libreville, de 18 de octubre de 1983, se creo la Comunidad Económica de
los Estados de Africa Central (CEEAC), fijándose su sede permanente en la
capital gabonesa. De la CEEAC forman parte once países, ocho francófonos
(Gabón, Camerún, República Centroafricana, Congo, Chad, Zaire, Ruanda y
Burundi), una ex colonia portuguesa (Santo Tomé y Príncipe) y una ex españo-
la (Guinea Ecuatorial).
El acuerdo de la CEEAC fijó un período de doce años, dividido en tres
etapas, a lo largo del cual la Comunidad debía conseguir sus fines. En la
primera fase se tomarían medidas para consolidar el régimen fiscal y adua-
nero; de la segunda surgiría una zona de libre comercio, y, por último, se
constituiría la unión aduanera. Aunque existía la posibilidad de alterar los
calendarios, la unión total debería alcanzarse en un plazo entre diez y vein-
te años.
Para que un producto pueda ser calificado como «originario de la Co-
munidad», la empresa que lo elabore deberá tener, al menos, el 35 por 100
de su capital en manos de ciudadanos u organismos públicos del Estado
miembro, exigiéndose que el valor de los productos importados utilizados
para su elaboración no sobrepase el 60 por 100 del coste total, o que el va-
lor añadido local represente al menos el 45 por 100 del precio de salida de
fábrica.
El Tratado de la CEEAC recoge, también, aspectos relacionados con el
derecho a la residencia, el libre establecimiento de las personas, la coopera-
ción en materia de infraestructura, energía, recursos naturales y aspectos
sociales. l.

Por último, la Comunidad prevé la cooperación monetaria y financiera,


para lo cual creó una Cámara de Compensación destinada a facilitar los pa-
gos, así como ciertos medios e instrumentos de asistencia en el área de las
finanzas.
Como quedó dicho, de la CEEAC forman parte los pequeños Estados de
Ruanda y Burundi (ex colonias belgas) que desde 1976 forman, con el gi-
gante Zaire (también ex colonia belga redenominada Congo en 1997, tras la
integración económica

sustitución de Mobutu por Kabila 9), la Comunidad Económica de Paises de


los Grandes Lagos (CEPGL).

13.6 La (FA, agenda monetaria basada en el euro

En abril de 1998, en Libreville, capital de Gabón, se reunieron los Minis-


tros de Economía y Finanzas de los países de la Zona Franco, para dar los
últimos toques a la primera gran agencia monetaria del euro (currency bo-
ard o también Junta Monetaria).
La nueva entidad estará formada por un total de catorce Estados, que se
aglutinan actualmente en tomo a las ya referidas Unión Económica y Mo-
netaria del Oeste Africano (UEMOA) y a la Comunidad Económica y Mo-
netaria del África Central (CEMAC); con las magnitudes que se detallan en
el cuadro 2.
En diciembre de 1996, el presidente Chirac, en una visita a Ouagadou-
gou, Burkina Faso, para asistir a la reunión de Jefes de Estados del África
francófona, prometió ocuparse de la nueva relación de las dos Zonas CFA
con la del euro. Lo cual resultó efectivamente posible, merced al artículo
234 del Tratado de Maastricht, en el que se hace la previsión de que «los
derechos y obligaciones que resulten de convenios concluidos anteriormen-
te, no se verán afectados por las disposiciones del presente Tratado». En
otras palabras, en vez del referente FF, las actuales zonas eFA referencian
su moneda común, sin necesidad de sustituirla, con el euro.
ASÍ, pues, el franco CFA continuará funcionando, y la convertibilidad
con el euro se mantendrá, sobre la base de la garantía del Tesoro francés, a
un tipo de cambio fijo. De modo que hasta el año 2002, esa paridad se hará
a través del FF como moneda fraccionaria del euro. Y desde el 2002, la re-
ferencia única pasará a ser, definitivamente, el euro.

13.7 La Comunidad Económica Africana (CEA)

Oficialmente, se creó el 5 de junio de 1991, con ocasión del 27,° encuentro


de ]a «Organización para la Unión Africana» (OUA) en la capital de Nige-
ria, precisamente el mismo lugar donde dos lustros antes se había acordado,

9 Sobre los muchos intereses económicos, y fundamentalmente mineros de la revolu-


ción de Kabila contra Mobutu, dos artículos de Michela Wrong, «End of an era in Afri-
ca's mineral treasure house», en Financial Times, 5.V.97; y «Ripples of a revolution.
The rebel victory in the former Zaire has implications for the whole of Afiica)), en Fi-
nancia/ Times, 26.V.97. Por lo demás, la dictadura de Kabila, que pronto cayó en los
mismos vicios que Mobutu, podría ser muy breve.
13. Cooperación e integración en África

Cuadro 2. La primera agencia monetaria del euro

Miles Miles PNB PNB/p.c.


Países y áreas Km2 Habs. (miles US$) (US$)

Benin 237,0 5.500,0 2.035,0 370,0


Burkina Faso 274,0 10.400,0 2.392,0 230,0
Costa de Marfil 3.224,0 13.978,0 9.231,0 660,0
Guinea-Bissau 36,0 1.100,0 275,0 250,0
Mali 1.240,0 9.800,0 2.450,0 250,0
Niger 1.267,0 9.000,0 1.980,0 220,0
Senegal 197,0 8.500,0 5.100,0 600,0
Toga 57,0 4.100,0 1.271,0 310,0

TOTAL UEMOA 6.532,0 62.378,0 24.734,0 396,5

Camerún 475,0 1.330,0 864,0 650,0


Rep. Centroafricana 623,0 3.300,0 1.122,0 340,0
Chad 1.284,0 6.400,0 1.152,0 180,0
Congo (Brazzaville) 342,0 2.600,0 1.768,0 680,0
Gabón 268,0 1.100,0 3.839,0 3.490,0
Guinea Ecuatorial 28,1 400,0 1.520,0 380,0

Total CEMAC 3.020,1 15.130,0 10.265,0 5.720,0

Total CPA (UEMOA + CEMAC) 9.552,1 77.508,0 34.999,0 451,5

UMEOA: Unión Económica y Monetaria del Oeste Africano.


CEMAC: Comunidad Económica y Monetaria de África Central.
FUENTE: Naciones Unidas.

en 1980, el «Plan de Lagos», por el cual ya se preconizó una entidad inte-


gratoria para todo el continente negro.
La CEA se concibe como marco de cooperación general de los 51 Esta-
dos africanos, a fin de superar los problemas de los proyectos nacidos hasta
1991, fraccionados en las entidades ECOWAS, CEEAC, PTA, Unión del
Magreb Árabe, etc.
El propósito de la CEA es irse constituyendo, gradualmente, a lo largo
de treinta años, en unión económica, con un desarme arancelario y contin-
gentario total, y con la construcción de la correspondiente tarifa exterior
común.

I
Las instituciones de la CEA son: Asamblea de Jefes de Estado y de Go-
bierno, Consejo de Ministros, Parlamento Panafricano, Comisión Económi-
Integración económica
ca y Social, Tribunal de Justicia, Secretaría General y Comités especializa-
dos.

13.8 Otras organizadones africanas de cooperadón


e integradón
Como organizaciones que han formado o forman parte de los esfuerzos de
cooperación en África Occidental, además de las ya mencionadas, nos ocu-
paremos de otras cinco.

a) Senegambia. Es la Confederación de Senegal y Gambia, que desde


1982 agrupa a ambos países o que, más bien, subsume a Gambia
(10.347 km2 de superficie en la estrecha franja de ambas orillas del
río del mismo nombre) dentro de Senegal (196.722 km 2). La Con-
federación sirve como entidad con objetivos diplomáticos y de re-
laciones económicas exteriores, para resolver las penurias de la re-
presentativídad internacional de Gambia, que es uno de los países
más pobres de África y que, geográficamente, está rodeado por Se-
nega!.
b) El Consejo de la Entente. Se creó en 1959, con la participación de
Costa de Marfil, Níger, Alto Volta (después Burkina-Faso), Daho-
mey (más tarde Benín) y Togo; cuatro países contiguos, y todos
ellos francófonos, que rodean por entero a la anglófona Ghana. El
propósito de la Entente fue hacer posible una agrupación regional
más homogénea, con no poco de hegemonismo por parte del presi-
dente Hophouet Boigny, de Costa de Marfil. La Entente se planteó
un esquema favorecedor de la cooperación e integración, pero en el
fondo lo que perseguía era contraponer la francofilia de la zona a
las aspiraciones panafricanistas radicales de Sekú Turé en Guinea-
Conakry y de Nkrumah en Ghana. Sin embargo, tales previsiones
quedaron debilitadas por los episodios políticos de los países inte-
grantes, sub sumiéndose los aspectos económicos de la Entente en
otros proyectos más vastos ya estudiados: la UMOA, la ECOWAS,
etc.
e) La Unión del Río Mano. También conocido por MRU, por su sigla
en inglés. Se creó en 1973 por acuerdo de Liberia y Sierra Leona,
dos pequeños países costeros de África Occidental, que precisa-
mente tienen por frontera el Río Mano. En 1980, se incorporó a la
Unión Guinea-Conakry, contigua a las dos primeras y que más
que duplico la extensión del proyecto. En principio, la MUR se
planteó como unión aduanera, pero las diferencias políticas entre
los dos primeros socios fundadores (incluso con cierre de fronte-
ras en varias ocasiones), las agitaciones y las contiguas guerras ci-
13. Cooperación e integración en África

viles de Liberia, y las diferencias idiomáticas (los dos fundadores


anglófonas y Guinea francófona) han impedido, hasta ahora, cual-
quier progreso realmente sustantivo. Por lo demás, al participar
los tres países del MRU en la ECOWAS, la Unión ha perdido su
sentido.
d) Unión del Magreb Arabe es un sueño que data de mucho tiempo
atrás. En 1964, bajo los auspicios de la Comisión Económica para
África (CEPA), con sede en Addis-Abeba y con subsede en Tánger,
ya se configuró un «Consejo de Ministros Económicos del Magreb»,
que esbozó una serie de proyectos de cooperación en los que habían
de participar Marruecos, Argelia, Túnez y Mauritania. Después, las
relaciones políticas entre estos cuatro países se agriaron a causa del
problema de la descolonización del Sahara español. Las expectativas
resultarían más promisorias si el problema del Sahara Occidental se
resolviera definitivamente tras el referéndum decidido por la ONU
en abril de 1991, Y cuya celebración ya aceptaron Marruecos y el
Polisario para 1998.
e) La Unión Aduanera de Airica del Sur (Southem African Customs
Union, SACU) , la integran la República de Sudáfrica, sus dos en-
claves de Lesoto y Swazilandia y Bostwana. Es previsible que se in-
corpore Namibia. De hecho funciona también como área monetaria
integrada.

13.8. Algunas consideraciones africanas globales 10


Como colofón del espacio dedicado en este capítulo a los problemas de co-
operación en integración económica en el continente africano, debemos re-
cordar que, en su caso, nos encontramos ante el fenómeno de crecimiento
humano más rápido de la historia reciente. Se ha calculado que circa 1750,
su población se situaba en tomo a cien millones de habitantes, cifra que
apenas se había remontado un siglo después, hacia 1850, debido al brutal
drenaje de población por el esclavismo, especialmente hacia el continente
americano. Después hubo de transcurrir otro siglo para que la población se
duplicara, llegándose a doscientos millones de habitantes en 1950. Fue en-
tonces cuando se puso en marcha la explosión demográfica, para alcanzar
los 650 millones de personas en 1990.
¿Y cuáles son las previsiones? Hasta el 2020, los africanos, salvo que
haya sucesos ahora no previsibles -y con toda su gravedad, la incidencia

10 Tres artículos significativos sobre la realidad africana: Jimrny Carter, «There is Hope
of Africa», Time, 5 de octubre de 1992; Stanley Meisler, «Africa At the Botton and Still
Sinking», IHT, 20 de octubre de 1992; Steve H. Hanke, «El capitalismo, la única espe-
ranza para Sudáfrica», en Gaceta de los Negocios, 30 de octubre de 1992.
Integración económica

trágica del SIDA no variará mucho el horizonte cuantitativo esbozable 11_,


se multiplicarán de nuevo, para llegar a 830 millones en el año 2000, a casi
] .100 en el 2010, ya 1.500 en el 2020.
En el debate sobre tales perspectivas, se argumenta con frecuencia desde
la idea de que África cuenta con suficientes riquezas naturales como para
alimentar y mejorar el nivel de vida de su población. Con el corolario de que
el verdadero problema radica en los modelos productivos al uso, que se ha-
llan mediatizados por las antiguas potencias coloniales, en función de sus
propios intereses.
La cuestión es ardua, pero en todo caso el problema de los veinte años
futuros es una carrera contra reloj. ¿Resultará posible crear las condiciones
de empleo, alimentación, vivienda, educación y sanidad para una población
equivalente a dos veces y media la de 1990 en menos de una generación,
cuando las dificultades del presente ya son más que abrumadoras? La res-
puesta, si fuera decididamente optimista, seguramente pecaría de inverosÍ-
mil.

Por 10 demás, el argumento de las riquezas naturales sin explotar se mane-


ja especialmente para los países menos densamente poblados: Congo, Gabón,
incluso Angola. Pero, en cambio, las densidades comparativamente fuertes de
Nigeria, o de África Oriental, o las muy elevadas -si se considera la superfi-
cie de desiertos y en vías de desertificación- del Magreb, de Egipto, etcéte-
ra, son casos aludidos con menor frecuencia. Y la pregunta, en ese contexto~
a los panafricanistas de los países con más baja densidad, sobre si aceptarían
inmigraciones masivas de sus paisanos continentales, no es precisamente fá-
cil de contestar, y mucho menos de explicar, si se responde negativamente.
Por otro lado, las posibilidades de la cooperación, e incluso de la inte-
gración entre los propios países africanos, aunque van expandiéndose de
forma alentadora -según hemos visto en las secciones precedentes-, sin
embargo no suponen todavía un factor de fuerte impulso para el comercio
intraafricano, y, mucho menos, de creación de núcleos industriales genera-
dores de efectivo crecimiento.
Aparte, y como final, queda la gran pregunta: ¿dónde- están los empresa-
rios para el futuro desarrollo? No es el todo, pero sí es una gran parte del
problema. Si los empresarios han de serlo casi en exclusiva las multinacio-
nales, por mucho rostro humano que vayan adquiriendo, los modelos resul-
tarán claramente exógenos. Y si no es aSÍ, ¿cuál puede ser la alternativa?

11 Sobre los temas de salud y otras cuestiones igualmente importantes en el continente


negro, The Economist «Africa for the Africans. A survey of Sub-Saharian Africa}}, su-
plemento especial, i.IX.1996. En cuanto a la falta de confianza de los africanos en sí
mismos, Nicholas Woodsworth, «Black man's burden}), Financial Times, 15.II.1998.
Para otros aspectos, con perspectivas bJistante optimistas (a las que acostumbra muchas
veces sin fundamento), Jeffrey Sachs, «It can be done», The Economist, 29.VI.1996.
13. Cooperación e integración en África

Sin ningún mesianismo, los vientos de cambios para África pueden venir
del Sur. A raíz del gobierno multirracial de mayoría negra, Sudáfrica podrá
potenciar su papel como país que dispone de unas infraestructuras, unas ca-
pacidades tecnológicas y unas posibilidades financieras que pueden consi-
derarse como las más importantes de toda África. Sin perjuicio de otros po-
los de impulso del desarrollo, como ciertas áreas del Magreb, Egipto o
Nigeria, el Sur sería el área de irradiación para incorporar a la economía y
a la sociedad africanas, sin agobiantes occidentalizaciones consumistas, a]
progreso del siglo XXI.
14. Asia/Pacifico:
cooperación e integración

14.1 El gran espacio Asia / Pacifico


Durante mucho tiempo, la inmensidad de Asia fue una referencia de atraso
y de escasa presencia en la trama general de la economía del mundo. La ex-
presión modo de producción asiático, venía a ser sinónima de despotismo
en lo político; y en lo económico, de gran intensidad de mano de obra ine-
ficiente en casi todos los aspectos.
Por otra parte, el denominado drama asiático -por el título del famoso
libro de Gunnar Myrdal- era significativo de un círculo vicioso de estan-
camiento, de un dogal de la pobreza muy dificil de romper.
Esos rasgos fueron definitorios de una realidad en la que sólo Japón fue
una excepción importante a partir de 1853, con su reapertura a la economía
internacional, y sobre todo desde 1865 merced a la Revolución Meiji (véa~
se después el capítulo 22 de este libro), por su demostrada capacidad de
adaptación a las pautas productivas de Occidente.
La situación de gran atraso asiático podemos explicarla con razones his-
tóricas, desde el punto y hora en que la mayoría de sus países no entraron
en el siglo XIX (siempre los nipones aparte) en el proceso típico de la Revo-
lución industrial. En gran medida, porque eran Estados autoritarios y buro-
cratizados, en los que no resultaba fácil despertar del espíritu de empresa:
casos de Turquía, Irán y China, fundamentalmente. Y en otros supuestos,
por haberse convertido en dependencias coloniales de Europa: Imperio bri-
tánico de las Indias, Indias Orientales Neerlandesas, Indochina francesa, Fi-
lipinas españolas, etc.
Integración económica

El cuadro hasta aquí expuesto empezó a cambiar en la primera mitad del


siglo xx con el fraccionamiento del Imperio Otomano -generándose de
ese modo grandes cambios en el Próximo Oriente-, pero sobre todo des-
pués de la Segunda Guerra Mundial con la independencia de la India y de
]a actual Indonesia, y la extensión de la influencia de EE.UU. en el Pacífico
desde Filipinas (que en 1898 habían pasado a su soberanía). Además, la Se-
gunda Guerra Mundial, significó un verdadero revulsivo, que comportó la
pérdida de la influencia política de Japón en toda la pretendida área de co-
prosperidad (Asia Oriental). La situación también se vio alterada al instau-
rarse el comunismo en una serie de países --China, Corea del Norte e In-
dochina-, motivo esencial de la inquietud y de la reforzada presencia de
EE.UU., con base en Japón, Okinawa, Guam, Filipinas; que se tradujo en
intervenciones militares directas, primero en Corea y luego en Vietnam y
Camboya. De ese modo se traumatizó el sudeste asiático y de hecho toda la
orilla asiát'ica del Pacífico.
A lo anterior, ha de agregarse, en el Oriente Medio y Próximo, la emer-
gencia de nuevos conflictos: no sólo la hostilidad entre India y Pakistán,
sino también por el terremoto político que para los países árabes significó
el nacimiento del Estado de Israel en 1947. Y lo mucho que para el Islam
en general representaron el derrocamiento del Sha de Irán (1979) Y las tur-
bulencias consiguientes a la intervención soviética en Afganistán.
Con todas esas incidencias, el continente dormido despertó definitiva-
mente, y de una u otra forma, por las acciones exógenas mencionadas, se
incorporó al escenario mundial. De tal modo que en nuestros días, Asia ha
pasado a ser una parte fundamental de la geopolítica y las relaciones eco-
nómicas del planeta. De lo cual se ha derivado, inevitablemente, la fuerte
relevancia del área del Pacífico, también, por haberse reforzado las relacio-
nes económicas a través del vasto Océano; con la incorporación, al Sur, de
Australia y Nueva Zelanda, ya en un escenario económico muy distinto al
que vivían desde sus previas y casi exclusivas relaciones con la Common-
wealth y EE.UU.
Asia I Pacífico es actualmente la región económicamente más activa del
mundo, sobre todo en el subárea que conocemos como Orilla Asiática del
Pacifico (OAP, Asia I Pacific Rim en inglés), donde en los años 80 se
promovió un nuevo modelo de crecimiento acelerado, que desde 1997 atra-
viesa los problemas que, como vimos en 3.15., han dado lugar a la crisis
asiática.
En este capítulo vamos a estudiar la vasta y compleja realidad a que es-
tamos refiriéndonos. Para ello, iremos de Oeste a Este: el Próximo y Medio
Oriente, Asia Meridional, y ASEAN en el Sudeste; para al final agregar los
nuevos planteamientos de la APEC. Además, Japón y China serán objeto
de estudio más detallado en los capítulos 22 y 23 respectivamente.
14. Asia/Pacifico: cooperación e integración

14.2 Próximo y Medio Oriente


Es el área que las Naciones Unidas cubre con la Comisión Económica y
Social para Asia Occidental (CESAO). Se trata de un verdadero mosaico de
situaciones, pudiéndose describir por sus diferentes subzonas:

1) Como parte más próxima a Europa, Turquía, que -ya lo vimos en


el capítulo 8- bascula hacia la UE, pero con graves problemas de
integración por su régimen político de autoritarismo, falta de dere-
chos humanos, represión a la minoría curda, etc.

2) El entorno de Israel, pudiendo decirse que desde la fundación de su


Estado en 1947, la zona gira en tomo a la tensión árabe-israelí. Y si
bien es cierto que los acuerdos de Camp David de 1978, bajo pre-
sión del Presidente Jinuny Carter parecieron que iban a traer la paz
-al menos con Egipto-, lo cierto es que la involución del integris-
mo hebreo y el espíritu de revancha árabe (sirios y palestinos) gene-
ró toda suerte de dificultades para la continuación del proceso.
Como tampoco el reconocimiento de la autonomía palestina, a par-
tir de la Conferencia de Paz en Madrid de 1991, que promovió
George Bush tras la invasión irakí de Kuwait en 1990 --con todo lo
que representó la Guerra del Golfo y lo que supone la permanencia
de Sadam Hussein en Irak-, no ha comportado una solución por el
enquistamiento de los judíos ortodoxos.

3) La Península arábiga, con una serie de Estados en un marco políti-


co claramente autoritario, con no pocas reminiscencias feudales,
presenta aspiraciones que se traducen en una organización común,
el Consejo de Cooperación del Golfo, al que nos referimos después.

4) Area Irán / Afganistán., caracterizada hoy en lo referente a los irani-


es por una teocracia ya en clara tendencia a la renormalización, des-
pués de los extremismos de Jomeini y sus más agresivos discípulos.
En cuanto a Afganistán, se halla en estado de efervescencia, con
más de veinte años de guerra desde la intervención soviética de
Breznev (el Vietnam de la URSS); y después con toda clase de
complicadas contiendas intestinas, que han culminado en la domi-
nio político de los superintegristas talibanes. Sin olvidar lo que para
la zona significa el fraccionamiento de la Unión Soviética, origen
de nuevas conflictividades en el Cáucaso y Asia Central, especial-
mente en el flanco sur de esta última.

En ese vasto panorama del Próximo y Medio Oriente, lo económico está


influido por lo político. Área de vastas riquezas en hidrocarburos, la mayor

~
Integración económica

reserva del mundo de petróleo y gas, todo parece estar en función de gue-
rras de religión, enfrentamientos culturales, e intentos de mantener regíme-
nes muy lejos de cualquier viso de democracia. Inevitablemente, con ese
panorama, resulta dificil cualquier proyecto de cooperación regional, salvo
en la Península Arabiga, donde funciona el Consejo de Cooperación del
Golfo, desde 1982, cuando en plena conflagración Irak I Irán, se constituyó
por los países del área que no intervenían directamente en el conflicto (aun-
que prestaban su ayuda a Irak): Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Arabes
Unidos, Omán y Qatar.
E incluso en el entorno de Israel hay proyectos de integración, desde
luego, altamente problemáticos. En ese sentido, la reunión de Ministros de
Asuntos Exteriores celebrada en El Cairo el 8 de febrero de 1995 (Egipto,
Jordania, Israel, y la Autonomía Palestina) resultó sorprendente en su pro-
pósito de establecer una Zona de Libre Comercio entre los cuatro países, en
]a idea de que luego se incorporarían Siria y El Líbano, formándose de ese
modo la denominada Middle East and North Africa Region (MENA). Sin
embargo, la representación palestina bloqueó el proyecto, al poner de relie-
ve la flagrante contradicción de que Israel hable de integración, y que al
mismo tiempo mantenga toda clase de obstáculos a la libre circulación den-
tro del territorio palestino.
La reunión cairota tenía algo que ver con las iniciativas anteriores de
Casablanca en 1994, y de Anman, en 1995, cuando tras la Conferencia de
Paz en Madrid todo parecía que iba a ser posible. Pero, ciertamente, en los
últimos años, la actitud del Presidente del Gobierno de Tel Aviv, Netan-
yahu, contraria a la idea de «territorios por la paz», ha venido obstaculizan-
do los intentos en ese sentido 1•

14.3 Asia Meridional


Podríamos decir que esta vasta región asiática está integrada por los territo-
rios del antiguo Imperio Británico de las Indias, con la excepción de Bir-
manía I Myanmar que ha basculado definitivamente hacia Asia Oriental,
con su incorporación, según veremos~ a la ASEAN.

14.3.1 El fraccionamiento de un Imperio

Asia Meridional todavía está muy influenciada por su pasado colonial y los
conflictos que se derivaron, desde 1947, a consecuencia de la partición del
gran florón de la Corona de la Reina Victoria. Las naciones emergentes
fueron India y Pakistán. Pocos meses antes Birmania había ganado la inde-

1 Julian Ozanne, «Separation~ mars Middle East integration», Financial Times, 9.11.95
14. Asia/Pacifico: cooperación e integración

pendencia, y un año más tarde lo haría Ceilán (hoy Sri Lanka); y pasado un
tiempo se emanciparía el archipiélago de las Maldivas (1965).
En otras secuencias, se produjo la secesión del Pakistán Oriental, de la
que surgiría Bangladesh en el delta del Ganges (1972); sin olvidar Jos parti-
cularismos de los principados del Himalaya: Nepal, Bután y Sikkim, bajo
protección británica durante más de un siglo, y de los cuales los dos prime-
ros son hoy naciones soberanas (bajo fuerte influencia india), en tanto que
el tercero lo fagocitó la propia Unión India (1975); como previamente ha-
bía sucedido con los reinos de Hyderabd (1948) y Mysore (1956); y con
Goa y los demás enclaves portugueses (1961), recuerdo que eran de las
descubiertas de Vasco de Gama.
«No hay muchos motivos para la celebración», fue el casi unánime co-
mentario en 1997 sobre el primer medio siglo de vida independiente de la
India, por ser mayores las frustraciones que las venturas 2. Jawarlahal Neh-
fU, primer mandatario de la nueva India, anunció en 1947 una gran lucha
contra la ignorancia, las desigualdades, la enfermedad, la intolerancia reli-
giosa y el sistema de castas. Males, todos ellos, que en mayor o menor me-
dida existen aún hoy en el subcontinente, y que incluso se han agravado por
las discordias en la inmensidad demográfica que va del árido Beluchistán
en el Oeste, a los húmedos valles de Birmania al Este; y desde los hielos
del Everest a Kandy, en el cálido ecuador ceilandés.
Una sucesión de conflictos, odios raciales, religiosos, y toda suerte de
animosidades, separan a los países del gran escenario: India y Pakistán no
encuentran la solución a sus enfrentamientos por Cachemira y al Sur, en Sri
Lanka, prosigue el sangriento separatismo tamil; sin olvidar las luchas en-
tre minorías (sijs, etc.), ni la férrea dictadura militar de Birmania.

14.3.2 Demograffa galopante y problemas ancestrales

Es inevitable la comparación entre los dos colosos asiáticos, China e India.


El país de Mao Zedong, Chu En Lai, Den Xiaoping, y Jiang Zemin, tras las
turbulencias del Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural -lo vere-
mos en el capítulo 23-, se encuentra en plena revolución económica, ca..
mino de convertirse en primera potencia mundial por su PIB. En contraste,
India, mosaico de desigualdades, es como un inmenso paradigma del Ter-

2 El cincuentenario de la independencia fue sa1udado de manera muy distinta según las


tendencias, desde la admiración por haberse mantenido la mayor democracia del
mundo, al sentimiento de frustración. Pueden verse al respecto, Ramó'n Tamames, «In-
dia, medio siglo independiente», ABe, 25.VIII.97; y Martin WooUacott, «La tiranía de
lo que pudo ser. En el aniversario del medio siglo del fin del Imperio Británico, un sen-
timiento de oportunidad perdida obsesiona a la India, Pakistán y Bangladesh», El Mun- .
do, 16.VIII.97.
Integración econónllca

cer Mundo, corroído por sus propias miserias y con sólo algunos enclaves
geográficos y tecnológicos en evidente progreso.
Por comparación con la espectacularidad del crecimiento chino --el PIB
real se multiplicó por cuatro entre 1949 y 1997-, para afrontar su gran
modernización, India carece hoy de un motor capaz y efectivo. El viejo
Partido del Congreso del Mahatma Gandhi y de la familia Nehru -Jawar-
lahal, Indira y Rajiv-, se encuentra en sus horas bajas, y la frágil coalición
gobernante, aparte de a las cuestiones económicas ha de enfrentarse a mu-
chas otras dificultades, incluyendo la propia viabilidad del conglomerado
indio como nación. Lo cual no va a hacemos desconocer la existencia de un
impresionante aparato burocrático y militar centralizador (herencia en gran
medida del Raj británico), ni de una burguesía considerable, que aspira a
recrecer el mercado nacional forzando algunas medidas de liberalización
económica. Sin dejar tampoco en el olvido a los miles de economistas y
ejecutivos definitivamente orientados a la economía monetarista neoliberal.
Tras el asesinato de Rajiv Nehru en 1991, pareció que la liberación eco-
nómica acabaría por llegar. Sin embargo, las buenas perspectivas que supuso
el gobierno de Rao (no exento de las habituales corrupciones) se vieron tras-
tocadas con la llegada al poder, en marzo del 98, del Partido político Barati-
ya Janata (BJP), que formó gobierno encabezando una coalición de 17 parti-
dos, con una política nacionalesta I hinduísta a ultranza, que se planteó no
sólo acentuar el enfrentamiento con Pakistán (para ello se hicieron las pri-
meras pruebas nucleares oficialmente declaradas, que a su vez ocasionaron
las del propio vecino), sino también de vuelta al proteccionismo 3.
Las señaladas actitudes van a dificultar las inversiones extranjeras, por
mucho que India esté resistiendo bien (por la inmensidad de su mercado to-
davía muy cerrado) ]a crisis asiática 4. Todo lo cual no quiere decir que en
la India no haya áreas y sectores de gran prosperidad, como el estado de
Punjab y el área de Bombay; y el caso sectorial del software, favorecido por
la difusión del inglés y los bajos salarios 5. Por lo demás, la comunidad in-
ternacional vio con preocupación el cese de Montek Singh Ahluwalia como
Secretario de Finanzas en agosto de 1998, después de haber conducido du-
rante siete años -a pesar de los cambios de gobierno-- las refomas econó-
micas 6.

3 Euroletter, «¿La desunión India?», 30.111.1945.


4 Krishna Guha, «Investing in India. Having escaped the fury of Asia' s financial erises,
India has mueh to do to escape the claws of economic stagnation», Financial Times,
28.1V.1998.
5 Paul Taylor, «Indian suceess is a mode! for the region. The growth of lndia's software
industries has fired the enthusiasm of neighbouring states such as Sri Lanka, Nepal, Pa-
kistan and Bangladesh», Financial Times, l.VII.1998.
6 «Amy Louise Kazmin y Krishna Guha, «Time mns out for the man behind India's re·

fonns», Financial Times, 20.VIII.98.


14. Asia/Pacifico: cooperación e integración

En ese escenario de muchas sombras y algunas luces, el problema más


patético es el crecimiento demográfico. En 1947, en el estricto territorio de
la India actual, cuando Lord Mountbatten dejó de ser el Virrey de la Reina
Emperatriz Isabel 11, la población era de 220 millones, llegando hoya 960,
de modo que en una generación y media, la multiplicación ha sido por 4,36,
a un ritmo medio acumulativo anual del 3 por 100.
Suponiendo que esa tasa bajara al 2 por 100 -hasta ahora las medidas de
control poblacional han tenido poco impacto, a diferencia de China a lo gran-
de y de Singapur a lo pequeño-, para el 2025 la población podría ser de
1.600 millones, mayor que la del antiguo Celeste Imperio. En esa evolución, el
hormiguero humano de arios al Norte y de drávidas al Sur, va invadiendo los
habitats silvestres, y especies tan características como el tigre -legendario en
Bengala y en otras partes del país-, están en serio peligro de extinción.
Pero si son graves los problemas de la India, peor están en Pakistán,
pues no obstante su mayor nivel de renta per cápita, ha pasado por graves
convulsiones políticas, y por la corrupción masiva de los déspotas militares
y de la dinastia Bhutto. A lo cual se une el contrabando generalizado, de-
vastador de la economía, y los enfrentamientos de las diferentes etnias,
agudizados por el inacabable conflicto de Afganistán.

14.3.3 Cooperadón, integración y efecto invernadero

En definitiva, el subcontinente entre el Indo y el Ganges, no acaba de salir


de sus incertidumbres, por mucho que haya signos de cambio y aspiraciones
de progreso. En semejante escenario, los instrumentos de reagrupamiento
han sido hasta ahora poco fructíferos, siendo el único factor de esperanza la
Asociación Meridional para la Cooperación Regional (o South Asían Asso-
cíation lor Regional Cooperation, SAARC), constituida en 1985 por India,
Pakistán, Bangladesh, Sri Lanka, Nepal, Bután y las Islas Maldivas.
El modelo inicialmente tenido en cuenta para tal agrupación, es el de la
ASEAN. Pero, aparte de la gran heterogeneidad del conjunto de los países
de la SAARC, está bien claro el inmenso predominio de la India, lo cual
apenas permite que la Asociación sea otra cosa que un esquema simbólico
de cooperación.
Sin embargo, en el complejo desarrollo del proceso de integración que
se da en todo el mundo, también en este caso se ha planteado la creación de
una zona de libre comercio, 10 que se acordó en la cumbre de la SAARC
celebrada en Nueva Delhi en mayo de 1995; proyecto que incluye la libre
circulación de empresarios y ejecutivos, programas especiales de lucha
contra la pobreza, y acciones conjuntas respecto al terrorismo 7.

7 Mark Nicholson, «South Asian states plan free-trade zone», en Financia] Times,
3.V.1993, pág. 5.
Integración económica

Dentro del Asia meridional, y como un caso muy especial está la Repú-
blica de Maldivas integrada por 1.192 pequeñas islas, de las cuales sola-
mente 200 están habitadas; además de otras 72 que se dedican al turismo
internacional, y que a todos los efectos llevan una vida separada de la po-
blación local de unos 200.000 habitantes.
El problema de las Maldivas es el calentamiento global -al cual vamos
a referirnos con alguna extensión en el capítulo 17-, estando ya amenaza-
das más o menos gravemente el 50 por 100 de sus islas habitadas, desde el
punto y hora en que la altitud media sobre el mar es de un metro.
Tres de las islas ya hubieron de ser abandonadas, y su población transfe-
rida. No es extraño, pues, que los representantes del país se presenten en
los foros ecológicos del mundo para denunciar su situación, clamando por
que se ponga fin a la emisión de gases de invernadero; de otro modo, al rit-
mo actual, el país desaparecería en el mar para el 2050. Lo cual no parece
ser ningún problema desincentivador del turismo -250.000 visitantes en
1997, más que la población local-, pues se calcula que por el volumen de
afluencia, debido a la belleza de las islas y sus playas, y al morbo de su po-
sible desaparición, una instalación hotelera puede amortizarse en cinco
años 8.

14.4 ASEAN, NICs y dragones 9

La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) se constituyó


formalmente en 1967 10, en Bangkok, en parte como una agrupación fo-
mentada por EE.UU., para fortalecer económicamente a los países del Su-
deste asiático más favorable a su política de contención del avance comu-
nista en Vietnam. Pero terminada la guerra en aquel país en 1975, el 15
de mayo de ese año, los ministros de la ASEAN firmaron en Kuala Lumpur
varios tratados y declaraciones sobre neutralidad de la región y de amistad
y solución de litigios.
Después, la ASEAN se consolidó, en su aspiración de ampliar los pro-
pósitos fundacionales. Por su parte, tanto la UE como EE.UU., como sobre
todo Japón, siguen los trabajos de la ASEAN, a la que consideran como un
área de gran interés.

R Harry Maurer, «Tourists flock to a sinking paradise ... », Business Week, 18.IX.1995.
9 Nora B. López, «ASEAN, de la integración económica a la integración política», en

Integración Latinoamerciana, n.O 105, septiembre de 1985. Asimismo, Ranjit Gill,


«ASEAN Coming Age», Sterling, Singapur, 1987.
10 Pablo Bustelo, «Economía política de los nuevos países industriales asiáticos», Siglo

XXI, Madrid, 1990. Del mismo autor, «Pautas comparadas de industrialización: los NPI
de Asia y de América Latina», en el Boletín Semanal de Información Comercial Espa-
ñola, 21 de enero de 1991, págs. 129 y sigs.
14. Asia/Pacifico: cooperación e integración

Todo ello sin olvidar la activa participación de la ASEAN como grupo


específico en los proyectos de cooperación económica a escala de Asia y el
Pacífico, y el hecho de que la Asociación, hasta cierto punto, se ha conver-
tido en un modelo a efectos de esfuerzos cooperativos en otras áreas geo-
gráficas, como es el caso, por ejemplo, de la Asociación de Naciones de
Asia Meridional y del Consejo de Cooperación del Golfo, entidades, am-
bas, a la que ya nos hemos referido.

La ASEAN está integrada actualmente por Filipinas, Indonesia, Mala-


sia, Brunei, Singapur, Tailandia y Vietnam, que entró en 1995, sin más
problemas como se profetizaba en la 178 edición de este libro (1993, pág.
368). Después se han incorporado a la ASEAN Birmania / Myanmar y
Laos; quedando pendiente la entrada de Camboya, cuya situación política
sigue sometida a las secuelas de las turbulencias de los años 70 y 80: acción
masivamente letal de los khmers rojos y dictadura genocida de PoI-Pot,
cuya muerte en 1998 se vio como origen de una paz duradera 11.
La sede de la ASEAN es itinerante, según el lugar en que se reúna su
Consejo, que está formado por los ministros de relaciones exteriore~ de
los Estados miembros. Cuenta con comités especializados: en Bangkok, el
de navegación; en Yakarta, los de alimentación, turismo y ciencia y tecno-
logía; en Kuala Lumpur, Jos de comunicación, transporte y telecomunica-
ciones, medios de comunicación de masas y finanzas; en Manila, el de co-
mercio e industria; en Singapur, el de aviación civil.
Los países que integran la ASEAN tienen la facultad de elegir entre dos
fórmulas distintas de cooperación. La primera son los proyectos industria-
les conjuntos, de modo que cada país puede proponer el desarrollo de una
industria en concreto. La segunda opción consiste en definir los llamados
proyectos complementarios, para el montaje de productos en régimen mix-
to, con elementos producidos en distintos Estados miembros de la Asocia-
ción. Para apoyar tales objetivos existe la Finance Corporation, que propor-
ciona capital y asistencia técnica a los proyectos más prometedores que
operen en más de un país de la ASEAN.
Señalemos, además, que ante la creciente integración económica de
otras áreas (NAFTA e Iniciativa por las Américas en el hemisferio occi-
dental, CEE y Espacio Económico Europeo + ACP, etc.) de dentro de los
países de la ASEAN, y concretamente del Primer Ministro de Malasia
-Mahathir Muhamad-, surgió, en febrero de 1991, la idea de crear la
Agrupación Económica de Asia Oriental (East Asian Economic Grou-
ping, EAEG), que estaría formada por los seis países de la ASEAN, más
Japón, las dos Coreas, China, Taiwan, Hong-Kong y, eventualmente,

11 Ted Bardcke, «Boing plan for merger approved», Financial Times, 24.VII.97. «Lea-

ders of Asean back increase in membership», Financial Times, 15.Vn.95.


Integración económica

Camboya y Laos 12. El líder natural de la EAEG sería Japón, pero su aco-
gida a la propuesta del Premier de Malasia fue sumamente cautelosa, con
toda seguridad para no crear suspicacias en sus principales mercados
(EE.UU. y la CE).
La respuesta de EE.UU. a la propuesta de la EAEG fue indudablemente
inteligente: el país asiático de mayor peso, Japón, y la propia ASEAN ya
están en el proyecto APEC -al que nos referimos en la sección siguien-
te-; por ello mismo, la EAEG debilitaría la idea APEC, aumentando inne-
cesariamente las tensiones EE.UU.-Japón. En cualquier caso, la decisión de
la ASEAN, adoptada en la primavera de 1992, de iniciar el proceso hacia
una zona de libre comercio de todos sus Estados miembros (Asean Free
Trade Area, o AFTA) 13, significa un nuevo e importante impulso para la
propia ASEAN. Esos propósitos tampoco emocionan a EE.UU., como pudo
comprobarse en la reunión de la APEC en Singapur, en julio de 1993; y
precisamente para reforzar APEC versus ASEAN y posibles derivados,
EE. UU. auspició una nueva reunión organizativa (Seatde, noviembre,
1993) 14.
Y serían los rápidos avances del APEC los que con el acento en el glo-
balismo versus regionalismo, en la gran extensión Asia / Pacífico acabarían
con la idea de la EAEG. Esa dialéctica globalizadora recibió un fuerte im-
pulso con la crisis asiática, durante la cual, como vimos en 3.14.3., el FMI
y EE.UU. se volcaron en ayudar a los países más afectados de la región.
Con la recién mentada crisis asiática, las expectativas de los países de la
ASEAN se deterioraron considerablemente, y n~ es extraño que cambiara
el previo turno coral de alabanzas sobre el modelo asiático de crecimiento,
sus grandes valores, etc. 15. Deslucido el panorama, empezaron los repro-
ches contra los mismos dirigentes políticos a quienes se había atribuido el
boom, especialmente la despótica y saprofitica familia Suharto.
Pero todo ello no significa que la crisis asiática vaya a ser eterna, ni que
los países de la ASEAN vayan a entrar en una decadencia irreversible. Con
toda seguridad, una vez pasados por la purga de la modestia, la regenera-
ción política, y la reestructuración económica, volverán a tener un papel re-
levante en el concierto económico internacional 16.

12 Richard Homik, «Member-Only Fears», Time, 25 de febrero de 1991, pág. 57. Tam-
bién The Economist, 9 de marzo de 1991, pág. 62.
13 Sobre los problemas y fases de creación de la AFTA, a lo largo de quince años, «Ase-

an free trade zone spulters into action»), en Financial Times, 26 de enero de 1993, pág. 3.
14 The Economist, 31-VII-1993, pág. 22.

15 Algunos artículos son bien ilustrativos de esa actitud de admiración: «Can Malaysia

take that next big step?», The Economist, 19.II.96; «Petronas takes in global panorama»,
Financial Times, 25.X.96; «Asean success lures westem», Financial Times, 26.VII.96;
«Philippines set for liger growth rate)), Financial Times, 2.IX.98.
16 «The Suharto», Business Week, 19.VIII.96.
14 .. Asia/Pacifico: cooperación e integración

De forma inevitable, al ocuparnos de la ASEAN -por su proximidad o


porque sus Estados miembros lo son- es necesario hacer una referencia al
concepto de Newly Industrialized Countries, países de reciente industriali-
zación, o simplemente NICs (en Hispanoamérica, a veces se le denomina
por su sigla española de PRIs, o de PNls, por nuevos paises industriales).
Los NICs son países y territorios que todavía en la década de 1960 se
consideraban menos desarrollados. Ulteriormente, como consecuencia de
los efectos expansivos de la economía japonesa, de la apertura de China al
exterior, y de la aplicación de nuevas tecnologías, se produjo un crecimien-
to acelerado, sólo comparable al de los nipones en los años 50 y 60. A lo
cual contribuyó la indudable laboriosidad de una abundante población ini-
cialmente de muy bajo coste salarial, y también con no pocas capacidades
empresariales latentes entre los chinos de ultramar.
Así las cosas, Corea del Sur, Taiwán, Hong-Kong, y Singapur se trans-
formaron, en menos de veinte años (1970-1990), en los cuatro célebres dra-
gones o tigres de la orilla asiática del Pacífico; y gradualmente, sus expor-
taciones dej aron de ser resultado de su barato input laboral, para de manera
progresiva incorporar diseño y calidad; de modo que en poco más de media
generación, se rompieron los clichés anteriores sobre etapas del crecimien-
to, costes comparativos y división internacional del trabajo 17.
Todo se contagia, incluido, desde luego, el crecimiento. Así, después de
los cuatro primeros dragones, empezó a configurarse una nueva generación
de por lo menos otros dos: Malasia y Tailandia. Y más tarde, pareció que
podrían incorporarse a la lista Indonesia y Filipinas; aunque, ciertamente,
con muchos elementos de dualismo y de persistencia de pobreza. Y tam-
bién con los demás elementos que llevaron a la ya mencionada crisis asiáti-
ca desde el verano de 1997 (véase capítulo 18.9).

14.5 La APEC
En la configuración del nuevo mapa de relaciones económicas internacio-
nales, el fuerte crecimiento de las relaciones económicas entre la orilla
asiática del Pacífico y el frente de las Américas al mismo Océano, impul-
sadas inicialmente por EE.UU. y Japón, y difundidas después a todo el
amplio espacio marítimo, era lógico que se alcanzará algún tipo de formali-
zación, precisamente a través de la APEe (Asia/Pacífic Economic Coope-
ration o Cooperación Económica de Asia y el Pacífico).
El acta de nacimiento de la entidad que nos ocupa, se suscribió en la
reunión celebrada en Camberra en noviembre de 1989, Y a ella asistieron

17 Para algunos detalles de interés sobre los «dragones», The Economist, 19.XII.1992,

pág. 73, «Attractive Dragons». También, Pablo Bustelo, «Tailandia, ¿el quinto dra-
gón?», R/CE. 18.//1.1993, págs. 875-892.
Integracion eCOnOmlCd

representantes de 26 países de ambas orillas del Pacífico; alentados en sus


propósitos por el espectacular progreso del comercio recíproco, que ya ha-
bía desbordado el intercambio del Atlántico entre Al1).érica del Norte y
Europa.
A lo largo de las sucesivas cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno
desde 1989 (Seattle, 1993; Bogor, Indonesia, 1994; Osaka, 1995; Manila,
1996; Vancouver, 1997), la APEC se ha ido convirtiendo en el organismo
multilateral más importante de la Cuenca del Pacífico 18.
El conjunto de los 18 países miembros fundadores de la APEC (Austra-
lia, Brunei, Canadá, China, Corea del Sur, EE.UU., Filipinas, Hong Kong,
Indonesia, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea,
Singapur, Tailandia, Taiwán, Vietnam), disponían en 1994 del 37 por 100
de la población mundial, protagonizaban el 40 por 100 del comercio (por
encima de la Unión Europea), y suponían algo más de la mitad del produc-
to bruto mundial. En el cuadro 1 figuran algunos datos básicos de APEC.
En la cumbre de Manila de 1996, se estudió la admisión de nuevos Esta-
dos miembros: Perú y Venezuela. Y se anotaron las peticiones de Ecuador,
Colombia y Panamá. Además, en el Plan para la Acción suscrito en esa
misma oportunidad, se convino la eliminación progresiva de los obstáculos
aduaneros, empezando por la rebaja de las tarifas arancelarias para situarlas
en un máximo del 15 por 100 ad valorem antes del año 2000; con el objeti-
vo final de eliminarlas por entero antes del 2010 para los socios industriali-
zados del grupo, y no más tarde del 2020 para las economías en desarrollo
de la zona.
El Plan incluye varios programas de actuación para ámbitos diferentes:
procedimientos de aduanas; propiedad intelectual y competencia, etc. Ade-
más, en él se previó la identificación de una «lista de sectores importantes
cuya reducción arancelaria entrañará un crecimiento económico para el
área»; y de otra de «sectores básicos en los que la desaparición de barreras no
arancelarias tendrían un impacto favorable para la economía y el comercio».
El gran punto polémico de la Cumbre de Manila, lo constituyó el desa-
cuerdo sobre la liberalización del mercado de tecnologías de la informa-
ción. Lo cual, sin embargo, no impidió, que la APEC asumiera una postura
común en la cumbre que la OMC celebró en Singapur en diciembre de
1996 (recuérdese lo visto en 5.9.).
Los días 21 y 22 de noviembre de 1997, se celebró la sexta Cumbre de
la APEC en Vancouver, Canadá, en la cual se acordó comenzar la liberali-

18 Sobre la cumbre de la APEe en Bogor, noviembre de 1994, Michael Hirsh y Steven


Strasser, «Unity? What Unity?» Newsweek, 21.XI.1994. págs. 38 y sigs. También, The
Economist (I9.XI.199), «A dream of free trade», págs. 69 y sigs. Acerca de la OAP,
Laxmi Nakarmú y otros, «The New Asia», en Business Week, 28.XI.1994, págs. 41 y
SlgS.

14. Asia/Pacifico: cooperación e integración

Cuadro 1. Algunos datos básicos de APEC en 1995

Población PIB PIB plc Crecimiento


Países (millones) (mili. US $) US$ 1995 (% PIB)

ASIA: 1.814 7.156.067 391

Brunei 0,2 4.200 14.500


China 1.200,20 744.890 620 8,0
Hong-Kong 6,2 142.332 22.990 4,8
Indonesia 193,2 190.105 980 6,0
Japón 125,2 4.963.587 39.640 2,9
Malasia 20,1 78.321 3.890 5,7
Filipinas 68,5 71.865 1.050 1,5
Singapur 2,9 79.831 26.730 6,2
Corea del Sur 44,8 435.137 9.700 7,6
Tailanda 58,2 159.630 2.740 8,4
Taiwan 21,46 268.535
Vietnam 73,4 17.634 240 4,2

LAS AMÉRICAS: 422,5 8.092.468 19.150

Canadá 29,6 573.695 19.380 0,4


Chile (1) 14,2 59.151 4.160 6,1
EE.UU 263,1 7.100.007 26.980 1,4
México 91,8 304.596 3.320 0,1
Perú (1) 23,8 55.019 2.310 -1,6

OCEANÍA: 25,9 394.540 15.203

Austra1ia 18 337.909 18.720 1,4


Nueva Zelanda 3,6 51.655 14.340 0,6
Papúa Nueva Guinea 4,3 4.976 1.160 2,1

TOTAL APEC 2.241,50 15.374.540 6.858

(1) Incorporación todavía no confinnada en 1995.


FUENTE: Naciones Unidas.
Integración económica

zación acelerada ya prevista en la reunión de Manila, empezando en 1999


con nueve sectores: bienes y servicios ligados a pesca, medioambiente, ju-
guetes, telecomunicaciones, material médico, bisutería, forestales, química
y equipamiento energético 19.
Con esa decisión, denominada de liberalización voluntaria sectorial
acelerada., se pretendió dar un paso adelante, hacia los objetivos de total
apertura de mercados en el área regional para el 2010 por los países más in-
dustrial izados del grupo, y de cara al 2020 20 por los demás.

14.6 Australia, Nueva Zelanda y el Pacifico


En el estudio que nos hemos propuesto en el presente capítulo queda, por
último, el amplio espacio de las islas y archipiélagos del Pacífico, en el que
lógicamente tienen un peso considerable Australia y Nueva Zelanda. Breve-
mente podemos exponer las tres organizaciones principales.

14.6.1 ANZCERTA (Australia New Zealand (toser Econom;c


Relations Trade Area)

Es la Zona de Libre Comercio de Australia y Nueva Zelanda que se inició


en 1966 cuando entró en vigor el acuerdo conocido como NAFTA (New
Zealand Australia Free Trade Area), para un número limitado de productos.
En 1983, la NAFTA se perfeccionó con la puesta en marcha de ANZ-
CERTA, cuyo logro más destacado fue la penetración de manufacturas aus-
tralianas en Nueva Zelanda, así como el papel cada vez más relevante de
Australia como mercado para los exportadores neocelandeses.
En el acuerdo existían dos importantes deficiencias: la no extensión del
mismo a ciertos productos básicos --caso del trigo australiano-- y la falta
de previsiones sobre movilidad de capitales. Sin embargo las dos circuns-
tancias han ido resolviéndose merced a los acuerdos globales en el GATT,
OMe, etc.
Paralelamente, la problemática estructural australiana y las directrices li-
brecambistas de la política económica neocelandesa, dificultaban el avance
hacia una unión aduanera para culminar el proceso de integración. Tales
objetivos se irán consiguiendo al pertenecer los dos países a la APEC.

19 «La cumbre de la APEe apuesta por una mayor liberalización para combatir la crisis
asiática», ABe, 24.XL 97.
20 C.A.L., «Asia-Pacífico da un paso adelante en la liberalización comercial»,

Negocios, 24.X1.97
p

14. Asia/Pacifico: (ooperadón (~ integración

14.6.2 SPARTECA (South Pacifle Regional Treaty on Eeonom;c


and Commercial Cooperation)

Es el Acuerdo Regional de Cooperación Comercial y Económica en el Pa-


cífico Sur. Se finnó en 1981 entre Australia y Nueva Zelanda, por una par-
te, y un amplio grupo de pequeños países oceánicos, integrantes del llama-
do Foro del Pacífico Sur integrado por las repúblicas insulares y algunas
dependencias coloniales del Pacífico: Papúa I Nueva Guinea, Nauru, Salo-
món, Vanatu, Kiribati, Tuvalu, Tokelau, Wallis y Futuna, Fidji, Samoa,
Tonga, Cook, Polinesia Francesa, y Nueva Caledonia.
El acuerdo prescribe un régimen de preferencias arancelarias unilatera-
les de Australia y Nueva Zelanda a los otros países, mucho menos avanza-
dos, del resto del Foro. En opinión de un estudio del Banco Mundial, la
más fuerte limitación de la SPARTECA viene dada por la no extensión del
acuerdo a ciertos productos como los textiles o las frutas tropicales; pero
como en otros casos antes señalados, esas deficiencias van resolviéndose
vía acuerdos globales.
Los motivos principales del surgimiento de esta entidad de cooperación
económica es la afinnación del liderazgo de Australia y Nueva Zelanda
como potencias oceánicas del Pacífico Sur -junto a Estados Unidos-
ante el paulatino declive en la zona de Francia y el Reino Unido en la zona.
Por otro lado, con la SPARTECA se persigue el propósito de prestigiar a
Australia y Nueva Zelanda en la pugna que mantienen en los organismos
internacionales -OMC y UNCTAD- contra el proteccionismo comercial
que impidió frenar sus exportaciones. Esa pugna se manifiesta, sobre todo,
a través del denominado Grupo de Cairns (por la ciudad australiana del
mismo nombre en Queensland), formado durante la Ronda Uruguay, en el
marco del GATT; y cuyo propósito consiste en oponerse al proteccionismo
agrícola que afecta a sus países integrantes (trece Estados con el núcleo
fundamental en Australia y Nueva Zelanda y la ASEAN) 21.

14.7 El Área del Río Turnen

En la fiebre de proyectos de cooperación e integración de ámbito regional,


hay que incluir también los acuerdos concluidos en mayo de 1995 para im-
pulsar el desarrollo del Área del Río Turnen, en la divisoria común de Co-
rea del Norte, China y Rusia.

21 José A. Bekinschtein y Nélida Mairal, «La integración regional en Asia-Pacífico:

vías de participación», en Integración Latinoamericana, n° 197, enero-febrero 1994,


págs. 31 y sigs. También la excelente tesis de Sergio Plaza sobre integración en Asia,
leída en]a UCM en 1994.
Integración económica

La iniciativa dispone del apoyo del Programa de las Naciones Unidas


para el Desarrollo (PNUD), especialmente interesado en abrir al transporte
marítimo la República de Mongolia y las provincias chinas de Manchuria,
creando las condiciones para su conexión a los puertos del Mar de Japón 22,
El «Comité de Coordinación para el Área del Río Turnen» se constituyó
en mayo de 1995 para trabajar en temas de infraestructura, comercio y fi-
nanciación; así como «para buscar el desarrollo sostenible y social».
La muy extensa área de referencia posee grandes riquezas energéticas,
mineras, forestales, etc. Los cinco países ribereños (Japón, las dos Coreas,
Rusia y China por sus regiones dentro del área) suponen una población de
. 300 millones de habitantes y de tres billones de dólares de PIB global.

22 Tony Walker, «Five nations in pact to develop NE Asian region», Financial Times,
31.V.1995.
Cuarta parte

Los grandes temas actuales de la


estructura económica internacional
15. Empresas
multinacionales

15.1 Antecedentes

En el tercer período de sesiones de la UN CTAD (1972), al analizar las carac-


terísticas del comercio internacional y el desarrollo, se subrayó la participa-
ción e influencia creciente de las empresas multinacionales (EMN) en el co-
mercio internacional, en la inversión privada y en la transmisión de
tecnología l. Esta advertencia de la UNCTAD no fue sino una reiteración más
de la multitud de observaciones que en ese mismo sentido venían haciéndose
en foros diversos y por gran número de autores.
Las EMN en sentido amplio no son un fenómeno de la historia moderna.
Nacieron como consecuencia del proceso de ensanchamiento de los merca-
dos. La primera sociedad calificada de multinacional fue la «Compañía de
Moscú», fundada en 1655 2, para el comercio con Rusia. También en las
Compañías de Indias de los siglos XVI y XVII se han visto antecedentes de
las EMN actuales; y otro tanto puede decirse de las casas de banca que la
familia Rotschild estableció en varios países europeos desde el siglo xv 3.

I Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, Santiago de Chile~


1972, volumen 1, pág. 12.
2 Lawrence B. Krause, The Mu/tinational Corporation, Brookings Institutíon, Was-

hington, 1972, pág. 94.


3 Sobre los Rothschilds, y lo mucho que contribuyeron a hacer de Francfort la importan-

te plaza financiera que es hoy, «German Roots», un interesante artículo sobre la exposi-

~
Los grandes ternas actuales de la estructura económica internacionaL

Pero definitivamente fue a finales del XIX y principios del xx cuando


una serie de empresas, para contrarrestar los elevados costes de transporte,
el creciente proteccionismo arancelario y el nacionalismo de determinados
países, se vieron en la necesidad de construir factorías más allá de sus fron-
teras. La compañía norteamericana de máquinas de coser Singer fue tal vez
la primera, en 1865, en instalar una factoría suya fuera de EE.UU., concre-
tamente en la localidad de Glasgow, en Escocia 4. De este modo, la Singer
«se domicilió» en el corazón mismo del Imperio Británico, desde donde
contaría con un mercado amplio, formado por multitud de territorios; sus
más de 50 millones de hogares pasaron a ser los adquirientes potenciales de
algo tan necesario por entonces como era una máquina de coser. ASÍ, desde
la Gran Bretaña, y a medida que fue conociendo mejor los nuevos merca-
dos, la Singer se extendió por Europa, África y Asia. Primero, con simples
representaciones comerciales; más tarde, con servicios postventa; final-
mente, incluso con fábricas en los mercados más prometedores.

15.2 Caracteñsticas básicas de las EMNs


Hoy día, aunque son muchas las consideraciones en torno a las EMN s, nos
parece que podemos sintetizar sus principales características en los seis
puntos siguientes:

1. Disponen de unidades de producción en un cierto número de países,


de forma tal que ninguna de sus plantas es absolutamente decisiva
para los resultados finales. Las pérdidas de una de sus factorías, o
de su presencia entera en un solo país durante uno o más ejercicios,
no tienen por qué motivar la suspensión de sus actividades o su cie-
rre.
2. El carácter multí-planta (y también multi-producto) de las EMNs
tiene como propósito la penetración en los más diversos mercados,
aprovechar la fuerza de trabajo en las condiciones más ventajosas,
minimizar los costes de transporte, optimizar el uso de su tecnología
a base de su máxima difusión, utilizar las fuentes financieras locales
de los países en que producen, conseguir una política de insumo s al
coste mínimo, etc.
3. Las EMN s emplean de forma sistemática y casi exhaustiva las téc-
nicas más avanzadas en materia de nuevas tecnologías, organización

ción que en el Museo Judio de esa ciudad se celebró en relación con los grandes banque-
ros (The Economist, 19.XI.1994). Acerca del nuevo rostro de las multinacionales, y el
impulso reciente para grandes fusiones y adquisiciones, el suplemento especial de The
Economist «Big is back. A Survey on Multinationals», 24.VI.1994.
4 Christopher Tugendhat, The Multinationals, Pelican Books, Londres, pág. 33.
15. Empresas multinacionales

industrial, dirección de personal, gestión de stocks, marketing, pu-


blicidad, promoción de ventas, etc. Técnicas, todas ellas, que se
aplican conforme a patrones normalizados; si bien con diferencia-
ciones en los elementos secundarios, a fin de adaptarse con el máxi-
mo rendimiento a cada uno de los países en que se actúa.
4. Fuerte inversión en investigación y desarrollo y su aplicación (Re-
search and Development, o R & D, en inglés, o I+D en español). Lo
más frecuente es que la tecnología propia llegue a convertirse en la
misma base de la continua expansión de la EMN. No será preciso
insistir mucho en esta cuestión. Baste con recordar que gracias a su
tecnología, empresas como la IBM, la Du Pont de Nemours, la Bo-
eing, y la Westinghouse, resultan prácticamente imbatibles en los
campos de la informática, química orgánica, aeronáutica, y reacto-
res nucleares, respectivamente.
5. Una política muy agresiva y ágil en la colocación de sus recursos
líquidos en valores industriales y otros activos financieros de ám-
bito mundial. Las repercusiones de estas prácticas son muy noto-
rias, alcanzando incluso al propio funcionamiento del sistema mo-
netario internacional.
6. Un conocimiento a fondo de la estructura y del funcionamiento de
los mecanismos políticos de los países en que actúan. De este modo,
haciendo uso de su poderío económico, pueden influir en el marco
legislativo y operacional de sus inversiones, presionando sobre las
autoridades locales de las maneras más diversas. Incluso por medio
de mecanismos como el soborno, la conspiración, y el apoyo a gol-
pes militares contra los poderes constitucionales. Sobre estos aspec-
tos también existe absoluto consenso a partir del conocido libro de
Anthony Sampson 5 en que se relatan los turbios manejos de la In-
temational Telegraph Telephone (ITT), una de las mayores EMNs
norteamericanas, que entre 1970 y 1973 contribuyó de forma deci-
siva al derrocamiento del presidente Allende de Chile, acción en la
cual -todo hay que decirlo-- el protagonista principal pareció ser,
según todos los testimonios, la CIA.

A las seis características clásicas de las EMNs habría de agregarse su


tendencia a crecer indefinidamente, en horizontal, en vertical o en ambas
direcciones, siguiendo la técnica del conglomerado (hacer de todo en todas
partes).

5 Nos referimos a El Estado soberano de la ITT, versión española de DOPESA, Barce-


lona, 1973.
Los grdndes temas actuales de la estructura económica internacional

15.3 Las empresas multinacionales y la Trilateral


Podría reproducirse aquí una clasificación de las principales EMN s del
mundo, por su orden de importancia, según el modelo de los rankings que
• norteamericana Fortune.
realiza sistemática y anualmente la revista
Pero aparte de tales clasificaciones de las grandes EMNs -que casi
siempre son cabeza de importantes conglomerados-, lo verdaderamente
fundamental es darse cuenta de que existe una coordinación formalizada
entre las EMNs, que disponen además de una verdadera estrategia. El im-
perialismo no sólo es un concepto abstracto, sino que tiene nombres y ape-
11idos. En el presente, las multinacionales son sus protagonistas más signi-
ficativos. Y no ya de una fonna subyacente o más o menos espontánea,
sino con una vertebración concreta, con una expresión ideológica, y con
unos mecanismos personalizados para ejercitar sus presiones sobre los cen-
tros del poder político y económico 6.
La expresión de ese poder a nivel internacional puede verse en la «Co-
misión Trilateral», cuyos fundamentos teóricos se deben a Zbigniew Brze-
zinski, quien en un célebre artículo propuso -tras ]a debacle del Viet-
nam- una mayor cohesión dentro del mundo occidental, para con base en
las grandes corporaciones transnacionales mantener el poder del capitalis-
mo, resistiendo la presión del Tercer Mundo, y la de los países socialistas.
Todo ello l1evaba a compartir, al menos parcialmente, el poder de EE.UU.
con las otras dos partes del sistema económico trilateral: Japón y Europa (y
sobre todo la República Federal de Alemania).
En diciembre de 1971, Brzezinski -más tarde uno de los hombres clave
de la estrategia de poder del Presidente Carter- convenció a Hutington
Harris, de la Brookings Institution, para llevar a cabo una serie de estudios
sobre el trilateralismo. Estudios de los que vino a hacerse portavoz David
Rockefeller, presidente del Chase Manhattan Bank, a quien se unieron di-
versos prohombres de los distintos círculos de negocios que aprobaron la
idea. Se presentó una propuesta formal a la Fundación Ford y su financia-
ción hizo posible diseñar el dispositivo de la Comisión Trilateral. Se consti-
tuyó definitivamente en Tokio el 23 de octubre de 1973.
La Comisión, a fines de 1979, se componía de 260 miembros, presiden-
tes y directores generales de las principales EMN s del mundo, con tres pre-
sidentes -uno de EE.UU., un japonés y un europeo (David Rockefeller,
Takeshi Watanabe y Georges Berthoin). Para la actuación permanente,
existe un director o coordinador responsable del trabajo cotidiano, con un

6 Pueden verse a este respecto los siguientes trabajos: David Marcus, especialmente su
tesis doctoral «The trilateral Commission»), mimeografiado, Camberra, 1979; M. Cas-
tells, La teoría marxista de la crisis económica, Siglo XXI, Madrid, 1978; E. Ruiz Gar-
cía, La Era de Carter, Alianza Editorial, Madrid, 1978.
15 . Empresas multinacionales

Comité Ejecutivo de 35 miembros como órgano político fundamentaL Fun-


cionan, además, diversidad de grupos de trabajo, de alrededor de 15 miem-
bros cada uno, que preparan las recomendaciones políticas en cada caso. La
Comisión Trilateral tiene como órgano de difusión entre sus miembros una
carta periódica (<<Trialogue»).
La Trilateral es un «matrimonio entre intelectuales y personas influyen-
tes», según The Economist 7, Otros podrían ver en ella un verdadero Who:~
who del mundo industrial capitalista y de la alta finanza. Algunos de sus
miembros representan directamente las siguientes empresas transnacio-
nales:

Chase Manhattan B. John Deere


Lehman Brothers Caterpillar
Bank of America Hewlett-Packard
Banque de Paris P. B. Honeywell
Bank ofTokio Bechtel
Lloyds of London Boeing
Mitshubishi IBM
Rotschild (Francia) FIAT
Barclays Bank Panam
Fuji Bank Tyssen
Dunlop Nippon Steel
Royal Dutch-Shell Matsushita
Unilever Sony
Toyota General Electric
Mobil Río Tinto-Zinc
Saínt Gobain Peugeot-Citroen
Pont a Mousson Exxon, etc.
Coca-Cola

No es demagogia tomar buena nota del gran poder de las EMNs. Por
ello mismo se hace necesario estudiar sus características y saber si real-
mente pueden ser controladas. Dos temas que abordamos en las siguientes
secciones de este capítulo.

7 Entre los miembros «intelectuales» de la trilateral cabe citar a los economistas Ac-
kley, Arthur Burns, a los diplomáticos Kissinger, Bal) y Reischauer; y a Jos miembros
del equipo Carter --en el que en ] 979 había 17 «trilateralistas»-- Walter Mondale, Cy-
rus Vance y Zbigniew Brzeizinski. En 1986, en línea con la 12. 0 cumbre de los Siete, la
Trilateral en su reunión de Madrid, en mayo, se pronunció por una coordinación siste-
mática de la economía de los grandes (El País, 19 de mayo de 1986).
Los grandes temas actuales de la estructura económica internacional

15.4 Clases de EMNs. Previsiones sobre su futuro


Podemos preguntarnos ahora por las posibles clases de EMN. Para ello re-
currimos a la tipología de Howard Perlmutter 8, estudioso de las EMN, que
las clasifica en tres categorías: etnocéntricas, policéntricas y geocéntricas.
La EMN 9 etnocéntrica se basa en una fuerte centralización con hase en
el país de origen, lo cual se traduce en una organización nacional compleja
y una organización exterior sencilla; naturalmente, porque todas las deci-
siones importantes son tomadas en la central o casa matriz.
La estrategia de la EMN policéntrica es distinta, ya que busca mediante
la descentralización, el transferir la mayor libertad posible a sus filiales.
Por último, las EMNs geocéntricas serían aquellas en que la descentrali-
zación se lleva al máximo, de modo que cada filial pueda desarrollar su
propia política e introducir toda clase de innovaciones.

15.5 El control de las EMNs


El problema es, lógicamente, objeto de preocupación para gran número de au-
tores, grupos políticos, e incluso para las burguesías nacionales de los Estados
capitalistas más avanzados 10. Por ello, tampoco resulta extraño que ya en 1973
en un extenso infotme preparado por las Naciones Unidas sobre las empresas
multinacionales, se subrayará que éstas, al contrario de los gobiernos, no son
responsables ante un electorado, y que por consiguiente se hacía necesario un
conjunto de decisiones a nivel de la ONU.
Posteriormente, las Naciones Unidas continuaron trabajando en la cues-
tión de las multinacionales. Fruto de tales esfuerzos es el largo estudio
«Efectos de las empresas multinacionales en el desarrollo y en las relacio-
nes internacionales» preparado por un amplio grupo de personalidades en-
tre quienes figuraban personas tan destacadas como el senador de EE.UU.
Jacob Javits, el ex presidente de la Comisión Europea, Sicco Mansholt, el
diputado alemán Matthoefer, y el economista francés Pierre Uri.
Por otra parte, y como consecuencia de los trabajos de las NN.UU., el 1
de mayo de 1974 en su resolución 3203 (S-IV) la Asamblea General de la

8 H. Perlmutter, Managing the multinational. Preparing for Tomorrow, Business Inter-


national in conjuction with the Centre d 'Etudes Industrielles, Ginebra, 1970, págs. 115
y 116.
9 Aunque sólo sea de pasada, dejemos constancia de que las que aquí estamos denomi-

nando EMN deben ser denominadas «Empresas transnacionales», según algunos autores,
ya que más que empresas de dos o más naciones, son empresas de una sola nación, pero
que tiene actividades más allá de sus fronteras. En el capítulo 11, al ocupamos de la doc-
trina del Mercado Subregional Andino, ya tuvimos ocasión de comentar la cuestión.
10 Naciones Unidas, Informe sobre las Empresas Multinacionales, Nueva York, 1973.
15 .. Empresas multinacionales

ONU se pronunció ya con un sentido operativo, a fin de «adoptar y aplicar


un código internacional de conducta para las sociedades transnacionales».
y una vez lanzada la idea, la verdad es que no ha dejado de recibir podero-
sos apoyos.

15.6 El código de conducta de la oeDE para las empresas


multinadonales 11
Con todo, la OCDE fue la primera organización en proponer y aprobar un
código de conducta para las EMNs (Guidelines on Standards 01 Behaviour,
o «Directrices para las EMNs», en lo sucesivo DR) adoptado e121 de junio
de 1976.
Las DR son recomendaciones a los gobiernos de los países miembros de
la OCDE ya las EMNs que operan en sus territorios; y por extensión, a las
propias empresas nacionales en aquellos puntos o circunstancias en las que
son aplicables. Su cumplimiento es voluntario, a pesar de lo cual no convie-
ne minimizar el resultado de las DR~ pues durante sus primeros seis años de
experiencia (1976-1981) sirvieron para reunir a los diversos agentes en pre-
sencia; por una parte, los gobiernos de la OCDE, con el apoyo de su fun-
cionariado; y por otro lado, los representantes de los empresarios a través
del BIAC (Bussines and Industry Advisory Committee, un órgano empresa-
rial a nivel OeDE) y del TUAC (Trade Union Advisory Committee, órgano
sindical).

En las DR hay recomendaciones y pronunciamientos generales, y otras


para campos concretos de la actividad económico-social de las empresas.
Las recomendaciones de carácter claramente general preconizan el respeto
de las políticas de los Estados miembros, para sentar las bases de una coo-
peración efectiva con el medio local, asegurando así un comportamiento
acorde con la ética profesional. En cuanto a los aspectos concretos, las
directrices se refieren a: 1) información, 2) competencia, 3) financiación,
4) fiscalidad, 5) empleo y relaciones industriales, y 6) ciencia y tecnología.

15.7 Las 1.000 mayores en 1998


Business Week, el semanario económico de mayor difusión en el mundo~
tiene entre sus colaboradores al Premio Nobel de Economía Gary Becker y

11 Vicente Saval, El código de conducta de las empresas multinacionales de la OCDE,


en Boletín Semanal de ICE, n.O 1.773, 26 de marzo de 1981, págs. 1159 y sigs. También
INT AL, «Empresas transnacionales: temas pendientes para la adopción de un código de
conducta», en Integración Latinoamericana, n.O 86, diciembre 1983.
LOS grdndes temas actuales de la estructura económica internacional

al economista Robert 1. Barro de la Universidad de Harvard; amén de auto-


res adicionales de no menor interés, 10 cual, junto con otros factores hace
de ella una revista de indudable calado desde el punto de vista informativo
y de promoción de ideas.
En relación con el tema que vamos a tratar, el ranking de las 1.000 ma-
yores empresas del mundo -véase cuadro 1-, ha superado ampliamente a
anteriores clasificaciones; básicamente por haber tomado como criterio no
la cifra de ventas, como era lo usual, ni los recursos propios del balance,
sino la capitalización bursátil (CB); algo que es calculable a través de una
sencil1a operación: multiplicar el número de acciones por la última cotiza-
ción disponible, entrando así en una valoración, signo de los tiempos, en la
que el éxito de cada empresa se mide por lo que se cotiza día a día en los
mercados. Si bien es verdad que el referido medidor puede verse muy afec-
tado por las crisis bursátiles.
En ese sentido, la lista es una especie de moderno Gotha de las mayores
EMNs y su repaso nos permitirá señalar algunos aspectos de interés:

1) General Electric (GE) (véase cuadro 1) es la primera gran corpora-


ción de1 mundo, habiendo escalado muchos puestos en el últimos
tiempos en esta especial de liga de campeones. Lo cual, en gran me-
dida, se debe al factor liderazgo., cada vez más importante en la di-
rección de los conglomerados internacionales de actividad industrial
y de servicios. En ese sentido, es dificil exagerar la importancia que
para General Electric tiene su máximo CEO (chief executive offi-
cer), Jack Welch 12, de quien son estas dos máximas: «No se puede
crecer a largo plazo si no se puede comer a corto», y «cualquiera
puede diri gir una empresa a corto, y cualquiera puede hacerlo a lar-
go. Pero el management consiste en lograr un buen equilibrio de las
dos cosas». Y en ese sentido, el Prof. Noel Tichy de la Universidad
de Michigan que ha estudiado la General Electric durante muchos
años, no duda en manifiestar que «los dos grandes líderes de corpo-
raciones durante este siglo han sido Alfred Sloan de la General Mo-
tors y Jack Welch, de GE».

2) Microsoft se ha convertido en la segunda empresa mundial por capi-


talización, a pesar de que su cifra de ventas queda muy por debajo
de IBM (sólo supone un 14 por 100). Razón de ello: capacidades in-
novadoras, que en 25 años de existencia han hecho de la firma de
Bil1 Gates el número uno del software. Hasta el punto de tener se-
rios problemas con la División Antitrust del Departamento de Justi-
cia de los EE.UU. por su virtual monopolio a escala mundial.

12John A. Byrne, «Jack. A c10se up look at how America's number one manager mns
GE», Business Week, 8. VI. 1998.
,
Cuadro 1. Multinacionales ubícuas: las veinte primeras del mundo

Capitalización Q de Tobin Cifra de


Ranking En bolsa (CB) PER ventas Beneficios
98 97 Nombre País B Ptas. CB/valor libros B Ptas. M Ptas.

1 Gen~ral Electric EE.UU. 41,044 7,9 32 13,725 1.239.473


2 5 Microsoft EE.UU. 31,576 20,8 53 1,716 521.899
3 3 Royal DutchJShell Group HolandaJGB 29,567 3,1 27 19,364 1.171.478
4 2 Coca-Cola EE.UU. 29,242 26,5 48 2,850 623.892
5 6 Exxon EE.UU. 26,064 4,0 21 18,174 1.278.306
6 9 Merck EE.UU. 21,131 11,1 30 3,571 697.175
7 22 Pfizer EE.UU, 20,100 16,6 57 1,889 334.384
8 4 NTT Japón 19,780 4,0 121 9,619 163.339
9 20 Wal-Mart Stores EE.UU. 18,656 6,7 33 17,823 532.779
10 7 lntel EE.UU. 18,307 6,0 19 3,788 1.049.390
11 11 Novartis Suiza 17,553 6,9 33 3,186 532.476
12 12 Procter & Gamble EE.UU. 16,994 11,1 31 5,403 516.007
.
¡....lo

13 13 IBM EE.UU. 16,740 5,8 19 11,862 920.652 \J"I

14 18 Bristol-Myers Squibb EE.UU. 16,166 14,8 32 2,523 484.276 m


3
15 14 Roche Holding Suiza 14,943 12,1 49 1,917 437.132 "C
-t
7,754 rr>
16 26 AT&T EE.UU. 14,939 4,4 21 675.719 VI
OJ
17 19 Glaxo Wellcome Gran Bretaña 14,516 32,0 32 1,966 455.869 VI

18 8 Toyota Motor Japón 14,254 2,3 29 12,736 495.457 3


t:
19 56 Lucent Technologies EE.UU. 14,062 26,9 47 3,982 236.472 ,..""".
ro-

:l
20 17 Johnson & Johnson EE.UU. 14,032 7,5 27 3,419 499.083 QJ
n....,.
o

I~
NOTAS: Cifras en pesetas al cambio de 151,1 vigente al 28. VIL98. B = billones; M = millones.
--
FUENTE: Business Week, 13.VII.98.
Los grandes temas actuales de la estructura económica internacional
3) La Shell, multinacional angloholandesa ha desbancado en el tercer
puesto a Exxon ahora en el sexto y que con anterioridad figuraba en
los primerísimos puestos de la clasificación general. Es, en gran
parte, el resultado del boom petrolero del Mar del Norte, que con
otras circunstancias tiene sumida a la mayoría de los países de la
OPEP en graves dificultades, a causa de la caída de precios por el
crecimiento de la oferta.

4) Coca Cola debe sentirse muy a gusto en su posición de cuarta em-


presa mundial, dejando muy atrás a su tradicional adversaria, Pepsi,
que se sitúa en el número 51 del ranking. Es el resultado de un due-
lo implacable entre las dos marcas que va a seguir siendo parte de la
saga de los liderazgos que luchan de manera permanente por lograr
la máxima cuota de mercado.

5) En la cabecera de la lista destacan las empresas farmacéuticas y de


cosmética: Merck (puesto 6), Pfizer (7, por el efecto viagra), Proc-
ter & Gamble (12), Roche (15), Glaxo ya con el ubicuo tranquili-
zante prozak (17), y Johnson con sus champús (20). El envejeci-
miento de la población, el deseo en paralelo de alargar la vida, la
búsqueda de la belleza eterna, y el propósito de mantener ciertos vi-
gores en los instintos más gratificadores, han catapultado a esas en-
tidades a las cimas de la tecnología y de la supremacía económica.

6) Es interesante el ratio ---que figura en una de las columnas del cua-


dro--, conocido entre los economistas como Q de Tobin (Q por la
inicial de cociente en lengua inglesa), expresivo de cuantas veces
representa la capitalización bursátil respecto del valor en libros de
una determinada empresa. Hace tiempo, Tobin enfatizó que cuando
esa Q supera la cota del 1,5, puede haber más interés en invertir di-
rectamente en el negocio de cualquier sector, en vez de seguir com-
prando acciones de otras empresas. Pero semejante teoría la destru-
yeron los vientos del mercado. Señalemos al respecto, al menos,
que hay sociedades con una Q de 32, como Glaxo, y que por encima
de veinte es posible citar a Lucent Technologies (26,9), Coca Cola
(26,5), y Microsoft (20,8). Todo ello, resultado del flujo continuo de
ahorro a las bolsas a través de los fondos de inversión y de pensio-
nes, que no dudan en cotizar esos valores muy por encima de su es-
timación contable.

7) Tan interesante como la Q de Tobin es el PER, acróstico de price /


earning ratio, es decir, el número de años necesarios para con los
dividendo percibidos comprar,
un título a su última cotización. En
15. Empresas multinacionales

este caso, la palma se la lleva, desde muchos años atrás, la NTT


(con 121), que virtualmente conserva el control absoluto del sistema
de telecomunicaciones de Japón. Subrayemos al paso que dentro de
las veinte mayores hay otras cinco empresas con PERs por encima
de 40: Microsoft, Coca-Cola, Pfizer, Roche, y Lucent Technologies.
Esas son las verdaderas blue chips del mercado bursátil mundial de
los tiempos que corren.

8) Las cifras de ventas, espectaculares per se, no guardan ninguna co-


rrelación significativa con la capitalización en bolsa. Esa falta de
correlación se aprecia igualmente entre los beneficios y la capitali-
zación en bolsa, por mucho que las ganancias sean el factor que ma-
yor estabilidad puede proporcionar a la permanencia de las empre-
sas en las más altas cotas del ranking 13. Destaquemos asimismo que
en el ranking figuran grandes compañías (como por ejemplo en Es-
paña lo es El Corte Inglés), a pesar de que por su cifra de ventas sí
que podría estar entre las primeras empresas mundiales, por no coti-
zar en bolsa.

Otra de las facetas fundamentales de la EMNs en los últimos tiempos es


su crecimiento que en gran medida más que por expansión horizontal (en-
trada en toda clase de países) o vertical (por acceso a nuevas actividades),
se logra por fusiones y adquisiciones (en inglés: mergers & acquisitions).
Para una muestra del dinamismo de ese proceso -solo para el semestre
que fue del 1 de enero al 30 de junio del 98-pueden verse el cuadro 2 14.

15.8 Organizaciones económicas transnadonales 12 15


Como nos recuerda Francisco Granell, en 1815 había en el mundo 23 Esta-
dos soberanos: en 1930,40; en 1939,51; Y en 1945,75. En 1998, en las
Naciones Unidas había representación de 180 Estados miembros. Paralela-
mente al crecimiento del número de naciones con soberanía (a veces más
nominal que real), se ha desarrollado una cada vez más tupida red de orga-

13 Business Week, 13.VII.98. «Assistant attomey general Joel Klein on Merger, antitrust

policy», FYI, 19.VL98; «Global business», Financial Times; Bill Javetski et alia, «The
age of mergers. There's no escaping globalization now)), Business Week, 15.IV.1996;
Gary McWilliams et aUa, «SBC-Pactel: a credible Hulk? After deregulation, scale ma-
kes all the difference», Business Week, 15JV.1996 The Economist. «Meet a global fac-
tory», a survey of manufacturing, 20. VI. 1998.
14 Financial Times Review, «Mergers and Acquisitions, 26.VI.98.

15 Francisco Granell, «Las organizaciones económicas transnacionales», en Revista de

Estudios Internacionales, n.O 3, julio-septiembre 1984.


Cuadro 2. Fusiones y adquisiciones

I. Las diez operaciones biJaterales más importantes en el primer semestre de 1998

Valor
Adquirida Adquiriente Mili. dólares

Chrysler (US) Daimler-Benz (Ger) 39.513,4


Generale de Banque (Bel) ABN Amor (NL) 12.249,9
Energy Group (UK) Texas utilities (US) 10.947,0
Polygram (NL) Universal Studios (US) 7.970,2
Société Générale de Belgique (B) Suez Lyonnaise des Eaux (Fr) 5.938,9
Stora Kopparbergs (S we ) Enso (Fin) 4.913,2
DSC Communications (U S) Alcatel Alsthom CGE (Fr) 4.685,3
Simon & Schuster (US) Pearson (UK) 4.600,0
BTR Gobal Packaging (UK) Owens-Illinois (US) 3.600,0
N orcen Energy Resources (CA) Union Pacific Resources (US) 3.448,5

11. Las diez mayores operaciones mundiales

Valor
Adquirida Adquiriente Mili. dólares

Citicorp (US) Travelers (US) 72.558,2


Ameritech (US) SBC Communications (US) 62.592,5
BankAmerica (US) NationsBank (US) 61.633,4
Chrysler (US) Daimler-Benz (Ger) 39.513,4
Monsanto (US) Amercian Home Products (US) 35.563,7
Wells Fargo (US) Norwest Corp (US) 34.352,6
First Chicago NBD (US) Bane One (US) 29.616,0
Mellan Banck (US) Bank ofNew York (US) 24.240,1
Toronto-Dominion Banck (Can) Canadian Imperial Banco 15.397,6
W aste Management USA Waste Services 13.353,6
FUENTE: FinancÍal Times, 26.VI.98.

nismos internacionales no gubernamentales (OING), hasta llegar a una ci-


fra de unos 1.600 al final de la década de 1970 y a varios miles más en la
actualidad. Reseñaremos rápidamente los de mayor importancia.

Sindicales: la FSM o Federación Sindical Mundia] , de inspiración co-


munista y con sede en Praga; ]a Confederación Internacional de Organiza-
ciones Sindicales Libres (CIOSL), de tendencia socialista y con sede en
p

15. Empresas nlultinacionales

Bruselas; la CMT, o Confederación Mundial del Trabajo, de influencia cris-


tiana, con sede también en Bruselas; la CES o Confederación Europea de
Sindicatos, asimismo radicada en Bruselas.

Empresariales. Existen numerosas organizaciones, además de la de ca-


rácter gJobal que es la «Organización Internacional de Empleadores Indus-
triales», creada en 1919, y con sede en Washington. Hay OINGs de carácter
sectorial (como la lATA) y de ámbito regional; éstas últimas han prolifera-
do a escala de la CEE. La Cámara de Comercio Internacional tiene dentro
de este sector de OIN Gs una especial relevancia.

De opinión. Dentro de esta categoría cabe incluir entidades como la Co-


misión tri/ateral, a la que ya nos hemos referido ampliamente; el Club de
Roma, bien conocido por sus actividades, desde 1972, acerca de temas
como límites al crecimiento, microelectrónica, ecosistemas, etc.

Grupos de presión (o lobbies en la tenninología anglosajona), que actú-


an con propósitos concretos de defender y hacer avanzar sus intereses. En
el Congreso de EE.UU. hay registrados unos 2.000. A escala europea, tam-
bién están proliferando en torno a las Comunidades.

En definitiva, el desarrollo de las ONG es un fenómeno que se explica


por sí solo en un mundo cada vez más interpenetrado, y en el que las enl-
presas transnacionales tienen una fuerza creciente. En ese sentido, es de in-
terés destacar el hecho, bastante alentador, de que igualmente hayan surgi-
do OINGs de carácter ecologista, como Greenpeace y Amigos de la Tierra.

NOTA: Para este capítulo, además de la bibliografía citada en cada caso, se han teni-
do en cuenta, los siguientes trabajos: Peter F. Drucker, Innovation and Entrepreneurs-
hipo Practice and PrincipIes, Perennial Library, Nueva York, 1986; Michael E. Porter,
La ventaja competitiva de las naciones (versión española), Plaza y Janes, Barcelona,
1991; Peter F. Drucker, Mi vida y mi tiempo (versión española), Ciencias de la Direc-
ción, Madrid, 1992; Philip Glouchevitch, Juggernaut. The German Way of Business:
Why It Is Transforming Europe and the World, Simon & Schuster, Nueva York, 1992;
Clara Eugenia Núñez y Gabriel Tortella (eds.), La maldición divina. Ignorancia y atra-
so económico en perspectiva histórica, (versión española), Alianza Editorial, Madrid,
1993; Henry Wendt, Global Embrace. Corporate Challenges in a Transnational World,
Haper Business, Nueva York, 1993.
Población y
16.
alimentación mundial

16.1 Un modelo de pobladón


Como dijo el filósofo heleno Protágoras, «el hombre es la medida de todas
las cosas». En Economía como en las demás actividades humanas -y sin
olvidar las obligaciones medioambientales-, todo hay que referirlo al
hombre, a la población: la producción, la renta, el consumo, el ritmo de de-
sarrollo económico, etc., son elementos ligados de una u otra forma a la
evolución demográfica. Por otra parte, la población, al igual que el medio
ambiente, la tecnología, la organización, etc., es un factor de la estructura
económica; en ella, todos esos elementos se encuentran mutuamente inte-
rrelacionados, y la variación de uno cualquiera influye en los restantes 1.
En sentido cuantitativo, la población es el conjunto de seres humanos
que viven sobre un territorio determinado, que puede mantenerse estacio-
nario o evolucionar positiva o negativamente. A nivel mundial, la población
sigue una tendencia de fuerte crecimiento, según veremos más adelante, 10
cual es origen de numerosos problemas.
CarIo M. Cipolla, en su libro The Economic History 01 World Population 2,

I G. A. Theodorson, Estudios de Ecología Humana, Madrid, Labor, 1974, y en el mis-

mo sentido otros autores, entre ellos Amos H. Hawley, Ecología Humana, Tecnos, Ma-
drid, 1966, pág. 90.
2 CarIo M. Cipolla, The Economic History ofWorld Population, Pelican, s.a edición, re-

visada y ampliada, 1972. Existe versión española de Eudeba, Buenos Aires.


interpreta la historia demográfica de la Tierra -no sin ciertas pretensio-
nes- desde la aparición del Horno Sapiens, dividiéndola en tres etapas se-
gún que la sociedad estuviese basada en la caza, en la agricultura o en la in-
dustria. Para Cipol1a, en cada una de estas tres fases, 10 normal es el
equilibrio demográfico, como resultado de que las tasas de natalidad y
mortalidad se anulen entre sí; aunque el paso de un equilibrio a otro requie-
re un cierto lapso durante el cual la población crece aceleradamente a causa
de revoluciones en la técnica, dando origen a lo que con lenguaje de hoy
llamamos explosiones demográficas.
La primera revolución económica -la agrícola- se produjo cuando el
hombre emprendió la actividad agrícola y la domesticación de animales. La
segunda -la industrial- se inició en Inglaterra en el siglo XVIII con la uti-
lización del carbón y de] vapor como fuente de energía y fuerza motriz res-
pectivamente, y se extendió con rapidez en el siglo XIX por Europa occiden-
tal, Rusia, Japón y Estados Unidos.

Con anterioridad a la revolución agrícola, se ha estimado que el volu-


men de la población mundial se situaba entre los 2 y los 20 millones de ha-
bitantes. Tanto la tasa de natalidad como la de mortalidad debían ser muy
elevadas, pero con esperanza de vida de muy pocos años. Naturalmente,
mucho mejor se conoce la evolución demográfica entre las dos revolucio-
nes citadas. Las tasas anuales de crecimiento vegetativo pasaron a oscilar
entre el 0,5 y el 1 por 100, Y las de mortalidad «normal» se situaron en co-
tas muy altas (25-30 por 1.000), pero inferiores a las de natalidad (30-40
por 1.000). Por tanto, el equilibrio se producía como consecuencia de gue-
rras, hambres y grandes epidemias; tales episodios hacían que durante pe-

Cuadro 1. Estimaciones de la población mundial (millones de


habitantes)
" ' ' ' ' •. '.;:'~~~,~~~"~~''i'.'$'~:';''''r'f~ <_~

Áreas 1750 1850 1950 1995 2025

África 100 (?) 100 (?) 199 720 1.581


América 15 60 ±10 330 774 ] .093
Asia 500 ±50 750 ±50 1.360 3.451 4.889
Europa 120 ±10 210 393 581 512
Oceanía 2 (?) 2 13 2R 39
Rusia 30 60 ±5 179 148 35]

TOTAL 750± 100 1.200± 100 2.475 5.702 8.465


--------------------------------~--------_._-~~
Nota: Europa no incluye ningún área de la URSS.
_________________.. _ _""" _ _ _ _Itl~~~"'_~.,~.... ~~;,.. . .

FUENTES: Carla M. Cipolla, op. dt.. pág. 101, hasta 1950. Para 1995 INEO. Fondo de Población,
ONU, para 2025 (proyecc.).
>
1 b. Pobtaflón y aUmentación nlundial
~-_.~~--,_.----_.~~_.~-~-----------------------------------------
ríodos más o menos largos las tasas de mortalidad se elevasen a niveles de
150-300 o incluso 500 por 1.000 3 .
El análisis de Cipolla de la historia demográfica de la Tierra sugiere que
en el futuro las tasas anuales de natalidad y mortalidad encontrarán un nue-
vo «equilibrio», después de haber seguido ambas una tendencia de clara
evolución descendente. Este proceso temporal podría resumirse en pocas lÍ-
neas~ primero cae la tasa de mortalidad, después empieza a suceder lo pro-
pio con la de natalidad. El problema radica, pues, en si antes de llegar a ese
nuevo «equiJibrio» demográfico de la era neotécnica no se quebrará el pro-
pio equilibrio ecológico de la Tierra, a causa de la superpoblación en el
Planeta o en muchas de sus áreas. Se trata de un peligro totalmente nuevo,
desde el momento en que la potencia de los medios humanos de deterioro
es casi inconmensurable, con el agravante adicional de que esa circunstan-
cia se da sincrónicamente en casi toda la superficie del globo.

16.2 La evolución demográfica desde el siglo XVIII

Efectivamente, con la Revolución Industrial, el crecimiento demográfico


adquirió una intensidad hasta entonces no conocida, por el rápido descenso
de la tasa de mortalidad. El Cuadro 1 es bien expresivo de ello, al registrar
la evolución seguida en términos absolutos desde 1750 a 1995; con una pri-
mera proyección para el 2025, que está ahí, a sólo una generación, «a la
vuelta de la esquina», podríamos decir.
La explosión demográfica proveniente de la industrialización, tuvo hasta
1950 un cierto carácter general. En cambio, lo característico ahora es su he-
terogeneidad, pues mientras en los Países Industriales (PI) se ha alcanzado
el nuevo equilibrio, en los menos desarrollados (PMD) se está bien lejos de
ello. En verdad sí la distinción entre países PI y PMD es a veces dificil de
establecer nítidamente, está claro que en lo demográfico una tasa anual de
natalidad del 2,5 por 100 o mayor, sólo se da ya en los PMD. En cambio,
los PI de Europa, Japón, América del Norte y la CEI presentan tasas anua-
les inferiores; y en el caso de Europa occidental incluso de menos del 1,3
por 100 (lo cual significa crecimientos negativos como los de Alemania,
Dinamarca, etc.). Situación conocida como maduración demográfica (véa-
se cuadro 2).
Por su parte, los PMD de Asia, Africa y América presentan crecimientos
anuales superiores al 2 por 100, con tasas de natalidad casi siempre supe-
riores al 3 por 100, en claro descenso de sus coeficientes de mortalidad; y
en fin de cuentas con el aumento de su esperanza de vida al nacer (EVN).
La EVN en los países nlás adelantados era de veinticinco años en 1700,
casi como en el ltnperio Romano. En 1800 se alcanzaron los treinta, en

3 CarIo M. CipolJa~ ob. cit., pág. 80.


Cuadro 2. Población mundial: 1990 y previsiones I~ C/)

LC
-:
Q.I
Población Tasa media Tasa de Tasa de Esperanza Mortalidad Población Tasa media de Tasa de :;
o..
en millones anual de nRtandad, mortalidad, de vida infantil, urbana crecimiento fecundidad rt>
V'l

Grandes áreas crecimiento por 1.000 por 1.000 (años) por 1.000 (% Total) pob.urbana (bijos por rl
(1)

2.025 (%) nacidos (%) mujer) 3Q)


1990 (prev.) 1990-95 1990-95 1990-95 1990--95 1990-95 1990 1990-95 1990-95 '"
QJ
n
r+
c::
QJ

Total mundial 5.292,2 8,504,2 1,7 26 9 66 63 45 3,0 3,3 I[


c..
Regiones más desarrolladas 1.206,6 1.353,9 0,5 14 10 75 12 73 0,8 1,9 I~
QJ

Regiones menos desarrolladas 4.085,6 7.150,3 2,1 30 9 63 70 37 4,2 3,7 I ~r+


""'l

ÁFRICA 642,1 1.596,9 3,0 43 13 54 94 34 4,9 6,0 I~


c:
AMÉRICA DEL NORTE 275,9 332,0 0,7 14 9 76 8 75 1,0 1,8 I D1
(1)
n
IBEROAMÉRICA 448,1 757,4 1,9 27 7 68 48 72 2,6 3,2 Ig
o'
ASIA

EUROPA
3.112,7

498,4
4.912,5

515,2
1,8

0,2
27

13
8

11
65

75
64

11
34

73
4,2

0,7
3,3

1,7
I~.3

,...
(1)

URSS/CEI 288,6 352,1 0,7 17 10 71 20 66 0,9 2,3 I ,..,~


OCEANÍA 26,5 38,2 1,4 19 8 73 23 71 1,4 2,4 I~.
FUENTE: FNUAP, 1992, Naciones Unidas.
p

16. Población y alimentación mundial

1850 los cuarenta, en 1900 los cincuenta, en 1940 los sesenta 4, y en 1980
se superaron por fin los setenta. En los PMD, la EVN está todavía entre 50
y 65 años, pero el recorrido a los 70 años no llevará dos siglos; alcanzarán
cotas elevadas en poco tiempo. Lo cual acelera aún más la explosión demo-
gráfica. Por 10 demás, en las PI la tendencia es muy marcada al envejeci-
miento de la población 5.
Por otra parte, desde el arranque de la revolución industrial, está produ-
ciéndose una creciente concentración humana en las ciudades, en todo un
proceso que no presenta indicios de detenerse. En 1960, el 62,2 por 100 de
la población mundial (casi dos seres humanos de cada tres) aún vivía en zo-
nas rurales; y sólo un 20 por 100 lo hacía en núcleos de más de 100.000 ha-
bitantes. En 1990, se estimaba que ya sólo el 40 por 100 vive en el campo,
y que más de] 50 por 100 ]0 hace en ciudades mayores de 100.000 habitan-
tes. Urbes millonarias, casi siempre, rodeadas de sus propios cinturones de
pobreza, inseguras, acosadas por todos los problemas de una sociedad frag-
mentada e insolidaria.
Como síntesis bien expresiva del fenómeno de hiperurbanización que
comentamos, el cuadro 3 nos muestra la evolución, desde 1960, con la pre-
visión para el 2000 de algunas aglomeraciones significativas. De todas
ellas, México es el caso paradigmático de gran conurbación de un PMD
que crece de forma más que espectacular; a base de incorporar a masas ex-
pulsadas del medio rural, que en un medio urbano mísero se transforman
en una nueva clase de marginados, el lumpen urbano, con gran proporción
de desempleados, viviendo de la mendicidad, del crimen, etc., en medio de
la aparente inhibición general 6.

4 Alfred Sauvy~ Croissance Zero?, Calmann-Levy, París, pág. 133 (versión española de
Dopesa, Barcelona, 1973).
5 Sobre el tema del envejecimiento de la población pueden verse algunos artículos de

interés: «Rusia. Free at last, to die», The Economist, 21.IX.96 (con datos dramáticos de
la disminución de la esperanza de vida al nacer después de la disolución de la URSS);
«Growing old extravagantly. Early retirement is aggravating the pensions problem al-
most as fast as demography. But raising the retirement age is not a sufficient cure», The
Economist, 20.VI.98; Richard Posner, «Don~t laugh. Aging and old age», The Univer-
sity of Chicago Press, 1996, The Economist, 20.lV.96; Clive Cookson, «Scientists iden-
tify gene linked to ageing process», Financial Times, 12.IV.96.
6 Sobre el tema del crecimiento de las ciudades, merecen ser citados: Carlos Novo,

«Dos tercios de la población vivirá en ciudades en el año 2025», La Vanguardia,


8.11.1998; y Peter Montagnon, «Total of Asia's megacities set to double», Financial Ti-
mes, 21.IV.1997.
Cuadro 3. Las doce mayores aglomeraciones urbanas del mundo, entre 1960 y el año 2000 (en millones de
habitantes). lE
"""1
tu

Puesto 1960 1970 1975 1980 1990 2000 I~


(t>
V'I

1. Nueva York- 14,2 Nueva York- 16,3 Tokio- 17,3 Tokio- 19,7 Tokio- 23,5 México 31,6 ~
(j)

N.E. NJ. N.E. NJ. Yokohama Yokohama Yokohama 3


t:U
V'I
2. Londres 10,8 Tokio- 14,9 Nueva York- 17,0 Nueva York- 17,9 México 21,6 Tokio- 26,1 QJ
("¡
Yokohama N.E. NJ. N.E. NJ. Yokohama r+
c:
tu
3. Tokio- 10,7 Londres 10,5 México 10,9 México 13,9 Nueva York- 20,1 Sao Paulo 26,0 ñ)
Yokohama N.E. NJ. V'I

c..
4. Rin-Ruhr 8,7 Shanghai 10,0 Shanghai 10,9 Sao Paulo 12,5 Sao Paulo 18,7 Nueva York- 22,2 ('1)

N.E. NJ. Q;"


ro
5. Shanghai 7,4 Rin-Ruhr 9,3 Londres 10,7 Shanghai 12,0 Shanghai 14,9 Calcuta 19,7 VI
~
"""(
t:
6. París 7,4 México 8,6 Sao Paulo 10,0 Londres 11,0 Seúl 14,3 Río de 19,4 n
t+
Janeiro c:
"""1
Q.)
7. Buenos Aires 6,7 París 8,4 Rin-Rhur 9,7 Los Angeles- 10,7 Pekín 14,2 Shanghai 19,2 fI)
n
Long Beach o
::::l
8. Los Ángeles-
Long Beach
6,5 Los Ángeles-
Long Beach
8,4 Los Ángeles-
Long Beach
9,5 Buenos Aires 10,4 Río de
Janeiro
14,1 Gran
Bombay
19,1
3_.
o-
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9. Moscú 6,3 Buenos Aires 8,3 Buenos Aires 9,3 Pekín 10,2 Calcuta 13,7 Pekín 19,1 ....
10. Chicago- 6,0 Sao PauIo 7,8 París 9,2 Río de 10,0 Gran 13,1 Seúl 18,7
....
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N.W. Indiana Janeiro Bombay :l

n......
11. Osaka-Kobe 5,7 Osaka-Kobe 7,6 Osaka-Kobe 8,7 Rin-Ruhr 9,9 Los Angeles- 13,0 Jakarta 16,9 o
~
Long Beach OJ
,..-
12. Calcuta 5,5 Moscú 7,1 Pekín 8,5 París 9,9 Buenos Aires 12,3 Cairo-Giza- 16,4
Imbaba
FUENTE: G. Tapinos~ P. T. Píotrow, «Six Billion People», McGraw, N. Y., 1980.
'16. PoblaClon y alÍi11entadón mundial

16.3 La explosión demográfica y el futuro de la población


mundial
La población mundial, que como veíamos en el cuadro 1 se estimaba en
5.700 millones a principios de 1995, se incrementa en tres personas cada
segundo; y en un cuarto de millón al día. Durante la década de 1990, entre
85 y 100 millones de personas -equivalentes a la población total de Euro-
pa del Este- se suman anualmente al stock mundial demográfico; con el
incremento de mil millones de personas -una China más- a lo largo del
decenio. Para el 2000, seremos 5.900 millones.
En términos regionales, los mayores incrementos se dan en los PMD, en
el Sur. Un 31 por 100 del crecimiento demográfico global hasta finales del
siglo xx, corresponderá a Asia meridional, que actualmente ya alberga una
cuarta parte de la población mundial; un 23 por 100 será el aporte de Áfri-
ca, un 17 por 100 corresponderá al crecimiento de Asia oriental, donde
ahora vive el 25 por 100 de la población mundiaL Otro 23 por 100 del cre-
cimiento demográfico global corresponderá al restante 15 por 100 de l{l ac-
tual población, residente en los demás países en desarrollo. Y sólo un 6 por
100 del crecimiento total corresponderá a los países desarrollados de Euro-
pa (incluida la ex-Unión Soviética), Norteamérica y Japón, que hoy repre-
sentan el 23 por 100 de la población mundiaL
Los mayores incrementos se producirán, por tanto, en los países más po-
bres, que precisamente son los peor equipados para satisfacer las necesida-
des de 10s nuevos pobladores. No es dificil prever que el deterioro de la ca-
lidad de vida irá a más.
Sin embargo, las tendencias no están claras. Todavía en 1984, coinci-
diendo con la Conferencia Demográfica de las Naciones Unidas celebrada
en México, l1egó a pensarse que se había iniciado una reducción de la tasa
de crecimiento poblacional en todo el mundo, excepto en África y en algu-
nas zonas de Asia meridional. Las previsiones daban por entonces muestras
alentadoras de encaminarse a la estabilización, en una cifra en torno a los
10.000 milJones hacia el 2100.

En 1990, el panorama se presentaba ya menos prometedor. La reducción


de las tasas de natalidad se había hecho más )enta, y según las últimas pro-
yecciones de las Naciones Unidas, lo «más probable» era una población es-
tabilizada para el 2100 más próxima a los 14.000 millones que a los
10.000.
Reflexionemos un momento: 14.000 millones de habitantes para un pla-
neta como el nuestro, que en 1990 soportaba a sólo 5.200 --en condiciones
de hacinamiento en la mayor parte del mundo subdesarrollado, y con toda
clase de problemas de alimentación, vivienda, sanidad y educación- es un
horizonte de dramática pesadilla para las generaciones venideras. Pero tam-
bién para las actuales, que tenemos responsabilidades que no podemos sos-

~
Los grandes temas actuales de la estructura económica internacional

layar. Ya no nos vale ni el más entusiasta canto a lo que la ciencia y la téc-


nica podrían hacer para cambiar lo preocupante de ese futurible, de degra-
dación acelerada hacia una sociedad dual, de riqueza y pobreza, de seguri-
dad y crimen, de culturas excelsas y de miseria e ignorancia.
En los PI parece estar llegándose (o se ha llegado ya) a un nuevo equili-
brio demográfico, como puede observarse a la vista del cuadro 4. Lo cual
es consecuencia de los fenómenos antes destacados en la mortalidad y en la
natalidad.
Por el contrario, los PMD (en los que viven el 75 por 100 de la pobla-
ción mundial) se hallan en plena fase de equilibrio. La natalidad sigue sien-
do alta, y al coincidir con una mortalidad en descenso, el crecimiento vege-
tativo es superior al 3 por 100. Cifra bien expresiva de la explosión
demográfica, si se recuerda que una población que se expande al 3,5 por
100 anual se dup1ica en 20 años, al 2,5 por 100 en 28, al 2 por 100 en 35, y
al 1 por 100 en 70 años.
No es extraño ante este estado de cosas, que en todos los congresos de-
mográficos, en todas las discusiones sobre el futuro, surja inevitablemente
el espectro de Malthus, y de su célebre ley de la población. Y 1972 fue para
ello una fecha decisiva: el año de la celebración, en Estocolmo, de la pri-
mera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente, donde se
tomó conciencia de que vivimos en Un solo mundo tal como expresaron en
el libro del mismo nombre los ecólogos René Dubos y Bárbara Ward. Y ese
trabajo y los que siguieron -MIT para el Club de Roma, Global 2000,

Cuadro 4. Países que han logrado o están logrando la estabilidad


demográfica, 1995-2000

Tanto por mil

Países Tasa Tasa Tasa media Tasa


bruta de bruta de de crecimiento de fecunidad
natalidad mortalidad (%) (hijos por mujer)

Alemania 11 12 -0,1 1,4


Austria 11 12 0,0 1,5
Bélgica 12 11 0,0 1,7
Reino Unido 14 11 0,2 1,8
Finlandia 12 10 0,2 1,7
Suecia 13 12 O~2 1,9
Hungría 12 13 -0,1 1,8
Estados Unidos 14 9 0,7 1,9
España 13 9 O~4 1,2
FUENTE: Naciones Unidas.
p

16. Población y alimentación mundial

Informe Brundtland- de hecho dieron a luz una nueva versión de la ley


-que yo denomino Segunda Ley de Malthus-, no ya sobre provisiones,
sino sobre el deterioro de los grandes ecosistemas, que no pueden autorre-
generarse por el exceso de carga que reciben debido al crecimiento de la
población.

En la Cumbre de la Tierra, de Río de Janeiro (junio 1992) paradójica-


mente, se habló muy poco de población. La Dra. Nafir Sadik, Directora Ge-
neral del Fondo de las Naciones Unidas para la Población, a pesar de lo re-
ciente de la publicación del «Estado de la población mundial, 1992»,
prácticamente se remitió en todo a la Conferencia Demográfica Mundial
que habría de celebrarse en El Cairo en 1994, y a la que nos referimos en
16.9.
y no cabe pensar que los efectos de las nuevas enfermedades -sida,
ébola- o el recrudecimiento de algunas antiguas (malaria, tuberculosis), o
los efectos del tabaquismo, la droga, el automóvil, o el crimen vayan a te-
ner efectos dramáticos de freno de la expansión demográfica 7.

16.4 Alimentadón y población


El problema de la expansión demográfica está íntimamente ligado a mu-
chas cuestiones como pueden ser la educación, la vivienda, el hacinamiento
urbano, el empleo del ocio, la libertad, etc. Pero la señal de alerta más apre-
miante a corto plazo, y por ello la que más preocupa, viene dada por los
claros indicios de que en el futuro puede haber serias penurias de alimentos
en muchas naciones, con deficiencias que podrían dar al problema verdade-
ra envergadura mundial.
Tales escaseces son patentes en diversidad de regiones del globo, tales
como el Sahel -la amplia franja de países subsaharianos entre el Atlántico

7 Sobre las enfennedades que podrían incidir en la evolución demográfica: Laurie Ga-

rret, The coming plague. Newly emerging diseases in a world out of balance, Farrer
Strauss Gioux, Nueva York, 1994; y Richard Preston, The hot zone. A terrifYing true
story, Random House, Nueva York, 1994. Sobre las insuficiencias de la OMS ante la re-
vivencia de viejas enfennedades y la aparición de obras nuevas, Po Drietnich y V. Er-
makow, «How the world Health Organization Has Let the World Down», IHT,
21.VIII.1995, pág 6. Sobre el sida, «The profits and 10sses of AIDS. To end the AIDS
epidemic requires not merely effective drugs, but an effective vaccine. Where is the in-
centive to make one?», Finanacial Times, 13.VIl.96; Michela Wrong, «Uganda's open-
ness in tackling Aids has led to sharp falls in infection rates», Financial Times,
31.XII.96/1.I.97; John Carey, «Is the aids news as good as it looks? Immune systems
may never fully recover», Business Week, 19. V .97; David Pilling, «Tamed in the rich
west by expensive miracle drugs, Aids is exploding in the poor world», Financial
Times, 1.VII.98.
Los grandes ternas actuales de La estructura económica internacional

y el Indico, al incluir a Etiopía-, extensas áreas centroafricanas, así como


bolsas de miseria muy amplias en Asia Meridional, el Sudeste asiático, e
incluso en Sudamérica.
En la edad contemporánea, la preocupación por el desnivel entre crecí-
miento demográfico y recursos alimenticios disponibles tuvo su primera
expresión importante en la obra Ensayo sobre la población (publicada en
1798), de Thomas Robert Malthus. Reaccionando contra el optimismo de
sus coetáneos (Condorcet y Godwin), Malthus puso de manifiesto que
mientras la población crece en progresión geométrica (en Estados Unidos
se había duplicado en 25 años), la producción de alimentos tiende a hacerlo
en progresión aritmética. Por tanto, habría de llegar un momento en el que
los recursos alimentarios resultasen insuficientes, lo cual originaría salarios
por debajo del nivel de subsistencia, «expulsándose» de esta forma la po-
blación excedente 8.
Las formulaciones de Malthus originaron una fuerte polémica. Los con-
trarios a sus teorías aducían que su pronóstico original «estaba equivocado
por dos razones principales. En primer lugar, desdeñó tomar en considera-
ción la existencia de grandes zonas de tierra virgen y fértil (especialmente
en Norteamérica y en Australia), que podían absorver el exceso de pobla-
ción en Europa y ayudar a la alimentación de los antiguos países a poco
coste, a la vez que permitirían a éstos centrarse, por su parte, en la indus-
trialización. Y en segundo lugar... Malthus olvidó contar con los efectos de
los cambios tecnológicos en los métodos de producción de alimentos» 9.
Las corrientes de pensamiento católico y marxista, aunque por diferen-
tes motivos, coincidieron en posturas antímalthusianas 10. Por su parte, los
revitalizadores de la ideas malthusianas incluyen una larga serie de autores
entre los que cabe citar desde David Ricardo y 1. S. MilI, hasta el informe
del MIT para el Club de Roma sobre los límites al crecimiento, al que des-
pués hemos de referimos.

Desde un punto de vista teórico, una posición original en tomo al pro-


blema de la relación existente entre crecimiento demográfico y producción
de alimentos es la mantenida por la Dra. Boserup, cuyo enfoque está basa-
do en la hipótesis de que la variable independiente no está en los alimentos,
sino en el crecimiento demográfico y que, en definitiva, el desarrollo agra-

K R. T. Malthus, Primer Ensayo sobre la Población, versión española, Alianza Edito-

rial, Madrid, 1970.


9 Robert V. Ayres, «Los Alimentos», en Pronósticos del futuro, varios autores, Alianza

Editorial, Madrid~ 1970.


10 En mi libro Ecología y Desarrollo. La polémica sobre los límites al crecimiento

(Alianza Editorial, Madrid, 4. a ed., Madrid, 1982) he examinado estos argumentos con
algún detenimiento.

-roo
16. Población y alimentadón mundial

río está en función de las tendencias de la población 11. Este modo de pen-
sar es optimista, pues como colofón de él resultaría que el crecimiento de la
población determina en cada momento las formas de producción que resul-
tan más aptas para obtener los alimentos demandados. Un razonamiento
que es cierto hasta un punto determinado y en un contexto concreto, pero
que deja de serlo en situaciones de explosión demográfica, en áreas o paí-
ses superpoblados como pueden ser India, Pakistán, el Valle del Nilo, la
Isla de Java, y en el futuro tal vez Filipinas, e incluso Indochina.
Según la FAO la situación alimentaria mundial en 1973 fue la más dificil
que se había conocido desde los años de las devastaciones ocasionadas por
la segunda guerra mundial; especialmente en la zona africana de Sahel, In-
dia, Pakistán, Bangla-Desh, etc. Y si la lJRS S y China escaparon a la esca-
sez, o incluso al racionamiento, fue porque pudieron recurrir al mercado
mundial, realizando grandes compras de cereales a EE.UU. y Canadá.
Pero no todos los males deben achacarse a la insuficiencia de la produc-
ción o a las malas cosechas por causas meteorológicas. El hambre es tan
antigua como la humanidad. Más bien habría que ver una de las raíces del
problema en la defectuosa distribución de la riqueza. Incluso en tiempos re-
cientes, en los países más ricos del sistema capitalista, se dieron años de
hambre. Arthur Koestler en sus Memorias nos relata cómo «en 1932 había
siete millones de desocupados en Alemania, lo que quiere decir que uno de
cada tres obreros vivía de limosna. En Austria, Hungría y los países circun-
dantes la situación era similar o peor. La carne, el café, la fruta se había
convertido en lujos fuera del alcance de vastas zonas de la población; hasta
el pan se medía en la mesa en delgadas tajadas; sin embargo, los diarios ha-
blaban lacónicamente de miles de toneladas de café arrojadas al mar, de tri-
go quemado, cerdos y naranjas rociados con keroseno para facilitar las con-
diciones del mercado» 12.
Sin embargo, la crítica de la forma de producción y de la distribución de
la riqueza, tampoco debe llevar a la conclusión de que eliminada la explota-
ción del hombre por el hombre, y abierto el camino de la igualdad, la hu-
manidad podría crecer de manera indefinida. Existen unos límites técnicos,
independientemente del sistema económico.
Pasamos ahora a ocupamos de cómo podría resolverse el problema de la
posible escasez de alimentos. En este sentido, nos parece que los principa-
les aspectos a examinar son los tres siguientes: superficie de tierras utiliza-
bles; revolución verde; y desarrollo de nuevas fuentes de alimentos como
posibles sustitutos de los convencionales.

11 Ester Boserup, Las condiciones del desarrollo en la agricultura, versión española,


Editorial Tecnos, Madrid, 1967.
12 Arthur Koestler, Autobiografía, vol. 2, El camino hacia Marx, versión española,

Alianza/EMECE, Madrid, 1974, pág. 111.


Los grandes ternas actuales de la estructura económica internacional

16.4.1 Superfide agricola

Las mayores proporciones de tierra arada se alcanzan en Europa y en Asia,


con casi el 30 y el 20 por 100, respectivamente. América del Sur y África
presentan coeficientes inferiores; y es en ambas áreas donde a juicio de los
técnicos de la FAO, se encuentran las mejores tierras vírgenes: cuenca del
Amazonas; sabanas de Colombia, Venezuela, Ecuador y Brasil; y una an-
cha franja a lo largo del África Central. En esas zonas, la roturación de nue-
vas tierras es todavía posible, pero con altos riesgos de romper equilibrios
ecológicos irreconstruibles.
Por el contrario, en casi toda Europa, Asia y Norteamérica, los incre-
mentos de producción, necesariamente han de ir ligados a la intensificación
del cultivo de la superficie ya arada, más que reduciendo los períodos en
que se deja ociosa la tierra, aplicando mejores técnicas: cultivos forzados
en invernaderos y bajo plástico, agrogenética, mejor uso de fertilizantes,
productos fitosanitarios y de lucha biológica contra plagas, selección de se-
millas, drenajes, puesta en riego de zonas adecuadas, mejor uso del agua,
etcétera. Todos los expertos coinciden en señalar que en el futuro, los es-
fuerzo~ a hacer en agricultura han de ser de carácter conservacionista, y no
destructor de la naturaleza.

16.4.2 la revolución verde y la agrogenética

El desafio planteado en los años 60 a la agricultura no era otro que el de


una mejora de productividad. En este sentido, las investigaciones que desde
hace años venían efectuándose en busca de mej ores semillas con base en
estudios genéticos, dieron su resultado en 1967. Ese año, el Dr. Borlaug
(Premio Nobel de la Paz en 1970), obtuvo los célebres híbridos de trigo y
arroz con períodos de maduración inferiores al normal, y rendimientos do-
ble o hasta triple; siempre que los cultivos se dotaran de agua, fertilizantes,
plaguicidas y pesticidas en cantidades adecuadas.
En sus comienzos, los nuevos híbridos constituyeron una gran esperanza
para el Tercer Mundo. Durante la década 1955-1964, la producción de
arroz en Asia aumentó un 1,4 por 100 anual como promedio; con las nue-
vas variedades, se llegó al 2,7 por 100, una cota ya superior al incremento
medio anual de población.
Pero las nuevas variedades son exigentes en los consumos de agua, nu-
trientes y productos fitosanitarios. En fin de cuentas, la «Revolución Ver-
de» sólo es aplicable a tierras de gran fertilidad natural, o con una prepara-
ción muy costosa. Con la particularidad adicional de que el suelo se
esquilma muy rápido; a menos que se fertilice con gran regularidad y cien-
tíficamente, 10 que parece dificil en los PMD. Por otra parte, la fuerte dosi-
ficación de nutrientes minerales y de pesticidas acaba por contaminar el
;
ón Jnundial

suelo, degradándolo. A la postre, como sucede en casi todo, la «Revolución


Verde» tiene sus propios límites. Su aplicación no representa más que un
remedio transitorio para el problema alimentario mundial.
Van quedando ya muy atrás los tiempos en los que se pensaba que los
aumentos de producción agrícola eran sólo cuestión de impulsar regadíos,
fertilizar químicamente las tierras y emplear cualquier tipo de pesticidas y
de herbicidas. Por desgracia, hoy se comprueba que en muchos casos los
regadíos más estudiados se tradujeron en saJinización de la tierra, y que el
abuso de los abonos químicos y de los plaguicidas generaron nuevos y
complejos problemas de envenenamiento de suelos y de destrucción de fau-
na (de insectos y de aves insectívoras), etcétera. Ahora, la vista se vuelve,
cada vez más esperanzadamente, a la agrogenética, que, a través de las mu-
taciones que es capaz de inducir, está logrando variedades de semillas y de
plantas que resisten condiciones muy duras de suelos y climas, y de las
cuales se obtienen rendimientos crecientes 13, La investigación en este área
se ha acelerado de manera espectacular. No es extraño, pues, que buena
parte del esfuerzo agrogenético vaya en la dirección de crear plantas capa-
ces de fijar su propio nitrógeno, tomándolo del aire, para convertirlo en el
amoníaco que el organismo necesita para su crecimiento.

Sin embargo, con ser de interés todo 10 anterior, es evidente también que
en las décadas de los 80 y 90, las tendencias fundamentales, y más amena-
zadoras, en la economía del Tercer Mundo, y sobre todo de las zonas tropi-
cales, han sido la deforestación incontrolada, la roturación más o menos
anárquica, y la expansión de los llamados «cultivos de plantación»; es de-
cir, de aquellos prioritariamente enfocados para la exportación al primer
mundo: fibras textiles, semillas oleaginosas, frutas tropicales, café, te, ca-
cao, etc.
La mucho menor atención que se presta a los cultivos alimentarios loca-
les, contribuye a aumentar la dependencia de los países menos desarrolla-
dos respecto a los suministros de las naciones industriales, que tienen gran-
des excedentes agrícolas, especialmente de cereales y lácteos. De este
modo, el binomio pan-leche (que hasta hace bien poco prevalecía frente a
los tubérculos y leguminosas) se convierte en el primer paso de toda una
serie de nuevas formas de dominación alimentaria, con grandes posibilida-
des para las multinaciones del ramo: con lo cual se crean situaciones difici-
les para las producciones tradicionales más económicas y adaptadas, y que
serían muy mejorables.
A corto plazo, los gobiernos de los países con dificultades para alimen-
tar a sus poblaciones crecientes en un medio ambiente cada vez más dete-
riorado, aspiran a beneficiarse de las grandes importaciones de excedentes

13Nyle C. Brady, «Una nueva revolución verde», en Perspectivas Económicas, n.O 53,
1986/1, págs. 27 y sgs.
íntprnacional

del Norte a bajo precio; pero a medio y largo plazo, ello significa un desin-
centivo brutal para el propio desarrollo agrario, así como una traumática
«occidentalización» alimentaria que empieza con el binomio pan-leche y
termina en las hamburgueserías 14,
Con lo cual llegamos al verdadero fondo de la cuestión: el hambre en el
mundo puede ser detenida, y el contraste entre las preocupaciones por la
obesidad/dietas bajas en calorías en el Norte, y por la desnutriciónlmalnu-
trición en el Sur, cabe ir amortiguándolo. Pero no simplemente exportando
cada vez más excedentes del Norte al Sur que arruinen a los agricultores
locales, sino creando, con ayuda solidaria internacional, estímulos para la
propia producción de los alimentos más adecuados; como ha dicho G. Ed-
ward Schuch --del Banco Mundial- se trata, en gran medida, de potenciar
e] propio capital humano 15 para entender mejor e] medio, asociar agricultu-
ra tradicional y nuevas tecnologías -la agricultura de callejón, asociando
cultivos arboreos y de plantas anuales- buscando un sistema autososteni-
do, que combine abono orgánico y fertilizantes artificiales, y que frente al
productivismo de las EMN se preocupe más de la conservación de recursos
y de] medio ambiente en general. Esa es la función que en sus experimenta-
ciones se ha asignado el «Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola
Internacional» (CGIAR) del Banco Mundial 16.

16.4.3 Nuevas fuentes de alimentos

Actualmente está tratándose de producir alimentos por vía de laboratorio a


partir de productos de alto contenido proteínico tales como la soja y los
aminoácidos sintéticos. Se encuentran en fase adelantada experimentacio-
nes sobre el extracto de alfalfa, las proteínas de pescado y los derivados de
las algas. También se avanza en 10s cultivos hidropónicos en áreas cubiertas
(y por tanto libres de excesos meteorológicos) a base de agua y nutrientes
que se suministran sin necesidad del suelo, lo cual evita infecciones. Por su
parte, los cultivos «gota a gota» son de interés para las zonas con escasez
de recursos hídricos, ya que el agua suministrada se aprovecha mejor.
Gran importancia revisten igualmente los experimentos llevados a cabo
para producir en laboratorio la célula simple proteínica (CSP), un microor-
ganismo que puede transformar 500 gramos de materias residuales (proce-

14 B. Henitt, S. Sullivan y R. B. Cullen, «Hambrunas y banquetes», News week (6 de ju-


lio de 1987), traducido por L. Portillo para el Boletin Semanal de/ICE, n.O 2121,21 de
febrero de 1988. .
15 «Cuestiones estratégicas de la agricultura internacional», en Perspectivas Económi-

cas, n.O 53, ] 986/1, págs. 6 y sgs.


16 Edward. C. Wolf. «Beyond Green Revolution}). Worldwatch Institute, Washington,

D.C.,1986.

~
• 16. Pobladon y ahnlentarión mundial

dentes del petróleo, gas metano, papel, etc.) en igual peso de células o en
200 gramos de proteína pura. El completo éxito de tales ensayos sería im-
portante para el futuro alimentario de la población mundial. Sin embargo,
aún parece quedar mucho camino para pasar de las experiencias de labora-
torio a la aplicación en gran escala.
Para el período «transitorio», en espera de que puedan llegar los alimen-
tos químicos, "los Océanos se presentan todavía como una reserva mal ex-
plotada. La fuente básica vegetal de los Océanos es el fitoplancton, fonna-
do por algas y diatomeas microscópicas que realizan la fotosíntesis
aprovechando la luz solar y las sales y elementos del suelo marino y en sus-
pensión en el agua. De este modo, fabrican sustancia orgánica que sirve a
su vez de alimento para otros seres superiores en la cadena de la vida. Ade-
más, las algas generan sustancias orgánicas que diluidas en el agua propor-
cionan alimento a las bacterias, las cuales purifican las aguas y se convier-
ten en alimento del zooplancton (larvas de peces, pequeños crustáceos,
etc.). Este, a su vez, es el alimento de otras especies. Pero lo cierto es que
en los pasos sucesivos en la escala de la vida marítima, el rendimiento en
calorías no sobrepasa ellO por 100 de un escalón a otro. ASÍ, resulta que se
necesitan 5.000 calorías de fitoplancton para obtener el equivalente a 100
calorías en arenques, lOen caballa y tal vez 1,5 en atún.
Otra fuente futura de alimentos en la que los éxitos alcanzados por los
investigadores permiten basar grandes esperanzas, consiste en la síntesis
proteínica por métodos artificiales. Hoy en día, en Estados Unidos, el con-
sumo de proteínas semisintéticas a partir de detenninados productos vege-
tales está cobrando cada vez mayor importancia; se utilizan como materias
primas diversos productos: semilla de algodón, girasol, cacahuete, etcétera.
Con todo, estas proteínas industriales se encuentran todavía en período ex-
perimental.

16.4.4 La Conferenc;a de la AUmentadón

La reunión celebrada por la FAO sobre alimentación en el mundo (Roma,


14-17 de noviembre de 1996), estuvo marcada por una visión un tanto apo-
calíptica de la realidad del hambre, al coincidir con las grandes oleadas de
escaseces en el Zaire; tragedia que proporcionó a la cumbre una sobredosis
de alanna sobre el problema alimentario de la humanidad en los umbrales
del siglo XXI.
Las medidas aprobadas en la capital italiana, refrendadas por los 173 pa-
íses aHí representados, se centraron en el objetivo mínimo --como lo llamó
Jacques Diouf, Director General de la FAO-, de reducir a la mitad, en
veinte años, la población hambrienta en el mundo, cifrada en 800 millones
de personas, el 20 por 100 del total. Ello vendría a significar que en el 2015
las personas afectadas podrían ser de 400 millones sobre 7.000. Esto quiere
los grandes temas actuales de La estructura económica internacional
decir que en dos décadas, la población hambrienta seria un 12 por 100, en
vez del 20 por 100 de 1996.
Ante tan fríos y cínicos cálculos oficiales, el plan alternativo presentado
por 1.200 ONGs de 80 países incidió en las patéticas condiciones que per-
miten las grandes diferencias entre el Norte y el Sur, muy gráficamente
ilustradas por las cifras: 800 millones de hambrientos en los países pobres,
y 600 millones en los ricos que sufren riesgo de muerte por excesos nutriti-
vos 17,
En realidad, como con ocasión de la conferencia de la FAO puso de re-
lieve Carlos Berzosa, el hambre crónica es resultado de la desigualdad;
aunque ciertamente, determinadas fatalidades naturales o el producto de ac-
ciones de los hombres, como las guerras, puedan agravarla en momentos y
lugares concretos. Pero las personas que padecen hambre crónica, eso está
claro, viven en Asia y en el África subsahariana, y son básicamente trabaja-
dores ruráles sin tierra, y niños, mujeres y ancianos de familias pobres 18.

16.5 Control de la natalidad


Las cuestiones examinadas en 16.4. sobre alimentación y demografia, son
de indudable interés. Pero, como vimos en 16.3. al reflexionar sobre la Se-
gunda Ley de Malthus, el problema clave radica en que la Tierra ya no es
capaz de metabolizar la contaminación desmedida que genera una pobla-
ción cada vez mayor; y crecientemente dotada de una técnica muy poderosa
y sumamente agresora del entorno.
Dicho de otra forma, el planeta aún soporta, penosamente, a sus 5.900
millones de pobladores (1999), con 800 millones de pestilentes vehículos.
Pero es dudoso que en el año 2050 pueda tolerar a sus 9.500 millones de bí-
pedos de entonces con tal vez 3.000 millones de automovientes mecánicos
(sal vo que los bípedos se ecologicen, y los vehículos no sean contaminan-
tes).
En definitiva, la cuestión, como reza el epígrafe de esta sección 16.5.,
estriba en hacer verdadero un control racional de la natalidad, asociando
ese esfuerzo al desarrollo sostenible 19, basado en la disponibilidad de estu-

17 Pedro Corral, «La cumbre de Roma termina con ]a promesa», ABe, 18.XI.96.
18 Carlos Berzosa, «Un orden más equitativo», El Mundo, 28.XIl.96. Para otros puntos

de vista sobre el mismo tema: Alison Maitland, «The wheat from the chaff. Sifts the
scientific and statistical arguments over whether the world will be able to feed itself in
the next century», Financial Times, 17. X.96; «Feeding the world. People are hungry
because they are poor, not because the earth is running out of food», The Economist,
16.XJ.96.
19 Sobre este concepto y diversidad de asuntos conexos, puede verse mi libro Ecología

y desarrollo sostenible, Alianza Editorial, 6a edición, Madrid, 1994.


p

;ínt~ntauon mundial

dios de impacto ambiental, internalización de costes de conservación, pre-


supuestos de la naturaleza, y supervisión den modelos alternativos.

Concretamente, ahora nos preocuparemos de cómo frenar el crecimen-


tismo demográfico. A tales efectos, cabe distinguir dos grandes grupos de
métodos para controlar la natalidad: los anticonceptivos y los abortivos. No
vamos a detenernos aquí en un análisis de cada uno de ellos, pero sí debe-
mos anotar que el problema básico radica en la fa1ta de información. A pe-
sar de vivir en la era de los medios de comunicación social, no es necesario
acudir a los PMD para comprobar la ignorancia, muchas veces total que
existe sobre este tema. En la Conferencia Mundial sobre Población de Bu-
carest -a la que hemos de referirnos después- se puso el acento en este
punto, y en la necesidad de montar campañas a nivel internacional de divul-
gación de los distintos métodos anticonceptivos, para que éstos sean utiliza-
dos por quienes lo crean necesario en su paternidad responsable. Tener que
llegar al aborto, como sucede, en tantos países, es una buena muestra de esa
ignorancia que ]Jeva a recurrir a un procedimiento que cuando menos hay
que calificar de in extremis.
Claro es que para llevar a cabo con éxito una política de control de nata-
lidad en un país, es necesario mejorar antes los niveles de seguridad social,
higiene, sanidad y educación. O suplir transitoriamente esas deficiencias
con una concienciación generalizada del problema. En este sentido, ha ha-
bido éxitos importantes en Singapur, Hong Kong, Puerto Rico, y muy espe-
cialmente en China Popular. Pero no puede decirse lo mismo de grandes
países como India, Pakistán, Bangladesh, Nigeria, etc.
Con todo, lo cierto es que a pesar de la posición natalista que en general
mantuvieron en la Conferencia de la Población de Bucarest, unos treinta
PMD (que representaban un 40 por 100 de la población del mundo subde-
sarrollado) ya tenían en marcha planes de control de natalidad; y varias ins-
tituciones de tipo privado operaban en otros 19 países 20. En los últimos
años, tales planes están siendo reforzados. ASÍ, en la India los gastos de
planificación familiar ocupan desde hace tiempo una parcela importante en
el presupuesto nacional. En Pakistán se introdujo el control de la natalidad
en 1965. Y en la católica Filipinas, a partir de 1970 se inició un programa
de planificación familiar. También China, a pesar de su postura nataJista en
Bucarest, está practicando desde muy poco después una severa política de
control de la natalidad.

20Marc Ulmann, «Les Chinoises prennent la pilule», L'Express, n.O 110,7-13 agosto
1972, págs. 25. M. Ferrer Regales, La explosión demográfica, n.O 15 de la colección
Grandes Temas, Salvat, pág. 109.
df1 ~~ estructura ¡nternacionai

16.6 ¿Crecimiento cero de la población?


Fueron principalmente Paul R. Ehrlich, con su libro The Population Bomb,
y el MIT con su trabajo para el Club de Roma (<<The Limits to Growth»)
los causantes del impacto en la opinión pública sobre un posible futuro ca-
tastrófico de 1a humanidad en el caso de continuar las fuertes tasas de cre-
cimiento.
Para Paul R. Ehr1ich, profesor de biología de la Universidad de Stand-
ford, la necesidad de limitar la población, exigible desde hace tiempo en los
PMD, se hizo, en los años 70, un imperativo en las naciones industriales, y
más concretamente en Estados Unidos 21. Al referirse a la urgencia del caso,
Ehrlich aporta tres razones.
La primera consiste en lo que podríamos llamar «el ejemplo». Si Esta-
dos Unidos preconiza que los PMD controlen su expansión demográfica,
inexcusablemente debe empezar por hacer lo propio. Sobre todo -y aquí
radica la segunda razón- cuando resulta que EE.UU. es el país que absor-
be más recursos renovables. La última de las tres razones, radica en la con-
taminación y degradación del medio que se deriva del crecimiento, y que
tiene como efectos negativos toda clase de situaciones sociales claramente
indeseables en combinación con la expansión urbana: congestión, proble-
mas de transporte~ fealdad, ruido, enfermedad, crimen, anonimato, segrega-
ción social, etc.
Refiriéndose a la Revolución Verde del doctor Borlaug, Paul Ehrlich fue
bien expresivo: «Incluso sus promotores más optimistas están de acuerdo
en que~ en el mejor de los casos, podrá suministrar alimentos adicionales
durante veinte años, manteniéndose así en paralelo al crecimiento de la po-
blación de ese mismo período. Si para entonces no se hubiese establecido
un control de la población, sólo se habrá triunfado en posponer lo inevita-
ble}> 22. Los hechos han dado la razón a ese aserto en un mundo en el que
las masas de gran parte del planeta se hallan sumidas en la ignorancia, con
una proporción considerable en la pobreza, y casi todos con muy baja cali-
dad de vida.

Las ideas de Ehrlich y de otros dieron lugar al nacimiento en Estados


Unidos de los movimientos «Zero Population Growth» (ZPG, Crecimiento
Cero de la Población) y «Zero Economic Growth» (ZEG, Crecimiento Eco-
nómico Cero). Pero, sobre todo, fue el informe Meadows, del Instituto Tec-
nológico de Massachussetts (MIT) para el Club de Roma, el que llamó la
atención de la conciencia mundial sobre la necesidad de limitar de alguna
forma e1 crecimiento. Por primera vez la población se incluyó en un mode-
lo integral en el que asimismo, figuran otras variables interactuantes: pro-

2\ Paul R. Ehrlich, The Population Bomb, Pan, Londres, 19.71, pág. 10.
22 Paul R. Ehrlich, ob. dt., pág. 10.
16. PoblaClon y alÍlnentadón mundial

ducción de alimentos, inversión industrial, recursos no renovables y conta-


minación. Las conclusiones globales del Informe sobre Los limites al creci-
miento (1972) fueron las siguientes:
l. Si continuaran sin cambios las tendencias de crecimiento de la po-
blación mundial, de la industrialización, contaminación, producción
de alimentos y agotamiento de recursos, los límites al crecimiento
del planeta se alcanzarán dentro de los próximos cien años. El resul-
tado más probable será un declive súbito e incontrolable, tanto de 1a
población como de la capacidad industrial.
2. Es posible modificar esas tendencias de crecimiento y establecer
unas normas de estabilidad ecológica y económica que puedan ser
mantenidas por mucho tiempo de cara al futuro. El equilibrio global
podría diseñarse de modo que las necesidades básicas materiales de
cada habitante de la Tierra puedan ser satisfechas, y de forma que
cada persona tenga iguales oportunidades de realizar su potencial
humano individual.
3. Si los pueblos de la Tierra se deciden por esta segunda alternativa y
no por la primera, cuanto antes empiecen a trabajar en favor de ella,
mayores serán sus posibilidades de éxito 23.

Claro es que el informe del MIT fue objeto de numerosas críticas, entre
las que destacó la del equilibrio de investigadores de la Universidad de Sus-
sexo Asimismo originó libros como el de Alfred Sauvy (Croissance Zéro?),
donde seguía latiendo el temor por el envejecimiento de la población fran-
cesa; sin duda por el recuerdo de la débil natalidad del período de entregue-
rras 1918-1939 a la cual se atribuyó la debacle frente a Hitler en 1940 24 .

16.7 Las conferencias demográficas de Bucarest y México


(1974-1984)
En la Conferencia de Belgrado de 1965, ya se dio la a]arma sobre la grave-
dad de la explosión demográfica. Diez años despues, en Bucarest, 1974, se

23 Donnel1a H. Meadows, Denis L. Meadows, Jozen Tanders, y William W. Behrens


JI], The L¡mUs to Growth. A Reportfor Ihe Club of Rome. Project on the Predicament oI
Mankind, Potomac, Londres, 1972. Existe versión española del FCE, México, 1972. En
1974 vio luz el segundo informe del Club de Roma, elaborado por Mesarovic y Pestel y
titulado «La Humanidad en la Encrucijada». Basándose en las tesis del informe anterior,
la novedad más interesante de este segundo infonne es la «regionalización» del mundo
y el planteamiento de soluciones matizadamente distintas para cada región. (Puede ver-
se la versión española de Guillermo Piera, publicada por el Instituto de Estudios de Pla-
nificación, Madrid, 1975).
24 Cinco Dias" 2 de mayo de 1986.
estableció un Plan de Acción, previéndose llegar a un equilibrio, en el año
2010, de 8.000 millones de habitantes. A lo largo de 77 párrafos, en la
Conferencia se formularon recomendaciones centradas en cómo minorar la
tasa de expansión al 1,7 por 100 en 1985 (lo cual só10 se logró un decenio
más tarde, en torno al 95).
En la siguiente Megademoconferencia, en México, D.F., 1994, ya pesa-
ron más los criterios ambientales y de desarrollo. Se hizo hincapié en las
políticas de educación, en la emancipación de la mujer para su plena incor-
poración al trabajo en paridad con el hombre. Y se enfatizó la necesaria
preocupación por el bienestar de la infancia. De los 8.000 millones de ·'po-
bladores previstos en Bucarest diez años antes para el 2010, se pasó a 8.200
para el 2025, con el detalle que, puede apreciarse en el cuadro 5 sobre cuá-
les serían para entonces los 25 países más poblados del planeta.

16.8 Una estrateg;a demográf;ca


Haciendo ahora un paréntesis entre la Conferencia Demográfica de México
de 1984 y la de El Cairo de 1994, podemos planteamos la cuestión básica
de que la polémica sobre el crecimiento demográfico podrá seguir indefini-
damente 25, con lamentaciones sobre el envejecimiento 26, con referencias a
la transición demográfica 27, o con una visión más matizada. En este último
sentido, ThiInoty King, economista del Banco Mundial, ha sabido resumir
el tema como sigue 28.
«Más de dos décadas de serios debates han conducido a un consenso so-
bre ciertos principios en los que se basa una política sobre población:

l. El problema demográfico varía de nación a nación y no es simple-


mente el resultado de números globales.
2. En muchos países, particularmente en algunas regiones de Asia y
Africa, el suministro de alimentos sigue siendo un problema grave.
3. La principal preocupación que acarrea el rápido crecimiento de la
población para estos y muchos otros países, incluyendo la mayor
parte de América Latina, es que agudiza los problemas causados por
la pobreza, entre e1los la desnutrición, el analfabetismo y el desem-

25 Jonathan Lieberson, «The Debate on population», The New York Review 01 Books,
1986.
26 Manuel Ferrer Regales. «La población como problema», Universidad de Navarra,

Pamplona, 1986.
17 Según la cual el desarrollo económico se encarga de resolver los problemas de la po-

blación, pues al mejorar los ingresos disminuye la natalidad.


21\ Citado en Facetas, n.O 2, 1987, pág. 45.
p

16. PobLación y alimentación mundial

Cuadro 5. Los 25 países más poblados en 1995 y 2025 (variante


media)

Año 1995 Año 2025

Países Población Países Población


millones millones

1. China 1.220 1. China 1.460


2. India 929 2. India 1.188
3. Estados Unidos 263 3. Rusia 367
4. Indonesia 197 4. Nigeria 338
5. Brasil 159 5. Estados Unidos 313
6. Rusia 148 6. Indonesia 255
7. Pakistán 136 7. Brasil 246
8. Japón 125 8. Bangladesh 219
9. Bangladesh 119 9. Pakistán 213
10. Nigeria 112 10. México 154
11. México 92 11. Japón 128
12. A1emania 82 12. Etiopía 112
13. Vietnam 74 13. Vietnam 105
14. Filipinas 69 14. Zaire 104
15. Irán 68 15. Filipinas 102
16. Egipto 62 16. Turquía 99
17. Turquía 61 17. Egipto 97
18. Reino Unido 58 18. Irán 96
19. Francia 58 19. Tailandia 86
20. Taílandia 58 20. Tanzania 84
21. Italia 57 21. Kenia 83
22. Etiopía 56 22. Birmanía 82
23. Ucrania 52 23. Sudáfrica 76
24. Corea 45 24. Marruecos 60
25. Sudáfrica 41 25. Corea 59

TOTAL 25 primeros 4.341 TOTAL 25 primeros 6.126


Población mundial 5.627 Población mundial 8.172
% del total mundial 77,1 % del total mundiaJ 75,0
FUENTE: Naciones Unidas, Anuario El Mundo y elaboración propia.
~ ~H tc'nla(~ dCdJI~ltér, (H~ la estructura economica internacional
l os g,aIHí(A~;
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _

pleo. El crecimiento demográfico no es la única causa de estos pro-


blemas, pero dificulta aún más su solución.
4. Los programas de desarrollo que combaten la pobreza, contribuyen
a resolver los problemas demográficos. Reducen el número de niños
deseados y aJientan a los padres a dedicar recursos para la salud y
educación de sus hijos.
5. Más que competir con estos esfuerzos, los programas de población
los complementan. El crecimiento moderado de la población deja
tiempo para invertir en la calidad de la vida de los individuos.
6. Los estándares de fecundidad pueden ser modificados sin aplicar
medidas coercitivas. Es panicularmente importante auxiliar a los
padres a 10grar familias más pequeñas mediante servicios de plani-
ficación familiar gratuitos y ampliamente difundidos.

Si bien estos principios son aceptados en general, necesitan ser aplica-


dos. Se requiere más investigación y análisis de políticas a nivel nacional.
Aún es insatisfactoria la comprensión que se tiene acerca de cómo respon-
den los individuos a políticas alternativas. Diseñar políticas demográficas y
de desarrollo eficientes para cada nación, requiere una gran cantidad de
análisis y discusiones cuidadosos. El debate sobre la población debe con-
centrarse en estos temas y no en la reintegración o refutación de las tesis
malthusianas en su conjunto.»
En 1992, el Fondo de las Naciones Unidas para la Población (FNUAP)
trazó una estrategia de diez puntos; los tres primeros de proyecciones cuan-
titativas, y otros siete metodológicos, que transcribimos seguidamente:

4. A escala nacional, los países deben adoptar políticas de población


en consonancia con las normas internacionales y adaptadas a las
situaciones específicas nacionales, con el objetivo de lograr un
equilibrio entre la población y los recursos disponibles para el de-
sarrollo. Las políticas en materia de población deben reconocer
que la interacción entre población y medio ambiente contribuye a
determinar la sustentabilidad.
5. Las políticas y programas de desarrollo deben conceder prioridad a
las medidas en favor de un desarrollo centrado en los recursos hu-
manos. Entre sus aspectos esenciales figuran las medidas encami-
nadas a promover la salud, la educación y el estatus de la mujer.
6. Entre las medidas para mejorar el estatus de la mujer figuran:

Reconocimiento del derecho de propiedad de la mujer y su ac-


ceso al mercado de trabajo.
Equiparación de oportunidades educativas y de las tasas de al-
fabetización masculina y femenina.
Presentación de medios modernos, seguros y eficaces de plani-
,_~~~ __a_t~_
_________________ ~______________________
16.
••____ IOr¡ mundial
__

ficación familiar al alcance de los 300 millones de mujeres que


no pueden acceder fácil y rápidamente a ellos.

7. Entre las medidas de promoción de la salud debe figurar el acceso


a políticas y servicios de planificación fami1iar. Los programas de
población deben proponerse como objetivo reducir la proporción
de madres menores de 18 años y mayores de 35 y ampliar a más de
24 meses el intervalo entre los nacimientos.
8. Entre las medidas de promoción de la educación debe figurar la es-
colarización universal de las niñas en la enseñanza primaria antes
del año 2000 y un aumento de los niveles femeninos de matricula-
ción en la enseñanza secundaria y de alfabetización de la mujer.
9. La OMS~ el UNICEF, el PNUD y el FNUAP comparten los si-
guientes objetivos en materia de salud y desarrollo de la mujer y
de la infancia:

Reducción de un 50 por 100 como mínimo en la mortalidad


materna entre 1990 y el año 2000.
- Reducción de un tercio en las tasas de mortalidad infantil y de
los menores de cinco años en todos los países entre 1990 y el
año 2000, o a niveles inferiores al 50 y 70 por 1.000 nacidos vi-
vos, respectivamente, si ello representa una reducción mayor.
- Acceso de todas las parejas, y en particular de las mujeres, a la
información y servicios de planificación familiar con el fin de
evitar los embarazos de mujeres demasiado jóvenes o demasia-
do mayores, o demasiado numerosos o frecuentes a 10 largo del
ciclo reproductivo de cada mujer.

10. El desarro]]o social también debe recibir prioridad en los progra-


Inas de ayuda internacional y quedar exento de las restricciones
económicas. La comunidad internacional debe hacer todo lo posi-
ble para alcanzar los objetivos de ayuda para actividades de pobla-
ción aprobados en el Foro Internacional sobre Población y Desa-
rrollo (Declaración de Amsterdam).

Posteriormente, en su informe de 1993, el FNUAP puso de relieve que la


tasa mundial de crecimiento de la población se ha mantenido esencialmente
al mismo nivel desde 1975, en tomo al 1,7 por 100 anual (a ese ritmo, se
duplicaría en unos 40 años). Pero la tasa media de fecundidad (TMF: hijos
por mujer) está disminuyendo de manera considerable, aunque todavía se
ha1la muy por encima de la tasa de reemplazo (2,1): de 3,8 hijos en 1975-
1980 se pasó a 3,3 en 1990-1995.
Ese aún alto nivel de la TMF, junto con el progreso en la esperanza de
vida al nacer (EVN), tiene como resultado que los contingentes que cada
11fiI"1.II"'W id Al ."..~ ____.......' - " '_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

año se agregan al stock demográfico mundial, sigan aumentando. Si en


1975 se cifró en 72 millones de personas, en 1992 se situó en 93, y entre
1995 y 2000 llegará a un máximo de 98 millones de seres humanos. El
equivalente a dos veces la población de España y Portugal por año.

16.9 La Conferencia de El Cairo 1994


La Conferencia de El Cairo se celebró en octubre de 1994, con la asistencia
de 20.000 delegados de todo el mundo; y en ella se adoptó el nuevo con-
cepto de Río-92 de conjugar población y desarrollo sostenible.
En el transcurso de la reunión, los portavoces del Estado Vaticano -se-
guidos de los países islámicos en general, y de algunos gobiernos de catoli-
cismo a ultranza de Iberoamérica- pretendieron trasladar al foro el espíri-
tu de cruzada, que desde muchos años atrás lidera el Papa Juan Pablo 11
contra e] aborto; lo cual consiguieron en buena medida.
Lo más importante de la Conferencia fue constatar un comienzo de ra-
lentización del expansionismo poblacional, con la previsión/desideratum de
alcanzar el crecimiento cero hacia el 2050, con 9.500 millones de habitan-
tes 29.
En el encuentro, se trataron a fondo los métodos de política de población
---especialmente el anticoncepcionismo (para lo que se propuso un monto
de 17.000 millones de dólares hasta el 2000). Pero, sobre todo, se énfatizó
el desarrollo social, la emancipación de la mujer, su incorporación al traba-
jo y a la sociedad, y el cuidado de la infancia 30.

16.10 Otras megaconferencias: Cumbres Social


(Copenhague) y de La Mujer (Pekin)

Como complemento de las conferencias sobre población, que acabamos de


considerar, han de recordarse los encuentros, también convocados por las
Naciones Unidas sobre Derechos Humanos (Viena, 1993), y la Cumbre So-

29 En prensa la l8 a edición de este libro. el INED, (<<La población mundial desacelera


su crecimiento», Negocios, 7.VII.1995, pág, 19), Instituto de Estudios Demográficos
de Francia apreciaba una clara ralentización del crecimiento demográfico, situándolo
ya en el 1,5 por 100 anual (1,7 según el FNUAP en 1990, recuérdese el cuadro 2); lo
que daría para el 2025 un stock poblacional de 8.312 millones ( en vez de los 8.504
previstos en 1990).
30 Sobre la Conferencia de El Cairo, «Battle of the bulge» (The Economist, 3.IX.1994,

págs. 19 y sigs.), con interesantes apreciaciones sobre la que aquí denominamos la pri-
mera Ley de Malthus. Nada, sin embargo sobre la más vigente segunda ley. También el
artículo de Juan Díaz Nicolás. «Después de El Cairo», en el Anuario El Mundo 1995.
16. Población y abnlentadón mundial
..
bre Desarrollo Social de Copenhague, de marzo de 1995; sin olvidar la
Conferencia de la Mujer, Pekín, octubre de 1995.
En esas reuniones, en apariencia más antropológicas y sociológicas que
no económicas, lo que se ha ido buscando son nuevos métodos de partici-
pación de los sectores oprimidos y marginados de la sociedad en el desa-
rrollo. Lo cual acaba siendo una cuestión económica fundamental, de su-
. .
pervlvencla.
Los derechos humanos constituyen, desde luego, una parte fundamental
de la vida. Hasta el punto de que el Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD), construye anualmente un in dice de desarrollo hu-
mano (IDH), en el que se computan no sólo los factores económicos, sino
también de educación, cultura, sanidad, libertades políticas, etc 31.
En cuanto al desarrollo social, lo que en Copenhague 95 se buscó~ fue la
lucha contra la pobreza, posibilitar el acceso a los recursos productivos
para romper el círculo vicioso de la indigencia, en pro de la ayuda a los me-
nos desarrollados, con base en los dividendos de la paz (menores gastos
militares por la distensión Este/Oeste). Tras muchos debates, se acordó un
Programa de Acción no Vinculante; dentro del cual se aceptó la idea de que
los países menos desarrollados, con la ayuda de los más, dediquen como
mínimo un 20 por 100 de su presupuesto nacional a servicios sociales bási-
cos; 7 puntos por encima de la media actual 32 •
En lo relativo a la Cumbre de la Mujer --contra su marginación, por su
igualdad con el hombre, a favor de su presencia plena en la sociedad-, la
información en la prensa diaria en octubre de 1995 sobre el encuentro de
Pekín, fue exhaustiva; cubriendo tanto los preparativos como los numerosos
incidentes que se produjeron durante su celebración en la capital de China,
con más de 25.000 delegadas. En cualquier caso, no cabe duda de que la
Conferencia marcó un verdadero hito 33. Entre otras cosas, porque el Vatica-
no, por primera vez, envió una delegación presidida por una mujer.

3\ Vease PNUD, «Desarrollo Humano: Informe 1992», Tercer Mundo Editores, Santa
Fe de Bogotá, 1992.
32 Sobre la Cumbre de Copenhague, puede verse Negocios, 6.111.1995 y Financial Ti-

mes, de los días 6 a 13 de marzo. También, «La cumbre social crea un marco global de
actuación», en One Country, enero/marzo 1995, pág 1 Y 4.
33 Taciana Fisac «Mujeres en China», Madrid, 1995.
17. Cuestiones energéticas

17.1 La crisis energética de 1973. Los origenes del problema

La crisis energética mundial que se desencadenó en 1973 y que afectó a to-


das las manifestaciones de la actividad económica, puede decirse que se
inició por razones bien concretas, que agrupamos en los cinco puntos si-
guientes.
El primer síntoma, aunque haya caído en el olvido -por los avatares
ulteriores de mucha más envergadura- fue el alza de los fletes que se pro-
dujo en 1970 a consecuencia del cierre de la TAPLINE (Transarabian pipe
line), que comunica los pozos más importantes del Golfo Pérsico con el
Mediterráneo. La ruptura por avería de ese conducto durante varios meses
elevó los fletes en un 20 por 100. Luego, a principios de 1973, aún se tri-
plicaron, por la sincronía con la crisis del sistema monetario y con el auge
cíclico que encareció las materias primas en generaL
Un segundo tema fue la confirmación de la toma de conciencia de su
poder por parte de los paises productores. Y no de forma individual, sino a
través de acuerdos en el marco de la Organización de los Países Exportado-
res de Petróleo (creada en 1960 pero ha~ta entonces poco operativa), que se
vio aguijoneada por el impetuoso coronel Gaddafi, el joven líder libio. Las
decisiones que la OPEP adoptó a lo largo de los años 1971-1973 en sus
reuniones de Teherán, Trípoli y Ginebra, elevaron el precio del barril de pe-
tróleo de un promedio de 2 a 3,5 dólares (recordemos que con variaciones
en función de su densidad el promedio es de 7,2 barriles = 1 Tm).
loS grandes temas actuales de la estructura económica internacional

U n tercer elemento de la crisis procedió directamente del problema mo-


netario. Las devaluaciones del dólar de diciembre de 1971 y de febrero de
1973, originaron el acuerdo de la OPEP de ajustar los precios petroleros a
la paridad oro del dólar. Desde entonces, ese ajuste, aunque no automática-
mente, ya no se perdió de vista.
Cuarto factor de la crisis: la contracción de las reservas petroleras de
EE. UU Las reservas normalmente mantenidas en los años 60 en una rela-
ción de 35, e incluso de 40 años de posible extracción teórica para las nece-
sidades calculadas, cayó a 10 años. EE.UU. se convirtió en uno de los pri-
meros demandantes en el mercado mundial de petróleo, agravándose la
situación general por las nuevas tensiones de demanda.
Por último -quinta razón- las grandes corporaciones petroleras inter-
nacionales se encontraban en disposición de aceptar las alzas de precios, a
fin de hacer explotables sus recursos propios, de mayor coste, de Alaska y
del Mar del Norte; y para revalorizar sus stocks y sus viejos yacimientos en
EE. UU. Apostaron por la subida y de hecho ganaron. Así vinieron a demos-
trar]o sus beneficios de 1973 y de los años sucesivos.

17.2 El reparto de la producdón y el consumo


Las cinco causas mencionadas respondían, a su vez, a la evolución seguida
entre 1960 y 1973. En esos años, la producción se multiplicó por 2,5 con
variación muy notable en su origen geográfico. En 1973, con una produc-
ción petrolera mundial de 2.750 millones de Tm, Africa había aumentado
su oferta nada menos que del 1 al 10 por 100 del total, a consecuencia de la
puesta en explotación de los yacimientos de Nigeria, Libia y Argelia.
Oriente Medio, por su parte, pasó del 25 al 33 por 100, con incrementos es-
pectaculares en Arabia Saudita, Irán y los Emiratos. .
Frente a tales incrementos, EE.UU. y Canadá cayeron del 35 al 24 por
100. y América Latina, del 18 al 9. Los países socialistas se mantuvieron en
una estabilidad relativa -del 16 al 17 por 100-, lo cual les permitía que-
dar, al menos inicialmente, al margen de la crisis. Europa Occidental, final-
mente, sólo aportó un 0,6 por 100 en 1972, frente a una producción práctica-
mente nula en 1960. En 1973, la producción del Mar del Norte todavía era
una expectativa (en el cuadro 1 pueden verse algunas cifras sobre produc-
ción y consumo, las últimas completas disponibles).
En el fondo, la crisis tuvo su origen en los cambios habidos en el balan-
ce energético mundial. En 1970, el consumo de petróleo suponía el 42 por
100 de los insumos de energía primaria, seguido de lejos por el gas natural
con el 20 por 100. En su conjunto, los hidrocarburos representaban un 62
por 100 del total; el carbón, un 35 por 100; quedando sólo un 3 por 100
proveniente de la hidroelectricidad y de centrales nucleares. La polariza-
ción en el petróleo hacía altamente vulnerable al sistema.

-m
17 .. Cuestiones energéticas

Cuadro 1. Algunas cifras sobre el petróleo


l. PRODUCCIÓN MUNDIAL DE CRUDO, 1970-1997 (MILLONES DE BARRILES
DIARIOS; APROXIMADAMENTE, 7,5 BARRILES = 1 Tm)

Países 1970 1980 1990 1995 1996 1997

Desarrollados EM 11,24 12,60 13,27 18,00 18,90 19,50


Economías en transición 7,42 12,40 11,74 7,40 7,30 7,50
En desarrollo 26,84 34,58 35,30 43,10 43,70 45,00
Miembros de la OPEP 23,31 26,60 22,92 27,80 27,80 28,50
Otros exportadores (1) 3,06 7,39 10,78 15,90 15,90 16,50
Otros 0,47 0,59 1,59 1,50 1,50 1,50

TOTAL MUNDIAL 45,50 94,16 95,60 70,00 71,40 73,50

11. EXPORTACIONES DE CRUDO DE LA OPEP 1970-1996 (MILLONES DE


DÓLARES)

Países 1970 1980 1990 1995 1996

Arabia Saudita 2.418 108.175 40.130 42.502 51.000


Argelia 681 12.971 9.588 7.008 8.420
Emiratos Arabes Unidos 513 19.390 14.846 12.349 14.826
Indonesia 446 15.595 7.404 6.441 7.730
Irán 2.358 11.693 17.906 14.944 17.950
Irak 788 26.096 9.594 461 550
Libia 2.356 21.906 10.715 7.763 9.300
Kuwait 1.619 18.935 6.385 12.217 14.600
Nigeria 716 24.931 13.265 11.724 14.800
Qatar 227 5.372 3.273 2.987 3.950
Venezuela 2.371 17.562 13.953 13.737 18.150

TOTALOPEP 14.493 282.626 147.059 132.133 161.276

111. DEMANDA MUNDIAL DE PETRÓLEO, 1990-1997 (MILLONES DE BARRILES


DIARIOS) (2)

Países 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997

Desarrollados EM 37,9 38,1 38,5 39,0 39,1 40,4 41,0 41,75


América del Norte 18,9 18,6 18,8 19,2 19,2 19,9 20,1 20,5
Europa Occidental 13,0 13,4 13,5 13,6 13,6 13,9 14,1 24,25
El Pacífico (3) 6,0 6,1 6,2 6,2 6,3 6,5 6,7 7,0
De economía en transición 10,0 9,5 8,2 6,8 7,4 5,8 6,2 5,75
EUfopa Oriental 1,6 1,2 1,1 1~2 1,1 1,4 1,5 1,5
Ex Unión Soviética 8,4 8,3 7,1 5,6 6,3 4,4 4,7 4,25
En desarrollo 18,4 19,1 20,1 21,2 21,9 23,2 24,5 26,25
Iberoamérica 5,1 5,3 5,4 5,6 5,7 5,8 6,2 6,5
África 2,0 2,0 2,0 2,1 2,1 2,2 2,2 2,5
Asia occidental 3,5 3,4 3,6 3,8 3,9 4,2 4,1 4,25
Asia meridional y oriental 5,5 5,9 6,4 6,8 7,1 7,7 3,5 9,25
China 2,3 2,5 2,7 2,9 3,1 3,3 3,5 3,75

TOTAL MUNDIAL 66,3 66,7 66,8 67,0 68,4 69,4 71,6 73,8

(1) Angola, Bahrein, Brunei, Camerún, Colombia, Congo, China, Egipto, Malasia, México, Omán,
Papúa Nueva Guinea, Perú, Siria, Trinidad y Tobago, Túnez, Vietnam y Yemen.
(2) Las cifras de 1997 son estimaciones.
(3) Australia, Japón y Nueva Zelanda.
FUENTE: Anuario El Mundo 1998 (AlE Y ONU).
Los grandes temas actuales de la estructura econornh. t.: i

En ese contexto, jugaron fuertemente las previsiones triun.falistas de de-


manda. Antes de octubre de 1973, el consumo mundial -se decía- podría
pasar de 7.000 millones de TEC (de «toneladas equivalentes a carbón») a
11.500 millones de TEC en 1980. Y en el año 2000, a 40.000 millones. Es
decir, un 64 por 100 de aumento en 1980 sobre 1970, y 5,7 veces las nece-
sidades de 1970 en el 2000.
En el ambiente así descrito -las cinco razones y las pretendidas tenden-
cias a largo plazo-- los acontecimientos sólo estaban pendientes de que
saltara la chispa. Y fue el miércoles 16 de octubre de 1973. Ese día, los paí-
ses de la OPEP decidieron subir el precio del crudo de 3,5 a 5,5 dólares el
barril, anunciando que en enero de 1974 el nuevo precio sería de 11 dóla-
res. En cuatro meses, el precio se triplicó. La causa histórica fue la represa-
lia de los países árabes -seguida por toda la OPEP- contra el mundo oc-
cidentaJ industrializado, por la ayuda de éste a Israel en la guerra iniciada
pocos días antes entre Egipto y los judíos. A las alzas de precios se super-
puso el embargo a ciertos países concretos (EE.UU., Holanda, etc.). El
efecto final fue explosivo: el desencadenamiento de la crisis, de la depre-
sión que aún duraba -especialmente por sus consecuencias de desem-
pIeo-- en la mitad de la década de los 80, más de diez años después. Una
situación que por su gravedad ha sido tantas veces comparada, reconocien-
do también las grandes diferencias, con la depresión de los años 30.

17.3 Las muLtinadonaLes. Breve historia de Las Siete


Hermanas

Como consecuencia de la crisis, también se produjeron transformaciones


cualitativas importantes en la distribución de] poder. Podrían sintetizarse en
una frase: el fin del poderío omnímodo de las grandes compañías
multinacionales. O para expresarlo de otra forma de las «Siete Hennanas»
y sus aliadas.
Llegados a este punto., habremos de hacer un poco de historia. Que no
será inútil, porque en realidad, todo el sistema petrolero mundial arrancó de
una serie de eventos subsiguientes a la primera guerra mundial. Como con-
secuencia del desmembramiento del Imperio Turco, y de otras circunstan-
cias históricas (la emergencia de EE.UU. como poder mundial, etc.) a poco
de terminar la guerra en 1918, un conjunto de grandes corporaciones, co-
múnmente llamadas «las siete hennanas», llegaron a un acuerdo para repar-
tirse las fuentes de suministro y los mercados de petróleo.
Esas Siete Hermanas eran y son: la Standard Oil de New Jersey, luego
Esso -y hoy ~xxon-, la pieza principal de la Standard Oil del viejo Roc-
kefeller desarticulada por las leyes antitrust en 1911; la Mobil; la Gulf; la
Texaco, la Standard Oil de California; la Anglo Iranian (hoy British Petro-
leum); y la Royal Dutch-Shel1; cinco corporaciones norteamericanas, una
17. Cuestiones energéticas

británica, y una anglo-holandesa. Todas ellas firmaron, en un pabellón de


caza de Achnacarry, Escocia, el 17 de junio de 1928 -la fecha mejor co-
nocida por todos los historiadores del petróleo-- el llamado Acuerdo de
Achnacarry, que significó la cartelización de las fuentes de suministros de
crudo y del mercado; con reglas que estuvieron en pleno vigor hasta 1947.
Sin embargo, no hay nada eterno, y el cartel acusó las inevitables erosio-
nes. El primero de los golpes fue la creación de Petromex, la empresa con
la cual se nacionalizó el 'petróleo de México, promovida por el presidente
Lázaro Cárdenas, _en 1936. En esa misma línea, bastantes años después,
vino la decisión del doctor Mosadeq, Primer Ministro de Irán, que naciona-
lizó los recursos petroleros de su país, hasta entonces detentados por la An-
glo-Iranian Oíl COa Pero las crisis de México e Irán se mantuvieron bajo
control. México hasta los 70 fue una potencia petrolera menor. Y en el caso
de Mosadeq, bastó con derrocarlo (la CIA y asociados), para luego recon-
vertir la Anglo-Iranian en British Petroleum y seguir controlando mediante
un consorcio internacional los recursos iranÍes.
Otro golpe a las «Siete Hermanas», éste de muchos más efectos a medio
y largo plazo, lo dio Venezuela, en 1948. Al establecer, por primera vez, la
fórmula conocida por fifty-fifty, es decir, el reparto de los beneficios en la
proporción del 50 por 100 para el país productor y 50 por 100 para las
compañías. Fórmula que al final de los años 50, Enrico Mattei, presidente
del Ente Nazionale Idrocarburi (ENI) de Italia, transformó en 75 por 100
para el país propietario y 25 por 100 para el concesionario. Semejante in-
tento de romper el cartel de las «Siete hermanas» produjo multitud de sin-
sabores a Mattei y, según algunos, fue lo que le llevó a su muerte en el ac-
cidente aéreo (¿sabotaje?) que sufrió en 1972.
Hubo, por supuesto, toda una serie de episodios intermedios. Pero en
todo caso, 1960 es una fecha bien trascendente en la historia petrolera. Ese
año se constituyó la Organización de Países Exportadores de Petróleo
(OPEP), siendo sus socios fundadores Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudita y
Venezuela; esta última la nación promotora. A partir de entonces, los gran-
des productores/exportadores de crudo se organizaron sistemáticamente en
un frente común, promoviendo sistemas homogéneos de precios, de fiscali-
dad, de traducción de unos petróleos a otros según calidades; y de estableci-
miento de formas de participación en los recursos propios no sólo a través
de beneficios, sino igualmente mediante la explotación directa.
En 1971, la OPEP dio un paso importante, al preconizar la nacionaliza-
ción de los yacimientos. Argelia, Irak, Libia, incluso Arabia Saudita, entra-
ron sucesivamente en esa vía; y si Venezuela no lo hizo de inmediato fue
por la proximidad del vencimiento de sus concesiones.
En definitiva, el gradual proceso de erosión de los intereses de las com-
pañías mostró la posibilidad de que al fina] se convirtiesen en meros bro-
kers, en un marco de decisiones progresivamente en manos de los gobier-
nos. Pero, ciertamente, todo ello no impidió que en los años 1973-1981, las
Los grandes temas actuales de La estructura económica internacional

grandes compañías continuasen figurando a la cabeza de los rankings de


beneficios.
Las alzas de precios significaron la inmediata revalorización de sus
stocks. Por 10 demás, a pesar de haber perdido el control directo de los ya-
cimientos en el área de la OPEp, las multinacionales continuaron ocupán-
dose de la extracción del crudo y de su comercialización. A lo cual ha de
añadirse que en el momento de la crisis, las grandes corporaciones ya eran
cabeceras de conglomerados muy diversificados en su línea productiva.
Aparte de que los aumentos de precios favorecieron la rentabilidad de sus
yacimientos en EE.UU. (incluida Alaska), Mar del Norte, etc.

17.4 El segundo choque petrolero

Después de las alzas de precios de 1973 y 1974 (con algunos leves incre-
mentos adicionales ulteriores), hubo estabilidad hasta 1978 (véase el cua-
dro 2). Sin embargo, en diciembre de 1978 (ya en marcha la crisis iraní que
acabaría con el Sha), los países de la OPEP decidieron, en su reunión de
Abu Dhabi, incrementar los precios de forma escalonada a lo largo de
1979, en cuatro etapas: elIde enero en un 5 por 100, 1 de abril un 3,8 por
100, 1 de julio un 2,30 por 100, Y 1 de octubre un 2,7 por 100. Pero la ver-
dad es que los sucesos revolucionarios de Irán en 1978-1979 aceleraron esa
planificación: en abril de 1979 se marcó un precio mínimo de 14,54 dóla-
res/barril, pero los productores quedaron en libertad para fijarlo a niveles
superiores en función de esa relación oferta/demanda. Así las cosas, las co-
tizaciones spot (al contado en el mercado libre de Rotterdam), se situaron
en 18 dólares/barril en mayo de 1979. Y finalmente, y tras diversas reduc-
ciones de producción, el precio oficial de la OPEP se situó, elIde noviem-
bre de 1981, en 34 dólares, el máximo hasta entonces alcanzado.
Los efectos de este segundo choque petrolero en las economías de los
grandes países consumidores fueron sencillamente demoledores. Cuando
parecía que ya se habían recuperado de las consecuencias del primer impac-
to alcista, la nueva y brutal subida de precios repercutió dramáticamente en
la disminución de las demandas internas (con el agravamiento de los secto-
res en crisis: automóvil, siderurgia, construcción, textil, electrodomésticos,
construcción naval, etc.). En el Tercer Mundo, el segundo choque significó
endeudamiento, nuevas penurias e incluso convulsiones sociales y políticas.
Por su parte, los países de la OPEP y las demás naciones petroleras, al
verse con ingentes ingresos, muy superiores a lo que percibían antes, reaccio-
naron en un doble dirección: acelerar su crecimiento económico en medio de
no pocas improvisaciones, y rearmarse. Esto último fue especialmente cierto
en el caso de los países del Golfo Pérsico.
Gran parte de los recursos financieros (petrodólares) acumulados por
Irán e Irak fueron utilizados en la guerra. Irak recibió asistencia financiera
I
i 17. Cuestiones energéticas

en cantidades ingentes de los países del Golfo (Arabia Saudita, Kuwait y


los Emiratos) para frenar la revolución de Jomeini. E Irán, como condición
para acabar la guerra reclamó «reparaciones» que también habían de finan-
ciar las monarquías del Golfo.

17.5 La respuesta a la OPEP:La Agenda Internacional


de la Energia (AlE)
Nos ocuparemos ahora de cuál fue la actitud de los países importadores de
petróleo ante las decisiones cartelizadoras de la OPEP. En ese sentido, la
Conferencia de Washington de febrero de 1974 --convocada por EE.UU.-
supuso toda una respuesta.
En la agenda de la conferencia figuraban principios y proyectos:
disponibilidades de energía y posibles formas de economizar; fomento de
las fuentes energéticas tradicionales; reparto del petróleo en caso de acen-
tuarse la crisis; cooperación en la investigación; consecuencias de la crisis
en el sistema monetario internacional; situación en los países menos desa-
rrollados; y finalmente, el papel futuro de las empresas multinacionales.
De la Conferencia de Washington salió la idea de formar un cártel de
consumidores, proyecto que acabó por formalizarse en París el 18 de no-
viembre de 1974 con la creación de la «Agencia Internacional de la Ener-
gía» (AlE). Sus miembros fundadores fueron los países de la CEE (menos
Francia), Austria, Canadá, España, EE.UU., Japón, Suecia, Suiza y Turquía.
Con tres clases de órganos: una Junta de Gobierno, un Comité de Gestión, y
varios grupos permanentes (sobre cuestiones de emergencia, mercado del
petróleo, cooperación a largo plazo y relaciones con los países productores).
Las decisiones en la AlE se toman, según el caso, por unanimidad o por ma-
yoría. Existe voto ponderado; sobre un total de 148 votos, EE. DU. tiene 51;
Japón, 18; RFA, 11; España, 5, etc. Las funciones de la AlE consisten en:

- Asegurar en caso de urgencia un nivel de autonomía en los aprovi-


sionamientos de petróleo, así como la adopción de medidas comunes
de reparto del crudo disponible.
- Elaborar un sistema de informaciones relativas al mercado petrolero
internacional.
- Diseñar y aplicar un programa de cooperación a largo plazo, con vis-
tas a reducir la dependencia de las importaciones de crudos.
- Promover las relaciones de cooperación con los productores de pe-
tróleo, y con los demás países consumidores.

La AlE apenas tuvo virtualidad durante los años 1974-1978. Los países
de la OPEP (recuérdese el cuadro 1) siguieron subiendo sus precios, sin
que de nada sirvieran los proyectos de control de consumo de la AlE. No

~
Los grandes temas actuales de la estructtn:il t::(Unómler)
.
lntJ:'(nadon~t

hubo una postura conjunta por parte de los países compradores. Cada uno
intentó llegar a sus propios acuerdos con Jos productores de la OPEP.
Pero como todo tiene un límite, ante el agravamiento súbito de la si-
tuación' en la reunión de la AlE del 10 de diciembre de 1979, sus 20 paí-
ses miembros acordaron que a lo largo de 1980 sus compras quedarían
virtualmente estancadas: en 1.205 millones de toneladas, con la previsión
de que en 1985 no deberían superar los 1.290 millones. Esas decisiones,
junto con el aumento de la producción propia (Alaska y Mar del Norte,
sobre todo), tendrían una notable incidencia, a la baja, en los precios.

17.6 El declive de la OPEP


Al descenso del consumo, por las acciones de la AlE y el juego del ahorro
energético derivado de las elasticidades de sustitución, se unió la mayor
presencia en el mercado petrolero mundial de países no miembros de
la OPEP, como México, Gran Bretaña, Noruega, Egipto (expulsado de la
OPEP a raíz de los acuerdos egipcio-israelíes de Camp David), y otros. De
la escasez forzada, fue pasándose otra vez a los excedentes. De tal modo
que a principios de 1983, los británicos rebajaron en cuatro dólares el pre-
cio de su Brent de] Mar del Norte, colocándolo en 31 dólareslbarril; tres
menos que el precio oficial de Arabian Light. Los mexicanos hubieron de
hacer lo propio, para poder vender más, ante la crisis financiera que les lle-
vó a la moratoria de su deuda exterior.
Del lado de la OPEp, la estrategia de precios se debatió entre dos siste-
mas: el «Gately-Kely» (por los nombres de los autores de la idea), basado
en la elevación brusca del precio, para a continuación ir a sucesivas caídas
en términos reales hasta un nuevo alza súbita, a fin de evitar con ello la ex-
pansión de las energías alternativas; y la «Fórmula de Taif» (propuesta por
e] jeque Yamani, antes de su cese por el Rey de Arabia en 1986): subida del
precio de forma regular y ordenada, teniendo en cuenta la tendencia mun-
dial de la inflación, la demanda, y el carácter finito de las reservas.
Con todo, la OPEP trató de mantener una cuota fija de producción, a fin
de sostener los precios. Pero con la depreciación del dólar, de los años
1985-1988, la cotización se situó en términos reales a niveles que ya difi-
cilmente cubrían ciertos costes de producción de algunos países no OPEP
(Mar del Norte, e incluso México).
Concretamente, en diciembre de 1987, la OPEP se concertó para una
oferta diaria de 18 millones de barriles/día (sin incluir a Irak) en el pro-
pósito de estabilizar los precios en tomo a 18 dólares. Posteriormente, en
junio de 1989, en un ambiente de euforia de la economía internacional,
se decidió subir la producción global a 19,5 millones de barriles/día, con
un precio de referencia de 20 dólares por barril. Y el 21 de julio de 1990,
poco antes de la crisis del Golfo e] precio OPEP se fijó, hasta finales de

~
~~~~~._~_H_._n~ ___________________________________ _
17. Cuestiones energéticas

1990, en 22 dólares. Nadie pareció pensar que había una gran crisis en
ciernes, a solo unos días vista.

17.7 La crisis del Golfo 1990. Similitudes y diferencias


con 73/74 y 79/80
Todo el mundo sabe cómo se produjo la crisis del Golfo. Y después de su
inicio, la gente empezó a preguntarse si sería posible que pudiera entrarse
en una recesión económica comparable a la jalonada por los choques petro-
leros de 1973/74 y 1979/80.
«Sinceramente, no parece previsible esa eventualidad. Salvo que hubiera
un empecinamiento de los países en hacer las cosas lo peor posible, dejándo-
se llevar por el pánico y por los impulsos más primarios. No hay razones ob-
jetivas para una recesión económica comparable a la de 1973-1982». (Frases
textuales de la Isa edición de este libro, 1991).
Es cierto que el embargo económico decretado por el Consejo de Segu-
ridad de la ONU en agosto de 1990 «retiró» del mercado, de un plumazo,
en torno a 280 millones de toneladas de crudo --en términos anuales-
producidas por Kuwait e Irak. O si se prefiere, 5,4 millones de barriles/día,
y en torno a 4,5 millones a efectos de oferta al exterior. Pero también es
verdad que el mundo estaba mejor preparado para afrontar una crisis así.
Para empezar las comparaciones, recordemos que en octubre de 1973
hubo un embargo de petróleo a todo el mundo occidental por los principa-
les países de la OPEP. En octubre de 1990, en cambio, todos ellos --excep-
to lrak y el ocupado Kuwait- seguían suministrando crudo; con la particu-
laridad de que Venezuela y Arabia Saudita decidieron aumentar sus
producciones con ]a aquiescencia de la propia OPEp, a fin de sustituir la
oferta exterior de Irak y Kuwait.
Además, al iniciarse la crisis, había importantes reservas de crudo. Los
stocks (algo menos de 100 días del consumo normal de los países industria-
les), suponían al principio de la crisis un colchón importante; reservas que no
se tocaron en las primeras semanas. The Economist daba, a finales de agosto
de 1990, un dato bien significativo: el petróleo de las reservas occidentales
equivalía a dos años de producción de Irak y Kuwait conjuntamente.
Las compañías petroleras, naturalmente, merced a las inquietudes surgi-
das por asegurarse suministros, subieron los precios desde el mismo día de
iniciarse la crisis. Y la especulación en los mercados spot y de futuros, fun-
cionó al máximo. En septiembre de 1990 hubo cargamentos de petróleo
que cambiaron 30 veces de mano entre su salida de puerto y su llegada a
refinería; con precios que desbordaron los 40 dólareslbarril.
Pero cuando la especulación bélica cedió -y las reservas estratégicas y
una cierta disciplina de la AlE contribuyeron a ello-- el precio se situó in-
cluso en la franja de 20/25 dólareslbarril.
Los grandes temas actuales de La estructu~a económica internacionaL

Después de la guerra, las cotizaciones internacionales del crudo conti-


nuaron en una tendencia claramente bajista, hasta alcanzarse, en agosto de
1
1993, una fuerte caída de precios (16,50 USD/b.), coincidiendo con tran-
sacciones promedio de 24,75 millones de barriles por día; rebasándose así
la cifra de 23 millones acordados por la OPEP para el tercer trimestre del
año.
Con algunos altibajos, la tendencia de los precios de los crudos desde
1993 ha sido a la baja, sin que la OPEP pudiera controlar las cotizaciones.
En su cumbre del 30.111.1998, el cártel se limitó a certificar una reducción
global de 1,245 millones de barriles diarios hasta fines de 1998; cuando se
esperaba un recorte mayor, para retirar crudo de un mercado en saturación
en el que los precios tocaron en marzo de 1998 el menor nivel en nueve
años y medio (12,04 dólares por barril, véase cuadro 2)
La citada reducción de producciones se realizó sobre la situación real de
los socios del cártel (véase cuadro 3) Y no sobre las cuotas oficiales pacta-
das en el otoño de 1997, cuando la OPEP decidió elevar su producción glo-
bal ellO por 100, de 25,03 a 27,5 millones de barriles diarios. Así, pues, en
marzo del 98, la OPEP se limitó a colocar sus cuotas entre paréntesis, para
no abrir la caja de los truenos, ni poner en tela de juicio el propio sistema.

Cuadro 2. Evolución de los precios del petróleo (OPEP, arábigo


ligero, 34° APl, dólareslbarril)

1 de junio de 1973 2,89 Febrero 1986 < 20,00


16 de octubre de 1973 5,11 Agosto 1986 (mínimo) 10,00
1 de enero de 1974 11,65 Acuerdo OPEP septiembre 15,00
1 de noviembre de 1974 11,25 Diciembre 1987 18,00
1 de octubre de 1975 11,51 Spot junio 1988 < 15,00
1 de enero de 1977 12,09 Junio 1989 20,00
1 de julio de 1977 12,70 Agosto 1990 35,00
1 de enero de 1979 13,33 Octubre 1990 25,00
1 de abril de 1979 14..54 Marzo 1991 18,22
1 de julio de 1979 18,00 Media 1991 17,50
1 de noviembre de 1979 24,00 Enero 1992 18,56
1 de enero de 1980 26,00 Media 1992 17,52
1 de abril de 1980 28,00 Diciembre 1993 13,22
1 de agosto de 1980 30,00 Diciembre 1994 16,50
1 de noviembre de 1980 32,00 Agosto 1995 15,55
1 de noviembre de 1981 34,00 Marzo 1996 18,06
14 de marzo de 1983 29,00 Junio 1997 18,05
Enero 1985 28,00 Marzo 1998 12,04
Noviembre 1985 24,00 Noviembre 1998 12,85
FUENTE: Anuario EL PAIS hasta 1995 y ABe, 1995/98.

-m
17 . Cuestiones energéticas

Cuadro 3. Cuotas de la OPEP marzo de 1998

Millones de barriles diarios

Cuota de Prod . real Recorte


Países la OPEP Febrero anunciado

OPEP:
Arabia Saudí 8,76 8,66 0,300
Irán 3,94 3,62 0,140
Kuwait 2,19 2,21 0,125
Emiratos 2,36 2,450 0,125
Venezuela 2,58 3,360 0,200
Argelia 0,908 0,880 0,50
Indonesia 1,45 1,37 0,70
Irak 1,31 1,75 No reduce
Qatar 0~43 0,68 0,030
Nigeria 2,04 2,26 0,125
Libia 1,52 1,4 0,080

TOTAL OPEP 27,5 28,69 1,245

OTROS NO OPEP2:
México 3,22 0,100
Omán 0,860 0,030
Noruega 3,14 0,100
Egipto 0,850 0,030
Yemen 0,350 0,01

TOT AL NO OPEP 8,420 0,271

TOTAL GLOBAL 37,110 1,516

1 El 30.lIt 98.
2 Fonnan parte del Pacto de Riad.
FUENTE: Negocios, l.IV.98.

En paralelo -a la cumbre de la OPEp, Arabia, Venezuela y México con-


cluyeron el denominado Pacto de Riad. De ese modo, por primera vez, un
país de fuera de la OPEP adoptó las decisiones del cártel. A México se su-
maron después Omán, Egipto, y Yemen. Otros, como Reino Unido, Ango-
la, Colombia y Malasia no se manifestaron, y Rusia y Ecuador se negaron
Los grandes temas actuales de La estructura económica internacional

en redondo a un recorte en sus producciones. Noruega fue el último país en


T
sumarse al Pacto de Riad 1, a últimos de abril del 98.
La situación descrita, tendió a que las administraciones públicas bajaran
la guardia respecto de la anterior política de conservación y ahorro de
energía durante la época de la crisis 1973/82; como también se debilitaron
las inversiones en la energías alternativas, de las que precisamente pasa-
mos a ocuparnos en la sección 17.8.

17 .8 Las energías alternativas


Entre 1973 Y 1982, en un mundo que pasó de la era de la energía abundante
y barata a la escasez y la carestía, resultó enteramente lógico que se abriese
todo un haz de previsiones para evitar el colapso que de otro modo se ha-
bría producido en la civilización industrial urbana configurada en los años
sesenta y setenta.
En primera línea de la búsqueda de soluciones, con máxima inversión en
países como Francia y la URSS (pero no en EE.UU., Japón o la República
Federal de Alemania), se situó la opción nuclear. La más discutida. Y no
sólo por los ecologistas, sino también por los estudiosos de las consecuen-
cias financieras de las grandes e inciertas inversiones en las macrocentra-
les. Como también los sociólogos previenen sobre las consecuencias de la
energía nuclear, potencialmente favorable a la configuración de una socie-
dad hermética y policial, a fin de asegurar los secretos industriales, prote-
ger las instalaciones productivas, y aislar los cementerios atómicos destina-
dos a guardar residuos radiactivos durante milenios.
Evidentemente, el paso de la fisión a la fusión acabaría con los proble-
mas del ciclo uranio/plutonio. La fusión vendría a significar la conversión
del hidrógeno --el elemento más abundante en la Naturaleza- en el com-
bustible ideal. Pero la esperanza no es para mañana mismo: a pesar de los
avances rusos y norteamericanos, e incluso de la cooperación incipiente de
las dos potencias con la VE, la fusión no será una realidad industrial hasta
después del año 2000.
Actualmente las investigaciones sobre fusión están centralizadas en el
Proyecto [TER en el que participan la UE, EE.UU, Rusia, y Japón. La idea
la propuso Gorbachov en 1987 a Reagan, y en julio de 1992 se firmó el
acuerdo del diseño de ingenieria, que previsiblemente llevará hasta 1998;
entonces empezará la segunda fase para construir el tokamak (la torre don-
de se desarrollará todo el proceso). Pero todavía no se sabe nada -dice
Robert Aymar director de proyecto--, sobre cuándo ni a qué coste se habrá
dominado el sistema.

I Negocios~ «Noruega se suma al recorte de producción de petróleo», 31.1II.98.

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_ ....... 17. Cuestiones energéticas
m _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

Segunda posibilidad energética: la vuelta al carbón. Pero tal retorno al


combustible de la primera revolución industrial comporta no pocos proble-
( mas de carácter económico y social -inversiones cuantiosas y fuerza de
'¡"
trabajo renuente a trabajar en la oscuridad de las minas-, así como conse-
cuencias medioambientales por las explotaciones a cielo abierto. Y sobre
todo, por 10 que significa la emisión a la atmósfera de cantidades ingentes
de S02 y CO 2 , que por acumulación cambian las condiciones de la biosfe-
ra, originando la lluvia ácida a corto plazo y el efecto invernadero en un
horizonte más lejano.
Una tercera línea de pesquisas -y, con mucho, las más prometedoras-
es el desarro]]o de las energías alternativas. Nuevas hasta cierto punto, por-
que la mayoría de ellas han sido utilizadas desde los inicios de la propia ci-
vilización humana, si bien ahora adquieren nueva relevancia.
t Son evidentes los progresos de energia eólica (ya con estaciones de 2,5
MW). Pero más importantes son los avances en materia de aprovechamien-
1 to térmico y de recuperación de materias primas de los residuos urbanos
debidamente seleccionados y pretratados. Es una cantera trascendente, si se
considera que cada habitante de una gran ciudad produce como promedio
más de un kilogramo diario de desperdicios. Lo cual, a nivel mundial, sig-
nifica no menos de quinientos millones de toneladas de basuras al año, ver-
daderas montañas que hasta ahora apenas han servido más que para origi-
nar nuevos problemas de contaminación por su acumulación,
indiscriminada, en vertederos de extensión indefinidamente creciente.
Asimisnlo, el hambre de energía hace volver la vista a recursos que en
otros tiempos no eran, sino meros futuribles: la fuerza maremotriz, que
en las costas y mar adentro será una fuente energética nada desdeñable;
la geotermia que presenta posibilidades considerables en zonas volcáni-
cas y en otras áreas; los recuperables pequeños saltos de agua, abando-
nados al construirse las grandes centrales hidráulicas, cuando las econo-
mías de escala lo barrían todo.

Pero, desde luego, el futuro está en el aprovechamiento de la energia so-


lar 2 • La imagen del Sol se ha convertido en el emblema de millones de per-
sonas de todas las edades, porque es la energía más limpia, y de hecho, a
escala humana, la única inagotable. Es una energía nuclear, pero natural,
proveniente de una gran central (el Sol) bien situada (en el centro mismo de
nuestro sistema planetario) y que además funciona por el sistema de fusión

2 Sobre las grandes posibilidades que actualmente están ofreciendo los avances en la
tecnología para la utilización de la energía solar: Lawrie Delroy, «Solar's warm glow»,
Financial Times, 12.VL96; Caspar Henderson, «The solar revivah>, Financial Times,
3.VII.96: y «The battle for world power. Coal, gas and oil will not be the three kings of
the energy world for evef), The Economist, 7.X.95. En cuanto a la célula de combusti-
ble, Cive Cookson, «Energetic perfonner», Financial Times, 2.VIII.96.
Los grandes temas actuales de la estructura económica internacional

de hidrógeno. Por su lejanía, no tiene para la humanidad sino efectos bené-


ficos. El problema estriba en encontrar formas económicas para la capta-
1

ción y conservación de la energía que el Sol desprende sobre nuestro plane-
ta, y en eso se está.
Ya existen, en fase operacional, numerosos dispositivos: paneles o colee. .
tores que calientan agua o aire para calefacción y otros usos domésticos; cé-
lulas fotovoltaicas de sulfuro de silicio o de cadmio, que penniten la directa
transformación de la luz en electricidad; grandes torres que, con espejos con-
trolados por computadoras (he lio statos), siguen el movimiento del Sol para
reflejarlo hacia gigantescos hornos; así como centrales eólicosolares que
marcan ahora el arranque de nuevos y esperanzadores avances. En EE.UU.,
Francia, México, Israel, Australia, Grecia, España, Túnez y otros países hay
gran número de experiencias en marcha en el camino de abaratar la utiliza-
ción de la energía proveniente de la Central Sol, a 150 millones de kilómetros
de la Tierra.

En todo caso, mientras se desarrolla en plenitud una nueva política de


vuelta al carbón y de aprovechamiento máximo de las energías alternativas,
el ahorro energético se revela como una opción decisiva, en la doble se-
cuencia de generación y aprovechamientos. Las centrales termoeléctricas
no aprovechan normalmente más del 45 por 100 de la energía del carbón o
del fuel que consumen (lo demás se convierte en humos, cenizas y calor).
Y después, en el transporte, puede perderse hasta más de1 25 por 100 de la
energía producida.
En los motores de combustión interna, apenas se llega, en el mejor de
los casos, al 40 por 100 de aprovechamiento de la energía; una parte funda-
mental del carburante se transforma en SO 2' CO y CO 2' tres importantes
contaminantes; aparte de también contribuir a ir calentando aún más y más
la atmósfera.
En el aprovechamiento, las pérdidas de energía son también notables. El
consumo de energía por ]a industria representa en un país de desarrollo in-
termedio el 50 por 100 del total, y podría ahorrarse hasta un 15 por 100 con
inversiones que serían verdaderamente rentables.
El transporte es el segundo sector gran consumidor de energía: casi el 30
por 100. Se ha ca1culado de manera muy preliminar que con las tecnologías
actuales, y sin más que una cierta racionalización y modernización, podría
ahorrarse del orden del 8 por 100 con nuevos motores que ya se encuentran
en fase de prototipos. En las otras aplicaciones de la energía (usos domésti-
cos, agricultura y servicios), las posibilidades de ahorro también son impor-
tantes.
Volviendo a la tierra y a la aplicación que permitió al hombre salir de las
cavernas y de la selva, podríamos encontrar la clave de la cuestión. Me re-
fiero a la agricultura, con cuyo nacimiento empezó el uso de la energía so-
lar. A través de la fotosíntesis, las plantas transforman agua y minerales en

-no
17. Cuestiones energéticas

clorofila, la sustancia básica de la vida. Es un proceso todavía no descu-


bierto en cuanto a su reproducción industrial por el hombre. A pesar de
ello, nos ofrece una lección diaria. ASÍ, la forma en que la Naturaleza pro-
duce y reproduce la vida, a base de agua y sol, debería hacernos reflexionar
mucho sobre las distintas formas de combinar la racionalidad de ambos re-
cursos en un desarrollo más integral, más asociado con la Naturaleza. En
ese sentido, son enormes las posibilidades energéticas provenientes de la
biomasa.
Por último, mencionemos el gas natural. En 1950, salvo el caso particu-
lar de los Estados Unidos, cubría una mínima parte de las necesidades ener-
géticas mundiales, frente a un 20 por 100 en la actualidad (30 por 100 para
los Estados Unidos). La década de los sesenta marcó el verdadero desarro-
llo de la industria mundial del gas: mientras que la producción norteameri-
cana se aproximaba progresivamente a su punto máximo, la de Europa del
Este se multiplicó por más de cuatro, y la de Europa Occidental por más de
seIS.
El período de 1970-1980 confirmó las grandes tendencias de la década
anterior: producción máxima en Estados Unidos, y rápido desarrollo en
Iberoamérica, Europa, Africa y Medio y Extremo Oriente. El gas natural
dej ó de ser una energía de segunda fila, y se impuso como una energía pro-
pia, dotada de cualidades intrínsecas apreciables. Su facilidad de sustituir a
productos petrolíferos escasos y caros, su baja contaminación, y un precio
de compra relativamente moderado, condujeron a la carrera hacia el gas na-
tural.

17.9 Cambio climático y Gaia


El tema del cambio climático --que actualmente se relaciona sobre todo
con el futuro consumo de energía- es muy antiguo. ¿Quién, a lo largo de
su vida no ha hecho comparaciones entre lo que vio en su infancia y lo que
ahora puede apreciar, en términos de cambio de inviernos gélidos a templa-
dos, de primaveras con lluvias torrenciales a sequías devastadoras, de estíos
suaves a tórridos o, por el contrario, de inundaciones y años sin verano?
En ese sentido, podría evocarse la pequeña glaciación de los siglos XVII
a XIX, observable a través de la pintura, con la desaparición de los patinado-
res de Bruegel en Holanda, de la nieve en Alemania --que Napoleón hubo
de soportar en su trágica retirada de 1814- y de las ferias del hielo de
Londres sobre un Támesis de aguas congeladas, la última de las cuales se
celebró en 1819.
Podríamos hacer muchas de esas remembranzas, pero centrando la cues-
tión en lo más perentorio a efectos de análisis y prospectiva, debe recordar-
se aquí la conferencia mundial auspiciada por las Naciones Unidas sobre
cambio climático, celebrada en Kioto, Japón, en diciembre de 1997. En ella

~
Los grandes temas actuates de La estructura económica internacional

se puso de relieve que el clima nos ofrece multitud de aspectos, sin que
,
hasta ahora haya resultado posible construir modelos explicativos a largo
plazo. Porque Gaia (el nombre griego de la diosa Gea de los romanos, la
divinidad Tierra convertida por Lovelock en síntesis de la autorregulación
del planeta), no desvela sus secretos; y mucho menos sus proyectos.
De 10 que no hay duda es de que algo malo está pasando con el clima
por la acción del hombre. Entre 1800 y 1994, el CO 2 en el aire aumentó en
un 3 por 100, creándose así las condiciones del efecto invernadero y del ca-
lentamiento global. De tal manera que en los últimos años, con el repliegue
de los glaciares y la fusión de los hielos de la Antártida y Groenlandia, el
nivel de Jos mares se ha elevado entre 10 Y 25 centímetros. Una evolución
que podría acelerarse, pues las actuales reservas de combustible fósil aún
pennitirían triplicar el stock de CO 2 en la atmósfera.
En la mencionada Conferencia de Kioto no hubo un acuerdo satisfacto-
rio entre las grandes potencias para disminuir el nivel de las emisiones de
gases de invernadero, y sobre todo de CO2 y metano. La UE, que está te-
niendo grandes éxitos en la reducción de esos efluentes y otros -y muy en
especial de los FCCs que deterioran la capa de ozono--, propuso que el vo-
lumen de tajes efluentes para el 2000 se estabilizara al nivel de 1990. Pero
EE.UU. -que, con el 4,5 por 100 de la población mundial genera el 22 por
100 del CO 2- se resistió a límites importantes a corto plazo; y planteó un
objetivo en el que pocos creen, para situar el nivel deseable un 15 por 100
por debajo del de 1990, distanciándolo en el tiempo al año 2010; Y además,
descontando las deducciones a realizar por el concepto de sumideros (nue-
vas plantaciones arbóreas), e incluyendo la posibilidad de un mercado mun-
dial de derechos de contaminación, para comprar títulos de esa clase a los
países que tienen excedente para todavía seguir contaminando más.
A todas luces, el esfuerzo colectivo -que pretende extenderse a los paí-
ses emergentes, porque de otro modo China en tres lustros estará conta-
minando tanto como EE.UU.-, va a exigir decisiones muy serias en mate-
ria de nuevas tecnologías. Porque en definitiva se trata de conseguir mayor
eficiencia en la industria, el parque automovilístico y el consumo domésti-
co, traduciendo las mejoras posibles en esa triple dimensión en verdadero
ahorro energético, y sobre todo de energía fósil, dando más fuerza -ya vi-
mos el por qué y el cómo en 17.8- a las energías alternativas.

Nota bibliográfica
Algunas obras utilizadas en este capítulo:

Ayrnar, Robert, «La comunicación es crucial en el proyecto mundial de fusión», El


País, 31. VII. 1995, pág. 32.
Roberto Centeno, Economía del Petróleo y del Gas natural, Tecnos, Madrid, 1974.

-m
p
17. Cuestiones energéticas

Roberto Centeno, El petróleo y la crisis mundial, Alianza Editorial, Madrid, 1983.


Jean-Marie Chevalier, Le Nouvel Enjeu pétrolier, Calmann-Levy, 1973 (versión es-
pañola en Laia, Barcelona).
José Ignacio Gafo, La política de la OPEP, en el Boletín Semanal de ICE, n.O
2.118, 25 de enero de 1988.
Michel Grenon, Ce Monde Affamé dJénergie, Robert Laffont, París, 1973 (versión
española en Alianza Editorial, Madrid, 1974).
Peter Hill y Roger Vielvoye, Energy Crisis, Robert Yeatmen Ltd., Londres, 1974.
WiHiam W Hogan, Changing patterns in the energy market, en Energy Conserva-
tion, editado por 1. C. Sawhill y R. Cotton, The Brookings Institution, 1986.
T. Rifai, Le Prix du Pétrole, Editions Technic, París, 1974.
L. Mihailovitch, 1. 1. Pluchart, Les Compagnies petrolieres internationales, PUF,
París, 1980; de los mismos autores, L'OPEP, PUF, París, 1981.
Anthony Sampson, The Seven Sisters, Bantam, Nueva York, 1975.
Lorenzo Smith Pillitz y Carlos Rodríguez Braun, "Petróleo y fletes en el segundo
semestre" de 1987, en el Boletín Semanal de ICE, n.O 2.125, 14 de marzo de
1988.
Mitchell Wilson (en colaboración con René Dubos, Henry Margenan y C. P. Snow),
«Energía», Time-Life International, Hamburgo, 1979.
,
18. FLuctuaaones
económicas: 1929, 1973,
1989/93, 1998

18.1 Introducdón
Desde 1970, multitud de economistas venían preguntándose sobre la posi-
bilidad de que en un inmediato futuro pudiera producirse una crisis como la
que azotó al mundo a partir del llamado «jueves negro}) del 24 de octubre
de 1929. Esa fecha se considera que marcó el comienzo de lo que después
se denominó la Gran Depresión, que en realidad no terminó por una mejo-
ría definitiva de la situación económica a nivel general; por el contrario,
suele aceptarse que su fin se produjo, simbólicamente, elIde septiembre
de 1939, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
En ese contexto de preocupaciones puede decirse, y así anticipam.os par-
te de lo que podría ser una tesis poco optimista sobre el futuro, que el <<jue-
ves negro}) de nuestra época ya se ha producido. Concretamente, podría to-
marse como tal hito cronológico el 16 de octubre de 1973, cuando el precio
del petróleo, como consecuencia de la represalia árabe por la ayuda nortea-
mericana a Israel (en la Guerra del Ramadán o del Yon Kippur), aumentó
con carácter general de 3,5 a 5,5 dólares/barril. Después, elIde enero de
1974, se elevó aún más, a la cota de los 11 dólareslbarril.
Empezaremos nuestro propio análisis de 10 que hoy sucede y de qué po-
dría ocurrir en el futuro destacando la dificultad de hacer previsiones. Y,
asimismo, pondremos de relieve cómo tampoco es fácil apreciar en cada
momento la circunstancia exacta en que nos encontramos de cara al porve-
nir. Las dos citas siguientes son buena muestra de ello.
i: d j u, oFDmic~ 1nternacionaL

En diciembre de 1928, el presidente Calvin Coolidge, al dirigir su último


mensaje al Congreso de EE.UU. sobre el «Estado de la Unión», dio comien-
1,
zo a su disertación con las siguientes palabras: «Ninguno de los Congresos
de EE. UU. que se han reunido hasta ahora lo han hecho con más placenteras
perspectivas que las actuales. En los asuntos domésticos hay tranquilidad y
satisfacción ... pues se ha alcanzado el más alto récord de años de prosperi-
dad. En Jos asuntos extranjeros, existe paz y buena voluntad, que proviene de
la mutua comprensión» 1,
En otras palabras, en el que normalmente se tiene por el informe más
completo sobre la situación económica, social y política de un gran país y
de los asuntos conexos del mundo, no se preveía que de inmediato fuese a
suceder nada grave para la economía. Sin embargo, apenas transcurridos
nueve meses desde el discurso del presidente Coolidge la situación general
empezaba a ser alarmante,
y tan cierto como la imposibilidad o dificultad de prever una crisis glo-
bal a corto plazo, lo es el percatarse de su trascendencia, una vez que se ha
desatado. Así lo señala de hecho Arthur Koestler, el autor de Espartaco, El
Cero y el Infinito, y otras muchas obras, y que en su juventud fue uno de
los mejores cronistas de su tiempo. Concretamente, en el segundo volumen
de su Autobiografía, Koestler se refiere al momento crucial del comienzo de
la crisis de 1929 con palabras que no nos resistimos a reproducir. Sobre
todo a1 tener en cuenta que por entonces era corresponsal en París de la
principal cadena alemana de prensa: «El viernes negro (24 de octubre de
1929) [sic] cayó poco después de mi llegada a París. No comprendimos en
abs01uto su significado. Sus repercusiones tardaron varios meses en hacer-
se sentir en Europa. En cuanto llegaron las primeras ondas fuertes de la de-
presión, los acontecimientos se sucedieron rápidamente. La desocupación
en Alemania llegó a la cifra de siete millones, un tercio de la cantidad total
de trabajadores ocupados. La fuerza del partido nacional-socialista aumen-
tó con la misma velocidad. Los cimientos estaban rajados, Europa lista para
el derrumbe. Sin embargo, en nuestros informes de París, el desastre de
Wall Street casi no figuraba. En la Rue Pasquier [donde estaba situada la
oficina de Koestler] creíamos que se trataba simplemente de una crisis fi-
nanciera más; no advertíamos que era el comienzo de la crisis de la huma-
nidad» 2,
A lo largo de las presentes páginas vamos a examinar primeramente
cuáles fueron los mecanismos básicos de la crisis de 1929, para ocupamos

1 Citado por John Kenneth Galbraith en The Great Crash, Penguin Books, Londres,
1970, pág. 30. La primera edición del libro de Galbraith apareció en 1955.
2 Arthur Koestler, El Camino hacia Marx, versión española, Alianza Editorial, Madrid,

1974, págs. 66 y 67. En realidad, Koestler incurre en una confusión, pues aunque el
crack bursátil se produjo el 24 de octubre, era Jueves y no Viernes. Por tanto, deberían
haber dicho el Jueves Negro (Black Thursday).
T 18. Fluctuaciones económicas: 1929, 1973, 1989/93, 1998

después de los rasgos principales de las situaciones evolutivas citadas en el


título de este capítulo 18.

18.2 La crisis de 1929


No existe consenso entre economistas e historiadores sobre cuáles fueron
los principales factores desencadenantes de la crisis de 1929. Como tampo-
co hay unanimidad en cuanto al efecto que tuvieron las medidas de política
económica que en cada momento fueron adoptándose en el intento de re-
solver los problemas críticos que paso a paso fueron afectando a la econo-
mía. Entre los puntos de vista de Galbraith y Friedman, por ejemplo, media
un verdadero abismo.
Los primeros atisbos de lo que después sería la crisis de 1929 se sitúan
normalmente, entre los economistas norteamericanos, en el llamado «boom
inmobiliario» de Florida. La prosperidad de los años 1922 a 1924, que dio
comienzo a la sociedad de consumo en masa en EE.UU., produjo un movi-
miento especulativo de gran amplitud en la compraventa de tierra en el Esta-
do de Florida, por ser ésta el área de clima más soleado y benigno en la pro-
ximidad de la Costa Este, en donde por entonces se situaba aún el centro de
gravedad indiscutible de la economía yanqui.
El boom inmobiliario de Florida duró escasamente dos años. Los precios
de la tierra se multiplicaron por más de diez, incluso por veinte en algunos
condados. Pero, a la postre, el cese de la entrada de nuevos fondos para se-
guir alimentando el movimiento especulativo (que no podía ser indefinido
por el gran desfase que se produjo entre tierra urbanizable y demanda efec-
tiva de ella) hizo que los altos precios alcanzados cayeran rápidamente. Se
produjo así un fuerte descalabro para los inversionistas grandes y pequeños
que habían entrado en la última fase del boom 3. Y el escarmiento de este
episodio hizo que, desde finales de 1926, la atención de los ahorradores as-
pirantes a obtener ganancias rápidas y sin esfuerzo se concentrase definiti-
vamente en el mercado de valores, especialmente en la Bolsa de Nueva
York.
En los círculos bursátiles volvió a repetirse el mismo fenómeno especu-
lativo observado con anterioridad en Florida. Era la consecuencia de un lar-
go período de prosperidad, cuando llega un momento en que no hay en qué
invertir el excedente generado. El agotamiento del propio proceso, por las
expectativas de disminución de la actividad económica y por el deterioro
previsible en los resultados de las empresas industriales, condujo al jueves

3 En cierto modo, puede verse aquí un paralelismo con el boom inmobiliario de las costas
españolas, empezado en los años sesenta y que con la crisis del turismo en 1973, y sobre
todo en 1974, empezó a ceder en fuerza, ocasionando no pocas quiebras y suspensión de
pagos entre urbanizadoras, hoteleros y fondos de inversión inmobiliaria.
Los grandes tenias actuales de la estructura económica internacional

24 de octubre de 1929 a la baja brusca y profunda en la generalidad de las


cotizaciones 4.
En los siguientes días, la banca y Jos principales brokers intentaron dete-
ner el derrumbe de las cotizaciones. El presidente Hoover 5 mantuvo con-
versaciones con los medios financieros a fin de restablecer la confianza.
ASÍ, hacia mediados de noviembre el hundimiento se detuvo de momento, y
el índice bursátil del New York Times quedó el miércoles 13 de noviembre a
224 puntos, con un descenso del 58,87 por 100 en sólo dos meses y medio
(el 3 de septiembre estaba a 542).
Después, con el reforzamiento de los esfuerzos combinados para tran-
quilizar tanto a la opinión pública como a los bolsistas, incluso se apreció
una cierta recuperación que duró de enero a abril de 1930. Pero esos es-
fuerzos perdieron su vigor ante las expectativas generales y la recesión
q1.ie se extendía por doquier. Así, las cotizaciones en la bolsa volvieron a
caer ininterrumpidamente, hasta el 8 de julio de 1932, que se situaron en
un índice de 58 según el New York Times; es decir, con una baja del 89,29
por 100 respecto a septiembre de 1929. Lo cual significa la ruina de mi-
llones de ahorradores y traducía la persistencia de la recesión. En 1933, el
año más profundo de ella, el Producto Nacional Bruto de EE.UU. fue 1/3
menor que en 1929.
Entre las causas que llevaron a la Gran Depresión habría que mencionar
un gran núme~o. Sin embargo, seguramente la principal consistió en el he-
cho de que entre 1925 y 1929 había venido creándose una capacidad de
producción que cada vez resultaba más desmesurada en comparación con la
demanda. Este fenómeno de sobrecapacidad tendía a hacerse especialmente
agudo en los EE.UU., pero su carácter era de ámbito mundial, en gran me-
dida por la rigidez del sistema monetario internacional, agudizado desde la
vuelta al Patrón Oro. Tal decisión la habían adoptado países como el Reino
Unido (1925), Francia (1928) Y otros, que a toda costa aspiraban a restaurar
el esquema de grandes potencias de la preguerra, a base de monedas sobre-
valuadas~ que contribuyeron a ocasionar dificultades en las transacciones

4 Ese día cambiaron de manos 12.894.650 acciones, cuando generalmente no se supera-


ban los seis millones de compraventas en un solo día. Ya en las anteriores jornadas las
caídas habían sido importantes; pero el jueves, por una conjunción de factores, el pánico
se extendió, con problemas incluso de orden público en Wall Street y sus alrededores. A
un obrero que, a las 11.30 de la mañana, apareció en el tejado de uno de los edificios
próximos a la Bolsa para hacer unas reparaciones, se le tomó como un posible suicida, y
la multitud estuvo esperando -vanamente, desde luego- a que se arrojara a la calle.
También este episodio anecdótico contribuyó a arreciar las órdenes de ventas que llega-
ban a la Bolsa de Nueva York.
5 Herbert Hoover, republicano como Coolidge, fue el candidato ganador en noviembre

de 1928, y asumió la presidencia de EE.UU. en enero de 1929. En su discurso inaugural


previó un período de gran expansión.
¡
1
I
18. fluctuaciones económicas: 1929, 1973, 1989/93, 1998

internacionales y que marcaron el comienzo del paro en sus fronteras para


adentro.
La rigidez en el sistema monetario internacional provocó, pues, una pri-
mera contracción del comercio, y la crisis bursátil de 1929 de Nueva York
trastocó la situación previa de los «felices veinte», que ciertamente en gran
parte de Europa occidental, y sobre todo en Gran Bretaña, no fueron, ni
mucho menos, tan felices. Recordemos en este sentido los graves errores de
Winston Churchill como ministro de Hacienda (advertidos y criticados por
1. M. Keynes), pues la sobrevaluación de la libra esterlina tuvo nefastas
consecuencias al dificultar las exportaciones y al buscar el remedio a través
de las reducciones de los salarios reales. Ello fue precisamente lo que en
mayor medida desencadenó la huelga de 1926 en la minería del carbón, que
puso a prueba la economía británica y que sensibilizó a toda la opinión pú-
blica. La depresión, de facto, ya había empezado en la Gran Bretaña.
Pero tal vez más importante que todo lo anterior, como factor generali-
zador de la crisis desde EE. UD. al resto del mundo, fue el hecho de que el
crack bursátil de Nueva York alteró profundamente el circuito de fondos
que mantenía el nivel del intercambio y de la actividad económica en los
países occidentales. Planteado de manera muy esquemática, ese circuito era
el siguiente: Alemania (la República de Weimar) tenía necesidad de recur-
sos para atender el pago de las reparaciones de guerra a los países aliados.
Para financiarlas, recurría al mercado de capital de EE.UU., y con los re-
cursos así obtenidos iba reembolsando a Francia e Inglaterra, países que, a
su vez, con esos fondos atendían las deudas contraídas durante la guerra.
De esta forma el dinero que salía del mercado norteamericano volvía a él, y
en el curso de tales flujos se favorecía el mantenimiento del nivel de activi-
dad en los países europeos.
Al producirse la crisis bursátil de Nueva York, se creó una grave descon-
fianza en los medios financieros, sobre todo en la banca, que se vio acosa-
da por los depositantes reclamando sus ahorros. A la postre, la banca, por
toda una compleja serie de razones, se vio en la necesidad de suspender las
facilidades financieras que venia otorgando sistemáticamente a la Repúbli-
ca de Weimar.
Las consecuencias no se hicieron esperar: Alemania hubo de interrumpir
el pago de sus reparaciones de guerra y el circuito se rompió. En tales cir-
cunstancias, eJ pánico bancario de los EE.UU. que se generó en 1930 con la
quiebra del Bank 01 the United States no tardó en pasar a Europa, donde en
1931 se produjo una cadena de quiebras bancarias (la más célebre de ellas la
del Credit Anstalt de Viena), con las lógicas consecuencias de incertidumbre
para todo el conjunto de la Economía. Lo cual significó la ruina de muchos
depositantes, menores facilidades de financiación de las empresas, que en
gran número entraron en un proceso de suspensiones de pagos y quiebras.
Los problemas financieros se agravaron hasta límites hoy difíciles de
imaginar. A principios de 1933, de los 12.000 bancos que en 1929 funcio-
l.os gr;tn{Jes tenlas actuales de la estructura económica internacional

naban en EE.UU. habían quebrado más de 6.000. No es extraño, pues, que


la primera medida importante que adoptó Franklin D. Roosevelt al asumir
la presidencia, en enero de 1933, fuese el envío al Congreso de un proyecto
de ley de reforma bancaria, para evitar que en lo sucesivo la debilidad de
los «microbancos» norteamericanos pusiera en dificultad al conjunto del
sistema 6.

En Europa el panorama fue haciéndose de manera gradual parecido al


de EE.UU. ya desde 1930. Y la crisis, de ,carácter deflacionista, al genera-
Iizarse, engendró una psicosis sincronizada de defensa de los sistemas pro-
ductivos nacionales frente a la caída de precios en el mercado internacio-
nal, que ya no podía contrarrestarse con los aranceles de aduanas por
entonces vigentes. El régimen liberal de comercio y cambios hacía alta-
mente vulnerables a los sistemas productivos.
El resultado final fue el propósito de defender, cada uno a su manera,
sus propias economías, con la erección por doquier de nuevas barreras
aranCelarias y de obstáculos cuantitativos al comercio. En materia de adua-
nas, el comienzo de la gran carrera a un nuevo proteccionismo lo marcó la
Ley Smoot-Hawley, que en 1930 elevó de modo muy notable los derechos a
la importación en EE.UU. Los demás países industrializados no tardaron en
seguir el «ejemplo», y el Reino Unido, tras la Conferencia de Ottawa
(1932), pasó a aplicar a sus dominios y colonias los llamados «derechos
imperia1es», creando así un área preferencial (según vimos en el capítu-
lo 5). En cuanto a las restricciones cuantitativas, Francia estableció los pri-
meros contingentes, que también habrían de servir de modelo para restrin-
gir las importaciones «más sensibles» a volúmenes concretos. Por último,
Alemania, desde 1932, comenzó a finnar acuerdos de clearing para evitar
los movimientos de divisas; más adelante, la manipulación de los cambios
y el racionamiento de las divisas se convirtió en operación normal en la
mayoría de los países.
Todo esto significó un verdadero colapso del comercio y de la actividad
económica a nivel mundial que -con otras complicaciones intemas-
comportó el paro masivo y el agravamiento de las tensiones sociales y polí-
ticas a que antes nos referíamos al citar a Arthur Koestler.
Los efectos de la crisis de 1929 se prolongaron hasta 1939. En 1933, y
con referencia a un Índice 1929 = 100, los precios de los productos básicos
en el mercado internacional habían descendido a 68, lo que significaba una
contracción de un 32 por 100. La actividad medida por el índice de produc-
ción industrial en los principales países había bajado de 110 en 1929 a 69
en 1933, una caída, por consiguiente, del 38,3 por 100. El comercio Ínter-

Ó Empezaba así la reforma del capitalismo en EE.UU., que proseguiría con la «National
Industrial Recovery ACÍ», el «Public Works Program» y otras tantas medidas del «New
Deah>, actuaciones, todas ellas, a las que nos referimos en el capítulo 20.
18. Fluctuaciones económicas: 1929, 1973,1989/93. 1998

nacional, de 100 en 1929, se colapsó a 82 en volumen fisico, a 48 en valor


del intercambio medido en libras esterlinas, y a 35 en valor oro 7. El paro, la
variable más ostensible desde el punto de vista social, se extendió por casi
toda la faz de] área capitalista, con marcada intensidad en EE.UU. (12 mi-
llones de parados en el momento en que el presidente Roosevelt asumió los
poderes en enero de 1933) y con siete mil10nes de desocupados en Alema-
nia cuando, también en 1933, Hitler se convirtió en canciller de la moribun-
da República de Weimar.

En verdad, desde el propio comienzo de la crisis económica, desde que


se desencadenó en 1929, se intentó buscarle solución. Pero había un proble-
ma básico: tras el desmantelamiento del librecambio llevado a cabo con la
primera guerra mundial, y después de los intentos frustrados de restablecer-
lo con la vuelta al Patrón Oro, no se habían creado instituciones de coope-
ración a nivel internacional. Por lo menos mínimamente comparables a las
que después daría a luz el sistema de las Naciones Unidas.
Desde luego, a pesar de sus insuficiencias~ la Sociedad de Naciones
(SDN) y las grandes potencias hicieron algunos esfuerzos, no desdeñables,
en pro de la cooperación. Se procuró comprimir las fluctuaciones y, sobre
todo, la baja de Jos precios de los productos básicos. De esta forma nacie-
ron los primeros acuerdos internacionales para el estaño y el azúcar en
1931, para el té y el trigo en 1933, para e] cobre en 1936. No obstante, no
había una verdadera estrategia global, y la crisis fue acentuándose sin nin-
guna expectativa de que terminase; los mencionados acuerdos sirvieron de
poca cosa.
Otro tanto puede decirse de los arreglos a nivel privado, entre grandes
empresas o entre federaciones empresariales a nivel internacional en deter-
minados sectores (acero, potasa, etc.), que se manifestaron en un proceso
muy marcado de cartelización. Esos cárteles internacionales pudieron evitar
la ruina de no pocas grandes corporaciones industriales al sostener sus pre-
cios, mas no alcanzaron a impedir la caída general del intercambio y, en fin
de cuentas, de la propia actividad económica general.
También hubo un intento de resolver la crisis a nivel global. Para ello se
convocó la Conferencia Económica Mundial de Londres, que se prolongó
desde abril a julio de 1933. Pero ya para entonces, la mayoría de los países
industriales habían abandonado definitivamente el libre comercio para en-
trar en el sistema de aranceles altos, restricciones cuantitativas en frontera y
controles de cambio y acuerdos de clearing para liquidar los pagos interna-
cionales. El proteccionismo se hallaba, pues, consolidado y, en realidad, no
habría de ceder hasta 1948, al crearse ]a OECE que, como vimos en el capí-

7 Estos datos proceden de P. T. Ellsworth, Comercio Internacional, versión española,


3. a edición, México, 1955, págs. 345-350.
los grande~ temas actuales de la estructura económica internacional

tulo 2, puso en marcha la multilateralización de pagos y la liberación del


comerCIO.

A partir de 1933, el New Deal del presidente Roosevelt en EE.UU. y la


política hitleriana de rearme y de construcción de autopistas en Alemania
supusieron un cierto alivio para la situación de desempleo en Norteamérica
y en Centroeuropa. Pero con ello no se resolvía el problema que significaba
el colapso económico internacional subsiguientt! a la ruptura dellibrecam-
bio, que no había sido sustituido por nuevos mecanismos de cooperación
que permitiesen recuperar la anterior fluidez de intercambio mundial.
En realidad, las medidas propuestas por Keynes y por otros economistas
sobre la forma de mantener el pleno empleo a través de un mejor uso de las
medidas monetarias, fiscales, de gasto público, etcétera, apenas tuvieron
virtualidad en este período. Habría que esperar al Plan Marshall (1947)
para apreciar la instrumentación de una verdadera política keynesiana a ni-
vel internacional, pues (como ya vimos en el capítulo 2) no fue otra cosa el
llamado Plan de Recuperación Europea, que vino a significar una opera-
ción de «cebar la bomba de la economía» de los países arruinados primero
por la Gran Depresión y luego por la guerra. En otras palabras, con la siem-
bra de dólares prácticamente gratuitos que realizó EE.UU. en Europa occi-
dental pudo ponerse en marcha de nuevo su maquinaria económica; sólo así
fue capaz la economía europea occidental de generar sus propios impulsos
en la dirección de un desarrollo autosostenido.
En síntesis, la crisis que se desató en 1929, arreció en los años 30, se
convirtió en una conflagración mundial en 1939, y sólo en 1948 puede de-
cirse que comenzó a reconstruirse el comercio internacional. En suma, la
Gran Depresión se prolongó por veinte años, más de lo que muchas veces
se piensa cuando se cree -erróneamente- que la segunda guerra mundial
no tuvo nada que ver y que generó una situación distinta: cuando en reali-
dad cabe considerar que constituyó la fase culminante de la crisis 8.

8 La bibliografía sobre el tema de la Gran Depresión es abundante. Sobre sus antece-

dentes puede verse el libro ya cJásico de 1. M. Keynes The Economic Consequences 01


(he Peace (Londres, 1919) y su continuación, A Revission 01 the Treaty (Londres,
1929), así como el trabajo de la Sociedad de las Naciones The Course and Phases of the
World Economic Depression (Ginebra, 1931), y la recopilación de H. V. Hodson, Slump
and Recovery 1929-1937 (Londres, 1938). También son importantes las obras de P. T.
Ellsworth, International Economic (<<El Comercio Internacional», FCE, México, 1955)
y la fundamental obra de W. A. Lewis, Economic Survery 1919-1939 (Londres, 1949).
Entre los trabajos más recientes, el de A. G. Kenwood y A. L. Lougheed, Historia del
Desarrollo Económico Internacional, versión española, Ediciones Istmo, Madrid, 1973.
MUton y Rose Friedman, en Free lo Choose, Harcourt, Nueva York, 1980, págs. 70 a
81, dieron su propia visión de los orígenes de la crisis.
18. Fluctuaciones económicas: 1929, 1973, 1989/93, 1998

18.3 El mecanismo de la crisis de 1973


¿Cuáles son los orígenes de la crisis que se inició en 1973? ¿En qué se parece
y en qué difiere de la que arrancó en 1929?
Ante todo, convendría expresar que la crisis de 1973 no fue, ni mucho
menos, un resultado exclusivo de los problemas energéticos que comenza-
ron a preocupar al mundo desde el 16 de octubre de 1973, cuando en pocas
semanas los precios del petróleo se multiplicaron casi por cuatro como con-
secuencia de la IV guerra árabe-israelí 9.
El verdadero preludio de lo que sería la crisis económica internacional ini-
ciada en 1973 estuvo en el agravamiento de los problemas monetarios a nivel
mundial. Como tantas veces se ha dicho, el sistema del Fondo Monetario In-
ternacional (FMI) funcionó satisfactoriamente hasta 1960. Lo que no se ha in-
dicado tan a menudo es que ello resultó posible sólo porque los mecanismos
de Bretton Woods se reforzaron, de forma decisiva, por la distribución de fon-
dos que significó el Plan Marshall (recuérdese lo estudiado en el capítulo 2),
con el que se prestó una liquidez inmediata a los países europeos, que de otro
modo ni siquiera podrían haber empezado a observar la reglas del FMI.
En el capítulo 3 ya hemos estudiado con detenimiento los problemas del
sistema monetario internacional desde el comienzo de la década de 1960 y
la crisis definitiva que en él se manifestó desde 1971; por lo cual no vamos
a insistir aquí en el tema. Subrayemos, simplemente como analogía con
1929, que si el crac bursátil y el bancario de Nueva York significó la quie-
bra del circuito financiero de las reparaciones alemanas, en 1973 la crisis
energética superpuesta a la monetaria representó una fortísima elevación de
la «cuenta del petróleo», con lo que ello supuso de drenaje en la liquidez
internacional en la inmensa mayoría de los países importadores de crudo.
Desde 1960 ya se observaban debilidades en el funcionamiento del FMl.
Las reservas de oro de EE.UU. empezaron a ser insuficientes para respaldar
la convertibilidad oro de las existencias crecientes de dólares fuera de Nor-
teamérica. Esta nueva situación pudo resolverse transitoriamente por medio
de acuerdos entre EE.UU. y los bancos centrales europeos y de Japón, que
renunciaron de hecho a solicitar la convertibilidad del dólar en oro. De este
modo, sin ninguna formulación expresa, EE. UD. se convirtió en el banco
central de todo el mundo, y el ingenioso sistema del Patrón de Cambios
Oro del FMI se transformó de Jacto en un sistema de moneda fiduciaria,
concretamente de patrón dólar-papel. Todo eso ya había sido examinado in
extenso en el capítulo 3.

El funcionamiento del sistema en 10 sucesivo se basó sólo en la credibi-


lidad; en que hubiese una efectiva confianza de los miembros del FMI en el

9 Sobre Las Raíces Internacionales de la Crisis es interesante el artículo del mismo tí-
tulo de Jaime Requeijo, publicado en Papeles de Economía, n.O 1, págs. 68 a 75.
los grandes temas actuales de La estructura económica internacional

dólar. Confianza que se hacía cada vez más débil, a medida que las reser-
vas oro de EE.UU. disminuían, con lo cual el pacto de no convertibilidad
fue transformándose gradualmente en una imposición norteamericana cada
vez más ostensible. •
La situación, con el paso de los años 60, se agravó a consecuencia del
incremento de los gastos militares norteamericanos por la guerra del Viet-
nam, que crecieron de modo espectacular desde 1968. El aumento de las
actuaciones bélicas se simultaneó con el programa social que el presidente
Johnson puso en marcha para crear la «Great Society». La coincidencia de
ambas políticas -la social sin renunciar a la militar, y viceversa- se tra-
dujo en un fuerte déficit fiscal. Ello, unido a la continuidad de las inversio-
nes de las empresas multinacionales norteamericanas en Europa y en otras
áreas, comportó un fortísimo déficit de balanza de pagos en los EE.UU. El
resultado final fue un flujo de dólares en cantidades ingentes al resto del
mundo, que se transformaron en los célebres eurodólares.
El alto grado de liquidez que se generó entre los años 1968 y 1973 tuvo,
a su vez, como resultado un importante aumento en la actividad económica
general de los países industriales, cada vez más interpenetrados y sincroni-
zados en sus ciclos económicos. El efecto no fue otro que un gran «tirón»
en la demanda de materias primas, cuyos precios aumentaron en más de un
100 por 100 en el curso de los años 1972 y 1973. También por entonces, y
~ a través de los acuerdos de Trípoli, Teherán, etcétera (recuérdese lo visto en
el capítulo 17), los países petroleros iniciaron sus primeras escaramuzas
desde la O PEp, para discutir a las grandes compañías y a los países consu-
midores de petróleo los precios de los crudos, que ciertamente se habían
mantenido con una estabilidad asombrosa a lo largo de los años 60. En esos
tres años, 1970-1973, el promedio del precio mundial por barril pasó de 2 a
3,5 dólares, es decir, un alza del 75 por 100.
Así las cosas, y a la vista del recalentamiento de la economía mundial
-por el auge cíclico sincronizado de los países industriales-, en la Asam-
blea del FMI en Nairobi (septiembre de 1973) la Comunidad Económica
Europea, de una parte, EE.UU. de otra, yen general todos los países miem-
bros de la OCDE, llegaron a la conclusión de que era necesario acordar una
serie de medidas para desacelerar la economía y frenar la fase ascendente
del ciclo, a fin de lograr un nuevo equilibrio, una cierta estabilidad.
Sin embargo, la crisis energética desencadenada en octubre de 1973, po. .
cas semanas después de la Asamblea del FMI, vino a romper los propósitos
fijados en Nairobi. Se planteó una situación totalmente nueva, en la que ya
se vislumbró, por primera vez, la posibilidad de que las reservas internacio-
nales de los países industriales pudieran resultar insuficientes para afrontar
los desembolsos de divisas necesarias para pagar el petróleo. En otras pala-
bras, se adivinó el pe] ¡gro de recesión y bancarrota de no pocos países in-
dustriales como consecuencia de la multiplicación casi por cuatro de los
precios de los crudos.
¡ 18. Fluctuaciones económicas: 1929/ 1973,1989/93, 1998

En 1971 Y 1972 la producción a todos los niveles y por doquier estaba


en auge, como en 1927 y 1928. En 1973 se produjo el alza de los precios
del petróleo~ que por sus secuelas de todo tipo amenazó con provocar la
reintroducción del proteccionismo, al igual que en 1929, aunque en ese año
lo que influyó fue el impacto del crac bursátil de Nueva York. Las causas
-1929-1973- fueron diferentes; los efectos en términos de actividad eco-
nómica, paro y comercio exterior presentan indudables similitudes.
Por todo lo anterior, parece claro, pues, que el origen de la crisis estuvo en
el deterioro de la situación monetaria internacional. Cierto que a todo ello
vino a sumarse un factor totalmente nuevo, que en 1929 no estaba en el esce-
nario mundial: la crisis energética, que puso de relieve la enorme vulnerabili-
dad de las naciones industriales respecto a sus suministradores de crudo.
Mientras el Tercer Mundo petrolero soportó el semicolonialismo y el domi--
nio de las grandes compañías, el engranaje funcionó. Pero éste, con la insis-
tencia norteamericana en su apoyo al Estado de Israel, comenzó a fallar. Y
los países árabes -aliados a los otros países petroleros en la OPEP- acaba-
ron por sustituir el viejo engranaje por su propio «invento». En 10 sucesivo,
seria la OPEp, sin negociaciones, la que decidiría los precios del petróleo. De
este modo, a la crisis no resuelta del SMI se superpuso la crisis energética. La
confluencia de ambas generó una situación extremadamente dificil.

Alterando ahora el ritmo histórico de la exposición del proceso de la


economía mundial, antes de entrar en la siguiente sección 18.4 --en la que
figuran otras apreciaciones sobre la crisis-, creo que será útil exponer
muy rápidamente cuál fue la marcha de los acontecimientos desde 1973.
Los efectos de la crisis en sus frentes principales -actividad económi-
ca, desempleo e inflación- es posible sintetizarlos así:

- Una caída importante de la actividad económica en 1974 y 1975,


con una recuperación pasajera en 1976, para de nuevo entrar en de-
clive en 1978.
- Un incremento notable del paro también en 1974 y 1975, con ten-
dencia a crearse una situación de amplio ejército de reserva perma-
nente.
- Una elevada tasa de inflación -célebre por sus «dos dígitos})-- que
casi vio duplicado su ritmo entre 1973 y 1974, Y que sólo en 1976
entró en una desaceleración, para en 1979 «volver a las andadas».
- Una recuperación apreciable desde 1983.

18.4 Las tres fases de la crisis


La crisis desatada en 1973 no fue un episodio nada novedoso. Hubo crisis
de larga duración en el pasado. Y en ese sentido han adquirido nueva rele-
los grandes temas actuales de la estructura económica internacional

vancia los planteamientos de Garvy y Kondratief, economistas norteameri-


cano y soviético, respectivamente, que en los años veinte anunciaron la teo-
ría de las ondas largas de la economía 10. Según la formulación hecha por
Kondratief, la evolución económica a largo plazo -así pudo contrastarse a
través de toda una serie de observaciones estadísticas en materia de precios,
comercio exterior, tipo de interés, etc.-, los períodos largos de 25 a 30
años de auge terminan más o menos súbitamente; en crisis que se caracteri-
zan por el hundimiento de la demanda, el estancamiento industrial, la caída
del comercio internacional, y la extensión del paro. A continuación sigue
todo un período, también de 25 a 30 años, de depresión. Todo ello sin per-
juicio de fluctuaciones de medio y corto plazo.
Sin pensar que los ciclos Kondratief tengan un valor hecho ineluctable,
lo cierto es que desde 1973 más que en una nueva crisis puntual se entró en
toda una larga crisis con tres fases: energética, industrial y financiera.
Como ya vimos en el capítulo 17, la crisis energética dio comienzo con
el súbito aumento del precio de los crudos, como consecuencia de la repre-
salia árabe frente a la ayuda norteamericana a Israel en la cuarta guerra ára-
be-israelí de octubre de 1973. Luego, la crisis energética de 1973-1974
tuvo su segunda secuencia en los años 1979-1981 con un nuevo alza de los
crudos, lo que se conoce con el nombre de «segundo choque petrolero»,
que llevó las cotizaciones del barril desde 14 a 34 dólares. Por último, en
los años 81 y 82 nuevamente se produjo una fuerte crispación del mercado,
esta vez no como consecuencia de la subida del precio nominal de los cru-
dos, sino por el alza del dólar ocasionada por la política monetaria restricti-
va del presidente Reagan; tan grave fue la incidencia, que incluso llegó a
hablarse de un «tercer choque petrolero».

Frente a la crisis energética hubo -también 10 vimos en el capítulo


17-, por parte de los países industriales, una respuesta más contundente
de lo que por lo general se piensa en términos de medidas de ahorro ener-
gético, de conservación de la energía, de sustitución del petróleo por el
carbón, por la nuclear, etc. Gradualmente, los países de la OPEP vieron
cómo se les reducía la demanda. Y en 1982 esa reducción, al coincidir con
la primera caída de precios del crudo, generó la grave crisis financiera a
que nos referimos después. Pero no adelantemos acontecimientos. Lo que
ahora importa es destacar 10 esencial de la segunda fase de la crisis, la in-
dustrial.
En los años 1976-1977 pudo apreciarse que la caída de la demanda de
muchos productos industriales no iba a ser pasajera. Y que a consecuencia
de ello, habrían de introducirse reajustes en la oferta para detener el creci-
miento de los stocks y eliminar las capacidades ociosas. En otras palabras,

10 Nikolai D. Kondratief y George Garvy, Las Ondas Largas de la Economía, versión


española, Revista de Occidente, Madrid, 1946.
18. Fluctuaciones económicas: 1929, 1973, 1989/93 19981

se comprobó que ya no servían las medidas de stop and go, típicas del keyne-
sianismo, de alentar la inversión en los momentos de declive y de frenarla
cuando la economía se recalienta de manera excesiva generando brotes in-
flacionistas. Se apreció la necesidad de introducir reajustes a largo plazo;
en pocas palabras, lo que hoy se conoce con el nombre de reconversión in-
dustrial.

La tercera fase de la crisis asumió un carácter fundamentalmente finan-


ciero. En los países industrializados se originó por las dificultades crecien-
tes de los sectores más golpeados por la caída de la demanda, destacando
los bienes de equipo, la construcción naval, la siderurgia, el automóvil, los
electrodomésticos, el textil, etc. Durante un tiempo, esas industrias recibie-
ron fondos a corto, medio y largo plazo de las entidades financieras, y así
pudieron resistir, sin grandes modificaciones estructurales, sólo a base de
endeudarse. Pero la imposibilidad de mantener los aportes financieros de
modo permanente en sumas tan elevadas acabó por generar quiebras, sus-
pensiones de pagos y cierres de industrias, que inevitablemente repercutie-
ron sobre las propias entidades financieras.
A nivel internacional, durante la primera parte de la depresión, entre 1974
Y 1982, los excedentes de petrodólares de los países de la OPEP se reciclaron
a través de la banca internacional, dedicándose en buena parte a créditos a los
países menos desarrollados. En poco más de ocho años, la deuda externa de
los PMD creció de forma espectacular; si en 1973 no llegaba a los 100.000
millones de dólares, a finales del 82 se situó en más de 600.000 millones, con
una alta concentración en países como México, Brasil, Argentina y Venezue-
la, según vimos en el capítulo 4 de este mismo libro.
En 1982, como consecuencia de los ya comentados reajustes del consu-
mo energético introducidos progresivamente, no pudieron mantenerse los
altos precios de 34 dólares el barril para el petróleo, tanto como consecuen-
cia de la sobreproducción como por el propio alza del precio del dólar en
términos de las otras monedas. Aunque los acuerdos de la OPEP de bajar el
mínimo de 34 a 29 dólares por barril se tomaron en abril de 1983, ya en
1982 el panorama era muy serio para los productores de crudo. Los exce-
dentes de petrodólares desaparecieron, y el flujo de créditos antes descrito
para los PMD se interrumpió.
Al cesar las expectativas de alimentación continuada de las reservas de
los PMD a base de un endeudamiento que parecía no iba a tener fin, se ini-
ciaron las moratorias de iure o de jacto, empezando por el «síndrome mexi-
cano». Gradualmente, fueron adoptando análoga posición países como Bra-
sil~ Venezuela, Cuba, Argentina, Rumania, Hungría, etc. O e.ncubrieron la
situación de impago virtual a base de solicitar nuevos créditos de refinan-
ciación.
En definitiva, el análisis de las tres fases de la crisis nos permite apre-
ciar que ésta tuvo su primer motor en los altos costes de la energía, a 10 que
l O~ grdnees temas actuales de la estructura económica internacional

siguió su repercusión en el sistema industrial, para terminar con las ulterio-


res incidencias financieras de la lenta reconversión industrial y del endeu-
damiento del Tercer Mundo.

18.5 La naturaleza de la crisis


Claro que para comprender la crisis no basta con la distinción de sus fases.
Es preciso analizar sus principales características, en parte comparativa-
mente con el perfil de la Gran Depresión de los años 30.

18.5.1 EstanfLadón

La primera nota diferenciadora: estancamiento con inflación, es decir, lento


crecimiento e incluso declive, simultáneamente con una elevación sosteni-
da de precios. Es el fenómeno que se conoce con el nombre de estanfla-
ción.
Esa situación contrasta con los años treinta, cuando el estancamiento
coincidió con una fuerte deflación, sobre todo a nivel del comercio interna-
cional. Tal discrepancia es atribuible al hecho de que a partir de 1971 desa-
pareció la convertibilidad oro del dólar. Se perdió el último vestigio, ya
más hipotético que real, del encaje metálico de la moneda. A veces se olvi-
da que en los años treinta, en muchos países, abandonado el patrón oro, aún
se mantenía, sin embargo, el encaje metálico para la circulación fiduciaria.
En 1971 se abandonó ya el último engarce, al declarar EE.UU. la inconver-
ti~ilidad oro del dólar. Desde entonces, ya pudo inundarse el mundo de dó-
lares, tanto para financiar la guerra del Vietnam como para apoyar el desa-
rrollo de las empresas transnacionales. La consecuencia de ello fue una
inflación brutal a nivel mundial y una carrera de precios en las materias pri-
mas que no tardó en contagiar al petróleo, en octubre de 1973, en la forma
que ya tuvimos ocasión de ver en el capítulo 17.
Una segunda nota caracterizó a la depresión que se inició en 1973: el
mantenimiento de un nivel relativamente alto de libertad en el comercio
mundial, sin que en los años setenta y ochenta se produjera una oleada de
proteccionismo mínimamente comparable a la que se dio en los años trein-
ta. Lo cual, coincidiendo con un estancamiento de intercambio, no pudo
por menos de traducirse en una intensificación de la competencia.
Con la malla de organismos internacionales creados desde 1945 en torno
a las Naciones Unidas (ya estudiados en este libro: FMI, BIRF, GATT Y
UNCTAD), la necesidad de competir entre los distintos países para mante-
ner sus posiciones de comercio acentuó la búsqueda de productividades
cada vez mayores. El desarrollo tecnológico alcanzó, así, ritmos hasta en-
tonces desconocidos.
18. Fluctuaciones económicas: 1929,1973,1989/93,1998

La diferencia con los años treinta se hizo espectacular. Por entonces, sin
apenas organismos internacionales de cooperación, cada país introdujo
unilateralmente los mecanismos proteccionistas que hoy se estudian en los
manuales: los altos aranceles, las restricciones cuantitativas físicas (con-
tingentes, cupos, etc.), el control de cambios, etc. Con los mercados cauti-
vos así formados, y con el proceso de cartelización que se produjo para el
subsiguiente reparto de los mercados internos, acabó por anularse la com-
petencia, desincentivándose la innovación tecnológica de hecho, se llegó a
una situación en la que algunos se atrevieron a anunciar que había termi-
nado la era de las invenciones para siempre. Con una ingenuidad que hoy
nos parece fantástica, se llegó a decir que ya estaba todo inventado: el telé-
grafo, el ferrocarril, el automóvil, el aeroplano --como entonces se de-
cía-, el teléfono y la radio (o telefonía sin hilos).
En la segunda depresión mundial del siglo -años 70 y 80- la situa-
ción resultó completamente distinta. El armamentismo y la competencia
en un mercado internacional cada vez más dificil hicieron que el desarro-
llo tecnológico, y sobre todo la microelectrónica, llegase a todos los secto-
res del sistema productivo de bienes y servicios. Se sustituyeron brazos
por máquinas, y cerebros por computadoras. La síntesis: los robots, los
«obreros de cuello de acero» (por contraste con los anteriores de «cuello
azul» en las fábricas o de «cuello blanco» en las oficinas), que duermen en
las factorías, que no tienen sindicatos, que no hacen huelgas, y que traba-
jan de forma automática. ASÍ, dejó de funcionar una de las principales pro-
posiciones keynesianas: la inversión ya no genera empleo siempre, sino
que la informática y el desarrollo automatizador en las fábricas lo que ha-
cen es destruirlo, al menos en un primer movimiento en los países menos
innovadores.
Las consecuencias de la revolución microelectrónica son espectaculares.
El salto tecnológico tiende a reducir el volumen de trabajo utilizado, en
cantidad y calidad. Muchos piensan ya que es necesario repartir el trabajo
existente, sin confiar en que la propia dinámica del sistema económico se
encargue del reajuste. La reivindicación de la jornada de treinta y cinco horas
semanales se genera] iza.

18.5.2 Los amortiguadores

La tercera diferencia entre la crisis iniciada en 1973 y la Gran Depresión ra-


dica en la existencia de importantes amortiguadores. En los años treinta se
llegó a niveles de desempleo próximos al 30 por 100 de la población activa
de los EE.UU., en tanto que en los años 80 no se superó el 11 por 100. Y en
la Alemania de Weimar los niveles de paro alcanzaron el 25 por 100, cuando
en la República Federal no se sobrepasó el 12 por 100. La más baja difusión
del paro, correspondiente a menores descensos en los niveles productivos, se
Los grnnde~ ten1as dClUdLe:> de La estructura económicd internacional

deben a los amortiguadores, que a nuestro juicio pueden ser de tres clases:
keynesianos, economía encubierta y estructura familiar.
Los amortiguadores keynesianos consisten en mecanismos que contribu-
yen a mantener la economía en un cierto nivel de actividad, a base de ma-
yor inversión pública, financiada con déficit, para sostener la demanda glo-
bal; fomentando, además, la inversión privada con toda clase de estímulos
fiscales y financieros; aceptando la plena implantación de los sindicatos y
la negociación colectiva, en contraste con las tablas salariales y el encua-
dramiento forzoso de los trabajadores a que condujo el intervencionismo
autoritario de los nazis y del fascismo en la Europa continental de los años
treinta. En definitiva, y aunque a muchos no les guste, hoy nos encontra-
mos con un verdadero Estado keynesiano, en el que la demanda global, a
pesar de la crisis, no pudo hundirse a los niveles de los años treinta.
Luego están los otros amortiguadores, no previstos por Keynes, catalo-
gables como «economía sumergida» o «economía encubierta». Cabe siste-
matizar los diversos elementos de la economía oculta como sigue:

Producción de bienes a domicilio o en talleres clandestinos.


- Producción de servicios a domicilio.
- Pluriempleo no declarado.
- Trabajos realizados por perceptores del seguro de desempleo.
- Actividad no declarada de pequeños empresarios, comisionistas y
trabajadores autónomos.
- Empleo extranjero ilegal.
- Propinas y gratificaciones.
- Evasiones impositivas.
Robos de empleados en sus empresas (considerados como gastos por
éstas, y como renta por aquéllos).
Juego clandestino.
- Prostitución.
- Tráfico de drogas.
- Tráfico ilegal de divisas y evasión de capitales.

Claro que debe hacerse una distinción entre las diversas actividades
consideradas como integrantes de la economía sumergida: las seis primeras
generan renta, mientras que el resto cumplen una función re distributiva. Por
ello, el papel de amortiguador de la crisis que aquí se atribuye a la econo-
mía sumergida corresponde básicamente a las seis primeras rúbricas.

Entre las causas del crecimiento de la economía sumergida, es posible


señalar las siguientes:

a) La alta intensidad de la regulación económica gubernamental incen-


tiva a las empresas a eludir los mayores costes de la regulación, des-
18. FLuctuaciones económicas: 1929, 1973, 1989/93, 1998

plazando una parte de sus actividades a la economía encubierta. De


igual forma, el incremento de la presión fiscal es técnicamente irre-
sistible para algunas empresas, que dejan de ser competitivas, en
igualdad de costes, respecto a las de otros países.
b) El alto coste del factor trabajo (salario y seguridad social) por las le-
yes de salario mínimo y los convenios.
e) La rigidez del mercado de trabajo, tanto por las regulaciones oficia-
les como por el sindicalismo.
d) La desconfianza en el Gobierno y la falta de una política económica
estable, lo que lleva a las empresas a reducir sus costes fij os, optan-
do por la subcontratación; ésta, a su vez, conduce a la proliferación
de las fábricas difusas.
e) Otras causas de menor importancia, como la atribuida por R. K1atz-
mann al pluriempleo masculino: «huir de la familia por las tardes,
los sábados y los domingos».

Por último, queda la tercera de las categorías de amortiguadores: los co-


nectables en la relación familiar, es decir, la prolongación de la edad de
educación (la «adolescencia forzosa» que ha llamado Alberto Moneada) y
la continuación, hasta edades antes impensables, de los hijos -muchas ve-
ces parados- viviendo en la casa de los padres.
El problema de los amortiguadores, tanto keynesianos como los demás,
estriba en que permiten, por así decirlo, que la sociedad se instale en la cri-
sis. En otras palabras, al tiempo en que se amortiguan los efectos de la de-
presión -paliando la inquietud social y evitando los brotes de fascismo de
los años treinta- se hace posible también que la crisis se prolongue indefi-
nidamente. Hay, pues, un alargamiento de la crisis. La sociedad acaba re-
signándose al paro masivo, a los fuertes contingentes de jóvenes que cada
vez en mayor número acceden con dificultad a un trabajo fijo.

18.5.3 EL Tercer Mundo

La tercera característica de la depresión iniciada en 1973, por comparación


con los años treinta, es la transformación de las antiguas colonias y de los paí-
ses semicoloniales en un Tercer Mundo en fase de fuerte crecimiento demo-
gráfico, que aspira a alcanzar altos niveles de consumo en la senda del modelo
occidental, lo cual genera todas las disfunciones típicas del crecimiento dual
(zonas pujantes en las grandes ciudades, junto a zonas de miseria). En su con-
junto, se trata de una auténtica bomba de relojería, tanto por la fuerte expan-
sión demográfica como por el hecho de que el Tercer Mundo ha entrado en la
espiral armamentista, lo que genera toda suerte de conflictos y de guerras.
Para los países menos desarrollados, se ha dicho, no existe un claro mo-
delo de desarrollo económico. Sin embargo, el prototipo existe en cierto
los grandes t(lrnas actu¿le~J la estructuld _....-_ _-
>

....
';r",

TI
modo. Es el caso de Israel. Al margen de las, a nuestro juicio, correctas crÍ-
ticas que se hacen al Estado de Israel, por no cumplir las recomendaciones I

de la ONU respecto a los legítimos derechos del pueblo palestino, Israel es I


el único modelo de una zona comparativamente árida en que se ha produci- j
r
do un verdadero desarrollo económico, con la conversión de zonas antes
desérticas en verdaderos vergeles.
Desde luego, ese proceso se debe en gran medida a la gran ayuda judía
internacional y sobre todo de EE.UU., tanto en términos económicos como
de transferencia de una tecnología rápidamente asimilada por una mano de
obra muy cualificada. En ese sentido, si los países del Tercer Mundo reci-
bieran una ayuda masiva (no sólo de los EE.UU., sino de todos los países
industrializados), sin necesidad de una occidentalización forzosa de sus es-
quemas sociales, podrían lograr el autoabastecimiento en materia alimenti-
cia y, en vez de desertificar su medio, podrían mantener y aun acrecentar el
potencial de sus recursos naturales.
Naturalmente, se tropieza con la hipocresía mundial, que afecta al prin-
cipio ya mencionado antes, en el capítulo 4 de este mismo libro: el discuti-
do en la UNCTAD en 1968, en Nueva Delhi, y según el cual los países in-
dustria]es deberían transferir al Tercer Mundo el 0,7 por 100 del PIB como
ayuda oficial al desarrollo (AOD). Pero la verdad es que, salvo los países
escandinavos y ciertas naciones de la OPEp, nadie cumple ese propósito 11.
Sin embargo, es evidente que lo no transferido por una fórmula internacio-
nal pactada --con proyectos estudiados y financiados con organismos in-
ternacionales- luego acaba dándose por otro camino: el endeudamiento
mundial, de consecuencias muy distintas, con derroches, fugas de capital,
etcétera, y sin garantía posible de que con esos mecanismos se genere un
desarrollo equilibrador y autosostenido.

18.5.4 Limites al crecimiento

Queda, por úJtimo, una cuarta nota diferenciadora. Se trata de] tema de los
límites al crecimiento. En este caso, finalmente empieza a aceptarse el
axioma (es decir, la proposición que por su evidencia no necesita demostra-
ción) de que el crecimiento infinito es imposible con recursos finitos. Nos
hal1amos ante una situación en la que se ha invertido la más antigua rela-
ción del hombre con la Naturaleza. De ser un animal amenazado por las
fuerzas telúricas de los elementos, se ha convertido en un animal que ame-
naza a los grandes ecosistemas. Ello obliga a buscar una nueva fundamen-
tación, más ecológica, de las ciencias sociales. A este tema me he referido
extensamente en otro lugar ]2.

11 Recuérdese 10 visto sobre la AOD y el CAD en 4.3.


12 «Utopía y Contrautopía. Diez claves para 1984», Plaza y Janés, Barcelona, 1984
18. Fluctuaciones económicas: 1929, 1973, 1989/93, 1998

Aquí sólo esquematizaré el punto de vista propio, recordando que en estos


temas de población y recursos biológicos y abióticos hay un cambio total de
perspectiva (si se acepta que vivimos a bordo del Navio Espacial Tierra, cuyo
largo viaje únicamente podrá continuar de manera indefinida si se respetan
Jos límites al crecimiento), con nuevas formas de entender el funcionamiento
del sistema económico. No podrá seguirse haciéndolo todo con una mentali-
dad productivista, ya sea desde el capitalismo más o menos voraz o desde el
socialismo realmente existente.
No puede tomarse por renta 10 que es consumo de capitaL La calidad de
vida no cabe ya mediarla por el PIB, sino por el bienestar económico neto,
es deéir, detrayendo de las cantidades producidas todo lo que representa in-
corporación al armamentismo letal o deterioro por contaminación. Se trata,
en definitiva, de considerar a la Naturaleza como variable independiente
del modelo de desarrollo, reconociendo que tras los derechos políticos de la
burguesía y los derechos sociales de las clases trabajadoras hoy existen
unos derechos ecológicos de la sociedad en su conjunto. Y si cabe hablar
de la solidaridad sincrónica para referimos a la ayuda Norte-Sur, de los paí-
ses ricos a los menos ricos y a los pobres, también hemos de hablar de soli-
daridad diacrónica o, lo que es lo mismo, de las generaciones actuales con
las venideras. De todo ello nace una nueva ética: entender que los bienes
del planeta no son nuestros, sino a efectos de usufructo; toda esa propiedad
hemos de legarla a quienes vengan después. Y esa solidaridad diacrónica es
el origen mismo del importante movimiento de la paz.
La Conferencia de Estocolmo de 1972, el Informe al Club de Roma del
mismo año (Los limites al Crecimiento), el Global 2000 (1980) como diag-
nóstico general promovido por Jimmy Carter, el Informe Brundtland de 1987,
Y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo
(UNCED), celebrada en Río de Janeiro en junio de 1992 -,y de la cual nació
en 1993 la nueva Comisión de Desarrollo Sostenible de la ONU-, han sido
los jalones de esa senda que lleva al respecto a los límites, vía desarrollo sos-
tenible 13.

18.6 Recuperadón e incertidumbre

La situación generada por la crisis de 1973 en su triple secuencia, que he-


mos repasado antes, comenzó a transformarse con los cambios introducidos
en la política económica norteamericana a raíz de la elección presidencial
de Ronald Reagan (noviembre de 1980), que asumió los poderes en enero
de 1981. La Administración Reagan, con asesores como Volcker en el Fed,

13 Entre la abundante bibliografia sobre el tema me pennito citar dos libros míos: Un

nuevo orden mundial, Espasa-Calpe, 3. a ed., Madrid, 1992; y La reconquista del paraí-
so. Más allá de la utopía. Temas de Hoy, 2.a ed, Madrid, 1993.
Los grandes temas actuales de la estructura económica internacional

Stockman en el presupuesto y Baker en la tesorería, se manifestó económi-


camente en tres direcciones:

l. Economía del lado de la oferta. Más que en favor de una política


keynesiana de impulsar la demanda agregada, se propiciaron los medios
para hacer crecer la oferta; mediante la desrregulación (supresión de inter-
vencionismos públicos), la moderación salarial (congelación del salario
mínimo y neutralización del poder sindical), y la reducción de la presión
fiscal con el recorte de los impuestos directos.
De hecho, se siguieron las recomendaciones derivadas de la «curva de
Phillips» (no temer un fuerte aumento inicial del paro, a fin de bajar los sa-
larios reales) y de la «curva de Laffer» (aumentar los incentivos producti-
vos a base de disminuciones importantes en el impuesto sobre la renta).
2. Aumento de los gastos de defensa. En contra de la política de disten-
sión que ayudó a promover su predecesor Jimmy Carter, Reagan asumió
desde un principio el compromiso de aumentar los gastos de defensa, pa-
sando del 5 al 7 por 100 del PIB; con programas de impulso tecnológico de
la envergadura de la iniciativa de defensa estratégica, más conocida como
«guerra de las galaxias». Se forzó así la demanda global vía contratos fede-
rales para el rearme, con lo que se denominó «keynesianismo de derechas».
3. Actitud de libertad comercial contra el proteccionismo. En una po-
sición muy favorable para las grandes multinacionales con implantaciones
en los NICs y en los PMD, la Administración Reagan frenó las aspiraciones
proteccionistas de la industria estadounidense, con el propósito de reducir
las tasas de inflación a base de un mercado más competitivo. Sólo las im-
portaciones japonesas -a través de los célebres acuerdos de autocontrol
«voluntario» para los automóviles, la electrónica, etc.- y los textiles (vía
Acuerdo Multifibras) se vieron con severas restricciones.
Durante 1983, 1984 Y 1985 las pautas mencionadas se mantuvieron, be-
neficiadas, además, por el declinante precio de los crudos a partir de 1982
(según vimos ya en el anterior capítulo 17). Empezó entonces a hablarse,
por doquier, de recuperación económica. Ello propició, a su vez, un fonni-
dable interés por los mercados de valores, ante las excelentes perspectivas
que abrían y al margen de cuál fuera la evolución -muy distinta- que
mostraran los países del Tercer Mundo aquejados por la deuda externa.
Las primeras inquietudes sobre la indefinida prosecución del proceso no
se hicieron esperar. Y los cada vez más voluminosos déficit fiscal y comer-
cial de EE. UD. contribuyeron a la desconfianza sobre la posibilidad de que
el dólar pudiera mantenerse en cotas tan elevadas de apreciación.

En septiembre de 1985 la situación empezó a mostrar dificultades. Se


intentó frenar el alza del dólar (acuerdo de El Plaza; recuérdese lo visto en
el capítulo 3). Y aunque EE.UU. solicitó que la R.F. de Alemania y Japón
tomaran el relevo como «locomotoras internacionales»; ambos países prefi-

~
18. Fluctuaciones económicas: 1929, 1973, 1989/93, 1998

rieron mantener niveles de crecimiento comparativamente bajos, pero con


situaciones equilibradas de precios, presupuesto, y balanza de pagos.
En tales condiciones, la presión sobre el dólar se acentuó, y el acuerdo
de El Louvre de febrero de 1987 (recuérdese también lo visto en el capítu-
lo 3) no detuvo su deterioro sino transitoriamente. Ya por entonces eran
muy numerosas las sospechas sobre las posibilidades de continuación del
boom. Autores como Samuelson, Galbraith, Batra, etcétera, advirtieron so-
bre el futuro. Y todo sobrevino como con «el jueves negro» del 24 de oc-
tubre de 1929, de la manera más súbita: el 19 de octubre de 1987 -lunes
negro---, ante la noticia del déficit comercial de EE.UU. en agosto -17.000
millones- y la desconfianza así generada para el dólar, se produjo una
caída de 505 puntos en el índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York,
que arrastró en su caída a los demás mercados bursátiles 14.
La reacción oficial esta vez fue mejor que la de 1929. Se inyectó liqui-
dez en e] sistema en EE.UU. para evitar situaciones de pánico. Se intervi-
nieron algunos mercados bursátiles con compras institucionales. Se llegó a
un nuevo acuerdo, esta vez «secreto), en diciembre de 1987, para intentar
sostener el dólar, y, sobre todo, se insistió en que la situación económica
general era básicamente sana, que la malla de organismos internacionales
era una garantía y que 1929 no se repetiría.

18.7 La Guerra del Golfo

Con la crisis del Golfo desencadenada en agosto de 1990, los más dramati-
zadores se preguntaron si llegaría a generarse una recesión mundial, al de-
teriorarse todo por un pánico generalizado en las bolsas. Pero en este extre-
mo también se aprendió bastante. Aparte de lo que hemos visto en 17.7 al
referirnos a la energía, como acabamos de comprobar en esta misma sec-
ción, el crac bursátil de 19 de octubre de 1987 ---«el lunes negro»-- resultó
traumatizante, pero también fue una experiencia de útil aprendizaje. Así,
las bolsas de valores tiene hoy -a pesar de los big bangs de la informatiza-
ción- sus redes de seguridad. En EE. UD., el Fed está atento para evitar co-
lapsos; y en los países europeos y en Japón, vía bancarización bursátil y
con el respaldo de los bancos centrales, sucede casi otro tanto. Sin olvidar
que e12 de agosto -al estallar la crisis del Golfo--Ios mercados de accio-
nes estaban supervalorados, siendo por 10 tanto inevitable un reajuste a la
baja.

14 Sobre el funcionamiento de los principales mercados de valores y sus reformas reali-

zadas o en curso, de gran interés el capítulo 3 de] trabajo del profesor José B. Terceiro
«Estudio sobre el mercado de valores», ESINEC, Madrid, 1988. .
Los grandes tenlas actuales de la estructura

18.8 La d;ffdl recuperac;ón de los años 90


La recesión que se inició con la Guerra del Golfo, y que se acentuó después
a escala internacional, con la caída de las expectativas de inversión y las
políticas económicas de enfriamiento, fue introduciéndose en las econo-
mías de todo el mundo; con la excepción de la orilla asiática de Pacífico y,
en parte, de ciertos países de Iberoamérica.
El aumento del paro en el Norte industrial, incluido el propio Japón, los
criterios de convergencia monetaria en la Comunidad Europea tendentes a
acentuar la recesión, y las políticas restrictivas para evitar los rebrotes infla-
cionistas, fueron fenómenos, todos ellos, origen o causa de una recesión de
la que, nadie tuvo muy claro cómo podría salirse.
De cara al futuro inmediato, y a diferencia de mediados de la década de
, los años 80, no había ninguna locomotora norteamericana a la vista, como
sucedió entonces con el programa de keynesianismo de derechas de Rea-
gan; cuando los gastos de defensa de EE.UU. subieron casi cuatro puntos
en términos de PIB, para replicar al «Imperio del Mah> con la guerra de las
galaxias y otros proyectos de rearme.
Por el contrario, la economía norteamericana a mediados de 1993 se en-
contraba aún en fase sumamente incierta. Y los programas expansivos de la
Clintonomics resultaron ser de muy poco tirón para la demanda del exte-
rior. En cuanto a Alemania, más que locomotora, se transformó en un por-
tentoso «agujero negro» de inversiones del exterior, como consecuencia de
todo el complejo proceso de la reunificación.
Por otro lado, lo que he denominado el efecto Europa, obviamente, no
iba a volver a producirse. En otras palabras, ya no se contemplaría 10 que
sucedió durante la mencionada recuperación 85/87, que se debió, en buena
medida, a] relanzamiento de la idea europeísta y de la incorporación de los
dos países ibéricos a la Comunidad, con fuerte revalorización de sus activos
inmobiliarios y financieros y con un espectacular flujo de inversiones forá-
neas.
El ciclo empezó a recuperarse primero en EE.UU. hacia 1993, anticipán-
dose al resto del mundo. Siguieron después el Reino Unido y los demás pa-
íses anglosajones, en tanto que los Estados de la Unión Europea iniciaron
su restablecimiento más tarde, en el 94/95; con mayor retraso en los casos
de Alemania y Francia.
Los años 96 y 97 ya fueron expansivos en casi todo el mundo, con gran
aumento del comercio internacional, hasta que en el verano del 97 comenzó
la crisis asiática a la que nos hemos referido con detalle en 3.15; que tuvo
serias implicaciones en Japón, según veremos en el capítulo 22, y en China
como podremos apreciar en el capítulo 23. La crisis también produjo un
fonnidable impacto en Rusia, convirtiéndose este país en verdadero deto-
nante global de otras ramificaciones, según pasamos a ver.
,r (ttJd(iones económicas: 1929, 19'13, 1989/93; 1998

18.9 La crisis del 98


Es bien sabido que en el estado de California se especula continuamente
sobre el big one, haciéndose referencia con ello a lo que podría ser el ma-
yor terremoto de la historia en la costa del Pacífico; o por lo menos el más
destructor desde el de San Francisco de 1906. Por eso, al producirse un
temblor, por pequeño que sea~ siempre se piensa en que ya viene el grande.
Algo parecido sucede en la Bolsa, sobre todo, cuando tanto se especula so-
bre el inevitable cambio de ciclo, del paso de una situación de auge (bullish), a
otra de depresión (bearish). De modo que cualquier altibajo de cierta conside-
ración en las cotizaciones del índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York, se
estima que podría ser el preanuncio de un colapso en la globalidad de los cen-
tros bursátiles, con graves consecuencias para toda la economía.
La predicción en temas de subibajas de acciones, sigue siendo muy difi-
cil, y precisamente a lo largo de 1998 hubo una amplia discusión sobre la
utilidad de los modelos econométricos al uso, que algunos ya ven con capa-
cidad para avisar a tiempo, lo cual normalmente, no es lo más usual. En
materia tan volátil, quien nunca se equivocó fue el célebre e irónico ban-
quero norteamericano 1. P. Morgan, cuando dijo aquello tan acertado de que
«los mercados fluctuarán».
Otra cuestión muy discutida en 1998 fue si definitivamente vamos o no
a un ciclo sincrónico a escala universal, argumentándose para 10 primero
que la Rolsa es un simple segmento de una economía que está en proceso
de globalización. En ese sentido, en mayo del 98 fue saludada con entusias-
mo la noticia de que nacía la Bolsa Europea, al establecerse la conexión en-
tre el mercado alemán de Francfort y el británico de la CUy londinense para
las quinientas sociedades principales. En esa misma línea, a los pocos me-
ses, en el agitado verano del propio 98, se adquirió conciencia de que en re-
alidad ya se estaba viviendo en una bolsa universal con centro en la ciudad
de los rascacielos.
El viernes 21 de agosto del 98, hubo la sensación de que el big one ha-
bía llegado a los mercados, pues, a lo largo del día, fueron produciéndose
grandes caídas en todos los centros de negociación. En un comentario que
el autor tuvo ocasión de hacer al día siguiente para los informativos de la
COPE, utilizó como referencia lo que el mismo viernes a primera hora de
la mañana se barruntaba sobre una posible crisis de gran magnitud en el pe-
riódico financiero más difundido de Europa, el Financial Times, donde fi-
guraban tres claras premoniciones:

- La subida del tipo de interés del Banco Central de la India, del 5 al 8


por 100" para frenar la caída de la rupia; como consecuencia de la
crisis bursátil y monetaria de Rusia de pocos días antes. Algo bas-
tante lógico, habida cuenta de las importantes relaciones comerciales
entre el subcontinente y la República cabecera de la antigua URSS.
Los grandes temas actuales de la estructura económica internacional
- Más significativo aún: el hundimiento de la Bolsa de Caracas, con
una caída del 9 por 100; por temor a una devaluación del bolívar,
también esperable por el hundimiento del rublo, a causa de la impor-
tancia que para Venezuela tiene la exportación de petróleo (de ella
depende el 50 por 100 de los ingresos fiscales), y la necesidad de
competir con los rusos, que no aceptan las medidas restrictivas de la
OPEP.
- También resultó muy significativa en la edición del 21 de agosto del
Financial Times, la información sobre el excedente exportador de Ja-
pón en el anterior mes de julio, que se situó en 9.000 millones de dó-
lares; con el consiguiente impacto en el aumento del déficit comer-
cial de EE.UU., debiéndose recordar que ese indicador es uno de los
más importantes para prevenir cualquier quebranto bursátil, como
sucedió en el célebre lunes negro de octubre de 1987.

Las tres turbulencias comentadas, se relacionaban sobre todo con la cri-


sis asiática y sus ramificaciones; en especial las que estaban latentes en Ru-
sia desde muchos meses atrás, y que tuvieron un súbito agravamiento el 21
de agosto, cuando el rublo fue oficiosamente devaluado a una franja entre
el 6,5 y el 9,5 dólares, y la deuda pública de no residentes se puso en mora-
toria por tres meses; todo ello, en combinación con el Fondo Monetario In-
ternacional, que en poco más de un año comprometió con ese país créditos
por 26.000 millones de dólares.
El problema ruso -lo veremos en detalle en el capítulo 21-, es muy
serio, y no parece que vaya a tener fácil solución, porque está relacionado
con la descomposición del anterior sistema soviético, de modo que hoy por
hoy ya no existe la planificación de antes, ni funciona el mercado. Además,
todo el sistema productivo lo infiltraron las mafias ubicuas, a lo cual debe
agregarse la corrupción generalizada y el desánimo de la población, entre
los más altos niveles de amoralidad y desmoralización. Por lo demás, ¿qué
decir del Presidente Yeltsin ... , que en algunos momentos decisivos ni si-
quiera ha podido tomar decisiones al encontrarse en estado catatónico? Y
cómo apostillar las idas y vueltas de Chernomirdin tras el gobierno de tres
meses de Kiriyenko y el espectacular ridículo que hizo éste al dilapidar
3.800 millones de dólares -del tramo de los 4.500 recibidos del FMI el 20
de julio-, en la operación en principio fútil de impedir la devaluación del
rublo, cuando todos sabían que era inevitable.
Tampoco la situación en Japón -ya lo veremos en el capítulo 22- era
muy halagüeña en los trances que estamos reseñando, sobre todo por la in-
cógnita del verdadero estado de sus grandes bancos, intensamente relacio-
nados con la industria, y que en su conjunto podrían tener créditos dudosos
y fallidos por un equivalente a 400.000 millones de dólares. Esas entidades
niponas, en quiebra técnica, continuaban funcionando, pero sólo merced a
las inyecciones de liquidez del Banco de Japón. Mientras, el nuevo gobier-

--=
18. FLuctuaciones económicas: 1929, 1973, 1989/93, 1998

no del Sr. Obuchi deshoj aba la margarita respecto de las grandes reformas
en pro de un nuevo modelo de crecimiento, menos jerarquizado y más fle-
xible, para tener en cuenta la economía global en términos de apertura exte-
nora
La cuestión japonesa se relaciona con la china, con Pekín en ardua lucha
durante todo el 98 por no devaluar el renminbi y el dólar de Hong Kong; en
medio de un atemorizado silencio porque si tal devaluación se produjera
-llegó a decirse-, arrastraría a las demás monedas asiáticas a una nueva
crisis cambiaria, y de la recesión se estaría pasando a la depresión (para
más detalles, el capítulo 23).
Un elemento adicional en el escenario en la última parte del verano del
98, fue la desconfianza psicológica de muchos inversores y operadores,
provocada en parte por el efecto Lewinsky y sus secuelas en términos ma-
cropolíticos, de las intervenciones de Clinton en Sudán y Afganistán. De
ese modo, se crearon nuevas dificultades para que los grandes centros fi-
nancieros pudieran serenarse. Y no es menos indispensable registrar aquí el
impacto de los avisos de Alan Greenspan, el presidente del Sistema de la
Reserva Federal de los EE.UU., contrario a euforias excesivas en los mer-
cados.
En tales circunstancias, al acentuarse las preferencias de los inversores y
operadores por tomar posiciones de liquidez, las Bolsas no pudieron por
menos de caer; a pesar de que muchos de los grandes inversores y operado-
res tenían capacidad para cubrirse (hedging) en los mercados de opciones y
futuros, también especialmente activos en la segunda parte del largo y calu-
roso estío del 98.
y volvemos a lo que decíamos al principio: todas estas convulsiones
¿anunciaban la proximidad del big one? ¿O eran simplemente temblores
que en nada anticipaban una catástrofe generalizada? Para responder, podrí-
amos recurrir a un símil de la fisica cuántica, cuando, se nos dice que la rea-
lidad también depende del observador. Y en el caso de la burbuja financie-
ra, los problemas no pueden sino depender de los agentes económicos:
market makers, bancos centrales, entidades financieras, gobiernos, e insti-
tuciones internacionales.
Nadie dudó de que algún tipo de correctivo era necesario cuando la céle-
bre burbuja estaba inflándose desde hacía años. Como tampoco pudo po-
nerse en tela de juicio que el propio viernes 21 de agosto hubiera ya una
fuerte inyección de liquidez a favor de los market makers de la Bolsa de
Nueva York, que cerró con una caída de sólo el 1 por 100. Eso significaba
el recuerdo de la lección de 1987, del lunes negro del 19 de octubre, cuan-
do la rápida entrada en acción del Sistema de la Reserva Federal permitió
contener lo que de otro modo podría haber sido un colapso bursátil de con-
secuencias más que graves.
Hay, por tanto, unas mallas de seguridad, la primera de las cuales radica
en los bancos centrales; pero también está la de los fondos de inversión de
Los grandes temas actuales de la estructura económica internacional

todas clases que, en EE.UU., llegan a cifras astronómicas. Por lo cual no es


T
de extrañar que esos grandes operadores intenten mantener posiciones, y no
se lancen a una alocada carrera de ventas masivas, porque entre otras cosas
la valoración de sus activos caería dramáticamente; e incluso llegarían a no
tener compradores, originándose entonces el pánico entre los propios partí-
cIpes.
Tampoco cabe duda de que el ciclo bursátil está sincronizándose, en fun-
ción de las pautas que marca el principal de sus mercados, el de Nueva
York; sobre el cual tienen gran incidencia los problemas japoneses, que de
esa forma globalizan sus efectos. Se crea así una interconexión de relacio-
nes en la que, volis nolis, también estamos la orilla asiática del Pacífico, la
UE, y el área iberoamericana.
En cualquier caso, es necesario un seguimiento continuo del ciclo, lo
que seguro ya está haciéndose por los sistemas de alerta creados -según
hemos ido viendo- por el Grupo de los Siete, el Fondo Monetario Interna-
cional, y la propia UNCTAD. Como también es seguro que esos y otros or-
ganismos deben jugar su papel, para reconducir el proceso; de manera que
sin pretender acabar con los ciclos --que por ahora parecen inevitables en
contra de lo que dicen los New Agers, según se verá en el capítulo 20--,
pueda alumbrarse un mecanismo de moderación de las fluctuaciones, que
haga posible que inversores y operadores contribuyan a la recuperación.
Como hemos venido indicando, en agosto de 1998, la ya aludida deva-
luación súbita del rublo, más la suspensión del pago de la deuda rusa, pro-
vocó un verdadero colapso de las bolsas europeas y de EE.UU. Se creó así
la sensación de que a partir de la crisis del sudeste asiático contagiada des-
pués a Japón y China, recibiría un nuevo impulso con el nuevo y sorpren-
dente episodio moscovita; de modo que el virus se extendería a los países
iberoamericanos con mayores problemas de déficit público e inflación. A la
postre, anunciaron los más pesimistas, la economía mundial entraría en
fase de recesión, que al agudizar se por falta de soluciones, generaría un es-
cenario depresivo equiparable al de la década de 1930.
Afortunadamente, frente a los agoreros que no desaprovechan ocasión
para pintar el futuro con los más negros colores, y sin dejar por ello de re-
conocer la gravedad que tuvieron los sucesos arriba sintetizados, lo cierto
es que la cooperación entre países y organismos, y la consiguiente coordi-
nación de políticas, favoreció una evolución del panorama a tintes menos
dramáticos; como ya en octubre del 98 reflejaron los mercados financieros
y fundamentalmente la Bolsa.
La reunión de urgencia del Grupo de los Siete de finales de septiembre,
aunque se comentó que no había servido para nada, sin embargo fue el ver-
dadero punto de arranque de reflexiones bastante operativas: el Sistema de
Reserva Federal de EE.UU., considerando que no es sólo el instituto emisor
del dólar USA, sino que además tiene vastas responsabilidades mundiales
-puesto que gobierna la única moneda común de facto hasta que se im-

~
plante el euro---, bajó los tipos de interés; y otro tanto hicieron los Bancos
Centrales europeos. De ese modo se frenaron los premonitorios síntomas
de enfriamiento de la economía mundial, aliviándose al tiempo la presión
sobre las monedas más flaqueantes.
El siguiente paso fue la Asamblea Anual del Fondo Monetario Interna-
cional (FMI) y del Banco Mundial, celebrada en Washington D.C. a últi-
mos de septiembre del 98" con toda una serie de derivaciones en los prime-
ros días de octubre. El mensaje de Michel Camdessus, Director Gerente del
FMI, fue bien claro: los recursos de la institución estaban prácticamente ex-
haustos, y para prevenir una crisis de liquidez en los países con dificultades
más serias, era necesario que los socios del Fondo hicieran honor a sus
compromisos de ampliación de cuota y de nueva emisión de Derechos Es-
peciales de Giro (DEGs). Ambos exhortos tuvieron efecto, y a mediados de
octubre, EE.UU. se comprometió al desembolso inmediato de 18.000 mi-
llones de dólares. y otro tanto hicieron algunos países más, entre ellos Es-
paña, que por medio de un Real Decreto Ley puso a disposición del FMI
2.670 millones de dó1ares con carácter inmediato; con la previsión de un
aporte adicional, bajo la coordinación del Fondo, por un monto de 3.000
millones de dólares; que en su mayor parte serán destinados a suministrar
liquidez a los países iberoamericanos.
Además de bajar los tipos de interés los bancos centrales, y de realimen-
tarse al FMI para proporcionar liquidez, a la mejora de la situación general
contribuyeron otros factores que rápidamente reseñamos: el compromiso de
las autoridades japonesas de hacer la reordenación bancaria tantas veces so-
licitada, a fin de sanear una situación de créditos dudosos insostenible; la
firmeza de China continental y Hong Kong en no devaluar, que evitó nue-
vas depreciaciones monetarias en toda la orilla asiática del Pacífico; y las
reformas en Iberoamérica, empezando por Brasil, donde el reelegido Presi-
dente Cardoso introdujo un severo plan de austeridad concertado con el
FMI.
En fin de cuentas, las mallas de seguridad ya comentadas funcionaron
razonablemente. Sin embargo, que nadie eche las campanas al vuelo, por-
que el enfriamiento económico se extendió por todo el mundo con conse-
cuencias dificiles de prever en el medio plazo.
i!
t

Quinta parte

Las grandes potencias económicas


4

t
19. Las grandes potencias
f económicas. Caracteristi cas
diferenciales

19.1 Los protagonistas mundiales


En las cuatro primeras partes de este libro hemos estudiado el conjunto de
las relaciones económicas internacionales, teniendo en cuenta las interaccio-
nes o incidencias recíprocas de los sistemas y de los niveles de desarrollo en
las diversas formas que tales vínculos pueden adoptar: bilateralismo, coope-
ración, e integración, y hemos examinado los grandes temas de las EMN,
t población, energía y fluctuaciones económicas. Sin embargo, el análisis de
la economía internacional quedaría incompleto si no dedicáramos algún es-
pacio a examinar el papel que dentro del contexto mundial ocupan en la ac-
I
tualidad, y ocuparán en el futuro, las que generalmente se llaman grandes
• potencias económicas mundiales.
La identificación de esos grandes protagonistas de hoy y de mañana no
resulta tan fácil, y sin duda la selección que hemos hecho de cuatro países
-EE. UU., Rusia, Japón y China- no satisfará a todos los lectores. Se po-
drá decir, por ejemplo, que el papel de la Unión Europea en la economía in-
ternacional es más importante que el de China, o incluso que el de Japón y
Rusia. Y efectivamente, la anterior aseveración es exacta si nos circunscribi-
mos a los datos cuantitativos del presente. Por ello, convendrá hacer dos ob-
servaciones: la primera, que en el capítulo 8, al ocuparnos de la integración
económica en Europa, ya hemos tenido ocasión de dedicar un amplio espa-
t cio al tema; la segunda, que conforme a las previsiones demográficas y de
futura dimensión económica, los cuatro países citados van a tener un papel
cada vez más significativo en la economía mundial.
Lo anterior no significa, ni mucho menos, que la Unión Europea no
haya que situarla entre las grandes potencias, para lo cual ya desde 1999
cuenta con su propia moneda, el euro. Y está camino de construir su defen-
sa común.
También podrá objetarse que en este análisis individualizado de áreas
económicas debería dedicarse un cierto espacio al Tercer Mundo y sus pro-
blemas. En realidad, esta objeción tampoco sería definitiva, pues lo cierto
es que, en gran parte, el contenido de los capítulos 1, 4, 5, 6, 10, 11, 12, 13
Y 14 está dedicado a las cuestiones económicas que hoy más directamente
afectan al Tercer Mundo.
Con la particularidad de que el mismo concepto de Tercer Mundo ha
cambiado profundamente, y muy en especial en lo concerniente a la Orilla
Asiática del Pacífico; en la cual los procesos de crecimiento son espectacu-
lares, y los de cooperación e integración también formidables. Nadie puede
decir hoy que China sea un país tercermundista; como mucho menos puede
afirmarse semejante cosa de los cuatro dragones (Corea del Sur, Taiwan,
Hong Kong y Singapur) o de los propios países de la ASEAN.
Así soJventada -naturalmente, desde la fácil situación del autor frente
al lector- la cuestión previa de por qué sólo hemos de analizar en detalle
los cuatro países mencionados, podemos hacer ahora una introducción co-
mún al examen particularizado de cada uno de ellos para destacar algunas
connotaciones interesantes (véase como enfoque global el cuadro 1).

Cuadro 1. Las doce mayores economías en 1996


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l("'U?~~1\ _ _ ole I u

PIB Millones PIB


Países billones US$ habitantes per capita (USS)

1. EE.UU. 7,10 263,2 26.980


2. Japón 4,90 123,6 39.640
3. China (1) 2,67 1.250,0 2.l36
4. Alemania 2,25 81,7 27.510
5. Francia 1,45 58,0 24.990
6. Italia 1,08 57,0 19.020
7. Brasil 0,57 156,6 3.640
8. Canadá 0,57 29,4 19.380
9. España 0,53 39,0 13.580
10. Rusia 0,33 147,3 2.240
11. India 0,31 911,8 340
12. México 0,30 90,4 3.320

(1) Estimación.

FUENTE: Naciones Unidas.


19. las grandes potencias económicas. Características diferenciales

En principio, nos encontramos con las primeras potencias actuales por


poderío militar: Estados Unidos y Rusia, con todos los calificativos adicio-
nales que quieran hacerse en ambos casos. Por otra parte, también en esa
parte del libro se inscriben las otras dos naciones., pujantes y agresivas en
su desarrollo econó,mico: Japón y China.

19.2 Las superpotencias

Estados Unidos y Rusia son las dos superpotencias en lo militar, aunque


Rusia ha cedido mucho terreno. Y llevando la síntesis a sus últimos extre-
mos, podría pensarse que el interrogante básico para el futuro con respecto
a EE.UU. consiste en si seguirá aspirando a ser la potencia hegemónica
dentro de la economía occidental, o si se resignará a compartir su poder
con Europa y Japón; y en el caso de Rusia la cuestión decisiva en el futuro
inmediato será la verificación de si su transición al régimen de economía
mixta se prolongará más o menos, y tal vez con sorpresas muy penosas como
la gran crisis de 1998 (véase después el capítulo 21) l.
Sin embargo, el hecho de que hoy Rusia tenga oficialmente un PIB me-
nor que el de España, no significa que este país, u otros con PIB similares,
vayan a sustituirla como gran potencia. Por muchos y graves que sean los
problemas de la economía ahora en transición de la que fue núcleo la anti-
gua Unión Soviética, y que hoy formalmente lo 'es de la CEI, su dimensión
territorial, su componente demográfica, y su potencial de desarrollo, la si-
túan entre las grandes potencias de cara al siglo XXI; a menos que hubiera
cataclismos tan importantes como prolongados.
La situación y las actitudes de China y Japón, dos países de vieja cultu-
ra, pero totalmente renovadas en los últimos decenios, son muy distintas.
En China no se plantea de forma tan perentoria, como sucedió en Rusia, el
problema de las libertades formales, sino el de si se ha entrado eH una fase
en la cual, más que a la reforma se va al cambio del sistema.
De lo cual, no parece que pueda haber mayores dudas, pues el creciente
peso del sector capitalista, y el declinante del socialista, ya permiten prever
que se llegará a un punto de equilibrio; a partir del cual, China -que está cre-
ciendo entre ellO y el 14% del PIB desde 1978- se inclinará por un sistema
económico formalmente mixto, y a la postre de mercado y de libre empresa.
En paralelo a ese proceso de cambio, China, va a convertirse en la pri-
mera potencia económica mundial hacia el 2010, tanto por su población,

I Sobre la perdurabilidad de EE. UV. como potencia hegemónica, es de interés el artícu-


lo de Tony Jackson, «Superpower's supreme test. US economy's position among world
leaders", en Financial Times, 25.VI.96, en el que se pone de relieve como su presión
mundial ha pasado de 34,5 por 100 en 1960 por el PIB planetario al 275 por 100 en
1995.
Las grandes í

que ya lo es de sobra, como por su PIB y otros aspectos. Lo cual no signifi-


ca que vaya a alcanzar la más alta cota militar (lo más seguro es que
EE.UU. seguirá a la cabeza), ni tecnológicamente (continuarán por delante
los propios EE.UU., Alemania, Japón, etc), ni tampoco en el sistema finan-
ciero mundial o en el universo de las telecomunicaciones y de los servicios
cuaternarios; áreas, todas ellas, en las cuales otros muchos países han lle-
gando a niveles muy sofisticados, que le serán dificiles de conseguir, a pla-
zo incluso largo, a tos hijos de] Celeste Imperio.
Finalmente, el caso de Japón es único: un país que ha asimilado plena-
mente la tecnología moderna, con un sistema capitalista de características
propias, y con un ritmo de crecimiento tan elevado como no se ha conocido
otro en la Historia. Hasta el punto de que los más aficionados a la Futurolo-
gía, bautizaron de antemano el siglo XXI como el «siglo Japonés»,
Lo cual a todas luces ya no será el caso, porque Japón, que tanto con-
tribuyó al despertar económico de China y de toda la Orilla Asiática del
Pacífico, carece de la dimensión logística indispensable para seguir en la
carrera de las grandes potencias con posibilidades de ocupar el primer lu-
gar.
Los seleccionados, son, pues, cuatro países neurálgicos, que ya tienen
un peso obvio en la estructura internacional. Y no sólo en la economía, sino
en todo el devenir de la sociedad humana. Dedicar algunas páginas al análi-
sis de esas cuatro grandes potencias, puede ser un intento con algún prove-
cho para todos.

19.3 La lista de espera

Naturalmente que el elenco de países que cabria conceptuar como grandes


potencias no se agota en las cuatro mencionadas. Hay otros en la lista de
espera., como la Unión India en Asia, Nigeria y la República Sudafricana
en e] continente negro, y Brasil en el hemisferio americano. Pero ninguno
de esos países entrará, previsiblemente, en la nómina de superpotencias; ni
siquiera en el primer cuarto del siglo XXI.
La India que tiene grandes capacidades extraordinarias -con élites
muy destacadas dentro y fuera del país- presenta, sin embargo, una es-
tructura acusadamente dual, algo de eso vimos en el capítulo 14, que frena
su progreso en todos los órdenes; y que desde el punto de vista antropoló-
gico supone inercias muy fuertes, que dificultan cambios necesarios, que
de otro modo podrían producirse en poco tiempo; como ha sucedido y va a
ocurrir (sobre todo en Vietnam) en el área de la ASEAN.
En el caso de Nigeria, su historia de los últimos años, en una perversa e
intrincada retahíla de gobiernos militares despóticos, constituye una mues-
tra de cómo la tiranía combinada con el marasmo económico, puede desba-
ratar cualquier previsión de éxito. Nada hay, pues, en ciernes, que pueda
j
19. las grandes potencias económicas . Características diferenciales

llevamos a la idea de que tal situación vaya a recomponerse rápidamente


hasta el punto de ser la fulgurante estrella de Africa.
Situación muy distinta es la que cabe apreciar para la renovada Repúbli-
ca de Sudáfrica, que no es hoy, todavía, una gran potencia. Pero que sí
cuenta con los elementos para ello, aunque sea a escala de la mitad Sur del
continente africano. Para tales afirmaciones, no nos basaremos sólo en el
sistema productivo, altamente desarrollado en muchos aspectos, sino tam-
bién en el carácter, ya multirracial y libre de su gobierno --con una fuerte
presencia blanca, de gran importancia a efectos de espíritu de empresa y
capacidades tecnológicas y financieras-; y al hecho de que Nelson Man-
dela ha convertido su nuevo régimen en verdadero modelo. Según vimos en
el capítulo 13, Ma~dela puede contribuir, de manera formidable, al progre-
so de su propio país y del continente, por su impulso ejemplificador; empe-
zando por el África Austral, donde la República de Pretoria es factor deci-
sivo a efectos de toda clase de procesos de cooperación y de integración
económica.
Por último, queda Brasil, que a pesar de su gran importancia en ténninos
demográficos y de PIB, y de sus indudables avances económicos, aún pre-
senta características de dualismo muy fuertes, que impiden su progreso sine
die. Aparte de que las políticas económicas brasileñas, han permitido, du-
rante largos decenios, procesos inflacionistas que serán dificiles de erradi-
car por entero y definitivamente. Es cierto que la presidencia de Fernando
Henrique Cardoso -destacado economista del estructuralismo latinoame-
ric an 0--, seguramente servirá para ir transformando a Brasil; que no va a
ser eternamente el país del futuro. Sobre todo, si se piensa en la gran opor-
tunidad que puede significar la sinergia con Argentina en el Mercosur, y las
posibilidades que a más largo plazo ofrece el proyecto de Área de Libre
Comercio Sudamericana (ALCSA), así como la propia integración hemis-
férica.
T
1 20. Estados Unidos
I
i
de América

20.1 Datos básicos. El «Melting Pot» y el «American


Way of Life»
Con una superficie de 9,4 millones (M en lo sucesivo) de kilómetros cua-
drados, EE.UU. tenía a principios de 1998 una población de 271 M de ha-
bitantes. Al ritmo de crecimiento actual (1 por 100), se calcula que la po-
blación llegará a 300 M para el 2010. La proporción de raza negra es de un
10,5 por 100, existiendo otra minoría importante, los hispanos, que inte-
gran las colectividades de «mexicano-americanos», «chicanos», puertorri-
queños, e hispanoamericanos, con un total de no menos de 25 millones de
hispanohablantes en rápido crecimiento y que para el 2050 llegaría al 24
por 100. Los indios (1,8 M) Y otros grupos étnicos y lingüísticos menores,
están en curso de asimilación, o se resisten a ella. El referido conjunto de
minorías es origen de toda una serie de problemas de racismo y discrimi-
nación que afectan profundamente a la sociedad norteamericana, todavía
muy lejos de la homogeneización que se pretendió con la tesis del «Mel-
ting Pot» y del «American Way of Life» l.

I Sobre la actitud cada vez más crítica contra los inmigrantes, puede verse e] libro de
Roy Beck, «The case against immigration», Norton, New York, 1996; y el artículo «So,
does America want them or not?», The Economist, 19. VII .1997. A 10 cual habría que
agregar la lucha contra la lengua española con los sucesivos referendos que van cele-
brándose en gran número de estudios con base en el criterio del english only.
Las tendencias segregacionístas e integracíonistas en pugna se mantie-
nen muy vivas. Y lo que es aún más importante, hay planteamientos por
parte de los propios grupos minoritarios, que de ser espectadores pasivos o
candidatos a la integración, han pasado a posturas más radicales y reivindi-
cativas de su propia personalidad frente al que «desde siempre» se conside-
ró como el núcleo poblacional del país en términos de élite: los WASP
(<<White Anglo-Saxon Protestants», o «Blancos Anglosajones Protestan-
tes» ).
Si a estos problemas raciales se agregan los fuertes desequilibrios perso-
nales y regionales de renta, podemos explicamos por qué en EE.UU. está
. en crisis de confianza la exaltación tradicional del pretendido sueño de un
país homogéneo y estable en social que, en los años 60 y 70, se vio dramá-
ticamente sacudido por la violencia, e] manejo de la información masiva y
el complejo industrial-militar originado por la guerra de Vietnam.
De forma en principio anecdótica, pero que obliga a reflexionar, podría
sintetizarse la situación social y psicológica de EE. vv. desde 1963 en va-
rias personas. 1. F. Kennedy, asesinado en 1963 en circunstancias más que
oscuras. El expresidente Johnson, que en 1970, por un temor inconfesable,
no se atrevió a hacer las revelaciones que había prometido sobre el complot
para aquel asesinato. Un candidato a la Presidencia como Robert Kennedy,
asesinado en 1968, seguramente como una consecuencia indirecta más de
la intervención norteamericana en Oriente Medio en apoyo de Israel. Dos
líderes del movimiento negro como era Malcolm X y Martín Lutero King,
también asesinados en un contexto no aclarado, pero, sin duda, por su lide-
razgo de sendos movimientos en pro de los derechos para los negros 2. Y un
presidente como Nixon, que violó fronteras, compromisos internacionales
y extendió la guerra en el Sudeste Asiático, y que después --en su fase pa-
cifista- cayó a causa del escándalo «Watergate». Y tras esos episodios, el
atentado contra Reagan y otros sucesos aún más recientes.

20.2 Las ralees del crecimiento económico de EE.UU.

Volviendo ahora a los datos macroeconómicos de base, registremos que el


PNB anual de EE.UU., al nivel del año 1999, se estimaba en 7,9 billones de
dólares, lo que representa el 21 por 100 del total del mundo. En ese mismo
año, el PIB per capita se estimó en 30.000 dólares.

2 Sobre el tema racial en los EE.UU., y aparte de la obligada cita del clásico de G. Myr-
dal de 1945 (An American Dilemma), puede verse el artículo «The other America.
Blacks and whites may proclaim their differences, but their interests are the same-and
need solving together», The Economist, 21.X.1995; y muy especialmente el libro de Ta-
mar Jacoby, «Someone else's house. America's unifinished struggle for integration»,
Free Press, Glencol, 1998.

-rn
20. Estados Unido~ de América

Estados U nidos es un país de altas concentraciones en todos los aspec-


tos. En términos de urbanización, las grandes áreas metropolitanas de la
Costa Este y Oeste y de los Grandes Lagos alcanzan 18 M de habitantes
(Nueva York), 11 M (Los Angeles), 8 M (Chicago), y las de más de tres mi-
llones son cinco (Filadelfia, Detroit, Boston, San Francisco y Washington).
Incluso se concibe la configuración de verdaderas megalópolis, como
San-San (desde San Diego a San Francisco, a lo largo de un amplio seg-
mento de la costa de California), Chipitts (desde Chicago a Pittsburg, en la
región de los Grandes Lagos), y Boswash (desde Boston a Washington), en
la Costa Este. Estas grandes concentraciones urbanas, a la par que penniten
un alto nivel de vida y un intenso desarrollo cultural, generan un sinfín de
problemas, típicos ya de la sociedad «postindustrial»: la contaminación at-
mosférica y de las aguas, la deshumanización de la vida en los centros ur-
banos, el crimen en proporciones muy elevadas, el consumo masivo de dro-
gas, etc.
El crecimiento económico de los EE.UU. ha sido el resultado de un
avance progresivo hacia el Oeste desde los 13 Estados iniciales (las anti-
guas 13 colonias). Esa conquista de la Vieja Frontera se hizo en buena par-
te a base de una política nutrida por una inmigración masiva procedente de
Europa (unos 40 millones de inmigrantes entre 1860 y 1939).
También será preciso recordar los fuertes impulsos que en el sistema pro-
ductivo tuvieron las inversiones de capital, procedentes de Europa, así como
la incidencia expansiva en la economía de los sucesivos conflictos bélicos
(primera y segunda guerras mundiales -PGM y SGM-, guerra de Corea y
guerra de Indochina). Alejado del teatro de las operaciones bélicas por dos
grandes océanos, EE.UU. fue en la SGM un seguro «arsena] de las Democra-
cias»; así, en tanto que se redujo el potencial industrial de la URSS en casi
2/3, EE.UU. dobló su capacidad de producción en poco más de cuatro años.

Pero la verdad es que resulta dificil entender los EE.UU. de hoy sin apre-
ciar lo que fue la refonna de Roosevelt durante los años de la Gran Depre-
sión, la fase más crítica para el capitalismo norteamericano. Con el New
Deal, desde 1933 Roosevelt supo dar respuesta a los grandes problemas de
entonces, convirtiendo a Estados Unidos en un país moderno, al tiempo que
sentó las bases de su ulterior poderío.
El efecto Roosevelt, sin embargo, fue más allá de lo que podía derivarse
de una gran personalidad. Roosevelt fue el gran portavoz y ejecutor de una
política de raíces institucionalistas, estrechamente ligada al pensamiento
político de Veblen, y que tuvo en el trust de los cerebros (formado por Cor-
del Hull, Henry Wallace, Morgenthau, etc.) un equipo de capacidades poco
comunes. Sus ideas las resumía y popularizaba el propio presidente, con el
empleo, inteligente y tenaz de cara al pueblo, del entonces más moderno
medio de difusión -la radio- que le permitía llegar hasta los últimos rin-
cones del país con sus hoy casi legendarias «charlas desde el hogan>.
Las grandes potencias económicas

La Era Roosevelt constituyó una profunda reforma del capitalismo.


Cuando el 4 de marzo de 1933 se hizo cargo de la presidencia (y a diferen-
cia de tantos políticos que al llegar al poder no saben muy bien qué hacer
con él) Roosevelt tenía cuidadosamente preparados los distintos programas
del New Deal. De inmediato puso fin a la prohibición a la Ley seca, que ha-
bía acabado por hacer de EE.UU. el país más alcoholizado del mundo y de
mayor gangsterismo. Otro mito --el monetarismo-- cayó a las pocas horas
de su entrada en la residencia presidencial de la Avenida Pensilvania. Con
el abandono del Patrón Oro y la devaluación del dólar (a treinta y cinco dó-
lares la onza, tipo de cambio que se mantendría hasta Nixon en 1971), sen-
tó las bases de una progresiva expansión del mercado interno norteamerica-
no; a lo cual coadyuvó la drástica reforma bancaria que en lo sucesivo
evitaría las quiebras en cadena de los bancos y la ruina de los depositantes.
Pero además, el New Deal, a través de la Ley de la Recuperación de la In-
dustria Nacional (la NlRA), significó la plena legalización de los sindicatos, al
reconocerse su capacidad de negociación colectiva. Y adicionalmente, se con-
solidó el sistema de seguro de paro y de oficinas de colocación, reforzándose
las oportunidades de trabajo con la agencia federal Public Works Administra-
fion (la PWA) que llevó a cabo el más formidable programa de obras públicas;
completado después con la Wagner Housing Acf, que permitió la construcción
masiva de bloques de apartamentos en las grandes ciudades norteamericanas.
Tampoco fue ajeno el New Deal a los problemas agrarios. Con la Agri-
cultural Adjustement Act, dio comienzo el sostenimiento de precios que, a
no tardar, convirtió al Medio Oeste Norteamericano en el granero del mun-
do. Y la obra de David Lilienthal, al frente del mayor proyecto de ordena-
ción del territorio y de construcciones hidroeléctricas hasta entonces reali-
zado, la célebre TVA (Tennessee Valley Authority) pasó a ser uno de los
hitos cronológicos más importantes en materia de desarrollo regional.
En política internacional, Roosevelt significó el abandono de la doctrina
del gran bastón. Retiró a los marines de Nicaragua y Haití, preconizó la
buena vecindad hacia México, facilitó una nueva política para destutelar a
Cuba y Panamá, prometió la independencia a Filipinas para 1944, y favore-
ció los programas de desarrollo de la empobrecida isla de Puerto Rico. Y a
escala mundial, Roosevelt puso fin al inveterado aislacionismo norte am eri -
cano y fortaleció en la guerra al campo aliado, para después hacer las pri-
meras provisiones sobre la futura organización de las Naciones Unidas, tras
la serie de transacciones a que llegó con la Unión Soviética (Teherán y Yal-
ta), que le ocasionaron las mayores críticas a su política exterior.

20.3 El Nuevo Estado Industrial (NEI)


El sistema productivo en EE. UV. tiene su base en lo que suele denominarse
economía de libre empresa, con un peso casi nulo de la empresa pública. Se
20. Estados Unidos de Am(;dc~

estima que los cien primeros grupos industriales del país ----o «conglomera-
dos»-- generan el 50 por 100 del PNB. Esta alta concentración empresarial
y técnica, unida a un fuerte desarrollo de la tecnología (el 4 por 100 del
PNB se dedica a investigación), ha convertido a EE.UU. en el protagonista
de la economía mundial, por sus penetraciones directas o a través de filiales
en casi todos los países del mundo. A ello contribuyó grandemente, des-
pués de la SGM, la configuración del sistema monetario internacional (véa-
se el capítulo 3 de este libro), que se convirtió, de hecho, en un «patrón-dó-
lar», lo que permitió la expansión de las inversiones yanquis por doquier.
Esa penetración del capitalismo norteamericano se ha hecho siempre
bajo la presión del Gobierno de Washington (recuérdense las referencias
que a este respecto hicimos al reflexionar sobre el Plan Marshall, en el ca-
pítulo 2), ya sea a título de «cooperación», de intervenciones militares o de
ejercicio de toda clase de influencias, presiones o amenazas.
Ese expansionismo, se basa en una estructura económica que vamos a
estudiar con algún detalle. Lo cual no significa que vayamos a adentramos
en un análisis de los principales sectores de la economía norteamericana
(industrias del automóvil, petrolera, química, electrónica, etc.), o en una
pormenorización de sus grandes avances en tecnología. Informaciones de
este tipo pueden encontrarse en cualquier manual. En realidad, 10 importan-
te es apreciar la verdadera estructura económica de EE.UU., dónde están
sus centros de elaboración de decisiones, y cuál es su tendencia a largo pla-
zo. Para unas reflexiones sobre todos esos temas podemos tomar como base
de partida las tesis contenidas en el libro El Nuevo Estado Industrial del
profesor 10hn Kenneth Galbraith.
Si en Capitalismo Americano 3 el profesor de Harvard analizaba el sistema
económico de su país en torno a la concentración de poder en el mercado y a
la aparición de un «poder compensador», formado por sindicatos obreros,
grandes almacenes y cooperativas 4, en La Sociedad Opulenta Galbraith mos-
tró su aversión a un sistema económico que lleva a la alienación social; a la
situación casi patética de una sociedad privadamente opulenta, muy rica de
muros adentro de sus células familiares, que parecen tener su finalidad últi-
ma en el consumo y en el acaparamiento de toda clase de objetos 5.

3 American Capitalismo Existe versión española de Carlos Grau Petit, con una introduc-
ción de Fabián Estapé, Ariel, Barcelona, 1960. Sobre este mismo problema puede verse,
también de J. K. Galbraith, «Economía contra calidad de vida. Una opinión americana»,
versión española, en Información Comercial Española, número 393, mayo de 1966,
pág. 119, seguida de un comentario crítico de León H. Keyserling (págs. 121 a 125).
4 Puede verse una crítica del concepto del poder compensador en mi libro La lucha con-

tra los monopolios, Editorial Tecnos, segunda edición, Madrid, 1966, págs. 122 a 125.
5 Sobre el tema de pobres y ricos en EE.UU. en tiempos más recientes, algunos comen-

tarios sobre lo que no es precisamente una novela rosa: «Thoose poor rich», The Econo-
mist, 20.1.1996; George J. Church, «Are The Living Beeter?», Time, 5.11.1996; Robert
Las grande:, potencias econó,nicas

El Nuevo Estado Industrial fue en cierto modo una reelaboración y sín-


tesis de los dos trabajos citados antes, si bien en esta ocasión Galbraith cen-
tró su análisis en la organización interna del sistema económico norteame-
ricano. Un sistema que no se guía por simples principios de libre
competencia, como hace pensa, la propaganda oficial, o como algunos eco-
nomistas pretenden que debería ser el caso (yen este sentido Milton Fried-
man es el más significativo). Tampoco se trata de una simple «economía
mixta», como afirma Samuelson en su conocido manual. Según Galbraith,
la organización económica de los Estados Unidos, globalmente considera..
ble, se plasma hoy en lo que él llama el Nuevo Estado Industrial (NEI).
La tesis básica de Galbraith sobre el capitalismo norteamericano es tan
viej a como la propia Historia: nada cristaliza, todo evoluciona, el sistema
económico está en permanente cambio, y por ello se engañan quienes pien-
san que Estados Unidos es hoy el país del empresario de la libre competen-
cia, del juego de las tradicionales fuerzas del mercado y de la democracia
de las sociedades anónimas 6.
La imagen de una economía gobernada en persona por los grandes em-
presarios puede decirse que corresponde a un tiempo ya pasado. Tal vez fue
un hecho real en su momento, cuando la economía de EE.UU. (en compara-
ción con la actual) no era todavía demasiado compleja. Por entonces, el di-
namismo económico norteamericano tenía nombres propios: Rockefeller,
en el petróleo; Morgan, en la banca; Vanderbilt, en los ferrocarriles; Came-
gie, en el acero; Du Pont de Nemours, en la industria química; Henry Ford
en la del automóvil 7. La lista podría ser más larga. Pero lo que interesa su-
brayar es que, salvo algunas excepciones, los nombres de esos «barones»
de la economía norteamericana se pierden ya en la Historia. Si hoy se si-
guen manteniendo, en algunos casos, es por simples razones de prestigio en
las relaciones públicas y sociales de las grandes corporaciones industriales.

La figura del antiguo empresario ha quedado ya desdibujada en la gran


corporación norteamericana de hoy. Ya no existe la posibilidad --como sí
la hubo en otro tiempo-- de que una sola persona detente el control de la
propiedad y la dirección de la gran empresa. Por una parte, la ampliación
ineludible de los medios financieros necesarios para el desarrollo de la in-
dustria, recurriendo por norma al mercado de capitales, comportó que la

Kuttner, «Soaring Stocks: are only the rich getting richer?», Business Week,
22.IV.1996; Gene Koretz, «Where Wealth Surged in the 90s», Business Week,
25.VIIL 1997.
6 The New Industrial State, Houghton Mifflin, Boston, 1967; en lo sucesivo NEI, de la

versión española de Ariel, Barcelona, 1968.


7 El libro de Matthew Josephson, The Robber Barons, aparecido en 1934 (Harcourt
Brace World, Inc., Nueva York, 1962), es una buena exposición del papel que desempe-
ñaron esos «barones» de la economía norteamericana.
20. Estados Unidos de América

propiedad social se atomizara en una cierta medida. Esto es un hecho men-


surable e irreversible, en el sentido de que ya no es posible el control de las
grandes corporaciones por una sola persona o incluso por un grupo fami-
liar 8. Esto que dice 1. K. Galbraith es del todo demostrable, pero el recono-
cimiento de ese fenómeno tampoco puede servir de base para llegar a una
conclusión, tan generalizada por simples razones ideológicas, de que en los
EE. UU. existe un capitalismo popular. Esta fue la tesis que en la década de
los años veinte lanzó Thomas Nixon Carver 9, que persistió largo tiempo,
pero que cayó en el desprestigio a raíz de una serie de críticas cuantitativa-
mente fundadas, entre las cuales destacaron las de Paul Baran 10.

Por otro lado, la complejidad técnica interna de la gran corporación norte-


americana imposibilita que las decisiones de la actuación empresarial sigan
dependiendo de la figura del empresario individual 11. El hecho de que hoy
continúe habiendo en EE.UU. muchas empresas (en número la inmensa ma-
yoría) en donde el empresario individual aún desempeña un papel importan-
te, no es un contraargumento definitivo 12, pues el desarrollo económico na-
cional, y el propio de ese gran número de pequeñas y medianas empresas,
tiene su base en un número relativamente reducido de grandes corporaciones,
que en su conjunto constituyen el núcleo motor de toda la economía.
La cuestión clave está, por consiguiente, en averiguar dónde reside el
poder de decisión en las grandes corporaciones. ¿Quién las gobierna en
realidad? En contra de lo que sigue siendo la doctrina oficial de la demo-
cracia económica, puede decirse que el control efectivo de las grandes cor-
poraciones no se encuentra ya ni en la Junta General, ni en la Presidencia,
ni en el Consejo de Administración; ni siquiera en la Gerencia. Cualquiera
de esos órganos puede seguir siendo el auténtico centro de decisión en un
capitalismo poco desarrollado, o incluso en las pequeñas y medianas em-
presas de los EE.UU. Pero en las grandes, la situación es bien distinta.
Las exigencias de la tecnología y de la planificación tanto para la produc-
ción como para la distribución y la promoción de ventas -aspecto este úl-
timo cada vez más importante- y, en definitiva, la necesidad de una conti-

8 NEI, págs. 68 y sgs. y 107 Y sgs.


9 T. N. Carver, The Present Economic Revo/ution in the United State~, Boston, 1926.
10 Vid. P. A. Baran, La economía política del crecimiento, versión española, Fondo de .
Cultura Económica, México, 1959, págs. 78 y sgs.
11 NEJ, págs. 28 y sgs.

12 NEI, pág. 428. Posterionnente al NEJ, en el libro que publicó en 1973 con el título

Economic and the Pub/ic Purpose, Houghton Mifflin, Boston; hay versión española con
el título La economía y e/ interés público (EIP). Galbraith se refirió in extenso a la pe·
queña y mediana empresa. Pueden verse sobre la relación con el NEI y el EIP los jugo-
sos comentarios que el propio Galbraith hizo en sus Memorias (versión española, Gri-
jalbo, Barcelona, 1982), págs. 589 y sgs.
Las grandes potencias ec.onómü. as

nua incorporación de talento y de organización, tienden a configurar a la


gran empresa, o al conglomerado, de forma muy distinta a la antigua situa-
ción jerárquica. Esa nueva dirección es la que designa Galbraith con el nom-
bre de tecnoestructura.
¿ y qué es la tecnoestructura? Es algo mucho más complejo que el em-
presario individual, ya incapaz, por la dimensión, de mantener el control de
la propiedad y de la gestión. Tampoco puede identificarse la tecnoestructu-
ra con el Consejo de Administración, que de tiempo en tiempo se reúne con
el propósito -más teórico que real- de deliberar y de marcar la política
de la corporación. Ni siquiera puede conceptuarse como el equipo técnico
que rodt::a a una gerencia omnipotente, a la que James Burnham consideró
como el punto máximo del avance en la administración empresarial en su
ambiguo y resonante libro The Managerial Revolution 13.
La tecnoestructura es algo más que el conjunto de los órganos sociales
de la empresa, incluida la gerencia. Es una compleja máquina de recepción
y elaboración de información, de realización de estudios de mercado y de
proyecciones de crecimiento, de búsqueda y obtención de recursos finan-
cieros, de negociación con el poder político y con los sindicatos, de selec-
ción de los campos de investigación científica y de innovación técnica, etc.
Todo ello, instrumentado a través de comités técnicos formados por exper-
tos, y la ejecución de cuyas decisiones se encomienda de manera directa a
divisiones de carácter sectorial o espacial; y con actuación a escala interna-
cional en el complejo mundo de las filiales y subfiliales en una gran diver-
sidad de países 14.
Esta compleja máquina es la que puede llamarse tecnoestructura. Por la
actuación conjunta de todos sus engranajes, produce, día a día, el material
necesario para tomar las decisiones fundamentales. Que un mecanismo tan
sofisticado se manifieste públicamente a través de personas es algo total-
mente lógico e inevitable. Pero lo esencial es que detrás de esa expresión
pública no está sólo la intuición empresarial, o unas simples deliberaciones
a escala de Consejo de Administración, sino que hay una poderosa máquina
de razonamiento integrado y de adopción de decisiones, con el propósito de
mantener en continuo crecimiento a la corporación y a sus filiales, en un
campo de actividades diversificadas hasta límites inconcebibles en la idea
tradicional de la empresa.

13 Publicada por primera vez en 1942 en Inglaterra, esta obra del antiguo trotskista
Burnham ha sido objeto de sucesivas ediciones (entre ellas la de Penguin Books, Lon-
dres, 1962). Puede verse una incisiva crítica de esta obra entre los trabajos incluidos en
The Present 01 History, de Paul Sweezy (The Monthly Review Press, Nueva York,
1961 ).
14 NEl, pág. 91.
20. Estados Unidos de: AmerlC(i

20.4 EE.UU. en los años 90


Henry Grunwald, que fue director de Time entre 1979 y 1987, planteó, en
un artículo publicado en su antigua revista el 8 de octubre de 1990, toda
una propuesta de futuro para EE.UU. Consagró así una especie de tradición
de la casa, si se recuerda que el fundador del semanario, Henry Luce, es-
cribió -50 años atrás y nueve meses antes de Pearl Harbour, cuando Euro-
pa ya se desangraba en el más cruento conflicto bélico-- un artículo titula-
do, precisamente, «El siglo americano», en el que con todo calor
recomendó la entrada en ]a Segunda Guerra Mundial; como algo indispen-
sable para que EE.UU. cumpliese «con su deber, para sí y para la humani-
dad».
El primer siglo americano comenzó con la guerra hispanonorteamerica-
na de 1898, base del definitivo arranque del expansionismo estadounidense
como potencia mundial hacia Centro y Sudamérica desde las nuevas plata-
formas adquiridas en Cuba y Puerto Rico; y hacia Extremo Oriente desde
Filipinas. Aquel conflicto, ya olvidado o ignorado por la mayoría, contribu-
yó, además, a restañar las últimas cicatrices dejadas por la Guerra de Sece-
sión, conflicto, éste, bien recordado hasta por los más ignaros a través de la
versión cinematográfica de «Lo que el viento se llevó» y las series televisi-
vas al uso.
A partir de 1898 y hasta 1990, transcurrió casi un siglo; efectivamente,
bastante americano. Y en 1990, retomando la antorcha de Luce, lo que
Grunwald suscitó fue el «desideratum» de una nueva centuria ad maiorem
gloriam de la enseña de las barras y las estrellas. Lo cual no se postuló des-
de las pesimistas secuelas de Vietnam -que tuvo repercusiones divisorias
en la sociedad norteamericana comparables con las de la Guerra de Sece-
sión-, sino desde el escenario económico, político y social del conflicto
del Golfo, ya abiertamente planteado desde agosto de 1990.
Grunwald marcó como requerimientos de ese «segundo siglo», el poner
remedio a los males internos de los propios EE. UV. Una serie de perjuicios
que de forma sucesiva denunció críticamente: el estado de las ciudades,
simbolizadas por Nueva York, que se debatía en mil problemas, entre la de-
gradación y el crimen; la insólita petición de recursos económicos hecha
por Bush -a los países árabes petroleros, a Japón, la RFA, etc.-, para fi-
nanciar el esfuerzo de guerra y las operaciones colaterales en él Golfo en
1990; el estancamiento económico del país, adentrándose en la recesión por
aquel entonces; las infraestructuras y los equipamientos públicos resque-
brajándose por el abandono de todo un decenio reaganita de bajos impues-
tos y esfuerzo armamentista; el uso y el abuso de la droga con todas sus de-
rivaciones; el doble déficit fiscal y de comercio exterior; el desastre de la
educación de la mayoría ... y a la postre, la exigencia generalizada de dere-
chos, con la práctica ausencia de aceptación de obligaciones. E incluso, en
el memorial de lamentos quedó explícita la inquietud por la expansión de
las grandes potencias económicas

los hispanos, fundamentalmente porque en buena parte se resisten a la asi-


milación cultural de los anglos.

Para poner remedio a tantos presuntos males, Grunwald preconizó rein-


ventar el capitalismo, enunciando así lo que para muchos es una paradoja.
Mientras los ultraliberales de todo el mundo se admiran de las bellezas y
maravillas norteamericanas -¿han estado Vds. alguna vez en el Bronx?-,
y mientras los postreros dirigentes soviéticos antes del colapso de la URSS
se deslumbraban ante los fulgurantes hipermercados de California, en los
propios EE.UU. se decidía re inventar el capitalismo. Sencillamente, porque
no era o no es eficiente.
Algo de eso, en otros ténninos, fue lo que en 1959 propuso John F. Ken-
nedy con su «Nueva Fron~era» en la campaña electoral frente a Nixon. Y lue-
go, en el discurso inaugural al asumir la presidencia, fue aún más claro; al pe-
dir a sus conciudadanos que no pensaran sólo en sus cosas, y que hicieran
algo por su propio país. También Martín Lutero King, en su célebre proclama
a la mayor manifestación nunca vista en Washington D. C., explicó su ideal
de otro futuro, empezando su discurso con la célebre frase: «1 have a dream».
Aquellos sueños de ayer, a 10 Kennedy y a lo King, tras la Reagonomics
(1981-1988) Y otros avatares, se han trastrocado en el incierto American
Way of Life de los años noventa, con la amenaza al baluarte dominante de
los Wasp -los anglosajones blancos y protestantes- desde las inmigracio-
nes de Oriente y del Sur. Como también la feliz América se siente «acosa-
da» de tiempo en tiempo por el poderío y la agresividad comercial de la
Unión Europea y de Japón. Un fenómeno, este último, que Grunwald iden-
tificó en una nueva proposición de la vieja idea de Clausewitz, para decir
que «la economía es la continuación de la guerra por otros medios».
Después de tales planteamientos grunwaldianos, vino, desde el 15 de
enero al 27 de febrero de 1991, la guerra del Golfo. Y una de las hipótesis
sobre la postura inflexible de EE.UU. en toda la crisis, residió en el decidi-
do propósito de mantener un liderazgo mundial indiscutido que en lo eco-
nómico se ha ido manifestando en una política muy activa en la Ronda
Uruguay -recuérdese lo visto en el capítulo 5- y en todo el área de las
relaciones comerciales a escala mundial: a favor del globalismo, y al tiem-
po con decisiones importantes para los proyectos de integración regional,
como el TLC y ALCA -capítulo 10 de este libro--, así como por sus rela-
ciones más estrechas con la UE -capítulo 8- y todo el espacio de Asia I
Pacífico, APEC -capítulo 14--. Sin olvidar posicionamientos de carácter
unilateral, especialmente duros en los casos, de muy distinta naturaleza, de
Cuba, Irak, Irán, Sudán, etc. 15.

15 Sobre la Ley Helms-Burton, para un punto de vista oficial de EE.UU., puede verse la
«Ley de comercio de EE.UU. en relación con la política exterior», Publicación Electró-
nica, 30JX.1997.
20. Estados Unidos de América

20.5 Impotencias y ambiciones de Clinton

El propósito de fuerte impulso a la economía desde el Gobierno, que Bill


Clinton planteó en la campaña electoral del 92, se trastocó luego en toda
una serie de impotencias a lo largo de su mandato presidencial. Principal-
mente, a causa de la mayoría que los republicanos consiguiron en la Cáma-
ra de Representantes desde el 92, e inc1uso en el Senado con las elecciones
congresuales de noviembre del 94.
El rechazo del programa demócrata, resultó definitivo respecto a la re-
forma del sistema de salud pública, con la cual se pretendía atender a 37
mil10nes de estadounidenses aún carentes de atención sanitaria. Y a pesar
de que estuvo apoyada por la propia esposa del Presidente, Hillary Rodham
Clinton, acabó en el más absoluto de los fracasos; por la oposición mayori-
taria en el Congreso, detrás de la cual actuaron con fuerza los poderososo
lobbies de los médicos y de la industria farmacéutica, que lanzaron contra
el proyecto toda suerte de acusaciones de burocratismo, altos costes, socia-
lismo rampante, etc.
Tras las mencionadas elecciones de noviembre de 1994, la política eco-
nómica de Clinton ya se vio obstruida casi por entero, a causa de las actitu-
des que habían ido gestándose en el Partido Republicano; casi las más pri-
vatistas y antifederales de toda su historia. Concretamente, el titulado
«Contrato con América», impulsado sobre todo por Newt Gingrich -Pre-
sidente de la Cámara de Representantes desde la fonnación 'riel nuevo Con-
greso en 1995-, supone un conjunto de proposiciones destinadas a reducir
drásticamente el gasto público; a base de recortar prestaciones en educa-
ción, sanidad, cultura, previsión social, etc. 16. Todo ello, argumentando que
el Gobierno Federal ha asumido demasiadas funciones, y que el sector pú-
blico ha de compactarse lo más posible; dejando el liderazgo en todos los
campos a Ja iniciativa privada.
Esa radicalización del pensamiento conservador en EE.UU., se debe, en
lo fundamental, a las menores oportunidades de empleo, y a la caída de bie-
nestar comparativo de las clases medias. Ya no se trata sólo de que los
obreros industriales estén en un nivel de salarios reales menores que los de
1972, de antes del primer choque petrolero. Tampoco preocupa, sólo, que
cada vez haya menos empleo fijo y estén generalizándose los de carácter

16 Sobre la revolución conservadora de Gingrich, puede verse Howard Fineman «Re-


venge ofthe Right», en Newsweek, 2 1. XI. 1994, págs. 12 a 20. También Karen Tumulty,
«The rise ofNewt», TIME, 2.1.1995; Y Business Week (12.VI.1995), «Newt's New Con-
tracÍ», págs 28 y sigs. Sobre las improvisaciones de Gingrich en muchos aspectos, y so-
bre todo en política exterior, Elaine Sciolimo, «Educating Newt: Beyond domestie Poli·
cies. Gingrich in an Innoeent Abroad», IHT, 19.VII.1995, pág. 3.
Ld:) grande~ potendas económicas

temporal y a tiempo parciaL Lo que sucede ahora (1999), algo mucho más
preocupante para las clases medias, es apreciar cómo se deslucen sus es-
fuerzos por conseguir una educación de alto nivel; para que luego los títu-
los trabajosamente obtenidos en los Colleges, no sirvan a fin de encontrar
empleos en correspondencia con lo esperado. A lo cual se añade el escar-
nio de que los egresados de los institutos (high schools), obtienen mejores
retribuciones que los propios universitarios. Y todo ello, en un marco en el
que se evidencia ad nauseam la riqueza de las minorías que ocupan los
puestos claves en las cúpulas financieras y de otros sectores especulativos.
En otras palabras, el dualismo se agudiza, y las clases medias --que son
mayoria- ven como adelgazan sus ingresos 17.
La situación de deterioro social se acrecienta con las ya aludidas tasas
de criminalidad, la presencia avergonzante de los sintecho (homeless), y la
alteración de los valores tradicionales del American way of lije. Lo cual,
conduce a comparaciones de gran número de norteamericanos con el bie-
nestar de los años 50, 60, y principios de los 70; por mucho que pueda ha-
ber habido una recuperación coyuntural de importancia como la que se in-
ció en 1992, y que el volumen de paro se sitúe por debajo de la cota de la
tasa de natural desempleo., del 5,5 por 100 de la población activa.
Además de 10 ya comentado, y en lo esencial su preocupación obsesiva
de que el Gobierno federal se ha hecho desmesurado, los conservadores
imputan a las tendencias de globalismo y de libre comercio la responsabili-
dad de lo que pasa 18; así como a las grandes facilidades para la inmigra-
ción. Todo ello, se dice, está transfiriendo al exterior, y a los recién llega-
dos, parte muy considerable de ingresos que de otra manera se habrían
canalizado a los ciudadanos estadounidenses.
Pero a pesar de esa estructura sociológica en crisis, la falta de seguridad
psicológica de mucha gente, y el sentimiento aislacionista, EE.UU. conti-
núa ostentando el primer lugar del ranking de las grandes potencias. De he-
cho, desde la desaparición de la URSS, sólo cabe hablar ya de una superpo-
tencia, que tiene su sede en Washington, D.C. y como veremos
seguidamente, con un largo período de crecimiento.

17 Muy interesante al respecto fue la conferencia del Prof. Richard Rothstein en la Es-
cuela de Verano de Economía y Finanzas de la UCM, en El Escorial, el 18 de agosto de
1995. Puede verse, además, John Holusha, «(Postgraduate Work on the Factory Floor»,
IHT, 19.VIII.1995, págs. 1 y 6.
18 Sobre esa preocupación por los efectos demoledores del libre comercio en la econo-

mía norteamericana, Douglas Harbrecht, «GATT: Tales from the Dark Side», TIME,
19.XIl.l994, pág. 3. Para un punto de vista global de lo conseguido en la Ronda Uru-
guay -felicitandose de que el comercio mundial vaya muy por encima de la evolución
de la actividad productiva- The Economist, artículo editorial, «Batde lines»,
24.XII.1994, págs. 13 y 14. Sobre la nueva OMe, Robert Kuttner, «You could drive a
Lexus through the holes ofthe WTO», Business Week, 12.VI.1995.
20. Estados Unidos de América

20.6 La larga onda de credmiento


Durante los ocho años de expansión 1991/1998, el aumento del empleo en
EE. LTU. situó la tasa de paro en el 4,3 por 100 de la población activa (junio
de 1998); el nivel más bajo de los últimos años. A esa situación se llegó por
los impulsos del sector servicios que ya supera la mítica cifra de los 100
millones de trabajadores. En cambio, la ocupación en las actividades manu-
factureras, bajó levemente, por el efecto ralentizador de la actividad indus-
trial a consecuencia de las mayores importaciones provenientes de las na-
ciones asiáticas en crisis y con fuerte depreciación de sus monedas.
Pero a pesar de esa persistente reducción del desempleo, Alan Greens-
pan, Presidente del Sistema de la Reserva Federal (el Fed), se resistía en el
verano del 98 a elevar los tipos de interés; basando su actitud en que la
onda de prosperidad, sin apenas inflación, se debe a circunstancias no mo-
netarias, que él configura en torno a un factor X, inclusivo de elementos
muy diversos: masiva inmigración laboral con bajos salarios, importaciones
al alza a precios muy reducidos, mejoras tecnológicas impulsoras de fuertes
aumentos de productividad, liberalización de mercados y mayor competen-
cia, etc. Todo eso y algunas cosas más, frenan los rebrotes inflacionistas,
así las cosas, ante el wait and see del Fed, se hace obsesivo el interrogante
de hasta cuándo podrá durar la rama ascendente del ciclo.
Alguna respuesta a esas inquietudes esperaba oírse en la comparecencia
que hizo ellO de junio del 98 Greenspan ante el «Comité Económico Con-
junto» del Congreso de EE.UU., en la que, sin embargo, no entró en previ-
siones sobre si había o no cambios en el ciclo a corto o largo plazo. Pero sí
fue más allá de sus habituales cautelas, al analizar, casi con delectación, lo
que llamó círculo virtuoso de la economía: inflación baja, buenas condicio-
nes crediticias, cotizaciones bursátiles al alza, y espectacular efecto enri-
quecimiento, por 1,5 billones (de 12 ceros) de dólares (el equivalente a 225
billones de pesetas) desde 1994. Todo lo cual, favorece el consumo, que, a
su vez, acelera la producción, el empleo y la inversión; generándose de ese
modo nuevas ganancias de productividad. En un tercer impulso, tales cir-
cunstancias estimulan las expectativas de mayores beneficios en las empre-
sas, subiendo así, todavía más, los índices de los mercados de acciones ... y
vuelta a empezar hasta que un día el círculo se abra.
El problema potencial más temido en el curso de la excelsa bonanza
del mayor mercado del mundo, sería fundamentalmente exógeno: el agra-
vamiento de la crisis asiática, que podría reducir el ritmo de aumento del
PIB estadounidense en 1998 del 4,8 al 3,5 por 100. Además, está el tema
interno de los salarios, cuya elevación excesiva, caso de producirse, ata-
caría Greenspan subiendo el precio del dinero. Pero esa eventualidad gus-
ta poco, pues en caso de encarecerse los créditos, los efectos serían dra-
máticos a muy corto plazo: colapso de la bolsa de Nueva York,
debilitamiento aún más agudo de] yen, nuevos deterioros en la crisis asiá-
Las grandes potencias económicas

tica; con toda la sinergia negativa de secuelas que ese triple movimiento
podría comportar.
Sin embargo, la postura de Greenspan no podía ser eterna, aparte de las
presiones para que sin más dudarlo adoptara medidas destinadas a contener
la presunta inflación latente 19. En ese sentido, Paul Krugman, en un artícu-
lo muy comentado 20, vino a decir que el Fed ya había demorado por dema-
siado tiempo la subida del tipo de interés. Y atacó ese retraso con dos razo-
nes muy caras a la sabiduría convencional: «el desempleo se ha situado por
debajo de su nivel sostenible, el crecimiento de la producción está agotando
la capacidad ociosa del sistema, y además está la cuestión de la burbuja fi-
nanciera, del enriquecimiento por las alzas de los mercados, un factor que
generalmente no se tiene en cuenta en los análisis ordinarios».
Frente a las tesis krugmanitas de una intervención preventiva --en tér-
minos de estrategia militar- se opuso Samuel Brittan 21, recurriendo para
ello a su gran bagaje de cultura económica y recordando el discurso que
pronunciara Friedrich Hayek al recibir el Premio N obel de Economía, cua-
sititulado «las pretensiones del poder», intervención en la que advirtió so-
bre el hecho de que los ritmos económicos no son constantes universales,
válidas en todos los casos, sino que deben ser considerados caso por caso.
Por lo cual, ésa fue al menos la inferencia lógica de Brittan, los datos dis-
ponibles sobre desempleo en EE.UU. no ofrecen base suficientemente fir-
me como para frenar de manera deliberada el crecimiento económico en
EE.UU.
El agudo columnista del Financial Times insistió, en definitiva, en que a
pesar de la caída del desempleo, todavía no había indicios de repunte infla-
cionista. Argumento al cual añadió el dato favorable de un entorno interna-
cional con claras tendencias deflacionistas. En este último aspecto, podría-
mos recordar que el Goldman Sachs Commodity Index, se situó a principios
de junio del 98 en la tesitura de que 22 de los 27 productos básicos de la
cesta presentaban contracciones de precios; con una caída del 30 por 100
en el índice global desde que en octubre de 1997 comenzara la crisis asiáti-
ca, y con clara tendencia a seguir hacía abajo.
Frente a los partidarios, como Krugman y sus discípulos, de introducir
sin más dilación los ajustes para frenar el recalentamiento de la economía,
los nuevos creyentes en la New Age manifestaban todavía en julio de 1998,
que podía haberse entrado en una auténtica Nueva Era, en la cual los argu-
mentos del pasado --como aquel de: ojo con la excesiva caída de la tasa

19 «Greenspan of Fed's ,Midyear report on Monetary Policy», FYI, 24.VII.98; asimis-


mo, Jeremy Siegel,. «Are you listening, Mr. Greenspan?», Business Week, 13.Vn.98; e
igualmente, Robert J. Barro, «Milton Friedman: being right is the best revenge», Busi-
ness Week, 13.VII.98.
20 The Wa/l Street Journal15.5.98.

21 Financial Times 11.6.98.


20. Estados Unidos de América

natural de desempleo (NAIRU), etc.- servirían para bien poco. En otras


palabras, el ciclo, podría haber sido domeñado; y sin saberlo, estaríamos
adentrándonos en una onda larga de prosperidad. Frente a tan optimistas
presunciones, Krugman volvió a la carga, preconizando ajustes inmediatos;
pues según él, la demora no haría más que agravar la situación, que poco
tiempo después requeriría de iptervenciones mucho más drásticas y trauma-
tizantes.
Los acontecimientos dieron un giro inesperado a todo el problema. La
crisis asiática y los episodios rusos (recuérdese 18.9) llegaron a contagiar
negativamente los mercados financieros estadounidenses; e incluso induje-
ron la ralentización de la economía. Por ello mismo, a lo largo de septiem-
bre/octubre de 1998, Greenspan en vez de subir el tipo de interés, como se
había estado di scutiendo por casi un año, lo que hizo fue bajarlo, en medio
de toda clase de rumores de fondo sobre un deterioro de la economía norte-
americana mucho más profundo del oficialmente declarado. En 18.9 pue-
den verse más detalles sobre la crisis de 1998.

j
21. Nacimiento, podeño y
desmoronamiento de la URSS.
La nueva Rusia

21.1 El nacimiento del primer Estado socialista


En 1985, la URSS, con 22,4 millones (en lo sucesivo, M) de kilómetros
cuadrados, era el país mayor del mundo, más del doble del que le seguía en
extensión (Canadá, 9,9 M). Por su población -278 M de habitantes- ocu-
paba el tercer puesto mundial, después de China y de India.
Desde el punto de vista económico, la URSS era la segunda potencia
mundial, detrás de EE.UU., con un PNB difícil de cifrar en los términos
de Contabilidad Nacional convencionales en el mundo capitalista, pero
que se estimó en 1985 en 1.732.000 M de dólares, en torno, pues al 44
por 100 del PNB de los EE.UU. Ello situaba a la URSS en términos de
PNB per capita en 6.230 dólares (1985).
En 1992 ese inmenso imperio, había dej ado de existir; se disgregó en la
fonna que veremos en este mismo capítulo. Sin embargo, como la URSS
ha sido una experiencia única en la historia, hasta el apartado 21.10 de este
capítulo mantendremos su nombre y dedicaremos un amplio espacio para
poder apreciar cuál fue su evolución l.
Lo que hasta 1991 se llamó URSS, territorialmente casi idéntico al Im-
perio de los Zares, era en 1914 la quinta potencia económica mundial (de-
trás de EE.UU., Reino Unido, Alemania y Francia). Pero en comparación

1 Sobre al evolución reciente de la URSS puede verse mí libro «Un nuevo orden mun-
dial», Espasa-Calpe\ Madrid, 3. a edición, Madrid, 1991.
Las grandes potencias económicas

con esos cuatro países, la economía rusa era claramente subdesarrollada,


con muchas de las características que tuvimos ocasión de describir en el
apartado 1.9 al ocuparnos de los actuales PMD. Con rasgos de un fuerte
dualismo: fuertes vestigios de feudalismo junto a una alta concentración ca-
pitalista en el sector industrial. Y con un régimen político totalmente auto-
crático, incluso con influencias teocráticas muy acentuadas, y altamente co-
rrompido en su funcionamiento 2.
El desarrollo del marxismo en la Rusia Zarista, la insistencia leninista en
el concepto de la dictadura del proletariado, y la formación del potente par-
tido comunista bolchevique, dispuesto a hacer la revolución para trastrocar
por completo el sistema político, económico y social del zarismo, se vieron
favorecidos en sus propósitos por las condiciones objetivas creadas por la
Primera Guerra Mundial (PGM).
El subdesarrollo,. la estructura oligárquica, y la falta de organización del
inmenso Imperio --«el gigante de pies de barro»--, se pusieron de relieve
en la contienda. Los reveses militares, el desmoronamiento de la produc-
ción y el caos social resultante -junto con las aspiraciones reformistas de
determinados grupos políticos y la presión revolucionaria bolchevique apo-
yada por el proletariado industrial y el campesinado-, se tradujeron en una
primera onda revolucionaria, la de febrero de 1917. Fue ésta la «Revolu-
ción burguesa», que destronó a los Zares, que estableció la República, que
intentó introducir el parlamentarismo, pero que no hizo -porque sus diri-
gentes no estaban en esa postura- las dos cosas que el pueblo anhelaba
más ardientemente: la terminación de la guerra y las reformas sociales.
El gobierno republicano de Kerenski cayó a los ocho meses de vida, tan-
to por las condiciones objetivas imperantes en Rusia, como por la acción
directa de la activa estrategia desarrollada por el partido bolchevique y sus
aliados. «Todo el poder a los Soviets»; el giro revolucionario tomado de la
Revolución de 1905, era una aspiración popular que fue engendrando la di-
sociación entre las medidas del gobierno y las masas de Petrogrado, Moscú
y otras grandes ciudades.
Al frente de las tendencias revolucionarias se situaba, como grupo más
disciplinado y mejor organizado, el partido bolchevique dirigido por Lenin,
Trotski, y por toda una pléyade de figuras (Kamenev, Zinoviev, Stalin, Ka-
linin, Molotov, Vorochilov, Bujarin, etc.).
Fue en la madrugada del 25 de octubre (según el calendario ruso; 7 de
noviembre por el Gregoriano), cuando los bolcheviques dieron el definitivo
asalto a] poder. De esta forma se constituyó el primer Estado socialista del
mundo, la que pocos años después iba a ser oficialmente designada como
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS o Unión Soviética.

2El libro de diversos autores, editado por A. E. Adams, Imperial Russia after 186J, Heath,
Boston, 1965, es de interés para el período 1861-1917.
21~ Nacimiento, poderlo y desmoronamiento de la URSS. la nueva Rusia

La formación económica de la URSS, o más bien la construcción de su


nuevo sistema económico y social fue larga y costosa, y en el curso de ese
proceso surgieron los inevitables elementos imprevisibles de toda verdadera
revolución. De forma esquemática, las diversas fases que pueden diferen-
ciarse en el proceso de desarrollo soviético son tres: el Comunismo de Gue-
rra, la Nueva Política Económica (NEP) y la Planificación central. Claro es
que dentro de esta última también ha habido una serie de variantes de im-
portancia 3.

21.2 El Comunismo de Guerra y la NEP

La efectiva nacionalización de las tierras, de toda la industria, del comercio


y de la banca, se llevó a cabo en los primeros meses del triunfo de la Revo-
lución de Octubre; al menos, en el territorio controlado por los bolchevi-
ques.
La guerra civil y la intervención extranjera que siguió a la Revolución
agravaron aún más el deterioro general del sistema productivo, ya muy
afectado por la guerra con Alemania y Austria-Hungría. De hecho, la eco-
nomía sólo siguió funcionando por el instinto de supervivencia, y sobre
todo por la energía de los bolcheviques, que no estaban dispuestos a perder
lo conquistado en la primera victoria revolucionaria 4.
Dentro del caos -que también tiene su lógica- de este período del Co-
munismo de Guerra, ya hubo intentos de planificación. Este fue el signifi-
cado de la Vershenka o «Consejo Supremo de la Economía Nacional» crea-
do inmediatamente después del 25 de octubre de 1917, pero cuyos efectos,
sin embargo, se vieron diluidos en los agitados acontecimientos de los años
1917-1921. Años de lucha, de improvisación revolucionaria, de convulsio-
nes de todo tipo, que han quedado registradas en la Historia, en la Literatu-
ra y en el CineS.
Tras la terminación de la guerra civil y la intervención militar de británi-
cos, franceses y norteamericanos, en 1921 se formuló una «Nueva Política
Económica» (NEP). La guerra había dejado extenuado al conjunto del siste-

3 Para una historia breve sobre ]a URSS, puede verse la obra de Jean Bruhat Histoire de
1'URSS, PUF, París, ] 958, con abundante bibliografia. Desde el punto de vista económi-
co, el autor occidental que hizo una contribución global de mayor interés en los años 60
fue Alee Nove, An Economic History ofthe URSS, Penguin, Londres, 1969.
4 Una de las pocas contribuciones españolas en relación con el período del comunismo

de guerra en la URSS es la de Juan A. García Díez, URSS, 1917-1929: de la revolución


a la planificación, Guadiana de Publicaciones, Madrid, 1969.
5 El doctor Zivago, de Boris Pastemak, es una buena muestra literaria; Diez días que
estremecieron al mundo, un reportaje revolucionario de 10hn Reed, que fue llevado al
cine en los años 80 (Reds).
las grandes potencias E'-conómicas

ma productivo, a lo cual se unió la cosecha desastrosa de 1921, que originó


hambre, campo abonado para enfermedades y epidemias. La inflación, que
habría de perdurar hasta bien entrado 1924, sucedió a los primeros y frustra-
dos intentos de eliminación del dinero. Las exacciones fiscales en especie
fueron motivo de levantamientos campesinos. Por otra parte, la falta de vÍve-
res en los centros urbanos y las tensiones entre las tendencias anarquistas del
sindicalismo revolucionario y el monopartidismo, originaron un primer le-
vantamiento -el de los marinos de Kronstadt- fuerzas básicamente revo-
lucionarias.
La NEP surgió como una necesidad ante tal cúmulo de problemas: para
inyectar oxígeno en un sistema productivo que se derrumbaba por la asfixia
que originaba un sinfin de problemas. La NEP se tradujo en una serie de
medidas de tolerancia: autorización para el desarrollo por empresas priva-
das de actividades artesanas y de la pequeña industria; supresión del mono-
polio del comercio interior, y aceptación del resurgimiento de los comer-
ciantes; otorgamiento de concesiones al capital extranjero; mayor libertad
en la disponibilidad de su producción por parte de los agricultores medios
(kulaks); y reforma monetaria, en febrero de 1924, realizada bajo la direc-
ción del enérgico e inteligente ministro de Hacienda Sokolnikov, que igual-
mente consiguió el equilibrio presupuestario.
La NEP fue, por tanto, un planteamiento pragmático de economía mixta,
de apertura, de aminoración de los proyectos de socialización integral, a fin
de permitir una recuperación del sistema productivo.
Esta nueva política recibió sus primeras críticas en 1924, después de la
muerte de Lenin (21-I-1924), siendo Trotski y Preobrazhensky quienes pu-
sieron de re1ieve que se estaba beneficiando demasiado a los comerciantes
y a los kulaks, corriendo así el riesgo de apoyar a una nueva burguesía, a
los «hombres de la NEP». Al propio tiempo, sus críticas iban dirigidas con-
tra el lento esfuerzo de industrialización, necesario tanto para mantener el
socialismo frente a amenazas exteriores, como para apoyar la futura revolu-
ción mundial. Ambos dirigentes serían excluidos del Partido Comunista de
la Unión Soviética (peUS), en noviembre de 1927, marcándose así el final
de la libre discusión de los problemas dentro del partido. Desde entonces,
el poder de Stalin no dejó de crecer.

21.3 La planificación: los primeros planes quinquenales


y la colectivización de la agricultura
Aunque es difici1 precisar en qué momento dejó de operar realmente la NEP
y cuándo comenzó la planificación de la URSS, lo cierto es que en noviem-
bre de 1926, en el XV Congreso del PCUS, se apreció la necesidad de vol-
ver de nuevo a proyectar una socialización casi integral, ahora en el marco
de una verdadera planificación. Al año siguiente, en 1927, se encargó al
2L Na(im¡~nto! poderlo y desmoronamiento de la URSS. la nueva Rusia

Gosplan (la Sección de Planificación de la Vershenka) la función de prepa-


rar )0 que habría de ser el Primer Plan Quinquenal, que fue aprobado en
mayo de 1929 (para el período 1928-1932), cuando ya se había alcanzado el
nivel de producción de preguerra de 1913. En diciembre del mismo 1929
fue decidida la liquidación de los kulaks como clase, mediante la colectivi-
zación integral -y forzosa- de todas las explotaciones agrícolas.
Se ha estimado 6 que durante los años del Primer Plan Quinquenal, el
PNB a precios constantes de la URSS aumentó en un 87 por 100 (frente a
un incremento previsto del 100 por 100) Y la agricultura quedó colectiviza-
da casi al 100, fundamentalmente en forma de koljoses (granjas cooperati-
vas), y en menor grado como sovjoses (granjas del Estado). Pero en ambos
casos con la intervención directa del Estado y del partido, no sólo en los
sistemas de entregas forzosas, sino también a través de las MTS (estaciones
de máquinas y tractores agrícolas) creadas por entonces.
La colectivización, a pesar del trauma en vidas y producción que com-
portó, no cabe duda de que consolidó el control del PCUS en las áreas rura-
les, y aseguró la utilización de los precios agrícolas (bajos para los agricul-
tores y altos para el consumo) como base para la acumulación socialista y el
progreso de la industrialización, toda ella realizada por el Estado, con gran-
des proyectos de complejos industriales («combinados») y de electrifica-
ción.
El Segundo Plan Quinquenal (1933-1937) fue cumplido en mayor grado
que el primero. La planificación estaba más ajustada, y los resortes del po-
der soviético -sometidos a la férrea disciplina del stalinismo, que en esta
época empezó a recurrir sistemáticamente a las «purgas» dentro del parti-
do-- respondían ya con mayor precisión. El PNB se dobló entre 1932 y
1937, Y los progresos en materia de educación y formación técnica fueron
espectaculares. La implantación de los grandes combinados industriales
fuera de las antiguas áreas fabriles del Oeste, y más concretamente en los
Urales y en Siberia Occidental, habrían de pennitir la defensa de la URSS
tras la invasión alemana de junio de 1941, que interrumpió la rea1ización
del Tercer Plan Quinquenal (1938-1942).

21.4 La guerra 1941-1945


La Segunda Guerra Mundial (SGM) tuvo para el pueblo y la economía de
la URSS consecuencias dramáticas, dificilmente exagerables 7. Las muer-
tes civiles y militares ocasionadas durante la contienda se han cifrado en

6 Estas estimaciones, así como las análogas para los subsiguientes planes quinquenales,
proceden de la obra de A. Nove, citada en la nota 3.
7 Entre la extensa bibliografia al respecto, hay que citar por lo menos la obra de Ale-

xander Werth, Russia at war, Barrie and Rockliff, Londres, 1964.


Las grandes potencias económicas

20 millones de personas, lo cual se dejó sentir entonces -y sobre todo


después- por una fuerte caída en el coeficiente de natalidad. Se ha esti-
mado que con base 100 en 1940, la Renta Nacional descendió a 92 en
1941, 66 en 1942, 74 en 1943 y 88 en 1944. Las consecuencias fueron aún
peores en la producción agrícola (62 en 1941,38 en 1942,37 en 1943 y 54
en 1944, sobre base = 100 para 1940). A pesar de todo, es de una claridad
meridiana que la guerra la ganó la URSS no por la ayuda de EE.UU. (que
fue de unos 10.000 M de dólares a lo largo de todo el conflicto), sino fun-
damentalmente por un esfuerzo que concentró toda la producción al servi-
cio de la victoria. En este sentido, son bien expresivas las cifras oficiales
de producción soviética durante la guerra. Según A. Nove, ascendieron a
489.000 cañones, 136.800 aviones y 102.500 tanques y cañones autopro-
pulsados (con la particularidad de que las calidades alcanzadas no fueron
igualadas por ningún otro de los países contendientes). Compárense esas
cifras con las importaciones de EE.UU. y el Reino Unido: 9.600 cañones,
18.700 aviones y 10.800 tanques.
Con la victoria militar sobre la Alemania agresora, Stalin quedó como
dirigente indiscutible 8. Que la guerra se ganase por patriotismo frente al
agresor (oficialmente fue conocida como «Gran Guerra Patriótica») o por
adhesión al nuevo sistema económico y social es una discusión que puede
dejarse para otros textos. Lo que quedó bien claro es que la victoria conso-
lidó de forma definitiva en la URSS el sistema soviético, comportó su ex-
pansión a toda Europa Oriental y facilitó la revolución en China.

21.5 La reconstrucdón. Cuarto (1945-1949)


y Quinto (1950-1954) Plan Quinquenal
Conseguida la victoria militar, la tarea de reconstrucción fue una segunda
victoria casi tan impresionante -y tan dura- como la conseguida en los
frentes de batalla. Con base = 100 en 1940, la Renta Nacional en 1944 ha-
bía caído a 88. Con el Cuarto Plan Quinquenal, que había previsto un creci-
miento hasta 138, se llegó~ sin embargo, a 164 en 1950.
Desde luego, hubo toda una política de desmantelamiento de fábricas en
los territorios ocupados por el Ejército Rojo (incluso en Manchuria y Corea
del Norte); se percibieron reparaciones pagadas por los países antes enemi-
gos, hubo acuerdos comerciales prácticamente impuestos por los soviéticos y
muy favorables a la URSS, así como sociedades mixtas creadas en otros paí-
ses con participación soviética. Se ha dicho que el impacto de todas esas me-
didas fue muy fuerte en la recuperación. Que tuvieron una incidencia es evi-

8 La obra de Issac Deutscher Stalin (Penguin, Londres, 1966) es quizá la más pondera-
da sobre el gran revolucionario y autócrata. El papel de Stalin en la SGM es una de las
partes de mayor interés de este -como todos los suyos- gran libro de Deutscher.

~
21. Nacimiento, poderío y desmoronamiento de la URSS. La nueva Rusia

dente, pero que el gran esfuerzo de nuevo estuvo a cargo del pueblo soviéti-
co, privado de medios de consumo elementales y trabajando las jornadas más
largas, parece también indiscutible.
El desarrollo económico siguió produciéndose a un ritmo similar duran-
te el Quinto Plan Quinquenal (1950-1954), que coincidió casi con los últi-
mos años de Stalin (muerto en marzo de 1953). De hecho ya estaba plante-
ándose lo que no tardó en llamarse «el reto soviético», que en base a un
rápido crecimiento pretendía alcanzar a EE.UU. en producción y en poten-
cial bélico 9,

21.6 La era de Jrushov

Tras la transición relativamente breve de Malenkov (marzo de 1953-febrero


de 1955), el viejo dirigente revolucionario ucraniano Nikita Jrushov com-
partió durante algún tiempo el poder con N. Bulganin. Sin embargo, de
nuevo pasó a concentrarse el poder de decisión en un solo dirigente -Jrus-
hov- durante casi nueve años.
Durante la era de Jrushov, los hechos económicos más importantes po-
demos resumirlos seguidamente:

a) Política agraria:

- Roturación de las tierras vírgenes. Para resolver «definitivamen-


te» los problemas de abastecimientos, se planeó que entre 1954 y
1960 habrían de ponerse en cultivo 41 millones de hectáreas de
nuevas tierras, en una amplia franja desde el Valga hasta el Obí,
fundamentalmente al Sur de la Siberia Occidental y en todo el
norte de la URSS de Kazakstan. El programa -desarrollado por
entero a base de sovjoses- fue muy criticado por los economis-
tas y ecólogos, estos últimos en base a los problemas de escasa
humedad natural de estas tierras, y por la fuerte erosión eólica
que se produjo tras la supresión de las praderas originarias. Con
todo, las «tierras vírgenes» significaron un aporte adicional im-
portante a la producción soviética de cereales 10.

9 Robert W. Campbell, Soviet Economic Power. lts Organization. Growth and Challen-

ge, Houghton Mifflin Company~ Cambridge, Mass., 1960. En este libro había plena
conciencia de lo que ese reto (Cha/lenge) representaba. Sobre la era Jruschov, son de in-
terés sus memorias, Remembers, versión inglesa, Bantam, Nueva York, 1971.
10 Como trabajo de síntesis sobre el tema, puede verse Frank A. Durgin, «The Virgin

Lands Program, 1954-1960», en Soviet Studies, vol. 13, núm, 3, enero 1962, págs. 255-
280. Con otro carácter, la narración autobiográfica de Leónidas Breznev, Tierras Vírge-
nes, versión española, Editorial Progreso, Moscú, 1978.
las grandes potencias económicas

- Disolución de los MTS en 1958 y venta de la maquinaria a los


koljoses y sovjoses. La medida supuso una menor intervención
centralizadora en la agricultura, y la mejor dotación de equipo a
las explotaciones agrícolas cooperativas y del Estado.
- Aumento de la dimensión de koljoses y sovjoses. Tras una serie
de operaciones de concentración, pasó a haber 36.900 koljoses
con 231,6 M Ha (con 6.300 Ha de promedio) y 11.602 sovjoses
con una extensión de 300,8 M Ha (con un promedio de 25.900
Ha).

b) Política económica y tecnologia:

- En 1957 se llevó a cabo una reforma de la organización indus-


trial, suprimiéndose gran número de ministerios (organizados
hasta entonces por ramas industriales), para pasar a la creación
de más de un centenar de consejos económicos regionales (sov-
narjoses), con propósitos de descentralización, que paulatina-
mente fueron perdiendo fuerza. Después de la caída de Jrushov,
en marzo de 1965, los sovnarjoses fueron liquidados y restableci-
da la organización de los ministerios económicos.
Adopción, en febrero de 1959, del Plan Septenal (1959-1965)
para pasar en la Renta Nacional de un índice == 100 en 1958 a
162-165 en 1965. En realidad, el incremento real (58 por 100) en
ese período se acercó bastante a lo previsto, pero con importan-
tes desequilibrios internos, lo que incidió en el abandono del
plan septenal.
- El 4 de octubre de 1957 la URSS colocó en órbita el primer saté-
lite artificial de la Tierra (Sputnik). De hecho, hasta 1967 la
Unión Soviética se mantuvo por delante de EE.UU. en la carrera
espacial.

c) Política exterior:

- La URSS apoyó la revolución cubana. En 1962 esta ayuda origi-


nó la famosa «crisis de los misiles» con EE. UV.
La URSS consiguió en 1960 la aceptación en la ONU de la reso-
lución general de descolonización de todos los pueblos del mun-
do todavía dependientes.
Desde 1963, las desavenencias dentro del bloque socialista entre
la URSS y China llegaron a un deterioro completo.
El COMECON (recuérdese lo visto en el capítulo 9) se reactivó
después de la muerte de Stalin, pero sin llegar nunca a la crea-
ción de los instrumentos propios de una economía socialista
multinacional integrada.
21. Nacinliento, poderio y desmoronamiento de La URSS. La nueva Rusia

En octubre de 1964, los problemas económicos y de la política exterior


(crisis cubana y chino-soviética) provocaron la caída de Jrushov y la aper-
tura de un nueva etapa, de gobierno colegiado, centrado en tomo a la «troi-
ka» Breznev, Kosiguin, Podgorny, en la que gradualmente Breznev fue ad-
quiriendo el absoluto protagonismo.

21.7 Un socialismo anquilosado


A lo largo de los anteriores apartados hemos hecho un examen de la evolu-
ción que hasta 1964 siguió la URSS. Habría que aludir también a la política
emprendida en 1965, de mayor autonomía de las empresas, de mejor orga-
nización industrial a base del control de costes y beneficios, de estímulos
para aumentar la productividad del trabajo, etc. Sin embargo, esta nueva
política que se inició con una amplia polémica en la que participaron Liber-
man, Nemtchinov, etc. 11, no dio los resultados apetecidos, tal vez porque
los planteamientos iniciales no se llevaron hasta sus últimas consecuencias.
Por otra parte, a pesar de algunos retoques en el sistema de precios agríco-
las tampoco alcanzó el nivel necesario de inversiones en el campo, ni la in-
corporación definitiva de la química a la agricultura.
El problema básico es que la URSS, que supo encontrar el modelo para
desmontar el capitalismo, no parecía identificar el conducente a un socia-
lismo con libertades. A ello se oponía, sin duda, el hecho de que la socie-
dad sin clases no había sido lograda; es decir, surgieron «castas» de buró-
cratas, jerarcas del Partido, del Ejército, etc., que se cooptaban entre sí para
los puestos clave y que no se sometían al duro juicio de una crítica demo-
crática. Por otro lado, cualquier viajero en la lJRSS era capaz de apreciar
las grandes diferencias de nivel de vida entre campo y ciudad, y entre unas
regiones y otras.
No parece que en la URSS hubiera posibilidad de retorno al capitalismo,
como en cierto modo insinuaron Sweezy y, sobre todo, Bettelheim. Sin em-
bargo ...
Dentro de la propia URS S existía desde largo tiempo atrás conciencia
del problema. Podríamos extendernos en un análisis propio basado en datos
y proyecciones, pero ello requeriría un amplio espacio del que no dispone-
mos. Por ello, será ilustrativo expresar lo que tres voces soviéticas signifi-
cadas, disidentes en la política oficial~ plantearon al comenzar los años 70.
El texto al que a continuación nos referimos -y del cual transcribimos am-
plios extractos- es una carta que el 19 de marzo de 1970 dirigieron tres

11 En lengua española hay tres recopilaciones de esta discusión: una primera de ICE
(diciembre de 1964), otra publicada por Ariel (Libennan, Plan y beneficio en la econo-
mía soviética, Barcelona, 1968), y otra más amplia editada por Oikos-Tau (Planifica-
ción del socialismo, Barcelona, 1967).
Las grandes potencias económicas

científicos soviéticos al Secretario General de Partido (Breznev), al Jefe del


Gobierno (Kosiguin) y al Presidente de la Unión (Podgorny). Los finnantes
fueron Andrei Sajarov -Premio Lenin, y conocido generalmente como el
«Padre» de la Bomba H soviética-, el también fisico V. F. Turchin y el his-
toriador E. A. Medvedev. Dificilmente podría hacerse una síntesis como
ésta de las condiciones del socialismo realmente existente en la URSS, de
sus problemas y de sus posibles salidas 12.
«Es cierto que la URSS supera a EE.UU. -se decÍa- en carbón y pe-
tróleo, pero está muy a la zaga en cuanto a energía eléctrica; el atraso es
aún mayor en la química y, sobre todo, en tecnología de ordenadores elec-
trónicos. En cuanto al uso de éstos en la economía, la brecha es tan amplia
que prácticamente resulta imposible medirla. Simplemente -decían los au-
tores de la carta- vivimos en otra época,»
Igualmente, el intercambio de información con los países extranjeros se
encontraba restringido, sobre la base de que «puede ser vehículo de la pene-
tración de ideología. Las concepciones teóricas y las propuestas prácticas
que parecen demasiado atrevidas son inmediatamente suprimidas sin ningu-
na clase de discusión, por miedo a que puedan romper los cimientos (del ré-
gimen socialista)>>.

Años después, en los primeros 80, las cosas no hicieron sino confirmar
esa previsión, y los problemas de ayer desembocaron en los típicos del so-
cialismo realmente existente 13: el estancamiento que se deriva de una plani-
ficación burocratizada e hipercentralista, que acaba ahogando cualquier ini-
ciativa creadora, salvo en sectores muy concretos y especiales; explosiones
de precios, que pusieron fin a la generalizada creencia de que los científi-
cos encuentran toda clase de cortapisas; y finalmente, pérdida de cualquier
noción de impulso revolucionario, quedando los viejos sueños a lo John
Reed (los diez dias que estremecieron al mundo) en la triste realidad de una
sociedad militarizada y gerontobucratizada, en la cual la vida cotidiana es
escenario de carencias casi increíbles frente a las apariencias de un larvado
consum1smo.

12 Los principales pasajes de la Carta fueron publicados en Newsweek, número del 13


de abril de 1970. De ese texto proceden nuestras transcripciones. El diario ABe dio su
propia versión, en los números del 26 y 28 de abril de 1960, para el texto completo.
13 Rudo]f Bahro, Por un comunismo democrático. La alternativa a la crítica del socia-

lismo realmente existente, versión española, Materiales, Barcelona, 1979. También so-
bre esas previsiones en la realidad del régimen soviético, Michael Volensky, La Nomen-
klatura, con un prefacio de Jean Ellenstein, Belfond, París, 1980.

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21. Nacimiento, poderío y desmoronamiento de la URSS. La nueva Rusia

21.8 La llRSS en los años ochenta: perestroika y glasnost


Los últimos años de Breznev, y el corto bienio de sus sucesores, Andropov
y Chemenko, significaron el punto culminante del burocratismo geronto-
crático. Con la sucesión de Mihail Gorbachov, de 54 años, en 1985, en la
secretaría general del PCUS pareció como si el rumbo de la URSS fuera a
cambiar en la dirección tantas veces anhelada de mayor bienestar, más au-
tonomía autogestionaria, y nueva capacidad innovadora frente a la asfixian-
te planificación centralista.
Perestroika (reestructuración) y g/asnost (transparencia), son las dos pa-
labras que trataron de resumir las reformas emprendidas en la URSS desde
1985 por el equipo Gorbachov, para modernizar y democratizar la econo-
mía y la sociedad en la URSS.

Desde el punto de vista de la organización, la perestroika supuso ya cambios


importantes. Desde elIde enero de 1988, está vigente la nueva ley sobre em-
presas estatales que auspicia la autofmanciación con la retención, a tales efec-

I
j
tos, de altas proporciones de los beneficios propios; incluso se ha previsto que
las explotaciones ineficientes puedan ir a la quiebra.
Por otra parte, en mayo de 1987 entró en vigor la ley que permite el desa-
rrollo de los emprendimientos de carácter artesano y cooperativo, lo cual su-
pondría -se dijo-- satisfacer muchas facetas del consumo cotidiano (restau-
rantes, servicios de enseñanza, taxis, toda clase de reparaciones, etc.). Fue, en
realidad, la primera puerta que se abrió a la empresa privada.
En el sector agrario, se introdujeron también innovaciones de interés.
Los koljoses y sovjoses pasaron a poder vender hasta el 30 por 100 de su
producción en el mercado libre; directamente a los consumidores, resol-
viendo así en gran parte los previos cuellos de botella de numerosos abaste-
cimientos. Y, éstos sólo fueron los primeros pasos para las grandes trans-
formaciones a realizar en la agricultura, que afectaron también al uso de la
tierra.
Las relaciones económicas con el exterior experimentaron asimismo
~ansformaciones sustanciales. Desde 1987, empresas y centros de investi-
gación tienen la opción de contar con sus propias organizaciones de comer-
cio exterior, pudiendo tratar con los mercados extranjeros, sin tener que dar
el rodeo por el canal burocrático.
Por otra parte, desde elIde enero de 1987 se dio la posibilidad de for-
mar empresas mixtas de capital extranjero 14.

14 La literatura sobre la Perestroika es bien abundante. Aparte de la propia obra de Gor-

bachov (publicada en español por Ediciones B), cabe citar por su interés los libros de
Abel Aganbegyan (<<The Economic Challenge of Perestroika», Century Utchinson, Lon-
dres, 1988). Hay versión española en Grijalbo, Barcelona, 1990, con prólogo de Ramón
,
Tamames.

t
J
21.9 La dificil transformación

La perestroika constituía una necesidad difícilmente discutible. Lo exigían,


desde años atrás, las dificultades de1 sistema soviético: una planificación
bloqueada por numerosas deficiencias de organización, y una pésima apli-
cación de los avances tecnológicos. Hasta el punto de que Andrej Amalrik
--el primer disidente importante-, evocando la obra 1984, de George Or-
well, planteó en 1969, en el título de un polémico libro, la pregunta más
dramática «¿Sobrevivirá la Unión Soviética hasta 1984?» 15.
A poco de la obra de Amalrik, al año siguiente, en 1970, se publicó la
«Carta de los tres» (Sajarov, Turchin y Medvedev), a la que con detalle nos
hemos referido antes. Y Sajarov, el principal de esa troika opositora, no re-
gateó, años después, su decidido respaldo a los cambios anunciados por la
perestroika, a la que brindó su valioso apoyo como científico de valía y
Premio Nobel de la Paz hasta su muerte en 1990.
La inevitabi1idad de los cambios en la Unión Soviética, también preocu-
pó personalmente al autor de este libro con mucha antelación a la perestroi-
ka. Así lo patenticé en mi obra de ficción «Historia de Elio», publicada en
1976 y en la que preví una segunda revolución en la URSS 16.
A mediados de 1991, casi todos, después de haber admirado tanto a
Gorbachov, parecían estar apremiados por contribuir a su caída. Como si
un referéndum como el que ganó, en marzo de ese año, con más del 70 por
100 de1 voto emitido, y por el cual se aprobaron los principios básicos del
futuro Tratado de Unión de Repúblicas Soberanas, fuera poca cosa. Afor-
tunadamente, ese referéndum mostró que en la URSS la gente ya puede
dejar de votar cuando no quiere hacerlo, y por eso hubo bastantes absten-
ciones; como tampoco son ya normales las unanimidades del pasado a lo
Stalin.
y lo que es más importante, a pesar de su triunfo en el referéndum, los
portavoces del Gobierno soviético no tuvieron empacho en reconocer, ex-
presamente, que las considerables cifras del voto negativo eran muestras de
un generalizado deseo de ace]eración de las medidas políticas y económi-
cas de la reforma.

15 Andrej Amalrik, «Sopravivera 1'Unione Sovietica fino al 19851» (con un prefacio de

Carlo Bo), versión italiana, Coines Edizioni, Roma, 1970.


16 En una de sus conversaciones, Elio manifestó:

«-Después de la puesta en marcha de la Segunda Revolución, la Unión Soviética nos ve


con mejores ojos. Ya aceptan sin reservas que una sociedad industrial no puede funcio-
nar sin libertad y sin democracia. La experiencia de su socialismo autocrático ha sido tan
larga como dura. Creo que han entrado definitivamente en nuestro mismo camino hacia
la democratización». Ramón Tamames, «Historia de Elio», Planeta, Barcelona, 1977,
pág. 84.
21. Nacirrliento poderío y desmoronatniento de la URSS~ La nueva Rusia
-
r

¿Qué medidas? La idea de Gorbachov fue, escoger una vía distinta del
pasado aberrante del socialismo real, y diferente del hipotético cambio a un
capitalismo puro y duro. Ni Ligachov, ni Soktalin, podía decirse. Para su-
brayar que había pasado el tiempo de dar marcha atrás en la historia hacia
el conservadurismo monolítico del sistema anterior -en la línea con 10 su-
gerido por Ligachov-, como tampoco parecía factible ir al programa de
cambios radicales de la propuesta «quinientos días» de Sokta1Ín. Gorba-
chov nunca dijo que fuera a abandonar el sistema comunista según su con-
cepción (respeto a los derechos humanos, e impulso de una sociedad con
igualdad de oportunidades), lo cual implicaba el mantenimiento de un fuer-
1 te sector púb1ico y de una planificación muy considerable.

I
t
Para avanzar hacia esa alternativa, Gorbachov se apoyó en el Partido Co-
munista y en el Ejército. No tenía otros soportes. Lo cual no significaba
monopartidismo, pues ya había muchas otras formaciones políticas en la
URSS aparte del PCUS. Como tampoco el Ejército era una fuerza panto-
crática, desde el punto y hora en que se discutía abiertamente su modelo fu-
turo y su papel en las responsabilidades constitucionales.
En el verano de 1990, el Grupo de los Siete (G-7) -que integran los
países industriales más poderosos del mundo «occidental», según vimos
en el capítulo 2, de este mismo libro-, en su reunión de Houston, Texas,
a trancas y barrancas, por las dudas todavía de EE.UU., decidió que la
posible ayuda a la perestroika debería supeditarse no sólo a la prosecu-
ción de las reformas de democratización política, sino también a toda
una serie de ajustes económicos. En ese contexto, el G-7 encomendó la
preparación de un informe ad hoc a cuatro instituciones (Fondo Moneta-
rio Internacional, Banco Mundial, OCDE, y Banco Europeo de Recons-
trucción y Desarrollo), que trabajaron rápidamente~ y que en diciembre
de 1990 presentaron el resultado de sus pesquisas, recomendando de for-
ma muy convincente la asistencia a la reestructuración soviética. Los
problemas de la falta de autonomía de las empresas públicas, las dificul-
tades del sistema financiero, los cuellos de botella burocráticos para el
comercio exterior, la necesidad de un rublo convertible, el derroche de
recursos en todos los procesos productivos y en la gestión de stocks, etc.,
fueron, todas ellas, cuestiones minuciosamente analizadas en el docu-
mento.
Pero es verdad también, que a pesar del Informe Houston, se evidenció
una cierta hibernación en los propósitos de apoyar a la perestroika en su
más duro trance. Los problemas de los Países Bálticos y del Cáucaso fue-
ron sirviendo de excusa para retrasar el compromiso de la ayuda. De modo
que a quien pilotaba la reforma política y económica del mayor país del
planeta, no se le juzgó por 10 ya conseguido en términos de libertades, de
gobiernos libres y representativos en quince repúblicas.
Las grandes potencias económicas

21.10 El desmoronamiento de la URSS


En medio de todas las dificultades imaginables de la perestroika, Gorba-
chov intentó mantener los rasgos básicos del sistema soviético; si bien ad-
mitiendo en muchos aspectos los mecanismos de mercado. En ese sentido,
consideró que la permanencia del PCUS era esencial para sus propósitos,
así como la continuidad de la Unión de Repúblicas que desde 1924 forma-
ban la URSS.
Sin embargo, los hechos fueron revelándose con tendencias muy distin-
tas de las esperadas. La economía centralizada hacía agua por todas partes,
debido a las expectativas de los programas de liberalización, la desapari-
ción fáctica del plan quinquenal y una inflación brutal que fue afectando a
todas las actividades.
Por otra parte, el PCUS, profundamente dividido entre renovadores y
conservadores, no encontró una vía de acción común; aparte de que la co-
rrupción más generalizada fue invadiéndolo todo. De hecho, en vez de par-
tido, lo que había, cada vez más, era una yuxtaposición de toda clase de
mafias, desprestigiadas entre una opinión pública cada vez más desconcer-
tada y empobrecida por el implacable declive del sistema productivo de
bienes y servicios.
En cuanto a los intentos de mantener la unión, incluso con los más la-
xos vínculos confederales, la hoguera de los nacionalismos, fue arrasando
cualquier posibilidad. Todos querían mandar en sus propios territorios, en
un ambiente insolidario; ante el cual, ni siquiera se pensó en recurrir a la
fuerza del Ejército Soviético, en el que acabaron haciendo mella los nacio-
nalismos, así como la desazón de dejar de ser las temidas fuerzas annadas
de un gran Imperio.
Ese era el caldo de cultivo en el que, finalmente, el 19 de agosto de
1991, los elementos más conservadores del PCUS, intentaron retomar el
poder. Pero el golpe de Estado no aguantó ni tres días. Al final del 21 de
agosto, los golpistas, desbordados por las multitudes, se dispersaban; dejan-
do tras de sí el más absoluto vacío de poder, que Gorbachov ya no pudo re-
cuperar. Su gran antagonista, el triunfante Boris Yeltsin, Presidente de la
Federación Rusa, héroe de los días de agosto contra el golpe, fue adquirien-
do el control de todos los resortes. Y a mediados de diciembre, después de
haber disuelto el PCUS, en la Conferencia de Minsk de presidentes de Ru-
sia, Bielorrusia, y Ucrania, se acordaba la propia desaparición de la URSS
nacida de la Revolución de Octubre de 1917.
Por mucho que ese desmoronamiento se disimulara con la configuración
de la etérea «Comunidad de Estados Independientes» (CEI), 10 cierto es que
de ser un Estado competidor, como potencia mundial, con la gran Unión
Americana, lo que quedó fue un mosaico de quince repúblicas en distancia-
miento gradual entre sí. Y todo ello, en medio de cualquier clase de dificul-
tades económicas. En el capítulo 9, al ocuparnos de la transición de los paí-
,....

21. Nacimiento poderío y desmoronamiento de la URSS. la nueva Rusia


r

ses del Este de Europa al sistema mixto de economía, tras la disolución del
COMECON, hemos hecho una serie de referencias, que también son aplica-
bles, considerablemente aumentadas, a la antigua área de la URSS 17.

21.11. La primera transidón


Desmoronada la gigantesca URSS, Rusia continuó siendo el más exten-
so país del mundo, pero, en su larga transición al capitalismo, se situó en
un mar de problemas: una fuerte tendencia inflacionista, a lo cual se agregó
un auténtico colapso productivo. Y las cosas no se atenuaron por el hecho
de que el dólar fuese la verdadera moneda de cálculo, ni por mucho que la
referida contracción productiva se produjera, fundamentalmente, en el sec-
tor de las industrias militares.
El problema era claramente de ida y vuelta. Después de 70 años de cual-
'quier clase de experiencias en proceso de socialización, con todas sus abe-
rraciones (según vimos a lo largo del presente capítulo), en la Rusia actual
está en marcha un movimiento de signo contrario; revestido de toda suerte
de dificultades. Y comparable en su complejidad -aunque sin violencias
como las de los años 1917/1933-, a las adversidades que se sucedieron en
la marcha a lo que después se llamaría socialismo real.
En Rusia hubo y hay una vasta discusión entre los partidarios de la re-
forma rápida hacia el capitalismo -Yeltsin y Gaidar fueron sus máximos
exegetas- bajo un cierto protectorado norteamericano; y los que favore-
cían una via intermedia con un nuevo protagonismo internacional (en me-
dio de nebulosas, eso parece ser 10 que pretendían los Jasbulatov, Ruskoi y
Chernomirdin, y ahora Primakov).
Ante esas controversias, Yeltsin intentó instaurar un Gobierno presiden-
cial directo, para evitar la dualidad de poder entre el Soviet Supremo y el
Kremlin. Pero el Parlamento declaró ese propósito «anticonstitucional», e
inició los trámites para destituir al presidente. El caso es que la moción de
censura no prosperó por un estrecho margen de votos, y ello decidió a Yelt-
sin a poner a prueba, en referéndum -celebrado el 25.Iy'1993-, su popu-
laridad; así como el repertorio de sus controvertidas reformas económicas.
El presidente acabó ganando el pulso: el 58 por 100 de los participantes en
la consulta popular le dieron su confianza; en tanto que a favor de su políti-
ca socioeconómica votó el 53 por 100.

17 Alguna bibliografla sobre las secuencias de la evolución postsoviética: Pilar Bonet,


Imágenes sobre fondo rojo, El País/Aguilar, Madrid, 1992; Fernando Luengo, «La de-
sintegración del bloque del Este», RICE, 4 de octubre de 1992, págs. 2929-2936; Time
(7 de diciembre de 1992), «The Winter of Discontent»; David Remnick, Len;n's Tomb:
The Last Days ofthe Soviet Empire, Rarndom House, Nueva York, 1993; Carlos Gar-
ciamartín Alférez, «La convertibilidad del rublo)), RICE, 11 de julio de 1993.
-
_______ ~---_._~j----_P~~._I~------------------------------------ __
A continuación, ya en el verano del 93, Rusia se vio conmovida por la
reforma monetaria. A partir del 7 de julio, sin previo aviso, el Banco Cen-
tral retiró de la circulación todos los billetes soviéticos y los rusos emitidos
hasta 1992; dejando sólo los puestos en circulación en 1993. La población
formó largas colas ante las cajas de ahorro estatales para cambiar su dinero
«antiguo» por el «nuevo». Con esa medida, muy criticada dentro y fuera
del país, e] Banco Central de Rusia intentó fortalecer la zona del rublo, y
poner las bases para frenar la inflación.
Tanto el referéndum como la refonna monetaria, y la anunciada para la agri-
cultura, agudizaron el enfrentamiento entre las dos tendencias encrespadas. Y
la explosión se produjo, finalmente, a comienzos del otoño de 1993, en los días
que luego se llamarían domingo rojo y lunes negro, el3 y el4 de octubre 18.
Yeltsin logró convencer a los militares para asaltar el Parlamento, donde
se habían refugiado sus dos principales antagonistas, Jasbulatov y Ruskoi,
que por todos los medios estaban buscando su remoción de la presidencia.
E1 motín de octubre, como le llamaron los yeltsinistas, se saldó con 150
muertos y 880 heridos, según cifras oficiales. Acto seguido, Yeltsin decretó
la censura de prensa, el cierre de] diario Pravda, y suspendió las activida-
des del Partido Comunista Ruso (PCR). El 6 de octubre retiró la guardia de
honores ante el Mausoleo de Lenin, en la Plaza Roja de Moscú. La ruptura
con el pasado, en medio de todo un maremágnum socioeconómico, era to-
tal 19. Y el derrocador de Gorbachov y desmantelador de la URSS, se con-
virtió en dueño y señor de todas las Rusías.

La reforma agraria pudo ponerse en marcha a poco del golpe militar. Por
un histórico decreto, firmado el 27 de octubre del 93, quedó pennitida la
compra y venta de la tierra en régimen de propiedad privada, sin limitacio-
nes. Aparentemente el final de los koljoses y de los sovjoses que se habían
instaurado por Stalin en los años treinta, después de la célebre liquidación
de los kulaks, pero en realidad las cosas casi siguieron igual, con cooperati-
vas. En lo que no logró avanzar Yeltsin, fue en consolidar ]a CEI 20.
Así las cosas, y desmantelado, incluso fisicamente, el anterior Soviet
Supremo, nada impidió ya la celebración de elecciones legislativas, que se
produjeron el 12 de diciembre de 1993: las primeras multipartidistas des-

1~ Francisco Herranz, «Un año sangriento en Rusia», Anuario E! Mundo 1994, Madrid,
] 994, págs. 154 y 155.
JQ John Lloyd, «Convulsions ofthe body politic», Financia! Times, 24.XII.1994.

20 Sobre el escaso avance de la CEI, John Thornhill, «Mutual suspicion hit CIS integra-

tion hopes», Financia! Times, 13.11.1995, pág 2; Y por el mismo autor, «Russia's day of
reckoning», FT, 18.1.1995, pág. 13. También The Economist, suplemento especial, «A
Survey of Russian emerging market», 8.1V.1995. Igualmente, el número monográfico
encabezado por José Manuel Sainz Alvarez «Las economías en transición de la ex
Unión Soviética» RICE, I.V.1995.
21. Nacirni~ntoi poderio y desmoron¿.nniento d~~ URS5, Ld nueva Rusia

pués de la desaparición de la URSS. Quedó así formada la nueva Asamblea


Federal~ integrada por dos cámaras: la Duma Estatal (Congreso de los Di-
putados), y el Consejo de la Federación (Senado).
La formación política más votada en esos comicios resultó ser el
ultranacionalista Partido Liberal Democrático (PLD), liderado por el ex-
céntrico y pintoresco Vladimir Zhirinovski. El segundo lugar lo ocupó el
bloque proyeltsinista Opción de Rusia. El Partido Comunista Ruso, recons-
truido tras su previa disolución, quedó en el tercer puesto.

En una anterior edición de este libro, la 17a , del verano de 1993, antes de
los episodios que hemos relatado, se planteaban diversas opciones posibles
para Rusia.
Cuando todavía existía la URSS, Yavlinski, uno de los enésimos aseso-
res económicos de Gorbachov, planteó, con bastante claridad, las claves de
la reforma: mantenimiento del gran mercado soviético, una sola moneda
homologada por el FMI y con convertibilidad, y progresiva privatización de
las industrias y demás actividades no básicas.
Hoy, ese primer proyecto GorbachovlYavlinski, resu)ta virtualmente im-
posible. El gran mercado se disgregó. Surgieron fronteras no sólo entre los
componentes de la endeble CEI, sino que además dentro de la propia Rusia
«cada uno hace de su capa un sayo». Se formaron barreras comerciales en-
tre las propias repúblicas de la Federación, entre las regiones; e incluso
ciertas fábricas importantes deciden sobre qué hacer con su producción. El
caos es notable, aunque siempre haya optimistas que anuncian una revolu-
ción subyacente hacia la economía de mercado.
La segunda solución pensable, la que propusieron los partidarios de la
vía rápida al capitalismo, los quinientos días, ha quedado absolutamente
desbordada. Las propuestas del harvardiano Jeff Sachs, se revelaron como
un sueño irrealizable. Los empresarios weberianos o schumpeterianos, no
existían en Rusia.
Por 10 demás, la vía china también quedó descartada. El experimento di-
rigido desde Pekín es absolutamente sui generis -lo veremos en el capítulo
23-, puesto que se apoya en el espíritu de empresa de los chinos de ultra-
mar, en la creación de nuevas bases de economía capitalista, y en una regu-
lación autoritaria (no olvidar las represiones de Tiannamen). Son los chinos
quienes están aprendiendo de los rusos ... lo que no deben hacer.
y si bien es cierto que a Yeltsin se le invitó ---como vimos en el capítulo
2- a las reuniones de] G-7, aunque sea a los postres, o al café, y por mu-
cho que e] papel de Rusia se tenga en cuenta en algunos foros militares,
como el avispero de la ex Yugoslavia, la verdad es que el declive de Rusia,
desde el poder de la anterior URSS, ha resultado histórico.
Desde el punto de vista de sus niveles actuales de desarrollo, Rusia,
igual que ha sucedido, incluso en mayor medida al resto de las Repúblicas
que componían la Unión Soviética, se ha convertido --como afirma Carlos

-
las grandes potencias económicas

Taibo--- en un país de características tercermundistas en muchos aspectos;


agobiado por las aberraciones del complejo y atirantado proceso de cam-
biar el anterior sistema de socialismo real al nuevo de carácter mixto; con
toda suerte de corrupciones en el nacimiento de la nueva situación. En todo
10 cual no es un factor desdeñable el rudo talante de Yeltsin.
Las tres vías mencionadas quedaron atrás en pro de una visión más
pragmática. En el verano 1995, celebrada en Moscú con Bill Clinton la vic-
toria sobre la Alemania nazi, y terminada la guerra de Chechenia, con el
Parlamento de vacaciones, algunos observadores estimaban que «lo peor
había pasado»; y que la dependencia de Washington D.C. y sus expertos
(1os Sachs y Cía.), ya había decaído.

21.12 La gran crisis finandera del 98


Las previsiones transcritas sobre que lo peor ya habia pasado, etc., no se
cumplieron. La realidad es que ya sin planificación, y todavía sin un merca-
do funcionando con un mínimo de eficacia, Rusia entró en la vorágine eco-
nómica: el proceso de privatizaciones se hizo a favor de los grupos mafiosos
dispuestos a saquear el país, la economía productiva entró en declive (se cal-
cula que el PIB de 1998 será un 40 por 100 menor que el de 1991), la mone-
da se vio sometida al proceso inflacionista más grave de su azarosa historia.
A lo cual debe agregarse 10 más importante: una población frustrada por las
carencias, desigualdades, e incluso por lo más dramático en la vida cotidiana
de millones de trabajadores, el retraso en el pago de sus miserables salarios.
Se entró así en el túnel de la más aguda inestabilidad financiera, y de
nada sirvieron los 15.000 millones de dólares que el FMI prestó entre 1995
y 1997, ni la reforma monetaria -para quitarle tres ceros a los rublos-
que no frenó la inflación. Como tampoco las medidas tendentes a liberali-
zar mercados tuvieron efectos saludables, ni los prometidos ajustes fiscales
llegaron a buen puerto al ser las grandes empresas las primeras que no
quieren pagar impuestos.
En ese contexto, verdadero patio de monipodio, las dificultades, lejos de
paliarse fueron en aumento, y para frenarlas el 20 de julio de 1998, el FMI
se decidió a aprobar -en un intento de evitar la debacle- el pago de
4.800 millones de dólares como primer tramo de un nuevo crédito de
11.200 millones (completándose de este modo el monto total de 22.600
desde 1995). Pero tal ayuda in extremis no atajó los males del confuso y pa-
tético panorama, y la mayor parte de esos recursos del Fondo se utilizaron,
en una operación política y económicamente errada, en tratar de impedir la
inevitable devaluación del rublo 21.

21John Thornhill, «Russia spent $4.8bn IMF fund in failed rouble defence», Financial
Times, 20.VIII.1998.
21. Nacimiento, poderío y desmoronamiento de la URSS. la nueva Rusia

Los analistas no ocultaron sus dudas sobre la capacidad de Moscú de ca-


pear la tormenta monetaria, reavivada el jueves 13 de agosto, tras unos con-
sejos del financiero George Soros que, en un artículo en el diario Financial
Times 22, recomendó, frente a las dificultades del rublo, la creación de una
agencia monetaria con base en el dólar o en el euro.
Así las cosas, el lunes 17 de agosto de 1998, el Gobierno y el banco cen-
tral hubieron de reconocer la dura realidad: el margen máximo de fluctua-
ción de la moneda rusa frente al dólar se amplió a la banda entre 6,5 y 9,5
rublos por dólar, frente a los 7,3 de antes. Y el Banco central elevó el tipo
interbancario del 150 al 250 por 100. Las autoridades, además, suspendie-
ron por noventa días los pagos de la deuda a los no residentes, una morato-
ria permitida por el FMI al no considerarla violación de obligaciones.
Con esas medidas, Moscú pretendió frenar la fuga de capitales y aplacar
la peor crisis desde 1991, en medio del clamor de los mercados que siguie-
ron con nerviosismo las noticias de Moscú, a pesar de las inútiles llamadas
a la calma de los desprestigiados dirigentes. Pocos días después, el 23 de
agosto, Yeltsin cesó a todo su gobierno, y repuso a Chernomirdin a quien
había despedido solo cinco meses antes. Pero los intentos de mantener a
Chernomirdin, después de un largo forcejeo con la Duma, se revelaron futi-
les, y al final, a últimos de septiembre de 1998 se formó un gobierno de
transición presidido por Egvieniev Primakov (anterior Ministro de Relacio-
nes Internacionales) con el apoyo de los comunistas, primera fuerza parla-
mentaria rusa. El nuevo gabinete adoptó de inmediato medidas muy contra-
rias a las tendencias liberalizadoras: al pasar a imprimir billetes para pagar
atrasos de salarios y pensiones aceleró la inflación, y con ello deterioró del
tipo de cambio del rublo. No es extraño, pues, que se interrumpieran las ne-
gociaciones con el FMI, cuando éste insistió en que sin grandes reformas
en la fiscaJidad, sistema financiero, etc. (cada vez más dificiles de hacer),
no podría haber más ayuda.
El problema ruso -ya lo hemos visto en el presente capítulo-- viene
de largo y tiene gran calado. Se relaciona, todavía, con la descomposición
del anterior sistema soviético, lo cual empezó a suceder hace ya más de
diez años, por lo cual tampoco puede seguirse inculpando a Gorbachov y
sus predecesores de las penalidades de hoy. La transición, a pesar de lo fe-
liz que se la prometieron algunos expertos foráneos, como Jeffrey Sachs,
de la Universidad de Harvard, y el propio y brillante economista Gregori
Yavlinsky --cuando hablaban de un paso de la economía centralizada al
mercado, en una especie de big bang de sólo 500 días- no funcionó
como un proceso fluido. La planificación fue desapareciendo, pero los
mercados no llegaron a tener nunca un mínimo de seguridad, respetabili-
dad y fluidez.

22 Simon Davies y John Thornhill, «Soros urges pegged rouble. Financer says Russia' s
markets are in terminal crisis», Financial Times, 13.VIII.1998.
Las g¡ande~ poteHr1aS econorn1'3s

El sistema productivo fue infiltrándose de mafias de muy distinta natu-
raleza, y a los anteriores síntomas de corrupción del propio régimen sovié-
tico (recuérdese entre otros el impresionante testimonio de la novela Parque
Gorki, de Martín Cruz Smith) se agregó una corrupción generalizada, que
indujo a la mayoría de la población al desánimo, entre la amoralidad y las
desmoralizaciones.
Desde luego, en la caída de la renta, verdaderamente drástica, que se ha ex-
perimentado en Rusia (en 1998 el PIB podría no ser mayor del 60% de lo que
era en 1991) han desempeñado un papel importante algunos factores coyuntu-
rales y otros claramente de naturaleza estructural. Entre los primeros, está la
baja de los precios del petróleo y del gas, que han tenido un efecto fulminante,
a poco que se comparen los 34 dólares por barril de 1981, con los 24 de hace
solamente un año, y los 11,5 dólares por barril de mediados de 1998.
Pero más influencia que ese factor de coyuntura, lo tuvo el hecho estruc-
tural del desmantelamiento de la industria, que según algunos cálculos esta-
ba controlada por la estructura militar en un 80%. Al perder importancia el
sector Defensa, y al degradarse el Ejército hasta límites casi increíbles (mu-
chos soldados para poder comer se emplean en la recogida de las cosechas
o en la construcción), gran número de actividades industriales fueron des-
mantelándose.
Debe subrayarse también que una clave en el equilibrio ruso es la ma-
crocefalia de la aglomeración urbana de Moscú. Con unos 15 millones de
habitantes, en torno al 10% de la población del país, en este círculo interno
se concentra el 50% de la renta generada, más del 70% de la inversión.
Todo 10 cual, se traduce, según la estimación oficial, en que mientras la ga-
nancia media mensual del trabajador en todo el país es del equivalente a
125 dólares, en Moscú puede llegar al doble (1998). En el territorio extra-
moscovita, incluido San Petersburgo, prevalece la escasez y la pobreza, en
una nueva fonna de subdesarrollo. La consecuencia de esa macrocefalia es
nefasta: los grandes recursos naturales del país permanecen en una subutili-
zación asombrosa 23.
En las circunstancias expuestas, muchos se preguntan sobre el milagro
de cómo viven los rusos. Una de las respuestas radica en el sistema de au-
tocan sumo de alimentos. Aparte de 10 que sucede en las zonas rurales, en
las urbanas, una elevada proporción de las poblaciones tienen pequeños
huertos junto a sus dachas; en ellos, durante la primavera tardía, el verano,
y parte del otoño, producen lo necesario para subsistir.
Pero no todo es estricta economía. Y uno de los aspectos más graves del
declive del nivel de vida se expresa por la fuerte y rápida caída de la espe-

23Sobre estas y otras cuestiones de la URSS, pueden verse los tres artículos que publi-
qué en el diario El Mundo los días 28 a 30 de agosto de 1998 durante mi estancia en
Moscú como enviado especial del citado periódico.
21. Nacimiento, p,)(leri

ranza de vida al nacer (EVN), que ha llegado a situarse en torno a los 55


años para los hombres y los 58 para las mujeres (a efectos de comparación,
en España, 74 y 78, respectivamente).
¿Serán los actuales dirigentes capaces de recomponer una estructura tan
gravemene dañada, casi partiendo de cero? El beneficio de la duda cabe
otorgarlo a cualquiera, y es también asignable en este caso. Pero no por los
jerarcas de la nueva nomenklatura sino por el orgullo del nacionalismo
ruso, de las proezas que se invocan como ejemplos de superación de gran-
des dificultades: la gran guerra patriótica frente al invasor alemán, que fue
un grande y heroico múltiplo de la antes gloriosa expulsión de Napoleón. Y
además de esos recuerdos están las capacidades de las gentes, sus ambicio-
nes de progreso, su nostalgia de un país más honesto y en donde el rendi-
miento económico de cada uno no este en cómo contribuyen a la especula-
ción, sino en el mérito del trabajo bien hecho.
Aparte de ello, la comunidad internacional no debería dejar de mostrar
su espíritu de ayuda, pero haciéndolo de manera mucho más inteligente y
eficaz que en el pasado; y velando incluso por su aplicación efectiva, a fin
de evitar los casi increíbles desvíos de recursos que han venido producién-
dose. Todo lo cual es cierto con carácter general; pero de manera muy espe-
cial para el país, el más extenso del planeta, y que dispone todavía de un
formidable arsenal nuclear, convencional y químico.

Nota bibliográfica
Además de la bibliografía citada en cada caso, para la actualización del capítulo so-
bre Rusia de la 193 edición, se ha tenido en cuenta la nueva bibliografia que men-
cionamos:

Jack F. Matlock, lr., «Autopsy on an empire. The American Ambassador's account


ofthe collapse ofthe Soviet Union», Random House, 1995.
Richard Layard y 10hn Parker, «The coming Russian Boom. A guide to new mar-
kets and politics», Free Press, 1996.
Peter Galuszka y Rose Brady, «The battle for Russia's wealth», Business Week,
l.IV: 1996.
Jim Rogers, «Avoid putting new money in an old empire», Financial Times,
6.X.1996.
John Thornhill, «Russia to root out tax counter-rev01utionaries», Financial Times,
12.XI.1996.
Enrique Palazuelos, «Apertura e inserción exterior de la economía rusa», Boletín
económico de ICE, número 2525, 8.XIl.1996.
Carroll Bogert, «Most likely to succeed», Newsweek, 23.XII.1996 (Euroletter.,
20.XII.1996).
Manue1 Florentín, «Rusia/Estado prerrevolucionario. Gran parte de los rusos año-
ran el viejo orden de la Unión Soviética», Tribuna, 6.1.1997.

50
las grandes potencias económicas

Chrystia Freeland, «Tidings of prosperity. Although capitalism has brought mixed


results for ordinary Russians, most seem happy to e¡nbrace it», Financial Times,
6.1.1997.
«In search ofspring. A survey ofRussia» de The Economist, 12.VII.1997.
«Año nuevo, rublo nuevo. Los rusos deberán quitar tres ceros a su moneda a partir
del 1 de enero», Negocios, 31.XII.1997.
Diego Merry del Val, «Rusia devalúa un 30 por 100 el rublo y Yeltsin nombra a un
ultraliberal, Boris Fiodorov, viceprimer ministro», ABe, 18.VIII.1998.
Ramón Tamames (enviado especial de El Mundo en Rusia): «Del big bang a la
quiebra» (28.VIII.98); «Rusia y la Ley de Murphy: de mal en peor»
(29.VIII.98); «Rusia, entre el temor y la esperanza» (30.VII1.98).
John Thornhill, «Russia's shrinking options», Financial Times, 19.VIII.1998.
Dur International Staff, «G7 says Russia must first help itself», Financial Times,
19. VIII. 1998.
22. Japón

22.1 El despertar de un nuevo Japón

El Japón se abrió a las relaciones directas con Occidente en 1542, con la


llegada al Archipiélago de navegantes portugueses, que fueron seguidos de
los misioneros, sobre todo jesuitas. Entre ellos destacó el español Francisco
Javier, quien inició la evangelización del país, que pronto adquirió un ritmo
sorprendente l.
Japón, una vieja nación de estructura feudal, de clanes políticos de ám-
bito regional, no había conocido nunca la ocupación extranjera. Por ello, no
tardó en temer que tras los misioneros llegase una ocupación de sus territo-
rios por los europeos, y más concretamente por los españoles, enraizados
ya en Filipinas. Ésta, y las querellas internas entre los clanes del país,' fue-
ron las razones de que en tomo a 1640 se desatara la persecución de los c~­
tólicos japoneses y, en general, de todos los intereses extranjeros, quedando
el país prácticamente cerrado al comercio con el exterior. Tan sólo se man-
tuvo una pequeña factoría comercial de Holanda -entonces anticatólica y
en guerra con España y Portugal- en una de las islas menores 2. Durante

I La admiración de Francisco Javier por los nipones fue siempre manifiesta. «Me pare-

ce --decía en una de las cartas dirigidas a sus superiores- que nunca encontraremos
entre los gentiles una raza que iguale a la japonesa» (Encyclopaedia Britannica, vol. 12,
<dapan», pág. 899).
2 J. J. Wheeler, J. Trenton, R. S. Thoman, Regional Geography of the World, Holt, Ri-
siglos, fue el único contacto con el exterior. Para consolidar el cierre co-
mercial se prohibió la construcción de buques de gran porte, y se castigó
con la pena de muerte la salida del país.
El cierre al exterior, llevado a cabo durante el clan Tokugawa, muy po-
deroso desde 1600, y que dominaba la política feudal japonesa (y habría de
dominarla hasta 1965), persistió de hecho hasta 1853. En el curso de ese
año, histórico para el Japón, una flota norteamericana, al mando del como-
doro Matthew Perry obligó a la finna de un primer tratado comercial con
EE. UD., que ya tenía en marcha su política expansionista en el Pacífico ini-
ciada con la extensión de su frontera a ese Océano a partir de la guerra con
México, 1848, y, sobre todo, desde la adquisición de derechos de comercio
en las Islas Hawai en 1849, que progresivamente se habrían de transfonnar
en la anexión política de ese pequeño archipiélago en el corazón del Pacífi-
co (que quedó formalizada en 1898).
La apertura del comercio por parte del Japón a EE.UU. -y a las gran-
des potencias europeas casi inmediatamente- planteó en Japón una serie
de crisis internas. Estas crisis culminaron en 1868, con la ruptura formal
del sistema feudal de clanes que tenía como protagonistas a los daimios
(señores -locales) y samurais (guerreros), sobre los cuales dominaba el Sho-
gum, figura político-religiosa transmitida durante siglos en personas del
clan Tokugawa; el Shogunl había llegado a oscurecer casi por completo la
figura del emperador.

Precisamente en 1865, en el curso de la crisis, el emperador Meiji derro-


có al Shogum, restauró su propia personalidad como cabeza efectiva del Im-
perio, y abrió definitivamente el país a la modernización 3. Se inició así uno
de los desarrollos de mayor interés en la Historia contemporánea; a través de
un proceso de apenas un siglo, el Japón, pequeño país, recién salido del feu-
dalismo, pobre en recursos naturales, se convirtió en la tercera potencia eco-
nómica mundial, inmediatamente después de los dos grandes colosos:
EE.UU. y la URSS.
Con sólo 377.708 km2 de superficie, Japón contaba en 1989 con una po-
blación de 123 millones (en 10 sucesivo, M) de habitantes, lo que represen-
taba una densidad de 326 hab/km2 , la segunda del mundo, después de Ho-
landa. Sin embargo, sólo poco más de un 20 por 100 del territorio -por lo

nehart and W inston, Nueva York, 1969, pág. 491. Para una sucinta pero incisiva historia
de Japón vista desde Occidente, Edwin O. Reischauer, Japan, the Story 01 a Nation,
Tuttle, Tokio, 4. a impresión, 1974.
3 Para el interesado por ]as transfonnaciones subsiguientes pueden recomendarse las

obras de P. Akamatsu (Meiji-1968: Révolution el Contre-révolution au Japon, Calman-


Lévy, París, 1968) y de W. Lockwood (The Economic Development 01 Japan: Growth
and Strucfural Change 1868-1938, Princeton University Press, Princeton, N. Jersey,
1954).
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _·.....
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general muy montañoso, pero cubierto de extensos bosques bien cuida-


dos- es realmente habitable, lo que elevaba la densidad real a más de
1.000 hab/km2 • Ello convierte al Japón en un auténtico hormiguero huma-
no, en una enorme factoría que de forma creciente depende del comercio
exterior para su desarrollo. Efectivamente, en 1989, Japón fue (con 275.000
M de dólares de exportación y 207.000 M de importación), la tercera po-
tencia comercial sólo detrás de la CE y EE.UU.
En 1950, todavía en la fase de su recuperación de los efectos de la segun-
da guerra mundial (SGM), Japón tenía un PNB de unos 10.000 M de dóla-
res, una cifra análoga a la de España por la misma época, y con más de 100
dólares de renta por habitante. Tres lustros más tarde, en 1966, llegaba a los
100.000 M. En otras palabras, en quince años, el PNB se multiplicó por 10,
10 que significó una tasa acumulativa anual (en términos comparativos inter-
nacionales, en dólares, no en términos reales) de casi el 15 por 100, un cre-
cimiento sostenido como el que no ha experimentado ningún otro país en
cualquier momento de la Historia.
Todavía en 1964, Japón era el sexto país del mundo en PNB (detrás de
EE.UU., la URSS, Reino Unido, Francia e Italia). En 1965 superó a Italia,
en 1967 a Francia y en 1968 a Alemania Federal; de este modo llegó al ter-
cer puesto mundial, tres años antes de lo previsto en su plan quinquenal: en
1968 en vez de en 1971 4.
Cierto que con 2,9 billones de dólares de PNB en 1989 (frente a 5,2 de
EE.UU. y 1,5 de la URSS) Japón todavía ocupaba el puesto número seis en
términos de renta per capita, por debajo de diversos países de la OCDE.
Pero, no obstante contar con «sólo» 23.700 dólares de PNB per capita en
1989, los japoneses miraron e) futuro con absoluta confianza. Todavía en la
época de euforia -antes de la crisis energética- se decía que de mante-
nerse los ritmos de crecimiento de la década que terminó en 1969, en 1983
Japón podría superar a la URSS en PNB; en 1985, al conjunto del Mercado
Común Europeo; y el año 2008 «Japón tendría más renta per capita que los
EE. UU.». A la vista de esas tendencias Herman Kahn, del Hudson Institute
--en su por muchos conceptos ambigua y mecanicista prospectiva-, hizo
la predicción de que el siglo XXI podría ser el «Siglo Japonés» 5.
Lo hasta aquí expuesto es suficientemente expresivo para justificar la
inclusión de Japón entre los cuatro países que al final de este libro nos han
merecido una atención especia]. Podemos intentar ahora responder a la pre-
gunta para nosotros de mayor interés, ¿cómo ha sido posible, y en qué for-
ma, el ascenso vertical de Japón en la economía mundial?

4 Robert Guillain, El Japón, tercer grande, versión española, Ediciones Martínez Roca,
Barcelona: 1970, págs. 143 y 144.
5 H. Kahn, The Japanese Superstate, Penguin. Londres, 1973. Véase después la sección
22.7 para las estimaciones de PIB 1987 de EE.UU. y Japón tras la apreciacjón del yen.
Las grandes potencias económicas

22.2 Una pobladón «d;ferente»


Ante todo, Japón tiene en su población su principal activo. Un activo que
ciertamente tardó en manifestarse, pues hasta mediados del siglo XIX no
adquirió toda su pujanza poniendo de relieve su enorme potencial de creci-
miento. El Japón de 1853 apenas llegaba a los 25 M de habitantes, pero la
introducción de las medidas sanitarias modernas y la definitiva pacifica-
ción del país -en el que durante siglos hubo luchas internas entre los se-
ñores feudales- no sólo redujeron el coeficiente de mortalidacL sino que
además elevaron la ya fuerte tasa de natalidacL sostenida por encima del 30
por 1.000 hasta la SGM.
La población evolucionó rápidamente: 34,8 M en 1872; 43,8 en 1900;
55,9 en 1920; 73,1 en 1940 6 • A esta ya importante población se incorporó
un grueso aporte, el generado por la repatriación, tras el fin de la SGM, de
7 millones de súbditos japoneses residentes en el exterior (Corea, Manchu-
ria, Sajalín, etc.), más la incidencia del fuerte impulso a la natalidad que se
produjo entre 1945 y 1950. Todo ello hizo que a pesar de las medidas anti-
conceptivas y en favor del ahorro (introducidas al final de los años cuarenta
y que han reducido la natalidad al 14 por 1.000) se haya llegado a la cifra
actual de 123,6 M de habitantes (1996), que se concentran en las limitadas
áreas más favorecidas del archipiélago.
Pero lo importante no es sólo el volumen de la población, pues Indone-
sia o Brasil tienen poblaciones superiores y sin embargo están lejos de ser
superpotencias. Lo importante en el caso de Japón es que se trata de una
población con gran vocación por el trabajo. Sin necesidad de caer en el
racismo, sí puede admitirse que en el momento actual, y por el propio de-
sarrollo histórico y una serie de complejos fenómenos inherentes a él, hay
pueblos en general más laboriosos que otros, y también más aptos para la
innovación. El pueblo japonés es ambas cosas a la vez, y además, por su
nivel educativo -altamente generalizado desde la Revolución Meiji-
parece estar capacitado para abordar cualquier clase de actividad econó-
mIca.
La masiva incorporación de la mujer al trabajo hace que el coeficiente
de población activa sea superior al 50 por 100 (más de los dos tercios de las
mujeres adultas trabajan en el campo o en la ciudad). Por otra parte, la fuer-
te vocación por el trabajo que se manifiesta en el pueblo japonés, se ve re-
forzada por el sistema laboral, que por lo menos en dos aspectos difiere

6 Maurice Moreau, L 'Economie du Japon, PUF, Paris, 1966, pág. 107. Para su análisis
demográfico, Moreau utiliza como fuentes los libros de A. Okasaki (Histoire du Japon,
¡'économie et la population, París, 1958) y de 1. L. Riallin (Economie et population au
Japon, París, 1962 .. n.O del 14 de marzo de 1963). Del mayor interés es el artículo de Ire-
ne B. Taenber <dapan's population: miracle, model or case study» , en Foreign AjJairs,
vol. 40, n.O 4, julio 1962, págs. 595-604.
22 Japón

ampliamente de lo nonnal en los llamados países occidentales. Por un lado,


la movilidad de los trabajadores es muy reducida., de modo que un trabaja-
dor que entra en una empresa importante a los dieciséis o veintiún años as-
pira a permanecer en ella prácticamente para toda la vida. Podrá decirse
que este carácter «vitalicio» en el empleo es un vestigio feudal, o que
se trata de una manifestación paternalista. Pero lo que está fuera de duda
-juicios de valor aparte- es su efecto en la productividad y en la baja fre-
cuencia de conflictos laborales.
La segunda diferencia radica en el tiempo de trabajo. Aunque 10 oficial
es una duración de 48 horas a la semana, de hecho la jornada J1ega nonnal-
mente a las diez horas diarias, con muy pocos días festivos al año (poco
más de una semana) y con períodos de vacaciones muy reducidos. Por ello,
aunque ya no pueda hablarse de «salarios japoneses» identificándolos prác-
ticamente con «salarios de hambre»~ lo cierto es que por las largas jornadas
y las altas productividades, los salarios siguen siendo realmente bajos 7. La
frase «salarios europeos y productividad norteamericana» sintetizaba bas-
tante bien esa importante circunstancia hasta los años 70. Ahora la produc-
tividad cabría calificarla de «super-norteamericana» por el avanzado proce-
so de automatización y robotización.
Así pues, Japón cuenta con una formidable fuerza de trabajo. Lo me-
jor o lo más calificado de ella se encuentra disciplinadamente encuadrado
en grandes empresas, cuyos directivos tienen posibil idades casi ilimitadas
-en contra de 10 que sucede en los países occidentales muy sindicaliza-
dos- para utilizar al personal en cualquier lugar y en cualquier momento
según mejor convenga a los intereses de la empresa, y siempre con eleva-
dos rendimientos. No es extraño~ pues, que la crisis energética de 1973
fuera rápidamente reabsorbida mediante una fulgurante reconversión in-
dustrial, disminuyendo la actividad en los sectores con alto consumo de
energía.

22.3 Una tasa de inversión «singular»


La segunda razón de) alto ritmo de crecimiento estriba en la fuerte tasa de
inversión. Japón suele invertir un tercio de su PNB. Compárese esta cifra
con la de los otros países de la OCDE (entre el 18 y el 25 por 100) o con
los países subdesarrollados (del 8 al 17 por 100) Y podrán apreciarse las
enormes diferencias. Una tasa de inversión tan fuerte sólo ha sido posible
con un sistema de concentración empresarial característico: los Zaibatsu o
grandes trusts industriales como los Mitsui, Mitsubishi, Matshushita,

7 N. Wilcox, «Where are the Japanese Wages», en The Far Eastern Economic Review~
n.o del 14 de marzo de 1963. Para datos actualizados pueden verse Jos indicadores de la
OCDE.
las grandes potencias económicas

etc ... , que reinvierten continuamente la mayor parte de sus utilidades en


sus empresas.
Otra particularidad muy importante de la tasa de inversión es su elevado
rendimiento. Ello se debe a una serie de factores: gran dimensión de em-
presas y plantas industriales, lo que hace posible grandes economías de es-
cala; alta concentración industrial sobre el espacio físico, que permite fuer-
tes economías de aglomeración; la asociación del equipo capital con una
fuerza de trabajo capacitada, laboriosa y de verdad aplicada, según vimos
en 22.1.; la incorporación a esa alta tasa de inversión de los niveles tecnoló-
gicos más elevados, según veremos en 22.4. Además de todo ello, el grueso
de la inversión se hace con fines reproductivos, siendo relativamente escasa
la proporción destinada hasta el momento a infraestructura. En este aspec-
to, Japón disfruta de todas las ventajas de una economía de aglomeración;
para ilustrar la anterior aseveración, reflexionemos sobre el hecho de que
en un espacio físico que es el 1,7 por 100 de la URSS, se obtiene un PNB
equivalente al soviético.

22.4 La asimiladón tecnológica


La tercera razón del fantástico progreso económico japonés hay que bus-
carla en la rápida y plena asimilación de la más moderna tecnología. Con la
Revolución Meiji ya quedó prácticamente trazado cuál sería el patrón a se-
guir en este campo: trabas a la inversión extranjera~ con la alternativa de
atraer al país técnicos extranjeros de alta capacidad y bien retribuidos al
servicio del Estado o de las empresas; envío masivo de estudiantes japone-
ses al exterior para el aprendizaje de los nuevos métodos; imitación de los
productos extranjeros y copia y compra de patentes del exterior para ulte-
riormente mejorarlas en el país; gran visión para explotar a fondo una serie
de técnicas importadas.
Todos estos desarrollos han suprimido ya la vieja y equivocada tesis de que
Japón podía copiarlo todo, pero que carecía de capacidad para innovar. Esto se
hizo primero evidente en los sectores básicos, como la siderurgia, en la que Ja-
pón pasó a contar, ya en los años 60, con la segunda factoría siderúrgica mun-
dial, después de la URSS, con 10 M de toneladas métricas de acero de capaci-
dad. En el sector naval, Japón, a pesar de la crisis naviera desde 1973,
constituye muy por encima del 50 por 100 de la oferta mundial. En otros sec-
tores, como el de la motocicleta, la presencia nipona rompió la anterior estruc-
tura del mercado mundial, inundando de motos y ciclomotores todas las áreas,
subdesarrolladas o no del planeta. En la industria del automóvil, en poco me-
nos de quince años, Japón pasó de una producción insignificante al primer
puesto mundial (Toyota, Nissan, etc.), por delante de EE.UU.
Pe~o con todo, fue en el sector de la electrónica y de la informática don-
de logró sus frutos industriales más espectaculares. Gracias a la miniaturi-
22. Japón
zación -una facilidad japonesa también aplicada a la industria relojera-,
Japón domina hoy el mercado de componentes electrónicos, de transistores
y de toda clase de medios audiovisuales, y es la potencia más pujante en el
complejo mundo de los ordenadores, en el que no es impensable que algún
día pueda alcanzar incluso a EE.UU., como ya lo hizo en algunos otros as-
pectos industriales.

22.5 La imbricadón Estado-industria


Con ser importante la tercera razón del rápido crecimiento japonés -la in-
corporación masiva y el propio desarrollo de tecnología-, otro elemento
de gran importancia es la casi absoluta imbricación de los grandes grupos
industriales y el Estado. Los grandes Zaibatsu están perfectamente repre-
sentados en el Gobierno, hasta el punto de que no se sabe quién manda en
quién. Las grandes empresas «aceptan» un cierto paternalismo estatal, den-
tro del marco de una planificación indicativa flexible y audaz, que llegó a
plantear ritmos de crecimiento del 10,6 por 100 acumulativo anual (ésta fue
la tasa fijada en 1970).
A cambio de aceptar ese patemalismo, la industria japonesa sabe que
tiene reservada la mayor y mejor parte del amplio mercado interior de pro-
ductos industriales. Ésta es una de las grandes bazas de la industria japone-
sa: un arancel relativamente proteccionista, que le reserva su amplio merca-
do nacional, y que, sin embargo, permite el desarrollo de empresas muy
competitivas hacia el exterior.
Podrá preguntarse, claro está, cómo se consiente que un país que partici-
pa tan activamente en el comercio internacional pueda mantener una alta
barrera proteccionista. Los japoneses, con una mezcla de humor cínico y de
realismo comercial, contestan que también ellos encuentran serias dificul-
tades a su expansión comercial en los mercados de aquellos países que sue-
len aparecer como más liberales. Y, en efecto, ese es el caso; el artículo
XXXV del GATT permite que las partes contratantes del Acuerdo General
que así lo deseen no extiendan al Japón sus concesiones arancelarias. Tal
artículo del Acuerdo se introdujo en la reunión de Tokio de 1960, con moti-
vo precisamente de la adhesión de Japón al GATT.
Además, el Imperio del Sol Naciente -o el «Imperio del PNB crecien-
te», como en los años 70 le llamaban los anglosajones 8 _ tiene suscritos
con varios países (yen especial con EE.UU., adonde se dirige un tercio de
sus exportaciones) una serie de acuerdos de restricción «voluntaria» de sus
exportaciones por volúmenes específicos; como «mal menor» para evitar

8 Esta denominación se basa en un juego de palabras, ya que en inglés «el sol naciente»
se traduce por «rising SUD» o sol que se eleva, que crece. Basta, pues, con sustituir sol
por PNB (en inglés, GNP, Gross National Product).
las grandes potencias económicas
el establecimiento de cuotas y contingentes tal vez más elevados de carác-
ter no contractual o «voluntario».
En el GATT, Japón se ha visto forzado a disminuir su protección y des-
mantelar gran parte de sus restricciones cuantitativas. El hecho de que la
VII Conferencia del GATT (recuérdese lo visto en el capítulo 5) se abriese
en septiembre de 1973 en Tokio, fue bien significativo de las presiones
que EE.UU. y la CEE ejercieron para que el mercado nipón estuviera en el
futuro mucho más abierto a la penetración exterior, incluso desde el punto
de vista de la inversión de capitales 9. En este sentido, las presiones hechas
por la Administración Reagan en 1982 alcanzaron niveles de intensidad
hasta entonces desconocidos, para atenuar la crisis industrial norteameri-
cana.

22.6 ¿Desarrollo indefinido?


Las cuatro razones del prodigioso crecimiento japonés durante los años 60
y 70 que hemos examinado -potencia demográfica y carácter laborioso e
innovador de su población, fuerte tasa de inversión, incorporación y desa-
rrollo de tecnología, e imbricación Estado-industria-, podrán parecer un
tanto «mecanicistas» para explicar el espectacular avance del país. Pero
realmente ésas son, si no todas, por lo menos las razones fundamentales.
Otra cosa será preguntarse hasta cuándo podrá mantenerse ese desarro-
llo. ¿Es indefinido, o por el contrario habrá de encontrar un día un freno o
un dramático final?
La respuesta es, como siempre, dificil, pero desde un principio está cla-
ro que un país que ha alcanzado el alto desarrollo del Japón -un creci-
miento autosostenido, competitivo y no inflacionista, y por tanto el más
raro espécimen de la economía mundial- está en condiciones de resistir
el embate de las más duras circunstancias. El margen para el optimismo es
muy amplio, el slogan de que «el siglo XXI será el siglo japonés» tiene
también fuerza propia.
Por lo pronto, en el Japón de hoy ya no se presenta el problema demo-
gráfico, por lo menos en los términos de los años «treinta» y «cuarenta»,
Controlada la expansión al nivel de un 1 por 100 de crecimiento anual, 10
que ya se está empezando a apreciar en Japón es el fenómeno contrario de
una cierta escasez de fuerza de trabajo.
Claro está que la «desaparición» del viejo problema de la explosión de-
mográfica no significa en manera alguna que no vaya a haber problemas en

9 Puede verse un alegato contra las discriminaciones comerciales frente al Japón en el


trabajo Japan in the Free World Economy (dirigido por J. D. Zellerbach), Committee
for Economic Development, Nueva York, abril de 1963. En el GATT, en 1982, y con
vistas a la Ronda Uruguay, se intensificaron las presiones sobre Japón.
22. Japón
--'1!:Wl!":Q''II!! S"'""1;f$"'l'I1S . . . . ..,. ,.~#\U",,""<;I$"""'· _ _..
__ _ _ _ _ __

una población muy concentrada 10 en la Costa del Pacífico y, sobre todo, en


tres grandes metrópolis (Tokio-Yokoha, Osaka y Nagoya). Estas tres metró-
polis se encuentran ya ipterpenetradas por el superexpreso «Tokaido» (de
casi 200 km/h de velocidad media), que al llegar a Kiu-Siu, la gran isla del
Sur, se convirtió en el eje de una gigantesca conurbación de más de 60 mi-
llones de habitantes. Ello supone un aumento de las inversiones en infraes-
tructura urbana, transportes, conducciones de agua y energía, lucha contra la
contaminación, etc. Una serie de inversiones -no estrictamente reproducti-
vas- que incidirán, sin duda, en el ritmo de crecimiento, en contraste con lo
que ha venido sucediendo hasta ahora con las inversiones, que han tenido
casi siempre un alto grado de eficiencia productiva.
Pero que el ritmo de crecimiento tienda a disminuir en un futuro a plazo
medio no significa un peligro grave. Como tampoco 10 significaría una
cierta tensión en lo relativo al acceso a los mercados que hoy son más im-
portantes para Japón, como EE.UU. o la VE. Frente a ese riesgo, los nipo-
nes han sabido construir en tomo suyo, en la última década, un amplio mer-
cado de casi potencial análogo. Es lo que en el propio Japón se denomina
su esfera de co-prosperidad: un vasto número de países asiáticos, entre los
que figuran China, Taiwán, el Sudeste Asiático, Filipinas e Indonesia. Este
área, junto con Australia y Nueva Zelanda --que con un sistema de contra-
tos a largo plazo se han convertido en dos de sus principales fuentes de pro-
ductos básicos-, absorbe una mayor exportación japonesa que EE.UU.
El margen de posibilidades en esa esfera de co-propiedad (la expresión
era de Tojo en los años 30) es realmente inmenso. Es a ella fundamental-
mente a donde se dirige la mayor parte de la ayuda japonesa para el desa-
rrollo. Esta ayuda -cierto que integrada sobre todo por «créditos liga-
dos»-, junto con Ja fuerte penetración de los vendedores japoneses por
doquier, son los mejores vehículos para el progreso de las exportaciones, en
verdad vitales para la economía nipona.
Que la ayuda japonesa a los países menos desarrollados habrá de expan-
dirse es algo evidente. No puede mantenerse un área pujante impasible en
medio de la miseria o del subdesarrollo. Los japoneses serán los primeros
interesados en crear en un futuro próximo entre sus vecinos un poder de
compras cada vez mayor.
Pero el papel de Japón puede ser todavía más importante si se tienen en
cuenta sus posibilidades en la cooperación al desarrollo de la Siberia Orien-
tal y de China Popular.
Los párrafos anteriores que escribimos en 1970, siguen siendo válidos en lo
sustancial. Efectivamente, la productividad siguió creciendo en la economía ni-
pona entre 1970 y 1990. Por otra parte, el problema de la congestión industrial

\O A. Fisher, (<lapan's Great Cities: Nearing Standing Room OnIy», en Geographical


Magazine, vol. 39, núm. 7, noviembre de 1969, páginas 554 y sgs. De Kazuei Tokado
su tesis doctoral (UAM, 1980) comparativa de los desarrollos de España y Japón.

~
Las grandes potencias económicas

y de la contaminación en las ciudades se hizo mucho más grave, hasta el punto


de que en 1972 Kakuei Tanaka ganó las elecciones para el Partido Liberal-
Conservador básicamente por su plan de «Remodelación del Archipiélago
Japonés», que pretendía redistribuir la población y atacar a fondo los más crí-
ticos problemas ecológicos ... , aunque luego hubiera de dimitir por su propia
contaminación en negocios inmobiliarios. Símbolo de todo ello fue la inau-
guración, a principios de 1988, del Túnel de Seikan de 60 km Y 75 m bajo el
mar, que une las islas de Hondo y Hokaido.

22.7 Japón hada el siglo XXI

En la segunda mitad de los años 80, Japón entró en la recta definitiva de las
responsabilidades de ser una verdadera prepotencia económica. Entre enero
de 1985 y enero de 1988, en sólo tres años, el tipo de cambio de moneda
pasó de 240 a 126 Y = dólar; 10 que representó una apreciación $/V del 90,4
por. 100; o si se prefiere decirlo de otra forma, una depreciación del $/V del
47,5 por 100. En cualquier caso, se acusó el impacto de la endaka, del yen
fuerte.
Ello se tradujo, primero de todo -a cortísimo plazo-- en la ilusión mo-
netaria de una formidable elevación de la renta per capita nipona., que en
1992 se situó en 29.485 dólares, frente a los 23.180 de EE.UU.
Pero lógicamente, el mayor efecto para Japón de esa apreciación de su
moneda, condujo a un formidable esfuerzo de reajuste. Lo que en otras cir-
cunstancias habría sido un colapso de exportaciones, primero, y de la de-
manda interna después, Japón 10 superó recurriendo a varios mecanismos.
Primero de todo, se intentó reducir los costes para forzar a la baja los
precios en yenes, y tratando de elevarlos 10 menos posible en términos de
dólares, recurriendo a nuevas tecnologías y más robotización.
En segundo lugar, Japón se ha propuesto subir más peldaños en la escala
tecnológica, para concentrarse en las producciones más avanzadas de la
electrónica, la telemática, la defensa, etc., al tiempo que no puede olvidar la
necesidad de forzar aún más las posibilidades de diseño.
Tercero, hay un decidido propósito de aumentar las inversiones en el ex-
terior, de fonna que la posible caída del excedente de exportaciones de bie-
nes se compense, con creces, con los beneficios de tales inversiones.

Desde luego, para mantener sus posibilidades de exportación de bienes,


servicios y capitales, Japón ha tenido que abrir algo -ma non troppo- su
mercado interno a los exportadores e inversionistas extranjeros. Pero com-
parativamente su economía sigue estando muy cerrada a todo aquello que
no le es del todo vital (energía, materias primas, y alimentos).
Dentro de la política económica japonesa queda una importante reforma a
realizar. Análoga a la que se hizo en el Reino Unido en 1846 con la aboli-

-sra
22. Japón

ción de las leyes del cereal (Leyes de Peel o Anti-Corn Laws), que liberali-
zaron la importación de los alimentos básicos, a fin de posibilitar niveles
más bajos de salarios.
Otra reforma pendiente del sistema japonés es el de la lucha contra la
corrupción. La caída del Premier Takeshita por sus implicaciones en el es-
cándalo Recruit, y los apuros ulteriores de su sucesor Uno por corrupciones
con geishas --que también le llevaron a dimitir-, así lo pusieron de relie-
ve en 1988y 1989.
El nombramiento de un nuevo Premier, a finales de 1989, en la figura
de Toshiki Kaifu, pareció marcar un cierto punto de inflexión, al situarse a
la cabeza del gobierno japonés a una persona joven, hasta entonces poco
conociaa, y que sin duda mejoró la imagen del país en el exterior. Pero la
Guerra del Golfo, entre agosto de 1990 y febrero de 1991, Y sus numerosas
secuelas, volvieron a plantear, en toda su crudeza, la posición japonesa en
el escenario internacional. Todos admitían, muchos deseaban, y no pocos
temían, que Tokio asumiera papeles más relevantes en materia de ayuda al
desarrollo, asistencia militar, y presencia diplomática, etc. Japón, estaba to-
davía bajo el síndrome de «país vencido» en la Segunda Guerra Mundial,
incluso sin tratado de paz con la URSS, a causa de la cuestión de las Kuri-
les, cuya reivindicación los rusos se resistieron a aceptar de inmediato.
Ante la crisis casi total del Partido Liberal Demócrata (PLD), se convo-
caron elecciones generales, con el resultado de que el 18 de julio de 1993, por
primera vez, el partido que gobernaba desde 1947, fue derrotado. La coali-
ción triunfante, de siete formaciones políticas, consiguió llevar al puesto de
Primer Ministro al disidente del propio PLD, Morihiro Hosokawa, que pre-
sentó un programa de grandes aires reformistas 11.
La fuerte oposición liberal, ya desde principios de 1994, dificultó las
medidas de cambio de Hosokawa, y en el mes de abril su cerco cada vez
más cerrado, terminó con «Mister Limpio», al ser salpicado, él también,
por un escándalo financiero.
Las divisiones y subdivisiones en el seno de las propias filas de los libe-
rales disidentes de la heptacoalición, pero fundamentalmente la retirada del
apoyo de los socialistas, impidieron que el sucesor de Hosokawa, Tsutomu
Hata, durara más de 62 días en su cargo. El principal enterrador de Hata,
Tomiichi Murayama, líder de los socialistas, ocuparía su puesto en junio
del 94; convirtiéndose en el primer ministro no conservador de Japón de los
últimos 47 años. Murayama tomó posesión a tiempo para acudir a la reu-
nión del G-7 en Nápo]es, como vimos en el capítulo 2.
El nuevo Premier hubo de enfrentarse a la crisis de la fuerte subida del
yen --que llegó a situarlo en el entorno de 80 por dólar-, a las dificulta-
des crecientes de las empresas en el frente exportador, a la penosa situación

11Roberto Montoya, «Japón quiere mandar en Oriente», en Anuario El Mundo 1995,


Madrid, 1995, págs. 151 y 152.
Las grandes potencias económicas

de los bancos para asumir gran cantidad de deudas incobrables, y a la caída


en picado de las cotizaciones del Nikkei en la Bolsa de Tokio; que pasó del
nivel de 38.000 de antes de la crisis, en 1991, a situaciones entre 14.500 y
18.000 12 • En resumen, toda una sensación de cuestiones, que hicieron pen-
sar a muchos en la necesidad de cambios estructurales para afrontar una
crisis de modelo 13.

22.8 Japón en la crisis asiática


En relación con la crisis asiática --de la que nos hemos ocupado en el capí-
tuJo 3-, en el caso de Japón, la cuestión clave se planteó en la banca, por
un gran volumen de bad credits and loans (vulgo: fallidos y morosos): con
60 billones de yenes y muy por encima del 10 por 100 del total de las cuen-
tas de clientes.
Por otro lado, siendo el sistema crediticio un complejo puzzle bajo con-
trol de los grandes industriales, no es extraño que estos últimos se vieran
seriamente amenazados, resistiéndose por tanto a cualquier cambio. Las in-
certidumbres así generadas fueron explicativas del bajo nivel de cotizacio-
nes del Nikkei de la Bolsa de Tokio a lo largo de 1998 -varias veces por
debajo de la cota 15.000-, y también la fuerte depreciación del yen, que
sólo se mantuvo en la banda de 140/145 por dólar merced a las intervencio-
nes masivas del Sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), a
base de las compras de divisa nipona; cuando esos manejos cesaron el cam-
bio se fue a 150, en la previsión de no descartar el horizonte 2000.
Ya en recesión oficialmente declarada, con un paro por encima del 4 por
100 de la población activa y que con criterios europeos llegaría al 7 por
100, el Gobierno japonés, a pesar de las fuertes presiones recibidas de
EE. UU., fue demorando las refonnas económicas, imprescindibles en las
áreas de banca, bolsa, ahorro, inversión, fiscalidad, y desregulación de mer-
cados. Seguramente por dos razones: para no tocar la estructura de clanes
del obsolescente sistema industrial y de servicios, y a fin de impedir que un
ajuste profundo pudiera comportar más desempleo. Frente a esa actitud,

12 Sobre la evolución de la cotización del yen, William Dawkins, «Currency reaches


new hights», Financial Times, 20-IV-1995, pág. 4.
13 Los títulos que siguen son bien expresivos de eses estado de animo: The Economist
21-1-1995 «After Kobe. Hitter experience and how to profit of it»; Robert Neff, «Japan
may be just catching ¡ts breath», Business Week, lO-IV-1995 (un comentario a dos li-
bros: Eammon Fingleton, Blindside, Why Japan is stilJ on Track lo Overtake the U.s. by
the Year 2000, Houghton Miffiin, Nueva York, 1995; y Chalmers Johnson, Japan: Who
Governs?, Norton, Nueva York, 1995); W. Dawkins, «Self-confidence has been sha-
ken», Financia! Times, IO-VII-1995 (suplemento especial sobre Japón); Steven Brul1,
«Japan Inc. Wrestles with an Empire's Decline», IHT, 27-VII-1995, págs. 1 y 7.

1
22. Japón
que alargará y deteriorará la situación, Washington no ocultó el fuerte con-
traste de la realidad nipona con la de China, esta última mucho más diná-
mIca.
Los acontecimientos subsiguientes de la crisis financiera global precipi-
taron la puesta en minoría en el Parlamento del gobierno del Partido Libe-
ral Demócrata presidido por Ryutaro Hashimoto, que fue sustituido por su
correligionario Keizo Obuchi. Éste, en pocas semanas fue capaz de poner
en marcha la reforma del sistema financiero, lo cual no tardó en reflejarse
en una reapreciación considerable del yen, que fue saludada con alivio en el
contexto de la crisis financiera global (recuérdese lo visto en el capítulo
18.9.), al reducirse la presión sobre el renminbi chino y las demás monedas
asiáticas.

Nota bibliográfica
Además de la bibliografia citada en cada caso, para la actualización de] capítulo so-
bre Japón de esta 19a edición, se han tenido en cuenta la nueva bibliografía que
menCIonamos:

Endyrnion Wilkinson, Japan versus Europe. A history of Misunderstanding, Pe-


guin, Gran Bretaña, 1983.
Shintaro Ishihara, The Japan thay can say no (versión inglesa), Simon & Schuster,
Nueva York, 1991.
W. G. Beasley, Historia contemporánea de Japón (versión españolá), Alianza Edi-
torial, Madrid, 1995.
R. Taggart Murphy, «The weight of the yen», Norlon, Nueva York, 1996.
Ichiro Ozawa, «The third opening. Ichiro Ozawa believes that Japan, for the third
time in little over a century, needs radical reform», The Economist, 9.111.1998.
Emily Thornton, «The other Japan. A wave offailures hits the small fry», Business
Week, 9.II.1998.
Tadashi Nakamae, «Views form 2020», The Economist, 21.I1I.1998.
Gillian Tett, «Japan's financial revolution. Big Bang or just a whimper?», Financial
Times, 26.IIL 1998.
23. República Popular China

23.1 De gran Imperio a pais semicolonial


Un inmenso país (9,2 millones de km2), sólo menor por su superficie que la
ex-URSS y Canadá. La nación más poblada de la Tierra, con 1.280 millones
de habitantes, según estimaciones para 1998. Y una de las unidades políticas
y culturales más viejas de la Historia. Ya en la tercera centuria a. 1. C., el
pueblo chino formaba un Imperio, que a lo largo de los siglos dio al mundo
numerosas e importantes muestras de su genio 1 en invenciones y técnicas: el
papel, los precedentes de la imprenta, la pólvora, la porcelana, la seda, la
brújula, el uso de los abonos, la rotación de cultivos, etc. Así como aporta-
ciones filosóficas notables: Confucio, Mencio, Lao-Tsé ...
Los primeros contactos directos de la Historia moderna entre China y
Occidente se debieron a los navegantes portugueses (1516), que ya en 1533
establecieron su factoría en Macao 2. En realidad, desde los tiempos de
Roma hubo un comercio con Occidente -recuérdese la «Ruta de la
Seda»--, pero a través de pueblos intermedios, y fundamentalmente de los
árabes durante toda la Edad Media.

I Un trabajo específico sobre esta aportación es el de J. Needham «Science and China's

Influence in the World», en la obra colectiva The Legacy of China, Oxford University
Press, Londres, 1964.
2 Para una visión histórica de China puede verse W. Eberhard, A History of China,

Routledge & Kegan, Londres, 1952.


Los productos de la excelente artesanía china (sedas, tej idos, porcelanas,
marfiles, etc.) fueron muy apreciados en Occidente durante los sig10s XV[-
T
XVIII, compitiendo en precio y calidad con los de otras procedencias. Sin
embargo, esa situación comparativamente buena de los artículos de fabrica-
ción china habría de cambiar de forma dramática con el maquinismo. El
mercado chino .no tardó en convertirse, desde principios del siglo XIX, se-
gún veremos, en el campo común de toda clase de ambiciones del capitalis-
mo europeo~japonés y de EE.UU.
La compleja historia de China alcanzó momentos de gran brillantez en
los siglos XVII y XVIII. Durante la Dinastía Manchú, y más concretamente en
el reinado de Kangshi (1661-1722), transcurrió uno de los más largos perío-
dos de paz y de prosperidad relativa que China conoció a lo largo de toda su
Historia. El comienzo de la decadencia no tardó en presentarse; ya a finales
de] siglo XVIII se advierten los primeros síntomas de presiones zarista y bri-
tánica' que poco más tarde habrían de transformarse en ataques directos al
Imperio. Se inicia de este modo una nueva fase, en la que los chinos, acos-
tumbrados a tratar a los extranjeros más próximos (birmanos, vietnamitas,
coreanos, tibetanos e incluso japoneses) como vasallos, hubieron de tolerar
primero como iguales, y como superiores en fuerza después, a toda una nue-
va cohorte de naciones occidentales -Inglaterra, Rusia, Alemania- y al
renovado Japón.
Los problemas exteriores ya con caracteres bélicos se inician en 1834,
año en que las fuerzas británicas y chinas se enfrentan en lucha abierta por
primera vez. Ello se debió a la no aceptación por parte de China de la pre-
tensión británica de obtener mayores ventajas comerciales. Hasta entonces
tales concesiones estaban perfectamente definidas y controladas por una
especie de monopolio bilateral; de un lado, la «Compañía Inglesa de las In-
dias Orientales», y del otro, el propio monopolio chino de comercio exte-
rior, que tenía en Cantón su único puerto de entrada para los géneros ex-
tranjeros. Sin embargo, con la abolición en el Reino Unido de los
Monopolios de las grandes Compañías Coloniales, Inglaterra quiso que se
extendieran las concesiones chinas para todos sus grandes comerciantes, in-
discriminadamente. En definitiva, desde Londres se veía a China como un
área de futura expansión británica a partir de la India, y a corto plazo como
el más importante mercado para colocar no sólo la producción de sus nue-
vas industrias mecanizadas, sino también -y a precios exorbitantes- el
opio de India y Persia, cuyo consumo había sido prohibido en China en
1792.
Se abrió así la fase de las llamadas «Guerras del Opio», que duró desde
1839 (comienzo de la primera) hasta prácticamente la proclamación de la
República China, en 1912, tras el destronamiento del último emperador de
la Dinastía Manchú. Sin posibilidad material de convertir al «Celeste Impe-
rio» -por su extensión y su población- en una colonia, las grandes po-
tencias europeas, la Rusia de los Zares y el Japón fueron arrebatándole pro-

-s24
23. República Popular China

gresivos privilegios, tanto de carácter comercial como territorial. ASÍ, en


1842 los británicos se instalaron en Hong-Kong; en 1857 los rusos consi-
guieron los territorios al norte del Arnur; en 1894 los japoneses se hicieron
con Corea, Formosa y las Islas Riu Kui; Francia, Alemania y Estados Uni-
dos lograron importantes concesiones comerciales, la célebre política de
«puerta abierta», que convirtió a toda China en un área de influencias eco-
nómicas de los países industriales. Las bases militares en diversos puertos
(principalmente en Shanghai) eran la garantía para el mantenimiento de ta-
les privilegios.
Este largo proceso de «despiece» del Imperio, y de penetración sistemá-
tica, en el que desempeñaron un importante papel los misioneros católicos
y protestantes, culminó en 1900 con la Guerra de los Boxers, originada por
estos grupos políticos, xenófobos, partidarios de la expulsión de todos los
extranjeros. Tras la intervención conjunta de todas las grandes potencias,
que llegaron a ocupar Pekín durante algún tiempo, China quedó práctica-
mente convertida en un país semicolonial. Ante esa situación, las fuerzas
más jóvenes y progresivas presionaban en favor de una modernización del
país, única forma de desembarazarse algún día del intervencionismo forá-
neo. Con una élite cultural educada en el extranjero, con núcleos de obreros
industriales en el litoral cada vez más reivindicantes, con el desmorona-
miento general de la administración imperial y el recurso sistemático a la
fuerza militar por los generales para detentar su propio dominio personal en
las provincias, no es extraño que un día se produjese el derrocamiento del
Imperio y la proclamación de la República. Sus dirigentes, y sobre todo el
grupo nacionalista del «Kuomintang» (KMT) , formado alrededor de Sun
Yat Sen, pretendían hacer salir a China de su medievalismo económico y de
su semicolonialismo político.

23.2 La larga guerra dvil


La proclamación de la República China se hizo en febrero de 1912. Se
abrió así una fase de confusión general, de fraccionamiento del país y de
luchas intestinas entre los «señores de la guerra», jefes militares locales,
que de hecho no reconocían la autoridad de la República de Sun Yat Sen,
que además de presidente del KMT había pasado a ser el presidente de la
República.
Por otra parte, en julio de 1921, con la asistencia de un delegado de la 111
Internacional, quedó formalmente organizado el Partido Comunista de Chi-
na (PCC) con doce miembros, entre ellos Mao Tse Tung 3. En lo sucesivo, el

3 Las biografias sobre Mao son ya muy numerosas. No falta entre ellas la habitual de R.
Payne (autor de otras sobre Marx, Lenin, etc.): Portrait 01 a Revolutionary: Mao Tse
Tung, Abelard-Schumann, Nueva York, 1961. Para la vida y la obra doctrinal de Mao

~
Las grandes potencias económicas

PCC habría de ser el aglutinante político de las fuerzas campesinas y obre-


ras. La Historia de China a partir de este momento, y hasta 1949 -año de la
proclamación de la República Popular-, había de ser un continuo enfrenta-
miento entre el PCC y el Kuomitang. En ocasiones se produjo la colabora-
ción entre ambas fuerzas frente a un enemigo común -los señores de la
guerra y los imperialismos extranjeros, en especial los japoneses-, pero en
realidad esos pactos, a partir de la muerte de Sun Yat Sen, en 1925, no ten-
drían sino un carácter transitorio, de aplazamiento final, que se habría de
producir en favor del PCC por su más amplia base popular, por su mejor or-
ganización y por su desarrollo de una teoría revolucionaria propia, de carác-
ter marxista, con importantes innovaciones, fundamentalmente en la identi-
ficación del campesinado como primera fuerza revolucionaria.
El primer enfrentamiento armado entre comunistas y nacionalistas se
produjo el 12 de abril de 1927, cuando el nuevo líder del Kuomintang -el
general Chang Kai Chek- decidió exterminar a los militantes del PCC en
Shanghai. En realidad, era el ú1timo episodio de una serie de fricciones entre
ambos partidos, así como el resultado de una larga polémica dentro del pro-
pio PCC sobre la oportunidad de seguir colaborando con los nacionalistas
que ya no seguían las máximas de Sun Yat Sen (independencia, nacionalis-
mo y democracia).
Efectivamente, dentro del PCC había dos corrientes bien diferenciadas.
Una, apoyaba la línea soviética de persistencia en la col.aboración con el
Kuomintang y de basar la futura revolución en el proletariado urbano-in-
dustrial; la facción que así pensaba recibía el apoyo del Komintern y estaba
dirigida por Chen Tu Siu. La otra, encabezada por Mao Tse Tung, no tenía
reparos ante una ruptura con los nacionalistas, y veía la posibilidad inme-
diata de la Revolución con base en las masas campesinas. Esta tendencia
tuvo su primera expresión doctrinal en un celebrado trabajo de Mao, Una
investigación sobre el movimiento campesino en Hunan, aparecido en mar-
zo de 1928, y donde se registraban las primeras experiencias de la lucha di-
recta contra los terratenientes, usureros y elementos nacionalistas corrom-
pidos, con el propósito firme de instaurar gobiernos locales tipo Soviet que
llevaran a cabo la Reforma Agraria.
Los partidarios de la guerra revolucionaria basada en los campesinos
pronto fueron la facción mayoritaria del PCC, a cuya cabeza figuraban
Mao Tse Tung, Chu Té, Lin Piao, Chu En Lai y otros dirigentes, los autén-
ticos creadores del «Ejército de Liberación Popular» (ELP), que en lo suce-
sivo habría de actuar conforme a un lema bien conocido, que se convirtió
en el aforismo de la moderna guerra de guerrillas: «Cuando el enemigo

hasta 1949 contamos en lengua española con el libro de lerome Chen (Mao y la Revolu-
ción china, Oikos-Tau, Barcelona, 1967). También es de interés la obra de L. M. Chas-
sin, La conquista de China por Mao Tse Tung (Alianza Editorial, Madrid, 1966).

-su
23. República Popular China

avanza, nos retiramos; cuando se para, le acosamos; cuando se retira o se


debilita, atacamos.»

Una Guerra Civil altamente cruenta se desarrolló entre 1927 y 1934.


Los nacionalistas, a 10 largo de cinco campañas, fueron limitando los re-
ductos del ELP. En la fase final de ese proceso, Chan Kai Chek recibió
asistencia técnica del Ejército alemán, y en octubre de 1934, casi completa-
mente derrotado, el ELP inició un repliegue general para resistir en un nue-
vo baluarte. De esta forma dio comienzo «La Larga Marcha», desde los an-
tiguos reductos comunistas de Kiangsi y Fukien (la provincia marítima
frente a Formosa) hacia la ciudad de Yenan, en la provincia de Shensi, casi
en los confines de la Mongolia Interior 4 • Una marcha de más de 3.500 kiló-
metros. De los 90.000 soldados que la iniciaron, tan sólo llegaron a Yenan
30.000. Pero en ese largo recorrido se confirmó el liderazgo de Mao Tse
Tung; se formó un núcleo aguerrido de dirigentes capaces, indoctrinados en
el marxismo; y se dejó por todo el camino la semilla de la reforma agraria,
de la Revolución y de la honestidad del ELp, una semilla que sólo un dece-
nio después habría de comenzar a fructificar para la definitiva conquista de
China por Mao Tse Tung.
Durante la Guerra Chino-Japonesa, iniciada en 1937, y prolongada du-
rante toda la SGM, los ejércitos del PCC y del Kuomintang volvieron a co-
Jaborar de nuevo, si no estrechamente, sí por lo menos, en las grandes líne-
as de acción frente al enemigo común. Con la diferencia de que al final de
la SGM, el ELP y el PCC habían multiplicado su fuerza y su prestigio por
100, mientras que el Kuomintang, erosionado por la corrupción, el sentido
autocrático y la falta de un ideal popular, se encontraba en trance de des-
moronamiento.
Tras varios intentos frustrados de creación de un gobierno nacional en el
que entrasen los dos grandes partidos, en 1946 se reanudó nuevamente la
Guerra Civil, en la que Chang Kai Chek recibió inicialmente una intensa
ayuda militar de EE.UU. Pero los reveses cada vez mayores de sus tropas
hicieron que la Misión yanqui, presidida por el general Marshall, decidiese
en julio de 1946 la práctica suspensión del apoyo norteamericano al Kuo-
mintang. Marshall supo apreciar cabalmente en el campo nacionalista los
fenómenos generalizados de desconfianza, inflación, corrupción, fuga de
capitales y moral de derrota.
En este nuevo contexto, el desplome de los ejércitos nacionalistas no tar-
dó en producirse ante la presión creciente del ELp, armado en buena parte
con los stocks y los arsenales que los japoneses habían dejado en Manchu-
ria, así como con las propias armas norteamericanas arrebatadas al enemi-
go. ElIde octubre de 1949, en Pekín, Mao Tse Tung proclamaba la Repú-

4 Un buen resumen sobre «La larga marcha» puede verse en el interesante y apasionado
libro de Claude Roy Clefs pour la Chine, Laffont, París, 1953.
~a~ grandes potencias €'conomlr3s

blica Popular China. Salvo el Tibet -que pasaría a control de Pekín en


1950, y Fonnosa, retenida por Chang con el apoyo de EE.UU.-, toda la in-
mensidad de China quedaba unificada y en paz tras más de un siglo de con-
vulsiones y veintitrés años de guerra civil, combinada ésta con ocho años
de guerra con Japón. Tras veintinueve años, el PCC, basándose en los cam-
pesinos y en el ELp, llegaba al poder efectivo en 1949. Una nueva página
de la Historia china se abría entonces.
Pero antes de entrar en el análisis de las grandes transformaciones ope-
radas por la Revolución China, debemos hacer un breve paréntesis sobre la
estructura económica y social de la China tradicional, y sobre la política de
aislamiento preconizada contra la nueva China.

23.3 La condidón humana en la estructura económica


anterior a la Revoludón 5
Según una estimación de las Naciones Unidas, en 1947 la renta per capita
de China era de sólo unos 40 dólares por año, la mitad que en la India y
muy por debajo de los 250 dólares per capita del promedio mundial de en-
,
tonces 6.
Un país rural en términos abrumadores, con muy escaso desarrollo de la
industria y con una masiva población agrícola esquilmada por los propieta-
rios y los usureros. El tipo de interés de los préstamos a que recurrían los
campesinos se situaba normalmente al nivel del 35 o el 40 por 100, Y los
arrendamientos que habían de pagar a los propietarios alcanzaban de un 50
a un 80 por 100 del valor efectivo de las cosechas. Ello tenía como conse-
cuencia una agricultura intensiva, casi de jardinería, pero con muy escasa
inversión: medios muy toscos de cultivo, carencia de fertilizantes químicos,
labores muy poco profundas, desconocimiento de la selección de semillas,
etc. Por otra parte, la falta de una política nacional de conservación de re-
cursos hidráulicos contribuía a las enormes fluctuaciones en las cosechas,
determinadas unas veces por sequías pertinaces y otras por inundaciones
desastrosas.
La gravedad de esas fluctuaciones se veía acentuada por la falta de un
verdadero sistema de transportes a escala nacional y, debido a ello, a menu-
do se daba la circunstancia de una aguda escasez de alimentos con hambres
extenninadoras en unas regiones, simultáneamente con situaciones de so-
breabundancia y de precios envilecidos en otras no muy distantes.

5 Un «clásico» relativamente olvidado sobre este tema es la obra de R. H. Tawney Land


and Labour in China, AlIen & Unwin, Londres, 1932.
6 Sobre este período, puede verse la obra de T. H. Gughes y D. E. T. Luard La China Po-

pular y su economía, versión española, FCE, México, 1961, así como el libro de A. D.
Bamett China on the eve ofCommunist Takeover, Thames & Hudson, Londres, 1963.

-s28
I
i
1 23. República Popu (hina

La situación de los obreros en las ciudades industriales, sobre todo del


litoral, no era mucho mejor. Todavía en los años treinta y cuarenta eran fre-
cuentes las jornadas de trabajo de doce o catorce horas. En las fábricas de
Shanghai lo normal eran dos turnos de doce horas cada uno. Las mujeres y
los niños, que en conjunto suponían más del 50 por 100 de la fuerza laboral
en la industria, eran objeto de especial explotación, con salarios muy infe-
riores a lo que en cualquier otro país podría haberse considerado el nivel de
subsi stencia.
La carencia de seguridad social era absoluta; en la China Nacionalista ni
siquiera llegó a existir el seguro de accidentes de trabajo. Las condiciones
de vivienda llegaban a límites infrahumanos, y la educación era casi inexis-
tente para el pueblo. Sólo un 10 por 100 de la población sabía leer y es-
cribir.
En definitiva, la China anterior a 1949 era un país de economía tradicio-
nal, explotado por una clase mediocre de terratenientes y usureros locales,
dominados a su vez por concesionarios industriales y comerciantes en gran
parte extranjeros. En los últimos tiempos esta situación estaba protegida por
el Kuomintang y, sobre todo, por la casta de militares corrompidos que domi-
naba el partido que Sun Yat Sen había creado para modernizar, independizar
y democratizar China.
Sobre este mosaico de problemas, ampliamente diferenciado según las
regiones, había de operar el PCC. Un campo de operaciones que, compara-
tivamente, presentaba mayor gravedad que la Rusia de 1917. La mayor ven-
taja comparativa era la masiva adhesión del pueblo chino a la Revolución y
a sus dirigentes, la casi total identificación con su máximo líder, Mao Tse·
Tung, y el ELP, que en su avance hacia el Sur había iniciado la entrega de
las tierras a los campesinos, consumando así la definitiva extinción de los
terratenientes y los usureros como clase explotadora más numerosa.
Pero frente a esta ventaja comparativa, no tardó en surgir otra de carácter
negativo. La situación de aislamiento internacional contra China, un ele-
mento de la situación que pasamos a analizar, y sin cuya debida compren-
sión no seria posible entender los sucesivos desarrollos de toda la economía
y la política de la República Popular China. Un aislamiento que, por otro
lado, hizo aún más dificil para los occidentales el conocimiento de 10 que
en verdad sucedía en China, convirtiendo en más enigmático al coloso, ro-
deado por una especie de «cordón sanitario» internacional que, ciertamen-
te, fue cediendo en su eficacia hasta desaparecer en los años 70.

23.4 El triunfo comunista y la política de aislamiento de


China
Operando sobre la estructura económica tradicional que hemos considera-
do, el PCC puso en marcha una serie de reformas, con el propósito de desa-

~
____ N~~~_m_ _ _ _ _F
__ 7_ _ _ _~_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _

rrollar rápidamente el país en un proceso de socialización que al propio


tiempo lo había de convertir en una gran potencia económica y militar, una
potencia sustentadora de sus aspiraciones ideológicas de llevar la revolu-
ción a todo el mundo subdesarrollado.
En este planteamiento, cuya evolución estudiamos en los apartados si-
guientes del presente capítulo, operó hasta 1972 el intento de la segrega-
ción de China de la comunidad internacional de las Naciones Unidas. Ello
se debió básicamente a la decisión de EE.UU. de boicotear de manera siste-
mática, hasta 1972, la entrada de la China Popular en la ONU. En pocas pa-
labras, se trató de una manifestación, quizá la más ostensible, del imperia-
lismo norteamericano, de no reconocer a un país de más de 800 millones de
habitantes el papel que le correspondía en los destinos del mundo y dentro
de un continente asiático del que EE.UU. quiso ser, como por doquier, el
único e indiscutido rector.
Dentro de esa lógica imperialista, EE.UU., con la amplia cohorte de los
países más adictos a su política exterior, mantuvo la ficción de la República
China (de Formosa), último refugio del dictador Chang Kai Chek, que con-
servó en la ONU su puesto como «quinto grande» (!), con derecho de veto
en el Consejo de Seguridad. Así, la representación de Formosa, con poco
más de 14 millones de habitantes, ocupó hasta 1972 un puesto que desde
1949 ya no le correspondía.
Esta situación de cerco internacional, promovido por el protagonismo
del capitalismo mundial (sólo el Reino Unido, Francia, algunos países es-
candinavos y unas decenas de países del Tercer Mundo tuvieron embaja-
das en Pekín antes de los 70), se vio agravada para China a partir de 1960,
con el enfriamiento progresivo de las relaciones con la URSS. Esas fric-
ciones~ a las que nos referimos más extensamente en 23.5.2., desemboca-
ron finalmente en una verdadera escisión del movimiento comunista inter-
naciona].

23.5 Las grandes transformaoones de la Revoludón

Como veremos, la escisión chino-soviética también puede imputarse en


buena parte al propio desarrollo de la Revolución china, que finalmente pa-
samos a examinar en las grandes fases que en ella pueden distinguirse: la
Reforma Agraria seguida de la colectivización y las Comunas, el Primer
Plan Quinquenal, el «Gran Salto Adelante» y su relativo fracaso, el reajuste
subsiguiente, la «Revolución Culturah>, y la nueva política de Den Xiao-
plng.
23.5.1 La reforma agraria 7

El viejo propósito de Sun Yat Sen, expresado en uno de sus slogans preferi-
dos, «la tierra para los campesinos», no pudo ser llevado a la práctica en
vida del fundador del Kuomintang, y ni siquiera se aspiró a materializarlo
por sus corrompidos sucesores. Fueron los comunistas, según ya vimos,
quienes pusieron en marcha la experiencia de la reforma agraria durante los
años treinta en las «zonas liberadas», incluso coincidiendo con la guerra ci-
vil. La reforma era la meta final de la inmensa mayoría del campesinado
chino que para Mao Tse Tung representaba el 70 por 100 en la ponderación
de los factores decisivos para realizar la Revolución.
Una vez conquistado el poder por el PCC, la reforma agraria se genera-
lizó a todo el país, y a fines de 1953 estaba prácticamente ultimada. El me-
canismo básico consistió en la confiscación de todas o parte de sus tierras a
los propietarios ricos y medios, para su redistribución entre los campesinos
pobres y los obreros agrícolas asalariados. La reforma, que se hizo a título
individual, significó la difusión máxima de la propiedad privada y la supre-
sión definitiva de la clase terrateniente parásita, de los arrendamientos one-
rosos, de los salarios miserables y del crédito usurario. En definitiva, la re-
forma supuso la adhesión de la inmensa mayoría del pueblo chino -120
millones de títulos de propiedad y unos 500 millones de beneficiarios- a
la causa de la revolución. Los políticos chinos, por primera vez en el siglo
xx" no faltaban a sus promesas, hechas no en unas elecciones, sino a 10 lar-
go de una dura guerra revolucionaria.
La reforma tuvo, pues, un tinte marcadamente individualista. No obstan-
te, junto con 1a entrega de los títulos de propiedad, se fomentaron una serie
de fórmulas de cultivo en común, como los «equipos de ayuda mutua» y las
cooperativas de formación voluntaria. De hecho, no se hacía sino reforzar
entre los campesinos libres algo enteramente lógico en zonas de minifun-
dio. Formadas con 20 a 50 socios cada una, estas cooperativas voluntarias
ya ascendían a fines de 1956 a un total de dos millones, que agrupaban al
90 por 100 de las exp1otaciones agrícolas.
La cooperativización (en cuyos resultados participaban los socios según la
cuota de capital-tierra aportada) constituyó una gran mejora. Permitió un au-
mento considerable de la producción y de los rendimientos por trabajador, que
habían caído inmediatamente después de la reforma agraria, debido al fraccio-
namiento de la superficie rural en explotaciones de muy reducida dimensión.
Sin embargo, desde el punto de vista de la construcción del socialismo y
del comunismo, las cooperativas tenían un inconveniente para los dirigen-

7 Sobre los aspectos agrarios de la Revolución china son indispensables las obras de

Charles Bourrier (La Collectivisation de 1'A gricu lture URSS, Chine Démocraties Popu-
J

laires, FNSP, París, 1958) y de René Dumont (Révolution dans la campagne chinoise,
Seuil, París, 1957).
tes chinos: perpetuaban la noción de propiedad privada de la tierra. A ello
1
se unía la aspiración de conseguir mayores economías de escala, merced a
explotaciones de mayor extensión y plenamente integradas. Con esos dos
propósitos, desde fines de 1956 y durante todo 1957, se pasó del estadio de
las «cooperativas elementales de producción», o cooperativas voluntarias
de que antes nos hemos ocupado, a las «cooperativas de producción avan-
zada», que comprendían cada una de 100 a 200 de las antiguas explotacio-
nes familiares. De este modo, a comienzos de 1958 los 120 millones de ex-
plotaciones familiares se habían concentrado en sólo 700.000 cooperativas
avanzadas. El paso fue simplemente técnico, de agregación para llegar a
grandes explotaciones. Seguía habiendo propiedad privada, aunque fuera
dentro de un marco cooperativo.

El siguiente paso había de ser la construcción de las comunas, figura en


las cuales se combinan, según veremos, los elementos estrictamente de po-
lítica agraria con los de organización industrial y administración en el pla-
no regional. Todo ello se insertó dentro del movimiento de pasar de forma
acelerada al comunismo integral. Este invento fue conocido como el «gran
salto adelante», al que nos referiremos con más detalle en 23.5.2.
Según parece, el movimiento hacia las comunas tuvo sus orígenes en
una iniciativa espontánea de asociación de una treintena de «cooperativas
avanzadas». La primera experiencia se hizo en la provincia de Honan en
abrí 1 de 1958, Y al ticmpo quc se iba a la concentración de una gran super-
ficie bajo una sola dirección, se suprimía por entero el concepto de propie-
dad privada. Mao Tse Tung visitó estas primeras experiencias, dio su apro-
bación y la fonnación generalizada de las comunas no se hizo esperar. De
este modo, a fines del mismo año 1958 las 700.000 cooperativas avanzadas
se habían transfonnado en unas 26.500 comunas; cada una de ellas agrupa-
ba como promedio 4.750 de las antiguas explotaciones familiares.
La explotación de cada comuna pasó a hacerse por medio de brigadas de
trabajo (de 50 a 100 familias cada una, según las zonas), administradas por
un Comité elegido, actuante asimismo en otras áreas de problemas: indus-
trias rurales, comunicaciones, conservación de aguas, repoblación forestal
(a la cual se dio un fuerte impulso), esparcimiento, cultura e incluso defen-
sa. Como ya se indicó, con la formación de las comunas todas las antiguas
formas de propiedad privada de los medios de la producción rural quedaron
abolidas.
Este rápido esfuerzo de colectivización, por 10 que parece, fue mucho más
espontáneo y racional que la experiencia soviética de los años finales de la
década de 1920 y primeros de la de 1930, a la que nos hemos referido en
21.3. Sin embargo, los resultados de la fonnación de las comunas no fueron
totalmente positivos. Coincidiendo con graves dificultades climatológicas
durante 1959, 1960 y 1961 (las «eternas» secuencias de sequías e inundacio-
nes) y con una intensa actividad fabril en las áreas rurales, la producción
23, Repü ~dar China

agrícola cayó de fonna muy sensible. La correspondiente revisión del movi-


miento de las comunas se introdujo también con gran rapidez, una muestra
más de la flexibilidad con que hasta entonces iba operando el PCC. Se autori-
zaron de nuevo algunas fonnas de propiedad privada, en concreto hasta un 5
por 100 de la superficie de la comuna, para dedicarla a cultivos hortofrutíco-
las; la cría de aves y cerdos, la artesanía doméstica y los mercados locales de
productos provenientes de la producción privada también fueron autorizados.
Al propio tiempo, se redujo la dimensión media de las comunas, para po-
der administrarlas mejor. Su número pasó a unas 76.000, frente a las 26.500
que eran a fines de 1958. La mejora en la producción no se hizo esperar, y
desde mediados de la década de 1960, China ya no se ha visto precisada de
hacer las grandes compras de alimentos, especialmente cereales, a que hubo
de recurrir en 1962 y 1963. A ello han contribuido también otros dos ele-
mentos importantes: las grandes obras de embalses, regadíos y drenajes, que
han amortiguado el «eterno» problema de las sequías y las inundaciones; y
la mejora del transporte interno, que permite una mejor distribución de los
productos a escala nacional.

Aparte de las comunas que, como hemos visto, son de origen cooperati-
-vo, también existen en China explotaciones estatales, cuyo objetivo es el
cultivo extensivo en las regiones fronterizas de Sinkiang, Mongolia Interior
y del Nordeste (antigua Manchuria), aunque también se han creado en otras
áreas del resto del país.
Los efectivos humanos de estas explotaciones promovidas por el Estado
fueron inicialmente gran número de veteranos del ELp, así como muchos de
los chinos regresados del extranjero tras el triunfo de la Revolución. Hacia
1960, últimos datos disponibles en Occidente, estos «sovjoses» chinos (2.490
en total) representaban una superficie aproximada de 3,2 millones de Ha, em-
pleaban 2,8 millones de obreros y unos 10.000 tractores, centrándose funda-
mentalmente en la producción de cereales y carne para el abastecimiento de
los grandes centros urbanos 8 •

23.5.2 La industrialización y el «Gran Salto Adelante» (GSA)

Inicialmente, el Gobierno de la República Popular China se planteó la in-


dustrialización del país según el modelo soviético, si bien, como podre-
mos comprobar, a partir de 1958 ya se apreció en la industrialización un
claro apartamiento de esa línea. Para comprender mejor cuál ha sido y es la
política industrial china, podemos distinguir varias fases en su evolución 9:

1\Wang Chen, «China's State FaffilS», en Peking Review, abril 1961.


9 T. R. Tregear, An Economic Geography oJ China, Butterworths, Londres, 1970, págs.
99 y sgs.
recuperación (1949-1952), el Primer Plan Quinquenal (1952-1957), la fase
de transición de <<las 100 flores» (1957), el «Gran Salto Adelante» (1958-
1960). Después nos referiremos a la «Revolución Cultural» y a las refor-
mas post-Mao.

a) La Recuperación (1949-1952)

El restaño de las profundas heridas económicas de la Guerra Civil se


produjo con asombrosa rapidez. La inflación fue controlada de inmediato
con la reforma monetaria y el control de precios y salarios, que fueron li-
gados a un índice de precios 10. Paralelamente se dieron los primeros pasos
en el control socialista de la economía. Aparte de la refonna agraria -ya
examinada en 23.5.1.- se nacionalizaron las principales industrias, la
banca y todo el comercio al por mayor. Sin embargo, subsistió en manos
privadas -aunque con un fuerte control del Estado-- la mayor parte de la
pequeña y mediana industria.

b) El Primer Plan Quinquenal (1952-1956)

En 1953 fue aprobado el Primer Plan Quinquenal, siguiendo el modelo


soviético de planificación, centralizando las decisiones en una Comisión
Estatal de Planificación presidida por Li Fu Chun. El núcleo central de este
,Prlmer Plan consistió en ]a construcción de 694 importantes centros fabri-
les y mineros, de los cuales 156 habían de realizarse con asistencia soviéti-
ca. Los resultados, en términos generales, fueron excelentes: rápido aumen-
to de ]as producciones, según veremos más adelante, fonnación de gran
número de técnicos, implantación progresiva de una verdadera administra-
ción pública, información estadística satisfactoria, y mayor grado de apro-
vechamiento de la capacidad en las industrias ligeras, y en la artesanía, en
las que se hicieron escasas inversiones, precisamente con ese objetivo de
disminuir el fuerte potencial ocioso de mano de obra.
Sin duda, el problenla más importante que pudo apreciarse en el inci-
piente proceso de industrialización fue la aparición de algunos síntomas de
burocratismo, resultado casi inevitable de una planificación que era inata-
cable por falta de crítica. Esta evidencia, junto con los aprendizajes que
ofrecían los sucesos de 1956 en Polonia y Hungría, habían de dar paso a
una fase transitoria de mayor flexibilidad, de gran interés, según pasamos a
comprobar.

10 Yang Pei-Hsin, «How China conquered inflation» (People's China, número de 16 de


junio de 1950).
c) LaJase de transición de «las lOOflores» (1957)

Efectivamente, ante las incipientes muestras de rigidez y burocratismo, en


marzo de 1957, Mao Tse Tung planteó una política de libera1ización para la
crítica. Este fue el tema de un celebrado discurso, en el que invitaba a que
surgiesen por doquier las opiniones críticas, «como 100 flores».
Las reacciones no tardaron en manifestarse. El economista del PCC, Ma
Vin Chu, asumió el papel de protagonista en las críticas frente a la política
oficial de la Comisión Estatal de Planificación y de su presidente Li Fu
Chun, centrando sus objeciones fundamentalmente en los siguientes
puntos tI:

- Una planificación excesivamente centralizada, burocratizada, sin fle-


xibilidad.
- El desconocimiento del óptimo de dimensión y localización para las
plantas industriales de las diversas ramas de la industria.
- La excesiva compartimentación o «departamenta1ismo» apreciable en
la burocracia del Estado; con sus secuelas de falta de coordinación.
- El movimiento excesivamente rápido y demasiado pronunciado de
transferencia del esfuerzo de industrialización del litoral a] interior,
con un derroche claro de recursos y de efectivos humanos cualifica-
dos.
- La falta de uso de los precios como incentivos para conseguir mayores
niveles de productividad en la industria.

Estas críticas de Ma Yin Chu, y otras muchas que se suscitaron en tomo a


la política seguida durante el Primer Plan Quinquenal no fueron asimiladas.
Por el contrario, provocaron una viva reacción maoÍsta de réplica a las actitu-
des liberalizantes y flexibilistas, a las que se calificó de «economicismo». De
hecho se estaba combatiendo no ya la amenaza de una NEp, impensable e in-
necesaria en la China de 1957, sino del paso a China de las incipientes ten-
dencias a la liberalización económica que pudieron apreciarse en la URSS en
1957 con motivo de la presentación del Plan Septenal.
De hecho, se inició así una clara separación de los puntos de vista soviéti-
cos, que habría de hacerse más ostensible en las sucesivas secuencias de la
Revolución china. La apertura de esa línea, integrada en la teoría de la conti-
nua «contradicción», de la lucha pennanente preconizada por Mao 12, no tar-
daría en traducirse en un nuevo autodesafio de China, en lo que se llamó el
«gran salto adelante».

11 K.&R. Walker, «A Chinese Discussion on Planning for Balanced Growth. A Sum-


mary of the Views Ma Vin Chu and His Critics», en The Economic Development 01 Chi-
na and Japan, AUen & Unwin, Londres, 1964.
12 Mao Tse Tung, On Contradiction, Foreign Language Press, Pekín, 1960.
d) El Gran Salto Adelante (GSA) (1958-1960)

Con ocasión de prepararse el Segundo Plan Quinquenal (1958-1962), el


Gobierno de la República Popular China (RPC), suprimida la libertad de cri-
tica~ re instaurada ahora la unidad de expresión, se planteó la necesidad de
forzar el crecimiento económico en un esfuerzo masivo de colectivización de
la agricultura (ya vimos sus manifestaciones en 23.5.1., en la fonnación de
las comunas) yen el desarrollo industrial acelerado.
Se trataba de industrializar no solamente a base de grandes inversiones y
tecnología, en buena parte soviética, sino utilizando también técnicas inter-
medias, recursos locales en todo el país incluso en las áreas rurales más re-
motas y con menos tradición industrial, y haciendo uso de una nueva inver-
sión masiva de «capital humano». Sintéticamente, el propósito del GSA
consistía en sobrepasar los niveles de producción del Reino Unido -por en-
tonces todavía la tercera potencia económica mundial- para 1972.
El GSA consiguió grandes éxitos inmediatos cuantitativos. Por ejemplo, la
producción de hierro y acero, el sector en que se puso más énfasis, se dobló
en sólo un año. Lo mismo sucedió en la minería del carbón, y también se
consiguieron fuertes aumentos en otras producciones 13. Pero la propia inten-
sidad del esfuerzo, la falta de coordinación, las catastróficas circunstancias
meteorológicas de 1959 a 1960 -ya aludidas en 23.5.1.-, la falta de clari-
dad de la Estadística, cada vez más utilizada con fines propagandísticos, y la
, retirada de la ayuda soviética en julio de 1960, provocaron una súbita suspen-
sión de los propósitos del GSA, para pasar a un política de reajuste, que ana-
lizamos en el siguiente subapartado e). Pero antes, debemos hacer algunas
consideraciones sobre por lo menos dos cuestiones que nos parecen impor-
tantes: ¿por qué se retiró la ayuda soviética?, ¿fue el GSA un completo fraca-
so o tuvo aspectos positivos?
La contestación al primer interrogante no resulta fácil; no básicamente por
las circunstancias en que se produjo el inicio de lo que después sería clara es-
cisión chino-soviética, sino sobre todo por el cúmulo de ataques que los cen-
tros ideológicos y propagandísticos de ambos países se han propinado mutua-
mente desde 1960 hasta ahora. En esa polémica se mezclaron una muy
estimable serie de argumentos y contraargumentos que no aparecían en los
primeros estadios.
Sintetizando, podríamos decir que tres por lo menos fueron las razones
básicas de la retirada de la ayuda soviética a China:

China con su GSA, intentaba quemar etapas, pasando directamente al


Comunismo, sin necesidad de un largo período transitorio como el que
desde 191 7 estaba realizando la URSS. De hecho, esto venía a ser una
crítica despiadada de la política soviética de transfonnaciones internas

J) Y. L. Wu, The Steel lndustry in Communist China, Hoover Institute, Stanford, 1965.
r

23. República Popular China

progresivas, y de la lejanía aún grande de las metas programáticas del


Comunismo.
- Por otra parte, 1960 fue el momento en que tras varios titubeos Nikita
Jrushov planteó en la URSS la política de la «coexistencia pacífica»
con el capitalismo. Aparte de otros posibles detalles, esta política
equivalía de hecho a una cierta contemporización soviética-norteame-
ricana, en cuyo marco la conquista de Taiwan se posponía de manera
indefinida y se venía a aceptar, tácitamente, el aislamiento internacio-
nal de China. La agresividad de China en los nuevos países de África
también producía una profunda irritación en la URSS, más preocupa-
ciones por su desarrollo económico que por el apoyo a las revolucio-
nes locales derivables de movimientos guerrilleros en el Tercer Mun-
do. La tesis de la «coexistencia pacífica» (URSS) y de la «revolución
ininterrumpida» (China) chocaban abiertamente.
- Por úHimo, cuestiones de hoch politik en el sentido tradicional de esta
expresión. La URSS se había comprometido --en 1958- a facilitar a
China asistencia técnica para que ésta construyese su propia bomba
atómica. A última hora, tal vez la URSS pensó que por muy socialista
que fuese, no le convenía que su poderoso vecino tuviese tan formida-
ble arma..

Estas tres posibles razones explican -pero no justifican- la retirada sú-


bita de la ayuda soviética, que ocasionó un golpe feroz a toda la economía
china, pues, la construcción de grandes obras, plantas industriales, centrales
eléctricas, etc., quedó inevitablemente interrumpida, en muchos casos incluso
por años. Después, vinieron otros desarrollos en el creciente antagonismo
chino-soviético: la polémica sobre si el capitalismo es un «tigre de papel», las
reivindicaciones territoriales chinas al Norte del Amur y en el Asia Central
Soviética, la diferente actitud ante la guerra del Vietnam, ante la intervención
militar rusa en Checoeslovaquia, etc.
Queda ahora la segunda de las dos cuestiones que más arriba nos planteá-
bamos: ¿fue un completo fracaso el GSA? Desde una óptica occidental muy
simplista, así podría parecerlo. Sin embargo, lo cierto es que con el GSA se
consiguió un fortalecimiento de China: una más clara comprensión de que
todo el conjunto chino es una sola nación, y las grandes migraciones interre-
gionales desencadenadas en esta fase contribuyeron no poco a el1o; la idea de
prestar servicio a la comunidad sin esperar un premio inmediato se extendió
mucho más de lo que podría pensarse; y la experiencia de las comunas, aun-
que aminorada después en ténninos cuantitativos., según vimos en 23.5.1.,
significó, sin embargo, la definitiva abolición de casi toda la propiedad priva-
da en la agricultura.
No cabe duda, pues, que aunque no se cubrieron muchos de los objetivos,
el GSA influyó decisivamente en la consolidación del sistema socialista en
China.
II_rp_Q~_'.~~~_~~_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _- -_ _ _ _ _ __
_______

Con el primer año del GSA se puso término a un decenio de intenso creci-
miento económico en China , que fue seguido de las convulsiones de los años
1959-1960. En la segunda mitad de 1960 se adoptó una línea más flexible en
la política económica: se redujeron las ambiciosas metas de crecimiento que
se había demostrado eran excesivas, y se limitó el alto grado de autarquía re-
gional que se había generado cOllla fuerte dispersión de pequeñas instalacio-
nes industriales, muchas de ellas claramente antieconómicas. Así, se volvió
de nuevo a los proyectos de gran dimensión de ámbito nacional y sobre la
base de una coordinación interregional 14 •

23.6 El significado de la «Revolución Cultural»


Tras los problemas del GSA, la recuperación económica se produjo más rápi-
damente de lo que en Occidente se pensaba, y en 1964 China se encontraba
de nuevo en condiciones para plantearse algo parecido a un nuevo gran salto
adelante. Pero se presentaba una doble alternativa. De un lado, estaba la pos-
tura de Mao, partidario siempre de la lucha, del avance revolucionario, pero
sin duda transitoriamente debilitado en su prestigio y su influencia política
por el fracaso, por lo menos relativo, del GSA.
Debido a esas circunstancias, en septiembre de 1958, Mao había abando-
nado la Presidencia de la República (ocupada desde enero de 1959 por Líu
Shao Ki), aunque conservó la Presidencia del PCC. y entre 1962 y 1964 se
gestó dentro del Partido el enfrentamiento de Mao y sus adictos con la frac-
ción encabezada por el propio Liu Shao Ki y Peng Chen (alcalde de Pekín).
La polémica se convirtió en septiembre de 1965 en lucha abierta por el con-
trol efectivo del PCC. Mao, con parte del Comité Central (fundamentalmente
Chu En Lai y Lin Piao), marchó a Shanghai, desde donde puso en marcha la
«Revolución Cultural», masivamente respaldada por la juventud --«Guardias
Rojos»-, que con diversas alternativas se mantuvo en ebullición a lo largo
de 1966, 1967 Y 1968.
En pocos textos como en la entrevista que el sinólogo Edgar Snow le hizo
en enero de 1965 15, puede apreciarse el estado de ánimo de Mao poco antes
de esos acontecimientos. En aquella ocasión se expresaba en términos de
duda, y todavía sin una previsión clara sobre el futuro. Vacilaba entre abando-
nar y retirarse, o seguir en la brecha. «Los chinos que ahora tienen veinte
años --dijo, según el citado testimonio de E. Snow- no luchaban en la gue-
rra, nunca vieron a un imperialista ni conocieron el poder del capitalismo...
Hay dos posibilidades. Es posible que continúe desarrollándose la revolución
orientada hacia el comunismo, o bien la juventud podría negar la revolución

14 Maurice Niveau~ Histoíre des faits économiques contemporains, PUF, 2. a ed., París,
1969, pág. 539. De gran interés también para esta fase es el libro de Edgar Snow La
Chine en Marche, versión francesa, Stock, París, 1963.
15 Recogida en el número de The New Republic del 27 de febrero de 1965

;
23. R

y ofrecer un lamentable espectáculo: concertar la paz con el imperialismo,


promover el retomo de los restos de la camarilla de Chang Kai Chek, yapo-
yar a la pequeña proporción de contrarrevolucionarios que todavía viven en
el país.»
La vacilación de Mao duró bien poco; la Revolución Cultural, de impreg-
nación masiva de la juventud en la ideología de Mao, llegó a todo el país. Ya
en agosto de 1966 la balanza del poder empezó a vencerse claramente a favor
de Mao y la Revolución Cultural. El8 de ese mes, el Comité Central del PCC
aprobó una Resolución sobre la «Gran Revolución Cultural» que en dieciséis
puntos apoyaba incondicionalmente a Mao, exaltando su pensamiento hasta
casi la deificación. Que la polémica era sobre todo ideológica 10 demuestra el
escaso contenido económico del documento de «Los Dieciséis Puntos», de 10
cual da una idea el número XIV --que reproducimos a continuación-, el
único en que se desarrollan algunos aspectos económicos, y como se verá,
muy generales 16:
«La gran revolución cultural proletaria procura capacitar al hombre para
que revolucione su propio pensamiento, pennitiendo de ese modo la realiza-
ción de tareas en todos los campos con resultados mayores, más rápidos, me-
jores y más económicos. Si se moviliza por completo a las masas y se crean
fonnas organizativas satisfactorias, es posible garantizar que la revolución
cultural y la producción no se estorbarán mutuamente y que en todos los ca-
sos se obtendrá un trabajo de elevada calidad. La gran revolución cultural
proletaria es una poderosa fuerza motivadora para el desarrollo de la produc-
tividad social de nuestro país. Es erróneo oponer la gran revolución cultural
al desarrollo de la producción.» 17

En octubre de 1968, dentro de un proceso de aparente desorden, pero con


su propia lógica, Liu Shao Ki fue depuesto de su cargo de Presidente de la
RPC, y al año siguiente, en 1969, con ocasión del IX Congreso del PCC,
Mao recuperaba el pleno control del Partido, volviendo a ocupar la presiden-
cia de la República.
La tesis final de Mao en el curso de la Revolución Cultural -que cierta-
mente estuvo llena de incidentes a veces pintorescos, y de exaltaciones en
muchos casos de matiz parafascista en apariencia- era clara: «La marcha
hacia el socialismo no es irreversible. En una sociedad socialista mal dirigida
puede asistirse a una vuelta atrás hacia el capitalismo, a través del revisionis-
mo. Es un peligro más insidioso que el de una acción contrarrevolucionaria
violenta, porque procede de una evolución pacifica que sustituye a la revolu-

16 Transcrito del apéndice documental del libro de A. Doak Barnett China de~pués de
Mao, versión española, Paidós, Buenos Aires, 1967, pág. 239. El libro de A. D. Bamett
es de interés (tanto por su propio contenido como por los anexos documentales) para el
estudio de la Revolución cultural.
17 Ibídem.
ción; desvía la dictadura del proletariado hacia el revisionismo, que se ve fa-
1
vorecido por una degeneración de la dirección del Partido y del Estado. Esa
situación ya se ha producido en Yugoslavia; está en trance de repetirse en la
U nión Soviética.» Eran palabras a su gran amigo Edgar Snow.
El 25 de octubre de 1971 fue admitida como miembro de las Naciones
Unidas, en el lugar antes ocupado por China Nacionalista. Así, China Popular
se consagró mundialmente como una gran potencia, con su puesto en el Con-
sejo de Seguridad junto a los otros cuatro «grandes» (Estados Unidos, URSS,
Reino Unido y Francia).
A partir de entonces -yen relaciones cada vez más normalizadas con
EE.UU. tras el viaje de Nixon a Pekín en 1972- China empezó a participar
en todas las grandes reuniones internacionales: la 111, IV y V UNCTAD en
Santiago de Chile, Nairobi y Manila, respectivamente; la Conferencia sobre
el Medio Humano, en Estocolmo (1972); la Conferencia sobre Derecho del
Mar de Caracas; la de Alimentación de Roma, y la de Población de Bucarest
(19]4), etc. En definitiva, la entrada de China en la ONU contribuyó a dismi-
nuir la tensión mundial 18 •

23.7 La politica de modernizaciones


y la teoña de los dos sistemas 19

Tras la muerte de Mao en 1977 y la definitiva consolidación de Den Xiao


Ping al frente del poder, la formulación oficial del proceso de cambio polí-
tico y social en China se basa -siguiéndose todavía la pauta pedagógica
maoista de las enumeraciones --en las cuatro modernizaciones: agricultura, in-

18 Para la presente sección se ha tenido en cuenta la siguiente bibliografía:


Lucien Bodard, Les plus grand drame du monde. la Chine, Gallimard, París, 1968.
Jean Pierre Brulé. China comes oI age, Penguin, Londres, 1971.
Jean Deleyne, L 'Economie Chinoise, Seuil, París, 1971.
Edgar Snow, Red China Today. The other side ofthe river, Penguin, Londres, 1972.
Winberg Chai (editor), Essential Works ofChinese Communism, Bantam Books, Nueva
York, 1972.
Bárbara W. Tuchman, Notes from China, Collier Books, Nueva York, 1972.
Alaín Peyrefitte, Quand la Chine s 'éveillera ... , Fayard, París, 1973 (existe versión espa-
ñola en Plaza y Janés, Barcelona, 1974).
Vicente Talón, Viaje a la China de Mao, G. del Toro, Editor, Madrid, 1973.
James Tobin, «La Economía china: la opinión de un turista», en Perspectivas Económi-
cas, n.O 3,1973, págs. 18 a 2l.
John K. Galbraith, Pasajero en China, versión española, Plaza y Janés, Barcelona, 1973.
19 Para la presente sección se han tenido en cuenta la obra de Lynn Pan, «The New Chi-

nese Revolution», Hanish Hamílton, Londres, 1987; y las publicaciones de Beijing In-
forma; y sobre todo mis propias apreciaciones, consecuencia del viaje que realicé a Chi·
na en el verano de 1987.
23~ Repü

dustria, ciencia y tecnología. El carácter de éstas se desprende de connota-


ciones ideológicas (<<¿qué más da que el gato sea blanco o negro, si sirve para
cazar ratones?», en frase de Den) con el resultado de que su objetivo final
está poco claro. ¿Será el retomo definitivo a un sistema de economía mixta,
con tan fuerte presencia del sector privado y con tan elevada participación de
la inversión exterior que toda referencia al sociaJismo sea meramente hueca?
¿O encontrará China una fórmula de equilibrio en la que sin desmontarse los
fundamentos de una estructura socialista funcionen los dispositivos necesa-
rios a fin de conseguir suficiente eficacia para lograr el bienestar que se está
buscando? Por ahora, no hay respuesta segura a ese interrogante.
Todo el cambio arrancó del pleno del Comité Central del Partido Comu-
nista Chino celebrado en diciembre de 1978 -la gran oportunidad del retor-
nado Den Xiao Ping tras su destierro por Mao- que enterró definitivamente
lo que quedaba de la revolución cultural. Y se pusieron en marcha las cuatro
modernizaciones.

En ]a agricultura, se pasó del sistema de comunas, como proyecto de co-


lectivización total, al sistema generalizado de parcelas familiares individuales.
El papel de la comuna se vio limitado al de una unidad político-administrativa,
que ya no podía controlar el uso de la tierra, que teóricamente para un plazo
de quince años se había distribuido entre los campesinos, de modo que cada
uno en su parcela se comportaba con amplia libertad de decisión. El poseedor
de la parcela se comprometía a entregar la cantidad prevista de bienes a los al-
macenes del Estado, a un precio fijado previamente, pero podía disponer del
resto de su capacidad de producción para los mercados libres, que cada vez
frecuentan más los ciudadanos de toda China en busca de las mejores calida-
des, y en los cuales los precios son superiores a los oficiales. Incluso cabe la'
posibilidad de que los agricultores puedan subcontratar total o parcialmente
otras parcelas de los menos decididos, y emplear trabajo ajeno, hasta un límite
teórico de siete personas, tope que podía superarse fácilmente con algunos
subterfugios. Por otro lado, eran miles y miles las empresas de ámbito rural
que trabajaban para abastecer de piezas y partes a las fábricas de las ciudades,
I que en vez de ampliar preferían disminuir sus capacidades autárquicas para
entrar, como en algo completamente normal, en la vía de la subcontratación.
1 El proceso de reprivatización rural a que nos referimos, culminó el 12 de

I abril de 1988, cuando ]a Asamblea Nacional Popular (el Parlamento) aprobó


una enmienda constitucional -por 2.821 votos a favor, 22 en contra y 16
abstenciones- autorizando la legalidad de la libre compraventa de derechos
de utilización de la tierra. Esta aprobación se hizo -según portavoces oficia-
les- «como complemento de la economía socialista», asegurándose que el
Estado «protegerá los intereses y derechos del sector, mediante la ley, la su-
pervisión y el control» 20.

20 Cinco Días, 13 de abril de 1988.


--
Los críticos del nuevo sistema agrario hacían observaciones muy duras a
las posibles consecuencias de esta especie de contrarreforma agraria. El
campo, se decía, se ha fragmentado en muchos casos hasta situaciones casi
límite, que hacen dificil la mecanización. Y la insolidaridad entre el campe-
sinado se hizo cada vez más patente, pues empezaban a ser usuales nuevas
formas de egoísmo, y robos de productos y de agua, frente al espíritu de so-
lidaridad que antes se preconizaba en una perspectiva socialista.
En la industria, como se puso de relieve en los planes quinquenales 6.° y
7.° (1981/1985 Y 1986/1990), las prioridades se dirigieron hoya resolver
los cuellos de botella más importantes: en la energía, para poner fin a las
severas penurias del suministro de electricidad; en el transporte, donde los
ferrocarriles requerían una drástica modernización para atender a los im-
presionantes aumentos de las necesidades de carga; y en las telecomunica-
ciones, sector en el cual las mejoras eran precisas para agilizar la inmensa
economía china en sus relaciones internas y exteriores.
Pero el sector industrial se ha ido transformando, sobre todo, por un vasto
proceso de desregulación., que permite a las empresas dedicar una parte de
sus beneficios a atender al mejor desarrollo de las inversiones, o a pagar plu-
ses incentivadores a sus trabajadores. Asimismo, es factible vender en el mer-
cado libre todo lo que se produzca por encima de una cierta cantidad oficial-
mente establecida. E incluso puede retenerse parte de las divisas obtenidas
por exportación una vez se superen determinadas cotas. Existe, además, el
derecho de despido de los obreros ineficaces por parte de la empresa, y el ac-
ceso cada vez más libre al crédito bancario. La culminación de las nuevas
fórmulas se da en la posibilidad de vender acciones a los propios obreros, a
otros ciudadanos, o incluso en la bolsa de valores que se ha ido formando
paulatinamente.

Otro instrumento para estimular la productividad industrial, y también el


desarrollo de toda clase de servicios, son las zonas económicas especiales
(ZEE), de las cuales la primera y más importante experiencia es la de
Shenzhen, en la frontera misma con Hong-Kong, que se puso en marcha,
no sólo para aprovechar excedente de capital del enclave británico, sino
para preparar psicológicamente el retorno a la soberanía china de esos terri-
torios (en 1997), y del Macao portugués (en 1999).
En las zonas económicas especiales, se impulsó la iniciativa extranjera,
con toda clase de facilidades y sin burocracias, para traer a suelo chino indus-
trias de alta intensidad de capital, y con tecnologías de punta y nuevas formas
de organización que luego pudiesen ser un modelo para el resto de China.
y la política de las zonas económicas se complementó con la apertura
de la economía china al exterior por la vía de las empresas mixtas. El para-
digma de este segundo método es Coca-Cola desde hace ya algunos años; y
más recientemente la industria hotelera internacional, en especial las cade-
nas Sheraton, Holliday Inn y Sangri La, que han construido, en todas las
ciudades importantes, hoteles que causan el asombro a quienes los visitan
por primera vez; y que, sin duda, han contribuido de manera decisiva a la
presencia de más y más ejecutivos y técnicos del exterior en China, y al fo-
mento de un sector turístico al que cada vez se dan más facilidades, y que
t en 1987, rompió ya la barrera psicológica del millón de visitantes. Una de
1 las últimas noticias de la prensa china en lengua inglesa, que incorporé a
I las notas de mi viaje a China en 1987, fue la decisión oficial del gobierno
de Pekín -agosto de 1987- de eximir por entero del impuesto sobre la
renta a los expertos técnicos extranjeros radicados en China, durante los
tres primeros años de su estancia.
Todo lo anterior constituyen realidades tangibles. China ha experimenta-
do un importante progreso, y la reforma y la apertura han quebrantado ]a
fosilizada estructura económica anterior, agilizando la economía, en ]a di-
rección de un nuevo sistema que los propios chinos denominan «mercantil-
socialismo», que sigue considerándose como una parte de la etapa primera
del socialismo, «que sustituye -se dice oficialmente- a la revolución
burguesa que en China nunca llegó a producirse».
Todos los planteamientos hechos por Zhao Ziyang -sucesor aparente
de Den Xiao Ping- con ocasión del XIII Congreso del PCC (octubre de
1987), implicaron una buena dosis de optimismo. Claro que también hubo
escépticos sobre la continuidad sin sobresalto de la experiencia, que no des-
cartaban la posibilidad de una marcha atrás como consecuencia de un prin-
cipio de austeridad de vuelta a las primeras esencias maoÍstas. Sinceramen-
te, creo que esta eventualidad es cada vez más lejana. Frente al paraíso que
se les prometió en los primeros tiempos revolucionarios, los chinos ya han
probado el fruto del árbol de la ciencia del bien y del maL .. de la economía
mixta e incluso del capitalismo; y parece que no les ha disgustado. Un re-
torno a la austeridad, al centralismo y a los planteamientos heroicos, pare-
cen planteamientos imposibles.
Los sucesos de Tiannamen, la mayor plaza de Pekín, donde murieron
centenares de estudiantes bajo el fuego del ejército en la primavera de
1989, supusieron un sangriento interrogante a las reflexiones anteriores.
Por lo demás, el trauma político~ no pudo por menos que afectar a la si-
tuación económica interna, que se vio muy deteriorada desde finales de
1989; por el freno introducido a los movimientos liberalizadores, en línea
con el pretendido retomo a ciertas ortodoxias comunistas del primer minis-
tro Li Peng, siempre bajo la égida del veterano Den Xiao Pingo Luego, a lo
largo de los años 1990 y 1991 -la crisis del Golfo favoreció a China al
desviar la atención mundial al Oriente Medio- las relaciones internaciona-
les de Beijing fueron normalizándose, y el Gobierno de Li Peng se planteó
nuevas metas de crecimiento para frenar el descontento de la población 21.

21 Una aportación de gran interés al estudio de la China de principios de los 90, es elli-
bro de Enrique Fanjul -residente en Beijing durante cinco años, como jefe de la sec-
1
!

En este sentido, se abrieron nuevas zonas económicas especiales para la


inversión según los métodos capitalistas. Y se dieron facilidades para
adoptar mecanismos más flexibles en el propio interior del país, al objeto
de impedir una dualización del sistema productivo chino, que podría tener
consecuencias políticas de alcance imprevisible. Por lo demás, y al margen
de la recesión de los países industriales del Norte de los años 90/92, China
continuó creciendo a ritmos inusitados; que en muchos aspectos recuerdan
la fase de la espectacular expansión de Japón en los años sesenta y setenta.
El problema básico hoy, consiste en si el sistema político chino actual será
capaz de soportar las tensiones que está provocando ese desmesurado cre-
cimiento económico. Pasamos a examinar esa cuestión como final del ca-
pítulo 23.

23.8 China y su futuro


China es hoy la tercera potencia económica mundial. La revisión hecha
en 1993 por las Naciones Unidas de anteriores estimaciones sobre el PIB
de la República Popular, acabó con las irrisorias cifras del pasado, deri-
vadas de tipos de cambio y de precios internos absolutamente inadecua-
dos para una correcta medición. Al poder de compra efectivo, el PIB chi-
no se sitúa en tercer lugar de la escala internacional, después de Japón.
Pero ese gran avance no resulta sólo de la mejora del método de cál-
culo. Por encima de todo, hay que recordar que en los 14 años de 1978 a
1992, China creció a una media del 10 por 100 acumulativo anual; un
ritmo al cual desde el 79 hasta el 92, el producto nacional se multiplicó
por cuatro. De seguir así, aunque a un más modesto 7 por 100 anual,
China podría adelantar a EE.UU. en la primera década de la próxima
centuria; en el 2002 si se formara la «Gran China» (con Hong Kong y
Taiwán) y en algo menos de diez años sin Taiwán. En ese sentido, las
previsiones de Lester Thurow, en su libro «La guerra del siglo XXI»
(China quedaba olvidada detrás de la Comunidad Europea), han queda-
do arrasadas.
El ya referido gran salto adelante del decenio de 1980 y de los prime-
ros años de los 90, se dio sobre la base de la emigración de 80 millones
de chinos desde el interior a la costa. Esos masivos contingentes, acudie-
ron a trabajar a las nuevas implantaciones de las zonas económicas espe-
ciales, que han crecido a una cadencia vertiginosa; merced a una forma-
ción de capital en la cota del 40 por 100 del PIB; que se alimenta del
ahorro nacional, y también de los miles de millones de dólares de los
chinos de ultramar y de otras inversiones foráneas.

ción Económica de la Embajada de España-, Reforma y Crisis en China, Arias Monta-


no, Madrid. 1991.
23. República Popular China

El proceso de crecimiento seguirá. Se ha calculado que todavía labo-


ran unos 400 millones de agricultores (1993). Que junto con sus fami-
lias, son casi 900 millones; es decir, dos tercios largos de la población
total. Esa inmensa población rural fue la que dio a China -dentro de la
política oficial de las cuatro modernizaciones que ya examinamos an-
tes- su primer sabor de economía de mercado y de rápido crecimiento
en los años 78/82. Ahora, ese mismo campo se encuentra comparativa-
mente postrado, y es el que mantiene hacia el exterior la imagen de un
país tercermundista. Pero al propio tiempo~ es el gran reservorío para
una expansión que continuaría a fuerte ritmo durante varias décadas.
Para ser más concretos, se estima que para el 2002, 140 millones de tra-
bajadores agrícolas podrían dirigirse hacia las ciudades del interior y de la
costa a fin de incorporarse a los impresionantes procesos de industriali-
zación. El aflujo de esa masiva fuerza laboral, con tecnologías modernas,
puede tener un impacto sencillamente espectacular sobre el escenario glo-
bal a que nos referíamos en la sección 4 del capítulo 7 de este libro.
No es extraño, pues, que las autoridades chinas se muestren inquietas
por la excesiva rapidez del crecimiento; preocupación que se acentuó a
mediados de 1993, al entrarse en una aceleración insoportable. Porque si
en 1992 el PIB aumentó a una cadencia del 13 por 100, lo cierto es que
en el primer trimestre de 1993 la velocidad subió al 15 por 100 22 • A na-
die pueden sorprender, pues, los indicadores: la oferta monetaria experi-
mentó una expansión próxima al 50 por 100, la inflación se situó, anuali-
zada, al 20 por 100 oficialmente; y llegó a un 40 por 100 extraoficial en
las grandes ciudades.
Esos fenómenos inflacionistas afectaron al comercio exterior. Lo cual
en 1993, se tradujo, por primera vez, en un déficit considerable en la ba-
lanza comercial. En tales condiciones, el tipo de cambio del yuan respec-
to al dólar, dentro de una tendencia de sistemática devaluación oficial,
presentó en los mercados paralelos diferenciales muy fuertes. En esas
circunstancias, el Gobierno chino desde junio de 1993 adoptó medidas
de freno, concentrando virtualmente todos los poderes financieros y po-
lítica monetaria en el Sr. Zhu Rongji; un auténtico Emperador de la eco-
nomía, tal vez por encima del propio Li Peng.
Pero los problemas de la China de hoy, no se acaban en algunas cifras
espectaculares y en unas pocas conjeturas más o menos impregnadas de
enigma. En un país de más de 1.200 millones de habitantes, el gradual
cambio de sistema del proyecto comunista de Mao al de preponderancia
creciente del capitalismo, está rompiendo los equilibrios demográficos.

22Sobre la crisis de crecimiento de China en 1993: «China at boiling point», The Eco-
nomist, lO.VII.l993; Lynne O'Donnell, «Central bank action boosts Chinese yuan» (FI:
19.VII.1993), y «Beijing sure ofcooling economy» (FI: 20.VII.l993).
Las grandes potencias económicas
Los 80 millones de la población flotante actualmente al margen de los
controles del gobierno y del partido, son el origen no sólo de fuerte cri-
minalidad, de corrupción ubicua, y de narcotráfico en alza; además, es-
tán demoliendo la política de «un solo hijo por matrimonio». Sin entrar
ahora en los aspectos criticables de esa antigua consigna, la natalidad
podría experimentar un alza impresionante.
Por añadidura, la expansión industrial de China va a generar impactos
ambientales eventualmente dramáticos. No es sólo la regulación del Van
Tse Kiang con la célebre presa de «las tres gargantas». También se trata
de las 200 centrales termoeléctricas con carbones de alto contenido sul-
furoso, del desarrollo de la siderurgia, de la industria química, de las
grandes infraestructuras premonitorias de un gigantesco parque automo-
vilístico, etc.
En definitiva, la aceleración del cambio en China, está generando ten-
siones internas muy fuertes, y puede alcanzar notables incidencias exter-
nas. Por ello mismo, en esta era de distensión en que se dice que vivi-
mos, seguir mirando al país más poblado del planeta como un caso
insólito que debe continuar en su sola y propia dinámica, constituye una
idea descabellada. Una atención recrecida hacia China, debe significar,
también, la invitación a su mayor presencia en las decisiones importantes
del escenario mundial.
Precisamente ello es necesario no para apaciguar, sino para evitar el in-
cremento del espíritu agresivo de China, que exige al máximo en Hong
Kong, amenaza a Taiwan, desprecia los derechos humanos, y mantiene se-
micerrado su mercado interno 23.
En el fondo, la cuestión es sencilla: por un lado, China se percata de su
poderío económico creciente, y se prepara a jugar sus bazas como superpo-
tencia; al mismo tiempo, tiene pendiente la sucesión de Den Xiaoping
(<<Den está muerto hace tiempo, pero nadie se atreve a decírselo», fue el
chiste del verano del 95 en Pekín), y sobre todo, está en saber cuál será el
momento de proclamar el cambio de sistema en el proceso del crecimiento
acelerado, del comunismo al capitalismo.
Esos problemas, y la propia importancia de China, merecen un respe-
to, y ayuda para encontrar cauce a su nueva identidad 24. Pero ello no debe
ser base para permitir situaciones límite de una nueva guerra fría en todo
el área de la OAP, con las graves consecuencias que tendría para un es-

23 Sobre las apetencias de aguas exclusivas por Pekin en todo el Mar de la China Meri-
dional~ Tony Walker, «The waters beyond rnischiefreef}), Financial Times, 15.111.1995,
pág. 13. También Manuela Saragosa, «Beijings South China ambitions rattle Indone-
sia», FT, 26.V.1995, pág. 5.
24 Nicholas D. Kristof y Shery WuDunn, «China Wakes. The Struggle for the soul of a

Rising Power»~ Times, Nueva York, 1995. En este libro, se plantea una cuestión impor-
tante: cuál es la búsqueda de la identidad de una nueva gran potencia.
r

23. República PopuLar China

pacio económico altamente prometedor, como vimos en los capítulos 14


y 19 25 •

23.9 China después de Den Xiaoping


La muerte de Den Xiaoping, el 19 de febrero de 1997, marcó todo un hito
en la historia de la China contemporánea, como en la ocasión subrayaron
ad nauseam los medios informativos. No en vano el dignatario desapareci-
do -al que se hicieron inevitables referencias como último emperador-
fue quien en 1977, tras la muerte de Mao Zedong, formuló el proceso de
cambio político y social; basándolo inicialmente en las mismas pautas pe-
dagógicas del maoísmo, con la expresión de las cuatro modernizaciones
comentadas en 23.7.
La filosofia global subyacente en esa operativa supo resumirla el propio
Den en una frase, ya citada antes, que no brilló precisamente por su marxis-
mo dogmático: «¿qué más da que el gato sea blanco o negro si sirve para
cazar ratones?». Pero no obstante tan pragmática sentencia, no se delimitó
con nitidez cuál seria el objetivo final del gran avance iniciado en 1978: la
implantación del sistema de economía mixta o el hallazgo de un equilibrio
en el que sin desmontar los fundamentos de la estructura socialista, funcio-
nasen los dispositivos para conseguir los deseados aumentos de bienestar.
Desde luego, a 20 años de distancia del arranque de la Revolución Deng,
está claro que una parte muy considerable de la población del inmenso y
siempre enigmático Imperio del Centro vive mejor que antes, con rasgos
capitalistas notables y ubicuos en el sistema productivo de bienes y servi-
cios. Siendo posible prever, además, que cuando el segmento empresarial
privado sea tan importante o más que el público, podría producirse la deci-
siva transformación política -seguramente no exenta de convulsiones-, a
un régimen de derechos humanos, libertades y multipardismo. Pero ese ho-
rizonte no está ni mucho menos al alcance inmediato de los disidentes, que
aún habrán de sufrir hasta llegar a la tierra de promisión de la verdadera de-
mocracia en el país más poblado del planeta.
China es hoy la segunda potencia económica mundial. La revisión hecha
en 1993 por las Naciones Unidas de anteriores estimaciones sobre su PIB,
acabó con las irrisorias cifras del pasado; derivadas de tipos de cambio de

2S Sobre las relaciones chino-rusas, mejorando, Matthew Kaminski, «China and Russia

join to assail West», Financial Times, 27.VI.1995, pág. 6. En lo concerniente a la cues-


tión China continentallTaiwán, una de las políticamente más calientes, no hay que olvi-
dar la gran imbricación comercial de las dos Chinas; sobre el tema: Seth Faison, «Despi-
te Enmity, Cornmercial ríes to Taiwan are Growing», IHT, 12.VII.1995, pág, 17. En 10
tocante a las relaciones con Japón, siempre problemáticas, Brian Bridges, «Here comes a
New Phase ofChina-Japon Rivalry», IHT, 1. VII 1. 1995, pág. 8.
moneda y de precios internos inutilizables para comparaciones internacio-
nales verdaderamente significativas. Así, al poder de compra efectivo, el
PIB chino se sitúa hoy en segundo lugar del ranking internacional, sólo de-
trás de EE.UU., y ya superando el de Japón. Cosa bien distinta es que no se
disponga de capacidades tecnológicas y operativas parangonables con otros
países mucho más avanzados.
En los catorce años de 1978 a 1992, China creció a una media del 10 por
100 acumulativo anual, ritmo que le permitió multiplicar por cuatro su pro-
ducto nacional en media generación; y desde entonces al 97, se duplicó
(véase cuadro 1). De seguir aSÍ, aunque sea a una tasa menos intensa, de
por ejemplo el 7 por 100 al año, adelantaría a EE.UU. hacia el 2020; o an-
tes si se culmina la formación de la Gran China, incluyendo no sólo Hong
Kong -incorporado elIde julio de 1998- y Macao (para el 20 de di-
ciembre del 99 estará dentro), sino igualmente Taiwan.
En octubre de 1997 se celebró en Pekín el Congreso del Partido Comu-
nista Chino, en el cual se preparó la nueva fase de la política económica
para la modernización y la competitividad. Las conclusiones de ese concla-
ve fueron bien precisas: sector público a reducir, privatización o cierre de
las empresas estatales con déficit, y nuevas medidas generales de flexibili-
zación de la economía.

23.10 Las reLadones EE.UU. / China

La visita de Clinton al país más poblado del planeta en junio de 1998 causó
sensación en toda Asia; y no sólo por los aspectos folclóricos o pintorescos
(danzarinas y terracotas en Xian, debate libre ante los medios, misa matuti-
na, etc.), sino muy especialmente por el gran calado de la operación nortea-
mericana, que algunos intuyeron como la conquista económica de China.
En ese sentido, si como vimos en el capítulo 22 el Fed estuvo sosteniendo
el yen en mayo/junio del 98, fue en gran medida para ayudar a Pekín y evi-
tar así la devaluación del renminbi y del dólar de Hong Kong; al objeto de
impedir una nueva tormenta monetaria que asolaría a toda la orilla asiática
del Pacífico.
Esos esfuerzos no fueron baldíos, pues a pesar de muchas dificultades
de toda clase -y no la menor las terroríficas inundaciones de agosto y sep-
tiembre de) 98 en el Norte y Centro de la China continental- se mantuvie-
ron las paridades del renminbi y del dólar de Hong Kong con el de EE.UU.;
una contribución inestimable al no agravamiento de la crisis financiera glo-
bal.
Por otro lado, los ecoguerrilleros de Clinton, como son los Greenspan de
]a Reserva Federal, y Rubin y Summers del Tesoro, gestionaron el apoyo
incondicional a las medidas de reforma puestas en marcha por Zu Rongi, el
flamante jefe de Gobierno, antes ministro de Economía. Reformas que van
23. República Popular China

Cuadro l. Principales indicadores de China

l. DEMOGRÁFICOS (*) 11. ECONÓMICOS

Superficie (miles km2 ) 9.561 PIB (millones US$) 2.382.000


Población (millones) 1.191 D anual medio (80-94) 10,1
Densidad (habsIkm2 ) 124,26 PNB per cápita (en US$) 2.000
Esperanza de vida (años) 69 D anual medio(84-94) 7,8
Analfabetismo adultos (%) 19 Inflación media 84-94 (%) 8,4

111. APORTACIONES SECTORIALES AL PIB (%)

1980 1994

Agricultura 30 21
Industria 49 47
Servicios 21 32

IV. EVOLUCION DE ALGUNOS INDICADORES ECONÓMICOS


(% Y MILES DE MILLONES DE DÓLARES)

CONCEPTOS (*) 1993 1994 1995 1996

Variación de] PIB real (%) 13,5 12,6 10,5 9,7


Exportación 75,9 102,6 128,1 128,5
Importación -86,3 -95,3 -110,1 -114,6
Inversión extranjera directa 23,1 31,8 33,8 38,8
Reserva de divisas 23,0 53,5 76,0 107,7
Deuda externa 84,4 95,0 106,6 116,2
Ahorro nacional bruto (%) 40,6 42,6 41,1 42,9
Inversión interna bruta (%) 43,3 41,2 40,8 42,4
Tasa de interés (% de los depósitos a un año 11,0 11,0 1 ) ,O 7,5

• En miles de millones de US$ o en %.


FUENTE: FMI, Banco Mundial (1997), Y elaboración propia.

a abarcar gran parte del escenario: empresas estatales, prestaciones por de-
sempleo y seguridad social a escala de toda la República Popular, reorgani-
zación del Banco Central siguiendo el modelo de la Reserva Federal, etcé-
tera.
De tales proyectos, lo más novedoso fue el cambio de cadencia, a un rit-
mo más lento y de fonna gradual, porque recurrir al big bang, en tiempos
de crecimiento ralentizado, podría ser origen de graves traumas en la socie-
(

1
Las grandes potencias económicas

dad, con la secuela de turbulencias de coste incalculable. Todo menos un


nuevo Tiannanmen, que seria como dar un salto atrás de varios años.
Por otra parte, la visita de Clinton a la otrora enigmática China, equiva-
lió a un espaldarazo al Gobierno de Jiang Zemin para sentarse en el foro de
la Organización Mundial de Comercio, a la cual hasta ahora se le cerraron
las puertas, por la renuencia de los dirigentes de Beij ing a realizar las refor-
mas antes comentadas. Y lo más seguro es que ya exista algún tipo de ne-
gociaciones entre Beijing y Taipé, tal vez alentadas por EE.UU., para en-
contrar una fórmula de nueva relación con Taiwan.
Desde un enfoque de psicología política, lo más asombroso de todo es la
desenvoltura con que los conductores del PC chino van dando el visto bue-
no a la transformación del país, para convertirlo en muy poco tiempo en la
segunda gran fortaleza del capitalismo; por muchos eufemismos que a ve-
ces se empleen en las manifestaciones para la galería, y aunque la vieja
guardia (cada vez más vieja) pretenda darle la vuelta a las tendencias en
curso. Demasiado tarde: el platillo del capitalismo ya pesa más en la balan-
za del poder que el del socialismo. Si Mao levantara la cabeza ...
Nada de lo dicho supone que el futuro de China vaya a ser un camino de
rosas: los masivos movimientos demográficos del campo atrasado a las ciu-
dades, sobre todo de la costa, aún podrán generar tensiones de gran porte,
que en un momento dado los actuales líderes tal vez no serían capaces de
controlar; salvo que sigan actuando unidos y frío cálculo, de lo que hasta
ahora han dado muestras.
La gran cuestión, pues, es cómo continuar la transición, para 10 cual
China mira cada vez más a EE.UU. en vez de a Japón que ha dejado de ser
el modelo. Y una pregunta más: ¿estará un día el gigante asiático tan estre-
chamente vinculado a los intereses norteamericanos como para establecer
un nexo especial entre su moneda y el dólar? Seria el proceso de hongkoni-
zación del Continente que algunos anuncian con carácter ineluctable.

Nota bibliográfica
Además de la bibliografia citada en cada caso, para la actualización del capítulo so-
bre China en esta 19a edición, se han tenido en cuenta la nueva bibliografia que
menCIonamos:

Alberto Ballarln Marcial, «China: otra perestroika», Ed. San Martín, Madrid, 1991.
Luis González Seara, «China: cien flores que esperan», Tecnos, Madrid, 1991.
Enrique Fanjul, «Revolución en la revolución. China, del maoismo a la era de la re-
forma», Alianza Editorial, Madrid, 1994.
Alicia Tamames, «La influencia del confucianismo en el desarrollo económico del
sudeste asiático y de Extremo Oriente. El caso específico de China: comunismo
versus confucianismo», edición limitada, 1995.
Martin Wolf, «A country divided by growth. Market reforms could threaten China 's

-sso
23 . República Popular China

cohesion by exacerbating inequality between the interior and coastal regions»,


Financial Times, 20.11.1996.
Jonathan Moore y David Lindorff, «For business, the Taiwan strait narrows. As ten-
sion subsides, the island reaches out to China», Business Week, 27.V.1996.
Ignacio Sotelo, «Política Exterior y derechos humanos», El País,; 5.VII.96.
Gary S. Becker, «Even China will find that freedom boosts growth», Business
Week, 16.XII.1996.
Alain Peyrefitte, «Entrevista a Jiang Zernin», Tribuna, 13.1.1997.
Alain Peyrefitte, «Deng Xiaoping», ABe, 20.II.1997.
Tony Walker, «China 's pioneer of market reforms. Deng dared to break the mould
of Maoist dogma», Financial Times, 20.II.1997.
Tony Walker, «The dragon 's new head. Jiang Zemin is taking control of China», Fi-
nancia/ Times, 21.11.1997.
Joyce Barnathan, Pete Engardío, Sheri Prasso, William Glasgall y Stan Crock,
«China after Deng. The 1ast paramount leader is gone. Will stability reign?»,
Business Week, 3.111. 1997.
Tony Walker, «China could overtake US by 2020», Financial Times, 22.1V.1997.
Tony Walker, «From shadow to spotlighí. China 's new boss has established his lea-
dership», Financial Times, 20.IX.1997.
Tony Walker y James Harding, «Key stage on long march to markeb>, Financial Ti-
mes,8.XII.1997.
Joyce Barnathan, Dexter Roberts, Mark L. Clifford, Bruce Einhorn y Pete Engar-
dio, «Can China avert crisis?», Business Week, 16.I1I.1998.
«China's political cage. Economic stresses and strains are on theír way. Polítical re-
form would make them easíer to bean>, The Economist, 8. VIII. 1998.
Índice de siglas

ABLAS: Aceptación bancaria latinoamericana (ALALC).


ACP: (Paises de) África, Caribe y Pacífico.
AEC: Arancel Externo Común (Mercasur).
1 AECA: Asociación de Estados del Caribe.
AEF:África Ecuatorial Francesa.
1 AFTA: Asean Free Trade Area.
1 AGAAC: Acuerdo General sobre Aranceles de Aduanas y Comercio (GATT).
AGP: Acuerdo General de Préstamos.
AID: Agency for Intemational Development.
t AlE: Agencia Internacional de la Energía.
1 AIF: Asociación Internacional de Fomento.

I AIP: Acuerdos Internacionales de Productos.


ALADI: Asociación Latinoamericana de Integración.
ALALC: Asociación Latinoamericana de Libre Comercio.
ALCA:Area de Libre Comercio de las Américas.
ALCSA:Area de Libre Comercio Sudamericana.
AMF: Acuerdo Multifibra.
AMHK: Autoridad Monetaria de Hong Kong.
AMI: Acuerdo Multilateral sobre Inversiones.
AMO: Área Monetaria (más) Óptima.
ANAM: Asociación de Naciones de Asia Meridional.
ANZCERTA: Australia New Zealand Closer Economic Relations Trade Area.
AOD: Ayuda Oficial al Desarrollo.
AOF: Africa Occidental Francesa.
APEC: Asia Pacific Economic Cooperation.
1
!

t structu r a ece"l ÓnlH.a internacional

ASEAN: Asociación de Naciones del Sudeste Asiático.


ASEM: Asia-Europe Meeting.

BAtD: Banco Africano de Desarrollo.


BAsD: Banco Asiático de Desarrollo.
BCE: Banco Central Europeo.
BCEAO: Banco Central de los Estados de Africa Occidental.
BEAC: Banco de los Estados de África Central.
BEI: Banco Europeo de Inversiones (CEE).
BERD: Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo.
BIAC: Business and Industry Advisory Comittee (OCDE).
BICE: Banco Internacional de Cooperación Económica (MCCA).
BICE: Boletín Semanal de Información Comercial Española.
BID: Banco Interamericano de Desarrollo.
BII: Banco Internacional de Inversiones (COMECON).
BIRD: Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo.
BIRF: Banco Internaciona1 de Reconstrucción y Fomento.
BIS: Bank for International Settlements.
BJP: Partido Baratiya Janata (India).
BM: Banco Mundial.
BOlES: Bulletin ofthe Oxford Institute ofEconomics and Statistc.
BPI: Banco de Pagos Internacionales.

CAD: Comité de Ayuda al Desarrollo (OCDE).


CAF: Corporación Andina de Fomento.
CAME: Consejo de Ayuda Mutua Económica.
CAN: Comité de Alto Nivel (MCCA).
CAN: Comunidad Andina.
CARIBANK: Caribbean Development Bank.
CARICOM: Mercado Común del Caribe.
CARIFORUM: CARICOM, Haití y República Dominicana.
CARIFTA: Asociación de Libre Comercio del Caribe.
CCAO: Comisión para la Cooperación de África Oriental.
CDB: Caribbean Development Bank.
CDS:Comité de Desarrollo Sostenible.
CE: Comunidad Europea.
CEA:Comunidad Económica Africana.
CEAC: Cooperation East Africa Commission.
CEAO: Comunidad Económica de Africa Occidental.
CEAOR: Comunidad Económica de Africa Oriental.
CEALO: Comisión Económica para Asia y el Lejano Oriente.
CECA: Comunidad Europea del Carbón y de Acero.
CEDAO: Comunidad Económica de los Estados de Africa Occidental.
CED: Comunidad Europea de Defensa.
CEE: Comunidad Económica Europea.
CEEA: Comunidad Europea de la Energía Atómica.

-ss:
Índice de siglas

CEEAC: Comunidad Económica de los Estados de Africa Central.


CEI: Comunidad de Estados Independientes.
CEMAC: Comunidad Económica y Monetaria de África Central.
CEO: Chief Executive Officer.
CEPA:Comisión Económica para Africa.
CEPALC: Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
CEPE: Comisión Económica para Europa.
CEPGL: Comunidad Económica de los Países de los Grandes Lagos, África.
CES: Confederación Europea de Sindicatos.
CES: Comité Económico y Social (UE).
CESAO: Comisión Económica y Social para Asia Occidental (NN.UU.).
CESCA: Comunidad Económica y Social Centroamericana.
CESPAO:Comisión Económica y Social para Asia OccidentaL
CESPAP: Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico.
CFA: Comunidad Financiera Africana./Cooperación Financiera de África Central.
CFI: Corporación Financiera Internacional.
CalAR: Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (BM).
CIA:Central Inteligence Agency.
CIADI: Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones
(BIRF)
CIDEU: Programa de un Centro de Desarrollo Estratégico Urbano (OEI).
CIG: Conferencia Intergubernamental.
CIME: Comité de la Inversión Internacional y de la Empresa Multinacional.
CIOSL: Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres.
CMT: Confederación Mundial del Trabajo.
CNUCD: Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.
COMECON: Véase CAME.
COMESA: Comanon Market ofEast Africa.
COREPER: Comité de los Representantes Permanentes (UE).
CSP: Célula Simple Proteínica.
CYTED: Programa de Cooperación Científica y Tecnológica (OEI).

DEG: Derechos Especiales de Giro.


DEO: Departamento de Evaluación de Operaciones (BM).
D FI: Direct Foreign Investments.
DM: Marco alemán.

EAEG East Asia Economic Grouping (o Caucus).


EAMA: Estados Africanos y Malgache asociados.
ECA: Administración de Cooperación Económica.
ECCM: Mercado Común del Caribe Oriental.
ECOFIN :Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la VE.
ECOSOC: Consejo Económico y Social (NN.UU.).
ECOWAS:Economic Cornmunity ofWest African States.
ECU: European Currency Unit.
EDI: Economic Development Institut (BIRF).

,
Estructura económica internacional

EEE: Espacio Económico Europeo.


1
EFTA: European Free Trade Association.
EMN s: Empresas Multinacionales.
ENI: Ente Nazl0na]e Idrocarburi (Italia).
ELP: Ejército de Liberación Popular (China).
EURCO: European Composite Unit.
EVEF:Escuela de Verano de Economía y Finanzas
EVN: Esperanza de Vida al Nacer.
Eximbank: Export-Import Bank.

FAC: Fondo de Ayuda para los Estados de Africa y Madagascar.


FADES: Fondo Arabe para el Desarrollo Económico y Social.
FAO: Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura.
FECOM: Fondo Europeo de Cooperación Monetario.
FED: Fondo Europeo de Desarrolo.
Fed: Sistema de la Reserva Federal de EE.UU.
FEDER: Fondo Europeo de Desarrollo Regional.
FEI:Fondo Europeo de Inversión.
FEOGA: Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agricola.
FINEBEL: (Área monetaria formada por:) Francia, Italia, Holanda, Bélgica y Lu-
xemburgo.
FMAM: Fondo para el Medio Ambiente Mundial (BIRF).
FMI: Fondo Monetario Internacional.
FNUAP: Fondo de las Naciones Unidas para las Actividades de Población.
FS: Franco suizo.
FSM: Federación Sindical Mundial.
FT (The Financial Times)
FTA: Free Trade Agreement (EE.UU.lCanadá).
FTAA:Free Trade Area ofthe Americas.

GAB: General Arrangement to Borrow.


GTC: Grupo de Trabajo Conjunto del Caribe y EE.UU.
GATS: General Agreement on Trade in Services (OMe).
GATT: General Agreement on Tarifs and Trade.

HIPC: Heavity Indebled Poor Comitries.


HMSO:Her Majesty Stationary Offíce.

lATA: International Aviation Transport Association.


IBERFOP: Programa de Cooperación en el área de Formación Profesional (OEI).
IBERMADE: Programa de Modernización de las Administraciones de Educación
(OEI).
IBERMEDIA: Programa de Construcción de un espacio audiovisual iberoamerica-
no (OEI).
IBERPYME: Programa de apoyo a la pequeña y mediana empresa (OEI).

-ssr
Índice de siglas

ICE: Información Comercial Española.


IDA: Internatíonal Development Association (BIRF).
IDE: Instituto de Desarrollo Económico (BIRF).
IDH: Indice de Desarrollo Humano.
IED: Inversiones Extranjeras Directas.
IEU:Intelligence Economist Unít.
IFC: International Financial Corporation.
IHT' International Herald Tribune.
IME: Instituto Monetario Europeo.
IMF: International Monetary Fund.
INED:Instituto de Estudios Demográficos.
INTAL: Instituto de Integración de América Latina.
IPC: Índice de Precios de Consumo.
ITA: Information Technology Agreement (OMC)
ITT: International Telegraph Telephone.

JaI: Justice and Interior (UE).


JUNAC:Junta del Acuerdo de Cartagena.

KMT: Knomintang.

LIBOR: London Interbanking Offered Rate.

MC: Mecanismo de Cambios (UE).


MCCA: Mercado Común Centroamericano.
MERCOSUR: Mercado Común del Sur de América.
MIU: Mercado Interior Unico (CEE).
MRU: Mano River Union, Africa.

NAB: Nomenclatura Arancelaria de Bruselas.


NAFTA: New Zealand Australia Free Trade Area.
NAFTA: North America Free Trade Area.
NAUCA: Nomenclatura Arancelaria Uniforme Centroamericana.
NEI: Nuevo Estado Industrial.
NEP: Nueva Política Económica.
NIC:New]y Industrialized Country.
NOEI: Nuevo Orden Económico Internacional.
NPSA: Nuevo Programa Sustancial de Acción (UNCTAD).

OCDE: Organización de Cooperación y Desarrollo Económico.


ODECA: Organización de Estados Centroamericanos.
OECE: Organización Europea de Cooperación Económica.
Estructura econón,ica internacional
OIC: Organización Internacional del Comercio.
OING: Organismos Internacionales no Gubernamentales.
OMC: Organización Mundial de Comercio.
OMGI: Organismos Multilaterales de Garantía de Inversiones (MIGA).
OMS:Organización Mundial de la Salud.
ONU: Organización de las Naciones Unidas.
OPAEP: Organización de Países Arabes Exportadores de Petróleo.
OPEP: Organización de Países Exportadores de Petróleo.
OTAN: Organización del Tratado del Atlántico Norte.

PAC: Política Agrícola Común.


PAELA: Plan de Acción Económico de Centroamérica.
PAR: Preferencia Arancelaria Regional (ALADI).
PBEC: Pacific Basin Economic Counci1.
PCC: Partido Comunista Chino.
PCUS: Partido Comunista de la Unión Soviética.
PECC: Pacific Economic Cooperation Counci!.
PESC: Política Exterior y de Seguridad Común de la UE.
PI: Países Industriales.
PIR: Países de Industrialización Reciente.
PMA: Países Menos Avanzados.
PMD: Países Menos Desarrollados.
PNUD: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
PNUMA: Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
PTOM: Países y Territorios de Ultramar.
PTA: PreferentiaJ Trade Agreement, Africa.
PYMEs: Pequeñas y medianas empresas.

RDA: Regional Developent Agency.

SAARC: South Asian Association for Regional Cooperation.


SACU: Southern Africa Customs Union.
SADC: Southem African Development Comunity.
SADCC: South Africa Development Coordination Conference, Africa Austral.
SCOAC: Statical Co-ordinating Advisory Comunittee.
SDN: Sociedad de las Naciones.
SEBC: Sistema Europeo de Bancos Centrales.
SGPC: Sistema Global de Preferencias Comerciales.
SICA: Sistema de Integración Centroamericana.
SIECA: Secretaría de Integración Centroamericana.
SME: Sistema Monetario Europeo.
SMI: Sistema Monetario Internacional.
SPARTECA: South Pacific Regional Treaty on Economic and Commercial Coope-
ration.
SPG: Sistema de Preferencias Generalizadas.
Índice de siglas

TAFTA:Trans Atlantic Free Trade Agreement.


TAPLINE: Transarabian pipe lineo
TEC: Tarifa Exterior Común.
TLC: Tratado de Libre Comercio.
TRIMS: Aspectos comerciales de las medidas en materia de inversión (OMC).
TRIPS: Aspectos comerciales de los derechos de propiedad intelectual (OMC).
TUAC: Trade Union Advisory Comunittee.

UASA: Unión Aduanera de Sudáfrica.


UDEAC: Unión Aduanera de Africa Ecuatorial.
UE: Unión Europea.
UEBL: Unión Económica Belgo-Luxemburguesa.
UEM: Unión Económica y Monetaria.
UMA: Unión del Magreb Arabe.
UME: Unión Monetaria Europea.
UMOA: Unión Monetaria del Oeste Africano.
UNCED: United Nations Conference on Environment and Development.
UNCTAD: Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

WISA: West lndies State Association.


WISCO: West Indies Shipping Corporation.

ZLC: Zona de Libre Comercio.


fI/I>

Indice de nombres

~
\1

j
1

1
ACKLEY, G., 381 BARRO, R., 496
Acheson, D., 64, 65 Baker, J., 11 S, 454
Adams, A.E., 488 Baker (Plan), 115, 144, 146
Aganbegyan, A., 497 Balassa, B., 155
Akamatsu, P., 510 Baldinelli, E., 311
Alfonsín, R., 318 Ball, G., 381
Aliguieri, D., 17 BaIlarín, A., 550
Allende, N., 379 Baran, P., 477
Alonso, E., 303 Bardcke, T., 367
Amalrik, A., 498 Bamathan, J., 551
Amin, 346 Barnett, A.D., 528
Anda~ C., 199 Barón, A., 149
Andic, E, 332 Barro, R., 384,484
Andropov, Y., 497 Batra, Mr., 455
Annan, K., 51, 52 Beasley, W.G., 521
Aparicio, 5, 16 Beck, R., 471
Aragao, J.M., 23, 314, 315, 320 Becker, G., 383, 551
Arias, O., 299 Bekinschtein, lA., 373
Arcaya, R, 318 Behrens, vv.vv.,409
Atlee, C., 60 Benedicto Xv, 38
Attalí, J., 140 Berlusconi, S., 73
Ávila, A.M., 171 Bernstein, E., 86, 87
Aymar, R., 428, 432 Bertaina, N., 315
Ayres, R.U., 400 Berthoin, G., 380
Azcárate, M., 281 Berzosa, C., 70, 406
Estructura económica internacional
Bettelheim, 495 Byrnes, 1., 66, 384
Bhutto, B., 365
Bizzózero, L., 322 CAIRNCROSS, A., 131
Black(Plan),134 Calderón, A., 302
Black, E.R., 134 Calvete, M.T., 139
Blair, T., 75, 269 Camino, C., 301
Block, EL., 79 Camdessus, M., 461
Bodard, L., 540 Campbell, R.W., 493
Bogert, C., 507 Cantó, P., 23
Bogomolov, O., 277 Carande, R., 29
Boigny, H., 354 Carey, J., 399
Bolívar, S., 322 Cardoso, EH., 469
Bonaparte, N., 431 Carlos V, 29
Bonet, A., 170 Carnegie, 476
Bonet, P., 501 Carter, J., 355, 361, 380, 381, 453, 454
Bonnet, H., 138 Carver, T.N., 477
BorJaug, H., 402, 408 Castells, M., 380
Borrus, A.; 291 Castillo, C.M., 299
Boserup, E., 400, 401 Castillo, 1. del., 171
Bourrier, Ch., 531 Castro, E, 332
Bouzas, R., 322 Cavallo, D., 127, 288
Brabant, J., 279 Ceaucescu, N., 282
Brad~N., 144, 145,403 Ceballos, L., 146, 175
Brady, R., 507 Ceerzon, G., 161
Brady (Plan), 144, 145, 146,286 Centeno, R., 432, 433
Brandt (Informe), 201 Cervantes, M. de, 347
Bravo, A., 139 Chang Kai Chek, 526, 527, 528, 530, 539
Breznev, L., 361 Chapman, G., 23
Bridges, B., 547 Chardin, T. de, 207
Brittan, L, 176, 291 Chassin, L.M., 526
Brittan, S., 484 Chaunu, P., 29
Brow, W.A., 158 Chen, J., 526
Brown, G., 75 Chen Tu Siu, 526
Brudenius, C., 332 Chernenko, 497
Bruhat, J., 489 Chermomirdin, 458, 501, 505
Brulé, J.P., 540 Chevalier, J.M., 32, 433
Brull, S., 520 Chirac, J., 352
Brundt1and (Informe), 150,453 Chote, R., 154
Brus, W., 45 Chu En Lai, 363, 526, 538
Brzeizinski, Z., 380, 381 Chu Té, 526
Bujarin, N.I., 488 Church, G., 73, 475
Bulganin, N., 493 Churchill, W.C., 36, 37,62,63
Burgand, J.M., 338 Chva-Eoan, H.G., 122
Burnham, 1., 478 Cipolla, C.M., 391, 392, 393
Burns, A., 381 Clausewitz, 480
Burt, T., 262 Clifford, M.L., 551
Bush, G., 286, 287, 289, 361,479 Clinton, B., 73, 124, 287, 289, 291,
Bu~elo,P.,48,366,369 322,459,481,504,550
.
Índice de nombres
Clinton, H.R., 481 Doak Bamett, A., 539
Cobden, R., 32 Done, K., 140
Cockfield, 248 Douglas, M., 51
Colbert, lB. de, 31 Drietnich, P., 399
Collor de Melo, E, 319 Drucker, P.E, 70, 389
Colosio, L.D., 288 Dubos, R., 398
Cornmoner, B., 201 Dumont, R., 201, 531
Condliffe, lB., 78 Dunkel, A., 169
Condorcet, Marqués de, 400 Dunne, N., 111, 124
Confucio, 523 Du Pont de Nemours, 476
Cookson, C., 395, 429 Durgin, EA., 493
Coolidge, C., 436, 438 Durniev, V.A., 273
Corra], P., 406 Dwyer, P., 291
Correa, 181
Cotton, R., 433 EBERHARD, W, 523
Crock, S., 551 Ehrlich, P.R., 201, 408
Cromwell, O., 31 Einhom, B., 551
Cruz Smith, M., 506 Eleta, E, 23
Csaba, L., 281 Ellenstein, J., 496
Cuenca, E., 262, 349 El1sworth, P. T., 77, 441, 442
Cuervo, S., 23 Emminger, O., 100
Cullen, R.B., 404 Engardio, P., 551
Cuscó, P.P., 23 Engels, E, 33
Ermakour, V, 399
DADA, H., 299 Essen, L., van, 29
Da Silva, 1, 126 Estapé, E, 475
Davies, S., 505 Evans, P., 171
Dawkins, W., 520
De Gaulle, Ch., 85, 89, 227, 260, 261 FAISON, S., 547
Deleyne, 1., 540 Fanjul, E., 543, 550
Delgado, E, 116 Famesio, A. de, 250
Dell, S., 343 Felipe 11, 29, 30
Delors, 1., 248 Fernández Norniella, J.M., 175
Delors (Libro Blanco), 251 Femández Shaw, E, 294
Delors (Plan), 248 Ferrer Regales, M., 407, 410
Delroy, L., 429 Fidier, S., 289, 290
Den XiaoPing, 14, 49, 363, 530, 540, Fidler, S., 321
541,543,546,547 Fineman, H., 480
Deutscher, I., 492 Fingleton, E., 520
Díaz, NJ., 414 Fiodorov, B., 308
Díaz Mier, M.A., 171 Fisac, T., 415
Díaz Nicolás, 1.,414 Fischler, E, 236
Diebold, W., 224 Fisher, A., 517
Dillon, D., 161 Florentín, M., 507
Dillon (Ronda), 161, 162, 229 Fonseca, G., 299
Dimitrov, G., 272 Ford, H., 476
Diouf, 1., 405 Forrester, 1, 201
Djilas, M., 272 Frade, C., 149
Estructura económica internacionaL
Franco, l., 319 Graham, G., 289, 290
Francisco Javier (Santo), 509 Grandi, J., 322
Frank, l., 161 Granell, E, 170, 191, 203, 326, 387
Freeland, C., 508 Gray, J., 50
Fresnillo, 1M., 131, 139 Grau, C., 475
Friedman, M., 442, 476 Green, R.H., 343
Friedman, R., 437, 442 Greenspan, A., 49, 124, 459, 483, 484,
Frondizi, A., 306 485,548
Forrester, 201 Greenwald, J., 288
Fuentes Mohr, A., 23, 299 Grenon, M., 433
Fugger (Fúcar), 29 Gingrich, N., 481
Fujimori, 328 Girón, J., 269
Grossman, G., 42
GADAFI, 267, 417 Grubel, R.C., 86
Gaidar, N., 501 Grunwald, H., 479,480
Galbraith, J.K., 436, 437, 455, 475, Gudiño, P., 287
476,477,478,540 Guerra Borges, A., 301
Gafo, J.I., 433 Guerrero, 181
Galuszka, P., 507 Guevara, E. (Che), 197
Gama, V. de, 363 Gughes, T.H., 528
Gandhi, M, 364 Guha, K., 364
Ganshof, E, 28 Guillain, R., 511
García, A., 143 Gutiérrez, E., 332
García Camacho, M.D., 16 Gutiérrez, EP., 299
García Díez, lA., 489
Garciamartín, C. 501 HALLSTEIN, w., 227
Garret, L., 399 Ramilton, EJ., 28
Garvy, G., 446 Hamilton, H., 49, 540
Gates, B., 384 Hanke, H., 355
Gaugoh, L., 124 Harbrecht, D., 482
Gaviria, O., 290 Harris, M., 380
Gerbert, P., 58 Hashimoto, R., 521
Ghai, D., 343 Hata, T., 519
Ghosh, B., 74 Havel, v., 278
Gibney, E, 49 Hawley, A., 391
Gill, H., 339, 366 Harding, J., 551
Gingrich, N., 481 Hazlewood, A., 343
Glasgall, W, 551 Heath, E., 261
Glouchevitch, P., 389 Heilbroner, 201
Godwin, W., 400 Helder Cámara, D., 23
González, lC., 175 Helperin, M., 314
González del Val1e, 1, 299 Henao, S., 23
González Huerta, B., 16 Henderson, C., 429
González Márquez, E, 267, 291 Hennitt, B., 404
González Seara, L., 550 Herranz, E, 502
Gorbachov, M., 72, 73, 276, 428, 497, Herrera, F., 23, 292, 311
498,499,500,502,503,505 Hicks, G., 49
Gore, A., 124, 289 Hill, P., 433

-sir
r
Índice de nombres

Hinojosa-Ojeda, R., 322 KABILA, 352


Hirsh, M., 370 Kafka, 100
Hish, M., 288 Kahn, H., 511
Hitler, A., 441 Kaifu, T., 519
Ho Chi Min, 62 Kalinin, M.L, 488
Hochstetter, 29 Kamenev, L.B., 488
Hodson, H. Y., 442 Kaminski, M., 547
Hoffinan, P., 69 Kangshi (Emperador), 524
Hogan, W.W., 433 Kaser, M., 273
Holusha, 1., 482 Kazmin, A.L., 364
Hoover, H., 438 Kelly, R., 140
Hornik, R., 368 Kennedy, 1.E, 86, 472, 480
Horvat, B., 282 Kennedy, R., 472
Hosokawa, M., 519 Kennedy(Ronda), 161,163
Huband, M., 348 Kenyata, 1., 345
Hull, C., 473 Kenwood, A.G., 442
Hurnmer, w., 317 Kerenski, A.E, 488
Hussein, S., 361 Kesman, C., 315
Keynes, J.M., 32, 79, 86, 439, 442, 450
IGLESIAS, E.Y., 138, 321 Keyserling, L.H., 475
IkIe, M., 96 Khol, H., 269, 282
Isabel I1, 365 King, M.L., 472, 480
Ishihara, S., 521 King, T., 410
Kiriyenko, 458
JACKSON, T.~ 138,467 Kissinger, H., 381
Jacoby, T., 472 Klatzmann, R., 451
Jaguaribe, H., 318 Klein, 1., 387
Janata, B., 364 Koestler, A., 401, 436, 440
Jaruzelski (General), 276, 282 Kondratieff, N., 446
Jasbulatov, R., 501, 502 Koretz, G., 476
Javetski, B., 387 Kosiguin, A.N., 495, 496
J avits, 1., 382 Krause, L.B., 227, 377
Jerez, 1., 23 Krisha, K.G.Y., 343
Jian Zeming, 49, 363 Kristof, N.O., 546
Johnson, L.B., 444, 472 KJugman, P., 484, 845
Johnson, Ch., 520 Kurtzman, J., 122
Jomeini, A., 71, 361, 423 Kutner, R., 475, 482
Jones, 1.M., 60
Jonquieres, G. de, 152 LABOlRE, M., 238
Jordan, R., 315 Lacalle, L, 319
Joseph, M., 161 Lagos, G., 23
Josephson, M., 476 Lamfalussy, A., 87,218
Jouanneau, D., 165 Lange, O., 44, 45, 275
Jruschov, N., 273, 493, 494, 495, 537 Lao Tse, 523
Juan Carlos 1, 267 Lapper, R., 122
Juan Pablo II, 414 Larosiere, J., 140
Juliana, E., 53 Lastra, F., 23
Jurado, R.H., 23 Laski, K., 45

I
Estructura económica internacional
1
Layanl, R., 507 Mai tland, A., 406
Leeson, N., 121 Malcom X., 472
Lefranc, G., 28 Malenkov, 493
Lenin, v.1., 65, 490, 502, 525 Malkin, L., 121
Lerner, 275 Mallet, v., 347
Leutwiler, E, 169 Malthus, R.T., 398,399,400
Leutwiler (Informe), 170 Manduí (dinastía), 524
Lewinsky (efecto), 459 Mandela, N., 347,469
Lewis, A., 442 Mann, L.E., 338
Lewis, ID., 322 Mansholt, S., 382
Lewis, P., 150 Mansholt (Primer Plan), 232, 233, 237
I..?Huillier, lA., 131 Mansholt (Segundo Plan), 233
Li Peng, 545 Mao Tse Tung, 525, 526, 527, 529, 531,
Liberman, 495 532,535,539,541,545,550
Lieberson, 1, 410 Mao Zedong, 363, 547
Ligachov, 499 Maravall, 29
Li Fu Chun, 534, 535 Marcus, D., 380
LiJienthal, D., 474 Marshall, G., 60, 64, 65, 66, 527
Lin Piao, 526,538 Marshall (Plan), 48, 60, 61, 63, 65-69,
Linder, S.B., 164 143,158,257,442,443,475
Lindorff, D., 551 Marx, K., 217, 401, 436, 525
Lipman, W., 63 Martínez García, J.K., 147
Littlejohurs, M., 51 Martínez Peinado, 1, 182
Liu Shao Ki, 538, 539 Mas, X., 53
Lizano, E., 299 Masfield, E., 170
Lloyd, 1, 507 Massé, P., 43
Lobo, E, 199 Massell, B.E, 343
Lockwood, W., 510 Massieu, R., 288
López, N.B., 366 Mathew, R., 347
López, R.S., 27 Matlock, lE, 507
López de1 Carri1, N., 23 Mattei, E., 420
López Fernández, M., 16 Matthoefer, 382
López Mateos, A., 306 Matthews, R., 347
Loucks, W., 42, 44 Maudling (Comité), 257
Lougheed, A.L., 442 Maurer, H., 366
Lovelock, 432 Ma Yin Chu, 535
Luard, D.E.T., 528 Mayobre, lA., 292
Luce, H., 479 McNamara, R., 105
Luengo, F., 501 McWilliams, G., 387
Luisinchi, 143 Meadows, D.H., 201,409
Lynn Pan, 540 Meadows, D.L., 201,409
Meadows (Informe), 409
MACHLUp, E, 87 Medvede~R.A.,496,498
Macmillan, H., 260 Meiji (Emperador), 510
Magariños, S., 23 Meisler, S., 355
Magro, A., 158 Mencio, 523
Mahatir, M., 367 Menem, C., 126, 127, 318, 319
Mairal, N., 373 Merino Ramos, N., 16
Índice de nombres

Merry del Val, D., 508 Needham, 1., 523


Mesa, D., 311 Neff., R., 520
Mesarovic, M., 409 Nehru, l., 364
Mier, F., 138 Nehru, 1., 363, 364
Mihailovitch, L., 433 Nehru, R., 364
MilI, IS., 400 Nemtchinov, 495
Milner, M., 140 Netanyahu, 362
Millet, M., 76 Newlyn, W.T., 343
Minsburg, N., 144 Nicholson, M., 365
Mitterrand, E, 140, 278 Nicoll, A., 50
Mizala, A., 322 Niveau, M., 538
Mobutu, 352 Nixon, R., 95,472, 474, 480
Molotov, V.M., 488 Nixon (Ronda), 165
Moneada, A., 451 Nkrumah, 354
Moncloa, A., 23 Noriega, G., 301
Mondale, w., 381 Nove, A., 489, 491
Monnet, J., 69, 224 Novo, C., 395
Monroe (Doctrina), 60 Núñez, C.E., 489
Montagnon, P., 395 Nurkse, R., 188
Monti, M., 256 Newlyn, W.T., 343
Montoya, R., 519 Nye, IS., 344
Moore, 1, 551 Nyerere, 1., 345
Mora, IL., 104
Morazán, E, 293 OBOTE, M., 345, 346
Moreau, M., 512 Obuchi, K., 124,459
Moreno, A., 23 O'Donnell, L., 545
Morgan, 1.p., 457, 476 Okasaky, A., 512
Morgenthau, H., 473 Oppenheimer, E., 332
Morgenthau (Plan), 65 Orange, 31
Morse,I, 100 Ordóñez, J.L., 315
Mortimer, E., 51, 52 Orwell, G., 498
Mosadeq., 421 Ossola, R., 87, 100
Motta, P. da, 290 Ozzane, J, 362
Mounbatten, Lord, 365 Ozzawa, l., 521
Moya, E., 162, 191
Mugabe,348 PADGET, T., 288
Muhamad, M., 367 Palacios, C., 328
Mulroney, B., 283 Palazuelos, E., 507
Mundell, R., 253 Paiva, M., 322
Muns, 1.,106 Parker, 1., 507
Murayama, T., 73, 519 Passa]acqua, L.A., 446
Muthaura, F., 346 Pastemak, B., 489
Myrdal, G., 359,472 Payne, R., 525
Peng Chen, 538
NAKARMÚ, L., 370 Perlmutter, H., 382
Nakamae, T., 521 Perry, M., 510
Napoléon (Código), 42 Pestel, E., 409
Naranjo, F., 302 Peyrefitte, A., 540, 551
Estructura económica internacional
Phillip, K., 345 Richardson, M., 52
T
Pilling, D., 288, 319, 399 Ricupero, R., 181, 198
Pino, E, 155 Rifai, P.R., 433
Pinochet, A., 325 Roherts, D., 551
Piotrov, P.T., 396 Rohinson, A., 262
Plaza, S., 373 Robinson, S., 322
Pluchart, J.J., 433 Robles, A., 133
Podgorny, N., 495, 496 Robson, P., 299
PoI Pot, 367 Rockefeller, D., 380, 420, 476
Pompidou, 261 Rodríguez, C., 433
Porter, M., 303, 389 Rogers, J., 507
Portillo, L., 404 Roll, E., 31
Posner, R., 395 Romero, O.A., 299
Posthuma, S., 86 Romaguera, P., 322
Prager, D., 317 Ronkainen, l., 170
Prasso, S., 551 Roosa, R.V., 86
Prebisch, R., 180, 181, 182, 189, 197, 292 Roosevelt, ED., 36, 37, 61, 62, 65, 440,
Preobrazhensky, Y.A., 490 441,442,473,474
Preston, R., 140 Rosenthal, G., 299
Primakov, E., 501, 505 Rothstein, R., 482
Protágoras, 391 Rotschild, N.M" 99, 377
Progue, A., 23 Roy, C., 527
Pryor, E, 273 Rubin, 124, 548
Rueda, A., 16
QUIJANDRIA, J., 315 Rueff, J., 85, 89, 90
Ruesga, S., 143
RAGUE, J.M., 94 Ruggiero, R., 173, 177
Raleigh, W, 30 Ruiz García, R., 380
Rao,364 Ruskoy, 501, 502
Rasuni, 180
Ravelo, S., 23 SACHS, J., 356, 503, 505
Reagan, R., 72, 279, 283, 286, 338, Sadik, N., 399
428, 446, 453, 454, 456, 472, 516 Sajarov, A,., 276, 496, 598
Reagan (Ronda), 201 Sahagún, E, 267
Reaganomics, 72, 480 Sainz Alvarez, J.M., 502
Reed, J., 489 Salas, C., 177
Reina, R., 302 Salazar, E, 139
Reischauer, E.O., 381, 510 Salinas de Gortari, C., 287, 288
Remnick, D., 501 Sampedro, 1.L., 42
Renouvin, P., 28 Samuelson, P., 41, 42, 94,455,476
Requeijo, 1., 199, 311, 443 Sampson, A., 433
Restrepo, LI, 322 Sánchez, C., 152
Reuter, R., 227 Santer, J., 291
Revuelta, J.M., 39, 143, 182, 184, 187, Sanz de Santamaria, C., 292
196,275 Saragosa, M., 546
Reynes, A., 144 Sardá, 1., 79, 86
Riallin, 1. L., 612 Sarney, 318
Ricardo, D., 32, 400 Sauvy, A., 395, 409
...
Índice de nombres

Sava], v., 383 Taibo, C., 45, 504


Sawhíll, 1.C., 433 Takeshita, 519
Schauss (Memorandum), 239 Talón, v., 540
Schiavo-Campo, S., 299 Tamames, A., 550
Schuch, O.E., 404 Tamames, R., 16,48, 60, 244, 247, 263,
Schumacher, E.F., 201 364,497,498,508
Schuman,224 Tami, E, 23
Schuman (Plan), 224 Tanaka, T., 518
Schweitzer, S., 87 Tanders, 1., 409
Sciolimo, E., 489 Tapinos, G., 396
Seara Vázquez, M., 23, 36 Tawney, R.H., 528
Sekú Turé, 354 Taylor, P., 364
Semenov, A., 276 Terceiro, lB., 455
Siegel, 1., 484 Tett, G., 521
Siluyanov, N., 273 Thant, U., 180
Singer, H. W.., 183 Thatcher, M .., 279
Singh, M., 364 Theodorson, G.A., 391
SIoan, A., 384 Theroux, P., 49
Smoot-Hawley (Ley), 440 Thoman, R.S., 509
Smoot-Hawley (Tarifa), 156 Thornhill, 1., 502, 504, 505, 507, 508
Smith Pillitz, L., 433 Thomton, E., 521
Sokolnikov, G., 490 Thurow, L., 544
Solana, 1., 267 Tlichy, N., 384
Solomon, 100 Tobin, 1., 387, 540
Snow, E., 538, 540 Tokado, K., 517
Sol, 1., 299 Tokugawa (Clan), 510
Soros G., 121, 244, 505 Tortella, G., 389
Sotelo, L., 551 Triffin, R., 66, 79, 84, 86
Soto, G., 23 Tregear, T.R., 533
Spaak, P.H., 225 Trenton, 1., 509
Spíegelman, 1M., 170 Trotski, L.D., 490
Spinelli, A., 247-248 Truman (Doctrina), 61, 62, 64
Stalin, J., 37, 61, 62, 65, 272, 273, 488, Truman, R.S., 61, 63, 134, 158
492,493,494 Tuchman, B.W, 540
Stamp, M., 86 Tugendhat, C., 378
Stephens, P., 124 Tumulty, K., 481
Stockman, 454 Turchin, v.F., 496, 498
Strasser, S., 370 Turner, M., 266
Strauss, F., 399
Suharto,368 ULLASTRES (Acuerdo), 263
Sullivan, S., 404 Ullmann, M., 407
Surnmers, L., 124, 548 Uri, P., 387
Sun Yat Sen, 525, 526, 529, 531
Suzman,347 VANCE, C., 381
Sweezy, P., 43, 57,478,495 Vanderbílt, C., 476
Varela, F., 106, 146
TAENBER, I.B., 512 Varela, M., 76, 79, 106, 129, 146, 158
Taggart, R., 521 Veale, S.A., 170
Estructura económica internacional

Veblen, T., 473 Wilson, H., 261


Vedel, G., 239 Wilson, 1., 302
Vedel (Informe), 239 Wilson, M., 261, 433
Vega,L.de,250 Wilson, T.W., 38
Ve larde , 1., 202 Winberg Chai, 540
Veliz, C., 23 Wionczek, M.S., 299
Vergara, 1., 332 Witteveen, H.l, 101
Vicens Vives, 1., 29 Wolf, E.C., 404
Vida] Beneyto, 1., 23 Wolf, M., 221, 262, 550
Vidal Villa, 1.M., l71, 182 Wolfensohn, 1.D., 150, 153
Vielvoye, R., 433 Wu, Y.L., 536
Villagrán, E, 299 Wood, R.N., 344
Vipotnik, M., 262 Woodsworth, N., 356
Viratelle, G., 202 Woollacott, M., 363
Volcker, P.A., 100, 454 Wrong, M., 346, 352, 399
Volensky, M., 496 Wudunn, S., 546
Vorochilov, K.E., 488
YAMANI,424
WALDHEIM, K., 200 Van Tse Kiang, 150,546
WaJesa, L., 276, 282 Yang Pei-Hsin, 534
Walker, K.R., 535, 546 Yavlinski, 503, 505
Walker, T., 374, 551 Yeager, L.B., 76
Wallace, H., 473 Yeltsin, B., 73, 458, 500, 501, 502, 508
Walsh, 1., 171 Young (Plan), 119
Wang Chen, 533
Ward, B., 398 ZABALLA, J.1., 147
Wardhana, A., 100, 106 Zamenof,50
Watanabe, T., 380 Zamora, R., 303
Weintraub, S., 329 Zennier, C., 327
Welch, 1., 384 Zedillo, E., 288
Welser,29 Zellerbach, lO., 516
Wendt, H., 389 Zhaler, R., 126
Werth, A., 491 Zhao Ziyang, 543
Wheeler, 1.H., 509 Zhirinovski, v., 503
White, W., 79, 159 Zhivkov, 282
Wiesner, E., 143 Zhu Rongji, 545
Wilcox, N., 513 Zinoviev, G.Y., 488
Wilkinson, E., 50, 520 Zolotas, X., 86
Wilmore, N.L., 299 Zu Rongi, 548

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