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Introducción:
La economía internacional
en la era de la globalización

1.1. LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA


¿Es necesario, a principios del siglo XXI, tratar de justificar la relevancia o la utilidad de
entender, interpretar o analizar la economía internacional? En la actualidad, no sólo los
especialistas sino el conjunto de la ciudadanía y de la opinión pública son perfectamente
conscientes de la importancia de la dimensión internacional de la actividad económica.
No sólo de las vertientes comerciales o financieras más tradicionales, sino también de
las implicaciones sociales y políticas, que frecuentemente plantean aspectos conflictivos,
desde los temas de deslocalización de empresas y empleos o la sostenibilidad del esta-
do del bienestar en los países industrializados hasta la explotación de recursos y el
impacto sobre las posibilidades de desarrollo de los países emergentes o en desarrollo.
Los debates acerca de las causas y consecuencias de esta creciente internacionalización
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de la actividad económica han alcanzado con la problemática de la denominada globa-


lización —aunque seguramente «mundialización» sería un término más adecuado en
nuestro ámbito lingüístico— un grado de controversia que desborda los libros de eco-
nomía para convertirse en uno de los temas de referencia ineludibles —desde muchos
puntos de vista «el» tema de referencia— para analizar y valorar la época histórica en
que vivimos. Ciertamente, la globalización supone un grado de internacionalización de
la actividad económica —en el comercio internacional, en las finanzas internacionales,
en la movilidad de inversiones, en las posibilidades de difusión tecnológica, etc.—
que realmente supera cualquier precedente histórico. Pero también los debates sobre glo-
balización se refieren a las amplias consecuencias que esta internacionalización econó-
mica tiene sobre todos los ámbitos de la vida colectiva de la humanidad— las personas
y las naciones — cuyas «reglas del juego» sociales y políticas se ven alteradas con pro-
fundidad.
Este capítulo primero —introductorio— pretende resumir las razones por las cuales es
a la vez importante y fuente de debates y preocupaciones la economía internacional en la
actualidad.

Tugores, Ques, Juan, et al. Economía internacional, McGraw-Hill España, 2005. ProQuest Ebook Central,
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2 Economía internacional

La globalización incluye la constatación de que en nuestra vida cotidiana los artículos


de fabricación extranjera están mucho más presentes que nunca en la historia. Si repasamos
nuestras compras cotidianas nos sorprenderá solo relativamente constatar el elevado por-
centaje que llega a nuestra vida a través del comercio internacional. Buena parte de los elec-
trodomésticos que tenemos en casa, muchas de las prendas de vestir, de los artículos de ocio
como música o bebidas, de las cuentas de correo electrónico, etc., llegan a nuestro uso a tra-
vés de transacciones internacionales, en todo caso en un volumen mucho mayor que hace
una generación y no digamos que hace dos. Un sencillo experimento doméstico se lo con-
firmará: piense en los diversos artículos que tiene usted en su hogar (electrodomésticos,
ropa, muebles, etc.) y trate de calcular qué porcentaje representan los artículos fabricados en
el extranjero —es decir, los que han llegado a su domicilio a través del comercio interna-
cional. ¿Qué cifra obtiene? ¿El 40% o el 50%? ¿Incluso más? Le sorprenderá este indicador
«personal» de apertura, especialmente si lo compara con el que se habría obtenido en pro-
medio en un hogar de su país hace apenas treinta o cincuenta años.
También los flujos de inversión hacen que un paseo por cualquier zona industrial —o
también de forma cada vez más importante de servicios, incluidos los financieros y de segu-
ros— de cualquier país del mundo revele una creciente presencia de inversiones extranjeras.
Por otra parte, cualquier persona o familia con una hipoteca a tipo de interés variable sabe ya
que el coste de esta importante partida del gasto familiar se ve afectado por decisiones sobre
tipos de interés que se adoptan a menudo fuera de las fronteras nacionales. No se trata sólo de
los tipos de interés en la Unión Europea, dependientes de una política monetaria supranacio-
nal, sino de las interdependencias entre las decisiones del Banco Central Europeo y la Reser-
va Federal de Estados Unidos, así como del impacto de estas decisiones sobre los tipos de
interés en los mercados financieros nacionales de prácticamente todos los países del mundo.
Nuestra generación viaja al extranjero más que nunca, ya sea por turismo de placer, ya
sea por negocios. Vemos noticias en directo —desde acontecimientos políticos a retrans-
misiones deportivas— que nos suministran operadores internacionales. Y accedemos a
Internet con creciente fluidez para estar conectados on line con informaciones, datos y
opiniones procedentes de todo el mundo.
Estas realidades se pueden traducir a indicadores más o menos objetivos, como la
evolución del «grado de apertura» de diversas economías, que constatan esta creciente
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internacionalización y ratifican las intuiciones de las líneas anteriores. Los datos de los
Cuadros 1.1 y 1.2 son elocuentes al respecto.
Como muestra el Cuadro 1.1, entre 1950 y 2003, mientras el PIB mundial se habría
multiplicado por 7, el volumen de comercio internacional (medido por las exportaciones)
lo habría hecho por 25, de modo que el ritmo de crecimiento del comercio viene tripli-
cando, desde mediados del pasado siglo XX, al de la producción mundial.
Cuadro 1.1. El comercio internacional crece más rápidamente que la producción mundial

Evolución del comercio y del PIB mundial 1950-2003


(índice 100 para los datos de 1995)

1950 2003

Volumen de exportaciones mundiales 6 150


PIB mundial 17 123

Fuente: Organización Mundial de Comercio, Estadísticas de Comercio Internacional 2004

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Cuadro 1.2. Indicadores de inserción en la economía global: evolución entre 1990 y 2002

1990 2002

Porcentaje sobre el PIB que suponen:

Exportaciones más importaciones


de bienes (a)
— Media mundial 32,5 40,3
— España 28,1 41,9
— Zona euro 44,9 56,3
— América Latina y Caribe 23,3 41,2
— Asia Oriental-Pacífico 47,0 63,4

Flujos brutos (suma de entradas y salidas) de capital privado


— Media mundial 10,1 20,8
— España 11,4 26,9
— Zona euro 14,1 49,3
— América Latina y Caribe 7,9 13,7
— Asia Oriental-Pacífico 5,0 10,2

Inversión extranjera directa (suma


de entradas y salidas)
— Media mundial 2,7 6,0
— España 3,4 6,2
— Zona euro 2,9 14,8
— América Latina y Caribe 0,9 4,0
— Asia Oriental-Pacífico 1,7 4,1

Porcentaje sobre el PIB-bienes de exportaciones


más importaciones de bienes (b)
— Media mundial 80,2 116,0
— España 70,6 117,3
— Zona euro 112,6 141,9
— América Latina y Caribe 66,2 132,0
— Asia Oriental-Pacífico 78,5 104,6

(a) Las exportaciones e importaciones son sólo de bienes, sin incluir servicios.
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(b) Dado que los servicios están menos presentes que los bienes en el comercio internacional, pese a su reciente incremento, este
indicador muestra el peso de las exportaciones más importaciones de bienes sobre la parte del Producto Interior Bruto (PIB-bienes)
que representan sólo los bienes, excluyéndose así los servicios tanto del numerador como del denominador de la ratio.
Fuente: Banco Mundial, World Data Indicators, Global Links, Tabla 6.1: «Integration within the global economy», en
www.worldbank.org

Y en los años recientes, como muestra el Cuadro 1.2, el grado de inserción, comercial
y financiera, del conjunto de la economía mundial habría aumentado, así como la de sub-
conjuntos relevantes de países, entre ellos España, la zona euro, los países de América
Latina y el Caribe y el área Asia Oriental-Pacífico.
En una perspectiva histórica más amplia, la globalización tiene su punto de partida
más conocido en la consecución de un grado de internacionalización de la actividad
económica notable en términos históricos. La Figura 1.1 presenta un resumen estilizado
—explicitado por Obstfeld y Taylor— de lo que sería un «indicador medio» del grado de
internacionalización de la actividad económica en el último siglo y medio.

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2000
1914

1900

1929

1880
1980
1860
1925 1971
1960
1918
1945

1860 1880 1900 1920 1940 1960 1980 2000

Fuente: Obstfeld-Taylor (2004), pág. 28.

Figura 1.1. Evolución histórica de la internacionalización (medida a través del grado de


movilidad de capitales).

También en el ámbito financiero la internacionalización ha sido notable. La globa-


lización e integración de los mercados financieros internacionales y la liberalización de
los movimientos internacionales de capital ha adquirido niveles espectaculares. Los
acontecimientos de los últimos años en los mercados financieros internacionales han
incorporado estos datos definitivamente a lo que se denomina «opinión pública»: las
vicisitudes de los mercados de divisas, las decisiones del Banco Central Europeo, la evo-
lución del euro —o la moneda nacional— frente al dólar USA forman ya parte integrante
de la «cultura (o al menos la información) económica general» con amplia difusión en la
opinión pública. Incluso algunos consideran que las facilidades para esta movilidad
internacional de flujos financieros han ido demasiado lejos, y se discute la eventual res-
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ponsabilidad de los operadores en los mercados financieros en los episodios de inesta-


bilidad y crisis. Cuando se constata, por ejemplo, que un día considerado «normal» los
mercados financieros internacionales giran un volumen de recursos equivalente a tres
veces el PIB anual de España, se vislumbra el peso de estos operadores en la evolución
económica internacional.
Además se ha avanzado en la globalización de la producción mundial, no sólo por la
consideración supranacional de los mercados, sino también por el flujo de inversiones
extranjeras y las estrategias de las empresas multinacionales. De hecho, las innovaciones
en materia de transportes, comunicaciones y telecomunicaciones, junto con una crecien-
te difusión tecnológica, están conduciendo a una segmentación de los procesos de pro-
ducción —la denominada «partición de la cadena de valor»— que posibilita localizar las
distintas partes del proceso de producción en distintos países, en función de los requeri-
mientos de cada una de las etapas del proceso. Con ello, se ve impulsada aún más la
«transnacionalización» de la actividad económica, o por decirlo en una (afortunada)
expresión de Robert Feenstra (1998), la integración del comercio interactúa con la «des-
integración de la producción». El mismo autor menciona visibles ejemplos: así, las

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muñecas «Barbie», que se venden al público en cualquier lugar del mundo por 10 dólares,
incorporan mano de obra china por valor de 35 centavos, plástico y pelo de Japón y Tai-
wan, tejido de lana asimismo de China (en total, materiales por valor de 65 centavos); se
montan en Filipinas, Indonesia, Malasia o China. Se envían desde Hong-Kong hacia
Estados Unidos, donde se queda el grueso del valor añadido en términos de márketing,
distribución, diseño y beneficios de la empresa. Si repasáramos la «geografía» de la
producción de muchos automóviles o de material deportivo obtendríamos descripciones
similares.
En este escenario de crecientes interdependencias, que configuran la globalización o
mundialización, se están produciendo cambios rápidos y profundos en la división inter-
nacional del trabajo, en la distribución territorial de la actividad económica, alterando pau-
tas a veces establecidas desde hace bastante tiempo, y que provocan cierta alarma o
incertidumbre. La aparición en la economía mundial de nuevos agentes (millones de
personas, centenares de multinacionales, decenas países y varios bloques regionales)
que emergen con fuerza —desde posiciones en ocasiones relativamente «marginales»—
buscando un lugar significativo en la nueva división internacional del trabajo, en un
marco de transnacionalización de la actividad económica (financiera, productiva, comer-
cial, etc.), todo ello afecta a las pautas de especialización, al lugar que cada país o terri-
torio puede obtener en la redefinición de la división del trabajo. Y del lugar que se alcan-
ce va a depender en buena medida el nivel de renta y bienestar, la calidad de vida, de cada
territorio o país en un horizonte en los próximos años o décadas. Es, por tanto, com-
prensible que la incertidumbre o la falta de precisión en la evolución de este proceso ori-
gine preocupaciones y reticencias sociales y políticas. Son especialmente relevantes los
casos de «relocalización» de empresas, que cambian las pautas de ubicación o localiza-
ción de partes de sus procesos productivos, a menudo reorientando hacia países de bajos
salarios actividades que venían desarrollando en países industrializados —que por ello
perciben estos episodios como casos preocupantes de «deslocalización».
Y es que además estos cambios están teniendo lugar en un entorno en el que «las
reglas del juego» también están cambiando. Las empresas pueden «multinacionalizar» su
actividad con más facilidad que nunca en la historia, por las crecientes posibilidades tec-
nológicas y políticas de inversión en países que a menudo pugnan por atraer la localiza-
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ción de actividades o procesos productivos, de modo que las tradicionales barreras pro-
teccionistas o restrictivas de inversiones exteriores están dando ahora paso a un marco de
competencia mucho más activa. Por otra parte, los estados, los gobiernos nacionales,
constatan que la internacionalización de la actividad económica a menudo desborda su
capacidad de articular con efectividad unas políticas que siguen siendo esencialmente
nacionales. Así, por ejemplo, tratar de reducir los tipos de interés puede en algunas cir-
cunstancias deteriorar tan seriamente la financiación exterior que un país se encuentre con
las manos atadas; o pretender gravar con impuestos los rendimientos del capital puede
conducir a una salida de capitales hacia lugares con tratamiento más favorable. En estos
nuevos escenarios de movilidad empresarial y (des)localización también parecen más fáci-
les de evadir rigurosas normativas nacionales de índole fiscal, sociolaboral y medioam-
biental.
Pero, por otro lado, la internacionalización de la economía no se ha visto acompaña-
da en general por la emergencia de nuevas instituciones supranacionales de la efectividad
suficiente para corregir desequilibrios o inestabilidades. De esta forma se configura una
situación híbrida aparentemente sin precedentes en que la internacionalización de la

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actividad económica parece carecer de las «estructuras de gobierno» o de regulación al


nivel adecuado. Este desequilibrio entre lo económico y lo político también está en la base
de algunas de las reticencias o los recelos que genera la actual configuración de la eco-
nomía internacional. Por un lado, las economías nacionales se ven desprovistas de herra-
mientas tradicionales de «protección», desde las políticas comerciales restrictivas a los
márgenes de autonomía en política monetaria y la utilización de los tipos de cambio como
forma de ganar o recuperar competitividad. La efectividad de estos instrumentos parece
estar obligando a los agentes económicos y sociales a asumir unas reglas del juego más
complejas y estrictas, sin posibilidades de «mecanismos de recuperación» como los
aranceles o las devaluaciones efectivas. Se ha utilizado la comparación de que la globa-
lización obliga a «jugar en la liga de profesionales» a empresas o sistemas productivos
más acostumbrados a «jugar en la liga de aficionados» donde la magnitud de las apuestas
y la trascendencia de los errores es más baja. Y ello con unos estados que pierden margen
de maniobra cuando tal vez les lleguen más demandas de protección ante los eventuales
impactos de estas nuevas reglas del juego.
Con una perspectiva a medio y largo plazo, debemos asimismo plantearnos en esta
especial situación de la economía internacional una de las cuestiones más tradicionales en
economía: ¿hasta qué punto la estrategia de inserción en la economía internacional es
recomendable como forma de conseguir los ritmos deseables de crecimiento y desarrollo?
Ya Adam Smith en 1776 se refería —en contraposición al mercantilismo de la época— al
libre comercio (interno e internacional) como vía de conseguir la «riqueza de las nacio-
nes». Alfred Marshall decía que «las causas del progreso de las naciones pertenecen al
ámbito del comercio internacional», al que se calificaba de «motor del crecimiento». Pero
también existe en economía internacional una larga tradición de recelos y opiniones
contrapuestas: desde los enfoques del imperialismo, de la dependencia, de centro-perife-
ria, de sustitución de importaciones, hasta quienes preconizan «desconexiones» del sis-
tema económico internacional.
En la actualidad las dificultades que experimentan países que han asumido opciones
más abiertas (desde los del sudeste asiático a «conversos» más recientes, como Brasil,
México, Rusia y Argentina) matizan el debate. En todo caso, se estudian las razones de las
diferencias en los niveles y ritmos de crecimiento de las rentas per cápita y bienestar, se
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examinan los mecanismos de convergencia o divergencia entre países y regiones, se


aprende de la experiencia para conocer las medidas necesarias para sacar partido de las
oportunidades que ofrece una inserción en los mecanismos de esta compleja economía
internacional.
Además, en el ámbito de «lo internacional» aparecen preocupaciones que hasta hace
poco no parecían tener un papel central. Por un lado, el tema de las migraciones, de los
desplazamientos de personas, vuelve a estar en primer plano. Cuando se han alcanzado
niveles muy importantes en la movilidad internacional de mercancías, de capitales, inclu-
so de conocimientos tecnológicos, parece que las principales reticencias se aplican a la
movilidad de las personas o del factor trabajo, es decir, de las personas, con políticas res-
trictivas sobre todo en Estados Unidos y la Unión Europea. Naturalmente, las cuestiones
políticas, sociales y éticas que acompañan a las meramente económicas son especialmente
relevantes para este problema. Por otro lado, también aparece como objeto de preocupa-
ción las dimensiones internacionales del medio ambiente, dadas las grandes interdepen-
dencias en el ecosistema mundial, que no reconocen fronteras (como pusieron radical-
mente de relieve los problemas de la capa de ozono, de la lluvia ácida, o las externalidades

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asociadas a la deforestación amazónica), así como una creciente sensibilidad por el lastre
inmenso que enfermedades como la malaria o el VIH pueden estar suponiendo para áre-
as enteras del planeta.
Volveremos enseguida a los problemas más generales de la configuración actual de la
economía internacional, pero antes centrémonos un momento en algunos aspectos básicos
de la caracterización de las actividades internacionales.

1.2. LAS TRANSACCIONES INTERNACIONALES


Una pregunta básica para entender la problemática de la economía internacional es pre-
cisamente qué tienen de especial las transacciones internacionales ¿Por qué existen dife-
rentes cuestiones e implicaciones, por ejemplo, si un barcelonés adquiere un coche fabri-
cado en Cataluña o Navarra, o si lo compra a una empresa que lo haya fabricado en
Francia o Japón? ¿Qué diferencia la adquisición por parte de un ciudadano de México
D.F. de un automóvil fabricado en Puebla (México) o de uno producido en Rio Grande do
Sul (Brasil)? ¿Qué caracteriza a una transacción como internacional o no, y por qué es
relevante esa distinción?
En última instancia, como ya señalaba hace mucho tiempo Graham, el comercio
tiene lugar habitualmente entre agentes económicos (consumidores, empresas) y no entre
países en sí, por lo que la «nacionalidad» podría parecer a priori que no es un rasgo esen-
cial para caracterizar una determinada transacción. Pero como veremos, además de unas
diferencias «técnicas» importantes, existen unas diferencias políticas que no pueden
ignorarse para un cabal entendimiento de los problemas esenciales de la economía inter-
nacional.
Técnicamente, a lo largo de la historia una transacción internacional se diferencia de
la que no lo es en principio por dos causas:

1. Una transacción internacional implica que la mercancía atraviese una «frontera»,


no (solo) en sentido político, sino en sentido económico, a lo que históricamente
han estado vinculadas algunas trabas o dificultades, que originaban una asimetría
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entre productos según su origen nacional, que tendía siempre a discriminar en


contra de los productos de fabricación extranjera (y correlativamente a favor de
los de producción nacional): esta dificultad podía ir desde la más radical prohi-
bición a la más frecuente vía de los aranceles, pasando por limitaciones cuanti-
tativas (cuotas o contingentes), barreras sanitarias, técnicas y un arsenal de otras
«barreras no-arancelarias».
2. Una transacción internacional implica generalmente una pluralidad de mone-
das, lo que requiere algún mecanismo o mercado en que se establezca una rela-
ción de intercambio entre monedas, denominada tipo de cambio. En una trans-
acción en que una empresa española adquiere un producto fabricado en Estados
Unidos por una empresa de esa nacionalidad, el comprador está habituado a
operar en euros, mientras que el vendedor en dólares USA: de hecho, es lo que
necesitará para pagar sus nóminas, sus impuestos, buena parte de sus proveedores,
etc. Por eso, o el vendedor acepta el pago en euros y luego las convierte en
dólares, o el comprador ha de transformar sus euros en dólares para poder efec-
tuar el pago a satisfacción del vendedor. En ambos casos es necesario algún sis-

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tema que permita «transformar» una moneda en otra, generalmente a través de los
mercados de divisas, unos mercados específicos en los que a menudo los poderes
públicos han intervenido o interferido de múltiples formas —por ejemplo,
mediante mecanismos de «fijación de paridades» (tratando de controlar o man-
tener un determinado tipo de cambio o paridad de la moneda nacional frente a
alguna extranjera) o a través de limitaciones o «controles de cambios» a las
operaciones en monedas extranjeras.

Pero además de estas especificidades, las transacciones internacionales tienen una lec-
tura política a menudo diferente de las transacciones similares domésticas o nacionales.
Charles Kindleberger apuntó a esta dimensión al recordar la aparentemente inusual —pero
intuitivamente certera— respuesta que obtuvo al preguntar una vez: ¿De qué trata la
economía internacional? Además de las respuestas típicas relativas a las barreras al
comercio y pluralidad de monedas, aranceles y tipos de cambio, etc., se encontró con la
caracterización de la economía internacional como la que se refería a las relaciones
entre «los nuestros y los otros». Aparece aquí una interpretación antropológica, casi
«tribal», de la economía internacional como la que trata de las relaciones marcadas por la
divisoria entre «los nuestros y los otros».
Por ejemplo, a las mercancías de «los otros» se les podrían imponer restricciones y
discriminaciones, que redunden en un trato preferencial para las mercancías de «los
nuestros». En el Capítulo 2, la denominada «parábola de Ingram» describe cómo una
ganancia de eficiencia que permite a los consumidores de un país acceder a un mayor dis-
frute de bienes es percibida como positiva si se percibe como originada por una innova-
ción tecnológica doméstica —aunque ello perjudique a otros fabricantes nacionales se tra-
ta de un progreso debido a «los nuestros»—, pero puede pasar a ser percibida como
negativa o incluso agresiva si se detecta que su origen es una colaboración comercial con
«los otros». No debe ignorarse este sentido «tribal», que se pone de manifiesto especial-
mente en épocas de dificultades, cuando los competidores se convierten en «enemigos»,
y a nuestro estado se le solicitan las medidas de protección frente a «los otros». Efecti-
vamente, las recesiones y crisis económicas, con las urgencias de industrias y sectores en
dificultades, son terreno abonado para presiones o prácticas proteccionistas, que creen
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encontrar en «los otros» —ya sean las (des)localizaciones hacia el «extranjero» o la


competencia percibida como inadecuada de «los productos de importación»— los cul-
pables a quienes exorcizar.
Entre los efectos más nocivos de esta interpretación se encuentra la consideración de
las relaciones económicas internacionales como un «juego de suma cero» en que solo se
pueden obtener ganancias a expensas de alguien que salga perdiendo, por lo que estaría
justificado tratar de desplazar las pérdidas hacia «los otros» para obtener beneficios «los
nuestros», en vez de la más constructiva —y como trataremos de mostrar en los capítulos
siguientes, más adecuada— conceptualización de las relaciones económicas internacio-
nales como un «juego de suma positiva» en que la cooperación y el mutuo beneficio debe-
ría ser la regla.
En todo caso, no puede ignorarse esta dimensión política con que son percibidas las
relaciones económicas internacionales si se quiere entender cómo funciona la Economía
Internacional. Por eso, uno de los rasgos que resaltaremos en este libro es precisamen-
te la interacción entre los aspectos de racionalidad económica y las percepciones polí-
ticas, que abundan en mecanismos psicológicos y «tribales» casi siempre en beneficio

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de intereses domésticos específicos o particulares que no dudan en azuzar tales meca-


nismos.
A partir de las dos características señaladas se ha generado la tradicional división de
la economía internacional en una parte de «comercio internacional» y otra de «finanzas
internacionales» —o economía monetaria y financiera internacional. No deja de ser un
artificio pedagógico útil, aunque nunca hay que perder de vista sus íntimas conexiones, y
no sólo en algunos momentos en que éstas pasan a primer plano. Por ejemplo, entre los
argumentos básicos a favor de la moneda única en la Unión Europea se ha señalado el
riesgo de que una pluralidad de monedas pudiera «interferir» en el principio de libre
comercio que es la columna vertebral de la Unión Europea desde su puesta en marcha
como Comunidad Económica Europea en 1957. O son bien visibles los efectos sobre la
competitividad (y en su caso, falta de competitividad) de las crisis monetarias que han
sacudido en los últimos años a bastantes países.
Pese a la característica 1 («trabas asociadas a las fronteras en sentido económico»), la
tendencia hacia la liberalización del comercio internacional ha sido uno de los logros más
significados de las últimas décadas. Esta tendencia no ha sido uniforme ni fácil. Responde
básicamente a la idea de que la especialización y el intercambio internacionales, al igual
que entre personas o empresas, aumenta la eficiencia y permite obtener ganancias que
aumentan el bienestar. Pero a nivel de países, estas ganancias no se distribuyen de mane-
ra uniforme: no quiere decir que todos ganen y es una larga evidencia que las presiones de
quienes tienen que perder pesan más que las de quienes pueden salir ganando, sobre todo
si éstos están divididos (y cada uno gana poco en comparación con lo que pierden los
pocos que pierden): las limitaciones o restricciones al comercio tienen una tradición
ancestral.
Pero también han sido obvios los peligros de colapsar el comercio: los años treinta
fueron una experiencia muy ilustrativa, en que las cifras de comercio cayeron entre 1931
y 1938 a menos de la tercera parte. La relación que ello pudo tener con la Segunda
Guerra Mundial puede no ser nimia. En general, cuando el comercio ha sido fluido las
relaciones económicas han evitado que se tratasen de conseguir mercancías o recursos por
«otras vías» como las guerras. Si a veces se ha dicho que el comercio es la continuación
de la guerra por otras vías, también sería cierto que la guerra es la sustitución del comer-
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cio por otras vías.


Muchos de los países en desarrollo han optado por liberalizar de forma importante su
comercio internacional. Es cierto que pueden haber estado más o menos influidos por las
«recomendaciones» de organismos internacionales, pero tampoco puede ignorarse el
valor de «ejemplo» de algunos casos de éxito de las últimas décadas, como los de
Japón, Corea del Sur y otros países del Sudeste asiático. Por su parte, los países del Este
de Europa han accedido ampliamente al comercio internacional desde 1990 —acce-
diendo algunos de ellos ya como miembros de pleno derecho de la UE en 2004—,
mientras que desde 1978 China había iniciado un camino de reformas con unos grados
crecientes de inserción internacional y con resultados espectaculares. Ha empezado a
considerarse como una experiencia histórica en que los ajustes económicos a nivel
internacional van a jugar un papel mucho más importante que en cualquier proceso
similar anterior.
En el ámbito financiero, la internacionalización es evidente. En la actualidad los
mercados financieros mueven al día varios billones (en el sentido europeo de millones de
millones) de dólares (cifra bastante superior al producto interior bruto anual de la mayo-

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10 Economía internacional

ría de los países del mundo). La internacionalización financiera ha seguido pautas en par-
te paralelas a las comerciales, pero en parte diferenciadas (¿se han separado la economía
real y la financiera más incluso que a nivel interno?). Desde el desarrollo de los mercados
de eurodólares en los años cincuenta y sesenta hasta los actuales mercados financieros en
que se puede operar prácticamente las 24 horas del día enlazando Tokyo, Hong-Kong,
Singapur, Bahrein, Londres, Nueva York, etc., las transacciones electrónicas y la tecno-
logía de comunicaciones han sido el complemento para la internacionalización y globa-
lización. Y a la vista de las periódicas crisis financieras internacionales, ¿ha llegado el
momento de establecer limitaciones, supervisiones, controles a la movilidad internacional
de capitales, como propugnan algunos premios Nobel como James Tobin y Maurice
Allais, o puede ser inefectivo o incluso contraproducente?
Aunque a efectos pedagógicos suela distinguirse, como ya se ha dicho, entre la eco-
nomía del comercio internacional y la economía financiera internacional, ambos aspectos
presentan estrechas e importantes interdependencias. Por ejemplo, cuando se discute
acerca de la «competitividad» de los productos de un país respecto a los del resto del
mundo hay que comparar tanto los costes de producción como considerar la evolución de
los tipos de cambio. Y los tipos de cambio afectan no sólo a los precios relativos de los
bienes de un país en relación a los extranjeros, sino a los de los activos y pasivos (accio-
nes u obligaciones de empresas, títulos de deuda pública, etc.) denominados en distintas
monedas.
La influencia de los sistemas cambiarios sobre el comercio internacional es también
objeto de preocupación. ¿Pueden unas excesivas fluctuaciones de las monedas hacer
más incierto el comercio internacional? ¿Eran justificados los temores que asociaron a
principios de los setenta el abandono de tipos de cambio fijos con una mayor volatilidad
cambiaria que podría propiciar nuevas fórmulas proteccionistas? ¿Qué efectos tienen
sobre los flujos de inversiones? ¿Obligan esas fluctuaciones a crear sofisticados instru-
mentos financieros para eludir sus efectos? ¿Hasta qué punto la sobrevaloración del
dólar en la primera mitad de la década de los ochenta contribuyó al rebrote de las tensio-
nes proteccionistas en Estados Unidos y a la difusión del «neoproteccionismo»? ¿Hasta
qué punto la negativa a devaluar la peseta entre 1989 y septiembre de 1992 —o a devaluar
el peso mexicano entre 1991 y 1994— fue nociva para la industria del país implicado?
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¿Fue sensato mantener diez años la «Convertibilidad» en Argentina? ¿Es sostenible el


déficit comercial de Estados Unidos y qué impacto puede tener sobre el dólar y el sistema
comercial y financiero mundial? ¿Son efectivas las devaluaciones para ganar o recuperar
competitividad? ¿Qué «coste» estamos pagando cada uno de los países de la zona euro
por no disponer ya de nuestra propia moneda para recuperar competitividad?
Y no menos problemático es el impacto del comercio sobre los aspectos monetarios
y financieros: ¿Requería un Mercado Único una moneda única? ¿Era algo imprescindible,
sólo conveniente o algo poco relevante? Si parece esencial en la Unión Europea, ¿por qué
no en América del Norte o en Mercosur?
¿Cómo afectan a la efectividad de las políticas fiscales, monetarias y de tipo de
cambio los hechos de que en el comercio internacional tengan gran peso las empresas
multinacionales, o las industrias de competencia imperfecta, o que en las decisiones de
producción, localización y comercialización los aspectos estratégicos sean predominantes?
Los flujos comerciales y financieros internacionales de un país se registran sistemá-
ticamente en su balanza de pagos. En el Capítulo 8 examinaremos su formulación e
interpretación.

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Introducción: La economía internacional en la era de la globalización 11

Una cautela. Pese a los avances en la internacionalización de la economía, si nos pre-


guntáramos si podemos tratar a la economía mundial como un todo integrado en que las
fronteras nacionales han perdido su relevancia, claramente la respuesta sería negativa. En
1981, McKinnon acuñó la expresión de «insularidad» para referirse a la situación de los
años 1950 en que las economías nacionales eran como «islas» en la economía mundial
con escasas o marginales relaciones económicas internacionales. Ciertamente, con el
transcurso de las décadas la inserción internacional en materia comercial, financiera,
productiva, tecnológica, ha aumentado de forma espectacular, pero la «insularidad» no ha
sido reemplazada por una perfecta eliminación de las fronteras. Periódicamente estudios
sobre el papel de la distancia y de los costes de transporte y otros costes asociados a la
comercialización (dentro y fuera de las fronteras) nos recuerdan esta dimensión espacial
de la economía internacional. Subsisten sesgos importantes que hacen que el porcentaje de
consumo que recae en artículos nacionales sea muy superior al que derivaría de una
proporcionalidad que hiciera abstracción del origen nacional de los productos. Como vere-
mos en los Capítulos 8 y 12, subsiste —aunque relajada respecto a la versión original—
la necesidad de explicar la denominada paradoja de Feldstein-Horioka, ya que la inversión
nacional sigue condicionada por el ahorro doméstico, sin que el sistema financiero inter-
nacional relaje por completo esta dependencia, al tiempo que en la composición de las
carteras de los inversores subsiste el sesgo a favor de acciones y otros activos nacionales.
Y aunque la competencia en muchos artículos se ha incrementado mucho a nivel mundial,
se siguen detectando diferencias en los precios internacionales de muchos productos
según el país en que se vendan. Y los estudios acerca de las diferencias sistemáticas entre
los flujos comerciales internacionales o intranacionales muestran que —a igualdad de
capacidad de producción y consumo, y descontado el efecto de las distancias— las fron-
teras siguen teniendo importantes efectos económicos. Como resumen Anderson y Van
Wincorp (2004), los costes de comerciar (transporte, fronteras, distribución, etc.) incluso
en este mundo globalizado podrían, parafraseando a Mark Twain, afirmar que «las noti-
cias de mi muerte se han exagerado mucho».

1.3. GLOBALIZACIÓN: UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA


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Y SISTEMÁTICA
1.3.1. La parábola de Samuelson ampliada
Hace varias décadas Paul Samuelson acuñó una conocida «parábola» para plantear de for-
ma ilustrativa y pedagógica el debate acerca de las potenciales ganancias asociadas al libre
comercio. Krugman ha retomado este planteamiento y nosotros vamos a extenderlo a la
actual etapa de globalización.
La parábola de Samuelson parte de una situación ideal (e idílica) inicial —la eta-
pa 1— denominada «economía integrada», en la que no existe restricción alguna a la
movilidad mundial de mercancías y factores de producción, sin traba alguna adjudicable
a fronteras nacionales o a políticas restrictivas de tipo alguno. De hecho, la economía
mundial conforma una «única nación» a la que son aplicables los criterios de asignación
eficiente de recursos que establecen los manuales de microeconomía. La distinción entre
economía internacional y economía nacional carece de sentido en este escenario de per-
fecta integración. Naturalmente se trata de una situación idealizada pero que, como la

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12 Economía internacional

competencia perfecta al estudiar estructuras de mercado, sirve de referencia para efectuar


posteriores comparaciones.
En la etapa 2 aparecen las fronteras nacionales, configurando «estados». Trazadas de
forma arbitraria —en un proceso que podría ser la versión económica de la fragmentación
política y lingüística originada por la torre de Babel— por lo que Samuelson denominó un
«ángel» en la versión original de la parábola, sería más bien obra de un «demonio» para
los defensores de la internacionalización económica. En todo caso, juicios de valor apar-
te (al menos en lo semántico), el resultado serían inicialmente unas fronteras con gran
impacto restrictivo, ya que impedirían en esta etapa 2 la movilidad de mercancías —sólo
se podrían consumir en un estado las mercancías producidas en el mismo, es decir, no
existiría comercio internacional —y la movilidad de factores— sólo se podrían combinar
en el proceso productivo los factores que hubiesen quedado ubicados en el interior de cada
una de las fronteras nacionales. La economía mundial se habría convertido en una mera
yuxtaposición de n economías nacionales autárquicas, sin relaciones económicas entre
ellas. Naturalmente, las ineficiencias que emergerían en esta etapa 2 en comparación con
la etapa 1 de economía integrada se vincularían al hecho de que, en ausencia de fronteras,
es más que probable que las combinaciones productivas óptimas implicasen a factores
productivos que ahora quedarían adjudicados a diferentes estados, con lo que dejarían de
ser posibles, debiendo los procesos productivos pasar a llevarse a cabo con combinaciones
subóptimas pero que satisficiesen el requisito de que sus inputs sí hubiesen quedado
dentro del mismo estado. El mismo razonamiento sería aplicable a la satisfacción de las
necesidades de los consumidores, que con gran probabilidad en la economía integrada
implicaba acceder a mercancías producidas en lugares que ahora quedaban fuera de las
fronteras del estado del consumidor, obligando a éstos a aceptar consumos nacionales
subóptimos. Se trata, como es evidente, de presentar los costes de las situaciones de
autarquía, derivados de las distorsiones impuestas por las restricciones de las fronteras,
que limitan las opciones disponibles para la producción y el consumo.
En la etapa 3 —la última que formula Samuelson en su versión inicial de la parábo-
la— se introduce una relajación en las fronteras: aparece el comercio internacional.
Ahora los factores productivos siguen sin poder traspasar las fronteras nacionales —es
decir, continúa la inmovilidad de los factores de producción—, pero en cambio las mer-
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cancías ya producidas sí pueden desplazarse por encima de las fronteras en forma de


exportaciones e importaciones que conforman el comercio internacional clásico. La pre-
gunta que plantea Samuelson es bajo qué condiciones y en qué medida la aparición de
este comercio internacional permite restablecer la asignación de recursos existente en la
(ideal) economía integrada de la etapa 1. En ese caso, y en esa medida, podríamos efec-
tuar una medición de los beneficios asociados al comercio internacional en términos de
recuperación de la asignación eficiente de recursos de la economía mundial en su con-
junto.
Uno de los resultados clásicos de Samuelson fue mostrar que si la partición inicial de
los recursos entre países en la economía mundial no había sido muy asimétrica o desigual,
entonces el libre comercio permitía recuperar sustancialmente la asignación de recursos
inicial de la economía integrada. En el Capítulo 3 veremos una formulación gráfica de
este resultado. Una lectura extraordinariamente importante de esta parte de la parábola de
Samuelson es el mecanismo básico a través del cual se producen estos efectos beneficio-
sos del comercio: a pesar de que los factores productivos no se pueden desplazar inter-
nacionalmente, sí lo pueden hacer las mercancías producidas con esos factores, lo que

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Introducción: La economía internacional en la era de la globalización 13

equivale a una «movilidad indirecta» de los propios factores de producción. Por ejemplo,
si un consumidor español adquiere un producto fabricado en China intensivo en mano de
obra barata (factor trabajo de baja cualificación), por ejemplo una camisa o un juguete, la
importación española de esa camisa o juguete chinos equivale a la importación indirecta
del trabajo chino poco cualificado. La movilidad de mercancías actúa como sustitutivo de
la movilidad de factores (como ya explicitó Robert Mundell). Una lectura actual de esta
equivalencia de efectos entre movilidad de mercancías y de factores hace referencia al
impacto que sobre los mercados de trabajo de los países industrializados plantea la
importación creciente de productos procedentes de países emergentes. Las dificultades
con que se encuentran los factores de producción —principalmente el trabajo menos cua-
lificado— en los países industrializados se pueden entender como resultado de la «com-
petencia indirecta» pero efectiva que plantea el trabajo más abundante y barato de baja
cualificación existente en los países emergentes de creciente peso en el comercio mundial.
En la nueva etapa de globalización —que en nuestra extensión de la parábola deno-
minaremos etapa 4— aparece la economía globalizada actual. Esta añade a la etapa 3 de
comercio internacional dos nuevas realidades interrelacionadas, ambas en la línea de
relajar la efectividad de las restricciones asociadas a las fronteras nacionales: a) por un
lado, la movilidad de algunos —pero no todos— factores de producción, singularmente el
capital financiero y el capital físico —en forma éste sobre todo de inversiones directas en
el extranjero; b) por otra parte, la posibilidad de fragmentar los procesos productivos
mediante la «desintegración de la producción» o la «partición de la cadena de valor» que
permite que cada fase del proceso de producción se ubique territorialmente en un lugar o
país diferente, a efectos de minimizar costes. Ambos efectos favorecen la «multinacio-
nalización» de la actividad empresarial. Y, en la línea argumental de la parábola de
Samuelson, estos cambios tienden a aproximar la asignación de recursos a la de la eco-
nomía integrada de la etapa 1, al suponer relajaciones del papel restrictivo de las fronteras
establecidas por el ángel/demonio en la etapa 2. De hecho, el argumento inicial a favor de
la globalización es precisamente éste: que permite aproximarnos de forma creciente a la
asignación (ideal) de recursos de la economía integrada, minimizando el impacto distor-
sionador derivado de la existencia de fronteras nacionales.
Puestos a completar la parábola de Samuelson y extenderla a la globalización es
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importante incorporar uno de los principales elementos de costes o eventuales perjuicios


atribuibles a la globalización, que tiene más relevancia en la actualidad que cuando hace
más de cincuenta años Samuelson expuso las tres primeras etapas de esta parábola. Se tra-
ta de la creciente asunción por parte de los poderes públicos de los estados nacionales de
compromisos con sus ciudadanos en materia de estabilidad económica y protección
social, lo que en Europa se denomina el «estado del bienestar». Gran parte de estos
compromisos están diseñados para contrarrestar los efectos negativos del funcionamien-
to de las economías de mercado, en términos de inestabilidad cíclica o de efectos colate-
rales negativos sobre parte de sus actores, en términos de pobreza, desempleo u otras
situaciones de necesidad, además de alcanzar a la provisión de algunos bienes públicos o
estratégicos como sanidad o educación. Para financiar estos compromisos públicos es
necesario un sistema fiscal que se basa en impuestos directos sobre rentas del trabajo y del
capital así como en impuestos indirectos sobre la producción. En la medida en que avan-
za la globalización y, como se ha visto antes, las empresas tienen más poder para elegir la
jurisdicción en que ubican su producción… y su domicilio fiscal, puede suceder que las
bases fiscales del estado del bienestar se vean reducidas, especialmente en lo relativo a la

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14 Economía internacional

imposición sobre el factor capital ahora más móvil internacionalmente y la fiscalidad


sobre determinadas etapas de los procesos productivos ahora también de más fácil «relo-
calización». El resultado es no sólo la merma del margen de maniobra fiscal del estado de
bienestar, sino también una tendencia a que la financiación de las cargas públicas se des-
place a los factores menos móviles internacionalmente —singularmente el trabajo— o
adopte formas menos progresivas, como la imposición sobre el consumo. Las conse-
cuencias redistributivas de estos cambios son uno de los objetos de preocupación expre-
sados en planteamientos antiglobalización, y en todo caso deben ponerse en el otro plato
de la balanza frente a las eventuales ganancias de eficiencia derivadas de la globalización.
Por su parte, los países en desarrollo expresan asimismo quejas acerca de la asimetría
que supone que la teórica liberalización de mercancías encuentre sus principales excep-
ciones en aquellas —como los productos agrícolas— en que son estos países los que tie-
ne claras ventajas, al tiempo que la asimetría entre el poder negociador creciente de las
empresas y el menguante poder de los estados se traduzca asimismo en condiciones en
que tales países acaben recibiendo una parte menor de las eventuales ganancias de efi-
ciencia de la globalización.
El Cuadro 1.3 muestra un resumen de estas etapas de la parábola de Samuelson
ampliada.

Cuadro 1.3. Etapas de la parábola de Samuelson ampliada

Etapa 1 Economía integrada Movilidad de factores Movilidad de mercancías

Etapa 2 Autarquías Inmovilidad de factores Inmovilidad de mercancías

Etapa 3 Comercio internacional Inmovilidad de factores Movilidad de mercancías

Etapa 4 Globalización Movilidad parcial de factores Movilidad de mercancías


+ desintegración producción
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1.3.2. La globalización en perspectiva histórica


Estas consideraciones son relevantes también a la hora de tratar de comparar la actual etapa
de globalización con una situación histórica con bastantes puntos en común que se produjo
a finales del siglo XIX y en el siglo XX hasta la Primera Guerra Mundial, como ya reflejaba
la Figura 1.1. En esa época se alcanzó un nivel de apertura comercial y financiera muy nota-
ble que —habida cuenta de las diferencias en los medios de transporte y comunicaciones—
serían razonablemente homologables desde bastantes puntos de vista a las actuales. Por
ejemplo, los flujos netos de capitales medidos por los valores (absolutos) del saldo de la
balanza por cuenta corriente muestran niveles promedio similares (entre el 3% y 4% del PIB
para una muestra de países relevantes presentada por Obstfeld y Taylor 2004), y los dife-
renciales de rendimientos entre distintos centros financieros muestran asimismo una ten-
dencia al arbitraje que revela una integración financiera notable. Las cifras del comercio
exterior son asimismo reveladoras: así, cuando se muestra (como hace Feenstra, 1998) la
proporción que representa el comercio en mercancías (promedio de exportaciones e impor-
taciones) respecto al producto interior bruto (PIB), obtenemos que para países como Japón,

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Introducción: La economía internacional en la era de la globalización 15

Reino Unido, Australia o incluso Dinamarca las cifras de 1913 son incluso algo mayores
que las de 1990. Pero cabe apuntar tres diferencias significativas:

a) El mayor grado de movilidad de personas por el factor trabajo se produjo hace,


aproximadamente, un siglo. Tanto en términos relativos como absolutos, las
migraciones de entonces desempeñaron un papel mucho más relevante. William-
son (1998) muestra cómo entre 1870 y 1910 las migraciones supusieron un
incremento de la población activa del entonces «Nuevo Mundo» (principalmen-
te Estados Unidos, Canadá, Argentina y Australia) del 49%, mientras que redu-
cían la población activa en la «vieja Europa» en un 13% (especialmente en Italia,
Irlanda y Escandinavia).
b) El diferente papel de la potencia hegemónica en el mecanismo de captación de
ahorro y canalización a la inversión. Gran Bretaña hace un siglo era un presta-
mista neto de fondos muy importante. Entre un 25% y un 40% del ahorro britá-
nico se exportaba al exterior. Por el contrario, en la actualidad Estados Unidos
absorbe un volumen importante de recursos financieros del sistema internacional
para cubrir sus déficit comerciales.
c) Pero, sobre todo, hace un siglo no existía el «pacto social» que se traduce en
estado del bienestar y políticas de estabilización macroeconómicas. Por eso las
consecuencias políticas y sociales de la globalización de entonces eran más
fácilmente asumibles (junto a la válvula de escape de la movilidad de las perso-
nas). Ciertamente una de las cuestiones más debatidas en la actualidad es cómo la
«nueva» globalización afecta a la sostenibilidad del estado del bienestar cons-
truido en Europa occidental y otros países en las últimas décadas, así como al
impacto de las nuevas realidades globales sobre los márgenes de maniobra de las
políticas económicas nacionales.

Con todo, vale la pena recordar que el colapso de la mundialización hace noventa
años se asoció a un período que incluyó dos guerras mundiales, la inestabilidad financiera
de los años veinte y la Gran Depresión de los años treinta, con el colapso asociado en el
comercio y las finanzas internacionales. Una llamada de atención.
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1.3.3. Economía y política: el «trilema» de la globalización


Análogamente a cómo un dilema es la situación en que dos opciones deseables son
incompatibles y por tanto se debe renunciar a una de ellas, se denomina «trilema» a los
casos en que tres rasgos inicialmente deseables resultan ser imposibles simultánea-
mente, por lo que al menos uno de ellos debe ser abandonado o relajado. En Economía
Internacional alguno de estos «trilemas» tiene tradición (especialmente el que exami-
naremos en el Capítulo 10 acerca de los márgenes de maniobra de los gobiernos en
política económica en economías abiertas). Una formulación de esta índole podría
aplicarse al análisis —y pedagogía— de cuáles son los márgenes de maniobra u opcio-
nes estratégicas en un mundo globalizado. En los últimos tiempos varios economistas
como Larry Summers —Secretario del Tesoro de Estados Unidos con Clinton— y
Dani Rodrik —«heterodoxo de Harvard»— plantean un «trilema de la globalización»
que se resume en la Figura 1.2.

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16 Economía internacional

Integración o
internacionalización

Neoliberalismo Federalismo global

Soberanía nacional Estado del bienestar

Antiglobalización-Proteccionismo

Figura 1.2. El «trilema» de la globalización (Rodrik-Summers).

Los tres rasgos que conforman los vértices de este «trilema» serían:

a) Por una parte el propio proceso de globalización económica o integración de las


economías nacionales (podemos utilizar el término «integración» siempre que no
origine confusión con los procesos de integración regional como contrapuestos a
los multilaterales). Es el mecanismo a través del cual aumentan las intercone-
xiones e interdependencias entre las diversas economías nacionales. La interna-
cionalización o integración se fundamenta, como veremos en los diversos capí-
tulos de este libro, en las presuntas ganancias de eficiencia asociadas al comercio
internacional a los efectos dinámicos sobre la inversión y el crecimiento.
b) Por otra parte tenemos la soberanía de los estados-nación. Se refiere a la preten-
sión de que la base política tradicional de la soberanía política de los estados tra-
dicionales radica en otorgar a las autoridades nacionales —elegidas democráti-
camente, aunque históricamente ha habido muchas «excepciones»— la facultad
de adoptar las decisiones relevantes para conformar la vida política y económica.
La noción de «soberanía nacional» es la contrapartida política de la repetida
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distinción entre «los nuestros y los otros» y da lugar a la idea de que «nuestros
asuntos» los decidimos «nosotros» a través de nuestro proceso político.
c) El tercer vértice lo denominaremos, en nuestra presentación, «estado del bienes-
tar», para recoger los compromisos que los poderes públicos tienen asumidos con
sus ciudadanías en materia de protección social y estabilización económica.
Naturalmente tiene lecturas y dimensiones diferentes según los países, pero en
Europa Occidental refleja el compromiso o «pacto social» en vigor al menos en la
segunda mitad del siglo XX mediante el cual los poderes públicos asumían unas
funciones amplias en materia económica y social (pensiones, cobertura de des-
empleo, sanidad y educación públicas, etc.). Forma parte del «acervo» de la
Unión Europea, y en otros países, en la medida en que se hayan alcanzado deter-
minadas metas al respecto, tienden a considerarse «derechos adquiridos» difícil-
mente renunciables.

La dificultad radica en alcanzar simultáneamente los tres vértices del «trilema». Esta
dificultad esencial deriva, como vimos en la sección anterior, del hecho de que la dimen-

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Introducción: La economía internacional en la era de la globalización 17

sión o jurisdicción relevante para las decisiones económicas (en sentido amplio, incluyendo
las comerciales, financieras, de localización, etc.) pasa a ser superior al ámbito nacional y
frecuentemente es ya de ámbito global mundial, mientras que, por el contrario, las deci-
siones sociopolíticas, diseñadas en principio para ordenar la economía y eventualmente
corregir o compensar las imperfecciones o fallos de los mercados, siguen teniendo en su
mayor parte alcance estatal o nacional. La consecuencia ya conocida es la creciente
inefectividad de estas políticas y la creciente visibilidad de que determinados aspectos
importantes de la vida económica dependen de decisiones que, o bien se adoptan fuera de
las fronteras nacionales (por ejemplo, una multinacional que traslada total o parcialmente
su producción a lugares de más bajos salarios o regulaciones medioambientales más
laxas), o bien se adoptan con estrategia y alcance supranacional (por ejemplo, una empre-
sa nacional que decida «deslocalizar» total o parcialmente su producción en el extranjero).
Tal como muestra la Figura 1.2, podrían apuntarse inicialmente tres «vías de escape»
o soluciones alternativas al «trilema» de la globalización.
1) Por una parte podría abandonarse o relajarse el propio proceso de integración
internacional. Las propuestas antiglobalización más radicales (en el sentido del «ir a la
raíz») que preconizan, por ejemplo, mecanismos de «desconexión» de las economías
nacionales de los flujos comerciales o financieros internacionales, irían por este camino.
Versiones más «suaves» de este enfoque preconizan aplicaciones más o menos selectivas
o más o menos amplias de medidas proteccionistas comerciales —como por ejemplo las
que defienden medidas compensatorias ante el alegado «dumping social» de los países en
desarrollo con mano de obra barata, o el alegado «dumping medioambiental»— o medi-
das restrictivas de los movimientos financieros internacionales —entre los que no se
puede dejar de mencionar la famosa propuesta de «tasa Tobin» o impuesto sobre las trans-
acciones financieras internacionales, que será comentada en el Capítulo 12.
2) Un segundo enfoque para afrontar el «trilema» va en la línea de «relajar» los com-
promisos públicos en materia de protección social y estabilización macroeconómica. Es lo
que trasluce en el fondo de debates acerca de la «sostenibilidad del estado del bienestar»
tan frecuentes en los últimos tiempos. Sin negar que en algunos casos puede haberse lle-
gado algo más lejos de lo que financieramente puede sostener una sociedad — tal vez, por
ejemplo, algunos casos concretos de prestaciones en Alemania o de edades de jubilación
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en Italia—, lo que ahora se plantea con crudeza son algunos efectos «colaterales» de la
globalización.
Así, se constata la creciente competencia internacional —transformada frecuente-
mente en la retórica de la competitividad— que traduce la presión de, por ejemplo, los
bajos salarios —y otras condiciones de trabajo en materia de vacaciones, seguridad o jubi-
lación— con que se produce en muchas economías emergentes de creciente presencia en
la economía internacional. Veremos —desde el Capítulo 2— que es posible tener salarios
más altos y seguir manteniendo la competitividad… siempre que el diferencial de pro-
ductividad más que compense el diferencial salarial, por lo cual una nueva preocupación
se centra en los efectos de una creciente absorción de tecnología que permite acceder a
economías emergentes a producir el rango de bienes en que sus diferenciales de salarios
contrarrestan las iniciales divergencias de productividad. Los cambios en la división
internacional del trabajo (DIT) ya mencionados repetidamente son una de las conse-
cuencias obvias. Una manera ciertamente cruda de resumir el fenómeno fue el título que
dio Richard Freeman a un conocido artículo al que tituló —refiriéndose al trabajador esta-
dounidense que fabrica artículos parecidos a los que de forma cada vez más masiva se

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18 Economía internacional

producen en China— «¿Se fijan tus salarios en Beijing (Pekín)?». Naturalmente se con-
testaría que los países industrializados deben reorientar su producción a sectores más
intensivos en trabajo cualificado, pero ello no es ni tan fácil ni tan rápido.
La cuestión que emerge es, pues, la sostenibilidad de unas condiciones laborales y
sociales que encarecen el coste del factor trabajo cuando al mismo tiempo las presiones
competitivas de salarios y condiciones mucho más bajas son más grandes que nunca. A
largo plazo actuaría el mecanismo de competencia y emulación en ambos sentidos y en
las economías emergentes es probable que surjan fuerzas —sindicales, sociales, políticas,
culturales— que actúen en dirección de una mejora de las condiciones que les vaya
acercando a los estándares de los países desarrollados. De hecho es lo que ha sucedido a
medida que países como España o Irlanda se han ido incorporando en las últimas décadas
a la UE a partir de salarios bastante más bajos. Pero no puede negarse «en el ínterin»
—hasta que ello suceda en Corea, China y Vietnam— una importante presión.
Las denominadas «recetas neoliberales» irían en la línea de reconocer pasiva y resig-
nadamente estas presiones y actuar en consecuencia mediante «recortes» en el Estado del
bienestar. Otro aspecto de esta problemática se refiere a los problemas fiscales de sostener
el estado de bienestar, especialmente en momentos en que las perturbaciones o shocks que
sufren las economías nacionales son especialmente importantes —en cantidad e intensi-
dad— como consecuencia de los cambios en la división internacional del trabajo, que
obligan a reajustarse a empresas, sectores o regiones. Ello se combina con el hecho de que
las bases fiscales del estado de bienestar en términos de impuestos sobre los rendimientos
de los factores productivos (trabajo, intereses, beneficios, etc.) ven alterada su distribución
en la medida en que la asimétrica movilidad entre trabajo y capital (en sentido físico y
financiero) aumenta, con lo que también aumenta la facilidad de estos factores móviles
para eludir el pago de impuestos en el estado en que tradicionalmente lo hacían y cuyo
estado de bienestar contribuían a financiar. Además del problema de equidad en la dis-
tribución de las cargas fiscales, aparece el problema del límite sociopolítico al aumento de
la presión fiscal. Sin llegar a soluciones de «desmantelamiento» del estado de bienestar,
no son tiempos fáciles para éste.
En los debates sociales a veces parece que las opciones ante las nuevas realidades glo-
bales se polarizan en las dos familias hasta ahora mencionadas: antiglobalización por un
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lado y neoliberalismo por otro sería la (incorrecta pero popular) versión maniquea de la
alternativa. Pero de entrada ello supone ignorar un tercer vértice en el «trilema» de la glo-
balización.
3) Ello abre una «tercera vía» delicada, ya que lo que se tendría que relajar es el pro-
pio concepto de «soberanía nacional». Incluso cuando Summers acuñó parte de los argu-
memtos que estamos desarrollando titubeó —desde la óptica de Estados Unidos— ante la
mención de esta tercera opción. Los europeos lo tenemos más fácil, ya que el propio pro-
ceso de construcción europea nos ha enseñado cómo avanzar en la transferencia de par-
celas de soberanía a instituciones supranacionales —como veremos en los Capítulos 6 y
13—, pero también los europeos hemos aprendido lo difícil que son las negociaciones al
respecto, incluso entre un grupo de países de historia y cultura cercanas, geográficamen-
te vecinos, y con voluntad (en principio) de profundizar en intereses comunes.
Pero la argumentación esencial para esta tercera alternativa parte de la sencilla cons-
tatación —ya repetida— de que la pérdida de efectividad de las decisiones nacionales se
debe al ámbito global o internacional de muchas decisiones económicas. Se trataría aho-
ra simplemente de desplazar las decisiones sociopolíticas desde el ámbito nacional al

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Introducción: La economía internacional en la era de la globalización 19

ámbito global —mediante lo que Rodrik denomina «federalismo global», no necesaria-


mente un gobierno mundial— a través de una red de reglas o acuerdos multilaterales glo-
bales efectivos en esos ámbitos «globalizados». Por ejemplo, la Organización Interna-
cional del Trabajo debería poder tener más efectividad para establecer y modular mínimos
—y aplicarlos— en materia laboral y social. O las reglas comerciales de la OMC/WTO
deberían adquirir aún más vigor y ejecutividad —aunque, como veremos en el Capítulo 7,
se ha ido avanzando al respecto. Y en general, los organismos internacionales deberían
mejorar su legitimidad en términos democráticos y de efectividad, lo que no parece fácil
en tiempos de unilateralismo de la principal potencia económica y política mundial.
En resumen, en la Sección 1.1 señalábamos como rasgo destacado de la economía
internacional en la actualidad la peculiar situación consistente en unas relaciones comer-
ciales, financieras, tecnológicas, empresariales, etc., cada vez más internacionalizadas (o
transnacionalizadas), al tiempo que no acababan de surgir unas instituciones internacio-
nales efectivas (algo parecido a un «gobierno mundial» con competencias análogas a las
que en otros ámbitos de las economías «nacionales» tienen los gobiernos nacionales), más
allá de unos limitados ámbitos, y los gobiernos nacionales veían cómo ese creciente
grado de internacionalización escapaba a su control y/o disminuía la efectividad de sus
actuaciones. Ahora se plantea el «trilema de la globalización» como un mecanismo que
reflejaba las dificultades de «gobierno» del proceso de globalización. Actualmente, el
debate sobre la «gobernabilidad» (governance) de la globalización es la denominación
que se da a los análisis y discusiones acerca de cómo tratar esta asimetría notable entre
una economía internacionalizada y unas decisiones sociopolíticas que siguen teniendo en
los gobiernos nacionales sus principales actores, pese a la emergencia de empresas mul-
tinacionales por un lado y de organismos internacionales que a veces parecen tratar de
establecer unas reglas mínimas mientras que por otra parte son criticados como repre-
sentantes de los intereses de solo una minoría de países o grupos. Volveremnos sobre estas
cuestiones a lo largo de diversas parte del libro.

1.4. REGIONALIZACIÓN EN LA ECONOMÍA MUNDIAL


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Los dos rasgos señalados en la Sección 1.2 para caracterizar a una transacción como inter-
nacional (superar una frontera e implicar una pluralidad de monedas) a lo largo del tiempo
se han ido aplicando en ámbitos distintos, de modo que transacciones entre dos lugares han
pasado de internacionales a nacionales o viceversa. Por ejemplo, entre las ciudades italianas
del siglo XIII había múltiples monedas y controles de mercancías, así como «fronteras inte-
riores» entre los reinos de España en el siglo XV. Los «Estados alemanes» sólo en 1834 eli-
minaron sus restricciones comerciales, y sólo en 1876 tuvieron una moneda única. En la
Unión Europea (UE), el Mercado Único debería haber supuesto desde 1993 la eliminación
de la característica 1 («fronteras») señalada anteriormente, al tiempo que la implantación del
euro como moneda común de parte de la UE eliminó la segunda característica («pluralidad
de monedas»). Entonces las transacciones intra-UE dejarían (en el seno del «Mercado
Interior Único») de poderse considerar «internacionales», según estos criterios.
En el ámbito de la UE, técnicamente, para marcar diferencias, se han denominado
«expediciones y adquisiciones» a los flujos de mercancías entre países de la Unión Europea
que tradicionalmente eran «exportaciones e importaciones». Entre otras implicaciones
nos encontraríamos, por ejemplo, con que a muchos efectos la «balanza de pagos» relevante

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20 Economía internacional

—en lo que se refiere a decisiones de política monetaria o cambiaria, por ejemplo— será la
del conjunto de la UE, pasando a desempeñar la balanza de pagos de España o Bélgica un
papel análogo al actualmente atribuido a la balanza de pagos de Cantabria o de Oklahoma.
En una economía mundial cada vez más internacionalizada ha ido avanzando un
fenómeno cuyo alcance es objeto de debate: se trata —como detallaremos en el Capítulo
6— de los procesos de integración regional, es decir, la formación de grupos o bloques de
países, normalmente geográficamente próximos, cuando no vecinos, que eliminan entre sí
las trabas al comercio al tiempo que mantienen las restricciones asociadas a las políticas
comerciales internacionales frente al resto del mundo. La Unión Europea (denominación
que desde el Tratado de Maastricht recibe la agrupación de países que nació —con seis
miembros— en 1957 con el Tratado de Roma, bajo la denominación de Comunidad
Económica Europea) es el caso más asentado, en el aspecto comercial, y ahora trata de
ampliar la integración a los ámbitos monetarios, financieros y eventualmente políticos.
Pero en América del Norte el Tratado de Libre Comercio Norteamericano (NAFTA)
entró en vigor en 1994 y ha levantado tanto esperanzas como recelos. Mercosur, por su
parte, está activo desde 1995. Australia y Nueva Zelanda tienen asimismo acuerdos
comerciales para «más estrechas relaciones», mientras que los vínculos financieros y
comerciales entre Japón y varios países del Sudeste asiático apuntan formas más embrio-
narias. ASEAN, en el Sudeste asiático, incluye ya a 10 países y anuncia un acuerdo con
China, Corea y Japón que lo convertiría en el bloque regional con más población de la
economía mundial. APEC, por su parte, pretende establecer lazos más estrechos entre los
países del Pacífico, percibidos de forma creciente como el nuevo centro de gravedad de la
economía internacional. El Cuadro 1.4 ofrece unos datos acerca de la evolución reciente
de los componentes intra-regional y extra-regional en algunos de los principales acuerdos
regionales. Cabe observar cómo en la UE-15 en la última década el comercio extra-
regional ha ido recuperando peso, mientras que en los demás acuerdos regionales se
acentúa el componente intra-regional.
¿Son compatibles estas formas de acuerdos regionales comerciales con los funda-
mentos del sistema multilateral de comercio, o sistema GATT/OMC, establecido desde los
Acuerdos de 1947 acerca del multilateralismo y la no-discriminación como bases del
comercio mundial, y ratificados con la creación de la Organización Mundial de Comercio
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en 1995? El debate de fondo es qué tipo de economía mundial pueden llegar a configurar,
de consolidarse, estos bloques regionales. Para unos lo importante es la liberalización
comercial en el interior de las regiones, sin que el carácter restringido a los miembros de
cada bloque desvirtúe las esenciales ventajas del libre comercio. Para otros se trata de un
progresivo abandono del ideal de comercio mundial globalmente liberalizado, definién-
dose los bloques regionales no sólo por a quiénes agrupa, sino por la exclusión de todos
los demás; la imagen de los bloques como «fortalezas» comerciales con fácil recurso al
proteccionismo es motivo de preocupación, una nueva y tal vez poderosa forma de sepa-
rar «los nuestros» de «los demás». Examinaremos estas cuestiones en los Capítulos 6 y 7.

1.5. ECONOMÍA INTERNACIONAL Y DESARROLLO


Una de las preguntas más antiguas en Economía es acerca de las conexiones entre aper-
tura internacional y crecimiento. Como es conocido, uno de los temas de fondo del clásico
de Adam Smith «Investigación sobre la Naturaleza y las Causas de la Riqueza de las

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Introducción: La economía internacional en la era de la globalización 21

Cuadro 1.4. Comercio de mercancías en algunos acuerdos regionales: componente intra-regio-


nal e inter-regional

Valor Porcentaje
(miles de millones
de dólares) 1990 2003

Unión Europea (15)


Exportaciones 2901
— Intra-regionales 1795 64,9 61,9
— Extra-regionales 1105 35,1 38,1
Importaciones 2920
— Intra-regionales 1801 63,0 61,7
— Extra-regionales 1119 37,0 38,3

MERCOSUR (4)
Exportaciones 106
— Intra-regionales 13 8,9 11,9
— Extra-regionales 93 91,1 88,1
Importaciones 69
— Intra-regionales 13 14,5 19,0
— Extra-regionales 56 85,5 81,0

NAFTA (3)
Exportaciones 1162
— Intra-regionales 651 42,6 56,1
— Extra-regionales 511 57,4 43,9
Importaciones 1715
— Intra-regionales 631 34,4 36,8
— Extra-regionales 1084 65,6 63,2

ANDEAN (5)
Exportaciones 53
— Intra-regionales 5 4,2 9,4
— Extra-regionales 48 95,8 90,6
Importaciones 39
— Intra-regionales 6 7,7 14,7
— Extra-regionales 33 92,3 85,3
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APEC (21)
Exportaciones 3136
— Intra-regionales 2266 67,5 72,3
— Extra-regionales 869 32,5 27,7
Importaciones 3469
— Intra-regionales 2384 65,4 68,7
— Extra-regionales 1086 34,6 31,3

Fuente: Organización Mundial de Comercio, Estadística de comercio internacional, 2004, Tabla I.10.
El número entre paréntesis de cada acuerdo regional indica el número de miembros relevantes para los datos. Así, para la Unión Euro-
pea (15) no se consideran los intercambios con los diez nuevos miembros incorporados en 2004.

Naciones» (1776) es precisamente evaluar cómo la aplicación de criterios de libertad de


mercado, tanto en el ámbito interno como en el internacional, promovían lo que se deno-
minaba «la riqueza de las naciones» y que hoy calificaríamos de crecimiento o desarrollo.
Buena parte de la argumentación de Adam Smith se contraponía a la concepción deno-

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22 Economía internacional

minada «mercantilismo» vigente en su época que propiciaba actitudes que hoy denomi-
naríamos «proteccionistas» o de «sustitución de importaciones» para promover las indus-
trias nacionales a expensas de la libertad de mercado y competencia con el resto del mun-
do. Este debate se ha mantenido con diversos formatos a lo largo de los últimos siglos.
Mientras Alfred Marshall recordaba que «el estudio del crecimiento económico encuen-
tra sus raíces en el comercio internacional», surgían las concepciones del imperialismo
según las cuales el sistema económico internacional generaba mecanismos de explotación
de unos países por otros, de modo que la recomendación para los países pobres era más
bien de «desconexión» que de inserción en los mecanismos de la economía mundial; más
recientemente enfoques como los de centro-periferia o intercambio desigual han abundado
en estas nociones. Actualmente tiene presencia mediática el debate entre una globalización
a la que se etiqueta a veces de «neoliberal» contrapuesta a unos planteamientos «anti-
globalización» en la que conviven reivindicaciones de más acceso de los productos de los
países emergentes a los mercados de los países más ricos junto con planteamientos res-
trictivos o proteccionistas por parte de sectores de países industrializados bajo nuevas
«coartadas» como el dumping social o medioambiental.
El hecho de que en los últimos tiempos muchos países hayan cambiado de orientación
en su estrategia económica, en general en el sentido de más inserción en la economía
internacional en comparación con las situaciones preexistentes —lo que a veces se deno-
mina el cambio de estrategias inward a estrategias outward—, pero que ello en ocasiones
haya conducido a crisis o dificultades más o menos severas incluso en algunos casos plan-
teados como emblemáticos —como las dificultades de México a mediados de los noven-
ta, tras protagonizar entre 1985 y 1994 una de las aperturas más notables a la economía
mundial, o la crisis de Argentina de 2001-2002, tras ser presentada como ejemplo del
denominado «consenso de Washington» (basado en la receta de «mercados abiertos más
moneda estable»), o incluso las dificultades en 1997 de los países del Sudeste asiático,
presentado como modelos de orientación outward contrapuestos a la sustituciones de
importaciones de América Latina, etc.— todo ello contribuye a reavivar la polémica.
Por ello vuelve a estar en el centro del debate la pregunta acerca de las relaciones
entre inserción en la economía global por un lado y crecimiento o desarrollo por otro. Los
argumentos a favor de la inserción en la economía internacional se basan inicialmente en
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los presentados a favor del libre comercio, empezando por la mejora en la eficiencia en la
asignación de los recursos. La competencia internacional asociada al comercio sería la
garantía —a la vez que el test crítico— de que los recursos del país se destinan a los usos
más eficientes. Además de los bienes de consumo, cobra especial relevancia el acceso a
importaciones de bienes de capital o inputs intermedios que —al incorporar más innova-
ción y mejor tecnología— permiten una mejora en la eficiencia o productividad del pro-
ceso productivo del país. De nuevo cobran actualidad las estimaciones empíricas acerca de
las ventajas del libre comercio o su contrapartida en forma de estimaciones empíricas de
los costes del proteccionismo. Pero en la argumentación a favor de una más plena inser-
ción en la economía internacional adquieren creciente relevancia las denominadas «ganan-
cias dinámicas» asociadas al revulsivo que supone para una economía —y para una
sociedad— la apertura internacional, en forma de potenciar el dinamismo innovador, la
creatividad necesaria para sobrevivir y prosperar en un contexto más competitivo, el
espíritu emprendedor para buscar nuevas formas de satisfacer viejas o nuevas necesidades,
etc. Por el contrario, voces críticas señalan que las cosas no son tan sencillas, y que el
entramado socio-político-institucional para que un país inicie y consolide un proceso de

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Introducción: La economía internacional en la era de la globalización 23

crecimiento o desarrollo tiene requerimientos más complejos que la mera inserción más o
menos indiscriminada en la economía internacional.
Desde hace años han proliferado los estudios analíticos y empíricos que han tratado
de diseccionar y evaluar las relaciones estadísticas — y las eventuales relaciones causa-
les— entre globalización o apertura y crecimiento o desarrollo. Recientemente, asimismo,
se han dedicado estudios a intentar discernir el impacto comparativo de otros factores
sobre el crecimiento económico, desde la transferencia de tecnología a la geografía eco-
nómica, y de modo muy especial el papel de las instituciones. En varios capítulos haremos
referencia a estos desarrollos, fundamentalmente en los Capítulos 14 y 15. Asimismo exa-
minaremos en ellos la relación entre internacionalización, crecimiento, pobreza y des-
igualdad, es decir, no sólo el impacto de la internacionalización sobre el nivel «promedio»
de renta o bienestar, sino sobre su distribución, tanto entre países como en el interior de
los países. También analizaremos cómo se van incluyendo en las preocupaciones de la
opinión pública y en las agendas de problemas de desarrollo cuestiones tan importantes
como los temas de migraciones, educación, salud y medio ambiente (desde el acceso al
agua potable hasta soluciones para la malaria o el VIH). Al respecto los objetivos explí-
citos y cuantificados asumidos por Naciones Unidas en 2000, conocidos como «Objetivos
de la Declaración del Milenio», siguen siendo un referente con fechas precisas, especial-
mente 2015, pese a la evidencia de notables dificultades para alcanzarlos.
El Cuadro 1.5 muestra cómo ha evolucionado el peso relativo en las exportaciones
mundiales en el último medio siglo de países o continentes. El peso creciente de los paí-
ses asiáticos emerge con fuerza, así como las dificultades de África y el desigual com-
portamiento en América Latina. Para evitar el error de concebir el comercio internacional
como un «juego de suma cero» —a lo que se presta dar datos en porcentajes— se indica
asimismo la evolución global de la cifra de comercio mundial a la que se deben aplicar
estas participaciones.

Cuadro 1.5. Evolución del peso exportador mundial 1953-2003

Porcentaje de las exportaciones mundiales 1953 1983 2003


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Europa occidental 34,9 38,9 43,1

Asia 13,1 19,1 26,1


— Japón 1,5 8,0 6,5
— China 1,2 1,2 6,0
— 6 emergentes 2,7 5,3 9,7

América Latina y Caribe 10,5 5,8 5,2


— México 0,7 1,4 2,3
— Brasil 1,8 1,2 1,0
— Argentina 1,3 0,4 0,4

África 6,5 4,5 2,4

Norteamérica 24,2 15,4 13,7

Referencia: volumen mundial (miles de millones de dólares)

84 1838 7294

Fuente: Organización Mundial de Comercio, Estadísticas de comercio internacional 2004, Tabla II.2.

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24 Economía internacional

1.6. LA ECONOMÍA INTERNACIONAL COMO DISCIPLINA


Hicks gustaba de obviar la polémica acerca de si la economía era una ciencia (en sen-
tido «duro») considerándola una disciplina. Un conjunto de conocimientos, un instru-
mental de análisis. Desde que la economía comenzó a adquirir estatus como disciplina
el estudio de la economía internacional estuvo presente, incluso fundamentó algunas de
las aportaciones que más contribuyeron a dotar de respetabilidad académica a la eco-
nomía: David Hume, Richard Cantillon, Adam Smith y David Ricardo siguen siendo,
dos siglos más tarde, referencias insustituibles. En el tránsito del siglo XIX al XX, llega
una fase de consolidación y sistematización con las obras de Viner, Ohlin, Heckscher,
Cassel y Graham.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo de la macroeconomía la oscureció
algo, ya que esa nueva rama se centró inicialmente en la economía cerrada. En parte era
herencia del mundo legado por las desafortunadas respuestas proteccionistas de la depre-
sión de los años treinta. Era asimismo consecuencia de la formulación de la «Teoría Gene-
ral» de Keynes (además de su ensayo sobre «autosuficiencia») o de la forma en que fue
asimilada en Estados Unidos (por ejemplo, el libro de Tobin Política económica nacio-
nal). Además, la economía estadounidense era realmente cercana a la autarquía, sin que
sus exportaciones o importaciones excedieran en muchos años del 5% de su producción
interior. El interés en la economía internacional pareció quedar en buena medida en
manos de estudiosos procedentes de otros países en los que el comercio internacional
tenía mayor peso: canadienses, como Harry Johnson o Robert Mundell; australianos,
como W. Max Corden, y con motivo adicional, de países en desarrollo, como Jagdish
Bhagwati. Se obtuvieron avances importantes: los autores citados, junto con otros como
Meade y Fleming, «abrieron» la macroeconomía a la economía internacional, y clarifi-
caron los efectos e implicaciones de las políticas comerciales. Pero durante mucho tiem-
po estos desarrollos permanecieron como un añadido relegado («el sector exterior») al
final de los textos.
Hoy el cambio es muy visible: incluso los manuales que estudian nuestros universi-
tarios reconocen la nueva situación, llevando a sus capítulos básicos las cuestiones inter-
nacionales. Los textos de macroeconomía de Blanchard, Burda-Wyplosz y Sachs-La-
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rraín son excelentes ejemplos. Se constata e insiste en los errores monumentales en que
puede incurrirse si se trasladan mecánicamente a las realidades actuales las recetas dise-
ñadas para «economías cerradas».
En pocos campos como en el del comercio internacional se han producido cambios
tan importantes en los últimos treinta años. La «nueva teoría del comercio internacional»
ha incorporado en un primer plano elementos tan esenciales para las economías modernas
como la competencia imperfecta, las economías de escala, asociadas a menudo a inno-
vaciones y tecnología (inversiones en R+D, investigación y desarrollo), diferenciación de
productos, competencia tecnológica, empresas multinacionales que sustituyen o dan
nueva forma a las transacciones, etc. Paul Krugman, James Brander, Elhanan Helpman,
Wilfred Ethier o Anthony Venables se han convertido en estos campos en referencias ya
clásicas. Se ha demostrado además especialmente interesante para analizar los problemas
derivados de los procesos de integración económica.
El otro ámbito del análisis económico en que se ha producido una profunda reno-
vación es el de la teoría del crecimiento económico. Ya sabemos que las relaciones
entre comercio internacional y crecimiento o desarrollo son uno de los temas clásicos

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Introducción: La economía internacional en la era de la globalización 25

de la economía internacional, al menos desde que Adam Smith se preguntó por la


«naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones» y vinculó el alcance de la
especialización al tamaño del mercado. Precisamente ésta es la tradición que los nuevos
enfoques recuperan, por lo que no debería sorprendernos que buena parte de sus des-
arrollos más fértiles posean una vertiente o aplicación internacional, tanto en el análi-
sis como en las recomendaciones de política. Los cambios que están teniendo lugar en
la división internacional del trabajo, por ejemplo, adquieren interesantes interpreta-
ciones e implicaciones.
La consideración de la dimensión internacional de problemas no estrictamente eco-
nómicos, pero con una dimensión económica, ha llevado, asimismo, a ampliar los campos
en que la disciplina (en su doble sentido de conocimientos e instrumental de análisis)
social que es la economía se ha hecho aplicable, y en mi opinión útil. La ecología es un
caso básico: la dimensión internacional de la contaminación o de las consecuencias de la
deforestación (la amazónica, por ejemplo) se está convirtiendo en un área cada vez más
importante de investigación, en la que la cooperación interdisciplinar debería ir más allá
del debate acerca de las razones económicas que se alega están en la base de los proble-
mas ecológicos. Otro tanto puede decirse de los temas de población (natalidad, migra-
ciones, urbanización, educación, etc.). Diversas «cumbres» internacionales (Río de Janei-
ro, El Cairo, Johannesburgo, Monterrey, etc.) han tratado de afrontar estos problemas, con
más que limitado éxito. La «Declaración del Milenio» de Naciones Unidas (2000) plan-
tea objetivos cuantificados a medio plazo (2015) cuyo seguimiento genera resultados
ambiguos.
De un curso de economía internacional cabría esperar, siendo optimistas, una expli-
cación de por qué las cosas son como son, y siendo pesimistas, la clara comprensión de la
diferencia entre lo deseable y lo factible. El papel de los economistas desde hace dos
siglos en defensa del libre comercio y su limitado éxito ante múltiples resistencias con
efectividad en el proceso político sería un buen ejemplo. Podría ilustrar el conflicto
entre la racionalidad (lo que es globalmente el mejor uso de los recursos) y los intereses
(por esencia parciales, sectoriales... pero por supuesto respetables). De hecho, la economía
internacional es un campo excelente, por lo complejo y sutil, para ver un conflicto básico
de las sociedades desde su origen: el dinamismo de la búsqueda de las mejoras posibles
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versus las resistencias de los perjudicados potenciales, su defensa de intereses estableci-


dos. Se encuentra todo un tratado al respecto en las estrategias de las políticas comercia-
les internacionales.
En economía internacional los economistas tenemos que hacernos la misma pre-
gunta que cualquier economista: para entender lo que pasa, para tratar de mejorarlo,
¿sabemos lo suficiente? Rudiger Dornbusch comentaba que sesenta años después segui-
mos sin saber realmente por qué tuvo lugar la Gran Depresión, de la misma forma que
sabemos poco con exactitud acerca de qué es lo que determina los tipos de cambio reales.
La economía se ha convertido en cierta medida en la «brujería» de este final de siglo al
menos en dos sentidos: 1) los economistas trabajamos con fuerzas que no entendemos del
todo y por tanto no controlamos, empezando por los mercados, y 2) pese a ello la socie-
dad demanda a los especialistas predicciones exactas y a corto plazo, y es difícil sustraerse
a esa presión social. (Por esas dos mismas razones sería más honesto comparar a los eco-
nomistas con los meteorólogos que con los brujos.)
En resumen, pese a todo, en mi opinión el análisis de la economía internacional
constituye actualmente una disciplina no sólo interesante, sino útil.

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26 Economía internacional

1.7. CARACTERÍSTICAS Y CONTENIDO DE ESTE LIBRO


Por todo ello este libro pretende ofrecer un repaso de los principales ingredientes de aná-
lisis de la economía internacional. Explícitamente no se trata (sólo) de analizar econo-
mías nacionales más o menos abiertas a relaciones internacionales, sino de situar en el
punto de partida la realidad de la globalización, y cómo afecta a las «reglas del juego»,
alteradas en profundidad. Ciertamente, alguien que gestionara la política económica de
una empresa o un país partiendo de lo que decían (o dicen) los textos que estudian eco-
nomías cerradas —pretendiendo que la apertura internacional supone algunos «ligeros
retoques»— se encontraría rápidamente en serias dificultades.
Otra característica de este libro es la continua referencia a las implicaciones sociales
y políticas de los fenómenos económicos internacionales. La Economía es una ciencia
social, que intenta explicar una realidad que sólo se puede comprender constatando la
interacción de las dimensiones económicas, sociales, políticas, culturales, tecnológicas,
ideológicas. Por ello, además el énfasis en el binomio eficiencia/equidad es mayor que en
los textos al uso, ya que la interacción entre los requerimientos de la famosa «competiti-
vidad» y los de la cohesión social desempeñan un papel central en las realidades actuales
y los debates que suscitan. En Europa esta interacción se traduce a menudo en discutir
cómo compatibilizar ser competitivos en un mundo global con un razonable manteni-
miento del estado del bienestar. En América Latina se trata de crecer sin deteriorar (más)
la equidad, sino aspirar a que el progreso económico se traduzca en bienestar para todos.
También por ello los temas de crecimiento y desarrollo y la función de las instituciones
tienen un papel más relevante que en otros textos.
Asimismo el texto plantea una visión de la economía internacional más «euro-lati-
noamericana» que los textos dominantes en el mercado. Ello ratifica la mayor presencia
de temas sociales, políticos y de desarrollo. Y también explica la mayor presencia de la
problemática de la integración económica y del papel de las economías medianas o
pequeñas en un mundo globalizado.
Tras este Capítulo 1 introductorio, los Capítulos 2 a 7 engloban la vertiente comercial
de la economía internacional. Los Capítulos 2 a 4 exponen los fundamentos del comercio
internacional: las razones para que los países tengan incentivos a participar en él. El Ca-
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pítulo 2 presenta una formulación clásica basada en diferencias de productividad. El


Capítulo 3 nos introduce en las teorías convencionales en las que las interacciones entre
comercio y distribución de la renta tienen un papel central. El Capítulo 4 resume las expli-
caciones basadas en economías de escala, variedad e imperfecciones de la competencia.
Algunas consideraciones sobre multinacionales emergen en estos capítulos. El Capítulo 5
resume los debates entre posiciones proteccionistas y los defensores del libre comercio,
examinando las razones y efectos de las políticas restrictivas de la libertad de comercio. El
Capítulo 6 presenta los ingredientes básicos de los procesos de integración comercial.
El 7 plantea las reglas del juego del sistema comercial mundial, repasando los mecanis-
mos básicos del sistema centrado en la Organización Mundial de Comercio, pero resal-
tando asimismo el papel de los bloques regionales.
Los Capítulos 8 a 13 contienen los aspectos monetarios, financieros y en general
macroeconómicos de la economía internacional. Los conceptos y relaciones básicas se
plantean en los Capítulos 8 y 9. El Capítulo 10 revisa las capacidades de las políticas
económicas en economías abiertas, mientras que el Capítulo 11 sistematiza los princi-
pales mecanismos de transmisión en la macroeconomía internacional. El Capítulo 12

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Introducción: La economía internacional en la era de la globalización 27

Cuadro 1.6. Contenido de este libro

Introducción
1

Explicaciones del Conceptos y relaciones


comercio internacional macroeconómicas internacionales

2 3 4 8 9

Políticas comerciales Políticas macroeconómicas


y su transmisión internacional

5 10 11

Sistema comercial mundial Sistema financiero internacional

7 12

Integración comercial Integración monetaria

6 13

Crecimiento y globalización

14 15

repasa el funcionamiento del sistema financiero internacional, sus episodios de crisis y


propuesta de reforma, mientras el Capítulo 13 se centra en la integración monetaria, con
especial atención al caso del euro.
Los Capítulos 14 y 15 están dedicados a las complejas relaciones entre economía
internacional y crecimiento en un mundo globalizado, analizando si y cómo la apertura a
la economía internacional puede (o no) promover el crecimiento, presentando tanto los
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enfoques analíticos como las experiencias de países en desarrollo y los resultados sobre el
conjunto de la economía mundial global.

RESUMEN
1. La internacionalización de la actividad económica es uno de los rasgos más omni-
presentes del mundo actual, con implicaciones de toda índole, especialmente sociales
y políticas importantes.
2. Las transacciones internacionales tienen una vertiente comercial —superar fronteras
donde históricamente se han practicado frecuentes discriminaciones a los productos
extranjeros— y otra financiera —al implicar una pluralidad de monedas.
3. La globalización o mundialización supone cambios en las reglas del juego con nota-
ble impacto en la división internacional del trabajo, en la que inciden el papel cre-
ciente de economías emergentes y en desarrollo así como la creciente multinaciona-
lización de la actividad económica.

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28 Economía internacional

4. La globalización supone que para muchas decisiones económicas el marco de actua-


ción relevante supera los marcos estatales o nacionales, en los que en cambio siguen
confinadas buena parte de las decisiones sociales y políticas, que ven así mermar su
efectividad. La «gobernabilidad» de la globalización aparece así como un tema de
creciente análisis y debate.
5. A las potenciales ganancias de eficiencia asociadas a unas economías cada vez más
abiertas se les contraponen los riesgos e incertidumbres, así como los impactos sobre
el bienestar y la cohesión social.
6. El impacto de la creciente internacionalización en la economía global sobre el creci-
miento o desarrollo es uno de los ámbitos más activos de análisis y debate.
7. La Economía Internacional no puede deslindarse de las consideraciones sociales y
políticas, ya que sus interacciones son muy notables y profundas.

ACTIVIDADES
1. Mantenga actualizados los datos señalados en los Cuadros 1.1, 1.2, 1.4 y 1.5 a través
de periódicas visitas a las fuentes de información estadística. Comente las variaciones
que los indicadores vayan experimentando, evaluando si confirman o rectifican las
tendencias preexistentes, y las posibles causas y consecuencias de esas evoluciones.
2. Señale ejemplos concretos de interacción entre las dimensiones comercial y financiera
de la internacionalización económica.
3. (Tema de debate) Discuta las ventajas e inconvenientes de las diferentes alternativas
para afrontar el «trilema de la globalización». Señale los principales argumentos, por
ejemplo visitando tanto las webs de organismos oficiales que defienden la globaliza-
ción —como las del Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional u Organización
Mundial de Comercio— como las de instituciones u organizaciones opuestas a la glo-
balización o a su actual configuración. ¿Qué viabilidad cree que tiene, y en qué forma,
la línea de «federalismo global»? ¿Es la evolución de la Unión Europea una referen-
cia para mostrar la vía y las dificultades de esta supranacionalización?
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Tugores (2000) es un breve resumen de las interacciones entre hechos e ideas en Econo-
mía Internacional durante el siglo XX. El libro de Obstfeld-Taylor (2004) recoge una
línea de investigación sobre el papel e impacto de los mercados financieros interna-
cionales, con énfasis en la comparación entre las «globalizaciones» de hace un siglo
y la actual, por una parte, y en los márgenes de maniobra en política económica. El
«trilema de la globalización» se formula en varios trabajos de Rodrik, entre ellos
Rodrik (2005), y en Summers (1999). Krugman (1995) actualiza la «parábola de
Samuelson» y es el punto de partida de la versión ampliada que se presenta en este
capítulo.
Anderson, James, y Van Wincorp, Eric (2004), «Trade Costs», Journal of Economic
Literature, septiembre 2004 (págs. 691-751).
Feenstra, Robert (1998), «Integration of Trade and Disintigration of Production in the
Global Economy», Journal of Economic Perspectives, otoño 1998 (págs. 21-50).

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Introducción: La economía internacional en la era de la globalización 29

Krugman, Paul (1995), «Increasing Returns, Imperfect Competition and the Positive
Theory of International Trade», en Grossman-Rogoff (eds.), Handbook of Interna-
tional Economics, vol. III, North Holland, 1995, Cap. 24 (págs. 1243-1277).
Obstfeld, Maurice, y Taylor, Alan (2004), Global Capital Markets - Integration, Crisis,
and Growth, Cambridge University Press, 2004.
Rodrik, Dani (2005), «Feasible Globalizations», en M.Weinstein (ed.), Globalization:
What’s New?, Columbia University Press, 2005.
Summers, Larry (1999), «Reflections on Managing Global Integration», Journal of Eco-
nomic Perspectives, primavera 1999 (págs. 3-18).
Tugores, Juan (2000), «La economía internacional en el siglo XX», Revista Asturiana de
Economía, núms. 16-17, 1999-2000 (págs. 113-128).
Tugores, Juan (2002), Economía Internacional: globalización e integración regional,
5.ª ed., McGraw-Hill, 2002.
Williamson, Jeffrey (1998), «Globalization, Labor Market and Policy Backlash in the
Past», Journal of Economic Perspectives, otoño 1998 (págs. 51-72).
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2
Las ganancias
del comercio internacional

2.1. ¿POR QUÉ COMERCIAN LOS PAÍSES?


¿Por qué se producen los intercambios comerciales entre países? Parecería en principio
razonable suponer que por motivos análogos a los que explican los intercambios entre
personas. Desde hace muchísimo tiempo las sociedades conocen que para tratar de pro-
ducir —y a partir de ahí consumir o disfrutar— un más amplio conjunto de bienes y
servicios que el que permitiría obtener la autosuficiencia de cada persona o familia, un
adecuado mecanismo es el de la especialización de cada persona o unidad económica en
la producción de un bien o servicio complementada con el posterior intercambio entre
los integrantes de la sociedad. Para garantizar que eso también sucede en el ámbito
internacional, en las páginas siguientes tendremos que comparar repetidamente las
situaciones de «autarquía» (que es la denominación que en economía internacional reci-
be la autosuficiencia o íntegro autoabastecimiento de un país) y la alternativa de «espe-
cialización más intercambio» o «división internacional del trabajo + comercio interna-
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cional».
Una primera razón importante para los intercambios internacionales —como para los
interpersonales— radica en las diferencias. Los países —como las personas— pueden
tener diferentes capacidades o habilidades. Y se trataría de aprovechar esas diferencias
induciendo a cada país —o a cada persona— a especializarse en aquello en que, de
alguna forma, son más capaces o tienen algún tipo de ventaja. Naturalmente estas pautas
de especialización se complementan con los intercambios —a través de los flujos comer-
ciales internacionales— de las respectivas producciones a fin de que finalmente todos los
participantes en la división internacional del trabajo y el comercio internacional puedan
acceder a consumir y disfrutar el más amplio conjunto de bienes y servicios generado. En
este capítulo y el siguiente exploramos precisamente el comercio internacional basado en
las diferencias, introduciendo algunos conceptos relevantes —como la distinción entre
ventajas absolutas y ventajas comparativas— y analizando varias posibles fuentes de
diferencias cuyo aprovechamiento genera «especialización + comercio» —desde dife-
rencias en la tecnología o la productividad hasta diferencias en la dotación de factores,
tanto exógenas como endógenas.

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32 Economía internacional

Pero una segunda razón para la especialización e intercambio es el hecho amplia-


mente constatado de que a menudo es más eficiente concentrar la producción, incluso si
a priori las personas tienen capacidades similares. Por ejemplo, saldría bastante más caro
—a las personas y a la sociedad— que cada uno de nosotros tuviese que fabricarse su pan
(y no digamos su automóvil o su teléfono móvil) en lugar de acudir a unos fabricantes
especializados que producen los de todos nosotros. No se trata (sólo) de que unas perso-
nas tengan una especialidad habilidad en fabricar pan o teléfonos, sino sobre todo de que
la maquinaria e instalaciones necesarias para producirlos permiten hacerlo de forma más
barata (con menos coste en recursos) si se utilizan a gran escala, aprovechando las deno-
minadas «economías de escala». Asimismo, a la gente le gusta elegir entre una gama o
variedad de productos. Y no siempre los mercados de tamaño reducido pueden generar
una gran variedad de productos diferenciados. Por el contrario, el comercio internacional
permite que los consumidores tengan acceso a una variedad mucho más amplia. El tipo de
intercambios comerciales basados en las economías de escala y la diferenciación de pro-
ductos configuran el denominado «comercio intraindustrial» que examinamos en el Capí-
tulo 4.
En este capítulo analizamos las formulaciones más clásicas del comercio interna-
cional. Introducimos las ventajas absolutas —Sección 2.2— como explicaciones de
comercio, y rápidamente constatamos que para que éste exista de modo mutuamente
beneficioso para los países participantes son suficientes las ventajas comparativas —Sec-
ción 2.3. Pero nuestro tratamiento de la ventaja absoluta es un poco más amplio que lo
habitual en los textos, entre otras razones porque constituye un criterio que recupera
vigencia en la medida en que los factores de producción se hacen más móviles interna-
cionalmente, como en alguna medida tiende a suceder con la globalización. En la Sec-
ción 2.4 presentamos cómo queda la economía internacional una vez se ponen en marcha
los intercambios. La Sección 2.5 apunta a cómo incluso en unas formulaciones sencillas
como las de este capítulo emergen algunas aristas del comercio internacional que pueden
generar conflictos. La Sección 2.6 amplía los razonamientos básicos acerca de las fuen-
tes de ganancias del comercio a formulaciones que serán de amplia utilidad en los capí-
tulos siguientes.
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2.2. LAS GANANCIAS DEL INTERCAMBIO:


LAS VENTAJAS ABSOLUTAS

2.2.1. Ventajas absolutas

Como se ha indicado, la primera fuente de incentivos a especializarse e intercambiar radi-


ca en la posibilidad de sacar partido de las diferencias entre países. Si hay varias personas
con capacidades o habilidades distintas, la experiencia nos enseña que una organización
de las tareas que aproveche esas diferencias es mejor solución que tratar de que todo el
mundo sepa y haga de todo. De hecho, éste es el motivo por el cual en las sociedades exis-
ten profesiones, eligiendo cada persona especializarse para dedicarse profesionalmente a
aquello para lo que parece o se considera mejor capacitada. En economía fue Adam
Smith quien en 1776 presentó una descripción clásica de las ventajas de la división del
trabajo, de la especialización.

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Las ganancias del comercio internacional 33

Naturalmente, las personas y los países estarán dispuestos a especializarse si luego


pueden acceder, mediante intercambios o comercio, a todos los demás bienes que desean
consumir. De ahí el binomio inseparable «especialización + intercambios» contrapuesto
a la autosuficiencia o autarquía. Analicemos las diferencias entre esas dos formas de orga-
nización.
Comencemos con un ejemplo numérico concreto —que dentro de pocas páginas
podremos generalizar. Partiremos de una economía mundial con dos países (o áreas eco-
nómicas), A y B, en cada una de las cuales pueden producirse los dos bienes, X e Y, que
desean poder consumir los ciudadanos de ambos países. Cada país dispone de una canti-
dad dada de recursos, Ra y Rb respectivamente. De momento, supondremos que sólo hay
un factor de producción, por ejemplo horas de trabajo.
La diferencia entre los países que introduciremos para tratar de explicar el comercio
será que estos países difieren en los recursos (horas de trabajo) que han de destinar para
producir cada uno de los bienes. El Cuadro 2.1 recoge la situación inicial.

Cuadro 2.1. Ventaja absoluta

Recursos (horas de trabajo) necesarios para obtener una unidad de cada bien en cada país

Países

A B
X 3 5
Bienes
Y 6 4

Observamos que para producir el bien X el país A requiere dedicar tres horas de tra-
bajo, frente a las cinco que son necesarias en el país B. En cambio, para producir el bien
Y, hacen falta menos recursos en el país B que en A (cuatro horas de trabajo frente a seis).
En esta situación se dice que el país A tiene ventaja absoluta en la producción de X —el
país A es un productor más eficiente, más «barato» en términos de recursos, que el país B
en la producción del bien X— y, análogamente, el país B posee ventaja absoluta en la pro-
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ducción de Y.
Una lectura alternativa de estos datos se refiere a la productividad del trabajo en la
producción de cada bien en cada país. Si en el país A para producir una unidad de X
hacen falta 3 horas de trabajo, ello equivale a decir que la productividad (física) del tra-
bajo es de 1/3. Y análogamente para los demás datos del Cuadro 2.1. Por tanto, podemos
escribir la información suministrada por ese cuadro en términos de productividad, como
muestra el Cuadro 2.2.

Cuadro 2.2. Productividad del trabajo


Países

A B
X 1/3 1/5
Bienes
Y 1/6 1/4

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34 Economía internacional

Vemos ahora que para el bien X la productividad del trabajo en A es mayor que en B
en términos absolutos: ello es otra forma de decir que A tiene ventaja absoluta respecto a
B en la producción de X. Análogamente, el país B tiene más productividad absoluta en la
producción de Y que el país A.
Estas diferencias entra países se asocian, por tanto, a diferencias en la productividad
o en la tecnología que indica las relaciones entre cuantía del input y la cantidad del output.
Por tanto, vamos a explorar en qué medida el comercio internacional se puede basar en
aprovechar estas diferencias entre los países participantes.

2.2.2. Las posibilidades de producción y consumo


La Figura 2.1 representa las fronteras de posibilidades de producción (FPP) de ambos
países. Sabemos que la FPP representa las combinaciones de bienes que un país puede
obtener utilizando de forma eficiente todos los recursos disponibles. Las FPP de ambos
países utilizan la hipótesis de que cada país dispone de unos recursos de 3.000 horas de
trabajo. Cada punto de cada FPP nos da una posible forma de distribuir esas 3.000 uni-
dades de recursos entre la producción de X —dedicándole los recursos Rx— y la de Y
—dedicándole los recursos Ry— de modo que

Rx+Ry = 3000

Como en el país A la producción de X requiere tres horas por unidad y la de Y seis


horas, podemos escribir las condiciones de uso eficiente de la tecnología, siendo Xa e Ya
las cantidades de cada uno de los productos,

Xa = Rx/3 Ya = Ry/6

De modo que combinando las tres expresiones anteriores obtenemos la FPP:

3Xa + 6Ya = 3000 => Ya = 500 – (1/2)Xa


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que es la línea representada en la parte (a) de la Figura 2.1.

Esta línea une dos puntos que representan las combinaciones extremas: el punto A1 se
obtiene si todos los recuros de A se destinan íntegramente a producir el bien X, de forma que
se producen 3000/3 = 1000 unidades de X y —obviamente— ninguna de Y. Por el contrario,
en el punto A2 todos los recursos se destinarían a Y —y ninguno a X. Y un punto intermedio
como A3 muestra el resultado de distribuir los recursos por mitad entre ambas actividades.

Es esencial constatar que la pendiente de la FPP viene dada por el cociente entre:

Recursos necesarios por unidad de X


Recursos necesarios por unidad de Y

que, como se enseña en los cursos introductorios de Economía, se define como el «coste
de oportunidad de X en términos de Y», es decir, a qué cantidad del bien Y hay que renun-
ciar para obtener una unidad del bien X: en este caso, como para producir 1X en A son

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Las ganancias del comercio internacional 35

Y Y

750 B2
FPPB

A2
500 FPPA

A3
250

1/ A1
5/
4
B1
2

0 500 1000 X 0 600 X


(a) País A (b) País B
Figura 2.1. Fronteras de posibilidades de producción.

precisas 3 horas de trabajo, si éstas se detrajesen de la producción de Y se dejaría de pro-


ducir (1/2) de Y. Análogamente, el «coste de oportunidad de Y en términos de X» es aho-
ra de 2 —la inversa de la pendiente de la FPP—, ya que si para producir una unidad más
de Y se detrayesen seis horas de trabajo de la producción de X se estaría renunciando a las
dos unidades de X que podrían fabricarse con esas 6 horas.
Para el país B, por un procedimiento similar obtendríamos su FPP dada por:

5Xb + 4Yb = 3000 => Yb = 750 – (5/4)Xb

Se deja al lector comprobar cómo los puntos de intersección con los ejes de esta FPP
de B son los representados en la parte (b) de la Figura 2.1, así como comprobar que, nue-
vamente, la pendiente de la FPP viene dada por el coste de oportunidad de X respecto a Y,
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es decir, el cociente

Requerimientos, en B, de trabajo por unidad de X


Pendiente FPP (B) =
Requerimientos, en B, de trabajo por unidad de Y
que en este caso es 5/4.
Si cada país vive en autarquía, su FPP es a la vez su frontera de posibilidades de con-
sumo (FPC), definida como las combinaciones de bienes accesibles para el consumo en
una sociedad o país, ya que por definición su consumo está limitado a lo que sea capaz de
autoabastecerse. En la Figura 2.2 se vuelven a representar las FPP de A y B, identificadas
ahora con sus respectivas FPC(autarquía). En función de las demandas o preferencias de
los consumidores de cada país se alcanzará en cada uno de ellos un equilibrio autárquico
en que las cantidades consumidas de cada bien serán —en cada país— iguales a las
producidas en el mismo país. La Figura 2.2 representa unas hipotéticas «curvas de indi-
ferencia» de los consumidores en cada país que conducen a un equilibrio autárquico con
el consumo y producción en CA = PA en el país A y CB = PB en el país B.

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36 Economía internacional

Y Y

FPPA = FPCA(aut)
FPPB = FPCB(aut)
B2

A2
PB = CB
YB(aut)

YA(aut)
PA = CA

A1
0 XA(aut) X 0 XB(aut) B1 X
(a) País A (b) País B
Figura 2.2. Producción y consumo en autarquía.

Recuadro 2.1. Precios y salarios en la economía cerrada


Mientras A sea una economía cerrada, sin comercio internacional, pero con el fac-
tor trabajo puediendo desplazarse entre ambas actividades los salarios tenderán a
igualarse en X e Y. Si al trabajo se le retribuye por el valor que genera su produc-
tividad marginal —que por definición es la inversa del número de horas necesarias
para producir una unidad de producto (Cuadro 2.2):

wx = PX (Prod)x = PX/3
wy = PY (Prod)y = PY/6
De modo que wx = wy implica que PX/PY = 1/2
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De modo que para para que ambos bienes sean producidos en economía cerra-
da el precio relativo ha de ser igual a la pendiente de la FPP.

2.2.3. Intercambios mutuamente ventajosos


¿Cómo aparece ahora la posibilidad de intercambio comercial mutuamente ventajoso?
Cuando constatamos que si el país se especializa según la pauta de la ventaja absoluta en
el bien X y la especialización es completa, su producción se situaría en el punto A1. Tal
como muestra la Figura 2.3a, a partir de ese punto de producción A1, el comercio inter-
nacional a una relación de precios (PX/PY) mayor que 1/2 (la pendiente de la FPPa) —en
la figura está representado el caso PX/PY = 3/4— le permitiría ir vendiendo unidades de X
a cambio de unidades de Y a lo largo de la recta A1A4, convertida así en la «frontera de
posibilidades de consumo con comercio internacional» (FPCci)

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Las ganancias del comercio internacional 37

Que esta FPC(ci) se sitúe por encima de la FPP —que recordemos coincide con la
FPC(autarquía)— muestra la superioridad de la especialización según «ventaja abso-
luta + especialización» sobre la autarquía. La ampliación de las combinaciones de bienes
X e Y disponibles para el consumo es una interpretación práctica de las ganancias que
propicia el intercambio. Por ejemplo, si en autarquía se consumía en la combinación de X
e Y dada por PA, el intercambio permite consumir más de ambos bienes (superficie raya-
da): esto es válido siempre que la relación de intercambio sea PX/PY > 1/2.
La Figura 2.3b muestra la FPP del país B. De nuevo la especialización completa en Y,
según la ventaja absoluta —situándose la producción pues en el punto B2— y, a partir de
ahí, el comercio a una relación PX/PY menor que la pendiente de la FPPb —es decir
menor que 5/4— como por ejemplo en la figura nuevamente PX/PY = 3/4, permite acceder
a la frontera de posibilidades de consumo con comercio FPC(ci), que permite ampliar las
combinaciones de X e Y accesibles para el consumo. Este resultado se obtiene siempre
que PX/PY < 1,25.
El país A está dispuesto a vender X a cambio de Y siempre que PX/PY sea mayor que
0,5, y el país B está dispuesto a vender Y a cambio de X siempre que PX/PY sea menor
que 1,25: cualquier relación de precios en este intervalo, como la representada en la
figura, PX/PY = 3/4, permite ganancias recíprocas.
La Figura 2.3 representa, pues, las ganancias del comercio mediante dos formula-
ciones similares. Por un lado, la ampliación de las posibilidades de consumo de los ciu-
dadanos de A y de B. Las combinaciones de bienes situadas en las zonas rayadas no eran
accesibles antes del comercio y ahora sí lo son (sin que ninguna de las posibilidades exis-
tentes con comercio haya dejado de estar disponible). Esta accesibilidad a mayores posi-
bilidades de consumo es una primera forma de concretar las ganancias derivadas de la
«especialización + comercio».
El segundo indicador de ganancias se muestra —para simplificar— solo en la parte (b)
de la Figura 2.3, donde se representa la curva de indiferencia más alta accesible tras el
comercio —tangente a FPC(ci) en C'B— que claramente está por encima de la curva de indi-
ferencia obtenida en la Figura 2.2b en autarquía y ahora reproducida a efectos comparativos.

Y Y
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(a) (b)

A4 B2
750 FPC(ci) 750

500 C'B
A2

PB = CB FPC(ci)
ya(aut)
PA = CA
3/
4
1/ A1
5/
4
3/
4
B4
2

0 xa(aut) 1000 X 0 600 1000 X

Figura 2.3. Ganancias del comercio internacional.

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38 Economía internacional

2.2.4. Una formulación general


Presentamos ahora un resumen de los argumentos ya expuestos pero en términos de
parámetros, para garantizar la generalidad de nuestras principales conclusiones.

Cuadro 2.3. Ventajas absolutas: generalización

Coste en recursos de producir una unidad de cada bien, en cada país

Países

A B
X Ax Bx
Bienes
Y Ay By

Diremos que el país A tiene ventaja absoluta respecto al país B en la producción del
bien X si Ax < Bx. Análogamente, el país B tiene ventaja absoluta respecto a A en la pro-
ducción de Y si Ay > By
La Figura 2.4 muestra para cada país su «frontera de posibilidades de producción»
(FPP). Como sabemos, la FPP nos muestra para cada país las combinaciones máximas de
producción de X e Y que pueden obtenerse utilizando todos los recursos del país con la
máxima eficiencia que permita la tecnología disponible.
En la Figura 2.4 podemos representar gráficamente la FPPa dibujando las combina-
ciones extremas que se obtendrían: 1) si todos los recursos del país se destinasen a pro-
ducir el bien X —y por tanto ningún recurso quedase disponible para producir Y— sien-
do la producción en este caso Xa = Ra/Ax Ya=0; 2) el caso opuesto de destinar
íntegramente los recursos del país a la producción de Y, con lo que llegaríamos al punto
Xa = 0, Ya = Ra/Ay . Uniendo ambos puntos obtenemos los resultados de todas las com-

Y Y
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Rb
By FPPB
Px Ax
>
RA FPPA Py Ay
Px Bx
Ay <
Py By

Ax Px Bx Px
Ay Py By Py
0 RA X 0 Rb X
Ax Bx
País A País B
Figura 2.4. Ganancias del comercio: un caso más general.

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Las ganancias del comercio internacional 39

binaciones intermedias de distribución de los recursos entre la producción de ambos


bienes —siempre que la necesidad de recursos por unidad de producto se mantenga
constante para cualquier volumen de producción, es decir, con costes constantes o con
productividad constante del trabajo en la producción de cada bien. Por construcción la
pendiente de esta línea —la tangente de— viene dada por (omitimos el signo negativo):

Pendiente FPP = Ax/Ay

Más formalmente podemos deducir la FPP de la combinación de las condiciones de


pleno empleo de los recursos y utilización eficiente de los recursos:

1. Condición de pleno empleo Ra = Rax + Ray


2. Condición de eficiencia tecnológica Xa = Rx/Ax Ya = Ry/Ay
que nos conducen a:

Rax → Xa = Rxa/Ax
Ra
Ray → Ya = Rya/Ay

de donde

Ra = Rax + Ray => XaAx + Ya Ay = Ra =>


Ya = (Ra/Ay) – (Ax/Ay)Xa (1)

La expresión (1) nos da la ecuación de la FPP del país A, tal como se repre-
senta en la Figura 2.4. Nuevamente ratificamos que la pendiente de la FPP viene
dada por el coeficiente (Ax/Ay).
Análogamente, para el país B obtenemos como expresión de su FPP la
expresión

Yb = (Rb/By) – (Bx/By)Xb
como muestra la Figura 2.4b, siendo su pendiente Bx/By.
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Si, como estamos suponiendo, el país A tiene ventaja absoluta en la produc-


ción de X (y por tanto Ax<Bx) mientras que el país B tiene ventaja absoluta en la
producción de Y (y por tanto Ay>By), se cumple necesariamente que:
Ax/Ay < Bx/By
Es decir, la FPP de A es más «aplanada» que la de B, como han venido
reflejando las figuras.
En economía cerrada la movilidad del factor trabajo en el interior del país
implica que:
wax = PX (prod)ax = PX/Ax
way = PY (prod)ay = PY/Ay
De modo que wax = way => (PX/PY)a = Ax/Ay
Y análogamente en el país B, (PX/PY)b = Bx/By

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40 Economía internacional

Recuadro 2.2. Ganancias para la economía mundial y productivi-


dades
Podemos realizar ahora un sencillo ejercicio para comprobar que la economía
mundial sale ganando con una reasignación de los recursos en cada país, retirán-
dolos del sector que no tiene ventaja y utilizándolos en aquel que sí la tiene.
Concretamente examinemos el efecto sobre la producción mundial (A+B) de
«Desplazar una unidad de recursos desde Y hacia X en el país A + Desplazar una
unidad de recursos desde X hacia Y en el país B» , y recordando que por definición
de ventaja absoluta Ax < Bx; Ay > By

X Y
País A + 1/Ax –1/Ay
País B – 1/Bx +1/By
Total mundial >0 >0

Observe que los términos de comparación son las productividades absolutas.


Una cuestión más delicada es qué sucedería si no sólo pudieran llegar a una
industria en un país recursos de la otra industria del mismo país, sino también
recursos de otros países —en un escenario de movilidad internacional de factores
de producción. Comentaremos este punto en la Sección 2.4.4.

De modo que los precios relativos en cada economía cuando están cerradas coinciden
con la pendiente de su FPP en autarquía, dada en cada país por la ratio de requerimientos
de input en la producción de cada bien. Por ello antes del comercio internacional, el bien
X es relativamente más barato en el país A que en B, mientras que lo contrario sucede con
el bien Y. Tiene sentido, pues, que cuando el comercio lo permita haya incentivos a
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adquirir el bien X en A y el bien Y en B.


Si cada país se especializase al límite de acuerdo con el criterior de la ventaja absoluta
existiría comercio ventajoso para el país A si la relación de precios de intercambio PX/PY
superase a la pendiente de la FPPa, como muestra nuevamente la Figura 2.3a. Y análo-
gamente, B saldría ganando —accediendo a una FPC(ci) y a una curva de indiferencia
superiores a las accesibles en autarquía— siempre que la relación de precios PX/PY fuese
más aplanada que la FPPb, es decir, si PX/PY < Bx/By.
Por tanto, la condición para la posibilidad de intercambios comerciales internacio-
nales mutuamente ventajosos:

Ax PX Bx
< <
Ay PY By

Es decir, los precios mundiales (del comercio internacional) han de ser «intermedios»
entre las pendientes de las FPP de los países.

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Las ganancias del comercio internacional 41

2.2.5. ¿Son necesarias las ventajas absolutas para explicar el comercio


internacional?
¿Es imprescindible que un país disponga de ventaja absoluta en algún producto para que
se pueda especializar en él y participar así activamente en el comercio mundial?
La cuestión esencial radica en que en todos los argumentos anteriores lo relevante para
que existiese la posibilidad de intercambios mutuamente ventajosos era la comparación de
las pendientes de las FPP, es decir, que los costes de oportunidad fuesen diferentes entre los
países. Y eso dependía de variables comparativas, no de variables absolutas.
Para ser más concreto, la condición relevante

Ax/Ay < Bx/By (2)

se puede cumplir sin que necesariamente Ax < Bx y además Ay > By . Podría suceder que
Ax < Bx y al mismo tiempo Ay < By y seguir verificándose la desigualdad (2), con lo que
el núcleo central de todos los argumentos anteriores subsistiría. Por tanto, que cada país
participante en el comercio tenga alguna ventaja absoluta es una condición excesivamente
fuerte para los intercambios mutuamente ventajosos. ¿En qué puede relajarse?
La propia desigualdad (2) nos lo indica: lo significativo son las proporciones relativas,
no los valores absolutos. En particular, (2) puede reescribirse como:

Ax Ay
< (3)
Bx By

que nos dice que se verifica la condición esencial para prácticamente todos los argumen-
tos desarrollados hasta ahora a favor del comercio internacional siempre que el país A sea
un producto comparativamente o proporcionalmente más eficiente en la producción de X
que en la de Y. Esta es la base de la teoría de las ventajas comparativas que desarrollamos
en la sección siguiente.
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Recuadro 2.3. Ventajas absolutas y comparativas


El cociente Ax/Bx mide el margen o porcentaje de ventaja del país A sobre B en la
producción de X, mientras que el cociente Ay/By mide el margen de ventaja en la
producción de Y. En el caso de ventajas absolutas Ax/Bx es menor que la unidad,
por ser Ax < Bx, mientras que Ay/By es mayor que la unidad y está garantizada la
desigualdad. Pero pueden ser, por ejemplo, ambas fracciones inferiores a la unidad
y seguir verificándose la desigualdad en determinadas condiciones que configuran
las ventajas comparativas.
Recordando las definiciones de productividad podemos reescribir la des-
igualdad (3) como:

Productividad X en A Productividad Y en A
>
Productividad X en B Productividad Y en B

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42 Economía internacional

De modo que la condición de comercio mutuamente ventajoso se asocia a que


cada país se especialice en la actividad en que disponga de un margen o porcenta-
je de ventaja en productividad superior al que tiene en la otra actividad.
Esta formulación resalta el papel central de las diferencias de productividad,
asociadas a la tecnología de que dispone cada país.

Frecuentemente se escuchan quejas o preocupaciones acerca los problemas que pue-


de originar la incorporación al comercio mundial de países con bajos salarios que les con-
vierten en competitivos en un amplísimo espectro de productos, casi al límite de sugerir-
se en ocasiones que podrían llegar a tener «ventajas absolutas» en (casi) todo, con la
subsiguiente amenza —según tales temores— al sistema comercial mundial y al nivel de
vida y empleo de los países más desarrollados. Otros añaden a esta preocupación la
capacidad con que además bastantes de estos países están absorbiendo mejoras tecno-
lógicas. En otras ocasiones, por el contrario, algunas voces de países en desarrollo se
quejan de que la falta de suficiente «difusión tecnológica» puede reservar a los países
industrializados las ventajas en un amplio espectro de productos… En todo caso, unos
u otros recelos coinciden, de alguna forma, en vislumbrar a algún grupo de países
como virtualmente «expulsados» del comercio mundial por productores más eficientes
en términos absolutos.
Es, por tanto, pertinente la pregunta: una eventual situación de ventaja absoluta
generalizada, ¿elimina las posibilidades de intercambios mutuamente ventajosos?

2.3. LAS GANANCIAS DEL INTERCAMBIO: LAS VENTAJAS


COMPARATIVAS
La respuesta negativa a esa pregunta ha dado lugar a una de las proposiciones más inte-
resantes en economía, formulada por David Ricardo en 1817 (y calificada por Paul
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Samuelson como una de las pocas ideas en economía que es verdadera sin ser obvia). Esta
formulación es la posibilidad de obtener ventajas del comercio internacional si los países
se especializan e intercambian de acuerdo con la pauta de la ventaja comparativa, no la
absoluta. ¿En qué consisten las ventajas comparativas?
El sentido común parecería indicarnos que cada país debería especializarse en el bien
en que es más eficiente, es decir, en aquel que tiene ventaja absoluta. Pero éste es un cri-
terio limitado y discutible. Limitado porque lo que nos dice viene a ser lo siguiente: si
para formar un equipo de fútbol tienes un jugador con buenas dotes de portero pero que es
una nulidad como delantero, y otro que es un gran atacante, pero un coladero como
guardameta, pon al primero en la portería y al segundo para marcar goles. De la misma
forma que nadie se atribuiría mayor mérito (en principio) por esta «conclusión», tampo-
co los economistas merecerían mayor consideración por traducir al terreno económico tal
obviedad. Los problemas para el entrenador del equipo surgen cuando hay un jugador
superior a otros en ambos puestos y hay que decidir dónde juega. El sentido común
indica que para tomar una decisión no basta examinar las habilidades de ese gran jugador,
hay que considerar qué saben hacer los demás jugadores disponibles en cada puesto: por

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Las ganancias del comercio internacional 43

ejemplo, si hay algún otro que es casi tan buen guardameta como nuestra figura, pero nin-
guno se le asemeja en sus dotes goleadoras, la estrella del equipo debería situarse en el
ataque y otro compañero bajo los palos.
Si estamos de acuerdo con este razonamiento acabamos de descubrir la ventaja com-
parativa: la especialización debe hacerse atendiendo a aquello que cada país (jugador) es
capaz de hacer comparativamente mejor, es decir, analizando en qué actividad su ventaja
es mayor o su desventaja menor.
Partamos ahora de la situación que representa el Cuadro 2.4. En comparación con el
Cuadro 2.1, el país A ha mejorado su eficiencia en el sentido de que ahora puede produ-
cir cada uno de los bienes con un tercio de los recursos que antes.
¿Qué observamos al comparar ahora ambos países? Básicamente estas dos cosas:

1. En el país A se pueden producir ambos bienes utilizando menos recursos que en el


B. Por tanto, el país A tiene ventaja absoluta en la producción de ambos bienes.
2. Pero, en lo que respecta al bien X, el país A puede producirlo con cinco veces
menos recursos que el país B, mientras que el bien Y puede producirlo con
«sólo» la mitad de recursos. Diremos entonces que A sólo tiene ventaja compa-
rativa en la producción del bien X, mientras que el país B tendría ventaja com-
parativa en la producción de Y.

Otra forma de interpretar esta situación consiste en deducir, a partir del Cuadro 2.4, qué
cantidad de cada uno de los bienes es posible producir en cada país con una unidad de
recursos: por ejemplo, si para producir una unidad del bien Y en el país A son precisas dos
unidades de recursos (y efectuamos el supuesto de que la relación entre recursos y pro-
ducción mantiene siempre la proporcionalidad, lo que más adelante denominaremos ren-
dimientos constantes a escala), podemos deducir que con una unidad de recursos sería posi-
ble en A producir 0,5 unidades de Y. Esta cuantía nos indica la productividad del recurso en
ese país y en ese bien. El Cuadro 2.5 nos muestra las cifras de productividad del trabajo
para cada bien y en cada país. Puede observarse cómo en comparación con los datos del
anterior Cuadro 2.2 lo que aparece ahora es que en el país A se ha triplicado la producti-
vidad. El acceso por algún motivo por parte de un país —con carácter general, no limitado
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a una sola actividad— a una tecnología más avanzada podría ser una posible causa.
Ahora la ventaja absoluta en la producción de un bien se corresponde a una mayor
productividad, mientras que la ventaja comparativa depende de en qué bien la ventaja de
productividad es mayor o la desventaja de productividad es menor. Esta formulación per-
mite expresar la pauta de ventaja comparativa como la tendencia de cada país a especia-
lizarse en aquel bien en que es comparativamente más productivo.

Cuadro 2.4. Ventaja comparativa

Recursos (horas de trabajo) necesarios para obtener una unidad de cada bien en cada país

Países

A B
X 1 5
Bienes
Y 2 4

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44 Economía internacional

Cuadro 2.5. Productividad del trabajo


Países

A B
X 1 0,2
Bienes
Y 0,5 0,25

Para comprobar esta fundamental afirmación necesitamos demostrar que la especia-


lización según la pauta de la ventaja comparativa y el subsiguiente comercio permite
mejorar no sólo a la economía en su conjunto, sino a cada uno de los países implicados en
el comercio.

2.3.1. Las ganancias del intercambio: ampliación de las posibilidades


de consumo
Retomemos la formulación gráfica, ahora con los datos del Cuadro 2.4. Supongamos que
el país A dispone de 1.000 unidades de recursos que puede distribuir (asignar) entre la
producción de X o la de Y. Sus posibilidades vienen dadas por la línea A1A2 de la Figura
2.5: el punto A1 indica que si destinase íntegramente sus recursos a producir el bien X la
producción total sería de 1.000 unidades de X (una por unidad de recurso empleada); el
punto A2 indica que si destinase íntegramente al bien Y la producción máxima sería 500
(1.000/2). Si destinase la mitad de los recursos a cada uno de los bienes se situaría en el
punto medio, A3, del segmento A1A2, y así para cualquier forma de distribuir las 1.000
horas de trabajo entre ambos bienes. La línea A1A2 es, pues, la frontera de posibilidades
de producción (FPP) del país A. Si el país vive en autarquía, su consumo está limitado a
lo que produce y, por tanto, A1A2 es, asimismo, su frontera de posibilidades de consumo
en autarquía.
Si el país se especializa según la pauta de la ventaja comparativa en el bien X y la
especialización es completa, su producción se situaría en el punto A1. El comercio inter-
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nacional a la relación de 1X por 1Y (una unidad de X se intercambia por una unidad de Y


y viceversa) le permitiría ir vendiendo unidades de X a cambio de unidades de Y a lo lar-
go de la recta A1A5, convertida así en la frontera de posibilidades de consumo con
comercio internacional: que se sitúe por encima de la FPP muestra la superioridad de la
«especialización según ventaja comparativa + comercio internacional» sobre la autarquía.
La ampliación de las combinaciones de bienes X e Y disponibles para el consumo es
una interpretación práctica de las ganancias que propicia el intercambio. Por ejemplo, si
en autarquía se consumía en la combinación de X e Y dada por A3, el intercambio permite
consumir más de ambos bienes (superficie rayada): esto es válido siempre que la relación
de intercambio sea PX/PY > 1/2.
La Figura 2.5b muestra la FPP del país B (línea B1B2), suponiendo que éste dispone
de 4.000 unidades de recursos. De nuevo la especialización en Y, según la ventaja com-
parativa, y el comercio a la relación 1Y por 1X permite acceder a la frontera de posibili-
dades de consumo con comercio FPCB(ci) dada por B1B5, que hace posible ampliar las
combinaciones de X e Y accesibles para el consumo. Este resultado se obtiene siempre
que PX/PY < 1,25.

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Las ganancias del comercio internacional 45

El país A está dispuesto a vender X a cambio de Y siempre que PX/PY sea mayor que
0,5, y el país B está dispuesto a vender Y a cambio de X siempre que PX/PY sea menor
que 1,25: cualquier relación de precios en este intervalo, como la elegida en un principio,
PX/PY = 1, permite ganancias recíprocas.
Es fácil comprobar sobre la Figura 2.5 que cuanto más se acerca la relación de precios
a 0,5 más se aproxima para el país A la FPC (ci) a la FPP, y por tanto menores son sus
ganancias, mientras que más se aleja para el país B su FPC (ci) respecto a su FPP, siendo
por tanto mayores las ganancias que obtiene B. A medida que PX/PY se acerca a 1,25, los
beneficios son cada vez más para A y menores para B. Las ganancias del comercio deri-
van, pues, de poder efectuar intercambios a precios que difieren de los costes de oportu-
nidad en cada país, que marcan los límites del intercambio.
En todo caso, el intercambio permite obtener el bien importado con un coste de
oportunidad (precio relativo) inferior (no-superior) al que hubiese sido en autarquía.

Y
A5
1.000

FPCA (ci)

500 A 2 FPPA = FPCA (aut)

A3
1

0 1/2 A1
X
1.000

(a) País A
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Y
B1
1.000

FPCB (ci)

FPPB =FPC B (aut)

5/4 B2 1 B5
0 X
800 1.000

(b) País B

Figura 2.5. Ganancias del comercio con ventaja comparativa.

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46 Economía internacional

2.3.2. Comparación entre apertura al comercio y crecimiento:


la parábola de Ingram
Expresar las ganancias del comercio en términos de acceso a unas posibilidades de con-
sumo más elevadas —o a curvas de indiferencia superiores— puede parecer una forma
poco intuitiva de justificar tales ganancias, especialmente si otros efectos a veces men-
cionados como conflictivos del comercio internacional —por ejemplo, que pueden eli-
minar empleos en las industrias que, antes del comercio, fabricaban los productos que
ahora pasan a ser importados— parecen más «tangibles».
Por ello, una forma pedagógica adicional de visibilizar las ganancias del comercio
internacional es efectuar una comparación entre tales ganancias y las asociadas a la
innovación tecnológica o al crecimiento económico.
En la Figura 2.5 situémonos en la situación anterior al comercio, en que la FPP viene
dada por A1A2 que coincide con la FPC(aut). Supongamos ahora que en vez de abrirse el país
al comercio lo que sucede es que se produce en el país A una innovación que permite rebajar
los requerimientos de trabajo para producir el bien Y a la mitad: en vez de necesitarse 2 horas
de trabajo a partir de ahora basta 1 hora. Esa innovación ha duplicado la productividad del tra-
bajo en la industria Y. Parece una buena noticia para los ciudadanos del país A. ¿En qué se tra-
ducirá? Si representamos la nueva FPP con el nuevo dato, vemos que el punto A1 sigue fijo (la
tecnología para producir X no ha variado) pero en cambio ahora dedicar recursos a producir
Y es más efectivo: el punto A5 muestra la máxima cantidad de Y que ahora puede producirse
—y la pendiente de la línea A1A5 muestra el nuevo coste de oportunidad, de modo que la
línea A1A5 es la nueva FPP. Y como la economía sigue cerrada al comercio, es también la
nueva FPP con innovación. Este es el resultado destacado: desde el punto de vista de los con-
sumidores de A, los efectos de la innovación son idénticos a los de la apertura al comercio.
Tanto la innovación como el comercio permiten acceder de forma más barata— en el sentido
técnico de «con menos recursos»— al bien Y. No debería extrañarnos: ya vimos cómo el
comercio era una forma indirecta de acceder a la mayor eficiencia comparativa del otro
país. La innovación es una forma directa de obtener una similar ganancia de eficiencia.
Este es un resultado inicial importante, ya que nos da un primer argumento en contra del
recelo con que a menudo se contempla la mejora de la productividad de otros países con los
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que el nuestro comercia. Cuestiones como «Si China continúa mejorando su productividad,
¿se verá perjudicado nuestro país?» podrían tener una respuesta tranquilizadora si la mejora
se produce en el bien que China nos exporta y nosotros importamos. Pero, ¿y si la mejoría tie-
ne lugar en el bien que hasta ahora nuestro país venía exportando? En las actividades al final
del capítulo se plantea la discusión de un escenario propuesto por Samuelson (2004).
Pese a que los efectos económicos básicos de la innovación y el comercio son los mis-
mos, social y políticamente no siempre es así. James Ingram ha elaborado la denominada
«parábola de Ingram», profundamente reveladora. Supongamos que el bien Y son auto-
móviles y el X trigo. Ahora en el país A —una economía oficialmente cerrada al comer-
cio— un empresario anuncia que ha descubierto una técnica sorprendente, que guarda en
secreto, que permite obtener automóviles mucho más baratos que antes, de forma que está
dispuesto a vender automóviles más baratos que las empresas nacionales que hasta enton-
ces los producían en el país. Probablemente el empresario será saludado como un innova-
dor benefactor de la sociedad, y aunque los anteriores fabricantes de autos se vean aboca-
dos al cierre, será visto como el precio normal del progreso. Al cabo de un tiempo un audaz
reportero descubre la «sorprendente técnica»: el empresario «innovador» lo que hace es lle-

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Las ganancias del comercio internacional 47

var el trigo a otro país donde lo intercambia por automóviles más baratos que los nacio-
nales. Dos preguntas: 1) ¿altera esta revelación la esencia económica de lo que está pasan-
do? Respuesta: no. 2) Pese a ello, ¿originará las mismas reacciones en la sociedad? Parece
claro que ahora nuestro «innovador» será criticado como un «traidor» a la patria, insoli-
dario con «nuestros» empresarios, etc. Ahora emergerá la diferencia entre «los nuestros» y
«los otros». Se asomarán todas las vertientes conflictivas del comercio internacional.

2.3.3. Anatomía de las ganancias del comercio:


1. La economía mundial sale ganando
Para verlo supongamos que inicialmente cada uno de los países dedica una
parte de sus recursos a producir cada uno de los bienes, obteniéndose en el con-
junto de la economía mundial unas determinadas cantidades de X e Y. Veamos
ahora cuáles serían los efectos de desplazar recursos en cada uno de los países en el
sentido indicado por la ventaja comparativa: en el país A se dedican más recursos a
producir X, detrayéndolos de la producción de Y, mientras que en el país B se actúa
en sentido opuesto. En concreto, hacemos las siguientes modificaciones:
* En el país A se retiran cuatro unidades de recursos de la producción de Y,
con lo que ésta se reduce en dos unidades, y se destinan a la producción de X, por
lo que ésta aumenta en cuatro unidades.
* En el país B se retiran 10 unidades de recursos de la producción de X,
reduciéndose ésta en dos unidades, destinándose a aumentar la producción de Y
en 2,5 unidades.
El balance global es:

Producción de X Producción de Y

País A +4 –2
País B –2 +2,5
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Total mundial +2 +0,5

Por tanto, la economía mundial puede salir ganando si los recursos se rea-
signan de esta forma, manifestándose visiblemente la ganancia en forma de
mayor producción de ambos bienes, si cada país tiende a especializarse según la
pauta de la ventaja comparativa. (Si se repitiese el ejemplo con los países ten-
diendo a especializarse en el sentido contrario a la ventaja comparativa no se
podría lograr nunca un incremento simultáneo en la producción mundial de
ambos bienes.)
Pero ello no basta para inducir a los países voluntariamente al comercio
internacional; es necesario que cada uno de ellos pueda obtener una ganancia
mediante tal especialización (el país A tiende a especializarse en el bien X y el
país B en Y) y el subsiguiente intercambio (el país A exporta X e importa Y,
mientras el país B exporta Y e importa X).
Supondremos ahora que en un hipotético «mercado internacional» se inter-
cambian los bienes en la relación 1X por 1Y. El precio de X en términos de Y es

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48 Economía internacional

1, y el precio de Y en términos de X, asimismo, es 1. La justificación de esta con-


creta relación de intercambio se verá algo más adelante.

2. El país A sale ganando


La pauta de la ventaja comparativa indica que el país A debería tender a espe-
cializarse en el bien X a expensas del bien Y. El punto importante es cómo con-
seguir la cantidad del bien Y que los habitantes del país A requieren. No todos
pueden tener claro que confiar en el comercio internacional para conseguirlo sea
una vía eficiente, habida cuenta de que, en principio, el país A podría obtener su
propia producción de Y. Se trata, pues, de comparar dos vías para conseguir, por
ejemplo, una unidad del bien Y:
a) La autárquica: dedicar dos unidades de recursos de acuerdo con el Cua-
dro 2.4.
b) La internacionalista: dedicar una unidad de recursos a producir X e inter-
cambiarlo por una unidad del bien Y.
La vía de «especialización + comercio» permite, pues, al país A obtener la
unidad del bien Y con un ahorro de 2–1=1 unidad de recursos.
Otra forma de ver la superioridad de esta segunda vía consiste en tomar las
dos unidades de recursos que serían precisos en autarquía para producir una
unidad de Y, destinarlos a producir X obteniendo dos unidades de X (Cuadro2.5)
que pueden ser intercambiadas por dos unidades de Y, una más de la que se
obtendría de los mismos recursos en autarquía.

3. El país B también sale ganando


El punto más comprometido y delicado es la demostración de que el país B,
el que tiene «desventaja absoluta» en ambos bienes, también sale ganando. No
sólo porque está en juego la propia significación de lo que es ventaja comparati-
va, sino que además podría pensarse que la ganancia de A se debe a una relación
de precios en el intercambio que «prima» al producto que exporta (X), pero que
perjudicaría al exportador del otro producto, Y, es decir, el país B.
De nuevo la comparación puede plantearse en términos del coste en recursos
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(horas de trabajo) necesarios para conseguir una unidad de X, para lo que el país
B tiene dos vías:
a) La autárquica: destinar cinco unidades de recursos (Cuadro2.4).
b) La internacionalista: dedicar cuatro unidades de recursos a producir una
unidad de Y, e intercambiarla por una unidad de X, ahorrando una unidad de
recurso.
Otra forma de ver la ganancia constata que con las mismas cinco unidades de
recursos precisos en autarquía se podrían obtener 1,25 unidades de Y que podrían
intercambiarse por 1,25 unidades de X, obteniendo un 25% más del bien X que
con los mismos recursos en autarquía. La «especialización + intercambio» es
una vía indirecta de acceder al bien Y más eficiente para el país B que producir ese
bien directamente.
En este sentido, la «especialización + comercio» internacional tiene para el
país B los mismos efectos que un progreso técnico que permitiese que cada uni-
dad de recursos destinada a la producción del bien Y aumentase su productividad
en un 25%.

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Las ganancias del comercio internacional 49

Una manera de expresar la esencia de las ganancias del comercio interna-


cional sería, pues, que permite consumir unas cantidades de bienes que el país no
sería capaz de producir. (No interprete esta afirmación en el sentido que habi-
tualmente se atribuye a la expresión: «El país vive por encima de sus posibilida-
des»; por el contrario, piense en la cantidad de bienes que usted consume diaria-
mente y que probablemente sería incapaz de producir.)
La conclusión final es enormemente importante: el comercio internacional no
debe concebirse como un «juego de suma cero» —es decir, una situación en la
cual uno de los participantes sólo puede ganar a expensas de algún otro que
pierda, de modo que la suma neta de ganancias y pérdidas es cero, como sucede
por ejemplo en las apuestas al jugar a las cartas. Por el contrario, es esencial
entender que el comercio internacional tiene sentido en la medida en que sea un
juego de suma positiva— es decir, una situación en la que es posible que todos los
participantes a la vez salgan ganando. Aunque, como veremos, en el comercio
internacional también hay elementos de conflictos —por ejemplo, a qué precios
se efectuan los intercambios— los argumentos de estas secciones lanzan el pode-
roso mensaje de que potencialmente todos pueden salir beneficiados. Las cues-
tiones distributivas son importantes en la práctica pero no deben desviar de esta
central conclusión del comercio internacional como juego de suma positiva. Y
también es cierto que en ocasiones abundar en planteamientos o retóricas como
las a menudo asociadas a los debates sobre «competitividad» —o vincular el éxi-
to de una empresa o país a variables como las cuotas de mercado mundial que por
definición tienen una suma fija que meramente se puede redistribuir— inducen a
lo contrario, a volver al juego de suma cero, a la retórica de «ganadores y perde-
dores» (winners and losers). Por el contrario, debe insisitirse en que el comercio
internacional es potencialmente un juego de win, win: todos ganan.
Naturalmente, que «potencialmente» todos puedan ganar no garantiza nece-
sariamente que en el mundo real todos ganen. Pasar de las potencialidades a las
realidades no es siempre fácil, aunque es bueno saber que la posibilidad está
abierta. La argumentación clásica a favor del «libre» comercio añade que si un
país es efectivamente libre de participar o no en el comercio, no será inducido
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a un comercio en que salga perdiendo, lo que restringiría los intercambios


comerciales libres viables a aquellos en los que (al menos) nadie pierda.

2.3.4. Los límites al intercambio: el papel de los costes de oportunidad


Hasta ahora hemos supuesto que la relación de intercambio entre los bienes X e Y era de
1:1. ¿Por qué elegimos ese valor? Se trata de un valor intermedio entre las pendientes de
las FPP de ambos países y ya hemos visto que ello nos conduce a poder mostrar efecti-
vamente cómo la especialización según la ventaja comparativa podía conducir a ganancias
recíprocas de los países implicados en el comercio internacional. No se habría obtenido
este resultado si la relación de intercambio hubiese sido muy distinta de la elegida. ¿Por
qué? Además del argumento gráfico, ¿podemos profundizar algo más en la causa?
La forma más precisa de verlo consiste en reformular los datos de los Cuadros 2.4 y
2.5 en términos de coste de oportunidad. El coste de oportunidad de «algo» es simple-
mente a cuánto hay que renunciar de otra cosa para conseguir ese algo. Para el lector, el

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50 Economía internacional

Cuadro 2.6. Ventajas comparativas y coste de oportunidad

Coste de oportunidad de producir 1 unidad de cada bien en cada uno de los países

País A País B

Bien Y 0,5 unidades de Y 1,25 unidades de Y


Bien Y 2 unidades de X 0,8 unidades de Y

coste de oportunidad de estar leyendo en este momento este libro es sencillamente aque-
llo que podría estar haciendo con su tiempo si no lo estuviese leyendo (si tuviese varias
opciones alternativas, el coste de oportunidad sería la mejor de las opciones a la que
renuncia por estar ahora leyendo este libro). En nuestro ejemplo, si los recursos pueden
destinarse a dos opciones alternativas, producir X o producir Y, el coste de oportunidad de
producir una unidad de X (Y) son las unidades de Y (X) que podrían haberse generado
con los mismos recursos. Por ejemplo, con las dos unidades de recursos que hacen falta en
el país A para producir una unidad del bien Y podrían haberse producido en el mismo país
dos unidades de X (ya que cada unidad de X requiere sólo una unidad de recursos): por
eso el coste de oportunidad de producir una unidad de Y en el país A es de dos unidades
de X. Así se incorpora al Cuadro2.6, junto con los demás valores.
Obtenemos así una nueva forma de expresar las ventajas comparativas: en cada bien
tiene ventaja comparativa aquel país cuyo coste de oportunidad sea menor. Nos va a ser
útil para establecer las relaciones de intercambio que hacen el comercio internacional recí-
procamente ventajoso para ambos países.
En términos de coste de oportunidad, para el país A obtener una unidad de X domés-
ticamente implica renunciar a 0,5 unidades de Y, mientras que para obtener una unidad de
Y domésticamente es preciso renunciar a dos unidades de X. Ello significa que si el país
A se especializa en X:

a) Saldrá ganando si consigue obtener el bien Y renunciando a menos de dos unida-


des de X por unidad de Y.
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b) Estará dispuesto a exportar X si el precio de X en términos de Y, Px/Py > 0,5.


c) Sus ganancias serán mayores cuanto más «caro» sea el bien X, el artículo que
exporta, respecto al bien Y, el producto que importa.

Se denomina relación (real) de intercambio (terms of trade) precisamente a esta


relación o cociente:

Precio(s) de exportación
Precio(s) de importación

Y, por tanto, la conclusión c) significa que un país obtiene mayores ganancias del
comercio internacional cuanto más favorable sea su relación de intercambio en el comer-
cio internacional.
El país B, análogamente, saldrá ganando si consigue obtener el bien X renunciando a
menos de 1,25 unidades del bien Y, es decir, exportará Y si Px/Py < 1,25, y naturalmente
será de su interés que esta relación sea lo más baja posible, o, lo que es lo mismo, que

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Las ganancias del comercio internacional 51

Py/Px, su relación de intercambio (ya que B exporta el bien Y e importa el bien X) le sea
lo más favorable posible.
Por tanto, para que se dé el comercio internacional, ambos países han de estar dis-
puestos a intercambiar, lo que requiere que se cumpla simultáneamente:

1,25 > Px/Py > 0,5

El valor Px/Py = 1 utilizado en la sección anterior está en el intervalo que posibilita el


comercio internacional mutuamente ventajoso.
Dentro de este intervalo, la relación efectiva se determina por consideraciones más
amplias que tienen que ver con las demandas de cada uno de los productos a nivel
mundial, los tamaños de los países, el carácter competitivo o no de los mercados
mundiales, la capacidad o habilidad negociadora, etc. Observe que al país A le «inte-
resa» que la relación Px/Py tienda a su límite superior, mientras que a B le «interesa»
precisamente lo contrario. El valor que finalmente surja determinará la distribución de
las ganancias del comercio internacional. Desplazar a favor de un país la relación de
intercambio está, como veremos en el Capítulo 5, en la base de algunos argumentos
proteccionistas.

2.4. EQUILIBRIO EN EL COMERCIO MUNDIAL

2.4.1. Determinación de los precios: oferta y demanda mundial


Hasta ahora nos hemos centrado en demostrar cómo la apertura abre posibilidades de
intercambios comerciales internacionales mutuamente ventajosos, dentro de un intervalo
de precios mundiales o relación de intercambio. Pero alcanzar una determinada configu-
ración de equilibrio comercial mundial, ¿cómo se concreta? Como tantas veces en Eco-
nomía la respuesta se llama «oferta y demanda». Articularemos la relación entre oferta
mundial y demanda mundial para tratar de encontrar el equilibrio.
La oferta mundial de cada bien, X e Y, viene dada por
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Xw = Xa + Xb
Yw = Ya + Yb

Para construir la «curva de oferta mundial» relativa examinemos cómo va evolucio-


nando Xw, Yw y su ratio u «oferta relativa mundial», Xw/Yw. Lo representamos en la Figu-
ra 2.6.
Si el precio relativo mundial fuese Px/Py < Ax/Ay a ambos países les interesaría más
producir el bien Y. A un precio relativamente tan «barato» del bien X su producción no es
rentable ni siquiera en el país comparativamente más eficiente: de hecho, la industria de X
no podrá pagar salarios que compitan con los que podrá ofrecer la industria que produce
Y. La oferta relativa mundial, Xw/Yw, sería 0.
Cuando el precio alcanzase el valor Px/Py = Ax/Ay al país A le interesaría especiali-
zarse en X —mientras el país B sigue plenamente especializado en Y. En función de la
demanda existente podría abastecer hasta un máximo dado por el punto A1 en la Figura
2.5 —el nivel máximo de producción cuando todos los recursos de A se concentran en la

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52 Economía internacional

Px
Py

Bx
Sw
By

D2

Ax
D1
Ay

0 Xw
Ra Yw
Ax
Rb
By

Figura 2.6. Equilibrio comercial mundial.

producción del bien X— lo que equivale a X(A1) = Ra/Ax , mientras que B sigue produ-
ciendo su máximo Rb/By del bien B.
Si el precio sigue subiendo, hasta llegar a Px/Py = Bx/By, la oferta mundial será la deri-
vada de la plena especialización de ambos países, es decir, la producción de X vendrá dada
por el punto A1 mientras que la de Y será la determinada por el punto B1 en la Figura 2.5b,
es decir, Rb/By. En la Figura 2.6, pues, para precios comprendidos entre Bx/By y Ax/Ay, la
curva de oferta relativa mundial se hace vertical al nivel Xw/Yw = Ra/Ax / Rb/By.
Finalmente, cuando el precio supere el nivel Px/Py > Bx/By sólo será atractivo produ-
cir X. Y se habrá abaratado tanto que ni siquiera se podrá atraer trabajo en el país com-
parativamente más eficiente, y al concentrarse la oferta relativa mundial (la de ambos paí-
ses a la vez) en X la curva se hará horizontal.
Por lo que hace a la demanda, la misma Figura 2.6 recoge una curva de demanda rela-
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tiva mundial, D1, de forma bastante general, que expresa cómo a medida que se encarece
relativamente el bien X respecto al Y baja la demanda relativa de X respecto a Y.
Aparece ahora el papel de la demanda para determinar el precio y los flujos comerciales.
Si la demanda viene dada por D1, el precio se situará en el intervalo comprendido entre ambos
costes de oportunidad, y cada país se especializará en el producto en que tenga ventaja com-
parativa. Pero si la curva de demanda relevante fuese D2 querría decir que el país A se espe-
cializaría en el bien X íntegramente, mientras el país B destinaría parte de sus recursos a pro-
ducir el bien Y (en que tiene ventaja comparativa) y otra parte a producir el bien X (para
abastecer la demanda mundial insatisfecha con toda la oferta posible del país A). Este podría
ser el caso, por ejemplo, de que A fuese un país «pequeño» en comparación con la demanda
mundial. Obsérvese que en este caso el precio relativo de equilibrio sería el correspondiente a
la FPP de B (Bx/By) y ello implicaría que las ganancias del comercio —al menos las derivadas
de poder vender la mercancía de producción nacional a un precio mundial superior al que
sería el precio nacional en autarquía— se las lleva íntegramente el país A. Sería una indicación
de que, en cierto sentido, los países pequeños tienen mucho que ganar del comercio interna-
cional (aunque en otros capítulos encontraremos argumentos en sentido opuesto).

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Las ganancias del comercio internacional 53

Una posible situación de equilibrio internacional —basada en nuestro ejemplo numé-


rico— sería la representada por en la Figura 2.7, en cuya parte (c) se obtiene el equilibrio
comercial mundial en el punto E, al precio de equilibrio o relación de intercambio de
equilibrio Px/Py = 1. Cada país se especializa plenamente en el bien en que tiene ventaja
comparativa.
En las partes (a) y (b) representamos ambos países. En cada uno de ellos el punto P
denota la combinación de bienes que produce y C la que consume.

País A: Produce 1.000 X Consume 500 X + 500 Y


País B: Produce 1.000 Y Consume 500 X + 500 Y

Comercio internacional:

A exporta 500 X a cambio de importar 500 Y


B exporta 500 Y a cambio de importar 500 X

Relación de intercambio: 1X por 1Y

En este ejemplo concreto, en equilibrio, el consumo en ambos países es el mismo, pese


a que en el país B los recursos (horas de trabajo) son cuatro veces superiores. Ello implica
que el consumo obtenido por hora trabajada, o nivel de vida o renta per cápita, es cuatro
veces superior en A que en B. Éste es el principal reflejo de la mayor productividad del país
A. Otra forma de considerarlo es constatar cómo los ciudadanos de cada país acaban
pagando los mismos precios por ambos bienes, pero los residentes en A producen «su»
bien (X) con una hora de trabajo mientras que los residentes en B producen Y con cuatro
horas de trabajo. Cuesta así cuatro veces más en B obtener un bien de igual valor que en A.
Por tanto, los habitantes de A tienen un nivel de consumo por hora trabajada cuatro veces
superior a los habitantes de B. En este caso en que el trabajo es el único factor de produc-
ción, propiedad de cada trabajador-ciudadano, el consumo por hora trabajada mide tanto el
nivel de bienestar como la retribución o salario por hora.
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2.4.2. Salarios, comercio y bienestar


Podemos ahora introducir explícitamente el papel de los salarios en nuestras economías
abiertas al comercio. Ello es central para contestar a dos importantes cuestiones: 1) en una
economía mundial muy competitiva, ¿cómo puede sobrevivir un país sin ventaja absolu-
ta en ningún bien; y 2) ¿se traduce en algo concreto un mayor nivel de productividad en
un país con ventajas absolutas en ambos bienes? Las examinamos a continuación.

1. ¿Cómo es posible que un país menos eficiente no sea excluido del comercio
pese a la abierta competencia internacional, la famosa «competitividad»? ¿Cómo
puede un país que no tenga ventaja absoluta en ninguno de los bienes sobrevivir,
seguir siendo un productor «competitivo»? La respuesta tiene que ver con la
evolución de los salarios.
En el mercado mundial, los costes que emergerán de cada país para ser com-
parados serán los que deriven de multiplicar el número de horas de trabajo nece-

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54 Economía internacional

Y
1.000

CA
500

PA
0 X
500 1.000
(a) País A

Y
1.000 PB

CB
500

0 X
500 800 1.000
(b) País B
Px
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Py

5/4

Pe = 1 E

D1
1/2

0 Xw
1.000 Xy
1.000
(c)

Figura 2.7. Equilibrio nacional y mundial: un ejemplo.

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Las ganancias del comercio internacional 55

sario para producir cada bien por el salario vigente en ese país. Por ejemplo, para
el bien Y en que el país A tiene ventaja absoluta (Ay < By) pero no ventaja com-
parativa, ¿qué tiene que suceder para que la menor productividad de B en la acti-
vidad Y no le deje fuera del mercado? Comparemos los costes a que podrán ven-
der en el mercado mundial los productores del bien Y situados en A y en B,
siendo wa y wb los respectivos salarios:

Coste de producir Y en A: Cay = wa Ay


Coste de producir Y en B: Cby = wb By

Para que el bien Y se produzca en B debe verificarse que Cby > Cay, que equivale a:

wb · By < wa · Ay

En otras palabras, para que B sea competitivo es necesario que Cby < Cay lo
cual, pese a que By > Ay, puede suceder siempre que:

wa By
>
wb Ay

es decir, mientras los salarios relativos (más elevado el de A que el de B) más que
contrarresten el diferencial absoluto en productividad.
De hecho, los salarios más altos en el país con ventajas absolutas —y pro-
ductividades más altas— no sólo le permiten un nivel de vida más alto, sino que
es la clave para que el país B que carece de ventajas absolutas tenga, pese a ello,
un papel en la división internacional del trabajo.
Esta diferencia de salarios a favor de A tiene un límite: que A sea un pro-
ductor más «competitivo» (menor coste) de X que B, pese a tener un salario más
alto. Ello requiere que:
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Cax = wa Ax < Cbx = wb Bx

Es decir, wa/wb < Bx/Ax


De modo que el diferencial salarial no debe superar el margen de ventaja
—ventaja proporcional en productividad— del país A en el sector en que tiene
también ventaja comparativa.

2. En nuestro ejemplo de la Sección 2.3 el país A tenía ventaja absoluta en ambos


bienes —es decir, era un productor más eficiente en ambos que B— pero pese a
ello podía haber intercambios mutuamente ventajosos entre A y B. Para B carecer
de ventaja absoluta no le excluía del comercio. ¿Quiero ello decir que para A
tener ventaja absoluta —ser más eficiente— no le reporta beneficio alguno?
La respuesta es que la mayor eficiencia de un país se traduce básicamente en
diferencias del nivel de vida. Como nuestro modelo considera sólo el factor tra-
bajo, es en la retribución de éste —en el salario— en la que se concreta esta dife-
rencia de nivel de vida. Ello encaja con una de las bases de la Economía, que es la

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56 Economía internacional

vinculación de la renta per cápita o nivel de vida con la evolución de la produc-


tividad en cada país.
Vamos a examinar esta relación en nuestro modelo. El salario en el país A
vendrá dado por el valor del producto marginal del trabajo en la actividad en que
tiene ventaja comparativa, X:

wa = px PMgLa = px/Ax

Y análogamente el salario en B viene dado por el valor de la productividad


marginal del trabajo en Y:

wb = py PMgLy = py/By

De modo que el salario relativo entre A y B viene dado por:

wa px By
=
wb py Ax

Recordemos que px/py puede variar entre los valores de las pendientes de
ambas FPP, es decir entre Ax/Bx y Ay/By. Es intructivo ver qué sucede en estos
casos límite:
En un límite, cuando px/py = Ax/Ay => wa/wb = By/Ay, que se interpreta
como el margen de ventaja que tiene el país A en la producción de Y.
En el otro límite, cuando px/py = Bx/By => wa/wb = Bx/Ax, que se interpreta
como el margen de ventaja que tiene A en la producción de X.
Dado que estamos analizando qué sucede con los salarios cuando un país A
tiene ventaja absoluta en ambos bienes, en todo caso el salario en A será superior
al salario en B, en un margen que será intermedio entre la magnitud de su venta-
ja absoluta (es decir, de su ventaja en productividad) en cada una de las dos
actividades. Por eso en nuestro ejemplo numérico, en que A tiene ventaja en la
productividad respecto a B que es del doble en el bien Y y del quíntuple en el
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bien X, el salario de A será entre 2 a 5 veces superior al de B. (En el ejemplo


numérico de la sección anterior era 4 veces superior.)
Una conclusión importante sería pues que las pautas de especialización se
asocian a las ventajas comparativas o diferencias de costes de oportunidad, pero
los salarios se asocian a las ventajas absolutas o diferencias de productividad.

2.4.3. Intercambios de mercancías e intercambios de factores


En las formulaciones anteriores las mercancías podían ser libremente objeto de comercio
internacional, pero los factores de producción (las horas de trabajo) sólo se podían utilizar
en el interior del respectivo país. Pese a ello vimos cómo un ingrediente esencial de las
ganancias del comercio era cómo los consumidores de un país podían beneficiarse de la
mayor eficiencia relativa de los factores de producción del «otro país» en el producto que
acaban importando. Cada consumidor se beneficia del coste de oportunidad más bajo de
la mercancía importada en el «otro país» en comparación con el propio. En cierto sentido

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Las ganancias del comercio internacional 57

todo sucede «como si» importando un bien el consumidor estuviese «importando» el tra-
bajo «del otro país» comparativamente más barato. La parábola de Ingram es clarificadora
también a este respecto. En el capítulo siguiente ampliaremos esta cuestión de en qué
medida la movilidad de mercancías actúa como un «sustitutivo» de la movilidad de fac-
tores de producción que podría existir en una economía mundial integrada o plenamente
globalizada, sin ninguna restricción asociada a las fronteras nacionales.
En todo caso nuestro modelo básico de este capítulo nos permite plantear alguna
cuestión delicada, como la del epígrafe siguiente.

2.4.4. ¿Y si los factores fuesen móviles internacionalmente?


Hasta ahora hemos venido suponiendo que los bienes podían intercambiarse libremente a
través del comercio, pero los factores de producción están limitados a ser utilizados
dentro de sus fronteras nacionales. Es decir, el binomio relevante era: «movilidad de bien-
es, inmovilidad de factores». Para ver alguna posible implicación de pasar a suponer
«movilidad de bienes + movilidad de factores» construyamos la Figura 2.8, que nos
muestra la FPP mundial.
Apliquémosla primero a una situación de ventaja absoluta —parte (a) de la Figura 2.8—
concretamente la dada por nuestro ejemplo numérico de la Sección 2.2. Suponemos inicial-
mente que no hay movilidad de factores. La línea RST muestra la FPP de la economía
mundial. Si todos los recursos mundiales (la suma de las 3.000 horas de trabajo de A y las
3.000 horas de trabajo de B disponibles en aquel ejemplo) se dedicasen íntegramente a la pro-
ducción del bien X la cantidad máxima producida sería de 1.600 unidades (1.000 en el país A
y 600 en B), como muestra el punto R. A partir de ahí, si se desea producir unidades de Y sale
más a cuenta hacerlo en el país B —que tiene ventaja absoluta en Y— de modo que se va
renunciando a sucesivas unidades de X según el coste de oportunidad del país B. Al llegar al
punto S ambos países están plenamente especializados. Para seguir produciendo más unida-
des de Y ya es preciso hacerlo con la tecnología (y los recursos) disponibles en A.
¿Qué pasa si los factores de producción se pudiesen desplazar y «adquiriesen» la pro-
ductividad del país en que se utilizan finalmente? Existiría una economía mundial inte-
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grada con 6.000 horas de trabajo. Para producir el bien X sería óptimo hacerlo en el país
A, y si se atrajesen a ello todos los trabajadores la producción máxima sería de 2.000 uni-
dades (punto R’) Si todos los recursos se dedicasen a Y lo más adecuado sería concen-
trarlos en B, produciendo 1.500 unidades (punto T’). La FPP de la economía mundial con
movilidad de factores estaría por encima de la FPP sin movilidad, excepto en el punto de
plena especialización según ventaja absoluta —punto S— en que coincidirían. Según la
demanda relativa de ambos bienes la producción se ubicaría sobre un punto de la
FPP(movilidad) dada por R’ST’ . En la medida en que ese punto difiera de S haría falta
desplazar recursos de un país a otro para alcanzarlo. Pero seguiría siendo cierto que cada
país se especializase en todo caso según el criterio de ventaja absoluta: en cada país se rea-
liza la producción de aquel bien en que el país es el más eficiente productor mundial.
Si repetimos el análisis para nuestro ejemplo de ventaja comparativa de la Sección 2.3
algo cambiará. Ahora los recursos mundiales son 1.000 horas de trabajo en A y 4.000
horas en B. La Figura 2.8b muestra la FPP mundial sólo con comercio —pero sin movi-
lidad de factores. Si ahora suponemos movilidad también de factores, la máxima efi-
ciencia posible sería desplazar todos los recursos al país A, para beneficiarse de su

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58 Economía internacional

T' 1500

T
1250
FPP (mov.)
a) Ventaja absoluta
FPP (com.)
S
750

R' 2000
R
0 1000 1600 X

2000 F'

1500
T
FPP (mov.)

FPP (com.)
b) Ventaja comparativa
1000 S
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500

R'
R
1000 1800 X 5000

Figura 2.8. FPP mundial con movilidad internacional de factores.

mayor productividad absoluta en ambos bienes. Los puntos R’ y T’— determinados por la
cantidad máxima de un bien que puede producirse si todos los recursos se destinan a ese
bien con la mejor tecnología disponible —delimitan la nueva FPP(movilidad). Desaparece
la ventaja comparativa como pauta de especialización y el país que carezca de alguna ven-

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Las ganancias del comercio internacional 59

taja absoluta puede verse al margen de la división internacional del trabajo— abandona-
do por sus factores ahora móviles.
En la medida en que la globalización genera una creciente movilidad de factores, ¿nos
acercamos a esta situación, con su potencial agravamiento de desequilibrios? No es una
mala pregunta.

2.5. CONFLICTOS QUE PLANTEA EL COMERCIO


INTERNACIONAL
A lo largo de las secciones anteriores se ha puesto de relieve una idea central: cómo es
posible, en un amplio conjunto de circunstancias, que el comercio internacional sea un
juego de suma positiva, en que todos los participantes puedan ganar. Ni la historia de
casos de explotación ni la retórica de la competitividad deben hacernos olvidar este dato
fundamental.
Pero también hay que reconocer que junto a este aspecto predominante de ganancia
mutua —que fomenta la necesidad de establecer acuerdos cooperativos para promover los
intercambios comerciales mundiales— existen aspectos de conflicto que deben explici-
tarse y afrontarse para evitar planteamientos idílicos de lo que significa abrirse al comer-
cio y para evitar que una inadecuado planteamiento de estas aristas de conflicto acabe vol-
viéndose en contra de la propia idea de cooperación para comerciar.
Entre estos aspectos conflictivos del comercio han aparecido ya al menos dos impor-
tantes.
Por un lado, el conflicto acerca de la distribución entre los países participantes en el
comercio de los beneficios, en función de cuál sea el precio o relación de intercambio que
finalmente se establezca. Vimos cómo a cada país le interesa la relación de precios que
valore más aquel que exporta y menos el que importa, es decir, lo que se denomina una
«relación de intercambio favorable». Entre otras vertientes de este problema se sitúa el
debate sobre si los países exportadores de materias primas e importadores de productos
industriales se han encontrado con una tendencia secular al «deterioro de su RRI».
Un segundo caso, asimismo muy relevante en la práctica, hace referencia a los pro-
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blemas internos que genera la apertura al comercio internacional. En el ejemplo utiliza-


do alcanzábamos la conclusión de que el efecto neto para cada país de optar por la vía
«especialización + comercio» era superior a la alternativa de autarquía. Pero la transición
de una situación de economía cerrada a otra de economía abierta al comercio interna-
cional plantea problemas de ajuste, en la medida en que el país ve modificar sus pautas
de producción (por ejemplo, en la parte izquierda de la Figura 2.3 se pasaría de producir
en el punto Pa a producir —en el caso de especialización completa— a producir en el
punto A1). Ello implica una reasignación de recursos que puede conllevar costes: desin-
vertir en un sector e invertir en otro, perder empleos en un sector y reciclarse para
empleos en otro, etc. Este proceso de reasignación implica «reconversiones» con los pro-
blemas humanos, sociales, sindicales y políticos asociados. Esta reasignación de recur-
sos muestra también que el problema no es sólo la competencia por los mercados entre
países, sino la competencia por los recursos entre industrias de un mismo país. La propia
explicación del comercio internacional basada en la ventaja comparativa anuncia estos
costes de adaptación, de ajuste, de transición, de forma que llama la atención sobre las
medidas de política que pueden contribuir a suavizarlo y a reducir su coste social, espe-

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60 Economía internacional

cialmente en el caso de países que cambian su orientación de política económica de una


forma significativa.
Pero las formulaciones de este capítulo tienen una limitación esencial: al considerar
un único factor de producción no pueden plantear explícitamente gran parte de los aspec-
tos conflictivos más importantes derivados del comercio internacional. Nos referimos a los
que derivan de su impacto sobre la distribución de la renta. En el mundo real, con diver-
sos factores de producción (tierra, trabajo sin cualificar, trabajo cualificado, capital de
diversas tipologías) puede suceder con frecuencia que los flujos comerciales incidan
positivamente sobre algunos factores pero negativamente sobre otros. Por ejemplo, el
impacto sobre la mano de obra menos cualificada del mundo desarrollado de la cada vez
más plena incorporación al sistema comercial mundial de países en desarrollo con mano
de obra muy abundante y muy barata. En el Capítulo 3 examinaremos diversos modelos
que permiten explícitamente incorporar las consecuencias distributivas del comercio
internacional. Nos será asimismo útil para entender por qué, a pesar de las buenas razones
que se esgrimen a favor del comercio internacional, en la práctica existan tantas situa-
ciones en que se haya restringido o limitado de forma más o menos importante mediante
políticas proteccionistas.
En todo caso debe señalarse que los modelos basados en alguna forma de ventajas
comparativas tienen como fundamento del resultado política y socialmente «tranquili-
zador» de que todos los países implicados pueden salir ganando participando en el
comercio internacional (que es claramente un juego de «suma positiva» y no de «suma
cero») la combinación de supuestos de movilidad internacional de mercancías pero
inmovilidad internacional de factores. Recientemente la denominada globalización está
suponiendo revisar la movilidad internacional de factores, con resultados reconocida-
mente muy asimétricos, desde la casi ilimitada movilidad del capital financiero, la ele-
vada movilidad del capital productivo (en forma de inversiones directas, por ejemplo) a
las enormes restricciones a la movilidad del factor trabajo. Este nuevo escenario debe
hacernos recordar que en un mundo de movilidad de factores tiende a reaparecer el cri-
terio de la «ventaja absoluta», que ya no garantiza a cada país o territorio un lugar en la
división internacional del trabajo (ya que es posible que existan países o territorios que no
tengan ventaja absoluta en ningún producto). Posiblemente una de las fuentes de tensio-
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nes asociadas a la globalización procede precisamente del debilitamiento del «política-


mente confortable» principio de ventaja comparativa en comparación con el más «duro»
de la ventaja absoluta.

2.6. LAS GANANCIAS DEL COMERCIO: UNA FORMULACIÓN


(ALGO) MÁS GENERAL
En esta sección final del Capítulo 2 ampliamos alguno de los instrumentos que hemos uti-
lizado para explicar las ganancias del comercio de tal forma que puedan ser utilizados de
forma más general en los capítulos siguientes. Por un lado introduciremos las fronteras de
posibilidades de producción con la forma cóncava con que se representan habitualmente,
para generalizar los efectos de la apertura al comercio internacional, y por otro pasaremos
de un modelo de «equilibrio general» en que se tratan simultáneamente los efectos sobre
todas las mercancías para «concretar» el denominado análisis de «equilibrio parcial», es
decir, el estudio de cada mercado de cada bien por separado más en detalle.

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Las ganancias del comercio internacional 61

2.6.1. Rendimientos decrecientes


Hasta ahora a lo largo de todo el capítulo hemos venido suponiendo rendimientos cons-
tantes a escala, es decir, el coste en recursos de producir una unidad de un bien era el mis-
mo independientemente del volumen de producción alcanzado. Los parámetros de los Cua-
dros 2.1, 2.2, 2.4, etc., eran tan válidos para la primera unidad de producción como para la
décima o la centésima. El resultado era que la pendiente de las FPP era constante —es
decir, las FPP eran rectas— ya que tal pendiente dependía del cociente de esos parámetros.
En la práctica es habitual encontrarse con otros casos. Introduciremos alguna primera apa-
rente complicación que deriva de abandonar la sencilla forma de FPP lineales. Veremos que
ello dificulta los resultados de plena especialización, pero retiene los aspectos cruciales de
la aparición de comercio internacional: a) la producción y el consumo no tienen por qué
coincidir (a diferencia de lo que sucede en autarquía); b) el comercio internacional origina
ganancias asociadas a la posibilidad de acceder a consumos inalcanzables en autarquía.
Así es frecuente que a medida que aumenta la producción la productividad marginal
vaya menguando (por ejemplo, porque inicialmente se utilizan las unidades de factores
más adecuadas, como las tierras de más fertilidad o los trabajadores mejor preparados) y
a medida que se incrementa la producción se tienen que ir utilizando otras unidades
menos idóneas. Estos rendimientos decrecientes son una posible explicación de por qué a
menudo las frontera de posibilidades de producción se dibujan de la forma que muestra la
Figura 2.9. En esa figura aumentar la cuantía del bien X al principio obliga a renunciar a
poca cuantía del bien Y, ya sea —en un modelo con un solo factor— porque la producti-
vidad marginal de la última unidad de factor inicialmente empleada en Y era muy baja, ya
sea —en un modelo con varios factores— porque se retiran de Y y se destinan a X los fac-
tores más relevantes para producir X en vez de Y (por ejemplo, si X son manufacturas e Y
productos agrícolas, para producir las primeras unidades de X se retiran las tierras menos
fértiles —de bajo rendimiento de Y). En cambio, cuando ya se está produciendo gran can-
tidad de X seguir aumentado tiene un mayor coste de oportunidad en términos de Y, ya

Y
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Coste oportunidad
1ª unidad X

Coste oportunidad
última unidad X

0 +1 +1 X

Figura 2.9. FPP con rendimientos decrecientes.

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62 Economía internacional

sea porque ahora los rendimientos decrecientes afectan más a X que a Y, ya sea porque se
necesita —en nuestro ejemplo— reasignar tierra cada vez más fértil a usos industriales.
La Figura 2.10 muestra cómo en autarquía esta economía se ubicaría en el punto en
que la FPP fuese tangente a la curva de indiferencia del «consumidor representativo» más
elevada posible. Como siempre en autarquía la producción y el consumo coincidirían en
Pa = Ca (donde a denota autarquía).
Ahora la economía se abre al comercio internacional y están vigentes unos precios
px/py dados por la pendiente de las líneas rectas de la misma Figura 2.10. No entremos de
momento en cómo esos precios vienen dados. Cada una de estas líneas define las combi-
naciones de bienes cuyo valor a precios de mercado viene dado (utilizando como nume-
rario Y de modo que Py = 1) por la intersección de tal línea con el eje de ordenadas. Por
tanto, tal ordenada nos da el valor de la producción del país a los precios mundiales y pare-
ce claro que el objetivo del país es maximizar el valor de su producción a tales precios
mundiales. Ello se produce en la Figura 2.10 en el punto Pi (ahora los subíndices i denotan
la situación con comercio internacional). Los consumidores del país disponen del valor de
su producción dado por la línea isovalor Ii de modo que ahora pueden acceder a la curva de
indiferencia más elevada compatible con tal isovalor. Ello sucede en el punto Ci. El hecho
de que Pi y Ci estén sobre la misma isovalor garantiza que el valor de la producción del país
iguala —a los precios mundiales— al valor del gasto.
La distancia vertical entre Pi y Ci nos dice cuánto importará del bien Y el país (ya que el
consumo de Y en Ci es mayor que la producción de Y en Pi). Y la distancia horizontal entre Pi
y Ci nos dice cuánto exportará —a cambio— del bien X. Obviamente a los precios px/py el
valor de las exportaciones coincide con el valor de las importaciones. Esta pauta de comercio
se debe a que los precios mundiales dan lugar a isovalor más empinadas que la relación de
precios en autarquía (que sería la pendiente de la tangente común —no mostrada en la figu-

Y Ii
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Ci

Importación Pa = Ca
de Y

Pi

Px
Py

0 X
Exportaciones X

Figura 2.10. Producción, consumo y comercio internacional.

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Las ganancias del comercio internacional 63

ra— a la FPP y la curva de indiferencia en Pa = Ca). El lector debería como ejercicio deducir
una pauta comercial opuesta (exportaciones de Y y exportaciones de X) si la relación de pre-
cios en el comercio fuese más aplanada que la relación de precios de autarquía.

Por tanto, podemos efectuar el siguiente resumen de las condiciones de equilibrio:

— En economía cerrada (autarquía):


Producción = Consumo

— En economía abierta, con comercio internacional:

* valor de la producción (a precios mundiales) = valor del gasto (a precios mundiales)


* valor de las exportaciones = valor de las importaciones (comercio equilibrado)

Claramente la diferencia de las figuras con las anteriores FPP lineales de este capítulo
radica en que ahora la «especialización completa» de un país (producir sólo uno de los
bienes) no es un caso tan frecuente.

2.6.2. Del equilibrio general al equilibrio parcial en los mercados


Hasta ahora nos hemos ocupado de la determinación conjunta de las cantidades y precios
de las diversas actividades de una economía. En ocasiones nos interesa o nos es útil
descender al caso concreto de un mercado de un bien, para tratar de «aislar» su oferta y su
demanda. En todo caso es relevante ver cómo las implicaciones del equilibrio conjunto de
la economía (un «equilibrio general») se traducen al ámbito del «equilibrio parcial» de
cada mercado por separado. Veremos ahora algunos conceptos básicos del análisis de cada
mercado —que el lector seguramente conoce de cursos introductorios de Economía— y
una primera aplicación a los casos en que, tras la apertura al comercio, un bien que
resulta ser importado y otro que resulta ser exportado.
En la Figura 2.11 la curva de demanda, D, indica la cantidad que los consumidores
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están dispuestos a comprar a cada precio. Por ejemplo, el punto A informa que al precio
pi los consumidores están dispuestos a adquirir qi automóviles. Asimismo el punto A tie-
ne la lectura de que para el comprador del qi-simo automóvil estaría dispuesto a pagar
como máximo un precio pi. Supongamos ahora que el precio vigente en el mercado es pm:
lo que acabamos de decir permite interpretar la diferencia entre pi (el precio que estaba
dispuesto a pagar el comprador) y pm (el precio que el mercado le obliga a pagar) como
una medida del beneficio que obtiene el consumidor por el hecho de poder acceder al
mercado. Si agregamos esa diferencia para todos los consumidores que adquieren auto-
móviles, observando que si el precio de mercado es pm se adquirirán qm automóviles,
obtenemos el excedente de los consumidores, la más sencilla de las medidas de bienestar
de los consumidores que se utiliza en economía. Gráficamente viene dado por el área de
la superficie ZMpm. Ahora podemos dar contenido, incluso cuantificado, a lo que dicta el
sentido común: las reducciones de precios y los aumentos del consumo benefician a los
consumidores: así, una reducción en el precio de mercado, desde pm a pw, implicaría una
ganancia para los consumidores que puede cuantificarse mediante la variación del exce-
dente de los consumidores en el área trapezoidal rayada en la Figura 2.11a (pmMWpw).

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64 Economía internacional

p p
Z
S

A
pi

M
pm pm

W
pw pw
D

qi qm qw q q
(a) (b)
Figura 2.11. Excedente de los consumidores y de los productores.

En la Figura 2.11b la curva de oferta S indica la cantidad que los productores están
dispuestos a ofrecer en venta para cada precio. Por un razonamiento análogo al anterior,
la superficie por encima de la curva de oferta hasta la línea de precio da lugar al excedente
del productor. Y una reducción en el precio de mercado de pm a pw reduce ese excedente
en la cuantía dada por el área trapezoidal rayada de la Figura 2.11b.
En la Figura 2.12a se yuxtaponen las curvas de oferta y demanda, S y D, referidas a
los productores y consumidores nacionales. En ausencia de comercio internacional, el pre-
cio se situaría en el equilibrio de mercado, pa. La cantidad comprada y vendida es qa. (Los
subíndices a nos recuerdan que estamos en autarquía.) Supongamos que al abrirse al
comercio internacional el país puede beneficiarse de un precio en el mercado mundial, pw,
inferior. Este precio mundial, más bajo que el que estaría vigente en el mercado nacional
en autarquía, nos indica que el resto del mundo tiene ventaja comparativa en ese artículo.
(En la terminología de la Sección 2.3, si el mercado al que ahora nos estamos refiriendo
es el del bien Y, la Figura 2.12a representaría al país A.) Ahora los consumidores adqui-
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rirán la cantidad daw mientras los productores nacionales venden saw, siendo la diferencia
importada. El volumen de importaciones viene dado así por Impa = daw – saw.
En comparación con la situación de autarquía, el excedente de los consumidores
(EC) aumenta en la superficie F + G y el excedente de los productores (EP) disminuye en
la superficie F. El efecto neto es una ganancia equivalente al triángulo G. Una conside-
ración que refuerza las conclusiones obtenidas en el capítulo anterior: este efecto neto
positivo (la superficie del triángulo G) es mayor cuanto más amplia sea la divergencia
entre precio nacional y precio mundial.
La Figura 2.12b muestra el caso de un bien cuyo precio mundial es superior al que
estaría vigente en autarquía (pw > pa), por ejemplo, porque el país en cuestión tiene ven-
taja comparativa en ese producto. (En la terminología de la Sección 2.3, si el mercado al
que ahora nos estamos refiriendo es el del bien Y, la Figura 2.12b representaría al país B.)
Ahora la apertura al comercio internacional genera exportaciones de magnitud Expb = sbw
– dbw. En comparación a la autarquía, los consumidores ven reducido su excedente en H
+ I y los consumidores incrementado el suyo en H + I + J, siendo el efecto neto positivo
igual a la superficie del triángulo J.

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Las ganancias del comercio internacional 65

pa
S
F G
pw pw
H J
I
pa

IMPORT. D EXPORT.
D
saw qa daw dbw qa sbw
País A País B
(a) (b)
Figura 2.12. Equilibrio internacional.

Las dos partes de la Figura 2.12 se han dibujado de tal forma que se ilustra asimismo
la situación de equilibrio en el mercado mundial, ya que al precio mundial, pw, la cantidad
importada por el país A iguala a la exportada por el país B.
Debe señalarse que aceptar que el efecto neto es positivo en ambos casos en las
cuantías indicadas implica asumir dos juicios de valor, más o menos razonables, pero dis-
cutibles: 1) que un euro de ganancia de excedente «vale lo mismo» que un euro de pér-
dida de excedente; 2) que un euro para los consumidores «vale lo mismo» que un euro
para los productores. Como comentaremos en el Capítulo 5, el proceso político tiende a
sesgar en general la valoración hacia los productores.

RESUMEN
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1. Una de las razones que los países —como las personas— tiene para intercambiar pro-
ductos es aprovechar sus diferencias. Una primera fuente de diferencias pueden ser las
diferentes productividades, derivadas de diferentes tecnologías.
2. La ventaja absoluta suministra un posible primer criterio de especialización relevan-
te, en el sentido de que siguiéndole la opción «especialización + comercio» resulta
superior a la de autarquía, pero no resulta ser imprescindible.
3. La ventaja comparativa, según la cual cada país tiene una actividad en que su venta-
ja es relativamente mayor —o su desventaja comparativamente menor—, suministra
un criterio de especialización que permita a cada país y a la economía mundial obte-
ner mejores resultados, en términos de acceder a mejores posibilidades de consumo
que en autarquía.
4. El comercio internacional tiene efectos económicos semejantes a la innovación que
mejora la productividad, ya que de hecho el comercio permite indirectamente acceder
a la mejor tecnología de nuestros socios. Pero sus efectos sociales y políticos son más
complejos.

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66 Economía internacional

5. Los países con niveles más elevados de productividad obtienen mejores salarios rea-
les o rentas per cápita con el comercio internacional que los países con menos pro-
ductividad. De hecho, la interrelación entre salarios y productividades es un meca-
nismo central en la determinación del equilibrio con comercio internacional.
6. Las ganancias del comercio para cada país se asocian a la mejora que obtiene en su
relación real de intercambio (ratio entre el precio de la mercancía que exporta y la que
importa).
7. Los modelos tradicionales de comercio suponen movilidad de mercancías pero inmo-
vilidad de factores de producción. Si esta se diese —como parcialmente sucede en la
globalización—, la ventaja absoluta recuperaría peso respecto a la ventaja compara-
tiva, lo cual tiene consecuencias política y socialmente más delicadas.
8. Si relajamos los rendimientos constantes a escala que hemos supuesto en este
capítulo en la tecnología sigue siendo en general cierto que con comercio interna-
cional es posible acceder a combinaciones de consumo preferible a las de economía
cerrada.

ACTIVIDADES
1. Supongamos que los consumidores de cada país destinan su renta por partes iguales
a cada uno de los bienes, X e Y, de modo que Px Cx = Py Cy. Determine en el ejemplo
numérico de la Sección 2.4:

a) El consumo en autarquía en cada país, comprobando que en A el consumo sería


de 500 unidades del bien X y 250 del bien Y, mientras que en el país B el consu-
mo sería de 400 unidades de X y 500 de Y.
b) Compruebe que —en la Figura 2.7— los puntos E, Ca y Cb son coherentes con el
equilibrio mundial asociado a este comportamiento de los consumidores.
c) Represente estos resultados en la Figura 2.7 para comprobar las ganancias del
comercio internacional en cada país en términos de consumo.
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d) Recordando que el país A cuenta con 1.000 trabajadores-ciudadanos y el país B


con 4.000, ¿qué puede decirse de la comparación entre el «consumo per cápita»
de A y de B? ¿Qué relación tiene su respuesta con la comparación entre los
salarios de ambos países?
e) ¿Cómo se verían modificados los resultados anteriores si el país B tuviese 10.000
trabajadores-ciudadanos en vez de 4.000, sin alterarse ninguna de las producti-
vidades? Explique el sentido económico de los resultados.

2. Samuelson (2004) plantea el caso de dos países, Estados Unidos y China, cuyos
recursos y productividades son:

Estados Unidos:
Trabajadores = 100; Productividad en A: 2; Productividad en B: 0,5

China:
Trabajadores = 1.000; Productividad en A: 0,05; Productividad en B: 0,2

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Las ganancias del comercio internacional 67

Cada consumidor-trabajador de cada país gasta la mitad de su renta en cada uno


de los bienes.

a) Compruebe que Estados Unidos tiene ventaja absoluta en ambos bienes, pero sólo
ventaja comparativa en el bien A.
b) Determine los precios en autarquía en cada país. Compruebe cómo el «consumo
per cápita» en Estados Unidos será diez veces mayor que en China. ¿Qué relación
tiene este diferencial con las diferencias de productividad entre ambos países?
c) Analice cómo se verían modificados los resultados anteriores si ahora la pro-
ductividad de China en el bien Y se cuadruplica, manteniéndose constantes los
demás datos. ¿Se vería favorecido o perjudicado Estados Unidos? ¿Y China?
d) Partiendo otra vez de los datos iniciales, ¿cómo se verían modificados los resul-
tados si ahora la productividad de China en el bien X se multiplicase por 16?
¿Cómo se vería afectado el comercio internacional? ¿Qué efecto tendría ello
sobre Estados Unidos y sobre China? (Sugerencia: con esa nueva productividad
de China en el bien X, aunque Estados Unidos retenga ventaja absoluta en ambos
bienes, ¿qué le sucede a las ventajas comparativas?)

3. El argumento de que el comercio internacional es un juego de suma (potencialmente)


positiva y no de suma cero es frecuentemente malentendido o ignorado. ¿Cómo
replicaría a quienes sostienen que si otros países mejoran su «competitividad» ello
necesariamente perjudicará al nuestro? El hecho de que unos países sean más grandes
y/o dispongan de más capacidad para negociar precios, ¿cómo afecta a la argumen-
tación?

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
El modelo clásico de Ricardo se resume bien en numerosos textos, como Feenstra (2004,
Cap. 2) y Krugman-Obstfeld (2003, Cap. 2). De forma más resumida en Tugores (2002,
Cap. 2). La paradoja de Ingram data de Ingram (1983). Un ejemplo de interacción entre
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ventaja absoluta y comparativa aplicada a los recelos ante una globalización en la que
China aparece con imparable fuerza es Samuelson (2004).

Feenstra, Robert (2004), Advanced International Trade - theory and evidence, Princeton
University Press, 2004.
Ingram, James (1983), International economics, Wiley, 1983.
Krugman, Paul, y Obstfeld, Maurice (2003), International Economics - theory and policy,
6.ª ed., Addison-Wesley, 2003.
Samuelson, Paul (2004), «Where Ricardo and Mill Rebut and Confirm Arguments of
Mainstream Economists Supporting Globalization», Journal of Economic Perspecti-
ves, verano 2004 (págs. 135-146).
Tugores, Juan (2002), Economía Internacional: globalización e integración regional,
McGraw-Hill, 5.ª ed., 2002.

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3
Comercio internacional
y distribución de la renta

3.1. INTRODUCCIÓN
La explicación del comercio internacional del capítulo anterior ofrece perspectivas impor-
tantes sobre varios aspectos fundamentales. Pero tiene —tratándose de un modelo tan sen-
cillo— limitaciones relevantes. Destacaremos dos.
Por un lado, al considerar la existencia de un único factor de producción, no permite
tratar los problemas asociados a la distribución de la renta entre factores, por ejemplo
entre salarios del trabajo, beneficios del capital o renta de la tierra. Y precisamente uno de
los temas que más debate ha provocado, a lo largo de la historia y en la actualidad, son las
interrelaciones entre comercio internacional y distribución de la renta. ¿Qué factores de
producción y en qué sectores pueden salir ganando o perdiendo con la inserción más ple-
na de una economía en los flujos comerciales internacionales? ¿Cómo pueden los secto-
res potencialmente perjudicados efectuar planteamientos que minimicen esos perjuicios,
bien por la vía de compensaciones, bien simplemente reivindicando medidas proteccio-
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nistas que limiten el propio comercio internacional? ¿Cuál es el papel de los poderes
públicos al respecto? De hecho, estos efectos sobre la distribución de la renta configuran
una de las explicaciones de por qué, pese al énfasis de los economistas en resaltar los
beneficios agregados para un país de participar en un comercio internacional abierto, en la
práctica han existido —y subsisten— reticencias y resistencias importantes a la liberali-
zación comercial por parte de sectores o grupos en ocasiones poderosos económica y polí-
ticamente.
Por otra parte, el modelo del Capítulo 2, a la hora de explicar qué diferencias entre
países dan lugar al comercio internacional, se centra en las diferencias de productividad
de los recursos, basadas en las diferencias de tecnología. A lo largo de la historia se han
planteado otras múltiples explicaciones de diferencias que pueden dar lugar a intercam-
bios comerciales internacionales, algunas de las cuales examinaremos en este capítulo. En
todo caso, conviene señalar que incluso las explicaciones basadas en diferencias de pro-
ductividad o tecnología obligan a plantear el problema de si —al menos a largo plazo—
se produce o no la transferencia de tecnología entre países, con lo que, de producirse,
todos los países podrían tener finalmente acceso a la misma tecnología. En el Capítulo 14

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70 Economía internacional

discutiremos el alcance y consecuencias de esta eventual «difusión tecnológica interna-


cional». Pero también podrían subsistir diferencias de productividad por la presencia de
algún factor «inmóvil» (suelo o clima, en las formulaciones tradicionales), o simple-
mente, por retardos más o menos prolongados en la difusión internacional de innova-
ciones tecnológicas.
Los modelos que presentamos en este capítulo incorporan explícitamente dos o más
factores de producción para dar cabida explícita a los problemas de distribución de la ren-
ta. Como veremos, los supuestos que se efectúen en cada modelo inciden mucho en las pre-
dicciones teóricas, por lo que no es de extrañar que los trabajos empíricos hayan interac-
tuado notablemente sobre las formulaciones analíticas, buscando un mayor potencial
explicativo. En la Sección 3.2 repasamos de manera no formalizada el modelo básico
Heckscher-Ohlin (HO) y efectuamos una descripción en términos intuitivos de sus princi-
pales implicaciones, así como presentamos algunas formulaciones alternativas que han pre-
tendido dotar de más capacidad explicativa a la teoría del comercio internacional. La
Sección 3.3 formaliza algo más el modelo HO basado en las diferencias en las dotaciones
de factores de cada país. La Sección 3.4 presenta las limitaciones del modelo y algunas
consecuencias de superarlas. La Sección 3.5 presenta los modelos de creciente importan-
cia en un mundo globalizado en que las empresas reparten su producción entre diferentes
localizaciones, dando lugar a un creciente comercio en «inputs intermedios». La Sección
3.6 incorpora los «factores específicos» especialmente relevantes para determinados sec-
tores. Finalmente la Sección 3.7 presenta algunas formulaciones que facilitan la «transi-
ción» entre los modelos de este capítulo y los del anterior y el siguiente.

3.2. COMERCIO Y DISTRIBUCIÓN:


MODELOS CON VARIOS FACTORES
La forma más tradicional y explorada de explicar el comercio internacional y su impacto
sobre la distribución de la renta es el denominado enfoque o modelo Heckscher-Ohlin,
cuyo punto de partida son las diferencias en las dotaciones de factores productivos entre
países. Incluso si los países tienen acceso a la misma tecnología para combinar los fac-
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tores productivos (trabajo, capital y recursos naturales, en la clasificación más tradicional)


en la producción de los mismos bienes, pueden surgir diferencias que supongan una
base de comercio mutuamente ventajoso procedentes de:

a) Las distintas intensidades con que los factores se requieran en cada industria: por
ejemplo, en la producción de trigo el factor tierra es relativamente más importante
que en la de textiles.
b) Las distintas cantidades en que cada país dispone de cada uno de los factores:
algunos tendrán abundancia de tierra y (relativamente) escasez de trabajo o capi-
tal, mientras que en otros el factor «abundante» será el trabajo mientras la tierra o
los recursos naturales son comparativamente escasos. En cada país el factor
abundante tendería a ser más barato, mientras que los factores escasos tienden a
ser caros (por ejemplo, la tierra cultivable en Japón).

Combinando las dos diferencias anteriores se concluye que un país tiende a poder
producir de forma comparativamente más barata aquellos bienes que requieran una utili-

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Comercio internacional y distribución de la renta 71

zación intensiva del factor más abundante: así, por ejemplo, los países en que abunda la
mano de obra y escasea la tierra podrían tener ventaja comparativa en la producción de
textiles y en cambio tendrían desventaja en la producción de trigo.
En este caso, el comercio internacional permitiría a cada país especializarse en aque-
llos productos que utilizan intensivamente su factor abundante y obtener por la vía del
comercio aquellos otros que requieren el factor que escasea en el país.

3.2.1. La lógica esencial del enfoque Heckscher-Ohlin


La experiencia docente demuestra que la comprensión básica de la lógica del modelo
Heckscher-Ohlin no es fácil, y que a menudo el alumno —y el profesor— se refugia
en los tecnicismos gráficos y/o matemáticos —como haremos nosotros parcialmente en
las secciones siguientes— para eludir o, lo que es casi peor, sustituir, la comprensión
de la lógica esencial. Por eso vale la pena insistir en que la versión básica de HO par-
te de dos países que, pese a tener la misma tecnología, disponen de factores de pro-
ducción en proporciones diferentes, de manera que en cada país es más barato el
factor más abundante, y por tanto el bien en cuya producción se utiliza más intensi-
vamente ese factor abundante. Ahora el comercio internacional surge —como en el
Capítulo 2— para aprovechar las diferencias de precios relativos en cada país, aunque
la fuente u origen de estas diferencias ya no sea la misma (en el Capítulo 2 diferencias
de tecnología, ahora diferencias en las dotaciones de recursos). Y las pautas de espe-
cialización razonables —de nuevo como sucedía en el capítulo anterior— indican
que cada país tenderá a especializarse en aquel bien en que es un productor inicial-
mente más barato, ya que podrá ese producto beneficiarse del precio relativo más ele-
vado que se establecerá en el mercado mundial, nuevamente como sucedía en el Capí-
tulo 2.
Una diferencia importante entre el enfoque Heckscher-Ohlin y el de ventajas com-
parativas del capítulo anterior deriva de que los resultados HO se simplifican mucho si
podemos suponer que el comercio internacional no conduce a cada país a especializar-
se íntegramente en un solo bien, sino que conduce a otra situación ya comentada… en el
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Capítulo 1, concretamente ahora el comercio internacional permite «reproducir la eco-


nomía mundial integrada» —«reintegra» la economía mundial, si se permite la expre-
sión— con la importante y simplificadora consecuencia de que no los precios relativos
de los factores de producción (precio del trabajo respecto al del capital, por ejemplo) se
acaban igualando entre países… pese a las diferencias iniciales en las dotaciones. Para
entender la lógica subyacente a este resultado es interesante extender la explicación de
Ventura (1997) según la cual el comercio internacional, al ampliar el tamaño de merca-
do, desplaza la demanda que, indirectamente, recae sobre los factores de producción,
relajando la tendencia decreciente de la productividad marginal, diferente en función de
la abundancia de cada factor en cada país…, hasta el límite marcado por la demanda
global que aparece en el conjunto de la economía mundial «reintegrada» a través del
comercio.
En la Sección 3.3 detallamos los mecanismos a través de los cuales se producen estos
resultados. En la Sección 3.4 analizamos qué sucede cuando —por los motivos que se
apuntan— no se puede reproducir la economía integrada o aparecen otras complicaciones
que difuminan la elegancia de los resultados básicos HO.

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72 Economía internacional

3.2.2. Cómo plantea HO algunos aspectos esenciales de los problemas


del comercio
El enfoque HO permite profundizar en dos aspectos esenciales de los problemas asocia-
dos al comercio internacional. El primero (intercambio directo de productos e indirecto de
factores) ya apareció en el capítulo anterior (como intercambio indirecto de la tecnología
o las productividades de los factores). El segundo es nuevo: es el esencial conflicto
sobre la distribución de la renta entre los propietarios de los diferentes tipos de factores.

a) Permite reinterpretar el comercio internacional no sólo como un intercambio de


bienes, sino además como un intercambio indirecto de los factores de producción
«incorporados» en cada bien. Así, cuando el país A en que abunda relativamente
el factor trabajo exporta textiles y a cambio importa trigo de otro país B en que
abunda relativamente el factor tierra, indirectamente los habitantes de A «disfru-
tan» de la tierra abundante en B, mientras que paralelamente los habitantes de B
se benefician de la mano de obra más abundante (y barata) del país A. En este
sentido se afirma a veces que en este marco el comercio internacional, como
intercambio de bienes, «sustituye» a lo que sería un intercambio «más directo» de
factores de producción impedido por el supuesto habitual de la teoría del comer-
cio internacional acerca de la inmovilidad de esos factores.
b) Permite incorporar explícitamente un conflicto interno sobre distribución de la
renta generado por la apertura al comercio internacional: en la medida en que
cada país exporta el bien que utiliza intensivamente el factor más abundante, ese
bien ve aumentar su precio mundial respecto al precio que tendría en ausencia de
comercio (ya que ahora aparece la nueva demanda procedente del resto del mun-
do), y de ello se beneficia la retribución del factor más relevante para su produc-
ción. Por el contrario, el factor menos abundante tiende a verse desplazado en la
industria, en que es intensivo por productos importados de otro país, lo que
«deteriora» su retribución. El resultado más directo de esta formulación es que el
comercio internacional tiende a favorecer a los factores domésticos abundantes, a
expensas de los demás, lo que tiene efectos sobre la distribución de la renta, que
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pueden provocar en los negativamente afectados resistencias que presionen a


favor de medidas proteccionistas (por ejemplo, los agricultores de bastantes paí-
ses industrializados, entre ellos Europa, y más recientemente, los trabajadores
menos cualificados de los países desarrollados).

3.2.3. Problemas empíricos asociados a HO: el «contenido en factores»


del comercio y las desigualdades en la distribución de la renta
o ingreso
Es importante constatar la interacción entre desarrollos analíticos y problemas empíricos.
Entre otras muchas polémicas, dos han marcado la capacidad explicativa de HO. Hace
más de cincuenta años fue el caso de la denominada «paradoja de Leontief», que surgió al
encontrar este economista que los productos exportados de Estados Unidos incorporaban
relativamente más factor trabajo que capital que los artículos que importaba, cuando
Estados Unidos parecía claramente un país en que en 1947 (los datos utilizados eran los

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Comercio internacional y distribución de la renta 73

de ese año) era sin duda relativamente abundante en capital en comparación a cualquier
otro del mundo. Se han dado diversas explicaciones, como la de que el «factor trabajo» en
Estados Unidos incorporaba un nivel de cualificación o «capital humano» superior al de
los demás países, pero la teoría de la dotación de factores quedó desde entonces en
entredicho.
Más recientemente, las cuestiones referidas directamente a la igualdad o desigualdad
en la distribución de la renta, tanto en el interior de los países —con diferentes posibles
pautas de respuesta— como entre países.
Así, por ejemplo, se discute la posibilidad de que el comercio internacional por un
lado pudiese tener a nivel internacional un efecto de tender a igualar la retribución de cada
factor de producción (como consecuencia el intercambio «indirecto» de factores entre paí-
ses) pero al mismo tiempo, al menos en algunos países, tuviese una tendencia a incre-
mentar las desigualdades internas entre factores nacionales. Una versión reciente polémica
ha sido el debate acerca de si la incorporación generalizada al comercio internacional de
países en desarrollo con mano de obra (no-cualificada) comparativamente abundante (y
barata) podría estar reduciendo la demanda de ese tipo de trabajo en los países desarro-
llados, «acercando» sus retribuciones a las de los países en desarrollo, pero al mismo
tiempo agravando la desigualdad en la distribución de la renta en los países desarrollados.
El potencial explicativo de diversos enfoques respecto a este fenómeno será un tema recu-
rrente en este capítulo y en otros.

3.2.4. HO con muchos bienes y/o factores


Las dificultades empíricas del modelo HO dieron lugar a ampliaciones o sofisticaciones. Así,
por una parte se generalizó el análisis a los casos de más de dos factores y/o bienes, com-
probando que algunos resultados se mantenían pero otras predicciones del modelo básico se
alteraban profundamente. Por ejemplo, en los modelos que incorporan «factores específi-
cos» —es decir, factores relevantes para la producción de sólo uno de los bienes pero no de
todos, como la tierra en los productos agrícolas— algunas de las consecuencias distributivas
del comercio se ven alteradas. Asimismo, cuando el número de bienes a producir se hace
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más elevado que el número de factores de producción, adquiere relevancia la determinación


de la «mercancía frontera» que determina las pautas de especialización y que puede variar
en respuesta a cambios en el entorno. Como veremos, ello puede dar mejor respuesta a algu-
nas realidades de las demandas relativas de factores que el modelo básico HO.
Más recientemente la incorporación al comercio internacional de «inputs interme-
dios» como consecuencia de la creciente «fragmentación o partición» del proceso pro-
ductivo entre factorías situadas en diferentes países ha dotado de nuevas dimensiones al
análisis del comercio. Ciertamente, fenómenos como las deslocalizaciones o el outsour-
cing han subido enteros en las preocupaciones por sus efectos socioeconómicos. Veremos
cómo adaptar las formalizaciones del modelo básico a estas nuevas realidades.
Asimismo es necesario señalar desde un principio que muchas de las formulaciones
analíticas que se plantean en este capítulo son complementarias de las explicaciones del
capítulo anterior y las del siguiente. Los flujos comerciales internacionales configuran una
variedad y heterogénea red de intercambios, cuyas causas y consecuencias son asimismo
heterogéneas. Ciertamente, lo relevante es obtener modelos que capten rasgos esenciales de
las realidades complejas y múltiples, y aplicarlos a cada problema y situación concreta. Y

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74 Economía internacional

ello obliga a constatar que en el complicado mundo actual no tiene sentido preguntarse por
«la» teoría válida del comercial internacional, en competencia con otras, sino más bien hay
que tener la flexibilidad y el pragmatismo de combinar los elementos de potencial explica-
tivo de cada formulación. Para avanzar en esta línea, la última sección de este capítulo pre-
senta dos formulaciones que incorporan aspectos tratados con más amplitud en el capítulo
anterior y en el siguiente. Por un lado, un análisis que combina HO con posibles economí-
as de escala, en la línea que se amplía en el Capítulo 4, pero que presentamos ya en este al
configurarse unas variantes de los teoremas HO y Rybczynski, y por otra parte una formu-
lación que otorga un papel central a la «calidad de las instituciones» como explicativas del
comercio, y que aplica las metodologías de los Capítulos 2 y 3 a una dimensión reciente-
mente tan valorada como significativa para explicar diversos aspectos de la economía inter-
nacional como el papel y la calidad de las instituciones de un sistema socioeconómico.
Las explicaciones hasta ahora presentadas —ventajas comparativas en el Capítulo 2,
dotaciones de factores ahora— parecen basarse en unos factores exógenos, estáticos (si no
inmutables). Realmente no es así. Son muy importantes las ventajas dinámicas, adquiridas
o endógenas. Así, en muchos casos un país se convierte en exportador porque una inno-
vación tecnológica le confiere esa posición. En otros casos, el factor relevante es el
«capital humano», las capacidades y/o habilidades de los trabajadores, que pueden ser
objeto de procesos de formación/cualificación (acumulación de capital humano), con lo
que un país puede acceder a determinadas posiciones de ventaja. La experiencia de
Japón y de los más recientes «países de nueva industrialización» así lo atestigua. Y de la
misma forma que unas posiciones de ventaja se pueden adquirir, asimismo se pueden per-
der. El papel de los poderes públicos para influir en estos procesos dinámicos de adqui-
sición o pérdida de ventajas comparativas es un tema de controversia abierto.
El hecho de que las tecnologías que incorporan las innovaciones sean «transferibles»
internacionalmente, es decir, puedan ser adoptadas con mayor o menor rapidez en los paí-
ses distintos de aquel en que se inició, tiene importancia para explicar pautas cambiantes
de especialización. Por ejemplo, unos países industrializados podrían producir y exportar
inicialmente un producto novedoso que incorpora tecnología de una generación moderna,
para al cabo de un tiempo ser otros países de nivel inferior de desarrollo los que se
especializan y exportan ese mismo producto, con salarios y costes más bajos, mientras
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que los primeros desplazan sus recursos a los artículos de «nueva generación». Se gene-
raría así una especie de «ciclo del producto», en el transcurso del cual sería exportado por
países distintos. Los casos del textil y confección, pasando la principal potencia exporta-
dora de Europa a Asia, o de los televisores y hornos microondas, pasando el liderazgo
exportador de Estados Unidos a países del Pacífico, son ilustrativos. Asimismo se han
interpretado parte de los problemas en el comercio de Estados Unidos como asociados a
la reducción y eventual eliminación de la «brecha tecnológica» entre ese país y el resto.

3.3. DOTACIONES DE FACTORES, COMERCIO Y DISTRIBUCIÓN


3.3.1. Introducción
En esta sección formalizaremos las intuiciones presentadas en la anterior acerca del
comercio internacional basado en el aprovechamiento de las diferencias en las dotaciones
de factores.

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Comercio internacional y distribución de la renta 75

Partimos ahora de una economía que produce dos bienes, manufacturas, M, e infor-
mática, I, con dos factores de producción, capital, K, y trabajo, L. En cada país —A y B—
los factores de producción se distribuyen con plena movilidad entre ambos sectores con
tecnología dada por las funciones de producción fm y fi para manufacturas e informática,
respectivamente:

Lma + Lia = La recursos de trabajo en país A


Kma + Kia = Ka recursos de capital en país A

Qma = fm(Kma, Lma) producción de M en país A


Qia = fi(Kia, Lia) producción de I en país A

Y análogamente para el país B.

Lmb + Lib = Lb recursos de trabajo en país B


Kmb + Kib = Kb recursos de capital en país B

Qmb = fm (Kmb, Lmb) producción de M en país B


Qib = fi (Kib, Lib) producción de I en país B

Estamos suponiendo que los países tienen acceso a la misma tecnología, de modo que
las funciones de producción —fm y fi— son las mismas en A y en B (obsérvese que ni fm
ni fi llevan aparejados los subíndices a o b). Por tanto, a diferencia del Capítulo 2, la asi-
metría que podría estar en la base del comercio ahora ya no es la tecnología.
Las dos asimetrías que introduciremos ahora para explicar el papel y los efectos del
comercio internacional son:

a) diferencias tecnológicas entre sectores, de modo que la actividad M sea relativa-


mente más intensiva en trabajo que la actividad I, de forma que (L/K)m > (L/K)i,
que equivale a (K/L)m < (K/L)i
b) diferencias en las dotaciones relativas de factores, de modo que en el país A el tra-
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bajo es un factor relativamente abundante mientras que en el país B lo es el


capital. Concretamente ello implica que (L/K)a > (L/K)b, lo que equivale natu-
ralmente a (K/L)b > (K/L)a.

Recuadro 3.1. Rendimientos constantes a escala


Suponemos a lo largo de este capítulo que la tecnología presenta —como en el
capítulo anterior— rendimientos constantes a escala, de modo que si se multiplican
todos los inputs por h el output asimismo se multiplica por el mismo factor h. Ade-
más de ser un supuesto conveniente para el tratamiento del modelo, tiene la lectu-
ra económica de que si a cada factor de producción se le retribuye por su produc-
tividad marginal, la suma de las retribuciones equivale al valor de producto. En el
capítulo siguiente introduciremos explícitamente el papel de las economías de
escala como factores explicativos adicionales del comercio internacional.

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76 Economía internacional

I I

FPPB
FPPA

An
CIA Bn

CIB
(Pm/Pi) A (Pm/Pi) B
M M
L – abundante L – escaso
País A País B
K – escaso K – abundante

Figura 3.1. Equilibrios en autarquía en los países A y B.

Como vimos al final del Capítulo 2, y específicamente en la Figura 2.10, con fac-
tores de producción con productividades marginales decrecientes la frontera de posi-
bilidades de producción de cada país será cóncava, y —como muestra la Figura 3.1—
en cada país está más «sesgada» hacia el bien que utiliza intensivamente el factor
abundante en ese país.
La Figura 3.1 muestra además cuál sería el equilibrio en ausencia de comercio inter-
nacional —en autarquía— de cada uno de los dos países. Si suponemos que los gustos o
preferencias de los consumidores de ambos países son razonablemente similares, el ópti-
mo para cada país —obtenido en todo caso como la tangencia de la respectiva FPP con
una curva de indiferencia representativa del país lo más elevada posible— se daría en los
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puntos An y Bn a los que corresponderían unos precios relativos internos (en ausencia de
comercio) dados por las pendientes (comunes a la FPP y la curva de indiferencia de cada
país tangente a su FPP) (Pm/Pi) A y (Pm/Pi) B.
En la Figura 3.1 aparece claramente cuándo ambos países están en autarquía —en
ausencia de comercio internacional— (Pm/Pi) B > (Pm/Pi) A reflejando el hecho de que, en
autarquía, la mayor abundancia de capital en el país B hace relativamente más barato ese
input y por consiguiente el bien I en cuya producción se requiere intensivamente K. Y lo
mismo sucede en el país A para el bien M que utiliza intensivamente el factor L más
abundante — y barato.

3.3.2. Aparición de comercio


Como en el Capítulo 2, son precisamente estas diferencias de precios iniciales entre los
precios relativos en ambos países las que suministran el incentivo de partida para el
comercio internacional. Recordemos del final del Capítulo 2 que en economía abierta,

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Comercio internacional y distribución de la renta 77

para un país «pequeño» (precios mundiales dados), la optimización requiere primero


maximizar el valor del PIB a los precios mundiales —produciendo en el punto de la FPP
que sea tangente a una línea de pendiente dada por los precios mundiales— y luego acce-
der a la curva de indiferencia más alta.
La Figura 3.2 muestra —en la parte izquierda— para el país A, la respuesta a un pre-
cio relativo (Pm/Pi) E más elevado que el de autarquía. Ahora la producción se sitúa en P1
—donde el valor de la producción de A es máximo al nuevo precio mundial— y el con-
sumo de A en C1 —la curva de indiferencia más elevada compatible con el valor de la
producción de A a precios mundiales. Nuevamente obtenemos que la curva de indiferen-
cia a la que se accede en C1 es superior a la accesible en autarquía —no representada
explícitamente en la Figura 3.2, ya que es aplicable la 2.10—, ratificando las ganancias
para el país del comercio internacional. Naturalmente, las diferencias horizontales y ver-
ticales entre los puntos P1 y C1 muestran la disponibilidad del país A al comercio inter-
nacional: en concreto ahora desea exportar la distancia horizontal P1C1 del bien M e
importar la distancia vertical P1C1 del bien I.
En la parte derecha de la Figura 3.2 representamos cómo afectaría al país B un precio
relativo más bajo de (Pm/Pi) del de su autarquía, con el consiguiente desplazamiento de la pro-
ducción hasta P2 y el consumo a C2 (insistiremos hasta hacernos pesados en llamar la aten-
ción al resultado de que la curva de indiferencia a la que se accede ahora es superior a la de
autarquía). Nuevamente las distancias verticales y horizontales en B muestran la disposición
al comercio, emergiendo ahora un incentivo a exportar el bien I y a importar el bien M.
A partir de estas respuestas, al constatar que a medida que aumenta el precio rela-
tivo de un bien respecto al otro ello acentúa los incentivos a producirlo y desalienta los
incentivos a consumirlo, podemos construir la Figura 3.3 que representa el equilibrio en
el «mercado mundial» compuesto por los países A y B, en el que Qm = Qma + Qmb, Qi =
= Qia + Qib. En esa figura la curva de pendiente negativa D representa la demanda relati-
va de M respecto a I como una función decreciente del precio relativo (Pm/Pi), mientras
que la curva de oferta relativa mundial, S, de M respecto a I se muestra como una función

I I
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C1 P2

Importación Exportación
del bien I del bien I
P1 C2

(Pm/Pi) E (Pm/Pi) E

Exportación M Importación M
del bien M del bien M
Figura 3.2. Efecto de la apertura al comercio.

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78 Economía internacional

(Pm/Pi) B
S

(Pm/Pi) E E

D
(Pm/Pi) A

Qm Qma + Qmb
=
Qi Qia + Qib

Figura 3.3. El precio relativo de equilibrio mundial.

creciente con el precio relativo (Pm/Pi). La figura se acota al análisis de las respuestas a
precios intermedios entre los precios relativos de autarquía de A y B. Naturalmente, el
precio relativo de equilibrio mundial vendrá dado por la intersección de D y S en la
Figura 3.3, en el punto E al precio (Pm/Pi) E.
La Figura 3.2 la habíamos ya dibujado de tal forma que el precio relativo mundial
que afrontan ambos países sea el de equilibrio mundial (Pm/Pi) E. Por ello podemos
constatar ahora que el resultado de las elecciones de producción, consumo y comercio
internacional de cada país es coherente con el equilibrio mundial, ya que a ese precio
mundial la cantidad del bien M que el país A quiere exportar coincide con la que el país
B desea importar, al tiempo que la cuantía del bien I que el país B desea exportar coinci-
de con la que el país A desea importar. Vamos a ver a continuación con más detalle la con-
figuración de este equilibrio internacional con comercio.
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3.3.3. Efectos del comercio


Estudiaremos los efectos del comercio internacional desde las perspectivas más relevantes.
1. Pautas de especialización
Como acabamos de ver, en economía abierta para el «equilibrio comercial mun-
dial» los intercambios comerciales de los distintos países han de ser coherentes:
Σ valor exportaciones = Σ valor importaciones,
que equivale a que la cantidad total producida de cada bien sea igual a la cantidad total
consumida.
ya que
Qia + Qib = Cia + Cib => (Cia – Qia) = (Qib – Cib)
Qma + Qmb = Cma + Cmb => (Qma – Cma) = (Cmb – Qmb)

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Comercio internacional y distribución de la renta 79

Para que exista este equilibrio debe darse que el precio mundial sea «intermedio» entre
los autárquicos de A y B, como sucedía en el Capítulo 2 y como muestra la Figura 3.3.
Ello implica que en el país A el precio relativo Pm/Pi aumenta cuando se produce la
apertura al comercio internacional, mientras en el país B Pm/Pi disminuye —es decir, Pi/Pm
aumenta. Como muestra la Figura 3.2, de ahí se desprende que el país A exportará M e
importará I, mientras que el país B exportará I e importará M.
Acabamos de llegar a la importante consecuencia de que cada país exportará aquel
bien intensivo en el factor que es abundante en él. Esta es la esencia del enfoque Hecks-
cher-Ohlin. Observe que cada país ve cómo aumenta el precio del bien que produce con el
factor abundante, y de hecho este es el motivo que le impulsa a exportar ese bien, que
resulta ser el beneficiado del comercio.

2. Determinación del equilibrio con comercio internacional

Buena parte del desarrollo de las implicaciones del enfoque HO se efectúa a partir
de la noción de «economía integrada» ya introducida en el Capítulo 1. La pregunta era
entonces en qué medida el comercio internacional permitía «reproducir» la asignación
de recursos a nivel internacional que se habría dado en caso de economía integrada, es
decir, sin fronteras. Las Figuras 3.4 y 3.5 nos permiten una respuesta precisa a la con-
dición que debe cumplirse para que así sea, y que nos permitirá identificar los precios
de los factores.
La Figura 3.4 muestra la economía mundial integrada —es decir, en ausencia de fron-
teras nacionales entre A y B— mediante una «caja de Edgeworth», es decir, como un rec-
tángulo cuyos lados muestran la cantidad total de factores, capital y trabajo, K y L, de la
economía mundial en su conjunto, de modo que:

K = Ka + Kb
L = La + Lb

(K/L)i
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I
K

(w/r)

(K/L)m

Figura 3.4. Equilibrio en una economía mundial integrada.

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80 Economía internacional

Utilicemos inicialmente la caja de Edgeworth para preguntarnos cuál sería la confi-


guración óptima de una economía mundial integrada dotada de los factores K y L, y con
las técnicas de producción dadas por las funciones Fm y Fi. Y supongamos que aplicando
los principios básicos de la microeconomía obtenemos que la asignación óptima de
recursos conduce a dedicar a la producción de M la cuantía de capital y trabajo dada por
el punto M —siendo la intensidad relativa de factores utilizada en la producción de M la
resultante de la pendiente OM— mientras que a la industria I se le dedica la cuantía de
recursos dada por el punto I, siendo la pendiente de la línea OI la intensidad relativa de
utilización de factores en la producción de I.
Comprobamos que las líneas de pendiente (K/L)i y (K/L)m muestran las cuantías ópti-
mas de combinar capital y trabajo para producir los bienes I y M, siendo, de acuerdo con
nuestros supuestos, (K/L)i > (K/L)m. Es importante insistir en que en que estas ratios
(K/L) no están dadas sólo por la tecnología, sino que dependen también del equilibrio
general de la economía, en especial de los precios relativos de los factores, que a su vez
dependen de los precios relativos de los bienes.

Recuadro 3.2. Algunas propiedades básicas con un ejemplo sencillo


Nos ayudará a fijar las intuiciones un ejemplo de funciones de producción Cobb-
Douglas, muy utilizadas, entre otras razones porque tienen la propiedad de que la
participación de cada factor en el valor de la producción depende del exponente o
parámetro de ese factor en la función de producción.
Si las funciones de producción de M e I vienen dadas, respectivamente, por
M = L 2/3 K 1/3
I = L 1/3 K 2/3
los exponentes de los factores K y L muestran que —además de que en M dos ter-
cios de los ingresos retribuyen al trabajo y un tercio al capital, y lo opuesto sucede
en la producción de I— el sector M es más intensivo en trabajo, L, y el sector I lo
es en capital, K.
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Como pueden comprobar los estudiantes más versados en microeconomía


—y confiar los menos iniciados— la aplicación de las condiciones de optimización
de la microeconomía básica nos conducirían a que, para una ratio de precios de los
factores dada (w/r) las «intensidades de factores» en la producción de cada indus-
tria vendrían dadas por:
(K/L)m = (1/2)(w/r)
(K/L)i = 2 (w/r)
de modo que para cada ratio (w/r) la intensidad (K(L) es mayor en la producción
de I que en la de M.
Asimismo podría obtenerse que en la función de costes óptima para cada
industria, el coste unitario de M es proporcional a w 2/3 r 1/3, mientras que el coste
unitario de I es proporcional a w 1/3 r 2/3, de modo que el coste unitario de M es
relativamente más «sensible» a variaciones en el salario, mientras que el coste uni-
tario de I lo es a variación en la retribución del capital.

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Comercio internacional y distribución de la renta 81

Recuadro 3.3. Equilibrio en la economía integrada


Para los lectores no familiarizados con la microeconomía, cabe señalar que la
obtención de los puntos M e I en la Figura 3.4 se alcanza aplicando entre otras la
condición de que los factores de producción, K y L en este caso, deben asignarse
entre las industrias de tal modo que se verifique que el cociente de sus producti-
vidades marginales sea igual en ambas:

PMaL en M PMaL en I
=
PMaK en M PMaK en I

Ya que en caso contrario sería posible reasignar los factores hacia aquella
industria en que su productividad fuese relativamente mayor mejorando la pro-
ducción de al menos un bien. Como el cociente de productividades marginales
iguala, en equilibrio, al cociente de los precios relativos de los factores, esa ratio
común de productividades marginales determina también la relación w/r común a
ambas industrias en la economía integrada.
El lector introducido en la microeconomía constatará que la condición anterior
equivale a que en el equilibrio general de la economía integrada las isocuantas
—dibujadas en la Figura 3.4 sólo en el punto M— correspondientes a la produc-
ción de M e I (cuya pendiente viene dada en cada punto por el cociente de pro-
ductividades marginales de los factores) han de ser tangentes entre sí, y su pen-
diente común ha de coincidir con el precio relativo de los factores.

L'0 Ob
P'M
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I (w/r)
K
P'i
K0 K'0
E0

M
Pi PM

Ef

Oa L0

Figura 3.5. El comercio internacional reproduce la economía integrada.

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82 Economía internacional

Se trata ahora de contestar a la pregunta de en qué medida, si la economía integrada


mundial se «fragmenta» en dos economías nacionales, puede a través del comercio «repro-
ducir» los resultados, considerados el óptimo de referencia sin «distorsiones» de la eco-
nomía integrada. Para ello sería necesario producir las cantidades M e I utilizando las téc-
nicas de producción dadas por las tecnologías comunes a ambos países.
Ahora la Figura 3.5 muestra cómo las cantidades mundiales de factores se distribuyen
entre los países A y B de la forma representada por un punto de la caja de Edgeworth. Por
ejemplo, el punto E0 nos dice que del trabajo mundial, L, la cuantía OaL0 está situada en
el país A y la distancia ObL’0 en el país B, y análogamente para el capital (medido ahora
en los ejes verticales).
El punto central de esta argumentación es que si la distribución inicial de las dota-
ciones de recursos entre ambos países se ubica en el interior de la superficie romboide del
paralelogramo, es perfectamente posible «repartir» la producción de bienes entre ambos
países de modo que el resultado final de producción mundial consumo mundial sea el que
se habría obtenido en la economía integrada. Concretamente, si la distribución de factores
entre los países A y B fuese la dada por el punto E0, es inmediato que se podría reprodu-
cir la economía integrada dedicando el país A los factores L y K dados por OaPm a la pro-
ducción de M y los factores dados por OaPi a la producción de I. Y análogamente para el
país B, se destinarán los recursos K y L representados por la distancia ObP’i a la produc-
ción del bien I y los factores dados por la distancia Ob P’m a la producción de M.
Esto es especialmente importante porque conduce al resultado de que los precios rela-
tivos de los factores en cada país se igualan con el que estaría vigente en la economía inte-
grada. Este resultado constituye el denominado teorema de «igualación de los precios de
los factores», según el cual cuando el comercio internacional puede reproducir los resul-
tados de la economía integrada los precios relativos de los factores son iguales en cada
país. Ampliaremos este importante resultado en los epígrafes siguientes.
Una interpretación de los casos en que la economía internacional con dos países per-
mite «reproducir» la economía integrada por estar E0 en el interior del paralelogramo
OaMObI es que las dotaciones de ambos países no son «excesivamente» diferentes. En los
casos de diferencias grandes, como el representado por una distribución de la dotación ini-
cial dada por el punto Ef —situada fuera del paralelogramo, en el que casi todo el traba-
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jo de la economía mundial se ubica en el país A y casi todo el capital en el país B— no es


posible reproducir la producción de la economía integrada y con ello tampoco puede ase-
gurarse la igualación de los precios de los factores. Por eso al paralelogramo se le deno-
mina a menudo el de «igualación de precios de los factores». Otra forma de interpretarlo
es que a partir de dotaciones en el interior del paralelogramo cada país produce alguna
cantidad positiva de cada bien, sin «especializaciones absolutas». Por eso también se dice
que las dotaciones de recursos entre países ubicadas entre las líneas de pendiente (K(L)i y
(K/L)m pertenecen al «cono de diversificación» —ya que ambos países diversifican su
producción en ambos bienes.

3. Intercambio indirecto de factores

Si los consumidores de ambos países tienen preferencias similares, sus pautas de con-
sumo incorporarán un «consumo indirecto» de los factores K y L similar al promedio de
la economía mundial integrada. Ello quiere decir que la asignación de consumo de la eco-
nomía integrada se situaría sobre la diagonal de la caja de Edgeworth que une los orígenes

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Comercio internacional y distribución de la renta 83

OaOb. A partir de la dotación inicial E0 los factores se pueden «intercambiar indirecta-


mente» a la ratio de precios (w/r), lo que conduce a un equilibrio del consumo en econo-
mía con comercio dado por el punto Ec sobre la diagonal de la Figura 3.6.
De hecho, la diferencia entre el punto E0 y el punto Ec muestra el «comercio indirecto
de factores» asociado al comercio internacional que aparece, siendo la distancia horizontal
entre E0Ec la cuantía del factor trabajo que A exporta a B «a cambio» de la distancia ver-
tical E0Ec. Naturalmente, la pendiente de la línea que une ambos puntos nos dará la
ratio w/r que garantice que el valor de las exportaciones (importaciones) de trabajo iguala al
valor de las importaciones (exportaciones) de capital.
Una lectura interesante de estos resultados es que aunque en este modelo hemos
supuesto que los factores de producción no se pueden desplazar de un país a otro (son
inmóviles entre países, a diferencia de las mercancías que sí tienen movilidad interna-
cional), el comercio en mercancías actuaría como un «sustitutivo» de la movilidad de
factores.

4. Intercambio de mercancías

La misma Figura 3.6 explicita directamente los flujos comerciales de mercancías,


obtenidos —como siempre— comparando las pautas de consumo y de producción para
cada país. Para el país A la distancia PmCm representa las exportaciones de M que tiene
como contrapartida las importaciones de I medidas por la distancia CiPi. Se deja al lector
el (fácil) ejercicio de representar gráficamente las exportaciones e importaciones de B.

5. Determinación de los precios de los factores

Ya hemos visto cómo en los casos de reproducción de la economía integrada se pro-


ducía la igualación de los precios de los factores a la ratio w/r propia de la economía inte-
grada, configurando el conocido teorema de «igualación de los precios de los factores».
Una interpretación intuitiva, en términos del intercambio indirecto de factores, sería que
de la misma forma que la competencia internacional —a través del comercio en mercan-
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Ob

I Ec
(w/r)
K Eo
Ci

Pi
M
PM
CM

Oa
L
Figura 3.6. Flujos comerciales de mercancías —directos— y de factores —indirectos.

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84 Economía internacional

cías— tiende a igualar los precios de las mercancías, asimismo el comercio indirecto en
factores tendría el mismo efecto de igualar el precio relativo de los factores.
Dicho de otra forma, si ambos países producen ambos bienes, para cada precio de los
bienes (Pi, Pm) corresponde un único par de precios de los factores (w, r). Además de lo
que dice este resultado destaca lo que no dice: la determinación de los precios de los fac-
tores no depende de las cantidades de factores existentes en la economía nacional. Ello es
contrario a la intuición de lo habitual en economía cerrada, ya que lo usual en ésta es que
una mayor abundancia relativa de, por ejemplo, trabajo, tienda a traducirse en menores
salarios. Y por tanto, países que comercian —y por ello tienen finalmente iguales precios
de los bienes— aunque tengan dotaciones de factores diferentes, si tienen la misma tec-
nología (y ambos producen ambos bienes), ven cómo se igualan los precios de los facto-
res. A este «teorema de igualación de los precios de los factores» formalizado por
Samuelson se le denomina a veces también teorema de «insensibilidad de los precios de
los factores» (Leamer) por no verse afectados por variaciones en las cantidades relativas
nacionales de los factores.
Recordemos que en el Capítulo 2, con un único factor, las diferencias en su retribución
jugaban un papel crucial en hacer surgir el comercio. Ahora, en cambio, el resultado es la
igualación. La explicación radica en que ahora la abundancia «nacional» de un factor no
«presiona a la baja» su retribución si hay demanda —vía exportaciones del bien intensivo en
ese factor— adicional. El comercio internacional actuaría como un mecanismo que con-
trarresta la tendencia decreciente de la productividad marginal de los factores. Este es un
ingrediente para explicar algunas de las posibles ganancias derivadas del comercio inter-
nacional, así como uno de los importantes mecanismos a través de los cuales la internacio-
nalización de la economía altera los resultados de los análisis de las economías cerradas.
Ciertamente en el mundo real no se observa esta total igualación, aunque las quejas de
varios factores acerca de la creciente competencia —a veces calificada de «desleal»— en
el mundo globalizado actual parecería en ocasiones que nos vamos acercando (como pro-
vocativamente Freeman sugirió en el título de su artículo referido a los trabajadores
menos cualificados de los países industrializados: «¿Se fijan sus salarios en Pekín?»). Las
limitaciones y simplificaciones de este modelo son numerosas —las más importantes las
veremos más adelante— pero como tendencia no puede dejarse de tener presente.
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Recuadro 3.4. El diagrama de Samuelson


La Figura 3.7 representa el conocido «diagrama de Samuelson», en que se muestra
no sólo la configuración «única» de precios relativos de los factores asociados a cada
configuración de precios de los bienes, sino también el intervalo de valores iniciales
de (K/L) de ambos países que permite la aplicación de los principios de reproducción
de la economía integrada y de igualación de los precios de los factores.
La relación entre (Pi/Pm) y (r/w) se obtiene a partir de las funciones de costes
unitarios: Pi = Ci(w,r), Pm = Cm(w,r). En el ejemplo planteado en el Recuadro 3.2,
tendríamos que (Pm/Pi) es proporcional a (w/r)1/3 de modo que (w/r) es proporcional
a (Pm/Pi)3. Y para cada valor de (w/r) así determinado, las expresiones óptimas de
(K(L) para M e I determinan el intervalo dentro del cual se tendría que encontrar la
dotación de cada país para verificarse la igualación de precios de los factores.

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Comercio internacional y distribución de la renta 85

r
w
I

( )
r
w
0

K
L
0 0

( )
K
L i
( )
K
L m
0
( )
Pi
Pm 0
Pi
Pm

Figura 3.7. Diagrama de Samuelson sobre las relaciones entre precios de bienes, de
factores e intensidades de producción.

En las formulaciones anteriores los precios de los factores aparecen de forma implí-
cita. Dada su relevancia —y para desarrolles posteriores— es útil una representación grá-
fica que los muestre directamente. La Figura 3.8 recoge las denominadas «frontera de pre-
cios de los factores» que indican —para cada industria— las combinaciones de precios de
los factores w, r compatibles con no superar un determinado coste.

r
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r0

Pi = Ci (w, r)

Pm = Cm (w, r)

(L/K)m
(L/K)L
0
w0 w

Figura 3.8. Las fronteras de precios de los factores.

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86 Economía internacional

Para simplificar, en la Figura 3.8 están representadas las combinaciones de precios del
capital y trabajo que permiten incurrir en un coste igual al precio de cada bien, de modo
que la línea
Pi = Ci (w,r)
representa los pares de valores de w,r que incurren en un coste igual al precio del bien I
—y por lo tanto generan un beneficio cero, asociado a la competencia perfecta— mientras
que la línea
Pm = Cm (w,r)
muestra los pares de valores de w y r que generan beneficios nulos en la producción de M.
Observe que en la figura la línea de cada sector es más «sensible» —«elástica» en la
jerga de los economistas— respecto al precio del factor intensivo en su producción. Así,
en la producción de M, cuando varía w algo, r tiene que variar proporcionalmente más en
sentido opuesto para mantener el coste unitario dado. (El lector familiarizado con la
microeconomía podrá constatar que la pendiente de cada una de estas líneas en cada pun-
to es la ratio óptima L/K, mayor —para un w/r dado— en M que en I.)
Un punto esencial es que como estamos suponiendo que la tecnología es la misma
para ambos países, y que el comercio internacional iguala los precios de los bienes(Pi, Pm)
la Figura 3.8 aplicada al escenario con comercio internacional que reproduce la economía
integrada es válida tanto para el país A como para el país B.

6. Efectos de cambios en los precios sobre las retribuciones de los factores

Ahora, una apertura al comercio posibilitaría en principio mejorar la posición de


ambos factores, ya que vimos cómo el «consumidor promedio» puede acceder a una cur-
va de indiferencia más elevada. En el caso del país A, en que, en comparación con la
autarquía aumenta el precio relativo (Pm/Pi), la Figura 3.9 —en la que para simplificar
representamos un aumento de Pm sin variación de Pi— muestra cómo se modifica la Figu-
ra 3.8 como consecuencia del aumento de Pm, que desplaza la curva Pm = Cm (w,r) hacia
arriba y a la derecha, ya que el mayor precio de Pm permite retribuir mejor a los factores
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que participan en su producción.


Pero sobre todo la Figura 3.9 muestra cómo emergen los aspectos distributivos. Si el
nuevo equilibrio, tras haberse desplazado Pm a Pm' se situase en E' si aumentasen en la
misma proporción las retribuciones de los factores. Pero no es el caso. La nueva reasig-
nación de recursos entre sectores conduce al nuevo equilibrio en el punto E1, con un
aumento de w más que proporcional al de Pm.
Acabamos de alcanzar un importante resultado que intuitivamente se había sugerido:
con el comercio internacional ganan los factores relativamente abundantes de cada país,
pero salen perdiendo los factores relativamente escasos. Este resultado es el teorema
Stolper-Samuelson.
Si ahora las variables con asterisco (*) denotan las tasas de variación de las retribu-
ciones de los factores y de los precios de los bienes:
a) En el país A acabamos de obtener que: w* > Pm*,
b) y ya habíamos visto que en A, como consecuencia de la apertura comercial,
Pm* > Pi*

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Comercio internacional y distribución de la renta 87

Pi

r'
E'
E0
r0

E1
r1

Pm P'm

0
w0 w' w1 w

Figura 3.9. Efectos de la apertura al comercio en A.

c) y como la variación del precio de un bien es una media ponderada de la variación


del precio de cada factor, de modo que por ejemplo pi varía en una media pon-
derada de lo que lo hace w y de lo que lo hace r, de forma que por estar ya ase-
gurado que w* > Pm* > Pi*, necesariamente Pi* > r*.

De modo que todo ello nos permite concluir que el efecto del comercio en A es:

w* > Pm* > Pi* > r*

Con lo que claramente el (relativamente abundante en A) factor trabajo mejora su


retribución tanto en términos del precio de M como de I, mientras que el (relativamente
escaso en A) capital sale perjudicado en su poder adquisitivo tanto en términos del precio
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del bien M como del I, con lo que unívocamente empeora.


Análogamente, en el país B en que el efecto de la apertura al comercio es elevar el
precio relativo (Pi/Pm) obtenemos que:

r* > Pi* > Pm* > w*

De forma que en B el factor que sale ganando con el comercio es el relativamente


abundante capital, mientras que el factor trabajo relativamente escaso ve perjudicada su
retribución, en términos de ambos bienes.
Una forma expresiva de interpretar estos resultados —debida a Jones— es que el
comercio «amplifica» los efectos de los precios sobre las retribuciones de los factores.
Ello está en la base de buena parte de los conflictos distributivos asociados con el comer-
cio. Y estos problemas distributivos aparecen, recordemos, pese a que desde un principio
vimos que el «efecto neto» del comercio sobre cada país era positivo en la medida en que
permitía acceder al «consumidor representativo» a una curva de indiferencia más elevada
que en autarquía.

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88 Economía internacional

El hecho de que un factor de producción salga ganando, pero otro perdiendo, obliga
a afrontar tanto la posibilidad de medidas compensatorias —redistributivas o estructura-
les— como hace emerger la tentación de presiones proteccionistas por parte de los que se
verían perjudicados por el comercio internacional y que por ello pueden tratar de limitar
o bloquear tal apertura comercial, «protegiendo» no solo a la economía nacional, sino
sobre todo sus intereses.

7. Si cambian las dotaciones de factores, cómo cambian las cantidades de bienes

La caja de Edgeworth de la Figura 3.5 también nos permite determinar cómo se


asigna en cada país la dotación existente de ambos factores a la producción de cada uno
de los bienes. La Figura 3.10 muestra de una forma más simplificada este punto. En ella
se representan desde el origen las líneas de pendiente dada por la intensidad relativa de los
factores (K/L) en cada bien que resulta ser óptima dada la relación (w/r) existente en
ambos países. Naturalmente, a medida que nos alejamos del origen dedicamos más K y L
a la producción del respectivo bien, accediendo así a un determinado nivel de producción.
Si la dotación de factores de la economía viene dada por el punto (K, L)A, la figura
muestra la única forma de distribuir las dotaciones de K y L nacionales compatible con el
pleno empleo de ambos, y viene dada por la asignación de las cuantías Ki1 y Li1 a la
industria I y Km1 y Lm1 a la industria M.
Ahora la Figura 3.11a permite analizar el impacto de una variación en la cuantía de un
factor, en este caso trabajo, L, como consecuencia de un crecimiento demográfico o por la
llegada de flujos migratorios importantes. La nueva dotación de factores de la economía
pasaría al punto (K, L2), con la subsiguiente asignación de factores entre las industrias I y
M dada por los puntos (Ki2, Li2) y (Km2, Lm2). El resultado notable, conocido como teo-
rema de Rybczynski, es que aumenta la producción de la industria que utiliza intensiva-
mente el factor cuya cuantía ha aumentado, mientras que la producción del otro bien dis-
minuye incluso en términos absolutos. La intuición económica radica en la necesidad de

K
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(K, L)A

IA
Ki1

Km1 MA
(K/L)i
(K/L)m
0
Li1 Lm1 L

Figura 3.10. Distribución de la dotación de (K, L) de A entre las industrias.

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Comercio internacional y distribución de la renta 89

K
(K, L) (K, L2)
K1a = K2a

Ki1

Ki2

0
Li2 Lm1 Lm2 L2a L

Figura 3.11a. Efectos de un aumento en el factor L.

que este otro sector «libere» parte de los recursos cuya cuantía no ha variado a fin de per-
mitir los incrementos de producción del sector intensivo en el factor ahora algo más
abundante.
La Figura 3.11b muestra el caso en que el factor que aumenta es el capital, K, por
ejemplo por un proceso de acumulación interna o llegada de inversión extranjera. De nue-
vo el efecto es incrementarse la producción del bien intensivo en capital, a expensas de
reducirse la cuantía del otro bien. Observe que la dirección del efecto Rybczynski es la
misma, tanto si varía la cantidad del factor abundante como del escaso.
Este efecto Rybczynski explica también parte del impacto conflictivo del comercio
internacional, cuando determinados sectores a los cuales está vinculado un modo de vida,

K
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K2 L(K2)

I2
∆K

K1 L(K1)

I1
M1
M2

0
L

Figura 3.11b. Efectos de un aumento en el factor K.

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90 Economía internacional

o la economía de una región, ven detraídos recursos de forma importante en favor de otros.
La denominada «enfermedad holandesa» describe los problemas de la economía de países
que se encuentran con nuevos recursos (como el petróleo en el Mar del Norte) y ello gene-
rará absorción de recursos de otros sectores más «tradicionales» de la economía. Una ele-
vación de precios de un sector de exportación —conectado a veces a una apreciación de la
moneda nacional— puede deteriorar la posición de los demás sectores de la economía.
Un aspecto adicional de esta dinámica lo analizamos en el Epígrafe 3.4.1.

3.4. LIMITACIONES DEL ENFOQUE HECKSCHER-OHLIN


Y SU SUPERACIÓN
3.4.1. Igualación precios-factores: no excesiva disimilitud
en las proporciones de factores
Las Figuras 3.5, 3.6 y 3.7 son útiles también para constatar uno de los límites de los argu-
mentos anteriores. Se han basado en que al igualarse los precios de los bienes asimismo se
igualaban los de los factores entre los países pese a que tales países tuviesen dotaciones
iniciales diferentes (y por tanto en autarquía tendrían precios de los factores diferentes). El
mecanismo que permitía esta igualación de los precios de los factores era la capacidad de
reasignar los recursos en cada país de forma muy notable hacia el sector exportador, que
utiliza intensivamente el factor abundante. Como muestra la Figura 3.5 este mecanismo
deja de funcionar si las dotaciones de factores difieren lo suficiente entre países —por
ejemplo, se ubican en el punto Ef— fuera de la superficie romboide que marca la posibi-
lidad de reproducir los resultados de la economía integrada. Ahora el país más «polari-
zado» producirá exclusivamente el bien en cuya producción sea intensivo el factor abun-
dante, pero ya no se verificará la igualación de los precios de los factores.
Desde otra perspectiva este mecanismo puede no funcionar si las ratios deseables de
(K/L) en los sectores no son compatibles con la ratio global (K/L) existente en el país.
Dicho de otra forma, si un país tuviese muy poco capital, cuando aumentase la intensidad
técnicamente deseable, pero en la práctica inalcanzable en (K/L) como consecuencia de la
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elevación en (w/r), el país no podría seguir produciendo ambos bienes, especializándose


plenamente en el intensivo en trabajo. Con ello subsiste el comercio según el criterio HO
pero, en cambio, ahora el salario relativo en ese país pasaría a depender de la productivi-
dad relativa del trabajo en M, dejando de poder aplicarse la igualación de precios de los
factores entre países.
La Figura 3.12 muestra en la parte (a) cómo podría producirse una variación en la
cuantía de un factor en una economía que lo sustrajese a la zona de igualación de precios
de los factores. El punto de partida es el mismo que en la Figura 3.11, pero ahora la varia-
ción de la cantidad de un factor hace que la dotación promedio (K/L) quede fuera del
«cono de diversificación», de modo que el país A se especializaría por completo en la pro-
ducción de M. La Figura 3.12b muestra cómo la frontera de posibilidades de producción
del país A se ve afectada por sucesivos aumentos en la cuantía de L, pasando la produc-
ción de P1 a P2 y P3 —actuando el efecto Rybczynski en forma del aumento de M y la dis-
minución de I— para posteriormente alcanzar la plena especialización en M.
En el Capítulo 14 examinaremos la posibilidad del «crecimiento creador de miseria»
que tiene en esta dinámica una de sus posibles causas.

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Comercio internacional y distribución de la renta 91

(a) (b)
P1

P2
∆L

0 P3 M
Cono de diversificación del país A L

Figura 3.12a y b. El incremento en L conduce al país A a la plena especialización.

3.4.2. Reversión de la intensidad de los factores


Hasta ahora hemos venido suponiendo que los diferentes bienes se producen con unas
diferencias de «intensidad de capital» o «intensidad tecnológica» que presenta una jerar-
quía clara: así, el bien I es más intensivo en capital mientras que el M lo es en trabajo,
independientemente del nivel de producción de cada bien o de cualquier otra considera-
ción. No hay ambigüedad respecto a la caracterización del bien más intensivo en cada fac-
tor. Pero en la realidad podemos encontrarnos con situaciones en que no es así. Para el
lector que pueda estar sorprendido baste constatar como determinados artículos pueden
producirse de forma artesanal, muy intensiva en trabajo, o de forma mecanizada, muy
intensiva en capital. Existen numerosos ejemplos, desde la industria textil a determinados
artículos de precisión o incluso automóviles de alta gama. En estas situaciones puede pro-
ducirse la denominada «reversión de la intensidad de factores», cuando un determinado
bien puede ser más intensivo en capital o menos que otro en función de las circunstancias.
La Figura 3.13 muestra un caso en que el bien M puede producirse con una técnica
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intensiva en capital —adecuada en países como el B en que la retribución del capital


podría ser relativamente barata— pero también podría producirse el bien M con una

r Pm = Cm (w, r)

rA MA

MB
rB
Pi = Ci (w, r)
0 wA wB w

Figura 3.13. Reversión de la intensidad de los factores.

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92 Economía internacional

tecnología más intensiva en trabajo, especialmente adecuada para países como B en que
el salario es más bajo por ser el trabajo comparativamente más abundante y barato. En
este caso podría darse la sólo aparente paradoja de que determinado producto se produjese
en dos países, aunque con técnicas radicalmente diferentes.

3.4.3. Tecnologías idénticas


Las estimaciones empíricas basadas en el modelo HO han encontrado dificultades. La
paradoja de Leontief ya mencionada fue el punto de partida de una enorme cantidad de
trabajos empíricos. Algunas posibles interpretaciones han sido de tipo conceptual, por
ejemplo que realmente la predicción HO se centra en las diferencias de dotaciones de
factores entre las mercancías producidas y las consumidas y no tanto —o al menos no
sólo— en el contenido de las exportaciones e importaciones especialmente si el comer-
cio no está equilibrado. Pero gran parte de las revisiones empíricas han optado por rela-
jar o eliminar el supuesto de tecnologías idénticas entre países —en particular el
supuesto inicial en los trabajos empíricos, que extrapola la tecnología derivada de las
relaciones input/output de Estados Unidos al conjunto de países cuyo comercio era
objeto de estimación. Ciertamente no dejaba— y deja —de ser heroico ese supuesto de
identidad de tecnologías, por mucho que pueda haber avanzado la difusión tecnológica,
como veremos en el Capítulo 14. Pero, en el extremo opuesto, si las estimaciones
empíricas «deducen» las tecnologías de cada país de datos de los flujos comerciales
podría acabarse en unas meras identidades en las que todo se «autoexplica». Por eso,
analizar las razones de las diferencias de tecnologías, productividades y otras variables
relevantes tiene un papel muy significativo en la interacción entre estudios empíricos y
reformulaciones analíticas.

3.4.4. Múltiples mercancías


Cuando, de forma realista, aceptamos que con los factores de producción se puede pro-
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ducir un amplio conjunto de bienes, los análisis anteriores siguen suministrando un pun-
to de partida útil para el análisis. La Figura 3.14 muestra cómo podemos representar los
diferentes bienes en un orden creciente de «sofisticación» mediante el parámetro z —que
normalizamos entre 0 y 1— que mide su intensidad relativa (K/L), de modo que los más
cercanos a 0 serían los bienes más intensivos en trabajo y los más cercanos a 1 los más
intensivos en capital. Si seguimos suponiendo que el país A es relativamente abundante en
trabajo y el B en capital, y teniendo en cuenta que ahora no podemos suponer que «auto-
máticamente» se igualan los precios de los factores, entenderemos que la línea AA, que
muestra el coste unitario de fabricar en el país A cada uno de los productos, esté situada
por debajo de la línea BB del país B, para los productos más intensivos en trabajo, pero en
cambio B sea el productor más eficiente para los productos más intensivos en capital. Este
análisis nos sirve para determinar la «mercancía frontera» dada por z0 que nos delimita el
intervalo de productos entre z = 0 y z = z0 que se producirían en A y el intervalo entre
z = z0 y z = 1 que se producirían en B. Con ello se configuran unas pautas de especiali-
zación que conectan con las diferencias en las dotaciones de factores, en el espíritu ori-
ginario del modelo HO.

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Comercio internacional y distribución de la renta 93

Costes
unitarios

A
A'

A
A'

0
z0 z1 1
Figura 3.14. Comercio con múltiples bienes.

La Figura 3.14 apunta asimismo al efecto que podría tener sobre las pautas de espe-
cilización y comercio algún cambio que desplazase AA hacia abajo hasta A'A', por ejem-
plo, una mejora de la productividad en el país A superior a la de B, o la llegada al país A
de inversiones directas (si proceden de B afectarán probablemente también a la línea BB,
pero para simplificar la figura este efecto no se muestra). En estos casos el país A incre-
mentaría la gama de productos en los que tiene ventaja, al pasar la frontera de z0 a z1. Un
punto de interés es que ahora ha aumentado el grado promedio de sofisticación de los pro-
ductos fabricados en ambos países: A ve incrementado su abanico de productos en unos
de sofisticación superior a los preexistentes, mientras que B ve «perder» la franja z0z1 de
sofisticación más baja de lo que producía inicialmente.
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Recuadro 3.5. Algunas implicaciones de la movilidad de factores


En varios lugares de este capítulo —y de otros— nos referimos a los efectos de
la movilidad de factores de producción. Pese a que tradicionalmente la teoría del
comercio internacional contrapone la movilidad de mercancías a la inmovilidad
de factores, como vimos en el Capítulo 1, la economía internacional va incor-
porando de forma creciente movimientos de factores, muy ampliamente en el
caso de capitales, y con más limitaciones los de trabajo, aunque algunos avances
tecnológicos permiten suministrar servicios a distancia, como veremos en la
Sección 3.6.2.
La Figura 3.15 muestra de la forma más sencilla el efecto básico de la llegada
de un factor extranjero. En cada parte de la figura se muestra la curva de produc-

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94 Economía internacional

tividad marginal del factor que se ve incrementado (capital en la parte izquierda y


trabajo en la parte derecha). En economía cerrada, antes de la llegada del factor
exterior, el equilibrio se denota por el punto E1 en cada parte de la figura, que
corresponde a la utilización y retribución del factor. Por ello la superficie rectan-
gular obtenida multiplicando la utilización del factor por su retribución nos da sus
ingresos: r1K1 en la parte (a) de la figura y w1L1 en la parte (b). Por definición de
productividad marginal, el total de producción viene dado por la superficie («inte-
gral» en términos matemáticos) por debajo de la curva de PMa. Y por ello el resto
de la superficie comprendida por debajo de la curva de PMa y por encima de la
retribución del factor mostrado en cada parte de la figura nos da los ingresos del
«otro factor» diferente del explícitamente representado en cada parte de la figura.
Ahora la movilidad de capitales se representa en la parte (a) como un incre-
mento del capital K dispone para el proceso productivo del país, que pasa de K1 a
K2, al tiempo que la mayor abundancia del factor reduce su rentabilidad desde r1 a
r2. La producción total aumenta en la cuantía F+G. Pero la superficie G corres-
ponde a la retribución del factor extranjero —rendimientos del capital extranjero
invertido en el país— de modo que el efecto neto de ganancia para el país es F. Y
respecto a la distribución de la renta, ahora los ingresos del «otro factor», el trabajo
en la parte (a) de la figura, aumentan en F+H, lo que implica que H es una mera
«redistribución» de ingresos a favor del trabajo y en contra del capital nacional,
consecuencia de la entrada de capitales. Estamos de nuevo en una situación en que
hay contraposición de intereses entre los factores nacionales, ya que uno gana par-
cialmente «a expensas» del otro.
Análogamente en la parte (b) la llegada de trabajo procedente del extranjero,
bien sea físicamente vía migraciones, bien sea sus servicios a través de outsourcing

r w
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E1 E1
r1 w1

H H
F E2 F E2
r2 w2
PMaK
G G PMaL

K1 K2 K L1 L2 L
(a) Capital (b) Trabajo

Figura 3.15. Movilidad de factores.

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Comercio internacional y distribución de la renta 95

de algunas actividades que consisten en prestación de servicios a distancia (como


las externalizaciones de call centers o algunos servicios de los que en la jerga de la
OMC se denominan «modo 1» que implican «suministro transfonterizo»), origina
una ganancia global para el país de F, unos ingresos para el trabajo extranjero de G,
pero una redistribución en contra del «otro factor» nacional (capital u otros tipos de
trabajo) medida por H. Las reticencias a este tipo de «movilidad de factores» se
asocian a estos efectos redistributivos.
Volviendo a la parte (a) de la Figura 11.5, un tema de estudio es el impacto de
la llegada de inversiones extranjeras sobre los salarios nacionales. La figura predice
una mejora, y los datos tienden a indicar que en los países receptores de inversión
los salarios en las empresas con inversión extranjera es frecuente que sean más
altos que en el resto de la economía, pero ello deja pendiente de análisis precisa-
mente el eventual «efecto arrastre» de esos salarios más altos, o si tales salarios se
deben esencialmente a la captación del trabajo de más calidad. Una cuestión
conexa, sobre la que volveremos en el Capítulo 14, es si la superior tecnología de
las inversiones extranjeras tiene efectos spillover de difusión en el país de destino,
lo que contribuiría a la dinámica de mejora salarial, o más bien actúan como
«enclaves» con limitados efectos difusores.

3.4.5. Un caso de estudio: salarios y cualificación del trabajo.


Una primera aproximación
Los principios recogidos en las formulaciones HO y Stolper-Samuelson tienen implica-
ciones para la distribución de la renta que han sido objeto de contrastación empírica. Así,
los casos en que se constata que en países industrializados ha aumentado en las últimas
décadas la desigualdad en la distribución de la renta —bien sea directamente en forma de
«dispersión salarial», es decir, de diferenciales más altos entre los salarios de los traba-
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jadores cualificados y los de los no-cualificados, bien sea en forma de tasas cada vez más
divergentes de desempleo—, una posible explicación estaría en la creciente competencia
vía comercio internacional de países en desarrollo con mano de obra no cualificada
abundante y barata. El resultado sería que la demanda relativa de trabajo cualificado
subiría en los países desarrollados, tanto por la mayor demanda derivada de la capacidad
de exportar a los nuevos países en desarrollo que se incorporan a la economía global,
como de la sustitución de producción nacional de esos países desarrollados por importa-
ciones procedentes de países en desarrollo en los bienes intensivos en trabajo menos cua-
lificado.
Una implicación sería la posibilidad de que el comercio internacional por un lado
pudiese tener a nivel internacional un efecto de tender a igualar la retribución de cada fac-
tor de producción (como consecuencia del intercambio «indirecto» de factores entre
países) pero al mismo tiempo, al menos en algunos países, tuviese una tendencia a incre-
mentar las desigualdades internas entre factores nacionales. Una versión polémica recien-
te ha sido el debate acerca de si la incorporación generalizada al comercio internacional
de países en desarrollo con mano de obra (no-cualificada) comparativamente abundante (y

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96 Economía internacional

barata) podría estar reduciendo la demanda de ese tipo de trabajo en los países desarro-
llados, «acercando» sus retribuciones a las de los países en desarrollo, pero al mismo
tiempo agravando la desigualdad en la distribución de la renta en los países desarrollados.
Como sabemos, esta no es la única explicación, ya que una alternativa del aumento en
la demanda relativa de trabajo cualificado (versus el no-cualificado) sería la caracteriza-
ción del progreso tecnológico que, en promedio, requeriría para su implementación tra-
bajo más cualificado. Es decir, el progreso tecnológico estaría «sesgado» hacia el trabajo
cualificado y en contra del trabajo menos cualificado.
Ciertamente, aunque en su momento ambas explicaciones se plantearon como con-
trapuestas —y dieron lugar a recomendaciones de políticas divergentes— pueden formar
parte del mismo conjunto de desarrollos de la globalización. En la Sección 3.6 examina-
remos una propuesta de Feenstra para «reconciliar» la explicación basada en el comercio
y la basada en la tecnología.
El aspecto polémico deriva de aplicar los razonamientos anteriores simultáneamente
a los países en desarrollo, con mano de obra abundante y barata. Si la fuerza motriz de
estos cambios fuese un incremento del comercio mundial basado en los principios HO, el
resultado en esos países debería ser una elevación relativa del precio de los bienes inten-
sivos en trabajo no cualificado (y por tanto un descenso del precio relativo de los artícu-
los en cuya elaboración es intensivo el trabajo cualificado) y en consecuencia una eleva-
ción del salario relativo del trabajo menos cualificado respecto al más cualificado. En
consecuencia, al aumentar la retribución del trabajo menos cualificado, que inicialmente
estaba peor retribuido, el efecto que debería aparecer sería de una tendencia a una mayor
igualdad en la distribución de la renta en esos países.
No siempre ha sido así. La experiencia más positiva al respecto de algunos de los pri-
meros países asiáticos de rápida industrialización se ha visto rectificada por las evidencias
de las últimas décadas, especialmente las referidas a América Latina —así como el propio
caso de China—, que muestran cómo una creciente inserción en el comercio internacio-
nal desde luego no mejora inequívocamente la distribución de la renta, y en algunos casos
se ha producido un empeoramiento de la desigualdad, además de observarse en varios
casos una mejora de las retribuciones de las altas cualificaciones laborales. Entre las expli-
caciones de estos fenómenos está, por un lado, la constatación de que para muchos de
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esos países la inserción en la economía global ha supuesto asimismo la llegada de inver-


siones directas que incorporan tecnología sensiblemente superior a la preexistente y que
requiere notablemente más trabajo cualificado. La inversión directa extranjera (IDE/FDI)
incorporaría tecnología «sesgada» a favor del trabajo cualificado, elevando su demanda
también en los países en desarrollo.
Una explicación alternativa —no excluyente con lo anterior— señala que la mayor
competencia que supone el comercio internacional al sector de bienes «comerciables»
—más sujetos ahora a la competencia internacional— de la economía impone una disci-
plina en precios y una reducción de «rentas» asociadas a la antigua protección, que en
mayor o menor medida se «apropiaba» el factor trabajo, lo que daría lugar a una presión
a la baja que podría contrarrestar las esperadas ganancias asociadas a la operatividad del
efecto Stolper-Samuelson. Ello encaja con los casos en que los salarios en el sector
comerciable —con un nivel de cualificación a veces menor que el no comerciable— tien-
de a verse más presionado. Arbache et al. (2004) documentan que ese ha sido el caso de
Brasil desde principios de los noventa, con presiones a la baja sobre los salarios con
excepción de los correspondientes a los más altos de educación, convertidos en la mejor

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Comercio internacional y distribución de la renta 97

garantía de adecuación a los nuevos requerimientos de unos sectores más abiertos y


competitivos.
Una razón adicional derivaría de la posición relativa de los diversos países en la
economía global. Así, por ejemplo, se argumenta que con la irrupción en el comercio
mundial de países como China, Pakistán, Bangladesh, Vietnam, etc., con mano de obra no
cualificada más abundante y barata que algunos países también en desarrollo, como los de
América Latina, los precios de los productos fabricados intensivamente con ese factor se
verían reducidos, empeorando la distribución de la renta en los países ahora convertidos
en «intermedios» e induciéndolos a reubicarse en la DIT. Las preocupaciones explicitadas
por México ante la incorporación creciente de China al comercio internacional serían un
buen exponente de esta problemática.
En todo caso, como ya se ha dicho, en varias de las formulaciones siguientes de este
capítulo y en otros lugares de este libro volveremos sobre la cuestóna analizada en este
epígrafe. Easterly (2004) ofrece una interesante perspectiva histórica, precisamente con-
traponiendo los enfoques basados en «dotaciones de factores» y los centrados en dife-
rencias de productividad.

3.5. COMERCIO EN INPUTS INTERMEDIOS

3.5.1. Introducción
A la hora de analizar e interpretar las causas y efectos del comercio internacional, una
consideración de creciente importancia es la de que un número creciente de empresas
encuentran rentable y viable repartir los procesos productivos entre varios países, «mul-
tinacionalizando» su actividad. Como indicamos en el Capítulo 1, este rasgo constituye
una de las caracterizaciones básicas de la economía internacional actual. Ha recibido
muchas denominaciones, como recuerda Feenstra al comentar en el acertado título de un
artículo cómo precisamente la creciente «integración del comercio» está permitiendo la
«desintegración de la producción». Así, Krugman la denominó «partición de la cadena de
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valor», Drucker «compartir producción», Hummels et al. «especialización vertical», o en


ocasiones «deslocalización» o outsourcing.
En esta sección aplicaremos algunos de los instrumentos de análisis de las anteriores
a esta nueva realidad de la economía internacional. Veremos cómo los mismos métodos
aplicados a unas realidades diferentes proporcionan resultados que a veces divergen de los
obtenidos en las secciones anteriores. En particular están siendo objeto de debate las con-
secuencias sobre la distribución de la renta de este fenómeno, tanto en los países indus-
trializados que ven cómo algunas de sus actividades se «desplazan» a economías emer-
gentes como en éstas. En especial, el hecho de que en las economías más avanzadas se
haya deteriorado en las últimas décadas la posición relativa de los trabajadores menos cua-
lificados (en Estados Unidos ello se ha reflejado en su empleo y salario comparativo res-
pecto a los de más cualificación, mientras que en la Europa con mercado de trabajo más
regulado ha sido el desempleo relativo la variable de ajuste) ha llevado a analizar la
eventual «responsabilidad» del comercio. Para algunos estas serían causas importantes,
mientras que otros enfoques apuntan más bien a los cambios tecnológicos básicamente
orientados a sustituir trabajo de baja cualificación.

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98 Economía internacional

¿Qué papel desempeñan en estos debates las deslocalizaciones? En particular, se


apunta a la búsqueda de explicaciones alternativas a las vinculadas al comercio interna-
cional a la constatación de que buena parte de las variaciones en los salarios y empleos
han tenido lugar en el interior de las industrias (variaciones en los tipos de trabajo
demandados en cada industria) más que entre industrias. Asimismo, cabe señalar que si
fuesen aplicables las consideraciones de la Sección 3.3, el teorema Stolper-Samuelson
requeriría que tras el aumento en la retribución relativa del trabajo más cualificado estu-
viese un incremento en el precio relativo de los bienes más intensivos en trabajo cualifi-
cado, que no se constata (así, los artículos informáticos no han visto crecer sus precios
más rápidamente que los de industrias tecnológicamente medias o bajas, sino más bien lo
contrario). Una de las ventajas de explicitar el análisis del outsourcing es que permite
reconciliar las explicaciones «comerciales» y las «tecnológicas» presentándolas como
aspectos parciales de un ajuste a las nuevas posibilidades y «reglas del juego» de la
economía global, como muestra el epígrafe siguiente.

3.5.2. Intercambios en el interior de un sector o empresa


Consideremos —siguiendo una formalización de Feenstra (2004)— tres actividades en el
interior de una empresa o industria: la producción de un input intermedio intensivo,
input 1, en trabajo poco cualificado —por ejemplo, los productos semielaborados pro-
ducidos en fábrica—, otro input intermedio, input 2, intensivo en trabajo cualificado —por
ejemplo, las actividades de diseño, R+D+I o las de marketing y publicidad—, y el mero
«ensamblaje» de ambos para dar lugar al producto acabado.
La Figura 3.16 es paralela a la 3.9, mostrándose las combinaciones de precios del tra-
bajo cualificado, wq, y del menos cualificado, wn, que permiten producir cada uno de los
inputs intermedios con un determinado coste. La diferencia respecto a la Figura 3.9 es que
en ella se comparaban costes de producir distintos bienes en distintas industrias y ahora
comparamos costes de producir inputs dentro de la misma industria o actividad. Nueva-
mente la línea p1 = c1 (wq, wn) muestra más sensibilidad respecto a salario del factor uti-
lizado más intensiva (es decir, la retribución del trabajo menos cualificado), mientras que
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wq

wq' E'

E
wq
p2

p1

0 w n' wn wn

Figura 3.16. Efectos sobre los salarios relativos de un abaratamiento del input intermedio
importado.

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Comercio internacional y distribución de la renta 99

el coste de producción del input 2 es más sensible a la retribución del trabajo cualificado
utilizado intensivamente en su producción. El equilibrio inicial se produce en el punto E.
Ahora podemos analizar de forma sencilla el efecto de una reducción en el precio del
input 1 —intensivo en trabajo menos cualificado— derivada de la posibilidad de importar
o externalizar la producción de ese input como un desplazamiento de su isocoste hacia den-
tro, que da lugar a un nuevo equilibrio en el punto E', con una reducción en el salario del
trabajo menos cualificado, wn, y un aumento del salario del trabajo más cualificado, wq.
Un efecto indirecto es que —ya que p1 disminuye respecto a p2— el precio del pro-
ducto final —una media ponderada del precio de ambos inputs intermedios— aumenta
respecto al precio del input 1 y disminuirá respecto al del input 2. Ello permite explicar las
observaciones empíricas de que en los países desarrollados que «deslocalizan» la pro-
ducción de los inputs más intensivos en trabajo de menor cualificación, los precios de los
productos acabados que se venden en los mercados internos suben más que los precios de
los productos importados. Ello permite «reconciliar» la evolución adversa de los salarios
relativos del trabajo menos cualificado con el abaratamiento en el interior de cada indus-
tria de los precios de los productos importados —a menudo componentes, o artículos sen-
cillos que hay que publicitar y comercializar— respecto a los precios internos que incor-
poran más trabajo cualificado nacional.
Una extensión de este análisis al caso de múltiples inputs nos permitiría intuitiva-
mente explicar cómo una creciente inversión en países emergentes conduce a desplazar
hacia éstos la producción de un subconjunto de inputs de creciente sofisticación. Por
ejemplo, no sólo el ensamblaje de automóviles o computadoras, sino algunos compo-
nentes. Con ello la demanda de trabajo en estas economías emergentes tiende a tener un
componente cada vez más cualificado, y lo mismo sucede en los países desarrollados que
ven concentrarse su producción en las tareas más intensivas en trabajo cualificado. El
resultado es que en ambos tipos de países el trabajo cualificado experimenta un alza en su
demanda relativa, con los subsiguientes efectos en el empleo y los salarios.

3.6. FACTORES ESPECÍFICOS


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3.6.1. El modelo de factores específicos


El modelo de factores específicos analiza las situaciones en las que cada uno de los
bienes que pueden producirse requiere un factor de producción «específico» a esa indus-
tria o actividad, así como, en general, otro factor de producción que es compartido entre
las diferentes industrias. Por ejemplo, si un país puede producir bienes agrícolas y pro-
ductos industriales, podría modelizarse la producción agrícola como requiriendo el factor
específico «tierra» mientras que la producción industrial requeriría el factor específico
«capital», compartiendo ambas actividades el factor móvil o desplazable entre ambas acti-
vidades «trabajo». En un sentido más amplio, puede pensarse que las diferentes industrias
tienen requerimientos de tipos de capital con elementos de especificidad, de modo que el
capital válido para una actividad no puede desplazarse sin más a otras —por ejemplo, los
altos hornos de la siderurgia no pueden reorientarse a producir tejidos u ordenadores.
En este caso la determinación de la asignación de recursos en la economía se
reduce esencialmente a la asignación del factor móvil entre industrias —llamémosle tra-
bajo. La Figura 3.17 muestra cómo se resuelve este problema. La figura tiene como

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100 Economía internacional

∆pA
{
wM
M
N wN

wM

VPMaLi

VPMaLa

Oa LA Li OI

Figura 3.17. Modelo con factores específicos.

base la cuantía total de trabajo existente en la economía, L, y representa la asignación


entre agricultura e industria como la partición de L entre La (medido de izquierda a
derecha desde Oa) y Li (medido de derecha a izquierda desde Oi. Las líneas de pen-
diente negativa respecto a cada uno de los orígenes muestran los valores de la produc-
tividad marginal del trabajo en cada una de las dos actividades, resultado de multiplicar
en cada actividad la productividad del trabajo por el precio del producto que contribu-
ye a generar.
La asignación óptima del trabajo entre actividades requiere la igualación del valor de
la productividad marginal en cada industria, como muestra el punto M. El salario o retri-
bución del trabajo viene dado por la ordenada del punto M.
Debe recordarse que la posición de cada curva de valor del producto marginal depen-
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de de la cuantía del factor específico en esa industria. Si entre dos países la única dife-
rencia fuese la dotación relativa de un factor específico (por ejemplo, el país A dispusie-
se de más tierra que el país B, pero la tecnología fuese la misma y el comercio igualase
los precios de los bienes) la curva de VPMaL1 se situaría más arriba y ello generaría un
salario más alto en ese país. En consecuencia obtenemos una importante divergencia res-
pecto al modelo HO: ya no se verifica la igualación de los precios de los factores.
Si ahora por cualquier motivo —en especial por la apertura al comercio internacio-
nal— aumenta el precio de uno de los bienes, por ejemplo del bien A, su curva de
PMaLa se desplazará proporcionalmente hacia arriba, como muestra la Figura 3.17, dan-
do lugar a un nuevo equilibrio en el país en N. El factor trabajo se redistribuye en favor
del sector que ve aumentar su precio. El salario w se incrementa hasta wn menos que pro-
porcionalmente respecto al aumento de pa. El salario real en términos de pa disminuye,
pero aumenta en términos de pi, de modo que el efecto neto es ambiguo, dependiendo de
las pautas de consumo.
Por lo que hace referencia a la retribución del factor específico en cada actividad, en la
medida en que el precio sea una media ponderada de la evolución del coste de los inputs, para

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Comercio internacional y distribución de la renta 101

que pa varíe más que w es necesario que ra aumente más que pa, de modo que — denotando
de nuevo los asteriscos tasas de variación— ahora ra* > pa* > w*. Y si pi no varía, la retri-
bución del factor específico a la industria I, ri, tiene que «absorber» el aumento de coste indu-
cido en w, verificándose w* > pi* > ri. Combinando ambas desigualdades vemos que en este
escenario de factor específico ahora el factor trabajo —móvil entre sectores— ve modifica-
da su retribución en una cuantía intermedia entre las variaciones de los precios de los bienes,
mientras que los factores específicos siguen viendo «amplificado» el efecto sobre su retri-
bución derivado de las variaciones de los precios de los bienes que contribuyen a producir.
Asimismo ahora un incremento en la cuantía del factor específico de una actividad
—como puede verse en la Figura 3.17 una vez constatamos que un aumento del factor espe-
cífico en cada actividad desplaza hacia arriba la curva de VPMaL en esa actividad, ya que
eleva la productividad marginal del trabajo, de modo que gráficamente el resultado es des-
plazar esa curva hacia arriba— aumenta la cuantía del factor móvil —trabajo— que va a esa
industria —aumentando su producción, pero reduciendo la de la otra industria, de forma aná-
loga al efecto Rybczynski— al tiempo que eleva los salarios en detrimento de las retribu-
ciones de los factores específicos, tanto de la industria que experimenta el aumento como de
la otra. Por el contrario —como veremos en un caso concreto en la sección siguiente— si lo
que aumenta es la cuantía del factor móvil, baja su retribución, favoreciendo la producción de
ambas industrias y las retribuciones de ambos factores específicos.

3.6.2. Una aplicación del modelo de factores específicos a casos


de outsourcing
El modelo de factores específicos puede utilizarse para analizar algunos de los mecanismos
de outsourcing que son objeto de debate en la actualidad. Bhagwati et al. (2004) lo han apli-
cado —con pretensiones de «tranquilizar» un debate que se estaba agriando en Estados
Unidos— al caso de servicios que de forma creciente pueden ser prestados «a distancia»
(especialmente gracias a Internet) como los call centers de empresas europeas o estadouni-
denses en países emergentes, como India, o la realización de tareas de servicios empresaria-
les (contabilidad o diseño) o profesionales (exámenes de análisis clínicos). Para evaluar el
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impacto de esta externalización internacional de servicios se contraponen dos modelos.


Por un lado, una variante del modelo más simple de las primeras secciones de este
capítulo, que muestra cómo el acceso de un país con salarios altos a servicios más baratos
prestados desde el extranjero puede tener los efectos de mejorar el bienestar global pero
al «coste» de una redistribución de la renta que perjudique al factor que afronta la nueva
competencia.
Por otra parte, como muestra la Figura 3.18, puede analizarse la situación como la
interacción en la economía nacional de dos sectores, cada uno con un factor de pro-
ducción específico, más otro móvil en el conjunto de la economía, concretamente el tra-
bajo cualificado que puede ser objeto de outsourcing. La figura muestra un sector 1 de
actividades que compiten con las importaciones, que utilizan el factor específico de tra-
bajo no cualificado, y un sector 2 que produce bienes que pueden exportarse con el fac-
tor específico capital. La figura muestra las curvas de valor del producto marginal del
trabajo cualificado en cada sector —VPMaLq(1) y VPMaLq(2)— siendo el equilibrio
inicial el correspondiente al punto M —tal como vimos en la Figura 3.17, con una retri-
bución del trabajo cualificado dada por wq. Suponemos ahora que aparece la posibilidad

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102 Economía internacional

VPMaLq (2)
VPMaLq (1)

WN

M F
wq wq

G T N J
w'q w'q

Importación Lq

OI S S' S'' Li O2 O'2

GN

Figura 3.18. Factores específicos y outsourcing de servicios.

de contratar en el extranjero trabajo cualificado, lo que conduce su retribución de wq a


wq'. La suma de demandas de trabajo cualificado a ese salario conduce a un exceso de
demanda GN que equivale al volumen de factor trabajo cualificado contratado en el
exterior, y que se representa mediante una ampliación de la «base» de la figura de
cuantía O2O' 2 = GN.
Ahora la producción total de la economía nacional aumenta en la cuantía adicional
por debajo de las curvas de VPMaLq —MSS'N + NS'S''F— y restando las retribuciones
al factor extranjero (SS''JT) nos señala que el valor de la producción adicional que retri-
buye a los factores nacionales viene dado por MTN + NFJ. Y ahora la contrapartida de la
reducción en la retribución del factor móvil es la mejora en las retribuciones de los fac-
tores específicos en cada uno de los sectores, ya que son los beneficiarios de este incre-
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mento de valor de las producciones nacionales.


Es llamativo que en esta formalización el trabajo no cualificado pueda acabar mejo-
rando, pero es un efecto «colateral» del modelo que tiende a lanzar un mensaje «tran-
quilizador» respecto al impacto de este outsourcing para el bienestar nacional, asimilan-
do sus efectos a los ya analizados en las formulaciones conocidas del impacto de la
internacionalización de la economía.

3.7. EXTENSIONES Y AMPLIACIONES DE LAS IDEAS BÁSICAS


DE LA DOTACIÓN DE FACTORES
En esta sección analizaremos dos desarrollos modernos que retienen parcialmente ideas
del enfoque de dotaciones de factores, pero conectándolas con otros desarrollos. En el
Epígrafe 3.7.1 veremos los principales efectos de la ampliación del modelo HO a situa-
ciones de competencia imperfecta asociadas a economías de escala, lo que nos conecta
con el contenido del capítulo siguiente. Pero lo recogemos en este capítulo ya que sus pre-

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Comercio internacional y distribución de la renta 103

dicciones tienen un «tono» semejante al de HO. La Sección 3.7.2 introduce el papel de


unas diferencias singulares: la calidad en las instituciones, en especial la efectividad de los
contratos. En cierta medida la «calidad de las instituciones» actúa como un «recurso»
cuyas diferencia marcan pautas de comercio, y además, según la manera en que se mode-
licen estas diferencias de calidad institucional, los resultados se asemejan más a los
planteamientos del Capítulo 2 de diferencias de productividad o a los de alguna de las
variantes de este Capítulo 3, como veremos.

3.7.1. Dotaciones de factores y competencia imperfecta


Romalis (2004) presenta una reformulación del modelo Heckscher-Ohlin en la que los
países tienen una mayor presencia en la producción y exportaciones mundiales — cuan-
do se aproximan por la presencia en las importaciones a Estados Unidos— de aquellos
productos que utilizan intensivamente el factor abundante. Es la denominada predicción
quasi-HO, especificándose lo de «quasi» a la incorporación al modelo de aspectos de
competencia imperfecta y costes de transporte, facilitando la integración del enfoque HO
con otras formulaciones explicativas del comercio internacional comentadas en este
capítulo y el siguiente.
La igualación de los precios de los factores puede no darse tanto por amplias dife-
rencias en las dotaciones de factores como por la existencia de costes de transporte de
magnitud significativa. En este segundo caso, el factor más abundante en cada país sería
más barato, y ello contribuiría a explicar —aparte de diferencias en las preferencias— el
«sesgo» hacia el consumo de bienes de producción nacional, que se observa asimismo en
las contrastaciones empíricas.
Pero en todo caso, sí tiene un papel a la hora de explicar los beneficios y las pautas de
los intercambios comerciales el papel del comercio internacional como forma de «relajar»
la presión de los rendimientos decrecientes. En los países de crecimiento rápido (a veces
denominados «milagros»), la acumulación de capital físico y cualificación ha generado
cambios en la estructura productiva y comercial. Y muestra cómo los países asiáticos de
rápido crecimiento tienden a aproximarse en su tipología de exportaciones más intensivas
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en capital y en cualificaciones del trabajo a medida que acumulan esos factores de pro-
ducción. Es lo que denomina el efecto «quasi-Rybczynski», y refuerza la interpretación de
la apertura comercial como una forma de contrarrestar las presiones a la baja sobre la pro-
ductividad de los factores y sobre el crecimiento.

3.7.2. Calidad de las instituciones y comercio internacional


Como ya apuntamos en el Capítulo 1, y volveremos sobre ello en diferentes partes de este
texto, son muchas las opiniones y evidencias de que las instituciones —y las diferencias
entre instituciones— tienen un papel relevante para explicar diferencias de niveles —y
tasas de crecimiento— de renta y bienestar. Aspectos como la provisión de incentivos
adecuados, un marco jurídico y político estable, con seguridad jurídica, en los contratos y
las inversiones, una ausencia de corrupción, etc., son rasgos que es fácil entender que pue-
den marcar diferencias, y —para algunos, como veremos, especialmente en el Capítulo
14— pueden ser diferencias decisivas.

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104 Economía internacional

Veamos a continuación la original aplicación de Levchenko (2004) de la idea de la


importancia de la «calidad de las instituciones» a las explicaciones del comercio inter-
nacional, que combina contenidos del capítulo anterior y de éste, en función de la forma
de introducir tales diferencias de calidad institucional. El modelo supone que existen dos
países, Norte, N, y Sur, S, con dos factores de producción, capital, K, y trabajo, L, que se
utilizan para producir tres bienes, uno de ellos mediante la utilización de únicamente K,
otro sólo con L y un tercer bien más «complejo» que requiere combinar ambos factores.
La efectividad con que se combinen estos factores en este «bien complejo» se ve afecta-
da por la calidad de las instituciones.
Una primera forma de modelizar la diferencia de calidades institucionales sería sim-
plemente suponer que el Norte, N, tiene una mayor productividad en la producción del bien
complejo. En este caso, nos encontramos básicamente con el escenario del Capítulo 2, ori-
ginando las diferencias de productividad que N se especializa en el bien complejo más
«sensible a la calidad institucional», que pasaría a ser importado por S, que se vería bene-
ficiado por la mayor calidad institucional que «importaría», a la vez que S deja de ser pena-
lizado por sus deficientes instituciones. El resultado es análogo al Capítulo 2, importándose
ahora la mejor calidad institucional en vez de la mayor productividad tecnológica.
Una forma alternativa, y tal vez más realista, sería introducir las diferencias de cali-
dad institucional como una mayor eficiencia contractual en la obtención simultánea de
K y L para producir el bien complejo, en particular, un menor riesgo de que algunas
«inversiones específicas» en ese bien no sean expropiadas o desvalorizadas por com-
portamientos oportunistas. El país con más calidad institucional sería nuevamente más
eficiente en la producción del «bien complejo», pero ahora podría además ofrecer
salarios más altos en ese sector respecto al que produce un bien sólo con trabajo, de
modo que tendríamos una explicación de que los «buenos empleos» asociados a acti-
vidades complejas «dependientes de la calidad institucional» abundan más en el Norte.
De hecho, nuevamente la producción del bien complejo se concentrará en el Norte, pero
ahora ello generará un efecto de incrementos de esas «rentas de buenos empleos» que
harán que sea N el principal beneficiado por el comercio, mientras que en S actúan dos
fuerzas contrapuestas: por un lado una disminución de la ineficiencia asociada a la baja
calidad institucional —ya que el «bien complejo» se produce en N— pero, por otro, una
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disminución de los «mejores empleos».


Una consecuencia de estos planteamientos es que la apertura al comercio interna-
cional puede hacer más gravoso para un país seguir manteniendo instituciones de
baja calidad, caso de ser más aproximado a la realidad este último caso, por lo que la
argumentación a favor de la inserción en el comercio internacional se vería reforzada
con el motivo adicional de presionar para un mejor calidad de las instituciones. Vol-
veremos sobre estos temas en varios lugares del texto, y especialmente en los dos últi-
mos capítulos.

RESUMEN
1. Los modelos introducidos en este capítulo exploran diversas fuentes de diferencias
entre países que puedan dar lugar a comercio internacional, al tiempo que introduce
los efectos del comercio sobre la distribución de la renta, muy importantes en la prác-
tica para la economía y la política.

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Comercio internacional y distribución de la renta 105

2. El modelo Heckscher-Ohlin (HO) se basa en el aprovechamiento de diferencias en las


dotaciones relativas de factores entre países, cuando se producen varios bienes que a
su vez difieren en la intensidad relativa con que utilizan los factores de producción.
3. El criterio de especialización HO tiende a especializar a cada país en aquella actividad
que utiliza intensivamente el factor abundante en ese país. Ese factor abundante
sería el beneficiario del comercio internacional, mientras que el factor escaso se
vería perjudicado por la nueva competencia que supondrían los productos importados.
4. Un rasgo del comercio internacional es que contrarresta parcialmente la tendencia
decreciente de la productividad marginal de los factores.
5. Para interpretar los efectos de la multinacionalización de la actividad económica o la
«desintegración de la producción» entre varios países, es útil aplicar los principios del
comercio a las distintas actividades en el interior de cada empresa.
6. Los modelos con factores más específicos para cada actividad enriquecen el análisis
y las implicaciones empíricas. Son aplicables asimismo al estudio del outsourcing.
7. Los modelos estudiados tienen diferentes implicaciones acerca de la distribución de la
renta entre los factores de producción. En conjunto ofrecen ingredientes explicativos
que pueden ser aplicados a cada país y momento en función de las especificidades.

ACTIVIDADES
1. Complete la Figura 3.6 de forma que determine los flujos comerciales del país B.
2. En los casos en que un factor de producción sale ganando y otro perdiendo, ¿qué respu-
estas económicas y/o políticas es probable que se pongan en marcha? ¿Cuáles serían
sus posibles consecuencias a corto y largo plazo? ¿Qué implicaciones podría tener ello
para la necesidad de una creciente cualificación del factor trabajo y de innovación?
3. Reinterprete la Figura 3.15 como la delimitación de la frontera cuando los costes rele-
vantes se asocian a combinar trabajo cualificado, no cualificado con capital. Ahora el
país A es abundante en trabajo no cualificado y el B en trabajo cualificado, de modo
que el índice z de «sofisticación» debe reinterpretarse como el peso relativo entre tra-
bajo cualificado y no cualificado. Si ahora, como consecuencia de un flujo inversor de
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capital procedente de B y dirigido a A (para aprovechar diferencias de rentabilidad del


capital entre ambos países), AA se desplaza hacia abajo —y BB hacia arriba— com-
pruebe cómo se desplaza la frontera de actividades. ¿Coincide este resultado con la
constatación de la creciente presencia en economías emergentes de la producción de
artículos de creciente sofisticación? Compruebe que en ese caso ha aumentado la
demanda relativa de trabajo cualificado en ambos países, ya que para el país A obte-
ner el intervalo z0z1 aumenta su grado de sofisticación, al tiempo que para B «perder»
la franja z0z1 elimina su parte de producción menos cualificada en trabajo intensivo.
Ello implicaría una tendencia a aumentar el salario relativo del trabajo cualificado en
ambos países. ¿Coincide ello con las observaciones empíricas?

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
La presentación del modelo Heckscher-Ohlin y sus ampliaciones a los casos de comercio
en inputs intermedios y factores específicos está bien desarrollada a un nivel más avan-

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106 Economía internacional

zado en Feenstra (2004). Krugman (1995b) revaloriza la parábola de Samuelson y el plan-


teamiento del comercio internacional en términos de reproducir —o no— la economía
integrada. Ventura (1997) resalta el papel del comercio para contrarrestar el carácter
decreciente de la productividad marginal y su papel en las economías emergentes.

Arbache, J.S.; Dickerson, A., y Green, F. (2004), «Trade liberalisation and wages in
developing countries», Economic Journal, 114, febrero 2004 (págs. F73-F96).
Bhagwati, Jagdish; Panagariya, Arving, y Srinivan, T.N. (2004), «The muddle over Out-
sourcing», Journal of Economic Perspectives, otoño 2004.
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Feenstra, R. (2004), Advanced International Trade - theory and evidence, Princeton Uni-
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Krugman, P. - Obstfeld, M (2003), International Economics - theory and policy, 6.ª ed.,
Addison-Wesley, 2003.
Levchenko, Andrei (2004), «Institutional Quality and International Trade», IMF Working
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Mundell, R. (1957), «International Trade and Factor Mobility», American Economic
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Romalis, John (2004), «Factor Proportions and the Structure of Commodity Trade»,
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Tugores, J. (2002), Economía Internacional: globalización e integración regional, 5.ª ed.,
McGraw-Hill, 2002.
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4
Comercio internacional,
economías de escala y tamaño
del mercado

4.1. LA «NUEVA» TEORÍA DEL COMERCIO INTERNACIONAL:


COMERCIO INTRAINDUSTRIAL
En los Capítulos 2 y 3 hemos presentado diversas explicaciones del comercio interna-
cional que tienen un punto en común: en todas ellas el comercio internacional se basa en
las diferencias entre los países participantes. Dicho de otro modo, las fuentes de beneficios
derivadas del comercio internacional se asocian a sacar partido de las diferencias entre
países (ya sea en productividades, en dotaciones de recursos, etc.). Pero en las últimas
décadas se ha ido haciendo evidente que una buena parte de las transacciones comercia-
les internacionales tienen lugar entre países relativamente similares que intercambian pro-
ductos asimismo semejantes. Por citar un ejemplo destacado, desde la puesta en marcha
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de la actual Unión Europea, desde 1957 con el nombre de Comunidad Económica Euro-
pea, se observó un incremento de los intercambios comerciales entre los socios iniciales
(Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo) de estructuras económicas
relativamente parecidas —desde luego, Francia y Alemania son mucho más similares
entre sí que Francia respecto a Brasil o Alemania respecto a Nigeria— que intercambia-
ban activamente automóviles de diferentes modelos, mobiliario de oficina, productos
químicos, etc… al mismo tiempo que, obviamente, continuaban esos países comerciando
con petróleo o café con terceros países muy diferentes. En América del Norte sucedió algo
similar a raíz del impulso en los flujos comerciales que propició el Acuerdo de Libre
Comercio en el sector automovilístico entre Estados Unidos y Canadá de 1964, antece-
dente del acuerdo más amplio de liberalización comercial de 1989, luego extendido a
México a través del TLC o NAFTA.
A este tipo de comercio se le denomina «comercio intraindustrial», reflejando esta
denominación que las transacciones tienen lugar en el interior de una misma industria, por
ejemplo, cuando automóviles Volkswagen alemanes se venden en Francia al tiempo que
vehículos Renault se venden en Alemania.

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108 Economía internacional

Estas nuevas realidades, con un peso creciente en las estadísticas de comercio interna-
cional desde los años sesenta, se revelaron de difícil encaje en las explicaciones «clásicas»
del comercio internacional, esencialmente porque éstas, como ya se ha indicado, enfatizan
el papel de aprovechar unas diferencias entre países que eran pequeñas en los casos de
comercio intraindustrial más típicos. Por ello surgió la necesidad de formular explicaciones
nuevas que permitiesen detectar cuáles eran los beneficios que podían inducir a que países
similares intercambiasen productos similares. Estas explicaciones del comercio intrain-
dustrial configuran desde finales de los años setenta y principios de los ochenta la que se
denominó la «nueva teoría del comercio internacional» (new trade theory). Como sucede a
veces, varias décadas después se sigue hablando de estas teorías como «nuevas» —como en
ocasiones a las tecnologías de la información y la comunicación se les sigue denominado las
«nuevas tecnologías»— aunque ya están incorporadas al cuerpo principal de explicaciones
del comercio internacional. Como se desprende de lo anterior, sería más correcto denomi-
narlas teorías del comercio intraindustrial. Asimismo, como sucede muchas veces en la his-
toria de la ciencia, cuando surgen unas nuevas explicaciones éstas se plantean inicialmente
como un «desafío», como una alternativa, a las teorías existentes. Con el paso del tiempo se
va viendo que más que una explicación alternativa se trata de una formulación comple-
mentaria, y ello es especialmente aplicable a la relación entre las explicaciones tradiciona-
les y las «nuevas teorías» del comercio internacional, ya que en el mundo real conviven de
forma visiblemente efectiva flujos comerciales basados en aprovechar diferencias entre
territorios con otros que sacan partido de las similitudes.
Aunque inicialmente este tipo de intercambios se desarrollaron sobre todo entre países
industrializados, más recientemente el comercio intraindustrial incide también en los inter-
cambios de países en desarrollo. Además de la creciente aplicabilidad a algunos de estos paí-
ses de los argumentos que se desarrollan a continuación, ello refleja el papel creciente del
«comercio intrafirma», asociado a la partición de la cadena de valor de las empresas o al
outsourcing asociado a la problemática de la multinacionalización y deslocalización de la
actividad productiva y a los cambios en la DIT. Aunque también se argumenta que paradó-
jicamente este comercio «intrafirma» que es también «intraindustria» —si por ejemplo van
de Estados Unidos a México piezas de automóvil y vuelven de México a Estados Unidos
automóviles con las piezas ensambladas— reflejaría realmente diferencias notables más que
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«similitudes». Este argumento abunda en la línea de considerar que si bien cuando nació la
teoría del comercio intraindustrial tuvo que «diferenciar su producto» respecto a las teorías
clásicas resaltando sus diferencias y presentándose como una «alternativa», con cierta
perspectiva queda claro que existen explicaciones complementarias de los flujos comercia-
les, que en cada caso concreto se combinan en las dosis adecuadas. Por eso, como se verá en
las secciones finales de este capítulo, es posible ir introduciendo diferentes modalidades de
comercio —y diferentes explicaciones— en un marco analítico integrado.

Recuadro 4.1. La medición del comercio intraindustrial


El cálculo de los denominados «índices de comercio intraindustrial» depende del
criterio respecto al nivel de agregación que se elija. Por ejemplo, si dos países
intercambian los automóviles de uno por los camiones o motocicletas de otro, estas
transacciones se considerarán intraindustriales si se está utilizando una clasifica-

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Comercio internacional, economías de escala y tamaño del mercado 109

ción de actividades en la que un epígrafe sea «vehículos de motor», pero no serían


considerados estadísticamente como transacciones intraindustriales si la clasifica-
ción de actividades fuese más detallada y automóviles, camiones y motocicletas
tuviesen epígrafes separados. En la práctica existen unas clasificaciones estándares
internacionales, como la SITC (Standard Industrial Trade Classifications) y en las
estadísticas se especifica el «nivel de desagregación» con que se está operando.
En todo caso, la metodología para estimar «índices de comercio intraindus-
trial» (ICI) parten del criterio originalmente expuesto por Grubel y Lloyd, basado
en calcular para cada sector o industria, i, las exportaciones desde el país A hacia
el país B —que denominaremos Xi— y las importaciones que A recibe desde B (y
que son obviamnete exportaciones de B hacia A), Mi. La fórmula que se aplica es:

Σ Xi − M i
ICI Grubel− Lloyd = 1−
(Xi + M i )

siendo el numerador de la fracción el valor absoluto de la diferencia entre expor-


taciones e importaciones del sector i entre A y B. La lógica de esta fórmula es que
en el caso de que un país sólo efectúe comercio interindustrial (y por tanto solo sea
exportador o solo importador, y por tanto o Xi o Mi es cero), la fórmula dará un
resultado 0. En cambio, si todo el comercio fuese perfectamente intraindustrial,
hasta el límite imaginable que en cada industria el país exportase e importase en la
misma cuantía, el índice se convertiría en 1.
Grubel y Lloyd utilizaron inicialmente este ICI para mostrar el peso creciente
del comercio intraindustrial entre los países desarrollados. Algunos estudios empí-
ricos —como Myro-Díaz (2001)— muestran cómo España, en las manufacturas,
pasó de un ICI en su comercio con la UE del 29% en 1985 al 52% en 1996,
mientras que en el comercio español con países ajenos a la UE el ICI habría
pasado del 16% al 33%.
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A la hora de buscar explicaciones de las fuentes de ganancias que podían subyacer


al comercio intraindutrial algunos autores clásicos proporcionaban ya la primera suge-
rencia. Tanto Ohlin como Graham habían indicado que el aprovechamiento de las eco-
nomías de escala podía ser un motivo para liberalizar el comercio entre países, ya que
de este modo las empresas obtendrían más fácil acceso a mercados más amplios, pue-
diendo aprovechar mejor las potenciales economías de escala asociadas a la reducción
de costes unitarios que se puede obtener en muchos sectores cuando aumenta la escala
o volumen de producción. El «tamaño de mercado» se presentaba así como una fuente
de ganancias a aprovechar.
La Figura 4.1 muestra un caso de generación de comercio intraindustrial. En la parte
(a) de la figura existen tres mercados separados por trabas proteccionistas al comercio
insalvables, que hacen que los tres países, Francia, Alemania e Italia, sean mercados
totalmente separados, en cada uno de los cuales suponemos que existe una empresa mono-
polista, que denominaremos —sin ningún afán de realismo— respectivamente, Renault,
Volkswagen y Fiat. Se trata, pues, inicialmente de la existencia de tres monopolios nacio-
nales. Ahora, en la parte (b) de la Figura 4.1 se liberaliza por completo el comercio entre

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110 Economía internacional

Alemania Alemania
(Vw) (Vw)

Francia Francia
(Ren) (Ren)

Italia
Italia
(Fi)
(Fi)

(a) (b)

Figura 4.1. Aparición de comercio intraindustrial.

estos tres países —que pasan a constituir un Mercado Común o Único. ¿Qué efectos eco-
nómicos tendrá? Lo que se trata de explicar son las ganancias que pueden inducir a que la
situación sea la que muestra esa figura, es decir, que los tres países intercambian pro-
ductos entre sí, países similares intercambian productos semejantes, originando un comer-
cio intraindustrial, y en que cada país es al mismo tiempo exportador e importador dentro
de la misma industria.
La sección siguiente introduce los tres ingredientes básicos que conforman las ganan-
cias de este tipo de comercio: a) el mejor aprovechamiento de las economías de escala; b)
el acceso de los consumidores a una variedad más amplia de productos, y c) la introduc-
ción de dosis de competencia, ya que ahora se pasa de tres monopolios nacionales a un
oligopolio en un mercado más amplio, con algo más de competencia, siempre que se
supervise la inexistencia de comportamientos colusivos entre empresas que eliminen o
reduzcan este potencial efecto «procompetitivo».
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4.2. ECONOMÍAS DE ESCALA Y DIFERENCIACIÓN


DE PRODUCTOS
La apertura al comercio en el caso de la Figura 4.1 pone en marcha las siguientes pers-
pectivas:

4.2.1. Aprovechamiento de las economías de escala


Por un lado, las empresas constatan que ahora pueden vender en un mercado mucho más
amplio que el preexistente limitado mercado nacional. En la medida en que ello permita
obtener más aprovechamiento de las economías escala —es decir, de las reducciones en
los costes unitarios asociados a la producción en mayor escala— es una fuente de una uti-
lización más eficiente de los recursos que permite o bien aumentar los beneficios o bien
reducir los precios (llegando así a un mayor número potencial de consumidores), a la vez
que se mejora la competitividad frente a rivales de «terceros países».

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Comercio internacional, economías de escala y tamaño del mercado 111

En los ejemplos de los Capítulos 2 y 3 suponíamos que los recursos necesarios para
producir un bien en un país eran independientes del nivel de producción: es decir, que
hacía falta una unidad de recursos para producir una unidad de X en el país A, fuese esa
unidad la primera o la número quinientos. A la propiedad de la tecnología que se traduce
en que el coste de producir una unidad de producto es independiente del volumen de pro-
ducción se le denomina «rendimientos constantes a escala». En la práctica hay muchos
casos en que, cuando aumenta la producción, el coste de producción aumenta pero menos
que proporcionalmente, por lo que el coste por unidad de hecho disminuye: a esta situa-
ción se le denomina de rendimientos crecientes a escala o economías de escala.
Las economías de escala pueden tener diversas causas, pero podemos resaltar la
presencia de costes fijos: unas partidas de coste que son independientes de que se pro-
duzca una cantidad mayor o menor del bien y que, por tanto, originan un menor coste por
unidad cuanto más pueda repartirse entre un elevado número de unidades producidas.
¿Qué factores pueden estar detrás de estos «costes fijos» que generan economías de
escala? Muy diversos. Especialmente relevantes son las causas tecnológicas, sobre todo
las asociadas a la importancia creciente de la (costosa) investigación, desarrollo e inno-
vación R+D+I. Por ejemplo, para desarrollar un nuevo modelo de coche (o avión), tanto
de Fórmula-1 como un utilitario de éxito, hacen falta años de investigaciones, pruebas,
ajustes, todo ello con los mejores ingenieros, diseñadores, pilotos de pruebas, etc., mien-
tras que una vez se tiene contrastado el prototipo, la producción en serie de una unidad
más o menos incide poco sobre el coste total. Más obvio es, quizá, el caso de elaborar un
programa de software «revolucionario», que puede llevar años de trabajo de los mejores
cerebros, mientras que una vez se tiene, reproducirlo tiene un coste mínimo. En las
industrias tecnológicamente avanzadas el R+D+I se convierte en el coste fijo básico.
Se mencionan a veces también las economías de escala en el márketing, que es
especialmente relevante en productos diferenciados: así, el gasto publicitario de una
campaña en los medios de comunicación para conseguir convencer al «público» de que
«X cola refresca mejor», o que «Y lava más blanco» se traducirá en un menor coste por
unidad vendida si el coste de la campaña puede repartirse entre una elevada cifra de
ventas.
Veamos una formulación algo más concreta. Como ya se ha dicho, la forma más sen-
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cilla —y además una de las más realistas— de presentar economías de escala consiste en
postular una función de costes para las empresas que contenga un «coste fijo», indepen-
diente del nivel de producción —como el de R+D+I mencionado en el texto o el de ins-
talación inicial del equipamiento— y un «coste variable» dependiente del nivel de pro-
ducción. La formulación más simple sería que el coste de producción, C, tuviese un
componente fijo, F, y uno variable proporcional al volumen de producción, q, siendo v el
coste variable medio asociado a cada unidad producida:

C = F + vq

Para obtener el coste medio o unitario (CMe) basta dividir el coste total, C, por el
volumen de producción, q, para obtener:

C F
CMe = —— = v + ——
q q

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112 Economía internacional

Esta expresión recoge de la forma más básica posible una relación negativa entre el
coste unitario o medio y el nivel de producción, q, que aparece en el denominador del últi-
mo término. Claramente la explicación radica en que cuanto más se pueda «repartir» o
«distribuir» el coste fijo entre más unidades producidas, menos será la parte de este cos-
te fijo que deberá «imputarse» a cada una de las unidades producidas. Y, como también
evidencia la expresión —y el sentido común— esto es especialmente importante en
aquellas empresas, sectores o actividades en que el coste fijo F es relativamente elevado.
La Figura 4.2 representa la evolución del coste medio o unitario para dos procesos
productivos con el mismo coste variable unitario, v, pero con diferentes costes fijos,
siendo Fx superior a Fy. Si una liberalización comercial permite vender más unidades en
el mercado ampliado, pasando la producción de qa (autarquía) a qc (comercio), la figura
muestra tanto la forma habitual de las economías de escala —costes unitarios más bajos
asociados a niveles de producción más elevados— como el hecho de que estas economías
de escala son más pronunciadas cuanto más elevado sea el coste fijo.
La Figura 4.3 y el Cuadro 4.1 muestran una forma alternativa de ver el papel de las
economías de escala. En ella se representan dos empresas que antes de la apertura al
comercio internacional tienen el mismo coste unitario, 600 euros. Pero en el caso de la
industria X el coste fijo es de 50.000 euros y el variable por unidad es de 500, mientras
que en la industria Y el coste fijo, 250.000, es más importante (por ejemplo, porque
requiere una inversión inicial en innovación más alta o en tecnología más sofisticada) el
coste variable adicional por unidad, 100, es más bajo. Si ahora el tamaño del mercado
relevante se amplía como consecuencia de la liberalización comercial, de forma que las
ventas pasan de 500 a 1.000 unidades, el coste fijo se puede «repartir» entre más uni-
dades, de modo que la reducción del coste unitario es más significativa en la actividad
con ese coste fijo más elevado, como muestran la figura y el cuadro. Esta mayor
reducción permite más competitividad, que se puede traducir en menores precios que

Coste Fx
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medio
o unitario
Fx > Fy
Fy

CMex
CMey

0 q
qa qc
Nivel de producción

Figura 4.2. Economía de escala y costes fijos.

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Comercio internacional, economías de escala y tamaño del mercado 113

Coste medio
o unitario

600

550 CMex

350 CMey

0 q
qa = 500 qc = 1000

Figura 4.3. Economía de escala en acción.

Cuadro 4.1. Reducción del coste unitario o medio cuando empresas con diferentes proporcio-
nes de costes fijos y variables acceden a mercados más amplios.

Empresa X Empresa Y
F= 50 000 F=250 000
v=500 v=100

Coste unitario si q = 500


(autarquía) 600 600
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Coste unitario si q = 1000


(mercado ampliado) 550 350

Porcentaje reducción
Coste unitario 8,3% 41,6%

permitan llegar a más compradores, o en más beneficios para la empresa, y en todo caso
en una mejor competitividad frente a las empresas del resto del mundo.
Hay que señalar una posible fuerza contrarrestadora de las economías de escala
como incentivo a la especialización: se trata de las llamadas economías de gama o varie-
dad (scope), que surgen cuando es más barato que una misma empresa produzca con-
juntamente varios tipos de artículos, en vez de hacerlo dos o más empresas «especializa-
das» por separado. Por ejemplo, una empresa puede encontrar que producir coches y
camiones conjuntamente es más eficiente que hacerlo dos empresas por separado. En épo-
cas como la actual, con sistemas de producción flexibles en que los diseños y manufac-

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114 Economía internacional

turas con apoyo por ordenador permiten alterar en muy breve lapso la configuración del
proceso productivo, estas economías de variedad adquieren importancia. En muchos
sectores modernos coexisten las economías de escala con las de alcance, y las segundas
actúan frente a las primeras, como tendencia contrapuesta a la superespecialización.
El Recuadro 4.2 muestra —de una forma comparable a la del Capítulo 2— cómo
explicar las posibles ganancias asociadas al comercio basado exclusivamente en el apro-
vechamiento de economías de escala.

Recuadro 4.2. El comercio internacional basado en economías de


escala
Concretemos la importancia de las economías de escala como explicación de las
ganancias del comercio internacional mediante un ejemplo. Supongamos dos paí-
ses idénticos. En cada uno de ellos puede producirse el bien Y con una unidad de
recursos, o, lo que es lo mismo, cada unidad de recursos destinada al bien Y
genera una unidad de producto. En cambio, si se destinan cinco unidades de
recursos al bien X se obtienen cinco unidades de X, lo que implica una producti-
vidad por unidad de recurso igual a: 5/5 = 1, pero si se le dedican 10 se obtiene una
producción de 12 unidades de X, lo que implica una productividad por unidad de
recurso de: 12/10 = 1,2; ahora la productividad de los recursos destinados a X es
mayor cuando se producen más unidades de X: es un caso de rendimientos cre-
cientes o economías de escala en la producción de X (pero no en la de Y, pese a lo
cual este bien también será intercambiado, como veremos).
Si cada país actúa autárquicamente y las 10 unidades de recursos se destinan la
mitad a cada bien, la producción de cada país será de 5X + 5Y. Así las produccio-
nes nacionales y mundiales serán:
País A: 5X + 5Y
País B: 5X + 5Y Economía mundial: 10X + 10Y

Suponemos que esta combinación de X + Y es en cada país óptima desde la


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perspectiva de las preferencias de los consumidores.


Si los países pueden comerciar es evidente una posibilidad de ganancia: con-
centrar toda la producción del bien X en uno de los países, por ejemplo A, de
modo que éste destina sus 10 recursos a producir 12X. Por su parte, el país B pro-
duciría 10 unidades de Y, de modo que:
País A: 12X
País B: 10Y Economía mundial: 12X + 10Y

Se produce una ganancia neta para la economía mundial de dos unidades de X.


Queda pendiente la distribución de esta ganancia entre los países. Por ejemplo, A
exporta seis unidades de X a cambio de cinco de Y que exporta B (con una rela-
ción de precios Px/Py = 5/6). Con ello el consumo en cada país pasaría a ser:

Consumo: País A: 6X + 5Y
País B: 6X + 5Y

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Comercio internacional, economías de escala y tamaño del mercado 115

Ambos países han mejorado respecto a la autarquía, aunque la producción del


bien con rendimientos a escala se haya concentrado en sólo uno de ellos.
La Figura 4.4 representa las situaciones de autarquía e intercambio de este
ejemplo:

y y
10 F
10

E E'
5 5
P P'

0 6 12 x 0 12 x
6
País A País B

P (producción = consumo) en autarquia P' (producción = consumo) en autarquia

N producción con comercio F producción con comercio

E consumo con comercio E' consumo con comercio

Figura 4.4. Ganancias del comercio a partir de economías de escala.


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Es importante señalar un punto notable en este razonamiento: que sea el país A


quien se especializa en X ha sido una elección arbitraria: es fácil observar que
los resultados serían los mismos si la pauta de especialización hubiese sido jus-
to la inversa. Éste es un corolario lógico de haber partido del supuesto de países
idénticos, pero deja abierta la cuestión de cómo se decide en la realidad la pau-
ta de especialización en estos casos: la historia, incluso accidentes históricos, tie-
ne un papel importante. La moderna geografía económica aplica algunos de
estos planteamientos a la ubicación de las ciudades: establecidas inicialmente por
alguna ventaja especial —puertos o lugares estratégicos— pero a veces por
«accidente histórico», las subsiguientes economías de escala y aglomeración
tienden a atraer más actividad y articular el territorio alrededor. Y aunque las
inercias históricas juegan su papel, también dejan margen a intervenciones deci-
didas que pongan en marcha mecanismos acumulativos en determinados lugares
o actividades.

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116 Economía internacional

4.2.2. Ampliación de la variedad de productos diferenciados


La diferenciación de productos constituye otro rasgo de las economías modernas: basta ver
la publicidad en los medios de comunicación para constatar cómo proliferan (y pugnan
entre sí) los modelos, marcas o variedades de lo que son esencialmente el mismo artículo
genérico (coches, televisores, colonias, refrescos, etc.). Cabe distinguir en este fenómeno
tres casos:

a) La diferenciación horizontal. Se basa en la heterogeneidad de gustos o preferen-


cias respecto a determinadas características de un artículo: cada consumidor
potencial tiene en mente un «modelo ideal», de modo que cuando un consumidor
valora cada una de las variedades existentes en el mercado considera, además del
precio, por supuesto, en qué medida se acerca o aleja cada variedad de ese
«modelo ideal».
b) Diferenciación vertical. Un artículo se ofrece en distintas calidades, siendo más caro
el de más calidad, pero difiriendo entre los consumidores la «disposición a pagar
por la calidad». Por ejemplo, no se discute que el jamón de Jabugo es mejor que
«los otros», pero unos están dispuestos a pagar la diferencia de precio y otros no.
Cuando se trata de comprar un coche, por ejemplo, hay elementos «hori-
zontales» y «verticales»: situarse entre un modesto utilitario o un cochazo es un
problema de elegir «verticalmente»; entre coches de análogo precio y nivel de
prestaciones, valorar más una marca o modelo u otro es un problema «hori-
zontal».
c) Preferencia por la variedad. No se trata ahora de elegir un artículo concreto
entre varios, sino del hecho de que los consumidores valoran la variedad en sí
misma. Por ejemplo, prefieren tener una gama amplia de alimentos para hacer
unos menús variados.

¿Por qué presentamos en la misma sección las economías de escala y diferenciación


de productos? De entrada, porque están interrelacionadas. Así, la existencia de economías
de escala impide que la diferenciación sea infinita: no puede haber tantos modelos como
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consumidores, porque sería carísimo: concentrar la producción en unos cuantos permite


aprovechar las economías de escala; pero es la diferenciación de productos la que impide
que sólo haya una empresa fabricando un único producto para aprovechar al máximo las
economías de escala. Por tanto, economías de escala y diferenciación de productos se
limitan mutuamente, requiriendo un equilibrio.
¿Dónde entra el comercio internacional? En un punto crucial: la variedad de produc-
tos en un mercado depende críticamente del tamaño de ese mercado. De hecho, un argu-
mento principal a favor de la liberalización comercial es precisamente que la ampliación
del tamaño del mercado relevante relaja el trade off entre economías de escala y variedad
de productos.
En un mercado con pocos consumidores, el número de variedades diferentes que de
forma rentable pueden producirse es reducido. A medida que el tamaño de mercado
aumenta, la variedad compatible con un aprovechamiento suficiente de las economías de
escala también aumenta. Si los consumidores de dos países (mercados) pequeños pasan a
tener acceso mediante el comercio internacional a los modelos o marcas extranjeras,
aumenta su margen de elección, con un beneficio para ellos:

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Comercio internacional, economías de escala y tamaño del mercado 117

a) En el caso de preferencia por la variedad, la ventaja para los consumidores es


inmediata, ya que la variedad es apreciada en sí misma. En las formulaciones ana-
líticas actuales, el resultado más frecuente (pero no estrictamente necesario) es
asimismo un aumento de las ventas de cada empresa, lo que permite aprovechar
más las economías de escala.
b) En el caso de diferenciación horizontal, la mayor variedad tiende a facilitar que
cada consumidor encuentre ahora en el mercado una marca o modelo más
«cercana» a su «especificación ideal». Esta reducción de la «divergencia» pro-
medio entre lo que desean los consumidores y lo que provee el mercado cuan-
do los países pueden intercambiarse sus respectivos bienes es un primer ele-
mento de ganancia. Si además la mayor variedad se traduce en mayor
competencia entre modelos o marcas, el consumidor puede beneficiarse adi-
cionalmente en la medida que los precios puedan bajar. Es posible asimismo
que la ampliación de mercado permita aprovechar más a fondo las economías
de escala de cada productor.

La Figura 4.5 ilustra el argumento. En la parte izquierda representamos (de dere-


cha a izquierda) una curva típica de costes unitarios con economías de escala —que
decrecen a medida que aumenta el aprovechamiento de las economías de escala con el
nivel de producción q. La parte derecha muestra por un lado una relación entre el
número de variedades, n, y el coste unitario, que es positiva porque para un tamaño de

Precio,
coste unitario
M

M'
A
A'
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B' B

P
C

W
q qc qb qa 0 na nb nd Variedades

aprovechamiento de
economía de escala

Figura 4.5. La ampliación del tamaño de mercado permite más variedad y más aprovecha-
miento de economía de escala.

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118 Economía internacional

mercado dado— por eso la línea se denomina M —cuanto mayor sea el número de
variedades menos se podrán aprovechar las economías de escala en cada una de
ellas. Y por otra parte muestra una relación negativa entre el precio y el número de
variedades, para recoger el hecho de que más variedades significan una «competencia
más estrecha» y en general una presión compeitiva mayor que tiende a reducir el mar-
gen del precios por encima del coste marginal. El equilibrio inicial se sitúa en los
puntos A y A’. Ahora un aumento del tamaño de mercado como consecuencia de la
apertura comercial afecta básicamente a la curva M, que se desplazará a M’ —ya que
ahora se pueden aprovechar más las economías de escala incluso con las mismas
variedades pues se abastece a un mercado más amplio (como sucedería en el punto
C), incrementar sólo las variedades (punto D) o, como es habitual en el mundo real,
una combinación de más economías de escala y más variedad, como en los puntos B
y B’.
Volveremos sobre el tema al estudiar los efectos de la integración económica, ya que
la ampliación del tamaño de mercado tiene efectos cualitativamente muy similares a la
apertura del comercio entre países.

4.2.3. Efecto pro-competitivo


La Figura 4.5 muestra asimismo cómo un aumento del tamaño de mercado tiende a
generar una reducción en el margen p/v que es típico de situaciones más competitivas. En
nuestro ejemplo, el paso de tres monopolios a un mercado integrado con tres empresas
fuertes supone una mayor dosis de competencia —pese a distar obviamente de la com-
petencia perfecta. Pero es importante insistir en que este efecto pro-competitivo podría
diluirse en el caso de que las empresas tuviesen «tentaciones» de comportamiento colu-
sivo y las políticas de defensa de la competencia no tuvieran la efectividad para disuadir
o sancionar tales comportamientos.
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Recuadro 4.3. Diferenciación de productos en el consumo y en la


producción
Los conceptos básicos de la diferenciación de productos pueden aplicarse no sólo
al consumo, sino también a la producción. En la Sección 4.3 veremos algunas for-
mas de especificar el comportamiento de los consumidores con el rasgo común de
utilizar «funciones de utilidad» que tienen la propiedad de que los consumidores
valoran no sólo las cantidades consumidas de cada variedad, sino el número o la
variedad de éstas. Pero un razonamiento análogo tal vez más poderoso en la prác-
tica es aplicable a la tecnología productiva. La eficiencia productiva se vincula
cada vez más a disponer de una serie de «inputs diferenciados» o especializados,
específicos para determinadas tareas (maquinarias, herramientas, etc.). Incorporar
de forma rápida y creciente nuevas generaciones de «inputs intermedios» más pro-
ductivos es central para mejorar la eficiencia global. Romer (1994) utiliza una fun-
ción de producción en la que el factor trabajo se combina con una «variedad de

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inputs de capital». Kremer (1993) combina el factor capital con una variedad de
«inputs de calidades de trabajo» que configuran las diversas tareas necesarias
para que se lleve a cabo eficientemente la producción en las complejas economías
modernas.

4.2.4. Consideraciones adicionales acerca del comercio


intraindustrial
Examinados los fundamentos de las ganancias del comercio intraindustrial pode-
mos plantearnos algunas cuestiones.
La primera, ¿por qué surgen estos flujos en los países ricos en la segunda mitad del
siglo XX? Seguramente la respuesta tiene que ver con la convergencia en esa época y lugar
por un lado de las tecnologías con importantes economías de escala asociadas, y por otro
al haber llegado los consumidores a un nivel de renta y bienestar en que, una vez cubier-
tas las necesidades básicas, comienzan a plantearse cuestiones como acceder a las varie-
dades que más encajen con los gustos de cada uno. Obviamente, esto es un «lujo» para los
países más pobres, o para gran parte de la humanidad incluso en los países prósperos en
otras épocas históricas. Realmente solo cuando se supera un determinado umbral de
poder adquisitivo y de satisfacción de necesidades pasan a tener un papel destacado las
consideraciones de diferenciación de productos. Por ello cabría esperar que a medida que
diferentes sociedades accediesen a niveles crecientes de renta y bienestar este tipo de
transacciones comerciales fuese adquiriendo relevancia.
La segunda cuestión es más de fondo: la distinción entre comercio intraindustria y el
comercio basado en diferencias, que a veces se denomina ahora «interindustrial», ¿es una
distinción estrictamente teórica o tiene implicaciones sociopolíticas? Algunos analistas,
como Neven, han sugerido que si la intensificación del comercio es básicamente de tipo
interindustrial, los procesos de ajuste pueden ser dolorosos, ya que implican sustanciales
reasignaciones de recursos, lo que requiere tiempo y esfuerzos, así como demandas de
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compensaciones por parte de los que se ven transitoriamente perjudicados/ desplazados:


industrias y/o regiones enteras pueden verse afectadas. Si el comercio que se pone en mar-
cha se basa, por ejemplo, en las ventajas comparativas, en cada país el sector que tenga
ventaja verá aumentar su producción y sus ventas, pero el que no tenga ventaja verá redu-
cirse su producción, cerrar empresas y despedir trabajadores. Aunque la teoría del Capí-
tulo 2 indica que a medio y largo plazo los factores de producción se reasignarán de un
sector a otro, a corto-medio plazo los ajustes pueden ser dolorosos y conflictivos social y
políticamente. Era uno de los temores que se tenía al principio del Mercado Común
europeo: que aquellas empresas automovilísticas que se revelaran carentes de ventaja
comparativa entraran en crisis, siendo importantes símbolos políticos y baluartes sindi-
cales. En cambio, el comercio intraindustrial parece tener efectos menos concentrados:
algunas líneas de producción se contraen pero otras de la misma industria se expanden, y
el proceso de ajuste plantearía menos costes sociales. Por eso es importante saber qué tipo
de comercio va a promover una liberalización. ¿Fue la integración entre los seis socios ini-
ciales más similares poco dolorosa, y en cambio el Mercado Único entre 25 socios más

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120 Economía internacional

desiguales entre sí puede tener un mayor componente interindustrial y ser más conflicti-
vo? ¿Son comparables las experiencias de la UE, con socios similares —al menos ini-
cialmente—, con las de NAFTA, con países tan heterogéneos? En todo caso, como vere-
mos en el Capítulo 6 —y se apunta en la sección siguiente— hay que tener presentes
algunos elementos de conflictividad asociada a procesos de «racionalización» en el
número y tamaño de las empresas bajo comercio intraindustrial.

4.3. MODELOS BÁSICOS DE COMERCIO INTRAINDUSTRIAL


Formalizaremos en esta sección algunas de las ideas básicas de las explicaciones del comer-
cio intraindustrial, partiendo de una formulación muy sencilla de las economías de escala des-
de la perspectiva de las empresas, y de otra formulación lo menos sofisticada posible, de la
diferenciación de productos desde la perspectiva del consumidor. En el Epígrafe 4.3.1 nos
basamos en el modelo originario de Krugman (1979), aunque lo representamos gráficamen-
te de una forma que permite visualizar mejor el aprovechamiento de las economías de escala.
La Sección 4.3.2 adopta un supuesto supersimplificador acerca de las preferencias de los con-
sumidores que hace que sólo sea relevante para analizar el efecto de la apertura comercial lo
que sucede al número de variedades disponibles. La Sección 4.3.3 repasa unas formulaciones
—conocidas como modelos o ecuaciones de «gravedad», por sus resonancias «newtonianas»,
como se verá— que se están revelando muy útiles para muchos estudios empíricos.

4.3.1. El modelo originario


El modelo básico tiene una tecnología que presenta economías de escala y unas prefe-
rencias del consumidor que incorporan una preferencia por la variedad. Por ello partimos
de una economía con L trabajadores-consumidores, siendo el trabajo el único factor de
producción necesario para obtener cada una de las variedades de un producto diferencia-
do. La tecnología presenta un coste fijo, ya que los requerimientos de trabajo para fabri-
car un determinado volumen de producción qi son:
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Li = a + bqi
Y siendo w el salario, ello implica que la función de costes de cada variedad es
Ci = wLi = aw + bwqi
De modo que el coste marginal, igual al coste variable medio, es C Ma = bw
Mientras que el coste medio o unitario viene dado por:

Ci aw
C Me = —— = bw + ——
qi qi

que es decreciente a medida que aumenta el nivel de producción, presentando por tanto
economías de escala.
Si aplicamos ahora el supuesto de que la estructura de mercado es de competencia
monopolística, de modo que existe libertad de entrada y salida de empresas, siendo el incen-

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Comercio internacional, economías de escala y tamaño del mercado 121

tivo a entrar (o a salir) la existencia de beneficios positivos (negativos), la condición de equi-


librio de mercado se produce cuando el número de empresas es tal que los beneficios se
hacen cero. Ello sucede cuando para cada empresa el precio cubre exactamente el coste
medio o unitario, p = C Me. Dada la simetría entre variedades (no hay ningún motivo por el
que la variedad i y la j tengan costes o demanda diferentes), podemos eliminar los subíndices
relativos a la variedad y escribir la condición de equilibrio de mercado como
aw
p = C Me = bw + —
q
De modo que el precio de cada variedad tomando como referencia el salario, es
decir p/w, verifica, cuando el mercado está en equilibrio,
p a
—=b+—
w q
Es interesante observar que (p/w) también puede interpretarse como la inversa del
salario real (w/p).
Esta ecuación de «equilibrio del mercado» se representa en la parte izquierda de la
Figura 4.6 como la curva de pendiente negativa M (de Mercado), que establece cómo el
precio suficiente para mantener en funcionamiento la empresa puede disminuir a medida
que aumenta el nivel de producción q por el mejor aprovechamiento de las economías de
escala que ello propicia. En la parte derecha se representa la misma relación en función
del consumo de cada consumidor simplemente recordando que c = q/L (y que de momen-
to suponemos L como dado).
Por su parte, las preferencias del consumidor reflejan el consumo de la variedad n de
productos, representándose su «utilidad» por
U = ∑ v(ci)
Que el consumidor maximiza sujeto a la restricción de que su gasto total en bienes
∑ pici sea igual a su ingreso por el trabajo, w:
w = ∑ pi . ci
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Para obtener una condición de equilibrio que refleje la interacción entre consumido-
res que «maximizan» la utilidad y las empresas que «maximizan» beneficios, es una sim-
plificación muy utilizada en esta literatura acudir a la condición de que para maximizar
beneficios las empresas han de igualar el coste marginal de producción con el ingreso
marginal de vender una unidad más, que a su vez depende de cuál sea la respuesta óptima
del consumidor a cambios en los precios o cantidades del mercado. Si denominamos E(ci)
a la elasticidad que muestra cuál es la respuesta óptima del consumidor a cambios en el
precio, esta condición suele escribirse como:
1
I M a = p [1 – ——] = C M a = bw
E(ci)
De donde obtenemos
P E(c)
—— = b [———]
w E(c) –1

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122 Economía internacional

P P
w B w

M B
B'

(p/w)0 (p/w)0

(p/w)1 (p/w)1
M

M'

0 q0 q1 q c1 c0
c
q=L. c

Expresiones de las líneas M y B en ambas partes de la Figura 4.6


Variable que figura en el eje horizontal

Parte izquierda Parte derecha


Consumo de cada variedad
Producción de cada empresa, q
por cada consumidor, c

M P =b+ a P =b+ a
w q w c•L

q
E( )
B P =b L P = b E (c)
w q w E (c)-1
E( )-1
L
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Figura 4.6. Equilibrio con comercio intraindustrial.

En general, la elasticidad de la demanda no es un parámetro, sino que depende del


nivel del consumo, ci. En estos modelos la relación entre las cantidades consumidas, ci, y
producidas, qi, viene dada simplemente por
ci = qi/L
Si suponemos que al aumentar c, E disminuye (como sucede, por ejemplo, en las fun-
ciones de demanda lineales), entonces la relación entre (p/w) y c es positiva, ya que:

↑c → ↓ E → ↑ E(c) → ↑ p
E(c)-1 w
En la parte derecha de la Figura 4.6 se representa como curva B esta relación, mien-
tras que en la parte izquierda se representa asimismo con la letra B la que resultaría de
relación p/w con q a través de la misma ecuación pero sustituyendo c por q/L.

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Comercio internacional, economías de escala y tamaño del mercado 123

La intersección de las curvas B y M nos determina el equilibrio del país. La parte


izquierda nos determina q y con ello el aprovechamiento de las economías de escala. En
el eje vertical de cada gráfica aparece el precio tomando como referencia el salario, es
decir, el inverso del salario real. La variedad existente en esa economía viene dada por la
condición de pleno empleo de los trabajadores-consumidores, L:
L = ∑Li = n(a+bq)
De modo que
L 1
n = ———— = ——————
a + bq (a/L) + bc
La apertura al comercio internacional supone ahora la ampliación del tamaño del mer-
cado relevante: L pasa a L+L*, siendo L* el tamaño del nuevo socio comercial.
Gráficamente en la Figura 4.6 la apertura al Comercio internacional y subsiguiente
ampliación del tamaño relevante del mercado desplaza la curva que depende de L. En la par-
te izquierda es la curva B, mientras que en la parte derecha es la curva M. Los resultados son
que aumenta qi, aprovechándose mejor las economías de escala, disminuye (p/w) por la
mayor competencia, reflejando una mejora del salario real y del bienestar, y disminuye el
consumo por parte de cada consumidor de cada variedad, para «hacer sitio» a la mayor varie-
dad que se desprende de constatar cómo en la expresión de n un tamaño de mercado más
amplio (y una c menor) inequívocamente aumentan la variedad de artículos a disposición del
conjunto de los consumidores. En la medida en que q aumente el incremento de n es menor
que proporcional al del tamaño de mercado, lo que obligará a «racionalizar» la estructura pro-
ductiva, de modo que volvemos a encontrar el resultado de que aunque los efectos netos son
positivos pueden surgir asimismo algunos «ajustes» que pueden ser conflictivos. El Recuadro
6.3 comenta una experiencia al respecto.
El incremento en q produce el «efecto escala», mientras que el aumento de n pero menos
que proporcionalmente al tamaño de mercado genera el «efecto selección», en la medida en que
las empresas que sobrevivan a la «racionalización» sean las más eficientes —mediante algún
mecanismo de «selección natural» no excesivamente interferido por distorsiones políticas.
Resumiendo, en este modelo básico tenemos presentes las razones básicas de ganan-
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cias asocidas a la puesta en marcha de comercio intraindustrial:


a) Un mejor aprovechamiento de las economías de escala, como se refleja en el
aumento de q.
b) El acceso a una mayor variedad de productos, ya que n aumenta para cada consumi-
dor, aunque el número de variedades en cada país tiene que disminuir en este modelo.
c) Mejora el salario real (w/p).
d) Mejora la competitividad, p/w, frente a eventuales terceros rivales.

4.3.2 Un modelo más sencillo: el papel de la variedad de productos


Un caso sencillo que simplifica muchas cosas (¿tal vez excesivamente?) —siguiendo a
Krugman (1980). En particular, suponemos ahora que las preferncias del consumidor se
representan por:
U = ∑ cgi = cg1 + cg2 + …+ cgu
con g entre 0 y 1.

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124 Economía internacional

Es fácil interpretar esta sencilla función de utilidad (que los versados en microeco-
nomía habrán identificado como una función de utilidad CES, de elasticidad de sustitu-
ción constante entre cualquier par de variedades) como una valoración combinada de la
cantidad y la variedad consumidas. Así, en el caso extremo de que g = 1 el consumidor se
limita a valorar la cantidad total consumida (en ese caso la función de utilidad se convierte
en: U=c1+c2+…+cn), siendo aplicable a productos que realmente no se perciben como
diferenciados o con diferencias que no añaden valor para el consumidor. Por el contrario,
en el caso extremo opuesto de g = 0, el consumidor valoraría sólo la variedad (compruebe
que, en ese caso, en la función de utilidad del consumidor se obtiene: U = n). Los valores
intermedios de g ponderan cantidad y variedad, en diferentes dosis.
De esta función de utilidad se deducen las demandas del consumidor. En este caso
concreto de función de utilidad la demanda de cada variedad tiene la propiedad de que su
elasticidad-precio, E, tiende a la constante 1/(1-g) a medida que n se hace grande (para un
desarrollo completo, véase Tugores-Fernández de Castro, 1993, problema 2.8).
Este caso particular es relevante para la maximización de beneficios por parte de cada
empresa, que requiere igualar el ingreso marginal y el coste marginal. Aprovechando la
conocida relación entre el ingreso marginal, el precio y la elasticidad de la demanda, que
ahora es constante y por tanto no depende de ci:

1
I Ma = p (1 – —)
E

Y dado que el coste marginal es, como en el modelo del epígrafe anterior, C Ma = bw,
obtenemos que la maximización de beneficios requiere:

1
I Ma = C Ma = > p [1 – —] = bw
E

Y expresando nuevamente el precio en relación al salario (p/w, que recordemos que es


la inversa del salario real w/p) obtenemos la expresión de la curva B (de beneficios), en
este caso una línea horizontal, ya que q no aparece en la expresión (por ser E constante)
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en la Figura 4.7:

P E b
— = —— b = —
w E–1 g

Seguimos suponiendo, como en el epígrafe anterior, que la competencia monopolís-


tica conduce a un equilibrio de mercado con beneficios nulos, de modo que se sigue veri-
ficando que:

P b
—= a+—
w q

que se representa por M en la parte izquierda de la Figura 4.7.


El equilibrio inicial, en economía cerrada, se produce en la intersección de M y B, en
el punto Ea, para el que se verifica que:

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Comercio internacional, economías de escala y tamaño del mercado 125

b a
—=b+—
q q
de donde:
ag
q = ———
B (1–g)
Destaca que en este (super) simplificado caso, el nivel de producción de cada empre-
sa o variedad, q, no depende del tamaño del mercado, L.
Y el consumo de cada variedad por cada consumidor:
q ag
c = — = ————
L B (1–g) L
Y el número de variedades producidas será de
L L (1–g)
n = ———— = ————
A + bq a
Nuevamente es llamativo que en este caso la variedad n sea estrictamente proporcio-
nal al tamaño de mercado, L.
Ahora la apertura comercial supondrá una ampliación del tamaño del mercado rele-
vante: el número de trabajadores-consumidores en el mercado ampliado será L + L* > L.
Este modelo simplificado tiene la propiedad de resaltar el potencial papel del incre-
mento de la variedad, n, ya que como hemos visto el hecho de suponer E constante con-
duce a que de los efectos mencionados al final del epígrafe anterior ahora no estén pre-
sentes ni la mejora en las economías de escala —ya que la escala de producción de
cada empresa se mantiene inalterada— ni en el salario real (p/w), de modo que el único

p/w p/w
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Ea
B B

M M

M'

0 qa = qc q cc ca
c
q=L. C
Figura 4.7. Comercio intraindustrial. El caso sin economías de escala y más variedad.

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126 Economía internacional

efecto presente es el aumento de la variedad, n, de manera proporcional al incremento del


tamaño de mercado (de forma que no hay reducción en el número de variedades de cada
país), aunque sí puede haber «reubicación»: selección en base a más eficiencia. Y en esta
formulación la utilidad de cada consumidor unívocamente mejora.
Feenstra (2004) resume evidencias de que en algunos casos de liberalización comer-
cial, incluido el Acuerdo de Libre Comercio entre Canadá y Estados Unidos de 1989, las
ganancias de economías de escala —o «efecto escala»— serían algo menores de lo que se
preveía, mientras que, por el contrario, el «efecto selección» se deriva de que algunas
empresas se verían obligadas a salir. Aunque en la formulación básica de los modelos
anteriores las empresas son «simétricas» incluso en su eficiencia y productividad, es
fácil intuir que en el mundo real, con diferencias entre las empresas, las que se verían pre-
sionadas a salir serían primordialmente las menos eficientes —salvo que tuviesen más
capacidad para obtener ayudas o subsidios públicos de dudosa legalidad—, de modo que
el resultado del proceso de ajuste o selección sería una mejor productividad media. Nue-
vamente es relevante el caso examinado en el Recuadro 6.3.

4.3.3. Modelos de gravedad


El resultado de que una parte relevante del comercio internacional tenga lugar entre varieda-
des diferenciadas de productos ha contribuido a dar relieve y popularidad a una idea inicial de
Tinbergen (1962), según la cual el comercio entre países sería proporcional a su tamaño y la
similitud entre tamaños también sería un factor que favorecería el comercio. Con este punto
de partida (y anticipando que posteriormente podrá introducirse la distancia como un factor
modulador a la baja de los flujos comerciales) no es de extrañar que esta relación sea cono-
cida como «ecuación de gravedad» o «modelo de gravedad», por analogía a la conocida ley
de la física descubierta por Newton acerca de la fuerza de la atraccción o gravedad de los
cuerpos proporcional al producto de sus masas (y negativamente relacionada con la distancia).
En los últimos tiempos estos modelos se han revelado útiles puntos de partida para
estimaciones de impactos de varios hechos en comercio, entre ellos el impacto de la libe-
ralizacion comercial y la configuración de bloques regionales, así como el papel que man-
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tienen las fronteras y las distancias en la economía globalizada.


Una formulación básica de la «ecuación de gravedad» mediría las exportaciones del
país i hacia el país j, Xij, en función de sus respectivos PIB (Yi, Yj) así como de algún otro
conjunto de variables —que agrupamos de momento como t— que pueden tener impac-
to sobre el comercio bilateral, desde la distancia a los aranceles o costes de transporte, o
la pertenencia o no a un bloque comercial o monetario o factores como un mismo sistema
jurídico o cultural. De este modo,

Xij = f(Yi, Yj, t)

Para reflejar el hecho de que estos intercambios implican frecuentemente productos


diferenciados muchas estimaciones incorporan también algún indicador de la facilidad o
dificultad para sustiuir un artículo por otro, típicamente la elasticidad de sustitución
entre artículos, así como índices de precios de una gama de productos diferenciados.
Una de las más interesantes aplicaciones de estos enfoques es para estimar el impac-
to que tienen sobre los flujos comerciales las fronteras nacionales y las distancias, tanto

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Comercio internacional, economías de escala y tamaño del mercado 127

geográficas (con sus correlativos costes de transporte) como políticas, arancelarias y


similares, además de las diferencias estrictamente políticas entre «los nuestros y los
otros», y culturales.
Otra conocida aplicación del modelo gravitatorio han sido los estudios en que se han
estimado los flujos comerciales entre pares de territorios que podían pertener a la misma
jurisdicción o a diferentes. Por ejemplo, entre un amplio conjunto de países, entre países
de la OCDE o entre territorios que pertenecen algunos sí y otros no a la misma «juris-
dicción política» (entre ellos muchos sobre el comercio entre provincias canadienses y
estados de Estados Unidos).
Las estimaciones empíricas tienden a confirmar el peso de los respectivos PIB y la
relación inversa de la distancia, pero asimismo afloran importantes «efectos frontera».
Para calibrarlos en su justa medida se introducen índices de costes de transporte, que
incluyen tanto costes físicos como comerciales.
Estimaciones basadas en estos cálculos sugieren que del incremento del comercio
entre los países de la OCDE entre 1958 y 1988 unos 2/3 se debieron al incremento de los
PIB, 1/4 a reducciones en aranceles y 1/12 a reducciones en los costes de transporte. Un
survey más amplio de Anderson-Van Wincorp (2004) obtiene una estimación «media» de
que todo este variado tipo de barreras (proteccionistas, costes de transporte, fronteras
nacionales, culturales, monetarias, etc.) supondrían el equivalente a un arancel de entre el
46% y el 58%, muy superior a los aranceles «explícitos» existentes en la actualidad.
Como se decía en el Capítulo 1, las fronteras y las distancias siguen existiendo con fuer-
za en este mundo globalizado. De ellos, en la estimación del 46%, el 26% se asociarían a
los costes de traspasar la frontera internacional y el 16% a los de transporte y distribución.
Los mismos autores ofrecen además como estimaciones de referencia para otros «costes
de comerciar» el equivalente a un arancel del 14% para diferencias en las monedas —lo
que podría aproximar las ventas de unificaciones monetarias, habiendo estimado Rose que
pasar a compartir moneda puede hasta llegar a duplicar la intensidad de comercio—, de
un 7% de las barreras asociadas a diferencias idiomáticas.
Finalmente, una posible aplicación de estos planteamientos es explicar el denomina-
do «efecto del mercado interno» (home market effect) según el cual los países o mercados
grandes tienden a atraer un mayor número de productos del que correspondería por
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estricta proporcionalidad, y en consecuencia a convertirse en un exportador del producto


diferenciado.
Este efecto se contrapone a lo que a primera vista cabría esperar en una formulación
en que el número de productos en cada país viniese dado y fuese más o menos «especí-
fico» a cada mercado —lo que configura la denominada «hipótesis de Armington»— de
modo que la mayor demanda del mercado más grande lo convirtiese en importador neto
de los productos diferenciados.
En la explicación de este efecto interactúan las economías de aglomeración y los cos-
tes de transporte. El ahorro en costes de transporte será mayor si la producción se ubica
más cerca del principal núcleo de consumo. Y más en general, el mayor tamaño genera las
economías de aglomeración que hacen más atractivo y barato ubicar nuevas empresas cer-
ca de donde ya existe una concentración más importante. Estos mecanismos desempeñan
un papel relevante en los desarrollos de la «geografía económica» sobre la que volvere-
mos en varios de los capítulos siguientes.
Un efecto relacionado es la tendencia de los consumidores a sesgar su gasto hacia
bienes nacionales. Por una parte se apela a razones culturales —del tipo «a los escoceses

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128 Economía internacional

les gusta más el whisky y a los españoles el vino». Esta mayor «demanda nacional» sería
un factor inicial para atraer nuevas empresas de la respectiva industria. Una razón adicio-
nal sería que los costes de transporte tienden a hacer más baratos los factores relativamente
abundantes, de modo que los consumidores tienden a elegir variedades o bienes nacionales
más baratos.

4.4. COMPETENCIA IMPERFECTA: DUMPING RECÍPROCO


En economía, la competencia perfecta es la situación en la cual actúan un elevado núme-
ro de empresas y de consumidores, que producen y consumen un producto homogéneo
(absolutamente estándar), de modo que ningún productor o comprador individualmente
considerado tiene poder para influir sobre el precio del mercado. De hecho, tanto las eco-
nomías de escala como la diferenciación de productos conducen a competencia imper-
fecta: en presencia de economías de escala se tiende a concentrar la producción aprove-
chando tales economías, pero reduciendo al tiempo el número de empresas; mientras que
la diferenciación de productos elimina el carácter homogéneo, de absoluta estandarización
del producto, que requiere la competencia perfecta. Por tanto, implícitamente en la argu-
mentación de la sección anterior, la competencia imperfecta estaba en escena. Pero aho-
ra nos centraremos en una posibilidad de comercio basada exclusivamente en competen-
cia imperfecta.
Consideremos el caso de dos países, A y B, en cada uno de los cuales existe una úni-
ca empresa que produce el bien X. Inicialmente ambos países están cerrados al comercio
internacional, por lo que de hecho existen dos mercados del bien X, el de A y el de B,
ambos en régimen de monopolio por la única empresa nacional. Las preferencias y el
poder adquisitivo de los consumidores son totalmente similares en los dos países, y las
empresas tienen la misma tecnología y los mismos costes en la producción del bien X, el
mismo en ambos mercados. ¿Cabe imaginar un escenario más adverso al comercio inter-
nacional?
La Figura 4.8 ilustra la situación, en la que inicialmente los dos países tienen
situaciones idénticas: suponemos que en cada mercado las empresas encuentran óptimo
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producir cuatro unidades, que venden a un precio p = 3 euros. Producir cada unidad le
cuesta a cualquiera de las empresas un euro, de modo que cada empresa monopolista
obtiene unos ingresos de 12 euros (el precio, 3, multiplicado por la cantidad vendida, 4)
incurriendo en unos costes de 4 euros (un euro por cada una de las cuatro unidades pro-
ducidas), de modo que sus beneficios son la diferencia entre ingreso y costes, 12 – 4 =
8 euros.
Ahora se abre la posibilidad de comerciar entre los países. La empresa del país A
efectúa el siguiente razonamiento: si quiero producir una unidad más y venderla en cual-
quiera de los mercados hay que considerar que ello tenderá a bajar el precio, ya que para
que los consumidores compren más que antes, el precio ha de ser más asequible. Supon-
gamos que sólo a un precio p = 2,5 euros (inferior a p = 3 que había inicialmente) los con-
sumidores de un mercado están dispuestos a adquirir cinco unidades del bien X en vez de
sólo cuatro. ¿En qué mercado interesará vender la unidad adicional que planea la empre-
sa de A?
En su propio mercado, A, el efecto sería reducir los beneficios: los ingresos de la
empresa pasarían a 12,5 euros (cinco unidades a un precio de 2,5 cada uno) pero los cos-

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Comercio internacional, economías de escala y tamaño del mercado 129

Pa Pb

Pm = 3 Pm = 3
H
2,5 2,5

F F
C=1 C=1

5 qa 5 qc
qm = 4 qm = 4
País A País B
(a) (b)

Figura 4.8. Incentivo al dumping recíproco.

tes subirían a 5 euros (cinco unidades con un coste de un euro cada uno), lo que supone
unos beneficios de 12,5 – 5 = 7,5, inferiores a los iniciales. En cambio, si la empresa de A
vende su unidad adicional en el país B obtiene en ese mercado unos ingresos de 2,5 euros
(la unidad de X que vende al precio 2,5), incurriendo en un coste sólo de un euro. El bene-
ficio obtenido en el mercado de B es, pues, 2,5 – 1 = 1,5, que se añadiría al que seguiría
obteniendo en su propio mercado. En términos sólo un poco más técnicos, si la empresa
de A vendiese la unidad adicional en su propio mercado, el «ingreso marginal» de esta
venta serías (F – H), mientras que el ingreso marginal asociado a vender en el extranjero
es simplemente F.
Por tanto, la empresa de A tiene un incentivo a vender las nuevas unidades del bien X
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que produzca en el mercado extranjero antes que en el propio. Incluso si desplazar la uni-
dad adicional de X desde A hasta B implicase un coste de transporte de, por ejemplo, 0,8
euros, saldría a cuenta exportar a B, ya que se seguirían obteniendo beneficios (aunque
reducidos a 1,5 – 0,8).
Análogamente, la empresa del país B tiene el mismo incentivo a penetrar o «invadir» el
mercado de A, cada una presionando a la baja el precio en el otro mercado. Esto es lo que se
denomina dumping recíproco (siendo la esencia del dumping precisamente el vender en el
mercado extranjero por debajo del precio que se mantiene en el mercado propio).
Esta situación parece sorprendente, ya que hemos supuesto un idéntico producto en
ambos países, producido por sendas empresas iguales en sus costes y con consumidores
iguales en sus preferencias. Sin duda, es el peor escenario para el comercio internacional.
Y, sin embargo, el dumping recíproco señala la tendencia de cada empresa a tratar de ven-
der en el mercado extranjero, apareciendo pues un comercio en productos idénticos.
¿Cuál es la razón económica de fondo? La existencia previa de poder de mercado. Y la
ganancia fundamental asociada a este comercio aparentemente sin sentido (incluso des-
pilfarrador si es costoso transportar los productos de un país a otro) procede de que los

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130 Economía internacional

comportamientos recíprocos de invasión de mercado tienden a eliminar las posiciones de


poder de mercado: en nuestro sencillo ejemplo, las empresas que tenían en monopolio
cada uno de los mercados nacionales ven erosionarse esa posición de privilegio por la
entrada de competidores extranjeros, con lo que el precio se va acercando a los verdade-
ros costes. Ello puede ser beneficioso en términos sociales, si las ganancias de eficiencia
derivadas de esta mayor competencia más que compensan el «despilfarro» de costes de
transporte aparentemente innecesarios de unidades de producto que antes eran fabricadas
en el país y ahora son importadas. A este aspecto se le denomina, como ya vimos y aho-
ra reiteramos su potencial importancia, el efecto procompetitivo y es importante en las
evaluaciones de las zonas de libre comercio y «mercado único». Por ello se volverá
sobre esta argumentación al tratar la integración comercial en el Capítulo 6.

4.5. VIEJAS Y NUEVAS TEORÍAS DEL COMERCIO


INTERNACIONAL
Cuando se habla de teorías «clásicas» y «nuevas» del comercio internacional no debe pen-
sarse tanto en términos de contraposición como de complementariedad (pese a que en algún
momento inicial, como sucede con frecuencia, se pretendería presentar un enfoque como
alternativo al otro). De hecho, como ya señalábamos en la introducción y como ha insistido
Krugman (1981 y 1995), los diversos tipos de explicaciones corresponden a distintas reali-
dades que se superponen en la realidad de los flujos comerciales internacionales, de modo
que conviven un comercio basado en diferencias (y cuya fuente de ganancias es precisamente
el aprovechamiento eficiente de esas diferencias, ya sean de productividades como en la for-
mulación clásica de la ventaja comparativa, ya sean de dotaciones de recursos, o de fases en
el desarrollo tecnológico de los productos) y un comercio basado en similitudes que encuen-
tra sus fuentes de ganancias en los factores analizados en las Secciones 4.2 a 4.4.
Una forma de visualizar la complementariedad de ambos enfoques del comercio
internacional —precisamente presentada por Krugman (1995)— es adecuar el instrumen-
tal de la caja de Edgeworth de las Figuras 3.4 y 3.5 al escenario —más realista— en que
conviven en los flujos comerciales mundiales una mercancía «homogénea» producida
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sin economías de escala, X —relativamente intensivo en trabajo— con un producto «dife-


renciado», Y —relativamente intensivo en capital— integrado por múltiples variedades,
cada una de ellas con economías de escala en su producción. Representemos la situación en
la Figura 4.9, que aparentemente reproduce la Figura 3.6. Como en la Figura 3.6, la dota-
ción inicial de factores viene dada por Eo y en economía integrada el consumo de cada país
se situaría en Ec. ¿Qué cambios debemos introducir en la interpretación de la Figura 4.9
para recoger la presencia de variedades del bien Y producido con economías de escala?
La primera es señalar que para reproducir la economía integrada cada variedad debe
producirse íntegramente en un país, ya que su fragmentación eliminaría las economías de
escala que sí están presentes en la economía integrada. Por tanto, el problema de asignar
la producción de Y se traduce ahora en la distribución del número de variedades que lo
integran entre ambos países. Luego emergerá el «comercio intraindustrial» en la medida
en que los consumidores accedan a variedades producidas tanto en su país como en el
extranjero. Ello se traduce en que ahora la distancia Px y Cx a lo largo de OX sigue
representando las exportaciones de X desde el país A al país B, pero ahora la distancia
entre Cy y Py nos da las importaciones «netas» del producto Y, es decir, la diferencia entre

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Comercio internacional, economías de escala y tamaño del mercado 131

OB

Y
Ec

Capital K Cy Eo

Py

X
Px
Cx

OA
Trabajo L

X bien homogéneo
Y bien diferenciado, con variedades

Figura 4.9. Comercio interindustrial e intraindustrial.

las importaciones por parte de A de variedades de Y menos las exportaciones de A de


otras variedades. Como en el Capítulo 3, se deja al lector el (sencillo) ejercicio de repre-
sentar en la Figura 4.9 los flujos comerciales netos del país B.
En todo caso, la presencia de comercio intraindustrial no altera la fundamental «lec-
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tura» del comercio internacional como una forma indirecta de intercambio —neto— de
factores de producción, dado por las distancias horizontal y vertical entre Eo y Ec.
Observe, asimismo, que si Eo se acercara a la diagonal de la caja de Edgeworth se iría
reduciendo el componente de comercio interindustrial, así como el intraindustrial neto,
pero no el comercio intraindustrial en ambos sentidos. Incluso si ambos países tuviesen
dotaciones idénticas existiría un comercio intraindustrial basado en que los consumidores
de cada país adquirirían aproximadamente la mitad de las variedades a fabricantes extran-
jeros. Ello refuerza la idea de que el comercio intraindustrial tiene más presencia cuanto
más similares son los países implicados, mientras que cuando son muy diferentes es el
comercio interindustrial el dominante.
El comercio intraindustrial, como se explica en la Sección 4.2.4., se analizó inicial-
mente para países desarrollados, ya que era donde inicialmente el poder adquisitivo daba
peso a la preferencia por la variedad/diferenciación y donde las industrias tecnológica-
mente sofisticadas, con economías de escala significativas, eran más relevantes. Pero en la
actualidad el comercio intraindustrial también es importante para los países en desarrollo.
Por un lado, la incorporación de bastantes de esos países a mecanismos de integración

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132 Economía internacional

regional ha puesto en marcha dinámicas parecidas a las que se estudiaron para el caso de
Europa. Por otra parte, la inserción de esos países plenamente en la división internacional
del trabajo está haciendo que el comercio intrafirma (básicamente en productos semima-
nufacturados y/o inputs intermedios) esté creciendo rápidamente.
A su vez, este fenómeno viene reforzado por la «partición de la cadena de valor» que la
globalización propicia: al poderse segmentar distintas fases del proceso de producción, se
pueden localizar («deslocalizar» desde la perspectiva de las antiguas ubicaciones) en países
distintos fases de la cadena de producción (por ejemplo, montaje de automóviles y productos
informáticos en países con mano de obra más barata, deslocalización de industrias auxiliares,
etc.), de modo que la división internacional del trabajo se complica y hace más sofisticada,
incrementándose el papel de las empresas multinacionales o transnacionales, al tiempo que
incrementa el incentivo para la «multinacionalización» de las empresas en cada vez más sec-
tores, como veremos en la sección siguiente con más detalle. Ello implica entre otras cosas
que la «superposición» de distintas fuentes de comercio se haya generalizado al conjunto de
la economía internacional. Obviamente, la creciente importancia de la inversión extranjera,
como ya apuntamos en el Capítulo 3, en un marco de movilidad internacional de capitales,
refuerza este mapa: en la terminología de la paradoja de Samuelson ampliamente comentada
en el Capítulo 1, se pasa de la fase 3 a la fase 4, con la mayor complejidad que ello supone.

4.6. EMPRESAS MULTINACIONALES


En las últimas décadas las empresas multinacionales o transnacionales han adquirido
una indiscutible relevancia en la economía internacional. La multinacionalidad de la
empresa se asocia al ejercicio de actividades económicas en más de un país, lo que casi
siempre implica algún tipo de inversión directa por parte de una empresa en otro(s)
país(es) diferente(s) del de su sede. Una de las consecuencias es que una parte importante
del comercio internacional (algunas estimaciones lo cifran en el 30% y otras incluso
aumentan esa cifra) adopta la forma de comercio «intrafirma» entre filiales o empresa inte-
grantes de un mismo grupo empresarial. Como sintetiza James Markusen, uno de sus
principales analistas, las multinacionales tienden a ser importantes en industrias y empre-
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sas con alto nivel de gastos en investigación y desarrollo (R+D), con un peso importante de
trabajadores cualificados profesionales y técnicos, con productos nuevos y/o complejos y
con altos niveles de diferenciación de productos (y publicidad), así como con un peso
importante de activos intangibles («capital-conocimiento», know-how, etc.). Parece claro
que algunos de estos rasgos se superponen a los que configuran el comercio intraindustrial,
aunque también son amplios los casos de multinacionales con explotaciones «extractivas»
agrícolas o mineras en países en desarrollo, o más recientemente las que «deslocalizan»
determinados procesos a países de condiciones salariales y laborales más bajas.
En el debate acerca de las multinacionales y el debate conexo sobre las relaciones
entre comercio internacional e inversión extranjera directa (FDI, foreign direct investment)
—es decir, el debate acerca de si para una empresa que desea vender en un determinado
mercado extranjero es mejor simplemente la vía comercial de exportar desde el país de
origen o la alternativa de instalar una filial en el país extranjero que produzca in situ— es
útil el punto de partida denominado «enfoque ecléctico» de John Dunning, que identifica
precisamente las situaciones en que para una empresa puede ser más interesante «multi-
nacionalizarse» en sentido clásico (creando filiales para producir en el extranjero) que

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Comercio internacional, economías de escala y tamaño del mercado 133

adoptar otras alternativas, por ejemplo la ya mencionada de exportar al país, pero también
algunas otras como llegar a acuerdos de franquicia para que una empresa local del país
extranjero produzca y/o comercialice «bajo licencia». Dunning identificó tres caracterís-
ticas relevantes a estudiar: las ventajas relativas de cada fórmula respecto a «propiedad,
localización e internalización» (OLI, en siglas inglesas).
La ventaja de propiedad se refiere, por ejemplo, a una patente o una reputación o
«imagen de marca», que confiere una ventaja capaz de superar los costes adicionales de
fabricar en el extranjero. Los factores de localización, por su parte, se refieren tanto a los
ahorros de barreras arancelarias y otros obstáculos comerciales que se pueden obtener
fabricando in situ, además de ventajas de costes de los factores de producción y de cer-
canía al mercado en que se ubican los clientes. Por su lado, las consideraciones de inter-
nalización explicarían por qué puede ser mejor aprovechar internamente vía la propia
empresa cualquier ventaja (de conocimiento, de tecnología, de organización, etc.) en
vez de ofrecerla a otras empresas locales, con los riesgos de comportamientos desleales
y/o oportunistas, desde la «imitación», la «apropiación» de esas ventajas tras una prime-
ra etapa de cooperación, y en general las dificultades de implementar y hacer efectivos
contratos, con resultados de posibles «disipaciones» de las rentas y activos de la empresa.
Aparte del debate más general sobre el peso de estas grandes empresas o «corpora-
ciones» multinacionales en la configuración de la economía internacional y en las deci-
siones estratégicas para el rumbo de la economía internacional (entre otras, ubicarse o no
en determinados países o regiones, qué tipo de tecnología transfieren a sus diferentes loca-
lizaciones, las políticas de precios de transferencia entre empresas del mismo grupo, las
alteraciones en las pautas de localización, con incidencia en la configuración de la «divi-
sión internacional del trabajo»), son relevantes los debates sobre si la inversión extranje-
ra es alternativa o complementaria al comercio internacional, y en qué casos y términos,
así como el papel de las multinacionales en la difusión internacional de tecnologías.
Volveremos sobre esta último cuestión en el Capítulo 14.
Recientemente se constata cómo la progresiva eliminación de barreras a la movilidad
del factor capital (financiero y físico) así como los avances en materia de transporte y
comunicaciones, que permiten nuevas fórmulas de organizar la producción facilitando la
coordinación entre factorías diversas, favorecen la «multinacionalización» de la actividad
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productiva de un número creciente de empresas. Ahora es más fácil la «partición de la cade-


na de valor» o «desintegración de la producción» en varias ubicaciones situadas en países
diferentes, incluso lejanos, lo que permite sacar partido de diferencias de costes o regula-
ciones. Hasta hace poco era común hablar de artículos de fabricación íntegramente nacional
a los que se aplicaba literal e íntegramente el «made in Spain» o «made in USA». Hoy en
día es muy frecuente encontrar artículos en cuyo proceso productivo, en cuya «cadena de
valor», han estado presentes varios países, incorporando con ello a los mercados mundiales
a muchos más territorios y muchas más personas que probablemente nunca en la Historia.
Se habla de «multinacionales horizontales» cuando diversifican actividades similares
a menudo entre países similares, frecuentemente para obtener mejor acceso a los merca-
dos (incluido, por tanto, el motivo de «eludir aranceles» —tariff jumping—- u otras trabas
comerciales, además de sintonizar mejor con las especificidades de los consumidores). Y
de «multinacionales verticales» cuando tratan de aprovechar diferencias de costes, nor-
malmente mediante unos «servicios centrales» en un país desarrollado y unas «activida-
des de producción» en países con más bajo nivel de desarrollo y salarios, o más abun-
dantes en determinados recursos. El Recuadro 4.4 resume y representa gráficamente de

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134 Economía internacional

una forma que nos ha de ser familiar las ideas esenciales del modelo básico de Helpman
(1984) sobre multinacionales verticales. La similitud de estos planteamientos y métodos
de análisis con los de los capítulos anteriores y éste muestra cómo la multinacionalización
es integrable con las explicaciones del comercio internacionales.

Recuadro 4.4. Multinacionales verticales


La Figura 4.10 utiliza nuevamente el instrumental de la caja de Edgeworth
introducido en el Capítulo 3 —y reutilizado en la sección anterior— para ana-
lizar las implicaciones de la multinacionalización de la actividad económica,
concretamente el caso de las denominadas «multinacionales verticales» en que
típicamente la empresa tiene su «cuartel general» con los departamentos estra-
tégicos (dirección general, R+D+I, estrategia comercial, etc.) en un país —nor-
malmente desarrollado— mientras que ubica las plantas de producción en otro.
Siguiendo el ya clásico planteamiento de Helpman (1984), consideremos
inicialmente que en la economía mundial se produce un bien homogéneo sin
economías de escala (un producto agrícola o mineral en explotaciones tradi-
cionales sería una posible explicación), y otro diferenciado que requiere un cos-
te fijo en términos de trabajo cualificado («servicios centrales» o «cuartel
general») y una actividad de producción intensiva en trabajo menos cualificado.
Una útil simplificación es que los «servicios centrales» sólo utilizan trabajo cua-
lificado y la «actividad de producción» sólo trabajo sin cualificar, aunque en
promedio la producción del bien diferenciado es más intensiva en trabajo cua-
lificado que la del bien homogéneo.
Si en la producción del bien diferenciado ambas actividades han de tener
lugar en el mismo país (no es posible «fragmentar la cadena de valor» o «des-
integrar la producción»), las posibilidades de producción que reproducen la eco-
nomía integrada vienen dadas en la Figura 4.10, que tiene la misma forma que
la Figura 4.9 —y que la 3.6—, pero ahora los factores son trabajo sin cualificar
en la base de la caja de Edgeworth y trabajo cualificado en la altura. Si la dota-
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ción inicial es Eo y el consumo en economía integrada fuese Ec, la interpretación


inmediata es que la caja nos muestra las importaciones netas del bien Y por par-
te del país A —y sus correlativas exportaciones por parte de B, el país relativa-
mente abundante en trabajo cualificado. «A cambio», el país A exporta el bien
homogéneo X. Y como vimos en las Figuras 3.5 y 3.6, este comercio permite
reproducir los resultados eficientes de la economía integrada siempre que la
dotación inicial se sitúe dentro del romboide habitual, como sucede con Eo. Pero
no con Ef, dotación inicial a partir de la cual no serían reproducibles los resul-
tados eficientes de la economía integrada. Hasta aquí nada nuevo.
El relevante punto central es que si, en cambio, los factores que han facili-
tado la multinacionalización de la actividad en las últimas décadas están pre-
sentes y por tanto las actividades de «servicios centrales» y «producción» pue-
den estar ubicadas en países diferentes, es posible reproducir la economía
integrada en un espectro más amplio de posibilidades, con lo que —en términos
de la pregunta inicial de la parábola de Samuelson desde el Capítulo 1— vemos

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Comercio internacional, economías de escala y tamaño del mercado 135

que la multinacionalización facilita el retorno a la eficiencia de la economía


integrada. La Figura 4.11 muestra la nueva situación. Para entenderla debemos
recordar el supuesto (super) simplificador introducido de que la actividad de
producción de Y solo requiere trabajo no cualificado —lo que explica los tra-
mos horizontales del hexágono que muestra los resultados de la economía inte-
grada (como la combinación de los tres tipos de actividades «separadas» posi-
bles, que en orden creciente de intensidad en trabajo cualificado son ahora:
mera producción del producto diferenciado Y, producto homogéneo X y servi-
cios centrales de Y) mientras que los servicios centrales solo requieren trabajo
cualificado— lo que explica los tramos verticales.
Ahora —como muestra la Figura 4.11 en comparación con la 4.10— el área
que permite «reproducir la economía integrada» es mayor, con lo que se da base
al argumento anticipado en el Capítulo 1 acerca de la multinacionalización
como una vía para acercarse a los resultados de esa economía integrada, elimi-
nando distorsiones. En la Figura 4.10 si la distribución inicial de recursos fue-
se Ef no se podía volver a la economía integrada, mientras que en la 4.11 sí es
factible. Ahora el país B se especializará en los «servicios centrales» del bien X,
desplazando al país A las actividades de producción de ese bien.

OB

Y
Ec
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Trabajo Eo
cualificado
Cy
Ef

Py

X
Px
Cx

OA
Trabajo no cualificado

Figura 4.10. No-multinacionalización: para producir el bien Y deben concentrarse en un mismo


país los servicios centrales y las actividades de producción.

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136 Economía internacional

Trabajo no-cualificado
OY

Servicios
Ec centrales
Eo en Y
Trabajo
cualificado Ef

Producción X

OX

Actividad de
producción de Y
Figura 4.11. Multinacional vertical: se pueden separar en países diferentes los servicios cen-
trales y las actividades de producción.

RESUMEN
1. Desde hace algunas décadas se observa la presencia muy significativa de intercambios
comerciales de productos de la misma actividad o industria entre países similares. A
este comercio se le denomina «comercio intraindustrial» y es difícilmente encajable
en las explicaciones del comercio basadas en aprovechar diferencias.
2. Las explicaciones de este comercio intraindustrial combinan aspectos de: 1) aprove-
chamiento de economías de escala —asociadas a un tamaño de mercado más
amplio—, 2) el valor que los consumidores otorgan a una gama o variedad más
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amplia de productos, y 3) una mayor competencia.


3. La ampliación del tamaño de mercado relevante para las empresas gracias a una
liberalización comercial permite, en principio, mejorar simultáneamente en los tres
aspectos mencionados.
4. El efecto procompetitivo explica asimismo flujos comerciales en los modelos de
«dumping recíproco»
5. Las explicaciones del comercio internacionales basadas en las diferencias y las que se
fundamentan en las economías de escala y otros factores analizados en este capítulo
deben entenderse como complementarias, no como contrapuestas. En los flujos
comerciales conviven las transacciones explicables en base a ambas tipologías y
analíticamente se integran sin dificultades.
6. Una parte importante del comercio mundial tiene lugar en el interior de la misma
empresa (entre establecimientos en distintos países) o entre entidades bajo una misma
dirección estratégica (filiales o holdings). Esta multinacionalización de la actividad
productiva, comercial y financiera puede interpretarse con los modelos desarrollados
en este capítulo y los anteriores.

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Comercio internacional, economías de escala y tamaño del mercado 137

ACTIVIDADES
1. Considere los artículos importados, que han llegado a su consumo por vía del comer-
cio internacional, y evalúe cuáles proceden de comercio intraindustrial y cuáles de
comercio interindustrial. Por ejemplo, el consumo de café, de ropa, de electrodo-
mésticos, de carburantes, o de medios de transporte, etc.
2. Visite la web de diversas empresas multinacionales para constatar cómo a menudo
ofrecen información acerca de su diversificación geográfica. ¿Qué tipo de pautas de
localización es más frecuente encontrar? Examine al menos casos de empresas de
ropa deportiva, empresas de productos informáticos, empresas petroleras y empresas
de bebidas distribuidas mundialmente.
3. Cuando se puso en marcha la actual Unión Europea, en 1957, existían en algunos
ámbitos muchos temores de que la liberalización comercial provocase reestructura-
ciones profundas y socialmente conflictivas. ¿Por qué la realidad no fue tan dura?
¿Qué mensajes son extrapolables —o no— a otros casos de liberalizaciones comer-
ciales?
4. Considere las explicaciones del comercio internacional expuestas en los Capítulos 2
a 4 desde la perspectiva de la siguiente cuestión: ¿Qué factores tienden a hacer que se
beneficien más del comercio internacional los países grandes y cuáles actúan a favor
de los beneficios para los pequeños?
5. A partir de la Figura 4.11 muestre qué posible pautas comerciales emergerán si la
dotación inicial es Ef y las actividades de servicios centrales y producción se pueden
separar en distintos países. ¿Cuáles serán las exportaciones e importaciones de bien-
es? ¿Y cómo se podría representar la «exportación de servicios centrales» del país 2
al país 1?

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Krugman (1995) integra los enfoques tradicionales y los basados en las economías de
escala y competencia imperfecta, con la autoridad que le da ser uno de los fundadores
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de la «nueva teoría del comercio internacional». Feenstra (2004, Caps. 5 y 11) y


Krugman-Obstfeld (Caps. 6 y 7) examinan esos enfoques y las implicaciones de la
movilidad de factores. De forma más sencilla, Tugores (2002, Cap. 2). Markusen
(2002) es un adecuado resumen de los análisis de la multinacionalización.
Romalis (2004) y Hanson-Xiang (2004) ofrecen modelizaciones más complejas con con-
trastaciones empíricas relevantes para varias de las ideas presentadas en este capítulo.
Anderson, James - Van Wincorp, Eric (2004), «Trade Costs», Journal of Economic Lite-
rature, septiembre 2004 (págs. 691-751).
Feenstra, Robert (2004), Advanced International Trade - theory and evidence, Princeton
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Journal of Economics, agosto 1993 (págs. 551-575).
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138 Economía internacional

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Krugman, Paul, y Obstfeld, Maurice (2003), International Economics - theory and policy,
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Tinbergen, Jan (1962), Shaping the World Economy, Twentieth Century Fund, 1962.
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Tugores, Juan - Fernández de Castro, Juan (1993), Microeconomía: problemas y cues-
tiones, McGraw-Hill, 1993.
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5
Políticas comerciales

5.1. LAS RESTRICCIONES AL COMERCIO Y LAS POLÍTICAS


COMERCIALES
En los capítulos anteriores hemos visto las buenas razones que avalaban el comercio inter-
nacional y su difusión. Pero el más somero repaso a la historia, pasada o reciente, nos
muestra las grandes dificultades que, pese a ellas, ha encontrado el libre comercio entre
estados, muy superiores a las que encontraba el «comercio interior». De hecho, una
política comercial entendida como conjunto de normas o actitudes ante el comercio
exterior ha sido parte siempre importante y en ocasiones dominante de las opciones de
intervención de los poderes públicos en la vida económica. Los debates librecambis-
mo –proteccionismo han jalonado décadas e incluso siglos.
En términos sociológicos se ha llegado a decir que el reconocimiento de las distor-
siones del proteccionismo ha sido tradicionalmente uno de los principios más compartidos
por una profesión, la de los economistas, que en casi todo lo demás es famosa por sus des-
acuerdos. Y que no deja de ser llamativo, si ello fuera cierto, el fracaso en transmitir a la
opinión pública y a la clase política esta (única) convicción (raramente) mayoritaria en la
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profesión. La explicación puede estar en el conflicto entre racionalidad global e intereses


sectoriales, y su peso relativo en el proceso político. O en la dificultad para comprender
los rudimentos básicos de la teoría del comercio internacional, en versiones más radicales.
Simplificando las cosas, la situación tradicionalmente descrita sería una en la que el
libre comercio sería bueno en teoría pero malo en la práctica. Con mayor rigor, hoy
puede afirmarse que los economistas saben que el libre comercio absoluto puede que no
sea óptimo en teoría, pero a la vista de los riesgos y desviaciones que genera (efectiva y/o
potencialmente) gestionar las excepciones, sí podría constituir una buena referencia en la
práctica.
Tras la experiencia desastrosa de los años treinta, el principio del libre comercio dio
lugar a avances lentos pero significativos, aunque incompletos. Posteriormente han apa-
recido nuevas dificultades procedentes tanto del avivamiento de posiciones clásicas como
de la aparición de nuevos y más sutiles (y peligrosos) argumentos y sistemas de política
comercial, que a veces se denominan la política comercial estratégica; ello se produce al
mismo tiempo que aparecen nuevas esferas de comercio, como los servicios derivados de
la tecnología o la propiedad intelectual, las telecomunicaciones, etc., a las que no son apli-

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140 Economía internacional

cables mecánicamente los criterios establecidos laboriosamente para las «mercancías»


clásicas, al tiempo que problemas nunca resueltos, como los derivados de las políticas
agrícolas, pasan a primer plano obligando a adoptar cruciales decisiones.
La Sección 5.2 analiza los efectos del más tradicional de los instrumentos de protec-
ción comercial: los aranceles o impuestos sobre los productos importados. La Sección 5.3,
por su parte, analiza las restricciones cuantitativas, como los contingentes o los acuerdos
de «restricción voluntaria de las exportaciones», mientras la Sección 5.4 revisa los sub-
sidios a la exportación y la 5.5 resume algunos otros instrumentos de política comercial.
La Sección 5.6 resume los argumentos del debate entre defensores del libre comercio y
proteccionismo, mientras que la Sección 5.7 introduce de nuevo explícitamente las inter-
acciones entre economía y política. La Sección 5.8 plantea un aspecto estratégico que nos
permitiá enlazar con el diseño de las reglas del sistema comercial en el Capítulo 7.

5.2. LOS ARANCELES Y SUS EFECTOS


Un arancel es simplemente un impuesto sobre las importaciones, un impuesto que recae
sobre los artículos importados elevando de este modo su precio en el mercado interior del
país que lo aplica. Ello supone una discriminación en contra de los artículos importados
en comparación con artículos idénticos o similares de fabricación nacional que evidente-
mente no pagan ese arancel. Esta discriminación es la esencia de la «protección» que otor-
ga el arancel a los productores nacionales.

5.2.1. Efectos básicos del arancel


Con mayor detalle, como detallamos a continuación, los efectos de un arancel respecto a
la situación de libre comercio son:

a) Los productores nacionales ya no se ven obligados a tomar como referencia el


precio mundial, sino el precio mundial más el arancel. Pueden vender a un precio
más elevado, y este mayor precio puede hacer rentable producir una mayor can-
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tidad. Los beneficios de los productores nacionales aumentan.


b) El mayor precio retrae las compras de los consumidores: algunos compran menos
y otros dejan de comprar. Por tanto, los consumidores empeoran.
c) Si las compras de los consumidores disminuyen y las ventas de los oferentes
nacionales aumentan, las importaciones se ven reducidas: el volumen de comer-
cio se contrae.
d) El Estado obtiene unos ingresos arancelarios, que, como todo impuesto, dependen
de la base impositiva (las importaciones) y el tipo impositivo (el del arancel).
e) La reducción en las importaciones puede tener algún efecto sobre el precio mun-
dial del producto importado, si el país que lo aplica tiene el peso suficiente en el
mercado mundial. Ello podría hacer que para ese país el precio mundial de
importación se redujese (al bajar la demanda mundial como consecuencia del
arancel en el país importante). Esta eventual reducción en el precio de importa-
ción supone una mejora en la relación de intercambio (recuérdese que viene
dada por el cociente entre precios de exportación y precios de importación). Es un
efecto especialmente discutido, como veremos.

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Políticas comerciales 141

En los epígrafes siguientes tratamos de determinar el efecto global del arancel, lo que
requiere evaluar todo lo anterior. Los productores nacionales salen ganando y las arcas del
Estado también. En cambio, los consumidores salen perdiendo. ¿Se pueden evaluar y
eventualmente comparar estos efectos?

5.2.2. Arancel en un país pequeño


Retendremos nuestra definición de país pequeño, como la de aquel país que puede tomar
como «dados» los precios mundiales de los productos que importa —el país es «precio-
aceptante» en la jerga de la microeconomía—, ya que el hecho de que ese país finalmente
decida importar más o menos carece de efectos perceptibles sobre el «precio mundial» del
producto en cuestión.
En un país pequeño, el efecto neto es negativo, ya que el arancel introduce, sin con-
trapartidas, unas distorsiones de dos tipos:

1. Ineficiencia en la producción: el arancel permite subsistir a unas empresas o


que los fabricantes nacionales produzcan unas cantidades incurriendo en unos
costes superiores a los necesarios en la economía internacional. Un ejemplo:
con un precio mundial del petróleo de 30 dólares barril, un arancel sobre el
petróleo importado por Estados Unidos de 10 dólares barril permitiría mantener
en funcionamiento pozos cuyo coste de explotación se situase entre 30 y 40
dólares, que no son eficientes a nivel internacional. En promedio, el arancel
estaría permitiendo sobrevivir a explotaciones con un coste de 35 dólares/barril,
un 16% más caras que las que determinan el precio mundial. Esas explotaciones
ineficientes absorben recursos que podrían utilizarse de forma eficiente en el res-
to de la economía.
2. Ineficiencia en el consumo: el arancel está desplazando del mercado a consumi-
dores que estarían dispuestos a pagar lo que de verdad cuesta producir ese artículo
(el precio mundial), pero que no están dispuestos a pagar ese precio mundial más
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el sobreprecio artificial del arancel. El poder adquisitivo que por ese motivo no se
gasta en el bien sujeto a arancel se ve desviado a otras utilizaciones menos valo-
radas por los consumidores.

En la Figura 5.1 se representan los efectos de un arancel descritos en el texto. En


la parte izquierda de la figura se representan los efectos sobre el mercado interior de
la mercancía ahora sujeta a arancel. Las demandas y oferta domésticas son D y S, res-
pectivamente, mientras que el precio mundial —tomado como dado por la hipótesis
de que el país es «pequeño, es decir, precio-aceptante en el mercado mundial— es
inicialmente Pw, inferior al que sería el precio de autarquía, por lo que, como vimos al
final del Capítulo 2, el país será importador de ese bien. Para cada precio mundial el
volumen de importaciones vendrá dado por la diferencia entre la cantidad demanda-
da por los consumidores nacionales y la cantidad ofertada por los fabricantes nacio-
nales, tal como muestra en la parte derecha de la figura la línea M, que refleja la
«demanda de importaciones». En la situación de libre comercio, el precio mundial es
Pw = 100 —de hecho, en la parte derecha de la figura suponemos que la curva de

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142 Economía internacional

P P

S
D

Pw+t =120 X+t


Pw+t=120

A B C D Pw =100 C B+D
Pw =100 X

Importación con arancel M


Importación con arancel

Importación sin arancel Importación sin arancel

0 120 140 200 240 q 0 60 120 Import.


Mercado nacional
_______________ Mercado de importaciones
______________________

Figura 5.1. Efectos de un arancel en un país pequeño.

oferta es horizontal a ese nivel del precio— siendo las importaciones la diferencia
entre 240 – 120 = 120.
Ahora un arancel de cuantía t (por ejemplo, 20 euros por unidad) eleva el precio des-
de Pw (por ejemplo, 100 euros) hasta Pw + t (120 euros), con lo que los consumidores
retraen sus compras desde 240 a 200 unidades, al tiempo que las empresas nacionales
aumentan la cantidad que ofertan en el mercado nacional de 120 a 140. Con ello las
importaciones, que eran de 120 unidades antes del arancel (240-120), pasan a sólo 60 uni-
dades (200-140). Las empresas nacionales pasan de suponer el 50% de las ventas en el
mercado nacional (120/240) a tener el 70% (140/200). En la parte derecha de la Figura 5.1
los consumidores pueden adquirir esa demanda de importaciones al nuevo precio que
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incluye el arancel (Pw + t).


La reducción en el excedente de los consumidores viene dada por la superficie A + B
+ C + D. Las empresas nacionales incrementan su excedente de productores en la super-
ficie A, mientras las arcas de Hacienda ingresan la cuantía del área C (un rectángulo cuya
base son las importaciones que siguen entrando y cuya altura es el ingreso por cada
unidad que se importa). El efecto neto es, pues, una pérdida equivalente a la suma de B +
D, que son partes del excedente del consumidor cuya pérdida no va a manos de los pro-
ductores ni del Estado. La superficie D mide la ineficiencia o distorsión en el consumo
antes mencionada, derivada de que ahora quedan sin acceder al bien consumidores que sí
están dispuestos a pagar su auténtico «coste en recursos» —dado por el precio mundial—
pero no ese coste más el recargo artificial del arancel, siendo ineficiente privar del con-
sumo a quienes están dispuestos a sufragar su coste real. Análogamente, la superfice B
mide la ineficiencia en la producción, asociada a que se destinen recursos en el país a pro-
ducir unidades cuyo coste nacional real de producción supera al mundial, de forma que
esa producción adicional no es realmente competitiva y sólo se obtiene por el artificio del
arancel.

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Políticas comerciales 143

5.2.3. Arancel en un país grande

Partamos de un ejemplo exagerado: supongamos que en Mónaco se puso de moda susti-


tuir en el café el azúcar por sucedáneos (tal vez por la presencia de deportistas y top
models). La demanda de azúcar en Mónaco bajó, y como Mónaco forma parte del mer-
cado mundial, la demanda mundial de azúcar se redujo. ¿Quién lo notó? El precio mun-
dial de mercado no, por supuesto. Suponga ahora que Estados Unidos decide proteger
(aún más) a sus productores autóctonos e impone un arancel que prácticamente elimina las
importaciones estadounidenses de azúcar. ¿Quién lo nota? El mercado mundial, de inme-
diato: la caída del precio sería noticia. Esto es inicialmente —dentro de poco introduciremos
otra dimensión posible del concepto— lo que significa que un país sea «grande»: que pue-
de afectar al precio mundial de un producto, lo que se puede deber, como en este caso, a que
representa una cuota de mercado significativa. Por ejemplo, en el mercado de azúcar (o de
petróleo) Estados Unidos es un país grande, mientras que Mónaco (o incluso España) no lo
es; en el mercado de té, el Reino Unido es un país grande, por ser un gran consumidor, pero
para otros muchos productos, el mismo país es un «país pequeño».
En un país grande, en que las decisiones del país en importar más o menos cantidad
tienen impacto sobre el precio mundial, las cosas pueden ser algo diferentes a lo visto en
el epígrafe anterior. Las distorsiones pueden verse parcialmente contrarrestadas por el
beneficio derivado de la mejora de la relación de intercambio (precio exportaciones/pre-
cio importaciones) del país que lo impone. En efecto, si el arancel retrae las compras en el
país que lo impone, y esas compras representan una parte sustancial de la demanda en el
mercado mundial, el precio mundial se vería presionado a la baja: esta reducción en el
precio mundial de un producto importado favorece la mejoría de la relación de inter-
cambio.
La Figura 5.2 muestra los efectos del arancel sobre un país grande. La diferencia radi-
ca en que ahora la disminución en la demanda neta que origina el arancel tiene un efecto
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P'w+t
Pw E F G H G F+H
I I
P'w
M
Importación con arancel

Importación sin arancel

Co C1 q1 qo 0 m1 m0 Import.

Mercado nacional Mercado de importación


_______________ ____________________
Figura 5.2. Efectos de un arancel en un país grande.

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144 Economía internacional

apreciable a la baja sobre el precio mundial, que pasa de Pw a Pw’, de modo que el precio
en el mercado interno, una vez incorporado el arancel, aumentó en menos que t. El país
grande ve cómo su poder de mercado hace que parte del arancel no se traduzca en
aumento del precio interior. Gráficamente, en la parte derecha de la Figura 5.2 la «oferta
de exportaciones» procedentes del resto del mundo X tiene ahora pendiente positiva
reflejando el supuesto de que el precio mundial se «abarata» a medida que el arancel del
país grande va reduciendo la cantidad demandada de importaciones de forma significati-
va. El nuevo equilibrio se produce para aquel precio tal que la diferencia entre el precio
mundial y el precio interior es precisamente t, con un volumen de importaciones m1.
La pérdida de excedente de los consumidores es E + F + G + H, la ganancia de exce-
dente de los productores es E, la recaudación del estado viene dada por G + I, por lo que
el efecto neto tiene dos componentes:

Variación Excedentes Consumidores: – E – F – G – H


Variación Excedentes Productores: + E
Variación Ingresos Estado: + G + I
Efecto neto: – F – H + I
Este efecto neto tiene por un lado los componentes ya vistos anteriormente de inefi-
ciencias en el consumo, H, y en la producción, F. Pero ahora además aparece un nuevo
efecto positivo, medido por I, asociado a la mejora en la relación real de intercambio,
siendo I proporcional al descenso (beneficioso para el importador) en el precio mundial
del producto que el país importa.
¿En qué medida este efecto favorable del arancel en términos de mejorar la RRI es
importante y puede ser utilizado como base de argumentos proteccionistas? Los estudios
más detallados muestran que sólo legitimaría aranceles de cuantía moderada y en todo caso
no parece ser el subyacente a las presiones proteccionistas que se observan en la realidad.
Maticemos ahora nuestra definición inicial de país grande. De lo dicho se desprende
que el punto básico para diferenciar el caso ahora analizado del de la sección anterior es
que se dé una modificación del precio mundial como consecuencia del arancel, es decir,
que haya una alteración de la relación real de intercambio. Ello proporciona una forma
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empírica de dilucidar ante qué situación nos encontramos. Podemos sistematizar el posi-
ble impacto del arancel sobre la RRI o terms of trade recordando que, en todo caso, antes
del arancel el precio interno es igual al mundial, P’i=Pw, y después del arancel el precio
interno P’i es igual al precio mundial más el arancel, P’w + t
P’i = P’w + t
De modo que la diferencia entre un país grande y un país pequeño radicaría en que se
cumpliera una de estas expresiones:
País pequeño: dpi/dt = 1 ya que dpw =0
País grande: dpi/dt < 1 ya que dpw/dt < 0
En la práctica, se constata que cuando se introduce un arancel no siempre el precio
interior se eleva en la misma cuantía que el arancel: éste es parcialmente «absorbido» por
la empresa o empresas extranjeras que exportan al país que impone el arancel. A la
magnitud en que el precio interior se eleva en respuesta al arancel se le denomina pass

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Políticas comerciales 145

through o «traslación» del arancel. En el caso del «país pequeño» analizado anteriormente
esta «traslación» sería íntegra (dp/dt = 1). (En el Capítulo 10 analizaremos un caso pare-
cido de «traslación» de las alteraciones de los tipos de cambio: ¿en qué medida varían los
precios internos en moneda local de los artículos importados cuando el tipo de cambio se
devalua o deprecia en una cuantía dada?)
Ello pone de relieve la interdependencia entre decisiones arancelarias y políticas de pre-
cios de las empresas que están en el comercio internacional, pero en lo que ahora interesa,
muestra cómo de facto este caso de «arancel en un país grande» puede ser más aplicable de
lo que parecería conceptualmente. En los estudios empíricos, grados de traslación —al
menos a corto plazo— del orden de 0,6 o 0,7 (por debajo de la unidad) no son infrecuentes.

5.2.4. Economía y política de los costes arancelarios


En resumen, pese a las distorsiones que genera un arancel, hemos visto que sus benefi-
ciarios son los productores nacionales y las arcas de Hacienda, mientras que sus víctimas
son los consumidores. Cualquier observación del proceso de toma de decisiones ilustra de
forma más o menos visible la preponderancia de los beneficiarios sobre los perjudicados
a la hora de adoptar medidas. No se trata sólo de una «perversión» del proceso: es fun-
damental el hecho de que los intereses de los productores afectados estén concentrados en
un sector, con mayor o menor capacidad de organización, mientras que los perjuicios del
arancel están difuminados entre el conjunto de los consumidores, sin afectar de forma
muy especial a ninguno en particular, por lo que el incentivo (además de la capacidad) de
movilización es mucho menor, cuando no prácticamente nulo. La defensa insistente lle-
vada a cabo por buena parte de los economistas del libre comercio se presenta a menudo
como el único paliativo a esta situación.
Estas asimetrías entre productores y consumidores son un caso bien conocido del pro-
blema que Mancur Olson consagró con la denominación de la «lógica de la acción colec-
tiva», que se refiere precisamente a las dificultades para traducir en actuaciones efectivas
la defensa de intereses colectivos de diferentes personas. Típicamente los grupos con inte-
reses más concentrados, con un entremado de relaciones empresariales, sociales y políti-
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cas entre ellos, «bien conectados», etc., tienen más facilidad para superar los obstáculos a
articular acciones colectivas que otros grupos más dispersos y con intereses más difusos,
como en este caso los consumidores.
Ello también explica por qué las estimaciones clásicas de los estudios económicos de
las ineficiencias derivadas del proteccionismo, centradas desde los años sesenta en cálcu-
los de las superficies de los triángulos como B y D en la Figura 5.1 —denominados
«triángulos de Harberger» por los influyentes análisis de este autor— generaban resultados
de una cuantía lo suficientemente escasa —del orden de habitualmente menos del 1% o
como máximo del 2% del PIB— como para no superar a los obstáculos políticos derivados
de las asimetrías mencionadas.
Más recientemente se ha cuestionado si estos «triángulos» son una medición ade-
cuada de los «únicos» costes relevantes del proteccionismo. Muchos autores incorporan
otros ingredientes, como la necesidad de tener en cuenta que la política comercial es endó-
gena e interactúa con las respuestas de los países y empresas extranjeras, los efectos sobre
del proteccionismo sobre la accesibilidad al mercado nacional de productos e inputs
tecnológicos que pueden ser importantes para la mejora tecnológica de la producción

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146 Economía internacional

nacional, los efectos «adormecedores» de la protección sobre el dinamismo y la innova-


ción, etc. Volveremos a las interacciones entre economía y política en la Sección 5.7.

5.2.5. ¿Cuánto protege la protección?


Aparentemente, si el arancel que grava la entrada en un país de un producto importado es
del 20%, ello parecería conferir una ventaja del 20% a los productos nacionales similares
que compiten con los importados, ya que tales productos nacionales no han de pagar ese
recargo artificial del 20%. Se puede decir que la protección nominal de que gozan los
fabricantes nacionales del artículo en cuestión es del 20%. Pero, en economía, como en la
vida, las cosas no son siempre como parecen.
Normalmente, para fabricar un artículo hacen falta unas materias primas o productos
intermedios, que también puede que sean importados. Supongamos que la estructura de pro-
tección arancelaria de un país grava a los productos acabados con un arancel del 20%
pero que en cambio están exentos de gravamen arancelario los materiales que se importan
para producir en el país ese mismo producto. Una empresa extranjera utiliza, por ejemplo,
unidades de materiales por valor de 100 y otras 100 unidades de valor añadido (trabajo más
utilización de capital) para producir el artículo, de modo que en ese artículo extranjero en
origen costaría 200. En nuestro país el recargo arancelario del 20% haría que el artículo
importado entrase en nuestro mercado nacional al precio de 240. Si las empresas nacionales
importasen los materiales al mismo coste 100 que la empresa extranjera (sin aranceles),
podrían gastar incluso hasta 140 unidades de valor añadido (trabajo y/o capital nacionales)
y vender el producto a 240 manteniendo la «competitividad» con el producto importado.
Observe el resultado económicamente significativo de que en este caso la empresa
nacional puede ser hasta un 40% más ineficiente que la extranjera (puede requerir hasta
un 40% más de factores añadidos a las materias primas) y pese a eso subsistir en el mer-
cado gracias a la estructura de la protección arancelaria. A este «máximo margen de inefi-
ciencia» que tolera o ampara la estructura arancelaria se le denomina grado de «protección
efectiva». En casos, frecuentes, como el aquí expuesto, en que los productos acabados
importados tienen tipos arancelarios más elevados que las materias primas o inputs inter-
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medios, la protección efectiva (en nuestro ejemplo, el 40%) es más alta que la «protección
nominal» del producto acabado (en este ejemplo, del 20%).
Desde otro punto de vista, hay que tener en cuenta esta distinción a la hora de valorar la
«presión» que para las empresas de un país supondrá un proceso de liberalización comercial,
que reduzca o elimine la protección. Nuevamente la mejora de eficiencia que requerirá com-
petir en el nuevo marco viene medida por la protección efectiva más que por la nominal. En el
anterior ejemplo, si desaparece por completo la protección arancelaria, la empresa nacional
deberá mejorar su eficiencia y reducir sus costes en trabajo y capital desde 140 a 100 como
mínimo para poder sobrevivir ante la competencia extranjera en la economía liberalizada.

5.3. RESTRICCIONES CUANTITATIVAS AL COMERCIO:


CUOTAS Y VER
Una cuota o contingente es una restricción cuantitativa: no se limita a encarecer las
importaciones, sino que fija un volumen máximo de unidades susceptibles de importación.

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Políticas comerciales 147

Por ejemplo, se limita el número de coches de importación que pueden entrar en un país
durante un año. Una restricción voluntaria de exportaciones (VER, voluntary export res-
traint) es la fijación de una restricción cuantitativa de manera «negociada» o «voluntaria»,
es decir, con la aquiescencia de los exportadores hacia el mercado en cuestión. Casos muy
conocidos de VER fueron las restricciones a las ventas de automóviles japoneses en
Estados Unidos y países de la UE desde la década de los ochenta.
Si las cuotas o VER son inferiores a la cuantía que se habría importado bajo libre
comercio, se origina una escasez artificial que permite a los vendedores extranjeros cargar
un precio superior al mundial. El efecto final es parecido al ya examinado de un arancel: así,
en el ejemplo de la Figura 5.1, se conseguía reducir las importaciones hasta 60 unidades a
base de aplicar un arancel que elevaba el precio de 100 a 120; ahora la Figura 5.3 muestra
cómo la cuota limita directamente las importaciones a 60 unidades, y el mercado eleva el
precio hasta 120. Ahora, como muestra la parte derecha de la figura, la «oferta» de pro-
ductos exportados pasa a ser vertical al nivel de la cuota X, «por imperativo legal».
Existe una importante diferencia respecto al caso del arancel en función de cuál sea el
criterio que se aplique a la hora de «asignar» el precio más elevado que —gracias a la
escasez artifical de la cuota— obtiene el producto en el mercado nacional. Existen al
menos cuatro alternativas.
a) Por un lado, los «derechos a importar (licencias de importación)» dentro de la
cuota podrían asignarse a los productores nacionales, que así dispondrían de la
posibilidad de importar al precio mundial y vender en el mercado interno al
precio artificialmente más elevado, con el subsiguiente beneficio o «renta» adi-
cional (que explica las picarescas, cuando no corruptelas y clientelismo, que
este mecanismo puede generar).
b) Una opción análoga sería la de asignar las «licencias de importación» a través de
mecanismos informales, pero efectos aún más probables de originar comporta-

X+
S
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P=120 120
Pw=100 A B C D 100 C B+D X

M
Cuota
Importación
sin cuota Cuota

120 140 200 240 q 0 60 120 Importación

Mercado nacional
_______________ Mercado de importación
____________________

Figura 5.3. Efectos de una cuota en un país pequeño.

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148 Economía internacional

mientos de «búsqueda de rentas» (rent seeking en la terminología de Krueger),


que pueden requerir un coste en recursos para tener probabilidades de ser los
beneficiarios del «activo escaso» que es la licencia que en la práctica podría
despilfarrarse o utilizarse de forma improductiva un volumen de recursos cerca-
no a la superfice C que se prende «capturar».
c) Otra opción sería una «subasta» más abierta y transparente por parte del gobierno
entre los interesados, que tradujese en ingresos públicos el valor de las licencias, de
modo que la superfice C revirtiese, como en el caso del arancel, en las arcas públicas.
d) Asimismo podría dejarse la gestión de las licencias a los extranjeros, normal-
mente a través de su gobierno, para que las distribuya entre las empresas que aspi-
ran a entrar en el mercado nacional. En el fondo puede parecer una práctica
contraria a los «intereses nacionales» pero puede funcionar —y de hecho ha
funcionado— para «suavizar» conflictos comerciales y «autogestionar» en inte-
rés compartido de las empresas nacionales y extranjeras los problemas… en
detrimento, eso sí, del consumidor, pero ¿a quién le importa eso? Esto explicaría
el atractivo de las VER para los exportadores extranjeros, además de poder faci-
litar a éstos acuerdos para frenar su competencia en el mercado en cuestión y
otras prácticas de las denominadas «de colusión» que en otras circunstancias serí-
an abiertamente ilegales en muchos países. Una variante sería que el gobierno
nacional puede utilizar como instrumento político-económico distribuyendo entre
diversos países extranjeros el acceso al mercado en cuestión. El caso de la cuota
de azúcar en el mercado de Estados Unidos podría encajar aquí.
En todo caso, este último ejemplo es de cuota establecida por un país grande,
con el mismo efecto a la baja sobre el precio mundial derivado de la contracción
en la cantidad demandada por ese país relevante. La Figura 5.4 muestra los efec-
tos.

P P
X+
S
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Pi P i

E G Pw G F+H
Pw F H
I P'w I J
P'w
M
Cuota
Cuota
Importación sin cuota Importación sin cuota

0 qo q1 C1 Co q 0 m1 m0 Import.

Mercado nacional Mercado de importación


____________________
_______________

Figura 5.4. Efectos de una cuota en un país grande

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Políticas comerciales 149

Asimismo, las Figuras 5.3 y 5.4 pueden utilizarse para examinar los efectos
netos de la cuota en términos de bienestar de los consumidores, productores y
sector público. El análisis (que en detalle se deja como ejercicio al lector) es aná-
logo al presentado en la sección anterior para los aranceles, pero la interpretación
ahora de la superficie C de la Figura 5.3 y de las superficies G e I de la Figura 5.4
depende de cuál sea la opción elegida para asignar las cuotas.
Existen otras diferencias entre las cuotas y los aranceles que en muchos contextos son
importantes:
a) Si en el extranjero se da una mejora tecnológica que abarata el producto, en pre-
sencia de un arancel esta reducción beneficiaría a los consumidores nacionales: por
ejemplo, como muestra la Figura 5.5, con un arancel del 20%, un artículo cuyo
precio mundial pase de 100 a 70 euros verá cómo su precio interior pasa de 120 a
84 euros. El arancel no impediría que el volumen de importaciones aumentase en
respuesta a ese precio más asequible. En la Figura 5.5 las importaciones eran de
120 unidades (240 – 120) a los precios iniciales, pero tras la reducción del precio
mundial pasan a ser de 168 unidades (272 – 104), beneficiándose así los consu-
midores nacionales, en cantidad y precio, de la innovación extranjera. En cambio,
si hay una cuota rígida de 60 unidades, ésta impedirá el aumento de las importa-
ciones y seguirá generando una escasez artificial del artículo que contrarrestaría la
tendencia a la baja del precio. Si, por ejemplo, la reducción del precio mundial se
origina por una mejora tecnológica importante, la cuota rígida impediría que los
consumidores nacionales se beneficiasen de ese progreso, al tiempo que se visi-
bilizaría el efecto «adormecedor» de la cuota, al no suponer presión adicional efec-
tiva sobre las empresas nacionales pese a la mayor eficiencia de las extranjeras.
Los aranceles protegen a la industria nacional (en un 20% en este ejemplo), pero
su efecto «aislante» del mercado mundial es menor que las cuotas: no es extraño
que estas últimas sean preferidas por las industrias que solicitan protección.

P
X+
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D S
S + Cuota

120
100
84
70
Importación con arancel

cuota

0 104 120 140 200 240 272 q 0 60 120 168

Figura 5.5. La cuota impide al país beneficiarse de una reducción del precio mundial.

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150 Economía internacional

b) Si aumenta la demanda nacional de un artículo sujeto a arancel, en respuesta las


importaciones pueden también aumentar; en cambio, si existe una cuota, el resul-
tado será una escasez más notable que tenderá a elevar el precio. Para evitar este
efecto (una misma cuota puede ser más restrictiva en circunstancias distintas), las
cuotas deberían redefinirse ante variaciones en la demanda.
c) Las políticas comerciales tienen también una dimensión de políticas de competen-
cia: en sectores en que la competencia en la industria nacional es muy imperfecta,
las empresas disponen de «poder de mercado» (piense en un sector con una única
empresa nacional, que en autarquía sería, pues, monopolista). El comercio inter-
nacional obliga a competir con empresas del resto del mundo, y merma así ese
poder de mercado. Las políticas comerciales pueden evaluarse en base al poder de
mercado de las empresas nacionales que permiten que subsista. Los aranceles lo
merman casi totalmente. En nuestro ejemplo, si el precio mundial más arancel es de
120 euros, la empresa nacional (monopolista o no) no puede vender a más de ese
precio, ya que ningún consumidor racional pagaría más por algo que puede conse-
guir a 120 euros. Pero con una cuota que limite las importaciones a 60 unidades, si
la empresa nacional sube el precio a, por ejemplo, 140 euros, el deseo de todos los
consumidores de importar no se podrá ver cumplido: la cuota actuará como límite
y la empresa nacional retendrá así parte de su poder de mercado.
Este último punto es importante: las reducciones arancelarias negociadas en las
últimas décadas han sido importantes, pero se constata que parcialmente se han vis-
to sustituidas por restricciones cuantitativas. ¿Es neutral este cambio? No, muchos
de los mercados más significativos son hoy de competencia imperfecta, y en ellos
las restricciones cuantitativas (cuotas o VER) salvaguardan más el poder de mer-
cado de los productores nacionales que los aranceles, incluso teniendo los mismos
efectos a corto plazo sobre el volumen de importaciones.
Ésta es una de las principales razones por las que entre los avances derivados
de las negociaciones comerciales multilaterales, y en especial desde la Ronda
Uruguay y las negociaciones de Doha, se ha puesto énfasis en la «arancelariza-
ción» (es decir, transformación en aranceles) de la mayor parte de barreras y res-
tricciones al comercio.
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d) Las limitaciones cuantitativas que suponen las cuotas o VER inducen asimismo,
como forma de obviarlas, procesos de inversión extranjera directa: por ejemplo,
las principales empresas automovilísticas japonesas instalaron o adquieren plan-
tas de producción en Estados Unidos y la UE, para tratar de que la producción de
esas plantas tenga la consideración de «nacional» del lugar en que se localizan.
Estos «trasplantes» tienen aspectos positivos (crean empleo) y negativos (pérdida
de control nacional, sentimiento de «venta del país»), pero lo esencial ahora es
destacar cómo la presencia de cuotas o VER puede distorsionar las decisiones efi-
cientes de localización que las empresas habrían adoptado en su ausencia.

5.4. SUBSIDIOS A LA EXPORTACIÓN


La subvención de las exportaciones pretende apoyar a las empresas nacionales en los mer-
cados internacionales. Pese a que se considera una «práctica desleal» y los convenios
internacionales la limitan —aunque en las políticas comerciales agrícolas internacionales

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Políticas comerciales 151

siguen teniendo un papel que se trata recientemente de someter a más seria revisión— rea-
parece en formas indirectas (por ejemplo, como política tecnológica mediante subven-
ciones a la investigación necesaria en sectores orientados esencialmente a la exportación).
El análisis tradicional de sus efectos se muestra para un país pequeño en la Figura 5.6.
En el mercado nacional, en ausencia de subsidios, al precio mundial de libre comercio,
Pw = 100, el país exportaría la diferencia qo – co, en este ejemplo 500 – 400 = 100 unida-
des. En un país pequeño, un subsidio de 50 euros por unidad exportada significa que las
empresas nacionales percibirán 150 euros por cada unidad que vendan en el extranjero, y
por ello sólo estarán dispuestas a vender en el mercado nacional si es al mismo precio.
Ello retrae las compras de los consumidores nacionales hasta c1. El resultado es que de las
q1 = 520 unidades que ahora se producirán, sólo 380 se venden en el país, mientras que
140 se exportan.
Los «perdedores» son claramente los consumidores nacionales, que ven reducir su
excedente en la cuantía de la superficie A + B, y el Estado, que tiene que desembolsar una
cantidad equivalente a B + C + D (50 euros por cada una de las 140 unidades que ahora se
exportan); mientras que mejoran los productores, cuyo excedente aumenta en A + B + C.
El efecto neto es: –(A + B) – (B + C + D) + (A + B + C) = –B –D, que representan unas
pérdidas de eficiencia en el consumo y la producción, respectivamente.
Si el país fuese «grande», la relación de intercambio se vería alterada por el subsidio,
pero en contra del país que lo aplica, como muestra la Figura 5.6, ya que el aumento en la
cantidad exportada neta tendería a deprimir al precio del artículo exportado en el merca-
do mundial. Este efecto supone un deterioro de la relación de intercambio que agrava los
perjuicios del subsidio.
A pesar de estos perjuicios, las peticiones y tentaciones de subsidiar la exportación
son visibles. ¿Por qué? El subsidio contribuye a aumentar la cuota de mercado de las
empresas nacionales en el mercado mundial. Este es su atractivo inmediato. En mercados

S
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Pw + S = 150

A B C D
Pw = 100

Exportación con subsidio D


Exportación
sin subsidio
0 q
c1=380 co=400 qo=500 q1=520

Figura 5.6. Subsidio a la exportación en un país pequeño.

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152 Economía internacional

Pi = P'w + S

E F G H
Pw
E
P'w

0 q

Figura 5.7. Subsidio a la exportación en un país grande.

Bienestar
nacional
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0 S* Subsidio

Figura 5.8. Subsidio óptimo.

de competencia imperfecta, en los que se obtienen beneficios derivados del poder de mer-
cado (llamados en la jerga a veces «beneficios extraordinarios» o «rentas»), disponer de
una cuota de mercado mayor significa apropiarse una fracción más elevada de estos
beneficios en detrimento de las empresas rivales de otros países. Esta es la base de la nue-
va argumentación en defensa de los subsidios a la exportación: si sus efectos afectasen al
bienestar global del país de la forma que muestra la Figura 5.8, se trataría de aplicar un

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Políticas comerciales 153

«subsidio óptimo», S*, lo suficientemente elevado como para llegar a obtener una ventaja
frente a los competidores extranjeros en términos de cuota de mercado, y lo razonable-
mente bajo para que su coste no llegase a desbordar sus ventajas.
El Cuadro 5.1 muestra un ejemplo numérico —basado en Tugores-Fernández de
Castro (1993)— de dos empresas de países diferentes que compiten en el mercado
mundial. Cada una de ellas ha de tomar la decisión de incurrir en los elevados costes
fijos —asociados a una tecnología sofisticada —necesarios para estar presente en ese
mercado, siendo las hipótesis iniciales acerca de los beneficios que cada empresa obten-
dría en cada uno de los cuatro casos posibles las que refleja la parte (a) del Cuadro 5.1.
Estos números iniciales reflejan dos ideas básicas: 1) la posición de monopolista mundial
permite unos beneficios monopolistas, unas «rentas» asociadas a esa posición de privile-
gio en el mercado mundial, dadas en este ejemplo por 38 unidades monetarias; 2) en cam-
bio, si ambas empresas tienen que «repartirse» el mercado, ello no permite a ninguna
recuperar los elevados costes fijos iniciales, de modo que ambas experimentan pérdidas de
2 unidades monetarias.
En este marco aparecen los incentivos a tratar de «apropiarse» de las rentas de ser
monopolista al nivel internacional. Veamos algunas posibles estrategias —ejemplos clá-
sicos de «políticas comerciales estratégicas»:
1. El gobierno del país de X anuncia un contrato público de larga duración con la
empresa X, de modo que ello haga creíble la operatividad continuada de esta
empresa. Con ello se trataría de convencer a la empresa Y de que no hay 4 casos
posibles, sino sólo los 2 de la primera línea, induciéndola a quedar fuera.

Cuadro 5.1. Los subsidios como política comercial estratégica

Empresa Y

(a) Situación inicial Producir No producir


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Producir Bx: –2 B y: – 2 Bx: 38 By:0


Empresa X
No producir Bx: 0 By: 38 Bx: 0 By:0

Empresa Y

(b) Subsidio a la empresa Y Producir No producir

Producir Bx: –2 By: + 2 Bx: 72 By:0


Empresa X
No producir Bx: 0 By: 42 Bx: 38 By:0

Empresa Y
(c) Problemas
Producir No producir
informacionales
Producir Bx: +2 By: +2 Bx: 42 By:0
Empresa X
No producir Bx: 0 By: 42 Bx: 0 By:0

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154 Economía internacional

2. El gobierno del país de la empresa Y subsidia a la empresa Y con una determi-


nada cantidad, que justifica no en base a subsidios a la producción (denunciables
como contrarios a la legislación comercial internacional), sino a políticamente
correctos subsidios a la «investigación y desarrollo» hábilmente calculados para
que se dé una situación como la parte (b) del Cuadro 5.1. En ella la empresa Y
producirá en cualquier caso, tratando de disuadir con el conocimiento de ello a la
entrada en el sector de la empresa X. En este caso habríamos encontrado un sub-
sidio que permitiría al país de Y «desplazar las rentas» del monopolista hacia su
país.

La debilidad de esta argumentación —y en general de las denominadas políticas


comerciales estratégicas— deriva de la cantidad de información fiable que requiere su
implementación. La parte (c) del Cuadro 5.1 muestra el resultado de aplicar el subsidio en
un contexto en que, sin saberlo el gobierno de Y, la empresa de X tiene unos costes
inferiores a los de Y (por haber innovado en secreto con éxito), de modo que a la empre-
sa X le «basta» con la mitad del mercado mundial para ser rentable. En ese caso, el sub-
sidio es totalmente ineficaz para «desplazar rentas» hacia Y.
Los números de la parte (c) del Cuadro 5.1 pueden interpretarse asimismo como los
resultantes en el caso de que si de forma no suficientemente bien anticipada un aumento
de la demanda o una mejora tecnológica hace que para ambas empresas sea suficiente la
mitad de las ventas mundiales para «recuperar los costes fijos», nuevamente el subsidio se
revelará ineficaz. Realmente los «requerimientos informacionales» acerca de evolución de
la demanda, de la tecnología y de los costes propios y ajenos son muy exigentes y en el
mundo real no suele poder contarse con ellos de forma razonablemente fiable, lo que
debilita la efectividad de estos argumentos a favor de subsidios y otras políticas comer-
ciales estratégicas que acaban teniendo un papel esencialmente redistributivo en el interior
del país.

5.5. OTRAS BARRERAS NO ARANCELARIAS


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Bajo la denominación genérica de «barreras no arancelarias» se incluye un amplio arsenal


de medidas o instrumentos, distintos de los aranceles, que producen el efecto de favorecer
a los productos nacionales del país que las impone. Su variedad es a veces un reto a la
imaginación.
Las normativas de requisitos técnicos o sanitarios son buenos ejemplos. Son dispo-
siciones cuya finalidad declarada es la «garantía de calidad» de los productos alegando
preocupaciones bien vistas en la opinión pública, como la defensa de los consumidores, la
salud pública o el medio ambiente. Pero eligiendo «astutamente» los detalles de las
especificaciones técnicas se produce el efecto de dejar fuera del mercado, o imponer cos-
tes adicionales, a productos extranjeros. Por ejemplo, la composición de arcilla de los
ladrillos, que requería alguna legislación francesa, dejaba fuera a los ladrillos españoles e
italianos. Los estándares de calidad de algunos aparatos electrónicos en Alemania estaban
hechos a medida de los productos autóctonos. Alterando ligeramente las cantidades o con-
diciones de algunos productos en las conservas (siempre apelando a motivos sanitarios,
por supuesto) se puede alejar del mercado nacional, al menos un tiempo, un competidor
molesto. Y así sucesivamente.

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Políticas comerciales 155

Las normas meramente burocráticas son otra forma de barrera no arancelaria. Las
formalidades aduaneras pueden complicarse hasta hacer perder en tiempo la ventaja de
coste. Se puede obligar, como hizo Francia con los vídeos japoneses, a que la entrada en
el país se produzca precisamente en un (pequeño) puesto fronterizo (alegando, por ejem-
plo, instalación del «adecuado equipo técnico»). Tratar de sistematizar la posibilidad de
trabas administrativas es tan difícil como limitar la imaginación de los burócratas en este
campo (se diría que en él tienen su ventaja comparativa).
Las denominadas «normas de origen» son otro activo campo de proteccionismo.
Tales normas definen si un producto se considera nacional y por tanto exento de arance-
les y otras restricciones —o en el caso de acuerdos regionales, acreedoras del trato pre-
ferencial que éstos otorgan a los procedentes de los socios. En un mundo en que los pro-
ductos reparten su producción entre diversas localizaciones, generándose parte del valor
añadido en cada una de ellas, pequeñas —y hábilmente calculadas— diferencias o mati-
ces en las deficiones de «producto nacional» —o del área preferencial— pueden tener un
impacto significativo. Son frecuentes acuerdos comerciales que se presentan como libe-
ralizadores pero que contienen anexos muy voluminosos de «reglas de origen», y casi
siempre tras cada párrafo o especificación se encuentra un determinado sector, industria,
empresa o a veces persona, con intereses «especiales» o «específicos» que proteger y con
el suficiente respaldo o habilidad política para conseguir la redacción exacta que le inte-
resa. Se aplica aquí especialmente el viejo dicho de que en los regímenes proteccionistas,
corporativos o corruptos es fácil encontrar el «nombre y apellidos» tras cada norma pre-
suntamente general.
Las políticas de compras públicas o adjudicación de obras y contratos públicos
(public procurement) es otra vía. A la hora de adquirir una flota de coches oficiales o de
un pedido de equipo informático para las administraciones públicas, por ejemplo, el ori-
gen nacional puede ser un factor importante, de forma declarada o encubierta (y de forma
legal, ilegal o alegal, según los casos).
Los aspectos monetarios y financieros de las transacciones pueden asimismo tener
consecuencias comerciales. Por ejemplo, los controles de cambios de divisas pueden difi-
cultar conseguir financiación o medios de pago para las importaciones de algunos produc-
tos, u obligar a gravosos depósitos previos, que reducen el atractivo de adquirir al exterior.
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Un carácter especial tienen las alteraciones de los tipos de cambio. Las devaluaciones,
por ejemplo, pueden servir para ganar competitividad, como veremos en los Capítulos 8
a 11. Aunque los acuerdos internacionales han tratado de limitar las alteraciones de las
paridades de monedas a los casos en que haya razones económicas sólidas, no es infre-
cuente que se discuta si tal o cual devaluación ha sido «competitiva», es decir, generada
con el fin básico de mejorar la competitividad frente al extranjero, tanto encareciendo los
productos importados como abaratando las exportaciones nacionales.

5.6. EL DEBATE LIBRE COMERCIO VERSUS PROTECCIONISMO


Tanto las teorías clásicas como las modernas del comercio internacional han generado
considerables debates acerca de las ventajas relativas del libre comercio y de la protec-
ción. No se trata generalmente de elegir entre comercio o autarquía, sino de discutir si, en
qué casos y qué tipo concreto de limitaciones o restricciones pueden eventualmente
mejorar los resultados del libre comercio.

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156 Economía internacional

Como ya se ha señalado, los argumentos a favor del libre comercio son esencial-
mente los desarrollados en los capítulos anteriores, así como los análisis de las secciones
anteriores acerca de las distorsiones e ineficiencias que provocan las medidas protec-
cionistas. También en esas secciones se apuntaban algunas posibles «explicaciones» de
políticas comerciales, en algunos casos apelando a la eficiencia y en otros a considera-
ciones políticas. El debate entre libre comercio —o «libre cambio», como se decía de
forma clásica— y proteccionismo es uno de los ámbitos en que la interacción entre
argumentaciones económicas, intereses específicos de personas, grupos o sectores y el
proceso de decisiones políticas ha sido más notable. Un buen ejemplo se dio cuando
comenzó a divulgarse la «nueva teoría del comercio internacional» analizada en el Capí-
tulo 4, a principios de los años ochenta, precisamente cuando Estados Unidos estaba expe-
rimentando problemas de sobrevaloración del dólar que deterioraban su competitividad y
hacían que las importaciones europeas y sobre todo japonesas inundaran el mercado
interno estadounidense. Los grupos de interés afectados vieron en los nuevos enfoques
analíticos una posible forma de «racionalizar» sus demandas de protección, generándose
un «neoproteccionismo» con argumentaciones a veces novedosas, como las «políticas
comerciales estratégicas», que trataron de vehicularse para conseguir de la Administración
medidas restrictivas del comercio.
En esta sección pasaremos revista sucintamente a algunos de los argumentos más
relevantes en la polémica, bastantes de los cuales ya han aparecido en las páginas
anteriores:

— Desplazar la relación de intercambio o argumento del poder de mercado: entre los


efectos de un arancel ya vimos que estaba, en el caso de un país grande, la
mejora en la relación real de intercambio (precios de exportación/precios de
importación) derivada de la presión a la baja sobre el precio mundial del artículo
importado que supone la reducción de las importaciones del país que impone el
arancel. Este argumento es válido en la medida en que las compras del país que lo
utiliza sean lo suficientemente significativas como para afectar sensiblemente a
los precios en los mercados mundiales, es decir, que se trate de un país «grande»,
en sentido económico, con poder de mercado.
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— Este argumento tiene una variante moderna basada en el poder de mercado que
confiere la diferenciación de productos. Recordemos que la ausencia de poder de
mercado (competencia perfecta) se da cuando una empresa no puede elevar el
precio porque la respuesta de los consumidores sería acudir a otro de los múlti-
ples proveedores que ofreciese idéntico artículo: esto deja de ser así cuando no
existen proveedores alternativos (monopolio) o existen pocos (oligopolio), o los
productos que ofrecen no son «idénticos» desde la perspectiva del comprador; por
tanto, la diferenciación de producto ofrece poder de mercado (como revelan los
anuncios publicitarios basados en que «aunque el producto Y es algo más barato
yo sigo utilizando X»). Esta cierta capacidad de incidir sobre el precio (poder de
mercado) mediante un arancel está abierta así incluso a un país «pequeño» en los
casos de productos diferenciados.
— Industria naciente: los momentos iniciales en que emerge una industria o activi-
dad en un país pueden verse comprometidos si esa industria nacional «naciente»
se ve sometida a la pura competencia de otras empresas ya «maduras» extranje-
ras. El gobierno protegería a la industria naciente hasta que su consolidación le

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Políticas comerciales 157

permitiera competir en condiciones de «igualdad». Esta argumentación fue utili-


zada por las jóvenes naciones de los siglos XVIII y XIX, entre ellas Estados Unidos
(avalada por Alexander Hamilton), Alemania (con Friedrich List) y Canadá.
Naturalmente, los problemas vienen no sólo al analizar por qué razones una
industria naciente puede verse en inferioridad de condiciones frente a la compe-
tencia extranjera: comercialización y/o imagen, economías de escala o learning
by doing (aprendizaje mediante la práctica), y sobre todo y en cualquier caso,
cómo saber cuándo la industria naciente «ha crecido» para retirarle la protección,
por no hablar de qué hacer si la industria nunca acaba de crecer lo suficiente o se
revela ineficiente a nivel mundial. Además, siempre quedaría la duda acerca de
hasta qué punto la misma protección podría contribuir a «relajar» a las empresas
nacionales, al salvaguardarlas de la presión directa de la competencia interna-
cional.
Para aplicar este argumento hay que efectuar una evaluación de cuáles son las
industrias en las que el país tendría competitividad en el futuro; un aspecto polé-
mico es: ¿estamos seguros de que la administración lo puede hacer mejor, por
ejemplo, que el mercado de capitales, decidiendo qué actividades merecen finan-
ciación? Si el mercado de capitales tiene «fallos» que lo alejan de la eficiencia a
largo plazo, el argumento acaba siendo una versión del caso más general de dis-
torsiones o imperfecciones de los mercados.
Naturalmente, el problema con este argumento se encuentra cuando se consta-
te, al pasar el tiempo, que las esperadas «ventajas de costes» no se producen… y
parece claro que no se producirán. ¿Error de cálculo más o menos previsible o
«inducido»? ¿Imprevisibilidad o incluso fatalidad? En cualquier caso, la opción
ahora será retirar la protección —que nació como transitoria, no lo olvidemos—
con lo que la empresa nacional será eliminada por la competencia extranjera, o
mantener (indefinidamente) la protección, con el coste para el consumidor y/o
contribuyente y el despilfarro asociado de recursos.
Una situación en la que se considera aplicable el argumento se refiere a la de
conflicto entre la ventaja comparativa (eficiencia) y learning by doing. En la
Figura 5.9 se muestran las curvas de aprendizaje de dos países: muestran cómo se
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va reduciendo el coste por unidad a medida que se acumula experiencia (medida


en el eje horizontal como Q, unidades producidas desde que se inició la activi-
dad). La curva más elevada suponemos que corresponde al primer país que inició
la producción, mientras que la más baja corresponde al que se plantea entrar. Para
cada nivel de Q, el segundo país tiene ventaja sobre el primero. Pero de hecho el
primer país ha acumulado hasta hoy una experiencia Q1 y tiene un coste unitario
hoy representado por el punto A, mientras que el segundo país, si entra inicial-
mente, se situaría en torno al punto B, incurriendo en un coste superior. Si ésta
fuese la situación, tendría sentido «proteger» a la industria (naciente) del segun-
do país hasta que llegase al menos al punto C. La justificación radicaría en evitar
que una ventaja meramente temporal (cronológica, si se quiere) no impidiese el
aprovechamiento de la mayor eficiencia.

— Protección frente a las importaciones como promoción de exportaciones:


asegurar una parte sustancial del propio mercado a las empresas nacionales
puede permitir a éstas el aprovechamiento de las economías de escala y, por

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158 Economía internacional

Coste
medio
o unitario

C A
Curva de aprendizaje país 1

Curva de aprendizaje país 2

0 Q
Q2 Q1
Cantidad acumulada
(«experiencia»)
Figura 5.9. Apoyo a la «industria naciente».

tanto, la consecución de unos costes unitarios bajos que conviertan esas


industrias en potenciales exportadoras. (La argumentación es parecida a la del
párrafo anterior, sustituyendo las economías de aprendizaje por las tradicio-
nales economías de escala: de hecho, en varios de los casos en que este
argumento parece haberse aplicado han estado presentes ambos tipos de
«economías».) Un estudio de Baldwin-Krugman sugiere que en el caso de
los semiconductores (chips) Japón podría haber hecho uso de este plantea-
miento o aplicarse a la estrategia de Canadá desde las últimas décadas del
siglo XIX.
— Anti-dumping: se trata de adoptar medidas de protección para hacer frente
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a un comportamiento o práctica «desleal» por parte de empresas extranje-


ras. El dumping consiste en vender en los mercados exteriores a precio infe-
rior al coste o a precio inferior al del mercado propio, de modo que nuestro
país adoptará medidas anti-dumping frente a las empresas extranjeras que
vendan en nuestros mercados a precios por debajo de sus costes o precios
en sus mercados de origen.
Las prácticas de dumping, con sus bajos precios, parecen beneficiar a los
consumidores de los países importadores. Pero son perseguidas por sus
repercusiones a medio plazo: amenazan con llevar a la ruina la industria
nacional, quedando luego el mercado interno a merced de precios más altos
fijados por las empresas extranjeras que se hayan adueñado del mercado.
Los problemas de las medidas anti-dumping son básicamente de defini-
ción e información: ¿Incluye el «precio normal» un margen de beneficio
«razonable»? ¿Cómo se ve afectado por las evoluciones coyunturales en el
país productor o importador? ¿Cuáles son los verdaderos costes de produc-
ción de las empresas extranjeras?

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Políticas comerciales 159

— Respuesta al «comercio no-equitativo»: se refiere a prácticas o comporta-


mientos de gobiernos extranjeros considerados desleales o que pueden falsear
la competencia: por ejemplo, subsidios a sus industrias (directamente a la
exportación, o indirectos, vía I + D, etc.). Se ha ido ampliando el uso de estas
argumentaciones, apelándose a «falta de equidad» derivada de los sistemas de
distribución, políticas antimonopolio, derechos de los trabajadores..., incluso
de las tasas de ahorro de otros países. La legislación comercial estadouni-
dense y la «iniciativa de impedimentos estructurales» de ese país con Japón
son los exponentes más conocidos. Pero a uno le queda siempre la pregunta:
si los productos extranjeros entran más baratos en nuestro país gracias a
subsidios de sus gobiernos, ¿no sería más adecuado agradecérselo que ame-
nazar o instrumentar represalias? Las consideraciones a medio y largo plazo,
y el mayor peso político de los productores nacionales, son las razones para
explicar por qué no se hace.
— Desplazamiento de rentas (rent-shifting): se ha convertido en uno de los
argumentos estrella a raíz de las nuevas teorías del comercio internacional. En
los sectores en que existe competencia imperfecta tienden a surgir «beneficios
extraordinarios» de las empresas productoras derivados del poder de merca-
do. Los gobiernos tienen un incentivo a que sean «sus» empresas las que
obtengan esos beneficios a expensas de las empresas rivales extranjeras.
El denominado caso Boeing/Airbus se ha convertido en la manera tópica
de plantear el tema. Demos ahora un posible contenido a las simulaciones del
ejemplo numérico del Epígrafe 5.4: supongamos un sector como el aeronáu-
tico con una tecnología tan «cara» y correspondientemente unas importantes
economías de escala, que hacen que para recuperar la costosa inversión en
I+D sea insuficiente abastecer sólo la mitad del mercado mundial; es decir, si
dos empresas (una europea, Airbus, y otra norteamericana, Boeing, por ejem-
plo) se reparten el mercado, ambas incurrirían en pérdidas, pero si hubiese
sólo una, obtendría importantes beneficios («renta de monopolio»). La solu-
ción de equilibrio es un único productor mundial, ¿pero cuál?: el gobierno de
cada país puede tratar de ayudar a que sea «la suya», para atraer a su país esa
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«renta de monopolio». (En el Capítulo 4 veíamos que en presencia de eco-


nomías de escala había una cierta arbitrariedad en la especialización inter-
nacional; como ahora vemos, si esta especialización lleva aparejados benefi-
cios extraordinarios, ello es una fuente de problemas.) Los subsidios a la
investigación (política europea) o los contratos federales (política de Estados
Unidos) son ejemplos de «política comercial estratégica».
Su principal problema (aparte de contrarrestarse eventualmente unas a
otras) radica probablemente en que para tener efectividad, o incluso para no
ser contraproducentes, requieren —como vimos asimismo en el ejemplo
numérico de la Sección 5.4— una información abundante y precisa acerca,
por ejemplo, de la demanda mundial y su previsible evolución, los costes de
la empresa nacional y de la extranjera (¿esto último puede incentivar el
espionaje industrial?), etc. Si un gobierno se gasta enormes fondos en subsi-
diar su empresa (Airbus, por ejemplo) para que consiga la posición domi-
nante en el mercado mundial, pero en pocos años la demanda mundial de
aviones comerciales se amplía, de forma que pueden coexistir Airbus y

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160 Economía internacional

Boeing, pero obteniendo cada una beneficios mucho menores, la «rentabili-


dad» de los subsidios podrá verse en entredicho (por decirlo en forma suave).
— Externalidades positivas: se refiere a la conveniencia de proteger los sectores,
actividades o industrias que generan unos beneficios que se «desparraman» al
conjunto del país. Por ejemplo, si la existencia de una industria informática
nacional consigue que abunden los especialistas en informática o que los
estudiantes del país se familiaricen con la informática con facilidad, el bene-
ficio será para el conjunto de la actividad. Este efecto difusor será máximo en
aquellas industrias con más interdependencias (linkages) con el resto de la
estructura productiva.
En la misma línea, el argumento de la industria de alta tecnología
(high-tech) generadora de innovaciones que pueden utilizarse en otros sec-
tores ha sido utilizado ampliamente, no sólo para justificar medidas de pro-
tección a la industria nacional y generar un tipo de «comercio administrado»
(managed trade). Pero habría que asegurar si, y por qué, los spillover sólo son
a nivel nacional y no internacional. En cualquier caso, unas reglas multilate-
ralmente aceptadas en las industrias de alta tecnología, como ha señalado
Bhagwati, parecen preferibles a utilizar el argumento del apoyo a la «alta tec-
nología» como forma de protección o de «comercio administrado».
A veces se formula para proteger las industrias de elevado «valor añadi-
do»: en el ejemplo de la ventaja comparativa vimos cómo el elevado valor
añadido (salario) seguía a la elevada productividad, y no al revés, de la misma
forma que una elevada «intensidad tecnológica» en las exportaciones es con-
secuencia, y no causa, de un importante progreso tecnológico.
— Defensa frente a los bajos salarios o protección de empleo: algún tipo de pro-
tección es la respuesta frecuentemente esgrimida al «dumping social» que
efectuarían países que producen a bajo coste gracias a bajos salarios y/o
condiciones laborales y sociales mínimas. Cuando los productos de la UE se
enfrentan a los producidos en el sudeste asiático (o recientemente en el este
europeo), este argumento es habitual.
Como vimos en el Capítulo 2, la teoría de la ventaja comparativa impli-
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ca que unos costes salariales sistemáticamente más bajos en un país que en


otro no desplazan del comercio al país con costes más elevados. La misma
teoría muestra que la competencia fundamental es por los recursos de cada
país, más que entre países. Asumido esto, también hay que valorar estos
dos aspectos: 1) este argumento se debilita coyunturalmente en fases de des-
empleo importante, aunque si la respuesta es muy proteccionista, a medio
plazo la contracción del comercio internacional la acabarían pagando los
puestos de trabajo en las industrias de exportación; 2) cuando países de cos-
tes salariales mucho más bajos entran en un determinado sector, alterándose
la división internacional del trabajo, los reajustes que ello induce en el interior
de los antiguos países productores pueden ser costosos, en términos sociales,
humanos y políticos.
De hecho, en los últimos años la polémica sobre los efectos de la cre-
ciente presencia en el comercio internacional de países en desarrollo con sala-
rios bajos y/o condiciones laborales mínimas está siendo muy notable, como
vimos en el Capítulo 3.

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Políticas comerciales 161

— Ventajas de diversificación: se puede considerar que la especialización que


tiende a inducir la ventaja comparativa o las economías de escala produce una
vulnerabilidad excesiva del país, ante, por ejemplo, contracciones de la
demanda (y/o caídas de precio) en los mercados mundiales; es el problema de
los países llamados de «monocultivo»: si su producción y exportación básica
es el plátano (o el cobre), las crisis en el mercado mundial de plátanos (o
cobre) serán catástrofes nacionales.
— Desde el punto de vista de la diferenciación de inputs en la producción,
Paul Romer (1994) ha planteado cómo los costes de la protección (y los
correlativos argumentos en favor de la liberalización comercial) podrían ser
mucho más altos de lo que sugerían las estimaciones tradicionales. Las tec-
nologías sofisticadas modernas hacen necesario ser más precisos respecto al
factor de producción «capital»: cuando se incorpora el papel de la diversifi-
cación de inputs especializados (maquinaria, productos intermedios, etc.), que
aumentan la eficiencia productiva (piénsese, por ejemplo, en la diferencia
entre una fábrica en la que hubiese 25 herramientas idénticas en comparación
con otra que tuviese 25 herramientas específicamente diseñada cada una
para una tarea concreta). En este marco, si los costes de la protección (ganan-
cias de la liberalización) fuesen de los costes (ganancias) de eficiencia deri-
vados del encarecimiento (abaratamiento) de bienes ya existentes, serían de
una magnitud limitada, como ya comentamos en la Sección 5.2. En cambio,
cuando constatamos que uno de los principales efectos de la liberalización
comercial es que el país empieza a ser considerado como atractivo (rentable)
para que muchas empresas que fabrican mercancías (de consumo final o
inputs intermedios) asuman los costes de introducirse en ese mercado, los cál-
culos varían notablemente.
Cuando el número de productos o inputs intermedios se convierte en una
variable endógena, y el efecto de una política comercial más orientada al
libre comercio no es (sólo) abaratar los productos o inputs que ya se importa-
ban, sino también hacer accesibles muchos nuevos, las cuantificaciones
adquieren una nueva dimensión. En un ejemplo numérico sencillo efectuado
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por Romer, pasar de un arancel del 10% a otro del 0% en vez de suponer unas
ganancias cercanas al 1% (del orden de magnitud que se obtiene en varios
estudios empíricos «clásicos» basados en los «triángulos» de Harberger de la
Figura 5.1) pasaría a suponer una mejora sustancialmente superior, cercana al
20%. La sofisticación de la tecnología y el auge del comercio intraindustrial
habrían incrementado el coste del proteccionismo, a la vez que las ganancias
asociadas a procesos de liberalizalición comercial.
— Argumentos no-económicos: aplicados a sectores estratégicos como los vin-
culados a la defensa nacional en sentido estricto (armamento, munición,
etc.) o amplio. Han sido asimismo esgrimidos referidos a la importancia del
«autoabastecimiento» alimentario en el caso de la agricultura de la UE. Y, por
supuesto, la denominada «excepción cultural» con que se quiere proteger, por
ejemplo, al cine europeo (aunque es el cine francés el abanderado de estas
campañas) de la invasión hegemónica de las películas made in USA.
— Como política regional: defender una industria tradicional aunque en declive
o ya no-competitiva (es el caso inverso a la industria naciente), que es parti-

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162 Economía internacional

cularmente importante para una región o comarca. Es aplicable aquí la


máxima de que uno de los errores más graves en economía, como en la
vida, es retrasar lo inevitable.
— Escasez de divisas: las importaciones requieren pagos en divisas, y la escasez
de éstas (junto a la definición de unas utilizaciones prioritarias, como por
ejemplo pagar el petróleo importado, o devolver parte de la deuda externa)
puede conducir a restricciones comerciales. Aunque en principio podría tra-
tarse de un problema macroeconómico a corto plazo, puede devenir crónico.
Pero las medidas restrictivas por esta vía no deberían conducir sistemática-
mente a que «lo urgente» del momento se imponga a lo importante a largo
plazo (comercio abierto).
— Adicionalmente, asimismo en la frontera de lo económico y lo político, cabe
recoger un tradicional argumento de Krueger: abrir la vía al proteccionismo
acaba generando/induciendo en múltiples sectores un conjunto de actividades
que tratan de obtener las «rentas económicas» derivadas de la protección. Son
las actividades de rent seeking (búsqueda de rentas), que a veces absorben a
buena parte de los profesionales del país (abogados, economistas, políticos,
etc.), en vez de dedicar los recursos a actividades directamente «productivas».

Otro factor importante en los debates sobre proteccionismo es la frecuencia con que
se trata de obtener por la vía de la protección comercial solución a un problema que no es
en origen de esa naturaleza. Si se trata de querer proteger un determinado colectivo
seguramente sería más eficiente —y barato para las finanzas públicas y/o los consumi-
dores— hacerlo directamente, por ejemplo mediante subsidios específicos, en vez de dis-
trosionar los flujos comerciales con medidas proteccionistas. Dicho en términos un poco
más técnicos, las políticas comerciales son a menudo políticas second best que se aplican
porque son políticamente menos difíciles de implementar que las políticas first best que
afrontarían directamente el problema.
En conjunto, en la defensa del proteccionismo se mezclan argumentaciones con
alguna base sólida —como el efecto sobre la relación real de intercambio o el de la
industria naciente o incluso algunos ejemplos de posibles políticas comerciales estraté-
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gicas— pero que normalmente legitimarían dosis de protección o moderadas o transitorias


o con requerimientos de información poco realistas, con otras argumentaciones menos
sólidas. Entre ellas las que combinan en dosis variables el orgullo nacional y nociones
como la de «competitividad» bastante ambiguas y equívocas.
Bajo la «retórica de la competitividad» se trasladan mecánicamente dinámicas empre-
sariales a problemas nacionales —olvidando que a nivel nacional la asignación adecuada
de recursos entre industrias y empresas es una cuestión esencial—, pero lo más peligroso
del abuso de los argumentos de «competitividad» es que trasladan la idea de que el
comercio es un juego de «suma cero», cuando la base del comercio internacional es la
existencia de mutuas ganancias que cabe aprovechar. Ciertamente, la utilización como
indicadores de competitividad de «cuotas de mercado» —que necesariamente han de ser
100, de modo que solo unos pueden ganar a expensas de otros que pierden— dificulta la
visibilización de esta característica esencial del comercio como juego de suma positva (al
menos potencialmente).
Ello viene de antiguo, de cuando el «éxito» de un país hace siglos, bajo el mercanti-
lismo, se medía por algunos por las reservas de oro o metales precisos que era capaz de

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Políticas comerciales 163

generar, en vez de por los flujos comerciales. Igualmente hoy el peso casi exclusivo que a
veces parece darse al saldo de la balanza comercial o la cuenta corriente no debe hacer
olvidar que si en cada intercambio hay una posible fuente de ganancias, la aportación
positiva del comercio al bienestar puede estar más vinculada al volumen de comercio que
al saldo del comercio exterior.
Y asimismo otro efecto potencialmente nocivo del énfasis habitual en la competiti-
vidad es que puede utilizarse para pedir actuaciones a los poderes públicos que realmen-
te afecten a los síntomas más que a las causas de los verdaderos problemas de competi-
tividad. Por ejemplo, si un país tiene un déficit de innovación o capital humano, aunque lo
noten en la práctica las empresas que fabriquen productos que no son tecnológicamente
competitivos, ello no se soluciona subvencionando a estas empresas, sino atacando el pro-
blema de fondo de raíz, mediante, en este caso, políticas de formación, cualificación o
innovación. Pero ello requiere tiempo y pensar a largo plazo, y no tiene réditos políticos
a corto plazo, de modo que el omnipresente proceso político puede dificultar la identificar
y la aplicación de las verdaderas soluciones.

5.7. LA ECONOMÍA POLÍTICA DE LA POLÍTICA COMERCIAL


Al margen de, o además de, todos los argumentos mencionados, en el proceso de toma de
decisiones sobre las políticas comerciales los elementos de presión de grupos de intereses
políticamente organizados tienen un papel innegable. Más allá de suponerlo como algo
exógeno, recientemente ha recobrado interés el análisis económico de los procesos de
decisión política, que encuentran en la política comercial uno de sus campos más desta-
cados de aplicación: es la nueva «economía política» de la política comercial.
Se ha señalado en la introducción a este capítulo la contraposición entre la postura de
buena parte de los economistas a favor del libre comercio y la persistencia secular de
posiciones proteccionistas apoyadas por los gobiernos. La «economía política de la polí-
tica comercial» es una corriente que trata de analizar, con los métodos de la economía, la
toma de decisiones políticas que pueden llevar a posiciones más o menos restrictivas al
comercio.
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Es fácil entender cómo las influencias de grupos de intereses políticamente poderosos


pueden afectar a las decisiones de política comercial adoptadas por unos gobernantes
entre cuyos objetivos se encuentre, no sólo el interés del «ciudadano medio», sino también
los intereses sectoriales (potencialmente capaces de contribuir a campañas electorales y/o
política o socialmente «sensibles»). El título del conocido artículo de Grossman-Helpman
(1994), «Protection for Sale», es (crudamente) explícito.
Una primera referencia de estos planteamientos es la aplicación a las políticas del
clásico principio de la economía política acerca del «votante mediano»: aquel votante
que en una decisión cuantificable en una única variable (por ejemplo, nivel de impues-
tos o nivel de aranceles) tiene tantos otros votantes por encima como por debajo, y que,
en regímenes democráticos, especialmente los bipartidistas, se supone es el votante
«mimado» por los políticos que quieren maximizar votos para acceder al poder. Bajo la
hipótesis, altamente razonable, de que en los países industrializados el votante media-
no es propietario de menos capital que la media de la economía —ya que en todos los
países la propiedad del capital está más concentrada que la de la fuerza de trabajo— y
que esas economías industrializadas importan en promedio productos intensivos en

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164 Economía internacional

mano de obra —en aplicación de los resultados más básicos de los modelos del Capí-
tulo 3— se puede demostrar que el proceso político conduciría a aranceles positivos, ya
que así se reduciría el perjuicio al factor trabajo, «escaso» en el país industrializado,
pero más relevante para el votante mediano que para el conjunto de la «economía
nacional».
La formulación de «Protection for Sale» se basa en que el proceso político no solo
tiene en cuenta al votante mediano, sino que las contribuciones que grupos de presión
puedan efectuar a las campañas de los partidos pueden incidir sobre las políticas comer-
ciales que finalmente se adoptan. Este modelo ha sido aplicado a diversos contextos, si
bien, para sorpresa de algunos, la ponderación que parece recibir el interés del «votante
mediano» es alta en comparación con los «intereses especiales» organizados, aunque estos
pueden contrarrestarse unos a otros. Una aplicación (Branstetter-Feenstra, 2002) de este
enfoque al juego político-económico que subyace a la distribución provincial de la inver-
sión extranjera en China muestra un papel defensivo de los intereses de las empresas
públicas más importante que el del consumidor medio, aunque las políticas más liberales
recientes parecerían estar debilitando esa asimetría.
Pero la literatura sobre economía política de la política comercial afronta cuestiones
menos evidentes. Por ejemplo, incluso si se comprende el peso político de intereses sec-
toriales, casi nunca la protección comercial es la vía más eficiente para protegerlos; pero
métodos indirectos de redistribución como la política comercial pueden tener otras ven-
tajas en términos políticos.
Otra cuestión es la dificultad de alterar un statu quo de protección, incluso si el
efecto neto de la liberación comercial fuese positivo. Hay problemas de incertidumbre res-
pecto a quiénes serán los ganadores y quiénes los perdedores. El ejemplo ya típico —
basado en Fernández-Rodrik (1991)— es el análisis de una reforma que, en una economía
con 100 votantes, favorecerá a 51 en una cuantía de 5 y perjudicará a 49 en una cuantía de
1: el efecto neto es una ganancia de (51 x 5) – (49 x 1) = 206. El efecto neto positivo deja
abierta la posibilidad a una redistribución que compense a los perdedores. Democrática-
mente también sería aceptada… si se conociesen a priori ganadores y perdedores. Pero si
sólo 49 de los ganadores están preidentificados, los 51 votantes restantes (que tienen pro-
babilidad 2/51 de ser de los ganadores y 49/51 de ser de los perdedores) tienen un valor
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esperado de la reforma de (2/51) (5) – (49/51) (1) = –0,76, con lo que estos 51 votantes
probablemente votarán en contra de la reforma, manteniendo el statu quo. Es un ejemplo
reconocidamente extremo, pero significativo, de la fuerza con que la incertidumbre sobre
la distribución dificulta reformas (por ejemplo, liberalización comercial) por mucho que
los economistas afirmen que tienen en efecto neto positivo.
Otra implicación de este tipo de análisis es que si las resistencias a la liberalización
proceden de la ponderación, en el proceso político, de las consecuencias redistributivas
(políticamente conflictivas), domina a las ganancias de eficiencia, es en situaciones de
«emergencia», de graves problemas para el país, cuando estas consideraciones redistri-
butivas pueden pasar a segundo plano y ser el momento de llevar a cabo procesos de
reforma. Rodrik sugiere que las liberalizaciones de la última década en países latinoa-
mericanos pueden haber sido influidas por esta causa. Lo que queda abierto es el tema de
la reversibilidad de estas reformas si su coste social se revela alto o no es adecuadamen-
te afrontado por los gobiernos.
Entre las causas adicionales que pueden explicar esta tendencia a las liberalizaciones
comerciales (y financieras) en los últimos años cabe apuntar además: a) la comparación

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Políticas comerciales 165

entre la performance de los países que adoptaron estrategias orientadas hacia el exterior
(outward), con el ejemplo tradicional del Sudeste asiático, y las dificultades de continuar
con estrategias hacia adentro (inward) del tipo sustitución de importaciones (si bien este
argumento ha sido discutido recientemente por la revisión «heterodoxa» del éxito del sud-
este asiático, revisada en el Capítulo 14); b) las eventuales presiones de organismos
internacionales, como el FMI o el Banco Mundial; y c) en mi opinión, un argumento eco-
nómico derivado del trabajo de Romer (1994) ya mencionado: la constatación de que la
nueva realidad del comercio internacional, con un peso creciente de los inputs diferen-
ciados asociados a tecnología cada vez más sofisticadas, hace cada vez más costoso
para un país seguir siendo proteccionista.
Asimismo, diversas formulaciones de estos análisis económico-políticos muestran
cómo para evitar resultados subóptimos en términos de eficiencia puede ser importante
que se establezcan unas reglas multilaterales. Coinciden en ello con el aspecto estratégi-
co que examinamos brevemente en la sección siguiente.

5.8. LIBRE COMERCIO O PROTECCIÓN: EL ASPECTO


ESTRATÉGICO
Supongamos una economía mundial compuesta por dos países, A y B, que han de optar,
cada uno de ellos, entre un sistema de libre comercio (LC) o uno de protección comercial
(P). El Cuadro 5.2 representa estas opciones y sus consecuencias.
Dado que cada país tiene dos opciones, hay cuatro casos posibles, representados
por las cuatro casillas del cuadro adjunto, en cada una de las cuales se muestra la valora-
ción de las consecuencias para A y para B.
En el caso de que ambos países opten por la protección (casilla inferior derecha), las
ganancias derivadas del comercio se ven reducidas o incluso eliminadas, obteniendo los
países unos resultados (bienestar, producción o, con menos rigor, pero con más relevancia
a veces en la práctica, ventas o cuotas de mercado) que se valoran en 2. (En este ejemplo,
números más altos significan resultados mejores para el país en cuestión.)
Si el país A permite libre comercio mientras que B sigue protegido (casilla superior
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derecha), A «comparte» su mercado nacional con las empresas de B, sin reciprocidad:


suponemos que ello deteriora los resultados económicos de A hasta una valoración de 1,
mientras que B dispone ahora de un mercado de exportación, además de todo el suyo
«propio», que le hace mejorar hasta 4. La casilla inferior izquierda es el caso simétrico al
que se acaba de describir.

Cuadro 5.2. Libre comercio o proteccionismo aspecto estratégico

País B

LC P

LC B: 3 B: 4
País A A: 3 A: 1
P B: 1 B: 2
A: 4 A: 2

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Finalmente, si ambos países adoptan el libre comercio se obtienen las ganancias del
intercambio, «compartiéndose» los mercados, con resultados para cada país evaluados en
3, mejores que los de proteccionismo mutuo por las ganancias del comercio estudiadas en
los capítulos anteriores.
¿Cuál es la elección óptima para cada país? Si pudiesen decidir conjuntamente, coor-
dinadamente, un criterio razonable sería tratar de obtener el mayor valor posible para A + B,
lo que se consigue adoptando ambos el libre comercio. Pero si cada país ha de decidir uni-
lateralmente, puede observarse que cada uno tiene un incentivo a ser proteccionista: así, si A
cree que B va a elegir LC, lo óptimo para A es ser proteccionista (obteniendo A:4 en vez de
A:3), pero si A cree que B va a ser proteccionista, también es óptimo que A elija la protec-
ción (obteniendo A:2 en vez de A:1). A tiene un incentivo, pues, a ser proteccionista en cual-
quier caso. En la jerga de teoría de los juegos se dice que la estrategia de ser proteccionista
es una «estrategia dominante», ya que conviene seguirla haga lo que haga el otro «jugador».
Por análogo argumento, también B tiene ese incentivo, y la situación final sería la casilla
inferior derecha, en la que ambos países obtienen un resultado inferior al que podrían con-
seguir si ambos optasen por el libre comercio.
Esta es una situación denominada en economía «dilema del prisionero», que muestra
cómo en ocasiones el decidir individualmente puede llevar a resultados colectivos nefas-
tos. En este caso ilustra la fuerza del multilateralismo, de las decisiones coordinadas y
conjuntas: abandonar el proteccionismo de manera unilateral sería, en este ejemplo, con-
traproducente, y en cambio hacerlo ambos países conjuntamente resulta un éxito.
Esta argumentación, junto con la del párrafo final de la sección anterior, nos conduce al
análisis de las reglas del sistema comercial mundial en el Capítulo 7, basado en el multila-
teralismo con permiso de los acuerdos regionales que examinaremos en el Capítulo 6.

RESUMEN
1. Pese a los argumentos sobre las ganancias del comercio internacional, a lo largo de la
historia han sido muy abundantes las situaciones de restricciones más o menos
importantes al comercio internacional, mediante políticas comerciales proteccionistas.
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2. Los aranceles son el instrumento clásico de referencia para analizar los efectos de
medidas proteccionistas. Al elevar el precio interior y reducir las importaciones,
perjudican a los consumidores y benefician a los productores nacionales así como a la
recaudación fiscal. El efecto neto es negativo por las distorsiones al consumo y a la
producción, aunque teóricamente podría llegar a ser positivo si un país grande con-
siguiese mejorar lo suficiente la relación real de intercambio.
3. Las cuotas o restricciones (voluntarias) cuantitativas tienen efectos análogos al aran-
cel, aunque con diferentes variantes en función de la forma de asignarse la «escasez
artificial» que provoca la cuota o restricción. Además, estas restricciones cuantitativas
«desconectan» más a la economía nacional de la mundial y por ello son más perju-
diciales para la economía… aunque preferidas por las empresas nacionales.
4. Los subsidios a la exportación tratan de justificarse por la captación de «rentas» en
los mercados mundiales, frecuentemente en el marco de «políticas comerciales
estratégicas» que tratan de favorecer a las empresas nacionales por medios más
indirectos que las tradicionales medidas proteccionistas. Pero su conveniencia es
muy discutida.

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Políticas comerciales 167

5. Los argumentos proteccionistas —además de los ya mencionados— son muy variados,


incluyendo el apoyo a «industrias nacientes», la respuesta a comportamientos «desleales»
y consideraciones extraeconómicas. Pero su rigor es en general discutible y a menudo los
problemas que plantean serían mejor afrontados con otras medidas no comerciales.
6. La interacción entre aspectos políticos y económicos ha llevado a bastantes análisis de
la «economía política» de los temas comerciales, que analizan cómo intereses secto-
riales bien organizados —y otros factores como la incertidumbre acerca del impacto
de las reformas comerciales— pueden conducir a respuestas políticas no siempre eco-
nómicamente eficientes.

ACTIVIDADES
1. Analice en la Figura 5.3 los casos en que la asignación o reparto de las cuotas puede
conducir a que las empresas destinen recursos a actividades de «búsqueda de rentas» —
legales, ilegales o alegales— con escaso o nulo valor social. ¿Cuál sería para una
empresa el «valor» de una licencia de importación y cuánto estaría dispuesta a gastar
para obtenerla? ¿Cree que tiene algo que ver esta discusión con los análisis acerca de los
costes de la corrupción que bastantes informes, incluidos los de organismos oficiales
como el Banco Mundial, señalan como una rémora al crecimiento y la eficiencia?
2. Analice en las Figuras 5.3 y 5.4 el significado económico de las superficies C, G, I y
J en función del mecanismo concreto con que se asignan o reparten las cuotas de
importación. ¿En qué casos la cuantía representada por alguna o algunas de estas
superficies puede acabar en manos de las empresas extranjeras? ¿En qué sentido se
puede hablar de que en algunos la cuota que beneficie simultáneamente a empresas
nacionales y extranjeras que a priori serían competidoras convierte a la cuota o
VER en un «mecanismo facilitador» de restricciones al comercio?
3. Examine cualquier acuerdo o tratado de libre comercio en que participe su país. Busque
las «reglas de origen» o cláusulas de excepción. (Seguro que las encuentra, abultan
mucho más que el tratado o acuerdo.) Trate de identificar las industrias o actividades pro-
tegidas por prohibiciones, excepciones, restricciones o largos períodos de ajuste. ¿Tienen
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esas actividades lobbies o peso en el proceso político de su país? ¿Podría llegar a iden-
tificar las empresas o grupos beneficiarios de algunas de estas «excepciones»? Cuando un
gobierno publicita abiertamente que la negociación del acuerdo se ha hecho «teniendo en
la sala conjunta a la mesa de negociación los representantes de los intereses nacionales
afectados», ¿qué tipo de incidencia cree que ello puede estar teniendo sobre la negocia-
ción? Discuta si estas «interferencias» benefician a los sectores más desfavorecidos de la
población o más bien a los intereses más poderosos u organizados. (Sea ponderado: dis-
tinga efectos directos e indirectos, a corto y medio-largo plazo.)

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Las políticas comerciales están bien tratadas en Feenstra (2004, Caps. 7 a 9) y Krugman-
Obstfeld (Caps. 8 a 11), así como más brevemente en Tugores (2002, Cap. 4). Sobre la
política comercial estratégica, un resumen amplio por parte de uno de los economistas que
mejor las han fundamentado es Brander (1995).

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168 Economía internacional

Brander, James (1995), «Strategic Trade Policy», en Grossman- Rogoff, Handbook of


International Economics, vol. III, North-Holland, 1995 (cap. 27, págs. 1395- 1455).
Branstetter, Lee, y Feenstra, Robert (2002), «Trade and Foreign Direct Investment in China: A
Political economy Approach», Journal of International Economics, 2002 (págs. 335-359).
Feenstra, Robert (2004), Advanced International Trade - theory and evidence, Princeton
University Press, 2004.
Fernández, Raquel, y Rodrik, Dani (1991), «Resistence to Reform: Status Quo Bias in the
Presence of Individual-Specific Uncertainty», American Economic Review, 1991
(págs. 1146-1155).
Grossman, Gene - Helpman, Elhanan (1994), «Protection for Sale», American Economic
Review, septiembre 1994 (págs. 833-850).
Krugman, Paul, y Obstfeld, Maurice (2003), International Economics - theory and policy,
6.ª ed., Addison-Wesley, 2003.
Rodrik, Dani (1995), «Political Economy of Trade Policy», en Grossman y Rogoff,
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1457-1494).
Romer, Paul (1994), «New Goods, Old Theory, and the Welfare Cost of Trade Restric-
tions», Journal of Development Economics, febrero 1994 (págs. 5-38).
Tugores, Juan (2002), Economía Internacional: globalización e integración regional, 5ª
ed., McGraw-Hill, 2002.
Tugores, Juan, y Fernández de Castro, Juan (1993), Microeconomía: problemas y cues-
tiones, McGraw-Hill, 1993.
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6
Integración comercial

6.1. PROCESOS DE INTEGRACIÓN REGIONAL


Vimos en el Capítulo 1 que las características más destacadas que diferenciaban las
transacciones internacionales de las internas eran por un lado las fronteras en sentido eco-
nómico, habitualmente vinculadas a políticas proteccionistas que de formas muy diversas
discriminan a los productos extranjeros frente a los nacionales, y por otra parte la diver-
sidad de monedas entre ambas partes de la transacción, que obligaba a un intercambio de
divisas a unos precios —tipos de cambio— y en unos mercados —los de divisas— cuya
operativa también estaba sujeta a costes e incertidumbres.
Una lectura sencilla y clara de la integración regional es entenderla como el proceso
mediante el cual varios países van eliminando entre ellos —pero no frente al resto de paí-
ses de la economía mundial —esas características diferenciales. Así, por ejemplo, en el
caso de la Unión Europea, el objetivo de crear primero un «mercado común» (desde su
inicio en 1958) y luego más acentuadamente un «mercado único» (desde 1993) trata de
alcanzar en la UE un auténtico «mercado interior único» plenamente integrado, en el seno
del cual las diferencias entre una transacción que tenga como participantes a empresas y
consumidores españoles y franceses no sea diferente de la que tenga como participantes a
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empresas o consumidores de Barcelona y Andalucía, o la que se efectúe entre Veracruz y


Monterrey. Naturalmente la adopción del euro como moneda única va en la línea de eli-
minar la segunda diferencia aludida— la pluralidad de monedas— tal como veremos con
más detalle en el Capítulo 13.
En este sentido pues la integración económica entre varios países tiende a convertir en
«domésticas» o internas transacciones que antes del proceso de integración eran típica-
mente internacionales. Como resultado, ya vimos que en algunas fuentes estadísticas se
eluden los términos de «exportaciones» e «importaciones» para referirse a transacciones
en el interior de la UE, utilizándose denominaciones más «asépticas» como «expedicio-
nes» e «introducciones» de mercancías.
Fronteras comerciales y pluralidad de monedas son los dos aspectos esenciales de las
transacciones internacionales que «caen» a medida que avanzan los procesos de integra-
ción regional. Precisamente la primera clasificación de tales procesos configura una
categoría de «integración comercial» vinculada a la desaparación de las trabas comer-
ciales, y otra de «integración monetaria» asociada a la sustitución de una variedad de
monedas por una única compartida.

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170 Economía internacional

Pero además de esas características básicas, hemos visto en los capítulos anterio-
res cómo los países tienen en la economía internacional otros instrumentos o meca-
nismos que les permiten tratamientos diferenciales. Por ejemplo, a) el comercio inter-
nacional permite intercambiar bienes pero no desplazarse los factores productivos
(trabajo y capital) de un país a otro; b) los países pueden adoptar políticas industriales,
tecnológicas, de competencia, etc., es decir, políticas microeconómicas con repercu-
siones internacionales; c) los países pueden adoptar políticas monetarias y fiscales con
efectos internos y externos. Así, además de barreras comerciales y alteraciones de los
tipos de cambio, aspectos como limitaciones a los movimientos de factores, políticas
microeconómicas industriales y políticas macroeconómicas autónomas, todo ello esta-
blece diferencias respecto a lo que sería una economía mundial «integrada».
La integración económica es —como ya se ha dicho— el proceso mediante el cual los
países van eliminando esas características diferenciales. Teóricamente podrían irse eli-
minando entre todos los países, para ir hacia una «economía mundial integrada», pero por
razones políticas y económicas los procesos de integración tienen lugar de forma parcial,
es decir, implicando a un número de países normalmente reducido. Se dice entonces que
asistimos a un proceso de regionalización, especialmente cuando los avances en la inte-
gración afectan a países de un mismo ámbito geográfico.

Recuadro 6.1. Algunos casos de integración comercial


Entre los más relevantes casos de integración comercial destaca la Unión Euro-
pea, denominación que recibe desde el Tratado de Maastricht la originaria
Comunidad Económica Europea —creada por el Tratado de Roma de 1957— y
que contaba inicialmente con 6 países y en 2005 cuenta con 25 miembros, 10 de
ellos incorporados en 2004 (principalmente países del centro y este de Europa).
En el continente americano cabe mencionar el «North American Free Trade
Area», NAFTA, o Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLC,
aprobado en 1993 por Estados Unidos, México y Canadá; el Mercosur —entre
Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay— creado por el Tratado de Asunción en
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1991 y ratificado por el Protocolo de Ouro Preto en 1994; la Comunidad Andi-


na, integrada por Perú, Ecuador, Venezuela, Colombia y Bolivia; así como los
Mercados Comunes en Centroamérica y el Caribe. En Asia destaca el Area de
Libre Comercio de ASEAN, integrada por países del Sudeste —entre ellos
Malasia, Indonesia, Filipinas, Tailandia, Vietnam y Singapur—, así como el
Area de Libre Comercio de Sur de Asia —SAFTA— en torno a India y Pakis-
tán. APEC es un caso de acuerdo entre países del Pacífico de América, Asia y
Oceanía, al tiempo que la UE mantiene acuerdos comerciales preferenciales con
Chile y México, entre otros. En otros ámbitos, Australia y Nueva Zelanda man-
tienen un acuerdo de «Closer Economic Relations», y en África han proliferado
asimismo los acuerdos regionales, como la Unión Aduanera de África del Sur,
SACU. En negociación se encuentran proyectos como el ALCA para todo el
continente americano, y la incorporación de China y algunos otros países al área
ASEAN.

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Integración comercial 171

La multiplicidad de causas de tratamiento diferencial entre «lo nacional» (mercancías o


factores) y «lo extranjero» explica fácilmente que se distingan varias modalidades de inte-
gración económica, atendiendo a cuáles de tales diferencias se van eliminando entre
países en el proceso de integración.
Así, en el ámbito comercial, en el caso de que dos o más países eliminen entre sí las
trabas al comercio de mercancías, se habla de un acuerdo de libre comercio o de la cons-
titución de un área de libre comercio —FTA, free trade area en sus siglas inglesas. Los
países liberalizan su comercio recíproco, pero mantienen su autonomía en todo lo demás,
especialmente en las políticas comerciales frente a terceros países. En la Figura 6.1a, si los
países A y B constituyen una FTA, los flujos comerciales entre A y B se liberalizan (se
eliminan los aranceles y otras trabas como las estudiadas en el Capítulo 5), pero cada uno
de los países mantiene su propia política comercial frente a los terceros países, como C.
Ello parece sencillo, pero origina el problema práctico de que las mercancías proce-
dentes de terceros países tendrían el incentivo de entrar en el área de libre comercio por el
país con aranceles más bajos frente al resto del mundo, para luego tratar de circular
libremente entre los países del área. Si A tiene una política comercial exterior más pro-
teccionista — por ejemplo, aranceles del 30% —mientras que B es cercano a la libertad
comercial— con aranceles de sólo el 5% — una empresa de A que quiera importar una
maquinaria de C podría intentar «entrarla» por B, pagar el arancel bajo y luego hacerla
llegar a A como si fuese procedente de B en el marco del área de libre comercio, aho-
rrando así la mayor parte del coste arancelario de A. Para salvar las apariencias en el país
B podría procederse a alguna operación de limitado valor añadido (por ejemplo, embalaje
y algún mínimo ensamblaje) para tratar de que sea «oficialmente presentable» como
producto de B a efectos de beneficiarse de la FTA. Para evitar esto es necesario imponer
unas «reglas de origen» que tratan de asegurar que sólo los productos originarios de los
países socios se ven favorecidos por la liberalización del comercio en el interior del
área. Con frecuencia, acuerdos de creación de FTA tienen unos anexos de «reglas de ori-
gen» mucho más complejos y sofisticados que el propio acuerdo de área de libre comer-
cio. El Acuerdo NAFTA o TLC nació como área de libre comercio.
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Área de libre comercio Unión aduanera

País A País B País A País B

Arancel exterior común

País C País C

a) Libre comercio entre A y B b) Unión aduanera


Aranceles altos en A frente a C Arancel exterior
Aranceles bajos en B frente a C común de A+B frente a C

Figura 6.1. Modalidades de integración comercial: áreas de libre comercio y uniones aduaneras.

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172 Economía internacional

Para evitar las complejidades técnicas y burocráticas asociadas a este problema


existe una fórmula más avanzada de integración comercial: la unión aduanera (cus-
toms union). Como muestra la Figura 6.1b una unión aduanera añade al acuerdo de
libre comercio entre las partes la adopción de un «arancel exterior común», de
modo que (al menos en el terreno arancelario) la unión aduanera actúa como una uni-
dad frente al resto del mundo. La base de la actual UE (en su formulación del Tra-
tado de Roma de 1957) parte de crear una unión aduanera, y en la misma línea está
Mercosur.
Estas dos fórmulas de integración comercial —áreas de libre comercio y uniones
aduaneras— son las explícitamente reguladas —y permitidas como excepciones a la
reglas básica de multilateralidad y no discriminación del sistema comercial mundial de la
OMC, como veremos en el Capítulo 7— desde la redacción inicial del Acuerdo General
de Aranceles y Comercio (GATT) en 1947.
Más allá de la temática estrictamente comercial, cuando una unión aduanera asume
también la libre circulación de factores productivos (trabajo y capital) se convierte en un
mercado común.
La adopción de criterios unificadores en las políticas micro y macroeco-
nómicas, así como la adopción de una moneda única, configuran la Unión Económica y
Monetaria. Tiene importantes implicaciones políticas (en el doble sentido de imponer
unos requisitos de cesiones de soberanía con fuertes componentes políticos y de requerir
una sólida voluntad política para avanzar hasta este estadio), que pueden culminar en la
adopción de formas políticas con instituciones o mecanismos de (con) federalización o
integración política.
Las motivaciones para establecer acuerdos regionales son muy variadas. Por una
parte, obviamente, las económicas y comerciales, asociadas a las ya explicadas ganancias
del comercio. Pero al mismo nivel se sitúan muchas razones políticas, que normalmente
se asocian a la convicción de que un entramado de relaciones e intereses económicos entre
países que a menudo tienen historias de enfrentamientos o tensiones es un buen antídoto
para nuevos conflictos. Estas razones explícitamente subyacen en la creación de la UE
—ya que los «padres» del proceso de integración entendieron que un entramado de inte-
reses económicos comunes y conjuntos podía ser la mejor «vacuna» para evitar repeti-
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ciones de los enfrentamientos bélicos que han jalonado la historia europea, y en especial
las dos guerras mundiales de la primera mitad del siglo XX— y pueden detectarse en Mer-
cosur o algunas iniciativas en África y el Sur de Asia. Incluso en el ámbito económico
también hay que señalar el interés en tratar de garantizarse el acceso a determinados mer-
cados (especialmente relevante para países en desarrollo que buscan acuerdos con Estados
Unidos o la UE) o asimismo garantizar cierta credibilidad adicional a reformas estructu-
rales y compromisos que aumente su irreversibilidad —como en los países en transición
a economías de mercado, algunos de ellos plenamente incorporados ya a la UE desde
2004. Asimismo influye el poder establecer un marco para problemas que tienen una
dimensión específicamente regional, como la gestión de algunos recursos naturales o
determinados flujos migratorios, y en general la provisión de los llamados «bienes públi-
cos regionales».
La especificidad de la integración regional —y su principal fuente de potencial
conflictividad— procede precisamente de que la integración sea parcial, es decir,
entre un número limitado de países, lo que introduce un elemento de discriminación en
las «concesiones» que se efectúan: se eliminan las trabas comerciales o se unifican las

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Integración comercial 173

políticas económicas entre los miembros, pero no frente al resto del mundo. Este
doble aspecto de la configuración del a veces denominado «bloque regional», de
avance «puertas adentro» hacia la integración y su correlativa emergencia de discri-
minaciones frente a los no-miembros, plantea uno de los debates clave de los procesos
de integración.
Como ampliaremos en el Capítulo 7, en aplicación de lo aprendido sobre comercio
internacional en los capítulos anteriores podría pensarse que, si bien idealmente la inte-
gración debería efectuarse a escala de todos los países (en un marco multilateral y no-
discriminatorio como declara pretender ser el de la OMC/WTO), mientras ello no sea
política y/o económicamente viable podría considerarse que merecería la pena cual-
quier avance parcial. Se ha sugerido que una argumentación de este tipo podría ser la
base racional de las normas del sistema GATT/OMC que sirven de base a las áreas de
libre comercio y uniones aduaneras, y en general a los acuerdos comerciales regiona-
les (RTA, Regional Trade Agreements): el artículo XXIV del GATT (clarificado en
1994 por un acuerdo de interpretación), la denominada «Cláusula de habilitación» de
1979 para los acuerdos entre países en desarrollo, y el artículo V del GATS (Acuerdo
General sobre Comercio en Servicios).
Pero desde otro punto de vista se argumenta que la esencia de las ganancias de la
integración podrían obtenerla los países miembros integrantes precisamente a expensas
de los no-miembros, es decir, que la discriminación que suponen los procesos de inte-
gración parciales o regionales constituiría su raison d’être. Naturalmente, en contraste
con la opinión del párrafo anterior, lo que se plantea aquí es la dualidad entre regiona-
lismo abierto y regionalismo estratégico, o en una terminología similar de Jacquemin y
Sapir, entre «integración natural» (bloques regionales con una política comercial exte-
rior abierta) e «integración estratégica» (para obtener ganancias a expensas de otros). Se
ha sugerido a veces que los «bloques continentales» (como los que parecen vislumbrar
la Unión Europea y una eventual Área de Libre Comercio de las Américas, así como un
tercer bloque en el ámbito de Asia-Pacífico) parecerían ser los primeros candidatos a
bloques naturales, pero habría que «supervisar» el riesgo de que «degenerasen» en com-
portamientos estratégicos, con resultados preocupantes. Volveremos sobre este debate
en el capítulo siguiente.
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Frente a un regionalismo de «primera generación» en los años sesenta, que sólo se


consolidó de forma significativa en Europa Occidental, asistimos en la última década y
media a una revitalización o «segunda oleada» de regionalismo, aparentemente con más
vitalidad. Entre las razones para este «nuevo regionalismo» se han apuntado, por una
parte, la incorporación de Estados Unidos al proceso, a través de diversos acuerdos
regionales. En su momento también se apeló a la lentitud con que avanzaba la Ronda
Uruguay del GATT como motivo para aflorar acuerdos regionales, y ahora se conside-
ra a veces que precisamente los logros de tal Ronda propician un nuevo regionalismo
como forma de consolidar sus resultados especialmente en países en desarrollo que han
cambiado de orientación de estrategia económica en línea de una mayor inserción en la
economía internacional y necesitan atraer inversión extranjera para consolidar el nuevo
modelo.
Las Secciones 6.2 y 6.3 tratan de obtener criterios para evaluar los aspectos benefi-
ciosos y perjudiciales de los procesos de integración comercial. Las Sección 6.4 analiza
los aspectos importantes más concretos, mientras que la Sección 6.5 trata de situar y
ampliar la perspectiva del complejo tema de la integración comercial.

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174 Economía internacional

6.2. EVALUACIÓN DE LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN


REGIONAL

6.2.1. Creación y desviación de comercio: el argumento básico


En la medida en que se reduzcan las trabas al comercio entre los países miembros de un área
de libre comercio o una unión aduanera cabe esperar que se incrementen los flujos comer-
ciales entre ellos, es decir, en la terminología ya popular acuñada por Jacob Viner, que se
«cree comercio». Ello, en principio, genera las ganancias típicamente asociadas al comercio
internacional, examinadas en los Capítulos 2 a 4, por lo que esta creación de comercio mere-
ce una valoración positiva desde el punto de vista de la eficiencia y el bienestar: los consu-
midores acceden a más bienes ofertados por los productores más eficientes.
Pero existe el peligro de que el tratamiento discriminatorio entre productores de países
miembros y no-miembros conduzca a que los flujos comerciales entre países socios se con-
sigan a expensas de productores del resto del mundo (no-miembros) más eficientes que los de
los socios comerciales; ésta es la idea básica del concepto de «desviación de comercio» que
ilustra el ejemplo del Cuadro 6.1. La idea central es que así como la creación de comercio es
positiva, desde la perspectiva de uso eficiente de los recursos a nivel mundial, la desviación
de comercio tienes aspectos negativos —hay que insistir, desde la perspectiva de una asig-
nación eficiente de recursos mundiales, no a nivel de cada uno de los países participantes.
La primera fila muestra el coste de producción de un artículo (que suponemos asi-
mismo igual al precio de venta) en cada uno de los tres países que se mencionan: Estados
Unidos es el productor más eficiente (barato), seguido de Francia, y España es el pro-
ductor más caro (ineficiente).
En la segunda fila suponemos que España inicialmente impone a todas sus importa-
ciones un arancel del 100%, que duplica el precio en España de los artículos procedentes
de Francia y Estados Unidos. Este encarecimiento artificial hace que el artículo más
«barato» para los consumidores sea el producido en España (el asterisco denota en cada
caso la mejor opción para el consumidor).
En la tercera línea, España reduce su arancel al 50% —por ejemplo como resultado
de su participación en negociaciones comerciales multilaterales— de modo que el pro-
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ducto de Estados Unidos, incluso con ese recargo, aparece como el más barato, y es el
adquirido por los consumidores españoles. Ahora la reducción del arancel del 100 al
50% genera comercio Estados Unidos-España, inexistente cuando el arancel era más ele-
vado. A esto se le denomina «creación de comercio» y merece una valoración positiva ya
que es el productor mundial más barato quien acaba produciendo una mayor cantidad de
bienes.

Cuadro 6.1. Un ejemplo de creación y desviación de comercio

España Francia EE. UU.

Coste de producción (precio) 10 8 6


Precio en España con arancel 100% 10* 16 12
Precio en España con arancel 50% 10 12 9*
Precio en España integrada con Francia 10 8* 9

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Integración comercial 175

Finalmente, en la última línea, España y Francia establecen un acuerdo de integración


comercial, eliminando sus aranceles entre sí, pero manteniéndolos frente a Estados Uni-
dos. Ahora el producto más barato en el mercado interior español es el francés, gracias al
tratamiento diferenciado por ser socio comercial de España, mientras que Estados Unidos
tiene que seguir pagando un arancel del 50%: el comercio Estados Unidos-España se ve
sustituido por (desviado hacia) un comercio Francia-España. Así, el acuerdo franco-espa-
ñol origina una desviación de comercio: pasa de ser Estados Unidos-España a ser Fran-
cia-España, siendo Francia un productor menos eficiente que Estados Unidos. En la
medida en que ahora los consumidores españoles «encargan» la producción a un pro-
ductor (Francia) más ineficiente que el proveedor en el caso anterior (Estados Unidos) se
produce una mala asignación de recursos mundiales que se traduce en la valoración
negativa que merece la «desviación de comercio».

6.2.2. Creación, desviación y expansión de comercio


Un caso más general se presenta en la Figura 6.2. En ella el precio mundial viene dado
por el productor más eficiente, que suponemos es el del «tercer país» no miembro del
acuerdo regional, mientras que el precio al que puede producir y vender el que será

Precio

A B
Pw+t

C E F D
Ps

Pw
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0 q3 q1 q2 q4 Cantidad

Antes de la integración: Importa AB del resto del mundo


Después de la integración: Importa CD del socio
EF=AB → Desviación de comercio
CE → Creación de comercio
FA → Expansión de comercio

Figura 6.2.

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176 Economía internacional

socio comercial en el acuerdo regional viene dado por ps. Antes del acuerdo regional el
país cuya oferta y demanda internas se representan en la figura tenía un arancel de t sobre
todas las importaciones, de modo que acababa importando —como vimos en el Capítu-
lo 5— al precio pw+t la cantidad AB (q2 – q1).
Si ahora se produce la integración comercial entre nuestro país y el socio de coste
ps, el precio en el mercado regional integrado vendrá dado por ps, superior al precio
mundial pw pero inferior al precio mundial más el arancel, pw+t, que mantiene el país
frente al resto del mundo (como consecuencia por ejemplo de un arancel exterior de la
unión aduanera igual al arancel preexistente en el país de referencia). Ahora las impor-
taciones del país pasan a ser de la cuantía CD (igual a q 4 – q3) procedentes del nuevo
socio comercial.
El resultado es que el comercio internacional ha aumentado, pero en la magnitud dada
por AB ( = q2 – q1) es mera «desviación de comercio» desde el tercer país, productor más
eficiente, hacia el nuevo socio. Por el contrario, la magnitud q1 – q3 sería creación de
comercio —es decir, sustitución de producción nacional por importaciones del nuevo
socio, un productor más eficiente que el país de referencia. Y por su parte q4 – q2 sería la
denominada «expansión de comercio»— un aumento de importaciones procedentes del
socio debido a la reducción de precio que la integración comercial propicia.

6.2.3. Otras consideraciones sobre creación y desviación de comercio


Los estudios empíricos —algunos de los cuales se comentan en el Capítulo 7— acerca de
si en la práctica tiende a dominar el impacto positivo de la creación de comercio o el
negativo de la desviación de comercio tienden a detectar una correlación de las respues-
tas con el carácter que adopte la política comercial exterior del bloque regional. En
general, en los casos y en los ámbitos en que el área integrada se comporta de forma pro-
teccionista frente al resto del mundo (el ejemplo típico es la Política Agrícola Comunita-
ria, PAC) surgen con más facilidad estimaciones de desviación de comercio, mientras que
cuando el bloque regional se comporta de forma comercialmente abierta frente al exterior
predomina la creación de comercio. Por esto es importante —y a veces conflictiva— la
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discusión en las uniones aduaneras sobre el arancel exterior común que se adopta.
El arancel común inicial de la UE, del 13%, fue un promedio de los valores bajos de
Alemania (y el Benelux) y los más elevados de Francia e Italia. Las Rondas Dillon y Ken-
nedy lo redujeron en promedio al 10,4 y al 6,6%, respectivamente. También la adopción
del arancel exterior común en el caso de Mercosur ha sido objeto de arduas negociaciones,
parcialmente cerradas con el Protocolo de Ouro Preto, de diciembre de 1994, con la
adopción de un arancel exterior común con un intervalo entre el 0 y el 20% según los pro-
ductos, y con un promedio estimado del 11%, y con niveles máximos del 14% para
bienes de capital y del 16% para informática y telecomunicaciones, por mencionar dos de
los sectores más arduamente debatidos.
Esta pareció ser, asimismo, la preocupación del artículo XXIV del GATT, que per-
mitía las áreas de libre comercio y las uniones aduaneras siempre que, en este último caso,
el arancel exterior común no fuese en conjunto más elevado o más restrictivo que la inci-
dencia general de las cargas y regulaciones del comercio aplicables con anterioridad.
Otras condiciones del citado artículo, como que la liberalización fuese del 100% y gene-
ralizada, no se han satisfecho en la práctica en muchas ocasiones.

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Integración comercial 177

Por otra parte, en algunas formulaciones del «nuevo regionalismo» se ha planteado la


relevancia «menor» de la desviación de comercio (o al menos de sus efectos sobre el bien-
estar): se apela a que en esta segunda oleada de acuerdos regionales, en los que es frecuen-
te la presencia de países en desarrollo que han cambiado recientemente su estrategia eco-
nómica en la línea de una mayor inserción internacional, se trataría más de garantizar y
consolidar el nuevo modelo garantizando una suficiente atracción de inversiones extranjeras,
ocupando los aspectos de estricta liberalización comercial (que además partiría de una
situación en que las sucesivas Rondas del sistema multilateral ya habrían dejado el nivel bas-
tante bajo, aunque subsistían asimetrías notables entre países con diferente grado de des-
arrollo) un papel menor, que «reduciría» el papel de la controversia sobre la desviación de
comercio. Este argumento de Ethier es replicado por Bhagwati apelando a evidencias de
desviación de comercio incluso en los casos de NAFTA y Mercosur. En esta línea, una for-
ma de contrastar el eventual perjuicio para «terceros países» es examinar cómo sus precios
de exportación a los países del bloque regional pueden verse presionados a la baja por la
nueva competencia que suponen las ventas en el mismo país de los socios en el bloque, que
gozan de ventajas comerciales. Así, Chang-Winters (2002) analizan en qué medida la
puesta en marcha de Mercosur puede haber perjudicado a terceros países vía esta forma de
«desviar comercio».
Además de la distinción entre creación, desviación y expansión de comercio, debidas
a Viner y Meade, Corden introdujo dos efectos adicionales vinculados al potencial de
aprovechamiento de economías de escala que propicia la integración:

a) el de reducción de costes (que merecería una valoración positiva) asociados al


aprovechamiento de las economías de escala, cuando el mayor tamaño del área
comercial resultante permitía sacar partido de tales economías en mayor medida
que en los anteriores mercados nacionales, y
b) el efecto «supresión de comercio» (que merecería una valoración negativa), cuan-
do la protección frente al resto del mundo permite sobrevivir a la nueva empresa
que aprovecha las economías de escala, pero que, pese a ello, no soportaría la libre
competencia frente a otras empresas del resto del mundo, sería análoga a la des-
viación de comercio.
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Un enfoque interesante, que sirvió para justificar teóricamente la integración comer-


cial en forma de uniones aduaneras, fue el de Kemp y Wan. Mostraron cómo era posible
elegir un arancel exterior común de tal forma que el resultado final fuese una mejora para
los países integrados que no empeorase a los países que no formaban parte del acuerdo.
Naturalmente, lo que queda por comprobar es que en los casos reales la liberalización
interior viene acompañada del adecuado arancel exterior común que satisface este criterio.
En las discusiones acerca de la elección de dicho arancel exterior, estaría implicado el
cumplimiento de este criterio, que no hace sino ratificar la importancia de las repercu-
siones externas para evaluar los efectos de la integración comercial.
En los países en desarrollo tuvo importancia, asimismo, el argumento Cooper-Mas-
sell; tales países, para conseguir un determinado nivel de industrialización por la vía de
sustitución de importaciones, tenían que superar el problema que suponían los estre-
chos mercados nacionales; la integración comercial sería una forma de tratar de obtener a
nivel de área comercial o unión aduanera las suficientes economías de escala, así como la
distribución en el mismo marco de las actividades industriales. En los movimientos

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178 Economía internacional

regionales latinoamericanos de los años sesenta esta formulación de la regionalización


estaba presente.
En todo caso, los efectos internos y externos de la integración comercial no han de
considerarse únicamente en un marco estático. Reconocidamente, los efectos que se
buscan son dinámicos: mejorar los ritmos de crecimiento, progreso y bienestar, hacién-
dose hincapié en los cambios cualitativos sobre el entorno, el sistema de incentivos y los
estímulos a la innovación. Una evaluación más detallada de los múltiples aspectos de la
integración comercial la efectuamos en la sección siguiente.

6.3. COSTES Y BENEFICIOS DE LOS PROCESOS


DE INTEGRACIÓN
¿Qué supone avanzar en la integración comercial? Como ya se ha repetido, a primera vis-
ta, algo muy simple: eliminar o reducir las trabas al comercio entre los países del área
comercial, lo que genera un aumento de los flujos comerciales, con los efectos (benefi-
ciosos) asociados a los intercambios internacionales.
Pero si examinamos con más profundidad la integración comercial en la actualidad
veremos que puede haber implicado mucho más. En concreto, al menos para el caso de
la UE, se trata de analizar los efectos de un cambio sustancial en el tamaño de mercados
de competencia imperfecta. Ya hemos señalado cómo Adam Smith, ya en 1776, tras
resaltar el papel central de la especialización y la división del trabajo como base del cre-
cimiento de la productividad y la eficiencia, señalaba cómo la principal limitación a tales
mecanismos era el tamaño limitado del mercado. Por tanto, una ampliación sustancial del
tamaño de mercado supone un cambio esencial. Que en este mercado la competencia sea
imperfecta (es decir, existan posiciones de poder de mercado de grandes corporaciones,
empresas públicas o privadas en régimen de monopolios nacionales, oligopolios, etc.)
dota de una nueva dimensión al tamaño de mercado. Por estas razones, una integración
comercial, un mercado realmente único, puede suponer esencialmente un «cambio en las
reglas del juego» para empresas, consumidores, sindicatos, poderes públicos, etc. A.
Smith y A. Venables han destacado estos aspectos del Mercado Único Europeo, siendo
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recogidos como una parte esencial de las estimaciones «oficiales» de la integración


europea, luego extrapoladas a otros casos.
En otro nivel, si la integración va más allá de lo estrictamente comercial para incluir
aspectos como la movilidad de todos o algunos de los factores de producción, en especial
la libertad de inversiones directas o establecimiento de empresas, así como nuevas normas
de competencia, políticas tecnológicas, etc., puede dotar de una dimensión al área comer-
cial-económica-política. En el caso del NAFTA, por ejemplo, las primeras estimaciones
empíricas de efectos previstos dependen mucho de la aparición de la inversión directa,
tanto o más que de los efectos meramente comerciales.
Las ganancias más obvias de la integración comercial proceden, como se ha dicho, de
la intensificación del comercio entre los países asociados. Responden esencialmente a las
ventajas del comercio examinadas en los Capítulos 2 a 4. Por un lado, en la medida en que
el comercio que se intensifique sea del tipo interindustrial, la integración permite un
mejor aprovechamiento de las ventajas comparativas, es decir, la asunción de las pautas de
especialización más eficientes. Así, un país con ventaja comparativa en algunos productos
podía verse impedido o limitado para aprovecharlas si el acceso a los mercados exteriores

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Integración comercial 179

era difícil o limitado y la inserción en un área de libre comercio le permite acceder a esos
mercados que le facilitan explotar sus ventajas comparativas.
Por otra parte, en la medida en que el comercio que se intensifique sea del tipo
intraindustrial, se obtendrán los tipos de efectos positivos señalados en el Capítulo 4:

a) Una mayor competencia: además del efecto pro-competitivo, la eliminación de


«ineficiencias-X» (denominación dada al «relajo» que procede disponer de una
posición protegida en el mercado), así como eventualmente la eliminación de
discriminaciones.
b) Un mayor aprovechamiento de las economías de escala en el marco de mercados
más amplios.
c) Una mejor satisfacción de las heterogéneas preferencias de los consumidores o de su
preferencia por la variedad, con una mayor diversificación en la oferta de artículos.
d) Una mayor competencia en el interior del mercado integrado, es decir, el «efecto
pro-competitivo», con sus ganancias de eficiencia clásicas.

Un aspecto interesante de esta mayor competitividad y del aprovechamiento de las


economías de escala es la reducción de costes y/o precios que propician. Ello es inte-
resante no sólo «de puertas adentro» del área comercial (en forma de mejores precios
para los consumidores o mayores beneficios para las empresas), sino asimismo «de
puertas afuera», ya que supone una mejora de la competitividad internacional de los
productos del área. En el caso de la UE, se estimó que estos factores podían originar
una mejora de la competitividad de la UE frente a productos competidores, de Estados
Unidos y Japón principalmente. El logro de empresas de «dimensión europea» capaces
de equipararse a las de estas potencias (que han tenido la ventaja histórica de evitar la
fragmentación política) ha sido resaltado en diversos ámbitos, más allá de los estricta-
mente técnicos, en especial en los de R + D, costes de comercialización, de financia-
ción, etc.
A todo ello hay que añadir, por descontado, los costes directos que se evitan con la
eliminación de trabas burocráticas (fronterizas). Estos costes eran de muy diversos tipos
(cabía distinguir, por ejemplo, las trabas con costes monetarios y con costes en recursos,
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que ahora se liberan); a veces es importante distinguir entre trabas que se eliminan sólo
para productos procedentes del área y aquellas trabas cuya eliminación acaba afectando a
terceros países (por ejemplo, suprimir la diversidad de requisitos en cada estado de la UE
para homologar un determinado artículo, como cinturones de seguridad, beneficia a los
productores comunitarios, que se ahorran reiterar varios procesos de homologación, pero
también a los extranjeros, que se benefician del mismo ahorro). Se habla en algún infor-
me de la supresión de 60 millones de documentos sólo fiscales anuales.
Entre los efectos probablemente decisivos para que en una perspectiva histórica los
procesos de integración se vean como un éxito o no, están los efectos dinámicos: la
incidencia sobre el dinamismo de la innovación y el progreso técnico. Pero además están
los efectos sobre el dinamismo empresarial, el papel del proceso de integración como
catalizador o revulsivo de la sociedad. Se trata de una opción de estilo de vida, de cultu-
ra económica, de dinámica empresarial. En el caso español fue la incorporación a Europa
durante décadas un referente de normalización democrática y modelo de sociedad. En el
caso de México, estas consideraciones parecen ser la cuestión decisiva, más allá de los
efectos estáticos.

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180 Economía internacional

Por lo que se refiere a los aspectos negativos de la integración, los principales son los que
derivan de la desigual incidencia sobre sectores y grupos, así como los ajustes, costosos y a
menudo dolorosos, que la reordenación del aparato productivo puede originar en cada caso.
El comercio internacional, como vimos especialmente en los Capítulos 2 y 3, tiene
unos efectos en conjunto positivos, pero se vio asimismo que ello no garantiza que todos
y cada uno de los agentes o sectores económicos se vean beneficiados. Existen ganadores
y perdedores en el proceso, y para los perdedores es triste el consuelo de explicarles las
«ganancias globales». En todo caso, que el efecto global sea positivo debería asegurar la
viabilidad de políticas de compensación adecuadas. La magnitud de estos efectos redis-
tributivos depende del tipo de comercio que se intensifique. Si es del tipo interindustrial,
los sectores o industrias que se mantenían gracias a la protección se verán inducidos a
«reconvertirse». Ello puede plantear problemas sociales y políticos serios, sobre todo si en
términos de empleo y/o concentración geográfica, regional o comarcal, es importante. Si
el comercio que surge con la integración es del tipo intraindustrial, los costes pueden ser
más difusos y aparecer en forma de «racionalización» de industrias, mediante procesos de
fusiones, cierres y absorciones para obtener una estructura industrial eficiente.
En todo caso, hay que tener en cuenta que para los países que esperan obtener ganan-
cias con el proceso de integración por tener menores costes, especialmente salariales,
como han sido los casos de los países del sur de Europa respecto a los del norte de la UE,
o el caso de México respecto a Estados Unidos, hay que constatar cómo las realidades
más recientes matizan las consideraciones más simples de que estos diferenciales de
costes les garantizan unos automáticos beneficios. Especialmente hay que incorporar a la
discusión los siguientes fenómenos:

a) La existencia de otros productores aún más baratos, con los que podría acordarse asi-
mismo una liberalización, en la medida en que los países del sur de Europa esperen
ganancias del mercado único derivadas de unas ventajas que tienen respecto a los
productores del norte de la UE, pero no frente a los del este de Europa o el resto del
mundo, el punto crítico está en qué liberalización del comercio de la UE con el res-
to del mundo coexiste con el mercado único. Un debate análogo se ha producido en
México a propósito de la incorporación de China y otros países asiáticos de salarios
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aún más bajos a la OMC/WTO y al sistema comercial mundial.


b) La interacción entre ventajas comparativas y otras ventajas locacionales (como
estar situado cerca de los principales mercados) distintas al mero coste de pro-
ducción no garantiza (incluso con una reducción importante en los costes de
comercio interior), necesariamente, que sea el menor coste de producción el úni-
co criterio que determine dónde se ubica la producción. Un ejemplo de ello se verá
en la Sección 6.4.3.

Frente a estos efectos distributivos tienen un papel a desempeñar las políticas de tipo
industrial o regional, tanto nacionales como a nivel del área comercial. Los Fondos
Estructurales de la UE (principalmente el Fondo Europeo de Desarrollo Regional, el
Fondo Social Europeo o los Fondos de Cohesión) serían un ejemplo de ello. Su problema
es que quienes deben pagarlos son precisamente los países que por tener una mayor
proporción de comercio intraindustrial y llevar integrados más tiempo perciben menos
directamente la dolorosa consecuencia de los «reajustes» del aparato productivo, lo que
convierte su negociación en un difícil tema político.

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Integración comercial 181

Otros efectos eventualmente negativos son los asociados a la evolución de la relación


de intercambio frente al resto del mundo. Un antiguo estudio de Petith conjeturaba la
mejora en la relación de intercambio de la Comunidad Europea sería «el principal efec-
to económico y uno de los principales objetivos». Según esos cálculos, habría supuesto
al crearse la UE una mejora equivalente al 0,3% o 0,9% PIB (frente a la estimación de
Balassa de una ganancia de la creación de comercio de sólo el 0,15% PIB). Pero ese aná-
lisis no incorpora la reducción en el arancel exterior común que supusieron las rondas del
GATT en los años sesenta. Según Sapir, tales reducciones contrarrestarían el efecto
negativo sobre el resto del mundo (satisfaría lo que en la Sección 6.2 hemos denomina-
do el criterio Kemp-Wan), e incluso la expansión de la demanda en la UE originaría una
mayor demanda de importaciones procedentes del resto del mundo... siempre con la
excepción de las consecuencias de la política agrícola. Posteriormente, cuando el énfasis
se desplazó a los problemas de acceso a los diversos mercados, Smith y Venables (1991)
sugieren que parte de las reducciones de trabas que supone el mercado único europeo
pueden favorecer asimismo indirectamente a terceros países.
Otro aspecto espinoso de los efectos de una integración comercial es la tentación de
adopción de estrategias más agresivas y/o proteccionistas en las negociaciones a nivel
mundial. Ya se ha mencionado en varias ocasiones el negativo impacto exterior de la polí-
tica agrícola común, de la que Harry Johnson decía que su única virtud era que el día que
se suprimiese se habría dado un gran paso hacia delante. Claro que no es el único tema
controvertido: la liberalización internacional del transporte aéreo, de los seguros, de las
telecomunicaciones, los subsidios al Airbus e incluso de la protección a la industria
cinematográfica europea son otros tantos ejemplos.
Cuando se analizan los aspectos políticos relevantes en la negociación de los acuerdos
de libre comercio (recuérdense las ideas de la Sección 5.6) aparecen otras fuentes de pre-
ocupación. Ya Grossman-Helpman mostraron cómo, en presencia de grupos de intereses
políticamente poderosos, a veces la viabilidad político-económica de un acuerdo de libre
comercio puede lograrse a expensas del bienestar social agregado, o bien admitiendo
excepciones (o períodos transitorios especialmente dilatados) para los sectores «políti-
camente» costosos o sensibles.
La lista de excepciones o «sectores sensibles» y las detalladísimas «reglas de origen»
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son amplios ejemplos de estas dificultades «políticas» que tienden a «descafeinar» a


veces en exceso los acuerdos de (teórica) liberalización comercial.
Con cierta perspectiva, parece claro que lo que históricamente va a determinar la eva-
luación de los procesos de integración regional van a ser más sus efectos dinámicos que
los efectos estáticos o asignativos que han sido el objeto de atención preferente en
muchos de los estudios realizados hasta ahora. Como se ha indicado, ya Adam Smith
planteaba la cuestión de cómo el tamaño de mercado era una limitación a la obtención de
las ventajas de la especialización y el intercambio, y por tanto los esquemas de integración
regional que afectan al tamaño de mercado relevante para las decisiones estratégicas de las
empresas y demás agentes económicos y sociales se juegan buena parte de su impacto en
sus efectos a medio y largo plazo, y no sólo en los cambios en la asignación de recursos a
corto plazo. De nuevo el concepto relevante parece ser el de «nuevas reglas del juego»:
ahora se trata de analizar los denominados «efectos acumulación» (Baldwin-Venables,
1995): cómo afectarán a las variables relevantes en el proceso determinante de la inversión
tanto en capital físico como humano y «conocimientos» y de las tasas de crecimiento de
las variables relevantes para el bienestar.

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182 Economía internacional

En una formulación de Baldwin y Seghezza (1998) han planteado de forma algo más
sistemática los efectos de la integración regional sobre el crecimiento de los países
menos desarrollados participantes en cada proceso de integración, examinando los casos
de Portugal, Grecia, Irlanda y España en la UE, México en NAFTA, y algunos primeros
datos de Mercosur. Su formulación considera los efectos sobre el proceso de inversión de:
a) la liberalización «discriminatoria» que supone el acuerdo regional, y que puede incre-
mentar la rentabilidad esperada del capital en los países participantes en la integración res-
pecto a otras localizaciones de la inversión; b) los problemas para el país en desarrollo
«pequeño» dentro del acuerdo regional en caso de verse desplazado por las eventuales
economías de aglomeración o fuerzas centrípetas en el área regional; c) el papel contra-
rrestador de lo anterior asociado a asimetrías en el grado de liberalización o en ventajas
comparativas asociadas a coste de factores; d) el papel del acceso a inputs intermedios y
tecnologías relevantes; e) así como la mejora del «clima» inversor en general asociado al
compromiso que implica asumir los retos de la integración. Asimismo, en algunos estu-
dios sobre los efectos de la ampliación de la UE hacia los países del Este también
adquiere un papel central la «reducción en la prima de riesgo» para las inversiones en los
países de nuevo acceso. En esta línea, al menos parte del aumento de incremento de flu-
jos de FDI extranjera hacia México entre 1991-1993 —12.000 millones de dólares— y
2000-2002 —84.000 millones de dólares— sería atribuible a la puesta en marcha de
NAFTA, especialmente a la vista de que el peso de los socios de México en ese acuerdo
pasó de suponer el 50% al 80% de la inversión.

6.4. LA DINÁMICA DE LOS MERCADOS INTEGRADOS


Examinadas en términos generales las posibles fuentes de beneficios y conflictos aso-
ciados a los procesos de integración, estudiaremos con algo más de detalle algunos
aspectos de los efectos de la eliminación de las barreras al comercio entre los países que
se integran comercialmente. Los efectos de esta reducción en los costes reales asociados
al comercio intracomunitario serían al menos éstos: a) en primer lugar, una reducción de
los costes de acceder al mercado, ya que ahora nuestras empresas pueden acceder con más
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facilidada los mercados de nuestros nuevos socios, pero también las de éstos tienen más
facilidad para entrar en «nuestro» mercado; b) el propio efecto procompetitivo (presentado
en la Sección 4.4); c) la eliminación de las discriminaciones de precios en los distintos
países que se integran; d) los posibles efectos «racionalizadores» de la estructura de
mercado que afectan al número de empresas, y e) el replanteamiento de las decisiones de
localización.

6.4.1. Efectos sobre los costes y la competencia


a) Reducción de los costes del comercio

Como consecuencia inmediata del acuerdo de integración comercial, las empresas de


nuestros nuevos socios comerciales acceden con menores costes a nuestro mercado
nacional (y recíprocamente, por supuesto). La Comisión Europea estimó inicialmente
estas reducciones de costes derivadas de la implementación del mercado único en un 2,5%

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Integración comercial 183

del valor bruto, en promedio, de los artículos comerciados. Podemos distinguir concep-
tualmente dos efectos: a) en promedio, los costes se reducen, lo que se traduce en meno-
res precios y/o mayores beneficios; b) como la reducción de costes afecta a las empresas
de nuestros nuevos socios en cada mercado, éstas tienden a ver cómo se incrementan sus
cuotas de mercado, en detrimento de las nacionales. Este efecto fue muy visible en el
caso, entre otros, de la integración de España en la UE. Como veremos a continuación, un
aspecto especialmente delicado del análisis es que podemos encontrarnos con que la
valoración global para el conjunto del área integrada sea positiva, pero para que también
sea positiva para «nuestro» país es preciso asegurarse de que nuestras empresas consiguen
en los mercados extranjeros una posición similar a la que las empresas extranjeras
adquieren en el nuestro.
¿Cómo examinar el impacto de este fenómeno de «reducción del coste de comercio»
sobre el bienestar? La Figura 6.3a muestra el caso en que la integración comercial elimi-
na las diferencias de coste entre empresas nacionales y extranjeras para acceder a un mer-
cado, por ejemplo, eliminando totalmente los aranceles, restricciones no-arancelarias,
formalidades aduaneras, etc. En la Figura 6.3a suponemos que inicialmente esas trabas
hacían inviable —prohibitivo— el acceso al mercado del país por parte de empresas de
nuestros socios (las denominaremos «extranjeras» pero sin confundirlas con las de «ter-
ceros países» ajenos al acuerdo regional en que nosotros participamos), de modo que la
empresa nacional vendía la cantidad qa al precio pa, obteniendo unos beneficios dados por
la superficie A + C + D (resultado de multiplicar la cantidad vendida por el beneficio
obtenido por unidad vendida, que es, por supuesto, la diferencia entre el precio cobrado
por cada unidad, Pa, menos el coste de cada unidad, c).
La eliminación de las trabas supone una reducción de costes para la empresa extranjera,
que ahora puede entrar en el mercado y dar lugar así a una mayor competencia: todo ello se
traduce en una reducción de precios hasta pi. La cantidad vendida en el mercado aumenta
hasta qi pero las ventas de la empresa nacional son sólo qn, una fracción de qi; – qn, son ven-
tas de la empresa extranjera. Naturalmente, si en el mercado extranjero de nuestro nuevo
socio comercial sucede lo mismo, «nuestra» empresa nacional podría conseguir en el mer-
cado extranjero una cuota análoga a la que la empresa extranjera adquiere en el nuestro.
¿Qué efectos tiene sobre la economía? Los consumidores mejoran, aumentando su
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excedente en A + B. La empresa nacional vende menos (en el mercado nacional) y a


menos precio, reduciéndose sus beneficios hasta C, de modo que deja de ganar A + D; en
base a estas consideraciones, el bienestar nacional (consumidores + empresas) variaría en
(A + B) – (A + D) = B – D, que puede ser positivo o negativo. Si incorporamos el efecto
sobre la empresa extranjera —por una de estas dos razones: 1) porque nos interesa el efec-
to sobre el bienestar del conjunto del área comercial; 2) porque suponemos que lo que le
pase a la empresa extranjera en nuestra mercado nacional aproxima lo que le pasa a nues-
tra empresa en el nuevo mercado extranjero—, veremos que obtiene unos beneficios
dados por D + E (sus ventas multiplicadas por el beneficio por unidad), de modo que el
efecto global de la eliminación de barreras es (B – D) + (D + E) = B + E.
Que este resultado sea inequívocamente positivo es uno de los argumentos básicos por
el lado de la eficiencia a favor de la integración comercial. Pero no debe esconder que el
efecto global puede implicar ganancias para unos y pérdidas para otros.
La Figura 6.3b muestra un caso más complicado, en el cual el coste de acceder la
empresa extranjera al mercado nacional se reduce pero no se elimina. Puede deberse a que
la integración sea incompleta, subsistiendo algún tipo de traba diferencial, o en todo

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184 Economía internacional

Consumidores +A+B
Empresa nacional –A–D
pa
Bienestar nacional B–D
A B
pi Empresa extranjera +D+E

C D E Bienestar total B+E


c
Cantidad

qn qa qi

(a)

Consumidores +A+B+C
p1 Empresa nacional –A–D–G–I
A B C
p2 Bienestar nacional B+C–D–G–I
D E
F Empresa extranjera –B+D+G+H+F
c1extr
c2extr G H Bienestar total C+H+F–I

cnac I
Cantidad

qn2 qn1 q1 q2

(b)
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Figura 6.3. Reducción de los costes del comercio.

caso, a que la integración puede eliminar barreras artificiales como los aranceles, pero no
los costes de transporte intrínsecos a la distancia. En ese caso, suponemos de forma rea-
lista que antes de la reducción tanto la empresa nacional como la extranjera estaban
presentes en nuestro mercado, reflejándose los menores costes de acceso de la empresa
nacional en una mayor cuota de mercado (de q1 unidades vendidas, qn1 lo eran por la
empresa y el resto por la extranjera). Cuando se reducen los costes de acceso de la
empresa extranjera, el precio de mercado baja (de p1 a p2) y se alteran las cuotas de mer-
cado; las ventas totales pasan a q2 de las que la empresa nacional vende qn2 y la extranjera
q2 – qn2.
¿Cuáles son los efectos de estos cambios? Sin repetir la descripción del análisis más
allá de lo que acompaña a la figura, el efecto global resulta ser C + H + F – I. Ello indu-
ce un elemento de ambigüedad. En comparación con el caso de la Figura 6.3a la novedad
es la aparición de un elemento positivo adicional H, que responde al ahorro en costes de

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Integración comercial 185

comercio en las ventas de la empresa extranjera, y un elemento negativo I, que responde


a la subsistencia de costes de comercio por importar unidades producidas por la empresa
extranjera y que podría haber producido el país (estamos en un caso análogo al dumping
recíproco de la Sección 4.5).
En varios estudios empíricos se ha tratado de estimar los efectos de las reducciones en
los costes del comercio intra-UE. Es clásico el de Smith y Venables (1988) (que elabora-
ron el marco teórico que asimismo siguió el Informe Cecchini para evaluar los efectos
indirectos), obteniendo ganancias entre el 0,5 y 0,7% del PIB que aumentan hasta el 1,8 o
2,2% (dependiendo de las hipótesis respecto a la entrada y salida de empresas en cada sec-
tor) cuando se combinan la reducción de costes y la plena integración del mercado (eli-
minación de las discriminaciones de precios o segmentaciones, tal como se analiza a con-
tinuación).

b) Efecto pro-competitivo
Como sabemos, este efecto deriva de la sustitución de varios mercados nacionales de
estructura monopolista o muy oligopolista por un más amplio mercado integrado con
mayores dosis de competencia. Ello supone la ruptura o merma de posiciones de poder de
mercado en los mercados nacionales. En algunas industrias existían monopolistas nacio-
nales por razones diversas (piense en los casos de Iberia o Telefónica, etc.), entre ellas el
argumento (que a veces sonaba a «coartada») de que era la forma de organizar el merca-
do más eficiente ante la presencia de economías de escala importantes, dado el tamaño
(relativamente reducido) del mercado. En un mercado mucho más amplio, este argumento
se diluye. Además, las áreas de libre comercio nacen por lo general bajo el principio de la
libre competencia (el Tratado de Roma constitutivo de la UE contiene disposiciones
específicas al respecto). En el mercado ampliado tendrán que competir las empresas
que antes disponían en los mercados nacionales de un poder de mercado que ahora se
limitan recíprocamente. Ello redundará en beneficio de la eficiencia del conjunto de la
economía, en especial —presumiblemente, según la teoría económica— de los consumi-
dores.
Veamos con más detalle un caso básico en el que se pasa de dos monopolios nacio-
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nales a un mercado único en que compiten los dos antiguos monopolistas, configurando
lo que se denomina un duopolio.
La Figura 6.4 muestra dos mercados, los de los países A y B, con una demanda de los
consumidores dada por Da y Db, y en cada uno de los cuales inicialmente existe una
empresa monopolista, que opera con un coste unitario dado por C, siendo la cantidad y
precio vendidas las correspondientes a los puntos Ma y Mb, respectivamente. En la parte
inferior de la figura se muestra el efecto de constituir un área comercial integrada o
mercado único. Ahora existen dos empresas en ese mercado, y, por tanto, una mayor dosis
de competencia, que suponemos reduce el precio desde pm hasta pmu. En cada uno de los
que ahora son submercados nacionales dentro del mercado único, esa reducción en el pre-
cio permite a los consumidores adquirir una mayor cantidad. El excedente de los consu-
midores aumenta en E + G, mientras que los beneficios de las empresas aumentan en F –
G (se vende más, pero a un menor precio, siendo F los beneficios sobre las ventas adi-
cionales y G lo que dejan de percibir empresas por las cantidades que ya vendían ante-
riormente); el efecto neto es una ganancia de E + F, cuya interpretación económica es que
ahora se producen unas cantidades por las que los consumidores están dispuestos a pagar

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186 Economía internacional

Precio Precio

País A País B

Ma
Pmon Mb
Pmon
PMu
PMu

c c

0 qa Cantidad 0 qb Cantidad

Precio

Pmon
E Mu
PMu

F
c

0 qa + qa q Mu Cantidad

Mercado único
Figura 6.4. Más competencia en un mercado integrado.
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un precio (dado por la altura de la curva de demanda) superior al coste unitario de esas
cantidades, dado por C. Las superficies rayadas en cada una de las partes de la figura
reflejan estas ganancias de eficiencias cuya base es la mayor competencia que el merca-
do único induce. Si, tras la entrada en vigor del mercado único, las empresas hubiesen
conseguido, por ejemplo mediante acuerdos de «reparto» del mercado, o de acuerdos de
precios, o cualquier otra práctica colusiva, mantener el precio al nivel del preexistente en
las situaciones de monopolios nacionales, estas ganancias no se habrían obtenido. Por eso,
una política de defensa de la competencia es esencial al mercado único. Incluso en esos
sectores complejos, el Informe de la UE sobre los diez primeros años del mercado único
atribuye parcialmente a éste —reconociendo un papel también para las mejoras tecnoló-
gicas— la reducción de cerca del 50% en los precios de llamadas telefónicas nacionales
y de cerca del 40% las llamadas internacionales. Y asimismo no se duda oficialmente en
imputar a este mismo proceso de competencia una reducción del 41% en las tarifas pro-
mocionales de pasajes de avión sólo entre 1992 y 2000. El polémico caso de las líneas

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Integración comercial 187

aéreas en la UE es un ejemplo de cómo los acuerdos entre empresas que disfrutaban de posi-
ciones prácticamente monopolistas en sus mercados domésticos han requerido supervisión.
Allen et al. (1998) han analizado especialmente los efectos sobre la com-
petencia del mercado único europeo. En particular han distinguido entre el efecto directo
de la reducción del coste de comercio y el efecto competitivo que deriva de la presión a la
baja de margen de beneficios (ratio precio/coste), obteniendo resultados empíricos que
tienden a ratificar la importancia de este último, si bien también destaca su diferente dis-
tribución entre sectores y entre países. Asimismo, en relación con el punto c) siguiente,
simulan los efectos de un cambio en la «naturaleza de la competencia» que implique pasar
de mercados segmentados a mercados integrados en la Unión Europea, lo que profundi-
zaría las ganancias competitivas (al «precio» de una mayor reestructuración industrial en
los sectores afectados).

c) Eliminar discriminaciones/diferencias de precios


La definición técnica de mercado integrado haría referencia a que los productores venden
cada unidad al mismo precio independientemente del mercado al que se dirija, o, dicho de
otro modo, que las únicas diferencias entre los precios observados en territorios distintos
serían las que reflejasen distintos costes de transporte (y, en su caso, de impuestos).
Hay evidencia de que esta perfecta integración no se ha producido con carácter
general. Son conocidas las diferencias de puentes de un mismo modelo de automóvil entre
países de la UE. Hay en este caso factores que restringen la competencia (como el con-
trovertido sistema de concesionarios exclusivos). Pero en otros muchos casos aparecen
asimismo peculiaridades que evitan la igualación de precios; pueden mencionarse los pro-
cedimientos de aprobación y registro de los medicamentos en cada país, o la sistemática
tendencia de cada estado a adquirir determinados equipos de «origen nacional».
Se trata de formas de discriminaciones de precios, que son evidentemente rentables
para las empresas, que aprovechan la imposibilidad o dificultad del consumidor para efec-
tuar adquisiciones en otros países o territorios del área comercial, pero que evidencian que
no se ha llegado a un mercado único. Con todo, cuando constatamos que en un mismo
país, o en una misma ciudad, surgen diferencias de precios para lo que es esencialmente
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el mismo bien o servicio, nos daremos cuenta de que la integración perfecta es sólo una
referencia teórica.
Examinemos algunos detalles técnicos de cómo se vería afectada la eficiencia de la
economía si se consiguiese eliminar estas discriminaciones.
La Figura 6.5 muestra los efectos que tiene la eliminación de la posibilidad de dis-
criminar entre mercados. Supongamos una empresa que tiene que vender una producción
dada q* entre el mercado nacional (cuya demanda viene dada por Dnac) y el mercado
extranjero (con demanda Dext). Inicialmente la empresa disponía de mayor poder de
mercado en su propio país, y ello se traducía en un precio doméstico, pdom más elevado
que el precio exterior, pext. La cantidad qf se vendía en el mercado exterior y q* – qf en el
mercado doméstico. Tras la integración plena de ambos mercados esa discriminación de
precios no puede subsistir, y la empresa vende al precio del mercado integrado pi (como
el precio viene dado por la altura de la curva de demanda, que el precio sea el mismo en
el mercado interior que en el exterior implica situarse donde se cortan las curvas de
demanda). El precio interior se reduce y el exterior aumenta, y, correspondientemente, la
cantidad vendida en el mercado exterior se reduce desde qf hasta qi, mientras que la

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188 Economía internacional

Dext Dnac Empresa nacional: A–D


venta al exterior
Empresa nacional: D+B+C–F
Pdom
E F venta doméstica
Pi Pi
A C Empresa nacional A+D+C–F<0
Pext B
Consumidores nacionales +E+F
Bienestar nacional A+B+C+E
D
Consumidores extranjeros –A–B
cextr
Bienestar global +C+E
cnac
qi qf
qext qnac
q*

Figura 6.5. Eliminación de discriminación de precios.

cantidad vendida en el interior aumenta en qi – qf (recuerde que estamos suponiendo que


la empresa distribuye una misma producción entre ambos mercados, abstrayendo la
posibilidad, muy real, de que el volumen total de producción se vea influido por la inte-
gración).
Los ingresos por ventas en el mercado extranjero aumentan en la cuantía A – D
(que puede ser negativa si D > A), mientras los ingresos por ventas en el mercado nacio-
nal aumentan en D + B + C – F, de modo que los ingresos por ventas de la empresa nacional
varían en A + B + C – F. (Esta cuantía debería ser negativa, ya que, en caso contrario, la
empresa no hubiese estado discriminando antes de la integración.) Los consumidores
nacionales ven aumentar su excedente del consumidor en E + F, de modo que el efecto
neto sobre el bienestar nacional es una mejora de A + B + C + E. Los consumidores
extranjeros ven reducido su excedente del consumidor en A + B (y podemos suponer que
nuestros consumidores están en situación parecida cuando cese la discriminación de
precios de empresas extranjeras), de modo que el efecto neto global de la integración es
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una ganancia de eficiencia igual a C + E.


Una variante de esta argumentación serviría para explicar las ganancias de eficiencia
que reportaría sustituir algunas cuotas existentes a nivel nacional (por ejemplo, el núme-
ro de coches japoneses que pueden entrar en el mercado en un año dado) por una cuota
comunitaria: en este segundo caso podría haber «redistribuciones» hacia los territorios en
que hubiese una demanda relativamente mayor.

Recuadro 6.2. Discriminación de precios: los automóviles en la UE


El mercado de automóviles en el interior de la Unión Europea ha sido un caso muy
estudiado para analizar el alcance y los motivos de las discriminaciones de precios,
primero en el interior de un mercado único y más recientemente de una moneda
compartida (en el subconjunto de la UE que compone la zona euro, obviamente).
Inicialmente era un usual «contraejemplo» de la pretensión de que la integración

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Integración comercial 189

comercial por sí sola bastaba para ir eliminando las posibilidades de discriminación


de precios, y por tanto de la necesidad de medidas complementarias a favor de la
efectiva libertad de los consumidores para sacar parte del «mercado único». Estu-
dios solventes, como Goldberg-Verboven (2004) cifran los costes locales (márke-
ting y publicidad, distribución al consumidor… y diferencias de cierta importancia
en las cargas fiscales) de un automóvil entre el 35% y el 40%, de modo que dife-
rencias en este componente de los costes se pueden traducir en diferentes precios.
Asimismo se detectan diferencias en las elasticidades de demanda normalmente a
favor de los fabricantes nacionales (Renault en Francia, etc.). En el proceso de inte-
gración se han ido eliminando algunas causas de discriminación como diferentes
requisitos nacionales de aprobación (unificadas con el mercado único desde 1993),
o divergencias en las cuotas aplicadas a coches japoneses (desaparecidas en 2000),
pero especialmente a las especificidades del sistema de distribución, con «conce-
sionarios» y territorios exclusivos que limitaban la competencia y que están —ofi-
cialmente— en trance de revisión. Con todo, subsisten diferenciales en torno al
15%-20%.

6.4.2. Tamaño de mercado, economías de escala y diferenciación


de productos
La ampliación del tamaño de mercado ocupa un lugar central en el aprovechamiento de
las economías de escala. Como se vio en el Capítulo 4, un mercado más amplio es parti-
cularmente relevante en aquellos casos en que un volumen mayor de ventas puede tradu-
cirse en una reducción de los costes unitarios de producción, es decir, en un aprovecha-
miento de las economías de producir a gran escala. La Figura 6.6 muestra dos curvas de

Coste medio
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o unitario

CMeA
CMeB

ca

cb
c*

q
0 Nivel
q1 q*= EME
de producción

Figura 6.6. Reducción de costes asociada a la EME.

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190 Economía internacional

costes unitarios (A y B) que decrecen a medida que aumenta la producción: en ambos


casos, al llegar a un nivel de producción q*, los costes unitarios dejan de decrecer, es
decir, al alcanzar q* se agota el aprovechamiento de las economías de escala. Al nivel de
producción en que prácticamente sucede esto se le denomina técnica de la escala mínima
eficiente (EME), designación que recuerda que niveles de producción más pequeños
implican unos costes por unidad que no son los mínimos técnicamente posibles.
La magnitud de las ganancias asociadas a este mejor aprovechamiento de las econo-
mías de escala que propicia la ampliación del área de mercado depende en cada caso de
dos variables:
a) La diferencia entre el nivel de producción existente antes de la integración comer-
cial y la escala mínima eficiente. Cuanto más alejada de la EME esté una empre-
sa típica de un sector en un país, mayor es la ganancia potencial de integrarse en
un mercado más amplio.
b) La reducción en el coste unitario que puede derivarse de acercarse a la EME.
Por ejemplo, en la Figura 6.6, si dos empresas están produciendo la cantidad q1
pero una de ellas tiene unos costes unitarios como los representados por A y
otra los que muestra B, la reducción en el coste unitario que permite aumentar
la producción desde q1 hasta q* es prácticamente el doble en el caso de A que
en el de B.

Una cuestión conflictiva es la del número de empresas que permitiría una «confi-
guración racional» de un mercado único. Supongamos que para un sector se ha deter-
minado que la EME se sitúa en un nivel de producción de 1.200 unidades/año. Si las
ventas en el mercado único ascienden a 2.400 unidades/año, parece claro que una con-
figuración industrial que aproveche al máximo las economías de escala requeriría dos
empresas.
En general:

Tamaño de mercado
Número de empresas = ———————————
Escala mínima eficiente
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¿Qué pasa si ese mercado único procede de la integración de tres países de igual
tamaño, en cada uno de los cuales las ventas antes de la integración de la empresa mono-
polista eran de 800 unidades/año? Que «sobra» una empresa. ¿Cuál? Si tienen tecnologías
similares, cualquiera de ellas. Haría falta un proceso de lo que a veces se denomina
«racionalización» de la estructura industrial. Naturalmente, las pugnas económico-polí-
ticas, para conseguir que si ha de cerrar una no sea «la nuestra», pueden ser enormes. No
hay que descartar que, diga lo que diga la racionalidad, acaben funcionando las tres
(con subvenciones encubiertas en el peor de los casos), con lo que las ventajas derivadas
del aprovechamiento de las economías de escala no se obtendrían.
Si introducimos ahora la diferenciación de productos, la cuestión del número de
empresas adquiere una nueva dimensión. Los consumidores valoran la variedad (bien
sea, como vimos en la Sección 4.2, porque sus gustos son heterogéneos, y si hay
muchos productos diferenciados es más probable encontrar uno más cercano a las pre-
ferencias específicas de cada consumidor, o bien porque valoran la variedad en sí mis-

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Integración comercial 191

ma). En ese caso, el número de empresas que producen, cada una un artículo diferen-
ciado, tiene un valor intrínseco, que limita la tendencia a concentrar la producción has-
ta aprovechar a rajatabla las economías de escala. Naturalmente, es evidente la posibi-
lidad de que una misma empresa produzca múltiples variedades mediante economías de
gama (scope economies), pero a menudo, con todo, entre empresas se produce una dife-
renciación más sustancial.
Por tanto, los criterios de escala mínima eficiente son insuficientes, ya que su estric-
ta aplicación llevaría a perder variedad. Es necesario un compromiso, que el mercado
alcanza ponderando la relativa importancia de las economías de escala y la relativa inten-
sidad de la preferencia por la variedad o la mayor o menor heterogeneidad de preferencias
de los consumidores. En cualquier caso, en la medida en que la existencia de diferencia-
ción de productos nos aparta de la consecución de la EME, ello impone un «precio» para
los consumidores; al no aprovecharse íntegramente las economías de escala técnicamen-
te viables, el coste unitario aumenta, y ello se traduce en un precio más elevado, así como
en que las empresas producen menos que la EME técnica; este último aspecto se deno-
mina el «exceso de capacidad», y a veces es visto como un despilfarro social fruto de la
conspiración publicitaria de grandes empresas, en la línea de Galbraith, pero tal vez
debe considerarse simplemente como la respuesta adecuada del mercado a preferencias
heterogéneas según el argumento de Kelvin Lancaster.
Con diferenciación de productos se plantea asimismo la cuestión de los efectos de la
integración sobre el número de empresas y variedades. La integración comercial permite
acceder a todos los consumidores a las variedades no sólo nacionales, sino también a las
de sus socios comerciales, lo que implica una ganancia (a menos que antes de la integra-
ción las variedades nacionales y extranjeras fueran idénticas o redundantes). Se trata de
una aplicación de lo señalado en el Capítulo 4, de cómo la integración comercial, al
ampliar el tamaño de mercado, relaja el trade-off entre aprovechamiento de economías de
escala y variedad (diferenciación).

Recuadro 6.3. Racionalización en la integración USA-Canadá


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Trefler (2004) evalúa los efectos del acuerdo de libre comercio entre Estados
Unidos y Canadá (desde 1989), resaltando el conflicto entre los costes de ajuste a
corto plazo y las ganancias de eficiencia a largo plazo. Naturalmente, la compli-
cación principal deriva no sólo del diferente lapso temporal, sino de que los grupos
implicados son diferentes: a corto plazo los perjudicados son los trabajadores
que pierden su empleo y las empresas que ven reducida o cerrada su producción,
mientras que las ganancias a largo plazo las reciben los consumidores y las empre-
sas capaces de superar la nueva competencia. Los resultados de Trefler muestran
para Canadá pérdidas de empleo de un 5% de media para el conjunto de las
manufacturas —y del 12% en las industrias más afectadas por la competencia
de las importaciones— al tiempo que unas mejoras de la productividad del
trabajo, en promedio del 6% en el conjunto de las manufacturas, que llega al
15% en los sectores más afectados, tanto exportadores como importadores, y en
este último caso atribuyéndose la mitad del aumento a la salida o contracción de
las plantas de menos productividad, en línea con el «efecto selección» apunta-

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192 Economía internacional

do en la Sección 4.3. Asimismo, el análisis de Trefler corrobora los efectos bene-


ficiosos del acuerdo de libre comercio, ya que la creación de comercio supera a la
desviación de comercio, al tiempo que los precios de importación disminuyen.

Examinamos a continuación un posible caso ilustrativo acerca del equilibrio entre


aprovechamiento de economías de escala. En algunos planteamientos cada una de las
empresas (variedades) que subsisten en el mercado integrado produce más, aprovechan-
do las economías de escala, pero «eliminando» algunas de las empresas (variedades) pre-
existentes. En el ejemplo, se pasa de dos mercados con 12 y 16 variedades a un mercado
único con 20; cada consumidor está en promedio mejor (tiene más dónde elegir), pero han
desaparecido en conjunto ocho empresas. Ésta es una manifestación más de la llamada
«racionalización», que supone ajustes a veces costosos y dolorosos. Otras formulaciones
sugieren que en el mercado más amplio la preferencia por la variedad podría llegar a esti-
mular la aparición de nuevas empresas (variedades), en un número superior a la suma de
preexistentes: es el llamado efecto «proliferación de productos».
Uno de los posibles enfoques de la interacción entre economías de escala y diferencia-
ción de productos es el que muestra la Figura 6.7. En la parte derecha se muestra una curva
de coste medio o unitario decreciente, reflejando las economías de escala (es más barato pro-
ducir en grandes cantidades). En la parte izquierda se muestra la determinación del número
de empresas a partir de dos fuerzas contrapuestas: la línea P refleja el hecho de que cuanto
mayor sea el número de empresas menos diferenciados están entre sí los productos y más
activa tiende a ser la competencia en precios; la línea C(A) refleja que un mayor número de
empresas y variedades permite que cada una de ellas aproveche menos las economías de
escala, y ello se traduce en mayores costes unitarios. Suponiendo libertad de entrada y sali-
da en el mercado, en respuesta a la existencia de beneficios o pérdidas, el equilibrio tende-
rá a producirse donde el precio, dado por la curva P, tiende a igualar el coste unitario
(medio) dado por la curva C(A). En autarquía, la situación de equilibrio viene, por tanto,
reflejada por los puntos A de ambas partes de la Figura 6.7. En el caso mostrado, que
resume el ejemplo numérico recogido en Tugores-Fernández de Castro (1993; Capítulo 7.2),
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el país dispondría de 12 variedades, produciendo cada empresa 250 unidades.


Un país, B, de mayor tamaño permitiría, como muestra la Figura 6.7, en su parte
intermedia, 16 variedades, siendo la producción de cada una de 333 unidades.
Una integración entre ambos países se reflejaría en la parte inferior de la Figura 6.7: los
puntos I de ambas partes de la figura reflejan la situación de equilibrio en el mercado inte-
grado. La variedad de productos (número de variedades) ha aumentado para cada consu-
midor hasta 20. Pero, en este caso concreto, el número total de empresas puede verse
reducido: n, sería menor que la suma de na + nb: 20 < 12 + 16 = 28. El proceso de «racio-
nalización» que ello supondría permitiría que cada empresa de las que operasen en el mer-
cado integrado aprovechase mejor las economías de escala (aumentaría su producción has-
ta 416) con el subsiguiente efecto a la baja sobre el coste medio y el precio (ahora 32, frente
a 40 en el país A y 35 en el país B), pero la reordenación de la estructura empresarial podría
tener aspectos conflictivos. Una forma de respuesta serían las estrategias empresariales de
«adelantarse» a la integración en un mercado único mediante fusiones, absorciones, etc. Es
decir, anticiparse mediante «acuerdos con apretones de manos (visibles)» a lo que harían los
mecanismos —más o menos darwinistas— de «mano invisible».

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Integración comercial 193

Precio
coste
País A
unitario
C(A)

A 40 A
40

P CMe

Núm. empresas
Precio na=12 qa=250 Nivel de
coste producción
unitario de cada
empresa

C(B) País B

B
35 B
35

P CMe

Núm. empresas
Precio nb=16 qb=333 Nivel de
coste producción
unitario de cada
empresa
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Mercado
integrado

C(I)
I
32 I
32
CMe
P

Núm. empresas

ni=20 qi =416 Nivel de


producción
de cada
empresa

Figura 6.7. Economía de escala y diferenciación de productos en una economía integrada.

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194 Economía internacional

6.4.3. Integración y localización


Con frecuencia los procesos de integración —como los de apertura comercial y globalización,
como veremos en su momento— originan reubicaciones de la actividad productiva, popula-
rizadas recientemente como episodios de localización, deslocalización o «relocalización».
Ciertamente, las decisiones de localización de las empresas son complejas. Incluyen
a menudo un trade-off entre el atractivo de ubicarse donde los costes (salariales, por ejem-
plo) son bajos y localizarse cerca de los mercados más importantes (mayor número de
consumidores y/o mayor poder adquisitivo) a fin de evitar los costes de trasladar las mer-
cancías desde el lugar de producción a los consumidores. El «mensaje» de la teoría de la
liberalización comercial era que ésta implicaba una reducción sustancial de los costes aso-
ciados al desplazamiento de mercancías de un territorio a otro y, por tanto, incrementaría
el atractivo de los menores costes como factor de localización. Las regiones y países del
sur de Europa veían en ello uno de los potenciales efectos beneficiosos del mercado único,
y un efecto parecido se esperaría en México.
Recientemente se ha matizado este argumento: las reducciones en los costes del
comercio pueden eliminar los aranceles y otras barreras, los costes de formalidades
aduaneras, etc., pero no el coste genuino del transporte. Esta visión de la integración
comercial como «reducción parcial» de los costes del comercio en el interior del área
comercial se ilustra con el ejemplo ya clásico de Krugman-Venables (reproducido en
Krugman, 1992). Estos autores lo refieren a España y Bélgica, pero también podría apli-
carse, por ejemplo, a México y Estados Unidos.
El Cuadro 6.2 muestra en la primera columna los costes de producción que una
empresa tendría que afrontar si decidiese instalar la producción en Bélgica, España o
simultáneamente en ambos sitios (dos factorías). Este último caso es más caro, ya que
implica incurrir dos veces en algunos costes fijos de «puesta en marcha», y producir en
España es más barato que hacerlo en Bélgica (por el menor coste del factor trabajo). La
segunda columna representa los costes asociados al traslado de mercancías desde el
lugar en que se producen hasta los mercados. Produciendo en ambas localizaciones evi-
ta el transporte (costes 0), y dado que el mercado «en torno a Bélgica» (el norte de la
UE) es más importante que «en torno a España» (el sur de la UE) los costes de traslado
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son más elevados cuando se produce en España. La última columna refleja la concep-
ción «idílica» del mercado único (costes de traslado nulos entre partes del mismo
«mercado único»), mientras que la penúltima columna introduce la consideración rea-
lista de que la integración comercial ahorra unos costes, pero hay otros inevitables
(transporte físico).
En la parte inferior del Cuadro 6.2 se muestra el coste total de cada una de las
opciones (producir en Bélgica, en España o en ambos sitios), según la magnitud de los
costes de transporte. Para cada valor de esos costes, la opción más barata se señala con
un asterisco. Con costes de transporte «altos», la producción tiene lugar en ambos mer-
cados, pese a que no se aprovechan las economías de escala. Con costes de transporte
«bajos» (nulos), la ventaja de costes de España se impone (tal como señalaría la ven-
taja comparativa), pero con costes de transporte «medios», asociados por ejemplo a eli-
minar los aranceles y otras trabas, pero sin poder descartar el aspecto geográficamen-
te inevitable de la distancia, la producción se concentra en Bélgica, ya que la ventaja
del acceso al mercado más que contrarresta la ventaja española en costes de produ-
cción.

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Integración comercial 195

Cuadro 6.2. Decisiones de localización: alternativas

Localización, costes de producción y de comercio

Costes de producción Costes de acceso al mercado


Alto Medio Bajo

Ubicación Bélgica 10 3 1,5 0


de la España 8 8 4 0
producción Ambas 12 0 0 0

Coste total=Coste de producción + Coste de acceso al mercado

Coste total
Alto Medio Bajo

Ubicación Bélgica 10+3=13 10+1,5=11,5* 10+0=10


de la España 8+8=16 8+4=12 8+0=8*
producción Ambas 12+0=12* 12+0=12 12+0=12

Este ejemplo debe interpretarse como representativo de un debate más amplio relati-
vo a las fuerzas centrípetas o centrífugas que la integración comercial (complementada
eventualmente con la integración monetaria) puede poner en marcha en un espacio eco-
nómico. Hay fuerzas en ambos sentidos: en este ejemplo los costes laborales actúan
como centrífugos y las economías de aglomeración y acceso al mercado como centrípetas,
y el resultado no puede determinarse a priori. Algunas formulaciones, ya casi clásicas
como las de Baldwin-Venables (1995) o Krugman-Venables (1995) que integran las
decisiones de localización de las empresas con los ingredientes básicos de la teoría del
comercio y las interrelaciones linkages hacia adelante (hacia los clientes) y hacia atrás
(hacia los proveedores) entre diversos tipos de empresas y consumidores, coinciden en
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señalar el riesgo de que en una primera fase de la integración aumenten las desigualdades
entre diversas partes del territorio (dominen las fuerzas centrípetas), sin negar que a
medio/largo plazo la situación pueda revertirse. De ser así, requeriría políticas de acom-
pañamiento, compensación o ajuste para mantener la cohesión social en esas fases de la
integración y evitar que las eventuales disparidades (en niveles de renta, empleo, etc.) sean
instrumentales en contra del propio proceso de integración.

6.5. INTEGRACIÓN COMERCIAL Y OTRAS POLÍTICAS


Hasta ahora nos hemos centrado en los aspectos comerciales de los procesos de integración.
En la práctica, incluso los acuerdos de libre comercio o unión aduanera tienen provisiones
acerca de otras materias (por ejemplo, servicios y/o inversiones) o producen efectos más
amplios, algunos de ellos básicos, como la «confianza» en las potencialidades del país.
En el caso de la Unión Europea sabemos que surgió asimismo con unas «políticas
comunes», como la agrícola o la pesquera. Con el transcurso del tiempo se han ido evi-

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196 Economía internacional

denciando nuevas áreas en las que era conveniente (si no imprescindible) una cierta
homogeneidad o incluso unificación de políticas. Ello se ha asociado a situaciones en las
que las regulaciones por separado en cada uno de los países podían originar externalida-
des o discriminaciones respecto a los demás socios comerciales. Las reglas de compe-
tencia plantearon este tipo de cuestiones; así, permitir las fusiones en un país podía ori-
ginar no sólo distorsiones en la competencia doméstica, sino también dar lugar a un
grupo fuerte a escala europea. La regulación de las entidades financieras ofrece otro
ejemplo que las Directivas Bancarias tratan de afrontar. Se trata de casos en que la
ausencia de unas reglas comunes o armonizadas generaría «distorsiones competitivas».
La integración comercial conduce asimismo a afrontar de manera coordinada o con-
junta algunas políticas importantes; en el caso de la Comunidad Europea, ya el Acta Única
incluyó las materias de «Cohesión Social y Económica», «Investigación y Desarrollo Tec-
nológico» y «Medio Ambiente». En el caso del NAFTA, los temas medioambientales y
los laborales, asimismo, han sido objeto de atención. En ocasiones, los acuerdos regio-
nales han sido la vía para ampliar la «agenda de negociaciones» antes de que fuese polí-
ticamente viable a nivel multilateral.
Una consideración final: a veces se acusa a los economistas de hacer apología de la
integración económica, justificando procesos que en la práctica tienen aspectos dolorosos,
de ajustes en términos de empleo, viabilidad de industrias o sectores, o que cambian sig-
nificativamente, y no siempre para bien, las perspectivas de futuro de comarcas o regiones
enteras. De la exposición realizada en este capítulo debería haber quedado claro, y en
cualquier caso hay que explicitarlo ahora, que los argumentos expuestos tienden a mostrar
que los procesos de integración comercial tienen una serie de beneficios y costes, pero que
en conjunto el efecto neto es potencialmente positivo.
Ello dista mucho de la afirmación simplista de que la integración o liberalización
comercial tiene un efecto universalmente positivo (para todas y cada una de las personas
o colectivos afectados): sería ingenuo pensarlo en procesos tan complejos como ésos. La
afirmación que hacemos implica que para que esos efectos potencialmente positivos se
obtengan realmente suele hacer falta políticas de acompañamiento sensatas, en ámbitos
tan diversos como las políticas macroeconómicas, industriales, tecnológicas, educati-
vas, etc. Por poner sólo un ejemplo «técnico», en casos como los de España o México, no
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parece que la política de tipo de cambio «sobrevalorado» (en España hasta bien entrado
1992 y en México hasta los acontecimientos de finales de 1994), por ejemplo, haya sido
la adecuada (más bien todo lo contrario), agravando las apreciaciones de la peseta y el
peso el shock que para los aparatos productivos nacionales supusieron los desarmes de
una protección efectiva de cierta cuantía. De esa forma se pueden reducir o disipar los
potenciales beneficios de la integración.
Pero además de unas sensatas políticas macroeconómicas, para convertir en efectivos
los «potenciales» efectos netos positivos de la integración son precisas políticas de tipo
microeconómico y estructural, que van desde la adecuada provisión del capital público
preciso para que el aparato productivo compita en un marco más exigente (redes de
infraestructuras, transporte, comunicaciones, telecomunicaciones) a la adecuada provisión
de servicios y suministros básicos a las empresas, y una política industrial y de investi-
gación y desarrollo razonable. Los aspectos organizativos, institucionales y sociales tam-
bién son relevantes. Además, dotar a la economía del capital humano necesario para
sacar partido del nuevo marco es un «acompañamiento» relevante para las políticas de
integración, especialmente dada la relevancia de los mercados de trabajo especializado y

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Integración comercial 197

cualificado en las decisiones de localización de las empresas que afectan a la pauta de dis-
tribución territorial de la actividad económica en el área integrada. El escenario de la inte-
gración ofrece pues posibilidades, oportunidades, pero no certezas, por lo que su virtua-
lidad requiere esas políticas de acompañamiento.
Asimismo hay que insistir en la idea de que lo que son positivos, según el análisis
económico, son los beneficios netos, es decir, reconociendo que habrá ganadores y per-
dedores; las ganancias son suficientes para eventualmente compensar las pérdidas. Teó-
ricamente, es tarea de los ciudadanos y de los políticos que democráticamente los repre-
sentan decidir qué mecanismos de redistribución, ayuda a la reestructuración o ajuste se
articulan para que el complejo proceso de integración o liberalización sea percibido
política y socialmente como positivo por el conjunto de los ciudadanos.

RESUMEN
1. Los acuerdos de integración comerciales eliminan las trabas y distorsiones al comer-
cio entre los países que suscriben el «acuerdo regional», pero no extienden esas
concesiones comerciales al resto de países.
2. Los acuerdos comerciales regionales pueden ser inicialmente de áreas de libre comer-
cio o de uniones aduaneras según mantenga cada país su propia política comercial
frente a terceros o por el contrario se adopte una política comercial común.
3. Desde los años noventa proliferan los acuerdos comerciales regionales, implicando
también a países en desarrollo, a veces entre sí (como en Mercosur) o a veces en aso-
ciación con países desarrollados (como México en NAFTA-TLC).
4. Un acuerdo regional de integración comercial normalmente provoca un efecto de
«creación de comercio» y una «desviación de comercio» en contra de países que no
forman parte del acuerdo.
5. Normalmente los acuerdos regionales incorporan más temas de los estrictamente
comerciales, desde cuestiones de inversiones a propiedad intelectual a compromisos
más amplios económicos y políticos como la Unión Europea.
6. Las ganancias de la integración comercial incluyen las que derivan de reducir los cos-
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tes del comercio, las de incrementar la competencia y la reducción o eliminación de


discriminaciones y distorsiones, así como la mejora del acceso a mercados y en su
caso los flujos de inversiones.
7. La integración comercial puede conducir a la necesidad de «racionalizar» la estructura
productiva, mediante una reducción del número de empresas, entre otros motivos para
adaptarse a las economías de escala que permite el mercado más amplio, que pueden
dar lugar a problemas sociales y políticos.

ACTIVIDADES
1. En la web de la OMC/WTO, www.wto.org, en Temas comerciales, entre en «Acuer-
dos Regionales» para obtener, entre otros datos e informaciones, la relación de los
acuerdos regionales en vigor y sus datos fundamentales. Examine los más relevantes
y/o cercanos y comente su impacto en los datos de comercio intrarregional e interre-
gional y las demás variables presentadas en este capítulo.

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198 Economía internacional

2. En la web de la Unión Europea, www.europa.eu.int acceda a los ámbitos de actua-


ción. Especialmente relacionados con la temática de este capítulo son: Mercado
Interior, Competencia y Comercio. En Mercado Interior puede consultar los docu-
mentos e informes acerca de la construcción del mercado integrado en la UE, las
medidas que lo van configurando y los resultados que se van obteniendo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Baldwin-Venables (1995) es un survey clásico. Asimismo Panagariya (1998). Tugores
(2002) ofrece un resumen en que se basa este capítulo. Smith-Venables (1988) es la
modelización base para buena parte de las estimaciones empíricas iniciales del impac-
to del Mercado Unico Europeo. Baldwin (1992) introduce los efectos dinámicos.
Allen, C.; Gasiorek, M., y Smith, A. (1998), «The competition effects of the Single
Market in Europe», Economic Policy, octubre 1998 (págs. 439-486).
Baldwin, Richard (1992), «Mesurable Dynamics Gains from Trade», Journal of Political
Economy, febrero 1992 (págs. 162-174).
Baldwin, Richard, y Seghezza, E. (1998), «Regional Integration and Growth in Deve-
loping Nations», Journal of Economic Integration, septiembre 1998 (págs. 367-
399).
Baldwin, Richard, y Venables, Anthony (1995), «Regional Economic Integration», en
Grossman-Rogoff (eds.), Handbook of International Economics, vol. III, North-
Holland, 1995 (págs. 1597-1644).
Comisión Europea (2002), «The Internal Market – Ten years without frontiers», en
www. europa.eu.int/comm/internal_market
Chang, Won, y Winters, Alan (2002), «How Regional Blocs Affect Excluded Countries:
The Price Effects of Mercosur», American Economic Review, septiembre 2002 (págs.
889-904).
Goldberg, Pinelopi, y Verboven, Frank (2004), «Cross-country price dispersion in the euro
area: a case study of the European car market», Economic Policy, octubre 2004
(págs. 483-521).
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Krishna, Pravin (2003), «Are Regional Trading Partners 'Natural'?», Journal of Political
Economy, febrero 2003 (págs. 202-226).
Panagariya, Arvind (2000), «Preferential Trade Liberalization: the traditional theory
and new developments», Journal of Economic Literature, junio 2000 (págs. 287-
331).
Smith, Alasdair, y Venables, Anthony (1988), «Completing the Internal Market in the
European Community: some industry estimates», European Economic Review, 1988
(págs. 1501-1525).
Smith, Alasdair, y Venables, Anthony (1991), «Economic Integration and Market Acces»,
European Economic Review, 1991 (págs. 388-395).
Trefler, Daniel (2004), «The Long and Short of the Canada-U.S. Free Trade Agree-
ment», American Economic Review, septiembre 2004 (págs. 870- 895).
Tugores, Juan (2002), Economía Internacional: globalización e integración regional,
5.ª ed. McGraw-Hill, 2002.
Tugores, Juan, y Fernández de Castro, Juan (1993), Microeconomía: cuestiones y pro-
blemas, ed. McGraw-Hill, 1993.

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7
El sistema de comercio mundial

7.1. INTRODUCCIÓN
En 2003, según las estadísticas de la Organización Mundial de Comercio, las exporta-
ciones de mercancías alcanzaron un valor de 7.294 miles de millones de dólares; por su
parte los servicios comerciales ascendían a 1.796 mM., representando pues casi un 20%
del comercio mundial. Entre las mercancías, las manufacturas suponían el grueso, repre-
sentando los productos agrícolas el 9,2% y los minerales el 13,2%. Por su parte, entre los
servicios, transporte y viajes suponían, respectivamente, el 22,5% y el 29,2%.
Como se indicó desde el Capítulo 1 estos volúmenes de comercio suponen un eleva-
do crecimiento en las últimas décadas, superior en todo caso al de la producción mundial,
de modo que el peso del comercio exterior en el PIB mundial y en el de la mayoría de paí-
ses se ha acrecentado en las últimas décadas, como vimos en los Cuadros 1.1 y 1.2.
Este avance del comercio internacional no ha sido lineal, ni mucho menos. La histo-
ria está repleta de episodios de avance en los intercambios comerciales pero también de
retrocesos importantes, mediante políticas proteccionistas asociadas con frecuencia a
situaciones conflictivas en el ámbito económico, político o incluso militar. Es cierto que
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en general los momentos de paz y prosperidad han coincidido con fases expansivas del
comercio, pero la relación no ha sido unívoca. Como detalla el Recuadro 7.1, el comercio
mundial ganó peso en la economía internacional en la «globalización» de finales del
siglo XIX y principios del XX, para luego verse afectado por la situación de crisis y con-
flictos del período entre las dos guerras mundiales.

Recuadro 7.1. El comercio mundial en la historia


La experiencia histórica de la etapa 1870-1939 — que incluye las décadas de la «pri-
mera globalización» de finales del siglo XIX y hasta la Primera Guerra Mundial,
seguida de la época de contracción y recesión de la economía y comercio mundiales
— ofrece interesantes contrastaciones sobre los factores que inciden en el sistema
comercial mundial. Estevadeordal et al. (2003) ofrecen un detallado análisis empí-
rico. Entre 1870 y 1913 el comercio mundial se multiplicó por 5, duplicándose la

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200 Economía internacional

ratio comercio/PIB a nivel mundial, como muestra el cuadro anexo. El estudio cita-
do atribuye más de un tercio de esta variación a la reducción de los costes de trans-
porte — sobre todo marítimo — y una cuantía solo algo menor al adecuado funcio-
namiento del sistema monetario de la época — el patrón-oro — que proporcionaba
estabilidad y reglas, mientras que habría desempeñado un papel significativo el
peso creciente de las entonces economías emergentes, especialmente Estados Unidos,
partícipes cada vez más activos en el sistema comercial mundial. ¿Algo parecido
podría estar sucediendo ahora con China y otras economías emergentes?
Cuadro 7.1. Evolución de la ratio comercio mundial / PIB mundial

1870 1900 1913 1929 1939


11 19 22 15 9

Fuente: Estevadeordal et al. (2003), pág. 395.

Por el contrario, tras 1914, y especialmente tras 1929, la contracción del comercio
mundial se asocia a la reaparición de barreras arancelarias, a mecanismos de pro-
teccionismo no arancelario así como a las distorsiones asociadas a mecanismos
monetarios y pagos más inciertos e inestables. Nuevamente la interacción entre los
aspectos comerciales y los monetarios se revela inextricable en un mundo com-
plejo. La importancia de tener unas «reglas» claras, que configuran un «sistema
comercial y monetario internacional», sería una de las moralejas. Para algunos, el
período comprendido entre ambas guerras mundiales habría sido el momento más
claro de «no sistema» en el último siglo y medio.

La experiencia de la década de los años treinta tuvo gran influjo en el orden económico
internacional de la posguerra. Los efectos desastrosos de las actitudes proteccionistas de esa
década, desde el arancel Smoot-Hawley adoptado por Estados Unidos en 1930 a las devalua-
ciones encaminadas a ganar competitividad a expensas unos países de otros — las «devalua-
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ciones competitivas» que comentaremos en el Capítulo 11 — apuntaban a la necesidad de rec-


tificar y volver a avanzar hacia el libre comercio, pero los pasos no fueron ciertamente fáciles.
En este capítulo analizaremos el actual sistema de comercio mundial. La Sección 7.2
repasa someramente la evolución desde la creación del GATT en 1947 a la puesta en mar-
cha de la vigente OMC en 1995. La Sección 7.3 repasa alguno de los principales temas en
la agenda de las negociaciones comerciales internacionales, mientras la Sección 7.4 revi-
sa algunos datos significativos de los flujos comerciales internacionales. La Sección 7.5
examina la convivencia entre un sistema comercial que se declara multilateral y la proli-
feración de acuerdos regionales de los últimos tiempos.

7.2. LAS REGLAS DEL COMERCIO MUNDIAL:


DEL SISTEMA GATT A LA OMC
Cuando se planteó el orden económico internacional que debía regir tras la Segunda
Guerra Mundial, se diseñaron tres ámbitos básicos, cada uno de los cuales debía generar

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