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LA CLASE OBRERA Y LA ACUMULACIÓN CAPITALISTA EN MÉXICO (1960-1970)

Estructura del empleo

Un país capitalista heterogéneo de desarrollo medio, dependiente del imperilaismo,


obliga a los sectores no capitalistas a cumplir funciones específicas en el proceso de
acumulación, principalemnte en aquellos aspectos que se refieren a la reproducción
de los mecanismos de acumulación originaria y de un ejército industrial de reserva
disfrazado.

Se tiende a una disminución de la participación relativa de la agricultura a favor de


un mayor incremento de la ocupación en los sectores terciario y secundario.

De 1930 a 1970 la participación de la población económicamente activa en las


ramas productivas se redujo del 81.7% al 62.4%, mientras que en la esfera no
productiva aumentó del 18.3% al 37.6% para el mismo periodo.
El capitalismo en México es incapaz de absorber toda la potencialidad de su
patrimonio productivo

Clase obrera

Se podría afirmar que el sector industrial ha conocido en las últimas décadas un


crecimiento sostenido que ha sido posible principalmente por los niveles tan altos de
explotación, las inagotables formas de canalización de recursos implementados por
el Estado y las formas de control de las organizaciones gremiales y políticas.

El capital extranjero ha tenido una influencia decisiva en el desarrollo industrial


mexicano, reorientó sus inversiones hacia aquellos sectores que por su dinamismo y
carácter lucrativo le representaron mayor interés que los sectores tradicionales,
contribuyendo de esta manera a modificar la estructura productiva y a la
configuración del porletariado del sector oligopólico donde tinede a concentrarse la
expansión de las empresas transnacionales.
El capital extranjero penetró aquellas ramas industriales que fue prefiriendo sin
ninguna restricción, recurriendo cada vez en mayor medida a la inversión directa
con fuentes internas de financiamiento.
La estructura reciente de la clase obrera en México, se logra a partir del rápido
crecimiento de la producción industrial.
En 1960, con el rápido crecimiento del PIB del país, México pasa de ser un país
agrario atrasado al periodo industrial agrario.

Para 1960, el proletariado urbano y rural contaba con 6.5 millones de trabajadores,
abarcando más de la mitad (el 57.5%) de la población económicamente activa, lo que
lo coloca en una de las clases fundamentales de la sociedad mexicana y en la fuerza
social más numerosa y cualitativamente más importantes.
Y al interior de la clase obrera se constituyen los obreros fabriles de la industria
como su espina dorsal.
En el periodo 1930-1965 sobre la estructura de la clase obrera de la industria de la
transformación, se mostrará una clara tendencia al rápido crecimiento del
proletariado en las nuevas ramas de la industria que hasta 1930 se encontraba en
estado potencial, son aquellas ramas de la industria que conforman los bienes de
consumo durable y de capital principalmente; frente a un ritmo menor de
crecimiento en las ramas que producen bienes de consumo no durable. Desde 1950
México entra en una dinámica de monopolización acentuada que no es otra cosa
sino el fenómeno de concentración centralización propio del proceso de acumulación
capitalista.
La regla de la concentración industrial parece indicar que en tanto se reduce el
número relativo de establecimientos industriales (96.9%) menor el porcentaje de
personal ocupado (45.9 entre 115,265 establecimientos), de remuneraciones a este
personal (25.0), de remuneración media anual por trabajador (11,113) y de
participación en la producción bruta total (21.5%).

Un número considerable de la clase obrera se localiza disperso y atomizado como


consecuencia del carácter que ha adoptado el proceso de acumulación en México. El
desarrollo de la acumulación ha generado, a su vez, una fuerza contraria
concentrando en la industria a más del 34% del proletariado mexicano.
La acumulación desarrolla esta tendencia integradora en la clase obrera, al
concentrar a grandes contingentes en grandes empresas, creando con ello
condiciones objetivas para que ascienda a formas superiores de organización.
A este fenómeno de polarización del proletariado mexicano entre dos fuerzas, una
dispersa y otra de cohesión, hay que agregar tamién en este mismo nivel los grados
de remuneración entre la pequeña y gran empresa; como a su vez, los diversos
niveles de calificación y especialización que caracterizan a la fuerza de trabajo
empleada.

La gran empresa tiene mejores posibilidades de pagar salarios más altos por la
composición orgánica de capital con que porduce y por el mercado preferentemente
oligopólico en que se mueve.
Existe pues, una relativa polarización de las fuerzas de trabajo asalariado y, por
ende, del proletariado mexicano, que se expresa en una tendencia de la economía
mexicana a absorber fuerza de trabajo altamente calificada o fuerza de trabajo sin
ningun grado de calificación, dejando a técnicos y especialistas de nivel medio con
conocimientos, o bien, no indispensables o fácilmente sustituibles por
requerimientos mínimos de adiestramiento.

En los sectores punta de la economía mexicana, al igual que en los países altamente
industrializados, los ingenieros y técnicos representan un grupo numeroso que
realiza la dirección y el control técnico de compejos mecánicos, agregados y
procesos tecnológicos. Por ello, a medida que se van desarrollando los mecanismos
especializados, máquinas automáticas y computadoras electrónicas, el trabajo
intelectual se convierte en parte integrante del trabajo colectivo, ocupando a pesar
de su relativa separación del objeto de trabajo, la misma posición que los obreros
con respecto de los medios de producción, constituyendo en consecuencia, junto con
ellos, parte del “obrero colectivo”.

La industria de la transformación cuenta con menos de la mitad de la fuerza de


trabajo de muy alto nivel de calificación a diferencia del sector estatal de la misma
industria que sin operar con mejores niveles de mecanización el porcentaje es de
50.2%, lo que permite avanzar la hipótesis de que el Estado, en este sentido,
también se convierte en una válvula de escape de la demanda de fuerza de trabajo,
absorbiendo principalmente aquellos sectores, aunque sea de manera improductiva,
que la estructura industrial privada tampoco es capaz de asimilar.

*Fuerza de trabajo intelectual como nuevo destacamento de la clase obrera. Este


destacamento es muy joven en sentido histórico y social como una consecuencia del
proceso por el que hoy atraviesa, por lo que se aprecian diferencias ideológicas
importantes a su interior y frente a la clase obrera en su conjunto, sin embargo,
debido a su acercamiento objetivo, por las relaciones de propiedad y por el carácter
y las condiciones de trabajo con el proletariado, se ha creado una base material de
coincidencia hacia sus posiciones ideológicas y políticas.

La ampliación del aparato escolar ha sido consecuencia de dos soportes


fundamentales de estímulo:
1 . Como consecuencia de la expansión del sector servicios.
o

2 . Debido principalmente a la necesidad de cumplir con las exigencias del


o

crecimiento industrial.

A partir de 1930 han surgido nuevos contingentes obreros localizados en aquellas


ramas de producción (construcción de maquinaria, industria automotriz, electrónica
y aparatos de precisión), que por sus características productivas requieren de una
mayor división o jerarquización del trabajo, es decir, de un grupo de obreros
calificados y técnicos de nivel medio que la empresa -en un proceso semejante por
su forma a la manufactura- fue calificando en el mismo proceso y cuya valorización
de su fuerza se realizó fuera de la producción. El crecimiento industrial con altos
niveles de concentración y de monopolización constantes, ha relegado a decenas de
miles de pequeñas empresas a trabajar con niveles artesanales, que no requieren de
trabajadores con más especialización que las que les da un oficio simple.

El hecho de que sobre el 30.2% del personal ocupado en el sector industrial recaiga
el 52.7% de la producción, muestra que con una proporción bastante reducida de
trabajadores, se obtiene lo fundamental de la producción.
La estructura industrial no ha forzado una ampliación inmediata del sistema
educativo llegando incluso un sector de la burguesía a mirar como ineficientes parte
de los gastos que se realizan en el sostenimiento del aparato escolar.

Con un gasto extraordinariamente reducido en educación, el sistema sostien la


producción industrial por lo que a clase obrera respecta, tomando en cuenta que
sobre sus espaldas recae el peso fundamental de la producción. En casos como en el
que el proceso de monopolización tiende a agudizarse y con él sus efectos, puede
decirse que a pesar de que en términos absolutos los requerimientos de fuerza de
trabajo calificada tiendan a aumentar, el desarrollo de la escuela en su nivel
elemental no tiene como motivo fundamental la reproducción de la calificación de la
fuerza de trabajo, sino primordialmente motivos de dominación ideológico-política
estructurando tantos sistemas educativos como clases y estratos se cuentan en la
sociedad.

Es así que la escuela básicamente en su ciclo elemental y medio por el cumplimiento


de sus diferentes funciones se ve sometida a un complejo sistema de
contradicciones cuya fuente principal emana de:

1 . Las necesidades que se impusieron a la escuela de la expansión tanto industrial


o

como del comercio y los servicios.


2 . Que la crisis de estructura se extiende al sistema social mostrando una mayor
o

incapacidad del sistema para absorber productivamente su patrimonio productivo.


3 . Que gran cantidad de trabajadores profesionales y con niveles medios de
o

calificación fueron absorbidos por sectores improductivos y en actividades distintas


a su oficio o preparación profesional.
4 . El proceso de acumulación que ha vivido el sector industrial ofrece una
o

posibilidad de trabajo estrecha, para la fuerza de trabajo calificada.


5 . Los requerimientos básicos de trabajo de la producción industrial, el comercio y
o

los servicios han sido satisfechos con fuerza de trabajo descalificada, que, en el
mejor de los casos, posteriormente se somete en el mismo proceso a especialización;
o con fuerza de trabajo de cierto nivel de especialización y/o calificación pero que
su actividad no se corresponde con su preparación.
6 . Que la incapacidad de la formación socioeconómica y la forma como se han
o

satisfecho las necesidades de trabajo, permiten apreciar mayor vinculación entre el


proceso de expansión escolar con el de urbanización que del proceso de
industrialización con la expansión escolar.
7 . El aparato escolar en su ciclo elemental tiene como función primordial la
o

ideológico-política y en su instancia superior la económico-social sin que se


excluyan o no se cumplan en ambos momentos parcialmente todas sus funciones.

Conclusiones

El proceso de valorización de la fuerza de trabajo, o sea la reproducción de su


calificación, ha ido quedando fuera de la producción fundamental en el sistema
escolar capitalista.
El aparato escolar incide en la reproducción de las relaciones sociales de producción
perpetua y refuerza la división de la sociedad en clases.
El sistema de contradicciones: trabajo manual-trabajo intelectual, enseñanza-
producción, escuela-fábrica, formación-trabajo, no son más que expresiones de un
mismo fenómeno en diferentes instancias: la división capitalista del trabajo.
Se descubre de manera natural una nueva función para el aparato escolar:
convertirse en una válvula de escape a la demanda de trabajo.
El capitalismo monopolista de Estado trae como consecuencia modificaciones en la
estructura del empleo en la composición de la clase obrera, sus formas de
organización y de lucha.
Bajo la revoluicón científico-técnica, la ciencia se convierte en una fuerza
productiva directa por lo que requiere de una transformación profunda del aparato
escolar y los niveles de culalificación de la fuerza de trabajo.
En una formación socioeconómica como la mexicana, el Estado, a través de su
aparato escolar, estructura tantos sistemas de aprendizaje como clases o sectores
de clase estén objetivamente expresados.
La dependencia de México respecto del imperalismo principalmente en su aspecto
tecnológico-cultural, frena el desarrollo de la ciencia, de la técnica y de la cultura
en instituciones como las universidades.
Al interior del aparato escolar en su ciclo elemental la función dominante es la
político-ideológica. En su ciclo medio y superior son las funciones económico-
sociales.

Texto de José Luis Araiza (1977)

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