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Abriré esta carta motivos diciendo que hoy en día me concibo como creadora,
docente y mamá, es decir que son tres sustantivos que ayudan a definir los verbos
de mi día a día. Es importante mencionar esto ya que veo las todas estas
actividades como parte de mi ser profesional, de mi trabajo. Como creadora y
docente me preparé en escuelas y la práctica misma es una constante formación; y
comencé a estudiar para ser madre desde antes de embarazarme y al igual que en
las otras actividades, la práctica es aprendizaje continuo. No hay escuelas para ser
madre, al contrario, mi estudio y reflexión autodidacta me ha llevado a caer en la
cuenta de la enorme deconstrucción y desaprendizaje que es necesario realizar
para poder emprender el proyecto madre. La única forma que tengo de
deconstruirme (entendiendo este concepto como el proceso de encontrar verdades
universales y salir del mundo aparente aprendido por nacer en la sociedad en la que
hemos nacido) es creando, en otras palabras mi búsqueda como artista es entender
la realidad, desentrañarla, descubrirla. Cursé mi máster embarazada, y me gradué
con mi hijo en brazos, en mi examen teórico-práctico incluí las reflexiones y las
actividades propias del maternaje ya que fue la solución que encontré a la difícil
ecuación que era criar sin renunciar a mis metas, y seguir mis metas sin renunciar a
mi tiempo con mi hijo. Y una de las principales deconstrucciones que he tenido que
hacer es cobrar conciencia de que no puedo hacerlo sola, como madre soltera y
mujer independiente desde hace muchos años, esta afirmación fue lacerante pero
en definitiva revolucionaria y sanadora.
Hoy más que nunca tengo claro que lo personal es político, y como acto
político decido pararme en el escenario con mi hijo en brazos, hablar de mi parto, de
mis expectativas rotas, del dolor de ver mi antigua identidad desecha, al mismo
tiempo que ejerzo acciones propias del maternaje, llenas de amor y deseo. Es un
acto que rompe teatralidades y expectativas de ficción, se vuelve un acto
performático en el que la prioridad es la escucha atenta a las necesidades de mi
hijo, mismas que me podrían llevar al punto de detener la función si es necesario. La
crianza y el respeto son más importantes que cualquier deber profesional. Es
transgresor hacer tal declaración en una sociedad donde se deja de amamantar por
falta de compatibilidad con horarios de trabajo, donde las guarderías son la
respuesta para que mamá y papá sigan siendo parte de la cadena de producción,
donde cada vez se inventan más dispositivos para suplir la presencia humana tan
necesaria para los bebés. La creación escénica implica poner el cuerpo, la
crianza también.
Cabe mencionar que una de las razones que me impulsan a solicitar un lugar
en este doctorado específico es que la propuesta del INBA está abierta a establecer
transversalidad entre ciencias sociales y disciplinas artísticas que son las dos ramas
de las que se nutre mi propuesta, ya que el marco teórico está lleno de pediatras,
parteras, doulas, pedagogas, antropólogas, además de artistas/madres.
Cierro esta carta corrigiendo un poco la cita de San Agustín “Dadme otras
madres y os daré otro mundo” con la finalidad de poner énfasis en la
responsabilidad social ante esta petición:
ATENTAMENTE
cmireyalvarez@gmail.com
5524932191