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El camino de la esperanza

Por Rafael Zavala


Gerente General
Laborum Perú
Muchos vemos en algún momento de nuestras vidas que la vida se vuelve
como un cáncer que uno tiene que sobrellevar. Al parecer, no hay cómo hacer
que termine la crisis por la que pasamos.
Sin embargo, no se debe desperdiciar una buena crisis, ya que suele ser una
magnífica oportunidad para aprender de algo, si sabemos aprovecharla y para
ello, nada mejor que sacar a flote los valores como la paciencia, el esfuerzo, la
perseverancia, la fortaleza y una mentalidad de optimismo.
Soy de los que cree que en la vida no hay premios ni castigos, sino
consecuencias, y nuestro futuro será una consecuencia de lo que hagamos
hoy. Paul Guth decía “A veces nuestra suerte sería tener mala suerte. Ciertos
triunfos son engañosos. Ciertas derrotas preparan lejanas victorias.” Dios
aprieta, hasta que uno no pueda más, pero no te ahoga, es justamente así
como se forman los campeones, y es así como debiera tratarnos un entrenador
que nos quiere y quiere sacar lo mejor de nosotros. En ese momento, que mal
la pasaremos, pero sin ese entrenamiento que nos dejó exhaustos, sin aliento,
sin fuerzas, a lo mejor, no hubiésemos llegado a correr la maratón.
Y claro, que fácil es escribir, lo difícil es algo mucho más valioso, pasar la
adversidad con esfuerzo y perseverancia. A veces el partido va en serio, no es
juego de niños y a mucha gente le toca jugarlo de visitante, con dos jugadores
menos, con el resultado en contra y con el árbitro parcializado. Y lo ganan!
¿Y por dónde empiezo? Joan De Dou, famoso psiquiatra y profesor del IESE nos
dice:
“Aquí tenemos un punto previo, que es el autoconocimiento. Si uno no se
conoce, pues muy mal. ¿Cómo puedo mejorar en una cosa si no sé en qué
tengo que mejorar? Y a veces la gente pregunta: «Y si uno se quiere conocer,
¿qué tiene que hacer?». «Pues mira, primero uno tiene que reflexionar un
poquito, pensar.» Habitualmente no lo hacemos mucho, eso de pensar. Dos:
«Iría bien que escuchases». A veces algunos clientes, y a éstos, además, les
cobro, me preguntan: «¿Y qué me aconseja usted?». «Pues escuchar.» «Esto
es lo mismo que me decía mi madre.» «Es que quizá no hayas escuchado.»
Porque lo que hacemos mal nos lo están diciendo continuamente. Y no una
vez, sino muchas veces. «Oye, tú, no seas así.» «Oye, tú, frena.» «Oye, a ver si
eres más tranquilo.» «Oye, muévete un poco más.» Nos lo dicen un montón
de veces. Lo que pasa es que no prestamos atención.”
Es decir, primero reflexionar, segundo escuchar y agregaría un tercero que es
haber formado la conciencia. Si no reflexionamos sobre lo que nos pasa, las
alternativas de solución que podemos aplicar y leer y/o escuchar a los que ya
han pasado por eso, es probable que el camino final todavía esté lejos.
Reinhold Messner, alpinista italiano que fue el primero en coronar las 14
cumbres de más de 8,000 metros, decía que con el tiempo, el éxito no es lo
que pensábamos cuando éramos jóvenes. Ese éxito de la juventud, voy a tener
mi propia empresa, voy a ganar mucho dinero, es efímero y superficial. “Ahora
me doy cuenta de que el éxito es estar contento conmigo mismo, alcanzar ese
estado interior que llamamos paz en la conciencia”.
Tres reglas básicas para superar la adversidad:
No te hagas reproches,
No te autocompadezcas y
No te dejes llevar en exceso por los sentimientos.
Ya he hablado algunas veces de Christopher Reeve, el actor que solía hacer de
Superman y que quedó hemipléjico luego de una caída a caballo. En sus peores
días, aquellos en los que la mente no para de enviarte mensajes descalificantes
y pesimistas ¿A qué se aferró? A su familia. El dice: “Si me entrego a la
autocompasión o expreso mi desaliento delante de mi pequeño hijo Will estoy
poniendo una carga pesada e injusta en un niño de 5 años. Si me vuelvo hacia
dentro de mi y paso el tiempo en la nostalgia del pasado , no puedo estar cerca
de Mathew y Alexandre, dos adolescentes que necesitan del criterio y consejos
de su padre. Por último, que tipo de vida podría compartir con Dana, mi
esposa, si me dejo llevar y me transformo en un armatoste deprimido que se
arrastra en silla de ruedas?”
Quizá el hecho de actuar en los dos roles más importantes de su vida, el de
esposo y padre, lo hicieron reflexionar, no dejar todo al sentimiento, y salir
adelante. Teniendo licencia para deprimirse, priorizó la cabeza sobre el
corazón, ejercitando a contracorriente su voluntad. Es en este tipo de héroes,
en los que creo, no en los profesores y “gurús” de la adversidad, que creen que
con una sonrisa en el rostro, o el no pensar en ellas, ya se acabó el problema.
Muchas veces se trata de definir nuestro rol en la vida, queremos ser
soñadores de realidades o realizadores de sueños. Y con el segundo es con el
que vienen la fuerza de voluntad, el esfuerzo y la ilusión por saber que vendrá
un futuro mejor.
El Papa Francisco dijo recientemente “No sean nunca hombres tristes. Un
cristiano no puede serlo. No se dejen vencer por el desánimo. La nuestra es
una alegría que no nace por tener muchas cosas, sino que nace por haber
encontrado a una Persona: Jesús”
En fin, con este artículo cierro una etapa de mi vida. Habiendo leído, pensado
y profundizado sobre adversidades ajenas, creo que ya es tiempo de
implementar lo aprendido y gestionar la mía. Seguramente terminará
tratándome como me lo merezco.
Quiero una vida nueva, llena de ilusiones, metas y riesgos. Dicen que cuando
te acostumbras a la rutina y estabilidad de una vida sin grandes sobresaltos, la
vida te pasa sin que te des cuenta, y así se me han pasado quizá algunos de
mis casi 38 años. Y quiero cambiar. La buena noticia es que no estamos
terminados.
Me queda claro que tengo que descubrir en este aparente final, un nuevo
principio. Nada ni nadie, me quitará la manera de disfrutar mi vida, como dirían
los franceses la “joie de vivre” (el gozo de vivir).

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