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En el capítulo uno, hace mención de porque, a pesar del comportamiento que tenían los corintios, Pablo los pudo

llamar
“santos.” (1 Co. 1:2, 2 Co. 1:1). “En la actualidad, la palabra santo se usa muy poco fuera de la iglesia católica romana u
ortodoxa.” Cuando referimos a una persona llamándole “santo” usualmente pensamos en una persona “amable y llena de
gracia que lee su Biblia a diario, ora, y es conocida por sus buenas obras para los demás.” Esto nos lleva a preguntar,
“¿cómo es que el apóstol Pablo pudo referirse a los caóticos creyentes de Corinto como santos?” “La respuesta radica en el
significado que tiene esa palabra en la Biblia.”

La frase de Pablo “a los santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos,” provienen de la misma familia de términos
griegos y significa literalmente “el que ha sido separado para Dios.” En español se diría algo así “a los separados en Cristo
Jesús, llamados a ser separados.” Cada creyente verdadero ha sido separado o apartado por Dios, para él” (Tito 2:14; 1
Co. 6:19-20). Entonces, ¿cómo llegamos a ser santos, si no es por medio de nuestra conducta? “Si juntamos estos dos
pasajes podemos entender el significado de un santo. Es alguien a quien Cristo compró con su propia sangre derramada
en la cruz y lo ha separado para sí mismo para que sea de su propiedad.”

“¿Qué significa, entonces, estar separados o apartados?” “Cada nuevo creyente ha sido apartado por Dios, separado para
él para ser transformado a la semejanza de su Hijo Jesucristo.” Así llegamos a entender como la Biblia puede referirse a
cada creyente como un santo posicionalmente delante de Dios por los cambios realizados en su vida después de la
salvación (2 Co. 5:17). Este cambio se describe de manera profética en Ezequiel 36:26.

No pasan muchos momentos cuando no pecamos en pensamiento, actitud, palabra o hecho. Es una tendencia de la carne,
seguir los deseos engañosos de nuestro corazón (Gá. 5:17; 1 Pe. 2:11), estamos en un cambio progresivo que nunca
termina en esta vida. Esto podemos usarlo como una excusa para seguir pecando, una tendencia de seguir haciendo lo
malo, un pretexto para vivir en conformidad con nuestro pecado y así generar los pecados respetables. “ La guerra
constante entre la carne y el Espíritu que se describe en [estos pasajes] se libra todos los días en el corazón de todo
creyente.”

De alguna manera todos somos parte de los corintios, santos llamados a ser santos, pues nuestro carácter, obras,
pensamientos, motivaciones, actitudes demuestran la presencia de pecado. “Podríamos resumir la carta de Pablo con la
siguiente declaración: ‘Ustedes son santos. Por favor, ¡Actuen como tales!” Todo pecado en nuestra vida, toda conformidad
con el, toda pequeña acción, actitud, pensamiento que vaya acompañado de pecado, “es una conducta indigna de un
santo, de un cristiano”, por lo tanto no hay pecado aceptable para los santos, no hay pecado que no ofenda a Dios. “Uno de
nuestros problemas es que no estamos conscientes de que somos santos y mucho menos de la responsabilidad que
conlleva esa nueva posición que exige que vivamos como tales.” Todo pecado va en contra de la santidad de Dios, va en
contra de lo que es y se espera de nuestra santidad. “Así que sigamos adelante con nuestro estudio y hablamos del pecado
y la forma en que negamos que existe en nuestra vida.”

Pecados Ansiedad Y Frustración


La vida es difícil y, en ocasiones, muy dolorosa. Si estuviera de vacaciones y mi auto se descompusiera en el camino, sería
una situación difícil de afrontar. Si fuera víctima de un accidente y quedara discapacitado, sería muy doloroso. Por supuesto
sabemos que hay diferentes grados de dificultades y, hasta cierto punto, también de dolor. Los problemas se dan en el
contexto de las actividades rutinarias de la vida y las responsabilidades cotidianas, pero el dolor es provocado por eventos
fuera de lo común. Así que, en este capítulo nos vamos a enfocar en las dificultades de la vida diaria y cómo reaccionamos
con frecuencia ante la ansiedad y la frustración.

Ansiedad
Hace algunos años busqué en todo el Nuevo Testamento cuáles son las cualidades de carácter cristiano que se enseñan por
precepto o por medio de ejemplos. Encontré que son veintisiete. No le sorprenderá saber que el amor es el que menciona
más (50 veces). Pero sí le sorprenderá saber que la humildad le sigue muy de cerca (40 menciones).No obstante, lo que en
realidad me asombró más fue saber que la confianza en Dios en todas las circunstancias de nuestra vida se encuentra en
tercer lugar (13 veces). Lo opuesto de confiar en Dios se manifiesta en alguna de estas dos actitudes: ansiedad o
frustración. El pasaje más prominente en el que enseña sobre el tema es Mateo 6:25-34, pues usa la palabra afán seis
veces. Otra expresión que el Señor Jesús utilizó en cuanto a la ansiedad es: “No temáis”, o “no tengan miedo” (ej. Mt.
10:31; Lc. 12:7). Pablo reforzó esta amonestación acerca de la ansiedad en Filipenses 4:6. Y Pedro nos exhortó en I Pedro
5:7. Cuando usted y yo decimos a alguien “no te anfanés” o “no temés” tratamos de amonestarlo y darle ánimo. Pero
cuando Jesús (o Pablo 13 o Pedro) nos dicen: “No os afanéis”, lo hacen con la fuerza de un mandato moral. Es decir, la
voluntad moral de Dios es que vivamos sin ansiedad. O, para decirlo de manera más explícita, la ansiedad es un pecado.

Es pecado por dos razones. Primero, cuando somos presa de la ansiedad, mostramos que creemos que el Altísimo no
puede cuidar de nosotros y que no lo hará en la circunstancia que nos está preocupando. [Segundo] El afán es pecado
porque significa que rechazamos la provisión divina en nuestra vida. La provisión de Dios puede definirse de forma
sencilla diciendo que Él prepara todas las circunstancias y eventos del universo para gloria de Él y beneficio de su pueblo.
Tendemos a centrarnos en las causas inmediatas que nos provocan ansiedad en vez de recordar que ellas están bajo el
control soberano de Dios. Puesto que he tenido que luchar con la ansiedad en [cierta] área de mi vida, he llegado a la
conclusión de que mi ansiedad no se debe a que desconfío de Dios, sino a mi falta de voluntad de someterme y aceptar con
gozo su agenda para mi vida. El mandato de Pablo de no estar afanosos va acompañado de la instrucción de orar en
cualquier situación que nos tiente a estar ansiosos Filipenses 4:6. Puede que usted sea o no tentado con frecuencia a caer
en la ansiedad como yo. Pero si así fuera, ¿puede usted reconocer cuáles son las circunstancias que lo hacen ponerse
ansioso?

Frustración
Un pecado relacionado con la ansiedad es el de la frustración. Por un lado, la ansiedad incluye el temor, pero la frustración
implica estar a disgusto o enojado por cualquier cosa o persona que se interponga en nuestros planes. No acepto la
actuación invisible de Dios en cualquier cosa que enciende mi frustración. En el calor del momento, tiendo a no pensar en
el Señor sino que me enfoco en la causa inmediata de mi frustración. El pasaje de la Biblia que me ha ayudado a enfrentar
la frustración es el Salmo 139:16. “Todo aquello” se refiere no sólo a todos los días de mi vida, sino que incluye los eventos
y circunstancias de cada día. Este pensamiento produce gran ánimo y consuelo. Así que cuando algo sucede que me
produce frustración, puedo citar el Salmo 139:16 y decirle a Dios: “Esta circunstancia es parte de tu plan para mi vida en
este día.
Ayúdame a reaccionar con fe, de manera que honre tu nombre y tu voluntad providencial. Y, por favor, dame la sabiduría
para saber cómo enfrentar esta situación que me está provocando frustración”. Observe cuales son los recursos que
podemos utilizar para afrontar la circunstancia que nos produce frustración: la aplicación específica de las Escrituras y la
dependencia del Espíritu Santo expresada a través de la oración; estos nos ayudan a responder de manera piadosa. A
continuación, pidámosle sabiduría práctica para saber cómo enfrentar la situación. En ocasiones Dios utiliza eventos que
nos producen frustración para llamar nuestra atención o para ayudarnos crecer en un área específica.

La ansiedad y la frustración son pecados. No debemos tomarlas a la ligera o minimizarlas considerándolas sólo reacciones
para enfrentar los acontecimientos difíciles de este mundo caído. Es cierto que nunca lograremos completa libertad de la
ansiedad o frustración en esta vida. Pero tampoco debemos aceptarlas como parte de nuestro temperamento.

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