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2-407-024
Este documento es una copia autorizada para su uso en el programa "Gestión por competencias" impartido por el prof. Stein
Nota técnica preparada por los Profesores José Ramón Pin y Guido Stein. Septiembre de 2007.
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DPON-66 Dirección por competencias: aspectos teóricos y prácticas en su diseño e implantación
Las competencias dan lugar a comportamientos observables, que son importantes para
el buen desarrollo de una tarea profesional; por ejemplo, la puntualidad, la escucha
activa y la participación constructiva son comportamientos observables que pueden ser
útiles para la competencia de trabajo en equipo.
La dirección por competencias se puede definir como: «La evaluación del uso y el nivel
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La realidad es que siempre se dirige por tareas o por objetivos. La dirección por tareas
se basa en decir a las personas lo que tienen que hacer, con la hipótesis de que eso
aportará los objetivos deseados. La dirección por objetivos consiste en marcar a las
personas lo que tienen que conseguir. La dirección por competencias les indica con qué
comportamientos lo conseguirán.
Cuadro 1
Conceptos de los cuatro tipos de dirección
Dirección por competencias (DpC) Con qué comportamientos hay que conseguirlo
1 La más común de las definiciones es la de Boyatzis, «Característica subyacente de la persona relacionada con una actuación de éxito en
un puesto de trabajo», 1983.
Para evaluar las competencias se realizan una serie de preguntas sobre comportamientos.
Normalmente, el número de preguntas es mayor que el de competencias a analizar,
puesto que algunas están constituidas por más de un comportamiento. La pregunta lleva
consigo una valoración del estado del comportamiento. Por ejemplo, si se trata de la
puntualidad, se puede indicar: si es siempre puntual, si lo es frecuentemente, si lo es sólo
algunas veces, si lo es poco o si nunca es puntual. Normalmente se emplean escalas de
Ritter para realizar estas valoraciones.
Por eso, en los diseños de la DpC es conveniente incluir mecanismos que ayuden a
homogeneizar esas valoraciones en la medida de lo posible. Los sistemas
de homogeneización de criterios de puntuación más usados son: a) los manuales de
calificación, en los que se aclara el significado de la puntuación, y b) los cursos
de entrenamiento en la clasificación, donde se realizan ejercicios en los que cada
participante aprende a corregir su sesgo personal. No obstante, dado que la
observación es individual, en toda evaluación siempre hay un grado de subjetividad.
En el análisis del proceso de evaluación del punto 2.1.2.1 se estudian diferentes sesgos
que se pueden dar.
todas ellas como resultado final. Sobre este tema se tratará al hablar de «evaluadores
multifuente».
b) Tipo inductivo: muy utilizado por las empresas consultoras. Consiste en analizar
el comportamiento de personas con éxito en un puesto de trabajo y descifrar sus
competencias y comportamientos a través de técnicas como las «entrevistas de
incidentes críticos», técnicas de análisis de motivación y factores del puesto
de trabajo. Es decir, desde una observación clínica de personas eficaces en el
puesto de trabajo se inducen las competencias. El sistema está dotado de una
fuerte base empírica, es más costoso que el deductivo, pero más fiable. Muchas
empresas consultoras ofrecen diccionarios de competencias que luego se pueden
adaptar a las características propias de la empresa. Estos diccionarios han sido
probados en otras compañías y a nivel general.
Uno de los problemas con los que se enfrentan los encargados de identificar las
competencias es fijar el número de ellas. Cuantas más competencias, más completa es
la descripción de las características que contribuyen a un buen desempeño. Pero si el
número aumenta, el proceso burocrático de evaluación se hace demasiado complejo.
Reducirlas a un número moderado y útil es uno de los problemas prácticos con los que
tropieza el diseño de un sistema de DpC. Volveremos sobre ello cuando hablemos del
proceso de evaluación.
Figura 1
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Impresos o
soporte
Proceso de Utilización
evaluación de la
Circuito de información
Información
DpC
«Coach»
Proceso de
Relación entre
«coaching» ambos
«Coachee»
Como muestra la Figura 1, el proceso de evaluación tiene a su vez dos componentes: los
impresos, o soporte electrónico donde se plasma la evaluación y el circuito de
información, así como la utilización de la misma. En el proceso de «coaching» se pueden
distinguir: la figura del evaluador, el evaluado y su relación.
En los siguientes apartados analizaremos con detalle cada uno de estos elementos,
destacando principalmente los efectos psicológicos y sociológicos de sus diferentes
formas de diseño y utilización.
En los primeros años, la DpC utilizaba como soporte de la información los impresos en
papel. Esto hacía que fuera costosa y farragosa. Ahora se utilizan soportes electrónicos
y se transmite la información a través de la intranet de la empresa o de Internet. Ello
ha permitido agilizar todo el proceso.
En su diseño hay que tomar decisiones que oscilan entre dos criterios: la abundancia
de información, con el trabajo que ello conlleva, y la sencillez en la cumplimentación
de los impresos. Cuando se pregunta por muchos comportamientos y con escalas
2 Sobre la sinergia entre los procesos de evaluación (360º) y el «coaching» puede verse: Luthans, F. y S.J. Peterson, 2004. En el análisis de
un caso demuestran que ambos procesos unidos dan lugar a un mayor rendimiento y satisfacción de los empleados.
amplias, se obtiene información muy rica, pero se ocupa una gran cantidad de tiempo
por parte de los evaluadores y se hace más costosa la síntesis.
El riesgo de los diseños prolíficos es que los evaluadores acaben rellenando los
impresos de manera mecánica, como si de una quiniela se tratara. Dado que los
evaluadores son directivos y trabajadores de la empresa, que realizan otras muchas
tareas, este riesgo es muy alto.
evaluación, las respuestas son variadas. Pero todos están de acuerdo que lo más
corriente es realizarla cuando el correo electrónico del departamento de recursos
humanos recuerda que las evaluaciones deben ser enviadas antes de «x» días. Entonces
entran las prisas y aumenta el riesgo de evaluar mecánicamente. Ese riesgo crece más
cuantas más puntuaciones debe hacer un evaluador. En un caso del sector bancario
(Pin Arboledas, J. R. et al., 2003), el evaluador debía contestar a 75 preguntas sobre
comportamientos, para 25 colaboradores, más su propia autoevaluación y la de su jefe.
La probabilidad de despistarse después de varias horas realizando el ejercicio, era
enorme. En el diseño de los impresos, estas consideraciones no pueden olvidarse.
Una de las decisiones que hay que tomar en el diseño de la DpC es el circuito por
donde va la información y dónde se acumula. Empecemos por el origen.
3 Según la paradoja de Abilen, debido al deseo de no contradecir a otros miembros del grupo, las personas llegan a opinar externamente
en contra de sus propias convicciones.
4 Según «el comportamiento grupal», la presión de la mayoría inhibe la expresión de opiniones discrepantes con ellas. Cuando se
expresan, se consideran traición o debilidad, y eso las inhibe.
Otra de las decisiones clave del circuito es dónde se almacena la información y quién
puede disponer de ella. En muchas compañías, la información se almacena en el
departamento de recursos humanos. En ese caso, los evaluadores y los evaluados se
preguntan para qué va a utilizar recursos humanos esa información. Eso puede dar
lugar a posibles sesgos, como el de la inflación. Además, los evaluados pueden dudar
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En realidad, una DpC con un diseño del proceso de evaluación regular, pero con
buenos procesos de «coach», puede funcionar; por el contrario, una DpC con un
proceso de diseño perfecto, pero con malos procesos de «coach», no funciona.
En sistemas muy avanzados de DpC, los evaluados pueden llegar a programar sus
procesos de desarrollo comparando su perfil de competencias con las requeridas por el
puesto de trabajo al que aspira. Un banco, en la división de banca de «retail», tiene
para cada puesto de trabajo un perfil de competencias. Los empleados pueden
estudiarlo y planificar su formación si aspiran a él.
de evaluación es muy útil para ese diseño. Esa información indica el estado actual de
las competencias de las personas o de los colectivos. Si se tiene claro cuál es el nivel de
competencias que se requiere, se podrían programar la formación y el desarrollo.
En la utilización para cubrir vacantes o promoción y retribución, hay que recordar que
puede dar lugar a sesgos como la inflación. Los evaluadores que conocen que su
evaluación puede decidir una promoción o un aumento de sueldo tienden, en términos
generales, a ser más generosos en sus puntuaciones.
Cuanto más cercano es el «coach», como es el caso del propio jefe, mejor conocimiento
tiene de la situación real del «coachee» en su trabajo profesional y menos coste directo
tiene. Sin embargo, su objetividad en el análisis y sus habilidades de «coaching»
pueden ser menores que las de un «coach» profesional externo a la compañía. El riesgo
de indiscreción crece cuando el «coach» es interno a la empresa. La confianza entre
«coach» y «coachee» depende de la historia de las relaciones entre ambos. Algunos jefes
directos son capaces de mantener un alto grado de confianza con sus subordinados-
«coachees», lo mismo ocurre con «coachs» profesionales con gran experiencia. No todos
los jefes tienen habilidades para el «coaching», aunque se pueden entrenar, y se supone
que los «coachs» profesionales, internos o externos a la compañía, están especialmente
preparados para este trabajo.
Teniendo en cuenta todos estos criterios, las empresas suelen diseñar procesos de
«coaching» con «coachs» internos para gran parte de la plantilla. Por el contrario, para
los niveles altos de la organización y, por supuesto para el director ejecutivo, suelen
utilizar «coachs» profesionales externos.
En este sentido, influye mucho el entorno cultural. Hay culturas, como la anglosajona,
con mayor capacidad de aceptar críticas directas, mientras en otras se considera de
mala educación expresar lo que se piensa sinceramente de una persona. Las empresas
multinacionales deberían tener en cuenta esta circunstancia a la hora de implantar su
DpC en distintas culturas. Es posible que el diseño deba ser adaptado a las
características de cada país.
No obstante, hay algo que debe afirmarse: que no exista evaluación formal a través de
una DpC, no significa que no haya evaluación. Siempre hay evaluación, la ventaja
de la DpC es que el evaluado la conoce y puede reaccionar ante ella. Esta realidad es
tan importante que es el mejor argumento a la hora de vencer las resistencias ante un
proyecto de DpC.
La respuesta es que la DpC constituye una técnica que puede servir de argamasa a
todas las políticas de recursos humanos integrándolas (Fernández, 2004), y puede
ayudar a dotar de consistencia5 a toda la organización. En efecto, la DpC se puede
utilizar para la selección, el desarrollo, la formación, la promoción, etc., enlazando
entre sí a las políticas de recursos humanos y dándoles consistencia. Pero, además,
puede servir para enlazar la estrategia competitiva de la empresa con las políticas de
recursos humanos, y éstas con el ADN, o la cultura, de la organización.
Es absurdo plantear estrategias para las que las personas de la empresa no tienen
competencias. La definición estratégica clásica utiliza muchas veces el DAFO
(debilidades, amenazas del entorno, fortalezas y oportunidades). Una de las fortalezas
son las competencias de las personas, mientras una de sus debilidades es la carencia de
aquellas que son necesarias para el éxito. Por esta razón, la definición de la estrategia
real de la empresa debe contar con esta información. Lo hará de manera formal si
existen datos agregados e individuales de DpC, o de manera intuitiva si no hay un
sistema de DpC. Pero, en todo caso, si quiere ser realista contará con ello.
Según Levy-Leboyer (1997, pág. 158), «el carácter dinámico de las competencias y el
hecho de que respondan a situaciones concretas deberían convertirlas en intermediario
obligado entre las estrategias de la empresa y la gestión de recursos humanos».
De esta manera, la DpC ayuda a alinear las personas con la estrategia. Ayuda a
convertir la dirección de recursos humanos en un verdadero «socio estratégico» de la
dirección general (Ulrich, 1996). Es más, dado que las estrategias varían con el tiempo,
la DpC puede contribuir a desarrollar aquellas competencias que serán necesarias en el
5 Sobre el concepto de consistencia y su importancia en las políticas de recursos humanos, puede verse Pin Arboledas, 2007.
Una empresa en la que se busque una cultura de trabajo en equipo requiere que sus
personas tengan esa competencia. La DpC, como indica la Figura 2, puede ser el puente
entre cultura y estrategia. Así se asegura la consistencia entre todos los elementos de la
empresa: estrategia, políticas de recursos humanos y cultura.
Figura 2
Relación entre la DpC, la cultura empresarial y su estrategia competitiva
Muchas empresas utilizan una DpC simplificada, llamada «apreciación del desempeño»,
en toda la organización. La evaluación se hace en síntesis. En realidad, se responde a
una pregunta simple: ¿Cómo realiza el trabajo la persona analizada? Luego esta
respuesta se complementa con sugerencias sobre las áreas de mejora que el evaluado
necesita a juicio del evaluador.
4. Conclusión
En resumen, la decisión sobre si implantar o no la DpC, y qué tipo de diseño adoptar,
es bastante compleja. Dadas las variantes que existen en esta técnica en materia de
diseño, hay que tomar muchas decisiones. Entre los criterios a tener en cuenta están la
estrategia competitiva de la empresa y su cultura, pero también los efectos deseados y
perversos que pueden producir cada una de las variantes descritas, su coste, el
problema de la confidencialidad, la capacidad de «coaching» de los directivos, etc.
6 Un conjunto de pruebas psicológicas, «play-roles», y ejercicios que sirven para evaluar y tomar decisiones sobre planes de mejora o
promociones de directivos. Se llaman «Assesment Center», pero no se refieren a un espacio físico concreto, sino al proceso. Muchas
empresas lo utilizan como pasos previos a la selección o a la promoción. Su fiabilidad como predictores de la adecuación de la persona al
puesto de trabajo ha demostrado ser más alta que cada uno por separado (Levy Levoyer, 1992).
A pesar de las dificultades, la experiencia de las empresas que han implantado la DpC
es satisfactoria. Esto exige haber diseñado el proceso de acuerdo a las circunstancias de
la compañía, sin olvidar que su mantenimiento, hasta que llegue a ser consustancial
con la cultura de la empresa, requiere un esfuerzo continuado de los implicados.
Bibliografía
Boyatzis, R. E. (1982), «The Competent Manager», John Wiley and Sons, Nueva York.
Fernández, G. (2004), «Las competencias: clave para una gestión integrada de los
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Luthans, F. y S.J. Peterson (2003), «360 degree feedback with systematic coaching:
empirical analysis suggests a winning combination», en «Human Resourses
Management», vol. 42, nº 3, Wiley Periodicals, Inc., págs. 243-256.
Ulrich, D. (1996), «Human Resources Champions. The next agenda for adding value and
delivering results», Harvard Business School Press, Boston (Mass.).
Anexo 1
Ejemplo de diagrama circular
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