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Santiago Cardona López

Primer semestre
Lectura y Escritura académica
Profesor Tirso Rojas

Resumen: Semejante a la noche


Autor del libro: Alejo Carpentier
Capítulo I
El mar tornaba un color más opaco gracias al “choque” con los promontorios, que es una
altura muy considerable de tierra. Todavía estaban en sombras, es decir, la luz del sol aún
no los tocaba, en ese momento el vigía anuncia las cincuenta naves enviadas por el rey
Agamemnón. Probablemente eran campesinos que empezaron a bajar el trigo a la playa.
Cuando el armazón de los navíos tocó tierra, hubo riñas pues los micenianos desconfiaban
totalmente de la experticia de los que estaban en tierra incluyendo el personaje principal. Es
ahí donde el soldado se retira de la barahúnda y se va a una higuera con una gran rama en la
cual decide sentarse.
El sol ya estaba tocando las montañas y al mismo tiempo las naves eran sacadas del agua, la
mala impresión del soldado disminuía gracias al desvelo, como también el haber bebido
demasiado con los jóvenes que también iban a estar en los barcos. Al ver todo lo que se iba
a cargar en los barcos, el soldado sintió orgullo y superioridad de guerrero. Al parecer las
personas que tenían el hábito de deshierbar, arrancar y rascar nunca pasarían bajo la sombra
de las nubes, nunca conocerían las anchas calles de los troyanos, es decir, su trabajo era el
más arduo dentro del grupo de los navegantes. Mensajeros del rey de Micenas habían
hablado acerca de la insolencia de Príamo, y la amenaza al pueblo del soldado gracias a la
arrogancia del pueblo contrincante. Pero lo que en verdad causó la verdadera cólera fue el
rapto de Elena de Esparta, y cómo la estaban tratando en cautiverio. En la tarde la
indignación se sentía en el pueblo, y se anunció que las cincuenta naves iban a zarpar, el
soldado observó y se apropió de cuán potentes eran las naves y como eran capaces de
llevarlos a grandes acontecimientos de todos los tiempos. Reconoció que sería un honor ir
en representación de su padre que era un talabartero y su abuelo que era un castrador de
toros, pero sería un poco duro para su madre o quién tuviera que recibir la noticia pues era
el jefe de la casa, bajó lentamente el pueblo, y aún el trigo seguía embarcándose.
Capítulo II
En todas partes había festejos gracias a la próxima partida de las naves. Marinos de La
Gallarda andaban en fiestas con mujeres afrodescendientes que fueron libres de la
esclavitud, acompañados con vino, aceite y trigo. Camino del puerto, el capellán o
eclesiástico arreaba dos bestias que cargaban con los fuelles y flautas de un órgano de palo.
El soldado se encontraba con gente de la armada, abrazos ruidosos y ostentación para sacar
las mujeres a las ventanas. El soldado sentía que estaba forjado para desarrollar misiones
que personas tal como el panadero, cargador de ovejas, y mercader conocerían. En la plaza
se escuchó los seis trompetas del Adelantado que era un alto dignatario español, y cómo se
concertaban las folías.
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El padre del soldado estaba en la tienda de él sin embargo tenía la mente en espera pues el
hijo que era el soldado se va a la guerra. El padre ve al soldado y lo abraza con tristeza,
acordándose de un amigo del solado que había muerto gracias a los indios de la Boca del
Drago. El padre lo lleva a la puerta de la habitación de la madre, era el momento que más
temía el soldado y tuvo que contener sus lágrimas pese a que la madre estuviera en llanto.
El soldado agradece a la Virgen de los Mareantes, y el prometió no tener alguna relación
deshonesta con mujeres de aquellas tierras. La mamá del soldado comenzó a preguntar
acerca de la seguridad de las naves y los navegantes, tratando de convencerla le habló
acerca de la Uña de la Gran Bestia y la Piedra de Bezar y todas sus cualidades, sin
embargo, aún no estaba convencida, y comenzó a hablar acerca de las posibles situaciones
negativas que podrían venir tal como tormentas, mentiras de los indianos y terreno hasta
que el soldado tocó el tema acerca de los altos propósitos, que era dar a conocer el símbolo
de la cruz, y como millones de almas se salvarían gracias a la santa religión, argumentando
que eran soldados de Dios y soldados del rey. Tranquilizada por lo que el soldado le dijo, la
madre toma un escapulario y se lo coloca en el cuello, le da ungüentos y cuando suena las
campanas de la catedral se coloca un chaleco que se usaba para grandes oportunidades.
Yendo hacia el templo, el soldado se dio cuenta que los padres estaban orgullosos que su
hijo estaba en la armada del Adelantado. El soldado mira hacia al puerto y el trigo aún
estaba entrando a las naves.
Capítulo III
Nadie sabía de los amores del soldado con una mujer, aun así, la llamaba su prometida. El
soldado ve al padre de la “prometida” cerca de las naves, aprovecha, y se dirige hacia la
última casa de ventanas verdes. Hizo sonar la aldaba, una pieza de bronce o de hierro
puesta en las puertas para llamar golpeando con ella, en ese momento la puerta se abre,
entra en la estancia donde ya ardían las lámparas a causa de la bruma. La prometida reposa
en el hombro del soldado, mostrando su tristeza por su partida. Dando un vistazo por la
sala, los objetos a su alrededor ya tenían un significado para el soldado, pues eran objetos
de navegación tal como las cartas de Mercator y Ortellius, el astrolabio y la brújula. La voz
de la prometida un poco más fuerte que el silbido del viento que entraba por la puerta, le
preguntó acerca de los preparativos. Aliviado pues era un tema ajeno a ellos, él le cuenta
sobre los clérigos que iban a acompañarlos, que eran los sulpicianos y recoletos. Le cuenta
también acerca del río Colbert, ubicado en Estados Unidos, que estaba rodeado de árboles,
centenarios de musgos, aguas rojas que corrían bajo el cielo blanco de garzas. Llevaban
provisiones para seis meses, más el trigo que llenaba las cubiertas inferiores de La Bella y
La Amable. Iban a cumplir una gran tarea en aquellos territorios selváticos, enseñando
nuevas artes a las naciones. Pensando que la prometida estaba atenta ella afirma que nada
bueno iba a pasar frente a esa travesía. La noche anterior, en llanto, la prometida toma los
ensayos de Montaigne, específicamente en los carruajes, que trataba acerca de América y la
malicia de los españoles, y como ellos trataron de hacerse pasar por dioses. Con total
indignación, la prometida señala el párrafo que habla sobre la traición, lujuria, avaricia y
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crueldades de los colonizadores, sobre los indios. Ella argumentando que los salvajes del
nuevo mundo no tenían que cambiar su religión por la nuestra, pues ya llevaban un largo
tiempo con sus creencias. Conocía el soldado que en parte era cierto, sin embargo, el
soldado estaba “herido” por el supuesto menosprecio que la prometida le estaba dando
acerca de su valentía, decía que era una falta de consideración por alguna aventura que
daría hacerse conocer su apellido, y que tal vez, alguna acción del soldado fuera conocida y
premiada por el Rey de Francia. Decía que nada gran se hacía sin lucha, pero el soldado
sentía celos de la prometida gracias a la isla de Santo Domingo, donde ella con expresiones
dice que es impropia gracias al “paraíso de mujeres malditas”, poco a poco el soldado se
estaba irritando por la discusión de la prometida hasta llegar al punto de decir que las
mujeres tenían incapacidad de heroísmo y demás. Sonaron fuertes aldabonazos, anunciando
que el padre ya estaba de regreso. El soldado saltó por una ventana trasera, sin que nadie se
diera cuenta, pese a que estaban aglomerados en torno a una mesa. Aparece otro soldado
que era parte de las cruzadas, que se iba a preparar siendo dirigido por Fulco de Neuilly que
era un predicador francés del siglo XII, sin embargo, gracias a una fiebre, el soldado no
pudo ir, pero luego reconoció que las cruzadas estaban desacreditas, además observó que
era una guerra entre cristianos.
Se encuentra un soldado norteamericano, que estaba enojado por la pelea con la prometida.
Se dirige hacia el puerto para ver los navíos, todos estaban arrimados a los muelles, con las
escotillas abiertas recibiendo grandes cantidades de harina de trigo. Los batallones de
infantería subían lentamente, gritos, silbatos y señales se sentían pues ya se estaba cargando
todo para iniciar a navegar. El soldado observaba todo desde lo alto de una pasarela de
hierro, de pronto se angustió por las pocas trece horas que le quedaban para ya entrar a los
buques. Pensó en la mujer, y la tristeza de morir sin haber dado el placer de dar el calor a
otro cuerpo. Impaciente por llegar sin haber recibido algún beso, el soldado se dirige al
hotel de las bailarinas, donde su compañero, Christopher ya entrado en tragos, se encierra
con una mujer. Aparece una amiga del soldado, y ella comienza a halagarlo, donde el
percibe el contraste se su amiga con su prometida que no le comentó nada favorable al
respecto.
No se distinguían las mujeres de los hombres gracias a la neblina del atardecer. Pero era por
esa variedad de personas que el soldado iba a la guerra, surcaría el océano, y defendería los
principios de su raza, el soldado dice que, por última vez, una espada había sido arrojada
sobre los mapas de occidente, donde ellos iban a acabar a la nueva Orden Teutónica. La
amiga puso un mano sobre la cabeza del soldado.
Capítulo IV
Pocas horas para el alba, el soldado regresó a su casa, ya entrado en tragos. Tenía hambre y
sueño. Inquieto y al mismo tiempo angustiado por la próxima partida, pone sus armas sobre
una silla y se acuesta en la cama. Notó en ese momento que alguien estaba acostado bajo la
gruesa manta de lana, el soldado reaccionando saca su cuchillo, sin embargo, los brazos
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calientes lo estaban apresando, brazos que buscaban el cuello como también piernas que de
manera inenarrable se trepaban sobre las piernas del soldado. Asombrado el soldado, se dio
cuenta que era su prometida. De manera entre cortada y con respiración profunda, la
prometida cuenta toda su travesía para llegar a la casa del soldado. Después de la disputa de
la tarde, el soldado pensó acerca de los peligros y sufrimientos que le aguardaban, sintiendo
impotencia por enderezar el camino del guerrero, traducido en que las mujeres, por la
entrega de sí mismas, como si el sacrificio de la virginidad al momento de la partida solo
fuera sin esperanzas de placer. Tiene un frescor único el contacto de un cuerpo puro, una
torpeza que, pese a todo, acierta. Bajo el abrazo de la prometida, crecía el enojo en el
soldado por haber agotado su cuerpo en trabazones que llevan bastante tiempo, con una
absurda pretensión de encontrar quietud en un futuro con lo que estaba pasando en el
presente. Pese a que era una de las sensaciones más codiciables que el ser humano puede
tener, el soldado se encontraba casi insensible, pese a que la prometida estaba en un estado
totalmente contrario. La juventud del soldado no negaba la capacidad de poder actuar en
aquella noche, sin embargo, la idea que una virgen se entregara así, además el soldado tenía
debía exigirse un sostenido y lento empeño gracias a la virginidad de la prometida, llegó a
su mente que podía haber un acto fallido. Echó a su prometida a un lado, de manera dulce
le dice la imposibilidad de casarse gracias a que él ya debe partir, como también la tristeza
de los hijos frente a un posible padre ausente. Poco a poco despreciaba al soldado por haber
usado la cordura y la razón en esos momentos. Sonaron las caracolas de los vigías, la
prometida llena de desprecio se levantó de manera brusca, sin dejarse tocar, en ese
momento el soldado deseó tenerla otra vez en el lecho, pero ya era muy tarde, había saltado
por la ventana. En ese momento el soldado reconoció que era más fácil adentrarse a la
ciudad de Troya que recuperar a la persona perdida.
Ya cerca de las naves, acompañado de sus padres, el soldado sentía un vacío interior, un
descontento de él mismo. Cuando los mástiles se enderezaron y los timoneles alejaron las
naves con sus fuertes pértigas, el soldado reconoció que ya habían terminado las horas de
festejos, vino y guirnaldas. Ahora vendrían las horas de arrogantes jefes, enfermedades y
demás. Un soldado viejo, que de rutina iba a las guerras, y con muy poco ánimo, iba
contando que Elena de Esparta vivía por voluntad en Troya como también se recostaba en
el lecho de Paris bajo el palacio de Príamo. La historia del rapto y cautiverio de Elena era
solo propaganda de guerra, creada por Agamemnón. El objetivo, según el soldado de esta
guerra era vender más alfarería, telas, abrirse nuevos caminos hacia Asia y así acabarían
con la competencia troyana. Ya en movimiento por causa del viento y las aguas, el soldado
observaba de lejos las casa, con ganas de llorar, se quita el casco y oculta sus ojos tras las
crines del yelmo que tanto trabajo le costó moldear excepto las cimeras de los que podían
encargar sus equipos de guerra a grandes artesanos, que además, viajaban en la nave que
más navegaba y con mayor longitud.
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Reseña.
Libro: Semejante a la noche
Autor: Alejo Carpentier
Alejo Carpentier de manera continua a través de sus escritos usa la variación del tiempo.
Semejante a la noche es una muestra perfecta para mostrar este modelo. En el libro se
encuentran cuatro capítulos, donde en cada uno se presenta el personaje principal, pero en
diferente contexto causando así una relación en toda la historia.
La narración muestra lo que acontece un soldado antes de partir a la guerra, pero eran
soldados que iban a experimentar viajes marítimos, y los lugares en los cuales se presentan
las historias son cercanos al mar. Se puede sentir la sensación de los soldados frente la
travesía de ir a un territorio desconocido, gracias a que la narración se presenta en primera
persona. Por esa razón las emociones, sentimientos, pensamientos se pueden conocer de
una manera verdadera, puesto que el que narra la historia es el soldado.
Carpentier usa contextos históricos como también mitológicos para poder crear un
desarrollo en la historia, lo que causa una perfecta combinación entre lo real y lo fantástico.
En cada capítulo se presentan diferentes soldados, sin embargo, gracias a que acontecen de
alguna u otra manera las mismas situaciones, pero en diferentes temporalidades, se puede
concluir que es el mismo soldado.
Es necesario tener precaución al leer el cuento pues de manera notoria se pueden observar
tres cambios de contextos con respecto a las épocas, en esto menciono la guerra de Esparta
contra Troya, el contexto español acerca de la travesía a América, y la situación de los
franceses frente la colonización a Norte América, sin embargo, si no hay detenimiento
mientras se lee se puede pasar de alto dos sucesos en los cuales se presentan dos soldados
diferentes. El primer suceso se presenta en un contexto donde se puede inferir que el
soldado es norteamericano y se dirige a derrotar la nueva Orden Teutónica, que va
directamente relacionado con los alemanes, esto nos lleva a deducir que la temporalidad se
encuentra en la segunda guerra mundial. El siguiente suceso que se presenta de manera no
tan notoria es el soldado que se iba a preparar para alguna cruzada, se afirma que el soldado
se dirige hacia alguna de las cruzadas, pues se menciona a Fulco de Neuilly que era un
predicador francés del siglo XII donde sus predicaciones se fomentaron en la cuarta
cruzada El soldado padeció una fiebre casi mortal, esto le impidió ir y acompañar al orador.
Se encuentran cinco soldados en todo el relato, ahora bien, como ya se había mencionado,
es el mismo soldado, pero en diferentes contextos y tiempos, el primer soldado es griego,
específicamente acaieno, el segundo soldado es español, el tercer soldado es francés, el
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cuarto soldado es un soldado que quería participar en las cruzadas, y el último soldado es
norteamericano.
Carpentier usa al mismo personaje, en diferentes épocas, pero de manera progresiva relata
en cada personaje un momento del día, un ejemplo muy claro es el inicio del relato que
cuenta como los promontorios aún estaban en sombras, es decir, aún estaba oscuro, luego
transcurrido el relato poco a poco el día iba pasando como también los contextos, donde al
final, termina con el soldado griego, pero ya en la noche. El juego de tiempos se puede
observar pues en un día sucede todo el relato, sin embargo, la conglomeración de diferentes
hechos hace que a través del día uno se pueda transportar a cada acontecimiento que
sucedió en un diferente tiempo. Para finalizar, lo que hace posible afirmar acerca del
soldado que es el mismo, es la semejanza que todo soldado tiene antes de partir a la guerra,
en este caso se puede ver la familia, la amante, las fiestas, la sensación, los pensamientos y
deseos que en cada capítulo el soldado experimenta.

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