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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

Seminario autor teórico: Jacques Rancière


Juan Esteban Marín

Primera entrega del trabajo final sobre el concepto de “distribución de lo sensible” como
reevaluación de la “estética tracendental” de Kant

Estamos hoy en un mundo sin definiciones. El orden sensible –que se plantea expresamente
en Parménides- que dividía colores, lugares, cosas, formas «políticas», moralismos, etc.,
aparece jaloneado y tensionado por sus vértices poliédricos que figuran hogaño como la
esfera de antes. La geometría planetaria es ahora el conjunto de pliegues que esconden
significaciones siempre novedosas, nada nunca es igual para nadie, tampoco lo es un
mismo fenómeno –no es ya el aparecer un choque antagónico contra el ser que habría de
contenerlo, es un ser apareciendo-; la división de los mundos platónica en dos frecuencias,
una por encima de la otra -una ideal, otra factual- entran hoy en sintonía, no eran tan
inmutables como creímos, se acompasan simbióticamente, porque la verdad del mundo es
sólo para quien en su fugacidad la pensó. Nadie permanece en silencio, ningún ser es
liviano para sí mismo, nadie vive ni piensa por mí, por cuanto, nada es esencia, todo está en
disputa en permanente fluir. Atendemos a un encuentro nuevo en el seno de la experiencia,
es decir, de la sensación, pues queda en nuestras manos el destino fructífero del aparecer
constante de las cosas del mundo, cada instante es matutino, de este modo, las asociaciones
que podrían darse en lo conmensurable de la coherencia han cobrado vida atomizándose y
aglomerándose posteriormente en mutaciones cada vez más heterogéneas; de cualquier
modo el pensamiento y las acciones que –este- moviliza, se hacen llaves universales de
innumerables entradas posibles en la construcción de conocimiento. Hoy, parece que
ponemos en duda lo que antes era obvio, y así tejemos vestidos entrelazando colores en
combinaciones siempre novedosas, y además tejiendo con hilos de seda y de lana.

Las relaciones que antes se trazaban entre la política y la estética se habían planteado como
formas prácticas de incursionar creativamente en la conciencia partidista de los sujetos,
bajo el anhelo de transformar el mundo 1, de ser herramientas sin siquiera estar
comprendidas, era una simple subordinación a las prácticas. La pregunta era ¿cómo
formular visualmente una postura política? Intención que fracasó tras las vanguardias, (ver
reparto de lo sensible, crítica, últimas paginas del capitulo de los regímenes) a la cual hay
que observar hoy con un cuerpo teórico diferente 2. Para esto, Jacques Rancière preocupado
inicialmente por las formas de emancipación obreras, se encuentra con nuevas maneras de

1
Véase por ejemplo el texto de Ernst Fischer, La necesidad del arte (Barcelona: Editorial Península, 2011),
donde bajo la influencia del marxismo entiende la “necesidad” como cambio, como forma emancipatoria en
un sentido un tanto vulgar.
2
Es importante señalar la importancia de las temporalidades y de su narrativa, puesto que allí se encapsulan
las posibilidades, darle importancia al tiempo significa paralelamente, decir “qué es lo que hace posible una
tendencia del tiempo –es decir el contexto- y hasta qué punto los que viven en ella son capaces de aprehender
lo posible.” Jacques Rancière, Tiempos modernos, ensayos sobre la temporalidad en el arte y la política
(Cantabria: Shangrila, 2017), 10
ocupar un espacio en lo político, un espacio de lo común donde lo que importa finalmente
es el modo en que aparecen los sujetos, es decir, el modo en que se distribuye, en función
de ciertas tenciones, lo sensible. Aquí la relación política-estética no se encuentra como
unas disciplinas que se encargan de sus asuntos particulares, sino como conceptos. En este
sentido era necesario re definir la acepción de política, para entender cómo en su interior lo
que está en juego es una distribución de lo sensible. La preocupación principal,
preocupación esencialmente vinculante, que entrelaza los intereses de Rancière, puede
entenderse como ciertas prácticas que cartografían el orden de un mundo común, dice:
“cartografían un mundo común al determinar formas de visibilidad de los fenómenos,
formas de inteligibilidad de las situaciones y modos de identificación de eventos y
conexión entre eventos.”3

Digámoslo: la política no hay que entenderla como un ejercicio del Estado, no significa un
contrato unívoco. La filosofía política de Aristóteles y Platón, sólo algunos son
merecedores de lo que entienden como política, quienes producen logos, es decir, palabra
articulada que puede diferenciar lo útil y lo nocivo, que a su vez –erróneamente- nos dice lo
justo y lo injusto4. De este modo la comunidad política no es más que un puñado de
ciudadanos a los cuales es menester distribuir equitativamente, como una ecuación que
busca a toda costa ser balanceada, esto significa, equilibrar. De este modo pasamos de una
igualdad aritmética que se refiere a los intercambios mercantiles, es decir a un sistema
lineal donde hay una trasmisión igual en ambas partes; a una igualdad geométrica que se
construye a partir de una delimitación en pro de una armonía común, que supone a cada
parte, una porción de esta, que se comporta según la aportación de cada facción a lo común.
Si trasladamos estas nociones aritméticas y geométricas a sus consecuencias, observamos
que la libertad es propia del pueblo (demos), que no es más que una masa anónima, es
decir, de quienes no tienen riquezas, ni virtud (oligarquía y aristocracia); de modo que la
igualdad se expresa como libertad, y este carácter que se auto-atribuye el pueblo como
iguales, los hace a la vez una comunidad, o mejor, el todo de esa comunidad. Al hacer esto,
hace ingresar al pueblo al litigio, esto es, una propiedad que no le pertenece –al pueblo
como comunidad-, y además un litigio ahora en común. Y llegamos a lo que nos interesa; el
pueblo ingresa para ser el todo o la nada, por cuanto entra como comunidad política, “es
decir dividida por un litigio fundamental”5.

3
Rancière, Tiempos modernos…, 9-10
4
Entra acá en la discusión según la cual, los términos en griego blaberon y sympheron (desagrado o
consecuencia negativa, y ventaja que determina a un individuo) son falsos opuestos, no hay, en palabras de
Trasímaco, una distorsión y ello significa que lo justo es sympheron sin blaberon es decir una ventaja
perpetua de las acciones, y así, su buena repartición –la de las ventajas- elimina todo juego de distorsión.
Jacques Rancière, El desacuerdo, política y filosofía (Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 1996) 13-19
5
Jacques Rancière, El desacuerdo, 23. Ranciére lo expresa excelentemente diciendo: “Sólo hay política
cuando esas maquinarias –la majestad, la divinidad, etc.- son interrumpidas por el efecto de un supuesto que
les es completamente ajeno y sin el cual, sin embargo, en última instancia ninguna de ellas podría funcionar:
el supuesto de la igualdad de cualquiera con cualquiera” Jacques Rancière, El desacuerdo,32
Pareciera así, que ya no encontramos ningún campo previo a la política, es decir, ¿cómo
llamar al instante pre-político? Es importante distinguir antes que precisamente el hecho de
la instauración del litigio –el desacuerdo- cambia la fórmula aristotélica, donde ya el animal
político es más bien quien sucede su reparto en lo común como puro ruido, y se pronuncia
él mismo como participe de palabras, así, la disputa es también sobre el logos. Esta disputa
se traduce además en términos de visualidad, se ve a unos pero no a otros. De modo que las
formas de decir –ser dicho- y ver –ser visto-, pero claro, también de actuar, confirman una
nominación inédita, y además, fundamentalmente, una distribución nueva de lo sensible.
Estas formas de “ser-juntos” se instituyen bajo lo que intentamos destacar como política,
pero entonces ese “ser-juntos” previo no podría nombrarse de otra forma que con el término
de “policía”, que sí podría entenderse con el uso convencional de política 6. De este modo la
policía determina, en tanto permanezca, el orden de los cuerpos, su distribución en unos
espacios, dispone lo privado en relación antinómica de lo público; esto significa una
distribución particular, igualmente, de lo sensible en esencia –modos de hacer, ser y decir- 7.
En efecto la política se enfrenta término a término con esta ordenación unitaria –en lo
desanudado- de lo policiaco.

Tendremos que entender que la posibilidad de acción en el terreno de las distribuciones


hace entrar lo estético como “el sistema de las formas a priori que determinan lo que se ha
de sentir”8; es claro que aquí está volviendo sobre cierta tradición kantiana. Lo importante
es el hecho de que recuse la utilización habitual en la Crítica del Juicio y pareciera más
bien ingresar en la idea esclarecida como “estética trascendental” que hallamos en la
Crítica de la Razón Pura. La estética no puede ser entendida más que como sensibilidad,
que a su vez no puede ser entendida como sensación de una representación, la cual es
aquello de la intuición; esta sensación no es lo a priori. La sensación finalmente, al remitir
a la intuición es empírica, y esta intuición empírica constituye el fenómeno; sobre él –el
fenómeno- Kant nos dice: “llamo materia a lo que corresponde a la sensación; pero lo que
hace que lo múltiple del fenómeno pueda ser ordenado en ciertas relaciones, llámolo la
forma del fenómeno”9, esta forma es el principio de ordenamiento de lo que aparece, es por
lo tanto, a priori; lo es sólo en cuanto a la sensación como facultad receptiva en todos los
sujetos. Entonces, las formas a priori son el espacio y el tiempo que serán expuestas en
sentido trascendental, para Kant, esto quiere decir como condiciones de posibilidad, como
reglas que hacen posible el conocimiento. Espacio y tiempo se refieren proporcionalmente
a lo externo y a lo interno; el espacio “no es otra cosa que la forma de todos los fenómenos

6
Esto es: “conjunto de los procesos mediante los cuales se efectúan la agregación y el consentimiento de las
colectividades, la organización de los poderes, la distribución de los lugares y funciones y los sistemas de
legitimación de esta distribución”. Jacques Rancière, El desacuerdo ,43
7
Jacques Rancière, El desacuerdo, 45
8
Y continúa Ranciere: Es un recorte de los tiempos y de los espacios, de lo visible y de lo invisible, de la
palabra y del ruido que define a la vez el lugar y lo que está en juego en la política como forma de
experiencia” Jacques Rancière, El reparto de lo sensible (Buenos Aires: Prometeo, 2014), 20
9
Immanuel Kant, Crítica de la Razón Pura (México D. F.: Porrúa, 1979) 41
del sentido externo”10 y a su vez, el tiempo “determina la relación de las representaciones
en nuestro estado interno”11, es decir, una realidad sin objeto real.

Se puede comprender ya el vínculo; sólo a partir de la estética podemos decir algo sobre el
mundo en el sentido de su aparecer. Bajo ciertas condiciones de posibilidad es posible decir
algo. Esta idea se transforma fundamentalmente en la integración de la política, pues ya no
se puede mantener una relación estática entre el espacio y el tiempo como formas, sino que
se tensan en los modos en que se reparte precisamente aquello sensible. Con Kant
quedaríamos dentro de un terreno según el cual estas condiciones a priori –que en efecto lo
son- son asimiladas bajo la regulación –antes de la experiencia- de la sensibilidad inherente
a todos los sujetos; con Rancière esto no podría decirse. Si bien las formas del fenómeno
ocurren a priori, como propias de la intuición, se mantienen sólo como campos de combate,
en este sentido, la estética revelaría una política. Sin embargo, esta misma política es
también un nuevo juego de ordenamientos de las formas trascendentales, en el sentido en
que posibilita ciertas cualidades en los espacios y ciertas posibilidades en el tiempo. Así, la
estética que sería experiencia y la política que es litigio ordenarían la distribución de lo
sensible.

Ahora bien, centremos más la relación política/estética. Hay que entender que ambas
formas son complementarias en un régimen de identificación específico a una comunidad,
esto significa que los objetos concebidos como “teatro” y como “asamblea” son a la vez
partes complementarias de una división específica de lo sensible, y este es precisamente un
distanciamiento con la idea kantiana. Lo que entonces bajo esta idea de estética y política
aparecen las prácticas del arte que constituyen un entramado material y simbólico dentro de
un espacio-tiempo, de modo que se ponen en suspenso las acepciones usuales de la
experiencia sensible. Vemos entonces que Rancière parece acercarse a Kant para alejársele
al tiempo; cada régimen de arte, supone nuevas maneras de determinar lo sensible en su
relación con la política que es al mismo tiempo un distanciamiento respecto a lo policiaco,
como maneras “de división de lo sensible dependientes, tanto una –estética- como otra –
política- de un régimen específico de identificación” 12. De modo que es necesario situar
cada modulación bajo aquello que permite su visibilidad como tal. Las prácticas se ponen
en juego entonces a partir de la visibilidad e inteligibilidad de la “cosa” específica. No
podemos seguir creyendo entonces que las formas de presentación del arte son inmutables,
y ello no se refiere tanto al soporte, como tal, como a la interface de sus soportes –escritura,
pintura, oralidad…-.

Finalmente quisiera dejar una cita que creo que encauza lo que se ha venido trabajando.
Para entenderla hay que decir que Rancière ha destacado preliminarmente tres modalidades
de prácticas artísticas –que rastrea desde Platón- como ejemplos y formas fundamentales,
10
Kant, Crítica de la Razón Pura, 45
11
Kant, Crítica de la Razón Pura, 48
12
Jacques Rancière, Sobre Políticas Estéticas (Barcelona: 20
pero que no son en absoluto las únicas, entiéndase literatura, teatro y pintura: “Las artes no
prestan nunca a las empresas de la dominación o de la emancipación más que lo que pueden
prestar, es decir, simplemente, lo que tienen en común con aquellas: las posiciones y los
movimientos de los cuerpos, las funciones de la palabra, las reparticiones de lo visible y de
lo invisible”13

Política, policía, igualdad, democracia. Buscar Arkhé, libertad vacía e igualdad vacía

13
27-28
Kant y la distribución de lo sensible

regímenes

regimenes
espectador
Es

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