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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

Antropología y Teología
Para: Mauricio Rincón Andrade
De: Juan Esteban Marín

Trabajo de la UNESCO:

Las siguientes apreciaciones serán del texto Los medios de comunicación social: ¿síntomas o
causas de la violencia? de James Halloran (Páginas 139-158). En: La violencia y sus
causas (UNESCO).  En un primer momento se expondrán sus ideas para así, proseguir con
un comentario personal.
La violencia se enuncia bajo un mosaico de modalidades que difieren mucho en magnitud y forma,
normalmente hablamos de violencia refiriéndonos a perjuicios que ocasionalmente recaen sobre
nosotros, pero que fundamentalmente expresan un acto ilegítimo. Las apreciaciones que realizamos
sobre la violencia, se erigen bajo la noción belicista-ilegítima (es decir de un orden estructural como
lo puede ser la pobreza) como una columna que integra distintas herramientas y estrategias cual
costillas. Normalmente los medios de comunicación están en el centro del discurso sobre la
violencia y se ha de estudiar bajo esta perspectiva. Hay un carácter colectivo que se acopla a otro
individual –incluso en términos psicológicos- a la hora de entender la violencia. Sin embargo, los
medios de comunicación, han permanecido como colaboradores indirectos si se quiere, de la
violencia, que fundamentalmente se expresa en el carácter expositivo que estos posibilitan, así
como la publicitación de mercancías y artículos mercantiles elitistas y fantasmagóricos. En esta
distinción de lo colectivo y lo personal, los medios se tienden como puente, estableciendo para
algunos, una relación causal entre la exhibición de violencia y la conducta de los sujetos alimentada
por la misma. Esto, pese a todo, resulta dudoso. Para el autor –James D. Halloran- es claro,
siguiendo sus investigaciones, que no existe una relación destacable, como factor central, entre la
televisión y la violencia inherente al sujeto. Esta apreciación, sin embargo, se da únicamente bajo
términos que buscan encontrar conductas miméticas, que trasladen de la pantalla a los actos del
sujeto la violencia, Halloran discute este enfoque. En palabras del autor, “deplorarla representación
de la violencia es una cosa, [pero] vincularla con la conducta violenta es otra completamente
distinta”1.

Por otro lado, lo que sí admite es que constituya un papel fundamental en el desarrollo cultural y
masificado –aunque fragmentario- de los significados y de los valores, en este sentido lo que
interesa estudiar está en los vínculos que de allí podrían establecerse con los factores culturales de
la violencia. Por ejemplo el problema de la predilección de casos extremos en las noticias (dentro de
cuestiones de personas, acontecimientos y sucesos). El rol fundamental bajo el cual se manifiesta el
carácter violento de los medios reside en la capacidad que existen de perpetuar el statu quo de tal
modo que determine lo aceptable en la sociedad, es decir, lo reprochable y deplorable; es claro el
lenguaje mal intencionado de los medios para deslegitimar ciertos acontecimientos, constituye un
bastión de la verdad fundamental, y si bien no es lo más característico de la violencia es un canal
que inevitablemente se tenía que ver imbuido en la actividad humana de todo tipo. Los medios de
comunicación se conectan con la violencia de modo mucho más complejo y rizomático que en una

1
James Halloran , Los medios de comunicación social… 147
simple relación causal; en el sentido en que se haya tan afianzada nuestra forma de conocer, juzgar
e integrarnos al mundo que para entender el carácter de esta relación, no bastará con estadísticas ni
análisis, habrá que escavar hondo y sugiere el autor, seguir algunas de las pistas que allí él plantea.

En mi opinión es bastante esclarecedor el texto, es importante desentrañar la relación que hoy más
que nunca se hace evidente, se hace latente en el modo en que se estructuran las relaciones y
concepciones del y con el otro. Me parece curioso como constantemente se nos escapa el punto
inicial del asunto, y es que todo tipo de violencia, ha de derivar de lo real, las estructuras mediáticas
no han de salvarse de las malvadas voluntades de ciertos sectores poderosos. Desde esta
perspectiva, recordando lo simple, coincido con el autor, en que el establecimiento de los medios de
comunicación desciende del poder, pues bien, nunca veremos a un sector tan afectado como el
popular. Los medios aplacan pasivamente, encausan un orden, dicen tener secciones distintas de
opinión y de información, pero es evidente que no es así, son profundamente acríticas, pero no son
productores de violencia, más si los reproductores de sus posibilidades.

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