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illiterate woman to spiritual leader and writer with a unique authorial voice. This is a well-
researched and at the same time accessible study that provides insight into the unique gendered
journey through what Owens calls the “Spain’s global empire.”
no ocuparon una categoría separada de las otras de aplicación directa a síntomas físicas como
infecciones o lesiones de la piel.
Con el paso del tiempo, el desprecio que las élites guardaban hacía la población campesina
y autóctona, aunado a las condiciones de miseria experimentadas en el campo desgarrado por el
conflicto civil y luego en los barrios marginados de las ciudades, aceleraron el desarrollo de
actitudes prohibicionistas dirigidas desproporcionadamente a las clases bajas. El rico con su
champaña, cocaína o morfina no fue despreciado de la misma manera que el pobre inmerso en su
pulque, o con el hábito de la marihuana que había adquirido, según numerosos testimonios citados
en el libro, en las cárceles o en las filas de los ejércitos, tanto federales como revolucionarios.
Un caso de los más curiosos es precisamente la marihuana a finales del siglo XIX e inicios
del XX, ya que al parecer, hubo dos maneras de entenderla: una, como costumbre nativa, derivada
de la herbolaria indígena y usada sobre todo por los sectores humildes. La otra era marcadamente
orientalista, ya que se trataba de la misma planta de la cual, en otras latitudes, se fabricaba el
hachís, sustancia sumamente romantizada por los poetas decadentistas. Hay una notoria distancia
entre la idealización exotista de parte de intelectuales como José Juan Tablada durante el Porfiriato
tardío, y la posterior exaltación de la mexicanísima “doña Juanita” por Diego Rivera, en los años
del muralismo posrevolucionario. Para ese entonces, los pintores habían formado un sindicato; y
en una ocasión Rivera, como cuenta David Alfaro Siqueiros en una anécdota de su autobiografía
recuperada por Pérez Montfort, insistió en que los agremiados fumaran para fomentar la
creatividad y entrar en comunión con sus raíces mexicanas. Estímulo que finalmente resultó, al
juicio de los pintores, innecesario, ya que su propia esencia les hacía, como dijo Siqueiros,
“mariguanos por naturaleza” (219).
Además de este y una plétora de detalles más sobre las diversas percepciones que los
mexicanos desarrollaron en torno a las sustancias alterantes durante un siglo, Tolerancia y
prohibición también expone el fracaso del Estado de imponer una política coherente de regulación.
Desde un principio, cada intento de prohibición sembró la semilla de la corrupción; al volverse
clandestinos la venta y el consumo de determinadas sustancias, se abrió la posibilidad de lucrar
con ellas en desafío de la ley, pero muchas veces con la complicidad de las mismas autoridades
encargadas de su implementación.
Destaca, en este sentido, el extraordinario experimento puesto en marcha hacia finales del
gobierno cardenista, cuando un grupo de médicos encabezado por el psiquiatra Leopoldo Salazar
Viniegra lograron cambiar radicalmente la política hacia las drogas, de ser un asunto policiaco a
un tema de salud pública. En febrero de 1940, se publicó el decreto despenalizando el consumo de
las drogas y estableciendo el sistema en que los toxicómanos ya no serían objetos de persecución,
sino de atención médica otorgada por el mismo Estado. En marzo se abrió un dispensario para este
fin, en la calle de Sevilla, ciudad de México; los pacientes fueron evaluados por personal médico,
siendo internados en caso de padecer de una adicción incurable. Al ser calificados como tratables,
recibían una dosis controlada a una fracción del costo que hubieran pagado a los traficantes de la
calle. De esta manera, se preveía la quiebra del tráfico ilícito a la par de la rehabilitación de las
personas enfermas de alguna adicción. Los resultados a todas luces fueron prometedores, pero
apenas cuatro meses más tarde, ante la enorme presión ejercida por Estados Unidos, se revocó esta
política de tolerancia y se impuso de nuevo el prohibicionismo que reina hasta nuestros días.
Tolerancia y prohibición resulta un libro de singular riqueza, compendio de datos
diacrónicos y transversales que ilustran cómo los vaivenes en torno a una sustancia u otra han ido
a la mano de los conceptos, tanto dominantes como subalternos, que se han tenido de la propia
nación. El trabajo de Pérez Montfort descompondrá lo que muchas personas toman por hecho en
torno a las drogas, su prohibición y sus implicaciones para la sociedad; nos da un análisis
cuidadoso de los procesos de construcción y de cambio en las prácticas, leyes, percepciones y
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actitudes que a grandes rasgos podemos ubicar en el campo de las mentalidades. Contribuyendo a
uno de los debates sociopolíticos más urgentes de nuestros tiempos, verifica, en el camino, la
apremiante necesidad de comprender el pasado para actuar con lucidez en el presente.