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3 de Diciembre 2017 - El Legado de Un Hombre de Dios
3 de Diciembre 2017 - El Legado de Un Hombre de Dios
Texto: Hechos 20:36-38 “36 Cuando hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y
oró con todos ellos. 37 Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello
de Pablo, le besaban, 38 doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, de que
no verían más su rostro. Y le acompañaron al barco.”
Muchas veces se habla de que Pablo tenía un carácter duro. Lo podemos ver en la
experiencia de la separación entre Pablo y Bernabé (Hch 15:37-40). Pablo opinaba
que quien había desertado una vez del ministerio no debía seguirles acompañando en
futuros viajes. Bernabé creía que se le debía dar una segunda oportunidad. La disputa
entre los dos fue tan grande que no pudieron llegar a un acuerdo y tuvieron que
separarse.
Pablo recibió un trato de parte de Dios en el transcurso de los años, ahora está casi al
final de su ministerio, ya está muy maduro en su carácter. De la misma manera Dios
trata contigo, a fin de que seas más útil a la obra de Dios. En su segunda carta a los
Corintios Pablo parece haber experimentado, entre otras cosas, latigazos, prisiones,
azotes y un sinnúmero de padecimientos menores.
La verdadera naturaleza de un líder, sin embargo, la dan a conocer los que están más
cerca de su persona. Son los que le han acompañado en medio de las dificultades, los
que han conocido de cerca sus debilidades y que han gustado de la particular gracia
que Dios ha derramado en su vida. Son las personas que lo han observado con mayor
atención, que han compartido sus sueños, sus victorias y sus derrotas. Como tales, se
encuentran bien autorizados a emitir un veredicto sobre su vida y ministerio.
Cuando Pablo se despide en Mileto podemos verlo que es otra clase de persona,
porque lo vemos rodeado de los que más cerca estuvieron de él. Lucas nos dice que
ellos comenzaron a llorar desconsoladamente, afligidos porque Pablo les había dicho
que no le iban a volver a verlos. Estas personas que estaban con Pablo lo besaban y
abrazaban, mientras derramaban abundantes lágrimas por la inminente partida del
gran maestro y apóstol. No era necesario interrogarles acerca de lo que sentían por él.
Sus gestos y su comportamiento hablaban del lugar que se había ganado en sus
corazones.