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CARTUCHO
' .
(Primera edición)
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INTEGRALES
193_1
Ediciones 1 N T E G R A L E S
MEXICC - :19~:
' .
INTEGRALES
Han rodado los trenes militares hacia las
noches amedrentadas Por el fuego. Los hom-
bres han muer/o . Las mujeres se asoman
todavía al ca.riño de los amaneceres de la sie-
r-ra. Pancho Villa Pasa azotando las duda-
des con el soplo del estrag-o que levant6 el de-
sierto, ''El indio tiene ahora, con su fusil,
un ojo para mirar la muerte que se nutre de
rostros pedregosos". Los años se hacen esta-
/acti'tas en la sombra combada . •.. y las ciu-
dades pasean en el tráfico de las horas de
moda.
Sin embargo, h~y un gran silencio sobre
las ruin.as de las auroras Prometidas que los
indios avizoran ~impenetrables. f Precaria-
mente se han escuchado en el alboroto de los
exhaustos grupos-intelectualistas dos o tres
discttrsos almibarados que hablan de revolu-
ci6n: son de los arribistas que i'ntentan ador·
nar su nombre con balas.
Para saber c6mo rebot6 de la montaña al
llano y domin6 el desierto el paso de los
HOMBRES DEL NORTE, habrá que ve-
nir aquí para siempre, donde una niña, que
ha visto a esos lwmbres quebrarse entre sús
manos indolentes de inocencia, fuf[aba con la
risa crepitante de las ametralladoras . nellie
J
rampobello saca de su recuerdo el primer mu-
ñeco desquebrajado por las balas y lo extien-
de sobre ia calentura de CUBA: y mientras
danza , tiene entre sus manos la cabeza del
1íltitno Bautista, profeta de discurs(ls de in-
cendi(I: Pancho Villa.
Este libro con que "JNTEGRALES" se
inaugura- inaugurando al mismo tiempo
. una empresa central de la palabra pura, en
llféxico- es por su acci6n tanto como por su
presenda, un desafio a los escritores que con INICIAL
d membrete de ''realidad'' fotografían los re-
portajes de segunda mano que escupen rotati-
i•as mercenarias. Cou 11ué maraz illosa sim-
1
I
retrato tiene retoque 1930 y estú hecho con r etazoli en la cara. José Antonio Fernández
la cámara de un espejo de bolso. d: Castro, cuarto número 12, acos,tado aquí
J. A. F. de C. nos llevó al Miami, cmviul- con Ja vida de cien ojos en sus ojos. La son-
tamos el menú, para terminar con una son- risa para nosotras brotó de su cara hecha ro-
risa de tres pisos~ en canapé de dabiar. José tativ_,..______
Antonio era una máquina donde nosotras nos Muchachita (dijo estl"emeciendo su dolor) ,
apoyábamos para poder sonreír. Y tenía co- aquf-estoy por "guanajo" un choque. Los fa-
razón, grande, grandote, metid;o en sus ojos roles que se acercan hechos montañas de luz
de cuadirito, dados negros en manos negras y un crujido, de hojadela.tlas que me durmió
obreras. Tecleábamo~ nuestra dicha en su rit· de dicha pensando que ustedes no iban allí.
mo., y él era toda afirma.ción, afir.mla.ción, afir- Me curé como lo hace un mexicano., sonrien·
mación. do, el pie quería dolerme, pero la sonrisa me·
Nos llamó muñecas, éramos sus muñecas, xieana en mi boca el1a sonrisa.
serias, formales. MIS MU:RECAS, "así él di- -¿Cuánto iré a. estar aquí? -decía con la
jo" a veces er1a · mi hermana Glorieeita, la potenda de una máquina que de pronto se
muñeca número uno, a veces era la número Je tuerce un pedazo de rueda.
dos, yq siempre fuí la m·uñeea 1, éram.os pa· -No te preocupes, -dijeron las dos Oam·
ra todas las horas del día y parte de la no· pobello, Nellie y Glor.ia, !hechas muñecae, se-
che, sus muñecas serias, formales, SERIAS, rías, formales, sentadas a los píes de la ca~
FORMALES Y MU~ECA S. ma, nosotras estaremos aquí todos los díla s a
Un día que no estaba marcado en el ca- la8 tres de la tarde y noe, iremos a las siete.
lendario, él no vino, grande interrogación, Así fué nuestra vida, de Empedrado al Ce·
grande, grandísima. Llegó un recado -aquí rro, del Cerro a, Empedrrlado y de Empedrado
el • ico recado. - al CastiJ.lo.
Muchachi!!! ~ estoy en el hospital del ce- J. A. F. de Castro era como un niño, se
rro, Pabetfón Saturnino Martínez, no ha sido reía entero. Nos contó una tarde cosas de Mé-
nada. Si algo se les ofrece llamen a Teresita xico:
a este teléfono. . . les mando mi corazón des· Ricardo me lo dijo, -aseguraba haciendo
de este hospital de obreros, a donde yo quie· un gesto de triunfo- e} mismo Ridardo, de
ro pertenecer y donde me encuentro muy CÓ· chiquito, cazaba los chinos allá en Sono:ra, a
modo, hasta me puedo morir. Mil m.illones de punta de rifle. Es terrible, muñeca!!, ... Y me
besos rn.uñequit!as serias, formales. contó que este General, que el otro. Que él
EL PABELLON SATURNINO MARTl- estaba· cuando. Que el fulano val!iente, V"alien-
NEZ, SATURNINO MARTINEZ, nos daba te dijo, que si lo mataron. Que los hombres.
If HI
Que los tiroteos, -no te contó, asaltó Nellie
Campobell~ en qué parte de México se
agarraron más?
Hidalgo del Parral, Estado de Chihuahua,
foco del villismo. Si tú hubieras visto a'Que-
llo. Me· !ll"-QU&-lte ..cuellte la primera impresión
fina, limpia, agudita que me dieron los l:Jala·
zos.
¿Por qué no escribes eso,? (me dijo hacien-
do una voz que quería ser de autoridad y
de consejo.)
Así fué como cada tarde le Hevaba lal Hos-
!:--HOMBRES
pital del Cerro mis fusilados escritos en una
libreta verde. Los leía yo, sintiendo mi cara
hecha perfiles salv,a jes. Vivía, vivía, vivía ...
del NORTE
Acostaba a mis fusilados en su libreta verde.
Parecían "'Cñe"ntos. No son cuentos. Allá en el
Norte donde nosotras nacimos está la reali-
dad florecida en la Segunda del Rayo. En el
cerro de la Mesa, de la Cruz, de lai;:, Borre·
gas, de Ja Iguana y el' gigante Cerro del Es-
pía, allí dcillde han quedado fresdas J'as pi-
sadas y testereando entre las peñas las pa-
labras de aquell'os HOMBRES DEL NORTE.
Mis fusiladl()s, dormidos en la libreta verde.
Mis hombres muertos. Mis juguetes de la in·
fancia.
IV
cartucho
222710
CARTUCHO
tenía una cara de conejo en acecho;' Un día Villa dijo a mamá, -ya cuan-
nunca se reía; sabía hablar mayo; no se d 0 estaba pacífico e n Canutillo-
vestía de militar; siempre llevaba som- "¿Quién mataría a su Pancho Villa?"
brero texano gris o blanco y vestido Esta pregunta se la hizo en Hidalgo del
azul marino o glis, un cinto apretado de Parral, en el mes de diciembre de 1921.
balas y su pistola !>Uesta del lado iz·
quierdo. Generalmente ~e estaba tres o
cuatro días y casi todas las horas se
las pasaba en la casa; le encantaban los
palomos~ había uno color' d\e pliza:rm,
que' aporreaba a todos, era tan bravo,
que se había hecho el terror de los de-
más, el coronel Bustillos se reía mucho
viéndolo, un día le dijo a mamá: "Este
palomo es un Pancho Villa." Mamá no
dijo nada, perQ cuando se f ué Bustillos,
todos los días le hacía cariños a su Pan-
cho Villa.
Un día el palomo después de su gran
fama de Pancho Villa, apareció muer-
to, le volaron la cabeza de un balazo.
Mamá se puso muy enojada; nosotros
asamos el palomo en el corral, en una
lumbre de boñigas, el coronel Bustillos
nos ayudó a pelarlo. Yo creo que él mis-
mo fué el que le tiró el balazo.
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bartola
•
CARTUCHO
nellie campobello
mos vi vos en los tajos." Mamá nada ciendo un cigarro. Entró Gracia, alto,
más suspiró, porque se acordó que en· alto y arrastrando los pies; traía una
tre aquellos hombres había muerto un cuarta en la mano; todo su aspecto era
muchacho de la Segunda del Rayo. El _de flojera; se pegaba con la cuarta en
general Gracia se despidió igual que Ja !>ierna derecha y veía a mamá con
otras veces. atención.
-Aquí están sus hombres, dijo
En la noche se escuchó una serenata
mamá.
y una voz que parecía conocida cantó:
-No son míos, yo acabo de pasar
"Bonitas fuentes son las corrientes, las
y me sorprendí die ver una caballa-
que dependen del corazón." Luego can-
da aquí, por eso he llegado.
ó: "Te amo en secreto. Si lo supieras."
A mamá le latió algo y ya no estuvo Se sentó, cruzó la pierna y se puso a
tranquila. A las dos noches llegó muy hacer un cigarro. Los hombres le vieron
apurada. María Luisa tenía como cator- no dijeron nada y fueron saliendo poc~
a poco, sin volver la cara.
ce años, era sobrina de mamá. Se oyó
un tropel. Mamá ansiosa le ordenó que -No era nada serio, dijo él, rién-
se metiera p0r una chimenea y procu- clQSe.
rara llegar hasta la azotea y se fuera -No, realmente, contestó mamá
hasta la casa de doña Rosita -una se- tranquila, caprichos de los soldados.
ñora amiga de mamá, que tiene cabellos El General Agustín Gracia había ido
rojos.- Ya estaban rodeando la casa. a robarse a la sobrina de mamá y se
Mamá se puso a cantar alto. Entró un contentó con la guitarra. Se puso a can-
hombre arrastrando las espuelas y otro tar: "Prieta orgullosa, no te vuelvo a
y otro más: "TENEMOS UN A OR· ver la cara."
DEN." Se meHeron por todos lados. Ma-
má dijo: "están en su casa", fueron y
vinieron. Mamá estaba tranquila, tor-
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villa
taba enfrente, sólo se le podían ver los "-Que se vaya, no quiero ayudar a
ojos, sus ojos tenían imán, se quedaba piedras sueltas. Hoy soy el padre de to-
todo el mundo con los ojos de él clava- das las viudas de mis hombres", dijo
dos en el estómago.- "Aquí estoy tira· con Jos ojos hechos vidrio quebrado.
·do, me saqué el huesito sabroso," y se
Aquella mañana mamá pudo dejar
tocó el pie con la mano izquierda -no
caer sobre Villa unas palabras de áni·
me acuerdo cuál de ellos- por eso no
mo.
puedo salir a caballo."
A las tres de la mañana ya andaba
con sus hombres dando la vuelta a ca·
ballo.
Algo dijo mamá. Algo le contestó.
Luego le dió un pliego escrito en má-
quina. Villa se tardó mucho, mucho ra-
to. 'l'enía unos risitos muy risitos en
toda la cabeza, levantó los ojos hasta .. E l"iEI
4 soldados
sin 30-30
( '
prendidas de un pedacito le colgaban, Catarino Acosta, duró tirado ocho
Budelio era especialista en cortar ore- días. Ya estaba comido por los cuervos,
jas a las gentes. Por muchas heridas en 'cuando pudieron levantar sus restos.
las costiUas "por Ja cintariada" chorreán- Cuando ViHa llegó, Uri·be y demás g~ne
dole sangre por todas partes del cuerpo, ralei habían salido huyendo de Parral.
en medio de cuatro militares, a caballo,
Fué un fusilado sin balas.
Jo Hevaban. Cuando querían que corrie-
ra la mula, nada más Je picaban a Ca-
tarino las costiHas con el marrazo, él
no decía nada, su cara borrada de ges-
tos, era lejana.
Después de martirizarlo mucho, lo
nevaron con el güero Uribe. "Aquí Jo
tiene, mi General", dijeron los milita-
res, "ya nada más tiene media vida."
Dicen que el güero le recordó ciertas co-
sas de Durango, tratándolo muy duro,
entonces dijo Uribe que no quería gas-
-
tar ni una bala para hacerlo morir. Le
quitaron los zapatos y lo metieron por
enmedio de la vía, con orden de que co-
rrieran los soldados junto con él y que
lo d'ejaran hasta que cayera muelrto;
nadie podía acercarse a él ni usar una
bala en su favor; había orden de fu-
silar al que quisiera hacer estas mues-
tras de simpatía.
46 47
\
epifanio
chiclosos. Todos los días me decía que sioneros que agarraron, le tocó a Babis.
ya se iba con una tropa y que le gus- Quemaron con petróleo a los prisioneros
taban mucho los pantalones verdes. "Yo que agarraron, estaba de moda. Así fué
me compraré unas mitazas con hebillas como en el primer combate, Babis mu-
blancas" entonaba como una canción. Y rió." Yo creo que sin tener sus hebillas
muy seria le dije: "Pero te van a ma- blancas. El hombre dijo, meciéndose en
tar. Yo sé que te van a matar. Tu cara un pie, que no se le iban de los oídos
lo dice." El se reía y me daba confites los gritos de los quemados vivos. Eran
grandes. Le conté a mamá lo que Babis fuertes. Desesperados. Después se fue-
me dijo. Estaba yo retriste. ron apagando poco a poco.
Un día encontré solos los dulces. Babis
El soldado, con la mano derecha, hi-
estaría vestido con pantalones verdes y
zo un ademán raro y se fué calle arriba,
botones. Qué ganas tenía de verlo. Se-
por en medio de los rieles del tranvía,
ría como un príncipe.
meciéndose en sus pies, y llevándose los
Hacía un mes -un año para mis ojos gritos de Babis en sus orejas.
amarillos,- sin ver a Babis. Un solda-
do que llegó de Jiménez buscó mi casa .
. Traía aJgo que contarle a mamá. Llegó
a cualqui'e r hora, "Braulio, el muchacho
que trabajaba en El Nuevo Japón en la
calle del Ojito, se había ido CQn ellos.
Era un muchacho miedoso." Así lo dijo
aquel hombre, parado junto al riel con
las manos en las bolsas. Y~ le quise
saltar al oír aquello. Babis no era mie-
doso. Se robaba los dulces para mí. "En
la toma de Jiménez, en los primeros pri-
68 69
el muerto
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CARTUCHO nellie campobello
puente de Guanajuato, a la orilla del chas, morenas, las uñas negTas, te~ía en
río vimos uno abrazado de su caballo. la espalda doblado un sarape gns, s~
"Aquel es, -dije corriendo- "El Sie- veía ahogado de mugre, se me arrugo
te" c1uiere mucho a su caballo", dijeron ., t an f eo" ,
el <:araZón. "En este calleJon
mis trenzas pegándome en los cachetes; dije yo abriéndome de piernas para po-
al voltearlo, era un muchachito que yo der voltearlo y verle la cara, pura cu-
conocía, chiflaba rebien, sabía un mon- riosidad para que no me siguiera en la
tón de canciones, yo creo que no tenía noche. Me quedé quebrantad'a de susto.
mamá, pero yo le tenía envidia. Tenía ¡José Díaz, el del carro rojo, el mucha·
un ojo abierto y las manos "engarruna- cho de las señoritas de la Segunda del
das" sobre el caballo. Rayo, por el que Tona lloró!
Nos fuimos. Al lleg·ar a la plaza Juá- Nó, nó, él nunca fué el novio de "Pi-
rez en Guanajuato, vimos unos quema· taflorida" mi muñeca que se rompió la
clos debajo del kiosko; hechos chicha- cabeza cuando se cayó de la ventana,
rrón, negros, negros; uno tenía' la cah~· ella nunca se rió con él.
za metida dentro de las rodillas. Vimo~ José Díaz, joven hermoso, murió de-
a nuestra izquierda el cuartel vali~nte,
vorado por la mugre; los balazos que
estaba cacarizo, la banqueta regada de
tenía se los dieron para que no odiara
muertos carrancistas, se conocían por la
ropa mugrosa, venían de la sierra y no al sol.
se habían lavado en muchos meses. Nos
fuimos por un callejoncito que sale al
Mesón del Aguila, que olía a orines -es
tan angosto que se hace triste a los
pies-, pero al ver un bulto pegado a la
pared corrimos; estaba boca abajo, el
cabello revuelto, sucio, las m..anos ?-~~
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las tarjetas
de martí11 lópez
do1c la mano flaca y los ojos azules-- "Sabe Jo que hizo? (decía con voz de
aquí lo tiene frente al paredón, tiene un confidencia) Pues pidió desayuno, ¡ay
puro en la boca, véalo señora, sus mu- qué Pablito ! (exclamaba riéndose cO'mo
letas parecen quebrarse de un momen- un niño) Sabe otra cosa?, pues mandó
to a otro. "BALA TIZNADA PESADA retirar a un gringo que estaba entre
COMO LOS GRINGOS." Si mi hermano Ja multitud, dijo que no quería morir
Pablito no hubiera estado herido, no Jo enfrente de un perro. ¡Pablo López !,
hubieran agarrado" (y se le salían los -gritaba Martín calle arriba, dando
mocos y las lágrimas, él se limpiaba tropiezos con sus pies dormidos de al-
con la manga mugrosa del chaquetín cohol..:.._ ¡Pablo López! ¡Pablo López!
verde, falto de boton~s. Seguía ense- Una tarde medio nublada, mamá me
ñando la herencia, así la llamaba él.) dijo que ya venían los carrancistas, ya
"Aquí lo tiene usted con el cigarro eit casi todos los villistas habían evacuado
Ja mano, está hablando a la tropa, mi Ja plaza; de pronto apareció por la es-
hermano era muy hombre, no Jo ve có- quina u111 jinete medio doblad~ en su
mo se ríe? Yo tengo que morir como él, caballo; muy despacito siguió por la ca-
élme ha enseñado cómo deben morir los Jle en dfrección al Mesón de Jesús; al
villistas. En éste ya va a recibir la des- pasar frente a la casa lo ví, sus ojos pa-
carga, ¡ cuárrt~ gente hay viendo mo- recían dos charcos de agua sucia, no
rir a mi hermano! Mire usted señora, era feo, tenía la cara del hombre mecido
mir~ aquí ya e8tá muertó. ¿Cuándo me por la suerte, casi cayéndose del caba-
moriré para morir como él?" (decía llo se perdió en el fondo de la calle.
dándose cabezazos contra las paredes.) Mamá dijo: "Martín López, no vayas
"Mi hermano terminil como los hom- a caer prisionero, las bendiciones de tu
bres, sin vender las veredas de los je- madre te cuidarán."
fes, allá en la sierra. ¡Viva Pablo Ló-
pez !" (gritaba con alarido de . coyote.)
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el centinela del
mesón del águila
"--Destripen todo, busquen donde sea" Dos años más tarde nos fuimos a vi-
-picaban todo con las bayonetas, echa- vir a Chihuahua, lo ví subiendo los es-
ron a mis ·hermanitos hasta donde esta- calones del Palacio Federal. Ya tenía el
ba mamá, pero él no nos dejó acercar- bigote más chico. Ese día todo me salió
nos, yo m,e rebelé y me puse junto a mal, no pude estudiar, me pasé pensan·
ella, pero él me dió un empellón y me do en ser hombr~ tener mi pistola Y
caí. Mamá no lloraba, dijo que no le pegarle cien tiros.
tocaran a sus hijos, que hicieran lo que Otra vez estaba con otros en una de
quisieran. Ella ni con una ametrallado- las .ventanas del Palacio, se reía abrien-
ra hubiera podido pelear contra ellos, do la boca y le temblaban los bigotes. No
Mamá sabía disparar todas las armas, quiero decir lo que le ví hacer ni lo que
muchas veces hizo huir hombres, hoy decía, porque parecería exagerado, -vol-
no podía hacer nada. Los soldados pisa· ví a soñar con una pistola.
ban a mis hermanitos, nos quebraron
todo. Como no encontraron armas, se Un día aquí, en México, ví una foto·
llevaron lo que quisieron, el hombre grafía en un periódico, tenía este pie:
güero dijo:
"El general Alfredo Rueda Quijano, en
"Si se queja vengo y le quemo la casa." consejo de guerra sumarísimo" (tenía el
Los .ojos de m~á, hechos grandes de bigote más chiquito) y venía a ser el
revolución, no lloraban, se habían en- mismo hombre güero de los bigotes. Ma-
durecido recargados en el cañón de un má ya no estaba con nosotros, sin estar
rifle. enferma cerró los ojos y se quedó dor·
Nunca se me ha borrado mi madre, mida allá en Chihuahua, -yo sé que
· pegada en la pared hecha un cuadro, con mamá estaba cansada de oír los 30-30-
los ojos puestos en la mesa negra, oyen- Hoy lo fusilaban aquí, Ja gente le compa-
do los insultos. El hombre aquel güero, decía, lo admiraba, le habían hecho un
se me quedó grabado para toda Ja vida. gran escenario, para que mudera, para
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' ' .
CARTUCHO
me sabe mal, dijo sonando la boca, cuan- tná no dijo nada, pero ya no comió la
do lleguemos a Camargo tomaré café." sandía. El asiento de adelante quedó va-
cío; el hombre de la mano en la venta-
Habló en diez tonos distintos, para nilla estaba ahorcado enfrente del tren,
pedirle a un fantasma la misma cosa: a diez metros de distancia, ya se le ha-
maquinarias. bía caído el cigarro de macuchi, el col-
Santa Rosalía de Cama1·go. Sandías, gado parecía buscarlo con la lengua. El
todos comían sandías; mi nariz pecosa tren fué arrancando muy despacito. De-
la hundí en una rebanada que me dió jó balanceándose en un poste al hombre
mamá; cuando de pronto, vimos un mon- que tomó café toda su vida.
tón de hombres a caballo junto a un
poste de telégrctfo, tratando de encara-
mar una reata; cuando ya la pasaron,
le dieron la punta a uno de ellos, picó
hijares, el caballo pegó el arranque, eh
la otra punta estaba el que colgaban. El
del caballo estaba a cierta distancia, con
la reata tirante y miraba al poste ha-
ciendo un gesto romo de uno que leé un
anuncio de lejos; f ué acercándose poc~
a poco, hasta dejar al colgad~ a una
altura razonable. Le cortaron el pedazo
de reata. Se fueron llevándose la polva-
reda en las pezuñas de sus caballos. Ma-
96 97
desde una
ventana
do desde a las seis) acabamos de fusilar nido tiempo de asustarse. Que les ha-
al Cha uffeur de Fierro, y en el camino bía contado que toda aquella gente iba
nos fué contando bastantes cosas, dijo: a Las Nieves a ver a Urbina, que Villa
"el general Fierro me manda a matar iba entre ellos disfrazado, que nadie sa-
porque dió un salto el automóvil y se pe- bía a qué iban.
gó en la cabeza con uno de los palos del "La tristeza que siento es que cuando
toldo; me insultó mucho y me bastó de- cayó, todavía calientito, ni se acabaría
cirle que yo no conocía aquí el pueblo, de morir, cuando los hombres de la es-
para que ordenara mi fusilamiento, es- colta se abalanzaron sobre él y le cor-
tá bueno, voy a morir, andamos en la taron los dedos para quitarle dos anillos
bola, sólo les pido que me manden este y como traía buena ropa, lo encueraron
sobre a Chihuahua, que se sepa siquie- al grado que no le dejaron ni calzonci-
ra que quedé entre los montones de tie- llos. Si viera qué ladrones son, siento
rra de este camposanto." asco d·e todo, v·ergiienza", dijo El Peet,
Dijo El Peet que este hombre hablaba afirmándose en un ge·s to de tristeza.
con la misma rapidez del que desea ter-
minar cuanto antes con un asunto ra-
zonable, "yo no entiendo, compañeros,
por qué no me metió un balazo en el mo-
mento del salto." El Peet dijo: "oiga ma-
má, se acuerda de ese pico de riel que
sale allí luego luego, a la salida de la
estación? Pues allí se "sangolotió" el
automóvil de Fierro, el Chauff.eur era la
primera vez que venía aquí y no conocía
las calles." El reo había muerto bastante
conforme, dijo El Peet que no había te-
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la muerte de
felipe angeles
de las polainas con voz gruesa, gritó: má, no le perdí palabra. Estuvo a verlo
"yo mismo los combatí." la noche anterior, estaba cenando pollo,
Hablaron bastante no recuerdo qué, le dió mucho gusto cuando la vió; se co-
lo que sí tengo presente, fué cuando An- nocían de años. Cuando vió el traje ne-
geles les dijo que estaban reunidos sin gro dejado en una silla, preguntó:
ser un Consejo de Guerra. Yo e, yo i, "¿Quién mandó esto?" Alguien J.e di:jo:
yo o, y habló de N ew York, de México, "La familia Revilla." "Para qué se mo-
de Francia, del mundo. Como hablaba lestan, ellos están muy mal, a mí me
de artillería y cañones, yo creí que el pueden enterrar con éste," y lo decía
nombre de sus cañones era N ew York, lentamente tomando su café. Que cuan-
etc . . . el cordón de hombres, oía, oía, do se despidieron, le dijo: "Oiga, Pepita,
oía .. . ¿y aquella señora que usted me presentó
un día en su casa?" "S.e murió, General,
Mamá se enojó, dijo: "¿No ven que
está en el cielo, allá me la saluda." Pe-
dicen que Villa puede entrar de un mo-
pita aseguró a mamá que Angeles, con
mento a otro hasta el teatro, para li-
una sonrisita caballerosa, contestó: "Sí,
brar a Angeles? La matazón que habrá
la saludaré con mucho gusto."
será terrible." Nos encerraron; ya no
pudimos oír hablar al señor del traje
café.
Ya lo habían fusilado. Fuí con mamá
a verlo, no estaba dentro de la caja, te-
nía un traje negro y unos algodones en
las orejas, los ojos bien cerrados, la ca-
ra como cansada de haber estado hablan-
do los días que duró el Consejo de Gue-
rra, -creo que fueron tres días.- Pe-
pita Chacón estuvo platicando con ma-
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111.-- en el FUEGO
·el sueño de
''el siete''
fría, se metió en otro cuarto, se levan- morzarse a Manuel, pero en eso llegó un
tó el saco y gritó: "mira lo que les va- hombre de cara tostada, se detuvo en-
mos a llevar a la sierra", traía forra- frente, montado en un caballo; sin de-
do el cuerpo de cartucheras, estaba cir palabra. "El Siete" sacó un caballo
agresivo. Comieron juntos. "El Siete" 'ensillado. -"Nos vemos, o nos tenemos
nornás estaba tanteando, no se quitó ni que ver"- algo así dijo cuando salió.
un momento las cartucheras, traía una Manuel se vistió de civil. "El Siete" va
pistola que le llegaba hasta las rodillas, a venir, le dan mi rifle y mi pistola",
dijo que se la había regalado Trinidad dijo desde la puerta, echándole una mi-
Rodríguez. "¿Sabes que le caí gracioso rada al barquito de papel caído de la
porque me vió que dos veces me tira- mesa.
ron la bandera de la mano, el otro día? Tres días más tarde, aprehendían a
Yo iba a agarrarla d,o nuevo, pero Tata Manuel por desertor, y lo iban a fusi-
Pancho no me dejó." Hablaba a Manuel lar en San Juanico.
con voz descarada y le trataba de in-
crustar las palabras en el pecho con plo-
mos. Manuel jugaba con una tira de
papel, (siempre hacía barquitos después
de comer.) Mamá estaba en Las Cue-
yas, había ido a ver a un hermano de
su mamá. Manuel era corno nuestro
hermano.
-"Tenernos ·muchv ¡iarque~ ríos de
cartuchos para almorzárnoslos a uste-
des'', dijo "El Siete", sin haberse qui-
tado el sombrero ni la mano de la cin-
tura; yo creo que "El Siete" quería al-
124 125
losheridos de
pancho villa
y, su E.s tado MayoJ.i. Venía. con :traje en la mano. Mamá corrió a dond;e esta-
amarillo y renegrido por la pólvora. Se ba Gloriecita, que tenía .tres meses. AJ
detuvo frente a Ja casa de don Vicente verla con su muchachita abrazada, se la
Zepeda; salió Carolina con un rifle, (con quitaron besándola; haciéndole cariños;
el que ella tiraba los 16 de septiembre). se quedaron encantados al verla, dicien-
Se lo entregó, el Jefe se tocó el som- do que parecía borlita. Se la pasaban con
brero. El rifle quedó colgado en la 'ca- una mano y la besaban. Los ojitos azu-
beza de la silla. Al llegar frente a la les de Gloriecita estaban abiertos y no
casa también se detuvieron. Les dieron lloraba. $e le cayó la gorrita, Jos pañaA
café con aguardiente. Mamá misma sa- les, quedándose en corpiño, pero pare-
lió a ver a Pancho ViHa y a saludarlo, cía que estaba encantada en las manos
porque aquel día. era su santo. de los colorados. Mamá esperó. Uno de
A las diez de la noche la balacera fué ellos, llamado Chon Villescas, levantó
más fuerte. Pasaron parvadas de villis- una mantilla, se la puso a la niña, se
tas, gritando: "¡Viva Villa!". Otro ra- la entregó a ella. Se fueron saliendo de
to largo, los orozquistas en miles en- la c~ Muy contentos se despidieron
traban. Parecía que la Segunda del Ra- de mamá. Le dieron la contraseña para
yo iba a explotar. Por las banquetas que otros no vinieran a molestarla. Iban
pasaban a caballo, tirando balazos, gri- gritando que muriera Villa y tiran®
tando que viviera Orozco. Comenzó el balazos para el cielo.
saqueo. Mamá contaba que al oír los
culatazos de los rifles pegando en las
puertas, les gritó que no tiraran que
ya iba a abrir. Decía mamá que había
sentid9 bastante miedo. Entraron unos
colorados altotes, con los tres días de
combate pintados en su cara y los rifles
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135
mi hermano
''el siete''
Urbina. En esos días había muerto el me agarró ni una sola vez de la mano, a
general Tomás Urbina y todas sus fuer- veces me agarraba de su falda, pero ella,
zas se habían reconcentrado en Parral,. en su nerviosidad, me aventaba la ma-
más bien en la estación era donde esta- no, parecía que yo le atrasaba el paso
ba la mayor parte de la gente, aquello y ni siquiera volteaba a verme. Al lle-
parecía hormiguero, mamá buscaba el gar al patio frente de la sala y tratar
carro de Catarino; en pedazos nos po- de atravesar, un hombre alto, de gran-
níamos a correr. "Virgen del Socorro, des mitazas se paseaba gritando mu-
cuídame a mi hijo," decía mamá sudán- chas malas palabras, echándole mucho
dole la frente; "me podía decir dónde es- a un hombre de a caballo que parecía
tá el carro de Catarino Acosta ?" pregun- general, porque estaba rodeado de su
tó ansiosa a un hombre que tenía estre- Estado Mayor. El hombre de las mita-
llas en el sombrero. El no dijo nada, se- zas altas, era el más enojado y también
ñaló unos carros que estaban como quien tenía a su lado muchos hombres con los
va para el tinaco, echamos a correr. Ya rifles en la mano, que nada más lo oían.
habían removido los carros, imposible No recuerdo"exactamente la palabra que
·dar con Catarino. Luego otros hombres dijo, pero instantáneamente los de a
dijeron que estaba entre los carros que caballo 13acaro~ sus pisto!as como d·i-
iban a salir para Rosario. "Me voy al ciendo: no pudimos madrugarles. Los
cuartel general, porque me fusilan a mi de a pie bajaron sus rifles al suelo; ja-
hijo~ Virgen del Socorro, mi hijo", -de- más he podido olvidar el sonido que hi-
cieron los rifJ.es al prepar~se, la rapi-
cía mamá hablando con ella misma.-
dez, y las caras temibles de los de a
Corrió en dirección a la sala de espera
pie, hechas decisión, la expresión de los
que era por donde se podía salir, había
montados tratando de madrugar.
tanta gente a caballo, todos con las ar-
mas en la mano; yo iba detrás d·e ella Ya estaba mamá hablando con Loza-
y a -veces podía trotar a su lado, ella no no. "Un telegrama al general, lo pongo
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CARTUCHO nellie campobello
te," -dije con un chillido maravilloso y Una vez en 1924, vimos a mi hermano
apuntando exactamente con el índice de "El Siete." Vino a México con la misma
la mano derecha.- "Sí, hija, sí, hija, cara que se llevó, exactamente la mis-
ma expresión. No dijo nada acerca de
decía mamá sosegando mis nervios in- mamá, no la recordó ni preguntó nada.
fantiles, ya sabía yo que los iban a ma- Había estudiado mucho y sólo nos vino
tar, decía mamá hablando con ella mis- a enseñar la cantidad y calidad de malas
ma, parada en la banqueta, puros hom- costumbres que aprendió allá. Si él hu-
bres de Durango están muriendo, pai- biera seguido al cuidado de Villa, ha·
sanos de nosotros." No quiso ir por las bría sido también bandido. Pero un ban-
dido mexicano.
mismas calles por donde llevaban a los
paisanos y torcimos por ~l puente de
San Nicolás, pasando por frente al hos-
pital de Jesús.
Llegamos a la casa, el Chapo Marce-
• lino ya había estado allí y se había lle-
vado unas cobijas y unos cojines para
"El Siete." Mamá tomó café con aguar-
diente y corrió a la cárcel. En la noche
dijo que apenas había dormido; amane-
ciendo se fué a la cárcel, "me parecía
que ya no lo encontraba," decía con lá-
grimas en los ojos. A los dos días ma-
má hizo una bolsa de dinero, una reli-
quia grandota y se f ué.
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INDICE·
integrales
inicial
!,HOMBRES del NORTE
• cartucho......... .... ....... ........ .. ........... 17
elías.... ... ..... ... .. .... .. .. ... ........ ... . 21
el kirilí...... ......... ..... .. .. ....... . ...... 23
bustillos ......... ... ...... ......... ....... ..... :. 25
bartolo. ... ... .. .... ............ ........ ......... 29
agustín gracia ............. .... ... ......... .. 33
villa ... ........ ................. ...... .... ..... .. . 37
U,FUSILADOS
) 4 soldados sin 30-30... .. ...... .... . ....... .. 43
el fusilado sin bales ........ ........ ......... 45
epifanio .. . ......... .... .. .... ... ... .. ...... .. .... 49
zafíro y zequiel. .. ... ... . .......... .. . .. ...... 51
jo~é antonio y oth6n ........ ... ...... .... .. .. ií3
nacha ceniceros... .. ............. .. ...... ... 55
los 30-30 .... .. ... ... . ... .. .. . . . . . . . . . . . . . . .. . . 57
por un beso ... ....... .... ... .... ..... . . . ...... 61
ei i:orazón del curonel bufanda ......... .. 65
Ja sentencia de babis ...... .. .... ...... ...... 67 /
el muerto.............. ... .. .. .............. ..... 7Í
mugre.. ........ ................. .... .. ....... ..... 75
las tarjetas de martín lópi>z ............... 81
el centinela del mesón del águila....... 85
el general rueda .................. ............. 89
las tripas del general sobarzo ... .. . ..... . 93
el ahorcado......... ... .. ... .......... . .. ... .. 95
desde una ventana... .. .... ....... . .... ..... 99
los hombres de urbina ................... . 101
la tristeza de "el peet" ............. . ~ .. . .. 107
la muerte de felipP. ángeles........ . ... .. . 111
111-en el FUECO
el sueño de "el siete" ................ ... .... 1J9
las cartucheras de "el siete"............ .. 123
los heridos de pancho villa ........ ...... 127
los 3 meses de gloriecita ................ .... 133
mi hermano "el siete".. .... . . .. . .. ... ... !SI