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MANIPULACIONES CERVICALES 011


TÉCNICAS MANIPULATIVAS EN RAQUIS CERVICAL
INFERIOR (3ª Parte)
Dr. José Mª Gil Vicent, GBMOIM

TÉCNICAS EN EXTENSIÓN

Las Técnicas en Extensión, aplicables en los segmentos más bajos del


raquis cervical (C6-C7 y C7-D1) y en los más altos del raquis dorsal (D1-D2 y
D2-D3), son técnicas harto difíciles que exigen maniobras preparatorias previas
muy ajustadas y una ejecución meticulosa.

Como en toda zona de transición, hay que mantener un correcto control


posicional, tanto del segmento a manipular como de los segmentos limitantes
contiguos, de manera que la alineación de los mismos durante la maniobra del
impulso se mantenga en el mismo sentido (lordosis, neutralidad o cifosis) dado
que, de no hacerlo así, se corre el peligro de provocar desplazamientos
cizallantes en sentido angular que podrían sumar, al desplazamiento de los
cuerpos vertebrales, mecanismos de hiperpresión articular en los casos de
transición forzada a lordosis o de distensión capsulo-ligamentosa exagerada en
los casos de transición forzada a cifosis.

Las técnicas en extensión están especialmente indicadas en aquellas


disfunciones en flexión o en extensión, en las que además existe limitación
importante de las rotaciones, especialmente cuando la limitación es en ambos
sentidos. Son pacientes que acuden a nosotros con el cuello flexionado o en
extensión, la cabeza adelantada y no se atreven a corregir tal posición, ni a
rotar la cabeza, ni mucho menos a hacer movimientos combinados,
manteniendo una posición “envarada” (como se designa la rigidez extrema).

No mejoran a pesar de los tratamientos farmacológicos ni fisioterápicos


antiálgicos y decontracturantes aplicados y el estudio radiológico sólo revela
una rectificación o una hiperlordosis “adelantada”, dependiendo de la
disfunción.

Frecuentemente, a su sintomatología dolorosa, se asocian episodios con


sensación de inestabilidad o mareos (no vértigos), a las que los pacientes de
Castilla y zonas centrales de la península suelen llamar “tonturas”.

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TÉCNICA “EN ROLL”

Se trata de una maniobra “en rodillo” de modalidad técnica semimediata, al


concurrir en la misma un contra-apoyo palmar por parte de la mano caudal
sobre las espinosas del segmento a tratar.

Para ello, con el paciente tendido en decúbito supino y la camilla en


situación baja, se cruzan ambos brazos del paciente sobre su pecho, de
manera que ambos codos coincidan en su punto más alto. Así, al mismo
tiempo que separamos ambas escápulas de la línea media, conseguimos un
punto de apoyo doble sobre el que proyectar nuestro impulso, cuyo ángulo de
incidencia nos resultará fácil predeterminar subiendo o bajando los brazos en el
plano frontal. Sobre este doble punto y con la interfase protectora de una
pequeña almohada o una toalla doblada, apoyamos nuestra zona epigástrica.

La mano cefálica, mientras tanto, mantiene el raquis cervical en cifosis,


siguiendo la misma dirección de la curvatura dorsal.

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El paso siguiente, mientras mantenemos el posicionamiento, es llegar a la


puesta en tensión, lo que se consigue rectificando la columna en sentido
ascendente presionando sobre la camilla al mismo tiempo que, con el juego de
nuestro cuerpo, fijamos el ángulo de incidencia del apoyo torácico en la
dirección del segmento a manipular (más inclinado para los segmentos
cervicales y más vertical para los dorsales).

La puesta a punto llega cuando notamos que dicho mecanismo rectificador


llega al punto de apoyo de nuestra mano caudal, momento éste en el que
aplicamos el impulso al dejarnos caer brevemente sobre el apoyo de los codos.

Durante toda la maniobra, especialmente al final de la misma, hay que


evitar que el paciente interfiera en ella empeñándose en mantener la cifosis,
para lo que, además de tranquilizarle, le haremos acompasar su respiración a
la nuestra y aprovechando el final de una espiración, aplicaremos el impulso.

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A pesar de las características transicionales de la zona y de que el impulso


manipulativo ha de ser necesariamente muy suave, si la técnica ha sido
depurada, es frecuente que se produzca el clásico crujido manipulativo.

Con todo, no se trata de una “técnica para todos”. Tiene su indicación


principal en pacientes jóvenes delgados y en pacientes muy laxos y
manejables. Debe evitarse en pacientes “rígidos” y en los obesos, así como en
pacientes del sexo femenino muy añosas y osteoporóticas.

TÉCNICA EN EXTENSIÓN CON PACIENTE SENTADO

Aunque esta técnica, con mucha prudencia, pueda emplearse en el


tratamiento de la mayoría de los pacientes, se trata de una técnica potente,
reservada para pacientes muy robustos y también para pacientes obesos,
difíciles de manejar con otras maniobras.

La Técnica, también semimediata, puede realizarse con el paciente sentado


“a caballo” en el extremo de la camilla, con el médico detrás, o bien con el
paciente sentado en un lateral de la camilla.

En este último caso, es importante que se siente lo más atrás posible, de


manera que parte de las nalgas sobresalga del borde del asiento, lo que le
obliga a extender algo las rodillas, al quedar éstas sobre la camilla, evitando así
la coincidencia del hueco poplíteo con el borde anterior de esta, pues de ser
así, la presa en ese mismo borde ejercida por la flexión de las rodillas (tal como
muestra la tercera imagen), podría interferir en el desarrollo de la manipulación.

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Cruzando los brazos por delante del pecho, el paciente separa las
escápulas de la línea media ofreciendo un buen punto de apoyo y control sobre
la línea de las espinosas desde C6 a D3, donde se superpone la interfase de
apoyo (generalmente una toalla enrollada) a nivel del segmento a manipular.

El médico, situado tras el paciente, abraza a éste por detrás aplicando sus
manos en cada uno de los codos (la derecha en el izquierdo y la izquierda en el
derecho) forzando con ello algo más la separación escapular, y consigue la
puesta en tensión por aplicación del apoyo torácico.

Un hábil juego corporal del médico atrae hacia así al paciente, mediante
inclinación dorsal del mismo.

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El impulso se aplica mediante combinación de presión moderada y


elevación del paciente de su asiento, al extender el médico bruscamente sus
rodillas..

Es una maniobra que, aparte de un buen aprendizaje y un largo


entrenamiento, exige algo de esfuerzo por parte del práctico y un grado
importante de abandono y relajación por parte del paciente.

NOTA:

En alguna ocasión, a lo largo de nuestra experiencia con otras escuelas de


Medicina Manual, hemos visto “intentar” esta maniobra con una presa de
Nelson. En mi opinión creo que se trata de una técnica harto complicada y
además “peligrosa”, ya que dicha presa ofrece un difícil control del nivel a
manipular y además, al presionar con las manos del paciente su propio cuello
en dirección anterior, cualquier fallo postural de éste o del médico, o una
reacción de resistencia por parte del paciente en el momento del impulso
manipulativo, podría provocar en alguno de los dos últimos segmentos
cervicales el clásico “coup de lapin” de los autores franceses, similar al
mecanismo de latigazo cervical, siempre peligroso.

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TÉCNICA EN TRACCIÓN-EXTENSIÓN

Esta última técnica manipulativa para los segmentos cervicales bajos es


una técnica semidirecta muy especial, sumamente delicada y muy elegante en
su realización, practicada preferentemente por las Escuelas Suiza y Alemana
de Medicina Manual, y cuya descripción técnica detallada debemos en el
GBMOIM a nuestro buen amigo el Profesor Wolfgang Von Heimann, actual
presidente de la Federación Internacional de Medicina Manual.

Está especialmente indicada en los tratamientos de las disfunciones de los


segmentos C7-D1 y D1-D2, aunque también puede intentarse para el
segmento C6-C7 en pacientes jóvenes y delgados, con cuello especialmente
largo.

Las características del posicionamiento exigen una buena amplitud de


movimiento en los hombros, lo que desaconseja de entrada esta técnica en el
tratamiento de pacientes mayores o con patología de hombros (luxación
recidivante, síndrome subacromial doloroso, rigidez escápulo-humeral, etc.)

Con el paciente sentado, como en la técnica anterior (a caballo en el


extremo de la camilla o en un lado de la misma), con el médico situado detrás y
regulada la altura de aquélla a posición conveniente (nivel cervical a tratar a la
altura de un o dos traveses de dedo por debajo de la empuñadura del esternón
del médico), éste pasa sus manos por debajo de los brazos del paciente y
agarra con ellas cada mano homolateral del mismo, superponiendo sus dedos
índice y medio sobre los mismos dedos de aquél, tal como puede apreciarse en
las imágenes siguientes.

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A continuación lleva dichas manos por encima de los hombros del paciente
a la línea de las espinosas cervicales del mismo, superponiéndolas juntas
sobre C7 o D1 (dependiendo del segmento a tratar) y quedando los codos de
ambos en alto de manera que, al flexionar sus dedos el médico, pueda
aumentar la presión puntual sobre la espinosa.

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Un hábil movimiento corporal de discreta flexión de piernas y una ligera


flexión de los dedos sobre la espinosa completan la puesta en tensión.

La manipulación (al final de la espiración conjunta de paciente y médico) se


realiza por combinación de elevación del paciente al estirar las piernas el
médico y el aumento brusco de la presión conjunta de los dedos del médico
sobre los dedos del paciente y a través de éstos sobre la espinosa subyacente.

El crujido audible es característico casi siempre en esta manipulación,


acompañándose generalmente de una inmediata sensación de alivio en la
sintomatología aguda del paciente.

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