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1.

Lee el siguiente texto


Gracias a un atajo muy corto y todo él cuesta abajo, me interpuse en el camino
entre los perseguidores y el perseguido, y llamé a éste en voz alta.
Miró hacia atrás, al principio quizá tan asustado de mí como de ellos, pero
yo le hice un gesto con la mano para que volviese, al tiempo que yo avanzaba
lentamente hacia los dos que le seguían. Luego, precipitándome sobre el
primero, lo derribé con la culata de mi arma, no quería disparar para
que no lo oyeran los demás, aunque a aquella distancia no hubiera sido
fácil que lo hicieran y, hallándose también fuera de la vista del humo, no
les hubiera sido fácil saber lo que ocurría. Tras derribar al salvaje, el otro
perseguidor se detuvo en seco, bruscamente asustado. Avancé con rapidez
hacia él, pero cuando estuve más cerca me di cuenta de que llevaba arco
y flecha, y se estaba preparando para dispararme, así que me vi en la
necesidad de dispararle a él primero, cosa que hice, y lo maté al primer tiro.
El pobre salvaje fugitivo, que se había detenido, aunque vio caer a sus dos
enemigos, muertos como creyó, estaba tan asustado por el fuego y el ruido
de mi arma que se quedó completamente quieto, sin avanzar ni retroceder,
pese a que parecía más inclinado a huir que a acercárseme. Lo llamé de
nuevo, haciéndole señas de que se aproximara, cosa que comprendió de
inmediato y avanzó unos pasos, luego se detuvo de nuevo, después avanzó un
poco más, y se detuvo, y luego un poco más, y se detuvo otra vez.
Entonces pude observar que estaba temblando, como si lo hubieran hecho
prisionero y estuvieran a punto de matarle como les había ocurrido a sus dos
enemigos. Le hice señas de nuevo de que se acercara, le dediqué todos los
signos de ánimo en los que pude pensar y se acercó más y más, arrodillándose
cada diez o doce pasos en señal de agradecimiento por haberle salvado la
vida. Le sonreí y le miré amablemente, y le hice señas de que se acercara
todavía más. Finalmente llegó a mi lado, y entonces se arrodilló de nuevo, besó
el suelo y apoyó su cabeza contra él y, cogiendo mi pie, lo colocó sobre su
cabeza, lo cual parece que era su manera de jurar que sería mi esclavo para
siempre. Le hice levantar y le sonreí animosamente, y lo alenté todo lo que
pude. Pero todavía me quedaba algo por hacer, porque vi que el salvaje al que
había derribado no estaba muerto, sino aturdido por el golpe, y empezaba a
volver en sí. Así que le apunté con mi arma al tiempo que le mostraba al
salvaje que no estaba muerto, ante lo cual me dijo algunas palabras y, aunque
no las comprendí, fueron muy agradables de oír, porque eran el primer sonido
de una voz humana que escuchaba, excepto la mía propia, desde hacía más
de veinticinco años.
Daniel Defoe, Robinson Crusoe
2. Contesta estas preguntas:
a. ¿Quiénes son los interlocutores?
b. ¿Qué signos o señales utilizan para comunicarse?
c. ¿A qué códigos pertenecen esos signos o señales?
d. ¿Qué mensajes se transmiten los personajes?
e. ¿Qué mensajes interpretan y cuáles no? Explica por qué.
3. Señala con una) C las afirmaciones que no son correctas:
a. Robinson Crusoe y el salvaje utilizan el mismo lenguaje al hablar.
b. Las lenguas que hablan son lenguajes distintos.
c. El habla de cada uno de ellos es siempre la misma.
4. Contesta las preguntas:
a. ¿Qué función del lenguaje predomina en el texto?
b. ¿Qué nivelo registro de lengua se ha utilizado en el texto?
5. Escribe un mensaje con cada una de las funciones del lenguaje.
a. Referencial:
b. Expresiva:
c. Conativa:
d. Fática:
e. Metalingüística:
f. Poética:
6. Indica si los siguientes enunciados se refieren a la lengua oral o a la
lengua escrita:
a. Da muchas cosas por sabidas gracias al contexto.
b. Utiliza palabras y signos de puntuación.
c. Usa frecuentemente muletillas e interjecciones.
d. Cuida la concordancia y estructura de las oraciones.
e. Los interlocutores tienen tiempo suficiente para reflexionar.
f. La comprenden y utilizan todos los hablantes de esa lengua.

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