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Canon I.

Método de Coincidencia:

Si dos o más ejemplos de un fenómeno bajo investigación poseen una sola circunstancia
en común, esta única circunstancia, presente en todos los ejemplos, es la causa (o el
efecto) del fenómeno mencionado.

El ejemplo usado por Mill para ilustrar este método de coincidencia no fue muy afortunado: pensando que
el factor común que poseen todas las sustancias químicas que cristalizan es que se precipitan de una
solución, concluyó que ésta era una causa, o por lo menos un factor contribuyente, del fenómeno de la
cristalización. Como todos sabemos hoy (y los alquimistas sabían desde el Medievo), este ejemplo es falso;
sin embargo, es muy fácil pensar en otros ejemplos ilustrativos de este método que sí son verdaderos.

Canon II. Método de Diferencia:

Si una situación en que ocurre el fenómeno en investigación, y otra situación en que no


ocurre, se parecen en todo excepto en una circunstancia, que sólo se presenta en la
primera situación, entonces esta circunstancia, que es la única diferencia, entre las dos
situaciones es el efecto, la causa, o una parte indispensable de la causa, del fenómeno
mencionado.

El ejemplo de Mill para ilustrar este método de inducción por diferencia fue muy dramático, pero dada la
importancia que le concedió posteriormente, también fue desafortunado; Mill escribió que si un hombre en
la plenitud de la vida moría repentinamente, y su muerte estaba inmediatamente precedida por un balazo
en el corazón podía concluirse que el balazo era la causa de la muerte, porque era lo único diferente entre
el hombre vivo y el hombre muerto. Para los que hemos invertido casi toda nuestra existencia trabajando
científicamente en la frontera que separa a la vida de la muerte, el esquema de Mill se antojó
grotescamente incompleto; desde luego que las diferencias entre el mismo hombre, vivo y muerto, son
mucho más numerosas y complejas que el orificio producido por la bala. De hecho, la determinación de la
causa de la muerte (como la de la causa de la vida) es enormemente compleja, no sólo por razones
empíricas sino por complicaciones filosóficas.

Canon III. Método Combinado: Coincidencia + Diferencia:

Si dos o más ejemplos en los que el fenómeno ocurre muestran una sola circunstancia en
común, mientras que dos o más situaciones en las que el fenómeno no ocurre sólo
comparten la ausencia de la circunstancia mencionada, entonces tal circunstancia, la
única, en que difieren los ejemplos mencionados, es el efecto, la causa, o una parte
indispensable de la causa, del fenómeno estudiado.

Tal como lo enuncia su nombre, este método es la combinación de los dos anteriores, por lo que a él se
aplican las mismas observaciones ya mencionadas.

Canon IV. Método de los Residuos:

Cuando se resta o sustrae de cualquier fenómeno la parte que por inducciones previas se
sabe que es el efecto de ciertos antecedentes, el residuo del fenómeno es el efecto de los
antecedentes restantes.

Como veremos en un momento, este método (como todos los otros propuestos por Mill) supone una
relación 1:1 entre causa y efecto; si Mill hubiera sido un científico y no un filósofo, habría experimentado
en carne propia que este tipo de relaciones causales sólo se da por excepción en la realidad, en fenómenos
muy simples o al final de investigaciones prolongadas y exitosas, cuando ya sólo quedan problemas
"residuales" por resolver.

Canon V. Método de las Variaciones Concomitantes:

Cuando un fenómeno varía de alguna manera particular, es causa o efecto de otro


fenómeno que varía de la misma o de otra manera, pero concomitantemente.
Mill sostuvo que de los cinco métodos resumidos arriba, el más importante era el canon II o método de las
diferencias. Sin embargo, para que este método funcionara, Mill reconoció que era necesario que entre una
observación y otra del mismo fenómeno sólo hubiera una diferencia, que podría ser de tiempo o de
espacio, pero nada más; en otras palabras, Mill parecía exigir un nivel de identidad entre sus dos
observaciones que, en sentido estricto, no puede darse en la realidad. Pero Mill tenía clara conciencia de
este problema y señaló que para el uso adecuado de su método de las diferencias, bastaba con que en las
dos observaciones se conservaran iguales sólo las semejanzas relevantes entre ellas. Esto plantea de
inmediato los criterios para juzgar de la relevancia, que deben anteceder a la comparación entre las dos
observaciones requeridas. En otras palabras, el uso del método de las diferencias requiere de un proceso
previo, de naturaleza indefinida pero no por eso menos importante, que no forma parte de los esquemas
de Mill.

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