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La EL 19 DE ABRIL DE 1825

epopeya Estamos. por fin, rn la mañana del 10 de abril de 1823; una uran mañana,
nacional de oa lo a-cguro; unu espléndida mañana. Cuantío apunta todo« loa años toa niño»
oriental**» rantan en la* rama»

1825 Kn la costa del Uruguay lia desembarcado — recatándote, tanto de lo*


enterro« brasileño» ijue andan recorriendo el ri»> y mirando lo» horizonte» de
día y de noche, cuanto de la» autoridadra de Burno» Aire», que no quirren
choque* con el Bra«il — un grupo de oriéntale» armado».
Todo» oriéntale»; ni uno »*do e* extranjero. Son lo» viejo» «oblado» «Ir
Artiga»; son treinta y tre» hombre», treinta y tres orientales. Ese e» todo rl
ejérrito libertador, equivalente «I de do» nnl rombalirnte», ron lundrra* ai
genlina», que pa»ó lo» Ande», conducido por San Martín, en ayuda de Chile.
Etna Treinta r Tres llevan también una bandera. Pero no r» la dr ningún
amigo generoso; r» la propia, tricolor: roja, blanca y azul; lo» colore» dr

L a C r u z a d a d e lo s Artiga». Pero la banda diagonal roja ha tomado la dirección horizontal de «n»


eonipañera», para dejar libre la central blanca o dr plata, rn que aquello» hom­
T r e in ta y T r e s O r ie n ta le s
bre» han carrito, rom*» si forran loco»: “ L IB E R T A D 0 M U E R TE *’, ¡Valiente
bandera!
He ahí Treinta y Tres hombres, qur provocan a la guerra a quince o
veinte mil told ad o » enemigo»; que dejan a «u e»palda, enemigo también, a on
gobierno americano que lo» considera in*cn«atna, y que lo» hn»iili«a porque
D IR E C T O R E S no quiere comprometerle rn una rmprr»a <|ue no r» tuya.
REDACTORES RESPO NSABLES Hoy que convenir en «pie r»*>» hombre» »on loto« dr atar, digno» hijo» «le
P ro fe s o r« « A rtig a» .,, o »on otra co»a que »e parece a la locura. E» prcei«o confesarlo.
J u a n E Prvnl D e v o to ¿fjuién rontlurr a r»o» h*»mbrr» luco», o »emi lnco», u romo «pierái» lia
Ale Ira R a m a ri da Pival D a v o to
m a rle « ? ... El eapírilu dr Artiga».
¿Cuál r» »u n o m b re? .., /.atuf/r/a.
K» I avalleja, por fin. el audaz la v a llrja ; él e» la primera vihrarión, r»
P U B L IC A C IO N P E R tO O lC A
el núcleo, la célula vital, o como «e llame. Comenzar «u rotación, y envolver
MENSUAL IL U S T R A D A a la patria rn ella, «erá lodo uno. Todo» girarán armonio»»» rn torno del punto
vihratorio: de»de Rivera hasta el último de lo» gaucho» oriéntale»; luda» la»
frarrionr», la» de Montevideo, la» de lo» rantpo»; ni un «olo hombre quedará
E D IT O R E S
fuera de| rírru lo de cohesión, ni un» »«do. lu d a la patria de Artiga» robra

L ib ra ría N a c io n a l •u forma o rginira, rn la nebulosa generatriz.


B arraèro y R a m o i S A. Eao» Treinta y Trr» hombre» que desembarran en la ¿granada el 19 «le
abril ife 1A23, romo llevado» por una fuerza ra»i inconsciente, dn latan la tn
dependencia definitiva «le la Banda Oriental, el 7.5 de agosto dr r*r m»*mo
2 3 da M ayo
año, cuatro mr«e» «Ir»por» de «u desembarque, A me» y medio má» tarde, el 12
e tq JuanC G om al
de oetubre. e«m oriéntale», »«do» todavía ron »u bandera tricolor, libran la ha
talla campal de Saromdi, en que destrozan al ejérrito brasileño.
im p r e t a an E» prerttn que arpáis cómo ha pa*ad» lodo r w : e* r| milagro heroico,
T a lla ra « Q ra fic o «
de que hemo» hablado mi» de una vez; e» ñor «ira leyenda Patria; e| epílogo
B a rra iro y R a m o « S A
dr la Epopeya dr Artiga»
M o n te v id e o —U ru g u a y
I avalleja ha «alido de Vluenn» Aire» «igilo«amenir ron «u» r**n*pañero»; «u
odi»ea al través da la» i«la» del I ruguay, medí*» muerto« de hambre, deán ríen
lado», up»r»i|o» por la tempestad |n» un«* de I»» otro», deteniendo*e aquí, rn
Tendiendo fuego« más allá, ali»ban«b* la r*»»la que te di»i«a • 1« lepv». ha »ido
cantada por el griego M ontero, h ace cuatro o cinco mil año»; también por Vir«
gdfrn. el latino que Habb. de Enea»
Dap L e g a l N* 30 0841 73. |Sil desembarque, p .r fin! ,. V despiden la» barra» ««mdurl«*ra»; b*» ma
rturto« de«nudna la» empujan, y •# alejan, y «e pierden entre la» tala» que
•alen de la niebla. C«adm de aurora lo * bomlire» de Enea» hubieran nfreculo
nn «arr»f»r»o a Júpiter; lo» «Je l^valleja juran ante el Dio» I no y Trino omni­
potente \.m Treinta y Tre» «e encuentran m i«*; n e»peran »«bailo*, que de
loan e*iar allf, per» que «o llegan . . ¿Por qué no han llegad» U »aballo*
anunciado«9 M u rh u p*»nrn el ofdu en el *ue|n pura perrthir la vibración pro
dur da por lúa rasen» , lle g a «, por fin; alguno* besan a lo* anímale«, que
rebarba« Sal# r| «n| de Abril l a legión deapliega •« bandera; Jura anta iHo*
libertar la patria; monta a rabaflo. deja la playa, cruza el monte, penetra en
la» m im a»; «boca ron la primer» partida enemiga, de ríe» hombre«, y la de
La« reproduce tone« io n ab«okita
mante fiala« al tenor y a«fado da k>« rr« ia * **gue baria a d e la n te ,,, «a a enrostrarse ron Rivera - Ursmn Zorrilla
de 5 a i V e rtía mLo Zpop* ra de 4 r n p u * /.
D E S E M B A R C O D E L O S T R E IN T A Y T R E S
O leo de J o s e fa P a la c io s M u s e o H is tó ric o N a c io n a l

LA EPOPEYA NACIONAL DE 1825


Ocurre en la villa de los pueblos Como siempre ocurre en estos ca­ ciente, esclarecido que podía funda­
lo mismo que en la vida de los hom­ ses, la ocupación por la fuerza y la mentar racionalmente sus aspiracio­
bres. A un período de intensidad usurpación luso-brasileña, se propu­ nes v giraba en tem o del principio
creadora, batalladora, que compro­ so revestir estos actos de una pseudo proclamado en 1813: la soberanía
mete la totalidad de sus energías, si­ legalidad para presentarlos ante la particular de los pueblos será decla­
gue otro de detensión, de aflojamien­ faz del mundo como expresión de la rada y ostentada como el objeto úni­
to. No es que el espíritu esté dete­ voluntad del pueblo oriental: las re­ co de la Revolución. Ambas formas
nido o ausente. Es que se prepara soluciones del Congreso Cisplatino, de orientalismo encontraron su sím­
para nuevos y mayores esfuerzos. los actos que le siguieron de reco­ bolo en la gran figura histórica que
Así los días inmediatos que si­ nocimiento a la autoridad del Empe­ les sirvió de energía catalizadora:
guieron al alejamiento de Artigas rador Pedro I, la jura de la Consti­ Artigas, y no fue éste el menor de
parecían el sueño del pueblo Orien­ tución brasileña, la designación de sus méritos: tuvo el inmenso don de
tal. Sin duda, había cansancio de la dos diputados y un senador para re­ convertir en lúcida conciencia lo que
lucha prolongada y cruenta. Había presentarnos en el ¡yarlamento de no era más que un instinto. Con él
una minoría para la que un enten­ Río de Janeiro. Pero por encima de y a través de largos sufrimientos, el
dimiento con los invasores era la toíla esa ficción, quebrantos de la Pueblo Oriental se convirtió en una
única solución que alcanzaban a des­ voluntad y claudicaciones de diri­ entidad indestructible; que probó
cubrir sus espíritus no templados gentes de endeble personalidad, se sus armas en varios ¡rentes, conira
para la resistencia. Otra minoría, movía una impresionante, una irre­ distintos enemigos: contra España,
más ínfima, llegó a considerar que la sistible fuerza histórica: la orienta- contra los dirigentes de Rueños Aires
ocupación extranjera podría propor­ lid ad. que pretendieron oponer a la volun­
cionarnos ciertas manifestaciones de Un nacionalismo espontáneo, pri­ tad soberana de los pueblos, la su­
**civilización” más atrayentes que la mitivo, popular, identificado con el pervivencia del virreinalismo, contra
áspera y sobria patria gaucha funda­ amor a la tierra, al pago, a la liber­ Portugal en la heroica defensa del
da por Artigas. tad. Además, un nacionalismo cons­ terruño entre 1816 y 1820, contra
Brasil al resistir la incorporación a trias” aparece con una lógica irre­ el medio rural y ocupaba los baluar­
sus dominios en 1823. Con esa ban­ batible. Pero la historia tiene leyes tes de las ciudades fortificadas. Era
dera, con un institucionalismo enun­ distintas de las ópticas. Aquella ve sublime locura pedir ofrenda de san­
ciado desde los días iniciales de la mejor cuanto más lejos mira. A los gre para la hermosa bandera tricolor
“admirable alarma” ¿cómo era po­ actores de los sucesos, en cambio, les de “Libertad o M uerteH erm osa lo­
sible creer en 1824 que la orienta- es más fácil ser ganados por la in­ cura que se convirtió en realidad en
lidad había sido vencida, que el es­ decisión, por el temor, por todos los la sublevación en masa del pueblo
píritu vital que le dio origen había lazos de amor que los atan a la vida. oriental que hizo posible los triunfos
muerto? Como dijo tan bellamente El hombre, sólo posee en la tierra de Rincón, Sarandí, Santa Teresa y
el poeta español, los yunques y las una vida y una vida breve. Se re­ la reconquista del suelo patrio. De
¡raguas del alma no trabajan para quiere una inmensa porción de ge­ un modo milagroso, 33 hombres
el polvo ni para el viento. Ni el alma nerosidad para sublimarla entregán­ acaudillados por Juan Antonio Lava-
de un hombre, ni el alma de un pue­ dola a un ideal. Por eso es necesa­ lie ja, El Libertador, dieron la clari­
blo. rio medir en toda su magnitud el he­ nada para la Epopeya de 1825. Para
Ya desde ¡ines de 1822, el senti­ roísmo de la Epooeya Nacional Li­ reconquistar la Libertad, declarar la
miento nacional se fue abriendo ca­ bertadora de 1825. Independencia y organizar las Ins­
mino. En 1823 se agudizó en un de­ tituciones republicanas. Con el pre­
finido programa de acción revolu­ Era locura sublime el gesto de 33 sente cuaderno iniciamos la publi­
cionaria para poner jin al dominio hombres que empuñaron las armas cación de la serie cuyas prcrximos
lusitano e impedir la artera manio­ para desafiar a un imperio, confia­ entregas serán dedicadas al estudio
bra para la anexión al Brasil. Ese dos tan sólo en la adhesión del pue­ de los hechos que forman la Epopeya
espíritu revolucionario tuvo la adhe­ blo oriental. Era temible locura con­ de 1825. En sus páginas serán repro­
sión de núcleos importantes del país, tar con las tinieblas de un cielo que ducidos preferentemente los testimo­
de algunas provincias argentinas y velase la travesía. Era locura esperar nios legados por los adores en sus
aun encontró eco en los sectores el silencio de un río que no latiese Memorias, Crónicas de la época o los
liberales que se oponían al autocra- con el rítmico golpe de los remos. documentes oficiales y privados que
tismo del Emperador Pedro I. Era locura esperar hombres, caba­ reaviven en la memoria del pueblo
Analizado a un siglo y medio de llos, armas, de la patria despedaza­ uruguayo el recuerdo de la cruzada
distancia, el estallido en 1825 y el da, empobrecida y deminada por un que hace ciento cincuenta años de­
triunfo de “la Revolución de los Pa­ ejército de ocupación que controlaba claró la Independencia Nacional.

BRINDIS DE PEDRO TRAPANI


El 23 de abril de 1825, súbditos británicos radicados en Bue­
nos Aires, personalidades ¡ocales, autoridades oficiales y comer­
ciantes se reunieron en la fonda de Fauch para celebrar el ani­
versario de San Jorge. La sala fue adornada con las banderas de
Inglaterra, Estados Unidos, Colombia y otras Repúblicas america­
nas. Todos los asistentes hicieron un brindis.
Pedro Trápani, representante personal de Lavalleja y gran
propulsor de la Cruzada, que asistió al acto, pronunció el suyo en
los siguientes términos: “Porque se consagren los esfuerzos que
hacen los fxdriotas en libertar una pequeña parte de este conti­
nente, que aún gime bajo las ignominiosas cadenas de los déspotas.
Hablo, Señores, de la linda y desgraciada Banda Oriental, cuyos
hijos han demostrado ser tan dignos enemigos de los ingleses en
la guerra como amigos sinceros de ellos en la fxiz".
A R T IG A S E N E L P A R A G U A Y
Y e s o de
J o s é Luis Z o rrilla d e S a n M a rtín

EL
SUEÑO
DE
ARTIGAS
I IV
Al través de las nubes El viejo duerme, el de la frente cana.
Brillaban las estrellas; El de una edad de piedra,
El Uruguay; envuelto en sus vapores, El de la frente que formó la patria
Rodaba lento y palpitaba apenas. Para llevar laureles en la tierra.
Sentadas en las lomas La noche del destierro duerme. Artigas ...
Están las sombras negras, duerme sonriendo... sueña!
Sentadas en las lomas de la patria A su lado, la frente entre las manos,
Con las miradas hacia el río vueltas. Está la Gloria que, velando espera.
La luna no ha dejado Espera, cuenta las calladas horas,
Su lecho de maleza; Y. al fin, se alza serena,
El astro que precede las auroras Sacude al viejo, y, señalando al cielo,
A'o se ha empinado aún sobre la cuesta. “Ya es la hora” le dice, “alza, despierta!**

II V

¿No es una luz la que refleja el río Estallaron las sombras sobre el río,
Sobre sus aguas negras? Huyeron las estrellas;
Las sombras que ocupaban la colina Envuelto en luz, el Uruguay se agita
¿No han levantado al verla las cabezas? Y una barca en sus ondas balancea.
¿Ha abierto ya los ojos una aurora? Que corre, corre con la lona al viento,
¿Ha roto alguna estrella Y choca en la ribera,
Su nube oscura, por llevar al río Y la hace restallar, como un escudo
Su mirada de luz? ¿Quién va? ¡Quién llega! Golpeado por el puño de la guerra.

III
VI
La luna no ha dejado
Su lecho de maleza, Y el vieio aue dormía, el de los sueños.
El astro que precede las auroras El de la edad de piedra.
No se ha empinado aún sobre la cuesta; El de la frente aue formó la patria
Pero las sombras sienten Para llevar laureles en la tierra
Que algo se mueve en ellas. Despierta sacudido ñor la Gloria
Algo que ya desgarra sus entrañas Que á lo lejos le muestra
Y las agita en convulsión suprema. Su ensueño eterno en las riberas patrias
Animar el pendón de Lavalleja.

JUAN ZORRILLA DE SAN MARTIN

3

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L IS T A D E L O S T R E IN T A Y T R E S O R IE N T A L E S
E N V IA D A P O R L A V A L L E J A A P E D R O T R A P A N I
O rig in al en el
M u s e o H is tó ric o N a c io n a l

5
LA CRUZADA
DE 1825
RELATADA EN
LA MEMORIA
DE JUAN SPIKERMAN
JU A N A. LA VA LLEJA
C a rb ó n de J u a n M . B la n e s to m a d o
d e una m in ia tu ra a n tig u a
M u s e o H is tó ric o N a c io n a l
M o n te v id e o

El año 1823 cuando se suscitó la Por esta misma época don Juan Freiré, Don Manuel Lavalleja, Don
cuestión entre los brasileros y lusi­ Antonio Lavallcja estaba hecho car­ Atanasio Sierra, Don Juan Spiker-
tanos, los hijos del país se adhirie­ go de las estancias de Zamora, las man, Don Carmelo Colman, Sargen­
ron a éstos, a consecuencia de la cuales administraba por cuenta del to Areguatí, Don José Leguizamón
promesa que ellos les hicieron de en­ Estado, pero habiéndose comprome­ (a) Palomo. Vaqueano Andrés Che-
tregarles este país libre e indepen­ tido en un proyecto de revolución veste.
diente, debiendo embarcarse el gene­ contra la dominación brasilera, fue En dicha isla permanecimos 13
ral en jefe de la plaza don Alvaro da perseguido por don Fructuoso Rive­ días esperando la segunda expedi­
Costa, con la división de Talaveras, ra, al servicio del Imperio, y tuvo ción la cual, hasta completar el nú­
compuesta de tres mil hombres de que emigrar a Entre Ríos, pasando mero de Treinta y Tres, venía a las
las tres armas. Este arreglo fue he­ de allí a Buenos Aires, donde esta­ órdenes de Don Juan Antonio Lava-
cho con el Cabildo de Montevideo. bleció un saladero. lie ia.
Sitiaba esta plaza el general don Fue en ese mismo saladero donde La causa de la demora fue que,
Carlos Federico Lecor, con un ejér­ se convino y arregló la empresa del en la noche que se embarcaron esos
cito de más de tres mil hombres. año 1823. compañeros, los tomó un temporal y
Duró este sitio once meses, y se con­ El día 1^ de abril de 1823 nos los arrojó hacia la altura del Salado,
cluyó por medio de un tratado, por embarcamos, a las doce de la noche, costa Sur de Buenos Aires. Como no
el cual los lusitanos entregaron la en la costa de San Isidro, en un lan- podían atracar a ninguna de las cos­
plaza a los brasileros, y se embarca­ chón, los nueve primeros individuos tas, pues la oriental estaba vigiluda
ron para Europa. de la expedición, desembarrando y por los brasileros, y la argentina por
Esta fue la causa por la cual emi­ acampando en una isla formada por el gobierno de Buenos Aires, riel cual
gramos a Buenos Aires como ciento un ramal del Paraná, llamado lirazo nos habíamos ocultado para salir
y tantos Orientales entre jefes, ofi­ Larf'o. Esos nueve individuos eran: del territorio, les faltaron los víve­
ciales y algunos particulares. Don Manuel Oribe, Don Manuel res, y hubieran perecido, si e| día 13

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M A N U E L O R IB E F R U C T U O S O R IV E R A
O le o de E d u a rd o de C a rb a ja l O le o de A m a d e o G ra s
M u s e o H is tó ric o N a c io n a l C o p ia de V a le n z a n i
M o n te v id e o M u s e o H is tó ric o N a c io n a l
M o n te v id e o

de abril no se hubieran incorporado faroles a muy poca distancia; el adelante nuestra empresa de Liber­
a los que estábamos en la isla. Allí viento era Sur, muy lento, y tuvimos tad o Muerte.
encontraron donde calmar su ham­ que hacer uso de los remos. Esa misma noche debíamos haber
bre, pues hacía dos días que nos ha­ encontrado al vecino don Tomás
bíamos provisto de carne, la cual Gómez, el cual según había conve­
19 DE ABRIL DE 1825 nido tres meses antes con nuestros
nos la trajo el vaqueano Cheveste,
quien en una canoa, acompañado de dos comisionados, D. Atanasio Sie­
dos hombres, pasó a la costa orien­ A las 11 de la noche desembarca­ rra y D. Manuel Lavalleja, debía es­
tal y consiguió carnear una res. mos en el Arenal Grande, costa del perarnos con caballos,prontos.
Permanecimos en la isla hasta el Uruguay. En ese momento no pudi­ Circunstancias imprevistas lo ha­
día 18 de abril. mos menos que besar el suelo de bían obligado a ocultarse en el mon­
En aquella fecha nos embarcamos nuestra Patria. Concluido el desem­ te y por consecuencia fue necesario
en los dos lanchones y navegamos barque, D. Juan Antonio Lavalleja que nuestro jefe enviase a su herma­
durante la noche, hasta ponernos a despachó los dos lanchones para no con el vaqueano Cheveste a la
la vista de la costa oriental, a fin de Buenos Aires llevando la lista de los estancia de Gómez, la cual distaba
hacer la travesía del Uruguay, en la Treinta y Tres a don Pedro Trápani, poco de la costa; esta comisión la
noche del 19. cuyo señor fue quien nos proporcio­ hicieron a pie los dos enviados.
El Río estaba cruzado por lanchas nó los recursos para nuestra expe­
de guerra imperiales, y, por consi­ dición.
guiente, emprendimos marcha en esa Concluido este trabajo, nuestro
noche. A las siete, habiendo navega­ jefe Lavalleja tomó la bandera y nos
do como dos horas, nos encontramos dirigió una proclama llena de fuego
entre dos buques enemigos, uno a y patriotismo a la que contestamos
babor y otro a estribor; veíamos sus con el mismo ardor, jurando llevar
7
P A B L O Z U F R IA T E G U I J U L IA N L A G U N A JUAN ACO STA
O le o de Luis Q u e iro lo R e p e tto G ra b a d o Im p re s o F o to g ra fía en el
M u s e o H is tó ric o N a c io n a l en B u en o s A ire s en 1 8 3 5 M u s e o H is tó ric o N a c io n a l
M o n te v id e o M u s e o H is tó ric o N a c io n a l M o n te v id e o
M o n te v id e o

20 DE ABRIL bajar el arroyito, como media legua, los vecinos del pueblo, no encontró
hasta encontrar el verdadero paso. oportuno hostilizar la población y,
A las nueve o diez de la mañana Esta marcha dio lugar a los enemi­ en la misma noche, contramarcha­
llegaron nuestros comisionados con gos para prepararse y salieron a mos en dirección a las puntas del
don Tomás Gómez, trayendo un nú­ nuestro encuentro, formándose en arroyo Grande.
mero suficiente de caballos para to­ una altura como a una legua del Desde entonces fue necesario ocul­
da nuestra gente. pueblo. tarnos de día y marchar únicamente
Emprendimos marcha a las once Nuestro jefe Lavalleja comisionó de noche, esparciendo bomberos y
de la mañana, siguiendo por dentro a un vecino para que dijese a La­ exploradores a todos lados.
del monte del Uruguay hasta encon­ guna que lo esperaba en campo neu­ Con estas precauciones consegui­
trar la barra de San Salvador. En tral para hablarle. Efectivamente, mos tomar todos los chasques que
este trayecto se nos reunieron como vino este jefe; pero Lavalleja no mandaban de Mercedes a Montevi­
treinta o cuarenta hombres monta­ pudo persuadirlo a que se plegase deo y sólo fuimos sentidos, cuando
races y seguimos toda la noche de a nuestra causa, y al tiempo de des­ llegamos a San José.
este día por la costa de aquel arroyo, pedirse le advirtió que lo iba a car­
con dirección al pueblo del mismo gar inmediatamente. ABRIL 27
nombre. Así se hizo; duró unos momentos
Tuvimos noticias de que en ese la pelea, pero se pronunció la de­ Ibamos marchando en dirección
pueblo había una fuerza enemiga, rrota en las filas enemigas, habién­ al Durazno, cuando tomamos prisio­
como de ochenta a cien hombres, doles muerio un soldado, cayendo nero a un vaqueano de Rivera, lla­
mandada por el comandante don Ju­ prisionero uno de sus oficiales lla­ mado Juan Baez, vecino del Colla,
lián Laguna y la cual estaba desti­ mado Valverde y pasándose a nues­ el cual regresaba de una comisión
nada a vigilar la costa del Uruguay; tra fuerza siete hombres. Los demás que le había encargado el dicho Ri­
pues el gobierno imperial tenía avi­ fueron perseguidos en una distancia vera. Por ese prisionero supimos,
so de nuestros proyectos. de siete leguas, huyendo unos hacia que este jefe estaba acampado en
Soriano, otros hacia Mercedes, y el Durazno, con una fuerza como de
ABRIL 21 Laguna con algunos oficiales hacia trescientos hombres y que esperaba
el T)úrazno. al comandante Calderón que venía a
Amanecimos como a una legua En el mismo día 21 emprendimos incorporársele, con un escuadrón de
del pueblo, sin ser sentidos, pues marcha hacia Mercedes, habiéndose­ dragones.
durante la noche los oficiales de la nos incorporado por el camino como El referido Baez había sido muy
fuerza de Laguna habían estado de treinta paisanos; entre ellos venía amigo de Lavalleja y como al mis­
baile; cuando nos acercamos, como un postillón que conducía prisionero mo tiempo le repugnaba la domina­
a media legua, salió a reconocernos al ya mencionado oficial el tonelero, ción brasilera, propuso sorprender a
un oficial llamado el tonelero; llegó el cual iba a llevar a Montevideo el Rivera y tomarlo prisionero. En
como a una cuadra de nosotros y fiarte de nuestro encuentro con La­ consecuencia se comprometió a en­
hubiera caído prisionero, a no haber guna. gañarlo, haciéndole creer que nues­
de por medio un orroyito pantanoso, A las diez de la noche nos acer­ tra fuerza era la de Calderón.
cuyo paso había errado el vaqueano. camos a Mercedes, pero como hu­ Con este objeto nos condujo por
El oficial, así que distinguió la biese sabido Lavalleja que los ene­ quebradas, hasta ponernos a distan­
bandera tricolor, partió a escape a migos estaban sobre las armas, atrin­ cia a tres cuartos de legua del ene­
dar aviso a Laguna. Tuvimos que cherándose y formando cantones con migo.

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B A S IL IO A R A U J O CARM ELO CO LM AN J U A N S P IK E R M A N
C o p ia del original de F o to g ra fía en el F o to g ra fía en el
A m a d e o G ra s por M u s e o H is tó ric o N a c io n a l M u s e o H is tó ric o N a c io n a l
C a rlo s S e ig o M o n te v id e o M o n te v id e o

La guardia avanzada de éste era de la Laguna — Rivera contestó a ABRIL 30


mandada por el teniente don Leo­ este reproche que — no lo había
nardo Olivera, y así fue que Baez perseguido, que por el contrario lo Como a eso del medio día llegó
tuvo que encontrarse con él después había buscado para acordar con él al paso una carreta con uniformes,
de habernos dejado emboscados. un plan de independencia. escoltada por doce hombres y un ofi­
Dijo a aquel oficial que Calderón Concluido este breve diálogo, Ri­ cial, y al anochecer se presentó Bor­
quedaba en el bajo próximo, y que vera prometió entregar la fuerza de bas con su fuerza.
él seguía a dar el parte a Rivera. su mando a Lavalleja, al efecto or­ Estábamos acampados del lado
Mientras Olivera se aprontaba y denó a don Leonardo Olivera que Norte del Paso del Rey, teniendo los
montaba a caballo para venir al en­ hiciese soltar los caballos de la di­ prisioneros, en número de doscien­
cuentro de los que consideraba ami­ visión, asegurando en el campamen­ tos, como a tres cuadras a nuestra
gos; Rivera salía de su campamento to que la fuerza que había llegado izquierda; a la derecha se hallaban
con una escolta de doce hombres y era la de Calderón. Lavalleja, Rivera y algunos oficiales
con el mismo objeto de Olivera. Este Echamos pie a tierra y esperamos como a la misma distancia, estando
fue el primero que nos encontró, a que la operación estuviese con­ firme nuestra fuerza compuesta de
quedando pasmado al verse frente a cluida. doscientos cincuenta hombres fren­
Lavalleja y rodeado de una porción Como a los tres cuartos de hora te al paso, y como a dos cuadras de
de jefes y oficiales, amigos todos. marchamos con dirección al campa­ él.
Conoció el engaño; pero como ha­ mento. Cuando estuvimos en el mis­ En esta posición, mandó orden
bía sido uno de los que, tres meses mo centro desplegamos la bandera Rivera a Borbas que pasase el río
antes, había tenido aviso de nuestra tricolor, y procedimos a desarmar y acampase a la izquierda de nuestra
empresa, no trepidó en adherirse a todo lo que era brasilero, alistando fuerza. Hecha esta operación, Rivera
ella inmediatamente. a los orientales en nuestras filas. envió a decir a Borbas que él y to­
Lavalleja hizo preparar cuarenta En la noche de este mismo, día 27, dos sus oficiales podían venir a to­
hombres bien montados y los hizo marchamos en dirección del Paso mar el café a su fogón, lo cual hi­
apostar en el repecho de una cuchilla del Rey. cieron.
a las órdenes de Manuel Oribe. A. La noche estaba oscura y lloviz­
los pocos momentos apareció Rivera nando; un ayudante de los nuestros
a gran galope seguido de su escolta, dio orden a la tropa de Borbas que
sujetando los caballos como a dis­ ABRIL 29 pusiese las armas en pabellón y des­
tancia de media cuadra; en un ins­ filase a su derecha; por medio de
tante fue rodeado por la fuerza En dicho paso esperamos al coro­ esta maniobra fue fácil a nuestros
apostada. nel Borbas que estaba destacado en soldados apoderarse de todo, que­
Las primeras palabras que pro­ San José con una fuerza como de dando prisionera la división.
nunció Rivera al encontrarse con trescientos hombres. Como Rivera Mientras esto sucedía con la tro­
Lavalleja, fueron éstas: era el comandante general de campa­ pa, Lavalleja intimaba a Borbas y
— Perdóneme la vida y hágame ña por parte del gobierno brasilero, sus oficiales se rindiesen a las ar­
respetar. y se ignoraba aun su captura, se hizo mas de la patria.
—Lavalleja le contestó: que escribiese una nota al referido
— No tenga cuidado — agregan­ Borbas ordenándole que inmediata­
do —. No se portó Vd. así cuando mente marchase con su división a
me persiguió por orden del Barón incorporársele en el Paso del Rey.
9
J O S E M A U R IC IO T R A P A N I G R E G O R IO S A N A B R IA M A N U E L F R E IR E
R e c a u d a d o r de fo n d o s O le o de J u a n M . B la n e s F o to g ra fía
p ara c ru za d a d e los T r e in ta y T re s M u s e o H is tó ric o N a c io n a l M u s e o H is tó ric o N a c io n a l
y c u id a d o r del libro en el M o n te v id e o M o n te v id e o
q u e fu e ro n c o n ta b iliza d o s

MEMORIA DE LOS SUCESOS DE 1825


Se hallaban emigrados en Buenos ejército portugués, con el agregado Puestos de acuerdo con inmensidad
Aires muchos jefes patriotas Orien­ en el centro de Libertad o muerte de ellos como los Burgueños, Figue-
tales que habían tomado parte acti­ consecuente con el juramento pres­ redos, Latorres, Duranes, Calleros y
va en los sucesos políticos del año tado. muchos que no se recuerdan y que
1823 en Montevideo con la esperan­ Al iniciarse esa heroica Cruzada han figurado de jefes, regresaron
za de dar libertad a la Provincia do­ ya manifestaron los orientales el sen­ para Buenos Aires embarcándose por
minada por los Portugueses desde timiento de Independencia que des­ el mismo punto de la Agraciada.
1817, que la invadieron. pués fue una realidad.
La Batalla de Ayacucho ganada Don Manuel Oribe declaraba este Los pequeños elementos que se
por los patriotas en diciembre de secreto, (porque lo era de cierto, pa­ reunían secretamente, costeados ex­
1824, que decidió de los destinos de ra no alarmar el poder brasilero co­ clusivamente por las pequeñas for­
la América Española, inflamó el pa­ mo por no ser sorprendidos por la tunas de don Juan Antonio Lavalleja
triotismo de estos emigrados que autoridad de Buenos Aires, supo­ y don Luis de la Torre, eran condu­
reunidos en la Casa de comercio que niendo se tratase de alguna revolu­ cidos al Saladero de don Pascual
regenteaba don Luis Ceferino de la ción en esa Ciudad que aclarado el Costa, de quien estaba hecho cargo
Torre firmaron espontáneamente un objeto, se habría malogrado la em­ el mismo Lavalleja y tenía ocupados
compromiso jurando sacrificar sus presa! al patriota español vecino de en él a muchos de los orientales que
vidas en la libertad de su patria, do­ Montevideo, Don José María Plate­ lo acompañaron.
minada por el Imperio del Brasil. ro, a quien pidió unas 200 tercerolas Dispuestas las cosas y prontos pa­
Siete fueron los patriotas inicia­ que desde el año 1823 tenía deposi­ ra arrojarse a la empresa, partieron
dores y que contrajeron ese heroico tadas en la Aduana, que le fueron nuevamente de Buenos Aires, Manuel
compromiso: Don Juan Antonio La- cedidas generosamente y despacha­ Lavalleja, Sierra y Freire con una
valleja, su hermano Don Manuel, das por el vista don Gregorio Gó­ docena de compañeros conduciendo
Don Manuel Oribe, Don Luis Cefe­ mez, con conocimiento del objeto a el armamento a depositarlo en la Isla
rino de la Torre, Don Pablo Zufria- que se destinaban. Esc señor, amigo Brazo Largo punto de reunión acor­
tegui, Don Simón del Pino y Don de don Manuel Oribe merece una dado, que estando cerca de la costa
Manuel Meléndez, nombrando ense­ particular mención por aquel servi­ y de la estancia de don Tomás Gó­
guida unánimemente a Don Juan cio. mez, debían combinar con éste el día
Antonio Lavalleja ¡efe de la empre­ Don Manuel Lavalleja, Don Ata- que les arrimase caballos a los ex­
sa, y como tal quedó en su poder ese nasio Sierra y Don Manuel Ereire pedicionarios. Llevaban también la
documento que hará inmortales los fueron destinados a la Banda Orien­ comisión de hablar a don Juan Are­
nombres de esos siete heroicos pa­ tal en comisión, que partieron secre­ nas, oficial al servicio del Brasil,
triotas que lo firmaron. Desde ese tamente de Buenos Aires desembar­ que como buen patriota y hombre de
día se reunían diariamente en la ca­ caron en la Agraciada dirigiéndose campo, reuniese algunos hombres
sa de la Torre y se acordaban los a la estancia de don Tomás Gómez con el pretexto de hacer una voltea­
trabajos que cada uno debía desem­ (hoy Coronel! a quien comunicaron da de baguales y con ellos se p r •
peñar. De la Torre reunía aislada­ el objeto y afiliándose a él, les faci­ sentase en la costa el día del desem­
mente el armamento posible, así co­ litó caballada para que se dirigiesen barque; pero aconteció que Arenas
mo construía con sus propias manos hasta Montevideo. Esta Comisión era había sido comisionado para p e r s e ­
las dos banderas que debían tremo­ la de hablar, en nombre de los fir­ guir unos ladrones que atacándolos
lar triunfantes en su Patria. Se adop­ mantes, a todos los patriotas conoci­ había sido herido por una bala e
tó la tricolor que había usado la Pro­ dos en el tránsito examinando sus inutilizado para aquel fin.
vincia Oriental cuando la invadió el opiniones en favor de la empresa. Quedaron solo acordes con Gómez

10
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a ser entregado a la misma señora
de Oribe con quien se entenderían
los Sargentos.
El 19 de abril de 1825, pisan los
33 libertados el suelo patrio, desem­
barcando en el Arenal grande y se
encuentran sin caballos ni noticias
de Don Tomás Gómez.
El inmortal Lavalleja ordena a los
tres lanchones su regreso, y con la
rodilla en tierra desplegando las dos
banderas juran ante Dios y por la
Patria libertarla del poder extran­
jero o perecer en la lucha.
R A M O N O R T IZ ANDRES CHEVESTE Esperan en vano noticias de caba­
F o to g ra fía en el B a q u e a n o d e los T r e in ta y T re s llos, Don Manuel Lavalleja y el ba­
M u s e o H is tó ric o N a c io n a l D e ta lle de la o b ra de queano Cheveste se internaron en
M o n te v id e o J u a n M . B la n e s
el monte y descubren un caballo de
un leñatero, y enancados lo recorren
F ^ P P I T A P O P y juntan como para que puedan
montar también Don Atanasio Sierra
LUIS CEFERINO DE LA TORRE con seis soldados, que juntos se di­
rigen a la estancia más inmediata y
arrean, todos los que encuentran, a
en el día que debía presentarles los Al partir de Buenos Aires, Don
donde estaban sus compañeros.
caballos, y se retiraron a la Isla a Juan Antonio Lavalleja, dejó su fa­
Provistos ya de caballos salen al­
esperar el arribo de sus compañeros. milia al cuidado de su amigo el be­
gunos bomberos a descubrir el cam­
En dos lajichones y distintos pun­ nemérito patriota oriental Don Pe­ po y dar noticias de lo que ocurriese,
tos de la costa de San Isidro para dro Tràpani, persona respetable y
permaneciendo todo ese día ocultos
no llamar la atención se embarcaron del comercio de Buenos Aires, a en los montes. Los bomberos regre­
de noche don Juan Antonio Lava- quien, como es consiguiente, le co­ san con la noticia de que el coronel
lleja, Oribe, Zufriategui, Pino, Me­ municó la arriesgada empresa a que Laguna y capitán don Servando Gó­
lendez y demás compañeros con di- se lanzaba, y obtuvo la promesa de
mez al servicio del Brasil se halla­
rección a la Isla Brazo Largo; pero su abnegación por ella y de que la
ban en la costa de San Salvador con
por una de esas rarezas no frecuen­ protegería con los elementos necesa­
una pequeña fuerza en observación
tes una gran nortada de ocho días rios luego que pisasen el territorio de la costa.
les impidió llegar el día señalado oriental, como lo hizo enviando al Lavalleja marchó esa noche a en­
para el desembarque. Buceo armamento y recursos que contrarlo, incorporando a los 33 to­
Gómez, puntual en su compromi­ clandestinamente se embarcaron en
dos los hombres que se encontraron
so arrimó a la costa sus caballos, la Goleta Libertad del sur y en Ba­
en el tránsito y armándolos con el
no encontró noticia, se retira y lo lleneras a la Costa de la Colonia. doble armamento que cada uno con­
repite al día siguiente, y al tercero Entre los trabajos para la empre­ ducía.
le avisan que se desconfía de aquella sa entraba una revolución en Monte­
operación y que se disponían a pren­ video con el Batallón de Pernambu- El día 23 que ya constaba la fuer­
derlo. Gómez para evadirse abando­ canos de ideas republicanas y con­ za de 50 hombres, son descubiertos
na su casa se dirige a la costa y se finados en aquella plaza. Este traba­ por la guardia avanzada de Laguna
embarca en una chalana que se diri­ jo le fue encomendado a la señora que fue a reconocerlos y preguntar
gía para Buenos Aires, y se presenta Doña Josefa Oribe de Contucci, pa­ quiénes eran, y contestando es La­
a don Luis Latorre a procurar noti­ triota entusiasta que logró seducir a valleja, dispararon a reunirse a los
cias de los expedicionarios, pues que los sargentos que en prueba de su suyos y juntos volvieron al encuen­
se había acordado, quedaría en Bue­ decisión remitieron a Buenos Aires tro. Lavalleja envió un parlamento a
nos Aires de agente secreto para en­ un acta del compromiso y pidiendo Laguna pidiéndole una entrevista se­
tender y remitir lo que se fuese pre­ una persona que se pusiese a la ca­ parados de las fuerzas, la tuvieron y
cisando según los resultados de la beza del movimiento. Don Pablo Zu- no conviniendo Laguna tomar parte
empresa; así es que más tarde el friategui era el destinado, pero se en la Cruzada porque no veía ele­
General Lavalleja lo declaró, por un creyó conveniente retardarlo hasta mentos de triunfo, Lavalleja le inti­
certificado, acreedor a los premios que al frente de Montevideo los pa­ ma se disponga a batirse porque lo
decretados por la Nación. triotas pudiesen proteger el movi­ va a cargar como su enemigo. Así lo
Incorporados en la Isla se dispo­ miento. Latorre les remitió de su pe­ hizo y puso en fuga a 80 hombres
nen a pisar su patria. Cada uno de culio 18 onzas de oro para que fue­ que tenía, tomando prisioneros la
los 33, se arma de dos tercerolas y sen repartidas entre los sargentos, y mayor parte, que como orientales se
dos sables, formando unos pequeños tres cajones de cartuchos a bala que incorporaron a los patriotas. El Co­
líos de armas para conducirlas en clandestinamente consiguió extraer ronel Laguna y Capitán don Ser­
cargueros, dejando el resto en la del Parque de Buenos Aires y que vando más tarde figuraron de Jefes
Isla, que más tarde fue descubierto fueron conducidos a Montevideo en en esa memorable campaña. ¡Eran
y tomado por la escuadra brasilera. el Paquete Pepa, capitán Chentopé, orientales!!!
11
LOS TREINTA Y TRES de los caballos que esperábamos.
Lavalleja se paseaba tranquilamente
DESPUES DE LLEGAR A al lado de un grupo de sarandíes, y
habiéndosele acercado don Manuel
TIERRA ORIENTAL Oribe y Zufriategui diciéndole que
eran las seis de la mañana y no lle­
R e la to d e A ta n a s io S ie rra gaba Gómez con los caballos, les
Estábamos, decía, en una situa­ había desembarcado. Este desorden, respondió sonriéndose: “Puede ser
ción singular. A nuestra espalda el agregado a nuestros trajes comple­ que Gómez no venga porque los
monte, al frente el caudaloso Uru­ tamente sucios, rotos en varias par­ brasileros lo tendrán apurado; pero
guay, sobre cuyas aguas batían los tes y que naturalmente no guardaban Cheveste volverá, y con caballos; es
remos de las tres lanchas que se ale­ la uniformidad militar, nos daba el capaz de sacarlos de la misma ca­
jaban; en la playa yacían recados, aspecto de verdaderos bandidos. ballada de Laguna”. Cuando don
frenos, armas de diferentes formas Desde las once de la noche del 19 Tomás Gómez, acompañado de Che-
y tamaños; aquí dos o tres tercero­ hasta las nueve de la mañana del 20, veste y don Manuel Lavalleja, llega­
las allá un sable, aquí una espada, nuestra ansiedad fue extrema. Con­ ron con los deseados caballos, hubo
más allá un par de pistolas; pon­ tinuamente salíamos a la orilla del muchos de nosotros que se abrazaron
chos por un lado, sombreros por el monte y aplicábamos el oído a la al pescuezo de éstos dándoles besos
otro, todo mezclado aún como se tierra por ver si sentíamos el trote como si fuesen sus queridas”.

empresa con todos los trabajos que


LA HAZAÑA LIBERTADORA ofrecía mi debilidad, hasta que el
DE 1825 28 hice prisionero a Don Frutos, en
Monzón; quien me ofreció que si lo
E v o c a d a p o r L a v a lle ja perdonaba me acompañaría en la
empresa. Lo hice y enseguida desar­
El 19 de abril del año 25 desem­ en el patriotismo de los orientales,
mamos la fuerza que se hallaba en
barqué en la margen Oriental del que contribuirían a ayudarme en la
San José al mando del coronel Bor-
Uruguay con 32 hombres que me empresa.
bas.
acompañaban, costeados de mi pe­ No tenía ninguna inteligencia con
culio; y sin más inteligencia con los el gobierno de Buenos Aires, Entre “ F r a g m e n t o d e las m e m o r i a s i n é d i t a s
habitantes de esta Provincia, que Ríos, etc., para (fue me auxiliasen y del B r i g a d i e r G e n e r a l J u a n A n t o n i o L a ­
con dos que debían esperarme con sólo algunos ciudadanos lo hacían v a lleja . e sc r ita por su le tr a , q u e e x is te n
en el a r c h i v o de su n i e t o el s e ñ o r C o n s ­
caballos, lo que no tuvo efecto por particularmente. t a n t i n o L a v a l l e j a ” . P u b l i c a d a s en " M i n a s -
varios accidentes y sólo venía fiado Seguí los primeros pasos de mi L a v a ll e ja " , 1902.

JUAN A. LAVALLEJA son las 9 de la noche sobre Canelón


v mañana pienso estar en el Cerrito
a su e s p o s a A n a M o n te rro s o de Montevideo. Ya no tengo nada
que temer. La Provincia se ha pro­
nunciado de un modo indecible a mi
San José Mayo 2-825 vio entre mis manos: me suplicó le favor. En la adjunta de Oribe para
Mi querida Anita. El 19 salté en librara su vida; a estas expresiones La Torre van más detalladas nues­
lierra. El 23 ataqué a D. Julián La­ me encomendó y le hice ver que no tras operaciones.Yo no tengo tiem­
guna y a Servando en San Salva- era tan ingrato corno él: yo traté po por eso no lo hago, pero dentro
dor.EI 24 entré en Soriano. No quie­ de sacar de este acaso imprevisto to­ de 4 días mandaré a Cheveste y te
ro atacar a la Capilla en Mercedes das las ventajas que me podían ser escribiré circunstanciadamente; esto
por evitar un desorden en los veci­ favorables, y lo primero fue hacerle mismo hazle presente a los amigos y
nos de aquel pueblo.Continué mi hacer un oficio para el Coronel que no les escribo por que no me
marcha al interior de la campaña,y Borba que se hallaba en San José de es posible pues ya marcha la tropa
tuve noticias que I). Frutos venía en guarnición para (fue saliera con to­ sobre el enemigo y no puedo dete­
marcho de la Colonia a incorporarse da su tropa v poderlo sorprender. nerme un solo instante.La carta de
a una fuerza de 300 Portugueses que Efectivamente logré mi intento: fue­ Oribe instruirá a todos. Expresiones
cruzaban la campaña, y ésta fue cor­ ron prisioneros 150 soldados y 9 a mi amigo 1). Pascual Costa y que
tada por nosotros. oficiales. dentro de 6 días le diré algo de bue­
Desatendí todas atenciones y me En fin hija me veo tan lleno de no. A D" J.n Carlos que soy su ami­
propuse perseguirlo día y noche y el atenciones que no tengo un pequeño go. A mi hija muchos y muchos ca­
29 a las once de la mañana lo hice lugar: bas'a decirte que vamos con riños y tú manda a tu eterno es­
prisionero con 6 oficiales que le toda felicidad. Ya está reunido con­ poso
acompañaban y 50 y tantos solda­ migo D. Bonifacio Calderón con 100 J . A.L.
dos. Iwimbrcs y 200 que están en el paso
No te puedo pintar cual fue la si­ del Durazno ya están a mis órdenes. D o c u m e n t o c o p ia d o del o rig in al p or el
tuación de aquel hombre cuando se Yo marcho en esta misma hora oue Dr. F r a n c i s c o A. B e rro .

12
EL
JURAMENTO
DE LOS
TREINTA Y TRES
POR
JUAN MANUEL BLANES

I juramento cuva imagen había creado co, y a sol alto, parecía uno de los
el pincel de Blanes. mejores episodios.; pero encontré ra­
La Cruzada de los Treinta y Tres El propio Blanes. en la Memoria zones para no adoptarlo, porque la
Orientales es el episodio de la histo­ que presentó a la “Sociedad de Cien­ conveniencia buscada no estaba en
ria nacional que más tempranamente cias v Artes” el 5 de enero de 1878. distinguir demasiado al jefe y a los
impresionó la sensibilidad de nues­ explicó la elección del momento del subordinados, sino en caracterizar
tros artistas inspirándoles obras dra­ juramento como tema de su cuadro igualmente el propósito de que esta­
máticas, composiciones poéticas y la en los siguientes párrafos: “Había ba animada aquella colectividad de
primera tela de carácter histórico: el rechazado siempre la escena del de­ héroes, para todos los cuales el pe­
óleo de Josefa Palacios, natural de sembarco, no sólo por los inconve­ ligro era igual, como igual fue el co­
Colonia, que alrededor de 1854 re­ nientes de la hora Histórica (noche) raje con que lo desafiaron”.
presentó en el lienzo el desembarco sino porque me forzaba a pantomi­ “Había pensado siempre en su ju­
de los Treinta y Tres Orientales. mas y recursos que podrían compro­ ramento, pero esta idea me había
En 1832. cuando aún vivían la meter la dignidad de la representa­ sido combatida muchas veces por los
mayoría de los protagonistas, el Dr. ción y su legibilidad. ¿Puedo de­ que no creen que haya tenido lugar
Carlos Villademoros llevó a la esce­ cirlo? No habría llegado más que a ese acto en Gardizábal (actual arro­
na el acto del juramento de Libertad alguna imagen que tanto parecería yo Gutiérrez)”.
o Muerte tomado por Lavalleja a sus de héroes generosos, como de gentes “Esta lucha se hacía cada vez más
compañeros en el arenal de la Agra­ de intención dudosa, pues no era po­ incómoda y sólo cesó cuando una
ciada en el amanecer del 19 de abril sible abundar la disposición con ac­ voz amiga fortificó mis opiniones,
de 1825, juramento cuya existencia cesorios de lisencia o fantasía artís- con argumentos idénticos a los que
real ha sido alguna vez controver­ tica . me llevaban a reconocerle más no­
tido. “La arenga o proclama que Lava­ bleza al juramento que a la procla­
Posteriormente, en 1878. Juan Ma­ lleja (el General) dirigió a sus com­ ma”.
nuel Blanes, inmortalizó aquel mo­ pañeros en la mañana del desembar- “Es un principio artístico univer­
mento en la tela titulada “El jura­ salmente recibido, que hay verosimi­
mento de los Treinta v Tres Orien­ litudes preferibles a muchas verda­
tales” que inflamó el sentimiento des, y me parece innecesario insistir
popular al exhibirse en Montevideo sobre él”.
v que, desde aquel entonces, identi­ “He adoptado pues la verosimili­
ficó en el espíritu público el jura­ tud del juramento, porque es bella,
mento con el desembarco y a ambos conveniente, buena, esto es, hace
con la independencia nacional. A unidad una, da acción é interés a to­
ello contribuyó también, en fuerte dos los personajes, sin que las gra­
grado, “La Leyenda Patria" que me­ daciones de unidad subalterna dis­
ses más tarde, mavo de 1879, Juan puten valor a la unidad principar.
Zorrilla de San Martín recitó al pie COMODA Es exacto que la Historia no ha
del monumento a la Independencia Q u e p e rte n e c ió a recogido aun el documento que de
Nacional en Florida, en ocasión de P e d ro T rá p a n i manera irrefutable verifique la rea­
en la q u e se c u s to d ió la lización formal del hecho que reme­
su inauguración. En inspirados ver­ d o c u m e n ta c ió n de
sos que conmovieron al público, el la C ru z a d a L ib e rta d o ra de 1 8 2 5
mora el óleo de Blanes, pero es evi­
poeta exaltó la epopeva de los cru­ M u s e o H is tó ric o N a c io n a l dente que la Cruzada Libertadora,
zados de 1825 y evocó la escena del M o n te v id e o (Continúa en la pág. 18)

13
-
EL J U R A M E N T O
D e los T re in ta y T re s
D ib u jo a p lu m a de B la n e s

La numeración empieza a la izquierda del espectador con el número 1, y termina


con la última figura del cuadro, siguiendo estrictamente el orden de colocación sin
tener en cuenta la perspectiva.
1, Ignacio Núñez—2. Juan Acosta—3, Felipe Carapé—, 4, Juan Rosas— 5, Ce­
ledonio Rojas- 6, Manuel Meléndez—7, Avelino Miranda—8, Agustín Velázquez—
9, Manuel Freiré —10, Joaquín Artigas—, 11, Gregorio Sanabria— 12, Santiago Nie­
ves— 13, Santiago Gadea 14, Ignacio Medina— 15, Jacinto Trápani— 16, Luciano
Romero (arrodillado) 17, Juan Spikerman—18, Pablo Zufriategui— 19, Simón
del Pino 20, Manuel Lavalleja 21, Juan Antonio lavalleja— 22, Atanasio Sie­
rra 23, Manuel Oribe 24, Andrés Spikerman - 25, Ramón Ortiz— 26, Basilio
Araujo- 27, Juan Ortiz 28, Pantaleón Artigas—• 29, Aiidrés Chebeste —31, Fran­
cisco Lavalleja— 32, Dionisio Oribe — 33, Carmelo Colman.

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ACTA D E D O N A C IO N

D e t r e s f r a g m e n t o s d e la b a n d e r a d e
los T r e i n t a y T r e s r e a l i z a d a p o r J u a n
S p ik e rm a n en 1 8 5 8 .
M u s e o H is tó ric o N ac io n al. M ontevideo.

17
Formaban ese grupo Juan Anto­ sin duda alguna, la segunda condi­
nio Lavalleja, Manuel Lavalleja, Ma­ ción, belleza espiritual, porque es
nuel Oribe, Luis Ceferino de la To­ bella — dice — la verdad de los
rre, Pablo Zufriategui, Simón del Treinta y Tres, capaz de infundir en
Pino, y Manuel Meléndez. el espectador “los encantos y el va­
En poder de Lavalleja, designado lor de las virtudes patrióticas” que
jefe, quedó — según esta versión — el ha procurado recordar en su cua­
el documento suscrito por aquellos dro.
patriotas. Más adelante la Memoria
de de la Torre menciona el juramen­
to que fue pronunciado luego del II
desembarco. “El 19 de abril de 1825
pisan los 33 libertadores el suelo pa­ EL CUADRO DE BLANES
trio, desembarcando en el Arenal
Grande y se encuentran sin caballos El 19 de abril de 1859 el Sargen­
ni noticias de D. Tomás Gómez”. to Mayor D. Juan Spikerman donó
“El inmortal Lavalleja ordena a a la señora Josefa Cavia de la Torre
los tres lanchones su regreso, v con dos fragmentos de la bandera de los
por sus singulares rasgos heroicos, la rodilla en tierra desplegando las
fue la obra de un grupo de juramen­ Treinta y Tres Orientales que había
dos banderas juran ante Dios y por sido confeccionada por Luis Ceferi­
tado«. Isidoro De María en su “Com­ la Patria libertarla del poder extran­
pendio de Historia de la República no de la Torre labrándose un acta
jero o perecer en la lucha”. (“Revis­ de la ceremonia, la que se custodia
Oriental del Uruguay” (Tomo V, ta del Instituto Histórico y Geográ­
págs. 28-29. Montevideo. 1901), al en el Museo Histórico Nacional. A
fico”. T. 19, página 316). la izquierda del texto de dicha acta
referirse a los trabajos preparatorios
Juan Spikerman, otro de los Trein­ aparece dibujada a pluma, una hoja
de la empresa realizados en Buenos
Aires, dice al respecto: “ Allí con­ ta y Tres, se refiere también al ju­ de palma en la que se han inscripto
ramento prestado por los cruzados. los nombres de los integrantes de la
trajeron el solemne compromiso de
Dice en sus Memorias que, concluido cruzada del 19 de abril.
iniciar la rendición de la Patria,
el desembarco, “Lavalleja tomó la La letra “E” inicial del acta tiene
obligándose bajo juramento a em­
bandera y nos dirigió una proclama como fondo una viñeta, también di­
prender la Cruzada Libertadora, a
llena de fuego y patriotismo a la que bujada a pluma, que representa el
costa de su vida y su fortuna. La­ contestamos con el mismo ardor, ju­ desembarco de los Treinta y Tres.
braron un acta de ese compromiso rando llevar adelante nuestra empre­ En el centro del grupo aparece La­
patriótico, por lo cual aceptaban for­ sa de Libertad o Muerte”. valleja con la bandera de los cruza­
malmente el de abordar la libertad Este tipo de Memorias, como fuen­ dos en alto flanqueado por los com­
de la Patria, ó morir en la demanda, te de la Historia, debe ser tomado pañeros que en la composición for­
nombrando para jefe de la empresa con cierta reserva ya que general­ man un círculo.
al Teniente Coronel Don Juan An­ mente son escritas muchos años des­ ¿Quién fue el autor de este dibujo
tonio Lavalleja; agregando que si pués de los sucesos a que se refieren: en el que aparece anticipada la idea
fallaba se comprometían a renovar­ sin mayor rigor cronológico y sin la de la composición lograda por Bla­
la una y veinte veces”. información documental necesaria nes en 1878?
“Esa acta firmada por todos la en­ para la precisión de la información, Entre los firmantes del acta figu­
tregaron original en el mismo ins­ la que surge simplemente del recuer­ ran dos nombres que podrían corres­
tante al jefe nombrado. Lavalleja la do que sobre los acontecimientos ponder a su autor: Juan Manuel
recibió gozoso guardándola en el bol­ conserva el autor, recuerdos desdi­ Besnes e Irigoyen y Juan Manuel
sillo. Desgraciadamente no tomaron bujados, muchas veces, por la edad Blanes. Nos incluíamos a creer que
copia de ella, y en medio de las tri­ o idealizados a través de los años. el dibujo es obra de Blanes lo que
bulaciones del tiempo, se le perdió Sin embargo, la referencia al jura­ vendría a constituir un interesante
a Lavalleja, por cuya causa quedó la mento por dos de los actores de antecedente del lienzo de 1878. Si
historia privada de poder consignar aquella jornada, el antecedente de no lo fuera su intervención, en aquel
ese precioso documento en sus pá- haberlo escenificado en su obra el acto lo vincula ya al tema de los
ginaskn
. Dr. Villademoros cuando vivían La­ 1 reinta y Fres y pone en evidencia
Isidoro De María, seguramente, to­ valleja y sus compañeros, unido a la su interés por aquel hecho histórico
mó esta información de las Memo- naturaleza misma de la empresa, con- y las reliquias que de él se conser­
rias de Luis Ceferino de la Torre, vierten el hecho como acertadamente van. Es probable, que en esta época
uno de los integrantes de la Cruza­ considera Blanes, no sólo en vero­ haya surgido en su mente la idea de
da, quien, luego de referirse a los símil, sino en un acto verdadero re­ una gran tela sobre el asunto. Entre
trabajos preparatorios realizados en cogido por la tradición y por las los firmantes del acta de 1859 figu­
Buenos Aires y a las reuniones que crónicas. Al artista le es lícito en­ ran también dos de los integrantes
un grupo de patriotas celebraban en tonces interpretarlo plásticamente. de la cruzada lavallcjista: Atanasio
su casa, dice que allí “firmaron es­ Siendo pues verosímil y posible el Sierra y Juan Spikerman, de quienes
pontáneamente un compromiso ju­ juramento, Blanes consideró que se debió Blanes, seguramente, escuchar
rando sacrificar sus vidas en la li­ daba en él la primera condición que una versión animada de los hechos
bertad de su patria dominada por el requiere la pintura histórica. Ade­ que impresionaron su espíritu en el
Imperio del Brasil”. más, el episodio elegido satisfacía, que fue paulatinamente madurando

18
aquí”. Sobre este proyecto de 1865,
no realizado entonces, Blanes agre­
ga: “Hice un boceto que se me pidió,
y me presté a hacerlo sin conoci­
miento del lugar del desembarco
para mostrar una composición sola­
mente . . .
En 1865 fracasó la gestión con el
gobierno pero Blanes siguió alen­
tando su proyecto y en 1875 se puso
a la tarea de pintar el “Juramento de
los Treinta y Tres Orientales”.
Comenzó por estudiar sobre el te­
rreno el lugar en que se desarrolló
COMEDIA EN TRES ACTOS.
la acción visitando en la madrugada
del 19 de abril de aquel año la playa
* • POR EL • de la Agraciada, para apreciar el
mismo paisaje que sirvió de escena­
D octor D. C arlos G. V illademoros . rio al acto que iba a evocar con sus
pinceles, en las condiciones más
análogas a las que pudieron darse
en la mañana del 19 de abril de 1825
a fin de ambientar de ese modo el
solemne episodio con elementos de
la realidad.
actores.
La obligación de ser veraz se la
imponía su concepto de que el cua­
I). J u a n A . L avalleja . .G e n e r a l y primer Ge- dro histórico, además de apoyarse
[fe de los 33. sobre una verdad bella, debe dar una
,, AMr anuel T O r i b e . . . . }f Oficiales
r \c • i e
Superiores justa representación del hecho que
’ M anuel L avalleja > , . ^ .>,{ interpreta.
„ r, w de ios 33. En la Memoria de la “Sociedad
’ P ablo Z u f r ia t e g u i 3
” T omas-Gomez ...............vecino de la B. O. y Ciencias y Artes” ya mencionada,
Blanes explicó cómo entendió que
Su ESPOSA.
debía componer su tela sin perder
D. J acinto T rapani ........ Ayudante del Gene­ de vista otra de las exigencias de la
ral Lavalleja. pintura histórica, la de recrear el
” J ulián L aguna.......... Coronel al servicio pasado provocando emociones con
del Brasil. imágenes que no desagraden, lo que
U n J uez del PuEBLo-de San Salvador. él denomina “belleza óptica”.
U n mensajero . Esta exposición de Blanes, expli­
T ropa de los treinta y t r e s . cativa de su cuadro, es particular­
mente interesante no sólo por lo que
puede servir para la comprensión de
la obra en sí, sino principalmente
porque ilustra de una manera aca­
bada, sobre el pensamiento pictórico
F A C S IM IL D E LA del artista y sus concepciones en ma­
P R IM E R A P A G IN A teria plástica.
D e la o b ra de “Cuando he dicho que el intento
C a rlo s G . V illa d e m o ro s s o b re P u b lic a d o en 1 8 3 5 en
de un cuadro de historia nacional
la c ru z a d a d e los T re in ta y T re s . “ El P a rn a s o O r ie n ta l”
era en mí una inclinación, he que­
rido decir que, tratando de encon­
trar lo que a mi propósito convinie­
la idea de la obra. Años después, en tuvo la feliz ocurrencia de hablarme ra, (y este propósito era el cuadro
agosto de 1865, Blanes escribió a sobre la oportunidad de hacer el cua­ de los Treinta y Tres), he tenido
Andrés Lamas sobre la posibilidad dro sobre el desembarco de los 33 que ocuparme incesantemente en
de hacer el cuadro en términos tales patriotas. Esta idea que para usted darme cuenta clara del asunto por
que permiten deducir que esa inten­ no es nueva por cierto, halagó no ya los medios á mi alcance, hasta pene­
ción desde tiempo atrás animaba al mis deseos de sacudir la mezquindad trar, si puedo decirlo así, en el espí­
pintor y era conocida por algunos y las penas de mi vida material, pero ritu que reinó en la escena real,
compatriotas. “ A propósito de cua­ sí el deseo de mostrarme en cuanto cuya interpretación intentaba. Debía,
dros de historia, expresa Blanes, y me considero capaz como pintor de pues, ahorrarme vacilaciones en la
con motivo de mejoras que el Go­ historia, para alcanzar algo más de tela, y para consignar en ella un
bierno hace aquí en la casa de go­ lo que se me acuerda como retra­ pensamiento ordenado se hacía ne­
bierno, el Sr. Juan Ramón Gómez tista, como le llaman a uno por cesario haber entendido ya el asunto,
Sarmiento* empleada a mi propósito,
“me he hecho cómplice en la esce­
EL PARNASO ORIENTAL. 7 na”, y nos hemos acomodado como
Dios quiere en derredor de la ban­
dera cuyo triunfo proclamamos y
juramos”.
Opone, diestro, el invencible brazo' “La verosimilitud me ha hecho
Aquesto nos salvó ; y al fin nos remos adoptar este como Dios quiere para
En el seguro puerto, deseado, componer la representación de ese
Adonde yo el primero conducido, acto, que nació sin duda, de la con­
Mi grata voz al cternal levanto. fianza en el valor y la justicia de la
Pronto aquí llegarán mis compañeros causa, más que de la confianza en
el aparato”.
Y pronto Gómez, el fraterno abrazo,
“El partido tomado tenía dificul­
])e ellos recibiréis.. ;*y............... tades, porque era necesario evitar la
monotonía, el demasiado acomodo,
ESCENA <1.rt el demasiado descuido; no sé, seño­
res, si he logrado triunfar de estas
A l finalizar D. M anuel L avalleja estas es- dificultades”.
p raciones se hará sentir un pequeño ruido y L a­ “Cuestión previa para el concep‘o
va lleja y G ómez verán ya cu tierra á iodos, los de esta composición, la línea domi­
que mientras el hablaba venían remando acia la nante debía escogerse, y he preferido
costa. A l verlos D. M anuel L avalleja dirá la horizontal porque convenía a la
á G ómez. exposición de treinta y tres figuras
que no debían hacer hileras”.
L avalleja (D. M anuel ,) Más adelante dice que todas las
figuras representadas concurrían a
Helos amigo. un solo objeto y habiéndose propues­
to una escena que pudiera ser abar­
(¿om ez; cada por la vista en toda su exten­
sión dio, a la agrupación general,
Oh Dios ! venero tus decretos altos! una “intención circular bastante
marcada”.
Luego continúa: “Me he esforzado
D. J uan A t o m o L a v a l l e j a es ti último que
por alcanzar los caracteres genera­
salta en tierra con una banda (l tricolor cu la mano les de la humanidad para leerlos a
isquii tela, y en el momento meando una i odilla,pro­ través dé un grupo de patriotas uru­
nunciará ta invocación siguiente, £7 acto de in­ guayos; y si la representación no
car se lo imitan todos, brilla por lo chispeante, no se ex­
cede en las afectaciones, que son
L avalleja (D. J uan A ntonio.) contrarias a la convicción, que com­
prometen la gravedad, que desvir­
Salve Patria infeliz ! mi Patria amaJu ! túan el pensamiento representado:
así, más que una imprudente altane­
ría, pensé que conviniese la natura­
lidad y la dignidad”.
“ He tratado de ser preciso, cui­
Fragmento de la obra teatral dando que la perspectiva, llave de la
de Villademoros que hubo de representación óptica, me diese el
representarse en 1832 resultado apetecido, sin precipitar la
degradación de los tonos y las líneas,
recurso que no responde a la oculta­
ción del arte, y que pertenece a la
y haber previsto torios los efectos. “Creí, pues, que la composición categoría de lo afectado y lo amane­
Con tanta mayor razón he debido debía apoyarse en la idea verosímil rado. Si la imagen hubiera de llegar
cuidar mis reflexiones, cuanto he re­ y hasta probable, de que la dicipli- sólo a los sentidos, esa manera y esa
conocido, siempre ser el asunto su­ na particular, voluntaria, y tolerada afectación tendrían el interés que
perior á mis fuerzas”. en sus descuidos, y que habría de despiertan cuando se ha de juzgar
“ La claridad, la simplicidad, la tomar forma militar cuando hubie­ una pintura con la vista solamente.
unidad, los episodios, el traje y el ran de producirse Hincón, Sarandí, Dirigiéndose conjuntamente al sen­
modo, esto es, la precisión, la econo­ Cerro, etc.”. tido y a la inteligencia, la pintura
mía, la armonía, el interés y el as­ “ Asi es que para mi composición, obra como el espejo en condiciones
pecto, debían tener la palabra en la no es visto más que un grupo de de arte imitador, y en condiciones
composición, para llegar a una ver­ amigos abnegados, resueltos, valien­ de arte liberal; pero no sé señores,
dad inteligible y óptica”. tes, y sirviéndome de una frase de si he podido romper el círculo de la

20
cería la más perdonable la manera
como he usado el re tra to ...”’ “el
dominio de la historia para el pin­
8 EL PARNASO ORIENTAL. tor se distingue mucho de el del re­
trato, porque la acción y las pasio­
nes le sacan fuera del retrato ordi­
nario para servir signos especiales:
Al fin toco c o t a s « [>í'ú i n*. así es que en el caso del cuadro de
Y el Dios eterno, u r 1«' ^«s' a*,. dociiO los Treinta y Tres la representación
A p í. i n mi j ei ho icin vi«r las iras conveniente de la edad y la expre­
Y la *copanva ve ijut* ahajo (!m*:i sión, me ha impuesto algunas modi­
J;e! L í w l*u;o la o resimi inicia ! ficaciones”.
S a l\c ! vci e.s >aivc! liol oh tus hijos, En otro pasaje justifica el vestua­
Tus !;*'es h , de la mam ion qucuiia, rio con el que presentó a sus perso­
najes: “Los vestidos sirven la me­
1)6 la a! mu atina «rata los rodeaba, moria de la época, y no he creído
P.cíiicro. »v • i *^' en ía misma mi.a, deber abandonarlos por más que el
]\I i ¡a e ; h «. r:o ir.-or; íí< i o, en su mano, arte prescriba límites para su uso y
Precursor bi 1 es raí:o y <íe la ruina, limite la extensión de su exacta imi­
1N$•ra e l , lit r o st-onbiunie, en que la rabia. tación. No creo que particularidades
La su; ir r. anón*' ia une vs ras v¡ rtula. que estima reconocer históricas y na­
cionales, no pueden decorar con dig­
^ju-gie ilu MiViiso. ! ¡¿migre tj ie piden nidad el sujeto, por la sola razón de
J. •s *;í' rus seminas, «le la tumba fria, que el traje no sea el principal pla­
J -o <1 buor <ie 'a «nerra, las lanzara cer que ha de producir la pintura.
] e do ai A,r«m y ó la v< uganzn, incitan. No lo creo, además, porque si hay
A fi g.-i 7.\\ y ¡\ }>íe ‘aii ! amigos toib s, en el arte, como los hay realmente,
Tenue« ia capaila y á la faz benigna, asuntos históricos de traje consagra­
J ie 1 Dios de los mortales. Loy juremos do, el de los patriotas del año 25
debe consagrarse en el Uruguay pa­
P\To gozar <ie quietud, sino coQcluida ra las imágenes históricas de aque­
La raza infume, que al O iente libre, llos días”.
De esclavo el nombre, \cigonzoso, lija. El dibujo y el claroscuro como
* medios de realizar la pintura fueron
T odos. utilizados, según Blanes, de acuerdo
a las necesidades de la representa­
Lo juramos. ción. En cuanto al colorido declara
que era para él “el medio más pe­
L avalleja (D. J u \ m A n t o n i o .) ligroso de este cuadro, por lo des­
cuidado del acto casi reclamaba un
S i ñor! Kl •*itira me uto tema ruidoso de color, que, por otra
Acepto. que prestamos y castiga parte se armonizaría mal con la no­
bleza de la acción y la severidad del
Coii el rgor de t*i nótente oie tra,
propósito”.
Al que cobarde, de llenar desista,
“En esta parte — agrega — me
he limitado a hacer de manera que
el espectador no dude de la cualidad
de los objetos, y no he pensado en
EL JU R A M E N T O ostentar energías fuera de oportuni­
L a v a lle ja to m a ju ra m e n to dad, ni coloraciones extrañas. La
a los c ru za d o s variedad sola no ha evitado repeti­
ciones inmediatas de color, y no du­
do, señores, que procediendo así,
quimera con mis desvelos, por hacer dentes. Sólo he procurado tentar un dejaré acaso muchos gustos por sa­
de la representación alguna belleza fin, no para los iniciados en el arte, tisfacer”.
óptica, y alguna verdad intelectual"’. sino para hacer comprensible el es­ Blanes termina esta parte de su
Declara luego que ha desterrado pectáculo, que debe hablar a todos exposición refiriéndose a lo que él
de la representación todo lo que pa­ los hombres ”. llama “el toque” que declara ser en
reciese jactancioso y audaz en los “Los aficionados a los hallazgos este cuadro el característico de sus
personajes atendiendo más bien a la de taller y de Academias cuya admi­ pinturas. “No es mi toque seguro
sencillez de algunos. “He huido, ex­ ración y alabanzas quisiera conquis­ como el de Ribera, gracioso y sabio
presa, servir con el gesto la vanidad tar y merecer, han de encontrar muy como el de Rembrandt, ni osado co­
ciega, porque no he pensado, ni re­ poco que aplaudir en esta tela”. mo el de Rubens. Tocando, estudio
motamente, llegar a superar a nadie “Entre las faltas que pueda haber más que no aventuro, y fio menos
por medio de exageraciones impru­ incurrido a algunos ojos, no pare­ que no temo”.

21
profusamente. El croquis permitió
identificar a cada uno de los perso­
najes, de acuerdo a la nómina toma­
12 E L PARNASO O R I E N T A L . da de una de las listas de los Treinta
y Tres tenida en la época como ver­
dadera y a la siguiente explicación
En un punto distante, donde importa que lo acompañaba: “La numeración
empieza a la izquierda del especta­
Que, con valor y actividad, se espida, dor con el número 1, y termina con
la última figura del cuadro, siguien­
( Dando la lista al marinero) do estrictamente el orden de* coloca­
ción sin tener en cuenta la perspec­
Ahora, tomadla, y marcha. tiva”.
El Dr. Francisco A. Berra, emi­
nente pedagogo, autor de numerosas
L I S T J l. obras didácticas, entre otras, el con­
trovertido “Bosquejo Histórico”, po­
CLASFS Y NOMBRES. seedor del don especial de desarro­
i
llar con prolija exactitud los temas
que trataba, en un estudio crítico pu­
General , Soldados, blicado en “El Siglo”, en enero de
D . Juan Antonio Lavall ja Avelina Miranda 1878, realizó una minuciosa descrip­
G tf e s , Celcdonio Rcjas
D Manuel O i ¡be Andre s Aregueti ción de la tela de Blanes. La rigu­
” Pablo Zuñiategui Juan O rtiz rosidad con que Berra realizó su ta­
” Manuel Lavailcja Cai m tl » Caiman rea difícilmente puede ser superada,
” Manuel Freiré Ran.on O rtiz en cuya virtud se reproduce seguida­
” Sin on del Pino Dionicio O ribe
” Basilio Aratij ». Juan Ros. s
mente el pasaje sustancial del capí­
Oficiales, Felipe Carapé tulo descriptivo del mencionado es­
D. Santiago Garlea Francisco Lavalleja tudio.
” Atañacio Sierra Joaquin Artigas “El lienzo — expresa el Dr. Be­
” Jacinto Trapani Juan Acosta
99 Gregofio Sanatoria Santiago N i va
rra — representa, en un campo de 6
” M nucí M tendes Ignacio Nunes metros de longitud y 3,25 de alto,
” Pantakon A nigas Audres C htvrste el lugar donde desembarcaron los
” Juan Piquiman Luei no Rom eio Treinta y Tres. Se ven en perspecti­
" Andres Plqtiiman, Agnstin Velasquez va primeramente la playa arenosa,
! Ig m c io M ed in ». cuyo colorido es tomado del natural;
a corta distancia, hacia el fondo, y
E l marinero luego que toma fa lista , se embarra en línea horizontal, que toma casi
precipitadam ente ij tm pieza à ni ja r s e de la casta, todo el largo del cuadro, el bosque-
remando, [¿nego que Lavulleju • lo vé distante cilio de mata-ojos, higuerones y cei­
i m j e á G om ez ia p a la b ra . bos, sobre cuyas copas se extienden
un cielo azul cruzado por blanqueci­
nas nubes. A la derecha del espec­
tador, casi perpendicularmente al
plano general, corre el Uruguay, del
que ve la orilla izquierda que forma
L IS T A D E L O S la curva entrante de la Agraciada; y
T R E IN T A Y T R E S a la izquierda aparece la desemboca­
Q u e fig u ra en la o b ra de dura del Gardiázabal. El sol, que ilu­
V illa d e m o ro s
mina el campo de trecho en trecho,
por los claros que los árboles dejan,
se levanta a pocos grados del hori­
III zonte, y sus rayos caen en ángulo
cación histórica del episodio, y, tam­ agudo, tomando paralelamente la lí­
DESCRIPCION E IDENTIFICACION bién, por el acierto y la oportunidad nea del indicado bosque”.
DE IO S PERSONAJES de las publicaciones que divulgaron “ Una de las tres embarcaciones
detalles que ayudaban a interpretar­ que condujeron la expedición empie­
La felá de Juan Manuel Blanea la. Entre estas debe mencionarse la za a alejarse del arroyo en dirección
suscitó en el Río de la Plata, desde relación de los personajes represen- a la margen entrerriana del Uru­
el momento en que fue conoc ¡da, j ui- fados en la escena del juramento y el guay; y los Treinta y Fres, abando­
cios v comentarios entusiastas y ad­ croquis correspondiente que se pu­ narlos a su suerte, ocupan la playa,
mirativos que consagraron el talento blicó en un folleto, como comple­ en tamaño natural, formando un
del pintor. La obra llegó rápidamen­ mento de la “ Memoria sobre el cua­ grupo sin orden, en línea horizontal
te al alma popular por su extraor­ dro del juramento de los 33” antes irregularmente convexa baria el fon­
dinaria expresividad, por la signifi­ citada, y que circuló en la época. do, y a penas subdividido en tres:
22
uno central, en que figuran D. Juan hombro izquierdo, sombrero en la
Antonio Lavalleja; a su derecha, y mano correspondiente y dos pistolas
en plano sucesivos, D. Manuel, su en la cintura, mira hacia el Norte,
hermano, del Pino, Zufriategui, D. al interior del país, y señala a él con
Juan Spikerman, Romero, Trápani, la espada que tiende horizontalmen­
Medina, Gadea, Nievas, Sanabria, te con la mano derecha, presentando
Joaquín Arligas, Freire, Velásquez, su frente al espectador, como Zufria­
Miranda, Meléndez y Rojas; y a su tegui. Sanabria se dirige al lado
izquierda. Sierra, D. Manuel Oribe, opuesto con la cabeza descubierta,
D. Andrés Spikerman, D. Ramón chaqueta oscura, cuyo bolsillo dere­
Ortiz, Araújo y D. Juan Ortiz. El cho deja ver un pañuelo de seda,
grupo que queda al oriente consta chaleco, cotonía rayada y pantalón
de Rojas, Carapé, Acosta y Núñez; claro;, la mano izquierda enérgica­
y en el occidental están situados derecha, con que tiene el sombrero, mente apoyada en el pecho, la dere­
Pantaleón Arligas, Areguatí, el ba­ en actitud de responder en voz ele­ cha levantada con la espada. Su
queano Cheveste, Francisco Lava­ vada y entusiasta al juramento de su aire, acentuado por el poncho que le
lleja, Dionisio Oribe y Coimán”. jefe. cae desde el hombro diestro, es el
“De pie, como casi todas las figu­ “A la derecha de Zufriategui, casi del hombre arrojado que de los pri­
ras, y atrayendo así la atención de a los pies de Lavalleja, está Luciano meros y con honra, cayó en la acción
sus compañeros, está hacia el cen­ Romero, joven paisano campesino, de Sarandí. Pero la figura que entre
tro de los grupos el retrato del jefe de cuerpo flexible, vestido de pon­ los tres trae con más vigor la aten­
de los cruzados, entonces coronel D. cho recogido sobre los hombros, re­ ción del curioso, es la de Gadea, si­
Juan Antonio Lavalleja, de baja es­ mangada la manga de la camisa, tuada en medio de las de Trápani y
tatura y de cuerpo -robusto. Viste mantilla roja, blanco calzoncillo y Sanabria. pero en el primer plano.
pantalón blanco, que entra en las botas sobre él. Carga trabuco en la Corpulento en lo alto y lo grueso, co­
cañas de las botas, chaleco cerrado cintura, levanta la cabeza dirigién­ lor cobrizo, cabello crespo y abun­
del mismo color, casaquilla negra dola al protagonista de la campaña dante, mirada torva, fisonomía un
con cuellos y puños amarillos. Está y tiene el sombrero echado a la nu­ tanto sombría, sombrero echado so­
armado de espada, cuyo cinturón de ca, la rodilla izquierda sobre la are­ bre el lado y ojo izquierdos, traje
cuero sostiene dos pistolas. Con* la na, la mano del mismo lado sobre el exterior negro, chaleco azul, pañue­
mano izquierda levanta una de las pecho y la espada desnuda en la de­ lo rojo, saliente del bolsillo del pan­
banderas tricolores, y con la dere­ recha. La difícil e intencionada acti­ talón, trabuco en la cintura, sable
cha señala el suelo, en que están su tud de esta figura, que hace valioso vestido en la mano izquierda, pon­
poncho de viajero y su sombrero. contraste con la de Lavalleja, al que cho en el mismo brazo, y la mano
Su fisonomía, un tanto enérgica, y salva de la subordinación física a derecha extendida en línea horizon­
su actitud toda, es la del hombre que que naturalmente lo condenan las es­ tal en dirección al centro del grupo
acaba de jurar solemnemente hacer beltas figuras de Oribe y Zufriate­ que describo, tales son los rasgos
triunfar la idea escrita en la insignia gui, revela un corazón animado por principales de este retrato, cuyo con­
entusiasto patriotismo, a la vez que junto denuncia con claridad al bra­
que su brazo hizo tremolar el prime­
un espíritu confiado en el director vo, independiente, impetuoso y alar-
ro, o morir por ella en el suelo que
de la campaña y de voluntad resuel­ deador”.
pisa .
“A su derecha y a su izquierda le ta”. “Más a la derecha del cuadro, y
acompañan los Sargentos Mayores “Jacinto Trápani, Santiago Gadea terminando por esta parte los pri­
don Pablo Zufriategui y don Manuel y Gregorio Sanabria siguen a Rome­ meros planos del grupo central, apa­
Oribe, brillantes figuras en el lienzo, ro por la derecha. El primero, ro­ recen: Freire, vestido de chaqueta y
que no menos lo fueron en el desen­ busto, de expresión entera y grave, pantalón negros, chaleco blanco y
volvimiento de la inmortal empresa. chaqueta negra, chaleco marrón, poncho de invierno que pende con
El primero, de porte bizarro, lleva pantalón mezclilla, poncho sobre el negligencia del hombro derecho, la
chaqueta con alamares, cuya abertu­ espada en una mano y el sombrero
ra deja ver el chaleco blanco que en la otra; y Meléndez joven de bue­
cae sobre el pantalón de un bello na poslura, de traje negro, cabeza
azul turquí. Tiene, como Lavalleja, descubierta, y en actitud de pronun­
dos pistolas en la cintura; pende de ciar el juramento, a la vez que con
su brazo izquierdo un poncho livia­ la punta de la espada traza una cruz
no, y la mano derecha, con que em­ en la arena, en señal de la firmeza
puña la espada, así como la vista, de su compromiso. Hacia el extremo
se dirigen hacia el Oriente, por don­ opuesto del grupo ocupa el primer
de el sol testigo de su juramento, em­ plan Basilio Araújo que, de espal­
pieza a subir siguiendo su eterna ca­ das al espectador, con la mano iz­
rrera. El segundo, alto, delgado, jo­ quierda en la empuñadura de la es­
ven, de distinguida apostura, vestido pada y el sombrero en la derecha,
de chaqueta con vueltas amarillas v indica la acción de expresar su voto
chaleco blanco y alto, y pantalón con toda la fuerza de su voz. Con
mezclilla, apoya la mano izquierda no menos expansión se pronuncia
en el puño de la espada y levanta la Ramón Ortiz, personaje rústico, vo­
23
luminoso, bien mantenido, con el as­ el antebrazo; un pañal colorado, so­
pecto de un buen hombre, muy acce­ bre el cual desciende desde la cin­
sible a los sentimientos patrióticos, tura el culero característico de nues­
que acompaña su estruendosa acla­ tros hombres de campo, no conta­
mación con los sacudimientos de los giados por los caprichos de la moda
dos brazos levantados en todo lo lar­ europea; el calzoncillo blanco, meti­
go que tienen sobre su cabeza, con do en botas de potro, largas; pon­
una de cuyas manos agita la terce­ cho arrollado sobre el hombro dere­
rola destinada a multiplicar sus cho y sombrero de paja alto, con una
abundantes fuerzas”. pluma de pavo real en la cinta, en la
‘‘Detrás de los personajes que mano, del mismo lado que está ex­
componen este grupo, más o menos tendida para abajo y hacia atrás, por
ocultos por ellos, y ocupando los pla­ un acto reflejo de los sentimientos
nos posteriores, aparecen de derecha modo pueden interesar los sentimien­ que lo dominan. Además, lleva en
a izquierda del cuadro: Celedonio los pies espuelas de hierro, de do­
tos vírgenes, Carapé oye la voz del
Rojas; Avelino Miranda; Agustín mador; rebenque pendiente de un
que lo ha de dirigir en la lucha por
Velázquez; Joaquín Artigas; Santia­ dedo de la mano izquierda, con la
la independencia, se entusiasma y a
go Nievas, que levanta la mano de­ su vez grita, aumentando la energía cual toma el sable por su parte me­
recha con los dedos pulgar e índice dia ; manea que cuelga de la empu­
de su expresión con el movimiento
dispuestos en forma de cruz, en ade­ ñadura de esta arma, haciendo de
del brazo izquierdo que levanta casi
mán de jurar; Ignacio Medina, jo­ dragona, y trabuco y boleadoras por
hasta las nubes”.
ven paisano del campo, que mani­ delante, sujetas en la cintura. Inútil
“En el grupo más cercano a la
fiesta con una franca risa el contento sería empeñarme en explicar qué es
orilla del Uruguay, a la izquierda
que le domina; Juan Spikerman; lo que siente Chebeste. Su cara tiene
de Lavalleja y Oribe, ocupan el pri­
Simón del Pino; Manuel Lavalleja una expresión indefinible: parece
mer plan Colman y Cheveste. Aquél,
(detrás de su hermano); Atanasio que la audacia, la astucia, el sarcas­
cubierto por un poncho de paño azul,
Sierra, rostro sereno y continente mo, la travesura, el cinismo, esto y
pantalón del mismo color y botas de
noble, embellecido por un poncho mucho más, asoman a aquel rostro,
potro, imita el ejemplo de sus com­
blanco de fajas celestes, cuyos colo­ y se mezclan para formar un com­
pañeros, con la invocación de la
res cambian vivacidad y gracia con plejo sin nombre, a manera de los
cruz, que señala con los dedos de la
los vecinos del ropaje de Oribe y La­ rayos de mil colores dispersos, que
mano derecha. Detrás de él está el
valleja; Andrés Spikerman, y final­ por la acción de un lente convergen
moreno Dionisio Oribe; en seguida,
mente, Juan Ortiz”. en un foco para resolverse en un
hacia el tercer plan, Francisco Lava­
“Acosta y Rosas aparecen en el compuesto que es a la vez idéntico y
lleja, arquetipo sin segundo de las
grupo de la derecha del cuadro, de­ distinto de los elementos”.
representaciones de las razas indíge­
trás de Núñez y Carapé. El segundo
nas ya extinguidas que poblaron las
está poco visible. El primero revela
islas del Uruguay, que presencia la
su condición y sus creencias, con las
escena fríamente, porque no la com­
botas de potro que cubren sus pie9 y
prende; y hacia el centro, Pantaleón
con el rosario y la cruz que levanta IV
Artigas, en ademán de desenvainar
al tiempo de jurar. Núñez, joven de
la espada, Andrés Areguatí. Che-
aspecto simpático, vestido con cha­ TRASCENDENCIA DE
bc9te hace parte de este grupo, pero
queta, pantalón y poncho azules, "EL JURAM ENTO DE LOS TREINTA
el artista lo coloca en primer térmi­
mira hacia el centro de la escena, sin Y TRES ”
no, un tanto destacado, como para
entusiasmo ni temor, casi impasible,
exhibirlo distintamente. Este indivi­
sin dar señales de otro sentimiento La Revolución Libertadora de
duo fue la inteligencia geográfica de
que, acaso, el de la curiosidad, como 1825 y el episodio protagonizado por
I09 Treinta y Tres, por los extensos
si no entendiera bien la significa­ y minuciosos conocimientos que tu­ los Treinta y Tres Orientales que le
ción política y moral del acto en que vo del terreno en que debía desarro­ dio comienzo, se incorporaron a la
figura. Carapé forma contraste con llarse la acción revolucionaria. Fue, conciencia nacional, como etapa fun­
Núñez. De proporciones desarrolla­ por eso, parte del alma que animó damental de nuestra Historia, antes
das, de condición humilde y de cos­ a los revolucionarios en el curso de que el período de la Patria Vieja,
tumbres agrestes, como lo indican su su empresa, y el pintor ha querido que tuvo por figura central al Jefe
camiseta colorada flotante, la man­ asegurar la inmortalidad de su me­ de los Orientales y fundador de la
tilla celeste que envuelve sus muslos, moria supliendo lo oscuro del nom­ nacionalidad D. José Gervasio Arti­
los calzoncillos largos, blancos y bre con que fué conocido el héroe, gas. El artiguismo, y todo lo que él
planchados, las botas de potro que por la acumulación en él de todos representó en nuestra formación his­
le cubren los pies y el poncho de ve­ los méritos de que es capaz el talento tórica, necesitó primero que una
rano recogido por delante y echado artístico. Chebeste no tiene la pureza vasta labor crítica y polémica des­
para atrás por ambos lad os de la típica que se aplaude en Francisco arraigara las versiones calumniosas
cabeza, cuya corona cubre apenas Lavalleja, corre por sus venas al­ que lo habían deformado.
un sombrero mal ajustado al volu­ guna gota de sangre extranjera, pero La hazaña de los Treinta y Tres,
men de su cráneo; acostumbrado, es perfectamente lo que hoy llama­ por el contrurio, no fue discutida.
además, a recibir francamente el in­ mos un tipo criollo. Su traje lo cons­ La audacia del episodio; la trascen­
flujo de los hechos que de algún tituyen la camisa, que deja desnudo dencia del movimiento libertador

24
tO S T R E IN T A Y T R E S

471te fundaron la libertad e independencia del E S T A D O O R IE N T A L »


<ld U R T O Ü A Y ai 19 de A bril de 182$.

G eneral,
. _____»
*
E l Teniente Coronel D. J U A N A N T O N I O L A V A L L E J A .
** ' • «
idem. D. Manuel Oribe.

M i^o rtéíf^ Pablo Zufrntegui.


Simon del Pino.
■J}, Manuel Freiré.
Capí tunes. D. Manuel Labnlleja.
D. Jacinlo Trupaui.

P . Atanasio Sierra.
Alféreces. D . Pantaleon Arincas.
D. Manuel Melendez.

Vecinos, S D. Greírnrio Snnabrii


D. Santiago Gadea.
s*:
i
Sargentos, Juan Piquiman.
N. A reguati.

Cabos, Avelino Miranda.


\ N. Velasco, muerto en I t u z a i n g o .

1
Pamon Ortiz.
Juan Ortiz.
Andres Piquiman.
Carmelo Colman.
Santiago Nievas.
Miguel Martinez.
Soldados. Juan Rosas.
Tiburcio Gómez.
Matías Gomez.
Juan Acosta.
Luciano Romero.
Juan Arteaga........ .idem.
f José Medina.......... idem.
l N. Carapé.
JBaqucano. Andres Cheveste.

Heg, Esclavos. Dionisio Oribe.


Joaquín Artigas,

L IS T A D E L O S T R E IN T A
Y T R E S O R IE N T A L E S
Im p re s a en la d é c a d a de 1 8 3 0

25
que condujo a la independencia; la dio, ni antes ni después, manifesta­ de se halla desde el año 1911. La
intrepidez de los actores; los contor­ ciones tan singulares como las que tela es objeto en estos momentos de
nos románticos del hecho glosados suscitó “El Juramento de los Treinta trabajos de restauración.
por los escritores del Río de la Plata y Tres”, desde que fue expuesto en Por la contemplación directa de
desde que él se produjo, le ganaron, el taller del artista en enero de 1878. la tela de Blanes el pueblo ha pene­
desde un principio, un lugar en el El pueblo en sus expresiones de trado en el espíritu de este aconte­
sentimiento y en la admiración po­ homenaje exaltaba dos cosas: el he­ cimiento fundamental de nuestra
pular. Trasmitido de una generación roísmo de los cruzados y el genio Historia. La obra se ha universali-
a otra por la versión tradicional; re­ pictórico de Blanes que sacudió el zado en los planos más diversos a
cogido en sus detalles en las Memo- espíritu nacional, oue inspiró a los través de toda clase de reproduccio­
rías y crónicas de los mismos acto­ poetas, que arrancó páginas y co­ nes. Primero en grabados lineales a
res que en la década del 60 comen­ mentarios de valor crítico y literario, una sola tinta; después en fototi­
zaron a salir a luz, el episodio del nue suscitó estudios y contribuciones pias; más tarde mediante reproduc­
desembarco de los Treinta Tres de índole histórica en torno al me­ ciones en colores que decoraron los
Orientales fue narrado por primera morable episodio. muros de las aulas de las Escuelas
vez, con destino a los escolares de la La tela fue llevada en triunfo a la en todo el país; en los cromos que
República en el “Bosquejo Históri­ ciudad de Buenos Aires, la consa­ ilustraron los manuales de Historia
co” de Francisco A. Berra, cuya pri­ gración tuvo entonces carácter rio- Patria, las portadas de los cuadernos
mera edición se publicó en 1866. platense. Blanes sintió profundamen­ y álbumenes escolares, las carátulas
Los homenajes propuestos en el te el alcance del reconocimiento de las revistas y de las grandes edi­
parlamento a los integrantes de la provocado por su obra y la donó al ciones conmemorativas, de los perió­
cruzada en distintas ocasiones; los Estado. El episodio histórico en ella dicos modernos que la han popula­
que a su turno se fueron tributando representado era parte inseparable rizado.
a los integrantes del grupo que ad­ de la Historia del país y el lienzo En la actualidad “El Juramento
quirieron mayor notoriedad por ha­ por él trazado debía formar parte de los Treinta y Tres” es algo más
ber sobrevivido a sus compañeros; del patrimonio nacional por entrega que un gran cuadro histórico. Posee
los trabajos realizados para locali­ directa de su autor que entendió que valores que rebasan su mérito artís­
zar el sitio donde se produjo el de­ no podía recibir por ello ninguna re­ tico, con ser éste grande. Es una
sembarco; la evocación anual del compensa material. obra que ha contribuido a formar la
episodio en las columnas de la pren­ conciencia nacional, a vigorizar el
sa, ponen de manifiesto la vigencia Desde entonces el cuadro es pro­ sentimiento patriótico, a difundir en­
del hecho; su arraigo profundo en piedad del Gobierno de la República tre otros pueblos la fisonomía del
la conciencia nacional. Ese fue el que lo destinó sucesivamente a ocu­ país al poner de manifiesto rasgos
sentimiento que Blanes quiso reco­ par un lugar de honor en sus orga­ tan salientes de nuestro carácter, al
ger en su obra y a la verdad que lo nismos oficiales hasta que, con ca­ sublimar el significado de uno de los
logró plenamente. Pocas veces una rácter definitivo preside una sala del episodios más grandes de la gesta­
obra de arte provocó en nuestro me­ Museo Nacional de Bellas Artes don­ ción de nuestra nacionalidad.
4

María Julia Ardao

ESPADA
U s a d a p o r el G e n e ra l
J u a n A . L a v a lle ja
M u s e o H is tó ric o N a c io n a l
M o n te v id e o

26
♦ *

CARTA
DE
“ MARTIN FIERRO”
A JUAN MANUEL BLANES
SOBRE “EL JURAMENTO DE
LOS TREINTA Y TRES”

Buenos Aires, agosto 20 de 1878. Para mí, más conocida,


es la gente subalterna;
Mas se ve que quien gobierna
O lleva la dirección
Amigo don Juan Manuel Es un viejo petizón
Que se halle, me alegraré Que está allí abierto de piernas.
Sano del copete al pie. Tira el sombrero y el poncho
Y perdone si en su carta Y levanta su bandera
Algún disparate ensarta Como diciendo “Ande quiera
Este servidor de usté. “que flamé se ha de triunfar;
Una suya recibí' “vengo resuelto a peliar
Punteada con todo esmero, “Y que me siga quien quiera”.
Y al verlo tan cariñero Le está saliendo a los ojos
Dije para mí, a este Blanes El fuego que el pecho encierra —
No hay oriental que le gane Y señalando a la tierra
Como amigo verdadero. Parece que va a decir:
Y aunque me diga atrevido “Hay que triunfar o morir
O que a la Luna le ladro “Muchachos, en esta guerra”.
Como ese bicho taladro Y animando aquella gente
Que no sabe estarse quieto Que a lidiar se precipita
En todas partes me meto* Mientras se mueve y agita
Y me metí a ver “su cuadro”. Con la proclama del viejo,
Por supuesto, los diez pesos Hay uno que desde lejos
Los largué como el mejor, Le muestra una crucecita.
Yo no soy regatiador, Cerca de él, hay otro criollo
Y ya dentré a ver después De poncho y de bota fina —
Los famosos “Treinta y tres” . . . Se ve que en la tremolina
Ah, cuadro que da calor. Hará aujero si atropella
Me quedé medio azorao Ha agarrao la carabina
Al ver esa comitiva — Como pa darles con ella.
Lo miré de abajo arriba Al lao, el de camiseta,
Pero, que el diablo me lleve, Ya deja ver que es soldao;
Si parece que se mueve Está muy arremangao
Lo mesmo que cosa viva. Como hombre resuelto a todo
Encima le han colocao Se le conoce en el modo
Un sol que valdrá un tesoro. Que ha sido algún desalmao.
Lo habrán puesto, no lo inoro Hay otro de pantalón,
Como en el naipe español; Tirador bordao de seda;
Pues habrán dicho esos toros Que le resista quien pueda
“A todos alumbra el sol”. Cuando llegue a gritar truco.
Y esa gente tan dispuesta Ha echao al hombro el trabuco
Que su país va a libertar Y se ha metido en la rueda.
No se le puede mirar De pantalón va también
Sin cobrarles afición. . . Otro de sombrero al lao;
Si hasta quisiera el mirón Es resuelto y animao
Poderlos acompañar. Pero de un modo distinto:

27
Tiene el naranjero al cinto Sin asco para matar.
Y parece más confiao. Y además de algunos otros,
Hay* otro viejo gritando: Me ha llamado la atención
“A mí naides me aventaja — Uno que está en un rincón
“En cuanto suene la caja Como quien no dice nada
“He de responder al grito” — Se ha largado a la patriada
Tiene en la mano un corvito Descalzo y de pantalón.
Que ha de estar como navaja. Y yo, para mi decía,
Ese que está arrodillao Estos hacen lo que deben;
No me deja de gustar, Y varones que se atreven
Uno puede asigurar Con voluntá decidida
Que va a decir —cuando hable— A jugar así la vida
“Todos tienen que jurar Tal vez ni cigarros lleven.
“Sobre la hoja de este sable”. Van a libertar su país
Que ha de haber sido algún bravo Peliando con valentía;
En el ademán se advierte; Quizá ni ropa tendrían,
Y para estar de esa suerte, Pero nada los sujeta;
Dije yo, lo han elegido Hasta las mismas maletas
O por ser más decidido Están, ay, medio vacías.
O por tener bota juerte. La carabina y el sable
Me gusta el de casaquín Que están tirados allí.
Se le nota el movimiento Pensé yo al verlos así—
Como que en ese momento A alguno se ha hecho avestruz
Tira su sombrero arriba, 0 son de aquel de la cruz,
A tiempo que pega un “viva” Que los ha dejado allí.
Medio loco de contento. A la distancia se llevan
Pero entre tanto valiente El bote los marineros,
Dende lejos se divisa Los mismos que lo trujieron
El que en mangas de camisa Se retiran apuraos.
Se hace notar el primero— Va se ve, que les hicieron
Un gaucho más verdadero La compañía del horcao.
No he visto, ni en los de Urquiza. Parecen que van diciendo:
Espuela y bota de potro, “ Ai quedan sin esperanza,
Todo está como nacido; “Y vámonos sin tardanza,
Es patriota decidido, “Si viene juerza enemiga;
Se vé que resuelto está; “Tal vez ninguno consiga
Para mejor le ha salido “Escapar de la matanza”.
Medio escaso el chiripá. Yo los hubiera agarrao
En el amor y en la guerra— A los que el bote se llevan;
En todo habrá sido igual; Justo es que a todo se atreva
Tiene, en trance tan formal, El hombre que hace la guerra;
El enemigo en contorno; Cuando pisaron en tierra
Pero no olvidó el adorno Debió principiar la leva.
De cola de pavo-rial. No meto en esta copiada
Le adivina la intención A todos, pa no cansarlo-
Todito aquel que lo vea; Pero debo confesarlo,
Para dentrar en pelea Amigo, y se lo confieso,
Revela hallarse dispuesto Ya le saqué los diez pesos
Y de fantástico ha puesto Al cuadro, tanto mirarlo.
De dragona la manea. Cuente sin son “treinta y tres”,
Lleva su ropa y sus armas Si en mi cálculo no yerro;
Como quien las sabe usar; Con esta mi carta cierro,
Con gracia sabe arreglar, Amigo, me planto aquí
Su trabuco en la cintura Ni Cristo pasó de allí
Muestra ser por la figura Ni tampoco
MARTIN FIERRO.
La 19 DE ABRIL DE 1825
epopeya Estamos. por fin, m 1* mañana del 10 ile abril de 1823; una gran mañana.
nacional de o* lo una espléndida mañana. Cuandu apunta todo« lo» año«, lo» niño»
au g u ro ;

urirntalr» rantan la« rama«


1825 En la conta del l rugtiay lia desembarcado recalándote, tanto de lo»
crucero» brasileño» que andan recorriendo el río y mirando lo» horiinfitr» de
día y dr noche, cuanto de la» autoridades de Humo» Aire», que no quieren
choque» con el Hra«il — un grupo de oriéntale» armado«.
Todo» oriéntale»; ni uno »<do e» extranjero. Son lo» viejo# soldad««» de
Artiga«; ton treinta y tre« hombre», treinta y tre$ orientales. Ese e» todo el
ejército libertador, equivalente al d r do» mil combatiente», ron lutndrra« ar­
gentina». qur pa»ó lo» Ande», conducido por San M artín, en ayuda de Chile.
E««« Treinta y Tres llevan también una bandera. Pero no c t la tle ningún
amigo grnrro«o; r» la propia, tricolor: roja, blanca y an d ; lo* colore» de

L a C r u z a d a d e los Artiga«. Pero la banda diagonal roja ha tomado la dirección horizontal dr «u«
compañera», para dejar libre la central blanca o d r plata, en que aquello» hom­
T r e in ta y T r e s O r ie n ta le s
bre» han escrito, rom o »i fueran loco»: “ L IB E R T A D O M I E R T K ‘\ ¡ \ aliente
bandera ?
He ahí Treinta y Tres hombres, qur provocan a la guerra a quince o
veinte mil »oblado» enemigo»; qur dejan a «u espalda, enemigo también, a un
gobierno americano que lo» considera insensato», y que lo» hostiliza porque
D IR E C T O R E S no quiere comprometerte en una empresa que no r» suya. J
REDACTORES RESPO NSABLES Hay que convenir en «pie e»o»hombre» »on loco» dr alar, digno» hijo» «le
P ro fu s o ru n A rtig a » ... o »on otra co»a que »e parece a la locura. E» preciso eonfr»arlo.
J u a n E Pivul D e v o to ¿t^uién conduce a r«o» hom bre» loco», o «erni loco», o como qurrái» lia
A le Ira R e m e n da P ivul D e v o to
mar le » ? ... El espíritu de Artiga». X
/C u á l e* »u n o m b re ? .., /.utoZ/r/a, H
E» Lavalleja, por fin. rl audaz I avalle ja; él e» la primera vibración; e»
P U B L IC A C IO N P E R IO O IC A
el núcleo, la célula vital, o como »e llame, Oim enzar su rotación, y envolver
MENSUAL IL U S T R A D A a la patria en ella, será lodo uno. Todo» girarán armonio»»» rn torno drl punto
vibratorio: desde Rivera hasta el ultimo de lo» gaucho» orientales; inda» la»
fraccione», la» de Montevideo, la» de lo» campo»; ni un ««do homhrr quedará
E D IT O R E S
fuera de| circulo dr cohesión, ni uno tolo. Toda la patria de Artiga* Cohra

L ib re ría N a c io n a l *u forma orgánica, en la nebulosa generatriz.


B a rre te o y R im o » S A E»o» Treinta y Tre» hombrr» que desembarcan en la Agror toda el lú de
abril de IJI25. romo llevado* por una fuerza casi inconsciente, dn latan la in
deprm lenria definitiva dr la Banda O riental, el 2S de agosto de ese mismo
2 3 da M ayo
año, cuatro mese» drspor» dr «u desembarque. Y me» y medio más larde, el 12
e»q J u a n C G o m a /
de ortabre, r«m oriéntale», »«do» todavía con *u bandera tricolor, libran la ba
talla campal «le Sarandi. en que destrozan al ejército brasileño
Im p re s a en Es pterisn qua sepai* cómo ha pa«ad«» lodo n o ; es el milagro heroico,
T a lla ra « Q rA fle o s
de que Hemos hablado m i» «Je una vez; es nurstra Leyenda L atría; e| epílogo
B a rre tro y R a m o s S A
de la Epopeya de Artigas
M o n te v id e o - U ru g u a y
la v a lle ja ha salido de Buenos Aire» «igilo»»mrntr con «u» compañero»; «u
odisea al trasés da la» i»la» del I ruguay, medio muerto* de hambre, «|e»orien
lado«, separad«»« por la tempesiad k*s un«»« de lo» oír«»», detenlend«»*# aquí, rn
tendiendo fuego« m é • allá, «l!»han«bi la c«»»4a <|i*e «e divisa a lo le jo«, ha «ido
cantada por el griega ll«>mero, liic f cuatro o cinco mil añ*»«; también por \ ir-
gílto, el latino que habí» de Enea»
D e p L e g a l N * 3 0 0811 7 3 ;E I desembarque. p»*f l i a ! . . , V despiden la» l»arra» conductora»; lo» m i
n neto* desnuda* la» amputan, t •# alejan, y «e pierden entre la» Ula» que
•a k n de la niebla, ( á z á m de aurora la*» hombre» de Enea» bobieran o fre n d o
nn «a» n ía so a Júpiter; lesa de loivalleja juran ante el Dios I no y Trino omni
potente. Loa Treinta y Ttea «e encuentran solos, «e esperan cabello«, que de
hían e««ar a llí per» que no lle g a n .., ¿ l*«»r qué no han llegado lo« rabalb»«
an«Míelado*1* Miarla»» ponen el oído en al suelo pura percibir la vibración peo
dur da por lo» ensena .. l legan, por lin ; alguno« besan a h * animal#», «fu e

relinchan S il# el »o| «le A b ril, l a legión despliega »n bandera; jora anta Dio«
libertar la p atria; nmuta a cabello; deja la playa, cruza #1 monte, penetra en
la« colina«, chura r«u la primer» partida enemiga de cien hombre», y la de
Les reproducciones son absolut#
mente fieles al tenor y estado de los igue hacia «delante , . va Kisera timón Zorrillo
V e rtía " /.a ¿papera de A rngtuml
) *

D E S E M B A R C O D E L O S T R E IN T A Y T R E S
O le o d e J o s e fa P a la c io s M u s e o H is t ó r ic o N a c io n a l

LA EPOPEYA NACIONAL DE 1825


Ocurre en la vida de los pueblos Como siempre ocurre en estos ca­ ciente, esclarecido que podía funda­
lo mismo que en la vida de los hom­ ses, la ocupación por la fuerza y la mentar racionalmente sus aspiracio­
bres. A un período de intensidad usurpación luso-brasileña, se propu­ nes y giraba en tem o del principio
creadora, batalladora, que compro­ so revestir estos actos de una pseudo proclamado en 1813: la soberanía
mete la totalidad de sus energías, si­ legalidad para presentarlos ante la particular de los pueblos será decla­
gue otro de detensión, de aflojamien­ faz del mundo como expresión de la rada y ostentada como el objeto úni­
to. No es que el espíritu esté dete­ voluntad del pueblo oriental: las re­ co de la Revolución. Ambas formas
nido o ausente. Es que se prepara soluciones del Congreso Cisplatino, de orientalismo encontraron su sím­
para nuevos y mayores esfuerzos. los actos que le siguieron de reco­ bolo en la gran figura histórica que
Así los días inmediatos que si­ nocimiento a la autoridad del Empe­ les sirvió de energía catalizadora:
guieron al alejamiento de Artigas rador Pedro 1, la ¡ura de la Consti­ Artigas, y no fue éste el menor de
parecían el sueño del pueblo Orien­ tución brasileña, la designación de sus méritos: tuvo el inmenso don de
tal. Sin duda, había cansancio de la dos diputados y un senador para re­ convertir en lúcida conciencia lo que
lucha prolongada y cruenta. Había presentarnos en el parlamento de no era más que un instinto. Con él
una minoría para la que un enten­ Río de Janeiro. Pero por encima de y a través de largos sufrimientos, el
dimiento con los invasores era la toila esa ficción, quebrantos de la Pueblo Oriental se convirtió en una
única solución que alcanzaban a des­ voluntad y claudicaciones de diri­ entidad indestructible; que probó
cubrir sus espíritus no templados gentes de endeble personalidad, se sus armas en varios frentes, contra
para la resistencia. Otra minoría, movía una impresionante, una irre­ distintos enemigos: contra España,
más ínfima, llegó a consUlerar que la sistible fuerza histórica: la orienta- contra los dirigentes de Buenos Aires
ocupación extranjera podría propor­ lid ad. que pretendieron oponer a la volun­
cionarnos ciertas manifestaciones de Un nacionalismo espontáneo, pri­ tad soberana de los pueblos, la su­
**civilización” más atrayentes que la mitivo, popular, identificado con el pervivencia del virreinalismo, contra
áspera y sobria patria gaucha funda­ amor a la tierra, al pago, a la liber­ Portugal en la heroica defensa del
da por Artigas. tad. Además, un nacionalismo cons­ terruño entre 1816 y 1820, contra

1
Brasil al resistir la incorporación a trias” aparece con una lógica irre­ el medio rural y ocupaba los baluar­
sus dominios en 1823. Con esa ban- batible. Pero la historia tiene leyes tes de las ciudades fortificadas. Era
dera, con un institucioTialismo enun­ distintas de las ópticas. Aquella ve sublime locura pedir ofrenda de san­
ciado desde los días iniciales de la mejor cuanto más lejos mira. A los gre para la hermosa bandera tricolor
“admirable alarma” ¿cómo era po­ actores de los sucesos, en cambio, les de “Libertad o Muert eHermosa lo­
sible creer en 1824 que la orienta- es más fácil ser ganados por la in­ cura que se convirtió en realidad en
lidad había sido vencida, que el es­ decisión, por el temor, por todos los la sublevación en masa del pueblo
píritu vital que le dio origen había lazos de amor que los atan a la vida. oriental que hizo posible los triunfos
muerto? Como dijo tan bellamente El hombre, sólo posee en la tierra de Rincón, Sarandí, Santa Teresa y
el poeta español, los yunques y las una vida y una vida breve. Se re­ la reconquista del suelo patrio. De
fraguas del alma no trabajan para quiere una inmensa porción de ge­ un modo milagroso, 33 hombres
el polvo ni para el viento. Ni el alma nerosidad para sublimarla entregán­ acaudillados por Juan Antonio Lava-
de un hombre, ni el alma de un pue­ dola a un ideal. Por eso es necesa­ lie ja, El Libertador, dieron la clari­
blo. rio medir en toda su magnitud el he­ nada para la Epopeya de 1825. Para
Ya desde ¡ines de 1822, el senti­ roísmo de la Epooeya Nacional Li­ reconquistar la Libertad, declarar la
miento nacional se fue abriendo ca­ bertadora de 1825. Independencia y organizar las Ins­
mino. En 1823 se agudizó en un de­ tituciones republicanas. Con el pre­
finido programa de acción revolu­ Era locura sublime el gesto de 33 sente cuaderno iniciamos la publi­
cionaria para poner jin al dominio hombres que empuñaron las armas cación de la serie cuyas próximos
lusitano e impedir la artera manio­ para desafiar a un imperio, confia­ entregas serán dedicadas al estudio
bra para la anexión al Brasil. Ese dos tan sólo en la adhesión del pue­ de los hechos que forman la Epopeya
espíritu revolucionario tuvo la adhe­ blo oriental. Era temible locura con­ de 1825. En sus páginas serán repro­
sión de núcleos importantes del país, tar con las tinieblas de un cielo que ducidos preferentemente los testimo­
de algunas provincias argentinas y velase la travesía. Era locura esperar nios legados por los actores en sus
aun encontró eco en los sectores el silencio de un río que no latiese Memorias, Crónicas de la época o los
liberales que se oponían al autocra- con el rítmico golpe de los remos. documentes oficiales y privados que
tismo del Emperador Pedro I. Era locura esperar hombres, caba­ reaviven en la memoria del pueblo
Analizado a un siglo y medio de llos, armas, de la patria despedaza­ uruguayo el recuerdo de la cruzada
distancia, el estallido en 1825 y el da, empobrecida y dominada por un que hace ciento cincuenta años de- I
triunfo de “la Revolución de los Pa­ ejército de ocupación que controlaba claró la Independencia Nacional.

BRINDIS DE PEDRO TRAPANI


El 23 de abril de 1825, súbditos británicos radicados en Bue­
nos Aires, personalidades locales, autoridades oficiales y comer­
ciantes se reunieron en la fonda de Fauch para celebrar el ani­
versario de San Jorge. La sala fue adornada con las banderas de
Inglaterra, Estados Unidos, Colombia y otras Repúblicas america­
nas. Todos los asistentes hicieron un brindis.
Pedro Tràpani, representante personal de ÍMvalleja y gran
propulsor de la Cruzada, que asistió al acto, pronunció el suyo en
los siguientes términos: “Porque se consagren los esfuerzos que
hacen los ftatriotas en libertar una pequeña parte de este conti­
nente, que aún gime bajo las ignominiosas cadenas de los déspotas.
Hablo, Señores, de la linda y desgraciada Banda Oriental, cuyos
hijos han demostrado ser tan dignos enemigos de los ingleses en
la guerra como amigos sinceros de ellos en la paz1*.

0
2
A R T IG A S E N E L P A R A G U A Y
Y e s o de
J o s é L u is Z o rrilla d e S a n M a rtín

EL
SUEÑO
DE
ARTIGAS
/

Al través de las nubes El viejo duerme, el de la frente cana.


Brillaban las estrellas; El de una edad de piedra,
El Uruguay; envuelto en sus vapores, El de la frente que formó la patria
Rodaba lento y palpitaba apenas. Para llevar laureles en la tierra.
Sentadas en las lomas La noche del destierro duerme. Artigas . . .
Están las sombras negras, duerme sonriendo... sueña!
Sentadas en las lomas de la patria A su lado, la frente entre las manos.
Con las miradas hacia el río vueltas. Está la Gloria que, velando espera.
La luna no ha dejado Espera, cuenta las calladas horas,
Su lecho de maleza; Y. al fin, se alza serena,
El astro que precede las auroras Sacude al viejo, y, señalando al cielo,
No se ha empinado aún sobre la cuesta. “Ya es la hora” le dice, “alza, despierta!**

II V

¿No es una luz la que refleja el río Estallaron las sombras sobre el río.
Sobre sus aguas negras? Huyeron las estrellas;
Las sombras que ocupaban la colina Envuelto en luz, el Uruguay se agita
¿No han levantado al verla las cabezas? Y una barca en sus ondas balancea.
¿Ha abierto ya los ojos una aurora? Que corre, corre con la lona al viento,
¿Ha roto alguna estrella Y choca en la ribera,
Su nube oscura, por llevar al río Y la hace restallar, como un escudo
Su mirada de luz? ¿Quién va? ¡Quién llega! Golpeado por el puño de la guerra.

III
VI
La luna no ha dejado
Su lecho de maleza, Y el vieio oue dormía, el de los sueños.
El astro que precede las auroras El de la edad de piedra,
No se ha empinado aún sobre la cuesta; El de la frente oue formó la patria
Pero las sombras sienten Pora llevar laureles en la tierra
Que algo se mueve en ellas, Despierta sacudido ñor la Gloria
Algo que ya desgarra sus entrañas Que á lo lejos le muestra
Y las agita en convulsión suprema. Su ensueño eterno en las riberas patrias
Animar el pendón de Lavalleja.

JUAN ZORRILLA DE SAN MARTIN


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L IS T A DE LOS T R E IN T A Y TRES O R IE N T A L E S
E N V IA D A POR LA VALLEJA A PEDRO TRAPANI
O rig in a l e n el
M u s e o H is t ó r ic o N a c io n a l
RELATADA

DE JUAN SPIKERMAN
JU A N A. LA VALLEJA
C a r b ó n d e J u a n M . B la n e s t o m a d o
d e u n a m in ia t u r a a n tig u a
M u s e o H is t ó r ic o N a c io n a l
M o n te v id e o

El año 1823 cuando se suscitó la Por esta misma época don Juan Freire, Don Manuel Lavalleja, Don
cuestión entre los brasileros y lusi­ Antonio Lavalleja estaba hecho car­ Atanasio Sierra, Don Juan Spiker-
tanos, los hijos del país se adhirie­ go de las estancias de Zamora, las man, Don Carmelo Colman, Sargen­
ron a éstos, a consecuencia de la cuales administraba por cuenta del to Areguatí, Don José Leguizamón
promesa que ellos les hicieron de en­ Estado, pero habiéndose comprome­ (a) Palomo. Vaqueano Andrés Che-
tregarles este país libre e indepen­ tido en un proyecto de revolución veste.
diente, debiendo embarcarse el gene­ contra la dominación brasilera, fue En dicha isla permanecimos 15
ral en jefe de la plaza don Alvaro da perseguido por don Fructuoso Rive­ días esperando la segunda expedi­
Costa, con la división de Talaveras, ra, al servicio del Imperio, y tuvo ción la cual, hasta completar el nú­
compuesta de tres mil hombres de que emigrar a Entre Ríos, pasando mero de Treinta y I res, venía a las
las tres armas. Este arreglo fue he­ de allí a Buenos Aires, donde esta­ órdenes de Don Juan Antonio Lava-
cho con el Cabildo de Montevideo. bleció un saladero. lie ia.
Sitiaba esta plaza el general don Fue en ese mismo saladero donde La causa de la demora fue que,
Carlos Federico Lecor, con un ejér­ se convino y arregló la empresa del en la noche que se embarcaron esos
cito de nías de tres mil hombres. año 1825. compañeros, los tomó un temporal y
Duró este sitio once meses, y se con­ El día l 9 de abril de 1825 nos los arrojó hacia la altura del Salado,
cluyó por medio de un tratado, por embarcamos, a las doce de la noche, costa Sur de Buenos Aires. Como no
el cual los lusitanos entregaron la en la costa de San Isidro, en un lan- podían atracar a ninguna de las cos­
plaza a los brasileros, y se embarca­ chón, los nueve primeros individuos tas, pues la oriental estaba vígiladu
ron para Europa. de la expedición, desembarcando y por los brasileros, y la argentina por
Esta fue la causa por la cual emi­ acampando en una isla formada por el gobierno de Buenos Aires, riel cual
gramos a Buenos Aires como ciento un ramal del Paraná, llamado lirazo nos habíamos ocultado paru salir
y tantos Orientales entre jefes, ofi­ Larf'O. Esos nueve individuos eran: del territorio, les faltaron los víve­
ciales y algunos particulares. Don Manuel Oribe, Don Manuel res, y hubieran perecido, si el día 15
6
M A N U E L O R IB E F R U C T U O S O R IV E R A
O le o d e E d u a r d o d e C a r b a ja l O le o d e A m a d e o G r a s
M u s e o H is t ó r ic o N a c io n a l C o p ia d e V a le n z a n i
M o n te v id e o M u s e o H is t ó r ic o N a c io n a l
M o n te v id e o

de abril no se hubieran incorporado faroles a muy poca distancia; el adelante nuestra empresa de Liber­
a los que estábamos en la isla. Allí viento era Sur, muy lento, y tuvimos tad o Muerte.
encontraron donde calmar su ham­ que hacer uso de los remos. Esa misma noche debíamos haber
bre, pues hacía dos días que nos ha­ encontrado al vecino don Tomás
bíamos provisto de carne, la cual Gómez, el cual según había conve­
19 DE ABRIL DE 1825 nido tres meses antes con nuestros
nos la trajo el vaqueano Cheveste,
quien en una canoa, acompañado de dos comisionados, D. Atanasio Sie­
dos hombres, pasó a la costa orien­ A las 11 de la noche desembarca­ rra y D. Manuel Lavalleja, debía es­
tal y consiguió carnear una res. mos en el Arenal Grande, costa del perarnos con caballos,prontos.
Permanecimos en la isla hasta el Uruguay. En ese momento no pudi­ Circunstancias imprevistas lo ha­
día 18 de abril. mos menos que besar el suelo de bían obligado a ocultarse en el mon­
En aquella fecha nos embarcamos nuestra Patria. Concluido el desem­ te y por consecuencia fue necesario
en los dos lanchones y navegamos barque, D. Juan Antonio Lavalleja que nuestro jefe enviase a su herma­
durante la noche, hasta ponernos a despachó los dos lanchones para no con el vaqueano Cheveste a la
la vista de la costa oriental, a fin de Buenos Aires llevando la lista de los estancia de Gómez, la cual distaba
hacer la travesía del Uruguay, en la Treinta y Tres a don Pedro Trápani, poco de la costa; esta comisión la
noche del 19. cuyo señor fue quien nos proporcio­ hicieron a pie los dos enviados.
El Río estaba cruzado por lanchas nó los recursos para nuestra expe­
de guerra imperiales, y, por consi­ dición.
guiente, emprendimos marcha en esa Concluido este trabajo, nuestro
noche. A las siete, habiendo navega­ ¡efe Lavalleja tomó la bandera y nos
do como dos horas, nos encontramos dirigió una proclama llena de fuego
entre dos buques enemigos, uno a y patriotismo a la que contestamos
babor y otro a estribor; veíamos sus con el mismo ardor, jurando llevar
7
P A B L O Z U F R IA T E G U I J U L IA N L A G U N A JU A N A C O STA
O le o d e L u is Q u e iro lo R e p e t t o G r a b a d o Im p r e s o F o t o g r a f ía e n el
M u s e o H is t ó r ic o N a c io n a l e n B u e n o s A ir e s e n 1 8 3 5 M u s e o H is t ó r ic o N a c io n a l
M o n te v id e o M u s e o H is t ó r ic o N a c io n a l M o n te v id e o
M o n te v id e o

20 DE ABRIL bajar el arroyito, como media legua, los vecinos del pueblo, no encontró
hasta encontrar el verdadero paso. oportuno hostilizar la población y,
A las nueve o diez de la mañana Esta marcha dio lugar a los enemi­ en la misma noche, contramarcha­
llegaron nuestros comisionados con gos para prepararse y salieron a mos en dirección a las puntas del
don Tomás Gómez, trayendo un nú­ nuestro encuentro, formándose en arroyo Grande.
mero suficiente de caballos para to­ una altura como a una legua del Desde entonces fue necesario ocul­
da nuestra gente. pueblo. tarnos de día y marchar únicamente
Emprendimos marcha a las once Nuestro jefe Lavalleja comisionó de noche, esparciendo bomberos y
de la mañana, siguiendo por dentro a un vecino para que dijese a La­ exploradores a todos lados.
del monte del Uruguay hasta encon­ guna que lo esperaba en campo neu­ Con estas precauciones consegui­
trar la barra de San Salvador. En tral para hablarle. Efectivamente, mos tomar todos los chasques que
este trayecto se nos reunieron como vino este jefe; pero Lavalleja no mandaban de Mercedes a Montevi­
treinta o cuarenta hombres monta­ pudo persuadirlo a que se plegase deo y sólo fuimos sentidos, cuando
races y seguimos toda la noche de a nuestra causa, y al tiempo de des­ llegamos a San José.
este día por la costa de aquel arroyo, pedirse le advirtió que lo iba a car­
con dirección al pueblo del mismo gar inmediatamente. ABRIL 27
nombre. Así se hizo; duró unos momentos
Tuvimos noticias de que en ese la pelea, pero se pronunció la de­ Ibamos marchando en dirección
pueblo había una fuerza enemiga, rrota en las filas enemigas, habién­ al Durazno, cuando tomamos prisio­
como de ochenta a cien hombres, doles muerlo un soldado, cayendo nero a un vaqueano de Rivera, lla­
mandada por el comandante don Ju­ prisionero uno de sus oficiales lla­ mado Juan Baez, vecino del Colla,
lián Laguna y la cual estaba desti­ mado Valverde y pasándose a nues­ el cual regresaba de una comisión
nada a vigilar la costa del Uruguay; tra fuerza siete hombres. Los demás que le había encargado el dicho Ri­
pues el gobierno imperial tenía avi­ fueron perseguidos en una distancia vera. Por ese prisionero supimos,
so de nuestros proyectos. de siete leguas, huyendo unos hacia que este jefe estaba acampado en
Sonano, otros hacia Mercedes, y el Durazno, con una fuerza como de
ABRIL 21 Laguna con algunos oficiales hacia trescientos hombres y que esperaba
el í)u*razno. al comandante Calderón que venía a
Amanecimos como a una legua En el mismo día 21 emprendimos incorporársele, con un escuadrón de
del pueblo, sin ser sentidos, pues marcha hacia Mercedes, habiéndose­ dragones.
durante la noche los oficiales de la nos incorporado por el camino como El referido Baez había sido muy
fuerza de Laguna habían estado de treinta paisanos; entre ellos venía amigo de Lavalleja y como al mis­
baile; cuando nos acerramos, como un postillón que conducía prisionero mo tiempo le repugnaba la domina­
a media legua, salió a reconocernos al ya mencionado oficial el tonclero% ción brasilera, propuso sorprender a
un oficial llamado el tonelero; llegó el cual iba a llevar a Montevideo el Rivera y tomarlo prisionero. En
como a una cuadra de nosotros y parte de nuestro encuentro con La­ consecuencia se comprometió a en­
hubiera caído prisionero, a no haber guna. gañarlo, haciéndole creer que nues­
de por medio un arroyito pantanoso, A las diez de la noche nos acer­ tra fuerza era la de Calderón.
cuvo paso había errado el vaqueano. camos a Mercedes, pero como hu­ Con este objeto nos condujo por
El oficial, así que distinguió la biese sabido Lavalleja que los ene­ quebradas, hasta ponernos a distan­
bandera tricolor, partió a escape a migos estaban sobre las armas, atrin­ cia a tres cuartos de legua del ene­
dar aviso a laguna. Tuvimos que cherándose \ formando cantones con migo.

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B A S IL IO A R A U J O CARM ELO CO LM AN J U A N S P IK E R M A N
C o p ia d e l o rig in a i d e F o t o g r a f ía e n el F o t o g r a f ía e n el
A m a d e o G ra s por M u s e o H is t ó r ic o N a c io n a l M u s e o H is t ó r ic o N a c io n a l
C a r lo s S e ig o M o n te v id e o M o n te v id e o

La guardia avanzada de éste era de la Laguna — Rivera contestó a ABRIL 30


mandada por el teniente don Leo­ este reproche que — no lo había
nardo Olivera, y así fue que Baez perseguido, que por el contrario lo Como a eso del medio día llegó
tuvo que encontrarse con él después había buscado para acordar con él al paso una carreta con uniformes,
de habernos dejado emboscados. un plan de independencia. escoltada por doce hombres y un ofi­
Dijo a aquel oficial que Calderón Concluido este breve diálogo, Ri­ cial, y al anochecer se presentó Bor­
quedaba en el bajo próximo, y que vera prometió entregar la fuerza de bas con su fuerza.
él seguía a dar el parte a Rivera. su mando a Lavalleja, al efecto or­ Estábamos acampados del lado
Mientras Olivera se aprontaba y denó a don Leonardo Olivera que Norte del Paso del Rey, teniendo los »

montaba a caballo para venir al en­ hiciese soltar los caballos de la di­ prisioneros, en número de doscien­
cuentro de los que consideraba ami­ visión, asegurando en el campamen­ tos, como a tres cuadras a nuestra
gos; Rivera salía de su campamento to que la fuerza que había llegado izquierda; a la derecha se hallaban
con una escolta de doce hombres y era la de Calderón. Lavalleja, Rivera y algunos oficiales
con el mismo objeto de Olivera. Esle Echamos pie a tierra y esperamos como a la misma distancia, estando
fue el primero que nos encontró, a que la operación estuviese con­ firme nuestra fuerza compuesta de
quedando pasmado al verse frente a cluida. doscientos cincuenta hombres fren­
Lavalleja y rodeado de una porción Como a los tres cuartos de hora te al paso, y como a dos cuadras de
de jefes y oficiales, amigos todos. marchamos con dirección al campa­ él.
Conoció el engaño; pero como ha­ mento. Cuando estuvimos en el mis­ En esta posición, mandó orden
bía sido uno de los que, tres meses mo centro desplegamos la bandera Rivera a Borbas que pasase el río
antes, había tenido aviso de nuestra tricolor, y procedimos a desarmar y acampase a la izquierda de nuestra
empresa, no trepidó en adherirse a todo lo que era brasilero, alistando fuerza. Hecha esta operación, Rivera
ella inmediatamente. a los orientales en nuestras filas. envió a decir a Borbas que él y to­
Lavalleja hizo preparar cuarenta En la noche de este mismo, día 27, dos sus oficiales podían venir a to­
hombres bien montados y los hizo marchamos en dirección del Paso mar el café a su fogón, lo cual hi­
apostar en el repecho de una cuchilla del Rey. cieron.
a las órdenes de Manuel Oribe. A La noche estaba oscura y lloviz­
los pocos momentos apareció Rivera nando; un ayudante de los nuestros
a gran galope seguido de su escolta, dio orden a la tropa de Borbas que
sujetando los caballos como a dis­ ABRIL 29 pusiese las armas en pabellón y des­
tancia de media cuadra; en un ins­ filase a su derecha; por medio de
tante fue rodeado por la fuerza En dicho paso esperamos al coro­ esta maniobra fue fácil a nuestros
apostada. nel Borbas que estaba destacado en soldados apoderarse de todo, que­
Las primeras palabras que pro­ San José con una fuerza como de dando prisionera la división.
nunció Rivera al encontrarse con trescientos hombres. Como Rivera Mientras esto sucedía con la tro­
Lavalleja, fueron éstas: era el comandante general de campa­ pa, Lavalleja intimaba a Borbas y
— Perdóneme la vida y hágame ña por parte del gobierno brasilero, sus oficiales se rindiesen a las ar­
respetar. y se ignoraba aun su captura, se hizo mas de la patria.
—Lavalleja le contestó: que escribiese una nota al referido
— No tenga cuidado — agregan­ Borbas ordenándole que inmediata­
do —. No se portó Vd. así cuando mente marchase con su división a
me persiguió por orden del Barón incorporársele en el Paso del Rey.
9
J O S E M A U R IC IO T R A P A N I G R E G O R IO S A N A B R I A M A N U E L F R E IR E
R e c a u d a d o r d e fo n d o s O le o d e J u a n M . B la n e s F o t o g r a f ía
p a r a c r u z a d a d e los T r e i n t a y T r e s M u s e o H is t ó r ic o N a c io n a l M u s e o H is t ó r ic o N a c io n a l
y c u id a d o r d e l lib ro e n el M o n te v id e o M o n te v id e o
q u e fu e r o n c o n ta b iliz a d o s

MEMORIA DE LOS SUCESOS DE 1825


Se hallaban emigrados en Buenos ejército portugués, con el agregado Puestos de acuerdo con inmensidad
Aires muchos jefes patriotas Orien­ en el centro de Libertad o muerte de ellos como los Burgueños, Figue-
tales que habían tomado parte acti­ consecuente con el juramento pres­ redos, Latorres, Duranes, Calleros y
va en los sucesos políticos del año tado. muchos que no se recuerdan y que
1823 en Montevideo con la esperan­ Al iniciarse esa heroica Cruzada han figurado de jefes, regresaron
za de dar libertad a la Provincia do­ ya manifestaron los orientales el sen­ para Buenos Aires embarcándose por
minada por los Portugueses desde timiento de Independencia que des­ el mismo punto de la Agraciada.
1817, que la invadieron. pués fue una realidad.
La Batalla de Ayacucho ganada Don Manuel Oribe declaraba este Los pequeños elementos que se
por los patriotas en diciembre de secreto, (porque lo era de cierto, pa­ reunían secretamente, costeados ex­
1824, que decidió de los destinos de ra no alarmar el poder brasilero co­ clusivamente por las pequeñas for­
la América Española, inflamó el pa­ mo por no ser sorprendidos por la tunas de don Juan Antonio Lavalleja
triotismo de estos emigrados que autoridad de Buenos Aires, supo­ y don Luis de la Torre, eran condu­
reunidos en la Casa de comercio que niendo se tratase de alguna revolu­ cidos al Saladero de don Pascual
regenteaba don Luis Ceferino de la ción en esa Ciudad que aclarado el Costa, de quien estaba hecho cargo
Torre firmaron espontáneamente un objeto, se habría malogrado la em­ el mismo Lavalleja y tenía ocupados
compromiso jurando sacrificar sus presa) al patriota español vecino de en él a muchos de los orientales que
vidas en la libertad de su patria, do­ Montevideo, Don José María Plate­ lo acompañaron.
minada por el Imperio del Brasil. ro, a quien pidió unas 200 tercerolas Dispuestas las cosas y prontos pa­
Siete fueron los patriotas inicia­ que desde el año 1823 tenía deposi­ ra arrojarse a la empresa, partieron
dores y que contrajeron ese heroico tadas en la Aduana, que le fueron nuevamente de Buenos Aires, Manuel
compromiso: Don Juan Antonio La- cedidas generosamente y despacha­ Lavalleja, Sierra y Freire con una
valleja, su hermano Don Manuel, das por el vista don Gregorio Gó­ docena de compañeros conduciendo
Don Manuel Oribe, Don Luis Cefe­ mez, con conocimiento del objeto a el armamento a depositarlo en la Isla
rino de la Torre, Don Pablo Zufria- que se destinaban. Esc señor, amigo Brazo Largo punto de reunión acor­
tegui, Don Simón del Pino y Don de don Manuel Oribe merece una dado, que estando cerca de la costa
Manuel Meléndez, nombrando ense­ particular mención por aquel servi­ y de la estancia de don Tomás Gó­
guida unánimemente a Don Juan cio. mez, debían combinar con éste el día
Antonio Lavalleja ¡efe de la empre­ Don Manuel Lavalleja, Don Ata- que les arrimase caballos a los ex­
sa, y como tal quedó en su poder ese nasio Sierra y Don Manuel Freire pedicionarios. Llevaban también la
documento que hará inmortales los fueron destinados a la Banda Orien­ comisión de hablar a don Juan Are­
nombres de esos siete heroicos pa­ tal en comisión, que partieron secre­ nas, oficial al servicio del Brasil,
triotas que lo firmaron. Desde ese tamente de Buenos Aires desembar­ que como buen patriota y hombre de
día se reunían diariamente en la ca­ caron en la Agraciada dirigiéndose campo, reuniese algunos hombres
sa de la Torre y se acordaban los a la estancia de don Tomás Gómez con el pretexto de hacer una voltea­
trabajos que cada uno debía desem­ (hoy Coronel i a quien comunicaron da de baguales y con ellos se p r •
peñar. De la Torre reunía aislada­ el objeto y afiliándose a él, les faci­ sentase en la costa el día del desem­
mente el armamento posible, así co­ litó caballada paru que se dirigiesen barque; pero aconteció que Arenas
mo construía con sus propias manos hasta Montevideo. Esta Comisión era había sido comisionado para perse­
las dos banderas que debían tremo­ la de hablar, en nombre de los fir­ guir unos ladrones que atacándolos
lar triunfantes en su Patria. Se adop­ mantes, a todos los patriotas conoci­ había sido herido por una bala e
tó la tricolor que había usado la Pro­ dos en el tránsito examinando sus inutilizado para aquel fin.
vincia Oriental cuando la invadió el opiniones en favor de la empresa. Quedaron solo acordes con Gómez
10
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a ser entregado a la misma señora
de Oribe con quien se entenderían
los Sargentos.
El 19 de abril de 1825, pisan los
33 libertados el suelo patrio, desem­
barcando en el Arenal grande y se
encuentran sin caballos ni noticias
de Don Tomás Gómez.
El inmortal Lavalleja ordena a los
tres lanchones su regreso, y con la
rodilla en tierra desplegando las dos
banderas juran ante Dios y por la
Patria libertarla del poder extran­
jero o perecer en la lucha.
R A M O N O R T IZ ANDRES CHEVESTE Esperan en vano noticias de caba­
F o t o g r a f ía e n el B a q u e a n o d e los T r e in t a y T r e s llos, Don Manuel Lavalleja y el ba­
M u s e o H is t ó r ic o N a c io n a l D e t a lle d e la o b r a d e
M o n te v id e o
queano Cheveste se internaron en
J u a n M . B la n e s
el monte y descubren un caballo de
un leñatero, y enancados lo recorren
ESCRITA POR y juntan como para que puedan
montar también Don Atanasio Sierra
LUIS CEFERINO DE LA TORRE con seis soldados, que juntos se di­
rigen a la estancia más inmediata y
arrean, todos los que encuentran, a
en el día que debía presentarles los Al partir de Buenos Aires, Don
donde estaban sus compañeros.
caballos, y se retiraron a la Isla a Juan Antonio Lavalleja, dejó su fa­
Provistos ya de caballos salen al­
esperar el arribo de sus compañeros. milia al cuidado de su amigo el be­
gunos bomberos a descubrir el cam­
En dos lanchones y distintos pun­ nemérito patriota oriental Don Pe­
po y dar noticias de lo que ocurriese,
tos de la costa de San Isidro para dro Trápani, persona respetable y
permaneciendo todo ese día ocultos
no llamar la atención se embarcaron del comercio de Buenos Aires, a en los montes. Los bomberos regre­
de noche don Juan Antonio Lava- quien, como es consiguiente, le co­ san con la noticia de que el coronel
lleja, Oribe, Zufriategui, Pino, Me- municó la arriesgada empresa a que Laguna y capitán don Servando Gó­
léndez y demás compañeros con di- se lanzaba, y obtuvo la promesa de
mez al servicio del Brasil se halla­
rección a la Isla Brazo Largo; pero su abnegación por ella y de que la
ban en la costa de San Salvador con
por una de esas rarezas no frecuen­ protegería con los elementos necesa­
una pequeña fuerza en observación
tes una gran nortada de ocho días rios luego que pisasen el territorio de la costa.
les impidió llegar el día señalado oriental, como lo hizo enviando al Lavalleja marchó esa noche a en­
para el desembarque. Buceo armamento y recursos que contrarlo, incorporando a los 33 to­
Gómez, puntual en su compromi­ clandestinamente se embarcaron en
dos los hombres que se encontraron
so arrimó a la costa sus caballos, la Goleta Libertad del sur y en Ba­
en el tránsito y armándolos con el
no encontró noticia, se retira y lo lleneras a la Costa de la Colonia. doble armamento que cada uno con­
repite al día siguiente, y al tercero Entre los trabajos para la empre­ ducía.
le avisan que se desconfía de aquella sa entraba una revolución en Monte­
operación y que se disponían a pren­ video con el Batallón de Pernambu- El día 23 que ya constaba la fuer­
derlo. Gómez para evadirse abando­ canos de ideas republicanas y con­ za de 50 hombres, son descubiertos
na su casa se dirige a la costa y se finados en aquella plaza. Este traba­ por la guardia avanzada de Laguna
embarca en una chalana que se diri­ jo le fue encomendado a la señora que fue a reconocerlos y preguntar
gía para Buenos Aires, y se presenta Doña Josefa Oribe de Contucci, pa­ quiénes eran, y contestando es La-
a don Luis Latorre a procurar noti­ triota entusiasta que logró seducir a valleja, dispararon a reunirse a los
cias de los expedicionarios, pues que los sargentos que en prueba de su suyos y juntos volvieron al encuen­
se había acordado, quedaría en Bue­ decisión remitieron a Buenos Aires tro. Lavalleja envió un parlamento a
nos Aires de agente secreto para en­ un acta del compromiso y pidiendo Laguna pidiéndole una entrevista se­
tender y remitir lo que se fuese pre­ una persona que se pusiese a la ca­ parados de las fuerzas, la tuvieron y
cisando según los resultados de la beza del movimiento. Don Pablo Zu­ no conviniendo Laguna tomar parte
empresa; así es que más tarde el friategui era el destinado, pero se en la Cruzada porque no veía ele­
General Lavalleja lo declaró, por un creyó conveniente retardarlo hasta mentos de triunfo, Lavalleja le inti­
certificado, acreedor a los premios que al frente de Montevideo los pa­ ma se disponga a batirse porque lo
decretados por la Nación. triotas pudiesen proteger el movi­ va a cargar como su enemigo. Así lo
Incorporados en la Isla se dispo­ miento. Latorre les remitió de su pe­ hizo y puso en fuga a 80 hombres
nen a pisar su patria. Cada uno de culio 18 onzas de oro para que fue­ que tenía, tomando prisioneros la
los 33, se arma de dos tercerolas y sen repartidas entre los sargentos, y mayor parte, que como orientales se
dos sables, formando unos pequeños tres cajones de cartuchos a bala que incorporaron a los patriotas. El Co­
líos de armas para conducirlas en clandestinamente consiguió extraer ronel Laguna y Capitán don Ser­
cargueros, dejando el resto en la del Parque de Buenos Aires y que vando más tarde figuraron de Jefes
Isla, que más tarde fue descubierto fueron conducidos a Montevideo en en esa memorable campaña. ¡Eran
y tomado por la escuadra brasilera. el Paquete Pepa, capitán Chentopé, orientales!!!
11
LOS TREINTA Y TRES de los caballos que esperábamos.
Lavalleja se paseaba tranquilamente
DESPUES DE LLEGAR A al lado de un grupo de sarandíes, y
habiéndosele acercado don Manuel
TIERRA ORIENTAL Oribe y Zufriategui diciéndole que
eran las seis de la mañana y no lle­
Relato de Atanasio Sierra gaba Gómez con los caballos, les
Estábamos, decía, en una situa­ había desembarcado. Este desorden, respondió sonriéndose: “Puede ser
ción singular. A nuestra espalda el agregado a nuestros trajes comple­ que Gómez no venga porque los
monte, al frente el caudaloso Uru­ tamente sucios, rotos en varias par­ brasileros lo tendrán apurado; pero
guay, sobre cuyas aguas batían los tes y que naturalmente no guardaban Cheveste volverá, y con caballos; es
remos de las tres lanchas que se ale­ la uniformidad militar, nos daba el capaz de sacarlos de la misma ca­
jaban; en la playa yacían recados, aspecto de verdaderos bandidos. ballada de Laguna”. Cuando don
frenos, armas de diferentes formas Desde las once de la noche del 19 Tomás Gómez, acompañado de Che-
y tamaños; aquí dos o tres tercero­ hasta las nueve de la mañana del 20, veste y don Manuel Lavalleja, llega­
las allá un sable, aquí una espada, nuestra ansiedad fue extrema. Con­ ron con los deseados caballos, hubo
más allá un par de pistolas; pon­ tinuamente salíamos a la orilla del muchos de nosotros que se abrazaron
chos por un lado, sombreros por el monte y aplicábamos el oído a la al pescuezo de éstos dándoles besos
otro, todo mezclado aún como se tierra por ver si sentíamos el trote como si fuesen sus queridas”.

empresa con todos los trabajos que


LA HAZAÑA LIBERTADORA ofrecía mi debilidad, hasta que el
DE 1825 28 hice prisionero a Don Frutos, en
Monzón; quien me ofreció que si lo
Evocada por Lavalleja perdonaba me acompañaría en la
empresa. Lo hice y enseguida desar­
El 19 de abril del año 25 desem­ en el patriotismo de los orientales,
mamos la fuerza que se hallaba en
barqué en la margen Oriental del que contribuirían a ayudarme en la
San José al mando del coronel Bor-
Uruguay con 32 hombres que me em presa.
bas.
acompañaban, costeados de mi pe­ No tenía ninguna inteligencia con
culio; y sin más inteligencia con los el gobierno de Rueños Aires, Entre “ F r a g m e n t o de las m e m o r i a s in éd ita s
habitantes de esta Provincia, que Ríos, etc., para que me auxiliasen y del B r i g a d i e r G e n e r a l J u a n A n to n io L a ­
con dos que debían esperarme con sólo algunos ciudadanos lo hacían valleja. e scrita por su letra, q u e e xisten
en el a r c h iv o de su n ieto el s e ñ o r C o n s ­
caballos, lo que no tuvo efecto por particularmente. t a n t in o L a v a lle ja " . P u b l ic a d a s en “ M inas -
varios accidentes y sólo venía fiado Seguí los primeros pasos de mi L a v a lle ja " , 1902.

JUAN A. LAVALLEJA son las 9 de la noche sobre Canelón


v mañana pienso estar en el Cerrito
a su esposa Ana Monterroso de Montevideo. Ya no tengo nada
que temer. La Provincia se ha pro­
nunciado de un modo indecible a mi
San José Mayo 2-825
v vio entre mis manos: me suplicó le favor. En la adjunta de Oribe para
Mi querida Anita. El 19 salté en librara su vida; a estas expresiones La Torre van más detalladas nues­
lierra. El 23 ataqué a D. Julián La­ me encomendó y le hice ver que no tras operaciones.Yo no tengo tiem­
guna y a Servando en San Salva­ era tan ingrato como él: yo traté po por eso no lo hago, pero dentro
dor.El 24 entré en Soriano. No quie­ de sacar de este acaso imprevisto to­ de 4 días mandaré a Cheveste y te
ro atacar a la Capilla en Mercedes das las ventajas que me podían ser escribiré circunstanciadamente; esto
por evitar un desorden en los veci­ favorables, y lo primero fue hacerle mismo hazle presente a los amigos y
nos de aquel pueblo.Continué mi hacer un oficio para el Coronel cjue no le9 escribo por que no me
marcha al interior de la campaña,y Borba que se hallaba en San José de es posible pues ya marcha la tropa
tuve noticias que I). Frutos venía en guarnición para que saliera con to­ sobre el enemigo y no puedo dete­
marcha de la Colonia a incorporarse da su tropa v poderlo sorprender. nerme un solo instante.La caria de
a una fuerza de 300 Portugueses que Efectivamente logré mi intento: fue­ Oribe instruirá a todos. Expresiones
cruzaban la campaña, y ésta fue cor­ ron prisioneros 150 soldados y 9 a mi amigo D. Pascual Costa y que
tada por nosotros. oficiales. dentro de 6 días le diré algo de bue­
Desatendí todas atenciones y me En fin hija me veo tan lleno de no. A D" J.n Carlos que soy su ami­
propuse perseguirlo día y noche y el atenciones que no tengo un pequeño go. A mi hija muchos y muchos ca­
29 a las once de la mañana lo hice lugar: bas’a decirte que vamos con riños y tú manda a tu eterno es­
prisionero con 6 oficiales que le toda felicidad. Ya está reunido con­ poso
acompañaban y 50 y tantos solda­ migo D. Bonifacio Calderón con 100 J.A.L.
dos. Iwmbres y 200 que están en el paso
No te puedo pintar cual fue la si­ del Durazno ya están n mis órdenes. D o c u m e n to c o p ia d o d e l o rlg lr .n l p o r el
tuación de aquel hombre cuando se Yo marcho en esta misma hora uue D r. F ra n c is c o A. B e rra .

12
EL
JURAMENTO
DE LOS
TREINTA Y TRES
POR
JUAN MANUEL BLANES

I juramento cuva imagen había creado co, y a sol alto, parecía uno de los
el pincel de Blanes. mejores episodios.; pero encontré ra­
La Cruzada de los Treinta y Tres El propio Blanes. en la Memoria zones para no adoptarlo, porque la
Orientales es el episodio de la histo­ que presentó a la “Sociedad de Cien­ conveniencia buscada no estaba en
ria nacional que más tempranamente cias y Artes” el 5 de enero de 1878. distinguir demasiado al jefe y a los
impresionó la sensibilidad de nues­ explicó la elección del momento del subordinados, sino en caracterizar
tros artistas inspirándoles obras dra­ juramento como tema de su cuadro igualmente el propósito de que esta­
máticas, composiciones poéticas y la en los siguientes párrafos: “Había ba animada aquella colectividad de
primera tela de carácter histórico: el rechazado siempre la escena del de­ héroes, para todos los cuales el pe­
óleo de Josefa Palacios, natural de sembarco, no sólo por los inconve­ ligro era igual, como igual fue el co­
Colonia, que alrededor de 1854 re­ nientes de la hora Histórica (noche) raje con que lo desafiaron”.
presentó en el lienzo el desembarco sino porque me forzaba a pantomi­ “Había pensado siempre en su ju­
de los Treinta y Tres Orientales. mas y recursos que podrían compro­ ramento, pero esta idea me había
En 1832, cuando aún vivían la meter la dignidad de la representa­ sido combatida muchas veces por los
mayoría de los protagonistas, el Dr. ción y su legibilidad. ¿Puedo de­ que no creen que haya tenido lugar
Carlos Villademoros llevó a la esce­ cirlo? No habría llegado más que a ese acto en Gardizábal (actual arro­
na el acto del juramento de Libertad alguna imagen que tanto parecería yo Gutiérrez)”.
o Muerte tomado por Lavalleja a sus de héroes generosos, como de gentes “Esta lucha se hacía cada vez más
compañeros en el arenal de la Agra­ de intención dudosa, pues no era po­ incómoda y sólo cesó cuando una
ciada en el amanecer del 19 de abril sible abundar la disposición con ac­ voz amiga fortificó mis opiniones,
de 1825, juramento cuya existencia cesorios de lisencia o fantasía artís­ con argumentos idénticos a los que
real ha sido alguna vez controver­ tica”. me llevaban a reconocerle más no­
tido. “La arenga o proclama que Lava­ bleza al juramento que a la procla­
Posteriormente, en 1878. Juan Ma­ lleja (el General) dirigió a sus com­ ma”.
nuel Blanes, inmortalizó aquel mo­ pañeros en la mañana del desembar- “Es un principio artístico univer­
mento en la tela titulada “El jura­ salmente recibido, que hay verosimi­
mento de los Treinta v Tres Orien­ litudes preferibles a muchas verda­
tales” que inflamó el sentimiento des, y me parece innecesario insistir
popular al exhibirse en Montevideo sobre él”.
v que, desde aquel entonces, identi­ “He adoptado pues la verosimili­
ficó en el espíritu público el jura­ tud del juramento, porque es bella,
mento con el desembarco y a ambos conveniente, buena, esto es, hace
con la independencia nacional. A unidad una, da acción é interés a to­
ello contribuyó también, en fuerte dos los personajes, sin que las gra­
grado, “La Leyenda Patria" que me­ daciones de unidad subalterna dis­
ses más tarde, mayo de 1879, Juan puten valor a la unidad principar.
Zorrilla de San Martín recitó al pie COMODA Es exacto que la Historia no ha
del monumento a la Independencia Q u e p e r te n e c ió a recogido aun el documento que de
Nacional en Florida, en ocasión de P e d r o T rá p a n i manera irrefutable verifique la rea­
e n la q u e s e c u s to d ió la lización formal del hecho que reme­
su inauguración. En inspirados ver­ d o c u m e n ta c ió n d e
sos que conmovieron al público, el la C r u z a d a L ib e r t a d o r a d e 1 8 2 5
mora el óleo de Blanes, pero es evi­
poeta exaltó la epopeva de los cru­ M u s e o H is t ó r ic o N a c io n a l dente que la Cruzada Libertadora,
zados de 1825 v evocó la escena del
#
M o n te v id e o (Continúa en la pág. 18)

13
EL JU R A M E N TO
D e los T r e in t a y T r e s
D ib u jo a p lu m a d e B la n e s

La numeración empieza a la izquierda del espectador con el número 1, y termina


con la última figura del cuadro, siguiendo estrictamente el orden de colocación sin
tener en cuenta la perspectiva.
1, Ignacio Núñez—2, Juan Acosta—3, Felipe Carapé—, 4, Juan Hosas— 5, Ce­
ledonio Hojas 6, Manuel Meléndez—7, Avelino Miranda—8, Agustín Velázquez—
9, Manuel Freire —10, Joaquín Artigas—, 11, Gregorio Sanabria— 12, Santiago Nie­
ves— 13, Santiago Gadea 14, Ignacio Medina— 15, Jacinto Trápani— 16, Luciano
Homero (arrodillado) 17, Juan Spikerman—18, Pablo Zufriateguí— 19, Simón
del Pino 20. Manuel Lavalleja—21, Juan Antonio lavalleja— 22, Atanasio Sie­
rra — 23, Manuel Oribe 24, Andrés Spikerman— 25, Ramón Ortiz— 26, Basilio
Araujo- 27, Juan Ortiz 28, Pantaleón Artigas— 29, Andrés Chebcste —31, Fran­
cisco Lavalleja— 32, Dionisio Oribe— 33, Carmelo Colman.

16

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ACTA DE D O N A C IO N

De t r e s f r a g m e n t o s d e la b a n d e r a d e
los T re in ta y Tres realizada por Juan
S p ik e r m a n e n 1 8 5 8 .
M u s e o H istórico Nacional. Montevideo.

17
Formaban ese grupo Juan Anto­ sin duda alguna, la segunda condi­
nio Lavalleja, Manuel Lavalleja, Ma­ ción, belleza espiritual, porque es
nuel Oribe, Luis Ceferino de la To­ bella — dice — la verdad de los
rre, Pablo Zufriategui, Simón del Treinta y Tres, capaz de infundir en
Pino, y Manuel Meléndez. el espectador “los encantos y el va­
En poder de Lavalleja, designado lor de las virtudes patrióticas” que
jefe, quedó — según esta versión — él ha procurado recordar en su cua­
el documento suscrito por aquellos dro.
patriotas. Más adelante la Memoria
de de la Torre menciona el juramen­
to que fue pronunciado luego del II
desembarco. “El 19 de abril de 1825
pisan los 33 libertadores el suelo pa­ EL CUADRO DE BLANES
trio, desembarcando en el Arenal
Grande y se encuentran sin caballos PJ 19 de abril de 1859 el Sargen­
ni noticias de D. Tomás Gómez”. to Mayor D. Juan Spikerman donó
“El inmortal Lavalleja ordena a a la señora Josefa Cavia de la Torre
los tres lanchones su regreso, v con dos fragmentos de la bandera de los
por sus singulares rasgos heroicos, la rodilla en tierra desplegando las
fue la obra de un grupo de juramen­ Treinta y Tres Orientales que había
dos banderas juran ante Dios y por sido confeccionada por Luis Ceferi­
tado«. Isidoro De María en su “Com­ la Patria libertarla del poder extran­
pendio de Historia de la República no de la Torre labrándose un acta
jero o perecer en la lucha”. (“Revis­ de la ceremonia, la que se custodia
Oriental del Uruguay” (Tomo V, ta del Instituto Histórico y Geográ­
págs. 28-29. Montevideo. 1901), al en el Museo Histórico Nacional. A
fico”. T. 19, página 316). la izquierda del texto de dicha acta
referirse a los trabajos preparatorios
Juan Spikerman, otro de los Trein­ aparece dibujada a pluma, una hoja
de la empresa realizados en Buenos
ta y Tres, se refiere también al ju­ de palma en la que se han inscripto
Aires, dice al respecto: “ Allí con­
ramento prestado por los cruzados. los nombres de los integrantes de la
trajeron el solemne compromiso de
Dice en sus Memorias que, concluido cruzada del 19 de abril.
iniciar la rendición de la Patria,
el desembarco, “Lavalleja tomó la La letra “E” inicial del acta tiene
obligándose bajo juramento a em­
bandera y nos dirigió una proclama como fondo una viñeta, también di­
prender la Cruzada Libertadora, a
llena de fuego y patriotismo a la que bujada a pluma, que representa el
costa de su vida y su fortuna. La­ contestamos con el mismo ardor, ju­ desembarco de los Treinta y Tres.
braron un acta de ese compromiso rando llevar adelante nuestra empre­ F!n el centro del grupo aparece La­
patriótico, por lo cual aceptaban for­ sa de Libertad o Muerte”. valleja con la bandera de los cruza­
malmente el de abordar la libertad Este tipo de Memorias, como fuen­ dos en alto flanqueado por los com­
de la Patria, ó morir en la demanda, te de la Historia, debe ser tomado pañeros que en la composición for­
nombrando para jefe de la empresa con cierta reserva ya que general­ man urr círculo.
al Teniente Coronel Don Juan An­ mente son escritas muchos años des­ ¿Quién fue el autor de este dibujo
tonio Lavalleja; agregando que si pués de los sucesos a que se refieren: en el que aparece anticipada la idea
fallaba se comprometían a renovar­ sin mayor rigor cronológico y sin la de la composición lograda por Bla­
la una y veinte veces”. información documental necesaria nes en 1878?
“Esa acta firmada por todos la en­ para la precisión de la información, Entre los firmantes del acta figu­
tregaron original en el mismo ins­ la que surge simplemente del recuer­ ran dos nombres que podrían corres­
tante al jefe nombrado. Lavalleja la do que sobre los acontecimientos ponder a su autor: Juan Manuel
recibió gozoso guardándola en el bol­ conserva el autor, recuerdos desdi­ Besnes e Irigoyen y Juan Manuel
sillo. Desgraciadamente no tomaron bujados, muchas veces, por la edad Blanes. Nos inclinamos a creer que
copia de ella, y en medio de las tri­ o idealizados a través de los años. el dibujo es obra de Blanes lo que
bulaciones del tiempo, se le perdió Sin embargo, la referencia al jura­ vendría a constituir un interesante
a Lavalleja, por cuya causa quedó la mento por dos de los actores de antecedente del lienzo de 1878. Si
historia privada de poder consignar aquella jornada, el antecedente de no lo fuera su intervención, en aquel
ese precioso documento en sus pá- haberlo escenificado en su obra el acto lo vincula ya al tema de los
gmas . Dr. Villademoros cuando vivían La­ Treinta y Tres y pone en evidencia
Isidoro De María, seguramente, to­ valleja y sus compañeros, unido a la su interés por aquel hecho histórico
mó esta información de las Memo- naturaleza misma de la empresa, con- y las reliquias que de él se conser­
rías de Luis Ceferino de la Torre, vierten el hecho como acertadamente van. Es probable, que en esta época
uno de los integrantes de la Cruza­ considera Blanes, no sólo en vero­ haya surgido en su mente la idea de
da, quien, luego de referirse a los símil, sino en un acto verdadero re­ una gran tela sobre el asunto. Entre
trabajos preparatorios realizados en cogido por la tradición y por las los firmantes del acta de 1859 figu­
Buenos Aires y a las reuniones que crónicas. Al artista le es lícito en­ ran también dos de los integrantes
un grupo de patriotas celebraban en tonces interpretarlo plásticamente. de la cruzada lavallejista: Atanasio
su casa, dice que allí “firmaron es­ Siendo pues verosímil y posible el Sierra y Juan Spikerman, de quienes
pontáneamente un compromiso ju­ juramento, Blanes consideró que se debió Blanes, seguramente, escuchar
rando sacrificar sus vidas en la li­ daba en él la primera condición que una versión animada de los hechos
bertad de su patria dominada por el requiere la pintura histórica. Ade­ que impresionaron su espíritu en el
Imperio del Brasil”. más, el episodio elegido satisfacía, que fue paulatinamente madurando

18
aquí”. Sobre este proyecto de 1865,
no realizado entonces, Blanes agre­
ga: “Hice un boceto que se me pidió,
y me presté a hacerlo sin conoci­
miento del lugar del desembarco
para mostrar una composición sola­
mente
En 1865 fracasó la gestión con el
gobierno pero Blanes siguió alen­
tando su proyecto y en 1875 se puso
a la tarea de pintar el “Juramento de
n tr a ía s * los Treinta y Tres Orientales”.
Comenzó por estudiar sobre el te­
rreno el lugar en que se desarrolló
COMEDIA EN TRES ACTOS. la acción visitando en la madrugada
del 19 de abril de aquel año la playa
POR EL de la Agraciada, para apreciar el
mismo paisaje que sirvió de escena­
D octor D . C arlos G. V illademoros . rio al acto que iba a evocar con sus
pinceles, en las condiciones más
análogas a las que pudieron darse
en la mañana del 19 de abril de 1825
a fin de ambientar de ese modo el
solemne episodio con elementos de
la realidad.
acto res.
-----
La obligación de ser veraz se la
imponía su concepto de que el cua­
D . J uan A. L avali . e j a . .G en eraly primer Ge- dro histórico, además de apoyarse
fie de los 33. sobre una verdad bella, debe dar una
•; M a n u e l O r i b e . . . . 0fic¡a]es s u p e r i o r e s justa representación del hecho que
M anuel L avallf .ja > delos3¿ interpreta.
” P ablo Z u f r ia t e g u i } En la Memoria de la “Sociedad
” T omas G ó m e z ................ vecino de la B. O. y Ciencias y Artes” ya mencionada,
Blanes explicó cómo entendió que
S u ESPOS
debía componer su tela sin perder
D. J acinto T rapani .........Ayudante del Gene­ de vista otra de las exigencias de la
ral Lavalleja. pintura histórica, la de recrear el
” J ulián L aguna ........... Coronel al servicio pasado provocando emociones con
del Brasil. imágenes que no desagraden, lo que
U n J uez d e l PuEBLo-de San Salvador. él denomina “belleza óptica”.
Un m ensajero. Esta exposición de Blanes, expli­
T ropa de los t r e i n t a y t r e s . cativa de su cuadro, es particular­
N • •
mente interesante no sólo por lo que
puede servir para la comprensión de
la obra en sí, sino principalmente
porque ilustra de una manera aca­
bada, sobre el pensamiento pictórico
F A C S I M IL D E L A del artista y sus concepciones en ma­
P R IM E R A P A G IN A teria plástica.
D e la o b ra d e “Cuando he dicho que el intento
C a r lo s G . V illa d e m o r o s s o b re P u b lic a d o e n 1 8 3 5 e n
“ E l P a r n a s o O r ie n t a l”
de un cuadro de historia nacional
la c r u z a d a d e los T r e in t a y T r e s .
era en mí una inclinación, he que­
rido decir que, tratando de encon­
trar lo que a mi propósito convinie­
la idea de la obra. Años después, en tuvo la feliz ocurrencia de hablarme ra, (y este propósito era el cuadro
agosto de 1865, Blanes escribió a sobre la oportunidad de hacer el cua­ de los Treinta y Tres), he tenido
Andrés Lamas sobre la posibilidad dro sobre el desembarco de los 33 que ocuparme incesantemente en
de hacer el cuadro en términos tales patriotas. Esta idea que para usted darme cuenta clara del asunto por
que permiten deducir que esa inten­ no es nueva por cierto, halagó no ya los medios á mi alcance, hasta pene­
ción desde tiempo atrás animaba al mis deseos de sacudir la mezquindad trar, si puedo decirlo así, en el espí­
pintor y era conocida por algunos y las penas de mi vida material, pero ritu que reinó en la escena real,
compatriotas. “A propósito de cua­ sí el deseo de mostrarme en cuanto cuya interpretación intentaba. Debía,
dros de historia, expresa Blanes, y me considero capaz como pintor de pues, ahorrarme vacilaciones en la
con motivo de mejoras que el Go­ historia, para alcanzar algo más de tela, y para consignar en ella un
bierno hace aquí en la casa de go­ lo que se me acuerda como retra­ pensamiento ordenado se hacía ne­
bierno, el Sr. Juan Ramón Gómez tista, como le llaman a uno por cesario haber entendido ya el asunto,
Sarmiento* empleada a mi propósito,
“me he hecho cómplice en la esce­
E L P ARNAS O O R I E N T A L . 7 na”, y nos hemos acomodado como
Dios quiere en derredor de la ban­
dera cuyo triunfo proclamamos y
juramos”.
Opone, diestro, el invencible brazo' “La verosimilitud me ha hecho
Aq uesto nos salvó ; y al fin nos remos adoptar este como Dios quiere para
En el seguro puerto, deseado, componer la representación de ese
Adonde yo el primero conducido, acto, que nació sin duda, de la con­
Mi grata voz al eternal levanto. fianza en el valor y la justicia de la
Pronto aquí llegarán mis compañeros causa, más que de la confianza en
el aparato”.
Y pronto Gómez, el fraterno abrazo,
“El partido tomado tenía dificul­
J)e ellos r e c ib ir é is .. ; v ............... tades, porque era necesario evitar la
monotonía, el demasiado acomodo,
ESCENA <1.rt el demasiado descuido; no sé, seño­
$
0

res, si he logrado triunfar de estas


A l finalizar D. M a n u e l L a v a l l e j a estas es- dificultades”.
prccioues sellará sentir un pequeño ruido y * L a- “Cuestión previa para el concep‘o
valle JA y G ómez verán ya en tierra á todosy los de esta composición, la línea domi­
que mientras el hablaba venían remando acia la nante debía escogerse, y he preferido
costa. A l verlos D . M anuel L avalleja dirá la horizontal porque convenía á la
á G ómez . exposición de treinta y tres figuras
que no debían hacer hileras”.
L avalleja (D. M a n u e l ,) Más adelante dice que todas las
figuras representadas concurrían a
líelos amigo. un solo objeto y habiéndose propues­
to una escena que pudiera ser abar­
G óm ez; cada por la vista en toda su exten­
sión dio, a la agrupación general,
Olí Dios ! venero tus decretos altos! una “intención circular bastante
marcada”.
Luego continúa: “Me he esforzado
D. J uan A t o m o L avalleja es el último que
por alcanzar los caracteres genera­
satinen tierra con una banda a tricolor en la mano les de la humanidad para leerlos a
i>qui( rdn, y ai (l momento meando una i odilla,pro­ través dé un grupo de patriotas uru­
nunciará la invocación siguiente, K7 acto de in­ guayos; y si la representación no
car se Io imitan todos, brilla por lo chispeante, no se ex­
cede en las afectaciones, que son
L a v a l l e j a (D. J uan A n t o n io .) contrarias a la convicción, que com­
prometen la gravedad, que desvir­
Salve Patria infeliz ! mi Patria a m a J a ! túan el pensamiento representado:
así, más que una imprudente altane­
ría, pensé que conviniese la natura­
lidad y la dignidad”.
“He tratado de ser preciso, cui­
F r a g m e n to d e la o b ra te a tr a l dando que la perspectiva, llave de la
d e V illa d e m o ro s q u e h u b o de representación óptica, me diese el
re p re s e n ta rs e en 1 8 3 2 resultado apetecido, sin precipitar la
degradación de los tonos y las líneas,
recurso que no responde a la oculta­
ción del arte, y que pertenece a la
y haber previsto todos los efectos. “Creí, pues, que la composición categoría de lo afectado y lo amane­
Con tanta mayor razón he debido debía apoyarse en la idea verosímil rado. Si la imagen hubiera de llegar
cuidar mis reflexiones, cuanto he re­ y hasta probable, de que la dicipli- sólo a los sentidos, esa manera y esa
conocido, siempre ser el asunto su­ na particular, voluntaria, y tolerada afectación tendrían el interés que
perior á mis fuerzas”. en sus descuidos, y que habría de despiertan cuando se ha de juzgar
“La claridad, la simplicidad, la tomar forma militar cuando hubie­ una pintura con la vista solamente.
unidad, los episodios, el traje y el ran de producirse Rincón, Sarandí, Dirigiéndose conjuntamente al sen­
modo, esto es, la precisión, la econo­ Cerro, etc.”. tido y a la inteligencia, la pintura
mía, la armonía, el interés y el as­ “Asi es que para mi composición, obra como el espejo en condiciones
pecto, debían tener la palabra en la no es visto más que un grupo de de arte imitador, y en condiciones
composición, para llegar a una ver­ amigos abnegados, resueltos, valien­ de arte liberal; pero no sé señores,
dad inteligible y óptica”. tes, y sirviéndome de una frase de si he podido romper el círculo de la

20
cería la más perdonable la manera
como he usado el re tra to ...” “el
dominio de la historia para el pin­
8 E L PARNASO O R I E N T A L . tor se distingue mucho de el del re­
trato, porque la acción y las pasio­
nes le sacan fuera del retrato ordi­
nario para servir signos especiales:
Al fin toco tus r o t a s * [>:'¡4 ¡ ru.
I # p •*
así es que en el caso del cuadro de
a- ali^a», oaciiO los Treinta y Tres la representación
A p i. ( n iu< j ei ho rom v»r !as .iras conveniente de la edad y la expre­
Y la v<-í.¿ jiiíV{i vr iji¡t: j:tií\jü (b r.t sión, me ha impuesto algunas modi­
l ei la o resioti im^ia ! ficaciones”.
Sitl\c! luí» veces >«»íve ! liofi s tus hijos, En otro pasaje justifica el vestua­
T u s !i«%’ c s si, de la *iia i*: ion quniiia, rio con el que presentó a sus perso­
* # najes: “Los vestidos sirven la me­
])d la a ’ mu anoia grata los rodeaba, moria de la época, y no he creído
P.c.fuíro. «\ i > en ía iisisri’ia mi.a, deber abandonarlos por más que el
]\!»¿a e ; li <.r;o inonííeio, en mi mano, arte prescriba límites para su uso y
P n cursor í't 1 esTa.íio y cíe la ruina, limite la extensión de su exacta imi­
IM*ra el Jiere seminante, en ({líela rabia. tación. No creo que particularidades
L a sai.-jj o. asían«' ia une v; ras vertida, que estima reconocer históricas y na­
cionales, no pueden decorar con dig­
í^iii-gie lili »iivusot ! bangre ^j ie piden nidad el sujeto, por la sola razón de
J. •s *;í *rus sombras, de la tumba fria, que el traje no sea el principal pla­
J-6 i 1 fu i or de la guerra, las lanzara cer que ha de producir la pintura.
] e do ai furor y ó la v< nganza, incitan. No lo creo, además, porque si hay
A í *í g.-i 7.n sni pie íati ! amigos toili s, en el arte, como los hay realmente,
Teiulc-ñ ia empalia y á bi fa/ benigna, asuntos históricos de traje consagra­
Del Dios de los moríales, boy juremos do, el de los patriotas del año 25
debe consagrarse en el Uruguay pa­
]Vío gozar de quietud, sino eoneluida ra las imágenes históricas de aque­
Da raza infame, que al O iente libre, llos días”.
De esclavo el-nombre, su^onzoso, lija. El dibujo y el claroscuro como
* medios de realizar la pintura fueron
T odos. utilizados, según Blanes, de acuerdo
a las necesidades de la representa­
Lo juramos. ción. En cuanto al colorido declara
que era para él “el medio más pe­
L avalleja (D . J u \ n A n t o n i o .) ligroso de este cuadro, por lo des­
cuidado del acto casi reclamaba un
Sífmr! Kl juramento tema ruidoso de color, que, por otra
• •j
Acepta, qne prestamos y castiga parte se armonizaría mal con la no­
bleza de la acción y la severidad del
Cdi el r *gor de D» nótente
i nie tra,7
propósito”.
Al que cobarde, de llenar desista, “En esta parte — agrega — me
he limitado a hacer de manera que
el espectador no dude de la cualidad
de los objetos, y no he pensado en
EL JU R A M EN TO ostentar energías fuera de oportuni­
L a v a lle ja t o m a ju r a m e n t o dad, ni coloraciones extrañas. La
a los c r u z a d o s variedad sola no ha evitado repeti­
ciones inmediatas de color, y no du­
do, señores, que procediendo así,
quimera con mis desvelos, por hacer dentes. Sólo he procurado tentar un dejaré acaso machos gustos por sa-
de la representación alguna belleza fin, no para los iniciados en el arte, tis facer”.
óptica, y alguna verdad intelectual”. sino para hacer comprensible el es­ Blanes termina esta parte de su
Declara luego que ha desterrado pectáculo, que debe hablar a todos exposición refiriéndose a lo que él
de la representación todo lo que pa­ los hombres”. llama “el toque” que declara ser en
reciese jactancioso y audaz en los “Los aficionados a los hallazgos este cuadro el característico de sus
personajes atendiendo más bien a la de taller y de Academias cuya admi­ pinturas. “No es mi toque seguro
sencillez de algunos. “He huido, ex­ ración y alabanzas quisiera conquis­ como el de Ribera, gracioso y sabio
presa, servir con el gesto la vanidad tar y merecer, han de encontrar muy como el de Rembrandt, ni osado co­
ciega, porque no he pensado, ni re­ poco que aplaudir en esta tela”. mo el de Rubens. Tocando, estudio
motamente, llegar a superar a nadie “Entre las faltas que pueda haber más que no aventuro, y fio menos
por medio de exageraciones impru­ incurrido a algunos ojos, no pare­ que no temo”.

21
profusamente. El croquis permitió
identificar a cada uno de los perso­
najes, de acuerdo a la nómina toma­
12 EL PARNASO ORIENTAL da de una de las listas de los Treinta
y Tres tenida en la época como ver­
dadera y a la siguiente explicación
En un punto distante, donde importa que lo acompañaba: “La numeración
empieza a la izquierda del especta­
Que, con valor y actividad, se espida, dor con el número 1, y termina non
la última figura del cuadro, siguien­
( Dando la lista al marinero) do estrictamente el orden de' coloca­
%
ción sin tener en cuenta la perspec­
Ahora, tomadla, y marcha. tiva”.
El Dr. Francisco A. Berra, emi­
L IS TJ1. nente pedagogo, autor de numerosas
obras didácticas, entre otras, el con­
trovertido “Bosquejo Histórico”, po­
CLASFS V NOMBRES seedor del don especial de desarro­
llar con prolija exactitud los temas
que trataba, en un estudio crítico pu­
General, Soldados, blicado en “El Siglo”, en enero de
D. Juan Amonio Lavallja A vrlin-j M ira n d a
Gefes, Celedonio Rejas 1878, realizó una minuciosa descrip­
D Manuel Oribe Andns Aregueti ción de la tela de Blanes. La rigu­
a
Pablo Zufiiategui Juan Ortiz rosidad con que Berra realizó su ta­
tt
Mdiiui I Lavailcja Caí mtl #Colman rea difícilmente puede ser superada,

Manuel Freiré Ran.ou Ortiz en cuya virtud se reproduce seguida­

Sin on del Pino Dionicio Oribe

Basilio Aranju Juan Ros. 9 mente el pasaje sustancial del capí­
Oficiales, Felipe Carapé tulo descriptivo del mencionado es­
V Santiago (jadea Francisco Lavallejt tudio.

Atanacio Sierra Joaquín Artigas “El lienzo — expresa el Dr. Be­

Jacinto Trapani Juan Acosta

O re gofio Sanabria Santiago Ni va rra — representa, en un campo de 6

M nucí M lendts Ignacio Ntules metros de longitud y 3,25 de alto,
lì el lugar donde desembarcaron los
Pantab-on Anidas Audres Che veste

Juan Piquinean Luci no Romcio Treinta y Tres. Se ven en perspecti­

Andrés Piquiman, Agustín Velasqucr va primeramente la playa arenosa,
Igmcio Medin». cuyo colorido es tomado del natural;
a corta distancia, hacia el fondo, y
E l marinero luego que tama hr lista , se embarra en línea horizontal, que toma casi
precipitadamente y impieza a al jarse de la casta, todo el largo del cuadro, el bosque-
remando. lluego que Lavulleja • ¡o vé distante cilio de mata-ojos, biguerone9 y cei­
din je á Gomez la palabra. bos, sobre cuyas copas se extienden
un cielo azul cruzado por blanqueci­
nas nube?. A la derecha del espec­
tador, casi perpendicularmente al
plano general, corre el Uruguay, del
que ve la orilla izquierda que forma
L IS T A D E L O S la curva entrante de la Agraciada; y
T R E IN T A Y T R E S a la izquierda aparece la desemboca­
Q u e f ig u r a e n la o b ra d e dura del Gardiázabal. El sol, que ilu­
V illa d e m o r o s
mina el campo de trecho en trecho,
por los claros que los árboles dejan,
se levanta a pocos grados del hori­
III zonte, y sus rayos caen en ángulo
cación histórica del episodio, y, tam­ agudo, tomando paralelamente la lí­
DESCRIPCION E IDENTIFICACION bién, por el acierto y la oportunidad nea del indicado bosque”.
DE TOS PERSONAJES de las publicaciones que divulgaron “ tina de las tres embarcaciones
detalles que ayudaban a interpretar­ que condujeron la expedición empie­
La lela de Juan Manuel Planes la. Entre estas debe mencionarse la za a alejarse del arroyo en dirección
suscitó en el Río de la Plata, desde relación de los personajes represen­ a la margen entrerriana del Uru­
el momento en que fue conocida, jui­ tados en la escena del juramento y el guay; y los Treinta y I res, abando­
cios v comentarios entusiastas y ad­ croquis correspondiente que se pu­ nados a su suerte, ocupan la playa,
mirativos que consagraron el talento blicó en un folleto, como comple­ en tamaño natural, formando un
del pintor. La obra llegó rápidamen­ mento de la “Memoria sobre el cua­ grupo sin orden, en línea horizontal
te al alma popular por su extraor­ dro del juramento de los 33“ antes irregularmente convexa hacia el fon­
dinaria expresividad, por la signifi­ citada, y que circuló en la época. do, y a penas subdividido en tres:
uno central, en que figuran D. Juan hombro izquierdo, sombrero en la
Antonio Lavalleja; a su derecha, y mano correspondiente y dos pistolas
en plano sucesivos, D. Manuel, su en la cintura, mira hacia el Norte,
hermano, del Pino, Zufriategui, D. al interior del país, y señala a él con
Juan Spikerman, Romero, Trápani, la espada que tiende horizontalmen­
Medina, Gadea, Nievas, Sanabria, te con la mano derecha, presentando
Joaquín Arligas, Freire, Velásquez, su frente al espectador, como Zufria­
Miranda, Meléndez y Rojas; y a su tegui. Sanabria se dirige al lado
izquierda. Sierra, D. Manuel Oribe, opuesto con la cabeza descubierta,
D. Andrés Spikerman, D. Ramón chaqueta oscura, cuyo bolsillo dere­
Ortiz, Araújo y D. Juan Ortiz. El cho deja ver un pañuelo de seda,
grupo que queda al oriente consta chaleco, cotonía rayada y pantalón
de Rojas, Carapé, Acosta y Núñez; claro;, la mano izquierda enérgica­
y en el occidental están situados derecha, con que tiene el sombrero, mente apoyada en el pecho, la dere­
Pantaleón Arligas, Areguatí, el ba­ en actitud de responder en voz ele­ cha levantada con la espada. Su
queano Cheveste, Francisco Lava­ vada y entusiasta al juramento de su aire, acentuado por el poncho que le
lleja, Dionisio Oribe y Colmán”. jefe. cae desde el hombro diestro, es el
“De pie, como casi todas las figu­ “A la derecha de Zufriategui, casi del hombre arrojado que de los pri­
ras, y atrayendo así la atención de a los pies de Lavalleja, está Luciano meros y con honra, cayó en la acción
sus compañeros, está hacia el cen­ Romero, joven paisano campesino, de Sarandí. Pero la figura que entre
tro de los grupos el retrato del jefe de cuerpo flexible, vestido de pon­ los tres trae con más vigor la aten­
de los cruzados, entonces coronel D. cho recogido sobre los hombros, re­ ción del curioso, es la de Gadea, si­
Juan Antonio Lavalleja, de baja es­ mangada la manga de la camisa, tuada en medio de las de Trápani y
tatura y de cuerpo -robusto. Viste mantilla roja, blanco calzoncillo y Sanabria. pero en el primer plano.
pantalón blanco, que entra en las botas sobre él. Carga trabuco en la Corpulento en lo alto y lo grueso, co­
cañas de las botas, chaleco cerrado cintura, levanta la cabeza dirigién­ lor cobrizo, cabello crespo y abun­
del mismo color, casaquilla negra dola al protagonista de la campaña dante, mirada torva, fisonomía un
con cuellos y puños amarillos. Está y tiene el sombrero echado a la nu­ tanto sombría, sombrero echado so­
armado de espada, cuyo cinturón de ca, la rodilla izquierda sobre la are­ bre el lado y ojo izquierdos, traje
cuero sostiene dos pistolas. Con- la na, la mano del mismo lado sobre el exterior negro, chaleco azul, pañue­
mano izquierda levanta una de las pecho y la espada desnuda en la de­ lo rojo, saliente del bolsillo del pan­
banderas tricolores, y con la dere­ recha. La difícil e intencionada acti­ talón, trabuco en la cintura, sable
cha señala el suelo, en que están su tud de esta figura, que hace valioso vestido en la mano izquierda, pon­
poncho de viajero y su sombrero. contraste con la de Lavalleja, al que cho en el mismo brazo, y la mano
Su fisonomía, un tanto enérgica, y salva de la subordinación física a derecha extendida en línea horizon­
su actitud toda, es la del hombre que que naturalmente lo condenan las es­ tal en dirección al centro del grupo
acaba de jurar solemnemente hacer beltas figuras de Oribe y Zufriate­ que describo, tales son los rasgos
triunfar la idea escrita en la insignia gui, revela un corazón animado por principales de este retrato, cuyo con­
que su brazo hizo tremolar el prime­ entusiasto patriotismo, a la vez que junto denuncia con claridad al bra­
ro, o morir por ella en el suelo que un espíritu confiado en el director vo, independiente, impetuoso y alar-
99
de la campaña y de voluntad resuel­ deador”.
pisa .
“A su derecha y a su izquierda le ta”. “Más a la derecha del cuadro, y
acompañan los Sargentos Mayores “Jacinto Trápani, Santiago Gadea terminando por esta parte los pri­
don Pablo Zufriategui y don Manuel y Gregorio Sanabria siguen a Rome­ meros planos del grupo central, apa­
Oribe, brillantes figuras en el lienzo, ro por la derecha. El primero, ro­ recen: Freire, vestido de chaqueta y
que no menos lo fueron en el desen­ busto, de expresión entera y grave, pantalón negros, chaleco blanco y
volvimiento de la inmortal empresa. chaqueta negra, chaleco marrón, poncho de invierno que pende con
El primero, de porte bizarro, lleva pantalón mezclilla, poncho sobre el negligencia del hombro derecho, la
chaqueta con alamares, cuya abertu­ espada en una mano y el sombrero
ra deja ver el chaleco blanco que en la otra; y Meléndez joven de bue­
cae sobre el pantalón de un bello na postura, de traje negro, cabeza
azul turquí. Tiene, como Lavalleja, descubierta, y en actitud de pronun­
dos pistolas en la cintura; pende de ciar el juramento, a la vez que con
su brazo izquierdo un poncho livia­ la punta de la espada traza una cruz
no, y la mano derecha, con que em­ en la arena, en señal de la firmeza
puña la espada, así como la vista, de su compromiso. Hacia el extremo
se dirigen hacia el Oriente, por don­ opuesto del grupo ocupa el primer
de el sol testigo de su juramento, em­ plan Basilio Araújo que, de espal­
pieza a subir siguiendo su eterna ca­ das al espectador, con la mano iz­
rrera. El segundo, alto, delgado, jo­ quierda en la empuñadura de la es­
ven, de distinguida apostura, vestido pada y el sombrero en la derecha,
de chaqueta con vueltas amarillas v indica la acción de expresar su voto
chaleco blanco y alto, y pantalón con toda la fuerza de su voz. Con
mezclilla, apoya la mano izquierda no menos expansión se pronuncia
en el puño de la espada v levanta la Ramón Ortiz, personaje rústico, vo­
luminoso, bien mantenido, con el as­ el antebrazo; un pañal colorado, so­
pecto de un buen hombre, muy acce­ bre el cual desciende desde la cin­
sible a los sentimientos patrióticos, tura el culero característico de nues­
que acompaña su estruendosa acla­ tros hombres de campo, no conta­
mación con los sacudimientos de los giados por los caprichos de la moda
dos brazos levantados en todo lo lar­ europea; el calzoncillo blanco, meti­
go que tienen sobre su cabeza, con do en botas de potro, largas; pon­
una de cuyas manos agita la terce­ cho arrollado sobre el hombro dere­
rola destinada a multiplicar sus cho y sombrero de paja alto, con una
abundantes fuerzas”. pluma de pavo real en la cinta, en la
‘‘Detrás de los personajes que mano, del mismo lado que está ex­
componen este grupo, más o menos tendida para abajo y hacia atrás, por
ocultos por ellos, y ocupando los pla­ un acto reflejo de los sentimientos
nos posteriores, aparecen de derecha modo pueden interesar los sentimien­ que lo dominan. Además, lleva en
a izquierda del cuadro: Celedonio los pies espuelas de hierro, de do­
tos vírgenes, Carapé oye la voz del
Rojas; Avelino Miranda; Agustín que lo ha de dirigir en la lucha por mador; rebenque pendiente de un
Velázquez; Joaquín Artigas; Santia­ la independencia, se entusiasma y a dedo de la mano izquierda, con la
go Nievas, que levanta la mano de­ cual toma el sable por su parte me­
su vez grita, aumentando la energía
recha con los dedos pulgar e índice de su expresión con el movimiento dia ; manea que cuelga de la empu­
dispuestos en forma de cruz, en ade­ del brazo izquierdo que levanta casi ñadura de esta arma, haciendo de
mán de jurar; Ignacio Medina, jo­ hasta las nubes”. dragona, y trabuco y boleadoras por
ven paisano del campo, que mani­ delante, sujetas en la cintura. Inútil
“En el grupo más cercano a la
fiesta con una franca risa el contento sería empeñarme en explicar qué es
orilla del Uruguay, a la izquierda
que le domina; Juan Spikerman; de Lavalleja y Oribe, ocupan el pri­ lo que siente Chebeste. Su cara tiene
Simón del Pino; Manuel Lavalleja una expresión indefinible: parece
mer plan Colman y Cheveste. Aquél,
(detrás de su hermano); Atanasio que la audacia, la astucia, el sarcas­
cubierto por un poncho de paño azul,
Sierra, rostro sereno y continente mo, la travesura, el cinismo, esto y
pantalón del mismo color y botas de
noble, embellecido por un poncho mucho más, asoman a aquel rostro,
potro, imita el ejemplo de sus com­
blanco de fajas celestes, cuyos colo­ y se mezclan para formar un com­
pañeros, con la invocación de la
res cambian vivacidad y gracia con plejo sin nombre, a manera de los
cruz, que señala con los dedos de la
los vecinos del ropaje de Oribe y La­ rayos de mil colores dispersos, que
mano derecha. Detrás de él está el
valleja; Andrés Spikerman, y final­ por la acción de un lente convergen
moreno Dionisio Oribe; en seguida,
mente, Juan Ortiz”. en un foco para resolverse en un
hacia el tercer plan, Francisco Lava­
“Acosta y Rosas aparecen en el compuesto que es a la vez idéntico y
lleja, arquetipo sin segundo de las
grupo de la derecha del cuadro, de­ distinto de los elementos”.
representaciones de las razas indíge­
trás de Núñez y Carapé. El segundo
nas ya extinguidas que poblaron las
está poco visible. El primero revela
islas del Uruguay, que presencia la
su condición y sus creencias, con las
escena fríamente, porque no la com­
botas de potro que cubren sus pies y
prende; y hacia el centro, Pantaleón
con el rosario y la cruz que levanta IV
Artigas, en ademán de desenvainar
al tiempo de jurar. Núñez, joven de
la espada, Andrés Areguatí. Che-
aspecto simpático, vestido con cha­ TRASCENDENCIA DE
beste hace parte de este grupo, pero
queta, pantalón y poncho azules, "EL JURAM ENTO DE LOS TREINTA
el artista lo coloca en primer térmi­
mira hacia el centro de la escena, sin Y TRES ”
no, un tanto destacado, como para
entusiasmo ni temor, casi impasible,
exhibirlo distintamente. Este indivi­
sin dar señales de otro sentimiento La Revolución Libertadora de
duo fue la inteligencia geográfica de
que, acaso, el de la curiosidad, como 1825 y el episodio protagonizado por
los Treinta y Tres, por los extensos
si no entendiera bien la significa­ y minuciosos conocimientos que tu­ los Treinta y Tres Orientales que le
ción política y moral del acto en que vo del terreno en que debía desarro­ dio comienzo, se incorporaron a la
figura. Carapé forma contraste cor» llarse la acción revolucionaria. Fue, conciencia nacional, como etapa fun­
Núñez. De proporciones desarrolla­ por eso, parte del alma que animó damental de nuestra Historia, antes
das, de condición humilde y de cos­ a los revolucionarios en el curso de que el período de la Patria Vieja,
tumbres agrestes, como lo indican su su empresa, y el pintor ha querido que tuvo por figura central al Jefe
camiseta colorada flotante, la man­ asegurar la inmortalidad de su me­ de los Orientales y fundador de la
tilla celeste que envuelve sus muslos, moria supliendo lo oscuro del nom­ nacionalidad I). José Gervasio Arti­
los calzoncillos largos, blancos y bre con que fué conocido el héroe, gas. El artiguismo, y todo lo que él
planchados, las botas de potro que por la acumulación en él de todos representó en nuestra formación his­
le cubren los pies y el poncho de ve­ los méritos de que es capaz el talento tórica, necesitó primero que una
rano recogido por delante y echado artístico. Chebeste no tiene la pureza vasta labor crítica y polémica des­
para atrás por ambos lad os de la típica que se aplaude en Francisco arraigara las versiones calumniosas
cabeza, cuya corona cubre apenas Lavalleja, corre por sus venas al­ que lo habían deformado.
un sombrero mal ajustado al volu­ guna gota de sangre extranjera, pero La hazaña de los Treinta y Tres,
men de su cráneo; acostumbrado, es perfectamente lo que hoy llama­ por el contrario, no fue discutida.
además, a recibir francamente el in­ mos un tipo criollo. Su traje lo cons­ La audacia del episodio; la trascen­
flujo de los hechos que de algún tituyen la camisa, que deja desnudo dencia del movimiento libertador

24
LOS T R E IN T A Y T R E S

4nt{ fundaron la libertad è independencia del JES VA DO O R IE N T * Á l*


del U R U G U A Y t i l 1 9 de A bril de 1 8 2 5 .

G e n e r a l ,

E l Teniente Coronel D. JUAN


f
ANTONIO LAVALLEJA.
■•. ’i »t>i'V* •

idem. D. Manuel Oribe.


AI t¿toreé O. Pablo Zufrntegni,
D. Simón del Ciño.
4 ' U
**
p . Manuel Freiré.
Capitanes. D. Manuel Lnbal leja.
D. Jacinto Trupaui.

D. Atanasio Sierra.
Alféreces. O. Pan tu león Arnicas.
D. Manuel Melendez.

Vecinos. P . Gregorio Snnabri


D. Santiago Gadea.

Sargentos. Juan Piqtiiman. /


N. Areguati.

Cabos. Avelino Miranda.


\ N . Velasco, muerto en I t u z a i n g o .

Famon Ortiz.
Juan Ortiz.
Andres Piquiman
Carmelo Column.
Santiago Nievas.
Miguel M artinez.
Soldados. < Juan Rosas.
Tibureio Gomez.
M atias Gomez.
Juau Acosta.
té.
+ ‘Js •}
Luciano Romero.
t m 5' Juau Arteaga........ .idem.
Jose Medina......... idem.
N. Curap&.
r

Baqueano. Andres Cheveste.

H e g .
Esclavos. Dionisio Oribe.
Joaquin Artigus,
t

L IS T A D E L O S T R E I N T A
Y T R E S O R IE N T A L E S
Im p r e s a e n la d é c a d a d e 1 8 3 0

25
que condujo a la independencia; la dio, ni antes ni después, manifesta­ de se halla desde el año 1911. La
intrepidez de los actores; los contor­ ciones tan singulares como las que tela es objeto en estos momentos de
nos románticos del hecho glosados suscitó “El Juramento de los Treinta trabajos de restauración.
por los escritores del Río de la Plata y Tres”, desde que fue expuesto en Por la contemplación directa de
desde que él se produjo, le ganaron, el taller del artista en enero de 1878. la tela de Blanes el pueblo ha pene­
desde un principio, un lugar en el El pueblo en sus expresiones de trado en el espíritu de este aconte­
sentimiento y en la admiración po­ homenaje exaltaba dos cosas: el he­ cimiento fundamental de nuestra
pular. Trasmitido de una generación roísmo de los cruzados y el genio Historia. La obra se ha universali-
a otra por la versión tradicional; re­ pictórico de Blanes que sacudió el zado en los planos más diversos a
cogido en sus detalles en las Memo­ espíritu nacional, oue inspiró a los través de toda clase de reproduccio­
rias y crónicas de los mismos acto­ poetas, que arrancó páginas y co­ nes. Primero en grabados lineales a
res que en la década del 60 comen­ mentarios de valor crítico y literario, una sola tinta; después en fototi- j
zaron a salir a luz, el episodio del nue suscitó estudios y contribuciones pías; más tarde mediante reproduc­
desembarco de los Treinta Tres de índole histórica en torno al me­ ciones en colores que decoraron los
Orientales fue narrado por primera morable episodio. muros de las aulas de las Escuelas
vez, con destino a los escolares de la La tela fue llevada en triunfo a la en todo el país; en los cromos que
República en el “Bosquejo Históri­ ciudad de Buenos Aires, la consa­ ilustraron los manuales de Historia
co” de Francisco A. Berra, cuya pri­ gración tuvo entonces carácter rio- Patria, las portadas de los cuadernos j
mera edición se publicó en 1866. platense. Blanes sintió profundamen­ y albúmenes escolares, las carátulas
Los homenajes propuestos en el te el alcance del reconocimiento de las revistas y de las grandes edi­
parlamento a los integrantes de la provocado por su obra y la donó al ciones conmemorativas, de los perió­
cruzada en distintas ocasiones; los Estado. El episodio histórico en ella dicos modernos que la han popula­
que a su turno se fueron tributando representado era parte inseparable rizado.
a los integrantes del grupo que ad­ de la Historia del país y el lienzo En la actualidad “El Juramento
quirieron mayor notoriedad por ha­ por él trazado debía formar parte de los Treinta y Tres” es algo más
ber sobrevivido a sus compañeros; del patrimonio nacional por entrega que un gran cuadro histórico. Posee
los trabajos realizados para locali­ directa de su autor que entendió que valores que rebasan su mérito artís­
zar el sitio donde se produjo el de­ no podía recibir por ello ninguna re­ tico, con ser éste grande. Es una
sembarco; la evocación anual del compensa material. obra que ha contribuido a formar la
episodio en las columnas de la pren­ conciencia nacional, a vigorizar el
sa, ponen de manifiesto la vigencia Desde entonces el cuadro es pro­ sentimiento patriótico, a difundir en­
del hecho; su arraigo profundo en piedad del Gobierno de la República tre otros pueblos la fisonomía del
la conciencia nacional. Ese fue el que lo destinó sucesivamente a ocu­ país al poner de manifiesto rasgos
sentimiento que Blanes quiso reco­ par un lugar de honor en sus orga­ tan salientes de nuestro carácter, al
ger en su obra y a la verdad que lo nismos oficiales hasta que, con ca­ sublimar el significado de uno de los
logró plenamente. Pocas veces una rácter definitivo preside una sala del episodios más grandes de la gesta­
obra de arte provocó en nuestro me­ Museo Nacional de Bellas Artes don­ ción de nuestra nacionalidad.
* |
María Julia Ardao

ESPADA
U s a d a p o r el G e n e ra l
J u a n A . L a v a lle ja
M u s e o H is tó ric o N a c io n a l
M o n te v id e o
CARTA
DE
“ MARTIN FIERRO”
A JUAN MANUEL BLANES
SOBRE “EL JURAMENTO DE
LOS TREINTA Y TRES”

Buenos Aires, agosto 20 de 1878. Para mí, más conocida,


es la gente subalterna;
Mas se ve que quien gobierna
O lleva la dirección
Amigo don Juan Manuel Es un viejo petizón
Que se halle, me alegraré Que está allí abierto de piernas.
Sano del copete al pie. Tira el sombrero y el poncho
Y perdone si en su carta Y levanta su bandera
Algún disparate ensarta Como diciendo “Ande quiera
Este servidor de usté. “que flamé se ha de triunfar;
Una suya recibí ’ “vengo resuelto a peliar
Punteada con todo esmero, “Y que me siga quien quiera”.
Y al verlo tan cariñero Le está saliendo a los ojos
Dije para mí, a este Blanes El fuego que el pecho encierra —
No hay oriental que le gane Y señalando a la tierra
Como amigo verdadero. Parece que va a decir:
Y aunque me diga atrevido “Hay que triunfar o morir
O que a la Luna le ladro “Muchachos, en esta guerra”.
Como ese bicho taladro Y animando aquella gente
Que no sabe estarse quieto Que a lidiar se precipita
En todas parles me meto- Mientras se mueve y agita
Y me metí a ver “su cuadro”. Con la proclama del viejo,
Por supuesto, los diez pesos Hay uno que desde lejos
Los largué como el mejor, Le muestra una crucecita.
Yo no soy regatiador, Cerca de él, hay otro criollo
Y ya dentré a ver después De poncho y de bota fina —
Los famosos “Treinta y tres” . . . Se ve que en la tremolina
Ah, cuadro que da calor. Hará aujero si atropella
Me quedé medio azorao Ha agarrao la carabina
Al ver esa comitiva — Como pa darles con ella.
Lo miré de abajo arriba Al lao, el de camiseta,
Pero, que el diablo me lleve, Ya deja ver que es soldao;
Si parece que se mueve Está muy arremangao
Lo mesmo que cosa viva. Como hombre resuelto a todo
Encima le han colocao Se le conoce en el modo
Un sol que valdrá un tesoro. Que ha sido algún desalmao.
Lo habrán puesto, no lo inoro Hay otro de pantalón,
Como en el naipe español; Tirador bordao de seda;
Pues habrán dicho esos toros Que le resista quien pueda
“A todos alumbra el sol”. Cuando llegue a gritar truco.
Y esa gente tan dispuesta Ha echao al hombro el trabuco
Que su país va a libertar Y se ha metido en la rueda.
No se le puede mirar De pantalón va también
Sin cobrarles afición... Otro de sombrero al lao;
Si hasta quisiera el mirón Es resuelto y animao
Poderlos acompañar. Pero de un modo distinto:
Tiene el naranjero al cinto Sin asco para matar.
Y parece más confiao. Y además de algunos otros,
Hay* otro viejo gritando: Me ha llamado la atención
“A mí naides me aventaja — Uno que está en un rincón
“En cuanto suene la caja Como quien no dice nada
“He de responder al grito” — Se ha largado a la patriada
Tiene en la mano un corvito Descalzo y de pantalón.
Que ha de estar como navaja. Y yo, para mi decía,
Ese que está arrodillao Estos hacen lo que deben;
No me deja de gustar, Y varones que se atreven
Uno puede asigurar Con voluntá decidida
Que va a decir —cuando hable— A jugar así la vida
“Todos tienen que jurar Tal vez ni cigarros lleven.
“Sobre la hoja de este sable”. Van a libertar su país
Que ha de haber sido algún bravo Peliando con valentía;
En el ademán se advierte; Quizá ni ropa tendrían,
Y para estar de esa suerte, Pero nada los sujeta;
Dije yo, lo han elegido Hasta las mismas maletas
O por ser más decidido Están, ay, medio vacías.
O por tener bota juerte. La carabina y el sable
Me gusta el de casaquín Que están tirados allí,
Se le nota el movimiento Pensé yo al verlos así—
Como que en ese momento A alguno se ha hecho avestruz
Tira su sombrero arriba, O son de aquel de la cruz,
A tiempo que pega un “viva” Que los ha dejado allí.
Medio loco de contento. A la distancia se llevan
Pero entre tanto valiente El bote los marineros,
Dende lejos se divisa Los mismos que lo trujieron
El que en mangas de camisa Se retiran apuraos.
Se hace notar el primero— Va se ve, que les hicieron
Un gaucho más verdadero La compañía del horcao.
No he visto, ni en los de Urquiza. Parecen que van diciendo:
Espuela y bota de potro, “ Ai quedan sin esperanza,
Todo está como nacido; “Y vámonos sin tardanza,
Es patriota decidido, “Si viene juerza enemiga;
Se vé que resuelto está; “Tal vez ninguno consiga
Para mejor le ha salido “Escapar de la matanza”.
Medio escaso el chiripá. Yo los hubiera agarrao
En el amor y en la guerra— A los que el bote se llevan;
En todo habrá sido igual; Justo es que a todo se atreva
Tiene, en trance tan formal, El hombre que hace la guerra;
El enemigo en contorno; Cuando pisaron en tierra
Pero no olvidó el adorno Debió principiar la leva.
De cola de pavo-rial. No meto en esta copiada
Le adivina la intención A todos, pa no cansarlo—
Todito aquel que lo vea; Pero debo confesarlo,
Para dentrar en pelea Amigo, y se lo confieso,
Revela hallarse dispuesto Ya le saqué los diez pesos
Y de fantástico ha puesto Al cuadro, tanto mirarlo.
De dragona la manea. Cuente sin son “treinta y tres”,
Lleva su ropa y sus armas Si en mi cálculo no yerro;
Como quien las sabe usar; Con esta mi carta cierro,
Con gracia sabe arreglar, Amigo, me planto aquí—
Su trabuco en la cintura Ni Cristo pasó de allí
Muestra ser por la figura Ni tampoco
MARTIN FIERRO.
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