CONTRATOS Y ACTO JURÍDICO

CIVIL
ANÁLISIS JURÍDICO

EL CONTRATO CONSIGO MISMO

Comentarios a la Casación N° 1348-2015-Lima

RICARDO GELDRES CAMPOS*

RESUMEN

El autor realiza una exposición normativa y teórica sobre el contrato consigo mismo,
contrastando sus alcances tanto a nivel de la doctrina nacional como extranjera. Así,
muestra su disconformidad con el pronunciamiento de la Corte Suprema en la Casación
Nº 1348-2015-Lima, pues refiere que dicho fallo no tuvo en cuenta que para la validez
del contrato consigo mismo no basta con que el representado indique de manera genérica
que el representante disponga de cualquiera de sus bienes, incluso a favor de si mismo,
puesto que, en tal circunstancia, el representante podría abusar de sus facultades, lesio-
nando con su actuación, los intereses del representado. Por ello, el autor estima que debió
procederse con la anulación de dicho contrato.

• Con fecha 26/08/2008, María Jesús

MARCO NORMATIVO
Jara, titular de los inmuebles “A” y “B”
• Código Civil: art. 166. (ambos bienes litigiosos), otorga poder
al señor Juan Gallardo y Barreda a fin
PALABRAS CLAVE: Contrato consigo mismo /
Anulabilidad / Conflicto de intereses de que venda dichos bienes, incluso
a favor de sí mismo (contrato consigo
Recibido : 18 /11/2019 mismo). Para tales actos de disposición
Aprobado : 02/12/2019 no se requería la previa autorización de la
representada.
Introducción
• Con fecha 26/08/2006 María Jesús Jara
Los hechos del caso que dieron lugar a la (representada) y Juan Gallardo y Barreda
Casación N° 1348-2015-Lima son los (representante) celebraron un contrato de
siguientes: consorcio en donde se acordó, entre otras

* Abogado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), con estudios de maestría en Derecho
Civil por la misma casa de estudios. Asimismo, cuenta con estudios de maestría en Derecho Procesal por la Ponti-
ficia Universidad Católica del Perú. Asistente de docencia de Derecho Civil en la UNMSM.

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COMENTARIO RELEVANTE DEL AUTOR
El ejercicio de la representación
importa que el representante no
solo actúe dentro de los límites del
poder conferido, sino también que
actúe en función de los intereses
del representado.
cosas: i) la venta de los inmuebles debía
generar utilidades y ii) que antes de la
venta de los inmuebles, estos debían que-
dar saneados
• Por otro lado, mediante minuta de
contrato de compraventa de fecha
03/11/2010, elevado a Escritura Pública
el 04/12/2010, Juan Augusto Gallardo
y Barredo, actuando en representación
de María Jesús Jara García, celebró un
contrato de compraventa a favor de la
sociedad conyugal conformada por su
persona y María Teresa Jara García, por
medio del cual adquirieron la propiedad
del 50 % de acciones y derechos sobre
los inmuebles “A” y “B”.
• En ese orden de ideas, María Jesús Jara
García (representada) interpone demanda
de anulación de contrato contra la socie-
dad conyugal conformada por Juan
Augusto Gallardo y Barredo (represen-
tante) y María Teresa Jara García. Su
pretensión principal es la siguiente: “la
anulación del contrato de compraventa
de fecha 03/11/2010, elevado a Escri-
tura Pública mediante fecha 04/12/2010,
celebrado entre María Jesús Jara García,
representada por Juan Augusto Gallardo
y Barredo, en calidad de vendedora, y
la sociedad conyugal conformada por
María Teresa Jara García y Juan Augusto
Gallardo y Barredo, en calidad de com-
pradores del 50 % de acciones y derechos
sobre los inmuebles “A” y “B”.
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• Como fundamentos de su pretensión, entre
otras cosas, señala lo siguiente: i) Juan
Augusto Gallardo, abusó de sus facultades
como representante, toda vez que el pre-
cio de venta lo fijo unilateralmente; ii) pre-
senta una tasación en donde se aprecia que
los referidos inmuebles fueron transferi-
dos por un precio ínfimo; i) que, si bien
autorizó la celebración de actos jurídicos,
empero dichos actos no deberían perjudi-
car a sus intereses, pues el referido code-
mandado transfirió el 50 % de sus bienes
a un precio menor del valor real, sin publi-
car previamente la venta.
• El juez de primera instancia declara
infundada la demanda al considerar
que había una autorización específica a
favor del representante Juan Gallardo
y Barreda para que celebre un contrato
consigo mismo, condición para que dicho
acto sea considerado válido y eficaz, con-
forme al artículo 166 CC.
• En segunda instancia se revoca la Sen-
tencia y se declara fundada la demanda
en atención a que el representante Juan
Gallardo y Barreda habría incumplido las
obligaciones derivadas del Contrato de
consorcio, esto es, que exista una utilidad
como consecuencia de la venta realizada
por el representante, y que antes de su
venta, los bienes hayan quedado sanea-
dos. Así, la Sala considera que si bien el
poder había autorizado a que el represen-
tante celebre un contrato consigo mismo,
no obstante, se debía tener en cuenta que
del contrato de consorcio habían surgido
varias obligaciones, que el representante
debía cumplir, no obstante, no lo hizo en
el presente caso.
• La Corte Suprema emite la Casación
N° 1348-2015-Lima y resuelve declarar
nula la Sentencia de Vista, al conside-
rar que dicha Sentencia vulneró el prin-
cipio de congruencia, porque resolvió
sobre un punto que no ha sido materia de

controversia, esto es, declarar la anulabi-
lidad del contrato sobre la base de que el
representante habría incumplido las obli-
gaciones derivadas del contrato de con-
sorcio, no obstante, que la pretensión de
la demandante se basaba en que se debía
declarar la anulabilidad del contrato por-
que el representante había abusado de sus
facultades (había celebrado un contrato
consigo mismo). El voto en minoría se
pronuncia sobre el fondo de la controver-
sia y resuelve declarar infundada la casa-
ción presentada por los codemandados
(el representante Juan Gallardo y Barreda
y su cónyuge) al considerar que si bien el
poder otorgado por la representada María
Jesús Jara (representada) a favor del
representante Juan Gallardo y Barreda
permitía que este último venda los bienes
de la primera a favor de sí mismo (autori-
zación para celebrar un contrato consigo
mismo), se debía tener en cuenta que el
contrato de consorcio celebrado entre el
representante y representado establecía
dos condiciones, esto es, que de la venta
se haya derivado utilidades, y que antes
de dicha venta se debía proceder con el
saneamiento de los inmuebles, condicio-
nes que no se han cumplido en el pre-
sente caso. Por tal razón, se debía decla-
rar fundada la demanda, en consecuencia,
la anulabilidad del contrato celebrado por
el representante a favor de sí mismo.
Como se puede apreciar del caso planteado,
se trata de un típico supuesto de contrato
consigo mismo, por lo que antes de comen-
tar la Casación N° 1348-2015-Lima, corres-
ponde en primer lugar realizar unos breves
comentarios sobre dicha institución jurídica.
I. El contrato consigo mismo: una
hipótesis particular de conflicto
de intereses entre representante
y representado
El ejercicio de la representación importa que
el representante no solo actúe dentro de los
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COMENTARIO RELEVANTE DEL AUTOR
La primera alternativa, que es con-
dición de validez del contrato con-
sigo mismo, viene dada por aquella
situación en donde el representante
celebra un contrato consigo mismo
con base en una autorización espe-
cífica dada por el representado.
límites del poder conferido, sino también que
actúe en función de los intereses del repre-
sentado. Es decir, si “X” ha otorgado poder a
“Y” para que este último disponga de un bien
de su propiedad, “Y” deberá buscar las mejo-
res ofertas, y entras ellas, elegir la que más
convenga los intereses de “X” (por ejemplo,
la oferta que tiene el mayor precio).
Ahora bien, en ciertas situaciones podría
suceder que el representante actúe en discon-
formidad con los intereses del representado.
En estos casos hablamos de una situación
de conflicto de intereses, que se caracteriza
porque el representante no persigue el inte-
rés del representante, sino el interés propio,
o el de un tercero. En nuestra normativa, el
supuesto del conflicto de intereses se encuen-
tra reconocido en el artículo 161 CC, especí-
ficamente en la parte que dispone que “el
acto jurídico celebrado por el representante
violando las facultades conferidas es ineficaz
con relación al representado”. De lo anterior,
se advierte que de verificarse un conflicto de
intereses entre representante y representado,
el acto jurídico celebrado por el primero será
considerado ineficaz. Ahora bien, si bien la
norma no lo dice, se debe precisar que para
que dicho contrato sea ineficaz, no es sufi-
ciente la existencia de un conflicto de intere-
ses, sino que es necesario que la contraparte
conozca o se encuentre en la posibilidad de
conocer de dicho conflicto (Lohmann Luca
de Tena, 1986, p. 162).
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COMENTARIO RELEVANTE DEL AUTOR
Para que el contrato consigo mismo
sea válido no es necesario la deter-
minación de los elementos esencia-
les del contrato, sino es suficiente
que, de la autorización a que el repre-
sentante concluya un determinado
negocio consigo mismo, el repre-
sentado haya tomado conocimiento
de las medidas o riesgos del negocio
en cuestión, riesgo que se encuen-
tra balanceado por la confianza del
representante, lo que sería compati-
ble con un margen de discrecionali-
dad del representado en determina-
ción del contenido del contrato.
Una situación particular de conflicto de inte-
reses se presenta en el denominado con-
trato consigo mismo. De conformidad con el
artículo 166 CC, este se presenta cuando “el
representante concluya un negocio jurídico
consigo mismo, en nombre propio o como
representante de otro”. Del artículo citado,
se puede advertir que existen dos supuestos
de contrato consigo mismo:
• El autocontrato, que es aquel en donde el
representante es la contraparte sustancial
del contrato celebrado por él mismo. Por
ejemplo, “A” otorga poder a “B” para
vender un bien de su propiedad, pero
este último lo vende a sí mismo. (Gallo,
2010; Lohmann, 1986; Delle, 2011; Ste-
lla, 2006, pp. 721-1111)
• El contrato con doble representación, que
es aquel en donde el representante actúa
en representación de ambas partes. Por
ejemplo, “A” actúa en representación de
“B” y “C”, como parte vendedora y com-
pradora, respectivamente. (Ibid.)
La sanción prevista por el CC para el
supuesto del contrato consigo mismo es, a
diferencia de la hipótesis de conflicto de inte-
reses, la anulabilidad. La ratio de la sanción
se encuentra en una específica situación de
incompatibilidad y de conflicto de intere-
ses entre representante y representado, que
se encuentra constituido por el peligro que
el representante actúe de modo parcializado,
ya sea favoreciéndose a sí mismo, como en
el autocontrato o, a uno de los representan-
tes, como en la doble representación, esto
debido a que los intereses contrapuestos que
normalmente confluyen en un contrato son
aquí concentrados en un único sujeto y en
una única voluntad contractual: la del repre-
sentante (Stella, 2006, p. 924).
Con relación al ámbito de aplicación del con-
trato consigo mismo se debe señalar que esta
también se encuentra presente en los casos
en que el representante se sirve de un ter-
cero ficticio (simulación relativa por inter-
pósita persona) para concluir un contrato a
su favor, como en el caso en que el repre-
sentante adquiera para sí mismo, a través
de una persona ficticia, algunos bienes del
representado1. (Ibid., p. 925). Esta situación

1 Esta situación resulta clara en el Codice italiano que prevé lo siguiente en el artículo 1471:
“No pueden ser compradores ni siquiera en subasta pública, ni directamente ni por persona interpuesta:
(…)
4) Los mandatarios respecto de los bienes que han sido encargados de vender, saldo la disposición del art. 1395.
En los dos primeros casos la adquisición es nula; en los otros dos es anulable”.
De lo anterior, se advierte que si el mandatario adquiere un bien de su mandante, para sí mismo, a través de una
persona interpuesta (interposición ficticia), dicha venta será anulable. No obstante, la anulabilidad no se limita al
supuesto de una interposición ficticia, sino también tratándose de una interposición real. Véase: Rubino, D. (1952).
La compraventita. En: Cicu, A. Y Messineo, F. (Directores). Trattato di Diritto Civile e Commerciale. Milano:
Dott. A. Giuffré Editore, pp. 17 y ss.

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se justifica en tanto que, a fin de cuentas, el
verdadero beneficiado con el contrato es el
representante (Delle, 2011, p. 121).
En ese mismo sentido, no solo es anulable el
contrato cuando el tercero sea utilizado por
el representante como interpósita persona,
sino también cuando dicho tercero es utili-
zado para celebrar un contrato a favor de un
sujeto, que tiene como contraparte al mismo
representante, como en el caso del adminis-
trador único de dos sociedades contratan-
tes. Por ejemplo, es anulable la compraventa
celebrada entre “X”, que es administrador
único de la empresa “A” (parte vendedora)
y “Y”, que es el procurador especial de la
empresa “B” (parte compradora), y que tiene
como administrador único también a “X”
(Stella, 2006, p. 925).
En estos casos, el representado puede impug-
nar por anulabilidad los actos celebrados por
el representante. Aquí el conflicto de inte-
reses es in re ipsa, por lo que el contrato
es anulable, sin necesidad de que el tercero
conozca o se encuentre en la posibilidad de
conocer dicho conflicto (como sucede en la
hipótesis de conflicto de intereses).
Por otro lado, si bien en principio el contrato
consigo mismo es anulable, dicho contrato
puede ser salvado, y por tanto, será un nego-
cio válido, en ciertas situaciones:
1. Cuando el representado lo ha autorizado
específicamente (Ibid.)
2. Cuando del contenido del acto jurídico
hubiese sido determinado de modo que
excluya la posibilidad de un conflicto de
intereses. (Ibid.)
Es pacífico en la doctrina que, así como tam-
bién se infiere del artículo 166 CC, la auto-
rización específica o la predeterminación del
contenido del contrato sean condiciones de
validez del contrato previstas en vía alterna-
tiva, por lo que es suficiente la presencia de
cualquiera de ellas para que el contrato sea
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CIVIL | CONTRATOS Y ACTO JURÍDICO
COMENTARIO RELEVANTE DEL AUTOR
Se debe señalar que el legislador con
el artículo 166 CC entiende que es
necesario para excluir el conflicto
de intereses en el contrato con-
sigo mismo, una autorización ex
ante, pero puede considerarse idó-
nea también una aprobación suce-
siva por parte del representado, cual
suerte de ratificación o, para ser más
precisos, de convalidación del con-
trato anulable.
válido. (Messineo, 1973; Stella, p. 930 y ss.;
Delle, p. 125). Pasaremos a analizar cada una
de estas hipótesis:
1. Cuando exista una autorización espe-
cífica por parte del representado
La primera alternativa, que es condición de
validez del contrato consigo mismo, viene
dada por aquella situación en donde el repre-
sentante celebra un contrato consigo mismo
con base en una autorización específica dada
por el representado.
En primer lugar, se debe señalar que la auto-
rización específica no se identifica necesa-
riamente con el otorgamiento de un poder
especial, mucho menos, con un poder gene-
ral. (Messineo, 1973, p. 286; Gabrielli, 1999,
p. 558). Asimismo, la“autorización especí-
fica” no puede ser entendida como una sim-
ple autorización para que el representante
celebre un determinado contrato. Por ejem-
plo, es anulable la venta que hace el repre-
sentante a sí mismo del bien “X” que perte-
nece al representado, toda vez que incluso,
en tal circunstancia, el representante podría
abusar del poder conferido, estipulando un
contrato consigo mismo en condiciones des-
ventajosas para el representado (De Nova,
2016, p. 1142).
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COMENTARIO RELEVANTE DEL AUTOR
La segunda alternativa, que es con-
dición de validez del contrato con-
sigo mismo, viene dada por aquella
situación en donde el representante
celebra un contrato consigo mismo,
pero su contenido se determina, de
modo tal que excluya la posibilidad
de un conflicto de intereses.
Asimismo, “autorizar específicamente”2 al
representante para que celebre un contrato
consigo mismo no podría tener el signifi-
cado de una predeterminación absoluta de
cada una de las cláusulas del contrato repre-
sentativo que será estipulado, porque el
contrato consigo mismo es concluido, a fin
de cuentas, por un representante y no por
un nuncius. Siendo así, es necesario, aun-
que suficiente, que la autorización especí-
fica contemple las condiciones esenciales del
contrato (por ejemplo, la venta del bien “X”
por un determinado precio). (Stella, 2006,
p. 930 y ss.)
En tal sentido, la autorización para que
excluya un conflicto de intereses, no debe
constituir una genérica autorización para
contratar consigo mismo, sino debe estar
acompañada de una predeterminación de los
elementos del contrato idóneos, según las
circunstancias y la naturaleza del contrato,
para garantizar y tutelar los intereses del
representado. Por ejemplo, se debe dar una
indicación del precio de venta, a fin de evi-
tar eventuales abusos por parte del represen-
tante, quien podría fijar un precio irrisorio y
2 “En cuanto a la forma, la autorización debe tener la misma forma requerida para el contrato, dispuesta por la ley o
por acuerdo de las partes: Sacco, R y De Nova, G. (2016) La rappresentanza. Il contratto (4ª ed.), Italia: Utet giu-
ridica, p. 1142
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no conveniente para el vendedor represen-
tado o, si se trata de un contrato de duración,
una indicación acerca del tiempo de validez
del contrato (Stella, p. 931; Roppo, 2009,
p. 279).
Por otro lado, una tesis minoritaria consi-
dera que el conflicto de intereses entre repre-
sentante y representado se excluye cuando,
si bien no existiendo la determinación o
mención del contenido del contrato, hay
una expresa autorización para concluirlo.
(Gabrielli, 1999, p. 557 y ss.). En tal sen-
tido, para que el contrato consigo mismo sea
válido no es necesario la determinación de
los elementos esenciales del contrato, sino
es suficiente que, de la autorización a que
el representante concluya un determinado
negocio consigo mismo, el representado
haya tomado conocimiento de las medidas
o riesgos del negocio en cuestión, riesgo que
se encuentra balanceado por la confianza del
representante, lo que sería compatible con un
margen de discrecionalidad del representado
en determinación del contenido del contrato.
Por ejemplo, la autorización para la venta a
uno mismo de determinado bien, sin indi-
cación del precio, en donde la entidad del
riesgo es, sin embargo, proporcional al valor
de mercado.
Para conciliar dichas posiciones se ha seña-
lado que, en posición que compartimos, si
bien se debe admitir la necesidad de una
expresa autorización para concluir consigo
mismo un determinado contrato (o como el
CC dispone: “una específica autorización”),
dicha autorización –prescindiendo del hecho
que determine en modo más o menos deta-
llado el contenido del contrato– debería tener
el efecto, cuando menos, de invertir la carga
de la prueba sobre la existencia del conflicto

de intereses; en el sentido de que este no se
presume más por el simple hecho de la esti-
pulación consigo mismo, sino el representado
tendrá la carga de probar que al momento de
la celebración del contrato se ha verificado
un abuso del poder por parte del represen-
tante (que ha perseguido exclusivamente su
interés), abuso, respecto del cual ha ignorado
desde el primer momento, a pesar de la auto-
rización. (Stella, 2006, p. 933). Sobre la carga
de la prueba volveremos más adelante.
Por otro lado, se debe señalar que el legisla-
dor con el artículo 166 CC entiende que es
necesario para excluir el conflicto de intere-
ses en el contrato consigo mismo, una auto-
rización ex ante, pero puede considerarse
idónea también una aprobación sucesiva por
parte del representado, cual suerte de ratifi-
cación o, para ser más precisos de convalida-
ción del contrato anulable. De conformidad
con los principios generales sobre la anu-
labilidad, se entiende por tanto que el con-
trato consigo mismo, pueda ser convalidado,
expresa o tácitamente (salvo el supuesto en
donde el representado haya dado autoriza-
ción ignorando un eventual abuso realizado
por parte del representante) (Stella, 2006,
p. 34 y ss.; Lohmann, 1986, p. 172).
Por último, se debe distinguir entre el
supuesto en donde el representante realiza
una autorización específica del otro, en donde
el representante celebra un contrato consigo
mismo que excluya un conflicto de intereses.
En el primer caso, el representado autoriza
específicamente al representante para que
concluya un contrato consigo mismo, mien-
tras tales circunstancias no se exigen en el
segundo caso, en donde el representado pre-
determina el contenido del contrato de modo
3 “(…) la condición de validez presupone, no necesariamente, una predeterminación como sucede en el supuesto de
una autorización específica, sino solo que el contenido del contrato “sea determinado” de manera que excluya un
conflicto de intereses. Por tanto, la fattispecie legal se perfeccionará, en la medida en que el contenido del contrato,
en sí mismo, o por el modo en el que se define, hace indiferente la dirección subjetiva de la estipulación”: (Delle,
2011, p.129)
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tal que sea indiferente la contraparte que lo
celebrará.
2. Cuando del contenido del acto jurí-
dico hubiese sido determinado de
modo que excluya la posibilidad de
un conflicto de intereses
La segunda alternativa, que es condición de
validez del contrato consigo mismo, viene
dada por aquella situación en donde el repre-
sentante celebra un contrato consigo mismo,
pero su contenido se determina, de modo tal
que excluya la posibilidad de un conflicto de
intereses.
En este supuesto, el representado encarga al
representante para que concluya un contrato
y predetermina el contenido de dicho con-
trato de modo tal que la voluntad del repre-
sentante sea vinculante y que la persona de
la contraparte sea indiferente3. En tal sentido,
en la hipótesis en que el contenido del con-
trato consigo mismo es conforme al conte-
nido predeterminado por el representado, el
contrato es válido, por lo que no podría ser
impugnado por anulabilidad. Por ejemplo, es
válido el contrato celebrado por el represen-
tante que vende un bien del representado a sí
mismo, conforme al precio de venta prede-
terminado por el mismo representado.
Al respecto, cierta doctrina se muestra más
rigurosa. En tal sentido, se ha dicho que para
excluir la posibilidad de un conflicto de inte-
reses y el peligro del perjuicio no bastaría
con que el representado haya fijado el pre-
cio de compraventa o de adquisición del
bien. Siendo así, si el representado fija un
precio, esta debería entenderse como un
límite mínimo para la venta o como un límite
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COMENTARIO RELEVANTE DEL AUTOR
Se debe señalar que no hay con-
flicto de intereses en los supuestos
en que el negocio consigo mismo
consista exclusivamente en el cum-
plimiento de una obligación en sen-
tido estricto, por tanto, se excluye
la dación en pago, así como las deu-
das sometidas a condición o plazo
aun no verificados. Aquí también
se incluye el supuesto en donde el
representante concluye un contrato
consigo mismo en cumplimiento de
un contrato preliminar, ya que, en
tal caso, el contenido del contrato
no solo está predeterminado, sino
que es obligatorio.
máximo para la adquisición, sin perjuicio de
la obligación del representante de obtener el
precio más ventajoso posible. (Bianca, 2007,
p. 117; Roppo, 2009, p. 279). Por el contra-
rio, el peligro del perjuicio se podría excluir
cuando se trata de bienes que el represen-
tado vende usualmente a condiciones están-
dar y a precios fijos o cuando los bienes ten-
gan un precio autoritativamente fijado, de tal
manera que resulta no sujeta a modificación
por la voluntad de las partes (Delle, 2011,
p. 129; Bianca, 2007, p. 118).
El orientamiento riguroso apenas citado, en
línea con lo observado líneas arriba, puede
ser entendido a la luz de los principios
relativos a la carga de la prueba. Por tanto,
si el poder conferido por el representado
predetermina el contenido del contrato (por
ejemplo, el precio de venta del bien) y el
representante estipula el contrato consigo
mismo respetando plenamente las condicio-
nes de venta fijadas por el dominus, el con-
flicto de intereses no es más es in re ipsa
y el representado, a los fines de la anula-
ción ex artículo 166 CC, deberá demostrar
la efectiva y concreta posibilidad de que el
representante podría haber obtenido un pre-
cio mejor, respecto del que se había fijado.
Se piensa en el caso en que el representante
ha rechazado ofertas de terceros más venta-
josas. (Stella, 2006, p. 937)
Por último, se debe señalar que no hay con-
flicto de intereses en los supuestos en que el
negocio consigo mismo consista exclusiva-
mente en el cumplimiento de una obligación
en sentido estricto4, por tanto, se excluye la
dación en pago, así como las deudas some-
tidas a condición o plazo aún no verifica-
dos. Aquí también se incluye el supuesto en
donde el representante concluye un contrato
consigo mismo en cumplimiento de un con-
trato preliminar, ya que, en tal caso, el con-
tenido del contrato no solo está predetermi-
nado, sino que es obligatorio (Delle, 2011,
p. 29; Stella, 2006, p. 938).
3. Carga de la prueba
En la hipótesis en donde el representado ale-
gue y demuestre la fattispecie del contrato
consigo mismo prevista en el artículo 166
CC, en sus dos formas principales descri-
tas (autocontrato y doble representación), el

4 Una regla similar ya se encuentra prevista en el § 181 BGB, el cual dispone que “un representante, en tanto que no
se le permita lo contrario, no puede celebrar un negocio en nombre del representado consigo mismo en nombre pro-
pio o como representante de un tercero, a no ser que el negocio jurídico consista exclusivamente en el cumpli-
miento de una obligación”. Sobre el particular se ha dicho que en los casos en que el negocio consigo mismo con-
sista en el cumplimiento de una obligación, dicho negocio es eficaz, en cuanto es inocuo para producir un conflicto
de intereses. Al respecto, véase: Flume, W. (1998). El negocio jurídico, traducción de José María Miquel Gonzales
y Esther Gómez Calle. (4ª edición), Madrid: Fundación Cultural del Notariado, p. 954.

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conflicto de intereses se presumirá iuris tan-
tum (o como se ha dicho, es in re ipsa), por lo
que el representante (o la otra parte represen-
tada, en la hipótesis de doble representación)
deberá ofrecer una prueba contraria, como la
existencia de una autorización específica, o
la predeterminación del contenido del con-
trato de modo tal que excluya un conflicto de
intereses. Dicha prueba podrá ser superada
por el representado con una diversa y ulte-
rior prueba de un abuso de poder por parte
del representante.
Asimismo, se debe señalar que las dos con-
diciones para la validez del contrato consigo
mismo (relativas a la existencia de una auto-
rización específica o la predeterminación del
contrato que excluya un conflicto de intere-
ses) son taxativas, por lo que la prueba de la
existencia de cualquiera de ellas es idónea
para superar la presunción de conflicto de
intereses. (Messineo, 1973, p. 285). En tal
sentido, a falta de la prueba de cualquiera de
estos supuestos taxativos, no se podría rea-
lizar, a los fines de conservar la validez del
contrato, una indagación sobre la compatibi-
lidad de intereses perseguido por el represen-
tante respecto del interés del representado,
y, por tanto, sobre la inexistencia de un con-
flicto de intereses (Delle, 2011, p. 130).
Para que el contrato consigo mismo pueda
ser anulado no es necesario que el represen-
tado demuestre haber sufrido un perjuicio
efectivo, sino es suficiente la simple posibili-
dad de un daño.
Por el contrario, toda vez que el comporta-
miento del representante que estipula un con-
trato consigo mismo podría acarrear un daño
no reparable en la esfera del representado, se
admite el concurso de la acción de anulación
5 Además de la anulabilidad del contrato, el representado tiene la facultad de requerir el resarcimiento de los daños
por violación de la relación interna de gestión”: (Gallo, 2010, p. 1443)
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CIVIL | CONTRATOS Y ACTO JURÍDICO
COMENTARIO RELEVANTE DEL AUTOR
Para que el contrato consigo mismo
pueda ser anulado no es necesa-
rio que el representado demuestre
haber sufrido un perjuicio efectivo,
sino es suficiente la simple posibili-
dad de un daño.
del contrato concluido por el representante
consigo mismo y la acción de resarcimiento
de daños provocado por el representante, al
violar la relación interna de gestión5. Dichas
acciones se fundan en un título distinto y
autónomo, además que presentan finalida-
des distintas. En particular, la acción de anu-
labilidad se refiere a la conclusión del con-
trato en conflicto de intereses y se dirige a
remover los efectos del contrato concluido,
mientras la acción de resarcimiento de daños
mira al perjuicio eventualmente sufrido por
el representado y está dirigido a restaurar
la esfera patrimonial del sujeto que ha reci-
bido un daño por la actividad del mandata-
rio infiel.
Obviamente no se requiere, para la anulación
del contrato consigo mismo, el presupuesto
de que el conflicto de intereses sea conocido
por el tercero que ha contratado con el repre-
sentante –presupuesto requerido, por el con-
trario, para el caso de violación de faculta-
des (art. 161 CC)– ya que el representante
en dicho caso asume para sí mismo la ves-
timenta del tercero contratante, en un caso
(autocontrato) en sentido formal y sustan-
cial, y en el otro (doble representación) en
sentido formal.
227
4. Legitimación activa de la acción de
anulación del contrato consigo mismo
y prescripción de la acción
El último párrafo del artículo 166 dispone
que “el ejercicio de la acción le corresponde
al representado”. En otras palabras, en el
caso del autocontrato, el legitimado para
pedir la anulabilidad es el representado. Por
otro lado, en el caso del contrato con doble
representación, el legitimado es cualquiera
de los representados. (Lohmann, 1986,
p. 173 y ss.). No obstante, el representante,
en cuanto tal, no está legitimado para pedir la
anulabilidad de dicho contrato (el represen-
tante, por el contrario, en cuanto parte sus-
tancial del contrato podría siempre impug-
narlo, fuera del ámbito del artículo 166, con
base en las reglas generales).
La ratio de la exclusión de la legitimación a
la impugnación en cabeza del representante
resulta particularmente evidente en la hipó-
tesis del denominado autocontrato, en donde
el representante en la formación del con-
trato, por un lado, actúa como parte en sen-
tido formal, es decir, como representante de
una parte, y por el otro, como parte en sen-
tido sustancial, es decir, por sí solo, y como
contraparte del sujeto representado. El repre-
sentante, por tanto (en su posición de con-
traparte contractual en sentido sustancial del
representado), es el legitimado pasivo y con-
tradictor natural en el juicio promovido por
el representado, y su interés radica en man-
tener en vida el contrato celebrado en dichas
condiciones. Por tales razones, no podría
asumir el papel de demandante o demandado
al mismo tiempo, situación que podría per-
turbar el conflicto de intereses en el ámbito
del mismo juicio, este último destinado a
remediar el conflicto verificado en la forma-
ción del contrato (Stella, 2006, p. 941 y ss.).
En la hipótesis de doble representación, a los
fines del pronunciamiento de la anulabilidad
no se requiere la presencia, en el juicio pro-
movido por una de las partes contratantes,
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del sujeto que ha tenido la representación de
ambos en la conclusión del contrato.
La acción del representado, para la anula-
bilidad del contrato realizado por el repre-
sentante consigo mismo o en general, aquel
en donde se verifica un conflicto de intere-
ses se encuentra sujeta a un plazo de pres-
cripción de 10 años conforme al numeral 1
del artículo 2001 CC. Dicha acción no se
encuentra sometida al plazo de prescripción
de dos años (2001.3 CC), porque esta solo
es aplicable a los supuestos de vicios de la
voluntad y de incapacidad legal.
En la hipótesis de contrato concluido por el
representante consigo mismo, la prescrip-
ción de 10 años de la acción de anulabili-
dad corresponde al representado por haber
el representante violado las normas en tema
de representación. En cambio, la acción para
el resarcimiento de los daños ocasionados
por el representante es de dos años (por res-
ponsabilidad extracontractual). No obstante,
en el caso en que exista una relación sub-
yacente, como un contrato de mandato, la
prescripción es de 10 años. En este último
caso, se deberá demostrar que el mandante
ha incumplido sus deberes relativos al buen
padre de familia, y que el representado ha
sufrido un daño.
5. Comentarios a la Casación N° 1348-
2015-Lima
De los hechos del caso, se puede advertir que
si bien había un poder por parte de la repre-
sentada María Jesús Jara a favor del repre-
sentante Juan Gallardo y Barreda para que
este último disponga bienes de propiedad
de la primera, incluso a favor de sí mismo,
se debe tener en cuenta que dicha especifi-
cación genérica no era suficiente para que
el contrato consigo mismo sea considerado
válido, conforme al artículo 166 CC.
En efecto, conforme a lo desarrollado ante-
riormente, si bien el contrato consigo mismo

por regla general es anulable, porque se pre-
sume iuris tantum que hay un conflicto de
intereses entre representante y representado,
no obstante, dicho contrato puede ser salvado
en ciertas situaciones como cuando “el repre-
sentado lo ha autorizado específicamente”.
En tal sentido si el representado ha autori-
zado específicamente a que el representante
celebre un contrato consigo mismo, dicho
contrato será válido y eficaz. Ahora bien,
para que la autorización específica sea condi-
ción de validez del contrato consigo mismo
no basta con que el representado indique de
manera genérica que permite que el repre-
sentante disponga de cualquiera de sus bie-
nes, incluso a favor de sí mismo, puesto que,
en tal circunstancia, el representante podría
abusar de sus facultades, lesionando con su
actuación, los intereses del representado. En
tal sentido, era necesario que se consigne en
el poder los elementos necesarios del nego-
cio jurídico, tales como el precio del bien, el
bien en específico que se pretende disponer,
etc. Pese a estas condiciones, el represen-
tante debería vender los bienes en las mejo-
res condiciones para el representado.
De los hechos del caso, se advierte que: i) no
se habría indicado el precio del bien a dispo-
ner, ni en el poder, ni en el contrato de con-
sorcio ii) había una tasación de los inmue-
bles que acreditaba que el bien se había
vendido en condiciones ínfimas, en perjui-
cio del representado, iii) no se acreditó que
el representante había buscado otras ofertas.
En otras palabras, en el presente caso no se
habría cumplido con el requisito de la autori-
zación específica previsto en el artículo 166
CC para que el contrato consigo mismo sea
considerado válido. Consideramos que estos
hechos eran suficientes para que los jueces
declaren fundada la demanda, en consecuen-
cia, la anulación del contrato consigo mismo.
No obstante, el voto en minoría de la Corte
Suprema si bien considera que el contrato
debía ser anulado se fundamentó en algunos
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Para que la autorización específica
sea condición de validez del con-
trato consigo mismo no basta con
que el representado indique de
manera genérica que permite que
el representante disponga de cual-
quiera de sus bienes, incluso a favor
de sí mismo, puesto que, en tal cir-
cunstancia, el representante podría
abusar de sus facultades, lesionando
con su actuación, los intereses del
representado.
hechos adicionales: i) que para la venta de
los bienes no era suficiente la especificación
para que el representante venda los bienes,
incluso a favor de sí mismo, sino que era
necesario tener en cuenta el contrato de con-
sorcio, que establecía dos condiciones para
la venta de los inmuebles, condiciones que
no se habían verificado en el presente caso.
Al respecto, debemos considerar que el
poder, junto al contrato de consorcio, cons-
tituía una relación de gestión de la cual se
derivaban ciertas obligaciones que el repre-
sentante debía tener en cuenta al momento
de disponer los bienes, incluso a favor de
sí mismo. No obstante, el representante no
cumplió con dichas obligaciones, situación
que permite evidenciar que no se tuvo en
cuenta los intereses del representado
Ahora bien, con relación al incumplimiento
por parte del representante respecto de las
obligaciones derivadas del contrato de con-
sorcio se debe señalar que su utilidad con-
siste en que podría sustentar una demanda de
indemnización de daños y perjuicios a favor
del representado por responsabilidad con-
tractual. Cabe recalcar que esta última pre-
tensión es distinta a la anulabilidad.
229
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