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PERSONAJES;
DALILA Carlo Uribe
BERTILDA Alicia Morgan
TIMOTEA Aurora Valdivieso
CONCHITA Maruja Galea
SOR CANDIDA Lilia del Mar
ZAZA Marina García
ALEGRIA Beatriz Saavedra
APOLINAR Alfredo Pérez
PLUTARCO Alejandro Barriga
PERUCHO Noel Ramírez
JUANCHO Ernesto Ortiz
PEPE Luis Chiappe
CORNELIO Manuel Meléndez
AGAPITO Leopoldo Valdivieso
LALA Graciela López
LILI Blanca Saavedra
LOLO LiliaYumbelé
LULU Lola Pedraza
PRIMER ACTO
CUADRO PRIMERO
Club femenino. Se levanta el telón con gran alboroto, que se resuelve en coro.
Discuten. DALILA, BERTILDA, TIMOTEA y CONCHITA, rodeadas de una barra de
mujeres charras de distintas edades,
TODAS.—Sh. . .
BERTILDA,—Efectivamente.. .
TIMOTEA,—Es que. . .
(nuevo vocerío)
BARRAS.—¡ Viva!
BARRAS.—¡Abajo!
BERTILDA.—¡Pido la palabra!...
DALILA.—Pase la voz.. .
BERTILDA.—-¡No hay tal! Lo que pasa es que sin la unión de todas las mujeres,
cualquiera que sea su oficio, su cuna y su mentalidad, el paro general femenino es
un imposible, Para imponer nuestra voluntad a los hombres, ni una sola debe
quedar fuera de la C.T.C. Femenina que me honro en presidir. Porque en el
momento en que se declare el paro, todos nuestros servicios deben suspenderse
instantánea y simultáneamente' ni hablarles, ni mecanografiarles,..,
TIMOTEA,—(a CONCHITA) Oiga, oiga...
DALILA.—¡Ni nada!
TIMOTEA.—Sé de muchos hogares que eran felices, y que por fallas de una
mecanógrafa...
BERTILDA.—¡Qué horro!! ¡No sé qué les pasa a ustedes dos! ¡Ni las verduleras,
ni las vendedoras ambulantes, ni las sirvientas han creado tanto problema. Hay
que ver con qué facilidad las reuní a todas en el Teatro Municipal; con qué
entusiasmo oyeron mi conferencia; con qué fervor se sindicalizaron, y me
nombraron su representante en este centro.
DALILA.—Introdúzcanla.. .
TIMOTEA.—Siéntese Su Reverencia. . .
CANDIDA.—¡Muy formal!.
CANDIDA.—¡De más!. . . ¡Si supiera que aguardé con tanto gusto.. . . ¡Y estoy
además tan acostumbrada a eso!. . . Como no hago sino pedir limosna para mis
pobres viejos. , ,
CANDIDA.—Dios la oiga niña. ¡Eso sería más bueno.... Pero nosotras siempre
tenemos algunos reparitos que hacerles, sabe?
CANDIDA.—Cuidado, niñas. No se hagan ilusiones; que por ahí dicen las malas
lenguas que si los hombres gobiernan mal es porque las mujeres los aturden. . .
porque el diablo se vale de ellas para tentarlos...
CANDIDA.—Con razón que las encuentre tan optimistas. . . Entonces, que mi Dios
se lo recompense y que no se arrepientan.
TIMOTEA.—¡Sería espantoso!
DALILA.—¡El desastre!
TIMOTEA.—¡Qué barbaridad!...
DALILA.—¡Cinco mil!
CONCHITA.—Muestre. .. muestre. . .
TIMOTEA.—¡Qué hombres!
(sorpresa general)
TIMOTEA-—¡Insolente!
CONCHITA.—Atrévase. ..
DALILA.—Introdúzcanla. . .
ZAZA.—¡Ay, qué pena, y tan ocupadas como estarán ustedes, no? . .. ¡Eh Ave
María... .
ZAZA.—Si nos conviene pues lo que sea. Tenemos más de un millón de pesos en
la caja de ahorros de Bogotá, dos en la de Barranquilla, cinco en la de Cali y diez
en la de Medellín.
DALILA.—¿Tanto así?
DALILA.—Y puesto que ya tenemos organizadas todas las fuerzas vivas, sólo nos
falta fijar la fecha en que ha de estallar el paro"
(Salen todas haciendo bullicio. Por otra puerta regresa SOR CANDIDA arrastrando
un costal lleno.)
ZAZA.—Creo entonces que si las dos nos ponemos de acuerdo para controlar
este asunto, jeh Ave María... ¡Me río de las Andi, de Fiap y de la C.T.C.!
CANDIDA.—Piense que, si eso resulta, tengo que abandonar a mis pobres viejos.
DALILA.-—¡Su Reverencia!
BERTILDA.—¡La buscábamos!
CANDIDA.—Me dijeron que desocupara la despensa y ya ven... ¡Cinco
costaladas, y un apartadito que dejé para cuando venga el camión... Y la
señora ha sido tan generosa, que me dio para los transportes. .. ¡Cómo están de
bien acompañadas no?... (a ZAZA). .. Gracias, pues, otra vez.
CANDIDA.—Muy formal. ..
CUADRO SEGUNDO
ALEGRIA.-No sé por qué mamá le hace tanto la guerra. . . ¿Verdad, que Apolinar
es un hombre perfecto?
(Entra APOLINAR)
PLUTARCO.—¡Gravísimo!
APOLINAR.—-Le pido excusas también por venir a esta hora; pero resulta que. . .
PLUTARCO.—-Me lo imagino: que aunque estuviste aquí de visita desde las ocho
de la noche hasta la una de la madrugada, no alcanzaron a decírselo todo. .. Me
gusta esa elocuencia. A quien le desagrada es a Dalila. Por lo tanto, abrevien;
porque si ella llega y te encuentra aquí. . .
(Sale PLUTARCO)
APOLINAR(—(abrazándola) Mi nene. . .
ALEGRÍA.—¡Están divinas!...
(Bambuco)
EL. — ..Pero cuando estás de buenas, entono un canto a la vida y traigo las
manos llenas de claveles y azucena,. mi chinitica querida.
DÚO.—Cuando tus ojitos me están mirando y entre tus manos siento las mías;
cuando sospecho en tus labios una estela de ambrosías, siento que vivir es mejor,
siento el esplendor de existir y vuelve mi pecho a latir lleno de alegría...
ALEGRÍA.—Mamá. ,.
DALILA.—¿-Qué? . ..
APOLINAR.—No volveré a pisar esta casa antes del día y la hora en que me lleve
a Alegría. .. y ojala salgan al zaguán a entregármela. ..
DALILA.—Pueda ser que ese día no llegue, " . ¡Patán!. . . ¡Plebeyo.... ¡Ay!... ¡Mi
píldora.... ¡Me ahogo.... ¡Lo que hay que sufrir por los hijos!
BERTILDA.—-Cálmese, comadre. . .
ALEGRÍA.—Madrinita. . .
DALILA.—¡Ahora ponte a mimarla!.". Esos mimos tuyos son los que la han echado
a perder.
ALEGRIA.-¿Otra vez?
DALILA.—Puedes casarte cuando quieras. Allá tú. Pero el día que se escogió al
fin para la boda es el mismo que acabamos de fijar por unanimidad para que
estalle el paro femenino en todo el país,
DALILA.—Llámalo y díselo.
ALEGRÍA.—¿Con Apolo? . . .
DALILA.—¡Ay!. . . ¡Apopo!.. , ¡Apolo.. . . Será por esa cara de estatua griega que
Dios le dio!
ALEGRÍA.— Que, . . en fin. . . oye. . . que ya no es posible casarnos. .. No, no, no.
.. ¡Casarnos en la fecha que habíamos convenido!... (a BERTILDA) Me pregunta
por qué,
DALILA,—Y seria inconcebible que fuera mi hija quien diera la nota falsa.
ALEGRIA.-(al teléfono) Pero. .. escúchame. . . No te enfurezcas así, mi amor. . .
Óyeme. . , Óyeme, Apolo. . . Óyeme. . . ¡Apolo!... jApolo!... Colgó la bocina...
BERTILDA,—Pues piensa en tal caso que el ser hija de una mujer como Dalila es
honor que merece cualquier sacrificio.
BERTILDA.—¡Pero si ahí está ya, bajándose del carro.... ¡Upa, casi se cae con la
prisa que trae!
DALILA.—Lo que voy es a ponerle los puntos sobre las les. Sal de aquí, he
dicho...
ALEGRÍA.—No. . .
DALILA.—Ni aquí somos juguetes de usted, para que entre sin anunciarse y
hablando en ese tono.
DALILA.—¡Atrevido! BERTILDA.—¡Insolente!
ALEGRÍA.—¡No, Apolo!
APOLINAR.—Quien debe echarme eres tú. . . ¡O venirse conmigo de una vez por
todas, qué caray.. . .
(Entra PLUTARCO)
ALEGRIA.—(abrazándolo) ¡Papá!
PLUTARCO.—¿A quiénes?
DALILA.—¡Usted no es caballero!
ALEGRIA.—Es que. .. papá. . . que no puedo casarme tampoco el día que había
acordado.
ALEGRIA.—Pues. .. de ambas.
ALEGRÍA.—Es. .. mía.
APOLINAR.—¡ Tuya!
APOLINAR.-Y yo repito que no espero más tiempo. Me caso a más tardar a fin de
mes, o no me caso.
ALEGRÍA.—Yo sí. . .
DALILA, ¿Y de dónde voy a sacar tiempo para arreglarlo todo en siete días?
DALILA – (Soltando el arma) ¡Ay! ¡No puedo más! ¡La píldora de la tensión! (Se
desgonza en una silla)
DALILA – Vamos, vamos, comadre… ¡Por fortuna, el día de la justicia está cerca!
ACTO SEGUNDO
CUADRO TERCERO
Club de maridoS.
JUANCHO.-—Tampoco.
LALA,—¡,y, qué pena que hayan tenido que llamarme dos veces!. .. ¿Qué se les
ofrece?... ¡Ay, perdonen que no limpié bien la mesita!. " . ¿Me llevo el ajedrez? . ..
¡Ay, cielos. ¡Le dio otra vez mate Don Perucho a Don Juancho.
PEPE.—Absolutamente nada. . .
(Sale LALA)
CORNELIO.—así es!
AGAPITO.—¿Cuál tesoro?
PEPE.-¡Qué lástima!
AGAPITO.—¿Pero cómo?... Puse este aviso en todos los periódicos, como último
recurso.
PERUCHO.—Se abre una colecta para recompensar con creces el feliz hallazgo. .
.
CORNELIO.—¡Claro!. .. ¡Todos contribuimos!
PERUCHO.—¿De carácter?...
PEPE.—¿Entonces? . ..
PERUCHO.—¡Qué curioso!
CORNELIO.—¡Sorprendente!. . .
JUANCHO.—Pero hay algo más sorprendente: mi hija y las tres sirvientas han
aprendido la misma sonrisa irónica y la misma vuelta de ojos. .. Voy a la oficina,
hago cualquier reparo a la mecanógrafa y. . .
PEPE.—El mismo cuento. ..
PERUCHO.—¡Increíble!
(Sale LALA)
(Entra LULU)
LULU.—Son los más exquisitos que he podido hacer hoy... ¡Mi especialidad! ¡Qué
dicha si les gustan!
PEPE.—¡A embestir!
CORNELIO.—¡Ya lo creo!
JUANCHO.—Inexplicable.
LOLO.—¡Qué cosas!
(Regresa LALA)
LALA.—Y a mí correr para aquí y para allá. . . Miren: allí me están llamando. ..
Voy, voy. . . Hola, acompáñeme. .. Que más sándwiches, Albertino. .. ¡Ay, qué
cansancio!
PERUCHO.—¿Cuál? . . .
CORNELIO.—Detestable. .
PEPE.—Carecería de objeto. . .
PEPE.—Por mí, cuando oigo hablar a esos pobres diablos, me pregunto si no eran
preferibles las camareras, aunque nos espiaran.
JUANCHO.—¡Ya está!. . .
JUANCHO.—; Apruebo!
CORNELIO.—¿De veras? . . .
JUANCHO.—¡No creo!. ..
PEPE.—¿Qué aprovechen?. . .
JUANCHO.—-¡Hola, Plutarco!
PERUCHO.—¡Hacías falta!
PEPE.—¡Ya lo creo!...
JUANCHO.—¡De qué?
PERUCHO.—-¿Qué pasa?
PERUCHO.—¿Cómo?
JUANCHO.—¿Qué?
JUANCHO.—¿Quién te dijo?. . .
PERUCHO.—¡Tú mujer!
PERUCHO.—¿Hasta tu hija?
PLUTARCO.—Seguramenté.
PEPE.—Vayamos a buscarlos.
LALA,—Por cada gallina que hayan comprado para el club femenino, aquí hay
dos.
PLUTARCO.—¿Y de bebidas?
PLUTARCO.—¿Y de combustibles?
LULU.—Para todo el mes. . . Pe.. . pero. .. pero qué? ¿Otro nueve de abril?...
¿Otro bogotazo?...
LILI,—¡Qué miedo!
LOLO.—¡Qué pavor!
LALA.—¡Qué espanto!
PLUTARCO.—Al contrario.
LALA.—¿Contra quién?
LULU-—¡Qué bien!
PEPE,—A disociarlas. . .
JUANCHO.—Yo de la cocina.
CORO DE HOMBRES
Si la lucha se avecina, no hay temor, por lo que veo. Prenderemos la cocina con
el fuego del deseo. Es fácil de hacer, oriloverán, la carne vencer y amasar el pan.
Con el fuego del deseo se improvisa una tortilla. ¡Cómo prende ese fogón con las
llamas de pasión cuando hay leña entre la hornilla! Es fácil de hacer, oriloverán,
la carne vencer y amasar el pan.
DUO,—Con esa tortilla no hay más que ver ¡Nos descartamos de la mujer!
Somos seis tímidas que andamos ávidas de un sueño mítico, de un grande amor.
Y fuimos víctimas de un hombre pérfido. ¡Maldita máscara de seductor!
¡Qué hombres tan cínicos! ¡Qué hombres tan pícaros! ¡Son unos bárbaros sin
corazón! Ahora burlémoslos y traicionémoslos y así cobrémosles nuestra ilusión.
y gran pudor; y no estos sátiros, de gesto estúpido que son veneno para la
emoción...
MUJERES.—No señor.
MUJERES.—¡Qué furor!
MUJERES.—¡Qué se imaginarán!
(Fin de la música)
LILI.—Soy Lili, . .
PEPE,—¡ Mujeres!
ELLAS.-—¡-Qué furor!
ELLAS.—¿Qué se imaginarán?. . .
(Las chicas salen a toda prisa, carcajeándose. Su risa se aleja ante los hombres
atónitos)
PERUCHO.—¡Mujeres auténticas!
PLUTARCO.—¡Detengámoslas!...
TODOS,—¡Paso de vencedores!
CUADRO CUARTO
APOLINAR.—Sigue, mi amor.
ALEGRIA.-¿Aquí es?
ALEGIA,—¡Exagerado!
APOLINAR.—Es que eso nunca me había pasado: que se me desinflen las cuatro
llantas casi al tiempo, lejos de todo el mundo, y que me toque a mí solo
desmontarlas y parcharlas.
APOLINAR.—Mira: tu tocador.
ALEGRÍA.—¡Qué sueño!
ALEGRÍA.—¡Apolo!
APOLINAR.—¡ Alegría!
ALEGRIA.—Sí. . .
APOLINAR.—Ve a tu tocador.
ALEGRÍA.—Adiós, entonces.
ALEGRÍA.—¡Apolo!
APOLINAR.—Vuelve pronto.
APOLINAR.—Filo. .. Filomena.. .
FILO.—¿Señor?
ALEGRIA.—-(dentro) ¿A ver?. . .
APOLINAR¿—¿Todavía existes? . . .
ALEGRÍA.-—Ya está. ..
ALEGRÍA.—Vé, sí. . .
ALEGRÍA.—Yo te sirvo. . .
ALEGRIA.—Dios quiera. ..
ALEGRÍA.— ¡Filo!
(Entra FILOMENA)
FILO.—Mi señora.
ALEGRIA – Mamá!
ALEGRÍA.—Madrinita* Siéntense . .
DALILA.—¡Estaremos para sentarnos! ¿No te has dado cuenta de que estalla el
paro?
DALILA -- Y sería vergonzoso que fueras tú, mi propia hija, quien quebrantara la
disciplina.
ALEGRÍA.—¡Pero mamá!. . .
DALILA.—¡Sin peros!
(Sale FILOMENA)
DALILA.-Y me voy. Quiero permanecer aquí lo menos posible. " . Será la primera y
última vez que ponga los pies en tu casa... ¡Desagradecida!... ¡Mala hija!...
ALEGRIA,—Pero mamá...
(Entra FILOMENA)
FILO.—¿En bata?
ALEGRÍA.—Nosotras. . .
ALEGRIA —No,
ALEGRÍA,—Porque no.
APOLINAR.—¿Te molesta que hable mal de tu mamá?... No volveré a nombrarla*
ALEGRIA,—Déjame
ALEGRÍA—Déjame tranquila,
ALEGRÍA.—Sí .
ALEGRIA —No.
ALEGR I A—No
ALEGRIA.—¡Qué horror!
APOLINAR.—¿Te espanto?
ALEGRIA.—Hazme un favor. . .
ALEGRIA.—Vete.
ALEGRIA.—No. . .
ALEGRIA.—¿Yo?. ..
ALEGRIA.-Si ya se fue. . .
ALEGRIA.—(rompe a llorar)
ALEGRÍA*—No sé. . .
ALEGRÍA*-—Quizá , .
APOLINAR.—Vamos entendiéndonos. .. Un secreto que pensabas revelarme. ..
después de casado. .. con lágrimas que empiezan ya a correr* . , i correctísimo.*
¡Nobilisimo*! Pero mi querida Alegría, no soy de los que caen en esa clase de
trampas.
APOLINAR.^-De acuerdo: ¡horrible!. . . Por lo tanto, creo que quien debe irse de
aquí inmediatamente no soy yo. ,sino tú.
ALEGRÍA.—Muy bien.
APOLINAR.—-¿Vienes de la oficina?
APOLINAR.—¿Por qué?.. . ¿No te advertí que debías despachar hoy mismo toda
la correspondencia pendiente?
APOLINAR.—¿Pero de qué? . ..
APOLINAR.—No entiendo. . .
CONCHITA.—¿No sabes que las mujeres de todo el país, dirigidas por tu suegra,
se declararon hoy a medio día en paro general?
APOLINAR,—-¡Tú también?
CONCHITA.-¿Y tú?
CONCHITA,—Pero. .. pero.. .
¡Formidable!
ALEGRÍA.—Adiós, Apolinar.
ALEGRÍA.—Sí.
APOLINAR.—Ven acá...
ALEGRÍA.—No.
ALEGRÍA.—Precisamente.
APOLINAR.—Sígueme entonces.
ALEGRIA.-No puedo.
ALEGRIA.—Suéltame.,
ALEGRÍA.-—Imposible. ..
ALEGRÍA.—Porque juré...
ALEGRÍA.— (resistiendo en vano) Te digo que no. . . que nooo... que noooo,..
CUADRO QUINTO
Otra vez el club femenino.
En escena TIMOTEA, BERTILDA, FILOMENA Y comparsas,
BERTILDA.—No lo creo. . .
FILO.—Entonces. . . entonces. . ,
BERTILDA.—-¡La encerró!
FILO.—Se encerraron. , .
(Aspavientos de la barra)
FILO,—Fue entonces cuando llamé por teléfono. . . Poco después llegaron
mujeres armadas, se llevaron a la señora y encostalaron al señor.
DALILA,—¡Ay Dios mío! ¡Qué horror.. .. No puedo más. .. Me ahogo. .. ¡El frasco!.
.. iTodo el frasco!
TIMOTEA.—Yo, en el caso de usted, lo que le daba ahora mismo era una muenda
en público.
DALILA.—En todo caso, como si se tratara de una extraño. No soy su madre, sino
su juez, .. Las señoras pueden servir de jurado.. , Usted acusa, compañera
Timotea. . . Usted, doctora Bertilda, encárguese de la defensa. .. Introduzcan a
esa mujer. .. ¡Ay, se me va la cabeza!. . . ¡Este golpe no lo resisto!
ALEGRÍA.—Suéltenme.
ALEGRÍA.—Pero mamá...
ALEGRÍA.—(altiva) ¡Señora!
TIMOTEA.—¡Tan distinguida que la verán!. . . Por algo dicen que no hay nada
más terrible que las bachilleras.
TIMOTEA.—¡Señorita!
BERTILDA.—¡Atrévase!
DALILA.—¡Sepárenlas, señoras del jurado!. . , ¡Sepárenlas!. . , ¿Qué es esto?
BERTILDA.—¡Atrevida!
TIMOTEA.-— ¡ Grosera!
TIMOTEA.—¡Qué descubrimiento!
BERTILDA.-A las seis de la mañana salió del templo con su esposo, cuando el
paro femenino no había aun estallad.. . . Desde ese momento señora presidenta,
señoras del jurado, dejó de pertenecer automáticamente al sindicato de señoritas
caseras, al cual había prestado juramento de lealtad.
DALILA.—¡Silencio!
DALILA.—-Proceda, comadre. . .
BERTILDA.—Su nombre. . .
FILO.—Filomena, mi señora...
FILO.—Estaba yo sola. . .
FILO.—-(aterrada) ¿Por qué no, mi señora? Yo respeto siempre las casas donde
trabajo,
BERTILDA.—-Usted era, pues, el único testigo. . . Ahora dígame: cuando los
esposos se encerraron. . . ¿vio usted algo?
BERTILDA.—¡Lo único que tiene aquí sentido es la ley!. .. Pero aun saltando por
sobre la ley, pido a las señoras del jurado que se pongan la mano sobre el pecho,
si es verdad que las mujeres tienen. . . corazón. . . Que reconstruyan mentalmente
lo que se está llamando traición, y confiesen si todas no hubieran querido estar en
el mismo caso. . .
BERTILDA.—¡Puedo demostrárselo!
TIMOTEA.—¡ Atrévase!
BERTILDA,—¡Impídalo!
TIMOTEA.—¡Usted no me asusta!
DALILA.—Sepárenlas.. . Sepárenlas. . .
(Las separan)
APOLINAR.—¡Adelante, muchachos!
(Entra PLUTARCO)
CONSIDERANDO:
que la actitud agresiva del sexo femenino contra los maridos legítimamente
constituidos puede llevarnos al caos, y pone en grave peligro la misma
conservación de la especie,
RESUELVE:
Aplíquense la unión conyugal, la paz doméstica, el toque de queda y el Estado
interesante en todos los hogares de la república.
DALILA.—¡ Plutarco!
PLUTARCO.—lDalila!
ALEGRÍA.—¡Mi Apolo!
APOLO.—;Mi Alegría!
(Orquesta)
(MARCHA FINAL, en la que deben alternar y combinarse las voces a juicio del
director)
Es el amor de esta negra la sola pasión que me domina. Vente negrita conmigo,
que yo te daré mi corazón. Si tú me quieres mi negra serás mi pasión toda la vida.
Sólo contigo se puede gozar el encanto de la unión.
TELON