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CADENA TRÓFICA Y DIVERSIDAD

La cadena alimenticia en sistemas acuáticos principalmente en lagos, es

llevada a cabo por las interacciones entre bacterias, algas, macrófitos, micro y

macro zooplancton y protozoarios. Cuando el cuerpo de agua entra en estado

eutrófico,  la diversidad de estos organismos se ve fuertemente afectada. El

fitoplancton es considerado el productor primario en sistemas acuáticos. Estos

organismos fijan el carbono por medio de la fotosíntesis y son consumidos por

protozoarios (ciliados y flagelados), por microzooplancton (rotíferos y larvas

de copépodos) y por el macrozooplancton (cladóceros y copépodos). La

segunda ruta de la cadena trófica ocurre de los protozoarios al micro y macro

zooplancton. El microzooplancton es consumido por peces pequeños y

anfibios que a su vez, sirven de alimento para peces depredadores. Estos peces

depredadores también consumen en gran medida a los cladóceros, por lo que

los cladóceros buscan refugio en los macrófitos y sólo migran a aguas abiertas

durante la noche, cuando el riesgo de depredación ha disminuido. La cadena

trófica acuática es una fuente de alimento para muchas aves y mamíferos. Las

bacterias no forman parte de un nivel trófico, pero su papel en sistemas

acuáticos es de gran importancia. Las actividades microbianas en el proceso

de eutrofización influencian la floración de algas. La cantidad de

microorganismos presentes está relacionada con el contenido de materia


orgánica y de plancton en un agua eutrófica. Ya que estos al degradar la

materia orgánica producen nutrientes biodisponibles para las algas

favoreciendo su proliferación, por lo que existe cierta relación entre la

cantidad de bacterias y la aparición de la eutrofización (Havens, 2014).

Un clásico signo de eutrofización es el incremento de biomasa y la

dominancia de cianobacterias. Los géneros comúnmente presentes en aguas

dulces y en estuarios

son  microcystis, cylindrospermopsis, anabaena, planktothrix, aphanizomenon 

y nodularia (Ger et al., 2014), los cuales dominan la comunidad

fitoplanctónica en un estado eutrófico, mientras que la población

zooplanctónica sufre una disminución en especies de daphnia y un incremento

en rotíferos y copépodos. Según Auer y colaboradores (2004),  en lagos

mesotróficos cerca del treinta por ciento de la biomasa planctónica pertenece

al zooplancton y el 45% al fitoplancton. En lagos hipertróficos, el zooplankton

dismninuye un quince por ciento y el fitoplancton aumentan cerca del ochenta

por ciento. La comunidad fitoplanctónica constituida principalmente por

cianobacterias, algas y macrófitos también cambia en gran medida. La

velocidad de producción de algas es dependiente de la disponibilidad del

fósforo y nitrógeno. Schreurs (1992) demostró que las cianobacterias dominan

los lagos con concentraciones relativamente bajas de fósforo soluble (0.1-0.8


mg/L), mientras que las algas verdes dominan estos sistemas cuando este

anion se encuentra en concentraciones mayores a 0.8 mg/L.

 Proliferación de algas y cianobacterias

La proliferación de algas y cianobacterias es un signo muy representativo de

un sistema eutrófico. Este florecimiento trae consigo problemas de salud

humana. Se han identificado más de cincuenta grupos de cianobacterias las

cuales tienen la capacidad de producir una gran variedad de toxinas y estar

presentes en cuerpos de agua dulce y salada. Los géneros fijadores de

nitrógeno más comunes

son: anabaena, aphanizomenon, oscillatoria, nodularia, cylindrospermopsis, l

yngbya y trichodesmium, mientas que microcystis y planktothrix  no tienen

esta capacidad (Paerl y Otten, 2013). Entre las algas productoras de toxinas,

las comúnmente encontradas en sistemas acuáticos marinos son  alexandrium

spp., gymnodinium spp., pyrodinium spp., pseudo-nitzchia spp y dynophysis

spp (Zingone y Enevoldsen, 2000).  Estas toxinas son productos secundarios

del metabolismo de las cianobacterias y algas. Generalmente se relacionan con

el envenenamiento o riesgos de salud en animales y humanos. Las

cianotoxinas pueden ser clasificadas en tres grupos: hepato, neutro y dermato

toxinas, las cuales afectan el hígado, el sistema nervioso o la piel,


respectivamente. La resistencia y persistencia de las toxinas producidas por

estos organismos depende de la estructura y naturaleza del compuesto. Las

hepatoxinas son globalmente las más prevalentes seguidas por las

neurotoxinas. Las hepatoxinas incluyen: microcystinas, nodularinas y

cilindrospermopsinas. Los tipos de neutrotoxinas son anatoxina-a, anatoxina-a

(S) y saxitoxinas (fig. 2) (O’neil et al., 2012). Estas toxinas pueden estar

presentes libres o unidas a cianobacterias, por lo que las personas pueden estar

expuestas a toxinas a través del consumo de agua potable contaminada, el

contacto directo con sistemas eutrofizados o por la inhalación de aerosoles.

Las toxinas producidas por algas (dinoflageladas y diatomeas) afectan

principalmente a sistemas marinos en los cuales la ingesta de moluscos y

peces es la principal causa de intoxicación. Las toxinas algales se relacionan

con cinco síndromes: intoxicación paralítica por moluscos, intoxicación

neurotóxica por moluscos, intoxicación amnésica por moluscos, intoxicación

diarréica por moluscos e intoxicación ciguatera por peces (fig. 3). Muchas de

estas toxinas son neurotoxinas las cuales son estables a la temperatura, por lo

que la cocción de los alimentos no disminuye su toxicidad. Al contrario, estas

pueden ser aerosolizadas o volatilziadas impactando la salud humana a través

del tracto respiratorio (Van Dolah, 2000).


Tabla 2. Principales toxinas producidas por cianobacterias (O’neil et al.,

2012).

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