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Lisy gritó de emoción al ver a su padre regresar de la guerra después de años. Aunque el pueblo estaba en ruinas después de la guerra, Lisy decidió ir a la ciudad para encontrar trabajo y enviar dinero a su padre. Después de varios trabajos difíciles, comenzó a vender pasteles de manzana que se hicieron populares. Años después, ahora casada con un hijo, regresó al pueblo con suficiente dinero para ayudar a su padre.
Lisy gritó de emoción al ver a su padre regresar de la guerra después de años. Aunque el pueblo estaba en ruinas después de la guerra, Lisy decidió ir a la ciudad para encontrar trabajo y enviar dinero a su padre. Después de varios trabajos difíciles, comenzó a vender pasteles de manzana que se hicieron populares. Años después, ahora casada con un hijo, regresó al pueblo con suficiente dinero para ayudar a su padre.
Lisy gritó de emoción al ver a su padre regresar de la guerra después de años. Aunque el pueblo estaba en ruinas después de la guerra, Lisy decidió ir a la ciudad para encontrar trabajo y enviar dinero a su padre. Después de varios trabajos difíciles, comenzó a vender pasteles de manzana que se hicieron populares. Años después, ahora casada con un hijo, regresó al pueblo con suficiente dinero para ayudar a su padre.
Las manzanas rodaron hasta los pies del hombre parado
en la puerta de su casa, era su padre, el cual había vuelto de la guerra, Lisy había estado esperándolo por años y todas las mañanas salía a recoger manzanas. Esperando divisar su silueta a lo lejos, deseando prepararle su torta de manzanas como él lo disfrutaba. Las lágrimas bajaban por sus mejillas, eran de alegría, rápidamente corrió a sus brazos y el con solo tres palabras tranquilizo su emocionado corazón, “Volví hija mía”. Las conversaciones se alargaron, ninguno de los dos se quería perder ni un segundo del otro. Las historias de heroísmo y de aventura del padre, cautivaban a Lisy cada vez más, las manzanas pasaron a un segundo plano así que se quedaron en el suelo, lo más importante era él. Días después ya era tiempo de buscar trabajo y como ayudar en la casa, ya que por causa de la guerra el pequeño pueblo se había quedado casi en la ruina, no había mucho que hacer , los campos estaban desolados y los trabajos en la ciudad eran escasos. Lisy pensó que ir a la ciudad sería una buena opción para ella, era joven y llena de energía para trabajar pero su padre, no podría acompañarla, lo poco que tenían solo le alcanzaba para el trasporte de ella y en duras penas para algo de comer por unos días. “no quiero separarme de ti ” expreso Lisy, mientras montaba el tren que la llevaría a la ciudad más cercana , su padre solo con una sonrisa le decía “te estaré esperando hija”. Los primeros días fueron duros para Lisy, como era una joven de campo no encontraba con facilidad trabajo en las empresas de la ciudad, pero eso no le importo y decidió no rendirse, consiguió empleo en una fábrica de cajas, no era lo que ella pensaba, pero al menos ganaba lo suficiente para pagar pensión y alimentación, lo poco que ahorraba lo juntaba en una lata. La fábrica cerró y con ella se fue el trabajo de Lisy, ¿Qué hare ahora? pensó; solo tuvo una idea; invertir sus ahorros en pasteles de manzanas. Los primeros 3 pasteles se vendieron rápido, eso incentivo a Lisy a seguir , pasaron 3 años y aquellos tres pasteles se convirtieron en cientos y miles , su vida mejoró , consiguió un buen compañero y tuvo un hijo, ya tenía como ayudar a su padre , entonces decidió volver a aquel pueblo en busca de el. El soltó la cesta, y las manzanas corrieron hasta los pies de aquel niño que traía esa mujer conocida, y que a gritos le decía “Abuelo, Abuelo, volvimos”.