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—No — le mintió Bibi con todo descaro. Pero la verdad era que pasaba un
miedo terrible que intentaba disimular o bien cantando, o bien rezando o, en todo
caso, cuando ya no podía más, echando a correr para llegar cuanto antes.
—¿Y cómo vuelves a tu casa? —insistió la señorita.
—Me trae el padre de los niños en coche.
La señorita hablaba con aire distraído, como si estuviera pensando en otra cosa.
—Bibi, me gustaría hablar con tu padre.
A la niña le entró una alegría muy grande porque era normal que los padres
hablaran con los profesores. Menos el suyo.
—¿Cuándo? —preguntó ilusionada.
—Cuanto antes, mejor —le contestó procurando sonreírle—. Si puede ser,
mañana.
—¡Vale! —asintió Bibi más encantada todavía.
«Querida Bibiana:
Nos ha parecido muy bien tu carta. Tendrás tu bicicleta, que es verde, color de la
esperanza, y en cuanto a lo de que sea de segunda mano, no te preocupes porque
apenas se nota. Un abrazo,
Gaspar, Melchor y Baltasar.»
La noche que pasaran los reyes magos, Bibiana saco su bicicleta del sótano y la
colocó en el comedor al lado de los zapatos. A la mañana cuando despertó, se
emocionó por tener una bicicleta verde, de la esperanza. Su padre estaba muy
asombrado pensando que los vecinos le habían llevado la bicicleta.
Bibi comienza a entregar revistas a domicilio con su nueva bici para ganar
más dinero, un día en la clase Quincho hace una travesura en donde todos se
ríen de él en ese momento se observa su indiferencia por los estudios, Quincho en
la hora de la salida del colegio le comenta a Bibi que sabe que la bicicleta que ella
tiene le pertenece a su hermana, y le ofrece un convenio en compartirla sin
comentarle nada a nadie, en verdad lo hace para tener más tiempo con ella ya
que estaba enamorado. Es por esto que le declama unos versos a Bibi:
«Estoy tan enamorado de ti, que me gustaría ser moco para estar en tu
nariz».