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Mi devenir intersexual
Norberto Gómez
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2 de junio, 01 hs., am
Hace varias semanas, con consentimiento de mi madre que tiene 89 años, le pedí si
podía buscar unas fotos de mi querido abuelo -Vicentín, como yo lo llamaba (él me
decía "pichón")- ya muerto a fin de los años 70. Viendo una de las cajas de zapatos,
encontré lo que en parte recordaba, y a partir de estos recuerdos, pregunté a mi
madre -respondió con una mezcla de indiferencia, ternura, y olvido- que de chico fui
llevado a un endocrinólogo y a un genetista. Allí, en los primeros papeles que
encontré, están entre otros: resultados hormonales, dos cirugías “escrotales”, y
otras dos cirugías, -de las que contaré más adelante lo que sé- y en otro papel, que
genéticamente era 47, XXY. Al día siguiente, acudí a un genetista y a un
endocrinólogo de mi confianza, por ser médicos con activismo en DDHH y que
conocía desde hace años, junto a los resultados, hormonales, y el cariotipo que
encontré: 47, XXY, es decir, que nací intersex.
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Tengo un cúmulo de cosas por decir, pero especialmente por hacer. Y con la
convicción que lo que dependa de mí: ni un paso atrás. Mi agradecimiento a un
amigo a quien quiero mucho, que fue a quien primero le conté. Y que estaré por
siempre agradecido que allí estuviera. Y mi recuerdo, y mi amor por Elisa, que
desearía estuviera aquí... imposible, claro. (continuará)
2 de junio, 2018
Por la tortura de esa época infantil y puberal, por las de la dictadura, en mix o como
fuera, hoy no pude moverme. Será que pueda ir otra vez, o a otro lugar. No es el
problema. O sí, en parte: las clausuras de parte importante de mi vida, ya se
produjeron, la re-escribiré, la escribiré o no, pero me importa más lo que viene. No
sé, no puedo, no quiero estar solo preocupado por “mi” intersexualidad. No concibo
mi vida fuera de un colectivo de DDHH; ahora, respecto de las disidencias sexuales
y de género, en especial, de personas intersex y trans. En transversalidad, en
intersección con otras disidencias, otr*s oprimid*s.
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Desde hace muchísimos años, no puedo concebirme hombre y/o mujer. Me visto de
hombre, pero no es de género firme y constituido. Transitar todo esto que viene, un
camino sin abrir -pues es para ir abriendo- irá haciendo fluir: ni a, b, o c, como
resultante. Será a, y b, y c, y... o no sé, solo pretendo fluir, andar. La quietud de lo
que me ocultaron, y no supe descubrir antes, ya estuvo demasiados años.
(continuará)
3 de junio
9 de junio
Hoy tratamiento, como cada 10 días, en relación con los síntomas por tortura. Iba a
ser ayer, pero como van conjuntas a resonancias magnéticas, hubo por problemas
"maquínicos", que hacerlo hoy. Sin embargo, mis sentires pasan por otro tipo de
tortura, legalizada por el saber médico, amparado en protocolos o simplemente por
ese saber dominante de la medicina, cuyo linde con lo experimental no es claro. Me
refiero a que cuando se descubre que mi genética sexual, cariotipo, era 47, XXY,
entre mi padre que estaba espantado por mi delgadez extrema, cierta flaccidez
muscular, mi comenzar a caminar tardío, es decir, en su decir: "esqueleto de
gusano" -esto lo cuentan, tenía poco más de un año y no lo recuerdo- y lo que
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Con los años, a pesar de escaparme, ir a que me protegieran los curas jesuitas
tercermundistas de mi escuela / colegio -mi padre solo creía eran curas-, donde iba,
mi padre por la fuerza, mi "dueño", como dijo muchas veces, me hacía volver a la
casa. No fueron cambiando, o haciendo interconsultas -hablo de mi madre y padre-
de médico endocrinólogo ni genetista. Ambos médicos trabajaban en el ámbito de
un mismo departamento, donde tenían sus respectivos consultorios, y solían marcar
mis logros intelectuales como un triunfo del tratamiento, mostrando con esto que
debía seguirlo. Era mucho más simple: parece que nunca tuve problemas de
aprendizaje. Mis huidas siempre tenían retorno por la fuerza, y no tenía muchas
opciones.
A los 11 o 12 años -dejo de lado varios periodos entre los 6 y los 12 que contaré
alguna vez- conseguí dinero entre préstamos de amig*s, y un poco que junté de mi
trabajo a la hora del almuerzo, -iba a una escuela/colegio de doble turno- en una
ferretería, y me escapé comprando un pasaje que creí me llevaba muy, muy lejos,
-resultó Rosario-, y me fui. En menos de un día era arrastrado por policías luego de
la denuncia de mi padre, y nuevamente allí, en la casa del horror. A pesar del magro
escape, seguir sin saber sobre estos “tratamientos”, pues solo decían que no podía
vivir pareciendo "un tuberculoso", o frases parecidas sobre mi extrema delgadez y
altura, que daban como razones del acopio de inyecciones. Preguntas de mi lado,
sentir que moría cada vez que dos o tres veces por semana, me aplicaban esa
tortura -la palabra y el concepto de tortura parece lo aprendí a resistir desde muy
chico- no tuvieron más que a esos médicos experimentando, y mi padre que no
quería tener como hijo un "aborto", un "engendro de la naturaleza". Jamás
explicaron nada sobre mi intersexualidad.
A los 13 años -los papeles que encontré ubican que a los 3 años ya lo habían
realizado- una nueva cirugía, -que como dijeron mi genetista y endocrinólogo
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actuales: "¿para qué?"- volvieron abrir con dos escisiones, el muy pequeño escroto,
¿para investigar qué?, con anestesia local, pudiendo ser peridural, sin salir de ese
consultorio. Lo que sentí en mi cuerpo y en mi furia, por estar atado y sin poder
hacer nada más que moverme brutalmente, hasta donde las ataduras y las manos
de ayudantes me detenían, fue esa voz que decía: "¡quedate quieto engendro!".
(continuará)
19 de junio
Las consecuencias de esas cirugías escrotales, cicatrices que traccionan esa piel,
producían un gran dolor testicular. Lo recuerdo al sentarme, en varias posiciones, y
una insensibilidad en la piel no solo de mis genitales, sino entre otras dos incisiones,
producto de otra cirugía posterior. A los 14 años, un par de meses antes de conocer
a Elisa, consulte con un médico padre de un amigo, sin que mis viejos supieran, y
allí tuve la posibilidad que en mi "vida" saliera del ocultamiento lo que había sido mi
"historia". Me hizo hacer análisis clínicos, me revisó antes y después de los
resultados, y mintió, pues me dijo que eran cuestiones de constitución anatómica,
que no era nada, y que ese "había sido mi destino natural". Que no era "normal",
pero era mi "naturaleza". Le creí, supongo necesitaba creerle. Al poco tiempo Elisa y
yo comenzamos a estar juntos. (continuará)
12 de julio
Desde las cirugías escrotales, la de los 3 años que no recuerdo y solo hay registro
de lo realizado, y entregado a mis padres, y la cirugía de los 13 años, recordada por
mí, y que me vuelve aún con dolor y la angustia del sometimiento -entre ambas los
diversos y antagónicos, sin consentimiento, tratamientos o experimentos
hormonales- figura con fecha de realización casi inmediata a esta segunda cirugía,
una tercera de la encontré hace unos días, los típicos informes médicos de lo
"realizado" -nunca sabré, pero es obvio por las consecuencias, que eran meros
informes burocráticos- entregado a mis padres. Pero esa cirugía la recuerdo en sus
prolegómenos, cuando ese día me dijeron mis padres que íbamos a ir a que me
vieran "unos médicos", y quise escapar de la casa que estaba ya "blindada" para
evitar la presumible huida, y sentía que un gran sueño y mareo se iban apoderando
de mí. Seguramente me habían ocultamente dado alguna medicación
psicofarmacológica indicada. Recuerdo, también, la flojedad y la imposibilidad hasta
de caminar, si no estaba sostenido.
No vale seguir la descripción ahora, sí, las conjeturas y certezas que me dijeron
estos médicos que consulte ligados a DDHH, luego de corroborar mi
intersexualidad. Lo dejo para otro momento. (continuará)
24 de julio, 2018
Entre otras sensaciones que tengo, desde que corroboré por estudios genéticos que
soy intersex: 47, XXY, aparece lo actual de mis ganas y necesidad de un activismo,
ahora desde la perspectiva intersex, contra la patologización, las mutilaciones
quirúrgicas, desde los DDHH, y ya no como aliado. Pues desde que conocí a Elisa
-ella había nacido intersex- un poco antes y durante nuestro exilio, y luego de su
desaparición, tortura y asesinato, tuve mucha dedicación, ya no solo por ella, sino
por otr*s, de tener un activismo, repito, como aliado hasta corroborar mi
intersexualidad. Es extraño: abro un nuevo camino, siempre pensándolo
colectivamente, para llegar al punto de partida de mi vida, aunque recién lo sepa. O
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como alguien me decía, "pero parece que lo hubieras sabido muy bien sin saberlo".
Lo concreto, es que se me había ocultado y no lo supe. Más allá de lecturas
psicoanalíticas.
Hoy miro las poquitas fotos de Elisa, que encontré en una muestra del Archivo de la
Memoria Trans, y tengo dolor, amor y una bronca terrible por no haber podido
compartir mi intersexualidad, y lo que implica, con Elisa y ella conmigo. Toda
nuestra historia fue hermosa, pero me robaron también, compartirlo con ella. Me
robaron, no solo la vida que pude haber elegido, sino, algo que pude haber
compartido con quien tanto amé. (continuará)
22 de agosto
Enterarme que era intersex, corroborarlo en la actualidad, tuvo un fuerte impacto por
el ocultamiento: en cuanto a mi salud, intervenciones quirúrgicas obligadas, y pues
muchas de las decisiones que tomé en mi vida hubieran sido distintas. Sin embargo,
celebro y me da alegría ser intersex.
30 de agosto