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Mi devenir intersexual

Norberto Gómez

Persona intersex, nació en el barrio de Mataderos, ubicado en la actual Ciudad


Autónoma de Buenos Aires, Argentina, en enero de 1956.
Exiliado desde inicios de 1974 en París, estudió Filosofía en la Universidad de Paris
1 Panthéon-Sorbonne (Doctorado). Activista de DDHH, durante su exilio (aliado
intersex y trans), y luego de su vuelta a la Argentina.
Psicoanalista.

*****

Este testimonio acerca de mi intersexualidad, fue escrito en 2018, como aquí


aparece: fragmentariamente, en algún momento, a días salteados, no estipulando
cuándo, dónde, ni leyendo los fragmentos anteriores, previo a aquel por escribir,
cada uno diferenciado del que lo antecede o el siguiente, por la fecha de escritura, y
un final, entre paréntesis, con la palabra “continuará”, incluso el último de esta serie.
Así, lo que ciertas reiteraciones o pasajes, cruce con identidad de género,
descripción de momentos, y sentires sobre la inmanencia de lo acontecido, lo hacen
sin la linealidad de un “texto”: así, deviene testimonio.

2 de junio, 01 hs., am

Hace varias semanas, con consentimiento de mi madre que tiene 89 años, le pedí si
podía buscar unas fotos de mi querido abuelo -Vicentín, como yo lo llamaba (él me
decía "pichón")- ya muerto a fin de los años 70. Viendo una de las cajas de zapatos,
encontré lo que en parte recordaba, y a partir de estos recuerdos, pregunté a mi
madre -respondió con una mezcla de indiferencia, ternura, y olvido- que de chico fui
llevado a un endocrinólogo y a un genetista. Allí, en los primeros papeles que
encontré, están entre otros: resultados hormonales, dos cirugías “escrotales”, y
otras dos cirugías, -de las que contaré más adelante lo que sé- y en otro papel, que
genéticamente era 47, XXY. Al día siguiente, acudí a un genetista y a un
endocrinólogo de mi confianza, por ser médicos con activismo en DDHH y que
conocía desde hace años, junto a los resultados, hormonales, y el cariotipo que
encontré: 47, XXY, es decir, que nací intersex.
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Lejos de sentirme mal, o extraviado, me pasaron otras cuestiones. Especialmente,


sobre el ocultamiento y la mentira, sobre innumerables, no lo sabía en ese
momento, solo lo sé ahora, inyecciones de hormonas desde testosterona, insulina,
hasta las más contradictorias entre sí, que dejaban tirado mi cuerpo en una cama
con sensaciones no muy agradables: algo del experimento pareció haberse jugado.

Ahora, corroborado por muchos estudios actuales, comienzo un nuevo momento.


No sé exactamente como será salvo en dos puntos:
a) los DDHH serán respecto de las personas intersex y trans, aunque esto no sea
novedad para mí: desde que conocí a Elisa cuando teníamos 14 años, y
especialmente en Francia durante nuestro exilio, así fue, pero desde un lugar de
aliado. Esto cambió: soy una persona intersex;
b) visibilizarme, a sabiendas que habrá consecuencias de las más variadas.

Tengo un cúmulo de cosas por decir, pero especialmente por hacer. Y con la
convicción que lo que dependa de mí: ni un paso atrás. Mi agradecimiento a un
amigo a quien quiero mucho, que fue a quien primero le conté. Y que estaré por
siempre agradecido que allí estuviera. Y mi recuerdo, y mi amor por Elisa, que
desearía estuviera aquí... imposible, claro. (continuará)

2 de junio, 2018

Hoy iba a ir a Muestttrans. Estaba con ganas. Lo que testimonié muy


fragmentariamente anoche, en un post sobre la confirmación genética que soy
47, XXY, no aportaba ni sacaba nada en mis ganas de ir. Quizás, esa extraña
sensación de un pasado a re-escribir, o a llenar lagunas escribiéndole desde hoy,
me iba a acompañar. Pero mi cuerpo con viejos síntomas por haber sido detenido-
desaparecido, no acompañó. Hablando con el genetista, me dijo que varios de los
síntomas que tengo, y que siempre fueron atribuidos, no sin razones, a la tortura en
esma, son o una combinación, o directamente efecto de las cantidades
astronómicas de hormonas que especialmente, y que ya me aplicaban desde los 3
años, que no eran solo testosterona, sino de las más variadas, incluso a inicios y
más allá en la pubertad.

Por la tortura de esa época infantil y puberal, por las de la dictadura, en mix o como
fuera, hoy no pude moverme. Será que pueda ir otra vez, o a otro lugar. No es el
problema. O sí, en parte: las clausuras de parte importante de mi vida, ya se
produjeron, la re-escribiré, la escribiré o no, pero me importa más lo que viene. No
sé, no puedo, no quiero estar solo preocupado por “mi” intersexualidad. No concibo
mi vida fuera de un colectivo de DDHH; ahora, respecto de las disidencias sexuales
y de género, en especial, de personas intersex y trans. En transversalidad, en
intersección con otras disidencias, otr*s oprimid*s.
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Desde hace muchísimos años, no puedo concebirme hombre y/o mujer. Me visto de
hombre, pero no es de género firme y constituido. Transitar todo esto que viene, un
camino sin abrir -pues es para ir abriendo- irá haciendo fluir: ni a, b, o c, como
resultante. Será a, y b, y c, y... o no sé, solo pretendo fluir, andar. La quietud de lo
que me ocultaron, y no supe descubrir antes, ya estuvo demasiados años.
(continuará)

3 de junio

No me siento mal, primero por enterarme, y luego corroborar que mi cariotipo es


47, XXY. En cierto sentido es un alivio, y no sé por qué. También, siento cierta paz,
y tampoco sé la razón. Quizás respecto de esta sensación, este sentir desde que
tengo algún recuerdo, no estar del lado niño, niña, hombre, mujer, aunque nada
tenga que cruzarse entre mi cariotipo y mi identidad de género. Cuestión que era
difícil de explicar, a las pocas personas que se lo conté, o intenté al menos
compartirlo. Solo Elisa, y una amiga de estos años, Carolina -quizás otr*s lo
entenderían también, estoy seguro- pudieron entenderlo. No es que la
intersexualidad sea un "tercer género", en absoluto. Hay de lo no-binario en mí, sin
que esto me resulte claro, salvo a nivel de que lo siento. Así lo siento y no puedo
decir mucho más. No confundo entre diferencias orgánicas sexuales, y diversidad
de género, solo que hoy, y sin atribuirlo a que genéticamente soy 47, XXY, tengo
diferencias orgánicas y funcionales, que no pueden ni deben considerarse
patológicas. Se inicia una visibilidad que puedo decir apuntala mis ganas y
necesidad de activismo en DDHH, respecto de las disidencias de sexo y género. Y
que no concibo ningún activismo que no sea colectivo. Quizás me exprese mal en
algunos términos, pero no en lo que siento. Claro, no espero me vengan a buscar
para ese activismo intersex y aliado trans, iré hacia él, y aprenderé lo que no sepa
en el andar, pues así se construye en el decir y hacer. (continuará)

9 de junio

Hoy tratamiento, como cada 10 días, en relación con los síntomas por tortura. Iba a
ser ayer, pero como van conjuntas a resonancias magnéticas, hubo por problemas
"maquínicos", que hacerlo hoy. Sin embargo, mis sentires pasan por otro tipo de
tortura, legalizada por el saber médico, amparado en protocolos o simplemente por
ese saber dominante de la medicina, cuyo linde con lo experimental no es claro. Me
refiero a que cuando se descubre que mi genética sexual, cariotipo, era 47, XXY,
entre mi padre que estaba espantado por mi delgadez extrema, cierta flaccidez
muscular, mi comenzar a caminar tardío, es decir, en su decir: "esqueleto de
gusano" -esto lo cuentan, tenía poco más de un año y no lo recuerdo- y lo que
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recuerdo de tiempo después, son imágenes parecidas y aplastantes, amparado por


un endocrinólogo amigo -ambos amigos del López Rega cabo de policía, para dar
un semblante de los personajes- comenzaron cuando tenía unos tres años, cierta
diversidad de inyecciones, que se muestran indicadas en unos papeles viejos, que
encontré a mitad de marzo de este año, un cóctel hormonal, sucesivo y/o
combinado, de testosterona, insulina y corticoides, algunas inyecciones de calcio,
vitamina D para su absorción, y... No voy a explicar esa combinación, ni las pócimas
probadas, y en su mayoría, contradictorias entre algunos de sus componentes. Así
fueron los inicios. Desde donde recuerdo, ese "aborto de la naturaleza" como decía
mi padre, comenzó a revelarse por lo que mi cuerpo sentía. Por mis días en cama,
los dolores, alguna fractura casi al mínimo golpe, el absoluto desgano. Alguien, al
menos yo, que pasé por esma, no soy de victimizarse. Sí, creo en víctimas y
victimarios, en los opresores y oprimidos.

Con los años, a pesar de escaparme, ir a que me protegieran los curas jesuitas
tercermundistas de mi escuela / colegio -mi padre solo creía eran curas-, donde iba,
mi padre por la fuerza, mi "dueño", como dijo muchas veces, me hacía volver a la
casa. No fueron cambiando, o haciendo interconsultas -hablo de mi madre y padre-
de médico endocrinólogo ni genetista. Ambos médicos trabajaban en el ámbito de
un mismo departamento, donde tenían sus respectivos consultorios, y solían marcar
mis logros intelectuales como un triunfo del tratamiento, mostrando con esto que
debía seguirlo. Era mucho más simple: parece que nunca tuve problemas de
aprendizaje. Mis huidas siempre tenían retorno por la fuerza, y no tenía muchas
opciones.

A los 11 o 12 años -dejo de lado varios periodos entre los 6 y los 12 que contaré
alguna vez- conseguí dinero entre préstamos de amig*s, y un poco que junté de mi
trabajo a la hora del almuerzo, -iba a una escuela/colegio de doble turno- en una
ferretería, y me escapé comprando un pasaje que creí me llevaba muy, muy lejos,
-resultó Rosario-, y me fui. En menos de un día era arrastrado por policías luego de
la denuncia de mi padre, y nuevamente allí, en la casa del horror. A pesar del magro
escape, seguir sin saber sobre estos “tratamientos”, pues solo decían que no podía
vivir pareciendo "un tuberculoso", o frases parecidas sobre mi extrema delgadez y
altura, que daban como razones del acopio de inyecciones. Preguntas de mi lado,
sentir que moría cada vez que dos o tres veces por semana, me aplicaban esa
tortura -la palabra y el concepto de tortura parece lo aprendí a resistir desde muy
chico- no tuvieron más que a esos médicos experimentando, y mi padre que no
quería tener como hijo un "aborto", un "engendro de la naturaleza". Jamás
explicaron nada sobre mi intersexualidad.

A los 13 años -los papeles que encontré ubican que a los 3 años ya lo habían
realizado- una nueva cirugía, -que como dijeron mi genetista y endocrinólogo
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actuales: "¿para qué?"- volvieron abrir con dos escisiones, el muy pequeño escroto,
¿para investigar qué?, con anestesia local, pudiendo ser peridural, sin salir de ese
consultorio. Lo que sentí en mi cuerpo y en mi furia, por estar atado y sin poder
hacer nada más que moverme brutalmente, hasta donde las ataduras y las manos
de ayudantes me detenían, fue esa voz que decía: "¡quedate quieto engendro!".
(continuará)

19 de junio

Cuentan que, el día de mi nacimiento, mi padre me vio al rato de nacer, y le dijo a mi


madre a los gritos: "¿Y esto pariste? Hubiera nacido muerto o lo hubieras abortado".
Sus dichos se sostenían en lo que homologó de entrada como "engendro de la
naturaleza", por mi aspecto muy flaco, largo "excesivo", con "poca tonicidad
muscular y características hipotónicas", según averigüé la semana pasada al leer
entre otros nuevos papeles, una fotocopia de la clínica donde nací, que hoy ya no
existe. En esa oculta papelería médica, figuraba peso, largo de mi cuerpo y otras
medidas antropométricas que me valió el término de "larva": otro modo de referirse
a mí. Cuenta mi madre, que otros de los gritos de esos primeros días, fueron: "lo
hubiera abortado de saber que era malformado", como si ese cuerpo gestante y la
decisión del aborto, hubieran sido de su cuerpo y decisión, y no del de mi madre. Ni
que decir si, como sucedió algunos años después, a mis 3 años, le hubieran dicho
con tan fina estampa, como lo hicieron el genetista y el endocrinólogo: "Tu hijo es
hermafrodita", y posterior explicación. Sobre esa "explicación", poco sé, salvo que a
mi padre, y como correspondencia mi madre, era una "malformación genética", que
tenía los "genes de varón y mujer". Que no era "ni varón ni mujer", que era una
"especie rara". E indicaron tratamiento hormonal, y si ell*s lo permitían, "una cirugía
en los genitales". Esa cirugía a nivel escrotal, como ya conté, sucedió según consta
escrito, a los 3 años. Una primera intentona de no se sabe qué, con "anestesia
local", y la segunda a mis 13 años, con anestesia también local, crueldad de esa
medicina, en mi cuerpo atado, y a los gritos. ¿Cómo habrá sido a los 3 años? Mi
"malformación", ¿impedía que viviera? ¿Impedía una anestesia peridural? Incluso,
¿esperar mi decisión de tal "pequeña cirugía"? Pero a los 13 años, puedo recordar
mis gritos, mis movimientos para despojarme de las ataduras: recuerdo como dos
cinturones anchos, o fajas de cuero, apretando uno por arriba de los genitales, a la
altura abdominal, y otro en los comienzos de los muslos, para inmovilizar esa zona
genital. No recuerdo si dolía. Si, la desesperación del sometimiento que no quería
ese: "es solo un cortecito, pibe", que se apropiaran de mi cuerpo, aún fuera un
"monstruo", un "engendro", un "aborto de la naturaleza". Que hicieran suya mi vida,
que fuera violatorio y velatorio de mi integridad de persona libre de decidir. Los
testimonios de personas intersex, y hablo de lecturas de esos testimonios, o por
haberlas escuchado, presentan una tortura quirúrgica tal, que lo que ahora relato de
mí es mínimo, pero se transversaliza en las tecnologías biomédicas, parentales por
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decisión mal o bien informada, o por omisión, donde encuentro en esa


transversalidad una normalización de los anormales, basadas en su patologización.

Las consecuencias de esas cirugías escrotales, cicatrices que traccionan esa piel,
producían un gran dolor testicular. Lo recuerdo al sentarme, en varias posiciones, y
una insensibilidad en la piel no solo de mis genitales, sino entre otras dos incisiones,
producto de otra cirugía posterior. A los 14 años, un par de meses antes de conocer
a Elisa, consulte con un médico padre de un amigo, sin que mis viejos supieran, y
allí tuve la posibilidad que en mi "vida" saliera del ocultamiento lo que había sido mi
"historia". Me hizo hacer análisis clínicos, me revisó antes y después de los
resultados, y mintió, pues me dijo que eran cuestiones de constitución anatómica,
que no era nada, y que ese "había sido mi destino natural". Que no era "normal",
pero era mi "naturaleza". Le creí, supongo necesitaba creerle. Al poco tiempo Elisa y
yo comenzamos a estar juntos. (continuará)

12 de julio

Desde las cirugías escrotales, la de los 3 años que no recuerdo y solo hay registro
de lo realizado, y entregado a mis padres, y la cirugía de los 13 años, recordada por
mí, y que me vuelve aún con dolor y la angustia del sometimiento -entre ambas los
diversos y antagónicos, sin consentimiento, tratamientos o experimentos
hormonales- figura con fecha de realización casi inmediata a esta segunda cirugía,
una tercera de la encontré hace unos días, los típicos informes médicos de lo
"realizado" -nunca sabré, pero es obvio por las consecuencias, que eran meros
informes burocráticos- entregado a mis padres. Pero esa cirugía la recuerdo en sus
prolegómenos, cuando ese día me dijeron mis padres que íbamos a ir a que me
vieran "unos médicos", y quise escapar de la casa que estaba ya "blindada" para
evitar la presumible huida, y sentía que un gran sueño y mareo se iban apoderando
de mí. Seguramente me habían ocultamente dado alguna medicación
psicofarmacológica indicada. Recuerdo, también, la flojedad y la imposibilidad hasta
de caminar, si no estaba sostenido.

Esta cirugía, la hicieron en el apartado de un consultorio, y fue con anestesia


general, no sé de qué tipo, pues, maniatado, semi dormido, me pusieron una
mascarilla, forcejeando conmigo. El siguiente recuerdo, fue cuando desperté en un
sillón parecido a los que usan l*s obstetras, terriblemente dolorido, con paños
manchados de sangre debajo de mis genitales y por encima ellos. Resumiendo, dos
cortes, pues aún hoy se palpan las cicatrices: una por debajo de los genitales, en la
zona pelviana inmediatamente tras el escroto, entre la raíz de un muslo a otro, y otra
por encima del pene de ingle a ingle. Atado, mareado, y aterrado. Solo sé que pasó
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un tiempo, y mis padres me llevaron a la casa. Me dijeron que tenía un problema


para hacer pis -cuestión ridícula que negué pues no era así- y que tuvieron que
arreglar algo de mi vejiga. Les recordé la operación anterior y por qué no me habían
dicho antes de qué se trataba ni la anterior ni esta, y ¿qué tenía que ver mi escroto
con la vejiga? y… Mi padre se enfureció como era habitual, y comenzó a gritar que
me callara porque era un "engendro de la naturaleza" y tendría que haber nacido
muerto. Pegó un portazo y se fue. Dejo de lado, fue lo de menos, las curaciones, y
cuando una mujer que dijo ser enfermera, me sacó lo que ahora sé eran dos
catéteres de las zonas quirúrgicas. Esa mujer fue la me curaba las heridas, y que
con el tiempo me sacó los puntos. Su afecto contrastaba con el odio de mi padre,
del saber médico, y lo que yo pensaba y pregunté sin contestación: "¿Por qué odian
mi cuerpo?".

Luego de corroborar en estos tiempos mi cariotipo, mi constitución hormonal, y


consultando por las cirugías vía escroto, y las que acabo de comentar, con médicos
especialistas en DDHH, casi al mismo tiempo recurro a un cirujano de pelvis para
tratar de entender, que pretendieron hacer con esas cirugías. Ciertas ecografías,
mostraron algunas "bridas" interiores a la cavidad escrotal, otras en zonas
abdominales muy bajas rodeando vejiga, y también en zona pelviana. No vale la
pena, por el momento, describir, más que en esas cirugías manipularon y realizaron
cortes u otras escisiones interiores, cuya huella son esas “bridas”, cuyos dolores se
hacen sentir como si algo desde dentro de esa zona traccionara, tironeara. Que
funcionalmente, la insensibilidad de los lugares de mi cuerpo, ultrajados por el
dominio médico -familiar también-, y su afán de investigación sobre cuerpos
considerados por ellos anormales, patológicos, esa insensibilidad es total.

No vale seguir la descripción ahora, sí, las conjeturas y certezas que me dijeron
estos médicos que consulte ligados a DDHH, luego de corroborar mi
intersexualidad. Lo dejo para otro momento. (continuará)

24 de julio, 2018

Entre otras sensaciones que tengo, desde que corroboré por estudios genéticos que
soy intersex: 47, XXY, aparece lo actual de mis ganas y necesidad de un activismo,
ahora desde la perspectiva intersex, contra la patologización, las mutilaciones
quirúrgicas, desde los DDHH, y ya no como aliado. Pues desde que conocí a Elisa
-ella había nacido intersex- un poco antes y durante nuestro exilio, y luego de su
desaparición, tortura y asesinato, tuve mucha dedicación, ya no solo por ella, sino
por otr*s, de tener un activismo, repito, como aliado hasta corroborar mi
intersexualidad. Es extraño: abro un nuevo camino, siempre pensándolo
colectivamente, para llegar al punto de partida de mi vida, aunque recién lo sepa. O
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como alguien me decía, "pero parece que lo hubieras sabido muy bien sin saberlo".
Lo concreto, es que se me había ocultado y no lo supe. Más allá de lecturas
psicoanalíticas.

Hoy miro las poquitas fotos de Elisa, que encontré en una muestra del Archivo de la
Memoria Trans, y tengo dolor, amor y una bronca terrible por no haber podido
compartir mi intersexualidad, y lo que implica, con Elisa y ella conmigo. Toda
nuestra historia fue hermosa, pero me robaron también, compartirlo con ella. Me
robaron, no solo la vida que pude haber elegido, sino, algo que pude haber
compartido con quien tanto amé. (continuará)

22 de agosto

Enterarme que era intersex, corroborarlo en la actualidad, tuvo un fuerte impacto por
el ocultamiento: en cuanto a mi salud, intervenciones quirúrgicas obligadas, y pues
muchas de las decisiones que tomé en mi vida hubieran sido distintas. Sin embargo,
celebro y me da alegría ser intersex.

Pero un activismo colectivo me resulta indispensable para ayudar a que la violación


a los DDHH de los nacidos y por nacer, y de otras personas intersex, desde una
perspectiva intersex, no se produzcan. Que sea celebración, alegría, y no violación
a nuestros DDHH. (continuará)

30 de agosto

Coltrane con, creo, su séptimo vinilo: My favorite things, de 1961: cuando tenía 11 o


12 años junto a mi piano que era de mi tía, con un*s amig*s el jazz, y cierto rock,
cuando arreciaban inyecciones de hormonas, y sin saberlo se acercaban ciertas
cirugías, por lo que no sabía era mi intersexualidad -quizás no es delirio mío, sino,
de médicos que "de paso cañazo" experimentaban, incluso con cortisol e insulina, y
esas incisiones- armamos un proyecto de banda y ensayábamos . Conseguimos
algunas partituras, y las que no teníamos, mandaba solo el oído. Creo, fue una de
mis trincheras. (continuará)

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