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La Gracia:
La gracia, esto es, la vida divina en nosotros, es ofrecida por Dios generosamente, no se niega
nunca a nuestras oraciones, y en la justa medida nos socorre en nuestras necesidades. Los
hombres tienen un solo deber: el de acogerla. Aun cuando pueda parecer increíble, a menudo el
hombre no acepta este don maravilloso del amor de Dios. La gracia es un don sobrenatural
mediante el cual Dios nos hace partícipes de su vida trinitaria.
La justificación es el pase del estado de pecado al estado de gracia. "Estar en gracia de Dios"
significa poseer la gracia santificante, es decir, tener el alma libre del pecado mortal. Vivir en
gracia de Dios, y en particular morir en gracia de Dios, es la única cosa verdaderamente
importante para el hombre.
La gracia actual es una intervención de Dios que mueve al alma hacia el bien sobrenatural.
La misma se llama actual porque no es una cualidad permanente, sino una ayuda transitoria. Es
la ayuda temporal de Dios a un hombre, con el objeto de llevarlo a actuar de forma correcta en
determinada situación. Nos la da Dios cuando la necesitamos. Podemos decir que: van y vienen.
Su propósito es ayudarnos a actuar como imagen de Dios, especialmente cuando estamos
tentados a no hacerlo. Es una gracia interna que en el momento de recibirla ilumina la
inteligencia (nos ayuda a discernir entre el bien y el mal) y fortalece la voluntad (nos da la fuerza
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para actuar conforme a lo que nos dicta la inteligencia). Tenemos la libertad de acogerla o
rechazarla, como con todos los regalos de Dios.