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Idoc - Pub - Argumento Cosmologico Kalam 1pdf PDF
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universo
Introducción
“La primera pregunta que, justamente, se debería hacer”, escribió G.W.F. Leibniz,
“es ‘¿Por qué hay algo en lugar de nada?’” (1) Esta pregunta, en verdad, aparenta poseer
una fuerza existencial profunda, la cual algunos de los grandes pensadores de la
humanidad han sentido. Según Aristóteles, la filosofía comienza con un sentido de
asombro acerca del mundo, y las preguntas más profundas que un hombre se puede
hacer son con respecto al origen del universo. (2) En su biografía de Ludwig Wittgenstein,
Norman Malcolm informa que Wittgenstein dijo que él, a veces, tenía una experiencia
determinada, la cual podía describirse mejor diciendo que “cuando la tengo, me asombro
ante la existencia del mundo. Me inclino a utilizar frases como: ‘¡Qué extraordinario que
alguna cosa exista!’”(3) Igualmente, un filósofo contemporáneo comenta: “... Mi mente,
con frecuencia, parece dar vueltas bajo el inmenso significado que esta pregunta tiene
para mí. El hecho de que algo exista, en verdad, me parece un motivo para el asombro
más profundo”.(4) ¿Por qué razón existe algo en lugar de nada? Leibniz contestó esta
pregunta alegando que existe algo en lugar de nada porque un ente necesario existe, el
cual lleva en sí mismo su razón para existir, y es razón suficiente para la existencia de
todo el ente contingente.(5)
Ahora, hay una forma del argumento cosmológico, muy menospreciada hoy pero de gran
importancia histórica, que apunta, precisamente a la demostración de que el universo
tuvo un principio en el tiempo.(9) Originándose en los esfuerzos de los teólogos cristianos
de refutar la doctrina griega de la eternidad de la materia, este argumento se desarrolló
en formulaciones sofisticadas por teólogos islámicos y judíos medievales, quienes, a su
vez, lo pasaron al occidente latino. El argumento, por lo tanto, tiene un amplio atractivo
inter-sectario, ya que fue defendido por musulmanes, judíos y cristianos, tanto católicos
como protestantes.
1. Cualquier cosa que comience a existir tiene una causa para su existencia.
Segunda premisa
Para poder entender el (2.1), tenemos que entender la diferencia entre un posible infinito
y un infinito real. Crudamente, un infinito posible es una colección que está en aumento
hacia el infinito como un límite, pero nunca llega ahí. Una colección así es, en realidad,
indefinida, no infinita. El signo para este tipo de infinito, el cual se utiliza en cálculo, es-‘-
Un infinito real es una colección en la que el número de miembros es realmente infinito.
La colección no está aumentando hacia el infinito; es el infinito, está “completa”. El signo
para este tipo de infinito, el cual se utiliza en teoría de serie para designar series que
tienen un número de miembros infinito, como {1, 2, 3, · · ·}, es –‘x. Ahora, (2.11) mantiene,
no que un número infinito posible de cosas no pueda existir, sino que un número infinito
real de cosas no puede existir. Porque si un número infinito real de cosas pudiera existir,
esto produciría toda clase de absurdos.
Pero el Hotel de Hilbert de aún más extraño de lo que el matemático alemán pensó.
Suponga que algunos de los huéspedes se van. Suponga que el huésped de la habitación
No.1 se va. ¿No habría una persona menos en el hotel? No, según los matemáticos; ¡pero
sólo pregúntele a la mujer que prepara las camas! Suponga que los huéspedes de las
habitaciones número 1, 3, 5 ... se van. En este caso, un número infinito de personas se han
ido del hotel, pero, según los matemáticos, no hay menos gente en el hotel; ¡pero no le
pregunte a la mujer de la lavandería! De hecho, podría irse un huésped si y otro no y
repetir este proceso una infinidad de veces, y, como quiera, nunca habría menos gente en
el hotel. Pero suponga que, en cambio, las personas en las habitaciones 4, 5, 6, ... se
fueran. Súbitamente, el hotel estaría virtualmente vacío, el registro de huéspedes estaría
reducido a tres nombres, y el infinito se convertiría en finito. Y, sin embargo, seguiría
siendo cierto que el mismo número de huéspedes que se fue esta vez es el mismo
número que cuando los huéspedes de la habitaciones número 1, 3, 5, ... se fueron. ¿Podría
creer alguien, sinceramente, que tal hotel existe en la realidad? Este tipo de absurdos
ilustra la imposibilidad de la existencia de un número de cosas realmente infinito.
Esto nos lleva al (2.12). La verdad de esta premisa parece bastante obvia. Si el universo
nunca comenzó a existir, entonces, antes del acontecimiento presente, ha existido un
número de acontecimientos anteriores realmente infinito. Por consiguiente, una serie de
acontecimientos sin principio en el tiempo supone la existencia de un número de cosas
realmente infinito, es decir, de acontecimientos pasados.
Dadas las verdades del (2.11) y (2.12), la conclusión (2.13), lógicamente, resulta. La serie de
acontecimientos pasados debe ser finita y tener un principio. Pero, como el universo no
es distinto de la serie de acontecimientos, da como resultado que el universo comenzó a
existir.
El difunto J. L. Mackie también objetó el (2.11), afirmando que los absurdos se resuelven
notando que, para los grupos infinitos, el axioma “un entero es mayor que sus partes” no
se sostiene, como lo hace en los grupos finitos.(11) De igual manera, Quentin Smith
comenta que una vez que entendemos que una serie infinita tiene una subserie
apropiada, la cual tiene el mismo número de miembros que la serie, las situaciones
sustancialmente absurdas se convierten en “perfectamente creíbles”. (12) Pero, para mí, es
precisamente este distintivo de la teoría de serie infinita el que, cuando se traduce al
campo de lo real, produce resultados que son perfectamente increíbles, por ejemplo, el
Hotel de Hilbert. Además, no todos los absurdos se derivan de la negación del axioma de
Euclides en la teoría de serie infinita: los absurdos ilustrados por los huéspedes que se
iban del hotel se derivan de los resultados contradictorios cuando las operaciones a la
inversa de resta y división se efectúan usando números transfinitos. Aquí, el caso contra
una colección de cosas realmente infinita se vuelve decisivo.
Finalmente, uno podría notar la objeción de Sorabji, quien mantiene que ilustraciones
como las del Hotel de Hilbert no incluyen ningún absurdo. Para entender lo que está mal
en el argumento kalam, él nos pide que visualicemos dos columnas paralelas
comenzando en el mismo punto y estirándose hacia la distancia infinita; una es la
columna de años pasados y la otra, la de días pasados. El sentido en el que la columna de
días pasados no es mayor que la columna de años pasados, dice Sorabji, es que la
columna de días no “sobresaldrá” más allá del final distante de la otra columna, ya que
ninguna de las columnas tiene un final distante. Ahora, en el caso del Hotel de Hilbert
uno se ve tentado a pensar que algún huésped desafortunado al final distante
desaparecerá en el espacio. Pero no hay un final distante: la línea de huéspedes no
sobresaldrá más allá del final distante de la línea de habitaciones. Una vez se ve esto, el
resultado es sólo una verdad explicable (incluso sorprendente y estimulante) sobre la
infinidad.(13) Ahora, Sorabji tiene razón en verdad, como hemos visto, en que el Hotel de
Hilbert ilustra una verdad explicable sobre la naturaleza de un infinito real. Si un
número de cosas realmente infinito puede existir, un Hotel de Hilbert sería posible. Pero
Sorabji parece fallar en entender el corazón de la paradoja: yo, por mi parte, no me veo
tentado a pensar sobre gente desapareciendo en el final distante del hotel, porque no hay
ninguno, pero sí tengo dificultad en creer que un hotel en el que todas las habitaciones
están ocupadas pueda acomodar más huéspedes. Por supuesto, la línea de huéspedes no
sobresaldrá más allá de la línea de habitaciones, pero si todas esas habitaciones infinitas
ya tienen huéspedes en ellas, ¿entonces mover a esos huéspedes de un sitio al otro puede
crear habitaciones vacías? La propia ilustración de Sorabji de las columnas de años y días
pasados la encuentro no poco inquietante: si dividimos las columnas en segmentos de un
pie de largo y marcamos una columna como la de años y la otra como la de días,
entonces, una columna es tan larga como la otra, y, sin embargo, ¡por cada segmento en
la columna de años hay 365 segmentos de igual tamaño en la columna de días! Estos
resultados paradójicos se pueden evitar sólo si tales colecciones realmente infinitas
pueden existir solamente en la imaginación, no en la realidad. En todo caso, la
ilustración del Hotel de Hilbert no se destruye tratando sólo con la añadidura de nuevos
huéspedes porque la resta de huéspedes resulta en absurdos incluso más intratables. El
análisis de Sorabji no dice nada para resolver estos. Por consiguiente, me parece que las
objeciones a la premisa (2.11) son menos creíbles que la misma premisa.
Con respecto a la (2.12), la objeción más frecuente es que el pasado debe ser considerado
como un infinito posible solamente, no un infinito real. Esta era la posición de Aquinas
contra Bonaventura, y el filósofo contemporáneo Charles Hartshorne parece estar de
acuerdo con Tomás en este asunto.(14) Tal posición es, sin embargo, insostenible. El
futuro es posiblemente infinito, ya que no existe; pero el pasado es real de una manera
que el futuro no lo es, como se evidencia en el hecho de que tenemos rastros de nuestro
pasado en el presente, pero ningún rastro del futuro. Por consiguiente, si la serie de
acontecimientos pasados nunca comenzó a existir, debe haber habido un número de
acontecimientos pasados realmente infinito.
Las objeciones a cualquier premisa, por lo tanto, parecen ser menos forzadas que las
premisas mismas. Juntas, éstas implican que el universo comenzó a existir. Por
consiguiente, concluyo que este argumento provee buenos fundamentos para aceptar la
verdad de la premisa (2) que el universo comenzó a existir.
La premisa (2.21) es el paso crucial en el argumento. Uno no puede formar una colección
de cosas realmente infinita añadiendo sucesivamente un miembro después del otro.
Como uno puede añadir uno más antes de llegar al infinito, es imposible alcanzar el
infinito real. A veces, a esto se le llama la imposibilidad de “contar hasta infinito” o
“atravesar el infinito”. Es importante entender que esta imposibilidad no tiene nada que
ver con la cantidad de tiempo disponible: el hecho de que no se pueda formar pertenece
a la naturaleza del infinito.
Ahora, alguno podría decir que, a pesar de que una colección infinita no se puede formar
comenzando en un punto y añadiendo miembros, no obstante, una colección infinita
puede formarse sin comenzar pero terminando en un punto, es decir, terminando en un
punto luego de haber añadido un miembro después del otro desde la eternidad. Pero este
método parece incluso más increíble que el primer método. Si uno no puede contar hasta
infinito, ¿cómo puede uno contar partiendo desde el infinito? Si uno no puede atravesar
el infinito moviéndose en una dirección, ¿cómo puede uno atravesarlo moviéndose
simplemente en la dirección contraria?
La premisa (2.22) presupone una vista dinámica del tiempo de acuerdo a los
acontecimientos que están actualizados a manera de serie, uno después del otro. La serie
de acontecimientos no es una especie de línea del mundo subsistente sin tiempo que
aparece sucesivamente en la conciencia. Antes bien, el devenir es real y esencial al
proceso temporal. Ahora, esta visión del tiempo tiene detractores, pero considerar sus
objeciones en este artículo nos llevaría demasiado lejos del tema. (15) En este caso,
debemos contentarnos con el hecho de que estamos argumentando en campo conocido
con nuestras intuiciones ordinarias del devenir temporal y en acuerdo con un buen
número de filósofos contemporáneos del tiempo y del espacio.
Otra vez, sería provechoso considerar varias objeciones que han ofrecido en contra de
este razonamiento. En contra del (2.21), Mackie objeta que el argumento asume
ilícitamente un punto de partida infinitamente distante en el pasado, y, entonces, declara
que es imposible viajar desde ese punto hasta hoy. Pero, en un pasado infinito, no habría
punto de partida, ni siquiera uno infinitamente distante. No obstante, desde cualquier
punto dado en el pasado infinito, hay solamente una distancia finita hacia el presente.(16)
Ahora, me parece que la alegación de Mackie de que el argumento presupone un punto
de partida infinitamente distante no tiene fundamento. El carácter de no principio de la
serie solamente sirve para acentuar la dificultad de haber sido formado por adición
sucesiva. El hecho de que no hay un principio en absoluto, ni siquiera uno infinitamente
distante, hace que el problema sea más, no menos, irritante. Y el punto de que desde
cualquier momento del pasado infinito hay sólo una distancia temporal finita puede ser
descartado como irrelevante. La pregunta no es cómo una porción finita de la serie
temporal se puede formar, sino cómo toda la serie infinita se puede formar. Si Mackie
piensa que como todos los segmentos de la serie se pueden formar por adición sucesiva,
por consiguiente, toda la serie también se puede formar, él está, simplemente,
cometiendo la falacia de composición.
Sorabji objeta, igualmente, que la razón por la cual es imposible contar desde infinito es
porque contar implica, por naturaleza, tener un número de partida, lo cual no hay en
este caso. Pero efectuar un transcurso infinito de los años no involucra un año de partida
y es, por consiguiente, posible.(17) Pero esta respuesta es, claramente, inadecuada porque,
como hemos visto, los años de un pasado infinito podrían ser enumerados por los
números negativos, en tal caso, una completa infinidad de años supondría,
verdaderamente, un conteo sin comienzo desde el infinito. Sin embargo, Sorabji anticipa
esta refutación y afirma que tal cuenta regresiva es posible en principio y, por lo tanto,
no se ha mostrado ninguna barrera lógica al transcurso de una infinidad de años
pasados. De nuevo, sin embargo, la pregunta que hago no es si hay una contradicción
lógica en tal teoría, sino si tal conteo no es metafísicamente absurdo. Porque ya hemos
visto que ese conteo debería haberse completado ya en cualquier punto. Pero Sorabji, de
nuevo, está preparado con una respuesta: decir que el conteo debería haber terminado ya
en cualquier punto confunde contar una infinidad de números con contar todos los
números. En algún punto dado en el pasado, el contador eterno habría contado ya una
infinidad de números negativos, pero esto no supone que él habría contado todos los
números negativos. No creo que el argumento haga esta alegada equivocación, y esto se
puede aclarar examinando la razón por la cual nuestro contador eterno es
supuestamente capaz de completar un conteo de los números negativos terminando en
cero. Para justificar la posibilidad de esta hazaña intuitivamente imposible, el opositor
del argumento apela al supuesto Principio de Correspondencia utilizado en la teoría de
serie para determinar si dos series son equivalentes (esto es, que tengan el mismo
número de miembros) apareando los miembros de una serie con los miembros de otra
serie y viceversa. En la base de este principio, el que objeta discute que, como el contador
ha vivido, digamos, una infinidad de años y como la serie de años pasados se puede
poner en una correspondencia de uno a uno con la serie de números negativos, lo que
sigue es que, al contar un número al año, el contador eterno completaría el conteo de
números negativos para el presente año. Si preguntáramos por qué el contador no
termina el año que viene o dentro de cien años, el opositor contestaría que, anterior al
presente año, un número infinito de años habrán transcurrido ya, así que, por el
Principio de Correspondencia, todos los números deberían haber sido contados para este
momento. Pero este razonamiento es contraproducente para el que objeta, porque, como
hemos visto, en este caso, el contador debería haber terminado de contar todos los
números en algún momento en el pasado, ya que existe una correspondencia de uno a
uno entre los años del pasado y los números negativos. Por lo tanto, no hay ninguna
equivocación entre contar una infinidad de números y contar todos los números. Pero,
en este punto, un absurdo más profundo salta a la vista: suponga que hay otro contador
que contó a razón de un número negativo por día. Según el Principio de
Correspondencia, el cual fundamenta la teoría de serie infinita y la aritmética transfinita,
ambos contadores eternos terminarían su conteo en el mismo momento, a pesar de que
uno está contando a razón de 365 veces más rápido que el otro. ¿Puede alguien creer que
tales escenarios pueden, verdaderamente, prevalecer en realidad, pero, en cambio, no
representan el resultado de un juego imaginario que se juega en un campo puramente
conceptual según las reglas y los axiomas lógicos adoptados?
Una vez más, entonces, las objeciones a (2.21) y (2.22) parecen menos creíbles que las
mismas premisas. Juntas, éstas implican la (2.23); que el universo comenzó a existir.
Estos argumentos puramente filosóficos para el comienzo del universo han recibido unas
notables confirmaciones en los descubrimientos en astronomía y astrofísica durante este
siglo. Estas confirmaciones pueden resumirse bajo dos encabezamientos: la confirmación
desde la expansión del universo, y la confirmación desde las propiedades
termodinámicas del universo.
Este acontecimiento que marcó el comienzo del universo se vuelve aún más increíble
cuando uno medita en el hecho de que un estado de “densidad infinita” es sinónimo de
“nada”. No puede haber un objeto que tenga densidad infinita, ya que, si tuviera algún
tamaño del todo, podría ser incluso más denso. Por lo tanto, como señala Fred Hoyle,
astrónomo de Cambridge, la Teoría del Big Bang requiere la creación de materia de la
nada. Esto es porque, al ir hacia atrás en el tiempo, uno alcanza un punto en el que, en
palabras de Hoyle, el universo “se encogió hasta la nada”.(21) Por consiguiente, lo que el
modelo del universo del Big Bang parece requerir es que el universo comenzó a existir y
fue creado de la nada.
Algunos teóricos han intentado invalidar el comienzo absoluto del universo implícito en
la teoría del Big Bang, especulando que el universo puede atravesar por una serie infinita
de expansiones y contracciones. Hay, sin embargo, buenos fundamentos para dudar la
adecuación de tales modelos oscilantes del universo: (i) El modelo oscilante parece ser
físicamente imposible. Por toda la habladuría sobre tales modelos, el hecho parece ser
que sólo son teóricamente, pero no físicamente posibles. Como explicara el difunto
Profesor Tinsley de Yale, en los modelos oscilantes, “a pesar de que los matemáticos
dicen que el universo oscila, no hay ninguna física conocida que invierta el colapso y
rebote hacia una nueva expansión. La física parece decir que esos modelos comienzan
desde el Big Bang, se expanden, se colapsan, y se terminan”.(22) Para que el modelo
oscilante sea correcto, parecería que las leyes conocidas de física se tendrían que
corregir. (ii) El modelo oscilante parece ser insostenible al observarse. Dos factores de
astronomía de observación parecen ser contrarios al modelo oscilante. Primero, la
homogeneidad observada en la distribución de materia a través del universo parece
inexplicable en el modelo oscilante. Durante la fase de contracción de dicho modelo,
agujeros negros comienzan a engullir la materia que hay alrededor, lo que resulta en una
distribución no homogénea de la materia. Pero no hay ningún mecanismo conocido que
“allane” estas características no homogéneas durante la siguiente fase de expansión. Por
consiguiente, la homogeneidad de la materia observada a través del universo se
mantendrá sin explicación. Segundo, la densidad del universo parece ser insuficiente
para que el universo se vuelva a contraer. Para que el modelo oscilante sea posible, es
necesario que el universo sea lo suficientemente denso como para que la gravedad pueda
superar la fuerza de la expansión y hale al universo de vuelta a la unidad otra vez. Sin
embargo, según los mejores estimados, si uno toma en consideración la materia
luminosa y la materia no luminosa (encontrada en los halos galácticos) así como
cualquier contribución posible de partículas de neutrino hasta la masa total, el universo
es todavía la mitad de lo que se necesita para poder volver a contraerse.(23) Por otra parte,
trabajos reciente sobre el cálculo de la velocidad y deceleración de la expansión
confirman que el universo se está expandiendo, por así decirlo, a “velocidad de escape” y,
por lo tanto, no volverá a contraerse. Según Sandage y Tammann: “Por consiguiente, nos
vemos forzados a decidir que... parece inevitable que el Universo se expandirá por
siempre”; ellos concluyen, entonces, que “el Universo ha ocurrido sólo una vez”. (24)
Como si esto no fuera suficiente, hay una segunda confirmación científica del comienzo
del universo basada en las propiedades termodinámicas de varios modelos cosmológicos.
Según la segunda ley de termodinámica, los procesos que ocurren en un sistema cerrado
siempre se inclinan hacia un estado de equilibrio. Ahora, lo que nos interesa son las
implicaciones que esto puede tener cuando la ley se aplica al universo como un todo;
porque el universo es un gigantesco sistema cerrado, ya que es todo lo que tiene y no se
alimenta de ninguna energía externa. La segunda ley parece implicar que, dado el tiempo
suficiente, el universo alcanzará un estado de equilibrio termodinámico, conocido como
la “muerte térmica” del universo. Esta muerte puede ser fría o caliente, dependiendo de
si el universo se expandirá por siempre o si, eventualmente, se volverá a contraer. Por un
lado, si la densidad del universo es lo suficientemente grande como para superar la
fuerza de la expansión, entonces, el universo volverá a contraerse en un globo de fuego
caliente. Al contraerse el universo, las estrellas se queman con más rapidez hasta que,
finalmente, explotan o se evaporan. Al universo volverse más denso, los agujeros negros
comienzan a engullir todo lo que hay a su alrededor y ellos mismos comienzan a unirse
hasta que todos los agujeros negros, finalmente, se funden en un gigantesco agujero
negro que es coextensivo con el universo, desde el cual nunca resurgirá. Por otro lado, si
la densidad del universo es insuficiente para detener la expansión, lo que parece más
probable, entonces, las galaxias convertirán todo su gas en estrellas, y las estrellas se
quemarán. A los 1030 años, el universo consistirá de un 90% de estrellas muertas, 9% de
impresionantes agujeros negros y 1% de materia atómica. La física de partículas
elementales sugiere que, en adelante, los protones menguarán en electrones y
positrones, de manera que el espacio se llenará con un gas enrarecido tan fino que la
distancia entre un electrón y un positrón será casi del mismo tamaño de la galaxia actual.
A los 10100 años, algunos científicos creen que los agujeros negros, por sí mismos, se
disiparán en radiación y en partículas elementales. Eventualmente, toda la materia en el
oscuro y frío universo, siempre en expansión, se reducirá a un gas ultra fino de partículas
elementales y radiación. El equilibrio prevalecerá a través de todo esto, y el universo
entero estará en su estado final, desde el cual no ocurrirá ningún cambio.
Ahora, la pregunta que tiene que hacerse es ésta: si, dado el tiempo suficiente, el
universo alcanzará la muerte térmica, entonces, ¿por qué no está ahora en un estado de
muerte térmica si ha existido por un tiempo infinito? Si el universo no comenzó a existir,
entonces, debería estar en un estado de equilibrio ahora. Algunos teóricos han sugerido
que el universo se escapa de la muerte térmica final al oscilar desde le pasado eterno
hasta el futuro eterno. Pero ya hemos visto que tal modelo parece ser físicamente, y
según el método de observación, insostenible. Pero, incluso si dejamos a un lado esas
consideraciones y suponemos que el universo sí oscila, el hecho es que las propiedades
termodinámicas de este modelo implican el comienzo mismo del universo, el cual sus
proponentes buscan evitar; porque las propiedades termodinámicas de un modelo
oscilante son tales que el universo se expande cada vez más lejos con cada sucesivo ciclo.
Por lo tanto, al rastrear las expansiones hacia atrás en el tiempo, éstas se hacen cada vez
más pequeñas. Como lo explica un equipo científico: “El efecto de producción de
entropía será para engrandecer la escala cósmica, de ciclo a ciclo... Por consiguiente,
mirando hacia atrás en el tiempo, cada ciclo generó menos entropía, tuvo un tiempo de
ciclo menor, un factor de expansión de ciclo menor que el ciclo que le siguió”.(25) Novikov
y Zeldovich, del Instituto de Matemáticas Aplicadas de la Academia de Ciencias de la
USSR, por lo tanto, concluyen: “El modelo multiciclo tiene un futuro infinito, pero sólo
un pasado finito”.(26) Como otro escritor señala, el modelo oscilante del universo,
entonces, aún requiere un origen del universo anterior al ciclo menor.(27)
Así que, cualquier escenario que uno escoja para el futuro del universo, la termodinámica
implica que el universo comenzó a existir. Según el físico P. C. W. Davies, el universo
debió haber sido creado un tiempo finito atrás y está en proceso de conclusión. Anterior
a la creación, el universo, simplemente, no existía. Por lo tanto, Davies concluye, aunque
quizás no nos guste, que nosotros debemos concluir que la energía del universo, de
alguna manera, fue “puesta” en la creación como una condición inicial. (28)
Primera Premisa
Pero para considerar el caso en sus propios méritos: la gravedad cuántica es tan
malentendida que el período anterior a 1043 segundos, el cual esta teoría pretende
describir, ha sido comparado con humor a las regiones en los mapas de los antiguos
cartógrafos marcadas “Aquí hay dragones”: puede llenarse fácilmente de todo tipo de
fantasías. De hecho, no parece haber una buena razón para pensar que tal teoría
involucraría el tipo de devenir espontáneo ex nihilo que Davies sugiere. Una teoría
cuántica de la gravedad tiene la meta de proveer una teoría de gravitación basada en el
intercambio de partículas en lugar de la geometría de espacio, la cual, entonces, puede
ser incorporada a la Teoría de la Gran Unificación que une todas las fuerzas de la
naturaleza en un estado súper-simétrico en el cual una fuerza fundamental y un solo tipo
de partícula existe. Pero no parece haber algo aquí que sugiera la posibilidad del devenir
espontáneo ex nihilo.
No forma parte de la teoría de Hoyle el hecho de que este proceso sea sin causa, pero
quiero ser más preciso sobre esto, y decir que, si no tiene causa, entonces, lo que está
supuesto a suceder es fantástico e increíble. Si es posible para los objetos (objetos, claro
está, que son objetos verdaderamente; “substancias dotadas con capacidades”) comenzar
a existir sin una causa, entonces, es increíble que llegaran a ser objetos del mismo tipo, es
decir, átomos de hidrógeno. Es imposible que la naturaleza peculiar de los átomos de
hidrógeno sea la que les haga posible el comenzar a existir, pero no suceda lo mismo con
objetos de cualquier otro tipo, ya que los átomos de hidrógeno no tienen esta naturaleza
hasta que están ahí para tenerla, esto es , hasta que su comenzar a existir haya ocurrido.
Ése es el argumento de Edwards, de hecho; y aquí parece ser completamente
convincente…(34)
Ahora, en este caso, si originalmente absolutamente nada existe, entonces, ¿por qué debe
ser el espacio-tiempo el que salga espontáneamente del vacío, en vez de, digamos, los
átomos de hidrógeno o, incluso, conejos? ¿Cómo puede uno hablar sobre la probabilidad
de que una cosa en particular venga a existir de la nada?
En una ocasión, Davies parece contestar como si las leyes de la física fueran el factor
decisivo que determina qué puede llegar a existir sin causa: “¿Pero qué de la leyes?
Tienen que estar ‘ahí’ para empezar a fin de que el universo pueda llegar a existir. La
física cuántica tiene que existir (en cierto sentido) para que una transición cuántica
pueda, en primer lugar, generar el cosmos”.(35) Ahora, esto parece muy peculiar. Davies
parece atribuirle a las mismas leyes de la naturaleza un tipo de condición ontológica y
causal para que éstas constriñan el devenir espontáneo. Pero esto parece estar
claramente mal: las leyes de la física no pueden causar o constreñir nada ellas mismas;
éstas son, simplemente, descripciones de la naturaleza de cierta forma y generalidad de
lo que sí pasa en el universo. Y el asunto que Edwards trae es ¿por qué, si no había
absolutamente nada, sería cierto que una cosa en lugar de alguna otra cosa llegara a
existir sin causa? Es inútil decir que hacer eso, de alguna manera, pertenece a la
naturaleza del espacio-tiempo, ya que, si no hubiera absolutamente nada, entonces, no
hubiera habido ninguna naturaleza para determinar que el espacio-tiempo debería salir a
existir.
Incluso más fundamental, sin embargo, es el hecho de que las visualizaciones de Davies
son, de seguro, disparates metafísicos. A pesar de que su esquema está desechado como
teoría científica, alguien debería ser lo suficientemente valiente para decir que el
Emperador no lleva ropa puesta. Las condiciones necesarias y suficientes para la llegada
del espacio-tiempo existen o no existen; si existen, entonces, no es cierto que nada
existía; si no existen, entonces, parecería ontológicamente imposible que el ser saldría
del no ser absoluto. Llamar “transición cuántica” al ser que sale del no ser, o atribuirle
“gravedad cuántica” no explica nada; de hecho, en este caso, no hay ninguna explicación.
Tan sólo ocurre.
Me parece, por lo tanto, que Davies no ha provisto ninguna base creíble para negar la
verdad del argumento cosmológico de la primera premisa. El hecho de que cualquier
cosa que comienza a existir tiene una causa parecería ser una verdad ontológicamente
necesaria, una que está confirmada constantemente en nuestra experiencia.
Conclusión
Dada la verdad de las premisas (1) y (2), lógicamente le sigue que (3) el universo tiene
una causa para su existencia. De hecho, creo que se puede probar creíblemente que la
causa del universo debe ser un Creador personal. Porque ¿de qué otra manera una
consecuencia temporal podría salir de una causa eterna? Si la causa fuera simplemente
una serie de condiciones necesarias y suficientes que existen desde la eternidad
operando mecánicamente, entonces, ¿por qué las consecuencias no existen también
desde la eternidad? Por ejemplo, si la causa para que el agua esté congelada es que la
temperatura está bajo cero grados, entonces, si la temperatura estuviera bajo cero grados
desde la eternidad, entonces, cualquier agua al presente estaría congelada. La única
manera de tener una causa eterna pero una consecuencia temporal parecería ser si la
causa fuera un agente personal que escoge libremente crear una consecuencia en el
tiempo. Por ejemplo, un hombre que está sentado desde la eternidad puede desear
levantarse; por consiguiente, una consecuencia temporal saldrá de un agente que existe
desde la eternidad. De hecho, el agente puede desear desde la eternidad crear una
consecuencia temporal, así que no se tiene que concebir ningún cambio en el agente. Por
lo tanto, hemos llegado, no meramente a la primera causa del universo, sino a su Creador
personal.
Resumen y Conclusión
from Aristotle to Suarez; así como artículos en diarios profesionales tales como British
Journal for the Philosophy of Science, Zeitschrift fur Philosophische Forschung,
Australasian Journal of Philosophy and Philosophia.
NOTAS
(1) G.W. Leibniz, “The Principles of Nature and of Grace, Based on Reason”, en Leibniz
Selections, e.d. Philip P. Wiener, The Modern Student’s Library (New York: Charles
Scribner’s Sons, 1951), p. 527.
(4) .J.C. Smart, “The Existence of God”, Church Quarterly Review 156 (1955): 194.
(5) G.W. Leibniz, Theodicy: Essays on the Goodness of God, Freedom of Man, and the
Origin of Evil, trans. E.M. Huggard (London: Routledge & Kegan Paul, 1951), p. 127; cf.
idem, “Principles”, p. 528.
(6) John Hick, “God as Necessary Being”, Journal of Philosophy 57 (1960): 733-4.
(7) David Hume, Dialogues concerning Natural Religion, ed. con Introducción por
Norman Kemp Smith, Library of the Liberal Arts (Indianapolis: Bobbs-Merrill. 1947), p.
190.
(8) Bertrand Russell y F.C. Copleston, “The Existence of God”, en The Existence of God,
ed. con Introducción por John Hick, Problems of Philosophy Series (New York:
Macmillan & Co., 1964), p. 175.
(9) Vea William Lane Craig, The Cosmological Argument from Plato to Leibniz, Library
of Philosophy and Religion (London: Macmillan, 1980), pp. 48-58, 61-76, 98-104, 128-31.
(10) Wallace Matson, The Existence of God (Ithaca, N.Y.: Cornell University Press, 1965),
pp. 58-60.
(11) J.L. Mackie, The Miracle of Theism (Oxford: Clarendon Press, 1982), p. 93.
(12) Quentin Smith, “Infinity and the Past”, Philosophy of Science 54 (1987): 69.
(13) Richard Sorabji, Time, Creation and the Continuum (Ithaca, N.Y.: Cornell University
Press, 1983), pp. 213, 222-3.
(14) Charles Hartshorne, Man’s Vision of God and the Logic of Theism (Chicago: Willet,
Clark, & Co., 1941), p. 37.
(15) G.J. Whitrow defiende una forma de este rgumento la cual no presupone una visión
dinámica del tiempo, aseverando que un pasado infinito tendría que ser “vivido” por un
ser eterno, conciente, incluso si la serie de acontecimientos físicos subsistieron
intempestivamente (G.J. Whitrow, The Natural Philosophy of Time, 2da ed. [Oxford:
Clarenton Press, 1980], pp. 28-32).
(18) K.R. Popper, “On the Possibility of an Infinite Past: a Reply to Whitrow”, British
Journal for the Philosophy of Science 29 (1978): 47-8.
(19) R.G. Swinburne, “The Beginning of the Universe”, The Aristotelian Society 40 (1966):
131-2.
(20) Richard J. Gott, et.al., “Will the Universe Expand Forever?” Scientific American
(Marzo 1976), p. 65.
(21) Fred Hoyle, From Stonehenge to Modern Cosmology (San Francisco: W.H. Freeman,
1972), p. 36.
(23) David N. Schramm y Gary Steigman, “Relic Neutrinos and the Density of the
Universe”, Astrophysical Journal 243 (1981): p. 1-7.
(24) Alan Sandage y G.A. Tammann, “Steps Toward the Hubble Constant. VII”,
Astrophysical Journal 210 (1976): 23, 7; vea también idem, “Steps Toward the Hubble
Constant. VIII”, Astrophysical Journal 256 (1982): 339-45.
(25) Duane Dicus, et.al., “Effects of Proton Decay on the Cosmological Future”,
Astrophysical Journal 252 (1982): 1, 8.
(27) John Gribbin, “Oscillating Universe Bounces Back”, Nature 259 (1976): 16.
(28) P.C.W. Davies, The Physics of Time Asymmetry (London: Surrey University Press,
1974), p. 104.
(29) David Hume a John Stewart, Febrero de 1754, en The Letters of David Hume, ed.
J.Y.T. Greig (Oxford: Clarendon Press, 1932), 1:187.
(30) Paul Davies, God and the New Physics (New York: Simon & Schuster, 1983), p. 214.
(34) A.N. Prior, “Limited Indeterminism”, en Papers on Time and Tense (Oxford:
Clarendon Press, 1968), p. 65.