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Los efectos superficiales dependen de las propiedades de las sustancias que componen
las dos fases, aunque con frecuencia se añade un tercer componente que es absorbido en
la interfase y que ayuda a prevenir que las gotas coalescan. Estas sustancias se
denominan agentes emulsificantes, siendo ejemplos la gelatina y el monoestearato de
glicerol. Las cargas eléctricas superficiales también contribuyen a evitar que las gotas se
reúnan.
En la mayoría de las emulsiones, los dos líquidos implicados son agua y aceite, aunque,
rara vez sean agua pura y aceite puro. La fase acuosa puede consistir en una disolución
de sales, azúcar u otros productos orgánicos o coloidales (materiales hidrófilos). La fase
oleosa (grasa), puede estar constituida por aceite, hidrocarburos, ceras, resina u otras
sustancias que se comporten como aceites (sustancias hidrófobas). Para poder preparar
una emulsión estable, es preciso añadir un tercer tipo de sustancia, denominada
emulgente.
La emulsión formada tiende a exhibir la mayoría de las propiedades del líquido que
forma la fase externa. Una emulsión de aceite en agua puede diluirse con agua y teñirse
con colorantes hidrosolubles y presenta la conductividad eléctrica que corresponde a la
fase acuosa. Por otra parte, una emulsión de agua en aceite solo se puede diluir con
aceite o colorear con colorantes liposolubles y presenta una conductividad eléctrica
baja. Es decir, dos emulsiones de composición similar pueden tener dos características
muy diferentes, según que sea el aceite o el agua quien constituya la fase externa. Entre
los factores que influyen sobre el tipo de emulsión formada cuando se mezclan aceite y
agua se encuentra: el tipo de emulgente utilizado, las proporciones relativas de las fases
y el método de preparación de la emulsión. MATSUMOTO (25)