Está en la página 1de 8

“Apuntes de Génesis”

Ps Alex Donnelly

GÉNESIS 1

En términos de estructura literaria, los dos primeros versos de este capítulo son una introducción
al poema (Gén 1:3 – 2:3), que a la vez forma un prefacio a todo el libro de Génesis (ver
“Introducción a Génesis”).

RESUMEN INTRODUCTORIO (v.1-2)

Verso 1

Génesis (y la Biblia) empieza con un verso tan sencillo, pero a la vez tan profundo. “En el
principio creó Dios los cielos y la tierra”. Moisés no trata de explicar la existencia de Dios. Su
interés es explicar la existencia del mundo material. Este existe, no porque sea eterno, sino
porque fue creado por Dios. ¡Qué diferente es Juan 1:1! Juan, sí, tiene interés en explicar la
existencia de Dios el Hijo – Él es eterno: “En el principio era el Verbo…”.

El “principio”, es el momento en el cual el mundo material comenzó a existir. Antes de ello, el


mundo espiritual (los ángeles) ya existía (ver Job 38:7).

La palabra, “Dios”, es ‘elohim’; es la forma plural de ‘el’ (el nombre genérico de Dios). El plural
no debe ser entendido como un plural numérico (indicando la existencia de la Trinidad), sino
como un plural intensivo (indicando la grandeza de Dios). Sabemos esto, porque el verbo
(“creó”) es singular, no plural.

El verbo, “creó” (‘bara’) solo se usa en relación con la actividad de Dios. Indica una creación de
la nada. Cuando un carpintero hace un mueble, usa materiales ya existentes; cuando un artista
crea un cuadro, usa materiales ya existentes; cuando un ama de casa crea un plato de comida, usa
ingredientes ya existentes. Pero cuando Dios creó este universo material, no usó materiales ya
existentes, sino que creó algo nuevo, de la nada. Esto es lo que enseña Heb 11:3.

Muchos textos de la Biblia hablan de la creación de Dios: Sal 8:3; 33:6; 89:11-12; 102:25; 136:5;
146:6; Is 44:24; Jer 10:12; Zac 12:1; Juan 1:1-3; Hch 14:15; 17:24; Col 1:16-17; Heb 1:10; 11:3;
Apo 4:11; 10:1.

Verso 2

Este es un verso extraño – lleno de misterio. Moisés afirma “Y la tierra estaba desordenada y
vacía”. Estas palabras parecen describir las condiciones del globo terráqueo antes del inicio de la
creación de Dios (v.3). Sin embargo, dado a que el mundo material no es eterno, esta “tierra”
(globo terráqueo) tuvo que haber sido producto de la creación de Dios. Si lo entendemos en esta
manera, entonces tenemos que concluir que Dios creó este planeta por etapas. Y la primera etapa
fue formar una masa de materiales; una masa desordenada – incapaz de sostener vida.

1
Sobre esta masa desordenada y caótica, había “tinieblas”. La tentación es de especular de la
presencia de algunas ‘tinieblas’ siniestras, de parte de Satanás; pero eso sería un error. Por lo que
leemos en el v.3, estas “tinieblas” son simplemente la consecuencia de la falta de luz.

Las tinieblas estaban “sobre la faz del abismo”. Este “abismo” parece haber sido de aguas (ver
v.6-7). El cuadro que Moisés nos pinta es de un globo terráqueo en gran desorden, rodeado por
una masa de agua – una mezcla amorfa de océanos y atmosfera.

Pero en este gran caos del mundo primitivo, estaba la presencia del Espíritu de Dios,
moviéndose sobre la fa del “abismo” acuático. Moisés no explica el propósito de este
movimiento. Sin embargo, vuelve a usar este verbo (que es muy inusual) en Deut 32:11
(“revolotea”); esto pareciera indicar que en Gén 1:2, el Espíritu estaba incubando la creación, o
cuidando de ella, en anticipación de la actividad creadora de Dios.

EL POEMA DE LA CREACIÓN (Gén 1:3 – 2:3)

Este ‘poema’ consiste de seis días de creación (Gén 1:3-31), seguidos por un día de descanso
(Gén 2:1-3).

Algunos comentaristas objetan al uso del término, ‘poema’, considerando que esto se presta para
negar el valor histórico de Gén 1. Entendemos esta preocupación, pero la consideramos
innecesaria. El libro de los Salmos está lleno de poemas de eventos históricos (Sal 3, 7, 18, etc.).
El hecho que se use el género literario poético, no socava el valor histórico de los eventos
descritos en esos salmos. Lo mismo es cierto de Gén 1.

Sabemos que Gén 1 es un poema, porque tiene elementos artificiales, como son la repetición de
ciertas frases; por ejemplo, “Y fue la tarde y la mañana un día” (v.5, 8, 13, 19, 23, 31), y “Y vio
Dios que era bueno” (v.4, 10, 12, 18, 21, 25, 31). El uso de estrofas también indica que este
capítulo debe ser leído como un poema.

La división de la actividad creadora de Dios en seis días se presta para armar una estructura
creativa interesante...

DÍAS DE FORMACIÓN DÍAS DE POBLACIÓN

DIA 1 Formó el ‘día’ y la ‘noche’ (v.3-5). DIA 4 Pobló el ‘día’ con el sol (v.15-18).
Pobló la ‘noche’ con la luna y las
estrellas (v.15-18).

DIA 2 Formó los ‘cielos’, separando las DIA 5 Pobló las ‘aguas’ de abajo con peces, y
‘aguas’ de abajo de las ‘aguas’ los ‘cielos’ con aves (v.20-22).
de arriba (v.6-8).

DIA 3 Formó la ‘tierra’ seca (v.9-10) y DIA 6 Pobló la ‘tierra’ (y la vegetación’) con
la ‘vegetación’ (v.11-12). animales, y luego con el hombre (v.24-
27).

2
Antes de comentar sobre este poema de la creación de Dios, es importante señalar algo. El
interés de Moisés (¡y de Dios!) no es darnos una descripción científica de la creación, sino una
descripción poética de ella, con fines espirituales. Una vez más, enfatizamos, esto no implica que
Gén 1 carezca de valor histórico. ¡Para nada! Lo que sí implica, es que debemos leerlo con
cuidado, procurando sacar de ello lecciones espirituales, y no ‘datos’ científicos.

PERO, queremos enfatizar que el texto de Gén 1 nos da la base para armar una doctrina de la
creación, a la luz de la cual debemos evaluar toda teoría o afirmación científica. Las
conclusiones de los científicos deben ser evaluadas a la luz de la doctrina bíblica de la
creación, y no vise versa.

Día 1 (v.3-5)

La obra de creación comenzó cuando Dios habló: “Y dijo Dios…” (v.3). Al hablar, Dios emitió
Su Palabra. Podemos interpretar esto a la luz de Juan 1:1-3. Cristo es la Palabra de Dios. Dios el
Padre planeó la creación; pero la ejecución de la obra estuvo a manos de Dios el Hijo.

El Sal 33:6 complementa esto. Ahí leemos,

“Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos,


Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca”

Aquí tenemos un paralelismo sinónimo; por ende, “palabra” y “aliento de su boca” deben ser
entendidos como sinónimos. Aunque habría que añadir que la frase, “aliento de su boca” emplea
la palabra ‘ruaj’, que puede tener el sentido de ‘espíritu’ (lo que apuntaría a la Tercera Persona
de la Trinidad).

Lo primero que Dios creó fue la luz, porque ella es fundamental para toda la vida. La hizo en
forma instantánea. Algunos objetan al relato bíblico, preguntando, ¿cómo pudo haber luz el
primer día, si el sol no fue creado hasta el cuarto día (v.14-19)? La respuesta es sencilla. El sol
es solo una fuente de luz. Luz, en sí, puede existir aparte de la fuente solar (por ejemplo, la luz
del fuego, de un relámpago, de una explosión nuclear, etc.). Obviamente la luz que Dios creó el
primer día, vino de otra fuente no especificada.

Es interesante notar como Pablo hace referencia a esta obra de creación (material), cuando habla
de la recreación espiritual, en 2 Cor 4:6. En las ‘tinieblas’ de nuestra ignorancia espiritual, Dios
alumbró la ‘luz’ del evangelio, para que pudiéramos ver la gloria de Cristo, y así ser salvos.

El veredicto de Dios sobre Su creación es dado en las palabras, “Y vio Dios que la luz era buena”.
No podía ser de otra manera. ¡Todo lo que Dios hace es bueno (1 Tim 4:4)!

Dios nombró a la luz, “Día”, y a las tinieblas, “Noche”. El dar un nombre a algo implica tener
poder y autoridad sobre eso. La soberanía de Dios sobre todo el mundo material, se debe al
hecho que Él sea su creador.

Finalmente viene el resumen: “Y fue la tarde y la mañana un día”. ¿Fue un día de 24 horas?
Muchos dicen que sí, interpretando este relato en forma estrictamente literal. Otros observan que

3
si el sol aun no había sido creado, entonces la tierra no pudo haber estado girando sobre su eje,
frente al sol. Por ende, sería inapropiado hablar de un día de 24 horas.

Nuestra conclusión es que en realidad no es tan importante si haya sido un día de 24 horas o no.
Como veremos posteriormente, la duración de estos ‘días’ de creación no es de vital importancia.
Lo importante es afirmar que durante todo este tiempo de la creación, no hubo muerte física.
Volveremos a este tema posteriormente.

En todo este relato, notemos el énfasis sobre la acción divina: “Y dijo Dios…” (v.3); “Y vio
Dios…” (v.4a); “y separó Dios…” (v.4b); “Y llamó Dios…” (v.5). Es un énfasis que durará a lo
largo del poema de la creación. ¡Dios hace todo! ¡No necesita la ayuda de nadie!

Día 2 (v.6-8)

En el segundo día de la creación, Dios separó “las aguas de las aguas”; es decir, separó esa masa
de agua primigenia (v.2). Las separó (literalmente, las ‘dividió’), creando una “expansión” (v.6 y
7)1. Esta “expansión” parece haber sido la atmosfera que rodeaba la tierra (ver v.14-15). Si esta
“expansión” realmente dividía las ‘aguas’, entonces tenemos que suponer que por encima de esta
atmosfera había una gran masa de agua (ver v.7b, “las aguas que estaban sobre la expansión”).
Fue esa masa de agua la que cayó durante el diluvio, inundando la tierra (ver Gén 7:11).

Lo único que Dios nombró el segundo día, fue la ‘expansión’; la nombró, “Cielos”. En el v.10,
Dios nombró las aguas que estaban debajo de la ‘expansión’, pero nunca nombró las aguas que
estaban sobre la ‘expansión’.

¿Por qué escribir, “Cielos”, en plural? Si decimos que era porque los judíos distinguían entre la
atmosfera terrestre (donde están las nubes, etc.) y el espacio (donde están el sol, la luna y las
estrellas), llamando a ambas, ‘cielo’, nos deja el problema de ubicar las aguas que estaban sobre
la ‘expansión’ (es decir, sobre los “Cielos”). ¡Es difícil suponer que esta masa de agua estaba
más allá del espacio (digamos, del segundo ‘cielo’)!

La solución está en notar que el Antiguo Testamento nunca habla de ‘cielo’, en singular, sino solo
de ‘cielos’, en plural. Por ende, no hay que interpretar el hecho que aquí el término sea plural,
para tratar de enumerar diferentes ‘cielos’. La ‘expansión’ que Dios creó fue una sola, vista
desde la perspectiva de un habitante de la tierra. Es en este ‘Cielos’, que se ven las nubes y los
astros celestes.

Día 3 (v.9-13)

En el tercer día de la creación, hay dos nuevos verbos principales: “Júntense…”, (v.9) y
“Produzca…” (v.11).

Primero Dios juntó las aguas en un lugar; al hacerlo, ‘descubrió’ “lo seco” – es decir, la tierra
firme (v.9). Esto es interesante. Moisés no dice que Dios creó la tierra firme; eso ya existía –

1
En el primer día también hubo una ‘separación’; Dios separó la luz de las tinieblas (v.4). Pero en ese
caso, no lo hizo creando algo (como en el segundo día), sino que la separación se dio simplemente porque
las dos cosas (luz y tinieblas) eran fundamentalmente diferentes.

4
estaba debajo de las aguas. Lo único que hacía falta era juntar las aguas en un lugar, para que se
vea la tierra, en el resto del planeta. Podemos decir, entonces, que en esta primera parte del día,
Dios no creó nada; solo reordenó lo que ya estaba hecho.

Otro detalle interesante que debemos observar es que las aguas se juntaron “en un lugar” (v.9).
Aunque al final, el nombre que se le dio a esto era, “Mares” (v.10), se trataba de una ‘
“reunión” (singular) de agua. ¿Podemos deducir de esto que inicialmente, todas las aguas
estaban en un solo lugar, y que por ende toda la tierra firme era un solo vasto continente? De ser
así, esto encajaría con lo que los geólogos llaman, ‘Pangea’ – el nombre que dan al vasto
continente, que según ellos, existía antes que los continentes actuales se formaran, y comenzaran
a separarse2.

La obra creativa del tercer día tuvo que ver con la producción de la “hierba verde” (v.11). Pero
habría que observar que aun aquí no se usa el verbo, ‘crear’ (‘bara’), sino ‘producir’. Y fue la
tierra que produjo la hierba verde, no Dios (v.12) – aunque habría que añadir que solo lo pudo
hacer, porque Dios lo ordenó así (v.11). De todos modos, esta producción de vida vegetal marca
algo nuevo en a obra de creación. Dios ahora está usando materiales preexistentes, para
producir otras cosas nuevas.

Esta “hierba verde” incluye las plantas y los árboles (v.11). Hay un factor en común – la
producción de semillas, para que la “hierba” se reproduzca. Esta es otra cosa nueva en la
creación. Todo lo que antes se hizo, era cuantitativamente fijo; es decir, no era capaz de
reproducirse y multiplicarse (por ejemplo, el sol). Pero las plantas y los árboles, sí son capaces
de reproducirse.

Es importante notar el énfasis bíblico en esta reproducción. Cada árbol y planta produce su
propia semilla (“hierba que da semilla según su naturaleza”, v.12), y esta semilla reproduce vida
“según su género” (v.11, 12). En otras palabras, no hay aquí la posibilidad de la evolución de
nuevas especies de plantas o árboles (por medio de la evolución). Puede haber cambios menores,
dentro de un mismo género de planta o árbol; pero una planta no puede reproducirse en tal
manera que produzca una planta muy diferente a sí misma (que es la base de la teoría de la
evolución). Veremos el mismo énfasis en la creación de animales y aves (ver v.21, 24-25).

Finalmente, podemos notar que en esta acción de producir la hierba verde, Dios estaba
comenzando el proceso de ‘poblar’ un ambiente que Él había creado anteriormente. En este caso,
el ‘ambiente’ fue la tierra seca. Este proceso de ‘poblar’ ambientes creados por Dios dominará el
resto del poema de la creación. Dios va a ‘poblar’ los cielos superiores (v.14-17), las aguas
(v.20-22), los cielos inferiores (v.20-22), y finalmente la tierra otra vez (v.24-27).

Día 4 (v.14-19)

Al crear los astros celestes, para ‘poblar’ el día y la noche, Dios tuvo tres propósitos en mente,
que debemos observar:

2
Para mayor información sobre esto, vea el artículo sobre ‘Pangea’, en Wikipedia
(http://es.wikipedia.org/wiki/Pangea)

5
i. Separar el día de la noche (v.14b)3.
ii. Ser de “señales” para fijar las estaciones del año, y la duración de los días y de los
años (v.14c).
iii. Alumbrar la tierra (v.15).

Moisés da la impresión que las dos grandes lumbreras (al igual que las estrellas) producían su
propia luz. Sin embargo, como bien sabemos, la luna simplemente refleja la luz generada por el
sol.

Es interesante notar el verbo, ‘señorear’, en el v.18. ¿Es este otro propósito de la creación de los
astros celestes? Quizá el verbo simplemente significa, ‘dominar’. Pero, ¿por qué lo menciona
Moisés? Podría ser que está queriendo, implícitamente, afirmar que ni el sol ni la luna deben ser
adorados, o tomados como dioses. Ellos no ‘señorean’ la vida humana; solo fueron creados para
‘señorear’ el día y la noche, respectivamente. Más bien, sirven al ser humano, actuando como
medidas para fijar las estaciones, y la duración de los días y de los años (v.14).

Día 5 (v.20-23)

En el quinto día, Dios se encargó de poblar dos ambientes más:

i. Las aguas ‘inferiores’ (es decir, los mares, lagos y ríos). Una vez más notamos el
uso del verbo, “Produzcan”, que da la impresión que fueron las aguas mismas que
produjeron la vida acuática. Sin embargo, habría que notar lo que dice el v.21, “Y
creó Dios los grandes monstruos marinos…”. Por lo tanto, no se puede interpretar la
producción de vida por las aguas, aparte del obrar creativo de Dios.

ii. La “expansión de los cielos”. El texto de la RV indica que las aves que vuelan en el
cielo también fueron producidas por las aguas (v.20) 4. Sin embargo, en Gén 2:19
leemos que Dios formó las aves del polvo de la tierra, al igual que las bestias.

Habiendo creado estas formas de vida animal, Dios los bendice (v.22), pronunciando dos cosas:

(1) ‘Fructificad y multiplicaos’ – Dios bendice estas formas de vida con la habilidad de
reproducirse (aunque esto ya se había notado, en el caso de la creación del mundo vegetal
– v.11-12).

(2) ‘Llenen la tierra’ - Dios no quería que todas las formas de vida quedaran en un solo
lugar, sino que puedan poblar toda la tierra.

Día 6 (v.24-31)

En el último día de la creación, Dios pobló la tierra firme, o (si se quiere) el ambiente del mundo
vegetal (ver v.11-12).

3
Esto es parecido a lo que leemos en el v.4. Sin embargo, en ese verso la separación era entre la ‘luz’ y las
‘tinieblas’.
4
Algunos han observado que la ciencia afirma que la vida primero apareció en los mares, y toman datos
como éste para declarar que la ciencia no contradice la Biblia, sino que la completa (o complementa).

6
Por tercera vez tenemos la producción de nuevas formas de vida, por medio de algo ya creado:
“Produzca la tierra…” (v.24a). En este día, lo que se creó fueron “bestias y serpientes y
animales” (v.24b). Una vez más, cada forma de vida podía reproducirse, pero solo “según su
especie” (v.24c)5.

Finalmente, viene la máxima expresión de la creatividad de Dios: la creación del ser humano.
Ésta representa la cima de la obra creativa. En cierto sentido, toda la creación hecha hasta el
momento fue con el fin de crear el ambiente adecuado por la raza humana.

Siendo una forma de vida tan especial, es de esperar que haya nuevos elementos aquí. En primer
lugar, el ser humano (a diferencia de los animales), es creado a imagen y semejanza de Dios
(v.26-27). ¡Esta es la gloria del hombre, y lo que lo diferencia de los animales! Por ende, no
debemos aceptar las afirmaciones que se hacen constantemente; a saber, que el ser humano es
simplemente un animal. ¡Eso no es cierto! Aunque tenga algunas características propias de los
animales (por ejemplo, es hecho de carne y hueso, usa un cerebro, etc.), esto no lo hace un animal
– al igual que el hecho que los animales tengan algunas características de las plantas (por
ejemplo, que crecen, que son hechas de células vivas, etc.), no los hace plantas.

Moisés indica que la imagen de Dios no está solo en el varón, sino en “varón y hembra” (v.27).
Este hecho es la base del matrimonio, porque el varón no está completo sin la mujer. Veremos
esto en mayor detalle en el siguiente capítulo.

Una segunda cosa que diferencia al ser humano de los animales, es que al ser humano le es dada
la potestad de gobernar sobre la creación: “señoree…” (v.26, 28). El león puede ser considerado
como el ‘rey de la selva’, pero el ser humano es indudablemente el ‘rey del león’. Como parte de
su ‘señorío’, el ser humano tiene la autoridad de dominar la tierra (“sojuzgadla”); es decir,
administrarla para su beneficio.

Sin embargo, habría que añadir algo muy importante aquí. Aunque el ser humano tiene el
derecho de ‘señorear’ sobre toda la creación, no debe hacerlo en forma egoísta; tampoco debe
destruir la creación. Su responsabilidad es ‘administrarla’, logrando el bien de todas las formas
de vida que existen, y también manteniendo el balance ecológico. Es por no hacer caso a esto,
que hoy enfrentamos una grave crisis ecológica, y la destrucción del medio ambiente.

Dios concede al ser humano (al igual que a los animales) el derecho de comer de las plantas y de
los árboles (v.29-30). Al parecer, el plan de Dios no era que los animales se coman a sí mismos,
o que el ser humano sea carnívoro. Eso se permitió, luego del diluvio (Gén 9:2-3).

Finalmente, Dios contempla toda Su obra de creación, y pronuncia un veredicto: “era bueno en
gran manera”. Esto da a entender que todo era perfecto en la creación. Es muy difícil
reconciliar esto, con la afirmación de los científicos, que la vida en este planeta se desarrolló en
un contexto de conflicto, de muertes masivas, y de la supervivencia de los más fuertes, a expensa
de los más débiles. Por ende, Génesis 1 socava totalmente uno de los fundamentos de la teoría de
la evolución, que requiere la existencia de la muerte y de la destrucción masiva, antes de la caída
del hombre (en pecado).

5
Aunque la RV usa las expresiones, “según su género” y “según su especie”, la palabra en hebreo es la
misma.

7
Día 7 (Gén 2:1-3)

Habiendo acabado toda la obra de creación, en seis días, Dios ‘descansó’ el séptimo. No era que
Dios necesitaba descansar, ¡como si se hubiera cansado creando el universo! El ‘descanso’ de
Dios fue simplemente Su inactividad creativa. ¡Ya todo estaba hecho! ¡Todo estaba ordenado,
hermoso y perfecto!

Al dejar de crear, Dios bendijo el séptimo día, y “lo santificó”; es decir, lo puso como un día
aparte, diferente de los demás días de la semana. Este hecho vino a ser la base del cuarto
mandamiento (Éx 20:8-11), que afirma que el hombre debe hacer todo su trabajo en seis días,
para luego descansar. Es también la figura de la justificación por la fe, que uno obtiene cuando
deja de trabajar (para cumplir la ley), y simplemente descansa en la obra que Dios ha hecho a su
favor, en la Persona de Cristo (Heb 4:3, 9, 10).

El séptimo día no es nombrado. Sin embargo, el verbo, “reposó” (v.2, 3), es ‘shabat’, del cual el
término, ‘sábado’, proviene. Por eso el día sábado es considerado como el ‘día de reposo’. El
primer día de la semana (el domingo), es conocido como ‘el día del Señor’, y ha sido
‘santificado’, por la resurrección de Cristo. Los que confían en Cristo para su justificación ante
Dios (una justificación relacionada con la resurrección de Cristo; ver Rom 4:25), se reúnen los
domingos para celebrar esa realidad, conforme al mandato apostólico (1 Cor 16:2; ver Hch 20:7 y
Apocalipsis 1:10).

https://www.predicalapalabra.com/antiguotestamento.htm

También podría gustarte