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Inteligencia Emocional
Inteligencia Emocional
La inteligencia emocional es un concepto que se ha hecho popular desde que Goleman publicara
su primer libro en el año 1995 con el fin de divulgar ese concepto en la sociedad y éste se
convirtiera en un best-seller. Nos vamos a centrar en este artículo en la inteligencia emocional en
la selección de personal.
Mucho se ha escrito desde entonces, encontrándonos con diferentes definiciones más o menos
rigurosas pero con un punto de coincidencia en todas ellas y es la importancia que tiene la IE como
predictor de éxito en la vida por encima del tradicional CI (coeficiente intelectual) y su impacto en
la educación y en el mundo empresarial.
¿Es esto así? Vamos a ver a continuación los argumentos a favor de esta afirmación:
El concepto a priori es atractivo: las personas que manejan bien las interacciones sociales y que
saben controlar sus emociones tendrán una gran ventaja en el mundo de los negocios.
Imaginemos un jefe que tiene a cargo empleados y no sabe cómo relacionarse eficazmente con
ellos; no detecta si éstos se sienten desmotivados o insatisfechos; o en épocas problemáticas no
sabe controlar sus emociones y su nerviosismo cara a éstos. Poco importa que esta persona sea
muy inteligente si no logra que sus empleados confíen en él y se sientan bien trabajando a su lado.
En esto todos estaremos de acuerdo.
El segundo argumento se basa en las cada vez más numerosas evidencias basadas en estudios
científicos que sugieren que un nivel elevado de IE significa que una persona se desempañará bien
en el trabajo.
Pero vamos ahora con los argumentos en contra: básicamente todos los detractores de la teoría
dicen que la IE es vaga ya que diferentes investigadores se centran en diferentes aptitudes tales
como autodisciplina, automotivación, empatía, autoconsciencia,….Asimismo afirman que la IE no
se puede medir ya que las pruebas son diversas y no existe a fecha de hoy ningún estudio riguroso
como los que se han hecho para las mediciones de personalidad o inteligencia general.
Finalmente, los críticos plantean que como la IE se relaciona tanto con la inteligencia como con la
personalidad, una vez que se conocen en profundidad estos factores la IE no tiene nada que
aportar. Algo de cierto hay en este punto ya que la IE parece correlacionarse mucho con las
mediciones de la personalidad, en especial con la estabilidad emocional pero no ha habido
investigaciones suficientes y concluyentes acerca de si la IE agrega perspectivas adicionales a las
mediciones de la personalidad y la inteligencia general con objeto de hacer pronósticos de
desempeño en el trabajo.
Las evidencias que existen a fecha de hoy sobre la IE –definiéndola como facilidad en el manejo de
las interacciones sociales y capacidad de manejar las emociones propias y ajenas- hacen
aconsejable a las empresas que la consideren como un factor de contratación en los procesos de
selección de personal. De hecho, cada vez más empresas utilizan mediciones de IE para contratar
personal, sobre todo para aquellos puestos o trabajos que demanden un alto grado de interacción
social. Las empresas que han utilizado este criterio para seleccionar a su personal de ventas o al
personal directivo han podido comprobar cómo han aumentado sus ventas o han disminuido su
rotación. Esto nos hace concluir que sí que debe ser un concepto a tomar en cuenta en los
procesos de selección de personal, especialmente en puestos en los que la interacción social sea
imprescindible.
Son personas que conocen tanto sus puntos fuertes como sus limitaciones. Saben manejar y
gestionar la intensidad de sus emociones y las dirigen hacia la consecución de sus
objetivos. Además aprenden de sus fracasos como una forma de motivación para alcanzar
sus metas y tiene una alta tolerancia ante la frustración.
También son capaces de identificar, valorar y gestionar las emociones ajenas, y reconducir
su conducta en función de estas, teniendo en cuenta los estados emocionales de los demás y
manejando el impacto en las suyas.
Son personas con relaciones sociales exitosas, saben resolver conflictos y les sacan partido,
tienen dotes de liderazgo y se adaptan a las situaciones y los contextos, son catalizadoras y
gestoras del cambio.
Hace tiempo que existen formas para evaluar las competencias emocionales. Por ejemplo,
las entrevistas por competencias, que se basan en incidentes críticos del pasado del
candidato a través de los que podemos predecir cómo se ajustará al puesto de trabajo
ofertado.
Por otro lado, también existen pruebas psicométricas como el MSCEIT (Test de
Inteligencia Emocional Mayer-Salovey-Caruso), diseñado para evaluar la inteligencia
emocional entendida como una capacidad. O pruebas más específicas centradas en un área
concreta de la inteligencia emocional como son el TECA (Test de Empatía Cognitiva y
Afectiva) o Inventario para medir la asertividad de Gambrill y Richey.
En la entrevista emocional, lo que hago es combinar el análisis de los incidentes críticos de
los que hablamos buscando las competencias emocionales más adecuadas para el puesto a
ocupar.
En cada proceso, será preciso analizar las DPT (Descripciones de los Puestos de Trabajo)
con detalle, vinculando la estrategia y valores de la empresa a la búsqueda de actitudes y
aptitudes deseadas en el candidato. De ahí, que no exista un modelo aplicable a todos los
perfiles ni puestos, ni siquiera organizaciones y que deba personalizarse el diseño de
preguntas a desarrollar en la entrevista para cada puesto a cubrir. De manera general las
diferentes áreas a evaluar serían las siguientes:
¿Todas estas áreas son igual de importantes o dependerá del tipo de trabajo?
¿Crees que una sola entrevista es suficiente para evaluar la inteligencia emocional de
una persona?
No obstante, soy partidaria de una primera entrevista más general y una final más profunda
y al detalle sobre los aspectos más destacados de la primera.
Sinceramente no, y quizás esto me cree un problema, pero la realidad que veo es esta. Los
departamentos de RRHH siempre han tenido un carácter generalista, lo cual tiene una parte
positiva, ya que múltiples perfiles profesionales pueden tener cabida en él. La parte
negativa, está en creer que cualquier persona puede desempeñar el rol de entrevistador
simplemente por ser abogado, psicólogo o ingeniero.
Realmente para todos. No se me ocurre ningún puesto de trabajo donde no haya que tratar
con personas, y por lo tanto con malos entendidos, conflictos, tensiones, etc. No creo que
exista empleo alguno en el cual no haya que gestionar la frustración que conlleva el no
conseguir lo que te propones, o en el que no existan cambios y haya que adaptarse.
Obviamente, a aquellos que tienen un impacto más directo sobre otras personas como
perfiles sanitarios o el sector servicios en general, tienen un mayor nivel de exigencia en las
competencias emocionales, que, por otro lado, se presuponen en la misma formación de
base. Presunción errónea en la mayoría de los casos, pues el sistema educativo en general
no contemplaba hasta hace bien poco el desarrollo de la inteligencia emocional dentro de
sus competencias educativas. Afortunadamente, esto es algo que está cambiando poco a
poco y cuyos frutos veremos en generaciones que accedan al mercado laboral dentro de 15
o 20 años.
¿La inteligencia emocional tiene que ver con la edad o con el género de las personas?
Por otro lado, la mujer siempre ha estado más en contacto con el mundo emocional.
Evolutivamente, el rol de madre y cuidadora que ha ejercido en la sociedad, la ha dotado
genéticamente para estar más predispuesta al desarrollo de la inteligencia emocional. Pero
de nada sirve dicha predisposición, si el entorno familiar, social y educativo no lo
favorecen.
¿Desde dentro de las organizaciones, puede realizarse formación para mejorar las
competencias emocionales de los empleados?
¡Por supuesto! Y cada día tienen más peso. Son muchas las organizaciones que se ocupan
de que sus colaboradores tengan las herramientas para desempeñar su trabajo de la mejor
forma, y una de ellas, es la de desarrollar las competencias emocionales en general. Es muy
frecuente encontrar formaciones sobre liderazgo, gestión del estrés, resolución de conflictos
o negociación en las empresas, lo cual conlleva la práctica de la inteligencia emocional en
las organizaciones.
Si he de poner una pega, es que la base de todo ello, es el autoconocimiento, y ahí sí que
existe una carencia importante, pero no sólo a nivel de formación, sino a nivel humano en
nuestra sociedad.
Por lo tanto, ambos son necesarios y complementarios, y cada día lucho porque las
empresas tengan en cuenta ambos de manera sistemática a la hora de realizar sus procesos
de selección.