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Asociación Profesional Extremeña de Antropología

Roy Rappaport (Nueva York, 1926-1997)


Como otros antropólogos de su generación fue testigo de la guerra,
sirviendo de soldado de infantería entre 1943 y 1946. Tras ser gravemente
herido, inicia estudios de administración hotelera siguiendo los pasos de su
padre. Unos años después decide completar sus estudios en antropología y en
1960 está en una excavación arqueológica en la Polinesia francesa.
Guiado por su profesor de doctorado, Andrew Vayda, realiza su tesis
doctoral sobre los Tsembaga Maring de Papua Nueva Guinea. Tesis que
publicará bajo el título Pigs for the Ancestros: Ritual in Ecology of a New
Guinea People (1968), convertida en un referente para los estudios
antropológicos pues supuso un hito en la corriente ecológica de esta disciplina,
así como en el uso de la Teoría General de Sistemas, en concreto de la
ecosistémica y el análisis del ritual, que el autor vincula con la adaptación y
la regulación ecológica de las comunidades.
Para Carlos Reynoso, Rappaport parte de los estudios de Vero Copner
Wynne-Edwards, quien sostenía que algunos animales practican “…una
especie de autorregulación determinando el número de su población y
limitando su densidad conforme a valores promedio que se encuentran debajo
de la cota que podría llegar a ser dañina para el ambiente”1.
Según Rappaport, estaríamos ante un tipo de ritual que depende para
su ejecución de la existencia y alteración de variables externas que interfieren
e interactúan con el entorno. En este caso, el autor lo ejemplifica con el ritual
del kaiko, que tiene lugar cuando el aumento de los cerdos y la superficie
cultivada ha alcanzado su cota máxima y es necesario poner en marcha
mecanismos culturales, como el ritual, que tiendan a la homeostasis y al
equilibrio del sistema total. El kaiko marca el inicio de las hostilidades entre
distintas tribus y conlleva el sacrificio significativo de cerdos, así como la
acotación y limitación de la superficie o territorio de cada grupo.
En su artículo “Ritual, Santidad y Cibernética”, esclarece el concepto
de sistema con el que trabaja, y lo define como un conjunto de variables en el
que el cambio del valor del estado en una de ellas provoca cambios en el valor
del estado de al menos otra variable. El ritual, bajo esta concepción cibernética,

1.- http://es.scribd.com/doc/55431778/10/%E2%80%93-La-Ecosistemica-de-Roy-Rappaport

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vendría a ser un mecanismo cultural para identificar, restablecer y controlar las


variables del conjunto.
En la actualidad la obra Cerdos para los antepasados…, en español o al
menos en España, está agotada, ejemplo de su éxito. En 1979 publica Ecolo-
gía, el significado y la religión, donde profundiza en el concepto de lo “sagra-
do” y llega a la conclusión de que esta esfera ideológica es un elemento cultu-
ral necesario para permitir al ser humano su adaptabilidad contrarrestando de
esta forma las limitaciones genéticas con las que nacemos. Rappaport comien-
za a señalar la responsabilidad del ser humano respecto a los procesos de ex-
plotación del entorno ecológico en base a esa adaptabilidad necesaria para el des-
arrollo social y humano. Tal postura es la que mantiene en su cargo de Direc-
ción del Programa interdisciplinario de Michigan sobre Estudios de la Religión,
el que desarrolla luego en Ritual y Religión en la formación de la Humanidad.
Con posterioridad, sus publicaciones tratan de profundizar en lo
simbólico y lo ideacional, alejándose de la influencia del materialismo cultural
de Marvin Harris y del modelo energético de Leslie White y Julian Steward,
e intentando salvar la visión disgregadora de su análisis sistémico en la
sociedad Maring, es decir, buscando una visión del conjunto total. A trazos, es
lo que intenta mostrar en su obra culmen: Ritual y Religión en la formación de
la humanidad, quizás el más completo, crítico y comprometido análisis del
ritual y de la religión que se haya escrito desde la Antropología. Fruto de
décadas de investigación y estudio, ve la luz cuando Rappaport afrontaba el
cáncer que irremediablemente acabaría con su vida años después. Por este
motivo, quizás, en un intento de superar el escepticismo al que otros
antropólogos habían sucumbido antes, nos lega una visión global del
conocimiento humano con el que poder afrontar los retos más urgentes del
futuro. Para el autor, este conocimiento global está relacionado con la religión
que, bajo la mirada integral de la antropología, desvela ser la construcción
más relevante de la propia “naturaleza humana”. Por lo tanto, el estudio de la
religión equivale al estudio de la humanidad.
El ritual será entonces “una forma de acción” en la que se generan
conceptos como “lo sagrado, lo numinoso, lo oculto y lo divino”, esferas
propias de la Religión. El ritual así entendido, como forma de acción, es
universal. Estamos ante la construcción de lo que podríamos llamar
definiciones totales con las que el antropólogo puede trabajar. Un intento más

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de permitir la objetividad pretendidamente científica de la Antropología, de


forma paralela a como hicieran los defensores del estructuralismo. Partiendo
de esta premisa inicial y salvando las variedades culturales en torno a los
contenidos y propósitos particulares de los rituales, el siguiente paso es hallar
la universalidad subyacente que equipara a la humanidad. Rappaport la señala
en los metamensajes del ritual. Este metamensaje fundamental consiste en la
“identidad o unidad, en la identificación radical o unificación del yo con otro”.
Tal “significado de orden superior unifica el mundo en una totalidad”2. Es
decir, en la unificación de lo “autorreferencial” y lo “canónico”, que también
se comunican en el ritual, entendido este último, como nivel “experiencial” y
como ámbito imprescindible de “participación” social.
La participación ritual es clave en la obra, pues supone el paso previo
e imprescindible para la aceptación de aquello en lo que se participa. La
aceptación se convierte para Rappaport en “la primera de las funciones
fundamentales del ritual”. En otras palabras, la aprehensión de aquello que se
ejecuta es propiciada por la participación y necesaria para su aceptación,
porque no se puede aceptar aquello que no se conoce o experimenta. William
Blake lo expresó mediante la siguiente sentencia: “La verdad nunca puede
ser dicha de modo tal que se la comprenda y no se crea en ella”3.
De la creencia, aceptación y participación se deriva la construcción de
lo verdadero, de lo cierto y por extensión de lo que es moral y adecuado.
Quedan así diferenciados dos niveles: el propiamente espiritual y aquel otro
sobre el que se aplica como modelo de conducta, es decir, el propiamente
social. Estos dos niveles los denomina respectivamente “Postulados Sagrados
Fundamentales” y “axiomas cosmológicos”, quedando establecida además una
jerarquía de los primeros sobre los segundos e independizándolos de las
experiencias particulares, lo que posibilita “que personas con una experiencia
muy divergente los acepten”4; es decir, manteniendo una unidad donde el

2.- A. Rappaport, R. (2001): Ritual y Religión en la formación de la humanidad. Cambridge


University Press, Madrid.
3.- Gregory Bateson (2006): Espíritu y Naturaleza. 2ª ed. 3ª reimp.- Buenos Aires: Amorrortu, 2006.

Biblioteca de psicología y psicoanálisis.


4.-A. Rappaport, R. (2001): Ritual y Religión en la formación de la humanidad. Cambridge University

Press, Madrid.

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mundo físico o material, o social, nos muestra una enorme heterogeneidad,


contrarrestando por tanto las consecuentes discordancias.
Por consiguiente, “los órdenes litúrgicos son metaórdenes, órdenes de
órdenes que unen lo natural, lo cultural y lo social, al individuo y al grupo, lo
discursivo y lo no discursivo en conjuntos coherentes”5. La unión entre
naturaleza y religión queda por tanto restaurada y es en ella donde debe residir,
según el autor, “el compromiso ecológico y social”. Muchos son los que
señalan, en esta línea, la defensa constante de una “antropología
comprometida”6, así como su carácter integral y visión holística. Como
ejemplo, podemos mencionar su labor en comités consultivos nacionales sobre
el medio ambiente y en la presidencia de la Asociación Americana de
Antropología.
Así lo expresa también Keith Hart en el prólogo a Ritual y Religión en
la formación de la humanidad cuando afirma que para Rappaport la
humanidad es tanto una cualidad personal como un proyecto histórico. Un
proyecto interrumpido en nuestros tiempos, al dar primacía absoluta al
conocimiento llamado “racional”, que se mostraba incompleto y además
fallido, pues ha conducido a la separación de los “humanos unos de otros, …
cada uno encerrado solo entre las fechas de su nacimiento y su muerte. El
sentido común de separación refrenda el sentido común de autosuficiencia y
autonomía, nociones que están santificadas casi hasta el punto de la
divinización en la sociedad capitalista occidental. Pero desde luego son
ilusiones… Forman parte de sistemas mayores de los que depende la
continuidad de su existencia…”7. Rappaport defiende un “entendimiento
humano integral”, basado tanto en la razón como en el ritual y la experiencia
religiosa. Formas de conocimiento necesarias para aprehender el mundo en su
totalidad y el yo en el mundo como uno, como unidad.
Su llamamiento se basa en las consecuencias del uso exclusivo del
conocimiento empírico y científico, que han conducido a la “desertización, la
reducción de la capa de ozono, la extinción de especies, el calentamiento de

5.- Idem.
6.- http://classes.yale.edu/02-03/anth500a/projects/project_sites/99_gil/biography.html
7 .- A. Rappaport, R. (2001): Ritual y Religión en la formación de la humanidad. Cambridge

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la atmósfera y las perturbaciones sociales y políticas resultantes de dicha


degradación medioambiental”8.
Para recuperar la unión con la totalidad, Rappaport defiende un
comportamiento responsable que hace recaer en la agencia social, en cada uno
de nosotros. A lo largo de su obra ha dejado caer el velo: los Postulados
Sagrados Fundamentales han sido sustituidos en nuestras sociedades
occidentales por la santificación y adoración del dinero, elevando a divinidad
el capitalismo más brutal. Cuando esto ocurre “La consecuencia es la pérdida
del sentido de la totalidad del mundo” (…) “Los valores santificados por lo
fundamentalmente sagrado son degradados al rango de gustos o preferencias.
Son relativizados…El Homo economicus se convierte en el modelo moral y
natural de la humanidad”9.
Rappaport refiere la capacidad de la agencia para desbancar al poder
que subordina a su autoridad la santidad e incluso la humanidad. Esta
capacidad de la agencia consiste en dejar de participar de forma activa en los
rituales. Como en toda la obra, Rappaport señala con el dedo el camino, pero
no traza el mapa exacto. De manera que cabría preguntarse si al ser el consumo
el ritual por excelencia de las sociedades capitalistas occidentales, la agencia
puede luchar contra este sistema simplemente dejando de consumir, tan sólo
con una variación en nuestro comportamiento social. Son cuestiones y
conclusiones que Rappaport deja a la emancipación de nuestra inteligencia.
De forma más explícita y al final de su última obra, Roy Rappaport
afirma que la ecología puede convertirse en una nueva “cosmología
posmoderna”. En otras palabras, se trata de “definir el lugar de la humanidad
en el mundo como totalidad” (…) “Para que la evolución, humana y no
humana, continúe;, la humanidad no sólo debe pensar en el mundo, sino en
la defensa del mundo, del que se ha convertido en una parte muy especial, y
con el que, por tanto, …ha adquirido enormes responsabilidades… La
humanidad, desde este punto de vista, no es sólo una especie entre otras. Es
la parte del mundo a través de la cual este es capaz de pensar en sí mismo”10.

8.- Idem.
9.- Idem.
10.- Idem.

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Esta es finalmente la tarea inconclusa que delega Rappaport. El mismo


que fue testigo directo, como Bateson, a finales de 1960 y comienzos de la
década de 1970 de los terribles enfrentamientos raciales en EEUU, así como
de las protestas estudiantiles frente a la autoridad. Desde entonces su vida y su
trabajo se convirtieron en una lucha a favor de la utopía. Hoy, sin duda alguna,
el tiempo le ha dado la razón.

María Jacinta Sánchez Marcos


Antropóloga
Secretaria de APEA

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