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INVENTO DE LA HUMANIDADA

YASNERI LANDAZURIY GALVIZ

ID: 470652

LEIDY PATRICIA TORRES VARGAS

ID: 466811

LAURA SOFIA RIOS GUZMAN

ID: 605573

PRESENTADO: A

GUSTAVO ADOLFO LOZANO

CORPORACIÓN UNIVERSITARIA MINUTO DE DIOS

ADMINISTRACIÓN EN SALUD OCUPACIONAL

INNOVACION CREATI GENE IDEAS

PITALITO - HUILA

2020
INVENTO DE LA HUMANIDADA

YASNERI LANDAZURIY GALVIZ

ID: 470652

LEIDY PATRICIA TORRES VARGAS

ID: 466811

LAURA SOFIA RIOS GUZMAN

ID: 605573

PRESENTADO: A

GUSTAVO ADOLFO LOZANO

CORPORACIÓN UNIVERSITARIA MINUTO DE DIOS

ADMINISTRACIÓN EN SALUD OCUPACIONAL

INNOVACION CREATI GENE IDEAS

PITALITO – HUILA

2020
La bombilla o lámpara incandescente fue obra de dos genios: el
inglés Joseph W.Swan (1828 – 1914) y el norteamericano Thomas
Alva Edison (1847 – 1931).

La primera bombilla eléctrica vio la luz y se hizo el 21 de octubre


de 1879, tras muchos años de experimentos y fracasos.

Joseph Wilson Swan, uno de los padres de la bombilla


Muchas personas creen que el inventor de la bombilla fue Thomas
Edison, pero éste verdaderamente lo que consiguió fue perfeccionar
el invento de Joseph Swan y que funcionase con más efectividad y
durante mucho más tiempo.

Además, Edison también patentó el 27 de enero de 1880 la bombilla


eléctrica o bombilla incandescente, cosa que no hizo Swan.
Thomas Alva Edison, unos de los dos inventores de la bombilla
Ambos pretendían lo mismo: transformar la electricidad en luz
mediante un instrumento que mejorase los resultados de la ya existente
lámpara de arco eléctrico inventada en 1811, por Humphrey Davy
(1778 – 1829).

Historia de la bombilla
Se ensayó con diferentes filamentos metálicos incandescentes, e
incluso con otros de procedencia vegetal como el algodón o fibra de
bambú carbonizado y encerrado herméticamente al vacío en el
interior de un globo de vidrio, estableciéndose la conexión mediante
dos hilos de platino.
La vida útil de aquella bombilla era efímera, un par de cientos de
horas, y el rendimiento escaso: daba poca luz y además ésta no se
mantenía constante sino que parpadeaba y decrecía en intensidad.

El principal problema con el que tropezaron los inventores de la


bombilla eléctrica, Edison y Swan, fue cómo impedir que los
filamentos se fundieran por el calor. En 1883 se intentó con filamentos
elaborados con una solución de celulosa.

En 1905, se probó con carbón metalizado capaz de resistir altas


temperaturas y proporcionar una luminosidad aceptable: cuatro lumen
por vatio. Pero el rendimiento era pobre y la duración de la bombilla
muy escasa.
La solución definitiva se encontró en los filamentos metálicos: primero
el osmio y luego el tantalio.

En 1909 la bombilla quedó casi configurada con el filamento de


wolframio.

Las primeras bombillas eran de fabricación artesanal, por lo que


se trataba de un producto caro. Hoy se fabrican en serie mediante
máquinas automatizadas que producen miles de bombillas por hora.

Como curiosidad, existe una bombilla que lleva encendida más de


115 años (ver noticia completa aquí). Está funcionando sin interrupción
desde el año desde 1901 y se encuentra en un cuartel de bomberos de
California, en Estados Unidos.

Es habitual, pensar que fue Thomas Alva Edison quien inventó la


bombilla eléctrica, pero, como en muchas otras cosas, lo que hizo fue
conseguir la patente de un invento de otro, mejorarlo y, sobretodo,
comercializarlo con éxito.
Las primeras bombillas las hizo Joseph Swan, un químico y físico
británico que hizo pasar corriente eléctrica a través de un filamento de
papel carbonizado que estaba metido dentro de una bombilla.

Al pasar la corriente el filamento se calentaba tanto que empezaba a


emitir luz. El problema era que duraba muy poco, ya que pronto se
quemaba. Para evitarlo, Swan intentó hacer el vacío dentro de la
bombilla: sin oxígeno para quemar, el filamento debía resistir más
tiempo.

De hecho, nunca lo consiguió del todo. La calidad del vacío que obtenía
no era lo suficientemente buena, pero en todo caso fue suficiente para
presentar sus bombillas en la Sociedad de Química de Newcastle, obtuvo
la patente de ese invento y montar una empresa para comercializar la
foto. De hecho, su casa fue la primera que dispuso de luz eléctrica.

Pero el sistema era ineficiente, y la genialidad de Edison fue conseguir


que aquello, que era muy prometedor, funcionara de verdad. Edison se
dedicó a buscar un material para hacer los filamentos que alargara
mucho la duración de la bombilla, un trabajo que no resultó nada fácil.

Se hicieron intentos con miles de materiales de todo tipo, desde hilo de


platino hasta pelos de barba humanos. Precisamente el platino era de
los que daba mejores resultados, pero resultaba económicamente
inviable.

De todos modos, si Edison tenía alguna cualidad era la de ser insistir.


Dicen que un empleado suyo le preguntó si no se desanimaba con
tantos fracasos, y él respondió que aquello no eran fracasos: «Ahora ya
conozco más de mil maneras de cómo no hacer una bombilla».

En todo caso, el avance importante lo hizo cuando volvió al material


carbonizado. Cuando lo probó con hilo de seda carbonizado consiguió
que la bombilla funcionara durante cuarenta horas. ¡Todo un récord!
Entonces volvió a probar diferentes materiales pero no en estado nativo,
sino carbonizado. Y, así, la mejor opción fue una tira de bambú que sacó
de un abanico. Enseguida envió colaboradores buscar diferentes tipos de
bambú en todo el planeta.

Había que encontrar el bambú más indicado para hacer las bombillas.
Finalmente, el bambú japonés fue el material elegido para las primeras
bombillas que se comercializaron.

Posteriormente, la cosa fue mejorando y al final el filamento se hace de


tungsteno, pero el funcionamiento básico de la bombilla no ha
cambiado. Su gran virtud es que son baratas y permiten iluminar
suficientemente bien.

El problema es que resultan muy poco eficientes. Una bombilla hace


mucho más calor que no luz. De hecho, cerca del 90% de la energía que
se le aplica se pierde en forma de calor.

Por eso ahora ya se van sustituyendo por otros modelos de bombillas


más caros, como los de tecnología LED, pero que resultan mucho más
eficientes y, a la larga, más económicos.

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