Número 167

Junio 2017

Efusión de fuego divino

Salvadme Reina
 Cuidado con
rechazar al
que habla

B uscad la paz con todos y la santifica-

ción, sin la cual nadie verá al Señor.
Procurad que nadie se quede sin la gracia
de Dios, y que ninguna raíz amarga rebrote
y haga daño, contaminando a muchos. Que
nadie se prostituya ni profane como Esaú,
que sólo por una comida vendió su primoge-
nitura. Sabéis que más tarde quiso heredar la

Francisco Lecaros
bendición, pero fue excluido, pues no obtuvo
San Pablo, por Juan Gascó
la retractación, por más que la pidió hasta Museo Episcopal de Vic (España)

con lágrimas.
No os habéis acercado a un fuego tangi-
ble y encendido, a densos nubarrones, a la
tormenta, al sonido de la trompeta; ni al es-
truendo de las palabras, oído el cual, ellos
rogaron que no continuase hablando, pues
no podían soportar lo que mandaba: Quien
toque el monte, aunque sea un animal, será
apedreado. Y tan terrible era el espectácu-
lo, que Moisés exclamó: Estoy temblando de
miedo.
Vosotros, en cambio, os habéis acercado al
monte Sion, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del
Cielo, a las miríadas de ángeles, a la asamblea
festiva de los primogénitos inscritos en el Cielo,
a Dios, juez de todos; a las almas de los justos
que han llegado a la perfección, y al Media-
dor de la Nueva Alianza, Jesús, y a la asper-
sión purificadora de una sangre que habla me-
jor que la de Abel.
Cuidado con rechazar al que habla, pues si
aquellos no escaparon por haber rechazado al
que transmitía los oráculos en la tierra, cuánto
menos nosotros, si nos apartamos del que habla
desde el Cielo. Su voz entonces hizo temblar la
tierra, pero ahora hace esta promesa: Una vez
más haré temblar no sólo la tierra, sino tam-
bién el Cielo.
Carta a los Hebreos, c. 12, vv. 14-26
 SumariO
Escriben los lectores ���������������������������������������� 4 Beata Ana de San Bartolo-
mé – Auxiliar fiel de la
gran amiga de Jesús
32
Salvadme 5 ......................
Un nuevo régimen de gracias (Editorial) . . . . .

Reina La voz de los Papas – Hiere, pero cura con

Periódico de la Asociación Cultural La fiesta de su mano
Salvadme Reina de Fátima
Corpus Christi
Año XV, número 167, Junio 2017 ........................ 6 ...................... 36
Director Responsable:
D. Eduardo Caballero Baza, EP

Consejo de Redacción:
Hno. Guy de Ridder, EP, Hna. Juliane Comentario al Evangelio – Sucedió en la Iglesia
Campos, EP, D. Luis Alberto Blanco, EP, Pentecostés, esperanza y en el mundo
Hna. Mariana Morazzani, EP, Severiano para el siglo XXI
Antonio de Oliveira
........................ 8 ...................... 40
Administración:
C/ Cinca, 17
28002 – Madrid
R.N.A., Nº 164.671
Dep. Legal: M-40.836- 1999
Tel. sede operativa 902 199 044 El Beato Juan Dominici – Historia para niños...
Fax: 902 199 046 Un hombre providencial en la Piedras vivas de la Iglesia
solución del Gran Cisma
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Con la Colaboración de la
Asociación Internacional Privada
de Fieles de Derecho Pontificio
Heraldos del Evangelio ¡Envía el espíritu Los santos de
de María Santísima! cada día
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Montaje: ...................... 22 ...................... 48

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de los Heraldos del Evangelio

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Biblos Impresores, S.L. - Madrid
Heraldos en el mundo El color de las almas
Los artículos de esta revista podrán
ser reproducidos, indicando su fuente y
enviando una copia a la redacción.
El contenido de los artículos es responsabilidad
de los respectivos autores.
...................... 26 ...................... 50
 E scriben
Somos impulsados a amar
más a la Iglesia
Queridos hermanos, en primer
lugar, la paz de Cristo.
Deseo expresar mi alegría a todos
los de la asociación Heraldos del
Evangelio de Brasil por concedernos
tan rica aportación: la revista men-
sual Heraldos del Evangelio.
Sabemos que a través de este ins-
trumento somos impulsados a amar
aún más a la Iglesia y a trabajar más
incansablemente por el Reino de Dios
y por la salvación de las almas. Por
eso quiero dejar aquí el testimonio
de que la revista que nos proporcio-
na esta asociación, sin duda, nos lleva
a conocer más a la Iglesia, las expre-
siones sabias y hermosas de los san-
tos, el ejemplo misionero de los Heral-
dos y la rica espiritualidad contenida
en ella. Por lo tanto, deseo a todos los
hermanos de esta asociación una pri-
morosa y fructífera labor misionera.
Recibí con mucha alegría los pri-
meros ejemplares de mi suscripción.
Un abrazo fraterno y que Nuestra
Señora de Fátima, Madre de Jesu-
cristo, Madre de la Iglesia y nuestra,
interceda siempre por todos.
P. Jaílton Souza Sapucaia
Itanhém — Brasil
Heroica actividad en la
propagación de la buena
prensa mariana
Reciban mis felicitaciones por la
heroica actividad en la propagación
de la buena prensa mariana católi-
ca; es un trabajo misionero que está
haciendo mucho bien al alma cristia-
na del mundo.
Su mensaje ha removido profun-
damente un imperecedero recuerdo
4      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
los lectores
de María, pues en 1992 tuve el privi-
legio de estar en su hermoso santua-
rio de Fátima, Portugal. Allí conce-
lebré el Santo Sacrificio de la Misa y
elevé mis sencillas y humildes plega-
rias por todos los devotos de la Virgen
Santísima de Fátima, ocasión en la
que aumentó mi ferviente promesa de
ser un propagador de la devoción al
Inmaculado Corazón de María, nues-
tra auxiliadora.
Por este motivo, le agradezco al
P. Mauricio Galarza Silva, EP, dig-
nísimo coordinador de los Heral-
dos en Ecuador, su fina atención en
recordarnos la recompensa que nos
otorgará Nuestra Señora del Rosa-
rio de Fátima a cada uno de nosotros
por nuestra constancia en el rezo del
Rosario; al mismo tiempo, le ofrez-
co mi sincero apoyo, tanto cuanto mis
limitaciones me lo permitan.
En Jesús, en María Santísima y en
Don Bosco, su atento servidor,
P. Ángel Leonardo Lobato Bustos, SDB
Cuenca — Ecuador
Fervor y dedicación al
servicio de la Iglesia
Gracias por su amable carta en la
que manifiesta su necesidad de la ora-
ción de las almas contemplativas.
Para una servidora es siempre un
gozo constatar el fervor y la dedica-
ción con que los Heraldos sirven a
la Iglesia y al mundo, difundiendo la
buena noticia del Evangelio de salva-
ción y llevándolo especialmente a tra-
vés de la devoción al Santísimo Sacra-
mento del Altar y a nuestra querida
Madre, la Virgen. Creo que la solu-
ción para todos los problemas de la
humanidad y de cada alma está en
esos dos baluartes de nuestra fe.
Tendremos en cuenta todas sus
intenciones —de apostolado, las de su
fundador, por todos los Heraldos del
mundo— en nuestra oración, unién-
dola a una vida de abnegación y sacri-
ficio.
En total sintonía de devoción y fe,
le queda afma., en Cristo y María,
Hna. María Brunilda
de la Stma. Trinidad, OCD
Monasterio de Ntra. Sra.
de las Maravillas
Madrid — España
Un importante instrumento
de comunicación
Es maravillosa esta obra de Dios,
guiada por María Santísima y anun-
ciada con tanto celo por los Heraldos
del Evangelio.
Recibo mensualmente la revista,
cuyo contenido de formación e infor-
mación nos es expuesto de manera
didáctica y artística, con la más bella
presentación, mostrándonos la actua-
ción de los Heraldos en Brasil y en el
mundo.
Es un importante instrumento de
comunicación al servicio de la Iglesia
Católica. Con mucha alegría les feli-
cito a todos los que participan en la
misión de preparar cada edición de la
revista.
Marisa da Silva Nunes
Campos dos Goytacazes — Brasil
Aprovecho para hacerles
una petición...
Como lectora asidua de la revista
Heraldos del Evangelio me impresiona
la variedad de los temas tratados,
siempre con seriedad e inteligencia.
Aprendo mucho leyendo la vida de los
santos, en las que se exploran aspectos
poco conocidos por el gran público.
En este sentido, aprovecho para
hacerles una petición: ¿sería posible
que trataran con más frecuencia
temas históricos relacionados con la
Iglesia Católica? Estoy segura de que
la revista abordaría, con aspectos
inéditos, la Historia de la civilización
occidental.
Camilla Lorencete
Maringá — Brasil
 Editorial
Un nuevo régimen de gracias

L os acontecimientos que rodearon a la Pasión y Muerte de Cristo estuvie-

ron marcados por el drama.
Tras un breve período de relativa popularidad, alcanzando algunas
veces los límites de la gloria humana, la figura de Jesús fue profanada hasta
el punto de llegar a ser contado entre los malhechores. En la hora suprema, la
mayoría de los hombres —sumados los ingratos, oportunistas y adversarios—
abandonó al Salvador y rechazó la salvación. Para el núcleo de la Iglesia nacien-
te, constituido por algunos Apóstoles débiles y muchos discípulos anónimos,
había comenzado la fase de la persecución.
Ahora bien, nunca entenderá adecuadamente esa etapa de sufrimiento el que
no sepa ver en ella el necesario proceso de purificación rumbo a una gloria futura.
A causa de uno de esos giros cuyo secreto Dios reserva a los momentos cla-
ve, ese período también fue escogido para obrar una de las mayores transforma-
ciones de la Historia. La Redención es indisociable de la Crucifixión y ésta sería
incomprensible sin la Resurrección. Sin embargo, todo ello estaría incompleto si
a la gloria de la Pascua, casi ignota aún, no le sucediera el triunfo público de Pen-
tecostés.
El timón de la Historia está siempre en manos del Espíritu Santo. Posee un
instrumento todopoderoso para mover a los corazones: la gracia, a la cual nin-
Número 7
167
gún poder se resiste. Pero la Preciosísima Sangre del Señor había comprado para
la humanidad una nueva economía de la gracia, nueva hasta el punto de dividir
Junio 201

la Historia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Fruto del nuevo sacerdocio

fundado por el Redentor, ese régimen de gracias se manifestó principalmente a
través de los sacramentos, en los cuales las antiguas prefiguras encontraron ple-
na realización.
Se entiende entonces que el comienzo de la misión de la Iglesia, nacida místi-
o divino
camente del costado de Jesús abierto por la lanza, esté asociado al momento en
de fueg
Efusión Reina que las lenguas de fuego descendieron sobre María y los discípulos reunidos en el
Salvadme
Cenáculo. A partir de ese instante el mismo Dios empieza a marcar a sus ovejas,
haciendo que baje sobre ellas el Espíritu Santo y manifestando esa presencia del
Pentecostés - Paráclito con milagros tan evidentes que dejaron a sus perseguidores muy moles-
Catedral de tos, porque contra hechos no hay argumentos.
Curitiba (Brasil) Se puede decir, por tanto, que el régimen de gracias propio al Nuevo Testa-
Foto: Thiago Tamura
mento comenzó en Pentecostés. Pero ¿quién garantiza que no pueda haber un
“nuevo régimen” más a ser instaurado en la Historia? ¿Dios no habrá reservado
para el futuro gracias aún mayores? ¿Quién osaría afirmarlo o negarlo?
A todos el Redentor les ofrece la salvación; no obstante, a cada cual le cabe
beneficiarse o no de ella. En el ámbito de las ovejas humanas, cada una escoge
su redil. Hecha esa elección, la Palabra de Dios separa irreconciliablemente a los
que lo aceptan de los que lo rechazan.
¿Habrá sido hecha ya esa división en nuestra época? ¿O todavía quedará tiem-
po para optar entre la gracia y la desgracia? ¿Cuándo bajará a la tierra el ángel
destinado a sellar en la frente a los siervos de nuestro Dios (cf. Ap 7, 3)?
Mientras todavía se diga “hoy”, pidámosle a la Virgen que haga de nosotros
refugios de las gracias que Ella reserva para los tiempos actuales. ²

Junio 2017 · Heraldos del Evangelio      5


La fiesta de Corpus Christi
Os recomendamos y os exhortamos en el Señor, y por medio de esta bula
apostólica os ordenamos, que celebréis devota y solemnemente esta fiesta tan
excelsa y gloriosa y os empeñéis en hacerla celebrar en todas vuestras iglesias.
C risto, nuestro Salvador, estan-
do para partir de este mun-
do para subir al Padre, poco
antes de su Pasión, en la Últi-
ma Cena, instituyó, en memoria de su
Muerte, el sumo y magnífico Sacra-
mento de su Cuerpo y su Sangre, dán-
donos el Cuerpo como alimento y la
Sangre como bebida.
Está verdaderamente
presente entre nosotros
Siempre que comemos este Pan y
bebemos de este Cáliz anunciamos
la Muerte del Señor, porque dijo a
los Apóstoles durante la institución
de este Sacramento: “Haced esto en
memoria mía” (1 Cor 11, 24), para que
este excelso y venerable Sacramento
fuese para nosotros el principal y más
insigne recuerdo del gran amor con
que Él nos amó. Recuerdo admirable
y estupendo, dulce y suave, caro y pre-
cioso, en el que se renuevan los prodi-
gios y las maravillas; en él se encuen-
tran todos los deleites y los más deli-
cados sabores, se gustan en él la mis-
ma dulzura del Señor y, sobre todo,
se obtiene fuerza para la vida y para
nuestra salvación.
Es un memorial dulcísimo, sacro-
santo y saludable en el cual reno-
vamos nuestra gratitud por nues-
tra Redención, nos alejamos del mal,
nos afianzamos en el bien y progresa-
mos en la adquisición de las virtudes
y de la gracia, nos confortamos por la
6      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
La voz de los Papas
presencia corporal de nuestro mismo
Salvador, pues en esta conmemora-
ción sacramental de Cristo está pre-
sente Él en medio de nosotros, con
una forma distinta, pero en su verda-
dera sustancia.
Pues antes de subir al Cielo dijo
a los Apóstoles y a sus sucesores:
“Mirad, yo estoy con vosotros todos
los días, hasta la consumación del
mundo” (Mt 28, 20), y los consoló con
la benigna promesa de que permane-
cería con ellos también con su presen-
cia corporal. [...]
No haya mejor y más noble
manjar para el alma
Se ha dado, pues, el Salvador como
alimento; quiso que, de la misma for-
ma que el hombre fue sepultado en la
ruina por el alimento prohibido, vol-
viera a vivir por un alimento bendito;
cayó el hombre por el fruto de un árbol
de muerte, resucita por un pan de vida.
De aquel árbol pendía un alimento
mortal, en éste halla un alimento de
vida; aquel fruto trajo el mal, éste, la
curación; un apetito malvado hizo el
mal, y un hambre diferente engendra
el beneficio; llegó la medicina adonde
había invadido la enfermedad; de don-
de partió la muerte vino la vida.
De aquel primer alimento se dijo:
“En el día en que comiereis de él
moriréis” (Gén 2, 17); del segundo se
ha escrito: “Quien comiere de este
pan vivirá eternamente” (Jn 6, 51).
Es un alimento que restaura y
nutre verdaderamente, sacia en sumo
grado no el cuerpo, sino el corazón;
no la carne, sino el espíritu; no las vís-
ceras, sino el alma. El hombre tenía
necesidad de un alimento espiritual,
y el Salvador misericordioso prove-
yó, con piadosa atención, al alimen-
to del alma con el manjar mejor y más
noble. [...] Este manjar se toma, pero
no se consume, se come, pero no se
modifica, pues no se transforma en
aquel que lo come, sino que si se reci-
be dignamente hace al que lo consu-
me semejante a él.
¡Excelso y venerable Sacramento,
amable y adorado, eres digno de ser
celebrado, exaltado con las más emo-
tivas alabanzas, por los cantos inspi-
rados, por las más íntimas fibras del
alma, por los más devotos obsequios,
eres digno de ser recibido por las
almas más puras! ¡Glorioso memo-
rial, deberías ser guardado entre los
más profundos latidos del corazón,
impreso indeleblemente en el alma,
encerrado en las intimidades del espí-
ritu, honrado con la más asidua y
devota piedad!
Dirijámonos siempre a tan gran
Sacramento para acordarnos en todo
instante de Aquel de quien debe-
ría haber sido el perfecto recuerdo,
y lo fue (lo sabemos). Pues recorda-
mos más aquella persona cuya casa y
regalos constantemente contempla-
mos.
El deber de honrar
tan admirable Sacramento
Aunque este Sacramento sagra-
do sea celebrado todos los días en el
solemne rito de la Misa, sin embar-
go, creemos útil y digno que se cele-
bre, al menos una vez en el año, una
fiesta más solemne, en especial para
confundir y refutar la hostilidad de
los herejes.
Pues en el Jueves Santo, día en
que Cristo lo instituyó, la Iglesia uni-
versal, ocupada en la Confesión de
los fieles, en la bendición del Cris-
ma, en el cumplimiento del manda-
to del lavatorio de los pies y en otras
muchas sagradas ceremonias, no
puede atender de lleno a la celebra-
ción de este gran Sacramento.
De la misma forma que la Igle-
sia atiende a los santos, que se vene-
ran en el curso del año, y aunque en
las letanías, en las Misas y en otras
funciones, se renueve su memo-
ria con gran frecuencia, sin embar-
go, recuerda su nacimiento en deter-
minados días, con más solemnidad y
con funciones especiales. Y como en
estas fiestas quizá los fieles omiten
alguno de sus deberes por negligen-
cia o por las ocupaciones mundanas, o
también por la fragilidad humana, la
Santa Madre Iglesia establece un día
determinado para la conmemoración
de todos los santos supliendo en esta
fiesta común lo que se ha descuidado
en las particulares.
Especialmente, pues, es preciso
cumplir este deber con el admirable
Sacramento del Cuerpo y Sangre de
Cristo, que es gloria y corona de todos
los santos, para que resplandezca en
una festividad y solemnidad especia-
les y para que lo que quizá se descui-
dó en las demás celebraciones de la
Misa, en lo que se refiere a solemni-
dad, se supla con devota diligencia.
Y para que los fieles, al acercar-
se esta festividad, entrando dentro
de sí mismos, pensando en el pasado
con atención, humildad de espíritu y
pureza de conciencia, suplan lo que
Reproducción
Santo Tomás de Aquino presenta
al Papa Urbano IV la liturgia del
Corpus Christi
Detalle de un cuadro de Taddeo di Bartolo
Museo de Arte de Filadelfia (EE. UU.)
hubieren cumplido defectuosamente
al asistir a Misa, quizá ocupados con
el pensamiento en negocios munda-
nos o más ordinariamente a causa de
la negligencia y debilidad humana.
Celebrad solemnemente esta
excelsa y gloriosa fiesta
Nos, pues, hemos creído oportuno
establecerla para que, de forma digna
y razonable, sea vitalizada y exaltada
la fe católica. Que cada año, pues, sea
celebrada una fiesta especial y solem-
ne de tan gran Sacramento, además
de la conmemoración cotidiana que
de él hace la Iglesia, y establecemos
un día fijo para ello, el primer jueves
después de la octava de Pentecostés.
También establecemos que en el
mismo día se reúnan a este fin en las
iglesias devotas muchedumbres de fie-
les, con generosidad de afecto, y todo
el clero, y el pueblo, gozosos entonen
cantos de alabanza, que los labios y los
corazones se llenen de santa alegría;
cante la fe, tremole la esperanza, exul-
te la caridad; palpite la devoción, exul-
Junio 2017 · Heraldos
te la pureza; que los corazones sean
sinceros; que todos se unan con áni-
mo diligente y pronta voluntad, ocu-
pándose en preparar y celebrar esta
fiesta.
Y quiera el Cielo que el fervor
inflame las almas de todos los fie-
les en el servicio de Cristo, que por
medio de esta fiesta y otras obras
de bien, aumentando cada vez más
sus méritos ante Dios, después de
esta vida, se dé Él mismo como
premio a todos, pues para ellos se
ofreció como alimento y como pre-
cio de rescate.
Por ello os recomendamos y os
exhortamos en el Señor, y por medio
de esta bula apostólica os ordena-
mos, en virtud de la santa obedien-
cia, con precepto riguroso, impo-
niéndolo como remisión de vues-
tros pecados, que celebréis devo-
ta y solemnemente esta fiesta tan
excelsa y gloriosa y os empeñéis con
toda atención en hacerla celebrar en
todas las iglesias de vuestras ciudades
y diócesis el citado jueves de cada año,
con las nuevas lecciones, respon-
sorios, versos, antífonas, salmos,
himnos y oraciones propias de la mis-
ma, que os incluimos en nuestra bula
juntamente con las partes propias de
la Misa.
Os ordenamos también que exhor-
téis a vuestros fieles con recomenda-
ciones saludables, directamente o por
medio de otros, en el domingo que
precede al mencionado jueves para
que con una verdadera y pura con-
fesión, con generosas limosnas, con
atentas y asiduas oraciones y otras
obras de devoción y de piedad, se pre-
paren de forma que puedan partici-
par, con la ayuda de Dios, en este pre-
cioso Sacramento y puedan dicho jue-
ves recibirlo con reverencia y obte-
ner así, con su auxilio, un aumento de
gracia. ²
Papa Urbano IV.
Fragmentos de la bula “Transiturus
de hoc mundo”, 11/8/1264 –
Original disponible en www.vatican.va
del Evangelio      7

Pentecostés - Iglesia de los Servitas, Innsbruck (Austria)
a  Evangelio  A
Al anochecer de aquel día, el primero de la
19 
semana, estaban los discípulos en una casa,
con las puertas cerradas por miedo a los ju-
díos. Y en esto entró Jesús, se puso en me-
dio y les dijo: “Paz a vosotros”. 20 Y, diciendo
esto, les enseñó las manos y el costado. Y los
discípulos se llenaron de alegría al ver al Se-
8      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
Francisco Lecaros
ñor. 21  Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como
el Padre me ha enviado, así también os en-
vío yo”. 22 Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les
dijo: “Recibid el Espíritu Santo; 23 a quienes
les perdonéis los pecados, les quedan perdo-
nados; a quienes se los retengáis, les quedan
retenidos” (Jn 20, 19-23).
 Comentario al Evangelio — Solemnidad de Pentecostés
Pentecostés,
esperanza para el
siglo XXI
El instantáneo y radical cambio que experimentaron
los Apóstoles el día de Pentecostés hace dos mil años,
lanza a raudales una luz sobre las oscuras perspectivas
de un siglo que le volvió la espalda a Dios.
Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP
I – Una efusión de fuego divino
en la Iglesia naciente
La Solemnidad de Pentecostés, en la que cele-
bramos el descenso del Espíritu Santo sobre
María y los Apóstoles, es una de las fiestas más
importantes del calendario litúrgico. Ese acon-
tecimiento le confirió madurez a la Iglesia, por-
que hasta entonces descansaba en los brazos de
la Santísima Virgen, como una niña. Y al igual
que había estado presente en el Calvario a los pies
de la cruz, como Madre del Señor, en el Cenácu-
lo María estaba como Madre del Cuerpo Místico
de Cristo. Al ser Madre de la Cabeza en el Calva-
rio y Madre del Cuerpo en el Cenáculo, deseaba
que esa Iglesia, recién nacida, creciera y se desa-
rrollara, a fin de que se volviera apta para ejercer
su misión evangelizadora.
Aquel día la Virgen pudo ver cómo esa madu-
ración se produjo en un instante: cuando el Espí-
ritu Santo bajó, en forma de lenguas de fuego, pri-
mero sobre Ella y, luego, de Ella hacia todos los
Apóstoles, discípulos y Santas Mujeres que se
encontraban allí en gran número. A partir de ahí
la Iglesia pasó a tener más efusión de santidad,
de dones y de gracia y fue instituida en la prác- El Cenáculo
tica, con respecto a su acción externa, potencia y
expansión. El Cenáculo es el inicio del asombro- es el inicio
so crecimiento de la Iglesia, una verdadera explo-
sión evangelizadora. del asombroso
Así comenta el Prof. Plinio Corrêa de Olivei-
ra ese acontecimiento: “A pesar de todo lo que
crecimiento
el Señor había hecho hasta entonces por la Igle- de la Iglesia,
sia, se podría decir de algún modo —no preten-
do hacer una comparación exacta— que la Igle- una verdade-
sia antes de Pentecostés era un muñeco de barro,
que recibió de Dios un soplo de vida en Pente-
ra explosión
costés, con el divino Espíritu Santo. Y entonces evangeli-
todo cambió, todo empezó a cobrar vida y todo
comenzó a prender fuego en el mundo, a conta- zadora
giar el mundo hasta llegar al apogeo de los días
de hoy, donde el Evangelio es predicado a todos
los pueblos”.1
Junio 2017 · Heraldos del Evangelio      9
 Francisco Lecaros
Jesús lava los pies de los Apóstoles - Museo
Diocesano, Palma de Mallorca (España)
Un cambio instantáneo y completo
Es evidente que los Apóstoles estaban en gra-
cia de Dios ya desde antes, como lo demuestra
el episodio ocurrido en el lavatorio de los pies
durante la Última Cena, cuando San Pedro opo-
ne resistencia y el divino Maestro le amonesta:
“ ‘Si no te lavo, no tienes parte conmigo’. Simón
Estamos ante Pedro le dice: ‘Señor, no sólo los pies, sino tam-
bién las manos y la cabeza’. Jesús le dice: ‘Uno
una infusión que se ha bañado no necesita lavarse más que los
pies, porque todo él está limpio. También voso-
de gracias, tros estáis limpios’ ” (Jn 13, 8-10). Sin embargo, la
totalmente presencia divina tiene grados; altísima condición
es el estado de gracia, pero mejor es tener al Espí-
“sui generis”, ritu Santo en el alma de una manera tan actuan-
te para que sea colmada de sabiduría y de discer-
que dio inicio nimiento.
Ése fue el desbordamiento de lo sobrenatu-
a una nueva ral que se verificó en Pentecostés, como lo pode-
etapa para mos comprobar por la diferencia experimentada
en los Apóstoles después de la venida del Espíri-
la Iglesia tu Santo: se volvieron otros; ciertamente, sus fiso-
nomías se transformaron, empezaron a expresar-
se con un lenguaje más elevado, sus gestos debie-
ron haber cambiado... ¿Por qué? Porque algo
había sido obrado en el fondo de sus almas y, ya
que el alma es la forma del cuerpo,2 es induda-
ble que dicha consecuencia se hiciera sentir. Tam-
bién alcanzaron ciencia y comprensión, como no
10      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
Pentecostés - Catedral de
Valencia (España)
poseían en el pasado, según se lo había anunciado
Jesús: “el Paráclito, el Espíritu Santo, que envia-
rá el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe
todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”
(Jn 14, 26). Recibieron, además, los dones de pro-
fecía, de hacer milagros y el don de lenguas, por el
cual hablando en su idioma ¡todos los que los escu-
chaban los entendían en el suyo propio!
El impulso imprescindible para
la expansión de la Iglesia
Estamos ante una infusión de gracias, total-
mente sui generis, que dio inicio a una nueva eta-
pa para la Iglesia, pues era indispensable que los
Apóstoles y discípulos, para que pudieran ejer-
cer la misión de predicar el Evangelio y admi-
nistrar los sacramentos, de forma que la faz de la
tierra fuera penetrada por la Buena Nueva, fue-
ran confirmados en la fe y estuvieran invadidos
por una plenitud, un ímpetu de amor. ¡Habían
sido inflamados, como bien lo simbolizan las len-
guas de fuego! La lengua es signo de comunica-
ción e interlocución, pero en este caso eran len-
guas de fuego porque venían encendidas y lle-
nas de luz, es decir, prenunciando que sus pala-
bras conmoverían. Hasta tal punto que, al salir de
allí, San Pedro hizo un elocuente sermón en vir-
tud del cual se convirtieron y fueron bautizadas
tres mil personas (cf. Hch 2, 41).

Sergio Hollmann
Predicación de San Pedro, por Pere Mates
Museo de Arte de Gerona (España)
He aquí una rápida síntesis de todo lo que el
Espíritu Santo trajo a la Iglesia naciente en aque-
lla insuperable ocasión. No obstante, al celebrar
este acontecimiento podemos caer en el error de
considerarlo un episodio remoto, meramente his-
tórico, sin ninguna relación con nosotros. ¿Pero
Pentecostés no sigue derramando, también en
nuestros días, su abundante fulgor? Habiendo ya
comentado en otras ocasiones la liturgia de esta
solemnidad, abordaremos aquí el tema con un
enfoque útil para la actualidad.
II – Pentecostés en el siglo XXI
Como criaturas humanas que somos, habitua-
dos a las cosas sensibles, o sea, a lo que vemos,
oímos o palpamos, vivimos mucho más volcados
para la materia que propiamente para el espíri-
tu. Por eso tendemos a creer solamente en aque-
llo que es concreto, como el apóstol Santo Tomás
que al recibir la noticia de la Resurrección del
Señor dijo: “Si no veo en sus manos la señal de los
clavos, si no meto el dedo en el agujero de los cla-
vos y no meto la mano en su costado, no lo creo”
(Jn 20, 25). Así somos nosotros: queremos com-
probar para creer. Olvidamos, sin embargo, que
una vez demostrado un hecho, la razón concluye
ante las evidencias y se hace innecesario el creer;
por el contrario, la fe es justamente una virtud
Francisco Lecaros
que nos lleva a creer en aquello que sobrepasa
nuestra comprobación, según leemos en las Escri-
turas: “La fe es [...] garantía de lo que no se ve”
(Heb 11, 1).
Dios es todopoderoso Al celebrar este
En este sentido, nos cuesta convencernos de
un punto, que es el de la omnipotencia de Dios,
acontecimiento
aunque lo proclamemos siempre al principio del podemos caer
Credo: “Creo en Dios Padre todopoderoso”. Has-
ta los Apóstoles se enfrentaron con esta dificul- en el error de
tad, como se infiere de aquel pasaje del Evan-
gelio en el cual, habiendo el joven rico preferido
considerarlo
conservar sus bienes y no seguir al Maestro, Él un episodio
les dijo: “Es más fácil que un camello entre por
el ojo de una aguja que entre un rico en el Rei- remoto,
no de Dios” (Lc 18, 25). Sorprendidos, los discí-
pulos le preguntaron: “ ‘Entonces, ¿quién se pue-
meramente
de salvar?’. Y Él dijo: ‘Lo que es imposible para histórico,
los hombres es posible para Dios’ ” (Lc 18, 26-27).
Debemos, por lo tanto, colocarnos ante esta sin ninguna
perspectiva: ¡Dios es todopoderoso! ¡Hizo de la
nada el universo, una multitud de criaturas! Si, por relación con
ejemplo, tenemos la oportunidad de observar a las
hormigas que se preparan para el invierno, llevan-
nosotros
do hojas y alimento para el hormiguero, lo toma-
mos con toda naturalidad y no reflexionamos que
es el Creador quien las sustenta, así como a todos
los demás seres: piedras, árboles, insectos... ¡todo!
Junio 2017 · Heraldos del Evangelio      11
 Nosotros mismos existimos, estamos llenos de
vitalidad y somos capaces de leer este texto, por-
que Dios nos mantiene a cada uno.
Con su poder absoluto modeló un muñeco
Debemos, de barro que artista alguno podría imitar; lue-
go, insufló en su nariz y la figura adquirió vida
por lo tanto, (cf. Gén 2, 7), gozando de inteligencia, voluntad y
sensibilidad, en un cuerpo perfecto. Más aún, ade-
colocarnos más de estar dotado de un alma espiritual, el hom-
bre poseía el estado de gracia con todos los dones
ante esta sobrenaturales, enriquecidos con los preternatu-
perspectiva: rales, como el don de integridad, que le impedía
apetecer el mal, “a menos que se rompiera pre-
¡Dios es viamente la armonía resultante de la sujeción de
su razón superior a Dios”;3 el don de la inmorta-
todopoderoso! lidad, por el cual no moriría, sino que pasaría de
¡Hizo de esta vida a la otra, el Cielo, sin la dolorosa separa-
ción del alma y del cuerpo; el don de ciencia infusa
la nada el que, en calidad de rey de la Creación, le confería
el conocimiento de todas las cosas y de las razo-
universo! nes por las cuales Dios las hizo. Cuando los ani-
males hicieron fila delante de Adán para que les
diese un nombre (cf. Gén 2, 19-20), él los designó
con el título correspondiente a aquello que com-
prendía la esencia de cada uno: león, tigre, aves-
truz, hormiga... ¡El primer hombre recibió todas
estas maravillas a través de un soplo divino! ¿Por
qué? ¡Porque Dios es todopoderoso!
Un plan manchado por el pecado
No obstante, el plan concebido por Dios, al dar
existencia al hombre, fue deshecho por el peca-
do. En consecuencia, Adán perdió el don de inte-
gridad, la inmortalidad, la ciencia infusa y... sobre
todo, ¡la gracia! A partir de él toda su descen-
dencia nació con la mancha de la culpa original
y se fue multiplicando una generación, con algu-
nas excepciones, terriblemente malvada. Sobrevi-
no el Diluvio, la Torre de Babel y una multitud de
horrores se acumuló a lo largo de milenios de His-
toria, donde la decadencia se hacía sentir a cada
paso. Por fin, en la plenitud de los tiempos, la
humanidad fue redimida por la sangre preciosísi-
ma de Nuestro Señor Jesucristo, pero, a pesar de
esta restauración, las generaciones que vinieron
después de la venida del Mesías, en su mayoría,
volvieron la espalda a los méritos infinitos de la
Pasión y se hundieron nuevamente en el vicio: “el
mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos
no lo recibieron” (Jn 1, 10-11). La propia natura-

Colección

Lo inédito sobre los Evangelios

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12      Heraldos del Evangelio · Junio 2017

leza humana se va deteriorando: mientras que en
el Antiguo Testamento las personas poseían una
gran resistencia física que les permitía vivir cien-
tos de años —como les sucedió a nuestros padres
Adán y Eva, o a Matusalén (cf. Gén 5, 5-27)—,
actualmente la esperanza de vida del hombre ron-
da los 75 años.
Además, la fuerza de voluntad y la constitu-
ción psíquica sufrieron una significativa degra-
dación. En la sociedad antigua, mucho más orgá-
nica que la de hoy, el equilibrio nervioso y men-
tal era conservado con más firmeza; en nuestros
tiempos, a causa de la vida agitada, esa estabili-
dad ha disminuido. En síntesis, la virtud va des-
apareciendo de la faz de la tierra, lo bello se está
despidiendo del género humano. Así, nos encon-
tramos en una situación dramática, tal vez peor

Gustavo Kralj
que cuando el Verbo se encarnó para predicar el
Evangelio y morir en la cruz.

La actualidad mística de la liturgia

Ahora bien, ¿qué relación tienen estas reflexio-
nes con la Solemnidad de Pentecostés? La consi-
deración de las fiestas litúrgicas no debe ser enfo-
cada como un mero ejercicio de memoria seme-
jante al de alguien que en el aniversario del falle-
cimiento de algún pariente o amigo, coge una
fotografía de éste, la mira, recuerda lo bueno
que era y después continúa con sus tareas habi-
tuales sin darle más importancia al hecho. Es ver-
dad que en la liturgia cabe, en parte, también el
recuerdo, pero hay una actualidad mística que se
verifica en el momento de la Santa Misa, que trae
una participación real, auténtica y directa en las
gracias distribuidas en ese día —hoy, en concre-
to, la efusión del Espíritu Santo—, porque nos
congrega alrededor de Cristo vivo y no constitu-
ye únicamente una reminiscencia del período en
el que Él estaba en la tierra.
Esa es la doctrina de la Iglesia, conforme
enseña el Papa Pío XI en la encíclica Quas pri-
mas: “para instruir al pueblo en las cosas de la fe
y atraerle por medio de ellas a los íntimos goces
del espíritu, mucho más eficacia tienen las fies-
tas anuales de los sagrados misterios que cuales-
quiera enseñanzas, por autorizadas que sean, del
eclesiástico magisterio”.4 Y el Papa Pío XII, en la
encíclica Mediator Dei sobre la sagrada liturgia,
afirma: “El año litúrgico, alimentado y seguido
por la piedad de la Iglesia, no es una representa-
ción fría e inerte de cosas que pertenecen a tiem-
pos pasados, ni un simple y desnudo recuerdo de
Vitral del Altar de la Cátedra - Basílica de San Pedro
una edad pretérita; sino más bien es Cristo mismo
que persevera en su Iglesia y que prosigue aquel
camino de inmensa misericordia que inició en
esta vida mortal cuando pasaba haciendo el bien
(cf. Hch 10, 38), con el bondadosísimo fin de que
las almas de los hombres se pongan en contacto
con sus misterios y por ellos en cierto modo vivan.
Estos misterios que están presentes obran cons- ¿Qué habría
tantemente no de aquel modo incierto y oscuro
que suponen algunos escritores modernos, sino sucedido con
tal como nos lo enseña la doctrina católica; ya que
según el parecer de los doctores de la Iglesia, son la Esposa
eximios ejemplos de cristiana perfección y fuente
de la divina gracia por los méritos y oraciones de
de Cristo si
Jesucristo, y perduran en nosotros por sus efectos, no hubiese
siendo cada uno de ellos, según su propia índole,
causa de nuestra salvación”.5 descendido
La Iglesia pide para “hoy” las gracias el Paráclito
concedidas en el Cenáculo
sobre los
No nos es posible penetrar integralmente en
todo el significado y sustancia del acontecimien- Apóstoles?
to de Pentecostés, pues está lleno de misterio. En
verdad, ¿qué habría sucedido con la Esposa de
Cristo si no hubiese descendido el Paráclito sobre
los Apóstoles? No nos olvidemos que —digámos-
lo con todo respeto— durante la Pasión del Señor
ellos fueron cobardes, lo abandonaron, desapa-
recieron, huyeron (cf. Mt 26, 56; Mc 14, 50). Des-

Junio 2017 · Heraldos del Evangelio      13

 pués de la Muerte y Resurrección de Jesús se cias concedidas en aquella ocasión a los Apósto-
reunieron de nuevo, deseosos de ver la implan- les y discípulos y, a fortiori, a María Santísima.
tación del reino de Israel sobre todos los pueblos
(cf. Hch 1, 6), ¡y no del Reino de los Cielos que el
Un diluvio de fuego inundará la tierra
divino Maestro había predicado! Así es la natu- Así, la conmemoración de la venida del Espíri-
raleza humana... incapaz por sí misma de actos tu Santo nos ofrece la solución para todos los pro-
sobrenaturales. Quizá la Providencia permitió blemas del mundo contemporáneo. Muy a propó-
que fuesen tan pusilánimes para mostrar la distan- sito escribe San Luis María Grignion de Mont-
cia que existe entre nuestra condición —de la que fort, en su Oración Abrasada: “El Reino especial
tanto nos enorgullecemos a menudo— y la fuer- de Dios Padre duró hasta el Diluvio y terminó por
za del Espíritu Santo. En efecto, muchas veces juz- un diluvio de agua; el Reino de Jesucristo termi-
gamos que los santos eran personas de una volun- nó por un diluvio de sangre; pero vuestro Reino,
tad extraordinaria, gracias a la cual vencían los Espíritu del Padre y del Hijo, continúa hasta el
obstáculos hasta conquistar la corona de la justi- presente y será terminado por un diluvio de fue-
cia. Pues bien, ningún hombre, por más hábil que go, de amor y de justicia”.7 El fuego quema, calien-
Tenemos sea, alcanza la perfección por su esfuerzo perso- ta e ilumina; y, más adelante, San Luis Grignion8
el don nal; sólo practicará las virtudes establemente si es añade que también renueva.
asistido por el Espíritu Santo. Él es quien santifi- No es posible que el plan original de Dios para
incomparable ca a toda la Iglesia, como ocurrió aquella mañana la humanidad no vaya a ser realizado por Él de
cuando el viento invadió la casa donde estaban y algún modo. El hombre pecó y, como ya hemos
de pertenecer las lenguas de fuego se posaron sobre la cabeza de dicho, a causa de su maldad su naturaleza se ha
al Cuerpo los Doce y de sus compañeros, como narra la pri- ido deteriorando. Pero prestemos de nuevo aten-
mera lectura (Hch 2, 1-11) de esta solemnidad: ¡de ción a la omnipotencia divina, mientras en nues-
Místico de miedosos que eran, se volvieron héroes! tros oídos resuenan las palabras de Jesús a los
Al rezar la Oración colecta nos encontramos Apóstoles: “Lo que es imposible para los hom-
Cristo y de con una petición que goza de prodigiosa eficacia, bres es posible para Dios”. El Señor ha permiti-
recibir al bastante mayor que todas nuestras oraciones pri- do tal decadencia porque tenía como objetivo el
vadas, ya que es una súplica oficial de la Iglesia y, dejar patente, por un lado, el fracaso humano y,
Espíritu por tanto, tiene audiencia absoluta ante el Altísi- por otro, la plenitud de su poder. ¿Cómo clarifi-
mo: “Oh Dios, que por el misterio de Pentecos- car la autenticidad de estos dos polos? Para el pri-
Santo por los tés santificas a tu Iglesia, extendida por todas las mero es evidente, ya que se ha visto lo terrible-
naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre mente débiles que somos. No obstante, ha llegado
sacramentos todos los confines de la tierra y no dejes de reali- el momento de presenciar un advenimiento del
del Bautismo zar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mis- Espíritu Santo; pues si fue necesario que hubie-
mas maravillas que obraste
y de la en los comienzos de la pre-
dicación evangélica”.6
Confirmación Nosotros los católicos
tenemos el don incompara-
ble de pertenecer al Cuer-
po Místico de Cristo y tam-
bién de recibir al Espíritu
Santo por los sacramentos
del Bautismo y, sobre todo,
de la Confirmación, aun-
que no tan espectacular-
Sérgio Miyazaki

mente como lo ocurrido en

el Cenáculo. Pero la Igle-
sia implora que “hoy” sean
derramadas copiosamente
en los corazones de los fie- Mons. Sergio Aparecido Colombo administra el sacramento de la
les por toda la tierra las gra- Confirmación en la basílica de Nuestra Señora del Rosario, el 26/11/2016

14      Heraldos del Evangelio · Junio 2017

se su efusión en la Iglesia primitiva para hacer-
la pasar de la infancia al estado adulto, en nues-
tros días es indispensable que Él venga para con-
ferir a esta misma Iglesia el esplendor que Nues-
tro Señor Jesucristo deseó al fundarla y dar a la
faz de la tierra un nuevo brillo.

Pentecostés y nuestros días

San Luis Grignion de Montfort es también
quien pronostica una era histórica en la cual las
almas querrán practicar la virtud de una mane-
ra extraordinaria. ¿De dónde vendrá esa fuerza?
“Envía tu Espíritu y renovarás la faz de la tierra”,
es lo que pedimos hace dos mil años y lo que can-
tamos en el salmo responsorial (cf. Sal 103, 30).
Sí, todo puede ser renovado, ¡nosotros podemos
ser completamente transformados como lo fueron
los discípulos! Entonces participaremos, de forma
singular, en el descenso del Espíritu Santo sobre
María Santísima y los Apóstoles, que hoy celebra- La
mos. Debemos afirmarnos en la fe de que para
Dios nada es imposible y que está reservando sus
humanidad
gracias más especiales para esta fase de la Historia tiene una
llamada por tantos santos de “últimos tiempos”.9
“He dicho que eso sucederá especialmente necesidad
Timothy Ring

al fin del mundo, y bien pronto, porque el Altísi-

mo con su Santísima Madre deben suscitar gran-
des santos que excederán tanto más en santidad a
la mayor parte de los demás santos, cuanto sobre-
salen los cedros del Líbano entre los arbustos.
[...] Pequeños y pobres serán los hijos de la Vir-
gen según el mundo [...]; pero, en cambio, serán
ricos en gracia de Dios, que María les distribui-
rá abundantemente; grandes y eminentes en san-
tidad delante de Dios, superiores a toda criatura
por su celo audaz, y tan perfectamente asistidos
del divino socorro, que con la humildad de su pie
y en unión con María, aplastarán la cabeza de la
serpiente infernal y harán que Jesucristo triunfe”.10
La humanidad tiene una necesidad vital de
esa efusión del divino Espíritu Santo. Y ésa es
vital de
esa efusión
Imagen Peregrina del Inmaculado Corazón de María del divino
la razón por la que nos reunimos ardorosamen- Espíritu
te alrededor del altar, para pedir a la Madre de
las madres, Aquella a cuyo amor todos nosotros
Santo
fuimos entregados por el Hijo desde lo alto de la
cruz (cf. Jn 19, 26-27), que, como Madre del Cuer-
po Místico, obtenga de su divino Esposo gracias
de un mayor fervor, de un mayor consuelo, de una
mayor piedad, de una mayor fuerza para enfrentar
todos los males, y que venga sin tardar el Paráclito
para que la faz de la tierra sea renovada. ²

1
CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio.
Conferencia. São Paulo, 6/6/1978.
2
Cf. SANTO TOMÁS DE AQUI-
NO. Suma Teológica. I, q. 76, a. 1.
3
ROYO MARÍN, OP, Antonio. Dios
y su obra. Madrid: BAC, 1963,
p. 466.
4
PÍO XI. Quas primas, n.º 20.
5
PÍO XII. Mediator Dei, n.º 205.
6
DOMINGO DE PENTECOSTÉS. sée, n.º 16. In: Œuvres Complètes.
Oración Colecta. In: MISAL RO- Paris: Du Seuil, 1966, p. 681.
MANO. Texto unificado en len-
8
Cf. Ídem, n.º 17, pp. 681-682.
gua española. Edición típica apro-
bada por la Conferencia Episco-
9
Cf. SAN LUIS MARÍA
pal Española y confirmada por la GRIGNION DE MONTFORT.
Congregación para el Culto Divi- Traité de la vraie dévotion à
no. 17.ª ed. San Adrián del Besós la Sainte Vierge, nos. 55-59. In:
(Barcelona): Coeditores Litúrgi- Œuvres Complètes, op. cit.,
cos, 2001, p. 360. pp. 520-522.
7
SAN LUIS MARÍA GRIGNION
10
Ídem, n.º 47; 54, pp. 512-513; 519.
DE MONTFORT. Prière Embra-

Junio 2017 · Heraldos del Evangelio      15

 El Beato Juan Dominici y el Concilio de Constanza

Un hombre providencial
en la solución
del Gran Cisma

En medio de la confusión generalizada, el Beato Juan Dominici fue el

hombre enviado por el Cielo para resolver una situación calamitosa
para la Iglesia, cuyos complejos aspectos jurídicos sólo eran la punta
de un iceberg.

P. Eduardo Miguel Caballero Baza, EP

E
l frío clima que afecta-
ba a Roma en el mes de
noviembre de 1406 no era
más que una mera imagen
de la terrible tormenta que caía sobre
la Santa Iglesia. Se prolongaba ya
durante casi tres décadas la más dolo-
rosa escisión hasta entonces conocida
por la Esposa de Cristo, pues alcan-
zaba a su Vicario en la tierra. Nun-
ca se había verificado en su historia
semejante escándalo: trece de los car-
denales que en abril de 1378 habían
elegido al Papa Urbano VI se retrac-
taron pocos meses después y convo-
caron un nuevo cónclave en el cual
fue elegido el antipapa Clemente VII.
Así empezó el Gran Cisma de Occi-
dente (1378-1417).
Lo que al principio parecía tan sólo
un malentendido relativamente fácil
de ser resuelto con un poco de buena
voluntad de ambas partes, se convir-
tió en una maraña de intereses huma-
nos, en la cual quedaba cada vez más
claro que ahí no estaban presentes las
bendiciones del Cielo. La tempestad
aumentaba y hacía que temblaran los
cimientos de la Santa Sede.
Conversación con el Papa
junto a la chimenea
A finales de 1406, el anciano Ánge-
lo Correr, recién elegido Papa Grego-
rio XII, conversaba junto a la chime-
nea del Palacio Apostólico del Vatica-
no con un hombre de su entera con-
fianza, el sacerdote Juan Dominici,
miembro de la Orden de Predicado-
res, respecto a las incertidumbres que
se cernía sobre su pontificado.
—P. Dominici, he observado du-
rante el transcurso del cónclave sus
finos dotes diplomáticos. Como us-
ted bien sabe, hice, como los demás
cardenales, el juramento de empe-
ñarme en poner fin al cisma y de
iniciar para ello, en el plazo de tres
meses, los trámites necesarios para
conseguir un encuentro personal
con el antipapa de Aviñón. Esto es
imposible hacerlo sin el auxilio de
un hábil diplomático. Por mi parte,
estoy dispuesto a renunciar al Papa-
do, si fuera necesario, para acabar
con el cisma. Pero le pido que per-
manezca en Roma, porque me hará
falta su ayuda.
—Santo Padre, aquí estoy para ser-
viros. El cisma se ha convertido, de
hecho, en una interminable pesadi-
lla para toda la cristiandad. No obs-
tante, ya que me honráis con vues-
tra confianza, permitidme que haga
una ponderación. Vuestra disposición
de renunciar, si fuera necesario, para
el bien de la Iglesia es, sin duda, muy
importante; pero mucho más impor-
tante aún es que esa eventual renuncia

16      Heraldos del Evangelio · Junio 2017

sea presentada en el momento opor-
tuno, ni antes ni después.
Mientras el Papa estaba pensando
en lo que le acaba de decir ese domi-
nico que la Providencia le había dado
como apoyo en tan difícil circunstan-
cia, le vino al espíritu las palabras del
Evangelio: “Surgió un hombre envia-
do por Dios, que se llamaba Juan”
(Jn 1, 6).
La única solución para el cisma
¿Cómo salir de una situación que
ya duraba tres décadas y que, contra
las previsiones y los deseos de todos,
aún se prolongaría unos años más?
Tras un minucioso estudio de la com-
pleja cuestión, los doctores de la Uni-
versidad de París llegaron a la conclu-
sión de que para ello sólo existían tres
soluciones posibles.
La primera por la via cessionis, que
consistía en que cada uno de los pon-
tífices renunciara voluntariamente a
sus derechos.
La segunda, la via iustitiæ o via con-
ventionis: tratar de averiguar median-
te la vía jurídica, en un coloquio entre
los pontífices interesados, acompa-
ñados por sus respectivos cardenales,
cuál de ellos sería el Papa legítimo.
Y la tercera, la via concilii, es decir,
atribuirle a un concilio universal el
poder de deponer a los pontífices en
Sobre estas líneas, Gregorio XII, por Joos van Wassenhove - Palacio Barberini, Roma; y estatua del antipapa Benedicto XIII,
Peñíscola (España). En la página anterior, el Beato Juan Dominici, por Fra Angélico, detalle de La Crucifixión y los santos -
Museo de San Marcos, Florencia (Italia)
cuestión, incluso el legítimo. Recurrir
a esta vía suponía, no obstante, acep-
tar la supremacía del concilio sobre el
Romano Pontífice.
Los partidarios del Papa legítimo,
Gregorio XII, siempre habían insisti-
do en que la via cessionis era la úni-
ca salida para la crisis. Pero el tiempo
pasaba, crecía el desconcierto y nadie
encontraba una solución por esa vía,
lo que favorecía que los partidarios de
la via concilii siguieran ganando terre-
no en una opinión pública cansada ya
de tan larga confusión.
Tres “papas” en vez de dos
El desgaste provocado por la
compleja situación se veía agrava-
do por la indecisión de Gregorio XII
a la hora de promover el esperado
encuentro con el antipapa Benedic-
to XIII. La impaciencia de los car-
denales de Roma y de los de Aviñón
iba en aumento ante tales negociacio-
nes interminables. Y cuando, final-
mente, se logró fijar una fecha y lugar
para el encuentro, Gregorio XII cam-
bia de opinión en el último momen-
to, cediendo a la presión de algunos
parientes y consejeros.
Casi simultáneamente, resolvió
crear cuatro nuevos cardenales —uno
de ellos el P. Juan Dominici—, por-
que desconfiaba de algunos miem-
El desgaste
provocado por la
compleja situación
se veía agravado
por la indecisión
de Gregorio XII
en el encuentro
con el antipapa
Junio 2017 · Heraldos
bros del Sacro Colegio que daban
ostensivas muestras de inconformi-
dad con sus decisiones. El hecho de
que dos de los nuevos purpurados
fueran sobrinos del Papa hizo que
creciera todavía más el desconcierto.
Fue entonces cuando siete car-
denales decepcionados con las acti-
tudes de Gregorio XII se unieron a
otros siete leales al antipapa Benedic-
to XIII, con el que estaban igualmen-
te decepcionados, y decidieron poner
fin al cisma por la vía de los hechos:
en marzo de 1409 se reunieron en
Pisa y convocaron un concilio que
excomulgó y depuso —de modo invá-
lido, obviamente— a Gregorio XII y
a Benedicto XIII. Con la pretensión
de haber extinguido así el cisma, con-
vocaron un cónclave en el cual eligie-
ron a un antipapa más: Alejandro V.
En lugar de dos, ¡ahora los “papas”
eran tres! Esto causaba una enorme
aflicción en todos los que, como
Juan Dominici, se daban cuenta
de que estaba en juego, no sólo la paz
y la unidad de la Iglesia, sino también,
y sobre todo, la integridad de la auto-
ridad del Papado.
Si se estableciera el principio de
que un concilio universal tenía poder
para deponer al legítimo Sumo Pon-
tífice, quedaría instaurada una tesis
contraria a la Tradición y a la verdade-
del Evangelio      17
 ra doctrina católica. Y se habría sem-
brado la cizaña para producir cismas
en el futuro. Negado el primado de
Pedro, la Iglesia dejaría de ser Iglesia.
El antipapa Juan XXIII y el
emperador Segismundo
En la noche del 24 de diciembre
de 1414 llegaba a la ciudad de Cons-
tanza, Alemania, el majestuoso cor-
tejo de Segismundo de Luxemburgo,
cabeza del Sacro Imperio Romano
Germánico. En la catedral lo espera-
ba el Sumo Pontífice para la solemne
Misa de Navidad.
Siguiendo la tradición, el empera-
dor, revestido de la dalmática diaco-
nal de brocado rubro y con la corona
en la cabeza, cantó el Evangelio de la
solemnidad: “Sucedió en aquellos días
que salió un decreto del emperador
Augusto...” (Lc 2, 1). Este pasaje de
las Escrituras rememoraba en todos
el reciente decreto pontificio que con-
vocaba el concilio en Constanza a ins-
tancias del emperador. En el auge de
las gracias navideñas, esa asociación
de ideas hacía presentir que, por fin,
las bendiciones del Cielo empezaban
a derramarse sobre los hombres para
acabar con el Gran Cisma.
El “pontífice” mencionado más
arriba en realidad era Baltasar Cos-
sa, el antipapa Juan XXIII, sucesor
de Alejandro V en la Sede cismáti-
Jean-Marc Rosier (CC by-sa/3.0)
18      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
ca de Pisa. Segismundo, que goza-
ba de gran prestigio en toda la cris-
tiandad, había recibido secretamente
instrucciones del Papa Gregorio XII
para que solicitara a dicho antipapa
la convocación del concilio, pues, por
más sorprendente que pueda pare-
cer, el que tenía mayor poder de con-
vocatoria en aquella coyuntura era
Juan XXIII. De hecho, en parte debi-
do a sus volubilidades, el Papa Grego-
rio XII había caído en completo des-
crédito ante los príncipes y el pueblo
cristiano en general.
Un pergamino secreto
Cuando el concilio convocado por
el antipapa Juan XXIII fue inaugura-
do, el 4 de septiembre de 1414, el car-
denal Dominici ya era confesor y con-
sejero de Gregorio XII. Había dado
también abundantes pruebas de fide-
lidad y tino diplomático, por lo que el
Romano Pontífice decidió enviarlo a
Constanza como legado pontificio.
A estas alturas casi nadie dudaba
de que la abdicación voluntaria del
Papa legítimo fuera una condición
indispensable para la extinción del
Gran Cisma. Solamente quedaba una
cuestión: ¿cuándo y de qué manera
hacerlo?
El cardenal Dominici se preparó
para viajar, pero antes le pidió a Gre-
gorio XII que firmara y sellara con
Johann H. Addicks (CC by-sa/3.0)
el anillo del Pescador un pergamino
preparado por él mismo, cuya exis-
tencia debía permanecer en secreto
hasta el momento de presentarlo a la
gran asamblea.
Doble preocupación del
legado pontificio
Al llegar a Constanza, el 4 de ene-
ro de 1415, el cardenal Juan Dominici
tenía una doble preocupación.
La primera era la de no tomar
ninguna actitud que pudiera ser
interpretada en el sentido de que el
Papa Gregorio XII estaba legitiman-
do a alguno de los antipapas o al pro-
pio concilio, el cual no había sido
convocado por el Pontífice Romano
y, por lo tanto, no podía ser conside-
rado universal.
La segunda, se hacía necesario
afirmar con toda claridad la supe-
rioridad absoluta del Papa legítimo
sobre cualquier concilio, en cualquier
circunstancia. Ahora bien, el ambien-
te en Constanza estaba fuertemente
viciado por la presencia de los conci-
liaristas, los cuales ansiaban tomar las
conclusiones de aquella magna asam-
blea como confirmación oficial de sus
espurias tesis.
Con vistas a sacar a Gregorio XII
de la situación de descrédito en la
que había caído, el cardenal Domini-
ci empezó comunicando que el Papa
 estaba dispuesto a abdicar, siempre
que también lo hicieran el antipa-
pa de Aviñón, Benedicto XIII, y el
de Pisa, Juan XXIII. Y agregó que
el documento de abdicación llegaría
de Roma en tiempo oportuno, con
la condición de que no fuera dado a
conocer en una sesión presidida por
el antipapa de Pisa.
Días después, Juan XXIII hizo
que se leyera en el plenario su pro-
pia declaración de abdicación, que,
sin embargo, sólo se haría efecti-
va cuando Gregorio XII y Benedicto
XIII hicieran lo mismo. En realidad,
la actitud del antipapa de Pisa era
un golpe de efecto y alcanzó el obje-
tivo anhelado: Segismundo se levan-
tó enseguida del trono y, de rodillas,
besó el pie del pontífice. A continua-
ción, un patriarca le presentó pompo-
samente los agradecimientos de todo
el concilio.
El episodio dejó en difícil situa-
ción al cardenal Dominici. En esas
circunstancias, ordenar que trajeran
de Roma el documento de abdicación
de Gregorio XII podría ser interpre-
tado como una legitimación del con-
cilio y del antipapa. Por otra parte,
atrasar sin justo motivo la llegada de
ese documento significaba darle la
razón a los detractores del Papa legíti-
mo. ¿Cómo salir del dilema? La Divi-
na Providencia vino en su ayuda.
Gustavo Kralj
El concilio depone a
los dos antipapas
El 20 de marzo de 1415 Juan
XXIII decidió huir de Constanza,
dado que la magna asamblea, a esas
alturas dominada por los conciliaris-
tas, tomaba una dirección contraria a
sus pretensiones.
En la quinta sesión solemne, rea-
lizada el 6 abril, fue promulgado el
decreto Hæc sancta, que contenía cin-
co artículos con las más radicales for-
mulaciones del conciliarismo. Era un
ataque violento y directo a la autori-
dad del Papa, aunque jurídicamen-
te no tenía ninguna validez: además
de sustentar una doctrina errónea,
había sido promulgado de forma ile-
gítima. Es importante dejar bien cla-
ro este punto porque, en el futuro,
muchos autores mal informados o
mal intencionados intentarán presen-
tarlo como parte del auténtico magis-
terio de la Iglesia.
En las sesiones siguientes el interés
se concentró fundamentalmente en el
episodio de la huida de Juan XXIII y
en las negociaciones para su deposi-
ción, llevada a efecto el 29 de mayo.
Por otro lado, la manifiesta obsti-
nación del antipapa Benedicto XIII
acabó por desprestigiarlo a los ojos
de la cristiandad, haciendo que deja-
se de ser obstáculo para la extinción
del cisma. De cualquier manera, tam-
El palacio de los Papas, de Aviñón,
la catedral de Pisa y la plaza de
San Pedro
Junio 2017 · Heraldos
bién fue objeto de un proceso canóni-
co por parte del concilio, que resultó
en su solemne deposición.
Una intervención fuera
del orden del día
El 15 de junio llegó a Constanza
el príncipe Carlos Malatesta, en cali-
dad de ministro plenipotenciario del
Romano Pontífice. Venía con instruc-
ciones de Gregorio XII para poner-
se a las órdenes del cardenal Domini-
ci y llevaba la esperada declaración de
abdicación, cuya lectura oficial quedó
fijada para la primera sesión solem-
ne que se realizara. Los conciliaristas
antegozaban ya los dulces sabores de
la victoria.
Dos semanas después, el 4 de
julio, comenzó la XIV Sesión Solem-
ne, bajo la presidencia del cardenal
de Cambray. El Beato Juan Domini-
ci había solicitado hacer una interven-
ción no prevista en el orden del día y
fue autorizado. Así, antes de que el
príncipe Carlos Malatesta, meticulo-
samente orientado por él, hiciera lec-
tura de la fórmula de abdicación, el
cardenal Dominici se levantó tenien-
do en la mano un pergamino enrolla-
do. Era el mismo que había sido fir-
mado y sellado por Gregorio XII
antes de viajar a Constanza.
Se trataba, nada más y nada
menos, que de un decreto de convo-
Con la pretensión de
haber extinguido el
cisma, convocaron
un cónclave en el
cual eligieron a
otro antipapa más
del Evangelio      19

Reproducción
catoria del Concilio de Constanza.
El cardenal de Cambray compren-
dió inmediatamente el alcance de las
palabras que estaban siendo leídas
por el cardenal Dominici. También
lo entendieron los conciliaristas más
radicales, que enseguida empezaron
a provocar un tumulto en el recinto
sagrado, exigiendo que la sesión fue-
ra anulada, al no estar prevista en el
orden del día dicha intervención.
Finalizadas las palabras del car-
denal Dominici, Carlos Malatesta se
levantó sin perder un segundo y, sin
dejarse impresionar por el alboro-
to, hizo la lectura oficial de la fórmu-
la de renuncia del Papa Gregorio XII.
Hecho esto, si la sesión era anula-
da, como deseaban los conciliaristas,
debería ser considerada nula también
la renuncia del Papa de Roma.
La maniobra diplomática del car-
denal Dominici había sido precisa y
eficaz. El Papa legítimo había renun-
ciado oficialmente ante un concilio
que acababa de ser declarado legí-
timo por su autoridad pontificia. El
Gran Cisma había sido sustancial-
mente superado. Y también esta-
ba salvada por la vía de los hechos la
doctrina de la superioridad del Papa
sobre el concilio; no sólo la de Grego-
rio XII sobre el Concilio de Constan-
za, sino la de cualquier Papa legítimo
sobre cualquier concilio universal.
20      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
Sesión del Concilio de Constanza
presidida por el antipapa Juan XXIII -
Rosgartenmuseum, Constanza (Alemania)
Conciliarismo y galicanismo
Lo que ocurrió el 4 de julio de 1415
en la decimocuarta sesión de aquella
magna asamblea marcó decisivamen-
te la historia de la Iglesia, pero no le
impidió al conciliarismo seguir influ-
yendo de alguna manera en la vida de
la Esposa de Cristo y de las naciones
cristianas.
En los tratados de Eclesiolo-
gía o de Derecho Canónico, no es
raro encontrar al conciliarismo defi-
nido de forma técnica y aséptica
como un “error eclesiológico”, fru-
to de una visión igualitaria de la Igle-
sia, que postula que la plenitud del
poder le corresponde a los obispos
reunidos en un concilio universal y
no al Romano Pontífice. Según esos
manuales, el conciliarismo forma-
ría parte de un fenómeno mucho más
amplio que afecta no sólo a la esfera
espiritual, sino también a la temporal,
y se denomina, en general, galicanis-
mo, porque fue generado y madurado
en Francia, la antigua Galia del Impe-
rio romano.
Por su doble ámbito de actuación,
el galicanismo tiene dos vertientes:
una política, que pretende coartar la
autoridad de la Iglesia de cara al Esta-
do, y otra eclesiástica, que procura
limitar la autoridad del Romano Pon-
tífice frente a los concilios universales
y al Colegio Episcopal. Esta vertiente
La maniobra diplo-
mática había sido
precisa y eficaz:
el Papa legítimo
había renunciado
oficialmente ante
un concilio legítimo
eclesiástica del galicanismo podemos
equipararla al conciliarismo.
No en vano, se puede leer en uno
de los artículos del decreto Hæc sanc-
ta, que constituye la base doctrinaria
del conciliarismo,1 este arrogante ata-
que al Papado: “Quien no obedezca
a los decretos de este santo sínodo o
de cualquier otro concilio general [...],
aunque sea de dignidad papal, sea
debidamente castigado”.2
Una herejía que renace en
el Concilio de Basilea
Veinte años después del Concilio
de Constanza, en 1438, Carlos VII,
rey de Francia, promulga en Bour-
ges la Pragmática Sanción, que con-
tenía las deliberaciones de la Asam-
blea del clero francés, convocada por
el monarca. Las decisiones de dicha
asamblea estaban inspiradas en el
decreto Hæc sancta del Concilio de
Constanza y constituyen la base de
las denominadas Libertades galicanas
contra la autoridad del Papa.
De este modo vemos cómo los
principios conciliaristas, formulados
en la esfera espiritual, dieron origen
a las medidas tomadas por los gali-
canos en el ámbito temporal, y no al
contrario, como muchas veces se tien-
de a pensar.
Ese mismo decreto fue invo-
cado en 1439, en la etapa cismáti-
 Mediante la
Constitución dogmá-
tica “Pastor æter-
nus” las doctrinas
conciliaristas fueron
declaradas formal-
mente heréticas
El Concilio Vaticano I retratado
por un contemporáneo
ca del Concilio de Basilea, para fun-
damentar la tentativa de deponer al
Papa Eugenio IV y elegir al antipapa
Félix V. Pero en esta ocasión la osa-
día fue llevada hasta el punto de pro-
clamar excomulgado a quien no adhi-
riese a las tesis conciliaristas: “Es una
verdad de la fe católica que el san-
to concilio general tiene poder sobre
el Papa y cualquier otro. El Roma-
no Pontífice, por su propia autoridad,
no puede disolver, trasladar o apla-
zar el concilio general, cuando ha sido
legalmente convocado, sin su con-
sentimiento, lo que forma parte de
la misma verdad. Quienquiera que se
obstine en negar estas verdades ha de
ser considerado hereje”.3
La solución definitiva al
problema del conciliarismo
El galicanismo todavía daría
mucho de qué hablar en el siglo XVII,
durante el reinado de Luis XIV. Con
todo, la falta de espacio nos obliga a
dejar para otra oportunidad el rela-
to de ese interesantísimo período his-
tórico y saltar directamente al 18 de
julio de 1870, día de esplendor para
la Santa Iglesia Católica Apostóli-
ca Romana, en el cual el Sucesor de
Pedro definió solemnemente, en la
Constitución dogmática Pastor æter-
nus, los dogmas del primado de juris-
dicción universal del Romano Pontí-
fice y de la infalibilidad del magiste-
rio pontificio, en virtud de los cuales
las doctrinas conciliaristas eran for-
malmente declaradas heréticas.
En esa constitución proclamada
durante el Concilio Vaticano I, afirma
el Beato Pío IX: “Así, pues, si alguno
dijere que el Romano Pontífice tiene
sólo deber de inspección y dirección,
pero no plena y suprema potestad de
jurisdicción sobre la Iglesia univer-
sal, no sólo en las materias que perte-
necen a la fe y a las costumbres, sino
también en las de régimen y discipli-
na de la Iglesia difundida por todo el
orbe, o que tiene la parte principal,
pero no toda la plenitud de esta supre-
ma potestad; o que esta potestad suya
no es ordinaria e inmediata, tanto
sobre todas y cada una de las Iglesias,
como sobre todos y cada uno de los
pastores y de los fieles, sea anatema”.4
Y más adelante añade: “Por esto,
Nos, siguiendo la tradición recogida
fielmente desde el principio de la fe
cristiana, para gloria de Dios Salvador
nuestro, para exaltación de la fe cató-
lica y salvación de los pueblos cristia-
nos, con aprobación del sagrado conci-
lio, enseñamos y definimos ser dogma
divinamente revelado: Que el Roma-
no Pontífice, cuando habla ex cathedra
—esto es, cuando cumpliendo su car-
go de pastor y doctor de todos los cris-
tianos, define por su suprema autori-
Junio 2017 · Heraldos
Reproducción
dad apostólica que una doctrina sobre
la fe y costumbres debe ser sostenida
por la Iglesia universal—, por la asis-
tencia divina que le fue prometida en
la persona del bienaventurado Pedro,
goza de aquella infalibilidad de que
el Redentor divino quiso que estuvie-
ra provista su Iglesia en la definición
de la doctrina sobre la fe y las costum-
bres; y, por tanto, que las definiciones
del Romano Pontífice son irreforma-
bles por sí mismas, no por el consenti-
miento de la Iglesia. Y si alguno tuvie-
re la osadía, lo que Dios no permita,
de contradecir a esta nuestra defini-
ción, sea anatema”.5
Bien podemos imaginar al Bea-
to Juan Dominici contemplando
con inmenso júbilo, desde el Cielo,
este esplendoroso triunfo de la San-
ta Iglesia. ²
1
Cf. LLORCA, SJ, Bernardino; GAR-
CÍA VILLOSLADA, SJ, Ricardo;
MONTALBAN, SJ, Francisco Javier.
Historia de la Iglesia Católica. Edad
Nueva. Madrid: BAC, 1960, v. III,
p. 253.
2
Ídem, ibídem.
3
O’DONNELL, C.; PIÉ-NINOT, S.
Diccionario de Eclesiología. Madrid:
San Pablo: 2001, p. 100.
4
Dz 3064.
5
Dz 3073-3075.
del Evangelio      21
 ¡Envía el espíritu
de María Santísima!
Así como en torno a María los discípulos del Señor se
prepararon para recibir el Espíritu Santo, junto a Ella
recibiremos el diluvio de fuego del puro amor que pronto
será avivado en toda la tierra.
“E l viento sopla donde quie-
re y oyes su ruido, pero
no sabes de dónde vie-
ne ni adónde va. Así es
todo el que ha nacido del Espíritu”
(Jn 3, 8), le dijo Jesús a Nicodemo, en
su famosa conversación nocturna.
Y al despedirse de sus discípulos,
en la Última Cena, añadió: “Y yo le
pediré al Padre que os dé otro Pará-
clito, que esté siempre con vosotros,
el Espíritu de la verdad. El mundo no
puede recibirlo, porque no lo ve ni lo
conoce; vosotros, en cambio, lo cono-
céis, porque mora con vosotros y está
en vosotros” (Jn 14, 16-17).
¿Quién es ese Espíritu de Dios en
el que Cristo nos manda que renazca-
mos? ¿Quién es ese Abogado y De-
fensor prometido a aquellos que sigan
a Jesús?
Si contemplamos las sucesi-
vas eras históricas, lo encontraremos
guiando o conduciendo a las almas de
los fieles, actuando de forma a veces
inesperada y misteriosa, pero sublime
y benéfica. Su poderosísima actuación
es casi siempre muy discreta y vamos
a tener que recurrir a las enseñanzas
22      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
Hna. Leticia Gonçalves de Sousa, EP
de la teología para percibirla y enten-
derla.
Un misterio imposible de
alcanzarlo por la razón natural
Entre las verdades que la Santa
Iglesia nos enseña, se destaca el mis-
terio de la Santísima Trinidad. Es “el
misterio central de la fe y de la vida
cristiana. Es el misterio de Dios en sí
mismo. Es, pues, la fuente de todos
los otros misterios de la fe”.1
Por la revelación que hizo Jesu-
cristo sabemos que Dios es uno en
esencia y trino en Personas, porque
la razón natural jamás nos permitiría
llegar a esa conclusión, ya que sólo
alcanza “lo que pertenece a la uni-
dad de la esencia, no de lo que per-
tenece a la distinción de Personas”.2
Si no se hubiera encarnado, adora-
ríamos a un ser infinito, creador y
todopoderoso del que muy poco sa-
bríamos.
Por lo tanto, Jesús vino al mundo
no solamente para redimirnos, sino
también “con el fin de llevarnos a co-
nocer la realidad, la realidad de su
existencia”.3 Estando entre nosotros,
nos manifestó los misterios de su Per-
sona y de su Reino.
Aún así, es imposible entender
en esta tierra, por completo, la Uni-
dad y Trinidad de Dios. Este miste-
rio sólo nos será desvelado en la vi-
sión beatífica, cuando lo comprende-
remos tal cual Él es, aunque “totus,
sed non totaliter”,4 es decir: todo, pero
no totalmente. “Ahora vemos como
en un espejo, confusamente; enton-
ces veremos cara a cara. Mi conocer
es ahora limitado; entonces conoce-
ré como he sido conocido por Dios”
(1 Cor 13, 12), afirma el Apóstol.
El grande desconocido
De las tres Personas de la Santí-
sima Trinidad, el Espíritu Santo es,
para nosotros, la más desconocida.
De ello nos da testimonio el mismo
San Pablo cuando, al llegar a Éfeso,
“encontró unos discípulos y les pre-
guntó: ‘¿Recibisteis el Espíritu Santo
al aceptar la fe?’. Contestaron: ‘Ni si-
quiera hemos oído hablar de un Espí-
ritu Santo’ ” (Hch 19, 1-2).
Quizá si hiciéramos esa pregun-
ta en nuestros días, muchos bautiza-

Pentecostés - Pro-catedral de Santa María, Hamilton (Canadá)
dos nos darían idéntica respuesta. Y
esto no debe asombrarnos, pues has-
ta uno de los mayores teólogos domi-
nicos del siglo pasado tituló el libro
que dedicó a la tercera Persona de
la Santísima Trinidad como El gran
desconocido: el Espíritu Santo y sus
dones.5
El Espíritu Santo es, de hecho,
Dios, idéntico al Padre y al Hijo, de
la misma naturaleza del Padre y del
Hijo: “Pues como el Verbo de Dios es
el Hijo de Dios, así el amor de Dios
es el Espíritu Santo”.6 Es posible, no
obstante, conocerlo mejor si conside-
ramos el género de acción ejercida
por Él sobre los hombres.
“Misión” del Espíritu Santo:
actuar sobre las almas
A las tres Personas divinas, aun-
que sean siempre inseparables, se les
puede atribuir algo así como “mi-
siones” distintas. Fundamentándo-
se en la Revelación, la teología dice
que la obra de la Creación se le atri-
buye al Padre (cf. Eclo 1, 8), al Ver-
bo le correspondería la Reden-
ción (cf. Heb 9, 11-12) y al Espíri-
Una gran llamara-
da descendió sobre
María y a conti-
nuación se dividió
en varias otras que
se posaron en cada
uno de los Apóstoles
to Santo la santificación de las almas
(cf. 1 Cor 6, 11).
Dios habita en el alma en gracia. Y
“con preferencia se atribuye esa inha-
bitación al Espíritu Santo, no porque
quepa una presencia especial del Es-
píritu Santo que no sea común al Pa-
dre y al Hijo, sino por una muy con-
veniente apropiación, ya que es ésta la
gran obra del amor de Dios al hombre
y es el Espíritu Santo el Amor esencial
en el seno de la Santísima Trinidad”.7
En unión con el Padre y el Hijo, el
Espíritu Santo es, por tanto, el dul-
Junio 2017 · Heraldos
Timothy Ring
ce “huésped del alma”.8 En ella re-
side como en un verdadero sagrario
y a ella le transmite los efectos de la
Redención, fecundando, cultivando,
perfeccionando y haciendo fructificar
los infinitos méritos obtenidos por Je-
sucristo durante su Pasión.
“Asume al alma e inhabita en ella,
trabajándola por dentro”.9 Y esto no
ocurre de una forma estática: cons-
tantemente estamos inspirados por
mociones interiores, gracias e impul-
sos sobrenaturales, manifestaciones
patentes de una acción intensa de ese
don de Dios, el Espíritu Santo, orien-
tando y guiando a los que no le cie-
rran las puertas de su corazón.
Él “no mora en nuestra alma de
una manera pasiva e inoperante, sino
para desplegar en ella una actividad
vivísima, orientada a perfeccionarla
de grado en grado y conducirla, si ella
no pone obstáculos a su divina ac-
ción, hasta las cumbres más elevadas
de la unión con Dios, en que consiste
la santidad”.10
El gran San Luis María Grignion
de Montfort, en su célebre Trata-
do de la verdadera devoción a la San-
del Evangelio      23
tísima Virgen, plantea una interesan-
te cuestión trinitaria: dice que el Espí-
ritu Santo era “estéril en Dios, o sea,
imposible de engendrar otra Persona
divina”.11 Sin embargo, añade que se
hizo fecundo al desposarse con María,
porque en Ella engendró a Jesucristo.
Y es también en Ella que “engendra a
todos los hijos de Dios, por la gracia”.12
Con el fiat de María Santísima
(cf. Lc 1, 38) se dio, por tanto, el ma-
yor milagro de la Historia. Su “sí”
fue un acto de obediencia a la volun-
tad del Altísimo, que operó en Ella la
Maternidad divina, la Encarnación
del Verbo, por obra del Espíritu San-
to. ¡Cuán esplendorosa se volvió la
Virgen en el momento de sus espon-
sales con la tercera Persona de la San-
tísima Trinidad!
Madre afable de la Iglesia naciente
Y como Jesús quiso venir al mun-
do por medio de la Santísima Virgen,
“también por Ella ha de reinar en el
mundo”.13 Desde los comienzos del
cristianismo, el sublime papel de Ma-
ría se reveló de modo patente.
En uno de sus comentarios al
Evangelio de la Solemnidad de Pente-
costés, Mons. João Scognamiglio Clá
Dias explica que “el ser humano, debi-
litado tras el pecado original, no sien-
te apetencia por poner sus miras en
verdades superiores”.14 Tiende a volver
los ojos a los aspectos más corrientes
y mediocres de la vida, olvidando la
grandiosa vocación de hijos de Dios,
a la cual todos hemos sido llamados.
Ahora bien, “este problema apa-
rece más acentuado en quien tiene
una vocación poco común, como su-
cedió con los Apóstoles: no percibían
que les correspondía realizar la ma-
yor misión de la Historia”.15 Después
de la crucifixión del Señor estuvieron
algunos días tomados por el miedo.
El Maestro se les apareció resucita-
do en varias ocasiones, aún así le fal-
taban gracias eficaces para convertir-
se en los héroes de la fe a que estaban
destinados ser.
24      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
Sin embargo, mientras se escon-
dían temerosos en el Cenáculo, con
las puertas y ventanas atrancadas,
los Apóstoles no estaban solos: “To-
dos ellos perseveraban unánimes en
la oración, junto con algunas mujeres
y María, la madre de Jesús, y con sus
hermanos” (Hch 1, 14). Había llega-
do el momento de que Ella se mani-
festara como Madre afable de la Igle-
sia naciente.
Era necesario que Jesús subiera
al Cielo para que sus discípulos, me-
diante el auxilio de la Virgen Santísi-
ma, reventaran esa especie de tendón
maldito que los ataba a las cosas te-
rrenas, impidiéndoles volar, y se pre-
pararan, con Ella, para la ruptura de-
finitiva con el espíritu del mundo y las
cosas terrenales. Es lo que ocurrió el
día de Pentecostés.
Transformados por el
fuego del Espíritu
Ya habiéndoles movido interior-
mente el alma, pues permanecían en
común oración, el Espíritu Santo en-
tró en el Cenáculo en forma de len-
guas de fuego (cf. Hch 2, 2-3). Una
gran llamarada descendió sobre Ma-
ría y a continuación se dividió en va-
rias otras que se posaron en cada uno
de los Apóstoles.
Fortificados por el fuego del Espí-
ritu, los Apóstoles y los discípulos em-
pezaron a predicar con tanto entusias-
mo, fuerza y seguridad, que algunos
llegaron a acusarlos de haber toma-
do demasiado mosto (cf. Hch 2, 13).
Sin embargo, no era el licor material
lo que los arrebataba, sino “lo que el
lenguaje de la liturgia llama de ‘la cas-
ta embriaguez del Espíritu Santo’: un
entusiasmo que no viene de la intem-
perancia, sino de una plenitud de la
templanza, que hace que el alma, en-
teramente dueña de sí y dominada por
Dios, pronuncie palabras tan sublimes
y diga cosas extraordinarias”.16
El descenso de las lenguas de
fuego fue visible a los ojos de los
mortales, no para manifestar la sus-
tancia del Espíritu, “tan invisible e
inmutable como el Padre y el Hijo,
sino porque los corazones de los
hombres, movidos por los prodigios
de las epifanías corporales, vinieron
a la contemplación de aquellos su-
cesos siempre presentes en la miste-
riosa eternidad”.17
Impulsados por el ímpetu del Pa-
ráclito, los Apóstoles se esparcieron
para predicar la Buena Nueva por
toda la tierra, cumpliendo el manda-
to de Cristo (cf. Mc 16, 15). Apare-
cían nuevos cristianos, que enfren-
taban con valentía los peligros y per-
secuciones, el rechazo de los gober-
nantes y de gran parte del pueblo, así
como las herejías que surgieron en el
seno de la Iglesia ya en los primeros
tiempos. El Defensor suscitaba a cada
instante almas dispuestas a luchar por
la gloria de Dios y combatir los males
de su tiempo.
¡Renueva la faz de la tierra!
Habiendo llegado a nuestros días
nos podemos preguntar: ¿cómo se en-
cuentra el mundo actual? Una enor-
me crisis reina y se propaga. La fal-
ta de amor de Dios, y la consecuente
violación de su Ley, es grave y gene-
ralizada. ¿Se habrá tapado los ojos el
Espíritu Santo para no ver las calami-
dades de nuestro tiempo?
Como Pedro, nosotros “espera-
mos unos cielos nuevos y una tie-
rra nueva en los que habite la justi-
cia” (2 Pe 3, 13). Se hace necesario
para ello una nueva venida del Es-
píritu Santo que renueve la faz de
la tierra y encienda en las almas el
fuego del celo por la casa del Señor
(cf. Sal 68, 10).
“Es hora de que actúes, Señor: han
quebrantado tu ley” (Sal 119, 126),
dice el salmista. Cuando menos lo
imaginemos, el Paráclito volverá con
gran fuerza para barrer el mal del
mundo con su fuego purificador y re-
constituir todas las cosas en Cristo.
Y así como en torno a María Santí-
sima los primeros discípulos de Cristo
se prepararon para recibir el Espíritu,
será junto a Ella que las generaciones
actuales, mucho más debilitadas que
la de los Apóstoles, se aglutinarán
para recibir el “diluvio de fuego del
puro amor que debéis encender sobre
toda la tierra, de una manera tan dul-
ce y vehemente que todas las naciones
[...] se abrasarán y se convertirán”.18
No es otra la petición de la Iglesia
desde hace tantos siglos: envía, Señor,
tu Espíritu, y renovarás la faz de la
tierra. Y ya que Jesús quiso estar en-
tre nosotros por medio de María San-
tísima, debemos añadir a esta súplica:
envía, oh Jesús, el espíritu de tu Ma-
dre, la Virgen María, y renueva, por
medio de Ella, en Ella y para Ella, la
faz de la tierra. ²

Así como Jesús

quiso venir al
mundo por medio
de la Santísima

Francisco Lecaros
Virgen, también
por Ella ha de
reinar en el mundo
Reina de todos los Santos - Museo diocesano de Santillana del Mar (España)

1
CCE 234.
2
SANTO TOMÁS DE AQUI-
NO. Suma Teológica. I, q. 32,
a. 1.
3
CLÁ DIAS, EP, João Scogna-
miglio. Homilía en la Solem-
nidad de la Santísima Trini-
dad. Caieiras, 30/5/2010.
4
SANTO TOMÁS DE AQUI-
NO, op. cit., q. 12, a. 7, arg. 3.
5
Cf. ROYO MARÍN, OP, An-
tonio. El gran desconocido:
el Espíritu Santo y sus dones.
6.ª ed. Madrid: BAC, 1987.
6
SANTO TOMÁS DE AQUI-
NO. In Symbolum Apostolo-
rum, a. 8.
7
ROYO MARÍN, op. cit., p. 71.
8
MISA DEL DÍA DE PEN-
TECOSTÉS. Secuencia. In:
Leccionario. Lecturas para
los domingos y fiestas del Se-
ñor (Año A). Texto aproba-
do por la Conferencia Epis-
copal Española y confirmada
por la Congregación para el
Culto Divino. 14.ª ed. Barbe-
rá del Vallés: Coeditores Li-
túrgicos, 2007, v. I, p. 168.
9
CLÁ DIAS, EP, João Scogna-
miglio. Homilía en la Solem-
nidad de Pentecostés. Mairi-
porã, 27/5/2007.
10
ROYO MARÍN, op. cit.,
p. 90.
11
SAN LUIS MARÍA GRIG-
NION DE MONTFORT.
Traité de la vraie dévotion à 16
CORRÊA DE OLIVEIRA,
la Sainte Vierge, n.º 20. In: Plinio. O início de uma epo-
Œuvres Complètes. Paris: peia! In: Dr. Plinio. São Pau-
Du Seuil, 1966, p. 497. lo. Año XV. N.º 170 (Mayo,
2012); p. 6.
12
CLÁ DIAS, EP, João Scogna-
miglio. Homilía en la Solem- 17
SAN AGUSTÍN. De Trini-
nidad de Santa María, Madre tate. L. II, c. 5, n.º 10. In:
de Dios. Mairiporã, 1/1/2008. Obras. 2.ª ed. Madrid: BAC,
1956, v. V, p. 217.
13
SAN LUIS MARÍA GRIG-
NION DE MONTFORT, 18
SAN LUIS MARÍA GRIG-
op. cit., n.º 1, p. 487. NION DE MONTFORT.
Prière Embrasée, n.º 17. In:
14
CLÁ DIAS, EP, João Scogna-
Œuvres Complètes, op. cit.,
miglio. “Y renovarás la faz
p. 681.
de la tierra...” In: Lo inédito
sobre los Evangelios. Città del
Vaticano-Lima: LEV; Heral-
dos del Evangelio, 2014, v. I,
p. 396.
15
Ídem, ibídem.

Junio 2017 · Heraldos del Evangelio      25


Semana Santa en Tocancipá
S ituado a 25 kilómetros de la capital, el municipio de
Tocancipá acoge a la iglesia de Nuestra Señora de
Fátima, de los Heraldos del Evangelio, que fue dedica-
da el 8 de agosto de 2015 por el obispo de Zipaquirá,
Mons. Héctor Cubillos Peña.
En poco tiempo, este espacioso templo consagrado a
la Santísima Virgen se convirtió en un centro de peregri-
nación para los fieles colombianos, que todos los fines de
semana se aglutinan allí para participar en las Misas y acti-
vidades pastorales promovidas por los Heraldos. Así pues,
Jesse Arce Jácome
son miles de personas las que comparecen a cada Celebra-
ción Eucarística realizada los domingos y días de precepto,
formando verdaderas caravanas de peregrinos.
Para las ceremonias de Semana Santa los Heraldos del
Evangelio contaban con la participación diaria de unas
6000 personas, cuyo número acabó siendo mucho mayor.
Del Domingo de Ramos al de Pascua, alrededor de 9000
fieles estuvieron presentes en cada una de las ceremonias,
lo que obligó a que muchos de ellos las siguieran a través de
pantallas instaladas fuera de la iglesia. ²

Fotos: Jesse Arce Jácome

Domingo de Ramos – Fueron celebradas tres Misas: a las 10, las 12 y las 16 h. En cada una de ellas el pueblo
se aglomeraba para recibir la bendición de los ramos. Gran parte de los fieles permaneció bajo una enorme tienda
montada para los que no tenían sitio en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima.

26      Heraldos del Evangelio · Junio 2017

 Fotos: Jesse Arce Jácome
Jueves Santo – La Celebración en la que se conmemora la Misa de la Institución de la Eucaristía se realizó a
las 17 h. Hubo un ambiente de mucha solemnidad cuando jóvenes estudiantes de los Heraldos, con antorchas,
acompañaron en procesión al Santísimo Sacramento hasta el Monumento.

Fotos: Jesse Arce Jácome

La Pasión del Señor – A las 15 h, momento en que Cristo expiró, comenzó la Celebración de la Pasión del Señor
en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima. Una parte emocionante de la ceremonia fue cuando miembros de la rama
femenina de los Heraldos llevaron a la imagen de Jesús llagado para encontrarse con la imagen de la Virgen Dolorosa.

Fotos: Jesse Arce Jácome

Vigilia Pascal – Bajo la luz de miles de velas se realizó la ceremonia de la Vigilia Pascual. El P. Tejedor, EP, inició
el rito marcando el cirio pascual a la entrada de la iglesia. A continuación todo el templo fue iluminándose con la
procesión silenciosa de los fieles, que fueron ocupando sus lugares para participar en la Celebración Eucarística.

Junio 2017 · Heraldos del Evangelio      27

 Fotos: Urbano Ngoca
Mozambique – En la casa de los Heraldos, de Maputo, un gran número de fieles confluyó para participar en
las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa. En las fotos, procesión del Domingo de Ramos (a la derecha),
presidida por el P. Aarão Mazive, EP, y Vía Crucis realizado el Viernes Santo (a la izquierda).

1 3

Fotos: Roberto Salas Vargas

4 5

Guatemala – Centenares de fieles acudieron a la casa de los Heraldos, de San José Pinula, para participar en las
ceremonias litúrgicas de Semana Santa junto con los jóvenes que estaban realizando allí un encuentro de formación. El
Domingo de Ramos hubo Misa y procesión presididas por el P. Michael Kuylen, EP (foto 1). El Viernes Santo el P. Javier
Pérez, EP, celebró el Oficio de la Pasión del Señor (2). La casa de la asociación quedó especialmente llena durante la
Misa de la Institución de la Eucaristía (3) y también durante el Vía Crucis (4) y la Vigilia Pascual (5).

28      Heraldos del Evangelio · Junio 2017

 Triduo Pascual en la parroquia de los Heraldos

Fotos: João Paulo Rodrigues

1 2

Fotos: Flávio Grossi

3 4

Ângelo Custódio/Maycon Leandres

Francisco Monzato

5 6

L a parroquia de Nuestra Señora de las Gracias, con-

fiada a los Heraldos del Evangelio por la diócesis de
Bragança Paulista, Brasil, celebró con gran fervor el Tri-
duo Pascual en todas sus comunidades. Cabe destacar las
ceremonias realizadas en la basílica de Nuestra Señora del
Rosario de Fátima, de Caieiras, que quedó abarrotada en
la Misa de la Institución de la Eucaristía, presidida por el
P. Antonio Guerra, EP (1), y en el Oficio de la Pasión del
Señor (2); también en la capilla de San Judas Tadeo se rea-
lizaron con mucha solemnidad el Oficio de la Pasión de
Cristo (3) y la Vigilia Pascual (4), bajo la presidencia del
P. Alex Brito, EP; asimismo, en la capilla de Nuestra Seño-
ra de Lourdes, la Vigilia Pascual presidida por el P. Ricar-
do Queiroz, EP, se destacó por su piedad y compenetra-
ción (5). Por su parte, los empleados de la institución Reina
de los Corazones rezaron el Vía Crucis llevando una cruz
procesional e imágenes de la Virgen y de San José en su
propio ambiente de trabajo (6).

Junio 2017 · Heraldos del Evangelio      29

 Fotos: Emmanuelle Batagata
Ruanda – El 23 de abril el P. Emmanuel, párroco de la catedral de Byumba, inauguró el Apostolado del Oratorio
“María Reina de los Corazones” en la comunidad rural de Ruhurura, durante la Santa Misa allí celebrada. El día 13
de mayo ese mismo templo, consagrado al Inmaculado Corazón de María, conmemoraba 80 años de su fundación.

Fotos: Frank Murphy

Canadá – El 25 de marzo un conjunto de fieles se consagró a la Virgen en una ceremonia realizada en la parroquia
de la Anunciación del Señor, de Hamilton (Ontario). El curso preparatorio fue impartido por cooperadores de los
Heraldos del Evangelio a lo largo de nueve semanas.

Fotos: Victor Hugo Serrano Porras

Costa Rica – Un grupo de 82 personas, preparadas durante varias semanas por los Heraldos del Evangelio,
llevó a cabo su solemne consagración a la Santísima Virgen, el 13 de marzo, según el método San Luís María
Grignion de Montfort. La ceremonia fue presidida por el P. Santiago Canals Coma, EP.

30      Heraldos del Evangelio · Junio 2017

 Madrid: consagración y primeros sábados

1 2

Fotos: Eric Salas

3 4

E l día 7 de mayo, diversas familias de la parroquia madri-

leña de Santa Teresa Benedicta de la Cruz se consa-
graron a la Santísima Virgen según el método de San Luis
María Grignion de Montfort —tras haber sido preparadas
por misioneros heraldos (fotos 1 y 2)—, durante la Santa
Misa precidida por el párroco, D. José Millán Calvo. El día
anterior, la Basílica de San Isidro acogía, como ya es cos-
tumbre, la devoción del rezo y meditación del Santo Rosa-
rio de los primeros sábados de mes, pedida por la Virgen en
Fátima (fotos 3 y 4). A seguir fue celebrada la Santa Misa.

Fotos: Mario Galiano

El Salvador – Noventa personas se consagraron a la Virgen el día de la Anunciación del Señor durante la
Celebración Eucarística organizada por los Heraldos del Evangelio. Al inicio del acto fue entronizada la imagen
peregrina del Inmaculado Corazón de María, ante la cual realizaron la consagración.

Junio 2017 · Heraldos del Evangelio      31


Reproducción
Favorecida con numerosas gracias místicas desde su infancia, se sació
del espíritu teresiano en la propia fuente, siendo enfermera, secretaria y
compañera de viaje de la gran reformadora del Carmelo.
D
ejando a la peque-
ña Ana al cuidado de
sus dos hermanas que
estaban haciendo labo-
res en el balcón de la casa, la madre
les dijo:
—Estad atentas de vuestra herma-
nita, porque si se cae de esta altura se
puede matar.
Como buenas españolas, las dos
jóvenes charlaban animadamente
mientras cosían y no dejaron esca-
par la oportunidad de mantener una
breve discusión tan pronto como se
marchó su madre:
—Ana sería feliz si muriera hoy.
Estando bautizada y siendo inocente
iría derecha al Cielo —decía una de
ellas, contemplando a la pequeña que
las miraba con placidez—.
—¡No estoy de acuerdo! —con-
testó la otra—. Ahora sólo tiene tres
32      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
Beata Ana de San Bartolomé
Auxiliar fiel
de la gran
amiga de Jesús
Hna. Isabel Cristina Lins Brandão Veas, EP
años, pero si sigue viva puede conver-
tirse en una gran santa.
—¿Y quién garantiza que eso ocu-
rriría? En este momento es inca-
paz de pecar y su salvación está ase-
gurada. Sin embargo, cuando cum-
pla 7 años de edad y alcance el uso
de razón, ¿quién nos promete que no
ofenderá a Dios y se perderá? —obje-
tó la primera—.
Aunque todavía no supiera hablar
ni entendiera todo el alcance de aque-
llas palabras, la niña acompañó con
vivo interés el diálogo de sus herma-
nas y, en su candor infantil, se lle-
nó de recelo de llegar a los 7 años de
edad, pensando que ese era el mar-
co fatídico a partir del cual se vería
en el riesgo de pecar. Por eso procu-
ró tomar providencias para evitar tal
desgracia. Dando muestras de cono-
cer de antemano los misterios que el
Padre revela a los más pequeños, se
puso interiormente bajo el amparo de
la Virgen y de otros protectores celes-
tiales, como San Miguel, San Gabriel
y San José, a quien le tenía también
por ángel.
No es de sorprender que ese aban-
dono en lo sobrenatural, ya en la
aurora de la vida, haya llevado a Ana
a la santidad, como había presupuesto
una de sus hermanas. Lo que despier-
ta nuestra admiración es el modo por
el cual quiso Dios hacerla experimen-
tar, en esta tierra, aquello que consti-
tuye una de las alegrías eternas más
grandes: la convivencia con los san-
tos. A ella le cupo la dicha de acom-
pañar muy de cerca a la gran Tere-
sa de Jesús, de la que fue enfermera,
secretaria y confidente, y, más tarde,
propagadora de su espíritu y conti-
nuadora de su misión.
Familiaridad con lo
sobrenatural desde temprano
Ana García Manzanas nació el
primer día del mes de octubre de
1549, en una familia de prósperos
agricultores del pueblo de El Almen-
dral, cerca de Ávila. Era la sexta de
siete hermanos y tuvo la felicidad de
ser instruida en la fe desde sus pri-
meros pasos, no sólo al oír las piado-
sas enseñanzas de sus padres, sino
también al verlos proceder en todo
como excelentes católicos. Hasta tal
punto se tomaban en serio sus obli-
gaciones para con Dios que hacían
hincapié en asistir a Misa todas las
mañanas, junto con todos sus hijos,
por muy graves y urgentes que fue-
ran los asuntos a ser resueltos en el
día.
Habituada a darles el verdadero
valor a las realidades sobrenaturales,
Ana siempre sintió una fuerte atrac-
ción por el Cielo y una profunda aver-
sión al pecado. Por donde se com-
prende la reacción que tuvo a los 3
años en el hecho narrado más arriba,
lo que, por cierto, no terminó allí...
En aquella misma ocasión fue
objeto del primer fenómeno místi-
co de su vida, el cual la llenó de fuer-
zas y consolación: mientras estaba
pensando en lo que sus hermanas
acababan de decir, levantó los ojos
y vio el cielo abierto y en él a Jesús,
El primer encuentro con Santa Teresa se dio en el convento de San José, cuando Ana aún era novicia
Entrada e interior de la iglesia del convento de San José, Ávila (España). En la página anterior, Santa Teresa de Jesús flanqueada
por la Beata Ana de San Bartolomé - Convento carmelita de Stella Maris, Haifa (Israel)
rodeado de gloria, que la miraba,
infundiendo en su corazón ardien-
tes deseos de amarlo y servirlo. De
ahí en adelante, la existencia de Ana
estaría impregnada de extraordina-
rias manifestaciones de ese géne-
ro, como, por ejemplo, apariciones
frecuentes del Niño Jesús, el cual se
presentaba siempre con una edad
similar a la de la niña.
Cuando Ana tenía 10 años, sus
padres fallecieron y sus hermanos le
encargaron que cuidara de los reba-
ños de la familia. Mucho se benefició
ella con eso, porque en la tranquila
soledad de los campos el Niño Jesús
empezó a hacerse presente de for-
ma visible todos los días, proporcio-
nándole tanta alegría espiritual que,
en cierta ocasión, le pidió: “Señor,
pues me hacéis compañía, no vamos
más donde haya otra persona, sino
vámonos solos a unas montañas, que
con vuestra compañía no me falta-
rá nada”.1 A tan amorosa súplica el
divino Infante sonrió, sin decir nada,
y le hizo comprender, en el fondo
del alma, que esos no eran los desig-
nios de la Providencia con relación a
ella...
Pruebas en la entrega
a la vocación
Con el paso del tiempo, la joven
Ana vio con claridad que Dios la lla-
Junio 2017 · Heraldos
maba a la vida religiosa, y el Señor
mismo le indicó, en sueños, el monas-
terio en el cual debía ingresar: el con-
vento de las Carmelitas Descalzas
de Ávila, fundado hacía poco por la
ya entonces famosa Teresa de Jesús.
Ana, no obstante, sólo lograría alcan-
zar su vocación tras duros combates,
tanto contra familiares, que se opo-
nían fuertemente a su decisión, como
contra el demonio, cuya saña para
que se perdiera fue terrible.
Así describe su entrada en el Car-
melo, al que llegó acompañada por
algunos miembros de su familia: “Y
en todo el camino iban llorando y
casi no me hablaban. Yo iba muy ale-
gre, mas por otro cabo, tan combati-
da de tentaciones malas, que parecía
que todo el infierno se había juntado
para hacerme la guerra. Yo no osa-
ba decir palabra, que con razón, si lo
dijera, dijeran era loca en entrar en el
monasterio de aquella manera”.2
Jesús, sin embargo, que es la fuer-
za y la victoria de los justos, ensegui-
da premió su perseverancia y fideli-
dad, como ella misma lo relata: “Y a
la entrada de la puerta se desapareció
toda aquella tempestad, así como si
me quitaran un sombrero de la cabe-
za; y quedé como en un cielo de con-
tento, que parecía que toda mi vida
me había criado en aquella vida y
entre aquellas santas”.3
Fotos: Gustavo Kralj
del Evangelio      33
 En el convento de San José, de
Ávila, Ana fue admitida como her-
mana lega y agregó a su nombre el
de San Bartolomé. Encargada de las
necesidades materiales de la casa,
supo unir una intensa vida interior a
la actividad incesante en el cuidado
de sus hermanas de hábito, tomando
para sí, con alegría, los trabajos más
penosos. Aunque la prueba, que tan-
tas veces visita a los que Dios quiere
perfeccionar más especialmente, des-
puntó inexorable bien al comienzo del
noviciado: cesó por completo la pre-
sencia sensible del Señor, la que había
sentido desde pequeña.
Al servicio personal de la gran
reformadora del Carmelo
El primer encuentro con aquella
que sería el lucero de sus pasos se dio
cuando Ana aún era novicia, en julio
de 1571. Al verla, la gran Santa Tere-
sa dejó trasparecer tanto contento
que parecía estar a la espera de alma
tan consonante con la suya. Después
de analizarla unos instantes, le dio un
fuerte abrazo y ordenó que la pusie-
ran a su servicio personal.
Durante los tres años que perma-
neció la santa en aquel convento, Ana
pudo recibir numerosas clases de per-
Gustavo Kralj
Al sentir que se acercaba su hora, Santa Teresa se confesó, recibió el
viático y expiró reposando la cabeza en los brazos de la fiel Ana
Muerte de Santa Teresa - Convento de la Anunciación, Alba de Tormes (España)
34      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
fección en una convivencia de intimi-
dad, contemplando con admiración y
veneración las facetas de su superio-
ra, cuya grandeza se manifestaba ora
en los lances audaces, ora en las deci-
siones llenas de discernimiento, ora
en los momentos de recogimiento e
incluso en los pequeños gestos y acti-
tudes del día a día.
Ese período fue el comienzo del
largo camino que las dos santas reco-
rrerían juntas. Cuando Santa Tere-
sa fue a Sevilla en 1574, su auxiliar
no pudo acompañarla debido a una
violenta enfermedad que la dejó sin
energías para los quehaceres habitua-
les. Generosa como era, la sensación
de inutilidad causada por esa situa-
ción no hizo más que aumentar su
deseo de darse por entero a Dios. Por
eso le pidió que la curara o entonces
que la sacara de esta vida, pero reci-
bió esta respuesta: “Ahora no convie-
ne, ahora que has de padecer muchos
trabajos en compañía de mi amiga
Teresa”.4
A pesar de tan consoladora pro-
mesa, la salud de Ana no mejora-
ba nada... Como suele ocurrirle a las
almas muy escogidas, Jesús quería
de ella un nuevo acto de confianza y
abandono.
Para servir a Santa Teresa,
no había obstáculo
Cuando Santa Teresa regresó a
Ávila, Ana continuaba enferma. Aún
así, le dio la orden, a primera vista
bastante arbitraria, de que asumiera
el puesto de enfermera. Aunque mal
podía mantenerse en pie, obedeció
prontamente, pidiéndole al Señor que
la auxiliase. Demostrando su agra-
do con ese acto de sumisión, Jesús
se le apareció y no sólo le dio fuerzas
para cuidar a las hermanas enfermas,
sino que también Él mismo se dispu-
so a hacerlo. Al cabo de algunos días,
todas se habían restablecido y comen-
taban, impresionadas, la dedicación y
habilidad de la nueva enfermera, que
parecía conocer todos los secretos de
la función como si la ejerciera desde
hace años.
Gracias a este favor concedido
por Dios, pudo socorrer numerosas
veces a su santa madre en los pro-
blemas de salud que le sobrevenían,
principalmente los últimos años
de su vida, cuando necesitaba que
alguien la auxiliara todo el tiem-
po al habérsele fracturado su bra-
zo izquierdo. Dichas circunstancias
marcaron el alma de Ana de mane-
ra singular, como dejó registrado
en sus memorias: “Verdaderamen-
te ello era un cielo servirla, [pero] la
mayor pena era verla padecer”. 5
Además de los viajes, que consti-
tuían una especialísima ocasión de
convivencias, se volvió más cercana
de Santa Teresa cuando pasó a ser su
secretaria. Este cargo, de naturale-
za muy diversa a todo lo que la bue-
na hermana estaba habituada a hacer,
también fue desempeñado con prodi-
giosa eficiencia, fruto de su disposi-
ción filial de servir.
Aunque no supiera leer ni escri-
bir, bastó que la gran maestra exte-
riorizara su deseo de tenerla como
asistenta a fin de despachar la
correspondencia, para que Ana se
ofreciera, confiando que Dios le pro-
veería de las condiciones necesarias.
Con simplicidad, le pidió a la santa
algunos escritos suyos, con el obje-
tivo de imitar su caligrafía y, ese
mismo día, consiguió redactar una
carta, anotando lo que la madre le
dictaba.
Hoy la recopilación de los escri-
tos de la Beata Ana de San Bar-
tolomé constituye un grueso volu-
men que proclama por sí mismo
ese milagro obrado por Dios en
ella. Y, sin duda, al considerar a
esta fidelísima hija de Santa Tere-
sa, su laboriosidad abnegada y lle-
na de entusiasmo despierta nues-
tra admiración. Las insuficiencias
humanas dejaban de ser obstácu-
lo ante ella para transformarse en
la base sobre la cual Dios realizaba
sus milagros.
“Similis simili gaudet”
El 4 de octubre de 1582, San-
ta Teresa se encontraba en su lecho
de dolor. Al sentir que se acercaba
su hora, se confesó, recibió el viáti-
co y expiró reposando la cabeza en
los brazos de la fiel Ana, que la asis-
tía noche y día.
El Señor mismo vino entonces a
consolar a la fiel discípula, aparecién-
dosele lleno de esplendor y mostrán-
dole la estupenda celebración que los
ángeles y los santos prepararon en el
Cielo para recibir a quien Él llamaba
“mi amiga”.
Tan puro, abnegado y restituidor
era el amor de la Beata Ana por su
maestra, que esa visión fue suficiente
para fortalecerla y henchirse de gozo,
hasta el punto de ni siquiera derra-
mar una lágrima por su muerte. Al
contrario, se sentía radiante de feli-
cidad, porque, finalmente, su venera-
1
BEATA ANA DE SAN 2
Ídem, C. II, n.º 19,
BARTOLOMÉ. Autobio-
grafía de Amberes (A).
3
Ídem, ibídem.
C. I, n.º 5. In: Obras Com-
pletas. Burgos: Monte Car-
4
BEATA ANA DE SAN
melo, 1998, p. 327.
lega, y fue enviada a Francia, jun-
to con otras religiosas, para intro-
ducir allí la Orden de las Carmeli-
tas Descalzas.
Pasó los últimos años de su vida
en Bélgica, donde fundó el Carme-
lo de Amberes. En esa época los
belgas estaban en guerra contra los
holandeses. Su fama de santidad se
había difundido de tal forma que
muchos militares, antes de mar-
char hacia el frente de batalla, iban a
pedirle algún objeto suyo, para usar-
lo como reliquia y garantía de pro-
tección de Dios. A uno de ellos, que
llevaba al pecho un papel escrito por
la santa madre, Dios lo salvó de la
muerte: una bala atravesó el grueso
Reproducción
tejido del uniforme, pero la detuvo
la fina hoja de papel.
Por otra parte, en dos ocasiones,
en los años 1622 y 1624, cuando la
Ana de San Bartolomé se convirtió en
ciudad estaba a punto de ser tomada
un punto de referencia para conocer la
gesta y el alma teresiana por las tropas enemigas, fueron las
oraciones de la Madre Ana las que
Retrato de la Beata pintado en
Amberes por Otto Venius en 1620
milagrosamente la salvaron, dándo-
le la razón a lo que un tiempo atrás
ble madre recibiría el premio por los había dicho la infanta Isabel Clara
arduos combates enfrentados, la glo- Eugenia, hija de Felipe II, en la época
ria por los inenarrables sufrimientos en que era gobernadora de los Países
padecidos y la corona por tantas vic- Bajos: “Del castillo de Amberes, ni de
torias alcanzadas. esta villa, no tengo ningún cuidado,
Tras la partida de Santa Tere- porque estoy más segura con la defen-
sa a la eternidad, Ana se convirtió sa de las oraciones de la Madre Ana
en un punto de referencia para los de San Bartolomé que con cuantos
que, pertenecieran o no a la Orden ejércitos allí podía tener”.6
del Carmen, querían conocer mejor El 7 de junio de 1626 esta vale-
la gesta y el alma teresiana. Y ense- rosa alma concluyó su carrera en
guida quedó patente lo mucho que este mundo para entrar en las ale-
aquel testigo fidedigno se había deja- grías del Cielo, donde, seguramente
do modelar por su superiora y asi- al lado de su querida Madre Teresa
milado su espíritu. Por obediencia, de Jesús, continúa amparando a los
recibió el velo negro, lo que significa- que velan por la gloria de Dios y de
ba que ya no era una simple hermana su Iglesia. ²
C. IV, n.º 8. In: Obras Com- 6
PEÑA, OAR, Ángel. La Bea-
pp. 336-337. pletas, op. cit., p. 493. ta Sor Ana de San Bartolo-
mé. Una maravilla de Dios.
5
BEATA ANA DE SAN
Lima: Libros Católicos,
BARTOLOMÉ, Autobio-
2009, p. 68.
grafía de Amberes (A),
BARTOLOMÉ. Auto-
op. cit., C. VI, n.º 17, p. 353.
biografía de Bolonia (B).
Junio 2017 · Heraldos del Evangelio      35
Hiere, pero cura con su mano
Aquel que se dejó crucificar por cada uno de nosotros permite que
pasemos muchas veces por el dolor y por la prueba. Consiente que
nos hiramos, pero cuida de nuestra herida con amor.
¿Q
uién no se ha conmo-
vido al leer la historia
de Job, hombre “jus-
to, honrado y teme-
roso de Dios que vivía apartado del
mal” (1, 1)?
Su riqueza, constituida por un con-
siderable rebaño de ovejas, camellos,
bueyes y burras, le daba un enorme
prestigio en Oriente. Y sus siete hijos
y tres hijas marcaban a su familia con
el innegable signo de la bendición di-
vina. Dios premiaba la virtud de Job
con la prosperidad en esta tierra.
Satanás recibe permiso
para tentar al justo
Ahora bien, el astuto enemigo de
la humanidad le pidió autorización al
Creador de todas las cosas para ten-
tar a ese hombre íntegro, a lo cual
Dios le respondió: “Haz lo que quie-
ras con sus cosas, pero a él ni lo to-
ques” (1, 12).
Sin pérdida de tiempo, Satanás
hizo caer un aluvión de desgracias
sobre aquel hombre justo, y hacien-
do que recibiera casi simultánea-
mente las más trágicas noticias: los
sabeos —tribus nómadas de la rama
semita que se dedicaban al pilla-
je— le habían robado todos los bue-
yes y burras; las ovejas del patriarca
fueron consumidas por un rayo que
36      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
Diác. Thiago de Oliveira Geraldo
cayó del cielo; los caldeos —habi-
tantes de la margen oriental del río
Éufrates— se llevaron sus camellos;
y para colmar la medida de los in-
fortunios, todos sus hijos e hijas mu-
rieron cuando un huracán derrum-
bó las paredes de la casa donde se
encontraban.
Ante tales y tantas desdichas, Job
no pudo haber tenido una actitud más
noble. Se rasgó el manto, se rapó la
cabeza en señal de profundo dolor y,
echándose por tierra, pronunció una
frase que se volvió proverbial: “Des-
nudo salí del vientre de mi madre y
desnudo volveré a él. El Señor me lo
dio, el Señor me lo quitó; bendito sea
el nombre del Señor” (1, 21).
Habiendo perseverado tan her-
mosamente en la virtud, el patriarca
salió victorioso en el combate invisi-
ble contra el padre de las tinieblas.
Pero Satanás consiguió de Dios una
nueva autorización, sin la cual no
podía hacer nada, y en esta ocasión
“hirió a Job con llagas malignas,
desde la planta del pie a la coroni-
lla” (2, 7).
Su propia esposa, al verlo postra-
do y obligado a rasparse las heridas
con una tejuela, no aguantó contem-
plar tamaño sufrimiento y, al igual
que hizo Eva en el paraíso, incitó a
su marido al pecado proponiéndo-
le que maldijera a Dios de una vez.
Pero Job se mantuvo íntegro delante
del Altísimo.
Tres amigos se ponen en camino
Job era de la región de Hus, que
muchos exegetas la identifican con el
reino de Edom o Idumea, situado al
sur del mar Muerto.
Así como la fama de su sabiduría
se había difundido por Oriente, tam-
bién sus infortunios no quedaron ig-
norados. Tres de sus amigos, próce-
res en sus respectivas tierras, quisie-
ron comprobar con sus propios ojos
la situación de ese hombre conocido
como virtuoso, reducido ahora a la
más triste situación, y “se pusieron de
acuerdo para ir a compartir su pena y
consolarlo” (2, 11).
Sus nombres eran Elifaz, Bildad
y Sofar, y procedían de Temán, Súaj
y Naamat, respectivamente, situa-
das también en la región de Edom.
Mientras se preparaban para via-
jar, transcurrieron sin duda muchos
días durante los cuales Job pudo re-
flexionar sobre su vida y las acciones
de Dios.
Cuando llegaron y vieron de lejos
a aquel hombre de antes, próspero y
respetado por su virtud, se llevaron
un sobresalto. En la mentalidad de
esa época las desgracias sólo les so-
 brevenían a los que habían cometido
algún pecado.
Siguiendo el aparatoso estilo orien-
tal, se rasgaron el manto y echaron
polvo al aire, que enseguida cayó so-
bre sus cabezas. Compadeciéndose
de la situación de Job, se sentaron a
su lado, en el suelo, y allí permanecie-
ron siete días sin dirigirle la palabra.
Así es la grandeza del Antiguo Testa-
mento, inconcebible para la mentali-
dad pragmática de los días actuales.
Sabiduría y arrogancia
en los discursos
La psicología de cada uno de ellos
trasparece de forma muy nítida en
los discursos que harán tras esos días
de silencio, y que componen la parte
principal del Libro de Job.
Elifaz de Temán, el más comedido
de ellos, habla con la moderación de
la edad madura. Probablemente era
el mayor de los tres y se supone que
también fuera el más sabio. “Los pen-
samientos nobles y ponderados son
característica del ‘sabio’ de Temán, la
Atenas de los ‘hijos de Oriente’ ”,1 ob-
servan en sus comentarios al Libro de
Job los Profesores de Salamanca.
Bildad apela a la sabiduría de los
antiguos más que a su propia expe-
Reinhardhauke (CC sa-by 3.0)
riencia. Pero le falta la prudencia de
la edad y, usando un lenguaje poco
hábil y apropiado, culpa a Job con ve-
hemencia por la muerte de sus hijos.
Sofar es joven y arrogante. No to-
lera que Job se proclame inocente.
Para él, como para los antiguos, un
hombre justo jamás podría pasar por
tales pruebas, reservadas a los mal-
hechores, que no cumplían la Ley de
Dios.
Job rompe el silencio
Al cabo de los siete días de recogi-
miento y de dolor, Job rompió el silen-
cio. Era el único que tenía el derecho
de hacerlo. “¡Muera el día en que nací
y la noche que anunció: ‘Se ha conce-
bido un varón’ ” (3, 3), exclamó. Y una
profunda lamentación invadió su pri-
mer discurso.
Lejos de ser un pecado, ese lamen-
to es la expresión de la angustia por
la cual pasaba su alma al no enten-
der los designios de Dios en relación
con él. ¡Cómo disminuiría su dolor si,
al menos, supiera la razón de tales su-
frimientos! Pero ni siquiera eso le era
concedido saber.
Fue entonces cuando Elifaz, con
palabras precisas y comedidas, intro-
dujo el tema en torno al cual van a gi-
Job con sus amigos - Parroquia de la
Visitación, Limbourg (Bélgica)
Junio 2017 · Heraldos
rar los discursos de sus tres amigos:
“¿Soportarás que te dirijan la pala-
bra?; ¿quién podría contener una res-
puesta?” (4, 2).
Elifaz recuerda que el mismo Job
fue un apoyo para todos los que su-
frían. No había consejero igual a él.
Sin embargo, Dios dispuso que pa-
sara por los peores sufrimientos. Job
se acordaría de que el Altísimo no
deja que el justo perezca y que na-
die es inocente ante el Creador, ni si-
quiera los ángeles: “¿Puede un mor-
tal ser justo ante Dios?, ¿o un hom-
bre ser puro ante su Hacedor? [...], si
en sus mensajeros percibe defectos”
(4, 17-18).
Es la flaqueza de los hombres la
que Elifaz quiere resaltar en su pri-
mer discurso. Nadie merece nada de-
lante de Dios y, por tanto, Job no pue-
de reclamarle que castigue las faltas
que, sin duda, había cometido.
Para los hombres de aquellos leja-
nos tiempos, muchos siglos anteriores
a la venida de Jesús, la justicia divina
premiaba o castigaba la virtud aún en
esta tierra: “¿Recuerdas a un inocen-
te destruido? ¿Has visto a los justos
exterminados?” (4, 7).
A los ojos de Elifaz, Job se encon-
traba en un callejón sin salida: Dios lo
Elifaz recuerda
que Job fue un
apoyo para todos
los que sufrían;
sin embargo, Dios
dispuso que pasara
por los peores
sufrimientos
del Evangelio      37
castigaba como pecador y él insistía en
su inocencia. ¿Cómo iba a obtener el
perdón sin antes reconocer su culpa?
Además, aquellas antiguas gen-
tes desconocían el efecto de la gracia
santificante. No podían siquiera ima-
ginar la bondad que desbordaba en la
mirada del divino Redentor, ni entra-
ba en sus pensamientos la posibilidad
de que un pecador acudiera a María
Santísima.
Palabras de Elifaz
Les faltaba, sobre todo, la noción
del papel purificador del sufrimiento.
El sufrimiento de los santos varones
L os santos varones, al hallarse
involucrados en el combate de
las tribulaciones, teniendo que so-
portar al mismo tiempo a los que
atacan y a los que intentan sedu-
cirlos, se defienden de los primeros
con el escudo de su paciencia, ata-
can a los segundos arrojándoles los
dardos de su doctrina, y se ejerci-
tan en una y otra clase de lucha con
admirable fortaleza de espíritu, en
cuanto que por dentro oponen una
sabia enseñanza a las doctrinas des-
viadas, y por fuera desdeñan sin te-
mor las cosas adversas; a unos co-
rrigen con su doctrina, a otros supe-
ran con su paciencia. Padeciendo,
superan a los enemigos que se alzan
contra ellos; compadeciendo, retor-
nan al camino de la salvación a los
débiles; a aquellos les oponen resis-
tencia, para que no arrastren a los
demás; a éstos les ofrecen su solici-
tud, para que no pierdan del todo el
camino de la rectitud. [...]
Pensemos lo gravoso que ha de
ser tolerar las adversidades, por fue-
ra, y proteger a los débiles, por den-
tro, todo ello al mismo tiempo. Por
fuera sufre ataques, porque es azo-
38      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
Sin tener idea de que un inocente po-
día pasar por pruebas para aumentar
sus méritos, Elifaz consignó en su dis-
curso una enseñanza válida para to-
dos los siglos.
El patriarca de Temán quería so-
lamente que Job reconociera su cul-
pa y confiara en el perdón divino, y
por eso proclamó una bienaventu-
ranza: “Dichoso el mortal a quien
Dios corrige: no rechaces la lección
del Todopoderoso” (5, 17). Con su
hábil discurso, Elifaz procura que su
amigo Job evite caer en la desespera-
ción y confiese cuanto antes su peca-
Reproducción
San Gregorio Magno siendo
inspirado por el Espíritu Santo -
Ilustración del Registrum Gregorii,
Stadtbibliothek, Tréveris (Alemania)
tado, atado con cadenas; por dentro
sufre por el temor de que sus pade-
cimientos sean un obstáculo no para
él, sino para sus discípulos. Por esto,
les escribe también: “Nadie vacile a
causa de estas tribulaciones. Ya sa-
béis que éste es nuestro destino”
(1 Tes 3, 3). Él temía que sus pro-
do. Para ello, se vale de una imagen
material que refleja una realidad so-
brenatural de extrema belleza: “por-
que hiere y pone la venda, golpea y
cura con su mano” (5, 18).
¡Cuántas veces las personas se hie-
ren con objetos punzantes o cortan-
tes! Para causar una herida, a veces
profunda, basta sólo un instante. Sin
embargo el proceso de cicatrización
es largo y penoso, y el sitio de la he-
rida se vuelve frágil hasta la sanación
completa.
Mientras la herida está abierta, el
cuerpo entero dirige su atención ha-
pios padecimientos fueran ocasión
de caída para los demás, que los dis-
cípulos, sabiendo que él había sido
azotado por causa de la fe, se hicie-
ran atrás en la profesión de su fe.
¡Oh inmenso y entrañable amor!
Desdeñando lo que él padece, se
preocupa de que los discípulos no
padezcan en su interior desviación
alguna. Menospreciando las heridas
de su cuerpo, cura las heridas inter-
nas de los demás. Es éste un distin-
tivo del hombre justo, que, aun en
medio de sus dolores y tribulacio-
nes, no deja de preocuparse por los
demás; sufre con paciencia sus pro-
pias aflicciones, sin abandonar por
ello la instrucción que prevé nece-
saria para los demás, obrando así
como el médico magnánimo cuan-
do está él mismo enfermo. Mientras
sufre las desgarraduras de su pro-
pia herida, no deja de proveer a los
otros el remedio saludable.
SAN GREGORIO MAGNO. Moralia.
In: COMISIÓN EPISCOPAL
ESPAÑOLA DE LITURGIA. “Liturgia
de las Horas”.5.ª ed. San Adrián
del Besós: Coeditores Litúrgicos,
1998, t. IV, pp. 93-94.

João Paulo Rodrígues
cia aquel punto: los ojos tratan de co-
nocer la gravedad de la contusión y
de acompañar los avances de la cura-
ción; los demás miembros del cuerpo
adquieren reflejos propios para evi-
tar cualquier choque con la zona he-
rida; la circulación de la sangre y los
órganos internos se movilizan para
facilitar la cicatrización, etc. Duran-
te toda la convalecencia, el cuerpo
mantendrá este estado de alerta has-
ta que la herida haya cicatrizado por
completo.
Podemos decir, pues, que la par-
te afectada fue objeto de interés de
todo el cuerpo, porque era la más
débil.
Un nuevo régimen de gracias
No falta cierta sabiduría en las pa-
labras del anciano Elifaz. Y la visi-
ta de los tres amigos para consolar
al patriarca sufriente es una muestra
de ese organismo que se vuelve hacia
el lugar donde fue herido. No obs-
tante, vista a la luz del Nuevo Testa-
mento, la bella imagen evocada por
el patriarca de Temán alcanza una
nueva dimensión.
Después que Cristo murió por
nuestros pecados, el régimen de la
gracia se volvió otro. El Justo mu-
rió por los injustos, “muerto en la
Adoración de la Santa Cruz en la
basílica de Nuestra Señora del
Rosario, Caieiras (Brasil)
carne, pero vivificado en el Espí-
ritu” (1 Pe 3, 18). Analizados des-
de ese prisma, los sufrimientos de
Job se convierten en una conmo-
vedora prefigura de Jesús y nos
enseñan a sufrir en unión con Él.
Cuando la Providencia nos hace
pasar por el dolor y por la prueba,
puede ser que esté queriendo pu-
rificarnos de los pecados anterior-
mente cometidos, pero también es
probable que quiera hacernos par-
ticipar, en alguna medida, en los
sublimes y fructíferos sufrimien-
tos del Señor.
Tanto en un caso como en el otro,
recordemos que nuestro Creador y
Redentor jamás dejará de cuidar de la
herida. Cuando permite que pasemos
por la prueba, quiere tener un pretex-
to para cuidar de nosotros más cerca
y acompañar nuestro proceso de “ci-
catrización”.
Confianza total en la
Providencia
Tratando de encontrar los peca-
dos que llevaron a Job a aquel es-
tado miserable, los discursos de sus
tres amigos se van prolongando en
los capítulos subsiguientes de la Sa-
grada Escritura, hasta que Dios de-
cide intervenir, proclamando su pro-
Junio 2017 · Heraldos
Después que
Cristo murió por
nuestros pecados,
el régimen de la
gracia se volvió
otro; el Justo
padeció por los
injustos
pia grandeza “desde el seno de la tor-
menta” (40, 6).
Job era de hecho inocente y, fina-
lizado el período de prueba, Dios lo
devuelve a su antigua prosperidad. Su
salud se restablece de forma instan-
tánea. Le fueron restituidos el doble
de todos sus bienes y también le fue-
ron dados nuevos hijos. Y aún obtu-
vo, por medio de un holocausto pa-
cífico, el perdón de sus tres amigos
que no habían hablado bien del Altísi-
mo, como lo había hecho el justo Job
(cf. Job 42, 8).
Una bella lección para nosotros:
si queremos conocer la medida del
amor de Dios por los hombres, inte-
rroguemos a Aquel que se dejó cru-
cificar por cada uno de nosotros. Si
Él permite que nos hiramos lo hace
para cuidar de nuestra herida; pero,
sobre todo, Él ofrece las heridas que
injustamente los hombres le hicieron
para darle muerte al pecado y obte-
ner la salud eterna para cada uno de
nosotros. ²
1
GARCÍA CORDERO, OP, Maximilia-
no; PÉREZ RODRÍGUEZ, Gabriel.
Biblia Comentada. Libros sapienciales.
Madrid: BAC, 1962, t. IV, p. 50.
del Evangelio      39

Capilla enclavada en los Alpes
acoge a un nuevo ermitaño
El pasado mes de marzo dába-
mos la noticia en esta sección de la
petición hecha por las autoridades
de Saalfelden im Pinzgau, localidad
próxima a Salzburgo, solicitando
candidatos para la “plaza” de ermi-
taño en la histórica y pintoresca ca-
pilla de San Jorge, enclavada en una
de las montañas que rodean esa ciu-
dad alpina.
La singular petición despertó
por entonces el interés de periódi-
cos como el Der Spiegel, de Alema-
nia, el Daily News de Estados Uni-
dos o The Telegraph y The Guardian
de Inglaterra, y acabó siendo aten-
dida por 50 candidatos de diversos
países.
Aniversario del “Mesías” de Händel
E l 13 de abril de 1742, el nu-
meroso público reunido en el
Great Music Hall, situado en la ca-
lle Fishamble, de Dublín, tuvo la
oportunidad de asistir a una pre-
sentación histórica: por primera
vez se oían en público los armonio-
sos acordes del más célebre oratorio
compuesto por George Friedrich
Händel: el Mesías.
Para conmemorar el 450 aniver-
sario de ese hecho, un conjunto for-
mado por instrumentistas de la Du-
blin Handelian Orchestra y miem-
bros de la Our Lady’s Choral Socie-
40      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
A mediados de abril, el alcalde de
Saalfelden, Erich Rohrmoser, infor-
mó que el nuevo ermitaño ya había
sido elegido: se trata del ex soldado
belga Stan Vanuytrecht, de 58 años de
edad, que también es geómetra y diá-
cono permanente. Pasó varios años
realizando trabajos de voluntariado
con necesitados, pero lo que más in-
fluyó en la elección fue “su personali-
dad, que irradia calma y estabilidad”.
Sustituirá al monje benedictino que
permaneció doce años en la ermita,
ejerciendo una abnegada labor no re-
munerada en un lugar paradisiaco, si-
tuado a 1400 metros de altura, pero
sin electricidad ni agua corriente.
Arzobispado de Piura
Poblado asolado por las
inundaciones pide Biblias
El poblado de Pedregal Chico,
en la región peruana de Bajo Piu-
Reproducción
George Friedrich Händel
retratado por Balthasar Denner
ra, está situado en una de las áreas
más azotadas por las inundaciones
que asolaron el país en los últimos
días del mes de marzo. Sin embargo,
no ha sido la falta de ayuda médica,
ropa o alimentos lo que más preocu-
pó a un grupo de habitantes de ese
poblado.
Según el relato que consta en la
página web del arzobispado de Piu-
ra, esos vecinos aprovecharon la vi-
sita de Mons. José Antonio Egu-
ren para hacerle una singular peti-
ción: algunos ejemplares de la Sagra-
da Escritura para sustituirlos por los
que habían sido dañados con la inun-
dación. Le explicaron a su arzobis-
po que la Palabra de Dios es esencial
para la continuidad de sus progra-
mas de catequesis implementados
en el poblado, que se verían bastan-
te perjudicados si no se reciben nue-
vas Biblias.
Mons. Eguren quedó muy emocio-
nado con esa petición, pero no des-
cuidó tampoco atender las necesida-
des materiales de sus fieles. Para ello
envió aproximadamente tres tonela-
das de víveres a las cerca de 300 fami-
lias afectadas por el desbordamiento
del río Piura.
ty ejecutaron al aire libre, junto al
lugar donde se encontraba el histó-
rico auditorio, los principales frag-
mentos de esa obra maestra de la
música sacra.
Händel escribió la partitura de
dicho oratorio en tan sólo veinticua-
tro días, un prodigio de rapidez para
una obra cuya ejecución demora cer-
ca de dos horas y media. A partir del
año de 1750, el compositor siempre
terminaba la Cuaresma con la ejecu-
ción del Mesías. En Irlanda es tam-
bién tradición ejecutar la obra en el
Tiempo de Adviento.
 550 aniversario de la llegada de la
Virgen María a Genazzano
C on una doble celebración fue conmemorado el 550
aniversario de la milagrosa llegada a Genazzano,
Italia, del fresco de la Madre del Buen Consejo, hasta
entonces venerado en la ciudad albanesa de Escútari.
En Genazzano, las festividades comenzaron el 16
de abril con la novena preparatoria pre-
sidida por el rector del santuario, el
P. Ludovico María Centra, OSA, y
culminaron el día 26 con una Misa
Fotos: Gustavo Kralj
Un sacerdote francés es
beatificado en la catedral de Oviedo
D urante una Celebración Eu-
carística presidida por el car-
denal Ángelo Amato, prefecto de
la Congregación para las Causas de
los Santos, y concelebrada por nu-
merosos obispos y sacerdotes, fue
beatificado el 22 de abril, en la ca-
tedral de Oviedo, España, el sacer-
dote francés Louis Antoine Rose
Ormières Lacase (1801-1890).
Eximio educador y el fundador
de la Congregación de las Her- Presbiterio de la catedral de Oviedo,
manas del Ángel de la Guarda, con el retrato del nuevo Beato
celebrada por el P. Luciano De Michieli, OSA, prior
provincial de los Agustinos de Italia, Orden que custo-
dia el valioso fresco. La Festa della “venuta”, durante la
cual fue cantado el Akathistos, y la subsiguiente con-
celebración fueron presididas por el cardenal Salvato-
re di Giorgi, arzobispo emérito de Palermo.
En Escútari (Shkodra en albanés) le cupo al carde-
nal Franc Rodé, CM, prefecto emérito de la Congre-
gación para los Institutos de Vida Consagrada y las So-
ciedades de Vida Apostólica, presidir, en calidad de
enviado especial del Santo Padre, la Misa solemne
celebrada en el Santuario Nacional de la
Virgen del Buen Consejo, el 26 de abril.
El principal concelebrante fue el arzo-
bispo metropolitano de Shkodra-Pult,
Mons. Ángelo Massafra, OFM.
Capilla del santuario de la Madre
del Buen Consejo donde se venera
el milagroso fresco. En destaque, el
cardenal Franc Rodé y el programa
de la conmemoraciones realizadas
en Genazzano
el P. Ormières fue ordenado en
la diócesis de Carcassonne. Allí
dio comienzo a su congregación,
que acabó esparciéndose por el
sur de Francia, en España y en
Arzobispado de Oviedo
Ecuador. Tras haber sido recibido
en audiencia privada por el Papa
Pío IX, el nuevo Beato trasladó su
residencia a Oviedo, ciudad don-
de murió. Sus restos mortales se
conservan en la casa madre de la
congregación en la ciudad france-
sa de Montauban.
Junio 2017 · Heraldos del Evangelio      41
 La catedral de Bourges reconstruye
una histórica “campana de madera”
E n la pasada Semana Santa se bendijo en la cate-
dral de Bourges, Francia, una “campana” única
en Europa, y tal vez en el mundo. Se trata, en realidad,
no de una campana, sino de una enorme matraca de
más de tres metros de altura, prevista para ser acciona-
da por dos personas.
El instrumento, denominado Simandre, fue bende-
cido por el arzobispo metropolitano, Mons. Armand
A la izquierda, los restos de la “Simandre” original;
a la derecha, el nuevo instrumento
La Iglesia recupera un templo en Barnaul
T ras largos trámites lega-
les, el Consejo de Urba-
nismo de la localidad rusa de
Barnaul, cerca de la fronte-
ra con Kazajstán, decidió de-
volver a la Iglesia Católica
el uso de un antiguo templo
edificado en 1910, en el cen-
tro urbano, que fue clausura-
do en 1936 por las autorida-
des soviéticas y transforma- Un aspecto de la Misa de acción de gracias
do en farmacia. presidida por Mons. Joseph Werth
El edificio pertenecía des-
de 1989 al Estado y forma parte del patrimonio cultu- presbíteros, celebró una Misa de acción de gracias ante
ral del país. Las tareas para restituirle su aspecto origi- el edificio.
42      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
Maillard, a las 15 h del Viernes Santo. A continua-
ción, se puso en uso durante el Oficio de la Pasión del
Señor, en sustitución de las campanas, que enmude-
cen después de la Misa in Cena Domini hasta el Glo-
ria de la Vigilia Pascual.
La Simandre original, cuyos restos se conservan en
la última planta de la torre norte, data del siglo XVI.
Fue descubierta en el siglo XIX y desde entonces está
registrada como monumento histórico, en cali-
dad de instrumento musical. “Esta Simandre es
un instrumento único en Europa. Existieron cier-
tamente otras matracas, pero ninguna con estas
proporciones”, explica Bernard Brossard, presi-
dente de los Amigos de la Catedral de Bourges.
Los artesanos de la firma especializada Les
Métiers du Bois estuvieron trabajando duran-
infocatho.org
te tres meses para conseguir una reproducción
exacta del original, la cual quedó lista tan sólo
dos semanas antes de su bendición. La nueva
Simandre quedará expuesta hasta mediados de
septiembre, cuando será llevada a su destino de-
finitivo: el campanario de la catedral.
nario comenzarán a finales
del 2017. Algunos de los ma-
teriales que se usarán en su
reconstrucción, como bal-
dosas y ladrillos similares a
los originales, procederán
de Alemania. También será
sib-catholic.ru
reconstruida la torre de la
iglesia, demolida después de
la confiscación.
El obispo de Novosi-
birsk, Mons. Joseph Werth,
SJ, acompañado por varios
 Inaugurada la primera
universidad católica de Indonesia
E l día 6 de abril fue reconocida oficialmente por las au-
toridades indonesias la primera universidad católica
del país, situada en la ciudad de Pontianak, capital de la pro-
vincia de Kalimantan occidental. Es el punto final de un lar-
go camino iniciado en el 2006 por el Instituto Superior Pas-
toral San Agustín, que en sus años de historia ya ha formado
a 1250 estudiantes.
La ceremonia de inauguración estuvo presidida por
Mons. Agustinus Agus, arzobispo de Pontianak, y en ella
participaron, según informaciones facilitadas por Asia News,
el ministro de Asuntos Religiosos, Lukman Hakim Saiffu-
din, y el gobernador de Kalimantan occidental, Cornelis
M. H.
De acuerdo con el Anuario Estadístico de la Iglesia, de
los casi 250 millones de habitantes de Indonesia sólo el 3%,
algo más de 7,5 millones, se declaran católicos.

AsiaNews.it
Fotografías de la ceremonia de inauguración divulgadas por la agencia “Asia News”

Apostolado del Oratorio

María, Reina de los Corazones
¡Súmese a “María, Reina de los Corazones” para que su hogar
participe en este apostolado junto con más de 30.000 familias
que en España reciben un oratorio una vez al mes en sus casas!
Usted también puede ser coordinador(a) de un oratorio
del Inmaculado Corazón de María.
¡Llámenos ya o escríbanos solicitándonos más información!
C/ Cinca, 17 - 28002 - Madrid. Tel. 902 11 54 65
oratorio@heraldos.org

Junio 2017 · Heraldos del Evangelio      43

 El Parlamento polaco conmemora
el centenario de Fátima
E l Sejm (Dieta), que junto con el Senado forman
las dos cámaras del Parlamento de Polonia, apro-
bó en su sesión del 5 de abril una resolución en home-
cunstancias que llevaron a la Virgen María a hacer-
les las revelaciones a los tres pastorcitos portugueses,
en las que estaban profetizados algunos de los aconte-
naje a Nuestra Señora de Fátima con motivo del cente- cimientos más importantes del siglo XX, y también se
nario de las apariciones en Cova de Iria. evoca el espectacular milagro del sol.
El texto de dicho documento fue elaborado por la La diputada explicó que el mensaje de Fátima pue-
diputada Anna Sobecka. En él se recuerdan las cir- de indicar el camino seguro para el futuro, ya que el
destino de la Iglesia y de la humanidad están estrecha-
mente relacionados, y que el rechazo de valores y prin-
cipios cristianos siempre conducen a la destrucción.

Rafal Zambrzycki / sejm.gov.pl

Aunque el debate fue definido por algunos medios
polacos como “caliente”, la gran mayoría de los dipu-
tados, 245, votó a favor de la resolución. Tan sólo hubo
veintisiete votos contrarios y once abstenciones. “Debi-
do al peso e importancia del mensaje de 1917, el Sejm
polaco, convencido de su especial relevancia, quiere
conmemorar las apariciones de Fátima en su centena-
Una reciente sesión plenaria de la Dieta polaca rio”, concluye la resolución presentada.

UN PROFETA PARA NUESTROS DÍAS

Mons. João
Scognamiglio
Clá Dias, EP
MONS. JOÃO S COGNAMIGLIO C LÁ DIAS, EP

9,5
0€
Mons. João
Scognamiglio
Clá Dias, EP
N o hay nadie más indicado que
Mons. João Scognamiglio Clá Dias
MONS. JOÃO
S COGNAM IGLI
O C LÁ DIAS,

para ofrecer una visión completa de Pli-

EP

nio Corrêa de Oliveira desde el úni-

M uchos autores
ya emprendie co punto de vista por el cual merece ser
Un profeta para nuestros días

sobre la figur ron

a de Plinio Corrê la tarea de publicar obras
Un profeta
Plinio Corrêa de Oliveira

obras
autores ya emprendieron la tarea de publicar exist a
numerosos traba ir abundantes referencias de Oliveira, además de
Plinio Corr

considerado, es decir, el del designio de

de
a figura de Plinio Corrêa de Oliveira, además amplia perso
jos. En algun a
os se nota una su persona y acción en
en
abundantes referencias a su persona y acción mayoría secun
nalidad, pues
abord an apenas
concepción parci
al de su
de su
En algunos se nota una concepción parcial dola bajo un
darios. Otro
s tratan de defor uno de sus aspectos, en
en su prism mar su imag su
pues abordan apenas uno de sus aspectos, ofrece una visua a distorsionado o irreal.
para nuestros

en, presentán-

Dios respecto a él. El lector podrá com-

presentán- lización comp Sobr
. Otros tratan de deformar su imagen, nal desde el único leta que prese
e todo, ningu
no
êa de

distorsionado o irreal. Sobre todo, ninguno de ellos punto de vista nte a este varón de ellos
esto es, estud que realmente excepcio-
excepcio- iando el desig
ción completa que presente a este varón Ahora bien, nio de Dios acerc mere ce ser considerado,
a de él.
nto de vista que realmente merece ser considerado, acreditada para nadie parece ser más indic
Oliveira

probarlo en la obra El don de la sabidu-

tal labor que ado,
l designio de Dios acerca de él. y al cabo, los Mons. João Scog ni poseer una voz más
voz más casi cuarenta namiglio Clá
die parece ser más indicado, ni poseer una el 7 de julio años que conv Dias. Al fin
días

Scognamiglio Clá Dias. Al fin de 1956, cuan ivió con el Dr.

abor que Mons. João su alma a Dios, do lo conoció,
hasta el día
Plinio, desde
desde siendo en los
uarenta años que convivió con el Dr. Plinio, lar e inmediato últimos veint en que él entre
e años su secre gó

ría en la mente, vida y obra de Plinio Corrêa

entregó colaborador
, cuando lo conoció, hasta el día en que él mación de sus en los asuntos tario particu-
particu- discípulos, hacen que lo ocupaban
do en los últimos veinte años su secretario do de todos,
para pronuncia del Autor un y en la for-
en la for- testigo, y el más
borador en los asuntos que lo ocupaban y el pensamiento rse sobre la
vida, autoriza-
de
pulos, hacen del Autor un testigo, y el más autoriza- El don de la sabid su maestro. El lector podr la acción, las virtudes y
virtudes y uría en la mente á comprobar

de Oliveira, publicada en cinco volúme-

ronunciarse sobre la vida, la acción, las publicada en
cinco volúm , vida y obra de lo en la obra
la obra Plinio Corrêa
u maestro. El lector podrá comprobarlo en que este opús enes
culo es una breve por la Librería Editrice de Oliveira,

PLINIO CORRÊ A DE OLIVEI RA

de Oliveira,
a en la mente, vida y obra de Plinio Corrêa síntesis. Vaticana, de
la
de la
volúmenes por la Librería Editrice Vaticana,
PLIN IO CORR
UNnes porÊAla Libreria Editrice Vaticana, de
una breve síntesis.

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DE OLIV EI RA
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44      Heraldos del Evangelio · Junio 2017

 Conmovedoras ceremonias
de Semana Santa en Jerusalén
M ás de 160 000 peregrinos procedentes de todos
los rincones del mundo convergieron en Jerusa-
lén para participar en las conmemoraciones de la Se-
mana Santa, presididas por el Administrador Apos-
tólico del Patriarcado de Jerusalén, Mons. Pierbattis-
ta Pizzaballa, OFM, y por el Custodio de Tierra Santa,
Fr. Francesco Patton, OFM.
El Jueves Santo más de 200 presbíteros se congre-
garon en el exiguo espacio de la basílica de la Resu-
rrección, donde renovaron las promesas sacerdota-
les, tras la bendición de los Santos Óleos realizada por
Fotografías de las ceremonias del Triduo Pascual realizadas en las basílicas de la Resurrección y
del Santo Sepulcro
Mons. Pizzaballa. Ese mismo día el vicario de la Cus-
todia, el P. Dobromir Jaztal, OFM, presidió la peregri-
nación al Cenáculo.
El Viernes Santo centenares de fieles recorrieron
el Vía Crucis llevando un fragmento de la verdade-
ra cruz de Cristo. Antes de llegar al Calvario se de-
tuvieron en los lugares donde, hace más de dos mil
años, ocurrieron los episodios de la Pasión. Especial-
mente conmovedora fue la Vigilia Pascual celebrada
en la basílica del Santo Sepulcro, recientemente res-
taurada.
Fotos: custodia.org
Junio 2017 · Heraldos del Evangelio      45
 Historia para niños... ¿o adultos llenos de fe?
Piedras vivas de la Iglesia
Las afirmaciones de Juan y de Ana reanimaron a los aldeanos,
llevándolos a retomar con ahínco sus respectivos trabajos. Pero
también resonaron en los oídos del rey...
Hna. Gabriela Victoria Silva Tejada, EP
A mediados de la primave-
ra todas las familias de
aquella pintoresca aldea
alpina se encontraban
reunidas en la capilla del lugar, tan
pequeña que apenas lograba abri-
Sacramentado fuera acogido de una
manera más digna.
Aquel día el párroco había con-
gregado a la comunidad para asignar
las diversas tareas de la construcción:
los hombres trabajarían y asentarían
gar a unas decenas de personas. En las piedras; los jóvenes empezarían a
la última Semana Santa había naci- recoger la madera necesaria para las
do en el alma de sus piadosos habi- vigas del techo; las amas de casa pin-
tantes el deseo de sustituirla por tarían y barnizarían puertas y ven-
un templo de mayor tamaño, don- tanas, y también se ocuparían de los
de el pueblo entero pudiera asistir vidrios y vitrales; y los niños, obede-
mejor a la Santa Misa y donde Jesús ciendo a sus padres, colaborarían en
lo que estuviera a su
alcance.
Los días y los
meses iban pasan-
do. Los lugareños,
entusiasmados, veían
cómo las paredes de
la nueva iglesia se
levantaban y espera-
ban, con indescripti-
ble alegría, su inau-
guración.
No obstante, el
nubarrón de la prue-
ba se abatiría sobre
ellos... Después de
haber transcurrido
Los lugareños, entusiasmados, veían cómo un año desde el ini-
las paredes de la nueva iglesia iban levantándose cio de las obras les
46      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
llega una terrible noticia: el rey
había emitido un decreto que veta-
ba la edificación de cualquier recin-
to sagrado.
La tristeza se apoderó del pueblo,
desconcertado tras oír el mensaje
del soberano. La energía y el ánimo
que los dominaba hasta ese momen-
to parecía que los había abandona-
do. Nadie sabía cómo reencender la
antorcha del entusiasmo anterior; ni
siquiera el párroco encontraba pala-
bras para consolarlos...
Pasados unos minutos de pro-
fundo silencio, se alzaron las voces
indignadas de Ana y Juan, dos viva-
ces gemelos, hijos de Fernando, el
catequista:
—¡Ya pueden llegar ése y otros
muchos decretos más prohibiendo
construir iglesias, sin embargo, noso-
tros continuaremos con la nuestra!
— exclamó Juan.
—Este edificio refleja algo que
está en nuestro interior —agregó
Ana—. ¿El domingo pasado no nos
dijo el párroco que todos somos pie-
dras vivas que componen la Iglesia?
—¡Eso mismo! ¡Piedras vivas!
— respondió Juan—. Podrán prohibir
la construcción de iglesias de piedra,
pero nadie puede impedirnos seguir
edificando y adornando la Iglesia que
está viva en nosotros.
Las afirmaciones de aquellas
almas inocentes reanimaron al pue-
blo y también acabaron resonando en
los oídos del rey...
Con el consentimiento del párroco
y confiando en la ayuda de la Divina
Providencia, los aldeanos decidieron
proseguir los trabajos sigilosamente.
Las paredes ya se habían levantado
y el tejado estaba casi listo. Se podía
concentrar los esfuerzos en el aca-
bado interior, siempre más discreto.
Además, la localización del pueblo,
incrustado en las montañas y lejos de
los principales caminos, le permitía
avanzar sin llamar la atención.
Mientras los adultos retomaban
con ahínco sus tareas, los niños, lle-
nos de ardor por las palabras de Ana
y Juan, asumieron ellos mismos la
misión de rezar sin descanso. Y eso es
lo que hicieron.
Los dos gemelos reunieron a los
niños de la aldea y Juan les dijo en
tono solemne:
—¿No hemos aprendido en el
catecismo que una de las principales
funciones de los ángeles es la de ser
mensajeros? Nuestros ángeles de la
guarda tienen un poder extraordina-
rio y quieren ayudarnos.
—Pero para ello —añadió Ana—
es necesario que pidamos su auxilio.
Si no lo hacemos, se van a quedar de
brazos cruzados... ¡Tengo una idea!
Desde entonces, Juan, Ana y los
demás pequeños del lugar pidieron
incansablemente a sus ángeles de la
guarda que repitieran en los oídos
del rey una frase: “Podrán prohibir
la construcción de iglesias de piedra,
pero nadie puede impedirnos seguir
edificando y adornando la Iglesia que
está viva en nosotros”.
El tiempo transcurría y el empe-
ño con el que los chiquillos rezaban
le daba fuerzas a la gente para conti-
nuar la obra. Pero las inocentes ora-
ciones infantiles también tenían un
efecto invisible sobre los ángeles, que
no cesaban ni un instante
de influenciar en el rey...
Sin que nadie mencio-
nara el tema, el soberano
empezó a sentir un dolo-
roso aguijón en el alma...
En su conciencia pesaba
la prohibición que había
decretado de construir edi-
ficaciones sagradas, más
que las piedras necesarias
para erigir todas las igle-
sias de su reino.
De modo que instiga-
do, sin percibirlo, por las
benéficas voces angélicas,
el monarca se arrepintió
Ilustraciones: Elizabeth Bonyun
profundamente de la falta
cometida y, en reparación,
promulgó un nuevo decre-
to que revocaba el anterior,
en el que otorgaba ade-
más beneficios y privile-
gios para los que quisieran
construir un nuevo templo
en su reino.
Poco antes de que comenzaran los ritos sagrados,
La alegría invadió a los vieron que desde el fondo de la iglesia entraba
habitantes de la aldea. Con la inconfundible figura del rey
más presteza aún avan-
zaron en sus trabajos y, en un abrir y nios. Quería dar testimonio de su fe,
cerrar de ojos, terminaron lo que fal- con fervor renovado. Pidió la palabra
taba para dejar lista la nueva edifica- y dijo:
ción. —Después de haber impedido la
Finalmente llegó el día previs- construcción de iglesias, no tuve un
to para la inauguración. El simbolis- instante de paz. Noche y día escu-
mo de la ceremonia que estaba a pun- chaba como voces que me decían:
to de empezar consolaba y conmo- “Podrán prohibir la construcción de
vía a los fieles, y a muchos se les salta- iglesias de piedra, pero nadie puede
ban las lágrimas de emoción mientras impedirnos seguir edificando y ador-
esperaban la entrada del celebrante. nando la Iglesia que está viva en noso-
¿Y cuál no fue la sorpresa de los tros”. Seguramente fueron los ánge-
presentes cuando, poco antes de que les o quizá alguno de mis piadosos
comenzaran los ritos sagrados, vieron antepasados que me recriminaban mi
que desde el fondo de la iglesia entra- actitud...
ba la inconfundible figura del rey. No En ese momento, una sonrisa se
obstante, venía a pie con un séquito dibujó en los labios de Juan, de Ana
muy reducido y con aire de penitente. y de los demás niños: la misión que
Estaba tan arrepentido de haber fir- habían encomendado a sus ángeles
mado aquel decreto de la prohibición de la guarda fue cumplida de la mejor
que decidió participar personalmen- manera posible. Y todos pudieron
te en la primera Misa de la primera comprender que, de hecho, ¡somos
iglesia que fuera erigida en sus domi- piedras vivas de la Iglesia! ²
Junio 2017 · Heraldos del Evangelio      47
Los santos de cada día_ _______
1. San Justino, mártir (†c. 165
Roma).
San Aníbal María Di Francia,
presbítero (†1927). Fundó la Con-
gregación de los Rogacionistas
del Corazón de Jesús y la de las
Hijas del Divino Celo.
2. Santos Marcelino y Pedro, márti-
res (†304 Roma).
San Nicéforo de Constantino-
pla, obispo (†828). Era un simple
laico cuando fue aclamado Pa-
triarca de Constantinopla. Fue
desterrado por el emperador ico-
noclasta León V por defender el
culto a las sagradas imágenes.
3. Santos Carlos Luanga y doce
compañeros, mártires (†1886
Kampala - Uganda).
Santa Clotilde, reina (†545).
Gracias a sus oraciones y a su celo
apostólico consiguió la conver-
sión de su esposo Clodoveo, rey
de los francos, y de todo el reino.
4. Solemnidad de Pentecostés.
San Francisco Caracciolo,
presbítero (†1608). Fundó en Ná-
poles, Italia, la Congregación de
los Clérigos Regulares Menores,
estableciendo entre ellos, además
de los votos de pobreza, obedien-
cia y castidad, el de no aceptar
dignidades eclesiásticas.
5. San Bonifacio, obispo y mártir
(†754 Dokkum - Países Bajos).
San Lucas Vu Ba Loan, pres-
bítero y mártir (†1840). Decapi-
tado en Hanói, Vietnam, duran-
te la persecución del emperador
Minh Mang.
6. San Norberto, obispo (†1134 Mag-
deburgo - Alemania).
San Rafael Guízar Valencia,
obispo (†1938). Ejerció clandesti-
namente su ministerio episcopal
en Veracruz. Incentivó las misio-
48      Heraldos del Evangelio · Junio 2017
nes y propagó la devoción al Sa-
grado Corazón de Jesús. Murió
exiliado en Ciudad de México.
7. Beata Ana de San Bartolomé
(†1626). Carmelita descalza, dis-
cípula y confidente de Santa Tere-
sa de Jesús, dotada de dones mís-
ticos (véase pp. 32-35).
8. Jesucristo, Sumo y Eterno
Sacerdote.
San Guillermo Fitzherbert,
obispo (†1154). Tras ser restituido
a su sede episcopal de York, In-
glaterra, de la que había sido in-
justamente depuesto, perdonó a
sus enemigos y favoreció la paz.
9. San Efrén, diácono y doctor de la
Iglesia (†373 Edesa - Turquía).
San José de Anchieta, presbí-
tero (†1597 Reritiba - Brasil).
Beata Ana María Taigi, madre
de familia (†1837). Soportó con
paciencia el carácter violento de
su marido y se dedicó a la educa-
ción de sus hijos. Fue favorecida
con el don de profecía y con co-
municaciones místicas.
10. San Bogumilo, obispo (†1182).
Renunció a la sede episcopal de
Gniezno, Polonia, y siguió una
vida eremítica en suprema auste-
ridad, en un lugar desierto cerca
de Dobrowo.
11. Solemnidad de la Santísima
Trinidad.
San Bernabé, apóstol.
Beato Ignacio Maloyan, obis-
po y mártir (†1915). Fue fusilado
junto con otros cristianos en Mar-
din, Turquía.
12. San León III, Papa (†816). Con-
firió la corona del Sacro Impe-
rio a Carlomagno, rey de los fran-
cos, y se distinguió por su defensa
de la verdadera doctrina sobre la
dignidad divina del Hijo de Dios.
13. San Antonio de Padua, presbí-
tero y doctor de la Iglesia (†1231
Padua - Italia).
Santos Agustín Phan Viet Huy
y Nicolás Bui Viet The, márti-
res (†1839). Militares del ejército
vietnamita, ejecutados por el “cri-
men” de ser cristianos.
14. San Eliseo, profeta.
Santos Valerio y Rufino, már-
tires (†s. IV). Decapitados cerca
de Soissons, Francia, por difundir
el Evangelio.
15. Santa María Micaela del Santí-
simo Sacramento, virgen (†1865
Valencia - España).
Beata Albertina Berkenbrock,
virgen y mártir (†1931). Asesina-
da a los 12 años en São Luís, Bra-
sil, por defender heroicamente su
castidad.
16. Beato Tomás Reding, már-
tir (†1537). Monje de la Cartuja
de Londres que, reinando Enri-
que VIII, fue encarcelado y enca-
denado, muriendo consumido por
el hambre y la enfermedad.
17. Santos Nicandro y Marciano,
mártires (†c. 297). Soldados
decapitados en Silistra,
Bulgaria, en tiempo de
Diocleciano, por rechazar
sacrificar a los dioses.
18. Solemnidad del Santísimo Cuer-
po y Sangre de Cristo.
San Amando, obispo (†s. V).
Tercer obispo de Burdeos,
Francia.
19. San Romualdo, abad (†1027
Marcas - Italia).
Santa Juliana Falconieri, vir-
gen (†c. 1341). De familia no-
ble, fundó en Florencia, Italia, la
Orden Tercera de los Siervos de
María, llamadas, por su hábito,
“Mantelatas”.
______________________ Junio
20. Beata Margari-
ta Ebner, virgen
(†1351). Religio-
sa del monasterio
dominico de Me-
dingen, Alema-
nia, soportó mu-
chas tribulaciones
y dejó escritos so-
bre sus experien-
cias místicas.
21. San Luis Gonza-
ga, religioso (†1591
Roma).
San Juan Rigby,
mártir (†1600). Jo- Cuerpo incorrupto de la Beata Ana María Taigi - Basílica de San Crisógono, Roma
ven laico ahorcado
y descuartizado en Londres, du-
rante el reinado de Isabel I de In-
glaterra, por haberse reconciliado
con la Iglesia.
22. San Paulino de Nola, obispo
(†431 Nola - Italia).
Santos Juan Fisher, obispo,
y Tomás Moro, mártires (†1535
Londres).
San Flavio Clemente, mártir
(†96). Cónsul romano condenado
a muerte por negarse a adorar a
los dioses, durante la persecución
de Domiciano.
23. Solemnidad del Sagrado Cora-
zón de Jesús.
San José Cafasso, presbítero
(†1860). Sacerdote de la diócesis
de Turín, Italia, que se dedicó
a aumentar la piedad y la
ciencia de los futuros clérigos,
y a reconciliar con Dios a los
encarcelados y a los condenados
a muerte.
24. Solemnidad de la Natividad de
San Juan Bautista.
Inmaculado Corazón de
María.
San Goardo, obispo y már-
tir (†843). Asesinado en Nantes,
Francia, junto con muchos fie-
les, por los invasores normandos,
mientras celebraba en la catedral
una Misa solemne.
25. XII Domingo del Tiempo
Ordinario.
San Guillermo de Vercelli,
abad (†1142). Aconsejado
por San Juan de Matera,
fundó la abadía territorial de
Montevergine, y numerosos
monasterios más en la Italia
meridional.
26. San Pelayo, mártir (†925 Córdo-
ba - España).
Beatos Nicolau Konrad,
presbítero y Vladimir Pryjma,
mártires (†1941). Fueron
fusilados en el bosque cerca
de Stradch, Ucrania, cuando
volvían de visitar a un enfermo,
al que le llevaron los últimos
sacramentos.
27. Nuestra Señora del Perpetuo
Socorro.
San Cirilo de Alejandría, obis-
po y doctor de la Iglesia (†444
Alejandría - Egipto).
San Sansón, presbítero (†560).
Se cuenta que habiendo cura-
Junio 2017 · Heraldos
Tiago Galvão
do de una enfermedad al empe-
rador Justiniano I, logró de éste
la construcción de un hospital en
Constantinopla.
28. San Ireneo, obispo y mártir
(†c. 202 Lyon - Francia).
San Pablo I, Papa (†767).
Escribió a los emperadores
Constantino V y León IV para
que restablecieran la antigua
veneración a las sagradas
imágenes. Trasladó los cuerpos
de los mártires desde los
cementerios en ruinas al interior
de iglesias y monasterios.
29. Solemnidad de los Santos Pedro
y Pablo, apóstoles.
Santas María Du Tianshi y su
hija Magdalena Du Fengju, már-
tires (†1900). Sacadas de un ca-
ñaveral donde se habían escondi-
do, en las cercanías de Shenxian,
China, murieron proclamando su
fe en Cristo.
30. Santos Protomártires de la Igle-
sia Romana (†64 Roma).
Beato Zenón Kovalyk, presbí-
tero y mártir (†1941). Sacerdote
redentorista muerto en la prisión
de Lviv, Ucrania.
del Evangelio      49
 El color de las
En nuestro paso por esta vida, nos toca descubrir e
intensificar el color que Dios ha reservado para nuestra
alma. Bellísimo y diferente de todos los demás, hará
que brillemos de un modo muy especial en el Cielo.

Santa Bernadette Soubirous
Santa Gemma Galgani
Santa Teresa del Niño Jesús
¿S
e le ha ocurrido algu-
na vez, querido lec-
tor, reflexionar de una
forma distinta sobre
los colores? Pues a eso es a lo que
le invito al proponerle este reto: si
pudiéramos ver el alma de un san-
to, ¿de qué color sería? Bien, no nos
quedemos sólo en la teoría y dirija-
mos nuestra atención hacia ejemplos
concretos.
Empecemos por la vidente de
Lourdes, Santa Bernadette Soubi-
rous. A esta humilde campesina, hija
de un molinero de los Pirineos fran-
ceses, de una inteligencia corriente
y una salud muy débil, la Santísima
Virgen la eligió para que fuera una
verdadera heroína en el testimonio
de sus visiones. Podríamos comparar
su alma al rojo carmesí, como símbo-
lo de su fuerza de voluntad, dispues-
ta a propagar incondicionalmen-
te el mensaje de la Virgen, a pesar
de todos los reveses que sufrió. Las
ingratitudes, los malos tratos y las
persecuciones de los que fue obje-
to a lo largo de su corta vida le sir-
vieron de elementos de santificación
y añadieron a ese rojo carmesí de su
alma el esplendor áureo del comba-
te. Infatigable luchadora en esta tie-
rra, conoció la victoria únicamente
en la eternidad.
Otra alma digna de nuestra aten-
ción sería la de Santa Gemma Gal-
gani. Rebosante de espíritu sobre-
natural, estaría bien representada
por el lila, que tiene algo de azul y
de rojo, de la estabilidad aliada a
la batalla. La vida de esta perpetua
postulante fue una constante pug-
na y un aparente fracaso. Dios avi-
vaba el fuego del ideal religioso en
su alma y, al mismo tiempo, impe-
día su realización... En medio a las
violáceas probaciones, incontables y
extraordinarios momentos de convi-
vencia sobrenaturales marcaban su
espíritu con maravillosos tonos de
azul celeste.
¿Y el de Santa Teresa del Niño
Jesús? Sin duda nos viene a la mente
el color blanco. ¿El motivo? En pri-
mer lugar, por haber sido inocentí-
sima, verdaderamente santa y llena
de amor a Dios, lo que la mantuvo
siempre en su gracia. Profundizando
en este simbolismo, podemos descu-
brir también otra imagen sublime: la
de la nieve, que además de blanquí-
sima es gélida. Característica bien
representativa de la mortificación
de su egoísmo, llegando al auge de

50      Heraldos del Evangelio · Junio 2017

almas

Carolina Amorim Zandoná

tratar su voluntad propia con frial-

dad heroica, a fin de hacer tan sólo la
voluntad de Dios.
Para concluir nuestra medita-
ción, dirijamos nuestra mirada hacia
otra alma virgen. Pero ahora la de
un varón: San José. Quizá pueda
ser representado por el más boni-
to de los colores verdes, porque su
esperanza inquebrantable en medio
de las perplejidades lo hizo confiar
humilde y pacientemente, sobre todo
en el momento en el que le fue reve-
lado el misterio de la Encarnación.
No obstante, ese verde posee matices
dorados que irradian luz hacia todos
los fieles que imploran su protección
y ayuda, ya que el Niño Jesús debió
Fotos: Thiago Tamura Nogueira, Lúcio Alves, Reproducción
haber adornado de gloria el alma de
su padre y custodio, en honor a su
fidelidad cristalina y santidad impar.
Nos toca a nosotros descubrir
e intensificar, en nuestro paso por
esta vida, el color que Dios ha reser-
vado para nuestra alma, bellísimo y
diferente de todos los demás. Así, al
cruzar el umbral de la eternidad bri-
llaremos con un fulgor todo espe- San José - Casa de Formación Tabor,
cial y formaremos parte del mag- de la Sociedad Clerical
nífico y multicolor conjunto de las Virgo Flos Carmeli, Caieiras (Brasil)
almas de los bienaventurados del
Cielo. ²

Junio 2017 · Heraldos del Evangelio      51

Sagrado Corazón de Jesús
Casa Monte Carmelo,
Caieiras (Brasil)

“N o es el pecado lo que más hiere mi

Corazón... lo que más lo desgarra
es que no vengan a refugiarse en Él después
que lo han cometido. Sí, deseo perdonar y
quiero que mis almas escogidas den a conocer
al mundo cómo espero, lleno de amor y de
misericordia, a los pecadores”.
Lúcio Alves

Palabras del Señor a sor Josefa Menéndez