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El filósofo Emilio Lledó (Sevilla, 1927) disfruta enseñando las dos ‘joyas’ de su biblioteca.

La
primera es un cuaderno escolar, decorado con dibujos infantiles y banderas republicanas cuyo
morado intentó disimular cuando aún era un chiquillo para evitar problemas. Su entonces
maestro solía invitarles a hacer “sugerencias” y pensar por ellos mismos, remarca con
intención. La segunda también es obra de niños, vecinos del pueblo de sus padres, Salteras
(Sevilla). Se trata de una carpeta que acaban de enviarle con fichas y redacciones dedicadas
al “amigo Lledó”. Repasar esos trabajos le devuelve la esperanza. A veces la pierde cuando
piensa en la política educativa del actual Gobierno.

Parece estar pasándolo mal últimamente.


Muy mal, lo digo sin ambigüedad. Estamos viviendo un retroceso gravísimo, porque, a pesar
de todo, este país había progresado. Cuando yo era niño, mis padres me mandaban a casa
de mi madrina, en Salteras. Era una labradora modesta, pero buenecita, que tenía gallinas.
Allí me consolaba del hambre de Madrid. En los años cuarenta, el pueblo tenía
2.000 habitantes, y los únicos que estudiábamos bachillerato éramos los hijos de algún
terrateniente y yo. Hoy tiene 5.000, un instituto, tres colegios públicos, guardería, biblioteca…
El pueblo ha progresado porque un alcalde decente ha entendido que su misión era ésa y no
proteger a “amigantes”, una palabra que viene de mangante.
Es un gran aficionado a crear nuevas palabras y sobre todo a denunciar las que
considera vacías, como por ejemplo la “excelencia”.
Se oye esa expresión y eso ya es… [se indigna]. No se puede entregar la educación de un
país a la diferenciación económica, a los colegios de pago. En primer lugar, porque muchos
de esos centros no se pueden comparar con el último instituto público de Francia o Alemania.
Aparte de que es una injusticia enorme. Otro de los sofismas más lamentables e
ideologizados de los últimos años es hablar de “la libertad de los padres para escoger dónde
educar a sus hijos”. ¿Qué libertad es ésa? ¿Los padres de los barrios humildes tienen libertad
para mandar a sus niños a los colegios de las sectas, que piden un dinero imposible de
pagar? Los padres alemanes y franceses deben de tener otro sentido de la libertad, porque
nunca han protestado por su magnífica enseñanza pública.
Habla de sectas en la enseñanza. ¿Qué papel juega la Iglesia en este momento?
Un papel lamentable e ideológico que no tiene nada que ver con la democracia ni con un país
laico. Un ejemplo son las declaraciones de Rouco Varela en el acto de homenaje a las
víctimas del 11-M. No sé por qué hay que celebrarlo en una iglesia y hacer que este señor
opine. El estudio tiene que ser creación de libertad, no de dogmatismo ni de frases hechas.
Los conceptos estereotipados, en quien no los reflexiona, producen agresividad. Uno de los
frutos que genera la ignorancia cultivada es la violencia.
¿Qué le parece la supresión de la asignatura de Educación para la Ciudadanía?
Una expresión de la ignorancia, del fanatismo y de la ideologización que estamos viviendo. Me
entristece ver la poca sensibilidad de los muchachos, que merecen otro tipo de enseñanza. En
España hay maestros de instituto excelentes, pero están intentando coartarlos y privatizar lo
que es público. La democracia es, fundamentalmente, obra de lo público y creadora de lo
público.
Ahora lo que se fomenta es la cultura del emprendimiento.
Los emprendedores, sí, como los que emprendieron la destrucción de nuestras costas y
la locura de la burbuja inmobiliaria, o los que están permitiendo la burbuja mental de los
estudiantes con la eliminación de las humanidades. Eso es muy grave. Los jóvenes tienen que
luchar por la defensa de estas asignaturas. ¿Es que no son humanos los químicos orgánicos
o los asesores financieros?
¿Blindar la religión mientras se suprime la filosofía puede tener consecuencias
peligrosas?
El adjetivo no me gusta mucho. Es peor que peligroso, es funesto. Es
ideológicamente inaceptable para un país que quiera progresar intelectual, cultural, técnica,
industrialmente. Es inadmisible que se menosprecien las humanidades y se establezca una
religión que yo no sé muy bien de qué tipo es, porque la religión también se manipula por
determinados grupos ideológicos. Es un error garrafal.
Hace años que se habla de una generación perdida, la que se dedicó a la construcción y
no se formó. Al problema se suma ahora la falta de recursos para estudiar. ¿Hay
recuperación posible?
Menos mal que no salió lo de Eurovegas. Se vendía ese producto diciendo que iba a generar
empleo. Por supuesto que habría gente que hubiera trabajado en esa monstruosidad. Pero el
trabajo se crea con fábricas de cosas útiles, con innovación, con cultura. Me sorprende que la
gente vote a determinados políticos. No se entiende, a no ser que nosotros también seamos
un poco corruptos y pensemos que nos caerán las migajas de quien se va a hacer con el
poder.
¿Qué esperanza les queda a quienes no logran encontrar un trabajo?
Yo viví la Guerra Civil y la posguerra. Entonces había una tristeza general, pero esperábamos
que todo cambiaría alguna vez para mejor. Ahora estamos en el mundo de la esperanza que
imaginábamos y sería terrible que lo que nos determinase fuese la desesperanza, la
decepción y la involución. Habría que pedir responsabilidades reales a quienes las tienen. Me
sorprende que ciertos partidos políticos, pongamos de izquierdas [hace gesto de comillas], no
exijan las cuentas exactas de los aeropuertos que se han hecho sin aviones. ¿Y la Ciudad de
las Artes y las Ciencias de Valencia? ¿Y la de la Cultura, de Galicia? Las ciudades de las
ciencias se hacen creando escuelas y universidades públicas. Es curioso, en el franquismo
sólo había universidades públicas. Estaban condicionadas, pero aun así es mucho peor esta
cultura de la privatización, donde me gustaría saber la categoría de muchos de los señores
que están enseñando en centros privados, y también qué idea tienen de la libertad y el
progreso.
¿Cómo ve la Universidad actual?
Estoy un poco desconectado, pero mis exalumnos me cuentan que va a peor. Me atrevería a
hacer una entrevista cara a cara con esos ideólogos de la educación para demostrarles  el
retraso y la incultura que están promoviendo con esa obsesión por hacer cosas ‘valiosas’. Uno
de los escándalos que más me chocan es que se obsesione a los muchachos con la idea de
que la Universidad sirve para ganarse la vida. En esos años hay que crear ilusiones. Me
gustaría que los asesores del ministro [José Ignacio Wert] me explicaran sus razones. No creo
que la monstruosidad de ciertos individuos llegue al extremo de querer entontecer al país.
Artículo publicado en la edición especial de Heraldo de Madrid, en quioscos durante
abril de 2014. Puedes conseguir un ejemplar suscribiéndote a La Marea durante el mes
de mayo.

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