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BREVIARIOS

del
Fondo de C ultura E c o n ó m ic a

326

ONTOLOGÍA SOCIAL DE MARX


T raducción de
M a r iix z C as o

Revisada por
A lberto Ci'K
C A R O L C. G O U L D

ONTOLOGÍA
SOCIAL DE MARX
Individualidad y comunidad en la
teoría marxista de la realidad social

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


M É X IC O
Primera edición en inglés, 1978
Primera edición en español. 1983

Título original:
Xlarx’s Soi'ial ΟηίοΙομγ. Inrli\idualilv and Community
in Marx’s Theor\ of Social Realit\
Φ 1978, The Massachusetts Institute of Technology
Publicado por The M IT Press. Cambridge
ISBN 0-262-07071-5

D. R. (c) 1983, F ondo di : O i.Ti R\ E conomicx


A\. de la lni\ersidad, 975: 03100 México. D. F.

ISBN 968-16-1348-1

Impreso en México
A mi madre y en m em oria de mi padre
AGRADECIMIENTOS

Ante todo, deseo agradecer a Marx W artofsky, del


departam ento de filosofía de la Universidad de
Boston, sus comentarios — que me fueron inm ensa­
mente útiles— sobre el m anuscrito, así como las
extensas discusiones que sostuvimos, v que ilu m i­
naron varios puntos difíciles de la interpretación
de Marx. T am bién le estoy agradecido por haber­
me ayudado a desarrollar el marco filosófico que
he aplicado aquí. Deseo expresar mi gratitud a
Richard Bernstein, del departam ento de filosofía
del Haverford College, y a M ih ailo Markovic, ex
m iem bro del departam ento de filosofía de la U ni­
versidad de Belgrado y profesor visitante de filoso­
fía de la Universidad de Pennsylvania, por sus agu­
dos comentarios sobre el m anuscrito v por varias
seminales discusiones. M i labor en este libro reci­
bió gran ayuda de diversas personas, cuyos com en­
tarios y observaciones me ayudaron a de fin ir mejor
mis propias ideas. Son Jürgen Habermas, del In s ti­
tuto Max Planck; Ju stin Leiber, ex colega m ío en
el departam ento de filosofía del L ehm an College,
C.U.N.Y.; Nette Terestman, de la ciudad de Nueva
York; David-Hillel R u b in , del departam ento de
filosofía, Universidad de Essex; Seyla ben-Habib,
del departam ento de filosofía, Universidad de
Yale, y L ind a Nicholson, del departam ento de edu­
cación, S.U.N.Y. en Albany. T am bién agradezco las
útiles sugestiones y comentarios críticos que recibí
de Alasdair M a d n ty re y de Joseph Agassi, ambos
del departam ento de filosofía de la Universidad de
Boston; de W illia m M acbride, del departam ento

5
6 A G R A D E C IM IE N T O S

de filosofía, Universidad Purdue; de Rosalind Bo-


logh, del departam ento de sociología, St. Jo h n ’s
University; de Frédéric Prvor, del departam ento
de economía, y de Charles Beitz, del departam en­
to de ciencias políticas de Swarthmore College, y
de Robert C um m ing, del departam ento de filoso­
fía, Universidad Colum bia. Mucho me benefició
mi participación en el grupo de estudio sobre los
Grundrisse que se reunió en la ciudad de Nueva
York en 1974, v deseo dar las gracias a los miem bros
de aquel grupo. T am bién me complace mencionar
las útiles discusiones que sostuve con estudiantes
graduados y con profesores del Centro para G ra­
duados de C.U.N.Y., a quienes presenté versiones
anteriores de los capítulos l, Il y IV en una serie de
conferenciasen 1975. Mis estudiantes de los cursos
y seminarios de marxismo que di en Swarthmore
College y Lehm an College me plantearon cuestio­
nes estimulantes y discusiones a las que debo m u ­
cho. Por últim o, deseo expresar mi agradecimiento
a Fay Brugger, de la ciudad de Nueva York; a Sara
Nicholas, de Lehm an College, C.U.N.Y., y a Alta
Schm idt, de Swarthmore College, por su excelente
mecanografía del manuscrito.
INTRODUCCIÓN

E st k libro propone un nuevo enfoque para com ­


prender a Marx: diferente de los acostumbrados,
que lo tom an como un economista político, un
ideólogo revolucionario, o un hum anista filosófi­
co, presento a Marx por prim era vez como a un gran
filósofo sistemático de la categoría de Aristóteles,
Kant y Hegel. Sin embargo, explico que el sistema
filosófico de Marx se distingue porque él lo des­
arrolla como una estructura para su teoría social
concreta, y para su crítica de la economía política.
Así, este libro tam bién expone el trabajo de Marx
como una transform ación radical de la filosofía
tradicional. Esta transform ación se logra por me­
dio de la sorprendente síntesis que hace Marx de la
filosofía sistemática y de la teoría social.
En este trabajo, reconstruyo esta síntesis como
una ontología social, o sea, como una teoría m etafí­
sica de la naturaleza de la realidad social. Dicha
teoría metafísica daría una relación sistemática de
las entidades y estructuras fundam entales de la
existencia social·(por ejem plo, personas e in stitu­
ciones), y de la naturaleza básica de la interacción
social y del cam bio social. Dicha ontología social
está tan sólo en forma im p lícita en el trabajo de
Marx. Sin embargo, mi tesis es que su análisis con­
creto del capitalism o y de las etapas del desarrollo
social presupone esa estructura ontológica sistemá­
tica. Así, por ejem plo, la explicación de Marx de la
transición de las sociedades precapitalistas al capi­
talismo, su teoría de la plusvalía, su análisis del
desarrollo tecnológico y su esbozo de la sociedad
7
8 IN T R O D U C C IÓ N

comunal del futuro, no pueden entenderse adecua­


damente si se separan de su sistema ontológico, es
decir, de sus ideas filosóficas fundam entales sobre
la naturaleza de la realidad social y de las interrela-
ciones sistemáticas entre esas ideas. Específicam en­
te, una ontología cuyas categorías básicas son in d i­
viduos, relaciones, trabajo, libertad y justicia, es
necesaria para comprender la teoría social concreta
de Marx.
La reconstrucción de las bases ontológicas de la
teoría social de Marx nos perm ite abordar en una
forma nueva una cuestión fundam ental de su tra­
bajo, o sea, la relación del in d iv id u o con la co m un i­
dad. Hay un dilem a aparente entre la insistencia de
Marx sobre el ideal de la auto-realización com pleta
del ind ividuo y su insistencia sobre el ideal de la
completa realización de la com unid ad. Y o voy a
demostrar que ver esto como un dilem a es, sin em ­
bargo, interpretar estos conceptos de in d iv id u a li­
dad y com unidad en térm inos de las formas lim ita ­
das que tom an, tanto en la vida social como en la
teoría social bajo el capitalism o. A quí, como Marx
mismo señaló, estos valores aparecen bajo la forma
de una dicotom ía, en térm inos de la oposición en­
tre ind ivid uo y sociedad. Así, en la vida práctica,
surgen conflictos entre las exigencias de la in d iv i­
dualidad y las de la sociedad: entre los derechos y
preferencias individuales, por un lado, y la justicia
social y las restricciones sociales, por el otro. Esta
oposición tam bién se m anifiesta en la teoría social
liberal, que concibe la sociedad como una restric­
ción externa que supervisa y combate la in d iv i­
dualidad. En contra de este p un to de vista dicotó-
mico del in d iv id uo y de la sociedad, interpreto a
Marx como el elaborador de una ontología que ve
al ind ivid uo como intrínsecam ente social y com u­
IN T R O D U C C IÓ N 9

nal, pero que tam bién considera al in d iv id u o como


el ente fundam ental de la sociedad. Es sobre la
base de una reconstrucción de esta ontología de
individuos en relaciones sociales como podemos
resolver el aparente dilem a entre los ideales de
in d iv id u alid ad y com unidad en Marx. Podremos
ver que Marx proyecta un concepto de la co m un i­
dad como constituida por las actividades de in d iv i­
duos libres, cada uno de los cuales realiza sus pro­
pias posibilidades, y que se relacionan entre sí en
térm inos de m utuas expectaciones y metas, fortale­
ciendo recíprocamente su in d iv id ualid ad .
Este libro es un trabajo de interpretación. La
interpretación no se entiende aquí como mera exposi­
ción y com entario, sino más bien como reconstruc­
ción crítica. Dicha reconstrucción no da sim ple­
mente una relación de lo que d ijo Marx, sino que
trata de llegar al descubrim iento y evaluación de
su sistema filosófico. T am bién trataré de aclarar
aquella parte del pensam iento de Marx que per­
manece oscura, y de am p liar algunos de los con­
ceptos que únicam ente se sugieren en su sistema.
Este sistema incluye sus prim eras bases o normas,
su m étodo de averiguación, y las conclusiones que
se derivan de estas normas por m edio de este m é­
todo. Y o afirm aría que esa estructura tan coheren­
te puede encontrarse en cada una de las obras
teóricas de Marx (por ejem plo, en los Manuscritos
económico-filosóficos de 1844, así como en E l Ca­
pital). Sin embargo, existe una obra que presenta
los principios básicos de Marx y su aplicación en
una form a especialmente com pleta e integrada, y
de la cual emergen de la manera más clara sus
concepciones ontológicas. Esta obra es los G ru n d ­
risse. A q uí Marx trata de resolver problem as teó­
ricos y metodológicos fundam entales, y elabora su
10 IN T RO D U C C IÓ N

detallada crítica de la economía política capitalis­


ta y su teoría de las etapas del desarrollo histórico.
Este trabajo fue pasado por alto en gran parte
hasta fecha muy reciente.1 En la actualidad ha lle­
gado a ser objeto de discusiones muy difundidas,
aunque hasta ahora no ha habido estudios im ­
portantes basados en este trabajo. M i reconstruc­
ción de la ontología social de Marx se basa sobre
todo en esa obra. Hablaré en favor de cinco tesis:
M i prim era tesis es que Marx usa la lógica dia­
léctica de Hegel como m étodo de averiguación y
como lógica de la historia. O sea, el análisis de
Marx no sólo está ordenado de acuerdo con la d ia­
léctica de Hegel, sino que el desarrollo real de las
etapas históricas parece tener dicha forma dialéc­
tica. Así, por un lado, Marx deriva la estructura
específica y el desarrollo de las formas sociales de
los conceptos de estas formas, pero por otro lado
él ve esta derivación como posible porque los con­
ceptos mismos son sustraídos del desarrollo social
concreto.
M i segunda tesis es que al interpretar la lógica
de los conceptos de Hegel tam bién como una lógi­
ca de la realidad social, Marx se com porta como
un aristotélico. El sostiene que son los individuos
reales, concretamente existentes, los que constitu­
yen esta realidad social por su actividad.
M i tercera tesis es que en su idea de autocrea-
1 Marx escribió los Grundrisse [Grundrisse der K ritik der
politischen Ökonomie (Rohentw urf)|, en 1857-1858, pero el li­
bro no fue publicado hasta 1939, cuando apareció una edición
alemana en la Unión Soviética. Sin embargo, esta edición fue
muy lim itada, y el libro no llegó a estar am pliam ente disponi­
ble hasta 1953, después de su publicación en Alemania. La
primera traducción completa al inglés apareció en 1973. [En
lengua española apareció en 1971 el primero de tres tomos,
terminándose de publicar completa la obra en 1976.]
IN T RO D U C C IÓ N 11

ción por m edio del trabajo como la característica


fundam ental del ser hum ano, Marx introduce un
concepto ontológico de libertad que distingue su
ontología de las de Aristóteles, Hegel y otros filó ­
sofos tradicionales. C ontradiciendo la o p in ió n de
que los seres hum anos tienen una naturaleza fija e
inm utable, Marx argum enta que los individuos
crean librem ente su naturaleza y la cam bian por
m edio de su actividad.2
M i cuarta tesis es que, para Marx, se requiere
una com unidad justa para el cabal desarrollo de la
libre in d iv id ualid ad . Además, el valor de la libre
in d iv id u alid ad y el valor de la com unidad son
compatibles entre sí.
M i q u in ta tesis es que los Grundrisse son el re­
sultado de la anterior teoría de Marx sobre la ena­
jenación como economía política. Así, los análisis
de Marx sobre la plusvalía y sobre la función de la
m aquinaria bajo el capitalism o, así como su teoría
de las crisis, no pueden ser entendidas sin su con­
cepto de enajenación.
En los siguientes capítulos defenderé estas tesis
al examinar cuatro temas im portantes del trabajo
de Marx: sociedad, trabajo, libertad y justicia. Se­
gún mi interpretación, estos temas no son sim ple­
mente aspectos de una teoría social, sino ingredien­
tes fundam entales de una teoría filosófica siste­
mática de la naturaleza de la realidad social, o sea,
una ontología social.

2 A unque Hegel introduce el concepto de autocreación y


autotransformación por medio del trabajo (por ejemplo, en la
Fenomenología del espíritu y en su Filosofía real de Jena),
sostendría que él no puede, en ú ltim a instancia, afirm ar que
dicha autocreación es la actividad de individuos independien­
temente reales, o que estos individuos son libres en lo funda­
mental.
12 IN T R O D U C C IÓ N

Al presentar dicha ontología social, este libro


plantea una nueva problem ática para la filosofía
contemporánea, que es la reinterpretación de dis­
ciplinas filosóficas tradicionales, como la m etafísi­
ca y la teoría del valor en térm inos de su relación
con la realidad social. Al mismo tiem po, este enfo­
que ontológico nos ayuda a entender el trabajo de
Marx en una forma nueva. Por lo tanto, sería
de utilidad que desde el principio se especificara el
sentido en que se usa en este libro el térm ino “on­
tología social”.
La ontología social será tom ada en dos sentidos:
1) Puede significar el estudio de la naturaleza de
la realidad social, esto es, la naturaleza de los indi­
viduos, instituciones y procesos que com ponen la
sociedad. Este estudio trata de determ inar las en­
tidades básicas de la vida social (ya sea que se trate
de personas o de instituciones); las formas fu n d a­
mentales de la interacción social, y la naturaleza
del cam bio social. E n esta acepción, la sociedad es
tom ada como un d o m in io específico de la existen­
cia, como la naturaleza, y las formas de ontología
social como una rama de la ontología general. O
bien, 2) puede significar ontología socializada, o
sea, un estudio de la realidad que se refleja en las
raíces sociales de los conceptos de esta realidad.
Así, por ejem plo, la ontología que considera que
la realidad está compuesta de individuos separa­
dos y fragmentados, tiene sus raíces en la sociedad
capitalista o de libre mercado, en la cual las perso­
nas son concebidas como individuos separados y
aislados, que se relacionan entre sí sólo m ediante
formas externas. Según este concepto de la ontolo­
gía social, las teorías de la realidad son considera­
das como influenciadas por su contexto social.
Además, las categorías ontológicas mismas (por
IN T K O n i CCIÓN 1:1
ejem plo, individuos y relaciones) son interpreta­
das en las formas concretas y específicas que tie­
nen en diversas estructuras históricas y sociales.
Estos signific ados alternativos del térm ino onto­
logía social no son m utuam ente excluyentes. A m ­
bos pueden combinarse en un tercer sentido que
daré al térm ino, y que guiará su interpretación en
este libro. En este sentido, la ontología social es el
análisis de ia naturaleza de la realidad social por
medio de categorías socialmente interpretadas.
En este libro, Marx es considerado como crea­
dor de la ontología social en este tercer sentido.
Así como los ontologistas tradicionales, Marx se
dedica al estudio de la naturaleza de la realidad;
pero al revés de la mayoría de los ontologistas tra­
dicionales, la realidad de la que él se ocupa es la
realidad social. Incluso aquí, se aparta radicalm en­
te de la tradición: interpreta las categorías on to ló­
gicas concretamente por su significado social e
histórico. Así, por ejem plo, en su análisis sobre el
capitalism o, la distinción metafísica tradicional
entre apariencia v esencia aparece como la d istin­
ción entre el mercado libre y la explotación, en la
cual se considera que la apariencia o fenóm eno de
intercam bio encubre las relac iones sociales esen­
ciales de explotación.
Pero leer a Marx desde el punto de vista de su
ontología social sistemática es dar una interpreta­
ción de Marx. Puesto que este libro es un trabajo
de interpretación, es im portante aclarar lo que es
una interpretación, v tam bién si el m étodo de in ­
terpretación usado en este libro es el más apropia­
do para entender el trabajo de Marx.
El objetivo más general de una interpretación
de Marx es proporcionar una com prensión de su
obra. En mi o p in ió n , dicha com prensión requiere
14 IN T RO D U C C IÓ N

captar su trabajo como un todo coherente, y no


meramente como una colección de temas e ideas.
Esto requiere ordenar los complejos y aparente­
mente inconexos elementos del pensamiento de
Marx. Y o realizo esto partiendo de la estructura
del trabajo de Marx en térm inos de sus primeras
normas, su m étodo y sus conclusiones. Enfocán­
donos en estos parámetros básicos de su trabajo,
seremos capaces de ver las interconexiones entre
los varios aspectos del argum ento de Marx; por
ejemplo, entre su teoría de la enajenación y su
teoría de la plusvalía. Esta interpretación, por lo
tanto, proporciona una guía para leer a Marx. Por
añadidura, nos perm ite discernir cuál sería el en­
foque de Marx respecto a un asunto que él no
trató explícitam ente, aplicando su m étodo y sus
primeras normas a otros contextos. Dicha proyec­
ción del pensam iento de Marx no sólo nos perm ite
llenar las lagunas que existen en su obra en una
forma plausible, sino tam bién valorar la capaci­
dad fructífera del m étodo de Marx en su aplica­
ción a los asuntos contemporáneos, tales como la
teoría de las crisis económicas y el carácter de
la sociedad socialista.
Leer así a Marx es una form a de volver explícito
lo que es im plícito en su obra. Esto es, hace brotar
de la masa de detalles la estructura lógica y el
desarrollo del argum ento de Marx. Este aspecto
de mi enfoque, como el anterior que insiste en
tom ar su obra como un todo coherente, es com pa­
rable a lo que se llam a m étodo herm enéutico.3

3 Este método hermenéutico se originó tom o una forma de


interpretar la Biblia como un texto. Su objetivo era penetrar
bajo la superficie del texto literal a fin de revelar su significa­
do más hondo. Se ha desarrollado más recientemente como un
método para interpretar cualquier texto (aunque se ha usado
IN T RO D U C C IÓ N 15

Ambos enfoques tratan de dar una interpretación


interna de un trabajo, por m edio del desarrollo de
estructuras y significados inherentes al m ism o y
del intento de entenderlo como un todo.
M i interpretación puede ser com parada con el
m étodo herm enéutico en una form a más: en su
énfasis sobre un texto. El m étodo herm enéutico
depende de la lectura detenida de un texto, gene­
ralm ente de un solo texto. De m odo sim ilar, mi
lectura está basada p rim o rd ia lm e n te sobre los
G rundrisse, la obra en que la sistematicidad del
pensam iento de Marx emerge más claramente. Sin
embargo, yo no considero los Grundrisse como
un texto único, aislado del resto de sus escritos.
Más bien, lo veo como un trabajo que integra sus
anteriores escritos “hum anistas” con su economía
política posterior, y nos perm ite captar la conti­
nuidad de sus ideas a través de todas sus obras.
Uno puede volverse a las circunstancias especia­
les en que se redactaron los Grundrisse para expli­
car su lugar característico entre las obras de Marx.
Y o sugiero que los Grundrisse es la obra más evi­
dentem ente filosófica de Marx, precisamente por­
que él no la escribió para publicarla sino más bien
para su propio esclarecimiento.4 E n estos cuader-

prim ordialm ente para textos filosóficos y literarios). En este


uso, el intérprete trata de captar el sentido interno de un
texto, creando de nuevo el proyecto del autor por medio de
un examen de lo que se da en el texto mismo. Para discusiones
de este método véanse, por ejemplo, Hans-Georg Gadamer, Truth
and Method (Verdad y método), especialmente la segunda par­
te, y Paul Ricoeur, Freud and Philosophy: An Essay on Inter­
pretation. [Esta obra fue publicada en español con el título de
Freud: una interpretación de la cultura. |
4 A este respecto, los Grundrisse son comparables a los p ri­
meros Manuscritos económico-filosóficos de ¡844, que igual­
mente fueron escritos para au toada ración y no para publicación,
16 INTRO DUCCIÓN

nos, Marx emplea el método dialéctico de Hegel


(con referencias a La ciencia de la lógica de Hegel)
como su propio método para analizar el capitalis­
mo, y tam bién desarrolla sus propias ideas filosó­
ficas sobre asuntos como la libertad y la historia.
Uno puede suponer que como los Grundrisse no
fueron hechos para publicarse, Marx no vio la necesi­
dad de restringir sus reflexiones filosóficas v su
uso de un m étodo y term inología explícitam ente
filosóficos. Por contraste, en sus trabajos que iban
a publicarse, como por ejem plo E l C apital, Marx
tendía a evitar un uso explícito de Hegel porque
esas obras tenían propósitos prácticos o políticos a
la vez que teóricos. O sea, que se proponían per­
suadir tanto a los lectores de la clase trabajadora
como a los intelectuales de su tiem po. El lenguaje
y las formas de pensam iento de Hegel eran extra­
ños a los lectores de la clase trabajadora, y estaban
desacreditados entre los intelectuales radicales,
que hacían objeciones a las implicaciones conserva­
doras de la “filosofía especulativa” de Hegel.
A firm é antes que mi interpretación trata de ha­
cer explícito lo que está im plícito en la obra de
Marx. Pero sería incorrecto concluir que al expli­
car su texto en esta form a, mi interpretación sim­
plemente va leyendo lo que dice en el texto. Más
bien, yo sostendría que una interpretación requie­
re una selección de aquellos aspectos de la obra
que más claram ente ilu m in a n su significado y es­
tructura. En mi interpretación de Marx, es su on­
tología social la que escojo como la característica
que más claramente ilu m in a su obra.

y que tam bién son explícitamente filosófico* en su enfoque.


Sin embargo, estos primeros escritos son fragmentarios y no
tan sistemáticos ni tan completos como los Grundrisse.
IN TRO DUC CIÓ N 17

Sin embargo, uno podría preguntar cómo una


interpretación selectiva puede evitar ser meramen­
te arbitraria y nada más que im puesta a la obra,
desde fuera, por el intérprete. Una interpretación
puede ser considerada como interna si revela el
trabajo como un todo coherente, tom and o en
cuenta la totalidad de sus diversos elementos. Pe­
ro este enfoque presupone que cualquier trabajo
es coherente porque muestra necesariamente la
un idad del proyecto del autor. Se afirm a que d i­
cha u n idad o coherencia es el distintivo de cual­
q u ie r creación h u m an a. El p ro b le m a de esta
o p in ió n es su circularidad, esto es, que presupone
la coherencia misma del trabajo que se piensa va a
ser revelada por la interpretación. Esta circulari­
dad es reconocida por los metodólogos hermenéu-
ticos, pero es considerada como una característica
necesaria inherente a toda interpretación.
Un segundo criterio que puede proponerse para
la in ternalidad de una interpretación, es el grado
en que la interpretación logra ilu m in a r el texto
para el lector. A quí la cuestión es si la interpreta­
ción guía al lector al reconocim iento del sentido o
significado de la obra.
Sin embargo, la interpretación que aquí ofrezco
trata de internarse en el texto, no sólo en estas dos
formas sino en un sentido aún más hondo. En este
sentido, la internalidad de mi interpretación resi­
de en el hecho de que el m étodo que yo uso al
presentar el pensam iento de Marx es el m étodo
mismo que Marx usó en la construcción de su sis­
tema. Así, mi interpretación busca no sólo inter­
narse en el contenido del pensam iento de Marx,
sino llegar aún más adentro hasta el m odo mismo
de su investigación.
Sería ú til considerar aq uí brevemente lo que es
18 IN T RO D U CCIÓN

el método de Marx, y cómo me propongo usar ese


método en la interpretación de su obra. E n esta
discusión tam bién aclararé en qué form a difiere
mi enfoque de la metodología herm enéutica, y lle­
ga más lejos que ésta.
El m étodo de Marx, como él lo esboza en la
introducción de los Grundrisse y lo ilustra en esa
obra, consiste en tratar un asunto en su totalidad.
Específicamente, Marx comienza desde lo que él
llam a un “todo concreto”, o sea, un asunto dado
com plejo, del que sólo tenemos una concepción
amorfa. E l todo concreto que Marx estudia es el
del capitalismo. Luego, procede a analizar este to­
do concreto para descubrir principios fund am e n­
tales o abstracciones conceptuales de las que uno
puede derivar una com prensión de sus funciones y
de las interrelaciones dentro de él. De este m odo,
en su análisis del capitalism o, Marx llega a abs­
tracciones conceptuales tales como el valor de cam­
bio, el capital y el trabajo, en térm inos de los
cuales reconstruye luego las funciones del sistema,
incluyendo fenómenos como la explotación, las
crisis, la innovación tecnológica, etc. Tal reconstruc­
ción conceptual de un asunto dado es, de acuerdo
con Marx, comprenderlo en su totalidad. M i estu­
dio, en una forma comparable, trata la obra mis­
ma de Marx como un todo concreto. Así, los
Grundrisse aparecen al p rincipio como una masa
de detalles compleja y relativamente inestructura-
da. Siguiendo el m étodo de Marx, trato de an ali­
zar su trabajo para descubrir principios fun d a­
mentales, en térm inos de los cuales uno puede
reconstruir su obra como una totalidad sistemáti­
ca en que las diversas dimensiones de sus análisis
se ven relacionadas entre sí.
Una segunda característica del m étodo de Marx
IN T RO D U C C IÓ N 19

es que no se lim ita a hacer una mera reconstruc­


ción de un asunto, sino una reconstrucción crítica.
Es decir, que Marx va más allá de una relación de
las funciones del sistema del capital para descu­
b rir sus lim itaciones. Así, afirm a que la relación
entre trabajo asalariado y capital es tal que aum en­
ta la explotación y conduce a crisis económicas
recurrentes. Su crítica prosigue en térm inos de
una teoría de valor, en que la libertad y la justicia
son consideradas como los valores centrales. Marx
sostiene que estos valores no son impuestos por él
sobre la realidad social que analiza. Más bien sos­
tiene que estos valores emergen en el curso del
desarrollo de la sociedad misma, pero que las for­
mas sociales presentes d ificultan la plena realiza­
ción de estos valores. E n esta forma, la dim ensión
crítica o norm ativa del pensamiento de Marx no es
algo añadido a su análisis descriptivo de los proce*
sos sociales, sino más bien resulta ser esencial para
la reconstrucción de estos mismos procesos.
De m odo sim ilar, m i m étodo para interpretar el
trabajo de Marx es el de la reconstrucción crítica.
Así, no sólo reconstruyo la ontología social de Marx,
sino que lo hago en forma crítica. M i enfoque crí­
tico de la teoría de Marx se ocupa prim ero en
determ inar si en Marx existe realmente dicha teo­
ría filosófica de la realidad social, y qué es exacta­
mente ésta. Como Marx no articula explícitamente
la teoría de la realidad social, esta lim itación de su
trabajo necesita ser superada por m edio de una
reconstrucción creativa de lo que sería la teoría
explícita. E n este libro trataré de mostrar que d i­
cha teoría puede deducirse del trabajo de Marx, y
de articularla en form a sistemática.
Además, me ocuparé de llegar más allá de lo que
d ijo Marx, hasta lo que pienso que él habría dicho
iN T R o in c c ió n

sobre ciertos asuntos fundam entales si hubiera


elaborado más am pliam ente algunas de sus h i po­
tes is y si hubiera sido más constante y riguroso en
sacar las conclusiones cabales de sus propias nor­
mas. Los conceptos principales que am plío en esta
forma, sobre la base de lo que dice Marx, son la
causalidad, la libertad y la justicia. Creo que mi
reconstrucción de estos conc eptos lleva hacia ade­
lante el impulso principal del pensamiento de Marx.
Sin embargo, no me quedo dentro de los límites
de la problem ática de Marx en mi reconstrucción
de su sistema y en mi desarrollo ulterior de sus
conceptos básicos. O sea, el enfoque crítico que
aquí tomo está basado en el punto de vista externo
de mi com prensión de la realidad social, y en mi
interés en el problem a de cómo lo individual se
relaciona con la com unidad.
Dos tareas adicionales para poder enfocar críti­
camente el trabajo de Marx son: valorar si ofrece
una relación verdadera del funcionam iento del
sistema capitalista, y una descripción ontológica
adecuada de la naturaleza de las relac iones socia­
les y de la actividad hum ana. No em prendo estas
tareas críticas directam ente en este libro. Sin em ­
bargo, creo que mi reconstrucc ión crítica de su
teoría, en la cual articulo y desarrollo sus o p in io ­
nes, proporciona una base para dicha valoración.
El m étodo de interpretación que he designado
como de reconstrucción crítica puede llamarse un
método dialéctico de interpretac ión. En resumen,
podríamos decir que dicha interpretación de un
trabajo no sólo lo trata en su totalidad, sino que
tam bién lo enfoca críticam ente. Respecto a esto
últim o , el m étodo dialéctico de interpretación va
más allá de ser un m étodo hermenéutico. que se
lim ita al problem a de entender el significado del
IN T R O IH CCIÓN 21

texto mismo. A unque el m étodo dialéctico tam ­


bién da una reconstrucción (leí signific ado del tex­
to, lo hace tanto desde el p unto de vista de una
com prensión interna del proyecto que abarca el
texto, como desde el punto de vista externo basa­
do en conocimientos e intereses que son indepen­
dientes de la estructura ci el texto.
Además ele las consideraciones anteriores sobre
el uso específico del m étodo dialéctico de inter­
pretación, uno puede señalar en este libro otra
característica de este m étodo que lo distingue más
aún del enfoque herm enéutico. Sostendría que el
m étodo herm enéutico presupone la idea de que
uno no puede ir más allá de las interpretaciones, y
que las estructuras alternativas de interpretación
fijan los límites a lo que podemos considerar cier­
to. Un m étodo dialéctico, por contraste, trata de
llegar más allá de las estructuras alternativas de
interpretación exam inando críticamente una in ­
terpretación dada en térm inos de lo que nosotros
conocemos, independientem ente de esa estructu­
ra. Por m edio de dicho examen crítico de interpre­
taciones alternativas, el m étodo dialéctico en su
forma plenam ente ram ificada aspira a establecer
la verdad. Estas exigencias obviamente producen
una cantidad de graves dificultades epistem ológi­
cas, que no voy a tratar aquí.
Además de sus otras aspirac iones, el m étodo d ia­
léctico de reconstrucción crítica aspira a servir de
guía en la práctica. E n este trabajo, la co ntrib u­
ción que espero hac er para lograr una práctica so­
cial más racional, es poner en claro los ideales de
in d ivid ualidad y com unidad, y mostrar que no es­
tán en conflicto, sino que se fom entan m utua m en ­
te. Con el interés de servir de guía en la práctica,
22 IN T RO D U C C IÓ N

este libro com parte la aspiración de la propia críti­


ca de Marx.
La interpretación que doy de Marx por m edio
de este m étodo, lo sitúa en la labor de hacer una
síntesis de filosofía sistemática y de teoría social.
M i interpretación puede mostrar diferencias con
las dos interpretaciones prevalecientes de su obra.
La prim era interpretación se enfoca en la crítica
de Marx sobre la enajenación, y lo trata prin cipal­
mente como un filósofo hum anista. Esta o p in ió n
se basa prim ord ialm e nte en sus primeros escritos,
y sobre to d o en los M a n u s c r ito s económ ico-
filosóficos de 1844. A quí, Marx es considerado co­
mo filósofo, aunque no sistemático. Esta interpre­
tación “humanista” hace énfasis en la preocupación
de Marx por la opresión y explotación social, y por
las posibilidades de libertad h um ana.5 La segunda
interpretación se enfoca en la economía política
de Marx, y lo trata no como a un filósofo sino más
bien como a un teórico de la economía. Esta o p i­

5 Las interpretaciones de Marx en estos términos pueden


encontrarse en las siguientes obras: E. From m , Marx y su con­
cepto del hom bre; H. Marcuse, Nuevas fuentes para fun d am e n ­
tar el materialismo histórico; M. Markovic, From Affluence to
Praxis (“De la abundancia a la praxis”); S. Stojanovic, Between
Ideals and Reality [“Entre los ideales y la realidad”]; G. Petro-
vic, Marx in the Mid-Twentieth Century [“Marx a la mitad del
siglo XX]; I. Mészáros, La Teoría de la enajenación en Marx;
E. Blocb, O n Karl Marx. [“Sobre Karl Marx”]; R. Garaudy,
L'Humanisme Marxiste [“El H um anism o Marxista”]; E. Ka*
menka, The Ethical Foundations of Marxism [“Las bases éticas
del marxismo”]; L. Dupré, The Philosophical Foundations of
Marxisml"Las bases filosóficas del marxismo”], y E. From m,
ed., Socialist H um anism [“Hum anismo socialista”]. Claro que
hay muchas diferencias importantes entre estos intérpretes.
Pero todos ellos comparten la o pinión de dar importancia a
los aspectos filosóficos y humanistas en la obra de Marx, particu­
larmente en sus primeros escritos.
IN T RO D U C C IÓ N 23

n ión se basa p rim ord ialm en te en sus escritos pos­


teriores, y de manera especial en E l Capital. A quí,
Marx es considerado sistemático, mas no filósofo.
Esta segunda interpretación subraya el análisis de
Marx sobre la economía capitalista, y específica­
mente sus teorías de la plusvalía, de la acumulación
capitalista y de las crisis económicas.6
Por contraste, m i interpretación ve la c o n tin u i­
dad entre estos dos aspectos del trabajo de Marx y
de hecho muestra cómo, en los Grundrisse, Marx
desarrolla su teoría de la enajenación como econo­
m ía política. Además, m i interpretación nos per­
m ite ver cóm o en su teoría social concreta, ya sea
de sus obras iniciales o posteriores, Marx continúa
siendo un pensador filosófico y sistemático.7 De
hecho, yo argum entaría que es su m ism a sistemati-

6 Tal interpretación de Marx se encuentra (aunque en for­


mas muy diferentes) en L. Althusser, La revolución teórica de
Marx; L. Althusser y E. Balibar Para leer El Capital; E. Mandel,
La form ación del pensamiento económico de Marx, de 1843 a
la redacción de E l Capital, e Introducción a la teoría económi­
ca marxista, y anteriormente en el libro de R. H ilferding, La
crítica de-B'óhm-Bawerk a Marx, entre otras.
7 Hay otros comentaristas que ven esta continuidad en la
obra de Marx. Puede mencionarse a G. Lukács, Historia y con­
ciencia de clase y Ontologie-Marx [“Ontología de Marx”]; B.
O llm an, A lienación; J. Plamenatz, Karl Marx's Philosophy of
M an [uLa filosofía de Karl Marx sobre el hom bre”]; 1. Fets-
cher, Marx and Marxism [“Marx y el marxismo”]; S. Avineri,
The Social and P olitical Thought of Karl Marx [k‘El pensamien­
to social y político de Karl Marx”]. Estos autores, en diversos
grados, interpretan la posterior economía política sistemática
de Marx como ligada a sus conceptos anteriores de la enajena­
ción. Sin embargo, yo creo que mi estudio va más allá de estas
interpretaciones al proponer que Marx es fundam entalm ente
filosófico y no sólo en sus primeros trabajos sino tam bién en su
economía política posterior. Además, intento elaborar la sínte­
sis de la filosofía característica de Marx con la teoría social y
político-económica, a modo de una ontología social.
21 IN T R O D l CCIÓN

cidad filosófica la responsable de que Marx de­


sarrollara su teoría de la enajenación como econo­
mía política. Esto es, la preocupación de Marx por
la sistematicidad lo lleva a su construcción de una
ontología social que proporciona una sola base pa­
ra su análisis del capitalism o y de otros sistemas
sociales, y para su teoría del ser hum ano; de la
naturaleza de la actividad hum ana, sus formas
enajenadas y las posibilidades que pueden lograr­
se por esta actividad. De este m odo, Marx se ocupa
de la actividad hum ana en térm inos de las formas
concretas que toma en la vida social, y las posib ili­
dades humanas en térm inos de su desarrollo a tra­
vés de las diversas etapas históricas. A la inversa,
Marx trata la economía capitalista en térm inos
de las formas de la actividad hum ana y de p osib ili­
dades humanas que realiza v restringe, a la vez.
Así, Marx muestra cómo la producción capitalista
abarca la enajenación de las capacidades humanas,
así como el desarrollo de nuevas capacidades.
Mi interpretación de Marx trata de trascender
el punto de vista unilateral de las dos interpreta­
ciones prevalecientes. Y lo hace, sin embargo, no
simplemente uniendo los dos aspectos del pensa­
m iento de Marx que enfatiza cada una de las inter­
pretaciones alternativas, sino mostrando cómo la
preocupación de Marx por las posibilidades hum a­
nas, por un lado, y su crítica económica del capita­
lismo, por el otro, están unificadas en su teoría
filosófica sistemática de la realidad social.
I. LA ONTOLOGÍA DE LA SOCIEDAD:
INDIVIDUOS, RELACIONES
Y DESARROLLO DE LA COMUNIDAD

E n k s t k capítulo mostraré que, para Marx, las e n ti­


dades fundam entales que com ponen la sociedad
son individuos en relaciones sociales. De acuerdo
con Marx, estos individuos llegan a ser plenam en­
te sociales y capaces de realizar posibilidades h u ­
manas en el curso de un desarrollo histórico. En este
capítulo sigo tam bién el relato de Marx sobre la
aparición de tales individuos sociales universales
a través de el i versas etapas históricas.
En form a sorprendente, Marx argum enta que el
m odo de producción capitalista es la condición
p rim o rd ial para el desarrollo ele esta in d iv id u a li­
dad social. En los Grundrisse Marx presenta en
form a im presionante una visión de las potenciali­
dades hum anas que desata el capitalism o y que
form an la base para la sociedad del futuro. En su
frase “La gran influencia civilizadora del capital”,
ésta consiste en

el c u ltiv o de tocias las p r o p ie d a d e s del h o m b r e social


y la p r o d u c c ió n del m is m o c o m o un in d iv id u o cuyas
necesidades se hayan d e s a rro lla d o lo más p o s ib le , por
tener numerosas cualidades y relaciones; su producción
co m o p r o d u c to social lo m ás p le n o y uni\ersal q u e sea
p o s ib le (pues para a p ro v e c h a r m u ltila te r a lm e n te es
necesario q u e sea capaz de d is fr u te , y p o r ta n to c u lt i­
vado al e xtre m o ) co n s titu y e a s im is m o u n a c o n d ic ió n
de la producc ió n fu n d a d a en el c a p ita l (p. 361).*

* La paginación entre paréntesis corresponde a la ed. de Siglo

25
26 D ESA R R O LL O DE LA CO M U N ID A D

Más adelante escribe:


Los in d iv id u o s u m v e r s a lm e n te d e s a rro lla d o s, cuyas
relaciones sociales, en c u a n to relaciones p ro p ia s y co­
lectivas, están ya s o m e tid a s a su p r o p io c o n tro l colec­
tivo. n o son u n p r o d u c to de la n a tu ra le z a , sino de la
his to ria. E l g ra d o y la u n iv e r s a lid a d d el d e s a rro llo
de las fa c u lta d e s, en las q u e se hace p o s ib le esta in d i­
v id u a lid a d , s u p o n e n p re c is a m e n te la p r o d u c c ió n b a ­
sada sobre el valor de c a m b io , q u e crea, p o r p r im e r a
vez, al m is m o tie m p o q u e la u n iv e r s a lid a d de la p r i­
m era e n a je n a c ió n d el in d iv id u o fre n te a sí m is m o y a
los d e m ás, la u n iv e r s a lid a d y la m u ltila te r a lid a d de
sus relacio nes y de sus h a b ilid a d e s (p p . 89-90).

Uno podría preguntar cómo es posible que Marx


critique el capitalism o y al mismo tiem po vea en
él la fuente para el surgim iento de la in d iv id u a li­
dad social. La respuesta a esta pregunta está en el
hecho de que Marx ve el capitalism o como una
etapa de desarrollo histórico. Así, en los G rundris­
se sigue la pista a este desarrollo a través de tres
etapas sociales; 1) formaciones económicas preca-
pitalistas, 2) capitalism o, y 3) la sociedad com unal
del futuro. El in d iv id u o social universal descrito
en las citas anteriores es presentado como produc­
to de este desarrollo histórico.
En la prim era parte de este capítulo, seguiré la
pista del surgim iento de esta ind iv id u alid ad so­
cial, y mostraré cómo califica Marx las diferen­
tes etapas de la historia, en términos de las diferentes
formas de relaciones sociales entre individuos que
se establecen en cada etapa. Y o argum entaría, de
acuerdo con mi prim era tesis, que en la descrip­
ción de Marx del desarrollo de estas etapas, la

X X I; la que va entre corchetes a la nueva trad. de W. Roces,


FCE, 1983 (que es la misma de la ed. alemana).
D ESA R R O LL O DE LA C O M U N ID A D 27

lógica de este proceso histórico sigue la form a he-


geliana de la d ialéctic a.1 Luego consideraré la
cuestión de si Marx im pone esta lógica a la histo­
ria como una form a a p r io r i, o si cree que la
historia tiene una necesidad lógica interna en sí
misma. Probaré que Marx rechaza ambas perspec­
tivas, y sostiene una tercera o p in ió n sobre la rela­
ción entre la lógica y la historia. Para ser capaces
de determ inar cuál es la o p in ió n de Marx, p rim e ­
ro debemos exam inar la dialéctica hegeliana, y el
uso que le dio Marx en su teoría del desarrollo
histórico.
E l análisis de la teoría de Marx sobre las cam ­
biantes relaciones sociales que caracterizan las
etapas históricas, es esencial para la reconstruc­
ción de su ontología de la sociedad. Porque al re­
vés de los ontólogos tradicionales, Marx concibe
las entidades fundam entales de su ontología (o
sea, los individuos en sus relaciones sociales) no
como entidades fijas, sino como históricam ente
cambiantes. Sobre la base de una reconstrucción
de este desarrollo histórico, es posible abstraer
una relación filosóficam ente coherente de la o n to­
logía de la sociedad de Marx. Esta es la tarea de la
segunda parte de este capítulo. A llí mostraré que,
como Aristóteles, Marx da prioridad ontológica a
los individuos (o sea, que los tom a como los seres
fundam entalm ente reales) y ve a la historia y a la
sociedad como producto de sus actividades. Pero

1 G.A. Cohén sim ilarm ente propone que la descripción de


Marx de los tres estadios del desarrollo social en los Grundris­
se, sigue la forma de la dialéctica de Hegel. Sin embargo, la
interpretación de Cohen de esta dialéctica y de su compren­
sión de la diferencia entre Hegel y Marx son diferentes de la
mía. Comparar con G. A. Cohén, Mnrx's D inlrrtic of l.nln>r
[“Dialéctica de Marx sobre el trabajo”].
28 D E S AR R OL L O DE LA C O M I M DAD

además, sostiene que los individuos no pueden ser


entendidos si se les separa de sus relaciones. En
relación con esto, examinaré lo que Marx quiere
decir cuando habla de un ind ivid uo como “univer­
sal” y “social”, y por su descripción de este in d iv i­
duo como “el producto social más total v universal
posible”. Se verá que el concepto de Marx sobre la
in d ividualid ad no es un concepto individualista
(como lo es, por ejem plo, el de la teoría política
liberal clásica).

R e la c io n e s soci ales en las t r e s e t \p \s de

D E S A R R O L L O H IS T Ó R IC O

Se necesita algún trabajo pre lim in ar para estable­


cer mi prim era tesis, la de que Marx ve la forma
hegeliana de la dialéctica como la lógica del desa­
rrollo histórico. Esto requiere investigar en deta­
lle la forma de la dialéctica hegeliana. Este esfuerzo,
em prendido en las páginas siguientes, nos p e rm iti­
rá discernir el p rincipio regulador que sirve de
fundam ento a la discusión concreta de Marx sobre
las etapas históricas.
Podría ser ú til construir de antem ano un con­
ju n to de esquemas que representen la interpreta­
ción de Marx sobre la dialéctica de Hegel como
una lógica del desarrollo histórico. Estos esque­
mas servirían de guía en la reconstrucción del ar­
gumento de Marx. Pero la elaboración de estos
esquemas no se em prenderá sino después de discu­
tir la dialéctica de Hegel y el análisis histórico
concreto de Marx.
Las tres etapas históricas son:
1. Formaciones precapitalistas
2. Capitalism o
3. Sociedad C om unal
D ESA R R O LL O DE LA C O M I M O A I) 29

Las formas de relaciones sociales que correspon­


den a estas etapas son:
1. Dependencia personal
2. Independencia personal basada en la depen­
dencia objetiva
3. In d iv id u a lid a d social libre.
Estas etapas pueden calificarse más adelante como:
1. Relaciones internas que son concretamente
particulares
2. Relaciones externas que son abstractamente
universales
3. Relaciones internas que son concretamente
universales
Con respecto a la característica de igualdad, las
tres etapas históricas pueden ordenarse en térm i­
nos de:
1. Relaciones de desigualdad
2. Relaciones de igualdad form al
3. Relaciones de igualdad concreta
F inalm ente, las relaciones sociales en las tres eta­
pas pueden clasificarse como:
1. C o m unidad
2. In d iv id u a lid a d y socialización externa
3. In d iv id u a lid a d com unal.
Cada uno de estos esquemas subraya un aspecto de
la lógica del desarrollo social.
Lo que yo sostengo es que la lógica que está
ilustrada en este desarrollo social tal y como Marx
la reconstruye, es la lógica dialéctica de Hegel, que
se encuentra en La fenom enología del esp íritu, la
Ciencia de la lógica, y otras obras.2 Marx interpre-

2 Debe anotarse que la lógica de Hegel está presentada en


formas algo diferentes en estas diversas obras. Así en La feno­
menología del espíritu Hegel comienza su dialéctica con la
proximidad de la experiencia ordinaria de los sentidos, desa­
rrolla la dialéctica de la conciencia desde este principio hasta
30 D ESA R R O LL O D E LA C O M U N ID A D

ta la lógica dialéctica de Hegel como una lógica del


desarrollo histórico, y adopta la form a de esta lógi­
ca al clasificar las diversas etapas de la vida social.
Sin embargo, como se verá, para Hegel la dialécti­
ca es fundam entalm ente la lógica de la conciencia,
mientras que para Marx caracteriza fu n d am e n tal­
mente el desarrollo de actividad práctica y de rela­
ciones sociales.3 Para Hegel, la dialéctica puede

su forma totalmente realizada como Espíritu Absoluto. En la


Ciencia de la lógica, por otro lado, Hegel comienza del “conoci­
miento puro” como lo que él llama un comienzo abstracto o
absoluto. La descripción que doy de la dialéctica de Hegel en
lo que sigue está basada prim ordialm ente en la versión de la
Ciencia de la lógica, pero es complementada por ciertas consi­
deraciones sacadas de La fenom enología del espíritu, de la
Filosofía del derecho, y de las Lecciones sobre la filosofía de
la historia. El uso de las versiones alternativas de Hegel de la
dialéctica no es problemática, sin embargo, puesto que estas
versiones son complementarias y la forma de la dialéctica es la
misma en todas ellas.
3 Esto no quiere decir que para Marx la actividad práctica no
sea conciente, o que, para Hegel, la lógica de la conciencia no
tenga una dim ensión social e histórica. De hecho, en opinión
de Marx, la actividad práctica y las relaciones sociales que le
corresponden son las actividades y relaciones de agentes cons­
cientes, y, así, Marx tam bién se dirige a él mismo hacia la
dialéctica del desarrollo de la conciencia. De modo similar, en
opinión de Hegel, la dialéctica de la conciencia tiene lugar por
medio de la actividad social e histórica, y, por lo tanto, es
igualmente una dialéctica del desarrollo de las relaciones e
instituciones sociales. Sin embargo, la diferencia entre Hegel y
Marx es clara, como veremos. Ellos difieren tanto en su enfo­
que como en sus ontologías. Además, difieren en su compren­
sión de cómo se genera la dialéctica o dónde está su origen. Así,
Hegel concibe la dialéctica como la forma del proceso por
medio del cual la Idea viene a conocerse a sí misma por medio
de su autoactividad; esta actividad es mostrada en forma exter­
na en los procesos sociales e históricos, así como en la naturale­
za, el arte, la religión v demás. Para Marx, por otro lado, la
dialéctica es la reconstrucción de la forma accidental en que la
actuación social e histórica se revela a sí misma cuando se
D E SA R R O LL O DE LA C O M U N ID A D 31

caracterizarse como un proceso en varias etapas, o


“m om entos” como él les llam a, que son; 1) El ser
en sí mismo o inm ediato, 2) Ser para otro o ser me­
diato, y finalm ente 3) Ser en sí mismo y para sí
mismo, o inm ediación mediata.
Los térm inos “ser en sí m ism o” o “un id ad inm e­
diata” designan el caso en que algo es tom ado en
su inm ediación, o sea, como una u n id ad no rela­
cionada con algo externo a ello. Sin embargo, de
acuerdo con Hegel, este ser en sí mism o ya contie­
ne una autodiferenciación im p lícita, porque este
algo tom ado en sí m ism o es un ser determ inado, o
sea que se trata de este ser y no de algún otro.
Como tal, presupone que otros seres son diferen­
tes de él. Para Hegel, esto no es sim plem ente una
argum entación lógica, sino una argum entación on-
tológica,4 o sea que la existencia de algo como un
ser concreto presupone una relación con aquello
que él no es, y por lo tanto sitúa esta diferencia de
sí mismo como su propia condición de autoidenti-
dad. El ser determ inado, por lo tanto, significa
literalm ente ser lim itad o o negado por otro ser.
Hegel cita la frase de Spinoza a este respecto: Cada
determ inación es una negación.5 (Yo podría aña-

vuelve objeto de reflexión filosófica o científica, o sea, cuando


los seres humanos llegan a entender su propia actividad prácti­
ca consciente.
4 Para Hegel la lógica es ontología, o sea, las categorías de la
lógica son las categorías del Ser, puesto que para él, el pensa­
miento es Ser y el Ser es pensamiento. Así, Hegel concibe el Ser
como la Idea misma, como un objeto de su propia conciencia.
Y él ve la lógica como la forma del proceso, mediante el cual la
Idea llega a conocer el Ser como idéntico a ella.
5 Compárese el libro de Hegel Ciencia de la Lógica, Libro I,
sección uno, capítulo 2 (“Ser determ inado”). Esta referencia a
Spinoza ocurre en la discusión de Hegel de la autodiferencia­
ción como una condición para la autoidentidad, tal como se
32 D ESA R R O LL O DE LA CO M U N ID A D

d ir que en los Grundrisse Marx tam bién cita apro­


batoriam ente esta frase de Spinoza.) En la medida
en que el ser en sí mismo abora se encuentra en
relación con este otro, ya no es un ser en sí mismo
sino un ser para otro, tal y como el otro es ahora
un ser para éste. Ahora, por prim era vez, podemos
introducir los térm inos sujeto y objeto: el otro, en
la m edida en que es un otro para el ser en sí mis­
mo, es un objeto para este ser, respecto del cual el
ser en sí m ism o es ahora un sujeto.6 E n la m edida
en que el sujeto se conserva en relación consigo
mism o ú n ica m e n te , es como d ijo Hegel “ para
sí mismo” o “subjetividad desnuda”. Pero hasta
dónde este sujeto se mantiene en relación con otro, es
un objeto para ese v por lo tanto no es para sí
mismo, sino para otro. De acuerdo con Hegel,
puesto que el objeto en esa etapa es externo o bien
totalm ente otro que el sujeto, “se m antiene en
contra del sujeto vig ilándolo” o, como él dice, es
“antagónico” al sujeto. Por lo tanto, el ser en sí
mismo ya no es una unidad inm ediata, puesto que
está m ediado por su relación con otro. (Estar me­
diado significa estar cam biado, o determ inado por
las relaciones en las que se entra.)
En esta segunda etapa, consecuentemente, la unidad

describe anteriormente. Hegel desarrolla más am pliam ente es­


ta ¡dea en La Lógica especialmente en el libro 1, sección uno,
capítulo 3; y en libro II, sección uno, capítulo 1.
6 En la Fenomenología del E spíritu , Hegel desarrolla la rela­
ción entre sujeto y objeto como una dialéctica, en la cual la
conciencia está relacionada con aquéllo de lo que se da cuenta
como su objeto. En la ciencia de la Lógica^ por otro lado, Hegel
no comienza con la relación de sujeto y objeto, sino más bien
con el Ser (como abstracto e indiferenciado) como el “Com ien­
zo absoluto”, y sobre esta base genera la relación de sujeto y
objeto como una relación de reflexión. Confróntese con la no­
ta 2 anterior.
D ESA R R O LL O DE LA C O M IM DAD 33

original ha llegado a ser una desunión en que las


cosas parecen estar relacionadas entre sí en una
forma externa. Sin embargo, como ya hemos visto,
esta separación entre sujetos y objetos es generada
por la propia autodiferenciación del ser original,
en que éste sitúa al otro como la condición de su
propia autoidentidad. Así, la separación de sujeto
y objeto no es realmente una separación entre
dos cosas totalm ente diferentes, como parece, sino
que es concebida por Hegel como la autoseparación
del ser. En realidad, por lo tanto, esta desunión es
superada por la unió n más profunda en que el
objeto se realiza como el sujeto mismo en su sepa­
ración. En esta etapa final la desunión es, para
decirlo así, negada y superada, y la unidad de la
prim era etapa es lograda nuevamente como una
unidad diferenciada. La proxim idad de la prim era
etapa ha sido ahora m ediada, o sea, diferenciada,
en la segunda etapa, y esta proxim idad reaparece
en la tercera etapa pero como una proxim idad
mediada.
Esta dialéctica tam bién puede comprenderse
como un proceso de creciente conciencia de sí mis­
mo o auto-realización de un sujeto, como Hegel lo
presenta, por ejem plo, en La fenom enología del
espíritu. E n este proceso, un sujeto que llega a
conocerse a sí mismo, o llega a tener conciencia de
sí mismo, al p rin cipio se conoce a sí mismo sólo en
una forma separada, o como han dicho tanto H e­
gel como Marx, en su forma objetiva. Para llegara
conocerse a sí mism o en la form a de un otro, debe
transformarse o adoptar una identidad externa,
en su otra identidad o en “su otro yo”. Pero en esta
form a se conoce a sí m ism o como un objeto exter­
no o ajeno, y no se conoce a sí m ism o como él
34 D ESA R RO LLO DE LA C O M U N ID A D

mismo. O sea, surge un engaño en el que el sujeto


toma al otro como totalm ente desligado o extraño
a él. Esta etapa es de enajenación. E n la tercera
etapa, el sujeto logra autoconocim iento al recono­
cer que lo que él conoció en la segunda etapa co­
mo un ser separado, es nada menos que el sujeto
mismo en su forma objetiva o externa. Puede verse
que la dialéctica presupone una actividad del suje­
to, o sea, una actividad en que el sujeto crea sus
propios objetos, en térm inos de los cuales o por
m edio de los cuales llega a conocerse o reconocer­
se a sí mismo. Esta actividad es llam ada por Hegel
y Marx la actividad de objetivación.
Finalm ente, las etapas en la dialéctica se carac­
terizan por diferentes clases de relaciones que se
obtienen en cada etapa. E n la prim era etapa, que
es una un idad inm ediata (o el ser en sí mismo), las
relaciones están dentro de la u n idad o le son inhe­
rentes. Esta unidad es, en efecto un todo orgánico.
Como hemos visto, hay diferenciaciones im plícitas
dentro de ella; pero éstas todavía no tienen carác­
ter independiente, o sea, no son individuos sino
únicamente aspectos que dependen del ser en sí
mismo o del conjunto. Estas diferenciaciones son
las otras entidades im plícitas del ser en sí mismo,
pero son entidades que todavía no se han separa­
do de él como los objetos se separan del sujeto.
Estas entidades están, para decirlo así, sumergidas
en el todo del cual tam bién se deriva cualquier
carácter que ellas tengan. Las relaciones dentro de
este todo o conjunto no son relaciones entre las
partes, sino más bien relaciones entre la parte y el
todo. Como tales, las relaciones entre las partes no
son relaciones externas entre entidades, sino más
bien relaciones dependientes que derivan de su
ser partes del todo o conjunto. Las relaciones en
D ESA R R O LL O DE LA CO M U N ID A D 35

esta etapa son por lo tanto relaciones internas, o


sea, inherentes al conjunto.
En la segunda etapa, la un id ad o ser en sí m ism o
es negada, y transform ada en una desunión en la
cual sólo hay sujetos y objetos separados. Las ú n i­
cas relaciones que se producen en esta etapa son
relaciones entre estas entidades aparentem ente in ­
conexas o separadas. Por lo tanto, las relaciones
entre ellas son relaciones externas en el sentido de
que cada entidad está fuera de la otra. Así es que
cada una parece extraña a la otra. La única u nidad
que permanece, por lo tanto, no es la totalidad, ni
un conjunto o todo orgánico, sino una suma total.
Por lo tanto, es meramente un sistema de relaciones
externas. Sin embargo, de acuerdo con Hegel, la obje­
tividad y desunión en esta etapa es meramente una apa­
riencia, porque es sólo la form a objetiva de la u n i­
dad original, que se ha transform ado a sí misma
en esta suma total de relaciones externas.
E n la tercera etapa, los sujetos separados que no
se relacionaron entre sí sólo como objetos, o sea,
como seres para otro, ahora se reconocen a sí m is­
mos en estos objetos, o reconocen a estos objetos
como semejantes a sí mismos. Por lo tanto, se reco­
nocen entre sí como sujetos, y la u nid ad entre suje­
tos y objetos se restablece en este reconocimiento.
Los sujetos, entonces, se relacionan entre sí no
como estraños externos, sino como aspectos de un
sujeto de especie com ún. Las relaciones son por lo
tanto internas, puesto que son interrelaciones
dentro de este sujeto com ún o com unal que ya no
está form ado de individuos inconexos en relacio­
nes externas, sino más bien de individuos que es­
tán unidos por m edio de su subjetividad com ún.
Además, es precisamente en el hecho de que se
reconocen entre sí como sujetos, en lo que reside
36 D ESA R RO LLO DE LA C O M l ' M DAD

su especie o carácter com ún (o sea, que uno llega a


reconocerse a sí m ism o como sujeto por m edio del
reconocimiento de otro sujeto). A quí, se supera la
enajenación. Los sujetos son, por lo tanto, interde-
pendientes entre sí y las reacciones entre ellos son
internas porque cada sujeto es lo que es (un suje­
to), a través de su relación con el otro, o sea, al ser
reconocido como sujeto por el otro. Estos in d iv i­
duos, por lo tanto, form an un sujeto com unal pe­
ro diferenciado que se expresa a sí mismo en cada
ind ivid uo y por m edio de él. El todo o unidad que
es reconstituido en estas relaciones internas entre
los individuos, es así m ediado o diferenciado por
su in d iv id u a lid a d , pero unificado por su comuna-
lidad.
H abiendo revisado las formas hegelianas de la
dialéctica, podemos ahora volvernos a Marx para
ver si su análisis concreto de las etapas de desarro­
llo social sigue realmente la estructura form al de
la dialéctica de Hegel.7 Se recordará que esta fue

7 Aquí y en otras partes de esta obra uso el térm ino “Voncre­


to” en una forma que es similar al uso que le da Marx, o sea,
para referirme a lo que es práctico, empírico, o realmente
existente. Este uso del término es cercano al del sentido co­
mún. Debe notarse que el uso de Marx de este térm ino difiere
del de Hegel. Hegel usa “concreto” para calificar lo que es
conocido por el pensamiento en todas sus interconexiones sis­
temáticas, mientras que “abstracto” connota lo que se toma
fuera de su contexto, separado de sus relaciones. En esta pers­
pectiva, los fenómenos empíricos son abstractos en el sentido
de que no tienen conexión sistemática o interna entre sí; estas
conexiones sólo se logran en la reflexión del pensamiento. Sin
embargo, hay una dim ensión del significado de Hegel que con­
serva Marx. Marx tam bién interpreta “concreto” como refi­
riéndose a lo que se halla en relación con otras cosas. Para
Marx, sin embargo, el m undo práctico y empírico es concreto
pues las cosas en él están interconectadas, y el pensamiento es
concreto cuando capta estas interconexiones.
D E SA R R O LL O DE LA C O M U N ID A D 37

mi prim era tesis. En los Grundrisse, la etapa pre-


capitalista de la sociedad (incluyendo la asiática,
la clásica antigua y las formas germánicas) es des­
crita como una etapa de la com unidad en que el
in d ivid uo aparece

to m o d e p e n d ie n te , y fo r m a n d o pa rte de u n to d o
m ay or (p. 4).

En la caracterización de Marx, esta etapa aparece


como lo que podríam os llam ar una unidad inm e­
diata, porque en su opinión, aunque hay diferencia­
ciones internas dentro de esta com unidad (por
ejemplo, entre amo y esclavo o entre señor y siervo)
la com unidad como un todo es autosuficiente, es
una totalidad orgánica y constituye una entidad
relativamente estática o estable.8 Además, en esta
etapa donde la propiedad de las tierras y la agri­
cultura forman la base del orden económico, hay una
unidad entre la fuerza de trabajo y sus condiciones
objetivas, o entre el individuo v la naturaleza. Así, el

8 A unque Marx distingue diversas formas de sociedades pre-


capitalistas en los G r u n d r i s s considera que todas tienen cier­
tas características fundamentales en común, siguiendo su análisis,
estoy reuniendo estas características comunes en lo que podría­
mos llamar un modélo de sociedad precapitalista. Es claro que
hay muchas exc epciones históricas que no encajan en este mo­
delo, y Marx mismo menciona algunas importantes. Así por
ejemplo, Marx señala que en las pntiguas comunidades de Gre­
cia y Roma, el intercambio ya se desarrolló hasta cierto grado y
que en el derecho romano ya existe el concepto jurídico de
persona. Pero su punto es que éstas no son las formas dom inan­
tes de relaciones sociales en estas sociedades. Además, es evi­
dente que el estadio de las formas sociales precapitalistas. co­
mo se describieron en los Grundrisse, no es equivalente a un
estadio de comunismo prim itivo, y, de hecho, no incluye tal
modalidad. Así, la proximidad que caracteriza tales formas pre­
capitalistas, es una proximidad relativa a la siguiente etapa del
capitalismo.
38 D ESA R RO LL O DE LA CO M U N ID A D

que produce está identificado con los materiales de


su producción y está ligado a ellos. Estos materiales
son, p rim ordialm ente, la tierra y las herramientas
de trabajo y la form a de su producción, o sea su
arte o habilidad. La relación entre productor y pro­
ducto es tam bién directa e inm ediata: él o ella pro­
duce a fin de poder consum ir, v consume lo que
produce.9 D ebido a esta u n id a d inm ediata entre
la fuerza de trabajo y las condiciones naturales de la
producción, tanto la form a de producción, como
las relaciones en que se encuentran los individuos
parecen naturales; o sea, aparecen como la forma
en que son las cosas, como otorgadas a los in d iv i­
duos, no como creadas por ellos. E n realidad, de
acuerdo con Marx, estas relaciones son productos
sociales e históricos. Por tal m otivo, esta etapa
debe calificarse como una un id ad relativa inm e­
diata, es decir que esta etapa puede verse en re­
trospectiva como una u n id ad inm ediata relaciona­
da con la próxim a etapa de organización social.
Sin embargo, la producción de los individuos en
esta etapa siempre estuvo m ediada por la relación
del productor con la c o m u n id ad , en la cual y para
la cual produce, como por ejem plo, el clan, la tr i­
bu, el feudo. De hecho, según Marx, la com unidad
misma es la “prim era gran fuerza de p roducción”.
La producción se efectúa por m edio de una d iv i­
sión de la fuerza de trabajo, y por m edio de rela­
ciones jerárquicas determinadas por la com unidad;

9 La relación directa entre productor y producto debe enten­


derse como manteniéndose generalmente, y en su mayor parte,
como se indicó en la nota anterior. Hay, por supuesto, excepcio­
nes históricas como por ejemplo: los campesinos sin tierras de
la antigua Roma que trabajaban en las grandes posesiones, v
producían artículos para el comercio o la exportación y no
para el consumo personal.
D E SA R R O LL O DE LA C O M U N ID A D 39

la propiedad es tam bién conservada en virtud de


ser m iem bro de la com un id ad , cuyo poder puede
ser sim bólicam ente otorgado a un jefe de trib u , a
un señor feudal o a un rey. El objetivo de la produc­
ción en estas formas precapitalistas es la repro­
ducción del in d iv id uo en su relación específica
con la com unidad. Así, estas relaciones em plean la
fuerza de la tradición.
Las relaciones entre los individuos dentro de
esta co m unidad orgánica son relaciones internas.
O sea, los individuos, aquí, se relacionan entre sí
personalm ente y de acuerdo con su categoría, pa­
pel y función dentro de la com unidad. De acuerdo
con Marx, ellos

e n tra n en v in c u la c ió n recíproca s o la m e n te c o m o i n d i­
viduos con u n carácter d e te r m in a d o , com o señor fe ud a l
y vasallo, p r o p ie ta r io te r r ito r ia l y siervo de la gleba,
etc., o b ie n co m o m ie m b r o de u n a casta, etc., o ta m ­
b ié n co m o p e r te n e c ie n te a u n e sta m e n to , etc. (p. 91).

En esta form a las identidades de los individuos,


así como el carácter de sus relaciones entre sí, están
determinadas por su lugar dentro de la totalidad.
Además, en estas com unidades (por ejem plo, bajo
el feudalismo y Tas formas primitivas de comunidad
tribal), las formas de obligación y de derechos legales
no funcionan p rim ordialm ente por m edio de un
instrum ento objetivo que las pone en vigor desde
el exterior, por ejem plo, un Estado o un sistema
legal institucionalizado en form a de cortes, jueces
y demás. Más bien, estas relaciones sociales son
incorporadas en las relaciones tradicionales entre
personas en la com unidad local, y tienen su fuerza
casi como una condición natural. Por contraste,
las relaciones entre una y otra com unidad están
40 D ESA R RO LLO DE LA CO M U N ID A D

constituidas, en general, sólo por los acuerdos que


las com unidades decidan hacer o se vean obligadas
a hacer (por negociación, contrato, guerra y con­
quista). En este sentido, Marx nota que es sólo en
la periferia de la com unidad, en su intercam bio
con otras com unidades, donde comienza a aparecer
la noción de contrato o de relaciones entre dos
grupos independientes. Dichas relaciones entre
comunidades pueden ser consideradas externas.
Las relaciones internas dentro de dicha co m u n i­
dad orgánica son además calificadas por Marx co­
mo relaciones de dependencia personal y como
relaciones de d o m in io o relaciones entre amo y
esclavo. Así, las relaciones sociales en la sociedad
precapitalista no son libres ni equitativas. La for­
ma de dependencia personal que está arraigada en
el lazo entre el esclavo, siervo o m iem bro de la
com unidad, y la tierra o la naturaleza, está siem­
pre identificada con el d o m in io de un amo (el
dueño del esclavo, el señor feudal, el dirigente
de la tribu o el rey) y con la prestación personal de
servicio o trabajo a ese amo. Además, dichas rela­
ciones de dom inio se refieren más generalmente a
la dependencia del individ uo de la totalidad o co­
m unidad, en la que él o ella está

con u n carácter d e te r m in a d o (p. 91).

En este sentido, incluso los “ciudadanos libres”


de la antigua Atenas o de Rom a son personalmente
dependientes. Además, estas relaciones de d o m in a­
ción se han o incorporado ellas mismas. Constituyen
un conjunto de relaciones estáticas ν tradicionales,
que parecen ser relaciones naturales; por ejem plo,
están basadas en lazos de consanguineidad, paren­
tesco, sexo, o derecho hereditario.
D E SA R R O LLO DE LA C O M U N ID A D 41

Así, finalm ente, en esta etapa, la in d iv id u alid ad


sigue ligada a una particularidad, o sea, a servir
una función o papel particular sin n in g ún cam bio
o posibilidad de cambio. Los individuos no pue­
den levantarse e irse, o tom ar un papel social d ife ­
rente. Están fijados en un conjunto de relaciones
sociales establecidas, y en una form a particular y
concreta de desempeñar una función. E n este sen­
tido el in d iv id uo es concreto, particularizado y sin
libertad. La universalidad pertenece sólo a la co­
m un id ad , y esta universalidad está lim itad a a lo
local, lo regional, lo tradicional, y por lo tanto no
es plenam ente universal. Así, en la m edida en que
la com unidad constituye el universo entero de ac­
tividades de la vida de una generación a otra, el
universo de la vida está severamente lim itad o en
térm inos geográficos y culturales. Es m eramente
/oca/, dice Marx. Por lo tanto, el pleno desarrollo
de las capacidades hum anas individuales no pue­
de llegar a lograrse porque la gama de actividades
hum anas requeridas está fijada dentro de estos
estrechos confines.
Para resumir, podemos decir lo siguiente: La
Etapa Uno, que es la etapa de formaciones econó­
micas precapitalistas, es una un id ad inm ediata. Su
forma social es de com unidad, y las relaciones so­
ciales son relaciones internas que son concreta­
mente particulares o meramente locales. Estas son
característicam ente relaciones de dependencia
personal, y son desiguales y no recíprocas. F in a l­
m ente, en esta etapa, las relaciones sociales apare­
cen como relaciones naturales.
De acuerdo con Marx, la segunda etapa de orga­
nización social, es decir la del capitalism o, presu­
pone la disolución de la u n idad inm ediata, carac­
terística de la c om unidad precapitalista, la unidad
42 D ESA R RO LLO DE LA CO M U N ID A D

del productor tanto con la com unidad como con la


tierra. Por lo tanto, una condición para su desa­
rrollo es que surja el trabajador sin tierras ni
propiedades. Este trabajador ya no participa en la
producción com unal, ni está arraigado a la fuente
de su subsistencia en la tierra por relaciones per­
sonales de esclavitud o servidumbre, ni es dueño
de los instrum entos de la producción. La única
cosa que a dicho in d iv id u o le queda hacer, es una
distinción entre su h abilidad para trabajar y su
propia persona, como su única propiedad. Esto
resulta posible sólo si él o ella puede intercam ­
biarlo por los medios para su subsistencia. Y él o
ella se vuelve u n trabajador asalariado.10 Esto pre­
supone, por un lado, la d isp o n ib ilid ad de un fon ­
do de capital que pueda com prar esta fuerza de
trabajo. Una presuposición ulterior para que surja
el capitalism o, es la existencia de un sistema sim­
ple de cam bio. Este sistema, que proliféra con el
desarrollo del capitalism o, presupone que los
agentes en el intercam bio poseen lo que van a
intercam biar, y tienen libertad para negociar en
el mercado, o sea, para ponerse de acuerdo sobre
los equivalentes en el cambio. Ni el esclavo ni el
siervo poseen esta libertad.
Sin embargo, para Marx, estos individuos no
son plenam ente independientes. Más bien, él su­
giere que su independencia

p o d ría designarse m ás e x actam en te co m o in d if e r e n ­


cia (p . 91).

10 El trabajador asalariado fue históricamente del sexo mas­


culino en los primeros casos. En general, las mujeres entraron
más tarde a ocupar trabajos en el capitalismo occidental.
D E SA R R O LL O D E LA C O M U N ID A D 43

Así, la unidad de la com unidad precapitalista, es


remplazada por la desunión de estos individuos
indiferentes. Además, ellos ya no están relacionados
entre sí en form a inm ediata, como antes, por m e­
dio de relaciones internas, más bien están m edia­
dos o relacionados socialmente por m edio de rela­
ciones externas. Así, dice Marx:

La d e p e n d e n € ia m u tu a y g e n e ra liza d a de los in d iv i­
d uo s re c íp ro c a m e n te in d ife r e n te s c o n s titu y e su nexo
social (p. 84).

Y como explicaba él anteriorm ente:

Esta d e p e n d e n c ia recíproca se expresa en la necesidad


p e r m a n e n te d e l c a m b io y en el v a lo r de c a m b io c o m o
u n m e d ia d o r g e n e ra liza d o (p. 83).

En el cam bio, la afin id ad personal o interna de la


sociedad precapitalista es remplazada por relaciones
externas en el mercado, o sea, entre los valores de
las mercancías. E n el capitalism o,

el intercam bio general de las actividades y los productos,


qu e se ha c o n v e rtid o en c o n d ic ió n de v ida para cada
in d iv id u o p a r tic u la r y es su recíproca [con los otros] se
presenta a n te ellos m ism o s c o m o algo a je n o , in d e p e n ­
d ie n te , co m o u n a cosa (p p . 84-85).

E l cam bio es, por lo tanto, una relación externa


entre entidades personalmente independientes. La
independencia o libertad de estas entidades con­
siste en su condición de personas legales. Marx
describe la libertad de cam bio en térm inos que
tom an m ucho del contenido de la discusión de
Hegel del derecho abstracto en la Filosofía del
Derecho. Según Marx
44 D ESA R R O LLO DE LA CO M U N ID A D

a u n q u e el in d iv id u o A sie n te la necesidad de poseer la


m e rcan cía d el in d iv id u o ß , no se a p o d e ra de la m is m a
po r la v io le n cia , n i viceversa, sino q u e a m b o s se reco­
nocen m u tu a m e n te com o propietarios, com o personas
cuya v o lu n ta d im p r e g n a sus m ercancías (p p . 182-183).

Así, el trabajador o trabajadora que vende su


tiem po de trabajo no está obligado a hacerlo, sino
que se despoja de él voluntariam ente. (Dicho acto
libre de despojarse de una propiedad, es el distin ­
tivo de una persona legal o juríd ic a para Hegel y
Marx.)
De manera semejante, el sistema de simple cam ­
bio introduce igualdad y reciprocidad entre los
productores. Así como en el análisis de Hegel del
derecho abstracto, el acto de hacer un contrato
establece la igualdad de las personas que lo hacen;
así para Marx,

E n lo tocante a la form a pura... los sujetos están puestos


pre cisam e nte com o in d iv id u o s q u e in te r c a m b ia n , co­
mo iguales, y sus o bje to s co m o e q u iv a le n te s , ta m b ié n
iguales... Los sujetos existen m u tu a m e n te en el in t e r ­
c a m b io sólo m erced a los e q u iv a le n te s ; existen co m o
seres de va lo r ig ua l y se c o n fir m a n en c u a n to tales
m e d ia n te el c a m b io de la o b je tiv id a d , en d o n d e u n o
existe para el o tro (t. I, p. 180).

Así, en contraste con las sociedades precapitalis­


tas, que se caracterizaban por la dependencia per­
sonal y las relaciones de d o m in io , la segunda etapa
social, la del capitalism o, se caracteriza por la in ­
dependencia personal. Sin embargo, esta transfor­
mación es una ilusión en la m edida en que la
dependencia no es elim inada, sino que continúa
en forma objetiva. Así, al hablar de las relaciones
entre los productores en el cam bio, Marx escribe:
D ESA R RO LLO DE LA C O M U N ID A D 45

Hasta tal p u n to estas relaciones externas no son u n a


remoc ió n de las "Velac iones de d e p e n d e n c ia ” q u e m ás
b ie n c o n s titu y e n ú n ic a m e n te la re d u c c ió n de éstas a
una fo rm a general... Estas relaciones de d e p e n d e n c ia
materiales, en oposición a las perso nales... se p re se n ta n
ta m b ié n de m a n e ra tal q u e los in d iv id u o s son aho ra
d o m in a d o s po r ab stra c c io n e s, m ie n tra s q u e antes
d e p e n d ía n unos de otros, (t. I, p p . 91-92).

La dependencia objetiva que emerge en el capi­


talismo toma tres formas: primero, la objetividad
del dinero o intercam bio; segundo, la objetivi­
dad del capital, que se m antiene vigilante contra
la fuerza de trabajo; y tercero, la objetividad de* la
m áquina. Estas tres formas designan tres m om en­
tos o etapas dentro del propio capitalism o, que
por lo tanto deben ser consideradas como cam­
biantes y desarrolladas internam ente.
Podemos comenzar con la prim era forma, la for­
ma del dinero. Marx califica la prim era nueva for­
ma de dependencia que emerge con el capitalism o
como una relación abstracta que llega a ser univer­
sal. ¿Qué quiere decir con esto?
En el cam bio, los participantes son libres de re­
lacionarse uno con otro en térm inos ele un m edio
abstracto de intercam bio, esto es, el valor equiva­
lente de los productos que intercam bian, que es
una abstracción del valor particular concreto que
estos productos tienen para los consumidores. Así,
las relaciones entre estas personas libres son todas
traducidas a un m edio universal, o a un lenguaje
universal, o sea, valor o personificación en la for­
ma sim bólica del dinero. De este m odo, los in d iv i­
duos que permanecen in dividualm ente diferentes
fuera cJel cam bio, y cuyas diferentes necesidades y
diferentes productos son la base misma del cam­
bio, llegan a existir uno para otro no en sus reía-
46 D E SA R R O LLO DE LA C O M U N ID A D

ciones personales, sino sólo en la form a objetiviza-


da de su valor m utuo en el mercado, o sea, como
cantidades abstractas.
Con este desarrollo de la producción para favo­
recer el cam bio, la dependencia objetiva se con­
vierte en la dom inación de la fuerza de trabajo
por el capital. Esto constituye el segundo m om en­
to de la dependencia objetiva. Com o hemos visto,
el pequeño propietario precapitalista o el siervo
ahora aparecen como trabajadores libres y sin pro­
piedad, y toda la propiedad (todos los materiales
para la producción y subsistencia) están en manos
del capital. El trabajador se vuelve (objetivam en­
te) dependiente no de un in dividuo, ya que la per­
sona particular a quien el trabajador vende su
labor es indiferente, sino del sistema del capital.
El trabajador o trabajadora debe vender la única
propiedad que tiene, o sea su capacidad de traba­
jo, para ganar los medios de su subsistencia. Este
acto de vender la capacidad de trabajo es un cam­
bio. Pero este producto particular (lo que Marx
llama fuerza de trabajo) es diferente de cualquier
otro producto, y como consecuencia este cam bio
es diferente de cualquier otro. Marx analiza el su­
puesto cam bio entre fuerza de trabajo y capital en
dos actos separados. E l prim ero es la venta de la
fuerza de trabajo por un precio, una suma de d ine ­
ro, llam ado salario. Esto es, de hecho, un acto de
camhio. Al segundo acto en el cual

aquella ig uald ad y lib e rtad aparentes de los in d iv id uo s


se desvanecen (t. 1, p. 186).

Marx le llam a la apropiación del trabajo por el


capital. Este es el uso del trabajo por el capital, en
el cual el trabajo es
D E SA R RO LL O D E LA C O M U N ID A D 47

un a a c tiv id a d p r o d u c tiv a , real, q u e po n e valores


(t. I, p á g in a 238); es la fu e n te viva d el va lo r (t. 1, p.
236).

En este acto, la fuerza productiva del trabajo se


vuelve la fuerza productiva del capital, una fuerza
que m antiene y m ultip lica el capital. Este segundo
acto da lugar a la posibilidad de que el trabajo pro­
duzca plusvalía, más valor del que cuesta repro­
ducir al trabajador o trabajadora, o sea, reproducir
su poder de trabajo como una mercancía.
El segundo acto, en que el trabajo produce un
nuevo valor que aum enta el valor del capital, es
una actividad de objetivación. Según Marx, el pro­
ceso de objetivación es aquel en que el trabajo
forma objetos a la imagen de sus necesidades. Es
un proceso de form ación de objetos que tienen
valor. Así, el valor es el trabajo objetivado. E n la
producción capitalista, la objetivación toma la for­
ma de enajenación.La enajenación designa esta se­
paración o apariencias externas entre el trabajo
vivo, que aparece como pura sum isión o como po­
breza, y el capital, que aparece como posesión de
la riqueza objetiva o como propiedad; aq uí el capi­
tal está en situación

com o d o m in a c ió n sobre la ca p a c id a d viva del am o so­


bre la capacidad viviente del trabajo , com o valor d o tad o
de p o d e r y v o lu n ta d p ro p io s (t. I, p. 413).

El capital, que toma el uso del valor trabajo


o trabajo creador de valor, puede obtener la plus­
valía y por lo tanto crece en relación con el trabajo.
Según esto, para Marx,

el tr a b a ja d o r no p u e d e en rique cerse m e d ia n te este


in te r c a m b io pu esto q u e , así c o m o E saú v e n d ió su
48 D E SA R R O LLO DE LA CO M U N ID A D

p r im o g e n itu r a p o r u n p la to de lentejas, él cede su


fu erza creadora p o r la c a p a c id a d de tra b a jo com o
m ag n itud existente. Más bien tiene que empobrecerse...
ya q u e la fue rza cre ad ora de su tr a b a jo , en c u a n to a
fue rza del c a p ita l, se establece fre n te a él c o m o p o d e r
ajen o (t. 1, p. 248).

Pero nosotros veremos que esta objetivación


enajenada por el trabajador o trabajadora de sus
poderes creativos, fija ella misma las condiciones
para que el trabajador o trabajadora se reconozca
a sí mismo en su objetividad externa. El tercer
m ovim iento de dependencia objetiva (o sea, la de­
pendencia de la fuerza de trabajo respecto de los
sistemas de m aq uinaria) es decisivo para este reco­
nocim iento y, por lo tanto, para que se realice la
transform ación a la tercera etapa social. Pero an­
tes de continuar con esta transform ación, revisa­
remos los elementos dialécticos en la transición de
la sociedad precapitalista a la sociedad capitalista,
como los he presentado.
Hay una cantidad de formas en que esta transi­
ción puede ser expresada, y que han de ser h alla­
das en Marx. Como hemos visto, la form a general
de la dialéctica determ ina que cada etapa cons­
tituya la negación de la etapa precedente. Esto
quiere decir que m ientras en la prim era etapa te­
nemos dependencia personal, en la segunda tene­
mos independencia personal y dependencia obje­
tiva. En la prim era tenemos relaciones externas
que son concretamente particulares, y en la segun­
da tenemos relaciones externas que son abstracta­
m ente universales. De m odo s im ila r, los que
aparecen como lazos naturales en el prim er caso,
dan lugar a lazos sociales creados por m edio del
cam bio en el segundo. O tra característica de la
D E SA R R O LL O DE LA C O M U N ID A D 49

dialéctica es que la un id ad indiferenciada o in m e ­


diación de la prim era etapa, se vuelve autodife-
renciada en la siguiente. Y el proceso dialéctico se
nos aparece como una diferenciación en aum ento.
Así, por ejem plo, la com unidad como una to ta li­
dad relativamente no m ediada y constituida por
sus relaciones internas, explota en fragmentos se­
mejantes al átom o que ya no sostienen relaciones
internas, sino que se m antienen opuestos entre sí
en relaciones externas. Sin embargo, hay una d i­
m ensión ulterior a esta diferenciación de la segun­
da etapa. Las diferencias que aparecen aq uí en
p rim er plano llegan a ser abiertam ente antagonis­
tas, y la aparente u nid ad o com unidad de clan o de
sociedad medieval se transform a eventualm ente
en su franca antítesis, o sea en el capital y el traba­
jo que proporcionan la fuerza motriz al capitalismo.
Así, la transición de la sociedad precapitalista a là
capitalista, como Marx la describe, puede entender­
se en térm inos de una cantidad de categorías alter­
nativas, como por ejemplo: relaciones internas y
relaciones externas; lo concreto y lo abstracto. Y o
he sugerido que la relación de Marx sobre la tran­
sición es dialéctica en su uso de los conceptos hege-
líanos de negación y diferenciación, de acuerdo
con los cuales cada etapa surge de la anterior por
dicha negación y diferenciación. Si fuéramos a se­
guir la relación de Marx de las tres etapas de desa­
rrollo histórico como el desenvolvimiento de un
plan lógico, esperaríamos que la tercera etapa sea
sim plem ente deducible de las dos primeras. Esto
es, uno esperaría que la tercera etapa fuera una
negación de la segunda, como la segunda lo es de
la prim era; y así lo que tendríam os en la tercera
etapa sería una negación de la negación. Y de he­
cho la lógica dialéctica de Hegel tiene esta forma.
50 D E SA R R O LLO DE LA CO M U N ID A D

Pero el concepto de la negación para Hegel no


debe ser tom ado en los térm inos tradicionales de
lógica form al, en que la negación de la negación
produciría sim plem ente el prim er térm ino origi­
nalm ente negado, o sea, donde P es equivalente a
P. Al leer esto, uno tendría un círculo en que la
tercera etapa sería un regreso a la prim era. E n vez
de esto, Hegel ve este m ovim iento como una espi­
ral donde la tercera etapa tiene algo de la forma y
contenido de la prim era, pero tam bién adopta al­
gunas de las tendencias de la segunda etapa. Por lo
tanto, la tercera etapa sólo tiene un parecido su­
perficial y parcial con la prim era, es decir, la repite
en un nivel más alto de desarrollo.
Hemos visto que en la relación de Marx, la p ri­
mera y segunda etapas de desarrollo histórico si­
guen la form a de la dialéctica hegeliana. Sin
embargo, como yo argum entaré, sería erróneo ver
estas etapas como consecutivas a causa de una ne­
cesidad lógica, o exhibiendo cualquier ley de desa­
rrollo histórico. De nuevo, la proyección de Marx
de la tercera etapa, según se verá, incluye una ne­
gación de algunas características de la segunda eta­
pa, e incorpora en un nivel más alto algunas de las
características de la prim era etapa así como de la
segunda. Pero aq uí, tam bién, argum entaré que la
proyección de Marx no tiene la fuerza de una de­
ducción lógica o de una predicción histórica. Más
bien, yo alegaría que en la o p in ió n de Marx el
desarrollo de las relaciones sociales de una etapa a
la siguiente es casual, y que este desarrollo proce­
de de elecciones y acciones humanas. Así, como
veremos, en el trabajo de Marx la form a dialéctica
no debe entenderse como una im posición de la
lógica sobre la historia, sino más bien en una for­
ma radicalm ente diferente.
D E SA R R O LL O DE LA C O M U N ID A D 51

Teniendo en cuenta esta advertencia, todavía


podemos ver que en la proyección de Marx, la
tercera etapa está situada en la relación dialéctica
de negación y trascendencia de las dos primeras
etapas. Así, en la relación de Marx, las relaciones
internas de la prim era etapa pueden ser conside­
radas como negadas por las relaciones externas de
la segunda, pero en la segunda estas relaciones
externas tienen el aspecto form al de igualdad,
mientras que en la prim era son relaciones de desi­
gualdad y de la jerarquía de puestos, deberes y
atributos personales. E n la tercera etapa Marx
proyecta que las relaciones internas pueden ser esta­
blecidas de nuevo, pero ahora con una comprensión
de la igualdad form al de la segunda etapa en tanto
que igualdad real o sustantiva. O, nuevamente, los
individuos sociales sin libertad en las co m un id a­
des orgánicas de la prim era etapa dan lugar a in d i­
viduos form al o abstractamente libres, que son
sociales sólo en form a externa (o sea, relacionán­
dose sólo por m edio de leyes o de relaciones de
mercado). E n esta tercera etapa, Marx prevé el
restablecim iento de una c om unidad de individuos
sociales, pero ahora concretamente libres. Además,
en la proyección de Marx de esta tercera etapa, los
individuos se caracterizan por la universalidad y
las diferenciaciones que la segunda etapa capitalis­
ta introduce en la vida social.
Ahora estamos listos para regresar a las citas con
que comenzamos, o sea, a la relación de Marx de la
tercera etapa, como quedó preparada por la segun­
da (capitalismo). Marx ve el capitalism o como una
tendencia a la universalidad y socialización de las
capacidades hum anas, pero sólo en una form a ex­
terna u objetiva. Esta tendencia puede ser enten­
dida partiendo del hecho de que el capital se
52 D ESA RRO LLO DE LA C O M Γ Μ DAD

esfuerza por aum entar la plusvalía, y esto puede


ocurrir en dos formas: prim ero, por m edio del
aum ento de la plusvalía absoluta (aum entando la
duración de la jornada de trabajo), y segundo,
aum entando la plusvalía relativa (dism inuyendo
la proporción de tiem po de trabajo total que se
dedica al trabajo necesario o al salario) lo cual
puede lograrse aum entando y desarrollando las
fuerzas productivas. Este aum ento se realiza más
frecuentemente por m edio de la introducción de
m aquinaria en gran escala. Para obtener la plusva­
lía, el capitalista debe ser capaz de vender los pro­
ductos elaborados y poner a trabajar la plusvalía
nuevamente en otra producción. Por lo tanto, el
aum ento de la plusvalía presupone un aum ento,
tanto del consumo como de la producción.
Según Marx, la tendencia del capital a crear más
plusvalía absoluta tiende a propagar la producción
basada en el capital, y, así, crear el mercado m undial,
una tendencia

dada directamente en la idea misma del capital (t. I, p. 360).

Al aum entar la plusvalía absoluta por m edio del


aum ento de la productividad, el capitalism o tam ­
bién produce más mercancías que deben ser con­
sumidas. Para lograr la expansión del consumo, el
capitalista se esforzará en descubrir nuevos valo­
res de uso, y en crear nuevas necesidades. Pero
esto, a su vez, lleva al desarrollo de nuevas capaci­
dades de trabajo para llenar estas nuevas necesida­
des. Así, el trabajo mismo se vuelve más diversificado
y más internam ente diferenciado. De acuerdo con
Marx, el capitalism o produce:

In te r c a m b io u n iv e rs a l de los p ro d u c to s ... L a e x p lo ra ­
c ió n de la tie rra e n to d as d ire cc io n e s p a ra d e s c u b rir
D ESA R R O LLO DE LA CO M U N ID A D 53

ta n to nuevos o b je to s u tiliz a b le s c o m o nuevas p r o p ie ­


dades de uso de los a n tig u o s , al ig u a l q u e nuevas
p ro p ie d a d e s de los m ism o s en c u a n to m a te ria s p r i­
mas... [A dem ás, el c a p ita l crea] u n sistem a de e x p lo ­
tación general de las propiedades naturales y hum anas...
E l c a p ita l crea así la sociedad b urg ue sa y la a p r o p ia ­
c ió n un iv e rsa l ta n to de la n a tu ra le z a c o m o de la rela­
c ió n social m is m a p o r los m ie m b ro s de la sociedad.
D e a h í la gran in flu e n c ia c iv iliz a d o r a d el c a p ita l; su
p ro d u c c ió n de u n n iv e l de la socied ad , fre n te al cual
to d os los a n te rio re s aparece n co m o d esarrollos m e ra ­
m e n te locales de la h u m a n id a d y co m o u n a idolatría
de la n a tu ra le z a (t. 1, p ág in a s 361-362).

Pero las nuevas tendencias laborales que desarro­


lla el capitalism o son desarrolladas sólo u n ilate ­
ralm ente, o sea, que cada trabajador desarrolla
sólo una capacidad. La universalidad caracteriza só­
lo el proceso objetivo de producción y consumo
en su conjunto. Además aunque el capitalism o es
el desarrollo de todas las capacidades, actividades
y necesidades hum anas, esto no quiere decir que
sea el desarrollo de las capacidades humanas.
De m odo sim ilar, Marx describe el capitalism o
como el cultivo del ser hum ano social, pero esto
tam bién es una form a m eramente objetiva. Esto
quiere decir que produce esta socialidad al aumentar
la división del trabajo, en intercam bio y después
en m áquinas; pero esta socialización se realiza de
espaldas a los sujetos, como dice Marx.
Según Marx, esta com binación y cooperación so­
cial requerida por el proceso de trabajo capitalis­
ta, está personificada en la m áquina. El sistema de
m aq uinaria puede ser considerado como la forma
más extrema de enajenación del trabajador, o de
dependencia objetiva. Porque
54 D ESA R RO LLO DE LA C O M U N ID A D

en la m a q u in a r ia , la m a n o de o b ra ya n o aparece c o m o
la u n id a d q u e rige el proceso de p r o d u c c ió n ; esta
u n id a d m ás b ie n está en la m a q u in a r ia viva (activa),
la cual se pre se nta fre n te al o b re ro , fre n te a la a c tiv i­
d a d in d iv id u a l e in s ig n ific a n te de éste, c o m o u n p o d e ­
roso o rg a n is m o (t. 2, p. 219).

De hecho en la m aquinaria, hasta el conocim ien­


to mismo (en forma de la aplicación tecnológica
de la ciencia), llega a parecer ajeno y superficial al
trabajador; las “fuerzas productivas generales del
cerebro social” son así incorporadas al capital y
en contra de la fuerza de trabajo.
Sin embargo, esta tendencia de la m aquinaria
tam bién tiene un m om ento positivo. Porque la
m aquinaria sirve para aum entar la abundancia y,
correlativamente, para aum entar el tiem po libre
de los trabajadores por m edio de la dism inución
del tiem po de trabajo necesario. Además, la m a­
q uinaria autom ática aum enta la com binación so­
cial de los trabajadores. Esta capacidad “redundará
en beneficio del trabajo em ancipado”, como dice
Marx. Así, en la industria en gran escala, el pro­
ducto ya no es fabricado por un trabajador aisla­
do, sino más bien por la combinación de la actividad
social, una com binación hecha objetiva en la m á­
quina. Esta calidad social consiste en la instala­
ción de la fábrica, en la organización de la maquina­
ria que requiere muchas manos, y en la com bina­
ción del trabajo de hombres de ciencia, operado­
res de m áquinas, mineros, y demás, que hacen
posible que exista la m áquina. Así, la m aquinaria
hace interdependientes a los individuos en formas
internas crecientes, en contraste con las anteriores
conexiones externas de los individuos, que eran
sociales únicam ente por m edio del cambio.
D E SA R R O LL O DE LA C O M U N ID A D 55

La m áq u in a es así la objetivación de la calidad


social de los trabajadores, pero en una form a aje­
na, esto es, en un form a que pertenece al capital.
Lo que les queda a los productores es reconocerse
a sí mismos en este objeto extraño (reconocer todo
el sistema del capital como su propio trabajo).
Según Marx, este reconocim iento lleva a una ter­
cera etapa, en que los individuos vuelven a apro­
piarse de esta calidad social objetiva o extraña, y
de su universalidad.11 Se vuelven subjetivam ente
sociales y universales, o sea, se vuelven individuos
comunales.
A esta subjetividad, que resultó miserable en la
enajenación de todas sus capacidades en la segun­
da etapa, se le ha devuelto ahora su riqueza. Las
muchas facetas de necesidades y satisfacciones se
convierten en el cultivo de los individuos, o sea,
en su autorrealización. Como dice Marx:

P ero in fa c t , si se d e s p o ja a la r iq u e z a de su lim it a d a
fo rm a b u rg u e s a , ¿ q u é es la r iq u e z a sin o la u n iv e r s a li­
d a d de las necesidades, ca pa c id a d es, goces, fuerzas
p ro d u c tiv a s , etc., d e los in d iv id u o s , creada en el in ­
te r c a m b io u n iv e rs a l? [¿Q u é, sino] el d e s a rro llo p le ­
n o d e l d o m in io h u m a n o sobre las fuerzas n a tu ra le s ,
ta n to las de la así lla m a d a n a tu r a le z a c o m o sobre su
p r o p ia n a tu ra le z a ? [¿Q u é, sino] la e la b o ra c ió n ab so ­
lu ta de sus d ispo sicio n e s creadoras sin o tro p re su ­
pu e sto q u e el d e s a rro llo h is tó ric o p re v io , q u e c o n ­
vierte en o b je to a esta p le n it u d to ta l d e l d e s a rro llo , es
d e c ir, al d e s a rro llo de to d as las fuerzas h u m a n a s en
c u a n to tales, no m e d ia d a s con u n p a tr ó n p re e s ta b le ­
c id o ? (t. 1, p p . 447-448).

11 Sobre eete p u n to , confróntese en los Grundrisse, pá­


ginas [355-358].
56 D ESA R RO LLO DE LA COM I M DAD

Así, los individuos son ahora libres de desarrollar


sus capacidades, y ya no están constreñidos a desa­
rrollar las capacidades que dem anda el proceso
de producción. Ellos, de este m odo superan su
dependencia objetiva. Al hacerlo, la com binación
social se convierte ahora en las relaciones subjeti­
vas inmediatas y recíprocas entre los individuos.
Las relaciones, nuevamente, se vuelven relaciones
personales, como en la etapa precapitalista, pero
ya no son relaciones de d o m in io y ya no están
mediadas, como en la segunda etapa, por objetos
externos. Las relaciones son por lo tanto relacio­
nes internas, en que cada in d iv id u o reconoce a los
demás como individuos libres como él o ella. Pero,
de hecho, este reconocim iento del otro es una con­
dición para la plena realización de la libertad del
otro. Así, la libertad se realiza por m edio de la
interacción social.
La libertad form al de la segunda etapa se vuelve
libertad sustantiva en la tercera en cuanto los in ­
dividuos se vuelven independientes objetivam en­
te. Esta independencia, sin em bargo, no es la
elim inación del reino objetivo de la producción,
sino más bien la asignación de este reino a la for­
ma plenam ente objetiva de producción a u to m áti­
ca que está ahora bajo el control com unal de los
individuos. Ellos están, por lo tanto, liberados pa­
ra relacionarse entre sí, no a causa de las necesida­
des de la dependencia objetiva sino en térm inos
de necesidades subjetivas, esto es, en térm inos de
su m utua realización, así como de sus cualidades y
logros personales. El enriquecim iento de este do­
m inio de interacción personal libre fom enta, así,
el pleno desarrollo de diferencias entre los in d iv i­
duos y tam bién el pleno desarrollo de diferencias
dentro de cada ind ivid uo. E n esta forma de socie­
D ESA R R O LL O DE LA CO M U N ID A D 57

dad, por lo tanto, los individuos logran la inde­


pendencia tanto subjetiva como objetiva.
En consecuencia, aquí la universalidad no es
universalidad abstracta, es decir, no está d efinida
en térm inos de esas cualidades en las que todos los
individuos son iguales, sino más bien es una u n i­
versalidad en el sentido de una realización de la
diferenciación concreta entre los individuos. La
universalidad entonces es un concepto de to ta li­
dad con lím ites abiertos, en que las potencialida­
des de las especies son satisfechas por el libre
desarrollo de cada in d iv id u o , y donde cada uno es
libre de desarrollarse en varios sentidos y en co­
operación con otros. E n este sentido, dicha u n i­
versalidad es concreta y diferenciada.
Así, Marx ve el desarrollo social a través de estas
tres etapas como un proceso que tom a la form a de
la dialéctica de Hegel. ¿Q ué significación tiene es­
to para una ontología social? Prim ero, es significa­
tivo porque en la opinión de Marx sobre la realidad
social misma, ésta es un proceso de cam bio dialéc­
tico. El carácter ontológico de esta realidad es que
no es fija o estática; más bien sus entidades básicas
y relaciones deben ser comprendidas como algo cam­
biante. Así, la teoría de Marx de la naturaleza de
la realidad social es al mism o tiem po una teoría
del cam bio social. Esto es, su ontología filosófica
misma es inseparable de la descripción aplicada del
desarrollo social e histórico.
Si la realidad social revela una lógica en su de­
sarrollo, ¿significa esto que Marx (como frecuente­
m ente se ha argum entado sobre él así como sobre
Hegel) sim plem ente im pone una form a lógica a
p rio ri sobre la realidad social que la historia tiene
luego que acomodar? ¿O significa esto que Marx
ve la lógica misma de la historia como poseedora
58 D ESA R RO LLO DE LA CO M U N ID A D

de la necesidad interna de deducción lógica, como


que los sucesos acarrean otros sucesos? Prim ero,
está claro que Marx rechaza una concepción a p rio ­
ri del desarrollo, y explícitam ente critica a Hegel
por esta op inión. E n los Grundrisse él escribe:

H egel cayó en la ilu s ió n de c o n c e b ir lo real [o sea,


la re a lid a d social] c o m o r e s u lta d o del p e n s a m ie n to
q u e , p a r tie n d o de sí m is m o , se co ncreta en sí m is m o ,
p r o fu n d iz a en sí m is m o y se m ueve p o r sí m is m o
(t. 1, p. 21-22).

En respuesta a la segunda pregunta, es claro que


Marx tam bién rechaza la o p in ió n de que el des­
arrollo social objetivo tiene una necesidad interna
de tipo lógico. Mas bien, es sólo en form a retros­
pectiva que uno puede reconstruir esta lógica co­
mo una contingencia basada en lo que de hecho ha
sucedido. De m odo sim ilar, es sólo en perspectiva
que uno puede proyectar el futuro en térm inos de
posibilidades contingentes, que se generan en el
presente pero que han de ser determ inadas des­
pués por elecciones y actos humanos.
Así, como en contra de estas opiniones (atribuir
necesidad lógica a la historia) Marx defiende una
concepción alternativa de la form a dialéctica de la
realidad histórica o social. Prim ero, como vere­
mos en los siguientes capítulos, Marx considera el
curso de los sucesos históricos como dependientes
enteramente de la actividad de agentes que son
fundam entalm ente libres. Por lo tanto, su concep­
to del desarrollo histórico debe distinguirse estric­
tamente del de Hegel. M ientras que para Hegel, la
historia se desenvuelve con una necesidad interior
tal que el curso de su desarrollo es determ inista,
para Marx, por constraste, la historia es el produc-
D E SA R RO LL O D E LA CO M U N ID A D 59

to de las elecciones y acciones de agentes, y el cur­


so de su desarrollo está por lo tanto basado en las
posibilidades y contingencias de estas elecciones y
acciones. Además, a diferencia de Hegel, Marx ve
la dialéctica del desarrollo social, no como una
serie de etapas en el desarrollo de una idea, o sea,
como una dialéctica del pensam iento, sino más
bien como una dialéctica generada por las accio­
nes de individuos reales, concretamente existen­
tes. A este respecto Marx da prio rid ad ontológica
a tales individuos existentes activos, mientras que
para Hegel estos individuos emergen sim plem ente
como vehículos o agentes al servicio de una idea
autónom a e ind ep en die nte.12 Al dar p rio ridad a la
actividad de los individuos reales, Marx introduce
un elemento fuertem ente aristotélico, el cual dis­
tingue su dialéctica de la de Hegel.13 Próximamen-

12 Hay interpretaciones de Hegel que piensan que sostiene


que el indiv iduo actúa de hecho independientem ente y no
meramente como una expresión de la Idea. Sobre este punto de
vista, la Idea es entendida como no más que la especie y natura­
leza de estos individuos. Tal interpretación es sugerida, por
ejemplo, en La dialéctica del amo y del esclavo en Hegel, de
Kojeve. Yo no estoy de acuerdo con tales interpretaciones pues­
to que creo, primero que nada, que ignoran las propias form u­
laciones de Hegel al efecto de que los individuos son momentos
finitos del Espíritu Absoluto o del autodesarrollo de la Idea y,
segundo, que no reconocen cómo el sistema de Hegel mismo
acarrea dicha conclusión (aunque no me ocuparé aquí de inves­
tigar ese punto). Finalm ente, podría sugerir que tales interpre­
taciones de Hegel de hecho le atribuyen conceptos que fueron
introducidos más tarde, especialmente por Marx y Heidegger.
13 Como se verá, es el énfasis de Marx en los individuos
independientem ente reales, y no su concepto de la constitu­
ción del m undo social por estos individuos, lo que en mi o pi­
nión constituye el elemento aristotélico. Debe tam bién notarse
que, aunque este elemento aristotélico está presente en Marx y
no en Hegel, hay por supuesto otras dimensiones del análisis
de Hegel que son aristotélicas.
60 D ESA R RO LLO DE LA C O M U N ID A D

te consideraré las implicaciones de esta noción


sobre una relación ontológica de entidades y rela­
ciones. Su im portancia para una relación de la ló­
gica de la realidad social, es que la dialéctica es
considerada como producida por las acciones de
individuos concretos.
Así, la o p in ió n de Hegel parece im plicar que lo
que es captado por el pensamiento es el p un to de
partida, y que el acontecimiento concreto es sólo
la explicación de las determinaciones contenidas
en el concepto abstracto. En cierto sentido, Marx
tam bién parece argum entar que tenemos que ser
capaces de form ar dichas abstracciones, y que de
ellas podremos deducir una relación de la reali­
dad concreta. Pero su crítica de Hegel se refiere
precisamente a cómo dichas abstracciones pueden
llegar a formarse. Marx argum enta en la sección
sobre “El m étodo de la economía política”, en los
G rundrisse, que todas estas determinaciones con­
cretas tienen prim ero que realizarse en la realidad
social misma, antes que una concepción adecuada
de su naturaleza dialéctica pueda ser captada por
el pensamiento. Es sobre la base de nuestra expe­
riencia y conocimiento de estas circunstancias so­
ciales reales que hemos llegado a form ar dichas
abstracciones, como será adecuado explicarlas.
Otra forma de expresar esto es que Marx dice que
uno no puede form ar un p rin cipio de explicación
adecuado hasta saber qué es lo que se va a expli­
car; y que uno no puede saber qué es lo que se va a
explicar hasta tener las circunstancias reales y la
experiencia de ellas.14 Por lo tanto, según Marx, es

14 Esto parece ser similar a la opinión de Hegel sobre la


reflexión filosófica en el prefacio de La filosofía del derecho,
donde él escribe que “ la filosofía es el propio tiempo aprehen­
dido con el pensamiento”. O de nuevo: “La filosofía... llega
D E SA R R O LLO D E LA C O M U N ID A D 61

sólo en la época de la sociedad burguesa que el


desarrollo social ha alcanzado el p unto donde es
posible form ar un concepto abstracto adecuado
que nos p erm itirá captar la etapa presente de desa­
rrollo social, como un adelanto desde una etapa
previa y como conteniendo en sí m ism o las condi­
ciones para una nueva etapa.
Esta dim ensión del m étodo de Marx introduce
en su análisis un elem ento aristotélico ulterior.
Específicamente, el m étodo de Marx es aristotéli­
co en su noción de que uno no puede ver más
adelante, de la potencialidad a la realidad, sino
sólo hacia atrás, de las realidades a las potenciali­
dades que las hicieron acontecer. Es en este senti­
do que dice Aristóteles que la realidad es anterior
a la p ote ncialid ad .15 Así para Marx,

siempre demasiado larde. Como pensar del m undo surge por


primera vez en el tiempo, después que la realidad ha cum plido
su proceso de formación y está realizada... El búho de Minerva
inicia su vuelo al caer el crepúsculo”, (pp. 15 y 17). Sin embar­
go, Marx y Hegel llegan a esta noción de la reconstrucción
retrospectiva desde perspectivas radicalmente diferentes. Para
Marx, la historia sólo puede ser entendida retrospectivamente
debido a los accidentes mismos de las acciones y sucesos hum a­
nos concretos. O sea, puesto que son las elecciones mismas de
los agentes las que constituyen la história, uno no puede cono­
cer de antemano esas elecciones. Para Hegel, por otro lado, el
terreno para tal método retrospectivo no es la eventualidad,
sino la necesidad. La reflexión filosófica es el momento de la
autoconciencia de la Idea, y por lo tanto es esencialmente el
reconocimiento por la Idea de su propia necesidad. En la refle­
xión filosófica sobre la historia, el punto de vista de la filosofía
en su propio tiem po puede sólo ser retrospectivo, puesto que
sólo puede reflexionar sobre lo que la Idea o Espíritu le ha
presentado como una expresión de la necesidad de la propia
naturaleza de la Idea. Para Hegel, la reflexión filosófica sobre
la historia está por lo tanto, siempre ligada a una determinada
etapa de la autoobjetivación de la Idea, y por eso no puede
trascenderla.
15 Véase, por ejem plo, la Metafísica Libro IX , capítulos 7 y 8;
62 D ESA R RO LLO DE LA C O M U N ID A D

La sociedad b urg ue sa es la m ás c o m p le ja y d e s a rro ­


lla d a o rg a n iz a c ió n h is tó ric a de la p ro d u c c ió n . Las
categorías q u e expresan sus c o n d ic io n e s y la c o m ­
p re n s ió n de su o rg a n iza c ió n p e r m ite n al m is m o tie m ­
po c o m p r e n d e r la o rg a n iz a c ió n y las relaciones de
p r o d u c c ió n de todas las fo rm as de sociedad pasadas,
sobre cuyas ru in a s y e le m e n to s e lla fue e d ific a d a y
cuyos vestigios, a u n no supe rad o s, c o n tin ú a arras­
tr a n d o , a la vez q u e m eros in d ic io s previos h a n des­
a r r o lla d o en e lla su s ig n ific a c ió n p le n a , etc. La
a n a to m ía del h o m b r e es u n a clave para la a n a to m ía
del m o n o . P o r el c o n tra r io , los in d ic io s de las fo rm as
supe rio re s en las especies a n im a le s in fe rio re s p u e ­
d e n ser c o m p r e n d id o s sólo c u a n d o se conoce la fo r ­
m a s u p e rio r. La e c o n o m ía b urg ue sa s u m in is tr a así la
clave de la e c o n o m ía a n tig u a , etc., (t. 1, p. 26).

Esta com prensión de la dialéctica como recons­


trucción lógica tam bién nos perm ite rechazar la
o p in ió n de que el desarrollo social e histórico tie­
ne una necesidad interna. La única “necesidad” es
que el pasado es pasado y, por lo tanto, fijo, y, así,
la dialéctica es tom ada como descripción y explica­
ción de este proceso originalm ente contingente.

La o n to lo g ía de lo s in d iv id u o s kn r e la c ió n

Esta contingencia del desarrollo social tiene para


Marx como sus cim ientos ontológicos las acciones
de individuos reales, que producen la historia en
sus relaciones uno con otro, y a través de ellas.
Estas relaciones son relaciones sociales, estos in d i­
viduos son individuos sociales, y la sociedad es
aquello constituido por estos individuos en rela­
ciones. Surgen por lo tanto las preguntas: ¿Q ué es

La Política, Libro I, capítulo 2 y Sobre el alm a, libro II, capítu­


los 1 y 2.
D ESA R R O LL O DE LA CO M U N ID A D 63

un in d iv id uo social? ¿Q ué son relaciones sociales?


¿Qué clase de entidad es la sociedad? A q uí yo d e li­
nearé la ontología de Marx sobre la sociedad en
una forma abstracta, que se derivará de mi rela­
ción anterior.
Perm ítanm e comenzar con dos citas: E n la sexta
tesis sobre Feuerbach, Marx escribe: “ la esencia no
es algo abstracto inherente a cada indiv iduo. Es, en
su realidad, el conjunto de las relaciones sociales.” 16
Correlativam ente, en los G rundrisse, Marx argu­
menta que

La sociedad no consiste en in d iv id uo s sino que expresa


la sum a de las relaciones, y c o n d ic io n e s en las q u e esos
in d iv id u o s se e n c u e n tra n re c íp ro c a m e n te s itua d o s
(t. I, p p . 204-205).

Partiendo de estas aseveraciones, parecería que


para Marx no hay una entidad independiente o t o ­
lógicamente que uno pueda describir como un indivi­
duo o como una sociedad, sino sólo un sistema de
relaciones. Basándose en esta concepción, el ser de
las relaciones no sería nada separado de la rela­
ción, ni habría un “eso que” se halla en relación
con algún otro. Tendríam os una ontología de puras
relaciones, con “entidades que no tendrían una
condición ontológica independiente en lo abso­
luto, excepto como nudos de relaciones o m om en­
tos de relación. Y, sin embargo, Marx habla sobre
el in d ivid uo concreto real, y sobre la sociedad
como una realidad social constituida por in d iv i­
duos. Uno, por lo tanto, podría interpretar que
Marx sostiene la o p in ió n de que sólo los in d iv i­
duos son reales, y que las relaciones no son reales

16 C. Marx, “Tesis sobre Feuerbach”, en: C. Marx-F. Engels,


Obras Escogidas, 3 vol., vol. 1, p. 9.
64 D ESA R R O LLO DE LA C O M U N ID A D

sino sólo formas derivativas de describir cómo d i­


chos individuos se colocan entre sí. Y o argum enta­
ría en vez de eso, que de la lectura de los G rundris­
se así como de otras obras de Marx, se desprende
que él está operando con una ontología tanto de
los individuos reales como de relaciones reales. Lo
que necesitamos mostrar es que los conceptos “in ­
div id u al” y “relación” no son conceptos separa­
bles, y que Marx considera la separación de los
individuos de sus relaciones, postulada por las dos
interpretaciones unilaterales que acabamos de
presentar, como una abstracción conceptual de la
realidad concreta.
Una manera de interpretar la o p in ió n de que
tanto los in d iv id uo ? como las relaciones son rea­
les, sería ver a cada uno como una entidad onto-
lógica básica o independiente, que luego en alguna
forma se coordinan. Pero si esta fuera la o p in ió n
de Marx, él tendría el problem a tradicional, pre­
sentado agudamente por Bradley, de cómo las re­
laciones pueden relacionarse, ya sea entre sí o con
las posesiones m ateriales.17 Esto podría llevar a
una regresión in fin ita de relaciones relacionadas
con relaciones, y demás. Pero esto sería malinter-
pretar a Marx.
Para Marx, las relaciones no existen separadas
de los individuos que están relacionados; éstas
pueden considerarse abstractamente sólo en con­
cepto. El escribe:

en g en e ra l, las rela c io n es, si h a n de a d q u ir ir fije za


sólo p u e d e n ser pen sadas d ife r e n c iá n d o la s de los su­
je to s q u e ellas r e la c io n a n (t. 1, p. 68).

17 Compárese con Appearance and Reality [“Apariencia y


realidad”), de F. H. Bradley.
D E SA R R O LLO D E LA CO M U N ID A D 65

Las relaciones, como universales sin form a cor­


poral y sin ejemplos, existen sólo en el pensamiento
como universales y abstractas. Esto está de acuerdo
con la o p in ió n conceptualista de Aristóteles de los
universales (por ejem plo, especies y géneros, que
existen sólo como “sustancias secundarias” y por lo
tanto sólo como lo que puede ser predicado de sus­
tancias prim arias o individuos). Sin embargo, las
relaciones no son irreales; más bien, existen en los
individuos relacionados y a través de ellos, o como
propiedades relaciónales de esos individuos.
Por otro lado, estos individuos son entes o t o l ó ­
gicamente independientes. Pero eso no quiere de­
cir que su existencia pueda ser abstraída de las
propiedades relaciónales que ellos tienen. A quí,
Marx sigue de cerca a Aristóteles. Para ambos, el
ind ivid uo concretamente existente es siempre un
este tal, o sea, un in d ivid uo de una clase dada. Así,
en Las categorías, Aristóteles dice: “Toda sustancia
parece significar aquello que es in d iv id u a l”; y “To­
do excepto las sustancias prim arias es o predicado
de una sustancia prim aria o está presente en ella,
y si estas últim as no existieran sería im posible que
existiera cualquier otra cosa”.18 El énfasis en el
“este” es que el ind ivid uo es un ente num érica­
mente d efin ido e idéntico a sí mism o, o sea, una
sustancia, pero una sustancia con atributos. El
“tal”, por lo tanto, designa aquellos atributos que
hacen que aquello que de otro m odo sería un ente
particular abstracto, sea un in d iv id u o concreto.
Además, para Aristóteles, cada in d iv id u o con­
creto tiene su esencia, la naturaleza de su especie,
misma que le perm ite llegar a ser en la realidad lo
que era en potencia. Así, para Aristóteles una cosa

18 Aristóteles, Categorías.
66 D ESA RRO LLO DE LA C O M U N ID A D

logra o realiza su naturaleza en su modo caracterís­


tico de actividad. Para Marx, tam bién el individ uo
es un in dividuo concreto al ser de una clase deter­
m inada, pero siempre es un in divid uo, o sea, una
persona num éricam ente definida, concretamente
existente, caracterizada por una clase de actividad
determinada. Si uno abstrae a este in d ivid uo de
sus atributos o de su clase de actividad, a uno le
queda sólo un in dividuo abstracto, o sea, uno que
es num éricam ente diferente de los otros pero sin
carácter concreto.
A unque Marx no presenta un argum ento onto-
lógico explícito en los Grundrisse respecto de que
individuos concretamente existentes son las e n ti­
dad es básicas de la realidad social, sin embargo,
dicha o p in ió n está claramente presupuesta a tra­
vés de toda esta obra. Como he indicado, dichos
individuos son captados por Marx como in d iv i­
duos en relaciones, o lo que él llama individuos
sociales. La prim acía ontológica de dichos in d iv i­
duos concretos en la ontología de Marx es eviden­
te tanto en sus construcciones conceptuales como
en su uso a través del texto. Por ejem plo, en sus
observaciones generales sobre la naturaleza de la
producción al comienzo de los G rundisse, Marx
escribe:

T o da p ro d u c c ió n es u n a a p r o p ia c ió n de la n a tu ra le z a
po r p a rte del in d iv id u o en el seno y p o r in te r m e d io ,
de u n a fo rm a de sociedad d e te r m in a d a (t. 1, p. 7).

O nuevamente:

P or eso, c u a n d o se h a b la de p r o d u c c ió n , se está h a ­
b la n d o s ie m p re de p r o d u c c ió n , en u n estadio d e te r­
m in a d o del d e s a rro llo social, de la p r o d u c c ió n de
in d iv id u o s en sociedad (t. 1, p. 5).
D E SA R R O LLO DE LA C O M U N ID A D 67

Además, Marx subraya la condición fundam ental


de los individuos, a quienes considera como consti­
tuyentes del m und o social a través de su actividad.
Así, escribe:

T o da p r o d u c c ió n es u n a o b je tiv a c ió n d el in d iv id u o
(t. I, p. 161).

Este énfasis en los individuos es también evidente


en la com prensión de Marx de las formas sociales,
como formas en que

los in d iv id u o s se re p ro d u c e n c o m o in d iv id u o s pero
com o in d iv id u o s sociales (t. 2, p. 395).

Así mismo, Marx expone el significado de

u n a re la c ió n social co m o u n d e te r m in a d o v ín c u lo
e n tre los in d iv id u o s (t. 1, p. 177);

en esta forma, sugiere que las relaciones sociales no


existen como entidades abstractas separadas de los
individuos que están relacionados.19
Pero ahora podremos preguntarnos: ¿Cuáles son
los atributos, y cuáles son las formas de actividad
determ inada ? de estos individuos? A q uí Marx se­
para de la o p in ió n de Aristóteles (así como de to­
dos los que consideran a la naturaleza hum ana
como fija). D onde Aristóteles concibió la esencia
de una cosa dada como una naturaleza fija o una
clase natural, Marx sostiene que los individuos
crean esta naturaleza en su actividad, y por lo tan­
to no es ni fija ni presupuesta. Esto eventualm en­
te lleva a la concepción de una esencia cam biante

19 Otros ejemplos que aparecen en los Grundrisse sobre el


énfasis de Marx sobre los individuos concretos, se encuentran
en Grundrisse, p. [596J
68 D ESA R RO LLO DE LA CO M U N ID A D

y en desarrollo. Marx llama a esto trabajo de acti­


vidad creativa, que debe tomarse en un sentido
am plio que especificaré en el siguiente capítulo.
Además, para Marx, la form a fundam ental de
esta actividad es social. Eso quiere decir que los
atributos prim arios que caracterizan al individuo
concretamente existente y a la actividad prim aria
de este individuo, abarcan sus relaciones con otros
individuos. Estas relaciones constituyen a estos in ­
dividuos como individuos sociales. Puesto que la
sociabilidad es el m odo de ser de estos individuos,
tomar a los individuos sim plem ente como hum a­
nos y no sociales es sustraerlos del contexto concre­
to que los hace los individuos que son. Además,
para Marx, puesto que estos individuos crean su
modo de ser y lo cam bian por su actividad, y este
modo de ser es la sociabilidad, por lo tanto, esta
sociabilidad debe ser tom ada como cam biante, es
decir, como desarrollándose históricamente. To­
mar esta sociabilidad aparte de una forma social e
histórica determ inada, es tam bién abstraería. Así,
en los Grundrisse Marx critica el punto de vista de
que en la sociedad sólo hay seres humanos como
tales; más bien, de acuerdo con él,

constituyen determ inaciones sociales, relaciones entre


los h o m b re s A y B. E l h o m b r e A, en c u a n to ta l, no es
esclavo. Lo es en y a causa de la sociedad (t. 1, p. 205).

Para Marx, por lo tanto, el sujeto onlológico


p rim ordial es, propiam ente hablando, un in d iv i­
duo social. Sin embargo, parece haber una equivo­
cación en el uso del térm ino “social” en Marx: por
un lado, los seres hum anos son esencialmente so­
ciales a través de todas las épocas históricas, a u n ­
que en determ inadas formas; por otro lado, Marx
D ESA R RO LLO DE LA CO M U N ID A D 69

habla frecuentemente sobre el in d iv id uo plena­


mente social de la tercera etapa, como un produc­
to de la historia y por social de la tercera etapa,
como un producto de la historia y por lo tanto
existente anteriorm ente solo en potencia. De he­
cho, al describir la etapa del capitalism o, habla de
las relaciones sociales entre personas que llegan a
convertirse en una extraña form a de relaciones en­
tre cosas. En este segundo uso, el in d iv id u o social
plenam ente universal puede ser visto como un
concepto teleológico, como la noción de Aristóte­
les de la realidad, o sea, es la forma plenam ente
realizada de desarrollo hum ano, o su objetivo fi­
nal. Así, aunque esta sociabilidad aparece en todas
las etapas de desarrollo social, estas etapas son
también etapas del desarrollo de la sociedad misma.
H ablar de sociabilidad en desarrollo es hablar
de individuos dentro de formas de relaciones so­
ciales cambiantes o en desarrollo (creadas por es­
tos mismos individuos). Y hablar de la sociedad,
para Marx, es hablar del producto y la estructura
constituidos por individuos en relaciones determ i­
nadas. Esta se halla form ada fundam entalm ente
por las relaciones que estos individuos establecen
entre sí, y de las formas institucionalizadas de esas
relaciones. Así, la sociedad es una entidad consti­
tuida, y no una entidad básica; existe sólo en los
individuos que la constituyen, y a través de ellos.
Esto no quiere decir que porque la sociedad es tal
entidad generada, resulta una mera apariencia o
una abstracción conceptual. Más bien, es una e nti­
dad real, como los individuos que la constituyen.
Además, como el producto de las interacciones de
estos individuos, la sociedad no es entendida por
Marx como una suma total de sus partes, sino más
bien como una totalidad o conjunto, que es más
70 D ESA R RO LLO DE LA C O M U N ID A D

que la suma de sus partes. Como tal, la sociedad


no puede entenderse sim plem ente conociendo las
entidades individuales que la componen. Requie­
re, además de esto, una com prensión de las inte-
rrelaciones entre ellos. Por otro lado, para Marx,
puesto que la sociedad es el produc to o creación
de tal es individuos sociales, no puede ser com­
prendida separada de esos individuos y de sus
actividades.
En mi análisis, las relaciones sociales se ha visto
que tom an tres formas en las tres etapas que he
examinado: relaciones internas que son concreta­
mente particulares en la com unidad pre-capitalista;
relaciones externas que son abstractamente u n i­
versales en el capitalismo; y relaciones internas
que son concretamente universales en la sociedad
comunal del futuro. Para mis propósitos, en este
tratam iento ontológico más abstracto, distinguiré
entre las relaciones internas y externas.
Para Marx, todas las relaciones entre individuos
concretamente existentes son relaciones internas.
Relaciones internas son aquéllas en que los in d iv i­
duos son cambiados por sus relaciones m utuas, o
sea, donde estas relaciones entre individuos tie­
nen una forma tal que ambos son recíprocamente
afectados por la relación. En esta com prensión de
las relaciones sociales como relaciones internas,
Marx adopta algunas de las principales caracterís­
ticas del análisis de Hegel de las relaciones inter­
nas. Pero Marx difiere radicalm ente de Hegel en
un aspecto crucial, como ya veremos. Marx hace
uso del ejem plo clásico de Hegel sobre relaciones
internas o sea, la dialéctica de amo y esclavo en La
fenom enología del espíritu. En la relación de He­
gel. la subordinación del esclavo es tan esencial
para que el amo se constituya como amo, como la
D ESA R RO LLO DE LA CO M U N ID A D 71

dom inación del amo es esencial para que el escla­


vo se constituya como esclavo. En los térm inos de
Hegel, las relaciones internas, aq uí, son fenomeno-
lógicas, en el sentido de que la relación consiste en
el reconocimiento consciente del otro en un cierto
papel, y de uno mismo en relación con este pa­
pel.20 Si el esclavo rehúsa reconocer al amo como
amo, el esclavo ya no es esclavo y el amo ya no es
amo; ellos resultan cambiados en lo que son por
este cam bio en sus relaciones. Esta cualidad esen­
cial puede tam bién verse en la lógica de los con­
ceptos de dom inación y subordinación en cuanto
estos térm inos dependen uno de otro para su sig­
nificado. Así, el térm ino “d o m in ación ” lleva consi­
go una relación entre uno que dom ina y otro que
es dom inado, justam ente como el térm ino “más
grande que” lleva consigo una relación entre algo
que es más grande y otra cosa que es más chica.
Para Marx, como para Hegel, los individuos en
relaciones internas están cambiados cada uno en
la relación. Sin embargo, Marx difiere aquí de He­
gel en que no considera a los individuos como to­
talm ente interconstituidos por estas relaciones.
Más bien, como hemos visto, Marx ve a estos in d i­
viduos .como independientem ente reales, y, por lo
tanto, no llegando a ser lo que son como resultado
de sus relaciones. En esta form a, para Marx, a u n ­
que dichos individuos no existen separados de sus
relaciones, y de hecho se desarrollan y cam bian
por m edio de estas relaciones, la existencia y for­
ma de actividad de estos individuos es la presupo­
sición ontológica de las relaciones en las que entran.
Estos individuos, que según Marx son agentes, pue­

20 Compárese con la discusión en la Ciencia de la lógica, de


Hegel, libro II, sección dos, capítulo 3. y sección tres, capítulo
3.
72 D ESA RRO LLO DE LA CO M U N ID A D

den considerarse como constituyentes de estas re­


laciones por su actividad, y, en consecuencia, no
pueden verse como productos de estas relaciones.21
Así, estos individuos tienen una condición o n to ló­
gica fundam ental, y no han de ser considerados
como meros nudos de relaciones o como constitui­
dos totalm ente por sus relaciones.22
Pero si, de acuerdo con Marx, en el caso de las
relaciones internas, las partes relacionadas son
cambiadas recíprocamente debido a los cambios
en sus relaciones, ¿qué son las relaciones exter­
nas? Para Marx como para Hegel, una relación
externa es aquélla en que cada parte relacionada
es tom ada como una entidad separada y autosufi-
ciente, que existe aparte de la relación y parece ser
totalm ente independiente de ella. Las partes rela­
cionadas son, en este sentido, indiferentes a la re­
lación, a la que puedan entrar sin cam biar su
naturaleza o constitución. De este m odo, la rela­
ción aparece como si pudiera existir separada de
las cosas que están relacionadas; tanto a las e ntida­
des como a las relaciones se les atribuye una exis­
tencia real. Sin embargo, una relación externa es

21 Véase la discusión al respecto que se encuentra más ade­


lante, en el capítulo ni.
22 Esto pone en claro cómo mi interpretación de las relacio­
nes internas difiere de la interpretación que B. O llm an da en
su estudio, Alienación. O llm an atribuye a Marx una perspecti­
va de las relaciones internas que es esencialmente la misma
que la de Hegel. El propone que Marx ve a los individuos (y a
las cosas) como constituidos por sus relaciones. En mi opinión,
O llm an no reconoce la separación de Marx del modelo hegelia-
no. Este consiste en el énfasis aristotélico de Marx sobre la
realidad independiente de los individuos, que entran en estas
relaciones entre sí. Por eso argumento que, aunque Marx hace
uso de la teoría de Hegel de las relaciones internas, él la trans­
forma de un m odo que es muy significativo ontológica y
metodológicamente.
D ESA R RO LLO DE LA ( ’O M I M D A D 1Λ

sólo una apariencia para Marx en el sentido de


que son la forma en que aparecen las relaciones
internas desde un p unto de vista un ilate ral o
abstracto.
Pero las relaciones externas no son una mera
apariencia; esta apariencia o abstracción llega a
personificarse en una determ inada etapa del des­
arrollo de las relaciones sociales. Específicamente,
para Marx, la sociedad misma presenta dicha apa­
riencia en el sistema de cam bio en la sociedad
capitalista, donde los individuos aparecen como
“gobernados por abstracciones”, o sea, donde sus
relaciones entre sí se presentan sólo en form a ena­
jenada. Así, para Marx, las relaciones internas y
externas no son m eram ente abstracciones concep­
tuales, sin existencia excepto en la mente (como él
dice), sino que como hemos visto, son relaciones
sociales reales, que caracterizan diferentes etapas
del desarrollo social.
Podríam os preguntar cómo es que la vida social
puede llegar a tom ar diferentes formas de relacio­
nes, y cómo es que las relaciones internas (las rela­
ciones inmediatas de una com unidad) pueden llegar
a personificarse en la realidad como relaciones ex­
ternas (o sea, las formas enajenadas del cambio,
capital, y m aquinaria). ¿Cómo pueden las relacio­
nes entre hum anos llegar a transformarse en rela­
ciones entre cosas, y cómo pueden las relaciones
entre cosas transformarse en relaciones entre h u ­
manos? La respuesta reside en la relación de Marx
sobre el proceso de objetivación, que es el tema
del siguiente capítulo.
II. LA ONTOLOGÍ A DEL TRABAJO:
OBJETIVACIÓN, TECNOLOGÍA Y LA
DIALÉCTICA DEL TIEMPO

En e s t e capítulo sobre la ontología del trabajo,


como la presentó Marx en los G rundrisse, defen­
deré las siguientes tesis:
1. Para Marx, el trabajo es una actividad de
autocreación, o sea una actividad en la cual los
individuos se crean a sí mismos o llegan a ser lo
que son. Esta autocreación, sin embargo, no su­
cede de inm ediato, sino más bien por m edio de
interacción con otros individuos y con la n atu­
raleza. Marx califica a esta actividad como obje­
tivación.
En el capitalism o, sin embargo, de acuerdo con
Marx, esta actividad tom a la forma de enajena­
ción, en la cual el in d iv id u o es separado de su
poder creador.
2. De acuerdo con las tesis presentadas en el
prim er capítulo, mostraré que el m odelo de obje­
tivación y enajenación, aunque claramente traza­
do por Hegel, es m odificado por el énfasis aristo­
télico de Marx sobre la realidad del in d iv id u o y la
independencia del objeto. Pero Marx va más allá
que Hegel y Aristóteles en la noción de que el
in dividuo, hom bre o m ujer, crea su propia n atura­
leza por su actividad y que ésta no es una naturale­
za o esencia fija, sino más bien cam biante en tanto
que resultado de su actividad.
3. Los Grundrisse constituyen el desarrollo de la
primera teoría de Marx sobre la enajenación como
economía política. M ientras que las interpretacio-
74
LA DI ALÉCTICA D EL T IE M P O 75

nés de las discusiones de Marx sobre la enajena­


ción en los Manuscritos económico-filosóficos de
1844, y La ideología alem ana han sido considera­
dos muy frecuentem ente como conceptos morales,
psicológicos y antropológicos, argum entaré que
los Grundrisse ponen en claro como, según Marx,
la enajenación en el capitalism o debe entenderse
en térm inos políticos y económ icos.1 Así se verá
que Marx desarrolla su concepto de enajenación
en el contexto de sus análisis de la plusvalía, la
función de la m aq uinaria bajo el capitalism o y la
teoría de las crisis.
4. Para Marx, el trabajo es el origen del tiem po
(tanto de la conciencia hum ana del tiem po como
de la m edición objetiva del mismo).
5. Marx interpreta diferentes modos de organi­
zación económica como diferentes economías del
tiem po, y así Marx considera el tiem po como una
categoría fun dam en tal en su teoría del desarrollo
social. Y de este m odo presentaré las tres etapas
del desarrollo social descritas en los Grundrisse
como una dialéctica del tiem po.

O b je t iv a c ió n y e n a je n a c ió n

Marx califica en form a am p lia el trabajo como la


actividad distintiva de los seres hum anos, o sea, la
actividad propia de su especie. Considera este traba­
jo como una actividad de objetivación. Este con-

1 Esto no quiere decir que Marx pasó por alto las dim ensio­
nes políticas y económicas de la enajenación en sus primeras
obras. De hecho, yo afirm aría que esta dim ensión es funda­
mental tam bién en sus primeros análisis. El punto aquí es que
la enajenación llega a estar plenamente detallada como una
categoría política y económica en las obras posteriores.
76 LA D IA LÉCT ICA D EL T IE M P O

cepto necesita ser aclarado. De acuerdo con Marx,


la objetivación es un proceso bilateral, en el que
un in d ivid uo por m edio del trabajo forma objetos
a la imagen de sus necesidades y, al hacerlo, se
transforma a sí mismo (o a sí misma). Este m odelo
presupone una distinción entre el agente o sujeto
de la actividad y el objeto, pero una distinción en
que la actividad misma establezca una interrela-
ción entre los dos térm inos. Así, la actividad u
objetivación es aquella en que la actividad del su­
jeto constituye a los objetos como lo que son; o
sea, que los objetos no son m eramente dados al
sujeto o son descubiertos por él, sino más bien
resultan objetos por la actividad del sujeto. Por lo
tanto, los objetos son constituidos por sujetos, y
reciben de ellos su significado. Pero no son consti­
tuidos de la nada, o sea, no son meras proyeccio­
nes del sujeto. Más b ien, el sujeto trabaja en
aquello que le es dado, en una form a externa a
ello.
Hasta aquí, sólo he calificado los térm inos de la
relación pero aún no he calificado la actividad que
relaciona a estos térm inos entre sí. Esta actividad
consiste esencialmente en dar form a o significado
al objeto, y donde un agente transform a objetos
para sus propósitos. Por lo tanto es una actividad
teleológica o intencional, y los objetos creados por
el agente personifican sus intenciones o propósi­
tos. En esta m edida puede calificarse como una
actividad de autorrealización. Además, puesto que
estos objetos llenan o realizan los propósitos del
agente, éste o ésta se encuentran al final del proce­
so en una situación diferente de la que tenían
cuando comenzó. Subjetivam ente, la situación del
agente es distinta porque su propósito ha sido aho­
ra realizado en un objeto que lo satisface. Objeti-
LA D IA LÉCT ICA D E L T IE M P O 77

vamente, la situación es distinta porque el objeto


confronta ahora al agente no sim plem ente como
una entidad separada, sino como algo suyo; o sea,
el objeto llega a ser, como com únm ente se dice,
bueno para algo, y tiene un uso o valor para el
sujeto. El sujeto ha creado así este valor en su
actividad, y reconoce este valor en el objeto. Por
lo tanto, este proceso de objetivación es aquél que
dota de valores al m undo.
Además, sobre este m odelo, la actividad de trans­
form ar objetos es al m ismo tiem po una actividad
que transform a al agente o sujeto. H abiendo rea­
lizado su propósito, el agente se da cuenta de su
capacidad para realizar este propósito. Además,
uno reconoce que una cierta clase de actividad,
que llena dichos propósitos, está ahora a su dispo­
sición y llega a ser parte de su repertorio. Y por lo
tanto se reconoce a sí m ism o como una clase dife ­
rente de agente, en posesión de nuevas h a b ilid a ­
des o nuevos modos de acción. El agente llega a
conocer ésto de sí m ism o (o de sí misma) al recono­
cer su nueva capacidad en el objeto, que ha creado
por m edio de esta nueva capacidad.2 El agente (o
la agente) se reconoce a sí m ism o (o a sí misma) a
través de esta objetivación de sus capacidades o
necesidades. O, como dice la B iblia, “Por sus fru ­
tos los conoceréis”. Además, el agente se vuelve
diferente por m edio de esta objetivación, debido
a que las circunstancias de su acción, o sea el m u n ­
do en que actúa, han sido transform adas y, ahora,
presentan al agente una gama diferente de proble­

2 A quí, como otras partes de este capítulo, el térm ino crea­


ción no es usado en un sentido honorífico, sino más hien des­
criptivo, para denotar la formación de nuevos objetos por
medio de la actividad.
78 LA D IA LÉC T IC A D EL T IE M P O

mas y oportunidades que dan lugar a nuevos pro­


pósitos y nuevos modos de acción.
Por ejem plo, supongamos que el propósito es
llegar rápidam ente de un lugar a otro; la creación
de un autom óvil satisface este propósito. Además,
abre nuevas m odalidades de acción y nuevas opor­
tunidades al extender los lím ites regionales del
propio m un do, y, por lo tanto, la gama de los con­
tactos sociales correspondientes. Esto tam bién ha­
ce que se requiera una nueva tecnología de cons­
trucción de caminos, crea problemas de destrución
del campo y de contam inación, y el problem a u b i­
cuo de la congestión del tráfico, que hace que se
frustren los propósitos originales. El agente tam ­
bién es transform ado en este proceso, como puede
atestiguar cualquiera que conduzca un autom óvil.
Para bien o para mal, se ha creado un nuevo carác­
ter hum ano.
Hasta aquí hemos explicado el concepto de obje­
tivación en térm inos de la relación abstracta entre
un agente y un objeto. En Marx, este m odelo abs­
tracto es interpretado como la relación de in d iv i­
duos que trabajan con la naturaleza y con otros
individuos. Así, el sentido prim ario de la objetiva­
ción, para Marx, es la producción, donde el sujeto
en sus térm inos es “h u m a n id a d ” y el objeto es “na­
turaleza” (p. [7]). Sin embargo, esta relación entre
la h um an idad y la naturaleza es siempre interpre­
tada concretamente por Marx. Así él escribe, como
vimos en el capítulo anterior:

Por eso, cuando se habla de producción, se está hablando


s ie m p re de p r o d u c c ió n en u n e stadio d e te r m in a d o
del d e s a rro llo social, de la p r o d u c c ió n de in d iv id u o s
en sociedad (t. 1, p. 5).
LA D IA LÉCT ICA D EL T IE M P O 79

Así, auque la producción como objetivación puede


describirse en términos de un modelo general siempre
aparece concretamente en formas diferenciales. Pe­
ro además de ser un modelo de producción, la objeti­
vación tam bién se entiende como un m odelo de
relaciones sociales entre individuos, o sea que, co­
mo veremos más tarde, la objetivación es la forma
en que los individuos crean su vida social. Y de
hecho, para Marx, la producción m isma siempre
tiene lugar en formas específicas de relaciones so­
ciales, y a través de ellas.
Para Marx,,

T o d a p r o d u c c ió n es a p r o p ia c ió n de la n a tu r a le z a po r
p a rte del in d iv id u o en el seno y p o r in te r m e d io de
u n a fo rm a de sociedad d e te r m in a d a (t. 1, p. 7).

Este proceso de apropiación form a objetos a fin


de satisfacer necesidades. Y así el trabajo es una

a c tiv id a d viva y o rie n ta d a a u n fin (t. 1, p. 249).

Esta actividad con un fin determinado crea objetos


que sirven para algo o tienen algún valor. Así, Marx
habla del trabajo como

u n a a c tiv id a d q u e p o n e valores (t. 1, p. 238)

y del valor como trabajo objetivado. Pero el trabajo


en sí mismo no es el valor; es sólo la posibilidad de
valor o, como dice Marx,

la fu e n te viva de valor.

El valor es, por lo tanto, creado en la actividad


como una propiedad del objeto, y, así, el valor
toma una form a objetiva. Esta objetivación del
valor es de especial im portancia en la relación de
80 LA D IA LÉC T IC A D EL T IE M P O

Marx sobre la enajenación, porque hace posible


la separación del valor en su forma objetiva, de su
origen y de la actividad que lo produjo; y esta sepa­
ración es lo que califica Marx de enajenación.
La relación de Marx de la objetivación es análo­
ga a la relación de Aristóteles de los objetos he­
chos, o sea, de la actividad productiva o arte. Para
Marx, como para Aristóteles, la actividad de traba­
jo tiene un fin determ inado, y da form a form a a la
materia.
Así, de acuerdo con Marx, en su objetivación,
el trabajo

no sólo se co n s u m e , sino q u e al m is m o tie m p o se


m a te r ia liz a al pasar de la fo rm a de la a c tiv id a d a la
del o b je to ; en c u a n to tr a n s fo r m a c ió n del o b je to m o ­
d ific a su p r o p ia fig u ra y se c o nvie rte , de a c tiv id a d
qu e era, en ser. E l té r m in o del proceso es el p r o ­
d u c to (t. 1, p p . 240-241).

Tanto para Marx como para Aristóteles, los obje­


tos producidos se distinguen de los objetos naturales
en que su forma les es dada por el trabajo, que trans­
forma la naturaleza de acuerdo con sus propósi­
tos. Así, al hablar de la diferencia de form a entre
la mesa y la madera o entre el cilindro y el hierro,
Marx escribe:

A p a r tir [del] tie m p o de tr a b a jo m e r a m e n te o b je t i­


vado, en cuya existencia c o m o cosa el tr a b a jo existe
ú n ic a m e n te en ta n to fo r m a caduca y e x te r io r de su
sustancia n atural, exterior a esta m ism a sustancia (por
e je m p lo la m a d e ra b a jo la fo rm a de la mesa, o el
h ie rro b a jo la fo rm a d el r o d illo ), co m o m e ra m e n te
existente b a jo la fo rm a e x te rio r de lo su stan c ial, se
d e s a rro lla la in d ife r e n c ia de la sustancia respecto a la
fo rm a ; la recibe n o p o r u n a ley viva, in m a n e n te de la
r e p ro d u c c ió n , c o m o recibe p o r e je m p lo el á r b o l su
LA D IA LÉCT ICA D EL T IE M P O 81

fo rm a c o m o á r b o l (la m a d e ra se conserva co m o á r b o l
en d e te r m in a d a fo rm a , p o r q u e esta fo rm a es u n a
fo rm a de la m a d e ra ; m ie n tra s qu e la fo rm a co m o mesa
es a c c id e n ta l para la m a d e ra no es la fo rm a in m a n e n te
de su sustancia).

Aquí, hay una notable analogía con el pasaje de


la Física de Aristóteles, donde al hablar sobre la
distinción entre objetos naturales y objetos fabricados,
en térm inos de lo que constituye la naturaleza de
su forma, escribe Aristóteles (citando a A ntifón)
“Si plantas una parcela, y la madera descompuesta
adquiere el poder de echar un retoóo, no sería la
parcela la que brotaría, sino la madera; lo que
muestra que la disposición de acuerdo con las reglas
del arte es m eramente un atrib uto accidental,
mientras que la verdadera naturaleza es la otra,
que además persiste continuam ente a través del
proceso de elaboración.”3
Pero para Aristóteles, este proceso de produc­
ción, que da una fo rm a artificial a la naturaleza
m aterial, preserva sólo la naturaleza del m aterial
mism o a través de esta transform ación. Aristóteles
escribe: “N aturaleza significa el m aterial p rim ario
del que consiste cualquier objeto natural o del
cual está hecho... por ejem plo, se dice que el bron­
ce es la naturaleza de una estatua de bronce o de
utensilios de bronce, y que la madera es la natura­
leza de objetos de madera, y así en todos los demás
casos cuando un producto está hecho de estos m a­
teriales, el m aterial p rim ario se conserva a través
del proceso”.4 E n contraste, para Marx no es sólo
la sustancia o m aterial natural, sino tam bién el
valor lo que se preserva a través de estas transfor-

3 Aristóteles, Física.
4 Aristóteles, Metafísica.
82 LA D IA LÉC T IC A D EL T IE M P O

mariones. O sea, cuando el trabajo elabora las m a­


terias prim as d ándoles form as sucesivas, (por
ejem plo, el algodón que se tuerce para convertirlo
en hilo, y luego se teje para transform arlo en tela),
el valor del algodón es preservado a través de estas
transformaciones sucesivas. Pero la característica
del proceso de trabajo para Marx es que el valor
original no sólo es preservado sino acrecentado.
Marx explica este uso del m odelo de negación de­
term inada o A u fh e b u n g , que él deriva de Hegel.
Así, Marx escribe:

De m o d o que el proceso de pro ducción sim ple im plica


que la etapa posterior de la pro ducción conserve lç
anterior y que, a través de la creación del valor de
uso superior se conserve el anterior o que sólo se le
m o d ifiq u e en la m e d id a en que aum en ta com o valor
de uso (t. 1, p. 307).

De este modo, por ejem plo, el trabajo preserva la


u tilid a d del algodón como hilo con v irtién d o lo
en tela.
De hecho, hay un sentido más am p lio en que el
m odelo de objetivación es derivado por Marx de
Hegel. Marx im ita a Hegel al interpretar la o bje ti­
vación como un proceso de auto-realización de un
sujeto por m edio de su transform ación de los ob­
jetos. Pero m ientras Hegel interpreta el objeto
como el sujeto m ism o en su identidad separada,
Marx considera que el objeto posee una realidad
aparte del sujeto, por lo menos inicialm ente. Así
para Hegel, la naturaleza no es más que el otro
lado del espíritu y no tiene existencia inde p e n­
diente. Pero para Marx, la naturaleza se da como
el m aterial que el sujeto luego transform a en su
otra imagen de sus necesidades. La naturaleza es
inicialm ente independiente del sujeto, o sea, del
LA D IA LÉC T ICA D EL T IE M P O 83

in d iv id u o que trabaja, pero adquiere una natura­


leza hum anizada en la actividad del trabajo y a
través de ella.
Otra diferencia entre Marx y Hegel en cuanto al
concepto de objetivación, es la siguiente: para He­
gel, lo que es convertido en objeto ya está “conte-
n ido en” el sujeto o im p lícito en él, y por lo tanto
la conversión en objeto es la elaboración d ialécti­
ca de lo que ya está presente (o sea, en la Idea).
Para Marx, por constraste, la conversión en objeto
como trabajo es “actividad productiva, creadora”,
que crea algo fundam e ntalm e n te nuevo, o sea un
nuevo valor. Pero en esta actividad creativa, el
sujeto tam bién se crea a sí m ism o o a sí misma
como algo nuevo, o sea, como un sujetü con una
naturaleza nueva o cam biada.
Para Marx, la era del capitalism o introduce un
m odo distintivo de objetivación, que él califica de
enajenación. E n el prim e r capítulo, la segunda
etapa de la dialéctica fue descrita como aquélla en
que el sujeto aparece como un yo aislado o pura
“subjetividad”, colocado contra un objeto conside­
rado como enteram ente ajeno a él. Las relaciones
entre sujeto y objeto son vistas, por lo tanto, como
relaciones externas porque cada una se presenta a
la otra como un objeto. Para Marx, como para
Hegel, esta relación es de enajenación. E l sujeto es
“aislado del” objeto y no lo reconoce como su pro­
pio objeto u otra cosa propia. Para Hegel, sin em ­
bargo, cada objetivación del sujeto es una enaje­
nación, puesto que el otro no es sino el sujeto
m ism o en su form a objetivada, y el otro inicial­
m ente aparece ante el sujeto no como otra cosa
propia sino como un objeto externo. Toda la d ia ­
léctica es una sucesión de dichas enajenaciones,
que son constantem ente sustituidas por otras ena­
84 LA D IA LÉCT ICA D EL T IE M P O

jenaciones, pero que finalm ente son superadas só­


lo al final del proceso (donde la identidad del
sujeto y el objeto es restablecida). Para Marx, por
otro lado, la objetivación es la característica in ­
trínseca de cada actividad productiva, y es enaje­
nada sólo cuando la relación entre el sujeto y el
objeto se vuelve externa. O sea, la objetivación no
es enajenada cuando el objeto producido por la
actividad del sujeto está relacionada con el sujeto
como algo propio. Se vuelve enajenada cuando el
objeto es separado de la actividad del sujeto que
lo crea, y ya no está relacionada con el sujeto como
algo propio, sino que pertenece a otro. Esta enaje­
nación presupone la objetivación como su condi­
ción, porque el producto de la actividad de uno
tiene que distinguirse de la actividad m isma para
poder ser separable de ella, y sólo puede ser enaje­
nada del sujeto si de hecho este objeto es el pro­
ducto de la actividad del sujeto.
En térm inos de un análisis de acto y objeto, la
enajenación introduce la total separación del acto
y de su objeto. En esta separación el acto mismo se
vuelve una mera capacidad divorciada de las con­
diciones de su realización. Marx interpreta esta
separación en térm inos políticos y económicos co­
mo el distintivo de la form a capitalista de produc­
ción social.5 Para M arx, la en aje n ación es la

s A unque el térm ino enajenación ha sido usado en una am ­


plia variedad de formas, tanto en estudios de Marx como en
disertaciones m¿s generales, está claro en los Grundrisse que
Marx da a esa palabra un uso altamente específico. Él la usa
para referirse a la forma particular de dom inio que caracteriza
fundam entalm ente la m odalidad capitalista de producción.
A unque en el análisis de Marx hay dom inación en las socieda­
des precapitalistas, no hay enajenación estrictamente hablan­
do, puesto que las presuposiciones del trabajo enajenado no
existen como características de la sociedad en su conjunto.
LA D IA LÉC T IC A D E L T IE M P O 85

separación del trabajo vivo y del trabajo objetiva­


do, o sea la separación entre la capacidad del tra­
bajo de p roducir valores y los medios para su
realización en la producción (por ejem plo, tierra,
materiales e instrum ento) y el producto de su acti­
vidad. Estos medios o condiciones para la realiza­
ción del tra b a jo pertenecen al c a p ital, que se
encuentra en oposición al trabajo como su condi­
ción objetiva. De hecho, incluso la capacidad mis­
ma de trabajar, así como los productos del trabajo,
se encuentran vigilantes contra el trabajo, como
poderes ajenos que pertenecen al capital.
Así, el contexto en que Marx interpreta la enaje­
nación es la economía política. A q uí su diferencia
con Hegel puede verse en su form a más definida.
Para Hegel, el proceso de enajenación es visto co­
mo un proceso de conciencia, que luego llega a
estar personificado en form a externa. E n contras­
te, Marx ve este proceso de enajenación como un
proceso de vida social real, de la cual los agentes
llegan a estar conscientes en su actividad y a través
de ella.
E n los Grundrisse varias características d is tin ti­
vas del capitalism o, incluyendo la naturaleza espe­
cífica del cam bio entre trabajo y capital, y en una
etapa posterior la función de la m aquinaria, son
presentadas como secuelas de la enajenación o se-

Como yo muestro en el texto, estas presuposiciones son básica­


mente la existencia del trabajo libre, así como la separación
del trabajo de las condiciones objetivas de producción. Yo
sugeriría tam bién que tal concepto político-económico de la
enajenación está presente en sus anteriores Manuscritos
económico·filosoficos de 1844. Sin embargo en estos manuscri­
tos y en los Grundrisse el concepto de enajenación no está
interpretado en n ingún sentido reductivo, sino que más bien,
representa una síntesis de filosofía sistemática y economía
política.
86 LA DI ALÉCTICA DEL T IE M P O

paración entre el trabajo vivo y el trabajo objetiva­


do, o entre trabajo y capital. Debido a que las
condiciones objetivadas del trabajo pertenecen a l
capital, que aquí aparece como riqueza, el trabaja­
dor debe vender la única propiedad que tiene, o
sea su capacidad de trabajo, al capitalista, a cam­
bio de los medios para su subsistencia. E l trabaja­
dor vende esta capacidad a fin de mantenerse como
trabajo vivo. Por otro lado, el capital, como un
conjunto de condiciones objetivas para el trabajo,
tales como materias prim as e instrum entos, re­
quiere del trabajo vivo para que prosiga el proce­
so de trabajo; por lo tanto, el capital necesita el
trabajo como su valor uso. Por ello, el capital y el
trabajo establecen entre sí un cambio. E n este
cambio, el trabajador o trabajadora no se vende a
sí mismo o a sí misma, sino que más bien vende al
capitalista el uso tem poral de su capacidad de tra­
bajo. E n un aspecto, esta capacidad de trabajo o
fuerza de trabajo es un producto como cualquier
otro; y, como tal, tiene un precio. Así, el trabajo se
cambia por una suma específica de valores de cam­
bio, o por un salario.
Veamos ahora que este acto de cam bio de e q u i­
valentes es como otros cambios en el mercado. Pe­
ro de acuerdo con Marx, este cam bio es sólo el
proceso superficial que encubre un proceso más
hondo que no es en lo absoluto un cam bio, y del
que Marx dice:

a q u e lla ig u a ld a d y lib e r ta d ap a re n te s de los in d iv i­


d uo s se desvanecen (t. 1. p. 186).

Marx llam a al segundo proceso la apropiación


del trabajo por el capital. Este segundo proceso
resulta del prim er cam bio. Porque m ientras el
LA D IA LÉCT ICA D EL T IE M P O 87

trabajador vendió su poder de trabajo como un


producto por un precio que equivale al costo de su
producción, en esta transacción el capitalista reci­
be trabajo, no como un mero producto sino en su
aspecto de actividad creativa, “actividad que pos­
tula un valor”. Esto se deriva de la cualidad d istin ­
tiva de este producto de ser el único producto
productor de valor. El capitalista obtiene la fuer­
za de trabajo productiva, que, como ahora perte­
nece al capital, sirve para m antener y m ultip lica r
al capital. Así, en este cam bio el capital se vuelve
“d om inante , amo de la fuerza de trabajo”.
De acuerdo con Marx, la enajenación del traba­
jo, o la sepación entre trabajo y riqueza o entre
trabajo y propiedad en el producto del trabajo se
establece en este acto de cam bio. Así, él escribe:

Es claro q u e el tr a b a ja d o r n o p u e d e e n rique c erse


m ediante este intercam bio, puesto que, así com o Esaú
vendió su p rim o g e n itu ra por u n plato de lentejas, él
cede su fu erza creadora p o r la c a p a c id a d de tr a b a jo
c o m o m a g n itu d existente. M ás b ie n tie n e q u e e m p o ­
brecerse, c o m o lo verem os m ás a d e la n te , ya q u e la
fue rza cre ad ora de su tr a b a jo , en c u a n to fue rza del
c a p ita l, se establece fre n te a él c o m o p o d e r ajen o
(t. 1, p. 248).

Esta enajenación de la actividad y productos del


trabajo, que es establecida por m edio de este acto
de cam bio, se vuelve real en el proceso de produc­
ción. E n este proceso, el trabajador o trabajadora
produce tanto el valor que lo reproduce (pagado
al trabajador por el capitalista en el salario) así
como la plusvalía, o más valor del que toma repro­
ducirlo y que va al capitalista y aum enta el valor
del capital. La parte del tiem po del trabajador
que se gasta en reproducirlo se llam a tiem po nece-
88 LA D IA LÉCT ICA DEL T IE M P O

sario de trabajo. El resto del tiem po del trabaja­


dor se llama plus tiem po de trabajo, y es un trabajo
no pagado. El valor producido durante este tiem ­
po se llam a plusvalía.
Por m edio de la enajenación de su capacidad de
trabajo, el producto del trabajo parece pertenecer
al capital. Además, cada aum ento en los poderes
del trabajo

no e n rique c e al o b re ro sino al c a p ita l; u n a vez más sólo


acrecienta el p o d e r q u e d o m in a al tr a b a jo (t. I, p. 249).

La enajenación del trabajo recibe su culminación


en sistemas automáticos de m aquinaria. A quí, la
enajenación o la d o m inación del trabajo por el
capital llega a caracterizar el proceso mismo de pro­
ducción. Sobre esto escribe Marx:

La a p r o p ia c ió n d el tr a b a jo vivo a través d el tr a b a jo
o b je tiv a d o — de la fu e rza o a c tiv id a d v a lo riz a d o ra a
través d el v a lo r q u e es p a ra sí m is m o — , im p líc it a en
el c o n c e p to d el c a p ita l, está, en la p r o d u c c ió n f u n d a ­
da en la m a q u in a r ia , pu esta c o m o el carácte r del
proceso de p r o d u c c ió n m is m o ...E l proceso de p r o ­
d u c c ió n ha cesado de ser proceso de tr a b a jo en el
s e n tid o de ser c o n tr o la d o p o r el tr a b a jo c o m o u n i­
d a d d o m in a n te . E l tr a b a jo se p re se n ta , antes, b ie n ,
sólo c o m o ó rg a n o c o n c ie n te , d ispe rso b a jo la fo rm a
de diversos o brero s vivos presentes en m u c h o s p u n ­
tos d el sistem a m e c á n ic o , y s u b s u m id o en el proceso
to ta l de la m a q u in a r ia m is m a , sólo c o m o u n m ie m ­
b ro del sistem a cuya u n id a d n o existe en los obrero s
vivos, sino en la m a q u in a r ia viva (activa), la cu al se
pre se nta fre n te al o b r e r o , fre n te a la a c tiv id a d in d i­
v id u a l e in s ig n if ic a n te de éste, co m o u n po d eroso
o rg a n is m o (t. 2, p. 219).
LA D IA LÉC T IC A D EL T IE M P O 89

Hasta aquí he tratado la objetivación como un


proceso general de autocreación y autotransfor-
m ación que actúa por m edio de la producción de
objetos de acuerdo con los propios propósitos.
T am bién hemos visto que esta actividad de o b je ti­
vación tom a la form a de enajenación en la etapa
capitalista, en la cual los individuos no se recono­
cen a sí mismos en su propia objetivación, o sea,
en el capital. Su propia objetivación es tom ada
como una entidad ajena, aparentem ente no rela­
cionada con ellos. Esta relación de la objetivación
todavía no es com pleta, sin embargo, porque en
m i prim era tesis dije que la actividad de autocrea­
ción actúa no m eram ente por m edio de la produc­
ción de objetos, sino por m edio de la interacción
con otros. De este m odo describiré ahora breve­
mente la relación de Marx de esta interacción, en
lo que se relaciona con el proceso de objetivación.
Marx sostiene que toda objetivación o actividad
productiva tiene lugar en formas específicas de
relaciones sociales y a través de ellas.6 O sea, la
actividad transform adora del trabajo m ediante la
cual los individuos inciden sobre los objetos tiene
lugar a través de relaciones personales con otros
individuos, por m edio de formas sociales in stitu ­
cionalizadas, y por m edio de determ inadas formas
de propiedad que marcan los sistemas sociales en
general. E n los Grundrisse tales relaciones socia-

6 Esto sugiere una distinción im portante entre Marx y Aris­


tóteles. Marx ve el proceso de objetivación o producción como
un proceso que transforma objetos por medio de relaciones
sociales específicas. Así, la objetivación es una actividad que
abarca la fabricación y la interacción social, o, en el sentido
aristotélico, tanto poiesis como praxis. En contraste, Aristóte­
les trata la producción o fabricación de cosas aparte de la
interacción social. Así, él considera que estas dos formas de
actividad requieren ciencias separadas.
90 LA D IA LÉCT ICA D EL T IE M P O

les son analizadas como relaciones de d o m in io o


como relaciones recíprocas. Más aun, las relacio­
nes sociales pueden ellas mismas ser objetivadas, o
sea, ser personificadas en una forma externa de
instituciones y reglas sociales y en sistemas socia­
les en general. En el capítulo 5, yo daré una expo­
sición general de la teoría de Marx de las relaciones
sociales en los Grundrisse. A quí, únicam ente pre­
sentaré una breve relación de las formas de inte­
racción social que caracterizan la segunda y tercera
etapas del desarrollo histórico. Esta relación pro­
porcionará alguna base para ver cómo la objetiva­
ción tiene lugar por m edio de formas definidas de
relaciones sociales.
Enfocaré prim ero la discusión de Marx de la
reciprocidad dentro del cam bio en el capitalismo.
La prim era característica de la reciprocidad del
cambio es que está m ediada por los objetos crea­
dos por el trabajo. O sea, los individuos se relacio­
nan entre sí pero no directam ente, sino por m edio
de los productos de su trabajo. Las precondiciones
para este cam bio son: prim ero, que cada in d iv i­
duo tiene diferentes necesidades y diferentes pro­
ductos que intercam biar que van a satisfacer estas
necesidades, y segundo, que cada quien es libre de
disponer de estos productos como su propiedad. Y
así Marx ve esta relación de cam bio como posible
solo en cierta etapa del desarrollo social, cuando
estas precondiciones están dadas. El acto mismo
del cambio establece la igualdad de estos in d iv i­
duos en tanto que sujetos de cam bio, o sea, que
son iguales porque tienen entre sí la misma rela­
ción social. Además, el cam bio mismo expresa la
interdependencia m utua, y crea, así, un lazo social
entre ellos. Este lazo social expresa su com ún n atu­
raleza de necesitarse entre sí v de ser capaces de
LA D IA LÉCT ICA D EL T IE M P O 91

satisfacer m utuam ente sus necesidades. Por eso


Marx escribe:

Si esa ne ce sid ad de u n o p u e d e ser satisfecha p o r el


p r o d u c to d e l o tro y viceversa; si cada u n o de los dos
es capaz de p r o d u c ir el o b je to de la n ecesidad del
o tro y cada u n o se pre se n ta c o m o p r o p ie ta r io del
o b je to de la ne ce sid ad d e l o tro , e llo d e m u e s tra q u e
cada u n o tra sc ie n d e c o m o h o m b r e su p r o p ia necesi­
d a d p a r tic u la r , etc., y q u e se c o n d u c e n e n tre sí c o m o
seres h u m a n o s , q u e son conscientes de pe rte ne ce r a
un a especie c o m ú n (t. I, p. 181).

Puede verse que las relaciones entre los in d iv i­


duos en este proceso de cam bio no son relaciones
personales inm ediatas. Más bien, cada uno reco­
noce al otro en el cam bio sólo en térm inos de sus
objetivaciones, o sea, de los productos o utilidades
que intercam bian. Así, las relaciones entre perso­
nas aparecen como relaciones entre cosas. Ade­
más, hasta donde cada persona representa para la
otra sólo los medios para satisfacer sus propias
necesidades, la relación recíproca dentro del cam­
bio es u tilita ria . Por eso Marx escribe:

el in d iv id u o A satisface la ne ce sid ad del in d iv id u o B


p o r m e d io de la m e rcan c ía A, sólo en ta n to q u e y p o r ­
q u e el in d iv id u o B satisface la ne ce sid ad del in d iv i­
d u o A m e d ia n te la m e rca n c ía B y viceversa. C ada
u n o sirve al o tro p ara servirse a sí m is m o ; cada cual
se sirve de o tro y r e c íp ro c a m e n te , c o m o de u n m e d io
(t. 1, p. 182).

Los individuos entonces están representados


uno para el otro por sus productos, y como un
m edio únicam ente, y se relacionan entre sí sólo en
la forma externa del cam bio de productos o cosas.
Además de las relaciones sociales en el cambio,
92 LA D IA LÉC T IC A D EL T IE M P O

hay otra form a de lazo social en el proceso de


producción del p ropio capitalism o. Este lazo sur­
ge de la objetivación de las capacidades cooperati­
vas o conjuntas de muchos individuos. Com o vi­
mos en el capítulo anterior, esto ocurre en la d iv i­
sión del trabajo y especialmente en el uso de sistemas
de m aquinaria en la industria capitalista en gran
escala. Tanto el producto com ún del trabajo con­
ju n to , como la naturaleza com ún del proceso de
trabajo, son objetivaciones de los individuos que
trabajan com binados.7
Sin embargo, bajo el capitalism o, esta caracterís­
tica com ún aparece sólo en su form a objetivada,
por ejem plo, en la m aq uinaria, y todavía no es reco­
nocida como la p ropia objetivación social de los su­
jetos (o sea, de los trabajadores). E n o p in ió n de
Marx, el reconocimiento de esta característica co­
m ún como la propia creación de los trabajadores es
la base para la reaprobación de la com unidad obje­
tiva de trabajo como la propiedad de los trabajado­
res mismos. Las relaciones sociales se volverían
entonces comunales. Los individuos ya no se rela­
cionarían por m edio del cam bio o del proceso de
producción sino por la interacción personal.
En la segunda etapa social, lo que se establece es
una creciente universalización y diferenciación de
las capacidades y necesidades humanas, pero sólo
en su forma enajenada en el proceso de produc­
ción. Una vez que esta diferenciación de sus capa­
cidades es vista como lo que realmente es, o sea, la
forma objetivada de las propias capacidades del
trabajador, resulta posible para ellos recuperarla
como su propia diferenciación y universalidad sub-

7 En otras obras Marx ratifica esto como “La socialización de


la producción”.
LA DI ALÉCTICA D EL T IE M P O 93

jetiva. Además, en la discusión de Marx de una


tercera etapa de las relaciones sociales, el lazo so­
cial consiste, en parte, en una capacidad com ún
para esta plena autodiferenciación o, para expre­
sarlo en otra forma, su plena individualización.
Cada in dividuo , liberado de la unilateralidad abs­
tracta de un papel en el proceso de producción
objetivo, es ahora libre de escoger y desarrollar
cualquier aspecto de su in d iv id u a lid a d que desee.
Como veremos ahora, una condición para esto es
que el trabajo, como actividad necesaria, haya lle­
gado a transferirse por com pleto al sistema de la
m áquina.
Por lo tanto, el reconocim iento recíproco no tie­
ne lugar sólo a través de las formas externas del
cam bio, sino como el reconocim iento de diferen­
cias individuales. La naturaleza de la especie de
los individuos es reconocida por esta misma capa­
cidad de individualización. Así, el autodesarrollo
de cada in d ivid uo es reconocido por cada uno de
los demás, no simplemente en una forma utilita­
ria, para satisfacer las necesidades de otro, sino
como un fin en sí mismo. Las relaciones sociales
en esta tercera etapa se vuelven, así, comunales y
m utuam ente enriquecedoras.
En la relación con otros individuos, como la
creación de objetos, la objetivación se vuelve el
proceso necesario para obtener la autocreación y
el auto-reconocimiento. Pero, como hemos visto a
través de Marx, este es un proceso histórico en que
el trabajo es como una actividad productiva y las
relaciones sociales en que se lleva a cabo esta acti­
vidad, tom an formas específicas en diferentes eta­
pas del desarrollo.
94 LA D IA LÉC T IC A DKL T IE M P O

E L T R A B A J O Y LA C R E A C IÓ N OKL T I E M P O

Los térm inos proceso, desarrollo y cam bio, todos


sugieren una dim ensión tem poral de la actividad
del trabajo. Una lectura cuidadosa de los G ru n ­
drisse revela que Marx sugiere una perspectiva del
tiem po que es, por un lado, totalm ente inespera­
da y original, y no obstante, coherente con la pers­
pectiva del trabajo como objetivación. Perm ítanm e
comenzar con una aseveración muy enérgica: para
Marx, por lo menos en los Grundrisse, el trabajo
es creador de tiem po o introduce tiem po en el
m undo. Por lo tanto, según Marx:

E l tr a b a jo es el fue g o vivo fo r m a d o r ; la t r a n s ito r ie d a d


de las cosas, su t e m p o r a lid a d , así co m o su m o d e la c ió n
p o r el tie m p o vivo (t. 1, p. 306).

¿Es esto algo más que un pasaje metafórico? Creo


que sí lo es, y que debe ser tom ado en serio.
Sobre la cuestión metafísica notoriam ente d ifí­
cil de la naturaleza del tiem po, una o p in ió n bien
conocida es la de K ant, y es posible interpretar la
o p in ió n de Marx en una form a kantiana. Para
K ant, el tiem po es una form a de percepción a p rio ­
ri y es introducido en el m un do como una condi­
ción de nuestra percepción y com prensión de las
cosas. Por lo tanto, no es una condición de las
cosas en sí mismas, sino mas bien algo que se deri­
va de nuestra actividad de constituir el m und o
como un objeto de conocim iento. Pero para K ant,
esta es una actividad m ental, y el único m edio
im plicado en la razón pura es la actividad de la
conciencia. Para Marx, sin embargo, la actividad
constituyente que introduce el tiem po es el traba­
jo, o sea, la actividad real o práctica del sujeto en
el m undo.
LA D IA LÉC T ICA D EL T IE M P O 95

En lo que sigue no me preocuparé de la cuestión


de que en si el tiem po es intrínseco a la naturale­
za, tom ada en sí misma aparte de la actividad h u ­
mana. En particular, no niego que hay secuencia y
cam bio en los procesos naturales independientes
de la actividad hum ana. Sin embargo, argum enta­
ré que la actividad hum ana del trabajo es el o ri­
gen de la conciencia hum ana del tiem po, como
una m edida objetiva; y tam bién que esta actividad
es la condición para com prender las secuencias y
cambios en la naturaleza y en la vida social como
tem poral.
La actividad del trabajo, como hemos visto, es la
que cam bia al m und o y cam bia tam b ién al sujeto.
Además, aunque ésta no se crea de la nada sino
por transform ación de lo que le es dado, in tro d u ­
ce de acuerdo con Marx, una novedad real; es de­
cir, que el trabajo es una actividad de crear o
hacer nuevos objetos. Hacer objetos es un proceso;
tiene su form a distintiva (negación determ inada)
que, como hemos visto, es un concepto que Marx
toma prestado de Hegel. E n la negación determ i­
nada, una etapa o m om ento presente o dado, nie­
ga al que le precedió preservándolo en una form a
nueva o más alta; pero cada uno de esos momentos
se transform a a sí m ism o de acuerdo con la Idea
como su telos.
Marx introduce una interpretación muy diferen­
te de este proceso de negación determ inada. Para
él, es la form a característica de actividad hum ana.
Tal actividad es guiada por algún propósito o fin;
en anticipación de futuro, el agente cam bia el obje­
to preexistente dándole nueva form a por m edio de
la actividad presente, o, como dice Marx, de activi­
dad viviente o trabajo. Por eso escribe:
96 LA D IA LÉCT ICA DEL T IE M P O

Puesto q u e el tr a b a jo vivo m o d ific a el m a te r ia l m e ­


d ia n te su re a liz a c ió n en éste u n a m o d ific a c ió n q u e
[está] d e te r m in a d a p o r la fin a lid a d del tr a b a jo y
[por] su a c tiv id a d fin a lis ta (u n a m o d ific a c ió n q u e no
es c o m o en el o b je to in e rte el p o n e r de la fo rm a en
c u a n to e x te rio r a la sustan cia, s im p le a p a rie n c ia fugaz
de su e x iste nc ia )— , el m a te r ia l r e c ib irá así u n a fo rm a
d e te r m in a d a , tr a n s fo r m a c ió n de la sustancia q u e se
som ete a la f in a lid a d d el tr a b a jo (t. 1, p 306).

Luego prosigue:

De m o d o q u e el proceso de p r o d u c c ió n s im p le im p lic a
q u e la e ta p a p o s te rio r de la p r o d u c c ió n conserve la
a n te rio r y q u e , a través de la cre a c ió n d el v a lo r de uso
s u p e rio r se conserve el a n te r io r o q u e sólo se le m o d i­
fiq u e en la m e d id a e n q u e se a u m e n ta c o m o valor
de uso (t. 1, p. 307).

Lo que yo reclamo es que al describir la activi­


dad como la síntesis o conexión de esos tres m o­
mentos, Marx está presentando esta actividad como
el origen de tres constituyentes del tiem po (o sea,
pasado, presente y futuro) y lo ve como proporcio­
nando la base para su interconexión como el pro­
ceso del tiempo. La base es la un idad sintética de
actividad.8
Esta síntesis creada por m edio de la actividad
del trabajo no es un suceso, sino un proceso. E n la
form ación o elaboración de objetos, lo dado tiene
que ser realizado y un propósito debe m ateriali­
zarse. Este m ovim iento de potencia a realidad es

8 La relación entre el concepto de Kant de la síntesis como


una ac*ti\idad de la conciencia y el concepto de Marx del traba­
jo como una actividad práctica de síntesis, es discutido por J.
Habermas en Knouiedge and H um an Interests [“El conoci­
miento y los intereses humanos”], capítulo 2.
LA D IA LÉCT ICA D EL T IE M P O 97

unidireccional. El producto o el objeto hecho es el


resultado del proceso de producción, que por su­
puesto lo precede. Y, así, la relación de antes y
después es establecida como una relación asim étri­
ca en esta actividad de trabajo. Sin embargo, pues­
to que esta actividad es actividad h um ana, es
deliberada; por lo tanto, la anticipación de un fu ­
turo en el presente establece el presente mismo
como proyectivo, o como dirig ido hacia el futuro.
De este m odo, la asimetría de antes y después es
establecida con respecto al presente y al futuro,
por cuanto es esperada en el presente como futuro
que aun no sucede.
Todo esto, sin embargo, presenta una estructu­
ra abstracta o una lógica de tiem po y relación,
pero no de un tiem po real o viviente. Para Marx,
la realidad del tiem po es introducida por la activi­
dad del trabajo vivo que crea el ahora. Dicho aho­
ra no es un instante estático, sino una un idad
dinám ica de pasado, presente y futuro.
A q uí se presenta un problem a, sin embargo: ¿Es­
te proceso que unifica o sintetiza pasado, presente
y futu ro sucede sólo una vez? No, porque en este
análisis concreto del tiem po como generado por la
actividad del trabajo, el proceso está renovándose
constantem ente sobre dos bases: prim era, debido
a la variedad sin lím ites de propósitos y modos de
realizarlos, característico de la actividad hum ana.
O sea, esta actividad del trabajo es creativa en las
formas en que satisface necesidades, y en su gene­
ración de nuevas necesidades y propósitos. Segun­
do, esta actividad está constantemente renovándo­
se porque los agentes constantemente tienen que
reproducirse por m edio de esta actividad.
M ientras esta constante renovación im plica una
sucesión o una repetición del ahora, la c o n tin u i­
98 LA D IA LÉCT ICA DEL T IE M P O

dad de tiem po, más allá de esta mera sucesión,


surge del carácter de esta actividad que incluye o
preserva al pasado en el presente, y forma los in ­
gredientes del futu ro en el presente, por virtud de
su previsión en el presente. O sea, que no hay
corte entre el pasado y el presente y entre el pre­
sente y el futuro.
La aparente paradoja de que el tiem po contiene
tanto lo que es como lo que no es, o que el presen­
te contiene lo que ya no es y lo que todavía no es,
ya fue m anifestado por Aristóteles en su discusión
del tiem po en la Física. Después de preguntar si el
tiem po existe o no existe, y cuál es su naturaleza,
Aristóteles escribe: “Para comenzar, las siguientes
consideraciones me hacen sospechar que el tiem ­
po, o no existe en lo absoluto o existe apenas en
una forma oscura. Una parte de él ha sido y no es,
mientras que la otra va a ser y no es todavía. Sin
embargo el tiem po... está compuesto de estos. Uno
podría suponer naturalm ente que lo que está he­
cho de cosas que no existen no participa de la
realidad.”9
Esta aparente paradoja se resuelve, sin em bar­
go, cuando uno toma el cam bio mismo como la
condición para la exitencia del tiem po, como lo
hace Aristóteles. Pero Marx tam bién lo hace. Por­
que, como hemos visto, la actividad del trabajo,
que es la base del tiem po, es la actividad que cam­
bia las cosas. C am biar algo o hacer un objeto, co­
mo hemos visto, es un proceso en que el pasado o
lo que vino antes es in cluido o preservado en el
presente y, por lo tanto, no fue sim plem ente “de­
jado atrás”. Así, no hay división marcada en esta
actividad de creación entre “lo que ha sido y ya no

9 Aristóteles, Física.
LA D IA LÉCT ICA D EL T IE M P O 99

es” y lo que ahora es. Por otro lado, puesto que el


objeto hecho es un objeto intencional y su calidad
presente lo proyecta como algo que se va a usar en
el futuro, no hay una división marcada entre el
ahora y lo que todavía no es.
El objeto mismo, por lo tanto, es una objetiva­
ción de la tem poralidad de la actividad de su pro­
ducción misma. Congela esos momentos en sí mismo.
Las cosas u objetos son, según la frase de Marx,
“ traídos a la v id a ” o a n im ad o s por el trab ajo
viviente.
M ientras tanto, el sujeto o el agente de la activi­
dad que crea tiem po es él o ella, postulado como
tem poral, puesto que el sujeto es creado por la
actividad y creatividad de su construcción de obje­
tos, y por rehacerse a sí m ismo o a sí m ism a en el
proceso. Por lo tanto, el agente es al m ismo tie m ­
po sujeto y objeto. Hasta donde él o ella está cons­
titu id o en parte por los objetos de fabricación
pasada, o sea, por el am biente que ha creado en el
pasado, el agente incorpora este pasado en sí mis­
mo en la m edida en que este agente es creativo; es
decir, transform ador del m un d o y tam bién de sí
mismo, él o ella incorpora su intención o direc­
ción del futu ro en su actividad presente. Por lo
tanto, el sujeto lleva todas las características del
tiem po dentro de su propio ser. E l sujeto, como
los objetos que él o ella produce, se fija en el tiem ­
po por la un id ad sintética de actividad.
Puede observarse, de paso, que la concepción
del tiem po de Marx, de que se origina en la activi­
dad creativa de un sujeto, tiene alguna semejanza
con el concepto del tiem po de Heidegger en E l ser
y el tie m p o , Para Heidegger, tam bién, el tiem po
se origina en el ser, Dasein, un ser caracterizado
por su actividad. La actividad de Dasein es caracte­
100 LA D IA LÉC T ICA DKL T IE M P O

rizada como anticipadora del futuro, o “que se


adelanta a sí m ism a” y en esta prev isión uno incor­
pora su pasado en un acto resoluto en que se hace
presente uno mismo. La tem poralidad proviene
del hecho de que la actividad hum ana tiene estos
tres momentos. El tiem po objetivo para Heideg­
ger está basado en esta actividad originaria de Da­
sein mismo. Sin embargo, mientras que Heidegger
identifica esta actividad con la tem poralidad, mi
interpretación de Marx ev itaría la circularidad im ­
plicada por Heidegger al considerar la actividad
no como el tiem po mismo, sino como introducien­
do el tiem po dentro de las cosas. Además, hay dife­
rencias cruciales entre Heidegger y Marx en la
interpretación de la naturaleza de esta actividad
misma form adora de tiem po, pero no las detallaré
aquí. Sólo sugeriré que, para Heidegger, la activi­
dad tem poralizadora de Dasein no es entendida
como una actividad de objetivación, o sea, no es
entendida como una actividad social transform a­
dora de la naturaleza.
Puede objetarse que esta interpretación de la
teoría del tiem po de Marx considera el tiem po
nada más como una característica subjetiva del
agente o de su actividad, y que el tiem po no tiene
objetividad. Pero para Marx, la objetividad es lo
que se logra por una actividad que hace objetivo
al sujeto por m edio de la transform ación de un
m undo determ inado, que al menos inicialm ente
existe independientem ente del sujeto. La obstina­
ción de la naturaleza da lugar a una com prensión
de la actividad de trabajo como la superación de
los obstáculos. Este hecho tam bién contribuye a
hacer que el tiem po no sea un suceso, sino un
proceso. Además, puesto que la actividad de obje­
tivación no es, para Marx, la actividad de un indi-
LA D IA LÉCTICA I)KL TI KM PO 101

viduo aislado, sino una actividad social, el tiem po


debe ser entendido como algo más que una carac­
terística subjetiva del agente. La sociabilidad de
esta actividad constribuye a considerar el tiem po
dentro de una m edida com ún de esta actividad de
trabajo misma, y de las condiciones objetivas de
esta actividad.
¿Qué es entonces el tiem po objetivo? Es la for­
ma objetivada de la activ idad de trabajo. Para dar
un ejem plo, podríam os suponer inicialm ente que
el tiem po establecido por el cam bio en las estacio­
nes, que marca las actividades de plantar y cose­
char, es m edido por un patrón independiente, o
sea, el cam bio mismo de las estaciones. Sin em bar­
go, en la perspectiva aquí presentada, la elección
de las estaciones como medios de marcar el tiem po
se hace sobre la base de las actividades de plantar
y cosechar, por lo tanto, la referencia externa es
una externalización de una condición de la activi­
dad de trabajo misma o de su objetivación. Así, en
una forma más general, lo que fija las condiciones
para establecer una m edida objetiva del tiem po es
el carácter objetivo del proceso de trabajo mismo,
en la m edida en que dicho proceso es la realiza­
ción de una meta o de un propósito en un produc­
to. La fabricación del objeto así tiene un principio
y un fin. La elección de un marco de referencia
externo para señalar el p rincipio y el fin de tal
proceso es la elección de una referencia del tiem ­
po objetiva. La necesidad de tal referencia externa
u objetiva surge cuando el proceso de producción
mismo es un proceso social entre muchos in d iv i­
duos, y tam bién cuando el m ism o proceso tiene
que ser repetido in fin id a d de veces. E n estos casos
la objetividad del tiem po de referencia es requeri­
da para tener una m edida o criterio objetivo, y se
102 LA D IA LÉCT ICA D EL T IE M P O

establece con esa finalidad. Así, por ejem plo, la


m edición del tiem po astronóm ico no fue prim ero
establecida y luego se descubrió un uso para ella
fijando las estaciones o para propósitos de navega­
ción. Sino, más bien, la necesidad de dichas m edi­
das hizo que se usaran las estrellas para este pro­
pósito.
La anterior elaboración de una teoría del tie m ­
po que se sugiere en los Grundrisse llega más allá
de lo que Marx dice explícitamente. Sin embargo,
es coherente con su noción del trabajo como la
tem poralidad de las cosas, y con su noción de la
objetivación Sin embargo, él es más específico en
su uso de la dim ensión tem poral, como la catego­
ría que caracteriza más fundam entalm ente a la
economía. Llam a la atención su frase:

E c o n o m ía d el tie m p o : a esto se reduce fin a lm e n te


to d a e c o n o m ía (t. 1, p. 101).

Marx sugiere, además, que el uso del tiem po


como una m edida varía históricamente. Así, po­
dría decirse que para él el tiem po es en sí mismo
cualitativam ente diferente en distintas etapas del
desarrollo social. A unq ue el tiem po es in tro d uci­
do por el trabajo en todas las formas de economía,
la m edida del trabajo en térm inos de tiem po no es
una característica com ún de todas las formas socia­
les de producción, sino que es introducido cuando
el trabajo mism o es tom ado como una cantidad
homogénea y abstracta.
En las sociedades precapitalistas, el trabajo no
es m edido en térm inos de tiem po, sino más bien
en térm inos de su diferenciación cualitativa expre­
sada en los diversos valores de uso de los artículos
producidos. Además, en estas sociedades, no hay
LA D IA LÉCT ICA D EL T IE M P O 103

una distinción clara entre el tiem po de trabajo


necesario y el plus tiem po de trabajo, o sea, el
tiem po de trabajo que rebasa la producción para
cubrir las necesidades, puesto que, virtualm ente,
toda producción es producción para uso o necesidad.
La posibilidad del tiem po como una m edida del
trabajo surge sólo en la segunda etapa del desarro­
llo social (o sea, la del capitalismo). En esta etapa,
el trabajo se vuelve cualitativam ente indiferencia-
do; cualquier parte de él es como cualquier otra
parte. Se vuelve trabajo abstracto, donde esta abs­
tracción de todas las diferencias cualitativas entre
una y otra clase, ocurre por m edio de la equivalen­
cia establecida entre los productos de este trabajo
en intercam bio. Este trabajo abstracto homogé­
neo puede ahora medirse por una m edida univer-
versal y dividirse entre unidades homogéneas. La
m edida de este trabajo abstracto es el tiem po, pe­
ro tiem po ahora concebido él m ism o como una
cantidad universal y homogénea, cualquier parte
de la cual puede ser sustituida por cualquier otra
parte en m edida equivalente. Así, las unidades de
tiem po pueden ser programadas dentro de u n id a ­
des de trabajo abstracto.
El valor de una cosa producida es m edido por la
cantidad de tiem po de trabajo socialmente necesa­
rio para producirla. Como yo he indicado ante­
riormente, este tiem po total de trabajo es dividido
en tiem po de trabajo necesario y plus tiem po de
trabajo, y el valor del producto es calculado de
modo sim ilar en una parte que debe darse al tra­
bajo como salario, y la plusvalía o valor excedente
que es retenido por el capital.
Es del trabajo excedente realizado por el traba­
jad or o la trabajadora (o sea, un trabajo que reba­
sa lo requerido para producir los productos para
104 LA D IA LÉCT ICA DEL TI KM PO

la subsistencia de él o ella) de donde proviene la


plusvalía para el capital. Por eso, Marx escribe:

es ley del capital crear tiem po disponible, plustrabajo;


sólo p u e d e hacerlo al p o n e r en m o v im ie n to trabajo
n ecesario , es d ecir , al e n tra r al c a m b io con el o b re ro
(t. 1, p. 350).

Sin embargo, hay una segunda tendencia en el


capital que contradice a la prim era. Porque el ca­
pital tam bién trata en forma característica de
reducir el tiem po de trabajo necesario para que
una parte mayor del tiem po de trabajo sea tiem po
excedente que produzca plusvalía. Esta disminución
del tiempo de trabajo necesario se realiza por medio
de un aum ento en la fuerza productiva del trabajo
vivo, y esto, a su vez, se logra p rim ordialm ente por
la introducción de la maquinaria o, con más precisión,
de un sistema autom ático de m aquinaria. Marx
describe este sistema como

puesto en m o v im ie n to p o r u n a u tó m a ta , p o r fue rza


m o tr iz qu e se m ueve a sí m is m a ; este a u tó m a ta se
com pone de muchos órganos mecánicos e intelectuales,
de tal m o d o q u e los o brero s m ism o s sólo están d e te r­
m in a d o s c o m o m ie m b ro s conscientes de ta l sistem a
(t. 2, p. 218).

A quí, la actividad de trabajo laboral trasmite


m eramente el trabajo de la m áqu ina a las materias
primas; sólo lo supervisa y vigila que no haya interrup­
ciones. Así la m áqu in a posee hab ilid ad y fuerza en
lugar del trabajador, y la actividad del trabajador
se determ ina por el m ovim iento de la m aquinaria.
Esta introducción de m aquinaria para d ism in u ir
el tiem po de trabajo necesario, a fin de aum entar
el plus tiem po de trabajo y, por lo tanto, la plusva­
lía, es de gran significación para la transición a la
LA DI ALÉCTICA D EL T IE M P O 105

sociedad com unal. Porque la m aquinaria d ism in u ­


ye el tiem po de trabajo necesario al aum entar la
productividad del trabajo. Así, Marx escribe que
en el uso de la m aquinaria,

se reduce a u n m ín im o el c u a n to de tr a b a jo necesario
para la p r o d u c c ió n de u n o b je to d a d o , pero sólo para
q u e u n m á x im o de tr a b a jo se valorice en el m á x im o de
tales o bje to s. E l p r im e r aspecto es im p o r ta n te , p o r ­
q u e a q u í el c a p ita l — de m a n e ra to ta lm e n te im p r e m e ­
d it a d a — reduce a u n m ín im o el tr a b a jo h u m a n o , el
gasto de energías. Esto r e d u n d a r á en b e n e fic io del
tr a b a jo e m a n c ip a d o y es la c o n d ic ió n de su e m a n c ip a ­
c ió n (t. 2, p. 224).

O sea, el sistema de capital a través de su “m anía


de enriquecerse”, para usar la frase de Marx, pro­
duce abundancia y por lo tanto tiende a reducir el
trabajo necesario. Como Marx explica en La crítica
del program a de G otha dicha abundancia es la
condición para una sociedad basada en la produc­
ción com unal, donde habría d istribución de pro­
ductos a los individuos, de acuerdo con sus nece­
sidades.
Al d ism in u ir el tiem po de trabajo necesario, el
capital aum enta el tiem po excedente o superfluo.
Al hacerlo

m a l q u e le pese, sirve de in s tr u m e n to para crear las


p o s ib ilid a d e s d el tie m p o d is p o n ib le social, para re­
d u c ir a m ín im o d e crecien te el tie m p o de tr a b a jo de
to d a la sociedad y, así, volver lib r e el tie m p o de todos
para el p r o p io d e s a rro llo de los m ism o s (t. 2, p. 232).

Sin embargo, dentro del capitalismo, el plus tiempo


tiene lo que Marx llam a una form a opuesta o con­
tradictoria. Porque el esfuerzo del capital hacia
la d ism inución del tiem po necesario y el aum ento
106 LA D IA LÉCT ICA D EL T IE M P O

del plus tiempo lo lleva a una crisis (o contradicción),


porque este proceso necesariamente lleva a la sobre­
producción. La reducción del tiem po necesario re­
quiere una proliferación de productos, pero el
tiem po necesario es pagado con un'salario. Así, al
d ism in u ir el tiem po necesario, el capital tam bién
en esa m edida dism inuye la capacidad del trabaja­
dor para comprar los artículos producidos. Marx
escribe.

C u a n to m ás se d e s a rro lla esta c o n tra d ic c ió n , ta n to


m ás e v id e n te se hace q u e el c re c im ie n to de las fu e r ­
zas p ro d u c tiv a s ya n o p u e d e estar lig a d o a la a p r o p ia ­
c ió n de surplus labour a je n o , sino q u e la masa o brera
m is m a deHe a p ro p ia rs e de su p lu s tra b a jo . U na vez
qu e lo haga — y con e llo el disposable tim e cesará de
te n e r u n a existencia a n tité tic a — , p o r u n a p a rte , el
tie m p o de tr a b a jo necesario e n c o n tr a rá su m e d id a
en las necesidades d el in d iv id u o social y p o r o tra el
d e s a rro llo de la fue rza p r o d u c tiv a social será ta n rá­
p id o q u e , a u n q u e a h o ra la p r o d u c c ió n se calcula en
f u n c ió n de la riq u e z a c o m ú n , crecerá el d isposable
tim e de todos. Y a q u e la riq u e z a real es la fue rza
p ro d u c tiv a d e s a rro lla d a de todos los in d iv id u o s . Y a
no es entonces, en m o d o a lg u n o , el tie m p o de tr a b a ­
jo , la m e d id a de la riq u e z a , sino el d isposable tim e (t.
2, p. 232).

Así, en esta nueva forma de sociedad, hay nueva­


mente producción para el uso, pero llevada a cabo
ahora por m edio de la producción social. E n una
sociedad de abundancia, según Marx, donde el tra­
bajo necesario es transferido a la m áqu ina y donde

ha cesado de e xistir el tr a b a jo en el cual el h o m b r e


hace lo q u e p u e d e lo g ra r q u e las cosas ha g a n en su
lu g a r (t. 1, p. 266).
LA D IA LÉCT ICA D EL T IE M P O 107

La determ inación del tiem po sigue siendo im ­


portante en esta nueva sociedad, porque los individuos
asociados tienen que distribuir su tiempo en formas
apropiadas para llenar sus diversas necesidades.
Pero ahora estas necesidades son necesidades de
autodesarrollo. Por lo tanto, aquí la m edida de la
riqueza llega a ser el tiem po libre, o tiem po para
el libre desarrollo de las individualidades. E n esta
sociedad, el trabajo llega a ser la actividad creativa
de auto-realización, que, de acuerdo con Marx, es
“libertad real”.
III. HACIA UNA TEORÍA DE LA CAUSA
DEL TRABAJO: ACCIÓN Y CREACIÓN EN
LA ONTOLOGÍA SOCIAL DE MARX

E n e s t k capítulo argum entaré que Marx transfor­


ma el problem a tradicional de la causalidad en
una forma radical, basándolo en su análisis de la
actividad del trabajo como una categoría on to lóg i­
ca. En este análisis, Marx form ula el problem a de
la causalidad refiriéndose, por un lado, a las con­
diciones objetivas bajo las cuales los agentes h u ­
manos realizan sus propósitos en la actividad del
trabajo, y por otro, a la producción o form ación
precisamente de estas condiciones por el trabajo
mismo.
El enfoque de Marx cambia la base de la discu­
sión tradicional de la causalidad en dos formas:
prim ero, en relación con el d o m in io de la causali­
dad, y segundo respecto a la relación de explica­
ción causal a la de ex plicación in te n c io n a l o
teleológica. Prim ero, el problem a de la causalidad
generalmente se plantea como concerniente a có­
mo llegan a existir las cosas en general, o cómo un
estado de cosas da lugar a otro, o es sucedido por
él. La acción hum ana es entonces situada con res­
pecto a dichas descripciones de la relación causal,
ya sea en conform idad con ellas o situada más allá
de las mismas. E n contraste, Marx coloca el pro­
blema de la causalidad dentro del d o m in io de la
actividad hum ana misma. Así, transpone la cues­
tión ontológica general de la causalidad al interior
del contexto de lo que estoy llam ando ontología
social, o sea, una teoría sistemática de la naturale-
108
LA O N T O LO G ÍA SO CIA L DE M ARX 109

za de la realidad social cuyas entidades básicas son


individuos en relaciones. Pero como ya veremos,
esta reform ulación del problem a no significa que
Marx reduzca el problem a de la causalidad a uno
que sólo se refiera a las intenciones o propósitos
de los agentes. Más bien, él considera la actividad
del trabajo como una relación entre agentes y un
m un d o objetivo, donde este m u n d o objetivo in ­
cluye tanto a la naturaleza (como existía origin al­
mente y como ha sido transformada por la actividad
hum ana del pasado) como a la historia misma de
la hum anid ad. Sin embargo, Marx no trata el pro­
blema de la causalidad en el contexto de la natura­
leza tom ada en sí misma. De este m odo la cuestión
de si el análisis de Marx de la causalidad como una
categoría de la ontología social tiene alguna im p li­
cación para la com prensión de la causalidad en la
naturaleza tom ada separadamente de la actividad
hum ana, no será considerada en este capítulo. La
discusión que sigue no se refiere a la cuestión de si
hay causalidad en la naturaleza para Marx. Ade­
más, debe advertirse que en este capítulo no se
analizarán las relaciones de poder, represión, o
d o m in io entre las personas. Estas relaciones entre
personas serán analizadas en la discusión de la in ­
teracción social en el capítulo v. Sin embargo, en
el presente capítulo, argum entaré que dichas rela­
ciones no han de entenderse como causales, o sea,
como relaciones en que un agente origina las ac­
ciones de otro.
La segunda form a en que Marx transform a el
problem a tradicional de la causalidad, es al supe­
rar la disyunción entre explicaciones en térm inos
de causas, y explicaciones en térm inos de razones
o intenciones, o, para expresarlo en térm inos más
tradicionales, la disyunción entre causas eficientes
110 LA O N T O L O G ÍA S OCIAL DE M ARX

y causas finales. Y o demostraré que Marx trascien­


de esta separación considerando el trabajo como
un proceso en que los propósitos o intenciones se
hacen reales en el m und o, y correlativam ente, en
que las condiciones objetivas de acción llegan a
transformarse de acuerdo con los propósitos. F i­
nalm ente, argum entaré que, sobre la base de esta
teoría del trabajo, Marx desarrolla un concepto de
la causalidad que es com patible con la libertad
hum ana.
Debe quedar aclarado desde el prin cipio que
Marx m ism o no habla sobre el concepto de la cau­
salidad en tanto tal, y no es un tema que esté
explícito en su análisis. Esta descripción de su teo­
ría es por lo tanto una reconstrucción de sus o p i­
niones, basándonos p rim ordialm en te en los G ru n ­
drisse. La base para esta reconstrucción es una
interpretación de la teoría del trabajo de Marx
como una actividad deliberada y productiva, así
como una interpretación del uso de Marx de tér­
m inos tales como p ro d u cción , actividad, condicio­
nes objetivas presuposiciones y creación. A unque
la discusión de Marx difiere de las descripciones
tradicionales de causalidad, yo mostraré que está
íntim am ente ligada con tres opiniones tradiciona­
les de m ucho peso: las de Aristóteles, K ant y H e­
gel. Sin em bargo, m ostraré ta m b ié n que Marx
llega más allá de estas opiniones al fun d ar la cau­
salidad en la actividad hum ana creativa. La o p i­
n ión de Marx tam bién se distingue de'estas otras
en que él ve, no m eram ente a los conceptos de
causalidad, sino tam b ién a la causalidad misma,
como experim entando un desarrollo a través de
diversas etapas de la historia.
El enfoque central de este capítulo es la recons­
trucción de lo que yo llam o “la teoría de Marx de
LA O N T O LO G ÍA SOCIAL DE M ARX 111

la causa del trabajo” como una teoría ontológica.


M i reconstrucción tiene tres etapas: prim era, una
discusión de la teoría de la objetivación de Marx,
o sea, su teoría del trabajo como un proceso for-
mativo, como la base para su concepto de causa;
segunda un análisis del concepto de causa de Marx
como una relación interna; y tercera, una discu­
sión de cómo, de acuerdo con Marx, la realidad
ontológica del trabajo como causa da lugar a la
apariencia de causa y efecto como una relación
externa y m aterializada en un determ inado perío­
do histórico, es decir, el del capitalism o. La teoría
de Marx de la enajenación será im portante aquí.
Sobre la base de esta reconstrucción de la o p in ió n
de Marx, desarrollaré la crítica, que está im p lícita
en el trabajo de Marx, de dos opiniones prevale­
cientes de la causalidad. Sin embargo, sería ú til
esbozar desde el p rin c ip io estas dos opiniones pre­
dom inantes a fin de preparar el terreno para la
crítica posterior, y para p e rm itir ta m b ié n que
em erjan con m ayor claridad las características
precisas de la o p in ió n de Marx.
Estas dos opiniones prevalecientes de la causa­
lidad son, prim ero: que la causalidad es una rela­
ción m eram ente externa entre una causa y un
efecto; y segundo: que remplaza la relación entre
causa y efecto por la relación entre razones o in ­
tenciones y acciones.1 Según la prim era o p in ió n ,
se considera que la relación causal se aplica u n i­

1 Uno puede mencionar otra postura que parece proporcio­


nar una tercera perspectiva de la causalidad, pero creo que
puede ser tratada como una variante de la prim era perspecti­
va. Esta postura, muy estrechamente relacionada con Donald
Davidson, sostiene que las razones son las causas de las accio­
nes humanas. Trata de interpretar nuevamente el concepto de
la causalidad acomodando las razones a tal modelo causal.
112 LA O N T O LO G ÍA SO CIA L DE M ARX

versalmente a todos los dom inios, ya sean natura­


les o sociales. Se interpreta como una relación
establecida entre dos entidades independientes,
ya sea que se consideren como objetos, en un enfo­
que ontológico, o como ideas o impresiones senso­
riales, en un enfoque epistemológico. Además, la
relación causal es concebida como una relación
externa entre estas entidades independientes; o
sea, según esta o p in ió n las entidades que están
relacionadas permanecen sin ser cambiadas esen­
cialm ente por la relación.
Dicha o p in ió n de la relación causal, como una
relación externa entre entidades separadas, tiene
su contraparte contem poránea en el concepto de
la realización funcional entre variables dependien­
tes e independientes. E n la consideración de las
relaciones hum anas esto puede tom ar la form a de
behaviorismo, en la que el estím ulo y la respuesta
son tomados como entidades independientem ente
definibles, que se m antienen en la relación exter­
na de correlación entre sus valores observados.
E n contraste con esta prim era o p in ió n , que in ­
terpreta la causalidad como una relación externa,
Marx la interpreta como una relación interna en­
tre la actividad de un agente y el objeto de esta
actividad, en que ambos son cambiados esencial­
mente por esta relación. Más significativamente,
la o p in ió n de Marx contrasta con esta prim era o p i­
n ión en el m odo de entender la actividad hum ana
misma. Mientras que la prim era o p in ió n toma las
acciones hum anas como los efectos de causas exter­
nas a ellas, y como descriptibles en térm inos de
leyes objetivas, Marx tom a sólo las acciones h um a­
nas como causalmente eficaces, y no como los efec­
tos de las causas. Lo que es más, él introduce un
concepto de esta actividad hum ana causal como
LA O N T O L O G f A SO C IA L DE M ARX 113

fu n d am e n talm e n te llena de prop ósito y como


constituyente del m u n d o social.
Uno puede encontrar entre esos teorizantes que
sostienen que las acciones hum anas sólo pueden
entenderse en térm inos de los propósitos e in te n ­
ciones del agente un rechazo sim ilar de la o p in ió n
que sostiene que las acciones hum anas han de ser
explicadas en térm inos de causas externas o de
leyes objetivas. Esta postura constituye la segunda
de las opiniones predom inantes sobre la causali­
dad, que se anotaron anteriorm ente. A diferencia
de la prim era o p in ió n , este segundo enfoque hace
una clara d istinción entre la cuestión de la com ­
prensión de la acción hum ana y la cuestión de la
explicación causal. Este enfoque tom a sólo los
contextos de la acción hum ana como su dom inio.
Además, propone que el m edio apropiado para
explicar las acciones consiste en la com prensión de
las intenciones de los agentes al realizar dichas
acciones. Esta o p in ió n caracteriza la teoría de la
acción contem poránea, así como los enfoques fe-
nom enológico y herm enéutico.
A unq ue Marx estaría de acuerdo con el énfasis
que dan estas opiniones a la acción hum ana, criti­
caría la clara separación que hacen entre la com ­
prensión de la acción hum ana y la explicación
causal, porque Marx entiende la acción hum ana
como causal ella misma. Además, aunque Marx
estaría de acuerdo con la interpretación que estas
opiniones dan a la naturaleza de la acción, como
esencialmente intencional y con un propósito, él
criticaría el enfoque exclusivo de dichas teorías
sobre la com prensión de las acciones en térm inos
de las acciones solamente. Más bien, como ya vere­
mos, para Marx una relación total de la acción
114 LA O N T O LO G ÍA SO CIA L DE M ARX

tam bién requiere que se haga referencia a las con­


diciones objetivas de esa acción.

L a C A U S A LI DA D D E L M E D I O D E AC CIÓ N

Marx introduce una teoría de la causa que gira en


torno a su idea del trabajo como una actividad
productiva que lleva a un fin. Una reconstrucción
del concepto de Marx sobre la causa debe, por lo
tanto, empezar con una relación de su análisis del
trabajo, que Marx entiende en un sentido am p lio
como la actividad hum ana misma. Com o he mos­
trado en el capítulo II. el trabajo, para Marx, es un
proceso de objetivación, en que un agente form a
objetos que personifican sus intenciones o p ro p ó ­
sitos, y, al hacerlo, tam bién se form a a sí mismo.
El agente, en este proceso de objetivación, es con­
siderado por Marx como un in d iv id u o social, o
sea, un in d iv id uo en relaciones sociales, o como
individuos sociales, en plu ral, trabajando con un
propósito com ún. E n este proceso, el agente o su­
jeto que trabaja, constituye objetos o les da signi­
ficado. Por lo tanto, los objetos no han de entenderse
simplemente como cosas dadas, sino más bien de­
ben considerarse como producidas por la activi­
dad del agente. Sin embargo, como anotamos en el
capítulo anterior, el agente no constituye objetos
de la nada. Más bien, el agente o sujeto trabaja en
algo que le es dado como cosa externa o ajena.
Así, para Marx el trabajo es una

a c tiv id a d viva y o rie n ta d a a u n fin (t. 1, p. 249).

A fin de realizar sus propósitos, el in d iv id uo en


la actividad de trabajo da forma a objetos para que
LA O N T O LO G ÍA SO CIA L DR M ARX 115

se realicen esos propósitos. Así, Marx llam a al tra­


bajo una “actividad que da form a”, (p. [208]).
Además, en la m edida en que los objetos creados
por esta actividad realizan los propósitos o satis­
facen las necesidades del agente, estos objetos llegan a
tener un uso o valor para el sujeto.
De acuerdo con esto, como hemos visto en el
capítulo II, Marx califica el trabajo como “una acti­
vidad que postula un valor”. Pero la característica
más significativa que Marx atribuye a la actividad
del trabajo quizá sea la de que es una actividad
productiva, en el sentido de ser una actividad
creativa, o sea, que crea nuevos objetos. Estos ob­
jetos, a su vez, constituyen las condiciones o b je ti­
vas para una subsecuente actividad de trabajo.
E n este proceso de crear nuevos objetos que rea­
lizan nuevos propósitos, los agentes al m ism o
tiem po crean y se transform an a sí mismos. O sea,
en la realización de sus propósitos, por m edio del
trabajo, los agentes llegan a desarrollar nuevas ca­
pacidades y habilidades y llegan a reconocer en sí
mismos estas nuevas capacidades. Así, el trabajo
como un proceso de constitución del m und o, es al
m ism o tiem po un proceso de autoconstitución. En
los G rundrisse Marx describe este proceso como
un proceso en el que

a uto - re a liza c ió n , o b je tiv a c ió n del suje to , p o r en de ,


lib e rta d real, cuya acción es pre cis a m e n te el tra b a jo
(t. I, p. 119).

Una característica final del modelo de objetivación


de Marx es que es un proceso social. Lo es en dos
sentidos: prim ero, que la producción es siempre
realizada en formas específicas de relaciones sociales y
a través de ellas, y segundo, que esta actividad de
116 LA O N T O LO G ÍA SO C IA L DE M ARX

objetivación es al mismo tiem po la forma en que los


individuos crean su vida social como su propio
producto.
La cuestión es cómo este análisis del trabajo
proporciona la base para un teoría de la causa. Si
la cuestión de la causa es cómo las cosas llegan a
existir y cómo una cosa da lugar a otra, entonces
está claro que, para Marx, en el d o m in io de la
realidad social, es el trabajo el que hace que las
cosas existan, y las conecta unas con otras. Así, el
trabajo no sólo proporciona la base para los con­
ceptos de causa sino, fundam entalm ente, constitu­
ye el d o m in io ontológico de la causalidad misma
hasta donde uno está relacionado con los asuntos
humanos. De este m odo, la reconstrucción de la
teoría de la causa de Marx puede proseguir con
una interpretación del análisis de Marx del traba­
jo mismo.
E n esta interpretación, m i prim era tesis es que
Marx considera al trabajo como causal en cuatro
sentidos: final, eficiente, form al y m aterial. Así,
resulta claro que uno de los antecedentes h istóri­
cos de la teoría de la causa del trabajo de Marx, es
la doctrina de Aristóteles de las cuatro causas.
M i segunda tesis es que para Marx el trabajo es
la conexión o m ediación activa entre la causa final
y la causa eficiente, entre un propósito y la acción
que la realiza. De m odo sim ilar, el trabajo es la
m ediación activa entre las causas form al y m ate­
rial, o entre la form a y las condiciones objetivas
para su m aterialización. Como tal m ediación, el
trabajo puede ser considerado como una actividad
de síntesis que unifica estas dimensiones de pro­
pósito, m edio, form a y condiciones objetivas. En
esta com prensión de la relación causal como una
actividad sintética, la o p in ió n de Marx puede ser
LA O N T O LO G ÍA SO CIA L DE M ARX 117

com parada con la de Kant. Pero para K ant, la acti­


vidad sintética es una actividad de conciencia,
mientras que para Marx la un id ad sintética es una
un id ad de trabajo como una actividad práctica del
sujeto en el m undo.
M i tercera tesis es que para Marx sólo los me­
dios hum anos pueden correctamente ser llam ados
causales. Por lo tanto, el am biente o las circuns­
tancias objetivas en sus efectos sobre las acciones
hum anas no pueden ser concebidos correctamente
como si ellos mismos fueran agentes causales. Más
bien, en la o p in ió n de Marx, son considerados co­
mo condiciones objetivas o presuposiciones de la
acción hum ana. Además, dichas circunstancias o b­
jetivas llegan a ser condiciones sólo al ser requeri­
das para la realización de propósitos en una actividad
dada. Por añadidura, Marx califica estas condicio­
nes objetivas como las objetivaciones mismas de
medios hum anos pasados. Esta descripción de la
relación entre el m edio hum ano y las circunstan­
cias objetivas, nos p e rm itirán echar nueva luz so­
bre la observación de Marx en la tercera tesis
sobre Feuerbach, de que “la teoría de que los hom ­
bres son producto de las circunstancias y de la
educación, y de que, por tanto, los hombres que
han cam biado son producto de circunstancias dis­
tintas y de la transform ación de su educación, olvi­
da que son los hombres los que hacen que cambien
las circunstancias”2.
Ahora procederé a discutir por orden estas tres
tesis.
Prim ero, en la descripción de Marx del proceso
de producción sim ple, o sea, la form a general de la
actividad del trabajo en que se producen objetos

2 “Tesis sobre Feuerbach”, op. cit., p. 8.


118 LA O N T O LO G ÍA SO C IA L DE M ARX

para el uso, él analiza el trabajo como el introd uc­


tor de las “causas” finales, eficientes, formales y
materiales. Así, Marx escribe:

Es el tr a b a jo vivo lo q u e conserva el valor de uso del


p ro d u c to in a c a b a d o del tr a b a jo , c o n v ir tié n d o lo en
m a te ria l de a n tr a b a jo u lte r io r. Pero sólo lo conserva,
es decir, sólo lo protege de la in u t ilid a d y la desapa­
rición, e laborándolo conform e a su fina lid a d ; en suma,
convirtiéndolo en objeto de nuevo trabajo vivo (t. 1, p. 307).

De este modo, para Marx, los objetos que produce


el trabajo personifican los propósitos del agente;
estos propósitos son así sus causas finales, o aquellas
que dieron lugar a que se crearan los objetos. La
cita sugiere además que el trabajo mismo es acti­
vado o determ inado por sus propósitos. Así, en la
descripción que hace Marx del trabajo como una
actividad transform adora o como una causa efi­
ciente (o sea, que produce cambios en las cosas)
éste está ligado inseparablemente con su finalidad
o con su causalidad final. La actividad del trabajo
es, entonces, el modo en que los propósitos se vuel­
ven causalmente eficaces.

Esta actividad transform adora que realiza pro­


pósitos procede por m edio de la elaboración o for­
mación del material. Por ello Marx llama al trabajo:
El fuego vivo, fo r m a d o r [de las cosas] (t. 1, p. 306).

O sea, el trabajo es tam bién la causa form al en


el sentido de que da form a a los objetos para hacer­
los útiles y para que convengan a los propósitos
humanos. Así, la causa formal es, tam bién, inter­
pretada en relación con la causa final; o, más colo­
quialmente, lo que es una cosa se entiende en términos
de para qué sirve.
LA O N T O LO G ÍA SO C IA L DE M ARX 119

Es claro que en esta descripción, el análisis de


Marx es notablem ente sim ilar al de Aristóteles, en
el sentido de que utiliza las distinciones que éste
introduce entre las causas finales, formales y efi­
cientes. Aristóteles da una relación de cómo las
cosas llegan a existir o por qué son lo que son, en
térm inos de 1) “el fin, o sea aquello por lo que una
cosa es”; 2) “la form a o patrón, o sea la de finición
de la esencia [de la cosa]” y 3) “aquello de lo que
prim ero comienza el cam bio, o el descanso del
cam bio”.3 Análogam ente, Marx da una descripción
del trabajo como la producción de cosas en térm i­
nos de propósitos, de lo que da la form a, y de la
actividad transform adora que cam bia las cosas.
Además, Marx sigue a Aristóteles en su concepto
de la causa m aterial como la condición para esta
actividad form adora o como “eso que” es form ado
por la actividad. Com o lo describe Aristóteles, es­
ta “causa m aterial” es “aquéllo de lo cual, como
materia inm anente, llega a existir una cosa; como,
por ejem plo, el bronce es la causa de la estatua.”4
En un pasaje evocador de Aristóteles, Marx escribe,

La relac ió n d el c a p ita l, c o n fo r m e a su c o n te n id o , con


el tra b a jo , o sea la d e l tr a b a jo o b je tiv a d o c o n el tr a ­
b a jo vivo... ú n ic a m e n te p u e d e ser la r e la c ió n d el tr a ­
b a jo con su o b je tiv id a d , con su sustan cia... C o n el
tr a b a jo c o m o a c tiv id a d , la s usta n c ia , el tr a b a jo o b je ­
tiv a d o , s o la m e n te tie n e dos relaciones: la de la m a te­
ria p rim a , es d e c ir la de la sustan cia a m c r fa , d el
s im p le m a te r ia l p a ra la a c tiv id a d fo rm a tiv a y fin a lis ­
ta d e l tr a b a jo , y la d e l in stru m en to d e tra b a jo , del
m e d io o b je tiv o p o r sí m is m o , m erced al cua l la a c ti­
v id a d s u b je tiv a in te r p o n e e n tre sí m is m a y el o b je to ,
o tro o b je to c o m o su m e d ia d o r (t. 1, p. 238-239).

3 Aristóteles, Metafísica.
4 Idem .
120 LA O N T O LO G ÍA SO C IA L DE M ARX

A semejanza de Aristóteles, para Marx, la causa


material describe lo que está disponible para la
actividad form adora como su condición objetiva o
su presuposición. Sin embargo, como tam bién re­
sulta claro de este pasaje, Marx, a diferencia de
Aristóteles, interpreta este m aterial no como una
sustancia natural sino como lo que él llam a “sus­
tancia social”, O sea, él define estas condiciones
objetivas como trab ajo ob jetivad o, o como las
creaciones de trabajo pasado. Así, Marx escribe:

C o m o su p u esto , el p r o d u c to no es u n a re la c ió n del
o b je to con el tr a b a jo , d ife re n te de la m a te ria p r im a
y el in s tr u m e n to de tr a b a jo , ya q u e estos ú ltim o s ,
por ser en sí sustancia de valores, son ya tr a b a jo o b je ­
tiv a d o , p ro d u c to s (t. 1, p. 239)

Así, aunque las condiciones objetivas incluyen


lo que Marx llam a sustancia natural, dicha sustan­
cia no se vuelve una condición objetiva excepto
con referencia a una actividad específica del tra­
bajo para la que tiene valor, en esta relación eso
es lo que Marx llam a sustancia social.
Mi segunda tesis era que para Marx el trabajo es
la m ediación o relación entre las cuatro causas
aristotélicas, y que, como tal, puede considerarse
como una actividad sintética com parable a la no­
ción de K ant de la causalidad como una síntesis.
Así, una im portante diferencia entre la form a en
que utilizan Marx y Aristóteles las distinciones
entre las cuatro causas es la im portancia que Marx,
al contrario de Aristóteles, le da al trabajo. E n la
interpretación de Aristóteles de las cuatro causas,
en el contexto de la creación hum ana, la actividad
de producción o trabajo, es sólo la causa eficiente
del objeto. La actividad productiva o trabajo no es
la causa final, form al o m aterial del objeto. Para
LA O N T O LO G ÍA S O CIA L DE MARX 121

Marx, por otro lado, la actividad del trabajo con­


tiene en sí misma las cuatro causas de un objeto
hecho. Como hemos visto, no sólo es una actividad
de trabajo ú til, creadora de formas y causalmente
eficaz, sino que, como trabajo objetivado, o sea,
como resultado o producto, es tam bién la condi­
ción m aterial para la actividad del trabajo subse­
cuente. Así, el trabajo como una actividad es la
síntesis o unificación de las cuatro “causas”.
E l reconocim iento de que para Marx el trabajo
es una actividad de síntesis o de unificación, sugie­
re vividam ente una com paración con la o p in ió n
de K ant de la causalidad como tal actividad de
síntesis. Además, para K ant la naturaleza específi­
ca de esta síntesis es que está en la categoría de
relación. De m odo sim ilar, para Marx, el trabajo
como actividad sintética establece relaciones en­
tre entidades. Además, como hemos visto, el traba­
jo es un proceso en el cual sus propias dimensiones,
o sea, las cuatro causas, están relacionadas entre sí
internam ente. Es, por lo tanto, una un idad sintéti­
ca de estas dimensiones.
Sin embargo, hay una im portante diferencia en
la comprensión de la actividad sintética entre Marx
y K ant, y por lo tanto en su com prensión de la
categoría de causa. M ientras que para K ant la sín­
tesis es una actividad del entendim iento, para Marx
es la actividad práctica del trabajo. Por lo tanto,
m ientras que la causalidad es sólo una categoría
epistemológica para K ant, relacionada con las con­
diciones de cualquier posible com prensión, para
Marx la causalidad es al m ism o tiem po una catego­
ría ontológica o, con más precisión, una categoría
de ontología social. Como tal, se refiere a las con­
diciones para cualquier posible práctica.
M i tercera tesis se refiere a la relación entre la
122 LA O N T O LO G ÍA SO CIA L DE MARX

actividad hum ana como causa y sus condiciones


objetivas. Yo m antengo que en o p in io n de Marx
sólo los medios hum anos, o lo que Marx llam a
trabajo, es correctamente considerado como cau­
sal. Las condiciones objetivas de acción son preci­
samente eso, o sea, condiciones y no causas. Además,
estas se vuelven condiciones para la actividad del
trabajo sólo en la m edida en que los agentes tie­
nen que tomarlas en cuenta para realizar sus pro­
pósitos. Más aún, en o p in ió n de Marx estas
condiciones son ellas mismas productos del traba­
jo pretérito. Son lo que Marx llam a “trabajo obje­
tivado”. Así, lo que aparece como externo al trabajo,
como el m und o objetivo, es realm ente en gran me­
dida el resultado de la propia actividad creativa
del trabajo. Pero debe hacerse hincapié en que
para Marx el trabajo no fue creado de la nada,
sino más bien presupone un m un d o previam ente
existente sobre el cual procede.
Marx aclara la relación entre el sujeto como cau­
sa y sus condiciones objetivas en su discusión de la
relación entre trabajo pasado u objetivado y traba­
jo vivo como actividad en el presente. Establece la
proposición de que el trabajo es significativo sólo
en el grado en que es colocado como una condi­
ción para el trabajo vivo. Así, Marx escribe:

E l tr a b a jo o b je tiv a d o d eja de estar m u e r to en la sus­


ta n c ia , c o m o fo rm a e x terio r, in d ife r e n te , ya q u e él
m is m o es n u e v a m e n te pu esto co m o m o m e n to d e l tr a ­
bajo vivo, com o relación del trabajo vivo consigo m ism o
en u n m a te ria l o b je tiv o , c o m o ob jetiv id a d de tr a b a jo
vivo (com o m e d io y o b je to ) (las c o n d ic io n e s objetivas
del tr a b a jo vivo), (t. 1, p. 306).

Marx da un ejem plo de esta relación en su des­


cripción del proceso de producción. Al tejer el hi-
LA O N T O LO G ÍA S O CIA L DE M ARX 123

lo para form ar una tela, el trabajo tiene como sus


condiciones objetivas el material y el instrum en­
to, o sea, hilo de algodón y el telar. El hilo y el
telar son ellos mismos productos de un trabajo
anterior. Además, se vuelven condiciones o b jeti­
vas sólo con respecto a los propósitos del trabajo,
o sea, sólo en la m edida en que se trabaja con ellos
con el fin de transform arlos en una tela. Por ello,
Marx escribe:

La ac c ió n de te je r conserva el v a lo r de uso q u e te n ía
el a lg o d ó n en c u a n to tal y q u e h a b ía co nse rvad o es­
p e c ífic a m e n te en el h ilo , y lo hace tr a n s fo r m a n d o el
h ilo en te jid o (y el h ilo sólo tie n e v a lo r de uso c u a n ­
d o se le teje), tr a tá n d o lo c o m o m a te r ia p r im a d el
acto de te je r (u n tip o p a r tic u la r de tr a b a jo vivo).
C onserva el p r o d u c to d e l tr a b a jo al c o n v e r tir lo en
m a te r ia p r im a de n u e v o tr a b a jo (t. 1, p p . 307-308).

O, como dice Marx:

Lo conserva... p o n ié n d o lo n u e v a m e n te co m o o b je tiv i­
da d m a te r ia l del tr a b a jo vivo o r ie n ta d o a u n fin
(t. 1, p. 308).

Así, Marx op in a que la relación del trabajo con


sus condiciones objetivas o, como él m ism o dice
con “las condiciones objetivas de su eficacia”, es
una relación de un agente causal, o sea, la presente
actividad de trabajo, con condiciones que se vuel­
ven relevantes sólo en la m edida en que son trans­
formadas por esta actividad. Según el ejem plo de
Marx, el valor de uso del hilo de algodón y del
telar son preservados sólo por la actividad de tejer
tela. Así, lo describe Marx:

E sta co n se rv a c ión d el tr a b a jo c o m o p r o d u c to , o del


va lo r de uso d e l p r o d u c to d el tra b a jo , c o n v ir tié n d o ­
124 LA O N T O LO G ÍA SO CIA L D E M ARX

lo en m a te ria p r im a de n ue vo tr a b a jo , p o n ié n d o lo
n u e v a m e n te co m o o b je tiv id a d m a te r ia l del tr a b a jo
vivo o r ie n ta d o a u n fin , se da en el proceso de p r o ­
d u c c ió n s im p le . C o n respecto al \alor de uso el tr a b a ­
jo posee la c a lid a d de q u e al conservar el valor de uso
existente lo a u m e n ta , y lo a u m e n ta al c o n v e r tir lo en
o b je to de u n n u e v o tr a b a jo d e te r m in a d o p o r la f in a ­
lid a d ú lt im a (t. 1, p. 308).

Este análisis nos ayuda a entender más claramente


el concepto de Marx de la relación entre los agen­
tes hum anos y sus circunstancias, que él presenta
en la bien conocida tercera tesis sobre Feuerbach
que ya cité anteriorm ente: “La teoría de que los
hombres son productos de las circunstancias y de
la educación, y de que, por lo tanto, los hombres
que han cam biado son producto de circunstancias
distintas y de la transform ación de su educación,
olvida que son los hombres los que hacen que
cam bien las circunstancias”. Sería un error inter­
pretar aquí que Marx quiere decir que los seres
hum anos son producidos por las circunstancias así
como ellos producen a las circunstancias, o que ve
esto como una simple interacción entre dos cau­
sas. Hemos visto que para Marx las circunstancias
o el m undo objetivo no tiene eficacia causal. De­
ben más bien considerarse como condiciones o
presuposiciones de la actividad hum ana con un
fin. Por lo tanto, esta cita debe entenderse en el
contexto de la o p in ió n de Marx sobre la objetiva­
ción. Esto significa que la relación entre agentes y
circunstancias no es simétrica o recíproca, sino
más bien asimétrica. Así, la eficacia causal reside
en los agentes.
Sin embargo, reconocer que sólo los medios h u ­
manos son causales, no quiere decir que las condi­
ciones no contribuyen en nada a lo que resulta.
LA O N T O LO G ÍA S O CIA L DE M A RX 125

Para Marx, una descripción total de una acción


requiere referirse a las circunstancias o condicio­
nes de esa acción. Las condiciones proporcionan
una gama de posibilidades para la realización de
los propósitos del agente. T am bién, la ausencia de
ciertas condiciones hacen más difícil o incluso im ­
posible la realización de determ inados propósitos.
Así, podemos hablar de condiciones que facilitan
o restringen la acción. Pero lo que es im portante
advertir en el contexto de este argum ento es que
las condiciones no son las causas. Es más, en vista
del argum ento que acabamos de hacer de que lo
que cuenta como una condición para una acción
depende de los propósitos del agente, se entiende
que lo que pueden lograr las acciones bajo unas
condiciones dadas puede descubrirse sólo en el
curso de la actividad misma.
Lo que he estado describiendo aquí es la n atura­
leza fund am e ntal de la causalidad como un me­
dio. Esto se basa en la descripción de Marx de lo
que él llam a el simple proceso de producción, así
como en sus observaciones concernientes a la na­
turaleza de la actividad. Como tal, Marx la consi­
dera como una característica general del trabajo
en todas las etapas históricas. Sin embargo, para
Marx las formas de la actividad hum ana, así como
las condiciones para esta actividad, están diferen­
ciadas social e históricam ente. Así, como ya vere­
mos, las formas en que aparece la causalidad y las
formas en que es entendida, varían de una etapa
social a otra.
Hasta aquí me he ocupado de la descripción de
Marx del trabajo como objetivación, entendida co­
mo una relación del sujeto que trabaja o agente
causal con el m un d o objetivo. Pero como he ano­
tado, para Marx la objetivación es al mismo tiem-
126 LA O N T O LO G ÍA SO CIA L DE M ARX

po un proceso de autocreación del sujeto, en que


un agente o una agente se reali/a y se cambia a si
mismo o a sí misma al cam biar el m undo. Como en
el análisis previo de acción sobre el m undo, aquí
tam bién, en el caso de autotransform ación, sólo el
medio es causal. Además, los cuatro aspectos de la
causalidad se aplican aquí tam bién: o sea, para
realizar sus propósitos, el agente es eficientem en­
te o productivam ente causal, por una actividad
formativa que da una forma a las condiciones.
Consideremos el ejemplo de una persona que quiere
llegar a ser una buena cocinera. Para poder reali­
zar este propósito, la persona tiene que practicar
el arte de cocinar, o sea, se tiene que dedicar a la
actividad de com binar ingredientes de acuerdo
con una receta, y tiene que aprender a usar los
utensilios apropiados para tareas específicas. Así,
al trabajar sobre las condiciones de acuerdo con
los propósitos, el agente adquiere características
nuevas o transformadas, en este caso, una h a b ili­
dad. Es tam bién evidente que este proceso de
autocreación o autotransform ación, como en el ca­
so anterior del trabajo como la transform ación de
las cosas, requiere la m ediación de condiciones ob­
jetivas. O sea que, de acuerdo con Marx, es necesa­
rio transformar las circunstancias objetivas de uno
para poder cambiarse a sí mismo.
Sin embargo, a diferencia del caso anterior en
que las cosas son cambiadas, el caso de autocrea­
ción o autotransform ación no debe ser concebido
como una relación causal entre el agente y él mis­
mo, en que el agente puede ser concebido como
un resultado de sus acciones previas. Esto sería
negar la libertad del agente para volverse a crear a
sí mismo o a sí misma constantemente, o al decir de
las sorprendentes frases de Marx
LA O N T O LO G ÍA SO CIA L DK M ARX 127

no m e d id a con u n p a tr ó n p re sta b le c id o (t. I, p. 448),

o para ser “el m ovim iento absoluto del devenir”


(p. [387]). Más bien, yo propondría que la idea
de Marx de autocreación a través de la objetiva­
ción debe distinguirse de las ideas tradicionales
de causarse a sí mismo o de autodeterm inación.
Porque en dichas perspectivas, aunque el agente
no es el producto de ningunas causas externas, la
presente actividad del agente es vista como el re­
sultado de pasadas acciones, donde sólo la p rim e­
ra causa en dicha cadena es libre y todas las acciones
futuras son determ inadas por acciones pasadas.
Bajo dichas perspectivas, la actividad presente no
es libre de escoger entre posibilidades alternati­
vas. Yo alegaría que, puesto que el m edio es libre­
mente causal, uno no puede considerar a este
agente como causado, ni siquiera como causado a
sí mismo. Más bien, la autocreación abarca un pro­
ceso en que el agente, por m edio de su acción cau­
sal, crea nuevas condiciones que presentan posibi­
lidades de nuevas elecciones y propósitos, y de
nuevas m odalidades de acción. Además, es sólo en
el ejercicio de estas nuevas m odalidades de activi­
dad que puede decirse que el agente ha cambiado.
Hasta aquí hemos visto que la objetivación abar­
ca una relación entre sujeto y objeto, y tam bién
entre el sujeto y él mismo. Una dim ensión final
que ve Marx en cada acto de objetivación, es la
relación de sujeto a sujeto. Así, la objetivación o
trabajo es calificada por Marx como una actividad
de individuos sociales, que se relacionan entre sí
en formas definidas. El reconocim iento de este
carácter social del proceso de trabajo requiere que
nosotros completemos el análisis previo de la obje­
tivación de las siguientes maneras: Prim ero, Marjt
128 LA O N T O LO G ÍA SO CIA L DE M ARX

califica al sujeto o agente causal, ya sea como in d i­


viduo social o como individuos sociales en plural.
En el capítulo I, concluí que dicho in d ivid uo so­
cial era un in divid uo concreto que se m antiene en
relaciones sociales, o sea, relaciones definidas con
otros individuos. Marx tam bién habla de in d iv i­
duos sociales en plural, como los sujetos o medios
en el proceso de trabajo. E n este caso, yo creo que
quiere decir que dichos individuos en relación
comparten propósitos, y codeterm inan la natura­
leza y resultados de la actividad. Para nuestra des­
cripción de la causa, esto significa que más de un
in d ivid uo puede ser el agente causal en un proce­
so ind ivid ual. Pero esto no significa una p lu ra li­
dad de diferentes causas, sino más bien que estos
individuos constituyen lo que podríam os llam ar
una causa com ún.
El reconocim iento del carácter social del proce­
so de objetivación sugiere otro p un to de vista en
que el análisis previo debe ser am pliado. Específi­
camente, no son sólo las circunstancias materiales
las que proporcionan las condiciones objetivas de
la acción de un individuo. Además, otros in d iv i­
duos constituyen igualm ente condiciones o presu­
posiciones para tal acción. Así, las necesidades de
otros pueden proporcionar los motivos o propósi­
tos de la acción de un individuo. O, inclusive,
otros pueden proporcionar el m edio como en el
caso de la explotación. De nuevo, otros individuos
o instituciones sociales (como la forma objetivada
de sus relaciones) proporciona las circunstancias
Sociales a las que recurre un ind ivid uo en térm i­
nos de habilidades, recursos, ideas, y demás, a fin
de realizar sus propósitos.
Una form a adicional en que el análisis previo
necesita ser detallado, se deriva de la descripción
LA O N T O LO G ÍA S O C IA L DE MARX 129

de Marx de la objetivación.o trabajo que ocurre en


formas definidas de relaciones sociales y a través
de ellas, donde éstas tom an la form a de relaciones
de propiedad. Marx define la propiedad como el
poder para disponer de las condicones de produc­
ción. Pero m i análisis previo ha mostrado que el
trabajo o actividad requiere de condiciones obje ti­
vas para la realización de sus propósitos. En vista
de esto, la im portancia de la propiedad, como po­
der para disponer de esas condiciones, se vuelve
evidente. Así, en el análisis de Marx, en la forma
específica de las relaciones sociales del capitalis­
mo, las condiciones o medios de produción son
propiedad del capital, quien, por lo tanto, tiene el
poder de determ inar cómo ha de usarse esta pro­
piedad. Puesto que el trabajo, en esta forma de
organización social, no tiene control sobre las con­
diciones objetivas de su actividad, la necesidad del
trabajo de estas condiciones lo hace objetivam en­
te dependiente del capital. Una im plicación más
general de la im portancia de las relaciones de p ro­
piedad es que para entender un proceso dado de
trabajo o producción en la esfera económica, uno
debe verla en sus relaciones con las formas de or­
ganización social, o sea, las formas predom inantes
de relaciones de propiedad, como el poder para
disponer de las condiciones de producción. E n es­
ta form a podemos ver que el concepto de Marx de
la propiedad está sistemáticamente relacionado
con su com prensión del proceso de objetivación.
E n conexión con este análisis de la objetivación
como una relación de sujeto a sujeto, surge la cues­
tión de si esta interrelación entre individuos debe
ser entendida como una relación causal, en que un
in d ivid uo ocasiona las acciones del otro y vicever­
sa. Por el argum ento previo puede verse que Marx
130 LA O N T O LO G ÍA SOCIAL DE MARX

toma a cada individuo en tal relación, como un


agente causalmente efectivo y, además, como un
agente libre. Para Marx, un agente causa cambios
en otras cosas, pero no es él mismo o ella misma el
efecto de una causa. Por lo tanto, podemos con­
cluir que la relación entre agentes no puede ser
una relación en que un agente ocasiona las accio­
nes del otro. Según esto, la naturaleza de esta rela­
ción social entre agentes debe ser conceptualizada
como otra que no es una relación causal. Pero el
análisis de esta relación alternativa está más allá
del radio de acción de este capítulo, y será tratado
en el capítulo final de este libro.

L a C A US A LI DA D C O M O l NA R E L A C IÓ N IN T E R N A

Ahora voy a abordar una dim ensión ulterior de la


teoría de Marx de la causa del trabajo: esto es, su
calificación de la causa como una relación, y espe­
cíficamente como una relación interna. Esto im ­
plica que las entidades en la relación causal, o sea,
el sujeto y el objeto, son, ambos, cambiados esen­
cialmente por la relación. Sin embargo, argum en­
taré que, según el punto de vista de Marx, este
reconocimiento de que la causa es una relación
interna no requiere que uno lo interprete como
una relación simétrica. Más bien, aquí m i prim era
tesis es que Marx preserva la asimetría de la rela­
ción causal y al mism o tiem po la considera como
una relación interna. Así, según el p un to de vista
de Marx, m ientras el sujeto actúa sobre el objeto,
el objeto está desprovisto de medios y no actúa
sobre el sujeto. La o p in ió n de Marx puede así dife­
renciarse de otras opiniones, como la prim era o p i­
n ión discutida anteriorm ente, que considera la
LA O N T O LO G ÍA SO C IA L ΠΕ MARX 131

causalidad como una relación externa entre entes


independientes, que permanecen esencialmente
sin experim entar cambios por la relación. Pero
además me gustaría argum entar, como mi segunda
tesis, que la o p in ió n de Marx debe tam bién d ife­
renciarse de la que podríam os a trib u ir a Hegel,
que ve las relaciones internas como fu n d am e n tal­
mente recíprocas, de tal m odo que cada elemento
de la relación constituye al otro. Para Marx, tanto
la causa como la reciprocidad son relaciones inter­
nas en las cuales cada uno de los entes de la rela­
ción es esencialmente cam biado por la relación
misma; pero en relaciones recíprocas los cambios
no son causales y en relaciones causales los cam­
bios no son recíprocos.
Prim ero, entonces, si consideramos la descrip­
ción de Marx del trabajo como una relación causal
entre el agente y el objeto de su actividad, es claro
que la relación es de tipo interno en la cual tanto
el agente como el objeto son cam biados esencial­
mente. E n la estructura de la discusión anterior
que analizaba el trabajo en térm inos de propósi­
tos, actividad productiva, form a y condiciones ob­
jetivas, puede verse que cada una de éstas puede
ser tom ada como una relación entre el agente y el
objeto. Así, por ejem plo, los propósitos pueden
verse como una relación entre el agente y el objeto
producido por su actividad. En este caso los pro­
pósitos del agente determ inan la clase de activi­
dad que se requerirá para llenarlos, y, asi, cam biar
esencialmente la naturaleza de su actividad. Al
m ismo tiem po, los propósitos determ inan la n atu ­
raleza del objeto producido, puesto que el objeto
que es producido satisfará estos propósitos. Por
ejem plo, al hacer una mesa que servirá para co­
mer, el propósito del agente requiere entre otras
132 LA O N T O LO G ÍA SOCIAL D E M ARX

cosas que él o ella cepille la madera para obtener


una superficie lisa. T am bién, de acuerdo con el
propósito, el objeto producido tendrá una super­
ficie lisa apropiada para la actividad de comer.
De m odo sim ilar, las condiciones objetivas pre­
cedentes pueden ser vistas como una relación en­
tre el agente y lo que él o ella produce. E n este
caso, lo que está disponible como una condición
para la actividad afecta la naturaleza de esa activi­
dad en térm inos de qué condiciones escoge usar el
agente para producir el objeto, y cómo los usa;
tam bién el objeto producido depende de las con­
diciones disponibles para su producción. Así, en
nuestro ejem plo, si el agente decide usar madera o
metal como el m aterial para la mesa, o nuevam en­
te, si el agente decide usar cepillo, cincel, o prensa
para hojas de metal como su instrum ento, esto
constituye una diferencia esencial en el objeto
producido. Puede efectuarse un análisis sim ilar
para mostrar que la form a tam bién puede ser en­
tendida como una relación entre el agente y el
objeto, en que tanto la actividad del agente como
el objeto son cambiados esencialmente en la
relación.
En estos casos lo que se ha discutido es que la
actividad del agente es cam biada esencialmente
por la adopción de propósitos específicos o por el
uso de ciertas condiciones materiales y demás. Por
ejem plo, la elección de un cepillo en lugar de un
cincel hace que la actividad en un caso sea esen­
cialm ente diferente que en el otro. Dichos cam­
bios en la actividad del agente pueden llegar a ser
cambios esenciales en el agente si la actividad lle­
ga a ser característica de mismo. De igual m odo,
cuando una persona adopta y m antiene un p ro p ó­
sito determ inado, él o ella llega a ser cam biado
LA O N T O LO G ÍA SOCIAL DE M A RX 133

esencialmente. Por lo tanto, desde este p un to de


vista, la actividad productiva m ism a puede ser vis­
ta como una relación interna entre el agente y el
objeto, en la cual la actividad no sólo crea el nuevo
objeto sino tam bién cam bia al agente.
Una form a ulterior en que el trabajo como cau­
salidad puede ser considerado como una relación
interna, se deriva de su carácter de ser una sínte­
sis, como se describió anteriorm ente. Específica­
mente, yo lo describí como un síntesis de propósitos,
form a, actividad productiva y condiciones o b jeti­
vas. Pero, como vimos, propósitos, form a y activi­
dad productiva son aspectos del trabajo como un
proceso ind ividual y, por lo tanto, están relaciona­
dos entre sí internam ente. Además, las condicio­
nes objetivas mismas fueron vistas como objetiva­
ciones de trabajo pasado, y, así, son ellas mismas
m om entos del proceso de trabajo en tanto que
proceso tem poral. Como la objetivación de un me­
dio que da form a y tiene un fin, estas condiciones
objetivas están relacionadas internamente con otros
m om entos del proceso de trabajo.
Así, la descripción hasta aquí ha sostenido que
Marx considera la causalidad como una relación
interna entre entes (o sea, sujeto y objeto) en que
cada uno es esencialmente cam biado en la rela­
ción. Sin embargo, en el m odelo de Marx de la
causalidad como una relación interna, se preserva
la asimetría de la relación causal. Puede conside­
rarse que esto se deriva de la descripción anterior
sobre la o p in ió n de Marx de la relación entre agen­
tes y las condiciones objetivas de su actividad.
A llí, se muestra que m ientras el sujeto o agente
actúa causalmente sobre el objeto, el objeto no
actúa causalmente sobre el agente, sino que sólo
proporciona las condiciones para la autotransfor-
134 LA O N T O LO G ÍA SOCIAL DE MARX

mación del agente. Para la presente relación de la


causa como una relación interna, esto im plica que
aunque tanto el m edio causal como su objeto es­
tán cambiados en la relación, sólo el objeto está
cam biado por el sujeto, pero el sujeto no está cam­
biado por el objeto.
Así, mi reconstrucción de la o p in ió n de Marx
muestra que ésta difiere de aquellas opiniones
que consideran a la causalidad como una relación
externa de causa y efecto entre entes independien­
tes. Sin embargo, comparte su com prensión de la
relación causal como asimétrica, y como sostenida
entre entes independientes. Y así la o p in ió n de
Marx tam bién difiere de aquéllas que califican de
simétricas o recíprocas todas las relaciones inter­
nas, de tal modo que cada ente causa o constituye
al otro. Como sostuve en mi segunda tesis, esta
com prensión de las relaciones internas distingue
el enfoque de Marx del de Hegel; para éste, cada
relación es una relación dentro de una “totalid ad ”
y no puede tomarse separadamente de cualquier
otra relación excepto abstrayéndola de dicha tota­
lidad. Estas son interrelaciones de elementos den­
tro de un todo, en que los elementos mismos están
constituidos por sus relaciones entre sí como par­
tes de ese todo. Por lo tanto, estas relaciones son
simétricas y recíprocas entre todos los elementos
del todo. Además, estas son relaciones internas
tanto en el sentido de que son relaciones dentro
de un todo, y que los elementos de estas relaciones
se interconstituyen entre sí. Por el contrario, para
Marx, como hemos visto, no todas las relaciones
internas son recíprocas; y específicamente, la cau­
sa como una relación interna no es recíproca o
simétrica.
LA O N T O LO G ÍA SOCIAL OK MARX 135

La a p a r ie n c ia d e cai s a l id a d c o m o

I NA R EL AC IO N E X T E R N A B A JO EL C A P IT A L IS M O

Hasta aquí, he reconstruido la teoría de Marx de


la causa del trabajo en térm inos de su descripción
de la objetivación como un proceso que ocurre en
todas las formas de organización social. Sin em ­
bargo, Marx ve este proceso de trabajo bajo for­
mas diferenciadas en diferentes períodos históricos.
Esta diferenciación histórica se encuentra enrai­
zada en dos características relacionadas del proceso
de trabajo.
Prim ero, como hemos visto, este proceso es de
desarrollo, en la m edida en que la actividad del
trabajo que está de acuerdo con propósitos, da
lugar a condiciones cambiadas que a su vez hacen
posibles nuevos propósitos, y así sucesivamente.
En este sentido, es un proceso de autotrascenden-
cia. Segundo, como hemos visto tam bién, esta acti­
vidad del trabajo tiene lugar en las relaciones
sociales y de propiedad y por m edio de ellas, y
estas relaciones tam bién cam bian. Esta naturaleza
histórica del proceso del trabajo sugiere que la
relación causal misma, que hemos definido en tér­
m inos de este proceso, está tam bién históricam en­
te diferenciada.
Como hemos visto en los capítulos anteriores,
Marx trata el desarrollo del proceso de objetiva­
ción a través de diversas etapas históricas, y, espe­
cíficamente, las etapas de lo que él llama formaciones
precapitalistas, capitalism o, y sociedad com unal
del futuro. A quí yo consideraré brevemente la dis­
cusión de Marx de la form a específica en que la
causalidad aparece en la etapa social contem porá­
nea del capitalismo. M i tesis es que la apariencia
de la relación causal como una relación externa,
136 LA O N T O LO G ÍA SOCIAL D E M ARX

surge de la enajenación de la actividad del trabajo


bajo el capitalismo.
De acuerdo con Marx, en el capitalism o las rela­
ciones internas entre sujeto y objeto y entre sujeto
y sujeto, aparecen como relaciones externas entre
cosas. Por esto él escribe:

los in d iv id u o s se e n fr e n ta n a su p r o p io c a m b io y a su
p r o p ia p r o d u c c ió n c o m o si se e n fre n ta ra n a u n a re la ­
c ió n m a te r ia l, in d e p e n d ie n te de a m b o s (t. 1, p. 89).

Además, según Marx, el carácter de la actividad


de los individuos en la producción se les presenta

a n te ellos m ism o s c o m o algo a je n o , in d e p e n d ie n te ,


com o u n a cosa (t. 1, p. 85).

De modo similar, Marx analiza el proceso de cam­


bio bajo el capitalismo como un proceso en el que los
productos de la actividad causal del trabajo apa­
recen sólo en su relación entre sí como valores de
cambio. Por esto, en su descripción de este proceso
de cambio, escribe:

A u n q u e a h o ra el c o n ju n to de este m o v im ie n to se
presente c o m o proceso social, y a u n q u e los d is tin to s
m o m e n to s de este m o v im ie n to p ro v ie n e n de la vo­
lu n ta d c o n c ie n te y de los fine s p a rtic u la re s de los
in d iv id u o s , sin e m b a rg o , la to ta lid a d d el proceso se
pre se n ta c o m o u n nexo o b je tiv o q u e nace n a tu r a l­
m e n te , q u e c ie r ta m e n te el re s u lta d o de la in te ra c ­
c ió n recíproca de los in d iv id u o s co ncien tes, pe ro no
está [presente) en su c o n c ie n c ia , n i, c o m o to ta lid a d ,
es s u b s u m id o en ella. Su m is m a c o lis ió n recíproca
p ro d u c e u n p o d e r social a jen o s itu a d o p o r e n c im a de
ellos; su a c ción es recíproca c o m o u n proceso y u n a
fue rza in d e p e n d ie n te s de ello s (t. 1, p. 131).
LA O N T O LO G ÍA SOCIAL DE M ARX 137

Estos pasajes no sólo señalan el hecho de que las


relaciones se presentan como externas, sino que
tam b ién sugieren la explicación corrrespondiente.
La apariencia tiene dos aspectos: prim ero, las que
son realmente relaciones internas aparecen como
relaciones externas entre cosas independientemente
existentes; por eso, la relación causal de agente a
producto llega a aparecer como una relación entre
productos, como un valor de cambio; segundo, los
agentes mismos llegan a aparecer como los produc­
tos o resultados de condiciones objetivas o circuns­
tancias externas que parecen dom inarlos, o sea,
que ejercen acción causal sobre ellos. Según Marx,
la explicación de este fenóm eno reside en la forma
enajenada del proceso de objetivación bajo el capi­
talismo. Esto es, en la organización de la produc­
ción bajo el capitalism o, el propio producto del
trabajador llega a pertenecer a otro, o sea, al capi­
tal. Por m edio de la apropiación de este producto
por el capitalista en la forma de plusvalía, el pro­
pio producto del trabajador o trabajadora llega a
gobernarlo, a él o a ella, como un poder ajeno e
independiente. Los productos, como las condicio­
nes objetivas para su trabajo subsecuente, perte­
necen al capital, del cual el trabajador por lo tanto
es dependiente para su actividad. Marx explica es­
to así:

La capac id a d de tra b a jo ... ha pu esto estas c o n d ic io n e s


com o cosas , valores , q u e se le c o n tra p o n e n en u n a
p e rs o n ific a c ió n d o m in a n te y ajena... La c a p a c id a d de
tr a b a jo no sólo ha p r o d u c id o la r iq u e za a jen a y la
po b re za p r o p ia , sino ta m b ié n la re la c ió n e n tre esta
riq u e z a q u e se re la c io n a consigo m is m a ν la capa­
c id a d de tr a b a jo co m o la po b re za, m e d ia n te cuyo
consum o la riqueza extrae de sí m ism a nuevos ím petus
vitales y se va lo riza u n a vez m ás (t. 1, pp. 413-414).
138 LA O N T O LO G ÍA SOCIAL DE MARX

Cuando el proceso es entendido correctamente,


de acuerdo con Marx, como la enajenación del tra­
bajo, resulta claro, como Marx escribe, que:

ese tra b a jo o b je tiv a d o — esas c o n d ic io n e s de su exis­


tencia, existentes al m a rg e n de a q u e lla capac id a d , y
el a u tó n o m o ser-al-margen-de-ella de esas c o n d ic io ­
nes o b je tiv a s — aparece co m o su p r o p io p r o d u c to ,
co m o puesto p o r e lla m ism a: p o r u n lad o , c o m o su
p r o p ia o b je tiv a c ió n , y p o r el o tro co m o la o b je tiv a ­
c ió n de sí m is m a en c u a n to p o d e r in d e p e n d ie n te de
ella y q u e la d o m in a , q u e la d o m in a m erced a la
p r o p ia a c tiv id a d de e lla (t. 1, p. 414).

En el capitalism o, la causalidad que Marx conside­


ra que reside en el trabajo sólo como m edio, apa­
rece ahora en su form a enajenada como localizada
en las condiciones externas de la actividad del tra­
bajo. El m edio causal llega a ser a trib u id o a estas
condiciones externas u objetivas mismas. Pero, pa­
ra Marx, esto es una falsa apariencia. La realidad
es que las condiciones externas, que son los pro­
ductos del trabajo, han sido dotadas de este poder
sobre el trabajo, y en contra de él. La apariencia
sugiere que la actividad del agente es el efecto o
resultado de estas condiciones externas tomadas
como causa. Además, la form a de la relación cau­
sal en esta m odalidad enajenada aparece como
una relación externa entre entes independientes e
indiferentes, relacionados entre sí en el cam bio
sólo como cantidades abstractas de valor de cambio.
Desearía proponer que es esta apariencia de cau­
salidad como una relación externa, y como perte­
neciente a las condiciones objetivas o externas del
trabajo o m edio, lo que forma la base de los con­
ceptos de relación causal como tal relación exter­
na. Este concepto es la prim era de las opiniones
LA O N T O LO G ÍA SOCIAL OK MARX

prevalecientes a que nos referimos en un princi­


pio. Lo que sostengo aquí es que esta o p in io n es
una expresión de una forma históricam ente lim i­
tada ν enajenada de relación causal, que ha con­
fun d id o (podríam os decir) la apariencia de las
relaciones causales bajo el cap italism o con la
realidad.
Por eso, la descripción de Marx de la apariencia
de las relaciones sociales bajo el capitalism o, como
relaciones externas entre entes indiferentes, pro­
porciona la base para una crítica de la prim era
o p in ió n prevaleciente de la causalidad. Como se
recordará, esta o p in ió n ve la relación causal sólo
como dicha relación externa entre entes in d ife ­
rentes. Según Marx, esta noción de la causa es pro­
d ucida por un reflejo teórico que no ha sido
considerado críticam ente, sobre la experiencia
práctica de las formas de interacción social que
son características de este periodo histórico.
La relación de Marx proporciona la base para
una crítica sim ilar del intento hecho, sobre esta
prim era o p in ió n prevaleciente de explicar las ac­
ciones hum anas como los efectos de causas exter­
nas o como obedeciendo a leyes objetivas. Así como
en las relaciones sociales de la producción capita­
lista, los individuos parecen actuar de acuerdo con
leyes objetivas, así tam bién, en la teoría las accio­
nes son explicadas como los efectos de causas
externas.
Hay dos formas ulteriores en que el enfoque de
Marx de la causalidad puede contrastar con esta
prim era o p in ión . Puede considerarse que éstas se
derivan de m i reconstrucción de la teoría de Marx
de la causa como m edio. Como cuando estaba en
contra de la prim era o p in ió n , Marx no toma como
causas a las condiciones antecedentes. Más bien,
140 LA O N T O LO G ÍA SOCIAL DE M ARX

como hemos visto, sólo el m edio es causal. Ade­


más, en contraste con la prim era o p in ió n , que cali­
fica a la causalidad como una relación externa entre
entes independientes, Marx considera que el agen­
te como causa está internam ente relacionado con
estas condiciones en la actividad de trabajar sobre
ellas y de transformarlas.
E n contraste con la prim era o p in ió n , el segundo
enfoque prevaleciente de la causalidad, como se
anotó anteriorm ente, considera como d o m in io de
ésta sólo los contextos de las acciones y propósitos
humanos, y propone que la form a apropiada de
explicar las acciones sólo es posible com prendien­
do las intenciones de los agentes. Hasta donde esta
o p in ió n puede ser considerada como causal, se re­
fiere sólo a las causas finales, o a las explicaciones
teleológicas o a las razones de las acciones. E n lu ­
gar de la conexión externa entre dos hechos como
causa y efecto, esta o p in ió n ve la relación entre
intención y acciones como una relación interna,
en que la intención da significado a la acción. A l­
gunas versiones de este enfoque intencional (espe­
cíficamente, las de los fenomenólogos y filósofos
hermenéuticos) da una base ontológica para esta
calificación de la acción. Ellos ven estos significa­
dos como creados por la actividad constitutiva de
un sujeto, donde este sujeto tiende a ser tom ado
sólo como un in dividuo.
La prim era crítica de Marx de esta segunda o p i­
n ió n de la causalidad sería que en su enfoque ex­
clusivo sobre las intenciones al explicar acciones, o
sobre la actividad creadora de significado, la m a­
yoría de las versiones de esta o p in ió n tienden a
enfatizar la subjetividad de un m odo unilateral.
En este énfasis un ilateral, este segundo enfoque es
com parable al prim ero, que en form a sim ilar po-
LA O N T O LO G ÍA SOCIAL DE MARX 141

ne un énfasis unilateral en la objetividad enten di­


da como una conexión externa con aspecto de ley
entre hechos o entes. Marx consideraría que estas
dos opiniones m anifiestan en form a teórica la na­
turaleza abstracta y unilateral de las relaciones
sociales en el capitalism o, en que los sujetos están
separados o enajenados de los objetos de su activi­
dad. De acuerdo con Marx, esta separación entre
sujeto y objeto se encuentra en la siguiente dicoto­
mía: por un lado, los individuos aislados e in d ife ­
rentes, interesados en sí mismos, y por el otro, las
leyes objetivas e impersonales del mercado que
relacionan a estos sujetos entre sí. E n la descrip­
ción de Marx esta separación se encuentra tam ­
bién en la dicotom ía entre el trabajo vivo como
subjetividad, y el capital como trabajo objetivado
u objetividad.
Antes de proseguir con las demás críticas de
Marx sobre la o p in ió n intencional, indicaré los
aspectos en que Marx está de acuerdo con esta
op in ión . Prim ero, como la o p in ió n intencional,
Marx enfatiza la im portancia de las intenciones o
propósitos para poder dar una explicación de las
acciones humanas. Segundo, Marx está de acuerdo
con esta o p in ió n de ver la relación entre intención
y acción como una relación interna. Nuevamente
Marx, como algunas versiones de la segunda o p i­
n ión , considera las condiciones de la actividad h u ­
mana como resultados de dicha actividad hum ana,
y por lo tanto está de acuerdo en considerar a los
agentes como autocreadores o autoconstituyentes
en su actividad.
Sin embargo, Marx criticaría esta segunda o p i­
n ió n por su preocupación exclusiva con la explica­
ción intencional, y, por lo tanto, por su renuencia
a reconocer que las acciones son ellas mismas cau-
142 LA O N T O LO G ÍA SOCIAL DE M ARX

salmente eficaces. Dicho en térm inos más tradicio­


nales, la crítica de Marx sería que esta segunda
o p in ion no logra ver la relación entre causa final y
causa eficiente. Los fenomenólogos sí hablan so­
bre la activ idad de los sujetos como constituyentes
del m undo social al darle significado y, en este
sentido, puede decirse que otorgan eficacia a la
actividad. Pero ellos no ven esto como eficacia
causal. Además, desde el p un to de vista de Marx,
los fenomenólogos m alinterpretan la naturaleza
de esta actividad constitutiva. Específicamente,
ellos interpretan la creación de significado como
una actividad de la conciencia sola. En contraste,
Marx considera esta actividad de constitución co­
mo una actividad de trabajo, que es causalmente
efectiva y da significado a las cosas al transform ar
un m un do dado de acuerdo con los propósitos del
sujeto.
Una crítica ulterior que haría Marx de la segun­
da o p in ió n de la causalidad es que, debido a su
enfoque de las intenciones, ésta toma en cuenta
las circunstancias sociales e históricas objetivas
que condicionan la acción. Puesto que los fenom e­
nólogos sí consideran las circunstancias de la ac­
ción, dichas circunstancias son consideradas como
el horizonte o estructura consciente para la activi­
dad del sujeto, y así, desde el p un to de vista de
Marx no tienen la objetividad o sociabilidad re­
querida. Para aquellos teorizantes de la acción
que consideran la acción hum ana como gobernada
por reglas y, por lo tanto, social, la crítica de Marx
sería que ellos no ven esta sociabilidad como
histórica.
Así, hemos visto que el enfoque de Marx, como
la segunda o p in ió n prevaleciente de la causalidad,
enfatiza los propósitos del agente para llegar a
LA O N T O LO G ÍA SOCIAL DE M ARX 143

com prender la actividad hum ana. Sin embargo, a


diferencia de esta o p in io n , para Marx una com ­
prensión adecuada tam bién requiere referirse a la
actividad del agente en la transform ación y m o l­
deo de condiciones dadas, donde estas condiciones
son entendidas como social e históricam ente
diferenciadas.
IV. LA ONTOLOGÍA DE LA LIBERTAD:
DOMINIO, LIBERTAD ABSTRACTA Y EL
SURGIMIENTO DEL INDIVIDUO SOCIAL

P e r m í t a n m e comenzar con una cita de los Grun­


drisse en que Marx interpreta la libertad como
auto-realización mediante la actividad del trabajo.
Comenzado con un pasaje bíblico, Marx escribe:
¡T rabajarás con el s u d o r de tu fre n te !, fu e la m a ld i­
c ió n q u e J e h o v á la n z ó a A d á n . Y de esta suerte, co m o
m a ld ic ió n , c o nc ib e A. S m it h el tr a b a jo . E l “ reposo'”
aparece c o m o el e stado a d e c u a d o , co m o id é n tic o a la
“ lib e r t a d ” y a la “d ic h a ”. Q u e el in d iv id u o “en su
estado n o r m a l de s a lu d , vigor, a c tiv id a d , h a b ilid a d ,
d estre za” tenga ta m b ié n la necesidad de su p o r c ió n
n o r m a l de tr a b a jo , y de la s u p re sió n d el reposo, p a ­
rece estar m u y lejos de su p e n s a m ie n to . A no d u d a r ­
lo, la m e d id a m is m a del tr a b a jo se pre se n ta c o m o
d a d a e x te rio rm e n te , p o r m e d io d el o b je tiv o a a lc a n ­
zar y de los o b s tác u lo s q u e el tr a b a jo d e b e s u p e ra r
para su e je c u c ió n . P ero q u e esta s u p e ra c ió n de o b s tá ­
culos es de p o r sí e jerc ic io de la lib e r ta d -y q u e a d e ­
m ás a los o b je tiv o s exteriores se les haya d e s p o ja d o
de la a p a r ie n c ia de n ecesidad n a tu r a l m e r a m e n te ex­
te r io r y se les haya p u e s to co m o o b je tiv o s q u e n o es
sino el in d iv id u o m is m o el q u e p o n e , o sea, c o m o
a u to r r e a liz a c ió n , o b je tiv a c ió n d el su je to , p o r e n d e
lib e rta d real cuya acción es p re cisam e nte el tr a b a jo —
[de to d o esto] A. S m ith no a b rig a la m e n o r sospecha.
T ie n e razó n , sin d u d a , en c u a n to a q u e las fo rm as
históricas del tr a b a jo — c o m o tr a b a jo esclavo, servil,
a s a la ria d o — éste se pre se n ta s ie m p re c o m o algo re­
p u lsiv o , sie m p re c o m o trabajo fo r z a d o , im p u esto
d esd e el e x te r io r , fre n te a lo cual el no- trabajo a p a re ­
ce c o m o “ lib e r t a d ” y “d ic h a ” (t. 2, p. 119).

144
S U R G IM IE N T O D EL IN D IV ID U O SOCIAL 145

Marx prosigue describiendo la alternativa de este


trabajo externo forzado, en el cual:

p a ra q u e el tr a b a jo sea tr a b a jo a tra c tiv o , auto rre ali-


z a c ió n d e l in d iv id u o , lo q u e en m o d o a lg u n o s ig n ifi­
ca q u e sea m e r a ^ d iv e r s ió n , m e ro e n tr e te n im ie n to ,
c o m o c o n c e b ía F o u r ie r con c a n d o r de c o stu re rita .
P re c is a m e n te , los tra b a jo s r e a lm e n te lib re s , c o m o
p o r e je m p lo la c o m p o s ic ió n m u s ic a l, son al m is m o
tie m p o c o n d e n a d a m e n te serios, exigen el m ás in t e n ­
so de los esfuerzos. E l tr a b a jo de la p r o d u c c ió n m a te ­
r ia l sólo p u e d e a d q u ir ir ese carácte r 1) si está
su p u e s to su c a rác te r social, 2) si es de ín d o le c ie n tíf i­
ca, a la vez q u e tr a b a jo g e n e ra l, n o e sfuerzo d el h o m ­
bre en cuanto fuerza n atural adiestrada de d eterm inad a
m a n e ra , sin o c o m o s uje to q u e se pre se n ta en el p r o ­
ceso de p r o d u c c ió n , n o b a jo u n a fo rm a m e ra m e n te
n a tu r a l, e s p o n tá n e a , sin o c o m o a c tiv id a d q u e reg ula
to d as las fue rzas de la n a tu r a le z a (t. 2, p p . 119-120).

Podemos separar tres temas de esta cita, que serán


tratados en este capítulo. Prim ero, la de finición
de libertad: Marx contrasta su concepto de liber­
tad con el concepto más tradicional propuesto por
Adam Sm ith. E n contraste con S m ith , Marx no ve
la libertad como el hecho de no tener que traba­
jar, sino más bien como la actividad del trabajo
m ism o, concebido como una actividad de auto-
realización. El concepto de Marx de libertad se
contrapone no sólo al de S m ith, sino a varias otras
alternativas históricas. La prim era tarea de este
capítulo será analizar varios conceptos alternati­
vos de libertad, a fin de aislar aquéllo que es dis­
tin tiv o del concepto de Marx, Está claro en el
p rin c ipio que para Marx la libertad está íntegra­
m ente ligada a la objetivación, o sea, a la actividad
creativa y productiva de los individuos; y así se
verá que muchos de los temas de m i segundo y
146 S U R G IM IE N T O D EL IN D IV ID U O SOCIAL

tercer capítulos respecto a la ontología del traba­


jo, tendrán aquí relevancia.
El segundo tema que surge en la cita, pero en
forma meramente sugerida, es la relación entre el
trabajo como una actividad creadora de valor y la
libertad misma como un valor, y, así, más general­
mente, la relación entre valor y libertad en la obra
de Marx. El sugiere que la libertad emerge cuando
los in d ivid uos transform an urgencias naturales
externas en objetivos que ellos mismos postulan, y
que “la superación de los obstáculos es ella misma
una actividad liberadora”. Marx considera esta ac­
tividad liberadora como un trabajo de objetiva­
ción. Pero, como vimos en el capítulo II, la natura­
leza misma de esta actividad del trabajo es la
creación de un valor. Si la libertad consiste en un
actividad creadora de valor, ¿es presupuesta la li­
bertad como la naturaleza a p rio ri de esta activi­
dad misma, o es más bien una propiedad emergente
que llega a ser y se desarrolla como el producto de
esta actividad? Además, en vista de que Marx no
tiene una base trascendental para sus valores, ¿cuál
es la base de los valores de Marx, y correlativam en­
te, cómo surgen sus normas de la libertad?
El tercer tema que se desarrolla en la cita es el
del desarrollo de la libertad. O sea, Marx sugiere
que la libertad se desarrolla a través de un proceso
histórico, y aparece en form a diferente en diferen­
tes etapas sociales. Además, sugiere que la libertad
plenam ene realizada requiere de ciertas condicio­
nes, entre ellas el d o m in io de -la naturaleza y el
surgimiento de relaciones sociales universales. De
acuerdo con esto, la tercera tarea de este capítulo
será trazar el desarrollo de la libertad a través de
las etapas del desarrollo social presentadas en los
Grundrisse. Se podrá ver que esto adquiere la forma
S U R G IM IE N T O DEL IN D I V ID U O SOCIAL 147

de una dialéctica, como se ha sugerido ya en el


prim er capítulo.
Así, este capítulo está div idid o en tres partes:
prim era, un análisis del concepto de Marx de la
libertad en el contexto de conceptos alternativos;
segundo , una discusión de la base del valor y de la
relación entre valor y libertad; y tercero, una
caracterización de la dialéctica de la libertad en las
tres etapas de desarrollo social que Marx trata en
los Grundrisse.

Los CON C E PT O S DK L I B E R T A D N E G A T IV A V PO SITIV A

Podemos comenzar por ubicar el concepto de li­


bertad en Marx con respecto a diversos conceptos
clásicos alternativos, que yo presentaré aquí, sólo
esquem áticam ente. Su o p in ió n contrasta con la de
A dam S m ith de la libertad como “tra n q u ilid a d ” o
como ausencia de trabajos pesados. O sea, Sm ith
define a la libertad negativamente, en térm inos
de lo que no es. El trabajo, para S m ith, tiene la
connotación de ser desagradable, de que requiere
esfuerzo, y, en consecuencia, de que tiene que evi­
tarse. La libertad, por lo tanto, consiste en la
ausencia de esfuerzo y en evitar lo desagradable
del trabajo. E n consecuencia, la libertad es d e fin i­
da como el no trabajar, y el trabajo como una
coacción externa, o sea, como una coacción im ­
puesta desde afuera para poder hacer frente a las
necesidades naturales.
Un segundo concepto que contrasta con el de
Marx es la perspectiva hobbesiana de la libertad,
que está relacionada con la de Sm ith. Para Hob-
bes “la libertad, o independencia, significa pro­
piam ente la ausencia de oposición; por oposición,
yo quiero decir im pedim entos externos al m ovi­
148 S U R G IM IE N T O DEL I N D IV ID U O SOCIAL

m iento”. E n el caso de los sujetos hum anos, la


libertad “consiste en esto, en que uno no encuen­
tra un obstáculo para hacer lo que tiene la volun­
tad, deseo o inclinación de hacer”.1
Así, para Hobbes, la libertad es definida nueva­
mente en forma negativa, como la ausencia de im ­
pedimentos externos. No consiste en tener voluntad,
deseo o inclinación, sino más bien en que no se le
im pida a uno hacer lo que desea.
Tanto en Hobbes como en Sm ith lo que define
la libertad es una característica negativa, o sea, la
ausencia de com pulsión externa. Es “estar libre
de”, en vez de “ser libre para \E n Sm ith, sin em ­
bargo, la característica distintiva de la com pulsión
es que surge de los requerim ientos para satisfacer
las propias necesidades naturales del trabajo. Para
Hobbes, los im pedim entos externos que bloquean
la voluntad o el deseo de uno, son interpretados
más am pliam ente, incluyendo no sólo las com pul­
siones naturales sino tam bién la im posición desde
el exterior de la voluntad de otro, por lo tanto, los
im pedim entos incluyen el do m inio de un sujeto
por otro. Puesto que esta libertad es definida ne­
gativamente, sim plem ente como la ausencia de im ­
pedimentos, no tiene contenido en sí misma; su
contenido le es dado por la voluntad o deseo espe­
cífico que es capaz de satisfacerse a sí mismo como
un resultado. Este deseo o voluntad es siempre
privado, o sea pertenece a un individuo. Por lo
tanto, si acaso esta libertad puede ser calififcada
positivamente, sólo es posible como la libertad de
hacer lo que se desea.
El concepto de Marx de la libertad tam bién con­
tiene un aspecto negativo; como los otros dos, tam ­

1 Hobbes, Leviatán , capítulo xxi. FCE,1981.


S U R G IM IE N T O D EL I N D I V ID U O SOCIAL 149

bién puede calificarse como “estar libre de”. Pero


mientras que para Sm ith y Hobbes la libertad con­
siste en la ausencia de com pulsión externa, para
Marx la libertad es la superación de la com pulsión
externa. Por ello escribe:
La s u p e ra c ió n de o b s tác u lo s es de p o r sí ejercicio de la
lib e rta d (t. 2, p. 119).

E n este sentido de libertad como liberación, la


libertad es una actividad y no sólo un estado o
condición. Como para Hobbes, para Marx tam bién
la com pulsión externa puede tom ar la forma de
necesidad natural externa o de necesidad social
externa, o sea, de dom inio. Sin embargo, Marx
considera la libertad como algo logrado por m edio
de la actividad de liberarse a sí m ismo de estas
compulsiones.
Para Marx, esta actividad de superar una necesi­
dad externa presupone que el agente transforma
la necesidad externa de acuerdo con sus propósi­
tos. En los capítulos II y m, hablé de esta actividad
como una objetivación. Esto da lugar a un segun­
do aspecto del concepto de Marx de la libertad, en
el cual la libertad adquiere el carácter de autode­
term inación, en contraste con otra determ inación.
A este respecto el concepto de Marx puede consi­
derarse en relación con el de K ant y Hegel.
E n pocas palabras, para K ant la libertad no es
m eram ente negativa, sino más bien es una activi­
dad positiva de la voluntad. E n este sentido, tanto
para K ant como para Marx, la libertad es una acti­
vidad y no m eramente un estado del ser. De acuer­
do con K ant, esta actividad de la voluntad es libre
en la m edida en que la voluntad hace sus propias
leyes o es autónom a ( o sea, que tiene autodeter­
m inación), en contraste con la voluntad heteróno-
150 S U R G IM IE N T O DEL I N D I V ID U O SOCIAL

ma o sometida a un poder ajeno. Como autónom a,


no actúa meramente de acuerdo con su propia re­
gla o ley, sino más bién actúa por respeto a su
propia ley, o sea, por el reconocim iento consciente
de que esta ley es la suya propia, y que, como una
ley de la razón, es universal. Así, la perspectiva de
Kant de la libertad introduce la condición de auto­
determ inación autoconsciente como la caracterís­
tica de la actividad libre. Pero esta es la autodeter­
m inación de un ser cuya naturaleza es racional. En
la m edida en que la autolegislación proviene de la
razón misma, la libertad es la actividad de un ser
racional que está de acuerdo con su naturaleza.
Hegel desarrolla la o p in ió n de K ant de la liber­
tad como autodeterm inación, donde esta autode­
terminación se vuelve totalmente libre, sólo cuando
el agente está consciente de sí m ism o o de sí mis­
ma como un ser autodeterm inante. Cada sujeto es
para Hegel im plícitam ente autodeterm inante (lo
que quiere decir, en sí mismo) pero esta autode­
term inación se vuelve explícita sólo cuando el su­
jeto se da cuenta de que lo que parece externo o
ajeno es en realidad él mismo en su otro yo. C uan­
do se da cuenta de esto se vuelve libre en sí mismo
y para sí mismo. La libertad es por lo tanto el
resultado de un proceso de desarrollo de la auto-
conciencia. Para Hegel, sin embargo, este resulta­
do ya está im plícitam ente contenido en el proceso
desde el principio. Puesto que este desarrollo de
la autoconciencia es un “desdoblam iento” de su
propia naturaleza como E spíritu o Idea, la activi­
dad de sujetos individuales en la historia es enten­
dida por Hegel como formas particulares en que
la Idea llega a realizarse. E l proceso de esta dialéc­
tica de la libertad es aquél en que la Idea se mate­
rializa por m edio de las actividades de los sujetos.
S U R G IM IE N T O D EL IN D I V ID U O SOCIAL 151

Ya in d iq u é que, en su segundo aspecto, el con­


cepto de Marx de la libertad era el de la autodeter­
m inación. A este respecto, sigue los pasos de Kant.
Además, como K ant, Marx concibe la libertad co­
mo una actividad, y, más aun, como una actividad
que incluye la autoconciencia. Pero el concepto de
Marx difiere del de K ant por lo menos en dos
aspectos importantes: prim ero, mientras que para
K ant la autodeterm inación es una actividad en
concordancia con la propia naturaleza (qua racio­
nal), para Marx la libertad es una actividad de
creación de la propia naturaleza. Segundo, para
K ant (por lo menos como se le interpreta general­
mente), la autodeterm inación o autonom ía es in ­
dependiente de condiciones empíricas, pues si las
considerara la voluntad ella sería heterónoma. Por
el contrario, para Marx, la libertad surge por me­
dio de la interacción con estas condiciones em p íri­
cas, o sea, por un proceso transform ador en que
un sujeto, que es originalm ente heterónom o, se
vuelve autónom o al lograr dom in ar la naturaleza,
y al lograr libertad sobre la dom inación social. A
este ú ltim o respecto se puede interpretar a Marx
como un continuador de Hegel.
Pero Hegel considera que la calidad externa del
m und o em pírico, o naturaleza, es la otra cara del
espíritu, sin realidad propia independiente.
Por el contrario, para Marx como vimos en el
segundo capítulo, lo otro o naturaleza es (al menos
inicialm ente) realmente ajeno, o independiente,
de los sujetos que luego lo transform an en su pro­
pio objeto. Además, m ientras que para Hegel la
libertad es sólo derivativam ente predicable de un
ind ivid uo, o sea, sólo en la m edida en que el in d i­
viduo expresa el desarrollo de la Idea de libertad,
para Marx la libertad es correcta y directamente
152 S U R G IM IE N T O D EL IN D I V ID U O SOCIAL

predicable sólo de un indi\ iduo. O sea, aunque un


individuo no puede volverse libre aislado de los
demás, de todas maneras sólo los individuos pue­
den ser libres. Este énfasis puede atribuirse a lo
que yo clasifiqué en los capítulos anteriores como
la insistencia aristotélica de Marx en la prim acía
ontológica de los individuos reales. Así, por ejem ­
plo, aunque podemos decir que un Estado o una
forma de sociedad es libre, lo es sólo en la m edida
en que los individuos que la com ponen son libres.
Para Marx como para Hegel, tener un fin apare­
ce como una característica de la actividad libre.
Esto, como hemos visto, está relacionado con la
noción de autodeterm inación en que el agente o la
agente persigue sus propias metas. E n la obra de
Marx, como en la de Hegel, esta actividad orienta­
da a una meta es la objetivación de los sujetos que
hacen a la naturaleza útil o buena, transform ándo­
la de acuerdo con sus propósitos conscientes. Se­
gún Hegel, esta es una actividad de auto-realización
del sujeto. Sin embargo, puesto que para Hegel los
sujetos individuales son sólo m om entos en el pro­
ceso total, esta realización se efectúa sólo en un
aspecto del todo, o sea, de la totalidad del proceso
o E spíritu mismo.
Para Marx, tam bién, la libertad es un proceso
de auto-realización y en este respecto Marx puede
ser com parado tanto con Hegel como con Aristóte­
les. Sin embargo, él va más allá que ambos, al re­
chazar la idea de una naturaleza o esencia predeter­
m inada o fija, que llega a ser realizada. En lugar
de esto, para Marx la libertad es el proceso de
crear esta naturaleza misma. En este sentido, la
libertad es positiva, o sea “ser libre para”. Es un
proceso de auto-realización, es decir, una libertad
para realizarse a sí m ism o, en que un ind ivid uo se
S U R G IM IE N T O D E L IN D I V ID U O SOCIAL 153

crea a sí mismo o a sí misma proyectando p osibili­


dades que llegan a ser las guías para sus acciones,
donde la realización de estas posibilidades lleva a
la proyección de nuevas posibilidades a fin de po­
der ser realizadas. Así , propiam ente hablando, la
libertad para Marx no es la realización de una
potencialidad, como para Hegel y Aristóteles, d o n ­
de la potencialidad presupone la realidad (de la
cual es potencialidad), sino la realización de una
posibilidad, donde la realidad no es presupuesta y
donde la posibilidad es enteram ente nueva. Así,
como hemos visto, Marx habla de estas p osibilida­
des como

o b je tiv o s q u e no es sino el in d iv id u o m is m o el q u e
po n e , o sea, com o a uto - re a liza c ió n , o b je tiv a c ió n del
suje to , p o r e n d e , lib e rta d real, cuya acción es precisa­
m e n te el tr a b a jo (t, 2, p. 119).

Esta autotrascendencia no es un proceso mera­


mente de conciencia ni del in d iv id u o dentro de sí
m ismo únicam ente, sino de autotranscendencia
por m edio de la transform ación del m undo. Ade­
más, puesto que esta transform ación se efectúa só­
lo por medio de indiv iduos en relaciones sociales y
ésta es una actividad social, las condiciones para
esta autotrascendencia in d iv id ual son ellas mismas
condiciones sociales. Así, para Marx, la libertad en
tanto que proceso de auto-realización, es el origen
de nuevas posibilidades, en las cuales, por m edio
de su actuación el in divid uo social se crea a sí mis­
mo o a sí misma y vuelve a crearse constantemente
como un ser autotrascendente. Marx habla de este
proceso como:

la e la b o ra c ió n a b s o lu ta de sus d is p o s ic io n e s c re a d o ­
ras sin o tro p re su p u e s to q u e el d e s a rro llo h is tó ric o
154 S U R G IM IE N T O D EL IN D I V ID U O SOCIAL

p re vio , q u e c o n v ie rte en o b je tiv o a esta p le n it u d to ­


tal d el d e s a rro llo , es d e c ir al d e s a rro llo de todas las
fuerzas h u m a n a s en c u a n to tales, no m e d id a s con u n
p a tr ó n p reesta b lecid o ... [y en el que] no busca p e r­
m an e cer co m o algo d e v e n id o sin o q u e está en el m o ­
v im ie n to a b s o lu to del d e v e n ir (t. 1, p p . 447-448).

Hemos visto que para Marx la libertad tiene as­


pectos tanto positivos como negativos. Es, por un
lado, “ser libre de” en el sentido de un proceso de
superar obstáculos o im pedim entos, y específica­
mente, un proceso de liberarse uno mismo de las
compulsiones externas del d o m in io social y de la
necesidad natural, por la actividad de uno mismo.
La libertad es, por otro lado, “ser libre para” rea­
lizarse proyectando posibilidades y llevándolas a
cabo. Estos dos aspectos de la libertad están u n i­
dos, de acuerdo con Marx, en la actividad de la
objetivación, en que un in d ivid uo como ind ividuo
social se realiza a sí m ismo o a sí misma a través de
la superación de los obstáculos. Así, la libertad
real, o la libertad concreta, como él tam bién la
llama, consiste en la unidad de estos dos aspectos.
Para expresarlo más sencillamente, la libertad,
para Marx, consiste no sólo en una elección libre
entre las opciones disponibles para uno, sino en la
creación de nuevas opciones para uno mismo (y
para otros). De tal modo que esta perspectiva de la
libertad concreta difiere de dos perspectivas alter­
nativas: prim ero, de aquélla que ve la libertad
como una propiedad del deseo o voluntad del su­
jeto, o sea, que la libertad es intrínseca a la n atu ­
raleza de la voluntad o bien se encuentra en la
conform idad interna de la voluntad con la propia
naturaleza; y segundo, de la que sostiene que la
libertad consiste sim plem ente en la ausencia de
restricciones externas a lo que constituye nuestra
S U R G IM IE N T O D EL I N D I V ID U O SOCIAL 155

voluntad o deseo. De acuerdo con Marx (y con


Hegel), cada una de estas opiniones abstrae un
aspecto de la unidad de la libertad real, y, por lo
tanto, puede ser calificada como libertad mera­
mente form al o abstracta. En contraste con estas
opiniones, la libertad concreta consiste en la rela­
ción activa entre la voluntad o deseos del sujeto y
las condiciones externa para su realización.

L A L I B E R T A D C O M O P R E S U P O S IC IÓ N

Y P R O D U C T O DE LA A C T IV I D A D

Esta form ulación de la o p in ió n de Marx sobre la


libertad presenta una cantidad de problem as con­
ceptuales. Prim ero, si la libertad surge por m edio
de la actividad de crear la propia naturaleza de
uno en la superación de los obstáculos, entonces es
un producto de este proceso o algo emergente. Por
otro lado, la naturaleza de esta actividad creativa
consiste en que es una actividad libre; o sea, presu­
pone la capacidad para crear nuevas posibilidades
y la h abilid ad para realizarlas. Pero si este es el
caso, parecería como si la libertad ya estuviera
presupuesta a p r io r i, como la naturaleza misma de
esta activada autocreativa. Así, parecería que la
libertad que es producida o creada, ya está presu­
puesta en el acto m ism o de crearla o que es a
p rio ri y, al mismo tiem po, emergente. Pero esto es
paradójico en el peor de los casos, y, en el mejor,
viene a ser un círculo.
Un segundo problem a conceptual surge de la
afirm ación de Marx de que no hay una naturaleza
o esencia dada de antem ano, sino más bien que los
seres hum anos crean librem ente su naturaleza, y
puesto que esta actividad es de constante autotras-
156 S U R G IM IE N T O DEL I N D IV ID U O SOCIAL

cendencia, su naturaleza está cam biando constan­


te. Pero, a pesar de sí misma, esta afirm ación
parece a trib u ir una naturaleza fija o predeterm i­
nada a estos individuos, o sea, la de la libertad.
Esto es, su natuialeza consiste en crear su n atura­
leza. Pero esta afirm ación aparentem ente se refu­
ta a sí misma.
El tercer problem a conceptual se refiere al va­
lor de la libertad, o de si la libertad en sí misma es
un valor. Porque, por un lado, Marx afirm a que la
libertad es la actividad de objetivación, y que la
objetivación es la actividad de crear valores. Así,
la libertad es una actividad creadora de valores.
Pero, por otro lado, nosotros generalmente consi­
deramos a la libertad como un valor en sí mismo.
Por lo tanto, ésta, tam bién, tendría que ser crea­
da. De m odo que la libertad, como una actividad
creadora de valor, se crea a sí misma como un
valor. Y esto podría parecer un círculo o requerir
cuestionam iento. Veamos si alguna de estasa para­
dojas o circularidades puede resolverse. A conti­
nuación, mi enfoque principal estará en la primera
de éstas.
Un enfoque para resolver el prim er problem a es
distinguir entre dos diferentes sentidos de liber­
tad, poniedo en un lado lo que se presupone y en
el otro lo que es producido, o sea, entre la libertad
como una capacidad para realizarse a sí misma por
medio de la actividad, y la libertad como la auto-
realización lograda por m edio del ejercicio de esta
capacidad. Esta solución tan simple de la aparente
paradoja parece estar basada en una equivocación,
o sea, donde el térm ino libertad es usado en dos
sentidos diferentes. Pero aunque estos dos sentidos
son claram ente distintos, están estrecham ente
relacionados.
S U R G IM IE N T O D EL IN D I V ID U O SOCIAL 157

De este m odo puede verse que Marx presupone


la libertad como una capacidad abstracta o esen­
cial, que caracteriza a todos los seres hum anos en
tanto tales. Esta capacidad es ejercitada en la acti­
vidad del trabajo u objetivación, que es la m odali­
dad de activdad distintiva de los seres humanos.
Además, esta capacidad puede calificarse más es­
pecíficamente como la capacidad para la actividad
con un fin determ inado. Lo que da a esta activi­
dad encam inada a un fin su carácter de actividad
libre es la proyección consciente del agente de un
estado futu ro como una posibilidad, y la actividad
práctica en que el agente toma este propósito co­
mo una guía de acción. En este sentido, el agente
es autodeterm inante. Pero esta autodeterm inación
llega más allá de la mera realización de objetivos y
propósitos particulares postulados por el sujeto.
El proceso de actuar de acuerdo con los propios
propósitos, como un proceso de actividad social y
no m eramente actividad in d ivid ual, genera no só­
lo acciones sino reglas de acción. Así, los in d iv i­
duos sociales son fundamentalmente autolegislantes,
o sea, que son agentes que actúan de acuerdo con
las leyes que ellos mismos han creado.
La libertad en este sentido esencial consiste en­
tonces en una capacidad del agente para fijar sus
propios propósitos y actuar de acuerdo con ellos.
Esta capacidad para la actividad encam inada a un
propósito lleva a transform ar en propósitos lo que
eran m eramente necesidades externas, original­
mente situadas a nivel anim al. Cuando la necesi­
dad se vuelve consciente o articulada, es postulada
como algo cuya satisfacción está en el futuro y en
térm inos de una actividad que pueda satisfacerla.
Esta representación de propósitos para uno mis­
mo en la im aginación marca, para Marx, la d istin­
158 S U R G IM IE N T O D EL IN D I V ID U O SOCIAL

ción entre animales y humanos. Él describe este


proceso en que las necesidades se vuelven propósi­
tos en el pasaje citado al principio, como un proce­
so en el que los objetos exteriores

se les haya d e s p o ja d o de la aparienc ia de necesidad


n a tu r a lm e n te exterio r y se les haya puesto co m o o b je ­
tivos que no es sino el in d iv id u o m is m o el q u e po ne
(t. 2, p. 119).

Además, al volverse objetos de un propósito


consciente, las necesidades naturales llegan a
transformarse y esas nuevas necesidades están así
constituida» en parte por los agentes. Por ello es­
cribe Marx:

El h a m b re es h a m b r e , pero el h a m b re q u e se satis­
face con carne g u is a d a , c o m id a con c u c h illo y te n e ­
d o r, es u n h a m b r e m u y d is tin ta del q u e devo ra carne
c ru d a con a y u d a de m ano s, uñ a s y d ie n te s (t. 1, p. 12).

En este sentido, el agente produce no sim ple­


mente los medios para satisfacer una necesidad
determ inada, sino que propiam ente produce la
necesidad misma en su forma hum ana específica,
donde esta forma hum ana específica es entendida
como social. Así, en el ejem plo de Marx, en la
actividad que tiene como fin satisfacer el ham bre,
los seres hum anos introducen nuevas formas de
preparar y servir la com ida, lo cual transform a el
ham bre original en un ham bre de com ida prepa­
rada en una form a particular. Además, este proce­
so de transform ación de las necesidades originales
da lugar a otras nuevas necesidades sociales. Por
ejem plo, en este caso, da lugar a la necesidad de
técnicas de preparación de la com ida y de los ute n­
silios requeridos para que la com ida se prepare en
esa forma.
S U R G IM IE N T O DEL INDIV IDUO SOCIAL 159

Así, hemos visto que las necesidades no sólo vie­


nen a ser los productos de agentes conscientes,
sino que son ellas mismas transformadas en pro­
pósitos conscientemente conocidos. Dichos p rop ó­
sitos son la creación de los agentes mismos, y ya no
son necesidades en el sentido de “urgencias exter­
nas naturales”. Los agentes pueden entonces ser
descritos como conscientemente autodeterminan-
tes, (o sea, que actuán en térm inos de propósitos
que han fijado para sí mismos) y por lo tanto son
libres en un sentido m ínim o.
Pero, además de esto, las necesidades nuevas o
transformadas o, más bien, los nuevos propósitos,
son transformaciones del agente o de la agente (o
sea, son proyecciones de nuevas posibilidades). Al
adoptar dichos propósitos, nuevamente postula­
dos como posibilidades para su futura realización,
el agente puede tam bién crear nuevas m odalida­
des de acción. Pero en esta form a el agente tras­
ciende pasados propósitos y pasadas m odalidades
de acción. Y , en la m edida en que él o ella, como
agente, se identifica con éstos, él o ella trascien­
den de sí mismos Este proceso es, así, un proceso
de auto-realización por medio del cual puede lo­
grarse libertad concreta. En este proceso, la capa­
cidad inicial vacía o m eram ente abstracta para la
libre actividad con un proposito, se concretiza en
la realización de propósitos y en la creación de
nuevos propósitos. Además, esta capacidad vacía
se transform a ella m isma durante este proceso; se
vuelve diferenciada y elaborada como la capaci­
dad para hacer muchas cosas y para escoger entre
ellas.
De acuerdo con Marx, esta concretización y d ife­
renciación de actividades ocurre por m edio del
proceso de objetivación. Com o se mostró en los
160 S U R G IM IE N T O D EL I N D IV ID U O SOCIAL

capítulos anteriores, en esta objetivación uno hace


objetos a la imagen de sus necesidades, o sea, obje­
tos con una fin alid ad. Como consecuencia, uno
llega a reconocerse a sí mismo como poseedor de
la capacidad para producir estos objetos. Como
una actividad progresiva, la objetivación, así, pro­
liféra objetos, capacidades y propósitos. Para usar
un ejem plo que da el mismo Marx,

El o b je to de arte — de igual m o d o q u e c u a lq u ie r o tro


p ro d u c to — crea u n p ú b lic o sensible al arte, ca p a / de
goce estético. De m o d o q u e la p r o d u c c ió n no s o la m e n ­
te p ro d u c e u n o b je to para el s uje to , sino ta m b ié n un
sujeto para el o b je to (t. I, pp. 12-13).

De modo que, la capacidad vacía o a p rio ri para la


actividad libre, se vuelve concreta o realizada sólo
en este proceso de autodesarrollo.
E n esta reconstrucción de la o p in ió n de Marx, la
libertad se distingue, por un lado, como presupo­
sición, o sea, como una condición a p rio ri para la
actividad creativa misma; y por el otro como pro­
ducto, o sea, surgiendo en formas concretas que se
desarrollan. Así, la aparente paradoja de la liber­
tad como presuposición y como producto, se re­
suelve si uno distingue entre una p osib ilid ad y su
realización, donde la realización no es tom ada
sim plem ente como causada por la p o sibilidad, si­
no como el resultado de una actividad.
Esta conclusión tam b ién nos perm ite poner más
luz en una distinción entre Marx y Hegel m encio­
nada anteriorm ente, y discutida más am pliam ente
en los capítulos anteriores. Para Hegel, la Idea en
su inm ediación o abstracción hueca tiene todas
sus determ inaciones contenidas im p lícitam en te
dentro de ella, y estas se desdoblan dialécticam en­
te con una necesidad interna. Para Marx, en con­
S U R G IM IE N T O D EL IN D I V ID U O SOCIAL 161

traste, la capacidad inm ediata o para la libertad,


como presuposición, no tiene contenido im p lícito
dentro de ella, sino que sólo llega a realizarse por
m edio de la actividad concreta de individuos que
trabajan. Así, esta capacidad no tiene un curso de
desarrollo predeterm inado. El carácter de este
desarrollo, por lo tanto, no responde a una deter­
m inación, sino a su p osibilidad. Así, como se sugi­
rió en el primer capítulo, el curso de este desarrollo
puede ser reconstruido como una dialéctica sólo
en retrospectiva.
E n esta sección yo he distinguido dos sentidos
de libertad: prim ero, como presuposición, y se­
gundo, como producto. Pero m ientras la libertad,
aquí, tiene dos sentidos, no denota dos cosas; y,
así, la am bigüedad no se halla sim plem ente entre
dos diferentes denotaciones de un mism o térm i­
no. Más bien, se trata de dos aspectos de una sola
cosa, o sea, la libertad. Pero la libertad, tom ada
como un todo, es un proceso. En este sentido, lo
que se presupone (o sea, la capacidad) es lo que se
requiere para dar cuenta y razón de lo que emerge
del proceso mismo. Y el producto resultante (o
sea, la actividad diferenciada, concretamente li­
bre), en la misma form a, es lo que define los m o­
mentos reales del proceso mismo. De tal m odo
que no pueden separarse el presupuesto del pro­
ducto como si fueran totalm ente diferentes, pues­
to que son lo que son sólo en relación con el
proceso mismo. La libertad, por lo tanto, no es
una propiedad separable o contingente que puede
añadirse o quitarse de la actividad que constituye
este proceso, puesto que tal proceso forma un to­
do. E n el pensam iento de Marx, entonces, la activi­
dad o trabajo en tanto tal es siempre libre en el
sentido de que es una capacidad de cam bio y de
162 S U R G IM IE N T O DEL IN D IV ID U O SOCIAL

autotransform ación. Pero la libertad, como tal ca­


pacidad, es sólo esencial. La libertad se vuelve con­
creta cuando, por m edio del ejercicio de esta
capacidad en modalidades específicas de actividad,
el indiv iduo realiza sus proyectos. Pero para Marx,
el proceso de lograr libertad concreta requiere
condiciones y no se deriva sólo de la capacidad
esencial. Como veremos, Marx considera el logro
total de la libertad concreta como el resultado de
un proceso de desarrollo histórico.
El segundo problem a conceptual que surge de
la o p in ió n de Marx de la libertad, se refiere a lo
que parece una afirm ación que se refuta a sí mis­
ma: o sea, que puesto que para Marx no hay n atu­
raleza o esencia fija, sino más bien individuos que
constantemente se crean y se cam bian a sí mismos,
entonces su naturaleza es cambiarse a sí mismos
constantemente; y esto, de hecho, parece ser una
naturaleza fija. Una manera de hacer frente a esta
objeción es sim plem ente descartarla como un ar­
gumento sofístico. Sin llegar a eso, sin embargo,
uno puede enfocarlo como una cuestión de niveles
de referencia. Si el cam bio que los individuos ex­
perim entan es diferente de la “naturaleza” que
tienen estos individuos como autocam biantes, lue­
go el térm ino “autocam biante” tiene dos niveles
precisos de referencia: prim ero, el de los in d iv i­
duos que de hecho están cam biando, y segundo, el
de esta capacidad de cambiarse a uno mismo, que
es tom ada como la naturaleza de estos individuos
y que ella misma no cambia.
El argum ento se refutaría a sí mismo si los in d i­
viduos fueran autocam biantes y no autocam bian­
tes con respecto a la m isma cosa. Pero este, clara­
mente, no es el caso. Sin embargo, puede argu­
mentarse que uno puede aun hablar sobre esta
S U R G IM IE N T O D EL I N D I V ID U O SOCIAL 163

naturaleza como fija. Pero contra esto puede argu­


mentarse que la fijación que se discute consiste en
el dato lingüístico de que damos una descripción
fija de este proceso del cam bio de uno mismo, y
que la fijación es una hipótesis introducida por la
disertación y no denota una “naturaleza” de la co­
sa misma.
El tercer problem a conceptual que surge de la
o p in ió n de Marx de la libertad, se refiere a la
afirm ación que hicimos anteriorm ente de que la
libertad es una actividad creadora de valor, y, al
mismo tiem po, que la libertad surge de esta activi­
dad y es ella m isma considerada generalmente co­
mo un valor. Y así parece que obtenemos el extraño
resultado de que la libertad se crea a sí misma a
partir de sí misma. Este problem a se presta al clá­
sico argum ento teleológico, en térm inos del cual
tam bién podemos interpretar aquí la o p in ión de
Marx.
Puesto que según Marx los valores llegan a exis­
tir sólo como el resultado de una actividad cons­
ciente con un propósito, ellos tienen su base sólo
en esta actividad misma, y no trascendentalmente.
Pero, como hemos visto, esta actividad del trabajo
creador es el m edio por el cual el in d ivid uo se
realiza a sí mism o, o sea que se vuelve libre. Por lo
tanto, la creación de valores en la realización de
los propósitos, sirve a la meta de la auto-realiza-
ción. Así, cuando un agente satisface un propósito,
él o ella parece estar satisfaciéndose a sí mismo o
a sí misma por la m ediación de algún objeto exter­
no transform ado para su uso, que es, por lo tanto,
un valor para él o ella, o a través de la interacción
de él o ella con otros individuos. Pero esta realiza­
ción de un propósito es, al mismo tiem po, según
Marx, una actividad de auto-realización. Al llenar
164 S U R G IM IE N T O DEL IN D IV ID U O SOCIAL

propósitos específicos, por ejem plo, educarse, pa­


sar un curso o encontrar a un amigo, uno está
aparentemente actuando para conseguir estos pro­
pósitos mismos, postulados como objetivos exter­
nos. Pero, en la m edida en que la realización de
estos propósitos es auto-realización, o es una acti­
vidad de auto-realización, la finalidad que persi­
guen estos propósitos y el valor final obtenido en
esta actividad es la auto-realización, o sea la liber­
tad. Cuando esta auto-realización se toma cons­
cientemente como el valor en sí mismo de estas
actividades, la libertad resulta evidente como el
fin en sí misma. Así, la libertad no es sólo la activi­
dad que crea el valor, sino que es aquéllo por lo
cual todos estos otros valores se persiguen, y res­
pecto a lo cual ellos se vuelven valiosos. De este
m odo la libertad es a la vez la fuente de valor y el
valor más alto como el fin en sí mismo. Sugeriría
que dicha teoría del valor teleológico, es el m ode­
lo en cuyos térm inos ve Marx el desarrollo históri­
co de la libertad en los Grundrisse. Así, la
circularidad problem ática en que la libertad pare­
ce crearse a sí misma a p artir de sí misma, es a d m i­
tida sobre esta interpretación. La libertad no tiene
como base un valor fuera de sí misma, y todos los
otros valores están basados en ella. Es el valor mis­
mo como el fin en sí mismo. Más aún, puesto que
la libertad es la naturaleza de la actividad hum a­
na, esta actividad tiene su fin en sí misma, o sea,
para realizarse plenam ente siendo libre. El requi­
sito para esta pura autocreación es que los valores
lleguen a ser creados por la transform ación del
m undo externo, y que la libertad se logre sólo en
este proceso de trabajo con la naturaleza, y a tra­
vés de él, en una form a de sociedad determ inada.
S U R G IM IE N T O DEL IN D IV ID U O SOCIAL 165

L a DI A L É C T IC A l)K LA L I B E R T A D EN LAS ETAPAS

DK D E S A R R O L L O SO CIA L

En los Grundrisse Marx ve la libertad desarrollán­


dose históricam ente a través de diferentes etapas
de organización social. El análisis a n te rio r del
concepto de la libertad en Marx fue abstraído de
este contexto concreto en que Marx desarrolla más
am pliam ente sus ideas. Marx califica las tres eta­
pas sociales, precapitalismo, capitalism o y socie­
dad com unal, en térm inos del nivel en que la
libertad se logra en cada una. Puesto en térm inos
del analisis previo, estas etapas están marcadas
por la superación progresiva de la necesidad n a tu ­
ral y de las formas de dom in ación social; y en la
m edida en que la superación de estos obstáculos
es liberadora en sí misma, hay un crecimiento de
la libertad a través de estas etapas. La libertad
total o concreta es lograda sólo en la tercera etapa,
y, así, puede ser considerada como el producto de
un proceso histórico. No obstante la libertad, en el
sentido de actividad de trabajo creativo, está pre­
sente en todas las etapas. Pero la libertad o activi­
dad de trabajo aparece en las dos primeras como
un m edio para Lograr otros fines, especialmente la
riqueza. Sólo en la tercera etapa aparece la liber­
tad como un fin u objetivo de la vida social, o sea,
como un fin en sí misma. Así, estas etapas revelan
un desarrollo de la libertad, partiendo de una li­
bertad hueca o abstracta para trabajar que está al
servicio de otros y bajo com pulsión externa en las
dos primeras etapas, hasta llegar a la libertad con­
creta como libertad para el propio desarrollo de
los individuos en la tercera etapa. Además, como
ya veremos, el significado m ism o de la libertad
cam bia a través de estas etapas. Es tam bién claro
166 S U R G IM IE N T O DEL I N D I V ID U O SOCIAL

que Marx com prende este desarrollo histórico de


la libertad concreta como un proceso social logra­
do por m edio de la objetivación e interacción de
los individuos sociales. Así, al seguir la trayectoria
de la libertad a través de estas tres etapas, se volve­
rá evidente en qué sentido la libertad no es sola­
mente la auto-realización del in dividuo, sino que
es libertad social o la libertad de los individuos
sociales.
En las sociedades precapitalistas, el in d iv id uo
aparece

como dependiente v fo rm a nd o parte de un todo mavor


(t. I, p. 4).

donde este conjunto es la com unidad. Las id e n ti­


dades de los individuos así como el carácter de sus
relaciones entre sí, están determ inadas por el pues­
to que ocupan dentro de la comunidad. Las relaciones
entre estos individuos son relaciones de dependencia
personal o relaciones de do m inio de una persona
sobre otra. Además, los individuos que trabajan
están tam bién ligados a la tierra y a una m odalidad
fija de trabajo.
En estas sociedades de dependencia natural y
social, el in d iv id u o aparece como desposeído de
libertad. Es sólo la com unidad como un todo la
que puede decirse que es libre, dando a la palabra
“libre” el significado de “autosuficiente”. E n estos
térm inos, tanto P latón como Aristóteles escriben
que sólo la com unidad es autosuficiente. En esta
etapa, la com unidad como la totalidad orgánica es
una entidad estable y autosuficiente en contraste
con los individuos (y a expensas de ellos) que son
partes dependientes de esta totalidad. E n cuanto
a que la libertad caracteriza a los individuos en
S U R G IM IE N T O D EL IN D I V ID U O SOCIAL 167

esta etapa, sólo los amos son libres, y su libertad


consiste en que no tienen que trabajar, o sea, que
cuentan con tiem po libre. Sin embargo, incluso en
esta prim era etapa, todos los individuos que tra­
bajan poseen un grado de libertad que consiste en
su actividad de trabajo misma, hasta donde ésta es
una actividad creativa. Así, como señala Hegel en
la dialéctica de amo y esclavo de La fe nom en olo­
gía del espíritu incluso el esclavo es libre en la
actividad de trabajar con la naturaleza para su
amo. Porque en esta actividad, es el esclavo quien
supera los obstáculos naturales y aprende a d o m i­
nar a la naturaleza. E l am o llega a depender del
esclavo o la esclava debido a esta h abilidad.
Según Marx, la segunda gran etapa social (la del
capitalism o) se distingue por la independencia
personal basada en la dependencia objetiva. Él
describe esta situación como sigue:

E n las relacio n es m o n e ta ria s , en el sistem a de c a m ­


b io d e s a rr o lla d o (y esta a p a r ie n c ia es sed uc to ra para
los d e m ó c ra ta s ) los v ín c u lo s de d e p e n d e n c ia pe rso ­
n a l, las d ife re n c ia s de sangre, de e d u c a c ió n , etc., son
de he cho d e s tru id o s , d esgarrados... y los in d iv id u o s
p a recen in d e p e n d ie n te s (esta in d e p e n d e n c ia q u e en
sí m is m a es sólo u n a ilu s ió n q u e p o d r ía designarse
m ás e x a c tam e n te c o m o in d ife r e n c ia ), parece n libres
de e n fre n ta rs e u n o s a otro s y de in te r c a m b ia r en esta
lib e r ta d . P ero p u e d e n aparece r c o m o tales sólo a n te
q u ie n se a b strae , de las co n d icio n es de existencia
b a jo la cuales estos in d iv id u o s e n tr a n en co nta cto
(estas c o n d ic io n e s son a su vez in d e p e n d ie n te s de los
in d iv id u o s , y a u n q u e son p o n d e r a d a s p o r la socie­
d a d , se p re s e n ta n p o r así d e c irlo c o m o con d icion es
d e la n aturaleza , o sea in c o n tro la b le s p o r p a rte de
los in d iv id u o s ). E l carácte r d e te r m in a d o q u e en el
p r im e r caso aparece c o m o u n a lim it a c ió n pe rso n al
del in d iv id u o p o r p a rte de o tro , en el s eg un d o caso
168 S U R G IM IE N T O DEL IN D IV ID U O SOCIAL

se pre se n ta d e s a rro lla d o c o m o u n a lim it a c ió n m a te ­


rial d el in d iv id u o re s u lta n te de relacio nes q u e son
in d e p e n d ie n te s de él y se a p o y a n sobre sí m ism as
(t. I, p. 91).

Así, la libertad, en la sociedad capitalista, es una


libertad de indiferencia. Esta libertad tiene su
forma en el trabajo libre. Este trabajo no pertene­
ce a nadie por derecho, excepto al trabajador, que
lo ofrece en libre cam bio por un jornal. Este tra­
bajo libre se vuelve equivalente, por m edio del
cambio, de aquello por lo que es cam biado, y, así,
parece asum ir la independencia de una cosa. Ya
no funciona en una relación personal, puesto que
se ha convertido en trabajo abstracto, o sea, im ­
personal, cualitativam ente indiferente y m edido
sólo por su cantidad, tiem po. A fin de satisfacer
sus deseos, el trabajador o trabajadora cam bia lo
que posee (o sea su capacidad de trabajo m edida
en tiem po) por otra cosa, es decir, por dinero que
luego será cam biado por los objetos que desea.
Como m edio de cam bio, el dinero compra tiem po,
y todo el sistema de cam bio aparece como algo
externo. Además, los únicos im pedim entos para la
libertad del trabajador parecen externos (que él o
ella no pudieran venderlo donde y cuando lo de­
sea). Dichos im pedim entos externos son, por ejem­
plo, el desempleo o la escasez de empleos. Según
Marx, esta condición externa del cam bio es una
objetivación de individuos que lo crean como algo
externo, pero que no saben que es así.
De ahí que el capitalism o se caracterice por la
independencia personal la cual significa que el
trabajador, a diferencia del esclavo o siervo, pue­
de disponer de sus propias capacidades y, así, pue­
de voluntariam ente enajenar su propiedad. Pero,
S U R G IM IE N T O DEL I N D IV ID U O SOCIAL 169

según Marx, esta independencia personal descansa


en una base de dependencia objetiva. Porque a u n ­
que el trabajador o trabajadora pueda vender li­
bremente su trabajo, él o ella no es libre de venderlo;
o sea, éste debe ser vendido para poder obtener
los medios de su subsistencia. Más aún, el trabaja­
dor depende, para vender su trabajo, de los siste­
mas objetivos de cam bio y de capital. Así, Marx
considera esta libertad como abstracta o un ilate­
ral, puesto que la libertad del sujeto está separada
de las condiciones objetivas para su realización.
Según Marx, al vender su capacidad de trabajo
al capital, la libertad abstracta del trabajador se
convierte en lo contrario, o sea, en el d o m in io del
trabajo por el sistema objetivo del capital. La li­
bertad del mercado se revela sólo como una apa­
riencia que, para Marx, esconde una realidad de
d o m in io en la producción. Porque al enajenar su
capacidad de trabajo, la capacidad del trabajador
ya no está bajo su control sino al servicio de otro.
Por m edio de esta enajenación, el trabajo vivo lle­
ga a ser dom inado por el trabajo objetivado, por
un sistema objetivo de riqueza que no está bajo su
control.
Así, la dialéctica de am o y esclavo, descrita por
Hegel, aparece aquí pero en una m odalidad im ­
personal u objetiva. Así como el esclavo que traba­
ja sobre la naturaleza para su amo, en el prim er
ejem plo no se enriquece directam ente por su tra­
bajo, del m ism o m odo los productos del trabaja­
dor son ajenos a él y enriquecen al capital. Si
embargo, en la dialéctica de Hegel de amo y escla­
vo, la esclavitud resulta ser eventualm ente un pro­
ceso hum anizante que supera las cualidades
m eramente naturales del esclavo. Este proceso de
hum anización (que Hegel ubica al prin cipio de la
170 S U R G IM IE N T O DEL IN D IV ID U O SOCIAL

historia) ocurre por m edio de la objetivación rea­


lizada por el esclavo. En el proceso de servir a su
amo, el esclavo o la esclava transform a la naturale­
za en su propia autoexpresión, y, en consecuencia,
llega a reconocerse a sí m is m o o a s í m ism a en ella.
De m odo sim ilar, para Marx la objetivación de
las capacidades del trabajador en el capital es una
condición para la libertad concreta. Así como para
Hegel el· encuentro con el amo es el principio de
la superación de las necesidades naturales, para
Marx la superación de la necesidad natural por me­
dio de la producción de una abundancia de produc­
tos es lograda por m edio del capital. Lo que Hegel
ubica en los albores de la historia, Marx lo encuen­
tra en la etapa del capitalism o. Com o se describió
en el capítulo II , para Marx, esta superación de la
necesidad natural resulta de una tendencia del ca­
pital a aum entar el plus trabajo y, por lo tanto, la
plusvalía, al reducir el trabajo necesario por me­
dio de un aum ento de la productividad. El m edio
p rim ordial para lograr esto es la introducción de
sistemas de m aquinaria autom ática.
Así, de acuerdo con Marx:

en su a fá n ilim it a d o de e n r iq u e c im ie n to [el c a p ita l


lo gra u n a e ta p a de] d e s a rro llo q u e ha a lc a n za d o u n
p u n to tal q u e la posesión y c o nse rvac ión de la r iq u e ­
za g eneral p o r u n a p a rte exigen ta n sólo u n tie m p o
de tr a b a jo m e n o r para la soc ie d a d e n te ra , y q u e p o r
o tra sociedad la b o rio sa se r e la c io n a c ie n tífic a m e n te
con el proceso de su r e p ro d u c c ió n progresiva, de su
r e p ro d u c c ió n en p le n it u d cada vez m ayor; p o r co nsi­
g u ie n te , ha cesado de e x is tir el tr a b a jo en el cual el
h o m b r e hace lo q u e p u e d e lo g ra r q u e las cosas hagan
en su lu g a r... E n su a s p ir a c ió n incesante p o r la fo rm a
u n iversa l de la r iq u e z a , el c a p ita l, e m p e ro , im p u ls a
al tr a b a jo m ás a llá de los lím ite s de su necesidad
S U R G IM IE N T O D EL IN D I V ID U O SOCIAL 171

n a tu r a l y crea así los e le m e n to s m a te ria le s para el


d e s a rro llo de la rica in d iv id u a lid a d , tan m u ltila te r a l
en su p r o d u c c ió n c o m o en su c o n s u m o , y cuyo tr a b a ­
jo , por e n d e , ta m p o c o se p re se n ta ya c o m o tr a b a jo ,
sino c o m o d e s a rro llo p le n o de la a c tiv id a d m is m a , en
la cual ha d e s a p a re cid o la n ecesidad n a tu r a l en su
fo rm a d ire c ta , p o r q u e u n a necesidad p r o d u c id a his­
tó r ic a m e n te ha s u s titu id o a la n a tu r a l (t. I, p p . 266-
267).

De m odo que la prim era condición para la liber­


tad concreta que el capitalism o ha propiciado, es
la superación de la necesidad natural por m edio
de la abundancia en la producción. Pero la liber­
tad concreta, de acuerdo con Marx, tam bién re­
quiere que sea superada la dom inación social, que
se alcancen relaciones sociales universales, y se
desarrollen las m últiples capacidades humanas. El
capitalism o tam b ién coadyuva a que se produzcan
dichas relaciones sociales universales, pero lo hace
sólo en una form a externa y ajena. De este m odo el
sistema de cam bio establece conexiones sociales
entre los productores del trabajo y más significa­
tivam ente, los sistemas avanzados de m aq uinaria
aum entan la com binación social de productores,
puesto que son el producto de muchos individuos
y requieren coordinación del trabajo. Además, el
capital lleva a la proliferación de los poderes h u ­
manos al in tro d ucir nuevas ramas de producción
y, en consecuencia, nuevas actividades de trabajo.
Según Marx, estos logros del capital son en reali­
dad las objetivaciones de los individuos que traba­
jan. La transición a la tercera form a de sociedad
ocurre cuando estos individuos reconocen el siste­
ma objetivo del capital como su propia creación.
Marx describe esto del siguiente modo:
172 S U R G IM IE N T O DEL IN D IV ID U O SOCIAL

los p ro d u c io s son de p r o p ie d a d suya y (que| la c o n ­


dena de esa sep a ra c ió n respecto a las c o n d ic io n e s de
su realizac ió n ... c o n s titu y e n un a conc iencia in m e n s a ,
p ro d u c to e lla m ism a del m o d e lo de producc ió n q u e
se fu n d a en el c a p ita l (t. I, p. 424).

Además, como hemos visto, la diferenciación de


las capacidades y necesidades hum anas estableci­
da por el capitalism o, es ahora reconocida por los
individuos como su propia diferenciación y su
m u ltip lic id a d de facetas. De m odo s im ila r, su
com binación social, que fue anteriorm ente o b je ti­
vada en la m aquinaria, es reconocida como su pro­
pia relación, interna entre sí.
Marx describe la tercera etapa social como la de
“ in d iv id u alid ad social libre”. Esta libertad presu­
pone como su condición la superación de la necesi­
dad natural y de la necesidad social, o sea, de la
dom inación. Marx describe la libertad en esta eta­
pa como libertad concreta para el autodesarrollo,
o sea, la libertad para desarrollarse a sí mismo.
Liberados de la com pulsión del trabajo necesario,
(que es transferido a la producción autom ática se­
gún la descripción de Marx), los individuos son
ahora libres para realizar cualesquiera proyectos
que elijan. Además, puesto que el trabajo en esta
etapa ya no es adoptado por obligación, aparece
ahora, como dice Marx,

ta m p o c o se pre se n ta y co m o tr a b a jo , sino c o m o desa­


r ro llo p le n o de la a c tiv id a d m is m a (t. I, p. 267),

a la que, además, se dedican siguiendo su propia


inclinación. Es este tipo de actividad lo que Marx
califica de libertad concreta.
Además, esta libertad presupone que el d o m i­
nio de un in d iv id u o por otro ha sido superado, y
S U R G IM IE N T O D EL I N D IV ID U O SOCIAL 173

que cada m iem bro de esta com unidad reconoce a


los demás como libres. Así, ellos reconocen que su
carácter com ún consiste precisamente en esta ca­
pacidad de cada uno para la actividad libre. Para
Marx, como veremos en el próxim o capítulo es
posible la mayor libertad del in d iv id u o en esta
situación de la más grande sociabilidad.
Ahora esbozaré la onotología abstracta de la li­
bertad que puede derivarse del análisis preceden­
te, y la consideraré en relación con la ontología de
la sociedad y del trabajo presentada anteriorm en­
te. Pero sería erróneo interpretar esta ontología
abstracta como el total de la ontología social de
Marx. Porque la ontología social de Marx no sólo
incluye el análisis conceptual, sino tam bién el aná­
lisis concreto del desarrollo social e histórico que
se presenta en los Grundrisse.
E n los capítulos anteriores argum enté que la
ontología de Marx está estrechamente relacionada
con la de Hegel y la de Aristóteles. Como Hegel,
Marx entiende a los individuos como individuos
en relación, y estas relaciones son característica­
mente sociales. Como Aristóteles, concede p rim a­
cía ontológica a los individuos y los ve en térm inos
de su m odalidad de actividad característica: esta
actividad es el trabajo. Pero hemos visto en este
capítulo que Marx llega más lejos que Hegel y
Aristóteles en su concepción de la libertad. La d i­
ferencia más significativa que introduce es la idea
de que estos individuos reales crean su propia na­
turaleza en su actividad de trabajo, y que esta na­
turaleza, por lo tanto, no es dada o predeterminada,
sino emergente y autotrascendente.
Puesto que estos individuos se crean a sí mismos
y puesto que son siempre individuos en relaciones
sociales, estas mismas relaciones sociales cambian.
174 S U R G IM IE N T O DEL IN D IV ID U O SOCIAL

En consecuencia, estos individuos crean su propia


historia o se crean a sí mismos históricamente. En
esta actividad creativa ellos transform an la natura­
leza, dotándola con la tem poralidad de su propia
actividad de trabajo; ellos tam bién le dan valor y
significado hum ano y, en el curso de esta actividad
llegan a ser agentes diferentes que están socializa­
dos unlversalizados y libres.
La libertad, entonces, es antes que todo, la m o­
dalidad característica de actividad de estos in d iv i­
duos. Es su actividad laboral misma. Por m edio de
esta actividad los individuos se diferencian a sí
mismos y se realizan.
Todas las dimensiones que Marx atribuye a esta
actividad de trabajo (que es creativa, autotrascen-
dente, histórica y auto-realizante) la caracterizan
como un proceso. Este proceso es un proceso de
libertad.
Un proceso, a diferencia de una entidad o una
relación, es una actividad que tiene continuidad.
El proceso descrito aquí tam bién está marcado
por el surgimiento, o sea, por la novedad real co­
mo el carácter de esta continuidad misma. Es un
proceso de constante cambio. Pero no es un puro
fluir. Más bien, es la preservación de un estado
pasado transform ándolo en nuevas formas, de
acuerdo con propósitos librem ente escogidos. Es,
por lo tanto, un proceso teleológico. Además, esta
teleología es inherente, puesto que es generada
por m edio de la actividad laboral misma, que es
un proceso.
Esta actividad es una actividad de individuos.
Y , este proceso es creado por individuos y es su
m odo mismo de ser. Sin embargo, puesto que d i­
chos individuos son siempre individuos en relacio­
nes sociales, el carácter de su actividad es e m in en ­
S U R G IM IE N T O DEL IN D IV ID U O SOCI AL 175

temente social; o sea, trabajo realizado en relacio­


nes sociales y por m edio de ellas, y el carácter de
este proceso es que se trata de un proceso social.
Como tal, el proceso es diferenciado por los d ife ­
rentes individuos que lo com ponen y por las dife­
rentes relaciones sociales que lo caracterizan en
diferentes etapas históricas.
Es en la actividad e interacción de los in d iv i­
duos que trabajan (y por m edio de ella) que se
desarrollan en las etapas de desarrollo social las
condiciones para la libertad o independencia con­
creta de estos individuos. E n la tercera etapa, los
individuos libres constituyen la com unidad como
su propia creación. Más aún, como veremos en el
próxim o capítulo, cada in d iv id u o reconoce al otro
como libre, y actúa de tal m odo que se incremente
la libertad del otro.
V. LA ONTOLOGÍA DE LA JUSTICIA:
INTERACCIÓN SOCIAL, ENAJENACIÓN
Y EL IDEAL DE LA RECIPROCIDAD

Marx critica extensamente al capitalism o, en tanto


que sistema económico engendrador de crisis perió­
dicas, y de igual manera en tanto que sistema so­
cial basado en la explotación de la clase traba­
jadora.
Su crítica de la enajenación y la explotación bajo
el capitalism o es claramente norm ativa. Sin em ­
bargo, Marx no articula sistemáticamente los valo­
res que sustentan su crítica. En el capítulo anterior,
traté de mostrar que la teoría de Marx de la reali­
dad social da lugar a una teoría del valor cuya
norm a central es la justicia. E n este capítulo pro­
pondré que tanto la crítica de Marx de la enajena­
ción bajo el capitalismo como sus proyecciones de
una sociedad com unal del futuro, im plican un
concepto de justicia. Además, argum entaré que
para Marx la realización de la libertad requiere
justicia, que debe ser entendida en térm inos de
formas concretas de relaciones sociales. Al a n ali­
zarlas, se verá que estas relaciones sociales justas
estarán caracterizadas por la reciprocidad. Por otro
lado, las diversas relaciones de d o m in io que Marx
ve como típicas de las relaciones de clases, pueden
ser analizadas como formas no recíprocas de rela­
ciones sociales. Uno puede reconstruir la o p in ió n
de Marx como una relación de las formas h istóri­
camente cambiantes de relaciones sociales recípro­
cas y no recíprocas a través de las diferentes etapas
del desarrollo social.
176
EL IDE AL DE LA R E C IP R O C ID A D 177

A unque Marx no ofrece una discusión explícita


del concepto de justicia en los G rundrisse, este
trabajo proporciona la base para reconstruir d i­
cho concepto. Puesto que este concepto puede de­
rivarse de su perspectiva de la naturaleza misma
de las relaciones sociales, no debe entenderse co­
mo una adición que se añade m eramente al resto
de su ontología social. Más bien, m i argum ento
consiste en que surge de su descripción de las rela­
ciones sociales (analizadas en el capítulo i), de su
forma de considerar el trabajo (como se presentó
en los capítulo II y m ) , y de su concepto de la
libertad (discutido en el capítulo iv). De hecho, su
concepto de la justicia, tal y como se ha reconstrui­
do aq uí, reúne los conceptos de propiedad, traba­
jo o m edio, clase social, d om in io, explotación, ena­
jenación y libertad. En este capítulo, por lo tan­
to, daré un análisis de esos conceptos que son
esenciales en la o p in ió n de Marx respecto de la
d o m inación social y la injusticia, o sea, propie­
dad, d om inio, clase social, enajenación y explota­
ción.
Sobre la base de este análisis, trataré entonces de
mostrar cómo estos diversos aspectos de la ontolo­
gía social de Marx están integrados en su concepto
de la justicia.
La o p in ió n de Marx de la justicia puede enton­
ces considerarse fund ada en su análisis de las for­
mas concretas de interacción social. Él hace
objeciones a aquellas ideas de la justicia que la
tratan m eram ente como un p rincipio moral o le­
gal abstracto, y rechaza las opiniones que lo to­
m an como un p rin cipio a p r io r i. Las objeciones de
Marx a estas opiniones han llevado a ciertos co­
mentaristas a concluir equivocadam ente que él ca­
rece por com pleto de una teoría de la justicia, o
178 EL IDE AL DE LA R ECIP RO CID A D

que ve la justicia como relativa a cualesquiera


principios que prevalecen en cualquier form a his­
tórica u organización social dad a.1 Sin embargo,
argum entaría que estos comentaristas están tra­
tando de hacer encajar la o p in ió n de Marx en los
esquemas tradicionales de filosofía moral y legal,
y no ven que Marx reform ula radicalm ente los
términos de la discusión y la cuestión misma, que
trata la teoría de la justicia. De hecho, yo sosten­
dría que la justicia es central desde el p un to de
vista de Marx de una posible sociedad com unal
del futuro, y que la crítica de Marx al capitalism o
es un intento de explicar cóm o éste da lugar a la
injusticia en la forma de enajenación y explota­
ción.
En esta crítica Marx trata los hechos mismos
evaluativamente, y tam bién ve los valores en térm i­
nos de sus formas concretas en la vida social.
La reconstrucción de la teoría de Marx de la
justicia que yo daré en este capítulo está d ividida
en dos partes: la prim era parte, que es la más lar­
ga, será un análisis del concepto de Marx de la
interacción social y de sus formas recíprocas y no
recíprocas; la segunda parte, sacará las im plicacio­
nes de este análisis con la intención de iniciar una
reconstrucción de la teoría de Marx de la justicia y
mostrará su relación con la norm a de la libertad.
Específicamente, en la prim era parte, comenzaré
con una descripción de las relaciones sociales pre-
capitalistas, y daré un análisis del concepto de
Marx de la propiedad y del d o m in io (interpretado

1 Compárese con: R. Tucker, The Marxian Revolutionary


Idea , [“La Idea Marxista revolucionaria”, capítulo 2; A. Wood,
The Marxian Critique o f Justice [“La crítica marxista de la
justicia”];D.P.H. Allen, The Utilitarianism o f Marx and Engels
[“El utilitarism o de Marx y Engels”].
EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D 179

como una relación no recíproca). Luego procederé


a tratar la crítica central de Marx de la enajena­
ción y la explotación en el capitalism o, y analizaré
la naturaleza de estas relaciones como relaciones
sociales no recíprocas. Después, mostraré la cone­
xión de estas relaciones en la descripción de Marx
con las relaciones recíprocas que abarca el merca­
do libre de cam bio. E n esta sección, tam bién, el
concepto de Marx de la clase social se verá en rela­
ción con sus conceptos de propiedad, enajenación
y explotación. Concluiré esta prim era parte con
una discusión del concepto de Marx de las relacio­
nes sociales en una sociedad com unal del futuro.
A q uí, propondré que estas relaciones deben en­
tenderse como lo que yo llam aré relaciones de de­
pendencia m utua, que son la form a más a m p lia ­
m ente desarrollada de relaciones recíprocas. E n la
segunda parte de este capítulo reconstruiré la teo­
ría im p lícita de la justicia de Marx, com enzando
con una relación de la crítica de Marx de los con­
ceptos abstractos de la justicia. Luego procederé a
argum entar que él reform ula la cuestión tradicio­
nal de justicia como una cuestión que concierne a
las formas concretas de relaciones sociales discuti­
das en la prim era parte. Luego consideraré el con­
cepto de Marx de la justicia en su relación con el
valor central de la libertad, y se verá que para él la
justicia en las relaciones sociales es la condición
para la plena realización de la libertad. F in alm e n ­
te, explicaré en detalle el significado de la justicia
en conexión con el ideal de dependencia m utua,
e ntendido éste como el conjunto de relaciones so­
ciales totalm ente recíprocas.
180 EL IDEAL DE LA RE C IP R O C ID A D

R e l a c io n e s s o c ia l e s , e n a je n a c ió n y las formas

DE R E C I P R O C I D A D

El análisis de Marx de las cambiantes formas de


relaciones sociales en diferentes periodos históri­
cos, se refiere centralm ente a las diversas formas
de d o m in io que han prevalecido en cada etapa.
Como hemos visto en los capítulos I y IV, Marx
clasifica las relaciones sociales en tres etapas p rin ­
cipales de desarrollo social: 1) relaciones de de­
pendencia personal en la sociedad precapitalista;
2) relaciones de independencia personal fundadas
en la dependencia objetiva del capitalism o y 3)
relaciones de in d iv id u a lid a d social libre en una
sociedad com unal del futuro. A q uí, deseo exten­
derme más en la interpretación de estas relaciones
en térm inos de las m odalidades institucionales y
personales de d o m in io en cada etapa, y, específica­
mente, con respecto a las formas de propiedad y
las relaciones de clase. E n el curso de esta discu­
sión, tam bién presentaré un análisis de las formas
de relaciones sociales recíprocas y no recíprocas,
que proporcionarán la base para la reconstrucción
en la segunda parte de este capítulo del concepto
de justicia im p lícito en la o p in ió n de Marx.
En los diversos tipos de sociedades precapitalis-
tas que describe Marx, las relaciones de d o m in io
tom an la form a de relaciones personales entre in ­
dividuos. Los individuos subordinados en estas re­
laciones (por ejem plo, esclavos o siervos) están
atados por su servidumbre a un amo o señor p arti­
cular por la fuerza o la coacción, o por el peso de
la tradición que hace aparecer su puesto servil
como parte de la naturaleza de las cosas. El poder
que el amo o señor ejerce sobre estos individuos
puede considerarse como derivado de su control
EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D 181

sobre las condiciones tanto objetivas como subje­


tivas de su actividad. El control sobre las condicio­
nes objetivas consiste en que el amo o señor tiene
poder de vida y m uerte sobre sus esclavos o sier­
vos, así como el derecho de castigarlos físicamen­
te, además de ser amo y dueño de la tierra e ins­
trum entos de producción. El control sobre las
condiciones subjetivas es ejercido no sólo por me­
dio de la amenaza o la fuerza, sino tam b ién por
m edio de todo el sistema de obligaciones, reglas y
creencias de tipo social, político, cultural y religioso.
Más aún, los esclavos o siervos no son considera­
dos como agentes o personas, sino más bien como
partes de lo que Marx llam a las condiciones inor­
gánicas y naturales de producción. De este modo
escribe:

E n la re la c ió n de e sc la v itud y s e rv id u m b re ... u n a
p a rte de la sociedad es tr a ta d a p o r la o tra precisa­
m e n te co m o m e ra c o n d ic ió n inorgánica y natural de
la re p ro d u c c ió n de esta o tra parte . E l esclavo no está
e n n in g u n a re la c ió n con las c o n d ic io n e s o b je tiv a s de
su tra b a jo , sino q u e el trabajo m is m o , ta n to en la
fo rm a d e l esclavo c o m o en la d el siervo, es coJocado
c o m o c on d ición inorgánica de la p r o d u c c ió n d e n tr o
de la serie de los otro s seres n a tu ra le s , j u n t o al g a na ­
d o o co m o accesorio de la tie rra (t. 1, p. 449-450).

En esta form a de relaciones sociales, por lo tanto


el esclavo o siervo es tratado sim plem ente como
un m edio de producción, y todavía no está separa­
do como trabajo o m edio de las condiciones obje­
tivas de producción.
Marx considera que estas relaciones de do m in io
ocurren en el contexto de una form a específica de
propiedad. Califica esta form a como propiedad
com unal, en que propietarios individuales conser­
182 EL ID E A L DE LA RE C IP R O C ID A D

van su propiedad en virtud de ser reconocidos co­


mo m iembros de la com unidad. Por esto él escribe:

C o m o m ie m b r o n a tu r a l de la e n tid a d c o m u n ita r ia
p a r tic ip a de la p r o p ie d a d colectiva y tie n e u n a parte
p a r tic u la r en posesión... Su p r o p ie d a d , es decir la
relación con los presupuestos naturales de su producción
com o pe rte ne c ie n te s a él, c o m o su yos , es m e d id a a tra ­
vés del hecho de ser él, m ie m b ro natural de una e ntid ad
c o m u n ita r ia (t. 1, p. 450).

Sin embargo, no todos los individuos son reconoci­


dos como miembros; así, los esclavos o siervos que
son tratados como “condiciones inorgánicas de
producción” no son considerados como m iem bros
de la com unidad, y no tienen participación en la
propiedad. De hecho, las esclavos o siervos son
ellos mismo considerados como parte de la p ropie­
dad en una form a o en otra. E n estos térm inos
escribe Marx:

E n la re la c ió n esclavista el tr a b a ja d o r pe rte ne ce al
p r o p ie ta r io in d ivid ual , pa rticu la r , es su m á q u in a de
tra b a jo . C o m o to ta lid a d de m a n ife s ta c ió n de e n e r­
gía, co m o c a p a c id a d de tr a b a jo , ese tr a b a ja d o r es u n a
cosa [sache] p e r te n e c ie n te a o tro y p o r e n d e no se
c o m p o rta c o m o s uje to a n te la m a n ife s ta c ió n de su
e n ergía p a r tic u la r o a n te la a c ció n viva d el tra b a jo .
E n la r e la c ió n servil el tr a b a ja d o r aparece co m o u n
e le m e n to de la p r o p ie d a d de la tie rra , es u n acceso­
rio de la tie rra , e n te r a m e n te al ig u a l q u e los a n im a ­
les de tiro . (t. 1, p. 426).

Sin embargo, la esclavitud y la servidumbre no


son las únicas formas de d o m in io en las sociedades
precapitalistas. Según Marx, todos los m iem bros
de la sociedad están atados o privados de la liber­
tad en sus roles, funciones y obligaciones, los cua-
EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D 183

les son fijados por el lugar que ocupan dentro de


la totalidad. Así, Marx escribe que:
es claro desde el p r in c ip io q u e los in d iv id u o s , a u n
( lia n d o sus relaciones aparezcan com o relaciones entre
personas, e n tra n en v in c u la c ió n recíproca s o la m en te
co m o in d iv id u o s con u n carácte r d e te r m in a d o , co m o
señor fe u d a l v vasallo, p r o p ie ta r io te r rito r ia l y siervo
de la gleba o b ie n c o m o m ie m b r o de u n a casta, etc.,
o ta m b ié n co m o p e rte n e c ie n te a u n e s ta m e n to , etc.
(t. I, p. 91).

Por esto la propiedad com unal en sus formas


precapitalistas se caracteriza por relaciones socia­
les de dependencia personal, en que algunos in d i­
viduos son dom inados por otros y en que todos los
individuos en la sociedad están subordinados a la
totalidad social y son definidos por el lugar que
ocupan en ella.
Marx describe esta form a precapitalista de pro­
piedad com unal como aquélla en que la relación
de los individuos con las condiciones de produc­
ción (que, como veremos, es la d efinición general
de Marx de la propiedad) es m edida por la com u­
nidad, de la cual son m iem bros estos individuos.
Por esto, escribe:

P r o p ie d a d sig n ific a e n ton ce s o r ig in a r ia m e n te — y lo


m ism o en su fo rm a asiática, eslava, an tig u a , germánica-
c o m p o r ta m ie n to d el suje to q u e tra b a ja (p r o d u c to r )
(o q u e se re p ro d u c e ) con las c o n d ic io n e s de su c o n d i­
c ió n o r e p ro d u c c ió n co m o con algo suyo. T e n d r á , en
consecuencia, d is tin ta s fo rm a s según las c o n d ic io n e s
de esta p r o d u c c ió n . La p r o d u c c ió n m is m a tieYie co­
m o o b je tiv o la r e p ro d u c c ió n d el p r o d u c to r en y con
estas sus c o n d ic io n e s o b je tiv a s de existencia. Este
c o m p o r ta m ie n to c o m o p r o p ie ta r io s — no en c u a n to
r e s u lta d o sino en c u a n to p re su p u e s to d el tr a b a jo , i.
184 EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D

e. de la p r o d u c c ió n — p re s u p o n e u n a existencia d e ­
te r m in a d a d el in d iv id u o c o m o m ie m b r o de u n a e n t i­
d a d c o m u n ita r ia o tr ib a l (de la cual él m is m o es
hasta cie rto p u n to p r o p ie d a d ) (t. 1, p. 456).

Sobre la base de la discusión de Marx de las socie­


dades precapitalistas, comenzaré a reconstruir al­
gunas características generales de la com prensión
de Marx del d om inio, de las relaciones sociales y
de la propiedad. Prim ero que nada, uno puede
inferir de la descripción de Marx que, para él, el
d o m in io es el ejercicio del poder por un in d iv id u o
(o un grupo de individuos) sobre otro (u otros), o
sea, dirección o control de sus acciones por m edio
del control sobre las condiciones de su. actividad.
Así, para Marx el d o m in io no es una determ ina­
ción causal de las acciones de un in d iv id u o por
otro, incluso en el caso de la coacción o del trabajo
forzado que entraña la esclavitud. Más bien, el
d o m in io es una relación social, o sea, una relación
entre agentes o personas, y no una acción causal
sobre las cosas. Por lo tanto, el d o m in io opera en
forma m ediada, pues entraña la coacción por me­
dio del control por un agente sobre las condicio­
nes o requisitos necesarios de la actividad de otro.
El térm ino actividad, aq uí, debe entenderse como
refiriéndose a la producción o trabajo, así como
más generalmente al ejercicio del m edio, siguien­
do el análisis del capítulo II. Así, como hemos vis­
to, el poder que el amo o señor ejerce sobre el
esclavo o siervo se deriva del control de aquél so­
bre his condiciones objetivas y subjetivas de su
actividad. E n estos casos de esclavitud o servidum ­
bre, el control del am o se extiende incluso a las
condiciones de la existencia misma. Sin embargo,
debe enfatizarse que incluso donde la actividad de
EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D 185

un in d iv id u o está sujeta a tal control y él o ella es


tratado como un mero instrum ento de produc­
ción, el in d iv id u o sigue siendo un agente y de he­
cho no puede ser reducido a una mera cosa. Por
ello escribe Marx (en un pasaje en que compara el
trabajo asalariado del capitalismo con la esclavitud):
E l r e c o n o c im ie n to de q u e los p ro d u c to s son de p r o ­
p ie d a d suya y la c o n d e n a de esa se p a ra c ió n respecto
a las c o n d ic io n e s de su r e a liz a c ió n — se p a ra c ió n a la
q u e tie n e p o r ilíc ita y c o m p u ls iv a — , c o n s titu y e n u n a
c o nc ien c ia in m e n s a , p r o d u c to e lla m is m a d e l m o d o
de p r o d u c c ió n q u e se fu n d a en el c a p ita l. Esa c o n ­
cie n cia d o b la a m u e r to a n u n c ia n d o su p e r d ic ió n , así
c o m o al volverse c o ncien tes los esclavos de q u e no
p u ed e n ser p r o p ied a d d e un t e r c e r o , al volverse c o n ­
cientes c o m o personas, la e sc lav itu d ya sólo sigue
ve g e ta n d o en u n a existencia a r t ific ia l y ya no p u e d e
s u b sis tir co m o base de la p r o d u c c ió n (t. 1, p. 424).

Dichas relaciones de d o m in io pueden analizarse


ulteriorm ente como relaciones no recíprocas. Por
esto quiero decir una relación social en que las
acciones de un agente (o grupo de agentes) con
respecto a otro (o a otros) no son equivalentes a las
acciones del otro con respecto al prim ero. E n la
relación de am o y esclavo, los elementos de no
reciprocidad son evidentes: mientras que el amo
se m antiene en la relación de d o m in io hacia el
esclavo, el esclavo no se m antiene en la relación de
d o m in io hacia el amo, sino que es más bien subor­
din ad o a él. Además, el esclavo no ha entrado en la
relación librem ente, sino más bien bajo com p ul­
sión, mientras que éste no es el caso del amo.
Correlativamente, el esclavo, al ser un esclavo,
reconoce al am o com o un ser in d e p e n d ie n te ,
m ientras que el amo considera al esclavo como
dependiente.
186 EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D

Dichas relaciones sociales no recíprocas pueden,


además, ser analizadas como relaciones internas.
Como vimos en el capítulo I. una relación interna
es aquélla en que cada agente en la relación es
cam biado por la relación misma. Así, en la rela­
ción de amo y esclavo (o de señor y siervo), el amo
es amo sólo en su relación con el esclavo y por
medio de ella, y viceversa. Sin embargo, como en
el análisis anterior, tales relaciones internas de­
ben ser entendidas como establecidas entre in d iv i­
duos que son agentes. Así, aunque tales individuos
cambian a través de sus relaciones m utuas, no han
de ser consideradas como totalm ente constituidos
como individuos por estas relaciones. Además, co­
mo sugiere Marx, aunque los esclavos o siervos
pueden ser considerados como meros instrum en­
tos de producción o cosas y usados como tales, de
hecho no son realmente cosas, sino agentes reduci­
dos a este nivel de funcionam iento por las relacio­
nes sociales existentes. Esta misma com prensión
de las relaciones internas, como establecidas entre
individuos como agentes que no son totalm ente
interconstituidos por sus relaciones, tiene una im ­
plicación ulterior para la com prensión de las for­
mas precapitalistas de sociedad en general. O sea,
mientras que dichas sociedades aparecen cada una
como un todo orgánico en que los individuos no
son más que partes, y están definidos totalm ente
por su lugar dentro del todo, está claro en la discu­
sión de Marx que de hecho esta totalidad misma,
como todas las formas sociales, es un producto
social e histórico de las acciones de los individuos
que la com ponen. Así, la realidad de dicha forma
social consiste en que es una totalidad constituida
y no dada de antem ano, y los individuos que apa­
recen como partes son realmente los agentes de su
EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D 187

constitución. De m odo que al tratar la relación


entre formas de propiedad y de producción, por
ejem plo, Marx escribe:

E n u n c o m ie n z o estos supuestos [las pre co n d ic io n e s


de p ro d u c c ió n ] p u e d e n aparecer com o hechos n a tu ­
rales... [Sin em bargo] si para u n p e río d o aparecen
com o supu esto n a tu r a l de la p r o d u c c ió n , para o tro
p e río d o , en c a m b io , c o n s titu y e n su re s u lta d o h is tó r i­
co (t. I, p. 17).

Otra característica general de la op in ión de Marx


que es im portante para una reconstrucción de su
concepción de la justicia, le concierne al significa­
do de la propiedad. Este significado ya puede dis­
cernirse en su discusión de las formas precapitalis­
tas de sociedad. Marx define la propiedad en su
sentido más general como la relación de un in d iv i­
duo con las condiciones de producción, como per­
tenecientes a él. Estas condiciones son dobles: por
un lado, las condiciones naturales de tierra, mate­
rias prim as y demás, y por el otro, las condiciones
sociales, o sea, otros individuos y la form a existen­
te de relaciones sociales. Por esto Marx escribe:

P rop ied a d n o sig n ific a en ton ce s o r ig in a r ia m e n te si­


no el c o m p o r ta m ie n to d e l h o m b r e con sus c o n d ic io ­
nes n a tu ra le s de p r o d u c c ió n c o m o con c o n d ic io n e s
p e rte ne c ie n te s a é l, suyas, p resu p u esta s j u n t o con su
p rop ia existen cia ; c o m p o r ta m ie n to con ellas co m o
con p resu p u estos naturales de sí m is m o , q u e , p o r así
d e c irlo , sólo c o n s titu y e n la p r o lo n g a c ió n de su c ue r­
po... Las fo rm a s de estas co n d icio n es naturales d e la
p r o d u c ció n son dobles: 1) su existencia c o m o m ie m ­
b ro de u n a e n tid a d c o m u n ita r ia ... 2) el c o m p o r ta ­
m ie n to con el su elo co m o con algo q u e es suyo, p o r
in te r m e d io de la e n tid a d c o m u n ita r ia (t. 1, p. 452).
188 EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D

A unque en este pasaje Marx se refiere específica­


mente a la form a precapitalista de propiedad co­
munal, las características generales de su perspectiva
de la propiedad emergen todas aquí. Estas carac­
terísticas generales son evidentes tam bién, cuando
afirma:

[Nosotros] “ red u cim os esta p ro p ied a d al c o m p o rta ­


m ien to fr e n t e a las con d icion es d e la p r o d u c c ió n ”
(t. 1, p. 453).

O, de nuevo, cuando escribe:

La p r o p ie d a d , en ta n to es sólo el c o m p o r ta m ie n to
c o n c ie n te — y pu e sto p a ra el in d iv id u o p o r la e n t i­
d a d c o m u n ita r ia y p r o c la m a d o y g a ra n tiz a d o c o m o
ley— con las c o n d ic io n e s de p r o d u c c ió n c o m o con
c o n d ic io n e s suyas y en ta n to la existencia d e l p r o d u c ­
to r aparece c o m o u n a existencia d e n tr o de las c o n d i­
ciones obje tiv as a él p e r te n e c ie n te s , sólo se efectiviza
a través de la p r o d u c c ió n m ism a. La a p r o p ia c ió n
efectiva n o o curre p r im e r a m e n te en la re la c ió n p e n ­
sada con estas c o n d ic io n e s , sino en la re la c ió n activa,
real, el p o n e r e fectivo de éstas co m o las c o n d ic io n e s
de su a c tiv id a d s u b je tiv a (t. 1, p. 454).

Es claro que la concepción de Marx de la propie­


dad es radicalm ente diferente de los conceptos
ordinarios sobre ella. Prim ero que nada, para él,
la propiedad no es una cosa sino una relación. O
sea, no se refiere a objetos que le pertenecen, sino
más bien a las relaciones que abarca la ap ro pia­
ción misma. Además, el concepto de Marx es m u ­
cho más am p lio que los conceptos usuales debido
al alcance de lo que él incluye entre las “condicio­
nes de producción”. Así, como se anotó, estas condi­
ciones consisten de la unión de naturaleza y sociedad.
Esto puede entenderse más claramente en térmi-
EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D 189

nos del concepto del trabajo como objetivación,


discutido en los capítulos il y III. A llí se veía que las
condiciones de la actividad del trabajo incluían
condiciones materiales, o sea, materias primas,
tierra, y los productos de la actividad de trabajo
pretérito y las condiciones sociales, o sea, otras
personas así como las formas predom inantes de
organización social. Además, es claro que para
Marx las condiciones de producción tam bién in ­
cluyen lo que él llam a condiciones subjetivas, co­
mo el propio cuerpo del in d iv id u o , su conciencia,
lenguaje, habilidades y demás.
Marx considera que la propiedad está íntegra­
mente relacionada con la producción. E n su discu­
sión de las características generales de producción,
al prin cipio de los G rundrisse, escribe:

T o d a p r o d u c c ió n es u n a a p r o p ia c ió n de la n a tu r a le ­
za p o r p a rte d e l in d iv id u o en el seno y p o r in te r m e ­
d io de u n a fo rm a de sociedad d e te r m in a d a . E n este
s e n tid o , es u n a ta u to lo g ía d e c ir q u e la p r o p ie d a d (la
a p r o p ia c ió n ) es u n a c o n d ic ió n de la p r o d u c c ió n . P e ­
ro es r id íc u lo sa lta r d e a h í a u n a fo rm a d e te r m in a d a
de la p r o p ie d a d , p o r e je m p lo , la p r o p ie d a d p r iv a ­
da... L a h is to ria nos m u e s tra m ás b ie n q u e la fo rm a
p r im ig e n ia es la p r o p ie d a d c o m ú n ... fo rm a q u e , co­
m o p r o p ie d a d c o m u n a l, d e s e m p e ñ a d u r a n te largo
tie m p o u n p a p e l im p o r ta n te ... P ero d e c ir q u e n o se
p u e d e h a b la r de u n a p r o d u c c ió n , n i ta m p o c o de u n a
s ocied ad , en la q u e n o exista n in g u n a fo rm a de p r o ­
p ie d a d , es u n a ta u to lo g ía . U na a p r o p ia c ió n q u e no se
a p r o p ia n a d a es u n a co n tra d ictio in su b jec to (t. 1,
pp . 7-8).

Marx está afirm ando aq uí que toda producción u


objetivación presupone alguna form a de' propie­
dad. Además, sugiere que la actividad de produc­
ción como un proceso de apropiación o de hacer
190 EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D

que algo sea de uno, sirve para reproducir precisa­


mente la forma de propiedad que él presupone.
Decir que toda producción presupone propie­
dad, es decir que ella presupone alguna forma de
control sobre las condiciones que son necesarias
para que ocurra esta producción, o el poder para
disponer de esas condiciones. Más generalmente,
Marx entiende esto como una relación del individuo
con las condiciones que le pertenecen (ihm gehö­
ren). Marx usa aquí la frase “que le pertenecen”
no en el estrecho sentido de propiedad o posesión
privada (aunque esto caracteriza algunas formas
particulares de propiedad), sino más bien en el
sentido genérico de disponer de los medios o con­
diciones necesarias para que ocurra la actividad
productiva. Las formas en que estas condiciones
“ le pertenecen a u n o ” y, específicamente, quien
tiene el control sobre ellas, son definidas social­
mente y varían históricam ente. Por lo tanto, la
actividad de producción por parte de un in d iv i­
duo está siempre m ediada por una cierta form a de
relaciones sociales que proporcionan el contexto
para su relación con la naturaleza, con otros in d i­
viduos y, más generalmente, con las condiciones
de producción. De acuerdo con ésto Marx escribe:

Así c o m o u n in d iv id u o a isla d o no p o d ría te n e r le n ­


guaje, ta m p o c o p o d r ía te n e r p r o p ie d a d d el suelo
(t. I, p. 445).

Por otro lado, como es evidente en los pasajes arriba


citados, son siempre los individuos concretos los
agentes de la producción y los que se relacionan
con las condiciones de producción en las diversas
formas de propiedad. Así, la discusión de Marx de la
propiedad de nuevo deja claro que, para él, los entes
EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D 191

básicos de la realidad social son los individuos en


relaciones o individuos sociales, como ya argumenté
en el capítulo i.
La discusión precedente de la propiedad mues­
tra que ésta es un concepto central del análisis de
Marx, y que se halla en una relación sistemática
con los otros conceptos fundam entales de su onto­
logía social. Hemos visto cómo, en la propiedad, la
actividad productiva está integrada con las rela­
ciones sociales en que tiene lugar esta actividad; y
cómo, por m edio de una form a de propiedad da­
da, un in d iv id u o llega a estar en relaciones d e fin i­
das con el m un d o natural y con otros individuos.
Además, está claro que hay una conexión muy es­
trecha entre la forma de propiedad y la forma de
d o m inio. Se recordará que el d o m in io es el con­
trol por un agente (o un grupo de agentes) sobre
las acciones de otro (o de otros) por m edio del
control sobre las condiciones de los medios de
producción del otro. Pero tal control sobre las
condiciones de la producción es precisamente el
significado de la propiedad. Así, el análisis de
Marx muestra cómo una form a dada de dom inio
debe ser entendida en térm inos de una forma his­
tórica particular de propiedad, y cómo la crítica
del d o m in io , por lo tanto, tam bién requiere la
crítica de la forma específica de propiedad. Ade­
más, el lazo entre el d o m in io y formas particulares
de propiedad sugiere que una sociedad justa, en
que el d o m in io es superado, requiere una forma
apropiada de propiedad, o el control sobre las
condiciones de producción. Esto será discutido en
la segunda parte de este capítulo. En la siguiente
sección veremos que la relación entre la forma de
propiedad y la form a de d o m inio , es centralm ente
im portante tam bién para el análisis y la crítica
192 EL IDE AL DE LA R E C IP R O C ID A D

que hace Marx de la enajenación y la explotación


bajo el capitalismo.
Como se recordará, Marx califica en general las
relaciones sociales del capitalism o como relacio­
nes de “independencia personal fundadas en la
dependencia respecto a las cosas” (p. |75j). En
contraste con las relaciones precapitalistas de de­
pendencia personal, en las que el esclavo o siervo
está atado a un am o particular y a la tierra, las
relaciones sociales capitalistas presuponen el sur­
gim iento del trabajo libre, en que el trabajador o
trabajadora puede disponer de su capacidad para
trabajar, o ser dueño de ella. La condición del
trabajador es, ahora, la de una persona que puede
librem ente contratar* vender o enajenar esta capa­
cidad a cam bio de dinero. Así, escribe Marx:

el p r im e r s u p u e s to [del sistem a b u rg u é s de p r o d u c ­
ción] [es| el de q u e haya sido a b o lid a la re la c ió n de
e sc la v itud o s e rv id u m b re . La c a p a c id a d viva de tr a ­
b a jo es p r o p ie ta r ia de sí m is m a y d is p o n e , a través
del in te r c a m b io , de la m a n ife s ta c ió n de su p r o p ia
energía. A m b a s partes se e n fr e n ta n c o m o personas.
F orm a lm en te es la suya u n a re la c ió n lib r e y de ig u a ­
les.... R e su lta claro q u e ésta n o es su r e la c ió n con la
existencia del c a p ita l en c u a n to c a p ita l, es d e c ir, con
la clase c a p ita lis ta . Q u ie r e d e c ir, s im p le m e n te , q u e
en lo q u e c o n c ie rn e a la p e rso n a real, in d iv id u a l, se
le d e ja u n a m p lio c a m p o p ara su e lec c ión , su a lb e ­
d r ío y, p o r ta n to , p ara su lib e r ta d fo r m a l...E n su
p le n it u d , la c a p a c id a d de tr a b a ja se le pre se n ta al
tr a b a ja d o r lib r e c o m o su p r o p ie d a d , c o m o u n o de
sus m o m e n to s al q u e él co m o s u je to , a b arc a , y q u e
conserva al e x te r io r iz a rlo (t. 1, p p . 425-426).

Sin embargo, de acuerdo con Marx, esta libertad


form al del trabajador in d iv id u al depende de su
participación en el sistema de cam bio y produc­
EL I DE AL DE LA R E C IP R O C ID A D 193

ción. Pero este es un sistema objetivo y externo


que no está bajo el control del ind ividuo, y al cual,
sin embargo, está éste ligado. De modo que el tra­
bajador in d iv id u al que no tiene otra propiedad
que cam biar sino su capacidad de trabajo, no está
libre al participar en este cambio. Esta dependen­
cia surge del hecho de que las condiciones o b je ti­
vas de producción que el trabajador requiere para
su actividad y para su subsistencia, pertenecen al
capital. La dependencia objetiva de los individuos
del sistema de cam bio y producción se extiende
tam bién al capitalista, pero en una forma diferen­
te. El capitalista, que es dueño de las condiciones
o medios de producción, tiene necesidad de p arti­
cipar en la producción e intercam bio a fin de u tili­
zar estas condiciones para que pueda reproducirse
y acumularse el capital. El intercam bio, aquí, p ri­
m ordialm ente abarca el pago de salarios a la fuer­
za de trabajo, y la venta de los productos fabricados.
Marx describe la im personalidad y aparente auto­
nom ía del sistema al cual están subordinados los
individuos bajo el capitalismo, en la siguiente forma:

(estas c o n d ic io n e s [de existencia) son a su ve/ in d e ­


p e n d ie n te s de los in d iv id u o s , y a u n q u e son p o n d e r a ­
das p o r la sociedad se p re se n ta n p o r así d e c irlo c o m o
con d icion es d e la n aturaleza , o sea in c o n tro la b le s
p o r pa rte de los in d iv id u o s ). E l carácte r d e t e r m in a ­
do q u e en el p r im e r caso [caso de las sociedades pre-
capitalistas] aparece c o m o u n a lim it a c ió n perso nal
del in d iv id u o p o r p a rte de o tro , en el s eg un d o caso
[caso de la sociedad capitalista] se pre se n ta d e sa rro ­
lla d o co m o u n a lim it a c ió n m a te r ia l del in d iv id u o
re s u lta n te de relacio nes q u e son in d e p e n d ie n te s de
él y se a p o y a n sobre sí m ism a s (t. 1, p. 91).
194 EL IDE AL DE LA R E C IP R O C ID A D

Más allá de este sentido general de dependencia


objetiva en que los individuos están restringidos
por las operaciones de un sistema externo de cam­
bio y producción, las relaciones sociales bajo el
capitalism o se caracterizan por una dependencia
objetiva en un sentido aún más hondo. Específica­
mente, para Marx, la masa de individuos, o sea, los
trabajadores asalariados, están dom inados por el
capital como un poder objetivo que los vigila y
está en contra de ellos. Podría decirse que el a n á li­
sis y la crítica de la dependencia objetiva, en este
sentido, es la preocupación central de Marx.
Como se verá, la dependencia objetiva que el
capital im pone al trabajo, que es la forma de do­
m in io distintiva del capitalism o, es analizada por
Marx en térm inos de los conceptos de enajenación
y explotación. Como argum enta Marx, esta forma
de dom inación no es aparente en los procesos su­
perficiales de cam bio en el capitalism o, donde los
agentes son libres e iguales y en los cuales ellos
cambian recíprocamente valores equivalentes. Más
bien, esta forma de d o m in io sale a la luz cuando
uno examina los procesos subyacentes de la pro­
ducción capitalista. Marx argum enta que el dere­
cho de propiedad capitalista, que es derecho de
ser dueño de los productos del trabajo propio o a
cambiarlos por sus equivalentes, es transform ado
en lo contrario durante el proceso de producción.
En vez de eso, se transforma en el derecho de apro­
piarse de los productos del trabajo de otro sin
cambio. Dicha apropiación, de parte del capital,
de los productos del trabajo de otro sin recompen­
sarlo, es lo que Marx define como explotación; co­
rrelativamente, la postulación del trabajador de
los productos de su trabajo como pertenecientes a
otro, o sea, como propiedad del capital, es lo que
EL I DE AL DE LA R E C IP R O C ID A D 195

Marx define como enajenación. De hecho, la ex­


plotación y la enajenación son el mismo proceso
visto desde dos lados: el prim ero desde el lado del
capital y el segundo desde el lado del trabajo. Es
en la descripción de Marx de esta transform ación
del derecho de propiedad y en su discusión de las
relaciones sociales involucradas en la enajenación
y en la explotación, donde podemos discernir su
crítica de la injusticia del sistema del capitalism o,
y de donde empezaremos a reconstruir los elem en­
tos de su concepto im plícito de la justicia.
La relación entre la enajenación y la propiedad
es expuesta sistemáticamente en los Grundrisse.
La estrategia del argum ento de Marx es mostrar
cómo la reciprocidad de la esfera del cam bio, en la
que los participantes se tratan entre sí como libres
e iguales, es socavada y da lugar a las relaciones no
recíprocas de enajenación y explotación en la esfe­
ra de la producción, en la cual los individuos no
son libres ni son iguales. Él pone en claro esta
estrategia al introducir la estructura que tom ará
su argum ento, en una gran parte de los G run dris­
se (“El capítulo sobre el capital”). Marx escribe:

C o m o he m o s visto, en la c ir c u la c ió n s im p le co m o tal
(en el va lo r de c a m b io en su m o v im ie n to ) la acción
recíproca de los in d iv id u o s es, desde el p u n to de
vista d el c o n te n id o , sólo u n a m u tu a e in teresad a sa­
tis fa c c ió n de sus necesidades, y desde el p u n to de
vista de la fo rm a de in te r c a m b io , u n p o n e r co m o
iguales (eq uivale n te s). De tal m o d o la p r o p ie d a d ta m ­
b ié n es puesta a q u í ú n ic a m e n te c o m o a p r o p ia c ió n
d el p r o d u c to d el tr a b a jo a través del tra b a jo y del
p r o d u c to d el tr a b a jo a je n o a través del p r o p io tr a b a ­
jo , en c u a n to el p r o d u c to d el tr a b a jo p r o p io es c o m ­
p r a d o m e d ia n te el tr a b a jo a je n o . La p r o p ie d a d del
tr a b a jo es m e d ia d a p o r el e q u iv a le n te del p r o p io tra ­
196 EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D

b ajo . Esta fo rm a de p r o p ie d a d -así c o m o la lib e rta d ·


y la ig u a ld a d está puesta en esta s im p le rela c ió n . E n
el d e s a rro llo u lte r io r del va lo r de c a m b io to d o esto
c a m b ia rá y se m o s trará fin a lm e n te q u e la p r o p ie d a d
p riv a d a d el p r o d u c to del p r o p io tr a b a jo se id e n tific a
con la se p a ra c ió n de tr a b a jo y p r o p ie d a d . De este
m o d o el tr a b a jo será ig ua l a crear p r o p ie d a d a je n a , y
la p r o p ie d a d , a d o m in a r tr a b a jo a je n o (t. 1, p. 174).

Marx, como Hegel, califica el proceso de cam bio


simple como aquel en que los participantes son
iguales, libres y recíprocamente relacionados en­
tre sí. E n este proceso, los individuos se confortan
entre sí exclusivamente en su rol de participantes
en el cam bio; como tales, sus diferencias in d iv i­
duales no tienen nada que ver con el cambio.
Puesto que cada participante del proceso de cam­
bio está situado en la m isma relación respecto del
otro, son iguales en el cambio. Por ello escribe
Marx que

los sujetos están puestos com o in d iv id u o s qu e in te r ­


c a m b ia n , co m o iguales, y sus o b je to s c o m o e q u iv a le n ­
tes ta m b ié n iguales... Los sujetos existen m u tu a m e n te
en el in te r c a m b io sólo m erced a los e q u iva len tes;
existen co m o seres de valor ig ual y se c o n firm a n en
c u a n to tales m e d ia n te el c a m b io de la o b je tiv id a d ,
en d o n d e u n o existe para el o tro (t. I, p. 180).

Como se ve los objetos del cambio son tomados tam­


bién como valores equivalentes; en el acto del cambio
de equivalentes, según Marx, los agentes “se ponen
correlativamente ‘como individuos que intercambian’
a través de una Velación de igualdad* Además, Marx
considera que el proceso del cambio está caracterizado
por la libertad de los agentes. O sea, nin gun o de
los agentes im pone al otro el cam bio, sino más
bien cada uno reconoce al otro como un agente
EL IDE AL DE LA R E C IP R O C ID A D 197

libre, que puede elegir entre disponer o no dispo­


ner de su propiedad. El reconocim iento de la li­
bertad de elección de los agentes en el cam bio,
constituye este am biente de libertad esencial.
Otra característica de la relación de cam bio, se­
gún Marx, es que es recíproca. Así escribe:

E l in d iv id u o A satisface la necesidad d el in d iv id u o B
p o r m e d io de la m e rca n c ía a, sólo en ta n to q u e y
p o r q u e el in d iv id u o B satisface la nece sid ad d e l in d i­
v id u o A m e d ia n te la m e rca n c ía b y viceversa. C ada
u n o sirve al o tro p ara servirse a sí m is m o ; cada cual
se sirve del o tro , y re c íp ro c a m e n te c o m o de u n m e ­
d io . E n la c o n c ie n c ia de a m b o s in d iv id u o s están p re ­
sentes los s ig uien te s p u n to s : 1) q u e cada cual alcanza
su o b je tiv o sólo en la m e d id a en q u e sirva d el o tro
c o m o m e d io ; 2) q u e cada u n o se vuelve u n m e d io
para el o tro (ser para o tro ) sólo en c u a n to fin para sí
m is m o (ser para sí); 3) q u e es u n fa cí necesario la
re c ip ro c id a d según la cual u n o es s im u ltá n e a m e n te
m e d io y f in y sólo alcanza su fin al volverse m e d io , y
sólo se vuelve m e d io en ta n to se u b iq u e co m o fin
para sí m is m o ; cada u n o , pues, se p o n e c o m o ser para
el o tro c u a n d o es ser para sí, y el o tro se p o n e c o m o
ser p a ra a q u é l c u a n d o es ser p ara sí. Esta re c ip ro c i­
d a d es el s u p u e s to , la c o n d ic ió n n a tu r a l d el in t e r ­
c a m b io , pe ro en c u a n to tal es in d ife r e n te a cada u n o
de los sujetos del in te r c a m b io . A cada u n o de esos
sujetos sólo le interesa la re c ip ro c id a d en la m e d id a
en q u e satisface su in terés, q u e excluye al d el o tro y
no tie n e r e la c ió n con él (t. 1, p. 182).

Más generalmente, esta reciprocidad en el cam bio


puede entenderse como una relación social en que
un agente actúa respecto del otro en la misma
manera en que el otro actúa respecto del prim ero.
Lo que es más, cada agente se da cuenta de la
equivalencia de sus acciones. El m odo particular
de reciprocidad descrito aquí puede llamarse reci-
198 KL IDE AL DE LA R E C IP R O C ID A D

procidad coadyuvatoria, en el sentido de que cada


agente entra en esta relación m otivado únicam en­
te por el propio interés.2 Cada uno usa al otro
para sus propios propósitos.
Al analizar este asunto, puede verse que la igual­
dad y libertad de los participantes en el cambio
son aspectos de la reciprocidad de su relación, co­
mo fue descrita por Marx. La igualdad se hace
evidente por el hecho de que cada participante
del cam bio actúa con respecto del otro en la mis­
ma forma. Además de eso, como hemos visto, puesto
que los agentes son indiferentes uno al otro en
todos aspectos excepto en su relación como partici­
pantes del cam bio, podemos llam ar a esto igual­
dad esencial o abstracta, o sea, igualdad abstraída
de todas sus diferencias individuales. E n una for­
ma sim ilar, la reciprocidad en la relación de cam­
bio puede llamarse reciprocidad esencial o abstrac­
ta, en cuanto está basada en la equivalencia abs­
tracta del valor de los productos cambiados. Las
diferencias concretas entre los productos y entre
los participantes del cam bio, no tienen nada que
ver en el cam bio mismo. Además, la libertad esen­
cial de los agentes en el acto del cam bio, está pre­
supuesta en su relación recíproca entre sí. Así,
cada agente participa voluntariam ente en el cam­
bio, queda de acuerdo librem ente sobre la equiva­
lencia del valor de los productos cambiados y escoge
librem ente satisfacer al otro a fin de satisfacer sus
propios propósitos.

2 Un análisis más completo de la reciprocidad coadyutoria y


de otros aspectos de la relación de reciprocidad se proporciona
en la obra de C. C o uld , Beyond Causality in the Social Rela­
tions (“Más allá de la causalidad en las ciencias sociales: la
reciprocidad como un m odelo de relaciones sociales sin
explotación”].
KL ID E AL DE LA RE C IP R O C ID A D 199

Una dim ension adicional del proceso de cam­


bio, para Marx, concierne a los derechos de pro­
piedad de los participantes del cambio. Según esta
perspectiva, estos derechos de propiedad dan ex­
presión legal a las relaciones económicas y sociales
involucradas en el cam bio de equivalentes. Cada
participante tiene el derecho de propiedad sobre
los productos de su trabajo, y tiene el derecho a
vender estos productos librem ente. Esta form a de
propiedad y posibilidad de venta de la propiedad,
constituye el derecho legal de la propiedad priva­
da. Además, puesto que el proceso de cam bio sim­
ple es un cambio de valores equivalentes, la apropia­
ción o adquisición de los productos del trabajo de
otro requiere, en principio, que uno cambie por
él un valor equivalente en los productos del tra­
bajo propio. El derecho a la propiedad privada,
así, incorpora el concepto de reciprocidad en su
form ulación. Específicamente, cada participan­
te en el cam bio se encuentra en relación al otro
como propietario, y es reconocido como tal por el
otro. Además, cada uno tiene el derecho a cam biar
lo que le pertenece por su valor equivalente.
Puede sugerirse aquí en una form a p relim inar
que el derecho a la propiedad privada como una
expresión legal de relaciones económicas, personi­
fica un p rincipio de justicia abstracta. Específica­
mente, im plica el prin cipio de que los iguales de­
ben ser tratados con igualdad. O sea, el derecho de
p rop ie d ad establece que cada particip an te del
cam bio trate al otro como un propietario semejan­
te a él, y por lo tanto, con derecho de propiedad
sobre su producto y derecho a disponer de él li­
bremente. Por lo tanto, cada participante del cam­
bio está obligado, primero, a no tomar la propiedad
del otro por la fuerza, y segundo, a cam biar su
200 EL IDE A L DE LA R E C IP R O C ID A D

propiedad sobre la base de un acuerdo libre res­


pecto al equivalente de su valor.
El proceso de cam bio que acabo de describir,
con sus características de igualdad, libertad y reci­
procidad, es visto por Marx como aplicable tam ­
bién al cam bio entre trabajo y capital. Según el
p unto de vista de Marx, el trabajador libre puede
disponer de su fuerza de trabajo y venderla como
un producto al capitalista a cam bio de un salario.
Marx entiende este proceso como un cam bio de
equivalentes, en el sentido que acabamos de discu­
tir este cambio puede ser considerado justo.
Marx sigue adelante para mostrar, sin embargo,
que las relaciones más hondas entre capital y tra­
bajo, o sea, las que corresponden a la esfera de
producción, se caracterizan, de hecho, por las cua­
lidades opuestas a las que distinguen al proceso de
cambio. Estas relaciones sociales en la producción
son relaciones no recíprocas, sin libertad ni igual­
dad y que, como argum entaré más adelante, pue­
den calificarse tam b ién de injustas. Com o dijo
Marx:

E n el c o n ju n to de la sociedad b urg ue sa a c tu a l, esta


re d u c c ió n a precios y a su c ir c u la c ió n , etc., aparece
com o el proceso s u p e rfic ia l b a jo el c ua l, e m p e ro , o cu­
rren en la p r o d u n d id a d procesos com pletam ente d ife­
rentes, en los cuales aquella igualdad y libertad aparentes
de los in d iv id u o s se desvanecen (t. 1, p. 186).

Este contraste entre los procesos superficiales


de cambio y los procesos más hondos de produc­
ción, discutidos en el capítulo 2, pueden reconsi­
derarse aq uí por las implicaciones que tienen para
un análisis de la injusticia de la enajenación y ex­
plotación. El contraste entre los procesos de cam­
bio y producción es mostrado por Marx a partir de
EL IDE AL DE LA R E C IP R O C ID A D 201

la separación entre trabajo y propiedad, la cual es


una presuposición im portante en la m odalidad de
producción capitalista. Con esto quiere decir Marx
que la propiedad y, por lo tanto, las condiciones
objetivas de producción (“medios de producción”)
son propiedad del capital y están controladas por
él. El trabajo, por otro lado, carece de propiedad
en este sentido y sólo posee su capacidad prod u cti­
va. Este contraste entre trabajo y capital es tam ­
bién descrito por Marx como un contraste entre el
trabajo vivo y el trabajo objetivado. Los productos
de la pasada actividad productiva o del trabajo
objetivado, que constituyen la riqueza, son pro­
piedad del capital. E n contraste, lo que le queda
al trabajador es sólo el trabajo como subjetividad,
o sea, la capacidad para la actividad productiva,
creadora de valor. Marx describe el trabajo que
confronta al capital como sigue:

La d isociación e n tr e la p r o p ied a d y el trabajo se p re ­


senta c o m o ley necesaria de este in te r c a m b io e n tre el
c a p ita l y el tr a b a jo . E l tr a b a jo , p u e s to c o m o n o —
capital en c u a n to ta l, es: 1) T r a b a jo n o -o b je tiv a d o ,
c o n c e b id o n eg ativam en te... el tr a b a jo d is o c ia d o de
to d os los m e d io s de tr a b a jo y o b je to s de tra b a jo , de
to d a su o b je tiv id a d ; el tr a b a jo vivo... este despoja-
m ie n to to ta l, esta d e s n u d e z de to d a o b je tiv id a d , esta
existencia p u r a m e n te s u b je tiv a d e l tr a b a jo . E l tr a b a ­
jo c o m o m iseria absolu ta: la m is e ria , no co m o c a re n ­
cia, sino com o exclusión plena de la riqu eza objetiva...
2) T rabajo n o -o b je tiv a d o , no valor , c o n c eb id o p o s iti­
va m en te o negatividad q u e se relaciona consigo m is­
ma; es la existen cia n o-objetiva d a , es d ecir in ob jetiva ,
o sea su b jetiv a , d el trabajo m ism o. E l tr a b a jo no
co m o o b je to , sin o co no a c tiv id a d ; n o co m o autova-
lo r , sino c o m o la fu e n t e viva del valor (t. 1, p. 235-
236).
202 KL IDKAL DK LA R E C IP R O C ID A D

D ebido a esta separación entre el trabajo y sus


condiciones objetivas, las cuales pertenecen al ca­
pital, el trabajador, a fin de ganar los medios para
su subsistencia, tiene que cam biar la única cosa
que posee con el capital. Tiene que disponer de su
fuerza de trabajo, que le vende al capitalista por
un período determ inado de tiem po a cam bio de
un salario. Según el análisis de Marx, como hemos
visto en el capítulo II, el salario es una suma espe­
cífica de dinero que equivale en general al costo
de reproducción de la m isma fuerza de trabajo. El
capitalista com pra así el derecho a disponer de
esta fuerza de trabajo, o sea, del poder de trabajo,
como un producto, como hace con cualquier otro
producto del mercado. Según Marx, este cam bio
de poder de trabajo por un salario sigue los p rin ci­
pios del cam bio de equivalentes y cae enteram en­
te dentro de la esfera de circulación o cambio.
Sin embargo, este producto particular tiene un
carácter distintivo, o sea, que su uso crea valor. Lo
que adquiere el capital como consecuencia del
cambio, es el uso del trabajo como una actividad
creadora de valor. Así, Marx escribe:

E l c a p ita lis m o recibe en c a m b io el tr a b a jo m is m o , el


tra b a jo c o m o a c tiv id a d cre ad ora de valores; es decir,
recibe en c a m b io la fue rza p r o d u c tiv a qu e m a n tie n e y
re p ro d u c e al c a p ita l (t. 1, p. 215).

Nuevamente dice Marx:

M e d ia n te el in te r c a m b io con el o b re ro , el c a p ita l se
ha a p r o p ia d o del tr a b a jo m is m o ; éste se ha c o n v e rtid o
en un o de sus elem entos y opera ahora, como vitalidad
fru c tífe ra , sobre la o b je tiv id a d del c a p ita l, m e r a m e n ­
te existente y p o r lo ta n to m u e rta (t. 1, p. 238).
KL IDK AL DK LA R E C IP R O C ID A D 203

De este modo al obtener derecho a diponer de la


actividad de trabajo del obrero por un tiem po
determ inado (por ejem plo, un día de trabajo), el
capitalista tam bién obtiene posesión de los valores
creados por esta actividad durante ese tiem po.
Marx analiza así la relación entre trabajo y capi­
tal como abarcando dos procesos separados: p ri­
mero, el del cam bio, y segundo, el uso de la fuer/a
de trabajo por el capital en el proceso de produc­
ción. Marx enfatiza la diferencia entre estos proce­
sos, y argum enta que es crucial reconocer esta
diferencia para entender la naturaleza de la moda
lidad capitalista de producción.

En el in terca m b io e n tr e el capital y el trabajo el


p r im e r acto es un in terca m b io , o p e r te n e c e en tera ­
m en te a la circulación habitual; el segun d o es un
p r o ce so cualitativam en te d ife r e n te y sólo p o r error
se le p u e d e c o n s id e ra r co m o in terca m b io d el tip o
q u e fue re. Se c o n tra p o n e d ir e c ta m e n te al in te r c a m ­
b io ; cate go ría e se n c ia lm e n te d ife r e n te (t. I, p. 216).

Este segundo proceso de producción es el am ­


biente del trabajo enajenado, como lo he descrito
en el capítulo II. En la enajenación, tanto la activi­
dad productiva del trabajador durante un tiem po
determ inado y los productos de esta actividad,
pertenecen a otro y no al trabajador. Así, como
dice Marx,

la fue rza cre ad ora de su tr a b a jo en c u a n to fue rza del


c a p ita l, se establece fre n te a él co m o p o d e r ajeno.
E n a je n a el tr a b a jo c o m o fu e rza p r o d u c tiv a de la r i­
queza; el capital se lo aprop ia en cuanto tal (t. 1, p. 248).

D ebido a que el capitalista obtiene control sobre


esta actividad creadora de valor, es capaz de repro­
204 EL IDKAL DK LA R E C IP R O C ID A D

ducir e incrementar su capital en la siguiente forma:


el capital paga al trabajador un salario que es e qui­
valente en valor a lo que le cuesta trabajador reprodu­
cir su capacidad para trabajar. Sin embargo, el capi­
talista recibe en cambio valor creado por la actividad
del trabajador, que excede del valor representado por
el salario. El capitalista recibe este valor exceden­
te al requerir que el trabajador trabaje más tiem ­
po del necesario para crear el valor equivalente a
su salario; esto, como hemos visto, es lo que Marx
llama plus tiem po de trabajo. Así, la propia capa­
cidad del trabajo para producir más valor del que
toma para reproducirse a sí mismo, es la fuente de
la plusvalía. Esta plusvalía sirve para increm entar
el capital, o sea, aum enta tanto su control sobre
los medios adicionales de producción (o trabajo
objetivado como su propiedad) como su poder pa­
ra gobernar al trab ajo vivo a d ic io n a l o a los
trabajadores.
Sobre la base de este análisis, Marx prosigue
para mostrar que la enajenación no se refiere sim-
plem em ente a la separación entre el trabajo y. sus
productos y a la falta de control del trabajo sobre
su actividad productiva. Marx argum enta que ade­
más de esto, la enajenación sustenta todo el proce­
so de producción capitalista. En un sentido sistémico,
la enajenación se refiere al proceso por el cual el
trabajo produce capital, y tam bién constantem en­
te reproduce su relación con el capital, en cuyo
proceso está dom inad o por el capital. Matx descri­
be así este proceso:

Esta d isocia ción , separación a b s o lu ta respecto de la


p r o p ie d a d , o sea de las c o n d ic io n e s o b je tiv a s de tra ­
b a jo respecto de la c a p a c id a d viva de tra b a jo ... esta
s e p a ra c ió n a b s o lu ta e n tre ¡im p ie d a d y tr a b a jo , e n tre
EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D 205

la c a p a c id a d viva del tr a b a jo y las c o n d ic io n e s de su


re a liz a c ió n , e n tre tra b a jo o b je tiv a d o y tr a b a jo vivo,
e n tre el valor y la a c tiv id a d c read ora de valor... esta
s e p a ra c ió n preséntase a h o ra ta m b ié n c o m o p r o d u c to
del tr a b a jo m is m o , c o m o o b je tiv a c ió n , m a te r ia liz a ­
ció n de sus e le m e n to s pro p io s ... La c a p a c id a d de tra ­
bajo... ha p u esto estas condiciones com o cosas, valores
q u e se le c o n tra p o n e n en u n a p e rs o n ific a c ió n d o m i­
n a n te y ajen a. No sólo no sale del proceso m ás rica,
sino m ás p o b re de lo q u e e n tró . P o r q u e no sólo ha
e sta b le c id o las c o n d ic io n e s del tr a b a jo necesario co­
m o pertenec ientes al c a p ita l, sino q u e la v a lo riza c ió n
in h e re n te a la c a p a c id ad de tr a b a jo co m o p o s ib ili­
da d de cre ación de valores, a h o ra existe ta m b ié n co­
m o p lu s v a lo r, p lu s p ro d u c to , en u n a pa la h a ra : com o
c a p ita l, c o m o d o m in a c ió n sobre la ca pa c id a d viva de
tra b a jo , co m o calor d o ta d o de p o d e r y valor p r o ­
pios y c o n tra p u e s to a e lla en su p o b re za abstracta,
in o b je tiv a , p u r a m e n te s u b je tiv a . L a c a pa c id a d de
tr a b a jo n o sólo ha p r o d u c id o la r iq u e z a aje n a y la
p o b re z a p r o p ia , sin o ta m b ié n la re a liz a c ió n e n tre
esta r iq u e z a q u e se r e la c io n a consigo m is m a y la ca­
p a c id a d de tr a b a jo c o m o la p o b re za , m e d ia n te cuyo
c o n s u m o la riq u e z a extrae de sí m is m a nuevos ím p e ­
tus vitales y se v a lo riza u n a vez más. T o d o e sto.surgió
del in te r c a m b io en el c u a l la c a p a c id a d de tr a b a jo
vivo se in te r c a m b ia b a p o r u n c u a n to de tr a b a jo o b je ­
tiv a d o ; sólo q u e a h o ra ese tr a b a jo o b je tiv a d o ... a p a ­
rece c o m o su p r o p io p r o d u c to , c o m o pu e sto p o r e lla
m is m a : p o r u n la d o , c o m o su p r o p ia o b je tiv a c ió n , y
p o r el o tro c o m o la o b je tiv a c ió n de sí m is m a en c u a n ­
to p o d e r in d e p e n d íe n te de e lla y q u e la d o m in a , q u e
la d o m in a m e rce d a la p r o p ia a c tiv id a d de e lla ” (t. 1,
p p . 413-414).

Desde el p u n to de vista del sujeto que trabaja,


este proceso en que el trabajo produce capital co­
mo el poder que lo dom in a, es el proceso de enaje­
nación. Este m ism o proceso, desde el p u n to de
206 KL IDK-XL DK LA R E C IP R O C ID A D

vista del capital, es el de la explotación. La explo­


tación, para Marx, se refiere a la apropiación por
el capital de trabajo ajeno sin cam bio, o sea, sin
dar nin gún equivalente a cambio. Esa porción del
tiem po de trabajo, de la que se apropian sin cam­
bio en esta forma (trabajo no pagado) es lo que se
describió anteriorm ente como plus tiem po de tra­
bajo. Correlativam ente, el valor creado por el tra­
bajo d u ran te este tiem po es la plusvalía que
aum enta el capital. Es por m edio de este proceso
de explotación y enajenac ión que el capital se re­
produce e incrementa. Más aún, es por m edio de
este proceso que el capital llega a aum entar su
d o m in io sobre el trabajo, puesto que en este pro­
ceso el capital adquiere más y más control sobre
los medios o condiciones de producción. En otras
palabras, la propiedad acum ulada como capital es
el resultado de esta explotación. Sin embargo, esta
acum ulación de propiedad por parte del capital
puede tam bién entenderse como el producto de la
actividad enajenada del trabajo. Marx escribe

el p r o d u c to se le pre se n ta c o m o u n a c o m b in a c ió n de
m a te ria l a je n o , in s tr u m e n to a je n o y tr a b a jo ajeno:
c o m o p r o p ie d a d a je n a (t. 1, p. 424).

Sobre la base del análisis precedente, es ahora


posible reconstruir la idea de Marx de la forma
espec ífica de d o m in io involucrada en la enajena­
ción y en la explotación. Esta forma de dom in io,
como hemos visto, está basada en la separación del
trabajo de sus condiciones objetivas. Estas condi­
ciones objetivas, que se requieren para la activi­
dad del trabajo, están bajo el control del capital
como su propiedad privada. La actividad hum ana
como objetivación, sin embargo, requiere no sólo
los propósitos subjetivos y capacidades del agente,
EL IDEAL DE LA R EC IP RO C ID A D 207

sino tam bién el ejercicio de esta actividad sobre el


m und o objetivo a fin de transform arlo de acuerdo
con sus propósitos. En la form a de propiedad ca­
racterística de la producción capitalista, donde el
capital controla estas condiciones objetivas, el tra­
bajador depende del capital para las condiciones
de su autoobjetivación. La consecuencia de esta
dependencia es que el trabajador tiene que poner
su actividad creativa a disposición del capital. Así,
la objetivación tom a la form a de enajenación.
En el capítulo anterior, se vio que para Marx la
libertad como auto-realización está ligada al pro­
ceso de objetivación. Se vió que la libertad positi­
va requiere no sólo el m edio sino tam bién las
condiciones para el ejercicio de esta actividad
autotransform ativa. El análisis en el presente ca­
p ítu lo ac lara cuán esencial es la forma de propiedad
para el desarrollo de la libertad. El pleno desarro­
llo de la libertad requiere una relación con las
condiciones de producción como pertenecientes a
uno. Pero en la forma de propiedad privada bajo el
capitalism o, estas condiciones objetivas de los pro­
pios medios de producción de uno pertenecen a
otro y están bajo su control.
El sentido en que Marx se refiere al capitalism o
como un sistema de “independencia personal fu n ­
dada en la dependencia objetiva” puede ahora in ­
terpretarse más plenam ente en este contexto. La
independencia personal consiste en el hecho de
que el trabajador es propietario de su fuerza de
trabajo, y la controla. Sin embargo, puesto que el
trabajador o trabajadora carece de cualquier otra
propiedad en la form a de control sobre las condi­
ciones o medios para su acción, él o ella es ob jeti­
vamente dependiente del capital para estas condicio­
nes. El capital, aquí, es entendido por Marx como
208 EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D

una forma de control institucionalizada y sistémi-


ca sobre estas condiciones. O sea, toma la form a de
un sistema económico objetivo y externo en el
cual el poder reside en las condiciones objetivas
de la riqueza. La dependencia del trabajo respecto
del capital debe entenderse, no como una depen­
dencia personal del trabajador de éste o aquél ca­
pitalista, sino más bien con respecto al sistema
objetivo del capital. El trabajador depende de las
fuerzas de producción que pertenecen al capital
(incluyendo tierra, materias primas, e instrum en­
tos de producción) así como de las relaciones de
producción que controla el capital (el sistema de
trabajo asalariado). La m odalidad capitalista de
producción puede, así, considerarse como una for­
ma de d o m in io institucionalizada y objetiva.
Dentro de este sistema de producción y cam bio
capitalista, objetivo e institucionalizado, las rela­
ciones son de una naturaleza tal que hacen que los
individuos se relacionen entre sí en térm inos de
sus funciones o roles dentro del sistema. E n su
cum p lim ien to de estas funciones abstractas, sus
diferencias y propósitos individuales son irrele­
vantes. Las relaciones sociales entre individuos se
reducen a relaciones económicas funcionales, o a
lo que Marx califica de las relaciones de clase del
capitalism o. Estas relaciones de clase son para
Marx fund am entalm ente definidas en térm inos
de relaciones con los medios o condiciones de pro­
ducción, o sea, en térm inos de propiedad. Así, en
el capitalism o las dos clases principales son: por
un lado, aquellas que poseen y controlan los me­
dios o condiciones de producción (capital), y por
otro lado, aquellas que carecen de propiedad en
este sentido (trabajo).
Se recordará que el d o m in io en general es de fi­
EL ID E A L DE LA REC IP RO C ID A D 209

nid o como el control por un agente (o un grupo de


agentes) sobre las acciones de otro (u otros), por
m edio del control sobre las condiciones de su m o­
do de acción. E n el capitalism o, el d o m in io toma
la form a de control por parte de la clase capitalis­
ta sbbre la actividad de la clase trabajadora, por
m edio de su control sobre las condiciones o b je ti­
vas de la actividad del trabajo. Así, en el capitalis­
mo, el d o m in io consiste en el d o m in io que una
clase ejerce sobre otra. Y , como hemos visto, toma
la form a específica de la relación de explotación o
de enajenación.
Según Marx, el trabajo y el capital están relacio­
nados internam ente. O sea, estas clases están in-
terdefinidas en cuanto el capital es trabajo objetivado
y funciona como poder para disponer del tiem po
de trabajo en el proceso de reproducción y acum u­
lación del propio capital. Correlativam ente, el trá-
bajo puede sólo actualizarse al ser usado por el
capital, y al trabajar con m aterial que pertenece al
capital. Además, en la enajenación y la explota­
ción, tanto el capital como el trabajo sufren cam­
bios en la relación. Específicamente, el capital
aum enta su riqueza y acrecienta su poder, y el
trabajo se empobrece y queda aun más subordina­
do por m edio de la apropiación del trabajo por el
capital, m isma en que el trabajo postula su propio
producto como perteneciente al capital. Así, escri­
be Marx:

Se d e ja ver a q u í c ó m o el m u n d o o b je tiv o de la r iq u e za
se a m p lía pro g re s iv a m e n te p o r la acción d el tr a b a jo y
se e n fre n ta a éste c o m o u n p o d e r a jen o ; c ó m o alcanza
u n a existencia cada vez m ás a m p lia y p le n a , de tal
suerte q u e re la tiv a m e n te , en p r o p o r c ió n a los valores
p r o d u c id o s o a las c o n d ic io n e s reales de la cre ación de
valoree, la m enesterosa s u b je tiv id a d de la c a p a cid a d
210 EL ID E A L DE LA RE C IP R O C ID A D

viva de tr a b a jo c o n fo rm a u n co ntraste cada vez más


riguroso (t. 1, p. 416).

La forma de do m in io capitalista, como enajena­


ción y explotación, puede ser ahora analizada co­
mo una relación social no recíproca y que tam bién
carece de libertad, de igualdad y, como ya vere­
mos, de justicia. En contraste con la reciprocidad
en la esfera del cam bio, la esfera de la producción
revela una falta de equivalencia en las relaciones
sociales entre el trabajo y el capital. La enajena­
ción y la explotación son relaciones no recíprocas,
porque el capital controla y dirige la actividad
productiva de los trabajadores, mientras que los
trabajadores no tienen poder equivalente para d i­
rigir los procesos del capital. A unque el capital
depende del trabajo para su reproducción y creci­
m iento, y el trabajo depende del capital para las
condiciones de su ac tividad, a pesar de eso el tra­
bajo está subordinado a la dirección del capital en
la producción. Un aspecto adicional de esta falta
de reciprocidad estriba en el hecho de que al apro­
piarse de la plusvalía, el capital se enriquece y
crece en poder, mientras que el trabajador se em ­
pobrece y queda más subordinado en este mismo
proceso. La falta de reciprocidad en este proceso
está basada en la falta de equivalencia entre lo
que se paga al trabajador como salario, y el valor
de lo que éste produce, que queda en poder del
capital. Marx destaca la falta de reciprocidad invo­
lucrada en este proceso, Ñamando a la plusvalía la
apropiación de trabajo no pagado, o “el robo de
tiem po de trabajo ajeno” (p. [593]). Es evidente
que esta falta de equivalencia en la produc ción, en
la cual la ganancia del capitalista es la pérdida del
trabajador, involucra tam bién la falta de igualdad
KL 1DKAL DK LA H K C IP R O C IDAD 211

de ambos, en contraste con la esfera del cambio,


en la cual ellos aparecen como iguales. Además, el
proceso de producción contrasta con el proceso de
cam bio en que el proceso de producción acarrea la
falta de libertad del trabajador. Como hemos he­
cho notar, el trabajador no es libre para realizar
sus propios propósitos o su actividad productiva,
sino más bien está restringido a actuar bajo la d i­
rección y control del capital
En la transición de la esfera del cam bio a la de
la producción, existe, en o p in ió n de Marx, una
violación fund am e ntal, y una transform ación del
derecho de propiedad sobre el cual se basa el cam­
bio mismo. En conexión con esto, la crítica de
Marx del capitalism o viene a ser igual que califi­
carlo de injusto y de que no se atiene a sus propias
normas de justicia. Específicamente, el derecho
de propiedad que se halla en la base del cambio,
como se notó anteriorm ente, trae como consecuen­
cia que cada persona tiene el derecho de propie­
dad sobre los productos de su propia actividad o
trabajo, y tiene el derecho a vender estos produc­
tos librem ente y en el equivalente de su valor. Más
aún este derecho de propiedad se considera como
la personificación de un p rincipio abstracto de
justicia o sea, que aquellos que son iguales deben
ser tratados en forma igual. Sin embargo, según
Marx, precisamente este derecho es violado en el
proceso de enajenación y explotación en la pro­
ducción. En estos procesos, el trabajo pierde el
derecho a los productos de su propia actividad y
pierde el derecho a un cam bio equivalente por los
valores que le rinde el capital. Así, aunque el tra­
bajo aparece como un igual del capital en el proce­
so de cam bio y se dice que retiene esta igualdad en
la producción tam bién, de hecho el trabajador no
212 EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D

es tratado como igual en el proceso de producción.


E n esta esfera, el trabajo está lim itad o a rendir
plusvalía sin cam bio de equivalente, como una
condición para su participación en la producción.
E n form a correlativa, el capitalista se apropia de
los productos del trabajo de otro sin pagarle un
equivalente. Marx argum enta que, en esta forma,
el derecho de propiedad del trabajador a los pro­
ductos de su trabajo y a un cam bio librem ente
acordado, es violado durante el proceso de pro­
ducción. E n efecto, la crítica de Marx, aq uí, viene
a ser lo m ismo que afirm ar que el capitalism o es
injusto pues viola el p rin c ip io m ism o de justicia
abstracta, que enuncia en su p rincipio el derecho
de propiedad.
E n su discusión de la apropiación de la plusva­
lía como una característica inherente y actual de
la producción capitalista, Marx describe esta viola­
ción y transform ación del derecho de propiedad
que gobierna el cam bio de equivalentes

L le g am os al e x tra ñ o re s u lta d o de q u e el d e re ch o de
p r o p ie d a d se trastru eca d ia lé c tic a m e n te : del la d o
d el c a p ita l, en el d e re ch o al p r o d u c to a je n o o en el
d ere ch o de p r o p ie d a d sobre el tr a b a jo a je n o , en el
dere ch o a a p ro p ia rs e de tr a b a jo a je n o sin e n tre g a r
u n e q u iv a le n te ; y d el la d o de la c a p a c id a d de tr a b a jo
en el d e b e r de c o m p o rta rs e fre n te a su p r o p io tr a b a ­
jo o su p r o p io p r o d u c to c o m o si e stuviera a n te u n a
p ro p ied a d ajena. E l d e re ch o de p r o p ie d a d se tras­
trueca p o r u n la d o en el d e re ch o de a p ro p ia rs e de
tr a b a jo a je n o y p o r el o tro en el d e b e r de respetar,
c o m o valores p e rte n e c ie n te s a o tro , el p r o d u c to del
tr a b a jo p r o p io y el m is m o tr a b a jo p r o p io . P ero el
in te r c a m b io de e q u iv a le n te s -el c u a l se pre se n ta b a
c o m o la o p e ra c ió n o r ig in a r ia q u e expresaba ju r íd ic a ­
m e n te el d e re ch o de p ro p ie d a d - se ha tr a s to r n a d o
EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D 213

hasta ta l p u n to q u e p o r u n la d o se tra ta sólo de u n


in te r c a m b io a p a re n te , pu e sto q u e la p a rte d e l c a p i­
tal in te r c a m b ia d a p o r c a p a c id a d viva de tr a b a jo en
p r im e r lu g a r, es e lla m is m a trabajo a jen o a p r o p ia d o
sin e n tre g a de e q u iv a le n te , y en se g u n d o lu g a r ha de
rem plazársele p o r un e x c e d e n te d e capacidad d e tra­
b a jo , de m o d o q u e in fa c í esta p a rte d e l c a p ita l n o es
c e d id a , sin o tr a n s fig u ra d a ta n sólo de u n a fo rm a a
o tra . L a re la c ió n d el in te r c a m b io , pues, ha d e ja d o
c a b a lm e n te de e x is tir o es m era apariencia. P o r lo
d e m ás, o r ig in a r ia m e n te el d e re ch o de p r o p ie d a d se
pre se n ta b a b asa d o sobre el tr a b a jo p r o p io . L a p r o ­
p ie d a d se pre se n ta a h o ra c o m o d e re ch o al tr a b a jo
a je n o y co m o im p o s ib ilid a d , p o r p a rte d e l tr a b a jo ,
d e a p ro p ia rs e de su p r o p io p r o d u c to . La sep aración
ra d ic a l e n tre la p r o p ie d a d y a ú n m ás e n tre la r iq u e za
y el tr a b a jo se p re se n ta a h o ra c o m o consecuencia de
la ley q u e p a r tía de su id e n tid a d (t. 1, p. 419).

Esta crítica de la inversión del derecho de propie­


dad no es lo único en que puede decirse que Marx
critica al sistema capitalista como injusto. E n su
crítica de la enajenación y de la explotación, Marx
va más allá de lo que puede llamarse una crítica
interna del capitalism o, en relación con su fracaso
para regirse por sus propias normas. Uno puede
interpretar su análisis de la enajenación y la ex­
plotación como una dem ostración de la injusticia
de estas relaciones en un sentido aún más hondo.
Por lo m ism o, estas relaciones son injustas pues
por m edio de ellas un in d iv id u o (o grupo) priva a
otro de su libertad. Esto es lo que yo califiqué ante­
riorm ente de dom inación (p. [75]), algunos in d iv i­
duos controlan el alcance y dirección de las acciones
de ot roscontrolando las condiciones desu actividad.
E n esta form a, algunos individuos privan a otros
de las condiciones para la plena realización de su
libertad y, así, les niegan libertad positiva (en el
214 KL IDK AL DK LA RE C IP R O C ID A D

sentido discutido en el capítulo anterior). Puesto


que la m odalidad capitalista de producción en­
gendra sistemáticamente estas injustas relaciones
de enajenación y explotación, este sistema en con­
ju n to tam bién puede calificarse de injusto. Puede
añadirse que la sociedad precapitalista debería
tam bién ser considerada injusta en vista de que
las relaciones sociales que la caracterizan son rela­
ciones de dom inio.
A partir de esta reconstrucción de la crítica de
Marx a la injusticia de la enajenación y explota­
ción del capitalista, uno puede ver que hay una
estrecha relación entre el concepto de libertad
que sirve de fundam ento al análisis de Marx como
su valor central, y su concepción de la justicia.
T am bién está claro en su análisis que es la falta de
reciproc idad de las relaciones sociales de enajena­
ción y explotación lo que constituye el carácter
esencial de la injusticia de estas relaciones. Por­
que para este análisis, es su carácter de relaciones
de d o m in io lo que las hace injustas, y el d o m in io
es una relación típicamente carente de reciprocidad.
Ahora, delinearé brevemente la proyección de
Marx de una tercera etapa en el desarrollo de las
relaciones sociales, que él ve como una sociedad
com unal del futuro. Como es bien sabido, la discu­
sión de Marx de esta tercera etapa es altam ente
esquemática y pobrem ente desarrollada. Sin em ­
bargo, las características principales de las relacio­
nes sociales en esta etapa emergen claramente de
su descripción contenida en los Grundrisse.
Según el p unto de vista de Marx, las relaciones
sociales en una sociedad com unal del futuro serán
radicalm ente distintas de las del capitalism o, au n ­
que él considera que las nuevas relaciones sociales
evolucionarán a p a rtir de esta etapa anterior.
EL IDEAL DE LA R EC IP RO C ID A D 215

M ientras que en el capitalism o las relaciones son


las de independencia personal fundadas en la de­
pendencia objetiva y el sistema de producción de
artículos engendera enajenación y explotación, en
la sociedad com unal las relaciones son de depen­
dencia m utua entre individuos libres y la produc­
ción está bajo el co ntro l de estos in d iv id u o s
asociados. Así, como hemos visto, Marx describe
esta etapa como sigue:

La lib r e in d iv id u a lid a d , fu n d a d a en el d e s a rro llo u n i­


versal de los in d iv id u o s y en la s ub ord in ac ió n de su
p r o d u c tiv id a d colectiva, social, com o p a tr im o n io so­
cial, c o nstituy e el tercer e stu d io . E l segundo crea las
c o n d ic io n e s del tercero (t. I, p ág in a 85).

Marx califica a los sujetos de esta sociedad como


“ individuos sociales libres” y los expone como “in ­
dividuos en relaciones m utuas”. Las relaciones en­
tre estos individuos pueden ser analizadas como
relaciones recíprocas, por m edio de las cuales, ca­
da uno reconoce la libertad del otro y actúa para
fom entarla. Así, nin gún in d iv id u o o grupo de in ­
dividuos dom ina a otro. Más bien, la m odalidad es
de cooperación social en la realización de proyec ­
tos comunes y en respaldo de los proyectos d ife­
renciados de cada individuo. De tal m odo que el
valor central y el p rincipio que anim a esta forma
de sociedad es la libertad positiva, entendida ésta
como la más plena auto-realización de los in d iv i­
duos sociales. Las relaciones recíprocas en que se
realiza esta libertad positiva, ya no son las de reci­
procidad esencial y coadyutoria, que fueron exa­
minadas en el proceso de cambio. Más bien, pueden
llamarse relaciones de dependencia m utua, por lo
cual yo quiero decir reciprocidad en su forma más
am pliam ente desarrollada.
216 EL IDE AL DE LA R E C IP R O C ID A D

Marx presenta este concepto de relaciones socia­


les no sólo como un ideal ético, sino tam bién como
la concepción de una posible m odalidad de organi­
zación social. La forma de organización de tal so­
ciedad parte de su concepción anterior de los sujetos,
en tanto que como individuos libres en relaciones
mutuas. Consiste de un control com unal sobre los
procesos de vida social y sobre la producción so­
cial. Marx presenta una perspectiva de esta forma
de organización social en un pasaje, en que la hace
contrastar críticam ente con la p ro du cción
capitalista:

[Bajo el c a pita lism o ] la p r o d u c c ió n n o es in m ediata­


m en te social, n o es el fr u to de u n a aso c iac ió n , q u e
rep arte en su p r o p io in t e r io r el tra b a jo . Los in d iv i­
d uo s están s u b o r d in a d o s a la p r o d u c c ió n social, q u e
pesa sobre ellos c o m o u n a fa ta lid a d ; pe ro la p r o d u c ­
c ió n social n o está s u b o r d in a d a a los in d iv id u o s y
c o n tro la d a p o r ello s c o m o u n p a t r im o n io c o m ú n .
P o r c o n s ig u ie n te , n a d a m ás falso y a b s u rd o q u e p re ­
s u p o n e r, sobre la base d el valor d e ca m b io , d e l d in e ­
ro... E l cam b io p riv a d o de to d o s los p r o d u c to s d el
tr a b a jo , de las c a pacid ad es y de las a c tiv id a d e s , está
en a n títe s is ta n to con la d is tr ib u c ió n fu n d a d a en las
relaciones de d o m in a c ió n y s u je c ió n (n a tu r a le s o p o ­
líticas)... de los in d iv id u o s e n tre sí... c o m o con el
lib r e c a m b io e n tre in d iv id u o s asociados sobre la b a ­
se de la a p r o p ia c ió n y d e l c o n tro l c o m ú n de los m e ­
dio s de p r o d u c c ió n (t. 1, p. 86).

En esta form a com unal de sociedad, por lo tanto,


los individuos ya no están relacionados p rin c ip al­
mente entre sí indirecta y externamente, por me­
dio del cam bio de los productos de su trabajo o
por m edio de la venta de su tiem po de trabajo
como valores de cambio. E n vez de eso, sus relacio­
nes son directas e internas, o sea, relaciones perso­
EL IDE A L DE LA R E C IP R O C ID A D 2.17

nales en que los individuos reconocen sus intereses


comunes y actúan de acuerdo con ellos. Sin em bar­
go, a diferencia de las relaciones internas, persona­
les y comunales en las sociedades precapitalistas,
aquí las relaciones se establecen entre individuos
libres e iguales, que no se hallan en relaciones de
d o m in io o subordinación.
Marx explica que en esta forma de sociedad el
in d iv id u o participa en la determ inación de la pro­
ducción social, y participa en la d istribución y con­
sumo de productos, en virtud de que es un m iem bro
de la com unidad. Esto contrasta con la forma capi­
talista de organización social, en la cual un in d iv i­
duo llega a estar en relación con otros sólo cuando
entra a un cam bio de productos y al proceso de
producción. Marx escribe:

E n el p r im e r caso, q u e d e riv a de la p r o d u c c ió n a u t ó ­
n o m a de los in d iv id u o s a u n q u e estas p ro d u c c io n e s
a u tó n o m a s se d e te r m in e n y se m o d if iq u e n p ost fes-
tum a través de sus relacio nes recíprocas-, la m e d ia ­
c ió n tien e lu g a r a través del c a m b io de las m ercancías,
a través del v alor de c a m b io , d el d in e r o , q u e son
todas expresiones de u n a ú n ic a y m is m a re la c ión . E n
el seg un d o caso, es m ed iad o el su p u esto m ism o; o sea
está pre su p u e s ta u n a p r o d u c c ió n colectiva, el carác­
ter colectivo co m o base de la p r o d u c c ió n . E l tr a b a jo
del in d iv id u o es pu esto desde el in ic io c o m o tr a b a jo
social. C u a lq u ie r a q u e sea la fo rm a m a te r ia l d el p r o ­
d u c to q u e él crea o a y u d a a crear, lo q u e ha c o m p r a ­
d o con su tr a b a jo no es u n p r o d u c to p a r tic u la r y
d e te r m in a d o , sino u n a d e te r m in a d a p o r c ió n de la
p r o d u c c ió n colectiva. N o tie n e e ntonce s p r o d u c to
p a r tic u la r a lg u n o para c a m b ia r. Su p r o d u c to no es
u n valor d e cam bio... E n el p r im e r caso el carácter
social de la p r o d u c c ió n es p u es to s o la m e n te a través
de la e le v a c ión de los p r o d u c to s a valores de c a m b io ,
y el c a m b io de estos valores de c a m b io es p u e sto p ost
218 KL IDEAL DE LA R E C IP R O C ID A D

festu m . E n el se g un d o caso el carácter social d e la


p rod u cción es p re su p u e s to , y la p a r tic ip a c ió n en el
m u n d o de los p ro d u c to s , en el c o n s u m o , no es m e d ia ­
da po r el c a m b io de p ro d u c to s de tra b a jo o de tr a b a ­
jos re c íp ro c a m e n te in d e p e n d ie n te s . Es m e d ia d o p o r
las c o n d ic io n e s sociales de la p r o d u c c ió n d e n tr o de
las cuales acciona el in d iv id u o (t. 1, p. 100).

Los cambios en la organización social y en la pro­


ducción que caracterizan a la sociedad com unal
del futuro van ju n to con cambios en el significado
de la propiedad, como la relación con las condicio­
nes de producción. En el capitalism o, como hemos
visto, la forma de propiedad es aquella en que los
trabajadores están enajenados de las condiciones
de producción; éstas se relacionan con ellos como
pertenecientes a otro. En una sociedad fundada
en relaciones m utuas, los medios de producción
pertenecen a los productores asociados. Esto no
debe tomarse como un regreso a la propiedad co­
m unal de la sociedad precapitalista, en la cual los
individuos están subordinados a la totalidad y en
la cual prevalecen las relaciones de dom inio. En
vez de eso, en la tercera etapa, la propiedad, en el
sentido de una relación con las condiciones para la
producción social, pertenece a la com unidad, en­
tendida ésta no como una totalidad que está por
encima de los individuos, sino como estos in d iv i­
duos mismos en sus relaciones m utuas. Así, esta
com unidad no gobierna a los individuos, y no es
nada en sí misma más allá de los individuos con­
cretos en sus relaciones sociales respectivas. Así lo
pone Marx:

E m p e r o , con la a b o lic ió n d el carácte r in m ed ia to d el


tr a b a jo vivo co m o tr a b a jo m e r a m e n te individual...
con el p o n e r de la a c tiv id a d de los in d iv id u o s c o m o
KL IDKAL DK LA RE C IP R O C ID A D 219

in m e d ia ta m e n te general o social, a los m o m e n to s o b ­


je tiv o s de la p r o d u c c ió n se les s u p r im e esa fo rm a de
la e n a je n a c ió n ; con e llo son puestos c o m o p r o p ie d a d ,
c o m o el c u e rp o social o rg á n ic o en el q u e los in d iv i­
d u o s se re p ro d u c e n c o m o in d iv id u o s , pe ro c o m o in ­
d iv id u o s sociales (t. 2, p. 395).

E L S I G N I F I C A D O DE LA JUS TIC IA Y SI R E L A C IO N

CON LA L IB E R T A D

Ahora es posible sacar las im plicaciones del a n áli­


sis anterior de la crítica de Marx sobre la injusticia
del capitalism o y de sus proyecciones de una socie­
dad com unal del futuro, para una reconstrucción
de la teoría im p lícita de la justicia de Marx. Estas
im plicaciones, ju n to con los análisis de la ontolo­
gía social de Marx en los capítulos anteriores de
este libro, nos p erm itirá esbozar el concepto posi­
tivo de justicia de Marx, que, según he afirm ado,
se halla intercalado en su descripción. La discu­
sión que sigue será necesariamente breve, porque
Marx dice poca cosa en form a explícita sobre la
justicia, y por lo tanto lo que yo presento es casi
enteram ente una reconstrucción basada en lo que
está im p lícito en su descripción.
Antes de proceder a la reconstrucción de la pers­
pectiva positiva de Marx sobre la justicia, pode­
mos considerar por qué Marx m ism o no presentó
explícitam ente un concepto de la justicia y por
qué, a pesar de esto, uno puede afirm ar que tenía
tal concepto. Es razonable suponer que Marx dice
tan poco sobre el concepto de la justicia debido a
su oposición polémica contra aquéllos que substi­
tuyeron la crítica de la sociedad por ideas m orali­
zantes abstractas. La crítica de Marx del uso de
abstracciones en esta form a está dirigida princi-
220 EL IDE AL DE LA RE C IP R O C ID A D

pálm ente a dos grupos de escritores: prim ero, los


economistas políticos clásicos y vulgares (Sm ith,
M althus, Ricardo, Say, y J. S. M ili, por ejemplo), a
quienes criticó por tom ar a la sociedad burguesa
(en forma ahistórica) como una form a natural o
esencial de organización social; y segundo, los so­
cialistas utópico s, especialm ente los franceses
(Saint-Simon, Fourier y P roud h on, por ejemplo),
quienes, dice, vieron el socialismo sólo como com­
prensión de los ideales de la sociedad burguesa.3
El argum ento de Marx contra los valores mera­
mente abstractos tales como la libertad form al, la
igualdad abstracta y la justicia abstracta, consiste
en que, precisamente por ser abstractos, sirven
para enmascarar los problem as concretos que sur­
gen en una determ inada form a de sociedad. Así,
como hemos visto, Marx afirm a que si uno observa
en form a crítica sólo la libertad form al y la igual­
dad abstracta del cam bio, que es la apariencia su­
perficial de la sociedad capitalista, entonces uno
no ve las realidades sociales más hondas de falta
concreta de libertad, desigualdad e injusticia en la
esfera de la producción. Más aún, Marx afirm a
que tal concepto de valores como m eramente abs­
tracto, no reconoce las formas concretas y diferen­
ciadas que tom an estos valores en diversos perío­
dos sociales e históricos.
Sin embargo, Marx no rechaza totalm ene el uso
de abstracciones. De hecho, sostiene que las abs­
tracciones son útiles en la m edida en que le pe rm i­
ten a uno captar los elementos comunes de
diferentes situaciones. Así, al hablar sobre cómo
debe uno analizar la producción de la economía
política, anota:

3 Véase, por ejemplo, los Grundrisse, p. [73].


EL ID E A L DE LA R E C IP R O C ID A D 221

Por eso, cuando se habla de producción, se está ha­


blando siempre de producción en un estadio deter­
minado del desarrollo social, de la producción de
individuos en sociedad. Podría parecer por ello que
para hablar de la producción a secas deberíamos o
bien seguir el proceso del desarrollo histórico en sus
diferentes fases, o bien declarar desde el comienzo
que estamos ante una determinada época histórica,
por ejemplo, de la moderna producción burguesa, la
cual es en realidad nuestro tema específico. Pero to­
das las épocas de la producción tienen ciertos rasgos
en común, ciertas determinaciones comunes. La pro­
ducción en general es una abstracción que tiene un
sentido, en tanto que pone realmente de relieve lo
común, lo fija y nos ahorra así una repetición. Sin
embargo, lo general o lo común, extraído por compa­
ración es, a su vez, algo completamente articulado y
que se despliega en distintas determinaciones. Algu­
nas de éstas pertenecen a todas las épocas; otras son
comunes sólo a algunas. [Ciertas] determinaciones
serán comunes a la época más moderna y a la más
antigua. Sin ellas no podría concebirse ninguna pro­
ducción (t. 1, p. 5).

A firm aría que el p u n to de vista expresado aquí,


y que de hecho estructura parte del análisis de
Marx, im plica que las abstracciones tienen un lu ­
gar en la teoría del valor de Marx. Aquellas especi­
fican valores que son comunes a todos los periodos
históricos, pero que, al m ism o tiem po, adoptan
form an específicas en cada periodo histórico. Lue­
go, estos valores deben entenderse no meramente
en su generalidad sino en las personificaciones
concretas y las diferentes significaciones que tie­
nen en diversas formas de sociedad. Es más, Marx
considera que los valores tales como la libertad, se
desarrollan históricamente. Así, el rechazo de Marx
de los valores m eram ente abstractos no debe ser
KL IDK AL DK LA RE C IP R O C ID A D

tom ado como una im plicación de que carece de un


concepto de la justicia. En vez de eso, significa que
para Marx la justicia, como otros conceptos, debe
entenderse en relación con sus formas históricas
concretas y diferenciadas.
Además, el rechazo de Marx de la m oralidad
abstracta no debe tomarse en el sentido de que
defiende un enfoque puram ente descriptivo o sin
valor para el estudio de la sociedad, en el cual
valores como la justicia son vistos como histórica­
mente relativos.4 Es evidente que Marx no es un
relativista histórico por el hecho de que su on tolo­
gía social es norm ativa. O sea, como afirm é en el

4 Puede ser útil resumir algunos de los recientes argumentos


en el sentido de que Marx sí toma tal enfoque relativista histó­
rico \libre de valor para el estudio de la sociedad. El argum en­
to de que Marx toma enfoque libre de valor tiene dos aspectos:
primero, que Marx considera su proyecto como un análisis
objetivo científico del capitalismo y la explotación, y por lo
tanto, se abstiene de hacer juicios respecto a la justicia o a la
injusticia del sistema. Se argumenta que en lij£ar de eso Marx
ve la justicia como definida por las propias reglas del sistema y
por lo tanto no como una norma externa o trascendente. Se­
gundo, se señala que Marx explícitamente critica a los que,
como Proudhon, afirm an que el capitalismo es injusto, y que
tal enfoque es utópico y un ejemplo de ideas moralizantes
abstractas. Dos recientes comentaristas que presentan tal argu­
mento son R. Tucker, The Marxian Révolutionary Idea [“La
idea marxista revolucionaria”! y A. Wood, The Marxian C riti­
que of Justice |La crítica marxista de la justicial. Ellos tam ­
bién argumentan que Marx es un relativista histórico pues
considera a cada sistema social como determ inador de sus pro­
filas normas de justicia. Así, en tal perspectiva no hay una
norma externa de m oralidad o justicia que uno pueda usar
para criticar una lorma dada de sociedad. Es claro a partir del
texto que vo no estoy de acuerdo con estas interpretaciones de
Marx. Los argumentos dados por Wood y Tucker son discuti­
dos en la obra de W. McBridc, The Concept o f Justice in Marx,
Engels and Οι/ι<»γλ|“ΈΙ concepto de la justicia en Marx, Engels
y otros”!.
EL I DE AL DE LA R E C IP R O C ID A D 223

capítulo iv, Marx ve la libertad como un valor fu n ­


dam ental que tiene su base en la naturaleza mis­
ma de la actividad hum ana. Como la capacidad de
autotrascendencia, la libertad caracteriza a todos
los individuos en todos los períodos históricos,
aunque es alcanzada en grados diversos en las d ife­
rentes formas de sociedad. Además, este valor de
la libertad proporciona el fund am e nto para la crí­
tica de Marx de las diferentes formas sociales, en
térm inos del grado en que ellas alcanzan este va­
lor. E n la misma form a, se verá que el concepto de
la justicia de Marx tiene una fuerza norm ativa y
no es meramente descriptivo.
De las consideraciones anteriores, podemos con­
cluir que aunque Marx no presenta una teoría ex­
plícita de la justicia, este hecho no puede usarse
como un argum ento para probar que no hay un
concepto im p lícito de la justicia en su obra. De
hecho, yo he sugerido que la base para tal concep­
to está presente en el enfoque norm ativo e históri­
co de Marx de la teoría del valor. C ontinuaré
argum entando que Marx tiene un concepto de la
justicia, aunque sea im plícito. Sin embargo, no
debe pensarse que esto quiere decir que sus o p i­
niones encajen dentro de una y otra de las teorías
tradicionales de la justicia, como por ejem plo las
kantianas o utilitarias. Más bien, debe entenderse
que cam bia los térm inos mismos de la discusión
tradicional de valores y específicamente de liber­
tad y justicia. E n lugar de tratar los valores sólo
abstractamente aparte de los contextos sociales en
que ellos cam bian o se desarrollan, Marx estudia
los valores en sus personificaciones concretas de la
práctica hum ana. Además, basa su enfoque de los
valores en una ontología que es característicamen­
te social e histórica. Además, llega más allá de la
224 EL I DE AL DE LA R E C IP R O C ID A D

dicotom ía tradicional entre hechos y valores, al ver


el carácter esencialmente evaluador de las accio­
nes hum anas y de las instituciones sociales. Así,
como vimos en la discusión de su concepto de la
libertad y en su crítica de la enajenación y la ex­
plotación en el capitalismo, la descripción de Marx
de los hechos sociales es al m ism o tiem po una con­
sideración de su sentido norm ativo.5
Ahora surge la cuestión: ¿Cuál es la idea que
tiene Marx de la justicia? ¿Cóm o está relacionado
con su o p in ió n de la libertad como el valor central
en la vida social? ¿Y cómo está relacionado con sus
conceptos de propiedad, clase, d o m in io , enajena­
ción y explotación, analizados en la prim era parte
de este capítulo?
Esta reconstrucción de la teoría de la justicia de
Marx se deriva prim ord ialm e nte de tres caracterís­
ticas de su análisis: su crítica de la enajenación y
explotación capitalista como injustas, su proyec­
ción de la sociedad com unal del futu ro y su con­
cepto de la libertad positiva. La crítica de Marx de
la injusticia de las relaciones sociales capitalistas
fue interpretada como una crítica de la enajena­
ción y la explotación como formas de dom inio. O
sea, el análisis de Marx consiste en que en esas
relaciones, por su control sobre las condiciones de
producción una clase priva a los m iem bros de otra
clase de su libertad positiva, pues les niega las con­
diciones para la realización de sus propios prop ó­

5 Esto no quiero decir que Marx sea el único teorizante que


reconozca esta dicotomía y la supere. Ciertamente, él no fue el
único que reconoció que los hechos sociales están cargados de
valor (por ejemplo, Vico y Fichte antes que Marx; Scheler y la
tradición “Verstehen”, Wittgenstein, Heidegger \ otros des­
pués de Marx). Pero Marx fue una figura crucial al captar la
fuerza crítica de un método que integra hechos y valores.
EL IDE A L DE LA R E C IP R O C ID A D 225

sitos. Este d o m in io consiste, por un lado, en el


control y dirección de los capitalistas sobre la acti­
vidad del trabajo en el proceso de producción y,
por otro en la apropiación de los capitalistas de
una porción del producto de los trabajadores sin
darles nada a cambio. Si las relaciones sociales in ­
justas son relaciones de d o m in io , es decir, las que
privan a algunos agentes de las condiciones para
su libertad positiva, entonces podemos inferir que
la justicia, en un sentido del térm ino, se refiere a
relaciones sociales en que n in g ún agente priva a
ningún otro de las condiciones para su libertad
positiva. De ahí que la justicia, en este sentido, sea
ella misma una condición para el pleno desarrollo
de la libertad positiva, o sea, una condición para
la autorrealización de todos los individuos. Pero
además de esto, yo argum entaré más tarde qüe la
justicia tiene un significado ulterior para Marx, o
sea, que designa las relaciones sociales en que los
agentes increm entan los beneficios m utuos. Se ve­
rá que la justicia, en el sentido de dependencia
m utua, es una condición ulterior necesaria para el
pleno o completo desarrollo de la libertad positiva.
El prim er significado de la justicia, de acuerdo
con el cual nadie priva a otro de lo necesario para
su actuación, puede elaborarse y am pliarse consi­
derando las im plicaciones del concepto de Marx
de la libertad positiva. Se recordará que para él la
libertad no sólo se refiere a la capacidad abstracta
de elección y su necesidad correlativa de falta de
com pulsión; tam bién se refiere a la auto-realiza-
ción por m edio de la actividad transform adora y a
su necesidad correlativa de las condiciones que
perm itan el desarrollo de esta actividad. La liber­
tad, en este ú ltim o sentido, no es m eramente li­
bertad negativa, o sea, carencia de com pulsión,
226 EL IDE AL DE LA RE C IP R O C ID A D

sino que es libertad positiva, como la libertad pa­


ra realizarse por m edio de la objetivación, como
una actividad de transformar condiciones de acuer­
do con los propósitos de uno.
Hemos visto en los capítulos I y II que Marx ve
esta actividad de autotransform ación o auto-reali-
zación como la característica d istintiva de los seres
humanos. Por lo tanto, cada in d iv id u o debe consi­
derarse como poseedor de la capacidad para tal
actividad. La libertad, como esta capacidad es, así,
la característica ontológica fun dam ental de los se­
res hum anos, que sustenta la teoría de la realidad
social de Marx. Como he argum entado, aunque
esta capacidad es universal, y como capacidad no
está diferenciada de un in d iv id u o a otro, esto no
ocasiona que los seres hum anos tengan una n a tu ­
raleza fija, sino más bien que ellos librem ente
crean sus naturalezas por m edio de su actividad
(tanto en la producción en sentido am p lio como
en la interacción social). Esta capacidad com ún es
así la base para la diferenciación, tanto de in d iv i­
duos como de formas sociales históricas.
En su ontología social, Marx no trata m eram en­
te esta capacidad para la libertad en form a des­
criptiva; él tam bién reconoce su fuerza norm ativa.
O sea, esta capacidad por su m isma naturaleza de­
m anda la realización de esta libertad por m edio
de la actividad. Esta capacidad para la libertad es
la disposición para realizarse uno m ism o por me­
dio de la actividad transform adora. Por lo tanto,
esta capacidad acarrea la dem anda de las condicio­
nes para esta actividad. Además, como se argu­
m entó en el capítulo anterior, la libertad, para
Marx, es un fin en sí mismo. E n esta teoría del
valor teleológico, cualquier cosa que sirve a este
fin, o sea, cualquier cosa que constituya una con­
EL I DE AL DE LA R E C IP R O C ID A D 227

dición para la libertad, es valiosa en virtud de esa


función. Tener las condiciones, o sea, poseerlas o
tener acceso a ellas, es entonces valioso tam bién.
Puesto que cada in d iv id u o tiene esta capacidad
(abstracta e indiferenciada) para la autotrascen­
dencia o auto-realización por el simple hecho de
ser hom bre o m ujer, n in g ún in d iv id u o tiene más
derecho que otro a las condiciones para la satisfac­
ción de esta capacidad. O, para decirlo en otra
form a, cada in d iv id u o tiene un derecho igual a
estas condiciones, o sea, a las condiciones de liber­
tad positiva. Y o argum entaría que este p rincipio
de igual libertad positiva constituye un im p o rta n ­
te significado de justicia para Marx. La igualdad
que se requiere por este p rin c ip io es una condi­
ción necesaria pero no suficiente para el pleno
desarrollo de la libertad positiva. T am bién es evi­
dente, a p artir de este argum ento, que la justicia
en este sentido de derechos iguales a las condicio­
nes para la libertad) deriva de su valor del valor
de la libertad misma.
Este significado de la justicia está de acuerdo
con el concepto de justicia abstracta discutido an­
teriorm ente en este capítulo, como característico
del proceso de cam bio, en o p in ió n de Marx. Es el
p rin cipio de tratar con igualdad a los iguales. Sin
embargo, la form a de este p rin c ip io en Marx llega
más allá de una form ulación tradicional im p o r­
tante. Esta form ulación tradicional sim plem ente
afirm a que se debe tratar con igualdad a los igua­
les, pero no especifica quiénes pueden considerar­
se como iguales.6 E n contraste, el concepto de
Marx de la libertad igual positiva, como yo lo he

6 Compárese con la discusión de H. L. A. Hart sobre este


punto en The Concept of Law |“EI concepto de ley”], p. 155.
228 EL IDE AL DE LA R EC IP RO C ID A D

reconstruido, especifica que cada in d iv id u o debe


ser tratado en igual forma. Tal insistencia en la
igualdad universal se encuentra en diversos siste­
mas de ética universalista, por ejem plo, el de K ant
(en el cual todas las personas deben ser considera­
das iguales puesto que son un fin en sí mismas) y
es tam bién característica de la teoría democrática
tradicional en el terreno de la política, así como
en gran parte de la teoría legal moderna. Sin em ­
bargo, el enfoque de Marx es diferente en el senti­
do de que extiende tam bién el d o m in io de esta
igualdad a los terrenos social y económico; ade­
más, extiende el significado del trato igual más
allá de sus interpretaciones tradicionales, para in ­
cluir igual acceso a los medios de producción, con­
siderándolos entre las condiciones requeridas para
la libertad. Además, ve que el trato igual requiere
de un derecho igual para determ inar las formas de
organización social.
Este énfasis en el acceso igual a los medios de
producción y en el derecho igual a participar en la
toma de decisiones, como dos requisitos para la
libertad, es evidente en la descripción de Marx de
la sociedad com unal del futuro. E n esta descrip­
ción, como vimos, los medios de producción perte­
necen a los productores asociados. Cada uno de
ellos guarda la misma relación que los otros con
esas condiciones de producción, como pertenecien­
tes a él o ella en virtud de ser parte de la com uni­
dad. Además, cada uno de ellos participa en el
control com unal sobre la actividad social y pro­
ductiva. E n cuanto a la propiedad en general, para
Marx se define como la relación con las condicio­
nes de producción (tanto naturales como sociales)
como pertenecientes a uno y, por lo tanto, es claro
que la producción en la tercera etapa requiere
EL IDE A L DE LA R E C IP R O C ID A D 229

una form a social de propiedad, como la relación


com unal de los productores con los medios de pro­
ducción y como una form a democrática de toma
de decisiones sobre los procesos de la vida social.
Uno puede ahora notar tam bién la estrecha rela­
ción entre el concepto im p lícito de Marx de la
justicia abstracta como se reconstruye aq uí, y sus
perspectivas sobre la propiedad. O sea, para él la
propiedad privada en el sentido de ser dueño p ri­
vado de los medios de producción, es incom pati­
ble con la justicia, ya que esta form a de propiedad
niega igual acceso a las condiciones para la liber­
tad positiva. E n igual form a, la justicia para Marx
requiere que se supere la situación de dom in io
por una clase, que tenga para sí el control de las
condiciones de producción que otra clase requiere
para su actividad productiva.
La justicia abstracta, en el sentido de derechos
iguales sobre las condiciones de libertad positiva,
es una parte esencial del significado de la justicia
para Marx. Pero no es la totalidad del significado
de la justicia para él. Y o argum entaría que para
Marx la justicia concreta consiste, más allá de esto,
en la reciprocidad de las relaciones sociales, lo que
puede entenderse considerando su concepto de la
libertad positiva. Como hemos visto, significa la
más plena auto-realización o autodesarrollo de los
individuos. Puesto que éstos son individuos socia­
les, su autodesarrollo consiste en realizar propósi­
tos y proyectos tanto individuales como comunes.
Como se ha observado, esta libertad positiva re­
quiere una relación coadyutoria con las condicio­
nes de producción, tanto naturales como sociales,
en la cual los materiales naturales y las formas de
organización social sirven como medios para la rea­
lización de la acción. Sin embargo, la libertad
230 EL IDEAL DE LA R E C IP R O C ID A D

positiva requiere, además, una relación no coadyu­


toria entre los agentes. Nosotros veremos que para
Marx el pleno desarrollo de la libertad positiva
requiere una forma de relaciones no coadyutoria
entre los agentes, que denom inaré dependencia
m utua.
La dependencia m utua puede calificarse como
la forma más desarrollada de reciprocidad. Se re­
cordará que Marx discute sobre la reciprocidad
como una característica del proceso de cam bio en
el capitalismo. A q uí, eso significa el reconocim ien­
to por cada uno de los participantes en el cam bio
de la igualdad y libertad del otro y de su interés
com ún en el cam bio, en el cual cada uno sirve
como un m edio para el otro. Y o califiqué a ésto
como una reciprocidad form al y coadyutoria. Se
vió que Marx analiza esta reciprocidad del cam bio
como la máscara de relaciones más hondas de no
reciprocidad en la esfera de la producción. Hemos
visto, además, que Marx describe las relaciones en
una sociedad com unal del futuro como relaciones
m utuas entre individuos libres.
Sobre la base de estas clasificaciones de Marx,
propondría que la dependencia m utua se entien­
da como una relación social recíproca que va más
allá de la reciprocidad coadyutoria, y más allá de
la mera reciprocidad esencial. La dependencia m u ­
tua va más allá de la reciprocidad coadyutoria,
pues cada uno no tom a al otro sólo como un me­
dio, sino tam bién como un fin en sí m ism o o en sí
misma. Además, va más allá del reconocim iento,
por cada uno, de que el otro tiene una capacidad
para la libertad igual a la suya, aunque esto presu­
pone dicho reconocimiento. Más allá de éstos fac­
tores, la dependencia m utua consiste en el recono­
cim iento consciente y en el respeto de cada agente
EL IDE AL DE LA R E C IP R O C ID A D 231

por las diferencias y proyectos individuales del


otro. O sea, cada uno reconoce y respeta no sólo la
capacidad del otro para la libertad, sino tam bién
los medios específicos en que el otro llena o reali­
za esta capacidad, o sea, el desarrollo del otro (u
otra) de su libertad positiva. Además, la depen­
dencia m utua es la relación activa de acrecentar
los beneficios del otro por m edio de acciones prác­
ticas que lo ayuden a llenar sus necesidades y pro­
pósitos. La dependencia m utua en este sentido de
acrecentar los beneficios del otro, contribuye así
al desarrollo del otro respecto a su libertad positi­
va. Puesto que la libertad positiva es el autodesa-
rrollo de los individuos sociales, cuanto más acrecien­
te, cada in d iv id u o al otro, mayor será el desarrollo
de cada uno. Esto proporciona posibilidades más
ricas para las interacciones sociales entre ellos, y
tam b ién para el propio desarrollo ulterior de cada
uno de ellos. Es a través de dichas relaciones de
dependencia m utua que, según las palabras de
Marx, “el libre desarrollo de cada uno es la condi­
ción para el libre desarrollo de todos”.7
Esta reconstrucción propuesta del concepto de
Marx de la justicia concreta, puede extenderse a la
vida social más generalmente en la siguiente for­
ma. Al aplicarse a las relaciones sociales, la justicia
concreta como una condición para la libertad, con­
siste en la dependencia m utua. Al aplicarse a la
organización social, la justicia significaría una for­
ma de vida social que serviría para realizar la ple­
na libertad positiva al personificar la interdependen­
cia en sus instituciones. De hecho, Marx subraya
que la dependencia m utua debe ser personificada

7 K. Marx y F. Engels, El manifiesto comunista, en Obras


Escogidos (vol. 3.)
232 EL ID E A L DE LA RE C IP R O C ID A D

en taies formas sociales concretas. Y en su discu­


sión de una sociedad com unal del futuro, da algu­
nas sugerencias sobre cuáles podrían ser esas formas
sociales. Prim ero que nada, ve tal sociedad com u­
nal como radicalm ente diferente de la sociedad
capitalista, en el sentido de que la form a p rim o r­
dial de las relaciones entre los individuos cam bia­
ría de relaciones económicas a relaciones sociales
inmediatas. Es en tales relaciones directas entre
los individuos que resulta posible la dependencia
m utua tal y como ya le he descrito. Correlativa­
mente, la actividad de producción misma se vuel­
ve la actividad de una comunidad, como la actividad
diferenciada y creativa de sus m iem bros en la cual
ellos determ inan en conjunto los propósitos de la
actividad productiva y la forma de la distribución
de sus productos. Para Marx, la d istribución no
constituye una esfera separada, sino más bien su
carácter deriva de la organización com unal de la
actividad productiva misma, y de las relaciones
mutuas entre los m iem bros de la com unidad. Así,
la justicia concreta, para Marx, no está lim itad a a
la distribución equitativa de productos, sino que
tiene su lugar prim ordial en las relaciones sociales
mutuas entre los agentes, por m edio de las cuales
estos agentes llevan a cabo su actividad productiva
com unal y su distribución de los beneficios de la
sociedad.
Dentro de estas actividades comunales de pro­
ducción y distribución, la determ inación conjunta
de propósitos y procedim ientos es lograda sólo
por un proceso en el cual cada m iem bro de la
com unidad tom a en cuenta los propósitos, necesi­
dades y diferencias individuales de los otros. O
sea, la m odalidad de la tom a de decisiones es de
dependencia m utua. Sin embargo, esta producción
EL I DE AL DE LA R E C IP R O C ID A D 233

y distribución social y las interacciones m utuas


dentro de ellas, tienen como fin el desarrollo más
am plio de cada uno de los individuos que la cons­
tituyen. La im portancia del desarrollo de cada in ­
d ividuo en la com unidad llevado a cabo en su
forma personal característica, es claramente expre­
sada por Marx (al discutir la sociedad com unal del
futuro) en su form ulación del principio: “De cada
uno de acuerdo con su h ab ilid ad , para cada uno
de acuerdo con sus necesidades”.8
Tal com unidad está form ada de individuos en
relaciones, donde las relaciones son de interde­
pendencia y los individuos son agentes que consti­
tuyen esta com unidad por m edio de su interacción
social. Para Marx, la justicia, en su sentido concre­
to, puede identificarse con tales relaciones de de­
pendencia m utua. La justicia en este sentido, ju n to
con la justicia abstracta que se discutió anterior­
mente, es la condición para el más am p lio desarro­
llo de la libertad. Es decir que la plena auto-realiza-
ción de los individuos, así como su libertad, re­
quiere una com unidad en que la justicia como de­
pendencia mutua se realice, y en la cual los derechos
iguales de cada in d iv id u o sobre las condiciones
para la libertad positiva sean reconocidos. Esta
relación entre justicia y libertad es aquélla en que
la justicia, como la form a más plenam ente realiza­
da de las relaciones sociales, es la condición para
la libertad como la form a más plena de realización
entre los individuos. Esto revela la honda cone­
xión ontológica entre la in d iv id u alid ad y la com u­
nidad en la teoría de Marx de la realidad social.

8 K. Marx. Critique of the Gotha Program, (“Crítica del Pro­


grama de Gotha”], en Obras Escogidas, vol. 3.
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ÍN D IC E G E N E R A L

A gradecim ientos................................................. 5

In t r o d u c c ió n ....................................................... 7

I. La ontología de la sociedad: in d iv id uo s,
relaciones y desarrollo de la com un idad 25
Relaciones sociales en las tres etapas de
desarrollo histórico .............................. 28
La ontología de los individuos en rela­
ción ............................................................ 62

II. La ontología del trabajo: objetivación,


tecnología y la dialéctica del tiem po . . . 74
O bjetivación y enajenación .................... 75
El trabajo y la creación del tiem po . . . . 94

I I I . Hacia una teoría de la causa del trabajo:


acción y creación en la ontología social de
M a r x .............................................................. 108
La causalidad del m edio de acción ........ 114
La causalidad como una relación inter­
na .............................................................. 130
La apariencia de causalidad como una re­
lación externa bajo el capitalism o . . . 135

IV. La ontología de la libertad: d o m in io , li­


bertad abstracta y el surgim iento del in ­
dividuo social.............................................. 144
Los conceptos de libertad negativa y posi­
tiva ............................................................ 147
245
246 ÍNDICE GENERAL

La libertad cofno presuposición y produc­


to de la a c tiv id a d .................................. 155
La dialéctica de la libertad en lae etapas
de desarrollo social................................ 165

V. La ontología de la justicia: interacción so-


cial, enajenación y el ideal de la reciproci­
dad ................................................................. 176
Relaciones sociales, enajenación y las for­
mas de re cip ro c id ad .............................. 180
El significado de la justicia y su relación
con la lib e r ta d ......................................... 219

B ibliografía > * » ................................................... 235


Este libro se term inó de im p rim ir el 27
de abril de 1983 en los talleres de Edi-
MEX, S. A., Calle 3, núm . 9, Alce Blanco,
Naucalpan, Edo., de México. La compo­
sición se efectuó en Colofón Impresores,
S. A. de C. V., Ram ón Fabié 15-1, 06860
México, D. F., empleándose tipos Bodo­
ni de 8:9, 9:10 y 10:11 puntos. Se tiraron
5 000 ejemplares. Alberto Cue cuidó la
edición.
ONTOLOGÍA
SOCIAL DE
MARX

CAROL
GOULD
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