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Educación

espartana

Dos figuras, puede que un maestro y su discípulo en


una vasija espartana. Staatliche Antikensammlungen,
Múnich, Alemania.
La agogé o educación espartana (gr.
ἀγωγή 'conducta, movimiento') fue junto al
radical rechazo del individualismo, la
militarización de toda la vida privada y
colectiva, el rasgo más característico y
definitorio de la sociedad lacedemonia.

Época arcaica
Desde los siglos VIII al VII a. C., la
educación espartana se consagra al
dominio de las armas. Los jóvenes
espartanos no debían buscar ya, como en
los siglos anteriores, su gloria personal
(ideal homérico), sino la colectiva, la
victoria de la ciudad. El poeta Tirteo
plasma bien esta novedad ética: “es bello
morir, en primera línea, como valiente que
lucha por su patria”.

La educación arcaica conserva, no


obstante, rasgos de la educación
homérica: la lucha, el atletismo y los
deportes hípicos mantienen una gran
importancia. En los Juegos Olímpicos,
desde el 720 al 576 a. C., de 81 ganadores
conocidos, 46 son espartanos; en cuanto
a la carrera a pie, conocemos 36
ganadores, de los cuales 21 son
espartanos. Inmediatamente a
continuación en importancia viene la
música (en esta época Esparta es la
capital musical de Grecia). Las diversas
fiestas (Jacintias, Carneas o incluso las
Gimnopedias) son apenas un pretexto
para los concursos de danza de un alto
nivel de refinamiento, que precisan de
entrenamiento especializado.

La agogé
A partir del siglo VI (hacia el 550 a. C.), la
educación cambia de naturaleza. Se
convertirá en la agogé (aunque este
nombre es en realidad de época
helenística): un sistema educativo
profundamente original en su época por
sus características, ya que es:
Obligatorio: constituye un requisito
indispensable para la plena ciudadanía.
Para Jenofonte, aquellos que no han
pasado por la agogé son ciudadanos de
categoría inferior que no pueden
acceder a las magistraturas ni a los
cuerpos de élite o, según Plutarco, son
directamente privados de sus derechos
ciudadanos. Por el contrario, se puede
dar el caso de no ciudadanos
(presumiblemente ilotas) que,
aceptados en el sistema educativo de la
agogé, llegan a ser hombres libres: son
los llamados mothakés (ver Ilota).
Colectivo: frente a la educación
personalizada con un preceptor esclavo,
al estilo de otras ciudades griegas, la
agogé se estructura en etapas para
grupos de niños de edad similar.
Organizado por el Estado: es el propio
gobierno de la ciudad el que gestiona la
educación pública como una de sus
principales misiones, lo que merecerá la
alabanza de Platón y Aristóteles.
Además de contar con magistrados
especializados, los éforos llevan a cabo
personalmente una supervisión diaria.

A partir de este momento los ciudadanos


se preparan para la vida militar ya desde la
misma infancia. A los siete años se les
aparta de sus familias y comienzan a vivir
en barracones de estilo militar con los
compañeros de su misma edad,
sometidos a un entrenamiento que busca
convertirlos en guerreros perfectos,
preocupados sólo por el bien del Estado.

Aunque la agogé se atribuye a Licurgo, no


se encuentra referencia histórica alguna a
ella hasta el siglo IV a. C., en concreto en
Jenofonte (República de los Lacedemonios
).

Desde el nacimiento de un
espartano a los siete años
Esparta implantó una estricta eugenesia
destinada a conseguir ciudadanos sanos y
fuertes. De acuerdo con Plutarco (Vida de
Licurgo ) nada más nacer, el niño era
examinado por una comisión de ancianos
en la Lesjé (“Pórtico”, “Soportales”), para
determinar si era hermoso y de
constitución robusta. En caso contrario se
le llevaba al Apóthetas, una zona
barrancosa al pie del Taigeto, donde se le
arrojaba o abandonaba en una cima. Se
buscaba eliminar así toda boca
improductiva. Si el niño (o la niña)
superaba la prueba, era confiado a su
familia para que lo criase.

Durante su estancia en el ámbito familiar


no se mimaba al niño. Se instruía
especialmente a las nodrizas para que lo
criaran sin pañales que constriñesen su
crecimiento o debilitaran su resistencia al
frío y al calor. Al niño pequeño se le
prohibía toda clase de melindres,
caprichos o rabietas, y debía
acostumbrarse a estar solo y a no temer a
la oscuridad. Era también costumbre
bañarlos con vino, pues existía la creencia
(así lo afirma el mismo Aristóteles) de que
provocaba convulsiones, haciendo que las
naturalezas enfermizas sucumbieran
enseguida y robusteciendo, en cambio, las
sanas. Las nodrizas espartanas llegaron a
gozar de fama en algunas regiones de
Grecia. Espartana era, por ejemplo, Amicla,
la que crio al ateniense Alcibíades.

De los siete a los veinte años


Al cumplir los siete años, los niños
espartanos abandonaban su casa y
quedaban bajo la autoridad de un
paidónomo, magistrado especializado que
supervisaba la educación. Se integraban
en una agélē (ἀγέλη) o cuartel, especie de
unidad militar infantil, bajo el mando de un
muchacho mayor, el irén (de diecinueve
años cumplidos). Aprendían entonces a
leer y a escribir (según Plutarco, este
aspecto se reducía al mínimo
indispensable), así como a cantar
(principalmente las elegías de Tirteo, que
servían como cantos de marcha). Pero lo
esencial de su formación consistía en
endurecerlos físicamente por medio de la
lucha y el atletismo, y en aprender el
manejo de las armas, a marchar en
formación y, por encima de todo, a
obedecer ciegamente a sus superiores y
buscar siempre el bien de la ciudad.
Plutarco lo expresa así: "Licurgo
acostumbró a los ciudadanos a no saber
vivir solos, a estar siempre, como las
abejas, unidos por el bien público en torno
a sus jefes" (Vida de Licurgo).
El Estado asume la tutela hasta los veinte
años. Durante la infancia, todo el énfasis
se pone en el rigor y la disciplina. Estos
dos principios son la quintaesencia de lo
espartano. A los niños se les corta el pelo
al rape (más tarde, cuando sean efebos, lo
llevarán largo y bien cuidado), van
habitualmente descalzos y hacia los doce
años sólo se les permite ya un himatión
(manto de lana de una pieza) al año y
ningún quitón (la habitual túnica corta,
atada sobre los hombros). De hecho, la
mayor parte del tiempo -en el gimnasio, en
sus juegos- van desnudos y mugrientos,
porque raramente se les permite bañarse.
Las raciones de comida se reducen al
mínimo imprescindible, lo que les obliga a
robar si quieren evitar el hambre o así se
lo manda su irén (y, de ser sorprendidos,
se les castiga severamente no por el robo
mismo, sino por su torpeza al cometerlo).
Duermen en un lecho de cañas recogidas
en el Eurotas, que deben cortar a mano
ellos mismos, sin herramientas de ninguna
clase. Pese a todo, los niños y jóvenes
cuentan con servidores que les atienden,
salvo durante la Krypteia. Al convertirse en
efebos (hacia los quince años) se dejaban
el cabello largo propio de los soldados,
limpio y perfumado, en honor de la opinión
atribuida a Licurgo, para quien la melena
hacía a los guapos más apuestos y a los
feos más temibles.

La esmerada atención que en Atenas y


otras ciudades griegas se prodigaba a la
educación retórica, en Esparta estaba
orientada a formar en la máxima
economía expresiva, hasta el punto de
hacer proverbial la concisión espartana al
hablar (laconismo). Se esperaba del joven
que llegara a expresar sus ideas con
solidez, pero de forma breve y mordaz, al
tiempo que con gracia.

Toda la ciudad vela por la disciplina de los


jóvenes. Cualquier ciudadano o
compañero de más edad que él puede
reñir a los niños o sancionarlos con
castigos físicos: hacerles pasar hambre,
morderles el pulgar, azotarlos... Esta
dureza, lejos de ser herencia de Licurgo,
irá incrementándose a lo largo de los
siglos de manera completamente
inconexa con las auténticas necesidades
militares de la ciudad. Así, durante la Pax
Romana, cuando Esparta se ha convertido
en una población sin importancia de la
provincia de Acaya, las ceremonias a
manera de novatadas en el santuario de
Artemisa Ortia (combates rituales
disputándose pilas de quesos colocados
sobre los altares) se convierten en el
sádico ritual de la dimastígosis, en la que a
los niños, desnudos y al sol, se les flagela
incluso hasta la muerte, ante las ávidas
miradas de los espectadores, venidos de
toda Grecia.

Durante la adolescencia, se pone especial


énfasis en el aidós ("pudor", "decencia").
En la primera edad adulta se insistirá de
modo particular en la emulación y la
competencia, principalmente para llegar a
ser uno de los "Hippeis". A partir de los
veinte años, los jóvenes espartanos siguen
viviendo en un régimen de cuartel y
forman los grupos de sfareis (jugadores
de pelota).
Todo este entrenamiento hace de los
espartanos los soldados más temidos de
Grecia y figuran, probablemente, entre los
mejores combatientes de la Antigüedad.

La educación de las niñas


Las mujeres recibían también una
educación gestionada por el Estado,
basada en la gimnasia, la lucha y el
atletismo, y que tenía como finalidad
principal capacitarlas para engendrar
niños sanos y fuertes. Se trataba de
combatir los rasgos considerados
femeninos (gracia, cultura) mientras se
endurecía el cuerpo. La mujer espartana
llevaba habitualmente el peplo arcaico, sin
coser por el costado, lo que suscitaba
bromas y comentarios lascivos entre los
demás griegos, especialmente los
atenienses, que las llamaban las
fainomérides (“las que enseñan los
muslos”). En las ceremonias religiosas y
en las fiestas iban directamente desnudas,
lo mismo que en las competiciones
públicas de atletismo o lucha.

La educación femenina buscaba también


reducir al mínimo los sentimientos: el
matrimonio no debía ser sino la ocasión
de producir futuros guerreros. Incluso el
préstamo de esposas entre amigos se
consideraba normal, y no era oficialmente
vergonzoso ceder la propia a alguien más
joven y fuerte que engendrara de ella hijos
igualmente vigorosos. Con todo, la actitud
ante la bastardía era ambigua, y
claramente negativa cuando se refería a
los reyes. Así, en el 412 a. C., la relación de
Timaia -mujer del rey Agis II- con
Alcibíades constituyó un escándalo, y el
hijo que tuvo, Leotíquides, fue excluido del
trono por bastardo.

Como contrapartida a su dura educación,


las mujeres espartanas gozaron de una
notable libertad de movimientos, a
diferencia de las demás mujeres griegas,
recluidas casi de por vida en el gineceo.
Podían también heredar de sus padres, lo
que les proporcionaba gran independencia
de los hombres y solían ser ellas las que
administraban la economía familiar.

La pederastia
A los doce años, según cuenta Plutarco,
era corriente que tuvieran ya un amante de
entre los muchachos mayores y más
prestigiosos (el Erasta; del griego "erastés"
= el amante). La relación entre la pareja
adquiría tal carácter oficial que en algún
caso los éforos castigaron al erasta por
una falta cometida por su efebo. No
estaban bien vistos, en cambio, los celos o
rivalidades por un mismo muchacho, sino
que ambos rivales debían colaborar al
unísono en la educación del amado (el
Eronome; del griego "eromenós" = el
amado).

Simultáneamente, sin embargo, el


matrimonio y la procreación se
consideraban deberes sagrados para con
la ciudad, hasta el punto de que los
solteros en edad de casarse eran objeto
de particulares impuestos y de
humillaciones públicas.

Véase también
Historia de Esparta
Paideia
Pederastia espartana

Bibliografía
CARTLEDGE, Paul: Sparta and Lakonia. A
Regional History 1300-362 B.C., segunda
ed., Londres/Nueva York, Routledge,
2002.
CHRIMES, K.T.: Ancient Sparta,
Mánchester, 1949.
FORNIS, C., Esparta. Historia, sociedad y
cultura de un mito historiográfico,
Barcelona, Crítica, 2003.
JANNI, P., La cultura di Sparta arcaica,
Ricerche, II, Roma, 1970.
JEANMAIRE, Henri: Couroi et Courètes:
essai sur l'éducation spartiate et sur les
rites d'adolescence dans l'Antiquité
hellénique,Lille, Bibliothèque
universitaire, 1939.
LEVI, Mario A.: Quatro studi spartani e
altri scritti..., Milán, 1967
LÉVY, Edmond: Sparte: histoire politique
et sociale jusqu’à la conquête romaine,
Seuil, col. « Points Histoire», París, 2003
MARROU, Henri-Irénée: Histoire de
l'éducation dans l'Antiquité, t.I (« Le
monde grec»), Seuil, col. « Points
Histoire», París, 1ª edición 1948.
MICHELL, H. Sparta, Cambridge, 1965
RAWSON, Elizabeth: The Spartan
Tradition in European Thought, Oxford,
1969

Enlaces externos
MARTIN, Thomas R.: An Overview of
Classical Greek History from Mycenae to
Alexander (Panorama de la historia de la
Grecia Antigua desde la época micénica
hasta la de Alejandro); texto inglés, con
índice electrónico, en el Proyecto
Perseus.
Véanse este apartado y el siguiente:
The Existence of Spartan Boys (La
vida de los muchachos varones
espartanos).
PLUTARCO: Moralia, III, 16: Máximas de
espartanos (Άποφθέγματα Λακωνικά -
Apophthegmata Laconica).
Texto , en el Proyecto Perseus, de la
traducción inglesa corregida y
editada por William W. Goodwin, y
publicada en 1874; en la parte
superior derecha se hallan los
rótulos activos focus (para cambiar
a la traducción inglesa de Frank
Cole Babbitt, de 1931, o al texto
griego fijado por Gregorius N.
Bernardakis en 1888) y load (para
cotejar las dos traducciones y para
obtener el texto bilingüe).
PLUTARCO: Moralia, III, 18: Máximas de
mujeres espartanas (Λακαινών
αποφθέγματα - Lacaenarum
apophthegmata).
Texto , en el Proyecto Perseus, de la
traducción inglesa de Babbitt,
publicada en 1931.
Reproducción , en el Proyecto
Perseus, del texto griego fijado
por Babbitt en 1931; en la parte
superior derecha se hallan los
rótulos activos focus (para
cambiar al texto griego fijado
por Bernardakis en 1889) y
load (para cotejar uno y otro).
William W. Goodwin
(William Watson Goodwin,
1831 - 1912): clasicista
estadounidense, profesor
de griego de la Universidad
de Harvard.
Gregorius N. Bernardakis
(Gregorios N. Bernardakis:
Γρηγόριος Ν.
Βερναρδάκης; translit.:
Grigorios N. Vernardakis;
neolatín: Gregorius N.
Bernardakis; 1848 - 1925):
filólogo y paleógrafo
griego.

Datos: Q43336

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