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Dialéctica

Del griego “dialego”, que significa sostener una conversación, una polémica). En la antigüedad,
algunos filósofos entendían por dialéctica el arte de lograr la verdad descubriendo las
contradicciones contenidas en los razonamientos del adversario, y superando esas contradicciones.
Posteriormente, la dialéctica se convirtió en una doctrina del desarrollo y de la relación universal.
La dialéctica considera todos los fenómenos como en eterno movimiento y mutación; y el desarrollo
de la naturaleza, como un resultado de la lucha de las contradicciones que en ella existen.
Los antiguos filósofos griegos fueron dialécticos innatos. El célebre filósofo materialista, de la
antigüedad, Heráclito, enseñaba que todo existe y al mismo tiempo no existe, por cuanto todo fluye
y perpetuamente cambia, aparece y desaparece. Otro filósofo, el más notable de la Grecia antigua,
Aristóteles, investigó las formas esenciales del pensamiento dialéctico. Empero, en la filosofía
griega, la dialéctica aparece todavía bajo una primitiva simplicidad. La dialéctica de los antiguos
griegos fue ingenua. La relación universal de los fenómenos no la demostraba en sus detalles;
considerando la naturaleza como un todo, no llegaron al análisis separado de los fenómenos y
objetos de la naturaleza, sin lo cual no puede ser nítido ni general el panorama del mundo.
Mucho después, durante el transcurso de una serie de siglos, dominó la concepción metafísica del
mundo, contraria a la dialéctica. Sólo desde la segunda mitad del siglo XVIII la concepción
metafísica del mundo comienza a resquebrajarse. La primera brecha en esta concepción fue abierta
por el filósofo alemán Kant, que formuló la teoría de la formación histórica del sistema solar. La
novísima filosofía alemana halló su culminación con Hegel. “Su gran mérito fue el retorno a la
dialéctica como forma superior del pensamiento”. (Engels).
La dialéctica hegeliana fue la primera en presentar todo el mundo natural, histórico y espiritual,
bajo la forma de un proceso, es decir, continuo movimiento, cambio, desarrollo y transformación.
Las contradicciones internas de ese proceso actuaban, entre tanto, en calidad de fuente del
movimiento espontáneo y del desarrollo espontáneo. Pero Hegel fue idealista. El fundamento y la
esencia de todo lo existente, Hegel lo veía en el desarrollo espontáneo de la “idea absoluta”. Según
Hegel, resultaba que el pensamiento viene a ser el creador de la realidad. “De aquí emana su
atormentada y a menudo terrible construcción: el mundo --quiéralo o no--debe conformarse con el
sistema lógico”. (Engels).
La dialéctica sólo se hizo una ciencia cuando Marx y Engels la liberaron de la corteza idealista
hegeliana y llevaron adelante la doctrina del desarrollo, creando la dialéctica materialista. Marx y
Engels aprovecharon de la dialéctica de Hegel, su “grano racional” y reelaboraron, de forma
materialista, el método de Hegel, tomando por fundamento del desarrollo, no la idea, sino la
realidad material. En vista de ello, el método dialéctico marxista, en su base, está directamente
contrapuesto a la dialéctica de Hegel. La dialéctica marxista es una doctrina del desarrollo en su
aspecto más completo, profundo y libre de toda unilateralidad. La dialéctica, creada por Marx y
Engels y desenvuelta por Lenin y Stalin.

En la antigüedad se entendía por dialéctica, el arte de descubrir la verdad gracias a la discusión,


poniendo de relieve y eliminando las contradicciones del adversario. Los filósofos de la Grecia
antigua eran, según la expresión de Engels, dialécticos de nacimiento. Heráclito (ver), célebre
materialista griego, afirmaba que las cosas existen y no existen a la vez, puesto que todo fluye y
cambia constantemente, todo nace y desaparece, y el mundo está constituido por contradicciones
que luchan entre sí. La causa del desarrollo reside en la lucha de contrarios. Otro filósofo ilustre de
la Grecia antigua, Aristóteles (ver), analizó las principales formas del pensamiento dialéctico. Pero
en la filosofía de la Grecia antigua, el carácter distintivo de la dialéctica era su ingenuidad y
simplicidad primitivas. Al considerar la naturaleza como un todo, esos filósofos no llegan a separar,
a analizar los fenómenos y los objetos, sin lo cual es imposible hacerse una imagen clara y completa
del mundo. Se fijaban “...más en el movimiento, en las transiciones, en la concatenación que en lo
que se mueve, cambia y se concatena”. (Engels, Anti-Dühring, p. 34, Ediciones Pueblos Unidos,
Montevideo, 1948). Durante siglos después, hasta fines del siglo XVIII, reinó una concepción
metafísica: se creía en la inmutabilidad de todo lo que existe. (ver Metafísica).
Los grandes fundadores del socialismo proletario, crearon el método dialéctico marxista, forma
nueva de dialéctica y la única científica. Su dialéctica tiene por fundamento inconmovible a las
ciencias de la naturaleza, especialmente, los tres grandes descubrimientos del siglo XIX: la célula,
la ley de la conservación y de la transformación de la energía, y el darwinismo. La dialéctica resulta
de una síntesis genial de toda la experiencia humana, en particular, de la experiencia de la lucha
entre el proletariado y la burguesía. Habiendo rechazado el sistema idealista reaccionario de la
filosofía hegeliana, Marx y Engels extraen de la dialéctica de Hegel su núcleo racional, la doctrina
del desarrollo. El método dialéctico marxista es diametralmente opuesto a la dialéctica de Hegel:
Marx y Engels toman por base no la idea, sino la realidad material. La dialéctica marxista
representa la teoría del desarrollo más completa y más profunda. En oposición a Hegel, Marx y
Engels consideran la naturaleza desde el punto de vista del cambio y del desarrollo. En el Anti-
Dühring (ver), la Dialéctica de la naturaleza (ver) y otras obras, Engels examina bajo sus múltiples
aspectos, los problemas de la dialéctica en las ciencias de la naturaleza. Al aplicar la dialéctica
materialista y el materialismo filosófico a la ciencia de la sociedad, Marx y Engels trastornaron las
ideas admitidas sobre la sociedad y crearon la teoría del materialismo histórico (ver). La dialéctica
materialista no se vuelve sólo hacia el pasado, sino que lo hace hacia el presente y el porvenir. Y
pone al servicio del partido proletario el conocimiento de las leyes objetivas del desarrollo.
El método dialéctico marxista se creó y desarrolló en la lucha contra las teorías metafísicas de los
ideólogos burgueses y pequeño-burgueses, contra las diversas teorías evolucionistas oportunistas
que consideran el devenir como un cambio puramente cuantitativo sin supresión de lo viejo ni
nacimiento de lo nuevo. El Capital (ver), obra maestra de Marx, así como los trabajos de Engels:
Anti-Dühring, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (ver) y otros,
desempeñaron un papel inmenso en la elaboración de la dialéctica materialista. Lenin indica que en
El Capital, la dialéctica, la lógica y la teoría del conocimiento están aplicadas al análisis del modo
de producción capitalista.

Qué es la Dialéctica:

Se conoce como dialéctica a la técnica que intenta descubrir la verdad mediante la confrontación de
argumentos contrarios entre sí. La palabra dialéctica se origina del griego dialektiké.
La dialéctica es el arte de persuadir, debatir y razonar ideas diferentes.
En un discurso, la dialéctica consiste en presentar una idea principal o concepto, denominado tesis,
al cual se le contraponen diferentes argumentos e ideas, conocidas como antítesis. Ahora bien, para
solventar esta oposición de ideas surge la síntesis, que se presenta como una nueva manera de
comprender el tema.
La dialéctica también es conocida como una manera de filosofar. Su concepto fue debatido por años
por diversos filósofos como Sócrates, Platón, Aristóteles, Hegel, Marx y otros. Sin embargo, fue
Platón el pionero de la dialéctica al emplearla en sus diálogos como método para llegar a la verdad.
No obstante, también la dialéctica puede ser vista en sentido peyorativo, por el uso exagerado de las
sutilezas.
Por otra parte, el término dialéctico es usado como adjetivo para identificar al individuo que profesa
la dialéctica.

Dialéctica en filosofía
La dialéctica, como sistema filosófico, trata sobre el raciocinio y sus leyes, formas y modos de
expresión.
Como fue dicho anteriormente, Platón fue el primero en usar y señalar a la dialéctica como técnica
y método para responder algo, ya que a través de ésta se puede llegar a la verdad.
Por su parte, Hegel toma la dialéctica como un proceso constante y continuo para llegar a la verdad,
partiendo de un primer postulado (tesis), que luego será refutado (antítesis), para llegar a una nueva
idea o resultado (síntesis), que llevará nuevamente a una tesis y así sucesivamente, siempre con la
finalidad de buscar una respuesta certera al tema en debate.
Para Aristóteles, la dialéctica es un proceso racional, conexo con la lógica, que es desarrollado por
el individuo como parte de las habilidades necesarias para realizar argumentos.
En este sentido, Kant apoyó la teoría de Aristóteles, quien consideraba a la dialéctica como una
lógica de apariencias, basándose en principios subjetivos.

Materialismo dialéctico
El materialismo dialéctico es el resultado de los acuerdos que hubo entre las corrientes filosóficas
propuestas por Friedrich Engels (1820-1895) y Karl Marx (1818-1883), en la cual se define a la
materia como la esencia de la realidad, concreta o abstracta, que es independiente de la conciencia
que surge luego.
Por otra parte, el materialismo dialéctico fundamenta las teorías del comunismo, y como ciencia
filosófica se opone al idealismo filosófico propuesto por Hegel.

Dialéctica erística
En primer lugar, se debe de aclarar el término de erística para una mejor comprensión del tema.
Como erística se entiende a los tipos de argumentación que se emplean para terminar con éxito en
una discusión o debate.
Para el filósofo Schopenhauer, a través de la lógica se llega a la verdad, pero la erística deja de lado
la verdad objetiva siendo más relevante el aspecto de ésta, ya que lo único importante es lograr la
victoria sin importar que los fundamentos sean ciertos o falsos.
La dialéctica erística es una expresión que describe la obra no concluida de Schopenhauer,
publicada en el año 1831 por su amigo, el filósofo Julius Frauenstädt, conocida como El arte de
tener la razón o Como vencer un debate sin tener razón, en la que señala 38 estrategias para ganar
una discusión independientemente de tener la razón o no.

Lógica dialéctica
La lógica dialéctica fue propuesta por Hegel, sin embargo, parte de sus planteamientos ya los
habían hecho Aristóteles y Heráclito.
La lógica dialéctica pone su atención en el desarrollo de las ideas y en la inteligencia con la que se
responde a la contradicción de la dialéctica. Por tanto, resulta una mediación entre la lógica pura y
el análisis dialéctico de las contradicciones.

Dialéctica espontánea en la Antigüedad


Para el hinduismo, la diversidad de cosas y eventos contradictorios que nos rodean son justamente
las diferentes manifestaciones del todo, llamado Brahman. Así, a los diversos aspectos de lo Divino,
dieron en la India antigua distintos nombres de variados dioses que no son más que reflejos de una
única realidad última, de manera que, por ejemplo, la fuerza destructora y la fuerza creadora son
dos manifestaciones de esa misma realidad.

La dialéctica como método en la filosofía griega


Heráclito puede ser considerado como 'padre de la dialéctica' en occidente, es el primero que
considera que la contradicción no paraliza sino dinamiza. En Heráclito se insinúa que las cosas se
empujan unas a otras oponiéndose. En toda oposición los términos que se oponen son, cada uno, la
negación del otro.
En Heráclito de Éfeso, se puede observar con más claridad la movilidad y la negatividad que hemos
sentado como características de la dialéctica. Es bien sabido que «El Oscuro de Éfeso», como le
llamaron los antiguos, decía que "todo pasa" y que "la guerra es el padre de todas las cosas".
Conviene advertir, respecto de la primera afirmación, que un fragmento muy citado dice que, según
Heráclito, "no es posible bajar dos veces al mismo río porque los que descienden se sumergen en
aguas siempre distintas en su fluir incesante". Pero en otro fragmento, menos citado, se lee
igualmente que, "bajamos y no bajamos al mismo río, somos y no somos". Esto es importante,
porque significa que Heráclito no era heracliteano, es decir, no sostenía, como algunos manuales le
hacen decir, que el incesante fluir de las cosas destruye continua y enteramente su identidad. No es
el mismo río, pero lo es; somos y no somos. Heráclito veía a las cosas permanecer cambiando y
cambiar permaneciendo.
En los diálogos platónicos tempranos, el procedimiento permite someter a examen cierto conjunto
de creencias que mantiene determinado individuo. A partir de los diálogos medios, su alcance se
amplía, para poner a prueba hipótesis o teorías con las que no necesariamente alguien está
comprometido. El examen usualmente lo lleva a cabo Sócrates, quien dirige a su interlocutor una
serie de preguntas para explorar si hay inconsistencias entre sus dichos. Estas preguntas son, pues,
críticas y comprometedoras, y puede considerarse que equivalen a objeciones; pues naturalmente,
una teoría que muestra ser contradictoria no podría aceptarse como verdadera (Vg., ha sido
refutada). Por otra parte, en muchos diálogos de Platón puede constatarse cómo los interlocutores de
Sócrates se defienden de sus objeciones; en ocasiones es el propio Sócrates quien responde a sus
críticas anteriores. El procedimiento de preguntas y respuestas da lugar así a una discusión o
controversia racional, cuyo resultado es a menudo la refutación de las ideas que se examinan. En
cualquier caso, mediante la detección y eliminación de errores, el procedimiento tiende a la
identificación de la verdad -o al menos, de lo que racionalmente puede aceptarse como tal. La
refutación (en griego: elenchô) se convierte en un método de prueba

Casi todos los filósofos presocráticos habían escrito como profetas iluminados, sin pensar siquiera
en dar alguna prueba de la validez de sus puntos de vista (M. Détienne). Una excepción importante
es Zenón de Elea, quien introduce en la filosofía la idea de refutar racionalmente las teorías de sus
adversarios, mostrando que conducen a paradojas. Este es el antecedente del que parten Sócrates y
Platón, el último de los cuales lleva la idea un paso más lejos. Es notable que en el Parménides
Platón haya utilizado el procedimiento de preguntas comprometedoras, para poner a prueba teorías
de su propia factura (concretamente, la teoría metafísica de las Formas), convirtiéndose así en el
primer filósofo que practica la autocrítica. Tal vez Platón intenta mostrar así cuánto más le interesa
la búsqueda de la verdad, que la defensa de sus posiciones. En todo caso, la dialéctica (i.e., la
controversia, y más fundamentalmente, la exposición a la crítica) queda perfilada por él como un
procedimiento de investigación. A este gesto del clásico puede atribuirse el que la filosofía sea hoy
un campo de investigación académica, y no una rama de la mitología o de la literatura fantástica.

Dialéctica de la filosofía clásica alemana


Para Immanuel Kant la sensibilidad tiene como formas a priori el espacio y el tiempo y la razón
humana tiene, también anteriores a toda experiencia, un conjunto de categorías para concebir los
objetos, siempre que haya fenómenos sobre los cuales ellas puedan actuar. Cuando tal cosa no
ocurre, como en el caso de los objetos denominados "metafísicos", el entendimiento deriva en las
llamadas antinomias, en las cuales puede demostrarse como verdadera tanto una posición como la
contraria, hay argumentos en favor y en contra de las tesis y de sus respectivas antítesis. La solución
no puede ser dogmática sino crítica de la razón pura, distinguiendo la "cosa en sí" del mundo
fenomenológico, que no existe independientemente de nuestras representaciones.
Para Johann Gottlieb Fichte del yo, del sujeto se deriva todo y de acuerdo con los principios lógicos
de la identidad y negación, al afirmarse el yo engendra por oposición el "no yo" y ambos están
subordinados a un principio de unidad total. Así como el yo entra en contradicción consigo mismo y
posiciona el no yo, elimina esta oposición mediante la limitación de ambos y fluye un proceso
infinito y que se formula en la tríada dialéctica: tesis, antítesis y síntesis.
Arthur Schopenhauer entre otros aspectos de la dialéctica considera a la dialéctica como una forma
elocuente de razonamiento e incluso de discutir contra algo que critica, considera de este modo a la
dialéctica como un método de una eudemonología y en cuanto a un intento de diálogo más como
una erística: la dialéctica del sofisma y de la falacia (Véase: Die Kunst, Glücklich Zu Sein Oder,
Eudämonologie «Eudemonología o el arte de ser feliz, explicado en 50 reglas para la vida») y
«Dialéctica erística o el arte de tener razón, expuesta en treinta y ocho estratagemas» (obra también
conocida como «El arte de tener razón»).
El filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel aplica el término dialéctica a su sistema
filosófico y a su lógica centrada en el devenir, la contradicción y el cambio, que sustituye los
principios de identidad y no contradicción, por los de la transformación incesante de las cosas y la
unidad de los contrarios. Hegel pensaba que la evolución de la Idea se produce a través de un
proceso dialéctico, es decir, un concepto se enfrenta a su opuesto y como resultado de este
conflicto, se alza un tercero, la síntesis. La síntesis se encuentra más cargada de verdad que los dos
anteriores opuestos. La obra de Hegel se basa en la concepción idealista de una mente universal
que, a través de la evolución, aspira a llegar al más alto límite de autoconciencia y de libertad.
La dialéctica de Hegel
La dialéctica se basa en la fundamentación de que una idea (tesis), generalmente histórica, social o
filosófica, al ser desarrollada en detalle, abre aspectos diversos que entre sí se avienen mal
(antítesis), pero finalmente surge una manera de reconcebirla conciliando aspectos aparentemente
contradictorios (síntesis). Si bien Hegel nunca usó los términos tesis, antítesis y síntesis, diversos
analistas posteriores popularizaron esta terminología (debida a H. M. Chalybäus) para analizar el
desarrollo de la dialéctica hegeliana de una idea o tesis.
Según este punto de vista, muchas ideas o corrientes reflexivas pasan por una fase de contradicción
aparente. Esta característica sería profunda y esencial en el análisis de Hegel. Metafóricamente, se
podría decir que la identidad es la determinación de lo simple inmediato y estático, mientras que la
contradicción es la raíz de todo movimiento y vitalidad, el principio de todo auto movimiento y
solamente aquello que encierra una contradicción se mueve. La imaginación corriente capta la
identidad, la diferencia y la contradicción, pero no la transición de lo uno a lo otro, que es lo más
importante, cómo lo uno se convierte en lo otro.
Causa y efecto son momentos de la dependencia recíproca universal, de la conexión y
concatenación recíproca de los acontecimientos, eslabones en la cadena del desarrollo de la materia
y la sociedad: la misma cosa se presenta primero como causa y luego como efecto. Es necesario
hacer conciencia de la intercausalidad, de las leyes de conexión universal objetiva, de la lucha y la
unidad de los contrarios y de las transiciones y las transformaciones de la naturaleza y la sociedad.
La verdad está compuesta de la totalidad de todos los aspectos del fenómeno, de la realidad, de los
fenómenos y de sus relaciones recíprocas.

La realidad es la unidad de la esencia y la existencia. La esencia no está detrás o más allá del
fenómeno, sino que por lo mismo que la esencia existe, se concreta en el fenómeno. La existencia es
la unidad inmediata del ser y la reflexión. Posibilidad y accidentalidad son momentos de la realidad,
puestos como formas que constituyen la exterioridad de lo real, y, por tanto, son cuestión que afecta
el contenido, porque en la realidad se reúne esta exterioridad con la interioridad en un movimiento
único, se convierte en necesidad y así lo necesario es mediado por un cúmulo de circunstancias o
condiciones.
La cantidad se transforma en cualidad y los cambios se interconectan y provocan los unos con los
otros. Las matemáticas no han logrado justificar estas operaciones que se basan en la transición,
porque la transición no es de naturaleza matemática o formal, sino dialéctica.
Las determinaciones lógicas anteriormente expuestas, las determinaciones del ser y la esencia, no
son meras determinaciones del pensamiento. La lógica del concepto se entiende ordinariamente
como ciencia solamente formal, pero si las formas lógicas del concepto fueran recipientes muertos,
pasivos, de representaciones y pensamientos, su conocimiento sería superfluo. En realidad, son
como formas del concepto, el espíritu vivo de lo real y por tanto se requiere indagar la verdad de
estas formas y su conexión necesaria.
El método del conocimiento no es una forma meramente exterior, sino que es alma y concepto del
contenido. Por lo que se refiere a la naturaleza del concepto, el análisis es lo primero, porque debe
elevar la materia dada a la forma de abstracciones universales, las cuales luego mediante el método
sintético son puestas como definiciones. El análisis resuelve el dato concreto, aísla sus diferencias y
les da forma de universalidad o, deja lo concreto como fundamento y por medio de la abstracción de
las particularidades que aparentan ser inesenciales, pone de relieve un universal concreto o la fuerza
y la ley general. Esta universalidad también es determinada mediante la síntesis del concepto en sus
formas, en definiciones.

La actividad humana une lo subjetivo con lo objetivo. El fin subjetivo se vincula con la objetividad
exterior a él, a través de un medio que es la unidad de ambos, esto es la actividad conforme al fin.
Así, con sus herramientas el hombre posee poder sobre la naturaleza exterior, aunque en lo que
respecta a sus fines se encuentra con frecuencia sometido a ella.
Dialéctica materialista
La dialéctica materialista es una ciencia que se desarrolla de un modo creador. Ella se enriquece
gracias a la experiencia nueva de la lucha del Partido Comunista de la Unión Soviética y de todo el
proletariado mundial, generalizada por Lenin, por su discípulo y continuador Stalin, y por otros
discípulos de Lenin. Lenin y Stalin profundizaron la dialéctica en la lucha contra el dogmatismo y
el eclecticismo de los mencheviques, de los oportunistas de la II Internacional, contra los trotskistas,
los bujarinistas y los demás enemigos del marxismo. Y mostraron que la dialéctica, doctrina del
desarrollo histórico multiforme y lleno de contradicciones, es el fundamento filosófico de uno de
los rasgos principales del marxismo: su vinculación orgánica con la práctica. En la lucha contra el
reformismo y el oportunismo que encubrían su esencia metafísica con un reconocimiento verbal del
desarrollo, pusieron de manifiesto la correlación de las formas evolutiva y revolucionaria del
devenir y mostraron la función de los saltos revolucionarios en la historia de la sociedad. En
particular, los trabajos de Lenin, proyectan una viva luz sobre el problema de las contradicciones,
de la lucha de los contrarios como “núcleo de la dialéctica”, de la lógica dialéctica.
El carácter creador de la dialéctica científica, se manifiesta en la necesidad de concretar tal o cual
ley dialéctica con motivo de las nuevas realizaciones de la ciencia y de las nuevas condiciones
históricas. Marx y Engels pusieron al desnudo principalmente, la dialéctica de la sociedad burguesa,
que no es sino un caso particular de la dialéctica tomada en general. Las decisiones y los
documentos del Partido Comunista de la Unión Soviética, que hacen el balance de la prodigiosa
experiencia de la lucha del Partido por el socialismo, constituyen una vasta síntesis de la dialéctica
del pasaje del capitalismo al socialismo, de la dialéctica del desarrollo de la sociedad socialista.
La más simple e influyente formulación del materialismo dialéctico se halla en Engels, que creyó
con ello no desviarse de Marx o, en todo caso, creyó completar a Marx. La formulación de Engels
se ha incorporado al marxismo. Esto no quiere decir que sólo los marxistas sean materialistas
dialécticos. Ello puede ocurrir de varios modos, entre los cuales sobresalen dos: como un intento de
suplementar y sistematizar el marxismo en forma distinta del conglomerado hoy tradicional «Marx-
Engels-Lenin», o «marxismo-leninismo»; o bien como una posibilidad para el futuro, cuando se
haya «absorbido» por completo la razón analítica y positiva que se supone caracteriza aún las
ciencias y éstas puedan constituirse dialécticamente, o materialística-dialécticamente.
Engels desarrolló el materialismo dialéctico en la obra "La transformación de las ciencias por el Sr.
Dühring" (Herrn Dühring Umwälzung der Wissenschaften, 1878; publicada como una serie de
artículos en Vorwärts!, 1877), conocida con el nombre de Anti-Dühring, y también en una serie de
2148 manuscritos procedentes de 1873-1883 y publicados por vez primera en 1925 con el nombre
Dialektik der Natur (hay posteriores ediciones, más fidedignas; trad. esp. con introducción por
Manuel Sacristán). Aunque Engels se opuso al idealismo, incluyendo el idealismo de Hegel,
encontró en este autor apoyo para una «filosofía de la Naturaleza» que descartara y superara el
materialismo mecanicista, característico de gran parte de la física (mecánica) moderna y en
particular de las interpretaciones filosóficas de la ciencia moderna que proliferaron en el siglo XIX
por obra de Ludwig Büchner y otros autores. Este materialismo es, según Engels, superficial y no
tiene en cuenta que los modelos mecánicos no se aplican a nuevos desarrollos científicos, tales
como los habidos en química y en biología, y especialmente tal como se manifiestan en la teoría de
la evolución de las especies. El materialismo «vulgar» mecanicista no tiene tampoco en cuenta el
carácter práctico del conocimiento y el hecho de que las ciencias no son independientes de las
condiciones sociales y de las posibilidades de revolucionar la sociedad.
Mientras el materialismo mecanicista se apoya en la idea de que el mundo está compuesto de cosas
y, en último término, de partículas materiales que se combinan entre sí de un modo «inerte», el
materialismo dialéctico afirma que los fenómenos materiales son procesos. Hegel tuvo razón en
insistir en el carácter global y dialéctico de los cambios en los procesos naturales, pero erró en hacer
de estos cambios manifestaciones del «Espíritu». Hay que «invertir» la idea hegeliana y colocar en
la base la materia en cuanto que se desarrolla dialécticamente. La dialéctica de la Naturaleza
procede según las tres grandes leyes dialécticas:

 ley del paso de la cantidad a la cualidad,


 ley de la interpenetración de los contrarios (u opuestos) y
 ley de la negación de la negación.

Negar que hay contradicciones en la Naturaleza es, según Engels, mantener una posición
metafísica; lo cierto es que el movimiento mismo está lleno de contradicciones. Son contradicciones
«objetivas» y también «subjetivas». Sin la constante lucha de los opuestos no pueden explicarse los
cambios.
Las leyes de la dialéctica
El materialismo dialéctico propone, pues, una interpretación de la realidad concebida como un
proceso material en el que se suceden una variedad infinita de fenómenos, a partir de otros
anteriormente existentes. Esta sucesión, no obstante, no se produce al azar o arbitrariamente, ni se
encamina hacia la nada o el absurdo: todo el proceso está regulado por leyes que determinan su
evolución desde las formas más simples a las más complejas, y que afectan a toda la realidad,
natural y humana (histórica).

Las leyes según las cuales la materia se mueve y se transforma son leyes dialécticas. Al igual que
ocurre con la dialéctica hegeliana, que es simultáneamente un método y la expresión misma del
dinamismo de la realidad, la dialéctica de Marx y Engels encerrará ese doble significado. No se
puede convertir, sin embargo, la dialéctica en un proceso mecánico, en el que se suceden los tres
momentos del movimiento (tesis, antítesis y síntesis), como se hace a menudo con Hegel, en un
esquema mecánico sin contenido alguno. "La dialéctica no es más que la ciencia de las leyes
generales del movimiento y la evolución de la naturaleza, la sociedad humana y el pensamiento",
dice Engels en el Anti-Dühring.
Ley de la unidad y lucha de contrarios
Pero todo cambia completamente en cuanto consideramos las cosas en su movimiento, su
transformación, su vida, y en sus recíprocas interacciones. Entonces tropezamos inmediatamente
con contradicciones. El mismo movimiento es una contradicción; ya el simple movimiento
mecánico local no puede realizarse sino porque un cuerpo, en uno y el mismo momento del tiempo,
se encuentra en un lugar y en otro, está y no está en un mismo lugar. Y la continua posición y
simultánea solución de esta contradicción es precisamente el movimiento.
Si ya el simple movimiento mecánico local contiene en sí una contradicción, aún más puede ello
afirmarse de las formas superiores del movimiento de la materia, y muy especialmente de la vida
orgánica y su evolución. Hemos visto antes que la vida consiste precisamente ante todo en que un
ser es en cada momento el mismo y otro diverso. La vida, por tanto, es también una contradicción
presente en las cosas y los hechos mismos, una contradicción que se pone y resuelve
constantemente; y en cuanto cesa la contradicción, cesa también la vida y se produce la muerte.
También vimos que tampoco en el terreno del pensamiento podemos evitar las contradicciones, y
que, por ejemplo, la contradicción entre la capacidad de conocimiento humana, internamente
ilimitada, y su existencia real en hombres externamente limitados y de conocimiento limitado, se
resuelve en la sucesión, infinita prácticamente al menos para nosotros, de las generaciones, en el
progreso indefinido.

Ley de transición de la cantidad a la cualidad


Hemos visto ya antes, a propósito del esquematismo universal, que con esta línea nodal hegeliana
de relaciones dimensionales en la que, en un determinado punto de alteraciones cuantitativas, se
produce repentinamente un cambio cualitativo, el señor Dühring ha tenido la pequeña desgracia de
que en un momento de debilidad la ha reconocido y aplicado él mismo. Dimos allí uno de los
ejemplos más conocidos, el de la transformación de los estados de agregación del agua, que a
presión normal y hacia los 0 °C pasa del fluido al sólido, y hacia los 100 °C pasa del líquido al
gaseoso, es decir, que en esos dos puntos de flexión la alteración meramente cuantitativa de la
temperatura produce un estado cualitativamente alterado del agua.
Habríamos podido aducir en apoyo de esa ley cientos más de hechos tomados de la naturaleza y de
la sociedad humana. Así por ejemplo, toda la cuarta sección de El Capital de Marx —producción de
la plusvalía relativa en el terreno de la cooperación, división del trabajo y manufactura, maquinaria
y gran industria— trata de innumerables casos en los cuales la alteración cuantitativa modifica la
cualidad de las cosas de que se trata, con lo que, por usar la expresión tan odiosa para el señor
Dühring, la cantidad se muta en cualidad, y a la inversa. Así, por ejemplo, el hecho de que la
cooperación de muchos, la fusión de muchas fuerzas en una fuerza total, engendra, para decirlo con
las palabras de Marx, una "nueva potencia de fuerza" esencialmente diversa de la suma de sus
fuerzas individuales".

Ley de negación de la negación


En la dialéctica, negar no significa simplemente decir no, o declarar inexistente una cosa, o
destruirla de cualquier modo. Ya Spinoza dice: omnis determinatio est negatio, toda determinación
o delimitación es negación. Además, la naturaleza de la negación dialéctica está determinada por la
naturaleza general, primero, y especial, después, del proceso. No sólo tengo que negar, sino que
tengo que superar luego la negación.
Tengo, pues, que establecer la primera negación de tal modo que la segunda siga siendo o se haga
posible. ¿Cómo? Según la naturaleza especial de cada caso particular. Si muelo un grano de cebada
o aplasto un insecto, he realizado ciertamente el primer acto, pero he hecho imposible el segundo.
Toda especie de cosas tiene su modo propio de ser negada de tal modo que se produzca de esa
negación su desarrollo, y así también ocurre con cada tipo de representaciones y conceptos".
La ley de negación de la negación completa la anterior, explicando el modo en que se resuelve la
contradicción, dando paso a una realidad nueva que contiene los aspectos positivos de lo negado. El
primer momento del movimiento dialéctico, el de la afirmación, supone la mera existencia de una
realidad; el segundo momento, el de la negación, supone la acción del elemento contrario que, en
oposición con el primer momento, lo niega. El tercer momento, negando al segundo, que era ya, a
su vez, la negación del primero, se presenta como el momento de la reconciliación, de la síntesis,
recogiendo lo positivo de los dos momentos anteriores.
La crítica de Sartre
La Crítica de la razón dialéctica, del filósofo francés Jean-Paul Sartre, fue publicada en 1960 con el
título original de Critique de la raison dialectique (précédé de Questions de méthode). En ella,
Sartre se preguntaba cómo constituir una antropología estructural e histórica, que no sacrifique la
concreción del objeto estudiado en un sistema fijo de conceptos. Subrayaba entonces que sólo la
antropología marxista puede servir para tal propósito, pero con la condición de que ésta se
fundamente en la comprensión de lo humano que supone el existencialismo, la dialéctica
fenomenológica del Ser y la Nada. No obstante, si el materialismo histórico de Karl Marx es cierto,
entonces la historia es dialéctica, una totalización: ¿pero hay una razón dialéctica? ¿O bien la
racionalidad positivista de las ciencias es suficiente para estudiar al hombre y a la existencia
humana? Estas son las preguntas fundamentales planteadas por Sartre en Crítica de la razón
dialéctica. Aunque el "ejercicio dialéctico" entendido a la manera clásica, como aquello que
pertenece a un debate o controversia, no fue el objeto de su estudio, Sartre fue ante todo un
polemista y un defensor de la importancia de la confrontación de opiniones como condición del
conocimiento y de las transformaciones conscientes de la vida y la sociedad.
La dialéctica y la ciencia contemporánea
La utilización de la dialéctica, más allá de las aplicaciones que de ella muestran los clásicos (Hegel,
Marx, Engels), ha sido discutida más recientemente por filósofos como Lucien Seve, Jean Marie
Bohm o el propio Jean Paul Sartre ("Crítica de la razón dialéctica", donde muestra el interés de la
dialéctica en el estudio de los grupos humanos, pero descarta su validez en su aplicación al
conocimiento de la naturaleza). Sin embargo, el desarrollo del conocimiento científico (y la
aplicación del aparato matemático correspondiente) permiten resultados en este ámbito
verdaderamente estimulantes. Así, la obra de científicos universalmente reconocidos hace de la
dialéctica una herramienta reveladora. De una manera general, la dialéctica se presenta como una
metodología para la comprensión de los fenómenos naturales en su evolución, y los principios de la
dialéctica aparecen como una emanación de las propiedades generales de la ciencia en evolución.
Cabe citar a John Haldane, Richard Lewontin y Stephen Jay Gould, en el dominio de la biología y
evolución, así como a Bertell Ollman y Pascal Charbonnat en un marco epistemológico mucho
más amplio.
La objeción sartriana procede sin duda de la tradición cartesiana (res cogitans, res extensa) que se
refleja en la distinción de los dos ámbitos sartreanos (para-sí y en-sí). La dificultad entonces se
encuentra en la relación entre ellos, que Descartes resuelve de forma poco verosímil con la glándula
pineal; mientras que Sartre hace que la conciencia asuma el mundo según su propia finalidad. El
problema es que ambos se basan en un materialismo mecanicista para el cual el movimiento debe
ser insuflado desde el exterior. Este es el origen de un finalismo o una teleología que supedita las
causas a una finalidad trascendente. Pero la práctica científica actual integra en términos de
causalidad toda explicación finalista.
En este sentido cabe destacar la reciente obra de Evariste Sanchez-Palencia ("Paseo dialéctico por
las ciencias", ver Bibliografía, fuentes segundarias), donde desarrolla una visión de la dialéctica en
las ciencias en relación con la teoría matemática de los sistemas dinámicos. En la presentación de la
edición italiana de este texto, el filósofo Paolo Quintili destaca la relevancia de la dialéctica en la
formulación de los principios de los sistemas complejos, de las ecuaciones de campo, de los
fenómenos electromagnéticos, de la relatividad, etc., en donde rige una lógica distinta de la del
principio de la lógica formal, que es precisamente una lógica de lo instantáneo, de lo inmutable,
mientras que se debe poner en juego una lógica dialéctica, en la que ya no opera el principio del
"tercero excluido" sino que trata de los fenómenos evolutivos, en los que el tiempo juega un papel
esencial y la causalidad ya no es instantánea sino más bien diferida o evolutiva, pues los fenómenos
más relevantes son fenómenos de interacción y evolución en el tiempo. Según Sanchez-Palencia,
los principios de la dialéctica, como fueron enunciados desde Engels se confirman y se completan
de acuerdo con la evolución del pensamiento científico.
Universidad de San Carlos de Guatemala
Centro Universitario Totonicapán

Nombres: Numero De Carnet:

Carlos Alberto García Pú. 2019 45867


Luis Miguel López Bulux. 2019 43099
Rosa Andrea Anahí Robles Ajpop. 2019 43726
Yeison Armando Velásquez Velásquez. 2018 45759
Aracely Emperatriz Bulux Tzul. 2019 40315
Curso: Filosofía.

Tema: La Dialéctica.

Catedrático: Lic. Luis Geovanni Baca Garzona.

Fecha: Octubre del 2019

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