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Èôca para ingenieras — José M’ Guibert Ucin

• En segundo lugar îa sadición liberal utilitarista, que Esfeias de


siguien- do el principio de "la mayor felicidad para el ta jusfìcia,
mayor núme- ro", hace de la justicia un concept aboga par
secundario, un medio para Iłevar a su máxima una
expresión la uõlidad social. Respec- Ø a la aplicación en concepción
la ética profesional, canservemos preci- samente este de la justicia
criærio de utilidad social como una referencia ineludible, que
aunque no Cnica. No son solamente las deman- das del denomina
usuario concreto las que han de tenerse en cuenta, sino "igualdad
el beneficio social que subyace a nuestras actuacionœ compJeja",
profesionales, incluso imponiéndose en mochos casas con- Los crilerìœ
ta los intereses particulates del cliente. de
• En (ercer lugar, la tradición liberaJ conŁractualista. dissibución
Aunque tiene antecedents clásicos (LOCXE, RousSmU, CHT), son disãntos
encr/en- sa en los planteamientos de j. Rawls y su 7eorća -y par tanto
de la)ufiticia difetenciada
—eri permanente corrección— su expæsión más significativzL mente
De esta potente teoná de la justicia distribuóva debemos justos- según
re- tamar para la ética p‹ofesionaI aspectos diversos: la los ámbitos
igualdad radical de los sujetos con la consecuente diversas de
concepciõn de la justicia como imparcialidad y equidad, la vida social.
que elimina todo tipo de tratamiento de privilegio a Se trata- ría
determinados clientes; la dis- ponibilidad universal de unos no tanto de
bienes sociales básicos, entre los que puede en muchos elimìnar los
casas encontrarse Nos propios ser- vicios profesionales; el monopolios
beneficio de 1os más desfavorecidos como cnterio carno de
justìficaõvo de una distribución desigual, que puede reducir ał
fornentar polfticas concretas de dis¢riminación positi- va en
la asignacidn de recursos y servicios o también puede
ser œnsiderado como el único criterio justificador de
deter- minados privilegiœ profesionalœ: éstos sólo tienen
sentido si mejoran las condiciones de los más
dœfavorecîdos.
• En cuarto lugaç la sadiciÓn soCialista, vinculada a la búsque-
da de la ìgualdad entendida como supresiõn de
privilegios injustiłicados. En este casa, renunciando a
significaóvos repre- sentantœ (MAax, APEL O HABERMu),
presentamœ brevemente la posición de ãnles
comunitaristas de M. WAtZER. Nuestro autor en su
máximo la dominaciõn a la que pueden derivar. Para ello se reivindica la autonomía de las distintas
œferas o ámbitos sociales, de modo que ningún bien específiœ de cada una de ellas pueda
transformarse en bien genera1izadamente conver- bbIe. Leída desde la ética profesional, esta reflexión nos
ÏIama la atención sobre la ne¢esidad de tener en cuenta las caracte- rísticas especíÏicas de cada ämbito
profœional, abandœando la aplicación automáticą y uniforme de los criterion y princi- pios éticœ, at
tìempo que nœ previene del Iir«iæ irrebasable de toda actividad profœional morłopolfstica: la conversión
de su bien particular en otro generalizadamente corivertible y, por tanto, dotãndole de un poder
injusto.

Ałoandonando la perspectiva histórica. Y ensando en otra más


sistemática, seguìmos a D. Ce•cw f1991:285-293) en su acerca-
miento zubirìano a la categoría justicia, pudiendo decir que hay cuatro sentidos básicos del término que
eocieræn una gran riqueza si se articulan mutuamente en vez de excluirse, como frecuente- mente se ha
hecho.
• Un primer sentido de la palabra justicia es el de ajvstamien- Ø. El ser humano, a diferencia del
animal, no estã armoniza- do de anlemano a tmvés del instinto al medio que le rodea. Requiere par
tanto buscar su propio ajustamiento con la rea- lidad, su jusõficación formal, moral. En œte sentido —
ponien- do entre parénłesis la interpretación material que hace de ella— AesröTELæ tenía razón at
decir que la justicia es una virtud general, que hace tales al resto de virtudes.
• Un segundo sentido es el de la justicia como valor aunque a›davi“a formal. El criterio de "la
posibilidad de realizar la propia perfecciõn" nos ayuda precisamente a emitir juicios respecto a la
calidad misma, calificándola dualrrłente de buena o mala, justa o injusta.
• Un tercer sentido es el de la justicia como esbozo racionał, como elaboración de principios que
concretan el nivel ante- rior y Io formulas, por ejemplo, en concepçiones de justicia especial (los
derechos humanos o la justicia distributive, por ejemploł.
• Un cuarto sentido œ e1 de la justîcia œmo experiencia. Se mata de analizar las consecuencias de
los actos concreØs.
Eûca pa+a ingenîeras — José M’ Guibert Ucin

de josticia.

Cuando se siguen esæs cuatro pasos el ser homano queda |


usti- ficado y surgen entoncœ otros dos sentidos de la palabra
justicia: e1 de justicia como virtud moral del sujeto y el de
justicia jurídica como legislación. Conviene destacar que esØs
cuatro moments de la justîcia -justificación, valor, esbozo
racional y experiencia- se corresponden aproximadamente con
las cuabo grandes tradicionœ aponladas en 1a aposición
histórica. Con to que se puede coricluir que "la justicia como
ajusØmiento natural, la justicia corno liber- ad contractual, la
justicia cöm 8ualdad social y la jusôcia como utilidad pública
ro son concepcionœ obligatoriamente rivales e
incompatibles, sino mornentos distintos de ese acto riquísiM Y
complejo que es la justificación" łGw 1991:292).
Volviendo at contexto de la ética aplicada hay que destacar
qLte el desarrollo de la actividad profesional se produce en un
medio social determinado, en el que concurren demandas
diver- sas que es necesario armonizar y jerarquizar ante la
escasez y limitación de lœ recursœ disponìbles para
atenderlas, qLte hace imposible ofrecer a Ødos y cada uno de
los usuarios todo cuan- @ desean o incluso necesitan, Per ello
es necesario introducir criterìos de justicia. Junta a la
competencia profesional expresa- da en eJ principio de
beneficencia y los intereses y derechos de los clientes
expresados en el principio de autonomfa es necesa- rio el
principio de justicia que establezca una distribución ratio- nal y
equitativa.
Mediante el principio de justicia, la ética ptofesional introdu-
ce criterion socioeconómicos que la vincułan con la ética
institu- ciona1 y social. La relaci6n prołesionaI-¢:Iiente hace un
hueco a un tercero, at responsable polftico, que ha de
eq«ilłbrar las exi- gencias de medios de los profesionales y
las demand as de servi- cios de los usuarios, en orden a
eslablecer unas prioridades y una asignación de recursos
consecuente, desde las posibilidades siempre limitadas.

Eje£CiÒo 5

Formulas ejemplo concretos de la propia práctica profe-


sional de la ingenierîa en los que se materialise el principio
nor eaeA znoœnzeos

Desde œle tercer principio de la justicia, la no-maîeficencia adquiere un signiłicado radicalmenle


distinto. El paternalismo y el privatismo suoyacentes en las dos versiones anteriores (tradicional y modema)
eran consecuencia de una ióentificacîõn entre bene- fiœncia y no-maleficencia, entre "c‹xoisión" y
"omisión^, que es necesario rechazar pues ambos principîos se encuentran en nive- Iœ distintos. Mientras
la beneficencia es relatva a la autonomîa, pues depends de los valores de la persona concrete —tanto da
en este casa c1iente que profesionał— la no-maleficencia es absolute: no podemos hacer el bien a nadie
contra su volunlad, pero estamos obligadœ a no hacer nada malo, incluso aunque se ros solicite. El
principio de beneficencia es teleológiœ, mientras que el de no- maleficencia es deontológico. Y el
crilerio de determinaciõn de lo malo, más allá de la opinión de prołesional y usuario, lo da el prin- cipio de
justicia: hacemos el mat cuando no tratamos a todos los seres humanos con equidad, con igual respeto y
consideración, sin más diferencias que las prmedentes de buscar el bien de todœ, especialmente de los
menos favorecidos.
Per último, no queremos sino dejar apunlado que las diversas perspecóvas de la justicia apuntadas en
estas páginas influyen sig- niłicativamente en la propia concepciön que se puede tener de las profesiones,
pues resulæ relevantemente distinto el ejercicio de una actividad profesłonal en el casa de que sea considerada
un servicio público universal, at cual tienen derecho todos los ciudadanos par el mero hecho de serlo,
independientemente de otras considera- ciones sociœconómicas, que si es entendida como la prestación de
un servicio privado, ejercido discrecionalmente y susceptible de someterse a la existencia de
determinados condiciones.

III.4. Las etrores del diãłogo profesiœial desde sus ptotagonistas


Per todo to dicho hasla ahora parece deducirse con claridad que a cada uno de los prîncipios
fundamentales de la ética profe- sional le corresponde un sujeto en el que se concfeta y hace rea- lidad.
Los principios de beneficencia, autonomîa y justicia remi- ten, respectivamente, al profesional, al rtsuario o
cliente y al res- ponsible de la glo6alidad (empresario o polftico, según hablemos estrictamente de la
empresa o de la reaJidad social en su conjun- to). Resulfa Lambién evidente afirmar que, para que el
ejercicio
Êtica para ingenieras — José M’ Guibert Ucin

tic* en znocn&eos

adecuado de la profesîón, es necesario tener en cuenta y poner en La anarqufa -nuevamente completando el significado previa-
relacidn estos tres principios bäsicos y, consecuentemente, a quie- mente dado— es un error en el ámbilo de la actividad profesionai
nes Iœ representan. $i en el diálogo profesional estă ausente uno consistente en el acuerdo en las decisions entre experto y cliente,
de estos sujetos, el principio al que representa también desapare- pero sin consullar con los responsablœ implicados, ya œan 6los las
ce y coma resultado tenemos un diálogo incompleto, que mani- de una organlzación o empresa o las res|xinsables políticos o de la
fiesta un error específico, según sea el inœrlocutor no temdo en administración pública afectada. Aunque se beneficien parti-
coenta. Nos enconframos así con los errores del paternalismo, la colarmente el prpfesional y el cliente concretas, el bien común de
anarqufa y la demagogia. la organizacön o de la sociedad se ve dañado. Estando presented
El patemalismo en este casa —y ampliando su comprensión res- lœ principios de beneficencia y autonomía, estã ausente el de jus-
pecto de la canceptualización anteriormente dada—, œnsistirfa en ticia. A1gunos ejemplas que pueden ser típicos en ingenieros son
el diálogo entre el experto y la autoridad œmpetente, sin hacer los siguientes:
casa al cliente. Es decir, consistiría en la aróculación de beneficen-
cia y justicia, sin presencia del principio de autonomía. Es una • Cuando un ingeniero, por ejemplo, realize una instalaciÓn
sitUación que en la ingenierfa puede darse con Lecuencia: eléctrica en un departamento de una empresa sin contar
con el responsable último de la misma. En el departamenlo
• Un experto ingeniero puede imponer a su cliente una deter-
en cuesŁión se habrá arreglado un problema y estarán
minada solución. Generalmente será de un grado tecno1ógi-
satisfy- chos, pero quizá se generen disfunciones con el
co mźs novedoso, menos anticuado y con unas prestacionœ
conjunto de la empresa fpor ser demasiada cara la solución,
mayorœ. La cuestión es si ło hace con el consentimiento
par ser un sistema que no funciona de acuerdo at resto del
informado del cliente o si lo impone de una u otra manera
sistema, par haber resuelto un problema que era menos
por unas u otros intereses propios sin plantear claramente
urgente que otros en la organización, etc.).
soluciones alternativas.
• Los aperlos pueden haœr experimentos técnicos porque lo
• Un experts informático puede convencer al clients de que
pidan sus clientes, sin tener en cuenta el bien común. Par
compfe un aparato, sin darle muchas pistas para que tenga
ejemplo, en ingenierfa genética se puede realizar
una buena inłormación para llegar a un consentimiento
desarroJlos sin autœización púbfica, sin atender a sus
informado.
consecuencias y sin tener capacidad de asumir posibles
• Una empresa puede recurrir a un expertsa que le auØmati-
efectos negaóvos de lo que se vaa producir y sin que
ce una de sus plantat. El emprœario puede no saber pada
ninguna auØridad cìvil eté al coniente de lo que se estă
de automaûxación y tener que fiarse toalmente de to que eî
experto esté diciendo. El expeno, incluso actuando de haciendo.
buena fe, puede no tener en cuenta las especificaciones • En las empresas, el tomar decisiones sabre proyectos ence
que se piden y decidir par su cuema implanØr otras, par ingenieros y clienæs sin conocimierito de los responsables
conside- rarlas más adecuadas. puede set œntraprodLtœnte. Puede no tenerse en cuenta la
• Puede haber situaciones en la que responsablse Y técnicos se carga de trabajo que supone el proyece, el consumo de
pongan de acoerdo sin la aprobación de los afectados. Per materia prima o de otros recursos comideradœ a la luz del
ejemplo, realizaf forms y edificaciones singulares sin contar conjunto de la empress y sus necesidades. Son temas que
con los veCinos, abrir pantanœ sin contar con los puebłœ puede no lener en cuenta el ingeniero concreto que s6lo
vecinos o realizar planes de carreteras y ferrocarriles de alia piensa en su proyeclo pero puede afectar mucho al funcio-
velocidad sin contar œn los afecØdos. namiento óptimo del conjunto de la empresa par una mata
gestión de sus recursos.
Ética pare irrgena•ros — José M’ Guibert Ucin

MrcA emu znoœmzeos

• Unœ técnicos pueden decidir la instalación de antenas en • El resçonsabfe de una empress puecle pedir a sus ingeniefos
ciertas azaleas. Lo harán las empresas y los té¢nicos de una oferta de un proyecto a realizar en Îa empress para ven-
acuerdo con los vecinos, aportando un dînero para las insta- derła a un cliente. Par no perder el clients, el responsable
IacioneS de antenas, pero Io pueden hacer sin acuerdo de puede decidir por su cuenta bajar la calidad de la oferta a lfmi-
las autarìdades. Si no hay criteria globales en la instalación tœ que para el técnico son insuficientœ par bajas prestaciones
de antenas se puede generar cierto caos y provocar efectos o por peligïosidad y el proyecto resultar técnicamente
no deseadœ. Lo mismo puede ocutrir con proyectos té inviable.
¢nicœ que supongan extemalidades negaôvas como la • El expeno puede plantear hacer un pro}'ecto de instalación
contamina- ción. Un ingenîero puede hacer on servicio a on de un tendido eléctrico para una zona de una empress o
clients, tener su compensación económica y quedar departamenØ (cliente inærno). Al final, los responsables pue-
satìsfecho sin atender a las consecuencias contaminaraœ den decidir, por ahorrar no hacer Io que el experto dice y no
de su prop. Aunque el profesional y el clieme estén tener en cuenta elementos de diseño de productos, dimen-
panłcularmente satis- fechœ, han generado un malestar siones, herramientas a uõlizar, maquinaria necesaria, etc.
social que perjudica al conjunØ de los cîudadanos y que ro que el ingeniero propose.
han querido æner en cuenta por no slender lœ • Los responsables de una empresa pueden comprar sin el
requerimientos de las autoridades. consejo de las expertos, equipos técnicos que
posteric+men- te en la prãctica no son utilizados, no son
Per último, nos encontrarnos con eJ error de la demagogia. En
conectados o inæ- grados con otros de la misma empress.
es'a• caso, Nos que se ponen de acuerdo en la decisión son los res-
ponsables —polfticos o institucionalœ— y łœ clientes, sin atender a Lo contrario tam6ién es posible: los responsables pueden
lo que los profesionales dicen o aportan. justìcia y autonomía dia- obligara uõlizar instala- ciones técnicas de modo excesivo,
logan en ausencia del principio de beneficencia. Quizã por ahorrar contra la opinión de los lëcnicos y bajo demanda de algún
dinero y no cantratar expertos, un responsable puede decidir tamar cliente inferno, y al final se sobrecargan o estrapean.
decisiones con los afectadosö clìentes pero sin los técnicos. Se
La constatación de los pelìgros apuntadas {patemalismo, anar-
exclude a los ingenieros de las decisiones por ahorrarse supuestas
quía y demagogia) nœ permiten concluir dœ ideas de 8• n impor-
complicaciones pero, si posteriormente hay problemas, las come-
tancia: en primer lugar que para evitarlos es necesario que lœ trrs
cuencias suelen ser más graves. En este caso los ingenieros lo sufreri
sujetos habituales en una relación profesional (experto, cliente y
y, en œtas nes, son más sujetos pasivos que activos:
responsabłe de globalidad) han de participar en un diálogo entre
• Łos politicos de distintas regiones pueden autorizar todos eîlos, han de ser tenidœ œ cuenła y sus perspectivas armo-
trasvases de agoa, de rfo a rfo, teniendo en cuenta a los nizadas adecuadamente; en segundo Irtgar que cada principio de
vecinos o luga- reñœ interesados de distintas regiones, pero la ética pröfesional en paitìcular y taclos ellos en general s6lo se
sin tener eo cuenta a los expertos que vaticinan que esos ejercen Y aplican œrrectamente en presencia y convenience
frasvases pue- den Ilevar a consecuencias negativas serias, articu- lación con el resto de los mismos, la ausenciaa
• Los expertos pueden avisar a los gobiernos sabre medidas de desconsideración de alguno de ellos impide el ejercicio aœptable
59guridad a imponer a barcos con mercancfas peligrosas. El de los demás.
gobiemo puede hacer caso a los clientes que manejan esos
barcos pero no a los expertos.
• Puede darse el caso de querer realîxar un proyecto par ima-
Formular ejemplœ concretes de la propia práctica profesio-
gen o hacerlo más rápido de to recomendable por supuœtœ
nal de la ingeniería en los que se feflejen los errores de pater-
beneficìos, en contra de to que los expertos opinan.
nalisrno, anarquîą y demagogia.
Èôca parø ingenieras — José M’ Guibert Ucín

• en primer lugar las


prácticas de los
propios integæntes de
fV. Arcunos rcriceos or uc acTivioao eaoroiouAz
la empresa: aceptar
sobornos, realizar
desfalcos, inflar gastœ
Sin pretender hacer una lista detallada de pełigros que
de dietas, prácticas
acompa- ñan indefecti6lemente a 1a actividad profesional, y ante
nepotistas en las
los que hay que estar precavidos para no caer en ellos, vamos a
contrataciones, etc.;
fijamos en algu- nos de los más habitualœ en nuesso cootexto.
En œncreto se trata de la corrupción, el corporativismo y la 2. Cfr. WU., 1986a yWW,
tecnoCracia. 1996b.

IV.1. El fenómerus de la corrupción 2

ArMpciÓn eS un término que desde la pe‹specliva moral


adquie- iłicado específico. Como ya hemos dicho a to
largo de este
tema en varias ocasiones, tnda acóvidad humana, y en concreto
la profesional, adquiere su pleno sentido cuando tiende a un fin
que Ie es propio, intrfnsem. en el casa de la actividad
profesional, la pres- tación de unœ servicios en beneficio del
cliente y la so¢iedad en general. Pero at mismo tiemço, at
realizar esa actividad, el profesio- nal recibe unos bienes
extemos a la misma, como son el dinero, el presógio o el poder.
La corrupción consłsóría precisamente en susti- tuir lœ bienes
internos de la actividad por los exlernos, signìficaría que el
objetivo primers del profesional at realizar su trabajo es, no ya
buscar eJ bien del usuario, sino su pr¢›pio enriquecimiento, el
reconocimiento social o la detentación de algún poder Dicho
de oaa manera, la corrupción consisæ en dejarse IWr çor la
æntac 6n de la felicidad fácil que dan el tener, el poder y el
aparecer
Per otra parte, es de destacar que en la sociedad en
general exit te una doble valoración hacia distintas
dìmensiones del fenõmeno de la corrupción. se rechaza con
gran indignación la gran conup ción mientras que se connive,
practice e incluso jostifica la peque- ña corrupción cotidiana.
Si nœ ceñimos al ämbito emprœariaî y de las
organixaciones, resulta relativamente fácil describir varios
ámbiœs de prácfica de corrupción:
j y3 Mio* eaei znoœnseos

• en segundo lugaú las prãcúcas que se produced enfre las pro- pios empresas demo del
mercado: œmpetencia desleaJ, rœolucionœ injustas de licitacionœ públicas, fusiones y
adquisicionœ opacas, eæ.;
• en terœr lugar las prácticas de îa empæsa frente al eritorno social: comaminar el medio
ambience, comercia1izar pro- ductos peligrosos, blanqueos de dinero, etc.
Las consecuencias negativas de la conupciõn se evidencian răpidamente: en primer lugar, la
nałuraleza propia de la actividad profesianaf queda pervertida, con la pérdida social qr/e ello
cam- porta; en segundo Iugar se genera una desconfianza generalizada hacia los profœionales; en
tercer iugar, se produce la sustitución del mérito par otros motives (econórnicos, sociales o
polfticosł como criterio regulador a la hora de obtener u ofrecer bienes diversos.
Desde la perspective estrìctamente económica, los costes so¢ia- lœ de la corrupción son muy
grandes: tiene un fuerte impacto soòre el producto de la economia, at desviar recursos
necesarios en la actividad productive a otras socialmente improductivas; dificulta el rol correctar y
redistributive que la función públìca ha de tener sobre el mercado; las ingrœœ tributarios son
menores, pues se defrauda a la hacienda pública; aumenta el costo de las servicìos, al haber
una imputación final en el precio; las actividades innova- doras se ven frenadas; en definitiva, un
menor dœarrollo sociœco- nómico.
A ia hora de prevenir o acabar con la corrupción no bastan sólo leyes adecuadas, es necesaria
una moralización social. La corrup- ción proœde más del dé/icït moral que del vacío legal. Es
orgente remoralizar nuestras actividades profesionaİes, con Lin código de conducta adecuado, de tal
modo que inspirernos confianza debido a la calidad moral de nuestros act¢›s.

A pœar de que el diccianarìo de la RPE incorpora coma pri- mera acepción del férmino
corporativismo eî de ’d octfina politics y social que propugna la intervención del Estado en la
solución de Iœ conflicœs de orden laboral, mediante la creación de corpora- ciones profesionales
que agrupen a trabajadores y empresarios ,
Etica para ingenieras — José M^ Guibert Ucin

fret rant imesiu øsos

nosotros vamos a refèrirnos a îa se8• nda aœpción: "En un grupo Per último, y de una manera más general -aunque no par ello
o sector profesional, tendencia abusiva a la solidaridad inlerna y a menos imponante—, no es sino corporaóvismo toda actifud de un
la defensa de los intereses del cuerpo". Oistintas teorias éticas grupo profesional que pretenda un reconocimienØ social (expresa-
nos ponen ya sobre aviso ante esæ problema. Así, par ejemplo, el uti- do en poder, prestigio o dineroJ a través de la presentación
litarismo insiste en el principio de mayor felicidad para el mayor idealiya-
número“ con una clara tendencia a la consecución del mayor bie- dã Y BCriÏica de la propia acõvidad ante el conjuno de la sociedad.
nestar social (incluso con el peligro de no lener en consideración A to largo de este apartado hemos insistido en la dîmensión colec-
derechos individuales básicos); las éțicas neokantianas por su parte tiva, organizativamente mediada, de la actividad profesional. Al
propugnan la armonizaciön social de intereses particulates siem- considerar esta perspective en la refexión sobre el corporativismo,
pre que puedan ser universalizables. Teniendo esto en cuenta, podemos hacer una comparación entre Io que es una insõtución y
podemos decir que nœ encontramos ante una acõtud corporati- una corporación, entendida esta última como aquella institución
vista siernpre que iritereses particulates —no derechos bäsicos- de que ha sido infe¢tada de corporativismo. Las dìferencias entre
un 8’uPo profesional fpor numeroso o significativo que seal se ambas podrfan expresarse esquemáticamente asf (FERhfAŁdDEZ Y
anteponen a derechas de la Øtalidad de la población o a inæreses HonxL, 1994:11a:
universalizables a generafes.
La acusación de corporativismo que socialmente se hace a • la prTmera estã regida par una dinámica integradora, tanØ
muchas actividades profœionales estä muy exu•ndida y en bastan- intemamente —buscando su ampliación con nuevas incorpo-
tes ocasiones justificada. Curiosamente sin embargo, existe una raciones— como extemamente —pretendiendo articularse con
extendida doble moral a nivel social que considers las actitudes el media-, mientras que la segunda es secłaria en œe mismo
corporativas propìas como defensa de derechos legíõmos, miensas doble sentido: diÏiculta el in8 eso en su organizacidn a quie-
que las ajenas son interpretadas œmo reivindicaciones corporati- nes son ajenos a ella y pretende separarse y distinguirse del
vistas. Las expresiones del corporativismo son diversas y todas rœto del cuerpo social en el que se encuentra,
ellas contrarias a la ética profesional. • consecuentemenæ con to anterior, el œpacio de la insútu-
Asî, se incurre en corporativismo cuando se defienden interests ción, el horizonte de comprensìón y jusôficación úlüma de
particulates del grupo profesional en detrimento del bienestar su actividad es el medio social y la aportación at bienestar
social o general, algo que ocune con mucha frecuencia en las rei- de éste, mientras que el de la corporación es el espacio del
vindicaciones laborales —especiaîmenæ is económicas- de colec- mer-
óvos profesionales que desarrollan un servicio de carácter cado, coo sus reglas e intereses essictarnente emnómicos;
público • en la primera, el ejercicio del poder se resuelve mediante
medidas de consenso y acuerdo entre todos los ąfectados en
en sectores estraté8iCaS para el normal desarrołlo de la vida coti-
diana. un conflicto de intereses, mientras que en la segunda el e|
También se puede considerar corporałivista la defense, oculta- ercîcio del poder se realiza mediante el consol a través del
cìôn, des-responsabilización u obstrucción a la investigaciõn y dinero, la influencia a la fuerza;
con- secuente penalizaciõn de comportamientos inmorales o • en Ifnea con ło anterior, en la institución los valores morales
ilegales de algùn miembro de la profesión par parte del resto de sus que han de regir los comportamientos de lœ participantes en
compa- neros. la misma y de ésla en su conjunto son consensoados entre
Ofra versión de este mal es la obtención para el gfupo de prîvi- todos los integrantes y afectados, mientras que en la œrpo-
łegiœ en principio ajenos a los propios del ejercicio de la ración se percibe una doble motaI: individual (regida por la
actividad, pero logradas par su posición monopolística. falta de responsabilidad ante el otro) y colectiva (a través de
reglas impuesØs);
Etica parø ingena•ras — José M’ Guibert Ucin

Esta lendencia
se ha visto
• la primers se rige par el principio de la dignidad humana œnsołidada en las
y como tal se entiende universal, extendida a todo sujeto y soçiedades moder-
la sęgunda sôlo tiene en cuenta la dignìdad individual, nas de6ido a la
propia de los miembros del grupo; racionalidad lõgico-
• en coherencia con esto, la institución desanolla un instrumental (la
comp- to de solidaridad abierta, inclusive, mientras que la que, sin cues-
corpora- ción propugna una solidaridad cerrada, ôonarse unos fines
excluyente. dados, se plantea
únìcamente la
Per úhimo, resuha interesante acercarsea las complejas
búsqueda de
relacio- ries existentes entre ética profesional y corporativismo,
en las que podemos descubrîr, ence osos, Iœ siguientes
fenómenos:
• los cõdigos de conducts, la łormulación de normas éticas
para las empresas y los colectivœ profesionalœ se reaJizan
muchas veces desde interests corporativos. Las
consideracic nes éticas en el ámbito de la actividad
profesional buscan măs recuperar la conłianza del público,
proteges la imagen de la profesión y legitimar sus
prìvilegios que asegurar un buen ser- vicio a sus clientes y
un beneficia socialmente disfrutado;
• la corporativizaciÓn de la ética profesional desbarata la
correcta articulación de sus principios rectores: sustituye eJ
bien inferno de la actividad par lœ externos, dœdibujando
eJ principio de benefiœncia; subordina los inlereses y
opinio- nes del c1iente a las consideraciones paternaÏislas
propios, alejándose del principio de autonomfa, los
interœes socialœ en genera1 se olvidan, teniendo sólo en
cuenØ Jœ particula- res, incumpliendo el principio de
jLtsticia; por último, tiende a la des-responsabilización del
profesional y a la negación de la intervención del punto de
visla jurfdico, limitando grave- mente el principio de
reponsabilidad.

IV.3. Las tendencies te¢ziocrúticas


Podemos definir la tecnocracia en sentido estrîcto como el
ejer- cicio del poder por parte de los expertos o técnicos
especializadœ que ejercen su cargo público buscando soluciones
eficaœs más aflá óe consideraciones políócas e ideológicas.
Sricx rats imønuœos

los medios mãs adecuados para su consecución desde criærios de eficacia), que se ha impuesæ en la vida
pública, polfóca, como an Iúcidamente apuntó WEBEx, a través de so teorfa del "desen- cantamiento"
que ha dado lugar a un "sistema de complementarie- dad" (ALL) entre la racianalidad insbumental que rige en
exclusive el ámbito público y el politefsmo axiológica, irracional, existente en el ámbito de to privado.
Pero existe Etna œnsideraciôn más amplia de la tecnocracia, que generalize a distintos ambitos de Ja realidad
social los efectos delectados en la vida țxilftica. Asf, podemos hab1ar de tecnocracia en toda aquelîa situación en
la que la opinión del experto -y exclu- sivamente par el hecho de serlm se impone ante las del resfo de sujetos
participar›tes, cuando las cönsideraciones técnicas se esti- man como las únicasa at menos como las prioritaõas
frenæ a otras de carácter social o polftico en la toma de deçisiones, cuando renunciamos a nuestra
rœponsabilidad y participación transfirién- dola a los peritos en la materia, etc.
Es evidente que en axla decîsión -y más cuanto más œmpleja sea ésta—acerca de una actuación de carácter
profesional (o incluso sociopolitica en general) hay que corner con el punto de vista de lœ profesionales,
considerados individual y colectivamente. Ellos son, en principio, peritos, e›‹pertos competentes en los temas que
afectan a su actividad profesional. Serfa absurdo no tenerlos en cuenta, pues dejarfan de estar presences en el
proœso deJiberativo inłormaciones, daæs y consideraciones en muchœ casos delerminanæs a la hora de tc+nar
una decisión. Pero esto no quiere decir —como ocurre en las decisiones ałectadas de tecnocraôsmo— que los
profeianalœ sean los únicos o los măximœ responsables en la elecciÓn definitive.
for esa, en k›s planteamienæs de ética profesional, en los deba- tœ públicos sob e sus cuestiones mãs
problemáúcas —e insistimos, en toda cuestión sociopolítica de cierta rełevancia— han de particìpar tres insØncias: lœ
pefesionales expertos, lœ clientes ałectados y lœ responsables polîticos. Cada uno de estos prmagonistas represen@
la peøpectiva de un principio de éóca profesional• el de beneficencia, auænomfa y justicia, respectivamente. La
lecnocracia supondrfa la priœidad absolula, cuando no la exclusividad, del principÓ deben+ ficencia, en detrimenæ
de los de autonomía y justicia. Pero œ que adernás el propio principio de beriefiœncia, en la práctica tecnocrá-
Ètica para ingenieros — Josè 11’ Guibert Ucín

tica, se expresa en svs moclos mss perves: desde uria


perspective de paternahsmo estricto y, paradójicamente,
restringiendo la capaci- dad de iniciativa y dec is ón del propio
prołèsional. Consecuente- mente, tambiën el principio de
responsab lidad queda desdibujado, pues la ment- lidad
tecnocrätica inhibe la responsab I zación del pro- fesional, En
definitiva, se puerłe concluir que las tendencias lecno- cráticas
cliluyen los aspectos éticos Je la activiJad profœional.

Ejercicio 7
Furmular ejemplos concretos de la propia prăctica prufesio-
nal de la ingeniería en 1os que se reflejen los peligros
de la cofrupción, el corporativismu y la tecnocracia.

Bieriockxrfx
CceTîNA, Ä. (1994a), “Ética de la sociedad civìl. ¿Un antídoto con-
tra la corrupción!”. C/aves de Razfin Prácłica 45 (ì994), 24-3 ï.
CURTîNT, Ä. ‹dir.) f1994b), 10 pa/al rar clave en é/rca, Verbo Divìno,
Estella.
F£RriANDżZ F£RNÃNDEZ, j.L. y HokT L ALo so, A. (comp) f1994), mica
de las prolesinnes, Universidad Pontificia ńe Cnmillas, Madrid.
Grew, D. țl 989), Fundamentos de bioética, Eudema, Madrid.
Luż> u, j.M. f1999J, Alina y empress, Trotta, Madrid.
I'm.in. (l996aj, Eíicacia, corropciõn y cfiecimiento con equidad,
Universidad de Deusto, Bilbao.
vv.v. ł1996bł, Corropción y eł/ca, Univcrsidad de Deusto, Bilbao.

Para un recorrido alternativo y más prołundo sobre el


contenido de este capftulo, Hoeïar, A. ï2002), Ética General de
las profcsiones, Desclúe De 8rouwer Bilbao.
Para un análisis sobre considrraciunes éticas para el ingenicro
proÏesional, que include una llamada a proiundizar en la
asunciones filosóficas tácitas como pueden ser ideritificar la
tecnología cun pro- gfeso o afirmar que la tecnoJogfa es neutral
puede consultarse D vlEs, P., “Managing Technology. Sume
Ethical Considerations for Profe- ssional Engineers°, en GuUION, P
y Du8REUIL B. H. (2001), Techno- log and Ethics. A European
guest for eespcnsible Engineering, PEETLRS, Leuven fBúgica).

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