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Feminismo y Geografía: Los límites del conocimiento geográfico. Cap.

1:
Feminismo y geografía: una introducción.1

Gilliam Rose.

La disciplina académica de la geografía ha sido históricamente dominada por


hombres, quizás más que en cualquier otra ciencia humana. En el Reino Unido, la Royal
Geographical Society se rehusaba, con algunas pocas excepciones, a elegir mujeres
como pares hasta 1913. Entre, 1921 y 1971 el mero 2,6 por cierto de los artículos en los
Anales de la Asociación de Geógrafos Americanos fueron escritos por mujeres; en
Geografía Económica la figura era del 6,0 por ciento. En 1973, el 12,3 de los miembros
de la Asociación de Geográfos Americanos eran mujeres, y en instituciones que ofrecen
posgrados en geografía en EEUU y Canadá sólo el 3,1 por ciento de sus miembros
titulares eran femeninos2. Entre 1973 y 1978 las mujeres eran autoras del 9 por ciento de
los arículos en Australian Geographer.3 El cinco por ciento de los artículos fueron por
mujeres en Transactions of the institute of British Geographers entre 1974 y 1978; y
entre 1989 y 1990, el 13 por ciento de los artículos en Area fueron de la autoría de
mujeres. 4 En 1978, sólo el 7,3 por ciento de los profesores de universitarios de
dedicación semiexclusiva de geografía en UK eran mujeres: para 1988, de hecho este
porcentaje había descendido para el 6, 9 por ciento. 5 En 1991, el 25 por ciento de los
miembros del Institute of British Geographers eran mujeres. 6 Existe otra evidencia para
mostrar que las mujeres trabajan desproporcionalmente part-time y puestos temporarias,
que eran menos premiadas, y que ocupan puestos de poder con mucho menor frecuencia
que los hombres en la disciplina (el Institute of British Geographers has Orly never had
una presidenta mujer, Alice Garnett)
Linda McDowell, entre otros, ha catalogado el poder verbal, vocal y visual que
muchos hombres ejercen en geografía, su actitud patrocinadora hacia sus colegas
femeninas, las bromas, el acoso sexual de las mujeres, y la resistencia a aceptar el
conocimiento e incluso inteligencia de las mujeres o su dedicación a enseñar y estudiar
cuando se acercan citas y ascensos.7 Claramente las mujeres han sido y continúan
siendo marginadas en la producción de conocimiento geográfico. Tampoco ellas son
prominentes como sujetos de ese conocimiento. No fue sino hasta 1982 cuando hubo
suficiente trabajo sobre mujeres realizado por geógrafos (usualmente también mujeres)

1
La presente traducción ha sido elaborada para la cátedra de Epistemología de la Geografía,
Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Córdoba, por parte de Lucía Aichino, Lucas
Palladino y Francisco Robino. La traducción está todavía en proceso de revisión.
2
All these figures are from W. Zelinsky, ´Women in geography: a brief factual account´, Professional
Geographer, 25 (1973), pp. 151-65, p. 159. As with the other percentages of publications by women in
geographical journals, these figures refer only to authors whose sex was obvius; they are therefore
probably slight underestimates of women´s actual publication record.
3
L. Johnson, ´Gender, genetics, and the possibility of feminist geography´, Australian Geographical
Studies, 23 (1985), pp. 161-71, pp. 162-3.
4
L. McDowell, “Women in British geography”, Area, 11 (19799, PP. 151-4,P.153; L. Sparks,
“Editorial”, Area, 23 (1990), pp. 1-3, p.2.
5
McDowell, “Women in British geography”;L. McDowell and L. Peake, ¨Women in British Geography
revisted; or the same old story”, Journal of Geography in Higher Education, 14 (1990), pp. 19-30. Estas
cifras se basan en encuestas administradas por Linda McDowell y Linda Peake.
6
R.Lee “IBG Equal Opportunities Working Gropu”, IBG Newsletter, December 1991, p. 3.
7
L. McDowwl, “Sex and power in academia”, Area, 22 (1990); pp. 323-32.
para el primer estudio sistemático de mujeres publicado.8 En 1984, el primero –y
todavía el único- libro-largo con perspectiva geográfica y género fue publicado;
actualmente está fuera de impresión.9
Las geógrafas feministas han discutido largamente que la dominación del
hombre en la disciplina tiene serias consecuencias en dos cosas, para lo que cuenta
como conocimiento geográfico legitimado y para el que puede producir dicho
conocimiento. Ellas han insistido en que la geografía tiene supuestos tácitos sobre qué
hacen los hombres y las mujeres, y que la disciplina se concentra en espacios, lugares y
paisajes que son vistos como el hombre los ve. 10 Este sesgo en los temas de
investigación se ha discutido que tiene dos efectos principales. El primero es que hace a
la disciplina más atractiva para el hombre que para la mujer, y por eso es citado como la
razón principal por la cual las mujeres deciden vivir la geografía, particularmente en los
estudios de grado que en los de posgrado. El segundo efecto es el supuesto sostenido
por muchos geógrafos hombres que las mujeres no deberían estar interesadas en los
temas geográficos –una de las primeras discusiones de la dominación masculina de la
geografía descripta es como el resultado de “terquedad, discriminación persistente”
contra mujeres tratando de entrar en la profesión. 11 La preponderancia de hombres en la
disciplina no sólo resulta en el no estudio de mujeres realizado por los geógrafos
académicos, sino también en la poca cantidad de mujeres académicas en geografía.
Críticas abiertas sobre la poca representación de mujeres en geografía comienza
a ser publicado en los diarios de la disciplina a principios de 1970. Según Zelinsky, el
momento en el que se dio esta discusión puede ser atribuido al impacto levemente tardío
en geografía de los movimientos de liberación de finales de 1960, incluídos los
movimientos por los derechos civiles y el feminismo.12 Otros han comentado que el
momento coincide más directamente con la legislación anti discriminación de los sexos
en Estados Unidos y un miedo de que los departamentos de geografía deban enfrentar
acciones legales;13 cierto interés en la posición de las mujeres en la geografía británica
empezó tiempo más tarde de la década del `70. En Estados Unidos y el Reino Unido, las
demandas iniciales eran para que las mujeres tuvieran igual acceso a la disciplina como
sus practicantes y para que las mujeres reciban más atención en las investigaciones
geográficas.14 Rápidamente, sin embargo, un desarrollo geográfico feminista más
explícito, que ofrecía una crítica no solamente de cómo la geografía era para afuera,
sino también de los conceptos que eran usados por la disciplina para organizar sus
conocimientos para excluir lo que era visto como asuntos de mujeres. Esta crítica fue
sin duda el desarrollo más desafiante y excitante en geografía en los últimos 15 años. La
8
W. Zelinsky, J. Monk and S. Hanson “Women and geography: review and prospectus”, Progress in
Human Geography, 6 (1982), pp. 217.66.
9
Women and Geography Study Group of the Institute of British Geographers, Geography and Gender:
An Introduction to Feminist Geography (Hutchinson, London, 1984)
10
Para una descripción sobre los estereotipos de género en la investigación geográfica, ver. J Monk and
S. Hanson, “On not excluding half of the human in human geography”, Professional Geographer, 34
(1982), pp.11-23. Para discusiones recientes sobre el impacto de estos estereotipos sobre la mujer en la
disciplina, ver, W. Zelinsky, “The strange case of Messing female geographer”, Professional Geographer,
25 81973), pp. 101-0; and Zelinsky, Monk and Hanson, “Women and geography: review and prospectus”,
p.319. El ultimo ensayo ofrece una buena crítica sobre el argumento de que los niños tienen una
capacidad espacial innata mejor que las niñas. Ver esp. pp. 326-8.
11
Zelinsky, “The strange case of the missing female geographer”, p. 102.
12
Zelinsky, “The strange case of the missing female geographer”, p. 102.
13
Johnson, “Gender, genetics, and the possibility of feminist geography”, p. 163.
14
Ver, por ejemplo, M. Berman, “Sex discrimination in geography: the case of Ellen Churchill Semple”,
Professional Geographer, 26 (1974), pp. 8-11; J. Tivers, “How the other half lives: the geographical
study of women”, Area, 10 (1978), pp. 302-6
insistencia temprana de que las mujeres importan ha dejado una adaptación radical de
cómo los geógrafos pueden pensar la vida social. El feminismo socialista de la mayoría
–aunque por ningún medio- geógrafos feministas han discutido que las mujeres son
asociadas con el trabajo reproductivo, y que esta asociación ideológica es un aspecto
fundamental de la división de tareas en los lugares de trabajo, entre el trabajo y la casa,
y en la casa. Los geógrafos feministas insisten en una parte importante de la vida social
y económica en la esfera de la reproducción que los geógrafos han explorado
tradicionalmente, y que la conexión entre las dos esferas es central para una geografía
humana completa que reconoce a la mujer como sujeto social. Los geógrafos feministas
han fragmentado las antiguas categorías de la geografía y han sumado nuevas
preocupaciones a través de un trabajo empírico complejo y sustancioso. Excelentes y
detalladas geografías feministas de la mujer ya han sido escritas, 15 y no voy a repetirlo
aquí. En cambio, voy a hacer foco en un tema diferente: porqué la geografía humana
contemporánea continúa resistiéndose a trabajar sobre y por mujeres.
Para los restos del feminismo “afuera del proyecto” de geografía. 16 Las
feministas se han comprometido con varios debates claves en la disciplina desde finales
de 1970, y cada uno de los capítulos de este libro representa un encuentro entre el
feminismo y la geografía, aún así he tenido que representar estos encuentros no como
una serie de conversaciones entre iguales sino mas bien como una serie de brush-offs.
El feministo ha sido consistentemente marginalizado por la geografía dominante. Las
preocupaciones feministas nunca son totalmente aprendidas por los argumentos
geográficos con los cuales se compromete, y la geografía continúa virtualmente
ignorando la teoría feminista. Los artículos deberían contener una vieja referencia o dos
de autores feministas, y un capítulo feminista o dos, escrito por alguna combinación de
los pocos geógrafos feministas valientes, es obligatorio ahora en muchas colecciones
editoriales, pero raramente un compromiso sustancioso con el trabajo feminista. Un
reciente libro de texto de grado sobre las relaciones entre geografía y teorías sociales
desde 1970 ha demostrado y sostiene esta continua exclusión por medio del rechazo a la
dirección feminista de la geografía.17
Para mi esta resistencia profunda a escuchar al feminismo y a su foco de
atención en mujeres, para no mencionar la continua baja representación de mujeres en la
disciplina, sugiere una resistencia hacia las mujeres como sujetos y autores de
conocimiento geográfico que simplemente el hecho de que las mujeres es asumido que
están interesadas en ciertos asuntos para el hombre. De hecho, como Liz Bondi remarca
en una reciente revisión del feminismo geográfico, la mayoría del trabajo feminista en la
disciplina direcciona hacia aspectos sociales, económicos y políticos con los cuales los
geógrafos ya están femiliarizados en términos generales.18 A mi me parece que la
exclusión de las mujeres no es sólo una cuestión de tópicos de investigación, incluso
tampoco de los nuevos conceptos con los cuales las feministas trabajan para organizar
esos temas, sino más bien a una cuestión relacionada a la verdadera naturaleza de la
hegemonía del conocimiento geográfico en sí mismo. Yo sospecho que hay algo en el
verdadero logro en geografía de conocer qué tiende a excluir a las mujeres como
productoras de conocimiento, a la vez de qué es visto como los asuntos de las mujeres
15
14
16
S. Christopherson, “On being outside ´the project´”, Antipode, 21 (1989), pp. 83-9.
17
P. Cloke, C. Philo and D. Sadler, Approaching Human Geography; an Introduction to Contemporary
Theoretical Debates (Paul Champman, London, 1991). Sus razones se colocan en la página xi,
principalmente, sienten que las mujeres están mejor calificados para hablar sobre el feminismo.
18
L. Bondi, “Progress in geography and gender: feminismo and difference”, Progress in Human
Geography, 14 (1990), pp. 438-45, p.442. Bondi considera que esto es una consecuencia de la necesidad
de la geografía feminista para atraer audiencia a la disciplina
como objetos de conocimiento. Por eso en este libro exploro la posibilidad de que es la
noción específica del conocimiento a través de la cual los geógrafos piensan en
marginalizar a las mujeres en la disciplina.
Yo discuto que pensar la geografía –para pensar sin los parámetros de la
disciplina con el objetivo de crear conocimiento geográfico aceptable para la disciplina-
es ocupar una posición de sujeto masculino. La geografía es masculina. “Masculinidad”
es un término que yo he tomado de Michèle Le Doeuff, quien describe como
masculinidad al “trabajo en el cual, mientras busca ser exhaustivo, se olvida de la
existencia de las mujeres y se preocupa solo por la posición del hombre”. 19 Esta
definición es útil porque enfatiza no sólo en el foco de la investigación, que en sus
impactos particulares son en detrimento de las mujeres, sino también porque ilumina la
omisión de la “existencia y preocupaciones de la mujer”. El trabajo masculino busca ser
exhaustivo y por ende asume que ningún otro se puede sumar a su conocimiento; es por
ende irrelevante escuchar a otros. El trabajo masculino, entonces, escluye a las mujeres
porque nos aliena en su elección de temas de investigación, porque siente que las
mujeres realmente no deberían estar interesadas en producir geografía, y también
porque asume que es en sí misma comprehensible. Y, como Le Doeuff insiste, estos
supuestos operan no solamente en el reino de la teoría y la epistemología, sino también
en la actividad de todos los días del trabajo académico. 20 Las mujeres viven con el costo
de los argumentos que dicen que ellas son menos capaces de producir conocimientos
que los hombres, porque estos no son meramente argumentos sino prácticas. La
masculinidad puede ser vista en el trabajo no sólo en la elección de los tópicos hechos
por geógrafos, no solo en el aparato conceptual, no sólo en la búsqueda epistemológica
de conocimiento exhaustivo, sino también en seminarios, conferencias, mesas en
común, en entrevistas de trabajo. Como Rosa Braidotti dice, `“Yo, mujer”, estoy
afectada directamente y en mi vida de todos los días por lo que se ha hecho con la mujer
como sujeto; yo he pagado en todo mi cuerpo por todas las metáforas e imágenes que
nuestra cultura ha juzgado que encaja con la producción de la mujer´.21
En la exploración de la geografía masculina en cierta profundidad, este no es un
libro sobre la geografía de género sino sobre el género de la geografía; considera “el
itinerario del silencio antes que el de la recuperación”. 22 Pero la afirmación de que la
geografía es masculina inmediatamente alcansa dos cuestiones claves. Primero, sólo
¿cómo son las conexiones entre la masculinidad, el hombre, el conocimiento y el poder
para ser conceptualizado? Y, segundo, ¿qué significa una teorización particular de esas
conexiones para las críticas feministas? Estos son dos temas de este libro, y las

19
M. Le Doeuff, Hipparchia´s Choice: an Essay Concerning Women, Philosophy, etc. (Blacwell, Oxford,
1991), p. 42.
20
Ver especialmente M. Le Doueuff, “Women in philosophy”, in French Feminist Thought: a Reader,
ed. T. Moi (Blackwell, Oxford, 1987), pp. 181-209, and Le Doeuff, Hipparchia´s Choice.
21
R. Braidotti, “The politics of ontological difference”, in Between Feminism and Psychoanalysis, ed. T.
Brennan (Routledge, London, 1989), pp. 89-105, p. 101. Ver también L. Johnson, “Geography planning
and gender: an extended review of a planning textbook and its peers”, New Zeland Geographer, 45
(1989), pp. 85-91.
22
G. C. Spivak, The Post-Colonial Critic: Interviews, Strategies, Dialogues, ed. S. Harasym (Routledge,
London, 1990), p. 31. Una consecuencia de mi enfasis en la masculinidad en lugar de las mujeres es la
ausencia en este libro del trabajo feminista en la geografía de mujeres en el “tercer mundo”. En lugar de
la recuperación de la “raza” como un aspecto de la vida de la mujer, trato de abordar la importancia de la
blancura (whitness) a los discursos masculinistas (machistas). Tres textos claves son L. Brydon and S.
Chant, Women in the Third World: Gender Issues in Rural and Urban Areas (Elgar, Aldershot, 1989); J.
H. Momsen and J. G. Townsend, The Geography of Gender in the Third World (Hutchinson, London,
1987); and C. O. N. Moser and L. Peake, Women and Housing (Tavistock, London, 1987).
siguientes dos secciones introducen mis argumentos y explican cómo los capítulos
siguientes van a llevar a ellos.

Masculinidad, Hombres, Conocimiento y Poder

Las feministas han hecho varias conexiones diferentes entre masculinidad,


hombres, conocimiento y poder. Para elaborar el masculinismo en geografía, yo recurrí
a un tipo de feminismo que, desarrollando ciertos argumentos del psicoanalisis y el
posestructuralismo, conectan la subjetividad masculina con poderosos logros al
conocimiento. Empiezo con la subjetividad porque quiero insistir en el contexto social y
las consecuencias de los logros al conocimiento geográfico: exlusiones epistemicas de
la geografía estan materializadas por un impacto en personas específicas. Esta sección
introduce mi aporte, y realiza algunas conexiones preliminares entre el conocimiento
geográfico y una forma particular de masculinidad.
El trabajo feminista con el que él que me baso empieza con la premisa que la
identidad es relacional. Lo que pienso de lo que soy depende de mi establecimiento en
qué maneras soy difente de, o similar a, otra persona. Nos posicionamos en relación a
otros. Marilyn Frye explica esta estructura de la identidad en términos de género usando
la analogía entre foreground y background.

Imagino la realidad falocrática como el espacio y las figuras y movimientos que


constituyen el foreground, y las constantes actividades repetitivas sin incidentes de las
mujeres a constituir y mantener el background en el que esta juega en foreground. Es
esencial para el mantenimiento de la realidad en el foreground que nada dentro de ella
refiere en modo alguno a cualquier cosa en el fondo, y sin embargo depende absolutamente
de la existencia del fondo.23

Frye está argumentando que, aunque no lo admita explícitamente, la


masculinidad depende de la feminidad para su existencia. Argumentos similares se
pueden hacer para otras relaciones sociales: el blanco requiere al negro, el “straight”
necesita al gay, el burgués depende del proletariado, y así sucesivamente. Sin embargo,
esta estructura de identidad no es simplemente una cuestión de libre elección y la
percepción objetiva de otros. Tanto el psicoloanalisis como el posestructuralismo
insisten en que la identidad está plagada de – y incluso formada a través de – errores,
des-reconocimientos, fantasias, inestabilidades y contradicciones: nosotros nunca
percibimos a los otros completamente o fielmente. Y las feministas agregan a esto, que
la identidad está también formada por medio de relaciones de poder. Constelaciones de
ideas sistemáticas (pero no necesariamente coherentes) sobre género, es decir, tanto el
género como construcción relacional -masculino y femenino- y también evaluar un
género sobre otro - lo masculino sobre lo femenino, de modo que, para volver a la
analogía de Frye´s por un momento, los hombres están en foreground y las mujeres en
el background. Voy a llamar a tales constelaciones de ideas (y sus prácticas asociadas)
discursos: nuestras identidades se realizan a través de ellos. Los discursos se cruzan, de
modo que ciertas identidades se constituyen como los dos más poderosos y más valiosos
que otros, por lo que ahora en la cultura dominante de Occidente, un hombre blanco
heterosexual burgues está más valorizado que una mujer lesbiana y negra de la clase
trabajadora. Estas intersecciones discursivas son extraordinariamente diversas y
complejas y, por supuesto contestatarias (contested). Sin embargo, el centro de los
argumentos de este libro es lo que Donna Haraway ha denominado el sujeto maestro
23
M. Frye, The Politics of Reality: Essays in Feminist Theory (Crossing Press, Trumansburg, NY, 1983),
pp. 167-8.
que es, el sujeto constituído como blanco, burgués, heterosexual y masculino 24. Es
especialmente importante para mis argumentos la manera en que ese hombre burgués
blanco heterosexual percibe otras personas que no son como él. Desde su posición de
poder él tiende a ver a ellos sólo en relación a él mismo. Entiende la feminidad, por
ejemplo, sólo en los términos de su diferencia con la masculinidad. Ve otras identidades
sólo en términos de su propia percepción; los ve cómo yo debería denominarlos Otro. Y
voy a referirme a él como su Mismo (Same) porque, en su inhabilidad para reconocer la
diferencia de él mismo en términos que no se refieren a él mismo, esta posición
subjetiva dominante sólo se puede ver a sí mismo. 25
Feministas tales como Le Doeuff argumentan que esta estructura de lo Mismo y
lo Otro está incorporado adentro de lo que significa ser masculino y en la producción de
conocimiento alrededor del mundo. Este argumento ha sido desarrollado a través de
estudios de una forma particular de racionalidad masculina que emergió durante la
Revolución cientifica y el Iluminismo (Enlightenment). Quisiera enfatizar este trabajo
feminista acá, porque comienza a sugerir aspectos de la masculinidad que la geografía
comparte con demasiado “pensamiento occidental”. Después de examinar muchos de
los textos encontrados en filosofía, ciencia, teoría política e historia, las feministas han
argumentado que la noción de razón como fue desarrollada desde el siglo diecisiete en
adelante no es un género neutral.26 Por el contrario, trabaja asociada con las
masculinidadades burguesas heterosexuales. Para generalizar, discuten que lo que los
teóricos de la racionalidad después de Descartes vieron cómo la definición de
conocimiento racional era su independencia de la posición social del sujeto conocedor.
La racionalidad masculina es una forma de conocimiento que asume un sujeto
conocedor que cree que puede separarse él de su cuerpo, emociones, valores, pasados y
así sucesivamente, de modo que él y su pensamiento son autonomos, independiente del
contexto y objetivos. Muchas feministas ven su deseo para la autonomía como la tipica
del sujeto maestro; pero la hipótesis de una objetividad libre de cualquier posición
social particular permite este tipo de racionalidad a sí misma reclamarse como
universal. Esta supuesta universalidad es lo que Le Doeuff se refiere como la
exhaustividad de las demandas masculinas al conocimiento, supone que es
comprehensivo y de esta manera el único conocimiento posible. Se sustenta en la
Mismicidad (Same-ness) de las posiciones del sujeto masculino, que puede comprender
(diferencia) sólo en relación con ellos mismos. Así, hacia finales del siglo dieciocho,
una cierta forma de racionalidad se identificó con, ya a su vez identificada, la

24
Ver especialmente D. Haraway, Simians, Cyborgs and Women: the Reinvention of Nature (Free
Association Books, London, 1991), pp. 183-201. Para una discusion útil de la construcción discursiva de
la dentidad, ver T. de Lauretis, Technologies of Gender; Essays on Theory, Film and Fiction (Macmillan,
London, 1987), esp. pp. 1-30. En el capítulo 5 desarrolla estos argumentos con gran extension.
25
Para una discusión de la Mismicidad, ver L. Irigaray, Speculum of the Other Woman, tr. G. C. Gill
(Cornell Unversity Press, Ithaca, NY, 1985)
26
He encontrado relatos especialmente útiles de incluir: S. Bordo, ´The Cartesain masculinization of
thought´, Signs, 11 (1986), pp. 239-56: M. Gatens, Feminism and Philosophy: Perspectives on Difference
and Equality (Polity Press, Cambridge, 1991): M. Grosz, ´Philosophy´, in Feminist Knowledge: Critique
and Construct, ed. S. Gunew (Rouledge, London, 1990), pp. 147-74; E. Fox Keller, Reflections on
Gender and Science (Yale Unversity Press, New Haven, 1985); G. Lloyd, The Man of Reason: ´Male´
and ´Female´ in Western Philosophy (Methuen, London, 1984)
masculinidad. 27Por el contrario, la feminidad se asoció con el Otro no racional, un
punto al que voy a volver más abajo.
Geógrafos feministas han comenzado a sugerir que estos argumentos sobre la
racionalidad masculina pueden y deben ser aplicados a la geografía 26. Varios han
comentado que, en las palabras de Liz Bondi y Domosh Mona, los geógrafos también se
ven a sí mismos como "exploradores individuales" que producen "visiones
trascendentes" de verdad neutral al margen de los contextos en que se producen 28. Los
geógrafos desean conocimiento de todo el mundo - "el mundo es nuestra ostra”, como
un Presidente del Institute of British Geographers recientemente proclamado 29 - pero, lo
más importante para sus pretensiones de poder a través del conocimiento, ellos también
desean un conocimiento completo del mundo. El conocimiento geográfico pretende ser
exhaustivo. Asume que, en principio, el mundo puede ser completamente conocido y
entendido. Michael Curry ha recientemente descripto esto como el "impulso
arquitectónico” de la geografía: un "deseo de crear un sistema ordenado y jerárquico...
que busca remitir todas las ciencias a un principio" 30. Los padres fundadores de la
geografía querían hacer que el mundo sea susceptible a la operación de la razón
masculina, por lo que buscó un tipo de conocimiento que se aplicaría universalmente.
Este proyecto requirió sólo de la mirada racional, objetiva del mundo que
muchas feministas han asociado con la masculinidad dominante, y Domosh ha descrito
su importancia para la mirada de los exploradores masculinos del siglo XIX que
fundaron la disciplina académica; ellos miraban al mundo desde una posición
desproblematizada31. No hicieron la conexión entre el mundo tal como fue visto y la
posición del espectador, y la verdad de lo que vieron fue establecido por esa pretensión
de objetividad. Su negación de su parcialidad era a la vez producida, y reproducida, por
su poder como ”master subjects”. Y es importante tener en cuenta, en el contexto de los
orígenes imperialistas de la geografía, que no sólo la masculinidad permitió esta
pretensión de exhaustividad, sino que también lo hizo la blancura de estos geógrafos.32
27
L. Bondi and M. Domosh, ´Other figures in other landscapes: on feminism, postmodernism and
geography´, Environment and Planning D: Society and Space, 10 (1992), pp. 199-213; R. Deutsche,
´Boys Town´, Environment and Planning D: Society and Space, 9 (1991), pp. 5-30: McDowell, ´Sex and
power in academia´; L. McDowell, ´Multiple voices: speaking from inside and outside “the project”,
Antipode, 24 (1992), pp. 56-72; D. Massey, ´Flexible sexism´, Enviroment and Planning D: Society and
Space, 9 (1991), pp. 31-57; S. Pile and G. Rose, ´All or nothing? Politics and critique in the modernism-
postmodernism debate´, Environment and Planning D: Society and Space, 10 (1992), pp. 123-36.
28
Bondi and Domosh, “Other figures in other landscapes”, esp. pp. 202-5.
29
R. J. Johnston, “The world is out oyster”, in Geographical Futures, ed. R. King (Geographical
Association, Sheffield, 1985), pp. 112-28.
30
M. R. Curry, “The architectonic impulse and the reconceptualization of the concrete in contemporary
geography”, in Writing Worlds: Discourse, Text and Metaphor in the Representation of Landscape, eds
T. J. Barnes and J. S. Duncan (Routledge, London, 1992), pp. 97-117, p.97. Para un comentario sobre
geografía positivista buscar por orden, ver D. Sibley, “The notion of order in spatial analysis”,
Professional Geographer, 33 (1981), pp. 1-5.
31
M. Domosh, “Towards a feminist historiography of geography”, Transactions of the Institute of British
Geographers, 16 (1991), pp. 95-104.
32
Para discusiones sobre los origenes de la geografia imperialista, ver. A. R. H. Baker, “On geographical
literature as popular culture in rural France, c. 1860-1900”, Geographical Journal, 156 (1990), pp. 39-43;
Domosh, “Towards a feminist historiography of geography”; F. Diver and G. Rose, eds, Nature and
Science: Essays in the History of Geographical Knowledge, Historical Geography Research Series, no. 28
(Historical Geography Research Group of the Institute of British Geographers, London, 1992); R.
Hudson, “The new geography and the new imperialism”, Antipode, 9 (1977), pp. 12-19; K. Ross, The
Emergence of Social Space: Rimbaud and the Paris Commune (Macmillan, London, 1988). See F.
Driver, “Geography´s empire: histories of geographical knowledge”, Enviroment and Planning D: Society
and Space, 10 (1992), pp. 23-40, Para una advertencia en contra de una lectura demasiado reduccionista
La supresión de la especificidad de los conocimientos geográficos continúa hasta
hoy, como Bondi y Domosh también observan 33, es claramente evidente en el estilo
dominante de la escritura de la disciplina. La geografía tiene una voz especial escrita -
unextravagant, sin adornos, sin pretensiones, nada excepcional. Un(re)marked. Aunque
la cuestión de las estrategias textuales ha aumentado recientemente en la disciplina, creo
que -para las feministas- las discusiones más reveladoras del trabajo ideológico
realizado por el usual estilo textual de geografía, fue publicado en 1983 en la crítica de
Billinge de la geografía humanista.34
Según Billinge, la geografía humanista consiste en ideas pobremente meditadas
o banales disfrazadas con un elaborado lenguaje que pretende ocultar su incompetencia.
Dejando de lado por el momento la exactitud de su veredicto sobre la competencia
intelectual de la geografía humanística, los términos que utiliza Billinge para rechazar
su estilo textual muestra con rara claridad el sujeto constituido por la habitual voz
geográfica. Billinge descarta a los humanistas por su inquietud y decepción, su estilo de
prosa florida y decorativo, la emoción deliberada que invocan, su wordsmithery sin
sentido, su embellecimiento y el lujo, su vacuidad y tendencia a la arenga (quiere decir,
tal vez, a darle la lata?). En contraste, él quiere que la prosa de artesanos (sic) - simple y
discreto, lúcida y uniforme. El carácter de género de esta distinción es clara en su cita de
aprobación de la 'famosa frase de Samuel Butler, que "un estilo de hombre en cualquier
arte debe ser como su vestido -debe atraer la atención lo menos posible". 35 Billinge
aboga por una forma de la escritura particularmente masculina -transparente, sin
carácter, neutral, evacuados de un autor en particular -y la escritura geografica
humanista es condenado por él en términos implícitamente feminizadas, como
demasiado elusivo, decorativo, emocional y superficial. En su lugar, Billinge quiere la
llanura wordsmithery de los hombres- y, con pocas excepciones, esto es lo que la
disciplina practica. Este estilo de prosa discreta trabaja para desviar la atención de su
autor, y el efecto es el de invertir la escritura con la autoridad de los hombres racionales.
El estilo intenta borrar la especificidad del autor y de representar su escritura como
expresión objetiva de la razón. Billinge propone a George Orwell como un modelo ideal
para la escritura geográfica, pero la obra de Orwell ha sido criticada precisamente por
que su estilo lleva una inhibición de la autoridad. Swindells y Jardine argumentan que
"el deseo de habla masculina (male speach), el deseo de ser el autor del caso - en otras
palabras, para escribir bien sobre él - es preventivo"; 36 se adelanta a otras
interpretaciones de lo que está siendo escrito sobre eso. La seriedad de un estilo carente
de signos distintivos hacen que otras voces parezcan, bueno, frívolas. Este es un
ejemplo de las exclusiones que afirman producir exhaustividad. Otra consecuencia
desafortunada de la dominancia de ese estilo es que la mayoría de la escritura geográfica
ejemplifica el veredicto de Valerie Solonas sobre el patriarcado; "en el mejor de los
casos, un taladro total.37 Es todo lo Mismo.
Como ya he mencionado, sin embargo, un Mismo requiere un Otro contra la cual
puede identificarse. La 'Razón' no es toda la historia de la masculinidad. Como las
críticas feministas de la racionalidad masculina han argumentado, con el fin de

de la geografía del siglo diecinueve.


33
Bondi and Domosh, “Other figures in other landscapes”, p. 204.
34
M. Billinge, “The Mandarin dialect: an essay on style in contemporary geographical writing”,
Transactions of the Institute of British Geographers, 8 (1983), pp. 400-20.
35
Billinge, “The Mandarin dialect”, p. 405.
36
J. Swindells and L. Jardine, What´s Left? Women in Culture and the Labour Movement (Routledge,
London, 1990), p.3.
37
V. Solonas, SCUM Manifesto (place of publication unknown, 1968), p. 1.
establecer la racionalidad, debe haber un contraste con lo irracional 38. El conocimiento
disciplinario puede definirse a través de su propia capacidad para saber si hay otros que
son incapaces de conocer. Para que una masculinidad se defina en parte a través de su
racionalidad, su Otro debe ser considerado irracional. Esas historiadoras feministas de
filosofía y ciencia que han establecido la equiparación de la masculinidad y la razón
también han demostrado que la irracionalidad estaba asociada con la feminidad: las
mujeres no se consideraban capaces de pensar racionalmente. Mientras que los hombres
afirmaron objetividad al negar su especificidad y pretendiendo dictar la razón pura, las
mujeres fueron entendidas como incapaces de trascender su posición. El Otro de
masculinidad racional se feminiza, y esto es una consecuencia de los discursos de la
heterosexualidad así como de género: ambos discursos constituyen un femenino sólo en
relación con un masculino. En particular, mientras que los hombres asumen que el
conocimiento dependía sólo del pensamiento abstracto de la mente, argumentaron que
las mujeres eran gobernadas por las pasiones de sus cuerpos. Con el fin de legitimar la
operación de la mente racional, entonces, tenía que haber una diferencia de aquellos
sumidos en sus cuerpos. La asociación entre lo femenino y lo corporal es un tema
recurrente en este libro, ya que la capacidad de los geógrafos de saber depende de la
existencia de aquellos que no pueden conocer. Por ejemplo, no todo el mundo se
consideraba capaz de crear geografía imperialista. Los miembros de la Royal
Geographical Society no parecían capaces de admitir que las mujeres, incluso las
mujeres blancas, podrían producir informes de sus viajes que cuentan como geografía, y
esa fue la razón por la que durante tanto tiempo se negaron a admitir mujeres como
miembros:39 sólo la mirada "objetiva" de los hombres blancos podían explorar y
describir otros lugares en el detalle científico correspondiente. Yo discutiría que la
persistente renuencia geográfica a reconocer la labor académica de las mujeres, y el
trabajo en la vida de las mujeres, es una expresión de su necesidad de mantener su Otro,
para legitimarse.
El primer objetivo de este libro es explorar la masculinidad del discurso
geográfico contemporáneo. En particular, hago foco en la forma en la cual un Mismo
masculino depende de un Otro feminizado; pero, como esta sección ya ha argumentado,
el género no es el único discurso a través del cual las reclamaciones geográficas al
poder y el conocimiento son mediadas. La raza, clase y sexualidad también son
centrales. El sujeto maestro de la geografía no es sólo masculino sino también blanco,
burgués y heterosexual, y el libro también esboza algunas de las consecuencias de esta
inflexiones de la masculinidad. Sin embargo, no quiero afirmar que esta posición de
sujeto dominante sea monolítico. No quiero sugerir que hay una especie de complot por
parte de los geógrafos masculinos para excluir a las mujeres (aunque a veces se siente
como si hubiera): la influencia del psicoanálisis en la interpretación de la subjetividad
38
Para comentarios de la presencia de una feminicidad Otra en las disciplinas de historia, filosofía e
historia del arge respectivamente, ver C. Crosby, The Ends of History: Victorians and ´The Woman
Question´ (Routledge, London, 1991); Le Doeuff, ´Women in philosophy´; G. Pollock, Vision and
Difference: Feminity, Feminism and the Histories of Art (Routledge, London, 1988), p. 24.
39
Domosh, “Towards a feminist historiography of geography”. Ver también D. R. Stoddart, “Do we need
a feminist historiography of geography – and if we do, what should it be?”, Transactions of the Institute
of British Geographers, 16 (1991), pp. 484-7. Stoddart sugiere que la crítica de Domosh está fuera de
lugar porque ella está imponiendo criterios anacrónicos de hombres y mujeres del siglo diecinueve,
mientras que no hace más que escribir la historia de hechos, esta elude completamente la cuestión de la
precisión que el "nosotros" que está en su título. Como Domosh con razón percibe, el "Nosotros" puede
incluir mujeres que quieren un tipo diferente de geografía, y este proyecto debe implicar reconsiderar la
historia de la disciplina, como Domosh con razón percibe. Stoddart, obviamente, encuentra esto increíble,
y el "nosotros" en su título es por lo tanto el colectivo masculino "nosotros" de la imaginación geográfica.
usada aquí significa que la masculinidad no es entendida como una conspiración
consciente. Además, las prácticas de la geografía no son sólo síntomas de masculinidad
geográfica; también constituyen masculinidades geográficas muy específicas. Y ya que
no todos los hombres se vuelven masculinos de la misma manera, la geografía no
atraerá a todos los hombres, y aquellos a los que atrae van a reaccionar de manera
diferente a la disciplina. Performances tales como seminarios o estilos de escritura o
trabajo de campo establecen cierto tipo de masculinidad como algo más o menos
aceptable; promulgan masculinidades particulares. Además, las mujeres pueden y deben
participar en tales actuaciones, ya sea con compromiso, o en la parodia, o de mala gana,
o por otras razones. Así que no estoy sugiriendo que ningún hombre puede escapar de
las masculinidades que identifico como un elemento central para la geografía; ni que las
mujeres no pueden ocupar una posición masculina; ni que las mujeres son incapaces de
producir conocimiento geográfico. Por el contrario, sostengo que tanto hombres como
mujeres se ven atrapados en una compleja serie (histórica y geográficamente específica)
de posiciones discursivas, relaciones y prácticas. La relación de los hombres
individuales hacia ella masculinidad de la geografía puede ser muy problemática e
inestable.
También sostengo que aquí no hay una masculinidad que domina en la
geografía; en su lugar, sostengo que hay al menos dos tipos. Lo que los distingue es su
relación con el Otro. La necesidad de un más allá Otro femenino, o incapaz de, un
discurso no significa que lo femenino nunca aparece en ese discurso: por el contrario,
las referencias a lo femenino se producen con el fin de reafirmar la superioridad y la
realidad del conocimiento masculino. Irónicamente, estas referencias a un Otro puede
socavar las propias reclamaciones masculinas a la exhaustividad, un punto del que
dependen las estrategias de este libro. Para examinar estas referencias distingo entre lo
que llamaré masculinidad científico-social y masculinidad estética. La masculinidad
científico-social afirma su autoridad reclamando acceso a un mundo geográfico real
transparentemente; el capítulo 2 explora aspectos de su funcionamiento en el caso de la
geografía del tiempo. Esta masculinidad reprime toda referencia a su Otro con el fin de
reclamar el conocimiento total. El segundo tipo de masculinidad que identifico, la
masculinidad estética, establece su poder a través del reclamo de una mayor sensibilidad
a la experiencia humana. El capítulo 3 describe esta masculinidad mediante el uso de la
geografía humanista como ejemplo, allí sugiero que la masculinidad estética admite la
existencia de su Otro, a fin de establecer una profundidad de la cual él sólo tiene el
poder de hablar. Los siguientes dos capítulos son entonces los esfuerzos por delinear en
cierto detalle dos posibles formas de masculinidad en la geografía contemporánea.

Estrategias de resistencia
Los argumentos que di sobre la masculinidad de la geografía tienen implicancias
en las estrategias críticas. La masculinidad blanca, burguesa y heterosexual que atrae a
la geografía, le da forma y es constituída a través de él, imaginen que su Otro es en parte
femenino. Este Otro es asociado con todo lo que él niega como parte de sí mismo: lo
corpóreo, emocional, apasionado, lo natural y lo irracional. Teresa de Lauretis llama a
esta imagen femenina Mujer40. La Mujer es una figura masculina fantaseada, y tal como
Le Doeuff remarca, “nosotras (mujeres) estamos constantemente siendo confrontadas
con esa imagen, pero no tenemos que reconocernos en ella” 41. Sin embargo, la cuestión

40
De Lauretis, Technnologies of Gender, esp. pp. 1-30; y ver T. de Lauretis, ´Feminist studies/critical
studies: issues, terms, and contexts´, in Feminist Studies/Critical Studies, ed. T. de Lauretis (Macmillan,
London, 1986), pp. 1-19.
41
Le Doeuff, “Women and philosophy”, p. 196.
de cómo resistir es complicada, ya que “las mujeres, no menos que los hombres, piensan
indudablemente en una moda diferente, son producto de la cultura y no pueden alcanzar
para ellas mismas una pureza a priori o no contaminada por sus valores, lenguaje o
mitos”42. La mujer y las mujeres no están completamente sin relacionar. Similarmente,
el feminismo es en sí mismo trabajado en ya existentes discursos masculinos de
significados y subjetividades, tales como, por ejemplo, el discurso de Man of Reason
and Woman of Unreason, (Hombre de la racionalidad y Mujer de la irracionalidad). Las
feministas están crecientemente al tanto de las dificultades que esto plantea para sus
críticas. El segundo tópico de este libro es una exploración de posibles estrategias
feministas en geografía.
De acuerdo con Ana Snitow, el compromiso feminista, que está cargado con
discursos hegemónicos de género, históricamente creó dos estrategias básicas de
críticas. Ella remarca que “se sigue formando una división común en pensamientos y
acciones feministas entre la necesidad de construir la identidad de “mujer” y darle un
significado político sólido, y la necesidad de tirar abajo la categoría de “mujer”,
desmantelando su toda-muy-sólida historia”43. Por una parte la estrategia de esta
división es celebrar todo lo que está asociado con la feminidad. Para los hombres, lo que
más se acerca al cuerpo de la mujer es ejemplificado por la menstruación, el embarazo y
los nacimientos de los hijos, características a la cuales gran cantidad de feministas se
han convertido en sus recursos de todas las cosas buenas sobre mujeres –amor, creación,
emoción y maduración. Ellos usan las cualidades asociadas a la mujer como fortaleza:
pero ellos también la utilizan para definir por contraste todas las cualidades terribles del
hombre: violencia, frio, individualidad y muerte. El problema con esta estrategia, por
supuesto, es que depende de ideas patriarcales sobre la mujer, y puede terminar
reinstalándolas y confinando a las mujeres más todavía a los límites de la Mujer. Es una
estrategia que puede fracasar. La estrategia alternativa de la crítica adoptada por muchas
feministas en el otro lado de la división es evitar la confusión de mujeres con la Mujer a
cualquier costo. Esto puede tomar diferentes formas: por ejemplo puede poner en
tensión la casa como lugar de trabajo doméstico, o de violencia doméstica. Puede
también enfatizar diferencias entre las mujeres. Sin embargo, esta segunda estrategia
también tiene sus problemas. En su negación de toda Mujer yacen cualidades que es
difícil saber qué puede unir a las mujeres como feministas: es una estrategia que
disuelve la posibilidad de lucha de la mujer como mujer. De ahí que los esfuerzos para
retribuir y celebrar las diferencias de las mujeres con los hombres a veces terminan
afirmando la Mujer inadvertidamente atrapando mujeres en estereotipos de
masculinidad, mientras se abandona a la Mujer enteramente por su diversidad puede ser
políticamente desarmada porque remueve cualquier terreno de alianza y estragos.
Las feministas han debatido los aciertos y desaciertos de muchas versiones de
estas dos estrategias con mucha extensión. Algunos comentarios recientes sugieren que
el conflicto generado por estos debates está desplazado. Tal vez, como Snitow
argumenta, es prácticamente imposible escoger una estrategia sobre la otra: el
feminismo siempre ha estado dividido en dos: y por buenas razones estratégicas. El
poder patriarcal no es monolíticamente estable, y si el enemigo es diferenciable y fluido,
entonces también deben ser las formas de resistencia. Chela Sandoval ha argumentado
recientemente que lo que ella denomina “tercera guerra feminista de Estados Unidos”
no es tan preocupante como el feminismo blanco sobre elegir la posición individual más
42
Gatens, Feminism and Philosophy, p. 87.
43
A. Snitow, “A gender diary”, in Conflicts in Feminism, eds M. Hirsch and E. Fox Keñer (Routledge,
New York, 1990), pp. 9-43, p. 9. Snitow comments that this divide is not absolutely clear-cut.
políticamente correcta de crítica.44 Ella sugiere que esto es porque la política de muchas
mujeres de color tienen un fuerte sentido de la diversidad y movilidad de formas de
poder: sus políticas ven la movilidad como vital cuando las luchas a ser medidas son
necesariamente complejas, dadas las cambiantes estructuras del capitalismo, la
masculinidad, el racismo y demás. Sandoval llama a esta movilidad “conciencia
opositora” y dice que “se compone de apariencias” contradicciones y diferencias, que
luego sirven como tácticas intervencionistas en la otra movilidad que es el poder”45.
El impacto de estos argumentos de las feministas negras, y las análogas de
políticas lesbianas, son señaladas en varias contribuciones a una reciente colección de
asuntos examinando Conflictos en el feminismo.46 Estos asuntos sugieren que
actualmente la mejor fortaleza del feminismo es la movilidad estratégica. Si la
masculinidad es en sí misma fluida y diversa, e intersecta con clase, raza y sexualidad
de manera compleja e inestable, una forma de feminismo no puede ser adecuada al
asunto de resistencia. De Lauretis es especialmente insistente en que el subversivo
potencial del feminismo radica en su forma, en su movilidad crítica, como en que
posición feminista particular discute:

…la diferencia esencial de la teoría feminista se debe buscar por la forma así como
por los contenidos de su política, personal, critica y prácticas textuales (textual practices), en la
diversidad opuesta de posturas el feminismo ha tomado vis-a-vis formación social y cultural, y
en el resultado divisiones, reflexiones propias y elaboraciones conceptuales que constituyen la
historia efectiva del feminismo.47

Para de Lauretis esta movilidad no es únicamente una necesidad práctica y


política; esta diversidad también evita la exclusión y eliminación de los logros de la
masculinidad a la exhaustividad.
Aún así, diferentes estrategias feministas ofrecen diferentes e igualmente
necesarias críticas de diferentes tipos de geografía. Los siguientes dos capítulos están
relacionados con dos tipos de geografía, los que sostienen esto adoptan dos formas
diferentes de feminismo para propuestas criticas específicas. El capítulo 2 examina el
tiempo-geografía y sus aprentes cuerpos universales y espacios. Con el objetivo de
cuestionar esta universalidad, contrasto esos cuerpos y ese espacio con los cuerpos y
espacios asociados con la mujer. El contraste es instructivo: sugiere que el tiempo-
geografía de hecho se refiere a los cuerpos y espacios masculinos. Pongamoslo de otro
modo, yo recupero tiempo-geografía de Otro para definir más claramente las cualidades
del Mismo. El capítulo 3 apunta a un tipo diferente de geografía – geografía humana – y
tácticamente adopta una estrategia diferente. Los geógrafos humanistas idealisan el
lugar, con el objetivo de revelar su versión de lugar como masculino. Yo me hago eco
de algunas críticas feministas de la casa y la comunidad. Uso estas diferentes estrategias
para revelar la diversidad masculina de la geografía. Como Haraway dice: “el estrago

44
Sandoval, “U.S. third world feminism: the theory and method of oppositional consciouness in the
postmodern world”, Genders, 10 (1991), pp. 1-24. Aida Hurtado ha argumentado que la existencia de dos
estrategias tiene algo que ver con la preponderancia de la mujer Blanca en el feminismo. Hurtado sugiere
que la intimidad de las mujeres blancas con hombres blancos tiende a darles la escasa habilidad en el
desafío por la autoridad; ya sea que se dejan seducir por las promesas de poder y tratar de ser como los
hombres, o los hombres que rechazan por completo y adopten políticas separatistas. Ver A. Hurtado,
“Relating to privilege: seduction and rejection in the subordination of white women and women of color”,
Signs, 14 (1989), pp. 833-55, pp. 852-3.
45
. Sandoval, “U.S. third world feminism”, p. 23.
46
M. Hirsch and E. Fox Keller, eds Conlicts in Feminism (Routledge, New York, 1990).
47
T. de Lauretis, “Upping the anti (sic) in feminist theory”, in Conflicts in Feminism, eds M. Hirsch and
E. Fox Keller (Routledge, New York, 1990), pp. 255-70, p. 258, enfasis mío
político es ver desde las dos perspectivas en una porque cada una revela ambas
dominaciones y posibilidades inimaginables desde el otro punto de vista”.48
Pero esta movilidad crítica tiene riesgos por sí misma. Esta también corre el
riesgo de reinscribir la estructura de identidades a las cuales se opone. Puede continuar
la oscilación entre los dos polos, ambos estructurados por la oposición entre Hombre y
Mujer; puede continuar incluso invocando la descripción potencial de la Mujer de la
Irracionalidad, o enmascararlo en la ropa del Hombre de la Racionalidad. Como Audre
Lorde dice, “la llave maestra nunca va a desmontar la casa maestra”, y ambos
Racionalidad e Irracionalidad, como categorías que una depende de otra, son las
maestras. 49Entonces, como McDowell y Bondi recientemente han señalado en relación
a la geografía feminista, es necesaria una estrategia de desplazar los polos de esta
oscilación50. Esta tarea comienza en el capítulo 4. Allí considero la masculinidad
examinada en los capítulos 2 y 3 en un contexto disciplinario más amplio. Sugiero que
las diferentes masculinidades del discurso geográfico son más estables que lo que los
geógrafos masculinos asumen. Porque tanto los deseos como los miedos, las
necesidades y rechazos de la geografía, sus Otros, la estructura del Mismo y lo Otro es
contradictora, y esto desbarata la exhaustividad de la masculinidad de la disciplina. El
capítulo 5 explora la inestabilidad de la forma de masculinidad en cierto grado de
detalle: examino algunas discusiones recientes sobre el paisaje por los geógrafos
culturales, y discuto que ellos no pueden sustentar la exclusión en la cual ellos aseguran
que dependen del conocimiento. Por tanto, los capítulos 4 y 5 examinan ciertas
disrupciones internas en la masculinidad. El capítulo 4 también sugiere que hay
disrupciones desde posiciones discursivas oponiéndose a alcanzar a través de la
masculinidad que compite la centralidad de ambos, Hombre y Mujer. El capítulo 6 mira
a un desafío directo a la masculinidad – la geografía feminista. Sugiero que, como otros
feminismos, la geografía feminista oscila entre dos formas de crítica y que, como
cualquier otro feminismo, esta oscilación corre ciertos riesgos. Este alineamiento de
feministas con masculinidad se trabaja en ciertos momentos. Pero también sugiero que
esta movilidad crítica ofrece un vistazo sobre otro tipo de geografía, mas allá de la
imaginación de la geografía masculina. Finalmente, el capítulo 7 se centra en las teorías
feministas de las cuales esta introducción ha dependido y discute que estas imaginan
una geografía basada no en las exclusiones de un modo de conocimiento que es
dependiente de una relación de dominación entre lo Mismo y lo Otro, sino en un
reconocimiento de la diferencia. A través de la introducción de conceptos de raza y
sexualidad, y considerando la ausencia de masculinidad, la hegemonía de
Hombre/Mujer es retada y nuevas geografías son imaginadas. El capítulo 7 examina la
geografía y sus posibilidades de emancipación. Ese es el tercer objetivo del libro: evocar
una geografía posible que este centrada en la mujer como conocimiento, sabiendo sus
propias geografías.

Seducciones
Para hacer el último y más importante punto de esta introducción, quiero
destacar mi propia complicidad con la geografía. He tratado de hacer que mi propuesta
suene diferente del tono particular de tanta escritura geográfica, pero, como
48
Haraway, Simians, Cyborgs and Women, p.196.
49
A, Lorde, “The master´s tools will never dismantle the master´s house´, in This Bridge Called My Back:
Writtins by Radical Women of Color, eds C. Moraga and G. Anzaldúa, second edition (Kitchen, Table
Press, New York, 1983), pp. 98-101, p. 98.
50
L. Bondi, “Gender and dichotomy”, Progress in Human Geography, 16 (1992), pp. 98-104; L.
McDowell, “The baby and the bath water: diversity, deconstruction, and feminist theory in geography”,
Geoforum, 22 (1991), pp. 123-34.
probablemente han notado, he encontrado que es extraordinariamente difícil
desprenderse de ese estilo. Por el contrario, he tratado de tomar este texto más allá de
los cierres de la exhaustividad de la masculinidad a través de un movimiento entre
diferentes posiciones de análisis y el rechazo a abogar por uno como mejor que el otro.
Sin embargo, la movilidad que adopto es un esfuerzo de resistencia jugando con
el poderoso, conociendo su idioma y juegos con sus posibilidades -es una estrategia
activada por la intimidad con la masculinidad geográfica. Tanto mi estilo de escritura y
mi argumento de que el feminismo se ve atrapado en las estructuras discursivas que
reemplazaría están conectados a mi propia relación con la academia. Esta intimidad ha
dado forma a mi crítica; y como otro esfuerzo por no hacerse eco de la exhaustividad de
la masculinidad. Quiero insistir en que mis argumentos dependen y están limitados por
el contexto.
Obviamente, mi propia posición está empoderada por mi blancura. Puedo
sentirme marginada en geografía como mujer, pero mi blancura ha permitido mi crítica
al discurso geográfico permiéndome acercarme lo suficiente como para tener una buena
mirada. Y cuando miro mis reacciones están mescladas. Como Jane Miller, tengo que
decir que "yo era, y sigo siendo, seducida por los reclamos sistemáticos y exhaustivos
de los hombres sobre nuestros sentidos y nuestras realidades a través de la ocupación de
todo lo que es pensado no como masculino sino simplemente como humano.51 Como
Snitow y de Lauretis, Miller sostiene que la seducción es inevitable: "las mujeres no
pueden escapar más de ser adulteradas que de lo que ellas pueden escapar siendo
adúlteras.52 Mi propio deseo como estudiante de formar parte de la academia fue
intenso. Tuve mi primer contacto con los poderes y placeres de la teoría por los tutores,
lectores y supervisores -casi todos hombres- y escuchando sus argumentos y
conversaciones, quería desesperadamente ser capaz de participar, ser parte de los
debates entre los intelectuales, hablar. La seducción también se refiere a mi origen de
clase. La primera en mi familia en ir a la univesidad, la seducción de la universidad a
través del deseo de la clase media baja de hacer el bien, de hacerlo mejor de lo que los
parientes lo hicieron, para convertirme en un profesional (de cualquier tipo - no importa
qué). Este libro, pues, está fundado por una temprana atracción a la academia y a la
teoría. Y aquí estoy ahora, escribiendo algo de mí misma, dando seminarios y entrando
al debate geográfico.
Pero de alguna manera no es como lo había imaginado - todavía no me siento
parte de él. Creo que ésto es una experiencia compartida: muchas mujeres participan
con inquietud en la academia. No he encontrado una voz propia cuando era estudiante, y
en la universidad me sentí un fraude la mayor parte del tiempo, nunca tan buena como
la consistencia burguesa de los hombres (y a menudo mujeres) con las que estudié. Sin
embargo, esto no siempre me molesta. Una pequeña voz siempre insistió (y aún lo hace)
con que la academia no era todo lo que se pensaba que era. Miller también sugiere que
las mujeres siguen siendo “irritantemente inabsorvibles”. 53 Lisa Jardine dice que
nosotros master theory "y que si no podemos disfrutar actualmente de ella, por lo menos
podemos fingirlo".54 Tal vez gran parte de mi motivación para escribir este libro

51
J. Miller, Seductions: Studies in Reading and Culture (Virago, London, 1990), p. 1. Hurtado también
usa la metáfora de la seducción para describir la relación de la mujer blanca con los hombres blancos; ver
Hurtado, “Relating to privilege”.
52
Miller, Seductions, p, 5..
53
Miller, Seductions, p, 8.
54
L. Jardine, “The politics of impenetrability”, in Between Feminism and Psychoanalysis, ed. T. Brennan
(Routledge, London, 1989), pp. 63-72, p. 63. Me gustaría agradecer a Jessica Allen y Rachel Woodward
especialmente por compartir conmigo su ambivalencia similar acerca de las pretensiones del trabajo
académico y de los hombres.
proviene de la negación de la universidad para entregar lo que tan seductoramente
prometió: espero que mi enfoque en estos textos de participación académica sea una
especie de venganza contra los hombres que fallaron en cumplir lo prometido. Mi
primer tutorial de pregrado, que me complace en cuanto sugiere que la geografía
implica más que sólo hechos, y que fue mi primera introducción explícita de la teoría,
fue una discusión de tiempo-geografía, el tema del siguiente capítulo. Mi tesis de
postgrado toma la idea de las divisiones espaciales locales del trabajo como punto de
partida, y se retoma en el capítulo 6. Ahora enseño geografía cultural y and su trabajo
sobre paisaje, que constituye el capítulo 5. El capítulo 3 se centra en el desafío a lo
condenado como inútil por mis profesores universitarios. Y nunca siquiera se menciona
la crítica feminista examinada en el capítulo 4...
Por lo tanto, porque mi estilo de escritura, mis estrategias de crítica y mi
elección de las geográficas a discutir están todos marcados por mi específica
participación en la academia, quiero insistir en que mi libro es leído en este contexto
como parcial y estratégico.

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