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ANALISIS CRIMINOLOGICO

MASACRE DEL DINERS CLUB

PRESENTADO POR GRUPO #12

DEIBY CORTES
DANIELA BRAN
EVELIN PAOLA ARCE
ISABELLA VALENCIA
LUISA FERRY

PRESENTADO A:
GILBERTO HERNÁN ZAPATA
UNIVERSIDAD SANTIAGO DE CALI
MATERIA: CRIMINOLOGÍA
CALI-VALLE DEL CAUCA
INTRODUCCION

La criminología es una ciencia inter y multidisciplinaria cuya finalidad es el estudio,


análisis, intervención, prevención y profilaxis de tanto el crimen, como el criminal y la
criminalidad. Por tanto, el objeto de estudio de la criminología sería la conducta antisocial,
aquellas conductas que se desvían de lo normalmente aceptado por la sociedad y que
incluso atenta contra la integridad de esta, partiendo de la premisa de que el hombre es un
ser biopsicosocial y, por ende, el delito como conducta humana debe explicarse como un
fenómeno que abarca aspectos biológicos, psicológicos y sociológico, en este caso
analizaremos la Masacre ocurrida en La noche del 4 diciembre de 1984, conocida como la
masacre del Diners Clubs, en este caso concreto analizaremos el caso frente a la
criminología, según lo narrado por sobrevivientes, tres hombres ingresaron a las
instalaciones de Diners Club, Jaime Serrano Santibáñez autor intelectual y dos cómplices,
James Rodríguez y Francisco Ruiz Gómez intimidaron a los empleados,
amordazaron, los apuñalaron, les dispararon y los remataron. Uno de ellos identificado
como Hugo Aroca, con más de veinte heridas de navaja en su cuerpo y luego de una agonía
de cuatro horas, logró arrastrarse por un pasillo oscuro, salir de la edificación por una
ventana, ganar una terraza y pedir ayuda. Simultáneamente con los organismos
oficiales, llegaron los medios de comunicación y los curiosos. La ciudad despertó con
el relato escabroso: catorce víctimas, nueve de ellas fatales y cinco sobrevivientes,
fueron encontradas desangrándose en distintos pisos del emblemático Edificio Otero, los
sobrevivientes identificaron ante las autoridades a Jaime Serrano Santibáñez (21
años), un guarda de seguridad que había trabajado hasta hacía algunos meses en las oficinas
de Diners. El tercer asesino, Francisco Ruiz (32 años), nunca apareció ni se tuvo noticia
cierta de su paradero. Con el desarrollo de la investigación se estableció que los tres
delincuentes decidieron asesinar a los empleados para evitar precisamente que pudieran
identificar a su excompañero de trabajo. La constatación fue brutal: para evadir pasar una
corta temporada por atraco en la cárcel, en la hipotética circunstancia de que, en este país
de impunidades, fueran capturados, los ladrones decidieron desplegar una feroz actividad
criminal contra personas indefensas. Para desarrollar este análisis se tendrá como referente
al Cesare Lombroso quien fue médico y antropólogo de formación y es considero el padre
de la criminología.
ANALISIS CRIMINOLOGICO

1. ANALISIS ANTROPOLOGICO
El autor material de esta masacre identificado como Jaime Serrano Santibáñez joven de 21
años de edad, se caracterizaba por ser de buena presencia, atractivo para el género
femenino, era alto este personaje y no tenía antecedentes judiciales se decía que acortejaba
las damas aprovechaba su presencia para enamorar, en este caso podríamos afirmar que
Jaime Serrano era un delincuente ocasional, en su diario vivir y en su entorno no era un
peligro para la sociedad. Según vecinos del sector era un hombre tranquilo que ayudaba a
sus hermanos.
En el caso de Jaime no se entiende porque asume esta posición contra sus propios
excompañeros de trabajo, algunos de los cuales habían sido especialmente amistosos con él.
Había en esos hechos algo muy inquietante, un abismo terrible entre el móvil y la
dimensión del delito: reducir, mover de un piso a otro, amarrar, amordazar, apuñalar en más
de doscientas ocasiones, rematar con disparos, una víctima tras otra, a catorce personas
durante cuatro horas de espanto para evitar que pudieran identificarlos como los autores de
un robo escapaba de cualquier comprensión

2. ASPECTO PSICOLOGICO
En este aspecto debemos tener en cuenta lo vivido por Jaime después de salir de las fuerzas
militares donde lo tenía todo, posición, mujeres era reconocido por su posición como
militar, perder esos beneficios o ese estatus temporal, podría haber ocasionado algunos
pensamientos y reacciones negativas y luego de haber ocupado un puesto como vigilante y
ser despedido de la compañía donde laboraba situación que el no soporto y que le produjo
algún malestar o sufrimiento que lo llevo a cometer esos asesinato. A no contar ya con la
posición o la vida que el anhelaba más el entorno donde vivía habría ocasionado esta
macabro ataque sistemático en contra de personas indefensas y ajenas a su problemática
reducir, mover de un piso a otro, amarrar, amordazar, apuñalar en más de doscientas
ocasiones, rematar con disparos, una víctima tras otra, a catorce personas durante cuatro
horas de espanto para evitar que pudieran identificarlos como los autores de un robo
escapaba de cualquier comprensión
3. ASPECTOS SOCIOLOGICOS
La constatación fue brutal: para evadir pasar una corta temporada por atraco en la cárcel, en
la hipotética circunstancia de que, en este país de impunidades, fueran capturados, los
ladrones decidieron desplegar una feroz actividad criminal contra personas indefensas.
Había en esos hechos algo muy inquietante, al día siguiente, los dos jóvenes asesinos
capturados aparecieron, sonriendo, ante los medios de comunicación y aceptaron su
responsabilidad sin arrepentimiento. De ellos dijeron sus vecinos y familiares que eran
deportistas aficionados, buenos vecinos, buenos amigos, buenos hijos y hermanos, buenos
muchachos. Las autoridades constataron que Francisco era un criminal avezado, pero Jaime
y James no tenían antecedentes penales.
La magnitud de los hechos, el proceder y perfil de los criminales produjeron un estupor
generalizado. Los intentos de explicar esta barbaridad se descartaban rápidamente: no eran
delincuentes consumados; no usaban drogas, ni estaban drogados; no habían actuado bajo
el efecto del alcohol; no sufrían trastornos mentales y tuvieron plena conciencia de sus
actos.
Si bien hechos de sangre como este no eran nuevos en nuestra historia, estos se explicaban
siempre con referencia a unas causas relativamente claras: una reivindicación de carácter
político sustentaba las matanzas de la Violencia de los años cincuenta; una motivación
social, las “limpiezas” que dejaban decenas de personas (indigentes, drogadictos,
ladronzuelos, homosexuales) asesinadas en las calles de nuestras ciudades; una razón
cultural y axiológica, las largas cadenas de asesinatos por honor que conducían al
exterminio de familias enteras; la defensa de la propiedad privada, del statu quo y de ciertos
privilegios o ideologías había suscitado una tremenda violencia en las últimas décadas.

La expansión del tráfico de drogas en Colombia se había iniciado hacía poco más de una
década y en los barrios de todas las ciudades pululaban los delincuentes asociados al
negocio: traquetos, lavaperros, sicarios, expendedores. En Medellín, el fenómeno fue más
evidente y altamente comunicado. En Cali, los carteles de la droga desplegaron una intensa
actividad de cooptación social y de los medios de comunicación que casi logra desasociar la
explosión delincuencial de la ciudad y el aumento dramático de los índices de homicidios
con esta empresa criminal, pero los hechos eran tozudos.
Además del ingreso de un número importante de jóvenes a las estructuras criminales
asociadas al narcotráfico, una de las consecuencias inmediatas de esta expansión fue la fácil
acogida que la elección de la actividad delictiva como proyecto de vida tuvo en la juventud.
Los criminales se desplazaban en carros y motos, vestidos según el soñar de las barriadas,
con el dinero y las hembras que los muchachos deseaban.
Esos hombres cruentos, consumistas e intrascendentes fueron los nuevos héroes de niños y
jóvenes. Los muchachos los imitaban y, en el empeño de vivir como ellos, optaron por el
delito y el crimen.
El anhelo de dinero y el consumo se entronizaron, y valores como el esfuerzo y el trabajo,
la austeridad y la solidaridad, el respeto por la dignidad y la vida humanas se fueron
desvaneciendo al mismo tiempo que disminuía la sanción social contra el delincuente y el
crimen se volvía un hecho cotidiano. En este nuevo contexto, una cada vez mayor porción
de la sociedad aprendía a vivir la violencia como un hecho banal. Una constatación
dolorosa de esa nueva axiología fue la aparición de la expresión “desechables” para
referirse a los seres humanos más desvalidos. Este uso deplorable ganó fuerza no sólo en
los sociolectos delictivos donde surgió sino en todos los niveles sociales. No era extraño
que se usara, con una indolencia lacerante, incluso en los ámbitos universitarios.
Este contexto hizo posible que estos “buenos muchachos” de barrio cometieran el crimen
ominoso por una mínima razón; que aparecieran en los medios de comunicación sin
sentimientos de contrición; que sus familias los hayan instado a mantener la cabeza alta
porque, como le dijo la madre a Jaime Serrano días después, ella “no había criado un
marica”; que la novia de James lo haya visitado en la cárcel para despojarse, como una
ofrenda de amor, de esa virginidad compartida.
Despecho de esta nueva realidad social, los caleños manteníamos la ficción de vivir en la
“ciudad cívica de Colombia”, “la capital mundial de la salsa”, “la ciudad deportiva de
América”, “la sultana del Valle”, “la sucursal del cielo”. Contrariando lo evidente, que
desde hacía años nuestros muchachos desesperanzados caían en las garras del vicio y el
delito, que nuestras calles estaban infestadas de delincuentes y cuchilleros, que los
cinturones tuguriales crecían a un ritmo de asombro, que a los barrios les trazaban fronteras
invisibles cuya trasgresión se pagaba con la vida, en ese año de 1984 seguíamos alentando
esa ilusión de felicidad y civismo. Esta disociación colectiva fue destrozada por la masacre
de Diners. La inusitada violencia desplegada por estos jóvenes incontritos nos puso de
frente con la imagen nítida de un tejido social llagado en el cual la opción criminal se había
naturalizado y cualquier buen muchacho podía convertirse en asesino de la noche a la
mañana sin experimentar ninguna conmoción moral.
Esa ineludible constatación cambió para siempre nuestra manera de mirarnos. Desde
entonces, Cali es otra.
4. ASPECTOS PSIQUICOS
Las circunstancias que llevan a James a terminar su jornada de trabajo como pintor de
brocha gorda y empuñar un arma para encontrarse con la experiencia del asesinato; la
condición mental de Jaime que termina de preparar la comida para sus hermanos y se va a
acabar con la vida de otros seres humanos; la crueldad de Francisco, el “niño mimado del
papá”, según decía su madre, que propina más de doscientas puñaladas en esa noche
infernal. Una lista interminable de experiencias que nos hablan de la extrema fragilidad del
ser humano a la vez que de su increíble voluntad y potencia, de los hilos del azar que tejen
nuestros destinos, de la inaprensible condición humana, podemos inferir que en los actores
de esta barbarie se ve comprometido el ego.
El Ello, Yo y Superyó, o lo que coloquialmente se denomina el yo ismo siendo que el Ello
se asocia a la parte primitiva de nuestra mente, nuestros impulsos y necesidades; situación
en que se encontraba Jaime al no tener ya el estatus ser la persona reconocida ya no
importaba su físico se sentía desplazado si evaluamos todo esta problemática podríamos de
algún modo poder entender la actuación de este asesino, el Superyó se relaciona con
nuestras ideas y conceptos morales y éticos; y el Yo funciona como la instancia que
interactúa con las dos anteriores y concilia sus exigencias para que puedan ser llevadas a
cabo de una manera realista, el lugar de los acontecimientos con los planos del lugar, las
fotos y los esquemas de la reconstrucción del crimen e imaginamos el recorrido de cada
víctima; según los vecinos fundadores la historia de los barrios San Luis y San Luisito,
donde vivían James y Jaime, porque veíamos en la transformación de esos vecindarios, por
efectos de la economía y la cultura de la droga, una clara imagen de lo que ocurría en el
país y que explicaba desde lo particular el despelote general; en este contexto es que
mencionamos los imaginarios de Jaime al no tener dinero y ya no contar con un trabajo y
vivir en ese entorno donde vivía habría podido generar estos trastornos.
Ninguna de estas explicaciones aplicaba a la masacre de Diners. Tampoco lo hacía alguna
circunstancia propia del momento: los asaltantes ya habían consumado el robo, tenían
reducidas a las víctimas y el camino libre para huir. En la medida en que se desechaban las
hipótesis crecía el desconcierto y la insistencia en la pregunta por las razones que llevaron a
estos muchachos de familia a efectuar un crimen de tales dimensiones con una motivación
tan baladí y a aceptar su responsabilidad sin conmiseración alguna. La respuesta requería
un contexto más amplio.
Además de la trascendencia social de los hechos, la experiencia de los protagonistas es un
campo inagotable de indagación sobre la condición humana, elemento que universaliza sin
duda esta historia.
5. ASPECTOS CLINICOS
Lo que ubica a un estudio dentro de la Criminología clínica es su objetivo: «la observancia
y el análisis profundo de casos individuales, normales, anormales o patológicos», la
búsqueda multidisciplinaria de explicaciones al caso individual, a fin de conocer la génesis
de su conducta delictiva y aplicarle un tratamiento personalizado, procurar su reinserción a
la sociedad y poner los recursos sociales a favor de ello. A diferencia del examen pericial
psiquiátrico, el criminológico no tiene por objetivo establecer la responsabilidad penal del
sujeto al tener en cuenta los posibles trastornos mentales, aunque este será tratado en detalle
en un tema posterior.
En algunos autores, de fuerte influencia positivista, puede encontrarse el criterio de que el
estudio criminológico clínico tiene por objetivo esencial o exclusivo, establecer la
peligrosidad del sujeto estudiado y que esta es su concepto clave, lo que limita sus objetivos
para determinar si va a seguir delinquiendo y en qué medida, tratando de precisar su
capacidad criminal (cantidad de delito que puede cometer el criminal) y su adaptabilidad
(capacidad de adaptación al medio en que vive).

Así terminó 1994, un año de contraste entre la guerra y la paz, pero también de violencia
urbana que dejó casos que provocaron terror a la sociedad; este fue un crimen colectivo que
se protagonizó en la Ciudad de Cali por un ex vigilante, cuando dio muerte a diez personas
en lo que se conoció como “la masacre de Diners”, según narrado por sobrevivientes el
autor material de esta, fue identificado como Jaime Serrano Santibañez joven de 21 años de
edad quien se caracterizaba por ser de buena presencia, atractivo para el género femenino,
era alto este personaje y no tenía antecedentes judiciales, se decía que acortejaba las damas,
aprovechaba su presencia para enamorar, en este caso podríamos afirmar que Jaime Serrano
era un delincuente ocasional en su diario vivir y en su entorno no era un peligro para la
sociedad. En su momento era un celador, que días antes había sido despedido de su puesto
por "negarse a acatar las órdenes de su supervisor", y quien quizá no necesita estar "loco"
para embarcarse en una aventura de robo que termina en masacre. Para quienes pudieron
escucharlo en sus declaraciones en la televisión, queda claro que Serrano ha perdido la
noción que le permite diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal, sin embargo, sabe
que matar es un crimen y por eso sólo acepta su participación en el robo y niega haber
participado en la masacre, aunque luego sus declaraciones se enreden en un mar de
contradicciones. No puede ser de otro modo, ya que no se trata de un matón experimentado,
pues éste puede ser su primer crimen. Seguido de Jaime Serrano tenemos a sus dos
cómplices James Rodríguez quien con sólo 18 años y un oficio de albañil sin trabajo, acepta
comprometerse con el asalto, pero se niega incluso a aprender a matar y hace un intento por
evitar la muerte de una de las empleadas. Necesita el dinero para hacerle un regalo a su
novia que vive en Pereira y para ayudar a su familia, que quiere ponerle piso de concreto a
la casa.
Serrano y James se juntan con un tercero, Francisco Antonio Ruíz, "Frank", ése sí un
"matón con escuela", que ha vivido varios años a bordo de barcos que cruzan el Caribe con
cargas lícitas e ilícitas, y, en los cuales aprende a manejar una navaja automática, aparte de
las "enseñanzas" que recibe en una cárcel de los Estados Unidos donde pasa varios años. Si
es el único que logra huir es precisamente porque tiene experiencia, porque para él, el
problema de asesinar a una docena de personas no es que "eso sea malo", sino que "no hay
que dejarse coger", esa es su escala de valores, la que ha aprendido a lo largo de sus 35
años ,y, quizá para él desde un principio el plan no podía limitarse a un robo, con su
experiencia sabía tal vez que Serrano iba a ser reconocido y que por ello todos podían caer
en manos de las autoridades, por eso nunca dudó en matar a los testigos y hasta trató de
enseñar a James de hacerlo.
De cualquier manera, lo cierto es que hubo víctimas de puñaladas en el corazón y disparos
en el occipital derecho, murieron Elizabeth Salazar de 22 años; Aidé Rodríguez de Herazo
de 27; Gloria Eva Blanco de 27; Miguel Ángel Bravo de 26; Marta Liliana Iglesias 25 años;
Rosina Sanclemente Lozano de 23, y Gloria Fernanda Rivera de 19. Ligia Inés Correa, una
nadadora que había obtenido medalla de plata en los juegos panamericanos de Puerto Rico
y quien se dedicaba a entrenar jóvenes promesas del nado sincronizado también habría de
morir, horas después, cuando recibía atención de urgencia en la Clínica de Occidente. Otras
seis personas quedaron heridas, Amparo Navia, secretaria de la gerencia; Fabio Botero,
Iván Darío Rojas, Hugo Aroca y Rocío Cuevas, directora de crédito de la oficina, y quien al
parecer pudo salvar su vida cuando James recibió la orden de matarla y en vez de disparar
sobre su oreja derecha, desvió el tiro causándole una herida en la frente.

OPINION DEL GRUPO

Como grupo creemos y llegamos a la conclusión que los hechos ocurridos esa noche del 3
de diciembre de 1984 estaban llenos de venganza, resentimiento por parte de uno de los ex
empleados del Diners Club. Y es que la venganza consiste en el desquite contra una
persona o grupo en respuesta a una mala acción percibida. Vengarse se interpreta como
equilibrar la balanza, y ello tiene como consecuencia que muchos aspectos de la venganza
se asemejen al concepto de justicia, haciendo que la diferencia entre los conceptos de
venganza y justicia puedan parecer difusos. La venganza persigue un objetivo injurioso
antes que reparador. Consiste en forzar a quien haya hecho algo malo en sufrir el mismo
dolor que él infligió, o asegurarse de que esta persona o grupo no volverá a cometer dichos
daños otra vez. Muchos creen que la venganza es un acto que causa placer a quien la
efectúa, aunque otros consideran que no es placer lo que se siente, sino que es la sensación
del restablecimiento de la salud del que se venga, ya que la venganza traslada el daño de la
víctima hacia el atacante, lo que hace que la víctima se libere de aquella "molestia",
acontecimiento el cual, al interpretarlo de manera incorrecta es llamado placer. Por lo que
Serrano se ve en un acto de venganza por la forma en que va seleccionando y matando a sus
compañeros y si nos referimos al placer de asesinar a alguien, podemos ver como Frank
disfrutó ese momento de sufrimiento de aquellas víctimas del 3 de diciembre.
Analizaremos este caso desde un análisis criminológico, definiendo el perfil de los
criminales. El actor principal de los hechos al parecer no tenía buena relación con la
mayoría de sus compañeros de trabajo, un celador de 21 años, que días antes de la masacre
había sido despedido de su puesto por negarse a acatar las órdenes de su supervisor, y quien
quizá no necesita estar loco para comer un robo, que terminaría en masacre. Sus distintas
características de personalidad son evidentes en las entrevistas hechas por los periodistas,
queda claro que Serrano ha perdido la noción que le permite diferenciar entre lo que está
bien y lo que está mal. Sin embargo, es consciente que matar es un crimen y por eso sólo
acepta su participación en el robo y niega haber participado en la masacre, aunque luego
sus declaraciones son contradictorias. El nivel económico también conlleva a los hechos
ocurridos esa noche, ya que, lo que buscaban principalmente en el banco era dinero; es por
eso que su compañero James Rodríguez, quien con sólo 18 años y un oficio de albañil sin
trabajo, acepta comprometerse con el asalto, pero se niega incluso a aprender a matar y
hace un intento por evitar la muerte de una de las empleadas. Necesita el dinero para
hacerle un regalo a su novia que vive en Pereira y para ayudar a su familia. El tercero en
este caso es Francisco Antonio Ruíz, alias “Frank”, quien tiene antecedentes criminales,
como cargas lícitas e ilícitas en el Caribe, un delincuente calificado, el cual paso varios
años en una cárcel de los Estado Unidos, de lo cual se puede concluir que pudo haber
aprendido a comportarse de tal forma, hasta el punto de llegar a una masacre. Es el único
que logra huir y es precisamente porque tiene experiencia, porque para él, el problema de
asesinar a una docena de personas no es que eso sea malo, sino que el hecho de esto es
lograr escapar del crimen. Esa es su escala de valores, la que ha aprendido a lo largo de los
años. Quizá para él desde un principio el plan no podía limitarse a un robo. Con su
experiencia sabía tal vez, que Serrano iba a ser reconocido y que por ello todos podían caer
en manos de las autoridades. Por eso nunca dudó en matar a los testigos
Sin duda un hecho atroz que dejó marcada a toda una generación. Algunos siquiatras, por
su parte, han hablado de sicópatas para referirse a los asesinos y la prensa ha comparado el
crimen con la masacre del clan Manson en Los Ángeles, los sucesos del obelisco de
Washington o la matanza de una veintena de personas en el McDonald's de San Diego,
California, que han servido de base a novelas y películas norteamericanas. Pero en el caso
de las oficinas del Diners Club, la sicopatía aparece con otras características: no ya las de
un clan místico o las de un hombre desesperado que se arma de una escopeta para disparar
a los transeúntes sin un motivo determinado, sino la de tres individuos cuya sicopatía tiene
una connotación social, precisamente porque la escala de valores de los asesinos se
encuentra, en unos más y en otros menos.
En conclusión, hay situaciones incontrolables, que pueden desencadenar situaciones de
violencia extrema. En este caso eran tres asaltantes, dos de ellos sin antecedentes penales,
que vieron fácil el robo porque uno de ellos había sido vigilante del lugar. Pero por una
sumatoria de errores, de presión, de miedos y la presencia de un tercer asaltante, Frank, que
era un maniático, convirtió todo en un acto sangriento contra personas inocentes que no
debieron de estar allí esa noche.
También podemos catalogar el hecho como feminicidio, uno de los asaltantes se aprovechó
de las mujeres que conocía, ya que anteriormente había trabajado en ese espacio, y las
manipuló, aprovechándose de su confianza y de la inmunidad de ellas, para llevarlas al
extremo.

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