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La Generación del '37 fue un movimiento intelectual argentino de mediados del siglo XIX,

que propugnaba el abandono de los modos meramente monárquicos heredados de la colonia


española y la instalación de una democracia que garantizara los derechos de los ciudadanos.
Estas ideas fueron transmitidos mediante sus obras literarias, influenciadas estilísticamente
por el Romanticismo inglés y francés, y tuvieron una crucial importancia en el período
conocido como la Organización Nacional, entre 1852 y 1880. El nombre del movimiento le
fue dado por el año 1837, en que se creó el Salón Literario al que la mayor parte de sus
miembros pertenecieron. Sus principales exponentes fueron Domingo Faustino Sarmiento,
Juan María Gutiérrez, Esteban Echeverría y Juan Bautista Alberdi.
Tras el período de la independencia de la corona española, el país se vio envuelto en una
serie de guerras civiles y dividido en estados provinciales autónomos. Tras una de estas
guerras civiles, los vencedores se inspiraron en la obra de la Generación del 37 para
sancionar la Constitución de 1853, que dio inicio a la Organización Nacional.
Muchos de sus miembros fueron exalumnos del Colegio de Ciencias Morales (el actual
Colegio Nacional de Buenos Aires), formado por Bernardino Rivadavia durante su
presidencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata: Esteban Echeverría, Vicente Fidel
López, Juan María Gutiérrez, Miguel Cané (padre), José Mármol, Félix Frías, Carlos
Tejedor, Luis Domínguez, Marco Avellaneda, Antonino Aberastain, Marcos Paz y Juan
Bautista Alberdi . Domingo Faustino Sarmiento, de hecho, se lamentó en su libro
Recuerdos de provincia de no haber salido favorecido en el sorteo para continuar sus
estudios secundarios en ese colegio
En 1837 se formó en Buenos Aires el Salón Literario, cuyos participantes habituales eran
Miguel Cané (padre), Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, Esteban Echeverría,
Vicente Fidel López, Marcos Sastre, Pedro de Angelis y Felipe Senillosa, entre otros.
Aquí lo dicho por algunos participantes en el Salón Literario:

“Tenemos independencia, base de nuestra regeneración política, pero no derechos ni


leyes, ni costumbres que sirvan de escudo o de salvaguardia a la libertad que ansiosamente
hemos buscado. Nos faltaba lo mejor, la techumbre, el abrigo de los derechos, el
complemento del edificio político –la libertad–, porque esta no se apoya con firmeza sino
en las leyes y las costumbres.
Hemos sabido destruir, pero no edificar. Los bárbaros también talan…
¿Qué nos ha faltado para concluir la obra de nuestra completa emancipación? Grandes
hombres”.

Esteban Echeverría

“Nos falta un libro para el pueblo; y el pueblo es el que más necesita la instrucción.
¿Dónde está el libro escrito para el pueblo; que sea el consejero de las familias; que
enseñe a las madres y a los padres cómo deben criar, educar y dirigir a sus hijos; que
esparza las semillas de las virtudes en los años fértiles de la infancia y la juventud; que
enjugue las lágrimas de la desgracia; que levante algunos de la sima de los vicios, y guíe a
todos por el áspero camino de la vida al fin dichoso y eterno de las almas? Pues bien,
señores: este libro tan útil, tan necesario, aparecerá entre nosotros”.

Marcos Sastre
Los románticos de la Generación del '37 se consideraban «hijos» de la Revolución de
Mayo, acaecida en 1810, porque habían nacido poco después de su estallido. Sin embargo,
consideraban que eran los únicos capacitados para hacer progresar el país, y que tendrían
que haber sido los «abuelos» de la Revolución. Se consideraban contrarrevolucionarios ya
que —aunque estaban de acuerdo con haberse independizado de España— no compartían
cómo se había llevado a cabo dicha revolución.
La Generación del '37 se caracterizó por el distanciamiento con respecto a la tradición
española y se manifestó en la literatura mediante la adopción del Romanticismo francés y el
inglés como modelos.
Se definian como "ni unitarios ni federales", ellos querian tomar lo mejor de los unitarios y
de los federales y con eso hacer un proyecto para el país. Eran en materia política liberales:
creían en la democracia, la soberanía popular, querian libertades absolutas en creencias,
pensamiento, etc. Para los hombres del 37, los males de su país se reducían principalmente
a tres: la tierra, la tradición española y los grupos étnicos locales. Solo la transformación
previa de estos factores conduciría al triunfo del progreso; por eso, de su análisis surge
también una serie de soluciones para enfrentar los problemas planteados.
La consolidación de estos ideales dentro del grupo y la notoria enemistad mutua entre estos
hombres y Rosas llevó a que muchas obras literarias tuvieran fines netamente políticos y
anti-rosistas.
Aquí van algunos fragmentos:

Los esclavos, o los hombres sometidos al poder absoluto, no tienen patria, porque la patria
no se vincula a la tierra natal, sino en el libre ejercicio de los derechos ciudadanos.
Esteban Echeverría

A Rosas. El 25 de mayo de 1843 (fragmentos).

¡Ah, Rosas! Nada hiciste por el eterno y santo


Sublime juramento que Mayo pronunció;
Por eso vilipendias y lo abominas tanto,
Y hasta en sus tiernos hijos tu maldición cayó!

¡Ah! Nada te debemos los argentinos, nada,


Sino miseria, sangre, desolación sin fin;
Jamás en las batallas se divisó tu espada,
Pero mostraste pronto la daga de Caín!

¡Sí, Rosas, te maldigo! Jamás dentro mis venas


La hiel de la venganza mis horas agitó;
Como hombre te perdono mi cárcel y cadenas,
Pero como argentino las de mi patria, no.
José Mármol

La sociedad argentina estaba [a 1837] dividida en dos facciones irreconciliables por sus
tendencias y sus odios. La federal, vencedora, que se apoyaba en las masas populares y
era la expresión genuina de sus instintos semibárbaros, y la unitaria, vencida, en el
destierro, con buenas tendencias, pero que había fundado escuelas sin bases locales de
criterio socialista y algo antipática por sus arranques soberbios de exclusivismo y
supremacía.
Esteban Echeverría, en su Ojeada retrospectiva.

Por un lado dos muchachos se adiestraban en el manejo del cuchillo, tirándose horrendos
tajos y reveses, por otro, cuatro, ya adolescentes, ventilaban a cuchilladas el derecho a
una tripa gorda y un mondongo que habían robado a un carnicero E…]. Simulacro en
pequeño era éste del modo bárbaro con que se ventilan en nuestro país las cuestiones y los
derechos individuales y sociales
Esteban Echeverría, en El Matadero

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