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Pablo Neruda

Es sin lugar a dudas, el más importante de los poetas latinoamericanos de nuestro


tiempo. Su verdadero nombre era Neftalí Ricardo Reyes. Nació en Parral, Chile en
el año 1904. De familia humilde, a los quince años pudo ingresar en el Instituto
Pedagógico de la Universidad de Chile, época en la que adoptó el seudónimo de
Pablo Neruda. Viajó por todo el mundo. Residió en México y España, recorrió
Oriente durante cinco años consecutivos gracias a diversos cargos diplomáticos. En
la actualidad, algunos lo consideran el guía de la juventud literaria sudamericana,
aunque últimamente el sector más radical le ha acusado de comadrear con el poder
–cuando estaba en vida-, traicionando la causa revolucionaria que le tenía por guía
espiritual.

Según la crítica, la obra de Pablo Neruda resume la historia de la evolución de la


poética contemporánea, señalando que de una concepción subjetiva y sentimental
de determinado egocentrismo evoluciona hacia una profesión deslizadora de
acentos épicos, asumiendo una actitud doctrinaria, con visos de propaganda y
profecía.

Pablo Neruda alimenta, con fuerza y apasionamiento inigualable un amor cósmico


que se centra, cada vez con mayor precisión, sobre el hombre, sea éste del país y
la condición que sea. Su auténtica vocación es el hombre y el hombre encuentra en
el gran poeta chileno una voz legendaria. Se ha definido a Neruda como al “hombre
de lucha y de pasión, en quien lo poético y lo vital se suman armoniosamente”. En
realidad, la grandiosa labor de Neruda, ha sido trascender la pasión y el amor
subjetivo a la idea viva de amor solidario. Un ejemplo claro de ello son los
extraordinarios Versos del capitán uno de los más famosos y leídos libros de amor.

Su producción literaria siguió el siguiente orden cronológico: En el año 1923 publica


Crepusculario, vibrante de soledad y de estilo rebelde y atrevido, que ha de marcar
una total renovación de la poesía chilena, rígidamente enmarcada hasta entonces
en los cánones o principios del Clasicismo. Por ello este libro provoca una serie de
ardientes polémicas. Meses después da a conocer El Rondero Entusiasta y el año
siguiente Veinte Poemas de Amor, y Una Canción Desesperada, que adquiere
rápida fama y es traducido en poco tiempo a casi todos los idiomas, con un tiraje
jamás logrado hasta entonces por un libro de poemas.

En 1925 aparece Tentativa del hombre infinito y en 1926 Anillos, en


colaboración con Tomás Lago otro destacado poeta chileno. Comienza luego la
publicación de sus poemas bajo el título común de Residencias en la Tierra (dos
tomos: 1933-1935).
En 1937 publica España en el Corazón de inspiración intensa, donde intenta por
primera vez una concepción social de la poesía. En 1942 compone Canto a
Stalingrado, uno de sus más bellos poemas, que junto con el libro anterior,
integrará el tercer tomo de Residencias. En 1950 da a luz Canto General,
apasionado homenaje a Chile y al hombre americano. En Las Uvas y el Viento
(1954) desvirtúa su poesía, comprometiéndola en luchas políticas, para retomar en
Odas Elementales un realismo puro, desde el cual contempla el mundo con una
mirada fresca y canta a la belleza con metáforas de fácil comprensión. Las Nuevas
Odas Elementales (1955) y Tercer Libro de Odas (1956) están llenos de emoción
de la naturaleza, con cuyo permanente contacto logra el poeta la esencia y el vigor
de estos cantos. A Pablo Neruda junto con el Vallejo y Huidobro, le corresponde el
mérito de haber renovado la poesía hispanoamericana. La intuición poética de
Neruda no es intelectual, sino emocional. Su estilo, inimitable, es casi enigmático,
de ritmo caprichoso, duro o musical y sintaxis rebelde. Campea en su poesía una
fantasía desbordante, que el propio poeta confiesa no poder doblegar ni aun a veces
entender Cantor de la soledad, la tristeza y la muerte, Neruda ha sido considerado
el más renombrado y discutido poeta contemporáneo en lengua hispana.

En el año 1971 la Academia sueca le otorga el Premio Nobel de Literatura, con lo


cual consagra definitivamente su fecunda labor literaria.

Neruda fallece en septiembre de 1973, mes y año en el que Chile se debatía en


medio de una crisis económica y política.
Miguel Ángel Asturias

Guatemala camina hacia la integración nacionalista, se van unificando culturas y


modos de vida, pero la vieja herencia maya no ha desaparecido. Está soterrada a
poca profundidad y puede surgir fácilmente. Se halla en la gran población india,
silenciosa y sufrida. En los cuentos que se narran a los niños. En los viejos relatos
que vienen a la memoria en el atardecer. En los miedos que producen la noche o la
selva. En la fe que algo ha de cambiar la condición del indio. Aquí había de nacer,
en 1899, Miguel Ángel Asturias, en la ciudad de Guatemala. Su padre era juez, de
posición relevante en la vida del país. Su madre, india maya, era maestra. “Yo –
decía- soy mestizo. Esto no significa que quisiera renegar ni de una sola gota de
sangre india o que no esté orgulloso d ella. Por el contrario, puede estarse orgulloso
de saber que por las venas de uno corre mucha sangre india. Nuestros indígenas
no han de avergonzarse de su pasado”.

A pesar de su nacimiento en la capital, sus primeros años transcurrieron en la


provincia, Salamá, Baja Verapaz. Allí se estrecha su contacto con los indios, los
trabajadores del campo, la gente que involuntariamente conservan la herencia del
lejano pasado maya.
Siendo adolescente vuelve a Guatemala. Tiene que estudiar. Comienza medicina,
que pronto cambia por leyes. Estudiante aprovechado descansa de los libros en las
reuniones que se formaban todas las noches en el patio de su casa. El padre, a
quien la dictadura de Estrada Cabrera impidió seguir su carrera, montó un negocio
de importación de azúcar y harina. Acudían los campesinos y esperaban su turno o
alargaban su espera contando viejas historias que en la mente de Asturias se
anudaban a las oyeras en su infancia. Es la hora en que redacta su tesis de
graduación, y el amor por las gentes humildes y desheredadas de su pueblo hace
que el tema elegido sea “El Problema Social del indio”.

La vida política de Guatemala aconseja que el joven licenciado se aleje por un


tiempo. Piensa estudiar derecho internacional en Europa. En 1923 llega a Londres.
Visita el museo británico. Todas las culturas se muestran en él con la sorpresa de
la incomparable obra de arte, o la tristeza del objeto desprovisto de vida por su
alejamiento de la función para la que fue creado. Pero desde unas vitrinas el viejo
mundo maya se le hace presente de nuevo con una actualidad que los siglos no
han podido borrar.

Parte para París, en un París ávido de renovaciones artísticas de todas clases y en


una universidad llena de inquietudes (La Sorbona). El antropólogo George Raynaud
trabaja en la traducción de un códice maya. Asturias colabora en la empresa de
verter al castellano la maravillosa y en gran parte oscura colección de mitos y
creencias religiosas de los mayas. El texto del viejo códice da vida a los rostros
conservados en las estelas y llena de pasión a las pétreas figuras de los dioses. Del
pasado surgen fantásticas historias que van desde la creación del mundo por los
seres superiores, grandes sabios que contemplaban la nada, silenciosa y oscura,
desde un mar lleno de claridad escondiéndose bajo plumas verdes y azules. Más
para que el estudiante, las historias mitológicas se iluminan a una luz distinta: la que
procede el parentesco que él encuentra entre ellas y los relatos que ha oído a los
campesinos de su tierra.

El joven estudiante es también aspirante a escritor. Ya es autor de poesías y algún


cuento. Vive ese París que ha visto nacer y desarrollarse la que se ha llamado:
Literatura de Vanguardia. Hay que despojar a la poesía de todo lo que no sea
narrativo y que no tenga intención filosófica. La poesía es en gran parte imagen. El
poeta debe dedicarse a cazar metáforas. Por otra parte, ha de profundizar en los
dominios del sueño y lo inconsciente.

Miguel Ángel Asturias está inmerso en este mundo. Escribe poesías en que la
palabra quiere recobrar su perdido valor mágico. Pero de modo insistente vuelve a
él la idea de dar forma literaria a aquellos recuerdos de su infancia, a las historias
fantásticas que gustaban a los campesinos, a la realidad de lo maravilloso que se
esconde en las viejas palabras del Popol Vuh.
A veces execrable y hasta procaz; irónico y maligno hasta la saciedad, otras, en un
fino creador de ideas precisas y de un gran temple original. Es así como Asturias
escribe su producción literaria, que no es precisamente extensa, pero sí rica en
todos los aspectos indígenas y guatemaltecos.

Entre las actividades que absorbieron gran parte de su vida figura entre otras el
periodismo: fue corresponsal del diario “El Imparcial” en Francia. Fundó el primer
radioperiódico de Guatemala: “Diario del Aire”. Fue, asimismo, fundador de la
Asociación de Periodistas de Guatemala y también fundador de la Universidad
Popular. Fue electo diputado al Congreso Nacional. Embajador de nuestro país ante
las Repúblicas de El Salvador y Francia. Entre las múltiples condecoraciones
recibidas figuran: Premio “Dr. Mariano Gálvez” en 1923, Premio “Sylla Monsegur”
en París, en el año 1932. Premio Internacional del Club del libro francés en 1952.
Premio “Lenin de la Paz” en la Unión Soviética, en 1966. Y finalmente el Premio
Nobel de Literatura que le otorga la Academia sueca en 1967, que viene a ser la
confirmación de un prestigio que fue creciendo desde 1946.

De su producción literaria dos obras son las que mayor difusión han tenido:
Leyendas de Guatemala y El Señor Presidente. En 1930 publica su primer libro
de éxito, Leyendas de Guatemala –traducido al año siguiente al francés y
prolongado por Paul Valery-, en el que se funden la realidad y la leyenda en una
atmósfera poética creada por un lenguaje surrealista pleno de voces indígenas.

La otra, El Señor Presidente, considerada una de las más grandes novelas de


Asturias y publicada en 1946, no menciona ningún país, por otra parte, el personaje
central, irónica y respetuosamente aludido en el título, sólo aparece fugazmente.
Estas dos omisiones y la falta de una tesis de denuncia directa o realista, convierten
a la novela en una alegoría sobre el poder satánico que reina en una república
centroamericana, azotada por el crimen la delación, la intriga, el asesinato impune
y la degradación moral de sus personajes.

Asturias ha tomado como un punto de partida para El Señor Presidente la realidad


política de Guatemala y de una dictadura. Sin embargo, la atmósfera infernal, el
lenguaje expresionista y surrealista, la multiplicidad de escenas, la incomunicación
de sus personajes, convierten a la novela en una radiografía del hombre acosado
de nuestro tiempo.

Después del El Señor Presidente, Asturias publicó Los Hombres de Maíz (1949) y
Mulata de Tal (1963), novelas en las que utiliza motivos, ritos y fábulas extraídos
de las leyendas indígenas. Con Viento Fuerte (1940), El Papa Verde (1954) y Los
ojos de los enterrados (1960), el ciclo de su visión americanista alcanza caracteres
de denuncia y compromiso político-social contra la dominación económica en
Guatemala.
Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez nació en Aracataca (Colombia) en 1928. En 1940 pasó a


Bogotá para estudiar con los jesuitas. Tras fracasar en sus estudios de Derecho,
inició la carrera periodística, siendo contratado tras una etapa de colaboración,
como redactor del liberal “El Espectador”. Como corresponsal del mismo marchó a
Roma y luego a París, donde se hallaba cuando el presidente Rojas Pinilla cerró el
periódico en 1956. En penosa situación económica publicaría sus primeras obras:
“La Hojarasca” (1955), “Guillermo Ruíz Rivas” (biografía), “El Coronel no tiene
quien le escriba” (1961), “Los funerales de mamá grande” (1962), “La mala
hora” (1962), antes que saliera a luz su obra maestra “Cien años de soledad”
(1967). Ya en “La Hojarasca” aparecían los elementos de casi todas sus obras
posteriores: un pueblo separado del resto de la civilización, odios políticos, el
extranjero como objeto de sospecha y odio, etc. Todo orientado a afirmar la dignidad
y humanidad negadas para quien vive separado de un entorno social dado. En “Los
funerales de mamá grande” vemos, análogamente, a personas insignificantes
defenderse contra las fuerzas de la censura social. O en “La mala hora”, donde el
aislamiento se transforma en locura.

Ya iba abandonando el realismo más estricto para llegar, mediante el recurso a lo


maravilloso o imaginario que deforma la realidad, a reflejar fantásticamente la
imagen no solo de Colombia, sino de toda Latinoamérica. Para ello se sirve lo mismo
del mito que de la leyenda o la fábula, hasta llegar a lo denominado “el hecho real
imaginario”, de carácter mágico, o también al “realismo mágico”.

En “Cien años de soledad” lo fantástico es norma, desde la familia Buendía,


pasando por el fabuloso pueblo de Macondo, hasta llegar al nacimiento de un niño
con cola de cerdo. Como Jean Franco indica, la novela “nos demuestra que en un
continente conquistado por hombres que habían devorado la idea del Dorado, un
continente en que la naturaleza ha triunfado casi siempre sobre el hombre, lo
maravilloso tiene que tener un sitio en la literatura”, Y ciertamente García Márquez
busca buena parte de su inspiración de las novelas de caballería, cuyo mundo
admira. En “Cien años de soledad” se pretende construir la historia completa de un
mundo desde su origen a su aparición, objetivo ya de por sí totalizador. Y es que el
valor de totalización está, por otra parte en los orígenes y la realización de la obra:
de lo real objetivo se pasa a lo real imaginario o de lo particular a lo general en una
mezcla donde es imposible distinguir aquello que es fantasía y lo que es realidad
primera.
La historia de Macondo, por otra parte, reproduce en sus cien años de existencia
solitaria la evolución de toda la civilización americana, desde sus orígenes
selváticos hasta la llegada del imperialista yanqui.
Después de esta obra maestra, García Márquez ha publicado cuatro novelas cortas
que evocan el mismo mundo mítico con elementos cada vez más irónicos y el mismo
paso de lo histórico a lo mítico legendario y a lo puramente imaginario que constituye
el fenómeno de “lo real imaginario”. Se trata de “Relato de un náufrago” (1970),
“Un señor muy viejo con alas enormes” (1970), “La increíble y triste historia
de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada” (1972) y “Balcamán del
Bueno” (1972). Su última obra, “El otoño del patriarca”, concluida de escribir a
fines de 1974, se basa en la caída de Marcos Pérez Giménez, dictador venezolano,
y resume 15 años de la soledad del poder, que se desarrolla no linealmente, sino
en espiral, según el modelo de “La hojarasca”, en un rico entrelazamiento de
monólogos de quienes rodean al dictador hasta su muerte.

Los otros premios Nobel Latinoamericanos


Mario Vargas Llosa
Sus confesiones

Inicialmente conviene destacar que este discutido escritor peruano reconoce


representar el realismo literario latinoamericano y que a su vez se encuentra placer
en escribir acerca de ese polifacético mundo llamado Latinoamérica; sin embargo,
reconoce también que las grandes influencias en su vida de escritor han sido
extranjeras.

Escribe con frecuencia acerca de una América Latina pobre y rica, de pecadores y
penitentes, de cuerdos y dementes, de militares y civiles, pero añade que Alejandro
Dumas, Ernest Hemingway y Jean Paul Sartre han sido sus compañeros fieles, los
guías de su pluma.

La versatilidad de su prosa parece legendaria. Ha visto traducidas sus novelas a


docenas de lenguas, casi inmediatamente después de su publicación en español.
Su presencia provoca interés y devoción. Dondequiera que va se le reconoce, se
le piden entrevistas fotos testigos que sirvan para verificar habérsele conocido. A
sus 54 años de edad Mario Vargas Llosa goza de prestigio mundial. Sus novelas se
leen en todos los países de habla hispana y en casi todos los países europeos. Con
su característica modestia el escritor peruano confesó a un público que llenaba el
auditorio del Banco Interamericano, que en gran parte debe todo esto a su mentor
principal Alejandro Dumas el famoso autor de “Los tres mosqueteros” “Dumas fue
el compañero constante de mi niñez. Aprendí a leer leyendo a Dumas” anotó Vargas
Llosa y continuó: “Llenó mi imaginación de Encanto y fantasía, dos elementos vitales
en la obra de cualquier novelista”. Y siguiendo con sus confesiones manifiesta:
“Aprendí de Dumas la importancia de dar acceso a mis lectores a un mundo donde
la realidad se mezcla con la Fantasía” “Recuerdo Como odiaba que se me
terminarán sus novelas y recuerdo que en las primeras historias que escribí estaban
los finales de aquellas aventuras que leí de niño y que me apenaba que terminasen.

Vargas Llosa dice que una de las lecciones que también aprendió de Dumas es
que el hombre logra su autorrealización según la disposición que tenga para aceptar
las grandes aventuras y retos de la vida.

“Como todas mis novelas, La Casa Verde está basada en experiencias personales;
se trataba de una casa llena de prohibiciones, de fantasías, porque los adultos
hablaban a media voz cuando se referían a ella.
Jorge Luis Borges
Considerado como uno de los escritores más eruditos de la lengua española. Solía
decir en los últimos años que estaba harto de sí mismo y que la idea de morir le
seducía.

Nacido en Buenos Aires el 24 de agosto 1899, Borges parecía sentirse más inglés
que argentino. A los 14 años viajó a Suiza para estudiar. A su regreso a Buenos
Aires sé sumo al círculo literario y ayudó a editar pequeñas revistas. En 1923 publicó
su primer libro de poemas “Fervor de Buenos Aires” y en 1925 otro poemario “Luna
de enfrente”.

Considerado por la crítica un “escritor de escritores”, Borges ha dejado una


marcada influencia en las nuevas generaciones de novelistas y cuentistas
latinoamericanos. Sus obras más conocidas son las colecciones de relatos
“Ficciones” (1944), “Historia Universal de la infamia” (1935), “El Aleph” (1949), “El
informe de Brodie” (1970) y “El libro de arena” (1975) y los excelentes ensayos
reunidos en “Discusión” (1932), “Historia de la eternidad” (1936) y “Otras
inquisiciones” (1952).
Borges hombres de mediana estatura y ciego desde 1955, jamás habría sido
tomado por protagonista de alguno de sus cuentos de gauchos o compadritos
enfrentándose a cuchilladas.
La suave y a veces desdeñosa sonrisa de Borges y una mirada vacía,
enmascaraban la clara mente de un autor entre cuyos cuentos hay algunos de los
más perfectos de la literatura en lengua española como “Pierre Menard, autor del
Quijote”, “El jardín de los senderos que se bifurcan” y “La muerte y la brújula”, llenos
de matices y de humor metafísico.

También al hablar de su ceguera Borges mostraba su humor la ceguera no es una


desventaja para un escritor de temas fantásticos de esa forma la mente está libre y
sin tropiezos para explorar las profundidades y las alturas de la imaginación
humana”.

Aunque solía afirmar que escribir formaba parte de su propia existencia, a veces
reconocía que se hizo escritor de casualidad y que no lo hacía del todo bien, “a mí
no me gusta lo que escribo y creo que soy un bluff voluntario”.

Admirado por muchos, Borges tiene también sus detractores en algunos medios
intelectuales, sobre todo de izquierda donde se le consideraba el prototipo de una
clase de argentino aristocratizante, cultor de la literatura “pura”, sin connotaciones
sociales o políticas.

Nació en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, hijo de un hogar de rancia


estirpe. Una e sus abuelas era inglesa y Borges aprendió a hablar el inglés antes
que el español, pese a no haber viajado al exterior hasta los 15 años.

En 1914, viajó con su familia a Europa y se instaló en Ginebra, donde cursó la


escuela media. Pasó allí los años de la Primera Guerra Mundial y en 1919 se
trasladó a Madrid, donde se unió al movimiento literario “ultraísta”, que constituía la
vanguardia del mundo intelectual de entonces. A su regreso a Buenos Aires
descubre el oculto atractivo de su ciudad natal que cantaría en las páginas de
“Fervor de Buenos Aires”.

En 1974 publicó sus “Obras Completas”, donde están resumidos los principales
trabajos de Borges en los últimos tiempos.

Hasta 1964 fue profesor de literatura inglesa y norteamericana en la Universidad de


Buenos Aires. Ocupó el cargo de director de la Biblioteca Nacional del que fue
removido cuando Juan D. Perón asume el poder.

Candidato perenne al premio Nobel, Borges sospechaba que sus opiniones políticas
conservadoras lo pusieron en la lista negra del comité que concede el premio.

A los 86 años fallece en Ginebra, Suiza el 14 de junio de 1986, luego de una penosa
enfermedad.
Octavio Paz

La formación literaria de Octavio Paz es el producto de una labor constante ejercida


desde la juventud con disciplina e inteligencia. Basta hojear la bibliografía de
Octavio Paz para darse cuenta de la vastedad de su cultura.

En su juventud dirigió la revista Taller al lado de Rafael Solana, Efraín Huerta,


Alberto Quintero Álvarez y el español Juan Gil Albert.
La finalidad de Taller fue definida por el propio Paz: “Taller no quiere ser el sitio
donde se asfixia una generación, sino el lugar en donde se construye el mexicano,
y se le rescata de la injusticia, la incultura, la frivolidad y la muerte”.

El compromiso de los organizadores de Taller adquiere así el carácter de


transformador del mundo en general y de la sociedad mexicana en particular.

Otra de las revistas importantes en las que participó Octavio Paz fue El hijo Pródigo
(1943) órgano literario donde el arte pudo expresarse con libertad, un arte en lucha
contra el fascismo.
La poesía de Octavio Paz

La poesía de Octavio Paz es coincidente en muchos puntos con el surrealismo, sin


embargo, no se limita a sus recetarios poéticos, toma de la corriente iniciada por
Breton su idea del instante poético, es decir, rescata el momento de inspiración feliz
y divina del poeta como rasgo fundamental de la poesía. Pero Paz es un poeta
exigente que se obliga así mismo mucho más allá de un instante de inspiración;
pretende vivir con intensidad la experiencia poética para recuperar la totalidad de
ella. El hombre, Adán expulsado del Paraíso, busca la reconciliación de su cuerpo
con su alma y de ésta con Dios a través de la poesía; y como vehículo de la poesía
es la palabra, en ella cobra Paz la magia y el encanto de lo poético.

Ante la angustia de existir, Paz encuentra en la poesía una manera de trascender,


de perdurar más allá de las limitantes estrechas de nuestra vida: “el poema es el
signo más puro de ese continuo trascenderse, de ese permanente imaginarse. El
hombre es imagen porque se trasciende”.

Rigor en la forma, rigor en el pensamiento es el signo de la poesía de Octavio Paz;


una expresión poética que va indivisiblemente unida a su obra ensayística.
El arco y la lira. Teoría poética

La teoría poética de Octavio Paz se condensa en el libro El arco y la lira en donde


se plantean los problemas capitales de la creación poética, mismos que pueden
agruparse en dos grandes rubros: El primero de ellos se refiere a la condición bipolar
de todo lo que existe en el ámbito humano; hay por ejemplo, dos mundos, el del
consciente y el del inconsciente, la palabra está formada de un significado y un
significante, el hombre mismo es un ser dual que se recupera en el amor al
encontrarse reflejado en otro. La poesía está vista, en el análisis de Paz, como un
acto sagrado mediante el cual puede darse esa integración del hombre tan
dramáticamente dividido en dos.
El otro gran tema del El arco y la lira es el de la construcción poética y la importancia
que para ello tiene el ritmo. El poema -dice Octavio Paz- surge cuando es repetido,
cuando es dicho por alguien, porque es en ese momento cuando surge, por encima
del significado, el valor del ritmo, por él, el poema es único.
El laberinto de la soledad.
El mexicano frente así mismo

La segunda Guerra Mundial dejó sin asideros a la civilización occidental que


encontró en América un sitio propicio para salvaguardar los principios del
humanismo. América empieza por autodefinirse y surge entonces una corriente que
se aboca a descubrir precisamente cuáles son esos rasgos esenciales que definen
a cada pueblo; Samuel Ramos, Leopoldo Zea y Octavio Paz, entre otros, tratan de
explicarse las razones de un carácter: el ser mexicano. El libro de Paz: El laberinto
de la soledad, parte de una verdad trágica e irrevocable: en el ser mexicano está
presente, aún después de muchas generaciones, el hecho de que somos un pueblo
surgido de una violación; la mujer indígena sojuzgada por el blanco, mestizaje
violento que resulta –para paz- determinante en nuestro desarrollo histórico.
La obra ensayística de Octavio Paz toca los más diversos temas; por la profundidad
de sus escritos y por la universalidad de sus conceptos, Paz es ese fluido tan
indispensable de México hacia el mundo.

El punto culminante de su carrera literaria lo marca la obtención del premio Nobel


de Literatura, concedido por la Academia Sueca en el año de 1992.

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