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ANALISIS

“EL ABRAZO DE LA SERPIENTE”

La película intenta mirar la realidad de los ríos y de las selvas del Amazonas
colombiano desde el punto de vista de los habitantes nativos de la región. En ella se
da importancia a personajes singulares, que a modo de chamanes encantan, sueñan,
ensueñan, sanan y enseñan, hablando en sus lenguas nativas, con palabras que nos
suenan misteriosas, orgullosas y mágicas, dando testimonio de una sabiduría que en
esencia se ha perdido o que está a punto de perderse. Por ello vale la pena comentar
algo sobre estos antiguos pueblos. El pueblo Kubeo habita en la cuenca del río
Vaupés. Son cerca de siete mil personas, en su mayoría habitantes en un resguardo
indígena del departamento del Vaupés, otros en los departamentos de Guaviare y
Guainía y en Brasil. El pueblo ticuna está conformado por unas 63 mil personas, que
habita territorios de Perú, Brasil y Colombia, entre los ríos Putumayo, Amazonas y
Caquetá; hace algún tiempo se vieron obligados a replegarse al interior de la selva,
pero hoy en día han regresado a las riberas de los grandes ríos. El pueblo huitoto
habita zonas de la Amazonía colombiana y peruana y está conformado por cerca de 9
mil personas. Los ocainas comparten historia y características culturales con los
huitotos y han sido llevados casi a la extinción, siendo cerca de un centenar.

En cierta forma la película busca eso mismo, con un mensaje de diversidad cultural
que mezcla dos extremos de las culturas enfrentadas: Por un lado, la visión científica,
exploradora, bien intencionada, curiosa, del establecimiento del culto occidental,
obsesionado no solo por la riqueza cultural y natural de la región, sino también por los
misterios encerrados en sus planta únicas, de poder sanador y mágico. Del otro lado,
la visión mágico-iluminada-chamánica, igualmente culta, desarrollada, respetuosa y
temerosa, del indígena que es maestro y guía. Ambas visiones se comunican y se
complementan con el pretexto de viajes paralelos por los ríos de la selva, en busca de
una mítica planta alucinógena, viajes desfasados cuarenta años en el tiempo, en los
cuales los dos exploradores extranjeros se hacen acompañar de indígenas,
personificados por actores nativos, en actuaciones de gran nivel. En el viaje,
poderosamente acompañados por fotografías de impacto, los espectadores sentimos
a los ríos, en verdad, como serpientes míticas que nos abrazan y nos hacen especular
y soñar con una diversidad cultural respetuosa, con una sostenibilidad que admire y
aprecie, sin destruir, esas impenetrables selvas y esos ríos que las surcan.

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