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E X T E N S I Ó N C S T A D
L’ALCÚDIA
TEO.315
EXTENSIÓN
L’ALCÚDIA
Escatología y Eclesiología
1.Datos de la asignatura
Curso académico Titulación Grado Teología
Código TEO 315 Centro Facultad de Teología A.D.
Materia
Área Teología Departamento Teología
Curso 3º Temporalidad 1 Cuatrimestre
Carácter Básica Créditos ECTS 5
Lenguas en las que se imparte Español
Horas de trabajo presencial 48
Porcentaje de presencialidad
Horas de trabajo no presencial 77
Plataforma Plataforma: NEOLMS
Virtual URL de https://adfacultad.edu20.org
Acceso:
Departamento Teología
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Departamento Área
e-mail Teléfono
Horario de tutoría
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Horario de tutoría
Recomendaciones
5. Competencias
CG Generales
CG-B Capacidad para aplicar los conocimientos teóricos de la eclesiología a la iglesia local,
al ministerio en cualquiera de sus áreas y a la comunidad de fe, así como a la
sociedad toda. Comprensión de las verdades escatológicas y su aplicación armónica
a la teología en su todo.
CE Específicas
CEC_C. Conocimiento de la cronología escatológica y su significado puntual para una
ortodoxa teología y para defensa de nuestra esperanza. Conocimiento de la
eclesiología como acicate para conducirse mejor en la iglesia, “columna y baluarte de
la verdad”.
CEP- B Capacidad para analizar y ordenar en la mente el plan para la iglesia en la historia
humana. Capacidad para analizar y comprender las etapas futuras de la iglesia
basados en la verdad de las Escrituras.
CEA-A Estima y consideración al estudio de la eclesiología y la escatología para posibilitar la
habilidad de exponer fehacientemente las verdades doctrinarias que ambas
disciplinas teológicas enseñan.
6. Objetivos
Objetivo general
1. Conocer las verdades doctrinales expuestas mediante el estudio de la eclesiología
bíblica.
2. Comprender el significado y trascendencia de los eventos futuros.
Objetivos específicos:
1. Aprender a aplicar los principios contenidos en las enseñanzas eclesiológicas del
Nuevo Testamento.
2. Provocar un hambre por la lectura y el aprendizaje de las enseñanzas eclesiológicas y
escatológicas. Estimular a la fe en las promesas escatológicas de Dios que son objetivo
de estudio en este curso.
3. Incentivar la pasión por el estudio de la eclesiología y la escatología.
4. Poner en práctica las enseñanzas eclesiológicas que me atañen como creyente.
5. Desarrollar un estudio exhaustivo de la eclesiología y la escatología bíblica.
6. Asimilar el orden cronológico de los eventos escatológicos.
7. Motivar al temor de Dios, a la comunión con Dios y al servicio cristiano mediante este
curso.
8. Incentivar un aprecio por la santidad y la separación del pecado.
9. Provocar una renovada expectativa por el pronto retorno de Cristo.
10. Aprender la cronología de los acontecimientos escatológicos.
7. Contenidos
Contenidos teóricos
En este Módulo de estudio abordaremos dos apasionantes temas: La eclesiología y la
escatología. El primero de ellos está vinculado directamente con nuestro pasado histórico
como iglesia. También está relacionado con nuestro presente en relación con la doctrina y la
praxis de la iglesia actual. El segundo tema tiene un sentido futuro, pero no por ello deja de
carecer de relevancia. Todo lo contrario, el estudio de las profecías por cumplirse son un
acicate para vivir una auténtica vida presente con esperanza por lo porvenir, y oración por los
no alcanzados.
Contenidos prácticos
La información contenida en estas disciplinas teológicas tiene una repercusión práctica en la
ortodoxia, en apologética y en la ética cristiana.
Instrumentos
Competencias Exposición Casos Test Examen
Ensayos Recensión Investigaciones
Debate Prácticos Parciales
CG-B X X X X
CEC-B X X X
CEP-B X X X X
CEA-A X X
Ponderación 5% 10% 10% 10% 15% 10% 40%
Puntuación 1 1 1 0,5 1,5 1 4
máxima
Puntuación
mínima -- -- 0,5 -- -- 0,5 2
necesaria
2. diversas posiciones
la iglesia. sobre el origen de
• Test Unidad 2.
la iglesia.
• Grupo de
• Test de completar espacio en discusión: Las
2 horas
2 horas
• Lectura de “El bautismo en
ordenanzas de
aguas” de Amaro Rodríguez. sobre la diferencia
la iglesia. entre ordenanza y
• Cuestionario sobre las
ordenanzas de la iglesia. sacramento.
6. • Estudio de casos.
en la iglesia
• Test de la Unidad.
• Análisis grupal de
• Test de verdadero y falso de la los diferentes
Unidad. aspectos tratados
7.- Los líderes
2 horas
• Lectura comprensiva de la
• Debate y
Unidad.
comentario crítico
10.- La misión
2 horas
4 horas
• Test de la Unidad.
doctrinas de la
• Ensayo sobre una de las doctrinas la crisis doctrinal
iglesia. en la iglesia
estudiadas. Usos y abusos de esa
doctrina en cuestión. contemporánea.
Pentecost. preguntas
eclesiológicas.
1º EXAMEN PARCIAL
13.- El • Test de la Unidad. • Foro sobre las
3 horas
arrebatamient diversas
• Lectura de: La iglesia de Cristo en
o de la iglesia interpretaciones
el aire, por Ángel Toledo Fuentes. de Daniel 9.
14.- El tribunal
de Cristo • Mini sermón de 5
• Test de la Unidad. minutos sobre una
2 horas
posibles naciones
• Visualización de la película
implicadas en esta
Armagedón serie de conflictos
escatológicos.
2 horas
resurrecciones • Lectura de algunas secciones de
principales pasajes
Profecías apocalípticas, de
sobre las
Wagoner, H.A. resurrecciones.
20.- Los juicios
relacionados
• Test sobre la Unidad. • Discusión grupal
2 horas
21.- Milenio y
• Intervenciones por
segunda • Test sobre la Unidad. grupos sobre
2 horas
rebelión de cronología
• Lectura de algunas secciones de
Satanás. El plan profético de Dios, de escatológica
Beckwith, B. mediante gráficos
en la pizarra.
22.- La
• Test sobre la Unidad.
etrnidad. • Concurso
• Lectura de algunas secciones de:
2 horas
participativo sobre
El futuro glorioso del planeta
preguntas
tierra, de Bloomfield, Arthur.
Escatológicas.
•
2º EXAMEN PARCIAL
12. Recursos
Material de consulta para el alumnado
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
I. LIBROS DE TEXTO
La Santa Biblia.
Se han de leer los dos libros recomendados de consulta: Manual de eclesiología. H.E. Dana.
Editorial mundo hispano y Eventos del porvenir. J. Dwight Pentecost.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
II. OTRAS LECTURAS COMPLEMENTARIAS
Una iglesia saludable. Dever, Mark. Faro de Gracia.
1. Ekklesía. Etimología y
significado
ECLESIOLOGÍA
Preparado por:
Profesor Osmany
Cruz Ferrer.
"Creo en el cristianismo
así como creo que el
sol ha salido. No sólo
porque lo veo, sino
porque gracias a que lo
veo puedo ver todo lo
demás" (C. S. Lewis).
Eclesiología
EL TÉRMINO: IGLESIA-EKKLESÍA.
Iglesia (gr. Ekklesia, del verbo ek kaleõ, «llamar fuera de»). Uso del término. En los estados
griegos recibía este nombre la asamblea de los ciudadanos, convocada por un heraldo para
tratar y decidir los asuntos públicos (cfr. la asamblea alborotada de Éfeso, Hch. 19:32, 41).
La LXX traduce como ekklesia el término hebreo kãhãl, que designa a la asamblea o
congregación de Israel. Es en este sentido que Esteban habla de «la congregación»
(ekklesia) que estuvo con Moisés en el desierto (Hch. 7:38). El Señor Jesús emplea por
primera vez en el NT el término iglesia, que va a recibir un tratamiento tan corriente en el
NT. Señalemos ya aquí que este término no designa jamás un edificio ni un lugar de culto,
como sucede en la actualidad.
Dones y ministerios en el seno de la Iglesia. En el Cuerpo de Cristo cada miembro recibe uno
o varios dones del Espíritu, para capacitarle a actuar en bien del resto de los miembros. Una
enumeración de los dones y ministerios posibles se halla en 1 Co. 12:7–11, 28–30; Ro. 12:4–
8; Ef. 4:11 (véase Carismas). Por cuanto todos los miembros del cuerpo de Cristo son así
dotados y llamados al sacerdocio, no existe jerarquía en la Iglesia, ni división entre clero y
laicos. Lo que sí existe es una armónica distribución de los dones y ministerios, ejercidos en
mutuo amor y sumisión los unos a los otros (1 P. 4:10–11). En la Iglesia del NT los apóstoles
ejercieron un papel que era, en un sentido, irrepetible (Hch. 1:21–22; Ef. 2:20); los obispos
(gr. «supervisores»), llamados también ancianos (Hch. 14:23; 15:22; 20:17, 18), estaban
encargados de velar sobre el rebaño y de asegurar la predicación y la enseñanza (1 Ti. 3:1–
7; 5:17); los diáconos ejercían un ministerio de servicio (Hch. 3:8–13; 6:2–6; cfr. Ro. 16:1–2:
Febe, diaconisa de la iglesia de Cencrea). Éstos eran cargos siempre establecidos por la
irremplazable autoridad de los apóstoles, bien personal, bien delegada expresamente (1 Ti.
3:1–7, 8–13, 14–15; Tit. 1:5), lo cual es evidencia de que no eran establecidos por las iglesias
mismas. Había también profetas, evangelistas, pastores y maestros (Ef. 4:11). Éstos son
constituidos por la autoridad directa del mismo Señor, cabeza de la Iglesia (cfr. Hch. 13:1–
3), ejerciendo sus ministerios en comunión con toda la Iglesia pero no, ciertamente,
comisionados por ella, sino por el mismo Señor para edificación mutua. Es además un
ministerio plural, y no reducido a un solo hombre, como sucede tan frecuentemente hoy
en día. Las actividades y la autoridad quedan así en el seno de la Iglesia, de manera que en
el Concilio de Jerusalén las decisiones son tomadas en nombre de los apóstoles, ancianos,
hermanos y, finalmente, de toda la Iglesia, bajo la dirección del Espíritu Santo (Hch. 15:22–
23, 28). (Véase Concilio de Jerusalén.)
Bibliografía: Chafer, L. S.: Teología Sistemática, tomo II, vol. IV, Eclesiología (Publicaciones
Españolas, Dalton, Ga., 1974, pp. 3–256); Darby, J. N.: «Considerations on the Nature and
Unity of the Church of Christ»; «The Character of Office in the Present Dispensation»; «On
the Formation of Churches»; «On Ministry: its Nature, Source, Power, and Responsiblity»;
«On Discipline»; «Separation from Evil God’s Principle of Unity»; «Grace, the Power of Unity
and of Gathering»; «On Gifts and Offices in the Church»; «The House of God; the Body of
Christ; and the Baptism of the Holy Ghost»; «The Church—the House and the Body», en The
Collected Writings of J. N. Darby (Ed.: W. Kelly, vols. 1 y 14; Stow Hill Bible and Tract Depot,
Kingston-on-Thames, Surrey, reimp. 1972); Kelly, W.: Lectures on the Church of God (C. E.
Hammond Trust Bible Depot, Londres s/f); Lacueva, F.: La lglesia cuerpo de Cristo (Clíe,
Terrassa, 1973); MacDonald, W.: Cristo amó a la lglesia (Páginas Orientadoras, Tehuacán,
(1961); Morgan, G. C.: Pedro y la lglesia (Clíe, 1984); Nee, W.: La iglesia normal (Clíe,
Terrassa, 1983); La iglesia gloriosa (Clíe, Terrassa, 1983); Patterson, F. G.: Paul’s Doctrine
and other papers (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, 1944); Regard, P. F.: Los
ministerios y los dones (Ed. «Las Buenas Nuevas», Los Ángeles s/f); Shaeffer, F. A.: La lglesia
al final del siglo XX (Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona, 1973), The Church Before
the Watching World (Inter-Varsity Press, Londres, 1972).
Celebración eucarística (siglo III d.C.). Fresco de las Catacumbas de S. Calixto en Roma. CLIE.1
1
Ventura, S. V. (1985). En Nuevo diccionario biblico ilustrado (pp. 518–520). TERRASSA
(Barcelona): Editorial CLIE.
IGLESIA. DICCIONARIO HISPANO-AMERICANO DE LA MISIÓN
ECCLESIA. (Del gr. ekklesia, que se usa en el NT para designar a la iglesia). 1. Significa el
pueblo de Dios llamado a ser una comunidad por la predicacion del evangelio de Jesucristo,
el perdón de los pecados, el bautismo y la presencia del Espíritu Santo. Lit. sig. «una
asamblea de personas esp. llamadas o convocadas.» Recibió su sig. religioso cuando los
traductores de la LXX lo adoptaron en orden a expresar en gr. las palabras he. que se
refieren a Israel como el pueblo de Dios y el pueblo frente a Dios (el «verdadero Israel»).
Cuando la comunidad cristiana se aplicó este nombre, se apropió de la pretensión de ser el
«verdadero Israel,» la «nación santa de Dios,» la comunidad mesiánica. El término tiene
varios sig.: (1) la comunidad escatológica que espera la consumación final; (2) la
congregación local en una ciudad determinada; y (3) la totalidad de la iglesia donde quiera
que ésta esté, de la cual las congregaciones locales son tan sólo una manifestación. 2. Según
Ernst Troelsch (1865–1923), es una extensa organización religiosa que comprende a todos
o casi todos los miembros de una sociedad, como en la ICR, la Iglesia Ortodoxa Griega y las
Iglesias Luteranas de Alemania y Escandinavia. El concepto fue modelado sobre la base de
la iglesia medieval europea. La e es conservadora, establecida, y está unida al Estado. (Ver
iglesia, comunidad de fe, congregación, cuerpo de Cristo)2
2
Deiros, P. A. (2006). Prefacio a la Edición Electrónica. En Diccionario Hispano-Americano
de la misión (Nueva edicion revisada). Bellingham, WA: Logos Research Systems.
LOCKWARD, A. DICCIONARIO
IGLESIA El término griego ekklesia, que se traduce como i., significa “asamblea,
congregación, reunión”. Originalmente, se usaba para designar una asamblea de
ciudadanos reunida para tratar asuntos comunales o políticos en una ciudad griega. En
hebreo había una palabra similar, kahal, que se empleaba para referirse a una asamblea
hecha con propósitos religiosos. En el período helenístico de la historia de Israel, la palabra
griega que se buscó como equivalente fue sunagögë, que quiere decir “reunir, juntar”.
Cuando se hizo la traducción de la Biblia hebrea al griego ( •Septuaginta), donde decía kahal
se puso “sinagoga”. Pero también se traducía como ekklesia, en diversos lugares (“… y en
ellas estaba escrito según todas las palabras que os habló Jehová en el monte … el día de la
asamblea [ekklesia]” [Dt. 9:10]; “No entrará amonita ni moabita en la congregación
[ekklesia] de Jehová” [Dt. 23:3]; “¿Quién de todas las tribus de Israel no subió a la reunión
[ekklesia] delante de Jehová?” [Jue. 21:5]; “Por tanto, no habrá quien a suerte reparta
heredades en la congregación [ekklesia] de Jehová” [Mi. 2:5]).
De manera que cuando el Señor Jesús dijo: “… edificaré mi i.” (Mt. 16:18), la palabra era
conocida por los que le escuchaban. La epístola de Santiago, considerada como de los
primeros libros del NT que fueran escritos (entre el 40 y el 60 d.C.), cuando se refiere a una
reunión de cristianos usa la palabra sunagögë (“Porque si en vuestra congregación entra un
hombre…” [Stg. 2:2]). Pero, en general, los autores del NT utilizan el vocablo ekklesia. En sus
orígenes neotestamentarios, este vocablo es paralelo y casi similar a sinagoga. Ekklesia
también se usa para señalar al pueblo de Israel en Sinaí (“Este es aquel Moisés que estuvo
en la congregación [ekklesia] en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí”
[Hch. 7:38]). O para indicar a una muchedumbre (“Unos, pues, gritaban una cosa, y otros
otra; porque la muchedumbre [ekklesia] estaba confusa” [Hch. 19:32]; “… en legítima
asamblea [ekklesia] se puede decidir” [Hch. 19:39]). Pero muy pronto se restringió el uso de
la palabra para referirse a la reunión, o asamblea, o congregación de los cristianos. El
término así utilizado tiene sólo dos sentidos en el NT: uno que habla del conjunto de los
cristianos de todos los tiempos y otro que designa lo mismo, pero con un sentido local,
aquellos que se reúnen en un sitio. A lo primero se le denomina “i. universal”, y a lo segundo
“i. local”. En ningún lugar del NT se habla de i. como refiriéndose a un local o un edificio.
Este es un uso que se aplicó, por extensión, en períodos posteriores. Tampoco se habla de
una i. en el sentido regional, o nacional, o internacional. Cuando los apóstoles escribían a i.
que estaban diseminadas en una región o provincia, les llamaban “las i.”
Las i. del NT. ¿Cómo eran las i. del NT? ¿Cuáles cosas sucedían en ellas? La primera que
conocemos fue la de Jerusalén. Los apóstoles se reunían en un “aposento alto, donde
moraban…”; “… partiendo el pan en las casas…” (Hch. 1:13; 2:46). Una de esas casas era la
de “María la madre de Juan … donde muchos estaban reunidos orando” (Hch. 12:12) cuando
Pedro estaba preso. Se hacían reuniones en el templo judío (“Y perseverando unánimes
cada día en el templo y partiendo el pan en las casas…” [Hch. 2:46]). La forma del lenguaje
parece indicar que las reuniones eran diarias. Los apóstoles acudían al •templo a orar (Hch.
3:1). En efecto, los cristianos iban a las sinagogas y participaban de sus cultos. Los creyentes
de Jerusalén, cuando oyeron los informes de Pablo acerca de lo que Dios hacía entre los
gentiles, le dijeron: “Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos
son celosos por la ley” (Hch. 21:20). Fue en el año 90 d.C. cuando los judíos decidieron, con
sentido universal, la expulsión de las sinagogas de todo aquel que confesara que Jesús era
el Cristo. Las iglesias de los gentiles también comenzaron reuniéndose en casas. Se
mencionan varios ejemplos, como el de •Priscila y •Aquila (“Saludad también a la iglesia de
su casa” [Ro. 16:5; 1 Co. 16:19]), el de Ninfas (“… la iglesia que está en su casa” [Col. 4:15])
y el de •Filemón (“… la iglesia que está en su casa” [Flm. 2]).
En cuanto al gobierno de las i., es evidente que los apóstoles asumieron la dirección de la
de Jerusalén. Luego, para ciertos trabajos que les distraían de la “oración y … el ministerio
de la palabra” se escogieron siete personas para “servir a las mesas”, surgiendo así lo que
se llamó el oficio de •diácono (Hch. 6:1–6). En su trabajo misionero, los apóstoles se
preocupaban de establecer “ancianos en cada ciudad”, esto es, en las i. (Tit. 1:5). Los
•ancianos, pastores u obispos eran los encargados de dirigir las i. Los que “gobiernan bien”,
decía Pablo, merecían ser sostenidos por la i. (1 Ti. 5:17). Aunque la i. de Jerusalén no
interfería en los asuntos de las demás i., se reconocía su autoridad moral por ser la más
antigua y por la significación histórica de la ciudad y la experiencia de sus líderes.
Conjuntamente con la predicación del evangelio, las i. se preocupaban por los pobres y
marginados sociales. En Jerusalén, “vendían sus propiedades y sus bienes, y los repartían a
todos según la necesidad de cada uno” (Hch. 2:45). Los líderes de la i. de Jerusalén pidieron
a Pablo que se acordase de los pobres (“… lo cual también procuré con diligencia hacer” [Gá.
2:10]). Las i. gentiles se preocuparon por ayudar a los necesitados en Jerusalén (“Porque
Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los
santos en Jerusalén” [Ro. 15:26]). También tenían la costumbre de ayudar económicamente
a las viudas de su comunidad (“Sea puesta en la lista sólo la viuda no menor de sesenta
años…” [1 Ti. 5:9]) y se ocupaban de los enfermos (Stg. 5:14–15).
Algunas personas idealizan las i. del NT, pero éste no encubre los grandes problemas,
errores y pecados que existían en aquellas comunidades cristianas. En Jerusalén •Ananías y
•Safira mintieron (Hch. 5:1–11). También “hubo murmuración de los griegos contra los
hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria” (Hch.
6:1). En •Antioquía, líderes de la envergadura de •Pedro y •Bernabé tuvieron que sufrir de
Pablo un reproche público como hipócritas, por una “simulación” que hacían frente a
visitantes judíos para que no les vieran comer con gentiles (Gá. 2:11–13). En •Corinto hubo
casos de diversos pecados, incluyendo uno de incesto (1 Co. 5:1). El apóstol Juan menciona
a un tal •Diótrefes, que se convirtió en un cacique exclusivista en una i. No recibía a los
hermanos y expulsaba a los que no estaban de acuerdo con él (3 Jn. 9–10). En la i. de los
•Tesalonicenses había personas que tomaban como excusa la esperanza de la venida del
Señor para comportarse como vagos (2 Ts. 3:10–12). Aparecieron maestros falsos en las i.,
que tenían “apariencia de piedad” pero negaban “la eficacia de ella”, y “mujercillas
cargadas de pecados” (2 Ti. 3:5–7). En la mayoría de las cartas a las iglesias de Asia, a las
cuales Juan se dirige en el Apocalipsis, se detectan defectos y pecados que existían en ellas.
Ante la observación de estos aspectos de la vida de las i., corrientes en toda la historia hasta
el día de hoy, nos asombran las declaraciones apostólicas en cuanto a la i. No “las i., sino
”la i.“ Ella es ”la casa de Dios … la i. del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1
Ti. 3:15). Jesucristo es el fundamento de ella (1 Co. 3:11–12). Él es su cabeza y ella es su
cuerpo (Ef. 1:22–23; Col. 1:18). Esta figura se refuerza con otra: la i. es la esposa de Cristo
(Ef. 5:21–33). Pablo explica que el evangelio era un “misterio escondido desde los siglos en
Dios” y que “la multiforme sabiduría de Dios” es “dada a conocer por medio de la i. a los
principados y potestades en los lugares celestiales” (Ef. 3:9–10). El propósito de Cristo es
“santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de
presentársela a sí mismo, una i. gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa
semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Ef. 5:26–27).3
3
Lockward, A. (1999). En Nuevo diccionario de la Biblia (pp. 505–507). Miami: Editorial
Unilit.
¿QUE ES LA IGLESIA?
Por Charles Ryrie. Tomado de su libro Teología Sistemática.
La importancia de la iglesia difícilmente puede ser sobreestimada. Es la que Dios compró con la sangre
de Su propio Hijo (Hechos 20:28); la que Cristo ama, sustenta, y cuida (Efesios 5:25, 29), y la que un día
El se presentará a sí mismo santa y sin mancha en toda su gloria (v. 27). Edificar Su iglesia constituye la
obra principal de Cristo en el mundo hoy (Mateo 16:18) por Su repartimiento de dones espirituales
(Efesios 4:12). De modo que, el ejercicio de esos dones por parte de los creyentes nos une a lo que Cristo
está haciendo hoy en día.
B. La palabra hebrea
La palabra hebrea gahal simplemente significa una asamblea y usualmente se traduce ekklesía en la
Septuaginta. Sin embargo, no se refiere necesariamente a una asamblea religiosa (Génesis 28:3; 49:6;
Salmo 26:5), ni aun a una congregación de seres humanos (Salmo 89:5), aunque con mayor frecuencia sí
se refiere a la congregación de Israel.
C. La palabra griega
La palabra griega, ekklesía, significaba una asamblea y se usaba en un sentido político, no religioso. No
se refería a las personas sino a la reunión; en otras palabras, a las personas no se les consideraba una
ekklesía cuando no estaban formalmente reunidas. La palabra se usa en este mismo sentido secular dos
veces en el Nuevo Testamento (Hechos 19:32, 41).
Cuando se usa la misma palabra griega en el Nuevo Testamento, adquiere aspectos más ricos y amplios
que en su sentido básico secular. Por ejemplo, las personas mismas, ya sea que estén reunidas o no, son la
ekklesía. No obstante, la palabra como se emplea en el Nuevo Testamento todavía retiene el significado
básico de una asamblea, y no adquiere un supuesto significado teológico (basado en la división de la
palabra en dos partes, “llamar” y “de fuera”) de un pueblo “llamado hacia fuera”. Si uno se basara en la
etimología para traducir la palabra, entonces la traducción correcta sería “llamados junto” [convocados],
no “llamados fuera” [separados].
B. El concepto anglicano
El concepto anglicano declara que “la iglesia visible de Cristo es una congregación de hombres fieles, en
la cual se predica la Palabra de Dios, y donde los sacramentos se ministran apropiadamente de acuerdo a
la ordenanza de Cristo…” (Artículo XIX de los treinta y nueve artículos de la Iglesia de Inglaterra). La
Iglesia Anglicana está, por supuesto, bajo el liderazgo temporal del rey, o reina, de Inglaterra.
PENSAMIENTO
El postulado fundamental
que defienden los voceros de
esta posición, es que sólo
faltaba la resurrección para
completar la obra redentora
de Cristo y la creación de su
iglesia.
Los que así razonan olvidan
que la exaltación de Jesús a
los cielos era parte vital de su
obra salvífica (He. 7:25).
Refutación
Al tener lugar el
derramamiento del Espíritu en
Pentecostés, la promesa de
Jesús se cumple y cada
persona renacida en Cristo es
templo de Dios:
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo
es templo del Espíritu Santo, el
cual está en vosotros, el cual
tenéis de Dios, y que no sois
vuestros?” (1 Co 6:19).
Es el Espíritu Santo quien
regenera, sella y bautiza al
creyente.
No se puede concebir el
nacimiento de la iglesia sin
la morada y la continua
obra del Espíritu en el
creyente.
FIN
3. Las figuras de la
iglesia
LAS FIGURAS DE
LA IGLESIA.
PENSAMIENTO
EL CUERPO DE CRISTO.
Indica que la iglesia no es
una institución humana, sino
que tiene una procedencia
divina.
Coloca a la iglesia como
obradora, como ente que
responde a la cabeza, que
es Cristo.
Esta metáfora también
insiste en la unidad e
interdependencia que debe
prevalecer entre los
miembros de este cuerpo.
LA ESPOSA DE CRISTO
Jesús se refirió así mismo como el
esposo (Mr. 2:20), lo que ilustra su
relación estrecha con la iglesia y
su insondable amor por ella (Ef.
5:25-32).
La metáfora en sí, exalta la
relación de intimidad que existe
entre la iglesia (la esposa) y Cristo
(el esposo).
Pablo usa esta figura alentando a
la iglesia a la fidelidad y a la
pureza: “Porque os celo con celo
de Dios; pues os he desposado
con un solo esposo, para
presentaros como una virgen
pura a Cristo” (2 Co. 11:2).
PÁMPANOS.
La figura de los pámpanos para
referirse a la iglesia, ilustra su
dependencia de la vid, que es
Cristo.
Los pámpanos deben su existencia
y subsistencia a la vid y no a sí
mismos. Jesús dijo: “Permaneced en
mí, y yo en vosotros. Como el
pámpano no puede llevar fruto por
sí mismo, si no permanece en la vid,
así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí. Yo soy la vid,
vosotros los pámpanos; el que
permanece en mí, y yo en él, éste
lleva mucho fruto; porque
separados de mí nada podéis
hacer” (Jn. 15:4,5).
UN REBAÑO.
Esta figura es usada por Jesús
frecuentemente y por los
apóstoles en sus referencias al
pueblo de Dios, la iglesia.
El Señor se llama a sí mismo el
buen pastor de este rebaño
(Jn. 10).
Todos los que pertenecen a
esta manada, están
debidamente protegidos y
apacentados (Lc. 12:32).
Dios conoce a cada uno de
ellos por su nombre y cada
oveja del redil conoce
exactamente quién es el
pastor.
No somos el pastor
UN EDIFICIO.
Pablo usa esta figura en su
Carta a los Efesios para referirse
a la armonía de la iglesia, cuyo
fundamento es Cristo y la
enseñanza de los apóstoles y
profetas:
FIN
LAS FIGURAS DE LA IGLESIA (Por profesor Osmany Cruz en su libro Escuela Bíblica, Volumen
II, cursos doctrinales).
Para ilustrar la naturaleza y relevancia de la iglesia, la Biblia usa coloridas imágenes retóricas
que nos ayudan en la comprensión de este organismo vivo, “columna y baluarte de la verdad”
(1 Ti. 3:15). Examinemos algunas de ellas.
A. EL CUERPO DE CRISTO. En las Escrituras, la iglesia es llamada “el cuerpo de Cristo” (Col.
1:18). Esta imagen tiene un fuerte significado. Indica que la iglesia no es una institución
humana, sino que tiene una procedencia divina. A la par, coloca a la iglesia como obradora,
como ente que responde a la cabeza, que es Cristo. Siguiendo el significado que encierra la
imagen bíblica, podemos decir que Jesús ha decidido ir, hablar y tocar a la gente mediante la
iglesia que es su cuerpo. Esta figura ilustra la gran oportunidad y la responsabilidad que como
creyente tenemos de representar a Jesucristo. Esta metáfora también insiste en la unidad e
interdependencia que debe prevalecer entre los miembros de este cuerpo: “Así nosotros,
siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” (Ro. 12:5).
“Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular” (1 Co. 12:27). Ver
también, Efesios 4:12; 5:23.
B. LA ESPOSA DE CRISTO. Jesús se refirió así mismo como el esposo (Mr. 2:20), lo que ilustra su
relación estrecha con la iglesia y su insondable amor por ella (Ef. 5:25-32). La metáfora en sí,
exalta la relación de intimidad que existe entre la iglesia (la esposa) y Cristo (el esposo). Pablo
usa esta figura alentando a la iglesia a la fidelidad y a la pureza: “Porque os celo con celo de
Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a
Cristo” (2 Co. 11:2). En el libro de Apocalipsis se hace referencia a las bodas del Cordero con su
iglesia, el evento escatológico de celebración más esperado por la cristiandad de todos los
tiempos (Ap. 19:7-9). En este mismo libro, la iglesia es llamada varias veces la desposada, la
esposa del cordero: “Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas
llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la
desposada, la esposa del Cordero” (Ap. 21:9). “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye,
diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”
(Ap. 22:17).
D. UN REBAÑO. Esta figura es usada por Jesús frecuentemente y por los apóstoles en sus
referencias al pueblo de Dios, la iglesia. El Señor se llama a sí mismo el buen pastor de este
rebaño (Jn. 10). Todos los que pertenecen a esta manada, están debidamente protegidos y
apacentados (Lc. 12:32). Dios conoce a cada uno de ellos por su nombre y cada oveja del redil
conoce exactamente quién es el pastor.
E. NACIÓN SANTA. Esta expresión se refiere a la elección por Dios de un pueblo para sí. Un
pueblo separado de las demás naciones por su condición espiritual y moral. Una nación sin
delimitaciones geográficas, lingüísticas, culturales o sociales. Un pueblo con un alto cometido
misiológico. Pedro así lo reflejó en su primera epístola universal: “Mas vosotros sois linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las
virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo
no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado
misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia” (1 P. 2:9,10).
G. UN EDIFICIO. Pablo usa esta figura en su Carta a los Efesios para referirse a la armonía de la
iglesia, cuyo fundamento es Cristo y la enseñanza de los apóstoles y profetas: “Edificados
sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo
Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo
santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios
en el Espíritu” (Ef. 2:20-22). La iglesia es como una gran construcción armoniosa que se erige
imponente en el mundo, teniendo en su fundamento por piedra principal, a Jesucristo mismo.
Pedro se refiere a cada creyente en particular como piedras vivas en la colosal edificación de
Cristo, que es la iglesia (1 P 2:5). Como edificio alto y consolidado en un fundamento seguro,
debemos dar cabida a todos los que quieran formar parte de esta edificación espiritual. Nos ha
de dominar un espíritu inclusivo y gregario.
METÁFORAS DE LA IGLESIA
Cada metáfora de la iglesia en el NT revela una faceta distinta de su naturaleza. Un repaso
de éstas ampliará la comprensión de su naturaleza. De los escritos de Pablo, Pedro y Juan
surgen casi la totalidad de las metáforas.
Metáforas paulinas. La metáfora predilecta de Pablo, la iglesia como el cuerpo de Cristo
(Ef. 5:23, 30; Col. 1:18, etc.), señalaba a éste como la cabeza y a cada creyente como un
miembro, sometido y obediente a su voluntad, relacionándose unos a otros en armonía.
La expresión esposa de Cristo (Ef. 5:23–32; comp. Apoc. 19:7; 21:2, 9; 22:17) habla de una
relación íntima, amorosa, de fidelidad y obediencia. El término rebaño (Hech. 20:28)
comunica la idea de la dependencia de las ovejas al pastor para su protección y sustento y,
a la vez, su deber de rendirle a él el producto de su vida. Las dos figuras, columna y
fundamento de la verdad (1 Tim. 3:15), expresan el concepto de firmeza y defensa.
Casa de Dios (1 Tim. 3:15), templo de Dios (1 Cor. 3:16) y edificio (Ef. 2:20–22) son
expresiones que hablan de la morada de Dios en medio de su iglesia y el deber de ésta de
edificarse o crecer en la estatura de la plenitud de Cristo (comp. Ef. 4:12–16). El término
familia de Dios (Ef. 2:19) sugiere relación filial, con Dios como el Padre, Jesucristo como
nuestro hermano mayor y todos los creyentes como hermanos y hermanas, unos con
otros.
Metáforas petrinas. Pedro se refiere a la iglesia con una serie de metáforas ricas en su
significado. Dos de éstas se encuentran en 1 Pedro 2:5. Es una casa espiritual, parecida a
la expresión paulina casa de Dios, o familia de Dios, con énfasis en su naturaleza espiritual
y la implicación de que es la morada de Dios. También es un sacerdocio santo, dando
énfasis al ministerio activo de intercesión de parte de los creyentes a favor de otros y su
calidad de “separados” moral y éticamente.
Cinco metáforas más de la iglesia se encuentran en 1 Pedro 2:9, 10. El término linaje
escogido probablemente es una cita del AT (comp. pueblo escogido, Isa. 43:20) y da
énfasis a la acción de Dios de escoger a su pueblo de entre las naciones, no porque lo
merecía, sino, como él mismo dice, para proclamar mi alabanza (Isa. 43:21). Real
sacerdocio amplía el concepto de sacerdocio, relaciónándolo con el Rey y su reino. Los
miembros son funcionarios del Rey (comp. Exo. 19:6). Nación santa apunta a un conjunto
de ciudadanos, unidos y sometidos al mismo gobierno, los cuales se han separado de otras
naciones (comp. Exo. 19:5). Pueblo adquirido, o literalmente “pueblo por adquisición”, se
refiere al precio pagado en la sangre de Jesucristo (comp. 1 Cor. 6:20; Ef. 5:25). Pueblo de
Dios (comp. metáforas paulinas casa de Dios y templo de Dios) es una de las expresiones
más frecuentes en el AT, indicando que la iglesia es propiedad de Dios.
Metáforas juaninas. El Cristo resucitado dice a Juan que las siete iglesias son como siete
candeleros (Apoc. 1:20). La función del candelero es irradiar luz (comp. Mat. 5:14–16).
Otra vez Juan registra las palabras de Jesús cuando llama a sus discípulos ramas (Juan
15:5), Cristo mismo es la vid. Las ramas deben mantener una relación estrecha con la vid a
fin de producir el fruto, cada vez más fruto, que se espera; así la relación de los miembros
de la iglesia con Cristo.1
1
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. . (1993–).
Comentario bı́blico mundo hispano Hechos (1. ed., pp. 11–12). El Paso, TX: Editorial Mundo
Hispano.
Tomado del libro: Teología Sistemática de Wayne A. Gruden (páginas 902-904)
Notas al pie:
lOHay una variante textual entre los manuscritos griegos de Hechos 9:31, con algunos manuscritos diciendo
«la iglesia» y otros diciendo «las iglesias». El singular «la iglesia» es mucho más preferible a la variante que tiene el
plural. Ala lectura del singular se le da una probabilidad «B» (la más cerca al más alto grado de probabilidad» en el
texto de las Sociedades Bíblicas Unidas. El singular es representado por muchos textos tempranos y diversos en
tanto que la lectura plural se halla en la tradición bizantina del texto pero no en textos antes del siglo quinto d.C.
(A fin de que la gramática sea consistente, hay que cambiar seis palabras en el texto griego; por consiguiente la variante
es una alteración intencional en una dirección o la otra).
llpara más consideración de este tema ver Edmund P. Clowney, «Interpreting the Biblical Models ofthe
Church», en Bíblícal Interpretatíon and the Church, ed. por D. A. Carson (Thomas Nelson, Nashville, 1985), pp.
64-109.
12La lista de metáforas que se da en esta sección no pretende ser exhaustiva.
13Esta segunda metáfora no es ni siquiera una metáfora completa o «propia», porque las partes corporales no
crecen en la cabeza, sino que Pablo está mezclando la idea de Cristo como la cabeza (o autoridad), la idea de la
iglesia como un cuerpo, y la idea de que crecemos a la madurez en Cristo, y las combina en una afirmación compleja.
IX. OTRAS METAFORAS DE LA IGLESIA
A las metáforas de la iglesia como el “cuerpo de Cristo” y como “una nación santa”
tratadas anteriormente, les fue dada consideración especial: Como el cuerpo de Cristo por
razón de su prominencia escritural y aplicación contemporánea; y la iglesia como una
nación santa o “realeza” por razón de diferencias en interpretación de la palabra “reino.”
Sin embargo, las metáforas aplicadas a la iglesia en la escritura son muchas, y con razón,
porque ninguna metáfora sola puede expresar completamente la relación de los creyentes
con Cristo, el uno al otro, y con el mundo. Se tratarán veinticuatro (24) metáforas
adicionales, cada una de las cuales agrega algo al concepto total de la iglesia.
A. La iglesia como la familia del Señor.
Jesús nos introduce a la relación familiar, enseñándonos a orar “Padre nuestro que estás
en los cielos” (Mt. 6:9; Lc. 11:2). Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, también es
nuestro Padre. Jesús oró usando la palabra aramea Abba; según Romanos 8:15, el
creyente en el espíritu de adopción clama “Abba, Padre.” Si nosotros juntamente con
nuestro Señor Jesús, llamamos a Dios “Padre”, entonces Jesús es nuestro hermano mayor
en la familia de Dios (Heb. 2:10, 11). El autor de Hebreos declara que los creyentes son
miembros de la familia de Dios: “Pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos
nosotros, si retenemos firme hasta el fin” (Heb. 3:6). Como las familias normalmente están
orgullosas del nombre de la familia, así también la familia de la iglesia se regocija en el
nombre del Padre (Ef. 3:14, 15). Como las familias reciben una herencia del padre, así
espera la iglesia la herencia prometida por el Padre celestial (Rom. 8:17). Como las buenas
familias observan un cierto modelo de conducta, así hay una norma de conducta dada
para la casa de Dios (I Ti. 3:15). En el Antiguo Testamento, el padre de cada hogar era, en
efecto, el sacerdote sobre el hogar (Nm. 7:2); Jesús se ha convertido en el Sumo Sacerdote
sobre la familia eclesiástica de Dios (Heb. 10:21–23; 2:17, 18).
La idea de la iglesia como la familia y casa de Dios se deriva del Antiguo Testamento donde
el pueblo de Dios es la casa (familia) de Israel, una nación crecida de la familia de Jacob,
nutrida mediante cultura familiar. La iglesia es llamada la familia y casa de Dios, “esto
testifica acerca de la importancia básica de la familia como una institución social. En el
Nuevo Testamento, especialmente en hechos, se da grande importancia al efecto del
evangelio sobre familias enteras (Hch. 2:46; 12:12; 16:15, 33, 34; 21:8, 9; I Cor. 1:16;
16:15; II Ti. 4:19).
Aunque en el Antiguo Testamento se habla de Dios como el Padre de la casa entera de
Israel (Is. 5:7; Sal. 98:3), nunca se refiere a Él como el Padre de un individuo.
Aparentemente, llamar a Dios “Padre” es un privilegio reservado para creyentes en
Jesucristo el Hijo.
B. La iglesia como una comunion de creyentes.
La palabra griega para “comunión” es koinonia, que significa “aquellos que tienen algo en
común.” Llegó a ser aplicada a “aquellos que pertenecen a una sociedad.” Koinonia fue
aplicada a la iglesia como aquellos que tenían una salvación común mediante una fe
común en Dios y en su Hijo Cristo Jesús: “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos,
para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión
verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (I Jn. 1:3; vea I Cor. 1:9). Tan
pronto como nació la iglesia, se estableció una gran comunión de fe, alabanza y servicio:
“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el
partimiento del pan y en las oraciones” (Hch. 2:42). La metáfora de la “familia” enfatiza la
idea de un “Padre” común; la metáfora de “comunión” enfatiza la idea de una misión, un
propósito, una adoración y una acción común.
En los Estados Unidos de América hay una fuerte inclinación hacia la vida privada y el
individualismo, pero el gran sello de los Estados Unidos contiene el lema, E Pluribus-
Unum, que significa “en muchos uno”, una nación indivisible. Solamente un fuerte sentido
de unidad hace a una gran sociedad. La iglesia es la nueva sociedad de Dios, mantenida
junta por la unidad del Espíritu. Lucas dice acerca de la iglesia apostólica: “Todos los que
habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas” (gr., koinos) (Hch. 2:44).
El libro de Efesios es la epístola del Nuevo Testamento en la que está más completamente
desarrollada la doctrina de la iglesia. Efesios no usa la palabra koinonia, pero es el único
libro del Nuevo Testamento que usa el término “unidad” (Ef. 4:3–6, 13).
La iglesia como la koinonia de Dios enfatiza la idea de una “sociedad” cuyas principales
características son la unidad y el amor. Una expresión práctica del amor de la iglesia fue
aquella de compartir con los necesitados. Koinonia a veces es traducida “comunicar”, con
el significado de extender ayuda material a los pobres y a aquellos abatidos por la mala
fortuna. (Vea Fil. 4:14; I Ti. 6:18; Heb. 13:16; también Hch. 2:45; II Cor. 8:4; 9:13; Gál. 2:10;
Rom. 12:13.) La koinonia de la iglesia es celebrada en la cena del Señor, que simboliza
nuestra común redención por la muerte expiatoria de Cristo en la cruz (I Cor. 10:16, 17;
11:23–34). Juan R. W. Stott, en un nuevo comentario sobre Efesios, escribió respecto a su
mensaje:
La carta expone lo que Dios hizo a través de la histórica obra de Jesucristo y lo que hace a
través de su Espíritu hoy, a fin de construir una sociedad nueva en medio de la vieja.
Hemos sido levantados de la muerte espiritual, exaltados a los cielos y sentados con El allí.
También hemos sido reconciliados con Dios y el uno con el otro. Como resultado,
mediante Cristo, y en Cristo, somos nada menos que la sociedad de Dios, la singular
humanidad nueva que Él está creando y que incluye a judíos y gentiles en iguales
términos. Somos la familia de Dios el Padre, el cuerpo de Jesucristo su Hijo, el templo y la
morada del Espíritu Santo. Por lo tanto, debemos demostrar clara y visiblemente, a través
de nuestra nueva vida, la realidad de la nueva obra que Dios ha hecho: primero por la
unidad … de nuestra vida común, segundo por la pureza de amor de nuestra conducta
diaria.
C. La iglesia como un equipo de atletas.
Los eventos atléticos eran tan comunes en el mundo griego y romano como lo son hoy.
Pablo, que era un observador sutil, usaba frecuentemente la metáfora “atlética.” (Vea I
Cor. 9:24–26; Gál. 2:2; 5:7; Fil. 2:16; II Ti. 2:5; 4:7; Heb. 12:1; I Ti. 6:12). El pasaje con la
metáfora atlética que mejor se aplica a la iglesia es: “Que estáis firmes en un mismo
espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio” (Fil. 1:27). La palabra griega
traducida “combatiendo unánimes” es sunathleo, de athleo (nuestro “atletismo”) que
significa “competir como atleta”, y sun que significa “con” o “juntos.” Pablo quiere oír que
los filipenses están en unidad, “jugando como un equipo.” El avance y crecimiento más
grande de la iglesia no ha sido el resultado de esfuerzos individuales, sino el resultado del
esfuerzo mutuo y del trabajo en equipo de la familia entera de Dios. Si los creyentes
cristianos son como un equipo de atletas, mostrarán características tales como:
dedicación, trabajo en equipo, cooperación, negación propia, dominio propio y unidad.
D. La iglesia como el ejercito del Señor.
La idea de la iglesia como un ejército probablemente no sería muy agradable para
muchos, particularmente para la gente joven. Sin embargo, la Biblia a menudo se refiere a
la batalla contra los poderes de la oscuridad en la que está comprometida la iglesia. Algo
de nuestra aversión a la metáfora militar desaparece cuando nos acordamos que “las
armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas, derribando argumentos … y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia
de Cristo” (II Cor. 10:4, 5). Al creyente se le exhorta de la siguiente manera: “Vestíos de
toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:11, 12). La iglesia está
comprometida en una verdadera guerra, pero Cristo es nuestro capitán y estamos
asegurados de la victoria; de hecho, Satanás ya es un enemigo derrotado. (Vea II Ti. 2:3, 4;
I Ti. 1:18; Ef. 6:10–17; I Cor. 9:7; I P. 2:11; Ap. 19:11–21; 20:7). La iglesia sobre la tierra se
llama la iglesia militante; la iglesia en el cielo se llama la iglesia triunfante.
E. La iglesia como el rebaño del Señor.
La metáfora pastoral es muy familiar. El líder espiritual de la iglesia local generalmente se
llama “pastor” y se refiere frecuentemente a la congregación como el “rebaño.” Los
primeros dieciocho versículos del décimo capítulo de Juan hablan de Cristo como el Buen
Pastor y de sus seguidores como las ovejas de su rebaño. Aunque la palabra “pastor”
como el líder espiritual se encuentra solamente una vez en el Nuevo Testamento, tanto
Pablo como Pedro dan ejemplos vívidos de la metáfora pastoral: “Por tanto, mirad por
vosotros, y por todo el rebaño … para apacentar [pastorear] la iglesia del Señor” (Hch.
20:28); “Apacentad [pastoread] la grey de Dios que está entre vosotros … siendo ejemplos
de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona
incorruptible de gloria” (I P. 5:2–4). Pedro recordaría bien las palabras de Jesús, habladas
después de la resurrección, que fueron repetidas tres veces: “¿Me amas?”, “Apacienta mis
corderos” y “Pastorea mis ovejas” (Jn. 21:15–17). (Vea Sal. 23:1; 80:1; 100:3; II Sam. 7:7;
Jer. 31:10; Mr. 6:34; Ef. 4:11; Heb. 13:20; Ap. 7:17)
F. La iglesia como la escuela del Señor.
Más de cincuenta (50) veces se le llama o se hace referencia a Jesús como “Maestro” (del
griego didaskalos, del verbo didasko que significa “enseñar”) o “Rabí.” Los evangelios se
refieren a Jesús más como maestro que como predicador. La intención de que la iglesia
local fuera un lugar de enseñanza está claramente explicado por la gran comisión: “Por
tanto id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt.
28:19, 20). Jesús usó dos palabras diferentes para “enseñar” en su comisión: la primera es
matheteuo (28:19), que significa “hacer discípulos”; y la segunda didasko (28:20), que es
la palabra común para “enseñar.” El término enfático en la comisión es “hacer
discípulos.” “Ir” y “enseñar”, participios subordinados al verbo principal, “hacer
discípulos.” Hacer discípulos involucraba tanto enseñar como predicar; pero más aun,
involucraba traer a los nuevos creyentes a un nivel de discipulado al que habían sido
traídos los maestros anteriormente. La enseñanza y predicación pueden caer sobre oídos
sordos, pero aquel que hace discípulos trae a sus seguidores por palabra y ejemplo, a ser
como él mismo, a su mismo nivel. Sin embargo, no hacemos a los hombres nuestros
discípulos, sino discípulos de Jesús.
El método de discipulado de Jesús está claramente revelado en un pasaje en el Evangelio
de Marcos: “Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y
estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen
autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios” (Mr. 3:13–15). Marcos
enumera tres aspectos acerca de hacer discípulos: (1) “para que estuviesen con Él”
(aprender mediante ejemplo); (2) “para enviarlos a predicar” (aprender a comunicar) y (3)
“y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios”
(aprender a ministrar). Ninguno de estos aspectos es aprendido a través de simple
instrucción verbal; el alumno debe llenarse del espíritu de su maestro, como tomó Eliseo
sobre sí el manto de su maestro, Elías. La palabra “discípulo” fue el primer nombre dado a
los cristianos primitivos (Hch. 11:26). La virtud principal que caracteriza a uno como
discípulo de Jesús es amor (Jn. 13:35). (Vea también: Mr. 8:34; Jn. 1:43; 21:19–22; Lc.
5:11, 27, 28; I Tes. 1:6, 7; I P. 2:21; 5:3; I Ti. 1:16; 4:12; Tit. 2:7).
G. La iglesia como siervo o administrador.
Las palabras principales de la vida de la iglesia son palabras de servidumbre, relacionadas
con ser siervos: “ministrar” o “ministerio” del griego, diakonos, diakonia que significa
“siervo, servicio”, originalmente significaba “uno que sirve mesas” (Jn. 12:26); “siervo” de
doulos, que significa “esclavo” (Mt. 24:45; 25:14; Gál. 5:13,); “mayordomo” de
oikonomos, que era el “siervo que administraba la casa” (Lc. 12:42; I Cor. 4:1, 2; Tit. 1:7; I
P. 4:10). Otras dos palabras traducidas “ministrar” son: hyperetes, que originalmente
significaba “siervo que remaba una nave” (Hch. 13:5), y leitougos, que significa “siervo
público” que servía a la comunidad gratuitamente. (Rom. 15:16).
Que todos los oficiales, ministros, trabajadores y líderes cristianos son siervos está
claramente establecido de la siguiente manera:
• El ejemplo que dio Jesús asumiendo el lugar de un siervo (Mr. 10:42–45; Mt. 20:27,
28).
• El espíritu del mundo es señorear sobre otras personas; los ministros del Señor
sirven el uno al otro (I P. 5:3; I Cor. 9:19; Gál. 5:13; Lc. 22:24–28).
• El servicio del creyente es el de un mayordomo de lo cual él dará cuenta (Mt.
25:14–30), y la virtud más grande de un mayordomo es ser hallado fiel (I Cor. 4:1, 2; Mt.
25:21).
• Los creyentes deben estar en sujeción unos a otros, y a aquellos que son colocados
sobre ellos en el Señor; además, el liderazgo y la dirección son en sí ministerios (Ef. 5:21; I
Tes. 5:12; Hch. 20:28; I P. 5:2, 3; Heb. 13:7, 17, 24).
• Pablo, que tenía autoridad apostólica, se llamó a sí mismo un “siervo de Jesucristo”
(Rom. 1:1).
• Más de 300 veces son utilizadas palabras en el Nuevo Testamento que expresan el
oficio del siervo.
• El mandato a todos los creyentes maduros es de ministrar, esto es, servir el uno al
otro (Ef. 4:12).
H. La iglesia como un edificio.
La metáfora de la iglesia como un edificio está sugerida en los siguientes pasajes de la
escritura: I Cor. 3:9–15; Ef. 2:20–22; Mt. 16:18; 21:42; I P. 2:4–7; Lc. 6:46–49; Hch. 4:11;
Rom. 15:20; Sal. 118:22. De estas escrituras se deriva un número de figuras
arquitectónicas:
• “Cristo es el fundamento y la principal piedra angular” de la iglesia; es digno de
notar que el Salmo 118:22, “La piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la
cabeza del ángulo”, citado por Pedro en I P. 2:7, se encuentra cinco (5) veces en el Nuevo
Testamento: Mt. 21:42; Mr. 12:10, 11; Lc. 20:17; Hch. 4:11. (Vea también Is. 8:14; 28:16;
Dn. 2:34, 35; Rom. 9:32, 33.)
• Los creyentes son los materiales de construcción o las “piedras vivas.”
• Se dice que los ministros son los constructores, Cristo es el maestro constructor y
arquitecto.
• No hay “piedras” aisladas, todas son puestas en el edificio.
• Los creyentes deben prestar atención al tipo de material que son, y cómo
construyen (I Cor. 3:9–15).
I. La iglesia como un misterio.
Uno de los conceptos más fuertes que Pablo usó acerca de la iglesia fue el de la iglesia
como un “misterio.” Debe ser notado que la palabra bíblica “misterio” tiene un significado
distinto al que tiene en el español moderno. En la antigua Grecia, los misterios eran
secretos de las religiones misteriosas, revelados sólo a aquellos que se iniciaban en ella.
Los secretos no eran misterios en el moderno uso del término; eran claramente
entendidos por los iniciados. Los misterios de Dios son verdades que podían ser conocidas
solamente por revelación divina, por ejemplo, los misterios de la redención y de la iglesia;
son claramente revelados a los creyentes en las escrituras. Uno de los misterios es la
iglesia, la cual no fue revelada en el Antiguo Testamento. Los profetas predijeron que Dios
bendeciría a los gentiles, pero no revelaron que los creyentes gentiles compartirían
igualmente con Israel el cuerpo de Cristo. Para ser específico, que los gentiles son
coherederos, y miembros los unos de los otros, hermanos del cuerpo, y co-participantes
de la promesa en Cristo Jesús mediante el evangelio (Ef. 3:4–6; Col. 1:25–27). Pablo
consideraba que Dios le había dado un ministerio especial para declarar la doctrina de la
iglesia como misterio (Ef. 3:3, 4). La gloria de este “misterio” se dice ser la verdad y hecho
de “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col. 1:27).
J. La iglesia como el campo del Señor.
La Biblia frecuentemente emplea la metáfora agrícola. Pablo escribió a la iglesia corintia:
“Vosotros sois labranza [el campo] de Dios” (I Cor. 3:6–9). En el campo de Dios (la iglesia)
hay sembradores, cultivadores y cosechadores, pero es Dios en realidad quien da el
crecimiento. Los obreros no deben pelearse sobre su relativa importancia; Dios llama y
coloca a cada uno en el oficio divinamente determinado. Los trabajadores son
indispensables, pero el “labrador” divino da vida y crecimiento a la vid (Jn. 15:1, 2). El
trabajo diligente en el campo de Dios trae recompensa; Pablo escribió a Timoteo: “El
labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero” (II Ti. 2:6). Las parábolas
agrícolas en el capítulo trece de Mateo hablan de la semilla (la palabra), diferentes
terrenos (oidores de la palabra), y los variados grados de rendimiento: treinta por uno,
sesenta y cien (Mt. 13:3–8, 18–23).
K. La iglesia como un real sacerdocio.
Pedro introduce la metáfora de la iglesia como un real sacerdocio:
Vosotros … sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios
espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo (I P. 2:5)… Mas vosotros sois linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las
virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable (I P. 2:9).
La iglesia ya no necesita sacerdotes, en el sentido del Antiguo Testamento, para ofrecer
sacrificios de animales; Cristo Jesús ha hecho, una vez y por todas, el sacrificio expiatorio
perfecto de sí mismo para nuestra redención. La iglesia, sin embargo, ofrece “sacrificios
espirituales” de alabanza, adoración y agradecimiento a Dios (Heb. 13:15). La iglesia
también intercede y ora por gobernantes y por toda la humanidad (I Ti. 2:1–4).
Una de las grandes verdades de la iglesia es aquella del “sacerdocio de todos los
creyentes.” Todo creyente en Cristo tiene acceso al trono de Dios por los méritos de Jesús:
“Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo espíritu al
Padre” (Ef. 2:14–18). (Vea también Heb. 4:14–16.)
Como “sacerdotes” se les ha dado a los creyentes un ministerio de reconciliación: “Dios …
nos dio el ministerio de reconciliación … y nos encargó a nosotros la palabra de
reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por
medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (II Cor. 5:18–
20). En consagración, el creyente se ofrece a sí mismo a Dios como un “sacrificio vivo”
santo y agradable (Rom. 12:1). Otros sacrificios que el creyente ofrece a Dios son: “amor
fraternal” (Ef. 5:1, 2), “buenas obras” (Heb. 13:16), “posesiones materiales” para ayudar a
otros (Heb. 13:16), y “ministerio” para otros (Fil. 2:17).
L. La iglesia como la novia de Cristo.
Una de las metáforas más atractivas es aquella de la iglesia como la novia de Cristo. Esta
metáfora es usada por Juan el Bautista, (Jn. 3:29), por el apóstol Pablo (I Cor. 11:2; Ef.
5:21–32); y por el apóstol Juan (Ap. 19:7–9). Hay una fuerte relación entre esta metáfora y
aquella de la iglesia como el cuerpo de Cristo. Las siguientes aplicaciones pueden ser
tomadas de la analogía de la iglesia como la novia de Cristo:
• Provee un modelo para la relación entre maridos y esposas cristianos.
• Las esposas deben estar en sumisión a sus esposos como la iglesia lo está a Cristo,
y los creyentes lo están unos a otros (Ef. 5:21, 22), no porque la esposa sea inferior, menos
digna, o menos capaz; la responsabilidad de liderazgo espiritual debe ser establecida en el
hogar, por eso al esposo le es asignada esa responsabilidad que él lleva con el apoyo
indispensable de la esposa y madre.
• Los maridos deben amar a sus esposas como Cristo ama a la iglesia, tanto como se
aman a sí mismos, y aún lo suficiente como para morir por ella (Ef. 5:25–29); si tanto las
esposas como los maridos cumplen con este modelo, ninguno está en desventaja en la
relación matrimonial.
• Esta figura representa el gran amor que Cristo tiene por su iglesia como su propia
novia, y que la iglesia experimenta mientras espera la venida del Novio.
M. La iglesia como la embajadora del Señor.
Pablo se llama a sí mismo el embajador del Señor, “… soy embajador en cadenas” (Ef.
6:20); también incluye a los creyentes consigo mismo en el oficio de embajador, “Así que,
somos embajadores en nombre de Cristo” (II Cor. 5:20). Pueden hacerse varias
aplicaciones de esta figura: (1) nosotros somos los embajadores de nuestro Rey quien nos
despacha en una misión de paz divina, (2) como un embajador mandado en favor de sus
“condiciones” de paz soberanas (Lc. 14:31, 32), asimismo la iglesia anuncia al mundo las
condiciones de reconciliación con Dios, que son fe en Cristo y rendición a El como Señor.
El Señor ha dado a la iglesia el ministerio de reconciliación (II Cor. 5:18–21).
N. La iglesia como la columna y baluarte de verdad.
La iglesia sostiene la verdad del evangelio y lo levanta en alto. Pablo escribió a Timoteo
respecto a la iglesia: “Para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios,
que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (I Ti. 3:15). En el
versículo siguiente, Pablo continuó dando lo que puede haber sido una expresión poética
doctrinal del “misterio de la piedad” que era ampliamente usado en la iglesia primitiva (v
16). La iglesia debe proteger la sana doctrina y levantarla en alto por medio de la
proclamación del evangelio y una conducta ejemplar.
O. La iglesia como el santuario del Señor.
Muchos pasajes de la escritura apoyan la metáfora de la iglesia como un santuario o
templo. De esos pasajes se hacen aplicaciones prácticas: (1) El Señor no mora en edificios
hechos con manos, sino en su pueblo como una iglesia (Hch. 17:24; I Cor. 3:16; I R. 8:27;
Is. 66:1, 2), (2) La iglesia es el santuario del Señor; El mora donde su pueblo esta
congregado en su nombre (Mt. 18:20), (3) el templo era un santuario, un edificio santo
separado, dedicado exclusivamente a la adoración y el servicio de Dios; asimismo la iglesia
es el templo del Espíritu Santo, el santuario donde mora el Señor; por eso, los miembros
de la iglesia son llamados “santos” (I Cor. 3:17; Ef. 2:21, 22; I P. 2:4, 5).
Pedro dice de los creyentes: “Como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual” (I P.
2:5). En esta figura, las piedras son parte de un edificio; pero son piedras vivas y por lo
tanto parte de un hogar o familia; no cualquier familia o cualquier edificio, sino un
santuario y una morada para el Señor.
P. La iglesia como peregrina.
Esta metáfora define la relación entre la iglesia y el mundo presente con las siguientes
aplicaciones: (1) los creyentes no están realmente “en casa” en este mundo, ni deben
conformarse “a este siglo”; su verdadera ciudadanía está en el cielo (Fil. 3:20; Rom. 12:2),
(2) se dice que los creyentes están como pasajeros aquí, como peregrinos y extranjeros
(Heb. 11:13), (3) sin embargo, los miembros de la iglesia, aunque peregrinos, están
comisionados a testificar a este mundo para ganar del mundo ciudadanos para el reino de
Cristo (I P. 2:11, 12; Col. 1:12–14; Hch. 1:8), (4) la meta de los creyentes es la “ciudad de
Dios” venidera (Heb. 13:14): “Porque no tenemos ciudad permanente, sino que buscamos
la por venir.”
Q. La iglesia como el camino.
En el libro de Hechos, la vida de la iglesia es llamada el camino, y los creyentes son
llamados “aquellos del camino:” “Y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de
que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén”
(Hch. 9:2). La iglesia como el cuerpo de Cristo es el camino, porque Cristo es el camino, la
verdad, y la vida, nadie viene al Padre si no es por Él (Jn. 14:6). Se declaran las siguientes
cosas acerca del camino de Dios en el libro de Hechos: (1) el camino de Dios es un camino
perseguido (22:4), (2) a menudo se habla mal de él (19:9), (3) es llamado herejía por
algunos (24:14), (4) Pablo confesó gozosamente a Félix que él era de ese camino (24:14),
(5) cuando la iglesia sea poderosa en testimonio y en poder como lo era en Efeso, causará
“un gran disturbio”, porque el camino de Dios será un elemento de disturbio en una
sociedad gobernada por los poderes de las tinieblas: “Hubo por aquel tiempo un disturbio
no pequeño acerca del Camino” (19:23).
R. La iglesia como la herencia del Señor.
En el primer capítulo de Efesios, Pablo hace una declaración notable: “Para que sepáis
cual es … la gloria de su herencia en los santos” (Ef. 1:18). Esto a menudo es interpretado
para referirse a nuestra herencia, pero una lectura cuidadosa muestra que el versículo se
refiere a la herencia del Señor la cual es los santos o la iglesia. En los versículos once y
catorce se halla la misma verdad. Aunque el versículo once dice en nuestra versión: “En Él
asimismo tuvimos herencia” en varias otras versiones dice: “En Él asimismo fuimos hechos
una herencia.” El gran erudito en griego, B. F. Wescott, traduce Efesios 1:11a de la
siguiente manera: “también fuimos hechos la porción de Dios.” La Biblia Viviente o
paráfrasis lo traduce: “gracias a lo que Cristo hizo, somos regalos que Dios recibe con
deleite.” F. F. Bruce, comentando sobre una de las versiones, dice:
“En Él asimismo fuimos hechos una herencia.” Esta es una traducción preferible a, “En Él
asimismo tuvimos herencia.” Ambas declaraciones son verdaderas, pero el apóstol está
pensando aquí en ‘la posesión adquirida’ de Dios (v 14), ‘Su herencia en los santos’ (v 18).
Así que, en los días del Antiguo Testamento, fue revelado que la porción del Señor es su
pueblo; Jacob es la heredad que le tocó (Dt. 32:9). En Cristo, entonces, hemos sido
admitidos en las filas del pueblo escogido, la santa heredad de Dios.
(Vea también I P. 2:9, 10; Ex. 19:5, 6; Dt. 14:2; 32:9; Sal. 72:2; Mal. 3:17).
S. La iglesia como la obra maestra del Señor.
Ya que Efesios es la epístola sobre la iglesia, se encontrarán en ella muchas de las
metáforas de la iglesia. En Efesios el capítulo dos, Pablo declara: “Porque somos hechura
suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Ef. 2:10a). La palabra griega traducida
“hechura” es poiema, que significa una “porción de hechura, una creación”; es la palabra
de la que obtenemos nuestra palabra castellana “poema.” La iglesia es la obra maestra de
la creación de Dios. Cuando la iglesia que es creada para buenas obras sea perfeccionada,
representará a su Hacedor y Creador, Cristo Jesús el Señor. “Cuando él se manifieste,
seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (Jn. 3:2).
Debería ser notado que todos los pronombres en Efesios capítulo dos son plurales:
“Somos [nosotros] hechura suya.” La iglesia es la obra maestra de Dios, un mosaico de
todo su pueblo en una obra colectiva diseñada. (Vea también Fil. 1:6; 2:3; Ef. 3:10; Col.
1:28, 29; Heb. 13:21; II Cor. 5:17.)
T. La iglesia como la luz del mundo.
En el sermón del monte, Jesús dijo, “Vosotros sois la luz del mundo, una ciudad asentada
sobre un monte no se puede esconder” (Mt. 5:14–16). La figura de la iglesia como luz
sugiere lo siguiente: (1) los creyentes que son los hijos de luz dan testimonio de Cristo
quien es la verdadera luz del mundo (Jn. 8:12), (2) entonces, la luz del creyente es una luz
reflejada, como la luz de la luna; el creyente refleja la luz de Cristo. Ef. 5:14 dice
literalmente, “Te alumbrará Cristo”, (3) el libro de Apocalipsis llama “candeleros” a las
iglesias locales (Ap. 1:20), (4) no importa de cuánta bendición sea ministrar unos a otros,
los creyentes no deben olvidar que su misión primaria es aquella de iluminar la oscuridad
del mundo (Mt. 5:16), (5) el testimonio del creyente es doble: testimonio por palabras, y
testimonio por obras (I P. 2:12).
1
Duffield, G. P., & Van Cleave, N. M. (2006). Fundamentos de Teologı́a Pentecostal (pp.
495–496). San Dimas, CA: Foursquare Media.
4. La identidad de la
iglesia
LA IDENTIDAD DE
LA IGLESIA
Mateo 5:13-16.
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se
desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve
más para nada, sino para ser echada fuera y
hollada por los hombres.
14Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad
asentada sobre un monte no se puede esconder.
15Ni se enciende una luz y se pone debajo de un
Identidad de la iglesia
Identidad de la iglesia
2. Ministerio a los creyentes: Nutrir. Según la Biblia la iglesia tiene una obligación
de nutrir a los que ya son creyentes y edificarlos a la madurez en la fe. Pablo
dijo que su propia meta no era simplemente llevar a las personas a la fe inicial que
salva sino «presentar peifecto en CristoJesús a todo hombre» (Col 1:28, RVR). Le dijo
a la iglesia de Éfeso que Dios dio a la iglesia personas dotadas «a fin de capacitar al
pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este
modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a
una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo» (Ef4:12-13).
Es claramente contrario al patrón del Nuevo Testamento pensar que nuestra única
meta con las personas es llevarlas a la fe inicial que salva. Nuestra meta como
iglesia debe ser presentar a Dios a todo creyente «perfecto en Cristo» (Col 1:28).
Sin embargo, los individuos son diferentes de la iglesia al poner una prioridad relativa
en uno u otro de los propósitos de la iglesia. Debido a que somos como un
cuerpo con diversos dones espirituales o capacidades, es correcto que pongamos
más de nuestro énfasis en el cumplimiento del propósito de la iglesia que está más
estrechamente relacionado a los dones e intereses que Dios nos ha dado. Ciertamente
no hay obligación que todo creyente intente dar exactamente un tercio de
su tiempo en la iglesia a la oración, otro tercio a cultivar otros creyentes, y un tercio
a la evangelización y obras de misericordia. Alguien con el don de evangelización
debería por supuesto pasar algún tiempo en adoración y cuidando a otros
creyentes, pero puede acabar dedicando la vasta mayoría de su tiempo en obra
evangelizadora. Alguien que es un dirigente talentoso de adoración puede acabar
dedicando el 90 por ciento de su tiempo en la iglesia a la preparación y dirección de
la adoración. Es solamente apropiada respuesta a la diversidad de dones que Dios
nos ha dado.
Notas al pie:
29Una conclusión similar la expresó J. Gresham Machen ya en 1923: «La Iglesia de Roma puede representar
una perversión de la religión cristiana; pero e1liberalismo naturalista no es cristianismo para nada» (Christianity
and Liberalism, [Eerdmans, Grand Rapids, 1923J, p. 52).
30En el próximo capítulo consideraremos la cuestión de la pureza de la iglesia. Aunque los creyentes no se deben
asociar voluntariamente con una iglesia falsa, debemos reconocer que entre las verdaderas iglesias hay iglesias
más puras y menos puras (ver consideración en el capítulo 45, abajo). También es importante notar aquí que
algunas denominaciones protestantes de teología liberal pueden tener muchas iglesias falsas dentro de la denominación
(iglesias en donde no se predica ni se oye el evangelio) y todavía tener algunas congregaciones locales que
predican el evangelio clara y fielmente y son verdaderas iglesias.
31No es mi intención decir que la evangelización es más importante que la adoración o el ministerio al creyente, sino que es nuestro
ministerio principal para con el mundo.
Declaración de Fe
1. Creemos en las Sagradas Escrituras, la Biblia, que como palabra inspirada de Dios mediante
la cual se revela al ser humano, no contiene error en sus originales y constituye la única
regla infalible de fe y conducta.
2. Creemos en un Dios único, existente y revelado en las Escrituras en las personas del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo.
3. Creemos en Jesucristo como único y suficiente Salvador, en su encarnación por obra y
gracia del Espíritu Santo y que su obra redentora, muerte y resurrección es suficiente para la
salvación del ser humano, sin necesidad de obras. En ningún otro hay salvación.
4. Creemos en la salvación integral del ser humano (cuerpo, alma y espíritu), ofrecida
gratuitamente mediante un acto soberano de Dios y obtenida por la fe en Jesucristo.
Creemos que todo ser humano es pecador y que, para ser salvo, en su libre albedrío, debe
aceptar la Gracia de Dios con la indispensable necesidad de arrepentimiento, confiar en la
eficacia del sacrificio expiatorio de Cristo Jesús en la Cruz, quien murió por toda la
humanidad como pago de la deuda contraída por nuestros pecados y, además, permanecer
fiel hasta la muerte cuidando nuestra salvación que es susceptible de perderse por causa de
infidelidad o apostasía.
5.
6. Creemos en la Promesa del Padre, el bautismo en el Espíritu Santo por el que los creyentes
son investidos de poder, para ser testigos de Jesucristo, servir a Dios y vivir en santidad. La
evidencia inicial es hablar en lenguas desconocidas, diferenciando este hecho del don de
lenguas.
7. Creemos en la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo, compuesta por todos los creyentes
nacidos de nuevo, con su doble carácter: universal y local, y cuya única cabeza es Jesucristo
mismo.
8. Creemos en el bautismo por inmersión y la cena del Señor como ordenanzas dadas por el
Señor a su iglesia. El bautismo, como testimonio público de conversión al evangelio de
Jesucristo en identificación con su muerte, sepultura y resurrección. La santa cena como
recordatorio de su muerte, señal del Nuevo Pacto, y anuncio de su segunda venida.
9. Creemos en el sacerdocio universal de los creyentes, siendo Jesucristo el único mediador
entre Dios y los hombres. Creemos en la oración en el nombre de Jesús como medio de
comunicación con Dios.
10. Creemos en la vigencia actual de los dones espirituales, manifestaciones sobrenaturales del
poder del Espíritu Santo, dados a la iglesia para su edificación.
11. Creemos en el poder de Dios, capaz de obrar prodigios, milagros y sanidades hoy día.
12. Creemos en el arrebatamiento de la iglesia y la segunda venida de Jesucristo, junto con sus
santos, para establecer su reino sobre la tierra.
13. Creemos en la resurrección de los muertos y el juicio final, unos para vida eterna, otros para
condenación eterna.
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5. Las ordenanzas de la
iglesia
Por: Pastor Osmany Cruz Ferrer
Predicar el evangelio de
Cristo.
“Pues no me envió Cristo a
bautizar, sino a predicar el
evangelio; no con sabiduría
de palabras, para que no se
haga vana la cruz de
Cristo” (1 Co 1.17)
Los términos
"bautismo", "bautizar",
vienen del griego
"baptizo", “baptizein” y
significan inmersión,
sumergir, introducir
dentro del agua.
Jesús dejó mandatos específicos
para los integrantes de su iglesia:
Hacer discípulos, amarse unos a otros
como él nos amó, perdonar las ofensas,
orar por los demás, 0cuparse de las
necesidades de otros, recordar su muerte
y anunciarla a través de la eucaristía,
bautizarse en el nombre del Padre del
Hijo, y del Espíritu santo, etcétera.
El bautismo en aguas tiene una
importancia singular por todo el
significado que encierra.
El Ejemplo del Señor Jesucristo.
Mateo 3: 13; Lucas 3:21.
El mandato directo del Señor
Jesús a bautizarse. Mateo 28:19;
Marcos 16:16.
La práctica apostólica. Hechos
2:38; 8:12; 8:36; 9:18; 10:47; 16:15
y 33; 18:8.
La aprobación de Dios Padre.
Mateo 3: 17; Marcos 1:11; Lucas
3:22; Juan 14:21; Mateo 10:32‐33.
1. Es un testimonio público, la confesión
visible de una fe verdadera en Cristo
Jesús.
“Y yendo por el camino, llegaron a cierta
agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué
impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si
crees de todo corazón, bien puedes. Y
respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el
Hijo de Dios” (Hch 8.36‐38).
El candidato al bautismo debe ser una
persona que comprende cabalmente el
sacrificio salvífico de Cristo. Si no es así,
entonces solo estamos mojando a la gente,
no bautizándolas.
2. Es una forma de
identificación con la muerte
de Cristo y una proclamación
pública de la resurrección
espiritual del converso a una
vida nueva:
“Porque somos sepultados
juntamente con él para muerte
por el bautismo, a fin de que
como Cristo resucitó de los
muertos por la gloria del Padre,
así también nosotros andemos
en vida nueva” (Ro. 6:4).
3. Es una manera visible de
afirmar nuestra unidad Con
Cristo y su iglesia.
4. Es un símbolo de la
muerte del "viejo
hombre" y la
resurrección del
"nuevo hombre", para
andar en una vida
nueva (Ro. 6:4‐6; Ef.
4:22‐24).
5. Es una manera visible de
confirmar nuestra iniciación en
la iglesia, columna y baluarte de
la verdad (1 Tim. 3:15).
1. Fe en el Señor
Jesucristo.
2. Arrepentimiento.
Bautismo por inmersión:
“Porque somos sepultados juntamente con él para
muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo
resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en vida nueva” (Ro. 6:4).
Martín Lutero dijo: "Yo haría que aquellos que fueran
bautizados sean sumergidos completamente como la
palabra sugiere y el misterio significa."
Juan Calvino: "La palabra “bautizar” significa
sumergir. Ciertamente la inmersión era la práctica de la
iglesia primitiva."
Juan Wesley: "Sepultado con Él, alude a bautizar por
inmersión según la costumbre de la primera iglesia."
Formula trinitaria.
“Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las
naciones, bautizándolos
en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu
Santo” (Hch. 28.19).
Al bautizarse en agua, el creyente
declara al mundo que:
1. Ha aceptado a Cristo como el Señor y
Salvador de su vida.
2. Que de la manera en que es
sumergido en el agua y queda cubierto
por ella, así muere a la vieja vida, la
cual queda sepultada para siempre en
las aguas del Bautismo.
3. Que al emerger del agua, ha
resucitado a la nueva vida y ahora vive
para el Señor, decidiendo serle fiel por
el resto de sus días.
El bautismo en agua es una ordenanza que debemos
respetar, obedecer y anunciar.
Enseñemos esta doctrina y estimulemos a su
obediencia.
La santa cena, la cena del Señor
(1 Co. 11:20)
La mesa del Señor (1 Co. 10:21)
La comunión (1 Co. 10:16)
La eucaristía.
Son varios de los nombres para
referirse a la ordenanza de Jesús
comprendida en los pasajes de
Mateo 26:17‐29, Marcos 14:12‐
25, Lucas 22:7‐23, 1 Corintios
11:23‐26.
Es un mandamiento de Jesús
para todos los creyentes (1Co
11.23‐26)
Deben participar de esta
conmemoración sólo aquellos
creyentes que vivan en armonía
con las enseñanzas de la
Palabra de Dios (2 P. 2:12‐21; 1
Jn. 1:7; Jud. 12‐16),
Que hayan sido instruidos en la
significación y repercusión de
la participación en la santa
cena y que tengan la capacidad
para comprender el alcance de
este acto.
Debido a esto, es aconsejable
reservar esta práctica a
creyentes que ya han sido
bautizados y por tanto,
debidamente instruidos en las
verdades del evangelio.
La santa cena es una ordenanza
instituida por Jesús para que
conmemoremos su obra
redentora.
Los elementos que la componen
son el pan y el vino. El pan es tipo
del cuerpo de Jesús, entregado
por nuestras rebeliones a la
cruenta muerte por crucifixión:
“Y mientras comían, tomó Jesús el
pan, y bendijo, y lo partió, y dio a
sus discípulos, y dijo: Tomad,
comed; esto es mi cuerpo” (Mt.
26:26).
El vino tipifica la sangre
derramada en remisión por
nuestros pecados: “Y tomando
la copa, y habiendo dado
gracias, les dio, diciendo:
Bebed de ella todos; porque
esto es mi sangre del nuevo
pacto, que por muchos es
derramada para remisión de
los pecados” (Mt. 26:27,28).
La santa cena es, por tanto, una conmemoración de la
obra redentora de Cristo “haced esto en memoria de
mi”. Se ha de participar de ella con acciones de gracias
(Mr. 14:23; Lc. 22:19).
La santa cena es comunión con Cristo y comunión con
los miembros de su cuerpo, la iglesia: “La copa de
bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la
sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la
comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el
pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues
todos participamos de aquel mismo pan” (1 Co.
10:16,17).
La santa cena también es un compromiso “hasta que él
venga” y un recordatorio de su pronto advenimiento.
La santa cena es un recordatorio
de las verdades más
sobresalientes del evangelio:
(1) La Salvación, que como este
pan, es el regalo del amor de
Dios.
(2) Es un recordatorio de la vida
de Cristo –todo lo que él fue, hizo
y dijo.
(3) Nos recuerda la atroz
esclavitud del pecado de la que
fuimos redimidos por Cristo.
(4) Enfatiza la obra de expiación, el
cuerpo de Cristo ‘entregado’ y su
sangre derramada por nosotros.
(5) Proclama que sólo en Cristo hay
perdón y salvación del pecado, la
primera necesidad del alma.
(6) Proclama que Cristo es el
alimento del alma.
(7) Se debe participar de ella por
medio de la fe, o de lo contrario no
será de utilidad alguna.
(8) Se nos enseña a compartir los
unos con los otros las bendiciones
espirituales que Dios nos da.
(9) Ella es la más íntima
comunión con Dios en Cristo.
(10) Es la comunión de los
unos con los otros.
(11) Es una verdadera fiesta de
gozo.
(12) Es una profecía de la
segunda venida de Cristo, del
triunfo perfecto de su reino.
(13) Presenta ante el mundo la
cruz de Cristo. No es una
reunión egoísta de unos pocos
santos, sino una proclamación
del Salvador de todos.
Debido a la seriedad de la
ordenanza y a las reales
consecuencias de tomar la
cena indignamente, existen
algunas razones para prohibir
a ciertas personas participar
de ella: “Porque el que come y
bebe indignamente, sin
discernir el cuerpo del Señor,
juicio come y bebe para sí.
Por lo cual hay muchos enfermos y
debilitados entre vosotros, y muchos
duermen” (1 Co. 11:29,30). Algunas de estas
razones son:
(1) La falta de unidad en la fe y la doctrina
cristiana (Ro. 8:9; 2 Co. 11:4; Gá. 1:6‐9).
(2) Una vida moral disipada e incoherente
con las normas bíblicas (2 P. 2:12‐21; 1 Jn.
1:7; Jud. 12‐16).
(3) La presencia de una actitud cismática y
divisionista (1 Co 1:10; Tit. 3:10,11).
(4) La falta de instrucción (en un recién
convertido por ejemplo) que impida al
creyente discernir el significado de lo que
practica.
(5) La falta de amor y la presencia de una
actitud no perdonadora (Mt. 5:23,24).
La frecuencia para la
observancia de la santa
cena debe ser regulada, no
es para todos los días, para
que no se pierda la
solemnidad del acto. Por
tanto, debe celebrarse lo
bastante cerca una de otra,
que permita cumplir la
ordenanza de Jesús y recibir
sus beneficios y lo
suficientemente
distanciada una de otra,
para que no se pierda la
seriedad y la reverencia que
ella demanda
IMPORTANCIA Y TIEMPO DEL BAUTISMO.
en Agua
Por otra parte algunos creyentes, tal vez basándose en el episodio de Felipe y
el eunuco etíope (Hechos 8:26-40) o exagerando la importancia y urgencia del
Bautismo, consideran que el nuevo convertido debe bautizarse apenas haya
aceptado al Señor, o en una fecha lo más cercana posible a su conversión.
“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas
Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?
Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda
justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua;
y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como
paloma, y venía sobre él.
Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia”. Mateo 3:13-17
¿QUIENES SE BAUTIZAN?
Por otra parte, hay quienes consideran que la Iglesia debe bautizar a los niños
pequeños de sus miembros. Quienes defienden el bautismo de niños, se
apoyan en los siguientes argumentos:
2. La inferencia de que los bautismos realizados "en las casas", Hechos 16:15,33;
1ª Corintios 1:16, significa que al menos en alguna de aquellas casas había
infantes o niños pequeños entre los que fueron bautizados. Pero esto es más
una conjetura que una afirmación seria y fidedigna. Y lo que prueba
demasiado, no prueba nada. Tenemos el mismo derecho a conjeturar y
pensar que los que se bautizaron en esas casas eran solamente los creyentes,
sujetos capaces, libres y moralmente responsables.
"Pero cuando creyeron a Felipe cuando él predicó las Buenas Nuevas y el nombre de
Cristo Jesús, ellos fueron bautizados, hombres y mujeres." Hechos 8:12,
En nuestra iglesia esperamos hasta que nuestros niños tienen la suficiente edad
para creer y entender el verdadero significado del bautismo, antes de que los
bauticemos. Hay sólo una condición en la Biblia para ser bautizado. Tiene que
creer en Cristo y obviamente ser lo suficiente maduro como para entender el
significado del paso que se está dando.
ORDENANZA O SACRAMENTO.
Por otra parte, la Iglesia Católico Romana sostiene que Jesucristo instituyó siete
sacramentos: además del Bautismo y la Eucaristía, la Confirmación, Penitencia,
Unción de enfermos, Orden Sacerdotal y Matrimonio. Según esta iglesia, los
sacramentos son signos visibles y eficaces de la gracia. Esto significa que no
solo son canales, sino que producen y otorgan la gracia que significan. Así el
Bautismo en Agua, (que, junto con la Confirmación y Eucaristía, son los
sacramentos de iniciación a la vida cristiana), constituye y otorga el
nacimiento a la nueva vida en Cristo, concede el perdón del pecado original
y de todos los pecados personales y hace que el que se bautiza sea hecho
hijo adoptivo del Padre, miembro de Cristo, templo del Espíritu Santo e
incorporado a la Iglesia ó Cuerpo de Cristo. Pero todo esto contradice la
enseñanza bíblica que afirma que la salvación y el perdón de pecados se
obtienen únicamente por fe. Efesios 2:8-9; Iª Juan 1:7.
La palabra “sacramento” deriva del latín “sacramentum” y originalmente era
un término jurídico. Se refería a la suma de dinero depositada en lugar sagrado
por las partes de un litigio o pleito civil. De acuerdo al fallo del tribunal, se
devolvía el dinero al ganador y se le quitaba al perdedor. Posteriormente se
aplico el término sacramento al juramento de fidelidad del nuevo recluta en el
ejército romano. En el siglo II, los cristianos adoptaron el término para referirse
al voto de obediencia y consagración al Señor. La Vulgata lo usó añadiendo
el concepto de misterio, algo oculto, arcano o sagrado.
FUNDAMENTO BÍBLICO.
¿Cuál es la razón fundamental o motivo del Bautismo en Agua? ¿Por qué debe
bautizarse el nuevo convertido?
Antes de descender a las aguas del Bautismo el nuevo convertido debe haber
dado los dos pasos previos a la conversión:
a)Arrepentimiento y
b) Fe en el Señor Jesucristo.
poder librarnos del pecado, ya que Cristo murió en nuestro lugar, y obtenemos
así la vida eterna. La conversión y el Bautismo tienen relación entre sí, como si
pasajes bíblicos. Hechos 2:38; 8:35-38; 17:30. En Juan 3:16-19 e Isaías 53,
arrepentimiento y la conversión.
Martín Lutero (Luteranos) dijo: "Yo haría que aquellos que fueran
bautizados sean sumergidos completamente como la palabra
sugiere y el misterio significa."
FÓRMULA BÍBLICA.
CONDUCTA POSTERIOR.
En el momento de la conversión, conocido también como el nuevo
nacimiento según la conversación de Jesús con Nicodemo, y desde luego,
después de haberse bautizado en agua, se entiende que el creyente debe
estar caminando en "vida nueva”. En 2ª Corintios 5:17 se explica esta
maravillosa transformación: “De modo que si alguno esta en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. La
Biblia aclara lo que es la regeneración: morir a la vida de pecado y resucitar a
una nueva vida; y lo ilustra con el Bautismo en Agua. Pero además, el Espíritu
Santo despierta este deseo dentro del creyente, y le concede la fortaleza
necesaria.
una reforma total del carácter, dejando los malos hábitos y adquiriendo los
muchos esfuerzos que haga y métodos que pruebe, no puede cambiar o dejar
Salmo 51:3-5; Jeremías 13:23; Mc. 2:17; Romanos 7:15-21; Isaías 64:5-6; Efesios
este mundo.
"Luz está sembrada para el justo y alegría para los rectos de corazón",
Padre. Por eso no hay nada que le pueda separar del amor de Dios en Cristo
De vez en cuando alguien dice, "Me gusta Jesús pero no me gusta la iglesia" o
"Yo me comprometo a Cristo pero no quiero estar comprometido a ninguna
iglesia local" o "Me gusta Cristo; yo no necesito la iglesia."
Quienes dicen esto son creyentes inmaduros y poco conocedores del precioso
regalo que Dios ha preparado para aquellos que formamos parte de su
familia.
Una Razón Práctica. Define claramente con quién puede contarse. Cada
equipo debe tener una lista. Cada escuela debe tener una matrícula. Cada
negocio tiene una nómina. Cada ejército tiene una lista de reclutas. Aún
nuestro país realiza un censo para la organización de la nación. El número de
miembros identifica quién está en la familia de Dios, la Iglesia.
Es sabido que Jesús dejó mandatos específicos para los integrantes de su iglesia, como amarse
unos a otros como Él nos amó, perdonar las ofensas, hacer discípulos, etcétera. En un estudio
con límites de espacio como éste, no podemos entrar en los detalles de cada una de estas
enseñanzas y órdenes del Señor. Pero hay dos mandatos de Jesús que, por las interpretaciones
que de ellos se han hecho, merecen atención especial en un estudio referente a la iglesia, ellos
son: el bautismo en agua y la santa cena.
A. EL BAUTISMO EN AGUA.
Jesús enseñó a sus discípulos que fueran por todas las etnias predicando el evangelio y
bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mr. 16:15-16). Este es un
mandamiento directo de Jesús a sus seguidores, dado poco antes de su ascensión a los cielos
(Mt. 28:19-20).
En obediencia a esta ordenanza, toda persona nacida de nuevo debiera dar testimonio público
de su fe, bautizándose en aguas mediante el método de inmersión y en nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo (Mt. 28:19). El bautismo en agua es una expresión pública y externa de
una experiencia interna. Es una forma de identificación con la muerte de Cristo y una
proclamación pública de la resurrección espiritual del converso a una vida nueva: “Porque
somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo
resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”
(Ro. 6:4).
Pedro, en su discurso en pentecostés, al ver la respuesta de la multitud les anunció lo que
Jesús ya les había encomendado: “Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y
a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: “Arrepentíos, y
bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hch. 2:37,39). La iglesia primigenia vio siempre el
bautismo como algo seguido a la conversión. El ejemplo de Cornelio y su familia (Hch.
10:47,48), el Etíope (Hch. 8:37,38) y el carcelero de Filipos (Hch. 16:33,34) dan fe de esto. Sin
embargo, el bautismo en aguas no es un acto de iniciación en la vida cristiana, sino en la iglesia
cristiana local y visible. Es la evidencia pública de la pertenencia de una persona a la
comunidad de creyentes en Jesucristo. El candidato al bautismo debe ser una persona que
comprenda cabalmente el sacrificio salvífico de Cristo, por lo que no se deben bautizar a
personas demasiados jóvenes, que todavía no han alcanzado a comprender estas verdades. La
mayoría de las iglesias evangélicas proponen una edad de bautismo no menor a los 12 años.
La doctrina de la iglesia Betel en el artículo III, Ordenanzas, resume la doctrina del bautismo
observando las siguientes directrices bíblicas: (1) Es un símbolo de la muerte del "viejo
hombre" y la resurrección del "nuevo hombre", para andar en una vida nueva (Ro. 6:4-6; Ef.
4:22-24). (2) Se requiere un testimonio claro y sincero de fe en el Señor Jesucristo por parte
del candidato, para ser bautizado (Hch. 8:26-38; Col. 2:12). (3) La fórmula bautismal aparece
con claridad en Mateo. 28:19. El bautismo en agua se realiza en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. (4) La palabra bautizar en los documentos originales del Nuevo
Testamento escrito en griego, da la idea de "sumergir". El bautismo requiere sumergir al
candidato en agua, para que después emerja (Ro. 6:3,4).
B. LA SANTA CENA.
La santa cena, la cena del Señor (1 Co. 11:20), la mesa del Señor (1 Co. 10:21), la comunión (1
Co. 10:16), la eucaristía, son varios de los nombres para referirse a la ordenanza de Jesús
comprendida en los pasajes de Mateo 26:17-29, Marcos 14:12-25, Lucas 22:7-23, 1 Corintios
11:23-26. Es un mandamiento de Jesús para todos los creyentes (1Co 11.23-26), aunque deben
participar de esta conmemoración sólo aquellos creyentes que vivan en armonía con las
enseñanzas de la Palabra de Dios (2 P. 2:12-21; 1 Jn. 1:7; Jud. 12-16), que hayan sido instruidos
en la significación y repercusión de la participación en la santa cena y que tengan la capacidad
para comprender el alcance de este acto. Debido a esto, es aconsejable reservar esta práctica
a creyentes que ya han sido bautizados y por tanto, debidamente instruidos en las verdades
del evangelio.
La santa cena es una ordenanza instituida por Jesús para que conmemoremos su obra
redentora. Los elementos que la componen son el pan y el vino. El pan es tipo del cuerpo de
Jesús, entregado por nuestras rebeliones a la cruenta muerte por crucifixión: “Y mientras
comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed;
esto es mi cuerpo” (Mt. 26:26). El vino tipifica la sangre derramada en remisión por nuestros
pecados: “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;
porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los
pecados” (Mt. 26:27,28). La santa cena es, por tanto, una conmemoración de la obra
redentora de Cristo “haced esto en memoria de mi”. Se ha de participar de ella con acciones
de gracias (Mr. 14:23; Lc. 22:19). La santa cena es comunión con Cristo y comunión con los
miembros de su cuerpo, la iglesia: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión
de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo
uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de
aquel mismo pan” (1 Co. 10:16,17). La santa cena también es un compromiso “hasta que él
venga” y un recordatorio de su pronto advenimiento.
La santa cena es un recordatorio de las verdades más sobresalientes del evangelio: (1) La
Salvación, que como este pan, es el regalo del amor de Dios. (2) Es un recordatorio de la vida
de Cristo –todo lo que él fue, hizo y dijo. (3) Nos recuerda la atroz esclavitud del pecado de la
que fuimos redimidos por Cristo. (4) Enfatiza la obra de expiación, el cuerpo de Cristo
‘entregado’ y su sangre derramada por nosotros. (5) Proclama que sólo en Cristo hay perdón y
salvación del pecado, la primera necesidad del alma. (6) Proclama que Cristo es el alimento del
alma. (7) Se debe participar de ella por medio de la fe, o de lo contrario no será de utilidad
alguna. (8) Se nos enseña a compartir los unos con los otros las bendiciones espirituales que
Dios nos da. (9) Ella es la más íntima comunión con Dios en Cristo. (10) Es la comunión de los
unos con los otros. (11) Es una verdadera fiesta de gozo. (12) Es una profecía de la segunda
venida de Cristo, del triunfo perfecto de su reino. (13) Presenta ante el mundo la cruz de
Cristo. No es una reunión egoísta de unos pocos santos, sino una proclamación del Salvador de
todos.1
1
William Smith; revised and edited by F.N. and MA Peloubet, Smith’s Bible dictionary [computer file], electronic ed., Logos Library
System, (Nashville: Thomas Nelson) 1997.
Debido a la seriedad de la ordenanza y a las reales consecuencias de tomar la cena
indignamente, existen algunas razones para prohibir a ciertas personas participar de ella:
“Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y
bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos
duermen” (1 Co. 11:29,30). Algunas de estas razones son: (1) La falta de unidad en la fe y la
doctrina cristiana (Ro. 8:9; 2 Co. 11:4; Gá. 1:6-9). (2) Una vida moral disipada e incoherente con
las normas bíblicas (2 P. 2:12-21; 1 Jn. 1:7; Jud. 12-16). (3) La presencia de una actitud
cismática y divisionista (1 Co 1:10; Tit. 3:10,11). (4) La falta de instrucción (en un recién
convertido por ejemplo) que impida al creyente discernir el significado de lo que practica. (5)
La falta de amor y la presencia de una actitud no perdonadora (Mt. 5:23,24).
La frecuencia para la observancia de la santa cena debe ser regulada, no es para todos los días,
para que no se pierda la solemnidad del acto. Por tanto, debe celebrarse lo bastante cerca una
de otra, que permita cumplir la ordenanza de Jesús y recibir sus beneficios y lo
suficientemente distanciada una de otra, para que no se pierda la seriedad y la reverencia que
ella demanda.
6. La disciplina en la
iglesia
La santidad es una de las altas banderas éticas de la
iglesia. Para evitar que esa santidad se desvirtúe, la
Palabra de Dios hace provisión para disciplinar a los
creyentes que actúan en forma incorrecta.
La disciplina en la iglesia está
enfocada a resultados positivos, y
motivada por el más sincero
amor cristiano. Esta disciplina
tiene por finalidad:
Corregir la falta (2 Co. 7:8‐10).
Restaurar a la persona culpable
(Mt. 6:14,15; Gá. 6:1).
Evitar que el pecado se disemine
dentro de la congregación (He.
12:15).
Proteger el testimonio de la
iglesia (1 Ti. 3:7)
Enviar un mensaje de alerta a
todos los miembros de la
comunidad cristiana.
Deben ser disciplinados
dentro de la iglesia:
Los que causen divisiones y
tropiezos doctrinales (Ro.
16:17).
Los que anden en alguna
inmoralidad (1 Co. 5:1‐5).
Los que están creando algún
tipo de desorden (2 Ts. 3:6‐11).
Los que niegan las grandes
doctrinas de la Biblia (1 Ti.
6:3‐11; 2 Ti. 2:16‐18; Tit. 3:10; 2
Jn. 1:10,11).
Un creyente puede ser disciplinado en varias formas,
en consecuencia con la trascendencia de su falta.
Ser amonestado en privado (Mt. 18:15,16).
Ser reprendido en público (Mt. 18:17,18)
Cesar durante un periodo todos los privilegios y todas las
actividades que realizaba dentro de la iglesia, hasta
restaurar su testimonio ante el mundo.
Si no se arrepiente de lo que hizo, puede ser cancelada su
membresía (Tit. 3:10).
Si persiste en su mala conducta y su asistencia a la iglesia
fuere motivo de escándalo, se le puede negar la asistencia a
las actividades de la iglesia (1 Co. 5:3).
LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA
(Por profesor Osmany Cruz en su libro Escuela Bíblica, Volumen II, cursos doctrinales).
La santidad es una de las altas banderas éticas de la iglesia. Para evitar que esa santidad se
desvirtúe, la Palabra de Dios hace provisión para disciplinar a los creyentes que actúan en
forma incorrecta. Como está escrito: “Tus testimonios son muy firmes; la santidad conviene a
tu casa, oh Jehová, por los siglos y para siempre” (Sal. 93:5). La exhortación de Pedro es: “Sino,
como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de
vivir” (1 P. 1:15).
A. EL PROPÓSITO DE LA DISCIPLINA.
La disciplina en la iglesia está enfocada a resultados positivos, y motivada por el más sincero
amor cristiano. Esta disciplina tiene por finalidad:
Corregir la falta (2 Co. 7:8-10).
Restaurar a la persona culpable (Mt. 6:14,15; Gá. 6:1).
Evitar que el pecado se disemine dentro de la congregación (He. 12:15).
Proteger el testimonio de la iglesia (1 Ti. 3:7)
Enviar un mensaje de alerta a todos los miembros de la comunidad cristiana.
Preparado por: Profesor
Osmany Cruz Ferrer
“Es verdad que si alguien desea
dirigir una iglesia, desea un
buen trabajo. Pero debe ser
alguien a quien no se le pueda
acusar de nada malo.” (1 Ti. 3:1
BLS).
El vocablo “obispos” usado en
el Nuevo Testamento era una
palabra usada por los griegos
para referirse a magistrados,
pontífices, incluso a filósofos,
pero siempre con una
connotación de supervisor o
líder.
La cualificación de los obispos que aparece en la Primera
Epístola a Timoteo, es la lista más larga de cualidades del
liderazgo cristiano que aparece en el Nuevo Testamento.
(1) Ser irreprensibles
(2) maridos de una sola mujer
(3) sobrios
(4) prudentes
(5) decorosos
(6) hospedadores
(7) aptos para enseñar
(8) no dados al vino
(9) no pendencieros
(10) no codiciosos de
ganancias deshonestas,
(11) amables,
(12) apacibles,
(13) no avaros,
(14) que gobierne bien su
casa,
(15) que tenga a sus hijos en
sujeción con toda honestidad,
(16) no neófitos,
(17) con buen testimonio de
los de afuera.
La terminología “diácono”
viene del griego diákonos y
significa, siervo.
Se refiere a alguien que sirve en
una iglesia local. Pablo
enumera sus características en 1
Timoteo 3:8‐13. Los diáconos
debían ser:
(1) honestos,
(2) sin doblez,
(3) no dados a mucho vino,
(4) no codiciosos de ganancias
deshonestas;
(5) que guarden el misterio
de la fe con limpia
conciencia,
(6) sean sometidos a prueba
primero, y entonces ejerzan
el diaconado, si son
irreprensibles
(7) sean maridos de una sola
mujer,
(8) que gobiernen bien sus
hijos y sus casas.
Texto bíblico: “Considera lo que digo, y el Señor
te dé entendimiento en todo” (2 Ti. 2:7).
EL MINISTERIO ES EL BLANCO DE LOS MÁS
DISÍMILES ATAQUES EMOCIONALES,
PERSONALES Y ESPIRITUALES:
1. Noventa por ciento de los pastores trabaja
más de cuarenta horas semanales.
2. Ochenta por ciento cree que el ministerio
pastoral ha afectado la vida de sus familias
negativamente.
3. Treinta y tres por ciento dice que estar en
el ministerio es un peligro absoluto para sus
familias.
4. Setenta y cinco por ciento reporta una
crisis significante relacionada con el estrés
al menos una vez en su ministerio.
5. Cincuenta por ciento se siente incapaz de
cumplir con las necesidades del trabajo.
6. Noventa por ciento se siente mal
preparado para enfrentar las demandas del
ministerio.
7. Setenta por ciento dice que tiene la
autoestima más baja que al comenzar el
ministerio.
8. Cuarenta por ciento reporta un serio
conflicto con un miembro al menos una vez
al mes.
9. Treinta y tres por ciento confiesa haber
estado involucrado en alguna conducta
sexual inapropiada con alguien de la iglesia.
10. Setenta por ciento no tiene alguien que
considere un íntimo amigo.
Los servidores son
personas bajo ataque
continuo.
La naturaleza de su
servicio espiritual los
expone a luchas
continuas con poderes de
las tinieblas.
Necesitamos el consejo
bíblico para ganar las
batallas diarias.
1. Eche mano del gozo de
ser salvo en su peregrinar.
Esta es la fuerza
centrífuga que nos
impulsa a continuar
adelante en el servicio
para el Señor:
“quien nos salvó y llamó con
llamamiento santo, no
conforme a nuestras obras,
sino según el propósito suyo
y la gracia que nos fue dada
en Cristo Jesús antes de los
tiempos de los siglos” (2 Ti.
1:9).
2. Encuentre un lugar
de servicio donde se
sienta útil y coloque
todo su empeño en
hacer que su trabajo
sea eficiente:
“Cada uno de ustedes
ha recibido de Dios
alguna capacidad
especial. Úsenla bien en
el servicio a los demás”
(1 P. 4:10 BLS).
3. Sirva a Dios enfocado
en lo que él es, de esta
manera nunca perderá el
rumbo:
“Servid a Jehová con temor,
y alegraos con temblor”
(Sal. 2:11).
4. Trabaje con alegría.
Disfrute lo que hace
para que su tarea sea
más llevadera:
“Servid a Jehová con
alegría; venid ante su
presencia con regocijo”
(Sal. 100:2).
5. Haga su trabajo lo
mejor que pueda,
procure superarse a sí
mismo para gloria de
Dios:
“¿Has visto hombre
solícito en su trabajo?
Delante de los reyes
estará; no estará delante
de los de baja condición”
(Pr. 22:29).
6. No compita con ningún
consiervo. El ministerio no
es una competencia de
velocidad, sino una carrera
de relevo:
“Hermanos, yo mismo no
pretendo haberlo ya
alcanzado; pero una cosa
hago: olvidando ciertamente
lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al
premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo
Jesús” (Fil. 3:13,14).
7. Sujétese a las
autoridades puestas por
Dios. Los siervos sujetos
son el doble de efectivos
que aquellos que tienen
problemas con la
obediencia:
“Recuérdales que se sujeten
a los gobernantes y
autoridades, que obedezcan,
que estén dispuestos a toda
buena obra” (Tit. 3:1).
8. Sirva a Dios con
diligencia, pero no
olvide llevar a su
familia con usted:
“Pero si no quieren servir
al Señor, elijan hoy a
quién van a servir: si a los
dioses a los que sus
antepasados servían a
orillas del Éufrates, o a los
dioses de los amorreos
que viven en esta tierra.
Por mi parte, mi familia y
yo serviremos al Señor”
(Jos. 24:15 DHH).
9. Cuide su ética
como siervo, usted
representa a Dios
por donde quiera
que va:
“Para que si tardo,
sepas cómo debes
conducirte en la casa
de Dios, que es la
iglesia del Dios
viviente, columna y
baluarte de la verdad”
(1 Ti. 3:15).
10. Tenga una mentalidad
de recompensa. Dios no
paga todos los fines de
semana, pero cuando lo
hace, paga muy bien:
“¡Pongan atención! ¡Yo
vengo pronto! Y traigo el
premio que le daré a cada
persona, de acuerdo con lo
que haya hecho” (Ap. 22:12).
11. Mantenga las
motivaciones para su
servicio bajo vigilancia:
“Sobre toda cosa guardada,
guarda tu corazón; porque
de él mana la vida” (Pr.
4:23).
12. Sea íntegro, la santidad es el mejor respaldo para
una vida de legítimo servicio a Dios:
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie
verá al Señor” (He. 12:14).
13. Un servidor de Dios
no hace distinción de
personas, aléjese de toda
parcialidad y espíritu de
segregación:
“Te encarezco delante de
Dios y del Señor Jesucristo,
y de sus ángeles escogidos,
que guardes estas cosas sin
prejuicios, no haciendo
nada con parcialidad” (1 Ti.
5:21).
14. Sea amable para con
todos. Las buenas
relaciones son
imprescindibles si
deseamos tener un
servicio influyente:
“Porque el siervo del
Señor no debe ser
contencioso, sino amable
para con todos, apto para
enseñar, sufrido” (2 Ti.
2.24).
15. No hable mal de otros
consiervos, mantenga a su
lengua alejada de
comentarios inadecuados:
“Ni murmuréis, como algunos
de ellos murmuraron, y
perecieron por el destructor”
(1 Co. 10:10).
16. Practique una vida
devocional vivificante y
renovada:
“Una cosa he demandado a
Jehová, ésta buscaré; que esté
yo en la casa de Jehová todos
los días de mi vida, para
contemplar la hermosura de
Jehová, y para inquirir en su
templo” (Sal. 27:4).
17. Honre a otros consiervos, los demás también
necesitan que los amen y reconozcan:
“Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al
que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que
honra, honra” (Ro. 13:7).
18. Haga nuevos amigos en
el transcurso de su vida y su
ministerio, pero nunca se
olvide de los viejos:
“El hombre que tiene amigos
ha de mostrarse amigo; Y
amigo hay más unido que un
hermano” (Pr. 18:24).
19. Encuentre tiempo
para la recreación sana.
Los servidores también
son seres humanos:
“Porque para todo lo que
quisieres hay tiempo y
juicio” (Ec. 8:6a).
20. Lea la Biblia con
frecuencia, este es el
manual legítimo de
los servidores. En ella
se encuentra todo lo
que necesitamos para
nuestra vida y para
realizar nuestro
trabajo:
“Toda la Escritura es
inspirada por Dios, y útil
para enseñar, para
redargüir, para corregir,
para instruir en justicia”
(2 Ti. 3:16).
21. Rinda cuenta a otros
sobre su vida y
mayordomía, esto
mantendrá su cordura a
flote e impedirá deslices
fatales:
“Confesaos vuestras
ofensas unos a otros, y
orad unos por otros, para
que seáis sanados. La
oración eficaz del justo
puede mucho” (Stg. 5:16).
22. Sea humilde, el
mundo se está
quedando sin ese
tipo de gente:
“Porque Jehová es
excelso, y atiende al
humilde, mas al altivo
mira de lejos” (Sal.
138:6).
23. Tenga prioridades
en la vida. Nadie ha
dicho jamás en su
lecho de muerte que le
hubiera gustado pasar
más tiempo
trabajando:
“Por nada estéis
afanosos, sino sean
conocidas vuestras
peticiones delante de
Dios en toda oración y
ruego, con acción de
gracias” (Fil. 4:6).
24. Actualícese con la
tecnología
contemporánea,
puede hacer más
productivo su trabajo:
“El hombre sabio es
fuerte, y de pujante vigor
el hombre docto” (Pr.
24:5).
25. Cuando alcance algún
logro personal, ministerial
o familiar, busque la
ocasión y la forma para
celebrarlo. No deje pasar
de largo los milagros de
Dios:
“Y la paz de Dios gobierne en
vuestros corazones, a la que
asimismo fuisteis llamados
en un solo cuerpo; y sed
agradecidos” (Col 3:15).
26. Los servidores
altamente eficaces
entienden la vida como
un don de Dios, viva
cada segundo al
máximo:
“Este es el día que hizo
Jehová; nos gozaremos y
alegraremos en él” (Sal.
118:24).
27. Sea cauteloso en la
toma de decisiones. Un
servidor de Dios afecta a
muchos a su alrededor
cuando elige mal en la
vida:
“¿Quién es el hombre que
teme a Jehová? Él le enseñará
el camino que ha de escoger”
(Sal 25:12).
28. Sea agradecido con
Dios, sea agradecido con
todo el mundo:
“Así que, recibiendo nosotros
un reino inconmovible,
tengamos gratitud, y
mediante ella sirvamos a Dios
agradándole con temor y
reverencia” (He. 12:28).
29. Procure el
compañerismo de otros
cristiano, los ermitaños
no la pasan bien en el
ministerio:
“Unánimes entre vosotros;
no altivos, sino
asociándoos con los
humildes. No seáis sabios
en vuestra propia opinión”
(Ro. 12:16).
30. No tome decisiones
importantes sin previa
consulta con personas
sabias, amigos y
familiares, en la
multitud de consejeros
está la sabiduría:
“Donde no hay dirección
sabia, caerá el pueblo; mas
en la multitud de
consejeros hay seguridad”
(Pr. 11:14).
31. Alimente su intelecto,
uno nunca sabe cuándo le
hará falta ese
conocimiento para
ponerlo al servicio del
Señor:
“El corazón entendido busca
la sabiduría; mas la boca de
los necios se alimenta de
necedades” (Pr. 15:14).
32. Sirva a los creyentes,
pero también a los no
creyentes. El impacto del
servicio tiene dimensiones
impresionantes y
resultados imprevisibles:
“Y el que de vosotros quiera
ser el primero, será siervo de
todos” (Mr. 10:44).
33. Separe de cuando en
cuando un día para la
meditación personal, la
reflexión bíblica y la
planificación del futuro.
Se puede lograr más en un
día así, que en mil horas
de trabajo desenfocado:
“Mi corazón ha dicho de ti:
Buscad mi rostro. Tu rostro
buscaré, oh Jehová” (Sal.
27:8).
34. Ayune
sistemáticamente, hay
prácticas que aunque son
viejas siguen funcionando:
“Ministrando éstos al Señor, y
ayunando, dijo el Espíritu
Santo: Apartadme a Bernabé
y a Saulo para la obra a que
los he llamado” (Hch. 13:2).
35. Lea biografías de otros
servidores de Dios, encontrará
inspiración, sabiduría y
necesarias advertencias que
luego le ayudarán en el
ministerio:
“Por tanto, nosotros también,
teniendo en derredor nuestro tan
grande nube de testigos,
despojémonos de todo peso y del
pecado que nos asedia, y corramos
con paciencia la carrera que
tenemos por delante” (He. 12:1).
36. Administre bien sus
recursos, hay demasiados
servidores con la mente
puesta en sus necesidades
simplemente porque
carecen de juicio para
invertir su dinero:
“El hombre de bien tiene
misericordia, y presta;
gobierna sus asuntos con
juicio” (Sal. 112:5).
37. Sea autocrítico, le
ayudará a superar sus
deficiencias con mejor
estado de ánimo:
“Ciertamente no hay hombre
justo en la tierra, que haga el
bien y nunca peque” (Ec.
7:20).
38. Redima el tiempo
porque solo le tocan 24
horas al día como a
todas las demás
personas:
“Aprovechando bien el
tiempo, porque los días
son malos” (Ef. 5:16).
39. No mida sus logros por el
resultado de otros, sea
constante y obediente a Dios.
Los logros no definen cuán
exitoso es usted ante los ojos
de Dios, pero su obediencia y
su compromiso sí:
“Y Samuel dijo: ¿Se complace
Jehová tanto en los holocaustos
y víctimas, como en que se
obedezca a las palabras de
Jehová? Ciertamente el
obedecer es mejor que los
sacrificios, y el prestar atención
que la grosura de los carneros”
(1 S. 15:22).
40. Sea feliz, disfrute
mientras camina la senda
que conduce al cielo:
“Regocijaos en el Señor
siempre. Otra vez digo:
¡Regocijaos!”(Fil 4:4).
Marchemos en pos del llamado que hemos recibido, el
resto lo hace Dios.
El prometió: “he aquí yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mt. 28:20).
El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus
siervos nos levantaremos y edificaremos (Neh 2.20)
CONTENIDO
UN SERVICIO AL ESTILO DE
JESÚS
Introducción:
POR: REV. OSMANY
CRUZ FERRER
La cosmovisión de Jesús sobre el servicio espiritual
Conclusiones:
INTRODUCCIÓN EN EL MUNDO DE HOY:
Base Bíblica: Mt 20:28. “El Hijo del Hombre no vino para ser
servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”
Pensamiento: «Siempre que
puedas, haz todo el bien que Si una persona se
puedas, por todos los medios levanta temprano y
que puedas, de todas las llega tarde a casa
maneras que puedas, en todos por trabajar, le
los lugares que puedas, en todo llaman
momento que puedas, a toda la emprendedor.
gente que puedas». Juan
Wesley.
Si un
adolescente
Si un joven
se levanta de duerme poco
madrugada a por trabajar y
estudiar, se estudiar al
le llama mismo tiempo,
aplicado. se le llama
industrioso.
Pero si alguien
decide asistir a la
Si alguien aparta
iglesia tres o cuatro
tres tardes a la veces a los cultos y
semana para ir al habla de Cristo a sus
gimnasio y compañeros en el
mantenerse en trabajo o en la
forma, se le llama escuela y se
disciplinado. preocupa por servir a
los demás, se le
llama fanático.
LAS PREMISAS SOBRE EL SERVICIO QUE ENARBOLA LA BIBLIA.
1. Dios conoce lo que hacemos y la intención con que 2. Dios nos llama a ser siervo de todos. Mr. 10:43,44
lo hacemos. Ap. 2.19. “Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera
“Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor,
paciencia, y que tus obras postreras son más que las y el que de vosotros quiera ser el primero, será
primeras.” siervo de todos.”
I. LA COSMOVISIÓN DE JESÚS SOBRE EL
SERVICIO ESPIRITUAL:
3. Dios se complace en nuestro trabajo desinteresado. La cosmovisión del Maestro
He 6.10. sobre el servicio en Dios está
“Dios es justo, y nunca olvidará lo que ustedes han clarificado en sus mismas
hecho y siguen haciendo para ayudar a su pueblo palabras y en el contexto de
elegido.” BLS la interrelación con sus
discípulos. Para Jesús el
servicio era:
1. La actitud que resumía su
misión. Mr. 10:45. Porque el
Hijo del Hombre no vino para
ser servido, sino para servir, y
para dar su vida en rescate
por muchos.
2. La máxima forma de
imitar su ejemplo. Mt
20.27‐28.
3. Una actitud que no admitía
“Y el que quiera ser el dualidad. Mt 6:24
primero entre vosotros
“Ningún esclavo puede trabajar
será vuestro siervo;
para dos amos al mismo
como el Hijo del
tiempo, porque siempre
Hombre no vino para ser
obedecerá o amará más a uno
servido, sino para servir,
que a otro.”
y para dar su vida en
rescate por muchos.”
4. El servicio espiritual es intrínsecamente mesiánico. Mt
25.35‐40. Todo servicio es para Jesús.
“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis
5. El servicio debe
de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me estar ligado a una
cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. vida de santidad.
Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te Juan 12:26ª.
vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de
Si alguno me sirve,
beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo,
y te cubrimos?¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y sígame; y donde yo
vinimos a ti?Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que estuviere, allí
en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más también estará mi
pequeños, a mí lo hicisteis.” servidor.
UN SALUDO
PARA TODOS
LOS QUE SIRVEN
A DIOS
6. El servicio noble
es honrado por el
Padre. Juan
12:26b.
Si alguno me
sirviere, mi Padre
le honrará.
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Existen cristianos que son como: A Dios gracias hay cristianos todavía que
son como:
1. Carretillas; no sirven para nada a menos que se les 1. Niños exploradores, siempre listos.
empuje. 2. Rocas, aguantadores y constantes.
2. Canoas; necesitan que se les mueva dándoles con 3. Libros, siempre dispuestos a darse a sí mismos.
los remos. 4. Dinero en el banco: siempre saber que pueden
3. Papalotes; que si no los atas con un hilo, se van. contar con ellos.
4. Globos, llenos de aire, y listos para hacer explosión 5. Astros en el cielo, predecibles en su conducta,
a la menor presión o pinchazo. porque no son guiados por los impulsos, o por la
5. Vagones de tren; necesitan ser tirados para poder cultura, o por la sociedad, sino por las leyes
avanzar. divinas.
6. Luces intermitentes; se encienden y se apagan
constantemente. ¿Qué clase de cristiano eres tú este día?
II. EL FUNDAMENTAL DESAFÍO DEL CREYENTE
COMO SIERVO DE CRISTO.
Vivir a la altura del ejemplo de siervo que nos legó el
SERVICIO POSMODERNISTA SERVICIO CRISTIANO
Señor y no según los patrones postmodernistas.
No servimos a Dios pensando en lo que vamos a protagonismo Anonimato
perder, sino en lo que vamos a ganar (OCF)
Interés Desinterés
Egoísmo. Altruismo
III. RECOMENDACIONES PARA IMITAR EL
SERVICIO DE JESÚS:
2. Haga una agenda
completa de su día
de trabajo por
1. Comience su día
orden de
presentándoselo a
prioridades y con
Dios en oración (Jn.
la plena certeza de
1:35) (1 Tes. 5:17).
que va a alcanzar
lo que se propone
(Ec. 11:4).
3. Concédale a cada 4.No se deje
actividad una entretener
cantidad de tiempo por ninguna
determinado y causa (Juan
cúmplalo con 4) (Pr. 18:9).
rigurosidad (Pr.
22:29).
5. Vea su trabajo
como una
responsabilidad 6. Trabaje con alegría (Sal.
ante el Señor y 100:2).
como una
bendición de Dios
para su vida (Ec.
2:24).
7. Entienda que si usted
trabaja dentro de un 8.Nunca olvide
equipo y es que nuestro
ineficiente no solo se servicio, sea
dañará su trabajo cual sea, es
sino también el de como para
otros, por tanto Dios y no
tenga presente a su para los
hermano a la hora de hombres
cumplir con sus (Col. 3:23).
tareas.
SIRVAMOS, SÍ, PERO AL ESTILO
DE JESÚS
9. Tenga una mentalidad
de recompensa. Cada
cosa que usted haga
para el Señor recibirá
remuneración del
Padre (1 Co. 3:8).
LOGO
LOS LÍDERES DE LA IGLESIA
(Por profesor Osmany Cruz en su libro Escuela Bíblica, Volumen II, cursos doctrinales).
El Nuevo Testamento menciona que la iglesia tenía líderes, supervisores que estaban para
servir a la iglesia local, gobernar amorosamente al rebaño del Señor y vivir intachablemente
como ejemplos en conducta y fe. Había obispos, ancianos y diáconos.
La iglesia de Jesucristo es
depositaria de los propósitos
de Dios en la tierra hasta el
arrebatamiento, cuando será
trasladada a los cielos.
Mientras ese día llega, la
iglesia deberá evangelizar al
mundo, discipular a los
nuevos creyentes, entrenar y
enviar a sus obreros, cuidar a
sus integrantes y ser un
referente para el mundo entre
otras muchas tareas.
Antes de su ascensión a los cielos,
Jesús les dio a sus discípulos la
comisión de ir por todo el mundo
predicando el evangelio (Mr. 16:15).
“¿Cómo, pues, invocarán a aquel en
el cual no han creído? ¿Y cómo
creerán en aquel de quien no han
oído? ¿Y cómo oirán sin haber
quien les predique? ¿Y cómo
predicarán si no fueren enviados?
Como está escrito: ¡Cuán hermosos
son los pies de los que anuncian la
paz, de los que anuncian buenas
nuevas!” (Ro. 10:14,15).
La dinámica de la gran comisión:
Una mandato Id.
Un propósito Predicad.
Un mensaje El evangelio.
Un destino cada criatura.
Dos resultados El que cree será salvo,
el que no cree será condenado.
Una promesa. Habrá señales que
confirmen el mensaje.
Satanás como fiscal,
el Abogado Jesús,
Juez Dios,
Acusada la humanidad
y testigo la iglesia.
El fiscal Satanás dice culpable a la humanidad sin
posibilidad de apelación, Jesús el abogado cita de la ley la
clausula única de perdón que se encuentra en Juan 3:16, la
iglesia como testigo afirma el poder de esa ley de redención
en Cristo y Dios el Padre absuelve a todos los que confiesan
que Jesús es el Señor.
La palabra profética más
segura.
El poder del Espíritu.
Solo los hombres
apasionados han logrado
grandes cosas.
Larry Bird, leyenda del
baloncesto, considerado el
mejor alero que haya existido
jamás.
Demóstenes era tartamudo,
y su voz era inadecuada para
la oratoria. Se convirtió en el
más grande orador del mundo
antiguo.
Ludwig van Beethoven se
quedó sordo.
Homero, ciego.
Sir Walter Scott sufría de
parálisis.
Robert Louis Balfour
Stevenson (1850‐1894),
novelista, ensayista y poeta
escocés, Padeció de
tuberculosis una buena parte
de su vida.
Dostoiewski era epiléptico y
después de un ataque podía
olvidar toda la trama de una
novela que estuviera
escribiendo.
David Livinstong su
disciplina al llamado de Dios
lo llevó a pasar toda su vida en
el África aunque en todo su
ministerio solo ganó un
converso que mas tarde se
apartó.
William Booth se sintió tan
trastornado por la visión de
los borrachos de los barrios
bajos de Londres que no pudo
comer o dormir en una
semana.
Alexander Borisov.
Presidente de las SBU de la ex
Unión Soviética.
Juan Bunyan.
Juan Wesley.
Jonathan Goforth.
Jorge Müller.
C. S Tudd.
Spurgeon.
Hudson Taylor.
Tenemos que
proclamar nuestra fe.
“¿Cómo, pues, invocarán
a aquel en el cual no han
creído? ¿Y cómo creerán
en aquel de quien no
han oído? ¿Y cómo oirán
sin haber quien les
predique?” (Ro. 10:14).
La comisión nos ha sido
dada (1 Co. 9:17).
El mundo entero quiere
lo que tenemos (Juan
4:10).
Si conocieras el don de
Dios, y quién es el que te
dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua
viva” (Jn. 4:10).
Nosotros tenemos el
privilegio de hacerlo (2
Corintios 5:20).
Tenemos que trabajar en equipo (Lucas
10:1)
“Después de estas cosas,
designó el Señor también a
otros setenta, a quienes
envió de dos en dos delante
de él a toda ciudad y lugar
adonde él había de ir” (Lc.
10:1).
Tenemos que ser evangelizadores calificados.(2
Timoteo 2:15).
5. No debemos
desperdiciar ningún
momento (2 Co. 6:2).
“Porque dice: En tiempo
aceptable te he oído, y en
día de salvación te he
socorrido. He aquí ahora
el tiempo aceptable; he
aquí ahora el día de
salvación” (2 Co. 6:2).
Este es el día para hacerlo.(2 Corintios 6:2).
Con disposición, de
buena gana,
voluntariamente
“Por lo cual, si lo hago de
buena voluntad,
recompensa tendré; pero si
de mala voluntad, la
comisión me ha sido
encomendada” (1 Co. 9:17).
Debemos evangelizar con
sencillez.
“y ni mi palabra ni mi
predicación fue con palabras
persuasivas de humana
sabiduría, sino con
demostración del Espíritu y
de poder, para que vuestra fe
no esté fundada en la
sabiduría de los hombres,
sino en el poder de Dios” (1
Co. 2:4,5).
Debemos anunciar las
nuevas del reino de Dios
con denuedo.
“Porque no nos ha dado
Dios espíritu de cobardía,
sino de poder, de amor y de
dominio propio” (2 Ti. 1:7).
Debemos anunciar el
evangelio con compasión.
“Libra a los que son llevados a la
muerte; salva a los que están en
peligro de muerte. Porque si
dijeres: Ciertamente no lo
supimos, ¿Acaso no lo
entenderá el que pesa los
corazones? El que mira por tu
alma, él lo conocerá, y dará al
hombre según sus obras” (Pr.
24:11‐12).
Prediquemos las buenas
noticias con señales
sobrenaturales.
“Y les dijo: Id por todo el
mundo y predicad el
evangelio a toda criatura. Y
estas señales seguirán a los
que creen: En mi nombre
echarán fuera demonios;
hablarán nuevas lenguas;
tomarán en las manos
serpientes, y si bebieren cosa
mortífera, no les hará daño;
sobre los enfermos pondrán
sus manos, y sanarán” (Mr.
16.17, 18).
James Hudson Taylor
dijo: "La gran comisión no
es una opción para ser
considerada, sino un
mandamiento para ser
obedecido".
“Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo,
y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden
todas las cosas que os he
mandado; y he aquí yo estoy
con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo. Amén”
(Mt. 28:19,20).
“Podemos guiar a otros sólo
hasta el punto del camino
que nosotros mismos
hayamos llegado. Solo
señalar el camino no es
suficiente. Si no estamos
caminando, entonces nadie
puede seguirnos, y no
guiamos a nadie” (Oswald
Sanders).
(1) Recibir a los débiles en la fe
(Ro. 14:1).
(2) Soportar a los menos fuertes
(Ro. 15:1).
(3) Amar a los demás (Ro.
12:10).
(4) Compartir con otros de lo
que Dios nos ha dado (Ro.
12:13).
(5) Alentarnos (1 Ts. 4:18).
(6) Sobrellevar las cargas los
unos a los otros (Gá. 6:2).
(7) Amonestarnos mutuamente
cuando fuere necesario (Ro.
15:14).
Dios es quien señala a una
persona para una tarea
determinada, de eso no hay
duda, pero la iglesia tiene un
papel importante
respaldando aquello que el
Espíritu ha dicho.
En el libro de los Hechos.
Pablo y Bernabé fueron
seleccionados por el Espíritu
para la obra misionera, la
iglesia, por su parte, dio su
consentimiento y oró por
ellos (Hch. 13:2,3).
La iglesia como cuerpo de Cristo debe tener un
impacto espiritual primeramente, pero también tendrá
un impacto social inexcusable (Mt. 5:13‐16).
LA CANTIDAD DE MINISTERIOS DESCRITOS EN EL
EL MINISTERIO DE LA IGLESIA NUEVO TESTAMENTO
Elementos que subyacen en esta enseñanza
¿DE CUÁNTOS MINISTERIOS PODEMOS HABLAR EN EL DESMEDIDO ÉNFASIS EN EL DENOMINADO
LA ACTUALIDAD? MINISTERIO QUÍNTUPLE
LOS MINISTERIOS DE EF 4:11
¿EXISTE UN ORDEN DE PRIORIDAD DE UN
MINISTERIO SOBRE OTRO?
¿Deben todos los ministerios
ser desempeñados como
“oficios”?
¿QUIÉN OTORGA LOS MINISTERIOS? ¿En qué forma debe la iglesia reconocer
¿EN QUÉ MANERA? cada uno de los ministerios?
FIN
EL MINISTERIO DE LA IGLESIA
(Por profesor Osmany Cruz en su libro Escuela Bíblica, Volumen II, cursos doctrinales).
A. EVANGELIZAR.
Antes de su ascensión a los cielos, Jesús les dio a sus discípulos la comisión de ir por todo el
mundo predicando el evangelio (Mr. 16:15). Esta imperativa orden, junto a la de hacer
discípulos, constituyen la agenda principal e histórica de la iglesia en la tierra. Pablo Alberto
Deiros define evangelización como la acción de: “Comunicar la buena noticia tocante a Jesús a
todas las personas, una noticia urgente, inmediata y salvadora”.1 Deiros dice además que
evangelismo es “la predicación del evangelio cristiano de salvación a través de Jesús y con el
poder del Espíritu Santo a otras personas inconversas, con el propósito de que puedan
arrepentirse de sus pecados, poner [su] fe en Cristo como Señor y Salvador, y encontrar una
nueva vida en él.”2 Esa es nuestra honrosa responsabilidad; debemos llevarla a cabo porque
“¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien
no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren
enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los
que anuncian buenas nuevas!” (Ro. 10:14,15).
B. DISCIPULAR.
La gran comisión no sólo se limita a la evangelización, también incluye la consolidación de los
nuevos creyentes. Una y otra acción van de la mano. Si la iglesia evangeliza y no discipula, su
trabajo se queda a medias y es hasta posible que se pierda del todo. El sacro mandato de Jesús
para su pueblo es: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas
que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Amén” (Mt. 28:19,20). Alguien exageró al decir que “los cristianos son buenos parteros, pero
malos pediatras”. Lo que sí es cierto es que el trabajo de consolidación o discipulado de un
nuevo creyente, exige mucho tiempo y dedicación. Oremos para que Dios nos conceda esa
gracia y esforcémonos por formar en otros el carácter de Cristo.
C. CUIDAR
La iglesia debe cuidar de los suyos. El trabajo no es del liderazgo local solamente. Para que una
congregación de creyentes funcione, según el estándar del Nuevo Testamento, se requiere que
sus integrantes se preocupen los unos por los otros. La Palabra nos manda a: (1) recibir a los
débiles en la fe (Ro. 14:1), (2) a soportar a los menos fuertes (Ro. 15:1), (3) a amar a los demás
(Ro. 12:10), (4) a compartir con otros de lo que Dios nos ha dado (Ro. 12:13), (5) a alentarnos
(1 Ts. 4:18), (6) a sobrellevar las cargas los unos a los otros (Gá. 6:2), (7) a amonestarnos
1
Deiros, Pablo Alberto: Diccionario Hispano-Americano De La Misión. Casilla, Argentina : COMIBAM Internacional,
1997.
2
Ibíd.
mutuamente cuando fuere necesario (Ro. 15:14), etcétera. Los integrantes de la iglesia deben
cuidarse entre sí, en unidad y amor. Esta es su identidad espiritual y si así vive la iglesia, su
testimonio le dirá al mundo que somos hijos de Dios (Jn. 17:21).
D. ENVIAR.
Dios es quien señala a una persona para una tarea determinada, de eso no hay duda, pero la
iglesia tiene un papel importante respaldando aquello que el Espíritu ha dicho. Así lo vemos en
el libro de los Hechos. Pablo y Bernabé fueron seleccionados por el Espíritu para la obra
misionera, la iglesia, por su parte, dio su consentimiento y oró por ellos: “Ministrando éstos al
Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los
he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron”
(Hch. 13:2,3). Cuando Dios llama a alguien, le toca a la iglesia respaldarle, enseñarle y enviarle
con bendición. No sólo se refiere a la persona que se va de la congregación para servir en un
determinado lugar, también es referencia a los que cumplen una tarea determinada dentro de
la congregación. Hay que respaldar esa comisión que ha recibido y a su vez, el que es enviado
debe respetar la autoridad que Dios ha puesto, y rendir cuentas para su propio provecho y el
de la obra que realiza (He. 13:17).
Texto bíblico: “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que
también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn
17.21)
INTRODUCCIÓN:
IL. Los directores de orquestas sinfónicas informan que lo más difícil para formar una
agrupación es encontrar quien quiera el puesto de segundo violín. Todos quieren ser el
primero.
IL. Marx Twain. Junte un canario, un perro y un gato juntos, junte un bautista, un
presbiteriano y un anglicano, no quedará nadie vivo.
1. Liderazgo capacitador. Según la encuesta, las iglesias que más crecen son aquellas
en las que sus líderes concentran su trabajo en capacitar a otros para el servicio
cristiano.
2. Ministerio según dones. Ubicar a cada cual en el área en que ha sido especialmente
llamado.
3. Espiritualidad ferviente. Las congregaciones que manifiestan más su entusiasmo,
expresan más apasionadamente su fe y son más fervorosas en su devoción obtienen
mayor crecimiento independientemente de si son carismáticas o no.
4. Estructuras funcionales. Esta fue la característica más polémica. Las iglesias que
han implementado mejores estructuras conforme a su contexto han obtenido
mayor crecimiento.
5. Culto inspirador. El culto que resulta en una experiencia inspiradora para los
asistentes debido al trato del Espíritu Santo logra que la gente se quede y que
nuevas personas asistan al servicio espiritual.
6. Células integrales. La implementación de células donde se predique la palabra, se
fomente el compañerismo, se le dé culto a Dios y se permita el servicio está entre
las causas fundamentales de crecimiento de las iglesias que crecen
constantemente.
7. Evangelismo según las necesidades. Las iglesias que buscan ministrar a los
inconversos según sus necesidades han obtenido un mayor crecimiento. Para
hacerlo han tenido que desarrollar como plan eclesial el evangelismo por
relaciones.
8. Relaciones afectivas. Las iglesias más afectivas tienen un mayor crecimiento que las
iglesias que son más moderadas en este aspecto. O sea, las iglesias donde hay
mayor por ciento de invitaciones a cenar entre los feligreses, donde los hermanos
pasan mayor tiempo juntos compartiendo y manifestando el amor cristiano tienen
más celeridad en el crecimiento.
III. LOS PROCESOS DE DIOS TE HACEN APTO PARA FORMAR PARTE DE UN EQUIPO.
1. David no dio un curso rápido y se convirtió en rey. Dios lo pasó por etapas que
lo prepararon para este gran fin.
2. Samuel no fue juez y profeta después de un Casting promovido por Elí. Él buscó
a Dios durante años con persistencia.
3. Gedeón no derrotó 135 000 madianitas después de oír a su predicador favorito.
Dios fue aumentando la fe de este agricultor de Manasés mediante un trato
suave y continuado.
4. Ester no logró salvar a su pueblo después de un desfile de pasarela, tuvo que
ayunar y desafiar las propias reglas del rey persa.
5. Josué no sucedió a Moisés porque no había nadie más, el Señor fue
domesticando a aquel líder impetuoso e inexperto.
V. Viva en las matemáticas de Dios: sume y multiplique, nunca divida ni reste (evite
el espíritu de Coré).
VI. Mantenga una actitud saludable (evite el espíritu de Pedro).
CONCLUSIONES:
EL GOBIERNO EPISCOPAL
Desventajas
Ventajas
EL GOBIERNO PRESBITERIANO
Este consiste primordialmente en una Iglesia gobernada por presbíteros,
generalmente elegidos por los miembros de una congregación o de un grupo de
congregaciones. Los presbiterianos hacen remontar su concepto de gobierno
eclesiástico a la sinagoga del AT gobernada y dirigida por un grupo de “ancianos”.
“El supuesto fundamento del presbiterianismo es que el Cristo resucitado es la
única cabeza de la Iglesia. El gobierna a su pueblo mediante Su Palabra y Su
Espíritu, orientando a los creyentes como un todo. No hay entonces la idea de un
grupo selecto que por revelación directa o por la imposición de manos haya
recibido poderes o autoridad extraordinarios. Quienes gobiernan a la Iglesia son
escogidos por todos los miembros de la Iglesia, que reconocen que Dios le ha dado
a aquellos capacidades y dones para enseñar y dirigir a la Iglesia en su vida sobre
esta tierra. La base de la estructura eclesiástica es la sesión de la congregación local,
electa por todos los miembros comulgantes y dirigidas por el ministro o 'anciano
maestro', también reconocido como 'moderador'. Al ministro lo escoge y lo llama la
congregación, pero es instalado en su puesto por el presbiterio, compuesto por el
ministro y el anciano 'representante' de cada congregación dentro de los límites
geográficos del presbiterio. A este cuerpo le corresponde la supervisión, con
amplios poderes, de todas las congregaciones bajo su jurisdicción. A su vez es
responsable ante el sínodo, el cual está integrado por representantes ya nombrados
por un número de presbiterios, o directamente por las diversas sesiones. La
asamblea, que es el más alto tribunal en toda Iglesia presbiteriana, tiene autoridad
definitiva en todo asunto legislativo o judicial; pero en la mayoría de los casos, un
cambio de doctrina, gobierno o culto ha de volver a los presbiterios para su
ratificación por la mayoría de tales tribunales. De este modo, todo cambio
importante debe ser considerado y aprobado en el nivel más general de la Iglesia”.
Este sistema es eminentemente nacional, en contraste con el universalismo del
sistema Episcopal.
EL GOBIERNO CONGREGACIONALISTA
Según Robert Browne quien en 1582 publicó en Holanda su famoso tratado “una
reforma sin demora alguna”, en el cual afirmaba sus principios congregacionalistas.
Afirmaba que “la Iglesia plantada o reunida es un grupo o cantidad de cristianos o
creyentes que por pacto voluntario hecho con su Dios, se encuentran bajo el
gobierno de Dios y de Cristo y observan sus leyes en santa comunión”. Tales
iglesias, afirmaba él, no están sujetas a obispos ni a magistrados. La ordenación no
es otorgada por los “ancianos” sino que es asunto de toda la Iglesia.
“Los funcionarios de una Iglesia congregacionalista generalmente son un ministro,
un diaconado y un secretario tesorero de la Iglesia. La membresía se obtiene por
profesión de fe personal en Cristo como Salvador y Señor, y los nuevos miembros
generalmente reciben la bienvenida al dárseles la diestra en señal de compañerismo
durante un servicio de comunión. La reunión de la Iglesia es la asamblea de los
miembros de ésta, reunidos bajo la dirección del Espíritu Santo para discutir y
decidir sobre asuntos relativos a la vida de la Iglesia. El llamado a un ministro para
que asuma el pastorado de la Iglesia local es hecho por la asamblea de la misma.
Los diáconos son elegidos por la membresía para ayudar al pastor a administrar la
Iglesia y también para participar de sus responsabilidades pastorales”.
“El sistema congregacionalista ha sido frecuentemente descrito por error como
democrático, mientras que una descripción más correcta, aunque algo idealista,
hubiera sido caracterizarlo como cristocéntrico”.
Pese a todo lo que se ha dicho o se pueda decir al respecto, mi opinión personal es
que el gobierno que generalmente emplean las Asambleas de Dios incorpora
aspectos del GOBIERNO PRESBITERIANO así como elementos
CONGREGACIONALISTA.
El presente estudio utiliza como texto, partes del libro “Edificaré mi Iglesia” escrito
por el conocido autor Melvin L. Hodges. Este es el texto de estudio que utilizan los
Institutos Bíblicos de Las Asambleas de Dios en la América Latina; la segunda
parte del estudio contempla las Reglas Parlamentarias, lo cual también forma parte
del programa de los Institutos Bíblicos de la América Latina.
Todo esto lo hacemos con el ruego al Señor de la mies, que estos conocimientos
traigan como resultado un adelanto en Su Obra y una mayor gloria a Su Nombre.
Finalmente, cuando Satanás y todos sus seguidores
sean echados en el lago de fuego y azufre (Ap. 20:10),
viviremos para siempre en la tierra y el cielo nuevos,
que Dios creará para todos aquellos que se guardaron
irreprensibles durante su terrenal peregrinaje (Ap.
21:1,2).
Anexos de Eclesiología
En Perú las iglesias
cristianas pierden más
miembros de entre los
hijos de los cristianos, de
lo que ganan nuevos
miembros por medio de
todos sus esfuerzos
evangelísticos.