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Erik Satie, la música que siempre sonríe


Pablo Espinosa

Ahí va Charlot, decían a su paso por las ca- y el cambio radical en su existencia: tenía ¿Puede una música sencilla expresar a
lles de París. doce años cuando encontraron ahogada a cabalidad la soledad?
Y él, sin escuchar esas voces entre el su abuela en esa playa. He ahí la música de Erik Satie.
reconocimiento y la burla, simplemente Misterio. Ningún rastro de violencia, Vaya concepto: la soledad.
sonreía. inclusive a él le pareció ver una sonrisa en En la cultura occidental los conceptos
Y seguía su paso. el rostro de la abuela. suelen ser pobres en el imaginario popular
Amaba caminar y sonreír. Su madre había muerto cuando tenía y en los actos de las personas.
Tenía una sonrisa luminosa. cuatro años y recién se instalaba la fami- La simple palabra soledad produce mie-
Y un andar entre cómico y solemne. Co- lia en París. El retorno a su Honfleur na- do. Soledad entre multitudes.
mo siguiendo un modelo aprendido, en un tal terminó esa mañana cuando encontra- Saint-John Perse: Esos rostros entre la
equilibrio salido de sus dos figuras pater- ron a su abuela ahogada. Y regresaron a multitud / hojas de una húmeda, oscura
nas: extravagante era su tío, como conven- Ciudad Luz. rama.
cional su padre. Una docena de años después entró a Cuando se habla de Erik Satie suele de-
Aunque al caminar lo confundían con la historia luego de escribir sus Gimnope- cirse que era un hombre extravagante, so-
Charles Chaplin. dias, tres piezas breves de insondable mis- litario, pobre. Que murió sin amigos, solo
Comenzaba el siglo XX. terio, particular encanto y un ascetismo como un perro.
Siempre que caminaba recordaba su in- que desmadeja. Cierto, fue pobre. Pero la suya era una
fancia: el rumor de las olas en Normandía, Lento y suave, lento y triste, lento y do- soledad de soledades.
la playa de Honfleur, donde nació en 1866, loroso. Tres piezas, tres títulos. Quienes estuvieron con él, junto a la
cama del hospital parisino donde falleció
en 1925, es decir, sus amigos, derriban por
tierra la leyenda: fue un guerrero todo el
tiempo, hasta el último momento. No de-
jó de sonreír.
Lento y suave, lento y triste, lento y
doloroso.
Las Gimnopedias enamoran. Propician
romances verdaderos. Son lo contrario de la
soledad. O, mejor: expresan la virtud de
quien desarrolla la capacidad de estar con-
sigo mismo. De amarse, y por ende amar a
los demás.
Esa magia que tienen las Gimnopedias
llevó a su amigo Claude Debussy (¿quién
dice que Satie no tenía amigos?) a orques-
tar dos de ellas, a Jean Cocteau a recomen-
darlo entre los compositores que goberna-
ban la vida musical del París de principios
del siglo XX (Stravinsky, quien respetaba y
admiraba a Satie; Ravel, quien aprendió hu-
mildemente del maestro Erik; y los jóvenes
Poulenc, Milhaud, et al.), y llevó a Picasso
Erik Satie en un dibujo de Jean Cocteau, 1916

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ERIK SATIE, LA MÚSICA QUE SONRÍE

a colaborar en montajes de música y esce-


na, a Francis Picabia a hacer lo propio, al
igual que a René Chair, Tristan Tzara…
Tantos amigos de un hombre solitario.
¿Cómo puede un hombre tan solo reír
tanto?
Aquí lo tenemos, al final de una de
sus alegres caminatas solitarias por las ca-
lles de París, en su humilde cuarto en los
suburbios, que era al mismo tiempo recá-
mara, sala, comedor. Y el cuarto entero: su
estudio.
Escribe una música desnuda. Y la viste
con enorme contenido. Y claro, no hay que
creérsela tanto, no hay que ser vanidoso.
Humildad, señores, riamos a placer:
Y entonces el maestro Erik Satie em-
pieza con sus bromas, chascarrillos, ocu-
rrencias, genialidades que quedaron plas-
madas para siempre en sus partituras:
Las convencionales indicaciones en ita-
Erik Satie
liano: allegro con spirito, andante con fuoco,
allegro molto, etcétera, Satie las convierte en
auténticas delicias: Por ejemplo en las tres piezas tituladas Erik excéntrico: funda su propia Igle-
“Toque con la mano izquierda estas no- Embriones disecados, forma un triángulo sia, de la cual es el líder y el único miem-
tas, con la derecha las siguientes, y las que escaleno entre la tríada y en la primera y bro: La Iglesia Metropolitana de Jesús el
restan… ¡con la nariz!”. la última pieza se divierte a placer mani- Conductor. Abandonará pronto esta cua-
Más instrucciones: pulando otro de los conceptos canónicos: siocurrencia, pero total entrega.
“Abra la cabeza”. la coda final, la apostilla, el remate, las no- Su indagación interior, ese caminar por
“Sin orgullo”. tas finales que tanto furor causan entre el las calles de París, sonriendo, era en reali-
“Recorrer las teclas con dedos amables público que irrumpe en bravos, hurras, dad una caminata de soliloquio, diálogo in-
y sonrientes”. aplausos porque el final a tambor batien- terior, Leopold Bloom convierte Dublín
“Conservar la cabeza fría”. te los enardece. en Ciudad Luz, una ruta interna, un cre-
“Ármese de clarividencia”. Pero Satie, travieso, en lugar de poner una cer espiritualmente.
“Toque estas notas con el último rincón rúbrica y terminar la obra, escribe una ter- De pronto nadie sabía si era broma o
de su pensamiento”. minación, hace una pausa y escribe una se- serio. Lo que es cierto es que su prodigiosa
Surge una duda metafísica: gunda, pausa, un nuevo compás que fina- Misa de los pobres pide en la partitura al pia-
¿El humor en Satie era refugio o sub- liza, pero no termina: va otro final falso y nista en turno: “esta obra debe interpretarse
terfugio? otro y otro. Carcajadas. con gran desprendimiento hacia el presente”.
Era un camino interior. En los otros periodos estilísticos de Satie ¿Refugio, subterfugio?
Como en la mayoría de los composito- este humor no cesa, aunque deja paso a Sonriamos.
res, pueden distinguirse periodos estilísti- otras situaciones en primer plano. Es el ca- Como sonreía Satie cada vez que reali-
cos diversos en la historia creativa de Satie. so de su periodo místico, que le ganó un zaba un nuevo descubrimiento, una nueva
Sus piezas humorísticas más evidentes da- nuevo mote: EsotErik Satie. invención, una ocurrente travesura.
tan del periodo comprendido entre 1912 Un amigo de Satie, Joséphin Péladan, Como cuando escribió su gloriosa Musi-
y 1915. lo recibe en la Orden de los Rosacruces, lo que d’ameublement (Música de amuebla-
Pero no era un humor limitado a las pa- que trae nuevas invenciones estilísticas a la miento, o bien: Música para amueblar) con
rodias de las indicaciones canónicas, o a obra de Satie, quien compone varias obras una aspiración seria: que la música suene
los títulos, que oscilan de la algarabía al maestras, entre ellas la monumental músi- sin que el escucha adopte alguna de las pos-
nonsense. No, es una de las músicas más de- ca para piano solo titulada Le fils des étoiles, turas, físicas o simbólicas, convencionales,
liciosas que uno puede escuchar cualquier a partir de un texto de Péladan y en esa mú- es decir que el público deambule por la sa-
cantidad de veces y aunque uno sabe lo sica, tan bella como austera, tan terrenal co- la, sin sentarse en una butaca frente a los mú-
que va a suceder enseguida, no puede con- mo cósmica, Erik Satie se confirma: es un sicos. Que la música sea parte de la estan-
tener la carcajada. Hijo de las Estrellas. cia, como los muebles, o el decorado.

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Un invento portentoso que, con los Cada vez escribía menos notas y cada
años, la historia habría de darle la razón: vez despertaba más sonrisas. El ascetismo
Silvestre Revueltas en México escribió una de su escritura equivalía al barroco más ma-
“Música para charlar” con una intención nierista, al filósofo más hondo, al pensa-
similar. Luego se inventó la pavorosa mú- dor más elevado.
sica Muzak, para que sonara en los eleva- El arte de la brevedad. La obra puede
dores o en los aviones y en las tiendas depar- durar cuarenta segundos y en ellos ya cons-
tamentales, ésa sí con un propósito: dizque truyó la eternidad. Así es la música de un
apaciguar al escucha y en su caso inclinar- solitario. Un transgresor.
lo al consumo. En sus últimos años de vida, se dedicó
Años más tarde otro músico genial, tam- a enseñar la música a los jóvenes. Y a los ni-
bién ligado como Satie a las artes escénicas ños. Entre sus muchas ocupaciones excén-
y a la pintura, el británico Brian Eno, ha- tricas, publicaba artículos de humor raro
bría de inventar lo que hoy se conoce como en revistas, anuncios en periódicos donde
“música ambiente”, condensada en su obra ponía en venta edificios imaginarios, que
maestra: Music for airports. Con su consa- dibujaba y guardaba en una lata de conser-
bida carga de ironía, a lo Satie, pero con un vas en su cocina. De ahí surgieron las Me-
sentido estético y biológico brutal, como morias de un amnésico y Los cuadernos de
la música de Satie. un mamífero.
Gustaba de hacer repetir y repetir y re- Escribió, por ejemplo, respecto de sus
petir el mismo compás, alargar la melodía, enseñanzas a los niños: “Los ejercicios se
Erik Satie
con pocas, cada vez menos notas, un anun- hacen en la mañana, después del desayu-
cio del minimalismo que vendrá, pero en no. Hay que estar muy limpio, haberse so-
su caso con un sentido armónico denso, tan Danzas defectuosas. Piezas frías. Coral ina- nado bien. No ponerse a trabajar con los
complejo como brutalmente sencillo. petente. Danzas raquíticas. Piezas montadas. dedos llenos de mermelada”.
También de la era EsotErik Satie se des- Penúltimos pensamientos. Para Erik Satie los niños son seres de
prende otra de las claves de la obra com- Uno escucha y ríe. Sonríe. Camina por quienes los adultos se ríen.
pleta de este músico: el uso del número 3. las calles de París y sonríe. Mientras la mú- Cuando caminaba por las calles de París
Porque escribió Tres gimnopedias, dos ve- sica suena. y sonreía, de vez en vez le venía a la mente
ces 3 es decir Seis gnosedias, Tres pedazos en Es como escuchar la Novena sinfonía de la imagen, a sus doce años, de su abuela aho-
forma de pera, Tres sarabandas. Y así. Shostakovich y reír a carcajadas mientras gada, en la playa, y sonreía cuando veía la
Muchos relacionan este hecho con la nu- los demás, en sus butacas, ponen cara mus- sonrisa de ella, bajo el cobijo tierno del graz-
merología. El número 3 es clave entre los tia. O disfrutar las travesuras, las carcajadas nar de las aves marinas.
rosacruces. Tiene una carga, un conteni- sónicas de las obras para piano de Mozart. Todos lo recuerdan en el espejo de una
do, significado y acción poderosos. El niño Mozart. sonrisa. Pantalones anchos, siempre de tra-
Pero hay una razón estrictamente mu- El niño Satie: el título de su obra ini- je oscuro, quevedos, bastón, sombrero de
sical en el uso del número tres y su com- cial e iniciática, Gimnopedias, refiere en su bombín y aunque tenía barba, siempre cor-
plemento, el 6: en ese número se basa el misteriosa etimología a la infancia por igual tada como pino viendo al suelo, decían los
poderoso sistema armónico de la música que a la antigüedad griega. Hay quienes circunstantes al verlo pasar:
entera de Satie, un dispositivo tan comple- encuentran significados profundos, mito- Ahí va Charlot.
jo como sencillo, una suerte de explicación lógicos, intelectuales. Para nada, hay que Una música suavemente mecida por el
de la magia, sin el truco. simplemente escuchar y sonreír. Enamo- viento.
Porque no hay truco en las Gimnopedias. rarse con las Gimnopedias es para siempre. Dicen muchos musicólogos que Erik
Su efecto sobre el escucha es descomunal. Labor de orfebre, fabricar sonrisas. Satie Satie no tenía amigos, dicen que era un so-
Y todo es hecho y dicho de la manera escribe para el piano y lo que activa son los litario pero ignoran el valor de estar con
más sencilla, ascética, humilde. En soledad. músculos faciales y los del alma. Hace son- uno mismo y sonreír.
Tan pegado a la tierra y tan elevado en reír al alma. Sus amigos al pie de su lecho de muer-
su alma. Erik Satie se divirtió mucho po- Humilde, irónico, humorista, le gusta- te aportan esta imagen para la historia:
niendo títulos extraños, provocadores, hi- ba definirse así cuando le preguntaban de Nunca, aun en los peores momentos de
larantes, a sus obras, tan breves como mo- qué vivía, a qué se dedicaba, cuál era su pro- la enfermedad, nunca dejó de sonreír. Cuan-
numentales: fesión: “gimnopedista”, respondía. Y luego do expiró, dejó en su rostro un mensaje fi-
Piezas en forma de pera. Apreciaciones afinó: “soy un humilde filófono”. nal: una sonrisa.
desagradables. Verdaderos preludios blandos Satie, el amante de los sonidos, el hijo Escuchemos la música de Erik Satie.
(para un perro). Aires para salir corriendo. de las estrellas. Inundados de sonrisas.

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