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HISTORIA POLÍTICA HONDURAS

Las elecciones libres fueron restauradas en 1981, y desde entonces la consolidación del

modelo democrático hondureño ha registrado notables avances. De esta forma, se ha

producido un lento proceso de apertura, que permitió el surgimiento de nuevos partidos

políticos como alternativas a los históricos Partidos Liberal (PLH) y Partido Nacional

(PNH). Además existe una creciente confianza de los hondureños en la transparencia y

credibilidad de sus procesos electorales.

En enero de 2002, Ricardo Maduro (2002-2006) del Partido Nacional asumía como

Presidente, después de su victoria en las elecciones del 25 de noviembre de 2001, luego de

dos presidencias consecutivas del Partido Liberal.

Su principal divisa era la lucha contra la ola de criminalidad que estaba asolando el país, de

la que él fue víctima por haber sufrido el asesinato de su hijo a manos de secuestradores en

1997. Sin embargo, a pesar de ser una de sus promesas de gobierno, su administración no

tuvo gran éxito en su programa de control de la delincuencia, específicamente de las

pandillas juveniles (Maras).

En el ámbito económico obtuvo éxitos más visibles en la estabilización de la economía y la

reducción de la deuda externa (condonación de deuda con el ingreso dentro de la HIPC[1]),

pero continuó el problema de una pobreza de gran magnitud. En el ámbito exterior, adhirió

Honduras al Tratado de Libre Comercio de Centroamérica, Estados Unidos y la República

Dominicana (CAFTA-RD). Se convirtió así en el segundo país centroamericano, tras El

Salvador, que ratificaba dicho acuerdo comercial.


Finalmente, la alianza con el PDC no duró lo suficiente, y los problemas de gestión se

acrecentaron. Mientras, en la oposición ya se había iniciado la carrera por la Presidencia

Las elecciones de noviembre de 2005 constituyeron la cuarta transferencia pacífica del

poder entre los dos principales partidos políticos, prolongando la hegemonía del sistema

bipartidista en la democracia hondureña. Resultó electo Manuel Zelaya Rosales,

representante del PLH, popularmente llamado “Mel” con el 49,9% de los votos, frente a

Porfirio Lobo del Partido Nacional con un 46,17%.

Desde que Honduras retornó a la democracia, nunca hubo una elección presidencial en la

que los resultados fueran tan cercanos entre los candidatos de los dos partidos principales

de esta nación centroamericana.

El 27 de enero de 2006 comenzó en Honduras la Presidencia del empresario

agropecuario Manuel Zelaya, que tenía por delante cuatro años para cumplir las promesas

realizadas en tres terrenos: la delincuencia de las bandas juveniles organizadas, la pobreza y

la corrupción.

Por segundo periodo consecutivo, el partido del Presidente no obtuvo mayoría en el

Congreso. El Partido Liberal ganó 62 escaños, faltándole sólo tres para tener la mayoría.

Sin embargo, el Presidente optó por no crear un gabinete de coalición, nombrando sólo

militantes de su partido.

La política exterior de Honduras durante los años 90 ha estado influida por sus problemas

económicos: a pesar de sus grandes riquezas naturales, tiene altos niveles de pobreza.

Aunque insuficiente, un incipiente logro del Mandatario ha sido, según el informe


Panorama Social de América Latina de 2008 de la CEPAL, la disminución de la pobreza e

indigencia al menos en 2 puntos. Sin embargo, ella continúa siendo muy alta; según ese

documento, el 63,1% de los hogares hondureños está afectado por la pobreza, y 45,6% de

estos por la indigencia.

Uno de los principales problemas de este país, es la violencia. La tasa de homicidios es la

más alta en América Latina, por cada 100 mil habitantes es de 75.75, seguido por

Colombia, con 55.86, y Venezuela, con 46.92 según el informe del PNUD de 2005.

Un aspecto controvertido de la administración de Manuel Zelaya ha sido la incorporación

de Honduras, en 2008, a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) impulsada

por Venezuela y que reúne a Bolivia, Cuba, Dominica y Nicaragua.

Esta asociación de Honduras a la iniciativa chavista despertó el rechazo de amplios sectores

sociales, especialmente de la empresa privada, por considerarla opuesta a los tratados de

libre comercio y poner en riesgo las relaciones con Estados Unidos, primer socio comercial

del país. Asimismo, no es ajeno a tal rechazo el hecho de que de seis millones de

habitantes, alrededor de un millón vive en Estados Unidos y es la población que reporta la

principal fuente de ingresos al país, a través de las remesas a sus familiares en Honduras.

Sin embargo, las bancadas de los partidos Liberal (oficialista), Unificación

Democrática (izquierda), Innovación y Unidad-Social Demócrata y la Democracia

Cristiana, que juntas suman 73 votos, respaldaron la incorporación al ALBA, y los 55

miembros del Partido Nacional (derecha), primera fuerza de oposición, se abstuvieron.


El año 2009 fue un año muy convulsionado para Honduras. Manuel Zelaya intentó, a

través de un decreto, convocar a un referéndum en donde se consultaba a los hondureños la

posibilidad de votar, durante las elecciones generales del 29 de noviembre, una reforma a la

Constitución para permitir la reelección presidencial.

La Constitución hondureña prohíbe la reelección presidencial y castiga a quienes intenten

hacerlo. La razón de esto han sido los diversos Golpes de Estado y las dictaduras por las

que ha atravesado el país.

Sin embargo, y pese a la penalización constitucional, Zelaya esperaba realizar el

referéndum el 28 de junio de 2009. Ante esto, el Congreso aprobó, una ley en donde

regulaba los referendos y plebiscitos, impidiéndole así seguir adelante con su iniciativa. No

obstante, la ilegalidad Zelaya igualmente trató de celebrar el referéndum.

Zelaya se enfrentó a la oposición de las Fuerzas Armadas, el Poder Judicial y el

Legislativo. De ahí que tras convulsionados días, el 28 de junio en la madrugada, el Ejército

obedeciendo una orden del Poder Judicial lo arresta y deciden deportarlo a Costa Rica.

La destitución forzada de Manuel Zelaya se hizo de manera legal, sin embargo la forma en

que fue sacado del país fue lo que hizo que la comunidad internacional reaccionara

condenando los hechos y tildándolos de Golpe de Estado.

Con el Presidente depuesto, el Congreso conformó un Gobierno Interino, el cual pasó a

estar liderado por el Presidente del Congreso Nacional Roberto Micheletti, sucesor

constitucional de Zelaya.
Ya fuera del país, Manuel Zelaya recibió gran apoyo internacional y tras varios intentos, el

21 de septiembre regresa secreta y sorpresivamente a Honduras, refugiándose en la

Embajada de Brasil.

Tras una difícil negociación, el 30 de octubre se firma el Acuerdo San José/Tegucigalpa,

que fue impulsado por el Presidente de Costa Rica Oscar Arias. Éste, es aceptado tanto por

el Gobierno de Facto de Micheletti como por el Gobierno Constitucional de Zelaya.

Se acordó formar un Gobierno de Unidad antes del 5 de noviembre, además dejaba bajo

responsabilidad del Congreso Nacional la restitución de Manuel Zelaya. Sin embargo, el

Presidente de Facto anunció conformación del Gobierno de Unidad, pero Zelaya no formó

parte, al no enviar la lista de candidatos para los ministerios debido a que la decisión del

Congreso se fijó para el 2 de diciembre, con lo que da por fracasado el acuerdo de San José.

Se llega a las elecciones generales del 29 de noviembre, en donde junto con elegir

Presidente se renovaban también los Diputados. Se celebraron con una alta participación y

sin mayores incidentes, lo que demostró la legitimidad dada por la población.

En los días previos a la elección, el Presidente Micheletti se alejó del poder por unos días,

retornando a él luego de los comicios. Esto se justificaba en la idea de dar un espacio de

tranquilidad para el proceso se desarrolle en orden.

Con un 55,9% de los votos resultó electo el candidato del Partido Nacional, Porfirio Lobo

Sosa, quien fue seguido de lejos por la opción del Partido Liberal, Elvin Santos. 

 
Previo a la elección Zelaya continuaba pidiendo que se le restituyera, justificándose en que

el acuerdo de San José así lo estipulaba. Si bien eso es cierto, este pacto no había definido

un plazo para ello, por lo que la decisión que debía tomar el Congreso se fijó para el 2 de

diciembre, en donde no se aprobó su restitución.

Por su parte, la comunidad internacional se mostró dividida, Estados Unidos, Panamá,

Costa Rica, Colombia y Perú se mostraron a favor de reconocer la elecciones como

legítimas, mientras que Venezuela, Cuba, Argentina, Ecuador, Paraguay y Bolivia no

estuvieron de acuerdo con reconocerlas.

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