Está en la página 1de 64

DOCUMENTO DE TRABAJO N° 1:Variables

predictoras y modelos exitosos de reunificación


familiar en niños institucionalizados

20 de agosto de 2014
Documento de Trabajo N°1: "Variables predictoras y modelos exitosos de reunificación
familiar en niños institucionalizados".

Autores:
Esteban Gómez y Carolina Bascuñán.
Área de Estudios, Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de la Infancia.

Edición:
Francisca Morales y Candy Fabio.
Área de Intersectorialidad, Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de la Infancia.

2
Índice

Introducción 4
Antecedentes 9
¿Qué es la reunificación? 9
¿Cómo ha sido la experiencia de desinternación en Chile hasta hoy? 12
Variables Predictoras de Reunificación 22
Características del Niño/a 22
Características de los padres, madres y el entorno familiar 24
Características del proceso proteccional previo a la reunificación 27
Tabla resumen 29
Modelos de Reunificación Familiar 34
¿Qué componentes debiese considerar un modelo de Reunificación informado 35
por la evidencia?
C.I.- Construir una Alianza de Trabajo Ecosistémica (programa de 35
reunificación, residencia, familia, tribunal, red local)
C.II.- Asegurar un N° reducido de casos por profesional (6-12; 17 máximo) 37
C.III.- Realizar evaluación integral con instrumentos estandarizados 38
C.IV.- Construir Planes de Reunificación claros, detallados, con plazos y 40
responsabilidades de cada actor claramente definidas y monitorear su avance
C.V.- Favorecer visitas parentales frecuentes al niño en la institución (mínimo 42
semanal), pre-reunificación, con un modelo de guía activa
C.VI.- Desarrollo y práctica "en vivo" de las competencias parentales: primero 43
en las visitas pre-reunificación, luego mediante visitas domiciliarias
C.VII.- Asegurar resolución de problemáticas de protección: empleo y 47
vivienda; maltrato, negligencia y violencia intrafamiliar; abuso de sustancias y
salud mental
C.VIII.- Disponibilidad de una red amplia de servicios: concretos y de apoyo 47
familiar
C.IX.- Acompañamiento con supervisión reflexiva a profesionales (mínimo 48
quincenal)
¿Qué resultados es razonable esperar de estos programas? 48
Reflexiones finales 53
Bibliografía 57

3
Introducción

Estar privados de cuidado parental es una de las más grandes vulnerabilidades


a las que un niño o niña puede estar expuesto (RELAF, 2011; CIDH, 2013).
Fundamentalmente porque no vivir en familia, implica no contar con una figura
permanente de apego que se constituya en un otro significativo que acompañe al niño
en su proceso de desarrollo (Cassidy & Shaver, 2008). Esto es especialmente grave en
las primeras etapas de la vida, dado que la construcción del sí mismo se hace en
relación a un otro que es capaz de responder a las necesidades de manera sensible y
oportuna, ofreciendo protección y cariño de manera especial, aportando a la
construcción de la seguridad básica, la capacidad de exploración y aprendizaje, y las
habilidades socioemocionales fundamentales para vivir en sociedad (Zeanah, 2009).

La literatura ha documentado sistemáticamente que los niños/as que se


encuentran separados de sus padres como medida de protección, tienden a presentar
mayores niveles de rezago en su desarrollo, mayores niveles de deserción escolar,
mayores problemas de salud física y mental, y mayores problemas en la inserción
social que la población general (Zeanah, Smyke, Koga, Carlson & The BEIP Core Group,
2005; Walter, 2007; Cantwell, Davidson, Elsley, Milligan & Quinn, 2012). Los niños
criados en residencias de calidad deficiente tienden a ser más pequeños en talla, peso
y circunferencia craneal y de tórax (Smyke, Koga, Johnson, Zeanah, & The BEIP Core
Group, 2004). Un estudio meta-analítico (Van IJzendoorn, Bakermans-Kranenburg, &
Juffer, 2007) encontró que los cuidados institucionales tienen un impacto negativo
dramático sobre el crecimiento, con un tamaño de efecto de d = 1.71 para la asociación
entre estatura y duración de la institucionalización. Algunos investigadores han
estimado -basados en evaluar a niños con historia de internación recientemente
adoptados- que el crecimiento físico se retrasa en aproximadamente 1 mes por cada 5
meses que el niño estuvo institucionalizado (Alpers, Johnson, Hostetter, Iverson, &
Miller, 1997).

La institucionalización también impacta el desarrollo cognitivo en forma


exponencial. En un estudio de meta-análisis, Van IJzendoorn, Luijk y Juffer (2008),
encontraron que el efecto combinado de 75 estudios sobre retrasos cognitivos en
niños institucionalizados era de d = 0.74, con una diferencia absoluta de 20 puntos en
el C.I. entre niños criados en residencias versus niños criados en familias. Esta
diferencia también se ha encontrado entre niños que permanecen institucionalizados
y niños adoptados, con un tamaño de efecto para el C.I. de d = 1.17 (Van IJzendoorn,
Juffer, & Klein Poelhuis, 2005).

Finalmente, la literatura es categórica en documentar cómo los niños y niñas


institucionalizados en residencias con bajos estándares de calidad -especialmente

4
aquellos entre 6 y 18 meses de edad- muestran una serie de comportamientos atípicos,
como auto-estimulación repetitiva y estereotipada, una transición de pasividad
temprana hacia conductas agresivas en edades posteriores, hiperactividad y
desatención, incapacidad para formar apegos profundos o genuinos, amistad
indiscriminada -lo que los coloca en un riesgo aumentado de sufrir nuevas
vulneraciones- y una dificultad significativa para establecer relaciones apropiadas con
el grupo de pares (St. Petersburg–Usa Orphanage Research Team, 20081).

En contraparte, la investigación desarrollada por el Proyecto de Intervención


Temprana Bucarest en un ensayo clínico aleatorizado (Nelson et al., 2007), ha
demostrado que el acogimiento familiar como intervención para niños actualmente
institucionalizados en residencias, mejora significativamente los resultados cognitivos
de los niños. Así, el acogimiento familiar en este estudio llevó a mejores resultados
cognitivos con tamaños de efecto de d = 0.62 a los 42 meses y d = 0.47 a los 54 meses.
Los niños ubicados en acogimiento familiar antes de los dos años de edad mostraron
la mejor tasa de recuperación, lo que llevó a los autores a sugerir un posible periodo
sensible en el desarrollo cognitivo de los niños/as, destacando los beneficios de la
ubicación en contextos familiares para niños abandonados o institucionalizados.

El Llamado a la Acción

Frente a esta realidad, el actual gobierno de la Presidenta Bachelet ha


comprometido como meta presidencial el logro de la desinternación progresiva de
todos los niños y niñas entre los 0 y los 8 años de edad en el país, comenzando
por aquellos menores de 3 años. Chile ha realizado importantes esfuerzos en las
últimas décadas en esta dirección: es así como en 1990 existían 26.140 plazas en

1 Es importante señalar que la evidencia es clara en documentar los efectos devastadores sobre el
desarrollo infantil temprano, para residencias con bajos estándares de calidad. Por otra parte,
intervenciones recientes realizadas en residencias con diseños de vanguardia, han mostrado impactos
positivos en mejorar el desarrollo cognitivo de los niños. Un meta-análisis de Bakermans-Kranenburg,
van IJzendoorn y Juffer (2008) encontró un tamaño de efecto combinado de 14 estudios, equivalente a
d = 0.84 (con un intervalo de confianza de 0.64 - 1.04, y un N=5.826). Como comparación, la adopción
ha mostrado un efecto de recuperación meta-analítico de d = 1.17 para el C.I. Asimismo, el ambicioso
estudio del grupo St. Petersburg–Usa Orphanage Research Team (2008) mostró importantes progresos
de los niños en el área personal-social, así como otras áreas del desarrollo psicomotor, así como una
disminución relevante en la proporción de apego desorganizado; todos estos cambios se asociaron a
implementar mejoras estructurales (ej., coeficiente adulto:niños) y relacionales en la residencia. Estos
hallazgos son esperanzadores respecto a la posibilidad de mejorar la situación y pronóstico de aquellos
niños y niñas que no logran encontrar una solución familiar definitiva, y obligan al Estado a invertir
todos los esfuerzos y recursos necesarios para mejorar la calidad del sistema de protección en
Residencias (aun así, el desempeño de los niños en residencias sigue siendo menor que el de niños que
viven en contextos familiares, sea de acogida, adoptivo o de origen mediante reunificación familiar).

5
residencias de protección, cifra que se redujo a 22.880 en 1995, a 22.212 en 2000, a
15.253 en 2005, y a 13.321 en 2009, esto es, una reducción de 49% en veinte años.
Según datos aportados por el Servicio Nacional de Menores, a junio de 2014 existen
11.390 plazas en residencias de protección para el rango de 0 a 17 años 11 meses de
edad (descontando los centros de diagnóstico y programas de familias de acogida),
con 8.319 casos vigentes a esa fecha, y un presupuesto comprometido al 31 de
diciembre de 2014 de 32.296 millones de pesos, lo que representa un aumento de
23% respecto a los 25.057 millones registrados en 2013. De las plazas disponibles,
929 tienen foco en gestantes, lactantes y preescolares, de las cuales 894 se encuentran
vigentes, con un presupuesto 2014 de 4.180 millones de pesos, lo que representa un
aumento de 42% respecto a los 2.941 millones registrados en 2013.

Sin embargo, se evalúa que la situación actual no resulta suficiente ni en


términos cuantitativos ni cualitativos. La oferta residencial sigue triplicando las
plazas disponibles en sistemas alternativos de cuidado como familias de acogida, que
solo llegan a 3.840 entre la modalidad especializada y simple. En términos de
utilización de las plazas, el sistema de familias de acogida en Chile registra a junio de
2014 3.866 casos vigentes, lo que supone una ocupación del 101%, comparado con el
73% de ocupación de las plazas de residencias en la misma fecha. En presupuesto, se
destinará a diciembre de 2014 un total de 5.882 millones de pesos al acogimiento
familiar, versus los 32.296 millones del sistema residencial (esto es, se observa una
brecha de 5,5 veces).

En términos cualitativos, un estudio de SENAME-UNICEF (2010) encontró que:


(a) las familias son percibidas por los equipos de los centros residenciales desde un
encuadre negativo y descalificador, con escaso trabajo familiar; (b) el perfil de los
niños/as se ha complejizado observándose mayor presencia de graves vulneraciones,
mayor agresividad e hiperactividad, y mayor consumo de substancias, entre otros
aspectos; (c) este perfil más complejo estaría generando múltiples problemas y
dificultades de manejo en el sistema, frente a los cuales no se tendrían ni los recursos
ni las herramientas metodológicas para enfrentarlos; (d) las residencias no cuentan
con toda la capacidad técnica y profesional que requieren los niños y niñas que hoy
atienden; (e) se señala con relativa urgencia la necesidad de contar con más
profesionales especializados dentro de las residencias (psiquiatras, terapeutas
familiares, psicopedagogos, etc.), para cubrir desafíos como el tratamiento de
problemas de salud mental, el abordaje de trastornos y dificultades de aprendizaje y el
trabajo con las familias de origen, entre otros. Finalmente, un estudio reciente de
UNICEF y el Poder Judicial (2012) reveló no solo la presencia de falencias técnicas o
de carencia de recursos en las residencias, sino que la existencia de graves
vulneraciones al interior del propio sistema, llamando a una profunda
reestructuración del mismo. Este diagnóstico fue recogido y constatado por el

6
Congreso de Chile, que tras una exhaustiva investigación llega a la conclusión de que
esta materia ha sido sistemáticamente descuidada por el Estado, incurriéndose en
gravísimas negligencias y vulneraciones institucionales a los derechos de los niños y
niñas que debe proteger. El informe llama a hacerse cargo de las numerosas carencias
detectadas, con un plan de amplio alcance, entre cuyas medidas se destaca la
protección prioritaria del derecho del niño/a a vivir en familia.

Un esfuerzo de gran envergadura como el declarado, se enmarca en el


compromiso internacional de los Estados partes de la Convención de los Derechos del
Niño a aplicar progresivamente las Directrices de Naciones Unidas sobre las
Modalidades de Cuidado Alternativo para niños y niñas privados de cuidado parental,
las cuales, entre otros aspectos, llaman a elevar a los más altos estándares las medidas
de protección y avanzar hacia una reducción de la medida de institucionalización en
pos de promover soluciones de tipo familiar. A su vez, se da respuesta al Llamado a la
Acción para que los Estados de América Latina y el Caribe pongan fin al internamiento
de niñas y niños menores de tres años de edad en instituciones de protección y
aceleren la reintegración al ámbito familiar de estos niños y niñas que hoy viven en
instituciones, realizado en octubre de 2013 por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, el Movimiento Mundial por la Infancia de América Latina y el
Caribe (MMI-LAC), la Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar (RELAF), la
Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre la
Violencia contra la Niñez, y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

El mandato del Consejo Nacional de la Infancia es "asesorar a la Presidenta de


la República en todo cuanto diga relación con la identificación y formulación de
políticas, planes, programas, medidas y demás actividades relativas a garantizar,
promover y proteger el ejercicio de los derechos de los niños, niñas y adolescentes a
nivel nacional, regional y local, y servir de instancia de coordinación entre los
organismos con competencias asociadas a dichas materias" (Decreto N° 021, 14 de
marzo de 2014). En este marco, y con la finalidad de aportar elementos que
contribuyan a la toma de decisiones metodológicas en el diseño de la solución a la
institucionalización temprana, la Secretaría Técnica del Consejo ha elaborado un
informe sobre variables predictoras de la reunificación familiar y características de
diseño asociadas a resultado en programas de reunificación familiar.

El presente informe se divide en tres partes: (a) en una parte inicial se define el
concepto de reunificación familiar y se da cuenta de antecedentes nacionales de
desinternación que no constituyen modelos de reunificación familiar, pero que
muestran un panorama actual en materia de desinternación de niños/as de
instituciones chilenas; b) en la segunda parte se revisa la literatura científica respecto
a variables que han demostrado poder predictivo de una reunificación familiar

7
exitosa versus fallida, para ser tomadas en cuenta al momento de elaborar la
planificación de las intervenciones; (c) en una parte final se analiza la literatura sobre
programas de reunificación familiar, sus características y resultados, para ser
tomadas en cuenta al momento de diseñar el modelo específico de intervención que se
implementará. Este esfuerzo se enmarca en dotar a la política pública de evidencia de
calidad que promueva una mejor toma de decisiones, esto es, operar bajo un
paradigma de práctica informada por la evidencia.

8
Antecedentes

¿Qué es la reunificación?

De acuerdo a la Child Welfare Information Gateway (2011), la reunificación


familiar "se refiere al proceso de retornar a los niños, ubicados en cuidados
temporales fuera de su hogar, con sus familias de origen" (p. 2). Pine, Warsh y
Mauricio (1993, en León, 2012) especifican que el concepto de reunificación familiar
se refiere al “proceso planificado de reunir a los niños con sus familias mediante una
variedad de servicios y apoyos, para los niños, sus familias y sus padres de acogida y
otros cuidadores. La reunificación pretende ayudar a cada niño y niña, y a su familia, a
lograr mantener un nivel óptimo de reunión”. En este sentido, la reunificación familiar
es una de las vías posibles para llevar adelante el proceso de desinternación o
desinstitucionalización de los niños y niñas ubicados en Residencias de Protección.
Como muestra la siguiente figura, existen al menos cuatro alternativas (sin considerar
la habilitación a la vida independiente que puede darse en el caso de adolescentes): el
egreso con parientes mediante un acogimiento familiar, el egreso con una familia de
acogida especializada sin vínculos previos con el niño/a, la adopción y la reunificación
con la familia de origen. Asimismo, la figura ilustra otras trayectorias posibles, desde
el acogimiento familiar hacia la familia de origen (reunificación), desde el acogimiento
familiar hacia la adopción, y en el escenario más adverso, desde la reunificación con la
familia de origen hacia un regreso a residencias de protección (reunificación fallida).

Figura 1. Trayectorias posibles para la desinstitucionalización.

9
El término «reunificación familiar» puede significar cualquier "nivel óptimo de
reconexión" a lo largo de un continuo que va desde la visita de la familia del niño/a en
la residencia, al regreso físico del niño con su familia de origen (Maluccio, Abramczyk,
& Thomlinson, 1996, p. 288). Varios estudios han examinado la posibilidad de la
reunificación de los niños en cuidado fuera del hogar. Se ha encontrado que las
características del niño, de la familia y del sistema de intervención afecta la
probabilidad y la velocidad de la reunificación (Wells & Guo, 1999; Wulczyn, 2004). A
su vez, factores de carácter socio-demográfico se han relacionado con el éxito de la
reunificación (por ejemplo, Jones, 1998; Miller, Fisher, Fetrow & Jordan, 2005).
La estabilidad es un factor muy importante para el bienestar y el desarrollo de
niños y niñas; les permite desarrollar la seguridad básica en la medida que el entorno
se vuelve predecible, evitando estados de ansiedad y angustia. Parte de esa estabilidad
está dada por la permanencia de al menos una persona que forma parte de este
entorno seguro y protector, tal como han demostrado cientos de investigaciones en el
área del apego y el desarrollo infantil temprano (Cassidy & Shaver, 2008; Zeanah,
2009).
Cabe señalar que la reunificación familiar como objetivo único para niños y
niñas ubicados en cuidados fuera de su hogar, ha sido criticada debido a la
disminución en los porcentajes de reunificaciones exitosas y al aumento de los
niños/as que vuelven al sistema de protección tras una reunificación previa (Child
Information Gateway, 2011). Una de las principales críticas es que en general, estas
familias reciben pocos apoyos para resolver los problemas iniciales que dieron
lugar a la institucionalización. Marsh y Triseliotis (1993) explican que la
reunificación familiar como meta única ha sido relativizada, ya que el regreso físico de
un niño o niña a su casa, no es señal del final del trabajo de reunificación, sino otro
paso más en el proceso.
Así, aunque la reunificación con los padres biológicos después de un
acogimiento es uno de los principales objetivos del sistema actual de protección de la
infancia, la experiencia en diversas partes del mundo ha mostrado que muchos niños
reingresan a los sistemas de protección debido a que en sus familias se mantienen
ambientes abusivos o negligentes (Courtney, 1995; Festinger, 1996; Terling, 1999;
Wells & Guo, 1999; Frame, Berrick & Brodowski, 2000; Jonson-Reid, 2003; Fuller,
2005; Miller, Fisher, Fetrow & Jordan, 2005; Oosterman, Schuengel, Slot, Bullen &
Doreleijers, 2007). La información sobre los factores asociados con el fracaso
postreunificación es limitada y generalmente está basada en estadísticas o
información recogida por los mismos organismos que llevan a cabo los procesos de
reunificación2. En definitiva, la literatura actual sobre recurrencia de maltrato infantil

2Autores como Miller y colaboradores (2005) han señalado que existen una serie de preocupaciones
acerca de este aspecto que han sido planteadas por los investigadores desde hace más de una década

10
post-reunificación y re-institucionalización apunta a que no debe confundirse el
regreso del niño a su hogar, con el éxito del proceso de reunificación, sino con su
inicio. En este sentido, el trabajo con las familias -además de con el niño/a- es
sumamente importante para que la reunificación familiar sea exitosa a mediano plazo.
Proporcionar apoyo para las familias después de la reunificación, requiere que
los trabajadores sociales o profesionales involucrados en el caso planifiquen
mecanismos para determinar el grado de seguridad de los niños/as si son devueltos a
casa. En la reunificación, la historia reciente de la familia o sus comportamientos no se
pueden utilizar como base para juzgar la capacidad de un cuidador para proteger y
cuidar a un niño/a (Morton & Salovitz, 2001). Es por tanto imperativo avanzar hacia
identificar variables que permitan determinar cómo predecir el éxito o fracaso de una
reunificación familiar.

La literatura sobre reunificación muestra un cierto grado de coherencia en sus


hallazgos, pero también algunos desacuerdos en cuanto a la relación entre
determinadas características de los niños/as en acogimiento y los niveles de
reunificación. A modo de ejemplo, varios son los estudios que señalan que los niños
menores de 1 año tienen una tasa de reunificación más baja que el resto de los niños
(Courtney, 1994; Goerge, 1990; Westat & Centro Chapin Hall para la Infancia, 2001),
mientras que otros estudios no han encontrado que exista ninguna edad significativa
(McMurtry & Lie, 1992; Wells & Guo, 1999). La mayoría de las investigaciones señalan
el origen étnico como un factor importante en el examen de la reunificación. En
estudios conducidos en los Estados Unidos, los niños/as afro-descendientes y/o
hispanos, muestran una probabilidad menor de reunificación, así como un ritmo más
lento de ésta, ya sea como un factor por sí solo o en conjunto con otros factores
(Courtney, 1994; Davis et al, 1997; Goerge, 1990; McMurtry & Lie, 1992; Wells & Guo,
1999; Westat y Centro Chapin Hall para la Infancia, 2001). La literatura no es del todo
consistente en relación a los efectos de los tipos de cuidado alternativo a la hora de
reunificar a los niños/as con sus familias de origen. Courtney (1994), Davis y
colaboradores (1997) y Wells y Guo (1999), sugieren que los niños separados de sus
familias por abandono se reunifican a un ritmo inferior que los niños/as separados
por otras causas. Por otro lado, Goerge (1990) sugiere que los niños separados por
abandono tienen una tasa más alta de reunificación que los niños separados por
abuso.

(Courtney, 1995; Gelles, 2001; Hohman y Butt, 2001; Maluccio y Ainsworth, 2003; Terling, 1999; Wells
y Guo, 1999), los cuales han señalado que el uso de bases de datos oficiales proporcionan un punto de
partida, pero limitan la capacidad de los investigadores para considerar una amplia gama de factores
potencialmente importantes. Por esto, resulta trascendente considerar el uso de evaluadores
independientes para llevar a cabo entrevistas, observaciones en el hogar, y observaciones de barrio que
complementen la evaluación de los procesos de reunificación.

11
Todos los estudios que analizan las rotaciones en las colocaciones han
determinado que éstas son inversamente proporcionales a la probabilidad de
reunificación (Davis et al, 1997; Goerge, 1990; Westat & Centro Chapin Hall para la
Infancia, 2001). Todos los estudios señalan también que los niños/as colocados en
hogares de protección se reunifican más lentamente que los niños/as en otros tipos de
cuidado alternativo como el acogimiento familiar (Courtney, 1994; Davis et al., 1997;
Goerge, 1990; Westat & Centro Chapin Hall para Niños, 2001). Por último, los estudios
han examinado fuertemente la relación entre la estructura familiar y las
probabilidades de lograr una reunificación exitosa. Courtney (1994) y Wells y Guo
(1999) encontraron que los niños de hogares biparentales se reunifican más rápido
que los niños/as de otras estructuras familiares.

Estos y otros factores, como la pobreza, los problemas de adicciones de los


padres, problemas de salud del niño/a, entre otros, son factores que han sido
abordados por la literatura para predecir en qué grado puede o no lograrse una
reunificación familiar en niños/as que han sido separados de su familia producto de
una vulneración de sus derechos.

¿Cómo ha sido la experiencia de desinternación en Chile hasta hoy?

Previo a dar inicio al análisis de variables y modelos de reunificación nos


parece pertinente señalar que existe escasa evidencia documentada tanto en Chile
como en América Latina acerca de procesos de desinternación. La mayor parte de la
información sistematizada proviene del mundo anglosajón y europeo, ya que en
ambos casos la política de desinternación arrastra varios años de implementación y
sus experiencias han permitido documentar con rigurosidad científica los modelos de
reunificación.
En la región de América Latina la situación es menos evidente, ya que si bien
varios países han impulsado mecanismos de desinternación, no ha sido posible
encontrar información oficial referida a cómo se llevan a cabo los procesos de
reunificación familiar en específico. Más bien, opiniones expertas han señalado en
forma reiterada que esta ha sido una gran debilidad de las experiencias que se han
llevado a cabo en la Región (Matilde Luna, comunicación personal), las cuales se
centran con especial énfasis en la salida del niño o niña de la residencia, pero no
establecen claramente un trabajo de reunificación que permita dar sostenibilidad a la
política impulsada3.

3 Esto no quiere decir que no hayan existido en Chile varias experiencias que han trabajado
intensamente por la reunificación familiar. A nivel informal, se tiene conocimiento de las iniciativas

12
En Chile, a partir de 1990 comienza a desarrollarse una política destinada a
egresar masivamente a niños/as de las instituciones, especialmente aquellos que se
encontraban en instituciones masivas (UNICEF; 2005). En una publicación de UNICEF
(2002) coordinada por Ferrari, Couso, Cillero y Cantwell titulada "Internación de Niños:
¿El comienzo del fin? Crisis de los internados y transformación de las políticas de
infancia en España, Italia y el Cono Sur", se documentan dos experiencias piloto
desarrolladas en Chile, el año 1994 por el Hogar de Cristo y el año 1996 por la
Fundación Rodelillo. En el caso del Hogar de Cristo, el diseño se nutrió de ideas
propias y de experiencias de Estados Unidos, Colombia, Israel y Argentina, poniendo
en el centro teórico del modelo el concepto de la resiliencia. La metodología diseñada
en el Hogar de Cristo iniciaba con el diagnóstico al momento del ingreso del niño a la
residencia, planteando un conjunto de intervenciones individuales y grupales entre
las que se encontraban: "talleres de vivienda, indicaciones para el buen uso de la red
social, talleres para padres e hijos, talleres de grupo para niños, incorporación a
instituciones de rehabilitación y alcoholismo, atención psicológica y/o psiquiátrica,
atención médica, seguimiento permanente a las familias y los niños a través de visitas
domiciliarias y contacto con las redes de la comunidad (...) el plan de apoyo familiar al
egreso del niño puede considerar ayuda material (dinero, entrega de canasta de
alimentos, vestuario, útiles escolares, etc.) así como apoyo emocional y orientaciones
generales, tales como trámites para la vivienda, subsidios, redes comunitarias, entre
otras" (p. 91). La reunificación familiar estaba a cargo del "Programa de
Acercamiento Familiar" el cual trabajaba con el niño y la familia preparando su
reinserción en el hogar, con un foco especial en niños mayores de 6 años de edad y
que estuviesen internos por más de 3 años, realizando un seguimiento por hasta
dos años posterior al egreso. En el caso de esta experiencia se cuenta con una positiva
evaluación, de carácter cualitativo, sin haber sido posible acceder a datos
cuantitativos de logro.
En el caso del proyecto piloto de la Fundación Rodelillo, "la propuesta se
transformó en un proyecto piloto cuyo objetivo debía ser el regreso de los niños
internos a sus casas y la validación de un modelo para trabajar con las familias la
desinternación" (p. 100). La experiencia documenta una serie de dificultades de
logística y coordinación con las instituciones que derivaron niños al proyecto, pero
principalmente se destaca los grandes desafíos asociados al perfil de las familias con

desplegadas por ONGs colaboradoras del SENAME como Fundación Mi Casa, Protectora de la Infancia,
María Ayuda, entre otras, y en varios de estos casos se realizaron jornadas de evaluación de las
experiencias, llegando a conclusiones similares a las recogidas en este informe. Lamentablemente, estos
esfuerzos no han sido publicados, lo que hace difícil su recuperación y sistematización en el marco de
este documento.

13
las que se encontraron: "las principales características de las familias fueron su
deteriorada situación socioeconómica (...) una serie de dificultades en los vínculos
parentales, caracterizados por una baja afectividad hacia los hijos, despreocupación
por el desarrollo escolar de éstos, malas relaciones de pareja y escasa comunicación
entre los miembros (...) la carencia e ineptitud para construir redes de apoyo
familiares, comunitarias o sociales" (p. 100). En algunas familias se añadió además un
perfil de grave maltrato, alcoholismo, violencia y abuso sexual. En cuanto al modelo de
trabajo, se documenta el uso inicial de talleres los días sábado, que debieron ser
suspendidos por la inasistencia reiterada de las familias; atención en salud
mental mediante terapias individuales; talleres de refuerzo pedagógico a los niños; y
eventos recreativos masivos para todas las familias; orientación en temas de vivienda;
entre otros. La experiencia no obtuvo los resultados esperados: "desde las primeras
etapas surgieron dificultades para implementar el proyecto de acuerdo a como éste se
había planificado. (...) Hubo una alta deserción. Del total de mujeres que declararon
en un comienzo que deseaban desinternar, un gran porcentaje se rehusó en la primera
etapa (... ) debido al escaso compromiso demostrado por los hogares frente a los
objetivos del proyecto, no fue posible desarrollar un trabajo coordinado entre los
hogares, la familia y la fundación" (p. 106). En este caso, no se señala el número inicial
de niños con los que se inició el trabajo, pero se declara que un grupo de 15 familias
permaneció hasta la finalización del proyecto. Entre los principales aprendizajes de
esta experiencia estuvo la necesidad de contar con el apoyo y colaboración activa de
las residencias de protección, además de asegurar una gran inversión en recursos
humanos: "por cada familia de internado que un profesional iba a ver, se dejaban de
ver seis de las familias tradicionales con las que trabajaba Rodelillo" (p. 107).

Estas experiencias constituyen antecedentes relevantes de conocer en el país.


Sin embargo, la primera gran experiencia nacional documentada en materia de
desinternación, es la realizada el año 2002 en la Ciudad del Niño. En dicha
ocasión, 315 niños y niñas fueron desinternados por un programa elaborado por el
Consejo Nacional de Defensa del Niño (CODENI), con la supervisión del Servicio
Nacional de Menores (SENAME), y bajo el marco del Convenio de Cooperación
CODENI - SENAME - UNICEF, firmado en octubre del año 2000. El proceso de cierre de
la Ciudad del Niño se desarrolló de manera progresiva, debido a la disminución de
ingresos de niños y niñas por internación y a las nuevas orientaciones de la política
de infancia, las que enfatizaron intervenciones orientadas hacia el egreso.
Un estudio realizado por la Universidad Diego Portales (2005), determinó que
los procesos de desinternación llevados a cabo en la Ciudad del Niño no fueron
del todo exitosos. El estudio señala que dentro de los aspectos que fallaron en esta
experiencia, destacan (UNICEF, 2005):

14
1. Una alta rotación de los adultos responsables de aquellos niños y niñas
derivados a sus hogares. Esto puede ser explicable si consideramos que un
55% de las causales de ingreso se enmarcaban en "Inhabilidad Parental" y
"Violencia Intrafamiliar", entonces, ante una intervención social insuficiente en
el tiempo y que desconoce la población sobre la que interviene, es muy factible
que los adultos responsables se vean sobrepasados por el cuidado de sus niñas
o niños y busquen alternativas para que otros tomen la responsabilidad. Esta
dinámica, de delegación de las funciones parentales en terceros, ha sido
documentada en la literatura sobre familias multiproblemáticas o multi-
estresadas y programas sociales (Gómez, Muñoz & Haz, 2007; Ford &
Valdebenito, 2012).
2. El deficiente rendimiento escolar y la permanencia de los niños y niñas
egresados de la Ciudad del Niño. La historia de vinculación con el sistema
escolar del internado fue siempre un tránsito de entradas y salidas desde la
oferta municipal a la oferta escolar del mismo internado, el cual abrió y cerró
varias veces su escuela, y cada vez significó un cambio de establecimiento para
los estudiantes. La falta de permanencia y la deficiencia de la enseñanza se
tradujo en problemas de aprendizaje, alto ausentismo escolar y bajo
rendimiento. Este factor viene a confirmar la necesidad de un seguimiento de
largo plazo y de contar con una red de apoyo escolar para los niños y niñas
desinternados.
3. Ausencia de redes con las que los niños y niñas, y sus familias puedan
interactuar. Se observó un aislamiento en las comunas donde fueron
derivados. Este dato se vincula al largo período de internación, recordemos que
el 50% de la población total estuvo interna entre 3 y 5 años. De allí que futuros
planes de desinternación deben velar por establecer vínculos más estrechos
con instancias comunitarias que disminuyan la amenaza que genera en estos
niños y niñas "el mundo exterior".

Algunos años más tarde, vuelve a aparecer el interés por la


desinstitucionalización 4 de niños y niñas en residencias de protección, debido
fundamentalmente a que las estadísticas mostraban que el número de niños/as
internos permanecía estable, logrando una especie de status quo en el Sistema
Residencial. Así, el SENAME publica el año 2007 la licitación de los "Programas de
Fortalecimiento Familiar - PRF", que aparecen definidos en la ley 20.032 como

4 Se ha utilizado indistintamente el concepto "desinstitucionalización" y "desinternación" a lo largo de


los años. El segundo se ha considerado más restrictivo que el primero, ya que se referiría a
"internados", mientras que el primero se referiría a "instituciones de protección".

15
"aquellos destinados a afianzar la capacidad de los padres o de quienes puedan asumir
responsablemente el cuidado personal del niño, niña o adolescente que se encuentre
en un centro residencial para ejercer directamente dicho cuidado, propiciando su
pronto egreso y su reinserción familiar". Su objetivo general declarado fue: "favorecer
la reinserción familiar y socio-comunitaria de los niños/as y adolescentes que
permanecen en centros residenciales, a través de un proceso de intervención técnica
que desarrolle en sus familias o adultos responsables y en los propios niños/as,
herramientas necesarias que les permitan responsabilizarse del cuidado, crianza y
efectiva protección de sus derechos" (SENAME, 2007, p. 3). La metodología planteaba
5 etapas o momentos del proceso de intervención: (a) la selección de casos,
coordinada con el centro residencial; (b) la profundización del diagnóstico,
trabajando "desde las fortalezas del grupo familiar, evaluando los vínculos de apego,
potencialidades, discursos y actitudes facilitadoras de la re-unificación familiar.
Particularmente, integrar la opinión de los usuarios/as" (p. 5); (c) el diseño de un
plan de intervención, en los ámbitos referidos al niño/a, su familia y la comunidad,
incorporando activamente la participación de las familias; (d) la ejecución del plan
de intervención, coordinado activamente con el personal del centro residencial; y (e)
el egreso del centro residencial, acompañamiento y seguimiento, del caso, para
evaluar la efectividad de las medidas adoptadas. En las bases técnicas actualizadas del
año 2010, se señalan como criterios de logro los siguientes: 1) Presencia de calidez
emocional en las interacciones entre los adultos responsables y sus niños/as o
adolescentes. 2) Presencia de prácticas de socialización basadas en el buen trato por
las figuras adultas responsables, hacia el niño, niña o adolescente. 3) Presencia de
condiciones materiales básicas. 4) Presencia de conductas responsables por parte de
la familia para responder a las necesidades básicas, de salud, educación y recreación
de sus niños/as o adolescentes. 5) Presencia de conductas pro-activas de los adultos
pertenecientes al grupo familiar para autogestionar los apoyos necesarios de la red
(SENAME, 2010, p.7). El plazo total de intervención de este modelo fue de 18 meses,
con una proporción de un profesional jornada completa cada 20 a 25 niños como
máximo, y un financiamiento de 3 USS mensual ($41.430 actuales) por niño atendido,
con un adicional de 10 USS ($138.100 actuales) por niño/a favorablemente egresado.
Lamentablemente, los resultados de este programa piloto no fueron los
esperados. El programa enfrentó numerosas dificultades de logística, gestión
territorial de los casos, dificultades de alianza y colaboración con los centros
residenciales, competencias, entrenamiento y supervisión del recurso humano, y
especialmente insuficiente financiamiento (E. Gómez, comunicación personal), lo que
resulta evidente si se comparan las 3 USS mensuales por niño del PRF con los 4,5 USS
mensuales de los antiguos PIB (y actuales PPF) o los 9,3 USS de los programas PER
adosados a residencias. Estos problemas se graficaron en una disminución repentina
de la oferta de PRF, como señalan Ford y Valdebenito (2012): "en el caso específico de

16
los PRF, se observa una notoria disminución en su cobertura, pues hasta enero de
2011 dichos programas contaban con 1.208 cupos en todo el país (SENAME, 2011e),
para un total de 9.508 niños internados en las distintas ofertas residenciales de la red
SENAME (Martínez, 2010). Sin embargo, la oferta programática del SENAME para el
2012 estipula sólo tres centros, con un total de 141 cupos (SENAME, 2012). Al revisar
estos datos, es posible afirmar que este programa está lejos de constituirse como una
línea de trabajo universal para los niños que ingresan al sistema de protección y sus
familias" (p. 12). A partir de 2012, el programa no existe como oferta pública para la
reunificación familiar.
En su reemplazo, se propone desde el año 2010 adosar a las residencias de
protección el Programa de Protección Especializado de Intervención Residencial
(PER). Su objetivo es: "Desarrollar procesos de intervención a nivel individual y
familiar, desde los tres ejes psicosocioeducativo, terapéutico y familiar, contribuyendo
al restablecimiento de los derechos vulnerados, especialmente el derecho a vivir en
familia" (SENAME, 2011, p. 27). El foco de estos programas se concentró primero en el
rango de edad de 6 a 17 años y 11 meses; más recientemente se incorporaron
programas PER en residencias de lactantes y preescolares, ampliando el rango de
edad de los 0 a los 17 años y 11 meses. Los componentes de la intervención se
definieron de la siguiente manera: (a) atención familiar y social, centrada
particularmente en la evaluación de competencias parentales que permitieran
concluir fundadamente respecto a las proyecciones de egreso (SENAME, 2011, p. 11),
y más recientemente se incorporó un enfoque de trabajo en red: "para la intervención
familiar propiamente tal, el equipo residencial puede apoyarse en la red externa y
también indicar al Tribunal de Familia la necesidad de realizar egresos asistidos con
apoyo de los Programas de Intervención Breve - PIB más cercanos al domicilio de la
familia5 o con otros programas ambulatorios especializados, según corresponda; esto
reconociendo que el mayor sentido de urgencia lo tiene la transitoriedad del niño en
protección residencial y el retorno a la brevedad de la vida en familia, bajo el cuidado
de un adulto responsable, desde donde pueden continuar realizándose las
intervenciones que precise el niño y su familia" (SENAME, 2014, p. 7); (b) atención
psicológica centrada en los niños/as y adolescentes; (c) y atención psicoeducativa y
socioeducativa de los niños/as y adolescentes en las residencias. Las orientaciones
técnicas estipularon 5 momentos de la intervención: (1) ingreso y acogida de los

5Esto en la práctica convierte a los programas PIB (actuales PPF) en la nueva oferta de
programas de reunificación familiar, sin que los equipos profesionales de esa línea
programática cuenten con entrenamiento en reunificación familiar, ni competencias técnicas
específicas a los complejos desafíos que supone el proceso de reunificación (ej., la reconstrucción de los
vínculos familiares, el desarrollo de sensibilidad parental, el abordaje de temáticas de salud mental o
abuso de substancias, entre otros).

17
niños/as y adolescentes al centro residencial; (2) evaluación psicosocial dentro de 20
días hábiles y evaluación de competencias parentales dentro de 40 días hábiles (para
lo cual se sugieren como instrumentos la NCFAS-R, la guía de Barudy y Dantagnan y el
Inventario Potencial de Maltrato PMF, entre otros, SENAME, 2014, p. 8); (3)
formulación y desarrollo del plan de intervención individual, informando al menos
cada 3 meses a tribunales su estado de avance; (4) desarrollo del plan de intervención,
no debiendo exceder los 12 meses; (5) y egreso, idealmente en condiciones de
reunificación con la familia de origen, precedido de una serie de acercamientos
graduales entre el niño y la familia, pudiendo realizarse en algunos casos justificados
seguimiento de hasta un máximo de 6 meses. El recurso humano exigido es de 1
psicólogo cada 20 - 25 niños, y 1 trabajador social cada 20 - 25 niños, 1
psicopedagogo, educador diferencial o educador de párvulo de media jornada, 1
psiquiatra o neurólogo infanto-adolescente con 6-10 horas mensuales de dedicación.
El financiamiento de los programas PER es de 9,3 USS ($128.433) mensual por niño.
Cabe señalar que este programa, a pesar de ser una importante contribución al trabajo
de los centros residenciales, no se constituye en una oferta especializada en la
reunificación familiar propiamente tal. En la práctica, los recursos se ven
completamente consumidos por la dinámica de la residencias, implicando un
importante esfuerzo de liderazgo institucional proteger la intervención con las
familias de origen orientadas a la reunificación (E. Gómez, comunicación personal).
En este marco, el año 2012 una iniciativa internacional de UNICEF y la Red
Latinoamericana de Acogimiento Familiar (RELAF) selecciona a Chile para realizar
una prueba piloto para desinternar a niños/as de una residencia a programas
de Familias de Acogida. Esta prueba piloto contempló el inicio de un plan de
desinstitucionalización de niños(as) menores de 3 años internos en una residencia de
la Región Metropolitana. En este proyecto piloto solo 6 casos6 y 10 niños lograron
ser desinternados en el tiempo que duró la prueba (cerca de un año) y 6 casos y
6 niños siguieron institucionalizados en Casa Catalina7 a pesar de las gestiones
realizadas con actores involucrados y con nuevas gestiones en curso para su
desinternación (incluyendo la derivación al programa FAE de ADRA)8. Entre los
principales obstaculizadores que se evidenciaron durante el transcurso de este
piloto, los investigadores concluyeron:
 Que la judicialización de los casos fue un aspecto crítico a la hora de
desinternar. Todo pasó por la decisión del juez quien no siempre tomó en
consideración la opinión de los equipos técnicos;

6 Un caso puede tener más de un niño/a (hermanos)


7 Casa Catalina fue la residencia seleccionada para desinternar a sus niños/as.
8 FAE ADRA fue el programa de Acogimiento Familiar seleccionado en esta prueba piloto para derivar a

los niños/as de Casa Catalina.

18
 Existió un gran desconocimiento de la red familiar extensa de parte de los
equipos interventores para realizar la intervención familiar en protección;
 Problemas críticos identificados fueron:
 El inicio de causas de adopción sin despeje familiar;
 La rotación permanente de jueces y consejeros;
 La gestión de las causas sin apoyo jurídico a los equipos de los
proyectos.
Los aprendizajes de ambas experiencias son múltiples. Por una parte, la
iniciativa de 2002 dejaba entrever algunos elementos claves a considerar en los
procesos de desinternación, pero no llegó a establecer modelo alguno de reunificación
familiar. Entre los aspectos que se destacan de esta experiencia caben señalar los
siguientes (UDP, 2005):
 El proceso de desinternación debe comenzar el primer día de internación del
niño o niña, por lo que debe ser un trabajo conjunto con los operadores, el niño
y la familia.
 La relación y el trabajo con la familia debe ser constante y permanente.
 Se debe explicitar a todos los actores involucrados el nuevo marco cultural,
regido por la CDN y el interés superior del niño/a, dentro del cual se manifiesta
el proceso de desinternación.
 Al momento del egreso, se debe realizar el diagnóstico de la situación de la
familia que será confrontado posteriormente con el diagnóstico realizado al
momento del ingreso del niño a la Residencia de Protección.
 Se debe preparar a la familia para el momento del egreso del niño,
contribuyendo a la reunificación familiar.
 En el proceso de cambio y toma de decisiones respecto de la desinternación,
deben participar todos los actores involucrados: los niños, la familia, los
funcionarios y los profesionales.
 Los niños, niñas y adolescentes deben asumir un rol activo a través del acceso a
la información y al desarrollo de su autonomía.
 La comunicación debe ser expedita entre los actores involucrados en el
proceso de desinternación.
 Se debe incorporar al momento del egreso la ampliación del equipo de
profesionales y técnicos, lo que permitirá entregar herramientas específicas de
capacitación y asegurar los resultados de acuerdo al incremento de funciones y
actividades con las familias.
 La desinternación debe ser un proceso abierto a los cambios y flexible a los
tiempos que involucra.
 Luego del egreso, es indispensable incorporar una estrategia de seguimiento
en el tiempo que supervise el bienestar y la seguridad de los niños, que apoye a

19
las familias y que incorpore al niño desinternado como a su familia a la red de
servicios que existen tanto a nivel comunitario como local/municipal.
 La familia y el niño, deben quedar conectados con las redes y los servicios
comunitarios, gracias a un proceso de activación de recursos locales que
comienza antes del egreso del niño del Hogar.
Por otro lado, la experiencia del año 2012 añade un elemento fundamental y es
que es imperativo el trabajo masivo y paralelo con los entes derivadores,
principalmente hospitales y tribunales de familia y la difusión y sensibilización del
acogimiento familiar –en todos los niveles de la política pública- debe ser un esfuerzo
mancomunado y sistemático de los actores vinculados a la infancia.
Adicionalmente, se afirma que para asegurar los procesos de desinternación
conforme a las decisiones técnicas se requiere de una asistencia jurídica
permanente y cercana a los equipos de las residencias y los programa Familias de
Acogida en todas las causas de protección que implican la separación de la familia de
origen (Martínez, 2013).
Por otra parte, esta experiencia piloto permitía además reflexionar acerca de la
factibilidad de llevar a cabo un proceso de desinternación a nivel país, frente a lo cual
señala que para ello es necesario iniciar un proceso liderado por el nivel central de
SENAME, planificado y acompañado por un equipo técnico, con el propósito de lograr
la reconversión asistida de todos los centros residenciales que en la actualidad
atienden niños menores de tres años (op cit).
En el nivel privado, también se han registrado experiencias de desinternación
con financiamiento propio como la impulsada por la Corporación Casa del Cerro.
Esta institución desde el año 2012 viene desarrollando un programa de
desinternación que funciona con financiamiento privado a través de la Fundación San
Carlos de Maipo y que estará vigente hasta el año 2015.
Este equipo ha desarrollado un modelo de Acompañamiento Terapéutico
Familiar (ATF) que de acuerdo a lo que sus creadores han señalado, es un un modelo
de intervención especializado cuyo objetivo es favorecer los procesos de revinculación
entre niños, niñas, adolescentes y sus familias en situaciones de vulneración de derechos
y en cualquier contexto de cuidado alternativo. Así como también es un dispositivo que
puede ayudar a prevenir situaciones de separación entre el niño/a y sus padres. Su
labor se desarrolla en tres momentos claves:
- Internación: selección de casos, contacto para la construcción de un vínculo.
- Acercamiento Familiar: trabajo en lo cotidiano, restitución de las funciones
parentales.
- Desinternación: seguimiento familiar.

20
Cada una de estas etapas considera al niño, a la familia y a la institución.
Destaca de esta forma de intervención que el trabajo no se acaba cuando el niño/a sale
de la residencia, se inicia un proceso de acompañamiento de un año, después que el
niño/a sale de la residencia, aun sin que el tribunal lo determine. La experiencia que
han desarrollado a la fecha, ha determinado que lo que permite que un programa de
este tipo se sostenga en el tiempo es:
- La supervisión profesional: supervisión clínica de casos permanente y
monitoreo y sistematización de la intervención.
- Gestión del conocimiento: producción teórica desde la experiencia, revisión y
actualización del modelo de intervención
- Acompañamiento del equipo: espacios cotidianos de acompañamientos de la
experiencia del interventor y división de funciones administrativas clínicas.
Entre Marzo de 2012 y diciembre de 2013 trabajaron con un total de 33
familias y 50 niños/as en 3 residencias. Los niños/as tenían en promedio 8 años de
edad. Se logró un 82% de casos desinternados, con un promedio aproximado de 8
meses de trabajo para la desinternación. De estos casos:
 49% egresó por positivo proceso de re vinculación con la familia
 51% egresó por considerar que la familia presenta herramientas protectoras
 73% egresó con familias de origen y 27% con familia extendidas

21
Variables Predictoras de Reunificación
En este capítulo analizaremos evidencia de estudios internacionales que dan
cuenta de las principales variables predictoras a considerar para evaluar el éxito o
fracaso en una reunificación familiar, posterior a una separación producida por una
situación de maltrato o negligencia parental. En la figura 2 se presenta un resumen de
estas variables:

Características de los Características del


Características del
padres, madres y proceso pre -
niño/a
entorno familiar reunificación

Trastorno mental, Razones de la


Edad separación
problemas
emocionales y abuso
de substancias y Tiempo de la
Etnia/raza alcohol separación

Pobreza y el estrés Tipo de cuidado


Género alternativo
ambiental, una vivienda
inadecuada o inestable,
estatus de familia
monoparental, violencia Relación con el
Problemas de salud intrafamiliar. sistema proteccional

Figura 2. Variables a considerar previo a la reunificación familiar.

Características del Niño/a

La edad del niño se asocia con patrones de reunificación en dos sentidos: el


primero de ellos hace referencia a la relación que existe entre la edad del niño/a y la
velocidad del regreso de los niños/as con sus familias; y por otra parte, la edad del
niño/a en función del éxito de este proceso.

En primer término, la literatura ha dado cuenta que los tiempos de retorno con
su familia son menores para aquellos niños y niñas que ingresan a una residencia
siendo infantes, esto es, menores de 2 años de edad (Leathers, Falconnier, & Spielfogel,
2010; Sinclair, Baker, Lee, & Gibbs, 2007), y mayores para los adolescentes
(Fernández & Lee, 2011). Wulczyn (2004) reporta que los niños y niñas menores de 2
años tienen más probabilidades que los niños y niñas mayores de ser reunificados en

22
los seis primeros meses de cuidado alternativo. Sin embargo, otros estudios han
encontrado la relación inversa: por ejemplo, Putnam-Hornstein y Shaw (2011)
encontraron que los niños mayores experimentaban un aumento en sus
probabilidades de reunificación dentro de 6 meses desde la institucionalización,
frente a sus homólogos infantiles. Estas diferencias pueden explicarse por
características del sistema de protección específico que se esté estudiando. Por otra
parte, los niños entre 1 y 12 años tienen más probabilidades de egresar del sistema
mediante reunificación con sus padres; mientras que los infantes menores de 1 año de
edad tienen más probabilidad de egresar del sistema a través de la adopción (Wulczyn,
2004). En general, no se observan diferencias significativas en relación al sexo de los
niños y la reunificación (Putnam-Hornstein & Shaw, 2011).

En lo que se refiere a la edad del niño/a y el éxito de la reunificación, cabe


señalar que la evidencia se ha mostrado en dos direcciones. Por una parte, Fuller
(2005) encontró en forma sistemática que en los niños/as pequeños se daba un alto
riesgo de recurrencia de maltrato después de la reunificación. Esto se debe a que los
bebés y niños y niñas en edad preescolar requieren un mayor nivel de
supervisión directa, lo que aumenta el nivel de estrés experimentado por los
padres durante la reunificación. Por su parte, Ordóñez (2009) señala -a partir de las
experiencias de reunificación en Sevilla- que la edad del niño/a en el momento del
desamparo influye significativamente en el pronóstico de la reunificación. A mayor
edad, peor pronóstico en los resultados del caso en términos de conseguir el regreso
del niño a su hogar. Esta contradicción puede ser explicada en función de la
incorporación de variables referidas a la intervención, en el entendido de que cuando
existe un buen proceso de apoyo en la reunificación aumenta el éxito de la misma con
niños/as más pequeños que con niños/as más grandes. Pero cuando no se da este
apoyo, los niños pequeños se encuentran más vulnerables a la recurrencia de maltrato
derivado del estrés asociado a la crianza.
En esta línea, Oosterman y colaboradores (2006) condujeron un meta-análisis
con k=15 estudios, y n=13.564 niños/as participantes, examinando la asociación entre
la edad y la ruptura del cuidado alternativo9. Demostraron que existe una mayor
probabilidad de interrupción del cuidado alternativo para niños más grandes. Los
niños menores de 3 años de edad se quedan con mayor frecuencia en una sola
ubicación durante cinco años o más, en comparación con los niños mayores de 3 años
de edad. Además, se observó que las niñas mayores son más propensas a experimentar
interrupciones en el cuidado alternativo que las niñas más jóvenes, y que los niños
mayores y más pequeños (Oosterman et al., 2006).

9 El término "ruptura de la colocación” fue acuñado por los autores del meta – análisis para referirse a
la rotación en la colocación de los niños/as. Originalmente el término es: “placement breakdown”.

23
Además de estas variables, entre las características de los niños y niñas que se
han asociado con menor probabilidad de reunificación destacan niños con problemas
de salud o discapacidad (Barth et al., 1994); niños con problemas conductuales o
de salud mental: por ejemplo, se encontró que los niños que se ubicaban en el rango
clínico del CBCL 10 tenían un 50% menos de probabilidades de lograra una
reunificación exitosa (Landsverk, Davis, Ganger, Newton, & Johnson, 1996). Asimismo,
los niños pertenecientes a etnias y pueblos indígenas presentan menos
probabilidades de una reunificación exitosa (Fernández & Delfabbro, 2010); por
ejemplo, en un estudio de Putnam-Hornstein y Shaw (2011), los niños hispanos
presentaban menos probabilidades de ser reunificados a los 6 meses de
institucionalización. Estas variables, se constituyen entonces en factores de riesgo que
debiesen ser considerados al momento de planificar la intervención. Cabe señalar
también que dentro de los 8 modelos revisados por Putnam-Hornstein & Shaw (2011)
se muestran algunas tendencias repetidas, tales como que no se observan diferencias
significativas en relación al sexo de los niños y niñas y la reunificación familiar.

Características de los padres, madres y el entorno familiar

Entre las características de los padres asociadas con menos probabilidades de


reunificación exitosa se ha encontrado el trastorno mental, los problemas
emocionales y el abuso de sustancias (Fernández & Lee, 2011; Marsh, Ryan, Choi &
Testa, 2006). Fuller (2005) ha indicado que la enfermedad mental del cuidador
puede aumentar el nivel de ansiedad o estrés que rodea la reunificación, sobre todo si
no hay recursos compensatorios o soportes en su lugar para los cuidadores que
poseen algún tipo de enfermedad de salud.
El abuso de sustancias ha sido ampliamente estudiado por la literatura como
un factor predictor del éxito de la reunificación. Por ejemplo, un estudio de Putnam-
Hornstein y Shaw (2011) con 26.963 niños y 15.715 familias de 57 condados en
Estados Unidos, encontró que en los casos reunificados exitosamente, solo el 39,8% de
los padres tenía problemas al ingreso de consumo de substancias (cifra
significativamente menor a la observada en aquellos casos que no se reunificaron). Al
contrario, la indicación de incluir a los padres en un tratamiento por alcohol y drogas,
se encontraba asociada negativamente con la probabilidad de ser reunificado en 6
meses (no por el tratamiento, sino por el hecho de necesitarlo). El uso de sustancias

10CBCL: Child Behavior Check List, es un cuestionario ampliamente utilizado en la investigación, con
excelentes propiedades de validez y confiabilidad, que evalúa problemas conductuales y
socioemocionales en niños desde los 18 meses hasta los 18 años de edad. Es parte del sistema ASEBA
de evaluación desarrollado por el Dr. Achenbach en Estados Unidos.

24
por parte de los padres se asoció con un 35% a 40% de menos probabilidades de
reunificación en todos los modelos explorados en el estudio.
Un estudio realizado en Illinois con madres que abusaban de sustancias
durante el embarazo o la lactancia, mostró que el tipo de tratamiento al que asistían
como el progreso en el mismo predecían la reunificación. Las madres que realizaban
tratamiento no residencial alcanzaron mayor tasa de reunificación (tratamiento no
residencial, es decir, ambulatorio, supone menor nivel de complejidad del caso). Por
otra parte, las madres que lograron progreso en el tratamiento, en comparación con
las que no, mostraron una probabilidad de lograr la reunificación familiar 15,68 veces
mayor (Huang & Ryan, 2011).

Entre las características familiares y del entorno asociadas a una menor


probabilidad de reunificación exitosa se encuentran la pobreza y el estrés ambiental,
una vivienda inadecuada o inestable, estatus de familia monoparental (tres veces
menos probabilidades de reunificación exitosa), violencia intrafamiliar y
dificultades financieras crónicas (Fernández & Lee, 2013).
Se ha determinado como un factor clave que debiese considerarse a la hora de
realizar la reunificación familiar, el estrés familiar como un potente predictor de
recurrencia de maltrato en niños/as que han sido reunificados. Esto se explica porque
la reunificación es un período caracterizado por un cierto grado de incertidumbre y
estrés, tanto para los cuidadores y como para los niños (R. Kirk, comunicación
personal). Las características de ciertos niños (como por ejemplo la edad), de los
cuidadores (enfermedad mental) o del propio hogar (hacinamiento) pueden aumentar
los niveles de tensión, mientras que los recursos de apoyo familiar, comunitario y
profesional pueden disminuirlo (Fuller, 2005).

La estructura del hogar monoparental u hogares con cuatro o más hijos


aumenta considerablemente el riesgo de volver a sufrir maltrato. El número de niños
en el hogar se ha asociado frecuentemente con la recurrencia de maltrato en varios
estudios (Courtney, 1995; Frame, Berrick, & Brodowski, 2000; Jonson-Reid, 2003). La
monoparentalidad en comparación con la biparentalidad ha sido una de las variables
que más sistemáticamente ha mostrado predictibiidad en el fracaso de la reunificación.
Wulczyn, Chen y Courtney (2011) demostraron que los condados con mayor
proporción de familias monoparentales tienen tasas de reunificación iniciales más
lentas que los condados con un menor número de familias monoparentales.

Los resultados del estudio de Fuller (2005) señalan que cuando se va a


realizar la reunificación, los profesionales deben tener muy en cuenta el marco
de estrés parental, considerando cuidadosamente el número y los tipos de
estresores que estarían presentes en el entorno familiar si se devuelve el niño.

25
Los servicios posteriores a la reunificación se deben poner en marcha para hacer
frente a factores de estrés. Y además de proporcionar apoyo para las familias después
de la reunificación, se requiere que los trabajadores sociales o profesionales
involucrados en el caso, planifiquen mecanismos para determinar el grado de
seguridad de los niños si son devueltos a casa (Morton & Salovitz, 2001).

En lo que se refiere a los aspectos relacionados con la pobreza o extrema


pobreza cabe señar que este ha sido un aspecto muy controversial a la hora de medir
su impacto, debido fundamentalmente a la sobre-representación que existe en los
sitemas de bienestar infantil de las familias pobres. Estudios como los de Wulczyn,
Chen y Courtney (2011) han mostrado que las tasas de pobreza como variable de
contexto, tiene poca relación con la reunificación, mientras que el carácter urbano de
la provincia, la estructura familiar, y la composición étnica se relacionan fuertemente.
Además, debe evitar confundirse pobreza con negligencia, una de las causales más
frecuentes para establecer medidas de protección de los niños y niñas; la reunificación
debe por tanto considerar mecanismos de apoyo social que permitan ofrecer una
oportunidad equitativa de reunificación a las familias (esto es, que las familias con
menos recursos económicos tengan iguales posibilidades de lograr la reunificación
que aquellas con más recursos).

La relación que mantienen los padres entre ellos se ha mostrado


fuertemente predictora del éxito de la reunificación en España (Ordoñez, 2009). Los
modelos de reunificación en Sevilla han dado cuenta que los progenitores de las
familias en donde la reunificación ha sido exitosa, mantienen relaciones estables de
pareja, son las que han conseguido cambios relacionados con el abandono del
consumo de drogas, tras la superación de tratamientos terapéuticos con éxito y la
consecución de una estabilidad laboral. Por su parte, los progenitores de las familias
no exitosas han conseguido cambios relacionados con el abandono de sustancias y la
obtención de nuevos recursos sociales, pero no han superado un tratamiento
psicoterapéutico con éxito.

La identificación de características de "familia multiproblemática" (Gómez,


Muñoz & Haz, 2007), tales como falta de supervisión, competencias parentales
debilitadas, violencia doméstica, y problemas de salud mental en miembros del
sistema familiar se asocian a un impacto negativo significativo en este proceso. En
esta línea, Fernández y Lee (2011) encontraron que los niños cuyos padres
presentaban abuso de sustancias (comparado con padres con problemas de salud
general) tenían una tasa de reunificación 86% más baja, mientras que en niños con
situaciones de violencia doméstica era de 73% menos.

26
Características del proceso proteccional previo a la reunificación

Dentro de las variables referidas al proceso de separación, cabe señalar que


aspectos como 1) tiempo de la separación, 2) tipo de cuidado alternativo y 3)
razones de la separación aparecen como las más estudiadas (Putnam-Hornstein &
Shaw, 2011; Fuller, 2005; Ordoñez, 2009).

El conocimiento acumulado a la fecha (Fernández & Lee, 2013) muestra que el


timing parece ser una variable central, sugiriendo que muchos niños se reunifican
rápidamente al comienzo, pero que las probabilidades de reunificación declinan
rápidamente después de los 6 meses de estar institucionalizado. Estudios realizados
en Estados Unidos muestran que durante el primer año la probabilidad de
reunificación es de 28%, disminuyendo a 16% el segundo año (Fernández & Lee,
2013). El estudio de Putnam-Hornstein y Shaw (2011), con una muestra de 26.963
niños y niñas, encontró que solo un 24% se reunificó dentro de los 6 primeros meses.
De los niños menores de 1 año, el 15,5% se reunificó en menos de 6 meses, mientras
que en el grupo de 6 a 10 años, el 28,3%.

Por su parte, otros estudios corroboran estos hallazgos (Courtney, 1995; Frame,
Berrick & Brodowski, 2000; Jonson-Reid, 2003) y han demostrado que los niños en
hogares de acogida que tenían estancias largas (3 años o más) tenían un mayor riesgo
de volver a sufrir maltrato en la reunificación, otros han encontrado que las estancias
muy breves (menos de 3 meses) también elevan el riesgo de recurrencia (Jonson-Reid,
2003), debido a que no se había logrado un cambio real en la familia, lo que sugiere
que debe buscarse un intervalo de tiempo óptimo para realizar la reunificación,
para lo cual Fuller (2005) ha señalado, de acuerdo a la revisión de experiencias en
Illinois, que estancias de menos de 90 días pueden ser insuficientes para resolver los
problemas que llevaron a la separación del niño/a de su familia, mientras que
estancias que superen los 3 años pueden indicar que tanto el cuidador como el niño/a
tienen problemas muy difíciles de resolver y que son éstos los que pueden interferir
con el éxito de la reintegración del niño en la familia. Basados en esta información, y
en las experiencias recientes realizadas en Chile (ej., Casa del Cerro), se plantea que un
tiempo óptimo del proceso de reunificación intensivo estaría entre los 6 y los 12
meses, apoyado de un proceso de seguimiento de otros 12 a 24 meses.

En lo que se refiere al tipo de cuidado alternativo los niños ubicados en casas


de parientes eran menos propensos a la reunificación familiar en 6 meses que los que
habían sido colocados en cuidado alternativo con personas que no eran sus parientes.
Esto ha sido corroborado por innumerables estudios (Hayward & Panfilis, 2007). Los
niños en las colocaciones de parentesco son menos propensos a ser reunificados con

27
sus padres biológicos, y son más propensos a pasar largos periodos de tiempo en los
acogimientos en familia extensa, que los niños colocados en hogares de no parientes.

En lo que se refiere a las causas de la separación, en el estudio de Putnam-


Hornstein y Shaw (2011), los niños ingresados al sistema por abandono fueron menos
propensos a la reunificación, en comparación con los niños/as separados por maltrato
físico o abuso sexual, hallazgo que también ha sido corroborado por Wulczyn, Chen y
Courtney (2011).

En todos los modelos, los niños con sólo uno o dos hermanos colocados no
presentaban diferencias en la reunificación en comparación con los que no tenían
hermanos, pero los niños con tres o más hermanos tenían entre un 21-24% menos de
probabilidad de reunificación.

El involucramiento previo con el sistema de protección se considera una


variable predictora significativa del proceso de reunificación familiar. Por ejemplo,
Connell y colaboradores (2006), encontraron que los niños y jóvenes que registraban
dos o más medidas de protección con resultado de ubicación en una institución de
protección, previo al intento actual de reunificación, tenían significativamente menos
probabilidades de éxito. Un largo número de movimientos a nuevos lugares de
cuidado alternativo también ha sido asociado con periodos más extensos de
institucionalización previo a la reunificación (Wulczyn, 2004).

28
Cuadro resumen de los principales estudios: “Variables predictoras de Reunificación”

Autores Titulo Año País Muestra Objetivo del estudio Variables estudiadas Variables predictores en reunificación
Fred Wulczyn, Family reunification 2011 EE.UU Niños Examina si las características Estructura familiar, pobreza, Menos reunificables: Los condados con
Lijun Chen, Mark in a social structural colocados en estructurales sociales a nivel raza, tasa de niños colocados en mayor numero de familias monoparentales,
Courtney context hogares de condado afectan a la tasa acogimiento por cada 10000 los bebes, no hay diferencia de género ni de
desde el año de la reunificación de la niños y tamaño del condado raza, los condados con menores tasas de
2004 en 945 familia, de acuerdo a urbano colocación familiar, los niños acogidos por
condados y determinados atributos del parientes, los condados urbanos. Las tasas de
17 estados niño. pobrezas no se correlacionan fuertemente

Emily Putnam- Foster care 2011 EEUU/C Analiza ocho Se propone realizar un Niño: raza, género, edad de la Menos reunificables: niños hispanos y
Hornstein y reunification: An alifornia modelos de modelo de regresión logística separación, razón de la negros, los más pequeños niños retirados
Terry V. Shaw exploration of non- reunificación jerárquico no lineal que separación, tipo de colocación. por abandono, niños acogidos por parientes,
linear hierarchical con una permita estimar la Familia: Tratamiento de alcohol niños cuyos padres se les había indicado
modeling muestra probabilidad de reunificación y drogas, existencia de hermanos tratamiento de alcohol y droga, niños con
total de 26. familiar en niños de California en cuidado alternativo. hermanos en colocación familiar,
963 Condado: tasa ingreso de niños
en cuidado alternativo del
Condado, la tasa de natalidad en
adolescentes y el porcentaje de
población negra.
Tamara L. Fuller Child safety at 2005 EEUU/ 174 familias El estudio examinó los Se establecieron 7 variables que Niños con riesgo de recurrencia de maltrato
reunification: A Ilinois con factores que predicen en el en su conjunto (modelo de en la reunificación: niños/as más pequeños,
case-control study niños/as. La corto plazo (es decir, dentro regresión múltiple), sirven para enfermedad mental en el cuidador, estancias
of maltreatment muestra de 60 días), la recurrencia predecir la recurrencia del en acogimiento menor a 90 días y mayores a
recurrence final estuvo (repetición) del maltrato maltrato: 1) la edad del niño , 2 ) 3 años, estrés de los padres, familias
following return compuesta enfermedad mental cuidador, 3) monoparentales, más de cuatro hijos
home from por 240 número de colocaciones, 4) tipo presentes en la familia.
substitute care casos, 120 de colocación, 5) cantidad de
cada uno en tiempo en la colocación, 6 ) el
los grupos número de niños en el hogar al
de momento de la reunificación, y
recurrencia 7) la interacción entre la
de maltrato estructura de los hogares y la
después de presencia de hermanos, cuando
la el niño regresa a casa.
reunificación
y la no
recurrencia.

29
Autores Titulo Año País Muestra Objetivo del estudio Variables estudiadas Variables predictores en reunificación
María Dolores Factores que 2009 España/ 21 Explora la existencia de La edad del niño/a en el Factores de éxito en la reunificación: menor
Ordoñez Suárez influyen en el éxito Sevilla profesionale factores de éxito en la momento del desamparo, causa edad mejor el pronóstico de resultado,
de la Reunificación s del Servicio reunificación familiar de un del desamparo , el número de cuando la causa es solo el consumo de drogas
Familiar de niño/a con su familia de cambios en las familias, relación de los padres y no el maltrato, la cantidad de
Protección origen de pareja de los progenitores, la cambios que experimenta la familia post -
de Menores intervención del Servicio de separación, la relación de pareja estable,
de Sevilla Protección de Menores, el estabilidad laboral, padres han superado un
tiempo de intervención , red tratamiento de drogas, tiempo de
social de apoyo. intervención destinado a la familia (mayor
tiempo, mayor éxito)

Mirjam Disruptions in foster 2006 EEUU, 26 estudios El objetivo de esta revisión es La edad en la colocación , los Mayor rotación colocación: niños mayores de
Oosterman, care: A review and Reino realizados proporcionar un resumen de problemas de conducta, , una 3 años, las niñas mayores son más propensas
Carlo Schuengel, meta-analysis Unido, entre los los factores asociados con la historia de la atención a los cambios en la colocación que las niñas
N. Wim Slot, Australi, años 60 y rotación (desglose) de la residencial y las colocaciones más pequeñas y que los niños en general.
Ruud A.R. Canadá, 2005, con colocación, con el fin de anteriores
Bullens, Theo Irlanda 20650 niños identificar factores de riesgo y
A.H. Doreleijers y en familias de protección.
Finlandi de acogida
a
R. Anna Foster children with 2007 EE.UU 45.284 niños Este trabajo explora si los Parentesco del niño con el Predictores de la reunificación: edad del niño
Hayward , Diane an incarcerated con padres factores que predicen la acogimiento familiar, etnia al momento del retiro (bebes más
DePanfilis parent: Predictors encarcelados reunificación de los niños en afroamericano, edad menor de 2, posibilidades de adopción que de
of reunification cuidado temporal también la discapacidad infantil, los reunificación), la niñez media (antes de la
predicen la reunificación para problemas de vivienda , la adolescencia) es cuando más probabilidades
los niños que tienen al menos estructura familiar hay de reunificación. Los hombres menos
un padre encarcelado monoparental, y la historia de propensos que las mujeres, Niños
colocación. afroamericanos más lentos y menos
reunificables, con problemas de salud, física,
mental o psicológica son menos propensos a
la reunificación, los niños de hogares bi -
parentales se reunifican más rápido que los
monoparentales, los acogidos por parientes
son menos propensos a la reunificación al
igual que los que fueron separados por
mucho tiempo. El numero de colocaciones y
el tiempo de duración de esta se asocia
negativamente a un éxito en la colocación.

30
Autores Titulo Año País Muestra Objetivo del estudio Variables estudiadas Variables predictores en reunificación

Maureen O. Mothers' 2011 Estado Mujeres El propósito de este trabajo es Edad, sexo, raza, educación, Características más comunes de las madres
Marcenko, experiences, de cuidadoras examinar las características estado civil, empleo, ingresos, que usan los servicios de bienestar infantil:
Sandra J. Lyons, resources and Washing (92%), 318 socio-demográficas y situación de vivienda, y la El análisis reveló madres en su mayoría
Mark Courtney needs: The context ton con los niños psicosociales de una muestra composición del hogar. Además, pobres, que luchan para satisfacer las
for reunification. en el hogar y de madres que usan servicio por cada hijo se le preguntó al necesidades más básicas de sus familias, y
429 con los estatal de bienestar infantil padre la edad del niño, sexo, y si hacer frente al trauma precoz, problemas de
niños fuera el niño tenía alguna necesidad salud mental, abuso de sustancias y violencia
de la casa. especial. Se describen medidas doméstica.
adicionales de tensión
financiera, la salud mental de la
madre, el abuso sexual como, la
violencia familiar, el abuso de
sustancias de menor
importancia, y las necesidades
de servicio.
Karin E. Malm, Nonresident father 2009 EEUU Se Determinar el impacto que Niño: sexo, edad, raza; Caso: Características de los niños en reunificación:
Erica H. support and seleccionaro tiene el apoyo que reciben los Características de caso, tipo de Los niños en reunificación son mayores que
Zielewski reunification n 1,958 niños/as de un padre que no maltrato, autor, colocación con los que no se reunifican. La raza/etnia no
outcomes for niños vive con ellos en la un familiar (hogares de guarda presenta diferencias. Los casos cuyo objetivo
children in foster elegibles a reunificación con y sin parentesco), y el de la reunificación era volver a estar con con
care través de objetivo de permanencia de la la madre o el padre eran mucho más
entrevistas reunificación con la madre o el propensos a la reunificación. Los niños/as
telefónicas padre del niño. Madre: que eran maltratados físicamente eran más
con 1.222 Educación de la madre y el reunificados que los que eran abusados o
trabajadores estado, problemas de la madre abandonados. Características de la madre:
de casos en (vivienda inestable, desempleo, los niños/as en reunificación tenían en
cuatro abuso de sustancia y contacto mayor proporción una madre con un
estados con la justicia penal); Trabajador diploma de secundaria o equivalente, casada.
social: raza, sexo, años de Problemas de la madre: Los niños que se
experiencia, logros y; Padre no reunificaron tenían menor madres
residente: Apoyo económico, desempleadas, con alojamiento inestable,
contacto del padre con el problemas de abuso de sustancia y conflictos
trabajador social. con la justicia. No hubo diferencia
significativa con respecto a las
Características del apoyo padre, los niños en
reunificación eran más propensos a tener
padres que les proporcionaran apoyo
financiero y apoyo en su caso. Las
características del trabajador social no se
mostraron importantes.

31
Autores Titulo Año País Muestra Objetivo del estudio Variables estudiadas Variables predictores en reunificación

Terry V. Shaw Reentry into the 2006 EEUU/ Niños del El propósito de este estudio es El idioma principal hablado en Más probabilidad de volver a ingresar en
foster care system Californi sistema de examinar la cuestión de la casa , la presencia de hermanos acogimiento de protección dentro de 12
after reunification a bienestar reinserción en cuidado de en cuidado alternativo, y meses post reunificación: el 13% reingreso,
1998, 1999, crianza después de la ASFA factores demográficos. sexo no mostró diferencia, mayor porcentaje
2000, 2001 o (Ley de adopción y familias en los bebes, niños negros y nativos
2002 seguras de 1997) y ampliar la americanos, niños que estuvieron más
(137.385 literatura sobre el reingreso tiempo en acogimiento, niños que viven en
niños) y que mediante el estudio de varios condados rurales, niños/as cuyos padres
a los 12 factores claves que no fueron estuvieron en tratamiento por consumo de
meses abordados en estudios sustancias, niños de familias
fueron previos de reingreso en monoparentales. Los niños/as que hablan un
reunificados hogares de guarda. idioma que no sea Inglés en casa tienen un
(45.154 porcentaje mucho menor de reingreso. Esto
niños). sugeriría que idioma hablado en el hogar
tendrá un efecto protector en la reentrada.
Keith A. Miller*, Trouble on the 2005 EE.UU La muestra Examinar como las Características del niño: edad, Mayor probabilidad de fracaso de la
Philip A. Fisher, journey home: la características de los padres, tipo de maltrato, características reunificación: recepción de AFDC, ingreso
Becky Fetrow, Reunification conformaron hijos, familiares, ambientales del padre: ingreso, educación, familiar, número total de tipos de ayuda
Kathy Jordan. failures in foster 16 niños y factores de utilización del relación con el programa, financiera, nivel de educación de la madre, y
care que se servicio puede estar asociado característica de la utilización de la edad materna no difirió significativamente
reunificaron con el fracaso de la servicios por parte de pares - entre las reunificaciones fallidas y exitosas.
con al menos reunificación. hijos y características del La edad y el tipo de maltrato no se
un padre vecindario correlacionaron significativamente con el
biológico. fracaso de la reunificación. Los hijos de
madres que declararon que utilizan los
médicos especialistas con más frecuencia
fueron significativamente más propensos a
experimentar una reunificación fallida. Los
niños que recibieron servicios de educación
especial menos propensos a tener una
reunificación fallida. Las habilidades de
crianza, uso apropiado de la disciplina,
organización de los padres se relaciona
positivamente con el éxito de la
reunificación. La calidad del ambiente físico
del hogar, el acceso a la estimulación, el
acceso a libros, rompecabezas y pelotas se
asocia a un éxito en la reunificación. Las
familias que viven en los barrios valorados
más seguros, más ricos y con menos
conductas delictivas eran menos propensos a
experimentar una reunificación fallida.

32
Autores Titulo Año País Muestra Objetivo del estudio Variables estudiadas Variables predictores en reunificación
Paul Delfabbro , Reunification in a 2013 Australi 468 casos en En este estudio, se analiza: los Sexo, etnia, edad, hermanos en Mayores tasas de reunificación: la mayoría
Elizabeth complete entry a colocación patrones generales de colocación y antecedentes de las reunificaciones ocurrieron dentro del
Fernandez, cohort: A fuera de sus reunificación; el nivel de familiares y sociales primer año después de haber sido ingresado
Jessica longitudinal study casas entre complejidad de la familia y su a un acogimiento (85%). Las tasas de
McCormick, Lisa of children entering el 2006 y el relación con la reunificación; reunificación eran más bajas entre los niños
Kettler out-of-home care in 2007 los mejores indicadores afectadas por la pobreza (por ejemplo, la
Tasmania globales de la reunificación; y, falta de vivienda y los problemas
la influencia del acogimiento financieros), el abuso de sustancias y
por familiares. El estudio se problemas de salud mental de los padres.
basa en estudios australianos Los niños volvían más lentamente a sus casas
existentes (por ejemplo, sin habían sido rechazados o abandonados
Delfabbro, Barber, y Cooper, por sus padres o donde un cuidador no
2003; Fernández, 1999; estaba disponible debido a muerte o
Fernández y Lee, 2011) incapacidad. No hubo relación entre el sexo
de un niño o el estado de los aborígenes y su
probabilidad de volver a casa. Los
predictores más fuertes fueron el abuso de
sustancias y problemas de la vivienda,
disponibilidad del cuidador y la voluntad del
niño para regresar a casa. Los niños que ya
habían experimentado un episodio de
acogimiento anterior o que habían sido
cuidado por familiares por un período
prolongado, tenían menos probabilidades de
volver a casa.

Hui Huang, Trying to come 2011 EEUU/Il La población El estudio se centra en dos Características de las madres: Éxito en la reunificación madres que usaron
Joseph P. Ryan home: Substance inois de estudio cuestiones específicas: (1) edad, étnica, nivel educativo, sustancias que dañaron a sus hijos/as: el
exposed infants, incluye ¿Qué componentes historia marital, recepción de 20,6% de las madres logró la reunificación.
mothers, and family todas las específicos de tratamiento de asistencia pública, problemas Las madres que ingresaron a “otro grupo de
reunification. madres que drogas se asocian con la médicos, problemas de salud tratamiento no residencial” alcanzaron
ingresaron a probabilidad de avanzar el mentales, y la principal droga mayor tasa de reunificación; las de
un programa tratamiento de las madres? Y consumida; Componentes de tratamiento residencial tuvieron la tasa más
de drogas (2) esos componentes se tratamiento: 1) "No baja de reunificación. El "progreso del
por asocian con la probabilidad de residenciales, otros tratamiento" se asocia a la reagrupación
exposición lograr la reunificación tratamientos", 2) "sólo familiar. La probabilidad de lograr la
de sustancia familiar? residenciales", y 3) reunificación familiar para las madres que
a sus hijos (n "residenciales combinado"; hicieron el progreso del tratamiento es 15,68
= 340) Progreso del tratamiento: 1 = veces mayor. Las madres son afroamericas
progreso completo, 2 = de 34 años, un 62% con estudios de
considerable progreso, 3 = secundaria o inferior, 83% solteras, 12% con
esfuerzo razonable / problemas de salud, un 47% usuaria de la
compromiso, y 4 = progreso asistencia pública, 80% expuso a su hijo a
insatisfactorio droga, especialmente cocaína.

33
Modelos de Reunificación Familiar

La reunificación familiar consiste en el retorno del niño o niña, separado de su


familia de origen mediante una medida de protección e institucionalizado en
residencias de protección o familias de acogida, con su familia de origen cuando esto
sea posible bajo condiciones adecuadas de protección (Litell & Schuerman, 1995).
Reunificar a un niño "no es un evento único... es un proceso que involucra la
reintegración del niño a un entorno familiar que puede haber cambiado
significativamente del entorno que el niño dejó" (Wulczyn, 2004, p. 98). Entre los
diversos modelos de intervención familiar que existen, la reunificación familiar es una
de las que históricamente ha recibido menos atención y desarrollo técnico, situación
que ha comenzado a revertirse en años recientes (Farmer, Sturgess, O'Neill &
Wijedasa, 2011; National Family Preservation Network, 2014).
A pesar de estos avances incipientes, se constata una importante brecha en la
investigación respecto a modelos de intervención, a sus características, resultados y
desafíos de implementación, situación que es aun más crítica en nuestro país, como
queda de manifiesto en la publicación "Desinternación en Chile: algunas lecciones
aprendidas" (UNICEF, 2005). Como señala Fred Wulczyn (2004): "reunificar a los
niños (...) con sus progenitores es una meta principal del sistema de protección
infantil. Aun así, se sabe relativamente poco acerca del proceso de reunificación" (p.
96). Este capítulo pretende contribuir sistematizando el escaso conocimiento
disponible respecto a modelos de reunificación familiar, en el marco de la nueva
política de desinternación de la primera infancia que coordina el Consejo Nacional de
la Infancia.

34
¿Qué componentes debiese considerar un modelo de Reunificación informado por la
evidencia?

Aunque el estado actual de la investigación no permite establecer con certeza


las características definitivas que debiese incorporar el diseño de un modelo de
reunificación familiar, se presenta un esfuerzo de sistematización que contribuya a
tomar decisiones "informadas" por la evidencia. Los componentes se detallan en la
siguiente figura con los 9 componentes "nucleares" de un diseño de reunificación:

•Construir una Alianza de Trabajo Ecosistémica (entre el programa de


I. reunificación, la residencia, la familia, el tribunal, la red local)

•Asegurar un N° reducido de familias por profesional (6-12)


II.

•Realizar evaluación integral con instrumentos estandarizados (NCFAS-R)


III.

•Construir Planes de Reunificación claros, detallados, con plazos y


IV. responsabilidades de cada actor claramente definidas y monitorear su avance

•Favorecer visitas parentales frecuentes al niño en la institución (mínimo semanal),


V. pre-reunificación, con un modelo de guía activa

•Desarrollo y práctica "en vivo" de las competencias parentales: primero en las


VI. visitas pre-reunificación, luego mediante visitas domiciliarias

•Asegurar resolución de problemáticas de protección: empleo y vivienda; maltrato,


VII. negligencia y violencia intrafamiliar; abuso de sustancias y salud mental

•Disponibilidad de una red amplia de servicios: concretos y de apoyo familiar


VIII.

•Acompañamiento con supervisión reflexiva a profesionales (mínimo quincenal)


IX.

C.I.- Construir una Alianza de Trabajo Ecosistémica (entre el programa de


reunificación, la residencia, la familia, el tribunal, la red local)
La evidencia disponible respecto a variables de modelos de reunificación
familiar, reitera la importancia de la construcción de una alianza de trabajo robusta
entre el equipo profesional y la familia para el logro de resultados en el proceso de
reunificación familiar (Barth et al., 2005; Fernández & Lee, 2013; Unicef, 2002;
Martínez, 2013; Casa del Cerro, comunicación personal). En una investigación con 411

35
niños que habían estado al menos 3 años en cuidados alternativos, el involucramiento
y la relación entre el profesional de caso y la familia (evaluada mediante auto-reportes)
se asoció positivamente con el logro de permanencia tanto en medidas de
reunificación como de adopción (Cheng, 2010, en Child Welfare Information Gateway,
2011). Sin embargo, "los padres algunas veces se sienten desconfiados de los
profesionales de protección infantil y por tanto, no están disponibles a compartir
información o a establecer una relación con representantes de la agencia" (p. 7).
Este punto debe enfatizarse: la mayoría de los padres en el sistema de
protección experimentan emociones complejas como la rabia, la tristeza y la pérdida
en forma simultánea; desean recuperar a sus hijos/as, pero al mismo tiempo se
sienten tensionados ante la perspectiva de hacerse nuevamente cargo, sin disponer de
los recursos ni las competencias suficientes, proceso denominado "ambivalencia"
frente a la reunificación (R. Kirk, comunicación personal, marzo 2014). Es importante
que los profesionales den espacio para incorporar las emociones y sentimientos de las
figuras parentales desde el comienzo, de tal forma de facilitar las etapas posteriores
del proceso, como las visitas parentales a la residencia de protección y el trabajo
posterior a la reunificación misma (R. Kirk, comunicación personal, marzo 2014). La
literatura proveniente del campo de la psicoterapia (Bordin, 1994; Goldstein, 2001;
Horvath & Bedi, 2002; Corbella & Botella, 2003; Horvath, 2005) ha identificado como
componentes de una alianza robusta: (a) el vínculo afectivo; (b) la regulación mutua
de expectativas; (c) el acuerdo en la definición de metas claras, acotadas, viables y con
sentido para la familia; (d) el acuerdo en un plan de trabajo consistente,
especialmente respecto a las tareas a llevar a cabo por ambas partes para el logro de
las metas. La alianza terapéutica se logra habitualmente entre la 3ra y 5ta entrevista,
antes suele ser precaria, pero si no se consigue en este plazo, se debilita notoriamente
el proceso de intervención y en consecuencia, la probabilidad de obtener resultados
exitosos disminuye considerablemente. En línea con estos hallazgos, la investigación
desde el campo del trabajo social ha descubierto que el involucramiento "con sentido"
de las familias, es crítico en el proceso de cambio que lleva a una reunificación exitosa
(Child Welfare Information Gateway, 2011).
Sin embargo, no basta con lograr una alianza robusta entre el equipo
profesional encargado de la reunificación y la familia. La literatura internacional, así
como las experiencias nacionales documentadas (Unicef, 2002, 2005, 2010; Martínez,
2013) relevan la importancia de lograr una alianza de trabajo ecosistémica, que
incluya el programa de reunificación, la residencia, la familia, el tribunal y la red local
amplia. El trabajo con la residencia de protección es fundamental. Al respecto cabe
recordar los aprendizajes señalados en la experiencia piloto de la Fundación Rodelillo:
"Uno de los principales problemas fue la imposibilidad de reunir el número de
familias previsto, producto del deficiente proceso de selección y derivación de familias

36
que los hogares de protección realizaron" (Unicef, 2002, p. 106). Las instituciones no
parecían convencidas ni comprometidas con la reunificación familiar, obstaculizando
el trabajo de los equipos psicosociales o derivando casos para luego desvincularse del
proceso (Unicef, 2002). Además, el trabajo con las redes locales resulta fundamental;
recuérdese que dentro de los principales aprendizajes que dejó la experiencia
desarrollada por CODENI, UNICEF y SENAME en Ciudad del Niño el año 2002 está la
carencia de redes a las que los niños y niñas, y sus familias pudiesen recurrir, factor
asociado fuertemente a los tiempos extensos de institucionalización que
desconectaron a las familias del tejido social requerido para apoyar una crianza
positiva (Unicef, 2005). En la experiencia de 2012 implementada por Casa Catalina,
RELAF, UNICEF, con apoyo del FAE de ADRA, se reitera como barrera el
desconocimiento de la familia extensa del niño/a, lo que dificultó contar con redes de
apoyo a la crianza. Pero el nudo más crítico tuvo relación con el poder judicial, en dos
direcciones: por un lado, la gestión de las causas sin un apoyo jurídico especializado, y
por otro, los efectos negativos de la rotación permanente de jueces y consejeros
técnicos en los casos y la discrecionalidad de los jueces cuyas resoluciones en muchas
ocasiones no se fundaban en los argumentos técnicos ofrecidos por los equipos
(Martínez, 2013).
Al respecto, la Child Welfare Information Gateway (2011, p. 5) destaca como
buenas prácticas de los tribunales: (a) cooperación entre los tribunales y las
agencias de protección a la infancia, (b) el seguimiento y monitoreo por parte de los
tribunales, de los tiempos de permanencia en las instituciones, y (c) el monitoreo por
parte de los tribunales de las familias con posterioridad a la reunificación. Como
malas prácticas de los tribunales se señalan: (a) saturación de casos en los
tribunales que demoran la revisión de las medidas de reunificación; (b) jueces que
dilatan innecesariamente la decisión respecto a una reunificación; (c) y tribunales que
ordenan la reunificación en casos que los profesionales a cargo del caso no evalúen
que estén las condiciones apropiadas.

C.II.- Asegurar un número reducido de familias por profesional (óptimo 6-12;


máximo 17)
El estudio de Al y colaboradores (2012) identificó como un moderador
principal de los resultados evaluados (cuidado alternativo, fuera del hogar) la carga de
casos por operador. La literatura revisada no es concluyente respecto al coeficiente
técnico de familias por operador, pero experiencias de reunificación que han
mostrado resultados positivos han trabajo con cargas entre 6-12 familias como
máximo por profesional, con aproximadamente 1-3 visitas domiciliarias semanales
por familia y entre 3-5 horas de contacto directo semanal por familia. La dosis mínima

37
total de horas de contacto directo, debiese ubicarse entre 48-60 horas por familia para
esperar obtener resultados (National Family Preservation Network, 2014). Además,
los casos debiesen ser asignados consecutivamente, no todos al mismo tiempo, ya que
es la única forma de que un profesional pueda efectivamente interiorizarse
plenamente de un caso antes de iniciar el siguiente (Kirk & Martens, 2014). Por el
contrario, la literatura es clara en señalar que entre los problemas de recursos
humanos que sistemáticamente han impedido el éxito de los esfuerzos de
reunificación se encuentran las altas tasas de rotación de personal, equipos
profesionales sin experiencia ni entrenamiento y altas cargas de casos por profesional
(Child Welfare Information Gateway, 2011, p. 6).
Este factor es una de las principales complejidades que tendrá el diseño de un
modelo de reunificación en Chile. La experiencia nacional en el área de la protección a
la infancia, especialmente en la red de organismos colaboradores del Servicio Nacional
de Menores, suele considerar tasas muy superiores de casos por profesional, con
cifras entre 20-25 casos e incluso hasta 40 casos por operador. Son pocos los
programas en que se baja de 20 casos por profesional, lo que redunda en una serie de
dificultades para sostener la fidelidad al diseño, ofrecer intervenciones de alta calidad
sostenidas en el tiempo, y monitorear detalladamente todos los casos atendidos en un
momento determinado. La experiencia en proyectos piloto en primera infancia, con
familias con vulneración de derechos de alta complejidad ha mostrado que con cargas
de 15-17 casos por profesional se consiguen resultados positivos, pero con un
alto estándar de capacitación, diseño y especialmente de supervisión reflexiva
sistemática (Muñoz & Gómez, 2014); conclusiones similares han sido reportadas por
la Corporación Casa del Cerro en una experiencia piloto de desinternación
(comunicación personal, 2014).
Cabe señalar además que la literatura es clara respecto al grado de
especialización que se requiere: "entrenamiento apropiado, competencias
especializadas y más años de experiencia" (Child Welfare Information Gateway, 2011).

C.III.- Realizar evaluación integral con instrumentos estandarizados


Fernández y Lee (2013) señalan que "el uso de herramientas estandarizadas de
evaluación de las necesidades en la línea de base y de la preparación para la
reunificación, es un área de investigación y práctica en constante evolución, que
ofrece potencial para mejorar la planificación de caso y la toma de decisiones en
protección a la infancia" (p. 1381). Wulczyn (2004) y Kirk (comunicación personal,
marzo 2014), plantean que todo modelo de reunificación de calidad debiese
considerar el uso de herramientas de evaluación que permitan identificar las
fortalezas centrales que una familia posee, su acceso a recursos como el empleo, la

38
asistencia pública o cuidado infantil, y sus capacidades para sobreponerse a la
adversidad, incorporando este tipo de información en un plan de caso integral. Sin
embargo, también advierten que introducir modelos de evaluación basados en una
perspectiva de resiliencia y fortalezas familiares no tiene mucha utilidad si los
profesionales que intervienen no tienen claro cómo activar dichos recursos en la
práctica (es decir, no están formados para trabajar desde este enfoque).
A la fecha, no existen muchas alternativas de instrumentos válidos y confiables
para la evaluación familiar integral desarrollados específicamente en contextos de
protección a la infancia. Por su solidez metodológica o relevancia conceptual, es
interesante considerar instrumentos desarrollados para múltiples contextos que
podrían ser de utilidad en este campo: (a) Nivel Familiar: las escalas NCFAS y NCFAS-
G (funcionamiento familiar), y la escala HOME (ambiente familiar); y los cuestionarios
FACES IV (funcionamiento familiar), APGAR Familiar (funcionamiento familiar) y
SALUFAM (funcionamiento familiar). (b) Nivel Parental: las escalas PICCOLO
(interacciones de parentalidad positiva), ESA (sensibilidad parental), CARE-Index
(interacción diádica), DPICS (interacción diádica), ADS (apego durante estrés), el
procedimiento de la Situación Extraña (apego durante estrés) y el procedimiento de
Cara Congelada (sincronía); junto con los cuestionarios E2P (parentalidad positiva),
EEP (autoeficacia parental), PEE (perfil de estilos educativos), 4E (evaluación de
estilos educativos), ECPP-p (competencia parental percibida), AAPI (parentalidad con
adolescentes), EPDS (depresión posparto), PSI (estrés parental) y PMF (potencial de
maltrato físico). Por su difusión en nuestro país, en este grupo se incluye la Guía de
Valoración de Competencias Parentales, sin ser una escala o cuestionario propiamente
tal. (c) Nivel Niño/a: las escalas TADI (desarrollo psicomotor), BATTELLE (desarrollo
psicomotor) y BAYLEY (desarrollo psicomotor); y los cuestionarios ASQ-3 (desarrollo
psicomotor temprano), ASQ-SE (desarrollo socioemocional temprano), SEARS
(desarrollo socioemocional y resiliencia en escolares y adolescentes), BRIEF-P
(funciones ejecutivas en preescolares), BRIEF (funciones ejecutivas en escolares y
adolescentes), IBQ-R (temperamento infantil), MACI (personalidad en adolescentes),
ASEBA (CBCL, YSR y TRF, evalúan salud mental, problemas conductuales y
socioemocionales y destrezas sociales), CPSS (estrés post-traumático).
Ahora bien, la lista precedente responde a múltiples usos, en diversos
contextos. Respecto a instrumentos diseñados específicamente para el desafío de la
reunificación familiar, a la fecha se ha logrado identificar únicamente dos. Hasta el año
2006, la Escala de Evaluación Familiar de Carolina del Norte para Reunificación,
NCFAS-R, era el único instrumento disponible que reunía características de validez,
confiabilidad y aplicación práctica en reunificación familiar (National Clearinghouse,
EEUU; Johnson et al., 2006). En 2009, el instrumento "Reevaluación de
Reunificación Tomando Decisiones Estructuradas" (Structured Decision Making

39
Reunification Reassessment) fue desarrollado y validado por el Departamento de
Servicios Sociales de California (Wagner & Bogie, 2010).
El SDM-RR es un instrumento diseñado para ayudar a los profesionales a
evaluar el progreso de un plan de caso y para estimar la seguridad probable de un
niño y la estabilidad posterior a la reunificación, con interesantes resultados
preliminares, aunque dada su reciente creación no cuenta aún con datos
internacionales de comparación o experiencias conducidas en Chile con el
instrumento.
Por otra parte, la escala NCFAS-R ha demostrado una confiabilidad buena a
excelente, tanto al ingreso como al egreso, en distintas investigaciones. En el estudio
original de validación, realizado el año 2000 con programas de Washington, Missouri
e Indiana, EEUU, se obtuvo alfas de Cronbach entre 0.76 y 0.93 al ingreso y entre 0.90
y 0.94 al cierre (Kirk, 2001). Luego, en un estudio de evaluación de programas de
reunificación familiar, Kirk y Martens (2014), reportan indicadores de confiabilidad
entre 0.86 y 0.96 al ingreso y entre 0.76 y 0.93 al cierre. Debe recordarse que
indicadores sobre 0.7 se consideran aceptables, sobre 0.8 se consideran buenos y
sobre 0.9 se consideran excelentes. En Chile, se encuentra validada la versión NCFAS
(Valencia & Gómez, 2010) con una larga trayectoria de uso en programas sociales;
respecto a la NCFAS-R, en un estudio no publicado (Gómez, Ruperthuz & Castro, 2011)
con una muestra de 193 familias de acogida utilizando la escala NCFAS-R al ingreso, se
obtuvo alfas de Cronbach estandarizados de 0.86 para Entorno, 0.79 para
Competencias Parentales, 0.75 para Interacciones Familiares, 0.77 para Seguridad
Familiar, 0.79 para Bienestar del Niño y 0.95 para Ambivalencia. Preparación para la
reunificación no fue evaluada en esa oportunidad. En conclusión, en Chile se replican
los buenos a excelentes indicadores de confiabilidad del instrumento, lo que
constituye un argumento a favor de su uso en un modelo nacional de reunificación.
En un estudio reciente, Fernández y Lee (2013), exploraron el uso de la escala
NCFAS-R para evaluar fortalezas y necesidades familiares en la planificación de caso y
el proceso de decisión de reunificación. La muestra del estudio fueron 145 niños entre
0 y 12 años de edad, con 84 familias en el sistema de cuidados temporales Barnardos
(Australia). Usando regresión OLS, se examinó si los puntajes de la NCFAS-R al ingreso
y al cierre eran predichos por variables demográficas, motivo principal de ingreso y
circunstancia que llevó al cuidado alternativo. Además, se utilizó un modelo de
regresión logística para examinar la relación entre los puntajes de la NCFAS-R al
cierre y el resultado de reunificación. Los resultados del estudio mostraron que al
ingreso, el puntaje promedio más alto estuvo en el dominio de "Bienestar Infantil" y el
más bajo en las "Competencias Parentales" (lo que también se ha observado en las
experiencias chilenas usando la escala, ej., Gómez, Cifuentes & Ross, 2012). Los
puntajes de la NCFAS-R se incrementaron al cierre en todos los dominios, con la

40
mejoría más alta en los dominios de Seguridad Familiar y Bienestar infantil. Al ingreso,
los puntajes de la NCFAS-R no difirieron significativamente según las variables
independientes examinadas, excepto para el dominio de Bienestar Infantil: los niños
que fueron colocados con sus hermanos mostraron 0.45 puntos más alto en este
dominio. Al cierre, los puntajes NCFAS-R difirieron significativamente según algunas
variables familiares y una variable de cuidado alternativo. En general, las madres que
tenían 25 años o menos de edad, las madres que tenían 11 años o más de educación, o
los niños que eran colocados con sus hermanos se asociaban significativamente con
puntajes más altos en varios dominios de la NCFAS-R al cierre. Los puntajes globales
de la NCFAS-R al cierre predijeron significativamente la reunificación con padres o
familiares. Una unidad de incremento en el puntaje global al cierre incrementó las
probabilidades de reunificación en un factor de 8,39. Los hallazgos contribuyen a una
práctica de toma de decisiones en el ámbito proteccional basada en evidencia, y a
facilitar los logros de reunificación para los niños y familias.

C.IV.- Construir Planes de Reunificación claros, detallados, con plazos y


responsabilidades de cada actor claramente definidas y monitorear su avance
La literatura también ha mostrado la relevancia de que un modelo de
reunificación familiar exitoso considere el uso de planes de caso claros y detallados,
acompañados de apoyo profesional proactivo e intensivo a los padres y niños durante
el proceso (Farmer et al., 2011). Los planes de intervención debiesen ser claros,
detallados, con participación activa de la familia en su construcción y supervisados
regularmente. Un estudio de Leathers (2002) mostró que los padres que participaron
en reuniones de revisión de caso, mostraron 4.5 veces más visitas a sus hijos
institucionalizados, que aquellos que no participaron en este proceso. Este punto se
cruza con el de la construcción de una alianza de trabajo robusta (ej., Corbella &
Botella, 2003), que ha comprobado empíricamente la importancia de definir metas
claras, acotadas, viables y que tengan un sentido particular para las familias que
participan en el proceso de reunificación. Además, será muy importante definir muy
claramente una "ruta hacia la reunificación", que señale explícitamente los hitos a
conquistar para el logro de una reunificación exitosa.
D´Andrade y Chambers (2012) citan investigación que demuestra que los
padres que reciben servicios que "calzan" bien con los problemas parentales tienen
mayores probabilidades de reunificarse. Sin embargo, la misma investigación revela
que el porcentaje de "calce" entre necesidades identificadas y servicios ofrecidos se
ubica apenas entre un 25 a 43% (Choi & Ryan, 2007, Smith & Marsh, 2002, en
D´Andrade & Chambers, 2012). En un estudio de Marcenko y colaboradores (2011), se
identificó que las madres participantes de un programa de reunificación familiar

41
necesitaban, pero no habían recibido, servicios en las áreas de salud mental, abuso de
sustancias, parentalidad y violencia doméstica, en proporciones que variaban entre
5% y 38%.
Los planes de caso en programas de reunificación familiar típicamente
requieren que los padres: (a) participen y completen tratamiento de abuso de
sustancias (incluyendo test de drogas), (b) asistan a talleres o charlas de parentalidad
y crianza, (c) asistan de forma constante a las visitas con sus hijos en las instituciones
de protección, (d) se reúnan con los trabajadores sociales a cargo del caso, (e)
completen entrenamiento laboral si se requiere y (f) tengan una vivienda segura y
estable (Stromwall et al., 2008, en D´Andrade & Chambers, 2012).
Un estudio de Brook y McDonald (2007, en D´Andrade & Chambers, 2012)
identificó que se solicitaba 9 horas semanales de tratamiento de abuso de sustancias,
5 horas semanales de servicios de empleo, 5 horas semanales de manejo de casos, 2
horas semanales de entrenamiento parental y entre 1 y 4 horas semanales de
intervenciones dirigidas a abordar problemas de violencia doméstica, terapia familiar
y consejerías centradas en trauma, con un total de 22-26 horas semanales de
intervención. El estudio de D´Andrade y Chambers (2012) encontró que a las familias
en programas de reunificación se les solicitaba, como parte del plan para la
reunificación participar en un promedio de 7,5 servicios diferentes, con la mayoría
(80%) ubicados en el rango entre 4 y 9 servicios, un promedio de 8 eventos semanales
de intervención. En este estudio, el 96,4% recibió visitas domiciliarias (con un 45%
recibiendo 2 visitas semanales), el 79,1% recibió algún servicio de abuso de
substancias (desde evaluación y test de drogas, hasta intervención), un 44,6% recibió
algún servicio por violencia doméstica, un 33,1% servicios por salud mental, un 87,8%
consejería individual y 9,4% terapia familiar, mientras que solo un 8,6% recibió una
intervención "avanzada" en parentalidad. El grado de calce total (entre los servicios
requeridos y los ofrecidos, y entre los no necesarios y ofrecidos de igual forma) en
este estudio fue de 59,8%. Esto significa una falla de planificación-intervención de un
40,2%; sin embargo, se observó que a mayor complejidad del caso, menor fue el ajuste
entre planificación e intervención, con apenas un 37,5% de ajuste para familias
multiproblemáticas (con problemas simultáneos de abuso de substancias, violencia
doméstica y salud mental).
Es importante hacer notar que estos son los servicios requeridos pre-
reunificación; a la vez, resulta interesante reflexionar respecto a dos aspectos de lo
que hasta ahora se sabe en este tema:
(a) por un lado, puede resultar inviable para estas familias -muchas de ellas
sobrecargadas con necesidades y múltiples problemáticas de alta complejidad-
responder a una exigencia de 22-26 horas semanales de participación en

42
servicios sociales, o a 8 eventos semanales promedio (lo que podría ser
indicador de una "sobre-intervención" a cautelar);
(b) por otra parte, es notablemente escasa la proporción de tiempo que se
dedica a fortalecer competencias parentales en las familias previo a la
reunificación (8% del tiempo), lo que puede impactar posteriormente en las
capacidades disponibles en los padres para hacerse cargo de la crianza del niño
o niña reunificado.

C.V.- Favorecer visitas parentales frecuentes al niño en la institución (mínimo


semanal), pre-reunificación, con un modelo de guía activa
En el diseño de un modelo de reunificación familiar, un componente
fundamental que se ha identificado en la literatura son las visitas parentales a los
niños en las residencias de protección. Recientemente, Sen y Broadhurst (2011)
condujeron una revisión extensa de la literatura, señalando que el contacto familiar
regular en instituciones de protección tiene tres resultados beneficiosos: (a) la
perspectiva de reunificación con la familia de origen se incrementa; (b) las
colocaciones son menos vulnerables a la ruptura; y (c) el desarrollo emocional,
conductual e intelectual de los niños se ve mejorado. Por otra parte, los mismos
autores encuentran que el contacto pobremente planificado, de baja calidad y sin
supervisión puede de hecho ser dañino para el niño/a, particularmente cuando hay
una historia de maltrato.
La evidencia ha documentado que las visitas de los padres a las residencias (o
familias de acogida) debiesen ser manualizadas, intensivas (con frecuencia mínima
semanal) y acompañadas/mediadas por los equipos profesionales. El foco de este
trabajo debiese ser la promoción de condiciones contextuales que favorezcan el
vínculo y el desarrollo de competencias parentales (Sen & Boradhurst, 2011;
Fernández & Lee, 2013; Taplin & Mattick, 2014).
Por ejemplo, Davis, Landsverk, Newton y Ganger (1996) con 925 niños y niñas,
encontraron que las visitas eran la clave para lograr la reunificación familiar. Si se
desarrollaban planes de visitas parentales, las probabilidades de las visitas
aumentaban; y la mayoría de los niños que eran visitados por sus padres en la dosis
recomendada por los Tribunales eran reunificados. El estudio comprobó que los niños
que eran visitados por sus madres tenían 10 veces más probabilidades de ser
reunificados. Otro estudio, de Leathers (2002) encontró que las visitas parentales
explicaban el 40% de las probabilidades de reunificación, por sobre los problemas de
salud mental del adulto y las características del niño. A este proceso se le ha
denominado "tiempo de contacto compartido", siendo identificado como el predictor
más significativo de reunificación (Berry, McCauley & Lansing, 2007; Biehal, 2006b).

43
La mayor parte de la investigación ha enfatizado que las visitas deben ser
planificadas, es importante considerar cómo resolver temas como el lugar, la
preparación de la visita, el apoyo que se ofrecerá, y la incorporación de las
perspectivas de los niños, padres, cuidadores y trabajadores sociales; las visitas
parentales deben ocurrir regularmente y en un entorno que permita reparar y nutrir
las relaciones interpersonales (Fernández & Lee, 2013). En el estudio de Fernández y
Lee (2013) el contacto entre padres e hijos era regular, y visto positivamente por
todos los involucrados; los profesionales observaban el contacto entre padres e hijos y
frecuentemente intervenían con la intención de mejorar el vínculo: 97% de los niños
tuvieron contacto con un padre/madre o hermano/a; 60% tuvo un contacto semanal;
y 28% con pernocta en la residencia.

C.VI.- Desarrollo y práctica "en vivo" de las competencias parentales: primero en


las visitas pre-reunificación, luego mediante visitas domiciliarias
Según un informe reciente de Kirk y Martens (2014), los modelos de
reunificación familiar más exitosos son aquellos que: (a) declaran explícitamente un
modelo de intervención; (b) involucran a todos los miembros de la familia; (c) ponen
foco en las competencias parentales; (d) trabajan las competencias parentales no
solamente de manera individual, sino también en la interacción "en vivo"; (e) y
consideran el fortalecimiento de un abanico de competencias para la vida, tales como
la comunicación, la resolución de problemas y el control de la ira en la crianza (Dore &
Lee, 1999; en Kirk & Martens, 2014). Es decir, la parentalidad desde un punto de vista
teórico y empírico es un foco importante de intervención en los procesos de
reunificación familiar.
De la escasa investigación existente sobre intervención en competencias
parentales en casos de reunificación, la mayor parte se ha concentrado en los servicios
ofrecidos pre-reunificación, cuando el niño se encuentra institucionalizado. El estudio
de D´Andrade y Chambers (2012) documenta que solo el 8% del tiempo se destina a
ofrecer "clases" o "charlas" de parentalidad a los padres, y si bien en la gran mayoría
de los casos se ofrece algún servicio para apoyar las competencias parentales, es
llamativo que apenas un 8,6% recibió una intervención "avanzada" en parentalidad,
que vaya más allá de psicoeducación o la entrega de conocimientos genéricos sobre
crianza.
Cabe señalar que en Chile contamos con experiencias pioneras al respecto,
utilizando la técnica del video-feedback (Gómez & Muñoz, 2014) para abordar el
trabajo en competencias parentales en casos de reunificación familiar, con resultados
altamente positivos (Suárez, Muñoz, Gómez & Santelices, 2009). Los antecedentes de
esta técnica se encuentran en una experiencia desarrollada en Estados Unidos por

44
Larrieu y Zeanah (2004) en un programa denominado "Infant Team", el cual se
focaliza en lograr la reunificación familiar mediante intervenciones legales, sociales y
clínicas (usando video-feedback), evaluando sus resultados en una cohorte durante
cuatro años, demostrando cambios significativos en los niños/as, una reducción del
68% en la reincidencia de maltrato al mismo niño y una reducción de 75% en la
incidencia de maltrato para un niño nacido posteriormente de la misma madre,
respecto a grupo de control (Larrieu & Zeanah, 2004). Ahora bien, este tipo de
técnicas no funcionan de forma aislada, sino fuertemente articuladas en una
metodología integral. En un artículo publicado en 2009, Suárez, Muñoz, Gómez y
Santelices señalan que el proceso se intervención en un caso de reunificación familiar
de alta complejidad constó de cinco etapas: (1) acercamiento de la madre al niño en la
residencia; (2) egreso y retorno a su hogar; (3) ingreso a un programa de apoyo y
evaluación integral; (4) gestiones sociales de soporte; y (5) intervención clínica
centrada en las competencias parentales y el vínculo familiar, utilizando video-
feedback. Por la relevancia de este caso para ilustrar un potencial diseño de un
modelo de reunificación aplicado en la práctica, se cita con ciertas licencias narrativas
un extracto extenso del artículo (Suárez, Muñoz, Gómez & Santelices, 2009):
El proceso de reunificación familiar plantea una serie de etapas que dieron forma al
caso: (1) la primera etapa, implicó un acercamiento paulatino entre la madre y el niño
(Felipe, de 7 años e ingresado a la residencia a los 18 meses de edad) aún
institucionalizado, ampliándose cada vez más el tiempo de visitas de Felipe a su hogar;
(2) la segunda etapa consistió en el egreso de Felipe de la Residencia de Protección y su
retorno a su familia, siendo apoyados profesionalmente mediante intervención familiar
psicosocial intensiva en las primeras semanas de reunificación; (3) la tercera etapa,
correspondió al ingreso de la familia a un sub-programa de apoyo (inserto en un
programa de familias de acogida), donde el equipo de psicólogos y asistentes sociales
evaluaron el caso. En esta tercera etapa, la desvinculación entre la madre y sus hijos,
sobre todo de Felipe, generada por los años de institucionalización, aunado a sus
carencias en el plano material y sus dificultades para cuidarlos, evidenció la necesidad
de coordinarse con otros profesionales en la búsqueda de las múltiples soluciones que
esta familia requería. Así, (4) la cuarta etapa correspondió a una serie de gestiones
sociales realizadas desde el programa, en dos líneas centrales: (a) con la madre se
definió la entrega de un apoyo material y económico mensual, visitas domiciliarias de
apoyo a sus competencias parentales y su integración a un grupo de madres del
programa como red social de apoyo; y (b) con Felipe, se realizó un trabajo coordinado
con la profesora del colegio, quien ya había realizado interconsulta para que Felipe
fuera evaluado por un Neurólogo, concretándose esta derivación durante el proceso de
intervención clínica con video-feedback. Todo esto ilustra que el video-feedback se
indicó sobre la base de una plataforma sólida de otras intervenciones psicosociales, que
permitieron a los terapeutas concentrarse en el foco definido y planificar acciones
clínicas acotadas a dicho foco. Finalmente, (5) la quinta etapa corresponde a la

45
intervención clínica propiamente tal, siendo ésta una necesidad que surge de la
información aportada por las etapas previas.
Es así como la intervención psicosocial realizada, permitió detectar en conjunto
con otros profesionales la presencia de un Trastorno por Déficit de Atención con
Hiperactividad en Felipe (DSM-IV-TR, 2002), ligado a conductas disruptivas, agresivas e
impulsivas, que se manifestaban en la casa y el Colegio. A su vez, Sara presentaba un
Trastorno Narcisista de Personalidad (DSM-IV-TR, 2002), lo cual complejizó aún más la
intervención. A nivel familiar, se observó conflictos paterno-filiales y fraternales.
Tomando en cuenta estos antecedentes, el equipo de profesionales decidió indicar el
uso de video-feedback a Sara y sus hijos, por cuanto se valoraba como una terapia que
permitía trabajar en un área específica, en este caso: las competencias parentales y el
vínculo de la madre con sus hijos en un proceso de reunificación familiar. Respecto al
trastorno presentado por la madre, se evaluó que el deterioro de la empatía no era lo
suficientemente severo como para impedir un trabajo de vinculación.
Los resultados fueron muy positivos: al finalizar la intervención, los miembros
de la familia mostraron mejorías en la calidad de su interacción, visualizadas tanto en el
análisis de los videos como declaradas por la madre y la profesora del colegio de Felipe:
mejoró la coordinación afectiva, aumentó el disfrute en las interacciones, se observó un
mayor autocontrol en Felipe, y en Sara se constató un significativo aumento de
verbalizaciones positivas hacia su hijo, aumento en las expresiones físicas de afecto,
aceptación de la iniciativa del niño y mejoría en su sensibilidad parental. La madre
valoró el hecho de que la técnica empleara el uso de videos para poder verse a sí misma
interactuando con su hijo, como una ayuda importante para mejorar su modo de
relacionarse y el poder sentirse parte y comprender el sentido de la psicoterapia. Se
decidió finalizar el proceso en conjunto con la madre, debido a que las principales
dificultades relacionales se habían resuelto, habiendo mejorado su sensibilidad
materna y la interacción. Felipe mostró mejorías importantes en sus conductas
disruptivas en el colegio, obteniendo avances en su adaptación escolar reconocidas por
sus profesores. La familia permaneció unida y en seguimientos posteriores se constató
que no existían situaciones de maltrato o desprotección y los cambios positivos se
mantenían en el tiempo.

En concordancia con el caso ilustrativo descrito, en el modelo de reunificación


familiar propuesto por la National Family Preservation Network (2014), se destaca el
rol crítico de los servicios de "seguimiento" post-reunificación. La National
Clearinghouse on Child Abuse and Neglect (2006) señala que la investigación apoya el
hallazgo de que los servicios de acompañamiento o seguimiento post-reunificación
que: (a) mejoran las competencias parentales, (b) ofrecen apoyo social, (c) conectan a
las familias con recursos básicos y (d) abordan las necesidades emocionales y
conductuales de los niños muestran efectos significativos en la prevención del re-
ingreso de los niños al sistema de protección (esto es, evitan el resultado
"reunificación fallida"). A su vez, D´Andrade y Chambers (2012) destacan que los

46
servicios centrados en la familia (en oposición a servicios centrados en el niño),
servicios que utilizan entrenamiento activo de competencias parentales y servicios
que abordan el tratamiento del abuso de sustancias se asocian con una mayor
probabilidad de reunificación exitosa. A su vez, la Child Welfare Information Gateway
(2011), señala que estas intervenciones funcionan mejor cuando se realizan en visitas
domiciliarias a las familias; por ejemplo, se cita un estudio experimental en el cual las
familias en el grupo de tratamiento recibieron servicios intensivos en el domicilio,
centrados en las competencias parentales y habilidades para la vida, con foco en el
sistema familiar y un fuerte componente de acceso a recursos de la comunidad: el
grupo de tratamiento tuvo una tasa de reunificación tres veces más alta que el grupo
de control y se mantuvo intacto hasta 7 años después (p. 10). En nuestro país, se
cuenta con algunos modelos manualizados de apoyo al fortalecimiento de las
competencias parentales, el apego seguro y el desarrollo infantil temprano en visitas
domiciliarias (modelo A.M.A.R., Lecannelier, 2013; modelo ODISEA, Muñoz & Gómez,
201411), que debiesen considerarse en el diseño de un modelo de reunificación
centrado en la infancia temprana.

C.VII.- Asegurar resolución de problemáticas de protección: empleo y vivienda;


maltrato, negligencia y violencia intrafamiliar; abuso de sustancias y salud
mental
Los servicios post-reunificación centrados en la resolución del abuso de
drogas o alcohol de los padres son especialmente importantes para prevenir el re-
ingreso del niño/a al sistema de protección (Festinger, 1996; Terling, 1999, en Kirk &
Martens, 2014). A la fecha, no existe investigación respecto a la dosis recomendada o
dosis mínima de horas de intervención para el abordaje exitoso de estas temáticas en
procesos de reunificación familiar, aunque el estudio de Brook y McDonald (2007, en
D´Andrade & Chambers, 2012) documentó un promedio de 9 horas semanales en un
programa de reunificación familiar. Choi y Ryan (2007) encontraron que la
probabilidad de reunificación familiar aumentaba cuando las madres con problemas
de abuso de substancias también recibían servicios que también abordaran problemas
co-existentes como trastornos de salud mental, problemas de vivienda, consejería
familiar y competencias parentales. En algunos casos se ha recomendado que sea el
mismo profesional quien aborde la reunificación familiar en general (incluyendo el
trabajo en competencias parentales y re-vinculación) y las temáticas de empleo,

11El modelo ODISEA ha sido testeado con familias multiproblemáticas con 51 niños menores de 6 años
de edad que experimentaban importantes vulneraciones de derecho (maltrato y negligencia),
mostrando resultados prometedores en una evaluación pre-post, usando la escala NCFAS-G, y los
cuestionarios ASQ-3, PSI-SF y E2P (Muñoz & Gómez, 2014).

47
vivienda, abuso de drogas, salud mental y violencia intrafamiliar, mientras que en
otros casos se recomienda que sean equipos con distintas áreas de especialización
trabajando coordinadamente. La literatura a la fecha no ha despejado este punto, no
existiendo referentes para ofrecer una recomendación de diseño (R. Kirk,
comunicación personal, septiembre 2013).

C.VIII.- Disponibilidad de una red amplia de servicios: concretos y de apoyo


familiar
Otro componente muy documentado en la literatura sobre modelos de
reunificación familiar es la disponibilidad de servicios en la red ecosistémica que
habita la familia, especialmente aquellos que permiten a la familia disminuir los
problemas que precipitaron la salida del niño del sistema al comienzo (Biehal, 2006a,
2006b; Maluccio, Abramczyk, & Thomlison, 1996; Thoburn, Robinson, & Anderson,
2012; Littell & Schuerman, 1995). En esta línea, se ha valorado la disponibilidad de
servicios concretos, por ejemplo transporte, subsidios, capacitación laboral; y de
oferta de educación parental y entrenamiento parental centrado en el desarrollo de
competencias parentales (Barth et al., 2005). En la literatura, se estima que un modelo
de reunificación familiar de calidad debiese disponer de US$300 - US$500 mensual
por familia para destinar a apoyar a la familia en cobertura de necesidades básicas
como renta, alojamiento, comida, transporte (National Family Preservation Network,
2014). En el caso Chileno, una alternativa sería valorizar el acceso a diversas
prestaciones del sistema de protección social, como subsidios, asignaciones y
servicios directos.

C.IX.- Acompañamiento con supervisión reflexiva a profesionales (mínimo


quincenal)
El modelo de reunificación familiar propuesto por la National Family
Preservation Network (2014) considera como un aspecto fundamental del diseño el
apoyo sistemático de una agencia a los profesionales que implementen el programa,
con frecuencia quincenal. La literatura especializada en intervención en infancia
temprana (véase las publicaciones de Zero to Three) hoy proponen denominar a estos
procesos "Supervisión Reflexiva", diferenciándola de los procesos tradicionales de
supervisión con lógica de "fiscalización".
La tasa recomendada por NFPN (2014) es de 1 supervisor cada 4 a 6
profesionales, estándar difícil de alcanzar en nuestra realidad, pero que debe tomarse
en cuenta como referente. Asimismo, se plantea la necesidad de mantener registros
completos de información, idealmente en formato electrónico que pueda

48
sistematizarse y analizarse. Esto, con la finalidad de apoyar la gestión del modelo con
base en información actualizada respecto a la implementación y resultados
progresivos, intermedios y finales. En el modelo a desarrollar en Chile, se propone
diseñar una aplicación on-line para ingresar información específica del proceso de
reunificación familiar, que permita por un lado el monitoreo nacional del avance,
estancamiento y/o dificultades detectadas; y por otro lado, la documentación que
permita realizar investigación de alto nivel para iluminar futuras políticas públicas en
la materia.
Por último, es muy importante ofrecer entrenamiento y capacitación inicial, y
constante durante todo el proceso a los equipos que tengan contacto con las familias,
cubriendo tres necesidades fundamentales: (a) formación en competencias para la
intervención; (b) monitoreo de la fidelidad al diseño y análisis de las desviaciones; (c)
autocuidado y cuidado de los equipos, para prevenir el desgaste profesional.

¿Qué resultados es razonable esperar de estos programas?

A la fecha, no existen resultados concluyentes respecto del tamaño del efecto


de los programas de reunificación familiar. Los primeros estudios sobre evaluación
masiva de programas de reunificación familiar en los Estados Unidos (Littell &
Schuerman, 1995), reportaron que las tasas esperables de resultado en estos
programas son ampliamente variables, dependiendo mayoritariamente de las
condiciones y recursos disponibles al momento de intervenir. Así por ejemplo, Lahti
(1982, en Littell & Schuerman, 1995) reporta que el Proyecto "Oregon Permanency
Planning" basado en la provisión intensiva de servicios, logró sólo 26% de
reunificación, comparado con 24% del grupo de control, después de tres años y medio
de trabajo, diferencias que no resultaron significativas ni al egreso, ni al seguimiento
18 meses después. Las tasas de reunificación reportadas en otras experiencias, varían
entre 57% en Connecticut (Walter, McDonald y colaboradores, 1992, en Littel &
Schuerman, 1995), 38% en el programa de reunificación familiar de Casey Family
Services (Fein & Staff, 1993, en Littel & Schuerman, 1995), y 40% a los 6 meses, en
una iniciativa de reunificación familiar desarrollada en Illinois (Schuerman, Rzepnicki
& Johnson, 1994). En esta última experiencia, las tasas aumentaron a 48% a los 9
meses y a 53% al año de intervención; sin embargo, 12% de los niños reunificados
regresaron a una medida de protección dentro de 6 meses, 20% a los 12 meses y 24%
a los 18 meses. Recientemente, Fernández y Lee (2013) reportan un 53% de logro en
un programa desarrollado en Australia. Cabe señalar que todas estas experiencias
cuentan con muestras pequeñas y consisten en evaluaciones no experimentales o
cuasi-experimentales.

49
En esta línea, Littell y Schuerman (1995) citan dos grandes estudios
randomizados controlados en la materia. El primero, ejecutado a mediados de 1970
en el Estado de Nueva York (Jones, Neuman & Shyne, 1976, y Jones, 1985) trató 314
niños y 195 familias, asignándolos aleatoriamente a grupo experimental o de control.
La intervención consistió en servicios intensivos, los profesionales tuvieron una carga
de 10 casos cada uno, y la duración de los servicios promedió 8,5 meses. Al final de la
demostración, 47% de los 205 niños en el grupo experimental versus 38% de los 109
niños en el grupo de control se reunificaron. Al seguimiento a los 6 meses, 62% de los
niños en el grupo experimental y 43% en el grupo control había regresado a casa. En
el seguimiento a los 5 años, no se encontraron diferencias entre los grupos.

Momento de evaluación Grupo Grupo Referencia


post-egreso Intervención Control
3 meses 93% 28% Walton et al., (1993)
6 meses 24% Putnam-Hornstein y Shaw (2011)
40% Schuerman et al. (1994)
53% Fernández y Lee, (2013)
62% 43% Littell y Schuerman (1995)
70% 42% Walton et al., (1993)
9 meses 48% Schuerman et al. (1994)
47% 38% Littell y Schuerman (1995)
12 meses 53% Schuerman et al. (1994)
75% 49% Walton et al., (1993)
24 meses 36% Putnam-Hornstein y Shaw (2011)
42 meses 26% 24% Lahti (1982)
Sin información 57% Walter et al. (1992)
38% Fein y Staff (1993)
En algún momento 50% - 75% Putnam-Hornstein y Shaw (2011)

El segundo estudio controlado fue el proyecto de reunificación familiar de Utah,


consistente en una intervención intensiva domiciliaria, implementada en 1989,
limitada a 90 días, involucrando al menos tres visitas por semana a cada familia. Los
trabajadores no tenían más de 6 familias al mismo tiempo e invertían un promedio de
3,1 horas por semana de contacto directo con cada familia. Los contactos durante las
dos primeras semanas de servicios eran más intensivos, con 5,4 horas por semana. El
programa además ofrecía servicios concretos como asistencia financiera, transporte,
ropa y comida, y entrenaba en habilidades de comunicación, competencias parentales
y manejo de la rabia (Walton, Fraser, Lewis, Pecora & Walton, 1993, en Littel &
Schuerman, 1995). En el grupo de control los profesionales tenían una carga de 22
familias en promedio y visitaban a las familias al menos una vez al mes. Al final de los
90 días de tratamiento, el 93% del grupo experimental había regresado a sus casas,

50
comparado con el 28% del grupo de control. A los seis meses, el 70% de los niños en el
grupo experimental y el 42% de los niños en el grupo control estaban en sus hogares.
Al año de seguimiento, el 75% del grupo experimental y el 49% del grupo control
vivían en sus casas; todas estas diferencias fueron significativas, pero decrecieron con
el tiempo. El 30% de los niños reunificados en el grupo experimental reingresaron con
medida de protección en algún momento del estudio; en contraste, el 17% de los
niños del grupo de control reingresaron.
El Child Welfare Information Gateway (2011) cita otros dos programas de
reunificación familiar sometidos a evaluaciones rigurosas con grupo de control. El
primero es el modelo de Servicios Intensivos para Promover la Reunificación Familiar
de Michigan, cuya metodología incluía evaluación integral, manejo de caso, servicios
de transporte, disponibilidad de 24 horas, financiamiento flexible, servicios ofrecidos
mediante visitas domiciliarias (terapia individual o terapia familiar), talleres de
competencias parentales, y dos profesionales (uno con grado de magíster) por cada
familia. La evaluación mostró que doce meses después de egresar del programa, 73%
de los 813 niños del grupo de tratamiento habían regresado a sus casas y
permanecían seguros, versus 69% del grupo de control, sin diferencias significativas;
sin embargo, a los 24 meses esta diferencia se había expandido a 81% para el grupo
de tratamiento versus 60% del grupo de control. La agencia calculó que ahorró más de
5.000 dólares por cada familia participante; el costo promedio por niño fue de 3.830
dólares ($120.000 mensuales por niño, aproximadamente; compárese con los $41.000
del PRF o los $62.000 del PIB/PPF), incluyendo 6 meses de servicios intensivos y 12
meses de seguimiento. El costo del grupo de control en el mismo periodo fue de 9.113
dólares por niño ($280.000 mensuales por niño, aproximadamente).
La segunda experiencia citada por Child Welfare Information Gateway (2011)
es la de Rhode Island, el "Proyecto Conecta", un programa de base comunitaria para
familias afectadas por el abuso de substancias centrado en la reunificación familiar. La
metodología considera intervención en visita domiciliaria centrada en consejería para
el abuso de substancias y temáticas familiares, educación parental, grupos parentales
y grupos de violencia doméstica, y derivaciones a servicios de mejoramiento de la
vivienda, tratamiento de abuso de substancias y salud. Cada familia es asignada a un
equipo que incluye un terapeuta con grado de magíster, una enfermera pediátrica, y
un educador parental. Las evaluaciones de 2003 y 2010 mostraron resultados muy
positivos: todos los nuevos bebes habían nacido libres de drogas, los padres
mejoraron significativamente sus competencias parentales. Desde 2007 el programa
utiliza la escala NCFAS para evaluación familiar y de bienestar del niño/a. El programa
consiguió tasas de reunificación de 75% versus el 68% del grupo de comparación.
Estudios recientes realizados en Estados Unidos muestran en los dos primeros
años de cuidado alternativo, un 36% se reunifica; y entre 50% y 75% de los niños en

51
cuidado alternativo se reunifican con sus familias en algún momento de sus vidas. El
estudio de Putnam-Hornstein y Shaw (2011), con una muestra de 26.963 niños y
niñas, encontró que solo un 24% se reunificó dentro de los 6 primeros meses. De los
niños menores de 1 año, el 15,5% se reunificó en menos de 6 meses, mientras que en
el grupo de 6 a 10 años, el 28,3%.

Figura 1: Resultados esperados de procesos de reunificación según tiempos

6 meses 9 meses 12 meses

• 24% - 70% • 47% - 48% • 53% - 75%


(G.I.) (G.I. ) (G.I.)
• 42% - 43% • 38% • 49% - 69%
(G.C.) (G.C.) (G.C.)

24 meses 42 meses En algún


momento

• 36% • 26% (G.I.) • 38% - 81%


• 24% (G.C.)

NOTA: no se consideró el reporte de tasa de reunificación a los tres meses (93%), porque dicha cifra disminuyó
notoriamente en los seguimientos a los 6 meses (70%) y 12 meses (75%).

Recientemente, Kirk y Martens (2014), publicaron un reporte titulado


"Evaluación familiar, funcionamiento familiar e involucramiento del cuidador en
programas de Reunificación Familiar, y la relación de estos y otros factores con los
resultados del servicio de reunificación". El estudio consideró a cuatro estados en
Estados Unidos, y el modelo de reunificación tiene las siguientes características: (a) el
modelo de práctica profesional incluye un protocolo para asegurar la protección del
niño; (b) las puntuaciones de la escala NCFAS-R o NCFAS-G+R se usan para asistir al
profesional a identificar y priorizar necesidades y servicios y desarrollar un plan de
intervención; (c) los profesionales discuten los hallazgos de la evaluación sobre
fortalezas y necesidades con los padres; (d) los padres se involucran activamente en
fijar las metas y desarrollar el plan de servicios; (e) 90% de las familias recibe
servicios concretos (renta, comida, alojamiento, reparación del auto, etc.); (f) se
ofrecen servicios progresivos en competencias parentales y otras temáticas a todas las
familias según sus necesidades; (g) se considera una baja carga de familias por

52
profesional (6-12); (h) se tiene disponibilidad 24/7 y contactos frecuentes con la
familia; (i) se define una duración total de la intervención intensiva entre 4-13
semanas. El programa demostró cambios significativos pre-post en todas las
dimensiones de la escala NCFAS-R, con p < 0.001, observándose el cambio más
pronunciado en el área de las Competencias Parentales, las Interacciones Familiares y
la Protección Familiar. El seguimiento a los tres meses del egreso, mostró que el 86%
de las familias que completaron el programa continuaba viviendo con el niño,
comparado con el 43% de las familias que no completaron el programa. Las familias
que completaron exitosamente la intervención, recibieron entre 6 y 8 horas semanales
promedio de contacto cara a cara, las primeras 8 semanas; luego este promedio
disminuyó significativamente a 1-2 horas de contacto semanal.

Como el estado del arte en el campo de la investigación sobre resultados de


programas de reunificación familiar se encuentra despoblado de evidencia de alto
nivel (estudios randomizados longitudinales con seguimiento, estudios de evaluación
de procesos, estudios de escalamiento, etc.), puede resultar útil obtener aprendizajes
de evaluaciones de otro tipo de programas de similares características, y dirigidos a
poblaciones similares. En esta línea, recientemente Al y colaboradores (2012)
publicaron un meta-análisis sobre programas intensivos de preservación familiar,
cuyo foco se concentra en familias en situación de crisis que experimentan el riesgo
inminente de la salida de un niño del hogar para su ubicación en una institución de
protección (sea residencia de protección o familias de acogida). En la literatura previa,
se ha reportado que estos programas logran tasas de prevención de la colocación
entre 71% y 93%, sin embargo, muchos de los estudios no usan grupo de control, lo
que genera dudas de su validez. El meta análisis buscó establecer el efecto promedio
de estas intervenciones breves sobre la colocación fuera del hogar y el funcionamiento
familiar, y en forma secundaria, identificar moderadores de estos efectos. El estudio
meta-analítico incluyó 20 estudios, con un alcance de 31.369 participantes, y
demostró que una intervención de estas características (breve: menor a tres meses,
focalizada, intensiva y con baja carga de familias por operador) tienen un efecto
positivo de tamaño medio sobre el funcionamiento familiar (d=0.486). La
intervención tiene un efecto positivo, de tamaño pequeño, en prevenir el cuidado
alternativo para familias multiproblemáticas, pero no tiene un efecto significativo en
familias que experimentan específicamente maltrato grave y negligencia severa
(probablemente porque este es un motivo que gatilla inmediatamente la ubicación del
niño en sistemas de protección).

53
Reflexiones finales

La investigación basada en evidencia en el mundo entero ha dado cuenta de


que la institucionalización causa perjuicio entre los niños y niñas que la viven,
especialmente en su desarrollo, pero también afectando otras áreas de su vida social y
comunitaria. Es en este marco que se ha impulsado un movimiento internacional para
“poner fin a la institucionalización de niños/as menores de tres años”, meta a la que el
gobierno de Chile adhiere y se compromete a extenderla hasta los 8 años de edad.
Sin embargo el proceso plantea importantes desafíos, ya que des-
intitucionalizar a los niños/as que se encuentran en instituciones de protección
implica ofrecerles una solución familiar que asegure su protección, y sobre todo que
no retornarán a una nueva residencia, brindándoles así una alternativa más propicia
para su etapa de desarrollo.
La experiencia nacional entrega ya diversos aprendizajes en esta materia,
debido a que ha venido paulatinamente disminuyendo los ingresos por medida de
protección a centros residenciales desde el año 1990, pero que a pesar de todo siguen
siendo esfuerzos insuficientes que no abordan el problema de fondo.
La evidencia analizada en este documento llama la atención sobre una cuestión
que, aunque pueda parecer evidente, suele perderse de vista y es aquella que
homologa el proceso de desinternación al de reunificación familiar, siendo que la
reunificación de los niños/a institucionalizados con su familia de origen es solo uno
de los caminos para lograr la desinstitucionalización y que debe ser
considerablemente bien evaluada para lograr obtener el menor número de fracasos en
el proceso12.
En este sentido son cuatro los puntos centrales que deberán considerarse
cuando hablamos de reunificación familiar: 1) debe ser un proceso planificado, 2) se
debe lograr un nivel óptimo de conexión entre el niño/a y su familia, que se inicia a
partir del momento mismo de la separación, 3) se debe brindar apoyo especializado a
las familias y 4) el proceso debe otorgar el más alto grado de seguridad al niño/a.
Al dar cuenta de las experiencias nacionales en la materia, es posible detectar
que si bien ha habido interesantes iniciativas de reunificación familiar en Chile, estas
han sido escasamente documentadas y publicadas, restringiendo el estudio
sistemático basado en evidencia. Sin embargo, de lo que se ha podido sistematizar
existe consenso en relación a los factores que han determinado que los procesos no

12Véase la obra de Stefano Cirillo (2012): "Malos Padres: modelos de intervención para
recuperar la capacidad de ser padre y madre" para un análisis exhaustivo de este tema.

54
sean exitosos: 1) falta de coordinación entre las instituciones involucradas en la
reunificación familiar (residencias, SENAME, Poder Judicial), 2) falta de apoyo a las
familias para superar los problemas que generaron la separación, 3) insuficiente
presupuesto para trabajar en la reparación del niño y, conjuntamente, en la
reparación de la familia y 4) inexistente red de coordinación y apoyo con las
prestaciones de carácter universal.
Por su parte la evidencia internacional, aunque de todas formas reciente, ha
sido mucho más laboriosa en sistematizar las experiencias de reunificación familiar,
debido a que muchas de ellas cuentan con procesos de evaluación, lo que permite
disponer de evidencia que insume una política pública de reunificación familiar.
En este sentido se han estudiado sistemáticamente ciertas variables que deben
considerarse en el proceso, divididas en:
1) En el niño/a: a) Edad: en los bebés es mayor la probabilidad de que egresen
mediante adopción, por tanto menor la de reunificación; también es mayor la
probabilidad de que exista recurrencia de maltrato en los infantes reunificados.
Asimismo, tienen más probabilidad de reunificarse los niños/as preadolescentes; en el
caso de los adolescentes tienen menos probabilidad, pero cuando sucede el proceso
suele ser más rápido; b) Problemas de salud del niño: los niños con problemas
significativos de salud o discapacidades son menos propensos (o el proceso es más
lento) a reunificarse con sus padres, y los que tienen problemas de salud mental
tienen un 50% menos de probabilidad de reunificarse exitosamente; c) Etnia/Raza:
los niños/as que pertenecen a etnias, pueblos indígenas y los hispanos y afro-
descendientes en EEUU son menos propensos a la reunificación y d) Género: no se
presentan diferencias estadísticamente significativas.
2) En los padres/madres: a) Abuso de sustancias: se ha constatado que
quienes tienen problemas con alcohol y drogas son menos propensos a lograr la
reunificación y cuando este consumo es crónico y no existen avances en un
tratamiento de rehabilitación, la reunificación no es aconsejable (criterio de contra-
indicación), y b) Enfermedad mental del cuidador: aumenta el nivel de ansiedad o
estrés que rodea la reunificación.
3) Entorno familiar: a) Estrés: mayores niveles de estrés, se observa peor
pronóstico de reunificación y este estrés se aumenta por edad, enfermedad,
hacinamiento y falta de recursos de apoyo. b) Estructura del hogar: los niños de
familias con dos padres se reunifican más rápido que los de los hogares
monoparentales y niños con 3 o más hermanos tenían 21-24% menos de probabilidad
de reunificación v/s niños sin hermanos, c) Relación de los padres: las parejas que se
han mantenido juntas logran mayor número de resultados positivos y las familias en

55
las que hay VIF tienen un 73% menos de probabilidad de reunificarse, y d) Pobreza:
ha sido una variable sobre-representada que se confunde con negligencia.
4) Características de la separación: a) Razones: niños ingresados por
abandono son menos propensos a la reunificación, en comparación con niños/as por
maltrato, b) Tiempo: el primer año la probabilidad de reunificación es de 28%,
disminuyendo a 16% el segundo año. Los niños con estancias de menos de 3 meses o
más 3 de años, tenían mayor riesgo de volver a sufrir maltrato en la reunificación c)
Tipo: Niños colocados con parientes son menos propensos a la reunificación familiar
en 6 meses. d) Sistema: dos o más medidas de protección con resultado de colocación
en una institución, previo al intento actual de reunificación, tenían significativamente
menos probabilidades de éxito

La literatura revisada da cuenta de que, al menos, deberán considerarse 9


elementos para diseñar un modelo de reunificación familiar informado por la
evidencia:
1) Construir una Alianza de Trabajo ecosistémica, esto implica articular en
forma real y eficiente el programa de reunificación, residencia, familia, tribunal, red
local, etc.;
2) Asegurar un número reducido de casos por profesional, la literatura ha
señalado este aspecto como central en los modelos de reunificación, refiriendo que lo
óptimo es contar con 6 a 12 familias por profesional, entre 1 a 3 visitas domiciliarias
semanales por familia y entre 3 a 5 horas de contacto semanal por familia;
3) Realizar evaluación integral con instrumentos estandarizados, el
instrumento que se considera como validado y medido para estos efectos ha sido la
“NCFAS-R o NCFAS G+R”, ambos utilizados hoy por el Servicio Nacional de Menores;
4) Construir Planes de Reunificación claros y participativos, con plazos y
responsabilidades claramente definidas, que incluyan el monitoreo;
5) Favorecer visitas parentales frecuentes al niño en la institución, esto
implica que los padres puedan visitar al niño/a en forma semanal como mínimo y en
horarios adecuados, así como contar con visitas mediadas;
6) Desarrollo (individual y vincular) de competencias parentales que
deben iniciarse pre – reunificación, mediante consejerías parentales y continuar post
– reunificación, mediante visitas domiciliarias y modelos especializados de
intervención;
7) Asegurar resolución de problemáticas de protección, ya que muchas de
las familias fueron separadas por razones que van desde problemas de empleo y

56
vivienda, hasta abuso de sustancia de los padres, violencia intrafamiliar o problemas
de salud mental.
8) Disponibilidad de una red amplia de servicios accesibles para la familia
lo que concretamente se traduce en apoyos monetarios equivalentes a US$400
mensuales promedio; y
9) Acompañamiento con supervisión reflexiva a profesionales de frecuencia
mínimo quincenal y que cuente con un supervisor cada cuatro a seis profesionales.
En definitiva la reunificación familiar es un proceso complejo que empieza en el
momento de la separación, por lo que las evaluaciones, diagnósticos y planes deben
generarse a partir de ese momento. Es importante que para asegurar un mayor
número de casos exitosos, esto es, niños y niñas que se inserten de manera definitiva
en una familia protectora de origen, se diseñe un modelo que tome en consideración
las características del niño, la familia y el contexto, y que articule a todos los sectores
involucrados con la vida del niño/a, trabaje en la prevención de la recurrencia y se
desarrolle con y para las familias, asegurando un nivel de competencias y experiencia
de los profesionales y su entrenamiento específico en reunificación familiar es clave.
Las tasas esperables de resultado en estos programas son ampliamente
variables, dependiendo mayoritariamente de las condiciones y recursos disponibles al
momento de intervenir, es por esto esencial ir monitoreando el proceso y contar con
evaluaciones imparciales que vayan documentando el proceso llevado a cabo.

57
Bibliografía

1. Al, Ch., Stams, G., Bek, M., Damen, E., Asscher, J. & van der Laan, P. (2012). A meta-
analysis of intensive family preservation programs: Placement prevention and
improvement of family functioning. Children and Youth Services Review, 34, 1472-
1479.
2. Alpers, L.H., Johnson, D.E., Hostetter, M.K., Iverson, S. & Miller, L.C. (1997). Health of
children adopted from the former Soviet Union and Eastern Europe: Comparison
with preadoptive medical records. JAMA, 278(11), 922-924.
3. Bakermans-Kranenburg, M., Van Ijzendoorn, M. & Juffer, F. (2008). Commentary: Earlier
is Better: a meta-analysis of 70 years of intervention improving cognitive
development in institutionalized children. Monogr Soc Res Child Dev,73(3),279-93
4. Barth, R., Courtney, M., Berrick, J. & Albert, V. (1994). From child abuse to permanency
planning: Child welfare services pathways and placements. New York: Aldine De
Gruyter.
5. Berry, M., McCauley, K., & Lansing, T. (2007). Permanency through group work: A pilot
intensive reunification program. Child and Adolescent Social Work Journal, 24(5),
477–493.
6. Biehal, N. (2006a). Reuniting looked after children with their families. London: National
Children's Bureau.
7. Biehal, N. (2006b). Reuniting children with their families: Reconsidering the evidence
on timing, contact and outcomes. British Journal of Social Work, 40(6), 1719–1735.
8. Bordin, E. (1994). Theory and research on the therapeutic working alliance: new
directions. En: A., Horvath & L., Greenberg (eds). The working alliance: theory,
research and practice, pp. 13-37. New York: Wiley and sons.
9. Cassidy, J., & Shaver, P. (2008). Hanbook of Attachment. Theory, research, and clinical
aplications. London: The Guildford Press.
10. Child Welfare Information Gateway (2011). Family Reunification: what the evidence
shows. Issue Brief: U.S. Department of Health and Human Services, Administration
for Children and Families, Children´s Bureau: Washington, DC.
11. Choi, S. & Ryan, J. (2007). Co-occurring problems for substance abusing mothers in child
welfare: Matching services to improve family reunification. Children and Youth
Services Review, 29(11), 1395–1410.
12. Cirillo, S. (2012). Malos Padres: Modelos de intervención para recuperar la capacidad de
ser padre y madre. Ed. Gedisa: Buenos Aires.

58
13. Comisión Interamericana de Derechos Humanos - CIDH (2013). El derecho del niño y la
niña a la familia. Cuidado alternativo. Poniendo fin a la institucionalización en las
Américas. OEA: Washington.
14. Corbella, S. & Botella, L. (2003). La alianza terapéutica: historia, investigación y
evaluación. Anales de Psicología, 19, 205-221.
15. Courtney, M. (1994). Factors associated with the reunification of foster children with
their families. Social Service Review, 68, 81−108.
16. Courtney, M. (1995). Reentry to foster care of children returned to their families. Social
Services Review, 69, 228−241.
17. D´Andrade, A. & Chambers, R. (2012). Parental problems, case plan requirements and
service targeting in child welfare reunification. Children and Youth Services
Review, 34, 2131-2138.
18. Davis, I., Landsverk, J., Newton, R. & Ganger, W. (1996). Parental visiting and foster care
reunification. Children and Youth Services Review, 18(4/5), 363-382.
19. Dore, M. & Lee, J. (1999). The role of parent training with abusive and neglectful
parents. Family Relations, 48, 313–325.
20. Farmer, E., Sturgess, W., O'Neill, T. & Wijedasa, D. (2011). Achieving successful returns
from care: What makes reunification work? London: British Association of
Adoption & Fostering.
21. Fernández, E. & Delfabbro, P. (2010). Reunification in Australia: Insights from South
Australia and New South Wales. In E. Fernandez, & H. P. Barth (Eds.), How does
foster care work? London: Jessica Kingsley Publishers.
22. Fernández, E., & Lee, J. (2011). Returning children in care to their families: Factors
associated with the speed of reunification. Child Indicators Research, 4(4), 547–
554.
23. Festinger, T. (1996). Going home and returning to foster care. Children and Youth
Services Review, 18(4/5), 383–402.
24. Ford, A.M. & Valdebenito, A. (2012). Estudio documental: una aproximación teórica a la
posición asignada al niño o niña y a su familia de origen en los centros residenciales
y programas asociados del Sistema de Protección para la Infancia Vulnerada del
Servicio Nacional de Menores. Memoria para optar al título de psicóloga,
Departamento de Psicología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile:
Santiago.
25. Frame, L., Berrick, J. & Brodowski, M. (2000). Understanding re-entry to out-of-home
care for reunified infants. Child Welfare, 79(4), 339-369.
26. Fuller, T. (2005). Child Safety At Reunification: A Case-Control Study Of Maltreatment
Recurrence Following Return Home From Substitute Care. Children and Youth
Services Review, 27, 1293–1306.

59
27. Gelles, R. (2001). Child Abuse - An Overview. En: C. Robin & J. Freeman (Eds). The
Encyclopedia of Child Abuse, 2nd Edition, Facts On File, Inc., XI-XXIV, New York.
28. Goerge, R. (1990). The reunification process in substitute care. The Social Service
Review, 64(3), 422–457.
29. Goldstein, W. (2001). Iniciación a la psicoterapia: guía práctica. Madrid: Alianza.
30. Gómez, E., Cifuentes, B. & Ross, M.I. (2012). Padres competentes, hijos protegidos:
evaluación de resultados del programa "Viviendo en Familia". Psychosocial
Intervention, 21(3)259-271.
31. Gómez, E., Muñoz, M. & Haz, A. (2007). Familias multiproblemáticas y en riesgo social:
características e intervención. Psykhé, 16(2), 43-54.
32. Gómez, E., Ruperthuz, M. & Castro, S. (2011). Perfil inicial de familias de acogida: desafíos
para una protección infantil efectiva. Ponencia presentada en el VI Congreso
Chileno de Psicología, Santiago: Chile.
33. Hayward, A. & DePanfilis, D. (2007). Foster children with an incarcerated parent:
Predictors of reunification. Children and Youth Services Review, 29(10), 1320-
1334.
34. Hohman, M. & Butt, R. (2001). How soon is too soon? Addiction recovery and family
reunification. Child Welfare, 80(1), 53-67.
35. Horvath, A. & Bedi, R. (2002). The alliance. En: J.C., Norcross (ed.). Psychotherapy
relationships that work: therapists contributions and responsiveness to patients, p.
37-69. New York: Oxford University Press.
36. Horvath, A. (2005). The therapeutic relationship: Research and theory. An introduction
to the special Issue. Psychotherapy Research, 15(1-2):3-7.
37. Huang, H., & Ryan, P. (2011). Trying to come home: substance exposed infants, mothers,
and family reunification. Children and Youth Services Review, 33, 322–329.
38. Johnson, M. A., Stone, S., Lou, C., Vu, C., Ling, J., Mizrahi, P. & Austin, M. J. (2006). Family
assessment in child welfare services: Instrument comparisons. Berkeley, CA:
University of California, Center for Social Services Research.
39. Jones, L. (1998). The social and family correlates of successful reunification of children
in foster care. Children and Youth Services Review, 20(4), 305–323.
40. Jones, M.A. (1985). A Second Chance for Families, Five Years Later: Follow-up of a
Program to Prevent Foster Care. New York: Child Welfare League of America.
41. Jones, M.A., Neuman, R., & Shyne, A. (1976). A second chance for families: Evaluation of a
program to reduce foster care. New York: Research Center, Child Welfare League
of America.
42. Jonson-Reid, M. (2003). Foster care and future risk of maltreatment. Children & Youth
Services Review, 25, 271–294.

60
43. Kirk, R. & Martens, P. (2014). Family Assessment, Family Functioning, and Caregiver
Engagement in Family Preservation and Reunification Programs, and the relation of
these and other factors to reunification service outcomes. Final Report. National
Family Preservation Network: Buhl.
44. Kirk, R. (2001). Tailoring intensive family preservation services for family reunification
cases. Phase 2: Field testing and validation of the North Carolina Family Assessment
Scale for Reunification. Project report to the National Family Preservation
Network and the David and Lucile Packard Foundation.
45. Kirk, R. S., Kim, M. M. & Griffith. D. P. (2005). Advances in the reliability and validity of
the North Carolina Family Assessment Scale. Journal of Human Behavior in the
Social Environment, 11(3/4), 157-176.
46. Landsverk, J., Davis, I., Ganger, W., Newton, R., & Johnson, I. (1996). Impact of child
psychological functioning on reunification from out-of-home placement. Children
and Youth Services Review, 18(4/5), 447–462.
47. Leathers, S. (2002). Parental visiting and family reunification: Could inclusive practice
make a difference? Child Welfare, 81(4), 595-616.
48. Leathers, S., Falconnier, L. & Spielfogel, J. (2010). Predicting family reunification,
adoption, and subsidized guardianship among adolescents in foster care.
American Journal of Orthopsychiatry, 80(3), 422-431.
49. León, E. & Palacios, J. (2004). Las visitas de los padres y la reunificación familiar tras el
acogimiento. Portularia, 4, 241-248.
50. León, E. (2012) La reunificación familiar tras el acogimiento. Editorial académica
española.
51. Litell, J. & Schuerman, J. (1995). A synthesis of research on family preservation and family
reunification programs. Department of Health and Human Services: Chicago.
52. Mª Dolores Ordóñez Suárez (2009). Factores que influyen en el éxito de la Reunificación
Familiar. Revista Internacional De Ciencias Sociales Y Humanidades Sociotam,
19(1), 139-161.
53. Maluccio, A. N., & Ainsworth, F. (2003). Drug use by parents: A challenge for family
reunification practice. Children & Youth Services Review, 25(7), 511–533.
54. Maluccio, A. N., Abramczyk, L. W., & Thomlison, B. (1996). Family reunification of
children in out-of-home care: Research perspectives. Children and Youth Services
Review, 18(4/5), 287–305.
55. Marcenko, M., Lyons, S. & Courtney, M. (2011). Mothers' experiences, resources and
needs: The context for reunification. Children and Youth Services Review, 33(3),
431-438.

61
56. Marsh, J., Ryan, J., Choi, S. & Testa, M. (2006). Integrated services for families with
multiple problems: Obstacles to family reunification. Children and Youth Services
Review, 28, 1074-1087.
57. Marsh, P. & Triseliotis, J. (1993). Prevention and Reunification in Child Care. Free
Association Books: London.
58. Martinez, V. (2013). Proyecto piloto para la desinstitucionalización y mejoramiento de los
cuidados alternativos para niños(as) menores de 3 años en Chile. UNICEF –
SENAME: Santiago de Chile.
59. McMurtry, S. & Lie, G. (1992). Differential exit rates of minority children in foster care.
Social Work Research and Abstracts, 28, 42–48.
60. Miller, K., Fisher, Ph., Fetrow, B. & Jordan, K. (2005). Trouble on the journey home:
Reunification failures in foster care. Children and Youth Services Review, 28, 260-
274.
61. Morton, T. & Salovitz, B. (2001) (Eds.). The CPS Response to Child Neglect: An
Administrator's Guide to Theory, Policy, Program Design and Case Practice.
National Resource Center on Child Maltreatment: Duluth, GA.
62. Muñoz, M. & Gómez, E. (2014, en prensa). Capítulo 9. Crecer en Familia: un servicio para
promover la parentalidad positiva en Chile. En: Rodrigo, M.J. (ed). Manual de
Parentalidad Positiva. Ed. Síntesis: Madrid.
63. National Clearinghouse on Child Abuse and Neglect Information (2005). Family
Reunification: What evidence shows. Washington, DC.
64. National Family Preservation Network (2014). Intensive Family Reunification Services
(IFRS) Model. Carolina del Norte: Estados Unidos.
65. Nelson, C., Zeanah, C. H., Fox, N. A., Marshall, P. J., Smyke, A. T., & Guthrie, D. (2007).
Cognitive recovery in socially deprived young children: The Bucharest early
intervention project. Science, 318, 1937–1940.
66. Oosterman, M., Schuengel, C., Slot, N., Bullen, R. & Doreleijers, T. (2007). Disruptions in
foster care: A review and meta-analysis. Children and Youth Services Review, 29,
53-76.
67. Pecora, P., Whittaker, J., Maluccio, A., Barth, R. & Plotnick, R. (1992). The child welfare
challenge: Policy, practice, and research. Hawthorne, NY: Aldine de Gruyter.
68. Putnam-Hornstein, E. & Shaw, T. (2011). Foster Care Reunification: An Exploration Of
Non-Linear Hierarchical Modeling. Children And Youth Services Review, 33, 705–
714.
69. Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar - RELAF (2011). Niñez y adolescencia
institucionalizada: visibilización de graves violaciones de DDHH. Serie:
Publicaciones sobre niñez sin cuidados parentales en América Latina: Contextos,

62
causas y respuestas. Por el derecho a vivir en familia y comunidad. RELAF:
Buenos Aires.
70. Sen, R., & Broadhurst, K. (2011). Contact between children in out-of-home placements
and their family and friends networks: A research review. Child and Family Social
Work, 16(3), 298–309.
71. Servicio Nacional de Menores (2007). Bases Técnicas. Línea de acción: Programas.
Modalidad Programa de Fortalecimiento Familiar (PRF). Gobierno de Chile:
Santiago.
72. Servicio Nacional de Menores (2011). Bases Técnicas. Línea de Acción: Centros
Residenciales Modalidad Residencias de Protección para Mayores – REM – con
Programa de Protección Especializado de Intervención Residencial - PER - Adosado
REM/PER. Gobierno de Chile: Santiago.
73. Servicio Nacional de Menores (2014). Bases Técnicas. Línea Programas. Programa de
Protección Especializado de Intervención Residencial (PER). Gobierno de Chile:
Santiago.
74. Sinclair, I., Baker, C., Lee, J., & Gibbs, I. (2007). The pursuit of permanence: A study of the
English care system. London: Jessica Kingsley Publishers.
75. Smith, B. & Marsh, J. (2002). Client-service matching in substance abuse treatment for
women with children. Journal of Substance Abuse Treatment, 22(3), 161-168.
76. St. Petersburg–Usa Orphanage Research Team (2008). The Effects of Early Social-
Emotional and Relationship Experience on the development of young orphanage
children. Monographs of the Society for Research in Child Development, 73(3), 1-
297.
77. Suárez, N., Muñoz, M.M., Gómez, E. & Santelices, M.P. (2009). Terapia de Interacción
Guiada: Una Nueva Modalidad de Intervención con Familias Multiproblemáticas y
en Riesgo Social. Terapia Psicológica, 27(2), 203-213.
78. Taplin, S. & Mattick, R. (2014). Supervised contact visits: Results from a study of women
in drug treatment with children in care. Children and Youth Services Review, 39,
65-72.
79. Terling, T. (1999). The efficacy of family reunification practices: Reentry rates and
correlates of reentry for abused and neglected children reunited with their
families. Child Abuse & Neglect, 23(12), 1359–1370.
80. Thoburn, J., Robinson, J., & Anderson, B. (2012). Returning children home from public
care (Research briefing 42). London: Social Care Institute for Excellence.
81. UNICEF (2002). Internación de Niños: ¿El comienzo del fin? Crisis de los internados y
transformación de las políticas de infancia en España, Italia y el Cono Sur. UNICEF:
Chile.

63
82. UNICEF (2005). Desinternación en Chile. Algunas lecciones aprendidas. Serie reflexiones:
Infancia y Adolescencia N°4. UNICEF: Chile.
83. Valencia, E. y Gómez, E. (2010). Una escala de evaluación familiar eco-sistémica para
programas sociales: Confiabilidad y validez de la NCFAS en población de alto
riesgo psicosocial. Psykhe, 19(1), 89-103.
84. Van IJzendoorn, M. H., Bakermans-Kranenburg, M. J., & Juffer, F. (2007). Plasticity of
growth in height, weight and head circumference: Meta-analytic evidence for
massive catch-up after international adoption. Journal of Developmental and
Behavioral Pediatrics, 28(4), 334–343.
85. Van IJzendoorn, M. H., Juffer, F., & Klein Poelhuis, C. W. (2005). Adoption and cognition
development: A meta-analytic comparison of adopted and non adopted children’s
IQ and school performance. Psychological Bulletin, 131(2), 301–316.
86. Van IJzendoorn, M. H., Luijk, M. P. C. M., & Juffer, F. (2008). Detrimental effects on
cognitive development of growing up in children’s homes: A meta-analysis on IQ
in orphanages. Merrill Palmer Quarterly, 54, 341–366.
87. Walter, U. (2007). Best Practices in Residential Treatment. A Review of the National
Literature. School of Social Welfare, University of Kansas.
88. Wells, K., & Guo, S. (1999). Reunification and re-entry of foster children. Children and
Youth Services Review, 21(4), 273–294.
89. Westat and Chapin Hall Center for Children (December 2001). Chapter 5. Reunification
from Foster Care in Nine States, 1990–1997: Description and Interpretation.
Assessing the Context of Permanency and Reunification in the Foster Care System.
Report to: Department of Health and Human Services, Assistant Secretary for
Planning and Evaluation.
90. Wulczyn, F. (2004). Family Reunification. The Future of Children, 14(1), 95-114.
91. Wulczyn, F., Chen, L., & Courtney, M. (2011). Family reunification in a social structural
context. Children and Youth Services Review, 33(3), 424-430.
92. Zeanah, Ch. (2009). Handbook of Infant Mental Health (Third Edition). The Guilford Press:
New York.
93. Zeanah, Ch., Smyke, A., Koga, S., Carlson, E. & The Bucharest Early Intervention Project
Core Group. (2005). Attachment in Institutionalized and Community Children in
Romania. Child Development, 76(5), 1015-1028.

64

También podría gustarte