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La auto-manifestación de la verdad en el Sutra del Loto

y la enseñanza de Nichiren

“Desde que yo, Nichiren, arribé al sacerdocio, he estudiado las diversas


doctrinas del Budismo. He llegado a entender la verdadera intención de los
Budas, y desde temprano en mis estudios he reconocido la gran llave que
libera de los sufrimientos del nacimiento y de la muerte. Esa llave es el Sutra
del Loto de la Ley Maravillosa” (1)

Introducción: un sol en el cielo de los sutras

Dentro del vastísimo corpus tradicional budista puede distinguirse, hablando


muy a grandes rasgos, entre las enseñanzas afirmativas y las negativas. Las
primeras plantean contenidos de doctrina, con distinto nivel de importancia, y
las segundas desarrollan una dialéctica negativa, una implacable sucesión de
negaciones, que busca empujar al discípulo más allá de todo saber conceptual y
toda afirmación.

Un ejemplo paradigmático de las enseñanzas afirmativas es el famoso sutra de


Benarés donde el buda Sakyamuni enuncia las Cuatro Nobles Verdades y el
Óctuple Sendero que conduce a la liberación. Y ejemplos paradigmáticos de la
enseñanza negativa son los sutras de la Prajñāpāramitā como el Sutra del
Corazón, el Sutra del Diamante, y las enseñanzas del gran maestro Nagarjuna.

Por supuesto esto es una simplificación excesiva. Pues no sólo hay textos
budistas que participan, en cierto grado, de ambas modalidades de transmisión,
sino que dentro de cada uno de esos dos grandes grupos hay materiales de muy
diverso tipo, y habría muchas consideraciones que hacer al respecto. Pero para
nuestros fines basta con esta caracterización general, ya que sirve de marco para
introducir el tema que nos interesa: el Sutra del Loto.

Pues bien, el Sutra del Loto se destaca dentro del concierto general de los sutras
porque va más allá tanto del discurso doctrinal positivo como de la dialéctica
negativa. No se reduce ni a lo uno ni a lo otro, ni a la combinación de ambos. Su
singularidad, aquello que hace que sea, como se ha dicho, un sol en el cielo de
los sutras, es que contiene la auto manifestación de la Verdad.

Por lo tanto, el Sutra del Loto no es un texto para ser comprendido como son los
sutras afirmativos, ni para conducir al oyente más allá de toda comprensión
como son los sutras apofáticos, sino uno en el cual la Verdad se revela a sí
misma para ser reconocida y experimentada interiormente por el oyente.

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En lo que sigue trataremos de exponer someramente esta cuestión. Para eso nos
apoyaremos en la enseñanza del maestro japonés Nichiren (1222-1282); quien
reconoció con claridad, y experimentó con todo su ser, el profundo secreto del
Sutra del Loto.

La clasificación de los sutras según Nichiren

En un importante escrito (2) Nichiren define el lugar del Sutra del Loto dentro
del conjunto de los sutras en función de varios criterios clasificatorios. Aquí nos
referiremos específicamente a dos de dichos criterios.

Un criterio distingue entre: por un lado, los sutras destinados a la instrucción de


los otros -es decir a los seres en general- a fin de introducirlos en el camino del
Buda. Y por otro lado, los sutras en los que el Buda expresa su propia
iluminación tal cual es.

Así, en base a este criterio resulta que hay sutras pertenecen al grupo de
enseñanzas en las que Buda habla a partir de los otros (化他, ke-ta), es decir en
consideración a su capacidad de comprensión, y otros sutras en los que el Buda
habla a partir de sí mismo (自行, ji-gyo), es decir manifiesta su propio estado
iluminado tal como es.

El otro criterio clasificatorio que queremos mencionar se refiere al estado de ser


implicado por los propios sutras. Y aquí Nichiren los divide entre aquellos
sutras que corresponden al estado de sueño y los sutras que corresponden al
estado despierto o de vigilia.

La analogía del sueño y la vigilia es utilizada reiteradamente por Nichiren en


este escrito como una clave analógica que le permite aclarar cosas que no se
dejan explicar totalmente por medio de conceptos abstractos. Así, el sueño
representa aquí al mundo de las ilusiones, distorsiones, apegos, y
fantasmagorías de todo tipo, en el cual la realidad no se percibe tal como es. Y el
estado despierto, la vigilia, representa el mundo de la iluminación, es decir la
plena conciencia y claridad que permite percibir lo real tal como es.

Entonces, los sutras que pertenecen al estado de sueño, si bien apuntan a


preparar a los seres dormidos para el despertar, pertenecen ellos mismos al
mundo del sueño. Son, por lo tanto, sutras imperfectos y provisionales.
Mientras que los sutras que pertenecen al estado despierto son sutras perfectos,
es decir libres de toda contaminación e iluminados en sí mismos.

Es claro que ambos pares clasificatorios se corresponden íntimamente, e incluso


puede decirse que se trata siempre del mismo criterio expresado de dos formas
diferentes. Pues, los sutras en los que Buda habla a los otros considerando su

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nivel de comprensión son, por ello mismo, sutras del estado de sueño (ya que
hablan un lenguaje accesible a los durmientes). Y los sutras en que Buda se
expresa a sí mismo sin adaptarse a las limitaciones de los oyentes, son, por lo
mismo, sutras del estado despierto.

Ahora bien, para Nichiren el Sutra del Loto es el único sutra de todo el corpus
budista en el cual el Buda habla a partir de sí mismo y transmite su propio
estado despierto, su propia Iluminación.

La transmisión del Despertar

Entonces, lo que transmite el Sutra del Loto no es, al menos no esencialmente,


un contenido teórico de doctrina sino un Despertar. O dicho de otro modo, y
para usar la terminología del propio Nichiren, hay en el Sutra del Loto una
enseñanza teórica y una enseñanza esencial. Y es esta última la que le da su
verdadero sentido a todo el sutra.

El Sutra del Loto, entonces, transmite una enseñanza esencial que es la llamada
Iluminación Original u Originaria (本覚, hongaku) del Buda Eterno. Pues en
este sutra el Buda descarta su identidad transitoria como Sakyamuni histórico,
el Siddhartha Gautama de la India, junto a todas sus enseñanzas, y revela su
identidad verdadera como Buda Original (本仏, honbutsu).

Esa iluminación del Buda Eterno u Original no es un concepto sino un estado de


sabiduría, compasión y poder atemporal e incondicionado que a la vez
trasciende todo y todo lo permea.

Dicho sea de paso, y para tender un puente con nociones conocidas fuera del
mundo budista, diríamos -con las debidas reservas- que la Iluminación del Buda
Original guarda cierta semejanza con la eterna Luz de Muhammad (nur
muhammadyina) del esoterismo islámico (tasawwuf). Esa Luz es concebida
en la enseñanza islámica como el principio de la manifestación universal, como
la esencia de la transmisión profética, y como el secreto (sirr) más profundo del
corazón del creyente; el secreto de su íntima unión con Dios.

Por su parte, la Iluminación Originaria, enseña Nichiren, constituye la esencia y


verdad de todo cuanto existe, independiente de cuales sean las apariencias para
la conciencia dormida, y es el secreto transmitido por el Sutra del Loto. Secreto
en virtud del cual no hay ser en el universo, y particularmente en el mundo
humano, que no tenga en sí mismo la posibilidad de la iluminación. Aunque en
la práctica para la gran mayoría de los seres esa posibilidad permanece virtual
durante innumerables ciclos de existencia.

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Así, el propósito del budismo de Nichiren es justamente ofrecer a todos la
posibilidad de actualizar o hacer efectiva esa iluminación inherente en el
contexto de su propia vida concreta. Y aquí otra vez se reconoce una afinidad
con el tasawwuf, pues el propósito del mismo, de la mal llamada “mística
islámica”, es la actualización efectiva del estado originario de los seres (fitra)
por el que los mismos se encuentran intrínsecamente unidos a Dios. Como ha
dicho cierto maestro, la vía (tariqa) conduce al hombre a donde era antes de
haber sido.

Digresión sobre la legitimidad de la Iluminación Original

Cabe señalar que algunos estudiosos contemporáneos del Budismo Nichiren


niegan que el concepto de Iluminación Original mencionado arriba haya sido
realmente utilizado por aquél. Otros, con más juicio, plantean que ese concepto,
que por cierto existía en el Budismo antes de Nichiren y especialmente en la
escuela Tendai a la que estuvo ligado, fue reinterpretado por Nichiren conforme
a su propia enseñanza.

Entre los argumentos esgrimidos por quienes objetan que Nichiren haya
enseñado la Iluminación Original, los hay documentales y también teóricos.

El argumento documental dice que los escritos en los que Nichiren habla de esa
doctrina son apócrifos porque no puede probarse que hayan sido escritos de
puño y letra por el propio Nichiren. Bien, de nuestra parte no vamos a negar la
importancia relativa de las investigaciones de tipo documental e histórico. Pero
nos parece claro que en una tradición sagrada, en la transmisión de una
enseñanza sagrada, los datos documentales, y más aún si no pueden ser
probados con claridad, no deben ponerse por encima de la doctrina transmitida,
pues es ésta la que verdaderamente interesa.

El propio Nichiren enseñaba que de todas las pruebas a que debía ser sometida
una doctrina la más importante no era la documental sino la “prueba real” (現
証, guen sho). Es decir, la eficacia operativa de la enseñanza para conducir a los
seres más allá de su estado de ignorancia.

Por otra parte, nos llama la atención que personas abocadas a estos temas no
comprendan que la enseñanza de un maestro tradicional no es nunca obra del
individuo como tal. Por lo tanto, la sabiduría que inspira al maestro puede
manifestarse también en otros individuos pertenecientes a su cadena de
transmisión. Y por cierto, si la autenticidad de una transmisión tradicional
dependiera de ese tipo de verificaciones externas sobre la autoría habría que
hacer oídos sordos a casi toda la herencia espiritual de la humanidad. Con ese

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criterio deberíamos impugnar la gran mayoría de los sutras budistas, las
enseñanzas de Jesús, las Analectas de Confucio, las Upanishad, etc.

Por fortuna, dada la influencia que la gente “autorizada” ejerce sobre el conjunto
de la sociedad, algunos investigadores prestigiosos han puestos paños fríos al
asunto afirmando que si bien no puede probarse de modo rotundo que esos
textos hayan sido escritos por Nichiren, sí son consistentes con el conjunto de su
enseñanza.

En cuanto a los argumentos teóricos en contra de la Iluminación Original, hay


que decir que son bastante torpes y a veces rayan en la mala fe. Se dice, por
ejemplo, que alguien como Nichiren, profundamente preocupado por la
salvación de los hombres, no pudo haber enseñado una doctrina “amoral”. Pues,
como la Iluminación Original está más allá de las nociones de bien y de mal,
enseñarle a la gente que está intrínsecamente iluminada equivaldría a propiciar
comportamientos inmorales.

Estamos ahí frente a ese tipo de casuística ficticia que se suele utilizar cuando se
quiere impugnar a priori una idea sin analizarla realmente. No nos queremos
detener mucho en el tema, pero digamos al menos lo siguiente: razonar así
implica desconocer que “mal” y “bien” son términos relativos y
complementarios, y desde el punto de vista budista pertenecen ambos al mundo
de la ilusión. Lo cierto es que la doctrina de la Iluminación Original no induce
ni al bien ni al mal, en el sentido relativo de ambos términos, sino que enseña a
los hombres su esencial identidad con el Buda Original y por lo mismo con el
Bien absoluto.

Aunque la expresión “Bien absoluto” tiene un sabor occidental y platónico, en


este contexto apunta a aquello que Nichiren, siguiendo la tradición budista,
expresa en la fórmula: 常 樂 我 淨 (jo, raku, ga, jo), es decir Eternidad,
Bienaventuranza, Verdadera Identidad y Pureza. Que son las cualidades del
estado iluminado y aparecen cuando se trascienden las del estado de oscuridad
o ignorancia: finitud, sufrimiento, egotismo y contaminación.

Por otra parte, Nichiren dijo con toda claridad e insistentemente que esa
iluminación esencial requiere para manifestarse de una enseñanza y una
práctica correctas. Y eso basta para derribar otro de los argumentos capciosos
según el cual si la gente se sabe intrínsecamente iluminada dejará de esforzarse
en el camino y se comportará de modo indolente.

También existen objeciones políticas a la doctrina de la Iluminación Original,


pero son totalmente irrelevantes porque se basan en las preferencias ideológicas
particulares de sus expositores. No las vamos a comentar porque hacerlo no
aportaría nada a nuestro tema.

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El devoto del Sutra del Loto

Volviendo a Nichiren y el Sutra del Loto, hay que decir que la relación de aquél
con éste fue de una total devoción. De hecho en sus escritos Nichiren suele
llamarse a sí mismo “el devoto del Sutra del Loto”. Y esa devoción lo llevó a leer
el Sutra con todo su ser y con un compromiso completo.

Nichiren no sólo estudió a los grandes comentaristas del Sutra del Loto como
Chih-i y Miao-lo, sino que sopesó cuidadosamente cada ideograma, cada frase,
cada pasaje y cada escena relatada en el sutra, y extrajo del rico simbolismo del
texto unas enseñanzas que no podría haber extraído alguien que no hubiera
experimentado en sí mismo el estado iluminado que se revela en el Sutra.

En una carta dirigida a un discípulo suyo Nichiren escribió:

"Todos los ideogramas con que está escrito el Sutra del Loto representan budas
vivientes" (3)

Dicho sea de paso, en el original (4) esa frase contiene lo que podría considerase
una referencia implícita al propio Nichiren. Dice literalmente: 今の法華経の文
字は皆生身の仏なり (ima no hokkekyo no moji wa minna namami no butsu ni
nari). Es decir “todos los ideogramas del actual Sutra del Loto (今の法華経)
representan (son) budas vivientes”.

A nuestro entender la actualidad -el ahora- del Sutra del Loto (今の法華経)
remite ahí a la misión del propio Nichiren, que fue quien revitalizó la
iluminación inherente del sutra. Ya que fue el único en su tiempo que reconoció
su secreto y defendió su supremacía sobre todas las otras escrituras budistas y
no budistas.

Cabe señalar que, al contrario de lo que podría parecerle al lector moderno, esas
declaraciones de Nichiren acerca de que los ideogramas del sutra son budas, no
son retóricas. No se trata ahí de metáforas y giros literarios destinados sólo a
enfatizar la importancia del Sutra del Loto. Se trata en cambio de una categórica
afirmación acerca de la naturaleza intrínseca del mismo. Lo que Nichiren
sostiene en esos pasajes es, ni más ni menos, que el Sutra del Loto es un Buda
viviente.

Digresión sobre el rango espiritual de Nichiren

Como hemos señalado arriba, Nichiren con frecuencia se autodenominaba


“devoto del Sutra del Loto”, y dijimos que como devoto nunca podría haber
comprendido el secreto del Sutra del Loto de no haber realizado en sí mismo la
iluminación del Buda Original revelada en el mismo.

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Sin embargo, a lo largo de la historia del Budismo de la corriente Nichiren han
surgido disputas en torno al rango espiritual del maestro. Para decirlo
brevemente: unos consideran que Nichiren es el propio Buda Original mientras
que otros sostienen que si bien fue un gran bodhisattva y un emisario del Buda
no es el Buda Original mismo, ya que a éste lo identifican con Sakyamuni.

Ahora bien, a nuestro entender esa antinomia deriva de un planteamiento


unilateral e insuficiente de la cuestión. Pues unos y otros encuentran en la obra
de Nichiren argumentos para demostrar la propia verdad, mientras se maldicen
y condenan mutuamente, pero pasan por alto una cuestión esencial o al menos
no la examinan con el detenimiento que requeriría:

Que un ser eterno e ilimitado, como es el Buda Original revelado en el Sutra del
Loto (y esa revelación ninguno de los grupos enfrentados la pone en duda) no
puede ser identificado a una individualidad limitada al punto tal de excluir
otras individualidades.

El Buda Eterno es a la vez un estado de iluminación ilimitado y una persona


suprema, y en ambos aspectos trasciende las limitaciones de la existencia
individual exclusiva. Se pueden diferenciar sus manifestaciones pero no parece
tener sentido discutir sobre su identidad como si se tratara de optar entre dos
simples individuos empíricos.

Como sea, no vamos a desarrollar esa cuestión aquí porque requeriría entrar en
muchas consideraciones y nos llevaría lejos de los límites y el propósito de este
breve trabajo.

Un texto de naturaleza teándrica

Es evidente, por todo lo que venimos diciendo, que en esta perspectiva el Sutra
del Loto no es un libro para ser leído como se leen los libros en general. Cabe
compararlo más bien, al menos respecto a su carácter viviente y divino, con lo
que representa el Corán en el Islam y especialmente en el sufismo (tassawuf).

En un libro viviente lo esencial no son los contenidos explícitos externos, los


cuales eventualmente pueden ser comprendidos hasta por quien niega su
sacralidad, sino la resonancia interior del texto en el ser que se abre a su
influencia. Por eso la recitación del Sutra del Loto y de su título, que representa
el corazón del sutra como luego veremos, constituye una práctica espiritual
habitual en el Budismo de Nichiren tal como el recitado del Corán lo es en el
Islam.

Estamos aquí frente a algo análogo a lo que un estudioso del Islam persa, Henry
Corbin, llamó "el fenómeno del Libro santo". Y es sólo dentro de una concepción

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teándrica del lenguaje, el lenguaje entendido como realidad divino-humana,
como se puede llegar a comprender algo del significado cultural de un libro así.

Proceder a la inversa y especular sobre el sentido y valor del Sutra del Loto (y lo
mismo valdría para el Corán) a partir de una antropología y una lingüística
seculares y carentes de dimensión trascendente, es como tratar de explicar los
colores desde la ceguera o la música desde la sordera.

Y en un horizonte de comprensión en el que se reconoce el valor teándrico de


las escrituras sagradas, cabe afirmar que Nichiren fue quien experimentó plena
y profundamente con todo su ser la Verdad auto revelada en el Sutra del Loto.
Su auto-denominación como “devoto del Sutra del Loto” significa justamente
eso. Es decir alude a su experiencia iluminativa interior. Por eso dijo:

“Yo, Nichiren, no lloro, pero en mi corazón mis lágrimas no cesan de fluir. Y no


es por cuestiones mundanas sino tan sólo por el Sutra del Loto, así que, en
realidad, las mías han de ser lágrimas de amrita (néctar de los dioses)” (5)

El corazón del Sutra del Loto es su título

La versión china del Sutra del Loto, debida al gran sabio Kumarajiva, tiene
veintiocho capítulos y decenas de miles de ideogramas. Esa fue la versión que
utilizó Nichiren y sobre la cual basa su enseñanza. Se trata de un extenso
discurso que es rítmico en su aspecto sonoro, y pleno de significados y símbolos
en su aspecto semántico. Desde el punto de vista narrativo desarrolla una
impresionante dramaturgia metafísico-cósmica cargada de significados
doctrinales. Y dentro de su simbolismo mayor -el Buda frente a la gran
asamblea universal- se desarrollan diversas parábolas que transmiten
enseñanzas específicas, y también varios sermones y poemas.

Ahora bien, a pesar del enorme despliegue de argumentos, imágenes y


sentencias del sutra, y aunque para Nichiren todo es relevante y sagrado del
principio al fin, ese maestro reconoció que el corazón del mismo estaba
contenido en su título. Decía en otra carta dirigida a un discípulo:

"Todo tiene un punto esencial, y el corazón del Sutra del Loto es su título" (6)

Eso significa que el título sintetiza, y contiene en sí mismo, la totalidad del sutra
con todas sus enseñanzas y todas sus propiedades iluminativas.

Dicho sea de paso, nociones análogas se encuentran en el esoterismo islámico.


Así, se dice que todo el Corán está contenido en la basmala (la invocación del
Nombre de Dios con que se abre el Libro y cada uno de sus capítulos) y toda la
basmala está contenida en el punto de la letra ba. Pues basmala comienza con

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la letra ba (la “b” del alfabeto latino) y esa letra en árabe lleva un punto debajo
del trazo mayor (‫) ﺏ‬.

Es decir, en el punto de la primera letra de la primera palabra que abre el Corán,


está contenido todo el Libro. Tal como en el título del Sutra del Loto está
contenido todo el sutra con todas sus implicaciones.

Entonces, ¿cuál es el título? Es 妙法蓮華経, frase que en el alfabeto occidental


los hispanohablantes transcribimos como "Myoho Rengue Kyo". En japonés esa
frase se pronuncia igual que en español pero con dos diferencias: la "h" no es
muda sino que vale por una "j" suave (como la "h" inglesa), y la "r" es suave
como la "r" española en medio de una palabra (como en Teresa). En cuanto a su
significado, en Occidente se lo suele traducir como La Flor del Loto de la Ley
Maravillosa (o Mística). Pues, 妙 (Myo, maravilloso, insondable) 法 (Ho, ley,
principio, dharma) 蓮 (Ren, loto) 華 (Gue, flor) 経 (Kyo, sutra, sermón,
enseñanza).

Ahora bien, como decíamos antes el Sutra del Loto es una escritura sagrada y no
un libro ordinario. Y lo mismo vale para su título. Por eso una traducción a
lengua occidental moderna nunca transmitirá su esencia. El título, como todo el
sutra, ha de ser comprendido dentro de una concepción teándrica, o "mística" si
se quiere, del lenguaje. Y en una concepción así el lenguaje no es sólo un sistema
de representación del mundo y un instrumento de comunicación, sino, ante
todo, el vehículo de una experiencia espiritual.

Vamos a detenernos un poco más en la cuestión del lenguaje, pues es


importante para comprender lo que está en juego en todo esto.

La palabra como epifanía

Cuando en español leemos y decimos "flor de loto" (y lo mismo para "ley",


"maravillosa", etc.) sólo tenemos una representación mental. Tenemos una frase
que evoca un tipo de planta y flor. Por lo tanto, no decimos algo esencialmente
distinto a cuando decimos "flor de jazmín". Se trata de flores distintas, por
supuesto, pero en cuanto al nivel de lenguaje y el aspecto espiritual estamos en
ambos casos en el mismo plano. A lo sumo el loto nos puede parecer más
misterioso porque lo asociamos con Oriente y sus enseñanzas. Pero eso no deja
de ser una mera connotación mental, resultado de nuestra información cultural,
y sigue siendo algo externo e inesencial.

Sin embargo, cuando en el budismo de Nichiren se lee y dice "Rengue" (蓮華),


no se transmite solamente el significado que en español representamos con la
frase “flor de loto”, sino una realidad espiritual concreta. Algo muy real se hace
presente en nuestro espíritu. Y más aún cuando se lee y pronuncia el título

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completo. Pues en él está incluido todo el sutra con su secreto (la iluminación
del Buda Original). En palabras del propio Nichiren:

“Los cinco ideogramas de Myoho Rengue Kyo no representan el texto del sutra,
ni son su significado. Son nada menos que el propósito del sutra entero” (7)

Tanto es así, tanto el título no es una simple representación, que Nichiren


afirma que incluso quienes pronuncian ese título sin comprender su significado
ni tener nociones suficientes de Budismo, entran en el campo iluminado del
Sutra:

“Así que, aunque los principiantes en la práctica budista no entiendan su


significado, al recitar sus cinco caracteres concordarán, naturalmente, con la
intención del Sutra” (8)

Y en otro lado también dice:

“Aunque uno no lea ni estudie el Sutra, el sólo hecho de recitar su título es


causa de inmensa buena fortuna” (9)

Por eso, el recitado del título del Sutra del Loto es la práctica espiritual
fundamental en el budismo de Nichiren. Al recitarlo se agrega la palabra “namu”
(o “nam”) que proviene del sánscrito y expresa el acto de devoción. Namu en
los ideogramas de la versión china se escribe 南無. Entonces en la devoción el
título queda así: 南無妙法蓮華経, y se lee “Namu Myoho Rengue Kyo”.

Cabe señalar que Nichiren no era sólo un “místico” sino también un erudito de
las escrituras budistas, y un lúcido hermeneuta de las mismas. Sus
interpretaciones de diversos pasajes del Sutra del Loto y de su título, apoyadas
en los comentarios de los grandes maestros de la tradición Tendai, tienen una
profundidad y altura intelectual notables. Por ejemplo, con respecto al título del
sutra, siguiendo la noción expuesta por el maestro Chih-i acerca de “totai rengue”
(当体蓮華), que podría traducirse como verdadera entidad de la flor de loto,
Nichiren articula ciertas ideas acerca de la relación entre el lenguaje, la realidad
y la Ley budista que trascienden totalmente la concepción representacional y
comunicacional del lenguaje.

Esas ideas, dicho sea de paso, presentan semejanzas con la enseñanza del gran
maestro Ibn Arabí sobre los divinos nombres de Allah. Pero entrar en ese tema
nos llevaría demasiado lejos. Sólo lo mencionamos para señalar no sólo que hay
convergencias en el nivel más profundo de esas tradiciones tan diferentes en lo
exterior, si para señalar que la comprensión que tenía Nichiren del secreto
contenido en el título del sutra no era solamente intuitiva y vivencial sino
también teórico-doctrinal.

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La Iluminación Original como objeto de devoción

Para terminar debemos mencionar el mandala llamado “honzon” ( 本尊) o


“Gohonzon” (御本尊, donde “go” -御- es un prefijo honorífico). Si bien en la
cultura japonesa esa palabra tiene un sentido genérico (es cualquier imagen u
objeto de devoción religiosa), en el Budismo de Nichiren tiene un significado
preciso: se trata de la expresión gráfica, escrita en ideogramas, de los nombres
de los integrantes de la ceremonia metafísico-cósmica relatada en el Sutra del
Loto, ordenados todos ellos simétricamente alrededor del título del sutra.

El Gohonzon de Nichiren, del cual escribió varias versiones, es una expresión


tangible y visible de la Iluminación transmitida por el Sutra del Loto, y sirve
como soporte de la práctica espiritual. Es el punto focal de atención del
practicante mientras recita el título del Sutra del Loto.

En cierto sentido el Gohonzon cumple una función análoga a la de los mandalas


o soportes de meditación existentes en muchas tradiciones. Pero en este caso el
simbolismo no es antropomórfico, como suele serlo en otras escuelas budistas,
ni puramente geométrico, como en otras tradiciones, sino íntegramente basado
en ideogramas y palabras. Es claro que ahí aparece otra vez reflejada una
concepción teándrica del lenguaje.

Epílogo

Dijimos más arriba que Nichiren experimentó plena y profundamente la verdad


del Sutra del Loto. Pero además fue quien por primera vez emprendió la tarea
de transmitir esa verdad de una manera accesible a la gente del fin de ciclo, la
era llamada "Mappo" ( 末 法 ) en el Budismo japonés. Concepto que se
corresponde en líneas generales con la noción de "Kaliyuga" de la India y de
"Fin de los tiempos" en el Cristianismo y el Islam. Se trata de una era en que la
decadencia, la corrupción y el desorden afectan todas las áreas de la vida, y
especialmente la vida espiritual. Nichiren reconoció en su tiempo que Mappo ya
había comenzado y pensó que por eso mismo las vías de realización espiritual
heredadas de épocas anteriores habían dejado de ser operativas.

Por cierto Mappo también es nuestra época. Y lo es aún con mayor razón que en
tiempos de Nichiren, pues con la caída de las formas tradicionales de
organización social la degradación general se ha acelerado a un ritmo
vertiginoso. Las sociedades tradicionales, sin ser perfectas, estaban al menos
ordenadas en torno a principios superiores –sapienciales y religiosos-.

Mientras que hoy -como puede comprobar cualquiera que haga un examen
detenido y honesto de la sociedad- vivimos bajo el imperio del dinero, de la

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usura, de la propaganda manipuladora y de la intimidación, ya abierta ya
solapada, del poderío militar.

Sin embargo, según Nichiren el Sutra del Loto está destinado justamente a una
época como la presente. Se lee en uno de sus escritos:

"el Buda estableció que la era malvada del Último Día de la Ley (末法) sería la
época precisa en que se propagaría el Sutra del Loto, y lo legó a los hombres y
mujeres de esa época impura" (10)

Con esa cita damos por terminado este artículo. Esperamos haber estimulado el
interés de los lectores en el Sutra del Loto y en la enseñanza de Nichiren,
porque nos parecen relevantes en más de un sentido.

Máximo Lameiro
Osaka, Abril 2017.

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Fuentes de las citas:

1) The Day before Yesterday, en The Writings of Nichiren Daishonin, vol. II,
edición de Soka Gakkai, 2006.

2) Conocemos dos versiones -en inglés- de ese texto, cuyo título original es tan
sintético que resulta casi incomprensible hasta para un japonés educado si no es
un estudioso de estos temas (三世諸仏総勘文教相廃立).

La versión de Soka Gakkai se titula The Unanimous Declaration by the


Buddhas of the Three Existences regarding the Classification of the Teachings
and Which Are to Be Abandoned and Which Upheld (en The Writings, vol. II –
ver ref. 1-).

La version de Jacqueline Stone se titula The Teachings Approved by All


Buddhas of the Three Time Periods, incluida en su estudio Some disputed
writings in the Nichiren corpus: Textual hermeneutical and historical
problems, University of California, 1990.

3) Carta a Horen, en Los escritos de Nichiren Daishonin, texto 62, edición y


traducción al español de Soka Gakkai, 2008.

4) 法 蓮 抄 (Horen sho), en 御書全集 (Gosho Zenshu), ed. Soka Gakkai, 1952.

5) El verdadero aspecto de todos los fenómenos, en Los escritos, texto 40 (ver


ref. 3).

6) La única frase esencial, en Los escritos, texto 121 (ref. 3)

7) Sobre los cuatro niveles de la fe y los cinco niveles de la práctica, en Los


escritos, texto 94 (ref. 3)

8) Idem.

9) Idem cita 6.

10) La supremacía de la Ley, en Los escritos, texto 70 (ref. 3)

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