Está en la página 1de 2

La “tragedia” de la Polar

Erica Salvaj
Profesora- Investigadora de la FEN- UDD

¿Por qué sucedió la “tragedia” de la multitienda La Polar? ¿Cómo actores tan


experimentados del mundo corporativo como la SBIF, las AFPs, los accionistas y los
directores independientes no previeron esta “tragedia”? El argumento que muchos
esgrimen es la propiedad fragmentada y la falta de un controlador, el típico problema de
agencia de las empresas americanas. Este diagnóstico del problema, parcialmente correcto,
no aborda razones más profundas, que afectan los procesos de decisión de los altos
ejecutivos dañando la calidad del gobierno corporativo y destruyendo riqueza para toda la
sociedad chilena.

Ésta es una situación en la que es imposible identificar una sola causa. Hay cuestiones
individuales, grupales y organizacionales que se refuerzan e interrelacionan mutuamente
y explican esta gran “tragedia”.

A nivel individual el exceso de confianza podría haber sesgado la razón de los ejecutivos
involucrados. Declaraciones públicas de Pablo Alcalde en 2008 muestran esta tendencia a
sobrevalorar sus opiniones y decisiones, él comentaba: “Hay un error conceptual, los
segmentos C2 y C3 no es un nicho vulnerable, es responsable y buen pagador….el país se
puede deteriorar, pero lo sabremos con anticipación gracias a los modelos predictivos con
que contamos”…“Creo que la bolsa es una gran hincha de La Polar, pero hay una
equivocada percepción de cómo afecta el riesgo a los sectores medio”. Este exagerado
optimismo podría explicar porque en junio de 2007, La Polar apostó por elevar la venta de
los televisores de plasma, prestando dinero a clientes de segmentos socio económicos
medios-bajos para adquirir productos tecnológicos de alto valor. La política duró unos
meses, sobrevino la crisis financiera mundial y con ello un fuerte aumento en la morosidad.
El siguiente efecto que posiblemente afectó la toma de decisiones es el de los costos
hundidos, los ejecutivos de la empresa incrementaron su compromiso con este curso de
acción (a pesar de las señales de alerta) por la gran inversión de dinero que habían hecho,
en lugar de asumir las pérdidas cuando correspondía, como lo hizo la competencia (o parte
de ella). Probablemente, en este cálculo, no previeron las consecuencias de un curso de
acción no ético (fraudulento) como el que tomaron. Tal vez recordaron fraudes recientes
(como el Transantiago) donde varios responsables no fueron alcanzados por la
justicia. Adicionalmente, los ejecutivos de La Polar incrementaban sustancialmente los
niveles de endeudamiento desde el año 2007 y la situación no parecía ser percibida como
problemática por ninguno de los organismos de contralor, estos ejecutivos pensarían ¿por
qué tendría que cambiar esto ahora? En estos ejemplos se refleja el tercer factor individual,
sobreestimar la probabilidad de que se repitan eventos recientes y cercanos, en lugar
de examinar una muestra amplia y completa de eventos pasados.
Además de estos posibles factores, hay dinámicas grupales que afectarían las decisiones
de los directivos. Muy poco se sabe de la forma en que se vinculaban los ejecutivos y
directores de La Polar, pero varias preguntas surgen: ¿Qué nivel de confianza existía entre
los altos ejecutivos y el directorio? Quiénes no acordaban con incrementar los niveles de
endeudamiento de los clientes, ¿podían manifestar su preocupación? ¿Eran escuchados? ¿El
grupo percibía como traidor a alguien que disentía de estas prácticas? ¿Cómo los incentivos
perversos, como premios al directorio, nublaban el juicio y la capacidad de tomar las
decisiones adecuadas? Los cientistas sociales tienen muy claro, que los fraudes siempre
son el resultado de dinámicas grupales en las que están comprometidos muchos actores,
algunos por acción y otros por omisión.

Finalmente, las dinámicas individuales y grupales están inmersas en sistemas complejos


donde la interacción entre los elementos del mismo sucede en formas no esperadas y
difíciles de percibir o comprender con anticipación. La estrecha conexión de las partes del
sistema, hace que un quiebre de uno de los subsistemas desencadene problemas de
dimensiones inesperadas. En este caso de La Polar, un grupo de deudores a los que se les
repactó la deuda tomó la decisión de denunciar el suceso. Un pequeño estudio de abogados
jóvenes, un actor del sistema sin nada que perder se atrevió a tomar el caso y elevar un
informe al Sernac alertando de los riesgos de la cartera de clientes de La Polar, se hizo
pública la noticia, los inversores retiraron su confianza de La Polar, las acciones de todas
las empresas de retail fueron castigadas, la bolsa chilena cayó…y este cuento aún no tiene
fin. Ahora sólo resta tomar las acciones correctivas que minimicen el daño de este fraude y
aprender de estos eventos. El desafío a futuro es incrementar la conciencia ética de los
ejecutivos y construir sistemas más sólidos, transparentes y confiables que permitan
continuar en este camino de desarrollo y generación de riqueza para todos. Chile aprendió
después de las crisis financiera del 82-83 ¿Será capaz de repetir la historia?

También podría gustarte