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Ahora bien, pienso que habiendo leído tanto a Austin (1971), Escandell (1996), Frías
(2001) y los diferentes planos desde los que se aproximan a la pragmática, se empieza a
dibujar en mi cabeza un panorama amplio, aún no lo suficiente, sobre esta, las motivaciones
de su aparición y sus objetivos. En ese sentido, la pragmática es para mí una perspectiva
diferente, en tanto nueva, sobre el lenguaje.
Por esa razón la pragmática toma como uno de sus puntos de partida a la gramática y así
trasciende de la codificación y descodificación al lenguaje en uso. Las oraciones aisladas
dejan de ser el centro de atención para focalizarse en eventos comunicativos reales, donde
el contexto, las inferencias e intenciones son más importantes que el texto en sí.
Todo esto resulta ser, por tanto, un conocimiento que todas la personas tenemos sobre el
lenguaje. Así, la pragmática llega, para estudiarlo y describirlo pues la gramática no se
ocupa de los elementos externos al sistema lingüístico.
Esta nueva perspectiva aparece para ocuparse de elementos que dentro de la lingüística no
se habían tenido en cuenta como: situacionalidad, intertextualidad, presuposiciones,
inferencias y los actos de habla entendidos como actos sociales. Así como también brinda
explicación a cuestiones que no se habían entendido: significados no convencionales, la
distancia entre lo que se dice y lo que se quiere decir, secuencias “agramaticales” en
función del contexto y la situación.
Es desde esa necesidad de otra forma de representación, que siento que surgió la
pragmática, y me parece que por la misma razón ha sido tan tenida en cuenta dentro de la
lingüística, porque, si bien surge a partir de muchos conceptos allí contenidos, también
llega a brindar una visión ampliada.
Bibliografía
AUSTIN, J. L. (1971). Cómo hacer cosas con palabras. Palabras y acciones. Compilado por
J.O. Urmson. Paidós. Barcelona. 1ra edición.