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Alicia Carrizo
Analía Kevorkian
Adriana Lorusso
0. Palabras preliminares
El siguiente texto es una versión traducida y resumida del original inglés escrito por Penélope
Brown y Stephen Levinson en su edición de 1987: Politeness. Some Universal en Language
Usage. (Cambridge: Cambridge University Press) y está destinada a los alumnos de la cátedra de
Lingüística General de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
1.00 Introducción
1.1 Prólogo
El principal objetivo de este trabajo es describir y dar cuenta de lo que, a la luz de las teorías lin-
güísticas actuales, surge como un fenómeno notable. Se trata del extraordinario paralelismo ob-
servable en ciertos detalles lingüísticos contenidos en las emisiones con las cuales las personas
eligen expresarse a sí mismas en culturas y lenguajes poco relacionados entre sí. Esta conver-
gencia es notable porque, en apariencia, sus usos son irracionales, ya que divergen de lo que pue-
de considerarse un modo de comunicación altamente racional y de máxima eficiencia (Grice
1967, 1975).
En este trabajo se determina un motivo para esta divergencia - la cortesía - proponiendo que el
único esquema satisfactorio de explicación para este fenómeno debe incluir una dosis importante
de racionalismo. La mayor parte de este estudio proporciona evidencia de la existencia de tal
paralelismo y demuestra sus bases racionales.
Pero, ¿por qué causa debe un lingüista preocuparse por este tipo de problemas? ¿No se trata de
una cuestión que pertenece al campo de etología o la psicología? Creemos que las pautas para
construir un mensaje, o “el modo de decir las cosas”, o simplemente, el uso del lenguaje, son
parte de la materia de la cual están hechas las relaciones sociales (o, como algunos preferirían,
partes cruciales de las expresiones de las relaciones sociales). Descubrir los principios del uso
del lenguaje puede ser coincidente con el descubrimiento de los principios constructivos de las
relaciones sociales en su aspecto interaccional: dimensiones por las cuales los individuos contro-
lan su relación con los otros en modos particulares.
Pero lo que presentamos aquí es la herramienta más que su aplicación sociológica. Esta herra-
mienta es capaz de describir de una manera precisa, pero no simplista, un fenómeno que ha teni-
do un interés persistente para los antropólogos: la calidad de las relaciones sociales. Y, desde el
momento en que la herramienta es presentada junto a un modelo explicatorio, esperamos que su
aplicabilidad intercultural tenga un status mayor que el puramente descriptivo.
Otros objetivos subsidiarios de este trabajo son:
(i) Identificar algunos principios de tipo “universal” y al hacerlo, destacar un posible origen so-
cial para la profunda presión funcional de que es objeto la forma de las gramáticas en general.
(ii) Proporcionar un antídoto para la baja valoración que las ciencias sociales tienen de la com-
plejidad del planeamiento humano. Ciertas cuestiones investigadas por la psicología cognitiva,
1
la lingüística o los estudios sobre inteligencia artificial no tienen contraparte en la teoría social.
En este trabajo simplemente se roza la superficie de un área de la interacción, esperando llamar la
atención de las ciencias sociales sobre la riqueza y complejidad de los presupuestos e inferencias
sobre la base de los cuales los seres humanos se entienden y cooperan los unos con los otros.
Consecuentemente, se espera demostrar el rol de la racionalidad y su mutua presunción por parte
de los participantes, observando la derivación de inferencias a partir del significado inicial de las
palabras, el tono y los gestos; ya que sólo un empleo racional o lógico de estrategias puede pro-
veer una explicación unitaria para tan diversos usos lingüísticos, kinésicos y prosódicos.
(iii) Identificar la construcción del mensaje como dato apropiado para el análisis del uso estraté-
gico del lenguaje. Considerando a la interacción como (a) la expresión de relaciones sociales que
(b) se construyen a partir de un uso estratégico del lenguaje, se identifica a la construcción es-
tratégica del mensaje como el punto de entrecruzamiento de lenguaje y sociedad.
(iv) El último objetivo, tal vez innecesario en estos días, es rebatir la doctrina (alguna vez de mo-
da) del relativismo cultural en el terreno de la interacción. Se espera demostrar que las diversi-
dades superficiales pueden surgir de principios universales subyacentes.
1.2. El problema
Nuestro problema inicial deriva de la observación de que, en todas las culturas, la naturaleza de
la transacción que se lleva a cabo dentro del intercambio verbal se hace más evidente por la ma-
nera en que se desarrolla que por la observación de algún acto performativo concreto. En otras
palabras, uno puede reconocer mejor lo que la gente está haciendo dentro de un intercambio ver-
bal (por ejemplo, pedir, ofrecer, criticar, quejarse, sugerir) a partir de la observación de ciertos
detalles lingüísticos de sus emisiones (y sus correlatos kinéticos) que en base a lo que demues-
tran hacer abiertamente. Por ejemplo, es muy raro que una persona diga algo como: “Yo, a
través de este acto, estoy haciendo un pedido...”, sin embargo, tan pronto como uno escucha una
frase como la siguiente: “Siento muchísimo tener que molestarte pero, ¿habría algún inconve-
niente si...?” sabe perfectamente bien en qué clase de “aprieto” interaccional va a verse involu-
crado. Y, aún cuando no conozcamos el idioma, si vemos que una persona se acerca a otra con
movimientos que revelan una deferencia inusual (no esperable a partir del status de los partici-
pantes en la interacción) y le habla entrecortadamente, llenando su emisión de “umm..”, “ah..” y
otras expresiones por el estilo, tendremos una pista certera de que esa persona está realizando un
pedido o haciendo algo que considera (o cree que el otro va a considerar) una imposición.
Sobre la base de este breve esbozo de nuestro problema inicial, podemos advertir una solución
para otras cuestiones más complejas. Por ejemplo, es posible observar que en muchos lenguajes
(en circunstancias en las cuales las estructuras sociales permiten tales distinciones), cuando se
formula un pequeño pedido, el hablante tiende a usar formas lingüísticas que acentúan la idea de
ser miembro de un grupo y de tener similaridad social (como cuando se usa “nosotros” con
carácter inclusivo). Pero si el pedido es algo mayor, éste recurrirá al lenguaje de la cortesía for-
mal (actos de habla indirectos convencionalizados, disculpas por la intrusión, etc.). Finalmente,
si decide formular el tipo de pedidos que sería mejor no hacer, tenderá a usar expresiones indi-
rectas (implicaturas). Esto mismo vale, mutatis mutandis, para las críticas, los ofrecimientos, las
quejas y muchos otros actos verbales. Lo que estos problemas relacionados parecen compartir es
una orientación estratégica hacia la “imagen” (face) de los participantes; elemento básico (kernel)
de las nociones populares de cortesía.
Nuestro problema general, entonces, es el siguiente: ¿Qué clase de presunciones y qué tipo de
razonamientos utilizan los hablantes para producir estas estrategias universales de la interacción
verbal? Nuestra intención es dar cuenta de las similaridades interculturales en los principios abs-
tractos que subyacen al uso de la cortesía, a través de un modelo formal que sirva también como
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modelo de referencia para usos culturalmente específicos, como la investigación de la calidad de
las relaciones sociales en una sociedad.
1.3 . El método
Nuestra intención es dar cuenta de algunos aspectos sistemáticos del uso del lenguaje a través de
la construcción de una Persona Modelo -en adelante, PM- (model person). Nuestra PM es un
hablante intencionado de un lenguaje natural, dotada de dos propiedades especiales: racionalidad
e imagen (face). Por “racionalidad” entendemos algo muy específico: la posibilidad de nuestra
PM de utilizar una forma definible y precisa para razonar cuáles son los medios que le permitirán
alcanzar determinados fines. Por “imagen” entendemos también algo muy específico: nuestra
PM está dotada de dos deseos particulares: el deseo de no ser impedida en su acción y el deseo de
ser aprobada en ciertos aspectos.
A partir de esta figura esquemática comenzamos a especular: ¿De qué modo este ser va a usar el
lenguaje? Atrapado entre el intento de satisfacer los deseos de la imagen de otras PM y la necesi-
dad de decir cosas que atacan esos deseos, ¿qué puede hacer este ser racional dotado de imagen?
Por una extraña coincidencia observamos que un modelo diádico de dos PMs cooperando entre sí
(potencialmente, con una audiencia) puede dar cuenta de esas regularidades interculturales en el
uso del lenguaje de las que hemos hablado antes. Podemos desarrollar este modelo considerando
a las estrategias lingüísticas como medios que satisfacen fines comunicativos y orientados a la
imagen (face-oriented) dentro de un estricto sistema formal de “razonamiento práctico” racional.
Nuestro modelo predictivo está construido esencialmente sobre la presunción de la existencia de
agentes racionales con ciertas propiedades. Sin embargo, esto no implica pretender que los seres
humanos sean realmente, todos y siempre, “agentes racionales orientados a la imagen”. Estas
son simplemente presunciones que le dan mayor sentido a los datos. Otro punto importante es el
siguiente: puede demostrarse que para realizar la clase de inferencias a partir de lo que se dice
que los hablantes realizan deben presuponerse tales hipótesis. Este es un punto técnico que se-
ñaló Grice (1967, 1975) a propósito de las implicaturas conversacionales y que fue sustentado
desde entonces por el trabajo lingüístico. Si A dice: ¿Qué hora es? y B le contesta: Ya llegó el
cartero, luego A asume que lo que dijo B estuvo racionalmente orientado a lo dicho por A y, a
partir de esto, A deriva de la emisión de B la inferencia de que, por ejemplo, son más de las 11
a.m. Esta clase de inferencias constituyen las llamadas “implicaturas conversacionales”. La tota-
lidad del intercambio de A y B puede considerarse coherente sólo sobre la presunción de que B
está intentando cooperar y que, por lo tanto, ha elegido racionalmente un medio para alcanzar su
finalidad cooperativa. En el uso del lenguaje, se puede demostrar que tales presunciones raciona-
les, de hecho, se realizan.
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(iii)Algunos actos intrínsecamente amenazan la imagen; se trata de los actos de amenaza a la
imagen (de aquí en adelante, AAI).
(iv) A menos que el deseo de H de hacer un AAI con máxima eficiencia (definido como directo -
bald on record -) sea mayor que su deseo de preservar la imagen de O ( o la propia) en algún
grado, H intentará minimizar la amenaza a la imagen del AAI.
(v) Dado el siguiente conjunto de estrategias, cuanto mayor sea la amenaza de un acto para la
imagen de H o de O, mayor será el intento de H de elegir una estrategia del grupo que tiene el
número más alto (según el cuadro que aparece en esta página). La razón es que dichas estrategias
son capaces de ofrecer una compensación para los riesgos que se derivan de un acto de amenaza.
Menor 1. directamente
(sin acción repa-
abiertamente radora)
Estimación del (on record) 2. cortesía
riesgo de pér- Haga el AAI indirectamente (con positiva
dida de imagen acción reparadora)
3. cortesía
4.encubierta- negativa
5.No haga el mente (off
AAI record)
Mayor
[Cuadro 1]
(vi) Como los puntos (i) - (v) son conocidos por todas las PMs, nuestra PM no elegirá una estra-
tegia menos arriesgada que lo necesario, ya que esto puede ser interpretado como una indicación
de que el AAI es más amenazante de lo que realmente es.
(i) “imagen” (face), la propia imagen pública que cada miembro reclama para sí mismo y que
consiste en dos aspectos relacionados:
(a) imagen negativa: el derecho básico a un territorio, a la preservación personal, a la no
distracción; es decir, a la libertad de acción sin imposiciones.
(b) imagen positiva: la propia imagen positiva o “personalidad” ( que incluye el deseo de
que esa imagen sea apreciada y aprobada por los demás) reivindicada por los interactuan-
tes.
(ii) ciertas capacidades racionales, en particular, modos consistentes de razonar los medios para
alcanzar un fin.
La noción de imagen negativa, y la de cortesía de no-imposición que se deriva de ella, es tan fa-
miliar; que para la mayoría funciona como un sinómino de la cortesía en general. En cambio, la
imagen positiva y sus formas derivadas de cortesía, son menos obvias. La reducción de la ima-
gen o personalidad de un sujeto al deseo de que sus anhelos sean queridos, al menos, por algunos
otros puede ser justificada de este modo. El aspecto de la personalidad de un sujeto que más
sobresale durante una interacción es lo que esa personalidad requiere de los otros interactuantes
(en particular, el deseo de ser ratificado, entendido, aprobado o admirado). El próximo paso es
representar ese deseo como la necesidad de que los propios objetivos sean considerados desea-
bles. Para comprender mejor esta noción veamos un ejemplo. La señora B es una apasionada
jardinera que dedica todo su tiempo y esfuerzo al cuidado de sus rosas, de las cuales se siente
orgullosa. Por lo tanto, le encanta que la gente las admire y se siente gratificada cuando sus visi-
tantes le dicen: “¡Qué maravillosas rosas!¡Quisiera que mi jardín se viera como el tuyo! ¿Cómo
lo hacés?”; con lo cual sus visitantes implican que desean exactamente lo que la señora B deseó y
consiguió.
Nuestra definición de imagen positiva es adecuada sólo si tenemos en claro ciertas interpretacio-
nes . Primero, los deseos que un miembro de la sociedad quiere que los otros consideren desea-
bles pueden haber sido ya satisfechos; esto significa, que puede tratarse de deseos pasados que en
la actualidad están representados por logros o posesiones. Por otra parte, esos deseos tienen co-
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mo finalidad tanto cosas materiales como no materiales: valores (amor, libertad, piedad) o accio-
nes (como ir a la ópera, o a las carreras o jugar al tenis).
Además, en vista de que los objetos de deseo son proposiciones como “Tengo hermosas rosas”,
las expresiones de deseo del lenguaje natural suelen dejar inespecificados el sujeto y el predica-
do, como en “Querer un helado”. Esto arroja ambigüedad a la fórmula con la que explicáramos
el deseo de la imagen de algún agente A: A quiere que algún B desee sus deseos, pero ¿lo que se
desea que B quiera es “B tiene un helado” o “A tiene un helado” o “Todos toman helados”? La
respuesta parece ser que en diferentes circunstancias cada una de las distintas interpretaciones
puede ser razonable. Por ejemplo, si un hombre admira el vestido de una mujer es natural inter-
pretar que él quiere ese vestido para ella y no para sí mismo.
Un tercer punto es que, en general, las personas no desean que sus objetivos, posesiones y logros
sean considerados deseables por cualquiera, sino por determinadas personas especialmente rele-
vantes para ciertos objetivos particulares. (Por ejemplo, yo puedo desear que mi estilo literario
sea admirado por escritores, mis rosas por jardineros y la ropa que uso por mis amigos).
Los otros constituyen, así, una colección de conjuntos (definidos extensional o intensionalmente)
ligados, cada uno, a un grupo de objetivos.
Por eso, nuestra fórmula debe ser interpretada a la luz de este ejemplo:
D quiere que algunas personas (llamémoslas a1, a2, a3....) quieran el correspondiente conjunto de
deseos de D (w1,w2,w3,...).
Considerando a
a1= el conjunto de todas las personas de cualquier clase en el mundo social de D.
a2= el conjunto de todas las personas en el estrato social de D.
a3= la esposa de D.
Y considerando a
w1= D tiene un hermoso jardín; D es responsable y observador de la ley.
w2= D tiene una poderosa motocicleta y una chaqueta de cuero.
w3= D es feliz, sano, rico y juicioso.
Estos hechos particulares son, como es obvio, específicos culturalmente, grupalmente y, en defi-
nitiva, idiosincráticos. Sin embargo, existen, en general, áreas bien definidas de bases comparti-
das (common ground) entre dos personas de una sociedad. Si se trata de extranjeros, esto puede
reducirse a la presunción de un interés común en el buen tiempo u otros tópicos seguros por el
estilo; si se trata de íntimos amigos puede extenderse a una identidad completa de intereses y
deseos. Pero, no importa cuán bien definidas estén estas áreas, presumir que yo estoy en el con-
junto de personas que van a complacer a otra comentando algo acerca de su ropa, implica asumir
un presupuesto extremadamente vulnerable que puedo tener que afrontar posteriormente. Esta es
una de las causas por las cuales la atención a la imagen positiva en una sociedad es a menudo
muy restringida.
3.1.3. Racionalidad
Definimos aquí “racionalidad” como la aplicación de un modo específico de razonar -lo que
Aristóteles llamó “razonamiento práctico”- que garantiza las inferencias desde los fines u objeti-
vos a los medios que permitirán alzanzar dichos objetivos. Del mismo modo que la lógica stan-
dard posee una relación de consecuencia que nos lleva de una proposición a la otra preservando
al mismo tiempo la verdad, un sistema de razonamiento práctico debe permitirnos pasar del fin a
los medios preservando al mismo tiempo la satisfactoriedad de esos medios (Kenny 1966).
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Es importante destacar que, un aspecto de la conducta racional parece ser la habilidad para sope-
sar los diferentes medios que conducen a un fin y la elección de aquel que mejor satisfaga los
objetivos perseguidos.
Por eso, mientras que un sistema formal daría cuenta en gran medida del contenido de la noción
intuitiva de racionalidad, un sistema de razonamiento práctico incluiría nociones como las de
maximización o asignación del mínimo costo en la elección de los medios para alcanzar un fin.
Por ejemplo, si quiero tomar un poco de agua y puedo usar la canilla de este cuarto, la del baño o
la del jardín; resultaría “irracional” ir al jardín innecesariamente (a menos que tenga un especial
deseo de estar en el jardín). Si esto es así, podemos considerar como un deseo constante de cual-
quier PM, el hecho de no malgastar esfuerzos inútilmente.
(ii) Aquellos actos que predican algún acto futuro positivo de H hacia O, y al hacerlo presionan a
O para aceptarlos o rechazarlos, y, posiblemente, contraer una deuda:
(a) ofertas (H indica que desea que O se comprometa a aceptar, quiera o no, que H haga
algún acto para O, con lo que O queda en la posición de contraer una deuda)
(b) promesas (H se compromete a realizar algún acto futuro en beneficio de O)
(iii) Actos que predican algún deseo de H hacia O o hacia las cosas de O, dando a O razón para
pensar que puede tener que realizar alguna acción con el fin de proteger el objeto de deseo de H o
dar ese objeto a H:
(a) cumplidos, expresiones de envidia o admiración (H indica que le gusta o que le gustar-
ía algo de O)
(b) expresión de fuertes (negativas) emociones hacia O-por ej. odio, ira, lujuria (H indica
posibles motivaciones para perjudicar a O o a las cosas de O).
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Los actos que amenazan el deseo de la imagen positiva, indicando (potencialmente) que al
hablante no le importan los sentimientos, anhelos, etc. del destinatario -esto es, que él no desea
los deseos de O- incluyen:
(i) Actos que muestran que H valora negativamente algún aspecto de la imagen positiva de O:
(a) expresiones de desaprobación, críticas, desdén o ridiculización, quejas o reprimendas,
acusaciones, insultos (H indica que no quiere o no le gustan uno o más deseos, actos, ca-
racterísticas personales, cosas, creencias o valores de O)
(b) desacuerdos, desafíos (H indica que piensa que O está equivocado o desorientado o es
poco razonable respecto de alguna cosa, esta equivocación se señala desaprobatoriamen-
te)
(ii) Actos que muestran que a H no le importa (o le resulta indiferente) la imagen positiva de O:
(a) expresión de emociones violentas (H da motivos a O para temerle o sentirse molesto)
(b) impertinencias, mención de tópicos tabú o inapropiados respecto del contexto (H indi-
ca que no da valor a los valores de O y que no tiene los mismos temores que O)
(c) transmisión de malas noticias para O o buenas noticias (ostentación ) para H (H indica
que desea causar pena y/o que no le importan los sentimientos de O)
(d) tocar tópicos conflictivos o peligrosos emocionalmente, por ej.: política, raza, reli-
gión, liberación femenina (H abre la posibilidad de que se produzcan actos de amenaza a
la imagen <como los mencionados anteriormente>; es decir, H crea un atmósfera peligro-
sa para la imagen)
(e) falta de cooperación escandalosa en una actividad - por ej. interrumpir agresivamente
el habla de O, no prestar atención ostensivamente (H indica que no le importan los deseos
de la imagen positiva o negativa de O)
(f) usar apelativos u otras formas de identificación que remarquen el status de los hablan-
tes en primeros encuentros (H puede identificar erróneamente a O de un modo ofensivo o
molesto, intencional o accidentalmente)
Podemos observar que existe una superposición en esta clasificación, porque algunos AAI ame-
nazan intrínsecamente tanto la imagen positiva como la negativa (por ej, las quejas, las interrup-
ciones, las amenazas, la expresión de emociones fuertes, los pedidos de información personal)
3.2.2. Segunda distinción: Amenazas para la imagen de O versus amenazas para la imagen
de H.
En segundo lugar, podemos distinguir entre los actos que primariamente amenazan la imagen de
O y los que amenazan, primariamente, la imagen de H. Pero, desde el momento en que H y O
están cooperando para mantener su mutua imagen, estos últimos AAI, potencialmente, amenazan
también la imagen de O.
Los AAI que son amenazantes para H incluyen:
(i) Actos que ofenden la imagen negativa de H:
(a) expresiones de agradecimiento (H acepta una deuda, humilla su propia imagen)
(b) aceptación de los agradecimientos o las disculpas de O (H puede sentirse obligado a
minimizar la deuda o transgresión de O, como cuando se usa la frase: “No fue nada, ni lo
mencione”)
(c) excusas (H indica que piensa que tiene una buena razón para hacer, o fallar al hacer,
un acto que O ha criticado; esto puede constituirse, por otra parte, en una crítica de O o al
menos causar una confrontación entre el punto de vista de O y el de H)
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(d) aceptación de ofertas (H es obligado a aceptar una deuda y a avanzar sobre la imagen
negativa de O).
(e) respuesta a un “paso en falso” de O ( Si H ha notado visiblemente un “paso en falso”
de O, puede causar una molestia a O; pero si pretende no haberlo notado, el que sufrirá la
molestia será él mismo).
(f) promesas y ofertas renuentes (H se compromete a realizar alguna acción futura que no
desea llevar a cabo; luego, si hace visible su renuencia, puede ofender también la imagen
positiva de O).
1. directamente
(sin acción repa-
abiertamente radora)
(on record) 2. cortesía
Haga el AAI indirectamente positiva
(con acción repa-
radora) 3. cortesía
4.encubiertamente negativa
5.No haga el (off record)
AAI
[Cuadro 2]
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Actuando abiertamente, un hablante puede, potencialmente, obtener alguna de las siguientes ven-
tajas: inducir a la opinión pública en contra del destinatario y a su propio favor; obtener réditos
por su honestidad indicando que confía en el destinatario; obtener réditos por hablar claro evitan-
do el peligro de ser considerado un manipulador; escapar al riesgo de ser malinterpretado; y tener
la oportunidad de devolver en “imagen” aquello que potencialmente quitó con el AAI.
Actuando encubiertamente un actor puede obtener las siguientes ventajas: obtener réditos por
actuar con tacto, en forma no coercitiva; correr menos riesgos de que su acto entre en la “biograf-
ía chismosa” que los demás conservan de él; y evitar la responsabilidad por la interpretación po-
tencial de su acto como dañino para la imagen. Además, puede dar (no abiertamente) al destina-
tario la oportunidad de que se lo considere cuidadoso con H (y así, estará en condiciones de pro-
bar los sentimientos de O hacia él). En este último caso, si O elige responder a la potencialmente
amenazante interpretación del acto, otorga un “regalo” a H. Por ejemplo, si digo: “Hace calor
aquí” y mi interlocutor responde: “Voy a abrir la ventana”, obtendrá el rédito de haber actuado
generosa y cooperativamente y yo evitaré la potencial amenaza de dar una orden.
Actuando abiertamente con cortesía positiva, un hablante puede minimizar los aspectos amen-
zantes de un acto asegurando al destinatario que lo considera “de la misma clase” y que desea sus
deseos. Así, por ejemplo, si una crítica es acompañada por una afirmación de amistad mutua,
puede perder mucho de su carácter agresivo. Otro beneficio posible es que H puede evitar o mi-
nimizar las implicancias de AAIs tales como pedidos u ofertas, tanto refiriéndose (indirectamen-
te) a la reciprocidad y continuidad de la relación entre O y él; o por la inclusión de O y H como
participantes o beneficiarios, en igualdad de condiciones, del pedido o la oferta (por ejemplo,
usando un “nosotros” inclusivo como en “Vámos a cenar”).
Actuando abiertamente con cortesía negativa, un hablante puede beneficiarse de los siguientes
modos: puede mostrar respeto y deferencia por O en pago por un AAI, evitando así incurrir en
una deuda futura (o reducirla); puede mantener la distancia social y evitar la amenaza que impli-
caría una demostración de familiaridad hacia O; puede dar una verdadera “salida” a O (por ejem-
plo, en el caso de un pedido o de una oferta, dejando en claro que realmente no espera que O
diga: “Sí”, a menos que lo desee, con lo cual minimiza la pérdida de imagen mutua que se produ-
ciría si O dijera: “No”); puede dar “salidas” convencionales a O (opuestas a las “salidas” verda-
deras); esto quiere decir que puede simular el ofrecimiento de una ruta de escape sin realmente
hacerlo, indicando que es consciente de los deseos de la imagen del otro.
Finalmente, el beneficio de la elección de la quinta estrategia : „No haga el AAI‟, es el de evitar,
en forma absoluta, ofender a O con un particular AAI. Por supuesto, esto implica que H no al-
cance la comunicación deseada. Por lo tanto, como no existe una realización lingüística, ignora-
remos de aquí en más la elección de esta estrategia.
Los beneficios descriptos pueden resumidos de la siguiente manera:
Beneficios de una actuación abierta con acción reparadora: H tiene la oportunidad de cui-
dar la imagen
(a) cortesía positiva - satisfacer, de algún modo, la imagen positiva de O.
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(b) cortesía negativa - satisfacer, en cierto grado, la imagen negativa de O.
Debemos notar que cuanto más peligroso considera el hablante a un AAI más alto será el número
de la estrategia elegida (la estrategia 4 por sobre la 3, la 2 o la 1, por ejemplo).
Por otra parte, es importante observar que la cortesía positiva precede a la negativa sobre un
hipotético continuum de riesgo de un AAI. Esto sucede porque la cortesía positiva repara satis-
faciendo la necesidad de O de que los otros deseen algún deseo particular propio. Y, para llevar
adelante esta estrategia, H debe asumir que forma parte del conjunto de esos “otros”. Por lo tan-
to, la eficacia de su reparación dependerá de que O coincida con ese presupuesto. La cortesía
negativa, en cambio, está dirigida a satisfacer el deseo generalizado de libertad de acción. Al
satisfacer a O en este sentido, H no parte de presupuestos vulnerables ya que, en este caso, cual-
quier acción reparadora es absolutamente relevante.
Cabe ahora preguntarse por qué, dado el peligro asociado a los AAI, los actores no toman siem-
pre los máximos recaudos optando por estrategias encubiertas. Una de las razones es que las es-
trategias encubiertas producen ambigüedad y falta de claridad. Otra de las razones parece ser la
tensión inherente entre los deseos de la imagen negativa de un actor y los de su imagen positiva;
ya que alguien puede desear, simultáneamente, no ser molestado y ser halagado con frases de
admiración. De todos modos, en general, es más seguro asumir que O prefiere el respeto a su
autodeterminación por sobre las expresiones de consideración; a menos que uno esté convencido
de lo contrario.
Pero lo más importante es que, desde el momento en que los participantes saben (mutuamente)
cuál es la naturaleza de la imagen, cuáles son las estrategias a las que pueden recurrir y cuál es el
tipo de razonamiento práctico necesario para hacer uso de ellas; pueden estimar el nivel de riesgo
que corre la imagen bajo ciertas circunstancias y frente a determinados AAI. Si un actor, frente a
un AAI de bajo riesgo, usa una estrategia apropiada para un AAI de alto riesgo; sus interlocutores
presumirán que el AAI es más amenazante de lo que realmente es (cuando generalmente la inten-
ción de H es minimizar más que sobreestimar la amenaza a la imagen de O). Por lo que, habi-
tualmente, ningún actor hará uso de una estrategia que proporcione mayor oportunidad de mini-
mización del riesgo que la que es requerida para mantener la cooperación de O.
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Una posición posible sería la que propone que P es un valor vinculado, más que a individuos, a
roles o esquemas de roles. Así, en el esquema de roles gerente/empleado o padre/niño se da una
relación asimétrica de poder. Por otra parte, deberíamos considerar la existencia de esquemas de
roles como delincuente/víctima para explicar por qué los individuos pueden descubrir que el va-
lor relativo de P que esperan normalmente se ha invertido a causa de determinadas circunstan-
cias. Pero, ¿podemos postular que todo tipo de “poder” está ligado a un esquema de roles? Si es
así, la noción de rol social dejaría de tener sentido. Además, existe otro problema respecto de
este punto de vista. Los individuos interactúan dentro de diferentes esquemas de roles, por lo
que un valor alto de P en el rol de un esquema afectará la conducta en el rol de otro esquema.
Por ejemplo, cuando un nuevo presidente es elegido, sus viejos amigos seguirán siéndo amigos
pero les resultará difícil manejarse dentro del plano de igualdad que tenían anteriormente.
Un tercer punto de vista sería el que propone que las evaluaciones sociales estables, sean de indi-
viduos o de roles, son sólo uno de los elementos que cuentan para asignar valor a P y que otras
fuentes de poder situacionales pueden ajustar o cambiar por completo estas evaluaciones sociales
estables. Una debilidad momentánea en la negociación del poder, por ejemplo, o la fuerza de
carácter o las alianzas pueden jugar un rol crucial en la asignación de valor a P.
Este último punto de vista es el que nos parece más adecuado. A partir de él asumiremos que los
factores situacionales afectan los valores de P, D y G y que los valores asignados cuentan sólo
para H y O en un contexto particular y para un particular AAI. Permítasenos ilustrar ahora, el
modo en que cada una de estas dimensiones sociales está relacionada con el contexto.
Observemos en primer lugar el funcionamiento de la variable D. Por ejemplo, si dos norteameri-
canos desconocidos se encuentran casualmente en las calles de New York, se tratarán con gran
respeto y seriedad; pero si ese encuentro se produce en un lugar remoto de la India, es probable
que se abracen e intercambien abundantes muestras de cortesía positiva. Una posible explicación
de este familiar fenómeno es que, donde sea que uno esté, todos los miembros del universo social
local deben tener lugares asignados a lo largo de la escala de distancia social. En New York, los
extraños tienen asignados valores altos de D; pero en la India los extraños nativos desplazan a los
visitantes norteamericanos hacia posiciones más cercanas entre sí en la dimensión de distancia
social.
Es posible demostrar la relación contextual de la variable P a través del siguiente ejemplo.
Cuando en el Sur de la India un hombre proveniente de una casta inferior se acerca a un Brah-
man, debe realizar una serie de rituales como muestra de deferencia. Pero, si el Brahman, como
agente del gobierno, tiene que realizar una visita a un hombre de casta inferior, será él quien de-
berá adoptar una actitud servil o deferente. Comparable con este ejemplo es el cambio en la rela-
ción de deferencia que se opera en Europa cuando un hablante pasa, en una conversación, del
campo en el que es experto, al campo que domina otro hablante. En estos casos, los valores de P
parecen cambiar cuando los roles de experto/aprendiz se invierten.
Aunque el grado de imposición con respecto a la escala general habitualmente se mantiene, las
imposiciones pueden variar su valor de acuerdo a la situación. Pedir un dolar, generalmente,
tiene un peso más grande que pedir un centavo. Pero, por otra parte, pedir un centavo al lado de
una cabina telefónica tiene un peso menor que pedir un centavo, sin ninguna razón aparente, en
el medio de la calle. La razonabilidad situacional del pedido cuenta para la asignación de un
valor a G.
3.4.3. Integración de una evaluación de los beneficios y de los riesgos en la elección de estra-
tegias
Acabamos de explicar por qué, cuando Rx crece, un agente racional tiende a elegir estrategias
con un número superior (según los cuadros reproducidos anteriormente). El motivo es que las
estrategias más altas son las que mejor minimizan el peligro para la imagen.
15
Cualquier PM (persona modelo) con las propiedades que le hemos atribuido (habilidad para usar
un razonamiento práctico que le permita determinar los medios a partir de los cuales logrará al-
canzar ciertos fines y posesión de ciertos deseos específicos -lo que llamamos “imagen”-) tenderá
a emplear aquellas estrategias cuyos beneficios sean más apropiados de acuerdo a las circunstan-
cias (las que mejor satisfagan los deseos de su imagen).
Ahora, si el peligro de un AAI se calcula sobre la base de una estimación de los valores de P, D y
G; nuestra PM tratará de correr la menor cantidad de riesgos posibles con desconocidos (valor de
D alto), con „miembros dominantes‟ (valor de P alto) y cuando realiza imposiciones serias (valor
de Gx alto).
En resumen, nuestra postulación original que define a PM como un “agente racional con imagen”
predice que los agentes racionales orientados a la imagen optarán por modos particulares de rea-
lizar actos amenazantes que minimicen el grado de amenaza, para ello elegirán estrategias con
una numeración cada vez más alta a medida que la amenaza crece.
Finalmente, ya que algunas generalizaciones sociológicas universales parecen posibles (como
que el peligro de un AAI sea asignado en términos de factores como P, D y G) y dado que nues-
tra PM es una aproximación razonable a un presupuesto universal; podemos dar cuenta del hecho
de que un espectador, en una cultura extraña, viendo a un hablante y a un oyente interactuar, es-
tará en condiciones de intuir que H no es un amigo íntimo de O ( o de pensar que O es más pode-
roso que H o que x es una gran imposición) solamente observando la realización lingüística de
un AAI de H. Esta observación puede ser hecha en Chiapas, en Tamilnad o en California.
17
un acto comunicativo con máxima eficacia. Se definen como un conjunto básico de principios
implícitos en todo intercambio de habla y brevemente se establecen como:
Sin embargo, esto no significa que los enunciados respeten con razonable frecuencia estas condi-
ciones como lo sostienen algunos críticos de Grice. En verdad, la mayoría de los intercambios
comunicativos no se llevan a cabo de acuerdo con ellas. En este trabajo consideramos que un
motivo poderoso y persuasivo para no respetar las Máximas es el deseo de prestar atención a la
imagen del Otro. La Cortesía, entonces, se constituye en la fuente principal de transgresión de esa
eficacia racional y se comunica precisamente por ella. Pero, aún en los casos extremos de viola-
ción, las Máximas están presentes a nivel profundo. Esto hace que resulte necesario inferir el
mensaje implícito.
La razón principal para usar la superestrategia de AAI abierto directo es la eficacia. Siempre que
H quiera realizar un AAI con máxima eficacia en desmedro de la imagen de O, aún en cualquier
grado, elegirá un AAI Abierto directo (Bald on record). Los imperativos directos se presentan
como el recurso lingüístico más común. Existen dos tipos de estrategias según las circunstancias.
Por un lado, las que se realizan cuando la amenaza a la imagen no se minimiza en absoluto; la
imagen del otro resulta irrelevante e incluso es ignorada. Las otras, cuando haciendo un AAI
Abierto directo (Bald on record), H minimiza la amenaza de la imagen implícita.
4.3.CORTESIA POSITIVA
4.3.1. Reivindicar Convenir en que 1. Prestar atención a O
supuestos "X es admirable (sus intereses,necesidades y
compartidos interesante" objetivos)
(common ground) 2. Exagerar (interés, simpatía
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aprobación por O)
3. Intensificar el interés por O
Cuadro 3.
La Cortesía Positiva está orientada hacia la imagen positiva de O, a su deseo constante de que sus
deseos (o acciones, adquisiciones y valores resultantes de ellos) sean concebidos como deseables.
La reparación consiste en satisfacerlos parcialmente comunicando que los propios deseos son de
alguna manera similares a los suyos.
A diferencia de la Cortesía Negativa, la Cortesía Positiva no necesariamente repara la imagen
particular o el deseo amenazado por un AAI. En la Cortesía Positiva la esfera de lo relevante se
extiende a la apreciación de los deseos del otro o bien a la expresión de similitud entre los deseos
del Ego y los del Otro. Como se muestra en el esquema anterior, las realizaciones lingüísticas de
la Cortesía Positiva son, en muchos casos, sólo representaciones de la conducta lingüística nor-
mal entre íntimos, donde siempre se intercambian el interés y aprobación de la personalidad de
los otros, presuposiciones que aluden a deseos y conocimientos comunes que implícitamente
requieren la reciprocidad de las obligaciones o la reflexividad de los deseos, etc.
Quizás la única característica que distingue la reparación en la Cortesía Positiva de la conducta
lingüística íntima normal de todos los días es la exageración. Esta actúa como marca de aspectos
reparadores de imagen en la expresión de la Cortesía Positiva, indicando que aun si H no puede
decir con total sinceridad: Deseo tus deseos puede al menos indicar con sinceridad: Deseo que
tu imagen positiva se satisfaga. Así, el elemento de insinceridad en expresiones exageradas de
20
aprobación o interés como en: ¡Es absolutamente maravilloso! Simplemente no me imagino
cómo hace para mantener sus rosas tan exquisitas, Sr.Pérez, se compensan por la implicación de
que H en verdad desea sinceramente que la imagen positiva del Sr. Pérez se vea realzada.
Es precisamente esta asociación con un uso íntimo del lenguaje la que otorga fuerza a la Cortesía
Positiva. Los enunciados de Cortesía Positiva se usan como una clase de extensión metafórica de
intimidad, para implicar supuestos compartidos. Esto da como resultado que extraños se perciban
a sí mismos, en virtud de la interacción, como similares de alguna manera. Por la misma razón,
las estrategias de Cortesía Positiva se usan no sólo para reparar un AAI, sino en general, como
una clase de potenciador social por el cual H indica que él quiere o desea estar cerca de O.
22
TÓPICOS SEGUROS: otra forma característica de afirmar los supuestos compartidos con O es
buscar formas en las que es posible acordar con él. Hablar sobre un "tópico seguro" le permite H
acentuar su acuerdo con O y satisfacer así el deseo de O de ser corroborado en su opinión.
El estado del tiempo es un tópico seguro para virtualmente casi todo el mundo, como así también
la belleza de los parques, la incompetencia de la burocracia y la irritación de tener que esperar en
la cola del teléfono. Cuanto más conozca H acerca de O, más seguro estará al invocar un tópico
seguro. Por ejemplo, en un mismo grupo de gente, en general, se suele hablar de temas similares
al "iniciar" una conversación con un extraño. En muchas culturas, el AAI de hacer un pedido,
normalmente es precedido por pequeñas charlas sobre tópicos seguros como una manera de ga-
rantizarle a O que no se lo explotará con un pedido, sino que H tiene sincero interés en mantener
una relación con él.
Otro aspecto involucrado en esta estrategia es el hecho de buscar aquellos aspectos de un tópico
sobre el cual es posible acordar y desarrollarlo, por ejemplo si un vecino viene a mostrarnos su
auto nuevo, podemos alabarlo, preguntarle dónde lo compró, etc.
REPETICION: el acuerdo también se logra repitiendo parte o todo lo que H acaba de decir; se
demuestra además que uno ha escuchado correctamente lo que se dijo (satisface también la estra-
tegia 1). La repetición se usa para acentuar un acuerdo emocional con el enunciado (interés o
sorpresa) y puede abarcar más de un turno de habla.
A: Juan se fue a Londres
B: ¿A Londres?
Estrategia 6. Evitar desacuerdos
SEÑAL DE ACUERDO: el deseo de acordar o aparentar acuerdo con O lleva al uso de meca-
nismos para dar a entender que se comparten instancias de la conversación. Sacks (1973) ha re-
colectado muchos ejemplos en inglés en los cuales se muestra como los H cambian sus enuncia-
dos para aparentar que están de acuerdo con O cuando en realidad no lo están, como sucede por
ejemplo cuando se responde a un enunciado anterior con “Sí, pero” en vez de un llamativo “No”.
Tomando los datos de Sacks (1973), hablaremos de "Regla del acuerdo" en los siguientes casos:
(i)A: ¿Puedes escucharme?
B: Poco
(ii)A: Tu odias a tus padres.
B: Oh, a veces.
(iii)A: Entonces, ¿esto es permanente?
B: Sí, es "permanente", permanente hasta que me case de nue-
vo.
Una estrategia paralela se da en la "Regla de Continuidad" (Sacks 1973) que establece que a ve-
ces se desplazan las respuestas para suavizar un desacuerdo, como por ejemplo en:
A: Uy, ¿vienen temprano?
B: Bueno, tengo muchas cosas para hacer. No lo sé, no quiero
estar muy temprano.
(Nótese que la ironía también puede ser usada como una forma superficial de acuerdo con el
enunciado precedente.)
SEUDO ACUERDO: otro ejemplo de aparente o seudo acuerdo se encuentra en el uso de "en-
tonces" como una marca de conclusión, una indicación de que H articula como conclusión una
línea de razonamiento llevada a cabo cooperativamente con O. Esto puede referir a un acuerdo
genuino. Por ejemplo: Bueno, te encuentro frente al teatro a las 8, entonces, donde entonces
marca una conclusión en un acuerdo anterior entre H y O. Además se usan a menudo cuando de
hecho no hay acuerdo previo, puntualizando un falso acuerdo que a pesar de ello, se considera
cooperativo como en Te veré entonces.
23
MENTIRAS BLANCAS: cuando H, sintiéndose obligado a dar su opinión, prefiere mentir: Sí,
me gusta tu nuevo peinado, en lugar de dañar la imagen positiva de O. A veces ambos saben que
no es verdad, pero igual se mantiene a salvo la imagen de O.
OPINIONES INDIRECTAS (HEDGING): alternativamente, H puede elegir ser vago acerca de
sus opiniones para no estar o parecer estar en desacuerdo. Vimos que la estrategia 2 llevaba a H
a exagerar y que esto se manifiestaba por la elección de palabras en el extremo de la escala de
valores relevante en cada caso. Así, palabras como las siguientes pueden abundar en una conver-
sación como ejemplo de Cortesía Positiva: divino-ridículo; increíble (bueno)-increíble (malo);
fantástico-espantoso; extraordinario-devastador, al igual que modificadores de intensidad como
absolutamente o completamente. Pero a veces, el uso de tales extremos para expresar la propia
opinión (como en la estrategia 2) resulta riesgoso. Por esta razón, un mecanismo característico
en la Cortesía Positiva es minimizar estas expresiones extremas para darle a la propia opinión
una forma vaga. Normalmente las indirectas son una característica de la Cortesía Negativa, pero
algunas veces pueden tener una función en la Cortesía Positiva, por ejemplo Es lindo, desde cier-
to punto de vista; No lo sé, pero pienso que quizás la gente tiene derecho a sus propias opinio-
nes.
También se usan para reparar un AAI de sugerencia o crítica, entorpeciendo con expresiones
vagas el intento de H:
A: ¿Cuál es el problema?
B: Bueno,mi mujer /vos sabés que nunca hace demasiado
/como siempre, me parece, vos sabés
La indirecta en este enunciado le evita a H decir en forma precisa lo que piensa. Quizás esto de-
riva del hecho de que estas indirectas también funcionan como metáforas, porque obligan a O a
interpretarlas de algún modo.
Estrategia 7. Presuponer, afirmar, reforzar los supuestos compartidos
CHISMES, CHARLAS: el tiempo y el esfuerzo que gasta H en remarcar su relación de amistad o
camaradería con O sustenta la estrategia de reparar un AAI charlando acerca de temas sin impor-
tancia. Así H puede acentuar su interés general en O e indicar que no ha venido a ver a O sólo
para pedirle algo, aún cuando intente hacerlo de manera obvia.
OPERACIONES CON PUNTOS DE VISTA: casi todas las oraciones de los lenguajes naturales
codifican puntos de vista por medio de la deixis, entre otros. La deixis tiene que ver con la mane-
ra en que las oraciones se anclan a ciertos aspectos de su contexto de emisión, incluyendo el rol
de los participantes en el acto de habla y su locación espacio-temporal. Por ejemplo el pronombre
YO normalmente refiere al participante que tiene el rol de hablante, mientras que AHORA refie-
re al tiempo que incluye al tiempo del enunciado y ALLA refiere al lugar más distante desde el H
que el indicado por AQUI, etc.
Fillmore (1976, 1974, 1975) ha desarrollado dos distinciones que caracterizan la manera en que
las oraciones se anclan deícticamente y nosotros lo tomaremos en esta sección. Parece ser una
hipótesis segura que el centro deíctico no marcado normal es el que tiene a H como persona cen-
tral, el tiempo de habla (o tiempo codificado) como el tiempo central y el lugar donde H está co-
mo el lugar central. Así la oración Juan vino de Londres codifica que Juan se dirige al lugar
adonde está H, como indica el verbo venir y que el evento tuvo lugar en un momento anterior al
tiempo del habla, como indica el tiempo pasado. Esto significa que las descripciones temporales
y espaciales son comprendidas como relativas al tiempo y lugar del habla, punto de referencia
central. Esta locación central provee el punto de anclaje no marcado, desde el cual parten todos
los otros usos y significados. Sin embargo, muchas oraciones tienen deícticos centrales que no
son estos. LLamaremos a estas modificaciones operaciones con puntos de vista, como sucede
por ejemplo cuando H habla como si el tiempo codificado (esto es, el tiempo central) estuviera
24
localizado en un evento pasado; o como si el lugar central fuera el lugar del oyente más que el de
H; o como si la persona central fuera el oyente. Estas operaciones o metáforas sirven a diferentes
propósitos, entre ellos: estilísticos, como el "presente absoluto" y conceptuales.
Estas operaciones con puntos de vista también actúan en las funciones básicas de la cortesía
(como Fillmore, 1971b), especialmente por medio del cambio en el punto de vista para tomar el
lugar del destinatario. A continuación se describen casos en que se abandona el uso normal, para
reducir la distancia entre los puntos de vista de los participantes.
Cambio de la persona. H habla como si O fuera H o el conocimiento de O fuera igual o equiva-
lente al conocimiento de H. Por ejemplo: Me tomó en verdad mucho tiempo aprender a manejar,
¿no es cierto?; donde O posiblemente pueda no saberlo con certeza.
Otra forma de cambio ocurre en casos cuando en que por simpatía se defiende lo que sólo e H
puede saber:
A: Oh, este cuchillo corta maravillosamente.
B: Sí, querido, corta bárbaro lo sé.
El cambio en este caso puede ser llevado a la prosodia también; más aún se puede unir el YO y el
VOS en un NOSOTROS aunque sólo es a O a quien se refiere: ¿perdimos nuestra pelota verdad,
Juancito? o Bueno, ahora tomamos nuestra medicina.
También se ejecuta en el uso de la expresión Vos sabés cuando en verdad no se quiere implicar
que O conozca detalles de la situación a la que se alude, sino que se reclama el conocimiento de
O acerca de hechos similares o de situaciones en general.
Cambio del tiempo. El uso del presente histórico, un tiempo que nos lleva desde el pasado al pre-
sente, parece ser un mecanismo de Cortesía Positiva: Y Marta le dice a Juan "Oh cielos" y Yo
digo..., Juan dice que él en verdad ama tus rosas. En realidad es una forma de hacer un acto de
habla a través de un mensajero como en Juan dice (si) querés venir también. Se usa también para
incrementar el interés en la historia como ya vimos en la estrategia 3.
Cambio del lugar. Se prefiere un demostrativo de proximidad cuando otra expresión se conside-
raría más aceptable: Este tipo se me acerca (versus) Había un tipo que; o En ese tipo se puede
confiar (versus) Ése era un tipo confible.
Otro tanto ocurre con los verbos de movimiento, por ejemplo: tomar vs. dar, ir vs. venir (ver
Fillmore 1972, 7975). Venir parece codificar una forma de Cortesía Positiva básica: "tomar el
lugar del otro". Esto se torna más complejo cuando tanto H como O se encuentran lejos del cen-
tro espacial que actúa como deíctico, por ejemplo, Vení y encontrame en el bar. El uso del verbo
está autorizado por la asociación de H u O con el lugar y en este caso el uso del verbo ir podría
resultar distante o descortés. Por razones similares, el verbo venir a menudo tiene una connota-
ción de participación, en lugar de ir que resultaría más distante: ¿Tenés ganas de ir/venir conmi-
go al cine? En este caso, cuando la oposición deíctica se neutraliza porque ambos son aceptables,
venir indica participación y cooperación e ir indica distancia y menos participación.
Evitar el estilo indirecto. Cuando H trata de reforzar los supuestos compartidos con O, espera-
mos que realice un mínimo ajuste en el punto de vista cuando reproduce el discurso del otro; esto
es, se espera que asuma el punto de vista de O como propio. H prefiere el uso del estilo directo
con expresiones referenciales sin modificación alguna, aún cuando la expresión pueda resultar
poco clara.
MANIPULACIONES DE LA PRESUPOSICIÓN: usamos "presuposición" sólo en el siguiente
sentido: H presupone algo cuando presume que está mutuamente aceptado por la mayoría. La
manipulación de la presuposición consiste en utilizarla cuando algo no está presupuesto por to-
dos pero H habla como si lo estuviera. Esto lo convierte en una reparación de la imagen positiva:
Presuponer conocimiento de los deseos y actitudes de O: preguntas negativas que presumen Sí
como respuesta se usan extensamente para indicar que H conoce los deseos, gustos, hábitos, etc.
25
de O y así reparar parcialmente la imposición del AAI. Por ejemplo: ¿No quieren un jugo? (ofre-
cimiento) o ¿No pensas que es bárbaro? (opinión).
Presuponer que los valores de O son los mismos que los de H : El uso de predicados escalares
como alto, por ejemplo, implica que tanto H como O comparten el criterio para ubicar a la gente
y a las cosas en esa escala. Como puntualizó G. Lakoff (1972), un hombre se ubica dentro del
conjunto de "hombres altos" de acuerdo a su grado de altura, que depende de todos los otros
hombres con los que se compara. Así cada uno define lo que es "ser alto" para uno mismo. Esto
sucede con los juicios de valor en general como bueno-malo, lindo-feo, que no sólo marcan que
el criterio de predicación es contextualmente relativo sino que los criterios mismos son relativos.
La preferencia por los extremos de la escala de valor (característica de la Cortesía Positiva) deri-
va en parte de la afirmación de que H y O tienen los mismos valores para predicar, la misma de-
finición de lo que es la belleza o la bondad.
Presuponer familiaridad en la relación H-O. El uso de formas de vocativo familiares como que-
rida presupone que O es "familiar". El uso de formas genéricas a extraños (loco, flaco, compa-
ñero, etc) puede suavizar o reparar la amenaza del AAI. Pero en adición, puede también ser
explícitamente afirmado como atenuación del AAI.
Presuponer el conocimiento del O. El uso de cualquier término presupone (en algún sentido) que
el referente es conocido por el destinatario. De este modo el uso de códigos de grupo (lenguaje,
dialecto, jerga o terminología local) dan a entender que O comprende y comparte la asociación de
ese código. Esta asunción puede ser explotada como un mecanismo de Cortesía Positiva. En:
Estaba viendo Video Match ayer se asume que O conoce el programa de TV.
También el uso de pronombres con el referente no explícito es típicamente un rasgo de Cortesía
Positiva, por ejemplo: Esto es divino, cuando está entrando a una casa. H puede además afirmar
el conocimiento de O, respecto de sus necesidades, por ejemplo: Sabés que tengo el examen, así
que ¿me podés prestar el libro?
Estrategia 8. Chiste
Como los chistes se basan en un conjunto de creencias y valores mutuamente compartidos, ex-
plotan esos conocimientos y valores. El chiste es una estrategia básica de Cortesía Positiva y se
usa para distender o aliviar e incluso minimizar un AAI: ¿Qué tal si me prestás tu cascajo? (en
referencia al nuevo auto de O).
4. 4. Cortesía Negativa
La cortesía negativa es una acción reparadora dirigida a la imagen negativa: los deseos de tener
libertad de acción, de no ser invadidos territorialmente, etc. Es el meollo del comportamiento
respetable, tal como la cortesía positiva es el núcleo del comportamiento “familiar” o “burlón”.
La cortesía negativa corresponde a lo que Durkheim denominó “rituales negativos” o rituales de
fuga.
A diferencia de la positiva, la cortesía negativa es específica y focal; tiene la función de minimi-
zar la imposición particular que inevitablemente efectúa el acto que amenaza la imagen (AAI).
Cuando pensamos en cortesía occidental, en realidad estamos pensando en el comportamiento
relacionado con la cortesía negativa. En nuestras culturas, la cortesía negativa es el conjunto de
estrategias lingüísticas para atenuar los AAI más elaboradas y convencionalizadas.
Sus realizaciones lingüísticas (indirectas, pesimismo cortés, énfasis del poder relativo del oyen-
te), nos son muy familiares.
La figura que sigue a continuación resume un conjunto de estrategias relacionadas con la cortesía
negativa, aunque no las agota:
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Cortesía Negativa: Minimice la ame-
a)abiertamente naza: 4. Minimice la
b)Indirecta, con -Haga explicitos imposición lingüís-
acción reparadora los valores G, P y tica
frente al deseo de D 5.Sea deferente
O de no ser avasa-
llado
4.4.4 Comunique el 6.Discúlpese
deseo de no influir
sobre O
Disocie H y O de la 7. Impersonalice a
violación particular O, evite los pro-
nombre yo y usted
8. Establezca el
AAI como regla
general
9. Nominalice
4.4.5. Repare otros 10. Actúe abierta-
deseos de O deri- mente como si
vados de su Imagen estuviera en deuda
Negativa. o como si O no
estuviera endeuda-
do.
Cuadro 4
Esto predice la siguiente distribución entre pedidos corteses y descorteses (donde (d)= descortés,
(c)= cortés y (*)= agramatical):
Preguntas:
(6) (c)¿Podés pasarme la sal?
(7) (c)¿Podría pasarme la sal?
(8) (c)¿Te sería posible pasarme la sal (por favor)?
(9) (d)¿No te sería posible pasarme la sal, no? (esto sería correcto como suge rencia,
es decir, si O está interesado).
Aserciones:
(10) (d) Podés pasarme la sal.
(11) (¿d?) Podrías pasarme la sal.
(12) (¿?*) No podrías pasarme la sal, por favor.
(13) (c) Podrías {supongo/quizá/probablemente} pasarme la sal (por favor), ¿no? No to-
dos los AAI tienen el mismo grado de cortesía. Compárense los siguientes ejemplos:
(14) ¿Sería posible pedirte una taza de harina?
(15) Quisiera pedirte una taza de harina, ¿puedo, no?
(14) es más cortés que (15).
Los siguientes ejemplos están ordenados de mayor a menor grado de cortesía:
(16) Supongo que no habrá ninguna chance de que te sea posible prestarme tu auto por
unos pocos minutos, ¿no?
(17) ¿Habría alguna posibilidad de que me prestes tu auto por unos pocos minu tos?
(18) ¿Harías alguna objeción a mi pedido de tu auto por unos minutos?
(19) Quisiera pedirte tu auto, si no te oponés.
(20) ¿Puedo pedirte el auto, por favor?
(21) Prestáme tu auto.
(Nótese que en algunos de estos ejemplos se combinan otras estrategias - por ejemplo, Sea pe-
simista - para lograr mayor efectividad.)
Estos ejemplos muestran que cuanto más se esfuerza H en preservar la imagen, más evidente
será su intención de satisfacer los deseos de O respecto de la misma.
c.2. Cantidad:
c.2.1. Hay expresiones arquetípicas que indican que la información que se brinda no es
tanta o tan precisa como se espera:
más o menos
aproximadamente
algo así
groseramente
en resumen
básicamente
por así decirlo
c.2.2. Otro tipo de expresiones, con funciones claramente corteses:
Bueno, hace mucho que no lo veo.
Digo, si no te molesta.
31
Es un poco tarde, sabés.
c.3. Relevancia:
c.3.1. Muchas veces, para preservar la imagen de O, es necesario cambiar de tópico de
manera no ostensiva:
Esto puede no ser {relevante/apropiado/importante}, pero...
Probablemente éste sea el momento apropiado para decir...
Debo mencionar en este punto que ...
{Perdón/ Eh}, justo estaba pensando en que...
Por ejemplo...
De cualquier manera...
No obstante...
Cuando pienso en eso...
Discúlpeme si menciono esto mientras lo pienso...
Bien, ahora...
c.3.2. El uso de la partícula “ahora” interactúa con la deixis temporal, como “llamando la
atención” sobre un hecho relevante (porque es un marcador deíctico próximo, como “ahora”), de
manera tal que puede poner en foco hechos del pasado:
Ahora, me sorprendió que ...
c.3.3. Algunas expresiones ponen de manifiesto el punto o propósito respecto del cual el
AAI es relevante:
(29) Si la puerta está cerrada, yo tengo una llave.
(30) No sé si estás interesado, pero yo lo tengo.
(31) Juan fue al cine, en el caso de que quieras saberlo.
(32) Si me preguntás dónde están tus vendas, están sobre la silla.
(33) Sí, {ya que preguntás/ si te interesa saberlo}.
(34) Juan fue al cine, ¿sabías?
(35) Definitivamente lo haré, si querés.
(36) Lo lamento, si querés conocer mis sentimientos.
(37) Estoy furioso, si te interesa saber cómo me siento al respec
to.
(38) {Si me lo permiten/ Si están de acuerdo, entonces}, declaro
diferida la reunión.
c.3.4. Hay algunas cláusulas que modifican el verbo realizativo dando las razones por las
cuales H realizó la emisión, haciendo así un reclamo explícito de relevancia:
(39) Juan está en casa, ya que su auto está afuera.
(40) ¿Querés llevarte mi paraguas?, está lloviendo.
(41) ¿Tenés fuego?, se me acabaron los fósforos.
c.4. Modo:
c.4.1. Expresiones del tipo:
para ser breve
para hacerlo más simple
Ahora, para ser absolutamente claro, quiero...
más claramente
c.4.2. Expresiones que intentan asegurar que O está siguiendo el discurso de H:
¿sí?
¿me seguís?
32
¿OK?
¿es claro?
¿ves?
Todas estas expresiones tienen un uso muy frecuente en el habla cotidiana, en muchos casos
como estrategias de cortesía. Por ejemplo, las relacionadas con la Máxima de Calidad son usa-
das para evitar sorpresa o críticas (“Creo que quizás podrías...”); las relacionadas con la de Can-
tidad atenúan quejas o pedidos (“¿Podrías hacer esta copia más o menos bien?”); las relacionadas
con la de Relevancia, atenúan ofertas o sugerencias (“Esto puede ser desagradable, pero ¿podrías
considerar...?”); y las relacionadas con la Máxima de Modo pueden ser usadas para atenuar cual-
quier AAI, por ejemplo, insultos (“No sos exactamente económico, si entendés lo que quiero
decir.”).
36
H puede atenuar un AAI expresando de manera explícita su endeudamiento frente a O, o evitan-
do la expresión de la existencia de una deuda por parte de O, utilizando expresiones como las
siguientes para hacer pedidos:
(102) Te estaría eternamente agradecido si pudieras ...
(103) Nunca podría agradecerte este favor, pero necesito ...
y para ofrecer:
(104) Yo no tendría ningún inconveniente en hacerlo por vos.
(105) No es problema para mí, de todos modos voy para ese lado.
Motivos para
hacer A
1. Sugiera
4.5.1. Produzca una Implicatura Viole la Máxima de Condiciones
Conversacional por medio Relevancia para A
de la violación de una 2. Dé indicios asociados
máxima conversacional 3. Presuponga
Cuadro 5
5. Conclusiones
Resumamos brevemente algunas de las propuestas establecidas en este trabajo.
En primer lugar, quisimos dar cuenta de la interpretabilidad pan-cultural del fenómeno de la cor-
tesía. Para ello, hemos argumentado que esta interpretabilidad se deriva de las presunciones ba-
sadas en el conocimiento mutuo que universalmente poseen los interactuantes; que los seres
humanos son “racionales” y que tienen “imagen”. Sobre estas ideas construímos una teoría com-
pleta de la cortesía integrando las nociones de la cortesía amistosa y la cortesía formal en un úni-
co esquema.
La idea esencial de esta investigación es: el sistema interaccional está basado en gran medida en
principios universales. Pero la aplicación de estos principios difiere sistemáticamente en las dife-
rentes culturas, y aún en distintas subculturas y grupos. Desde un punto de vista interaccional,
principios como los que hemos descripto son algunas de las dimensiones sobre las que se cons-
truyen diversas relaciones sociales.
40
Cualquiera sea el valor que se le asigne a nuestra contribución teórica, queremos dejar sentado
que el fenómeno que hemos descripto y el método usado para esta descripción proporciona una
herramienta etnográfica útil para un análisis refinado de la calidad de las relaciones sociales.
41