Está en la página 1de 3

"No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá

justicia". (Isaías 42:3)

¿Te has sentido alguna vez como un pabilo humeante? Estuviste iluminando durante mucho tiempo,
como una gran antorcha, pero ahora eres sólo una débil luz a punto de extinguirse. Ya no hay ese
brillo y fuego de antaño.
Me surgen preguntas: ¿Cuándo fue la última vez que iluminaste tu entorno como una gran
antorcha? ¿Qué hizo que la pasión y el fuego fuera menguando? ¿Qué circunstancias golpearon tu
vida y te dejaron como una caña cascada? 
Nadie gusta de una caña cascada y frágil. La gran mayoría opina, que es mejor quebrarlas. Estamos
en una era en que, hasta las personas son desechables y cambiables. Todo es de desechar y botar, es
por esto que nuestro mundo se ahoga entre tantos desechos. Así que ambos, la caña y el pabilo,
están destinados a ser quebrados y apagados. Pero la caña cascada se resiste a quebrarse y el pabilo
se niega a apagarse. 

Me sorprendió encontrar en la Biblia este pasaje:“… ni apagará la llama vacilante…”Isaías 42:3


NBV y así me di cuenta que mucha gente que conozco ha perdido el fuego por Dios. Los
observo hoy y están apagados por dentro, están secos espiritualmente y de ese fuego que
encendía su primer amor… ya no hay rastro alguno. Caminan en piloto automático.
Y eso es irónico pues ¿a dónde se les fue el amor y la pasión por la presencia de Dios? Han
participado en consejerías, convenciones, diplomados… y ya nadaha sucedido… Si pudiera
describirlo de alguna manera podría describirlo como que el amor que antes sentían por Dios
estuviera apagándoseles… como un pabilo humeante… como una llama vacilante.

Quizá tú mismo, que me estás leyendo, sientes quealgo falta en tu vida… que cada vez que
tratas de levantarte, de motivarte y de seguir con el sueño de Dios, parece que viniera alguien
y terminara de apagar el poco fuegoque aún queda en tu corazón.Pero déjame decirte que tú
eres esa llama vacilante… ese pabilo humeantede Dios, llamado a encender lo que parece
que está apagado y sin luz. Sí, por situaciones que desconozco, alguien te vino a apagar, vino
a robarte el fuego, a tratar de secarte y destruirte espiritualmente…

Aunque la caña con su débil fuerza y el pabilo con su molesto humo, tienen esperanza, pues hay
Alguien que no los desecha. Alguien que cree que se merecen otra oportunidad. Alguien que nunca
los apagará ni los quebrará. Ese Alguien es Jesús de Nazaret.

El sabe que la caña puede recuperar su fuerza y el pabilo puede brillar de nuevo. Así que no importa
lo que haya sucedido en tu vida, El no va a desistir de lo que ha dicho sobre ti. No te dejará
renunciar. Aunque los vientos se hayan llevado muchas cosas importantes para ti, Jesús nunca te
quebrará. El no te trata con rudeza. La fortaleza volverá a tu vida y continuarás adelante, porque no
estás solo, Jesús es tu compañero de camino en este nuevo comienzo.

Jesús dijo que eres una luz que ilumina, así que no dejará que se extinga ese fuego en tí. No puedes
apagarte porque Dios te necesita ahí donde estás. Deja que El sea la base y el motor de tus logros.
No te dejes apagar por los soplos de otros sobre ti. Si Dios no ha pensado en apagar tu pabilo
humeante, no permitas que otro lo haga.
Resiste, se fuerte, respira hondo y levántate. No mires con miedo la caída que tuviste. No llames
fracaso a lo que no resultó, porque esa palabra tiene una connotación emocional negativa, que
frustra y paraliza. Tu vida es fascinante, permite a Dios que la dirija y escribirás la historia que
nunca pensaste escribir

La resiliencia es la capacidad que tenemos los seres humanos para superarnos, a nosotros
mismos, ante circunstancias adversas.
Estos días, esta palabra circula por todas las redes sociales, nos hablan expertos, en los
medios de comunicación… es como un mantra…nos dicen: “debes ser resiliente para salir de
esta situación”; porque una persona resiliente es fuerte, acepta lo que le viene y lo transforma,
es optimista, es objetiva con la situación, es capaz de utilizar el humor en las situaciones
difíciles y, además, aprende de todo ese dolor que está viviendo.
Todo eso es verdad,lo afirmo por experiencia. Porque, después de caer, hice un proceso de
autoconocimiento gracias al coaching, donde he aprendido a ser más resiliente.
Y yo me pregunto: ¿tú te ves ahora así?
EN MI OPINIÓN, AHORA MISMO, TODOS SOMOS
RESILIENTES
Resiliente es una madre o un padre que, en esta situación, sin poder salir de casa, con sus
niños pequeños y haciendo teletrabajo, tiene que gestionar sus emociones para dar el 100%
de ella y practicar el arte de la paciencia. Hacer las tareas de la casa, conversar con sus
amigos y familiares para ver cómo se encuentran y encima tener la capacidad de sonreír con
una trastada de su hija.
Resiliente es un padre que tiene que salir a trabajar, él solo, y vuelve a casa con una sonrisa,
porque sabe que su trabajo, ahora más que nunca, es importante para la economía familiar.
Resiliente es la abuela que no puede abrazar a sus nietos, que se conforma y acepta de buen
grado lo que le toca vivir, aprendiendo las nuevas tecnologías (benditas tecnologías) para
poder hacer una videollamada y ver a sus nietos y hablar con ellos en la distancia y, a la vez,
más cerca que nunca.
Resiliente es…
Resiliente es la persona a quien han tramitado un Erte y no se queja. Porque no la despiden,
porque entiende que es momento de arrimar el hombro entre todos.
Resiliente es el joven que sique estudiando desde casa, que se pone las pilas colaborando en
todo lo que puede, y es optimista pensando en que ya queda poco para salir de casa y tomar
algo con los amigos, salir a bailar, sí, a bailar con la vida.
Resiliente es la persona que está aislada con este maldito virus en su casa, o en el hospital,
haciéndose más fuerte por dentro y por fuera.
Resiliente es el niño que sabe que no puede salir de casa y lo acepta y desarrolla su
creatividad inventado mil juegos y sintiéndose seguro porque papá y mamá están a su lado.
Resilientes los sanitarios, policías, cajeros, reponedores, transportistas, farmacéuticos…y así
podría seguir.
Y… ¿sabes cuándo nos vamos a dar cuenta de lo
resilientes que somos todos?
Cuando volvamos a abrazarnos, cuando la vida vuelva ser la misma y, a la vez, distinta para
cada uno de nosotros.
Porque todos habremos aprendido algo que necesitábamos aprender:
Unos a parar, a mirar hacia adentro; otros a valorar que lo pequeño es, en realidad, lo más
grande que tenemos; a no dejar que lo urgente nos haga olvidar lo importante; a priorizar las
personas sobre lo material; a pasar tiempo con nuestros mayores; a cuidar y cuidarnos; a
reírnos más y más fuerte; a relativizar…
Porque todos juntos lo habremos superado y volveremos a juntarnos siendo los mimos y, a la
vez, transformados para siempre.
“Cuando ya no podemos cambiar una situación,
tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”

También podría gustarte